Está en la página 1de 162

' \.

Traducción de SERGE GRUZINSKI


JORGE fERRE!RO

La colonización de lo imaginario
Sociedades indígenas y occidentalización
en el México español
Siglos XVI-XVIII

FONDO DE CULTURA ECONÓM ICA


MÉXICO

1 de 162
Priin<:"ra edición en francés, 1988
PrinJi:ra edición en español
{corregida y aumentada
respecto de la francesa), 1991 ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIÓN
Segunda reimpresión, 1995 EN ESPAÑOL

La primera edición en francés (La colonisat:·on de /'itnaginaire. Sociétés indig"ineJ et


occ-identalúation dans le l1Je:x.-"it¡ue espagnol, XVJ<'-XV!!f'" stCc!e) fue corregida y au1nen-
tada por el autor para ofrecer en la presente edición, primera en español, un libro
más completo. Las próximas ediciones en otros idiomas, incluida !a recdición en
francés, estarán basadas en la que aquí ofrecemos,
En el capítulo III ("Los 'Títulos primordiales' o la pasión por la escritura"), se
amplía el análísis sobre Títulos otomícs, zapotecos, inixtecos y nahuas, y sobre
!a relación indígena traducida por indios otomíes a petición de los francisca.nos
de Querétaro.
Se incluye también en esta edición un apartado sobre "Fuentes y bibliografía",
el método de investigación de las fuentes y \a diversidad de las 1nisn1as: lasco-
lecciones de documentos; las fuentes eclesiástícas, civiles, jurídicas, lingüísticas,
indígenas y mestizas manuscritJ.s. indígenas pintadas o códices; y. por último, las
fuentes bibliográficas.

AGR.'\DECJ:..11i:'.'-'TüS

Aprovecho para advertir lo que adeuda mi reflexíón a los trabaíos de CJcorge


Devereux, Nathan \XTachtel, y a las investigaciones de Sotange A.lberro, Carmen
Bernard,Jean- 11ichel Sallmann, Naocy 1'L Farriss. l\.lfredo López 1\ustin y Ivioni-
que Legros. En fin, gracias a la ayuda y a la amistad deJacques Revel, la tesis de
Doctorado de Estado que había dirigido Fran~ois Chevalier fue la obra que Pierre
Nora tuvo a bien escoger en su colección_ Vaya aquí mi agradecimíenr o para dios y
para todos aquellos que en Francia, en Italia, en España y en Estados Unidos no es·
Tihdo odginal:
. . So .. , · digCnes et occi·denta ¡·1sa r·ton
catimaron apoyo ni aliento.
La coloni:..atio11 de l'i11iag1na1re, cietes 111 En 1v1éxico, agradezco, entre tantas insrirucio¡;;¡~s que resultaría lnterminab!e
da ns lt' Afrxique espagnol .\Ve-XV/Je sii!::cle
enumerar, al Archivo General de la Nación su fina ayuda, Para la edición en espa-
o 1988, f.ditions Gallímard, París
ISBN 2.07-07 !090-4 ñol, fue de gran valía la atención de 1\dolfo Castañón, Socorro Cano, Jorge Ferrei-
ro, Diana Sánchez y A..ntonio Hernández Estrella_ ;\todos, en Europa y /\n1érica,
gracias.
D. R. 0 !991, Fo:-<DO DE Ct;LTL'RA Eco . . . óMICA, s. A. DE
C . V.
D. R. D 1995, fO'\DÜ DE. CCLTLRA EcoNó.\1·!C·A
Carretera Picacho-Ajusco , 227; 14200 ~1ex1co, D. F.

ISBN 968-16-3629-5
ln1 preso en :V1éxico
7

2 de 162
INTRODUCCIÓN

a? ¿Cómo se produce y se repro duce


¿Cómo nace, se transforn1a y muere una cultur
illdad en situac iones en que los trastornos pollticos y
un entor no que tenga credib
vivir y pensar, y en que las crisis d;-
sociales, en que las diferencias en los modo s de
s sin prece dentes? Y, de una mane ra más
mográficas parecen haber llegado a límite
los indivi duos y los grupo s su relación con la
gener al, ¿cóm o const ruyen y viven
ación exterior sin antec edent e
realid ad, en una socied ad sacud ida por una domin
plantearnos a1 recorrer el prodi-
alguno? Son preguntas que no podemos dejar de
istado y domin ado por los españ oles
gioso terren o que const ituye el 1'1éxico conqu
allí una sed de exotismo y de arcaísmo que
de los siglos xv1 al xvnL No para saciar
histór ica o antrop ológica, sino para comp rende r
nada tiene que ver con la labor
ica del Occídente moderno_ Expe~
mejor qué pudo sígnificar la expansión en Amér
lar cuanto que América es el
riencia ésta enter amen te nueva y tanto más singu
con el resto del mund o duran te
único contin ente que apenas tuvo leves contactos
admir able por la riqueza de testimonios
varias decenas de milenios. Experiencia
los múlti ples interr ogant es que no deja de suscitar
que perm iten esclarecerla y por
ros mismos.
en torno a los indígenas y, aún más, sobre nosot
tratad o de seguir en otra parte la histor ia del cuerpo, de la alianza y la
Yo había
ental, y luego el destino de las representa~
introducción de una sexualidad occid
en el mund o indíg ena. Estas primeras etapas contri~
cienes y las prácticas del poder
cosas en juego y algunos de los ins~
buyeron a descubrir y a reevaluar algunas de las
valor a la pluralidad de los registros
trumentos de la cristianización de México, a dar
enas, a analizar las modalidades de
culturales en el seno de las poblaciones indíg
rrump ida. Aquí, he preterido examinar otros
una creatividad prácticamente ininte
e tanto a desentrañar la modificaM
terrenos y construir otros objetos, dedic ándom
los contenidos. La revolución de los'
ción de las formas y del envite como a describir
rno de las memorias, las transfor~,,
modos de expresión y de comunicación, el trasto
iduo y de los grupos sociales en la'
maciones de la imaginación, el papel del indiv
escapar al historiador del México
generación de expresiones sincréticas no podía n
tar el acervo ya considerable de la historia
colonial, Estos caminos perm iten explo
o rebasar la visión sin relieve,
demográfica, económica y social, y al mismo tiemp
mundos índígenas, que con frew
reductora en exceso y demasiado remota de los
las estadísticas y la rigidez de los
cuencia impo nen la aparente exhaustividad de
modelos caducos.
casi desiertos. La investigación
Aceptemos que los senderos abien os estaban
, prefiriendo, por encima de lo.s
méxicanista ha descuidado un poco estos tres siglos
o a sus prestigiosos antepasados:,
indios de la Colonia, a sus lejanos descendientes
1 la etnolo gía de mane ra sistemática ha cerrado·
Con algunas brillantes excepciones,
l Por ejempl o, las obras de Aguirre Beltrán
9

3 de 162
ll
INTRO DUCC IÓN
lNTRODLCCION
'º Como ya se habrá comp rendi do, la totali dad
de estos camp os de investigación se
españ ola que trans forma ron a .Niéxico, meno s de penet rar en los mund os indí-
el paso hacia los tíemp os de la domi nació n articu la en torno a una reflexión que trata
as págin as, procesos de una comp leíi· conservada de milagro o perdi da sin
escam otean do, a duras penas en unas cuant genas para hallar en ellos una' 'aute ntici dad''
la historia prehispánicas han olvid ado, proce so de occidentaliza~ión, en sus mani -
dad infin ita. Tanto !a arque ologí a como reme dio, que evaluar tres siglos de un
onios que conservamos de la época ién más ínsidiosas. Ultim a opción ésta
frecu entem ente, que la mayoría de los testim festaciones meno s espectaculares, pero tamb
en el contexto trastocado de la naciente orícn tació n delib erada de nuest ra pro-
precortesiana fuero n elaborados y redactados que responde, hay que acept ado, tanto a la
que ofrecen es un reflejo de esa época. a las fuent es.
Nuev a Espa ña y que, antes que nada , lo blem ática como a limita cione s .inherentes
pasado por alto la revolución de los ia y Estados Unid os, una docu men·
t-Estoríadores y etnólogos por igual han Disem inada en Méxí co, Espa ña, Italia , Franc
ras, el paso de la pictografía a la escritura alfa-º a los indio s de la Nuev a Españ a o, para ser
modo s de expresión, en pocas palab ración consi derab le perm ite estud iar
es proba ble que ésa constituya una de a los ojos de tas autor idade s españolas.
bétic a en el 1.féxico del siglo XVl. Sin emba rgo, más exactos, capta r lo que repre senta ban
españ ola, si se piens a que en unas os por cristianizar y, luego, neófitos por
las princ ipale s consecuencias de la Conq uista Una pobla ción que paga ba tribu to, pagan
cuant as décadas las noblezas indíg enas debie
ron no sólo descubrir la escritura, sino trasladar, por concentrar y por separar de
vigilar y denu nciar , pueb los por crear, por
s tradic íonales de expresíón -bas adas en mirad a que conta biliza cuerp os,
a n1enudo asociarla tamb ién a las forma aquellos de los españoles. La de la Colo nia es una
natur aleza de las fuent es indígenas leen el encu entro , el choq ue entre un
la ün-a gen- que seguían cultiv ando. La doble biene s y almas en !os que perpe tuam ente se
a fijarnos en la remodclacióo y la al- que (de grado o no) acept an plegarse a
del síg!o xv1 (pint adas y manuscritas) nos lleva deseo de empr esa ilimi tado y unos grupo s
poner las por escrito, y el modo en que pie a una historia instit ucion al, de,
terac ión de las cosas observadas que impli ca ella. Por lo demá s, estos mater iales han dado
medios indígenas siguen ejerc iendo o de la Colo nia, explicada con acierto en
esto invita a evaluar el domi nio que algunos mográfica, económica y social de los indio s
s, sobre algun as de estas moda lidad es. F. Cook, Woo drow Borah o Delfi na
no sobre la con1unicación o, cuan do meno los trabajos de Charles Gibso n, Sherb ume
El uso de la escritura modificó la mane ra de fijar el pasado. ¿Cómo entonces no a dispo nemo s de la obra excep~iona!
López Sarrelangue,2 Para recrear esa mirad
.ron la organización de la mem oria linía, Saha gún, Durá n, 1\1end1eta y
interrogarse sobre el modo en que evoluciona de los cronistas religiosos del siglo xv1, Moto
su conte nido, o en torno a las distan - con las idola trías, por describir las so*
ind'ígena y las transformaciones sufridas por muchos otros preoc upad os, para acabar
cias tomadas en relación con las sociedades antig
uas y con el grado de asimilación de tamb ién por conservar lo que ellos co~­
ciedades indígenas antes del contacto, pero
r razón puesto que, hasta ahora , este in+ ue admi rable , que prefi gura el traba¡ o
las nuevas formas de vida.( Y ello con mayo sider aban mejo r. En su tiemp o fue un enfoq
atenc íón de los investígadores. Pero las ter, al parecer exhaustivos, pued en en-
terro gante tarnpoco ha recibido una gran etnográfico, pero cuya densi dad y cuyo carác
o y con el espacio sugieren una nuev a s que impr ime a la reaiíd ad indíg ena.
modificaciones de la relación con el tiemp mascarar las inflexiones sutiles o manifiesta
star: ¿en qué medi da, de qué mane ra y estos autor es exploren el mur:d o anH>
pregu nta, más globa l y más difícil de conte Y, por otra parte , ¿cómo asom brars e de que
pción indíg ena de lo real y lo imag inario eos? 1 ;\dem ás, con frecuencia ocurre
bajo qué influe ncia pudo camb iar la perce rindio con perspectivas y vocab ulario s europ
la exigü idad relati va de las fuent es difíci lmen te testim onio en realid ad ~roc~de más de la
en estas poblaciones? Es cierto que que ese exotismo que sentim os al leer su
o" o "cult ural" , y aún meno s capta r enas. Lo cual no 1mp1de que estas
perm íte reconstituir un ';inco nscie nte étnic Espa ña del siglo xvi que de las cultu ras indíg
as observaciones modestas, marcando una aprehensión global de los mund os
sus 1netamorfosis. Fuerz a es limita rse a algun fuentes form en los marcos incomparables de
idual idade s en sus inten tos por obten er y, nos atreveríamos a decir, duran te
ciertos hitos. Y seguir a unas cuant as indiv indíg enas en el mom ento de la Conq uista
mund os. Algo para recordar que la vez más, que, explo tados profu san:e nte
síntesis y establecer compromisos entre estos todo el siglo XVI. Pues es lame ntabl e, una
indiv iduos como de los grupos. 11odos y para descrThir las "relig iones ", las S~C!eda­
creación cultu ral es propi a tanto de los por los arque ólogo s y los histo riado res
es del tíemp o y del espacio, imag ina- servido con men.°r_fre~uenoa para
técnicas de expresión, recuerdos, percepcion des y las econo mías antig uas, estos textos hayan
intercambios de adopciones, la asirnila- n y que ya estaba cnsuan1zado Y acul-
rias, brind an así mate ria para explorar los arrojar luz sobre el mund o que les dio orige
ción y la deformación de los rasgos europ
eos, las dialécticas del male nterrd ido, de
turad o en el mom ento de darles form a.
la aprop iació n y la enaje nació n. Sin perde r de vista lo que hay de por medi o en lo
que un rasgo reinte rpret ado, un con.-
políti co y lo social qlle los rodea, y que hace 2 Véase nuestr a bibliografía, en las página
s 3 71. 374.
f.sp;¡ii,; J
idad amen azada , tanto como les es o), Afemo rialcs o Libro de las ros,¡_.r de f;J ,\'ue::,1
cepto o una práctica pued an afirm ar una ident ~ Moto!i nía (Torib io de Bcnav ente, llamad
Sahag ún, Hiton11 genrr,;/ de i;;s <:o/Ji de
lenta disolución o una reorganización , 1971; Bcrna rdino de
posible, y, anda ndo el tiemp o, provocar una de Jos nat11ralcs de ella, México U"NAM,
E.Jp.i1ia,. .. ,
espero capta r la dinám ica de Diego Dur.in. _Húton:1 dr las _Indias de 1\'11erJ
ido. Por ese lado Nuera Espafia, México, Porrúa, 1977, 4 vol5.;
global del coníu nto que los ha recib de Mendi cta. Hu tona ecfesrJ .\t;ca 1?1d1.;;n.;, México . Ch hez
de mane ra infatigable los indiÜs de la México, Porrúa , 1967, 2 vol s.; Gerón imo L~A~l,
los conju ntos culrurales que reconstruyen México . 197)· \CJ83 · 6 vo\s
. ,\fonar qv.fa indi;1na,
Hayhoe, 194), 4 vols. ~Juan de Torqu em;lda
?'\uev a España.

4 de 162
l:\TRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN lJ

Esd.n rambién las fuentes indígenas. Por paradójico o por sorprendente que 1 que estemos condenados a desentrañar, a falta de algo mejor, el discurso-sobre·
parezca, los indios del lv1éxico colonia! dejaron una cantidad ímpresionante de los-indios. Admitamos simplemente que del mundo indígena sólo aprehendemos
1 reflejos, a los cuales se mezcla, de manera inevitable y tnás o menos confusa, el
iestirnonios escritos. Hay en ello cierta pasión por la escritura, vinculada con fre* !
cuencia a la voluntad de sobrevivencia, de salvar la memoria del linaje y de la co* nuestro. Pretender pasar a través del espejo y captar a los indios fuera de Occidente
rnunldad, a la intención de conservar las identidades y los bienes. Así ocurre es un ejercicio peligroso, con frecuencia impracticable e ilusorio. A menos de hun-
<..On !os historiadores y los curas indígenas, a los que ayudaron a conocer mejor las
obras de Ángel 1'1aría Garibay, pero sobre los cuales queda mucho por decir. Y
lo mismo sucede con la abundante bibliografía menos conocida, por lo general
\ dirs('. en una red de hipótesis, acerca de las cuales hay que admitir que deben
ponerse sin cesar en tela de jucio. Y sin embargo, queda un campo todavía consi~
derable, el de las reacciones indígenas ante los modelos de comportamiento y pen-
anónima, surgida en el seno de las comunidades indígenas ~los Anales, los Títulos samiento introducidos por los europeos, el del análisis de su manera de percibir el
Primordiales-, que, en 1nuchas regiones, descubre la existencia precoz de una mundo nuevo· que engendra, en la violencia y a menudo en el caos, la dominación
pricríca de la escritura y de u!Weseo de expresión enteramente original. P.1ás este- colonial. Quedan por captar y por interpretar esos reflejos, que siguen siendo de
reotipado, más sometido a las limitaciones del derecho español, a ello se agrega en suyo testimonios excepcionales, cuyo equivalente no siempre se tiene en nuestras
todas partes el inmenso acervo que constituyen las notarías y las municipalidades sociedades del lado europeo del océano,
indígenas, los testamentos, las actas de venta y de compra, los donativos, las deli~
beraciones y las contabilidades redactadas en lengua indígena y hacia los cuales
han llamado la atencíón los ínvestigadoresJames Lockhart y algunos otros. Cierto
es que sólo escriben los nobles y los notables. Pero no lo es menos que es preciso
abandonar el clisé de los ''pueblos sin escritura''. En muchos pueblos de México se
maneja !a pluma con tanta frecuencia y tal vez mejor que en aldeas de Castilla o de
Europa hacia la misma época. En fin, muchos indios tuvieron que dar cuenta oral
de conductas o de creencias reprobadas por la Iglesia. En cada ocasión, el proceso y
el interrogatorio aportan su dosis de información, a condición de saber sopesar lo
que el filtro de la escritura, las tntencíones del investigador, el cuestionario del
juez, la intervención del notario y del escribano, o los azares de la conservación
pudieron agregar (o quitar) al testin1onio original_
El conjunto de esas fuentes es por tanto indisociable de las técnicas de expresión
europeas y de las situaciones coloniales. En principio, sólo la arqueolog1a y el aná-
lisis de la.s pictografías permiten atravesar esa pantalla. En principio, porque, pa~
radójicamente, la ausencia del filtro occidental no resuelve gran cosa. Los indios
que, alineando sobre !os papeles de amate sus pictografías multicolores, pintaron
los códices, práctican1ente no dejaron guías de lectura (LAMINA 1). De suerte que
la clave, el sentido de ese modo de expresión, sin equivalente en nuestro mundo,
todavía se nos escapa en gran parte, sea cual fuere el interés de los trabajos realizados
estos úlri:xios años. :tviás aún cuando, en realidad, muchas piezas "prehispánicas"
fueron pintadas después de la Conquista y nos hacen correr el riesgo de confundir
con un ~asgo indígena una asimilación sutil, una primera reinterpretación apenas
perceptible. , . Sornbra próxima o lejana de una occidentalización que acompaña
de rnanera inseparable los pasos del historiador_
. Marc~ y precisan los límítes de esa travesía por los mundos indígenas el paso
s1stemát1co a la lengua escríta (sea cual fuere la fase) y, por tanto, la imposibilidad
de alcanzar la oralidad, la inevitable relación con Occidente, en forma del cura, del
juez, de los tribunales, de los adn1inistradores y del fisco. f.fas no se colija de ello

5 de 162
w,¡

ABREVIATURAS
!. LA PINTURA Y LA ESCRITURA 1¡
!

d. el peso den1ográfico y la diversidad


Es D!Flcn. ilnagi nar la extraordínaria comp lejida
Ruiz de Alarcón españ ola . .:\ntes de explorar una
cultur al de J\féxico en vísperas de la Conq uista
Archívo Gene ral de Indias (Sevilla) unive rso, es preciso i1nponerse el rodeo de
de las características 1nás notables de este
Archivo Gener al de la Nació n (Niéxico) iales, sin ios cuales se correría de1nasíado el riesgo
1\GN
la Comp añía de Jesús ,algunos punto s de referencia esenc
Al-lPM Archivo Hístórico de ta Provincia Mexicana de de perde rse. Sabid o es que el centro de 1-1éxic
o --de 1-1ichoacán y del Bajío, de la
e Histo ria (México)
Archivo del Muse o Nacio nal de Antro polog ía Oaxaca en el sur- alberg a en aquel
AMNt\H
fronte ra chích imeca en el n.orte, a la reglón de
Archi vum Roma num Societatis Jesu sa en 1núltí ples comu nidad es y en varias
ARS!
enton ces una pobla ción densa , disper
Biblioteca Nacio nal (México) a que, en 1519, puebl an estas tierras entre 10 y
grand es aglom eracio nes. Se calcul
Fondo de Cultu ra Econó mica un mapa lingüí stico, cultur al
25 millo nes de habit antes . El conju nto conforn1a
FCE 1

HM/\l Handbook of Middle Amencan Indiam y político singu larme nte tupid o. Al centro, en los
valles de h1éxíco, de Toluca y de
IN,".H Instit uto Nacio nal de Antro polog ía e !-listoria Puebla, en el }.-forelos semitropical y en una parre
de Guerr ero predo minan pueblos
La Serna Micho acán, en tanto que, al sureste,
de lengu a náhua tL Los purép echas ocupa n
]_)

Ponce de León añas de Oaxac a. Son éstos los grupo s 1nás


zapotecos y rníxtecos comp arten las mont
p
1906
Pi\E Papeles de Nuev a España, Madrid, París, 1905- fuerte s. },1enos nume rosos o rneno s influy entes, otros puebl os posee n una perso na·
a{;án ón de José Corona Núñe z, 1958).
Relaciones geográficas de Micho (edici s con los anteríores. Véase a !os ma-
RGM lidad y una histor ia que impíd en confu ndirlo
Secretaría de Educación Públi ca del valle de Méxíco. de la Sierra de
SEP
zahua s y sobre todo a los otomí es del norte
Universidad Nacio nal Autóno1na de 11éxico ero. a !os rnixcs, los triqui s, los chatÍ·
CN"AM
Puebl a, de Tla.xcala; a los chont ales de Guerr
región de Oaxaca. hnpos ible hacer íusticia
nos -sin menc ionar a otros - de la
cultur as. Cuan do much o se puede
a cada uno de esos gro pos y a cada una de esas
cació n, su perte nenci a a fan1ilias
guard ar en la memo ría su multi plicid ad, su imbri
para el náhua tL la n1aya para el
lingüísticas suma ment e distin tas: la yutoa zteca
otoma ngue para el maza hua, el oton1Í y
mixe, el zoque y el toton aca, el macro
mient ras que el tarasco (o purép echa)
el rnatla ltzinc a, el mixte co y el zapot eco. .
aparte . Algun as lengu as predon1ina·
de 11ichoacán const ituye todav ía un terren o
el tarasco y sobre rodo el náhua d de
ban en ese mosaico: el mixte co, el zapot eco,
en las demá s regiones.
los valles centra les, que servia de lingua franca
das chich imeca s, cazadores y recolectores,
Al sur del Bajío , pobla do por nórna
que sostie nen, media nte su uibu-
existen por dond equie ra sociedades camp esinas
glil,erreros y de come rcianr es, dentr o
ro, a grupo s de artesa nos, de sacerdotes, de
s llan1aban tlatoc a__yotl, los españ.oles
del marco de unida des políticas que los nahua
s denom inan city states, las ciuda ·
''seño ríos'' , y que los inves tigado res anglosajone
son realm ente ni ciuda des er. el sentid o griego,
des estado que, a decir verda d, no
no. Una city state es más bien una
ni estado s en la acepc ión mode rna del térmi
istrativo y urb:u10 (n1ás o menos
nebul osa const ituida por un centro político, admin
de una serie de puebl os y de a!de;:i.s.
desar rollad o de acuer do con las etnias ), fuera
Esos puebl os y esas aldeas corres pondí an, entre
o incluso de rancherías dispersas.

1 Borah y Cook (1971- 1979) lj


14

6 de 162
LA Pl~TURA Y LA ESCRITURA L:\ Pl'.'--iTl'F__,\ Y L:\ ESCRllL'R:\
l (,

]as poblacione-s nahuas, a los calpulli, en otras palabras, a unidades territoriales, e i~cluso evocando a los grupos tolteco-chichin1ecas surgidos de su mezcla. Pueblos
basada5 en el parentesco, en una jerarquía relativa de los linajes, en cierta propen~ a~uguos Y autóctonos coexistían con !os recién llegados, que adquirían las tradi-
síón a la endog:unia, en la propiedad comunitaria de la tierra, en una solidaridad uoncs locales a! mismo tiempo que prestaban sus servicios. Estas aculturaciones
material y militar, y en el culto a un dios rute lar, el calpu!teotl, cuya fuerza residía históricas, estos pasos progresivos del nomadismo a la vida sedentaria formaban
en una irnagen o un paquete sagrado. . Al menos, esto es lo que se puede deducir no hay que oh·idario, el telón de fondo de bs memorias indígenas. Tarnbién evita:
de fuentes a la vez abundantes, contradictorias y con lagunas debidas a borraduras remos coosidcrar estas culturas y estas scKiedades como conjuntos homoo-éneos:
u omisiones. 2 en el caso de Tenochtitlán ()'sin duda en el de otras ciudades) se ha establecido
Selladas entre los señoríos, algunas alianzas líbres u obligadas y confederacio~ que profundas diferencias oponían a las comunidades urbanizadas, dedicadas al
nes llegaban a la formación de unidades políticas más o menos vastas, más o menos comercio y a las artesanías, y las comunidades rurales. Si a estos múltiples registros
efúneras y rnás o menos centralizadas, a semejanza de las que construyeron los económicos, étnicos e históricos se agregan las variables introducidas por la díversi-
mixtecas de Tilantongo, los 'ffuhuas de Tlaxcala, y sobre todo los de México-Te- d.:1-d. de los g~p~s soci~le~, o de las clases sociales, se obtiene una in1agen caleidos-
nochtidán, de Texcoco y de Tlacopan, en el valle de 1-1éxico. Las alianzas se hacían coptea que unprde asimilar los mundos indígenas con totalidades estables con
y se deshacían al hilo de las invasiones y los desplazamientos de población. De ese
1 sociedades monolíticas e inmóviles, totalitarias antes de tiempo o ancladas ~ila­
modo, durante los tres siglos que antecedieron a la Conquista española, pueblos 1 grosamentc fuera de la historia. O incluso confundirlas con las comunidades can 1-
del norte de lengua náhuatl penetraron por oleadas sucesivas en el valle de México pesinas, y hasta con las n1árgencs explotadas que son en nuestra época.4
y se mezclaron con las poblaciones locales. Prosperaron y luego declinaron algunas Detengámonos en las noblezas indígenas, pues en su seno aparece uno de los
"ciudades": Culhuacán. Azcapotzalco, Coatlinchan. Durante el siglo xv, hacia rasgos n1~ notables de estas sociedades. Entre todos los grupos que dominaron
1428, Texcoco y Tlacopan, bajo la dirección de los mexicas de Tenochtitlán, pu- las poblaciones del centro de lviéxico, los m:haecha tarascos, los tay toho mLxtecos,
sieron en pie una confederación, una liga, la Triple Alianza, que absorbió los tri- los señores otomíes o zapotecos, es probable que los más conocidos nos sean los
butos del valle y de comarcas 1nucho más remotas. Edificada en mitad del lago de pip1ltin, los nobles nahuas.~ Los pipt!tin legitimaban sus poderes y concebían el
Texcoco y surcada por canales, Tenochtitlán fue en ese entonces la mayor aglomera- mundo en el que víví-an con apoyo en los conocirnientos que conservaban celosa-
ción del mundo americano, pues albergaba una población superior a los 150 000 rnente. Aquel saber señalaba r11odos de vida, tradicíones por mantener, herencias
y tal vez a los 200 000 habitantes. Sin embargo, evitemos ver en ella la sede de un por transmitir, y todo aquello que, de una manera general, puede designar la palabra
imperio moderno, de una burocracia centralizada, o el corazón de una dominación náhuatl tlapú1/iztli.<; Al cosmos, se pensaba que esos conocimientos le conferían una
irresistible. El poder de la Triple Alianza se concretó sobre todo en la extracción norma, una medida y una estabilidad. A la sociedad la proveían de un orden,
del tríbuto, en !a eventual instalaci6n de guarniciones, en la imposición o, mejor una orientación y un sentido. Al menos eso era lo que pretendían los cuatro ancia-
dicho, la sobreimposicíón de sus dioses a los panteones locales y, antes que nada, nos que inventaron "la cuenta de los destinos, los anales v la cuenta de los años el
en la constitución de redes extremadamente cerradas de alianzas matrimoniales y libro d~ ~os sueños''. Patrimonio antiguo, conservado y aPlicado escrupulosan1en,te,
lazos de parentesco. La Alianza era reciente y, en lo político, tan frágil como las transm1udo de un pueblo a otro, aquel saber daba origen a un sistema educativo
hegemonías anteriores, tal vez por no poseer una escritura a la medida de sus con un desarrollo ~nico. Templos-escuela reservados para los hijos de los pip 1Jtin
ambiciones. Cubría el corazón del centro de México, o sea un territorio de aproxi- preparaban a los futuros dirigentes. En aquellos caln1ecac había sabios ~"los
madamente 200 000 km2, 3 con excepción del Michoacán de los tarascos y del se- llamados poseedores de !os libros de pinturas", ''los conocedores de las cosas ocul-
ñorío de Tlaxcaia que, nahua también, junto a sus aliados de Huejotzingo y de tas'', ''los detento res de la tradición''~ que daban a los jóvenes una educación tan
Cholula resistió a los mexicas y a la 1'riple Alianza. aus:era como elaborada, en la que se asociaban los conocimientos, los modos de
En fin, en el curso de sus migraciones o de su sedentarizadón, todos esos pueblos decir Ylas maneras de ser. Entre otras cosas. allí se aprendían "los versos de canto
estuvieron sometidos a incesantes procesos de aculturación, de los que algunos guar- para cantar que se llamaban divinos cantos, los cuales versos estaban escritos en sus
daban el recuerdo, oponiendo a los olmecas y los toltecas de antaño, portadores de
4
los refinan1ientos de la civilización, con los cazadores y recolectores chichimecas, E. L. Calntk, ''Conjunto urbano y m,1ddo residencia! en Tenochtirlán ', Ens:tJns su/,rc cl dcJd·
1ro//o urh;1no de Jfixico, _Méx;co. SepSeientJ5, ¡c¡7.j, pp ll·65
2 López Austin (1980). l. PP- 7)·80 ~ C:ura.sco )' Broda ( 1976): L6pez SaneLmgue (196';)_ Sport> ( t967): Mcr(tJc, Oliven, Piilu J m;;cc
1 Edward E. Calnek, "Patterns ofEmpÍr<: Formation in che Valley ofMexico. Lue Postdassic Period, hu.des. L;;s fonnacionn soci;;!n y /oJ modoJ dt pro.!11u-ión di: Tec<1!t dd siglo Xí! al XVI, México, C~sa
Chata, 19 8; Jt>Ús Monjarás-Ruiz, La nohltz.i mcx1c.;. México, Edicol. t 980
7

1200-1)21", The lm:a and Aztec States, 1400-1800. Anthroj1ology and Hútory, G. A. Col!ier, R. L
Miguel León Ponilb, ToltNcJyo!l A:¡,~·r.:tus de la od:urd ,1!ihuatl, México, rcf'.. !080, PP- lS-3-S
6
Rosaldo y J. D. \X:inh, comps .. Nueva York, Academic Press, 1982, pp. 43-61.

7 de 162
18 L:\ PINTl3RA Y L.-\ ESCRlTIJR1\ LA PINTURA Y Li\ ESCR ITUR:\ 19

libros con caracteres''." 1\demás del nacimiento, aquella educación distinguía a los que el narrador de tlahto!!i haya tenido más libertad de palabra, a condición de
nobles de los plebeyos ~los macehuales~, haciendo de ellos seres intelectual y haber sido agradable y hábil. Pero hay razones para pensar que los ''relatos sobre las
rnoralmente superiores, aquellos "hijos de la gente", "cabello" y "uñas de la cosas antíguas" o las narraciones "divinas" también debían ser objeto de regula-
gente'', que estaban destinados sin excepción y desde el principio a las funciones ción y censura. Sometida estrechamente a las instituciones, y vinculada a circuns-
de mando." tancias y contextos, la producción ora! obedecía además a un juego complejo y
Pero, sin duda, he aquí lo esencial. El conjunto de !os conocírnientos que expli- sutil de limitaciones internas. La transmisión, el aprendizaje y la memorización de
caban y sintetizaban la imagen que aquellas culturas o, rnejor dicho, que aquellos ese patrimonio ponían en accíón los recursos más diversos. Era así, por ejemplo,
n1edios dirigentes daban del Inundo, se vaciaba en dos modos de expresión que al corno los cuicatl poseían un ritmo, una métrica, una estilística y una estructura
parecer son predominantes y propios del área mesoamericana: la tradición oral y propias. Se componían de una secuencia más o 1nenos sustanciosa de unidades
!a pictografía. Así era entre los antiguos nahuas, entre los mixtecas y !os zapotecas expresivas -equivalente de nuestros versos y nuestras estrofas-, que iban aso,
de la región de Oaxaca o incluso -tal vez en menor grado-- entre los oromíes. En ciadas de dos en dos. Los paralelísmos (es decir, !os rniembros de frases simétricas) y
cambio, los tarascos de Ivíichoacán tal vez hayan desconocido la expresión pictográ- los difrasismos (la yuxtaposición de dos metáforas evocadoras de un concepto, corno
fica, puesto que no nos lega.ron ninguna producción comparable a los anales o los el agua y el fuego para designar ta guerra) eran procedimientos permanentes. Es
calendarios. probable que sílabas intercaladas marcaran la métríca, 1nientras que otras -como
Las culturas del centro de :tvféxico son antes que nada culturas de lo oral. Ellas tiqui, toco, toco, tiquiti- tal vez indicaban el ritmo y el tono del acompañamiento
tuvieron sumo cuidado en cultivar las tradiciones orales, en codificarlas, en diri- musical. De una manera general, sería imposible desligar el cuicatl de los n1edios
girlas o trans1nitirlas. Las fuentes nahuas de la época colonial han conservado el de expresión que lo reproducían, aun cuando hayamos perdido todo su rastro: en
rastro de esa creatividad en sus expresiones más diversas. Sólo daremos de ella una ese caso se encuentran la música y la danza, que dese1npeñaban un papel importan-
breve imagen, para sugerir mejor el alcance de los regístros que incluía. Los nahuas te en las celebraciones públicas. Sin duda menos variados pero iguahnente cons-
distinguían cuando menos dos grandes grupos en !os que reunían géneros nume- tantes, procedimientos estilísticos análogos estructuraban los tlahtolli, entre ellos
rosos y contrastantes: los cuicatl y los tlahtol/i_ Los primeros desígnaban los cantos el paralelismo, el difr:-LSismo, la acumulación de predicados en torno a un mis1no
de guerra, las canciones de "amistad, de amor y de muerte", himnos dedicados sujeto, acumulación concebida para organizar una secuencia temporal o para servir
a los dioses, poemas en los que se aliaban la especulación intelectual y metafísica. de explicitacioncs convergentes y complementarias. Estas técnicas de composición
En cambio, los tlahtolli se vinculaban al terreno del relato, de la narración, del con frecuencia in1primen a esos textos un paso desconcertante, repetitivo y acumu-
discurso y de la arenga: en ellos se encontraban por igual "las palabras divinas" lativo. Sin lugar a dudas eran ellas las que facilitaban su aprendizaje y su memori-
(tcotlahtoi/1), que hablaban de la gesta de los dioses, los orígenes, la.cosmogonía, zación, a falta de una versíón escrita, al mismo tiempo que ofrecían guías para la
!os cultos y los ritos; los "relatos sobre las cosas antiguas", de tono histórico; las improvisación y la creacíón:J
fábulas, las zaz:anilli; y las famosas huehuehtlahtolli, las "palabras antiguas'', La complejidad de las composiciones confiadas a la transmisión oral, la variedad
aquellos elegantes discursos que trataban de las más diversas materias: el poder, el de géneros, el valor considerable dado a la enseñanza, la elocuencia y la palabra,
t:írculo doméstico, la educación y los dioses. nos podrían hacer olvidar que aquellas sociedades también poseían un modo de
Enseñadas en los ca/1necac -las escuelas de la nobleza- algunas de aquellas expresión gráfica. i\unque no conocieron ninguna forma de escritura alfabética
piezas se recitaban o se cantaban en las grandes festividades que reunían a los 1-1Ji- antes de la Conquista española, se expresaban sin e;,:bargo con medios de apoyo
p1/tin. Si las huehuehtlahtol!i eran más bien patrimonio de los nobles y los seño- múltiples -el papel de amate y de agave, la piel de venado-, que según el caso
res, los hirr1nos y los cánticos de carácter ritual también se difundían entre roda la adoptaban la forma de hoj;:is largas y angostas que se enrollaban o se plegaban
población y, en particular, en las escuelas que les estaban destinadas. El sacerdote como acordeón, o de grandes superficies que se extendían sobre las p~uedes para
encargado de transmitirlos velaba por que se les reprodujera con exactitud -se le ser expuestas. Sobre aquellas bases los indios pintaban glifos. La expresión picto-
daba el título de tlapizcatzin, ''el que conserva''-, mientras que otro se dedicaba gráfica tiene en 1-1esoa1nérica una trayectoria larga y compleja, por no decir oscura,
a examinar los cánticos recién compuestos, por lo cual se aprecia que una sociedad
sin escritura bien puede conocer tanto la copia fiel corno la censura. Es posible 9 Sobre este capítulo, r·étnne Miguel León Portilla, Los .inflguoJ mc.>:1camH,; turú dr _;;¡_r ;r:)m;..J.< _r

'Leó1J Poniib, ihd., pp. 190·20-í.


u11;tareJ, México, fCE:SEP. 1983, p. 68, y ''Cu1'cad y tLlliwlii_ Las formas de expreoión en náhua!I·-_ E'
tr:dios a'e Cu!t:ru ,\':ihuJt( ).1éxi10. AV'I, 1983, PP- 13-108: Garib;;.y ( 197 !_), l, jl.iH1m; franres K:intu ·
nen y James Lockhart, ''Ll esuucturn de la poesía náhuad vista por sus v;uiames'', Esrudw.r dr C uitur,;
..
8 L6pez :\u>11n (19.'sU), L PP- ,1,13-467
,\'iihu,;tl, Xl\'. 1980. pp. 15-6·-l. Sobre la música prehispánica. SttYtnson ( 19-(;)

8 de 162
L\ Pl:\TL Rt\ Y LA ESCR!TL'R:\ 21

modu lacio nes crornáticL~, aun cuan do


.. ,., r lo que_. nosot_ ros_ -el t!acu ifo- agrega el significado de sus
es b ~)Z.,,,. elem ento decor ativo , que los llevó a
__ , : . uí. il' 'LA.\!l>...:_A. t.) Baste con
.
los españ oles no hayafl Yisro en él sino un
• , ¿,_, lviéx.i co entre las pobla cione s na rérmi no 'pint ura'', engañ oso pero ha-
, .. -. ;1··i podrt:unos, · re:'.>L.m •: ,1q
· ··1te scne ~e
\ \ ·· ntro
"'~ ' . · desig nar las produ ccion es glffi.cas con el
'-''"- '.- signo s con desig ual 1n1po rtario a, que
';,;t;\l1H'S de LLs pracuc~J-5 \¡tfet ·- -- •an1as de · • 1·cho.:; que son bitua l en el siglo X\-1
'· 1 , . · .'r- artKU a.)'.U1 rrc~ g - · _, . ensa en un mism o espacio plano s
__
huxs. l·$:l.5pra'--nc .:> . -~ 1 '· lifos· 0ictog rs11u uprop 1ame ntec1
- , ces ed1- Por otra parte , la expresión picto gráfic a cond
· ~ s 1-y¡o el utu o ne g · !- p 1antas , ,l\ , para analiz ar, pero que proba blem ente
1
,,_,~ouos u1c •. u1n10 ..•. ·• . '. . . d e ª" -
.. ,.,·one s··
·' ·1nirn ales. d · que la mirad a occidenrnl trata de distin guir
· - J - d · o¡eto~ V roces lón, de sacrif icio, de guerra,_ ioses ena. ¡\sí, en Ltna trama comp uesta por
rcpre scnta none s e:,u\iz:,i.' a:> ~: ·-: d~
· '' ·- no ser1an pertin entes para el ''lect or'' indíg
lidad es, atribu tos, conce ptos Vlncuia- arse relaciones que nosotros califica-
ficios, inont añas, _es(enas d_e anza: -:cua elem entos topográficos pued en venir a agreg
e\?~ . . \· huell as de pasos desig nan el Los ciclos de la recolección del tribu to,
" -erdon:s .. _; uieog rallld S que_
nihca l'l vista as
l rían1os de econó micas , religiosas o políti cas.
:,,1c •
~11 objet o figura do: un ºiº
·
_s1g - '1 ¡ a~io· la diade ma del noble seña a
\, , -ra gene· los santu arios prehisp:ínícos y los signos de la
hegem onía de un grupo se confu nden
. un despl azam ientol en. e, e P ·'
-»n guerra ' etc. (e e unJ. mane · una fuerte unida d temá tica y estilística.
. . \a d anza.
¿ .. ¡, -ílecna s ex.pres. _,_ allí. comp onien do una obra rnarcada por
nido, recur riend o a rnatrices mode rnas,
·¡·ne s
\ ''1 • .
·'l ·¡efe (tecuht/!}, \os escu os;. ª~.t· . 1·¿ gram a conno ta): finalm ente,·¡¡signo b f\un cuan do nos pern1ira apreciar el conte
l . anYt deno ta e l eo sión glífic a de los a a etos ' con frecu encia nos cond ena a pasar por

r , , . la expre l l nuest ra lectu ra exegética de tas ''pint uras'
c1\ digam os que st e pKtog
,L

' .
, , - . os que se ·1prox:nnan, a-~labº S esos signo s se VHKU anl a da de \a realid ad y de su repre senta ción.
!(;néticos, poco nume ros , ,. si "-·
c:lus1vamente n1anera de ejem plo, citem os os e • alto el carácter específico de una capta ción
-b· ¿ l _, A algo enter amen te distin to de un artificio
Espec ificid ad forma \ que es, añad: ímosl o,
1

-occidentales. Trans en i:n. o \'ex


-

¿· forma s
· ¡a antro porur n1a l-;i_ crono ogia. entra n en iversas ·
_ . ' : 1 an) que ¡ rlo de prese ntaci ón.
H'r)onirn1a, ·P ·
' d \ locanvo -tz,n'
( t/,in . - Este fonetisn10 en estad o em )non a el carnp o de la expre sión picto grá-
.,
ios sufijos nalluJ .S -e . , , ~ ¡ ión Sean cuales fuere n sus gravedades apare ntes,
· · • \ \ s glifos topon unico s. eqá empa renta do con a creac os tan variados como la cróni ca de las
en la cornp ostGo n e e o. l roa.vas v los n11xtec.L~ - - , -· --

- -¡- bl es fica es asombrosan1enre vasto. Incluye terren


de los accid entes climá ticos, los diose s,
<

, ·rncr· figurables e idenn Ka


en os
---que tamb ién conoc ¿·da en que recurre a 11omon1 '-- :> , - , d - l guerr as, el reper torio de los prodi gios y
, al que se prete n e sena ar. públi ca, el traslado de domi nio. Sin emba r-
l · la cartografía, el comercio, la hacie nda
1 ' \ .
del ¡' crogh_ fico en a me 1 . . ..
_ . , 1, ,, rudo cercano/-o ana- ogo de la Conq uista esp:i.n o 1a, a p1c- er, tas más nume rosas , "libro s de los
con tac1l1dad. qut e an recor un so :> ·, ¡ té go, las obras adivinatorias fuero n, al parec
dar que . en. -\ 1:,pcra . ·a nacie nte fonetizac1on ta vez esl "de los sueño s y de los agüe ros", "del
Sobre to do, h ay que .
- 1-rema rnrxto cuy, ~s años y tiemp os", "de los días y fiesta s",
· ,
_un::>~ - , . ·_ le la Trípl e Alian za, domi nada por mi " "de los ritos de las cerem onias y
togra fia nahu a const1tu1~ · · bautis1no y nomb res que daba n a los niños
·, mlht·' u y. econo m1ca e ctos con otras etnia s, ene - os. . '' 11 El predo minio de las obras
\lgad a a la expans1on ·anars e que 1os reiter . dos conta b res d e lu - de los presagios por observar en los matri moni
. dene
s d a1 . ·d·ct' de ¡)inta r nom ción picto gráfic a del tfacui!o, puest o que el
mexicas. No_ ese . .
-d·d mulu plica r a neces1 '"'plant eado el probl ema e a
d \ adivi nator ias se lee en la repre senta
· · que sostie ne un pince l "arri ba del glifo
gas o some udas, hayan po 1 o a'tica hava
. . l e pinto r apare ce con los rasgos de un indio
. , / ticos-, v, que. esta pr Te qued a exclu1<lo que as cara - libros adivi nator ios rnarc aba de mane ra
gares v de personaies exo ampo co . ,. l di da del día''. Ciert o es que la consu lta de los
'. . ~ ¡ -; : _, <l pal·ab ras aislad as.
st2do a esta evoluc1on, en a me iduos . Podrí a creerse que el carác ter al
uans cnpo on onetH a e. h . n regul ar la existencia del grupo y de los indiv
. mo rfo l'ogtcas -_ de,¡ n'Lhu atl se a .van pre con facili dad se desco mpon e e sión in1plica una organ izació n poco ela-
terístlClS ' . l . que
la parec er rudim entar io de la técnic a de expre
a ag uunant~ - vio.cu lecía en el antig uo Orien te Medi o
. !ació n total de la graf1a con preva
en que se trata de una lengu no extste borad a de la inform ación , análo ga a la que
· 0 que en efecH1, listas o inven tarios orden an
süaba s. Pe[O no es meno s uer~ antes del triun fo de los alfab etos. Y,
palab ra, con10 en nuest ros altab etos i -. gnos picto gráfic os, ideográficos y fonét i- los datos conte nidos en las ''pint uras' ',
listas de sefíoríos conq uista dos, listas de
, os sl , ·o ~-curre al hilo de \as líneas quen to, listas de años o de sober anos.
En las hoías de amat eº. dealagave 'izar como tamp"~t·1c oc . límite s, de n1ercanclas entre gadas como tribu
.. ·butr ulan según criterios que en .. gra a linüta r de mane ra exage rada el alcan ce
cos no se pue d. en d L- lStrl , , . .
l'f -·org antz. anvse .u ,, Pero reduc irlos a inventarios equiYaldría
'. -. ,, la escala de los slgno s, su pos1o on e, en form a de ideog rama , la comb i-
nos son famii lares. os da g 1 os se .
ag1nac1on, · . ,, de de estos docu1nentos. Antes que nada porqu
'Ía La comp d de asoc1a ..--ón v, de agrup an11e nto, a n1as enas expre sar conce ptos de una extre ma
parte desconocem. os to .,, \- los · os "1 . d .. · nació n de significados perm ite a los indíg
. roo - nstitu tivos del sennd o e 1a p1n- ctas y las const rucci ones más imag ina-
respe cnva, su onen _taclot n. tanto s eleme -
ntos to ntido de ia lectu ra. El co \or que comp lejida d y evocar las nocio nes inás abstra
~i: d l . a de los picto gram as del agua y del fuego ,
los nexos gra11cos s,H1 o• ro 'inpl evse nu·11 a e se alianz
5
l · rias: así ocurre, por ejemplo, con la
, ~ ' , gub. r trazad-a por e pinto r da; con el signo ollitt, que expre sa el
tura" y, de inane ra mas . . d
s1
or la linea grues ' a \. re que desig na la noción nahu a de guerr a sagra
nena tos espacios d el1m1ta os p dispu estos para figur ar los distin tos
,. ___ ,. /'«A' Parte l, vol. 10. Au-;- movi mien to del cosmos; con los conju ntos
.
l Mo:,i-..,o . r-.~ i, 1 14 pintu ras son más que listas, es porqu e
0,~,· \' ''\\-'rlt ing in Centra
.~-ne, .- , , l l Robcnsofl et> f!.\LA.I. Pane ), vo · · "avat ares" de las divin idade s. Pero si las
10 Roben son \ \ ')50 i: Ch:\r\es F . __ -_ :\ h', \ g"que et Eü1nologi que
J" John B Ghs~ 1 Don,u, t-.-h~o1, Hl, re eo o l
tln. t94l. PP- )22-53 L b:- dt ChiepetLm. Mb:Jtü
Auslin . -. 9 ;)-, }c•Qquh1 Ga\:ui a,
f¡;Hl~'.1.iSt. l')"2.

9 de 162
LA pr;..;·n1RA y LA ESCR1TLRA
L\ PlNTUR../\ Y LA ESCR1TUR.>\
22 un
nes de la pintu ra eran sólo el reflejo de
las leyes dei discurso y del canto, los cáno las ense ñan-
en ocasiones se ha subestimado. A.demás mun do superior y de un orden invísible.
Por encim a del cont enid o de
tamb ién poseen una dimensión visual que . n-
y exigen que se les considere corno tales an de manera sistemática en el ordenan1ie
de textos, las "pin tura s'' son imágenes Dim ensió n zas dispensadas, esos cánones participab hum< i_na v el mun do
pción como a lo conc eptu al to de una realidad que vinculaba íntim
ame nte la experiencia
Vale decir que com pete n tanto a la perce
, si la perci bimos de manera intuitiva, es difícil toma ban los rasgo s más sobresalientes, v señalaban los ele·
que resulta problemática pues de los dioses. De éstos
lo accidental, lo arbi~r~rio y lo individua!
iones .
Digamos que pertenece a las co1nbinac 1nentos más significativos. a expensas de
verbalizarla y, por tanto, transcribirla. as y com uoí-
espa cio, a las relac íones entre las figur ción, la manifestación antes que la
de formas y colores, a la organización del En ese senti do favorecían la representa una
lidad, a !as leyes geométricas elegi das y em- amen te a 1nodelar una percepción de. las cosas,
el trasfondo, a los contrastes de luz y tona senta cione s. cación. Ellos cont ribuí an activ espa fiola habr ía de
la móvil densidad de las repre , que la Conq uista
pleadas, al movimiento de la lectura, a la relación con la realidad y con la existencia
Nad a de lo cual impi de que los meca nismos de la "lec tura " y, a.fortian·, de pone r prof unda men te en tela de juicio
.
cos sigan siend o poco cono cidos . En ge-
elaboración de los documentos pictográfi s a
l, los testim onio s proc eden de obse rvadores europeos, por completo ajeno
¡-,era una varit a, que
''leía n'' señalándolos con LA RED DESG/1RRAD:\
esas prácticas. Sabido es que los glifos se
en habe r guia do el desciframiento de las ''pin tura s'', s
textos prontuarío bien pued a la ocó dura nte varios añ.os, v las caffJoaña
de información, incluso lo uno y lo otro Las perturbaciones que la Conq uista prov
aportando aclaraciones, complementos o os que llegaron en 1523.,contribu ),ero n
or'' indígena solía afirm ar: ''soy cual florid de evangelízaclón hechas por los francíscan
vez. Insuuido tn los cal1necac, el ''lect " 12
una gran parte de esos patrin1onios orales o
inter ior de la casa de las pintu ras. a diseminar y en ocasiones a destnlir
papagayo, hago hablar los códices en el an 1521, los aliados indígenas de Cortés in-
tado en el papel y pinta do. . "equ ivalí pintados. Por ejemplo, se sabe que, en
"I-Iacer habl ar", "dec ir lo que fue asen de las tres capitales de la Triple Alianza.
nte mem orizadas los elementos de una verbali- cendiaron los archivos de Texcoco, una
a toma r de fuentes escrupulosame la dernolíción sisten1ática de los templos
de la interpretación, en la forma uniformi- Pero fue apenas en 1525 cuando empezó
zación que derivaba de la explícación y ués de que los franciscanos prohibieron
entario, Resulta tenta dor conf undi r este en el valle de ]\léxico y en Tlaxcala, desp
zada de un discurso paralelo y complem - cuciones constantes de que fueron obje
to
más probable es que fuera pecar de etno toda forma de culto público. Las perse
ejercicio con la glosa medieval, pero lo ena.s nos perm iten fecha r por aque llos
ulan la ''pin tura '' al discurso oper an en dos desde aque l entonces los sacerdotes indíg
centrismo. Pues las relacíones que vinc - insti tucio nes educativas y el cierre definitivo de
''hac ía hablar a los libro s'', también algunas ''pin años el desm ante lanü ento de las
sentidos; si bien es cieno que se
prim eros evangelizadores decidieron hacer-
"Se les ense ñaba n (a los alum nos de los los ca/meca-e. De manera simultánea, los
turas" servían de apoyo a la expresión oral: la nobleza. Sí la destrucción de los temp
los
los canta res, los que se decía n canta res divinos, siguíendo los códi ces.' ' se cargo de la formación de los hijos de a 15 30, los franc isca-
calmecac) les ordial de los años 1520
erróneo considerar las "pin tura s" simp y los ídolos constituyó el objetivo prim
Sin duda , tamb ién sería total men te geliz ador es del otras órdenes men dican tes, también confiscaron todas bs "pin tu-
proclives a pensarlo los evan nos, seguidos por
auxiliares mnemotécnicos, corno fueron ''tod o lo que es ceremoniático y sospechos
o
ería que la trans mísióff de la información hubi era im* ras'' que les parecían contrarias a la fe, buen a
siglo A'Vl. Antes bien, parec trataron de distinguír la simiente
y no redu ndan te a la memoria verbal
y al quem amo s''. Cíerto es que, en principio,
plicado recurrir de mod o simu ltáne o que les par::cían de naturalez a históríca, sin
alianza siem pre cons tante de la imag en y de ta cízaña, tolerando aquellas obras
auxiliar pinta do, de acuerdo con una raran del todo íngenuos. La dificultad de derermÍnar
que, no obst ante , se most ba
la palabra. del demÓhio'', la desconfianza que pesa
iliar aque l saber, aquellas técnicas y dónde emp ezab an ''el error y el engaño
Sólo una minoría de personas podí a conc yeron de man era decis íva en la suen e de
es que asistían a los calmecac y que a veces sobre todas aquellas producciones influ luego lo
aquellos complejos imperativos: los nobl sy las "pin tura s". Con frecuencia se les destr
uía sin ning una distin ción, como
-sin que se deba n establecer entre laico ndo ser
se entregaban al servicio de los dioses ilo que pinta ban los gli~ deploraron algunos cronistas escasos de
fuentes: ''Alg unos ignorante s creye
ntes - o los tlacu
"sac erdo tes" divísiones demasiado taja siend o histo rias dignas de men1oria. ' ''
surgi dos de los mism os medi os. Pero, si bien es cierto que, como lo ídolos las hicieron quen1ar,
de las persecuciones violern::i.s y e~pcctacu­
fos, rambién * Los años de 1525 a 1540 fueron la época
en su poder la tinta negra y roja y lo pinta enteras de las culturas indígenas se hun-
afirn1aba la tradición, "los que tienen grafí a y el discu rso lares. Quince años durante los cuales parte
s
el cam ino'' , la picto
13
do, e !los nos llevan, nos guían, nos dicen
la expre sión de una clase o el instrumento de un poder_ Como IT 1-2: :.1<'1c' 1111,1 \f,·
eran mucho más que Trzro:-rJ, \kXKO, Dfaz de León. l')Sl.
H Juan Bau1ista Poma r, Rd.in On de __ l. p. 226: Tmq11z:;i1.dJ Y .·1.:r-·
rw , op. nt
mon,;lr:s , op. nt. pp. 54-35. ·139: Durin . HtJto
:;-: León P0nil b (1983). p. 64.
s. ~féxico, L~A~L 1959, p. 76 (tradu ,-- qufa t11dr>.m;;, op. cit .. í, p. 6:;
lV p. 331
13 León Ponií h. Li filosofía ná/Ju,,i/ 1•Jt!1d udw1 en Jus fuente
París, Éd_ du Seuil, 198)) .
(,;ón al francés: L1/'t n;fc ;;zteque.

10 de 162
L:\ Pl\:TURA Y LA ESCRITURA L1\ Pl~TCR.\ Y L.\ ESCRlTCR:\

dieron en !a clandestinidad para adquirir, frente al cristianismo de los vencedores, el primeros evangelizadores eran ''hombres insensatos''. Y a rnenos <le hacer de los re-
('~cnuro rnaldito y demoniaco de la ''idol:nría''. En unos cuantos años, algunos ligiosos criaturas monstruosas, llegadas para destruir a la humanidad, o muertos
5 cñorcs indígenas cuvieron que proceder a una readaptación tata! de sus prácticas en vida, v maléficos hechiceros. Otros se refugiaban en el saber tradicional, en
ancestrales_ Les fue necesario abandonar los santuarios de las ciudades, elegir luga- las "prof~cías de sus padres". para no encontrar en ellas nada que anunciara la
res ~tpanados, el secreto de las grutas y las rnontañas, las oríllas desiertas de los "doctrina cristiana" r\ ejemplo del cacique de Texcoco, don Carlos On1etochtzin.
lagos y Li. protección de ta noche. Debieron restringir en extremo la práctica del de allí deducían la vacuidad del cristianismo: ''Eso de la doctrina cristiana no es
sacrificio humano, formar una red de informadores y escondites que pudiera burlar nada, ni en lo que los frailes dicen no hay cosa perfecta.'' l"
L vigilancia de los españoles y el espionaje de los neófitos, y obtener mediante el Durante aquellos primeros años, fueron muy numerosos los ·que, de manera
chantaje y la amenaza la colaboración o cuando rnenos el silencio de las poblaciones. 1 ~ más o menos abierta o deliberada, antes que al cristianisrno prefirieron el mundo
í)cs!igad;1s de manera progresiva de su asiento material y social, aisladas por que expresaban los cantos, las ''palabra antiguas'' y las ''pinturas''. Pues los ''libros''
los evangelizadores y los conefdistadores de los grupos a los que pertenecían, para pintados fueron escondidos como se hacía con los ídolos. El riesgo era por igual
constituirse en ''religiones'' e ''idolatrías'', manifestaciones totales o parciales de considerable, puesto que la celebración de las fiestas o la lectura de los destinos
las culturas indígenas sufrían una redefinición incomparablemente 1nás perturba- dependían del desciframiento de los cómputos antiguos. En forrna clandestina se
dora que el paso a !a clandestinidad. En el rnomento mismo en que la Conquista pedía a los especialistas -los ''contadores del sol y de las fiestas de los demonios'' -
las insertaba por !a fuerza en un espacio invenlado del todo por Occidente, im- que buscaran en las pinturas la llegada de las fiestas, que "miraran" los detalles
puesto por los españoles y delimitado rnediante términos y conceptos establecidos de los ritos y el nombre de las divinidades por honrar. Sin duda vale la pena que
-"supersticiones, creencías, cultos, sacrificios, adoraciones, dioses, ídolos, cere- nos detengamos en los conociinientos fijados por los calendarios antiguos, para
monias, etc. . "-, aquell:ts manifestaciones eran tachadas de errores v de false- evaluar mejor lo que podía significar su pérdida o su destrucción. El tona!pohua!/i
dades. Los indios se enteraban al mismo tie111po de que ellos '"adoraban ; dioses" y ---O calendario adivinatorio- se basaba en un concepto del ticrnpo, del cosmos
que esos ''dioses eran falsos''. Lo que había sido el sentido y la interpretacíón del y de la persona que no podría limitarse a la reducida esfera. del rito, ni tampoco a
mundo eran un ''rito'' y una ''ceren1onia'' perseguidos, marginados y menospre- aquella más amplia, pero cuán problemática, de lo religioso, Para los antiguos
ciados, una "creencia" falsa, un "error" por descartar y repudiar, un "pecado" por nahuas, el tiempo mírico -el de las creaciones sucesivas que habían visto aparecer
confesar ante los jueces edesiásticos. Lo que había correspondido a una aprehensión a los precursores del hombre y luego a los propios hombres- ejercía una influen-
indiscutible e indiscutida de la realidad, objeto de un consenso implícito e in- cia determinante sobre el tiempo humano, en la medida en que el encuentro o la
mcmoríal, y explicado una totalidad, en lo sucesivo debía afrontar un sistema exótico coincidencia de- un momento de éste con uno de los momentos siempre presentes
que obedecía otros principios, basado en otros postulados, concebido con cate- del tien1po mítico determinaba la sustancia del instante vivido. i\quellos encuen-
goíÍas de! todo distintas y -no hay que olvidarlo-~ cerrado de manera radical a tros y esas correspondencias obedecían ciclos complejos de arnplítud variable,
todo compron1iso. Y sin embargo, la "censura de los libros" no era, a pesar de lo cuya combinación y cuya articulación estructuraban el momento humano, Y, en
que se piense, una innovación introducida por los conquistadores. Durante el reinado efecto, la correspondencia de aquellos ciclos dirigía el orden de paso y de llegada, a
de! soberano n1exica Itzcóatl, ya en el siglo xvse habían destruido "pinturas" para la superficie terrestre, de las fuerzas faustas o infaustas que actuaban sobre el indi-
borrar recuerdos o acabar con particularismos, pero esta vez se trataba de aniquilar viduo atrapado, de-sde su nacimiento, por engranajes cuyo movimiento lo abru-
un conjunto y no de desvanecer partes. Es comprensible que algunos indios hayan maba, sin que por ello lo aplastara enteramente, Aquellas mismas combinaciones
experimentado entonces la sensacíón de una pérdida de coherencia, de un menos~ de fuerzas dirigían, de una manera más general, la dinámica del cosn1os: ellas
cabo de sentido, por ya no ser el patrimonio ancestral, si hernos de creerles, sino producían el cambio y el movimiento, a la vez que conformaban el tiempo. En
una ''red de agujeros''. tG A menos que la falta de sentido se atribuyera al Otro, esas condiciones, se puede adivinar de qué rnodo el conocimiento de los ciclos,
como lo hicieron unos .indios de 1'L.i.xcala, quienes en 1523 consideraban que los los cálculos a los que daban lugar y el apoyo material, el único que hacía posibles
aquellas operaciones, tenían una importancia crucial para el índividuo Y la soc~e­
15 dad. Para dominar las fuerzas divinas, sacarles partido o contrarrestarlas, era preciso
ProreJos de wd:o; :"d6/.J!rds y hct"h:C:erDs, 1'.íéxico, AG"-', l 912, pp. 8, l l 5 yp.nsim. ,\foto linfa, JHe-
mona!o 0/1 . o/ __ pp. 8(1-8~ penetrar en su surgimiento y saber aplicar todo un arsenal de prácticas destinadas a
\( M1guei_Le6n !\lrtilh, Culr11m-' En peligro. México. ldianza Editvri:d, \\)"'.'6, p. 108, traduce garantizar la supervivencia de todos. Ésa era la función de los ''contadores del sol'',
un teiom<inio Je Tbtcluko. loo .A.nJ/u hifkiricus de/.;¡ 1uct6n mexg,ma (ed. Ernst Mtngin, Copenha-
guc, ¡e;.;;, 1· con el t'.wio de .:l11J/er de 11.tfl'/u!ro por 1-kinridi Bedin y Roben H. Barlow, México,
l ')-\8) 1080) l~ PtüCdO inr¡uisirrmai de( t.:1cique de 1étzcoco, México, AG'.". 1910. p. 2.

11 de 162
LA PlNTURA Y LA ESCRlTL'.R,\ 27
26 L\ PINTUR r\ Y LA ESCRITURA

ta rnísma época, algunos


ban el conjun to de las costumbres de sus padres y abuelos y antepa sados" . Por
los tonalpouhque, cuyo saber y cuyas "pintu ras" orienta za de los príncip es, aco1npañaban LLs
io, las anesanías, el cultivo de los campos, cantos, que conmemoraban la pasada grande
;1ctividades humanas: la guerra, el comerc paba la noblez a indíge na. Entretanto seguían
y día particu lar.'' Un danzas públicas en las que partici
los ritos de paso y de alianza: ''Todo tenía su cuenta y razón dos a ella: "En pocas
te, el hon1br e podía cambiar su subsistiendo los calendarios y las enseñanzas orales vincula
saber que tambié n era un poder. Corno es eviden enseñados a los que ahora
e. Cuand o el niño nacía bajo un signo infaus- partes hay que no los tengan guardados y xnuy leídos y
destino con ayuda de los tnnalpouhqu vación del uso del nombre
elegir un día más propici o para design arle un nombre. nacen, para que in aetern111n no se olvide n.'' w La conser
to, gracias a ellos era posible de nacimi ento, la habilid ad con la que los
de los futuro s cónyuges y indígena, escogído en función del día
Ellos examinaban -::ambién la compatibilidad de signOs an las fiestas de los nuevos santos patron os, para ha-
indios adelan taban o atrasab
podían , dado el caso, desaconsejar una unión. is de calend arios agrícolas
con ellos muchas otras cerlas coincidir con las fiestas prohibidas, la observación
Numerosos indícios sugieren que aquellos calendarios, y durant e las últimas década s del siglo
cia a la destruc ción: cerca de 1-1éxico, el cacique de fijados en secreto por los ancíanos, corroboran,
piezas, escaparon con frecuen isión oral y pictogr áfica conden ada por la
tonala mat!. ''la pinrur a xv1, el mante niinien to de una transm
Texcoco, don Carlos Ometo chtzin , ocultaba en su casa un io Mexica no tendría que prohib ir de nuevo a los in-
solían celebra r en su ley"; mucho Iglesia. En 1585, el III Concil
o cuenta de las fiestas del demonio que los indios su falsa religió n''. Lo cual
lán tenía en su poder cuand o dios entona r ''canciones de sus hístorias antÍgua.s o de
inás allá, en la región totonaca, el cacique de Matlat e que el género haya evoluc ionado aprecia blemen te.
ídolos y pintur as antigu as", las cuales quizás no excluy
menos "dos mantas de insignías de una actitud impermeable. o casi,
de 1\zcap otzalco , al noroes te de la ciudad de }vféxico. Estos indicios dispersos sugieren la difusión de
hava obteni do de los indios des indígen as. Es posíble que sectores
a del con- a los trastornos por los que pasaron las socieda
Al~unos indios incluso se las habían ingeniado para pintar, en la porterí o signos de la población autóctona hayan logrado , no sin cierto ríesgo, conserv ar lo esencial de
estos caracte res
vento franciscano de Cuauh tincha n, un calendario ''con lo que podern os adivina r acerca de esta época nos aleía
19 Aunqu e la lnformación dispon ible sobre la materí a sea escasa,
hay la tradición. Y sin en1bargo,
de abusió n" . conven iente distinguir
arriba hemos visto ya un ejemp lo- y la de una visión estática y reductora. No cabe duda de que sería
bases para creer que la circulación -línea s posterí ores a la Conqu ista,
interru mpiero n con la Conqu ista españo la, a pesar un periodo inicial, que cubriría los prímeros veinte años
producción de ''pintu ras'' no se implica ciones materia les e íntelec tuales
s del valle de 11éxico. de aproximadamente de 1520 a 1540. Pese a las
de las persecuciones y de los riesgos que se corrían. Pintore constante e inevitable
"la tinta roja, la tinta de una clandestinidad hecha regla, y de una cori..frontación
la región de Tlaxcala y la de Oaxaca, siguieron utilizando posible conser var en aquel entonc es numerosas prácticas.
ellos los que pintar on la mayoría de con el cristianismo, fue
negra' '. En aquellos tiempos revueltos, fueron se habían establecido
la actuali dad, y que figuran enue los testimonios En el transcurso de ese lapso, por todas partes, salvo allí donde
las piezas que se conservan en , Tl~xcal a y sus alrede dores- los
legado las cultura s autócto nas. Bajo el domin io español numerosos españoles -sobr e todo en "\1éxico
más bellos que nos hayan seguía n siendo visitad os por sacerdo tes indígenas
;mat! Aubin (Tlaxc ala), templos que queda ban en pie
fueron elaborados el Códt"ce Borbónico (11éxico )y el Tona/, asegur aban en ellos el culto a los dioses y todavía percibían
Si ahora nos volvem os hacia que, con discreción,
que contienen el cómputo de los ciclos y de las fiestas, los indios otorn1e s, se
Se/den --obra maestra los ingresos de las tierras '<inculadas a los santuarios. Entre
los mixtecas de Oaxaca, el termin us ad quetn del Códice del bautism o. Entre los nahuas ,
ional- se puede fechar en 1556. La existencia de iniciaba en el sacerdocio a algunos niños sustraídos
indiscutible de la manera tradic o diecisé is años . para que fueran
medio siglo, de una pro- se separa ba de los demás a adolescentes de quince
estas "píntu ras" da fe del 1nantenimiento, durant e casi que asumieran otras fun-
. l\ veces, su forma es tan achcautin -es decir, grandes sacerd otes- o con el fin de
ducción pictográfica en géneros prohibídos por la Iglesia los objeto s sagra~ ps o los ayunos propiciatorios.
pánica o colonial de ciertas piezas, ciones, la conservación de
''clásic a'' que podemos dudar de la fecha prehis aron de modo consid erablé' despué s de 1540. Bajo la dirección
n ouas fuente s, que seguían transmi- Las cosas cambi
Estos documentos confirman, según lo indica lograd o alguno s éxítos espcc·
s y las técnica s del pasado . del obispo de México, la Inquisición episcopal había
tiéndose los conocimiento peligro sos: ordenó detene r a 0.1anín
var, puesto que el taculares a.l deshacerse de opositores actívos y
Las tradiciones orales resultaban mucho más fáciles de conser <líos Camax tli, quien intriga ba entre la aristoc raci,t Y
os no dejaba n rastros compro- Océlod, cierto sacerdote del
aprendizaje y la recitación de los cantos o los discurs b sierra de Puebla ,
servicio de los religios os fueran a denunciarles anunciaba el fin del mundo ; echó mano a un indio que recorría
metedores, a menos que espías al Inquis ición asestó un gol_pc
1570, el cronist a do6ün ico Diego Durán compr ueba, no para sublevarla preten diendo que era dios. En 1539, la
aquellas prácticas. Hacia e de Tcxcot~o, a qu1e,n
jóvene s nobles ''la vida y aparatoso conde nando a don Carlos On1etochtzin, el caciqu
sin horror, que aigunos ancianos seguían enseñando a los en la hoguer a de esta ir:npor tante figura de ia
entreg ó al brazo secular. La muerte
18 Lópe¿ :\usrin (1080). l. pp. 68·7S.
¡9 Prou:sor

12 de 162
L-\ PI>:TCR.\ Y L:\ ESCRiTL!RA LA Pl>:TL'lL\ Y LA ESCR!TCRA

:uisrocracia del Yalle de :\léxico al parecer ruvo una honda repercusión en los espíri- francamente cris[iano en 1539, el artisra no por ello dejaba de conservar un saber
¡u~- Pres:is de pánico, n1uchos indios decidieron entonces destruir sus "pinturas" 0 vasto y embarazoso. Esto, pot ambiguo, puesto que su genealogía tenía una mez.cb_
rnrrcgJ.r aquell;L~ pic1<1s tan compro1neredoras.c: Ese año de 1539 se reunió también de alusiones que se hallaban lejos de litnirarse a una ornamentación mitológica. '{
l;1 .Junra Edes_íásrica, que reforzó la regulación ejercida por la Iglesia sobre las pobla- aun carecía de aquella obstinación europea para oponer !a idolatría a 1a histori~1 0
,-ioncs sorneud:L~. Un n1ayor número de sacerdores, penetración ésta rnás a fondo, el n1ito a lo auténtico.
:n-udada por un rnejor conocimienro del rerreno y por la represión desatada por Sea como fuere, ya por los caminos secretos de la clandestinidad, ya por las 1.-·ías
una Inquisición n1onástica, y luego episcopal, bajo e! báculo del obispo de fv1txico, autorizadas de la historia, una parre de las técnicas y de los conocirnienros antiguos
_Juan de Zurnárraga, cambiaron las relaciones de fuerza de manera irreversible. seguía sobreviviendo al desastre. Lo misrno ocurrió con las 1nanifestaciones del
Peru es posible que otros factores rnás determinantes hayan influido en la actitud patrimonio oral, cuyo alcance ético sedujo a los religiosos que trararon de sacarle
de !os ;1obles i1_1dígcnas. !\quellos 1nedios habían perdí.do su cohesión política y el mejor partido. Y con los discursos de entronización, que es probable se conser-
cu!rura1, a partir de su alianza CC?¡¡ los vencedores y con el cristianismo. varon mientras existieron los viejos juramentos de fidelidad. Vale decir que, pest
_'.;,,,_esos repartos ~obre !os cuales el oportunismo y el cálculo ral vez hayan pesado a las persecuciones, a las epidemias y a las perturbaciones, las noblezas vencidas
mas que la conversión, se agregaron otras divisiones gue los propios religiosos habían enfrentaron la realidad colonial que, poco a poco, tomaba cuerpo ante sus ojos,
prov_ocado poniendo a los niños cristianizados contra sus padres "idólatras". A con un bagaje sin duda menguado y censurado, pero todavía considerable.
p:u:tl~· de 15~?· aquellas nuevas generaciones. que habían participado con un celo
qu1zas n1onífero en las u1n1pañas de extirpación y delación, asumieron, cada vez
en rnay(:ir nún:ero, el poder. El reclutamiento de sacerdotes paganos sufríó las con~ U'.\'A 1\LEVA !i.HRAD.\

secuenu:1s, n11cntras que las piedras de los antiguos santuarios servían de manera
ststen1iuca para la construcción de Lts iglesias y los conventos. 1-fás decisivos aún, No resulta menos difícil seguir los pasos que llevaron de la resistencia a la adaptación
!os estragos causados por las prin1eTa5 oleadas epidémicas debilitaron v sacudie- y que se manifestaron en un alejanüento progresivo en relación con las antiguas
'?n ~a totali?ad ele las sociedades indígenas. Ante aquellas dificultades, v no cuhuras. Un alejamiento que, sin embargo, nunca se orientó hacia el abandono
su1 nena l~n dez, las noblezas se resignaron a aceprar el cristianis1no v la do~ina­ irremediable. El análisis de las ''pinturas'' coloniales y, en menor grado, de la evo-
uón colon::!. Convenidas de n_iodo rnás o menos sincero, eligieron ~l ca 1nino de lución de las tradiciones or1les en el transcurso del siglo X\'! aporta, sin resolver este
:~: ~daprac,1,011. E~ron:es se ded1Caron a conservar los vestigios de sus orígenes, las problema, preciosas indicaciones y, con frecuencia, testimonios imprevistos. r\sí,
pinturas de b.1sronas y ~e genealogías que legiri1naban su poder. No hay duda no deja de ser desconcertante la precocidad con la cual algunos indios pintaron la
de qu.e_ en ~sas urcunstanc1as salieron a la luz el lvINpa de Sigüenza o la Tira de /a sociedad que se formaba a su alrededor y entre ellos. Por un lado, porque esa
P,ereg_nnac1ón (hacia 1540), que ilustran el origen y las migracíones de Jos aztecas precocidad impide considerar la expresión pictográfica colonial con10 un arte rígido,
~~ s~lir d: Aztlán, ~ de que e~ ellas fueron pintados, entre I 542 y 1548, el Aiapa como una supervivencia inerte o un estorboso arcaísmo. Por el otro, porque da fe
'::,jlttnatz1t1, que registraba la historia de los chichimecas, o el Códice Xólotl. /\.ntes de la curiosidad insaciable que se manifestaba con respecto a un mundo insólito y
de 1550, la genealogía inspiró el lHap.1 Tlotzin de Texcoco y, en la región de Oaxa- hostil. Desde 1545, en una reunión secreta, algunos nobles indígenas se jactaron
ca: e! Ltenzo de Guevea (1540) o el C'6dice S'elden (1556). 22 Entre los nahuas, los de haber aprendido ya todo lo que deseaban saber de los conquistadores, "toda la
m1xte~as Y_los zapolec1s, la línea que separaba la producción clandestina de la pin- manera de los españoles, de su pelear y fuerzas y del arte de los caballos e todo
tura histórica er~, .desde luego, tan frági! y arbitraria como !os criterios cristíanos y lo demás que ignorábamos y no sabíamos''. 24 Aquella voluntad de saber y de des-
curo.r:~)S que_ d1sunguían el recuerdo de las ''falsas religiones'' indígenas de una cubrir, así fuera a costa de viajar a España, es la misma que impulsó a los índíge-
~rad1c~1o_n estr;cran1entc histórica. Cuando, en 15 39, un pintor de Culhuacán, cerca nas a reconstituir o, mejor dicho, a constituir, nuevas relaciones con los seres y con
~e l\1cxico: pintó la genealogía de su farnilia, representó "una especie de gruta en las cosas, llenando así de manera progresiva los vacíos ~la "red de agujeros" -
la que :1ac1eron sus abudos, y tarnbién algunos dioses". 2 .\ El pintor, don Andrés
dejados por la Conquista española.
Pl"l)veo1:1 de una familia de sacerdotes próxima al antiguo soberano mexica. Siend~ Desde los primeros contactos, -algunos pintores indígenas se las íngeniaron para
registrar la irrupción de aquellos seres a los que, en un principio, se consideró
~: ~;ruzinski (1985a). pp 2~-)r¡ dioses. Por ese medio supo 1-1otecuhzorna, mucho antes de Cortés, de la llegada
"· ::-(,brt <:-sa1 piniur;is, 1•é.1JI' J- B Gl:i'>s ;- D Robea,on ··A_ Ctnsu$
·,r-J'JB, !8-i-185, 2-il, 210: l'JS·ICJG· i)l.
de la flora de Narváez, y por él transmitieron los indios de Chalco y de Tlalmanalco
' ' f'ro(c'\'(J<' 'U/'- U!, p lbl •
24 Episto/;;rw d,; Nuew; Esp.1iía, 1505-1818, L IV. México. Arnigu:i Librcrfa Robredo, 1939, p. l6i1

13 de 162
LA PINTURA Y LA ESCRlTüR1\
}0
marcada que integra el glifo
''reali sta'' sino, por el contrario, una estilización
en telas de heneq uén a lastro~ go, el Occidente ya hace
informaciones estratégicas a Cortés, representando toponímico al edificio que debe designar. Y sin embar
que, desde un principio, las o la n1anera antigua in-
pas mexicanas que lo amenazaban.'~ Esto quiere decir acto de presencia visual en el Lienzo. Por ejemp lo, cuand
ras que algunos años después, los refugios rodantes
"pintura._.:;" consignaron la historia ínmedíata, 1níent terpre ta el universo que descubrieron !os indios . Hay que ver
los invasores, ciertos cantos na- estilizaron y los re-
encre los vencidos como entre los aliados indígenas de y las máqu inas bélicas constr uidas por Cortés : los pintor es los
an de la desolación de las ruinas. nte un techo. El espectáculo
rraban la magn itud del desastre mexica y hablab dujero n a dos monta ntes de madera cubiertos media
polític o se transf ormó. Surgieron nuevas pictográfico cuando las mar-
Tras las prüneras dos décadas, el paisaje de la novedad incluso lleva a enriquecer el repertorio
dejar impor tantes produ ccíone s, a ejemplo de la que, las tradici onales huellas de pasos --
generaciones que habrían de cas del hierro de los caballos ~a ejemplo de
ista, ilustra y exalta la colaboración tlax~ o cuand o un sol a la europea
1 ~ás de treinta años después de la Conqu señalan los desplazamíentos de los íinetes españo les,
la (LA~HNA 2) proba bleme nte ,\!varado, a quien !os indios
ca!teca con la ínvasión española. El Lienzo de T!axca sirve de glifo para designar al conquistador Pedro de
de Velasc o, entre 1550 y 1564. Se trata cuando, Occidente invade el
f~ 1 e pintad o a solícitud de! virrey don Luis asimilaban con 10nat iúh, el soL Pero, de vez en
o de 7 por 2. 5 rn, que ofrece la versión tlaxcalteca de de impon er su propio lenguaje y su
pues de una obra de encarg espacio del Lienzo, en esta ocasión al grado
cuadros. Para estos indios, es ademanes y las actitudes:
los acontecimientos, a lo largo de alrededor de 87 percepción de las cosas. Por eíemplo, en el realism o de los
maqu illar los hechos, cuand o adormilados, tras su
taro bién un rnanifiesto político, que no vacila en aquí, unos caballos pacen; allá, unos españo les descan san
indíge nas tlaxcaltecas a la causa smo" de los retratos vistos
éstos podían desmentir el indefectible apego de los agotadora huida de iviéxico. Pero tambi én en el "realí
de los españo les, los nahuas de Tlaxcala los rostros, en el dibujo de los
de los conquistadores. 2 Hasta la llegada
6
de frente o de tres cuartos, en la expresividad de
ios de los mexica s y de la Triple ,\lianz a. Tlax- mo, en el principio de cierta
habían podido resistir ante los design ojos, en la caída y los pliegues de las telas. Y, asin1is
caliente del golfo y el valle an sobre fondos de lanzas
cala era un estado poderoso, situado entre la tierra tridimensionalidad, cuando algunos grupos se destac
ición de Cortés, luego de que los objetos de origen
de México, que finahn ente se decidió a apoyar la exped que sugieren otra<; 1nás lejanas. No carece de impor tancia
les pusier on término a la domi- ntales: ése es el caso
haberla combatido. Sin discusión posible, los españo europeo se representen con frecue ncia según !os cánon es occide
supier on agrade cérsel o concediéndole ción de los conquistadores
nación mexíca gracias a este aliado, al que de la Virgen y el Niño, o de la Crucifixión. La figura
de la Nueva Españ a. Con el correr de los tres la que se ha calcado la imagen
una auton omía relativa en el seno de esgrimir tambi én está tomad a de la iconografía europea, de
nunca dejaro n en fin, las leyendas en
siglos que duró la dominación española, los tla.xcaltecas espí- en movimiento del íinete que carga, lanza en ristre. Y,
seguro que, ya con ese un cuadro, e insraur~u1
el apoyo prestado ni de reclamar sus privilegios_ Es casi enfren ta· náhua d que, con una fra._<;e sucint a, resum en el tema de
prude ntes al prefer ir callar los ona.
riru, los autores del Lienzo se mostraron 27 una relación con la imagen que ya nada tiene de autóct
habían opues to a !os españo les. estilos y de la coexistencia de
mientos que muy al príncipio los ¿Se podría hablar de la yuxtap osició n de dos
no deja de perten ecer, por s. Por ejen1plo, en
Aunq ue de contenido colonial, el Lienzo de Tlaxcala dos maneras? Imposible no hacerlo respec to a nu1ner osos cuadro
nombres de lugar, los de los corona el glifo del
múltiples conceptos, a la tradición autóctona. Los A.tliuetzyan (Tehuitzila), donde el grupo de los conqu istado res
nte el uso de glifos. Los indios general es de inspiración occi-
protagonista._<; y las fechas están representados media agua. Pero otras veces sucede que la composición
de sus funcio nes, los signos de su poder la" o del "Raut ízo de !os
se muestran de perfil, con los atributos dental , trárese de la "Recepción de Cortés en Tlaxca
os de sus jerarq uías, y los tocados de sus etnias. adema nes de los sacerdotes cris-
-el asiento icpal li-, los atuend señores tlaxcaltecas": la sucesíón de planos, los
guajolotes, aves enjauladas. factura casi europea. Al
Numerosos objetos -cana stillas llenas de tortillas, tianos, los rostros de los asistentes anima n una escena de
figurativa autóct ona. Tanto más acu!turado, si otros
canoas, escudos v estan darte s- se inspiran en la línea grado de que nos indínaríamos por atribu irlos a un pintor
de bienve nida, deriva del protocolo el resto de su obra.
como la ofrenda ,de ramilletes a Cortés, en señal rasgos no empar entara n de maner a estrec ha esos cuadro s con
fuego y de los ríos permanece apega da a r predo mina la organización
indígena, la representación del agua, del Por el contrario, y con mayor frecuencia aún, al parece
mismo ocurre con la arquit ectura , los palacios, las 1v1éxic o, los edificios y las ciuda-
los cánones tradicionales. Lo
tradicional del campo. En las batallas libradas en
ctiva, ningu na proporción el marco convencional
piránlides o los atrios de los templos: ningu na perspe des son objeto de una estilización extrem a que delim ita
onista s del drama . Ocurr e coino sí cada vez que los
Conqr11sf,i de la l"/unid EsjJll!ifl. L México,
Porn:la, donde se reparten los protag
:) Berna! Dfaz del C.asiillo, Histona rerdader,t de/,;¡ , un templ o, una ciudad
, op. cit .. ll, pp. )l.3··514 . autores tenían que representar un espacío grande y abierto a de repre-
l(Vi'.:S, p. 356; Durán, Hút0rú an recurr ído al sistem
:r, Gb~s y Rubcrtson. ":\ Cr:nsus. . ", t!.\fAJ ( l ')7) }, vol.
14. pp. 214-217: ti temes las ediciones de o unos caminos que atraviesan un paraje, hubier sición
Josefin a García Qulnta na y Carlos ~laní­ permi te incluir en la misma compo
,-\lfr((b Chavcro (\\éxiu) , Secretar ía de Fomen w, 1892) y de sentación autóctona, A un sistema que de
as. Así, en el cuadro dedica do a la ''Rend ición
nn ~brin (México, C:tnón y Papd de Méxi(o, 1983) escenas simultáneas o sucesiv
;- Ci1h1:on (l0S2). pp. 2,1:.253 y 229-234.

14 de 162
L:\ PI:'.\TURA Y LA ESCRlTURA 33

Cu:i.uhrén1oc'' se ese.donan diversas escenas: Cuaohtémoc ante Cortés, la captura gares aún más lejanos. Saqueado por los conquistadores. Tlatelolco fue poco des-
de los dignatarios rnexicas, la !legada de las <lamas indígenas, la recepción que les da pués de la Conquista uno de los grandes centros de la evangelización franciscana y
Cortés . En carnbio, es cierto que determinados subconjuntos son de concepción abrigó a partir de 1536 el colegio que formó las élites indígenas deJ siglo XV!. Si.'-
c>crídenral: a ejemplo de la escena de bienvenida que dispensa Cortés a las damas tuado tan sólo a unos cuantos kilófnetros al norte de i\1éxico-Tenochtitlin, la ciu-
n1exÍcL~- Pero la díspL)Sic!ón general escá regida por una puesta en escena propiamen· dad fue el lugar predilecto de la aculturación religiosa. e intelectual de las noblezas
te 2utónona, aunque no deje de recordar la decoración de !as grandes tapicerías de indígenas. En ese contexto eininentemente sens!ble a la occidentalización fue pin-
A.rris y de Bruselas. Debe evitarse atribuir a !os españoles una concepción del espa- tado hacia 1565 el Códice de T/;ite!olco. En él encontramos descrita la historia
cio calcada con demasiada fidelidad del Qttattrocento italiano. de la ciudad allá por los años de 15 54-1564, la expedición del 1-iixtón narrada por
¿Qué se puede deducir de estas primeras observaciones? Que los t!ac111io tlaxcal· el cacique don Diego de 1v1endoza Huitznahua.tlailotlac, el principio de la construc·
tecas practican, a mediados del siglo X.\'L un arte híbrido. Que se encuentran per- ción de la nueva catedral de ~féxico, la recaudación del tributo, la abdicación de
fectamente en posibilidad de'.<epresentar un elemento exótico -el crucifijo-, e Carlos V, el advenimiento de Felipe II ( 1557) hasta la muerte del virrey Luis de Ve·
incluso una escena detern1inada -el bautizo- explotando los cánones del arte oc- lasco (1564). Tlatelolco no sólo ocupaba un primer plano en el panorama colonial
cidental, pero que, en cuanto se trata de ir n1ás allá, reasumen la manera autóctona -por su participación activa en el aplastamiento de los indios rebeldes del Mixtón-,
ordenando los planos de acuerdo con distribuciones que no obedecen ni a la perspec· sino que también se vinculaba a la historia dinástica de ultramar. En esta serie de
tiva ni a una escala dada. El parenresco innegable del Lienzo con la tapicería de alta representaciones puede verse un acto de alianza a la Corona española, un reconoci-
liza tal vez no haya disgustado a los españoles que lo contemplaron, instaurando miento de la dominación colonial. Y así era. Pero expresa mucho n1ás: muestra el
una farniliaridad tan inmediata corno engañosa. Encuentro imprevisto del que ve- abandono de la posición de vencido en favor de la colaboración con las autoridades
rcn1os otros ejernplos, y que con probabilidad haya favorecido la conservación o. españolas a las que encarnan, en la pintura, el virrey Luis de \'elasco y el arzobispo
rneíor dicho, la reconversión de modelos antiguos. 1-1ontúfar. Una colaboración que es muy distinta del sometin1iento humillante, a
finaln1ente, detengámonos anre el gran fresco que corona la obra. AJ n1.ismo juzgar por la estatura gigantesca del cacique de 1·1atelolco ante los miembros de la
tiempo que proclama la inserción de los señores tlaxcaltecas en la sociedad colonial Audiencia a los que se dirige o por los caballeros españoles de la expedición del
y las nuevas jerarquías, este fresco realiza la fe!iz fusión de los simbolismos occi- Mixtón, que son enanos en comparación con los caciques que los a(ompañan. Este
dental e indígenas: la heráldica europea ~olro encuentro-, las armas imperia- juego de escalas manifiesta no sólo la conciencia del papel político y militar que
les, los en1blemas cristianos (la cruz, !os instrumentos de la Pasión, la imagen de la conserva Tlatelolco en las primeras décadas de la colonización, sino que con proba·
Virgen) se combinan allí con los glifos de los cuatro señores de Tlaxcala. Y en el bilidad también expresa la exaltación de una grandeza local libre ahora de la tutela
centro de todo, aplastan res, !as armas de Carlos V, dominando la cruz que plantan del soberano mexica. Otros textos escritos en caracteres latinos 1nuestran de mane-
los conquistadores, mientras que, de cada lado, dispuestas en forma simétrica, ra aún más explícita esta inesperada consecuencia de la Conquista española, cuyos
se alinean las casas de los señores tlaxcalrecas. Asociando el águila bicéfala de los ejemplos podrían multiplicarse: el aplastamiento de la Triple Alianza daba rienda
Habsburgo con la garza de :tvíazihcatzin, señor de Ocoteluko, el Lienzo manifiesta suelta a una miríada de autonomismos locales en los Hmites, huelga decirlo, de la
de 1nanera espectacular d encuentro de dos simbolismos del poder, sin dejar de nueva dominación. Al parecer, a todo lo largo de la ''pintura'' la tarea del tlacui/o
seflalar la sumisión de los indígenas ante los vencedores. Yuxtaposición de dos mi· estuvo guiada por idénticas consideraciones y éste buscó afirmar formalmente una es·
radas y testirnonio espectacular de una incvirable relación de fuerzas. pecificidad autóctona y local al mismo tiempo que tenía cuidado en vincularse a la
Otras "pinturas" se empeñaron en representar el nuevo tablero político o, para cultura y a! mundo de los vencedores. Tradición de la base: una franja o tira de papel
ser n1ás exactos, en situar el poder autóctono con respecto al aparato de Estado de amate de cuarenta centímetros por 3.25 metros, tradición de la organización
montado por la Corona de España. l\1odo este de hacer un balance y de redefinirse del espacio, del empleo y de la distribución de los glifos toponímícos, de la repre~
en un juego de reglas trastocadas. 23 Así ocurre, sobre todo, con el Códice de llate- sentación de los caciques (sedentes, vistos de perfil y flanqueados por sus glifos).
!o!co19 (LAMINA 3). Despojado y sometido por .l\.féxico en 1473, Tlai::elolco sin em- También tradición de las uniones gráficas -las consabidas huellas de pasos para
bargo había seguido siendo, hasta la Conquis[a, un imponante polo comercial de! indicar los desplazamientos-, de la expresión de la palabra -una voluta que sale
''imperio'' 1nexica. Su mercado absorbía los productos de todo el altiplano y de lu· de la boca del orador- y del flujo temporal que obedece al calendario indígena.
Predomina la tradición, sin que el pintor deje de acumular adopcíones, como si
F El hoy desap:Hecido !.tono del Tecp:in de ;\kxicu. Ín:lugur.tdo en 155(,
29 Robettson (l9S9j. pp. 16)·166: Ghss y Robenson, "A Census H.\J.A.1 (1975), vol. 14,
tratara de mulüplicar los puentes, los empalmes entre el señorío indígena y las
pp. 212·2 i 3. Vé.ise también h repwduccíón focsirnihren Berlin y Bario\1·, An:t!cs de· Tlatclo!to , op. cit nuevas formas de la legitimidad: de ahí, como en Tlaxcala, la presencia de la em-

15 de 162
L\ P!NIT R:\ Y LA ESCRITURA 35
L1\ PlNITR.~\ Y L:\ ESCRITCRA

del régim en colonial, las' 'pin-


ica, las siglas IHS-, de ahí Tanto para hablar de la historia inmed iata como
blemática europ ea -las bande ras del virrey, la heráld es turas' ' sin:ieron pai:a ll~nar tarea_<; más materi ales. Si bien es cierto que, desde antes de
onía española baío sus avatar
tambi én la profusión de objetos que denot an la hegem e la Conqu ista, los ind1os usaban ese apoyo para
llevar el registro de los tributo s,
, campa nas, cáliz, tabern áculo
1nás diversos: cadalso, asientos de las autori dades o. Los an?tar las c~tid~des debi~as y los térmín os por observ
ar, las "pintu ras" ejecutadas
modo de medir el tiemp
incluso ese reloj que señala la introd ucción de otro ba¡o la dom1nac1ón colonial se emple aron muy pronto para registrar tas rransfor.
una aculturación de ropajes que
caciques ostent an sobre su person a las selecciones de n:aciones cconómícas, comerciales y financ ieras introd ucidas por los invasores_ Por
es sin privar los de sus atuend os indíge nas: los tienen inventarios
los iguala a los españoles más notabl e1emplo, desde tos años 1530, los comer ciante s de Tlatel olco
as se agrega n así a la diade ma
zapatos, las media s, los pantal ones blanco s, las espad pictográficos donde figuran unas al lado de otras
las piezas de algodó n y las n1one.
ias y de emble mas. Tamb ién
y a la capa de antaño . Adopc ión de objeto s, de insign das de oro de !os conquis[adorcs. Uno de los eje1np los inás convin centes de esta
eo que inspir a el trazo de !as telas y las ante-
adopc ión de un estilo, el del graba do europ apertu ra nos lo ofrece sin lugar a dudas el Códic e Sierra. Jo A difere ncia de !os
de los eleme ntos arquit ectóni cos y decorativos y de !as capitales del
armad uras, que guía el dí bu jo riores, este docum er:ro no sale_ del estudi o de artista de una de
catafalco del virrey, el esque leto
todo lo que deriva de !os model os occide ntales . El mund o nahua . Proviene de Te¡up an, un peque ño
señorí o situad o en uno de los
Sebastián repite n tan minuciosa~
de la muert e o la representación del martir io de San pocos valles de la 1.fíxteca Alta. Esta región de monta
ñas que se extien de h:a.sta el
los cánones autóct onos produ ce
mente prototipos renacentistas que su asociación con valle de Oaxac a fue asíento de culruras cuyo apoge o se sitúa en el siglo x1v. Éstas
todav ía más sutil cuand o el tlacudo onios de una tradíc ión
el más extrañ o de los efectos. El encue ntro es dejaro n admir ables piezas de orfebr ería a más de los testim
martir io de San Sebas tián una refere ncia cro- de acuerd o en reconocer. En
disim ula bajo la repres entaci ón del pictográfica cuya excepcional impor tancia todos están
al un tabern áculo cristiano.
el siglo xv, los mi.."Xtecas hubier on de defend erse, a ve~es
nológica indíge na o coron a con pluma s de quetz de maner a infn1cniosa ,
maest ría cstills tica y expres iva que logra el pintor indíge na, fue en esas circunstancias en que
Ello es hablar de la contra las empresas de los mexicas. Por lo dernás,
para sugeri r el relieve. Lo cual no
quíen incluso apren de a sombr ear las superficies Tejup an cayó bajo su depen dencia y tuvo que rendir
les tribut o. Conte mporá neo
ráfico europ eo sólo concie rna
irnpíd e que el recurrir a un código estilístico e iconog del C'ódice de Tlatelolco, pintad o entre 1550 y 1564, el Códice Sierra es un libro de
tivas y decora tivas que sirven en última (L\.\íNA 4).
a subco njunto s aislados, a unida des figura cue:1tas, el cual describe los gastos efectu ados por el puebl o de Tejup an
cornpo sición genera l cuya conce pción sigue siendo n e! año y su jerar-
instan cia para enriqu ecer una El libro recurre a las notacíones antiguas: glifos mixtec
os índica
esté famili arizad o con las formas
tradic ional. Sí no puede negarse que el tlacuilo quía, 7 Técpa tl ( 1) )2), 8 Cailí ( l)) 3), 9 Tocht li (l
))4): otros sirven para señala r los
codifi cación , aún más manif iesto t/i
europe as al grado de hacer interv enir una doble nombr es de lugares (1\1éxico, Teíup an, Ocote pec) o las cantíd ades (la bande rapan
modo de expres ión autóct ono, como si la figura cio·
es que contin úa situán dose dentro de un para 20) mient ras que los objeto s de origen autóct ono o local recibe n sus
pictór ico escapa ra a la influe ncia de Occid ente, pluma s de quetza L . , y se per-
organ izació n global del campo nes acostu mbrad as: el asiento 1cP,all1·, la estera , !as
cultur a, en confines abiertos al: las huella s de pa..<>os para el
como si el pintor se situara en las fronteras de su propia p,et_úan los nexos gráficos y el simbo lismo habitu
matriz origin al sea puesta jamás ráfica se abre a una extensa
a todas las adopc iones, sin que, sin embar go, la viaje o las volutas de la palabr a. Pero la expres ión pictog
reprod ucir la maner a occide ntaL el Lienzo de Tlaxcala o el
en tela de íuicío. 1-1ás que una incapa cidad para gama de objeto s ''exóti cos·' co1110 lo hacen por lo demás
gusto y la deman da de una noblez a local irnien to es aquí sístemárico,
prefiero ver en ello el deseo de satisfacer el Códice de T!ateloico, con la diferencia de que el proced
de una estrate gia cultur al y polític a, Como en ial, la cría del gusan o de seda y
y, sobre todo, la traduc ción pictór ica Se entra en los terrenos 1ná.s diversos: la vida mater
busca ron forjars e un espacio propio abrién dose al (el vino, el queso ), los utensi-
Tlaxcala, las ambic iones locales el cultivo de la vid, la cría de ovejas, la alimentacfQn
de la creativ idad y la recept ivi- servilletas), el mobil iarío (la
inund o españ ol sin renega r de sus raíces. A través lios de mesa (cuchillos, cucharas, platos , mante les,
figura ción de la realid ad, en de la técnica occidental en
dad del t!,1cudo asoma e! dinam ismo de una doble silla, el escritorio). La mirada capta tambi én la irrupc ión
ente ciertos eleme ntos de la per- cubre de objeto s antaño deseo·
que las representaciones indíge nas integr an felizm la que figura n otros tantos glifos nuevos. La hoja se
ad coloni al unos cuaren ta años despué:; de caden as, gozne s, ccrro.ios para !a
cepción occide ntal. Pintan do la socied nocidos, ahora ca.si familia.res: clavos, cerrad uras,
TIate/oleo revelan alguna s de las s, zapapicos, jabón, sillas de
la Conqu ista, el Lienzo de Tlaxcala y el Códice de herrer ía, tornos para hilar !a seda, escardillos, tamice
último desarrolla una image n hay que agregar los escri.
facetás de una identi dad en gestac ión de la que este monta r, cálices de oro y ornam entos litúrgi cos a los que
águila s y los caballeros tigres a los pies ón esoaño!a. L1 enu-
elocuente cuand o bace danza r a los caballeros tos, los títulos , las ordena nzas r las cédula s de la adinin ísuaci
za. evocación de los atuen- i:Jizar y significar
meración heteróclita transmite ~na image n de lo que
iscenc ía de una noble podía Inater
del virrey y del arzobispo. Remin
que expres aban su poder y su valent ía, pero tambi én acto de
dos y de las danza s
leza, tempo ral y espirit ual, se •
alianz a a un nuevo orden polític o cuya doble natura
ha apren dido a distin guir.

16 de 162
L\ PJ>:TC!\A \' L:\ ESCRlTL:R,\ LA Pl~TCRA '{LA ESCRITURA

1;1 rienctr:«.-ión de ()ccidenre a mediados del siglo XYJ en una remota aldea mixteca: de responder a !as condiciones de un entorno trastocado y a las exigencias de los
pu,cn:1s que se cierran, modales inusirados en la mesa, objetos de hierro --un me- nuevos an1os, a costa de algunos arreglos (la escritura alfabética y L11noneda) p:u:'.t
t~i! nuevo baio estos cielos--, animales domésticos, caballos, remedios de Castilla darse a entender. En todas partes de la Nueva España hubo pintores que se esfor"
h escri~ura. Las frecuentes alusiones a ta compra de larvas de gusanos de seda y zaron por enfrentar la misma prueba. Bástenos con citar al <lel c·ódice Chavero
a panir de 1561, a la venta de este producto recuerdan !a irnportancia inter- quien, en una época más tardía (1579-1580), cerca de unas medidas llenas de gra·
n;;cional que había adquirido en este terreno la 1'fixteca 1\lta bajo el irnpulso de los nos. figura las cantidades de dinero que los indios de la región de Huejotzingo de-
españoles. De roda ello nos dejan las píctografías sus respectivas instantáneas pre- ben entregar cada año a la Corona. Qué duda cabe de que, aplicando una política
cios~1s. Pero ran1bién se ·tnl.íestf'an°[füi:\güal capa'Ces de fi.jár ·n.1.1e\;a5·-referencias, mucho fiscal que retoma por cuenta propia la recaudación del tributo, las autoridades es-
mis abstractas. 'fal es el caso de las fechas cristianas a las que corresponden glifos pañolas hayan incitado por todas partes a los pintores a llevar adelante los viejos
dcrcnninados y creados para la circunstancia: una rueda dentada para Santa Catalina, regisuos al mismo tiempo que !os adaptaban a las necesidades del tiempo, a la
un establo para Navidad, una'lklve y una espada para San Pedro y San Pablo, una aparición de la moneda, al nuevo calendario.
oriflarna rematada por una cruz para Santiago_ Aunque sea más bien la naturale· Es posible que desde la época prehispánica se haya.O presentado "pinturas" ante
za contable del documento lo que llarne la atención. El Códice Sierra conjuga tres tribunales o instituciones equivalentes. No conservamos de ellas el menor rastro.
formas de numeración distintas: glífos que expresan el sistema vigesimal indígena, En cambio, es indiscutible que sirvieron de modo útil a los indios que recurrieron
núrneros arábigos y letras romanas. Las monedas españolas se representan mediante a las nuevas instancias judiciales instauradas por los españoles. 1.fuy pronto, desde
forn1as que" a1nplían aún más el repertorio pictográfico: discos adornados con un 8, los años 1530, ciertos indios penetran los mecanismos de los procedimientos cíviles
otros atravesados por una cruz de 1'.'Íalta reproducen el peso de ocho reales. Las mo- o eclesiásticos y a veces saben sacar partido. En 1545, algunos tradujeron al náhuad
nedas se hallan alineadas una junto a otra hasta llegar a veinte: el tlacutlo se contenta las leyes de la Corona que los protegían, míentras que otros, cada vez más numero·
enronces con dibujar una soL1 moneda renl:J.tándola con la banderapant/i, signo sos, nobles, comunidades o particulares, apelan a la justicia del rey.'\ Es probable
del número 20 en la conrabilidad autócrona. No se podría indicar mejor la irrup· que las ''pinturas'' continúen desempeñando el papel que habían tenido antes de la
ción de la econornía monetaria en un universo que hasta entonces sólo había conocido Conquista, cuando ''pintores muy diestros que con sus caracteres ponían las perso-
corno unidades de cuenta los granos de cacao y las piezas de algodón. nas que pteitaban y sobre qué". El libreto suele ser el siguiente: el quejoso presenta
Pero rnerece señalarse un rasgo rnás. El (,~óc!icc Sierra no es exclusivamente a las autoridades españolas ---por ejen1plo, al corregidor~ una pintura que expone
pictográfico. También incluye textos en lengua náhuatl -hasta el siglo xvu la lin- el objeto del litigio y con base en este documento se oye a los testigos y se desarro-
gua frílnca de la Nueva España- y por tanto en caracteres alfabético-' que explican lla el detalle de los interrogatorios. Se podrían multiplicar los ejemplos al respecto.
e! contenido de los glifos y confieren al conjunto del documento una estructura Las piezas presentadas en 1549 por indios de la región de Cuernavaca contra el
nüxta: cada página está dividida en franjas horizontales donde se suceden reunidas marqués del Valle'" -nada menos que el hijo de Hernán Cortés~, a quien acusa-
las pictografías, algunas líneas en náhuatl y el n1onto en pesos y números arábigos, ban de haber usurpado sus tierras, son de factura tradicional: en ellas hay glifos
El conjunto tiene el aspecto de un libro de contabilidad europeo que reuniera los que expresan las medidas y la forma de los campos, los nombres de lugares, el tipo
fragmentos rotos de una "pintura'' tradicional. La invasíón de la escritura y sus re· de árbol o de planta cultivado, el lapso de la usurpacíón, los caminos, la identídad de
!aciones con las pictografías constituyen innegablen1entc una notable innovación los quejosos. Todos los informes necesarios se consignan en cada "pintura" con
que era n1ucho 11lenos sensible en el Lienzo de Tlaxcafa o el Có(iice de T!atelolco. una notable economía de medios. En toda la Nueva España, otros documentos se
La expresíón p!ctográfica puede integrarse a un libro de cuentas a la manera occi- cubrieron en forma progresiva de glifos nuevos para denotar, como en Tlatelolco o
dental y aportar a la perfección todos los datos materiales y monetarios exigidos en Tejupan, las innovaciones introducidas por los españoles. En 1552, una "pin-
por ese instrumento. Nada podría hacer sentir mejor esa plasticidad que una pe· tura'' de la región de T epotzotlán, debida a unos indios que se quejaban de haber
qucña escena pintada por el autor del Códice Sierra. En ella asistimos a la verificación sido maltratados, representa monedas, puercos y un sillón español donde se sienta
anual de las cuentas de Tejupan; tres españoles se reúnen ante una mesa cubierta un juez indígena. Un proceso de Cuauritlán, del 8 de abril de 1558, rememora
con un tapete verde; al centro, uno de ellos apila monedas para contarlas, a su de- la desavenencia entre carpinteros indígenas y el alcalde mayor. a propósito del
recha el intérprete traduce, a su izquierda el escribano anota las sumas en una hoja pago de una banca: este mueble de factura española está pintado de frente, sin
de papel. lviirada del pintor indígena a otras técnicas contables, a otros modos de
expresión (la escritura) y otros modos de pago (hl'> monedas). Una mirada cuya ri- lt Spores ( 196""), pp. 11 3, ¡ ¡ 9.120·, Epútolan"o. , IV, p. t65
.JeCódices indígen.J.: dr algunos puehlor del j!,1rque!udo del t'a!!e d1; 011xac.J. México, Talleres Gri·
queza estamos lejos de haber agotado y que se ha mostrado perfectamente ~apaz
ficos de b. Nación. 1933.

