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¿Por qué un progenitor no debe

hablar mal del otro a sus hijos?

Jennifer Delgado
Yahoo Vida y Estilo27 de febrero de 2020

Más del 30 % de los padres sienten que su ex pareja les está alejando de su hijo. [Foto: Getty]
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Cuando el amor se acaba comienza la guerra. No es un eufemismo. El 22,3%
de las parejas que se divorciaron en España en 2018 no terminaron en buenos
términos y el 45,1% tenían hijos menores de edad, según el Instituto Nacional de
Estadística.
El problema no es que los padres hayan decidido poner fin a su vida en
común, sino que involucren a sus hijos en los conflictos de pareja,
obligándoles incluso a tomar partido en dos bloques enfrentados. El
problema comienza cuando un padre habla mal del otro para poner en su contra a
sus hijos y desarrolla una campaña sistemática de desacreditación en la que solo
hay un gran perdedor: los niños.

¿Qué es el síndrome de alienación parental?

La alienación parental es una forma de maltrato psicológico hacia los menores.


[Foto: Getty]
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Corría el año 1985 cuando Richard Gardner, psiquiatra estadounidense, detectó
que algunos niños que se veían inmersos en un contexto de disputas legales entre
sus padres por su custodia desarrollaban una serie de comportamientos y
síntomas comunes que calificó como “síndrome de alienación parental”.

La alienación parental es una forma de violencia familiar en la que el padre o


la madre intenta dañar la relación del niño con el otro progenitor recurriendo
a diferentes estrategias de manipulación mental con el objetivo de dañar su
imagen para obstaculizar o destruir los vínculos afectivos.
Como resultado, los hijos terminan rechazando al padre o a la madre. Puede
tratarse de un rechazo leve en el que el niño o la niña solo muestra cierto nivel de
desagrado ante la presencia del progenitor, pero también puede generarse
un rechazo intenso en el que se evita el contacto casi por completo porque el
progenitor se convierte en una fuente de ansiedad.

Por desgracia, usar a los niños como arma arrojadiza en medio de una separación
de pareja no es un fenómeno raro. Se estima que más de 3,8 millones de niños
son alienados por uno de sus progenitores en Estados Unidos, según un estudio
publicado en Children and Youth Services Review.

¿Cómo los niños terminan rechazando al padre o la


madre?

Los niños pueden llegar a rechazar a uno de sus progenitores como resultado de
una campaña sistemática de desacreditación. [Foto: Getty]
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La dinámica relacional del rechazo es compleja. La separación de los padres
suele representar un duro impacto emocional para los niños, que se ven
obligados a reestructurar de golpe todo su mundo. En ese momento, los niños
quedan muy vulnerables y buscan nuevas pistas en sus padres que les ayuden a
reconstruir su mundo. Si uno de los padres habla mal del otro estará sentando
las bases para que se genere un rechazo.

Cuando se produce una ruptura brusca de la relación y uno de los padres


abandona de manera repentina el hogar, los hijos pueden desarrollar un
rechazo primario hacia ese progenitor. Esto se debe, por una parte, a que ese
niño interpreta que quien lo ha abandonado es el “malo”, y por otra parte a que el
progenitor que se queda debe explicarle lo ocurrido. En esos momentos de
desconcierto y dolor es difícil que ese padre o madre pueda ocultar sus
sentimientos, por lo que terminará transparentando su malestar. El niño lo captará
y proyectará sobre el otro progenitor, culpándole por haber desestabilizado el
equilibrio familiar.

En otros casos, cuando la campaña de desacreditación se realiza a conciencia, se


produce un rechazo secundario. Suele tratarse de separaciones que no “explotan”
desde el momento cero, sino que se convierten en un in crescendo de reproches y
discusiones que terminan arrastrando a los hijos. Cuando uno de los padres se
presenta como la “víctima”, descalificando al otro progenitor, es
comprensible que los hijos se pongan de su parte y terminen culpando al
otro.

Existen diferentes estrategias de alienación. Las estrategias directas implican


impedir que el progenitor pueda ver o hablar con el niño, rompiendo así la relación
entre ambos. Las estrategias indirectas implican hablar mal de la madre o el
padre, poner en su contra a familiares y amigos o inventar historias para dañar su
imagen y generar rechazo.

