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Hace poco una amiga escritora me comentó que tenía en la cabeza una

idea para un cuento. Le pregunté cuál era el tema y me hizo una síntesis  de la
historia. Entonces le dije que ese era el argumento pero que lo que importaba
era el tema, la tierra firme sobre la cual construiría todo el relato.
El tema es el asunto del que trata la historia, el fondo, el hueso que estará
presente en todo su desarrollo. Lo que una madre es capaz de hacer por sus
hijos. Las consecuencias emocionales de las mentiras. La falta de libertad de
expresión en un país bajo una dictadura militar. Las consecuencias
psicológicas del incesto. El amor prohibido (Romeo y Julieta). La envidia y los
celos (Blancanieves).

«[…] otra cosa muy importante también que es Al querer contar algo sobre
ciertos temas; sabemos perfectamente que no existen más que tres temas
básicos: el amor, la vida y la muerte. No hay más, no hay más temas, así es
que para captar su desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma
darles; no repetir lo que han dicho otros». El desafío de la creación, Juan
Rulfo.

Esa acción a la que nos referimos se fundamenta en un tema, y puede


desarrollarse en distintos argumentos según diversas estructuras.

El tema y la premisa
El tema es el eje de un relato, el concepto en torno al cual gira nuestra
historia, que lo estructura. Lejos de ser algo concreto, el tema es un
concepto abstracto, y debe poder representarse en una sola palabra. No nos
limita a un espacio ni a un tiempo determinado: partiendo de un mismo tema
podemos plantear infinitas historias.

Algunos posibles temas, para que puedas hacerte una idea, son el amor, el
odio, el dolor, la ambición, los celos, el narcisismo, la angustia, la ira, la
infertilidad, la hipocondría, el heroísmo, la crueldad…

El tema de nuestro relato es el fruto de reducirlo

a una única palabra. CLIC PARA TUITEAR

Partiendo de ese tema, el escritor plantea una premisa. La premisa es el fruto


de aportar determinado punto de vista elegido por el autor al tema
previamente establecido. Define su postura, y debería poder formularse
en una sola frase.

Algunos posibles ejemplos: partiendo del amor, podemos plantear premisas


como «el amor supera todos los obstáculos», «el amor verdadero es muy
difícil de encontrar», «el amor puede tornarse en obsesión» o «el amor no
tiene edad»; partiendo del narcisismo, «el narcisismo altera la percepción de
uno mismo» o «el narcisismo lleva a la soledad y la autodestrucción»; si
nuestro tema es la infertilidad, podemos sacar «la infertilidad pone a prueba al
amor» o «la infertilidad puede destruir a una mujer». Todos estos ejemplos
son premisas de novelas reales que he leído hace poco.

Como puedes observar, la premisa no cuenta ninguna historia, aunque ya


nos da algunas pistas. Puede que al leer algunas de las premisas anteriores
tengas claro qué tipo de historia hay detrás, o puede que no. La importancia de
la premisa no reside en los datos que nos aporta sobre la historia, sino en
que contribuye a su coherencia.

El tema y la premisa no son necesariamente el punto de partida para escribir


una novela, pero el autor debería fijarlos relativamente pronto para plantear la
estructura y el desarrollo de la obra en torno a ellos. Todos los elementos de
nuestro relato deberían acabar conduciéndonos a la premisa directa o
indirectamente.

Teniendo en cuenta que prácticamente todos los escritores de relatos soñamos


con escribir como Bradbury, Carver o Chéjov —entre algunos ejemplos—,
existen algunas características que pueden ayudarnos a mejorar nuestros
escritos, tres puntos que nos aseguran, sumados por supuesto al estilo propio
de cada autor, que si los conseguimos tendremos un relato breve atractivo y de
calidad: el tema, el antagonista y el giro.

Hoy hablaremos del primero de ellos, el tema. Lo primero es no confundir el


tema con la trama o el argumento. El tema es una idea, un concepto básico
que puede —y suele— no aparecer en la obra pero que está presente en cada
momento. El nexo escondido que lo une todo, al autor, con la obra y con el
lector. Normalmente consiste en la capacidad de poder definir una obra en una
o pocas palabras.

Los temas más clásicos pueden ser temas shakespearianos como el amor, el


odio, los celos o la obsesión, y así multitud de posibilidades. En nuestra
primera antología 2084, los temas que escogieron cada uno de los autores
fueron de lo más variado, desde el papel del arte en el futuro, el rol de unión-
desunión de la tecnología o la caída de la moral en una sociedad que vence a
la muerte. En nuestra segunda obra, El sonido de los sapos, David Vicente da
coherencia a sus textos con un tema recurrente en sus relatos, el vacío y el
sinsentido de la vida. Una visión existencialista que desemboca
inevitablemente en el nihilismo y la apatía de los personajes protagonistas. Por
su parte, en nuestro último compendio de relatos El lenguaje de los puentes, la
gama temática, como si de un pantone literario se tratara, nos muestra ideas
como la venganza, la persistencia del amor o el destino heredado, con gran
fluidez, originalidad y frescura.

Podríamos decir que existen dos tipos de relatos breves, los basados en el
tema y los basados en la trama. Los basados en la trama prestan mayor
atención al argumento, a los hechos que les van a ocurrir a los personajes. No
les importa el por qué, sino solamente la acción en sí, la historia. Normalmente
este tipo de relatos es más fácil verlos en textos de terror, de misterio, e incluso
de ciencia ficción (aunque en estos últimos suele ser importante que tenga un
tema subyacente que le de peso al relato). Los basados en el tema, tratan
sobre una idea, y la enmarcan dentro de un argumento más o menos complejo.
En este tipo de relatos lo importante es hacer llegar al lector un concepto sobre
el que reflexionar.

Sobre cuál es mejor, obviamente se podría disertar ampliamente. Cabría decir


que lo normal es que los textos que tienen bajo sus palabras un tema obtienen
una ligera ventaja, una posibilidad de conseguir algo más profundo que una
simple historia, que el relato de un suceso, aunque como siempre, cada texto te
pide una cosa distinta, en algunas historias lo importante es el cómo, mientras
que en otras lo relevante es el por qué.

Solamente tenedlo en cuenta antes de poneros con vuestra próxima creación


literaria, tal vez os sirva de ayuda y consigáis el relato perfecto que se esconde
debajo de esas páginas en blanco.

Hasta pronto inventores.

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