17 de 162
39
L:\ Pl"'.'<Tl.JRA Y L\ ESCR1TUR:\

L\ PINTURA Y LA ESCRlTIJR:\
por los españoles, el
gable que , aun que explotado
tra letra en una cart a". Es inne fam iliarizados con los
era tradicional, mientras que la
cadena que simbo- ción constante de indios
perspectiva, por tant o a la man procedimiento exigía la colabora s a soli citud de los ini-
un trat ami ento demasiado proveer signos y de pint arlo
liza el encarcelamiento injusto
de los quejosos den ota repertorios de glifos. capaces de lota ción de la e>."f're.sión
expresar la fecha iación o, más bien , una exp
de influencias occidentales. Para sioneros. Se verá en ello una desv
"rea list a" para estar ind emn e bres crístianos de en el fonctismo, precipitando
tal vez así una evo-
rematado por una cru z- y los nom pictográfica que hacía hincapié o se pue den pasar
de domingo -un círculo blanco un registro pictórico a la que hemos de volver. Tampoc
pint or abreva profusamente en lución hacia la notación silábica que alinean ln1á-
algunos de los protagonistas, el auto r del Cód ice Sien-a. En ente llamados "tes teri ano s",
ya modificado de un mod o con
siderable, a ejemplo del
nsa de los por alto los catecismos imp rop iam en, la Trin idad . .) de acuer-
efic acia en la defe a (Dios Padre, la Virg
otras palabras, las "pin tura s"
todavía participan con genes cristianas esbozadas de pris tales, cubriendo
en que repr esen tan muy bien las
nue vas situacio- por lo común sigue planos horizon
intereses indígenas en la med í da do con un sentido de lectura que recu rrir a la me-
con tinu ame nte los indios. Y ello has ta el sígl o xvn, . Esta Yez. lo que se impone es
nes a las que deb en enfrentarse ad el anverso y el reYerso de una hoja clan de man era 1nás esporá~
que jas de una com unid dentaL a la que se mez
como lo muestra el Códice Tete
utzi.nco, que enu mer a las
s obra s moria visual y a la iconografía occi cie lo- o de crea ción colo niaL Su
2.H Sería conveniente examinar
muchas otra nica -la flor, el
india de la región de Ta..xco en 162 dica glifos de inspiración prehispá el proc edim iento
Códice Kíngsborough o Memon;,¡
de los indi os de ta mas, por lo que se ve, aun que
-el Fragmento Humboldt VI, el origen no se conoce a ciencia cier aron de man era
, pero ésta s no harían más ngelizadores, los indios particip
Tepetlaoztoc, el Códice Osuna,
el Cód ice Aca suc hitl án- al parecer fue creado por los eva de rend ir el jesu ita
ada por las ''pin tura s'' en un terr
eno tan crucial. ahí el homenaje que no dejó
que corr obo rar la eficacia con serv ímporrante en su desarrollo. De os". Por otra pan e, tam -
rado que no evoque en los espíritus de estos indi
No hay nin gun a de las "pi ntu
ras" que hemos conside
consignaba José de Acosra a la "vívacidad de s cxp erie ncía s diri gida s. Por
zo de Tlax cala al nlargen de esta
una u otra forma la hue lla de la
evangelización. El Lien bién hub o iniciativas indígenas s 1530: algunos
tismo de los señores tla.xcaltecas;
el C'ódice de Tla- ista fran cisc ano 11otolinía fecha en los año
escenas enteras: piénsese en el bau ejemplo, las que el cron rdote aquella in·
es del clero católico -lo s francisc
anos, el arzobis- s de confesarse y mostraban al sace
telolco pin taba a los representant indios dibujaban sus pecados ante añol o en náh uatl .
martirio de San Seb asti án- , repr esen taba objetos comunicarse verbalmente en <:sp
po -, temas hagiográficos -el formación gráfica por no pod er la emp res:1 : era preciso
orab les de la historia del lo ingenioso y los límites de
del culto, campanas, que mat eria
liza ban las fechas mem
y, como Una vez 1nás, en ello se perciben trad icio nal de la pala bra, y que
vía más prec isos r", en el sentido
cristianismo local;· el Códice Sier
ra hacía inventar ios toda que esos indios supieran "pi nta ubri los confe-
r
icab a a señalar las fechas del cale
ndario cris tiano y a ei sentido que en ellos creían desc
el Códice de Cuautitlán, se ded dieran a los signos que fon nab an e !os malcntcndi·
vencedores. El cristianismo mul tipl icab a por do- glíficos, no dejaron de inultiplicars
atribuir glifos a los santos de los s de la sores. Como en el c1so de los jero edía que las ;'pi ntu ras"
o o en las mon taña fusiones. Lo cual no imp
quie ra sus imágenes en las gran
des ciudades del alti plan y aún dos, las aproximaciones, las con y las cosa s que les ilnp onían los
apo yo más inm edia to categorías. los seres
:tviixteca Alta. Mas, ¿podían las
"pin tura s'' prestar un trataran de captar de nuevo las o al parecer irre-
o a poco en un universo cristian
más activo a la emp resa de la
evangelización? recién llegados, Pen etra ban poc . las institucio-
sión, por medio y al impulso de
los evangelizado- s de describir la sociedad extraña
Lo hicieron , pero . en esta oca ductible al suyo, acaso incluso ante ntab a e instauraba la
todo en las primeras ticas y económicas que inve
res que descubrieron en la ima
gen el medio cómodo -so bre nes, los poder.es, las relaciones polí de la orto dox ia inezclando
gen as. Es conocida la ex· franquearon los límites
épo cas - de paliar su desconocim
iento de las lenguas indí colonización. H Algunas incluso cific ado y la repr esentación
iend o lleg ado en 1529, uti- dioses el dib ujo dei Cru
periencia del franciscanoJacobo
de Testera qui en, hab a las imágenes de los antiguos
que un inté rpre te '<'i
pint ado s los misterios de la fe de la misa.-'~ o estas
lizaba un lienzo don de esta ban elaboradas: una , a se mat izará subrayando hasta qué grad
s. Surgieron otras técnicas más Esta ape rtur a al inun do colo nial fuese
indí gen a explicaba a los neófito de objetos cuya pro- sino proseguir caminos preh ispá nico s, a.sí
sistía en enc ontr ar imágenes diversas e1npresas no hicieron "
la manera de un jeroglífico, con las pleg aria s cristianas. De De la crónica de la Con quis ta al cate cism o teste
nunciación se aproximara a las
palabras contenidas en
corresponder adaptándolos y modificándolos. o un ante ced ente autÓ (ton o. Sin
htli deb ían un equivalente
ese mod o, los signos de la ban der
a pan tli y de la tun a noc riano, todas tienen más o menos pintores indíge~
ter (Pan. . Noc h ). Am én se exp
resaba agregando un terre no en que , impulsados por los religiosos, los
a las primeras sílabas del Pater nos embargo, hay la intro spección sono-
uey metí. A tal grado que el dom inic o Las Casas po- radicalmente su mirada. la de
al signo del agu a atl el del mag cris tiana escrita nas fueron llevados a modificar
e de la doc trin a
ía visto ''mu cha part trian \Ltnu scnp ts ·. llY/1 1i 1cr)
l. -..u! l-l. pp .:tl·
d1a escribir hacia 1SS S que hab o yo la leía por nues- 'l) B. Glas<. "',\ Censu>
0f \11ddle :\me ritan Teot
[los indios] leían por ellas com o. Cart ón\ dt .\ln..;c(>, \0-i)
f.'7 :m.igon'S. \tfxic
por sus figuras e imágenes que .296: Ltón Pom lla (a1m p l. [
',¡ t.Jfc;nsmu 11,ihu.J:!
.d''
ri¡o;, de !a gtno l1dc.'"1 1z..i/c; .\".ic' !c,1u i
dios de 'í Pedr o P0ne c. '"Btt \"t
rebu ón dt lo_<. d1(,ists 1
t!tl:i n: Joaq uín Gah rza, Estu
·vol. 2719 , exp. 8, fol. 20; Cuau 6. ~P· 3-11
n Tepo tzod :in: AGN, Tierras. AGN. 1979 , pp. 133-\ ~7: Tetc unin co: .\GN, MtAKO. iS()2, Ep(;ca pnm na.
.ntec a.nd huat l, Méx ico.
ncnt ur.; indig o;,¡ tradin011d
3
TierTas, vol. :'i.)31, exp. 24. fol.

18 de 162
t'.:>l.Ki 1 u t1.1\
LA Pl0 :TU R¡\ Y LA

de los
PI:-:TURA Y LA ESCR11
l,'RA la inm en sa mayoría
L:\
s ext int as. En ge ne ral se olvida qu e on en 1:15 cir-
y en esas sociedade el inu nd o pre his pá nic
o se pro du íer
linla. Olmos, Sahagún e po see mo s sob re ref lej an a él tan to
. Sa bid o es qu e fra nciscanos como I'.foto sob re el mu nd o tes tim on ios qu
posteriores a la Co nq
uis ta y qu e !o
pli cab a
y etnográfica na. les e im
• ígaciones sistemáticas cunstanci as e.xcep cio
en te, e! distan cia mi ent o qu
rán , ale nta ron invest De ese mo do , ím- desaparecidas. Fin aim es y los inf or·
d<Jrninicos com o f)u ob ras exc epc ion ale s. corno a las sociedades s círculos de los pin tor
pe rm itie ron ela bo rar fun da sobre el con- ito a los red uc ido
el co nju nto
prehispánico qu e \es nte un a reflexión pro ese pa so no est ab a cir cun scr
ceso en curso en
na ote s a lle var ad ela
er de ella un a írnage
n ien to lntelectua.I de un pro co mp ort a-
puls:non a sus inf on e era n origínarios y a ob ten rna nte s, era sól o e_\ co ron am
as do nd eq uie ra con mo del os de
las qu de or- nfr on tad
)un to de LL~ cul tur as de
ra sin pre ced en te de
se! ecc ión y
de las sociedades ind
íge na s, co rituales. etc ., nuevas,
en lo po sib le. Esta ob ilia res, ma tri mo nla les ,
exhaustiva y sintétíca un do ble pro ces o de dis tan cia mi en to mi en to cristianos, con prá cti cas fam
r en tet a de juicio co nd
uc tas
os iba aco mp añ ad a
de
la Co nq uis ta y qu e lar , a sin gu lar iza r y a po ne es de
ganización de los dat nc ipi o las de antes de ob lig ada s do nd eq uie ra a ais
~ ·vale decir qu e inc luso ant
des cri tas era n en pri
nia ca. 11ás ad ela nte n po r su pro pio peso.' ne ra
da do qu e las cul tur as sab a en ad ela nte por de mo qu e hasta ent on ces se im po nía
acu ltu rac ión pu ed e int erv eni r de ma
cad os pa dia* ica rlo , la
un a pa rte de los ras gos evo dd.lidades de esta irrcme de str uir un rasgo o
de mo dif tin ta, a alterar cla-
su
de est a per iodización y en las n1o de Zo rita no cap tar lo de sde un a perspectiva dis
insistiremos en el efe cto ritos de un Alon so
má s insidiosa, ob lig an do a agación etn og ráf ica no
nic as de 10§ me nd ica nte s o 1os esc "pi ntu~ mo lic ión de !os tem plo s y la ind los
ble conden a. Las cró
ue l esfuerzo_ Llevar on su ma rca
rid ad . A decir ve rda d, la de n en tre el mu nd o de
recoger el fru to de aq se conoce nln gú n ala r y de acrecentar la separació
fue ron los únicos en Có dic e 11- fendoza, de la qu e no son sino dos mo do s de señ
qu e surge de las nli na
s.
tas " com o ta tercera
pa rte del estro de pintores Fran- y la nu ev a soc ied ad
o. Pin tad o con la dírección del n1a de Jos vencidos qu e se aleja
tes ian y,
~'iendoza, a pa rtir
an tec ed en te precor de l vírrey i\n ton io de
og uá lca t a sol ici tud ste nci a co tid ian a
cisco Gu alp uy cub de la exi SIÓN PlCTOG!L\r!GA
-15 42 , el Có tiic e lH en do za mu est ra ía peH cac ión , la gu err a, la LAS TRA::"<SFORMACI
ONES DE L\. E.X.PRE
años 1541 ma tri mo nio , la edu
El na cim ien to, et rob o se ial qu e descubr1an y
en el mu nd o na hu a. em bri ag ue z, dei ad ult
eri o. del
rar on tra nsi nit ir la rea lid ad colon rqu e
de los de lito s, de la n un a ap ari ció n Si los pin tor es ind íge na s log fieles a su arte, es po
justicia, la repres16n ses inferíores y lo cot idi ano tie ne
ma nd a de los esp añoles pe rm an eci en do es. Fa vo rec ída
im ág en es. Las cla J), el art esa no , el res po nd er a ta de po ten cia lid ad
evocan alll en
::;u ba stó n {la coa ) y su cesto (el hu aca
ica r su ins tru me nto y desarrollar sus res ión pic tog ráf i-
destacada: el cam pe sin
o con lad rón , e! va ga bu n- sup ier on mo dif
ore s en et mo do de exp
car riados de tod a laya: el sie ron los co nq uis tad
et ap ort e exó tic o,
car pin ter o, el canter o. Ha sta los des
a ta existencia pictór
ica po r el interés qu e pu en tre la tra dic ión y
ete rad o. Co mo si de pro nto surgier::i.n pre oc up ad o pro du cto de un a int era cci ón co nst an te ad dev ela en el cam po de la
do , el jug ad or inv poco se ha bía n co, ivo , aq ue lla pla sti cid
bla ció n y tip os po r los qu e, al parecer, los po der oso s y en tre et libre alb ed rlo y 1o im pe rat
ma ne ra más general
el surgi-
estratos de la po agen grandiosa de os qu e señ ala ron de
lo de an tañ o, má s proclives a captar la im cam po de ob ser vac ión expresión alg un os de los pro ces
s de l siglo X\' l.
los tlacui La Cl..lensión del ra híb rid a a me dia do pa do . Ya he mo s
ue ta de los hu mi lde s. ica: la descontex- mi en to de un a cu ltu nin gú n signo est ere oti
de los dioses qu e 1a sil a revolución iconográf ala do , no es
añ ad a de un a pe qu eñ
se vin cu lab a a ele me nto
s El glífo, como he mo s señ ir palabras extranjeras,
parece ad em ás ir aco mp ob lig ad os a transcrib
age n. An tes , la expresión pictográfica del ma tri · dic ho qu e los na hu as se ha bía n vis to
varon hasta los mixte
cas y
tualización de la in1
bo da s de un prí nci pe y
no la íns titu ció n
en oca sió n de las co nq uis tas qu e los Ue nc ipi o a un esbo-
evo cab a las En el Có dic e po r eje mp lo, pu do da r pri
contextualízado s:
y no la represión pe
r se.
ión de Oaxaca. Es ta necesidad res ar la
castigo de un no ble s de tod a coloración los zapote cas de la reg
ta esp añ ola . Pu es ¿có mo exp
mo nio ; describía el hal lan des vin cul ada
cip ita do po r la Co nq uis jos de
siciones en cambios-e o ético. Son ins tan tán
eas zo de fon eti sm o pre int rod uje ron los invaso
res? Los tra ba
/Hendoza, las compo lar de ord en histórico des con oci das qu e la exp res ión
nci a sin gu isf a· plé ya de de palabras ad o por
anecdótica. de tod a ref ere as con po sib ilid ad de sat ia el pro ble ma pla nte
s co stu mb ris tas anónim ma ron la ate nc ión hac . Aquellos vocablos
Jo aq uín Ga1arza lla
38
pro tot ipo s, esc ena con las ím ág en es fie sta s cri stia nas
eje mp lar es,
ngelizadores y los vlr
reyes. 1gual ocurre los no mb res de san tos y de tas est o qu e tod os los
cer fa 1nirada de los eva pa rte del Có- pictográf ica de
erencias esenclales pu
ed uc aci ón de los niños. La tercera n co nst itu ido en ref
qu e, en ta ciandesü"
qu e tra tan del na cim
ien to o de la
ica tambúJn po día ofr
ecer mu y pro nto se ha bía cal endario cristiano -a un
la expresión pictográf ind ios est ab an oblig ado s a ob ser var et ha bía n reci-
dice ivI..endoza es tes tim on io de qu e
la sociedad de los qu e em an a:
tos- }', en el mo
me nto del ba uti sm o,
bal y en cic lop éd ica sobre ei mu nd o y na l o de ma sia do ni da d, conservar an otr os có mp ~_
arlos en sus rel ones aci con ta
un a mu ad a glo
siderado demasiado
ba
lig ato ria me nte de bía design Có dice
e an tañ o ha brí a con a un sí bid o un no mb re qu e ob ones de las qu e el
ba , registrando lo qu mismo y con frecuencia onial.. Se derivaron soluci
pa ra ser pin tad o. ~Aas esa mir2d2 2. sí 1.m pon ta.. -a l mi sm o Igtesi~ o con ta adm ini str aci ón col
t'J \dt fit t est o qu e co nfo rm ab a e
ino cen te pu o en ntrar
co
da que debíamos conservar
era
mi sm o ten nin ad o no ere oti pa
la im ag en est zinski (1982).
tie mp o qu e fij ab a- l" Gru
riturJ indígenJ, tJjJ. C!l
14, PP- 160 ·16 1 38 GalarzJ., E;tud:ós de t'Jc_
". Hl1 !.l( i9-: 'í). vol.
36
Rob ens on (19'59). pp.
9)~107; Gla.ss, ··,"\ Censu5

19 de 162
LA PINTURA Y L/\. ESCRITIJRA 43
L\ Pl°'.':TüRA Y L-\ ESCRITURA
ha de verse la adaptación forzada y
los vencedores. Por lo demás, en ello no sólo
s pintores eligieron descompo- nuevo. Entre los indíos de la segun da
Sierra nos ofreció algunas ideas. Fue así como cierto oportunista del mund o antiguo al mund o
los elementos aislados de ese modo rzo considerable para reencontrar un
ner fonéticamente el vocablo exótíco vinculando generación sin duda hubo tamb ién un esfue
pictográfico: por ejemplo, el signo que inventarse nuevos puntos de referencia
a palabras nahuas dotadas de un equivalente orden perdido tanto como para determinar e
eto. sirvió para pintar la palabra santo iconografía cristiana de la que estaban
representaba un ''mur o de ladri llo'', un parap con ayuda de un conocimiento preciso de la
y xante. Otro paso consistió en enri- que sólo indios poseedore.s de este
(o san) puesto que su valor fonético era xan visiblemente empa pado s. Aunq ue sea cierto
o a una reducción y a una estilización las invenciones de los tlacuilo cristianos
quecer el repertorio tradicional proce diend saber se hallaban en posibilidad de descifrar
símbo los cristia nos. La llave designaba a San Pedro,
gráficas de los atributos y de los y de hacerlas circular.
, etc. Lejos de ser una innovación, la e la expresión pictográfica seguía
la parrilla a San Lorenzo, la espada a San Pablo Este esfuerzo sólo se explica en sociedades dond
retomaba el uso ancestral de figurar a " un acervo esencial en una forma,
selección de un rasgo para indicar el todo siendo prepo ndera nte y orden aba "hace r pasar
a o un ornamento. Tamb ién solía 5Uceder na ya la presencia del adversario que
las divinidades indígen<1s usando una prend a pesar de todo, tradicional. Empero, se adivi
original. como aquel cadáver prepa- cristiano por parte del pinto r y de
que un signo fuese produ cto de una creación habría de i1nponcrse. El recurrir al simbo lisrno
cirio que supu estam ente debía indicar cxclusívo en la conten1plación de las
rado para la incineración y rematado_ por un sus "lect ores" no se apoyaba de un modo
. Ning uno de los dos procedimien- iglesias y los conventos, en su 1nayoría
ia celebración de muer tos del 2 de noviembre figuras y los frescos con que se adorn aban las
exclusión del otro. Por ejemplo, para reconocerse el efecto del libro europeo,
tos. el fonético y el meto nímic o, implicaba la en proceso de construcción. En ello habrá de
sayai o de la soga con tres nudos que torio preciso y abun dante o en su
San Francisco, por encim a del dibuj o del úníco que en sus viñetas podía ofrecer un reper
ría una solución fonética. Tercera vía por y a encon trar la.<; palabras latinas -Vt~
caracterizaban al santo , a veces se prefe texto incluso ayudar a identificar los dibujos
ico y simbólico de un glifo tradicional. se empe ñaba n en representar. No
considerar: el pintor explotaba el valor fonét sitatio, &pec tatio , etc. - que los nuevo s glifos
uesto que articulara un símbolo y un todavía más profu nda y que,
En fin, era posible const ituir un glifo comp es imposible que la influencia del libro haya sido
re lViiguel agregando alas de ángel amen te fonético que renían a la vísta,
signo fonético y, por ejem plo, expresar el nomb cautivados por el sistema de notación enter
este filón en su propío campo. No
al signo miqu etl (cadáver). pintores indígenas hayan tratad o de explotar
a disimular los límites pront o alcan- incluso haya estimulado la ínvención
La diversidad de las combinacíones no podrí está descartado que la práctica de la lectura
nes de los nombres cristíanos con Es sabido, entre otras cosas, que
zados de estos p'rocedimienros. Las transcripcio de procedímíentos pictográficos más comp lejos.
alencias fonéticas tomadas. De ese res dieron en utilizar la terminación
frecuencia eran parciales tanto como las equiv para expresar el plural santos, algunos pinto
sar Francúco, en tanto que .)(o (de ra fonética por el glifo del agave rnetl.
modo , Ctlco supu estam ente había de expre náhu atl del plural (-111e). expresada de mane
Toca ba al lector indíg ena adivinar y completar se dirigía hacia una lenta pero inexo-
xochi tl, flor) debía remitir a José. ¿Quiere esto decir que la expresión pictográfica
el simbolisn10 cristiano no siempre se la evolución parece empr endid a
este principio mnem otécn ico. Por lo demás, rable fonetización? Desde mediados del siglo XY'l,
Juan , los pintores figuraban una copa , en el Códice Mend oza. El Códice
percibía con claridad. Para representar a San de mane ra clara. De ella se da fe, antes de 15'50
ba el aspecto de un cisne o de un entos que comp onen el glifo (hasta
de la que surgía un dragó n que a veces toma King sboro ugh (hacia 1555) multiplica los elem
r el bestiario fantástico de Occidente~ un valor fonético y ordenándolos de
águila. ¡Es que no resultaba fácil representa cinco en vez de uno o dos), atríbuyéndoles
ripcio nes deriv aban de iniciativas múltiples y paso de la sílaba a la letra incluso se
Lejos de estar unifo rmad as, las transc acuerdo con la sucesión de las sílaba.s, El
39
ripciones fonét~cas para Esteban y, por qu~p or ello haya nunca la constitución
díspersas. Cuan do meno s existían dos rransc esboza -por ejemplo, para la vocal a- sin
fin, en el mismo docu ment o un glifo arÜn los pintores índígenas por ren-
tanto , <los glifos enter amen te distintos. En de un alfabeto, Las cosas pararon allí. ¿Acab
el Códice Aubi n, el convento de San ? ¿Consideraron superfluo proseguir
nuevo se podía dibuj ar de varias maneras: en dirse ante las comodidades del alfabeto latino
corazón ardiente traspasado por una ca? ¿O aprovechando el refuerzo y la
Agustín de las Cuevas está figurado por un la creación de una notación alfabética y silábi
ente los cánones occidentales o la tradición adqu irido la escritura occídenta.1, en
flecha cuyo dibuj o obedece sucesivam estabilización de la presencia colonial, habrá
más allá de las vacilaciones y las aproxi~ definitiva que habría causado el
autóctona. Por encima de estas preferencias, la segun da mitad del siglo X'"\'l, una supre macía
ba, se presienten las preocupaciones del sistema pictográfico? Dejemos
maciones de un modo de expresión que se busca sofocamiento y luego el aban dono progresivo
nte con las instítuciones coloniales y recordar que tal vez sea excesivo. si no
de medios indígenas confrontados directame estas preguntas en suspenso limitándonos a
nueva s: era precis o poder transcribir un nombre
con exigencias políticas y cu!rurales
ida por !os tribunales españoles, era
de pila en una "pin tura" para que fuera recib op. cit .. p ..)31: Roben Barbw y Byren :'.líac\
fu:, Dic-
calendario cristiano para asimilar la 39 Dibhk . "Writ ing in Centra l Mexico··.
menester encon trar los medios de pinta r el t1Ót1.¡110 Je eleme ntos fo nétiros
en ornhtr a ;crvg!(fir,¡, M éxito< t:~M,1, 19 ..¡9
para familiarizarse con el tiemp o de
periodicidad de las festividades católicas y

20 de 162
LA Pl'.\TURA Y L:\ ESCRtTUR:\
L-\ Pl~TURf. Y L:\ ESCRiTURA

palabras las
o a un modo Por consigu iente es posible, con Roberts on, reconsti tuir en pocas
es que erróneo, asignar por fuerza un destino silábico o incluso alfabétic principa les etapas de esta evolució n: paso de un flujo continu o de imágene s a una
en cierne, Et arte
de expresión que es mucho más que una forma de escritura a una desesrru cturació n
o 23-24 ( 15 70), quien píntó una versión paginac ión europea . a una división n1ás lirnitativa y luego
u 1 osurnaJ o del tim.:utfo del Cótiice i\fcxt'can una tridimen sionalid ad, 1-:luelga decir
. o el del autor del Códice Santü Anita Zaca- de un espacio bidimen sional en beneficio de
pi(tográfica de! calenda rio cristiano a de la que en
todavía tnuy a principi os del siglo xvu mezcló los que nosotros esqucm arizamo s una evolución mucho más complej
1/,J/111.Jnco (1600-1 604), quien detallad os. Básteno s insistir en que la transforma-
invitan a interrog ar otra parte se encontr arán análisis
signos fonéticos, los glifos cristianos y los glifos tradicionales, e insepara ble de
y esos convenc ionalism os. ción de los glifos en el plano formal }' fonético es contem poránea
aún más ~t la especificidad de ese lenguaje una reorgan ización de la totalida d del espacío pintado . Otros element os permite n
al signo, a la original idad de las creacion es de las que
La atención concedi da n antigua . Por ejemplo , la línea. La línea tradi·
perder de vista el conjunt o en que se inserta, aprccíar los cambios de la expresió
fue obíeto, nos pone en peligro de os de las formas
es de sentido, cional n1arcaba con un trazo grueso, preciso y continu o los contorn
/\isL1do del plano en que se articula con ouos signos en sus relacion que aislaba del espacio cotidian o. Tras la Conqui sta pierde consis-
lo que era, }J:1ora bien, ocurre represen tadas
de forn1as y de colores, el glifo Yª;R-º es cabalme nte n correspo nde a la
sufre cierto número de 1nodific aciones. Una tencia, su grosor varía sin que se sepa bien a bien si esa evolució
que muy pronto esta estn1ctura gfoba! la expresiv idad de la línea de
al no es en ello ajena, pues ofrece el ejen1plo pérdida de la antigua maestría o a la volunta d de dar
vez más, la ínfluencia del libro occident visuales y su forma plástica. Sin embargo ,
insidiosa del contorn o occiden tal, imitand o sus efectos
de un formato cuya adopció n impone a los pintores una reorganización libro español al que se acusaba sino al grabado .
os a pro- en esta ocasión ya no es al
espacio pictórico. Reducci ón de tamaño en el caso de los lienzos sornetíd ins-
en el caso de los screenfo !ds. El trazo de la figura humana constitu ye un caso particul ar pero no menos
porciones rnás modesta s o redístrib uclón por página años 1540 hasta los
y en el Te/len.an o Retnens is (1562-1 563), un tructivo de estas evolucíones. En una generac ión, desde los
Así es con10, en el I'onal<'zmatl Ríos figuraci ón que respetab a las propor-
, de suene que la disposic ión de los glif:Os de los años 1560, algunos pintores abando nan una
tablero llega a ocupar dos páginas a, que sustituye
ada. Pero hubo ciones tradicio nales para optar por una línea cursiva, más expresiv
dln.s y las divinida des protecto ras se ve apreciab!ernente modific toscas por rostros de contorn os más delicado s, trazando cráneos más
de líneas, de marcos que antaño las cabezas
transformaciones todavía más profundas. El sistenla en el ."Plano de papel
ico- servía de estructu ra, de esquele to al conjun- breves, cuerpos más espigad os como !os que se descubr en
-y todavía en el Códice Borbón como las ''pintur as'' n1ixtecas tienden a
ó. Se tiene la sensació n de pasar de un espacio maguey '', A..l parecer, es gradual mente
to de las represen taciones se desplon1 hecha de un ensamb le, de un co!Jage
d attnhut e space- a apartarse de una represen tación del cuerpo
saturado de fürmas minucio samente distribu idas ·-el scattere
da de una sola
on llamó un de piezas autónom as para dibujar una silueta homogé nea, concebi
una hoja vacía en que flotaran figuras sin sustento : lo que Roberts fuere, se trata de una tendenc ia análoga . Cabe pregunt arse sobre
fondo que parece pedír una tercera di. pieza. Sea corno
''paisaje sin espacio ", una figuración sin en ella la influenc ia
te, un trasfond o cualquie ra. 40 Otro tonala1nat!, el. el sentido de esta última evolució n pictórica y sólo descubr ir
rnensión, una línea de horizon ré otra hipótesi s. ¿Habrá
mutació n: se estética de los modelos occidentales. Sin embarg o, aventura
de Sahagún en el Códice de Florencia, muestra el desenlace de esta tación corporal y de la perso-
se instala la tercera dimensi ón pero ya la imagen pictográfica algún nexo entre la transfor mación de la represen
bosquej a un paisaje, te el rodeo de la evangel ización, de una con-
El conejo -que designa na humana y la introduc ción, rnedian
se transforma en ilustración de un texto en caracteres latinos. hacían del hombre la
se pinta en este tona!tl!l lat! con los rasgos cepción ent~ramente distinta del ser? Los antiguo s nahuas
un día del calenda rio- en lo sucesivo el corazón Y
de un animalit o que salta en un paisaje. . conjunc ión de tres entídad es vitales autónom as situadas en la cabeza,
(para nosotros) fa.rniliares ndencia con los tres niveles
aquí sólo hen1os tomado ejemplo s y trayector ias nahuas. Pero con facilidad el hígado. Cada una de éstas guardab a estrecha correspo
Hasta ar la parte del
el Lienzo de superpu estos del mundo y podía en ciertas condicio nes abandon
se destacaría entre los rnixtecas una evolución análoga: mientra s que receptác ulo. En cambio, la dicotom ía cristiana delalrn a Y
de lugares y de persona jes, el Lienzo cuerpo que le servía de
Zacatepec l (1540-1 560) sólo lleva signos sino que también
hacia 1580-16 00, o sea una o dos generaci ones despué s- se del cuerpo no sólo ponía en tela de juicio la unidad de la persona
de 'Zacatepec 11 -creado idad y la autonom ía de cada ser
emente sea más procedí a de un discurso que favorec1a la singular
puebla con profusió n de animale s y plantas cuya presenc ia probabl que, cuando esbozab a persona jes menos este-
Tejupan que acompa ña ante la divinida d. ¿Será preciso creer
decoratíva que significativa. Pintado en 15 79, ya el mapa de
, el t/acui/o c~lonial e:...pr~~a ~a ~?ª
da testimon io de la irrupció n reotipad os y exentos del hieratis mo antiguo
a la Re/ación geográji'ca de este pueblo también y con la persona , donde se conJuga ban la predicac ton
11 relación distinta con el cuerpo
del paisaje ornan1e ntal: iento?
de los misione ros y la iconogra fía del Renacim
ello, la evoiu·
Señalem os para termina r, en otro registro y sin detener nos n1ás en
-lDRobettY l!l (19)9), pp. 60-6.?, lll-ilj. nos ofrecen las pinturas nüx-
ción de la línea narrativ a cuya ejempli ficación precisa
-it Srnith (l(l~3). pp 8'.i·lll.

21 de 162
LA Pl~Tl'R.\ Y L:\ ESCRlTLRA ·Í7

L'\ PINTURA Y LA ESCRITURA


de temas
ación, de una transcripción indígena
1560), en ¿Se tratará rnás bien de una interpret cisca nos el glifo Je!
de Zacatepec I (pin tado entre 1540 y es cu~ndo en los blas ones fran
tecas: aún tradicional en el Lienzo cristianos'. lndiscuti~lemenEe eso víctimas sacrifi-
ern) , en el map a de Teoz acoa lco ( 1580 ) sigue de Cnsto en vez de serlo a la de las
form a de mea ndro (1neander patt agua preciosa se asoo a a la sangre que vincularían,
todo lo largo de las columna s, com o si tend iera simples búsquedas decorativas
un mov imie nto de abajo arriba a ciales. ¿O bien habrá que ver en ello la de los indios 0
itura . bicéfala de los Hab sbur go con
a aproximarse al mod elo euro peo
y, por tant o, a la escr por ejem plo en Apasco, el águila izac ión prop ias para
siglo xv1 se un gcornetrismo y una estil
en las vari ante s locales, en la segu nda mita d del que ~e !os gli.fo: .sólo conservarían escul-
Fue ran cuales fues de un enfo que conjuntos decorativ os? Segú n los caso s v los
regiones mixtecas. al nacimiento fund use con tac1lidad en grandes
asiste, del valle de México a las el que se transfor- ólica o más sencillamente orna men
ta( Tam bién
las formas. No sólo es el glifo tores, la cont inui dad pud o ser simb
dife rent e del can1po píctórico y de cer. las alter acio nes más inserción: pued e adop tar la fonn a de una incru s-
cam bia y sufre. al pare segú n los casos, varía el mod o de
ma, sino tam bién el marco el que bien de una acum ulación ita, en un mur o ... -, de una yuxt apos ición
decisivas. No se pod ría habl ar de
mutaciones sino más tación ~en un.a pila de agua bend rativa que
nas grandes tendencias: desarrollo
de la fone ti· san to- o de una explocarión deco
-un gl1.fo _al pie de. ~a esta tua de un
de inflexiones de la que surg en algu occi dent aliza ción Yos de insp iraci ón euro pea, por ejernplo,
zada de la tercera dimensión, desm ultip liqu e el ghfo y lo alterne
con moti
zación, adopción más o menos avan de gene racio nes de ra de San i\1iguel Ch<'lpultepec, hech o con los
s innovaciones fueron obra a la man era de ese rosetón de pied
de la figura hum ana y del rasgo. Esta on la edad adul ta desp ués solar repetidos once veces. ·12 La escu ltura v la ar-
indí gena s, formadas tras la Con
quis ta, que alcanzar cuat ro círculos del signo de calor o ines pera do a,cie rtos
cánones tradi- daro n entonces su apoy
cons igui ente , eran capaces de desligarse de los quit ectu ra coloniales y cristianas brin s
de 1550 y que , por los españoles y artesanos indígena s cons erva r a la vista de todo
os de expresión más próximos de glifos anti guos . Permitieron a los
cionales para adop tar y fijar mod tan distintas ioso s perc ibier an lo que éstos podí an
ares hasta el siglo xv1n en regiones signos oficialmente eliminados sin
que los relig
de los cuales se encu entr an avat nuev a fe. Pero el mal ente ndid o que podí
an apro-
de Pue bla. ocul tar de inco mpa tible con ta
com o Oaxaca, Guerrero o el valle ó mantenerse en su contra: tolerados a títul o deco
rativ o, y por
La expresión pictográfica no sólo sobrevivíó en las "pin tura s". Logr vechar .estos glifos p.odía "~olverse , desv incu lados
itect ura mon ume ntal , así fuera dos de sus contextos tradicion ales
allí don de siem pre se la habí a visto
corno en la arqu tant o sin referente simbólico, saca posi cion es de dom i-
presencia y en de anta ño, entr aban en com
en señalar espe ctac ular men te su de las estelas, de los baíorrelieves
la de los invasores. Interesados ciscanos, orna men tales . A . dife renc ia de los
edificios aún más imp onen tes, fran nant e euro pea que los emp leab a
con10 motivos
sust ituir los templos destruidos por de cons truc ción cuyos , eran parres de un todo que habí
a dejado de
todo el país campañas glif?s ~e man itos _?Íc:ográ ficos
dom inic os y agustinos lanz aron por la cola bora ción cons tant ee
uscr
pod emo s dejar de preg unta rnos en qué med ida
maestros de obras fuer on ellos, pero
que cont aron con
las gran des ser 1nd1gena. Por cons1gu1ente, no occi dent al desv iaba !os glifos
ciero n glifo s en go iconográfico
indi spen sabl e de las poblaciones
locales. Al pun to flore este som etim ient o sistemático al códi ando a 1ned iano plazo
de los conven- s, perv irtie ndo y agot
cion es de pied ra leva ntad as por los relígiosos, en las paredes de su sent ido y de su uso originale l en cuan ro a la
construc icos que cubrieron la inte rrog ante se plan tea por igua
capillas abiertas y los pórt la inspiración de los escultores. El
tos, las fachadas de las iglesias, las prov enía n de los antiguos glifos antíguos llegan a perd erse en med io de
Nue va España en el transcurso del
siglo XVI. Algunos
esculpido pint ura colonial indí gena , don de tos sorp rend ente s. scm e·
otro s se habí an n podía producír efec
sant uari os como muc hos materiale
s usados, mien tras que
Cuil apan. composíciones europeas. La asociació ia agus tina de Ixnl iqui lpan don de,
y Tlalnepantla; glifos de fecha en jantes a los que manifiestan los fresc
os de la ígles
ex professo. Glifos de lugar en Tult ítlán argo , algu nos s y de hojas de acan to, centauros
griegos se
, en Hua quec hula , etc. Sin emb en med io de un derr oche de grut esco
en la capi lla abie rta de Tlal man alco ogon ía: el águi la, el los ejércitos precortesianos. Mas, por
lo com ún,
evocan de la anti gua cosm enfr enta n a los caballeros tígres de
signos. desconciertan más por lo que el Qui nto Sol Nah ui O/fin ho más discre,..ta, como ocurre con los fresc os del
chalchihuitl -un a pied ra preciosa
de color ver de- ,
especie la presencia de las pictografías es muc ro a la 1nan o deju :tn
El conj unto de estos glifos brin da una emb argo debi dos por ente
orna n numerosos santuario s crist iano s.
to y últim o A.pocalipsis de Tecarnachalco, sin tal adop tada por la expr esió n
la mue rte del quin pura men te orna men
de resu men de la cosmogonía nahu
a. Para retar dar
l), un agua Gerson, un pint or indígena. La vía enci as cuya lista ya he esbo za·
¿no habí a acas o que alim enta rlo con agua preciosa (chalcht'uhat pictórica se agrega a las transformac
iones y a las tend
indí gena , y
Sol,
la guerra sagrada (at!- tlach t'nol li) cuyo glifo (que
a la vita lida d y la omn ipre senc ia de este lenguaje
que era la sangre de los cautivos de e fach adas de igles ia? do. Esa vía corr obor
ncam ient o, que ahor a que da por e):pl or:u
entr elaz a el agua y el fuego) se desl
iza tam bién sobr
¿Se tratará tam bién anun cia su crisis y su esta del cará cter num érica rnen1c
rción de estos glifos se pres ta a interpretaciones contradictorias. Pero esto no es nada fácil, a causa
de la dispersión,
la n1a:l1r
La inse crist iano , de la ins- cron ológ ica que rode an
ación paga na de un edificio contextua! y
del sínt oma discreto de la reapropí sólo toler aban !a redu cido y de la ince rtidu mbr e
epticia allí don de los misi oner os
tauración de una cont inui dad subr prim eras déca das de la evan geliza, 262
que toca a las 286 . .?78 . 272. 2·16·266. 2-::6. 265.
rupt ura? Cabe pensar en ello por lo quem aban . 42 Reyes Vakr io (1978 ). pp. 288.
o de aquellos cuyas ''pin tura s" se
rión y verlo como desq uite silencios

22 de 162
-\~
L:\ Pl'.\TURA Y LA ESCRJTURA L.\ Pl'.\'TLR:\ Y L:\ ESCR!TUR:\ 49

p:1 rre de los testimonios conservados hasra nuestros tiempos. Escrutar su degrada· indígenas, incluso al complejo sistema de convencionalismos que proponían los
(Í(;n ~es decir el momento en que el objeto st rriodifica a tal grado que pierde glifos. Por consiguiente, la administración recurrió normalmente a !os pintores in-
su sustancia y su razón de ser- represcnrarla por consiguiente una ilusión si no se dígenas y lo hizo sobre todo en las décadas que correspondieron a las encuestas de
contara con una fuente excepcionaln1ente abundante a la que designaremos con el las Relaciones geográficas, a la política de concentración de las poblaciones indias o
cómodo vocablo de mapas pictográficos. La cartografla que pracricaban los antiguos a! otorgamiento n1á..ximo de tierras a españok"S, o sea grosso modo de 1570 a 1600. 44
rLthuas se halla muy lejos de las que i10s son conocidas. Al parecer estuvo basada Como las pinturas históricas o económicas, el mapa indígena colonial supo abrirse
principalmente en una representación del espacio que distribuía los nombres de a las nuevas realídades. Junto a un simbolísmo tradicional, empeñado en señalar
lugares de una manera regular, geométrica, un poco a la manera de nuestros mapas los ríos, las fuentes, las montañas, los caminos, el hábitat, dio cabida a signos
ferroviarios. El conjunto constituía especies de diagrarrias regidos por la forma de nuevos hechos indispensables por la penetración colonial: la iglesia con su atrio y
la hoja que ocupaban y no por l_a topografía. Huelga decir que este enfoque favo- su campana, el trazo reticulado del pueblo, la estancia y la hacienda, el corral,
recía el orden de sucesión de !oS''t:opónimos a expensas de las distancias reales que los molinos de agua, las carretas con toldo, tiradas por bueyes (LA.\!lNAS 6 y 7).
los separaban. r\demás de este modelo ''ferroviario'' (un ejemplo del cual sería el Aunque nuevos, esos signos observan los cánones de la iconografía indígena. La
n1apa de Cuauhrinchan en el valle de Puebla [LA:»l!N1\) ]), habría existido un pro- estancia (por lo general una granja para cría) es un desarrollo del glifo "casa" at
totipo considerablemente distinto que habría aparecido en la región de Texcoco. que se agrega un techo en punta mientras que la iglesia se representa de un modo
Este segundo modelo habría tomado en cuenta ciertos accidentes topográficos y su simplíficado, bidimensional y retomando de ser necesario elementos decorativos
posición respectiva. En otras palabras, varios enfoques habrían guiado a los pinto· autóctonos.";
res antes de la Conquista: Sin embargo, e! enriquecimiento de !os repertorios no podría ocultar la lenta
-una representación estilizada y en extren10 convencionalizada del primer tipo; degradación de las formas. Si todavía a fines del siglo XV! se encuentran glifos de
-la reproducción, aunque sea aproximada, de la orientación y de las distancias dibujo clásico pintados con seguridad, la mayoría de las veces el rasgo se desnatu-
entre los lugares (tipo texcocano); raliza. En las dos últimas décadas del siglo el glifo "río" se re.duce a dos líneas
-un tipo rnixto en que se conjugan los dos anteriores y cuya parte central deno· .
onduladas, a una espirar esbozada burdamente, e incluso a una simple línea (LA. i..u'.\A
rada el deseo de respetar la disrri bución topográfica en tanto que las orillas recoge· 10); el signo "montaña" se transforma en una eminencia de contornos impreci-
rfa.n una información organizada según criterios mucho más convencionales~ sos, privada de su base estilizada; dibujadas someramente, las huellas de pasos
---finalmente una cartografía urbana. 4> -que indican las vías de comunicación- son todas manchas irreconocibles. El
Esta tipología no deja de ser menos apreciablemente hipotética en la medida en glifo "casa" con frecuencia es sólo un graffitto apenas identificable. Hasta los signos
que, si el estilo ''ferroviario'' es prehispánico sín discusión, se tiene toda razón para más comunes acaban por perder su identidad. El abandono del color es conternpo·
preguntarse sí el ''prototipo texcocano'' no es la proyección en el pasado precorte- ráneo de la degradación de los glifos. Cuando todavía se puede apreciar, la gama
siano de un trazo ya acutturado. Lo n1ismo ocurre con los mapas de ciudad cuya cromática tal vez reúna una decena de tonalidades distintas. En los mapas de los
existencia se induce de documentos exclusivamente coloniales. Cierto es que, según años 1570 se alternan el azul verdoso o el azul grisáceo de los ríos y tas fuentes, el
!as hipótesis aceptadas o descartadas, según que se acepte o no la existencia de un ocre amarillento de las colinas y las tierras incultas, el malva, el marrón y el rosa
prototipo texcocano con "realismo" geográfico más persistente, las innovaciones del hábitat y de las iglesias, el verde de las estancias españolas, el marrón de los
introducidas bajo la influencia española adquieren un relieve muy distinto. No ca1nínos (LA:-.11:\1\ 8), . Sabido es que el cromatismo indígena const!tuyó un dato
por ello deja de ser cíerto que, a eíemplo de las "pinturas" anteriores, los mapas esencial de la expresión pictográfica, aun cuando a menudo se nos escapen su sen~
sufrieron transformacíones sorprendentes, desde el Códice Xó/ot/hasta el Mapa de tido y su función. Es probable que ese cromatismo indicara la calidad o el destino
Santa Cruz. Y ello con tanta más razón cuanto que desempeñaron una función de las tierras representadas, pero también que situara cada espacio en una escala
esencial en una sociedad colonial que concedía a la propiedad privada de la tierra sensible y sacra, marcando oposiciones, umbrales o continuidades, señalando pre-
un interés principal y obligaba a indios y españoles a delimitar derechos y terru· sencias perfectamente extrañas a la mirada española. Por ejemplo, el color y el
ños, Ahora bien, a! parecer en este terreno, a falta de cartógrafos suficientemente
nurnerosos, la administración española no fue insensible a la habilidad y al saber H Nuestro análisis u;na dc-l periodo l)J0,1619, o sean 8)8 map;is de los cuales 39 son anteriores -a
!) ~o: los mapa;, de origen (probab!e111ente) indígena representan poco más de la tercera parte de b
produclión tot:d (306). Todos están en!ist;1dos en lo; CJtJiagos de i/111traúotu:5. V(Jls. 11. IIl. IV, V,
.¡, l\obert>on ( j())9). pp 179-180; Keíko Yonc-(b. Los 111:zp:1.1 de Cuauhtinch:tn )'Ja histonJcarJogr:J Mt·xíco, AG~. 19-:'9.
fi~·,1 prchis¡1ánica, Méxi( i, AG;..;, 1981. 4; NC1ms. 1822. l088. 1670. 16'78. 2133, 2018. 86-:-

23 de 162
LA PINTIJRA Y LA ESCRJTl'RA
LA PJ"NTURh. Y L:\ ESCRlTCRA
dos, delatan
zontes lejanos azulados y degrada
NA 8)- o incluso la sugerencia de hori nu1 ncrosos fres-
bolo y el atributo de Chal· pint ura europeos y aún más de
los
J.i.b u)o del <J.gu::i. sontam bíén , antes que nada, el sím la influencia del grabado y de la ya habíarnos
la Señora de las agu as coni cu-rcs. 1\_u n así, el croma· y \os conventos. Esta lnnovac
ión, que
chiu htli cue , la dí osa acuática, raros son los mapas cos que adornaban las iglesi:<s bién haci a los afios 1')70,
En las series que se conservan, ográficos realizados tam
t!smo no deja de ceder terreno. en ciertos glifos, a notado en otros documentos pict los convencíona··
ndo subsiste, el color se refugia conservacíón del cromatismo y de
pint ado s en su tota lida d. Cua ibimos, como si tampoco es inco mpa tibl e con la una apreciación
sugerir el paisaje tal como lo perc e la sensación de que , inás que
1nenos que ya no sirva sino para ada occidenta- lismos antiguos. Incluso se tien signo suplementa-
percepción del ento rno por una mir , con frecuencia constituye un
los pintores hubiesen trocado su conocido, 30 años "fot ogr áfic a" de los alrededores pció n de un neoglífo? En
es ya el listón azul por nosotros nversión al paisaje o ado
lizada. A.quel río que en 1599 1
Este aba ndo no sin rio para señalar confines. ¿Co
márgenes de un café terroso. ' '' esta preg unta .
después corre entre dos burdas más de una ocasión nos haremos era antigua.
ida brusca o progresiva de un sabe r de los colores,
ne otra tend enc ia que dísgrcga mucho más la man
dud a tiene varias causas. La pérd d de procurarse En cambio se defi dise ño del trazo,
s; la imposibilidad o sólo la dific ulta ndo nan el color, descartan todo
memorias muertas o desintegrada la colonización; Algunos mapas indígenas aba cirs e a un dibu jo tosco, en
una economía desorganizadas por y de las curvas, para redu
los colorantes en una sociedad y todo acabado de los contornos (L\M l~A 10). Sin en1b argo,
exigencia europea s linda en ta torpeza
rapidez y de adecuación a una extremo ahorrativo, que a vece
en fin, y sobre todo, un ansia de los mapas espa· ''pin tura s'' más elaboradas. Son
la versión indí gena
lización cromática, como dan fe estos mapas no son esbozos de
que no tiene relación con una seña n los lugares y los la misma época y que tienen el aspe
cto índe fini ble de
ancias. Es evidente que , segú de mapas españoles trazados en
ñoles trazados en esas circunst ados: un vago aborregamiento
seña la en ello s el
una incidencia distínta. esbozos más o menos garabate
tiem pos , estos factores tuvieron occidental del plum a indica un río, un som brea do hec ho de pris a
el map a indí gen a se ada ptó a la Yisión relieve, el zigzag rápido de la
En su estructura global, ama de la época El rasgo entero, el esqu ema tism o elem enta l y,
que recuerdan los mapas-diagr señala la existencia de un pueblo.
espacio. Salvo algunos ejemplos gráficos suele re· rnam ient o nos arrastran a 1nil
leguas de la
disposición de los elementos topo cuando aparece el colo r, el emb adu
prehispánica, por lo común la el terreno. En ella ''pin tura s'', aJ terreno inasible
del croquis. 1-iás
ximada su distribución sobre complejidad caligrafiada de las
flejar de man era n1ás o menos apro o preh ispánico o la r de una inforn1ación sumaría y
unívoca, trazado
de un hipotético prototip personal, más subjetivo, portado
puede verse el resultado colonia\ los n1o deio s espa ñole s. O bien y el croquis esp:iñol constiru ye una form a de abstrac-
influencia victoriosa de la occiden
talización y de
ñole s docu- con plu ma y ya no con pinceL cion alism os men os normaliza-
de presentar ante los ojos de los
espa a un juego de conven
asimismo la iinperiosa necesidad ción de la realídad que recurre gena. La elección
n orientarse sin demasiadas difi
cult ade s. Es posible identificables que el del 1napa indí
mentos legibles don de pud iera dos y mucho menos fácilmente raci ones hasta los
modelos occidentales y conc urso s de circ unstan- able, desde las amplias configu
que precedentes preconesianos, de elementos pertinentes es vari edia tam ente legibles con
y del geo meu ism o. español asvcía datos inm
cias se hayan conjugado a expensa
s de la estilización
ptaciones que ínfimos segmentos. El croquis o deri van del estil o pers onal del
a incorporarse una serie de ada en del contexto
En esa organización espa cial vino variantes facultativas que dep end ción indi vidual
n. Antes que nad a, la orientac
ión del espacio. lf1- il" que da libertades a ia interven
acentuaron su occidentalizació auto e Trátase de un "có digo déb por la leye nda que
esentar el pueblo, conforme a
la tradición cris- uno se perdería en éL a no ser
troducída por doquiera para repr al grado de que en ocasiones ca son de toda evi-
oriente, la iglesia con frec uen cia se abre hacia el español y la escritura alfabéti
tiana que dirige el coro hacia el comenta el trazo. Pues el croquis cion es de un rnisn 10 traz o
tien de a imp rimir al mapa fuesen las dos 1nodula
oeste (LÁM10.'/'> 9). Como siempre
se la figura de frente, dencia inseparables, como si sólo o hast a prod ucír el "n1 apa
en lo alto de la hoja señala se confunde con eJ.jdibuí
su propia orientación. Con men
or frecuencia, un sol de pluma, 1\ veces, la leyenda r geográfico que
ancias indicadas sobre el mapa
en pasos o leguas nda s pint ada s en cartelas colocadas en el luga
el oriente. En otras partes. dist escrito" en que leye nan su composición.
imento de escala. Orientado, el
espacio por consiguiente lida d del documento y dete nní
(LA}..liNA 10) esbozan un rud
les corresponde in\'aden la tota Encuentro parad6ji·
la orienración no son incomparibl
es con cierto espí- uso sustituye del todo al díbujo.
tan1 blén se 1T1ide. La med ida y En ciertos casos, la escritura incl el map a escrito -va rian te
indi caci one s de la distancia y rario: ¿no acaso ofrecerá
ritu conservador en el dibujo. Si
bien es cíerto que las co, tan imprevisto como inYolun a mis tradicional? Eo
a la intervención de europea del map a indí gen
nden generalmente en el mapa exrrema del cro qui s- la pareja ribuye inscripciones
de los puntos cardin2.les correspo in1posible si el perímetro de un rectángulo, dist
que esta intervención hubiese sido vez de disponer glifos sobre el ancias, el grado de
un auto r español, ello no imp íde 4 (L.A:-.ff'.\A 11).
áteros. En igualdad de circ unst
la hubiera preparado • alfabéticas sobre ejes y cuadril glifo el equivalente
apoyo, si una n1ano indígena no iles montaño- que no seria cosa de hace r del
-la may oría de las veces en forma de perf abstracción es comparable, aun en otros c.1sos, sed:1
La aparición del paisaje de Durero (L\>11- r sobre todo que , en éste como
extr aña men te sugieren aguadas de la escritura latina. Vale deci n "rea lista " del
sos plantados de árboles que ica la occidentalización y la visió
. 2\-"'.", 1(111, 2206 . Z015.
1240 . 1448 . l4·l0 . inútil asociar de manera sistemát
Núm s l(<C 21'1L 213) , 2\'12 2091.
l~O). 1867 . \868 , 1532 . 2(1(;.l_
·\G
, 15«0 . lP:.2 . l'.:12'l.
,¡~ :.:úrno lC'K)_ )(06. 1088

24 de 162
LA. Pl".'\TUR /\ Y LA ESCRITURA
LA Pl:\TL'RA 't' LA ESCRITURA
enroruo Por un;1 ~· orra parres, todo es forn1alización y conven
cionalisrno. Lo que, riendo una mayor rapidez de ejecución tanto corno el abando
por lo dem5s, no implica que el paso de uno a otro sistema haya no de todo lo que
constituido un-a parecía superfluo --el color~ o demasiado complejo: los glifos_
crnprcsJ. f:}cil. Y ello por múltiples razones. St:' tiene la sensa-
Técnica.rnente, la práctica del croquis a la española supone el domini ción de que, mucho más que !a inclusión del pais-aje, la adopció
o consumado n o mejor dicho
de la escritura alfabética y la asimilación de convencionalismos la evolución hacia el croquís contribuyeron profun damen te
pictóricos que no a disgregar el estilo
indígen a quitánd ole Jo que aún le quedaba de especificidad. 4
c\isten sino en estado en1pírico e implícíto, mezclados
con una dosis nada despre- ª
' i:i.blc de improvisación y subjetividad. El croquis es creación de Cuidém onos de imaginar una evolución lineal de los modos
una sociedad y de de expresión que
una culEura que toleran hasta cierto punto el juego del individ permitiría fechar con precisión el abandono de un procedimiento
uo con los códigos, o la difusión de
cu1ndo la tradición indígen a parece impone r de una manera más una técnica nueva. Cuando mucho se pueden deducir tendencias
rígida la unifor· globales. la causa
midad de sus convencionalismos. Según esta hipótesis, el paso de no es sólo la relatiYa debilidad de nuestra base docu1nental. Fuerza
los pintores indios es darse cuenta
al croquis correspondería a ur~~~ transformación profun da de de que las modificaciones de la composición espacial, del juego
!a relación consigo y de los convencio-
con Ja sociedad. f,.fas, ¿no habfiruos notado ya la eventualidad nalismos, de los elementos considerados pertinentes observan
de esta mutaci ón en ritmos muy diversos
el terreno de la represenracíón de la figura human a? de acuerdo con !os lugares y los pintores. Por el rigor de su
trazo, el empleo del
Había sin embargo otro obstáculo principal, más insalvable. color y de los convencionalisn1os "clásicos", por la ausencia
El paso al croquis de paisaje, un mapa
nunca se planteó en función de la sustitución de un sistema de hecho en 1601 en Tepeji del Río, actual estado de Hidalgo, da
convencionalismos fe, a principios del
por otro que 1nás o menos sería su equivalente. Por el lado siglo X\'ll, de la persistencia relativa de un estilo tradicionaL Tres
español cuando se años después, en
bosqueja, cuando se escribe, es que se trata de captar en exclusiv la región de Puebla, el mapa en cambio toma el aspecto de una
a lo esencial a burda improvisa-
costa de anotaciones periféricas, religiosas, míticas, ecológicas y ción en que los signos antiguos se hallan prácticamente ausente
fuera de toda consi+ s y donde triunfa
deración estética. En cambio, la eA'J)tesíón pictográfica es polisém un paisaje de bosquecillos y montañas. Pero 20 años antes, cerc-a
ica: por ejemplo, de 1-falinalco, el
los glifos Coatepec (LA,1,H~A 6) -una serpiente sobre un cerro- mapa ya estaba bosquejado y las colinas sembradas de árboles
o Citlaitepec (LÁ- . Estas variantes im-
\il"<."'- 10) -una estrella sobre el mismo cerro-
piden cualquier cronología precisa y más bien llaman la atenció
no sólo identifican lugares sino que n hacia la coexis-
actualizan un saber de los orígenes y toda una cosmolog1a. En cambio tencia de modos distintos de representación cartográfica de los
, el sol español que uno sería más
~~un círculo rodeado de rayos- que señala !a orienta tradicional v otro más occidentalizado. Ambos modos pueden
ción de! mapa (LX.\t~A 9) es un coincidir en una
convencionalisrno de valor débil, en esencia geográfico y decorat misma com~ca, en dos pueblos vecinos, pero tambié n se encuen
ivo. Por lo demás, tran en el mismo
así como el glifo es autóno mo, es decir de suyo portador de sentido mapa cuando los glifos se mezclan con las líneas de coronación
, así tambié n o cuando las iglesias
el dibujo' español exige el comentario de la escritura so pena se representan tanto de frente, y por consiguiente a la antigua
de ser ambigu o o , o de tres cuartos en
ilegible. Un rrazo ligeramente curvo sólo señala una montañ un bosquejo de perspectiva. 49
a si se le agrega la Sin embarg o, estos dos modos distan mucho de tener el mismo
mención se1ranía, mientras que el gl.ifo ''cerro' ' es de una inteligi peso: la occiden-
bilidad absoluta, talización del espacio es una experienCia prácticamente definiti
así sea para un espaiiol. En lo sucesivo ta! vez se capte mejor va mientras que
la distancia que la lengua antigua tiende a desnaturalizarse y las pictografías
separa ambas diligencias cartográficas. Distancia que es a un desaparecen de la
mísrno tiempo de mayoría de los mapas levantados después de 1620 -cuand o
orden intelectual, técnico y práctico. Si el croquis español es ahorrat menos, de los que
ivo de n1edios, fueron hechos a solicitud de las autoridades españo las-, síntom
trazado rápidamente y sin florítura alguna , es porque sólo persigu a de la pérdida de
e una meta limi- una técnica y de un saber, que es preciso apreciar sin dejar sin
tada: localizar una exploración, una donación de tierras en un embargo de mati·
espacio, mientras zarlo. Este agotamiento no debe disimular la conservación de
que el mapa indí.gena tradicional trata, de manera antitética y una cartografía pro-
comple mentar ia, de piamen te indígen a hasta fines de la época colonial, hecha de
la totalidad del terruño. 'fransrnite por tanto un número mucho compromisos, de
rnás considerable adopciones, de arreglos concebidos y puestos en práctica en
de informaciones y con frecuencia eA'J)resa un conocimiento profun las últimas·.décadas
do de los lugares del siglo XVI. Un repertorio pictográfico mermado, de factura
pintados. \'ale decir que el pintor índígen a que había adopta a menudo burda e
do el croquis debía .irregular, de los glifos ahogados en un paisaje, una perspectiva
haber adquirido una visión distinta de sí y de su comarca al mismo esbozada a veces,
tiempo que un pero tambié n el deseo conservado del geometrismo y de la formali
cabal dominio de la escritura alfabética. Elementos todos que zación, en ocasio-
no era fácil reunir y nes íncluso el retorno -¿o el mante nimien to?- de una estructu
que suponían una aculturación avanzada. 1.fas es fácil imagin ración autócto na
ar que el croquis es-
pañol haya ejercido sobre el estilo indígena una influencia más -13 Map:b indíg<::nas y e-spafio!es "bos4uej adoó"
superficial y más 11l1m~. 1692-l, 2126, 201}, 1682, 17)8; mapa.\
deletérea inspirando simple mente una modificación del trazo "escritos ": 2159·1. 2110
y de la línea, sugi-
49 Núms. 2016, 2019, 2126: cf )89 y "190; 2049

25 de 162
LA PINTCR/1 Y LA ESCRlTI!R.-\
L1\ PINTURA Y LA ESCR1TL'RA
esfuerzos, pues los alum nos "salie ron
Obstáculo vencido al cabo de varios años de
vilismo aparente obedece a que son versos inuy medidos y largas y congruas
del espacio salpican estos mapas cuyo inmo tan ~uenos latinos que hacían y componían
copiados metic ulosa ment e por sus poseedores
sucesivos. cuantas anotaciones, de reconstruir una
oraciones''. N"o trataremos, a través de estas
gráfic os o cartográficos enue los pintores que otros han tratad o profusarnentc,
El uso conju nto de dos códigos icono hístoria de la educación indíg ena, de la
es sólo un aspecto de una prodi gíosa desde fines de la década de 1530, el
indígenas de la segun da mitad del siglo xv1 sino tan sólo de destacar hasta qué grado ,
cuyos ejemplos se han tratad o de mul- medida que comienza a fijar las diversas
capacidad de asimilación y de adapt ación alfabeto latino penet ra en las élites indias a
idas ocasiones, dond e es:ta facultad hemos recordado, por el náhu atl. No es
tiplicar. Pero hay un terren o, ya tocado en repet lenguas autóctonas empe zando , como ya lo
famil iar de la expresión pictográfica o de esta empresa de alfabetización,
aban dona el camp o en resumidas cuentas tarea fácil esbozar el n1cnor balance cuantitativ
Reab ramo s el Códice Sierra. Unas pictografías lejos de ser insignificante, puest o que
para inten tar una nuev a avent ura. Cuan do much o recordaremos que se halla
gráfica introducida por los vencedores: ces con una escuela dond e los indios.
se afanan por representar en él la innovación cada funda ción franciscana se dupli ca enton
tras otro el papel , el libro virgen, el o algo más. La instrucción de las élites
la escritura y el acto de escribir. Pinta n uno según su jerarq uía. apren den el catecismo
de música, el acto oficial y al escribano de la orden. Agreguemos que los agusti-
libro encua derna do, el breviario, el libro indígenas avanza así al ritmo de la expansión
a penet rante de este t!acuilo mLxteca r la década de 1530, tal vez lleguen a
español en el mom ento de escribic La mírad nos siguen una política análoga. Al inicia
mane ra elocuente el grado en que la ya en la escritura. Al lado de los reli-
o chocho a !a escritura alfabética expresa de seiscientos los jóvenes indios que se ínician
a es inseparable de la asimilación de s, a leer y escribir. En 1nanos de
historia colonial de la expresión pictográfic giosos apren den indios. e incluso algun as indi;1
parece ser que el apren dizaj e de la stas de los conventos descubren ese
la escritura alfabética. A decir de los religiosos, sus maestros o en las bibliotecas aún inode
dificultad impo rtante . La experiencia las imágenes grabadas que adorn an las
lectura y la escritura no topó con ningu na objet o extraño que es el libro. Cont empl an
iscano Pedro de Gant e enseñ a ajó- nten ya por una técnica, por la in1pren-
e1npieza en Texcoco hacia 1523, dond e el franc páginas de los volúmenes. Tal vez se pregu
r y tañer instru ment os musicales y la doctr ina con posterioridad.'i 1
venes nobles "a leer y escribir, canta ta, en la que algunos de ellos se ilustraron
mente a los vástagos de la noble za la escritura latina supla ntó de in*
cristi ana". La empr esa se extie nde progresiva Con toda seguridad sería falso irnaginar que
a las regiones de Ilaxc ala ( 15 27) y de pinta ron glifos duran te los tres
de México ( 15 24-1525) y de los alrededores, medi ato la expresión pictográfica. Los tlacui lo
franciscanos empr ende n la alfabetiza- pictográfica todavía se hallaba casi
Huej otzin go (152-5), mientras que algunos siglos de la domi nació n colonial y la expresión
ión a la redacción de obras en náhu atl !as décadas de 1530 y 1540 algunos
ción de la lengu a náhu atL De la alfabetizac inde1nne de toda influencia cuand o ya en
blem ente Pedro de Gant e al comp oner su Doc- Ni inme diato ni inelu ctabl e, el paso del
sólo había un paso, que dio proba nobles donli naba n la lectura y la escritura.
atl impreso en Euro pa desde fines de una sustítución sino más bien la
trina Chn.Stiana, tal vez el prim er libro en náhu g!ifo a la escritura tamp oco adop tó la fonn a
los evangelizadores recogen los prime - "pint ura". :\ este respecto es signifi -
del decenio de 1530. Dura nte ese tiemp o, de un encue ntro en el espacio indíg ena de la
el obispo Zumá rraga observa que ''mu/ - tía.cuilo, t/J.cuzlol/i y muchas otras que
ros frutos de sus enseñanzas. Desd e 1531, cativo que en el siglo ;{\'l las paiahras cutio a,
re [. , .} sciunt'' (algunos niños sa* pintar y a !a pintu ra, se hayan aplicado
ti enim puerorum istorum bene legere, scnhe en náhuatl se vinculaban a! pinto r, al acto de
iscano Juliá n Garcés describe al papa os prin1ero el caso rnixteco.
ben leer y escribir bien 1· Hacia 15 37, el franc ramb ién al mund o de la escritura. Pero vcarn
enero de 1536 se crea el Colegio de ca fueron conservadas en núme ro
Pablo 111 un cuadr o igual de entusía.sta. En Las ';pin turas " 1nixtecas de la regió n de Oa...xa
élites indjgenas una educación de una ciones prrciosas. Aunq ue de origen
Santa Cruz de Tlaq:lolco, que ofrece a las suficiente para S'1.car de ellas algunas indica
franciscanos más insignes. Los adelantos presefffa la biografía de un personaje
excepcional calidad bajo la dirección de los prehispáníco, el Códice Colombino ~que
hay colonos que se alarm an y recuerdan ocasiones entre 1522 v l 541. Pero sus
de los jóvenes indios son tales que pronto llamado 8 Ven ado- fue anota do en dos
o como el diabl o". 'iO se preoc uparon por mancÍar transcribir n1
que "el leer y escribir, muy daños dueñ os, los señores de Tutu tepec , no
ieren con facilidad la maestría del signo gnar en letras !atinas los llnútes de
Según los testim onios , los indio s adqu glosar su con1enido. Se valieron de él para consi
todas letras, chicas y grand es, quebra* ática favorecía la auten ticida d y la anti-
gráfico, siendo ''muy grand es escribanos de su territorio. Esta finalidad del todo pragm
er la materia que les dan sus maes tros" . modificaba la funcLón y el ;;:entido
das y góticas"·, hábiles para ;'contrahac güed ad del apoyo a expensas del conte nido,
ática' ' de la époc a-, que comienza un título de propi edad. El Lie!!:.o ,ie
Cierto es que el aprendizaje del latín -la' 'gram del Códice que de tal suene era equiv alent e a
de Basaccio, presenta probl ema en la carnbio, una diligencia cntcran1cnrc dis·
hacia 1533 bajo la férula del francés 1\.rnaldo }ica_)'i1n, pinta do en 1550, ya muestra, en
que expresen las reglas gramaticales.
medi da en que el náhu ati no posee términos
~fffltc•. El (,1k¡;1<> de )!ni\~.,.
Knba¡ a.\hi. id ol1({.K1 c5n fr.;nq.f( .JJ;,;¡ (! 1mo 1
Mornl inía, u 11t¡111.f tJ,
Mendí cta. Histon·a ccle.riáJti(a rndianil.
op. ár. JI, p. 62; lll, pp. 62·G5; JV, p. )}; ít José \Luía
%
lcazba keta, D. Fray Ju.;n de Zumár rsga. 2Sl·28 .). \h,1olin í,J., .ifrmr ndltJ , ')/' nt. p. ¡5-
ín Garcia 197,l. pp. 2·\8.
,\femoria/es . ... op. nt , pp. 236, 238: J<.•:i..qu
307 Sobre ia bibliog rafía, ¡•f,;se Lino G6me r Cancd o (1982).
México, Porn:ía. 1947. ll. p.

26 de 162
'ió L\ Pl.'.\Tl'R:\ Y L:\ ESCRlTUR:\ I.:\ Pi:'.'-:TLRA Y L:\ ESCRITURA
i!ll
Las etap:t; sucesivas dt." la obra dei franciscano Bernardino de Sahagún trazan 'í
unci: al margen de las pictografías tradicionales, lleva inscripciones n1Íxtecas alfa-
béric.is que constituyen una glosa parcial de los glifos. Pero esta glosa es posterior irínerarios an:í.logos. Si en tos Pri111eros Jfe111on;1/es reunidos entre 1)58 y 15ó0
11
las pictografías dominan e! comentario escrito, en el!o sin duda hay que apreciar la
por vari;b décadas a la rea!ización de la pinrura. Este inrerva!o desaparece en el
Lt'f'nzo de ()cotepec (1580), que fue comentado en náhuatl desde la época de su marca de informantes ya adultos en el momento de la Conquista y todavía família- il
¡,

realización, aunque ¿acaso no estaba ya abolido 25 años antes, con motivo de la re- rizados a la perfección con !a expresión pictográfica. En cambio, en la sun1a mucho 11
d~<eción del C'ótiice Sie1Ta? i\1ás tardía, la "Genealogía de 1'lazulrepec" (1597)
comparte también su espacio entre la escritura alfabética y los signos antiguos.H
más elaborada que constituye el Códice de Florencia (1578-1)79). el texto escrito
(en náhuatl) relega a segundo térnüno no sólo e! resumen español que de él se
il

Conteinporánca o posterior a la pintura, discreta o desbordante, perrinente 0 no, h~ce, sino también las in1ágenes. És(as han dejado de ser verdaderas pictografías !!
!a glosa alfabética se inn1iscuy6 en el espacio pictográfico siguiendo modalidades para constituirse en ilustraciones coloreadas o monocroma..<;, subordinadas a la escrí- 11
rnuy diversas cuyo equivalente se descubre en las sociedades nahuas. La glosa trata tura. Sin dificultad se verá en ellas la Inano de una nueva generación de informantes
formados por los religiosos, que escriben un náhuatl alfabetizado, asiduos del libro l
allí de ropónimos (Afapa ele Sigüenza, 1rfapa Quinatzin), de personajes (Afapa
Tfotzin) o del conjunto de la 'iflformación pictográfica (Aiatric11/a de Tributos y y de la imagen grabada. Textos propiamente indígenas redactados en los últimos il
Cóí!ice iHent!oza). De una manera general, es un agregado posterior, debido con 25 años de! siglo corroboran esta mutación decisiva: el Diario de Juan Bautista,
un indio de la ciudad de lv1éxico, alguacil y recaudador del tributo de Su 1-1ajestad, 1
frecuencia a una mano europea. concebido a fin de hacer e! documento inteligible 1
para los españoles y c¡ue no trastorna la organización de la pintura a menos que el ya sólo despliega un texto escueto y lo mismo puede decirse de las crónicas y las
espacio de la glosa haya sido reservado desde la concepción de la obra. Sin embargo, relaciones indígenas posteriores.
~A.. veces se olvida que el descubrimiento y la conquista de t\mérica son contem-
la inclusión de la escrírura alfabética puede rebasar e! simple comentario, como lo
rnuesua la I-iirtona toltecr1,chichivieca. Hecha en Cuauhtinchan, en los alrededores poráneos no sólo de la difusíón del libro impreso sino también del libro ilustrado.
de Puebla, entre 1547 y 1560, 1·1 esta obra descubre ampliamente la ga1na de las Por tanto no se puede separar la penetración de la escritura de la influencia de-
relaciones posibles entre el glifo y la escritura. Corno a.ntes, en ella se encuentra cisiva que ejerció ta imagen grabada.' 4 Por lo demás, ambos campos se hallan
una escritura-glosa que se aplica a los docurnenros pictográficos reproducidos por estrechamente imbricados, Los libros que abrían los religiosos y muy pronto sus di.s-
e! pintor: la escritura precede, sigue o rodea las pictografías que se limita a comen- cípulos indígenas tenían sus letras decoradas, dispuestas sobre fondos de follaje, de !!
personajes y de símbolos. La letra se fundía en una imagen un poco a la manera
tar o de las cuales ofrece un equivalente, creando así una verdadera duplicación de
la información, Mas la glosa también puede remitir a "pinturas" que el pintor del glifo, pero el nexo que la unía a su decorado seguía siendo en general arbitra- !
no ha reproducido pero que el escritor ha explotado como fuentes de información: rio, al imponerse el ornamento, el efecto al sentido por dar. Su equivalente .se
En consecuencia, pronto se da el paso que lleva desde el comentario de documentos encuentra en los anagramas esculpidos que adornan las fachadas de las iglesias
exteriores a la obra hasta la composición de una escritura autónoma, desvinculada construidas por las órdenes mendícantes. El grabado propiaxnente dicho ofrecía a 1
de toda figuración y de roda referencia pictográfica. Lo que la escritura alfabética los indios, supieran leer o no, imágenes tan extrañas como las que los españoles
gana en continuidad lo pierde el material pictográfico en consistencia. Rotas en observaban en los manuscritos pictográficos. Cubriendo un repertorio principal-
fragme~tos ~ispersos, aisladas de su contexto original, las pictografías se pliegan mente religioso, les presentaban escenas de la vida de Cristo y, más allá, un simbo-
a !as exigencias del comenta.río tanto como a las restricciones del formato hasta la lismo de la divinidad desconcertante para el ojo indígena. los grabados abrían las
P_~lverización, ~asta que ya sólo subsisten islotes glíficos casi reducidos al papel de puertas de la imaginación occidental extrayendo de sus bestiarios n1onstruos fabu-
v1netas decorativas (LAM!:\'A 11). Conservadas, son ilustraciones en l<L" que se desli_M losos. Alineaban una profusión de motivos decorativos, de frisos y de mascarones
za un paisaje, a menos que adopten la función ornamental de un frontispici_o cuya réplica encontraban los indios en los muros recién pintados de los claustros y
europeo ... La Historia toltt:ct1·chlchúneca exigiría un análisis infinitamente más de la.s iglesi~L5. Cabe interrogarse sobre el sentido que podían dar a estos ornamen-
profundo. En ella se descubren los múltiples vaivenes entre dos modos de expre~ tos los indios que los contemplaban o que incluso los pintaban. ¿Con qué mirada
sión, pero también a veces vacilaciones y arrepentimientos que permiten suponer percibían las quimeras y las criaturas fantásticas? ¿Cómo separaban lo "demo-
q~e el autor no era insensible a la pérdida de sentido que implicaba el desmembra'-
m1ento de un tablero pictográfico. < S-1 Sobre d líbro en h1 Nueva Espaiu. vé:inu' Joaquin Garda lcazbaketa. BibliOgJ".J}/J mexicana del stglo
XVI. México, FCE. 19)4; José Toribio Medina, La t!nprenta en Aféxú::o, 1539-182 ! , I, Sa.iltiago de Chile,
l907; Francisco Fe-mández dd Castillo, LibroJ' _y libreros en el XVi, México, AG!\ [i914j 1982; y la ilustra.
"Smith (1973). pp, l'.i. 13. 170. 147. !61. 170-17!
ción: Jesús Yhmoff Cabrcra. ··Los ctpitubres y los grabado;, en los impresos de Amooio de Espinosa
íl H1sl01Ú/ toltera-rhirhil!Jec,1, México. !'.'; ..;,H.SEP, l 976 [cornps Paul Kird1hoff, lina Odena Güemes
y Luis Reyes García] Boletín del lnstituto dt lnl'ntig.;cioncs Bib/1ogr.ífic.1s, Méxi(o. rn·.:.AM, 10, 1973. pp. 17-111

27 de 162
l9
L:\ PJNTI,'RA Y LA ESCRJTUR,\
l.:\ PlNT IJRi\ Y L.\ ESCRlTCR
:\
y no expe-
n sido impuestas desde el exterior
grabados iniciar, que esas mutaciones haya el viejo prob lerna de la
sugería su propia tradición? Pero los rimentadas y vividas espo ntán eam
ente es lo que plan tea
niaco '',lo ''dec orat ivo' ' y lo que les oran do, casá ndose entr e Occ iden te v los 1nun dos
idos cuando los mos trab an depe nden cia culrura!, intelectual
e incluso sensible
tam bién tend ían un espejo a los venc enco nutr ía de ellos y la el tiem po y el espa cio p~a corú rontar
el arre español y flam ar con
que dom ina. 0. os habr ía gustado cont
1
o confesándose: así era la visión que laba n los proc esos que
Con las temáticas y las icon ogra fías circu y, desde luego, la española con
iinagen que pret endí a inculcarles. ien- la experíencía flamenca, la italiana as de una recons-
códigos !cón icos occi dent ales del Ren acim tas indígenas, comparar las etap
ios elementos fundamentales de los y de la se presienten en la obra de los artis ar caót ico de un espa cio
tació n de la figu ra hum ana, del adem án, de la prof und idad trucción de la realidad y del espa
cio, hurg ar en el troc
, al
to, la represen mod os de razo na- na o mi.x teca) a la prof und idad
ente de las lógicas, de los plano, sin sombras (en su concepci
ón plot inia
perspectiva. E incluso excepcionalm 11éx ico obra s del teólo go
esqucff1as grabados en
inie nto que ponían en imágenes los te en la 1nis ma époc a, el grab ado relieve.
do largo, por ímplicar un conocim
íento del
agustino Alonso de la Vera Cruz. Com
o en Occiden
escaparon Pero habría sido un rodeo demasia exis ten.
y los indios, como los demás, no ajos que difícilmente
fijó la idea que uno se hacía del mun do,
las imág enes. arte español que no tenemos y trab
er esbozo de nuestras guerras de
a este acto de dom inio visual, prim ron libro s inca utad os
despenaba: indios que roba
Com o tampoco a la curio.sidad que leer sino para verl os", a
"no los querían para EL ÜLTlMO RE;;;-1\Cl\\lE'.'ilO
por la Inquisición confesaron que enía n de los santo s_ La difu sión
enes que cont
decir verdad para contemplar las imág cipales: las letras no sirvieron sino para dupl
icar y
del grabado euro peo tuvo cuan do men os tres implicacíones específicas prin Se pod ría pensar que las imágenes y aban justificar su exis tenc ia, Se
gena s que ju. todavía logr
impuso una visión 1nonocroma a
diferencia de las "pin tura s" indí pert urba r modos de expresión que ión y del
a linea les, sin rario que por el camino de !a fonetizac
plo de una síntaxls y de una tram pod ría sostener muy por el cont
gaba n con el color; propuso el ejem tenír t con la iconográficos contribu yero n a su n1an tenir niento,
que encerraba las pictograf ías; man enriquecimiento de los repertorios spe-
relación con la línea de contorno códí go visu al y ensiones ines pera das y orie ntac ione s inso
escritura una relación específica basa
da en la yuxtapos ición de un confiriéndoles al mismo tiempo dim mod o cons ider able !a perrnea-
ían o, ante s bien , ría a restr ingi r de
de un código alfabético, mientras
que las picto graf ías conf und chadas. Pero una vez más equivald emp ezad a
al pare cer soci edad colonial. Sin la obra inmensa
ción. En otros aspectos el grabado bilid ad del mun do índí gena a la
fusi onab an amb os modos de informa radical- y sus inforn1antes, poco se sabr ía de las culturas
repr esen tación indí gena o distanciarse de él desde 1533 por algunos misioneros rdar
pod ía aproximarse a1 modo de en todo el espa- dad es" sobr e el pape l ayud ó a .salv agua
men te: en el prín1er caso, organiza
ba la disposición de los obje tos prehispánicas. Describir las "ant igüe catá logo de
del scat tere d-at tn.b ute spac e de la
trad ición culturas. Sería demasíado largo el
cio de la hoja un poco a la manera del o!vído cuadros enteros de esas de And ré.s de Olm os,
la tridi men - s dom inan los trabajos
sobre !a perspectiva, el paisaje y
e.sa prod ucci ón que entr e los españole
prehispánica; en el segu ndo actu aba conf und ir prof und a. llam ado Mot olínía, de Bernardino de Sahagún,
de Diego
n que no pod ía dejar de de Toribio de Benavente
sionalídad, com pon iend o una visíó diet a, de Torq uern ada, de Alon so de Zori ta, sin
gena . Dur án, de Juan de Tovar, de Men a i\iich oa-
men te al observador indí en una s de Francisco de Burgoa o respecto
que el alfabeto que se apoyaba olvidar en cuan to a Oaxaca las obra
Aun que en apariencia más accesible os de los y n'tos. A ellos se agregarán los escri tos de
en grabada no por ello exigió men cán la Rela ción de las cere mon ias .
abstracción total del signo, la imag dos. Frtvo reció como Alva Ixtlilxóchitl o :tviu ñoz Carn argo
indios un aprendizaje acerca del cual
estamos por lo den1ás info rma historiadores mestizos tan afamados l de info rma ntes para
n capa ces de hace r indios salietR,O. de .su pape
la copia, !a in1itación. 1'1uy pron to
algunos indios se mostraro Perb recordemos que los propios los n~laros
y de toda especie de docu men tos que iban de rpre tar las "pin tura s" y "esc ribir " los discursos y
réplicas sorprendentes de grabados tom ar la plum a, inte /es de Cua utit! án haci a l 560-
o cristiano res de los A.na
itura 1nus ical. Esta apti tud explica que el simbolism de anta ño, corno lo hicieron los auto o el reda ctor
la bula a la part nombres "lib ros de año s" o xiuha111atl,
la expresión pictográfica para expresar lYiO, inspírándose en los antiguos
pudiera deslizarse tan fácilincnte en esen a inva dir el tenochca, :\!varado Tezozórnoc. incl
u~u lleg ó-'
que motivos renacentistas vini anóu ímo del Códice llub in. Un
de santos o de fiesta.s litúrgicas, o irnp lica la com pren sión de y otra en náhu atL la Crónica mex.1 i:a11J ( l )59)
Cód ice de Tlr<tf'/nlco. "/\tas, por fiel
que sea, la copia no escribir dos crónicas, una en español escritos
orde nan la clisp o.<ii ción de conj unto 7). La histo ria cercana de la Conquista inspiró
la organización global ni de los píin
cipios que
1nás de y la CróniCa mexicayotl (160 a Tha deo de Niza escr ihíJ
en. La copi a auto riza !a extrs .cción de elernentos aislados muc ho tal vez desde 1528, en Tlarelolco.
En 1548 el daxc altec
ara el
de la imag d para sepa rar una so ante s de que se pint L1..n10_<¡0
genes nuevas. E.<Jta dificulta su historia de la conquista de Tlax
cala inclu
lo que pern1ite la concepción de i1ná cen regir la cron olog ía de dud a aparecía una prim era versión indi
a de la
oducir las partes pare o años desp ués sin
estructura y esta facilidad para repr del repe rtori o occi dent al. Que Lienzo, y cinc
ocbtitlán, que ulte rion nent e Saha gún integ ró a su
las adopciones que los pintores indí
genas tom aron
ilev6 siglos Histon·a de la con quú ta de 1t:n
racio nes haya n vivid o las mutaciones que a Euro pa le
dos o tres gene

28 de 162
Ú\
L-\ Pl~TURA Y LA ESCRI TURA
L.\ P!>:TL R1\ Y LA ESCRi TURA
textos sagrados -las Sagrad::i.s Escritu-
la objetará que los españo!es tamb ién poseían
obr::l. Tanto como Jas 'pinlu ras' la escritura nuev a fijaba Lis peripecias de ras, por ejem plo- a los que los indios los
veían rodear del mayor respeto, y que
con estupefacción la 1nagia del ''pape l
Conq uista .'' esos mismos indios primero habían observado
la escritura alfabética fue much o de un mom ento y la relación ordi-
La susút ucíón de la expresión píctográfi(a por que habla ". No obsta nte, ese asoinbro sólo fue
de transcripción. 1-iienrras que los can- \a escritura, aunq ue tratara de textos
n1'.ts que un simple asunt o de traducción o naria de !os españoles con la 1naterialidad de
ente en caracteres latino s ~cierto episódica. Vale decir que, cuand o en
tares y los huch uehtl ahtol li se pod·iJ.n fijar fácilm 6 religiosos o mágicos, era rn:ís distan te o más
cristi aniza clón de la tradición oral -, ' el Leyenda de los Soles, a\ mismo tiemp o
.es que a costa de una cristalización y una much o 1558, un indio mexica asentó por escrito la
procC'SO de pone r las ''pint uras' · por escrir
o nos parece que tuvo un alcan ce esenc ial de la cosmogonía nahu a, lo recreaba
que !as que protegía del olvido un relato
ra vista pase inadv ertido . Reco rdem os sus ojos y de poemas que llevaba en la
1 ni~ decisivo, aunq ue a prime lo extrayéndolo de "pint uras" que tenía ante
"pint uras" posee n una din1e nsión especffica en cuant o depe nden tanto de 1nemoria. t>fás todavía, !e confería una condi
ción nueva favoreciendo su valor
el tl:1cu1 /o "un posee dor de much os ico y de sus funciones rituales. Dich o
perceptivo como de lo conceptual. ¿No era documental a expens<1s de su alcance hermenéut
ras, un hacedor de pies, un hacedor de implicó no sólo la selección, la censura
colores, un colorista, un dibujfinte de sornb io, de otro modo , pone r las pintu ras por escrito
GH:L" ''? Haciendo intervenir relaci
ones de forma. de colores, valiéndose del espac y la síntesis de tradiciones plurales --ejer cicio al cual se dedic aban ya los antig uos
fiesta n
nfreciendo modos de lectura y enfoq ues múli::
iples, las ''pint uras' ' mani
t!.zcutlo~ sino tamb ién una secularizac
ión v una desmateriaiización de la infor ma-
verba li- ncia toma da por los indios cristianos
ción que no dejab a de ser mostrada. La di~ta
e perce ptible , pero en parre
una especificidad intuit iva e inrne diata ment
el lengu aje de los sen1iólogos. Las "pint uras" ejemplo más concreto.
zable, su "icon icida d'', para usar ante su pasado no habrí a podid o encon trar
ras no podrí an ofrecer el equiv alent e ión en la medi da en que la escritura
son tanto irnágenes como textos y las palab lvias esta distancia es rambién una recomposic
ería que la explotación escrita de la , su senti do único de lectura,
exacto de una imagen. En otras palabras, parec alfabética impri mía al relato su conti nuída d lineal
ment e una pérdi da de sustancia, pér- ipio y un fin en tanto que, a este res-
información pictográfica implicó oblig atoria marcado de mane ra imperativa por un princ
taba irrem ediab le y no era verbalí- r flexibilidad. Y el efecto sin duda era
dida tanto rná.s preoc upan te cuanto que resul pecto, las "pint uras" parecían mostrar mayo
o de las categ orías intelectuales o estéticas para ura romp ía la antig ua distinción entre
zab\e. Esa pérdi da rebasaba el carnp más fuerte aún en la medi da en que la escrit
de toda representación de la realidad. de expresión comú n y único: el
derivar del de los funda ment os implícitos lo dicho y lo pinta do, sustit uyén dola por un modo
Concernía a los principios de selección y de
codificación de los elem entos perti nen- aba el cuida do de ordenar, de con~
texto alfabético. Para los nuevos escritores qued
n tos scditn entos más profu ndos y a, la interpretación de la pintu ra, e\
tes del entorno_ Es proba ble que en ella se toque jugar y encadenar, sin precedente ní guia algun
o aquel los que, no hechos nunc a explícitos le sorpr enden te, el testimonio vivido.
1nenos explorados de una cultura, inclus fragmento oral, la anécd ota curiosa, el detal
tan la singu larida d de una confi-
ni puestos nunc a en tela de juicio, fund amen A menu do lo hicieron con asombrosa maes
tría.
expresión pictográfica en el siglo xv1 escritura trastornó por comp leto las
gµración cultural. El mant enim iento de la ¿Concluiremos de ello que el efecto de la
esta relación en la realid ad y en su Como lo hemos visto con claridad,
probablen1ente se haya debid o a\ arraigo de me1noúas indígenas y su visión de las cosas?
ideológicos (tas "idol atría s"), pseud o- ura alfabética y las ''pint uras" , a
representación, n1ucho Iná.s que a motivos duran te todo el siglo xvt coexistieron ia escrit
) o a la incap acida d intele ctual o técnica de iones orales se perdi eran siempre. Por
culturales (!a "iner cia de la tradi ción" veces en el misrno espacio y sin que las tradic
ta pictografía por la escritura no sólo a encargos españoles que orien ta-
domi nar la escritura. Pero el aban dono de otra parte, no todos los manuscritos respondían
o de toma r en cuen ta la realidad; usos prehispánicos como, por
significaba la renuncia a un modo privilegiad ran su redacción. Algunos tratab an de perpe tuar
: la ruptu ra con el uso ritual , públi co, En ese caso la ruptu ra era meno r, el
IaJ11bién sancionaba otras cn1ancipaciones ejem plo, la conservación de anales locales.
de amat e que se ofrecía en los sacrificios. No n era distin to. Mas, ¿se pued e decir
ostentoso de la ''pint ura'' y del papel objetivo análogo, el uso invariable, sólo el sosté
s, no más papel para consu mir ritual - a a su carrera, a los hechos insig"
rn3-s in1ágenes para ver dioses ni antepasado lo mismo de esas notas breves que un autor
dedic
n1cnte, sino hojas cubíertas de escritura para
leer_ Hechas por indio s cristianizados, la escrít ura la mirada introspectiva? ¿Contri-
nes alfabéticas, aun conserva11do una nificantes de su existencia? ¿Favorecíó
las transcripciones o, mejor dicho, las versio y la vivencia individuales un interés
demo niaca para los neófitos más buvó e! cristianismo a conceder a la existencia
resonancia sagrada -de una sacra lidad sin duda jerarquías tradicíonales o ponié n-
con la mate rialid ad del objet o pinta-
qu~ difícilmeni:e se les reconocía? Rorr.piendo las
conv encid os-, romp1an de un modo radical la colonización las antiguas solida·
much o 1nás neutr a con el apoyo. Se dolas en tela de juicio, ¿rnenguó paral elam ente
do e instau raban una relación proba blem ente personal medi ante la inserción en el
ridades at grado de favorecer la expresión
muy posib le que el conju nto de estos factores
Charle s Gib.S<.Jn. ''Pwst Soun:e s in th<:
Native Histor ica! grupo doméstico y la comu nidad ? Es
\\ Baudu t (1977) , pp. 119-1 'í-, )'))··12 9: ar la aparición de textos del tenor <le
Trad1t iún'', fi.\-!.41, !9'.')_ vni !J. PP- 311-40 0; Gariba y (1971) , ll, PP- 267-31 3 sociales, ideológicos y técnicos pued a explic
Stanfo rd Univer>it\' Ptess. 1085
\;·jnhn Bierho>t. C;mtJr ,'s Wi:'xiumo1. SongJ ofthe Aztd:r. Stanfo rd,

29 de 162
LA PI?-\Tl_:'R:\ Y LA ESCRJTURA 63

62
n en suscribir ese oanouima bastante
brados de la aristocracia indígena no vacila
dador del tribu to de !os indios ''vaga- tar que el domfníco Barto!on1é de
ese Diario de Juan Bautísta en que este recau sombrío de la condición indígena ni en solici
tos, habla de los que lo rodean, des- actuación y proba blem ente los
bund os" de México cuenta sus padecimien Las Casas -de guíen conocen rnanifiestamcnte la
e fragmentos de serrnones, anota el
(ribe las corridas de toros y las fiestas, recog escri tos- sea su protector tí tul ar.
No es improbable que los cantares español o traducida a una lengu a
precio del papel de Castilla y de las gallinas. Por otra parte, una bibliografía religiosa en
ón y al destino personal hayan sufrido la ciona! el huasteco, el totonaca, el
cristianizados tao atentos a la íntrospecci autócrooa ~el náhu atl y de manera más excep
nueva escritura. ~ 7 Por consíguiente, ní década de 1).)0 en ciertos medios
doble influencia de la nueva religión y de la tarasco, el m1xteco. etc. - empieza a circular
en la
formas nuevas sino que se limita- Epístolas, los Evangelios, el Ede-
siquiera cuando no favorecía la aparición de estas indígenas: en ella se reúnen textos bíblicos -las
tenía de ejercicio inocente. Alte- s~, catecismos, ser~ones, manu a.
ba a fiíar patrin1onios antiguos, !a escritura nada síastés, los Proverbios, el Libro de Job, el de Tobía
aleza de la relación que los indios habían '!\'u estro Redentor, Horas de Nues tra
raba el contenido de la herencia y la natur les de confesión, devocionarios -Cor ona ,fe
sión exótico practicado por indios ero se trató de obras manuscritas y
tenid o con él. Plegándola a un modo de expre Señora, Espejo divz' no-, vidas de santo s. Prí1n
educación cristiana y occidental, la osos y que éstos destinan expres;-
aculturados, y por consiguiente sometida a una luego de textos impresos que reparren los religi
y subrepticia: aseguraba el salvamento ,J respecto el franciscano Alonso de
escritura latina -asumía una función ambigua mente a un público indígena, como explica
ción imperceptible que fue tamb ién n'o 11UJ}or (1564), que él quiso llenar
de las "anti güed ades" a costa de una muta Mollna en la introducción de su Confesiona
para saberse confesar y declarar sus
una colonización de la exprc."Sión. de "mat erias útiles y necesarias a los penit entes
no se pued e disociar de intereses e que redactó su Espejo divi-
Sin embargo, la uansforn1ación de la expresión pecad os". Todavía en _1607,Joan de lvfijan gos expon
o de una asimilación o mejor dicho de enten der a los naturales que la
más inmediatos. La escritura fue el instru ment no en forma de coloquios "porq ue sea n1ás fácil
alízado ante las exigencias de la so- en absoluro coino lectores pasívos.
de un sometin1iento menos sutil y más gener leyer en". Pero los indios no permanecieron
idades españolas concedían un valor sus 1naoos. Tanto que. en 1555, el
cíedad colonial. Si bien es cieno que las autor Copian de unos a otros todo lo que pasa por
era necesario que éstos fuesen glosados considerando ''muy grandes incon-
legal a los restin1onios pictográficos, roda vía Primer Concilio mexicano se inquíeta por ello,
en náhu atl o en español. A decir verdad, la nes en la lengua de los índios, así
o acompañados de una interpretación venientes hallamos que se siguen de dar sermo
necesitaba la práctica de la escritura que hacen cuando los trasladan''_ óY
comunicación con la burocracia del virreinato por no los entender como por !os errore s y faltas
co, en zapoteco, en matlatzinca y sermones en posesión de los indios
tanto como rccurrír al intérprete. En mixte El Concilio no sólo ordena incautar todo los
, Estas de barrios cada vez más nu- que se les entreguen en e! futur o,
sobre todo en náhuatl aparecieron ordenanzas sino que insta a cuidar muy de cerca los textos
del siglo Escritores indígenas e intérpretes los'', Incluso llega a prohibir espe~
inerosas durante la segunda mitad ''.para que no pued an ni_ falsearlos ni corromper
XYl.
entos, actas de venta y de dona- es'' que circula en castella-
-los nahu atl.zt os- redactaron solicitudes, testam c1almente la venta a los indios de un ''libr o de !as suen
corregidor o a un visitador cualquiera se preocupa de nuevo por las obras
ción. A los jueces eclesiásticos, al virrey, al 18 no. En 1565, el Segundo Concilio rncxicano
Capt amos el alcance ígualmente do retirarles todos los libros de ser-
fueron dirigidas querellas legales, denuncias. manuscritas en pode r de los indios, prete ndien
plieg an a formas que les son extrañas, sólo dejarles el catecismo aprob ado
ambiguo de esra adopción. Los indios se mones y los te"X-ros sacados de las Escríturas para
de ellas en benef icio propio. Adquieren así una no sólo revelan !a difusión de la lec-
pero ta1nbién aprenden a valerse por las autoridades eclesiásticas. Estas medidas
intercambiarla, al grado de que. 20 medios que reproducen textos
información sin precedente y tos medios para tura entre los indios, sino tamb ién la existe ncia de
os españoles se inqui etan: ''[los la transmisión de las antiguas ''pin-
anos después de la Conquista, en 1541, algun sin rendir cuenta algun a a !a Iglesia. Así com<J
numerosos que no podría decir su copias "salvajes" poco más de 30
indíos 1tienen amanuenses tan buenos y tan turas " rituales apenas nos sorprende, así esas
n muy a la ligera todas las cosas del ¡Qué no daríamos por descubrir ejem-
núme ro, y que redactan cartas que les revela años después de la Conquista desconciertan.
les era impo sible .'' Idéntica actitu d cuando "corr upcio nes'' y los "erro res" con
país de un mar a ouo, cosa que antes plares de esos trabajos y por determinar si las
los favorecen o cada vez que redactan ra interpretación indíg ena de los
en 1545 se procuran el texto de las leyes que que se los rellenaba no eran fruto de una prime
la suen e que les afecta. La más ilustre ía de la que al parecer !a Iglesia des-
o mand an redactar las quejas que denu ncian textos cristianos, y por ende una primera herej
sea la carra que dirigen en 1556 al rey de idolátricas"! Por lo den1ás, ¿no se
de estas 1nanifestaciones probablemente confió igual o más que de las "supervivencias
alrededores. Los nombres más cncum- nizadas de los famosos oint,-¡res
España los nobles indígenas de J\íéxico y sus aprecia acaso un reflejo de ella en las versiones
cristia
11;cxicanos?
,- Bicrh0ór. '-'/'· o! m _} Sc,giui-
is. Ruiz. Co!ao 6n de dorum rntos sobre Coyo.;
c.ín, \lé·
fern:in<lcz del Castill o. Lihru,; y Íl/!rcros.
op, rit., p )6: Cu110/:o_; pr¡,¡·u ;u.lln Pnrr:c
' 8 Por eirmp lo Pedrl' Carrao.<o) JesÚ:' \1onjar !'!
0-5_ ::: n-,],_: 1-Lldebcrw \b.nin t7. Culcú:1611 ,le docum ento; <"o/onúles Je 1~-¡:e.u.1. . \léxico , Superior Gobie rno. l ~Ú'/. pp.
l·í5- l,\4_
'<ice. 1:-.;AH. ¡ 0-(, . i do
\kx1(0 , i><-~ll. \01''4: ;\nder< :0n (\0-61

30 de 162
LA Pl>:TURA Y LA ESCRlTUR.A
LA Pl'.\TLR .\ Y L,\ ESCIZrí L'!L\
Fuer:ln cuales fuesen los adelanl os de !a escritura, ésta no podia
ahogar la expre-
sión oral; pero es probab le que haya rnodificado conside rablem ción Tanto el lCatro como el canro colonial se basaban en
ente su eslaturo. la pnn1acía o cuando
:\lguno s indios siguieron enrona ndo los cantares antiguo s en inenos en J;.<, anterioridad de la escritura.
sus hogares o en las
cts~ 15 St'ñori:ilcs duranre todo el siglo X\"i, a pesar
de las prohibiciones lanzadas por Cuidémonos de general.izar, aunque se encuen tren otro:, ejernpl
os de esre retro-
la Iglesia y !ns concilios proYinciales. 1\ decir verdad sólo se ceso dt la oralidad antigu3 y de los adelantos de la escritura.
trataba de una actÍ\:Í<~ad Las circunstancias rn:is
clandestina o cuando 1nenos sospechosa. Lejos de fosilizarse encontradas se prestaban a ello. Preocupados por \·erifica.r el
de pronto , la trad1c1ón conten ido, los reli-
or:il se pudo n1antener viv:1, quizás al grado de expresar un glosos recababan transcripciones de lo que canlJ.ban los indios
rev/va! ritual ccnuad o en tan ro que, por su
en la exaltación de bética guerrera y de los soberanos de antaño. pJrte, otros indígenas conservaban esos cantos pcr escrito, adorná
Pero había dejado ndolos con pala-
de ocupar entre la nobleza el lugar excepcional que había sido bras cristianas para burlar las censuras. Las regulaciones de
el suyo antes de la los extirpadores de
Conquista. Por lo demás -~como toda transmisión oral- difícilm '"idolatrías", los esfuerzos secretos de los guardianes de! pasado,
ente era separable la inmersión obli-
de una ; 'escenificación'· pública en que se cimen[ aba, junto gada en una sociedad que vinculah~i el poder ren1poral y espiritu
con otros ele meo ros al con !a escritura.
visua!es, sonoros, lúdicros o drJJlláticos. Privados con frecuen la curiosidad por esta técnica nueva. todo concurría para privar
cia del comple mento ~1 lo oral de la
\'del sostén de "pintu ras" ocull:.as, extraviadas o quema das, aulorid ad de que había gozado en tiempos de los cuicat/ y de
aislados de las institu- los t!r1htol!i. Como
~iones que aseguraban su difusión, su regulación y su expresividad, es evidente, esto se presentaba dentro de los estratos dirigen
tes que trataba n con
los cantos y los
discursos del pasado hubiero n de coexistir con otras compos los empleados y los administradores y en menor n1edida entre
iciones inspiradas por Jos macehuales. En
los evangelizadores. su decadencia progresiva, lo oral tendió a no ser ya entre los
nobles del siglo X\.E
Compr endien do el partido que podían sacar del gusto de los sino el instrum ento de una reminiscencia histórica y se identifi
indios por el canto có rnás cada día con
v !a expresión oral, algunos religiosos enseña ron el canto llano la cultura de las rnasas uunpcsínas y citadin:Ls. Se puede decir,
y el canto grego- con mayor exacti-
~iano al rnismo tiempo y con el misino éxito que la escritura. Cantor tud, que fue la agonía de una oralida d aristocritica, ligada a
!a "lectur a de las pin-
es y maestros
de capilla proliferaron en los pueblos en tan gran número turas" y a dirigentes prestigiados en beneficio, i;i.I \'eZ, de formas
guc se pensab a que la más rnodesras y
aldea n1ás ínfirr1a contaba con tres o cuatro indios que cantaba menos regulada..~.
n todos los días en su
iglesia las HoN1s di! J\'1u'Jfh l Scüora. Pero la Iglesia tambié n Es difícil delimitar con la precisión deseada los n1edios en que
pensó en explotar las se elaboraron esas
fOrrnas rradicionales, en recuperar los antiguo s cantares para formas nuevas, esos con1promisos sin precedenre. Por lo general
loar la fe cristiana, , ei anonin1aro
''la vida de Cristo r de los santos' ' vaciando un conten ido cubre a los pintores, a los testigos del pasado conden ado tanto
nuevo en una forma como a los observa-
conocida y aproba da. Algunos religiosos lo intenta ron y, lo dores del presenre colonial. Disimula a los creadores y a los
que es aún más intere- escultores de glifos, a
sante, algunos indios cornpusieron poemas que se cantab an los lectores de libros, a los amantes de los grabados y los croquis
en ocasión de las gran- . ¿Cuán ros eran los
des fiestas religiosas. Obras producidas a lo largo de todo el que se dedicaban a tender puente s entre an1bos 1nundos, a vacilar
siglo hablaro n de la entre rnodos de
Creación del mundo , de L1 Anunciación, la Nati\'id ad, la Redenc expresión sin proporción común ? Puede parecer paradójico
ión; retomaron estudia r el produc to,
las imágenes y los convencionalismos estilísticos usados antes Ja práctica antes de interrogar al auror. pero es que la propia natural
de la Conqui sta ~las eza de las cosas
flores, las rnariposas, la.~ plumas de quetza l- y volvieron a casi no deja otra opción. Sín embarg o, es posible hacer interve
recurrir a temas paga- nir varios puntos de
nos confiriéndoles un rnatiz cristiano, Sin embarg o, es impens referencia. Hemos de recordar que en enero de 1536 se abrió,
able que esa conti- lYJjo la dirección
nuidad formal baya ocu!rado una ruptura decisiva en la compos de los franciscanos, el colegio de Santa Cruz de Tlacelo!co.
ición. Sin hacer Desde el primer año
dt' ello una regla sísternitica, parece ser que esos cantos recibier acogió a unos 60 rnuchachos salidos de la nobleza nahua del
on una forn1a escri- país, quienes "vi-
ta desde su concepción; dicho de otro modo, que el proceso nieron a entend er rodas las materias del arre de la grarnát
de creación ya no se iui y a hablar latín y
confió sólo a la rnemoria sino que dio lugar a un trabajo de entend erlo y escribir en latín v aun a hacer versos heroico
escritura que delata el s". DurJrn e unos 20
enlace infinira menre co1nplejo r nuevo de los tenias antiguo s afíos, de 1546 a 1565, los estud.ianres indígenas formados por
y las adopciones cris- los religiosos incluso
tÍJnas. En dlos se descubre de nue\'O la penetra ción de otra tuvieron a su cargo la dirección de la institución y una parre
técnica de expresión y de las enseñanzas.
de organización del pensam iento, cierto es que sin poder captar Con frecuencia se insisLe en la mala administración que durante
su alcance exacto. este periodo estu-
E! teatro de eYangelización. cuyo extraordinario éxito en el rnedio vo a punto de arruinar la empresa, olvidando pregun tarse sobre
indígen a conoce- el alcance de la
mos, estín1uló un proceso análogo: fue !a escritura franciscana aLnonon1Ía temporal pero excepcional de la que disfruta ron
la que sirvió de trama esros indios. Sin ern-
a la expresión oral de !os actores !ndígenas tanto como a sus
lntenro s de composi-
60 Fernando Horcas1u s. E/ ft,;¡fnJ túh1u1d
,'r4
l'\'.·\\I. 1
1101·ohHp .:tNJ )' !!FhÜrtu . Primera Parte. Mfxico,

31 de 162
Lr\ Pl~Tl:R/\ Y L-\ ESCRITl:R:\ Li\ Pl:..:TCRA Y LA ESCRITURA

bargo, fue en esa misma época cuando aparecieron muchas de !as formas que náhuatl al latín. E! ejemplo más espectacular sigue siendo la obra de rnedicina
hemos descrito. 1\llí se enseñaban la gramática. la retórica, la poética, la filosofía indígena debida a ?\1artín de la Cruz, traducida al latín hacia 1552 por el indio
y la medicina. Se leía a Plinio, 1-farcial, Salustio, Juvenal, Tito Livio. Cicerón, Juan Badiano de Xochimiko con el título de Libe/lus de viedicin,:;/ibus Tnt:lon1111
Boecío, los Padres de la Iglesia, Nebrija, Eras1no, Luis Vives, etc. De! colegio de herbis. 62
Santa Cruz salió una pléyade de indígenas que se iniciaron con brío en la cultu- Este dominio de las lenguas estuvo acompañado del desarrollo de una reflexión
ra letrada de los europeos. :\llí se encuentran indios de l\1éxico, de Tiatelolco, lingüística que en lo sucesiYo hacía posible la alfabetización del n:ihuad. Permi.
de 1\zcaporzako, de Xochimilco. de Texcoco e incluso de Huejotzíngo, en el riendo aislar, descontextualizar y escribir todas las palabras, el alfabeto facultó lo
valle de Puebla. "Sabios" que también supieron ser hombres de poder, puesto que quedaba tota!n1cnte fuera del alcance de la expresión pictográfica: la co1npila"
que varios de ellos desempeñaron funciones de gobernador y que el más insigne. cíón de gram:íticas y de "vocabularios" indígenas, de los que el más acabado sigue
don Antonio \Taleriano, "buen latinista, lógico y filósofo", incluso dirigió a los siendo sin objeción el Voc,ibu!ario del franciscano A!onso de lvfolina en el que, por
indios de la capital por espacio de 30 años. Entre ellos con frecuencia se reclutaron otra parte, colaboró el indio Hernando de Ribas. Don /\.ntonio Valeriano aportó
los informantes y los colaboradores que guiaron las investigaciones de los religiosos su contribución en los campos de la etimología y !a sernántica. Sin dificultad adivi-
y sobre todo las de Bernardino de Sahagún: lvíartín Jacobita, profesor y rector del namos !as pacientes investigaciones hechas sobre la adopción y la traducción de las
colegio; 1\ntonio Bejarano, profesor también; Pedro de San Buenaventura. . Es categorías occidentales, sobre ''las sutilezas de los concep[OS y del lenguaje'', de
sorprendente que estos indios que habían re(ibido una educación occidental par- las cuales más de una ¡erminó en la creación de neologismos a los que por lo dem5s
ticularmente compleja hayan sido también los que continuaban poseyendo los el náhuatl se prestaba fácilmente. Depuración de términos demasiado cargados de
saberes antiguos-. ¿No fue Pedro de San Buenaventura quien explicó a Sahagún rcsonancías paganas, interpretaciones cristianizadas de ideas tradicionales, desva-
el cálculo del principio del año prehispánico y quien copió o puso por escrito los lorización de vocablos que evocaban conductas ya lnacep¡ab!es denrro del nuevo
Himnos ele los dioses, uno de los textos más densos y menos reformados sobre orden de cosas, pero también búsqueda de elegancia y deseo de exactitud. Rara
los cultos antiguos? Pero tan1bién fueron ellos 1nismos quienes fijaron en los Colo- vez colaboración intelectual alguna se llevó tan !ejos. Y en efecto, gracias al trabajo
quios una versión de los únicos grandes debates que opusieron a los franciscanos de estos lingüistas y de estos informantes indígenas pudieron los religiosos idaborar
a los sacerdotes indígenas, o que esbozaron el relato de la conquista española, la el náhuatl de iglesia que debía regir las relaciones de los indios con el clero y con
Histon"a de la Conq11út,1. Se tiene la impresión de que estos testigos privilegiados !os dogmas durante to<la la época colonial. Estudiante y luego rector del colegio de
lograron dominar, entre 1550 y 1580, los dos espacios culturales, el indígena y el Santa Cruz, don Pablo Nazareo confiaba que se habla propuesto. infatigablemen-
cristiano, y, aún más, expresar el encuentro inicial. 61 te noche y día, "traducir del latín a nuestra lengua rodo lo que en el transcurso de!
También fueron traductores notables que corregían o establecían la Yersión ná- año se lec en las ig!csi:b de la tierra: los Evangelios y !as Epístolas de los Jomiogos,
huatl de tos textos latinos o españoles que les presentaban los franciscanos. En ello de los santos, de la Cuaresma y de las fiestas. . ''. 0.Ti siquiera Ja tipografía hacia
les aportaron una ayuda incalculable. j\sí fue como Hernando de Ribas -muerto retroceder la inteligencia v el tacto de los indios del colegio. ()riginario de Tlate-
en 1597- participó en la redacción de los Dt/ilogos (ie la pa.z; y tranq:alidi1d deí lolco, Diego Adri~no "componía en la imprenta en cualquier lengua tan bien y
,,;/Jna de Juan de Gaona. como don Francisco Bautista de Conueras trabajó con tan expeditarnente como lo pudiera hacer cualquier maestro por diestro que fuera
el francíscano Juan Bautista en la Yersión náhuatl del Conte111ptus vzundi y en el en este arte''. Lo mismo podría decirse de 1\guif:;!n de la Fuente, quien n1urió
libro de Lis t'anidades del 1nNndo. No sólo, a ejen1plo de Esteban Bravo. usaban hacia 1610 y a quien se deben numerosas ilustraciÜnes del Códice tie F!orcnci.1.H
un náhuad de una excepcional riqueza, sino que cscrihian un latín que asombraba Estas actividades de traductor, de experto del lenguaje e íncluso de Íinprcsc1 r pu-
a los lectores españoles. De Antonio \ 1a!eriano, quien murió en 1605 tras haber sieron a este grupo de indíos en estrecho contacto no sólo ron tCX'lOS desrin:t<.los a la
sido gobernador de los indios de >.léxico durante inucho tiempo, se decía que Ín· predicación, al catecismo. a la confesión, sino también con obras cuya n;iduccrf';n
cluso en los últirnos años de su vida "hablaba [latín J ex ternpore aun en los últimos al náhuatl basta para dar fe de la lenta pero segura asin1ilación de la cu!turadt: L:is
años de su Ycjcz con tanta propiedad y elegancia que parecía un Cicerón o Quinti- sabios europeos: cite1nos. enne otros, el Conte1np1us JJJtauii, es decir, la !11Ni.JOÓ1l
líano' '. De don Francisco Bautista de Contreras se admiraban las cartas ''tan bien rle.Jesucristo de Toinás de Ke1npis, el De Con_ro/Jt10nc de Bnc.. io n
compuestas· que redactaba en castellano. También se hícieron traducciones del las Fábul.1s de Esopo.

