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, 11 de Septiembre de 2018
Doctor
JORGE ANDRES ESCOBAR FAJARDO
Superintendente Delegado de Tránsito y Transporte
SUPERINTENDENCIA DE PUERTOS Y TRANSPORTE
Bogotá D.C.
HECHOS
CONSIDERACIONES
Es necesario precisar que el vehículo de placas TTP-792 para la fecha de imposición del
Informe único de Infracciones de Transporte No 13753079, es decir el día 23 de Febrero de
2017, sí poseía extracto de contrato vigente de acuerdo al plan de rodamiento. Con base a lo
anteriormente dicho se demuestra que la empresa cumplió a cabalidad con los requisitos
legales y normativos para la expedición de uno de los documentos base para la prestación
del servicio Extracto de Contrato.
Así mismo, es de aclarar que nada tiene que ver el parentesco de las personas que están
utilizando el servicio con el extracto del contrato, como lo indico en las observaciones del
comparendo, el agente de tránsito al estipular: “(…) transporta a paula gil cc. 1020765655 y
juliana martinez cc 1020761445 quienes no presentan parentesco con extracto de contrato…
(…)”
Habiendo aclarado lo anterior, es necesario mencionar que tampoco resulta ser un requisito el
relacionar las personas que utilizaran el servicio en cualquiera de sus modalidades porque no
lo determina de esa manera la resolución 1069 de 23 de abril de 2015 y que taxativamente
en su Artículo 18 estipula lo siguiente: “(…) Actualización de las personas que se
transportan. La empresa o la entidad contratante del servicio de transporte especial, podrá
actualizar o modificar la relación de las personas que se transportan en virtud de un contrato,
enviando comunicación electrónica a la empresa de servicio público de transporte terrestre
automotor especial. La relación a que hace referencia el presente artículo, debe permanecer
anexa al contrato. Al formato único de extracto del contrato –FUEC no se le anexan listas de
pasajeros (…)” por tanto la norma es clara al establecer que no es un requisito del FUEC
contener la información de los pasajeros para aquel servicio. Y que es dentro del contrato las
personas antes mencionadas SI se encontraban relacionadas debidamente en el contrato
suscrito para la prestación del servicio. De tal manera que el agente incurrió en un error al
imponer el comparendo.
De igual manera, se violan las garantías procesales de conocer específicamente por
qué se acusa y se omite el descubrimiento de las pruebas que pudieran ser indilgadas
a mi representada pues al comparendo y a la resolución de apertura de investigación
no se adjunta copia ni del extracto ni del contrato, y en cambio, nosotros sí aportamos
copia del documento que reposa en nuestros archivos
Sin duda esta apertura de investigación viola todos los principios en materia sancionatoria, en vista de
que no existe en el ordenamiento jurídico sanción específica para los cargos que se formula, solo existe
la Resolución 10800 del 2003 que es una remisión del decreto 3366 del 2003, decreto que fue
declarado nulo casi en sus totalidad por sentencia del Consejo de Estado del diecinueve (19) de
mayo de dos mil dieciséis (2016), Radicación número: 11001-03-24-000-2008-00107-00
ACUMULADO 11001 03-24 000 2008 00098 00.
Por lo tanto, en vista de que la Resolución 10800 del 2003 recoger las conductas que se establecían en
el decreto 3366 del 2003 ahora derogado no existe fundamento alguno para abrir investigación, más
aun cuando las sanciones allí establecidas no se determinaron directamente por el legislador sino por el
Ministerio de Transporte que no podía ejercer la potestad reglamentaria con relación a sanciones
violando así los siguientes principios en metería de sanciones administrativas, veamos
LEY 336/96
ARTÍCULO 50. Sin perjuicio de lo dispuesto por normas especiales sobre la materia, cuando se tenga
conocimiento de la comisión de una infracción a las normas de transporte, la autoridad competente
abrirá investigación en forma inmediata mediante resolución motivada contra la cual no cabrá recurso
alguno, la cual deberá contener:
a) Relación de las pruebas aportadas o allegadas que demuestren la existencia de los hechos.
c) Traslado por un término no inferior a diez (10) días ni superior a treinta (30) días, al presunto infractor
para que por escrito responda a los cargos formulados y solicite las pruebas que considere pertinentes,
las que se apreciarán de conformidad con las reglas de la sana crítica
El principio de legalidad exige que dentro del procedimiento administrativo sancionatorio la falta o
conducta reprochable se encuentre tipificada en la norma -lex scripta- con anterioridad a los hechos
materia de la investigación-lex previa.
