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INTRODUCCIÓN

En el último siglo la temperatura media de la Tierra ha aumentado cerca de un grado.


Ese calentamiento global está alterando los patrones de distribución y comportamiento
de muchas especies. Los microorganismos que producen enfermedades infecciosas, o
los vectores biológicos que los transmiten —mayormente artrópodos—, no son una
excepción. Los efectos que el cambio climático tiene sobre ellos, y por tanto sobre
nuestra salud, son difíciles de medir y de combatir, pero ya atisbamos algunos de los
posibles escenarios hacia donde nos dirigimos. 
Mucho antes de que Pasteur propusiese que los microoorganismos eran los responsables
de la mayoría de las infecciones, ya habíamos observado que el clima afectaba a la
transmisión de enfermedades. Por ejemplo, los aristócratas romanos se retiraban cada
verano a sus residencias en la montaña para evitar las epidemias de malaria.

Los patógenos varían en tamaño, tipo y mecanismos de transmisión: van desde


infinitesimales virus o bacterias, hasta hongos o parásitos. Todos necesitan unas
condiciones ambientales determinadas para reproducirse y propagarse. Los fenómenos
meteorológicos extremos, que acompañan al calentamiento global, afectan en especial a
la distribución de las enfermedades que se transmiten a través del agua o de vectores
biológicos, como los mosquitos. Un conjunto de patologías que en la actualidad son más
frecuentes en zonas tropicales y en lugares con problemas de acceso a agua potable y
saneamiento.

Las enfermedades diarreicas afectan sobe todo a menores de cinco años.

A medida que avance el calentamiento global, las regiones ahora secas se volverán aún
más secas y las húmedas se volverán más húmedas. «Durante las sequías, la escasez de
agua provoca un peor saneamiento, y la población queda expuesta a agua
potencialmente contaminada. También el exceso de lluvias y las inundaciones
contribuyen a aumentar las epidemias que se transmiten a través del agua», explica
Emily Kate Shuman, médica experta en enfermedades infecciosas de la Universidad de
Michigan, en Estados Unidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que
para el 2030 habrá un 10% más de enfermedades diarreicas, contagiadas a través de
agua o alimentos contaminados, de las que habría habido sin calentamiento global. Esas
afecciones perjudicarán a los más débiles: niños y niñas menores de cinco años,
población entre la que ya son la segunda causa de muerte.

Una investigación muestra que la variedad geográfica de las enfermedades propias de


climas tropicales y transmitidas por vectores, como los mosquitos o las garrapatas, se
está expandiendo rápidamente. Los viajes internacionales favorecen su expansión, y el
calentamiento global y su adaptabilidad favorecen su permanencia en nuevas latitudes.
Los resultados del estudio, presentado en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica
y Enfermedades Infecciosas (ECCMID) de este año en Ámsterdam (Países Bajos),
señalan que los brotes de enfermedades como la chikunguña, el dengue, la leishmaniosis
o la encefalitis transmitida por garrapatas serán cada vez más comunes en Europa.

Las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17 % de todas las
enfermedades infecciosas y provocan más de un millón de muertes al año en todo el
mundo, siendo los mosquitos, los vectores de más amplia distribución global1 . Hasta el
2013, la única enfermedad por arbovirus de real preocupación en Latinoamérica, por su
elevada morbimortalidad, era el dengue. Fue a partir de entonces, que empezaron a
registrarse casos de otras arbovirosis, tales como: Chikungunya y Zika2 . Los primeros
casos de infección por el virus del Zika (VZ) en América fueron reportados en el 2015,
cuando se informó un brote en Brasil con una incidencia entre 500 000 a 1 400 000
casos. Coincidentemente, entre ese mismo año y el 2016, Brasil notificó un total de 6
158 casos de microcefalia o de malformación del sistema nervioso central, con un
promedio anual de 163 casos3 , lo que hizo sospechar a las autoridades sanitarias
internacionales de la relación entre estas malformaciones y la infección por virus del
Zika; sospecha que llegó a corroborarse4 . En Cuba, el primer caso de VZ fue detectado
en febrero de 2016, importado por una médico venezolana de 28 años de edad. A partir
de entonces en el país se han registrado más de 1 800 casos5 . El 1 de febrero de 2016 la
Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que “el
conglomerado reciente de casos de microcefalia y otros trastornos neurológicos
notificados en Brasil, después de un conglomerado similar en la polinesia Francesa en el
2014, constituía una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional
(ESPII)”4 . Gracias a los esfuerzos para su control, el 18 de noviembre de 2016, la OMS
acordó que: “El virus del Zika y sus consecuencias asociadas ya no representan una
ESPII (…) aunque sigue siendo un reto de salud pública (…)” 4 . La forma más eficaz
de enfrentar al Zika es la prevención, fundamentalmente mediante estrategias dirigidas a
reducir las poblaciones de mosquitos evitando sus potenciales criaderos. Sin embargo,
el cambio climático entorpece las labores de control de focos, pues facilita la formación
de los criaderos de mosquitos Aedes aegypti, principal vector de esta arbovirosis.
Además de esto, la modificación de factores medioambientales que ha provocado este
fenómeno ha transformado la biología del propio mosquito, lo cual, según López-
Latorre et al6 , es uno de los factores que explica la señalada emergencia del Zika en los
últimos años. Este es un tema muy poco conocido y abordado a pesar de su importancia
para comprender de una forma más integral el comportamiento de esta enfermedad que
ha llegado a Cuba y amenaza a la población, sobre todo, por las serias complicaciones
que provoca en las gestantes y sus productos de la concepción; por tales motivos se
decide realizar la presente investigación.

El cambio climático tiene consecuencias significativas sobre el medio ambiente y la


economía, pero también sobre la salud. Las personas con alergia o asma notan cada vez
más los efectos del aumento de las temperaturas. Además, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) estima que estas condiciones climáticas pueden hacer aumentar el
contagio de enfermedades transmitidas por insectos, como la malaria o el dengue. “La
actividad humana, en particular el consumo de combustibles fósiles, ha liberado
cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero suficientes para retener más
calor en las capas inferiores de la atmósfera y alterar el clima mundial”, detalla la OMS.
En este sentido, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) subraya que los años
2015, 2016, 2017 y 2018 han sido los cuatro más cálidos jamás registrados.

CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático es toda variación que ocurra en los valores medios del clima a lo
largo del tiempo. Este fenómeno tiene numerosas causas, divididas en naturales
(variaciones en la energía solar absorbida, gases residuales de erupciones volcánicas,
circulación oceánica, etc.) y las que son producto de la actividad humana (uso no
controlado de aerosoles, acumulación atmosférica de dióxido de carbono, metano y
óxido nitroso)7 . Se estima que esta última causa ha contribuido más que las naturales al
cambio climático8 . El calentamiento global, definido como el incremento de la
temperatura media anual de la Tierra, representa la principal manifestación del cambio
climático. Datos globales del período comprendido entre los años 1880 y 2012, plantean
una tendencia lineal de calentamiento promedio por año de 0,85°C8 . El aumento en el
contenido de humedad del aire en zonas templadas; y cambios a escala global en los
patrones de precipitación sobre la Tierra, son algunos de los cambios más importantes
producidos por el calentamiento global6 . El cambio climático constituye una creciente
amenaza para la salud humana porque aumenta la probabilidad de impactos graves,
generalizados e irreversibles en los determinantes sociales y medio ambientales de la
salud: agua potable, aire limpio, alimentos suficientes y abrigo adecuado, en especial
para los grupos con mayor vulnerabilidad9,10 . Algunos autores10 afirman que para los
años 2020, 2050 y 2080 las enfermedades emergentes aumentarán, no solo por la
evolución de nuevos patógenos, sino por una mayor expansión de cobertura geográfica
de vectores.