<;1 Sahagj,. H:srun:t o/>. nt. J!l. pp. ló'.i·lú':Juan Ibution. Scrm J1ur:fr¡ n; irngru mcx¡,;,;n.:, f·l G:Hrb.1:- \l)~l \_ lL pr l.SO 221.2:,.¡
\kxicn. Lópcz Dá,;;il);,, lGOf,.)([)': ( "Pró!· go ·en G,irib~\ \19-l]. !l. pp 218-2)6) ';) !hul r 2.) l. !:/:r/'_, jn_(j ,/1 .\"¡¡,-:·.; E.t/vll,1

32 de 162
L'\ P\>:lCJL\ Y i..\ ESCRlTLR.-\ L:\ Pl::\TL!L\ Y L:\ ESCRlTUKA

En ello se descubre indiscutiblemente la aparición y la constitución de una élite informantes que co!ecciunaban los manuscritos pictográficos, los conservaban, los
letrada profundamente cristianizada cuya caracterísúca principal fue la <le esra.r anotaban, los hacían circular, redactaban relaciones en náhuatl y leían en español.
intiin:uncnre ligada a las órdenes mendicantes y en particular a los franciscanos. Es En la tv1ixteca Alta, don C':rabtiel de Guzmán, cacique de Yanhuitlin de 1558 a
sJbido que la finalídad inicial ~pero pronto abandonada~ del colegio de Santa 1591, dominaba perfectamente el español. Y 11ichoacán, como hcn1os visro, no
Cruz habüi sido la de formar indios para el sacerdocio. Et proyecto fracasó ante la quedaba a la zaga con don Antonio Huirziméngari o esos indios de Taximaroa
hosrdidad de una parte de la Iglesia e incluso la de sus promotores, decepcionados quienes, en 1560, recibían del franciscano francés 0.1athurin Gilbert !a promesa
por l:b flaquezas dé' algunos de sus estudiantes. No por ello es n1enos cierto que de que se !es devolverían !as obras incautadas por la Inquisición.(,\
io.s indios del colegio proporcionaron a la Iglesia los medios intelectuales v lín- Bajo aquellas tentativas múltiples st adívina el deseo tenaz de reconquistar una
güísticos para penetrar 1ncjor en el n1undo indígena, aportando el conociru'iento identidad maltrecha, de colmar e! abismo abierto, la "red" rota por la Conquista,
que de él tenían y apoyando en todas las formas posibles la evangelización de las de adaptarse a las nuevas reglas de! juego -así fuesen religiosas, pollticas, sociales
poblaciones. A título infOrmatívo sólo mencionaremos el colegio agustino de Ti- o económicas- uatando de salvar lo esencial: el estatuto, los bienes y los privile--
'"
rípitío. donde la nobleza rarásca pudo aprender el latín, el griego e incluso el gios de los antiguos grupos dominantes. La nobleza indígena aprendió a conocer
hebreo repitiendo -cierto es que en rnenor escala- el ejemplo de Tb.telolco. Su mt'jot a su vencedor y a conformarse al modelo que le ofrec'ia la Corona española.
alunu10 rnás ilustre, don Anronio Huitziméngari Caltzontzin -quien fue goberna- el del hidalgo ibérico de quien adoptó la vestimenta, los emblemas -las armas, el
dor de J'viichoacán y rnuríó en 1562-, tenía nurneros:.is obras en latín v la ainistad del blasón, el caballo--··, la piedad ostentosa sin romper por ello con un pasado que
cronisla Cervantes de Salazar. !viuy lejos de allí, en la región de O~aca, el cacique ocuhaba "el comienzo, el asiento y la raíz del tlahtocáyotl" De ahí ese celoso
rnixtcca rnás poderoso só!o mencionaba dos libros en su testamento de 1591, aun cuidado por reunir las "pinturas", por guardarlas dentro del linaje, por sacar copias
cuando se tratara del f'ios Sanctor1111t y del C~antemptus 111undi. La cultura letrada y transcripciones para aportar las pruebas <le una legitimidad que los trasrornos
occidental desbordaba así las tierras nahuas para penetrar en comarcas mis distan~ traídos por la Conquista a veces ponían a dura prueba. De ahí también esa solici-
tes, para alcanzar otras ctnias.6·1 tud para ocupar las funciones de escribanos y de intérpretes -o nahuatlatos~- que
Pero !os indios !errados del colegio de Tlate!olco o de otras partes no linüraron aseguraban la unión entre ambas sociedades. Sobrevivir sociahnente conciliando
su acción a apoyar la empresa de la cristianización. Se dedicaron con igual energía lo que ya no era sino un pasado en parre prohibido y la inevitable realidad colo-
a defender sus privilegios r su jerarquía. i'vtuchos de ellos estaban ligados a las fa- nial, ta! fue, al parecer, la constante diligencia que n1atetia1izan los manejos de la
1ni!ias principescas de Texcoco, de l\1éxico o de '[Jaxcala. Este era el caso de don pintura y la escritura entre esos nobles vencidos, pero eso sí, n1uy conscientes
~'1.ntonio Pin1entd Ixr!ilxóchitl y de su padre don Fernando; de !os 1nestizos Juan de ser todavía enlaces indispensables entre los conquistadores y las poblaciones
de Pomar y Fernando de Alva Ixdilxóchitl; de don Alfonso lzhuezcatocatzin Axa- autóctonas.
yacatzin, hijo del rey Cuidáhuac, quien fue gobernador de Texcoco v escribió en La extensa digresión de la "pintura" y de la escritura tenía como fin escrutar el
esp;lfí.ol y en náhuatl la historia de su pasado. l)on Pablo Nazareo, e,l infatigable surgimiento de una cultura radicalmente nueva, a partir de los años 1540, en el seno
traductor, era esposo de una sobrina de 11otecuhzoma, de quien descendía también de los antiguos medios dirigentes. El estudio de la coexistencia de rnodos de expre-
el autor de la Crónica iYfexicayotl, Fernando de Alvarado ~fezozómoc. Pedro Ponce sión y de códigos distintos, el análisis del paso de uno a otro, de las transform·a-
de León ~autor de una Breve relación ele los dioses y ritos tie la gentilidad- tenía ciones de las form:J.s antiguas y de su consérvación, la derivación con frecuencia
lazos con el linaje de los seflores de 1'laxcala. A.ntonio \'aleriano resulta aquí la tentativa de soluciones originales son imagen de ias ttansfonnaciones, las prefe-
excepción pues al parecer no pertenecía a la nobleza, lo cual no impidió a su hiío rencias y los compron1isos a los que se entregó la nobleza indígena de las tierras
Diego casarse con una dama noble de Azcapotzalco. Sin pertenecer a estas arisrocra" nahuas, de lvfichoacán o de la región de Oaxaca. Cuando el Quattrocento italiano
cías, nobles de provincia o de seño(Íos rnás n1odestos, principales, participaron hace malabares con los modos de representación, valiéndose de sisremas antiguos
en !a elaboración de esa nueva cultura conservando la herenci,a, ejercitándose en o nuevos según los objetos que pinta, abreva en un mismo acervo cultural, en una
la escritura, consignando !a historia que se hacía ante sus ojos. Francisco r\.caxitli, misma sociedad, se inspira en registros distintos pero a pesar de todo emparenta-
gobernador de 'flalmanalco, redactó hacia 1550 un libro sobre la expedición de!
vnrey De !v1endoza contra los chichi1necas. De Tepeapulco v de Huexotla, cerca de 6i G:ud:ny (19~1), ll. pp. 228-23(), 20')~ Spores (196"'). p. 179; Fernindcz del Casri!!o, Librox J
!i/!reroJ , op. :ir., pp 14-16
Texcoco, de la región de Chalco y de Amecameca salieron ar~hivisras, compiladores,
ó6 CarrasLO, Co/pcn/m de ducum¿nro.r . op. ni .. JI. pp. l)-16 \"jJ.tJ.<1111: subrc L~obligacionesdcl
cscnlnno ;nJigcrn, ¡;J:11c Alonso <le Moluca. Conírrwn:;riu m,iyor 01 !tngu11 111txit.:1na y rastc//;;n.1
(;.¡ Ló¡xz S:irreiangu(· ( ¡ iJ(,5 ). pp 1-, .i · ! 7): Spvre~ { l 'J67). p. 242. Méxiu!. Antonio de Espinosa. 1)6i). fok 58r''-)8vº

33 de 162
71
L\ f'J.'::TL'R;\ Y L;\ ESCRlT1_ 'R.'\
LA Pl>:TLRA Y L-\ ESCRlTl _:RA

je y de la cartografía indígena (prefigu-


ia mexicana obedece a la conjunción de elación, en algunas "pin turas ", del paisa
dos. El interés excepcional de la experienc a la perfección en el siglo 0 la
les, a la relación de tradiciones desa· ración inesperada de lo que Hol<mda Uevó
prácticas que podrían considerarse irreductib dímensión pictográfica de las láminas botán
icas del Lihel !us de 111e 1Jt'ci 11 :r/ihu s.
lidad de los apoyos de la expresión:
rrolladas fuera de todo contacto previo. Plura les. O si no rebas ó el orde n de la síntesis individual
notación 1nusical; la imagen pinta da se aportaría ejemplos notab
los glifos se junta n con el alfabeto y la y de la jniciativa local, de la experienc
ia parcelaria, vacilante, de !a colección de
n oral oscila entre fonnas prehispánicas
encu entra con el grabado; la transmisió ura monástica cuan do agrega las adop-
suceden a las danzas ancestrales. muestras que en ocasiones evoca la arqu itect
o cristianizadas; el canto llano, la polifonía cíones tomadas de los estilos 1nis dívcr sos. ivías, ¿acaso el Quat troce nto no bal~
el español, se agregan a las lenguas
Pluralidad tamb ién de las lenguas: el latín, buceaba tamb ién en sus principios?ú
8
sirve en todas partes de lingu a .franc,1.
indígenas dominadas por el náhu atl que
anales que consígnan al mismo tiempo el año in- la que hemos seguido algunas manifesta-
Pluralidad de los calendarios en los La experiencia cultural, social y política de
" -el Códice de T!atelo!co, el Cód¡"ce z de dom inar la irrupción de Occidcn*
dígena y el año cristiano. O en esas "pin turas cíones no pudo ínstaurar una dinámica capa
el secreto de las memorias, bajo las imá· cia autóctona. El "mil agro '' abortó.
mexicanuJ 23-2 4-qu e discreta1neote, en te, de asimilarla y de coníugarla con la heren
olos de antañ o, marcan las correspon- ada del curso que había tomado, hacia
genes cristianas o la reutilización de los símb O. más exactamente, la experiencia fue desvi
s de los tiem pos" que inician a algunos otras formas condenadas a una exis~
dencias. O bien, incluso en esos "repertorio medios más modestos dond e prosiguíó' bajo
de los espacios que alían en las construc- ente minorita.río en el universo colonial.
indios en el zodiaco europeo. Pluralidad tencia marginal y a un estatuto cultu ralm
rto de las iglesias con la extensión vacía, nobleza indíg ena había n sido diezmadas
ciones 1nonásticas e! recinto cerrado y cubíe Las razones son múltiples. Las filas de la
grandes explanadas prehispánicas. Plu- nes lejanas, tas matanzas y las ejecu-
inrnensa de los atrios que se inspiran en !as por b.s guerras de la Conquista, las expedicio
e muy buenos ejemplos el Códice de reun ión tras la hu1nillación de la
ralidad más prosaica del vestido del que ofrec ciones. Cuan do sobrevivíó y pudo nego ciar su
icas económicas que saben agregar a la se en un 1nedio colonial hostil e impr e·
T!atcfoico. Pluralidad en fin de las práct derrota, le fue preciso aprender a perpetuar
-el tribu to en hombres y en especie, ley del rey y de Dios. Los primeros afec-
explotación de los recursos tradicionales visto. que sometía la costumbre india a la
nos~ los ingresos de la cría o los productos n los hijos de la.s 1nadres repudiadas por
los regalos obligados de los subalter tados y condenados al eclipsamiento fuero
rgo de definir un coníu nto estable en dona r ia polig amía . J\1ujeres y bastardos
de la sericicultura. _ No se trata sin emba esposos a los que la Iglesia instaba a aban
determin<1do, sino, por el contrario, el que les pertenecía. El sustrato de las
que cada rasgo vendría a ocupar un lugar fueron apartados bruta lmen te de la jerar
quía
configuraciones múltiples en embr ión, que la Coro na ruvo cuidado de proteger
ejemplo se ha tenid o repetidas veces, de alianzas se vio así desquiciado. Cierto es
mpon e para integrarse a creaciones improvi- legios, favores y bienes. Lo hizo tanto
dond e lo antiguo se modifica, se desco el estatuto de los nobles, de concederles privi
Las relaciones se invierten al caprícho de cual fuese su orig en- como porq ue no
sadas o para integrar elementos exóticos. por respeto al orden establecído -fue ra
lugares: ht iconografía occidental do1ni~ asiado preciosos de los que depe ndía n la
los contextos, de las convergencias y de los podía ptivarse de esos intermediarios de1n
ena se impo ne hacia la misma época en de Lis poblaciones. A los descendientes
na en los conventos, su equivalente indíg recaudación de! tribu to y la obediencia
ión o ;uticulación, coexisten dos modos halla ban inmiscuidos en sus filas, la Co-
las "pin turas ''. En acercamiento, yuxtaposic de los señores prehispánicos y a los que se
lo real, es decir tamb ién dos sistemas dis* les abríó las funciones de gobernador.(·
de representación y de intel igibi lidad de rona les concedió el título de cacique y
acíón que no sólo rigen la imagen que mayor de las confusiones dado que las
tintos de expectativa y de convencionaliz Con frecuencia, la innovación prod ujo la
, de mane ra más inme diata , los propios s de la tr~dición local que de la buen a
uno tiene de la realidad, sino asimismo condiciones de ingreso depe ndían meno
s hubi eran puesto en las cosas una do novestaban sometidas a la inccrri-
códigos perceptivos. Como si aquellos indio voluntad de las autorídades coloniales, cuan
a los cánones de antañ o, como abierto a de los españoles, de un encon1endero
doble mira da, tan sensible a la estética, dumb re de la intriga y la corn1pción. El favor
venido a saber todo el principio de y la acusación de idolatría un anna segu-
nuevas relaciones, a pasados distintos: "Han o de un eclesiástíco era una preciosa carta
dónd e procedemos y cómo fuimos so- que la costu mbre hubiera retenido. PaLl
nuestra vida por los libros que leen y de ra para neutralízar o apartar a un rival al
s a l:t fe y todo lo demás que se escribió en uccíd os en el comercio había ahí la posd.1i¡1.
juzgados de los romanos e convertido macehuales ambiciosos, hábiles y enriq
los templos o ai soberano mexi(a, de c:-.-
este caso .''º dad de apoderarse de tierras destinadas a
de los esquemas, de las categorías y de das a las presiones de los cspaf ioícs , cs,l.~
Qued a por deter mina r si esa duplicación capar del tribu to y de ser principales. Auna
lmen te en la instauración de un nuevo entar on un senti mien to de id:,d
la.s perspectivas podí a repercutir intelectua usurpaciones numerosas y cotidia.nas alim
nto, homo géne a y duradera cuya aso-
"idio lecto ", de una estructuración de conju .WJ, ;.,ib;1éo, L":\.•,.\1. 196)
&s Eli.>a \'ugas Lugo, Ln /;ort,1.i-i;j rd1gio
l 68- i -.í: Lópcz Sarrei ;rngue ( l ()G'i }, pp. 8}-10 3. 12_;. 12·1
f9 Gib;,on ( l 961). pp.
c,- EpHrol,1no (l'i:'Jé)). J\'. pp. iCS-lf r)

34 de 162
l.'\ P1'.\TL.lL\ Y LA ESCRITLRA

,. Je incenidurnhre que no perdonó a la aristocracia. Su ecu se encuentra, desde mayoría no posee ninguna calificación, son poneros. jardineros, conneros pero
l 'i·-Í 5. en el tcstJ.rncnto di: don i\nronio Pin1enrcl, cacique de T excoco, \' en la aun así descubren y aprenden prácticas nuevas, desde el cultivo de los árboles fru-
C\\rrcspondencia que la aristocracia de la capital cn1zó con la Corona en Lt s~gunda tales hasta los rudin1enros de la cocina monistica, ::: .Algunos adquieren una fami-
rnirid de! siglo _ _r\ pan ir de 1570, !a crisis demográfica cobró tal arnplitud que los liaridad más cercana con las cosas de la Iglt'sia. A ejemplo de esos sacristanes que
nobles perdieron a nurnerosos rnacehuales que les eran fieles. Los sobrevivientes acompañan a los sacerdotes y tienen a su cargo los objetos del culto, de esos topiies
prefirieron alquilar sus brazos :1 los españoles, mientras que fo_ Corona se esforzaba y alguaciles que se encargan de la seguridad de las familias y reúnen a los fieles para
por reduclr <l j¡¡ categoría de tributarios a la m:1yo(Ül de indios posible, así fuesen ia misa: al de los músicos y de los cantores que participan en !os oficios. Cantores y
de s::ingre noble, al n1ismo tiernpo que limiraba los derechos de los pipzltin sobre músicos. organistas, fh1utistas, rrompetist-as, tocadores de caramillo, de sacabuche
lo\ plcbe~·os Para recurrir a los rérn1inos de Charles Gibson, estas dificultades y de gaita incluso llegan a ser tan numerosos que el Concilio de 1555 se alarma por
dieron por resuhado ''una pérdida de ingresos, de poder y de prestigio que afectó ello. En general, se cuenta cerca de una docena por pueblo y los hay hasta en las
a ca(Ígues y principales'' -o lo?,,,,n1J.trin1onios con espafio!es, el mestizaje, la venta aldeas más modestas. Esta inflación es ejemplo de un proceso que afecta a la totali-
de bienes parrirnoniales, el cónstante forralecimíenro de la presencia europea y dad de los indios de iglesia. Pues al lado de los cantores y los fiscales surgidos de la
sobre todo !os estragos de las epidemias acumularon sus efectos para acentuar la nobleza se deslizan sin cesar recién llegados felices de sustraerse al tributo y de
regresión de una nobleza a la que, desde ese momento, las autoridades ya no tenían adquirir un estatuto al que no se habrían atrevido a aspirar antes de la Conquista.
por qué [ratar con rniranúenros, ¡\ello se agregó el desmoronamiento-de las redes Lo que se juega es importante pues concierne a la responsabilidad espiritual en
d<' dependencia que dorninaha la nobleza indígena. A! rr1is1no tiempo que perdía el sentido más amplio de la comunidad. Los cantores y los fiscales preparan a los
el don1inio de la repartición de! tributo. la nobleza autóctona dejaba de formar agonizantes para la confesión o para la muene; les ayudan a redactar su testamento;
conjuntos jerarquizados donde cada cual debía tener su rJngo. Y es probable que administran el bautismo en ausencia del cura. Enseñan el catecismo y anuncian
la desrnulriplicación de nexos individuales con la socied1,d española no hiciera sino el tiempo de las fiestas. Llevan el registro de las limosnas y las ofrendas y cuidan los
acelerar el proceso_ A este respecto es significativo que el historiador Chimalpahin, a objetos del culto y los ornamentos de la iglesia con un esmero _tan celoso como el
pesar de todo cantor arasionado de la grandeza de los señoríos de Chalco v de que otros han puesto o ponen aún en conservar los ''ídolos''. Es muy probable que
r\n1ecarneca, haya optado por agregar a su apellido indígena e! patronímico d~ sus entre ellos se recluten los indios que rnotu proprio copian los manuscritos de los re-
protectores españoles, don Sancho Sánchez de }...1uñón, maestro de escuela del ar- ligiosos o cornponen cantares sobre remas que esbozan un cristianismo que parcial-
zobtspado, y don Diego de ?\fufión. Li práctica era Je lo má..; común. Así, a medida mente corre ya el peligro de escapar de sus propagadores.
que est:1 nobleza se acercaba a los europeos, desataba los lazos gracias a !os cuales Otro medio, próximo al anterior, mantiene contactos cercanos con las formas
había edificado su poder, aun cuando conservara, a ejemplo de Chimalpahin, el occidentales. Son los albañiles, los escultores y los pintores quienes, bajo la direc-
recuerdo precioso de su origen. ción de los religiosos, edifican eo más de 300 localidades conventos e iglesias, es-
Deseosa de llegar a hL~ élites y carente de medios, durante las primeras décadas culpen fachadas y capiteles, y pintan miles de metros cuadrados de frescos. Son
la Iglesia se preocupó sobre todo por formar a !a nobleza. En la segunda mitad del ellos [os que, insensibles -y con razón- a la sucesión cronológica de los estilos
siglo se mostró proclive a desatender roda distinción social. en parte porque la europeos, inventan el estilo teq11/tqut 3 y dan a sus obras apariencias sucesivamente
estratificación de la socíedad indígena se hizo más vaga y las poblaciones menos románicas, góticas, inanuelinas, mozárabes, renacentistas o platerescas. Entre ellos
nurncrosas. Nobles y plt"beyos con frecuencia aprenden pues a leer y a escribir sin duda se descubre la rnísma distinción que opone a los aristócratas de las ciuda-
juntos,'; Y los segundos logran progresivamente llegar a funciones importantes en des y a los notables segundones de provincia: formados en ei montón, los artesanos
el seno de la comunidad siendo alcaldes, regidores, escribanos e incluso goberna· que laboran en los villorrios aislados no podrían ser confundidos con los de los
dores. Pero hay otras brechas, rambíén abiertas por la Iglesia. Alrededor de los rallcres de San José de los Naturales en 1'1éxico, de Sanríago 1'lateloko o de Tlaxca-
conv:ntos fundados por las órdenes mendícantes y desde fines del decenio de 1530 !a, quienes reciben pedidos de todo el valle de 1-1éxico, del de Puebla, de 1v1ichoacán
gravita una tnultitud de servidores índígenas que están exentos del pago del tribu- y de la región de Oaxaca y se inspiran cercanamente en los estilos occidentales.
to Y ;n ~ea_líd.ad dependen exclusivamente de los religíosos que- ejercen sobre ellos Desde luego es difícil conocer la proporción de los pintores y los escultores, los
una ;unsd1cc1ón y una autoridad discrecíona!es que todavía nadie les discure. La indios de iglesia y las autoridades civiles de los nobles y de los macehuales. Sin

"'!Glfisor¡ íl')C,'.'.''¡, P- !\e)·, Lúptz Satrehngue (JLJ6),L p. 144_ ;¡ DeKripú{m dd .;nohis/>:uio de Jféxfro hah.: en 1570. ~{f;.;.i;.:o.} } Terrazas. 18()"1, pp. 'H-óó:
"l TorqLHCllHda, Jfon.;r:¡I1í.1111dun;1_ op. c:lf., V, p. 172. Cádú:efr:ntrifl'J!IO, Siglo XVI, MCxiúl, Ch:hez Hadwe. 19..\l. f1· 5-
'.'l Re>·ts VJkriu (H78), pp. iJ3·165.

35 de 162
L-\ Pl~TL'R«\ Y L,-\ ESCRlT t:R.\
LA Pl'.\TCRA Y 1..-\ ESCRITCR1\
ir !as técnicas de
lejos de limitarse ciones sometidas y los conqui stadore s, habían tratado de difund
cn1bargo se puede considerar que, en la segund a 1nirad del siglo, Occidente al mismo tiempo que conserv aban lo que podía recibirs e de las antigua s
s plebeyo s invade n todos los peldaño s de la je- de las tentativas,
a tos empleos subalternos, alguno culturas. Como hemos visto, inspirar on muchas de las activida des,
fiscales o gobern adores. De ello resulta, en el altiplan o, en indocristiana. Sin
rarquía , son cantores, de los cornpromisos que rodearon la definic ión de una cultura
notables cuyo poder
lviichoacán y en Oa..xaca, la formación de un conjun to de dejar de constit uir una fuerza económ ica considerable y de gozar de los privilegios
prehisp ánica, que ya no se vincula n a domini os o a casas señoriales y, contar con otros poderes con-
no tiene raíz extendidos, la Iglesia regular hubo de aprend er a
idad. Esas modificaciones
sobre todo, cuyo horizonte se limita a la tierra de la comun currentes: la adminisrracíón del virrey, la audien cia, el clero secular , los obispos;
en duda los proceso s culturales que
progresivas del cuerpo social vuelven a poner hubo de medirse con una socieda d colonia l en que el peso de los españo les, los
formac ión que se destina ba a !a nobleza perdía sen- india dísminuía
hemos recorrido. La compleja mestizos, los negros y los mulato s crecía a medida que la poblaci ón
la medida en que el poder y la influen cia social de este grupo que útiles, irrempla~
tido y eficacia en
s rompía la cade- en proporciones considerables y a un ritmo acelerado_ :h1ás
mengu aban de n1anera irresistible. La irrupción de nuevos notable zables auxiliares de la Conqu ista y la coloniz ación, las órdenes mendic antes (como
ban los pzpi!tin . El proyecto de una
na de los conocimientos que antaño detenta los indios nobles), en !a segund a mitad del sig!o fueron compañ eros que se impo-
ria y !a aportac ión cristian a y occiden tal se veía lco, fuerza es
alianza entre la tradición nobilía nían mucho rnenos. El abando no progres ivo del colegio de Tlatelo
o menos breve en tanto que prolifer aban princip ales que cciones monásticas,
conden ado a plazo más recordarlo, fue contem poráne o del cese de las grande s constru
la redistri bución de
no debían nada ni a la "sangr e" ni a la "antig üedad" . Pero de la renuncia a los inmensos atrios cuyo espacio inútil ya sólo acogía poblaci o,
indígen a no bastan para
!as cartas socíales o 1nejor dicho su confusión en el mundo nes escasas.
explicar este callejón sín salida. '·
1
y el rrastocan1iento
ación parcial de La decadencia demog ráfica que afectab a a todos los indios
La difusió n de la escritura y de lo escrito, el estudio y la conserv de la relación de fuerzas que derivó de él contrib uyeron pues a de[ener el pleno
por parte de la Iglesia y de la Corona (de la que aportación cristiana y
desarrollo de una cultura original que lograba integra r la
las culturas indígenas suponí an
estrech amente por medio del patrona to) un clima de apertur a y era una cultura que moría
aquélla depend ía europea a un acervo y una tradició n autócto nos, Pues
siguíero a ia abdi-
n
de curiosidad que manifie stamen te se esfumó en los años que a medida que surgía:
de Trento ( 1563). España se
cación de Carlos V ( 1556) y a la clausura del Concilio
rreform a. En la Nueva España , este endureci- ciudade s y pueblos de 1nayor
constituyó en defensora de la Contra Vemos eo la era de ahora [último s años del siglo] que en Lis
estable cimien to del Tribun al del Santo Oficio (1571) y Esp~1ña no haya por n1ara\"illa quedado indio principal ni de
1niento se manifestó en el nombra día de esta Nueva
los libros y los escritos. amenaz ando (aí<la. las casas de !os
en una mayor regulación de la impres ión y la circulación de 5 lustre, los palacios de !os anriguos señores por tierra o
índígen a.~ Decisión determ i- parte sin gente y desporti lladas, los r:i.1ninos y calles desierrn.s,
Pero, en particu lar, de los que estaban en lengua plebeyos por !a mayor
-~
nante aún, la Iglesia cerraba a los indios el ingíeso al sacerdo cio y a !as órdenes reli- !as iglesias \\KÍJS en bs festividades.
incumb encia de la Inquisi ción: los !ndígen as se instalab an
giosas y los sustraía a la ía lo que provocó el
aun cuando mucho No fue entonces la írreduc tibilida d de las cultura s en presenc
en la condición de eternos neófitos y de menores espirituales, io, pese a los "traum atismo s" de
aban a la desaparición fracaso de las síntesis empeza das. Por el contrar
después algunos llegaron al sacerdocio. Estas medidas conden ación quedam os sorpren didos de !a preco-
a poco redujo el número de sus la Conquí sta y a la prueba de la coloniz
la experiencia del colegio de Tlatelolco, que poco la escritur a o de la capacid ad para captar medían te el
las epidem ias para ya no ser, a principios del cidad del aprend izaje de
mentor es, perdió a sus estudia ntes en ilidad dan fe de que
se enseña ba a leer y escribir . En 1585 el arzobispo pincel la nueva sociedad. Estas reacciones, esta";permeab
siglo XVTl, sino una escuela donde que fructifi caron a
enseña nza: "no convien e que sepan latinida d, retórica, fi- la comunicacíón y el interca mbio no sólo eran ¡)Üsibles sino
se declaró contra la viables , hasta qué límite
losofía ni otra ciencia alguna ''. Mas por encima de estas 1nedida
s y estos abando~ costa de ajustes a veces sutiles. ¿Hasta qué punto eran
person a que parecen
las órdenes mendic antes, y en se podía obrar sobre dos modos de enfocar la realída d y la
nos no podemos dejar de recordar el retroceso de un equilib rio entre dos lenguaj es para obtene r una
particular de los franciscanos, pata compre nder mejor este cese de las experie ncias irreconciliables y manten er
soñado con una La pregun ta invita a escruta r otros context os que igualm ente pusie-
realizadas en el transcurso del siglo X\'!. Los franciscanos habían síntesis original?
de exprcsí ón bajo la impo:.i-
de una nueva cris- ron a élltes autócto nas ante un trastorn o de sus n1odos
Nueva España en que sólo los indios y ellos pusiera n las bases ísta acomp añada de una domina ción
a protect ora entre las pobla- ción o la influen cia de una religión monote
tiandad , :0 se habían esforzado por servir de pantall nes de las cultura s locales en los puebk1s de ,:\fricJ.
exterior. Pensemos en tas reaccio
Vll, p. 29:-
-.¡ López Sarrcbng uc (196'.i). pp. 95·96; EpúiuÚn ó. . (19-!0),
;~ ftrnánde z Jcl Castillo, /1bro.1 y lthrcrm , O/!- cit , pp. l ·-Íi, 247, 8 l, 513. np. cit .. lll. pp. 2~5-2~·1

-r, Phdan (1072). rp. 6')-88

36 de 162
Lt\ Pl~TL'R.-\ Y LA ESCRITCRA

pcnctr:1dos o alcanzados superficialmente por el Is!ain y puestos ante una liter,-;cy


in:porrada. Con ello, !a originalidad de la experiencia 1nexicana destaca n1ejor: IL MEMORIAS POR ENCARGO
perrnite renovar el debate sustituyendo la pareja orali escrito por una relación más
cornpll'ja entre el alfabeto, la imagen pintada y lo oral y, por encírna de las preo-
l·upaciones de! antropólogo y del historiador, muestra el recorrido de una cultura L.-\ ORlG1:.;,\UD.-\D de las formas que hen1os visro aparecer en el ;\féxico indígena del
qu.e de pronto se desliza de la imagen a la escritura, a contracorriente de lo que en siglo X\'J difícilmente es disociable de lo que es preciso llamar la "1nodernidad"
!a actualidad podemos observar a nuestro alrededor. Tampoco dejemos de compa- de esta España conquistadora y del imperio de Carlos V. Aun cuando haya habido
rar las reacciones de las noblezas mexicanas con los comportamientos adoptados e! precedente n1orisco, se sabe que fue en la Nueva España donde la Iglesia y el
por los chinos g4nados para el rrístíanismo, a fin de n1edir b importancia decisiva Estado lanzan la colosal empresa de someter poblaciones considerables a una
de las relaciones de fuerza y apreciar mejor el grado de plasticidad del catolicismo. ~s "policía", a un género de vida uniforme, que también es ahí donde la práctica
Limitén1onos a subrayar que l~¡:onquista española, concebida en el sentido más impone una definición precisa del matrimonio cristiano, o una pedagogía en gran
lato, no só!o acabó en prohibicio"nes, destrucciones y aboliciones. Tuvo implicacio- escala de la confesión, que igualmente es ahí donde la Corona hace la economía
nes menos espectaculares aunque igualmente disolventes en el largo plazo. Im- del feudalismo. ''fv1odernidad'' sorprendente es también la de esos cuesrionaríos
plicaciones latentes, mudas, que adoptaron tanto la forma de la descalificación enciclopédicos concebidos, reconsiderados, luego adaptados antes de ser lanzados
(de lo oral), de la descontextualización (del lenguaje pictográfico respecto a sus por toda la península y por la inmensidad de un continente apenas conocido.
referentes habituales, o de los elen1entos de este lenguaje respecto a la totalidad De 1578 a 1585 en toda la Nueva España de entonces !os corregidores y los
que los organizaba), como de la singularización, del encogimiento del campo de alcaldes mayores convocaron a los responsables de los pueblos indígenas, pues éstos
las connotaciones o del dístanciarniento. Esas inflexiones, esos desplazanlÍentos no debían responder a un cuestionario elaborado por el cronista y cosmógrafo del
fueron juegos mentales o producto de un enfrentan1ienro abstracto entre grandes rey,Juan López de Vela.seo, en 1577. La empresa no tenía nada <le nuevo pues se
entidades que por comodidad llamamos culturas, sino resultados concretos de prác- inspiraba en las conquistas y los cuestionarios preparados por Juan de Ü\·ando y
ricas tan diversas como [a pintura de glifos, ta puesta por escrito, el dibujo carto- CJ-odoy, quien se había propuesto -hasta su muerte ocurrida en 15 75- reunir
gráfico o la creación plástica . .A. través de estas prácticas se transmitió la revolución tantas informaciones como fuera posible sobre los territorios sometidos a b Corona.
de los rnodos de expresión y de comunicación que desencadenó la colonización Cuestionarios de 37 ( 1569), 200 (15 70) y luego de 13 5 preguntas ( 15 7 3) foernn
española. Revolución inconclusa por ser ahogada demasiado pronto, la experiencia sucesivamente perfeccionados y transformados por el famoso legista_ Una encuesta
n1exicana sólo prosperó mientras se prestó a ello el equilibrio de fuerzas. Pues todo análoga se realizó en Castilla a partir de 15 74. Esta produjo el cúmulo considerable
nos conduce al peso de los hombres y a la muerte colectiva: el retroceso y la n1or- de las Relaciones topográfic,1s de los pueblos de España. Por consiguiente, un
tandad de las antiguas noblezas, la rnovilidad social, la decadencia de! "imperio cuestionario impreso fue enviado en 1577 a Nueva España y dirigido al virrey,
de los n1endicantes", el ascenso Je los rnestizos y los blancos. Por lo demás, del quien lo transinitió a los corregidores y a !os alcaldes mayores. Se componía de 50
Códú:e Telleriano-Retnensis al Códice Aubin o al Códice SieJ1a, las ''pinturas'' no capítulos, a su vez subdivididos en varias preguntas cuyo conjunto abordaba n1ás o
dejaron de evocar las epidemias, los enfermos y los muertos que éstas dejaban. Sin menos todos los aspectos del mundo colonial. La geografía física, la toponimia,
embargo, si la incidencia inn1ediata, social y económica de la hecatombe de las el clima, los recursos agrícolas y minerales, la botánica, las lenguas. la historia polí-
poblaciones indias es claramente perceptible (y relativan1ente conocida), todavía tica, la población, las enfermedades, el comercio son algunos de los nun1erosos
es preciso definir su impacto sobre las memorias antes de observar en otros medios ten1as traídos a colación por esas preguntas. Por sl sola, la gama da fe de la ambi-
el surgi1niento de nuevas opciones culturales, a medida que la nobleza indígena se ción del proyecto que alimentaban el Consejo de Indias y el cos1nógrafo del rey.
hundía en un Ínternúnable crepúsculo_ La empresa fue !!evada a feliz término y las Relaciones enviadas a España aunque
nunca se explotaron, buen ejemplo del abisrno que separaba las curiosidades del
Estado de su capacidad de "tratar la información" que había rccibido. 1
Las 168 Relaciones de la Nueva España que subsisten tratan aproximaclament(~
de 415 pueblos. Constituyen un corpus excepcional aun cuando esté incompleto
1 Sobre lao KdJ&io11eJ, t'fanse los c~tuJlcJo de H F_ Clin<: y D Robcnson lúnt(·nidu> en f-IM.ii. pane
"~ };1d-; Good1-. Li'terclC)' in Trad!l10J1:1Í Soc11't1",,',, Carnbridg(·. Cambridge Uníversitv Press, llJ68:
l, vol. 12, 1()-:'2; Man u ti Carrera Statnpa. "Rdaciuncs gcogrJJi(a:, Je Nueva Es pafia, >iglos XV! y xvrn''
J:1cqu(·s Gcrnn, Chi?Ic' el Chn'_rtunHmo. /'1ctun U rfactzon. l;;HÍ>, Gailim::rci. l98i ,
Estudioj d,, f-listorú 1\'cn-ohispanJ, l1, 1968, pp 2}_)"261

37 de 162
;\IE;\\ORl.1\S POR L''\Cl'd\.GO \1EMOR! 1\S l'OR E:\C,\RGO
79

Unas Relaciones nunca salieron a la luz, otras fueron destruidas, algunas más todavía térprete y del notario, los indígenas se dirigían al corregidor, al alcalde mavor, a
esperan ser exhumadas. Un buen nún1ero de !as que aún existen van acompaña· veces en presencia de reg.ularcs o de seculares que asisrían, incluso que par;icípa·
das, conforme a las instrucciones del cuestionario, de mapa..-; entre los que muchos ban en la enc~esta. Es evidente q_ue de la relación de fuerzas y de la calidad de los
fueron pintados por indígenas. El total constítuye un material de un interés consi- lazos establecidos entre los notables indígenas y las autoridades españolas, tanto
derable, prácticamente inagotable y que todavía sólo ha sido objeto de explota· como de la presencia o la ausencia de un clérigo sensible a los rcsabíos de idolatría
ciones parciales. De él no se exan1inará aquí sino un aspecto muy lin1itado: el que dependieron por una parte la abundancía y !a densidad de las informaciones reci~
concierne a la manera en que los indios o más exactamente los informantes indíge- bidas. A ello se agregaron factores personales: el tíempo dedicado a la encuesta
nas describieron su propio pasado a la luz de las orientaciones de !a encuesta. Antes la curi_osi~ad manifestada p~r los encuestadores y la familiaridad que tenían con, J;~
de abordarlo, tal vez no esté de rnis evocar el torrente de preguntas a las que fueron cosas 1nd1genas. Huelga decu que se podría epilogar indefinidainente sobre la con-
sometidos aquellos informantes. Suct"siv:unente. tenían que dar cuenta del signifi- fiabilidad y la calidad de las informaciones reunidas en esas condiciones y que,
cado del nombre de! pueblo; de !as circunstancias de su descubrímíento o de su con10 la mayor parte de las fuentes tocantes a los inundas indígenas, éstas sufrieron
conquista; de las características físicas de la comarca; del número de habitantes v ª.todas luces los azares habitu;:Jcs o imprevistos de la comunicación social, lingüís-
de sus variaciones; del hábitat; de los modos de vida: inclinaciones y manera d~ tica Y cultural, sus malentendidos tanto como sus aproximaciones.
vivir; de !as lenguas; de los caminos y de las distancias; de las circunstancias y de la Paree~ se~ que fueron !as circunstancias específicas de cada encuesta Ja..~ que pe-
fecha de la fundación del pueblo; del número de sus primeros ocupantes; de su sitio; s~ron pnnupalmenre sobre las respuestas registradas y la an1plitud de las rericen-
de su estatuto y de su régimen político en la época prehispánica; del tributo; de nas y las censuras. Nada indíca que informantes oficialmente cristianos desde hacía
las "adoraciones, ritos y costumbres, buenas y 1nalas, que tenían"; de las formas unos 40 años hayan tratado de manera sister11dtica de guardar silencio en el terreno
de gobierno; de la guerra; de las modi:ficacíones del vestido, de la alimentación v de de la idolatría. Incluso al!í donde ~en ciertas regíones del obispado de Oaxaca~
la condición física; de la salubridad de la región, de las enfermedades que ha~ían fl~t~ba aún el. recuerdo reciente de campañas <le extirpación. algunos indios des-
estragos, de los ren1edios con que se combatían; de la geografía, de la fauna y de la cnb1eron el ongen de los :acrificio~ y la naturale-za de sus prácticas, lo que, según
llora; de las minas y de las canteras; del comercio, ere La lista, como vernos, resulta los contextos, no excluye 1ntervcnc1ones 1nás o n1enos confirmadas. En cambio. es
asombrosa. Las respuestas, por lo general, lo son también. En otras palabras, los más difícil evaluar en qué medida uataron los indios de disimular Ja natural~za
encuestadores pedían números. fechas, hechos, comparaciones, interpretaciones, de los recursos y el r;úm.ero de hombres que ocultaba su comarca. Sabido es que !a
juicios de valor y señalamientos ohjctivos. Tarea considerable para la cual pocos carga fiscal dep~ndia d1recr.amente del número de !os tributarios declarados por
indios estaban preparados y que con1plicaban las circunstancias particulares que c:da p~eblo. ~i_e:tas Relaciones agregan un sesgo complementario que complica
instauraba !a encuesta. aun mas su anahs1s. Ocurre así que la.5 de Texcoco y de Tlaxcala fueron redactadas
Lejos de surgir en el seno de la coinunidad o del linaje, en el inarco de una en se· P?~ Pomar y ?v1uñoz·Carnargo, dos historiadores rnestizos muy en tenidos de lastra-
ñanza, de una f('stivídad, de un titigiu de sucesión o incluso de ritos clandestinos, d1c1ones locales. Pese al inn1cnso interés de sus obras, he preferido descartarlas
!as respuestas indígenas fueron así fruto de una coacción externa, perfectamente aquí en la medida en que el estudio de la aculnuación de las n1emorias indígena,.~ <l
ajena al medio y al grupo. Convoc;1dos por el alcalde mayor, \~)S gobernadores indí- través de una reinterpretación mestÍza rnezclada con ambiciones historiográficas
genas de la co1narca, los principales y todos los ancianos de los pueblos que depen- Y políticas presenta escollos demasiado consíderables.·\
dían de su jurisdicción se hacían explicar el cuestionario antes de informarse sobre Sin pretender que se ha evitado el obstáculo de_l filtrado v de las interferencias,
todos los puntos requeridos con la misión de "confiar a su memoria" el mavor por el contrario quizás sea posible sacarles partido:';Ta! vez c~n dos condiciones. L;t
número de respuestas posible y de presentar una declaración verídica que dijer~ lo primera, seleccionar corno objeto de estudio las inflexiones. incluso las distorsiones
"esencial", es Jecir ''la \'trdad de lo que todos y cada uno de ellos supiese y alcan- que los indios imprímieron a sus declaraciones para respo~der a las exigencias es·
zase así por cxperiencía como por oídas".' La comunicación de la información por pañolas. en vez de panir tras la büsqueda sistemática de materiales prthtsp<in1·
consiguiente era objeto de una cclacción (a veces brura!), en la rr1edicla en que era cos. La segunda -correlatÍYa a la primera-, aceptar que la encucsra cspai'ioh no
inseparable Je los grupos que irnplicaba. Sus poseedores y sus portadores, como se reducía a un juego más o n1enos rorpe de preguntas y respuestas, sino que desa-
sus eslabones intermedios. pertenecían a lo~ estratos don1inanrcs de la sociedad rrollaba confrontaciones tan sutiles y subterráneas que escap;iban a !a gencr;i¡icL1d
indígena ~a ello vohTren1os-· o de !a sociedad colonial. Así, por cncÍ!na del in·
1 Pr•mar. Rcl1n6n ,le Tc:::;;uco. up. nt, Diego \1uñoz Camargo. Dncripoó.•1 .ú :.-.;'.;./¡ ¡-n.1:t1

0
l P,,¡;bclo Je Surt.i Er¡'.'.'.Jii,;. f;anus n dd P:c<:iJ y Tr,w,roc,o (comp. l. StgunJa snit (c:tado pc;E).
/.·,

;;u de T!.rxc.t.'d ., \1éx1u1. l;:\.'i\1, l0i\1


\ladrid. l'!U). \"!.p. U

38 de 162
O
MEM OR\ AS POR ENC ARG
O
.\1[.\ElRJ:\S POR L",C1\RG da-
bié n en dis ting ulr ''lo ver
s rub ros , em peñ ánd ose tam
cio , rnás o me nos a los mis mo
una <leinanda de infü rma
que al rnísrno ticn 1po que dero de lo dud oso " ido de bas e par a des crib ir
el
Je !os prc)t:>.gonistas. Y es ta imp oní a una con cep ció n
r con frec uen cia han serv
tesp ond ían ü no, l:i enc ues Las Relaciones geográfica imo nio s, o par a
ncs a la que !os ind íge nas ¿QL1é pod ía sign ific ar, por
mex ican as, por no dísp one
r de otro s test
!a ~uc pn: ft(Í an los ind ios. pas ado de las soc led ade s los ind ios de las
ci_d s:i.~cf que quiz-i: no era dob \c exigenci 2 de ir a lo esenci,1
/ y
nar ios. Sin em bar go, nad
a indi ca. que
par a u,no s inf? rrna nrc s ind íge nas . esa
crir erío s d~ dar cue rpo a saberes lacu a en que los esp año les del
siglo xv1
c¡uT ,P _0, nto_! /Po día n los ner
1
ado de la ma
té ah cu;d se veían de pro Rel acio nes per cib iera n su pas ehe nde rlo en la
Je dcu r lo t-'tra.uit.'ru trcn zado~; Por el con trar io, -rio
ion·, en que nos otro s pre
ten dem os apr
; p:u a col oni zad ore s\' coloni pod ían con ceb irlo o, a fort los con ten ido sy
cnu ndJ dÓ O ser los misn1Cx_ po per cib ía lJ. rea lida d v medL: la nte , fue rza es hac er a la par
el análisis de
nera en que cad a gru Jctu atid ad. Por con sig uie Del vall e de
pre gun tars e sob~e la pen
dep end ía Lodo de la mJ. i- ria ind íge na.
y de los aza res de la me mo
t:x:1l'r_Ítud_ ~- ~1 scn~1,dp de
~1na_ info rma ció n? lgual cabe a! -la et estu dio de la org ani zac ión
ició n ora l par ece hab er des em-
tnd1os a un datu surgido
de b. exp erie nci a per son aca o a 1v1ichoacán, la trad
nt:nci.:<. qt;e con ¡_c aun l_u: r 0.iéxico a la reg ión de Oax lta atrás que sus cita ba ia
en-
i\·al:ia a sup one r e imp one pap el imp ort ant e en la vue
,º cran srn1 uda de b(~Ca en boca. ¿i\'o equ indi Yi- peñ ado por doq uie ra un jos - qui ene s la may or par te
t'S/J 111 eno ;1--_
de su CómunH.:acíón que ten
día a ape !ar tan to a! ancianos -lo s ant igu os vie
un·J Cl)nccpc1on del saber~· cue sta esp año la. Fue ron los not abl es loca les, lo.s prin cip a-
iera sido pin tad a o dic ha' dirs e con los nob les y los
duo cor no a la trad ició n
rec1b;da, aun que hub del tiem po par ece n con fun con qué resp ond er a las
1iento jun tab :t un enf oqu e su me mo ria par a sacar de
ella
ahí_ Con _un n1ismo 1TI0\·in les, qui ene s hur gar on en alegó su desaparición par a
explicar
.\LL' _la· cncuest:l no parab;l no1 nía, en orras pal abr as un erad as oca sion es se
d, de la pol íuc a, dt la religión;-: de la eco
aut orid ade s colo nial es. En reit
s del sab er. Las fue nte s atri bu-
de b sud eda cos previos, sus lógicas ex- fus ión y las inc erti dum bre
-~lo ~e ~1e Jr~a lida d. su pre fab rica do, sus supues la amn esia , incluso b. con de Oax aca , ten ían
J~~s b co.n
ión inc ons cien te. Ob liga ba ava nza das : los de lxte pej í,
al nor este
enc tas lTludas. su org aru zac yen a esos anc ian os eda des mac ión .
pi ª' i_r.0 e _Lrr:p l_Ktt;l~. 5us evtd erro r o la apr oxi
s por el tan lÍz de catego- orta aqu l el ma rge n de
na\ a e.ntregar dat os pas ado Poc o imp
~\h)l:os !1~s- H~_forrnantcs 1nd íge
y 90 año s. ta. (15 79-
~b dili - ent re 75 épo ca de la encues
!as SU\' ' Por lo dem ás, la n que los anc ian os, qui ene s en la
~.de no nec esa ri:u nen re eran Rec ord emo s más bie
la Conquista. esp año b. (15 19) y
. u~ 4:,o uac 1on es que
en q.ue los enc ues tad ore s esp a-
s, hab ían nacido antes de
soio sen tido en la me did a 1582), lleg aba n a los 80 año aún de tod a in-
genua_ no ope rab a en un lite ral del térm ino , slno ·
do en un me dio pre hisp
áni co exe nto
sólo a trad uci r en el sen rido por tan to se hab ían for ma de un mu ndo aca bad o, por
~
ñules_~e ve_ían obl iga dos no s .•A.. dec irY erd ad. lo ese n-
de los últi mo s test igo s
!os indios a(c edí an a décirle flue nci a occ ide nta l. Tra táb ase que ase-
u1~1hicn a inte rpr eta r lo que s. Sí bie n la situ ació n rma ció n pre cio sa sino tam
bié n de las técnicas
cm pn . ·sa reca ta sob re las espaldas de !os info rma nte !a ta dores no sólo de una info trat ado del apr end iza je de
la
ual de la s mon1cntos del con tact o, su tran smi sió n, as\ se hay a
no era nueva dad ü que
se ren1ontab1 a los prín1ero a esp a- gur aba n su con serv ació n y ctic aba n las soc ied ade s ind í-
Sraba con tod as las ant erio
res, pue s !a dem and ora ció n -ta l com o la pra
~ncucst:> de 1 S~8-1582 contr:L trad ició n ora l, de la rem em pre nsíb lc que su ext inc ión hay a
emá tico y enc iclo péd ico dad o que n de las "pintura...<;", Es com
nola tal v~z nun ca b~ihía c0b
rad o un giro tan sist genas~ o del exa me n los med ios de
o tam bié
ine nte tod os los car npo s del tar la me mo ria del gru po
com
Esp aña y abo rda ba pric tica pod ido al mis mo tiem po afec
se extend1a a tod a l~ NucYa hist oria , de ia religión a
~,eo grai fa a b eco non üa, de la pob laci ón !a a
des- conservarla y de comunicar
la. ~
lida d estr ech ame nte vincu-
s,tber, de !a
ind íge nas era n inv irad os a ta qué gra do estaba la ora
c1o n Pur vez prim era tod os !os pue blo s Por otra par te, es sab ido has su acción suti l dep end ia
la
i::i_ alnn enta
len gua je de los dom ina dor
es las ''pi ntu ras '' y cóm o de
cribirse va hacer!n en e\ lad a a la obs erv ació n de con sult a de las "pi ntu ras " a
sól o- era apreciar la aut ent icid ad ad de la info rma ció n. La
Visto des de este áng ulo el
asu nto ya no -o no con serv ació n de la inte grid inte rrog ado s. En oca sio-
r el efe cto de las rela.- un mo do exp lici to por los
ind ios
inc on1 p!tr o de los test imo niu s ind íge nas , escruta rnás veces fue me nci ona da de nio s per mit en aug ura r su
exis-
Cor ona ...Alcanza. niveles
0
e\ (;lt5ctcr la den sid ad de los test imo
rza o el celo de ins fun cio nar ios Je la info r- nes , sólo la nat ura lez a y
ación ma teri al del obj eto
c.1o nes de fue ptuales que ord ena ron esas imp lica ba no sólo la conserv
tunc~arnentale.s. CorH.icrnc
:i las mattiLTS C<.Jnce ten cia, Exi sten cia ésta que nos atre verí ai11 os a agr ega r,
per ctp ció n del tiem po y la servada de inte rpre tarl o. Y,
que pud iero n alterarlas. La sino tam bié n la fac ulta d con ent os ant igu os
m13.C~~Jne.s ~·a la ma ner a :n coo s en bas e en doc um
ron, com o ya lo sos pec ham
os, dos de los rerr de elab ora rlo de nue vo con
reia uoo con el p:lsado fue- íe- de rep rod uci rlo e incluso las fechas de realización
de los
b1s 1T1crnorias ind íge nas hub ien tes, com o lo sug iere n
pres l{'.n ada s por ios enc ues tad ore s esp año les, v 158 2 de 1 e info rma cio nes más rec
n núm ero de Rel acio nes . La
que .
l y ver dad ero ". :\sí lo hici
eron enr re 15 79 aví a aco mp aña n un bue
ron de deu r '·lo más esencia t~ ma pas ind íge nas que tod uno de aqueUo s pin tore s,
.\léxico a las cos Pac í-
del luso nos da ei nom bre de
ias de Oax aca , del go\fo de Relación de Mexicalzingo inc blo en 157 9.
valle d_e 1-1éxico a las 1nontaf otra s me mo rias hab ían resp ond ido en el cor reg ido r encargó
el ma pa del pue
fico_ Co1no en Esp aña uno
s af1os antes ( l ') 7 S ), Do min go Bon ifac io, a qui

5 PNE, lV, p. 11

39 de 162
l\.·1EMORIAS POR E'.\<C;\RGO 83
82 MEMORL\S POR E'.'<CARGO

su bis,
Cuando aún existían, aquellas "pintur as" fijaban el recuerdo de la
fundación, la pueblos que se remonta ran a sus orígenes, que dieran el afio, que evoc;uan
ta español a y, sobre todo, que confron rar 3 n
sucesíón de los caciques, !a toponim ia, los cómputo s de! ríempo y de las fiestas, toria política y nülitar hasta !a Conquis
consulta ron los infor- el pasado de la' 'infidel idad'' o de la ''gentili dad'' con el
a la manera de la Tira de Tepechp an que probabl emente bajo numerosos aspectos
, eran "la memoria de la Colonia . Sometid os al lecho de Procusto de una historia en
marnes de este pueblo. Ellas "enseña ban las cosas de antaño" presente cristíano
episodios
de los venideros". Resulta imposible establt?cer -salvo en cuanto a los mapas - esencía lineal, los informantes fueron conducidos a sacar de su pasado
las indicaci ones de fecha,
en qué rnedida estos documentos eran de concepc ión tradicion al o si ya los había conformes con los criteríos de una encuesta que favorecía
s latinos, lo que probabl emente ocurría con frecuen · de identida d y de cantidad
invadido la glosa en caractere ejemplo !os
cía en aquellos fines del siglo. ¿Dispon ían ya los informa ntes de textos en escritura Es cierto que los antiguos nahuas y sin duda otros grupos -por
Es difícil n practíca ban el registro de los hechos singular es cuando les era
latina que consignaran la historia local, por ejemplo, en forma de anales? inix:tec as- conocía y
ción de los derecho s
descubrirlo. Lo más que se sabe es que en Tepeaca , !vfexical zingo o Huichap an menester marcar de n1anera irrecusable el origen y !a justifica
de un territori o o ta distribu ción de !os
había indios que llevaban esos registros . Cierto es que si el altiplar1 0 nahua (e adquiridos o conquistados, la delimitacíón
at parecer
incluso otomí) es rico en docume ntos de esta especie, esos docume ntos son más caípul/i en un terreno. ~1as esta aprehensión lineal de los acontecimientos
fuere, las al retorno de los ciclos, puesto qve termina ba por aliinent ar
raros en 1-1ichoacán y casi inexistentes en la regíón de Oaxaca.(' Sea como estuvo subordi nada
inos ''mito'' . El
Relaciones siguieron siendo muy discretas en este capítulo, limitánd ose a revelar la con sus materiales to que a falta de un nombre mejor llamaría
en !a medida en que
difusión de la finna, sistemática entre los gobernadores indígena s, más irregular acontecimíento era catalogado, interiorizado y compre ndido
preexistentes.
entre los principales y los alcaldes que sirvieron de informa ntes·, y a mencion ar podía insertarse en una matriz preestablecida, dentro de esquemas
de Cortés con el regreso esperado del
escuelas y a indios que sabían leer y escribir. La asimilación de la imprevisible llegada
ron un ejemplo notable mente elocuen te. El cómput o de
En aquel siglo xv1 que expiraba, los apoyos de la memoria indígena enfrenta dios Quetzalcóatl nos ofrece
lvfuerte de los de la trecena, del ines y de los años) ejercía pues una indudab le
los ataques conjunto s de la muerte en masa y de la descultu ración. los ciclos (del día,
o líneas arriba.
informantes que habían memorizado las ''palabra s de los anciano s'', pérdida de primacía dentro de una percepción del tíempo que ya hemos entrevist
52 años al térnüno del cual,
las técnicas de lectura y de elaboración de las "pintur as". desapari ción en fin Culmin aba en el xi.uhvzolpil/i, es decir el periodo de
(que resultab an de la combina ción de
de aquellos documentos extraviados, confiscados por los religiosos, destruid
os por habiendo recorrido todos los nombres de años
creía que el universo podía tocar a su fin. Como
los propios indios u olvidado s a medida que se hacían indescif rables. Pero la situa· 13 números y de cuatro signos), se
arlos, todo
ción era aún más crítica cuando !as culturas locales habían desarrol lado poco el aquellos ciclos de 52 años se sucedían sin recibir nombre s para identific
dament e difícil,"
lenguaje pictográfico y es probable que a esta desventaja se deba la ro.breza y la es. punto de referencia cronológico a la europea resultaba extrema
, las modalíd adcs y la
casez de las memorias de Iv1ichoacán. Así se hablan reunido en las úlnmas
décadas En cambio , la encuesta española rnodificaba el sentido
a. El sentido , porque aquella encuesta no
del siglo las condiciones dificiles y precaria s del surgimi ento de memori as profun. sustancia de la rememoración indígen
de ese orden. Las modalíd ades, porque instaura ba
dament e distintas de lo que habían sido, se interesaba por una exégesis
a la regió~ de escucha , de actualiz ación del pasado del todo inhabitu al y ficti~
¿Podían confundirse las múltiples ''historias'' recabadas de 1v1ichoacán una situació n
de una
de Oaxaca con una visión indígen a del pasado y de la dinámic a de los acontecr· cía. La sustancia, porque situaba al acontecimiento como hito singular
. Para respond er a ella,
mientas? No cabe duda de que, aunque consígna do torpeme nte por el escriban o es- trayectoria que conducía a un desenlace colonial y cristiano
un'!r-xer dadera constnJc ción históri-
pañol, se haya tratado de relatos indígena s. lvfas el cuestion ario inYitaba ~los indios los informa ntes indígenas hubiero n de esbozar
n1anera en que
a evocar su pasado de una manera fragmentaria y desde una perspec
nva burda. ca declinando un pasado y una húton"a (más o meno~~) en favor de la
aún se halla. tantes de la Corona. Partiend o de una fecha indígena
mente linea!, sin preocup arse por referenc ias cíclicas que sin embargo los entendí an los represen
informa ntes incluso era para los europe os- les fue preciso descubr ir una equivale ncia con
ban muy presentes en las sociedades europeas del siglo X""\l. Los -que no lo
de partida desde e! cual se
se hallaban intelectualmente obligados a ello si deseaba n ofrecer element os de res- el calendario cristiano. En este caso, decidir un punto
cuántos ciclos de 52 años separab an la
puesta satisfactorios, por lo cual entiendo inteligib les, para interlocu tores que deseo· contarían los años transcurridos v señalar
de los present~ de los informa ntes, Ocurrió así que en Tepeaca ,
nacían los arcanos de los pensam ientos indígena s. El cuestion ario exigía fecha de la "pintur a" del
Puebla, se presenta ron sucesiva mente dos fecha$ de fundaci ón.' La pri·
al sureste de
uacán), 79 (Chi(oloap;i.n): IV, p. 2_2
6 Mención de: pinturas: P!'."E. Vl. pp. -í l {Coatcpec ), 6'\ (Chim;;.!h
70 (Tihnwng 0); V, pp. 70-73 (Pet!aking u): Gib~;on y Glass, ";\. C_e:nsus ofM1d(1le Amen-
ih:ttpejí).
15 (1975), pp. ;A4, 3J7, 325-326; G!b50n, "A SurYcy. ·
7
Lópe:z :\ustin (1973). pp. "'.'9-106
uu1 Prose Manuscrip ts ", ¡.¡,\LA,L Yo!.
8 P."-:E, V. p, 13
1hid .. p. 314.

40 de 162
l\!EMORL'i.S POR ENCARGO MEMORl:\S POR E>;CARGO

rnera, tornada con toda probabilidad de una "pintura", estaba de acuerdo con muchas genealogías e historias dinásticas dividían lapsos de tiempo que tenían cada
e! \'lejo calendario: Ce-1&cp(ft/, 1 Sílex. Hecha de un número y un nombre, no cual su coherencia, su duración y su sustancia propias. Es probable que la unicidad
nermicfa ninguna localización cronológica, cuando n1ucho daba la indicación de v la universalidad de la fijación de fecha crístiana hayan desconcertado a las pobla-
~na posición en un ciclo de 52 años y de una serie de 13 números y de cuatro nom- ~iones tanto más cuanto que eran inn1ediatarnente perceptibles.
bres de año. Por consiguiente, carecía de pertinencía a ojos de los españoles. La El tiempo que había transcurrido entre la fecha de fundación y el año de la
segunda fecha tomó la forma de una cuenta hacia atrás: "l·Ia que se fundó esta encuesta también se aprehendía desde una perspectiva colonial en la medida en
ciudad trescientos y trece años." l' esta cuenta que partía del año de la encues- que se concebía como una sucesión de periodos. Para los es~añ.oles y el cuesti?n~­
ta {1580) pí.'.rmitía 1nedir un periodo, aunque no se llegara nunca a la forma de rio, la Conquista y sobre todo la cristianización debían constnurr la ruptura pnnci-
fijación de fecha a! parecer absoluta y universal que nos es conocida. La reflexión pal en torno a la cual se ordenarían el pasado próximo y el pasado lejano. Todo
india recorría por tanro una parte del camino que la separaba de una cronología inducía implícita \' explícitamente a los informantes a pensar su pasado de acuerdo
occidental sin llegar a producir UJilil fecha cristiana, pues el curso de tiempo indica- con esa separació~ que adoptaba también la forma de una dicotomía -evidente,
do -313 años para Tepeaca- sólo podla tener sentido respecto al momento pre- banal para los ~ncuestadores y para nosouos- entre el antes y el ahora.- De es_e
ciso del desarrollo de la encuesta. El procedimiento fue el mismo en Chimalhuacán modo aquellos indios fueron llevados a interrogarse sobre las transfor1_nac~ones ali-
Ateneo (320 años), Coatepec ( 415), entre los otomíes (de Tornacuxtla: 160 años; de mentarias, de vestido y sanitarias que habrían acompañado la colon1zac1ón Y, de
Hueipoxtla: 360 años o de Tezcatepcc: 300 años), entre los nahuas y los totonacas tal suerte, a hacer balances que se apoyaban en una oposición potencial entre el
<lcJonorla, algunos de los cuales se hundían mucho más lejos aún en el pasado. Una tiempo de la "gentilidad" y la sociedad posterior a la Conquista. Como si por su
información de lxtepejí describió excepcionalrnenre este procedimiento: ''Podrá propío peso se impusiera que había tenido lugar una ruptura esencial e imborrable.
haber nueve o diez edades o tiernpos, contando por edad ciento y más años, por Aún faltaba que los indios ton1aran el camino que los españoles les abrían de
rnanera que puede haber nuevccientos años poco más o menos salieron tres seño- manera más 0 menos implícita. ~ias, como de costumbre, las reacciones indígenas
res del pueblo de Yoloxonecuila. , "En consecuencia, el cálculo del nú1nero de resultaron sorprendentemente diversas y complejas . .t\lgunos se as_ieron a la percha
edades -aquí probablen-1entc de 104 años que corresponderían a dos ciclos indí- que se les tendía por simple comodidad. En efecto era cómodo arrojar a un pasado
genas de 52 años- era lo que perrriítía remontarse en el tiempo y fijar la fecha ya lejano, de 50 años atrás, todo lo que podía vincularse con la .idolatría, co~ los
de fundación, '1 ''ritos y ceremonias que practicaban y hacían antiguamente en tiempos de la infi-
l)e lo anterior se desprende que nahuas, totonacas o zapotecas y otros grupos delidad'', lo que permitía escamotear a la vez el tema harto espinoso de la conser-
n1ás se hallaban en perfecta posibilidad de tender un puente entre su cómputo del vación del paganismo. Al tiempo bien terminado de los ídolos sucedía el presente
tiempo y el de los españoles, y de efectuar lo que era a la vez una conversión y una sin tacha de la cristianización, como si de manera enteramente involuntaria la
modificación profunda de la aprehensíón del tiempo y de la fecha de un aconteci- formulacíón de la pregunta española centrada en la época antigua y la prudenci_a
1niento. Pues si es evidente que ambos sistemas no eran írreductibles, no por ello de los informantes convergieran para oponer los dos periodos. ¿Equivalía a decu
dejaban de expresar preocupaciones radicalmente distintas, poniendo uno el acento que los indios adoptaron tal cual la articulación cronológica basada en la Conquista
en la 1nedición, la localización cronológica, rnientras que el otro favorecía !a calidad, española y que concedieron a este episodio una reso~ancia crucial? De ~anera bas-
la naturaleza del n1ornento, ''Ce-I'ecpatl, l Sílex'' no remitía a un siglo pasado, a tante paradójica, sobre ese capírulo sus respuestas fueron vagas y alusivas. A este
un lapso temporal singular, sino a un tipo <le año, a una gama de influencias reci- respecto el testímonio de Tarnazula que evocaba la irrupción de ''otro rnundo''
bidas o a otros años de nombre sírnilar. Y la puesta en Ixtepejí de dos ciclos de 52 hace las veces de excepción. También es cieno que no se invitaba a los indios a
años uno detrás del ouo para dar casi uno de nuestros siglos no podría hacernos expresar su sentir sobre la Conquista sino sólo a dar el nombre del español que
olvidar que estas dos unidades ~el ciclo de 52 años y el siglo- emanaban de con~ había descubierto o sometido la con1a.rca. Cuando se mencionó la Conquista, por lo
ce-pros de! tiempo profundamente disín1bolos. Sin contar con que los dos mundos con1ún se hizo mediante el rodeo de una cronología ("en cuyo tiempo llegaron
se oponían en un registro complementario: mientras que el calendario cristiano era los españoles a conquistar esta tierra ... "), mientras que la evangelización sólo apa-
único y tenía aspiraciones de universalidad, los cómputos indígenas eran múl- reció de vez en cuando en ocasión del bautizo de un cacique. No por ello es menos
tiples, variando su punto de partida y el año inicia! del ciclo de 52 años según los cierto que los informantes difícilmente se detuvieron en estos acontecimientos, en
grupos y los señoríos. En lugar de seguir el flujo de una cronología uniformada, tanto que sí !o hicieron en torno a otros puntos sin que, por otra parte. los e~paño­
Jes lo hubiesen solicitado, Sin duda foe que, sí bien la Conquista española instan·
,, 1':..:E, V!. pp. 6C 42. 24, 26. 32: V, pp_ 131, U9; IV, p. 14. raba un corre innegable, no era excluyente de rupturas más antiguas igualmente

41 de 162
\.1EMORIAS PORE::\Cii.RGO 87
ME}.{QRlAS POR ENCA RGO
86
las autorídades españo!as. fue e!
vas, pues los indios no dejaron de categorías que respondían a los criterios de
brutales y percibidas tal vez como igual de decisi monias y los ritos" , erigidos en
ncias del todo ajenas a1 esque ma caso, entre otros, de las preguntas sobre las "cere
de introducir en la relación de su pasado secue es sociales, políticas v econóniicas.
oles. En vez de limitarse a distribuir terreno específico, mutilados de sus prolongacion
diacrónico y binario postu lado por los españ idas a ínicíativa.-=;· 1.nal'v/dui/lcs.
los informantes de algunos Así ocurría tamb ién con aquellas fundaciones atribu
su pasado entre un antes y un después de la Conq
uista, an episodios arquerípícos. D~
s lejana s y perfectamente diferencia~ ~uando deríva?an_de esquemas co~mogónicos o repetí
pueblos se mostraron capaces de evocar etapa tal s~erte, los 1nd1os fu~ron induc1d~s a s~lecc ionar en su memoria materiales que
n tener la meno r idea. Al hacerlo esbozaban, de las configuraciones
das de las que Jos españoles no podía p~d:an entrar en las casillas del cucsu onano españ ol, a costa
compuesta de un encadenamiento
libre de toda envoltura cíclica, una historia lineal ong1nales que ~ntaño_ les d~ban sentido. Agreg
uemos sín embargo que, lejos de
autóc tono (zapoteco. mixteco)
de periodos más o meno s contrastados: el origen perman_eTer ~asivos, cienos informantes supíeron
desviar y explotar es25 criba.">. para
puebl o, la sucesíón de los caciques;
o la migración lejana (nahu a); la fundación del hacer h1ncap1é en pasados lejanos, sin ídolo, destin
ados a hacer ol-vidar la actuali-
ormac iones cultur ales en el sentido n1ás lato si bien impuso a !as memorias
las campañas y las invasiones; las transf dad de un embarazoso paganismo. Vale decir que
a la manera en que los diferentes
del término. Los periodos se sucedían un poco indígenas acrobacías y ejercicios con frecuencia
empobrecedores, la encuesta espa-
ía los mapas indígenas en aquel
planos del paisaje, la tridlmensionalidad, invad ñola no las paralizó ni las asfixió.
d histórica acompañara la adop~
fin de siglo, como si la difusión de la profu ndida La dificultad provino de otra parte. El pa.."iado más
reciente era portador de una
luego , en el mejor de los casos.
ción de la profu ndida d de campo. Esto, desde iupru ra profu nda cuya inten sidad rebasaba el efecto múltiple de las invasiones
parec en anima r este esfuerzo de presentación Una ruptu ra vivida por
Operaciones bastante complejas de la Tríple .t\lianza o incluso de la Conq uísta españ ola.
o implícito de esquemas prehispá-
del pasado. Por principio de cuentas está el recurs doqui era cuyas proporciones inauditas difícilment
e daban pábulo a las matrices
el tema de la migración originaria
nicos fundamentales: pienso, por ejemplo, en recurrentes de una historia cíclica, a diferencia
de las conquistas que se habían
r de las Siete Cuevas", comú n
salida de Chicomoztoc, el antro primordial, el "Luga sucedido en suelo mexicano. ~1ás que la "llega
da del marqués [Cortés]'', esta
10 en el del origen telúrico de Oa.xaca,
11
en el relato
a numerosos testimonios nahuas, retacíón y la comparación. trans-
un anima l prodig ioso, futura divinidad catástrofe que desafiaba el entendimiento, la interp
sobre el encuentro en el sitio del pueblo de entrad o en una era aterradora y sin pro-
la agricu ltura o en la llegad a a formas mitió a los indios la sensación de haber
protectora, o incluso en la introducció n de enton ces había n vivido . En su simplicídad, b.s
procedimientos nacid os, al pare- porción comú n con lo que hasta
rituales complejas. Mas con ello se mezclan otros haber conju- estimaciones modernas sólo aciertan a darles la
razón: de una población de quizás
ola y que puede n
cer, de la necesidad de plegarse a la dema ñda españ res de Berkeley), el centro de
ar, la depur ación de los datos . la 25.2 millones de habit antes (según los investigado
gado, en grados diversos, la negaríva a inform las censu ras México había descendido en 1532 a 16.8 millo nes, luego a 6.3 en 1548, antes
los hecho s y el levan tarnie nro de ya sólo contaba con 1.9
manipulación política e ideológica de a o los ernisa- de alcanzar los 2.6 millones en 1568. En 1585, el país
polí quisquillos
ejercidas antañ o por un vecino poderoso, una metró calcul ados. millones de indígenas y, sin embargo, el esríaje
todavía estaha lejos de alcanzarse.
fueron consc íentes y
rios de la Triple Alianza. Estos procedimíentos ración de las Relaciones. las pobla-
tables. Reunidos en torno al al- Hecho aún más crucíal, en vísperas de la elabo
Pero oculta n otros aún, más difíci lment e detec por una epide mía de cocoliztli, la más
retes o encargados de transmi- ciones indígenas había n sido diezmadas
calde mayor o al corregidor, interrogados por intérp as disim ulan todavía su naturaleza exacta.
olas, los inform antes en cierto modo monífera del siglo, cuyos inúltiples sintom
tir a sus comunidades las demandas españ ados a las enfermedades intro·
de ella hechos abstraídos de su Aunadas a la ausencia de sistemas de defensa adapt
fueron obligados a hurgar en su memoria y a sacar <lucidas por los europeos, sus nuevas condicione ••
s d$tvida explican esa inverosín1í!
ncias preestablecidas y recurren-
contexto cíclico, retirados de su inserción en secue hecatombe, 1"
lares. A este respecto las Rela- ría de las veces la muerte epidé-
tes, convertidos, reducidos en acontecimientos singu .De acuerdo con los testímonios indígenas, la mayo
io. Por lo demás, ¿có1no habrían Sin embargo, las poblaciones
ciones de mane ra muy evidente guard an silenc ~nrca fue sentid a como un fenómeno sin prece dente .
que se les escap aba plena mente a unos es- mias, aunqu e su recuerdo se había
podid o registrar un proceso de poda indias había n conocido los estragos de las epide
r el pasado y pensar la historia generalizado y !a frecuencia cercao;i
pañoles incapaces de concebir que se pudie ra evoca borrado y tal vez no habían revestido el carácter
Esta descontextualización de la
de un modo distinto del que ellos emple aban? de las que habían acompafiado y seguido la Conq
uista española. A.11te males nueves
Dte indisociable de la readopción
información fue correlativa e incluso perfe:.:r':rDf:'.
v Luó
:ion of Ce11tral M<'xHo. ! 531 · iülO. Btrktle y
Borah r Cook ( l':l/1·19~9) y The h1dr,¡n Pt/iuú
12
López J\us1ín (1973 ), pp ,
10 Chris¡Ían DuYcrgcr. L 'Ongin e de.1 AztZiru es, Paris, Éd. du Scuil, 1983; 1960; Enriqu e Fhrnc1 no y Elsa Ma!vid o. Ensayo sohrc ia hnro 0 J tic /aJ tp1.:'cmi.i1 o; Yéx:'to
Angde s.
".>6. 80 y /1JJJún !. \lfxico , Seguro Social. 1982.
11 P>.t:, JV, pp. 7 3, 78.

42 de 162
MEMORIAS POR ENCARGO
S8 MEMORt/\S POR ENCARGO

o recrudecidos "~-·la viruela, el sarampión, la fiebre tifoidea-, los testimonios sólo tes indígena.s intentaron responder a la última pregunta relacionando todos los
pudieron denunciar la impotencia de los curanderos -cuando la 1nuerte los per- tema.s anteriores y confiriendo a la partícula de coordinación ''y'' un valor que
donaba~ y de la vieja farrnacopea: "A las cámaras han tomado muchas yerbas y probablemente no poseía.
que no han hallado provecho para ellas", "no es poderosa ningún género de me- No siempre ocurrió así, prueba ésta, si acaso, de que debemos más a la reflexión
dicina de yerba ni purga a librarse del dichoso riesgo tan arrebatado". 1' indígena que al texto de la pregunta, la instauración de un nexo entre la mortalidad
La conciencia de la envergadura de la catástrofe asoma en las relacíones que y la e\~olución de los tipos de vida. En diversos lugares la ignorancia y e~ desconcier-
hicieron los infonnantes y entregaron a los españoles. Los indios de Chimalhuacán to se impusieron a todo ensayo de interpretación. En la amnésica Ch1conautla, al
Ateneo confesaron haber pasado de 8 000 a casi nada, los de Coatepec Chales de norte de México, los naturales "se dejan morir como bestias sin hacer remedio''.
l O 000 guerreros a 700 tributarías y 400 niños en su mayoría huérfanos; Cuzcatlán, En Tepexpan, no lejos de Teotihuacán, ''poco antes de la venida [de Cortés], que
en los confines de los obispad()S de Puebla y Oaxaca, se derrumbó de 40 000 a 900 sería un año, les dio una enfermedad por todo el cuerpo como viruelas de que mu-
tributarios; Xalapa, en e! acri-aal estado de Veracruz, de 30 000 a 639 tributarios. rieron muchos de ellos y después nunca acá les han faltado enfermedades y no entien-
El pueb!o mixteco de tvi.itlantongo había perdido las tres cuartas partes de su po- den la causa por qué''. La misma respuesta hubo en Totolapan, en el actual estado
blación en las epidemias y la provincia de la Chinantla sólo contaba con 1 000 de Morelos; entre los nahuas y los tepehuas de Huejutla, en la Huasteca; entre los
tributarios cuando antes de la Conquista pretendía haber alineado 100 000 guerre- mazatecas de Ixcapuzalco, en Guerrero, en Michoacán o incluso entre los chontales
ros. Cualquiera que haya sido el margen de aproximación, de pánico y en ocasiones de Toltepec. Otros indios parecieron refugiarse en una visión idealizada de un pa-
de cálculo que las desvirtúe, estas cifras nos revelan en su simplicidad la mirada de sado sin 1nales en Tezcatepec o en Teloloapan, también en Guerrero. Los indios de
una población que estaba asistiendo a su propia desaparición. La observación se Oaxaca dieron respuestas análogas. Por más que los zapoteca.s de lxtepejí tenían
hace en todas partes: ''antes había mucha gente", "la comarca por el contrario conciencia de una considerable disminución de la longevidad y de haber vivido
rebosaba de gente". i\ntaño, según los nahuas de Coatepec, los indios vivían hasta más sanos, "con todos los trabajos que padecían", confesaron que no comprendían
edad avanzada, hasta "ochenta, noventa, y ciento y ciento y diez, y ciento y vein- nada de lo que los afectaba. La misma incapacidad había entre los indios de Teot~tl:ín
1
te años, y otros más tiempo", "había pocas pestilencias", en tanto que desde 40 del Valle, entre los mixteca.s de Tilantongo o de Nochixtlán, de Acatl:ín o de Chila. s
Sobreponiéndose a su desconcierto, otros informantes trataron de aportar res-
años atrás proliferaban enfermedades y pestes ''que no habla en aquellos tiempos'',
diezmando a los pueblos. En Coatepec, en Chimalhuacán Ateneo, en Chicualoa- puesta.s retomando las preguntas que antecedían a la que trataba de la salud. Estas
pao, en Tepoztlán se hacía el inventario mórbido de aquellas "mil especies de respuestas se hallan lejos de ser uniformes. Cada cual a su manera, revela el
males": el sarampión o 11tatlalyagua, "el punto de lado", el cocoliztli, la fiebre esfuerzo de una sociedad que trata de explicar lo inaudito, de pensar lo singular.
tifoidea o matlaltotonque, el entumecimiento, las paperas, las hemorroides, la ví- Ciertos enfoques parecen desembocar en la línea de una explicación tradicional.
rue!a; los flujos de sangre. 1 ~ En Coatepec se recuerda que es la muerte de las personas jóvenes en aquello que
Pero el cuestionario también pedía a los indios interpretar el fenómeno y explicar podía tener de excepcional lo que antaño exigía ser interpretado, "lo tenían por
las modificaciones que afectaban su condición física. Ahora bien, esta interrogación agüero y ponían entre ellos admiración y decían que debían de haber hecho algún
cerraba una larga pregunta que trataba de las formas de gobierno, las prácticas pecado pues morían mozos". En otras palabras, era atribuir las desaparicion~s pre-
guerreras, alimentarias, de vestido y sus transformaciones: "¿Cómo se goberna- matura.s a la violación de algo prohibido que podemos suponer de orden ruual y
ban y con quién traían guerra y cómo peleaban y el hábito y traje que traían, y el sexuaL La observación de los informantes nahuas de Coatepec es repetida por
que ahora traen y los rnantenimientos que de antes usaban y ahora usan, y si han los de San Juan Tututla, cerca de Tetela, en la sierra de Puebla. En ambos casos la
vivido más o menos sanos antiguamente que ahora y la causa que de ello se enten~ muerte golpeaba al individuo que era un tetzahuitl, una criatura de l~ que ema-
'diere?'' Tal como se planteaba, la pregunta no necesariamente implicaba articula- naban fuerzas nocivas y que inspiraba temor, inquietud y escándalo. S1 se recorre
ción o relación de causa efecto entre la primera parte (el gobierno, la guerra, el la continuación de la respuesta de Coatepec, se encuentra en ella una apología del
vestido, la alimemacíón) y la segunda (la salud). Por el contrario, parece contentarse antiguo orden que excluía la ociosidad y limitaba el consumo de al.cohol, y, como la
con yuxtaponer temas sin nexo entre sí (lo político y el vestido, por ejemplo). Mas intuición de la vida, una ruptura generalizada de las norrr1as tra<l1oonales, stn que
por un extraño fenómeno de deslizamiento y de colisión, numerosos informan+
15 PNE, Vl, pp. 175, 23), 10, 189, 97; Relaciones geogriificas de la diócesis de Aíichoacán,)osé Cot~·
u P?\E, Vl, pp 24.J, 125, 246, 258·259; IV, p. 240. na Núfiez, comp .. Guadalajara, 1958, l, pp. 12, 33; PNE. VI, pp. 150, 33, 147; !V, pp. 19, 106, /),
¡.¡ P;..;E, V!. pp, 67, 46; V, pp 49, 100; IV, pp. 80, 59; VI, pp. 278, 57, 245, 315. 208; V, pp. 61, 67

43 de 162
MEMORI:\S POR ENCAR GO 91
90 ML\lOR lAS POR ENCAR GO

un factor suplem entario


con la mortal idad. Estos tlayuca. Otra parado ja: la paz colonial fue percib ida como
se llegara sin embar go a vincular este estado de hecho iones indíge nas porque en todas p<ures ponía fin a
entre sí, las ideas <le que una de la dismin ución de las poblac
indios ponen así una tras otra, pero sin articularlas ades inilirares en que se
la pérdid a d~ las reglas -~e los conflictos periódícos y por consig uiente a las activid
muerte prema tura es ia sanción de una transgresión, 17
demás , ¿cómo aunar esta inte:pret~cton ocupa ban los índíos.
vida y ta catástrofe demográfica. Por lo s sorpre nde. La austeri dad, la frugali dad, las labores incesantes habría
n
uales y excepc ionales a una muerte colectt va e ince- El análisi
antigu a sobre decesos individ sana y más larga, inientr as que la
de Chicol oapan tampo co se arriesg a por este camin o, con- estado vinculadas entonc es a una existencia más
sante? El pueblo vecino domin ación española daba
nadas el matrim onio ¡¡mayor comod idad" de las condiciones de vida bajo la
tentán dose con agregar a la lista de nonna s perdid as y abando hecato mbe. En primer lugar se piensa en ver en
para las mujer es).' 'Espant a~ por resulta do esa sorpre ndente
tardío. de antaño (a los 30 años para los hombres y 25 encuestador español, pro~
los chonta les de C?atep ec de Guerre ~o iquell a evaluación del régime n colonial la huella de un
dos" por la dismin ución de la poblac ión, !os indios y a presentar su
el anugu o y el nuevo , su1 ''penso a n1inímizar la explot ación de que eran objeto
tambié n se lírnitan a oponer los dos modos de vida, dora. Si no cabe duda de que el encues-
región, los tepuzt ecos de ·g·estión ante la Coron a bajo una luz halaga
hacer de ello la clave de la morra11dad. En la mis1na a la época colonia l fórmul as estereo tipadas ("la poca
exísten cia pa.sada que asociaba tador con frecuencia aplicó
Utatlá n se reduce n a señalar la parado ja de una sino acoger favorablemente
y una robust ez mllY por encim a de :actividad y la gran comod idad. . '')y de que no podía
condiciones de vida precarias a una longevidad los tiempo s prehispánicos,
compr ender las razone s. -.comentarios que ofrecían una image n dura y severa de
las ulteriores, aunqu e, confiesan, sin suelta a un profun do desprecio
os y los notabl es de Chirna lhuacá n Ateneo dan el paso 'si es patent e que en ocasiones incluso dio rienda
En cambio , los ancian adas, se halla muy lejos de haberse puesto
ociosidad mucha que tienen con respecto a las poblac iones domin
denunc iando lo que consideran que es la "causa ", "la interro gaba. En primer términ o, porque resulta ba
vicio que tienen en sus 'én lugar de aquell os a los que
los naturales por andar hechos holgazanes por el grande de los "benef icios" de
se quiere n valer de ellas y por bastan te incóm odo el razona miento que conduc ía a hacer
borracheras y, aunqu e tienen tierras para labrar, no de un fracaso demog ráfico
edad, se muere n". Los mismos razo~ la acultu ración materi al y del régime n españo l el origen
lo dicho, en dándol es !a más peque ña enferm En seguida, porque la inter~
de Teotih uacán, o hacia el sur en los pueblo s de la que asustab a tanto a los españoles como a los indios.
namie ntos se oyen en la región demas iado circunstanciada para que
16 • pretac ión indíge na con frecue ncia resulta ba
regíón de Cucrnavaca o del estado de Guerre ro. por la adminí stració n colonia l que, por ejempl o,
e de que los indios hayan relacio nado de un modo directo la hubier a sido apunta da o fabricada
Indepe ndient ement razón para sospec har que en el abatím ienro de la edad
de vida o de que sólo hayan (difíci lmente tenía alguna
mortal idad con las modificaciones de su~ condiciones residie ra una ca.usa o !a
en numero sísimas Relacio nes presentaron un aná- en el matrim onio -¿cóm o habría podído apreci arlo?-
esbozado pruden tes acercamientos,
jico puesto que exaltab a la sufrida existencía de antaño y causa de la mortal idad indíge na!
lisis al parecer paradó declaraciones indígenas y
colonial casi no hubies e En realida d, bajo los mismos términ os, mezcladas las
denun ciaba la ociosidad del presente como si la e.xplotación la, sin duda es preciso dísting uir dos lenguajes inconf un-
sa que evocan los informanres según la transcripción españo
pesado a sus ojos. La existencia sufrida y laborio y en ocasiones ''racis ta'',
agotad ora que un conjun to de actividades dibles. Por una parte la mirada occide ntal, rnoralizadora
parece quiso expresar menos una tarea supues tamen te prevalecían en
la autorid ad tradici onal y que incluía n hasta .l~ guerra . que deplor aba la pereza , la ociosidad, el vício que
reguladas, organizadas por indíge na que, en resume n, se dedica ba
al esfuerz adqu1n das me-
o la Nueva España. Por la otra el análisis
Implic aba la idea de una resistencia y de una costum bre en el sentid o europe o de la palabr a que a un juicio
los otomíe s de Jilotzi ngo, menos a evaluaciones morales
diante un entren amien to consta nte y regulado: según ración en su conjun to g_, reton1a ndo la explica ción de l.~s
que les hacía ligeros ''. A ese ritmo más global , sobre la aculru
''nunc a paraba n, ejercitándose en mucha s cosas cambia do de costur: ibres ·
se oponía n el regalo , la "vida fácil, informantes de Ocopetlayuca, sobre "el hecho de haber
tan característico de los tiempo s antigu os miento del hábita t, de
sucesiv o y que sustitu ían ese régime n íntensívo por Lo que en aislam iento puede parecer un notabl e mejora
cómod a'' que prevalecíeron en lo tal vez lo fue para los indios) , antes
insopo rtables , acornp añadas de un claro mejora miento las prenda s de vestir, de la ali1nentación (y que
una ociosidad y una pereza la ruptur a de un modo de
los indios, "el pan hornea - que nada fue aprehe ndido por los inform antes como
cuanti tativo v cualitativo de la comid a que consum ían , de una totalíd ad de prácticas y de_ cost:1m_b~cs
ban a ello las transfo r- vida, ta alterac íón de un arreglo
do. las galli~as, la carne de res y de corder o". Otros agrega
- tan diversa s corno la guerra , la edad para el mauun onio o 1os
levada s) y del vestido C'las camisa s españolas -las cosru mbres
maciones del lecho (las camas sobree guez. Los españoles deplor aban
, incluso el abando no de práctic as corpor ales del tipo de cuidad os corporales, Tomem os por caso la embria
que se les obliga ba a usar") Por su parte, los índíos insistieron en un«
oa media noche en Ocope - su difusió n y el espectáculo despreciable.
aquellos baños tomad os dos veces a1 día en Tcpoz tlán

p. 171 : \'l. pp. 224, 229. 217. 2-\4, ')l. l 02. 11 l. 17 P'.'.:E, VI, pp. 84, )7, 227, 2',H. 259; IV, pp. 117-118
16 p;~f. VJ, pp. ')"7. 84, 13). 91 , l l '). 129, 7 G; V,

44 de 162
MEMORIAS POR ENCARGO ME~!ORIAS POR E0:CARGO 93

dín1ensión más profunda, en cíerto rnodo más sociológica, denunciando el aban- las agotadoras faenas (más trabajo) y de manera un poco más velada la monogamia
dono de las reglas sociales y de las represiones rigurosas que regían -aunque sin cristiana. Zumpango incriminó el peso de la explotación colonial y Ta.xco se quejó
prohibir- el consumo prehispánico del alcohol, así fuesen prohibiciones tempo- de las deportaciones de mano de obra indígena. Lo mismo ocurrió en Tepeaca y en
r:dts (!as fiestas) o proscripciones vínculadas a una categoría social o a un grupo de Tere!a en la sierra de Puebla, donde la tomaron en particular con el encomendero
edad. Se observaban normas - ; 'la ley que existía entre ellos'' - y se castigaba a Pedro de EscobaL Los zapotecas de Tehuantepec denunciaron la "congregación'',
quienes las infringían, ejecutándolos si era preciso. Otros terrenos experimentaron en otras palabras el rcagruparnicnto forzado de las poblaciones en la cabecera de
igual puesta en duda: e! consu1no alimentario que en la Colonia dejó de señalar distrito. En Epazoyucan y en Zempoata, se consideró que los "servicios personales",
Jisúnciones de jerarqu1a y estatuto, o índuso las práctica.<; matrimoniales que esca- el porreo de los ta1nemes, el trabajo de las minas y la mala alimentación habían
paban cada vez más a las prescripcíones tradicionales. io Con frecuencia fue pues elevado la mortalidad. E incluso en Yuriria, f..1ichoacán, la construcción del mo-
-las Relaciones de Oaxaca lo corroboran- 19 la desaparición de una tensión contÍ· nasterio agustino. Al hilo de estos testimonios el término trabajo al parecer fue
nua, de una regulación obligatoria, lo que parecía preocupar a los ínformantes, tomado esta vez en su acepción occidental y colonial de tarea agotadora y no, como
como si de ella procedieran las calamidades que los golpeaban una y otra vez. en Coatepec, de actividad reglamentada e importante. Por lo demás, en ocasiones
La explicación de la mortalidad n1ediante el derrun1be de las normas constituía se adivina la presencia benévola de un corregidor o de un religioso que compartía
un enfoque particularmente original, aun cuando el pensamiento nahua establecía bastante las dolencias de los indios para unir a ellos su voz. En la región de Oaxaca
ya relaciones entre la armonía cósnüca, social y el estado de equilibrio garantizado !os mixtecas y los zapotecas de Guajolotitlán, recordaron también que en tiempos de
por la salud física. El enfoque era nuevo en la medida en que, obligado a expulsar 1íotecuhzoma el tributo era rnás ligero y que en aquel entonces estaban exentos
las alusiones a la "idolatría" prehispánica, se encerraba en el rerreno de la vida de servicios personales. Según los pueblos, la denuncia de la explotación podía
socia! y material y se apoyaba en una reconstrucción estereotipada y con frecuencia adoptar un giro virulento o limitarse a algunas instantáneas con el rodeo de una
incluso idealizada del antiguo modo de vida: la norma habría reinado aquí por frase, como la evocación de aquellos chinantecos muertos cuando extraían oro de sus
entero, quedando sometida a ella la totalidad de las actividades del individuo. ríos o a raíz de su deportación a tierras frías. 21 Pero donde algunos indios nahuas se
Er<t ésa una reconstrucción, una extrapolación que evitaba meticulosamente tocar atrevieron a atacar de frente la cristianización, fue en la diezmada costa del Pací-
el capítulo de los ritos y de las creencia.) tanto como poner en tela de juicio el régi- fico: "Los apartaron de sus dioses que les solían decir lo que habían de hacer para
men coloníal. Sin embargo, algunas comunidades no se dieron por satisfechas con sanar cuando caían enfermos y, como después que vinieron los cristianos se per-
este análisis (¡que yo casi me vería tentado a calificar de prepositivista!) y se arries- dieron sus dioses, luego comenzaron a morirse. . "Por su parte, los zapotecas de
garon por brechas más conformistas o en ocasiones más peligrosas. Ocelotepec habían pasado a la acción reanudando en 15 77, tras una epidemia que
Se imponía una interpretación más simple que asombra leer con tan escasa fre- causó 1 200 víctima.<;, sus antiguos sacrificios para que sus dioses pusieran término
cuencia. A los .informantes les bastaba reton1ar el discurso eclesiástico que hacía de a la enfermedad. 22 Estos dos testimonios revelan que medio siglo después de la
las epidemias el castigo divino de la idolatría. Así lo hicieron los chontales, los Conquista algunos indios aún podían y se atrevían a oponer un tratamiento tradi-
na~ua~ y los itzucas de Telo!oapan, considerando que su decrepitud física debía cional a la enfermedad. Por ejemplo, se sabe que los nahuas vinculaban el origen
arnb:iirse a los "pecados de sus antepasados", o los mazahuas de Temazcaltepec de los padecimientos con la violación de prohibiciones, con el surgimiento de cienos
que invocaron "la voluntad de Dios", los tarascos de Párzcuaro o incluso los za- signos calendáricos, con la acción maléfica de los hechiceros y con la intervención
potecas de Amatlán. lv1as esta interpretación fue rara y en ocasiones hasta parece de las divinidades. Esos mismos dioses podían curar males que ellos enviaban.
haberse sobrepuesto al tema más indígena de la debacle de las normas de antaño. 20 Que unos indígenas hayan podido expresar ese razonamiento blasfemo ante funcio-
Falta lo .indecible, la explicación "anticolonialista" y a veces incluso anticristia- narios de la Corona dice mucho sobre lo arraigado de esta interpretación, sobre la
º.':·De:d~ luego minoritaria, pero cuando menos tan frecuente como la intcrpreta- superficialidad de la cristianización y, antes que nada, sobre el profundo descon-
c1on cnsuana que por consiguiente los indios habrían interiorizado relativamente cierto de las poblaciones locales. Evidentemente resulta imposible saber'en qué
poco. Se la descubre en comarcas tan distantes como la sierra de Pueba (Tetela), el medida lo expresado abierran1ente por indígenas de Huatulco reflejaba el pensa-
Guerrero de Taxco y de Chilapa o el corazón del valle de lvféxico. Los informantes miento de otros grupos que se habrían refugiado en el silencio, en la explicación
de frfexicalzingo, a! sur de la capital, no vacilaron en poner en duda el aumento de cristiana o la invocación en apariencia -pero sólo en apariencia- más neutra de
º
2 PXE,
Vl, p. 147; RGM, ll, p. 114~ PSE. lV, p 121
18
Psr,, VJ pp s-:r. 146·147, tó, 29, t)l.
:t P~E. V!. pp. 196, 318, 278; V, pp. 32, 14): RGM. U, p. 167; PNE, VJ, p. 286; IV. pp. 200, 63.
:<¡ P~!', ]\!, pp. 179, 141. 146: RGM, !l, p 114.
22 P:\f:, IV, pp. 236, 140.

45 de 162
ME\1 0RlA S POR ENCARGO
9)
.MIMORlAS POR ENC ARG O
Dista mucho
y simple de una sucesión Lineal?
rpretación de la rada, reducida a la expresión pura crát ico surgen Je
. Y eso que sólo concernía a la inte do vaciado en el molde buro
la alteración de los modos de vida Coa tlán apor- de ser cierto. Al. r:iargen de ese pa5a un tiem po que sería
enfe rme dad . Los info rma ntes de m~ner~ subrepnc1a otr~s perspecr
ivas'._ouos rnodos de captar
impotencia para hacer frente a la sde el día que los ión la ofre ció la preg unta
la etiología de la peste: ''De re1te:an;~ y pr~determ1nado. Para
dópcamenre, la ocas
taron una versión más precisa de igar , que luego hub o espa ñole s no hay an trata do en
enzó Nuestro Señor a cast ias", aun que los
españoles desembarcaron, les com cuerpo les relativa a los ntos y a las ceremon po inm edia to
de sangre y muchos gran os que por el lidad que no dependía ni del carn
enfermedad general de cámaras de miedo absoluto de expl~r~r una r.empora a esa preg unta
mucha sum a de gen te, y dice n que fue de pensa1niento. Para responder
salían, de que murió en general quie re decir de la en~ue~ta ni de sus marcos lando así que ni
por que vinieron los teut l -qu e algunos 1nd1os trajeron a colación
sus anti guo s cale ndar ios, reve
la primera enfermedad que tuvieron o la informantes a
el miedo y espanto[. , 1 que
evin
les sobr olvídados. Por el contrario, ciertos
gente del cie lo- que fue mucho indi os con cedí an y aún todos estaban perdidos ni todos rend ente que corr ían el peligro
da la importancia que los veces se refirieron a ellos co,n una
facilídad tan sorp
dicha enfe rme dad .'' Es reconoci
23
es." ·' 18 meses, e}
nto en el surg imie nto de las enfe rme dad . Basándose en el calendario de
conceden al miedo, al susto, al espa nam ient o cris- de exponerse al cargo de idolatría tení an 18 fiestas
ifestar la introducción de un razo de Teotihuacán informaron que
Ese ''Nu estr o Señ or'' pue de man casr igo de los peca+ xiuh mol piíl i o ::..iuhpohualli, los a Aco lma n describieron
isa -po r ejem plo, el rmantes muy cercanos
tianizado pero la falta de motivac
ión prec
divi nida d. Sea como cada año, una cada 20 días. Los info as, con una abu nda ncia de
da a la ira de una anti gua una de aquellas fiest
dos - sugiere más una alusión vela las práct ica...;; clan destinas los ritos a que dab a lugar cada \Tin cuia do al siste ma vigesímal
como el de Huatulco y de n del Camino.
fuere, el relato de Coat!án, tanto agit ada, detalles q.ue sólo se lee en Teoritlá las prof undas
ón difícilmente acce sible , larg o tiem po éríca, el ciclo de 20 días dejó huel
de Ocelotepec. ema na de una regi com bina ción por doq uier a presente en Mesoam Gue rrer o, entr e
liones mesiánicas de Teti quip a. Su ba entre los nahuas de Cuetzala,
sacudida en 1544-1547 por las rebe Oax aca todo s en las memorias: se te encontra o1n an, en Gue rrer o.
conservaban al sur del obispado
de patepec. Los chontales de Ozt
da fe de que , todavía en 1580, se dad y de la mue rte. los otomíes de Ajacuba o de Tec días y que cada rnes hací a~
ón tradicional de la enfe rme es de veinte en veinte
los elementos de una interpretaci fin y al cabo explicaron que ''con taba n los mes la región de
uir menos peso a la perm ane ncia -al ían el año de trescientos y sesenta días ''. En
Pero tal vez haya que atrib en un mun do una fiesta [ ... ] Hac grandes fiestas
tación prehispánico que a su cens ura recordaban haber celebrado diez
ban al- de un sistema de interpre nuevas de Oa.xaca los mixtecas de Tilantongo uca tam bién
d correlativa de recu rrir a expl icac ione s tanto que los cuicatecos de Atatlah
colonial y cristiano y a la necesida lleg ado el caso, anuales, los chinantecos cuatro en a su <líos princípaL
ad de explicar su singulan·dad y, ino del cual ofrecían sacrificios
la catástrofe demográfica. Necesid de las soci edad es. A tenían un año de 360 días a.! térm icio de siete años que
al de la transformación odos más largos: el serv
de compararla con un balance glob sing ular idad pres ente por l\_quí y allá fueron señalados peri re de cort arse el cabe llo a rape
probación de esta uca, la costumb
nuestro ente nde r, med iant e la com vida radi cal- cu1nplían los sacerdotes de Atatlah ctivo s de cada
ca y la inst aura ción de form as de s de Tilantongo, los ayunos cole
partida doble en la mue rte epidémi sin retorno y cada cuatro años enu e los mixteca no mar caba con tal
inta s pud o infil trars e una percepción lineal de un tiem po ocho en Texcoco, etc. El retorno
regular de los periodos de ayu -
men te dist de los informantes ntes los evoc aron de Gue
indígenas, al menos en las fuerza el transcurso de lo vivido
que numerosos informa
sin recurrencia en las condiciones r ';lo que com prende~, ico a t.1ic hoac án, dist ingu iend o
, tuvieron que expone rrero a las mon taña s de Oaxaca,
de! valle de 1-1éx
que , para responder al cuestionario uencia los cuales los
Singularidad de un pres ente que con frec
e, 40, 80 o 140 días en el transcurso de
aclaran e intercambian con otros". orde n cultural y lapsos de tres, cuat ro, nuev
íón sexuaL El dfa
esbozar una interpretación de os productos o tener alguna reiac
los dcíaba sin voz, a menos de y más elaborada indígenas evitaban consumir ciert sacr ificios enu e los
puede parecer más "mo der na" les: estaba p;iarcado por seis
material que en muchos aspectos Den tro del marco tam bién tenía sus divisiones inmutab oztl án, mie ntras que en
stas que difu ndía la Iglesia. mixtecas de Tilantongo o por dos
baños ritualCs en Tep
que los razonamientos providenciali --e invo lunt aria men te s en la noc he los Jlan1ados del
de una encuesta española resonaban tres vece
limitante y del todo inha bitu al inal de pen sam ient os con- Epazoyucan, cerca de Zempoala, nio, la mue rte abrí an periodos
la manifestación orig caracol marino. En fin, el nacimie
nto, el matriino
provocada por ella~ se tend ría allí en una oztlán y de
uales y con esqu ema s men tale s basa dos ones describieron los indios de Tep
frontados coo exigencias intelect ídad . Invita· de duración variable cuyas obligaci
po, del aconteciiniento y de la real Ixcateopan a los encuestadores espa
ñoles, 2 ~
aprehensión muy distinta del tiem es y ycccs incluso
cido a una cadena lineal de hech os sing ular
vier on en la periodicidad del trib uto y a
ción a confeccionar un pasado redu Otros informantes se detu el trib uto que dch ía a su sefio r.
a cada 80 días
desligado de sus horizontes cíclicos. lida d aplas- en la de la guerra. 1\colman entregab
a ya no que da sino una tem pora
¿Será acaso que del tiem po indígen rr -'·<.
166, 167, ~9: V!, P- ~,l: P.«
139. 16, 36, 107: IV. pp. 73, 61,
H P:---13, V!, pp. 222, 214· 21i,
242, ()0.
101, 61, 48, 74:; VJ. pp. 2·í4,
;:, P;-.<E, JV. P- l}). H. p. 246
109. 224 y López Ausi:in (198 0),
24 ;\gui rre Bclrr in (107 3), pp.