En materia de derecho sancionatorio el principio de legalidad comprende una doble garantía, a saber:
material, que se refiere a la predeterminación normativa de las conductas infractoras y las sanciones; y,
formal, relacionada con la exigencia de que estas deben estar contenidas en una norma con rango de
ley, la cual podrá hacer remisión a un reglamento, siempre y cuando en la ley queden determinados los
elementos estructurales de la conducta antijurídica. Esto se desprende del contenido dispositivo del
inciso 2° del artículo 29 de la Constitución Política que establece el principio de legalidad, al disponer
que “nadie podrá ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al acto que se imputa (…)”, es
decir, que no existe pena o sanción si no hay ley que determine la legalidad de dicha actuación, ya sea
por acción u omisión.
Entre los elementos más importantes del debido proceso, la Corte Constitucional en diferente
pronunciamientos ha destacado: (i) la garantía de acceso libre y en igualdad de condiciones a la
justicia, con el fin de lograr una pronta resolución judicial y el derecho a la jurisdicción; (ii) la garantía de
juez natural; (iii) las garantías inherentes a la legítima defensa; (iv) la determinación y aplicación de
trámites y plazos razonables; (v) la garantía de imparcialidad; entre otras garantías
Así mismo, la jurisprudencia constitucional ha diferenciado entre las garantías previas y posteriores que
implica el derecho al debido proceso en materia administrativa. Las garantías mínimas previas se
relacionan con aquellas garantías mínimas que necesariamente deben cobijar la expedición y ejecución
de cualquier acto o procedimiento administrativo, tales como el acceso libre y en condiciones de
igualdad a la justicia, el juez natural, el derecho de defensa, la razonabilidad de los plazos y la
imparcialidad, autonomía e independencia de los jueces, entre otras. De otro lado, las garantías
mínimas posteriores se refieren a la posibilidad de cuestionar la validez jurídica de una decisión
administrativa, mediante los recursos de la vía gubernativa y la jurisdicción contenciosa administrativa.
La corporación constitucional ha emitido varios conceptos frente al caso nos atañe diciendo que “El
principio del debido proceso administrativo cobra una especial relevancia constitucional cuando se trata
del desarrollo de la facultad sancionadora de la administración pública. De esta manera, cuando la
Carta consagra el debido proceso administrativo, reconoce implícitamente la facultad que corresponde
a la Administración para imponer sanciones, dentro de los claros límites constitucionales”.
“En punto a este tema, la jurisprudencia constitucional ha expresado que la potestad sancionadora de
la Administración: (i) persigue la realización de los principios constitucionales que gobiernan la función
pública, de conformidad con el artículo 209 de la Carta, esto es, igualdad, moralidad, eficacia,
economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, (ii) se diferencia de la potestad sancionadora por la vía
judicial, (iii) se encuentra sujeta al control judicial, y (iv) debe cumplir con las garantías mínimas del
debido proceso. Por tal razón, con el fin de garantizar el derecho de defensa de los administrados, la
jurisprudencia ha señalado que hacen parte de las garantías del debido proceso administrativo, todas
las garantías esenciales que le son inherentes al debido proceso.”
De esta manera el derecho al debido proceso administrativo se vulnera por parte de las autoridades
públicas, cuando estas no respetan las normas sustanciales y procedimentales previamente
establecidas por las leyes y los reglamentos y con ello se vulnera de contera el derecho de acceso a la
administración de justicia.
