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Mientras empaca ropa en bolsas de plástico en su habitación.

Elisa (monólogo interno):


Me he mudado más veces que los años que tengo. En la última
década, ha sido como un eterno retorno, una lección no
aprendida que he de repasar hasta entenderla. ¿Estamos
condenados a repetir, como destino, aquello de lo que no
somos conscientes? ¿Es que no me comprendo a mí misma? No, es
el capitalismo, sí, que no nos deja posibilidades, el
monstruo que como embiste, abraza, hasta la asfixia. Eso, o
soy un fracaso.

Entran dos gatos empujando la puerta de la habitación y les


presta atención, para acariciarlos y jugar con ellos.

Elisa:
¡Qué hacen, chamaquitos! Otra vez haciendo desastres.
(Monólogo interno):
Cuando ya no esté aquí ¿me van a extrañar? ¿Se sentirán
solos, tristes? ¿Me buscarán? Quizá no les importe mucho no
volver a verme. Lo cierto es que ya no pienso una casa sin
pelos de gato por todas partes.

Empieza a llorar sin sollozos, se limpia y toma agua de la


botella que tiene cerca.

Elisa:
Vamos a estar bien…

Sonríe y los mira a los gatos con efusividad.

Elisa (monólogo interno): No es un delito robar gatos ¿o sí?

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