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Cap 8
Cap 8
Mi huella profesional
Capítulo ocho
“Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él
les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten.”
Mateo 6:33 (BLA)
Hi Ho, Hi Ho
Los sentimientos de las personas sobre el trabajo son muy variados. Algunos aman lo
que hacen, mientras otros detestan por completo la idea de trabajar y sueñan con ganarse
la lotería y que se acaben para siempre sus obligaciones laborales. Considere las
expresiones de los sentimientos cotidianos celebrados en la cultura pop: “Tome su trabajo
y quédeselo. Yo no trabajo más aquí”. “No quiero trabajar, sólo quiero tocar la batería
todo el día.” “Tomo lo que me ofrecen porque trabajo para vivir.” “Eso no es trabajar…
es hacer lo que uno hace… tocas la guitarra en MTV… dinero por nada y tienes muchas
chicas gratis.” “Yo debo, yo debo… es hora de ir a trabajar / de ir a descansar.” Aunque
no todo lo que escuchas es tan pesimista. También hay tributos al trabajo, como por
ejemplo: “Hola carboneros del oeste de Virginia, permítanme agradecerles por su tiempo,
pues trabajan una semana de cuarenta horas para vivir, sólo para descender un poco más
en la mina…”
Así que, ¿cuál es tu actitud respecto al trabajo? ¿Oscila entre los dos extremos? ¿Vives
con buen contentamiento? ¿O esperas el día en que puedas independizarte con buena
economía y dejar todo atrás? Aún más importante, ¿qué piensa Dios del trabajo? ¿Es un
castigo para los pecadores… la maldición de Adán… parte de vivir en un mundo caído?
¿Tiene Dios cuidado de tu duro trabajo diario o está ocupado encargándose de las
reuniones en el templo? ¿Tiene en realidad Dios una opinión sobre el trabajo?
Esto podría parecer sorprendente, pero Dios tuvo en mente el trabajo desde el mismo
principio. Cuando creó primero a Adán, “Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el
jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15 NVI). De acuerdo con
este pasaje, una de las primeras cosas que Dios hizo con su creación cumbre fue ponerlo
en el jardín para un propósito específico… no disfrutar del jardín… ni comer del fruto…
ni pasear y hablar con Dios… sino, “para que lo cultivara y lo cuidara.” El trabajo no fue
parte del castigo de Adán. Cierto, el trabajo se volvió una carga después de que Dios lo
expulsó del jardín por haber comido del árbol del conocimiento bien y del mal. La
sentencia de Dios fue: “…Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del
que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás
de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás
hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la
misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis
3:17-19 NVI). El pecado de Adán cambió la naturaleza del trabajo terrenal, pero no el
concepto básico de que el trabajo es una responsabilidad inherente del hombre. Así que,
con o sin caída, el trabajo era parte del plan desde el comienzo, lo cual significa que era
agradable para Dios.
Dios tiene un plan para tu trabajo en la vida y trata de que tu carrera u oficio se amolden
a la perfección con tu propósito en la vida. Cuando esto sucede, tu empleo apoyará y
servirá a La Huella de Dios en tu vida en general. El plan de Dios se basa en maximizar
tu realización al servicio de su propósito para tu vida.
En un crudo contraste, la cultura tiene también un plan para tu profesión u oficio. Sobre
todo se basa en maximizar cosas como los ingresos, el reconocimiento y la libertad.
Cuando esas son tus metas, puedes percatarte de una tensión entre el camino actual de tu
carrera y el camino que Dios te llama a seguir. Allí podría haber un significado
sobresaliente que indica que el trabajo se creó para algo más.
Hay un camino implícito en este mundo que a menudo la gente confunde con la voluntad
de Dios: vamos a la escuela, a la universidad y buscamos un empleo… jubilarnos… En
esta senda, el éxito se define como la realización máxima, el mayor ingreso y el mejor
reconocimiento. Sin comprender eso, muchas personas viven vidas institucionales porque
nunca se detienen a pensar más allá de sus esquemas. Al esforzarnos, pensamos que
Dios se agrada; sin embargo, Dios no quiere que demos nuestro mejor esfuerzo con
algo, él quiere que hagamos lo mejor para sus asuntos. Recuerde, Efesios 2:10 explica
que Dios creó “buenas obras” específicas para que las cumpliéramos durante nuestra
vida; por eso, sólo cuando somos cuidadosos en descubrirlas y completarlas, obtenemos
satisfacción. En Jeremías Dios dice: “Me buscarán y me encontrarán, porque me buscarán
de todo corazón” (29:13 DHH). Las realizaciones profesionales o laborales, aparte de
nuestro propósito en la vida, no fueron pensadas para cumplirse a largo plazo.