Lluvias que contaminan

En este sentido, la OMS subraya que se prevé que sigan aumentando la frecuencia y la
intensidad de las precipitaciones extremas a lo largo de este siglo. Estas lluvias, además
de causar ahogamientos, lesiones físicas, daños en las viviendas y otros destrozos,
“contaminan las fuentes de agua dulce, incrementando el riesgo de enfermedades
transmitidas por el agua y dando lugar a criaderos de insectos portadores de
enfermedades, como los mosquitos”, recalca.

Así, esta entidad considera probable que los cambios del clima prolonguen las
estaciones de transmisión de importantes enfermedades transmitidas por vectores
(animales, principalmente mosquitos, pulgas, garrapatas, etc.) y alteren su distribución
geográfica. Por ejemplo, “se prevé una ampliación considerable de las zonas de China
afectadas por la esquistosomiasis, una enfermedad transmitida por caracoles”, apunta.

La esquistosomiasis es una enfermedad producida por gusanos parásitos. Los caracoles


de agua dulce liberan larvas de estos parásitos, que penetran en el organismo de los
seres humanos a través de la piel cuando las personas entran en contacto con aguas
infestadas. En el interior de nuestro organismo, “las larvas se convierten en
esquistosomas adultos, que viven en los vasos sanguíneos, donde las hembras ponen sus
huevos. Algunos de esos huevos salen con las heces o la orina y continúan el ciclo vital
del parásito. Otros quedan atrapados en los tejidos corporales, donde causan una
reacción inmunitaria y un daño progresivo de los órganos”, describe la OMS. Otra
enfermedad que también depende en gran medida del clima es la malaria, una patología
que, según datos de la OMS, mata a casi 600 mil personas cada año.

CAUSAS

Alentados por el cambio climático, los viajes y el comercio internacionales, los brotes
de enfermedades transmitidas por vectores se incrementarán en gran parte de Europa en
las próximas décadas, y no solo en los países templados de todo el Mediterráneo: las
altitudes y latitudes más altas, que incluyen partes del norte de Europa, se verán
afectadas también, por primera vez, por estos brotes.

"El cambio climático no es el único factor, ni siquiera el principal, que impulsa el


aumento de las enfermedades transmitidas por vectores en toda Europa, sino que es uno
de los muchos factores, junto con la globalización, el desarrollo socioeconómico, la
urbanización y el cambio generalizado del uso de la tierra, que deben abordarse para
limitar la importación y propagación de estas enfermedades ", explica en un
comunicado el profesor Jan Semenza, del Centro Europeo para la Prevención y el
Control de Enfermedades, Estocolmo, Suecia.

“Las estaciones cálidas más largas ampliarán la ventana estacional para la posible
propagación de enfermedades transmitidas por vectores y favorecerán los brotes más
grandes", apunta el doctor Giovanni Rezza, director del Departamento de Enfermedades
Infecciosas en el Istituto Superiore di Sanitá en Roma, Italia.

Casos como los brotes recientes del virus del Nilo Occidental en América del Norte y la
chikunguña en el Caribe e Italia nos alertan, según Rezza, sobre la importancia de
evaluar futuros riesgos y preparar contingencias para futuros brotes.

En el futuro, las temperaturas invernales más cálidas y los veranos más tempranos,
duraderos y templados podrían hacer que las condiciones sean más favorables para las
garrapatas y aumentar el rango de las poblaciones de parásitos de ciervos. Los modelos
de cambio climático indican que para las décadas de 2040 a 2060, podría haber un
crecimiento del 3,8% del hábitat de Ixodes ricinus en Europa, y se anticipa que los
países escandinavos corren mayor riesgo. Además, la mejora de las condiciones
climáticas para las moscas de arena (el principal portador de la leishmaniosis) podría
extender su propagación geográfica a las partes del sur del Reino Unido, Francia y
Alemania a finales de la década de 2060.
REDISTRIBUCIÓN DE ARBOVIROSIS

Se espera que el cambio climático tenga un impacto profundo en la distribución y carga


de las enfermedades infecciosas, entre ellas las producidas por arbovirus transmitidos
por los mosquitos del género Aedes, como el dengue, la fiebre amarilla, el zika o el
Chikungunya. Un estudio realizado en EEUU compara el impacto del cambio climático
sobre la transmisión de arbovirus en los vectores Aedes aegypti y Ae. albopictus.

Las relaciones fisiológicas y epidemiológicas entre los mosquitos vectores y el medio


ambiente son complejas y, a menudo, no lineales. Es poco probable que la relación entre
el cambio climático y la carga de las enfermedades transmitidas por mosquitos Aedes
sea sencilla, y ningún modelo único predecirá con precisión el complejo proceso de
cambio de patrón en la transmisión de arbovirus por parte de estos vectores.

Siendo conscientes de esta complejidad, y con el objetivo de tender puentes entre la


biología experimental y el pronóstico global como método para anticiparse y prepararse
para posibles amenazas emergentes para la salud pública, un nuevo estudio compara el
impacto del cambio climático en la transmisión vírica en el caso de dos vectores; Aedes
aegypti y Ae. albopictus, dos especies que han (re) emergido y se han diseminado a
nivel global por zonas tropicales, subtropicales y templadas.

Los modelos del estudio establecen un límite espacio-temporal en donde la transmisión


vectorial es plausible térmicamente. La simplicidad y transparencia del método
enmascara un sofisticado modelo subyacente, que vincula el número básico de
reproducción de los virus transmitidos por Aedes a la temperatura mediante curvas de
respuesta determinadas experimentalmente para rasgos como la tasa de picaduras,
fecundidad, vida útil del mosquito, tasa de incubación extrínseca y probabilidad de
transmisión.

Tolerancia térmica

En un clima cambiante, es probable que las diferencias en la tolerancia térmica de


ambas especies tengan una repercusión importante sobre su papel en futuros brotes de
las enfermedades que pueden transmitir. Ae. albopictus se ha establecido en un amplio
gradiente latitudinal, con poblaciones sometidas a diapausa para sobrevivir los inviernos
fríos, mientras que Ae. aegypti prolifera en microclimas más cálidos. Se estima que Ae.
aegypti tiene un punto térmico óptimo para la transmisión vectorial más alto que Ae.
albopictus (29°C y 26°C respectivamente).
Dado el impacto de la climatologia en la distribución de vectores, se pronostica que los
mosquitos Aedes cambien, como mínimo, geográficamente y estacionalmente a raiz del
cambio climático, con una combinación de expansiones en algunas regiones y
contracciones en otras, asi como diferentes distribuciones del riesgo de transmisión de
virus como el dengue, el zika y el Chikungunya.

