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MISIÓN POPULAR:

PLANTEAMIENTO Y REALIZACIÓN

I.- PLANTEAMIENTO

1.- La Iglesia existe para evangelizar

La Iglesia existe para evangelizar. Evangelizar constituye su dicha y su vocación


propia, su identidad más profunda; es su misión esencial (cfr. Evangelii nuntiandi, 14).

Su razón de ser es comunicar a todo hombre el amor del Padre que ha entregado a su
Hijo para que todos tengan vida y vida en abundancia (Jn 3,16). Ha sido enviada para
proclamar el Evangelio a toda criatura, de manera que cada hombre, por la acción del
Espíritu, acoja a Cristo por la fe y encuentre la salvación (Mc 16,15-16).

El anuncio del Evangelio suscita la fe y la conversión: “¿Cómo creerán sin alguien


que les predique?” (cfr. Rom 10,14-17). Sin evangelización no puede haber fe ni vida
cristiana. En cambio, cuando se proclama el Evangelio con poder se realiza la
transformación del que acoge esa Buena Noticia con fe: “El Evangelio es fuerza de Dios
para la salvación de todo el que cree” (Rom 1,16).

2.- Necesidad y urgencia de una nueva evangelización

La fe no es algo hereditario ni automático. Cada nueva generación debe ser


evangelizada, cada hombre que viene a este mundo necesita que le sea propuesto el
Evangelio para poder aceptarlo.

No debe sorprendernos la increencia y la descristianización actuales. Tienen sus


causas que no es el caso analizar aquí. Son ante todo una llamada de Dios, una
interpelación del Espíritu para que volvamos a anunciar el Evangelio con renovado
vigor.

Dejando desánimos y lamentos estériles –y también consuelos ficticios–, se trata de


que descubramos que es la hora de evangelizar. La polea de transmisión de la fe se ha
roto y es preciso volver a anunciar el Evangelio, que muchos entre nosotros aún no han
escuchado. También para el hombre de hoy el Evangelio sigue siendo nuevo y
profundamente liberador.

3.- En el corazón de la Iglesia diocesana

Es la Iglesia particular, la comunidad diocesana, con su obispo a la cabeza, quien ha


recibido la llamada a evangelizar y tiene la responsabilidad de hacer que resuene el
anuncio del Evangelio en los oídos de todos los que habitan en su territorio.

Sin negar que existen carismas específicamente misioneros para el primer anuncio, es
la diócesis en cuanto tal quien ha recibido esta misión en primera persona. Y la diócesis
tal como es: obispo, sacerdotes, laicos cristianos, consagrados.
Es la Iglesia diocesana como tal la que ha de realizar un esfuerzo de “auto-
evangelización”. No tenemos que esperar a que vengan otros de fuera a evangelizarnos.
Son nuestras parroquias y arciprestazgos los que deben hacerse misioneros. Se trata de
que pongamos en marcha toda una diócesis auténticamente misionera: Toledo
evangelizada, Toledo evangelizadora. Y en ella todos sus miembros, todos los grupos e
instituciones.

4.- Con cristianos profundamente renovados

La condición fundamental e imprescindible para evangelizar es haber sido


transformado por Cristo. Sin un encuentro personal y vivo con Cristo el Señor que por
su Espíritu nos ha dado nueva vida, sólo transmitiremos palabras huecas. Sólo
evangeliza el testigo: el que tiene experiencia personal.

Para realizar esta nueva evangelización hemos de infundir espíritu evangelizador en


estos cristianos “vivos”, haciéndoles entender que son necesarios y que en anunciar a
Cristo nos va la vida: “¡Ay de mí si no evangelizare!” (1Cor 9,16).

Hay que unir todos estos elementos vivos y lanzarnos a anunciar a Cristo. Con
coordinación. Con desinterés. Sin actitudes grupistas o sectarias. Con el único anhelo de
que todo hombre se sepa amado por Cristo. Con el único deseo de que la Iglesia crezca
y se renueve.

5.- Con algunas claves fundamentales

a) Id y anunciad. Las misiones populares antes consistían en llamar para que vinieran
a escuchar al misionero. Jesús, en cambio, nos invita a ir, a buscar –como Él– la oveja
perdida (cfr. Ez 34,11-16). Vamos en su nombre, sin prejuicios, con un amor inmenso a
cada hombre.

