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“El pastor de Belén”

Argumento
Jaim es un pastor que vive a las afueras de Belén y lucha todos los días con la desesperanza. Apenas le
alcanzan las finanzas para pagar los impuestos al César. Es el sostén de su hogar, integrado por él, su
esposa y sus cinco hijos.

Aunque es judío, es un hombre escéptico y cascarrabias. Desde que tiene uso de razón ha escuchado a su
pueblo decir que pronto vendrá un supuesto Mesías que los rescatará, pero en lugar de ver llegar esos
“mejores tiempos”, cada vez la vida es más difícil.

Jaim tiene un hermano menor que se llama Oriel. También es pastor, y a diferencia de Jaim, es un hombre
carismático y amable. Tiene ideales de libertad que lo hacen soñar con huir a Egipto.

Oriel está enamorado de una chica que se llama Noemí. Ella también lo ama. Oriel ha reunido la dote
necesaria para poder pedir la mano de ella ante sus padres, y espera hacerlo pronto.

Belén, al igual que todo Israel, es gobernado por el imperio romano. Constantemente llegan los soldados a
saquear las casas y pedir los impuestos. Un día, cuando llegan los soldados, Jaim NO tiene el monto
necesario para pagar los impuestos, por lo que lo amenazan y le dan dos días hasta la mañana siguiente
para recolectar el resto. Ese mismo día se lee un decreto del Emperador, en el que se exige a todos
censarse en su ciudad de origen.

Esa noche, la esposa de Jaim ora preocupada por todo lo que están viviendo en su hogar. En paralelo,
Noemí adora a Dios agradecida porque pronto se comprometerá con Oriel. Jaim entra en estado de
desesperación y se queja ante Dios. Oriel pelea con Dios y decide tomar la justicia en sus manos. Todo
ocurre en paralelo.

Temprano en la mañana, en otro lugar de Israel, una pareja de esposos (José y María) parten hacia Belén
para censarse. Ella está avanzada en su embarazo.

Esa misma mañana, en Belén, llegan los soldados a Belén a exigir el pago de Jaim. Al ver que éste NO lo
recolectó, se van a disponer a quitarle su casa y llevarse a su familia cuando de pronto Oriel toma con un
cuchillo por la espalda a uno de los soldados y amenaza con matarlo si no dejan en paz a su hermano.
Jaim y los demás lo ayudan a entrar en razón. Los soldados lo capturan y lo asesinan frente a todo el
pueblo.

Jaim, su familia y Noemí lloran amargamente la muerte de Oriel.

Esa noche, la tristeza y el silencio reinan en la casa de Jaim. Su esposa trata de consolarlo, pero él se
levanta molesto, y se va al prado de ovejas.

En paralelo, José y María están llegando ya a Belén. A María ya le están empezando a dar los dolores de
parto.

Saliendo de casa, se encuentra con José y Maria. Ellos le piden posada para la noche, pero él, enfocado en
su dolor, les niega la ayuda.
Al llegar al prado, se encuentra con dos pastores más, quienes también lamentan la muerta de Oriel. Uno
de ellos menciona, nuevamente, su esperanza en la llegada del Mesías y allí Jaim estalla de ira e
impotencia.

En paralelo, José y María deambulan por las calles buscando un sitio para pasar la noche, mientras los
dolores del parto incrementan. Ambas historias se entremezclan musicalmente en un climax en el que se
entremezclan los gritos del dolor de parto y los gritos de rabia de Jaim. Finalmente, todo queda en
silencio cuando sólo se escucha el llanto de un bebé.

Los cielos se abren y Jaim y sus amigos reciben el mensaje de un ángel: “¡Ha nacido Cristo, El
Salvador!” Y escuchan un coro celestial.

El ángel les indica dónde hallarán al niño. Ellos van, llegan a un pesebre y Jaim se topa con José y María,
a quienes reconoce.

En ese momento su corazón es contristado y recapacita en la forma en que había vivido hasta ese
momento. Piensa en su hermano, en su familia, en todo. En ese momento, es transformada su manera de
pensar y actuar.

A la mañana siguiente, Jaim va a la casa de Noemí y toca la puerta. Ella lo recibe con lágrimas en los
ojos, por la muerte de Oriel. Él le da la noticia de que el Mesías ha nacido y que a partir de ese momento,
la salvación había llegado para Israel. Poco a poco van llegando más personas a a escuchar lo que Jaim
está diciendo, maravillándose de lo que dice. Terminan todos alabando al Señor por el nacimiento de
Jesús.