Patrón actual

En el patrón actual conocido o estimado de idoneidad térmica para la transmisión de


virus en ambas especies, la mayor parte de los trópicos es óptima para la transmisión
viral durante todo el año, mientras que la idoneidad disminuye a lo largo de los
gradientes latitudinales.

Muchas regiones templadas se mapean como térmicamente adecuadas para la


transmisión vectorial hasta seis meses del año, según el modelo del estudio. En estas
regiones, allí donde los vectores estén presentes, pueden producirse brotes limitados a
partir de casos importados por viajeros y/o una transmisión autóctona limitada.

En total, el modelo del estudio predice que actualmente 6,01 billones de personas viven
en áreas adecuadas para la transmisión vectorial de A.aegypti, al menos durante una
parte del año, y en el caso de A.albopictus serían 6,33 billones de personas, con una
superposición significativa entre estas dos poblaciones.
Proyección para 2050-2080

Para proyectar las posibles situaciones en el futuro, los autores utilizaron modelos para
simular cómo podría cambiar el riesgo de transmisión vectorialen cuatro escenarios de
cambio climático futuro, conocidos como "Trayectorias de Concentración
Representativas" (RCP, por sus siglas en inglés). Las cuatro trayectorias RCP van desde
un escenario en el que se cumple con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el
calentamiento global hasta muy por debajo de 2 °C ("RCP2.6"), con respecto a los
niveles preindustriales, hasta un escenario donde el calentamiento global futuro podría
alcanzar 5ºC ("RCP8.5" ).
Para el 2050 se pronostica que las temperaturas del calentamiento global aumenten muy
significativamente el riesgo de transmisión vectorial de los mosquitos Aedes. Para Ae.
aegypti los principales incrementos de uno o dos meses de riesgo de transmisión se
situan en regiones templadas, mientras que en los trópicos el riesgo se extendería a todo
el período anual, incluso en aquellas zonas elevadas, anteriormente protegidas por
temperaturas más bajas.

En el caso de A.albopictus, el riesgo de transmisión vectorial se expandiría de forma


similar en las regiones templadas, especialmente en las latitudes altas de Eurasia y
América del Norte. Sin embargo, dado que se prevé que las temperaturas de
calentamiento excedan en muchos lugares los límites térmicos superiores para la
transmisión vectorial de A.albopictus, se pronostican reducciones importantes en las
regiones de riesgo estacional (por ejemplo el norte de África) y también en las de riesgo
durante todo el año (por ejemplo el norte de Australia, el centro de África y el sur de
Asia).

Mientras que el gradiente actual de transmisión vectorial alta en los trópicos y menor
potencial en zonas templadas se mantiene en el proyección de futuro para Ae. aegrypti,
el calentamiento se vuelve tan severo en los trópicos que los patrones de riesgo de
transmisión anual de A.albopictus cambian cualitativamente, especialmente en los
condiciones climáticas más extremas. Para 2080, las temperaturas adecuadas para la
transmisión vectorial por A. albopictus durante todo el año se limitarian principalmente
a las regiones de gran elevación, el sur de África y la costa atlántica de Brasil, mientras
que A.aegypti, más adaptado al calor, empezaria a perder áreas de transmisión vectorial
anual, especialmente en la cuenca del Amazonas.

Incremento de la población en riesgo de transmisión vectorial

Paralelamente a las expansiones geográficas, los modelos del estudio predicen un


aumento de la población en riesgo de exposición a virus transmitidos por los mosquitos
Aedes. Para ambas especies, el número de personas expuestas experimentará para 2050
un incremento del orden de 500 millones de personas, diferenciandose un mayor
incremento para A. aegypti que para A. albopictus.

Para 2080, el impacto del aumento de la temperatura en la transmisión vectorial de cada


especie se desviaría: mientras que los escenarios más severos continuarían
incrementando el número de personas expuestas a un clima adecuado para la
transmisión vectorial de Ae. aegypti, hasta alcanzar a cerca de un billón más de
personas expuestas que en la actualidad, las situaciones de mayor idoneidad de
transmisión vectorial para Ae albopictus se encontrarían en escenarios de cambio
climático intermedio (RCP 4.5 y 6.0) y disminuirían en escenarios de calentamiento
extremo. Los mayores aumentos de población expuestas a enfermedades transmitidas
por mosquitos Aedes por primera vez en 2080 se proyectan en Europa.
Por otra parte, los resultados muestran que limitar el calentamiento global a menos de
2ºC (RCP2.6) podría casi reducir a la mitad el número de personas expuestas a la
transmisión vectorial de A. aegypti para 2080. Sin embargo, el número de personas
expuestas al riesgo de transmisión vectorial del mosquito tigre asiático A.albopictus
parece ser mayor en los escenarios intermedios de RCP4.5 y RCP6.0. Bajo un
calentamiento moderado el mosquito tigre podria expandirse hacia los polos y también
seguir siendo un vector de arbovirus en los trópicos.

DENGUE Y MALARIA

La enfermedades más estudiadas en relación a su propagación debido al cambio


climático son la malaria —provocada por el parásito Plasmodium y diseminada por
diversas especies del mosquito del género Anopheles— y el dengue —un virus que
tiene como vector principal a otro mosquito, el Aedes aegypti—. «Por ejemplo, los
mosquitos tropicales como las especies de Anopheles, que transmiten la malaria,
requieren de temperaturas de al menos 16º C para completar su ciclo de vida», detalla
Shuman. «Además, las poblaciones de los predadores naturales de estos mosquitos se
reducen enormemente durante la época de lluvias», añade. Así, las altas temperaturas
pueden volverlos más activos; mientras que un aumento de las precipitaciones puede
influir en su capacidad de diseminación. En la India se ha estudiado en profundidad la
relación entre la malaria y los fenómenos meteorológicos extremos. La ONU asegura
que los riesgos de epidemia de malaria se quintuplican en los años siguientes al
fenómeno del Niño. Las lluvias excesivas del monzón y la alta humedad influyen de
forma importante en el aumento de la reproducción y la supervivencia del Anopheles.

El dengue es la enfermedad transmitida por un artrópodo más importante en términos de


número de infecciones anuales y de mortalidad. En la actualidad, la mitad de la
población mundial está expuesta a este virus. El principal vector de transmisión, el
mosquito Aedes aegypti, vive en zonas urbanas de países tropicales. Sin embargo, en los
últimos años se ha expandido y ya se ha introducido en Europa. La temperatura y la
humedad son los factores más importantes que influyen en la dinámica de transmisión
del dengue. Un incremento de estas puede aumentar la época de dengue en las áreas
endémicas y promover que se establezca en áreas nuevas, como el sur de Europa o el de
Estados Unidos.