46 de 162
AR GO
Mf} .iOR lAS POR ENC
O
lllEZ..iORLA.S POR ENCARG
revestía la conservación de
edía cada 20 días y un a o ya el riesgo príncipal que
a en tan to que Taxco exp hacia esas fechas, subrayand esfe~a de la confronta
ción religiosa, el campo
cía aná log ent e ~a
ChiLt :;e guí a unJ . frec uen del pueblo. En otras partes este ~so. Rebas~ ba am pli am
radica su pro fun do arraigo
.
tos que 1'.1éxico-Tenochtitián exigía qu e !'~ e las cre encias, y sin dud a en ello
-.ti año los pro duc diez Veces al año. Es cierto esuech o de los nto s a la especifici dad pro fun da
s locales tenía lugar tres o que se ~osrraron sensibles
\'tL

c,ra ::angría de las riqueza 80 día s se ma ntu vo has ta


Raro.~ fuero~ lo~ relig1osos o Be[nardino de Sah agú
n,
de Oa xac a la periodicidad de los ritn 1os se escandalizaro n por ella com
en la extens a reg ión ajo. Alterar esto s de~ nemp~ tnd1gena y fec has , con sig nab a este
remiten a los ciclos del trab por consiguiente en las
mis ma s
l )')'). Los ciclos del trib uto cot idi ana , a crear tiempos muertos. qui en ~ac1a 157 8-1 )80 , po y ya no se hace, otra
vez se
lía a des org anizar la actividad y de que se hac ía hac e mu cho tiem
otra
reg ula ses equ iva reocupación prehispánica refr~n 1nd íge na: "Lo
ellos, los que aho ra viv en,
ecer paradójica de una sob o fue en lejanos tiempos;
Oc ahí la sensación al par l, no se pod ría n ide ntif ica r tod os los cicl os
har a,.o :ra vez así ser á, com
n es de Pla tón y el dia blo la
Dic ho lo cua a agregar: ''es ta proposició
una ociosidad col oni al.
e roto por la Conquista
. Los vez vivirán, serán .. . '', par fe' '.
alterado o progresivament a, falsísima, es contra la
2B

con un equilibrio feliz, ció n mexica hab1a significa


do enseñó acá por que es erróne a in1plícita bajo los testim
o-
de Uc ila obs erv aba n que tam bié n la domina l con sist ía en go, esta ide a era la que aflo rab a de ma ner
ógi ca que a
indios 140 días, el cua . Sin embar nto en una escala cronol
imp osi ció n de obl iga cio nes rin.,1.¡i.les (un ayuno de o, y dos sac rifi cio s se orientab :111 men o~ a situar un mo me ade s ind íge nas
!a y el vin nios que ial como si las socied
abstefl.íéndose de ia carne o potínco, religioso, soc
con1er sólo un a vez al día has ta som ete r a sus pro -
pene~rar en su sentid Ctifford Ge ert z-" : hub ies
en trata-
el pod erío del ven cedor hubiese llegado ses a los que des crib e
realidad
anuales), com o si
chinanteca. 26 -a e¡emplo de los baline crib ir las diversas manif est aci one s de la
pios ciclos a esta población y des
recogieron en desorden los do más de des cifr ar, clas ific ar
sugiere la fecha ind ígena
de esos jirones de ciclos que un acontecimiento. Así lo
No intentemos sacar más bal de la remporaE- dir un tiem po o situ ar que ind ios qu e
For ma ban par te de una concepción glo que d.: me
ión de Tepeaca. Será má
s comprensible
redactores esp año les. que al azar de las respuestas (Ce-1 ecpat!) de la fundac and o un a per -
tab a tod as las actividades del hom bre y po- cri:tianos hub ier an pod ido
seguir alim ent
dad que orq ues gada y pro fun dam ent e em se co.~fes~b~n y se d:c ían esc apa ba a las pre dic a-
ta nos otro s irremediablemente disgre dep end ía, po SI se recuerda que ésta
no sólo
bles
sólo .ilega has salvar en 157 8-1 582 c~pc1on cichca del tiem a a las manifestaciones visi
realmente habían podido lo com ún se hrn itab
brecida. Lo que los indios ión de los calendario s pin tad os com o de la
oones del clero esp año l, que por
ues to un cal end ario litú rgi-
como es sabido , tan to de la con ser vac
el calendario adivinato rio . Los
pag ani sm o, sin o asi mis mo que la Iglesia había imp por ello es me nos
alistas del tonalpohualli·, del
fun dir más los espíritus.
Au nqu e no
supervivencia de los especi eca s o cuitlatecas. Los nahuas
y
c? tam bié n cíclico, para con por alid ad exi gía dis po-
tim oni os cho nta les, n1azatecas, tepuzt ade s de s.u sentido y sus funciones
, esta tem
evocar on tes describieron las act ivid cierto q~e ~ara conservar las obl iga cio nes de la
an, al sudeste de Pachuca, n podían haber desaparec
ido y que
los otomles de Epazoyuc ... J con tab an cada día por sus pintur
as
ner. de tecn1cos que muy bie ta es un ejemplo, presionaban
a los
r sus cue nta s[ las que la enc ues
sus "he rbo lar ios " que "po ajos que hab ría de ten er, si ha de
~oo:dad y de la vid a col oni ale s, de
oque y la cronologí a esp año la.
J' les decían a cada uno
el día que nacía, los trab que s". respondencias entre su enf
llam aba n ton afp ouh ind1os.~ara establecer cor ltaba en los ríos, den tro
de las.
morir desastrado. Estos les les, otro tiem po se ocu
ser rico o pob re o si ha de sto ent re sí los nombres Inv1s1blc para los españo ues tad ore s sólo
s de Uta tlán ''lo s qu e nacían tenían pue rias óndito de las selvas. All
í don de los enc
Entre los tep uzt eca do qu e prácticas adivinato montañas, en lo más rec ind ios tra nsm itie ron
s''. En otra s par te tampoco se hab ía olvida n la sue rte de erp ret aci ón ano din a del paisaje, alg uno s
oni -
de los día ítica, anu nci aba ~ntendieron un a int nte el terreno de la top
s momentos de la vida pol onio. rebasaron considerableme
acompañaban los grande opo rtu nid ad de un ma trím
in~orm aci one s fug itiv as que
un con jun to de dat os qu e en
de una enf erm eda d o la demás, a ese ma len ten did o nació
una guerra, el resultado urí ero n los que lo sab ían ". Por lo mia o de la geografía. De de las ceremonias. Sin embargo,
la
apr esu rab an a agr ega r: "1n dec ían más el cap ítul o de los ríto s y
Pero se íos difícil me nte vano se buscar ían en a la vi-
que afirmaba que si los ind2 inocente aun que escapara
diferencia del encuestador p~rce~ción ind íge na del
paisaje no tenía nad a de ído que todos los
sido castígados por eUo". tam bié n cre
'
n
al respecto "es que habían la época de las Relacione
s, Los índios no sólo "te nía
aví a en vig or en gilancia de .los españoles. condición y par te de div
ini-
fue ran cua les fue sen las prá ctic as tod
los ciclos diurno s y noc -
s em 1ne nte s y sier ras altas participaban de esta mo nta ñas era n
que alg uno s ind ios siempre ten ían presentes tur aba n
mo nte
sideraban que los lagos,
las cuevas , las
no cabe du da ades anuales que est ruc dad", sino que tam bié n con y la sup erf icie terr es-
13 y 20 días y las periodicid giados entre el mu ndo de
los dio ses
turnos, las secuencias de un a den sid ad, una sustancia, pues reg
1ati,
pun tos de contacto privile siempre presente de las ere-
a-
y le conferían an el cie mp o
la temporalidad tradicional los influjo s qu e des cen día n de
tre. Eran los con duc tos que com uni cab
ada y la combinación de
como se recordará, la lleg es. Habíamos Inenci ona do su per sist enc ia
ex, General HistoT)' ofthe
Things ofl' /ew Spaúi, 12
vols_,
de los mu ndo s infe rior 28 Ber nard ino de Sah agú n, Florentine Cod Res earc h, S:i.nta
los cielos o subían ographs of the School of
Am eric an
y A. J. O. And erso n, Mon 71-72-
trad. por Ch. E. Dib bk Aus tin (19 80\ L PP-
voL Vl. P- 235 y lópe<. 3'>4.
73~ YL p. 276. Fe, Univcrs ity ofU tah , 1950-1969. res. Nue va Yor k, Bas ic Books, 1973, pp. 391~
26 P~E. Vl, p. 213; V. p. 66: !\', pp. 48. lhe InterpretJtio11 o/C ultu
IV, p. 167. 29 Cliffürd Gee nz.
l!i3 . 129;
27 P;<;E, VL pp. 90, 9),

47 de 162
99
MEMORli\S POR ENCARGO
O
MEMORIAS POR ENC ARG
án, en Coatepcc
onios" . 32 i\1ás que en Tepozd
podían adoptar las al pie de dicho árbol muchos dem con hechos a los que se consideraba pertenr:>
los humanos, los cambios que Chalco los cerros todavía resonab
an
ciones y de los dioses con el de ente se hace mención de nte pelado de 1nediano aspecto
bado. Un mo
, el
y los chamanes "frecuentem cientes a un pasado nunca aca
potencias divinas, los hombres ra en un tiempo - escondía en su flanco ''un a
cueva oscura hon-
al regresar a ta superficie de la tier Tonaltepec -el ''Cerro del Sol ''
la perplejidad de los personajes de un tiempo a otro, ño !os indios empezaron a ofre
cer sacrificios al demo.
onu ar' '_.w Lugares de evolución dable y temerosa'' donde anta
distinto del que esperaban enc plos , de las imágenes consultaban a un dios de piedras
que les respondía.
ctibles a diferencia de los tem nio en tan to que sus sacerdotes
objetos por naturaleza indestru gua ridas de los dioses, estos cóatl, la famosa divinidad se
mos traba antes en
"pi ntu ras ", pun tos de referencia secretos y En !a sierra más alta de Quetzal sier ra en otra ¡. ,]
y de las bili dad una antigua verdes, ''se mu dab a de una
taban y man ten ían en su inm uta serp ient e de plum as
Los informantes de
elementos del paisaje manifes vez se capte mejor por form a de
que ponían grande esp ant o''.
el entorno. En lo sucesivo tal Daba grandes silbos y aullidos de se levantaban y
relación con los tiempos y con as pud o, dado el describir el grandíoso sitio don
occidental en ios 1napas indígen Teotihuacán no podían dejar de
qué la introdu(ción del paisaje dec orat iva y de un "pr o- luna, del sol Tona.(;atecutll y del
señor del ínfieroo' ',
ifica r algo ente ram ente distinto de una opción se levantan aún los ''cues de la nda s los pueblos de
caso , sign realidad inmanente s venían a depositar sus ofre
la inclusión disirnulada de otra ciudad de los díoses adonde ante inaba el Gran
greso realista", y sí en cambio mcxica, ruinas divínas a las que dom
en los bosques y en los montes
. los alrededores y el soberano de Oaxaca podrían
as en las brumas luminosas y
tibias del norte del En fin. Michoacán y !a región
Enclavado al pie de las mo ntañ
graf ía sagrada de los Cerro de la f..1adre. Tonan . ..
ejemplifica de maravilla esta geo engrosar la lista de estos eíemplos
. 3'
nia rnantenían !a
estado de 1'-1orelos, Tepoztlán nom bre del dios Ometochtli orrable, el paisaje y la toponü
ajes. El pue blo tom a su Como un ín1nenso lienzo imb rios indígenas
lugares, esta inercia de los pais de San ta Mar ía Magdalena se ítable que reflejaban los corn enta
Tepuztecatl que allí se adorab
a; al este, la estancia n:iemoria con una presencia inev o al sígnificado de
él un ídolo en que profunda de los luga res com
e en tiempo ant igu o ten ían en al referirse tan to a la naturaleza una cosmogonía, es
denominaba Amatlán "po rqu Tep uzt lán dia blo ". mia disimulaba por doquiera
atl y que reconocía vasallaje al su nombre. Pues si la toponi indígenas,-una 1non-
adoraban que llamaban Amatec erdo de los sacrificios otra. Para un buen número de
blo y todavía gua rda n el recu que eran indísoclables una de
Los peñones que rodean el pue "Cerro del Águila"; sólo el masco material y efímero
de una mala fábula
lo hab itab an: Cuauhtepec, el taña, una fuente, no podían ser ora, inconmen-
de niños y de los dioses que lo llam ó el dem oni o": Tepuz- sidad sensible, afectiva, incluso
son
noc e!ot l, el "Ce rro de los Síete Tigres que así supersticiosa; poseían una den ante que infundía
Chi co1
a aHí su asie nto "; T!ahuiltepe
c "po rqu e iban a esta ban mar cad as por aquella presencia ínq uiet
tecarl, "po rqu e el demonio tení ro de la Lum bre ''. sura ble. Aún
vinculado a la percepción autó
ctona de ta divini·
lurnbre y por eso le decían el Cer temor, por aquel tetz ahu ú/ tan n v cuva memoria
hacer allí sus sacríficios y hacían os que en los dichos teofanías cuya huella conservaba
según los nombres de los ídol dad. Por no hablar de aquellas do de enfoques
''lo s cuales dichos nombres eran os'': el Cerro del 'lie nto , c. Será comprensible que , part ien,
don de sub ían antí gua mente a hacer sus sacrifici repetían los múltiples Coatepe ido a su propósito
cerros hab ía Cuervo, la Casa de idad, cada cual hay a obe dec
Piedras Preciosas, el Cerro del ined io y de la real
tiue rta del },1ico, el Cerro de las significado divino: la
dist into s del
españoles con frecuencia haya
podido ser el presen-
comarca entera conservaba su y que el pasado según los ese pasado era pa.rte
la Nochc.' 1 En ocasiones una mediante la palabra onía por su propio peso, pues
de 1-1éxico se seguía designando te de los indios, lo que se imp
región otomí del norte del valle lada ni hab itab a nadie . Por lo demás, sus testimonios
no establecían
su gen tilid ad no era pob de la misma inmutable realidad había veces
Teot!alpan por ser "tie rra que en re tod o el país de origen, las ito" y ta historicidad. Cua ndo muc ho
que la ten ían ded icad a a sus dio ses ''; y sob dife renc ia algu na enu e el "m
osos. Sin embargo,
en ella, por
de surgieron a la superficie de
la Tierra los grupos re aspectos dem~~ado embaraz
cuevas de Chfromoztoc de don en que guardaban silencio sob un mismo registro
m:ítico ni de fabuloso para los info
rmantes que, por el aba su coherencía, basando en
nahuas. En lo cual nada hay de aun edulcorado, el relato conserv tepec Chak-c) o en
esencial de su pro pia realidad
. A veces, la alusión Chimalhuacán Ateneo, en Coa
contrario, veían una dimensión lo "fa bul oso " y lo político. En num en protector sin
y apenas revelaba la manera en
que los indios capta- rmaban de la intervención del
sólo se refería a un rasgo local Alahuístlán, los ancianos info noc ''ap arecíaseles rnuy
una mo nta ña (Coatepec de nin gun a especie: Teoto
ban su medio: la aparición de
una serpiente prodigiosa en precaución retórica ni correctivo ello s y decíales lo que
(Tax co ), una piedra de sacrifi- bre, hablaba y trataba con
un juego de pelota a men udo en figura de hom en la monta·
Cha ko y Coatepec de Guerrero), un cerro de luz que traban las hue llas deja das por el dios
suspendido o colgado (Pilcaya), habían de hacer''_ Incluso mos
cíos (Tetela del Río), un ídolo ndas, cuevas dedica" el báculo divino. 3~
(Tequislstlán), lagunas con ofre ña, la marca hecha en !a roca por
iluminaba todos los alrededores et cual ''les aparecían
án). un árbol de los dioses en 26, 42. US. 263, 132. 269.
229; V. p. 1)2
das al dios del viento (Texcaltid u r:--:E. \1, PP- 32, }-í. 14.
21; RG.\í, 1. pp. 11. 2), 33; p~c, IV_ pp.
lt;S, lS·Í. S·i. ~.)
222: RG:..L lL p
H P:--.:E. VI, PP- 45. 73; IV, p. 79
Ausrin (1980), l, p. 74. 86-90~ p;-.;f, VI, pp. lOl, 45.
na. op. cit., !il. p. "'8; López H López Aust in (\97 3), pp.
-'º Torq uem ida. !tÍovarquia india
3\ r0E. \"l, PP- 239- 24).

48 de 162
.\lE.\fORIAS POR E,'.;Ci\RGO
:.,!E\íORL\S POR E':<C:\RGO

,,u! du~L1 tod:1Y:ia equiv:Jd ría a expl"csarse irnperfec ramenrc el hacer del paisaje
enfuesrad ores de la Corona.1 'enían que ofrecer un relato' 'verídico '', es
¡;; 1 udro pleno de su'lurros, sarurado de colores y de presencias. Es un rnícrocos decir con-
- forme a los criterios de la administ ración española , tejido con hechos singulare
.. en qtJc el indio se incluye, se define, donde la vida cobra sentido, un universo s.
construid o con b~ise en una división entre el pasado de '' gentiEd<ld' · y el
,J ,·iHJdo que quebraro n los evangeliz adores
y los represen tantes del rey cuando se presente
cristiano. Indígena s de rodas partf'S -y no sólo los que habían sido interroga
en desplaza r a las poblacio nes y en reagrupa rlas en otros sitios. Basta dos
por eclesiásticos con curiosidad por Li.-; ··antigüe dades'' - descubría n la manera
,_ 11 \ui,vtr a Jos n1apas indígena s de fines de! siglo
.X\'J para encontra r allí en un
ade-
cuada de habl:lf del pJsado, de hacer su ''historia '' en el sentido español
en una línea del horizonte aquella presencia que las palabras son de la
palabra, es decir ofrecer una versión que pudieran aceptar las autorida des
1;; .qi.HC'.> de sugerir.
colonia-
!cs, una interprela ción ''plana'', "unidim ensional '' en que el tiempo ya no
Ln vez de afanarse por obtener de las Rel1ciones con qué conocer mejor era sino
las una sucesión de hechos y el espacio un paisaje banal y una toponim iJ,
1r·d·,v1cs prchisp:í nic1s, quiz-5. no estaría de más detenerse en
las in1ágenes que Resulta más fácil ponerse de acuerdo sobre la degradac ión de las n1emoria
,j, cli~ts conserva n los indios a unos 60 años de la Conquis s in
ta española ~a riesgo de dígenas, que se hace perceptib le al hilo de las respuesta s por los fragment
,. 1_¡¡"JViJ.rse en el dédalo de !iS'i:ultur as y los
accidente s de la memoria que configu- os sumi-
nistrados y con mayor frecuencia por sus silencios. J\.1 n1argen de memoria
1 ,;JI 1Jn terreno tan apasiona nte como caótico
y heterogéneo~ sin que por ello deje s ricas
que se debilitan -para los encuesta dores y para nosotro s- en las tres
(')(_t Yi\ión plural de obedecer 3.
presiones repetidas por rodas partes: los informan - facer~is de
Jo lineal, de lo cíclico y de la perennid ad, cuántos testimon ios hay confusos
!, . ., 1'u1:ron sumergid os en el contexto insólito
y exólico de una encuesta occidenta l; y sobre
todo inconsist entes que no son imputabl es sin excepció n '.l un administ
¡ 1¡¡·¡11n obligado s a presentar , en roda !a extensión de la Nueva rador con
Esp'df1a, una infor- prisa o a la negativa a inforrnar . La pérdida y la destrucci ón de las "pintura
111.H i(Jll que pu¿iera adaptarse a una percepció
n lineal y desconte xtualizad a de su s", el
ahogami ento de la tradición pictográf ica, la poca difusión de la escritura
¡ 11 1HJ!Ía; fueron arrastrados por la lógica de la encuesta a hacer absrracci alfabétic a
ón de toda -aprecia ble. por ejemplo, en la región de Oaxaca y en lY1ichoa cán-, la
¡JIU diincnsió n cíclica o. antes bien. a aislarla des~tpari­
como raL encerrán dola en esferas ción de los testigos y, sobre todo, la extinción de las memoria s humanas
1 1·,Jucidas (los ritos) y de nuevo circunscr itas por categor1as occidenta parecen
les; en fin, haber pesado consider ablemen te en la ins(antán ea que ofrecen la.s Re!ac:On
i:P-"i'un llevados a hacer una reflexión global sobre h1
sociedad indígena de antaño es con-
servadas hasta nuestros tiempos. Tanto como una desesrn1 cturación profunda
y l),)r ello n1Ísrno a disrancia rse de ella. En lo cual no hay
nada que se emparen tara de la
percepció n del tiempo o una recornpo sición del pasado en las conciencias
, 11n i1n Jllü\'Írnie nto espontán eo ni tampoco con las indíge-
relaciones más confiables v más nas, en aquellas últim~ts décadas del siglo X\"í at parecer empezó el triple
/ll'honalc s que rodeaban a las encuestas realizadas por los religiosos francisc,a desdibu-
nos, J<uniento de las categorías, de los soportes y de los hombres .
Ju~ iníürman res se encontra ban ante los represen tantes locales
de las aurorida- lvfúltiples, desiguale s, diversas hasta la contradic ción, es~lS mernoria s no
, ¡,.,españ olas ~·esos represtnt antes sólo compartí an de manera esporádica por ello
la curio- dejan de comparti r un rasgo común que imprime su sello a todas esas
,,1. L1d de Jos religiosos. Puestos ante una red de análisis del tiempo y de la sociedad ciones, Y es que las imágene s esquerná ticas que nos tienden, las opciones
construc-
,Jill' p:ira los españoles era del orden de lo evidente. que eli-
los informan tes reaccionaron de gen, los acentos que subrayan obedecen n1enos al azar de las reminisce
,]11crsos inodos. No todos respondi eron. Pero, cuando lo hicieron, con frecuenci ncias que
a al origen social de los informan tes. Reclutad os en el seno de lo que subsistía
/11c conserva ndo un apreciabl e rnargen de maniobr a de la
cuyas múltiple s n1anifesta- nobleza, entre los caciques y los principal es, y en ocasiones descendi entes directos
' ¡¡¡¡¡e_., hemos podido seguir, aunque hayan adoptado
la forma de una censura po- de
los señores prehispánicos, los informan tes nahuas elaboraro n por pincelada
¡11 ;, :1 o de una periodiza ción original. s sucesi-
vas el cuadro de sociedades ordenada s donde el poder era indiscuti ble e indiscuti
¿Tuvo la experien cia del cuestiona rio un efecto real en las rnemorias indígena do.
s la independ encia política de la que antaño gozaban estos pueblos, la educació
11.101.iro::tndo o dcsartícu lando su concepto del tiempo y su visión del pasado? n, la
Ello rigidez de la justicia y de las leyes, el respeto y la obedienc ia absoluta
'iiil duda equivaldr 'ia a conceder un alcance debidos a
dcsn1csurado a un encuentr o dema- los caciques, el trabajo concebid o como ímpcrativ o social constituí an, si
,i.1J,i breve y a intcrcarn bíos con frecuencia superficiales. ¿O bien esa experienc hemos de
ía creerles, un conjunto extraord inariame nte estable en el que cada cual permane
¡iin ipitó o profundl zó simplem ente una aculturac ión cuyos grados, huelga cía
decir- en su sitio. Pero la situación había cambiado 1nucho y en mi~ de una ocasión
Ll, v;iri'.lban según los grupos y las regiones? Es lo que más bien parece asoma
ocurrir L1 nostálgic a amargura del informan te cuando describe la etiqueta de los
\d\Hc todo en las con1arcas rnás expuesta s a la hispaniza tiempos
ción: el valle de 1-féxico, antiguos , cuando opone el recuerdo de los caciques de suntuoso s atavíos
l.1 ít"gión de Puebla, Pátzcuar o en ?vfichoacán, las zonas mineras. Lo que de plu-
no irnpide mas que evocaban "tigres, leones o aves" a los macehua les cubiertos de
,j\H' z'n ocasión de esas encuestas los inform<lntes un simple
de todos los grupos étnicos sin ex- taparrabo y de una capa de henequé n. Las prohibic iones alin1entarias, atropella
, ,·pe i<in pudieran familiari zarse con la concepci ón del pasado que alin1enra das
ban los ahora por las nuevas comidas y la confusió n de las jerarquía s, antes contribu
ían a

1
49 de 162
l
103
\fEMO RlAS POR ENCA RGO
102 \.fE!'-·fORlAS POR ENCA RGO
ión española con sus referencias
dos concepciones del tiemp o. La de la admin istrac
su genti lidad ningú n indio comú n acont eclini ento, sus criteríos y sus
separar lo que debía estarlo puest o que "en cronológicas, su periodización, su sentid o del
y no gallin as'', en tanto que ''los se- se preoc upaba más por establecer
podía comer sino tamal es y un poco de atole exigencias_ Y la de la tradición indíg ena que
uame nte y carne huma na''. Pues su sucesión y para la cual, con ei
ñores usaba n come r gallos y gallinas y cazas antig el paralelismo de los hechos que por el anális is de
nes ritual es y ''dieté tícas' ', el cani- ecimi entos se super ponía n,
no podrí amos olvidar que, fuera de sus funcío transcurso del tiemp o huma no, los estrat os de acont
los plebeyos no tenían derecho a el homb re perspicaz y orden ado
balism o servía de marca dor social, puest o que "perfe ccíon ando una image n que en cada vuelta
así la fuerz a divina que conte nía. s Entre estos dos enfoq ues existían
come r carne de los sacrificados ni de absor ber
3
podía ir delim itando en sus conto rnos vagos ''.
de carne de puerc o, de res y de corde ro, o litúrgico españ ol era cíclico a su
Aboli éndol o e introd ucien do el consu mo sin emba rgo punto s de coíncidencia: el tiemp
las distin cione s socior religiosas tradicionales por sólo conocía una lineal idad meno r,
los españoles había n sustit uido manera, mientras que la rradicíón nahua no
de un modo enter amen te distin to. o'.> ciclo se ubica ba en una temporali··
criterios de orden econó mico que se aplica ban sino que adem is alime ntaba la idea de que un
nada de inoce nte. Sea entre los y la desaparición: el Quin to Sol era
El discurso sobre la autor idad no tenía pues dad destin ada sin remed io a la degen eració n
se escucha la mism a apolo gía del los efectos más imprevistos de la
otomí es, sea en el Guerr ero chont al y tepuz teco, perecedero y era el últim o ..Agreguemos a ello
y de la estric ta regula ción bajo los cuales vivía ciones con un hecho singular y
antiguo orden , de las prohi bicion es muert e demográfica que famil iariza ron a las pobla
ar que los antigu os ritos funer arios unio de los tiemp os, la pérdi da
el indiv iduo. Como tampo co se privan de record sin precedente. La incapacidad para explicar el infort
dístan cia entre el vulgo y las élites de los medios de leer el pre·
-en adela nte supri rnido s- signif icaba n la y el aband ono de las técnicas adivin atoria s y por tanto
que en la región de Oa.xaca la ideali- toma de conciencia de una tempo -
chont ales, tepuz tecas y mazatecas.36 Cierto es sente y de prever el futuro debía n precip itar la
ada. Tal vez no sea indife rente que irreversible, en lo sucesívo era
zación del pasado está claram ente meno s afirm ralidad que, sin ser realm ente apreh endid a como
exalta r la antig ua socied ad haya sido el sugíere este abrum ador testim onio
uno de los puebl os en que más se trató de vivida como aberr ante e insop ortabl e. Como lo
Cami no. Los inform antes incluso se arries garon a
señorío nahua de Teoti tlán del del año 1582:
ando que los sacerdotes de antañ o
rehab ilitar en parte el medi o sacerdotal indic
mortificaciones, su castid ad y su naturales de eHa por los malos trata·
''vivía n como santo s'', tras haber evocado sus Nos somos informados que en esta tierra los indios
áreas de influe ncia hubie ran vivido hacen [. . j mucho s se ahorcan y otros se dejan inorir
sobrie dad. Como si las cultur as nahua s y sus 1nientos que sus encomenderos les
ras que otros puebl os zapotecos que hay madres que matan a sus hijos en
con la obsesión de una ciuda d civilizada mient sin comer y otros ton1an yerbas venen osas: y
onios sugie ren organizaciones para librarl os de !os trabajos que ellas padecen. l9
ella. Estos testim parién dolos. diciendo que lo hacen
o mixtecos al parecer escaparon a
flexibles que las de los nahua s . .A.gre-
políticas meno s complejas o cuand o menos más
ación exterior -por ejemp lo, la
guemos que la interposición frecuente de una domin
nte contr ibuyó a matiz ar o ahoga r
de Teoza potlán en Macu ib::óc hitl- proba bleme
memo rias de Oaxac a con frecuencia fuero n
la nosta lgia de los inform antes . Las
s más poderosos. Tamp oco qued a
memo rias de la depen denci a, satélites de vecino
ado de sectores nuevos en ruptu ra
excluido el que ciertos testim onios hayan eman
con los antigu os medio s dirige ntes. -
17

ejemp los sería preciso multi pli-


Por encim a de esas divers idade s regionales cuyos
rias se confu ndían con las de los poder osos,
car, recordemos que todas estas memo
el saber de los últim os testigos del tiemp o ido
que en ellas se mezc laban a la vez
stos a la acultu ración , como lo revela
con el de los indio s que fuero n !os más expue
el plano local reflej aban el surgi-
la menc ión de su firma . Por consi guien te, en
is hemo s segui do y de la que ahora
mient o y la difusi ón de una cultu ra cuya génes
Nuev a Españ a, el alcance, el dinam ismo y
tal vez aprec iemos mejor , para toda la
xv1 corres pondí a !a tarea de conciliar
los límites. A esos notab les de fines del siglo
es·
cambios en la alimentación inrroducidos por los
3~H·1E, VI, pp. 84, 242, 243, 141, 286. Sobre los lB Lópcz A\lstin (1973) . P- 97. u n;uy c,;r¡;/
(1979) , III. pp. 129,17 6. J'J Cédula re.;/ de mayo de 1582 de
Fdipe ll, t'T\ Genotrn García. !)001/?i~'nfo.1 11t!J;h,: 1
pañoles. véase Borah y Cook
ú de ,'.féxico , !vkxico , Porrúa , 1974. pp. 498-499.
J6 Pl>.'E. \1. pp. 16, 36, 129, 91, 146. 123, 96. p.;ra hiJ:on'a
J7 Pl'<'E, IV, pp. 220.11 1, 149, 102, 146.

50 de 162
LOS "'TÍTULOS PRl~iORDlALES . O LA PAS!Ó.': POR LA ESCRITU
RA 105

que pretend en establecer y sobre todo a las fechas que exhiben . Son
11! LOS "TJTULOS PRIMORDIALES" falsificaciones
en la medída en que consignan hechos históric amente inexactos, incluso
O LA PASIÓ N POR LA ESCRITURA inventa-
dos totalmente, falsificaciones encargadas de sustituir títulos auténtic
os que pueden
no haber existido nunca o haber desaparecido, así hayan sido destruid
os, extra-
, 'Ji FLTDE prosegu ir el análisis un siglo después e incluso corregirlo abando nando viados, vendidos u olvidados por comuni dades y pueblos con el tiempo
la incapaces
{;n panorámica por un estudío más riguroso? Sin duda, pero con la de descifrar docume ntos redactados original mente en español durante
,h 1
condición el siglo XV!.
, le ¡cner presentes el origen r los lírnítes de las únicas fuentes de que Pero, con toda evidencia, la propia "faJsificación" constituye el incompa
disponíamos, rable valor
, f.1Jta de encuestas realizadas al térmíno del siglo XV!!. En los testimon ios de los títulos, puesto que en un marco indígen a relativa mente autónom
consig- o mani-
,;,;dos por las Relaciones geográficas los dirigentes indígenas de fines fiestan un considerable esfuerzo de creación aunado a un apreciab
del siglo xv1 le dominio de
Ji Je Í:Hl un balance forzado de lo que habían guardad la escritura. id mismo tiempo sería preciso evitar confund ir desde
o en la memori a. Con fre- un principio
' iH:>ncia representaban un mediti!runenazado en lo social, una nobleza nuesrra mirada con la de los españoles, subraya ndo que lo que
hundida en es falsificación
! ,, 10 rrnenta de1nográfica pero que conservaba lazos directos según los criterios de la historiografía y del derecho colonial puede
, a menudo humano s, expresar una
, uli t:l pasado de antes de la Conquis ta, Un aprehensión distinta del pasado, una apreciación singular del acontec
siglo después, cuando el número de imiento y de
¡" 11 nbres dejó de disminu ir, en pueblos de poca la historia. Entre otras cosas, es lo que los distingu e de los falsos
o median a ímportancia nuevos cronicones que
¡¡< llpos se dedicaro n a fijar otras memorias florecieron en España hacia la misma época, haciend o su análisis en
que parecen haber asímilado parte de extremo deli-
:, 1 kcción difundi da por las
Relaciones. Para explorarlas disponemos de fuentes cado, pues éste plantea problem as de fijación de fechas que en la
mayoría de los
,1;,blernente notables, tanto por su concepción como por su contenid ca.sos sólo podrían ser aproximadas; innume rables dificulta des de lectura
o. Es probable debidas a
¡uc desde el siglo XJX se haya dado en designarlas con el nombre de paleografías engañosas, a grafías y a transcripciones arbitrarias, al
Títulos pri- uso de lenguas
,11urdiales. 1 Redactados en lengua indígen a en el seno de una comuni indígenas sobre todo --el náhuad , el zapoteco ... - que se apartan
dad o de un de su forma
,,i1 1:blo, estos docume ntos anónim os consign
an los confines de una tierra exhor· clásica, al mal estado de conservación de los docume ntos y a
su dispersión. 1
· «11do a los indios del lugar a defenderlos con obstinación. En ciertos Por otra parte, los escasos ejemplos que he tomado no podrían hacer
aspectos están justicia a la
11 ip:Hentados con una familia de docume ntos extendid riqueza excepcional de esta fuente cuyo agota.miento sólo podrá lograr
os con frecuencia en el una gran
. i.uiscurso de la época colonial y aun en nuestros días: los tínilos de encuesta colectiva.
propied ad. En
,, 1c caso se trataba de expedie ntes más o menos Nuestros títulos al parecer fueron puntual izados y redactados en la segunda
abultad os, que reunían actas de mitad
¡,;¡ 1ación, de venta, de otorga.rniento de jurisdicción, peritajes del siglo xv11. Sus grafías, las fechas de su presenta ción a la justicia,
practicados in sz'tu el dominio de
las vistas de ojo- y destinad os a definir los límites de la.s tierras, interrog la escritura de que dan fe, la naturale za de su conteni do y de sus
atorios referencias, los
,, 11 rradíctorios, en fin, actas de confirm ación errores que los demerit an y la confrontación con docume ntos del
para sancionar una toma de pose- siglo XVJ y de
1'·111. El conjunt o consignado y autenúf
icado por un notario español era conservado principios del xvn sugieren esa fecha aproxim ada. Pero no es menos
importa nte
,.uio objeto precioso por los interesados, citado y mostrado en destacar que, en el siglo XVlll y a veces hasta fines del XIX, constituyeron
caso de impug- la memoria
LH ión y de litigio. Los títulos auténtic
os presenta n un interés considerable para del pueblo. Corresp onden pues a una cristalización del recuerdo,
al resultado de
¡ estudio de la propied ad indígen a pero, en la medida un proceso sujetado por la Conqui sta español a. La mayor parte de los
en que se conform an a la títulos selec-
"'rrna española, dan poco lugar a la intervención de los indios y cionados aquí es de origen nahua, Dos procede n del valle de Toluca:
a la expresión San Bartolo-
;,· una visión distinta de la de los representantes de la Corona. Por mé Capulhu ac y San Martín Ocoyoacac, cabeceras distantes unos
eso no me 10 kilómetros
:ctendré en ellos, recordando que su presencia enfrenta ba constan entre sí. El resto nos conduce al sur y al sureste del valle de México,
temente a los a los alrededo-
'"líos con aquello que la adminis tración española en lo formal y lo materia res de Mixquic, Chalco y Amecameca. Cuijing o, Zoyatzingo y San 1-tiguel
l consi- Atlautla
;,·raba procede nte. Los Títulos primordiales se distingu en en la medida
en que
.,,,11 falsificaciones cuya compos ición por 2 A falta de un conocimie nto satísfactorio di; las lenguas
regla general es muy posterior a los hechos autóctom u en b. época colonial, lenguas
cuvo estudio sístemático apenas se en1pieza en la actualida d ~a falta
también de insuumen tos de tra·
bajo adecuados~, n1e he apoyado en gran pa.rte en !a.s uaduccion es
'l;íbson (1967), pp. 278, 295, "A Survey of Middle Arnerican Prose
M;i_nuscripts establecidas por lo~ intérpretes ofi~
,., HMAJ, vol. dales, por los propios interesados (o, para algunos textos, por especialis
'. 1y7J ), pp. 320-521; James Lockhan, "View:; of Corporate Self and tas contempo ráneos), al mismo
Hisrnry in sorne Val!ey of Mexi- tie1npo que recurría al original para tratat de esclarecer o de establecer
i "v;ns Late Sevtüteen th and Eighteent h Centuries cienos puntos important es.
", The Inca and AztEc State . . , , op. cit., pp Ocioso es decir que este análisis no podría ser sino una entrada en
-593. rnareria, que sólo un verdadero estu-
dio lingüístico y filológico permitiría explotar estos documen tos tal
corno lo ameriun
104

51 de 162
106 LOS ''TITULOS PRIMORDIALES'' O LA P ASlON POR LA ESCRITURA
LOS ''TiTULOS PRT1{0RDIAL ES ' O LA PASIÓN POR L.'\ ESCRITURA 107

dibujan un triángulo al suroeste de Amecarneca; a esta zona pertenece también


Cuacuauzentlalpan; Santiago Sula se sitúa más a1 norte, entre Chalco y Tlalmanal,
puesto en subrayar la antigüedad: "Este escrito no es nuevo ni hecho de ayer acá \
corno dicen porque desde inmemorial tiempo a esta parte está hecho'' (Cuijingo).
co, no lejos de Los Reyes; hacia el oeste, San Nicolás 'fetelco ocupa las inmedíacio-
Los españoles denunciaron a la ligera la ingenua treta de un documento que
nes de !vfixquíc. San Gregario Atlapulco las de Xochimílco y Santa Marta las de
autoprodamaba su antigüedad. Antes bien se descubrirá en él la afirmación de 1
Milpa .A.Ita. Agreguemos al suroeste, en el cerro del Ajusco, el pueblo de Santo
una especie de intemporalidad que situaba los títulos tanto en un pasado remo-
Tomás. En fin, apartado de este conjunto meridional y más al noreste, cerca de
to corno en un pasado próximo o en un presente ínmediato. Memoria y fuente
Texcoco se levanta el pueblo de Tetzcotzinco. En lo material, estas piezas ocupan una
de inforn1acíón, instrumento de defensa puesto al servicio de la comunidad, el
o varias decenas de hojas y pueden ir acompañadas de dibujos o incluso de mapas. 3
ºpapel" debía estar protegido por el secreto. Por tanto se hallaba prohibida su
''A quien quiera que seas. . y que sepas leer y escribir. les distinguirás las razo- comunicación a fos españoles. Sólo las mas altas autoridades podían enterarse de
nes que aquí quedan puestas de los viejos" (Santa l\.1arta). Los títulos insisten con
su tenor, sólo "los esclarecídos de México", "el alto rey" leerían su traduccíón.
obstinación en la importancia crucial que conceden a la escrítura, de la que incluso
Destinados a probar la autenticidad de los derechos adquiridos, a recordar los pri-
!legan a hacer un imperativo categórico: ''Mando que se haga este escrito [, . J Lo
vilegíos concedidos, los títulos por consiguiente iban dirigidos a.l nlismo tiernpo a
mando escribir y poner en este papel. . '' Y ello por diversas razones. Trát<lSC
la comunidad y a los amos de la Nueva España. 4 Vale decir que en esta segunda
antes que nada de fijar una información y de transinitirla a fin de constituir una
mitad del siglo xvn modestas comunidades indígenas usaban ta escritura con un
memoria ''para que en cualquier tiempo estéis noticiado de ello'', ''para que no
sentido agudo de sus múltiples empleos, asignándole la conservación, la transmi-
estéis ignorantes de lo que- sucedió. . ''. Esta información se orienta, lo cual es
sión y la demostración de la información. Y, desde luego, su manipulación. So*
evidente, a proteger los intereses del grupo, "en su defensa de los del pueblo"
pesando el instrumento que se habían apropiado y forjado, hacían de él un objeto
(Sula), "para que os sirva de adarga y ejemplo de cómo quedáis bien cercados en
valiosísimo cuyo prestigio se confundía con el de las antiguas "pinturas" .
redondo" (Santa Marta), "a poder hablar y responder en defensa de vuestras
Antes de examinar las fuentes prehispánicas o indígenas, es conveniente consi-
tierras" (Cuijingo). Por consiguiente, la escritura claramente está concebida aquí
derar los títulos como lo que pretendían ser, como documentos análogos a los que
como la forma, el 1nodelo del discurso por pronunciar, del camino a seguir en caso
elaboraba la administración colonial. Es innegable que los autores de los títulos
de litigio llevado ante los tribunales de la Corona. Entonces se entiende que esos
estaban familiarizados con las formas más co1nunes que asumía el escrito coloníal.
documentos puedan estar revestidos de una importancia casi sagrada, son los ''pa-
Su dominio de la escritura invita a ver en ellos al personal indígena local que con-
peles reales de guardar" en Santa Marta, "el papel escrito de Dios" en Atlautla.
servaba. leía, difundía las actas emanadas de las autoridades coloníales, e incluso
Al grado de que su conservación constituye una tarea decisiva que se confía a ciertos
en ciertos casos que intervenía directamente en su redacción. Resulta revelador que
miembros de la comunidad , los guardapapeles, que a veces son designados en es-
los títulos de Sula vayan seguidos de actas auténticas que sancíonan compras de
pecial. Esos "papeles" tan preciosos son así parte del patrimonio de la comunidad
tierras hechas por indios del lugar, tres cartas de venta o de concierto fechadas en
al igual que la tierra, y los indios temen tanto prestarlos a los españoles corno
1593, una "petición" dirigida por los indios aJ juez gobernador, un "1nanda-
alquilarles tierras. La valorización de la escritura coincide con el respeto del que
miento" de este último, una "puesta en posesíón" efectuada por el alguacil 11111)'or
se rodeaba, antes y después de la Conquista, a las' 'pinturas''. Más allá de la preo-
en presencia del escribano de la república. En ello interviene todo un juego de
cupación vital de conservar a toda costa un título territorial, se presíente en ello la
fórmulas, de fechas, de acumulación de firmas, de listas de testigos, una termino-
inserción deliberada en una tradición antigua que viene a corroborar el empeño
logía en la que se conjuga el lenguaje administra-ttYº y legalista en el que se inspi-
raron los títulos de Sula y los demás pueblos. De ahí el esfuerzo de la fijación de
3 Esros títulos provienen dd acervo Tíerras del AGN: vol. 2860. exp. l. fols. 59r.-73r. (San Banolomé fecha del que todos dan fe, las referencias constantes a las autoridades coloniales,
Capulhuac); vol. 2998. exp. 3B, fo!s. 1L·38v. (San Martín Ocoyoacac); vol. 2819, exp. 9, fols.
40r.-8'/v. el recUirir a un vocabulario jurídico y esta declaración, que no puede ser más explí·
(San Marías Cuijingo); vol. 1665, exp. 5, fo!s. l66r.-l90v. (San Antonio Zoy:nzingo): vol.
2674. cita, hecha en Cuijingo: ''Os doy la forma para poder saber hablar y responder .en
exp. 1, fo!s. 6r.·l9r. (San 1!iguel Atlaut!a); vol. 2)48. exp. 11, fols. 20r.-28v. (Santiago Sula);
vol. la defensa de vuestras tierras." !v1odelo de escritura, la retórica adminístratÍYa fue
3032, exp. 6, fo!s. 262r.-286r. (los Reyes Acatliscoayan); vol. 1671, exp. 10_ fols. 13r.-24v, (S..r1 N\co!is
Tetdco); vol. 3032. exp. 3, fols. 190r.-218v. (Santa Mana Xocotepet!alpan); San Francisco Cuacuauzer.- tomada como un medio de defensa. Los indíos se la apropiaron como sc habfan
dalpan (Tla/onu1. IV, 1, 1962. pp. 64- 73); San Gregorio :\tlapuko (Tlalocan, III, 2, 1952. pp. 122-141); apoderado de la escritura. para garantizar la salvaguarda de su tíerra.
Santo Tomás Ajusco (Th/ocan, VI, 3, 1970, pp. 193-212); Tetzcotzinco (Tlafocan. II. 2. 1946, pp En el siglo XVII circulaba en tierra india otro tipo de escrito colonial que los in-
110-127). A ello se agregarán los Títulos de San Pedro Tláhuac y Santa Cararina Tlamacauonco , que
se
conservan en la Biblioteca Nacional de México
4 Atlauda. fol. 14v.; Ocoyoacac, fol. 35r.

52 de 162
:,: ,,,. i;i,-\LE~''()L-\PASJé)\'.PORL:\ESCRtTURA LOS "TfTCLOS PRl\lORDlALES" O L\ 1-'ASlÓ:\ POR L:\ ESCRITL'lZ:\ lÜ'J

,, ,., -, , ;.i1L1-L· todo, con escuchar: aquella p;ilabra cristiana


\oltearsc boca ab,,,n f . j los del vientre que aún no nacen ! . . J los que están
,, ,,.,.,, --- ,¡, LJ> pkgari:is, de !as n1is:is desgranaban los curas v
por venir de nuestro linaje [, . ] los que hacia atrás vienen and:tndo a gatas''
-,¡-<' c!l lu~ títulos un lugar apreciable en forma de las in'-
(Atlautb.). Desde luego. no son éstas las únicas fórmulas ni bs únicas imágenes
'< o)': ~(- :1bren o de esta breve pleg::nia que precede a la
que dan brlllo a los títulos_ I--labría que citar muchas otras.
1
,, /,-'/, ry' rr; 1 l)i(;s y Señor, pues nos has dado luz y gozamos de Estos discursos adoptan cornúnmente la forma de advertencias. de consejos, <le
:;,- 'JiJ'- ,,un htchuras de la Di,·ina .i\1a)estad de Dios}' Señor
reprimendas. Enuncian normas <le conducta para uso de los noLibles v de !os
<)'f''' f/;rn1ulas cristianas cierran orros tí rulos. Inrluso ocurre
nobles de antaño, exaltan e! respeto debido a la palabra de los ancianos: regulan
..-_:: ,, uf>!J ( ri)tianos participan íntímamenre en la concepción
d ejercicio de la justicia y del poder, amenazan con la degradación a quienes no
del razonamiento, a ejernplo de esta meditación sobre
sepan merecer la obediencia de los macehuales. Díversos textos resuenan también
r/;•>C Suh '"'(si Dios nos dejó ejemplar que murió. aunque
con exhortaciones al parecer premonitorias, disuaden vivamente a los indios de
• , if, _..r>~ t;r 3 cuan\O Dios murió porque tuvo nuestra humana carne y
frecuentar a españoles que tarde o reinprano los despojarán de sus tierras y de sus
~, p;;.cfres, aunque murieron, no murieron, que han de
títulos. Lo cual nos vale de-sgarradoras denuncias de los peligros de la aculturación:
, , Enl<JllCCS hemos de resucitar todos. . "El tenia cristiano
11
~- -~~.~::, , .,,·fJÍ-'.J rr;uy ;J propósito para apoyar la afirmación de la continuidad
1 En :i.cornpañándosc con !os que rr;:ien el sombrero encasquetado y sus espada,; debajo del
--~-~~~:- , 1 _,_.-;'. ¿,:)pueblo en la persona de sus más antiguos fundadores.
11 ,,,, ¡;artícular de documento que deriva tanto del procedí~
brazo [tos españoles], quienes también andan a caballo en juntándose con !os susodichos
v corniendo de !o qut< ellos co1nen, serán perdidos porque estos pretenderán quitarles sus
. ¡:, , 1 ., '.., v;niu del acto espiritual: el testamento con el que pronto se tierras [ . j !\"o consintáis que vuestros hijos se dejen aconsejar de los españoles porque
___ , _,J<; !os J¡¡dín-,. Los Tirulos de San Banolomé Capulhuac se pre- por engaño les pretenderán quieH sus tierras, que los irán oblig:u1do fon fariño y les
1116
dr: tesramentos que se apartan de la forma tradicíonaL darán de lo que comieren; y entendiendo los naturales que es aga.s;:ijo. cuando recuerden,
!11''
ya le~ habrán ido a.sentando !os españoles todo 10 que les dieren de comer y d dinero que
1 ,,~. d<: 'JU'; e i:íusu las y sobre todo b. intervención del narrador en
,'\! L< (·l1:u i1)11 del rnodelo rcs.rai:i~n[ario personaliza el discurso, !es clleron y. desta manera, ies coxerán sus papeles y ruando vuelvan en sí, se habrán
1 qoedado sin bs tierras. [Cui¡ingo.j
,, ,;,/*:zi:r un ¡01¡ue r;iro de sub¡etiYidad y de emO(ÍÓn; "/\hora ya
1
·' , ir <J_ ]u':> <;:unos que pron1etí deb.nte de Dios Nuestro Señor con
1111 Situada en un pasado rnal definido, la exhortación ''premonitoria'' no hacía
tuiodo \J<lc lo que me pasó, pues no había gentes, que yo
sino reflejar prácticas que podían observar directamente e incluso padecer los re-
,,¡,, ;n111quc contento ... "Evitemos, sin embar¡;o, generali~
dactores de los títulos. 0.13.s, para expresarse, esa exhortación retomaba el tono
·, ,_ ;- (_-j yuc j¡~¡[¡Ja conserv:i el anonimato, lo reivindica incluso con
1 14 de una tradición oral estandarizada e incluso de un género cuya irnponancía se ha
·~~,¡,,¡;, d': Ju" diulus que pre~endcn sc.r una voz colectiva y tratan de
visto en la época prehispánica, el huehuehtlahto/fi, la "palabra antigua" de la que
~-t,¡i·. ,_je /Jvtu'r Cli c!b una firma. obligados como están a úlentificar
se traslucen el estilo metafórico y la retórica. Otros pasajes -la aparición de la
.,,t(;; bau:rl:.t adn1isible a los españoles.
codorniz prodigiosa de Sula o la historia del demonio del agua- derivan más bien
·\,.¡ ¡frulu> cx~!(lsivarncnte con el escrito de la Corona y de !a iglesia
de la narración (tlaquetzalli) o de! "relato sobre las cosas antiguas", Entre los
.·.-_", ,. un2. prublcrn:üica de la calca y de la falsificación, incluso de la
11 títulos que presentaron en 1710 los indios del pueblo de Santo Tomás Ajusco hay
'_":,, y;,Jcnio> de un tl·nnino a! parecer más neutro_ En éste, como en
1 uno, fechado el 4 de febrero de 1531, que asombra por la virulencia con la que
,",\°urn-(_,<.,, lo'> indios fueron n1ás que receptores hábiles o torpes, pro-
ataca la Conquista española. E! tono es de una aspereza y de una desesperanza
co!.inial, y disponían de recursos propios cuyo invenrario
sin igual: la íntensidad de la emoción, el apego a los antiguos dioses -que hace
, •• fy;; 2 r, Lo'> títulos se presentan en forma de re!aros orales, de dis-
1
decir de Tezcatlipoca que "él es el lcgítin10 y verdadero dios"-, el recuerdo de
:~:1- u,ty:lo n 1J_') secundario de diálogos entre varios protagonistas, de
las profecías de los anrepasados y el funesto cumplin1Íento de la ''palabra antígua'',
l\•H" püdun sL! españoles 1\un cuando en OLas1ones los anCianos
rodo concurre para poner este texto al mismo nivel que los famosos cantares de la
intt!ltJg,1dos, ton1ados por tcsugo" el discurso 1nvanab!e-
derrola, que las imprecaciones anticristianas atribuidas al cacique de Texcoco o
, .. ,.\- , hts y:tnera\°Í\lnes futuras· designadas medían re fónnulas estereoti~
1
que las palabras subversivas de los indios a los que perseguía la Inquisición de
"-:,_,(nen.te inscn~L~ en el transcurso del relato. Son ';los que fo1nienzan
.] los que se arrastran [ .] los que empiezan a Zumárraga en el transcurso del decenio de 1530. Pero en él también se encuentra,
· :,--,,_ ,'!:uc;1n 1
'C- .¡tJI' , ~ ,
forrnulada de manera expresa, la política de acomodamiento forzado que ya be
mencionado:

53 de 162
'RA 111
S" O LA PAS lÓN POR tA ESC RlTl
LOS "TÍT ULO S PRlM ORD L\LE
A
S" O LA PAS IÓN POR LA ESCRITUR
LOS "TÍT IJtO S PRIM ORD IALE ante defi,
l 10
tras haber cubierto de un n1odo bast
·anales, que se inte rrum pen en 1606 rse que a part ir de l 580
ación donde hc1nos de colocar al
nuevo Dios que nos siglo xvi. Hab rá de nota
Acuerdo formar un temp lo de ador ciente las dos últim as décadas del n en su tota lida d
hem os de hacer, hij~s? Con- catástrofes naturale s y desc uida
}·a casi no son sensibles sino a las
que lo adoremo s. ¿Qu é
traen los castellanos. Ellos quieren de Casulla a ver interrupción de
que nos entreguemos a los hom bres En ello se aprecia una frecuente
viene que nos bauticemos, conviene el campo prop iam ente político. tos acurnu-
prob abil idad corresponde a los efec
si así no nos matan. la memoria indí gen a, que con toda a que por tra-
retroceso social de la nobleza indi
ués de_ 1531, lados de la crisis demográfica y de! ha abie rta al
pcional haya sido redactado desp . Pero tam bién puede verse la brec
Es prob able que este texto exce fech a ( 1551 ) que consigna la dición aseguraba su conservación el relev o de los anal es,
hacia med iado s del siglo X\1 si
nos atenemos a la efecto, los títulos no son
remos con qué desarrollo de otra incmoria. En s. De ese
indicios. Ello no obsta para que igno inspiran en ellos tom ánd oles elem ento
versión náh uatl va algunos otros del siglo xvn. No aun que resulte innegable que se ía en el
los indios cristianizados de fines es con la fiíac ión de fech as y la cron olog
acti tud lo leían 'o lo escuchaban e Oax ac.a - que la , modo perm iten grandes libertad los de ffi.
es imposible -ya hemos visto algu
nos ejemplos en la regi ón.d
tros la ente nde rnos y la practicamos. Por ejemplo,
1nde pend 1entern~?te sentido en que noso
ntos ~ describen
o el año de los acontecinlie
ido entonces todo su valo r, que
anti güe dad del texto haya constitu de pres enta rse --co mo ocu rno - yatzingo señalan al margen de! text , 1005 ... ). Esta s fech as van
tas embarazoso entes (1945, 1947
de un contenido en resumidas cuen que los títulos consignando las fechas más sorprend mos los T1-
. Estos cuantos ejemplos revelan racción de los hori zon tes. Com pare
ante los tribunales de la Corona ulas en las que se acompañadas de una extrema cont Los auto res de
tom aron de la tradición oral indí
gen a formas, recetas y fórm con los anales que los preceden.
. . esa trad ició n tulos de San Gregario Atlapulco la histo ria
descartado que cú~rto.s elem ento s de ívos a
apoyan en parte. Mas no que da exclusiva acontecimientos relat
ente de ellos so_lo haya que - esos títulos abo rdan de manera ca.si sant o pat ron o- y lo
hayan sido transcritos prev iam ente
y que por cons1gu1 los límites, la eleccíón del
así ocur ra con el cánt ico de dep lo· del pue blo -la demarcación de era gene ral, aun que ta form a
dad o un recuerdo estereotipado:
es probable que mentos. De una man
complejo de mismo ocurre con ios demás docu de los acon teci-
co. Lo cual plan tea el problema aún más aJnente, la organización interna
ración de Santo Tom ás Ajus de los anales se respete tan burd cuan do men os caus an pcrpleíidad.
de las fech as
las fuen tes escritas. alfabéticos mientos, la elección v la sucesión autores de los
no hayan sido los primeros textos una hip ótes ís-, parecería que los
Resulta verosímil que los títulos que con sign an, y la difu · Por consiguiente -n'o es más que acon tecin 1iento de
elaborados en los pue blos . El teno
r de las ínformacíones es antiguos para evocar un
sea difíc il ima gina r que hayan títulos sólo hubiesen utilizado anal y para reco rdar su fecha,
sión de la escritura en el siglo X\'l,
hacen que nos Con quis ta esp año la-
su tota lidad consecuencias imp orta ntes -la ían pa~
n oral o hayan sido compuestos en hacer con los dem ás mat eria les que deb
surgido dírectamente de la tradició pun to pens amos como si no hub iera n sabido qué torí estric-
a"
ervadas por las comunidades. Al pertinencia en el marco de una "his
con base en actas auténticas cons en la segu nda mita d del recerles desprovistos de interés y
empezaron a redactar
en los anales que numerosos pueblos q~e se han c?ns en.:a do. tam ente local de la tíerra. ia de modelos
r su huella en los títul os no se pue de descartar la existenc
siglo xvi. Mas quedaría por encontra ilitu des que sugi eren la :x1s tenc 1a de Además de los anales indígenas, cció n y la com posi ción de 1.os
amente sim rían guiado la reda
Varios textos presentan episódic iera n abreva- que de man era más directa hab y sido copw,·
bien , de un acervo común en el que hub habrían circulado profusamente
una fuen te com ún o, ante s
autl a, t~s de .santa títulos. Especies de cañamazo que la lectura de
española, los Títulos de .~tl pueblos< Al menos a.sí lo sugi ere
do. li propósito de la Con quis ta 1s1o nes sena lam1e~n~os dos y plagiados por numerosos docume1_1t_os
o At!apulco apo rtan p~ec y
Marta y de ~f:n Gregorio. Los tres
Marta y los Anales de San Gregari quis ta, las ba.ta l!as de 11ex1co los Títulos de Atla utla . de Santa cion es y de guerra crv1L
tiempos de la Con una época de perturba
bastante cercanos sobre los primeros 6
A prop ós:t o com paramos describen en términos semejantes ido en sus tierr as antes de
y Tlatelolco, ia duración y la
fecha de las~ host ilida des. os se habrían esta blec
grad os a los en el transcurso de la cual los indi aciones'' Y
estos dos textos, pues fueron inte s de la instauración de las ''congreg
los Anales de San Gregario con co con el Códice recibir mercedes de la Corona, ante ra Y de con-
San Gregan·o -cu yo parentes pueblos. Las analogías de estructu
títul os del pueblo. Los Anales de yen un catá log~ de del establecimiento formal de los a P3:'Í va de un
Aub in y los Anales de T!atelolco
hemos señ alad o- constitu aun que no por eso haya una calc
ral -la lleg ada de Zum arrn.· tenido no pod rían ser fortuitas mat eria l escn to en cad:i
acontecimientos que combina hech
os de interés gene o, la explotación de ese
de ~lat a (153 7), la ejec ució n del texto preexistente. Por el contrari acus adas . Res ulta reve lado r qt~t
ga (1529), la acuñación de la prim
era mon eda es n1ás o menos
anales per· ocasión dio lugar a modificacion sur cic
- con dato s de orde n regional o local. E_sos en lugares tan distantes como Atla
utla ;Ü
cacique de Texcoco (15 39)
a en el siglo xv1 en los estas coincidencias se prod ujer an
común y escrita circulab ensú (l:-l. León ·;.h~"~"-' -~;]
miren pensar que una mernoria tal vez se emp ezó a debilitar colonia! dd Cüdex Tei!e nano ·Rem
que esta memoria Una t'"volución análoga en \a parte es del 1:-..'Mf. i:r ~
pue blos del valle de México, y '', Anal
7 ensis
re con nuestros ial del Códfre Tclle nJno -Rem
los límites del siglo XVB. Así ocur "Com entar io sobre la sección colon
-al menos en esa for ma - en 1970 -1971 , pp. 139-1 76).
orio At1apulco, P· HM.
r., Sanrn Mart a, foL 2r.. San Gr<::g
& Compiírer/Je Athi.uda. fols. 7r.-8

54 de 162
'O tA PAS! OS POR LA ESCKl l UlU\ it j
LOS "TÍT ULO S PRl~íORDlALES
lTUR A
S'' O LA r ASIÓ '.\ l'OR LA ESCR
LUS -·TfT L'LOS PR1;-;10RDl1\LE ción
el centro del rectángulo y de la composi
franjas horizontales. En cad-a ocasión Cuij ingo , una fech a, una cruz.
a vuelo igles ia de
"~·.tn1ec1 y Ocoyoacac~ en el valle
de Toluca, a cerca de 80 kilómetros está ocupado por elem ento s notables
, la
de la
s y los bosq ues simetr'fa parece imponerse por encima
·_:1.tro y a n1uchos 1nis por los senderos
que atraviesan las mon taña Un constante deseo de equilíbrio y de que tene mos ante nues tros ojos
tir, reve lan que o hace creer
,,_~ sep1ran. Como otras fuentes
sobre las cuale s hern os de insis evid ent: torpeza de los trazos. Tod ose en la carto grafí a preh is-
en el insp iránd
del siglo circu laba n, se copiaban y se intercambiaban escritos mapas indígenas cuya compaginación
sigue
o pueb los li-
· ¡¡go 13) se relacionan con lugares
X\'11
y regio nale s,
',),i indig ena del altiplano,
textos que podían ser anales locales pánica. los personajes de una (L.\.\\JNA den en la hoja -co n
¿Y por qué no ros de la tierra y se suce
-:c_i:, auténticos o fabricado
s. transcripciones de la tradición oral. mítrofes que corresponden a los linde erac ión que enun cia el
recorrido y de la enum
''.uras"? una sola exce pció n- en el orde n del de pie, cada uno de ellos
o cuatro personaj es
pri1nera vista los tÍrulos se presenta
n como docurnentos escritos de un mod texto escrito. En la otra repr esen tan muy
tura s''. Lln análisis men os supe rficia l
pueb lo veci no, com o si sólo se tratara de situar de un modo
·:c:t;t\, sin relación alguna con las vieía
s ''pin asociado a un Xoc hitep ec)
. Algunos títulos (San Francisco Cua cuau - tierras colindantes (Tenango,
·-::i1erue rápidamente esta sensación sumario Cuijingo en relación con las en la 1ned ida en
Tetz cotzinco) se inspiran a ojos vistas en
do-
(LA!-.HNA 12). Si bien es cierto que
el espacio se halla cristianizado
~:'. Lt\pan, Santa hiar'fa Nativit$S más o men os hábi l podemos evitar señalar el extra ordin ario "ar-
:~(·1Hos pictográficos de los que
habrían sacado de man era que tiene por centro la iglesia, no ción
uidar estos indic ios, tal vez bast e con dete ners e epci ón o, más exac tamente, la fidelidad a una representa
-~;'J:> o genealogías. 1-ias, sin desc caísmo" de su conc suce sión de tos luga res, indi-
y que sus ran1 a y la
títul os. Pare ce ser que muchos de ellos están "ilu strad os", preconesiana del espacio, basada en
el diag
su vez
• ·, ~
de las distancias reales. Un espacio a
1 prop ios la escr itura o que ción
-~~;;:c·nes a veces trans mite n una
información que no aborda fere~ t~ al paisa je y a la cons idera
cuat ro plan os alred edor
intér pret es de la como distribución de
'\z·no~ no com~nta expresain
entc. De allí la perplejidad de los perC!btdo todavía en lo fund ame ntal arnie nto nahu a tradi cion al. 13
indí gena . lecía el pens
:,ne.nc1a _ante dibujos que carecían de
correlato escri to en leng ua de un centro, conforme a lo que estab s a fines
renden fJ.cilmente. Algunas se sitúa
n blemente de los que fueron elaborado
de repre senta cion es se desp Esos dos "ma pas" difieren considera de una
.ioos tipos
adas cuando, por ejen 1plo , figur as de n española en que expresan el espacio
nea recta con las pictografías cristianiz del siglo xv1 para la administració Com o los títul os son en
bres de pueblos.'' Otras evocan más de concesiones.
·:l':' o el trazo de una igles ia desig nan nom manera más antig ua, con un mín imo e 1seno de las com unida-
los tos elaborados en
escenas dond e están frente a frente primer lugar y antes que nada documen
· '. nnágenes prehispánicas, como esas trofe s. 10 En fin. que esos rnap as refle jen una perc epci ón indí-
::tnos del pueblo y los representantes
de las loca lidad es limí des y para ellas mismas, es probable un mod o
~ de
del virrey rodeada de una inscripció tardí a) e inclu so que sugi eran
:t.~ !1'.ás las que s~ ve la man o dere cha gena menos acul tura da (aun que más
, en insp irada s muy afía " nahu a anterior a la Conquista.
:JL'<"nca que se despliega a
los cuatro lados de la hoja, parecen indir ecto lo que era la "car togr
ino
. n La misma diversidad se da en los estilo
s. Si los sobre el sentÍdo que ha de darse al térm
':.:ernente en grabados euro peos Aún sería preciso ponerse de acuerdo instr ume ntos geog ráfic os.
la icon ogra fía cris+ son algo más que
.:::us de Ocoyoacac s~n sólo una calca
o una interpreta ción de
del con que los designarnos. Esos "ma pas" una repre senta ción simb ólica
verd ad, el trazo más bien con
-,~ 'J, otras representaGones resu
ltan más desc once rtant es. A decir El más esquemático está emp aren tado bras
l, el juego de los convencíonalismos y la utiliz a-
en la afirm ació n "jur ada" de sus límites, como lo revelan las pala
~-(pü human.o, las c~bezas de perfi del pueb lo " HNA 12.)
Ésta es parti cula r- es: "}.-1i rnojón, mi pue blo. (LA!>
·n del cs~aoo dan fe de una indiscutib
le filiación autócton a. pronunciadas por los cuatro personaj esen ciale s para defin ir los
de Cuij ingo . En os de referencia
·<:clt1e ~ens1ble en un. últirno
tipo de representación que proc ede El segundo, pese a que ofrece los punt un sign o glob al que expr esa,
tación de los te el valo r de
e! u1té rpret e español creyó reconocer la represen límites, no deja de poseer igualmen uni-
'~1_ \L.\..:111'.'A 12),
s del pueblo, proclamando bajo jura
men to su
ratif!Ca visu alme nte la influ enci a indígena sobre el espacio de la com
:---;.:e~d1entes de los conquistadore exalta y a la cond ensa ción
ues que dieron que este map a constituy
'~:::'stón de la tierra. En la otra (LAM
L'<A 13 ), identificó a ocho caciq dad (LA.\HNA 13 ). A su vez, es probable
Lo que rige la distr ibuc ión plejo por lo dem ás mencionado y comentado por el in-
a los linderos del territorio.
12
:.1 1)mb re a los limites y
de un docu men to más com en él
Den tro de esos parecido o extraviado. Una "fig ura"
\'U,a~ ~e las figuras es el formato recta
ngular de las dos hoja s. terprete, pero en la actualidad desa s'' -un águi la, unos cerro s,
tura
s onju ntos una especíe de cruz de San A.ndrés o cinco ''señ alab a'' el nom bre de cada para
je; unas ''pin
·~ unlatero
1 defin en subc
cerro coronado por un ave y un nopa l, etc .-
una cruz, un águila con unos cerros, un en
P- 126 y San¡;¡ Marta, fol. tras que los pueblos limítrofes aparecían
Com/Járenre Santa Mana , fol. l93r.
y Atlau da, fol 12v : Sao Gregorio. designaban los linderos fijados, mien los cami nos. En la
''señales'' marcaban a su vez
'', Ocoy oacac . fo\_ 35t. v Atlau da,
foL 14r forma de capillas y de iglesías; otras
s {1979). vol 5, núms . 2270· 2277.
\_\:c;yoacac n1 Cat,i/ogo .de t!m·tr,p_:io11e
zíngo . núm 11"8.
'Cuij ingo, núm. 22_)4: Zoyn t> López Austi o (l980 ). L p. 65
núm 22:)5.
Zoy:nzingo, nUm_ 1177: Cuíji ngo.
Cu1jmgo, nUms . 2236 y 2237.

55 de 162
RA
LOS "TÍTL'LO S PRIMOR DIALES" O LA PAS1ÓN POR Li\ ESCRITU 115
A
LOS "'TfTuLO S PRJMORDIALES" O LA PASIÓN POR L;\ ESCR1ITR
\14
occidentali-
y los pueblos la forma de la nariz, el dibujo del ojo, la abundancia de la barba. L1na
medida en que este mapa llevaba también las vías de comunicación iza el traje de !os personaj es de pie, vestidos a !a espai'io-
a! de los dos docu- zación similar caracter
de los alrededores, alcanzaba un grado de precisión superior la, cuyos cuerpos están de tres cuartos, inmóvil es o en movimi ento. En !os dos
dad del intérpre te, obedecí a a los
mentos anteriores. l'v1as, a juzgar por la perpleji tanto inne-
cada uno de esos tres docume ntos correspo n- documentos de Cuijingo !a representación de la figura humana es por
mismos cánones. En otras palabras, evidente que encarnin ándose hacia
ión y de esquen1 atizació n, sin dejar de hacer gableme nte híbrida (LAM!N;\ S 12 y L3 ). Resulta
dería a un distinto grado de abstracc las adopcio nes, los indios esbozaro n u11 nueYo
Una mayor personalización, aunando
eco a una percepción prchisp inica del espacio. lenguaje, libre o amputa do de una parte de sus convencionalismos
antiguos: el
ñan? La
·Puede decirse lo mismo de las formas de expresión que !os acompa • • J

color, el trazo sostenid o, las estilizac iones estereoti padas. Pero el énfasis en .la cabe-
que para con-
escritura alfabética ocupa en ellas uo lugar importa nte, puesto
(
s1.rv10
la domina nte del
de lo pueblos v.ec1nos, las gestas za, la descon1posición del cuerpo en segmentos indepen díentes,
signar los nombres de los personajes, de los lugares, perfil siguen siendo tradicionales. La estructuración global deriva pues todavía
y hasta las fechas_ Lo mismo ocurría con el mapa gran.~e, ;; hemos,~
e creer e~ la.des- que vincula el
tamb1en figuras , es decl! ~icro­ de los cánones prehispánicos. Denota una percepción análoga a la
cripcíón del intérpre te. Pero todas ampara n conserva ción de un enfoque indígena del csp<Kio.
empobrecimiento del glifo con la
grafías que aún son discerni bles en las dos piezas que se conserv~ n~ ,\m~a.: uen~n pueblos : algunos no hacen 1nás
Queda aún por distingu ir según los títulos y los
y un cohbn (huitztl) esran
un valor onomástico v topográfico: una serpiente (coat!) que esbozar el cuerpo de los personajes, rnientras que otros se inspiran conside-
(chim.al) aparece
dibujados tras la cab~za de Clemente Huitzil Mizcoat l, un escudo
rablemente en la iconografía cristiana . No obstante , incluso eo este ú!rimo caso,
a/ 13), etc. A ello se agregan los ideogram as
detrás de la de 11iguel Techirn (LA;,nNA
los antiguos cánones siguen siendo percepti bles, coxno lo demues tran dos de las
las volutas de la palabra que se resuelve n en flores, !as huellas de o
más habitual es, Títulos de Ocoyoac ac, en el valle de Toluca. Contra el uasfon<l
junto a sign~s páginas de los
pasos que señalan los dcsplazarr.ientos o !as ví':-5 d~ ~comu~ica~ión de un cerro, una escenifica varios episodios de la delimitación de los !inderos del
l.a 1gles1a, la cruz: Reduci-
igualme nte familiares introducidos por la colon1zac1o_n: pueblo. H La diversidad de actitudes, de ademanes y de drapeados, el
realce de un
dos a la parte congrue nte, garabateados más que d1bu¡ad os y .nunca p1n:~dos a sensació n de movüni cnro
primer plano apoyado en un trasfondo montaño so, la
, obligado s a compart ir la ex~res1o n ~on
pesar del término pintura que los designa que se desprende de la escena se hallan en las antípoda s del estilo de Cuijingo .
en, al parecer, el retroceso que les hab1amo s VIStO
la escritura. los glifos prosigu l\1as !a falta de un verdade ro empleo de la perspect iva en lo alto de la hoja nos con,
siglo pero sin desapare cer ní, sobre todo, dejar de integrar se.ª especie de
empeza r en el A'Y'I,
duce de regreso a una concepción tradicional, que lo es aún más en una
to~
conjuntos de inspiración prehispánica. Por el contrari?, estos documen
mani- 15 14). En él
m1t~d del cuadrito que evoca !a celebración de una mísa en el pueblo (LAMI1\A
fiestan un movimi ento opuesto al que habíamos definido en la segunda abundan los rasgos coloniales: elementos del vestido (pantalo nes, capas, son1bre-
s se m~ntení a cas~i inta~:º· per~.a1s lado
siglo xvi. },.fienuas que el glifo de entonce ros) y arquitectónicos (la bóveda de la iglesia, la pila bautisn1 al), actitude s simbó"
en un espacio ya occiden talizado , cerca de un siglo despues los . ~apas de los
iconogra fía cristiana (Cristo, el Espíritu
licas (la oración de rodillas) , referenc ías a la
de trazo degrada do en un contexto trad1c1on a1. . indiscu-
títulos desplieg an signos
ones Santo), !a escritura de los nombres de los protagonístas revelan !a marca
Este trastocainiento es falso. Es probabl e que esta vez se trate de produco tíble de la cristianización y de !a dominac ión colonial . Pero la estructu ración del
estratos expuesto s de manera menos directa
interiores del gn1po y que procedan de la perspect iva y sobre todo
a las exigencias españolas de lo que habían est~do las ?oblezas indígena
d:!
s siglo conjunto, si bien esboza un vago primer plano, desdeña
dispone a los personajes y los objetos en un espacio vacío sin línea
de borizotue,
evolució n paradóji ca y regresiv a, vere en ello la conserv aoon, en La represen ración
xvi. 11ás que una
a, centrada en la remitiendo a la tradición autóctona del scattered-tr-ftnhute sp.1ce.
medios más modestos, de una tradición de inspiración autócton de la A.doración de los Reyes 11agos del barrio de los Reyes suscita !as rnisn1Js
piezas prehispá nicas. Ello
transmisión, la copia y la reinterpreración internas de observaciones, aunque esta vez el modelo europeo aún sea perfectamente
disccrn1-
io glífico se
no impide en absoluto que en éste, como en otros casos, el_ repertor ble10 (LA\ll;-,;i\ 15). Los personajes parecen haber sido arrancad os de su lienzo de
haya reducido progresivamente. degra?a do los ra~gos y perdido los colore~ Y que
compue sto por los pictogran 1as agrancla dus
origen y dispuestos contra un trasfond o
haya inspirad o_!~ rapidez del cr~zo. Adel~ta re qu_~ el títulos lun-
el mapa·croquis a la española
espacio se explica tamb1en , de la iglesia y de las casas de la población. Sea cual fuere su estilo. los
n1antenimiento de una represen tación trad1uon al del dolos a un 1C:\(<).
estructu ;ac~ón se-rvan elementos notables de la tradición pictográfica integrán
si no es que tanto por condicionamientos pr~f~ndos,_ vinculad os a la
una tecruca.
cultural de la percepción, cuanto por el dom1n10 frágil de un saber Y de
dibuío de la figura humana invita a consider aciones análogas. 1
~ Ocoyoaca c, núm. ::2"'0
La observación del
de anta- ¡~ Oroyoaca c, núm. 22-7
En Cuijingo, los personajes se representan de perfil como en las pinturas i6 Sanrn> Reyes, núm. 2504.
alizados con esmero. Véanse
ño. Sin embarg o, todos los seinblantes están índividu

56 de 162
¡¡;,
LOS "TfTCLOS PR!:-.10RD1ALES" O LA PASIÓN POR L1\ ESCRITURA LOS ''TÍTULOS PRIMORDIALES'' O LA PASIÓN POR LA ESCRl11JRA 117

L05. t¡'r"L••1,,,,_ rio -)con comentarios escritos que se agreguen


-
o remitan a pictografías,
> Cihuatzincon (~1erced de Zoyatzingo ), que no es más que un exhorto a la cons-
<;¡rl(J 11
· l..W
,.~c bi.cn herederos tardíos de ese interminable deslizamiento del g!Jfo a la
• trucción de la iglesia y a la conversión: ''debernos ser cristianos''. Del acto de do-
~·scr!tur:i cuyas prin1eras etapas en el siglo XV! hen1os seguido. Consutuy~n uno nación español, la v1esecl indígena sólo conservó el título y vagamente algunos
de Jos resultados acabados de un encuentro del que quedan por descubnr otras considerandos.
rnodalidades. -Después de ello se incluye un escrito que notifica a los pueblos vecinos los
1\] recorrer este grupo de fuentes, por superficial e hipotético que sea ese punto derechos de Zoyatzingo antes de registrar su comparecencia y su acuerdo.
de referencia. es manifiesto que los títulos fueron la materialización y la fijación de -·-Luego un texto enmarcado por un ribete negro, también de otra mano, titu~
prácticas múltiples que en ocasiones vinculaban inext~icablemenre la orali~ad, la lado en el español de los indios J:Or1na!idad de Ja fitndasión. . , aborda sucesiva·
cscri tura y la "pintura". Entre es ros tres apoyos práctrcamente todas las ahanz'.15, 1nente la lucha contra los paganos, la construcción de la iglesia, la elección del santo
todos Jos intercunbios al parecer fueron permisibles: transcripción de lo oral codifi- patrono, la reducción y la conversión de los paganos dispersos, la "congregación"
cado de k>s huehuehtlahtolli o ;¡_imple adopción de su forma~ inserción de cantares de 1555, la medición de las tierras del pueblo por un juez español; se enlaza con
elaborados en !as primeras décidas de la Colonia; glosa oral de "pinturas" intro- una nueva enumeración de los linderos, el reparto de las tierras entre los indíos, la
ducida a lo largo del texto; reproducción o producción de ''pinturas'' integra~as al evocación de los fundadores paganos, la defensa del pueblo contra los araques de
docun1ento; apropiación del escrito jurídico y religioso de los españoles; '.11odif1ca- los indios chichimecas, la elección -de nuevo- de un santo patrono, la erección
ción de anales en caracteres latinos o que se pintaban y se glosaban parcialmente, -una vez más~ de la iglesia, el bautismo de los indios que seguían siendo paga-
etcétera. i· nos, la demarcación de los linderos.
-Para terminar, un último escrito, de una pluma igualmente distinta, retorna
Los tirulos constituyeron así especies de collages que posiblemente yuxtaponían las el tema de la medición de la tierra y de la enumeración de sus iín1ites.
adopciones y los géneros más diversos, materializaban la torpe y borboteante ten- Se tiene la sensación de que, más allá de sus variantes, sus agregados o sus contra~
taúva de grupos que acaso se ejercítaban en la escritura fuera de la vigilancia de los dicciones, todos esos textos dispares lo único que hacen es abordar infatigablemente
clérigos, sin modelo y sin formación previa. Nada hay en esto de la co~cisión más o el mis1no asunto, la fundación del pueblo y la delimitación de la tierra con toques
rnenos normalizada de las Relaciones ni tampoco de la prosa en ocasiones pesada múltiples y de aproximaciones sucesivas. Como si esta temática aglomerante confi-
de !os historiadores indígenas del siglo X\'L Se trata de un juicio rápido, basado gurara de manera progresiva el objeto de los tirulos, como si la memoria del pueblo
una vez más en la apariencia caótica de una narración que desconcierta y en el olvido se apoyara n1ás en una nebulosa de datos y de retoques que en la rigidez de una
del nombre que ilevan: Títulos. Como el plural lo indica de manera que no puede versión sintética. Los Títulos de Cuijingo confirman este hecho. Están constituidos
ser más clara, lejos de corresponder a una narración única, los títulos por lo general por tres "cuadernos". Los Títulos de Ocoyoacac reúnen cuando menos dos textos
reúnen textos de longitud desigual y de tenor distinto. Hagamos, por ejemplo, que tratan de la descripción de los linderos y son introducidos por la invocación
el inventario de los escritos que se yuxtaponen en los de Zoyatzingo: trinitaria y cerrados mediante la fórmula "amén". Los Títulos de San Bartolomé
-Un primer docun1ento está emparentado con el género de los anales, puesto Capulhuac se ordenan, con10 se ha visto líneas arriba, en torno a una serie de testa-
que algunas fechas puestas al margen vienen a marcar su desarrollo. Pero 1a se_- mentos, etcétera.
mejanza termina allí, pues esas fechas forman una serie extremadamente discon~ ~Esta composición por superposición o apilamiento de escritos autónomos, per-
rinua y lagunar de años. Tras haber recorrido las peripecias de un tiempo desorde~ mite el enfoque redundante de un mismo episodio bajo distintas luces o incluso
nado, la entrada de los españoles en escena, el anuncio de la cristianización y de la en versiones ampliadas o traspuestas. Por ejemplo, en el caso de Sula, la elección
Hegada de Cortés, el ''Gran 11arqués'', el relato evoca el origen de la construcción del santo patrono, la invasión de los rnexicas, la amenaza que algunos intrusos
de la iglesia, la afirmación de los derechos ancestrales sobre la tierra y el reconoci~_ hacen cernirse sobre las tierras del pueblo se tratan así desde perspectivas múltiples
míento de los límíres; se refiere en fin a la visita de Cortés, a la merced que tuvo, y en ocasiones apenas conciliables. En consecuencia, nada hay de relato homogéneo
a bien conceder al pueblo, a la enumeración de los límites y a la fijación de los con desarrollo lineal, de encadenamientos rigurosos, sino mis bien repeticiones
mojones de tierra Para cerrarse prácticamente con estas palabras: ; 'y pusimos estas inútiles, una pluralidad de enfOques de los que surge el eje común a todos esos
memorias. relatos: la aftrmación de los derechos del pueblo sobre un terreno claramente cir-
-En seguida se lee un texto mucho más breve, de otra mano, titulado Aiesed cunscrito. Este recurrir constante a la repetición de los temas, a la reiteración de las
1 ' Los Títulos de Santa Isabel Tob reúnen elementos que aún son
discernibles con facilidad; cf fórmulas, contribuye a acercar la línea narrativa de los títulos al movimiento de
Glass. "A Census ". f!.ltAi 197), vol 14. pp. 219-220. un discurso oral. Esa narrativa por lo general hace a un lado el rigor de una progre-

57 de 162
118 LOS "TÍTULO S PRIMOR DL\LES" O LA P ASJÓN POR L·\ ESCRITU
RA
LOS ''TÍTULO S Pll.IMOR Dli\liS'' O LA PASIÓN POR LA ESCRlTL'
R1\ 119 \
sión lineal, no sigue la marcha i1np!acable o simplemente ordenad a
de una argu· manifestaciones. En otras palabras, aun cuando en aparíencia la elaborac
mentaci ón sistemática para optar por insistir aquí en el énfasís de una ión de los
exhortación títulos obedezca al bricolage y al patchu.1ork, sería un error inferir de
o allá en la grandez a de una digresión religiosa. Dicho de otro modo, su composi-
de una ma~
o era general Ja construc ción de esros textos al parecer todavía es ción desconcertante y a menudo "caótica " cualquier incapacidad para
consid erablen1 ente domina r el
tributaria de las prácticas de la oralidad. Que nadíe se sorprenda. No relato v la información. Por el contrario, debe reconocerse en ellos
sólo porque un notable
esas sociedades indígenas siguen inmersas en la expresión oral, !o que esfuer;o de conformación y creación vinculado al envite viral que
incluso es era el suyo, la
demasiado evidente para que 1nerezca subrayarse. Sino sobre todo defensa de la rierra. 10
porgue una
parte de los modelos de composición disponibles derivaba del díscurso
. Pensamos Este esfuerzo se ejercíó en un terreno de predilección: la reinrerpretación
en la predicación crístiana, pero también en las actas de la ad1ninistracíón del pasado.
colonial Una reinterp retación desarrollada en el transcurso del siglo xv¡¡ y en general
que se leían y sobre todo se explicaban en público, y que ocasiona perfec-
ban procedi- cionada en el término de tres o cuatro generaciones, cerca de cien afi.os
mientos orales y repetitivos. Pens,1mos incluso en las transcripciones después de
del antiguo la época de las Relaciones geográficas. De golpe se siente uno sobreco
corpus oral cuya escritura no necesariamente debía trastornar la planific gido por el
ación. Este profund o can1bio de la representación del pasado. Y antes que nada
arraigo de la oralidad -pero de llDa oralidad escrupulosamente codific de los oríge~
ada-, sin nes, En lo sucesivo, la fundación del pueblo ríende a incluirse en
duda es el que condujo a los indios a desmantelar o a mutilar la estructu un 1narco que
ra de las rompe con las tradiciones prehispánicas locales o regionales para vincular
actas españolas en que se inspiraron, o a abandon ar la cronología regular se a la
de losan- cosmogonía cnst1ana:
tiguos anales.
El modelo oral se evidencia de un modo aún más directo en la rnanera
en que Entende d o sabed que nnndo Dios crió el mundo, hizo todo cuanto
quiso, hizo y quiso
los indios presenta ron sus títulos. Los concebían a un mismo tiempo
como discur- porque pudo, La santfsima Trinidad crió todo, los ridns y la tierra
con todo el fírman1cn<
sos, arengas dirigidas a un auditori o, y como "interro gatorios ", a to del mundo v también crió Dios el so!, luna v estrellas r todo cuanto
juzgar por los hav en el inundo. Lo
términos con que a menudo los designaron en un náhuatl fuertem ente crió Dios com~ poderoso . Y ahora hablaré y 'razonaré}· declararé
hispaniza- t inf~rmaré cómo y de.
do: telocadonó, derocadorio, de!ogadorio. . En tanto que en el procedi la manera que se fundaron los pueblos y cómo se pusieron forrnaln1
miento ente. [Sula.]
español inten"Ogatorio, correspondía en esencia a la averiguación judicial
que reco-
gía las declara,ciones de los testigos o de las partes en litigio. 18 Por n1ás que Sub evoque epísodios precortesianos -la invasión rechaza
da de los
La narración indígen a no se limitó a vaciarse en formas antiguas mexica s-, los orígenes del pueblo se basan en una interpretacíón
o bajo una del rnito cris-
terminología colonial ~merced, posesión . .. ~de las adopciones tiano de la Creación. Al dejar de ser la referencia más o 1nenos escondí
compuestas. da y oculta
Tambié n innovó traspon iendo y adaptan do. Desarrolló así un tipo de de las predicaciones de Jos curas, !a cosinogonía cristíana hace su entrada
nuevo relato en la me-
que señala un momen to decisivo en la apropiación del discurso cristiano moria local v desde ese rnomenro el centro del espacio antiguo, como
: "la in- hemos ,·isro
vención del santo patrono ". En Sula, imbuidos de !a inspiración divina, en los "maPas ", puede confundirse con el santuario cristiano.
i\figuel
Omacat zin y Pedro Capollicano, los dos principales notables, se pregunt A ello se agrega un elernento decísívo, si no es que constitutivo de la
aron sobre fundación
la elección del santo que les serviría de patrono y consultaron para ese del pueblo, b1 llegada de los españoles, aconrecimíento inseparable
efecto a los de la cristia-
"hijos" del pueblo, es decir a !a población local. Durante la noche nización: ''Fue voluntad de Dios que los españoles vínieran [. . ] Vino
siguient e, un el n1andaro
apuestísimo español se apareció a 1.Jiguel y lo llamó tres veces por su de Dios y de nuestro rey de Castilla, vinieron los gue habían de goberna
nombre . Le r para que
comunicó su deseo de extende r su protección al pueblo. A la mañana dieran y conocieran la gracia de Dios en todas la1"partes del mundo
síguien- y cuidaran de
te !Yfiguel habló de su visión a Pedro, quien había tenido una vivencia los macehuales. ''La crapa cnICial de la fundación deja de perderse
semejanre. en los tiempos
¡\mbos permanecíeron sumame nte perturba dos. El divino protecto lejanos de antes de la Conquista, aun cuando los títulos una vez inás
r se apareció n1anificst2.r1
una vez más a t.figuel para decirle que no era otro que el apóstol Santiago un origen y una ocupación remotos. En lo succsívo lo esencial se ventila
"que en la '.1istoria
ve.nía de Persia. . de la parte del Oriente ''. lvfigucl lo anunció al pueblo cristiana del pueblo al grado de confundirse con ella. El enfoque , que
y todos de en tH:rf1pns
común acuerdo decidieron construir un santuario dedicado al apóstol. de !as RelaczOnes ele 1579-1582 a Ycces se remonta ba a síglos, ya só!o
Los Títulos incluy e-:'
de Cuijíng o y de 11ilpa Alta consignan episodios del mismo estilo que casi- las décadas inmediatan1ente posteriores a la Conquista espaflola
denotan la , g.rosso 11;cdo
percepción de una sobrena turalida d cristiana de la que se han de ver de 1521 a fines de los años 1550. Una r.rama análoga se desarrolla y
muchas otras \"ueh·e a de~a­
rrollarse a través de los textos y en torno a los n1ismos protagonlstas:
el rey empt.:ra-
rn Lotkhan, .. \'icws. '',en Thc lncall!ui Az:tec State , op. át .. pp- .389-.390.

58 de 162
LOS ··TITLLOS PRL\!ORD!ALES" O LA PASIÓ!"\ POR LA ESCRITURA LOS . 'TÍTULOS PRJ:-..tORDIALES 'O LA P ASIÓ~ POR LA ESCRJTUR1\ ¡ 21

,, ,~Culos V, lus dos \'Írreyes Antonio de 1-fendoza (1535-1550) y Luis de \lelasco de la Conquista a repetir una y otra vez las palabras virtuosas <le sus amos, con los
: 5<: ~l )6·1). el obispo (con posterioridad arzobispo) de 1-JéxicoJuan de Zun1árraga que estarían en deuda por todos conceptos. Pero, examinando las cosas con mayor
~ :;;;.(Í:lnos del pueblo. Enrre estos escasos personajes se desarrollan los ceremo-
detenimiento, parecen ser 1nás complejas y rnás a1nbiguas. ReLordemos aquellos
~::J..'c5 c:ue rnarc1n y organizan la fundación del pueblo: bautismo, confesión, pro- "mapas" de los que Cuijingo y Zoyatzingo conservaron ejemplares. En algunos,
:·:~·.tc~ ~\,.:fe, erección de! santuario, elección del santo P'Jtrono, entronización de una mano (en medio de la cual aparece una iglesia) proclama que la merced fue
::,.' :~:..:c\·:is Jutoridades locales, demarcación de los límites. concedida por la propia mano del virrey, Ello equivalía, sin discusión posible, a
E:-.~:-c esos protagonistas indígenas y españoles no podría haber acuerdo más
desear deliberadamente que se pusiera de manifiesto la intervención del más alto
Los segundos aporran !a fe y se afanan en tranquilizar. Los primeros, los representante de la Corona. Pero el propio texto corrobora esta preocupación con
J.:":c::ir:os del pueblo, los acogen entonces con gratitud, incluso con entusiasrno, en un énfasis demasiado excesivo para ser graruito o simplemente retórico. En Zo·
c.-:;;:;'.cnes con lágrimas y recoginüento. El choque militar, e! trastorno político que yatzingo fue el propio Cortés quien ·'dio posesión", fijó las obligaciones del pueblo,
b Cc<'.quista española represeI)A:a a nuestros ojos en general se relegan a un último
reLonoció los límites de las tierras e incluso fue un juez español auxilíado por un
o propiamente se hacen desaparecer. Sin embargo, es cierto que cuando la teniente general e intérprete el que bautizó con non1bres indígenas los linderos de
cr;;._;.:nidad h:< conservado la huella de anales que relatan la invasión, las imágenes las tierras, todo ello por orden de un virrey fictício, Antonio de Valdés y J\.'ionto·
s:·:r,brÍJ.5 de la desgracia y de la muerte de los señores pueden volver a surgir. Pero lla. . Lo mismo ocurrió en Cuijingo. En todos los demás pueblos, el emperador
ir.cl~o en ese caso la conversión a! cristianismo sigue siendo el acontecimiento que
Carlos V los virreves o Cortés -a decir verdad asimilado con frecuencia a un
··J.-:.::'.in2 por encima de todos los demás: ''Pusimos en sus manos santísimas nuestras virrey, lo, que no f~e jamás- resultaron designados como testigos de los derechos
,.;¿2' !' alinas, que recíbirnos nuestra salvación con el agua del santo bautismo con locales cuando no intervinieron de un modo directo en favor del pueblo sobre el
c_c;_e ¡odos nos hicimos cristianos en este nuestro pueblo de San Francisco Cuaze- cual extendían su soberana protección. 21 Las más altas autoridades españolas y los
z~~d:1lpan." En éste como en otros casos, conversos desde un principio, los ancianos
santos católicos aparecen por doquiera como garantes del orden o, antes bien, del
~2::iciPan activamente en la cristianización de los indios que aún son paganos, nuevo orden establecido y de los derechos legítimos de las poblaciones. En adelan-
c:..::;_::do no exhortan a las generaciones futuras a seguir e! ejemplo de su devoción.
te tal vez se explique mejor la insistencia con que los indios tratan de colocar 1-a
Dt::iuo del mismo espíritu, ni por un solo instante se pone en tela de juicio el fundación bajo los más nobles auspicios. La diligencia busca establecer y proteger
r:~e;o poder_ De la lejana Castilla y de la posta obligada de México emana toda
derechos territoriales oponiendo a las eventuales usurpaciones la memoria de ilus·
la autoridad; Carlos V, el "gran señor rey emperador", es quien confiere a losan· tres patrocinios. Deslizándose en el discurso de! poder español los indios sin duda
ci:;;..r:o5 "la dominación y el patrimonio", y la capital de la Nueva España la que
dan por descontado que harán intervenir en su favor el peso de la autoridad real. De
la "matriz de los señores" y el origen de la fe. En este contexto pacífico allí ese constante atrincheramiento detrás de una rnuralla (con frecuencia imagina~
'"pacificado, desdrarnatizado y crist:ianizado, en este escenario retocado recibe el
ria) de medidas oficiales, tomadas por el rey y sus representantes y por tanto en
pL'eb!o sus derras ''en nombre de Su Majestad y por la gracia de Dios''. La sanción príncipio irrecusables. No es que los indios hayan elegido de un modo deliberado ese
ofcial tom:1 !a forrna muy española de una merced concedida por las nuevas auto·
lenguaje español de la legitimidad en vez de otro: en el 11éxico colonial y cristiano
r:<l;i.des a los ancianos de la comunidad y, fuerza es subrayarlo, repetida donde· del siglo xvn, difícilmente hay otra manera de formular un discurso que sea al
"en todas partes del universo". Sólo entonces el pueblo se convierte en la mismo tiempo comprensible para los indios y rarificable por los representantes de
cosa de los indíos, la ''cosa propia'' . 10
la Corona y de la Iglesia. 1--fas, por reducido que haya sido su margen de maniobra,
},demás de ser una interpretación colonial y colonizada en extremo, la narra· retomando por su cuenta la formulación de la legitimación colonial y cristiana, los
ción adopta los términos de un pacto. A cambio de la merced, de esas tierras que autores de los títulos se esfuerzan por hacer de ellos un instrumento de salvaguar·
se les conceden, los indios se comprometen a pagar el tributo al rey y a adorar da y, sin sombra de duda, el fundamento de una identidad comunitaria.
al dios de los cristianos. El discurso indígena parece entonces totalmente imbui· En fin, en ninguna parte son los indios de los títulos testigos pasivos y silenciosos
do de ideología colonial. Enajenada radicalmente, la memoria indígena habría de la legítimación coloníal. Lejos de permanecer al margen de la intervención es·
pues adoptado las razones del vencedor, su lógica y su retórica justificativa. Las
pañola, se adjudican un papel de primera importancia. Ellos son los conquistado·
autoridades coloniales habrían logrado inculcar con eficacia sorprendente su ver-
res y los fundadores del pueblo: ''Éstos pusieron en forma el pueblo y casas porque
sión oficial. Los vencidos se verían reducidos más de un siglo y medio después
así ya era la voluntad de la Santísima Trinidad ( ... ] Éstos fueron los primeros que

l!.- Ocoyoacac, fols. 37r., 30r.; Cuijingo, fol. 73r.: Ocoyoau1c, fol. 33r.; Zoyatzingo, foL 186r. 21 Zoyatzingo, fol. l83v.; Cuijlngo, foL 85r.; Capu!huac, fol. 6lv.; Santa Mana, fol. 201r.

59 de 162
i22 LO;, --TITULOS PR!MORDL\LES" O L:\ PAS!ÓN POR LA ESCRITURA. LOS ''TÍTULOS PRl\.lORDIALES 'O LJ\ p ASIÓN POR LA ESCR!TL'Rc\ 123

fundaron el pueblo." No podrían presentarse mejor como actores a carra cabal entre el pueblo y la potencia protectora que parece ser una constante del pasado
de la historia, con el 1nismo derecho y en el mismo grado que los españoles. Su mesoan:iericano. Pero a diferencia de las divinidades prehispánicas que se hallaban
intervención se manifiesra en instantes crucíales. Por ejemplo, durante la constnic- en el origen directo de la aparición del grupo, el santo patrón aparece más bien
ción de la iglesía local, vinculada dondequiera a la concesión de tierras. l\_ través de como un ser que llega después y de otro /a,do, ''de Persia. de la parte del
los relatos, los indios acaban además por arrogarse la paternidad de esta medida al Oriente" (Sula) o de Tlaxcala (en Cuijingo). En lo sucesivo !e sirve de a.sílo la
grado de dejar en la sombra el origen español y autoritario de la construcción, íglesia en vez de un cerro de los alrededores. Sin embargo, a pesar de este origen
la iglesia innegablemente simboliza una nueva era --el Tieinpo de la Santísíma extrarijer.o que comparte, cierto es, con los españoles, con el emperador rey o con
Trínidad- al constituirse en_ centro de una vida ritual que santifica la continuidad Cortés. el pueblo lo hace suyo totalmente. Las cosas ocurren como si el santo fuera
de la comunidad, Véase lo que dicen al respecto los Títulos de Ocoyoacac: percibido con su naturaleza exótica y al rnismo tiempo en su plena identificación
con la localidad, gracias a una a1nbivalencia apropiada para numerosas acciones
Pusimos el ttmplo de Dios, nuestro padre, nuestra madre la santa iglesia para que allí
sincréticas.
dignamente se encuentre nuestro santo San ~lanío Obispo ()coyoacac; cabecera matriz
La cristianización del pueblo se prolonga mediante la introducción en el seno ele
del pueblo, su amada y honrada casa de congregación donde reciban al amado y honrado
cuerpo de! santísimo Sacramento los amados sacerdotes ministros del Señor, pa,ra que allí la comunidad de las ínsrituciones españolas, ''las fonnas de nuestro gobierno que
le rueguen en su casa de oración e iglesia santa: para que allí se cctebre la misa; para que debía comportar las funciones de gobernador, de alcalde y el fiscal" (Zoyatzingo }.
allí nazcan los hijos, los nietos; para que se bautizen, para que se arrodillen: para que ;dl'i De creer a los títulos, antes de los españoles sólo habría habido cuarteles (barrios) y
tomen e! cuerpo del santísimo Sacramento; para qlic allí limpiamente sean sepultados ancianos a la cabeza. Ciertos títulos incluso hacen datar de la dominación española
cuando mueran. la división del pueblo en cuatro barrios y la designación de un responsable o merÍ-·
no a su cabeza. Por lo general, los títulos atribuyen al vírrey Luis de Ve!asco padre
Declaraciones análogas ocupan los Títulos de Zoyatzingo, de Cuijingo o de 1\tla- el mérito de haber instalado a las nuevas autoridades locales, aun cuando en Cui-
pulco. 22 Todas hacen del santuario no sólo el lugar de contacto privilegiado con la jingo, por ejemplo, Cortés pase por haber establecido previamente la república, es
presencia divina que se manifiesta en forma del santo sacramento, sino también decir un gobierno en toda !a regla. El establecimiento de la administración local,
el eje de un haz de prácticas religiosas, n1isas, bautismos, funerales que acompasan e! de los cargos civiles (y espirituales) se concibe a la vez como un timbre de gloria
devenir del grupo y de sus miembros, del nacimiento a la muerte. Mas la iglesia no para el pueblo -para mayor honra y corona de este pueblo- y como un gesto
sólo abriga ti santo sacramento. También encierra una imagen que es un santo y estabilizador, un factor de orden y de justicia que se encarna en los bastones de
cuya casa es ella. Es el intercesor por excelencia, la gloria ~el blasón- v el nuevo mando entregados a los dignatarios. En fin, la llegada del pueblo a la existencia
señor del pueblo, puesto que mediante una verdadera transferencia se ~onstituve constitucional va acompañada de una verdadera mutación del hábitat. El pueblo
en propietaria de las tierras de la comunidad.::. Co1no hemos visto líneas arriba, 'ia es objeto de una remodelacióo completa según el modelo de la traza espafiola, sus
elección del santo deriva de una iniciativa que emana de los indígenas, mejor dicho casas v sus calles van a ordenarse en lo sucesivo según el diseño regular del plano
de los ''padres'', de los ''fundadores'', a decir verdad de los notables. El episodio cuadriculado. Urbanismo, política y religión se hallan mezclados aquí de manera
reviste tanta importancia que alimenta un relato prodigioso inspirado libremente inextricable. 2i
en la hagiografía cristiana. Es la manera de aprovechar una caución divina, puesto luego o antes de la construcción del santuario un episodio suplementario com-
que "nadie puede contradecir la palabra de San Bartolomé". Ello no rompe con plica a veces la fundación del pueblo: la ';con,&regación''. Concebida entonces
un pasado más remoto, puesto que todas las comunidades prehispánicas mante- como una medida de amplitud universal ("señala"ion por dondequiera lírnitcs para
nían nexos singulares con protectores que poblaban los rnontes, las fuentes y los la congregación de los pueblos'') y como un acontecimiento ineluctable, esta con-
ríos de sus alrededores. No es desconocida !a importancia que los indios concedían centración forzada de las poblaciones en el sitio del pueblo aparece a menudo
al ''corazón del pueblo'', portador de una voluntad divina, razón de ser del grupo como algo previo a la fundación. Una vez coricluida la operación, los ancianos
y motor de su existencia. Es sabido que el asentarniento de !os primeros ocupantes de Santa 1-1arta no tienen más que proclainar que ''han ganado la tierra''. Lo que
en un sitio iba rodeado de apariciones que sígnificaban que "el dios cedía a !os no obs_ta para que las deportaciones de los indios que vivían dispersos,_ en oci.s1onc 5
migrantcs las tierras labrantías'' , 2-1 y daba por resultado la conclusión de un pacto hayan dejado recuerdos candentes. Algunos títulos evocan la existenua (:e _esas P:-~·
21 7,<Jyatzingo, fol. l84v .. Cuijingo, fol. f3v.: San Gn:gorio Adapu!co. pp. 128-129. blaciones en la soledad de las ''mesetas, de los montes, de las cuevas y de r.1s rot:l5
23 Cuijingo, foL 7:-r.: Ocoyoacac fol. 29L: Sula. fui. 2:v.
2·1 López Austin (l'J80). !, P- 73 ;¡~ Cuijingo, fols. 7')v .. 80v.: Ocoyoacac, fo!s. 35r.. 33v.; Adanda. fob. H\r_, ¡:,-

60 de 162
LOS ' TÍTULOS PRIMORDIALES 'O LA PASIÓN POR LA ESCRITURA l2'5
LOS ··rITL'LOS PRL\iORDIALE'l" O LA PAS!00 POR LA ESCRITURA

,¡,'.e~ d,- detallar las perip~cia.:' de su sumisión, las represalias ejercidas por los espa. Barrolomé Capulhuac). En Cuijingo el amojonam iento se efectuó "atando las
1
'"!<=>. \' de esbozar la ag1tanón de una época convulsionada: ''Se chocaron con
puntas de las hierbas altas unas con otras". Operación inseparable de los adema-
,p;kth·i:¡ !1Js viejos, se combatieron !os pueblos[ ... J cuando reglament aron las nes de apropiación que los ancianos de Sula hacen a la española "escupien do y
wff'.l-'. cuando en presencia de Dios señalaron por todas
panes los límites para tirando piedras y arrancando hierbas y lo fueron desparramando por todas partes
no sólo en señal de posesión linderos en redondo'· . Esos ademanes repetidos de manera
i.i ce'..'~ reg~ción de los pueblos.'' Por consiguie nte, esas ''congrega ciones''
1
ubn.1n ;\fe.ctado las_ relaciones entre el pueblo y las poblacion es dispersas por su infatigable se subrayan mediante banquetes campestres, con altos en los que se
luchas brutales entre pueblos vecinos cuya dice misa, con paradas para pasar la noche. Ai son de las trompetas, se acompaña n
. . sino tamb:én desencade nado
de abrazos e intercambios de flores con los pueblos vecinos. A menos que estallen

:u1.;.sctú.:1ó n y cuyas fronteras eran puestas así en tela de juicio.'"


