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CAPÍTULO V

CARLOS MARX.
El marxismo se presenta como un cuerpo de ideas y categorías de pensamiento
que abarcan tres aspectos fundamentales: 1) La Filosofía Marxista o Materialismo
Dialéctico, que tiene como fuentes el materialismo arcaico de la filosofía griega, hasta
las concepciones de Feuherbach en el Siglo XVIII y la dialéctica que nace con
Heráclito de Efeso y se expresa en el Siglo XIX por Hegel; 2) La Economía Política
Marxista que se nutre de la Economía Inglesa clásica del Siglo XIX, Adam Smith y
David Ricardo 3) El Socialismo Científico, que a diferencia del socialismo “utópico” de
Saint Simón, Owen y Furrier proponen una solución “científica” y más previsible con
vistas al provenir –según sus creadores-
La concepción marxista, producto de la elaboración de Carlos Marx y Federico
Engels en la mitad del siglo XIX, se presenta en la producción escrita como muy
profusa y ampliamente difundida, como una nueva “concepción del mundo” , por lo
que es sencillo deducir que lo primero que examinaron ambos fue la Filosofía que los
precedió.
Así, tomaron el viejo materialismo de Demócrito en la Grecia antigua, continuado
en el Siglo XVIII por Ludwin Feuerbach, que partía de la premisa que lo primario era la
materia y por consiguiente lo secundario el “espíritu” o el pensamiento. Y
puntualizaron que lo que tenía de limitado ese antiguo materialismo era su condición
de mecanicista o no dialéctico. Por ello la figura de Hegel va a tener una influencia
cardinal en el pensamiento de Marx. En efecto, Hegel había tomado la dialéctica de
Heráclito de Efeso y la había desarrollado mediante leyes mucho más actuales con
basamento idealista objetivo. En consecuencia, la dialéctica expresaba dos aspectos
centrales: 1) los fenómenos están en permanente cambio y transformación; 2) los
mismos están vinculados entre si de manera permanente, es decir la “concatenación
universal de los fenómenos”.
Esta visión materialista dialéctica de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento,
se expresa con toda claridad en “La Ideología Alemana” que es producto de Marx y de
Engels. “Sólo la materia altamente organizada piensa” decían, aludiendo al cerebro
humano y estos pensamientos son las ideas, consecuentemente la materia es anterior
y condición necesaria de las ideas.
Por otra parte redefinen las tres leyes de la dialéctica: 1) la ley de la
transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos y viceversa, por
ejemplo, si sometemos el agua a más de 100 grados se convierte en vapor, si la
sometemos a menos de 0 grados pasa al estado sólido y se convierte en hielo. 2) La
ley de oposición dialéctica de los contrarios, que significa que todos los fenómenos
tienen sus opuestos, elementos en contradicción, el hidrógeno dos combinado con el
oxígeno se convierte en agua. El esperma masculino y el óvulo femenino se
transforma en un nuevo ser humano, etc. 3) La ley de la negación de la negación,
significa que el estado posterior niega el estado anterior sucesivamente, así el
capitalismo es la negación del feudalismo y este será negado posteriormente por el
socialismo. A su vez, se percibe que en la visión de la sociedad concebían el cambio
como de “desarrollo en espiral”, es decir que a diferencia del ideario de Condorcet que
entendía que los cambios eran lineales y graduales de “progreso indefinido”, esta
visión sostiene que el nuevo estado niega el anterior, es de concebir los cambios de
modo más abrupto, y que el nuevo estado es o corresponde a una fase superior que el
anterior.

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Marx y Engels entendían que estas leyes combinadas con el materialismo daban
lugar a la nueva concepción “el materialismo dialéctico” base de la filosofía marxista
y aplicable a la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.
Ahora bien, trasladado al plano de la historia, el materialismo dialéctico pasa a
ser materialismo histórico. En consecuencia es la base filosófica de la Ciencias
Sociales. Con este marco conceptual van a encarar la formulación de las grandes
leyes del materialismo histórico como materia fundamental de la sociología, palabra
que no utilizaron por sus abismales diferencias con Augusto Comte y su positivismo.
Es precisamente el “Manifiesto Comunista” publicado en 1848, como folleto de
divulgación y propaganda que formulan algunas de ésas leyes del materialismo
histórico. En primer lugar la ley de la “lucha de clases”. Y lo dicen en los
siguientes términos: “Desde la comunidad primitiva hasta nuestros días, la historia de
la humanidad no es más que la sucesión de la lucha de clases, amos y esclavos,
patricios y plebeyos, señores y siervos de la gleba, maestros y artesanos, burgueses y
proletarios, explotadores y explotados, mantuvieron una guerra a veces abierta a
veces solapada....”.
A su vez, explicaban que esa lucha asumía tres formas al menos, la lucha
económica: que era propia de la lucha por el salario y las condiciones de trabajo; la
lucha ideológica, que expresaba ideas diferentes y opuestas entre las clases en
pugna; y la lucha política que era la instancia de la lucha por el poder. No se
registra en toda la bibliografía marxista una definición formal de “clase social” sin
embargo es fácil advertir que el concepto tiene relación con “grupos humanos que se
diferencian entre sí por el lugar o la función que cumplen en el proceso de producción
y de cambio de las mercancías en la sociedad en una época histórica concreta, pero
fundamentalmente según detenten o no la propiedad de los medios de producción
y de cambio”. Es decir que la cuestión clave pasa por la propiedad de los medios de
producción.
Otro aspecto fundamental es la distinción entre “base material” y la
“superestructura” de la sociedad. Toda sociedad tiene, según Marx, una base
material, compuesta por dos elementos indisociables, las “fuerzas productivas”,
integradas por la fuerza humana de trabajo y los instrumentos de producción y las
“relaciones de producción” que era la forma de retribución del trabajo. Estos dos
elementos constituían el soporte de toda sociedad, de allí su denominación de base
material o infraestructura. Era la dimensión fundamental en la organización de toda
sociedad. Sobre la base se elevaba la superestructura. Que estaba compuesta por
el Estado, concebido éste como el “instrumento jurídico y político de dominación de
una clase por otra”, y el derecho, como “conjunto de normas imperativas que
legitimaban la propiedad capitalista”, luego por las ideas, las creencias, los
conocimientos y los valores.
Esa distinción tiene una derivación importante: los grandes cambios sociales
se operarán siempre en la base de la sociedad, en tanto los cambios graduales y de
escasa significación histórica podían partir de la superestructura hacia la base
material. En la conocida obra de Marx, “Contribución crítica de la Economía Política”,
este explica otra ley del capitalismo, las fuerzas productivas crecen
incesantemente mediante el invento y la transformación de nuevos instrumentos
de producción mientas las relaciones de producción o condiciones de trabajo se
estancan, y esta discordancia genera la agudización de las contradicciones de clase,
es decir entre los proletarios y los burgueses, atizando la lucha y profundizando la
explotación, lo que conduce a la “pauperización del proletariado”. Esta es, según
Marx, la contradicción que explica el motor de los cambios históricos. A la vez genera
el caldo de cultivo para otra ley de no menor importancia: la ley de la Revolución
Social. Es preciso, sin embargo que se den las condiciones objetivas para tal