Para Shuman «hay una gran cantidad de ejemplos que sugieren que el cambio climático
ya ha provocado la introducción de ciertas enfermedades en áreas donde no estaban». El
caso más reciente y bien estudiado es el del hongo Candida auris que apareció en Japón
en 2009. Desde entonces se ha expandido rápidamente a los cinco continentes,
alcanzando Reino Unido en 2013 e infectando a más de doscientos pacientes desde
entonces. Los investigadores creen que la causa de que se haya expandido tan rápido es
el calentamiento global. «La razón de que las infecciones fúngicas sean raras en
humanos es porque la mayoría de ellos no pueden crecer a temperaturas como la del
cuerpo. Como la temperatura global ha ido en aumento, organismos como la C. auris se
ha adaptado al calor y sobrevive a la temperatura hasta ahora protectora del cuerpo
humano», cuenta el microbiólogo Arturo Casadevall de la Universidad Johns Hopkins
en Estados Unidos.

Los especialistas de Médicos Sin Fronteras explican que el parásito que causa la malaria
entra en el organismo humano mediante la picadura de un mosquito hembra del género
Anopheles. “El parásito se multiplica en el hígado y pasa al flujo sanguíneo. Si otro
mosquito pica a esa persona, el insecto se infecta y así continúa el ciclo de transmisión”,
describen. vDesde Médicos Sin Fronteras subrayan que la transmisión “depende de las
condiciones meteorológicas, en especial de la lluvia, el calor y la humedad, que
favorecen la multiplicación del mosquito (que pone sus huevos en el agua). En muchas
regiones la transmisión es estacional y el pico se produce durante y justo después de las
lluvias”.

Además, la OMS manifiesta que los mosquitos del género Aedes, vector del dengue,
también son muy sensibles a las condiciones climáticas. “Los estudios al respecto llevan
a pensar que es probable que el cambio climático continúe aumentando el riesgo de
transmisión del dengue”, expone. En definitiva, la OMS estima que en las próximas
décadas se producirá un incremento del número de muertes relacionadas con el cambio
climático. Esta entidad manifiesta también, que la medición de los efectos sanitarios del
cambio climático solo puede hacerse de manera aproximada.

No obstante, en una evaluación que llevó a cabo en la que solo se tuvieron en cuenta
algunas de las posibles repercusiones sanitarias y se asume un crecimiento económico y
progresos sociales continuados, concluyó que el cambio climático provocará cada año
unas 250 mil defunciones adicionales entre 2030 y 2050. De ellas, se estima que 38.000
se deberán a la exposición de personas ancianas al calor; 48.000 serán por diarrea;
60.000 por malaria y 95.000 a causa de la desnutrición infantil

CONDICIONES DEL CAMBIO CLIMÁTICO QUE FAVORECEN AL AUMENTO


DEL DENGUE

Al hacer referencia a las alteraciones que está produciendo el cambio climático


originando en el hábitat natural y original de muchos vectores presentes en alturas
máximas de 1.200 metros sobre el nivel del mar y aún en zonas selváticas más bajas,
son comunes encontrarlos en alturas superiores a los 2.600 metros, perfectamente
adaptados y detectados en zonas urbanas lo cual explica la presentación de
enfermedades como el Dengue, Fiebre Amarilla, Malaria, entre otras, en grandes
capitales de diferentes países Según los expertos en las proyecciones del cambio
climático prevén un descenso de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas
cada vez mayores en áreas tradicionalmente afectadas por escasez de agua. Es de prever
que el cambio climático aumente tanto la intensidad como la frecuencia de sus
perjudiciales efectos en las regiones ya afectadas por ellos y harán que hagan su gradual
presencia en zonas de climas medios y fríos, lo cual se traduce que brotes como el
dengue y de otras enfermedades transmitidas por vectores serán cada vez más frecuentes
en alturas superiores a su hábitat natural. 1. En países tropicales cuando los habitantes
viajan a zonas selváticas y rurales los zancudos vectores se introducen en las avionetas,
helicópteros, vehículos y por este medio son movilizados a la ciudad, situación
comprobada en muchos países por brotes de Dengue, Malaria, Fiebre Amarilla,
Leishmaniasis. 2. Otro factor inherente al cambio climático lo constituye la mayor
presentación de vientos fuertes y vendavales que transportan los vectores a distancias
considerables como si estos pequeños animales estuvieran realizando rutas migratorias.
3. Como consecuencia del calentamiento global, cambio climático y fenómenos como
El Niño, ya se han comprobado otras enfermedades en zonas urbanas porque muchos
vectores han hecho su presencia en regiones, antes frías, que han visto aumentada su
temperatura ambiental y se han constituido en nuevos hábitats ideales para mosquitos y
otros vectores que han sido movilizados por diferentes medios de transporte. Unidad de
Vigilancia de la Salud Área de Gestión de Riesgos en Salud en Situaciones de
Emergencias y Desastres Tel. 2222-1145, fax 2222-3221 E-mail: denshn@yahoo.com
Tegucigalpa, M. D. C., Honduras, Centro América 4. Fuera del hombre, fenómenos
naturales también están contribuyendo a empeorar la situación: erupciones volcánicas,
vendavales, huracanes, tormentas, sequías, incendios forestales, inundaciones, nevadas
y granizadas inusuales, inviernos y veranos cruentos. 5. El dengue es una enfermedad de
la estación de lluvias que permiten la formación de charcas y otros acúmulos de agua en
carreteras, caminos de veredas, alrededor de las viviendas, jardines, parques, fincas,
entre otros sitios. 6. El aumento en las temperaturas a nivel global y el rápido
incremento de las zonas urbanas han hecho que el zancudo Aedes, que infecta a las
personas con dengue, se propague por todo el mundo, haciendo que la probabilidad de
contraer esta enfermedad sea mayor. 7. El incremento de las temperaturas atribuido al
cambio climático aumenta la probabilidad de que el zancudo portador se propague más
rápido en zonas endémicas y tenga una mayor supervivencia, creando temporadas de
transmisión más larga y con mayor número de afectados. 8. Los factores
socioeconómicos son otra variable que influye en la transmisión del dengue, lugares de
hacinamiento, de pobreza urbana en los que hay un suministro de agua deficiente
(distribución con carro tanques o almacenamiento en pozos) y una infraestructura
inadecuada para la salud pública, se convierten en espacios potenciales para la
propagación del virus. 9. El constante aumento de la temperatura, causado por la
emisión de gases efecto invernadero está teniendo un efecto importante en la rápida
transmisión de la enfermedad ya que le permite a los mosquitos asentarse en lugares
donde antes no podían hacerlo, es señalado por los diferentes estudios desarrollados.
Invertir en modelos alternos para controlar la expansión del zancudo en los territorios y
crear estrategias de mitigación son herramientas esenciales para tener aproximaciones
claras de la distribución mundial actual y futura del dengue y así poder desarrollar
políticas de salud pública efectivas.