1
rJs e! choque Y las represiones, el apaciguamiento, En Cuíjingo, el texto des- incidentes y que las reuniones degeneren en enfrentanlÍentos. Es posible que los
, ¡Íbe ~i>: qué manera los indios garrotes- u otras armas de las que dan idea los escudos, las macanas de obsidiana,
los arcos y las flechas dibujados en los Títulos de Ocoyoaca c- también fueran parte
p~;~~,-r,\n todos_ sus casas de que quedó admirado don Francisco Chicoréncad, que le integrante de los ritos de demarcación, que simbolizaran la fuerza del pueblo y
,r;:· 1' '~,\ un ~ueno de ver con !a brevedad que lo hicieron y que los carpínreros o corto res evocaran el recuerdo de lejanas expediciones de conquista. '
2

~-'· '~"" pusieron una santa cruz muy grande y fueron a conar muchos troncos
o ramas y 1-1as he aquí lo esencial. El recorrido es tanto un circuito como un discurso, una
especíe de película y de letanla de los parajes, de los puntos de referencia, de los
·U-~th':<con_en un.breve (tiempo] la iglesia o ermita[. .] y luego fabricaron sus solares
: ,~~ ~ep~uuó las nerras en un instante, y pusieron sus viviendas en forma que dentro de mojones naturales y artificiales, un encadenam iento de las toponimias que sólo
t __ i,;cses concluyeron todo
termina al volver al punto de partida. El itinerario recorrido y la lista hablan de la
inscripción de la comunida d en su territorio y su reclusión en sí misma. Los ''lími-
El f'.ipel de aquellos primeros conversos, de aquellos neófitos no es insignifican-
tes a la redonda" dibujan un círculo cerrado. Los lindes son tanto impermeables
. Pll0to ~ue ellos se encargaron de atraer a los paganos para que se bautizaran ,
como impenetrables. Los títulos proclaman la separación principal, lo de fuera
tierras y se instalaran en el pueblo. En esn:t ocasión, a diferencia de las
-los otros, los pueblos limítrofes, la administración y los haceridados españole s-
ule~'"'t!t.'iones brutales de los españoles, el método es pacífico v el consenso -la
. ¡ '1 .d . y lo de dentro - ''nosotros, los ancianos, los que nazcan. . ''-.Lo de dentro: un
',_·1nL't'~'i" ·'' n.lcl - es aprop1ac o. 1v as si e una manera general el relato de las ''con.
cfrculo cuyo centro sería la iglesia. Pensamos en los mapas atisbados líneas arriba.
< _~g;.,-h'ines" pone el acento en la cristianización de las poblaciones y la imposi-
1

en adelante captamos mejor sus limitaciones "cartográficas" y sus intenciones:


'_">_n orden en los carnpos, el desplazam iento, la deportación se resienten a
matean la unidad del pueblo y las mojoneras del mundo que ínteresa, en las fron-
,,~~·~·~,r~,_-~c todo como. u:1a peripecia humillant e en oposíción a la pern1anencia y el
teras de un lugar ajeno situado en alguna parre fuera de la hoja, de un entorno no
u r,_i,:~,\. Lis contra?ICCiones perceptibles de los testimonios, las afirmaciones peren-
representado por ser no pertinente , inexistente o potencialmente hostil y amena-
~'ir,Lc::--' ~ue !?s s~l~1~an tal vez delaten la confusión de las memorias ante un episo- zador. Que nadie se sorprenda entonces de que los indios de los títulos no se pre-
.Ll_ q.,, :<ctta d1f1c1l de recuperar.
senten nunca como tales, ellos son, antes que nada, la "gente de. . Cuijingo,
./\_Lt5, ({~le la ereccíón de la iglesia dedicada al santo patrono, 1nás aún que el epi-
'"d1'' "'~ 1 .
' '1tad o d e las " congregaciones " , la d emarcac1ó . n de los límites es la pieza Zoyatzingo, Atlautla' ',etc. Repliegue sobre sí de una co1nunidad asediada por los
españoles pero también, según los casos, pues nada es simple, redefinición y nuevo
':~~r~~:.icl,dr la fundación del pueblo, es incluso el objeto principal de los títulos. Es
principio de una colectividad territorial.
''. .'\~~~ ,tundador _por exc_elencía, un acto espiritual, casi sacramental. Y es que el
1 _ de los lindes tiene toda la apariencia de una liturgia. Concretam ente La erección de la iglesia, la elección del santo patrono, el reparto de tierras, la
traza del pueblo y sobre todo la demarcación de los lindes, episodios todos de los
(U ·':.,,·h
t-.~~::~i:~i0n consiste en seguir los lúnites del territorio para reconocerlos y marcarlo~ que las generaciones por venir deben guardar memoria y apreciar en lo que valen
-.t '-'- '"'1lH1 acuerdo con los pueblos colindante s. Para los ancianos
que participan
varios días, una sucesión de as- cuando los ancianos se hayan ido: ''Ahora ya vamos cansados de andar por vosotros.
_..,, uc~ rn&rcha agobiante . una larga excursión de
los valles. Los indios se ocupan entonces en marcar Y vamos a entrar en nuestros linderos hasta el día del Juicio, que se nos juzgue lo
,\.'ll.)t,,':;-. \' descensos a! fondo de
us ,, . , bueno y lo malo." Pero la evocación del cansancio de los ancianos con frecuencia
compus11nos a manos cerntos dos [. . J dos cerritos hechos a mano
se mezcla con recuerdos rnás dramáticos en los que reaparecen casi textualme nte
, u •• , •

'\u" . ~ -~:~rus1m~s todo de piedra [ ... ] Una culebra de piedra que pusimos [. . ]
~ n '·~;, 1 ) de piedra que labramos{ ... ] Allí labramos una piedra escrita" (San
27 Santa Mana, fol. 197v.; S:in Gregorio Athpuko, p 124; Capu!huac, fob. 60v.-6lr.; Cuijingo,
>· "'<·:uurh. fol. 12v.: Santa Marta, fol. 193v.; Zoy:nzingo, foL l85v.: Cuijingo, fol.
73v. fol. 64r.; Sula. fol. 3r: Santa l'ihrt:i, fo!. 196r.; Adautb. fol. lSr

61 de 162
LG::. TlT~,:LGS FJ-\l\10RD11\L.i:..::i O L:\ P1\SlÓN POR LA ESCRITURA. L0S ·--¡·íTLLCS ?Rl:-íURDi~\.LCS- - 0 Li\ i'A.Sió>-: POR Li\ ESCRl n..;K:\

los términos de las Relaciones. Algunos fijan la fundación cristiana antes de las delación y de una redistribución del hábitat., según el rnodelo de! plano reticular<
epidemias en una especíe de edad de oro. Otros asocian la "congregació n" y el que combinaba la tradición prehispánica y la experiencia mediterránea. Dicho lo
bautizo de los indios con los desencadenamientos de la enfermedad, "de aquel cuaL en contra de lo que dan a entender los títulos, esas uansformaciones no
temor los que quedaron se reduxeron a buenos cristianos con el favor de Dios. por- fueron simultáneas.
que murieron nífias, niños, mujeres y hombres, que no quedaron más de cinco o Es innegable que las ''congregaciones'' tuvíeron una considerable repercusión
seis casas". Algunos títulos se refieren a las epidemias que brotaron entre 1530 en muchos pueblos. Por falta de tiempo y de recursos los españoles en un principio
y 1560, otros expresamente a la de 1576. Todos dan fe de que el apocalipsis demo- se limitaron a dejar intacto el hábítat indígena. Cuando mucho habían edificado un
gráfico queda en el síglo X\'!l como un punto de referencia inevitable, como una monasterio o una iglesia en el lugar de la cabecera, en tanto que los indios seguían
herida inolvidable, íncurable corno ya lo habían expresado de maravilla los infor- víviendo dispersos por los alrededores. Luego, la creciente necesidad de supervisar
mantes de las Relaciones geográficas. 28 inejor a las poblaciones, que escapaban de las exaccíones de los conquistadores y se
Redactados en pleno siglo xvri y probablement e después de 1650 -en la forma oponían a la conversión, incitó a !a Corona a tomar rnedidas rigurosas y a echar a
que hemos conservado-, los rítulos presentan un pasado centrado sobre todo en andar diversas campañas de ''congregacio nes''. La primera siguió a la epiden1Ía
los primeros tiempos efe la domínación española. Un pasado coherente y real a ojos de 154 5-1548. De 15 51 a 15 58 la campaña pretendió obligar a los indios a reagru-
de los redactores y de los miembros de la comunidad a los que podía ser asequible. parse en aldeas trazadas a la europea y a reubícar las cabeceras en sítios que [enían
Para apreciar mejor su originalidad, mediante un breve rodeo necesitamos ahora el beneplácito de las autoridades. Por la fuerza o rnediante persuasión, las pobla-
volver al terreno de la historia tal como la restituye la investigación moderna. Los ciones hubíeron de abandonar su hábitat para dirigirse a los nuevos emplazamien -
títulos ordenan hechos que en lo global corresponden a lo que sabernos: la instau- tos. Esas primeras medidas respondían así a preocupaciones administrativas, eco-
ración de una administración indígena calcada del modelo español, la construcción nón1icas y espirituales en particular urgentes, pero difícilmente lograron acabar
de la iglesia, la elección de un santo patrono, las "congregaciones", las nzercedes de con la dispersión de los indios. P<Lra poner el remedía y sacar el mejor partido de
tierra concedidas por la Corona al pueblo constituyen muchos de los rasgos esen- una población que literalmente se fundía, en !a última década del siglo empezó una
ciales de la historia de !as comunidades indígenas durante el siglo x--vi. Como hemos segunda campaña confiada a '' íueces de congregación'', ''los nuevos pueblos fueron
visto, la Corona desmanteló primero la influencia que la nobleza ejercía en las construidos por los propios indíos de acuerdo con el plano reticular de los españo-
poblaciones indígenas para respetar sólo el escalón local de la cabecera o lugar les, alrededor de una plaza que daba cabida a la íglesia y al mercado. L<1S estancias
principal. La cabecera era una localidad de mediana importancia de la que depen- fueron abandonadas, sus capillas arrasadas y las casas de los indios quen1adas''. De
dían núcleos más modestos, aldeas dispersas, los sujetos, Cabecera y sujetos forma- 1593 a 1605 fueron borrados del mapa millares de sitios, no sin que los indios opu-
ban pueblos que entonces fueron separados de los conglomerados tributarios, étnicos sieran una resistencia tenaz y mulriplicaran las gestiones y !as presiones de todo
y políticos a los que en un principio habían pertenecido. A mediados del siglo xv1 tipo para evitarlo.-1 1 Por ello no es sorprendente que las "congregacio nes" hayan
la Corona introdujo en ellos el cabildo a !a española con sus cargos de gobernador, impreso en las memorias indígenas recuerdos tan contrastantes en que se oponen
de regidores y de alcaldes, cargos de elección y confirmables por el virrey que con- las justificaciones presentadas por los españoles -la cristianización, la cobertura
cedía los "bastones de justicia" a los nuevos titulares. Esta instalación ocurrió en administrativ a- y las resonancias de !os choques que aquéllas ocasionaron. En fin,
tiempos del virrey Luis de Velasco padre (1550-1564), citado con frecuencia por los hemos leído la huella de las epidemias ya evocadas en detalle por nosotros. Vale
títulos. Como observa Charles Gibson: "Las décadas de 1550 y 1560 aparecen corno decir que los títulos no inventan; tratan a su m~era, que queda por preci.~ar,
el periodo de mayor prestigio, confianza y afirmación por parte de los gobiernos hechos y acontecimientos perfectamente comprorP"idos.
indígenas.'' ' 9 Los virreyes sucesivos concedieron a los pueblos mercedes de tierras, Con algunas excepciones, los títulos sin discusión hacen híncapíé en el siglo A'-1
lo que por lo demás venía a sancionar un estado de hecho, puesto que las dona- colonial. ¿Concluiremos por tanto que los tiempos prehíspánícos se esfun1ar~n de
ciones se situaban dentro de sus límites. Por otra pane, las formalidades que acom- manera definitiva de las memorias? Es probable que no, así fuera por la forma
pañaban estas diligencias son evocadas con bastante fidelidad por los títulos. Las de la periodización que se despliega de principio a fin de los títulos y distingue el
campañas de construcción de las capillas y de las iglesias empezaron en los años ''Tiempo de la Gentilidad'' y el ''Tiempo de la Santísima Trinidad''. el ''Tiernpo
1530 para terminar a fin de siglo. Este proceso estuvo acompañado de una remo-

io Kubkr (1982), pp. )31-')34. 89·108 ,,1 :tf


"s Ocoyoao.c, fo! )4r; Cuijiogo, foL 80r.: Santa \luta. fob. 193v., 1C)8v.; Ad:nnla. foL 14v 31 Cline (i'}Í9); Gtrharcl (1972), p. 2.7; Lolic B. Simpsoo,Studfrs in th< /t.dmmntq:.'-;'1
29 Gíbson (1967). p llJ.'\
fod1ans rn ,\'ew Spain, Ibc:o·Amcricana núm. 7, Berkdcy. Univcrsity of Califorrn:1 Pros. 1 ':..¡

62 de 162
LOS ·'TÍTULOS PR!.:..10RDlJ\LES'' O LA PASlÓ\: POR LA ESCRlTL!RA LOS ··T[TULOS PRI~10RDlALES'' O LA P ASIÓ:\ POR LA ESCRiTUR:\ 120

¿,..,¡ Credo católico'' o incluso, el ''Tiempo de la Fe cristiana'' .·11 Los títulos quizás
dJuicio Final y la resurrección de los muertos (Sula, Zoyatzíngo)? ¿Es preciso in-
h~<Ya-n rc[omado, y sus autores interiorizado, la dicotomía introducída por l~s _es-
,-ocar, para explicado, el éxito de un siglo y rnedio de predicació:1 cristiana q1:1e
p;i.Í'ioles y difundida ampliarnente por la enc:-i_esta de la: Re(aciones. _Pero lo~ 1~for­ loora inculcar el desarrollo de una historia que encadenaría la Creac1ón, el pagan1s-
nianrts de !as Relaciones concebían la genu!1dad en termrnos preosos. Practicas,
m~l y el cristianismo para culn1inar con un término apocallptico? Ello equivaldría
normas, acontecimientos y fechas se proponían a la atención de los encuestadores
a despachar el rrabajo. Como siempre, los indios se niegan a abismarse en las hipó-
esp3-ñoles. En cambio, la gentilidad de los títulos hace las veces de piel de zapa, re-
Lesis que les abrimos. Sin embargo, sería cómodo hacer a un lado algunos detalles
ducida a algunas menciones secas, a ciertos clisés ( í tan cercanos ya a los nuestros!).
n1olestos. Por ejemplo, ¿es posíble aceptar que la cesura, el paso de uno a otro
Es el recuerdo de una época precristiana en que se adoraba a los ídolos, a veces
tiernpo, no estén fechados de un modo uniforme y, sobre todo, que varíen en un
(pero raramente) unas cuantas anotaciones en que sobr~sa~en el paganismo, el ca-
rnismo documento? ¿Cómo explicar que la sítuación de los acontecilnientos pre·
nibalismo, la dispersión del hábitat, los nombres tan d1suntos de la nomenclatu~
hispánicos respecto a la época colonial difiera considerablemente de lo que sería
ra cristiana. Por excepción surgen hechos precisos y aislados: una invasión mexica a
Je esperar de la adopción pura y simple de la periodización cristiana? Los arreglos
Sula situada antes de la fundación de 1vféxico, ataques chichimecas·a Cuijingo que
cronológicos propuestos por tos títulos son a un misn10 tiempo variados y v2!iables
scn1braban el terror, enfrenta~ieotos con pueblos limítrofes, una migración y el
por no ocupar siempre lo prehispánico y lo colonial, en la esc_ab_ de nuesu~ nempo,
desplazamiento de un hábitat, etc. .\demás se trata de manera exclusiva de acon-
e! espacio que nosotros les asignamos. Algunos títulos se hm1ran a alusiones tan
tcciinientos de importancia local, en contraste con las referencias coloniales que,
vagas a los tiempos antiguos que apenas es posible evocar la constitución de un pa-
como saben los indios, se insertan en políticas y evoluciones generales. Sea como
sado dualista. Así ocurre en Ocoyoacac, en A_dautla o en Santa :tv1arta. En San Bar-
fuere. y eso es lo esencia!, el periodo prehispánico ya es sólo un último término, un
tolomé Caputhuac la relación sostenida COf' el pasado es muy distinta. Los títulos
telón de fondo_ En general, el recuerdo del pasado pagano sirve para apoyar la
describen allí un paganismo en espera de la cristianización, una época de latencia y
reínvin<licación de una antigua raíz local, pero nunca para explicar los orígenes y
de preparación, en que los santos ofrecen ya el auxilio de ::.u intercesión, en que ya
la fundación como lo hicieron numerosos informantes de las Relaciones. Pese a que
está marcado el lugar de la nueva fe. Lo mismo sucede en Cuijingo, que hace pre-
Jos títulos evoquen una fundación prehispánica, ésta sigue síendo, salvo excepción,
ceder el bautismo por la construcción de la iglesia o por la cleccíón del santo patro-
un precedente, una especie de repetición general respecto a la fundación cristiana
no. La infiltración de elementos cristianos en la trama prehispánica -la voluntad
cuyos momentos principales hemos descrito. Y ello por dos razones esenciales: la
de Dios. la intervencíón de la Trinidad- contribuye a producir un efecto análogo,
obra del tiempo, del olvido precipitado por los azares de la tradición pictográfica y
tanto como ciertas correspondencias que atribuyen el mismo nombre indígena al
de la transrnisión oral, y sobre todo la búsqueda de una legitimación cristiana y es-
fundador prehispánico y al fundador colonial. Si en San Bartolomé Capulhuac
pañola que, sirviendo en lo táctico a los intereses del pueblo, induce a distanciarse
e"! tiempo cristiano se extiende al tiempo pagano casi al grado de anexárselo, en
del ''Tien1po de la Gentilidad". La falta sistemática de una fecha, sea cual fuere,
Cuijingo el "Tiempo de la Gentilidad", sin perder en absoluto su carácter específi~
probablemente deba atribuirse tanto al olvido como a la indiferencia y al des.in-
co, se suelda a la época cristiana en vez de separarse de ella. La disposición de ambos
terés por aquella era pagana, como si ese "Tiempo de la Gentilidad'' ya no tuviera
periodos cobra formas tan inusitadas y diversas como las intenciones a las que obede-
la misma irnportancia ni la 1nis1na consistencia que el "1'iempo de la Santísima
ce. En el caso de San Bartolomé, el texto cristianiza tan bien un pasado que no lo
Trinidad''.
era que el "primer fundador" aparece bajo un aspecto irreprochable. En cambio,
Por todas partes, la doble visión del pasado parece llenar las memorias. Al pare-
Cuijingo sigue una estrategia dístinta que consiste en ''poner juntos'', en acumular
cer, esa visión obedece a criterios de origen español, y más exactamente a una
episodios y datos que corroboran la antigüedad de los derechos del pueblo.
visión cristiana de! transcurso del tíernpo: fue el arribo de la fe católica y no la con-
La desconcertante superposición de las épocas puede revestir apariencias aún
quista militar lo que marcó la diferencía, lo que hizo caer el tiempo antiguo en el
más desconcertantes e incluso inaprehensibles. Llega a suceder que acontecimien-
otro. Es innegable que en esta segunda mitad del siglo xv11 los autores de los tÍtulos
tos análogos se desarrollen de un modo simétrico antes y después del ''ar~ibo de. la
concedían a la evangelización un lugar privilegiado en la economía de su pasado.
fe"; o bien que un episodio en un principio fechado en la época colonial denve
¿Poden1os proponer que lo concebían como 1a sucesión de dos periodos profunda-
temporalmente para ir a dar a las márgenes de la gentilidad. o. incl~so que algu-
mente distintos dentro del estilo de una perspectiva lineal y orientada hacia un fin
nos hechos se traslapen: una invasión mexica se superpone a la invasión es~añola,
que, por lo den1<ís, los títulos evocan en varios pasajes: el fin del mundo (Cuijingo),
los agitados tiempos de las agresiones chichimecas se disuelven en los remolinos le-
vantados por la Conquista, etc. Cierto es que algunas Relaciones geográficas también
>2 Cuijiflgo, fol. 64v.: Zoy;nzingo, foi. 188v.: Ocoyoacac. fols. 29r., 32r. ocultaban testimonios que parecían apuntar a la colonización española sin dejar de

63 de 162
O l.A P "\SlÓ N POR LA ESCR1TUR
:\ 131
LOS ''TÍTU LOS PRIMORDIALES'.
O LA P ASlÓN POR LA ESCRJTUR
I\
LOS '·1íT uLOS PRl\lORDL'\LES ..
la recu~
no a causa de su singularidad sino de
1_~0

a los como si los hechos cobraran sentido, y los esgr imie ra a


ios prud ente s, puesto que se dirigían rrencia y de su inserción en una 1natriz
común que los engl obar a
describir la de los mexicas. Testimon tal vez sug: ría anal ogía s que acep taría una mul titud de va-
ológico .lineal que matriz
españoles, e insertos en un marco cron todos para hacerlos significantes. lJna pasa do .. ,
En cambio, e~ relat o de Sula s1gu e un.c urso a ojos de los indios la historü1, el
pero que descartaba toda confusión. on~s, riantes cuya acumulación constituiría
ignan los m1sn1os hechos en d~s ocas1
ísim a Trin i-
el segundo tiem po, el de la Sant
caprichoso de otro mod o. En él se cons El examen de las fechas que jalon an s de la
temp oral emb rolla do, co~o s1 perte
neci e-
que cond ucen a reflexiones análogas. 1\usente
en versiones distintas y en un contexto 1al.. Esta vez, la dad, plantea otros problemas ame nte del cóm puto cris.
ispánica y a la época colon tomadas exclusiv
ran al mismo tiempo a ia época preh para oone s mud as. época de la gent ilida d, las fechas están po colo nial y todo recu er-
e al juego sutil de las corr1 era inedir el tie1n
confusión involuntaria parece imponers en· tiano, corr10 si sólo ese calendario pudi an tanto a \os
expr esión de otra relación con el pasado o, má: ,exactam do de los sistemas antiguos se hubi era
desvanec ido. Lls fech as se aplic
¿La confusión o bien la por ctam en-
tiene que ·ver con lo que con.s 1aera mos nial como a episodios de orden estri
te, el desarrollo de un pasado que nada grandes acaecimientos de la época colo desde
en los Títulos de Zoyatz1ngo se halla
n dibu jan un arco ten1poral que se extiende
ese término? Algu nos episo dios relat ados
al repa rto de te local. Con algunas excepciones, cons tituy an una refer en·
jante. Uno de ellos concierne 1520 hasta fines del decenio de 1550.
Sin embargo, aunq ue
contaminados co~ una ambigüedad seme o prlln eras déca .
princ ipale s de Zoyatzingo. Enganchado al r.elar cía cronológica global reiatívarnente satis
factoria al delim itar aque llas
las tierras del pueblo entre los merc ed por part e del v1rre y. inex actas , deci dida men te falsa s 0
irmación de la ral son
de \a medición de la tierra y de la conf das de la dominación colonial. en gene es: en
ría ante s que nada trans portarnos a la época colonial. Co1?
o lo
so -a nues tros ojos y a los de los espa ñole s- perfectamente aberrant
el episodio debe os inclu y 1947 !A
bres cristianos ~José, Juan ... - de c1ert s se fechan en 1005 y otros en 1945
confirmarían por lo demás los nom pues to qu: hace a Zoyatzingo, ¡algunos acontecimiento ar los acae cimí ento s unos res-
iente esa interpretación, decir verdad las fechas no sirven en reali
dad para ubic
principales. Pero al final el relato desm nces des~ o¡a de sus Por el cont rario , ocur re que un
a más ren:ota'. a los que ento a con1ún,
\os protagonistas paganos de una époc I?lo.~e pecto a otros situándolos en una escal
este ep1sod10, el rel.ato da otro e1em
pued a co-
distinta, que una n1isma fecha
nombres cristianos. Poco desp ués de
npc1on mismo hecho sea fechado de man era e el
1ntr ?d~c e la de:~ en el tÍempo según nuestros criterios, Véas
desviación temporal. Una cédula real
de agosto de 1537 rresponder a hechos irreductibles de
ra los chKh 1me~ as: \i1nc 11lado a constantemente la lectu ra de los Títu los
de !a batalla que libró el fundador Xoh
ueyacatzi n cont
a aparente "caos cronológico" que nubl ada en 1552 , la llega da
pué s de 155 7- el aconteom1ent acab o
~.Sula. Por más que la introducc
ión del bautismo esté fech
en un principio a la época colonial -des texto de
: "Y eso t~vo lugar antes del~ llega da de 1607 y la crist ianiz ació n a 1609 . Un
por ser fechado en la época prehispánica de la fe sólo se remonta al 2 de junio de ta es-
s que circulaban entr e las epocas, pro· en el año 15 52 se refiere a la Con quis
la crist iand ad." ¿Son estos acon tecim iento Atlautla fechado al principio y al final ién
s, desconocímiento de la cronología
Y de la parece natu ral, pero el texto evoca tamb
ducto de la torpeza de los redactore ión del pañola de agosto de 1521, lo cual nos delí1 nítac i6n de los
n de otra apre hens que to es ya menos, la
utilización de \as fechas cristianas? ¿O
son manifest ació
imie nto de la epid emia de cocoliztli de 1554, cosa virre y Luis de Vela sco, ¡que
lram a colo nial el surg entrevista con el
tíempo? ¿No descubrimos cons tante
men te en la lindes en agosto de 1556 y hasta una no
tiem po prehispánico vivie ra suby acen te res-
14 de octu bre de 1676 ! En Cuijíngo, la imagen del santo patro
acontecimientos anteriores, como si el e de vez en c~an do? Los habría ocurrido el
nte cuatro años antes de que se hubi era ele-
subir a la superfici es llevada al pueb lo en 1555, exactame
pecto al tiempo cristíano, al grado de sobr epon erse. Las dific ultad es. greg ació n" se sitúa de n1anera sucesiva
en
a confluir para gido a dicho santo. Una mism a "con
estratos de \os acaecimientos vendrían I"I'.e~ ­
la prim era mita d del ~igl~ xv1 tal.vez
se
los desplazamicruos de población de 1555 y en 1559, etcét_eJ;:t. oral
peripecias de una vida local agna da qu1z as as. 1\l lad9.:_ de un papel de indice temp
clen con desórdenes más antiguos, las - No por ello son incoherentes las fech e todo para confe rLr un
en una suce sión rígida. Los nombres primero paga aproxirnativo, parece ser que la fijación
de fechas Sirve sobr
se fund an en vez de situarse api'. arnie nto, de supe rpo" dad a los escrítos y a los hechos consigna
dos. A
quen ese proceso de cida d y de aute ntici
nos y luego cristianos acaso eíem piifi es de ti.mb re de vera
n asociar la validez de un docu men to a la
spon denc ia: Ahu acat zin y Juan J\huacatzin, ios fu.ndador e¡emplo de los españoles, los índios sabe iplic arLL~.
sición y de corre aa por esa razón no vaci len en n1ult
po dos seres distintos y una misma figur presencia de fechas y es probable que
Zoyatzingo, pueden ser al mismo tiem ento nc~s el ines, tl
onaje en el curso del relato pu~de ueta , una form a huec a -el año,
lo \argo del tiempo. Un mismo pers Pero sólo se trata de adoptar una etiq ida del
ativo o un vecino con pretensiones e:xor
bt· fecha, mas no una lógica de la med
aparecer con1o un extraño <le braz o carit día -, incluso uno de los usos de la apes
s entr e las gran des figur as icar de inexactitudes, de tanteos o de derr
tan tes. De la misma man era las ''con
fusi ones '' frecuente
rta tiempo. De ahí lo que podemos calif inal del calen dario euro -
reve lan que impo vea un crnpleo orig
de la dominación cspafiola, Cortés, los
virreyes, el emp erad or,
en esi:e incontrolados. A menos que en ello se oric idad - a expe nsas de su
ctore s la iden tida d de la persona que lo que ésta significa, peo que favorecería un uso derivado -la
marca de la hist
a
menos a los reda
Si los títulos hacen mala bare s con la histo·
cipa l de referencia cron ológ ica. En fin, ¿es preciso leer en \a d\acroní
caso el poder, la dominación colonial. Las cosas se desa rroll an función prin
sus propias razones.
ria, no por ello dejan de obedecer a

64 de 162
LOS · 'TiTULOS PRl\10RDL- \LES'' O l:\ P :\Sló'.\ POR L:\ ESCR!Tl'R.'\ 133
LOS "TfTULOS PRB.\ORDlA LES" O LA PAS!ó::-.; POR LA ESCRlTUR,\

errática di:' estos textos, que sucesivamente se remonta y desciende por el tiempo, occidental, su contenido , su naturaleza, su anclaje en el pasado y no en el presente
~a la manera de las cuentas regresivas en que eran pródigos los informant
es de las
b influencia aún poderosa de un pensamie nto próximo a la oralidad, listo para parre a los indios co1no si se les hu-
Rei:u:iot1es geogr,~fici ts-- escapaban en gran
;1doplar rodas sus digresiones, sus pausas y sus retornos, interesado en presentar un
biese dado un presente y un fururo suspendidos por encima del abisrno abierto de
in:ixírno de .informaciones más que en articularlas de un modo cronológico?
Los títulos delimitan la información y el acontecimiento acumulan do !os estra- un pasado inconcebible por partida doble pues, ¿qué poner en él y cómo com-
prenderlo? Laguna inmensa que, como hen1os visto, los autores de los títulos se
tos, multiplica ndo los datos, superponi endo cuando es necesario. La periodización
esmeraron en llenar a su manera. Pero no recurriendo a !os antiguos cómputos
puede dist.inguír tieinpos y confundirlos, y las fechas señalar hechos que se suceden
de autenticid ad. Nos sorprenderá todavía menos como los informantes de las Relaciones ni, por consiguiente, entregándose a equi-
0 sirnplemc nte darles un barniz
pueda proyectars e durante el relato en el futuro o circular en el valencias entre las fechas .indígenas y el calendario cristiano. Aún menos evocando
que e! narrador
si pertenecie ra simultáne ainente a secuencias temporales distintas. de manera coherente y precisa la época prehispánica. Contentán dose con fragmen-
pasado como
tos yuxtapuestos y con un calendario cristiano más o menos respetado, los redacto-
Los autores de los títulos cons~Q'aron del tiempo occidental aquello que satisfacía
su intención y descuídaron lo' que difícilmente podía cobrar sentido a sus ojos. res revelan que provienen en general de un rnedio desligado de los saberes histo-
riográficos tradicionales, de una esfera distinta de las noblezas que hemos visto en
Conserva.ron un marco, una especie de "a la manera de. . "que debía conferir a los
acción en el siglo X\'I y en las Relaciones. Cierro es que los autores de los títulos son
títulos el arn1azón y la autenticidad de un acto oficial de la administración española.
anónimos y que los propios títulos son una materia cambíante copiada, completa-
Adoptaron una periodización binaria que afirmaba su adhesión profunda al cris-
tíanis1no: significaba tener una actitud acorde a su sentir y a los valores de la sacie· da, interpreta da a lo largo de los años. Pero si con ese nombre se designa a quienes
dad co!oniaL Desarrollaron cierras adopciones privilegiadas, por eje1nplo, la de la los acabaron en la forma que los conocemos en la segunda mitad del siglo xvn, es
posible vincularlos a un rnedio de notables del campo, sin nexo directo con los
creencia en la resurrección de la carne. El tema permitla expresar la coherencia del
tiempos antiguos -a diferencia de la nobleza- y que colman mediante la lectura de
grupo en el transcurso del tíempo, la cohesión de un conjunto humano campa·
los anales antiguos, de las actas oficiales, de los testamentos y por medio de la
rable en su homogene idad con la totalidad espacial definida por la enumerac ión
escritura alfabética !o que sin duda nunca supíeron. Su acceso al material pictográ-
minuciosa y exhaustiva de los confines. En su perspectiva globaliza dora, la formu-
fico y escrito de! siglo X\'i aunado a su dominio de la escritura indiscutib lemente
lación cristiana correspondía también a una sobreposición de las diferentes épocas
los sitúa en los estratos dirigentes de la comunida d, los que detentan los cargos de
en aras de una intempora lidad divina análoga al tiempo de los dioses de los anti~
escribanos, que pasan por poseedores de un saber, de una tradición probados.
guos nahuas. Concorda ba en fin con una concepción cíclica basada en el retorno
De la misma manera, las figuras locales que ponen en escena son mucho más los
del tiempo y de las personas: "Aunque n1urieron, no murieron, que han de resu-
detentares de los cargos, de aquellos instaurados por !os españoles, que los repre-
citar el Día del Juicio,'' Una divinidad de los tiempos antiguos que aparece en los
sentantes de las antiguas dinastías señoriales o principescas.
Títulos de Cuijingo muestra el n1ismo propósito: "Por las mañanas estaba como
A este respecto, la comparación con los escritos de Chirnalpa hín, el historiador
una criatura de poca edad y al rnediodía se volvía un ho1n bre hecho y derecho ·Y
indígena de la región de Chako y Amecameca ~de quien por lo demás proceden
cu-ando se iba metiendo el sol, se volvía a.ene que según esta razón quería decir que
varios de nuestros títulos~, resulta esclarecedora. El historiador murió hacia 1660,
se volvía a su ser que era viejo de mucha edad. "HA diferencía del sujeto del enigma
en la época en que los títulos adoptaban su forma definitiva. l\Tob!e instruido en
de la esfinge, el "den1onío " indígena franqueab a los grupos de edad para volver
sus tradiciones e irnbuido de cultura cristiana, Chimalpa hin detalla a placer las
al punto de partida en vez de recorrer una evolución sin retorno. El ciclo indígena pa-
genealoglas antiguas, las conquistas, las dependencias señoriales desde los orígenes
saba por alto la singularidad de! devenir como antaño lo había señalado Sahagún.
n1ás remotos citando sus fuentes y sus informantes, empleand o con arte todos los
En otros aspectos los redactores de los títulos se mostraron más reticentes o más
cómputos. Los títulos sólo resucitan jirones de historia estrictamente local, sin
turbados. Para unos indios engancha dos brutalmen te a nuestro siglo xv1, et pasado
marco cronológico n.i verdadera profundid ad temporal. Chimalpa hin redacta en
cristiano y occidental no podla ofrecer ninguna consistencia, ninguna realidad, 1
náhuatl una historia de España, mostrando su conocimiento del pasado europeo. l
fuesen éstas cíclicas o lineales, orientadas o no, repetitivas o irreversibles. Si les ores y de los virreyes y
Los títulos se pierden en los nombres de los conquistad
era posible interiorizar e interpreta r la idea de un desenlace común -el día del
difícilmente ven más allá de los lindes del territorío, . No se trata de suscitar uno.
Juicio-, les resultaba más difícil situarse con respecto a ese lejano punto de parti·
confrontación que no tendría el menor sentído, sino de una manera más simple de
da que constituía el nacimient o de Cristo, La importanc ia del espacio de tiempo
3-\ Chimaipah¡n , OrUv,_¡ Rel<-1rión, México, UNAM, 1983. pp. 183-199
)} Cuijingo. fols. 6')v.-70r.

65 de 162
P i\SlÓ0:" POR L\ ESCRITLRA
P/\SlÓ N POR LA ESCRITURA LOS ''TÍTI Jl.OS PR1:\1 0RDL \LES'' O LA 13S
134 LOS ''TÍTU LOS PRlM ORDl ALES '' O LA

en el siglo XVL Las fechas que llevan


separa dos medios, el por entonces en siglo xv11,.pero se consideran actas levantadas
sugerir el abismo cultural y social que ientos relatados y los temas abordados
mucho más renovado, de notables de son aproximadas o erróneas. Los acontecim
decadencia de la nobl eza indíg ena y el otro, uista militar y espirituaL las "congrega-
zarse en las instancias locales como re- resultan prácticamente idénticos: la conq
población pequ eña, que han logrado desli de las poblaciones, los dirigentes locales,
alidades, de la extinción de las fami· cione s'', el santo protector, el bautismo
sultado de los trastornos sociales, de las mort Mendoza y Luis de Ve lasco y los cargos
vez no resulte indiferente que algunos la interven.ción de los virreyes Antonio de
lias de las escisiones de comunidades. Tal el asunto prin cipa l- la descripción del
1
de pueb lo y en 1nostrar una antigüe- que confiner~n, en fin -:Y una vez más es
rítu los se empe ñen en afum ar una categoría mentos van dirigidos a los habitantes
citud que revela las ambiciones de recién pueblo Y la hsta de los linderos. Estos docu
dad que la historia parece negarles: ¿soli s a proporcionar informaciones a Jos
de los pueblos, pero también están destinado
llegados a las legitimidades dudosas? Sin
duda. les designa medi ante el término q/tetJc
a las memorias indígenas según las españoles. Corno a los tírulos, tamb ién se
¿Quiere esto decir que aquello que separ se distinguen de ellos por la considerable
reduce a una distancia social? Las me- amatl, "libr o del pueb lo". Sin embargo,
Re/1;ciones y las memorias de los títulos se de que se ha llegado a considerarlos un
distintos. No únicamente si tamb ién se porción que dedícan a la imagen, al grado
morias diferirían, pues los grupos serían ción píctográfica. Como en el caso de las
distancia respecto al tiem po de la vieja renacimiento en pleno siglo xvn de la tradi
tienen en cuen ta el paso de los años, la pintadas sobre papel de an1are son algo
a la dirección de las comunidades, los ';ilustraciones" de los títulos, esas Írnágenes
nobleza, la llegada nutri da de esos notab
les decorativa o una digresión oroan1ent;l.
estiaje demográfico fue alcanzado en el enteramente distinto de una manifestación
efectos acun1ulados de la 1nortalidad: el de su agra ndam iento habrían podido
l-Iasta cierto punt o, la memoría de los Constituyen verdaderos glifos que a pesar
corazón de ta prim era mita d del siglo xvn. o antro poní núco . Sin emba rgo, !a estili,
allí dond e ésta había desaparecido, desa- conservar su calidad de signo toponímico
títulos fue el relevo de la mernoria noble, la fusión de la decoración v del foneina
el pasado muy distÍntos. Conquistó un zación cada vez más afirmada de los trazos,
rrollando un enfo que y una relación con aje foné tico' ', el papel ~enor del co~
la memoria de las comunidades, puesto en lo que] . Galarza ha deno mina do ''pais
espacio en la escena indíg ena y llegó a ser a 1nedianre los juegos de volúmenes,
y que las representan ante las autor ída· lor en adelante, la expresión de la perspectiv
que ésos son los textos que éstas presentan planos incitan a subrayar r! dinamisn10
as memorias en la segunda mita d del la sugerencia del relieve y la sucesión de e
des. Sin emba rgo, el surgi mien to de nuev y la originalidad de esta forma de expre
sión indígena. Y aún rnás la unió n sutil
grandes sectores de la población indígena, comp leta las picto -
sig:lo xv11, percibidas como plausibles por lntirna alcanzada entre el texto escrito y
la imag en: ''el texto
conti nuid ades obedecen al es- a la
n~ es exclusivo de ciertas continuidades. 11as estas ón más que de la ident idad grafías. vincula diferentes contenidos temá
ticos entre sí con10 un guíón y form
quema general. derivan de los principios
de organ izaci
pero son los dibujos los que dictan el orden de
s. Principios que sin embargo tal vez unidad pictográfica de la pági na'', l6

de los elementos abor dado s o conservado títulos que manifiestan el predorninio


latente, y habr ían dejado de ser objeto de la lectura de los textos. A diferencia de los
hayan permanecido en estado ünplícito, raron un camino distinto, sometiendo
o de una conceptualización análoga a la de lo escrito, los Có{lices de Techú1loyan explo
una transmisión sistemática y didáctica ser preciso, explotar sus potencialidades
uas. Hacía much o tiem po que ya no la escritura a la pintu ra y sabiendo, de
que ofrecían, entre otras, las mitologías antig do domesticar a la palabra, y la picto-
qued aba una estructuracíón comú n del plástícas como si la imagen hubiese logra
había escuelas para enseñar los cánones, o según J. Galarza, serían el contenido
ente indígena. Ello hace que el rnaneío grafía a la perspectiva puesto que, de nuev
tiempo y del espacio, de orde n específicam irían sobre su ernpleo. Como es n.arucd.
jo del espacio en las imágenes que los Yla significación de !os glifos los que decid
del tiempo en los títulos evoque el mane ca en !o sucesivo podía emanciparse del
monio occidental sin dejar de obedecer de allí se seguía que la expresión pictográfi
acompañan. J\bu ndan adopciones del patri asotiado a ella. Revolución silenciosa.
diagrama de los linderos captados en discurso oral que antañ o iba íntim amen te
a un despliegue tradicionaL ¿No hace eco el na, pues to que iba contra el sentido de
hoja a la narración redu ndan te y cíclica, excepciona! en lo intelectual pero sin maña
la matriz que configura el rectángulo de la colonial de la escritura alfabética. Ivtcnos
plegando la escritura de los vencedores !a historia, vale decir contra el privilegio
organizada por otras matrices? Y todo ello últim a carta -la de la escr itura - pero
n, a la definición de una ident idad. innovadores, los títulos creían jugar esta
a fines indígenas, a la invención de un orige juego ni sacrificar por enter o las piuo ·
producciones aisladas? Por ser más sin seguir en verdad todas las reglas del
¿Son los títulos testigos excepcionales? ¿Son grafías.
oría de docu ment os a los que se ha dado Techia!oyan, no es su autcnlicidJ.d lo
conocidos, no me deten dré en otra categ Trátese de los Tfrulos o de los Códices de
por el nomb re del prim er manuscrito que fue creatividad de la que codos ellos dan fe,
en llam•~r Códices de Techialoyan, que da v;.dor a estos docun1entos, sino la
objeto de un estudio.:-~ Como los Títulos
prim-ordiales, estos documentos datan del una aprehensión autó~tona.s del pasado
su habilidad para fund ir una vivencia y
vol. 14, 19!'5,
cripis and P<u'tnings with n CarnJog ', HAL~I,
35 Donal d Robertson "Tech ia!oya n Manus }!únus crit pirtog raphir¡uc de 7.-em·
Zcmpoal;;, Tcchi.1lo)'t1n E 705. 6 , op_ ot. p. ¡ 28
pp. 253·2b'O.joaqufr1 G-alarra, Coi/ex de au 1kxiq ue, 1930 ' ]. Galarza. Codex de Zemp o.,/s
Archéoiogique et Ethno logiqu e Frani;a ise
poda. Hidalgo, IHcxique, México. Mission

66 de 162
LA ESCRITL'.RA 137
LOS ··TITUL OS PRIMOR DIALES '. O l:\ PAS!ÓY POR
POR Ll•. ESCRITURA
LOS '-1íTt'L OS PRIMOR D1ALE5 " O L\ P :\Sl()'.'-:
poblad o el altipla no mucho
n captar del mundo coloni al, ción de su ciudad. Emana de un grupo étnico que había
etin lo que alguno s indíge nas creían, podían o quería antes de b. llegada de los nahuas , a los que luego había estado someti do sin perder
ar modos de expres ión, Consti tuyen un fenóm eno go no habían dejado de verse
su aptitu d para renovar e invent por ello su lengua y su cultura.3' Los otomíes sin embar
nas y en la de la cultura en
de gr:J.n irnport ancia en la historia de las cultura s indíge reducidos desde entonces a una existencia periférica,
siendo blanco del desprecio
son o los títulos inventa-
gcni:raL un fenóm eno del que el catálog o de D. Robert de sus amos nahuas antes de sufrir el de los españo les. Sirvieron de auxiliares tanto
os supone r que en los valles de
rí~1dos sólo transn1Íten un pálido reíleío . Podem a los unos como a los otros. Bajo la domin ación españo la pan:iciparon en la coloni-
, todos los barrios o aldeas de cierta impor- y en la lucha contra los nó-
~iéxico y de 1'oluca , tal vez de Puebla zación de las inmensas extens iones del norte de i\1éxico
los, de adquir irlos o de elabora rlos. Entre
t:cncia estaba n en posíbi lidad de poseer los camino s que conduc ían
ra, de la tradici ón ora! y los madas chichimecas que hostig aban los convoyes por
los constr eñimie ntos del model o coloni al, de la escrilu a las minas de plata. Episodios de menor enverg adura
preced ieron lo que se ha
, se extend ían playas
antigu os esque1nas de la percep ción del espacio y del
i::ieinpo llaron en la zoo;:;. de San Juan
en el siglo XVII con abund ancia, in- dado en llamar la "guerr a chichi meca" . Se desarro
vfrgenes o aband onada s en las que se ejercitó del Río y de Querét aro, adond e poco tie1npo despué s de la caída de Iviéxico·Te-
nac~n na. Cuand o menos la de los notabl es
vt'nción v diversí dad la imagí indíge
nochti tlán fueron a refugia rse alguno s indios otom1e s. 1--lacia 15 31, conduc idos por
nahuas, Éstos proced imient os al ~ismo tiempo diferen
tes y comple mentar ios, pro-
en los parajes de Queré -
del estiaje demog ráfico (1610~1650) y en un comerciante llamad o Conní , alguno s se estable cíeron
ente se desarro llaron al términ o que ocupa ban la región. Cierto
b:1blem
en el númer o de seres, Florecieron hasta taro y entabl aron relaciones con los chichimecas
todo caso acomp añaron el lento ascenso tiempo despué s, un encom endero españo l, Pérez de Bocan egra, entró en contac to
as, aprove chando la circula ción de una sorpre ndente a españo la. Conní
en !as poblaciones más pequeñ con Conní , quien aceptó el bautis mo y se someti ó a la Coron
critos, escrito s oficial es, "pintu ras antigu as" originales o copia- ecas para la fe cris-
variedad de manus adoptó el nombr e de Herna ndo de Tapia, ganó a los
chichim
ados, a los que se agrega ban
das, anales , mapas , títulos autént icos y títulos invent tiana y empez ó una brillan te carrera al servicio de los conqui stador es: colabo rador
s de Techia loytln. Cierto es que todavía insumisos y
!os docum entos de la familia de los Cóclice ejempl ar, fue gobern ador de Queré taro, guerre ó contra los grupos
n los model os, las "escue las" de pintore s o
se descoo ocen los circuitos que seguía fundó numerosos pueblo s.
al conjun to de aquella s produc ciones , Título s
los grupos de escritores que dieron llegado hasta nosotros
d. Pero desde ahora eviden te es Ésa es la versió n' 'oficia l", española, de los hechos, que han
o Códú:es de Techúu'oyan su relativa homog eneida de maner a considerable.
España es insepa rable de por otro conduc to. Nuestr o texto otomí se aparta de ella
que la historia de las cultura s indíge nas de la Nueva pues sitúa los aconte cimien tos en mayo, junio y julio
de 1502, o sea casi 30 años
aband onar de una vez por
aquéll a de la captur a de lo escrito. Por ello es preciso antes de la fecha ''his-i:órica"; destaca en esencia el papel de cieno don Nicolás
as en la oralida d o privada s de memo ria. Y
todas el clisé de las con1un idades inmers tviontañez, capitán genera l, a expensas de Conní , alias Herna ndo de 1'apia; ofrece
e colecti va había dejado tantos vacíos. tos establecidos con
sin embar go, nunca !a 1nuert en fin una versión sorpre ndente mente singula r de los contac
de la Conqu ista sociedades
¿Fuero n todas las sociedades de ''pintu ras'' de antes e a preocu pacion es po·
proseg uir de maner a acepta ble el los chichimecas. Con mucha probab ilidad, el texto obedec
de escritu ra en el siglo xvn? Falta espacio para líticas locales que nos es difícil desent rañar. El obstin
ado deseo de mínim izar el
y mixtec os que descub ren panora mas tan
análisis con títulos otomíe s, zapote cos papel del fundad or histórico don Herna ndo de Tapia y, en cambio , el afán de
piezas del valle de México . Sin embar go, veamos un
apasio nantes como los de las caciqu e Nicolá s Monta ñez sugier en que la relación
conqui sta y de una funda- exaltar al pueblo de Tula y a su
ejempl o que aborda de nuevo el asunto del relato de una ujamie nto progresivo de la
traduc ida por indios oto míes a emana de un grupo dirigen te que explot ó el desdib
ción. Ya no es un título sino una relación indíge na impon er su propia versión
-ciud ad sÍtuada a menos de 200 km al poderosa familia de los Tapia en el panora ma local para
petició n de los franciscanos de Queré taro relato más confor me a un nuevo
deseab an reunir inform es sobre la evange lizació n de del pasado . Acaso se haya tratado de establecer un
noroes te de 1'1éxi co-, los que no es muy origina l. Numerosos títulos
en ella se venera ba. Las cir- reparto de las influencias y del poder. Lo que
la ciudad y sobre el origen de la mílagr osa cruz que s semeja ntes. Pero, al mismo tiempo que hace
o mucho se puede atrí- nahuas parece n obedec er a móvile
cunstancias de su redacc ión siguen siendo oscuras. Cuand juego, la relació n trata con amplit ud sobre la Conqu ista y la
otomíe s de Queré taro y fijar su escritura a mediad os un nuevo reparto del
buir su patern idad a caciqu es que desarrolla una historia
dentro del Archivo Ge- colonización. Aunqu e a una luz descon certant e, puesto
del siglo XVJL Este texto excepcional se conserva en Italia, les salvo raras excepciones
en XI/ 35 de Chrona che ed altre carie, Afé- en exclusiva indíge na, en laque están ausentes los españo
neral Franciscano de Roma, en el volum del terreno de los enfren tamien tos
lupe (siglo xv1n). (Carlos V, el virrey, etc.). Se les excluye no sólo
x·ico, Querétaro y Guada del propio territo rio de la Nueva España, aun
dado se apresu raron a denun - con los chichin1ecas sino tambié n
La relació n, cuyas aberra ciones y cuyo estilo descuí
conceptos. Revela la imagen
ciar los lectores españoles, resulta preciosa por diversos
conqui sta de la región y de la funda- 3; Carrasco (19)0)
que alguno s caciques habían conservado de la

67 de 162
LOS ''TÍTULOS PRlMORDlALES ' O LA P Pi.SlÓN POR LA ESCRJTURA 139
LOS "TÍTULOS PRIMORDL\LES" O LA PASJÓN POR LA ESCR!TLRA

cuando sepan1os con qué cuidado prudente supervisaban y a veces acompañaban de la batalla, sus secuelas inrnedíatas se describen con profusión. En ca1nbio,
las expediciones de sus auxiliares indígcnas.> 8 ella ni una línea. No se niega el aconrecin1íento, se le rehúye por completo.
Como algo todavía más desconcertante, los protagonistas nunca aparecen con procedimiento éste que equivale a eliminar de la Conquista sus
tos rasgos de indígenas otomíes. Se decían y se !!amaban a sí mismos ''católicos''. C{;'1~pec1:os belicosos y humillantes para !os vencidos. De ahí esa preocupación cons-
Unos "católicos" cuya conversión se remonta a una fecha incierta, cuando menos y obsesiva de simetría entre agresores -los oto míes "católicos" - y agredi-
anteríor a 1502. En estas condiciones se comprende que se guarde silencio sobre la los chichimecas. Los hechos ocurren como si la relación hubiera querido trans-
Conquista española, sus dimensiones políticas y militares. En un lviéxico práctica- i"""'~ el enfrentan1iento en un encuentro sin vencedores ni vencidos. Todo indica

mente vacío de españoles y ocupado por ''católicos'· ya no hay necesidad de hacer esta desdramatización se halla vinculada de manera implícita al silencio guar-
referencia a ese episodio. Recordaremos que algunos de nuestros títulos nahuas sobrc la Conquista española. Si bien es cierro que trata de manera explícita
evitaban o desviaban esa dramática referencia, reduciéndola a las dimensiones es- una guerra entre indios cristianos e indios paganos -los chíchimecas-, lí! me-
pirituales de la llegada de la fe. Es posible imaginar que algunos lo hayan hecho otomí en realidad parece dedícarse a construir un arquetipo de la Conquista
para borrar un recuerdo penoso y otros no hayan considerado pertiiiente evocar un que detrás de los católicos se adivina a los españoles y donde los indios "bárba-
acontecimiento que casi no había tenido resonancia !ocaL la act;tud de los otomíes nos remitirían a los propios otomíes. De la Conquista lo único que cí!l vez
que redactaron la relación parece deriYar de la primera interpretación, pero mezcla sería una operación basada en la igualdad y la reciprocidad, práctica1nente
en ello una rara sutileza. En efecto, los protagonistas de la relación gozan de una c<m1:erta<la,e incluso "programada" en parte por el adversarío chichín1eca, y que
posición doblemenre notable pues se arrogan !os títulos de Católicos y de Conquis- ofrecería a la memoria indígena el 1narco de un pasado "aceptable". En otras
tadores. Reclaman privilegios intangibles, sólo reconocen como señores al rey y los otomíes no pasan por alto la Conquista española, la aceptan a condi-
al virrey. Dedican toda su energía a difundir entre sus adversarios chichimecas "lo de borrar de ella lo esencial, las dimensiones conflictuales. Esta verdadera
que es la cristiandad''. Las dificultades harto reales de aquellas expediciones se '-'atomización" de la realídad alcanza aquí un relíeve particular, cuando que era
callan de manera sistemática en beneficio de una tenaz idealización del pasado embrionaria en aquellos títulos nahuas que se inclinaban por no ver en la Con-
que les pern1ite confundirse con el grupo de los verdaderos vencedores, los amos española sino la llegada de la fe,
españoles. En esta escenificación del siglo X\'l los otomíes son los ''católicos''. Vale Sin embargo, la relación otomí ofrece un interés 1nuy distinto: el de su escritura.
decir que !a relación busca y logra conjugar el prestigio de las armas autóctonas Como los títulos nahuas, mixtecos y zaporecos, sus fuentes al parecer son múlti-
y los frutos de una aculturación sin lágrimas y sin humillación, Sin que llegue a ples. Anales, "pinturas" elaboradas tal vez en el siglo X\l quizás le hayan aportado
hablar propiamente de una flagrante inversión del pasado sino antes bien de lo sus materiales. Pero el documento toma su inspiración de las festividades barrocas
que hubiera podido ser -si los indios hubiesen recibido el lugar que les había que animaban por períodos la villa de Querétaro, Sus descripciones coloreada...;; de
prometido la Corona-, esta memoria gloriosa contrasta con la mediocridad de un tropas en movimiento, de trajes, de música guerrera evocan los combates ficticios a
presente so1nbrío. Sucede que, a rnediados del siglo X\'ll, Querétaro ha dejado de los que se entregaban desde el siglo A\'l algunos indios "vestidos de españoles" y
ser un puesto de avanzada defendido por otomícs para caer en cambio en manos ciertos falsos chichimecas. Infaliblemente recuerdan las fiestas que se celebraban
de ganaderos y de comerciantes espaflolcs. LDs oromíes se habían constituido en en Querétaro en pleno siglo xvn en honor de la Santa Cruz. No es ünposíblc que !a
una minoría étnica perdida entre orras minorías, nahuas, tarascas, mestizas, negras relación incluso se haya inspirado en una de esas tramas indígenas que guiaban
y mulatas. Su identidad se reducía entonces a !as dimensiones mezquinas de una los pasos de figurantes que invadían enr.onces las calles de !a ciudad. Pero de igual
subcultura urbana, replegada en !o esencial hacia la lengua y los lazos de parentesco. modo es producto de una lectura de los actos oficiales que se acumulan en los
Viendo disminuir su fortuna y su influencia, algunos caciques se prepararon un archivos indígenas. De ellos toma una retórica pesada, un vocabulario, un gusto
pasado prestigioso que decoraron con una ídenridad ficticia. Pero esa idealización por las cifras y las fechas a las que da también un uso sobre todo formal. l\fas para
no es propia para la relación, ni tampoco para el escamoteo de roda referencia el autor (¿o los autores?) de la relación -tanto como para los redactores de los
pagana o prccortes1ana. títulos de otras partes- el escrito se ha constituí do en el instrurnenro privilegiado
El interés de la relación obedece más bíen a la manera singular en que cuenta de la fijación del pasado. Como prueba de autenticidad se ve obligado así a acurnuLu
otra conquista, !a de Querétaro. Pues todo el texto está construido en torno a un las firmas, los testin1onios, a multiplicar los escribanos y los notarios a riesgo de
enfrentamiento guerrero que curiosarnenre se excluye de la narración, Los prepara- atribuir a aquellos otomíes un domínio inverosímiln1ente precoz de !a escr!run1.
aunque también en ello dé fe del precio que ciertos medíos indígenas, sea cual
fuere !a etnia, le concedían en aquella mitad del siglo X\11. f\1ás aún, !a relauón
38 Powcll {l0)2); Grnzmski ( l985c): Super; JCJS?>I

68 de 162
L\ P.-\Sió:---; POR L'\ ESCR lTUR, \
L-\ PA.SlÓ0." POR L'\ ESCR!TIIR.-\ LOS "T!TU LOS PRll\! ORDl ALES " O
i-JO LOS ---¡'(-fLL\.'IS PRl'.\l ORDL '\LES" O

litera ria, con la inclu sión de un impo nan- . Com o en el caso de los tírulos nahu as,
.• su~era ese esu.d io lleg~ndo a la creaci~n
re tr::i.grnento de una de aque llas dedic
atori as ainpu losas de las que reboz aban
ese pasaj e
las
intro+
!T1an antep asado s de! pueb lo de Toto linga
son aucia nos y antep asado s los que en ellos se expre san para consi gnar hechos pasa-
e pued e (s.!c) goza r y culribar nuest ros
~bras de Li époc~- Cor11 sus efecros retóri
cos, su estilo rebus cado , dos· "Tom amos tierr:JS y lugar es a dond ivo
fuerz a es admi tido, cae en el galim atías conf unde con una (fam a que en lci suces
cuce una nota d1sco íaant e que pron to, hijos y nuest ros oiett os." El relato se milit ar, que sin
Lo a la conq uista
ulas ma! comp rendi das o mal copia das. nos es famil iar. Si bien no se hace ning
una alusi ón
rnis con_fuso_ y en la avala ncha de fórm la pre- en camb io de la evang elíza ción
!a elecc ión y la -adopcíón revel en en !a regió n,
cual _no 1mp1de qL:e, por torpe s que sean, emba rgo fue parti cular ment e agita da ar
consi guien te de un autor en poren cia o recue rdan los tres ·'sign arari os": "fuü nos a esper
sen(1a de una preocu~ac:ón estiíí suca _v por se trata con ampl itud. Com
tro que nos
Un au(or que tamb ién prete nde di- Llegó prim ero el padre minis
~ue de esa rna:1era quiso perso naliz ar el texto_ cuan do bino la ley de Dios en Oaxa ca. es
erudi ción oblig a, no vacila en dar el nomb
re lomé de Olm edo'' . La acog ida reser vada al religioso
ngirse a los "v:nu osos lecto res" y que, bapti só. Se Uama Fray Barto de !os tamb o·
paña a ios '' catóii cos' '. Cierta- de estan darte s, por la músi ca
del italia no Br-amanre al n1aesLrO arqui
tecto que acom calur osa, amen izada por et despl iegue a, el
r las burla s de los lectores españ oles. La for- habit uales , la const rucci ón de la lg!esi
ment e, 1~ r:nt,ativa sólo serúr á para d~ata res y los clarin es. Sigu en !os episo dios
or, fiscal ),
rdo. La mem oria orom í se había dedic
ado n de los cargos (alca lde, regid
ma era rid1cu1a Y el fond o parecí-a absu bauti zo de !os antep asado s, la distri bució de poses ión de las
uista sin venc edo. para llega r a la toma
deses perad -ame nte a cons truir un ?v1éx
ico sin españ oles, una conq la desig nació n del gobe rnado r indíg ena
to que el relato ya no alcan zaba a arraig
arse
form a acost umbr ada del recon ocim iento v de la enum eraci ón de los
res. con ta~to _más ilusió n}' sueñ o cuan cuida r. _ .
tierras en la
'
nder, en linde ros que
en un, rcrnton~, en un p~eblo po_r _defe -
linde s de las tierras.
de 1521 , apen as plaus ible
otros tírulo s orom íes, zapo tecos y mixte Com o en tierra nahu a, la fecha es fictic la. La fecha
Ser~a n~ce~ar10 prose guir el anál1s 1s con
ado de Oa.xa ca. Dos o preco z para la evang eliza ción e inver
osí-
cos .. Nos limHaren1,os a algun as inues tras
escog idas en el obisp para la Conq uista españ ola, derr1asiad fund ir una serie
va-.- r y para
Viila Alta de San lldef onso susci tan obser mil para la distr ibuci ón de los cargo s,
sirve para conc entra
escrnos zapo tecos de !as inonr añas de de
s nahu as del va!ie de lviéxi co.-''l Sirua da a
s fund adore s del orde n colon ial y cristi ano. 1'-lo por ello dejan
eone s que podr ían aplic arse a !os rüulo de acon tecim iento
L-a io-
oalte petl (3 300 m), en zapor ecos de sus homó logos nahu as.
alred edor d~ los 1 400 m, domi nada por
la cima del Zemp distin guir algun os rasgos a los título s de
fue difícil de some ter. Los zapot ecas
v geliz ador fray Barto lorné de Olme do, del alcal
ex~ren:o accid entad a y arbol ada, la regió n rerve ncíón españ ola -de l evan
dura nte la Conq uista '/en~ ¡ de los español"es e inclu so de una madr ina
mas aun los m1~es se levan taron en diver
sas ocasi ones mayo r de Villa A.Ita, de un anrep asado
o de
rr_anscurso de! siglo :XY! (1550 . 15'.i2,
1570). En 1527, Gasp ar Pach eco v Di~g de bauti smo, doña Cata lina de Jvied lna- se ve en ellos much o más afirm ada. Por
de
Ildef onso que fue e 1 terce r es(ab !ecim ienro son los que decid en la electi-ón del sitio
Figue roa fund aron la 'v'illa idea de San ejem plo, el alcal de mayo r y el religi oso Vdia ,\lta de San
de
y capit al de ia provi ncia de los mixes, zapot ecas la iglesi a y el del pueb lo. La fund ación
de la aldea españ ol-a
españ ol ~n el obisp ado de Oaxa ca
tipo a la de Toto linga y a !a de Juqu
ila.
ia evang eliza ción de la coma rca, avu+ Hdef onso sirve en cieno modo de proto
~ chon raies . w Los domi nicos e¡npt endie ron de b regió n, V'iHa
ido Olme do. Los caciq ues fuero n bauti zado ; v. El horiz onte evoca do es más vasto . No
sólo Oaxa ca, la capit al
dado s por un rnerc enari o de apell
españ oles les sirvie ron de padri nos.
. en episo dios impo ri:an tes, sino que tan1bién se habla
como en ot:as parre s, ¡~~ conq u¡sta dores Alta y la coma rca enter a acog
1715 a peuc ión de SanJ uanJ uqui ia en rse con el ''ante pasa do de los españ oles' ' don
Prese ntado s Y tradu cidos en octub re de de un viaje a Espa ña, Lueg o de reuni an
San Juan T anerz e, los título s del pueb lo cuatr o antep asado s de Juqu ila se habrí
un pr_oc~_so que lo ?pon ía a ia p_obl acíón de Ypoi ito del Baye (Vall e) de Com ania, los regre so. habrí an pa-
zapor ecas, la "re!a sión de roda nues tra prim era ua.stadado a Espa ña para solicitar la miser
icord ia real y luego , de
cons :u:i;a n, a dec:r de los indio s
uos gana dos desd e nuesc ra genri - r a Oa.xaca y Villa Alta de Sao Ildef onso,
;und~~1on Y~e t~dos l.os p_agos de tierras de nues uqud a y To[o !inga , ei prim ero de sado por 1-íéxi co y Pueb la antes de llega
a-
y del impe rio españ ol se halla ligad o 1ntim
.1dad . Conc~rn1an a t~s tierra s de dos Este horiz onte a la medi da de México
pueb los,J
do en
rnedi ados del siglo xv1L E! estre cho paren
- étnic a que en vano habtí arnos busca
los cuale s hab1a abso rbido al segu ndo a ment e a la -afirmación de una ident idad
nido sugle re un orige n comú n v una y ei bauti zo en Villa Alta de los repre senra ntes de los
tesco d: los dos texto s en la grafí a y el
conte los título s nahu as .. La reun ión de
ación de Toro linga aJuq uila.
' ei antep asad o de los españ oles y el
redacc1on conte mpor ánea de la agreg pueb los zapo tecos , el paral elism o entre iada, sustr aída al
iento s conc ienci a indíg ena ampl
prob,1nzas; están fecha dos en "quin
, _Ar::/~os ~e pres~~ran como v1e1non:_1s supue si:os autor es: ''Yo los zapo tecas expre san a su mane ra una
\etnu un_ ano l)Ll , Y lleva n al fina! los nomb res de sus c1rculo estrecho de los linderos. de
· es se procl a-
Bi.la•~n' 1·na"'._. ' , quien se paga con una pérdi da consi derab le
Pedr o B1nopaa, yo Pedr o Lvíar thin Laa. '.·'o)u
, ao"' d·e Mas, prim era parad oja, esa conc ienci a ráfic amen te
no pued e sino trope zar geog
auton omía pues la apert ura de horiz ontes la Coro na o colon os .
os, repre senra nres de
J•) i\Gl·<. T1é!T.J f. vol .;),'\)_ exp.) por doqu iera con españoles< eclesiástic ola no impl ica
n í_l!J"."~) iento de la prese ncia españ
.¡J L;i Fuente (\0"'."+J, P- FJ. \l;:hic c(otto Seña lemo s sin emba rgo que el recon ocim

69 de 162
142 LOS ''TÍTULOS PRIMORDIALES'' O LA P AS!ÓN POR LA ESCRITURA LOS ''T!TULOS PR!MORDlALES'' O LA. PASlóN POR L·\ ESCRITURA

el reconocimiento de la derrota. La Conquista se desdramatiza, es expurgada de perspectíva pacífica y confiada, pero la guerra estalla entre !os aliados "rnexica.nos"
sus aspectos humillantes y brutales: recordamos, por ejemplo, que en aquella re~ ~por consiguiente mexicas o nahuas- de Cortés v los n1Lxtecas del rerruño. Como
gión los españoles echaban a los indios como comida para sus perros. Segunda es evidente -se trata de un texto mixteco-, l¿s 1nexicanos son derrotados por
paradoja, allí donde se podría alcanzar una escritura más aculturada de acuerdo los mixtecas, quienes, magnánimos, ofrecen "por su pro pía voluntad" tierras a los
con la presencia fortalecida de los españoles, se descubre una expresión harto eco- vencidos para que se instalen en ellas. Podemos reconocer en lo anterior el acos-
nómica en sus medios, al menos a juzgar por la traducción al español que con roda tumbrado acto de prestidigitación que metamorfosea una derrota en victoria gene-
evidencia se debe a algún indio: un vocabulario limitado, un repertorio sintáctico rosa y trata de explicar por qué el cacique don Diego tuvo que deshacerse de la
restringido y repetitivo, adopciones mínimas de la fraseología de la administración mitad de sus propiedades en beneficio de los mexicanos gue se instalan en San
colonial y del lenguaje de la Iglesia. En medio de esta economía extrema que con- Martín. El texto prosigue con la tradicional enumeracíón de los linderos, está fe-
trasta con la variedad de los efectos y de !os estilos que desplíegan los títulos nahuas, chado el 8 de febrero de 1523 y es legado por don Diego "para que se paguen los
se impone un procedimiento constante: la lista, la enumeración, la yuxtaposición tributos del señor Marqués''. A este escríto en lengua mixteca, cuyo estilo se acerca
de objetos, hitos de un itinerario, lindes de una tierra, funciones a.Sumidas por los al de los textos nahuas del valle de México, se agregan una "pintura antigua",
ancianos, nombres de los antepasados fundadores: ''Uno de nosotros se llama Laa; calificada también de mapa, y un título testamento de 1565, que en coníunto
el otro se llama B.ilachinaa, el otro Binopaa [ ... ] Su antepasado de los Juquila constituyen una colección análoga a las que enconuan1os en tierra nahua.
ttumó la bara de alcalde y ttanbién su antepasado de los naturales de Ttalca turnó Frente a la versión mixteca se halla la de los invasores que en esta ocasión no son es-
la bara ... '' Este tipo de construcción estereotipada y uniformizada no puede pa_ñoles sino sus aliados, los mexicanos que fundaron el pueblo vecino y rival de San
hallarse muy alejada de lo que produciría la glosa de un manuscrito pictográfico i\1artín. Según éstos, una dama zapoteca que tenía disputas con los mixtecas pidió
que relatara la llegada de los españoles y fijara los confines de los pueblos de la la ayuda a Cortés. El conquistador le despachó tropas ''mexicanas'' que, a cambio
región. Se propondrá entonces la hipótesis de un medio alfabetizado, pero despro- de sus leales servicios, recibieron de la dama tierras donde establecerse. La misma
visto del dominio 1nanifestado por los títulos nahuas. ¿Habrá pues que equiparar versión no vacila en informar de cierro enfrentamiento entre "mexicanos" y espa-
-más que en el valle de ~1éxico-- la forma de la escritura con la expresión oral? ñoles que favoreció a los primeros. Vencedores, los "mexicanos" condescendieron
¿Sigue siendo profundamente tributaria de la glosa de documentos pictográficos, en entregar a Cortés una pequeña extensión de tierra "para fundar ta villa".
así fuesen tradicionales o tan occidenralizados como el Lienzo de San Lucas Yatao?4 1 Como en el relato mixteco, los papeles se invierten sistemáticamente: igual proce-
¿O bien obedecerá asimismo a la influencia de la ''pintura'' y de la transmisión dimiento borra la derrota y hace de los vencidos vencedores sin rencor. En aquel
oral? Habrá de observarse que nos encontramos en comarcas poco accesibles, poco momento se establecen los límites de las tierras y los barrios, se asientan los de-
frecuentadas por los españoles, donde la aculturación en todas sus formas perma- rechos en el "papel", se afirma la solidaridad comunitaria_ Todo hace creer que
neció como un fenón1eno más superficial y más tardío. Es cierto. Aunque la exis- aquellos títulos nahuas datan -como los anteriores~ de la segunda mitad del
tencia aceptada de textos escritos y de ''pinturas'' (que no dejan de evocar los Códi- siglo ;.,.·v:1.
ces de Techialoyan del valle de I-.1éxico) incitaría a corregir el clisé. Pero la difusión Estos dos documentos, el mixteco y el ''mexicano'', demuestran que en un
del medio alfabético no implica en forma obligada la del mensaje y la de las retóri- mismo espacio pueden coexistir versíones perfectamente contradictorias de !a his-
cas asociadas a él, cuando menos en aquellas regiones. toria de los pueblos. Por lo demás, las Relaciones geográficas de los años 1580 ya
Un testimonio n1ixteco fechado el 8 de febrero de 1523 y traducido en 1696 nos to habian enseñado. Si se las compara con los títulos zapotecos, no se puede
aborda también con notable precísión las peripecias de que estuvo rodeada la lle- evitar sentirse sorprendido por la amplitud de los horizontes que descubren estos
gada de los españoles a la región. 42 Se trata de la relación de don Diego Cortés escritos del obispado de Oa.xaca. Unos zapotecas víajan a España. Mexicanos a !as
D.hahuiyuchi, cacique del pueblo de San Juan Chapultepec, del distrito de Quauo órdenes de Cortés corren en ayuda de una dama zapoteca y se enfrentan a los mix-
Villas, es decir la parte del valle de Oaxaca que dependía de la jurisdicción del tecas. A ese cambio de escala responde la insistencia que se hace por doquiera en la
marquesado del Valle. El texto también fue elaborado en el siglo xvin dentro invasión española y la referencia practicada sin cesar al gn1po étníco. Ocurre que
del marco de un juicio que enfrentó a los índios de San Juan con los de San :Nfartín. el marco adoptado no perrnite eludir o relegar al trasfondo la Conquista española.
Como de costumbre, las relaciones con los españoles se describen desde una Entonces parecen abrirse dos caminos: decidirse por ella al mismo tiempo que se k
quita su efecto traumatizante coino lo hacen los zapotecas deJuquila, o trastocar
41 Glass. '"¡\ Survey.
el pasado despreciando la historia (SanJuan Chapultepec) e incluso la verosimilitud
", Handhook .. . , vol. 14 (1975). PP- 75-76.
4Z AG~. Tierr:is_ rol_ 236, rxp_ G (pueblos de Chapu!tepcc y San Martín).
(San :tvfartín). Estos títulos coinciden con los textos nahuas dt:! valle de :\{éxico

70 de 162
S POR LA ESCRlTL.:Rr\ 1-45
LOS' 'TÍTUL OS PRl!\iO RDL\LE S . O LA P:\S!Ó
1-.í-i

ras décadas de la Colonia pesa-


n1iiitar o espiriruai. se percibe los modelos de antes de la Conqu ista o de las prime
cuand o rnenos en un pun[o : La Conquist2 española. ron sin discusión en la inspiración de los pintores,
aunqu e siempre en formas alte-
aconre címier :to del pasado , como referencia obli-
en lo sucesivo como el principal innega bleme rne fue la conternpb.ción de
es, cuand o que las memo rias de fines del siglo xv1 que radas o reinterpretadas. En otros casos
gada,. vinculada a lo_s orígen al parece r influy ó en la Adoración de los Magos
algo del todo distinto. Es pro. obras de estilo europ eo lo que
:ecog1eron las Relaoones geogriijí.cas infonn aban de las escenas del Códice de Cha!-
date en la Conqu ista española de Los Reyes, el paisaje de! Lienzo de Chinant/,z o
Dable que _eso ex~lique que el texLo de San Martín chihuapan en las inmediaciones de Cholula y Puebla
.- 1 ~ Pero aquí la adopc ión
os. puesco que los mexicas se habían
enfren tamie ntos 1nnegab!emenre m-ás anrigu implicaba de nuevo la reinterpreración, el paisaje
resulta ba emblemático.
última s década s del siglo x\·.
establecido en Oaxaca desde las lvfisma diversidad de las escrituras. De la narrac ión entrec ortada de los títulos
sta hasta fines del siglo XVJ!i y por exan1inar !o
Queda ría por extend er esta encue uestos de los títulos nahua s a las elevaciones litera-
nas, por medir en ellas el efecto zapotecos, de ios relatos yuxtap
que ocurre en estas fechas con las mernorias indíge rias, a la erudición desconcertante de los autores
o, mejor dicho, de uno de los
s de la política "escla recída "
del fin de los tiempos barrocos y las repercusione autores otomíes de la Relación de la Conqu ista de
Querétaro.'1' Reu[Ílización de
de su dominación en tierras mexica-
desarrollada por los Barbones ef1 el crepúsculo los materiales más diversos al servicio de una inspira ción abund ante de la que pro,
lit'iizo s nahua s de Guerr ero y lvforelos, presentar los la Europa mediterránea.
nas. Sería preciso evocar los lente en los pueblo s de
la, recorrer en fin los de 1ii- bablemente sea difícil rener equiva
cexros de la región de Tlaxcala, de Puebl a y de Cho!u legado secreto que mantuviera
densid ad del fenómeoo.4' Y a los Por consiguiente, nada de tradición subterránea, de
choacán para apreciar mejor la difusión y la evolución lineal que conduje-
rnixrec as, a los zapote cas y a los otomíes· intacta la herencia prehispánica, Tampoco nada de
nahua s citados con tanta frecuencia, a tos ra de la degradación incont enible de las pictog rafías tradicionales a la irresistible
tarasco s y con toda eviden cia a los mayas de Yucat~
agregar los matlaltzincas, los o y de la escritu ra de !os vencedores. Aquellos indios
los nahuas p,osear1 un gran víctoria del "reali smo" europe
Y su Chilam Bal11n._ }J.un cuand o sea probable que nos llevan a otra parte, a un tiemp o y un espacio que
ya no son los de antes (de la
desflorado un universo pulu-
adelan to en la r:ia:ena. se tiene la sensación de haber Conqulsta). pero tampoco los nuestros ní los de los
españoles. Esbozan caminos
d prolife rante donde se elaboran
laote, desconocido o desde ñado. un under groun 11 que, aunqu e quede n sin salida, no por ello deja de consti tuir cada cual apasionan-
:nodos_ de expresión que alían, de maner a hano \~ariab le pero siempre original,
Coron a.
tes opciones a la cultur a de la Iglesia y de la
~.'.l e~c·r~nura alfabética y!~ "p~ntura", .A .rodas l~ces._
la inno,vación no radica en !a
son anónimas. Se ha creído
Difícilmente fechables, esas obras en su mayoría
Lfea.._¡on de una
»
memo na gráfica , ob¡en
esrrope-ados' -Los calpufii de__ antes de la Conquista
vada, 1nscnr a en ' cuadernos antiguos v
poseían sus _propios archivo.s ---\_.._ r reconocer en ellas producciones emanadas de modes
-de-barrios--que-sol-iE-itaban eLestatuto_de _p\l_~bi9: f!iucho
tos pueblos, incluso de aldeas,
s de eHos_ Yª no existen y es
que el poder de aquel entonces :.-~.·~.·.·~.:'~- - a·
y podían ser basta_nte cons~stentes _Y molestos para difícil locaiizarlos. Del mismo modo se ha situad o suS au~tores dentro de una
que algunos indios dieron a ;\,
pensa~a en destruirlo~. La tnnovaci~n _obede ció al uso
siones prehis pánica s, de linaje demasiado
1a e.s;nrura_,_uso que fue del todo distinto de una simple
dac1on pasiva a la manera de los textos administrati
adopción, de una reanu- :_/--,
vos, de las actas de venta 0 de _;::::;.
nos indígenas. Correspondíó ··:-:,-
¡ franja de peque ños notables sin
reciente para narrar su histori a, y
preten
que basan
recrean la identidad que proclaman. El que nos hayam
en e! pueblo
os
y e!
deteni
pasado colonial que
do largamente ante
donac_ión, de los.te~tamentos 9ue redactaban los Escriba
l esta franja 110 significa que la memoria indíge na dei siglo xv¡¡ haya encon trado en
ido como la expresión,
ªu? intenso t~aD~JO ?e c~eación que afectó tanto el conten ficand o burda rnente , que esta ma·
a la image n. ella su única expresión. Digam os mejor. simpli
texto o somet erlo
segu~ qu_e !os 1nd1o_s hubies en escogido destacar el nifestación debía ocupar una pósición interm edia
entre una memoria profu nda·
1da~ en una misma región y para una misma
~ivers de l<1 rmage n. En el síg1o X\'ll,
mente occidentalizada y aquellas, mucho más inasib
les, de las masas campesinas o
o de glosas referid as a signos conven-
e_tn1a, la ''p1n_rura'' puede inciuir un rníním de los indios absorbidos por los grupos mestiz os y los medios urbanos. Los sobrevi-
que evocan igual númer o de pequeños cua-
cionale_s o abnrse a escenas figurativas vi.entes de _las_ grap._d_es familias nobiliarias del siglo xv1, los caciques de la cíudad de
poner lado a lado el Lieñzo de San
dros. Para convencerse de ello, basta
de Oaxac i--0 de Tlaxca la. por-eT emplo, tambi én seguían
s de[ valle de :\-1éxico, !a 1'1éxico v sus alrededores,
1/.it¡¡o Ye! de Yatitu.en tierras zapotecas. Corno los nahua conserv~ndo su recuerdo. Pero en la segunda mitad del siglo
XVH parecen haber
la image n de un modo entera ·
'"escuela." .de los Códices de Techialoyan emple a aband onado toda veleidad historiadora. Para ellos
ya no se uatab a ni de escribir ni
vación y la circula ción de
mente distinto del de los Títulos pn"1nordiales. La
conser o hacerlo Tezozómoc, Chi-
aún menos de reescribir la historia como habían podid
an con llevar cuenta de sus leales
Tüu_ios zapotec os (San Juan Juqu1b en AG~. Turra_c,
4
:
vol 3_;5_ exp_ ))_ mixtecos (San juan Chapul - maipa hin o Cristóbal del Casrillo. Se con rentab
otomies C 'Reiací6 n del-a conquis ta de Queréc ato'' que he,;os esrudia do
tq-'e(, 1b1d_ ,_vol. 236, e;:p_ 6): y dona1;ouo1 ,¡¿la ffgión de
de Guerre to,)oaq uin Wlarz:i . Lien.zo.I de Chiepet/.:m. , Mé- ~ 4 Efraln Ca.sao Morales, "El mapa de Chaich ihuapan ' , EJtudt01
en Gruzrn sb [ 1985cj i: sobre los /frnz01
e 7 2: Gibson , "A Surver
Puebf..;-T/Jxr:al:i-, Puebla, l. 1969. PP- 5-22
xico, Mission Archéo logique et E¡hnolo gique Fr:rn~ais
au :\1o:(qu e, ;]"
.
!DUi, vol 15, 1975, pp. )24.)26 , }79-398 h Gruzins kt (19S5c)

71 de 162
LOS --1íTULOS I'RlMO RDlALE S'' O LA PASIÓN POR
LA ESCR!TIIRA LOS '"TÍTULOS PRI:!\lORDlALES" O LA PASIÓN POR
LA ESCRJTL'RA 14 7
servicios, de acu1nular testamentos y de remon tar el hilo
de sus genealogías. Co- muestran abrevando en todas las fuentes, multip licand o
leccionaban las mercedes, los privilegios y las cédulas reales, las adopciones e innovan-
los blasones y las di- do, invita a evocar dos conceptos cuyo uso repetido acaba
visas, los ''papel es de filiación'' y las actas de defunc ión. por disimular la comple.
En el fondo de sus cofres jidad, los procesos y los objetos que designan:_ el sincret
guarda ban pinturas y mapas para demostrar lo que decían 46 is1no y !a tradici~n. J?~el
. Su tarea tenía voca- sincretismo vemos ya que recubre fenómenos suules tocante
ción exclusivamente familiar o más exactamente linajist s tanto a la modificac1on
a. Sus estrechas relaciones de contenidos como a la evolución de los modos de expres
con la sociedad española o mestiza -----concretadas por ión, merced a incesantes
incesantes matrim onios - desfasamientos, a falsos retrocesos y a avances caóticos.
explican que su visión del tiempo y del pasado se haya De !a tradición captamos
plegado a lo que era de que no se puede n pasar por alto la diversidad social,
esperar de cualquier hidalgo. Por lo demás, al grado de que los apoyos concurrentes y
algunos no vacilaron en complementarios (escritos, píntad os, orales)., los camino
mezclar a sus antepasados indígenas con los de los conqui ~ rr,iúltipl_es, los bruscos
stadores cuyo apellido callejones sin salida, los despertares imprevistos, el n1ov1m
llevaban y de los que en ocasiones eran descendientes. 1ento 1ncesant.e. Tras
A la memoria indígena se haber descubierto en el síglo xv1 la escritura y aprend
agregaba así la de los ''líbros genealógicos'' importados de ido a aliar lo escnto a la
España o ésta la sustituía. pictografía, ¿no parecería la nobleza aband onar estos proced
Hay un aspecto en que estas memorias se separan profun imiento~ par~ volverse
damen te. Las de los hacia la reproducción minuciosa del model o europeo? Fue
nobles y los caciques son en su mayoría memorias solidif otro medio soc1al el que
icadas, autentificadas, en el siglo xv11 prosigue ese camino creando los Títu(os
acumulativas, memorias a la defensiva que se aferran a derech primordiales o los Códices
os y a privilegios im- de Techialoyan. Como si los pequeñ os notables hubies
pugnados con frecuencia. Por otra parte, la ruina, las querell en hecho el. relevo de aquel
as familiares, la pérdida "Rena cimien to mexic ano" en un papel que conservaron
de los documentos con frecuencia arrastraba a esas familia hasta el s1glo XIX y a veces
s a la deriva. En cambio, hasta nuestros días. ''Inven tada'' (para emplear el términ
las memorias de los Títulos y de los Códices de Techialoyan, o de I-Iobsbawn1) y por
las de los pueblos, al consiguiente fijada a fines del siglo :-.v11, esa tradición se
mismo tiempo que asumen esta función protectora, constit consolida a su vez Ysubsís-
uyen metnorias nuevas, te todavía en el siglo xx, reducida con frecuencia al estado
no conformes, que construyen, cristalizan y fundan una de tableros ~stropeados
identid ad con frecuencia
impug nada. Ante las 1nemorias dispersas de las familias,
esas memorias vivas plan-
cuyo sentid o perdieron progresivamente los indios o ~ue
Jos santos de sus altares. l-Iabríamos deseado profun dizar
veneran .:1 igual ~ue a
tean el problema del origen del grupo y del arraigo en la reflcxion definiendo
la tierra, y saben sacar el n1odo en que esos grupos, esos individuos adopta n y
provecho del rnargen de autonomía que dejan a la comun difund en nuevos cánones
idad la crisis de la nobleza que sin embar go no podrían recibir el ª:-'ªl de las autorid
antigua y la política de la Corona. A esas memorias vivas ades. coloniales_, que los
le deben el haber podido desconocen o los desdeñan< ¿Cómo explicar que sectore
escapar en gran parte al grillete asfixiante de la administraci s dorrunados, privados de
ón española que tenía los marcos que antaño fijaban la norma, logren sin embar
a su merced a las _aristoctacias caídas. go producir "n1odelos"
de expresión (los Títulos , los Códices de Techido_ya~)?
Vale decir que, lejos de traer consigo una homogeneización Ello equivald~a a pregun-
de las culturas indí- tarse no sólo por el grado de autono mía que se les de¡a o
genas cristalizando, censurando y uniformando la herenc que ellos supieron conser-
ia, el acceso a lo escrito y var, sino tambié n por las relaciones y las redes de poder
a la escritura al parecer tuvo el efecto opuesto. La copia que incluso fuera de la
fiel hispanizada surge casi sociedad colonial siguen uniéndolos. . .
como la antítesis de la apertu ra de un espacio original, ,
autóno mo al que se tacha En la segund a mitad del siglo xv11, al azar de _las memor
de falsificación, de "quim eras y despreciables ficciones". ias pinta? as y escnt<lS, I~
En el siglo xvm veremos "red agujer ada" de las primeras décadas del siglo X\'I vuelve
otras gestas cavar la distancia que separa a las élites indias a te¡erse de manera
occidentalízadas de las progresiva. De Oaxaca a Queré taro, la Conqu ista ~spaño
masas indígenas e incluso de los notables. Esa diferenciación la -¿cóm o sorprender-
cultural sin duda está se?- se ha constituido en el principal aconteciJ?11ento
mucho menos vinculada a la extensión, a la variedad de saberes para todos aquellos q~e
accesibles de pronto poseen una parcela de poder. Muchos encuentra:i~Cl modo
--com o hemos visto, permanecieron limitados a la práctic de "rodea r", de ~su~1~,
a religiosa y a la ley espa· de reinterpretar el desgarramiento de la Conquista,, de tomar
ñolas - que a la explotación de una técnica ligada o no a en cuenta las 1_nst1~~·
otros apoyos autóctonos. ~4. ciones, las estructuras, los marcos, los esquemas 1nstau
decir verdad, se trata más de un modo de expresión que rados por la dom1naoon
de una /iterate culture que colonial. 11uchos se construyen una realidad plausible
penetró en el 1!1undo de los notables indígenas aunqu e sea que antes que nada es un
difícil distinguir el apoyo pasado, pero tambié n un instrum ento para responder
del mensaje. Esa es sin duda una de las razones de la autono al presente y afrontar el
mía salvaguardada, tiempo de las generaciones por veniL Recordemos la fórmu_
Esta miríada de n1emorias pintadas y escritas revela que la: "Os ~?Y I~ for~,~a
las culturas indígenas para poder saber hablar y responder en defensa de vuestra
se hallan lejos de haber muerto con el siglo A'VL La asomb s tierras. . . ~1 se d...,, -
rosa plasticidad que prenden visiones coherentes y sintéticas, para nosotros sin
duda anecdóuc:is, ~ero
que expresan lo que algunos grupos consideraban '?-ue era
lo esen::ial de su re-al~d~d
46 Fernández de Rccas (1961). pp. 18. 77-80 y que en Ja mayoría de los casos se aferra al espacio de
un tcrruno. Para conc;uir,

72 de 162
ll..A.
l..!S LOS "TÍTL;LOS PRIMORD!A.LES 'O LA PASIÓN POR LA ESCRITL'

v debida forn-"·
una pabbra sobre los pueblos que detenta ban títulos en buena , -""··
- ia oficíal, conform e a la de los españoles IV. LA IDOLATRÍA COLONIAL
Estos indiscu tibleme nte poseían una memor
y sobre todo a la de los nobles acultur ados, pero que se
superp onía a un;¡ visión
global a la de los Títulos primor diales. Si no en et detalle a la sociedad de los
del pasado análoga en to L-t :\DHESló.'\' más o menos sincera de los estraros dirigen tes
~l menos en los princip ios, en los acentos conserv ados, los compases la desapar ición cid aparato de
de los hechos,
, el arraigo en la tierra), vencedores, el papel activo de los indios de iglesia,
m;,.rcados (la prunacfa de la Conqui sta y de la crisrianízación ios antiguo s cultos susrüui do por insti(uc iones cristian as, la exploD .ción colonia l
con la que he tratado de descri- liento de·
esa aprehen sión profun da debía de ser compar able en las formas más diversa s, rnás brurales y, para colmo, el colosal ab<lcifi
distanc ia que separa a los norable s guiados . Por su
bir. lo gue no invalida en absolut o la mográfico trastorn aron la existenc ia cotidia na de los indígen as en general
los indios obliga-
~or d~cumentos auré_nric~s, prisione ros de ta lección oficial, de debíiita r el arraiga miento
dos. Pero cuidad o con parre, las política s de ''congre gacione s'' contrib uyeron a
una historia , a hacer un pasado con remien . En el transcur so de la dé-
dos a inventa r
co, pues entre ambos terri(orial de los grupos que se habían salvado de la muerte
oponer ~e manera demasiado,_tajante lo falso y lo auténti cada de 1620, la poblací ón indígen a del J\1éxico cenual llegaba a su esti.aje: 730 000
los desliza miento s,
polos extsre una extensa gama '.de matices que permite n todos
persona s, las que ya sólo represe ntaban 3 o/o de las existent es en vísperas de la Con-
e tanto a! grado de
(odas las s_uperposic~ones .. "-A,_ mi parecer , la diferen cia obedec
quista español a. 1 Si a ello se agregan las consecuencias de la anornía
provocada por la
o a forma utilizad a,
la
esponta neidad y de 1nvenuva despleg ado como al contení do impugn ación de las normas y de las jerarquí as tradicio nales, si se conside ra el efecto
de las ciudade s y de la pro- s de
ª. pe?ar de lo cual sigue siendo ci_erto que los nobles de la desorie ntación cultura l produc ida por la inuodu cción de nuevos n1odelo
ones pequeñ as (con o sin títulos auténti cos) no . etc.), a fines
v1noa, los notable s de las poblaci conduc ta (los ritos cristianos, el matrim onio'? la alianza ,
el trabajo
socieda des y las cultura s indígen as. Sólo consriruve~ un vertiginos2 agonía hu-
resume n por sí solos las
4 : Queda la masa inmens a de la ·pobla·
del siglo X\1 parecía n reunirse todos los elemen tos de una
s~:tor minoritario., tal vez el 5 por cíento. denunc iaban las Relaciones geográfi-
mana y cultura l. La embria guez crónica que
"pintu ras". aquello s a
cton que nunca dispuso de la escritura y aún menos de las cas sería apenas uno de los síntoma s más evident es de la incontr olable deriva de los
inos, artesan os, trab~jadores
los que por comodi dad !lamam os macehu ales, campes macehu ales.
de evocar la muerte cruenta que los gol· progresiva
agrícolas, minero s, sirvientes ... Fuera
- !Yfas, ¿se puede o!vidar el ouo batiente de este desastre; la ;culrura ción
ahora los he pasado por alto, las iglesias y los conven tos
pe-aba, hasta de los nobles cristian izados en los pueblos coloniales, en
so ante fieles casi en vías de ex-
y bajo el báculo de un clero cada vez más numero
ascendí ah a 1500 hacia 1580 y a alreded or de
tínción ? Los 800 regulares de 1559
Una acuhura ción que muy pronto suscitó el uiurJal ismo pero
3 000 hacia 1650.
s de que disponí a la
que menosp reciaba la debilid ad de los medios y de los efectivo
que separab an a las cultura s que se
Iglesia y, todavía más, las profund as brechas
el aparent e dilema de la anomla y de ia_conversión
enfrent aban. A decir verdad,
es mis comple jas entre los indios_ Elude pesos al p'liecer insensíb les
recubre ac(itud
domina ble aún de la cris-
al cambio , padecid o ya sea en la forma relativa mente
rolable - de la muerre epidém ica y de
tianizac íón o -en la más deletér ea e incont
s observa dores de la segund a mirad del siglo XV1 tan
la explota ción colonia l. Alguno
n o Durán con dificult ad se engaña ron a! respect o. Tras
perspicaces como Sahagú
ncia de algo amena ·
cantida d de rasgos casi insigaif icanres , sospech aban la persiste
2 Pero, por más que el Concili o de 1585 volvió a reclama r
zante, aún irreduc úble.
atizado res". la destruc ·
-a decir verdad brevem ente- la persecución de los "dogm
y la desapar ición del "vómit o de la idolatr ía",
ción de los templo s y de los ídolos
í:;.r el asunto desde la perspec tiva de una posible recaída
no por ello dejó de conside

'Borah y Cook (1979_1, ¡, 111. pp 100·101.


, c-p. cir, l!L p.:)')..}; Durán, Histori:i , op. ~11, L PP- 244, 6; lsrnd
JB, deS:.i.hagún, Hútcrú
\1965). P- 48

73 de 162
lA IDOLATRÍA COLONJAL l)l
tA JDOL1\TRÍA COLO NL\t
l \O
de alarm a que lanza ban no hubo camp añas
suerte.~ Sin emba rgo, pese a la voz
más que de una sorda conti nuida d. Cien o
es que los prelados sólo castigaban con análo gas a las que r~clamaba con urgen cia Jacin to de
la
concertadas de extirp ación
y que desde 1571 los indios se había n sus- ciscunscrítas a ciertas reglones, e, ironía
basta nte bland ura las antig uas prácticas exclusivo Serna, salvo algunas comisiones temporales
sometidos de un modo ceros indígenas a los que perseguía Ruiz
traído a la competencia del Santo Oficio para estar del destin o, lejos de encargarse de los hechi
oficialidades (los provisorato s) de cada diócesis o de manera ador de habe r queri do indeb idam ente
a la jurisdícción de las de Alarcón, el Santo Ofici o acusó al extirp
distrito (el partido). Al parecer, estas más impe rdona ble a ojos del tríbu nal
todavía más directa a la del juez eclesiástico del hacer de inqui sidor con sus fieles. ¡Crim en
tan sistemática y rigurosa como la que pobla cione s incultas!
instancías nunca llevaron adelante una acción que todos los extravíos junto s de aquel las
prete ndía desplegar la Inquisición. duran te cinco años por el arzobispo
por tareas del todo
se acaparada Hern ando Ruiz de Alarcón fue encar gado
Tamb ién es cierto que la Iglesia parecía hallar marse "sobr e las costumbres gentílicas,
las rivalidades incesantes entre , de México, Juan Pérez de la Serna , de infor
distintas: los conflictos con las autor idade s civile s, s y expresos que hoy pern1anecen y se
idolatría.<>, super sticio nes con pactos tácíto
órden es y dentr o de éstas entre criollos acabar sus días antes de 1646 en la
regulares y seculares, las tensiones entre las van conti nuan do". Ruiz de Alarcón habrí a de
ía. En el terren o local, las disensiones to de la Serna fue un personaje n1ás
y penin sular es agota ron más de una energ tórrid a parro quia de Aten ango del Río. Jacin
os y luego contr a los hacen dado s o gía, cura de Tcna ncing o y luego de
que opon ían a los curas contr a los encom ender impo rtant e. Nacid o en 1595, docto r en teolo
ar a pobla cione s pront as a huir de los pastores tres veces rector de la Universidad,
los alcaldes mayores, el mied o a asust la parro quia de la cated ral de México en 1632,
ni tribu to ni derechos parroquiales) , De la Serna tenni nó en 1656 la
dema siado exigentes (y por tanto a no pagar visitador gener al de la diócesis con dos arzob
ispos
de extirpación de las prácticas antiguas. ~ que retom aba lo esencial del nata·
desactivaban con frecuencia toda velei dad 'reda ctión de su Manual de niinistros de indios
inclin aban a los curas a observar un nes sacadas de sus predecesores v de
Aquellas dificultades o esas consideraciones do de Ruiz de Alarc ón agreg ándo le infor macio
statu quo, a limitarse a una supervisión mora l o a encerrarse en un pesimismo in. tiemp os y de la decad encia de las ó~de­
su exper ienci a perso naL Como signo de los
r de todas las explotaciones. Otros , n al clero secular.
veter ado, despreciativo del indio y justificado nes, Ruiz de ,'\.larcón y De ta Serna perte necía
a a sus asuntos, como aquel cura de la pues, preoc upado s antes que nada
en fin, prefe rían dedicarse con parsi moni El interé s de estos dos estud ios es excep ciona l
parie ntes, en sus domésticos y en sus relati vame nte poco los materiales que
región de Pueb la, que se ocup aba más en sus por la eficacia, los dos autor es reela borar on
enas. Rutin a, desprecio o indife ren- nes de casos concretos. Los hechos se
200 cabezas de ganad o que en sus fieles indíg reuni eron. En camb io, abun dan las descripcio
dejad o de ocup ar el prim er lugar en las os los homb res, las poblaciones. Las
cia, ¿son signo de que los indio s habrí an sitúa n en su conte xto originaL Son ident íficad
la Iglesia postr ident ina, que considera sídad del lector. Interesados en
preocupaciones de la Iglesia? En realid ad, fechas y las circunstancias son entre gadas a
la curío
tiene otras miras y despl iega otras de los demá s curas, en "fing ir
que la fase de evangelización se ha concl uido, 3 no perde r nada y en denu nciar lo todo a la atenc ión
estrategias en las que nos ocup arem os adela
nte. r en la tramp a a los ';dog matÍz ado-
una curio sidad infat igabl e" para pescar meío
cond enarí a a la ignorancia sí algunas excepciones no nden de mane ra notable1nente detallada
Esa indife renci a relati va nos res", Ruiz de Alarcón y De la Serna se extie
la regla . Al fin y al cabo poco impo rta que ce ser subr ayad a- en las invocaciones
hubie ran venid o feliz1nente a confi rmar en los gestos, en los ritos y -la cosa mere
nciar y a extirp ar la idola tría no haya . Ruiz de 1\larcón incluso consignó
el puña do de curas que se dedic aron a denu pronunciadas por los indios a los que persegu ía....11
nte qued a su testim onio, Sabid o es
recibido sino una débil respuesta, y no obsta
gún ni las decisiones del Concilio de
que no fuero n publí cadas ni la obra de Saha Oklah oma Press. 1'184 (Refrre ncía: A-l-l)-
Sobre esta obra
León ni los trabajos considerables de Ruiz New S/Jaitt (1629), Norm an, UniH:rsiiy of
1585; que ni el tratad o de Ponce de rm Tratad o Ruá de Alarc6111 (1629) . Hambu rgo_ Hamb vr·
) merecieron el honor de ser impre- con5fi/tese Eike Hinz. Die ,Hagúchen Textc
de Alarcón (1629) y de Jacinto de la Serna (1656 H. Fellow cs_ "The Treatis es of Hcr-
schicbte, 1970. y IV'
gischen Museurn für Volke rkunde und Vorgc
de meno r enver gadu ra tuvie ron mejo r ,~GN. Inq11uiciárt, vol_ 304.
sos en el siglo 1-'Vll.4 Sólo algun os autores 1977, pp. 309-35 5; h\1n1e tambié n
nando Ruiz de Alarcón ', T/aiocsn, Vil, i2
naturaJe5 de S. Migue l Toi:oquítlapiho_ 1(77''
ro Provincial Afe;ác:ano (1585), fol. 2)8r.; ibid_, Bienes J\f,1cio11Jfcs. vol. 596, ''LDs ,\finist ros de indivs /'<1r,1 e f ror:u-
persona/id¡;d jurídica del indio y el JI! Conc1J o de la Serna_ 5Lu1 ual de
3José A. Llagun o, [.¡ folletos atribui bles a Ruiz de AJ;ucón )- Jacint 1nédiros fJ,;r.;; /,¡
) e!l:n, ediciones: Colección de docum entos
México, Porrúa , 1963. P- )); Greer; leaf (1965)
, pp. 184-19
X, 1955, ámien to de Jus idol;tr ias y extirpación de J,ft"xfro . Epola l.
4 Pedro Ponce de León (1892) y en Trat.ido
de las idola1rfas, México, Fuente Cultur al, vol. hútori J de España. CIV, \{adri d, 1892_ PP-
1-172: An.i/es del Afusco .Vacio nal de
ttá"one s )'costumbres gentílicas que hoy rías_ , \'Ol. X. México, Fuente Cuin:r
al. \()~~,
de AiarCó n, Tratad o de ías supers 0; Traud o de las 1iio,~11
pp. 369-380. Herna ndo Ruil del Jfu5co J'Vacion.¡/ de lrffxfro ,
6, 1892 [1900] , pp. 261-48 exp. 24: B1u10 ,\'.1n(,11JleJ.
vol. Ví9.
rfrcn entre /05 úuli"o.r , 1629: varias ediciones, en español A1111les pp. 41-368 (Refer encia: LS). Vé,;nse t.:iwbt
én ,\GN. Inquis ición,
o de las idolatr ías. .. vo!. XX, México, Fuente Cultu-
Época l, 6, !892 [ 1900]. pp, 123-22 3; en Tratad lcg. 1061, exp, 6. ¡ ()ebdn d, 16_'.<9): ,}e
texto en españo l: A). Dos edicion es en inglés: Mícha d idolorum (u/:ore.r de Pedro Sáncbez de Aguii;¡_
raL 1953, pp. 17-180 {nuest ra referen cia parad ~ Así ocurrió con d Injórm e contra
in Se1,enteenth Centur y ,1fexic-o. The Trcatú
e on Supersti- , de Gonz.a io de Ba!salo bre (Méxic o. 16'.'>6): de L1iz) m/h.i o
D. Coe y Gordo n \'('hitr aker, Aztec Sorr:erers J. ws y Ross la Rclaúó n autént ica de ús ido/<1-trías. i(ent 10
sity of Ncw York, 1982 (Refer encia: C-\\~) y Ríchar d Andre (Puebl a, 1692) de Diego Jayme s Ricardo \'ilh'
t1011S, Albany. Srn_tc Univer <le conjcMr 1dóiatras y dcst1erTo de idolatrías
:he Hcathe 11 Supers titions that Toda;' Live Amon g the lndúins Native to thú
Hassig, Trcatise O?/

74 de 162
L-\ iDOLr\ TRI.\ COLO'. \l:\L
L-\ ICOL\T RÍA COLO:\LA..L
posteriorid;id a Ruiz
los tratados ofrecen ¿Cómo captar esa dimensión que. de creer a Durán y con
de un modo sistemitlco el rexro en náhu::ul. Por consiguiente, de Ala.rcón, invade la parte esencial de !a existen cia indíge na? Elegir para desig~
de los recopil ados por los grandes cronistas a en c¡uc es apa·
ttstirnonios indígenas que, a diferencia nada el vocablo idolatría puede antojar se paradó jico en la medid
dos arbitra ria y sistein áticam ente de las circunstancias de obsesio nes de los
del siglo X'\l, no son disocia rentar que se hacen concesiones a los encasillamientos
y a las
explicación conserv ado por el autor.
~u producción p:ua ser integrados al sistema de evangelizadores del siglo XYL Sin embargo, lo he escogid
o porque , por una parte,
una teoría de! paganis.
Esto no significa que los e.xtirpadores eviten desarrollar ciertos extirpadores de idolatría supieron presen tir el alcance conside r;¡b!e de un
hacen, en gran medid a, al marge n de
mo indígena y de su persistencia, sino que lo fenómeno que rebasaba con amplitud el culto de los ídolos propian 1en.te dicho, las
proced irníent o salva ai inform ante indíge na y en-
bs inforn1aciones que consignan. El pr:ícricas supersticiosas o los juegos secreto s de la magia: porque , sin ser plenam
uido por el anonii uato. Lejos de ser eva.
con suma frecuencia al curand ero perseg r neutros y de llave
es objeto del interés y de te satisfactorio, permite evitar íos términos vagos. al parece
cuado, él, mucho más que su discurso o sus acciones, 1naestra, de culto y de creeocia y, mis todavía, los viejos
debate s sobre magia,
realida d, esa atenció n escrup ulosa
b represión que despliegan !os dos religiosos. En hechicería y religión con los que se tendría el peligro de oscure cer mis una rnatetia
y Ruiz de }darcón creen en
refleja una doble convicción. P?.r. una parte, De la Serna ya compleja. Sobre todo, era preciso renunc iar a presen tar el proceso de aculturación
y en ld"'real idad parcial del univers o pagano al que acosan ca habría n reuni-
la difusión, en el peligro como enfren tamien to de dos "religi ones" que de maner a simétri
cidos de hallarse ante
bajo su apariencia de cristianismo. Por la otra, están conven do dogmas, creencias y ritos, ya que habría equiva lido a proyec tar sobre el mundo
es aspecro s de lo cotidiano. De ahí
un conjunto complejo que penetr a en los menor indígena desgloses precendidamenre daros pero reduct ores y ta! vez sin gran rela·
se a lo espect acular y a lo exótico , interroga lo hubier a sido
esa mirada que, lejos de limitar ción con las configuracione s que propon en esas cultura s. Ademá s,
ias de la encues ta, el origen de !os inform antes y la posi· en un espacio que
anodin o, anota las peripec falsear la naturaleza y la globalidad del fenómeno encerr
ándolo
buscam os en vano en la
ción del encuestador, con un cuidado que con Írecuencia ha rebasado considerablemente_ Por lo demás, no podría
mos limitar el cristian ismo
o, debe tenerse en cuenta
etnologla recieo[e de las sociedades i.n.d1genas. Sin embarg colonial a un catálogo de oraciones y de actitudes o al barniz
ideológico de la colo·
-y con razón - que, corno sus predecesores, tan1poco
escapan a los errores de in- n es tratar -medi ante su referencía a la mate-
clande stina y por los instigadores nízación. Hablar de idolatría tambié
rerpretación, a la obsesión por la conspi ración a la íntensi dad del afecto (!atría )-de no acenerse a una
mentir a. rialidad del objeto/ídolo y
ocultos que siembr an el error y ía idades. de los sistemas
s miradas, ral como lo problemática de las '·visiones del mund o'', de las mental
Esa preciosa documentación nos obliga a limitar nuesrra intelectuales, de las estructuras simbólicas, sino considerar
tambié n k1s prácticas, las
. Lo que gana !a encuesta en
había.i'Tios hecho en la lectura de los tfruios nahuas expresiones materiales y afectivas de las que es del todo insepa rable, Es en fin y
tible en extens ión. Tribut arios de sus in- especifici·
profun didad, lo pierde de modo indiscu sobre todo el medio cómodo, inmed iato de llamar la atenc~ ón hacia b.
Ruiz de l\.larcó n, Jacinto de la Serna v de maner a se-
formantes y sus obsesiones, dad de un terreno que ahora queda por explor ar y definir .
s
tres regio~e que. aunqu e
cundaria Ponce de León nos introducen sin embargo en Es evidente que las sociedades puestas en presencia por
la Conqu ista se enfren ·
ofrecen un campo bastante diversi-
lejos de agorar la variedad de la ::\ueva España, taron no sólo en el plano religioso, polític o y económ ico, sino tambié n y de una
las coincid encias y adelan tar algunas conclu- de la realidad. Situada
ficado para que se pueda n multiplicar manera más global en el terreno de sus enfoqü .es respect ivos
trionaL ta..'Tibié n la más fría, es el \lalle de Toluca o_ mejor habria sido más que
siones. La más septen desde esta perspectiva, la idolatr ía prehisp ánica al parece r
inviern o las blancas címas
dicho, el sur y el centro de esa región que domin an en una expresión "religi osa" que traducía una aprehensión
propia mente indíge na
dibuja una rica cuenca que baja
del Nevado. l'-.;'o lejos de ahí, hacía el este, '1'>1orelos del mundo , que manifestaba aquello que para los indios constit uía la realidad ob-
el sur, pasand o de un cli.ma ~empla·
por los contrafuertes del Aju.sco y se abate hacia jetiva y su esencia. La idolatría prehispánica. conscie nte o no, tejía una red densa
les. 11ás al sur y todavía más abajo, está el se situaba y
do a los calores semitropicales y tropica y coherente, i.mpl1cita o explíci ta de práctic as y de saberes en los que
esas tierras devora das por ei sol, alguna s
norte de Guerrero donde , disemi nadas por le y iegfrim ia realidad
a
chontales o tlapane cas. se desplegaba la integridad de lo cotidiano. Hacía plausib
poblaciones nahuas se mezclan con grupos más antiguos: que construían, proponían e impon ían aquellas cultura
s y aquellas sociedades.
a todas esas regione s a princip íos del siglo xv11 es el desastre de· choque s y los conflictos. Por
El rasgo común
las RefaciOnes geográ_.fi.· Una realidad que no pondrí an en tela de juicio los
mográfico, rnucho más cruento aún que el que describían brutales que hayan sido las agresiones y la.s exigen cias de los vencedores de antaño
a presen cias eclesiá sticas más firmes (el ban el equilibrio de
c.;s. Coexisten tambié n variar1tes ligadas -pens emos por ejemplo en las de Ja Triple Alianz a~, respeta
relajad as (las extens iones a menud o desienas de con el espacio, con
vaUe de Toluca, Morelos) o más las culturas locales en su relació n con la realida d, con el tiempo ,
la economía colonial con
Guerrero), y a una penetración más o menos acusada de la persona. Cuand o mucho sobreimponían prácticas y usos
que seguían emana ndo
azúcar, en fin, sus minas
sus haciendas, su ga...11adería y su explotación de la caña de del mismo coníunto cultural o del mismo acervo mesoa merica no.
en torno a Ta.xco y a Zacualpan.