Como el dinero, tu carrera es una herramienta que debe utilizarse para servir a Dios con
toda tu vida. Tal como tu familia y la comunidad en tu iglesia son plataformas para el
servicio, tu carrera u oficio debe ser apreciado como una plataforma para colaborar en el
reino de Dios. Algunas veces es el principal vehículo financiero para solventar las otras
áreas de tu vida. En ocasiones es el vehículo primario por medio del cual ejercitas la
misión que Dios te dio para tu vida. Con mayor frecuencia, es una combinación de
ambos.
En promedio, una persona pasa en el trabajo un tercio de su vida mientras está despierto.
Eso es más tiempo del que se consume en ninguna otra actividad en la vida de una
persona. Andar a paso lento y pesado por la vida sin un plan para esta área parece ser
algo negligente, por decir menos. Pero antes de que desarrolles un plan para tu trabajo,
te será de utilidad comprender los propósitos a los que el trabajo sirve.
Primero, trabajamos para proveer ingresos para nuestras necesidades económicas básicas:
comprar alimento, vestido, techo, etc. Segundo, trabajamos para realizarnos al ejercitar
nuestros dones, talentos y pasiones personales. En otras palabras, trabajamos, primero,
porque tenemos que hacerlo; segundo, porque queremos. Para algunos, una carrera u
oficio los capacita para su llamado en la vida para proveerles un ingreso a lo largo del
camino. Para otros su carrera u oficio es su llamado en la vida, que les permite circular
por una vía directa para ejercitar los talentos que Dios les dio.
Hay muchas filosofías acerca de cómo balancear estos dos motivos: provisión y pasión.
Libros, ensayos y seminarios se han producido para bosquejar este conflicto sin edad.
Algunos declaran: “Haz lo que te gusta hacer y el dinero vendrá solo.” Otros sugieren
construir un nido para un retiro temprano y luego perseguir la pasión de la vida.
La huella de Dios en tu vida va un paso más adelante. Una minuciosa huella profesional
debe basarse en el concepto de desplazarse de la provisión y pasión, al propósito. La
mera provisión no es suficiente para mantener la satisfacción profesional, pero tampoco
lo es la pasión, porque es posible llegar a apasionarse por algo que no es parte del propósito
en la vida. Además, si la energía de tu carrera se dirige hacia otra cosa que no sea tu
llamado en la vida, terminarás por perder tu objetivo: cumplir los que Dios desea para ti
[La madurez profesional o laboral se mide por el progreso del rol del trabajo, a partir de
un énfasis de provisión a uno de pasión, y finalmente cumplir tu propósito] NOTA,
ESTA LEYENDA ES LA TRADUCCIÓN DE LA IMAGEN
Desde sus inicios, la mayoría de la gente debería considerar el papel del trabajo puro y
utilitarista de proveer ingresos. Sin embargo, con el paso del tiempo, el camino ideal de
la profesión o del oficio te llevará a una situación en la cual tu ocupación cumpla de
manera directa el propósito que Dios te dio para tu vida. Éste no es el caso para todo
individuo, pero para alguien que trabaja fuera de casa es una dinámica que debe tomarse
en cuenta. Si descuidas la necesidad de provisión, tu nave encallará, pero si descuidas la
de cumplir tu propósito, tu nave nunca llegará a su destino final.
En nuestra cultura, el sustituto número uno de una carrera plena u oficio son las ganancias
económicas, pero tú debes comenzar tu ocupación profesional con el simple y honesto
objetivo de proveer lo necesario para vivir tú y tu familia. Así, poco a poco empezarás a
ver el asombroso poder del trabajo para proveer. Si un trabajo sencillo suple las
necesidades básicas, entonces mucho trabajo podría significar abundancia y lujos, ¿cierto?
Sin embargo, antes de descubrirlo te encuentras en una rutina, detrás del trabajo como
un medio para alimentar tu apetito por las posesiones. ¿Es esto una parte de tu huella en
la vida para tu carrera o tu oficio? De ninguna manera.
Es tentador pensar que deberíamos apreciar nuestras carreras u oficios con un temerario
acento de pasión y gratificación… al fin y al cabo el dinero vendrá solo, ¿no es así? Pero
no todos viven la fama y fortuna instantáneas al jugar su juego favorito. ¿Un aficionado
del golf debería renunciar a su trabajo y unirse a la Federación de Golf de su país?
Es claro que un plan balanceado es la mejor estrategia. Cuando se llega hasta lo último,
hay algunas preguntas prácticas que se deben formular. ¿Necesitas tu carrera u oficio
para proveerte un salario? Entonces debes planearla. ¿Puedes encontrar un trabajo
remunerado que ejercite tus habilidades y talentos únicos? Entonces debes buscarlo.
¿Tienes controlados tus gastos, permitiéndote libertad para elegir tu carrera u oficio?