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proceso, a partir de las fuerzas productivas que crecen y las relaciones de producción
que se estancan, incapacidad de resolver ésos conflictos por la clase gobernante,
imposibilidad de prolongar el statu quo. Luego, las denominadas “condiciones
subjetivas” que se relacionan con la denominada “conciencia de clase”, que culmina
con la determinación de tomar el poder.
Por ello, el proceso revolucionario es un fenómeno político, mediante el cual
el poder cambia de manos de una clase a otra. Se gesta en la base material y se
expresa en el poder político del Estado.
Una constante que adquiere el carácter de ley es que las condiciones de
existencia social determinan la conciencia social. Es decir, las condiciones del
entorno físico y las condiciones materiales condicionan las creencias, los valores y las
actitudes de los grupos sociales. Es una concepción epistemológica del marxismo.
De la que surge el “partidismo” en las ciencias, concebido como el conocimiento y sus
caracteres como consecuencia de la clase social a la que se pertenece. Aseguran
que la crisis del feudalismo dio lugar al avance científico en las ciencias sociales y la
física, la química y la biología. Que los racionalistas franceses del Siglo XVIII,
abrieron el camino para nuevas creaciones científicas.
Otra dimensión fundamental, es la revisión de las distintas Formaciones
Económico Sociales en la historia. Partiendo de la comunidad primitiva de
subsistencia, se pasa luego al Modo de Producción Esclavista, propio de la antigüedad
clásica. Luego, el Modo de producción feudal, y posteriormente el Régimen
Capitalista. Acotemos que el Modo de Producción Asiático fue un fenómeno propio
de oriente y no de la Europa Occidental. Cada una de estas ormaciones sociales
daban lugar a la lucha de dos grandes clases antagónicas, Amos y esclavos, Señores
y Siervos de la gleba, Burgueses y proletarios. No ignoraban que existían otras
clases sociales, pero no formaban parte del centro de la contradicción, de allí la
distinción entre contradicciones fundamentales y no fundamentales. Preveían que
podría darse en algún país capitalista avanzado el primer proceso revolucionario de
tipo socialista. Y establecieron que la última fase era la transición del Socialismo al
Comunismo, donde se establecerían condiciones de igualdad y el Estado como
aparato de dominación “desaparecerá”.
Es importante subrayar que la concepción marxista implica la teoría y la
praxis. Es decir, que impulsa a la acción social y política para transformar la realidad.
Y los creadores del modelo teórico actuaron en consecuencia. Así, formaron la
“internacional Socialista” que reunía a los partidos socialistas europeos de la época.
Se proponían extender el ideario a todos los rincones de Europa. Esta vinculación de
Marx con la acción le valieron el exilio de Francia, Bruselas, Londres, Berlín, y lo
indujeron a cambiar su residencia en diversas ocasiones.
Retomando el esquema teórico, es importante señalar que Marx tuvo como
fuente en Economía Política a los economistas clásicos Ingleses, particularmente
David Ricardo, cuyas concepciones sobre el valor y la renta tendrían sobre él mucha
influencia. Pero nunca dejó de considerar un mérito propio la Ley de la Plusvalía.
Ante todo planteó que el valor de una mercancía estaba “en la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producirla”. Por lo que toma la concepción objetiva del
valor. Luego añade que en el Capitalismo el trabajo era considerado una mercancía
que se retribuía en salario. Ahora bien, si un trabajador tenía por jornada ocho horas
de trabajo, y si en las primeras cuatro generaba la cantidad de bienes con los cuáles el
Empresario le podía retribuir lo necesario para reponer su energía psicofísica y la de
su familia, las cuatro horas restantes generaban trabajo adicional, y con ello plus-
producto que luego se transformaría en plusvalía. Por lo que se puede definir a la
plusvalía como “la parte del valor del trabajo del obrero de la que el Capitalista se
apropia y no retribuye en forma de salario”, que se origina en la esfera de la