Y vamos para anunciarle el amor de Dios: que en medio de su infierno y su pecado, en


su esclavitud, ha sido amado por el Hijo de Dios que por Él ha entregado la vida (cfr.
Gal 2,20) para que se salve y tenga vida eterna.

b) En oración y súplica. La evangelización no es una tarea meramente humana, sino


sobrehumana. Nosotros no podemos cambiar el corazón de nadie ni infundir la fe en
nadie. Por eso vamos colgados de Dios, apoyados en la oración, rogando
constantemente –como Pablo– que Dios abra puertas al Evangelio (Col 4,3), que abra
caminos en medio del mar, que la acción de su gracia someta y rinda los corazones a
Cristo (2Cor 10,4-5). En la evangelización, más que en ninguna otra cosa, es
rigurosamente verdadera la sentencia de Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).

c) En comunidad. No evangeliza el individuo, sino la Iglesia. Por eso es tan


importante evangelizar en comunidad, con profundo espíritu de comunión, en actitud de
servicio, en obediencia (al obispo, al párroco, al responsable). Sólo así damos verdadero
testimonio. Y sólo así construimos Iglesia. No podemos ir “por libre” o con actitudes
grupistas.

d) Con obras y palabras. Dios ha querido revelarse “con obras y palabras


inseparablemente unidas” (Dei verbum, 2), y quiere seguir dándose a conocer con la
misma pedagogía. No bastan las obras, pues se requiere el anuncio explícito de
Jesucristo. No bastan las palabras, pues deben ser confirmadas por las obras. De ahí que
en el libro de los Hechos aparezcan, junto a la predicación potente, los “signos y
prodigios” (Hch 2,43; 5,12). Sólo una comunidad que ofrece la proclamación valiente
del nombre de Jesús y el testimonio personal y comunitario coherente es capaz de
evangelizar eficazmente.

6.- Con unos objetivos definidos

También es importante que estén claros los objetivos que pretendemos con la
evangelización y –más en concreto– al realizar una misión popular:

a) Que cada persona se encuentre con Cristo. Este es el objetivo fundamental: que
llegue el anuncio del Evangelio a cada persona, en los diversos pueblos y barrios,
incluidos los que habitualmente son indiferentes o se han alejado de la práctica de la fe
cristiana. Este anuncio busca suscitar la fe y la conversión, y consiguientemente la
incorporación a la Iglesia y la recepción de los sacramentos.

b) Además, la misión popular persigue un fin comunitario: la renovación y


revitalización de la parroquia. De siempre, un objetivo esencial de la actividad
misionera de la Iglesia ha sido la “plantatio Ecclesiae”, implantar la Iglesia (Ad gentes,
19-22; Redemptoris missio, 49-50). Entre nosotros está implantada, pero muchas veces
la vida parroquial es lánguida. Es necesaria esta renovación y revitalización, pues sólo
comunidades vivas pueden evangelizar eficazmente.

c) Suscitar espíritu evangelizador en el seno de las parroquias. La misión es una


acción puntual; en cambio, la tarea evangelizadora ha de ser permanente. Por eso, es
objetivo de la misión popular despertar el deseo de evangelizar en los más posibles, de
tal manera que no sólo contribuya a renovar la vida parroquial, sino también a hacer
surgir una parroquia evangelizadora que continúe permanentemente yendo a los
alejados para anunciarles a Cristo. “¡La fe se fortalece dándola!” (R.M. 2).

7.- Aprovechando la religiosidad popular

El Magisterio de la Iglesia nos recuerda la conveniencia de valorar la religiosidad


popular y aprovecharla en orden a una más profunda evangelización. Y lo corrobora el
sentido común y la experiencia.

La misión debe saber integrar aquellos elementos de la religiosidad popular que se


encuentran hondamente enraizados en la conciencia y en la cultura de cada pueblo o
ciudad. Lo cual ha de realizarse con un adecuado y prudente discernimiento. Así, el
evangelizador actúa como un padre de familia que saca de su tesoro lo antiguo y lo
nuevo (cfr. Mt 10, 52).

