Está en la página 1de 5

¡Por fin una mina de oro que respeta la naturaleza!

En Colombia, donde la explotación ilegal de oro destruye los paisajes y contamina los ríos, una
compañía nacional ha creado una explotación piloto. Luego de su paso, dicha compañía dona
las tierras utilizadas a los agricultores, para que estos​ ​las reverdezcan.

La avioneta ​proveniente de Medellín aterriza sobre el aeropuerto del Bagre, un campo vigilado
por cebús ubicado dentro de los límites del pueblo. ​Este pueblo, ​situado a 20 minutos de la
carretera que comunica a Medellín con Cartagena, está en un lugar donde guerrilleros de las
FARC y paramilitares llevan a cabo la llamada pesca milagrosa (secuestro). El pequeño bimotor
es el medio más seguro para llegar a esta localidad de 70 mil habitantes enclavada al pie de tres
cordilleras colombianas, en el corazón de una inmensa planicie. ​Ruidosas motos ​cargadas de
pasajeros y costales traquetean por el sendero que lleva al “centro”: una calle comercial de
barrios de casitas ​pulcras ​perfectamente alineadas,​ ​y la ​iglesia El Carmen cuyo estilo colonial
evoca el origen del pueblo, el cual fue fundado, según dicen, en 1675 por el español Alcántara,
en​ ​las tierras de los indios Yamesíes.

En los talleres de orfebrería, ​siempre se practica la técnica de ​filigrana traída por los colonos
oriundos de Sevilla, quienes vinieron en búsqueda de oro, la cual es la actividad principal de El
Bagre. Más comunes, las tiendas, ​que se asemejan ​a los almacenes generales ​del lejano oeste,
ofrecen fiambreras, carreteles de cuerda, plantas eléctricas, mercurio vendido por gramos en
frascos, palas y demás artilugios. Cubiertos con el típico sombrero vueltiao, los hombres se
dirigen a las trastiendas ​donde truecan ​pedazos de oro amorfos (los chicharrones) por el
material necesario para la prospección. Dentro ​de las fundidoras, ​aunque son oficiales, no son
muy estrictas con respecto al origen del metal, ​así, los buscadores de oro vienen a derretir la
amalgama de mercurio y de oro.

En El Bagre, el ​destino parece inmutable; para vivir, los habitantes de la región solo conocían
dos opciones: trabajar como buscadores ilegales de oro en la planicie dominada por las ​FARC; o
cultivar campos de coca pertenecientes a narcotraficantes aliados con la guerrilla o grupos
paramilitares.

Sin embargo, ​una mina de oro de otro tipo ​está ​quizás cambiando la situación. Mineros, la
compañía legal más importante de la región, propiedad del estado, desarrolla una estrategia
innovadora ​en este tipo de actividades. ​Esta mina de oro aluvial cuida el medio ambiente hasta
el punto de lograr ​redistribuir la tierra a los humildes campesinos, quienes ​encuentran allí los
medios para cultivar algo diferente a la coca. Colombia, de la que con frecuencia se cree ​que es
una tierra sin ley y de prebendas, está creando un modelo de explotación minera que podría
servir como ejemplo de desarrollo sostenible.

Como una verdadera ciudad, Mineros está separada del resto del municipio del Bagre por una
base militar. Las casas de 770 empleados y sus familias, los clubes, los restaurantes y la piscina
están esparcidos sobre un barrio ​de campos verdes semejante ​a un pueblo vacacional. Los
hangares, los talleres, helipuerto, las oficinas, las fundidoras y los laboratorios están ubicados
más cerca del pontón erigido sobre el río Nechí. Las lanchas, largos barcos fueraborda, ​son
prestadas para llevar a los trabajadores hasta los filones ​que están en proceso de explotación.
Las embarcaciones, que cavan sobre el río día y noche, siete días a la semana, están a una o dos
horas de navegación.

Sin embargo, ​para llegar allá, es necesario un cuarto de hora en el ​helicóptero ​de la capitana
Beatriz Muños Zuluaga. Cada cuatro días, la piloto de cabello corto, inspecciona las dragas una
a una para buscar la producción de oro. El helicóptero despega bajo la vigilancia de guardias
armados. Beatriz sube a unos 610 metros de altura, altitud de seguridad para evitar eventuales
ataques mortales.

La misión comienza con un sobrevuelo a la central eléctrica situada sobre una represa
hidráulica en la cordillera. Las entradas taladas de la fábrica no despiertan ninguna sospecha,​
excepto por el verde oscuro de la montaña que se acentúa por la cantidad de manchas más
claras de los campos de coca. El helicóptero gira hacia el Nechí. El panorama se abre sobre la
planicie donde innumerables canales de agua serpentean en medio de los campos. El delta del
río Cauca forma la duodécima reserva de agua dulce y el primer sitio aurífero de Colombia. Las
partículas de oro extraídos de la montaña se acumulan allí desde hace millones de años. Con
380 Km2, la concesión Mineros cubre una vigésima parte de esta región del Bajo Cauca, entre la
cordillera y la orilla sur del río Nechí.

