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Una semblanza
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Cuando encontré una definición de lo que era un filósofo, en la obra Más allá
del bien y del mal de Friedrich Nietzsche, inmediatamente se me vino a la mente
el nombre de Fernando González.
Dice Nietzsche: “Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye,
sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios
pensamientos golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo,
constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos; acaso él mismo
sea una tormenta que camina grávida de nuevos rayos; un hombre fatal,
rodeado siempre de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos
inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que
con frecuencia se tiene miedo a sí mismo, pero que es demasiado curioso para
no ‘volver a sí mismo’ una y otra vez...” [1]
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Nada más exacta que la presentación que hace Ernesto Ochoa Moreno sobre
el filósofo de Otraparte:
¿Quién fue Fernando González? El filósofo más auténtico y vital que ha tenido
Suramérica. En Colombia, la mayoría de personas aún no conocen sus obras,
pues la enajenación del pensamiento aún permanece. Pero todo aquel que ha
leído alguna obra de Fernando González se ha sentido liberado y si no, por lo
menos, provocado a pensar. Yo me atrevería a decir que la mejor escuela de
jóvenes que podría llegar a tener Colombia sería aquella que incitara a leer la
obra de Fernando González, o mejor dicho, si me fuera encomendada la
educación de un joven, lo retiraría algunos años del colegio, y lo pondría a leer,
en primer lugar, todos los libros de Fernando González.
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quedaba por ahí parado en los rincones, suspenso, quieto. Fácilmente me
airaba, y me revocaba en el caño cada vez que peleaba con los de mi casa.”[5]
Luego va a ser expulsado también del colegio San Ignacio de Loyola, cuando
apenas tenía 16 años. Javier Henao Hidrón nos da a conocer la carta que le
enviaron a su papá para anunciarle la expulsión. Esta carta, además de
caracterizarnos la personalidad de tan controvertido joven, es una pieza
magistral para entender cuál era la educación que se le imponía a los
colombianos en ese entonces, y durante mucho tiempo más, observémosla.
“Es el caso que desde el año pasado se dio Fernando con sumo ahínco a la
lectura, primero de obras literarias y luego este año de obras filosóficas
principalmente. Sin duda en lectura de tales libros procedía sin mucha selección
al principio, no advirtiendo el inmenso mal que de semejante proceder podía
seguírsele. Y así ha sucedido, en efecto, como U. habrá tenido que advertirlo;
pues al ojo de avizor de su padre solícito, jamás se ocultan los cambios que en
el hijo van verificándose. Comenzando apenas sus estudios de filosofía y no
bien cimentados aún sus principios religiosos ha leído con verdadera pasión
obras de Voltaire, Víctor Hugo, Kant y sobre todo Nietche (sic), las cuales han
apagado en su entendimiento la luz de la fe y han secado en su corazón todo
temor saludable. No cree absolutamente, afirma él a sus compañeros, en la
divinidad de Jesucristo ni menos en la Iglesia Católica. Imbuido en las ideas de
Nietche (sic), sostiene que hasta ahora los hombres han estado cegados con
falsas preocupaciones, como el infierno, que un genio ha de hacer desaparecer
para sustituirlas con otras nuevas y mejor fundadas. Así, lo dice de continuo, a
sus compañeros; esto ha sostenido su profesor de filosofía, el P. Quirós y en
parte al Rdo. Padre Rector, sin admitir razones de ninguna clase.
Tenía yo la esperanza de que los ejercicios espirituales, que durante tres días
tuvieron los alumnos la penúltima semana, hubieran de aprovecharle y abriera
su corazón a la divina gracia, pero el último día de las confesiones no vino al
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colegio, y menos el día de la comunión. El lunes pasado le dije debía comulgar
el martes, fiesta de la Asunción, conforme al reglamento, y tampoco lo hizo.
Por todos estos motivos tengo la pena de comunicarle que la Junta Directiva
del colegio ha resuelto que Fernando queda excluido del colegio, y en
consecuencia suplico a U. tenga la bondad de enviar por el pupitre y los libros
al colegio.
