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La distancia atribuye costos adicionales al sistema de producción de la cadena agroalimentaria.

Estos
costos se conocen como costos de interés espacial y costos de fricción espacial. La empresa buscara
todos los medios para minimizar estos costos ya que escogiendo ubicaciones espaciales cerca de
mercados y centros de acopio o haciendo mejoras en los sistemas de transporte utilizando mecanismos
que acorten distancias entre los participantes de la cadena.

La infraestructura es base sobre la cual se afirma todo el sistema productivo para el aumento de la
competitividad. Esto se da con el fin de satisfacer las necesidades de los consumidores.

En la generación de infraestructura participan tanto el sector público como el privado creando


condiciones básicas para el establecimiento de actividades productivas en el espacio territorial, lo cual
abarca tres áreas que son: la infraestructura para articular efectivamente las actividades productivas de
la región, para aumentar la disponibilidad de recursos productivos para crédito, creación de
instituciones que aumenten las capacidades. La base de recursos naturales con el que cuenta una
cadena agroalimentaria depende de la localización geográfica de cada una de sus eslabones. La cercanía
a las fuentes de materia prima no solo minimiza los costos de traslado sino que también asegura la
existencia de los recursos naturales necesarios para el proceso productivo de la cadena. Las condiciones
políticas, legales e instituciones existenciales, la transparencia y las normas necesarias para establecer
un sistema de transiciones justo.

Estas condiciones se determinan a partir de las tendencias del entorno, la visión política estatal y la
institucionalidad de las organizaciones nacionales. Este ambiente se centra en la determinación de las
reglas del juego existentes en una sociedad en donde las interacciones entre las personas están
reguladas por leyes, compromisos, valores y normas.

El entorno externo agrega una serie de factores adicionales a este marco de normas y comportamientos
que regulan la economía de la región. El proceso de globalización de los patrones económicos, sociales y
culturales ha variado notablemente las reglas del juego.

La nueva concepción de agricultura sostenible, que involucra principios y concepciones ambientales que
anteriormente eran desconocidos, es una muestra de los cambios que conlleva la globalización.

Los acuerdos comérciale, los tratados multinacionales, los protocolos ambientales, la creación de
bloques regionales y las formas de uniones estratégicas han variado el marco en el cual se desenvuelven
las empresas en la región. Las cadenas agroindustriales han ampliado los límites fronterizos mediante el
comercio interregional, teniendo que adecuarse a nuevas reglas legales, económicas y culturales.

El proceso del estado dentro de este proceso determina el marco institucional sobre el cual tienen que
relacionarse las unidades productivas agroindustriales para alcanzar su nivel máximo de competitividad.
Este nuevo marco industrial considera otro todo los efectos de la estructura de los derechos de
propiedad y los costos de transacción sobre el sistema económico en general.

Los cambios en la institucionalidad, nacionalidad e internacionalidad, de la agricultura deben darse en


función de objetivos claros solo así podrá lograrse un desarrollo de la agricultura y del medio rural que
sea sostenible en el tiempo. Esto implica asumir una actitud proactiva para construir la institucionalidad
requerida para lograr una agricultura competitiva, equitativa y sustentable.
Los cambios institucionales tienen y tendrán influencia determinante en la forma en que se conducen
los agronegocios en el desempeño de las actividades productivas, en la forma de vida de las
comunidades rurales y en la recuperación y mantenimiento del medio ambiente. El reto para la
agricultura de las Américas es que estos cambios no sean vistos como amenazas, sino como
oportunidades al potencial humano natural y económico.

Los líderes públicos y privados de la agricultura no sean espectadores de estos cambios sino que unidos
en un esfuerzo hemisférico, consoliden el reposicionamiento de la agricultura y sean protagonistas del
rediseño de sus instituciones y organizaciones.

La orientación que debe prevalecer en el rediseño de estas instituciones es que modernización y


democrática no son valores antagónicos sino de fuerzas sinérgicas. La democratización de los procesos
decisorios para los cambios institucionales permitirán la proporción de beneficiarios del proceso de
modernización de la agricultura.

El IICA destaca la urgente necesidad de construir una alianza hemisférica para la transformación de la
agricultura de las Américas. Con esta posición el instituto reafirma su propuesta de que los líderes de la
agricultura de las Américas deben contribuir activamente a la construcción de nuevas reglas, normas y
organizaciones que logren la vinculación entre estado, sociedad civil y mercado. Esto es esencial para
alcanzar el objetivo de capitalizar para la agricultura los beneficios del nuevo contexto internacional.

La demanda y el poder adquisitivo de los consumidores participantes en los mercados nacionales e


internacionales se ve influenciada en su mayoría por el ambiente cultural y demográfico.

Las características de la demanda de productos agroindustriales dependen de los gustos y preferencias


de los consumidores los cuales están determinados por elementos demográficos. Las dietas y hábitos
alimenticios de los consumidores se ven influenciados en gran medida por el lugar de residencia, trabajo
físico que deben llevar a cabo durante el día, la edad del consumidor, la preocupación por la salud física
el clima, etc.

El poder adquisitivo también está determinado por variables demográficas tales como la edad, nivel
educacional, ocupación, etc. El consumidor debe estar en disposición y capacidad de adquirirlo para que
pueda influir en la demanda.

La demanda se puede ver influida por factores culturales. Las costumbres generacionales, las formas de
comportamiento, los valores, las conductas básicas, las percepciones de una buena alimentación,
tradiciones, etc, son factores que ayudan a determinar la demanda de los productos agrícolas en los
mercados internacionales.

La ascendencia generacional es aprovechada por algunas agroindustrias latinoamericanas para expandir


su nicho de mercado, ofreciendo productos autóctonos en mercados de gran participación latina.

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