75 de 162
¡ 154 LA lDOL:\TRÍ A COLONIA L

Con el cristianismo fue distinto. Al igual que los antiguos invasores, los cristianos
LA IDO LA TRIA COLONl,'\L
1'5

l quemaba~ los t.e1:1p1os e imponían sus dioses, y se negaban al comparti


miento 0
le,vantada en la segunda mitad del siglo X\1, la de los conceptos y de las ca[egorfa
obstaculizó la influencia que la Iglesia pretendí a ejercer. Pensamos en el acento
s
a Ia sobre1mpos1c1ón para exigir la aniquilac ión de los cultos locales.
No contento s Puesto en el libre arbitrio del individuo y en la responsabilidad personal, en
con eliminar a los antiguos sacerdotes y a una parte de las noblezas, los españole la in-
s sistencia hecha en la familia nuclear ante culturas que razonaban y sociedade
1 se reservaban el monopolio del sacerdocio y de lo sagrado, y por tanto de la defini- ~e organiza ban de otra manera. También pensamos en los
s que
silencios de la Iglesia
! ción de la realidad, pero, sobre todo, emplean do un lenguaje diferente, tan
yta.n involuntar~amente hermético que podemos dudar de que la mayoría de los
exótico ~especto a la enferme dad y el alumbra miento. a la relación con
~os elemento s, pero también respecto al grupo doméstico. Cierto
la naturaleza y con

l
1nd1os haya podido c~ptar su alcance exacto. Con ello, el cristianismo y la es que los altares
Iglesia de las casas indígenas se habían abierto pronto a las imágenes cristianas,' pero
trastornaban tanto el Juego como las reglas del juego. La cristianización marcó la
los adopción se hacía dentro de marcos autóctonos sin una redefinición de lo adoptado
espíritus Y meJló el monopolío de la idolatría primero por sus manifestaciones .
ex- , A esas dificultades sín duda es preciso agregar las modificaciones y las perturba-
teriores, mediante I~ ocupación del espacio, la construcción de capillas, de iglesias ciones del tejido socíal traídas por la Conquista. Es innegabl e que el cristianis
y de con:entos; mediante sus celebraciones, sus misas, sus fiestas; por mo v
el ritmo de su colonización concurrieron a relajar y a veces a dislocar los lazos que unían
calend~no, por la adhesión de los nobles y de los indios de iglesia, etc. A.rrasado
s grupo doméstico con la comuníd ad y no sólo con conjuntos más vastos de
;l
los ~t1guos templos, prohibidos los antiguos cultos, la iglesia y el cementer orden
io se étníco y político. Imponie ndo un sistema de impedim entos canónicos y una
constuuían en los nu:vos. p~los religiosos del pueblo según lo muestran los mapas cos·
tumbre matrimo nial uniforme, la Iglesia quebran taba por doquiera las prácticas
trazados ~orlos propios 1nd1os. El santo patrono escogido por los evangelizadores '?e alianza tradicionales: quiso quitar a los nobles y a los notables el dominio
o por los indígenas sucedía al ca/pulteo tl, en condiciones que los relatos de que
Ja se- antaño ejercían sobre la circulación de las mujeres; trató de retirar a los adivinos
gunda mitad del siglo X\11 cuentan a su manera. Vencidos, agotados por la enfer- la
_facultad de orientar las alianzas o de diferirlas. Cierro es que resulta sumame
medad, los indios difícilmente contaban con los medios para repeler un cristianís nte
- difícil desentra ñar las consecuencias de esta empresa. Sin embargo, en la medída
mo que por lo demás les aportaba ritos de sustitución adaptados a las necesidad
de su supervivencia. ¿No celebraban los franciscanos desde los años 1530
es en que la introducción del modelo cristiano correspondió a una crisis de las jerar-
en el {¡uías sociales, de las normas de antaño o del antiguo orden, a un abatinlie
val.le de. México y la región de Tlaxcala la liturgia de las rogaciones para atajar nto
las demográfico, a redistribuciones de la población, es posible suponer que, sin
e?1dem1a~ o p~ra hacer ~lov.er? ~on el espacio cristianizado, con el tiempo cris- ello desaparecer, la simbiosis que existía entre el individuo, el gnipo doméstic
por
tiano, e1 unpeno antaño indiscutido de la idolatría prehispánica vino a menos oy
en el el resto de la comunid ad con frecuencia resultó alterada. Por lo demás, basra
transcurso de las décadas del siglo de la Conquista. con
recorrer las Relaciones geográficas para sorprenderse por las manifestaciones
Sin embargo no vayamos a considerar el dominio colectivo como el de una cris- socia-
le$ o patológicas -el alcoholismo crónico - que pueden evocar el debilitamiento
ti~nización acab~da desde el siglo XVI, aunque las prácticas públicas y las
ceremo- de los consensos. Tanto que, en el mismo moment o y por las mismas razones,
nias del grupo difícilmente pudieran sustraerse a las formas cristianas. Los ritos !a
de familia nuclear adquiría un nuevo relieve. No sólo era la única a la que reconocía
la IgI.esia coexístían en numerosos lugares con prácticas autóctonas. Así ocurría, la Iglesia, sino que la polftica fiscal de la Corona contribuyó a reforzarla modífi-
por ejemplo, con la embriaguez colectiva que marcaba toda celebración con cando la unidad tributaria , segment ando el grupo doméstico y haciendo
0 los
ba~os rit.~ales q.ue ton_iaba?- las nuevas autoridades del pueblo poco después viudos y de los solteros contribuyentes completos. En fin, la introducción
de los
de su de la
des1gnac1on, b~;o l~ direcc1ón de los ''viejos y de los ancianos ''. 6 La omnipresencia práctica testamentaria y de la confesión auricular;r-la difusión de la propieda
de aquellos misrenosos detenrores de la tradición, disimulados por doquiera d pri-
tras vada y del asalariado sembraron en el largo plazo fermentos de un individua
un plural anónimo (los viejos, los ancianos), implica aquí persistencias que lísmo
sería casi sin preceden te antes de la Conquista. 8
absurdo querer desconocer o negar. Sea como fuere, el dominio público se mostró Este haz de influencias disolventes y de presiones más o menos efectivas inne~
n1ás suscept~ble a la cristianización que la esfera individual y doméstica. Por muchas gableme nte tuvo un efecto en la cohesión social y cultural de las cornunid
razones. Pnmero, porque en el siglo xv1 la evangelización fue una empresa ades
de indígenas. Antes que favorecer su aculruración y su cristianización, en un primer
masas~ global. Segundo , porque, fuera de una confesíón auricular desigual
mente moment o al parecer introdujo disparidades de evolución, de-sfasamie-ntos
~xt~n~1da, fuera del bautismo y del matrimonio, la Iglesia casi no podía acercarse entre
al terrenos antaño contiguos y complementarios, En esas condiciones, se compren
de
1nd1v1duo. Y finalmente, porque, si la barrera de las lenguas más o menos
fue
7 Motolinfa, !>f_emoria/e.r . . , op. cu .. p. 35,
6 p. 30; LS. P- 93 8 S. Gruzinski, "Confesió n, alíanza y sexualidad entre
A. lo~ indios de Nueva Espai'la .,. en EJ,¡fJN
de normar .. , próxima aparición.

76 de 162
L\ lDOLATRIA COLO:\L-\L L:\ 1DOL:\TRIA COLO'.'ilr\L

rncjor que, al margen de la penetración de un crisúanisrno público, colectivo y conservan urr poder sin proporción común con e! de ias im,ágenes crlstianas. Sus
ceremonial, hayan podido subsistir, relativamenre indemnes, contexros dentro de poseedores rivalizan en artificio para sustraerlos ~ la:: pesgui_sas .del juez eclesiástico.
!es cuales e! hombre continuaba abrevando en la idolatría el sentido de las activi- No imaginemos po:- consiguiente que sus deposita.nos son 1ndtos paga_nos rebeldes
JJdes y la respuesta a los en1bates continuos de la desdicha, de 1-a enfermedad Yde al cristianismo. f',.lgur:os fiscales, algunos cantores saben conciliar sus funciones de
la muerte. Iglesia con la gearda escrupulosa de aquellos objetos hasta que el e~tirpa~~r los
sorprende y los obliga a confesar. En cualquier caso se trata de la n1an1festacton de
La persistencia de la idolatría se rnanifiesta antes que nadJ. en el centro del foco
una memoria de los linajes que favorece la filiación y la unidad de habÍ[ación a ex-
doinéstico v de una manera enterament e concreta. Desde ei cenero de Guerrero
hJ.sta !\1ore-!os, indios e indias disimulan en los airares o en los ''cielos'' de sus pensas de la pareja y de la alianza, y que se mantiene tanto al margen d_e la comu·
9
oratorios cristianos los "ídolos de línaje", los tla/n4!/t·. En pequeños cestos, en nidad como a distancia de la familia cristiana. El análisis de los t!ap1:1!lt no podría
canastos a veces cerrados con llave, conservan celosan1ente guardados íícaras, es- confirmar mejor Ja persis¡encia de Ja idolatría en tH1 terreno que, con mayor fa_cili-
dad que Ja pareja 0 que la comunidad, escapa a la influencia direcra de la Iglesta.
10

tatuillas y sobre todo pequeños 9bjetos, brazaletes, jugue[éS infantiles, copal a


Por lo demás, la casa ha seguido siendo teatro de ritos pasajeros y de alianza que
n1edio co.nsumir, lienzos bordad6~, piedras de colores, a menudo ta.mbién plantas
peyotl y ololiuhqui. Aquellos <:onjuntos. para nosotros heteróclitos , i representan algo enterament e distinto de las supervivencias accesorias. Así ocurre
alucinógenas,
i con los del "bautismo' ' indígena en el curso de los cuales se baña al recién nacido,
deben, como las "pinturas", poseer un sentido interpretativo que se nos escapa;
se remen. No pueden antes de darle un nombre tomado de los antiguos calendarios y de perforarle las
en cualquier caso esconden una fuerza cuyas emanaciones J.
orejas. El baño y la elección de un nombre se refieren a la introducción en el
ser abiertos o tocados por nadie, al grado de que se les deja disgregarse en polvo
con el transcurso del tiempo, Los canastos domésticos no dejan de evocar los tia- ! 1

niño de su tonallt·, es decir, de la fuerza que lo hga en lo individual ai cosmos y le


da "vigor, caloi y vakn[ta aJ riempo que permite su crecimiento ''. S1· el tonal/:·
quinnfolli de antes de la Conquista, aqd~ellos "paqCue(e~'' dr:}icari~s qdue servh·ían 1,

para sellar la alianza del pueblo con e! 1os tutelar. on la nerenc1a e que an . correspondien[t al dia del nacimiento es fausto. el baño tiene lugar a1 punto: s1
sido escogidos por el fundador del linaje y que se conservan en inanos de sus des· no, se le aplaza para una fecha menos desfavorable. Entretanto, el niño es puesto
cendientes y no de la comunidad_ En un principío, aquellos objeros habí.an servido bajo la protección del fuego del hogar cuya irradiación y cuya fuerza recíbe. Henos
en los riros y en los sacrificios ofrecidos en algún momento cualquiera de la exis- aguí remitidos al concepto nahua del tiempo, de los ciclos y del cosmos que veí.a
·renci-a--de-le-s-m.Wmb.ros.-dellinaj.e.:_ eliu.lto al f\!!;.g9_.9_Qp:~~i~.'?· el estreno del fuego en cada día y a cada comen ro la confluencia en la superficie terres[re de fuerzas y
nuevo y del pulque, la inauguración de la.casa. el aiumbramieOW·:~u trans--- .
-.-.-.. -._-+,-·~ de -1UflUe"nciiS. diYio¿s cuya nattrra:leza-TI:abia-que--i-dentiHEar-..7-cU1"'ºs .peligros. en_
misión sigue las líneas de filiación masculina o femenina y· no el circuito de la.s ocasiones era preciso contrarrestar. El tona/Ji ejerce dos efectos considerables: en el
alíanzas, puesto que cada cónyuge sigue siendo decentar exclusivo de los tlapiaili cono piazo asegura la supervivencia y el crecimiento del niño; en e_l largo plazo
de sus ascendiences e incluso, al parecer, de los ascendientes de su sexo. Tras la <lesa- modifica la personalidad. Es comprensible que la pérdida del tonal!: se haya con·
parición del linaje, los t!apia/li deben recibír las misn1as atenciones de los nuevos siderado uo golpe sumamente grave contra la lntegridad del ser y haya sído ~bjeto
ocupantes de la casa y no ser bajo ningún pretexto desplazados dei lugar en que se todavía en el siglo xs¡¡ de prácticas y de terapias complejas destinadas a local1~ar, a
encuentran. Por tanto consüruyen una especie de capital materia! y simbólico que recuperar y a reíntroducir el tona/ir· en el organismo enfermo. 1-íediant~ esa 1nrer~
expresa la continuidad y la memoria del tina.je, la solidaridad de las generaciones pretacíón. entre otras. se procura explicar las enfermedades y la mortalidad de los
v, aunque de manera más indirecta, el compromiso de todo el grupo de respetar niños de corta edad. También el matrimonio da lugar a actos antiguos y sería pre·
-~;:;os o.!2J.~tos, En fin y sobre todo, los tlapialíi aseguran la prosperidad del hogar. , j ciso evocar decenidamerHe ias prácticas que giran en torno al fuego doméstico a
Los ''p--;_q·{leres"''fioS-·descubren--aos·prímetos ejes de..·Ja idolatrút~d-mrurreni~-.,.-:: .. ;-.. -causa··de· la energía divina que.irradia, d.e5Jl ..cal_o.r ..;t:Ae s::i_lu~inosidad q_ue ~o _em-
miento de una relación con la ancestralidad que el crisrianísmo niega de un modo ._,___. t paríenrac con el ton,:;f!i. De ahí las libaciones de pulque y las ofreildas.~qiiese·
sistemático afirmando que los antepasados paganos se consumían en las llamas del !e destinan en ocasión de una enfermedad , de la construcción de una casa o de los
prirneros frutos de b cosecha. \'ale decír que la idolatría doméstica no se limita
infierno, y la mediación de un objeto que no es una irnagen. que no está permitido
ver pero que no por ello deja de provocar un apego apasionado ./\ ojos de aquellos a llenar de un modo oas\vo !os vacíos dejados por la penetración parcial del crls-
indios de Morelos y de Guerrero. en las primeras décadas del siglo "'.\.'Vil, los tlapia!!i nanlsmo. La arqulrectLura n:iarerial de la casa y de los graneros. los escondrijos que
disimula, los objetos que abriga, el fuego que ahí se mantiene aportan su apoyo
9 A, pp. 30·34:LS. pp. 93·)5: sobre J/;¡pi:1!!1 e ytlapiaJ. A López Auscin. 'Términos de nahuadaw·
Jli", Historia mexicana. XVll. L 1967a. p, 23 y A·H, p. 3;,:¡, P:ira Ll, "1t!:ipi;;J [ .j quiete decir
cos1 que se debe guardaí (Orno herenci:t y que nosotros llamamos ;·inc.ilaC.1

77 de 162
LA IDOLATRL'\ COLONL'\L 159
1)8 L;\ IDOLATR ÍA COLONIA L

alternancia regular de la sequía y de las lluvias en la SU",.r t e de ¡asco- .


que estructu ra lo crucíal de ¡la N
inmedia to, familiar , a una evocación incesante del dinamis mo vital l a e t ·
n de "superv ivencias " o de "supers ticiones ".¡¡ sec 1as en a ueva España, se entiend e el grado al que el recurrir s os con¡ura-
que es mucho más que una colecció dore ~ · dh . ·~
la duplicac ión de s repeua una antigua a es1ónb a una geografía sagrada · a una in terpreta oon
1-1as limitar !a idolatría a los ritos domésticos o hacer de ella de las f '' l , , les de los que podía depende r la
zados equivald ría a descono cer . uerz'.15 natura es , a com ates incansab
cíertos ritos comunitarios más o menos cristiani supervivencia del gnipo.
podemo s descubr irla arraigad a en el
su amplitu d y su naturaleza. A decir verdad
activida des de los indígen as, que se empeña n en La lucha contra la muerte y la enferme dad ' los peligros del parto '
so
n otros
corazón de la mayor parte de las d ¡· · ~
v mujeres
detectar y en actuar según las fuerzas divinas favorables o nefastas
que circulan por puntos e anc a1e de la 1dolatna. una vez más por medio de hombres
~. Como
con el cazador , el que conocen las palabras y las plantas. Las mujeres son aquí numeros
la superficie terrestre y pesan sobre todos sus actos. Así ocurre
comadror:as, se encar?a~ de los preparativos del nacímie
el que recoge nto, del aluinbra rniento,
pescador, el agricultor, el indio que fabrica la cal o recolect a la miel,
a la madre y al recién nacido. Son ellas las que
o o a la venta a1nbula nte. Todo lo de los cuidado s ª.dm101.s:rados
leña en el monte o se dedica al pequeño comerci de los embates de las potencia s nefastas desean ·¿ .
a la distribuc ión depende de la idolatría . Estas acti~ protegen el tona/Ji del nino 0
que concierne a la producción y ven Guerrer o Coci as.
de realidad que nos parece Cuando menos 20 nos descubre. Ruiz de Alarcón en J\1orelos , . uatro
vidadcs se conciben y se practica n en el marco una de ll ¿· . . lm
transfigurada pero que verdade ramente correspo nde a la manera en que los indios e a: parecen isunguirse so,:1a ente de las demás; dos están casadas con indíge-
(en !a socíedad
del trabajo y de la nas c~ficados con el. don espanol; otra se llama doña Catalina Paula
abordan de un modo concreto las limitaciones y las dificultades
colonial el ~on e~a signo de una posición superior de principa l de cacique). Pero
12 cuando menos del trabajo tradicio nal. Resulta sorpren dente que las
0
producción, asignar al resto de esas indias jerarquí a alguna y según par
del campo de nada. permite ece sus
actividades nuevas introducidas por los españoles se hallen fuera fun 1 · l -alguna s son de
ni el trabajo en las haciend as, ni el repartim iento -esa c ones poco tuvieron que ver con a extracción social, la edad
la idolatría. Ni la rnina
sangría obligato ria de mano de obra indígen a-- parecen tener eco específic o en las e~ad avanzad a pero no~ todas- o la condición: .las hay que son viudas, otras, casa.
das. Aparente~ente solo .u.na s.abe leer y escribir: Petronilla de
Tlayacapan_ Al
ores. Por lo demás, como
preocupaciones y en las prácticas señaladas por !os extirpad a la ad1v1nac 1ón en número más in portante que los homb
es conyuga les en el sentido en que las parecer se dedICan 1 res.
tampoco lo tienen en otro plano las relacion La d¡ ·
mujer~s que localiza n objetos y animale s perdido s,
mayor parte e t1e=:1-Pº son
define la Iglesia.
descubren a ~as campaneras desaparecidas y restablecen el equílibrio
comprometido
vez mayor
Esta incapacidad para explicar las obligaciones que tienen un peso cada
del ?~gar. N~nca se destacaría lo suficiente la importa ncia de estas mujeres que
ia indígen a sin duda es revelado ra del retroceso de la idolatría , aun~
en la existenc rransmí sión de las culturas antiguas . Por
círculos reducid os. pan1c1pan al igual _que los hombre s en la
que no sería factíb!e reducirla a un saber monopo lizado por que las vemos interven ir de un modo ran manifie sto
De creer en sus propios testi· otra parte, es la pnmcra vez
perdidos en el seno de masas ignorantes y sin cultura. ción y de contraac ulturací ón. 14 Por Jo común, su corn-
agave para en los procesos de acultura
monios, los indios que siembran camote o calabaza, los que culrívan
peten·c~1a s~ ~onf'.un~e. con l~ ~e sus h?mólogos masculinos, como ellas, llamado
s
res que arrojan sus nasas, poseen sin excepció n las
produci r pulque, los pescado en todos los males. el
garantiz an el éxito de sus t~b1en t1c1tl Medico, ad1v1no, sabio, brujo'', especial ista
ones. Valiénd~se
palabras, los objetos y los signos que según se supone
lo. Bajo esta forma, qué !tcttl cura con plantas, instrum entos, manipul aciones e invocaci
empresas, ordenan sus fases sucesivas, orientan su desarrol
de las manos ~ escrutan do
a las acti· los granos de maíz identific a el origen del mal v des-
duda cabe de que la idolatría no sólo se halla íntimam ente asociada viv~n en
cambio, síno que también represen ta un saber aún só· cubr~ ~os medio~ para remedia rlo. Si.los curander o_s_.com unes en general
vidades de producción y de
indígena s. co~dtc1ones mediocres, los que se dedican a la adívin~it ión posiblem ente sean "muv
lido disemin ado con profusió n entre las poblacio nes distínció ;1
s de lo necesar io". A decir verdad, Ja
específico. estimados, colmados y provisto
Sin embarg o, en algunos campos aparecen los portado res de un saber antaño sacerdot al y ciertos practica ntes modesto s,
de nubes que hacen llover o alejan el entre los poseedores de un saber
Trátese. por ejemplo , de los conjuradores
granizo y tienen poder sobre las montaña s, depósito s inmenso s de agua y de vien· :1
f?rmados en rr:ontón, con frecuencia es confusa , lo que sin duda
es fruto de un
;1glo de dom1n~c~ón española y de cristianización. De ese modo,
capri~
algunos curande>
ei inmenso espacio del cielo y de los vientos y sus mecanis mos
tos. Como si
13
cer !a desconfi anza del clero_ 1)
la importa ncia os logran adqurnr gran notoriedad e incluso desvane
chosos siguieran dependi endo de la idolatría. Cuando se conoce os. Confesa ron sus prácticas . En
Eso_s hombre s y esas mujeres nos son conocid
ero" maléfico ("nunca confiesa n", informa Ruiz
11 A. P- 2,1: LS. p. 65: !1. pp. 140-141; L'i. P- 66; López ,-\ustin (1980), L pp. 223-2'.il.
341: LS, cambio, no habló ningún "hechic
pp. --:6.77
12 A. pp. -:-6-88 (ca7.ai. 91-97 (pesca}. 98·101 (magueyí' J). 101 105 (maíz). 66-67 (tala de árboles), 14 A, pp, ]28-132, 141. 137, 142-145. 153. 170, 175
70· 72 (cales) 1
> LS, pp. 248-2)6. 101 103. 241: A, PP- 124, 66, 103
H LS. PP- .,--.31

78 de 162
160

de .:\larcó:-1 i, n.inguoo de ct;y;¡_s ernp:·esas fu'.lestas se remian, los que siem-


br;in la n1uerte, ei ''el que co1nc el corazón ele J.lguíen'·, el texoxqui,
"el que fascÍD~l. con la rnir:ida", el tct!iichil.nnátl!. "el que hace que se haga algo a
alguien" e! tLih11e!iloc "e! 111aio, el per,,erso' el hornbrc búho, "aquel cuyo
cor:;_zón es corcldo' 'el que se burla dt la . T1c1bién es cierto que, de
acuerdo con las clrcunscanc1as -pero slo conocerlo nunc'.l-, el curandero podía
asurnir ese papel ele tan~o que la arr1biva!eoci:i do:t1iila sus prácticas. A pesar de
todo, los "brujos' no dejan de desempeñar una función valiosa, la de explicar y
ele pobrizar una de hLs fuentes del 1r,al, encarnJndo la agresión, la devoíación,
el engaño y la angustia_ .¿Fue muy diferenre de lo que er:L antes de ia Conquista la
posición de estos persooaies, Es,,.difícil decirlo. En aquel entonces existía una cate-
goría m<uglnal, reprobada 'i remida de' 'brujos, profanadores. !adtones y violado-
1
res" que daban un uso detestable a sus poderes prodigiosos y a los que los índios
no vacilaban en ehmirr.olf fisicJ.meote. En ese terreno corno en tantos otros, la cristia-
nización vino a baraj:u las cartas puesto que a de !os indígenas cristianos los
curanderos tradicionales. sin excepción alguna. ramb.ién debían enrrar dentro de
la categoria española de "bruíos' Si a ello se agrega que sus actos eran en más
de un caso arnbiguos, se comprenderá que a menudo resulte espínoso aclarar si el
indio del que se sospecha es 'brujo' por resulra: heterodoxo para la n1irada del
cristianisrno o porque es maléfico a ojos de ios indios. Los cricetios se sobreponían
sin coincidi.r matemá[ican1enre, 16
Recordemos que cie la comadrona al curz.ndero de! ·conjurador de nubes" al __ , !
indio en su campo, en su casa. a l:c oriH2 del río ooblado de oeces. del guardián de..----==-....J
- " .. ~~--- 1
la reliquia dornéstica ai ''devorador de cor:1zón'', en aquel primer tercio de! siglo:---c"C:- j
X\'lí la ídolauía teje su reta anrigua, discrern., [fanspa.re~te, protegida o casi, de las j
miradas de los españoles, hecha de una combinación de- saberes y de prácticas gue j
preseor:i.n una re::dida2 indígena. que marcan el campo experímen(al e lnstauran !
~ ~ 1 ~ ~
¡l
- • , ' o ' ' •

una relac1on específica con ei otro v con e; 1nundo. La 1aolatna aoorta no solo una
respuesta a !a desgracla biológica ~· ~ocial, a la precariedad de bs c;ndiciones de vida j
sino que, rnucho rnás rodavta. inci.;.ka una rnanera de \'C~ y de accuar en contextos l
. .
tan d tstlntos 1
y cornp.emeatar1os . como :2 ' ancestrauGaG,
' ' ' 1a ' prou.ucc1on
' .' y la repro- 1
ducción, el cuerpo eQferrr10, e! hogaL el ,·ecind~tri:::'. los cunpos. el espacio más le· !
jano del monte adonde v:a u:10 a cazar el venado y a recolec[a.t la miel silvestre.·
La evocac[óo de la realidad que descubre la idobuía pasa por un saber y un 1
¡
decir. Estos se expresan al hilo de los cánticos y de tas invocaciones --los conjuras-
en una forrna parricuLi.L el n,1hu:;//a:.ollz, un lenguaje "de palabras encubiertas''.- j
una palabra litúrgica, Inseparable de una acciór: sobre los seres J' las cosas, un decir !
que se confunde y se funde incansablemente con una priccica. El nahua/.lato/li es !
wn lenguaje secreto y esotérico curo rr"lisrerio aparenre obedece a las metáforas, a ¡ p:·ehispJri.ica de la región de Oaxaca: d Códlce Zouche·:'"\u :a, (Londres. The Brit!sh

'J;'..':ec; ?r~>Ú:J:idores. l:.dr0nes y viohdo· 1


Cu;,rcnu cb..ses ck m:i~os dd mundo
;J!i
,::
i!
:;

79 de 162
. . . le la conquista de \lh:i~o.
d Ocotclulco. S.l, en este - ¿· ( tiblemente es de in;,-
.'
,mº~"~,~;fr,
· episodio

.Al~~::n .';'z¡~~
d Tl xcala kln"onq<d><adn'C<>O ""', rnmola;umJ<
ll. Lirnw e a ' do •dpoc<m,,nd"cc o

la~
1
El oonquio<ad¡°' ¿ujad" do pcofil, la del 'ºl que comm la /o oto Cohom !• ' '
\0( ª" ª · .
occidental ta~to (O~n Alfredo Chavero, An11g1n
0 la forma que se da ,i g .. •dadeJ me.->Jcanas pu11m ai fL'
ciónfiguras
- -

P rofundidad· \ d ¡
planos en E-d' . G·illimar ·,
:>léxico, 1892. f. ·, itmn.5 '

80 de 162
... "'
~-

~~ ~ ~ ~ _g

J~i!
~lij
'O .... c.. "

t.~';· ~ ·i ¡i
}1!
1
·.·j· ::.a E ..e: .._

~ .~ ~ j
o<.; - ---
z
;;-.
• '.:_!::

f~tlf
'1 .~-Es
~~~
~ .g: z 1:.0,, <'::::::
.~-[:{ "':; g. t -E

~ -¡ 1
!1r~~
co...,.,o;:::::-
;[~=:J.

'
1 l.._~­
::i"i~-:<

l
í
'

~l~t~.. ~~¡~11
~.::::-;:;E:; Z

~f JtlJ
.::; ·- :'::

~ í.i'.~j

1i. 81 de 162
(México. Archivo General de la ;'\ación.)
VII. Tccualoy a y Santa An<t, '.l-1alinako, E~tado de '.\léxico.
taciones de haciend::i s, de iglesias y de tm molinP. El espacio se vacía p<na llevar sólo io b('nci;d Si
Represen
o, dc~igna la hacienda , la ig!esi<t con su camp;rna es
bien un signo tradicion al, el de ca3a un tanto arregl<td
f.n mapa de 1$9-'!, las inscripci ones alfabétic as de;cmpd 'ian en lo sucu;)\o un
una crc<tcÍón colonial. 1''.>!C

papd t>scnci<1l en l<t idcntifica_ciiin de lO'i lugares. (f. AC7\'.)

\'l. Tenango , E~tado de \1éxico. (~iéxico, Archivo


Gtnrral de la '.'\:ación.)
c0lucadJ s sobre d glifo de cerro (/cíJd!). ('r¡ lo ;¡Í¡c; ck:
En este inapJ de l ~,¡:¡7 ~e pucde1i obsci--v¡¡r las rrures
d b0rdc d<'n:cho. )1mw duna wrpicnic krat[L ,. 1 r:
d()rumcn w (al centro va b izq\1icrd::i) wnto (-on10 en
w1pirn1 n. como si la cristianiz<l.cifin del espacio uw;.l'
paraje ilJmadu Cnhw;tc pcc !Cc1;ncpc c. el CC'rro dé' la
1•na c-onlas prcscnn<l.s Jnuguas_ Abajo a la dc1Tcha, r()deadrr de c·asa.1, qn de aq\1,1. En icl cennn. lu< ;.1
de lm, 1digi J5os' ¡ron dibuj~' de un buey_ Scm:-
d hrnde 12quit1d'-1 • el giiflJ colonial de curr;-il {"rorr,ll
(F \C.'-:.1
rk pas(l~ Y y<:!ldn de ,1h;i_]o a1nbil., el "c-;nnino rc,11'

82 de 162
. ~

'· '· ,

r
)
1 ,, ~

~
J ~ _f
~
1: 017 ~
,r
~-
e •'

o::::; __

83 de 162
11

'
(

XI. Historia tolteca cl1ichimt>r.:L (París, Bibliothf>que nationale.)


El rdato d(.>scribe la mígrcHi(m tk !os nonuakn (hichinwcas . Los glifos topm1fn1iro>
esE n di>o<i,Hi'" e!(
Conjuntos pinug•áficn s a los qu(' ¡wnenerían \Ejxllejicc a b i1quiuda_ el ··cnro
del 1;H,í!Jo"l. !1!ci,i'"
re;¡_dos, \trfan viñetas d<econli'-"~- t"otampas que adornan aiguil<l~ pJgiin.1
in,adidds ,.:; ln '>Ull'\J\\'
texto a!fabétÍ(O en kngua nJhu<1tl. (L colección particular.}

84 de 162
o

;{

-¡ //)
o
~ " o o
o

o
..,
JQ "'

8; ; '~· 1""1 •'


o .

:k
7 '~-'-" ~ p
ro.
0 .,
'i: :--
_e,

·1~,

2-- "' -- '/'


s: '.f {;
-i
c.,,-,
f:' 0 e

,:~ i~- t
"' ;:'.
t" ~· ~- ~
; s;· ~
o
?; :';·
~· '.._ r
w
' ,.o
~
~
•:;
o o
~~

.a :-
e -.
85 de 162

Xl!L San Matías Cuijingo. siglo XVII, E~tado de México. (Mhdco, An-hivo Gcn('ra! de la Nación.)
d formato rectangular de la
A uno y otrQ lados los ocho caciques que dieron su nombre <I los lindes y a los límites dd territorio. Una vez más
que· el centro dd rnapa
hoja es lo que rige la distribución global tk las figuras. Cinco franjas bo1üontaks tkfinen subconjuntos c-n tanto
(¡cupado por ('ll·nwnlos cL111<:: un~1 l~:lesi». una fecha eunipc:i (l5?;1) Catb cabc2:1 está !l:inqur•ada por glifo~ rmhrion;irio~ e insnip
(:stá
cionn r·n h;ilnia1I qtH' lo~ ide111ifican. (F ACN.)
a, f.stadt1 de \1{-\;cu '\'.,
XV. La adoracíón de los Reyes :'v!ago>, Los Reyes, San Juan Tcmamatl
General de la ;:\ación.)
(Sa Cafbar) y San B3J¡;¡_q1 1.\:; r
Archivo
Ante la \'irgcn. los R('yes \lagos San '.>Ickhor (Sa .\íclchol), San Gaspar
/ezal). Esta adoración inspirada en algún grabado cu1opco o
en alguna pintur;i colon\,¡] en rc1l!¿,.:
Reyes). Los glifos t!e las c-;i,;is rudc.>T'
un giifo toponímico que designa )a aldea dC' los Reyes :\lagos (Los 1
si ¡ · E.Sta'ºd l · ación_) de iglesia sohi-e d cual o¡· "uprrp\lnl' el rerurrdo de u1i.1 ima.~e:1 farn,,' ·"
XI\'
Sl
La iglesia de Onivacac
l\;"n e' d· l · '. g o X\l!_ ( (' \1rxico. (\lh:ico, Arrhhu Gcncr;il dr- h' X ' ' - '
agrandami ento del g!ifo coloni:d
·~ ª"un dll os ra,go' cololm~ · ) ( ' - ·¡ ¡ · - de la época de la Colonia. (F •\G".)
·
.:~ -- es e, \el Stl( ~_a lloved a de Ll igk»1a. las_ pi Lis lJautism.alc s. )_ si \:el' ftindida por el ane y el teatro religiosos
''111 numerosas bs rdc' -, - S >nto, ('.fi'1ünm )l>Ol'Sllgrn a,).bcs¡ 111 c-
at'clfs'Í r i1 u .•
'· '· H'Jl(,,,_<;;¡_ a1CO'lna-ra íacr· t1·1· 0 0
'--l-
lllraddcon i-untosi ., , · ,"'' '' ''."
0 olaper<mT u>·i' l~·fig ra h ¡·. ·· -
t,'ll( t.;·" 11 f<>P'-"illl
'inlincark horizontc _ (F '""
1
' •·> __ u .c.sc aJ,rndVip ucstascnun f'opac10,,1¡_¡-
1

86 de 162
L'\ JDOL\TRÍA. COLO:\l:\ L
iGl

b ambigüe dad y a la imprecis ión que lo caracteriz an. De él se da fe en


las vastas
regiones de Guerrero , en lvíorelos y en el valle de Toluca. Pero también
se emplea
cienamen te con igual fuerza en el valle de :tvféxico, incluso en la capítal
y en las
dcrn-ds regiones nahuas.: · El bermet.isn10 del nahua!!ato!li es fruto de la explotaci
ón
de :;u registro metafóric o más que de la compleji dad de sus construcciones.
Una
rrtisoa fórmula puede designar a los referente s más diversos: de ese modo
xoxouh-
qui coacihuiztli, "la fatiga verde oscuro de la serpiente " es según los casos el
dolor
de hombro. de pe,.:ho, de estómago , la fiebre, el dolor de garganta , de
muelas o de
ojos. la fractura, los dolores del parto, ere. Así es como más de 10 expresion
es
distintas designan el fuego o el agua. Además se trata, a pesar de todo,
de una
rerffl.inología limitada y estereoti pada en extremo, que se injerta sobre una
estruc-
cura simple y repetitiv a: el locutor que pronunci a el conjuro se presenta
bajo los
rasgos de un ser dotado de poderes sin límite que invoca !a ayuda de fuerzas
o de
entidades igt1almenre poderosa s para ordenar al adversario al que combate
que cese
su agresión. Sobre este guión se agregan l-as expresiones metafóric as que
designan
a los protagon istas del drama que se represent a. Dicho d.e otro modo, el
nahual!.'1-
tolli deja poco lugar para la improvis ación al mismo tiempo que dentro del
marco
así circunscrito tolera cierra amplitud en la elección de las me(áforas o la longitud
de la invocación. Tanto más cuanto que el registro de las metáfora s no se
ha cerra-
do: expresiones tomadas del crísdaois mo enriquec ieron y ten ovaron el repertori
o;
otras fueron acuñadas para designar lo que no se conocía antes de la Conquist
a, el
ganado, las vacas y las ovejas. por ejemplo. 18
Esta alianza de. fleXibilid ad, de permeab ilidad y de rígidez form·ar:- eri-ia
que se
encuentr a la marca indeleble de la oralidad codifica da- explica la homogen
eidad
geográfica de un lenguaje que corre de las rnonraña s cálidas de Guerrero
a las pla-
nicies de f.íorelos y hasta el valle más fresco de Toluca, en regiones físicamen
te
muy distintas y pueblos distantes varios cien ros de kilómetro s. Esta alianza
asegura
una memoríz ación fácil y una transmisi ón oral que pueden efectuars e
en el seno
del grupo doméstic o, de[ linaje -de padre a hijo-, de la comunid ad por
medio
de \os "ancíano s y de los viejos" o que se adaptan a contactos más episódico
s con
''maestro s de idolatría s'' itinerante s. _¡\Jgunos de ellos circulan de pueblo
en pueble
corno vendedor es ambulan tes o transport istas que cubren distaf.!cias respetabl
es,
que sube;¡ del sur del Nevado hacia Toluca o que pasan de 11orelos a México.
Ellos
c0ntribu yen a difundir··;/" a conserVit no sóio-·e¡ "len-guaje de palabras·
encubier +

tas" sino también los ademane s y la.s técnicas que invariabl emente se
asocian a
ellas. Por to demis no es necesario imaginar redes clandesti nas y organiza
das como
lo hicieron los extirpado res prontos a denuncia r la ''complic ídad'', el complot
y el
"contagi o" . 19
Con toda evidencia , el nahuallatol!t. es de origen prehispán ico. Al menos
se
¡- Lóptz r\ustin (!967a), pp. 1·36
E/'., pp 125, 69~ LS. p. 333
19 L'i. pp. 62. 74-7'), 100-101

87 de 162
LA IDOLATRÍA COLONIAL LA IDOLATRÍA COLO~-li\L 163
162

tienen poderosas razones para suponerlo , Correspon dería a una de las expresiones Ello implica que, si en cíertos registros las culturas indígenas toman elementos
múltiples de la tradicíón oral indígena en tierra nahua. Según esta hipótesis sería cristíanismo y de Occidente , en otros son presa de evolucíones internas que,
fascinante oponer a la religión escrita de los cristianos, a la cultura alfabetiza da de habrá de recordarse, se iníciaron con la brutal reducción Je las culturas indí-
los redactores de anales y de títulos una idolatría en esencia oral y por tanto "po- a la clandestin idad. En tanto que los nobles y luego los notables descubrían
pular''. Mas las partes comunes prehispán icas o coloniales son, como de costum- un modo progresivo un espacio, un tiempo, una escrirura exóticos, otros indios
bre, mucho menos claras. ¿No hacen los conjuros en reiteradas ocasiones alusión cu''"'""'º" ·uen el caos circundan te los conocímie ntos y las especulaciones de los sa-
a apoyos pictográficos? 20 ¿Habría que deducir de ello que la recitación de los con- ce1rdc,tes indígenas y de los ancianos de saber ordinario, tal vez más pragmátic o, de
juros necesita el sostén y el conocin1iento de la ''pintura' ' y, por consiguien te, que curanderos y de las comadronas. En esta ocasión la influencia cristiana v colonial
ésta se ha extendido a estratos más amplios de la población e incluso a las mujeres? tuvo un efecto indirecto, se limitó a desencade nar un proceso de me;cla in ter*
Es probable que no, a juzgar por los capítulos anteriores. Las pesquisas de los extir- antes. de alean.zar el contenido d: nuevas adecuaciones. Es probable que este
padores no habrían dejado de incautar varias de esas "pinturas ". No ocurrió así. ongen explique el que los con¡uros no formen el corpus de una cosmogonía
Todo sugiere en cambio que los conjuradores se limitaron a aprender y a recitar de •CC'herei1te que sería una organización y una interpretación de Jos teotlahtofli, aque*
memoria un número variable de fórmulas sin emprende r el largo aprendizaje de un "palabras divinas" que contaban el origen del mundo y la gesta de los dioses.
arte en regresión. 21 ¿Qué hacer entonces con la referencia al amoxtli, a la ''pintura'' ? conjuros sólo ofrecen fragmento s, citas, alusiones. Fragmento s, no sólo porque
¿Interpret arla como una símple metáfora? ¿O antes bien como resurgimie nto de conjuro recupera saberes fracturados, sino sobre todo porque no exíste fuera del
los orígenes sacerdotales de los conjuros, como si, lejos de haber sido un saber mar- 0ccmtexio de su uso, fuera de la acción que ejerce sobre la realidad que evoca. El
ginal, de segundo orden, las invocaciones fueran herederas descontextualizadas sólo es producto de una manera aislada y con fines en esencia pragmáticos.
del saber de los sacerdotes y de la nobleza? También lo harían suponer otros indi- otras palabras, el conjuro es más un poder sobre los seres y !as cosas que un
es más una praxis, una relación que una especulación intelectua l. Esto no
cios que examinare mos adelante. Abandona dos por los medios dirigentes indígenas
\si¡¡nifa:a que la excluya de un modo absoluto: algunos curandero s y otras personas
convertido s al cristianismo, conservados a veces por notables del campo. el saber
vez fueron llevados a reflexíonar sobre la generalida d de los conjuros que cono-
y la práctica idolátricos tal vez hayan sido recogidos y conservados en pane por capas
pero éste no era en absoluto su fin inmediato v habitual
más modestas de la población , plebeyos, vendedore s ambulante s, curanderos y
Por eso resulta delicado tratar de extraer de ellos ,una repre~entacíón sistemá-
comadron as. ¿Desclasamiento éste que tal vez explique la difusión, el éxito y la
del. mundo, la que sin ernb:irg? se adivina subyacent e, implícíta, pero gue
fragilidad de la idolatría en el siglo xvn? Pero esta segunda hipótesis inclinaría a
ocasiones tal vez escapa a los 1nd1os que los pronuncia n puesto que la eficacia
negar a los rnacehuales toda existencia cultural antes de la Conquista . Ahora bien,
manifiest amente sobre el significado, lo que no impide -dejando por el
se puede suponer que ellos detentaba n, si no un patrimoni o específico, cuando
¡n1orne·nro el asunto en suspenso - explorar la realidad suscitada por esas for-
menos un enfoque personal, sin duda menos formalizad o y menos sistemático que
el que proponían las enseñanzas de los calmecac y de los telpochca/li. Por ejemplo, el """'"'"" "' por una palabra idólatra que crea al instante las condiciones de su
de los curandero s y las comadron as. Y al parecer también los conjuros llevan su
marca. Cierro es que en este terreno se ignora casi todo, a no ser por algunos frag- Una palabra, la idólatra, que antes que nada pretende ser proclamación de un
Sea quien fuere, el utilizador del conjuro entra sin dificultad en la realidad
mentos captados a través del filtro de los nobles y de los antiguos sacerdotes que
evoca otorgándo se una lista de títulos más o fl(enos nutrida. De entrada dice
informaro n a los religiosos del siglo XVI. Aun así el saber ejemplar, esencial, seguía
El que detenta el saber, ''El que conoce la Regi6n de los Mue nos y el Reino de
siendo a ojos de todos el de los sacerdotes y de las "pinturas ". De ahí las referen-
cias que hacen a ellas los conjuros, Por tanto se preferirá asignar una do ble filiación Alturas", es el "Sacerdot e, Señor de los Encantos" (o el "Príncipe de losºª"
huales"), Cipactona l, inventor del calendario. A menos que se ídentifiqu e como
a las invocaciones, viéndolas a la vez como la perpetuac ión de una forma cultura!
'-'enrerltl dios del maíz. Cuanto más se emparient en las circunstancias v la invoca-
prehispán ica, ''menor'' y ''subalter na'' y corno el receptáculo colonial de saberes
con un enfrentam iento, en mayor número desfilan los títulos decÍinados. En
antiguos a la deriva, privados de otros medios de expresión, enseñados por sacer-
dotes locales caídos, convertidos en "n1aestros de idolatrías ", incluso por tonal
22
ellos se reconocen los nombres de las potencias divinas prehispánicas: Xólotl, el
pouhque que todavía contaban los días de los calendarios. de las Transformaciones, Quetzalcó atl, Xipe Totec, Cipactona l y Oxomoco.
Xochiqué tzal, 1-1ictlantecutli, el "Señor del País de los ?vfuertos". Pero también
º
2 A, PP- 130·131; LS, pp. 260, 265; C.\%', pp. 214-215; A-H, p. 15·Í.
!as manifesta ciones plurales de una misma potencia: "el Joven, el Adversario, el
Burlón'', ''Aquel cuyo Pueblo somos nosotros'' , tanto como apelativos que rcn1i-
2l A, p. 124
22 LS. pp_ :"40-:'.·l l.

88 de 162
L:\ iDOL:\ TlÜ:\ COLO~l:\L

\Ó·i
L:\ lDOL:\T! !.', CC\_,.)'.'~i.'··
orobable que ex~stierao desde ance5 de la Cunquisca pa escala local, en el seno de
, 1 , , -~ l , '
grupos que al parecer fueron b:ist2nre homogene os. ero ,a dom1nacto n co 0~1a1
¡en al Tezcadipo ca cuyo coniur1dor se ;:si el supremo, '
el conocirnícr.co de los signos y el saber de los desrir:os :; ~on~riburó a acentuarlo s quebranta ndo las distincione s de posición'! de funoón
Sin embJ.r)2;o. están ausentes de estas identificac iones !as divinidade s primo~. aue seo;rab2n a los oficiances paganos de los curandero s y de !os brujos, todos
d~J_ies, !a ·rie~Ll. ei Fuego, Tliloc; pero v2rr;b'.én e! dios cure!ar de! pueblo, ei ca e'tlos re~legados por et cristianism o a un mismo oprobio.
Dúiltot>, co~no 5¡ !os primeros no Ú;eran · ·personai1 zabks y corno si ei segundo De es(a autoafirrna Lión surge ante Edesr;-v:; ojJs e! uo:.!verso e'n que se mueve el
peneneciezs. 2 cn'.1 esfera comunitaria, distinta del campo de acción del co~jurador conjurado r. Todo en él ocupa su lugar o, antes bien, lo que entonces se descubre,
Li
Dicho io cu-aL b elección y la acumulaci ón de lo:; rír:.Jlos no buscar: tr::1nsformar se hace presente; es Ia realidad de las cosas, (::1.nro la de .las fuerzas ~ue !o ª_Yudarán
Ello
identidad de! conjurado r al grado de hacer de él la encarnació n de la potencia. como la de las polencias que lo amenazará n en su identidad respecuva , su 1nvulne-
i- r
equivaldrL1 -:i. aLribulr a los dioses prehispáni cos una personalid ad, una iodividual c2bilidad o su~cnu::-nta irritabilida d, Dotado de su in-human idad, el conjurado
d~d que ito t~rvleron jamás. De una manera más modesc1. se Lrata de: afirmar la puede en Jo sucesiYo manipular a piacer lo m'.J.S hondo de las cosas, seducir, embria-
P resencia de ur~ poder temppral, b
exigido por un contexto dado. '{iotl. 'ei Adver-

gar. apaciguar , repeler o destruir. El n:zhualL~tol!i le abre la~ puertas, a menos ~ue
', ¡·u1troauce
"" coro a<:e: Q_uetz-aicoat ~
escoja los canünos paralelos o compleme nra.rios de la embnague z y de la alucina~
sario", pern1ite vencer en un
l
c.i! reterenre mitKo
en que e\ dlos apoya su intervenci ón: Cipac:on"J..l aparece en una interrogac ión ción provocada , del adormecim iento y del sueño o del éxtasis alcanzado con el
sobre el desóno_ Todos ellos son más Ínsrn1men tos que identificac iones. A este 2
agorarr.ien ro y la peniren<:la. ' . . •p

respecto el conjurado r no debe confundirs e con el hombre-d ios prehispán ico que, }.{as no es fácil describir con palabras el mundo que suscita la rnvocauon , aun~
por un curso de tiempo dado, recibe er; su corazón una parte de la energía divina, que se apoye en parte -y a veces lejaname nte- en ''palabras divln~' ~o, si. así se
de la que se con\·ierte en b.7'ptla, cuyo receptácul o es él. El conjurJ.do::- encarna un prefiere, en rnitos. pese ;e q·ue es re término desprestigiad.o ya.~.º es sausíacton o. En
tipo de relaci5n enteramen te distinta con lo dfvino. mis episódico, me arrevería
a Temimilc ingo, 1·iorelos, en Tialcizapá n, se reconoce sin dihcultad el relato del
decir que mis pragmátic o. descenso de Quetzalcó ad a los infiernos en la trama de las fórmulas empleadas
Para rodas esos tfrulos, un común denomina do e el de Tlavzarazqui, el' 'Sacer- para reducir las fracturas. Las invocaciones_ pronuncia das contra la pica.dura del
dore' ',el ''Oficiant e", que sirve para calificar tanto al conjurado r corno a aquellos alacrán ponen en acción otras ·'palabras d1v1nas'' (por ejemplo, la hrstona del sa-
-seres o cosas- a los que se dirige-. /\rHes de la Conquista , esta palabra designaba cerdote ''{appan). aunque unas se iirnicen -a evocar el n?mbre divino del alacrán
o
a GD ''mi:listro de los sacrificios '' pero rambién al ··demonio que está presente en que otras describan las contraried ades del bicho o que .incluso vuelvan a representa r
teló~
un ídolo o que hace una aparición' ' Erimológi camenre, es ''el que ofrece algo'',~~·
16
·~'fabuloso
1

sobre el cuerpo del doliente los episodios del drama _Mas este ' •

idea ésta des.arrollada por uno de los títulos de Tliloc. el dios agrícola de las monta· de fondo divino aparece de manera mucho más sistemátic a y explíGta en la term1·
ñas y de L-i. l]t:via: Tia/oc Thmacazq ui, que Sahagún traduce corno Tláloc Proveedor
, noiogía conservad a por tas invocaciones. En ella, los seres y las cosas están dotad~s
'·el que da a los hombres los mantenimi ec.ros necesarios para la vida corporal'', Por de los nombres calendáric os que correspon den al signo del momento de su apan-
consiguien te, todo hace pensar que la palabra señala a ur;_ mismo úempo ia uni?n ción. De ese rnodo l i\.gu'.l designa los árboles y los objetos de madera, 1 Muer-
con lo d!vioo. d acceso al mundo de los dioses y ls. 'Jbicación en una red de in· te las cosas de la tierra. 1 PedernJ.1 las materia.s y los objeros minerales, 4 Caña
rercambios v ¿e dones vitales, los de los s2.cerdoces para los dioses y los de los dioses ei fuego, 7 Flor el venado. 8 Pedernal el maguey, etc. _Otros signos, una vez más la
para los hombres. 14 Al recibir el apelativo .de todos. del conjura?? r a combinac ión de un número de 1 a ~3 y de un susranuvo entre 20. marcan las fases
hlS planras. ::;. los animales, a las herr::uri1entas y a ios ins:rurnen ros que uul1za, favorables a la intervenci ón de los dioses y de esa suerte sirven para designarlo s.
pas;n ::i. configL!ra.r una colectivida d sacerdo::ai cuya pn:-senci'J. CL:f'ª identidad de Ei repertorio ofrecía en rora_] 260 denornin~clones posibles, producto de 1-a combi-
~:;;:.-- ! nación de los 13 números v los 20 nombres y cuyo conjunto constituía, como y-a
naturaleza quedan así estipulada s. De la Serna confirma esta referencia ai anúguo
hemos visto con anteriorid~d, el calendario adí,~inatorio. Lejos de ser-arbitra rias,
informa sobre los tlamacazq11e de antaño que ; 'eran divinos, segregado -s-, -··
clero cu-ando
de todos los demás hombres comunes y de ordin::uio eran hombres viejos y conoci- esas denomina ciones expresa.r1 v actualizan , por el contrario, una idea indígena del
dos por el n1echón de cabellos' 1-Ie .a.,.l¡í algo qee corrobora los nexos sugeridos ciemoo v de la presenci~ divin~. De un tiempo calculado según cómputos rituales,
1

entre el saber' 'popular·' de ios coniJ:ado fes del siglo X\·:1 y el rnedici s2cerdotal Es prad~o:~ de la~ infh.iencias del tiempo divino que hace confluir en la superficie
¡; :\, pp GO-S: y e');' PP '.G5~1CG, A ?- -s C.\'i 'p.;_>),/',_ p. G_] \'e;, ¡;·. UO: A, pp. 36. 64,
"A, pp 12S. l-15, 104, 60, 6)·64, 12!.
24.A•. p 6-,,- :'lfrm,n.;;¿¡ ':p cit .. pr 6- .,; )0: ?">'.o!lna. Vor:ab:da· 9Li-9'7', 29. 62-GG, LS, p. 2+4
, op. 26 .<.,p. LG~ v C'-X:', p_ 268; h. pp. i7G·lSG, -;-
r:o OJ /01gu2 y mexicana, l57L Mt.úc::i. Por:--C::i ¡;-~ frd. 12); Sah::i.gC.n, Historia
(if,1,p.45

89 de 162
166 LA IDOLATRÍA COLONIAL
s, el desierto, el "para 1so'' según
ficie terrestre? Teotlalpan, la Tierra de los Diose
ntos. De una presencia divina os pero tambi én el extremo del
terrestre hac·'') de fuerzas variables según los mome una versión alarconiana; To!lan, el lugar de carríz
armonizadas por los ciclos sin su profu ndida d y su inmen si·
11 en movimiento, cuyas manifestacíones sucesivas son as.<~ mund o; Teo,2t!, el océano, el agua marav illosa por
que ellas se cristalicen en indív iduali dades estere
otipad ; las comar cas lejanas donde se extravía
H En conse cuenc ia, por medio de la invoc ación la idolat ría favorece el tiempo
dad; Tlalocan, la mora da acuáti ca de Tláloc
ei tonal!i. . Otro lugar primo rdial, Chico11iozt
oc --tas Sietes Cuev as-, el que a
11 tiemp o huma no; se instala en éL Eo iones geográfic.1s, de donde había n
;¡ omni prese nte de los dioses a expensas de un veces menc ionan los informantes de las Relac
iento de las fuerza s, las atrapa en el origen. nidad pero que en los conjuros desígna de
vez de aguar dar pasiv amen te el surgim salido los difere ntes grupo s de la huma
ca su irrupción en el presente y en lo lugare s, esos territorios configuran un
Evocando el nomb re mítico de las cosas, provo un modo metafórico el interio r del cuerp o. Esos
cotidiano. Quieb ra así el carácter de estanco de
los tiemp os y se ahorra los cákulos fuego. Ur~ espacio inmediat~ y leja-
espacio-plano cuyo centro está ocupa do por el
complejos que permitían descubrir el momento
en que una fuerza -faus ta o dorné~ttco, en lo~ cuat~o nn.cones
no, presente en lo cotidiano, visible en el hogar
superficie terrestre. En cíerto modo . la idolatría causa "un espacio q~e ha?na el 1nte~1or de
nefas ta- alcan zaba la del granero o de la estera en que se duerm e, un
interés de la eficacia inmed iata y la tíernp o bajo el signo de lo 1nsta~­
corto circui to'' en los ciclos habítu ales por el nuestro cuerpo. Un espacio que se funde con ei
pued a no sólo prever sino cambiar briera e hiciera presente la rea.h-
econo mía de los medio s. Es comp rensib le que táneo y de la inrned iatez como si la idolat ría descu
prodigio, el augurio", esa os y la visualización de un espa-
el curso del porvenir, descifrando el tetzahuitl, "el dad d~ las cosas. La interpenetra.ción de los tiemp
huma na por llegar y sin emba rgo ya presente,
pront a a mani- valle de 1{éxico muestra~ dos o tres
fuerza latent e, extra cio cuatripartÍta. en los ITtulos primordiales del
o su efecto sólo se perciba con poste- es y de esas formas anngu as aun-
festarse y no obsta nte ya en acción, aun cuand generaciones después el arraigo de esas percepcion as.
30
iento de lo que ya es. pues no se despliega dad abíerr ru:ne.n te pagar~ ,
rioridad. "8 La idolatría descubre el surgim que hayan perdi do una sustancia y una finali al mism o nemp o
. nído de los conju ros se d1snn ga
en nuest ra tempo ralida d lineal Ello no impid e que el conte
vez que impele al conjurador a un rado que el de los notables de los
Mas el alcance de la idolat ría no para allí. A la porqu e éstos circulan en un medio menos acultu
comp leta del espacio. O antes bien or de la evolución global que u~­
tiemp o de los dioses, opera una transm utació n títulos y porqu e corresponden a una etapa anteri
los indios _ Un espacio doble al que ordenan !os limita cione s del tiernpo huma no y del espau o
despliega el espacio tal como es para tamos de definir. Desconociendo las
ntal. El eje vertical une dos polos. fenóm enos, plant ea la fluidez de
conjuros según un eje vertical y un plano horizo ordinario, el conjuro funda la polisemia de los
re, "el Reino de las Altu. y de las cosas. El fuego, el agua,
In Topan, In lvfict!an, "lo Alto y lo Bajo" o, si se prefie los reinos, establece la perm eabili dad de los seres
amen conocer y domin ar "lo
te les y las planta s, los sitios y los
ras, el País dC los Muer tos". ¿Saber no es precis el viento , las nubes , el sol, pero tamb ién los anima
en una serie de planos: los "Nue ve las potencias div~nas adqui eren
Alto y lo Bajo" ? Este eje se subdi vide a su vez parajes sagrados, los objetos, las enfer meda des,
las "Nue ve Regiones de los Muer tos'' ad esenc ial en el marco del uernp o y del es-
Más Allás " de dond e viene Tezcatlipoca, una esencia comú n y develan su realid
adond e envía a sus víctimas, En ese eje vertic al se manif iestan las transmutaciones
pacio que suscíta la idolatría. El conjurador descu
:1
bre en.ronces a misr:no Y a los
de la vigilia al sueño, de la vida orfosis dond e tnscns1blen1ente
esenciales, las transformaciones de estado, el paso demás un universo de cransformaciones, de metam
ad, de la sobriedad a la embri aguez . al, del reino anüna l al de las cosas o
a la muer te, de la sensib ilidad a la insen sibílid se desliza uno del reino huma no al reino veget
n. El eje es el lugar del principio los comp onent es del ser ~on
de la ilusión a lo vivido o de lo vivido a la ilusió de los dioses, del sacerdocio a la divin idad, donde
dente y desce ndent e que toman las ín- en que tres fuerza s vitales aseguran la_ vida
y del fin de las cosas, es el condu cto ascen inestables y perecederos . .11 Un universo
o, los ciclos del tiemp o. Es en fin un espacio Conc entrad as en la cabez a, el coraz ón y el hígad o, vincu-
fluencias divinas, el fuego del destin del homb re v del cuerpo.
ada y esta~le _del
sentidos por el conjurador, "no lan al homb re con el cosmos, haciendo de é41'.'la
síntesis orden
recorrido instan tánea , indife rente mente en todos e el equilibrio Y
ahora ". 29 Porqu e el eje vertical es unive rso" .02 Pero si dos de ellas !o aband onarl
, enton ces se romp
ha de ser maña na ni el dfa siguie nte sino luego de un univet'.'º
e Regio nes de los 1-fuerros'' (o el' 'No- d o la muer te. Trátas e enton ces
insep arable del plano horiz ontal, las ; 'Nuev surgen la manc ha, la enfer meda
de la Tierra, que a su vez movil idad inaud itas que barrtn
veno Mund o de los Muer tos") comu nican con el centro de una plasticidad, de una inesta bilida d y de una 1
el Oeste , el Norte , el Este y el Sur. pensa mient o occidental. al n cnn:
es puest a en relación con las cuatro direcciones, con tas categorías y las clases que distin gue el
lo recuerda un conjuro para la caza que descubren y recuerdan que el
En los cuatro extremos del plano terrestre, como el de los clérigos españoles que se asustan de lo albed río. con1
u ;\n
¿Qué encontramos en la super- confu ndírse con el del libre
del venad o, los tia/oque (nube s) sostienen el cielo. mund o de la natur aleza no debe

27 tópez Auslin (1980), l, p. 70; L::ón Portilla, Tolttcd /'Ofi. ., op. nf ..


pp. 157·161. 78, 104
30 A, pp. 62, 80, 1)9, 89. 1')3< 139, l'iO,
l, pp. 416 ..\30.
1 8 Comunicación persona ! de Moniq ue Ltgros. . 31 Sobre el nahual ismo, r·é;;se López Aus\Ín 0980),
López Ausiin
i9 ,-\, pp. 128, 63 y c.w., p. 110; A.
pp. 68, 79, 81, y c.w., p. l.)); c.w., pp. 138, 203: 12 !bid., pp. 262. 28)
(1980), 1. P- 67.

90 de 162
L\ IDOL!.T Rf.-\ CCLO:'-<L-\L 160

y "herma_r1a mayor "


es y las represe ntacion es design an potenc ias divinas. Se observ ari que "tíos"
puede hJcerlo ia Verdad con las -c¡u1'.TleL1.S. las ficcion /U parece r se opone n en el plano
cur;1nderos. Para la Iglesia por lo general suelen ocupar posiciones antitéticas.
di;Jbólícas · que el derr1onio inspita a esos misera bles no), de! númer o (plural frente a singula r) y
a rnenos que Sataná s iriter" del género (mascu lino frente a femeni
"no hav transfo rmacio nes" ,;J las fronrer as son claras, con el conjur ador que consid era a sus tlos adversarios
A.nte e.sas barrera s, ante esas distin- de las relaciones manten idas
,-enga Para altera.r el orden de la narur;ilez«. apoyo de ''su herma na mayor ''. Numer osas excepciones,
entalm ente binaria de un mundo _'v' ?ºr lo comU.n recíbe el
(Íones que derivan de una aprehe ns1ón fundam
de los seres y de las cosas que
ir1fierno, !a natura le21 a la cultura , el ser al parece r y lo hay que aceptarlo, confirm an la profun da ambiva lencia
en que e! cielo se opone al üedad de los lazos que el conju-
d pluridi n1ensi onal, versátil, puebla n la realida d indíge na tanto como la ambig
espiritu al a lo tempo ral, la ido!atrfo. exhlbe su realida en un aspect o impor tante las cosas
iones rtgidas , sin caer no obs- ~2dor puede estable cer con ellos. Sin embar go,
reversible, indifer ente a las dicoto.rnías y a las definic li decir verdad , se tiene la sensac ión de que es más allá de la
Especi ficidad que los extirpa dores convie rten en parecen más firmes. n
t:inte en et caos y· la arbitrariedad_ si no el princip io, cuando
ídad califica da pronto de ligerez a y de incons tancia. Una vez termin ología del parente sco donde hay que dcscub rír
irracionalidad. P!astic los conjur os y de que nos lo revelan las dos
menos uno de los ejes organi zadore s de
rnás la lógica de unos se consriJ¿ifa en sinrazó n de otros azqui. La primer a de ellas, cihuat l, ''rnuje r'', describe un
son las nuestra s. No palabra s cihuatl v tlamac
Las fronteras indíge nas de lo natura_\ y lo sobrco atura! no y a ''madr e". En
sólo corresp onden a umbra les distint os, sino que obran de una maner a diferen te. ~'asto campo fedien ino en que se asocia a "herm ana mayor "
esté o no acopla do en "tío(s )".
abolirlas, suelen restar perti- cambio , t!amacazqui rige un conjun to mascu lino,
Poseen una flexibi lidad y una versati lidad que, sin a divinid ades primor ·
nencia a nuestras dísrinciones y prohíb en guarda r !a idolatr
ía en el arsena l de lo re- El sólo es el único que designa el agente pero se aplica tanto
Si record amos
o a los instrum entos de la cura.
d y de un lugar di.stínto al mar- diales (el fuego) como a las nubes
ligioso, de los mitos, incluso de una suprar realida antaño exisda n ci'huat famaca zque, es decir sacerd oti-
visto, la idolatr ía define la relació n con la que junto a los tlamac azque
gen de la vida cotidia na. Como hernos n a la vez sexual -bien
y con el espacio . Pero hay otros terreno s donde arraiga s;s. se puede deduci.r que el conjur ador recurre a una divisió
produc ción, con el tiempo denom inacio nes y orde~
!a, Por mucho s concep - señalad a por c:l;ua ti- y sacerd otal para distrib uir estas
en el espesor de la existencía, sin limitar se por ello a reílejar veces no compr endem os, hay colores
la medid a en que rebosa narlas. Agregu emos que, por razones que a
tos el lengua je de la idolatr ía es un lengua je social
en
de parent esco y las relacio nes de clase asociados a cada términ o.
de fórmul as donde se expres an las relaciones el mundo revelado por la
des indíge nas. Para ser más exacto s, digam os que Pero, a fin de cuenta s, ¿no sería banal conciu ir que
que predom inaban en las socieda de la socied ad y la sociabili-
transm itían. En las socieda - idolau la colonia l se ordena según criterios que eran los
explota· sobre todo la defere ncia y eJ respeto que éstas ía es ins~para~ie de una_tr ama
en nuestr o mundo antig uo- dad antigu as? Banal IesUlta observar que la ídolatr
des de antes de la Conqu ista -com o por !o demás esfera e.xterio r. constit uye una maner a de·exp re-
ancia extrem a. De ese modo, socia! y que, lejos de ocupar una
esas manifestaciones estaba n revestidas de una irnporr ntar las relacio nes sociale s. Sería olvidar demas iado
ada en su pleno sentido de vasallo, encont ramos sar, de inform ar y de represe
ar1te la palabr a macehual emple que la idolatr ía coloni al
de antaño -tecuh tli, pt!li, pronto un siglo de presen cia europe a. ~~í se compr ueba
vocablos que design an a los nobles y a los podero sos por ia domin ación españo la y el cris-
a los animal es, a la.s planta s, e evoca modelo s ernine nreme nte in1pug oados
tlayop illi- y que se aplican ranro a los dioses corno de las noblez as y de los títulos indíge nas, de las
Esta termin ología permit e, entre tianism o, trátese de las jerarqu ías,
incluso al mismo que pronun cia la ÍnYoca-::ión, de las relacio nes de parente sco. Las noblez as están
te frente al curand ero o a los instrum entos referencias sacerdotales o incluso
otras cosas, definir la relación del pacien legitim aban la deferen cia y el
de una maner a inciisc utible la depend encia y la jerar- en crisis, privad as del prestig io y de la autorid ad que
de la curación especificando nt) es elímin a~o muy i:r~nto
nes. Así. el conjur ador conmi na al o!oliuh qui, un fuerte aluci- respeto que se les conced ía. El título de señor (t/atoa
quía de las posicio maner a progre siva. Prohíb 1dos
"traba jará a su servicio y por la Coron a, el de tecuhtii (jefe) cae en desuso de
nógeno , a "conso lar a su vasallo' quien en cambio recido en su forma antigu a. lapa-
barrerá por él'', ' 4 y perseg uidos, los cleros indíge nas han desapa
servídores indíge nas de los
vocabu lario del parent esco labra tfamacazque incluso ha llegado a design ar a los
Desvia do tambié n de su uso común y corrien te, el ncia en ta unidad conyug al
acritud es de reÍeren cia eoue los seres y las cosas evoca- españoles. La familia cristiana se extiend e con su insiste
sirve para señalar distanc ias. por alianza . la íguald ad enrre
la
res, permit e al conjur ador y ~l matrim or.Jo nuclea r, ta fijación del parente sco
dos por los conjur os. Como !as listas de tí-culos anterio y los imped imento s canónicos suelen
que ocupa, así se presen te como hijos menor es y mayores. La monog amia
instaur ar un orden flexible y precisar la caregorfa.
de io que invoca , en tanto que los vo~
hijo, como sobrin o o como herma no mayor 3'.\ ;.., pp. 83. 86, 77-78. 120, 93·99. 1 -1, t28_ 82, 3'.l-_Pt:d
7 ro Carrasco, "Sobre algunos términos de
"mi madre ., (nonan ) o "mi padre, mi madre " (nota, , VL 1966, pp. 149· 166; Brant &.trdner .
cabios "mi padre" (nota), parentes co en el náhuatl clásico" , Est;;d10s J¿· cuit11u
n!;huatl
a! and Semanti c Analysis of CLl.SsioJ Nahuatl Kinship Termino logy'', ibid., XV, 1982.
'·A_ S1:ruaur
33 A. pp 52. 55
pp. 89-124
3~ A, pp. 94. 96. l l·Í. 172, 10), 89.

91 de 162
LA IDOLATRÍA COLONIAL li 1
LA lDOLATRÍA COLO~'L\L
170
sentido. Sin embargo, a
t~ con la :iuda de un ñoles y para los nahuas la 1nisma resonancia y el mismo
menguar el papel de los tíos que antes se casaban frecuentemen pesar de su opacidad, captamos que el deseo ardiente y la codicia puede n encerrar
s ... lo que no quier~ dec1r que haya
herma no y por tanto madre de sus sobrino una fuerte carga de agresividad destructiva, un poco a la inaner a del mal de ojo, si
a sino más sencill amente que la idolatr ía aparece
sido eliminada la sociedad antigu la intens idad del deseo provoc a una liberación de
s y de los código s que las recordamos que para los nahuas
como una especie de conservador de las relaciones sociale energías y de fuerzas nefastas. Por otra parte, la aflicció
n al parecer corresponde
o entre lo que evoca y la
conformaban y que se abre un hiato cada vez más marcad entre ellos a una mezcla de frustración material y de sufrim
iento físico. Una antro-
6
sociedad transforn1ada del siglo xvu. ' demos traría que la ídolatría hace in-
que hemos subrayado pología de los sentimientos y de las pasiones
Por lo demás, hay en los conjuros un aspecto pragmático tervenir estados afectivos y reaccio nes psicoló gicas que son elemen to ordinario de
es y que tambié n ha hecho de ellos modelo s de conducta por divino cuando
en reiteradas ocasion la existencia indígena, aunqu e tambié n pueda proyec tarlos en lo
. Ya se ha se.ñalado la
observar, pasos por seguir y .sentimientos por experimentar esa práctica explica una desgracia insondable media nte la
cólera de un dios. Pero la
de las rc~~o~ne: que
importancia concedida a la deferencia, al respeto en el seno idolatría tambié n contribuye de un modo importante a organi zar y a dar coheren-
la marca de una expr~s:on 1nd1gen_a
entabla el conjurador. Indiscutiblemente es ésa cia~ la vivencia emocional del individuo. Explic
a los perjuic ios que lo amena zan,
sin embar go no puede n dIS1mul~ la d~­
de la sociabilidad y de un formalismo que la cólera, el odio, la burla, la codicia; consid era la perturb acíón que provoc an; de-
cidas. Alguno s conjur os estalla n con una violencia De
versidad de las relaciones estable fine y comenta los estados por los que pasa la víctim a. Es más, operan do lo que
Otros explotan una
brutal que en ocasíones se confunde con la agresión sexual. la Serna llama ''el truequ e de las pasion es'', 18 la .idolatría los manip ula y los inter"
seguro s. ¿Acaso no se
seducción que abre ca1ninos más apacibles pero no menos preta. En fin, la idolatría propone respuestas que van de
la seducción a ta violencia
os de sus esposas par~ atraer y
limitan el cazador 0 el pescador a alabar los encant sexual o a la destrucción y que deben restablecer la alegría , la tranqu ilidad, el
cia tambíé n asoma el deseo de ale¡ar al ad-
seducir mejor a sus presas? Con frecuen reposo. Vale decir que -a través de su lengua je, sus tramas y sus prácti cas- la
enfren tamien to violen to, arrastr ándolo hacia ''allí
versario sín provoc ar ningún uració n emocio nal de lo vivido, así corresponda éste a
" o pidién dole que idolatría orienta la estruct
donde hav muchas cosas agradables y abundancia de bienes la experiencia que el sujeto hace de sí mismo o a los contex
tos y a las situaciones a los
stación , el recuerd o de la ta~e~ por
se cscond~ para evitar la destrucción. La amone que se enfrenta. La idolatría se arraiga en un terreno psíquic o y afectiv o al que mo-
exigen de los. instru: nentos u~a eficaci a infa-
cumplir inspiran otras fórmulas que dela al mismo tiempo que lo expresa. Dice qué sentim ientos tener, enunci a los esta-
nza, a la falta, a .la 1nfracc 1ó~ no de¡an de e:ocar l~ la caza
lible y las alusíones a la vergüe dos por los cuales atravesar en contex tos tan comun es como la enferm edad,
nuehu~t!ahto!l t. P?r. s1
ética y !os lineamientos de conducta que declinaban los - o la pesca con red. De ese modo, más que media nte el recuerd o de los "mito s" y
ía se adhier e a la cot1d1a
fuera necesario, esas fórmulas confirman que la idolatr un arraigo, una viscosi-
y dictand o manera s de actuar Y de el eco social de las metáforas, es como sin duda adquiere
neidad indígena, a la vida ordinaria expresando dad que casi la protegen del tiempo. La idolatría no es sólo la actualización de nor-
explotando los estados
conducirse. Pero ta.inbién sabe enunciar maneras de ser, s cosmog ónicos'. el espacio, el
aflicció n y la inquie tud son los resortes familiares Y mas, de categorías, de representaciones, de modelo
afectivos. La cólera, la furia, la tiempo. . Tambi én sabe amoldarse a las incerti dumbr es del componarniento hu·
cólera y el odio de una
poderosos de los guíones desarrollados por los conjuros. La actos, sensac iones y sentim íentos, proponiendo e
d~clarada de una des~ mano conjugando y articul ando
divinidad, de una planta alucinógena puede n ser la fu~nte incluso impon iendo maneras de sentir y de actuar, Ocioso
es decir en fin que bajo
bru¡o [~u_1en ) desea (.: .] as1
gracia o de una enfermedad. Pero es tambié n "el las conductas y las pasiones la idolatría actualiza y desarro lla proble mática s incons-
ta, .. " El deseo, !a cod1cta hacen surgir otras
provoca ira. así indign a, así inquie cientes y que por sí solas las imágenes de la mujerJ _de la madre que explot a 1nere-
por desbar atar o por rehuir .'' . . . .
tantas amenazas por evitar, en la di- cerían ser objeto de un arnplio estudio . '
los 1nd1os concib
\'arios registros se confun den aquí: la manera en que El conjuro es el nexo entre las fuerzas, los seres y las cosas;
verbaliza y pone en
que les dan Yel papel
námica de los estados emocionales, la tonalidad específica práctica otro de los ejes principales de la idolatr ía: la depend encia absoluta de tas
lo olvida mos- los se~tim ientos y las pasi~nes,
que les atribuyen, pues -a veces personas y del mundo . Contrariamen te a la predica ción cristian a que desde el siglo
de expres ión son p~od~c oones c.u!t~rales al mismo Dios y ante
su representación y su modo X\1 trataba de explicar el libre arbitrio y la respon sabilid ad person al ante
catego rías y los concep tos. Por cons1g u1ente es d1f1~il expresarl_os en por el discur-
nivel que las molestarse
les es propia en el unrverso los hombr es, los eslabones de la idolatría se emple an, sin
nuestro lenguaje sin traicionar la especificidad que so, para vincular de manera inextricable a los individuos
entre sí y a los hombres
te tienen para nosotro s, para los espa-
indígena. La cólera, el odio no necesariamen con las fuerzas cósmicas. Así lo revela en particu lar la amena za de la manch a que
17.~- 15 7
)6 A, pp. 87, 102, 138, 169, l'i9, 170, 171, l)<Í.
179, 1)4. 83; u'ílcra, (l/1T1.u'/i: pp. 79. 93~ fan;t.
l71.s, p. 269; A, pp. ')0, 9)-96, 60, 72. \OO. 101. _;g LS, p. 269.
thhuúli : p. 77: codicia: p. 68.

92 de 162
17 .'\

J.d, de bJ.sura. La desvis clón de un o que vinier a a prolo ngar o a am-


cubre en náhua tl la idea de po!vo, de Sdced por cor.siguícnce no tic-ne n::ida de un supie rncnr
o la unida d domé srica o la de todo el grupo . tía ritual a las manif estaci ones más diversas
solo indivi duo puede poner en peligr plificar lz.. realid ad o J. agreg ar su garan
ones ilícita s proye ctan su ma...r1cha, su o que coníu ga la repres entaci ón de
El homb re o !a mujer que manti enen reb.ci de k, 3_ctivtcLtd huma na. Es much o mis, pucsr
''sucle d;id'' sobre su entor no, ei . !;1 esposa emba razad a, los hijos, los ani- de b. realid:1d as'i concebidJ.. Es a ta vez un proce
dimie nto
lo real y 1-J.
inal son enton ces incalc ulable s. Gon- oáa, b. interp retaci ón, el
n-u!es y las planra s. Las manifesracionc-~ dcJ
la n]em
intele ctuJ! en el sentid o de que pone en juego
crucia l de la idea de depen den- un s::ber que sirve para conce bir
z·1/o Aguirre Beltrán ha subra yad e la impor :aocia
descifrar:1:enro. ia pc,,·is!ón. Por ello ruismo
es
edade s.!" Sin duda sería conve niente hacer la poder , las relacio nes domés ticas y ta sociab ilidad .
ci;i en la etiología nahua de las enferm e) cuerp o. el tiemp o, el espacio, d
del murid o que los rodea y de la de códig os, una gramá tica cultur al
extensiva a la perce pción que los indios tienen De una inane ra más gener al, es un conju nto
de interc ambio s o de conflictos entre conci ben y percib en los indíge nas.
cual lY::i.cen un entrel azami ento de influe ncias, que organiz:c cod:i relaci ón con la realtd ad que
poten cias divina s anótú rnas (T/.-z;:;,'!l, la Pcrson J.: A-fah1úztli', ~o lviaravilioso, lo Te- re rarnb ién la exjJresión y_la explo~
En conse cuenc ia es lógico que ia idolat ría asegu
das (la Tierra , el Agua, el Fuego ), de la poses ividad , del odio, de la
inible) o identi ficabl es pero nunca perso naliza !:n:ión de los t'St17dos e1nocionales _ que hable
Un entrel azam iento dernr o del cual o, ele la cruen ta agresi vldad ,
entre brujos . curan deros , parlenccs o vecinos. frustr ación , de la angus tia, del miedo pánic
iduo difíci lment e tienen peso algu. én unaprá:;tt'ca, un repert orio
la iniciativa perso nal y ei libre- arbitr io del indiv la idolat ría no sería todo ello sl no Íuera tambi
eman a de las divini dades . de los demo - que busca n desviar o transf ormar
no ante el origen exteri or de un m2J que de acciones, de conducu_s, induso de artim añas
sfecho dei otro, de la malig nidad hacia la eficacia, hacia la
nios de los bosqu es, de las nubes , del deseo insati b realid ad percib ida de ese modo : una prácti ca orien tada
de un tercer o o iricluso de la pérdi da del ton.1/!
t-. L:i idea (cristi ana) de pecad o, de L.i. muert e, la curac ión, la fonun a;
obten ción de result ados tangib les e inmed iatos:
z puest o que supon e una auton omía comb inacio nes puest as en juego
rnanc ha n1oral del ser carece aquí de valíde ur:a práctica caps.z de arHicip:.u el porv,enir según
Lo mismo ocurre con las activi da- desco nocer que 1a idolat ría pasa por
de la perso na que no se percib e como penin enre. y signos invent:J.Iiados. Tamp oco podrí amos
que de sí mism o, el indiv iduo depen de de el curan dero, de! alumb ramie nto
des más cornu nes en que, much o miis técnicas diversas, las de la cur::i pr1cricad2 por
se tome en cuent a un haz de fuerzas_ cazad or, del pesca dor o del agri-
Ja puest a en práctí ca de un conju :o, de gue pero tarnbi én de los aderna.ncs (y de los gritos ) del
sLn ta cual toda acción estarí a desti- ntario que, al mism o tiemp o
de una puesr a en situacióri espacial y tempo ral cultor , del calder ero. El conju ro enunc ia un come
ar i-a no ident idad del tlan;acazqu:·, el su desarr ollo, detall a su progr esión
nada_ al fracaso, A él le toca enron ces adop: que hace explíc ita la acción empr endid a, prevé
denom inacio nes que le garan tizan ser fuerte a convertirse en un:i espec ie de instru c-
adoro-o de Un tfrtilo , el rosario de las- y sus insr:rumef'.tOs, En ocasiones, al grado de
condi cíón de dejar de ser sólo él mism o las flecha s. la de los lazos y de lis tramp as en
tivo. La prepa ración de los arcos y dt
el indivi duo y el grupo la garan tía de ia presa, la colocación de las redes
En esas redes densas y homogéne-a.s encue ntran la caza del venad o, la espera y b. localización
de mane ra parad ójica sólo se ven reafir- y las ,;.ves, corres ponde n a etapa s dis-
de su cohes ión, de su interd epend encia que y de las nasas con las que se coger án ios peces
ctos, Todo se desa.r roJla y debe desarr ollars e dentr o os_ A menu do, lo que rios enseñ an
madas por las crisis y los confli tintas y sucesivas de l:i recitación de los conjur
zos. Explo rando la realid ad de las sobre todo confir ma la dificu ltad
del marco de la vecin dad hast2 con los hechi sobre fas técnicas indíge nas result a preoo so. pero
nefast as, el curan dero asum e enton ces magia y proce dLmie nto mater ial.
cosas, leyen do el juego de las depen denci as de prei:er:der hacet un2 distin ción entre ri[o.
ecer y de escru[ ar el camp o de panop lia de objeto s con frecue ncia
un papel irrem plaza ble. Maestro en el a::-ce de esrabl La idolat ría, pues. tarnbi én es una especie de
ficaci ones plaus ibles, el curan dero in- s de maíz y de copal , lancer as para
los posib les para dar deduc cione s e lden:i
gastad os y banales_ jicaras Benas de agua, grano
todos los medio s cue le ofrece n la para pesc:lr, redes, nasas, ~cos.
terpre ta las relaci ones sociales Yaliéndo5e de sangrar: vencosas y plan~as para el curan dero,
cañas
basán dose eri su con~cimiento íntim o Lie1npo que útiles..c;uya invoc a.
idolatría, sus redes, sus técnicas, sus rranJis. v hach2-S. flechas, horno s, objeto s rüualc s- al mism o
del medío . Al hacerl o, el curan dero se mue~t
ra como agent e de un domi nio espo- furos son objeto s iríSéparables de una
ción guía su emple o y garan tiza su eficacia.
grupo , del vecin dario o de la gente de sobre el suelo, ei arroja r los grano s
rádico pero preciso sobre los miem bros del gesriculación que vincula los círculos trazad os
pa.ra orien[ ar y explo tar las tensio nes que sacu· al azar de ricmos -a menu do cua-
la casa, pues dispo ne de los rnedios de rr.alz, la fricción de los miem bros enferr nos
del mal, transf orman do una sospecha
den el ~ntorno ponie ndo un ~omb:-e al auror terna rios- que divide n la sucesi ón de los actos y de los movim ientos del actor.
en certidumbre, desarrollando UílJ exD!icación. - intele ctual, de una exper iencia
10
Como deriva ~.¡_J mism o tiemp o de una opera ción
de palabr as y de objeto s, la idolau ía ría no tiene -com o el cristi anism o-
Haz de creencias, de práctic2s. de ad.emanes, a.fectiv.a :• de unJ. realización mareriaL la idolat
o de legiríma.rse, le basta con existir. A
por qué '·expl icarse '·. Lejos de ser legitim ada
consti tuye su realid ad objeti va; es ta
YJ Aguirr t Beltrán (1973), p 42. ojos de los indios es del orderi de lo evide nte,
resuk a tanto más plaus ible e indis-
¡Q A. P- 122; Ll, p 264 , matri z que constr uye esa realid ad. El produ cto

93 de 162
L:\ IDOLA.TRÍA COLONIA L 17)
LA IDOLATRÍ A COL0~1AL

de Ja
con. por la idolatría gracias a algunas metáforas creadas a voluntad. Lo precario
cutible cuanto que corresponde a la experiencia individual y colectiva, que se y los n1ales que azotan a los seres y los grupos sólo fueron
con las exigencia s de !a vida material existencia, los temores
funde con la representación del cuerpo socia!, eco·
al de agravados por la dominación colonial. En cuanto a la incidencia de la nueva
y los ímperativos de la producción y de la reproducción. El examen superfici el cultivo de la caña de
demostra do en un campo específico de qué manera la idolatría nomía colonial, ésta es aún marginal o íodirecta, aunque
los conjuros ha ), con sus esclavos negros y mulatos,
azúcar con sus grandes molinos (los trapiches
puede fundir en un todo coherente esquemas cognoscitivos, referencias sociales, de
Esta se haya difundid o mucho en Morelos, aunque el ca1níno a Acapu!co se anime
arraigo afectivo y ernocional, realización de las tareas más triviales y eficacia. paso de las mercader ías que transítan del Pacífico hacia !a
imponga por sí misma sin que nunca sea plan. manera períódíca al
capacidad explica que la idolatría se
sea capital de la Nueva España.
teado el problem a de la creencia en tanto es un acto de fe, que probable mente la
más del cristianis mo de los evangeliz adores. La idolatría no El cambio está en otra parte: en las grietas abiertas por la Conquista y en
lo que quizás la separa y educativo de los tie1npos antiguos que asegu-
de dependen cias, de desaparición del aparato sacerdota l
necesita adhesión personal, está inserta en una red fluida
raba la difusión, la interiorización y la reproducción de una parte de los saberes
dones y de sacerdocios rnultiplicados al infinito. que
índígenas. El fenómen o no sólo afectó a los híjos de la nobleza si se piensa
Existe por tanto una realidad autóctona, es decir un campo indígena de los po- iamente a los
escuelas más modestas, los telpochca/!i, recibían tarnbién y obligator
sibles y de lo verosímil, que responde a contingencias exístenciales -la supervi. o que, en
hijos de los macehuales. Poniéndonos en el mejor de los casos, apostand
vencia del individuo y del grupo- y se funda en un enfoque específico del espacio algunos ancianos . siguieron
y las las primeras décadas, sacerdotes clandestínos y luego
y del tiempo, de la persona humana y de lo divino, de los lazos entre los seres s
ción de lo real garantizando una apariencia de formación, el secreto al que estaban obligado
cosas. Una realidad construida según una percepción y una interpreta dejar de opacar su influenci a. A diferenci a del tla1nacaz qui
clero católico. La idolatría expresarí a hacfa un siglo no podía
que no es la nuestra, co1no tampoco lo era del
que antaño enseñaba al pie del santuario ; el curandero parece un ser más aislado.
11
con lo que ésta supone de explícito y de implícito ,
!a realidad de los indios nahuas,
te y de inconscíe nte, de vcrbaliza ble y de indecible . Pensemo s a ese res- acorralado en la discreción, en la posición variable, a veces precaria, cuyas marcas
de conscien el
distintivas son más personales que sociales. En general, se tiene la sensación de que
pecto en los principios mudos, en los hábitos interiorizados que organizan la repre· to!li es lo que legitin1a en lo sucesivo la posicíón del curander o
empleo del nahualla
sentación del espacio en las "pintura s" antiguas o en los dibujos de los Títulos to, su jerarquía o su pertenen cía a un medio sacerdota l. lJn
y ya no su nacimien
pn·mordiales, o íncluso en las presiones secretas que en esos mísmos títulos siguen
poder suspendi do de un saber de palabras,
produciendo en el siglo xvn un tiempo de dominante cíclica.
Como va hemos dicho, de ello no debe concluirse que la gente popular de antes
s
de la Co~quista sólo sabía lo que buename nte querían enseñarle los sacerdote
indígenas. Es muy probable que en aquel tiempo también haya existido un saber
L1\ !DOL\TRL\ i\!PCG>;,\D :\
con·
"popula r", colectivo. Pero parece ser que estuvo suficientemente integrado al
siglo
Los análisis anteriores son engañosos. Ellos corren el riesgo de sugerir que un junto de los conocimientos detentados por el grupo para tener que evocar la auto·
habría a iterado
de dominacíón española, de epidemias y de cristianiz ación apenas ridad de los sacerdotes tla111acazque y definirse en relación con ella. De ese modo
el orden de las cosas. Si !a comodidad de la exposición reclamara que se suprimie
ra liga~
interpretamos las alusiones de los conjuros a las ''pintura s'' o a esos ministros
casi toda alusión al mundo colonial, no podría arrastrarn os, siguiend o los que vivían rodeados de la considera ción del grupo Y
de ella dos a los santuarios locales y
a-
pasos de otros investigadores, a fantasear un inundo indígena inmóvil y n1ilagros mantenid os por él. Es compren sible qi:e, desde fSta perspecti va, la idolatría haya
cambio, cabe pregunta rse o
mente preservado de los ataques de la aculturac ión. En podido tanto sufrir un indiscutible debilitamienrCf institucional como un progresiv
realí·'
con toda razón de qué manera puede aún la idolatría explicar globalmente la desdibujamiento de las referencias que proponía .
su ordenam iento. Habrá Y
dad, cuando tantos elemento s nuevos han perturba do La misma distancia v misma diferencia están abiertas entre el presente co!oniai
ve
que cuidarse igual del exceso contrario que en !a idolatría del siglo xv11 acaso no las referenci as suscítad'as por la idolatría. Por ejemplo, las metáfora s evocan de un
de ''extravío s del espíritu'' s'',
más que una amalgama de' 'supersticiones'', una mezcla modo sistemático los glifos y las imágenes de los dioses figurados en las ''pintura
a ley
o de "vicios del paganism o". La ido latría perdura no por ninguna misterios pero con mayor frecuencia aún esculpidos en las paredes de santuarío s en adelante
función cognosci tiva, social -.e!
de la inercia. sino antes que nada porque conserva una desaparecidos. Los colores con que el uso esmalta la mayoría de los conjuros.
es
y material en los campos de Guerrero y de l\1orelos que recorremos. Las necesidad amarillo, el rojo, el blanco y el negro, e-l azul verdoso - remiten no sólo a las'
o desde la
del grupo doméstico y de su reproducción difícilmente han cambiad
Conquista. El hábitat, las técnicas, el trabajo de la tierra con frecuenc ia han evolu-
da" {\ Durán. l-hstoni , o/J. áf __ 1, J?- 79
cionado poco y la lntroducción del ganado, como hemos visto, fue "registra

94 de 162
LA IDOLA.TRL~. COLO:..:lA.L LA !DOL/I. TRÍA COLO>ILA._L

turas" sino tarnbién a las esre!as y a los muros pintados que !os indígenas tenfan sión del poder. Sin embargo, hay que tener cuidado de consíderar este campo
constantemente ante los ojos antes de que fueran desrn.i:idos. "material" (aunque ¿en realidad !o es?) como el simple refugio de una idolatría
La represiQn de las desviaciones ta.n1bién se modificó o mejor dicho se desorgani- desprovista de sus formas más' 'nobles'', lo que equivaldría a introducif una escala
zó. Las normas dominantes. por una parte. son en lo sucesivo las de la Iglesia y de de valores carente de sentido puesto que, por el contrario, se rrara de un estrato
J:::¡ justicia del rey: por la otra, la justicia indígen:i ha perdido una gran parte de su tan esencial como las manifestaciones complejas ---o más que ellas~- que por lo
competencia en beneficio de las .iurisdícciones españolas. De ello se desprende, común llaman la atención.
por ejemp!o, que. privado de sus prolongaciones tradicionales (los ritos de con- Ello no impide que la pérdida de ciertos marcos y de ciertos compo:".er:tes de l:i
fesión, los castigos corporales. .), e! levantamiento de la mancha en adelante se idolatría antigua, atemperada con el mantenimiento de un sustrato n1ayoritaria-
vincule 1nucho rná.s a sus repercusiones materiales que a la persecución y a la san- mente doméstico, no haya quedado sin efecto. _A.ntes que nada a través del debili-
ción del que se desvía: la impU!.fZa se elúnina de manera ritual, de ser necesario tamiento de !os saberes y de las prácticas. La representación indígena de la realidad
incurriendo en otra, mientras qúe al autor del mal curiosamente se le desconoce, 41 que resalta del examen de la idolatría no tiene por qué ser legitünada ni explicita-
No es imposible que esra desviación esté vinculada a una creciente confusión de los da. Los indios del pueblo buscan en ella los medios de una acción eficaz sobre los
papeles. Confinadas en la misma clandestinidad, esferas antaño distinras, incluso seres y las cosas, no una especulación que había sído auibuto de !os sacerdotes, de
en competencia, tal vez coincidan, por leer los signos, curar o provocar !as enfer- las' 'pinturas'' y de los cantos. i\J conjurador le basta con poner en práctica la red
medades, excitar o calmar los deseos los misrnos indios. de relaciones y de combinaciones exigida.s por el fin que se ha propuesto. Lo que
Es cíerto que. a princípios del sígio X\'¡¡, no rodo ha desaparecido. Cíerto es no obsta para que la inteligencia de los conjuros reclame el mantenimiento de ese
cambién que tas danzas indígenas todavía pueden inspirarse en las liturgias an- saber y en gran parte parezca haber menguado con la desaparición de los cleros tra-
üguas o repetidas. que aún se conservan algunas pinturas y sobre rodo, de una dicionales. Sabido es que en el síglo X\11 el conjurador no aprende' 'pabbras divi-
manera general se olvida, que los obje[OS de lo cotidiano subsisten por doquiera. nas'', que su aprendizaje en cambio parece de los más sumarios. Los tescimonios
Huelga decir que su aparente insignificancia los protegió de las destrucciones de concuerdan en descríbir una enseñanza simplificada por !a inculcación rápida de
la cristianízación tanto como, posteriormente, de la curíosidad de los arqueólogos prácticas buenas para todo y de fórmulas polivalentes "para toda clase de dificu!·
y- de los historiadores. muy poco interesad.os en interrogar estos testigos obstina+ rades" _ Según Ruiz de },Jarcón, las invocaciones que sirven para localizar y para
damente presentes del antiguo inundo. Ello e;,,.-plica que la idolatría haya resistido recuperar el tonal!i exuaviado con frecuencia han perdido parte de su sentido a los
mejor en el marco doméstico donde logra conservar un constante asimiento al en- propios ojos de los indios. Es el mismo olvido de los antiguos cómputos. cuya impor-
torno inmediato, vale decir a !o esencial de su plausibilidad. Aiientras que los ca- tancia no nos hemos cansado de recordar: "Ni hay ya indios que enciendan [su
lendar!os esculpidos, los 'ídolos'' fueron rotos y los templos desmantelados, estos cómputo ceremonia.!] ni saben cuándo entra o sale el año. Sólo les ha quedado la
objetos anodinos, recipientes de barro, jícaras. es[eras, piedras del hogar, cuchiUos memoria de lo que en aquellos días hacían. Obran hoy cuando pueden v no cuando
de obsidiana, incensarios. bordados de los huipites, baratijas y juguetes de niño quieren y así obran afuera del tiempo de sus ceremonias.' ' 44 Como en ios títulos,
continúan aportando su soporte discreto y or.,nipresente a la idolatría. Se trata de anres que una representación explícita, dominad:'. y precisa del tiempo, es una ma-
un sopone materia.!, cécnico, funcional diríamos nosotros, y de mucho más todavía, nera de percibirlo, un modo de sentir lo que continúa garantizando su especificídad.
en la medida en que la forma de esos objetos, los colores con que están píntados, El naufragio de las instituciones antiguas con toda evidencia es inseparable de
los ademanes que los rodean, la orientación que se les imprime, ocultan un senti- los estragos del olvido. Y. sin duda, por encima de la evolución de la memoria
do, una capacidad de evocación inseparables del uso material que se les da. Todo de los notables sería conveniente esautar el devenir de la mernorü;. doméstica,
aquí, sin excepción alguna, es significante. La rotura de una cerámica, el crujido diezmada continuamente por la enfermedad, extinguida con la des:ipariciÓn del
de una viga, las cenizas del hogar son otros tan ros signos por descifrar que vincubn grupo o dislocada en la muerte de las generaciones o el desmoronamiento de
la casa con el universo del cosmos.~' El maíz y el pulque son alimentos equiparables los lazos fa.miliares. Faltan los documentos. Pero tal vez nos expliquemos mejor los
casi a una parcela de la potencia divina. 1ndiscuriblemente a esta inmediatez ma- papeles de los "paquetes" domésticos, de las reliquias disimuladas en las casas
reíial, a esta especie de ''inmanencia de lo divino'' debe la idolatría el haber ma.n· que aseguran una apariencia de continuidad, pero cuya composición y cuyo origen
tenido su arraigo y dominado largo tiempo su deriva, a pesar de la desaparición de somos incapaces de expiicar con igual frecuencia.
las instancias normativas y políticas que la identificaban con el lenguaje y la expre- Con el saber y la práctica debilitados, la idolatría en consecuencia nada tiene de
~1 A, p. 11).
41 Ls, pp. 217,z1s 44LS.p.14:.

95 de 162
1
LA lDOLATRL\ COLO'N:lAL 170
LA íDOLATRÍA COLONL\L
ndernos de que !as nociones
medid a en que se halla cada con posterioridad. Por consiguiente, no debemos sorpre
una construcción inerte e intangible. Es frágil en la clave de pecado y de n1ás allá con frecuencia sean objeto
de interpretaciones y de 1na-
sociales de los que ::ra ex-
vez más separada de los entornos religiosos, culturales, lentendidos que la.s privan de su sentido origln< J. 1\sí como difícilrnente se com-
estructuras.que g~ant~z_aban
presión y, por consiguiente, en que una parte d~ las prende el dominio exclusivo que el cristian is1no preten de reservar para sí. Sin duda,
Es frágil porqu e sus axiomas 1mphc1tos y orr.1 parte. A saber en l<E
su actualidad se desintegra o desaparece. !a amenaza cristiana se sit<1a de maner a más inn1ed íata en
los tiemp os, la perme abilid ad y la de- en las poblaciones indígenas,
subvacentes ~la fluidez de los espaci os y de
disparidades de asimilación y de actirud que suscita
cada vez menos en la memoria las vacilaciones y las contra ·
pendencia de los seres y de las cosas - se alime ntan en el consenso y en el conttJiuu1n que resque braja, en
. A este respecto, la le~tura que aceptan aband onar
oral, lirúrgica, iconográfica, incluso cir1estésica de antaño dicciones que engendra. Pensamos en esos conjur adores
ería un error ~\ confundir las indios que denun cian
de los conjuros puede resultar engañosa. Se comet sus prácticas para ,volver a ellas con poster iorida d, en esos
design an y co~ las prácucas.que al pare- s que siguen los consejos de un
palabras con las operaciones mentaies que. otras a la justicía eclesiástica, en esos pueblos entero
s de los extirp adores del siglo xvn permi ten suponer ta de las aurori<lades ecle-
cer domin an. Las observacione curandero antes de adherirse a la opinión del todo opues
la idol~uí_a corre el riesgo ~e
que la brecha ya se había abíeno . En cons~cuencia, siásticas. Estas dilaciones y cambios contribuyen en el propio seno de las sociedades
constituirse e~ una retah1la
dejar de ser una memoria semántica organizada p~ra indias a poner en tela de íuicio y mínar en n1úlrip
lcs terren os !a influencia de la
ad que transmite, de manera
de fórmulas aisladas, esotéricas por buceas, y la realid idolatría. · 5
1
. en esos principios del siglo
progresiva, el de agrietarse y dísiparsc.
algun a las consec uenc1a .s Un adversario no menos serio acecha la idolatría
Detrás de los golpes anteriores se leen sin dificu ltad
XYll. De maner a paradójica, lo debe al
propio éxito de los curanderos que acrecien-
Reprll nicndo las forma s más eviden tes de los espectacular para dos clases de
v los límites de la evangelización. tan sus clientelas. La evolución es particub.rn1cnte
un golpe severo al monopo- ". 11uy pronto tuvieron.
~ultos autóctonos, la Iglesia asestó. coino hemos visto, especialistas, los adivinos y los "conjur;;:dor cs de nubes
que ejercía; mas sujetán- no indíg_enas pero rnuy
lio de la idolatría, a la do1ninación simbólica indiscutible que respo8der a una dema nda que e1nan aba de n1edio s
otes, olvida ba que debía habérselas dos. lJn cónyuge o un vecino
dose en los ídolos, los ritos y los antiguos sacerd convencidos de la eficacía de los procedimientos utiliza
sino con un tejido extrao rdinariam~nte denso las de la comarca, los va-
no sólo con creencias y con prácticas, mestizos, los rnayordomos de las explotaciones españo
es. Dicho lo cual, el cristia nismo es tamb1~n y desde an en los ingeníos, los españoles Je
de relaciones y de combinacion
fuere la calidad de su queros mulatos, los esclavos negros que trabaj
hace un siglo sinónimo de los indios cristianizados,
sea cual es nutren las filas de una clientela dispar que
nos hasta los fieles los pueblos grandes y de las ciudad
adoctrinamiento. Desde los ; 'pinto res'' que crean
glifos cristia como en otras latitud es, la curaci ón, la fortuna, la lec-
catolic ismo en las busca, en la Nueva España
de las remotas ''visítas' ', hemos visto la impor tancia que tuvo el os, los éxitos en e! rlmor. La
sivo en la me- tura del porvenir, el dominio de los azares climatológic
celebraciones públicas, en el espacio del puebl o y de un modo progre a interesada sólo en la redi-
de los Títulos aparición y luego el desarrollo de una deman da extern
r parcia lment e la compo sición como indife rente ante el conjunro
moria comunitaria, al grado de inspira tuabilidad, !a eficacia inmediata y tan ignorante
ari~aron ~on ritos Ylitur-
primordiales. Al correr de las décadas. los indios ~e famíli hace interv enir la idolatría, tienen un
~n tiemp o de exp~­ de los supuestos, de los por1nenores que
~a ello volve remos - cuyas v1rrud es tuv1er ''segu nda carrer a'', al mismo tiemp o que alteran
gias, con imágenes efecto imprevisto: le abren una
en su senud o. En esas condi- sólo a una diversificación <le
rimentar, a falta de penetrar siempre correctamente su sentido, su alcance y su sustancia. Conuí buven no
de conductas, de
las palabras y los ademanes sino tambi én a un~ desna
de rasgos nuevo s, turalizacíón de sus i1nplica"
ciones, su crístianisn10 constituye una reserva
de "cont amina r" la idolat ría, para retomar, debe adapta rse a contextos nuevos,
fuerzas divinas que no puede dejar ciones profundas. Bajo esta forma, la idolatría
aún falta ponerse de acuer- maquí llajes cuando. por
invirtiéndolo, el vocabulario de los extirpadores. Pero tomar en cuenta ciertas censuras. saber disimu larse bajo los
entre los indios es preciso en ellos a religio sas. A fuerza
do sobre la naturaleza de ese cristianismo. Desde luego, ejemplo, el curandero visita los conventos para alivi::u
nismo de los nobles no es el de los no- , la idolatr fa de los conjuros
distinguir grados de evangelización: el cristia de comercializarse, de ofrecer servicios, de fijar tarifas
l, como tampo co es el de los _macehuales: Entre ntados ya de las magia s y de los he-
tables que saben un poco de españo parece evolucionar hacia los parajes muy frecue
predo mina un cristia nismo de la fórmula (la invoca· que el curand ero prehis pánico no vendie ra también
estos últimos y en el campo chizos de importación. No es
de algunos sacramentos (_el el conte>..LO de una cosmogo-
ción trinitaria), del ademán (el signo de la cruz), sus auxilios, sino que su intervención se situaba en
cristianismo en que la asis- mestizo o español, obtiene
bautismo, el rnatrimonio, rara vez la confesión), un nía, de una búsqueda de equilibrios rotos. En un medio
ad que un acto de ~reencia. por curíosidad o por Je-
tencia esporádica a misa es fftás un trámite de fidelid dinero de una receta, de un e),'Pediente al que se recurre
en que la conce pción personalizada de
Nunca se insistirá lo suficiente en el grado
na del indivi duo, y por consig uiente el lazo que las
la divinidad. la concepción crístia ,¡¡A. p. S6: LS. pp. 82, \ 12, 14.). 232.
te todo el siglo 1.Yl y aun
une, parecen haber desconcertado a los indígenas duran

96 de 162
I._.-\ IDOL-\TRL-\ COLO>:í.-'.L i8~
L-\ i00L\TRL-'. COLONIAL

hiy que (emcr. Lo poco a la manera en que las imágenes cristianas aparecen en las
scsoeración. Cierro es que algunos españoles, algunos me~t~zos, algunos. ~ula_t;s ''pinruras'' clandestinas que \'l!e!ven a los ricos de antaño, esta acción corrobora la
r--,·v~cibn en dar el paso que separa el alquiler de los servicios de la paruc1pac1on facultad que han desarrollado !os 1nodos de expresión tradicionales para captar ele-
~~rs~na!: pero sin penetrar forzosan1ente en la real.ida_d indigena, ni siquier~ cu~n­ cJentos nuevos, abstraerlos de su contexto y someterlos a organizaciones autócto-
do adoran ídolos, visitan cuevas, comandiran sacnfic1os de rnenores o se dejan 1n- nas. Sólo q:Je esu. vez es li idolatría la que rige la disposición de estos rasgos. Otros
v2.Jir por un pánico colectivo. _ , . ~ e}emplos corroboran la viscosidad de una idolatría pronta a anexarse fuerzas nue-
Las formas diversas que adopta el surgimiento de la sociedad colorual at:_ectan b vas, pero tarnbien nuevos rLros, sobre rodo sí extrañ-:unenre se emparientan con las
integridad de !a idolatría. r;-ienguar,do su :a~po, borrando en parte s~s referentes. celebraciones antiguas De ese n1odo, es conveniente calmar la cólera de un santo
poniendo directamente en duda su plaus1btbdad. Queda por saber s1 en aquellas "haciéndole alguna imagen o. si la tienen, haciéndole algún vestido o velo y aña-
primeras décadas del siglo XVIL en los campos de 1\1orel~s o de ~uerrero, es:s mo· diéndole adorno y haciéndole alguna fiesta''. "8
dificaciones traen consigo acomoda..'11.Íentos, arreglos parC!ales, o s1 ponen protunda· Todavía se podrán disüngui.r. he aquí lo esencial, grados en la captación. El san-
mente en rela de juicio el conjUnto de las representaciones y de su disposici.ó~. P.or to cristiano con frecuencia es só!o una denominación suplementaria agregada a una
aaucllas fechas ven 1-a n1avoría de los casos, fuera de las ciudades y de un cnstlan1s- divinidad antigua, conforme al concepto [tadicional: ''Estos dioses tenían estos
m~ público, la idolatría a .pesar de todo parece haber .conservad~ el ~dom~ni~ ~e \~s nombres y Otros n1uchos porque según en b. cosa que entendían o se les atribuían,
procesos que hemos descrito_ Ocurre que no está gu1~da por n1ngun pnnc1p10 de así les ponían el nombre_', De ese modo la divinidad del fuego, el dios Viejo Xiuh-
~xclusividad v que por ranro puede coexistir -hasta oerto punto- con !o que los tecudi era Hamado también Xoxeptzin -San José- y )(imeontzi'n -San Sirnón-,
indios "hace~" de su cristianismo_ i\quella coexistencia aparente habría de preocu- tomando en consideración la ava:1zada edad de los dos san ros. En ciertos contextos
par a !a Iglesia desde los años 15 70. El domínico Diego Durán se in~uieta entonces el Espíritu San ro llega a deslgnar bajo la fonna ''el pájaro; el esp1ritu'' -in to to ti
Por la actitud indecisa de los indígenas que le resumía uno_ de sus i.nterlocutores: in spiritu- el agente que ataca al enfermo y !o hace impuro. En un registro del todo
'Creían en Dios y juntamente acudían a sus costumbres anuguas y ritos del demo· clistinro, la idolatría de del siglo xvu abreva en el .repertorio diabólico al
n.io. '' ,A,_ mediados del siglo x'-:u, igualmente escandalizado, De la Serna comprue?a que desnaturaliza del rntsmo modo para conservar sólo el principio del pacto con
la doble observancia ritual entre los indios a ios que persigue, ''Quieren parecer cns· el demonio.'{ eso en las inmediaciones de la capital del virreinato. 49 Pero ocurre
tianos siendo idólatras.'' Si De la Serna se equivoca atribuyéndoles una conducta que la adopción rebasa e! califica[ivo para incluir un procedimiento específico, la
maquiavélica hecha de hipocresía y de duplicidad, no deja de presentir la capacidad intercesión; por ejerr1plo cuando el conjurador implora a la \!irgen: ''Sed mí inter·
que .la idolatría ha conservado para capturar todos los rasgos que se le presentan para cesora porque hay muchas cosas que son hechuras vuestras que se pierden." Lapo~
insertarlos en su realidad· ' /úectan mucho las cosas de nuestra fe, mostrando a rencia invocada sin duda es más la Tierra que la madre de Cristo, pero !a demanda
ellas gran veneración[. ,J Quieren las más veces en sus conjuros, curas y supersti· de in[ercesión ínrroduce una sensible evol~ción en b relación con la divinidad y en
46
ciones imúar los ministros de 11 lg!esia y usurparles sus oficios.' ' su personalización. No olvidemos que la ·'apertura'' de la idolatda a otros grupos
Nos falta seguir este proceso de captación y de absorción que ~onstiruye u~o de é(nicos se complica en la época colonial con una desaparición de las instancias -el
!os resortes esenciales de !a idolatría colonial. Cuando el lengua;e de los conjuros clero pagano, las escuelas- que ancaño podían ejercer una censura. Desde enton-
d:
adopta términos del crísti-an.isino ---la justicia del cielo, los ángeles .Dios~, ~os ces la permeabilid2d. Ja seosibílidad anee Ja adopción representan canto una fuer-
coge en sus redes, los vacía de su contenido y los integra a ~us co:n~os~c1o~es. Aae· za como un nesgo en potencia.
manes. la señal de la cn1z, fórmulas cristianas. la invocación tnn1tana, tienen un En t:n terreno enteramente disüruo. la idolatría contraataca adoptando el ve-
destin~ semejante, como rnuestran los conjuros que dirigen a ~as nubes los invoca- hkulo de la escritura alfabética. a pmir del decenio de 1560 según Díego Durán.
dores de las lluvias y del granizo, 11ás decisiva aún es la ínseroón encre los autores Pero, larnentablemente para nosotros, e! dorniníco consideró inútil consignar "estos
wtenciales de un~, de la Virgen, de los santos o de los ángeles: "¿Sepamos quién conjuros [que} andan escriros". En el siglo xvi;, algunos sacriscanes copían otras in-
~res tú, el santo que estás enojado? ¿Si acaso eres Nuestra Señora o acaso eres San vocaciones e imprudenremence firman sus escritos con su nombre. En 1681, un
Gaspar o acaso San Juan) ¿Quién es el enojado, si s?n. los dueño~ de ~a tierra, ~os indio de Iguala es acusado de derenr3I "numerosos libtos que no eran buenos",
ángeles de Dios?"~~ Se ha deslizado aquí ei santo cnsoano o, me,ior dicho, los 1.n· orros oculta,,; ''papeles escri:os en su lengua de sus supersticiones y de sus bruje-
dios le han abierto el repertorio de las potencias peligrosas y ambivalentes cuya ua
·18 A, p 1 )7
~')
P, p :)72; A_ p 1)6: AG'\, lnqui;;ÚS•J, voi. JO), fol 246
~6 LS, pp. j ) , 78, .338, _3.\)
.¡7 A, p. 125.

97 de 162
l
l 82 L'\ lDOL;\TRÍA COLO?--;L-\L
lA. lDOLATRÍ.\ COLO?\'L.l\.L
18)
nas Testimonios esporádicos revelan así la existencia de una idolatría escrita corno
antaño había habido una idolatría pintada. 1°Ca be preguntarse si la escritura de los rada del uni:•erso de. l~ ~doJ.atría. En efecto, nada indica que ese grupo en verdad
conjuros (y tal vez de los calendarios) pudo tener algún efecto en el conrenído que
se transmitía. ¿Consolidó el proceso un saber y/o contribuyó a cuidar de su transn1i-
sión en una época de epidemias y mortandades? Algunos testimonios aislados dan
h~aya .cor.ce~1~0 la d1v1n1dad, la creencia, la relación con el tiempo y el espacio en
rerm1nos cnsnanos y ortodoxos.
En cuanto al resto de esas poblaciones rurales, parece ser que su ínmersión en la
\ \
cuenta de conjuros transcritos sobre "papeles" y legados de padre a hijo. El caso es i?olatría siguió siend~ un elernento fund3:1"11ental de su existencia a principios del
que la práctica de la escritura nos conduce hacia esrratos aprecíablemente más acul- siglo ~\1l, con los mauces que aportan la diversa calidad de las memorias locales, la
r:ficac1<i. relativa de la supervisión eclesiástica, el laxismo de Ios curas. En esencia
turados de la población indígena, co1no cantores, fiscales, músicos que tienen a su
los indios pare:en reaccíonar ante el contexto que los solic!ta. De una manera ge~
alcance obras litúrgicas de las que extraen de ser necesario fórmulas y a veces largos
neral, éste decide la acción, sea indivídual, doméstica o colectiva, cristianizada
pasajes. De ahí sin duda esos papeles destinados a combatir las fiebres y que tienen
pagana. Es el contexto lo que impone su trama, el recurrir a los ancíanos, a los can-0
como propósito calmar la cólera y ''la justicia del cielo,', o aquel texto que, a fines
del siglo xv1 (1587), conservaba un conjurador como objeto precioso en su oratorio. tores o al curandero, y no el origen de los rasgos enfrentados. Y ese contexto, glo~
bal. abrumado ramente, sigue síendo el de la idolatría, aunque esté abierto a la
Ejemplo extremo de un conjuro que retoma un escrito cristiano -las I-Ioras de Nues~
adición de fuerzas nuevas, al aporte y a la adopción de las liturgias v de las imáge-
tra Señora- para acaparar, por encima del vocabulario y las referencias, sus resor-
nes que difunde la Iglesia. ·
tes esenciales -la intercesión de la 1-fadre de Dios, la salvación -y deslizarse hacia
el terreno de un cristianismo indígena que se aleja de un modo considerable de la La idolatría de inicios del siglo x:vn no puede considerarse realmente una su-
pervivencia ya que conserva un amplio in.flujo, una sólida credibilidad, un dina-
idolatría. Esta invocación va acompaña da de un dibujo que muestra un movin1ien-
mismo a veces agresivo. Sin embargo, varios elementos ímpiden hacer de ella una
to análogo: juntos, espalda contra espalda, un águila y un ''tigre'', a la manera de
estrucrura inerte: la pérdida de los marcos que la sostenían, su permeabil idad que
los blasones concedidos a la nobleza indígena; en el centro un cáliz baío una hos-
en el largo plazo abre el camino a una transformación de lo imaginario indígena\ '
tia; arriba a la ízquierda una bandera imitada de la de Síln Juan Bautista·, bajo la
pata del "tígre" un libro, sin duda el de las Horas de Nuestra Señora. Una vez de su percepción de lo real; y. en fin. un adversario que sistemáticamente se dedica ~
imponer su experíencia de lo real. su sobrenatural, adversario al que volvrre1nos
más, ello da a entender que la permeabil idad de la idolatría puede esconder los muy pronto.
gérmenes de su dílución. si
Sería preciso matizar largo y tendido estas conclusiones. Por ejemplo, ¿se aplican
,\sí, tal vez resulte Jnenos sorprendente encontrar entre los indios detenidos por
del mismo modo a los indíos de f.féxico? Nos gustaría cuantificar la influencia de
la justicia eclesiástica a representantes de ese personal de iglesia, a esos auxiliares
~a presencia masiva de los españoles, de los mestizos, de los negros en los grupos
tan fervientes de la evangelización de las poblaciones. Es que resulta posible conciliar
mdígenas que pueblan la capital, el papel de los contactos con esos curanderos gue
la adhesión a parcelas del cristianismo, a prácticas en lo esencial, con una aprehen-
llegan del campo, el efecto de una cristianízación más fuerte. La honradez nos
sión tradicional de la realidad, a ejen1plo de aquellos cantores que también son an-
o~ll.ga a confesar nuestro desconocimiento de ese periodo de 1600-1650, por per-
cianos y que colocan a los lados del difunto las tradicionales ofrendas alimentarias. A
ffiltlf las escasas fuentes sólo hipótesis ya esbozadas con anteriorid
ejemplo de esos fiscales que conservan "paquetes sagrados", Se rra:a de dos registros ad: pérdida de
credibilidad. empobrec imiento, fama de los curanderos y djversificación de las
desproporcionados, sin común medida, y que, por consiguiente, captados y vividos
clientelas, a más, como ya veremos, de la competencia de un cristianismo del mi-
desde este ángulo, no son contradictorios. Por el contrario. parece posible y con
lagro y de las magias de Africa y de Europa. T:unbiéfiies cierto gue las memorias se
frecuencia es imperativo el articularlos para la supervivencia del grupo, de lo cual
conservan allí mejor que en las aldeas desiertas.
se encargan mejor que nadie los indios de iglesia. Desde luego, entre ellos excep-
En cambio. se dispone de informaciones numerosas y ricas sobre ciertas regiones
túo una fracción devora (gobernadores y a veces notables), ganada por el cura y
del obispado de Oaxaca. sobre los zaporeca.s de Sola, de Ocelotepec y de Juquila o
que se emp~ña en denunciar a los demás. Por lo demás es probable que sus actos con
los mi.xes de Villa 1\lta. AJlí se descubre una idolatría abundant e, dísrinta en su
frecuencia hayan sido más reflejo de conflictos de intereses que la repulsa premedi-
contenido puesto que corresponde a otras culturas, pero, sobre todo. menos afectada
!O Durán, Histona ., op. c:t .. l. p. 79: AGN, Bious NJtionales. vol. 596, ''Petición de S. ;\nJ por la dominación colonial. Esa idolatría conserva redes y jerarquías de sacerdotes
rkxmalac". 1681; ,'.RSJ, Aféx. !7. "Relación de !a misión de los P. Pérez y Zappa", 1685-1687;
Agus-
que transmiten enseñanzas. conservan el conjunto de los ritos tradicion Jes, orgaruzan
2
;in Dávila Padilla, Hútor1a de la fúndacifm. de /a provinria de S.1nti.;go de ,\f¿\-iro , México, penitencias, sacrificios y fabrican ídolos. No es que el cristianismo se halle ausenrr:
Academia Literaria, jC))5, P- 618 de esas comarcas, pero en ellas está totalment e sometido a la idolatría, Los anti-
!1 L5, pp. 78. 289-290. 80-8L
guos cómputos deciden el día de las ofrendas que se depositan en la iglesia, el aJtar

98 de 162
LA IDOLATRÍA COL00:l:\L 185
13-l

que ha de escogerse, e! número de velas que se encienden El santuario cristiano otomí), el aleíamiento de los grandes eíes de comunicación, la fallJ de población
esrá investido en todas partes por la .idolatría, invadido de humo de copaJ, de plu- española. En el sur del obispado de Oaxaca se agregarán a ello los exces~s de una
1nas quemadas, manchado coo sangre de las aves degoHadas, perforado por hoyos administración espafíola de rapacidad ínconrenible. No ignorarnos que fue el peso
donde se an1ontonan las ofrendas. Ello supone, como ocurre, la complicidad e in- intolerable de los repartimientos efectuados por los alcaldes mayores, !os corregí·
cluso la activa colaboración de las autoridades indígenas locales, caciques, prin- dores y sus secuaces lo que provocó el famoso levantamiento de Tehuarltepec en
cipales, gobernadores, alcaldes que celebran ínvariablemenre el año nuevo v b 1660 y desató disturbios más o menos violentos en Nejapa, Lxtepec, '{anhuítlán.
entronización de los nuevos dirigen res, La idolatría mixe y zapoteca sigue siend.o el Pero sobre todo se recordará la fuerza conservada por comunidades indígenas que
modo de expresión privilegiado de la vida comunitaria, de la detentaciófl det po- han logrado salvar lo esencial de sus tierras y cerrar esas regiones -por lo demás
der, de la jerarquía de !os cargos, y ni siquiera los mestizos podrían sustraerse a ella. poco atractivas- a la penetración de la hacienda europea. En fin, tanto los CÍ·
En cuanto a los índios de iglesia, cantores, organistas, fiscales, alguaciles de doctri- tulos zapotecos como las encuesta.s realizadas luego del levantamiento de Tehuan-
na, se comportan como beredef9s de los anr.iguos cleros. Garantizan el culto de los tepec dejan asomar la conservación de cierto sentimiento de identidad étnica
paquetes sagrados de los linajes·), las comunidades, perpetúa..'1 el conocirnienro de difundido ampliamente y la existencia de nexos entre grupos tan distintos como
!os 13 dioses y de los 13 meses, enseñan el uso ele los calendarios v conservan el do- los chonta.les, los mixes y los zapotecas. AHí, las socíedades indígenas todavía ha-
minio de un espacio marcado aún inregralmente por sus conno~aciones sagradas. cen gala de una cohesión admirable que encuentra en la idolatría un apoyo y un
El mantenimiento de la tradición -vivida como una coni:inuidad que la Con- medio de expresión sin igual. H
quista no hubíera inrerrumpido- no impide la adopcíón. Esos indios que viven
en regiones menos aculturadas y difícilmente accesibles emplean de n1anera sisre-
n1ática la escritura alfabética y redactan cuadernos de pequeño formato, de unas 8
hojas, en zapoteco, pero también en mixe, en solteco, en chatino. Estos librillos
--Oe los que se han podido salvar algunos ejemplares~ en realidad son calendarios
que fijan la fecha de los sacrificios y de las ceremonias a ejemplo de las antiguas
"pinturas" (algunas de las cuales todavía se hallan en n1anos de los indígenas).
Algunas comunidades compran esos manuscritos a los indios que los conser<.ran y
los copian, La cabal desviación de la escritura al servicio de la idolatría demuestra
el grado en que ciertas culturas indígenas conserv·an en aquel siglo xv11 un pasmoso
poder de captación.''
Volvamos la mirada hacia la sierra oromí de Tututepec, al noreste del valle de
"lvíéxlco y al norte de Puebla, allá por 1635. Allí volvemos a encontrar cleros paga-
nos y sus acólitos, santuarios, ofrendas de papel, de copal, de guajolotes, divinida-
des de las montañas (Ochadapo), aguas (11uye), cosechas (Bez-?viazopho), 53 En
otras palabras, un paisaje mucho más' 'antiguo'' gue el de Morelos o el de Guerre·
ro, que exige distinguir a un rnismo tiempo la receptividad de los diferentes me·
dios sociales, de los diversos grupos étnicos y de las regiones. Cada grupo con sus
ritmos, su inercia y sus aceleraciones. Explicar esas persistencias es a la vez sencíllo
y difíciL Innegablemente entran en juego el aislamlento de las montaña.s, lasco·
muni.caciones dífíciles, la barrera de las lenguas locales (el zapoteco, el chatino, el

!< Bals:i.lobre. Relaci6t1 :Jtdéntica d,; h1 id0i.Jtrfa1 , ó/J- áI.: AGi. A11di21u:ia de Méx1<0_ 3)', 879,
882-. AGN, lnqu/11'ct6-n, vol. 6i 5. foj_ 64v.: Jose Alcina Franch, ''Calendarios y religión entre ios zapote-
cos serranos durante el siglo xvn' ·, 1Hesorimén'ca. Homenaje d Dr. P;Juf Kirchho_ff, México, SE?.'l(';AH,
1979. PP- 212·224. --
B Esteban Garcfa, Crónir:a de la .bror:ináa augusúni:m:; dd Santísimo Nombre de JesÍ!J de i\-féxico, l.\ Basilio Rojas, [_;¡rebelión de Tehuantepec, México, Sociedad Mexicana de Gtografia y Estadís-
!>iadnd, López del Horno. 1918_ p. 30L tica, 1964

99 de 162
187

constituía en lo diabólico del otro? No, pues ello


V. LA CRlSTlANIZACJÓN DE LO IM1\GlNARIO partes lógícas análogas. Cierto es que las dos atribu
equiva ldría a atribu ir a an1bas
ían una funció n cn1cial a cainpo s
que, en principio, nosotros excluimos de nuestr a realid
ad objetiva, pero eso era lodo
PoR E'.\Cl!.L-\ de los enfren tamie ntos milira res, polític lo que las acercaba, La Iglesia y los indios no asigna
os. sociale s, econó micos , el as- ban las mísmas fronteras a lo reaL
pecto más desco ncerta nte de la Conqu ista españ La Iglesia restringía de un modo singul ar su territo
ola proba bleme nte sea la irrup- rio. Por regla gener~, e~xcluía
ción de otros modos de apreh ender la realid ad que estados (el sueño , la alucinación, la embri aguez ) a
no eran los de los indios , como los cuales las cultur as 1nd1genas
en la actualidad no son del todo los nuestros. la "rea.L concedían una impor tancia decisiva, puesto que
ldad" coloníal se desple gaba en alenta ban la produ cción Y !a ex-
un tiemp o y un espacio distin tos, descansaba en plotac ión de las imáge nes que aquéllos suscit aban
otras ideas del poder y de la so- y de los contac tos que per~itían
ciedad, desarrollaba enfoq ues específicos de la person establecer con otras potenc ias. Míentras que esas socied
a, de lo divino , de lo sobre- ades se mostr aron ávidas de
natural y del más allá. 1\ decir verdad , las brecha descifrar los sueño s, la Iglesia coinba tió su interp retaci
s que sepa1aban los sistemas de ón negán doles toda impor ·
representación o los sistemas de poder se derivaban rancia tanto como conde nó el consun10 de alucin
de una separación más glo- ógeno s, fuente s ''de enajen a-
bal, subyacente y !atent e, vinculada a la manera en ción, de visiones y de delirio s'', vía perfec tamen te
que las sociedades enfrentadas trazad a a ''la locura Ya la luíu-
se repres entaba n, memo rizaba n y comun icaban lo ria", v como denun ció la embri aguez bajo todos
que concebían corno la realidad sus avatares, englo bando en una
o mejor dicho su realidad, mísm; reprobación formas rituales y sagradas próximas al
éxtasis y a la posesión,
Sin embar go, !os evangelizadores quería n que los La Iglesía lin1itó el can1po de la realidad significante
indios brindasen su adhes ión hacien do de lo que cl~a excluía
al pivote más extraño de esa realid ad exótica, sin manifestaciones del demon io, de vagab undeo s de
refere nte visible. sin raíces loca- lo insens ato o de la sunple su·
les: a lo sobren atural cristiano. La empre sa resulta perchería. 2
ba al mismo tiemp o fácil e insu- Faltaba aún hacer enten der a los indios los conce , • •
perabl e. FáciL porqu e pese a las distancias considerable ptos y los crtten os que organ1·
s que los separa ban, ambos zaban la realidad defini da por la Iglesia. El cateci
mund os estaban de acuerdo en va.lorar lo suprarreal smo y la predicación fueron los
al grado de hacer de ello la rea- canales principales del aposto lado de los misioneros
lidad última , primo rdial e indisc utible de las cosas. que toparo n constaote:n~nte
Insup erable , pues la maner a con los límites de la palabr a. ¿Cóm o hacer comp rende
en que la concebían difería por todos conceptos. Los r y ver seres, figuras d1v.1nas,
n1alentendidos se multip lica- más allás sin equiv alente alguno en las lengua s indíge
ron: Respecto a la creencia, ya que de modo genera nas o en las repres entaci ones
l los indios la interp retaro n corno locales? ¿Cómo si no media nte aproxímaciones que
un acto, en el mejor de los casos una transferencia acusen su sustancia y s~ forma?
de fidelidad a una potenc ia nue- Todo se presta ba a confusión y a malen tendid o:
va, suplementaria. Luego, respecto a la "reali dad" el 1lfictlán nahua escogido pa~a
del otro. Cada cual se apresuró a expresar el infiern o crisríano no era sino una de las
proyectar sobre el adversario sus propios patrones. morad as de los. mu.enos y, m:s
Los indios prime ro creyeron re· todavía, un lugar glacial; el cielo cristiano design ado
conocer f:O Cortés al dios Quetz akóatl que había \'uelto por la palabr a tlhurcatl no renta
del lejano Orien te, rodeado '<:ino unas cuanta s cosas en comú n con el empír eo
de otros dioses, o bien descubrir en los religiosos la indíge na y sus 13 niveles; In tlo-
encarnación de los monstruosos ~ue in nahuaque -"el amo de lo próxim o y ~e lo lej~n
tzitzimime, las criaturas de su "apoc alipsi s". Por su parte,
evangelízadores y con- o"~ que los~religíos~s ha-
quistadores no se queda ron a la zaga y tomar on a los bían adopt ado para significar a Dios, en su ongen
dioses indígenas por manifesta- calificaba a Ometeot.I, Senor d.e
ciones múltiples de Satán. Nada había de sorpre ndente la Duali dad de quien Tezcatlipoca y Quetz akóat l
en gue el diablo se pusiera a eran dos de las múltip les 1na.n1-
hablar en los ídolos donde habita ba, que poseyera festaciones, Escogido como nomb re para la Virgen
a paganos hasta las puerta s del María, Tonan tzin había servido
bautiz o o que escapara de un modo espectacular de antes para designar una de las formas de la díosa madre
los templ os en que se lo había , etc. La inmen sa labor e~~
adorado. i\cusa dos de empu jar a los indíge nas a !a prend ida por los religiosos chocaba con obstáculos
rebeli ón, de enfren tarlos contra infran queab les. La. alter~auva
el cristianismo, de provocar delibe radrun ente la resulta ba tan simple corno fn1strante: ¿era necesario
sequía , los demon ios fueron los emple ar una terrn1nolog1a oc-
protagonístas obligados de aquell os prime ros años. cident al perfec tamen te hermé tica para los indios
Lejos de ver que se les negab a o tende r puent es, sep:li~ndo
equivalentes, fuente s de infinit os rnalen tendid os?
toda existencia. una parte de las cultur as indíge nas
adqui ría para los religiosos la El aprend~zaje de !as or~:uo,nes
realidad amena zadora y sombr ía de lo demon iaco. 1 en latín muest ra a la perfección los escollos del
prime r camin o. Los traba1os nn·
¿Quiere esto decir que por una inversión sístemática güísticos de! franciscano AJonso de t.1olina, los del
lo sobren atural de uno se segun do.

1 \!oiolin ia . .\fcmon ,1io. 2 Manín de León, Camino .;/ cielo , \1éxico, 16 l l, fol. l 12v_; Diego de ~áge:ra Y ;\i~r;"-J:' 3
. Of'- ot, PP- _;2. 89: Sahagú n, Hurond
. IL P- 2ii':', l. pp. 85, 9·L y enstfl.1n za en 1en gua m,;z.1h ua. .. -_ ju R'' 1()"! ·..,º'."-~'..~,;
Torque mada . .\fo•;,1rq;,í.i n-:dian.i. op. ut_, \'l, p. . , ,\¡· exh.O,_ Dp-
)/-G
,"an ' .1¡ z, . -J. ; , p. ~0, 'tll. ',)•',, ~QJ. ~S~. •
::62 , -
Torque mada. ;HrPurq¡;fa indi.;n.i, op. uf., ll1.
p.,¡¡
186

100 de 162
181)

\SS

lícit o su con teni do v nrJb an en toda s las


de com enra rios que h1cían exp tiern pos preh ispá nico s se le\·a
Pero, aun cua ndo se rodeaCu rlos dorn istic os que desd e los o que rnarc6 toda
cilm enre perm ida visualizar Ja'.s insi stirá dem asia do en un fenó men
disi .pab w las confusi~nes, la
prcd icau ón cristiana di.fí mor adas indí gen is. Nun ca se a la supe rvis ión de las
Je inm edia to a apo yos . Sus traí da en gran part e
hacf2 alus ión. De ahí el recu rrir la dura ción del peri odo colo nial as. de pint uras , de es·
enu dad es a las que sin cesar nos. ?vías Ja visu ;li- icac ión de imá gen es crisriar1
tfes can ón !os carecismos resteria auLoridades eclesiásticas, la fabr
\1Suales de !os que son una man min ada de dctc nro- univ erso indí gen a de repr esen
taci one s que con fre·
ian sóio pod ía inte resa r a una raruilb.s, de exvo tos. Henó d
z1ción gráf ica que ésto s pro pon em: ícica y apro xim ativ a o. En 1)8 ), algu nas voces pidi
eron al lII Con cilio
v;sualización erar an esqu cuencl:t esca nda liza ron al cler
res de libro s. Po_r o:ra part e, esa uras , las escu ltur as ruvie- esen taci ón de los dem onio s y de los animales al lado
que su alcan~e s1gu1ó sien do
111nirado. Los frescos. las pint iviexicano que proh ibie ra la repr s-'. En 161 6, un sace rdot e la
que algu nos evan geli zado res los ado raba n ''co mo ante
ro.~ en cam bto una dLfusión muc
ho may or. Sab ido es de los sant os. pue s los indi os s en tabl as y en pap el
cuad ros que com enta ban . En
la segu nda mit ad del s de bult o, imá gen es pint ada
rcto rzar on s~s en.señ.anz.as con emp rend ió con tra los ''Cr isto mon os u otra cosa ri·
en ciertos luga res rodos íos mis
terio s de que mis pare cían n1ufiecas o
soglo X\l. el tra.nc1scano l\-1e
ndie ta' s cosas con tan feas hechur'J.5 y 111al talle isic ión rcch unó la inca utac ión
en mej or y rnuc has otra xvn un edic [o de la Inqu
nueslr~ rede noó n para que los ir:di
os los com pren dies dícu la' '.To dav ía en el sigl o cua ndo adquirían
ú~ú~ Test:u11enro. . ''. A'1tes de. él, e<lim;,,.nro 5
l\1iguel Vala dés, tos indí os reci bían grac iosa rnen re
de !a:_ San~as Escritura~ del i\n ese proc
de las imá gen es de piió n que
onaban en sus al[ares, "Ial es imá
gen es cuya representa-
rrol b.do ele man era siste mát ica mercancías y que ellos ilffiOnt
orro íran cisc ano , hab ta desa as, en casi todo s ios·c·~~;,~e~ cos 1 díso nan te r diverso de los orig
inal es que existen en ei
. A.l_l~d~ de las pint uras de reta
blo y de las escu lrur ción a nue suo sent ido es tan
de los indi os to esen~ ning una ord ena nza vino J regl ame ntar ei trab ajo de
es desp lega ban ante los ojos cielo. . '' Pero hast a 1681
\ b..s 1g,es1_as, frescos mon ume ntal Si agre garn os las obras tant o es indi spen sabl e rene r pres ente que la ícon ogra ·
a. ",;,.Jgunos se han co11Seívado. los escu lroí es indí gen as. Por del pris ma defu rma -
cia\ de la .IConografía crisriari es se enc uen tran el an- med ios más mod esto s a trav és
anje ros, ~'la cabe za ele los cual fía ;;:;rístiana se difu ndió en los
de 1os. attlst~ espa ñole s y exu mit ad del sigl o X\'i ión indí gen a, igual que el cris
tian ism o lo fue por
úfiesro que desd e la seg und a dor y recr eado r de una prod ucc
1tue.rp1~nse Si.món Pere yns , es n1ar nes de facrura o de orig en que de los cura s españoles_ j
nem eros as representacio
ios tnd1os se viero~ con fron tado s con nos v de los pue blos que
med io de indi os de iglesia más
alid ade s de su difu sión . su estil o
y sus cáno nes eran
_rantes de los cent ros urba 2\1ás que los limí tes y las mod
eur?p~o, en patu cula r ~os babi lueg o, orra cosa ocu rre con los asim ilac ión de la icon ogra fía cris tian a. Para los evan -
~br~gaoan conve.n:os e 1gies1as unp
orta nres . Des de
e por ¡0 co- los que pod ían hac er dificil la onia co imp lica ba al mis-
ln~1ge~.as qu~ visi raba n espo~~,d ica;nente, una iglesia parr oqu ial ~-qu geli zado res, la redu cció n de
!os cult os indí gen as a lo dem
dios es lo~ales no podían
1as oeco rada s con pob reza al y un repu dio esté tico . Los
mun soto ten~ª? acceso a capn mo tiern po u:ia con den a mor j-ado a la cate gorí a de
euro peo s nun ca f.Jer on ~ino
una min orfa . Indi os a de mod o infa libl e era reba
e Pero los, relig1~s0s y !os
aítis tas sino ser feos. El icono indí gen ida a.me:nos decr etad as
ro de Gan te en la desc alifi caci ón y la ven
15 20 en el taller ab!e rto por Ped
lO~mados desd e t_ines del ~ecenio de s !'es pañ olas y n1á.s toda · ídol o pros crüo y repu lsiv o. Pero
yab an en care gorí as, clasifica
ciones y dist ribu cion es
ndie ron las pint uras flarnenca por los eva nge liza dore s se apo de la univ ersa lida d de
l:v!ex1co, teprodu_1eron y difu pri..r nera s iÍS:le sias y las to mis cua nto que , con ven cido
via lo~ grab ado s q~e re_ní~
ante sí., Sus obra s ado rnar on
las
v del desconocidas por los indi os. Tan lica dos a sus fieles.
as. ~umerosos ému los de la ciud ad de i\íéx ico rara vez se preo cup ó por exp
mor adas de los nob les 1nd1gen reci, bido sus valo res, ei clero espa ñol gen as fuer on neg ativ as. Por
hab er que las teac cion es indi
sura ron a segu ir sus pase s, s:n De eiio no deb emo s ded ucir
~oblado veci~o de Tlar eloi co se apre en 155 2. ei virre v
ían esco ger qué acti tud ado ptar . pero , sobr e todo , su
grad o de que al poc o [iem po. una parr e. Jos indi os no pod
~1e~pre la m.tsma_ forr:iac.ión ..A..I ión de la capi lla d~ regi da por el prin cipi o de un
mon otef smo exclusivo
end 1ó sorn eced os a la supe rvis idea de io divi no no esta ba
:u 1s de Vela.seo, 1nqu1eto, prel y sus disc íp~i os. ~ se limi taro n a agre gar el icon
o cris tian o a sus prop ias
3an )osé , don .de 1 trab ajab an
Ped ro de Gan [e _¡\sí, la mav oría de !as veces o, más pru den tem en·
lJ.S representaciones do en med io de sus divi nida des
el.e nrus iasm o de los indios por
Des de rned iaao s d~l siglo XY<. llam aría mos una cop ia, 'salva-
efigi~s. pirn :and o al cruc ifica
anti gua s '·de trás de un para .me nto, o nas la pare d o
~~~opeas ma.rc~ó ~~e;o c~n la prol
ifera ción de !o que te, disi mul and o las imá gen es cam po autó cton o -la
ndid a en las igle- ·' La integración de ia irna gen
crist iana a un
de Ja icoo ogra fía cris tian a difu
!~ · ~ repr odu cc1o n oficial~- fiel pad o de Oaxaca,
den tro del airar.
, la cop ia en gen eral re:d izad
a por una man o in-
~~as, del :'all e de México, la r~g1ón de
Tlaxcafa., 1-1íchoacán. el obis
ón' · cricicada pint<Jra . e! alra r dom ésti co- clero espa ñol explica.o
ón '"in dep end tent e' · cuy a · 'in1 perf ecci gina mos y para escár1dalo del
s... aup licó c~n, una prod ucc1 iden tal que díge na con los arreglos que ima ado para obs tacu liza r
ón del leng uaje occ one s occi den tale s no hay a basr
c~¡1 frecuenc.1a ~a dea atri buir se más a la inre rpre raci
~ · gue la espe cific idad de ios cán nes se de5vanec:ían en part e
~-b · b'iaro n ,1e 1.magenes crlSt1anas los orato-
rl ·
\ deci r verd ad, e$OS cáno
la rece pció n de esas imá gen es,/
[1
a ta torp eza ,q....l;,,.en · Aq"
•• '-'-& _... e ios rr.,_ 3.JOs po
rídics del indio. , op. cit.,
¡ '"'1 F o V.:!:tdis OE\!. Er'Jngt/1uidor l: LLi.gur.o. LJp¿',7ov.i/:'d,:ú/u
.\ Torq uem ada. 1b1a'. Vl. ,
b. 36'' E '
sreoa n_. i-'aor nera. T.J) Dug ~ AG~, Bio: o ?<:;úon:;ft-J, kg. 7}2, exp s d.::/ arte 110,}ohis/J:JflO. Homenaje a E/:s;J
511 'J/,r; Méxicu
,lus. 1()62. 312, foi, 97r : f..st;¡di'os acere
¡,um. Jntst .J d¿ /.; Suo':· '.i Esp,;r);;. p 60; .~.G'.". inquisición, vo\.
¡~se;_ .. 218. 1983. p, 80
.¡ ~lanud Tous sain: (l06 5j. pp. V.JrgJS L:.gc. \\éxi,~o. l'Ni•.\l.