El artículo 29 de la Constitución dispone, de una parte, que toda actuación se desarrolle con sujeción al
procedimiento legalmente preestablecido en la materia. Y, de otra, constituye una limitación a los
poderes del Estado, habida cuenta de que corresponde al legislador establecer previamente la
infracción, las sanciones a que se hacen acreedores quienes incurran en estas y la definición de las
autoridades públicas o administrativas competentes para realizar la investigación y, consecuentemente,
imponer la sanción. La jurisprudencia constitucional ha sostenido de manera reiterada que el debido
proceso es el conjunto de garantías previstas en el ordenamiento jurídico orientadas a la protección del
individuo incurso en una conducta judicial o administrativamente sancionable, precisando que son
elementos integradores del debido proceso los siguientes: “a) el derecho a la jurisdicción y el acceso a
la justicia; b) el derecho al juez natural; c) el derecho a la defensa; d) el derecho a un proceso público,
desarrollado dentro de un tiempo razonable; e) el derecho a la independencia del juez y f) el derecho a
la independencia e imparcialidad del juez o funcionario.”
Las garantías procesales en el campo administrativo sancionatorio no son iguales a las del ámbito
judicial, toda vez que se enmarcan dentro de rasgos y etapas diversas. El debido proceso en las
actuaciones administrativas opera en tres momentos específicos: (i) en la formación de la decisión
administrativa (acto administrativo), (ii) en la notificación o publicación de esa decisión administrativa, y
(iii) en la impugnación de la decisión (recursos).
NO EXISTE LEY QUE IMPONGA LA SANCIÓN A LA QUE SE HACE REFERENCIA:
Para el ejercicio de la potestad sancionatoria a cargo de la administración se requiere: (i) una ley previa
que determine los supuestos que dan lugar a la sanción, así como la definición de los destinatarios de la
misma, -sin que necesariamente estén desarrollados todos los elementos del tipo sancionatorio-, ya que
es válida la habilitación al ejecutivo con las limitaciones que la propia ley impone; (ii) que exista
proporcionalidad entre la conducta o hecho y la sanción prevista, de tal forma que se asegure tanto al
administrado como al funcionario competente, un marco de referencia que permita la determinación de
la sanción en el caso concreto, y (iii) que el procedimiento administrativo se desarrolle conforme a la
normatividad existente, en procura de garantizar el debido proceso.
La reserva de ley consagrada en el Artículo 150 de la Constitución Política, supone que la estipulación
de las conductas sancionables en materia administrativa, concierne a la función exclusiva del Congreso
de la República. No obstante, por razones de especialidad es posible asignar al ejecutivo mediante la
expedición de actos administrativos de carácter general la descripción detallada de las conductas,
siempre y cuando los elementos estructurales del tipo hayan sido previamente fijados por el legislador y
sin que en ningún caso las normas de carácter reglamentario puedan modificar, suprimir o contrariar los
postulados legales y, menos aún, desconocer las garantías constitucionales de legalidad y debido
proceso.
CARGA DE LA PRUEBA
Según lo manifiesta el artículo 167 del CODIGO GENERAL DEL PROCESO “Articulo 167. CARGA
DE LA PRUEBA. Incumbe a las partes probar el supuesto de hecho e las normas que consagran el
efecto jurídico que ellas persiguen”
La regla general es que incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas que
consagran el efecto jurídico que ellas persiguen, esto es, los hechos que sustentan sus pretensiones y
los hechos que acreditan sus excepciones según sea el caso.
Según las particularidades del caso, se podrá distribuir la carga de la prueba de manera diferente a
aquella parte que este en mejores condiciones de acreditar la ocurrencia o no de determinado hecho,
esto es lo que se conoce como carga dinámica de la prueba.
La superintendencia de puertos y transportes, deberá aportar las evidencias o esclarecer los hechos
controvertidos mediante los medios probatorios que la legislación procesal consagra para ello, teniendo
en cuenta que en nuestro medio rige el sistema de libertad probatoria.