II.- REALIZACIÓN

Para que la misión popular alcance los frutos deseados requiere una adecuada
preparación; y después de la misión propiamente dicha exige un proyecto parroquial de
continuidad. Pues la misión no es un acto aislado, desconectado del conjunto de la
pastoral, sino una acción evangelizadora particularmente intensa integrada en todo el
proceso evangelizador.

Por tanto, debemos indicar tres momentos:

a) Preparación (pre-misión).
b) Realización (misión).
c) Proyecto de continuidad (post-misión).

A) Preparación (pre-misión)

1.- Objetivos

a) Despertar el interés por la misión y lograr que la gente se vaya disponiendo para
ella.

b) Suscitar un movimiento de oración por el fruto de la misión.

c) Realizar los preparativos necesarios en todos los órdenes.

2.- Destinatarios

Todos, tanto los que participan habitualmente en la vida de la parroquia como los
alejados; habría que intentar despertar sobre todo el interés de estos últimos.

3.- Medios

a) Intensificación de la oración

* Algún tiempo semanal especialmente dedicado a orar por la misión en el templo.

* Estampa con oración por la misión para repartir a todos.

* Pedir oración a comunidades contemplativas.

* Proponer a la gente que ofrezcan sacrificios y sufrimientos por el fruto de la misión


(especialmente los enfermos y ancianos).

b) Preparación del equipo de misiones

* Reunión con el párroco para un conocimiento detallado y a fondo de la realidad de


la parroquia.

* Reunión para decidir el plan concreto de la misión.

* Capacitación en los aspectos en que sea preciso (cómo realizar las visitas, cómo
anunciar el kerygma...).

* Orar juntos.
* Distribución de tareas y funciones.

c) Preparación del equipo parroquial

* Un grupo de personas que el párroco considere idóneas para la preparación y


realización de la misión y que serán claves para la continuidad posterior (pueden formar
parte del equipo de misiones).

* Se trata de infundirles ardor evangelizador y ofrecerles una capacitación espiritual y


una formación teórica y práctica en orden a la misión.

d) Difusión

* Pancarta grande en la fachada del templo y/o en algún lugar céntrico y visible.

* Carteles para repartir por los establecimientos públicos.

* Octavilla para repartir por todas las casas.

e) Jornada de lanzamiento de la misión

Puede ser útil que aproximadamente un mes antes de la misión se tenga un domingo
como lanzamiento de la misma, con la presencia del equipo de misiones. Es un modo de
“calentar motores”, predisponiendo para la misión y preludiando de algún modo lo que
ésta va a ser. (Puede ser ocasión de que algún misionero dé un testimonio al final de la
misa, puede haber cantos con niños y jóvenes en la plaza, se puede aprovechar para
buzonear la octavilla antes mencionada...).

f) Preparativos materiales diversos

* Plano detallado de la parroquia.

* Censo básico con el número de familias.

* Hoja con el contenido del kerygma para repartir durante la misión.

* Otros materiales que se vayan a usar (estampas, medallas, rosarios, folleto con
cantos...).

* Alojamiento para los misioneros de fuera de la parroquia.

B) Realización (misión)

1.- Objetivo

El anuncio del kerygma. Esta proclamación –que persigue la conversión y la adhesión


a Cristo– es la que debe estar presente en toda la misión, tanto en las visitas como en las
asambleas y en las predicaciones masivas. De ahí se sigue que todos los evangelizadores
han de poseer esta mentalidad kerygmática (tanto en los contenidos como en el estilo de
proclamación).
2.- Medios

Para una misión esencialmente sobrenatural también los medios han de ser sobre todo
evangélicos y sobrenaturales:

a) Visiteo: Se trata de, obedeciendo el mandato de Jesús (“id”), buscar a cada persona.
Eso supone un profundo sentido de fe, una gran caridad hacia los evangelizados y un
sincero olvido de sí. En esta visita se anuncia a Jesucristo y se invita a las asambleas y
demás actos. Se puede entregar un tríptico con el kerygma, estampa, medalla, etc.

b) De dos en dos: Siguiendo también la indicación de Jesús (Lc 10,1), este modo de
acercarse es una manera de hacer presente a Cristo (“donde dos o más...” Mt 18,20) y a
la Iglesia (notar que al evangelizado no sólo se le invita a adherirse a Cristo, sino a
incorporarse a la Iglesia: Hch 2,41; 17,4). Si no hay comunión profunda de corazones
este ir de dos en dos no sería eficaz; la pareja que visita ha de reflejar su unión con la
Iglesia entera, concretada en el equipo misionero. Por lo demás, ir dos juntos ayuda a
complementarse (no conviene que se elijan las parejas por afinidades naturales).