101 de 162
IO
LJ\ CRlSTL\~lZ:\CIÓ:'\ DE LO l:VL\.Gl~"AR
\ l) l
O
LA CRIST lANIZ L\ClóN DE LO li\11\GINARI
los que se ha dado en llamar los ::ene-
tas. Uno de los primeros y más famosos de
enas que atribu ían otros sentidos y Bautista de 11oya. quien fue el
bajo la proyección de las interpretaciones indíg rabies sigue siendo sin discusión el agustino Juan
De todos modos la predicación pene tró hacia 1553. De 1550 a 1650
otros contornos a las imágenes de la fe cristi ana. apóstol de 1'iichoacán y de Guerrero, dond e
ción de las in1ágenes europeas con- de Puebla a t-.iichoacán, aquellos ve:
repetida con el correr de los años y la multiplica de Querétaro al obispado de Oa..xaca, del valle
sobrenatural occidental dentro de los con el rumo r de sus hazañas, domi nan ¡05
tribuyeron a fan1iliarizar a los indios con lo nerables llenan los campos mexicaCTos
de las palabras, e! exotismo de los tra· atrae n la lluvia, rigen las nubes y !as
limites, es cierto, que impo nían la extrañeza elementos naturales, alejan las ternpestades,
díos, se entregan a la profecía va
zos y el peso de las interpretacíones indíg enas. plantas, provocan o apagan a volun tad los incen
descifrar aquellas imágenes sino curas Inilagrosas antes y después de,su
No sólo se necesüaba que los indios pudie ran la adívinación. Sobre todo, multiplican las
de la divinidad. Si el prim er obstácu- os (despedazados pront o por fieles de-
que a sus ojos fueran portadoras de una parte muen e, puesto que sus reliquias y sus cuerp
los códigos icónicos e iconográficos de poderes prodigiosos. Sin extenderse
lo sólo implica una costumbre progresiva a 1nasiado celosos) tamb ién están dotados de
tenga n la experiencia subíetiva de lo socíedad española y n1estiza del siglo
Occidente, el segun do exige que los indios sobre el papel que eJerce el venerable en la
a fue hostil al milagro, que, de creer· >..'VII, no se pued e de1ar de señalar el
extraño parentesco que aflora entre esos reli-
sagrado cristiano. Ahora bien, la primera Iglesi muertos en olor de sanrídad, de una
basta nte secundario en la conversión de giosos de posicíón modesta con frecuencia,
la al respecto, sólo desempeñó un papel enas, los adivinos, los "conjuradores
entre franciscanos como Motoli· ortodoxia inatacable, y los curanderos indíg
los indígenas. La repulsa del milagro, manifiesta lta de ello una rnisma función tera-
spondió a una concepción optimista, de nube s" que acabamos de conocer. Resu
nía, Sahagún, el arzobíspo Montúfar, corre todo una misma facultad de co-
jó y apoyó una idea preconcebida in- péutica -la gracia de ru.ra r- y climática, sobre
incluso tríun±3.llsta de la evangelización. Refle o de la visión. Se objetará que la
de los índios por recibír la fe había municarse con lo divino por el camino del sueño
digenista que prete ndía que el enrusiasmo a ojos de los indios que interpretan
rosa. En ello se verá tamb ién la influencia analogía sólo es superficial, pero, ¿lo es tanto
hecho superflua toda intervención milag ven "bruj os'' en los venerables v "san-
as de cuyas preocupaciones inspiraron esos fenómenos en su propio lenguaje? ¿Que
secreta pero indiscutible del erasmismo, algun los venerables son los portavoc~s de la
ándose a una religión sin milagros, tos" en los curanderos? Si bíen es cierto que
a Juan de Zumárraga, arzobispo de México. Acerc al, del aparato colonial, ¿no encarnan
anim ada por el interés de ir al grano y Iglesia barroca y, de una manera más gener
discreta en cuanto a la ímagen y a los santos, ena un mund o invisible, un poder di-
ismo, un ala de la Iglesia franciscana tamb ién en su persona y en un medio indíg
de evitar las confusiones entre la fe y el pagan con la divinidad cristiana? Los ve-
ializar o de visualizar un campo ima· vino, un relevo directo, una relación const ante
privaba al cristianismo de los medios de mater se constiruven entonces en la
s, al 1nísmo tiemp o que a los ojos de nerables -y, no hay que o!vídarlo, sus reliq uias-
ginario tan alejado de los índios. Por lo demá de otra realidad, la que evocan mu-
la Inquisición, frisaba la hereíía. expresión próxima, física, palpa ble, tangi ble
uto la clausura del Concilio de Tren- modo más abstracto los sermones. -
Sin embargo, el milagro no aguardó en absol cho más remo tame nte las imágenes y de un
la instalación del Santo Oficio ( 15 71) ía tíend en entre los indios v lo
to ni la llegada de los jesuitas, ni tampoco Por convincentes que sean, los venerables todav
os primeros franciscanos tuvieron vi· presencia. Para abolir esa distancia.' era
para producirse en tierra mexicana. Los propi sobrenatural la barrera de su cuerpo y de su
algunos muertos, por lo demás en a subjetiva de lo maravilloso cristiano.
sienes, practicaron la levitación y resucitaron preciso que los indios tuvieran la experienci
ángeles, los santos, los demonios, el de la lectura y de la escritura. Testificada
contra de la aseveración de 1\1otolinía. Los Ésta fue tan precoz como el aprendizaje
ncia de los evangelizadores, sea cual íón, la visión indígena fue recibida
díablo atravesaron en gran núme ro la existe desde las primeras décadas de la evangelizac
~~anos que, al correr el decenio de
fuere la orden a la que pertenecían. Pero apena s fue a fines extremos del siglo A.'"\'J con circunspección por los evangelizadores franc
se le ocurrió hacer esas listas y ano- hos indios neófitos tuvieron revt.>
cuando a una historia mezclada con hagio grafía 1530. no por ello deíaron de conceder que "muc
6 Aque lla hagiografía aún respetó, a pesar De ello recordaban e-jeinplos. 1\.quí, un
tar hasta el milagro n1ás insignificante. laciones y visiones numerosas y diversas".
siglo xv1, en la inedi da en que el mi· del santo sacramento, allá una corona
de todo. lo esencial del clima de aque l prim er globo de fuego apareció durante la misa arríba
or que un instru ment o de evange· o que predicaba, en otro lugar el
lagro constituye en él más una experiencia interi de oro se posó sobre la cabeza de un franciscan
siglo cuando se situó de mane ra sis· ena que agua rdaba devotamente la
lización. Fue sólo en la segun da mitad del cielo se entreabrió ante la mirada de un indíg
ión y de lo sobrenatural por medio de e aquellos años algunos indios n-1ori,
temática en una pedagogía de la evangelizac apertura de las puertas de una iglesia. Desd
cautivaron la atención de los cronls· Hacía 1535 Santa Catalina y S;cnta
religiosos cuya vida ejemplar y cuyos prodigios bundos fueron arrastrados hacia el más allá.
ics \>t> dr
Frayju.111 de ZumJrr.1- M. Salima nn, "L'nt sourct d'tthn,.-;h\qcirc:
6 Motolinfa . .\femon',;·/e_r. . op. cit., pp. 96·97: Garría lcazbalccta, Don 7 Gruzin.,ki (19"76) y, en colaboración con). Nr.'"'f
s, op. n't .. pp. 4"37; Torqu cmada et k Mexiq ue haroq uc" ,\{é/.1n ge.r de /"i:.'ro/e fr.m¡-.;JSC ,JÍ>
o, l.thm1 y librero Vénér abks dans l'ltalit rnérid ionalt
g,1. , o/" ttt., 11, p. ,i2: Fernin dcl dd Casritl
út., Vl, pp. 172, 201. 262: Luis \X:cckm ;u1n, La herene ú mediC1•.;/de ,Héx1to. 88, 1976·2, pp. 789-82.2.
.Hon.;rquíJ indian a. op.
7
l, Mtxico, El Colegio de México. pp. 286.28

102 de 162
[__-\ C!dSTl:\S~Z,'\ClÓ~ Dt: LO ;:-.L\G!.\_-\RlO

de la imagen para provocar b_ de los indígenas. Se impusieron los secJlares, La de-


:-J:igC.dena dieron a ekgir a dos neófitos entre ci camino repugnante de la idola· vocióu criolla e indígena, la piedad de los virreyes no hicieron sino crecer en torno
crí 3 y :tquel, fraga.nrc y florido, que inauguraba el bautismo. En 1537 antes de del santuario de la Virgen de Guadalupe en la segunda mitad de! siglo, aunque
morlr c;n indlo de Cholula contó que ''hab!J. sido llevado su espíritu a las penas todavía en ninguna parte se tra[ara abiena y oficialmente de u:1a aparición mi-
del inf:erno a donde sólo del gran espanto había padecido mucho tormento y gran. lagrosa, menos aún de una Íínagen de origen divino, man:: dt.tJin.; depi'cta. Pero ya
d~simo n11edo [ ] y luego fue llevado a un !ug;ir de rr:ucbo placer y alegría y de
sentaban len[amente sus reales algunos relatos y una tradición ora! de los que se
gran deleite" Pero algunos indios exploraron r:1:ís que el otro mundo cristiano.
encuentr_an ciertos ecos en textos indígena.s. AsL el Dian-o de Juan Bautísta, aquet
Desu1brEeron uno rra.s otro a Cristo, a la Virgen. a los ángeles, a ios santos, a reli- alguacil 1ndígena de Tlateiolco, indica que "en el año de 1555 se apareció Santa
giosos sacrificados, a! diablo en persona, que se mJ.nifesca.ron a varios de e!los_ Pro- l\íarfa. de Guadalupe en el Tepeyac'·: los Anales de !Héxico confirrnan: "Afio de
ducidils en general a las puertas de la muene, -aquellas visiones expresaban una 1556. descendió la señora al Tepeyac' ',fecha que señala también r:i historiador in-
reprimenda , una adverrencia , un consuelo o un mensaje dirigido al visionario o dígena Chimalpahi n en sus Relaciones. En consecuencia, parece ser que, desde fines
a los vivos. La experiencia derivaba entonces de una pedagogía del pecado, de la del siglo A'l/J, medios indígenas alfabetizado s recogían la huella de- una o de varias
inuerte y del mis allá. Pero perm.anecla reLuivamen te aislada y esporádica. La vi· apariciones que situaban a mediados de siglo, es decír, en un momento en que el
sión indígena existía, pero sin participar aún en una estrategia deliberada de evan- culro ya se hatla hisróricarne nte bien establecido. Cabe interrogarse sobre la exis-
gelización_ 0 tencia de ''pinturas'' indígenas que habr1an consolidado la mariofanía, de exvotos
Es pr.obable que la difusión dd culto mariano aclare mejor las primeras erapas que habrían sido puestos en el santu3sio y que de ese modo acaso hayan conui-
de la cr1srian1zación de lo imaginario indígena. Y más exactament e lo poco que sa- buido a su divulgación . Pero de ellos no queda ai parecer huella alguna.
beff1os de los orlgenes del culro a la Virgen de Guadalupe, No ignoramos que los Tercer tiempo y coronamien ro de esta gestación es la inrerv~nciOn del clero secu-
princ1p1os de esta devoción confirman !a acritud prudente que la Iglesia mexicana lar en 1648, bajo la pluma de 1liguel Sánchez. Su obra:I1naien dt la Virgen Ma-
mantuvo en mareria de milagros bajo la influencia franciscana_ A fines de los años ría, iHadre t!e Dios, de Guadalupe. , , reúne y uniftca los relatos que circulan por
1540, c1erta devoción mariana se había desarrollado en una humilde capilla del aquel entonces, dándoles una forma casi definitiva v do[ándoles de! fundamento
none de !a ciudad de ?viéx!co, en el lugar mismo en que antaño se levantaba un teológico que les faltaba. Según lvEguei Sánchez, en, 1)31 la Virgen se habría apa-
santuario dedicado a Toci, !a diosa madre. Aquella de,-¿ción había recibido estímu- recido en reiteradas ocasiones sobre ei cerro del Tepeyac a un indio llamado Juan
los del arzobispo i\lonso de lvfontúfar, de espal'ioles devotos v de las darnas de al· Diego. Ella le habría dado la orden de cortar flores y de llevarlas a! cbispo de Méxi·
curnía que frecuentaba n el santuario. Pero sobre todo había .conocido el--favor de co.Juan de Zumárraga. Cuando, ante e! obispo, el indio desplegó la tilma que en-
los indios que seguían llevando a la Virgen española las ofrendas que antaño desti- volvía las flores, la imagen de la Virgen apareció impresa sobre la tela. Al publicar
naban a la diosa, En cambio, por boca de su provincial Francisco de Bustamance , un año después (1649), pero en niliuarl, la misma versión, Luis Lasso de la Vega,
luego por la de Sa.hagún, los franciscanos denunciaron con violencía b devoción: ¿no el sacerdote que tenía a su cargo el santuario de la guadalupan a. se proponía deli·
creían algunos indios que ''hacfa milagros aquella imagen que pintó un indio y así beradament e liega.r a un público indígena '·para que vean los naturales y sepan en
que era Dios''? A esa reticencia opuesta a! milagro y al cuh:o de las imágenes se su lengua cuanto por a.mor a ellos hiciste [la Virgen] y de qué manera aconteció lo
agregaba el re mor de ver que los indígenas siguierw adorando con el nombre de To- que mucho se había borrado por la.s circunstanci as del tiempo,·, Desde entonces,
;_ant~in a la antigua madre de los dioses y no a la Virgen fvía.ría. Es probable que el
los escritos, los sermones. los sonetos, los poemas dedicados a b \'isgen de Guadalu-
tranc1scano Sahagún fuera cerrero. Conocía lo suficiente a los indios para saber que
pe alimentan el principío de un nacionalismo críoilo míenrras que los retablos, las pre·
no sólo !es resultaba natural concebir a !-a Vin::en como una de las manífestacio nes dicaciones y ei teauo edificante se encargan de hacer repercutir en ei mundo indígena
de su _antigua dios.a, sino rambié-n confundir s~ imageo con la fuerza que represen- el relato fijado de ese modo: autos sacramentales sacados de la obra de I.asso de la Vega
taba (''<~Ha era Dios"). 9
se montan en los pueblos por iniciativa de los curas y a solicitud de los indígenas.
1-iuy distinta era la actl[ud del clero secular, el cual sostenía que la devoción de
los españoles por la ·virgen de la ermúa '·redundará en pro y utilidad de los naru· 'i Err;esto de ia Torre Villa.t y Ramiro ~avarro de Anda. Test1mo1n'os hHtór:co;
guadaiupanos, Méxi·
rales [ .. J y así vendrán a convertirse' '. !:\'o se podría significar de manera más ex· to. FCE, 1932; SahagUn, HistoriJ. , o¡'I. cú., 111, P- 352; AG!, l'1ud1encia de 1Ht!x-:co, 22, cxp_ Sl bú;
plícita el propósno de explorar la devoción ffl.arÍJna de los españoles y los mílagros Francisco de !a Maza, El gu;¡J;;Jupanis_mo en Aiéxico, México. ra. 1981. pp _;0.31, 73·81. lll2·186:
Ji.cques Llfaye, Quetzakoat! e: Guadalupe_ París, Gai!imard, 1974: D~wid H. Brading, Los onf,ene1
'\:
d2! naúonahrmo me:dcano, México. SepSetentas, 1973: AG/'<, Bienei Z'./anon;;,'es, leg. 1162, exp.
3
\lornlinfa_ :\frmon:;itJ . op o: pp 1.:!0-1-.íl ;3, \\'cckmu:n. La hero1ciJ medieval de/.{ixi-
1\G:-.<, Tierr:iL voL 22'.:S, exp. 2 (_tex:o de una represenrn.ción dada en 1684)
,u. op á1. 1. pp 216-2\9, 286

103 de 162
194 LA CRISTlA"i'.'lZACIÓN DE LO IMAGINARIO LA CRJST!AN! ZACIÓN DELO íMAGlNAR IO 195

La recuperación de tradiciones orales, su cristalización y su puesta en circulación mitad del siglo y un indicio del grado de cristianización de los índios de la capital
de nueva cuenta en una forma estandariz ada por Sánchez y Lasso de la Vega, la acerca del cual ya nos habíamos interrogad o con brevedad.
gran encuesta de 1666 dan fe, por si fuera necesario, de la m~er~ vígorosa en que Otras iniciativas rnarcaron aquella década, Un año después del traslado del Cris-
e:
la Iglesia toma en sus manos la mariofaní a ~el Tepeyac No indiferente que, a la to de Totolapan , algunos dominicos abren el santuario del Sacromonrc en Ameca·
manera de los ITtuios pn'mordiales, la Iglesia se proponga for¡ar un pasado, de cuya meca, a1 sureste del valle de 1'.1éxico. Tarnbién en esta época y durante todo el
10

autenticid ad, ella también, está convencida. Un pasado llamado a ser más real y siglo xvn se multiplica n y se extienden por toda la Nueva España las irriágenes mi-
más inquebran table que el pasado histórico. Una vez más, como los Títulos, ~ero lagrosas de la Virgen, de Crisro, las cruces prodigiosas. Bajo el triple impulso de la
a una escala enteramen te distinta, los dos sacerdotes establecen una memoria y Iglesia barroca, de la piedad española y de la devoción indígena la tierra n1exicana
ofrecen los fundamen tós de una identidad a una sociedad nueva. Los procesos son se puebla entonces de devociones locales y regionales. Lo sagrado y lo sobrenatural
casi análogos, aunque pongan en juego fuerzas del todo desiguales. Ambos dan fe de los vencedores arraigan en el paisaje, se aferran a cerros (el 1"epeyac, Los Reme·
del peso decisívo que tiene para la historia de Nféxico aquel siglo xv11 barroco. Se dios, cerca de México). a montañas , a desfiladeros (Chalma), a minas; se lnsralan
puede definir este proceso como el restab!.ecimiento de i?fluen.cia, I: manípula- en las laderas (Huarulco), se extienden tanto a los centros urbanos (México, Puebla,
ci6n al mismo tiempo deliberada e inconsoen te, pero no 1nvenc1ón. No obstante, Oairnca) como a parajes mis aislados (la Virgen de Juquila en Amialrepcc), Impri-
hay que evitar los resúmenes fascinantes o polémicos. La devoción a la Virgen de men una nueva significación a sitios que hasta entonces habían sido las memorias
Guadalup e se desarrolló progresivamente en torno a una imagen contra la volun+ inudas del mundo antiguo, si hemos de creer a las Relaciones geográficas. Esta pe-
tad de una parte de la Iglesía mexicana, saliendo al encuentro de la piedad españo· netración y esta territorialización de lo invisible cristiano, este maren1oto de lmágenes
la y de la perpetuación de un culto autóctono. Fue con posterioridad, apenas en las durante las primeras décadas del siglo xv11 corresponden sin discusión al desvaneci-
últimas décadas del siglo xv1 y las primeras del A"\11, cuando la tradición de la apari+ miento de las veleidades erasmianas, al alejarniento de las utopías rnisioneras. Se
ción se sumó a las prodígiosas curaciones realizadas por la imagen y se difundió a adhieren al advenimie nto de una Iglesia en cuyo seno !a jerarquía, e! clero secular.
todos los medios. l\ esos años decisivos, pero perjudicados por las fuentes, hay que los canónígos de las nuevas catedrales y los jesuítas han empezado a desplazar a hL'i
remontarse para descubrir la amplitud del proceso sin precedente qu<: a:fecta en- órdenes mendican tes de la posición dominant e que ocupaban . La instalación de!
tonces las culturas indígenas, la indianización de lo sobrenatural cnsuano. De Tribunal del Santo Oficio (1571), la llegada de los jesuitas (1572), la celebración
ello se trata precisamente cuando los indios se convencen de que la Virgen del Te· del III Concilio Mexicano (1585) acompaña n la victoria del manierismo y luego de
peyac se apareció a uno de los suyos dejándole una ~eñal prodigiosa. Paso éste tanto sus avatares barrocos sobre el arte monástico que muere con el siglo. De esa Iglesia
más decisivo cuanto que no fue aislado. En 1576, en 1580, se aparecen vírgenes a postrident ina se ha dicho hasta el cansancio que habfa abandona do a los indios
indios de Xochimilco y de Tlatelolco, en las inmediaciones de la capital. Tres años cuando que se propuso dedicarse a ellos de otro n1odo en un contexto transformado.
después, el traslado del crucifijo de Totolapan estuvo .acompañado de p:odigios Con un personal sin cesar creciente puesto que sólo el clero regular aumenta de
que corroboran la sensibilidad adquirida por los medios indígenas de la capital para 800 a aproxima damente 3 000 personas de 1559 a 1650 en toda la Nueva España.
lo maravílloso cristiano. i\l paso de la imagen, en medio de curas milagrosas, los mienuas los sacerdotes seculares pasan de 158 a 451entre1 575 y 1622 tan sólo en
indios vieron cómo se movían los brazos del crucificado, "unos piensan que está el arzobispado de 1'.1éxico. No obstante, si es indiscutible que el enmarcan1Íent0
vivo y les echa su bendición : y otros piensan que es el verdadero Cristo que murió eclesiástico de las poblaciones indígenas cobró cuerpo, resulta 1nás delicado apre-
en manos de los judíos y otros piensan que es Dios y lo adoran como a Dios .. , " ciar sus efectos en poblaciones con frecuencia ~organizadas por la enfern1edad y
Ante los agustinos que se empeñaro n en propagar los milagros del crucifijo, los las ''congrega ciones'', Limitémonos a suponer uDa mejor repercusión de las políticas
franciscanos, como de costumbre , se inquietaro n en cambio por los avances de la eclesiásticas, sín querer igualar con precipitación la cristianización y el crccünienro
devoción y reclamaron la intervención del Santo Oficio. Pero, hecho significativo. de los efectivos, y recordemos que la Iglesia barroca está dispuesta a convalidar !as
lo que ks, preocupab a ya no eran ni la incredulidad ni el paganismo de los indios devociones, los cultos, los milagros que circulan en las poblaciones índígcna, JTH"S-
de la capital, como había ocurrido 30 años atrás, sino más bien las posibles des· tiza y española de la Nueva España. /\.condición de codificarlos y de can<>Jizarlos en
viaciones de la exaltación religiosa entre "gente de poca capacidad que no se les le~ celebraciones en que las pompas barrocas desempeñ an un papel decisivo.
vante el entendimi ento de los cabellos". Vale decir que, entre los indios de };.féxico Sobre todo, no olvidemos que esta política se sítúa en una Nueva E:;pañ.a distin,
y de los alrededores, existía en los años 1580 una receptividad para el milagro que ya
108-!09; íV. p ,¡9; .1,G,'\. !n:¡ui.,;¡·L.-'!
no era sólo una disposición individual sino claramente una cuestión colectíva. Al to Mtndicta, Hr"srond a!e.1tistú-,; 1't11karu, op. nl .. lll. pp.

parecer, es ésta una diferencia principal con los milagros catalogados en la primera vol. !33. cxp. 23 [1583]

104 de 162
LA. c¡USTiA>:iZ:\CIO:;.; Dl LO !\L~,Gi~(.-\i\10 LA CRlSTIAN!Z.\C!ÓN DE LO l'.\!:\GI'.'~ARJC i 97

u. Je aauelb que inauguró Ja Conquista. S3bido es que en 1585 los indios ya sólo parte de la comunidad a estados de depresión o de excitación profundoS -lamo"
~on dos' rnii!ones, en tanco que Lt pobbc1ón negra y mestiza, siempre ción- en que se n1ezclaban el dolor, las lágrimas, b. estupefacción, el temor, a veces
rninoritaria, conoce un crecirr1Íe{;~o ;:onstante. Desde el XVL indios cada vez e-1 pánico. Los jesuitas brindan a los indios una incicación a b vísión, una estanda-
nLls nurnerosos abandonan sus ciudades y sus pueblos tra.sladarse a los centros rización de sus delirios y algunos modelos de ir.:erpretación. Es evidente que
de gran población blanca y rnestiza. Fundada en el xvr Puebla, la segunda sobreponen los mis1nos esquemas a estados y desórdenes muy distintos cuya espe-
ciudad de! virreínato, cuenta cor. cerca de 17 000 inclígerLtS, n1ientras Querétaro, cificidad se nos escapa casi siempre. Pero esos rr,odelos y esas trarnas son difundi-
Cela va, Valladolid en 1-iichoacán y Zacatecas ;:nraen a millares de indios. C-ada vez dos y vueltos a difundir con tal convicción que hav iug:ir p1ra creer que los indíos
rnás ~n contacto con los españoles v los mestizos. los indios son llevados a integrar- acaban por interiorizarlos y, algunos, por reproducirlos con bastante exactitud.
se más a una religiosidad colectiva, pluriétnic;:;., rn-arcad-a po~ l:lS grandes procesíones Codificación, estereotipias y delirios indígenas se sobreponen al grado de confun-
anuales --las procesiones de_ Corpus Christi-, los ~ültos de fe de ia Inquisición, dirse, si no siempre en el espíriru del visionario, cua.ndo rneoos en el de la comunidad
las sunruosas beatificaciones~"'Surge una sociedad nueva. citad1na. a irr1agen de edíficada y,'"conmovida". ¿Qué enconrran1os en él? lo esencial de la imaginería
aqueilas cacedr-ales cuya construcción ha sucedido a_ la de los conventos y que reci- cristiana, el infierno y sus demonios, el paraíso y sus sa_ntos. El antagonismo del bien
ben bajo sus naves todos los estratos de la población: corporac1ones y cofradías, y del mal reviste allí todos los avatares imaginables e inspira hasta oposiciones se-
autoridades civiles y eclesiásticas. ricos comerciantes y caciques indígenas sin olvidar cundarias que subrayan y apoyan a las primeras: el cromatismo, las íntensidades
aquellas n1ultitud;s compuesra.s de indios. de mestízo5. de negros. de mulatos y, luminosas, los olores, los sonidos, los materiales se reparten en pares antitéticos
va. de ''blancos pobres''. En fin. si bien las noblezas indígenas con frecuencia ya que repiten en todos los tonos la dualidad y su resolución última para beneficio
~ólo son la sombra de lo que fueron, los españoles tampoco se salvan de una so- del Bien, de Dios, de la Virgen, etc. Lógica irr1pcn~rbable y rígida de un sistema
ciedad que acaba muy pronto co:i los hombres y las fonunas: ¿acaso no hicieron que de modo infalible clasifica en una sola y únics. casilla lo feo, lo sulfuroso, lo
progresivamente a un lado las nuevas generaciones de pobladores a los descendientes oscuro, el estrépito. Estamos en las antípodas -mas, sospew'1aban los jesuítas?-
-arruinados de los conquisradoresi ¿Debemos asombrarnos de que, en aquel mun~ de la idolatría en que dominan, como se recordará.'Li.ambivalencia de los dioses,
do mis urbano, más mezclado. el cufro de la Vi.rgen de Guadalupe, como tan1blén !a permeabilidad de los seres y de las cosas, las rrarisformaciones sutiles, las múl-
-Ia-:inmens-a-mavoría de las devocioc.es marianas. asocie todos los grupos étI)_i_cos y ti_p_le_s. __ <_;_o_mbinaciones._ Por el cor:-_trario,___ l_;i __ visión crisciana obra de acuerdo con un
florezca. como.tantos otros, a la sombra el<: las ciudades o en sus alrededores? 11 esquema simple y simplificado -piénsese en la Eecuen[e exclüsión del pur-g-ato-
Pero no basta con observar fenómenos generales para captar el modo en que la rio--, dualista en su estructura y que resume lo esencial de lo sobrenatural y del
Iglesia intentó la conquista y la colonización de lo imaginario indígena. Dema· mensaje cristianos. Contando con la interiorización de estas asociaciones y de estas
siado globales o demasiado parsirnoniosos. los testimonios recordados ha.sta ahora tramas repetitivas, la pedagogía jesuita de lo imaginario se aplica entonces a los re·
difícilmente permiten definir las ;nodalldades prácncas de esta infiltración progre- giscros más diversos. Rebasa los lí..'Tlites de Ia paJ.ab:a y de la imagen pintada para
siva. Ta.i.Tipoco basta con proponer la incensíflcación de la cristianización o el au· arraigar en lo afectivo, lo subjetivo, una experiencia indígena de ese otro lugar cris-
mento de los n1estizajes pata explics.r el fenómeno. Donde hay que tratar de cap· tiano. Explotando las emociones, el miedo, la :;ngustia: integrándolos a una
tarlo es en el nivel de la ínteríorización individual. de la experiencia subjetiva, a problemática del pecado y de la condena; disipindoios mediante técnicas rituales
condición de que se disponga de los medíos par:a logr:irlo. Ocurre que la Campa· -la confesión, la penitencia- que conducen a la cabal asimilación de la temática
ñía de Jesús ha conservado el indicio de un número considerable de fenómenos cri.stiana de la salvación y de la redención.
sobrenaturales -en este caso visiones- vividos por indios y recogidos por sus Para tratar de definir mejor el fenómeno, díga.rnos que los jesuitas habrían ofre-
miembros en el transcurso de su apostolado. libundan sobre todo para el periodo cido a algunos indios penurbados temporalmente una estructuración de sus deli·
de 1580-1610, e! que precisarnente es objeto de nuestra atención, ríos en forma de una serie de sínton1as resrítucionales tomados del cristianismo. Y
En arra Darte he mostrado de rnanera deraliad-a el modo en que los _iesuita.s orga- ello con tanto mayor éxito cuanto que las culruras indígenas por aquel entonces
nizaban s~ predicación en toíno a visiones que habfa.n (enido los indígenas a los disponen con más díficulrad de los medios de -asurnir, de interpretar y dar una for-
que se dirigían. l 2 Consignaban experiencias ejem piares recurriendo a una dramati· mulación a esas perturbaciones. A! respecto, remito a las páginas dedicadas a la
zación deliberada con trazas de psicodra.rna colectivo. que arrastraba toda o una crisis de la idolatría. Los guiones cristianos se prestari, por ejemplo, para la ilustra·
ción y, no hay que olvidarlo, para la resolución de arrebatos delirantes, de psicosis
!I lsraei (1975), PP- 39-42, 45--0 _ks-é de !a P~i'il. Oi:g.;r:_1:.J.: y pr~op:¿rk,7' en f\'·ue1·;1 España !550·
alucinatoría.s o de delirios de persecución. Esta reformulación cultural parece esen-
1624, México, fCE. 1983, p 2J7.
n Gruzinski (1974) cial por múltiples conceptos, Permite hacer de las creencias cristianas en el más allá

105 de 162
LA CRISTIANIZACIÓN DE LO lMAGlNARlO
198 LA CR1STLA.NlZJ\ClÓN DE LO !M,i\GIN1\R10

cul- tencia, en poner abierta y radicalmente en tela de juicio sus orígenes y sus fund:i-
y de las representaciones vinculadas con él una expen.cncia subjetiva (aunque
comunic ada y comparti da, pero mentos. 1-1ás bien era el niido causado por los edictos de la Inquisición y los autos
~uralmente estructurada), 3 que luego puede ser
1
vi- de fe lo que podía llamar la atención de los indios de las ciudades hacia aquellos
de otro modo, por el resto de la comunidad indígena. Es comprensible gue la
apoyo de una penetrac ión de lo sobrenat ural cristiano bajo la españoles y esos portugueses que se sustraían a las presiones de la Iglesia llevando
sión haya sído así el
da y vigilante de los padres de la Compañí a. En estas condicion es, una doble vída en que el cristianismo no era sino máscara y aparíencia, En cambio,
dirección apasiona los
es indiscutible gue la mala conducta de los españoles, de los mestizos y de
también es comprensible que haya constituido un vehículo privilegiado de la acultu- su habilidad para rehuír las obligacio nes impuesta s por la
de negros, sus subterfug ios,
ración puesto que introduce, no sólo en to imaginario indígena de las imágenes, abrumad or en los con1port amientos de los indígena s,
, ante la falta-, sino también de las obsesion es, Iglesia pesaron de un modo
las conductas -ante la divinidad
quienes, tras sus pasos, descubrieron los caminos del concubinato y de la bigan1ia
una estructuración de las emociones y de las angustias. El eje1nplo jesuita muestra No
opuestos al carácter indisoluble del matrimonio y a1 imperativo monogámico.
a una escala más modesta un proceso de mucho Inayor envergadura, que se desa- la generalid ad de los indígena s, el cristianis mo fue
está de más recordar que, para
rrolló en la Nueva España desde fines del siglo XVI y princlpios del xvn, digamos como la versión que les ofrecían los indios de Iglesia y, de
de tanto el de los clérígos
entre 1580 y 1650. /\_mi parecer, ese proceso permite captar mejor el desarrollo los españole s, los represen tantes de la Corona, alcaldes
s que florecen por todas partes. Lo manera más esporádic a,
los cultos maríanos o de las imágenes milagrosa
mayores y corregidores, los mineros, los mestizos, los mulatos con los que se cruza-
que se pone en tela de juício en cada ocasión es la adhesión dirigida de las multiti:- 14
ban en la ciudad o en el pueblo.
des indígenas hacia lo sobrenatural cristiano, la invasión de ~o sobrenatur~ exót~­ a
a Hacia donde hay que volverse para descubrir espacios que rompían la ínfluenci
co, su arraigo en suelo mexicano. Sin que por tanto sea preoso negar la existenci sobre lo sobrenat ural son más las magias coloníale s.
s sin las cuales los proce. que la Iglesia pretendí a ejercer
v la manifestación de experiencias propiamente indígena ha-
Multiplicando los pactos con el diablo, es más, "obligan do a los demonios a
;os que acabamos de describir habrían seguido siendo un pegaste sin mañana. mulatos y n1estizos
blar con ellos", practicando la adivinación, españoles, negros,
De creernos a ese respecto, la Iglesia habría emprendido desde fines del siglo XVI cia
se arrogaban poderes comparables a los de los con juradores indígenas. ¡\diferen
la conquista tranquila e irresistible de los espíritus, auxiliada por las dificultades
y
mo, las magias coloniale s no se apoyan en absoluto en
. Ello equivald ría a olvidar de la idolatría y el cristianis
por los callejones sin salida de una idolatría en reuoceso relativam ente homogén eo del mundo. Por lo general, han roto
ningún enfoque
que la Iglesia -hacia 1650 un poco más de 5 000 sacerdot es- no tenía el mono- ya
de los vínculos que los ligaban a los medios y a las sociedades gue las produjeron,
polio de lo sobrenatural de Occidente, como tampoco la idolatría detentab a el . A ese desarraig o irreme-
con que se la cubría. Soldados , artesanos y campesin os españole s, se trate de los campos ibéricos o de las malezas africanas
lo demonia co
diable se agregan la disparidad de sus orígenes, la evolución caótica de sus compo
0

consigo un
esclavos africanos, y hasta marranos (judíos conversos) introdujeron ente
nentes y la multiplicidad de sus formas. Algunas prácticas se inspiran cercanam
acervo de creencias ilícitas y de prácticas clandestinas que el Tribunal del Santo y' 'abusan de la eucaristía , del santo óleo, de los altares y de
los en la liturgia católica
Oficio se esforzó por contener más que por extirpar. Si a esos grupos se suman ''. Otras se aparran de las plegarias cristianas . Otras más retoman
de 400 000 almas despliega , en mi~ otras cosas sagradas
mestizos y los mulatos, una población de más
vez tal cual. o con algunas enmiendas, el modelo de la hechicera europea, de su pacto
tad del siglo xvn ante los oías de cerca de un millón de indios, usos más de una y el
con el diablo, de sus vuelos nocturnos, del aquelarre, aun cuando la serpiente
heterodoxos. gato de 1a peninsul a. La aportació n ibérica y n1e-
da. sapo sustituyan con frecuencia el
La dominacíón de la Iglesia en ningún momento se vio en realidad amenaza s
suelo american o a sus "adversa~ diterránea se mezcla en fin con creencias, amuletos, técnicas adivinatorias oríglnaria
Sin embargo, muy pronto volvió a encontrar en heteroge neidad no impidió ;r\:ncim amiento , la superpos ición
de África. Aquella
rios" habituales, los herejes y los judíos. Los primeros fueron un número insignifi- que nada
de y ta fusión de las prácticas y de las creencias. Pero éstas siguen síendo antes
cante y es probable que nunca con influencia real en el mundo indígena. Fuera car jamás en la ínstaurac ión de una aprehens ión
que tuvieron la desgracia de caer en las redes de la prácticas y creencias, sin desembo
un puñado de piratas protestan tes El producto es una amalgam a ínestable , com·
o, e incluso del luteranis mo que globalizante o totalitari a del mundo.
Inquisíción y de las pálidas réplicas del erasmism in-
parable a esos amuletos que reúnen sin orden ni concíerto plantas de extracción
polemizaban sobre el matrimonio de los sacerdotes o la confesión, los ataques
~e­
contra la lglesia se limit«_ron a estallidos individuales, esporádicos y triviales.
exagerar su efecto, la presencia de una comunid ad judía clandesn na 14 Solangt /\!berro (1984); Richard Greenleaf, The Afexican Inquisirio11 m rhc S1xt<t7/lh Cer:fl,,!
cordemos, sín
que fue la única en encarnar una religión distinta del catolicismo y, por su sola exis- A!buqucrq ue, Universí1y ofNcw ~kxico Press. 1969: .\GS, lnquisicifm . voL
3)). é"Xp. 12. foL i:-1.
300r.-316r.; !na'1frrn1I:,
vol. 572. exp. 18. fols. 363r.-36)Y.; vol. 187. cxp. 11; vol. 312, cxp, )7, fols.
de testificaciones del obispo FrniJuan de c;:umárrag a" [1'>36- .. j
General . .. Libro
H Georgr~ Dt\Ttt\JX, EJSaÚ d'etht10/>Sychi1une génér;;fc. París, Gallimard, 1971, p. 2)

106 de 162
:ioo L". CRJSTL\~IZAC!ON DE LO !MAGlNARlO L\ CR!STIA>!lZAClÓ~ D[ LO lM:\Gl'.'!ARlO .20L

.• dígena. escapula.ríos, piedras imantadas. Un producto que se limita a !a resolución


del padecin1iento biológico o social y cuyos componentes varían según los lugares,
nos españoles, sin duda más numerosos de lo que imaginamos. no vacilan en
'·idolatrar" con indígenas para lograr !o imposible. De allí esa cascada de adema-
ias dominantes étnicas, sin alcanzar nunca la extensión y la cohesión del cristianismo nes, de sustancias, de a.n1u!eLos, de fórmulas, esos circuitos discreros que, tanto
o de la idolatría. De ello derivan una multiplicación, una dispersión y una fragilidad como la corrupción, confieren a !:a heterogénea sociedad colonial su dinamismo y
de las adhesiones. y de las repulsas personales, puesto que nínguna autoridad po, su plasticidad.
dría garantizar la validez o la superíoridad de tal o cual forma de adivinación o de En fin, al pragmatismo se agrega cierto interés por la redituabilidad, por la co-
tal o cual n1anipulación. mercialización de las prácticas y de las creencias pues, por modesta que sea o por
Falta espacio para interrogarse acerca del sentido y de la funcíón de la brujerí::t y viral que se la considere, la magia es un servicio por vender que da para vivir a más
de la inagia coloniales, de orígenes mezclados. Si bien ponen en marcha conceptos de uno y más de una_ Tamb!én en ese sentido, la magía con frecuencia es sólo un
l' prácticas de todas latitudes_, su fin es mucho más unitario. En un universo tan sistema de defensa a disposición de los múltiples marginados de la socíedad de la
insritucionafrnente rígido y jtffurquizado como la sociedad colonial, con frecuencia Nueva España.
ofrecen el modo (ilusorio o no) de eludir las desigualdades que suscita la don1ina- Las separaciones inapeiables que la Iglesia se empeña en imponer a los indí-
c[ón española de las masas indígenas a las que se unen en número creciente escla- genas se ven así pulverizadas aquí en beneficio de una miríada de creencias y de
vos africanos y sobre todo seres híbridos de toda especie. Esclavos negros que en el práccicas. Ese paisaje móvil y abigarrado, contradicrorio en sus reglas y desconcer-
siglo xv1r emplean [Oda su fiJerza para sobrevivir en un medio desconocido y hostil. tante en sus criterios, es lo que descubren y aprenden a conücer los indígenas.
buscando vengarse o protegerse de la opresión de sus amos. Mestizos que no en- Nunca se insistirá demasiado en ese factor suplementario de desorientación que se
cuencran ni en el mundo de los blancos ni en el de los indios un lugar para sí. Esclavos agrega al hermetismo del crlsrianis1no y a la anomía del siglo xvi. Hay que ser gran
mula[os que tienen la esperanza de ver a su progen.irura emancipada a condición clérigo para captar que ios alumbrados y las beatas que en !os siglos xv1 y X\11 cono-
de que se apoye. si puede, en las multitudes mestizas e indígenas. Indios ladinos cen el favor pasajero de los fieles son sólo peligrosos heterodoxos. Por lo demás.
bastante aculturados para compartir la vida de los mestizos y de los mulatos, pero ¿cómo podrían unos indios distinguir a los brujos europeos condenados por la
irremisiblemente condenados como ellos a ocupar los peldaños más bajos de la Iglesia, de esos españoles que, con autorización de los obispos y de los concilios lo-
sociedad mexicana. En fin, no hay que olvidarlo, esos blancos insignificantes sin cales, pueden ejercer las funciones de saludadores, ensalmadores y santiguadores,
porvenir, esos españoles, huérfanos, viudas o abandonadas y por consiguiente de- es decir curanderos que uatan las enfermedades con plegarias y bendiciones? .A.1
pendientes de sí mismas cuando no de la prostitución, engrosan las filas de una mismo tiempo que adrnite que hay en ello "muchas supersticíones", la Iglesia
clase insoportablemente apartada del poder y de las riquezas que se reparten todos acepta su existencia_ ¿Acaso es la misma dificultad para distinguir a los venerables
los poderosos del virreinato. En aquella socíedad arrinconada, el sexo con frecuen- de los curanderos indígenas y más todavía de los monjes giró vagos, de los fray/es
cia permite salvar las barreras sociales y étnicas y las magias eróticas que, con roda que descubren minas, predicen naufragios. encuentran esclavos fugitivos, de los
evidencia, son el instrumento indisper...sable de esas estrategias amorosas que rejen dudosos ermitaños que persigue la Inquisición? Pero a veces las fronteras de la he-
entre la curandera indígena, la hechicera mulata y la mujer española las complici- terodoxia se hacen más sutiles corno cuando, por ejemplo. algunas plegarias seco-
dades secretas y los fuertes lazos que Solange Alberro ha estudiado de un modo rrompen con fines particulares o se pronuncian en circunstancias distintas de las
adrnirable, '(para manipular los deseos se abreva indiferentemente en todas ias que fija la Iglesia. Per1samos en fin en esos curas del campo que, no contentos con
culturas.1i admitir la realidad de la brujería indígena, recurren a la ayuda del curandero o del
La magia y la brujería presentan pues todos los espejos seductores de sus saberes desembrujador. Suficiente para confundir a los nuevos conversos o antes bien para
y de su eficacia, Abren una entrada fantasmal a los valores y a los bienes que les arrastrarlos más hacia una pendiente que les ~s conocida, la de la adopción, de la
niegan la existencia, De ahí la sensación de que es sobre todo la función pragmática yuxtaposición y de la confusíón. El cristianismo de la aplastante mayoría de lapo·
lo que contienen esas prácticas, de que la eficacia inmediata se impone a la cohe· blación blanca o mezclada de la Nueva España es un conglomerado extraordina-
rencia de las creencias y de los rasgos, tanto como ia improvísación de los medios ri1ITiente permeable a las adopciones, ante el cual la Inquisicíón se contenta con
a la tradíción. Ei clience -aquí hay que hablar en térmlil.os de mercado y de recordar la norma, sin lograr nunca dominarla.
mercancía- está dispuesto a todo para conseguir sus fines, al grado de que algu· Las magias coloniales poseen la facultad de ''contaminar'' los terrenos en que se
ejercen. son de una viscosidad deletérea, que de un modo sistemático vacía de su
lí Aguirrc Beltrán (1973,L pp. 112. 204. 219, 209; JJj Conctlio Provináa!Afrxicano, México, Maille·
fon'! Compañh, 1859. pp 405, 375. 376: Noem\ Quezada, "Oraciones mágicas en Ja Colonia", Anales
sustancia a todo lo que se acerca a ellas, reduciéndolo a los esquemas simplificados
d,; Antropofogí:J, XL 1974, PP- ;4 ¡. t67, v A.mor J magia amoros:i entre los azt.:cas, México, L'NAM. 197). de una eficacia de corto plazo. Si bien la idolatría puede acomodarse mucho más

107 de 162
202 LA CRISTlANlZACIÓN DE LO íMAGlNARlO

fácilmente con !as magias í1nportadas que con el cristianismo, también corre el
riesgo de hundirse con mucha mayor rapidez en ellas. Y los indios pueden extraviar VI. LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO
su aprehensíón del mundo en un conjunto de creencías, dispersas y contradictorias.
que reflejan el surgimiento de una sociedad sin precedente. 16 Los AVANCES de lo sobrenatural cristiano y el auge de las magias llegadas de otras la·
titudes conllevan el riesgo de considerar a la idolatría vencida de antemano. ¿Mas
no sería hacer poco aprecio de su permeabilidad, de su capacidad aún ínalterada
para integrar características exógenas a la representación de la realidad que suscita?
·Tampoco esta vez se puede esperar captar el proceso sino escogiendo el microanálisis
y estudiando algunos casos precisos, ofrecidos siempre por nuestros extirpadores.
Domingo Hernández es oriundo de Tlaltizapán, aldea nahua enclavada en el
corazón de las tierras cálidas y fértiles de la región de Cuernavaca, sobre la margen
derecha del río Yautepec. Allí se forjó una reputación de santidad -"era renido
por santo'' - que se extendió como reguero de pólvora desde que recibió ''virtud
del cielo para curar enfermedades". Corrían los primeros años del siglo XVJL

Peligrando de una grave enfermedad, se le aparecieron dos personas vestídas de túnicas


blancas, !as cuales le llevaron muy lejos de aquel lugar a otro donde estaba ouo enfermo
y allf !e echaron aire, y luego le llevaron a otro lugar donde habiendo hallado otro enfer-
mo, !e tornaron a echar aire, y luego le dijeron: "volvámonos a tu casa que ya te lloran.
Descansa ahora, que pasado mañana volveremos por ti''. Y que a este tiempo, volviendo
en sí, halló que los de su casa le lloraban ya por muerto; y que luego al tercero día vol-
vieron los dos yestidos de blanco y le llevaron como la primera yez, y habiendo visto los
dos enfermos y habiéndole soplado como antes, le diíeron: "Date prisa si quieres ver a
tus padres y abuelos y demás parientes, pero si te hallaren, en ninguna manera les res-
pondas porque te quedarás con ellos y no volverás más al mundo." Y que luego vió dos
caminos: el uno muy ancho y que !e seguían muchos, que era de los condenados; el otro
era angosto, áspero y lleno de matas, juncos y espinas y que le dijeron que aquel erad de
nuestro Redentor y que vió que iban pocos por él, y con esto vió otra vez que íban mu-
chos por el camino ancho. Luego !os de las túnicas blancas !e dijeron que !os siguiese y si-
guiéndolos, llegaron a las casas de !as n1aravillas, donde habiendo llegado, le dijeron: Xr·-
tlamahuico, etc., que quiere decir: "lviira y adviene to que vieres, considera lo que pasa
con los que se emborracharon, guárdate, no tornes a beber (a este tono otras muchas cosas)
porque los mismos tormentos has de pasar, deja lu<;'go el pulque y de aquí a tres días has
de volver acá, Vamos ahora a tu casa, que ya te lloran, no sea que te abran la sepultura.''
Y luego le dijeron: ''Oye, tú que eres pobre y miserable, ves aquí con lo que tendrás
en el mundo de comer y de beber''; y que entonces le enseñaron las palabras [. . j con
que desde aquel día había siempre curado y acertado las curas por dificuhuosas que
fuesen, y con esto le volvieron a su casa donde, vuelto en sí, halló que lo lloraban por
muerto.
Luego contaba que aque!la rnisma noche le visitaron tres señoras vestidas admirnbk-
mente de blanco, sín mezcla de otro color, y refería algunas pláticas que pasaron entre !;is
16 AGN, Inquisición, •·o!. 225, fol. 96r.; vol. 312, exp. 55; vol. 369, cxp. 24; vol. 605, e:<p. 10; AG!, tres que, según su relación, eran la Virgen t.farfa Señora Nuestra, y la Verónica~· otra que
/1udienáa de ,,{éxr'co . .''37 ... Relación de la visita general dd arzobispo de México Juan de Mañosca y no conocíó, y que decía Nuestra Señora que Cristo Nuestro Señor había aprisionado a
Zamora" [1646}. aquel enfermo y que ella le quería favorecer, y para ello llamó a la Verónica y le mandó le
203

108 de 162
' \ \ ., !'T\_-¡(,\ DE LO SOSRE>i.A..TL:R.-\L CRiSTl.
r1-'.'>0
205
L;·í'Ct"(!('\é:, vbt lec!UL iu iJ \'~rónrca. le echó
aire con L!n lienzo ,! guc con esto voh- 0
en sí-,-;;. i"- nnñ:J.r a :;e h'.liló bueno triagu ez parece haber cobra do a fines del siglo
X\-1, como lo rcve-b.n abund ant_e-
mente las Re!Jo-ones geográficas. T::unbién hemo
s visto que h dorn1nación coloru~:J
!:is visiones de Domi ngo se vincu lan estrech'.1me contri buyó de .~ancra poder osa a desrn anrela
nte a las que los r !a red de "pab. bras divin as", de fl-
·;difu ndían en sus sermo nes hacia la n1isma tos. de prohibiCiones y de represiones encaiTIÍnada
época . Sólo a prime ra s a conte ner y a regula r el consu mo
;st:i. Por una pa~·re. porq_ut> Je mane ra manif de akoho l -en esce caso del zumo ferme nrado
iesta se trata de una inicia ción y no del agave o pulq ue- anres de la
de ur:::t · piado sa o místic a de ~atural_eza ?rr.odoxa. Por Conqu ísra. Es l"ícito pensa r que much o antes
la otra, porqu e de la llegad a de los españ oles la em-
es;is visiones se produ cen fuer2 de toda in;ere briaguez preocui:i:Jb2. a las socíed2d,~s lnd'.g tnas
nna eclesi-isríca, en un co~rexto que y const!tu'i::;. uci de "desord_en
se ernpa rieo[a con lo que se ha conve nido en llama érnico ", es decir una penur bació n cuya incide
r :·niciación ;:hamántca. ~or l? ncia y cuya forrr,u lación son propi as
demis , con faci!idad s:: slls rnon1erHos sucesrvos: Ja enter mcda d!la 1nm1- de una cultur a y de una socied ad dacL1s.> lv1ucho
más que el consun10 de las droga s.
nenci a de];,_ rn~ierre/el estado de muert e apare
nte/la visita de seres sobre natura les la de\ pulqu e ~endía ya a sustra erse a las norma
s de !a tradic ión y de la colectivl~
\' el viaje aL rnis all?,/l:i.. revelf ción de los secret dad. Pero la domín aciün españ ola precip itó sus
os del oficio! el regres o al mund o efecto s desinr egrad ores por e! estado
de !os vivos íla curaci ón y e! nacim iento del cham
án No ignoramos en absol uto de anem ia que instau ró y, de un n1odo mis inmed
iato, por los nuevo s alcoh oles
que los antigu os nahuas~', de una mane ra ~enera ---ent re ellos el vino de Casti lla- que introd
l, lo_s indios de 1-1esoamérica c~l­ ujo. Por lo demá s, la Coron a no se
tivaron en diversos _grados prácticas chamá nKas. preoc upó much o por lucha r eficaz rnente contr
Por ejemp lo, los nahua s conce bun a una inciin ación que le aporr~ba
que hornb res dorados· de una fuerza vital, consid erable s beneficios. 1-üentras que la Iglesi
de u~ tonal!i excep ciona L pu~iesen a sólo le oponí a una repro bació n
\·iajar a ocros rnund o» entrar en conta cto con moral comb inada con arnen azas infern,.des
los dioses y con los muert os, obten er -ide a sin preceQenre- en las cultur as
allí revelaciones !' regresas con secretos rerapé indíg enas- y con algun os latiga zos, Lejos se
uticos . Bajo el efecto de las droga s Y esraba de las degr~d-aciooes infam an-
de ias macer acione s, su tonal h llegab a enton tes v de las eíecuc iones sumar ias infligidas anres
ces a morad as cerrad as al comú n de los de la Conc¡u1sta.
morra les,: En su desarrollo v sus fines, la exper
iencia de Domi ngo corres ponde ría G respues¡J. crisriana ~de la que los jesuit as ofrece
~ mú.ltiples ejem plos- ra_:n-
enton ces a esa tradic ión antigu a. Sólo que, a bién sabía explo rar los delHios aterro nzado s
esa rrama autóc rona viene a agreg arse de los ebnos que conta ban que hab1a n
un haz de adopc iones del cristia nismo que sin visitado el mund o de los conde nados . ~.\quella
excep ción úenen su prece dente o su respu esra estaba de ser inefic az
equiv alente en las vislones piados-as que- conoc
emos: la aparic ión de los ángele~, los puesto que Dorn 1.ngo reprod uce los mismo .
s maten·ai es en e 1n1arco • ¡. .
torme ntos reservados a los ebrios_ los dos canlin u~ su expenen~1·~
os que llevan , uno a la salvac ión Y de inicia ción. },,cue! indio acaso h;ibía lograd
o interi orizar el n1cnsaje de la Iglesi a,
otro a la conde nació n. L1 interv enció n de la
Virge n y de los sanro s. Por tanro, tas con sus imágcne~ y su. rriiedo al castig o de ultrat
umba , con su trarr:a dualista ?el
cosas se desarr ollan como si Domi ngo hubie más allá -los dos cami nos-, con su lógica de
ra viv~do su inicia ción según una ver- la falta y de la reden ción. como si la
sión fuene n1enc e ceñida de crisrianismo. Podrí inrerprerac:ión cristia na diera un sentid o convi
amos parar allí y limita rnos a corT',- ncenr e al des?rd_en_ de ~omingo al
Drobs.s la de lo sa_g-rado y de lo sobre natura l cristia nos mism o tiemp o que le dicrab a los rnedio s de
en el iTiedio in- poner le fin. El 1nd10 .ha_bna pues a~a­
Jiger u al alba del siglo X\'Ii, ~~deducir de ello
el sorp~endenre éxito de_ la ~redíc~­ bado por conce bir y sobre todo por experin1enta
.r de un modo sub¡e uvo su embri a-
ción eclesiástica v de b. Lmaginería cristia na en
la maren a. Sin emba rgo. la eXlStencra guez ~n forma de, un pecad o merec edor de
sancio nes póstu mas '/ ~ivi~as: "no
por la mism J época y en la rrúsm a coma.re-a de tornes a beber . porqu e los mism os torme ntos
una idob.t ría aún mu~· v~vaz i~ci:a .ª haz de pasar ". Por cons1gu1én.re nos
reforz ar el a11álisis ~-, e:i par[ic ular, a escrut veríamos incEn ados a consid erar la adopc ión
ar las moda lidade s sub¡enva.s, rnd1v1- de la temát ica cristiar\a del casng o de
dus.les de lo que parece augur ar un paso '·espo los borrachos como un procedlmie~:o gue,
ntáne o" de una supra. rrealld ad a oua lejos de ser arbiEra.rio, constit'.-1ir~a un
La visión del castigo de Jos ebrios abre una prime meca númo ,/¿ d¿/f:nsa opues to a e.na pertu rbació
ra pista. Como acaba rnos de leer. n perso nal. Un proced~r_:uento
los dos oersort'J.ies de rúnica bLu1ca conrn inaron que sus-,_ituiría con una nueva osten tación los
a Domi ngo a dejar el consu mo del rasgos, Jos modo s de expre sron que
pulqu e.('"o o r;rnes a beber .. ,''). La impor
tancia acribu ída al e~l.sodio sugierf:: la cultur a autóc tona habrl a dejad o de aporta
rle. Señal emos que, en este ca.so, la
que Domi ngo era un borrac ho empe derní do adopc ión cu brc a la vez imáge nes (los ángel es
y que aquel la indin aoón prese ntaba vesrid os de blanc o, !os t~rmentos in-
un grave ob;r.áculo para su curac ión, para su fernal es), mode los de condu cta y estado s afecti
salvac ión y para la adqui sición de los vos (la angus tia, el m1edo).
poder es de cu.randero. Recor darem os las propo En camb io, el proce dimie nto seguid o en la
rcione s espec tacula res que la em- últim a visión resutca un tanto más
comple}o. /\. orirne ra visea, la imagi nería cristia
na -Cris to, la -virge n, Santa Veró-
nica - domi~a la escen a. En realid ad. tal como
1 ~ P? i)7·D8 es vlvida e inteqJ retada . la enfer -
meda d de Dorni ngo depen de al mism o ríemp
2L_pa A.:.:sc:- ;,·,se I ?? ---1.-; j_: 4JS. o de la idolat ría y del cristia nismo . El
;\ Gruzínski i '0"

109 de 162
lANO
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRIST
207
IANO
206 LA CAPTIJRA DE LO SOBREN ATUM L CRIST
en el mun do de comer y de bebe r''), en
materiales de orde n alim entar io(' 'tend rás
uilíz ante de la Virgen, pero la inter- r al rostro del enfermo. Es posible
mal no deja de suscitar la intervención tranq fin, de la técnica curativa que consiste en sopla
: la Virgen se limita a hacer que Santa tamb ién es posible que expresen la
vención mari ana todavía no es una mediación que estas coincidencias sean fortuitas. como
en persona ante su Hijo. Por lo demá s, rá que ver en el aban dono del pulq ue y en
Verónica actúe contr a el mal sin intervenír trayectori~ personal d~ Dom ingo . ¿Hab
ión come tida por la divin idad - ''Nue s- nica la superación de fijaciones orales
en la medi da en que se insiste en la agres la protección de la Vtrgen y de Sant a Veró
enfe rmo" - y en que este daño se em- una relación aseguradora con la madre? La
tro Señor Jesucristo había captu rado a este de la primera infancia y la instauración de
tona/Ji, el mal se conforma con esquemas incente. En este caso, pero tamb ién en el
parie nta cercanamente con la captu ra del cosa es plaus íble, ya que no del todo conv
se adhie re a una lógica persecutoria que, el instr umen to cultural de la expresión
aborígenes sin discusión. la enfer meda d de una prob lemá tica disti nta, la visión sería
no da cabid a algun a a la temá tica del palabras, expresaría tamb ién e!
aunq ue se resuelva en térm inos cristianos, Yde la resolución de conflictos personales. En otras de un modo más preciso, el es-
una representación del origen del mal y func ionam iento de una comb inato ria psico
lógica y,
pecado y del perd ón. Evoca much o más
nahu a. Esta domi nante autóc tona asoma sa que, en concierto con una representación
una vivencia corporal propias del mun do table cimi ento de meca nism os de defen
igualmente en el recurso de prácticas terap
éuticas que. también de manera implíci- taría n la elección de los materiales cultu-
del cuerpo y una vivencia corporal, orien
el soplo revigorizante y curativo en el que la realidad tal como la concibe y la víve el
ta, remi ten a caregorfas indígenas, como íáles, su organización y su adecuación a
luminoso que abrigaba el hígad o. A di-
se reconoce el il;íyot!, la fuerza vital, el gas curan dero ,
borrachos, la interpretación de la enfer- ar" una combinatoria sociocultural a
ferencia del episodio sobre el castigo de los , Mas, ¿se pued e estar satisfecho de "peg
sión como indíg ena por su origen y su , no podemos negar que el sustrato so·
meda d es por tanto tan cristiana en su expre otra psicológica y personal? Antes que nada
de la enfer meda d depe ndier a de un sus- la mane ra en que el individuo capta per-
contenido, como si el campo del cuerpo y ciocultural que evocarnos es tribu tario de
que de ella retiene. Por otra parte, lo
trato resistente a !a aculturación. sonalmente su culrura y por tanto los segmentos
de mane ra satisfactoria esos procesos que los conflictos indivíduales de uno
No resulta fácil para el historiador explicar que tal vez sea menos evidente: es prob able
iones . Habl ar, como acabamos de hacerlo, de ictos del grup o al que pertenece el sujeto.
sin caer en la jerga o en las aproximac U otro mod o estén influidos por los confl
d), de esqu ema o de lógica (persecu- orcionar, con ello quier o decir que el
versión (cristiana), de tram a (de la enfer meda tener aquí más pruebas formales qué prop
to en una prob lemá tica un tanto corta a pnOri inseparable de las tensiones crea·
toria) tiene el peligro de encerrarnos pron itinerario psicológico de Dom ingo resulta
r de escapar de ella tal vez valdría la pena la colonización de las poblaciones nahuas
del continente y del contenido. Para trata das y mant enida s por la aculturación y
en la distinción entre los códigos ícónícos, la facultad de volver a ver parientes falle-
(a ·la manera de la semiótica) basar se , More los. Capt ada desde este ángulo,
lidad de lo real, implícitos, no verbaliza- sa (''tus padres y abuelos y tus otros pa-
fund amen tos y creadores de la inteligibi cidos, en reali dad el linaje, la familia exten
fechables con mayor facilidad, así como al de dirigirles la palab ra, pued e
dos, y las varianteJ iconográficas, explícitas, ' ), acom paña da por la prohibición form
consciente. En otras palabras, como en el de profu nda ambivalencia respecto a la ua-
son escogidas y dispuestas de manera más ¡8eje rnpli ficar y signíficar una situación
ción del cuerpo y la vivencia corporal por otra parte evoluciona hacia la
caso del espacio y del tiem po, la representa a la herencia cultural. Una situación que
con toda evidencia, sería ya un elem ento ción de la transmisión cons uetud ina·
remitirían juntas a una percepción que, desa¡Jrc•b,LCi<5n de la ancestralidad y la nega
ndría inme diata ment e a los senti dos, saber que reservaba a los allegados la inicia
ción del futuro curandero. 1'ambién
socíoculturaL pero de tal clase que se impo
ento prim ordia l, presente sin saberlo en abso luto contradictorio, las distancias
sin que medi ara ning una verbalización. Elem es posible descifrar en ello, lo que no es
r tenac idad a la aculturación cuan to de la conyugalidad_ cristiana, respecto a !a
familia ex.
el sujeto, resistíría entonces con tanta mayo !. f!11ardadao;, bajo la influ encia
la cond ena, incluso
los protagonistas. qÚ.'e conc retar ía
que escaparía a la actividad consciente de Por lo demá s, una actit ud análo ga es !a lejo
de base es tamb ién de naturaleza psicológi* ndo bruta lmen te la repul sa de un comp
¿Es preciso agregar que este elemento la satanización del pulq ue, conf irma de
nismos de la percepción y de un mod o en la región, según sabem os por Ruiz
ca, puesto que se halla vinculado a los meca Cllltiund debil itado pero todavía arraigado a a
, si aceptamos que el inconsciente no Insistiendo en el aspecto nefasto de la bebid
a. ei episo dio equiv aldrí
más general del inconsciente? Sin duda
y que mezcla íntim amen te la historia_ la embr iague z, análo go a las denu ncias
pued e trascender la historia y las culturas una toma de conciencia de los estragos de
o. En el caso de Dom ingo , apenas Nada impi de entonces que las reacciones
consignadas por las Relaciones geográficas.
de su grup
personal y singular del sujeto con la
magros que son los indicios. Cierto es nal y un trasfondo colectivo dond e in·
se pued e esbozar una exploración, de tan de Dom ingo teng an a la vez un origen perso
ción parecen hacer eco a conflictos de ntado a la ruptu ra, a la desaprobación.
que varios episodios alucinatorios sin excep tervendrían las tensiones de un grup o enfre
ón de bebe r pulq ue --qu e los antíg uos os desorganizadores de la dominación
naturaleza oral. Así se trate de la prohibici a la desorientación: estrés debi do a los efect
de la interdicción expre.sa de establecer tación, a la mort alida d, a1 naufragio de
nahuas asociaban a la leche mate rna- , española, inseg urida d atrib uible a la explo
mun do, de la prom esa de gratificaciones
contactos orales con los parientes del otro

110 de 162
L~\ C.-\P-PJR.c\ DE LO SODRE;\:\TL?~.A..LCR!STl.-',\:O 209

colonial,. la enfer meda d. Es[as que hemo s desig nado con la palab ra
L1s memorias, alcoholismo agravado por e! s(slerE~l cuerpo y de i'.l enfer meda d que deríva n de to
conducen a plante ar el arraigo de un no y paraís o, pero sin putga torio;
deducciones y, rnis :iún, esta serie de idoia_rría; la visión de un más allá cristiano, infier
verb:i lizabl e, pero que evolu cion tos; distor siones de J.J. tradic ión cris-
una idea e:xtraf.iJ. de la relación con los difun
2 .
sustrato prima .rio. irnplí cito e incon scient e, no la enfer mo con el lienzo que enjug ó
retom ar que al
ri~1 a! ritmo de sus comp onent es
Y socioculturales. Para tian~ ~ue hacen que Santa Verón ica abani
que t_íerce y con el cual se confu nde de la perso na ''pues tos uno junto
expresión de Edwa rd Sapír, por el
4
el D1v1no Rostro. Sin olvidar estos dos conce ptos
cta y ia acultu ración del sujeto , ión a las fuerza5 arnbiv alente s de lo
este sustrato orient aría de mane ra decis\\·a la condu al otro ''. uno, indíge na, centra do en ta sumis
ón del creyente. Es cien:o que se tra-
b. elección de sus adopc iones y el sencido de sus
resisteocias. divino; otro. cristiano, basad o en la libre elecci
en las prolo ngaci ones de ia visión ión denig rante que le confie re Ruiz de Alar~
.A. nres de regresar a este punto , de[en gámo nos ra de una ·'ficci ón'', no en la acepc
confesión del propi o Domi ngo. es que asocia fragm entos , segm entos
iniciática para captar su verdadefo efec~o. Por eón, sino más bien en el sentid o de un rnontaje
ucica.5: las fórmu las encan tarori as, princi pales podem os restitu ir con
antes que nada fuente de dos prácticas ccrapé fieles o truncos. Arreglo y monta je cuyas fases
el vientr e del pacie nte. Huelg a o de la perce pción y de la inculc ación
es decir los coníu ros y los PLqueres de aguja sobre basranre facílidad. Distin guien do el tiemp
a los tiros de cura de erapa de ta visión -sue ño o episo dio alucin ato·
decir que la expen encia alu¿in aroria sólo ha podid
o referirse det slmbo lisino cristiano, luego la
proceso ulteri or la elabo ración se, no de una exper irnen tación subje ti-
rnanera conde nsada y a1usl;,'a, dejan do para un ria- que transf orma los restos diurn os al térmi
palab ras y de relacionar remin iscen- que tiende a expre sar el sueño con-
cun.:laria,) la rarea de desarrollar adem anes y va; en segui da la de la elabo ración secun daria
parte. Con toda evide ncia ocurre f~rme a referentes preex istent es; en fin,
la de la narrac ión difun dida y repeti da en
cias oníricas con invocaciones apren didas en ocra memo rizar
kjo no se ha podid o
así con las fórmulas cuyo conte nído denso y comp diversos contextos.
el transc urso de !as vis.ion es, aunqu e fuesen repeti das. Por Pe~o nada de ello dice cómo interv ienen
y· evolu ciona n las 1natrices psicológicas
de ningu na rrianera en
c¡ue ·'las tenía de otro indio , curan -
Y:ocroculrurales del sustra to o, sl se prefie re, cómo se ejerce y se modif ica elpat ter-
lo demá s, Domi ngo acaba por acept ar despu és ce variables cultur ales y psico·
cobra su verda dero relieve cuand o, n1n?. Esta acción no es arbitr aria puest o que obede
dero tambi én ... Pero la visión inlci:'i.clca sólo
de un fenóm eno aislado, se la vuelve organ izado ra, su inerci a o su inmu .
dejan do de consi derad a desde la persp ectiva lógicas. Pero cuida do con exagerar su virtud
efecto. todo hace creer que el curan . se aparta del rr,odelo de la idolat ría. es
a süuar en la práctica globa l de Donú ngo. En tabili dad. Si, como hemo s visto, la visíón
de sus curas e inclus o fuera de ella~ nte sea más flexib le de lo que perm itirían augu ·
clero relara con agrado sus visiones en el rnarco porqu e el 1?attemtftg proba bleme
_ mezcl a el relato del origen d~ --..l.~~.~-..P.~labras ''códi go'', ''lógi ca'', ''prog
rama '' que tendr íamos tende ncia a
as+-sea-efr·presenGia-.de...es.p.añoles. En Clerto mod9_. eSulú s-:--: .. ~-::::: - . -y-par-a-co.llo-admitir..queJg_ s~para -
probable-qUe.Tá repetiUónG asociad e. A úrlfiaDfíiCfUedefinit-e·sa -plasticid-ad
sus.dones con el ejercicio de su arre ves rriuy se haya impue stO ...... ,,.~ sión result a dei todo insufici~~~~-.-
ar de su pode r- y de la expre
lona -gar.a ntía de eficacia y consagración singul ción de los dos plano s del conte oido
repicen sus colegas. Eso desviación ción del conte nido (o de la expre -
en su espín tu a los víejos formula.rio5 n:iliu::;.s que Como hemo s de ver, es frecue nte que la altera
aporta ción perso nal del curan dero dificultad, un exam en más deten ído
no puede de)at de atraer l:a atenc ión hacia la sión) sea sólo parcial. Para tomar en cuent a esta
ntos más tradic ionale s v mis es· de otras. que la expre sión es en sí la
-la iniciación cristi aniza da- a expens;1s de elerne de esas vísiones sugier e que se consíd ere, luego
a mome ntos críticos de la ~xiste ncia de la expresi6n que corre spond e al
tereotipados. Ampl iamen te difun dida, asociada conjunción de dos eleme ntos: una sustancia
- la narrac ión de úrúca del fenóm eno; una forma de la
de cada cual -el enfre ntami ento a la enferr r,edad
val infor tunio apoyo, a la mater ialida d óptica , física. bioqu
nes comp uestas . De ese la sucesi ón y la articu lación de las imáge nes
las visiones extiende en torno a Domi ngo su cortei
o de imáge exprest"ón que es el encad enam iento,
sus o\·enres con un universo onírico n una sustancia del contenido, por
modo contri buye a familiarizar su cliencela ,, percibidas. Del rn.ismo modo , se distin guirá
tado por la visión, y una/a rma del
a la vez distin to y extrao rdinar iamen te próxi mo.
Creemos llegar aquí a una de las eje;nplo el repertorio conce ptual y afectivo e~-plo
o ~-·-~~~-·-· ·· .ición_(intelecruat y psicológico) de
de lo imagi nario indíg ena, puest_ contenido que se vincu laría al modo de dispos
vías-m-á.s seguras y mis sutiles de la acultu ración ástlca : ·Pero es también·~ --:·"·~_, ··. en el caso de las visíoneS·_ae-Dorriin:go,
ois. o eclesí los conceptos y de los afectos. Por ejemp
6 lo,
que se desarrolla fuera de toda injere ncia españ.
medid a en que et arregl o person al y una pern.J .rbació n person~ que rigen su sustancia
una de las fuente s de la innovación culrurai en
b el contentdo asocia una iniciación
ponde litera lment e en su globa lidad rar en un saber , una domi nante
que realiza~- que Domi ngo dLfunde no corres (una apreh ensió n del cuerp o, un modo de penet
istent e, cristiano o prehis pánic o. esión psíqu ica de las secuencias). Las
a nada preco nstrui do. a ningú n refereu.te preex oral) y su fomia (la sucesión cultur al y la progr
fórmu las, una conce pción del e en el plano de la;.f'orma de la expresión
A prime ra vista el arreglo es dispa.ratado: un2.5 adopciones en camb io parec en conce ntrars
conte nido: as1 ocurr e con el velo de Santa Ve-
le compo nemen ¡ so(ial' . Anthrv pofo· sin tener realm ente reperc usión en el
4 Edwa.rd "L'ir.fh :ience des modele s iri~cnscwnts su;
Lindek ens. Essa:· de sim1.otique vUue/l e. Parls.
gie, Puis, Ed Minuit . \96".'. 3'\--';S 6
Vé;;;e b teorfa hjdnnk viana del signo en René
YJincbied:, 1976. p 64.