Las dragas de la empresa nacional están ubicadas sobre el agua, vigiladas por una brigada
militar. Después de verificar por radio que el lugar está seguro, Beatriz ubica el helicóptero
sobre cada draga, allí se demora menos de un minuto. Las hélices giran mientras que un
empleado trae un recipiente de metal sellado y lleno del polvo gris: amalgama de oro y de
mercurio. Es acá cuando comienzan las buenas intenciones ecológicas de la compañía. En
efecto, las dragas y sus decenas de cucharas raspan sin cesar el lecho, remueven 20 millones de
metros cúbicos de aluvión cada año para producir dos toneladas y media de oro puro. Se
puede constatar la destrucción de las riberas, y ​la esterilidad de la capa vegetal, en donde la
tierra antes situada a más de 20 metros de profundidad ahora se encuentra en la superficie, la
explotación se realiza ​dejando perjuicios. Pero, por lo menos, ​el agua ​ya no es contaminada con
mercurio. Los ingenieros de Mineros aplican técnicas de última generación con el fin de
recuperar los productos químicos que son utilizados para separar el oro del limo. La operación
se efectúa en una pieza hermética sobre la misma draga, la emisión de mercurio es casi nula.
Motivado en un principio por intereses ​económicos, ya que el mercurio es extremadamente
costoso, el proceso tiene sus ventajas: protege el agua y el aire.

En los laboratorios, durante el ​proceso final del oro, el mercurio se recupera por medio de un
sistema de alambiques, y los vapores captados por los carbones activos son reciclados. Una
precaución útil: bajo su forma volátil el mercurio es más peligroso puesto que las partículas
pueden ser inaladas por hombres y animales.

La cosecha que Beatriz transporta hoy alcanza los treinta kilos, una cifra que puede llegar cerca
de los siete mil euros. De regreso a la base, la joven vuela por encima de la orilla norte del
Nechí. Desde allí, aparecen zonas desérticas intercaladas en los terciopelos verdes de los
arboles, las cuales son explotaciones ilegales ocultas desde el suelo pero que desde las alturas
se ven claramente.

Al lado de los bulldozer, las embarcaciones y los laboratorios cubiertos de techos negros se
encuentran los parajes del río que son azul turquesa o naranja metálico debido a los ácidos
sulfúricos, cianúricos o de zinc. Estos productos se utilizan para recuperar el oro aluvial, y luego
son desechados en el medio ambiente sin ningún control. Los vapores fluorescentes de
mercurio se aplacan a los lejos en el río. Una vez las tierras son explotadas, los buscadores
ilegales de oro se marchan y dejan sus desechos tóxicos en estos lugares.

Los obreros trabajan bajo la protección del ejército

Sin embargo, a algunos kilómetros de allí, todo es completamente distinto. Una b​andada de
grullas blancas levanta vuelo desde un enorme jardín con árboles y plantas alineados
impecablemente. El helicóptero sobrevuela las ciento diez hectáreas de la granja piloto creada
por Mineros. C​olocar cualquier cosa sobre las toneladas de tierra destruida por la explotación
de oro es otra estrategia de la compañía minera, supervisada Gonzalo Escobar, para proteger el
medio ambiente. Hombre de 50 años, de buen aspecto, ojos tristes; Gonzalo tiene la paciencia
de aquellos que han pasado por muchas dificultades. Trabaja con Mineros hace ya 30 años. En
aquel tiempo, la firma era propiedad de una compañía norteamericana y en todas partes, a las
minas legales no les interesaba más que a las ilegales preservar el medio ambiente.

No obstante, todo cambió en 1999 cuando las primeras directivas del​ ​Ministerio de Ambiente
en Colombia, creado seis años antes, obligaron a las compañías mineras a rehabilitar las tierras
explotadas; como resultado de esto, los accionistas norteamericanos de Mineros tiraron la
toalla en vista de las inversiones que serían necesarias. El Estado colombiano, que se volvió
accionista mayoritario de la compañía, confió la presidencia de la firma a Beatriz Uribe,
directora financiera de la empresa desde 1976. La P-DG se vio enfrentada, inesperadamente, a
varios desafíos, como el agotamiento de filones de oro o nuevas exploraciones que eran
necesarias. Nada fácil en un lugar sometido por grupos armados y productores de coca.

Con el fin de mejorar la seguridad y “estabilizar” la población, Mineros se vio inmiscuido en el


centro de un amplio programa de rehabilitación y redistribución de tierras a los campesinos
locales. Rafael Roldán Jiménez, el gerente de Mineros, no trata de ocultar los objetivos de la
compañía, que no son precisamente filantrópicos. En la región donde nació el grupo guerrillero
las FARC, que inicialmente luchaba por una repartición más justa de la riqueza, es una mina de
oro que le da la oportunidad ​a los más necesitados de acceder a la propiedad de la tierra.
“Debemos esperar que con una casa nueva, animales, semillas, material y la asesoría apropiada,
estas familias motiven al resto de la población para que dejen los cultivos de coca y la
explotación ilegal de oro que genera tanta polución y mafia”, dice Rafael. El asentamiento de
agricultores ​convertidos en propietarios es también un buen medio para evitar la presencia de
personas indeseables en el territorio de la concesión.