ZIKA

El virus del Zika, pertenece a la familia Flaviviridae y es transmitido fundamentalmente


por la picadura de mosquitos del género Aedes, aunque se han documentado casos de
transmisión perinatal, por transfusión sanguínea o por exposición a semen infectado e
incluso, se ha aislado en saliva por técnicas como reacción en cadena de la polimerasa
(PCR)11 . Su período de incubación oscila entre 3 y 12 días, para luego aparecer los
síntomas; sin embargo, se plantea que el 80 % de estas infecciones son
asintomáticas12 . La OMS define como caso sospechoso de enfermedad por virus del
Zika a los pacientes con exantema maculopapular y al menos dos o más de los
siguientes signos o síntomas: fiebre, conjuntivitis (no purulenta/hiperemia), artralgias,
mialgias y edema periarticular13 . La infección por el VZ rara vez produce la muerte.
La complicación neurológica más frecuente, bien en su forma clásica o en algunas de
sus variantes, es el síndrome de Guillain Barré12 . También se han descrito casos de
meningoencefalitis, mielitis aguda, cerebelitis, mielopatía inflamatoria entre otras. A
pesar del cuadro clínico del Zika y las complicaciones neurológicas que puede provocar,
la mayor preocupación hacia esta arbovirosis emergente es su relación con la
microcefalia y otros daños a la corteza cerebral fetal, así como con la ocurrencia de
abortos involuntarios; por lo que se plantea una acción teratogénica, a la que varias
bibliografías12,14 se refieren como síndrome de infección intrauterina por virus Zika.
Relación entre el cambio climático, el vector y el virus Los mosquitos poseen un
metabolismo que no les permite mantener una temperatura constante para realizar sus
actividades básicas. Dependen, por lo tanto, de forma directa de la temperatura
ambiental para regular sus funciones vitales. Aunque varía de unos artrópodos a otros,
básicamente, las temperaturas menores de 0ºC y mayores de 40ºC les resultan letales,
mientras que temperaturas entre los 20ºC y 30ºC son las más adecuadas para sus
actividades. Las temperaturas por debajo de 10ºC enlentecen su metabolismo y por lo
tanto su capacidad de movimiento, la digestión de alimento o incluso su capacidad de
reproducirse15 . El principal agente transmisor del VZ es el Aedes Aegypti, la especie
más común en América Latina y, por tanto, la mayor responsable en esta área de los
brotes y epidemias de esta arbovirosis. Este mosquito, distinguible por las bandas
blancas en forma de anillos en sus patas, suele vivir en áreas urbanas siendo cada vez
más frecuente en zonas rurales. Se reproduce en lugares con depósitos de agua limpia:
floreros, tanques, cubetas, etc.1 , lo que explica que su mayor época de replicación sean
los meses de lluvia. El aumento de las temperaturas en el invierno, a causa del
calentamiento global, disminuye la mortalidad invernal, al ser cada vez menos
frecuentes temperaturas sostenidas cercanas o por debajo de 0°C durante un periodo de
tiempo suficiente para afectar a la supervivencia de poblaciones de vectores,
propiciando que las generaciones que superan la fase invernal sean más numerosas8 .
Por tanto, al ser los inviernos más cortos, se adelanta el inicio de la presencia de los
mosquitos y se retrasa su entrada en letargo, aumentando considerablemente su periodo
de actividad.

El incremento de la temperatura hace, además, que el metabolismo de los vectores


aumente, por lo que se aceleran sus funciones vitales facilitando la digestión de la
sangre, acortando el período de maduración y puesta de huevos, permitiendo que las
hembras puedan alimentarse más veces a lo largo de su vida e incrementando el riesgo
de la transmisión de enfermedades10 . El calentamiento global también favorece que los
patógenos se multipliquen más rápidamente en los vectores acortando el periodo de
incubación extrínseco dentro del vector y permitiendo que puedan ser transmitidos más
veces en su corto periodo de vida15 . Temperaturas entre los 0ºC y 10°C ralentizan la
actividad de los vectores pero no los matan. Por este motivo hay vectores infectados que
a inicios de la temporada invernal se multiplican y una vez culminado el letargo
invernal, pueden transmitir el virus. Este fenómeno se denomina “overwintering” 15 ,
que explica brotes repentinos sin reservorios aparentes a inicios de la estación cálida. El
ascenso de la temperatura también está favoreciendo que algunas especies que crían en
ambientes más cálidos estén colonizando nuevas zonas ya sea tanto en altitud como en
latitud. Por ejemplo, en un estudio realizado en Colombia16 se consideraba que el
Aedes aegypti solo habitaba hasta alturas no superiores a los 1 500 metros sobre el nivel
del mar (msnm), sin embargo, en el año 1981 se encontraron poblaciones de estos
insectos en 22 localidades por encima de los 1 600 msnm, con dos de estas localidades
alcanzando los 2 200 msnm. Como es de esperar, esto provoca la emergencia de la
arbovirosis en los nuevos lugares colonizados por el mosquito. Al hacerse el
metabolismo de los artrópodos más rápido, estos envejecen de forma más rápida
también, por lo que mueren también antes; es decir, su vida media disminuye, pero lo
compensan con un incremento de sus poblaciones y de su capacidad vectorial12 . Uno
de los grandes desafíos científicos actuales es comprender la manera en la cual el
cambio climático global afectará al paisaje epidemiológico futuro, sobre todo, en lo
referente a las enfermedades arbovirales, donde se incluye el Zika, como una de las de
mayor relevancia para la salud pública por su alta incidencia y repercusión en la salud
de las personas. Conclusiones El cambio climático constituye una creciente amenaza
para la salud humana, principalmente a causa de su efecto más relevante: el
calentamiento global. Los cambios en la temperatura y la humedad del planeta que este
fenómeno ha provocado han modificado la biología del mosquito Aedes aegypti,
incrementando sus poblaciones y su capacidad vectorial. Esto se ha planteado en la
literatura científica como una causa de la emergencia del Zika, enfermedad de gran
importancia en la salud pública internacional por las complicaciones que genera,
principalmente en el feto.

EXPANSIÓN DE ENFERMEDADES TROPICALES EN EUROPA

Dada la complicada interacción entre los múltiples factores que influyen en esta
propagación, junto con los patógenos sensibles al clima y la adaptación al cambio
climático, es difícil proyectar la carga futura de las enfermedades.

El calentamiento global ha permitido que los mosquitos, las garrapatas y otros insectos
portadores de enfermedades proliferen, se hayan adaptado a diferentes estaciones y
hayan invadido nuevos territorios en toda Europa durante la última década. Así, se han
registrado brotes de dengue en Francia y Croacia, de malaria en Grecia, de fiebre del
Nilo Occidental en el sureste de Europa, y del virus chikunguña en Italia y Francia. Lo
preocupante, según los investigadores, es que esto solo podría ser la punta del iceberg.
"La Europa mediterránea es ahora una región tropical a tiempo parcial, donde ya se han
establecido vectores competentes como el mosquito tigre", señala Rezza.

Un clima más cálido y más húmedo podría proporcionar condiciones ideales para que el
mosquito tigre asiático (Aedes albopictus), propagador del dengue y el chikunguña, se
reproduzcan y se expandan en gran parte de Europa, incluyendo el sur y el este del
Reino Unido y Europa central. Anteriormente, la transmisión de esta enfermedad se
limitaba en gran medida a las regiones tropicales y subtropicales, ya que las
temperaturas bajo cero matan a las larvas y los huevos del mosquito, pero las
temporadas más cálidas podrían permitir que Aedes albopictus sobreviva y se disemine
por gran parte de Europa en décadas.