Canciones
Canción I: “Una vez en Belén”. Obertura del musical, a cargo de la narradora.

Canción II: “Shalom, shalom”. Entra Jaim. Dice quién es, dónde vive, con quiénes convive, etc. Acá
podemos insertar esa lucha entre él y todas las personas hablando del Mesías. Canción alegre.

Canción III: “Paga las cuentas”. Cantada por la esposa y por él. Sería algo jocoso

Canción IV: “Queremos libertad”. Esta sería cantada por Oriel, el hermano del protagonista (se puede
incluir un coro de hombres jóvenes, que serían sus amigos). Propongo que sea en un tono muy heroico.

Canción V: “Felices por siempre”. Oriel y Noemí están enamorados y sueñan con el momento en que
él logre reunir la dote para pedir la mano de ella, y juntos puedan vivir “felices por siempre”

Canción VI: “Los soldados”. Es algo así como el tema de los villanos. Que entren haciendo daño,
cobrando impuestos, etc. También que se diga que habrá un censo (esto para justificar la entrada de José y
María más adelante). Acá resulta que el dinero que tiene Jaim NO es suficiente para pagar los impuestos.
Los soldados lo amenazan y le dan hasta el siguiente día para pagar.

Canción VII: “El drama de Jaim”. Este sería un tema más íntimo. Algo triste. Él está verdaderamente
muy preocupado porque el dinero no alcanza y cada vez resulta más difícil subsistir
Canción VII: “Ayúdanos”. Canción cuarteto entre Berta, Noemí, Jaim y Oriel. Sería todos en paralelo
orándole a Dios. Berta, preocupada porque su esposo NO tiene dinero; Noemí, emocionada porque al día
siguiente estará comprometida para casársela con Oriel; Jaim, quejándose ante Dios; Oriel, diciendo que
tomará la justicia por sus manos.

Canción X: “Muerte de Oriel”. Un tema desesperante y trágico. Cantan los soldados, Jaim, Noemí y
Oriel.

Canción XI: “Falta poco”. José y Maria acercándose a Belén. Más que una canción, es un leitmotiv.

Canción XI: “No existe tal Mesías”. Esta es la canción que te dije en la que se cruzan las historias de
Jaim y sus amigos con la de José y Maria. Que finalice en un punto de climax en el que se mezclan los
gritos de dolor de Maria, los gritos de furia de Jaim y al final un gran silencio y el lloro de Jesús bebé

Canción XII: “Gloria a Dios en las alturas”. Canción de ángel diciendo que ha nacido el Mesias,
seguido por un coro celestial

Canción XIII: “El pesebre”. Jaim y sus amigos llegan al pesebre, se encuentran con José, María y el
niño. Jaim los reconoce, se conmueve y pide perdón por haber sido un escéptico. Preferiblemente que esté
complementada con la canción anterior

Canción XIV: “Llegó El Salvador”. Última canción del musical. La cantan Jaim, su esposa, Noemí y
todo el pueblo
Guión
Acto I

Cuadro I

Telón cerrado

(Entra la narradora, con traje actual)

Canción I: “Una vez en Belén”

Hubo una vez en Belén

Un honorable pastor

Que con esfuerzo y sudor

Hacía el bien.

Solo que al decir “Amén”

En verdad no lo creía

Lo que en el fondo sentía

Es que la fe era una farsa

Y como en una comparsa

La gente fingía

El nombre de este pastor

Rimaba con bailarín

Él se llamaba Jaím

Y vivía con temor

Pues había un gobernador,

Era el imperio romano,

Los llenaba de pavor

A Jaím y sus hermanos


Vengan conmigo, les contaré su historia

Cuadro II

Se abre el telón. Prado de ovejas de día

Canción II: “Shalom, Shalom”

Aunque Jaím y los suyos

Vivían en opresión

Cantaban en alta voz

Un tema que es suyo y tuyo:

(Coro)

Shalom, Shalom

Shalom, Shalom

(Madre de familia)

Ya llevamos muchos años

Esperando tu promesa

Una gran carga nos pesa

Y nos hace mucho daño

(Todos)