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producción, pero que luego aparece bajo las formas de ganancia comercial, interés
bancario, etc. Es lo que explica para Marx la explotación de la clase obrera por la
burguesía. Por cierto, existen multiplicidad de aspectos económicos de cuño marxista,
sobre los que no vamos a extendernos en un trabajo sociológico. (Ver Entrevista con
el mundo en transición” de Isidro J. Odena. Ed. Labor, Bs. As. 1963).
Es como consecuencia de los efectos de la ley explicitada, que según Marx, se
produce en los trabajadores el fenómeno de la “alienación”. Es decir un desapego
respecto a lo que produce y que no es propio, generando un estado de privación, del
que no siempre es consciente y que mella su personalidad, esto se conoce con el
nombre de alineación como parte de un proceso de enajenación no voluntaria de los
producido, con secuelas espirituales y sociales de mucha importancia.
También es importante mencionar, que la convicción de Marx era que el primer
proceso revolucionario se daría en Inglaterra o Alemania, por tener ambos países el
sistema capitalista más avanzado. Su vida biológica no alcanzó a ver sin embargo,
que la primera revolución Socialista se iba a dar en lo que Lenín denominó “el eslabón
más débil del capitalismo”, en la Rusia Zarista, en 1917. Fue la consecuencia de la
actividad de los denominados “bolcheviques” que actuaron como vanguardia y
convencieron al Ejército rojo que volvía de la primera guerra mundial que debía
desplazar del poder a los Zares. Tal lo que ocurrió y sectores de la pequeña burguesía
y socialistas bolcheviques conducidos por Vladimir Ilich Ileanov Lenín se hacen cargo
del poder.
La cuestión radica entonces en que el marxismo no es sólo una concepción del
mundo sino un régimen político que décadas después de 1917 condujo a millones de
personas, en Rusia, Ucrania, Georgia, Turquistán, Kazaquistán, Kurdistán, a la
extensa y superpoblada China desde 1949, y los países orientales de Europa tomados
con el contraataque de las tropas rusas en 1945, -como Polonia, Hungría, Yugoslavia,
Checoslovaquia, Rumania y Alemania Oriental-, además de Cuba (1961) y Vietnam
(1970). Esto subraya la importancia de su estudio en el plano de la sociología, de la
filosofía y de la economía política.
La producción escrita de Marx fue muy extensa. Se inicia con las obras de
juventud, antes de 1848, entre ellas “La Filosofía del Derecho de Hegel” y la “Miseria
de la Filosofía” con la que replica a Proudon en su trabajo “Filosofía de la Miseria”,
luego “La cuestión Judía”, entre otras.
Posteriormente, ya con la colaboración de Federico Engels publicó “La Ideología
Alemana” que expresa el análisis filosófico del materialismo dialéctico. Más adelante
publica su obra central “El Capital” que es esencialmente económica, aún cuando tiene
consideraciones filosóficas, sociales y políticas, cuyo último tomo (III) publicó Engels
después de su muerte. Mas tarde, “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” y las “Criticas
al programa del Gotha”. Especial relieve adquiere “Contribución crítica de la
Economía Política” que tuvo gran difusión entre los economistas de la época. Engels
por su parte abordó “La familia, la propiedad privada y el Estado”, “Luwing Fehuerbach
y el fin de la Filosofía Clásica Alemana”, “Dialéctica de la naturaleza” y “El
AntiDiüring”. A menudo, ciertos autores han subestimado el aporte de Federico
Engels a la obra de Marx. Se trata de un gran error, ambos elaboraron la concepción
filosófica que se expresa en “La Ideología Alemana”, el “Anti-Diuring” contó con la
permanente colaboración de Marx y Federico Engels además de ayudar durante años
económicamente con gran generosidad a Marx, publicó los dos últimos tomos de “El
Capital” después de la muerte de su autor, teniendo a la vista sus manuscritos.
Como se advierte, mucho material para examinar, que contiene la mayor parte
de la Teoría Social y a pesar de tener muchísimos detractores, siempre vigente por la
naturaleza indudablemente polémica de los temas que abarca.