c) Oración: Es el arma más eficaz para el fruto de la misión. Por eso los misioneros
oran abundantemente (de manera personal y comunitaria) durante las mañanas, y
también antes de las visitas (han de ir muy ungidos e impregnados de Espíritu).
También ora la comunidad parroquial entera (puede haber un ministerio de orantes que
interceden mientras los misioneros evangelizan) para que el Espíritu abra los corazones
a la semilla de la Palabra.

d) Proclamación: El anuncio kerygmático está dotado de una fuerza impresionante.


Es como un sacramento a través del que se comunica la acción potente del Espíritu (cfr.
Hch 10,44).

3.- Desarrollo de la misión

La duración ideal de la misión es de dos semanas. Sin embargo, depende de la


extensión de la parroquia y del número de habitantes; en algunos casos, basta una
semana o diez días, en otros se requieren tres semanas.

En el caso de la misión de dos semanas tendríamos el siguiente desarrollo:

a) Primer domingo: Envío. En la misa principal se realiza el envío de los misioneros


por parte del párroco. Se trata de una celebración que debe poner a toda la comunidad
parroquial en clave evangelizadora y misionera; en cierto modo, todos son enviados
(cada uno vivirá la misión desde su ministerio propio). En esa celebración puede tenerse
el testimonio de algún misionero. También conviene algún signo de que ha iniciado la
misión fuera del templo: cantos en la plaza, buzoneo del plan de la misión, etc. También
se puede aprovechar el día para tener una reunión de todos los misioneros con el
párroco.

b) Primera semana: Visiteo y asambleas por las casas. Debidamente distribuidos los
sectores, los misioneros realizan la visita a cada casa invitando para la asamblea que
tendrá lugar en una casa del barrio o zona del evangelizado. En la medida de lo posible,
conviene que cada familia sea visitada en el mismo día en que tendrá lugar la primera
asamblea (dependiendo de lo extenso de la parroquia y del número de misioneros con
que se cuente, conviene que se tengan al menos dos o tres reuniones en cada casa –en
días distintos–).

c) Domingo intermedio: Conviene destacar la celebración del día del Señor y del día
de la comunidad parroquial. Los que se han reunido en cada casa pueden acercarse
juntos al templo para la celebración eucarística; así confluyen de los diversos barrios o
zonas (pueden portar algún signo), expresando la belleza de la parroquia como
comunidad de comunidades. Conviene que la celebración sea especialmente cuidada,
festiva y gozosa, con la mayor participación posible (ofrendas, peticiones, lecturas...);
también puede tenerse el testimonio de algún evangelizado.

d) Segunda semana: Actos comunes en el templo (por sectores de personas: niños,


enfermos, matrimonios, jóvenes, hombres, etc.). Los misioneros deberían haber
completado la visita a todas las casas la semana primera; de no ser así, se completa en
esta segunda. Además, continúan visitando selectivamente a las personas que han
mostrado mayor interés o receptividad, en orden a la continuidad posterior a la misión.
También es ocasión de una segunda visita a enfermos y personas que sufren o tienen
problemas y dificultades especiales.

e) Último domingo: Acción de gracias. Hay que evitar a toda costa la palabra
“clausura”: no se cierra nada, pues la misión ha abierto puertas y es un nuevo inicio. La
misa tiene un marcado tono de acción de gracias y a la vez de envío de la comunidad
parroquial, que toma el relevo de los misioneros para continuar la misión (esto se
significa con la entrega de la cruz de la misión). Tras la celebración puede haber un
tiempo de compartir testimonios y experiencias, así como un ágape fraterno de tono
festivo y gozoso. (La revisión de la misión, en cambio, conviene realizarla en otro
momento).

(N.B.- Es muy recomendable –si es posible- la presencia del obispo en algún


momento de la misión, preferiblemente en la celebración eucarística de uno de los
domingos. El signo del obispo, primer evangelizador, es una ayuda considerable, pues
refuerza la comunión de los fieles con la Iglesia y afianza el empeño evangelizador de la
comunidad parroquial y del equipo de misioneros).