Un estudio realizado en la Universidad Estatal de Colorado reveló que las madres


suelen usar estrategias de alienación indirectas mientras que los padres recurren
tanto a estrategias directas como indirectas. No obstante, muchos padres no son
plenamente conscientes del daño psicológico que le pueden causar al niño y las
consecuencias emocionales a largo plazo de la alienación parental.

Las consecuencias de la alienación parental en los


niños
La alienación parental puede desequilibrar emocionalmente a los niños al
arrebatarles a uno de sus padres. [Foto: Getty]
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Los niños a los que un padre intenta poner en contra del otro viven una situación
tensa que termina pasándoles una elevada factura psicológica. Las primeras
fases suelen estar marcadas por la confusión y la inestabilidad emocional ya
que de repente uno de los padres, que debía ser una fuente de seguridad, se
convierte en el “malo de la película”, lo cual pone del revés el mundo infantil.

En los casos más extremos, los niños pueden llegar a experimentar niveles
de estrés elevados en las visitas del padre rechazado. De hecho, debido a la
campaña de denigración contra el progenitor alienado, estos niños pueden
asumir el rol de víctimas por algo que no han sufrido. Si esa situación se
prolonga en el tiempo, es probable que se produzca un desbordamiento
emocional y los niños terminen padeciendo algún trastorno de ansiedad.

La mayoría de los hijos alienados también experimentan sentimientos de


abandono, impotencia e indefensión, a los cuales se le suma la sensación de
culpabilidad por la ruptura de los padres, sobre todo cuando son pequeños y no
comprenden los motivos de la separación.
Obviamente, ese estado emocional termina reflejándose en su comportamiento.
Algunos de los niños alienados muestran conductas regresivas, lo cual significa
que pierden habilidades que habían adquirido y pueden volver a mojar la cama de
nuevo o tener miedo a dormir solos. También pueden sufrir pesadillas o
tener problemas para conciliar el sueño.

Algunos niños pueden llegar a mostrar comportamientos agresivos hacia el


progenitor rechazado, mientras desarrollan una dependencia emocional del
progenitor aceptado. Esa relación dependiente crea un apego inseguro que
sienta sus raíces en el miedo a ser abandonado, el cual puede terminar afectando
la esfera afectiva de esa persona durante toda su vida.

Al contrario, otros niños pueden asumir el rol de defensor del progenitor


aceptado. Estos hijos asumen una función que no les corresponde y “maduran de
golpe”, convirtiéndose en la fuente de seguridad y estabilidad del progenitor que
tienen a su lado.

¿Cómo evitar el síndrome de alienación parental?

No hay necesidad de competir por el amor de los hijos. [Fotos: Getty]


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La persistencia del conflicto entre los padres, sobre todo cuando la separación se
debe resolver judicialmente, genera un estado de agotamiento mental y emocional
que disminuye su capacidad para detectar y satisfacer las necesidades de sus
hijos, sobre todo en el plano emocional.

No obstante, independientemente de cuán duro sea el divorcio, es importante


mantener a los niños lo más alejados posible del conflicto y no usarlos como
una herramienta para canalizar el odio o el rencor hacia la ex pareja.

El progenitor con el que convive el niño debe priorizar el bienestar infantil y


garantizar una relación lo más fluida posible con el padre o la madre. Hay que
tener en cuenta que la relación con ambos progenitores - y sus respectivas
familias - cumple funciones psicológicas importantes para el desarrollo del
niño y les proporciona modelos de rol alternativos. Eso significa que no es
necesario competir por el cariño de los hijos.

No cabe duda de que las rupturas son complicadas y generan sentimientos


difíciles de gestionar. Mientras te repones, es recomendable que solo hables con
tu ex pareja de los detalles relacionados con la educación y el día a día de los
niños. La clave radica en centrarse en aquello que os une, más que en lo que
os separa.

Y cuando tengas que hablar con tu hijo sobre su padre o su madre, hazlo de forma
correcta. Si tu hijo te pregunta, respóndele de manera sincera, pero sin dar
demasiados detalles y, sobre todo, sin expresar juicios de valor. Permite que tus
hijos conozcan a su padre o su madre por sí mismos. Todos asumimos
diferentes roles en la vida. El hecho de que no hayamos estado a la altura de
nuestro rol en la pareja no significa que no podremos ser excelentes padres o
madres.

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