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CURSO ANÁLISIS DINÁMICO DEL COMPORTAMIENTO.


PROFESOR: Dr. Diego J. González Serra
TEMA III
SUCESOS DINÁMICOS MÁS RELEVANTES DEL COMPORTAMIENTO.
CONFLICTO Y FRUSTRACIÓN.
CLASE 8 (Conferencia)
EL CONFLICTO..
Bibliografía:
J. Bleger PSICOLOGÍA DE LA CONDUCTA. Conflictos y conducta. (página 91 a
98 del libro de texto)
D. González PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN pág. 129 a 130
Temario

1 Interrelación de las necesidades: fusión, relación medios fin y conflicto..


2 Frustración y conflicto.
3 Tipología de los conflictos.
4 Ambivalencia y divalencia.
5 Conflicto de áreas y campos.
6 Objeto bueno y objeto malo.
7 Ansiedad y conflicto.
8 Unidad genética de los conflictos.
9 Observaciones del profesor Diego González.

1 Interrelación de las necesidades: fusión, relación medio – fin y conflicto


En la interrelación de las necesidades debemos distinguir la fusión cuando dos
necesidades coinciden en que su objeto meta es el mismo, se satisfacen en un
mismo objeto – meta. Por ejemplo, el trabajo satisface la necesidad moral de ser
útil, pero si resulta interesante y permite el contacto social favorable, puede
satisfacer a la vez los intereses cognoscitivos y la necesidad de afecto y contacto
social.
También se debe considerar la relación medios – fin entre las necesidades. La
satisfacción de una puede ser una vía o medio para la satisfacción de otras. Por
ejemplo, el trabajo satisface las necesidades arriba indicadas, pero a la vez sirve
de medio para obtener un salario y satisfacer la necesidad de bienes y servicios.
En la fusión y en la relación medio fin las necesidades se integran y armonizan.
Pero cuando dos necesidades y sus motivos correspondientes se excluyen
mutuamente y la satisfacción de una implica la insatisfacción de la otra, entonces
nos encontramos ante un conflicto de necesidades.
En el libro Psicología de la Motivación planteamos tres tipos de conflicto: 1)
Conflicto entre una necesidad social y otra individual, por ejemplo, el conflicto
entre el estudio y la diversión; 2) conflicto entre dos necesidades sociales, por
ejemplo, asistir a un congreso científico para un profesional y a la misma hora
tiene una reunión política a la cual debe asistir; 3) conflicto entre dos necesidades
individuales, por ejemplo se quiere evitar la gordura y mantener una buena
presencia física y sin embargo, se desea comer cosas sabrosas, pero que
engordan.
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Existen también otras clasificaciones de los conflictos como la de Kurt Lewin que
veremos a continuación.
Según Bléger el conflicto es “la coexistencia de conductas (motivaciones)
contradictorias, incompatibles entre sí”.
El conflicto es consustancial con la vida misma, y tanto significa un elemento
propulsor del desarrollo de la personalidad como que puede conducir a estados
patológicos. .
Freud sostuvo la hipótesis de un conflicto fundamental entre el individuo y la
sociedad, entre los instintos y las exigencias sociales.
La orientación marxista de Bléger le lleva a reconocer que los conflictos de la
personalidad son un reflejo individual de los conflictos sociales (aunque no se
reduce a ellos) y rechaza la posición idealista que supone los conflictos
individuales como base o causa de los sociales, económicos y políticos.
2 Frustración y conflicto.
Bleger llama frustración a todas aquellas situaciones en las cuales no se obtiene
el objeto necesario para satisfacer necesidades, o no se logra un objetivo al cual
se aspira.
En la frustración, el obstáculo a la consecución del objeto puede ser totalmente
externo puede ser interno.
Dice Bleger que con gran frecuencia las frustraciones son consecuencia de
situaciones conflictivas, pero el ciclo puede comenzar realmente con una
frustración, que a su vez puede generar conflictos.
3.- Tipología de los conflictos.
Kurt Lewin ha estudiado 3 tipos de conflictos que llamó respectivamente
atracción – atracción; atracción – rechazo; y rechazo – rechazo.
En el conflicto atracción – atracción, el sujeto está enfrentado con dos objetos
que son atrayentes o que él desea, pero que son incompatibles entre sí. Por
ejemplo, el sujeto tiene que decidir entre dos carreras que ambas son atractivas
para él.
En el conflicto rechazo – rechazo, el sujeto se ve obligado a escoger entre dos
objetos o situaciones que son ambas desagradables, peligrosas o rechazantes.
Por ejemplo, los navegantes sienten terror ante un torbellino y un escollo en el
estrecho de Mesina, pues deseando evitar el uno caían en el otro.
En el conflicto atracción – rechazo, el sujeto se enfrenta con tendencias o
actitudes contradictorias dirigidas hacia el mismo objeto. Las tendencias son
opuestas y recaen sobre un mismo objeto.
4. Ambivalencia y divalencia.
Según Bleger Bleuler llamó ambivalencia al conflicto atracción rechazo. Este
conflicto ocurre, por ejemplo, cuando amamos y odiamos a una misma persona.
Este conflicto va acompañado de gran tensión, ansiedad e inseguridad (pues
peligra el objeto que uno quiere por el rechazo que se le tiene al mismo tiempo. Va
acompañado de depresión y culpa. Es el tipo de conflicto que Melanie Klein llamó
posición depresiva y ansiedad depresiva.
En consecuencia la ambivalencia se expresa respecto al yo del sujeto.
El conflicto ambivalente puede resolverse sobre el plano de una integración que
permita aceptar aspectos positivos y negativos no sólo en el objeto, sino también
en uno mismo.
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Pero el conflicto ambivalente no resuelto es el punto de partida de todas las