Si el maíz sale bien, el agricultor se volverá propietario de la tierra que le fue entregada

En el alba, Gonzalo se embarca en una lancha acompañado de militares y de una docena de


obreros que parten a relevar al grupo de la noche en otra embarcación. El barco se enfila al
nivel de las garzas, rodea las enormes raíces entrelazadas, y pasa debajo de la algarabía de un
puñado de monos. Al llegar a la embarcación, los obreros descienden con los militares quienes
toman su lugar en unas instalaciones blindadas ubicadas al lado ​de las baterías de mortero.
Gonzalo verifica que los bulldozer ya estén dando forma a la mezcla de lodo y agua
arrojada por la parte trasera de la embarcación. Así comienza de forma simultánea, la
preparación de una futura parcela agrícola y la explotación de la zona.

Él retoma su viaje,una hora más de navegación, hacia la finca Mineros. En el camino, la


lancha pasa cerca de buscadores de oro ilegales y solitarios. Un poco más lejos, tres hombres
trabajan sobre una pequeña draga, dos sobre la cubierta para clasificar el oro, y uno sobre el
agua para barrer el fondo con un grueso tubo de una bomba. Es inútil perseguir a estos ilegales
que aunque recojen migajas... No obstante, el mercurio que utilizan sin precaución irá
directamente al agua.

Entre más nos alejamos de los sitios de producción, más el río recupera sus colores naturales.
La lancha se aleja del camino principal y toma otro más sinuoso bordeado por árboles
rebosantes de pájaros. La granja piloto de Mineros, que parece un "refugio ecológico", está
situada en lo alto de la colina con vista a un campo silvestre. Detrás de esta, se encuentran
plantaciones de piñas e intermitentes árboles de caucho . Las raíces de los heveas, así como las
bananeras participan en la consolidación del suelo. Allí también crecen á​rboles de mango o de
cacao separados por densos bosques. Creada en 2000 sobre antiguos filones donde la tierra se
parecía al Desierto Gobi, la finca sirve de laboratorio de pruebas ecológicas. Gonzalo, ingeniero
ambiental, descubrió allí las funciones de la acacia mangium. Esta leguminosa, de crecimiento
desenfrenado, “reoxigena” el suelo, y crea rápidamente un humus vegetal propicio para la
agricultura. Actualmente, la producción de pequeñas piñas dulces ​resulta ser bastante exitosa,
así​ ​su comercialización da los primeros pasos.

Todo lo que rodea la explotación agrícola, 21 casas rurales de catorce hectáreas han sido
asignadas a otras tantas familias locales. Para mitigar el aislamiento, dichas casas están unidas
por senderos, de los cuales algunos han sido fueron construidos sobre el agua. Las parcelas
fueron asignadas a los campesinos mediante un programa de apoyo económico por tres años,
el cual les debe permitir alcanzar la autosuficiencia. “La Fortuna” es el nombre que los Sánchez
le dieron a su casa situada al final de un camino rodeado de flores. En el patio, Elena Sánchez
prepara el café con agua extraída de un purificador que funciona con energía solar. En el corral,
decenas de pollitos pián alrededor de los pollos y de la marrana. Acurrucado y con el machete
sobre las rodillas, Víctor Sánchez rueda los granos multicolores sobre su ásperas manos; él le
muestra a Gonzalo el nuevo cultivo de maíz criollo. La planta local, que es menos costosa al
comprarla ​que el maíz, se adapta al clima. Si el maíz aguanta, el campesino se volverá
propietario de su tierra que le pertenece aún a Mineros. En la parcela vecina, Rogelio y
Moricela Ortega no tienen más de cincuenta años entre los dos, mas tienen tres pequeños hijos
de tres, cuatro y 8 años. Moricela se encarga de las vacas y engorda algunos corderos para
consumirlos. ​Rogelio cosecha frutas, y además nunca le faltan ideas que puedan mejorar su
granja; ​él acondicionó un estanque para la piscicultura, y le gustaría aprovechar el terreno
inundable para probar con el arroz.

Thierry Blondel, un experto francés reconocido internacionalmente por tratar lugares


contaminados, llegó a Mineros en 2006, por petición de la Oficina Nacional de Bosques (ONF) y
la compañía nacional del Ródano. Al visitar la finca, dice: “nunca había visto proyectos con tan
buenos resultados”, y concluye: “Francia haría bien en inspirarse en la experiencia de Mineros
con el fin de utilizarla en la Guyana”.

También podría gustarte