Era pues Fernando González un asiduo lector de Nietzsche y, sin lugar a dudas,
fue el filósofo alemán, la mayor influencia en su juventud. Javier Henao Hidrón
nos relata: “Cuando apenas había transcurrido cuatro meses de su expulsión
del colegio aparecieron sus primeras publicaciones en la prensa. En efecto, en
el periódico La Organización de Medellín, con el título NOTAS, escribió unos
ensayos breves acerca de temas de meditación filosófica: el escepticismo, la
alegría, la verdad, la perfección, las inteligencias mediocres. Es notoria su
admiración por Nietzsche: «Cada golpe de su martillo va acompañado de una
risa como la que proclamaba Zarathustra.»”[7]
En 1915, cuando tenía veinte años de edad, se une a Los Panidas, un grupo de
jóvenes, irreverentes, intelectuales y bohemios. Se reunían en el café «El
Globo», cerca al Parque de Berrío, para hacer sus tertulias. Publicaron
«Panida», una revista quincenal de literatura, donde escandalizaron a la goda
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villa de la Candelaria. De este grupo que eran trece llegarían a destacarse el
poeta León de Greiff, el caricaturista Ricardo Rendón y Fernando González.
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caracterizó, de una manera irónica cambió el título y la llamo simplemente Una
tesis.
Este bello libro contiene una profunda reflexión sobre el trabajo y una crítica
incisiva a la Colombia que se quedó formando a seudo letrados, abogados y
teólogos, y descuidó el cultivo de las ciencias, la agricultura, y la construcción
de una verdadera nación.
Ahí estaba pues su tesis de grado. Pero en verdad, en Colombia, después del
pleito del título del libro, poco importó esta tesis.
Bueno, el abogado también tenía tiempo para el amor, en una finca de una
amigo conoció a Margarita Restrepo Gaviria, quien era hija del presidente
Carlos E Restrepo. El 23 de abril de 1922 se casaron, como expresó Fernando
González, “para filosofar y para siempre.”[11]
Henao Hidrón, relata la siguiente historia, que Doña Margarita evocó en varias
ocasiones:
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A lo cual contesto:
-Papá, a amigas mías, que se han casado con hombres normales, les ha ido mal.
¿No crees que debería ensayar con un loco?
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Hispanoamérica y Europa, acá lamentablemente, todavía hoy, este libro es poco
conocido por la mayoría de los colombianos.
Mientras que esta obra fue admirada en el resto del mundo literario y filosófico,
en Colombia, esto fue lo que se publicó:
Decretamos:
El libro del doctor Fernando González, “Viaje a pie”, está vetado por derecho
natural y eclesiástico, y por tanto su lectura es prohibida bajo pecado mortal.
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“-¿Por qué no escribes una biografía de Bolívar?
-Escríbela para el centenario. Con esto ganarás dinero y podrás irte a estudiar
a Europa.
Así pues, que en 1930, cien años después de la muerte del Libertador, Fernando
González publicó Mi Simón Bolívar.
El libro es muy íntimo. Para los que no están familiarizados con la obra de
Fernando González, se les hace extraño encontrar que la mitad del libro, si
acaso se mencione un par de veces a Bolívar, y todo sea el periplo intelectual y
emocional de Lucas Ochoa. Los lectores que llegan a la mitad irán
descubriendo a Bolívar, cómo éste se mete en el alma de Lucas, en el alma de
Fernando González. Y encontramos un ensayo sobre Bolívar que quizá dice
mucho más que 10 biografías extensas.
Luego en esos primeros años de la década del 30 del siglo pasado, Fernando
González decide salir a dictar conferencias sobre Simón Bolívar por varios
lugares del país. Se llamó así mismo un buhonero del espíritu, es decir, un
“vendedor ambulante del espíritu” [15].
Pero este ambulante del espíritu, quiso ir hasta Venezuela a conocer la tierra
natal del libertador y para escribir un nuevo libro sobre Venezuela y el
controvertido gobernante de esa época Juan Vicente Gómez, el libro se
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titulará Mi compadré, porque Fernando González logró que el general fuera el
padrino de bautizo de su hijo Simón.
Javier Henao Hidrón nos relata este viaje, en términos generales, así:
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llamándolo Olayita o Mono Yanqui, porque le estaba entregando el país a los
norteamericanos. [18]
Pero nuestro hombre no para de escribir, ese mismo año, a finales de diciembre,
pública una la extraordinaria novela psicológica Don Mirócletes. Y comienza a
escribir otra novela llamada Salomé, dada su cercanía al libro El remordimiento,
un nuevo libro que surgirá también de aquellas vivencias en Francia, vivencias,
que nos cuenta Javier Henao Hidrón se pueden resumir en la siguiente lista:
mar, calles, iglesias, cafés y muchachas, Salomé y El remordimiento nos
darán cuenta de esta vivencias y ¡de qué manera!