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Es indudable, que en regímenes políticos concretos el marxismo tuvo
exponentes políticos que merecieron las críticas más severas.Tal el caso de Stalin, la
vieja nomenclatura soviética y la política de sometimiento y persecución a los
“disidentes” que encaraba la K.G.B como agencia de Inteligencia soviética. Este
esquema de poder cerrado, totalitario y carente de pluralismo se justificaba en la
necesidad señalaban “de afirmar el socialismo en el mundo”.
Pero esta claro que el régimen de “partido único”, la propaganda y la acción de
la toma violenta del poder merecieron condenas de socialdemócratas y liberales y
luego del Eurocomunismo, que se planteó el acceso al poder por la vía pacífica y
electoral. Sobre fines de 1984, aparece la figura de Mijail Gorbachov que va a ser
primero Secretario General del Partido Comunista en Rusia y luego Primer Ministro. Y
va a escribir una obra significativa: “La Perestroika” (la reforma) en la que no ahorra
críticas a sus predecesores y propone reformas como la “glasnost” o transparencia
informativa, la coexistencia pacífica con Occidente y la creciente democratización del
régimen Socialista. Por otra parte, sostuvo que haber dado prioridad a la industria
pesada durante el Stalinismo en principio fue positivo, pero haber descuidado la
producción de los bienes de consumo fue un error que generó malestar en el pueblo
socialista, que veía como el capitalismo occidental tenía niveles de consumo
significativamente superiores.
Tuvo que afrontar un golpe de estado de la vieja guardia del partido y superado
ése intento al poco tiempo renunció. Con su influencia se opera la caída del Muro de
Berlín y las reuniones con Ronald Reagan (en Reijiavik y en Ginebra) para la
eliminación del armamento nuclear y la creciente cooperación en la destrucción de
armamentos de destrucción masiva, lo que produjo distensión en el mundo. Sin
embargo, en 1991 se va a disolver la Unión Soviética y va aparecer la Comunidad de
Estados Independientes, que tuvo en Rusia a Boris Yelsin, el exponente del tránsito
hacia formas de inversión capitalista, al que sucede la democratización del poder. No
obstante, hoy Cuba, Vietnam, China, y a su manera Venezuela se proclaman
Marxistas Leninistas con diferencias de matices y modalidades de acceso al poder
diferentes. La antigua izquierda Comunista Europea cambió su enfoque y propone
coaliciones de izquierda que accedan al poder con los Socialdemócratas y
socialcristianos. El ejemplo de la Coalición del “Olivo” en Italia es significativo de los
cambios que se han operado en el nuevo escenario internacional y la tendencia a la
moderación que se difunde con excepciones en los distintos continente
Es por lo expuesto que las bases teóricas originarias sufrieron cambios
importantes en la segunda mitad del siglo XX. Tan sólo baste citar la contribución de
Vigotsky, de Leontiev y los aportes de Irienkov en “La lógica Dialéctica” y “La
Categoría de lo ideal” para comprender las nuevas fuentes de la concepción marxista.
Es el denominado neo marxismo que no sólo reaparece en la llamada Sociología
Crítica sino en más recientes exponentes que revisaron las concepciones originarias
de Marx y Engels.

MAX WEBER
Fue el más caracterizado sociólogo alemán de fines del siglo XIX y principios del
siglo XX. Sus obras trascendieron largamente su época y las mismas se pueden
dividir en tres partes. En “Ensayos sobre epistemología de las Ciencias” analiza los
caracteres de las Ciencias Naturaleza y las que él denomina Ciencias de la Cultura.
Parte de la premisa que las Ciencias Naturales tienen una comprensión mediata de
los fenómenos que analiza, sin mediar el “experimento” no se puede inferir la relación
causal entre los fenómenos. En cambio, afirma en las ciencias culturales la
comprensión es inmediata, por que las personas captan de modo directo el sentido
de la acción humana. Es el caso de la observación de una madre que amamanta su

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niño en brazos, se trata de una acción afectiva por naturaleza. Además en las
Ciencias Naturales el análisis causal es el más frecuente. No ocurre lo propio con las
ciencias culturales cuyos objetos no admiten la causalidad sino la probabilidad de que
alguna variable incida en su producción, por lo que la explicación ofrece siempre una
probabilidad y la comprensión como la captación del “sentido mentado de la
conducta humana” (vertehen) que nos permite apreciar la conducta esperada de otra
persona. No dudó en ubicar a la Sociología entre las ciencias de la Cultura, por
que la conducta humana esta frecuentemente inspirada por valores, y además la
comprensión, como se ha dicho es inmediata. Destaca asimismo, el carácter
provisorio del conocimiento científico, siempre sujeto a revisiones y nuevas
experiencias. De lo que infiere el carácter inconcluso de la Ciencia, su constante
estado de flujo. No obstante subraya a la Ciencia como disciplina claramente racional
que marca su impronta en la época, junto al avance del capitalismo como modo de
producción y al tipo racional legal como esquema de dominación política. Conforme a
su visión la sociedad tradicional comienza su ocaso y se inicia la sociedad capitalista,
constitucional y científica.
“Economía y Sociedad” es la obra fundamental de Max Weber. En ella
aparecen los temas centrales de la Sociología General. Define a la Sociología como
la ciencia que “estudia la acción social, interpretando su sentido y explicándola en su
desarrollo y efectos”. El objeto es pues la Acción Social, que categoriza en cuatro
tipos de acción: 1) Acción racional: en la que los fines son racionales y los medios
para obtenerlos también lo son, el ejemplo típico es el del empresario comercial, su
objetivo es maximizar la ganancia y los medios para obtenerlos van desde la baja de
los precios manteniendo buena calidad del producto hasta la publicidad;: 2) la Acción
racional con relación a un valor, también denominada axioracional, en esta
categoría se incluye la conducta del capitán del buque que sucumbe con él pero hace
todo lo conducente racionalmente para salvar a la tripulación, o la mujer hindú que
perece en la pira incineradora junto a su amado. 3) la acción afectiva, cuya esfera es
ajena a lo racional, como las caricias de los amantes, o la gresca de deportistas en
pleno juego. 4) la acción tradicional, que implica la continuidad de una conducta
considerada adecuada a través del tiempo, como concurrir a la Iglesia para asistir a
misa, o presenciar los desfiles militares patrios, etc. Esto “tipos ideales” de acción
social explican gran parte de la concepción Weberiana. En el caso de la Ciencia, se
trata de una actividad racional con relación a un valor, el científico utiliza métodos
racionales para conseguir descubrir la verdad que es un valor. En la misma obra
existen consideraciones respecto del método del “tipo ideal”. El mismo es
conceptualizado como la construcción “a priori” de los aspectos esenciales de
determinados fenómenos sociales, que luego son confrontados con la realidad para
verificar su concreta existencia. Por caso, el capitalismo, como modo de producción
para el mercado basado en el ahorro, la inversión y la retribución del trabajo en salario,
el cálculo de posibilidad de ganancias, la realización de balances, etc. O la Ciudad
Antigua caracterizada por Fustel de Culanges, con perímetro amurallado, un mercado
limitado y una vida cultural propia, etc. El tipo ideal incorpora el proceso de
comprensión y también la explicación. Es preciso recordar que el proceso de
captación del sentido mentado de la acción humana, es aplicable a las ciencias de la
cultura. Este proceso no descarta la explicación causal que, no obstante, tiene sus
limitaciones por que no es siempre posible prever las acciones humanas. A su vez,
hay autores que distinguen la comprensión individual, de la grupal o colectiva. De
todas formas, se trata de un proceso metodológico claramente original. Que intenta la
búsqueda del significado intrínseco de la conducta del hombre. Lo que deviene en un
nuevo paradigma de análisis científico.
Max Weber tuvo una formación integral. Se graduó en Derecho, incursionó
intensamente en la Filosofía, fue economista y estudió los procesos productivos como
lo refleja en “Las relaciones de producción en la agricultura del mundo antiguo”,