¿Hay algunas actividades extracurriculares que podrían servirte como alternativa de
escape para tus pasiones personales, liberándote de tener que tomar decisiones objetivas
sobre tu empleo?
Al final, Dios quiere que aprendamos de nuestro trabajo, que él y sólo él, puede satisfacer
nuestras necesidades. Él es nuestro proveedor, quien bendice nuestro trabajo y lo fructifica.
Además, él quiere ser nuestra pasión, dándonos realización al usar nuestras habilidades
y talentos para cumplir nuestro propósito en la vida.
Para la mujer que tiene una carrera profesional o técnica, deben hacerse consideraciones
especiales. El papel de la mujer en el campo laboral ha sido materia de debate y reforma
por más de un siglo. Ha habido una resistencia cultural al concepto de la “mujer
trabajadora”, que no es bíblica. De hecho, La Biblia no enseña ni afirma que la mujer no
debe trabajar ni generar ingresos. En Proverbios 31 se alaba a una mujer que “con voluntad
trabaja con sus manos;” “considera la heredad, y la compra;” “ve que van bien sus
negocios;” y “planta viña del fruto de sus manos.” El concepto de un empleo bien
remunerado de una mujer está vivo y aceptado en La Biblia.
Así que cuando se trata de sostener una carrera, una mujer casada primero debe considerar
sus responsabilidades en la casa y darles prioridad por encima de las otras, tal como se le
manda hacer al hombre. Esto no significa que ella no pueda tener también un trabajo
fuera de casa, pero éste no debe ocupar el primer lugar en su corazón. ¿Significa que una
ama de casa debe renunciar a sus oportunidades profesionales para dirigir su casa? Eso
es entre ella, Dios y su esposo. ¿Debería trabajar una mujer para ayudar a mantener
cierto estándar de vida o debería sacrificar tal estándar y permanecer en casa? Una vez
más, la carrera debe habilitar la huella general en la vida, no determinarla. Lo importante
es descubrir la voluntad de Dios, las “buenas obras” que él preparó de antemano para ti
(Efesios 2:10), y cumplirlas al máximo.
En una cultura que destaca el estatus profesional y terminar una carrera, es fácil subestimar
el alto valor de una casa bien administrada. La gente tiende a obtener un sentido de
identidad con sus títulos ejecutivos y nombramientos en sus labores, ante los cuales las
“amas de casa” a menudo se sienten menospreciadas… o carentes de identidad. Por el
contrario, el manejo de la casa puede ser una carrera por sí misma. Para una pareja que
cría un hijo o simplemente usa el buen manejo de una casa para maximizar el trabajo del
marido o impulsar el ministerio familiar, el trabajo de la mujer en el hogar es tan importante
como la carrera altamente reconocida de su esposo. Es cierto: “Detrás de cada hombre
exitoso, hay una gran mujer”.
Entonces, ¿cómo establecer las metas para tu carrera u oficio? La cultura nos empuja a
poner en primer sitio el dinero y la fama; luego, una vez obtenidos, podemos perseguir
las demás cosas que sean importantes para nosotros. En cambio, La huella de Dios en tu
vida se enfoca en determinar las cosas “no negociables” de tu huella en la vida, para
construir tus metas profesionales en torno a ellas. Esta postura se llama “plan profesional
basado en cero”. Este inicia con los mandatos de la profesión u oficio en cero y construye
los ideales relacionados con ellos, basados en cosas no negociables, que has determinado
estén puestos en su lugar a fin de que contribuyan a tu propósito en la vida.
Por ejemplo, puedes decidir que tu propósito general en la vida requiere que vivas en
cierta ciudad. Tu familia política está allí, también están tus padres ancianos y la iglesia
que Dios está usando para alimentarlos espiritualmente. Vivir en tal ciudad no es algo
negociable. De modo que rechazarás todos los empleos que exijan mudarte. Así funciona
el plan profesional basado en cero.
Otras cosas no negociables pueden ser: número de días que estés dispuesto a viajar,
salario mínimo, naturaleza del trabajo, estándares éticos o morales del mismo, el ejercicio
de habilidades y talentos, etc. Una vez que hayas decidido lo no negociable en tu carrera
u oficio, es mucho más fácil evaluar las oportunidades disponibles.
En particular, en seguida se muestran tres áreas clave para un plan profesional basado
en cero:
Llamado: La primera pregunta por hacer es: “¿A qué soy llamado?” Tu llamado es la
única contribución para construir el reino de Dios durante tu vida. La Biblia está repleta
de historias de personas a quienes Dios les encomendó una misión o tarea específica
para cumplir en sus vidas. Es posible que la voluntad de Dios para tu vida también se
describa así. ¿Ha puesto Dios un plan en tu vida en que tu profesión u oficio pueda ser
usado como fundamento? ¿Hay algún tipo de trabajo al que te sientas llamado a realizar
durante tu vida? ¿Hay algunas fortalezas, debilidades o deseos irresistibles que podrían
sugerir algunas áreas particulares en las que te debieras enfocar… o algunas que debas
evitar? ¿La misión en tu vida involucra metas específicas relacionadas con los alcances
profesionales o laborales?