El clima europeo ya es adecuado para la transmisión de la enfermedad de Lyme y la


encefalitis transmitida por garrapatas (ambas contraídas principalmente a través de
Ixodes ricinus), con una media de 65.000 casos de la enfermedad de Lyme por año en la
Unión Europea, y un aumento del 400% en casos de encefalitis en áreas endémicas
europeas durante los últimos 30 años (en parte debido a una mejor vigilancia y
diagnóstico).

Lo preocupante, según los investigadores, es que esto solo podría ser la punta del
iceberg. "La Europa mediterránea es ahora una región tropical a tiempo parcial, donde
ya se han establecido vectores competentes como el mosquito tigre", señala Rezza. Un
clima más cálido y más húmedo podría proporcionar condiciones ideales para que el
mosquito tigre asiático (Aedes albopictus), propagador del dengue y el chikunguña, se
reproduzcan y se expandan en gran parte de Europa, incluyendo el sur y el este del
Reino Unido y Europa central.

Anteriormente, la transmisión de esta enfermedad se limitaba en gran medida a las


regiones tropicales y subtropicales, ya que las temperaturas bajo cero matan a las larvas
y los huevos del mosquito, pero las temporadas más cálidas podrían permitir que Aedes
albopictus sobreviva y se disemine por gran parte de Europa en décadas. El clima
europeo ya es adecuado para la transmisión de la enfermedad de Lyme y la encefalitis
transmitida por garrapatas (ambas contraídas principalmente a través de Ixodes ricinus),
con una media de 65.000 casos de la enfermedad de Lyme por año en la Unión Europea,
y un aumento del 400% en casos de encefalitis en áreas endémicas europeas durante los
últimos 30 años (en parte debido a una mejor vigilancia y diagnóstico).

La variedad geográfica de las enfermedades transmitidas por vectores como la


chikungunya, el dengue, la leishmaniasis y encefalitis por garrapatas (TBE) se está
expandiendo rápidamente, según advierten los autores de una investigación presentada
en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, que se
celebra este año en Ámsterdam.Alentados por el cambio climático y los viajes y el
comercio internacionales, los brotes de enfermedades transmitidas por vectores se
incrementarán en gran parte de Europa en las próximas décadas, y no solo en los países
templados de todo el Mediterráneo. Incluso, las áreas previamente no afectadas en
latitudes y altitudes más altas, incluidas algunas partes del norte de Europa, podrían ver
un aumento de los brotes a menos que se tomen medidas para mejorar la vigilancia y el
intercambio de datos, y para monitorizar los precursores ambientales y climáticos de los
brotes, junto con otras medidas preventivas. «El cambio climático no es el único factor,
ni siquiera el principal, que impulsa el incremento de las enfermedades transmitidas por
vectores en toda Europa, sino que es uno de los muchos factores, junto con la
globalización, el desarrollo socioeconómico, la urbanización y el cambio generalizado
del uso de la tierra, los cuales deben abordarse para limitar la importación y
propagación de estas enfermedades», explica el profesor Jan Semenza, del Centro
Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, en declaraciones recogidas
por Europa Press. «La cruda realidad es que las estaciones cálidas más largas ampliarán
la ventana estacional para la posible propagación de patologías transmitidas por
vectores y favorecerán los brotes más grandes», dice el doctor Giovanni Rezza, director
del Departamento de Enfermedades Infecciosas en el Istituto Superiore di Sanitá en
Roma. «Debemos estar preparados para enfrentarnos a estas infecciones tropicales. Las
lecciones de los brotes recientes del virus del Nilo Occidental en América del Norte y la
chikungunya en el Caribe e Italia resaltan la importancia de evaluar futuros riesgos de
enfermedades transmitidas por vectores y preparar contingencias para futuros brotes»,
añade.

El calentamiento global ha permitido que los mosquitos, las garrapatas y otros insectos
portadores de enfermedades proliferen, se adapten a diferentes estaciones e invadan
nuevos territorios en toda Europa durante la última década, acompañados de brotes de
dengue en Francia y Croacia, malaria en Grecia, fiebre del Nilo Occidental en el sureste
de Europa, y el virus chikungunya en Italia y Francia. Lo que es preocupante, dicen los
autores, es que esto podría ser solo la punta del iceberg. «La Europa mediterránea es
ahora una región tropical a tiempo parcial», aseguran.

ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

Los modelos de predicción de cómo afectará el cambio climático a la expansión de


enfermedades se han aplicado sobre todo a la malaria y al dengue. Según la ONU, un
incremento de la temperatura media terrestre de 2-3º C aumentaría el número de
personas que están en riesgo de malaria entre un 3-5 %, es decir varios cientos de
millones. Respecto al dengue, los pronósticos climáticas más pesimistas apuntan a que
en 2100 podría alcanzar el Reino Unido. Además de luchar contra el calentamiento
global con medidas como la reducción de emisiones o el ahorro energético, las
iniciativas más recientes para evitar la expansión de estas enfermedades buscan anular a
los mosquitos que hacen de vectores.

En 2016, las autoridades de salud de Brasil realizaron en Piracicaba, en el estado de São


Paulo, la primera prueba de liberar mosquitos macho transgénicos de A. aegypti. La
británica Oxicet, empresa derivada de la Universidad de Oxford, modificó
genéticamente estos mosquitos para que fuesen dependientes del antibiótico tetraciclina
y produjesen descendencia incapaz de sobrevivir sin esa sustancia —tanto los mosquitos
transgénicos como sus descendientes mueren a los pocos días.

Al ser liberados en el ambiente, los mosquitos trans génicos compitieron con los
silvestres por las hembras, pero dejaron una descendencia no viable por la ausencia de
tetraciclina. El resultado fue que en aquella localidad el número de casos de dengue
disminuyó un 91%. Desde entonces se han realizado más pruebas con éxito en lugares
de Panamá o Malasia.

La última ha sido en Burkina Faso, donde en 2019 se ha ensayado un hongo transgénico


para acabar con los mosquitos que difunden la malaria. Aun así, todavía es pronto para
saber las implicaciones o efectividad a largo plazo de estos organismos modificados,
pero pueden suponer la estrategia definitiva para mantener a raya estas enfermedades.

El aumento y extensión geográfica de los brotes de estas enfermedades podrían frenarse


y se toman medidas para mejorar la vigilancia y el intercambio de datos, y para
monitorizar los precursores ambientales y climáticos de los brotes, junto con otras
medidas preventivas. Los expertos señalan la necesidad de anticipar los brotes y poder
actuar antes de que ocurran. "Los organismos de salud pública deben mejorar la
vigilancia a través de sistemas de alerta temprana, aumentar el conocimiento de los
riesgos potenciales entre los profesionales sanitarios y el público en general, así como
adoptar estrategias de control innovadoras como las intervenciones comunitarias”,
apunta Semenza.

En 2015, la Comisión Lancet hizo diez recomendaciones políticas. De estas diez


recomendaciones, la cuenta regresiva de The Lancet mide el progreso en lo siguiente:

Recomendación 1: invertir en investigación sobre cambio climático y salud pública.

Desde 2007, el número de artículos publicados sobre salud y cambio climático en


revistas científicas ha aumentado en un 182%.

Recomendación 2: ampliar la financiación para sistemas de salud resistentes al clima.