situaciones conflictivas y de las conductas defensivas que tienden a reducir o
resolver la tensión o la ansiedad que acompaña al conflicto.
Las conductas defensivas actúan, todas, disociando el conflicto ambivalente en
las dos tendencias o actitudes contrapuestas que lo componen; se cumple así el
pasaje (la regresión) a lo que Pichón Riviere ha llamado la divalencia: la división
en dos conductas disociadas con dos objetos distintos.
Un ejemplo de eso lo tenemos en el caso de que se odia y se quiere a la madre
y para aliviar este conflicto se desplaza el odio hacia una hermana.
Se cumple así una disociación esquizoide.
La división esquizoide es la conducta defensiva básica, y todas las otras
conductas defensivas se basan en el manejo o distribución de los términos de esta
división esquizoide.
Señala Bleger que “los conflictos que requieren nuestra ayuda, en el campo de
la psicología clínica son, en muy escasa proporción, de carácter ambivalente y, en
cambio, son, con mucha mayor frecuencia, de carácter divalente, es decir, se
requiere asistencia cuando ya no es operante la disociación divalente o bien
cuando ella. por sí misma, crea nuevas dificultades o desadaptaciones o
inhibiciones. Cuando operamos terapéuticamente, sólo entonces, y como etapa
necesaria, reducimos la bivalencia al conflicto ambivalente original”.
5 Conflicto de áreas y campos.
Según Bleger los conflictos pueden ser vividos en forma consciente o
inconsciente. En este último caso el sujeto percibe la tensión o ansiedad, pero no
conoce los términos del conflicto o puede ser que sólo se tenga del conflicto una
racionalización o una captación distorsionada.
La disociación del conflicto ambivalente no es una solución sino sólo una
resolución de la tensión que lo acompaña.
El mantener la divalencia requiere el empleo de diversas defensas.
La disociación de la conducta es la aparición de manifestaciones contradictorias
en distintas áreas de la conducta y una distancia o disociación en las mismas.
6 Objeto bueno y objeto malo.
Melanie Klein plantea la disociación del objeto total (ambivalente) en dos objetos
parciales uno, la parte gratificante, otro, las experiencias frustrantes.
La división esquizoide permite mantener separados y distanciados el objeto
bueno del malo y todas las conductas defensivas tienden a mantener en forma
estable esta disociación.
Esto implica una división del yo del sujeto.
7 Ansiedad y conflicto.
Dice Bleger que según Goldstein la ansiedad es un estado de desorganización
del organismo.
La ansiedad aparece frente a la frustración o el conflicto.
Para Melanie Klein hay dos tipos de ansiedad: 1) la ansiedad depresiva (tristeza)
ligada al conflicto ambivalente; y 2) la ansiedad esquizo paranoide ligada a la
disociación divalente que corre el riesgo de perderse, pues el objeto malo
amenaza al bueno.
Ambas ansiedades coexisten y una predomina sobre la otra.
8 Unidad genética de los conflictos.
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Según Bleger el conflicto ambivalente (nombrado atracción – rechazo por K.