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“Historia Económica General” que se publicó después de su muerte. Este
conocimiento acabado de los fenómenos económicos le significaron gran apoyo para
el análisis de la sociedad de su tiempo. Sin embargo tuvo una acción política no muy
significativa y queda claro que fue una vocación inconclusa.
Su conocida conferencia “El político y el Científico” que pronunciara en los
Estados Unidos fue posteriormente publicada con gran suceso. La tesis fundamental
de ésta obra es que la diferencia fundamental entre el científico y el político es que el
primero trabaja en “relación con los valores” en tanto el segundo formula
constantemente juicios de valor. El científico que examina determinada fase de la
historia encuentra que los hombres luchaban en esa etapa por asegurar la libertad, en
tanto el político define los valores que prevalecen en una decisión determinada en el
ejercicio del poder. Tomar decisiones implica privilegiar algunos valores en desmedro
de otros. Se trata de un tema que tiene vigencia hasta nuestros días.
Otro aspecto importante de las obras de Weber tienen que ver con la
Sociología de la Religión. Su renombrada obra “La Ëtica Protestante y el Espíritu
del Capitalismo” fue una clara refutación de la concepción marxista de la Religión.
Según la visión de Max Weber, la ética protestante impuso un “estilo de vida”
claramente austero, proclive al ahorro, la laboriosidad que desdeñaba el gusto por lo
superfluo. Y el ahorro es la base de la inversión y ésta a su vez de la acumulación que
van configurando el círculo virtuoso del capitalismo. Por ello en los países que caló
más hondamente la Reforma protestante, como Inglaterra, Holanda, Alemania y
posteriormente Estados Unidos, el Capitalismo tuvo un desarrollo más avanzado, lo
que no había ocurrido con Francia, España e Italia.
A su vez publicó un estudio de la religión en el mundo antiguo. El
Confusianismo, el Taoísmo, Hinduismo y Budismo. Y la tercera parte, El judaísmo
antiguo. Se proponía concluir con el Islam al tiempo que lo sorprendió la muerte. En
el pensamiento de Weber, la moral de la convicción aparece como una de las
expresiones posibles de una actitud religiosa. Es precisamente el análisis de la moral
de la convicción la que lo conduce a la sociología de las religiones. Weber quiso
demostrar que las concepciones religiosas son efectivamente un determinante de las
formas de conducta económicas y por ello una de las causas de las transformaciones
económicas de las sociedades. Esto se percibe claramente en la “Etica protestante y
el espíritu del capitalismo”. La búsqueda de rentabilidad es un proceso racional. Se
pueden describir múltiples conductas que buscan la ganancia, muchas de ellas
irracionales, pero el la empresa capitalista se trata de una búsqueda moderada de
ganancia, previsible según la inversión, que permita a su vez la perdurabilidad de la
empresa.
Distingue claramente, entre la ética de la convicción y la ética de la
responsabilidad, la segunda es propia del campo de la política, quién ejerce la
función no puede dejar de tomar decisiones, la responsabilidad implica una actividad o
conducta que afecta los valores del conjunto. La ética de las convicciones son
propias de los pacifistas que alegan “libertar de conciencia” para no participar de la
guerra, aunque ello implique una sanción legal. En la esfera de la ética de la
responsabilidad ingresa el plano de la acción política de los que conducen el Estado.
Notable ejemplo de ello es el libro de “Memorias” del ex Presidente Argentino, Raúl
Alfonsín, que describiendo la rebeliones militares “carapintadas” de 1987 se vió
obligado “para salvar” la democracia republicana, al dictado de las leyes de
“obediencia debida y del punto final”, que tantas polémicas desataron en la Argentina
hasta el presente. Se trataba según el ex mandatario de asumir la responsabilidad de
salvar la incipiente democracia y para ello propuso el dictado de las leyes citadas, que
no cerraban el pasado pero permitían la continuidad del estado de derecho.