Mesías, te esperamos, Mesías

Shalom, Shalom

Shalom, Shalom

(Sacerdote)
Te recuerda tu rebaño:

Lo que dijiste en antaño

Nos dijiste que enviarías

Por nosotros al Mesías

(Todos)

Mesías, te esperamos, Mesías

(Alfarero)

Sálvanos de este tormento

Quita el yugo del romano

Que se ha vuelto nuestro amo

Danos hoy un nuevo aliento

Mesías, te esperamos, Mesías

Mientras se acerca ese día

Seguiremos alabando

Con esfuerzo trabajando

Hasta que llegue el Mesías

Mesías, te esperamos, Mesías

(Jaim va camino a su trabajo, mal encarado y cansado. Canta de forma sarcástica)

Shalom, Shalom

Mesías, te esperamos, Mesías


(Se da cuenta que el público lo está viendo).

Jaim: Oh, Shalom. Me atraparon camino al trabajo. Bendiciones para todos.

Simeón: Shalom, Jaim.

Jaim: ¡Ay! Ah, eres tú, Simeón, Shalom.

Simeón: ¿Cómo estás hoy?

Jaim: Muy bien, gracias a Jehová.

Simeón: Me alegra. Yo también, ya sabes, esperando la promesa de Dios: pronto vendrá el Mesías.

Jaim: Sí, tienes razón. Pronto vendrá el Mesías.

Mesías, te esperamos, Mesías

Jaim: Acá donde me ven, soy parte de un pueblo selecto: el pueblo de Israel. Soy judío de nacimiento,
circuncidado al octavo día, creo en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Siempre doy mis diezmos y
ofrendas, tal como aprendí de mi padre, quien aprendió de su padre, quien aprendió de su padre, quien
aprendió de su padre, y así generación tras generación. Creemos en la tradición oral.

Mesías, te esperamos, Mesías

Jaim: Como buen judío, cada mañana al despertarme, lo primero que hago es levantar un altar de
adoración a mi Señor, y antes de irme a trabajar, bendigo a mis hijos, tal como aprendí de mi padre, quien
aprendió de su padre, quien aprendió de su padre, quien aprendió de su padre, y así generación tras
generación. Creemos en la tradición oral.

(Dos pastores están discutiendo). Shalom, amigos, ¿qué pasa?

Juan: Shalom, Jaim. Jonás trajo a su rebaño a comer en este prado, pero yo siempre he traído a mis
ovejas aquí, tal como aprendí de mi padre, quien aprendió de su padre, quien aprendió de su padre,
quien aprendió de su padre, y así generación tras generación.

Jaim: (Al público) Les dije que creemos en la tradición oral.

Jonás: Solo estoy pidiendo que comparta estos pastos conmigo, porque donde pastoreo mis ovejas ya casi
no hay grama.

Jaim: Bueno, Juan, el Señor nos enseña a compartir con los demás. De todas maneras, Jonás, mi prado
está también a la orden.

Jonás: Gracias, Jaim. Shalom.

Jaim: Shalom.

Shalom, Shalom

Shalom, Shalom
Mesías, te esperamos, Mesías

Jaim: Aquí somos una gran familia. Somos linaje escogido, descendientes del rey David.

Marta: Shalom, señor Jaim.

Jaim: Shalom, señora Marta. ¿Le ocurre algo?

Marta: Escuché que hoy llegan los gorilas, y me da miedo. ¿Está usted bien?

Jaim: Sí, sí, sí, señora Marta. Gracias por decirme. Shalom.

Marta: Shalom. ¡Ay! ¿Cuándo será que el Señor va a enviar al Mesías?

Jaim: Me hago la misma pregunta. (Al público) Los gorilas… así les llamamos a los romanos. Son la
peor muestra de ser humano. No les conté que aunque somos “el linaje escogido”, “el pueblo apartado por
Dios”, vivimos bajo el yugo de este imperio que lo único que hace es quitarnos todo nuestro dinero y
abusar de nosotros.

Shalom, Shalom, Shalom, Shalom

El canto del día a día

Que camufla la mentira

Que escucho en esta nación

“Pronto llegará el Mesías

Y se irá la esclavitud”

Si eres alguien de virtud

Esto dirás día a día

¿Y mientras tanto qué hago?

Si soy un simple pastor

Que por más que dé amor

¿Con el dinero qué hago?