El gasto en adaptación directa a la salud como proporción del gasto total de adaptación
aumentó en 2017 a 4,8% (£ 11,668 millones), lo que representa un aumento en términos
absolutos y relativos respecto del año anterior. El gasto en adaptación relacionado con la
salud (incluida la respuesta a desastres y la alimentación y la agricultura) se estimó en
15.2% del gasto total en adaptación. Aunque este gasto a nivel nacional está
aumentando, el financiamiento climático para la mitigación y la adaptación sigue
estando muy por debajo de los US $ 100 mil millones por año comprometidos en el
Acuerdo de París.
Recomendación 3: eliminar gradualmente la energía de carbón.

El consumo de carbón sigue siendo alto, pero continuó disminuyendo en 2017, una
tendencia que se debe principalmente a la menor dependencia de China y la inversión
continua en energía renovable. La Powering Past Coal Alliance (una alianza de 23
países, incluido el Reino Unido, Italia, Canadá y Francia) se lanzó en la 23ª Conferencia
de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC) en diciembre de 2017 (COP23). comprometiéndose a eliminar el
uso de carbón para 2030 o antes.

Recomendación 4: fomentar la transición baja en carbono a nivel de la ciudad para


reducir la contaminación urbana.

En 2017, se alcanzó un nuevo hito, con más de 2 millones de vehículos eléctricos en la


carretera, y con un consumo mundial per cápita de electricidad para el transporte por
carretera que aumentó en un 13% de 2013 a 2015. China es responsable de más del 40%
de la electricidad. Autos vendidos a nivel mundial.

Recomendación 5: establecer el marco para un mecanismo de precios de carbono fuerte


y predecible.

Si bien un mecanismo global de precios del carbono ha experimentado un progreso


limitado, la proporción de las emisiones totales de gases de efecto invernadero cubiertas
por los instrumentos nacionales y regionales está aumentando desde una base baja. En
2017, se cubrió 13.1% de las emisiones de gases de efecto invernadero, una proporción
que se espera que aumente a 20% en 2018, con la implementación del Plan Nacional de
Comercio de Emisiones de China (indicador 4.9).

Recomendación 6: ampliar rápidamente el acceso a la energía renovable, desbloqueando


los beneficios económicos sustanciales disponibles de esta transición.

A nivel mundial, se instalaron 157 GW de energía renovable en 2017, más del doble
que los 70 GW de la capacidad de combustible fósil que se instaló, lo que mejoró los
esfuerzos de mitigación y mejoró la calidad del aire local. Esta tendencia se vio
reflejada por un aumento del 5 · 7% en el número de personas empleadas en energías
renovables en 2017, que alcanzó 10,3 millones de empleos (indicador 4.4). De 2000 a
2016, el número de personas sin conexión a la electricidad se redujo de 1 7,000 a 1
billón.

Recomendación 9: acordar e implementar un tratado internacional que facilite la


transición a una economía baja en carbono. En respuesta al anuncio de los Estados
Unidos de su intención de retirarse del Acuerdo de París, la gran mayoría de los países
ofrecieron declaraciones de apoyo al acuerdo, reafirmando su compromiso de mantener
el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 ° C. Nicaragua y
Siria han firmado el Acuerdo de París. La CMNUCC solicitó el desarrollo de un
informe formal que se entregará en la COP24 (diciembre de 2018), que está diseñado
para proporcionar recomendaciones sobre cómo hacerlo público.

Recomendación 10: desarrollar una colaboración nueva e independiente para


proporcionar experiencia en la implementación de políticas que mitiguen el cambio
climático y promuevan la salud pública, y supervisen el progreso en los próximos 15
años.

The Lancet Countdown es una colaboración creciente de 27 socios, comprometidos con


un proceso iterativo y abierto de seguimiento de los vínculos entre la salud pública y el
cambio climático. En 2018, Wellcome Trust anunció su intención de continuar
financiando el trabajo de colaboración, apoyando el monitoreo continuo en sus cinco
dominios hasta 2030.

Los siguientes cuatro mensajes clave se derivan del informe 2018 de The Lancet
Countdown.

1. Los cambios actuales en las olas de calor, la capacidad laboral, las enfermedades
transmitidas por vectores y la seguridad alimentaria brindan una alerta temprana sobre
el impacto agobiante sobre la salud pública que se espera si las temperaturas continúan
aumentando. Las tendencias en los impactos, las exposiciones y las vulnerabilidades del
cambio climático muestran un nivel de riesgo inaceptablemente alto para la salud actual
y futura de las poblaciones de todo el mundo.

2. La falta de progreso en la reducción de emisiones y la creación de capacidad de


adaptación amenazan tanto la vida humana como la viabilidad de los sistemas
nacionales de salud de los que dependen, con el potencial de interrumpir la
infraestructura de salud pública central y abrumar a los servicios de salud.

3. A pesar de estos retrasos, varios sectores han visto el comienzo de una transición
con bajas emisiones de carbono, y está claro que la naturaleza y la escala de la respuesta
al cambio climático serán el factor determinante en la configuración de la salud de las
naciones durante los próximos siglos.

4. Asegurar una comprensión generalizada del cambio climático como un problema


central de salud pública será crucial para brindar una respuesta acelerada, y la profesión
de la salud comenzará a enfrentar este desafío.
MINISTROS DE SALUD DEL MERCOSUR SE COMPROMETEN A PRIORIZAR
SALUD EN PLANES DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO

Washington, DC, 10 de diciembre de 2018 (OPS/OMS)- Los ministros de salud del


MERCOSUR y los Estados asociados firmaron una declaración para colocar a la salud
al frente y en el centro de los planes nacionales de adaptación al cambio climático. El
objetivo es garantizar que los sistemas de salud puedan ser resilientes al cambio
climático, así como que la prevención y la promoción de la salud estén totalmente
integradas con los servicios de información sobre temas climáticos, según las
recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La declaración se firmó en la XLIII Reunión de Ministros de Salud del MERCOSUR y


Estados Asociados, que tuvo lugar el 23 de noviembre en Montevideo, Uruguay. El
acuerdo llega en un momento en que líderes de todo el mundo se reúnen en la 24ª
Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (COP24) en Katowice, Polonia. Allí, los países discutirán el plan de
implementación para el Acuerdo de París 2015, cuyo objetivo es coordinar los esfuerzos
de información para reducir el calentamiento global.

“El cambio climático se ha convertido cada vez más en una gran amenaza tanto para los
sistemas de salud como para la salud pública en la región de las Américas.”

El cambio climático se ha considerado "la mayor amenaza para la salud mundial del
siglo XXI". De hecho, el clima puede afectar la salud de diversas maneras, incluso a
través de fenómenos meteorológicos extremos y desastres, olas de calor, contaminación
de alimentos y agua, y un aumento de las enfermedades transmitidas por los vectores. El
cambio climático también puede tener efectos sobre los sistemas socioeconómicos que
impactan a la salud pública, incluso a través de la inseguridad alimentaria y del agua, la
escasez de recursos y los desplazamientos forzosos de las personas.