Al definir lo que se entiende por prueba, JESÚS GONZÁLEZ PÉREZ ha expresado que con ella se designan
realidades muy distintas. Así, en algunos casos, ella se refiere a la actividad encaminada a probar
ciertos hechos; en otros, contempla los instrumentos que llegan a producir la convicción del juez acerca
del hecho que se prueba; y en otras, es el resultado de las operaciones por las cuales se obtiene la
convicción del juez con el empleo de aquellos instrumentos. La actividad probatoria tiende a convencer
al juez de la existencia o inexistencia de los datos procesales que han de servir de fundamento a la
decisión del proceso.1[1]
FRAGA PITTALUGA, citando a GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO señala que la prueba constituye una actividad
procesal dirigida a la aportación al proceso de datos lógicos convincentes respecto a su exactitud y
certeza. Se trata de una actividad procesal impulsada por las partes o incluso por el Tribunal, tendente a
obtener el conocimiento del juzgador acerca de la concordancia con lo realmente acaecido de las
afirmaciones fácticas realizadas por las partes y, excepcionalmente, por el propio órgano judicial, que
integran el objeto del proceso, o a lograr su fijación en la premisa menor de la sentencia. 2[2]
1 [1]
Duque Corredor, Román, Ob. Cit., Pág. 330.
2[2]
A este respecto, es necesario hacer alusión a la disposición contenida en el artículo 76 de la Ley Orgánica de la Administración
Central, recientemente reformada mediante Decreto-Ley N° 369 de fecha 5 de octubre de 1999 publicada en Gaceta Oficial N°
36.807 de fecha 14 de octubre de 1999. Este artículo señala que sólo podrán ordenar exhibición o inspección de los archivos de
alguna dependencia de la Administración Pública Nacional los organismos expresamente autorizados por Ley, y que podrá
acordarse judicialmente la copia, exhibición o inspección de determinado documento, expediente, libro o registro y ejecutarse
dicha providencia a menos que el órgano superior respectivo hubiera resuelto con anterioridad otorgarle al documento, libro,
expediente o registro la clasificación como secreto o confidencial, de conformidad con los procedimientos legalmente establecidos. Es por
ello que los documentos clasificados como confidenciales o secretos no puedes ser opuestos en juicios como pruebas, y admitidos como tal,
pues existe una disposición expresa que lo prohíbe. Sin embargo, cabe la posibilidad de que siendo el órgano superior quien resuelve el carácter
de dichos documentos, se pueda interponer ante esa autoridad una solicitud acompañada de informe razonado de que desclasifique dicho
documento para poder reproducirlo como prueba en el juicio de que se trata.
“El ‘In dubio pro disciplinado’, al igual que el ‘in dubio pro reo’, emana de la presunción de inocencia,
pues esta implica un juicio en lo que atañe a las pruebas y a la obligación de dar un tratamiento
especial al procesado.
Como es del todo sabido el juez al realizar la valoración de la prueba, lo que ha de realizar conforme a
las reglas de la sana critica, debe llegar a la certeza o convicción sobre la existencia del hecho y la
culpabilidad del implicado. Cuando la administración decide ejercer su potestad sancionatoria tiene que
cumplir con el deber de demostrar que los hechos en que se basa la acción están probados y que la
autoría o participación en la conducta tipificada como infracción disciplinaria es imputable al procesado.
Recuérdese que en materia disciplinaria, la carga probatoria corresponde a la administración o a la
Procuraduría General de la Nación, según el caso, dependiendo de quién adelante la investigación, y
son ellas quienes deben reunir todas las pruebas que consideren pertinentes y conducentes para
demostrar la responsabilidad del disciplinado”.
Así las cosas, en cualquier etapa del proceso en que existan dudas razonables sobre la responsabilidad
disciplinaria del sujeto de la acción, deberá resolverse en su favor, con archivo definitivo, sin que deba
considerar su aplicación solamente al momento del fallo definitivo, es decir, que tiene plena vigencia
con
las evaluaciones de la indagación preliminar o la investigación disciplinaria.