Lewin) es el conflicto primordial, todos los demás derivan de él y significan con
respecto a él una cierta defensa pues aparecen como una división esquizoide del
conflicto ambivalente.
Según Bleger todos los conflictos divalentes (entre los cuales están atracción –
atracción y rechazo – rechazo, según K. Lewin) son defensas frente al conflicto
ambivalente. Esto tiene importancia genética y terapéutica.
Muchos conflictos encubren un conflicto más básico e inquietante.
Observaciones del profesor Diego González.
Se evidencia aquí la adhesión de Bleger a la teoría de Melanie Klein (1882 –
1968), figura central de la escuela inglesa del psicoanálisis. Melanie Klein
privilegia la relación con el mundo y con los otros como vías de reconstrucción de
un sujeto integrado. A esta posición teórica también se le ha llamado la teoría de
las relaciones de objeto.
Pensamos que el psicoanálisis nos aporta datos e ideas valiosas que deben ser
asimiladas críticamente. Sin embargo, el psicoanálisis pierde de vista el rol activo
de la conciencia y la determinación histórica y social del psiquismo y de la
conducta humana a la vez que peca de especulativo. O sea, no considera
adecuadamente lo aportado por la psicología humanista, ni por la histórico cultural,
ni por la metodología cuantitativa defendida por los conductistas y la psicología
cognitiva. El psicoanálisis aporta mucho, hay que aprender de él, pero es unilateral
y debemos cuidarnos de no caer en sus limitados enfoques.
Ciertamente, Bleger se esfuerza por asumir el psicoanálisis desde posiciones
marxistas con lo cual coincidimos.
Para Freud el conflicto primordial se encuentra entre lo biológico y lo social, lo
cual lleva a la represión de las tendencias biológicas rechazadas por el medio
social y esta represión convierte a dicho conflicto en un fenómeno inconsciente. La
inconsciencia de este conflicto psíquico, surgido en la infancia, es para Freud la
explicación primordial de toda la conducta humana.
Para Melanie Klein y la escuela inglesa el conflicto primordial se encuentra en
las relaciones del sujeto con los objetos. Y como ha señalado Bleger es la
ambivalencia (el conflicto aproximación – rechazo). La disociación es un
mecanismo inconsciente para manejar y aliviar este conflicto fundamental. Aquí
igualmente se plantea que la divalencia inconsciente, que tiene sus raíces en la
infancia, es la explicación fundamental del comportamiento. Pero no se afirma que
este conflicto surja por la represión de tendencias instintivas inaceptables
socialmente, sino, como veremos posteriormente, por el mecanismo de
proyección, el cual atribuye de manera inconsciente a otras personas o cosas las
tendencias inaceptables en sí mismo. .
¿Qué observaciones fundamentales queremos plantear?
1) El conflicto aproximación – evitación tiene una gran importancia, pero no
podemos decir que todos los demás conflictos se derivan de éste o se
puedan reducir a él. Por ejemplo, existen muy importantes conflictos de roles
o deberes, o entre necesidades puramente individuales, o entre necesidades
individuales y exigencias sociales que constituyen otras formas de conflicto,
2) La conducta humana no es sólo una respuesta a la ambivalencia y la
divalencia. Por esencia, la conducta humana es activa, no es sólo una
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respuesta a determinantes inconscientes. Por excelencia la conducta


humana parte de su capacidad racional, de su elaboración de proyectos y
fines y no tan solo constituye una respuesta a mecanismos inconscientes.
3) La divalencia es una realidad .que puede surgir en la infancia, pero que
también puede aparecer en la edad adulta. La divalencia surgida en la
infancia es un factor a considerar en la personalidad normal o quizás el
factor más importante en una persona psíquicamente enferma, Pero la
divalencia surgida en la infancia no puede explicar la motivación y la
conducta en el ser humano normal y adulto.
4) La conducta humana no parte siempre o fundamentalmente de un conflicto.
La conducta humana siempre parte de una contradicción, pero esa
contradicción puede manifestarse en forma de conflicto, o de privación, o de
frustración, de una posibilidad de privación, conflicto o frustración o de una
mayor satisfacción.
5) La conducta humana no sólo va dirigida a la reducción de la tensión creada
por el conflicto sino que también parte de los proyectos y fines elaborados
por el sujeto y busca el objeto por sí mismo independientemente de la
tensión que esto implique.
6) No es posible explicar todos los mecanismos defensivos (que nosotros
llamamos motivación inespecífica) a partir de la disociación inconsciente.
7) En resumen, la ambivalencia y la divalencia son realidades importantes cuyo
conocimiento nos beneficia, pero no pueden ser absolutizadas como la
explicación fundamental de la conducta humana.

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