Tocará decir lo que aprendí de mi padre, quien aprendió de su padre, quien aprendió de su padre, y así
generación tras generación, porque creemos en la tradición oral:

Shalom, Shalom

Mesías, te esperamos, Mesías

(En el último acorde de la canción, Jaím se sienta. Oriel entra a escena y lo sorprende)

Oriel: Chico, ¿y esa cara?

Jaím: Primero se saluda, ¿no?

Oriel: Shalom, Jaím, ¿cómo estás?

Jaím: Shalom. Entonces… ¿me vas a contar cómo te fue?

Oriel: Bueno… este… fue… a ver… estuvo bien.

Jaím: ¿”Estuvo bien”? ¿Pasaste meses hablando sobre este día para que estuviera simplemente “bien”? Sí
hablaste con el señor, ¿no?

Oriel: Sí, sí… claro… solo que… ay, ya no me mires así. No pude hacerlo.

Jaím: (se ríe). Ya lo sabía. Abigail se lo contó a Berta esta mañana.

Oriel: ¡Por Jehová!

Jaím: No uses el nombre de Dios en vano.

Oriel: Perdón, ¿pero cómo esa señora lo supo, y por qué se lo contó a tu esposa?

Jaím: Belén es un pueblo pequeño, mi querido hermano.

(Lapso de silencio, interrumpido por una carcajada de Jaím)

Oriel: ¡Ya no te rías! ¿Tú has visto lo cascarrabias que es ese señor?

Jaím: Claro que lo he visto, pero solo a ti se te ocurre querer casarte con su hija. Bueno, pero algún día
tendrás que hacerlo.

Oriel: Fue un completo desastre.

Jaím: No pudo estar tan mal.

Oriel: ¿Ah no? Por decir que había ido a pedir la mano de su hija, terminé diciendo que su hija le hacía
falta una mano. Por lo menos el viejo es sordo y entendió que le quería vender una vasija con granos. Me
miró incrédulo y me dijo que ya tenía suficiente comida.
Jaím: ¿Y qué hiciste?

Oriel: Me disculpé y me fui.

Jaím: ¿Y Noemí cómo se quedó?

Oriel: Ni me lo digas… no sé con qué cara verla ahora.

Jaím: Vaya, Oriel, no sé qué pensar.

Oriel: Nunca me dijeron que pedir la mano de la mujer que amo podía dar tanto miedo.

Jaím: Hay muchas cosas en la vida que no sabes aún.

Oriel: Oh… pero si acaba de hablar la sabiduría.

Jaím: Al menos he vivido más que tú.

Oriel: Bueno, pero ya no hablemos de mí, ¿tú cómo vas?

Jaím: Aquí: “esperando que llegue el Mesías”.

Oriel: ¿Sigues con tu conflicto existencial?

Jaím: No es un conflicto existencial, Oriel. Es pura practicidad: mientras seguimos esperando que venga
alguien a rescatarnos, el dinero sigue sin rendir y los gorilas siguen oprimiéndonos, quitándonos lo poco
que tenemos. Hay rumores de que el César va a subir de nuevo los impuestos. Si eso pasa, ahí sí terminaré
de perder mi casa.

Oriel: Hermano, ten fe. Cada vez está más cerca nuestra libertad.

Jaím: ¿Cómo lo sabes?

Oriel: Porque Dios lo prometió.

Canción III: “Viene nuestra libertad”

(Cantada por Oriel. Tono heroico. Pudiera incluirse un coro de hombres)

Si de Egipto, Dios libró

A nuestros antepasados

¿Por qué piensas hoy, hermano

Que a nosotros olvidó?


Si el mar separó, en dos

Dejando que ellos cruzaran

Y su nombre proclamaran

Será porque es nuestro Dios

Viene nuestra libertad,

Ya no seremos esclavos,

Por ahora, mano a mano,

Alabemos a Jehová

El que estuvo con David

Cuando derrotó al gigante

Da fuerzas para seguir

Avanzando hacia adelante

No desistas, pueblo mío

Porque más pronto que tarde

Veremos hecha palpable

La promesa que Dios dijo

Narradora:
A pesar de alzar sus manos

Jaím no podía creer

Que Dios seguía siendo fiel

Aunque estaban los romanos.

Él continuó con desgano

Su jornada de pastor

Dando gracias al Señor

Solo por mera costumbre

Aunque de tanta quejumbre

Tenía frío el corazón

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