Por lo pronto las repercusiones del Hermafrodita dormido seguían, los políticos
colombianos, en especial Eduardo Santos, dueño del periódico El tiempo, que
logró ahora también la destitución del consulado de Marsella.
Una vez más con mujer e hijos, el 27 de junio aborda un buque que lo traerá de
regreso a Colombia, a Envigado.
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quedamos por aquí en un pueblecito costeño […] cerca de la frontera con
Francia para esperar que pasen los meses de junio y julio e irnos con ustedes
para la dulce Colombia, con quien anoche en sueños me reconcilié. ¡Qué
deliciosas las riñas con la patria, con la mujer o con la amante! Se puede insultar
a la patria y calificar groseramente sus pasaportes, únicamente por el placer de
la reconciliación. […] Ya no quiero sino Colombia. Ya mi hígado se alivió y
siento dulzura en mi alma. Así, pues, no deje de decirme en cuál vapor salen
ustedes y de qué puerto y cuándo, para irme con usted. No tenemos diferentes
ideas ni sentimientos; lo que sucede es que yo soy infiel de nacimiento y que
para sentir el amor tengo que odiar a ratos a la amada Patria. Pero ahora, en
este comienzo de verano, tengo ansia de volar para Envigado.”[19]
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Este libro, es en su conjunto, una magnifico análisis de Colombia, sus vicios,
sus costumbres, su oligarquía. Una crítica demoledora, llena de jovialidad,
malicia y lucidez.
Entre tanto, la política, también cautiva a nuestro solitario filósofo, pero no las
prácticas tradicionales del bipartidismo oligarca en Colombia, sino la política
de un nuevo izquierdismo.
“Jamás quiso afiliarse, o simpatizar siquiera, con ningún partido político. Cierta
vez un periodista publicó un supuesto reportaje concedido por Fernando
González, en el cuál éste dizque afirmaba su vinculación al partido liberal.
Reaccionó airado y, de inmediato, remitió al director del periódico una carta
con fecha 1 de enero de 1935, en que dice de modo perentorio:
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Tres meses después escribía:
«Nosotros, los maestros nuevos, debemos odiar todo lo pasado; odio eterno a las
generaciones conservadoras y liberales. Nada hay aprovechable en nuestro
pasado. La historia ha sido escrita e impuesta por Santanderes y Arrublas. La
única salvación está en volver al Libertador.»”[21]
“Obtuve dos votos en Puerto Berrío, uno en Amalfi y dos en Yarumal. Catorce
en Medellín, que son de los candidatos y los familiares. Ninguno en Envigado
y en Itagüí, en cuyos linderos...; pero más grave aún: ¡don Benjamín no quiso
votar!...” [22]
Sin embargo esta derrota no lo desanimó para escribir una serie de artículos
en el Diario Nacional entre abril y junio de 1937, que tituló Nociones de
izquierdismo. Allí encontraremos, además de un análisis de la coyuntura política
de ese entonces, una de las más bellas reflexiones, que se han escrito sobre el
comunismo:
“Conciencia Comunista.
Así pues, comunismo, como es obvio, no se impone sino que es perfección a que
se llega mediante disciplinas.
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Es un estado de conciencia que tuvieron Jesucristo, Buda, Sócrates y Nietzsche.
Luego fundará una revista donde sólo escribiría él. Pero la variedad de escritos,
temas, estilos, harán de ésta publicación una de las revistas más sobresalientes
en el país. Se caracteriza esta revista por su análisis crítico de la realidad
nacional, e internacional y por su muchas disertaciones sobre la condición
humana, además van apareciendo lúcidos ensayos filosóficos y sociológicos, y
el arte y la poesía que no podrían faltar.
Fernando González es muy claro y precisó cuál era el fin de este libro: “Como
Santander es un falso héroe nacional, el propósito de este libro es destaparlo.
Colombia, guiada por él y sus hijos, que hoy nos gobiernan, van por torcido y
oscuro camino que conduce a la enajenación de almas y tierra, cielo, mar y
subsuelo. Un instinto poderoso, atracción por la verdad, nos guía en esta obra.
