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Semana 8: Libertad y responsabilidad. Elijo y me hago cargo.

¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha
inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso
firme murmurando una oración.
Viktor Frankl.

Aprendizajes esperados:
- Reflexionar sobre la presencia evidente de libertad en los actos humanos.
- Valorar la libertad y la responsabilidad que conlleva.

Conceptos claves: libertad - autodeterminación - responsabilidad – renuncia.

1. La libertad como propiedad de la persona

La frase de Viktor Frankl que inicia esta clase, nos da luces de que la libertad humana es real,
tan real, que es capaz de denigrar al ser humano a lo más bajo que pueda llegar; pero al mismo
tiempo, tan real que es capaz de enaltecer al hombre hasta llegar al heroísmo, como aquellos
que entraron a una cámara de gas orando en su interior. Efectivamente, la libertad humana es
posibilidad de bien y mal, pero ¿qué es la libertad?, ¿qué significa que la persona humana
sea libre?

La libertad es el poder de la razón y de la voluntad que permite elegir multiplicidad de bienes


y que nos permite ejecutar acciones deliberadas. Ya te podrás dar cuenta de que la libertad
tiene relación con las facultades superiores del hombre, de hecho, es una característica de la
voluntad, es una propiedad de los actos de la voluntad. Cuando decimos que alguien actuó
voluntariamente, afirmamos que fue un acto libre, por tanto, la libertad es la misma voluntad
en la medida que ella elige algo particular.

En todo acto libre entran en juego las facultades superiores de la persona, pues la voluntad
elige lo que antes ha sido conocido por la inteligencia. Piensa en alguna decisión que hayas

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tomado, por ejemplo, al tomar la decisión de leer estas páginas, tú antes realizaste un proceso
de deliberación, analizaste las posibilidades que tenías y pudiste reflexionar sobre las ventajas
y desventajas de cada una de ellas.

También gracias a la libertad, el hombre posee la capacidad de auto dirigirse. Esto


corresponde a una soberanía individual de la persona, a la capacidad de actuar en
conformidad con los dictámenes de la razón, por ese motivo, sólo los sujetos racionales
pueden ser libres, los actos que no surgen de la inteligencia, son más bien instintivos,
espontáneos, simplemente salieron sin pensarlos y cuando esto ocurre es muy probable que
nos equivoquemos en acertar, sería un error confundir libertad con espontaneidad, La libertad
es la adecuada gestión de las ganas, y unas veces habrá que seguirlas y otras no (…) Con
frecuencia se confunde espontaneidad con libertad (…) Todos los burros que conozco son,
desde luego muy espontáneos, pero tengo mis dudas acerca de su libertad.

¿Da lo mismo elegir cualquier cosa? Si bien existe la posibilidad de elegir el mal, la verdadera
libertad consiste en elegir el bien, pues la libertad se perfecciona sólo en la medida en que el
hombre se dirige hacia su fin último, la felicidad. La elección del mal, aunque siempre es
posible y real, es un fallo de la libertad, justamente la elección del mal nos aleja de nuestro
fin último y en consecuencia nos aleja del perfeccionamiento de nuestra naturaleza humana.
Al elegir el mal, una y otra vez, la libertad puede incluso anularse por completo y el hombre
pasa a ser esclavo de sus propios deseos.

2. Autodeterminación, responsabilidad y renuncia.

Existen muchos planos de la libertad, es una característica humana que encierra muchas
dimensiones. Libertad es independencia, es autodeterminación, es apertura, es elección, es
querer, es voluntad, es amar. Sin embargo nos detendremos en algunos de estos aspectos de
la libertad que nos parecen más radicales para la existencia humana.

Autodeterminación: Cuando elegimos “algo”, lo que sea, bueno o malo, o elegimos a


“alguien”, de algún modo, nos elegimos a nosotros mismos de tal o cual manera. En cada
decisión vamos forjando nuestro propio modo de ser, pues no sólo elegimos cosas externas,
ya que el mismo acto de elección tiene efectos en la persona; por ejemplo, aquél que elige

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mentir se autodetermina como mentiroso; el que elige realizar actos de justicia se transforma
en una persona justa. En definitiva, cada vez que elegimos con un acto libre y voluntario no
sólo elijo algo que está fuera de mí, sino que en ese mismo momento me elijo a mí mismo.
Si ante una ofensa de uno de mis hermanos hacia mí madre, yo elijo defenderla, estoy
eligiendo la persona recta y justa que puedo ser; si, en cambio, mi elección es hacer caso
omiso del hecho, con absoluta indiferencia, opto por la persona injusta, fría e indiferente que
también podemos ser. Por ello deberíamos grabarnos a fuego en nuestra conciencia: “uno es
lo que quiere ser”.

