Está en la página 1de 1

Arrimar el hombro

LUCÍA MBOMÍO

Parece que la pesadilla sanitaria está perdiéndole el pulso a la vida, aunque para llegar hasta
aquí, miles de personas se hayan quedado sin ella. Es difícilmente asumible lo que ha sucedido por la
cantidad de gente que ha fallecido y porque no ha habido adioses. Así es muy difícil entender que la
escritura vital cesa y que hay que ponerle punto final.
5 Entre tanto, el personal sanitario, el de limpieza y cuidados o quienes trabajan en los
supermercados vuelven a respirar tras contener el hálito meses. Al parar para llenarse los pulmones,
tal y como narraban en el reportaje de este mismo medio, “Los que se enfrentaron a la curva”, les da
tiempo a pensar en todo lo que han pasado y solo ahora pueden llorar. Resolvieron corriendo,
apagaron mil fuegos y en la actualidad tienen que intentar extinguir los que llevan dentro, los de sus
10 recuerdos. Les toca el turno a los psicólogos hacer su trabajo, aunque siempre quedarán brasas. Para
el trance que hemos atravesado nadie está preparado.
Sin embargo, cuando no veíamos luz al final del túnel, muchas personas, aún caminando entre
las sombras, se preguntaron qué podían hacer en lugar de esperar a que hicieran por ellas. Desde los
barrios se han creado un montón de iniciativas hermosas, cuidados paliativos en épocas complicadas
15 que readaptados podrían seguir y que quizá, tengan que continuar con el fin de asistir a las víctimas
de la crisis económica que sucederá a la de la covid-19.
Tal es el caso de la Cocina Solidaria 2020, una asociación nueva que tiene su base de
operaciones en las cocinas del polideportivo Parque Lisboa de Alcorcón desde donde, diariamente,
un equipo de voluntarios distribuye más de medio millar de comidas por la capital.
20 Sin duda, es momento de seguir arrimando el hombro, de volver a despertar la creatividad de
los lugares pequeños, de las periferias, de los pueblos e, incluso, de los portales para que la que nos
viene, o más bien, ya está aquí, se vea un poco amortiguada gracias a la coordinación y actuación
vecinal colectiva.
Ahora es cuando toca hacer memoria y apoyar al comercio pequeño que se ha desdoblado
25 para no dejarnos tirados, cuando íbamos con el abrigo, la capucha subida, mascarilla, guantes y gel
hidroalcohólico en el bolsillo, hasta a tirar la basura por si nos contagiábamos. A esa gente que de
día abría sus locales y nos atendía con ojeras y con sonrisas. Las sonrisas afloraban debido a que
veían a su clientela de siempre y comprobaban que estaban bien y también, obvio, a que sentían que
algo bueno habrían hecho si toda esa gente les estaba siendo fiel. Lo de las ojeras tenía sentido
30 porque han perdido horas de sueño. Decía María José Díaz de la frutería alcorconera “La perita en
dulce” que había días en los que su jornada laboral comenzaba a las 9 de la mañana y concluía a las
11 de la noche por tener que preparar los envíos para un reparto que, en demasiadas ocasiones, se
alargaba hasta las tantas. Hay viviendas sin ascensor y otras que están en zona peatonal, no era fácil
llegar a todos lados, pero lo han intentado y, casi siempre, lo han logrado

También podría gustarte