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En muchos momentos de mi vida me he encontrado en esta situación.

En un auditorio frente a un
montón de personas esperando con cierta impaciencia una noticia o simplemente palabras que
puedan aliviar su ansiedad, cámaras haciendo clic por cada movimiento que hago o no, cada
expresión que hago o no y cada palabra que digo o no.

He estado muchas veces en esta situación, pero nunca había sentido esta presión que siento
ahora, siento que mi corazón de un momento a otro saltará de mi cavidad toráxica dejando al
descubierto mi profunda ansiedad y miedo.

Es tiempo, me digo a mí mismo en un intento por obligarme a decir lo que tengo que decir, a
darles la noticia que nadie espera, a no corresponder sus expectativas para el día de hoy, a
cargarlos con un peso que cargarán para siempre y en este caso ese “siempre” no será por mucho.

Humedezco mis labios con la lengua, seco el sudor de mi frente con el paño que mi esposa eligió
para el día de hoy y a medida que limpio mi frente recuerdo su rostro despreocupado escondiendo
el miedo que pronto todos tendrán luego de este discurso. Es tiempo, insisto, tomo las hojas en
donde tengo anotado una que otra entrada relacionada con la noticia que he de dar a
continuación. Las acomodo de forma que estén simétricas mientras pienso que me he tomado
demasiado tiempo para finalmente decir lo que tengo que decir.

Miro a mi izquierda, en donde está mi consejero y amigo esperando mi señal para iniciar la
transmisión. Le hago el gesto inicial y el bulliceo que se extendía a través de la sala de pronto se
vuelca en un silencio sepulcral. El hombre de audiovisual que se encarga de la cámara que me
mostrará en vivo frente a toda la nación realiza un conteo desde el cinco para iniciar, y quizás de
forma macabra o algún acto fallido de mi inconsciente dejo salir una sonrisa sarcástica.

Cinco, cuatro, tres, dos… Los canales de televisión nacional transmitirán conjuntamente un
importante mensaje del presidente de la república acerca de los últimos acontecimientos que han
sucedido a nivel mundial, a continuación, el presidente de la república Julián Olivares.

Es tiempo, me repito una última vez.

-Estimadas y estimados ciudadanos, me dirijo a través de este medio tan concurrido por los
pobladores de nuestro país con el fin de entregar estas, mis últimas palabras, a esta querida
nación. Sin mucho preámbulo es que seré directo en cuanto al mensaje, y facilitador al momento
de expresar estas palabras tan difíciles para mí, y que de la misma forma lo serán para ustedes
quienes escuchan en sus casas y ustedes presentes en este auditorio.

Han sido una de las semanas más difíciles que la humanidad, en toda su existencia, ha tenido que
pasar. Brotes de enfermedades a lo largo de muchas naciones de gran relevancia como lo son
China y Rusia. Guerras entre el gigante conglomerado de América, los Estados Unidos, con el
medio oriente en la carrera por las semillas y los últimos especímenes animales.
El día de hoy, Domingo 15 de marzo del año 2030, es que la última especie animal viva de este
planeta, las hormigas, han dejado de existir. No podemos explicar cómo es que esta especie de un
momento a otro a dejado no más que cadáveres de lo que una vez fue un gran cuerpo y
demostración de trabajo, no han dejado más que las ruinas de lo que una vez fue una metrópolis
bajo tierra. Hoy, queridas y queridos ciudadanos, es que me dirijo a ustedes con gran pesar ya que
son los últimos momentos de la humanidad. Hoy no existen palabras de esperanza que puedan dar
un impulso milagroso a estos nuestros últimos momentos.

Hoy más que nunca me dirijo a ustedes con toda la honestidad posible y les demuestro el temor
por nuestro futuro como nación y como especie. Este planeta, dentro de dos meses más dejará de
ser habitable debido a la falta de oxígeno que provenía de nuestra flora, que una vez muertas las
abejas no hicieron más que decaer en el tiempo hasta su extinción. Señoras y señores, me dirijo a
Uds. no con el fin de darles esperanza, sino de ser honesto y directo en cuanto a lo que futuro
respecta. No hay escenario posible en que nuestra raza sobreviva. Serán los tardígrados que
seguirán operando en su mundo microscópico hasta que el sol deje de brillar.

A todas y a todos, ha sido un placer y un privilegio haber dirigido esta nación por unos largos 20
años. Busquen amparo en cualquiera sea sus creencias o en sus familias. Desde el fondo de mi
corazón, muchas gracias.

Los canales de televisión en conjunto han transmitido a ustedes el discurso presidencial, buenas
tardes.

En el auditorio no hay preguntas, ni clics y lápices escribiendo. Todos miran hacia donde estoy,
todos me miran sin mirarme, mirando a la nada, sin comprender lo que acaba de pasar.

Finalmente me alejo del podio, miro a mi consejero quien ya de antemano sabía lo que hoy
ocurriría, me abraza y pide con una sonrisa su renuncia. Mientras que, para mí, este fue…

El Discurso final.

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