El Informe Único de Infracciones de Transporte, como anteriormente se indicó, que es la base para
sancionar, deja muchas dudas y no es constitutivo de prueba de la infracción, pues el solo hecho de
que el guarda de procedimiento o Policía de Tránsito expida esta orden de comparecencia no es
constitutivo de la transgresión a la norma por sí sola, pues necesita además que la administración
pruebe de manera real y cierta que el hecho que constituye la trasgresión, se presentó y que la
empresa es el sujeto activo del hecho.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Según el texto transcrito resulta claro que no solo los operadores o las empresas de transporte
sino también los propietarios de los vehículos, son sujetos de las sanciones por infracciones a
las normas reguladoras del transporte público. Ya que hay actos instantáneos que el directo
responsable es el conductor- propietario y no la empresa. Toda vez que se evidencia que el
nexo de causalidad tiene fuerza vinculante al actor de hecho en este caso el conductor del
vehículo que a su vez es de propiedad de una persona natural, que tiene conocimiento de los
daños y perjuicios que puede cometer al realizar dichas conductas culposas.
2. Se resalta que a la fecha las empresas de transporte de servicio especial cumplimos con los
trámites legales, la expedición de documentos de ley pero no administramos los mismos y
tampoco podemos retener físicamente el automotor por lo que nuevamente traemos a colación
la resolución 10800 de 2003 Sanciones a los propietarios, poseedores o tenedores de
vehículos de transporte público terrestre automotor especial Art. 587.
Según éste, la Administración está obligada a desarrollar, incluso de oficio, todos los actos de
instrucción y, por consiguiente, todas las actividades probatorias de cargo que considere
adecuadas para la determinación, conocimiento y comprobación de los hechos sobre los
cuales deba pronunciarse la resolución que tiene que emitir; lo cual no solo constituye una
obligación sino un derecho de obligatorio cumplimiento a favor de los administrados. Dentro
del expediente no existe una sola actividad (entendida como acción tendiente a probar lo que
se fundamenta) de la administración para probar lo que se pretende, destinada a crear una
certeza acerca de la existencia de hechos afirmados, es decir que la empresa fue quien
permitió, facilito, estimulo, propicio, autorizo, o exigió la prestación del servicio público de
transporte en un vehículo que no tuviera instalado el dispositivo de control de velocidad, o que
este estuviera apagado.
No se encuentra una sola prueba entregada por la administración que se relacione con los
hechos que se pretenden probar, es decir no existe ejemplo una confesión como declaración
espontánea emitida por la parte sobre hechos personales que lo afecten; no existen
testimonios como la persona ajena a las partes, que declara sobre hechos o circunstancias
que obran en su conocimiento y a través de sus sentidos; no existe prueba pericial y solo se
basa la Superintendencia en una mera presunción carente de valor probatorio como indicio,
pues el indicio es la posibilidad de tener por acreditado un hecho ante la evidencia indiscutible
de otro, aplicando razonamiento deductivo o inductivo.
En vista de que en la resolución de apertura de investigación no se encuentra fundamento
probatorio, es importante analizar si efectivamente se puede presumir, es decir, si genera un
INDICIO en contra de mi representada que hace presumir que haya permitido, facilitado,
estimulado, propiciado, autorizado, o exigido la prestación del servicio público de transporte en
un vehículo que no tuviera el extracto de contrato vigente.
Por último quisiera aclarar que el principio de carga de la prueba y de oficiosidad en la prueba
va íntimamente ligado con el principio de presunción de inocencia que tiene aplicación
extensiva a todas las actuaciones sancionatorias y que implica que en este caso el
administrado goza de la presunción de inocencia y es la administración quien debe demostrar
la violación a la norma jurídica ya sea por acción o por omisión.
PRETENSION
PRUEBAS
Con el fin de probar el derecho reclamado. Me permito allegar los siguientes documentos:
NOTIFICACIONES
Cordialmente,