Después de todo, si pudieras ser cualquier cosa a la que Dios te haya llamado a ser
profesionalmente, ¿qué serías? ¿Puedes identificar algún “camino de piedras” lógico
que te lleve desde donde estás hasta la última etapa de tu carrera u oficio? ¿Cuál sería el
“siguiente paso” en ese progreso?
Ganancia: La segunda pregunta por hacerte es: “¿Qué soy llamado a ganar?” Quizás no
te identifiques con algún llamado profesional u oficio en particular, pues tal vez la mejor
manera de cumplir la declaración de tu misión en la vida sea simplemente utilizar las
oportunidades en tu carrera para consolidar áreas de tu vida que en realidad te apasionan.
Podría ser el deseo de tu corazón hacer donaciones económicas para necesidades
ministeriales que surgen, o ser libre en cuanto a tus finanzas para pasar tiempo de calidad
libre con tus hijos… tu cónyuge… o ser voluntario en un ministerio.
Si pudieras alcanzar cualquier cosa que Dios te llamó a alcanzar económicamente, ¿qué
sería? ¿Qué tipo de entradas económicas requerirías para llevar a cabo dicha meta? Podría
ser una visión enorme… o podría ser sólo trabajar con diligencia y gastar de manera
sabia para cuidar el dinero y tiempo necesarios para perseguir tus sueños. ¿La trayectoria
de tu carrera actual te permite responder al llamado de Dios? ¿La mayor necesidad en tu
carrera sólo requiere permanecer diligente en lo que ya estás haciendo? ¿O necesitas
hacer algunos ajustes… quizás una revisión meticulosa y completa de tu carrera para
llegar a tus metas de ingresos a largo plazo? ¿Podrías identificar algún “camino de piedras”
situado entre donde estás y donde te gustaría estar? ¿Cuál es el siguiente paso lógico
para ti en este punto?
Tiempo: Finalmente, debes considerar cuánto tiempo planeas pasar en tu trabajo. Esto
parece simple, pero es algo que pocos consideramos en realidad. Casi todos podemos
hacer una buena descripción de nuestro empleo o un rango salarial que esperamos alcanzar
algún día. Sin embargo, no muchos piensan en términos de cuánto están dispuestos a
pagar con tiempo por tales metas. Como resultado, tendemos a ser muy buenos al saber
qué cazar vocacionalmente, pero pésimos en comprender el costo a lo largo del camino.
Las relaciones toman tiempo; contemplar la vida y hacer planes, también. Recargar las
baterías y hacer una pausa para fijar la perspectiva en la vida toma tiempo. ¿Hay aspectos
no negociables que mencionarías acerca de cómo inviertes tu tiempo? ¿Hay límites en
cuanto la cantidad de tiempo que estás dispuesto a invertir en tu carrera u oficio antes de
decir “es suficiente”? La Biblia nos manda descansar un día a la semana. ¿Qué sucede
con los otros días? ¿Cuántas horas debieras asignar para cumplir tus objetivos
profesionales? ¿Ocho horas? ¿Diez? ¿Doce? ¿Cuánto tiempo debes separar para otras
actividades? ¿Estás preparado para guardar de manera estricta ese tiempo? A lo largo de
tu carrera, ¿dedicarás más tiempo para trabajar, o menos? Necesitas una estrategia para
establecer límites en tu tiempo de trabajo; de otro modo, el trabajo ocupará el tiempo de
toda tu vida y usurpará el tiempo de tus demás metas personales.
La regla de 80/20 señala que el 20% de tu tiempo genera el 80% de los resultados. Si eres
estratégico en el uso del tiempo y te enfoca en el 20%, y delegas o eliminas el 80%,
podrías incrementar tu impacto al reducir el esfuerzo.
Audio
Esta semana escucha el mensaje de audio 8, “Elige defraudar” (de próxima aparición).
Toma el Gráfico de la huella de Dios en tu vida y llena los campos vacíos. Escribe tu
Declaración de misión personal en el espacio en blanco en la parte inferior del gráfico.
Después, con el cuadernillo Mi huella personal y las notas de las Tarjetas de vida, llena
los campos vacíos bajo cada categoría en el gráfico. Coloca el gráfico en un lugar a la
vista para posibilitar la revisión diaria de tus metas (dentro de tu guardarropa, detrás de
la puerta de tu lugar de trabajo…).
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6. ¿Sientes que tu profesión está alineada en todo con el llamado de Dios para tu
vida? ¿Por qué sí o por qué no?
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Bibliografía recomendada