4.- Distribución de la jornada

En términos generales y dependiendo de circunstancias que obliguen o hagan


aconsejable cambiar, esta puede ser la distribución aproximada de una jornada:

a) Mañanas

* Laudes y eucaristía.

* Oración personal ante el Santísimo.


* Reunión para revisar el día anterior y concretar y ultimar preparativos (esta reunión
es muy importante, pues es el momento de tomar el pulso a la misión y de añadir o
quitar cosas según la respuesta de la gente y la acción del Espíritu).

b) Tardes

* Visiteo.

* Asambleas.

5.- Las visitas a las casas

Los misioneros deben ir conscientes de que se acercan en nombre de Jesucristo y


como portadores de la Buena Noticia de la salvación. Deben ir muy actualizados en su
misión. Por ello conviene que antes de llamar a cada casa invoquen al Espíritu Santo y a
María.

Se supone que las familias ya están avisadas de la visita. Al llegar, saludan, explican
el motivo de la visita e invitan a que se hagan presentes todos los habitantes de la casa.

Uno de los misioneros da el anuncio básico –mientras el otro apoya con la oración– de
modo vivo, convencido, entusiasta, testimonial y ungido. Luego invita a dejar entrar a
Jesús en su corazón y a acogerlo como Señor y Salvador.

Si hay enfermos, se ora por ellos. Se informa de los actos de la misión y se despiden.
Si hay alguna problemática especial se escucha y se dice una palabra adecuada.

Conviene tomar nota de lo que se ha encontrado en la casa antes de pasar a la


siguiente.

6.- Las reuniones o asambleas

En estas reuniones en casas particulares –al estilo de los primeros cristianos– conviene
crear un clima familiar. Para ello es muy importante la acogida por parte de los
misioneros.

El esquema de la reunión es básicamente el siguiente:

a) Explicación y motivación de la reunión.

b) Cantos de alabanza y oración espontánea (crean un clima de gozo y de escucha y


apertura a Dios, a la vez que enseñan a orar y ponen en relación con Dios).

c) Predicación kerygmática a cargo de uno de los misioneros.

d) Testimonio de conversión de otro misionero.

e) Diálogo espontáneo para ver cómo han recibido el anuncio y qué dificultades
tienen, pero sin entrar en discusiones.
f) Se termina con una breve oración de petición.

7.- Kerygma completo

Aunque el kerygma se da tanto en las visitas como en las asambleas, se trata sólo de
un primer impacto, necesario pero insuficiente.

A las personas que se han sentido tocadas por ese primer anuncio y han despertado, es
preciso ofrecerles la posibilidad de escuchar el kerygma completo para poder realizar el
proceso de adhesión a Cristo de manera consciente y profunda.

Esto se puede tener previsto y organizado dentro de la misión misma o bien poco
tiempo después de terminada.

He aquí algunas fórmulas posibles:

a) Retiro de evangelización (dos días).

b) Jornadas “Nueva vida”.

c) Cursillo de cristiandad.

d) Catequesis neocatecumenales.

e) “Siete semanas” (R.C.C.).

C) Proyecto de continuidad (post-misión)

Por su misma naturaleza, la misión popular está integrada en un proyecto pastoral.


Ciertamente es una acción particularmente intensa, pero sólo tiene sentido en orden a un
desarrollo y continuidad posterior.

Sería absurdo plantar una semilla y no regarla y abonarla después, o poner unos
cimientos sin continuar construyendo sobre ellos. Pues bien, el primer anuncio es la
semilla y el cimiento. Sin semilla no puede haber árbol ni sin cimiento edificio; pero el
primer anuncio debe ser desarrollado y conducido a plenitud mediante un proyecto
pastoral adecuado.

Cada vez se siente más la necesidad de que la acción pastoral no sea un conjunto de
acciones yuxtapuestas, sino que obedezca a un proyecto global que integre los diversos
tipos de personas (adultos, jóvenes, matrimonios...) y abarque las distintas etapas de
crecimiento en la fe y en la vida cristiana.