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Otro aspecto de la racionalidad del mundo moderno esta dado por la
organización Burocrática. El Tipo ideal Burocrático es a su vez consecuencia de
otros dos tipos ideales: el modo de producción capitalista y el sistema de dominación
racional legal. Que quedan definidos por distintos caracteres: 1) clara definición y
delimitación de función y misiones: 2) Organización jerárquica, para deslindar
responsabilidades, 3) Ingreso al cargo mediante la capacidad y el mérito; 4) Reglas de
procedimiento escrito preestablecidas; 6) Estabilidad en el cargo; 7) Retribución en
salario (economía monetaria). 8) el burócrata es tan sólo un ocupante del cargo no su
propietario, a diferencia de la administración patrimonialista del período Estamental.
Señala que la difusión de la burocracia al ámbito público y privado tiñe los más
diversos aspectos de la vida social. La Educación,. La salud, la Justicia, la actividad
económica, los movimientos bancarios, etc. lo que le permite aseverar que en un
mundo teñido por la racionalidad la burocracia aprarece como “el mayor invento social”
por superar las formas organizativas anteriores.
Un capítulo de gran importancia en el legado de Max Weher es el de la
Sociología Política, comenzando en este aspecto por diferenciar “el poder” de “la
dominación”. El poder expresa una relación mando obediencia donde impera el vigor
del más fuerte. En tanto la dominación se expresa “en la probabilidad de un mandato
de ser obedecido” que esta mostrando el consentimiento en quién obedece respecto a
quién y por qué manda. En la dominación existe en consecuencia, un fenómeno más
complejo, consistente en que los que obedecen tienen claro convencimiento respecto
del mandato. Como consecuencia reaparece la idea de “poder legítimo”, entendida la
legitimidad como un dato cualitativo consistente en la aquiescencia expresa de
quienes obedecen, en concreto aceptan el mandato por que entienden que quién
manda es quién debe mandar y respecto del contenido de mandato tienen igual
aceptación. Esta legitimidad, como veremos, esta fundada en diversas razones, pero
se torna eficaz para el funcionamiento del gobierno y el Régimen Político.
Luego, en clara aplicación de su modalidad metodológica, crea “los tipos
ideales de dominación”. El primero que describe y explica es el tipo de dominación
Tradicional, que conforme a las prácticas europeas del Siglo XVIII y XIX fue la
“monarquía hereditaria”, que rigió los destinos de la mayoría de los países durante
siglos y consolidó los primeros Estados Nacionales superando la fragmentación feudal.
Fueron los casos de Francia, Inglaterra, Austria-Hungría, Holanda, Países
Escandinavos, Rusia etc. El presupuesto de la dominación estuvo dado por la
aceptación prolongada de verdaderas dinastías monárquicas, que además fueron
eficaces en la unificación territorial, el comercio, el mantenimiento de los valores
tradicionales, la religión, las creencias y las prácticas sociales de la época. En
consecuencia, la aceptación y otorgamiento de legitimidad de los gobernados se
fundaba en la reiteración de creencias respecto al titular del mandato que encarnaba el
poder. El segundo tipo de dominación “Carismático”, reposa en un fundamento
distinto, consistente en atribuir a un líder plena confianza en su desempeño del mando
y ejerció del poder. El propio líder concita tal adhesión, por sus condiciones y su
desempeño que generaba la confianza en quienes le obedecían. Ejemplifica en
Federico “el Grande” de Prusia, dotado de condiciones de mando y gran aptitud para
ganarse el apoyo de los súbitos. Este tipo de dominación se conecta indivisible con
el tipo de acción “afectiva” en la concepción general weberiana, y se expresa en
múltiples ejemplos históricos. Por último, refiere al tipo de dominación Racional
Legal, propios de las monarquías constitucionales ó de los regímenes parlamentarios
del Siglo XIX que se presentaban como nueva forma de ejercicio del poder. Un poder
limitado por la ley, que se ajusta a los dictámenes del sufragio o el voto popular. Y
justamente la legitimidad se apoya en esto último, para expresar el apoyo a la forma
de gobierno y convalidad y negar su eficacia. Visualizó claramente este tipo de
dominación con la sociedad moderna de la ciencia, el capitalismo industrial y la
burocracia como forma de organización social racional y formal. Tanto el continente

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Europeo como América se estaban convirtiendo en escenarios del nuevo tipo de
dominación y comenzaban a experimentar la dualidad de capitalismo industrial con
Democracias Republicanas.
El pensamiento de Max Weber tuvo y tiene una extendida vigencia en la Teoría
Social. Entendemos, como muchos, que no es producto de la casualidad. Es la
consecuencia de una elaboración teórica compleja y muy abarcadora de la realidad
social de fines del Siglo diecinueve y comienzos del veinte con proyección hasta
nuestros días. Desde las cuestiones metodológicas hasta las debatidas posiciones
políticas no pueden, seriamente, prescindir de los puntos de vista que dejara
planteados como modalidad de abordaje de problemas complejos que en nuestro
tiempo tienen creciente importancia. De lo que se desprende que haya dejado una
pléyade de discípulos en Occidente, que reactualizan sus concepciones con nuevas
consideraciones teóricas. De igual modo es punto de referencia para verificar lo ya
hoy quizá es inaplicable de sus originales enfoques teóricos. A todo evento, su
contribución a la Sociología es de imprescindible consulta, cuestión que se profundiza
en un mundo postmoderno dominado por la globalización, la revolución tecnológica, la
fuerte difusión de las comunicaciones de multimedios e inéditos cambios en los
valores.