Ella sería antipatriótica si realmente el Mayor Santander fuera representativo
de los colombianos que poblamos este territorio. Pero no lo es, y una voz nos
ordena destaparlo, para que la juventud lo evite.”[25]
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El libro Santander y la Revista Antioquia causaron una increíble indignación de
la goda e hipócrita sociedad colombiana y el maestro cada vez se sentía más
sólo, es en ese contexto que decidí escribir El Maestro de escuela, una obra con
la cual anunciaba su silencio.
Fernando González decide no seguir bregando más con este país y anuncia una
muerte simbólica, que en verdad, realmente significaba que no quería publicar
más libros. En su Maestro de Escuela, incluyó un último ensayo titulado El
idiota, esta era la verdadera despedida de Fernando González.
En 1941 LAIN obtuvo una primera victoria con 901 votos, donde logran elegir
a Rubén Uribe Arcila como Concejal de Medellín. Luego en 1945 los liberales
se dividirían, unos apoyando a Gabriel Turbay y otros a Jorge Eliecer Gaitán,
en esta nueva división, el nuevo movimiento LAIN se disolvió. Fernando
González, no entrará a militar con ninguno de los dos candidatos, pero si
votará por Gaitán en 1946. [26]
Luego en el año 1947, sufre una dolorosa tragedia, Ramiro, su hijo que pronto
se graduaría en la Universidad de Antioquia, murió a causa de una leucemia.
Esta muerte afectaría desgarradoramente a nuestro maestro. Dos años después
moriría también su hermano Alfonso.
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En 1953, Carlos Mario Londoño que estaba trabajando en la Secretaría
General de la Presidencia de la República, se propuso conseguirle a Fernando
González un nuevo trabajo como cónsul.
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en los cafés de las aceras, para atisbar agonías, entierros y mujeres, que son mi
vocación. Primero son las agonías; segundo, los entierros; tercero, las
muchachas.”[29]
Después de tantos años sin publicar libros, Fernando González, decide volver
hacerlo.
En este punto tengo que confesar, que el aire metafísico de estos últimos libros,
con su reiterada búsqueda de Dios, para alguien tan ateo como yo, se hace un
tanto insoportable. Pero aun así, Fernando González no deja de ser original,
mordaz, provocador, un excelente escritor y un verdadero filósofo
existencialista. Muchos quisiéramos que el maestro de Otraparte, fuera
anticristiano, como Nietzsche, pero no, el viejito persistió en buscar a Dios. Y
eso nunca lo negó. Sobre este tema, el mismo Fernando González le compartió
a su amigo el padre Ripol, una pregunta que le hicieron en un periódico de
Ibagué, y la respuesta que dio.
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En septiembre de 1957 regresó a Colombia a vivir en su casa, la huerta del
alemán, pero ahora le cambiará el nombre, en adelante la llamará Otraparte.
En el pórtico de la casa puso un letrero en letras de bronce que decía: “CAVE
CANEM SEU DOMUS DOMINUM.” Que significa: “Cuidado con el perro, o
sea, el dueño de la casa.”
[1] Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza Editorial, 2000.
[2] Fernando González, Mi compadre, Editorial Bedout, 1934.
[3] https://www.otraparte.org/vida/ochoa-ernesto-5.html
[4] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008.
[5] Ibíd. p. 46.
[6] Ibíd. p. 54.
[7] Ibíd. p. 64.
[8] Ibíd. p. 65.
[9] Fernando González, El payaso interior, Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2005.
[10] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p.88.
[11] Ibíd., p. 88.
[12] Ibíd., p 89.
[13] https://www.otraparte.org/vida/prohibicion-viaje-a-pie.html
[14] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 114.
[15] Sara Lina González, Fernando González, Buhonero del espíritu.
[16] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 118.
[17] Fernando González, Mi compadre, 1934.
[18] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 132.
[19] Fernando González, Correspondencia.
[20] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 162.
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[21] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 206.
[22] Fernando González, Cartas a Estanislao, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995.
[23] Fernando González, Nociones de izquierdismo, Editorial Universidad de Antioquia, 2000.
[24] Fernando González, Santander, Universidad Pontificia Bolivariana, 1994.
[25] Ibíd.
[26] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 209.
[27] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 249.
[28] Ibíd. p. 251.
[29] Fernando González, Libro de los viajes o de las presencias, Editorial Universidad Pontificia
Bolivariana, 1995.
[30] Fernando González, Las cartas de Ripol, Editorial el labrador, 1989, p. 104.
[31] Javier Henao Hidrón, Fernando González: filósofo de la autenticidad, quinta edición ampliada del
autor, 2008, p. 284.
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