b. Responsabilidad: Si anteriormente aprendimos que la libertad sólo es posible en los sujetos


racionales y que la libertad no es espontaneidad absoluta, entonces todo acto libre es
imputable, es decir, la responsabilidad del mismo se le puede atribuir a alguien. Los actos de
los animales, en cambio, son inimputables: desde el punto de vista legal y moral los animales
no son responsables de sus actos. Las personas debemos dar cuenta de nuestras acciones si
es que son realizadas con nuestro “querer”, por el contrario, cuando hacemos algo malo sin
intención decimos “no quise hacerlo”, “no me di cuenta”. Libertad y responsabilidad son
inseparables, la libertad humana está regida por la responsabilidad y el deber, pero, ¿ante
quién debemos responder? Cada uno de nosotros es responsable ante los demás de lo que
hacemos. No existe acción humana que no tenga una consecuencia en otros, ya sea a corto o
largo plazo, todo lo que hago repercute en los demás. Una persona no es un individuo aislado,
completamente independiente de los demás, sino un miembro activo de una comunidad
donde su vida y su libertad continuamente se integran y se encuentran con la libertad y la
vida de los demás. Por otra parte, debemos responder también frente a nuestra conciencia,
supongamos que no he perjudicado a nadie con mi decisión, aunque eso ya es muy difícil
que ocurra, al menos esa acción tiene repercusiones en mi propio ser, y aunque nadie me
observe, debo responder a mi conciencia que pregunta incesantemente: “¿por qué lo
hiciste?”.

c. Renuncia: Cada decisión humana implica una renuncia. Ahora que has decidido leer estas
páginas, has renunciado a muchas otras posibilidades que tenías en mente. Podrías haber
optado por salir con un grupo de amigos y pasarla bien, pero elegiste estudiar por un bien
superior y probablemente la diversión quedará para otra oportunidad. O si decides realizar

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una dieta para bajar de peso, deberás estar dispuesto a renunciar a los alimentos excesivos
en calorías, quizás a los altos en sodio, grasas saturadas y azúcares, y a los hábitos poco
saludables. Pasa lo mismo cuando decides estar en pareja. ¿Qué sucede si no estás dispuesto
o dispuesta a renunciar a otros hombres o a otras mujeres? En este caso, renunciar demuestra
el amor por la persona amada, para comprometerse con la persona elegida y generar vínculos
permanentes.

Esto nos recuerda algo que, de algún modo ya sabemos: no podemos elegirlo todo. La
libertad humana no es absoluta ni ilimitada, es una libertad situada, ya que en la vida no todo
es elegible. Existen ciertos elementos que vienen dados en nuestra naturaleza, hay también
limitaciones físicas y sociales que son la base sobre la cual es posible ejercer nuestra libertad
y perfeccionarla, pues no es posible elegir en el vacío. La propia situación en la que uno vive
es un límite, pero es contando con ella y a partir de ella que puedo ejercer mi libertad. Una
libertad que no dependiera de nada ni de nadie, una libertad total, sencillamente sería
inhumana, irreal e imposible, sólo una fantasía. En la medida en que vivo en una situación
histórica, real y concreta, en una familia, ciudad y época determinadas, en esa misma medida
dependo y soy según ellas, y ejerzo mi libertad dentro del marco que ellas me proporcionan.

Renunciar es también comprometerse con lo elegido, generar vínculos permanentes y


estables. Libertad y compromiso no se oponen, el compromiso no es un límite. Por el
contrario, a través de nuestras promesas manifestamos nuestra plena libertad, el compromiso
es signo de inteligencia y de amor, pues sólo las personas podemos comprometernos. Por
ejemplo, el buen cuidado de los hijos implica elecciones y renuncias, compromiso personal
por el amor que les tenemos, el cual nos lleva a pasar noches en vela cuando están enfermos,
organizar nuestro tiempo para priorizar el compartirlo con ellos, cuidar nuestras palabras y
el ejemplo que les damos, corregir con cariño cuando es necesario, y alentar siempre, aun
cuando estemos cansados.

Cuando decides ingresar a una institución a estudiar una carrera, debes tener en cuenta lo que
implica tal elección, ya que requiere un enorme compromiso de tu parte. Los estudios
representan una plataforma de crecimiento fundamental para quien decide estudiar. La
responsabilidad y la perseverancia con la que se afronten serán decisivas para lograr el mayor
aprovechamiento en la propia formación y para llevarlos adelante con éxito.
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Lo planteado en estas páginas, nos invita a ejercer la libertad contando con el futuro, mirando
hacia adelante: la libertad es para algo, es para realizar la tarea que debo llevar a cabo,
siempre hay un puerto al cual dirigirse. No pudimos elegir la condición social en la que
hemos nacido pero de ella puedo rescatar aspectos valiosos para crecer como persona y elegir
algo diferente para mis hijos. La libertad asume tareas y riesgos, se compromete, apuesta por
un proyecto, por un ideal o por una persona. La libertad adquiere sentido cuando tiene un
para qué, cuando está al servicio de una causa, de lo contrario mi libertad no pasa de ser un
capricho, una trivialidad.

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