ALEXIS DE TOCQUEVILLE
Alexis de Tocqueville es considerado por muchos uno de los clásicos de la
sociología del Siglo XIX por sus interesantes aportes que se expresan a través de sus
dos principales obras: “La Democracia en América” y “El Antiguo Régimen y la
Revolución”.
Aun cuando la primera tuvo más amplia difusión, la segunda es importante para
la comparación de sus percepciones sobre Estados Unidos y Francia en lo
concerniente a las instituciones políticas. .
Tocqueville procedía de la nobleza. No obstante fue partidario de la Revolución,
en especial de la primera etapa en la que la Asamblea brega por ampliar la
representación social incorporando al “Estado Llano”. Sin embargo su visión de la
segunda etapa será duramente crítica, en particular respecto a cuando se instauró “el
Régimen del Terror” conducido –entre otros- por Robespierre que condujo a la
guillotina al Rey, la Reina, gran parte de la nobleza y aún a los “disidentes” de la
revolución.
Retomando la secuencia histórica, cabe señalar que Tocqueville fue
encomendado por el Gobierno de Francia a viajar a Estados Unidos para estudiar el
“Régimen Penitenciario” de ese país. Con tal motivo pudo viajar varios meses por el
país del norte y registrar los aspectos principales de su forma de gobierno y su
régimen político. Ante todo remarcó que Estados Unidos era una nación de
extenso territorio y sin problemas ni conflictos con sus países vecinos. Lo que
le permitía avanzar en el logro de su progreso económico y la consolidación de sus
instituciones políticas.
Otro rasgo de fundamental importancia es el de la relación entre religión y
poder político. Señala la notable armonía de ambas dimensiones a partir de la
historia de Estados Unidos. En efecto, los pastores protestantes que viajaron en el
“Mayflower” pactaron que en las colonias del norte se respetarían los derechos
esenciales de las personas y las garantías de sus libertades. Que el Poder político era
independiente de la religión y que esta última no interferiría en plano institucional del
poder de los nuevos asentamientos. Por lo que las declaraciones de Derechos de los
Estados Miembros recogen estos preceptos.

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Es decir que imbuidos de “espíritu protestante”, destacaban el valor de la libertad
de comercio, de asociación, de opinión, etc. En consecuencia la religión predominante
y el poder político no tuvieron conflictos. Menos aún a partir de la Independencia de
1776 y de la Constitución que sancionaron, cuyas declaraciones, derechos y garantías
reafirman el ideario de los fundadores. Tanto Madison, como Hamilton y Jefferson
fundaron doctrinariamente la importancia de ésos principios que fueron llevados a la
práctica en el ejercicio del poder en Estados Unidos.
Todo lo opuesto había ocurrido en Francia. La Iglesia en tiempos monárquicos
gozaba de algunos privilegios inaceptables. Pero de ninguna manera según el autor,
esto justificaba la persecución y aniquilamiento del Clero francés durante la
Revolución. Al contrario la nueva religión de la “libertad, igualdad y fraternidad” dieron
por tierra con las consignas de la antigua religión católica. Pero, en la visión del autor
criticar el pasado del clero francés no podía implicar la persecución ni la discriminación
de los creyentes. Al contrario el Poder Revolucionario debía eliminar excesos pero
tolerar la religión para construir una nueva convivencia.
Otro aspecto que destaca la “Democracia en América” es la descentralización
del poder político. En efecto, Estados Unidos surgió como una Confederación, con
Estados miembros confederados, que se reservaron autonomía y derechos de
sececión y nulificación de las leyes sancionadas por el Congreso. Esta
descentralización, apunta Tocqueville es positiva por que permite que un país de gran
extensión tenga gobiernos locales eficaces, sin conculcar las libertades. Al propio
tiempo, elogia el Sistema Municipal norteamericano que ve como la manifestación de
los gobiernos locales y base del sistema jerárquico de poder. Es otro aspecto
contrastante con Francia. Allí, las antiguas provincias cedieron todas sus facultades al
poder Central. Dependían de sus decisiones del poder cuyo centro estaba en París.
Y la Revolución, en vez de revertir esta tendencia que estableció el régimen
monárquico, la acentuó, cercenando con ello los poderes locales.
El esquema de “libertad de prensa” de Estados Unidos le pareció encomiable.
Todos los matices de opinión se podían expresar por la prensa. Lo que posibilitaba el
debate abierto de las ideas y contribuía al afianzamiento de la Instituciones. No existía
censura y los canales de expresión eran accesibles para todos. Esa abierta
circulación de las ideas contribuyó mucho a consolidar la democracia americana. Por
ello, a su juicio era lamentable que en Francia sucediera lo contrario. La Revolución
basaba sus consignas en “libertad de prensa para los revolucionarios” y cerraba
cuanta imprenta difundiera ideas que se entendían como contrarias al ideario de la
Revolución.
Al describir el esquema del Presidencialismo Americano, califica a la
Institución Presidencial como débil frente a los otros poderes del Parlamento y la
Justicia. No fue así en la práctica sin embargo. El presidencialismo norteamericano
era fuerte y respetuoso de los otros poderes. No obstante, el creciente poder
presidencial norteamericano se acentuó a partir de fines del Siglo XIX con el creciente
protagonismo de Estados Unidos en América y el Mundo de la época. Sucede que
en la formación de Tocqueville estaba fuertemente presente el pensamiento de
Montesquieu, que marca su impronta en diversos aspectos de su propio pensamiento.
En sus observaciones respecto a la sociedad civil, remarca la importancia en
Estados Unidos de las Asociaciones voluntarias. Ve en ellas formas de
participación fuertemente positivas que enriquecían al poder político de los Estados y
de la Nación Americana. Se trata de una visión original del papel de las
organizaciones de la “sociedad civil” en el sistema político.
En cuanto a los partidos políticos, es otro aspecto que es objeto de la
ponderación de Tocqueville en Estados Unidos. Describe partidos políticos vigorosos
como mucha democracia interna y custodios de las libertades consagradas por la