“El cambio climático se ha convertido cada vez más en una gran amenaza tanto para los
sistemas de salud como para la salud pública en la región de las Américas”, dijo Marcos
Espinal, Director de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la
Salud de la OPS. “Es vital que los países de la región se comprometan a integrar
plenamente la salud en todos sus planes de adaptación al cambio climático. La
declaración del Mercosur es un gran ejemplo de este compromiso”, subrayó.

Los impactos del cambio climático en la salud ya se están sintiendo en las Américas. El
aumento de las temperaturas puede provocar golpes de calor en las personas,
especialmente en los ancianos, pero también puede incrementar la duración de las
sequías y el riesgo de incendios forestales. Solo en los últimos dos años, más de
200,000 personas en las Américas fueron desplazadas como resultado de incendios
forestales y millones de dólares se han debido gastar en reparar daños estructurales.

El aumento de las temperaturas también incrementa el número de tormentas tropicales


intensas e inundaciones que afectan a la región, que se ha visto azotada por unos 335
desastres relacionados con el clima entre 2005 y 2014, lo que representa un 14% más
con respecto a la década anterior. En 2017, más de 625,000 personas se vieron afectadas
por las intensas lluvias en Perú, y más de 270 muertes se registraron en Colombia
debido a deslizamientos de tierra. El cambio climático también puede afectar y ampliar
la distribución geográfica de las enfermedades transmitidas por vectores.

La OPS está trabajando para apoyar iniciativas y acciones regionales acerca del cambio
climático y la salud, entre otras cosas, mediante la provisión de creación de capacidad y
apoyo técnico para los sistemas de alerta temprana de múltiples peligros, y en la
preparación de Capítulos de Salud en Planes Nacionales de Adaptación al Cambio
Climático (S-PNAD). Además, la Organización está apoyando al sector de la salud para
que lidere con el ejemplo, a través de adquisiciones sostenibles y la implementación de
instalaciones de cuidado de la salud “inteligentes”, que tienen como objetivo aumentar
su resistencia a los desastres y reducir su impacto ambiental.

LA DECLARACIÓN DEL MERCOSUR

La declaración del MERCOSUR compromete a los Ministerios de Salud de los países


miembros a liderar el desarrollo de estrategias de salud como elementos esenciales de
los Capítulos de Salud en Planes Nacionales de Adaptación al Cambio Climático (S-
PNAD). Estas estrategias se centran en reconocer las vulnerabilidades de salud
relacionadas con el cambio climático, y proponen formas de aumentar la resiliencia del
sistema de salud. La declaración también compromete a los países a generar evidencia
sobre la salud y el cambio climático para desarrollar indicadores, facilitar el intercambio
de información e informar la toma de decisiones.

SALUD Y CAMBIO CLIMÁTICO EN LA COP24

La COP24 se llevará a cabo en Katowice, Polonia, del 3 al 14 de diciembre de 2018. El


objetivo principal de la Conferencia es llegar a un consenso sobre cómo los países
deben implementar el Acuerdo de París e informar sobre su progreso. El 5 de diciembre,
la Organización Mundial de la Salud lanzó su informe - Informe especial de la COP 24:
Salud y cambio climático. Este informe destacó que si bien ha habido un progreso
positivo en la solución de los problemas de salud y cambio climático, todavía hay un
largo camino por recorrer. El informe proporciona una serie de recomendaciones para
los gobiernos sobre cómo maximizar los beneficios para la salud de abordar el cambio
climático y evitar los peores impactos en la salud de este desafío global.
RECOMENDACIONES DEL OPS

Washington, DC, 28 de febrero de 2019 (OPS)- La Organización Panamericana de la


Salud (OPS) instó a los países de la región a prepararse y estar listos para dar una
respuesta oportuna a posibles brotes de dengue, una enfermedad que es endémica en la
región y que desde su reintroducción en la década de 1980 ha causado brotes y
epidemias de manera cíclica cada tres a cinco años. En 2010, se produjo la primera
epidemia de dengue que superó el millón de casos en la región, y tres años después, en
2013, se presentó la primera epidemia con más de dos millones de casos. A inicios de
2019 se observa un aumento de casos comparado con el mismo período de 2018.

“El dengue es la infección viral transmitida por mosquitos de mayor propagación en las
Américas y su complejidad ha ido aumentando con los años debido a varios factores,
como el crecimiento urbano no planificado, problemas de agua y saneamiento, el
cambio climático y ambiental y la circulación simultánea en algunos países de los
cuatro tipos del dengue, que aumenta el riesgo de que se presenten casos graves y
ocurran brotes”, explicó Marcos Espinal, Director del Departamento de Enfermedades
Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de la OPS.

Según la última actualización epidemiológica de la OPS sobre dengue publicada el 22


de febrero, el año pasado se notificaron 560.586 casos de dengue en las Américas,
incluidas 3.535 casos de dengue grave y 336 defunciones. En tanto, en las primeras seis
semanas del 2019 se notificaron casi 100.000 casos de dengue, incluidos 632 casos de
dengue grave y 28 defunciones.

Las principales recomendaciones de la OPS se centran en que los países intensifiquen la


vigilancia de la enfermedad, así como las medidas de control de vectores para reducir la
población de mosquitos que pueden transmitir. Hoy por hoy, el único método para
controlar o prevenir la transmisión del virus consiste en luchar contra el Aedes aegypti,
el principal mosquito vector. La Organización Panamericana de la Salud también
recomienda educación continua a la población e involucramiento de la comunidad, así
como asegurar que los profesionales de salud estén capacitados para diagnosticar el
dengue y otras arbovirosis, y para manejar adecuadamente a los pacientes. La OPS
presta cooperación técnica a sus Estados Miembros para prevenir y controlar la
enfermedad.

El manejo oportuno salva vidas

Espinal explicó que el diagnóstico oportuno de la enfermedad se complejizó con la


llegada de dos nuevos arbovirus: el virus Chikungunya en 2013 y el del Zika en 2015, al
presentar una sintomatología similar. Sin embargo, y a pesar de la introducción de estas
nuevas arbovirosis, el dengue ha sido la que presentó mayor número de casos. Entre
chikungunya, Zika y dengue, este último es además la arbovirosis de mayor letalidad,
pero su tratamiento es relativamente sencillo, poco costoso y muy eficaz para salvar
vidas. “La clave es reconocer precozmente los signos de alarma para brindar la atención
requerida y prevenir que progrese a formas graves”, dijo José Luis San Martin, asesor
regional en dengue de la OPS.

Si un profesional de la salud tiene dudas sobre el diagnóstico clínico entre dengue,


chikungunya o Zika, la OPS recomienda tratar al paciente como dengue e iniciar el
manejo clínico y tratamiento en forma inmediata y sin esperar el diagnóstico de
laboratorio. Además, recomienda que el paciente sea manejado como caso de dengue y
se realice un seguimiento diario o al menos cada 48 horas para detectar signos de alarma
de gravedad, especialmente durante la fase crítica de la enfermedad.

### La OPS, establecida en 1902, es la organización internacional de salud pública más


antigua del mundo. Trabaja con sus países miembros para mejorar la salud y la calidad
de vida de los pueblos de las Américas. También sirve como la Oficina Regional para
las Américas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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