En el libro de los Hechos vemos cómo después de la proclamación kerygmática de


Pedro que suscita la fe y la conversión y conduce al bautismo, se forma la primera
comunidad cristiana en Jerusalén. A continuación, Lucas nos describe los elementos
fundamentales de la vida de esa comunidad (Hch 2,42).
Pues bien, la misión suscita la fe y la conversión y busca hacer surgir una comunidad
parroquial viva. Esta debe poseer las mismas claves que la primera comunidad cristiana.
Se trata, por tanto, de un catecumenado parroquial que puede asumir formas diversas
pero se basa en unas líneas irrenunciables:

1.- Oración personal y comunitaria (como base e inspiradora de todo lo demás).

2.- Celebración de la eucaristía (como fuente y culmen de vida del cristiano y de la


Iglesia).

3.- Formación en la fe (sólida, sistemática, vital; apoyada en la Sagrada Escritura y en


el Catecismo de la Iglesia Católica).

4.- Vida de comunidad (compartir la fe y la vida, ayudarse a crecer mutuamente...).

5.- Compromiso evangelizador y caritativo (en el que cada uno ponga en juego sus
dones y carismas al servicio de la Iglesia y de la sociedad).

Además, una parroquia viva no puede conformarse con haber realizado una misión
popular y continuar alimentando a los que en ella se han convertido. Debe ser una
parroquia evangelizadora, con verdadera tensión misionera, constantemente empeñada
en llegar a todos y cada uno de los que no creen o no practican. Para ello debe imbuir
ardor evangelizador a cada uno de sus miembros y vivirlo también comunitariamente.

Esta misión permanente la realiza la parroquia de diversas formas:

* En el tú a tú de cada uno de sus miembros que constantemente evangelizan en los


ambientes en que viven ordinariamente: familia, trabajo, escuela, amigos, vecinos...

* Mediante jornadas de impacto.

* Realizando jornadas de evangelización anuales.

* Renovando la misión popular cuando se considere conveniente.

OTRAS ACCIONES DEL PRIMER ANUNCIO

1.- JORNADA DE IMPACTO

a) Objetivo: Hacer llegar un primer anuncio del Evangelio de manera atrayente a los
alejados de la fe y de la práctica de la vida cristiana.

b) Lugar: Es importante que sea un lugar público no religioso al que todos tengan
fácil acceso (plaza pública, teatro, salón cultural; incluso una terraza de bar o discoteca).

c) Modo: Conviene darlo a conocer de manera suficiente (carteles, megafonía,


octavillas...); también puede ser bueno invitar personalmente a los que más interese
(sobre todo, jóvenes). Este puede ser el esquema del acto:
* Concierto de música a cargo de los grupos y cantautores cristianos de la diócesis (o
de fuera de ella).

* Testimonios de conversión de jóvenes y adultos.

* Predicación fuertemente kerygmática (breve, pero muy incisiva; preferiblemente a


cargo de un seglar).

* Oración, que puede realizarse incluso con exposición del Santísimo, en el mismo
lugar del concierto si es digno y se ve conveniente, o bien invitando a los asistentes a
trasladarse a la iglesia.

 Durante el acto es muy conveniente que algunos estén atentos para ir contactando
personalmente con los que se acerquen a ver y a escuchar. También puede haber algún
sacerdote disponible por si alguien se anima a reconciliarse con Dios sacramentalmente.

N.B.- Como toda acción de primer anuncio, esta iniciativa requiere continuidad. Por
otra parte, puede ser repetida cada cierto tiempo.

2.- JORNADAS DE EVANGELIZACIÓN

a) Objetivo: Remover un pueblo, barrio o parroquia realizando un primer anuncio e


invitando a participar en la vida parroquial.

b) Modo: Tiene algo de parecido con la misión popular, pero sin su carácter
totalizante ni su pretensión exhaustiva; por ello puede repetirse cada cierto tiempo
(quizá anualmente) en distintas zonas o en todo el territorio parroquial. Tiene los
siguientes elementos:

* Anuncio previo (buzoneo, octavillas... u otros medios).

* Visiteo casa por casa de la zona asignada, sin empeño de llegar a todas.

* Predicación (que puede ir acompañada de testimonios) en el templo parroquial o en


otro lugar adecuado.

* Ofrecimiento del sacramento de la reconciliación.

c) Tiempo: Es una acción muy propicia para realizar en los “tiempos fuertes”,
especialmente en cuaresma. Es un modo de enriquecer y de dar un talante más
evangelizador a las tradicionales charlas cuaresmales.

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