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Constitución Americana. Situación que también ve opuesta a la de Francia, en donde
el régimen de partidos era frágil y extremadamente enfrentados entre sí, lo que
impedía el mínimo consenso.
Otro aspecto de no menor importancia esta relacionado con la conceptualización
que hace Tocqueville de la libertad. Su visión relaciona la libertad con la “ausencia
de arbitrariedad” por una parte, que supone que ante una decisión que afecte un
derecho exista una autoridad dispuesta a restaurarlo, pero además la idea de libertad
esta vinculada en su pensamiento con la idea de la igualdad. Para él la igualdad no
era otra cosa que la igualdad de condiciones. No se trata decía que “todos lo
individuos sean iguales” sino que tengan igualdad de “condiciones” para el ejercicio
de sus derechos. Estas condiciones están en el plano político, en el sentido de
“igualdad ante la ley” que posibilita las mismas oportunidades para todos. Sin
embargo, observó con preocupación el sistema de esclavitud reinante en Estados
Unidos. La denominada “Guerra de Secesión” confirmo su preocupación.
En la obra “El anciano régimen y la Revolución” , publicada mucho después
de la “Democracia en América”, fue la descripción descarnada del régimen de la
Monarquía Francesa de mediados del Siglo XVIII, del sistema de privilegios de la
nobleza, las prerrogativas del clero, la descomposición de un régimen político que
precipitaba su fin. Lo que lo llevó a explicar muy claramente las condiciones en que se
produjo la Revolución y sus principales reinvindicaciones y posteriores desviaciones.
Fue una obra de gran repercusión, por ser producto de una minuciosa investigación
histórica.
No ignoraba que la sociedad que prevalecía en su tiempo era eminentemente
industrial, como ya lo habían señalado tanto Comte y Durkheim como Carlos Marx.
Pero el progreso económico era condición necesaria más no suficiente, según su
visión. Era preciso que existieran instituciones políticas que garantizaran la libertad y
la igualdad de condiciones entre los gobernados, la democracia en rigor. En
consecuencia, si bien era importante el progreso económico, lo era más aún la
existencia de poder político moderado que asegurara a las personas sus derechos y
garantías. De allí se infiere su preocupación por la vigencia real de la democracia
política y no la democracia aparente que dice proteger derechos pero no los asegura.
Para ello, la libertad de pensamiento, de asociación, de expresión de las ideas, de
formar parte de agrupaciones políticas, de elegir y poder ser elegido marcan factores
de gran importancia para una sociedad auténticamente democrática.
No ignoraba Tocqueville que la sociedad de su tiempo era estratificada, y
habían ricos y pobres, empresarios, profesionales, trabajadores y prestadores de
servicios. Pero entendía que estas diferencias no impiden la existencia de igualdad de
oportunidades, que las personas laboriosas merced al esfuerzo, podían mejorar su
condición social. Y este optimismo reposaba en gran medida en el sistema de
gobierno que asegurara la libertad.
No tuvo Tocqueville un reconocimiento inmediato en Francia, quizá por la
influencia innegable de Emil Durkheim y su escuela, pero en Inglaterra se lo consideró
un pensador de gran importancia en el análisis comparativo de los sistemas políticos y
las formas de Gobierno de su tiempo. Debiendo añadirse que Europa del Siglo XIX
se debate entre regímenes democráticos o la continuidad de Monarquías con mucho
poder, que degradaban las libertades individuales. De allí la importancia de sus
lúcidas reflexiones sobre las instituciones políticas y la democracia como la mejor
forma de gobierno. Su esmero en destacar que lo más importante de la sociedad son
sus instituciones políticas, ya que de ellas dependen las posibilidades de los que la
integran. Como bien lo menciona Arón no fue un defensor de la ciencia a la manera
de Augusto Comte, ni un analista de la sociedad industrial en la visión de Durkheim, ni
del capitalismo en el análisis de Marx, fue quién abogó por sociedades democráticas
modernas y moderadas.

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Bibliografía:
Aron, R.: “Las Etapas del pensamiento Sociológico”. Ed. Siglo XX.
Engels, F.: “El AntiDüiring”. Ed. F.C.E. 1968.
Engels, F.: “Dialéctica de la naturaleza”. Ed. Cartago. 1974.
Marx, C. “Manifiesto Comunista” . Ed. Progreso. 1963.
Marx, C.: “El Capital”. F.C.E. 1978.
Marx, C.: “Prólogo a la introducción Crítica de la Economía Política”. Ed. Siglo XX.
1975.
Weber, M.: “Ensayo sobre la teoría de las Ciencias”. Siglo XXI. 1986.
Weber, M.: “Economía y Sociedad”. Ed. F.C.E. 1983.
Tocqueville, A.: “La Democracia en América”. Ed. Paidos. 1983.
Tocqueville, A.: “El anciano Régimen y la Revolución”. Ed. Península. 1987,

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