111 de 162
REN1\TURAL CR!STIA ):..;0 2 li
L:\ CAPTURA DE LO SOB
RENATURAL CRISTIANO
LA CAPTURA DE 10 SOB bién evolucionan con ¡
210
de má s sup one r que las inatrices psíquicas tarn as
no esté
los temas cristianos de los matrices y con las sociedade
s.
ón ma riana. Tam bié n es el caso de a~ Le falta tratar de com pre n-
ponden a un con ten ido tod
la apa rici
rón ica o con ador lo esencíal no es eso.
dos caminos y del castigo
a los borrachos, que corres
a que se em par ien tan Sin ~mbargo: para el. histori Do min go en los indios de la región: "H a
ma del con ten i.d o- en cua
nto el relato de
vía tradicional -aq uí la for der la 1r:fluenc1a qu.e e1erce ellos a los que les contó esta
historia ... " Si
o, con el des arro llo de un viaje íniciático illa do a tod os aqu
a del rec orr ido cha má nic
larga, esos rasgos pue dan conmovido y ma rav ensión cultural que la
con el esquem
que da excluido el que, a la sin gul ar_ r:vi ste un alcance social, una dim ¡
de tram pas . Ma s no
turbadores, capaces de al~
esta exp erie nci a por los indios. Como nos 0
sembra do
pio con ten ido elementos per asa es por que con fac ilid ad pue de ser compartida un tetz ahu itl.
del pro reb sea asimilada con
intr odu cir en el sen o experiencia individual de maravilla, probablemente ó~
terar suforrna (la lógica del
pecado) y/ o su s11stancia (la
adopción cristiana sugieren sus reacciones de de una fue rza divina pasmosa, de un fen
s pal abr as, la arti culación subyacente de la es decir el sur ?im ien to en la vid a soc ial
ni el compromiso
la salvación). En otra
entonces de basarse en una
analogía parcial (las ~e man er~ tan irresistible que no necesita
to ind íge na dej aría
l. Entonces es comprensible
:ne~~ que se_ imp one explica que no se dud e en
con el con jun
dificar el equilibrio genera adh esi ón colecuva de la creencía. Ello
por sup era r) par a mo
n dad a, según la imp ort an-
1nd 1v1 dua l n1 la recibirlo como un tetzahuit!?
pru eba s
dan , según la interpretació Domingo. Mas, ¿por qué
que los rasgos cristianos pue absoluto ant e el relato de en con Domingo el mismo
l que sólo serían variantes oner que los indios compan
er el modelo chamánico (de Aquí, no sólo es necesario sup perce¡)ción indígena de lo
di-
cía concedida, tanto satisfac a y de la (.Uipa que pue de dom ina n la ídolatrfa y una
orar un concepto de la person sustrato -e n que aún pre sibl es a las des -
suplementarias) como incorp tas rupturas bruscas, pare- tam bié n y sobre todo que son sen
icional. Mucho más que cier vino (el tet zah uit l)- , sin o
es que el curandero ímp one
sustituir el contenido trad ma rgen de ind ete rm ina ció n asociaciones, a las distorsion
ale s de dob le interpretación y el viacio?es, a l~s cortes.' a las íza. Ello por varias razo-
ce ser que esto s ma teri ión del pat ter nin g. De for- a los materiales que util
den exp licar la alteración y la evoluc conscie nte o inc ons cie nte me nte
esos cambios se integran de
que ma ntie nen pue n a ser forma y Io sustan- ará que esas operaciones y
estos rasgos extraños pasaría nes. Antes que nad a se not por ejemplo, con el lienzo
ma de la expresi6n que eran, ctica terapéuti<;:a: así ocurre,
cia del contenido. o de un estrato un modo expre~o a una prá consiguíente, el curandero 00
cambio, el resorte de ese pas a emplear con ese fin. Por
de Santa Verónica vuelto que esos rasgos se
do: En seguida se ap:eciar~
ina r el orig en del
Qu eda por det erm lo son por la conjunción ~ue
iere que las bre chas abiertas en el sustrato os s: ;al e del pap el :e está señ ala
chaman1smo indígena y que
, en
a otro. Tod o sug , de un fracaso de los recurs ~resente y vigente del
son al y de una indisponibilidad s1tua~ en el patro:1 aun era lizados en tod o el gru-
de un des ord en per ner y a inte rio riza r nue vos a las claras a desórdenes gen
oner que induciéndolo a rete fin, ciertas secuencias remiten lac ión ind íge na un
tradicionales. Se Puede sup '' (pr oba ble ) de Do mingo lo lleva a asimilar ad ind íge na) . Exi ste ent onces en el seno de la pob
de la
coholismo po (la ebr ied ilitan la recepción
elementos de defensa, el ''al de juicio los fun dam ent os, tos d~ quico y existencial que fac
s que a la larg a pue den poner en tela haz d: el~ men ord en psí
egar un elemento sup lem en·
formas exó tica Sin dud a, a ello hay que agr
la forma y la sustancia de
la idolatría. expenenc1a de Domingo. elad os. Son los toques perso-
persona no sólo constituye el éxito de los rasg os no rev
ón de una vivencia a otra de la tario que explica aún más eriencia, que cin1ientan su
No obstante, la transici tad o que ejerce tllU bié n una curandero confiere a su exp
un avatar de orden simból
ico. Se puede dar por sen n n~c~, i~iosinc:ásicos,. q~e el incomunicable de un delirio
urrir el sujeto. La. valoració la nun ca en la extrañeza
quicos a los que pue de rec ong1nahdad sin prec1p1tar gularidad de su ex-
influencia en los registros psí ión que pre con iza , la imp or·
la que el curandero juega con la sin
cristianismo, la introspecc pri'":ado_. La ins iste nci a con
es, desde luego, una n1a·
de sí mismo que propone el me par ece que se opo nen dia me tral · to det alla do se complace en difundir,
ced e a ia aut ono mía del suj eto
redes de dependencias
perten c1a , cuy o rela , un modo de separarse de
tancia que con
sona encerrada y dilu ida en con tra rre st~ la infl uencia de otros chaJAanes
de una per ner a de re lafo rtn a de la expre-
to mayor clientela ob{indo sob
y
me nte al con cep gencias de la predicación
mú ltip les. Des de la seg und a mitad del síglo XVl, las exi red enc ión , aco mp a- el·l~os y de atr~er ~ac1a sí una o per sonal, que da valor una acc
a ión sin quitarle
y de la esre sell
ión de una lógica del pecado szon. Ello no 1m p1d e que de rasgos culturales nue ·
de la confesión, la asimilac acu ltur aci ón, de la ano mia y de las ida d, sea al mismo tiem po el vehículo
s más dev asta dor es de la nada de su leg ibil adueñado tanto de aquella
ñadas por los efe cto
uir a la definición de un suj
eto, al surgimiento ese "hechizo que se había
s pud iero n con trib as vos y, en parte, el motor de
rupturas soc iale uiente al nuestro. En ;1quell reg ión ''. de n1anera distinta
un yo má s pró xim o al yo freudiano y por consig iza ció n de la re· jo chamáníco se comportaría
de interior el com ple
ducido una desviación, una Dicho de otr o mo do, os exógenos reínser·
circunstancias se habría pro que una mo dificación de las con1· Co mo ésta , serí a capaz de absorber los rasg
lación consigo mismo que
, por la mis ma raz ón que la ido latr ía. conforma. Pero adeinás
ía en la evolución del pat ter nin g ope rad o por el to y en los diversos sistemas a los que
, inte rve ndr tándol os en el con jun r al individuo a experico.cías
binatorias sim ból icas de lo cul tur al puesto que ión subjetiva que , al expone
no pod rfa disociarse lo psicológico posee una acusada dimens ales o latentes en los de>
sustrat o. Un a vez más
de la occidentalización de
la cerba en él tensíones person
ada intr osp ect iva es tanto un efecto probable pro bab le que alucinatorías repetidas, exa
la mir smo. Per o es
tinto a los resortes del psiqui
persona como un acceso dis

112 de 162
Le\ Ctl.F'TURtl. DE LO SOBREN:\TUR.::\L CRIST!.A.~'O 213
mis. Este terreno. est:\ parecen predispo ner a una n1anipulación ori-
gin'.tl y súfe!71.'i/ica de Jos Lcsgos culturales que, en el contexto de una los Remedios y por consigu ien(e una de las manifes taciones más
idolatría en vivaces de la
retroceso v de una cristia..nización en expa.r1sión, puede estimular un devoción marian:1 en Nueva España durante aquellas primera s décadas
proceso de acul. del siglo
.'(\'l!. Más aún: las vinculaciones entre las figuras
tur:ición ".-\.si ocurrió a fines dei siglo X\-¡ y a principi os de! x--v¡r divinas se calcan con bastante fide-
Sería preciso n1ultipllcar ios estudios de casos para sugerir la diversid lldad del cristi2P.~s::r:'J_ L2- Y'irgen está presente con el Nif'ío, inrcr-,·ie
ad de con1- ne en nombre
porramientos de aquellos curanderos de la primera mitad del siglo A">'1L de su Hijo y en contra de la enferrnc dad. En fin, la relación del enfermo
En Francisca con Dios
de Tenanci ngo (1626). la experiencia cha1nánica cobra ia forma enteram se asimila a un movin1iento persona \ y no a la realízación de un rito.
ente tradi- Hay en ello
cional de una iniciación subacuárica. La india evoca una veintena una redefini ción de las entidade s divinas y de la relación con esas potenci
de casos más, lo as que no
que corrobora la frecuencia del fenón1e no en el pueblo, pero sobre pertenece a\ mundo de la idolatría y altera en su forma y su sustanci
rodo cita vi- a el conteni do
siones cristianizadas corno si por la misma época y en uo contexto ffadicional de b visión iniciática. En el caso de Juan, la hierofan !a
compar able pu- cristiana ya está
dieran coexisrir configuracion~.$ simbólicas distintas sin perturba r a en vías de sustituir el modelo chamán ico. A.quL el sustrato profund
los interesados. 7 o, implícit o e
En cierto Juan de la C1uz, oríginario de las minas de Zacualp an, las inconsciente que evocábamos en Doming o parece operar un doble
visiones (hacia pattern ing o,
1631-1636) ilevan la marca de una aculturación brutal y caótica. 8 más exacta.Inente, evolucionar hacia una organiza ción dístinta de la
Si bien el conte- que muestra la
nido global sigue siendo el de una experiencia in.iciática de origen idolatría. Adopta la forma de una alteració n del guión autócto
autócton o, las no (la forma del
adopciones del crisúanisr.no se hacen más numeros as que en las visiones contenido), pero también de una modificación del concept o de la persona
de Domin- y de los
go. Los iniciadores son identific ados de un modo expreso (Jos arcángel dioses (!a sustancia de ese mismo contenido). la realidad indígen a
es l\-figuel y no sólo se apro+
pia element os crisdanos, sino que ran1bién explica sentidos descono
Gabtíel) , Dios está pfincipa !rnente en el origen de la iniciación: la cidos merced a
Vírgen sirve de una doble expansión de lo verosírnil y de lo expresad o. Sin lugar a
mediado ra entre el indio y el Señor que reclama sus servicios. La sucesión dudas se puede
de episo- compara r este mo,>'imiento con el principi o de reorgan ización del
dios sugiere también un itinerari o psicológico complej o y delicado espacio gráfico
de restituir , ja- tradícionai y con la aparición de una expresión occidental de la figura
lonado por la recurrencía, a) hilo de las visiones, de imágenes materna humana con-
les y femeninas secutiva a la lenta asimilación de rasgos exógenos, aunque estos
sucesívamente protecto ras y agresivas· La madre de Juan: la \Tirgeo procesos circuns-
con el Niño, la critos a un grupo determi nado -los pintores y su públic o- sean
india que personifica la enferme dad. Es 1nás fácit seguir la trayecto mucho más
ria cuhural de precoces. Las visiones de Juan están más acultura das' que las de Doming
}11:IIT:L:·a sumisió n ante \os arcángeles. ante ta Vltgeñ, añre Díos··ex o. Por lo
pres:cur'rgraOo .. ~-· "-demás, Scih pos'reriOtes a éSfas~y--p-rOCTdencreunmediO'·-m-ass·en-s1b1earc
de cristianización indiscu :ibk pero no constituye en absoluto una ·ambiO'~'-Qe­
evolución irre· - -- esa.s minas de plara donde se codean poblacio nes móvíles y rnezclad
versib!e pues:o que ei curandero recae para su perdición en ía prácrica as.
de la brujería. No por ello podríam os deducir que la coloniza cíón de lo imagina
Esta faceta de búsqued a a [Íentas y frágil es lo que, según nos parece, rio indígen a
de-be merecer adopta el curso tranquil o de una evolución lineal y uniform e, aunque
mis la atención fuese en una
misma región· Es más conveni ente insistir en la diversid ad y en la
Esa experiencia se divide entre un polo idólatra y otro polo criscianí pluralid ad de las
zado. El pri· experiencias. Desde antes de 1617, en una india de Iguala las torturas
mero no sólo es manifie sto en el patrón chamán íco sino también iniciáticas se
en el curso del inspiran en la crucífn::ión, como si los segment os que exigían una
episodio de un cruento hechizo que provocó la detenció n del personaj mayor inversión
e. El segundo rt.fectiva (el sufrimie nto en la iniciación) se n'lostra.ran más permea
polo se orienta hacia una nueva organización de !a visión inspirad a en la.s bles a la va-
hierofa- tiacíón y a la crístianización. 9 En otros curande ros se observa la conjuga
nías cristianas_ Estas ya se encocua ban presentes en Doming o, pero ción de un
de una mane- discurso antiguo y de- unos ademan es y un cariz nuevos, inspirad
ra.sup.erfícial Los iniciadores eran só!o figuras bla.11cas anónim as os en las devo-
y la 'Virgen no ciones- -el rosario - y en los ve-nerables a los que la Iglesia barroca
mantení a ninguna relación directa con Cristo. En cambio. en Juan, a-pfet:iaba tan-
se toman ele-~­ to, w Hemos de recordar que, en los relatos que estos indios hacen
men(OS ar1áJogos en una acepción más cristianizada. O más exactarn de :Su iniciación
ente, de simple se pueden deslizar variantes sin que ello pen:urb e ni al sujeto ni a
forma de expresión, de una colección de imágene s, pasan a ser sustanci sus oyentes_ Esta
a (la rela- maleabi lidad del relato, y por consigu iente de la expresió n, no trastorn
ción con lo divino) y jOr!71u esquem a mariano ) del contenia'.:; de la vísión, En a su organi-
zación interna sino que permite descubrir de nuevo de qué mar1era
ello se apreciará el ejemplo de un cambio inducíd o por la propia narurale se puede efec-
za de los tuar la transición o la apertura de una organiza ción tradicio nal
materiales adoptados_ En la mariofa nía asoma la desviación 111ás notoria_ -la experien cia
La Virgen chamán ica- a desplieg ues distintos, Esta polisem.ia de la expresió
de Juan ya no es una simple forma, una vaga silueta. Al parecer es Nuestra n autoriza rein-
Señora de terpretaciones sucesivas o simultán eas, que pueden dar a la experien
LS, pp 98.\!)
cia persona l
8 LS, pp. 103,iJS 9A,p.52
lO A, pp 160~16 i

113 de 162
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO LA CAPTURA DE LO SOBREN1\ TURt\L CRISTIANO
214

un contenido cristiano que en su origen no es el suyo, pero que sín dificultad con- cristiano, como hemos visto en la visión de Domingo. Pero aquellos curanderos
cuerda con el papel que adoptan esos personajes. Al parecer, nos aproximaríamos tienen siempre mucho cuidado en dominar el proceso con el fin de quedar como
una vez más a los procesos que hicieron posible el deslizamiento de una realidad recursos indispensables ante la proliferación de los rasgos nuevos. l\lgunos, por
autóctona -la idolatría- a la aculturación (de la expresión y del contenido) y por ejemplo, se meten a interpretar el purgatorio y el infierno cristianos, conjugando
tanto a la creación cultural. La elección de materiales que se presta a múltiples in~ el culto del fuego con la imagen cristiana y angustiosa de las llamas de ultratumba.
terpretaciones, el olvido del origen respectivo de los rasgos manipulados o simple y ¿Acaso no proponen al agonizante que "se componga aqui antes de morir con el
sencillamente la familíarización con una expresión cristiana lo bastante arraigada fuego y le ofrezca sacrificio para que de donde quiera que fuere después de muer-
en el siglo xvn para no sentirse ya como exógena, son otros tantos elementos que to, lo tenga propicio, para que no Io atormente tanto como lo atormentara si no
de un modo progresivo pudieron influir en el contenido e iniciar una remodela- hubiera ofrecfdole sacrificio"? 11 Aquellos curanderos admiten que, después de la
ci6n del sustrato e incluso, en el peor de los casos, precipitar su desmantelamient o. muerte, las almas están ante el peligro del fuego temporal del purgatorio o, en caso
La experiencia iníciática ocupa un lugar nada despreciable en la influencia de los de pecado mortal, del fuego eterno del infierno. La idea del alma, del pecado, de
curanderos. Por ese motivo nos parece que lo imaginario que transmite tiene una la gracia, de la eternidad, del castigo póstumo, los sacramentos de la Iglesia in+
incidencia notable en las poblaciones entre las que ejercen ellos sus prácticas. La vaden de manera progresiva el mundo indígena sin que el curandero pierda por
valoración y la credibilidad de la visión, y por consiguiente de una trayectoria per- ello su lugar, sino muy al contrario puesto que tiene la precaución de producir u¡1
sonal y subjetiva, probablemente deban vincularse a la posición social de los cu- reacondicionamie nto de la forma de expresión (las imágenes cristianas) y de pro·
randeros en aquella primera mitad del siglo X\'11. Si éstos en sus conjuros siguen poner una modificación del contenido en su sustancia y en su forma (la salvación
reivindicando el título de tlama.cazque, cierto es que ya no mucho los une a esos individual/las estrategias del más allá).
personajes de funciones institucionales, de saberes complejos y prestigiosos. Lo Las trayectorias de algunos curanderos muestran el grado al que, en lo más in-
que pierden en autoridad, lo ganan en autonomía personal. adquiriendo una li· tenso de la crisis demográfica, las culturas ''populares'' indígenas siguen siendo
bertad de movimiento que conduce a buscar una caudón divina ante algunas de conjuntos asombrosamente vivos, capaces de reaccionar ante el cambío, mucho
las nuevas fuerzas introducidas por los españoles, más que conservadores inertes de la idolatría. No siempre es fácil captar a Jos pro-
La experiencia iniciática, fundadora del saber y de los poderes, parece entonces tagonistas de esta creatividad, aunque hubiera de quedar sin mañana. Los curan·
tener tanto mayor efecto cuanto que se desenvuelve en el seno de la comunidad in· cleros son algunos de ellos. Permiten captar (casi) en vivo la búsqueda vacilante de
dígena e implica directamente a enfermos obligados, para curarse, a participar tam+ nuevos modos de expresión y de acomodo a la realidad colonial y a las culturas do-
bién en la creencia de su curandero. Así se desata y se multiplica una interiorízadón minantes< Camino que no se confunde ni con el de los notables que nos legaron
en cascada de las imágenes, de las situaciones, de las tramas evocadas por la vi+ los Títulos primordiales ni aun menos con el de los nobles del siglo XVI y de principios
sión del curandero. En ese sentido, este personaje parece desempeñar un papel cla- del siglo X\1!. La confluencia de la tradición chamánica y de un desorden personal
ve en la introduccíón y la adaptación de lo sobrenatural cristiano (tanto en el plano parece entonces favorecer la aparición de rasgos imprevistos y escimular e! surgímien·
de la expresión como en el del contenido). ''Puede desempeñar'' pues según las fe· to de arreglos desconocidos. El problema de la "normalidad" del cha1nán ha sido
chas, los lugares y sobre todo las personalidades, las acciones cobran formas extre- objeto de abundantes polémicas en la.s que no pretendemos enrrac 1' No se puede
madamente diversas y contrastantes. negar la singularidad del personaje, su sensibilidad particular, su situación perifé·
Como es evidente, la intervención del curandero no se limita a reflejar una ima· rica, lo precario de su posición, su aptitud para_expresar de un modo más intenso
ginación exótica. En la medida de sus posibilidades, se emplea para cumplir una que otros las tensiones que afectan a la comunitrad. . Pero también, a diferencia
función, si no de monopolio, cuando menos de intermediario obligado ante los de los demás indios, el chamdn es, en un contexto de crisis, un personaje que con~
elementos extranjeros que penetran en las culturas indígenas. Así, al azar de las ví· serva un contacto directo con el contenido tradicional o cuando menos con lo que
siones que propagan, algunos curanderos aparecen como interlocutores privilc· de él subsiste. Como debe dar a sus pacientes respuestas culturales eficaces, le es
giados de los santos: "Si se trata de tener enojado a Nuestro Señor o a la Virgen preciso desviar materiales nuevos, exóticos, pero lo suficientemente familiares para
Santísima o a ouo cualquier santo, lo tienen por poderoso para desenojarlos o apla· integrarlos (en el plano de la expresión y en ocasiones del contenido) a lo que se ha
carlos.'' 11 Por intermediación suva las entidades cristianas se deslizan en el sistema conservado del patrimonio indígena< Asimilados a los diferentes momentos de la
de interpretación indígena de la.enfermedad y se constituyen en potencias tan efi+ 12 LS, p. 103.
caces como el fuego, el sol o el agua. Por el mismo camino se introduce el más allá !3 Sobre un ca.so de visioJ1es que dan en el delirio idiosincri>ico. réase .~GN< /nqu¡j;oón. voi _ _)(),\
fols. 6Sr. · 70t. [ 1624. J
ll LS, p. 102.

114 de 162
:G LA Ci\PTLRA DE LO SOBRENATLR:\L CRL3TlA);0 L\ C:\PT1.JR,-\ DE LO SOBRE>:ATliRALCRISTL.\NO 2l7

iniciación cha.rnánica, aprovechando la permeabilidad de la idolatría, aquellos ras- J\lgunos indicios sugieren que, comúnmente, el consumo de las drogas, como el
gos desconocidos mantienen la posibilidad de nuevas interpretaciones evocadoras. de la carne de los sacrificados o la poligamia, estaban reservados a la nobleza. Por
a su vez, de nuevos contenidos que surgen de manera progresiva y se apartan más v tanto, la Iglesia debía abolir de un mismo golpe estos tres privilegios. Tanto como
más de la idolatría. Esta polisemia de las entidades divinas y de las siruaciones ase,. el canibalismo rirua! o el sacrificio humano, el empleo de los alucinógenos provocó
gura sin discusión et choque del curandero en n1edios cuy¿ grado de acuhuración la repulsa y el horror de los evangelizadores. Cuando éstos no censuraron las infor·
puede ser muy variable. lvías lo que domeña en realidad lo sobrenatural cristiano rnaciones al respecto, se dedica.ron a dar en palabras y en imágenes una i.r1te¡pretación
y fe da raíces indígenas confiríéndole una realídad y una evidencia comparables a las demoniaca de las visiones que provocaba la ingestión de aquellas plantas. Repro·
de la ídolatría, es la experiencia alucinatoria. Esta experiencía corresponde a la "sus. chaban a los alucinógenos ser instrumento de Satanás, pero también de conducir a
rancia de la expresión", en ouas palabras, a su materialidad, a su soporte. Como la sinrazón, a la locura pasajera o definitiva, al equivalente de la en1briaguez al~
sigue siendo de orden en ese9.cia autóctono y es condición ind.ispensabie de la cohólíca e incluso a la lujuria. i¡
expresión, no debe sorprender'rlos que ofrezca el último refugio de la tradición, Pese a la hostilídad de la Iglesia, a pesar de la clandestinidad impuesta, el con-
aun cuar1do la forma de expresión y el contenido en su totalidad se ha van alterado sumo de los alucinógenos sigue siendo a principios del siglo XVll un fenómeno su-
y cristianizado. ,
Con frecuencia, la iniciacíón y el éxtasis chamánicos aparecen vinculados al con-
sun10 de sustancias alucinógenas. Queda fuera de duda que en ese caso se trata de
mamente corriente. La resistencia del complejo que, de una manera rná.s general,
también es la de la idolatría, revela los límites de la cristianizacíón. Aquel consumo ¡
siempre está rodeado de reglas precisas y de cierras precauciones. El curandero al
1
un complejo milenario dífundido por doquier en el continente a,_'11ericano. En la
época prehispánica, los alucinógenos ocupaban w1 lugar en los grandes ritos: la ''Fiesta
de las Revelacíones" (entre los mexicas), los banquetes principescos, los sacrificios,
que se consulta fija el día y la hora del consumo en función del calendario ritual.
La habitación en donde debe desarrollarse la experiencia se barre y se inciensa cuidado-
sa.rnente, en ella debe reinar el silencio más absoluto. El menor incidente, la entrada
¡
la adivinación, la medicina. Su consun10 era una actividad altamente valorada.
meticulosamenre codificada, encerrada en reglas cuya observación resul[aba impe~
rativa y cuya infracción era sancionada. Corno en muchas otras culturas, las drogas
de un tercero, el paso o el ladrido de un perro bastan pa.ra perturbar una consulta
que dura tanto como el estado inducido por la droga. La consulta puede rener lu-
gar bajo la dirección de un especialista que ingiere o hace ingerir la planta. Pero
i
fi
hacían _Qfic.io de dísparaciores bioqµíln.icos que inducían estados pasajeros cuyo puede llegar a suceder que el indio consiga por si mismo el alucinógeno en algún
contenido, lejos de ser arbitrario, correspondía a las imágenes, a ias sensaciones mercido y- realice solo la operación. Contrariamente a la esfera en resumidas cuentas
1
que la tradición asociaba a este tipo de íntoxícac.ión. A este respecto, la alucinación reducida de las visiones iniciáticas, la alucinación provocada puede 'en<:o'nces alean· 1
es una especie de "reflejo cultural condicionado'' que, en el mismo plano que la zar una dif..isión considerable entre las poblaciones indígenas. ¡
enseñanza, participa en la interiorización de sectores esenciales de las culturas au- En octubre de 1624, un indio ingiere en Chlautlapeyot/ para localizar a Sll esposa
tóctonas. la droga desempeña entonces el papel de desmult.iplicador de lo real v que había huido: 'Con la embriaguez dél [, _] vió un viejo que le dijo a donde
su consumo institucionalizado contribuye a dilatar los límites de la percepción "or'· estaba su mujer [. . ] le diío [que] estaba su mujer en el pueblo de Izúcar y que la
<linaria'', al mismo dempo que conforma las sensaciones experimentadas según había llevado otro indio. . y que fuese por tal y tal parte y lugar que la hallaría y
esque~as culturales q'.-1e en este caso son los de la ídoiatría. Lls drogas sirven para traería. . "Las fuentes ofrecen numerosos resdmonios análogos. En las tierras cá-
comunicarse con !os dioses pues desencadenaban en el hombre un doble proceso: lidas que ocupa..'1 el sur del arzobispado de lvféxico y el occidente de la diócesis de
introducían en el cuerpo del consumidor la potencia que abrigaban e impulsa- Puebla, el consumo de la droga conserva formas tradicionales. Por ejemplo, es sig-
ban su tonafli hacia el mundo divíno. Proyecrado fuera de! tiempo humano o nificativo que sea un ''venerable anciano'' quien aparece y personifica el ololíuh-
p~netrado por la divinidad, el indio adquiría el conocí.miento de las cosas por ve- qui. Es probable que esta figura antropomorfa sea una ímago, una función más
nlf. La planta demostraba ser el interlocutor omnisciente, el detentar del secreto que una persona, portadora de la tradición y de la autoridad. Por otra parte, sabi-
buscado, la potencia que ponía fin a una situación angustiosa, incierta cuando los do es que el curandero indígena se presentaba a su discípulo con los rasgos de Oxo-
recursos ordinarios se habían agotado, Cuando el consumo cobraba una forma co· rnoco, el Viejo, El que conoce los destinos, En otras visiones de los rnlsmos años, el
lectiva, l?s consumídores intercambiaban las informaciones que así habían recibi- consumidor da mayor importancia a la posesión: ''No le había hablado su corazón
do ~· e.l futuro aluci~a~o y atisbado por cada cual dejaba de ser una experíencia y que así no sabía que decirse." Como antaño, el corazón del sujeto abre su recep-
sub¡euva para consutuuse en el saber de todos.'' táculo a la fuerza divina ema.r1ada de la planta que ha sido ingerida. Sin embargo,
11
· Durán, Hutorú1.. . o¡'J. cit., ti. pp. 416, 310, 48·Í: López i'tUStlfl (1980), l. o. 411: Muñoz Ca· l'.i Mo!ina, Confesion;;n·o. , op. cit., fol. 82r; Sahag1Jn. Histon'a. , o¡7. ú: .. m, pp. 192, 292·
2.·go. HJuoru de T/,,;.w:aia. México. Ateneo Nacional de Ci~ncias 1· :\ne;; ¿z: México. ;04~. P- 146.
2
293: MotoEnfa. ,\.iem(,-;':¡/cs. . . op. ci:., p. 32.

115 de 162
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO 219
218 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO

corno la de la idolatría, la influencia de los alucinógenos menguó de manera sin· versiones de ciertos procesos de aculturación, sin embargo no deben hacernos irna.
gular desde que cesaron los ritos, los banquetes donde se consumían, y la práctica ginar que una parte de las poblaciones nuevas entró de pronto en el universo de la
ya no está sometida a la dirección de un clero o de alguna autoridad cualquiera. En idolatría. El aprendizaje de los ritos, de las palabras y de los ademanes, la asimi-
cambio, la dominación colonial favorece sin discusión un consumo "salvaje" .
16 lación de las imágenes no deben confundirse con la interiorización de otra aprehen·
De una manera imprevista, pero que revela la complejidad de todo proceso de sión de la realidad. Como tampoco es posíble desconocer las resistencias que surgen
aculturación, las imágenes alucinadas por los indios invaden lo imaginario de los y olvidar los efectos secundarios de la colonización de lo imaginario.
mestizos, de los negros, de los mulatos e incluso de cienos españoles. El fenómeno La represión eclesiástica, la persecución de los curanderos por el Ordinario, las
contribuye a explicar tanto la persistencia de una práctica como la de las imágenes intervenciones de la Inquisición en contra de sus clientes mestizos, negros, mulatos y
que suscíta y de la representación que hacen los indios de ellas. Se lo puede fechar españoles difícilmente parecen haber detenído la seducción que las drogas ejercen
a principios del siglo XVll. Parece ser que en aquel entonces el uso de los alucinóge- en aquellos principios del siglo XY1L Otros obstáculos dificultaron la consulta de los
nos llegó a ser moneda corriente para amplios sectores de la sociedad colonial. Fas- alucinógenos. Proceden de los propios indios que temen la cólera de la potencia
cinados por aquella técnica adivinatoria, negros, mulatos, mestizos y españoles de encerrada en la planta. la ira del alucinógeno es monífera. Se puede revertir contra
condíción modesta -la "gente de servicio", la "gente vil" - empiezan por contra- aquel que no observa las reglas y los ritos, o contra los que explican al enemigo, al
tar los servicios de un curandero indígena, luego se procuran por sí mismos las juez eclesiástico los usos prohibidos. l\ tal grado que los detentores de peyotl Yde
plantas y aprenden a consumirlas y. sobre todo, a ver lo que ven los indios. Doble ololiuhqui con frecuencia prefieren exponerse a las persecuciones de la Iglesia, an~
desquite indígena de la Iglesia: gana adeptos para una práctica sin verdadero tes que desatar una reacción que no sólo los pondría en peligro sino que afectarla
equivalente ultraatlántico, al parecer la hace companir su percepción de lo real y incluso al sacerdote católico que se entrometiera en aquellas cosas. De ahí las reti-
de lo numinoso. Una vez más, abundan los testimonios al respecto. Pensemos en cencias, las demoras, cieno malestar entre aquellos indios que aceptan poner su arte
particular en el papel desempeñado por esos seres de sangre mezclada de los que al servicio de una clientela mezclada. i\lgunas visiones explican de nuevo a su n1a-
reniega un padre español, separados de un padre negro o mulato y que viven en el nera estos atolladeros. La repulsa, el silencio o la ira de la potencia consultada ex~
seno de las comunidades indígenas, inmersos en esas culturas y rápidamente ab· presan las contradicciones de un curandero dividido entre el interés por satisfacer
sorbidos por ellas, Las fuentes españolas denuncian sin descanso su presencia per- una clientela española, obtener alguna utilidad y la necesidad lógica de evitar los
18
turbadora aunque mal permitan acercárseles, por tanto que se confunden con el contactos con un grupo cuyas autoridades proscriben el uso del peyotl.
Pero al parecer, de una manera general, no prevaleció esta actitud. Por una par-
resto de los indios. Pero hay otras vías y aculturaciones más parciales. Antes que de
te, porque a panir de la segunda mitad del siglo XV! la idolatría ya no fue objeto
nada, la que representa el recurso desesperado de una técnica exótica. Consulta in· mes-
una represión sistemática y organizada. Por la otra, porque los españoles, los
directa, por intermedíación de un indígena, pero que ya implica el reconocimiento
de la eficacia de la práctica. De la consulta indirecta a la sugerencia y a la expericn· tizos y los mulatos con los cuales podían comerciar los indios eran menos portado-
cia personal no hay, en aquellos principios del siglo xvn, sino un paso que muchos res de las prohibiciones eclesiásticas que demandantes ávidos a los que no molestaba
dan, cada vez en mayor número. Es comprensible que los indios puedan enseñar recurrir a prácticas ilícitas: el deseo de conocer lo inefable que animaba a aquellos
a mestizos o a mulatos las invocaciones, los cantos rituales, los ademanes que rodean aficionados a los horóscopos, a las figurillas de papel reconado, el anzuelo de la
la consulta y que así se esboce un condicionamiento que favorece la difusión de la ganancia entre indios con frecuencia miserables e7haron por tierra las reticencias
visión indígena. 1-1ás sorprendente resulta que, arrastrados por sus delirios, consu- indígenas y las barreras levantadas inc.ansablement~por la Inquisición. Incluso cabe
midores que desconocen el náhuatl o lo farfullan de pronto se pongan a dominarlo preguntarse si la complejidad de la posición de la Iglesia no se agregó a la confu ·
con soltura o a soñar en esta lengua. Imágenes, palabras, ademanes se extienden sión y hasta favoreció la difusión. Se recordará que los extirpadores concedían una
pues a "los que [se] comunican mucho [con] los indios, especialmente siendo gen· pane de verdad a las visiones indígenas, aun cuando fuera el demonio el que había
te vil, fácilmente se inficionan con sus costumbres y supersticiones''.
17 intervenido en ellas. En tanto que el Santo Oficio hacía una distinción entre un
Si estos casos tienen el mérito de llamar la atención hacia la complejidad y las in· uso lícito, medicinal de aquellas plantas, y un empleo proscrito y ad.ivina~orio.
Aquellas divisiones al parecer claras se prestaban a interpretaciones tendcnoosas:
\6 A, pp. 4J, )1: P, p. 379; .'iG}l, Inquisición. vol. 304, fol. 62t.; vol. 303, fol. 78r.; vol. 335. cxp. se podía, y continuament e se hizo, prete;.---rar el uso medicinal y buscar en la droga
96, fol. 3i2v. esa verdad que la Iglesia no denegaba de un modo sistemático,
17 A. p. 49; LS. p. 239; AGN, Inquisición, vol. 312, fol. 2i0r.; vo!. 486, fo!. 229r.. vol. 342, exp. 10;
voL 341, fol. 313r.: vol. 304, cxp. 26; YO!. 340, fo!. 362r.; YO!. 342, txp. 15, foL 35,ÍL; vol. .~40, exp. 1s AG:-1, Jnquúiáón, vol. 478, fol. 2i3r.; Múiones. vol. :6. "Rdaci6ndc la misión que hKicron
4; vol. 746, fol. SOOr.: vol. 317, cxp. 21. los pp_ L. Lópcz:, M. de Urroy y P. de Orga'' p645j.

116 de 162
espec tacula r. Pero es en otro pl~l.:10, y:t ~eñala
do, ?~nd~/L, ~lre:acióo del fondo in-
una pasada irnpre vis(a introd u- ad1v1nac:on tnd1gena se vuelve una
i\LLi el díabio de la acultu r:lción jugó a rodos dígen a result a mis rnarca da y s1ster ninca_ La
ciendo irnáge nes cristla cas en !ugar de las percep
ciones indíge nas. El proceso es t.e maten aies, desconectad~ de cu~l·
empre sa lucrat iva, reduc ida a fines estrictan1en
parale lo a la predicación jesuit a, a b crístia niz:ici ón de las iniciaciones cham ánicas , ones que ~o?figurab~ la 1d~latna.
quier refere ncia ai conju nto de las repres entaci
Pero esta vez se vaciL1 respec to a su é:r:ico_ Se s2be que proba bieme nre des- a todos los dom1n1os de la idolat ria. Al·
Esa comer cializ ación se extien de adem ás
influe ncia de los alucin ógeno s, velan ofrece n en p.r~nd~ a acreedores
de fines del siglo X\"! J.lgunos indios , ba,io la gunos ídolos pasan a ser arnuleto~ de la suerte gue ;e
figurlS ton1adas del cristia.nisrno_ Cristo. los ángele
s. La difusión del culto a tos sar1tos otrece n s~s servtcios impo nen los
n1ientr:1s que los s::icriflCadorcs indíge nas que_
en el rned~o indígen<~, se. inserción en e\ pa:ite ón de las fuerzas !ocales puede n expli- client e rnesu zo firm~u con sangr e un
avuno s tradic ionale s pero t3lnb ién piden al
el dellrio de 1-a alucln Jción. sin que por lo dem(b . como del siglo xvu la idolat ría antigu a corre cada
car t:1mbién su apariclón en ;acto con el demo nio. En el transc urso
ejo sea incom patibl e, en aquellos iales y el curan dero tla-
en la visión inicíática, Ja consen-acióo del compl ~ez más el peligro de dejars e absor ber por las magia s colon
ión del rilo y de la image n. L. aculn i- o de t~ntos , un cazad or de tesoros, un
princi pios del siglo X\·~r, con una cristianizs.c 171acazqut' e[ de ya no ser 1nis que un adivin
c1~ los. r~sultad~s ~ecep-_
brujo de la l!uvi-a al que no se vacila en denun
ración de la form.1 d2 bi;_:_n puede adapt arse a una perma nenci a cuand o
Et éxno de los aluon ogeno s ind1~e~as
ciona n b. espera del dient e mesti zo o españ ol.
19
del contenúlo.
ces acorn pañad a por un fenó- da en que es part1c1pe
la cristia nizaci ón de Íos delirios indíge cas va enton puede enton ces escon der eÍectos desint egra.d ores en.la r.nedi
meno anilo go en los den1-ás grupo s de !a socied
ad coloniaL Antes que nada. al pa~ a a los 1nd1gen_as. Sea com.o fuer~, en
de una banal izació n de la prácti ca que escap
recec afec{Ó las prácti cas. Pleg-;uiJ.s, refere
ncias <l !a Eucarisría, el uso de agua o el del nulag ro, ~e .as1e~ta :1erto
ese terren o como en el de las visiones iriiciáticas
bendi ia y la adora ción de irnágene-s piados as rodea n el consu mo en las dos prime - se integr an a lo coud1 ano ~nd1gena
cristia nismo . Las fuerza s divina s que conce ntra
riorid ad, quizás despu és de 1625, l-a ms.teria de iar y f~cfl. lv1ás que :_t milag ro lo-
ras dfcad as del siglo X\.il. Con posre y gracias a la droga son de una acces ibilid ad famil
las alucin acion es evo[ucion:;_ y ei delirio ~e abre
de n1anera progr esiva a\ pante ón peyot l, un poco de o!onu nqut, un punad o de ho~­
cal 0 d éxtasls del ch:;,m3n. del
cristiano_ Tribu taria de l2s denun cias eriv1adas
a la Inquis ición y conse rvada s basta n, obten er ~e eli;,s 1o que se desea Slfl
gos perm iten unirse a Jos S2.Dt0 5, a \a \![rge
muy relativo. Sugiere que la crisóa ni- otes espan oles,· ·
nuestr os días, esta crono logía posee i..:n \'alor tener que pasa.r por b. lglesi a y por sus sacerd
en e: medio mesti zo y negro que en el medio
zación de las imáge nes es más ta.rdia
s) hubi~ra indios en el origen del uO b-a.1ance sumar io no son si?o
indíge na, con10 si (aunq ue los indici os sean escaso Los eleme ntos disper sos de los que hemo s hecho
ver en ello e! efecto de aquel los curan deros de
los que hemo s avanz ada del cristia nismo de los in-
signos precu rsores de una aprop iación aún más
A\'ll, con el trasfo ndo de i~ ela-
proceso. ¿Habr á -en vende r ~·
adivin os indíge nas intere sados del siglo
descrito algun as o la acción de vasores. Tiene lugar en la segun da mitad
na:orias? ¿O supon er un conju nto ·~­ cuya c~istalizaci6n ~emos segui do al
mejor -crlsr ianiz ándo las- sus prácticas -adivi borac ión de aquel las iriemo rias cristia nizad as
a.rían ese extrao rdinar io flLtio de in- de situar en esni. ep.oca una evo.lu-
de evolu ciones parale las o cruza das que explic hilo de los título s. Huelg a decir que no se trata sino
lo imagi nario de unos y otro; a partir
, , g ºe•·l 5:,-nu\ ·ánea e irreve rsible
del conju nto de las cultur as indíge nas, 'a\'d d
tercam bios, coinc idenc ias cland estina s enrre !. de eu ~;;;. ' '-''"' 1 1 a es
el consu mo ritual del pevot Cl 0 u l •
revela dores de nuevas potenc
de una prácti ca ran especificarnente indíge na como - "' mis bien de destacar fenóm enos desco nocid os, s:
): los.co ritexto s, las época s Y los. grupo
los hongo s o del o!ofi¡¡hqrú que se concr etan de vez en cuand o según
un desqu üe indíg ena. Para los es~ Lo sobre natur al cristLar10 sirve de caució n al
poder de los cura.'1deros desde .pnn-
Sin emba.rgo. culdCr:1onos de apreci aría como
asimil ación del comp lejo sigue siend o s mibg :osos que selian ta ~a~za
pañol es, para much os rnestizos y mulat os la cipios dei siglo X\11. Poco despu és inspir a relato
ión de una técnica adivin-a[oria y, de al m:sm o uempo que se.:1tu~
parua l, por lo gener al se resum e en la zdopc del puebl o con algún santo crístia.no. Relato s que,
nes indíge nas. En camb io, ~ntre protec tor, instau ran una relac1on di-
m::i.nera misº. meno s rcn,po raL de algu.:-1a.s imáge en la tradic ión prehi spáni ca del cafpu !teotl
nes y de los rÍtos que rigen ei consu mo al pa- nueva s fuerza s surgid as tras la estela de ~os
!os indios la cnstia nizaci ón de las unáge recta. arraig ada- en la tierra , con las
recer corresponde- al mante nimie nto ele un corue
nido tradic ional. Ciena rnent e va no a época cuand o ~lg~~os notab les in-
res.les ;lcan- españ oles. Pero hay más. Tamb ién fue en.e:t
las aparie ncias Y ias formas las profJ ndida des de una cornurucac1on perso nal con
es fácií desern rafiar dígen as no vacüa.n en reivin dicar los prest1g1os
iona según los grupo s en los que arraiga. sobre la comunida~. Prend a de~ po·
z.adas.por la aculturación. E! complejo evoluc los santos para establ ecer mejor su influe ncia
forma origin al de la adivin ación se transm uta, de \o sobre natur al se con~ti.tuy: a med~ados
Por e¡emp lo. en.:re negr<Js y rr1uiatos la der en todas sus forms.s, ei domi nio , <l'1os se prepa ran a re 1v1ndicar y a d1spu-
ato~me nt:J.d as de una crisis epilép tica o de una poses ión
cobra ndo las apaíie ncias del siglo x--v¡¡ en una postw a que'al gunos u1
, 1'n<.,1uisici6n, vo\. 66S, exp. )-6; vol. )10,
exp. 2). fol. 69r

l\ Aguirre Bdcrán (19..,J,\. p- \ l); .\G>l,

vol. 3)6, fol. lSOr .. \·o\. e;~, exp. z-


fol. 27)r.

117 de 162
---1·~
CRISTIANO 223
LA CAPTURA DE LO SOBRENATu'RAL
L CRISTlA~·o
222 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURA
o o Sao
a que "se tran sfor mab a en San Pabl
descansar dián, uno de ellos incluso pret endí ural crist iano.
el proceso de apropiación no parece en la capt ura de lo sobrenat
tara los españoles. En un prin cipio , a la expe~ Juan ". El asunto expresa un paso más Ello prov oca una
similitud por conceder o por negar as, sino de encarnarlas.
en el grad o de cred ibili dad y de vero cont enid os anti~ Ya no se trata de creer en fuerzas nuev radic al de las relac ione s,
ésta se limite a sobreponer a rupt ura aún más decisiva con la Igles
ia y una reversión
riencia sincrética. Al menos mien tras bio, a med ida que se paga nism o para insta larse , sin sa-
cristianizadas. En cam puesto que aquellos indios deja n la
marg en del
guas expresiones y representaciones conj unto s más hete rogé neos, 23 Algunos años ante s un indi o de Tep otzo
dán anun cia
en beneficio de
borran aquellas matrices tradicionales inencia berlo, en la de la here jía.
San Ma-
rasgos propuestos adquiere una pert quie n le habí a dicho que el glorioso
el asunto de la admisibilidad de los iana, la que "ha habl ado con Nue stro Señor, [ < . } El indíg ena
elve inspirándose en una lógica crist rías se habí a quejado con él de que no
barrían ni regaban la igles ia
que no poseía hast a entonces y se resu os de o con Dios y ha·
nos ejemplos. Hacia el año 166'5 grup habfa mue rto, descendido a los infie
rnos y resucitado. Hab ía estad
de la creencia y de la fe. He aqu í algu les y temp lada s del Bajío , no lo quem arían a él sino a Nue s·
rren las llanuras férti blado con él. Hab fa dicho que si lo
quem aban
indios que inqu íetan a la Iglesia reco s cía el fin
tierras altas de Jalis co. Cura nder os itine rante predica, crucifiío en mano; anun
que se extie nden de Que rétar o a las tro Seño r'' . 24 El indio h-1iguel Xim énez in-
con sus enfermos para adivinar er orig en de
acho s y la mue rte y la condenación de los
bebe n una hier ba, el pzpzltzintzz"ntli, unc ian de los tiempos, el castigo de los borr is mue rtos. " En Mig ud
cielo, el infie rno y otras cosas .. , ''.An crédulos: "Si no creéis lo que os digo, al
salir de la iglesia caeré
Jos males que los aque jan, ''veían el sus ojos : ''Mi rad, el cura nder o de Tlal tiza·
enes que debe n desfilar ante ingo Hern ánde z,
al paciente el cont enid o de las imág s se vuelven a encontrar rasgos de Dom de ini·
que es la sant a Rosa y que, bebi éndo la, veréi
¿no tien e tamb ién su experiencia semejanzas
que con ente ra fe bebáis esta hier ba que estos testí mon ios pert e· pán. Tal como la desc ribe,
vida , el viaje al más allá, el diálo go con
guar da. . '' Aun so a la
a la Virgen a Sant a Rita o ánge l de elem ento ciación chamánica: la mue rte, el regre En cam·
de las aluc inac ione s v de las visiones cristianizadas, un Dios, la pretensión de inmortalidad?
El esquema es grosso modo idéntico.
nezcan al filón del siglo enat ural
d pues to que Miguel no asum e lo sobr
adicional las distingue sin emb argo d~
las expe riencias de la prim era mita
cta de un rito bio, el final se apar ta diam etral men te mejo r la func ión y la
xYu. El éxito de la cons ulta depe
nde menos de la observación estri cristiano para recibir poderes terapéutic
os sino para usur par
su
que no lo crey eran no lo com( ) los dem ás indio s en
ncia pues to que ''los que Miguel,
que de un acto de fe, que de una cree to pudi ese dud ar de la auto rida d del sacerdocio católico del perv irtie ndo tas fiest as y las
impe nsab le que el suje en. Obs erva ndo y
verí an". En la visión tradicional era e aplastante mayoría, se halla n al marg peni ten·
an las condiciones, la visión debí a prod
ucirs
ndo la ame naza del infierno, llam ando a la
ocurrencia de la visión. Sí se resp etab mbo car en un litur gias de la Iglesia, esgr imie
prob able que en este
las respuestas esperadas o dese cia, se apar ta de los senderos de la
idol atría tradicional. Es
infa lible men te, con riesgo de no dar part e urad o cada
ilida d (en el plano de la form a) era s antiguos hayan prep arad o y aseg
final no satisfactorio. Aqu ella inelu ctab
ue al esqu ema pers e- caso, como en los anteriores. complejo que de la reali dad y de la dívín i·
Aho ra, aunq ue se plieg a otro enfo
del cont enid o de la visión tradicional. e una vez el deslizamiento de la idol atría haci nóge nos
ante del mal? ) la visió n intro duce y exig rario chamánico y el consumo de aluci
cutorio habi tual (¿qu ién es el caus encia, de dad. Desde fines del siglo XVl, el itine tría,
indi vidu al. Cae del mun do de la evid ento s de lo sobrenatural cristiano a la idola
adhe sión pers onal , un com prom iso
ntico : el de las perm itier on la integración de segm insen sible eran abso r~
fe, de lo verdadero y de lo auté rmán dolo s. De man era
la idolatría al de la creencia y de la lizac ión de la ac- así fuese desnaturalizándolos y defo do aque Uos segm ento s en
personalización y la indiv idua utab le. Pero cuan
visiones "san tas y verd ader as". La bidos en una realidad al parecer inm y autó ·
- restituyen una tens ión que la com ercia liza·
iplic aron , configurando conjuntos articulados
ción -un o merece ver a la Vir gen un principio dispe rsos se inult
esca paron
a a desd ibuj ar e inclu so a elim inar . En otras colectivas, espacios y ritos nuevos,
ción de la adivinación tien e tend enci ep- nomos, conj ugan do preocupaciones y ento nces s.e
nder os del Bají o vinc ulan el consumo del alucínógeno a su perc progresivamente a una idolatr1a satu
rada , incas~ ya de dominarlos,
palabras, cura era en que en que lo vero sfmd
ural cristiano, un poco a la man . A part í[ del mom ento
ción y su inter pret ació n de lo sobr enat plan teó la cues tión de su plau sibil idad <>
raba n (o siguen integ rand o) esta experienc
ia al
de una adec uaci ón inme diata , auto máti ca, a matrices indíg
los curanderos tradicionales integ pape l de inter med iario s y de dejaba de depe nder
, la desv iació n de la creen cia Y de la
todos asum en ei nas para depe nder sólo de la adhe sión
personal
contexto de la idolatrfa. Cad a vez, paje s en otro univ erso que
con arma s y equi
auxiliares, pero los del Bajío entr aron duda resultaba inevitable. se
Virgen y los santos del cristianis mo. No sólo con los santos. Sólo faltaba que otros
ocup aban el infierno y el paraíso, la o Los indios de Celaya se iden tific aban de Puch 1~
n de las visio nes que prop agan , sino que su cont enid proclamaran Dios. Como lo hizo en
15)9 Gregario Juan en la sierr a
está cristianizada la expresió los ' 1 •
e adhe sión ) y su susta ncia (la rede finic ión del
, al que he dedicado un estudio. n A ejemplo de
deriva por su forma (\a indi spen sabl 22 Una palabra sobr e este ca....;;o
o) muc ho más del cristianismo que de la idolatría< '1 l (,(i-;¡
nexo con lo divin y Salva· a dd cabildo eclesiástico de Valladolid
, y en la mism a región, hacia Ce!aya H ,\Gl, Audiencia de Méxi~o. 37'), ''Can
En !a misma época, a part ir de 1665 l, el Ang el Guar" 24 AGN, Indiferente General, "Info rmac
ión conrra Miguel Xirné nez" \ t662]
.
ar San Alfonso, San Cristóba
tierra, algunos indios se hacen llam n Gruzinski (1985a), pp. 63-89 .
22 AGN. Inquisición, vol. ')Oi. fo\s. 46r. .46v.

118 de 162
L~. C.'\PTlJRA DE LO SOBRE~ATL!RAL
CRISTl:'.>:O 225

indíge na. ¿Habr á que subra yar


impul sos cread ores es por el lado del cristia nismo
o ele Tepoc zodán , Grega rio obedece én son conte mpor áneas de la re--
sionarios de Cela ya o del s2cerdote ímprovlsJ.J _ las so- que 1-as visiones de los curan deros del Bajío tambi
fines de ia época dásica '', las predic acione s de Migue l Xi-
un mode lo autóc tono, el del hombre-dic,s_ Üé's-de d:acción otom í de ''La conqu ista de Quer étaro
.b-afl a !frieres C<\..rls mátlcos que en el coraz ón poselan aloyan? Como trasfo ndo de estas
ciedad es 1nesoamericanas vener2 méne z de la confe cción de los Códices de Techy
ituido en el Lr:rj;tft1, es decir, la la gestac íón de esas nueva s me-
la energ ía divina . Aquel los born bres se había n consc exper iencia s índivi duale s no olvide mos enton ces
o el consu midor de alucin ógeno s) los todas estas manif estaci ones corres-
''piel '' de! dios; eran (tanco con10 e! chJ!lhln morias colectivas. En fin, no es casua lidad que
al rnucd o de los dioses , pero t2.rnbiéo los pona- n demo gráfic a. Entre 1644 y 1688
deten tares privilegiados dei acceso ponda n al princ ipio tímid o de una recup eració
!os 7;.Ctores de una !irurgia rrünuciosa 600 a 2 000, en Ce!aya aume nta de
dores del poder absolu to a la superficie -::erresu-e, el núme ro de indios de Queré taro crece de
arició n, Hombres~dioses apare cieron región de Tepot zotlán conoce una
que sólo termi naba con su partid a o su desap 2 184 a 6 419 en la segun da mitad del siglo. La
con la di.vinidad y a esa repres entac ión ía mayo r de Huau china ngo, en la sie-
en los siglos x--v¡ y xvu, fieles a esa relación recup eració n progr esiva tanto como la alcald
se apana de ellos en la medid a en que el mo- ción indíg ena de una n1anera gener al
del poder . El caso de Grega rio Juan rra de Puebl a. En el México centra l, la pobla
en !o exteri or, adopt a nu1nerosos
delo sufre una doble inflexión_ Primero porqu e, se ha dupli cado entre 1630 y 1670-1680. 26
e la idea cristiana de la encarnación al que descu brimo s exigiría tomar
eleme ntos del cristianismo, pero sobre todo porqu Una descri pción más fiel del panor ama gener
los rasgos del homb re-dio s. (:::J-regorio ncia impo rtante el peso de la
actúa ya sobre la organ izació n tradic ional de en cuent a nume rosas variables. Tiene una incide
el 'dios cread or del Cielo y de la Tierr a" y et cione s españ ola, mesti za, negra y mu-
Juan afirm a ser al mism o pobla ción indíg ena comp arada con las pobla
es. confo r:ne ~¡_[ pensa mien[ o prehi spáni co pero de los lazos mante nidos por todos
''Hijo de Dios' '. Por consig uiente lata, pero tamb ién la natur aleza y la intens idad
na de la encarnación, la d.ivinídad v ena tiende a absor ber a los mestiz os,
tambi én, en cierra medid a. con b ensefí2..r12a crisúa esos grupo s. En ciertas region es, la masa indíg
Con Grega rio Juan, la aprehensió~
ia manif estaci ón huma na, te~restre. del dlos. los negro s y los mulat os. En ouas, se ve arrast rada en incesa ntes mestízajes. Los
la del i.xtpt!a, tanto como con Juan de obra mezcl ada, las hacien das
indíg ena de la encar nació n en1pieza-a recub rir medío s urban os, las minas que atraen una mano
empe zaba a rnodil icar el mode lo charn ánico , adore s deslig ados de su comu nidad de
de la Cruz (hacia 1636) b mar!ofanía y los ingen ios azuca reros donde viven trabaj
t2 de la creencia. La creencia con o much o más esporá4icos en un
Todav ra con esa insistencia en la necesidad absolu origen favore cen inrerc ambio s que siguie n siend
una parce de la comu nidad , la ello es nunca del todo inene . La
sus lúnires, la duda y la incred ulidad que le opone marco tradic ional rural, que sin emba rgo no por
a denun ciarlo al fiscal de la iglesia de y del marco eclesiástico, las políticas
hostil idad que empu ja a algun os indlgen?.s calida d y la densí dad de las memo rias indias
so c:imb iante en qlle las cosas han dejad.o de po- notables indígenas se agregan a_ las va·
Huau china ngo esboz an u;1 univer seguidas en el plano local para los clérigos o los
seer la evide ncia abrum adora de la idolar ría. las respu estas a la acultu ración . Las re-
ria bles anterí ores y explic an la dispa ridad de
doqui era se hacen santo s, que se de acultu ración interm edia o
De ello no deduz camo s que \os indios por giones de Morelos y de Guerr ero repre senta n zonas
con la Virge n y los santo s. Los pocos presen cia física, econó mica y social de
identi fican con Dios y que a dí-ario conversan escasa. Interm edia en 1'1orelos a causa de la
de o:ra lección. Revelan que, de 0-iorelos a os. Escasa en Guerr ero por las razones
ejemp los evocados aquí sor: a blancos y, más todav ía, de negros y de mulat
los pedregosos sende ros del de L'--5 brumos'.ls soleda des de la sierra de Puebl colon izació n, tal vez debie ra comp a-
s p-ara que lo opues tas. El Bajío, aquel la tierra de recien te
a los airede dores de la capit2.i (fepo czodá n),
se reúne n las condí cione no fueran en gran parte pobla cione s
rarse con 1-1orelos si sus pobla cione s indíge nas
no en sus forma s fil is extrem as adaui era una existe ncia no sólo oles y por tanto sín arraig o regional. En
sobre natura l cristia
s .u otomí es. En forma de una traspl antad as, introd ucida s por ios españ
creíbl e sino sobre todo famili ar para los indios
na.i."iua ples conce ptos el Guerr ero recorrído
entaci ón parad isiaca o infer- camb io, la sierra de Puebl a evocaría por múlti
relación transf ormad a con b d1YinidacL ele una repres hubie sen prote gido aún más la ido-
ente indiv iduali zadas o por Ruiz de Alarc ón, si aquel las mont añas no
nal del más allá, de un coniu nto de fuerza s lo sufici entem sentid o habrí a que comp ararla s con
o, el cristia nismo se latría de ciertas pobla cione s otomí es. En esre
perso naliza das en las que s~ está obJig2do a creer,
a dar crédit que manti enen la obser vanci a de ritos co-
nas. El milag ro cristiano es ampli os sectores del obisp ado de Oa.xaca
consti tuye en un eleme nto cabal Ce !as cultur
as indíge o. En el otro polo, 1-íéxico, Puebl a, sus inme-
e del puebl o. al espac io, al lectivos de orlge n prehis pánic
un dato integr ado a lo cotidi ano co1no io está al paisaj e en meno r medid a, las capitales
o es tal que diacio nes (Choi ula, Tepot zotlán . .) y, aunqu
situad os sobre los grand es ejes co~
irrecusable cuyo arraig
tiemp o. Es una vivencia colectiva e índiv iduai provin ciales , Valla dolid, Oaxac a, !os puebl os
c:ación o La deific ación . La dispa-
llega a cobrar los aspectos exacerbados de b sanrifi , en esos medio s urban os es más pro·
las analo gías que prese ntan merciales y en las zonas miner as. Desde luego
ridad de los medio s reco[dados. b conte mpor
aneid ad, sentir de mane ra más cotidi ana los efectos
nume rosas region es. Des- funda la influe ncia españ ola y se dejan
los procesos sugier en que nuestr o análisis es válido
para geogr áfica y étníca no debe hacer ol-
posib le habla r de influe ncia indis- del cristia nismo y de Occid ente. la divers idad
l ya no es
pués de 1650, en aquel 1-íéxlco centra o de :!>léxico, l977. 11. p. 100
io. por donde - que busca r actüu des originales. I6 Húton' :l general de ¡\-ffxfro. México, El Colegi
cutibl e de la idolat ría. En c2.rnb

119 de 162
226 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRJSTJANO U\ CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO 227

vidar una diversidad social de la que hemos informado sucesivamente. Los nobles general de apropiación de lo sobrenatural cristiano, de esa realidad invisible que
de antaño, los notables advenedizos o los macehuales no comparten ni las mismas predicaban los evangelizadores. ¿Qué imagen ilustraría n1ejor esta influencia in-
actitudes ni la misma aprehensión de la dominación colonial, ni tampoco los mis- dígena que la de aquel gobernador del pueblo de Tlapacoya. aldea tropical que
mos ritmos de asimilación. Sus intereses, sus cálculos son distintos y en ocasiones domina la llanura de Veracruz, quien en 1661 aseguraba haber encerrado con llave
contradictorios. Así como la idolatría de los campesinos de Guerrero y de Morelos al Espíritu Santo en siete arcas metidas unas en otras ?28
parece volver a sumergirnos en el siglo xvn en la tradición prehispánica, así la cu- Mas, ¿en verdad se puede hablar de captura, de desviación? Es indiscutible que
riosidad y la .inventiva de los nobles del siglo anterior sorprenden por su moderni- el fenómeno tiene lugar fuera de la Iglesia y la mayoría de las veces en contra de
dad. Lo que no significa que con1partimentos estancos separen entonces esos gru- ella. ¿Quiere esto decir que refleja la autonomía de una creatividad cultural o los
pos. Apenas tenderán a serlo en el siglo XVII!. juegos más sutíles de una enajenación sigilosa que tomaría al revés, por el lado de
El siglo XVIJ es por consiguiente una época singularmente compleja que no po- lo prohibído y lo clandestino, las culturas indígenas? Ya hemos vísto que los cu-
dría explicar por sí sola la palabra síncretismo. Al recorrerlo, se tiene la sensación randeros no eran, ni con mucho, guardianes de una tradición intangible, replega-
de que una matriz en retirada, en parte descontextualizada -la idolatría-, toda. da en el silencio y radicalmente opuesta al cristianismo. Hemos descubíerto que en
vía pesa sobre rasgos dispersos, alterados, separados de sus contextos de origen, vez de ser defensores de una contraaculruración impermeable al exterior, con mu~
produciendo arreglos en extremo dispares. La fragilidad y la multiplicidad de los cha mayor frecuencia eran capaces de apropiarse numerosos rasgos de lo sobrena-
compromisos que se hacen en aquel entonces proceden a veces de la incompatibili. tural cristiano y de integrarlos a su patrimonio. Y en su _acción puede verse una
dad resentida de los sistemas en coexistencia, pero con mayor frecuencia aún del práctica del cambio, una tentativa de dominar intelectual y materialmente el de.
carácter trunco o parcelario de los rasgos que se intentan unir o juntar. La concien- sorden colonial cuando adopta la forma del infortunio, de la enfermedad y de la.
cia de la incomparibilidad puede desembocar en el fracaso de una videncia, en el muerte. Una empresa de pirateo cultural en las aguas mal vigiladas de la Iglesia
delirio personal o incluso en el suicidio, como aquel al que recurrió ese otomí de la tridentina. Tal vez sea éste el caso en el plano individual, pero ¿corresponde el re-
región de Tlaxcala que defendía un culto autóctono sin que pudiera impedirse sultado colectivo a la suma de esas iniciativas? A decir verdad, a fuerza de poner de
abrevar en el catolicismo y alquílaba a españoles sus servicios de buscador de tesoros relieve un dinamismo cultural que con frecuencia escapó al historiador y aún más
en contra del parecer del dios que veneraba. En numerosas situaciones se definen al etnólogo, se corre el riesgo de sobreestimarlo, de olvidar los límites y las presiones
sistemas rransito_rios que revelan la presencia móvil, difusa de una zona de indeter- que balízan su terreno. Es que en el largo plazo parecería que los esfuerzos de los
minación simbólica y conceptual donde se aproximan intentos de sobreinterpreta- curanderos y, de una manera general, la apropiación de las formas extranjeras ter-
ct6n -el fuego del infierno y del purgatorio también es el dios Viejo del Fuego- o minasen en esencia por anudar lazos indisolubles entre las culturas índígenas colo-
de descodificación: el infierno ya no es el Mictlán prehispánico sin ser todavía el niales y las culturas de importación. Entre estas últimas, sólo el cristianismo de la
infierno cristiano, los iniciadores de Domingo en parte son entidades anónimas, Iglesia puede pretender, en última ínstancia. ejercer una empresa totalizadora, sólo
no identificadas, los conjuros son un lenguaje hermético sin que por ello se asimile él dispone de los cuadros instin1cionales, de los hombres, del peso político, econó·
el cristianismo, etc.; sin que tampoco surja una totalización general de la realidad, un mico y social tanto como de la coherencia interna y de la fuerza de persuasión que
contenido unificado. Así nos parecen en sus contradicciones, en sus oscilaciones, permiten no sólo mantener una ortodoxia sino también condicionar las experien-
en sus atolladeros, algunas de las tendencias que barren el campo cultural indígena cias que voluntariamente o no se apartan de ella, como lo demuestran las de-
a mediados de1 siglo XVll. El que con frecuencia se trate sólo de síntesis personal, nuncias indígenas y las represíoncs que se ejercen contra los alumbrados del Bajío
furtiva y clandestina, explica lo precario de esas producciones, su carácter improvisa- o contra el "Hijo de Dios" de la sierra de Puebl&. Ante una idolatría que pierde
do, tentativo, la facilidad con !a que, denunciadas o confesadas, se deshacen o se ímpetu y a....rite magias ibéricas o africanas que no son sino saberes parcelarios, el
derrumban. Es que su coherencia resulta más de una vivencia personal, de una ex- cristianismo ofrece con su posición hegemónica la perennidad de una presencia, de
periencia singular y subjetiva que de una construcción sistemática y colectiva, lo una referencia y de una evidencia. Con sus venerables, sus milagros y sus mario·
cual no impide que esas empresas fugaces sean también cultura y que los curande~ fanías, no deja de investir los mundos indígenas. Al grado de fascinar a !os curan-
ros mexicanos no se limiten ''a figurar compromisos irrealizables en el plano colee· deros que quíeren descubrir los secretos del cielo y de los santos, o de ínspirar a
tivo, a fingir transiciones imaginarias, a encarnar síntesis incompatibles". 27 Sus aquel otro curandero una visita alucinada a Roma y a las "ciudades más célebres
producciones despiertan la adhesión de las poblaciones y se insertan en un proceso de Europa":
n C!aude Ltvi-Srrauss, "lotroduction a !'ocuvre de M. Mauss", en Marce! Mauss, Sociofogie et
anthropologie. París. Pl:F, 19)0, p. xx 28 ,\G!, Audunr:ú de Jffxir:o, '.'.'8, "'Memoria! de f, Ba.nolomé Vdizqucz'" ¡ 1665]

120 de 162
LO.. CAVrURA DE LO SOBRENATURAL CRISTlA~O

;.J eritr:i.r en el cajón, le pareció que se embarcaba en un navío que navegaba los mares
por muchos dfa..s, que desembarcaba en España y ca.minaba de ciudad en ciudad { .. ] VIL CULTURAS DIFERIDAS
que p:J.Saba a Roma y a!líveía a! sumo pontífice, a los cardenales, los templos, los palacios
v jardines de los señores y que por fin, harto ya de ver !as grandezas del mundo, se volvía
a einbatcar y n:1.veganclo muchos m1fts desembarcaba en este pueblo. H de la idolatría colonial nos había arrastrado al medio de las colinas se-
EL t\J\.\.LJSlS
rnirropica..ies, a los campos de caña de azúcar, a orilias de los ríos frescos y tranquilos
Búsqueda frustrada para síempre de un mundo que, sin embargo, un siglo an. de :tvforelos. ¿Qué descubriría allí un siglo después, hacia 1740, un eclesiástico del
res había sido atisbado por los nobles latín.istas. temple de nuestros extirpadores? ~'\.ntes que nada, junto a indios más numerosos,
una presencia mestiza y mulata notable por todos conceptos. Dos elementos que
en general son bastante representativos de !a evolución demográ.fica de los indios
de la Nueva Espafia en el siglo X"\'ill: un resurgimiento -más o menos acentuado
según las regiones- de la población indígena y, sobre todo, una penetración de
las casta.s, es decir, de todos los de sangre mezclada, mulatos y mestizos. De menos
de un millón hacia 1650, los indios del centro de México pasan a más de l. 5 millo-
nes hacia 17 42, antes de llegar a cerca de 2. 5 millones al alba de la Independenci a,
aunque en aquel entonces los indígenas apenas constituyan el 60 por ciento de la
población total del país. 1
A mediados de siglo, en esta región de t1orelos acudir al curandero o ai adí-
vino sigue siendo práctica corriente y la explicación del mal, según los casos, sigue
poniendo en tela de juicio la intervención de un tercero, de otro curandero o de
una potencia sobrenatural: los "malos aires'', los '·puntos de agua", las fuentes.
Como sus predecesores, indios de iglesia e incluso cantores compulsan ''papeles de
error y de superstición". Todavía se encuentran prácticas de origen antiguo, sacrifi-
cios que algunos indios y su gobernador ofrecen por la noche en una gruta ''donde
se encontraba un ídolo", al que se consagraban los recién nacidos antes de su
bautismo. Pero al parecer esta idolatría colecríva fue una práctica minoritaria, peri·
férica, que cede terreno ante una "brujería" de tramas representadas una y mil
veces. El menor imprevisto, la menor crisis se atribuyen de manera sistemática a
una agresión nefasta. Rivalidades de amor, d.isputa.s de ebrios. discordias fami·
liares, accesos de locura o estallidos de cólera, muertes súbitas, accidentes, todo se
reduce al denominador común de la brujería, de una brujería con frecuencia limi-
tada a la expresión de una persecución de origen humano, lo suficientemen te des-
ligada de la red de representacion es que configuraba la idolatría para constituir un
espacio especifico. Banalizada, la brujería puede ser como ayer un regulador social
que golpea a ciuien pone en peligro la comunidad y sus bienes, pero asimismo
se hace la afumación terrorista y narcisista de un poder irresistible, incluso instru-
mento predilecto de la..s luchas encarnizadas que libran entre sí parientes, vecinos,
cónyuges: pero, sobre todo, la brujería indígena rebasa los marcos étnicos, aun
cua.r1do se ejerza al margen de las aglomeracione s de españoles. Mestizos, mulatos,

t Sobre Mordos, véase AGN. lnquúiúón. vol 1349, exp . 8: sobre la demografía. Historia
general de
lt!i:cfro. México, El Coiegio de Mi::xico, 1L 1977. pp. 98-105: Brading (1978), pp. 39·60: Taylor ( 1972),
29
Mfr~1, ms. Il, ''Templo místico de la gracia '', p 594 (principios dd siglo xv1r1). El episodio se
pp. 1'·54: Gibson (l967), pp . l43·144
sitúa entre 1680 y Hí92
12'7

121 de 162
CULTURAS DIFERIDAS 231
ClJLTURAS DIFERIDAS
230
periférico no quier e decir espacio leja-
los ríos, los aire:, el cielo: las nube s. Espacio
trapic hes azucareros, esclavos espían las de I>1éxico son, a ese respecto, notab les
españ oles, mayo rdom os y obrer os de los no. Las mo~tanas que Circundan el valle
gan rumo res y dan fe de los relatos de ón de los cerros de Santa Fe, en los para.
mani obras de los indio s y de los suyos, propa ~onservator~os. Hacia el oeste, en el coraz
ento u otro consu ltan a los curanderos, aban toscos santuarios, adorn ados con
bruje ría que circu lan. Todo s en un mom ¡es del cain1no que lleva a Toluca, se ocult
están embr ujado s y en ocasiones embr ujan
a su vez.
incensarios y velas, cubie rtos de estatuillas
<le barro cocido. Ello a fines del siglo
arabl e de una diversificación de los niveles r~oridad. Por el rumb o de Tlaln epant la, al
noroeste
X\11 y sin.d uda todavía con pos.te
Esta heter ogen eidad étnic a es insep
de los conse nsos tradicionales. Muchas cosas canta ndo, antor cha de ocote en n1ano.
de creencia y de un debil itami ento de la capital, en 1681 algunos indios acudí an
ejida d temerosa, de ment iras, de incer· jas, tazas de choco late, figuri llas
son objCto de pregu ntas confu sas, de perpl a unas gruta s en las que depo sitab an flores
, naran
ra comp lacie nte o negados con energ ía. tura, En el siglo xvrn, las mont añas
tidum bres, de rumo res recogídos de mane de barro , aperos de labra nza y arpas en minia
de cada cual ocup an un lugar sin tan íntensas como cland estina s. Al
Las estrategias perso nales , las interp retac iones del oeste y del sur sigue n abrig ando activi dades
descr ibían los extirpadores del siglo X'>'ll, hacía 17 50 los otomíes adora n a las
relación comú n con las actitu des que norte del valle, en los alrededores de Tiza yuca.
licar la escena cultu ral. Indios de los cultivos, les ofrecen en
mien tras que nuevas prácticas viene n a comp deidades de las mont añas que rigen la lluvia y prote gen
alrededor del calvario, s:e les ve azotar o con cochinilla, agujas y a.retes''.
Coatlán se reúne n por la noche en la iglesia o ouas grutas ''poll os asados, tortillas, algodón teñid
ción de ''repe tir la Pasión de Crist o''. casi intactas su imagen y su presen-
o abofe tear las estatu as de Jesús con la inten P.ara nume rosos .indios, las mont añas conservan
obscenos ("les volvían los traseros, fuerzas irresistibles, hostiles o bienhe-
La agresión blasfema se rnezcla con adem anes cia de antañ o. Siguen siendo receptáculos de
ran ritos clandestinos. Esos indios vuelan an, al notte del valle de México, abrigan
rema ngán dose los calzones ... '')qu e integ choras. Como lo explican otomíes de Actop
form an en asnos y en bolas de fuego. Una te, no tiene nada de sorpr enden te que
en el aire húme do de la noch e, se trans a los ''seño res de las. nube s'', P?r consi guien
do se cong regan allí para sus reuni ones nube s. Goza ndo a veces de una gran
clarid ad prodi giosa ilum ina la iglesia cuan no h~yan desaparec1~0 l?s c?n¡u rador es de
cros y en desafiar al Todo pode roso pueb lo en pueb lo para ofrecer sus ser-
noctu rnas. No vacilarían en profa nar los sepul notor iedad , aquel los 1nd1os sigue n yend o de
do aquellos indio s de Coatlán se los remu neran pidie ndo a cada família
a que cure a las víctimas de sus hechizos. Cuan vicios a los camp esino s. Las comu nidad es
dos, de sus ímág enes, de sus fiestas, r y las autor idade s locales comp letan
adue ñan del cristi anism o, de sus lugares sagra una módi ca aport ación que el gobe rnado
es para hacer de ellos un uso delib erada ment e 3 ¿No ha camb iado nada? Sin emba rgo, un
de los ornam entos sacer dotal es, agreg ando tama les, pulqu e y comi da,
despl egado , la carga afectiva, los objeti~ de aquel la época. Los conju rador es del
sacrílego y blasf emo. El encar nizam iento rasgo nuev o parece destacarse de las fuent es
y valor an, todo revela que las indica~ an ya no son indio s en su rota!idad.
vos que se fijan, los adem anes que escogen valle de 1\íéxico o de las mont añas de i\ctop
práctica en su mayoría están tomadas del Lo que no se produ ce sin una trans-
ciones, las representaciones que pone n en Han engro sado sus filas mestizos y mula tos.
ena que ellos tratan de rebasar, de domi- algunos conju tador es aban dona n el
cristianismo. Pero de un cristianismo indíg forma ción de las prácticas y de !as creencias:
nar invir tiénd olo. Y en esa inversión icono
clasta y blasf ema se basa su pode r, don· indfg ena, ciertos mulatos explican los
celib ato al que los oblig aba la cosrun1bre
nte esbozadas, algun as de las pistas ertido s en piedra".
dequ iera que se ejerza. Ésas son, suma riame "ídol os" prete ndien do adora r seres "conv
s de creer en el testim onio del francisca- much o de lo que signi ficab an antes de la
que propo ne ese ~íorelos revúited, si hemo Si las mont añas y las gruta s conse rvan
no Anto nio de la Rosa y Figue roa, un homb
re tan apasi onad o y tan frustrado en itud de lugares a los que se supo ne pe~
Conq uista , lo mism o ocurre con una mult
Alarcón o como Jacin to de la Serna. das tupid as y oscuras. Se cree que
sus esfuerzos de extirp ador como Ruiz de ligrosos: mana ntiale s, puen tes, canales, sauce
a quier ies pasan por sus proxi mída des.
atrae n los "mal os aires " y que enfer man
parajes como otros tanto s Jugares de
Ante s de la Conq uista se consi derab a esos
CutTUR;\S COMPl.7ESTAS al del tiemp o dívino. Eran receptáculo
paso que lleva ban al mund o de los dioses,
ban el tonalli del pasan te. Para pro,
X\1IJ? ¿Se hund e, arrast rada en
el caos de fuerzas amen azado ras, invisibles que ataca
¿Qué sucede con la idola tría en el siglo an los otom íes de Tena ngo de Doria hacia
sincretismos? ¿Logr a todav ía ex"Plicar Jo tegerse de ellas es preciso, como afirm
de las mem orias y la prolif eraci ón de los , al aire, al agua lo que se le debe para
ampl ios secto res de la realid ad indíg e- 1770, "pag ar", "pag ar al mont e, a la tierra
real y regir las prácticas cuan do se le escapan plo, More los-, , 0/1. crt_, pp. 48-49: .\GI, /\ 14 dutJoJ de /diá
nte acult urada s -por ejem -' Vilhvicr:ncio, Luz y métod o de vmfn,_ ¡r
idó/Jtra1.
na? Inclu so en reglones consi derab leme de Tlalnc pantla al virrfy" ¡ \(80), Cnrr:i
de lo real, propi amen te habla ndo ya Wll. 270, "Gasp ar de Lara. rura
co, 85 [ 168! J y ,\GN, C1ú/,
si bien la idola tría existe como e.strucruración na/, vol_ 120. cxp. 4; BiencJ ;\'ao'cmde·L
voL 976,ex p. 59; J-fú1óJ JU, vol. 2), exp. l): lnqu;__<1e1ón. ""\
refugiado en posiciones inexpugnables Johrc /o 5 pun:oJ que :e ic
sólo ocupa los márgenes y las periferias. Se ha 71 ). cxp. l8; ,'\r.mn io Joaqu ín de Rivadc ncira
y Barrie ntos. Dtserr; ;cwncs.
el pueb lo: las mont añas, las grutas, ano, Madri d. \88L p. 64: .\GN, ftiqui.r ioón, vol. \())~. fd.1
en la práct ica, ese espacio periférico que rodea consul taron por el Cuarto Conni w Afe:ác
301r.· }l}v
2 BN, Fondo fi'.uni5c.zno, caia lOG, exp.
1·162.

122 de 162
233

ciones de negocios con


s en b ciud ad y sost iene n rela
valle de híéx.ico residen a vece de ia adm inis uac ión
esta inte rpre taci ón s cspaf.oles. ¿Cuál es la actitud
Al parecer es posible con1parar !as auto rida des y tos comerciante ón de México goz an de la
que no hag an dañ o a la gen te'' los ade man es repe tido s vola dor ts qL~e surcan la regi
L1D2s de la sierra oto iní con coiorúai? Las com pañ ías de la lglesi~i. 1 i\iuchos
surgida de !as apa rtad as n1on ofre nda s pare ce pesar ores pero deb en com prar la. ¿Y
de l.\{¿;;fco. Sob re todas esas tolt"ranc ia de los alca ldes may
evitar liúg ios' ' y ma·
s;r1 ces:lf en torn o a la ciud ad por io com ún se exp resJ , V s para preservar la paz, ''pa ra
tod;;_vfa la idea preh íspá nica
del next1'.2hu:il1:z:/i. que curas se man ifie stan ind ulg ente les al men or pretexto.
rata, com o su nornbr~ sos a llevarlos ante los trib una
abra sacrificiu. En realidad ser. níobras de sus fieles. pro pen latr as" .~e man tien en
erróneamente, med iant e la pJ..l tan ta nec esid ad de amenazas y con upc ión los "idó
kl indici., de un acto de pago.·\
Es que las fuerzas divinas tien en ¿Significa eso que , a f~er;a de ipic ios inaccesibles, la cian ·
el mu ndo siga existiendo. de las mont:'..ñ"\S y de los prec
s de Los dioses para que en prim era fila? El secr ero
a inta ngib le.- "{ sobre
tos seres hum ano s com o ésto de care ncia y lanz an sus ata. en sien do par a todos una regl
Corren a per petu idad et ries
go de hallarse en esta do des tini dad , ta discreción. sigu que oo apru eba esas
el fin de obt ene r de ellas ar de b. fracción del pue blo
de ene rgía en la tierra. Con todo la nec esid ad de desconfi siglo x;-¡ y los inicios de
ques nefastos para proveerse , es preciso enton~ senso, brec ha abie rta desde el
o de con tr;u rest ar sus emb ates prácticas. La rup tura del con
medios de exístencia, de preven~~ a evlt ar los estr ago s de la ejao do el mis mo núm ero de
opc ione s re1igio5as que
'·pa gar la ira dei mo nte '' par la eva nge liza ción , sigu e refl udo es dificil y dis-
ces ''pa gar lo que se deb e'', par a apa rtar sus deseos, se aña de una vez más que men a
lluvia o del granizo; es neces'.J.J
io ofrecer ali.meneos, obje tos de estrategias locales. A lo cual latr as" ya que las divisiones de·
dox os·í ndlo s "idó
sus ansias in.satisfechas. curi ble la oposición indios orro os.
;, la idoiaufo. sigue siendo algo
ente ram ente distinto textos más que de los indi vidu
Vale decir que , en el siglo x:vu pen den casi siem pre de [os con mod o deií bera do se sitú an
nos de los vínculos de idólatra s que de un
no h·a deja do de org aniz ar algu Sin emb arg o existen núcleos estr os de idol a-
de una "su per viv enc ia" y que de un ent orn o. de un ieda d colonial. Com o esos ''ma
dei hom bre con lo divi no apo
yán dos e en la perm ane ncia
gru tas y de los
al mar gen e incluso fuer a de la soc de Pue bla y de Oaxaca y d·i.rígen, cua ndo
taña s, de las las sierras
paisaje toda vía pob lado por
los "señ ore s de !as mon tría " que toda vía recorren as bue nas ''. Una vez
un1 rcpres(:'ntación trad icio
nal de la div inid ad que idol atrí as'' que sus ade pto s llam an las ''cas
ciel os''. Tan ta com o pers istt pue den , ·'casas de as no pod rían explicar
dad es pers ona liza das que pro
pon e el cris tian ism o. . io inaccesible de las comar_c
poco tiene que ver con tas enti más la di.stancia, ei aisl ami ento tro de la ciud ad de Méxi-
s de !a sierra de Pue bla, para los índi os de Oaxaca, de las mon taña s del per íme
Esto es válido par a los otorr1íe el fen óme no. En los pue blos las com uni dad es con den an
Méx ico, exp ues to si.r1 emb argo nos indios sostenidos por
pero tam bién para bs aldea.s
de las ahu ras de! vaile de co, en plen o siglo XYlll, algu roq uial . des alie ntan la
mes tiza y esp año la. En Chu
rub usc o, a las pro pias s, luch an con tra la escuela par
a 13: ifüiue·nc-i·a-d-e una cap ital los contactos con los españole _ue no es la de la Igiesia.
iana s aún vig ilan celo~~­ ntos y pre gon an .una_rnoral.q
siglo XVill !os ancianos y las anc frec uen taci ón de los sacr ame corn pren der mejor por
pue rtas de México, en plen o que éstas toda via esco nde n parec:er irre duc tibl e ayü da a
plo pag ano . pue s se sup one La existencia de es[a franja al des de los espacios peri-
sam ente las ruin as de su tem 7 56, en Coa repe c, en el vall e de Toi
uca , los
ha des apa reci do. por qué ha conserv ado
s que en 1 atrí a no
del pue blo . mie ntra qué la idol as o indi vidu ales de su-
la fuer za rdiá n de la com uni dad y ond er a las exigencias colectiv
serp ienr e que enc arna al gua féricos la cap acid ad de resp pos prehispánicos.
indios siguen cuid and o una que et viejo c::f/;u/teotl, han cam biad o desde los tiem
;:i.guardiente. PnJ.eba ésta de pervivencia, que clifícümente
recibe ofre nda s de vino ~, de r el des arra igo. b. emi · imo nio , la mue rte, el deseo
se slgu en considerando
ha mue n:o. Hab rá que agu arda El emb araz o, el part o, el mau llad o com o en el siglo
el pro tect or rute lar, aún no sas de la pos gue rra para de inte rpre taci one s tan des arro
le en ias ciud ade s bullicio en un enr edo de prácticas y , bajo la película de
gración y la instalación mis e;ab diso lver se. de la unidad~.- de la hom oge
neid ad que
natu rai emp iece a J..''v11, pero desprovisto guo s hüos de la ido-
que el vínculo con el ento rno sen tido ? Enc ont ram os, per rnid an percibir ahí los anti
par a q¡_i leoes la idol atrí a aún tien e los slncretismos, sin difi cult ad vo aucócrono, Tod avía se
¿Qu iéne s son ésos ern ado r pre ocu pad o· ,)s rasgDs evocan aún el acer
familia.res en ade lant e: el gob latría. Cierto es que numeros la mue rte, se tem en los
sin muc ha dlfi cuit ad, figuras los anc iano s del pue~ o del tecolote que anu ncia
fUn dam enta r su auto rida d, tiem bla ante el can to siniestr to de inte rpre taci one s
por man tene r la trad ició n para has ta las oril las de la ciud ad com plej o del tonalü, ese con jun
bio siempre anó nim os, pres
entes en tod as partes eclipses de sol y de lun a. El ene rgía divi na, clara-
ios cura nde ros, los resp ons able
s de la par roq uia, ulacíón y a la difusión de una
de tv1éxico y en la ciudad misma. que vin cula ban la vida a la circ era sistemática, com o
tas evo luci ona n por los , pero sin prolongarse de man
voL1dores que dur ante las fies men te a.soma de vez en cua ndo as, se ha desv-ane.
los fiscales, las com pañ ías de (LA.i..\!NA 16). los con ju· caciones, calendarios. Sub sist
en piez
dc lo alto de un gra n poste~ en el siglo X\'11, en riros, irl\'O origen euro peo Y
aires y se lanz an al vacío d-::s ho men os, indi os. No son ante la ínva sión de ado pcío nes de
etc. l'<o son todos y, muc ciclo o dislocado el con jun to as el aspecto de
radares de gran izo y de nub es. que visi tan las mo ntañ as del cios ente ros de las cult uras indí gen
gen te aislada y, men os aún ,
n1argin-aies: los indi os africano que con fier en a espa ticas y las creencias di-
. Véanse, por ejem plo, las prác
pp. 291, 369- )70, 82; 1\G>;_
Inquisi, una ama lgam a mal defi nida usos anti guo s, las ofre n-
fo; -5,; Lópcz /\usc ia (198 0). t.
rte. Por una part e sub sist en
4 AGN, Inq:úsú:ión, vol. 11-6 . vergentes que suscita la mue
ción, vol. 1149 . exp. 24, fo:.
S
~:tp ,,, I)].;
1 ¡¡:-.;_ Fondofranúscano.

123 de 162
1Yi
CULTURAS DIFERIDAS
234 CULTURAS DlFERIDAS
para conservar una conciencia del pasado
nía la aplastante mayoría de la población
das alimentarias sobre las tumb as, el depó
!os juguetes en la sepultura del difu nto.
sito de los instrumentos de trabajo o de
Por la otra, los indíos confiesan espontá·
remoto? En realidad <le poca cosa. Los
grandes a veces podían asístir a fiestas
indios de las ciudades y de las poblacion
barrocas organizadas por las auto rídad
sobe
es
es
.
1
atorio y en la resurrección de la carne. El españolas en las que figurantes suntuosa
mente ataviados repre senta ban a los
ne ame nte que creen en el fuego del purg o an ellos
a un animal particular inspira de un mod ranos de tiempos idos: Xólotl, Quin atzin
, Tczozóm oc. Pero , ¿qué podí
tonalismo que antaño vinculaba cada ser
lmente creen que sus difun tos se conv ier- lo en gran de concebídos por eruditos criollos
lejano hístorias de metamorfosis ("genera captar de esos feste jos de espe ctácu
cristianos captados fuera de contexto, nizadas por los pueblos a fines del siglo
ten en buey es''), mien tras que algu nos ritos necesitados de exotismo? Las danzas orga la
tituyen prácticas eJ\.trañas que escapan , de una man era general, se refieren a
desnaturalizados y asociados entre sí cons xvn poseen un alcance muy distinto pero parec e
Según los ca.sos, pued en arder muertos Conquista y a la llegada de los religiosos
. De man era basta nte para dójic a,
tanto a la idolatría como al cristianismo. en de las socieda~
o decir misa ahí, reaparecer en la tierra ser que, en vez de conservar la memoria
de la irrup ción espa ñola y
en el purgatorio, trabajar en el más allá le"
6 Hab rá quie n prete nda que estas variantes corre
sponden a las
habí an sufri do, las danz as de la Conquista contribuyeron mis a estab
bueyes o resucitados. des que la la
tos en tiempos prehíspánicos. Ello e-qui~ los españoles y los relig iosos , fuero n
distintas suertes que aguardaban a los muer ó~ cer esa irunemorialidad. Difundidas por )
del culto y negarse a ver la reunión heter co (los combates entre moro s y cristi anos
valdría_ a sacrificar supervivencias en aras e esta époc a adaptación local de un arquetipo ibéri 11 med ida que se di·
ras indígenas. No es que desd curso del siglo 1(\-11.
ctira que progresivamente mina las cultu que cayó en terreno indígena en el trans
ión. La evolución difie re de man era cons i·
en los camp os, los combates arreglados que opon ían
y por doquiera las amenace la desaparic fund ían por las ciud ades y
respecto, el obispado de Oaxaca una vez orga nizaban en torno al cuito a Santiago
derable según los medi os y las etnia s. Al a indios cristianos y ''chíc hime cas'' y se
etnólogos (como tamb íén los turistas) del no ser más que la celebración periódica,
n1ás hace las veces de conservatorio y los perdieron toda connotación histórica para -
deterioro de la idolauía se percibe amplia- al. A decir verdad, sólo los indios que toda
síglo XX sacarán provecho. En cambio, el el rito de una situación hecha inmemori los nobl es,
uración, los valles de 11éxico, de Puebla notables, o archi vos fami liare s,
mente en las regiones más abiertas a ta acult definí~ vía tenfan anales a su dísposici6n, los do
tría del siglo XV!!! ha perdido de manera o meno s clara de la distancia histórica, del n1un
y de Cuernavaca, el Bajío.~ La idola Desp oseíd a de sumo~ podían alimenta r una idea más
ad de lo real. .s
tiva la capacidad de servir de red a la gene
ralid antiguo e incluso del siglo de la Conquista
lio desd e el siglo anter ior, toda vía opera en contextos circunscritos (las mon~ Sin embargo existía un pasado distinto
de los cantos que se escuchaban sin com-
nopo lo al
e sin duda continúa esbozando síntesis la historia verdadera o ficticia del pueb
tañas, los elen1cntos, la enfermedad) dond stituir un prenderlos bien a bien, o del relato de o, cuan do existfa.r1 y
X\'11!, nos sería muy difícil recon mentos, desd e lueg
parciales. lvfas, por lo que toca al siglo 16). que se pertenecía. El que fijaban los testa desd e !a segu nda inita d
del siglo INA tos que apar ecen
se habí an conservado. Aquellos documen
(LAM
cuadro análogo al de la primera mitad
X\1!
ena, interiorizado y. como es del todo rial de un contacto con las generaciones
Fren te a la idola tría, un crist ianis mo indíg del siglo xv1 podían ofrecer el hilo mate
do de manera progresiva un arraigo y una memoria ese.rita sólo concierne a una parte
evidente, reinterpretado, ha conquista . anteriores. Como es evidente, aquella testa,
car amplios sectores de la realidad india y los notables, huelga decirlo, cuyos
inme diate z que le permiten cubrir y expli ncial idad es acur nu~ de la población indígena, los caciques las ''fort unas '' de meno s
en cierto mod o las pote páginas. Pero para
En el siglo A'V!lI echa raíces, "cris taliz a" mento.<; prolijos llenan varias decenas de e, en
adquiriendo la inmemorialidad. Si a de la "memoria testamentaria" dond
ladas dura nte dos siglo s. Y antes que nada de treinta pesos había también la fórmula
pueb los descuidan los remotos tiempos de esen cial. A diferencia de aquellos discursos in-
fines del siglo xv11 las memorias de los una sola hoja, el testador dictaba lo i-
nes cristianos y coloniales, la memoria es, son~t;,huelga decirlo, memorias lacón
antes de la Conquista para fijarse en oríge de terminables de los caciques y de los nobl men te meno s
gentilidad en punt o muerto. A falta cas en todos los sentidos de la palabra.
Pero tanib ién mem orias clara
ordinaria con mayor facilidad deja la dista ntes, conc edía a las de estilo de un nota rio espa ñol o
las generaciones efectos
actas, de indicaciones, de testimonios de estereotipadas, menos tributarias de los
con dos siglo s de antig üeda d, Jos prest i·
exce pción toma la plun1a pero la diversidad, el as·
instituciones recientes, a decir verdad ya indígena. El testa dor sólo por de
fiest a, de un culto , de una cofra día y do, el tono con frecuencia muy personal
gios de la inrncmorialidad. El orígen de
una pecto inacabado, por no decir apresura secto res
en tiempos oscuros o antes bien derívaba esos textos hacen de ellos testimonios inest
ünablcs sobre aque llo que estos
con frecuencia de un pueblo se perdía
y sin fin, análogo en ello al tiemp-0 divin
o de n a sus hijos y a su posteridad. ¿Quiénes soo?
de un tiempo omnipresente, sin origen s, ¿de qué medi os dispo · de la població n indíg ena trans mitía
d. Por lo demá
las sociedades antiguas: la inmemorialida y cnúúmos, México, SepSctcntas, 1972;
Romero de Tnru cs.
8 Anur o ~?arman, La danzí1 de moro; Méxic o. Editor ial Cultu ra. l ')18, rP- ,u .. ;s,
uera España. !X,
6 Rivadcneira y Banienta>. Dúert anOr
.n . o/. rit., pp. 64.66. Torneos, mascaradaJ ;r fiestas rede; en ;V :\gu~: fn Je Vtun:~;n
7 AGN. Bienes ;\'.1rion,;/cs. vol. 6()5, o:p. 19. Sobre México y Guerr
ero. \1anu d Pércz, Farol ind1,;no vo y reai apara to [de J Pisqu aro" {l 701];
AGl. Audiencia de Aiéxiro, 1042, "Festi ides, 1697, p. )8
1713; sobre Puebla. Andrés Migu d Jos _Méx ico, María de Benav
)' guí;; de rur¡¡s ii:dioJ. . Méxic o. Francisco d{" Rivera Calde rón. Teatro mex'icar,o de los succ1os religio
. . -· Puebl a. Cokg io Red de San lgn;i.cio, 1766
Pércz de Vehsc o. El ayudanre de ¡:¡¡_ra inslnú do

124 de 162
2.\C CL'LTL!L-1.S DlFERlD.\S
la mis:nJ. ener -
ides de Tlat e!oi co reivindica.r1 con
milp a por exig ua 1771 , los gob eína dore s y los alca icó a cost a del dine ro y tra-
de bien es. es decir un tech o, una gfa. la prop ieda d de la iglesia parr
oqu ial ; ' . que se fabr
Indi os que poseen un rnfn ímo de sepu ltur a. In- Dich os religiosos
med ios para sufr agar !os gast os los y caus ante s anti guo s(. . ]
que sea, en ocas1ones apen:·ts los a de los macehuale~ bajo de nues tros pari ente s, abue nue stro '·. En San
por tant o pert enec en a la n1as p2Ia dest ituir nos de lo que es
dios que pag an tLb~no y que uier en los que s~ lfran cisc anos j no tien en dere cho en 1795 : ;'Nu estr os
cons erva n los nob les o que adq Mig uel Toto lapa n, en las tórrl
dJS már gene s de Mic hoac án,
desp rovi sta de los privilegios que díst ica. las apre ciac ione s si- os cons erva do. La inst ltuc ión de
una pret ensi ón esta nl.ayores franquea.ron los fond os
y nosotros los hem
hacen pasar por raies_ Sin ning y la gene raliz a- tinu aóó nue stra .
n
ar la aten ción haci a la exis tenc ia sanLos fue de aque llos y la coG
g.~ientes of:ece,n el inte rés de llam v Tolu ca. las fiestas, la dedi caci ón de los hem os cria do y au-
los nahu as de los valles de J\1éxico hecho esco; los indi os, tos que
cion de act!fue1es nuevas enrr e tier r;, se imp lora la Los indi os, somos los que hem os cuid ado y no hay razó n para
s, se aba ndo na el cuer po a la men tado los fondos; los indios,
los que hem os siem pre
. Se enco mie nda e] alrria a Dio o nad a dela nte de Dio s"- ''Pe ro el sant uari o tam bién es el
del rest ado r-"n o teng que sien do sus due ños, se nos
prive de ellos.
inte rven ción rri;i.nana. La miseria a a otro s a eso anu ncia n
que aseg urar ía el repo so de su alm a. Toc de los desa pare cido s cuyo regr
le proh íbe todo lega do piad oso ha de sacar,el lugar de los mue rtos , de ese pue blo los nora bles pide n
s: ''1-1i herm ano Nico lás Salv ador hab lan de la soli citu d con que
los pari ente s cercanos, velar por eU6· herffiario no se olvi- ciertos títul os. Los testa men tos . Pero si, corn o en la
Les supl ico a dich o rr,i tío y rni r del sant o de su pred ilec ción
dine ro para mi enti erro [ .. J . ] Allr está una hija que se les sepu lte cerca del alta rída d que nadi e les disc u-
nos sufr agio s por rnl alm a ( . . vieja Eur opa , los caciques y ios
nota bles tien en una prío
de_n de mí y man den hace r algu peso s para una n1lsa para ogo . Sin emb argo , la infl uen cia
que elia ha de dar tres esan un deseo anál
m1a que se '.larna l\1arí2 Juan a, y de inte ncio nes te, otro s indi os más oscuros expr al atrio que. es tam -
un peq ueñ o capi tal de fórm ulas ia parr oqu ial. a sus cam pan as,
a7.·uda de mi alm a_" En toct i, cion es de los fisca- indí gen a no se limi ta a la igles mist erio s de la Pa-
deseos del test ado r v las inte rven ad y don de se repr esen tan los
piadosas en que se mez clan los leva ntar el acta , bién cem ente rio de la com unid de erm itas, de orat orio s
de los anci ano ; que ayu dan a en una cant idad de capí tlas,
l~s. top.iles. alguaciles o incl uso las or frec uenc ia sión . Más libre aún , se ejerce ifera ción de esos
que un here dero desc ifra o, con n1ay era bast ante espo rádi ca. La prol
Un capi tal que revive cada vez oria crist iana de las familias que los curas sólo visitan de man os a la segu nda mita d del siglo
s textos que teje n la mem onta cuan do men
aúrL se hace leer esos pequef',o oció pers onal ,
n recintos es muy anti gua . Se rem al den unc iar su elev adís imo
ndie ntes y de los allegados. Dev 1585, el III Con cilio 11exicano,
Ycons~rvar: ~1 recu erdo de l_os asce e ceie stiaL obliga- X\'1 pue sto que , desd e
nes. En el mom ento de
ad mar iana . invo caci ón de la corr
nún1ero, recl amó una severa supe
n-'isión de esas fund acio
c~eenua. en el purg aton o. pied tian izad o en que se refu gia os acep taro n de muy mal a gan a
ulo prof und ame nte cris del sig!o X\1, los indi
cio~es nru~les int~gra~ ese vínc muc ho más rara las "con greg acio nes" de fines ás de tan mal a
stra lida d. Red acta dos en náh uatl , llas y de sus ermicas, por lo_ dem
en ¡O sucesivo casi toa.a la ance esos . rest ame n- la dest rucc ión forz ada de sus capi e las que en secretO
pres enta ción ante los trib una les, sepu ltura s de sus alle gado s, sobr
vez en espa ñol, trad ucid os para su do en part e gan a com o el aban don o de \-as . ei pue blo de
.ianisrno en el siglo X'\1li se ha cons
tirt.ü
volvían a orar y a depo sitar velas
_ Pen sem os que , a :fines del siglo }._'\'I;
~os revelan hasta .qué grad o el crisr uenc ia, al pare cer, del un sant uari o para 150 indi os,
unid ad y con basr ante frec de h1éxico, abri gab a
1niegral del patn mon 10 de la com Xoc hirn íko, en los alre dedo res a, al noro este de la capi tal, se
al - a en Tlal nep antl
patr imo nio fa.rruiiar e ind! vidu
iani smo indí gen a en tant o que haci a la mism a époc llas de los pob lado s
so en las más hum ilde s. el crist genas. Hue lga decir que las capi
A..rraigacio e~/las memorias ., inclu
. La dest rucc ión cont aba una iglesia para 12) indí de los indi os que se
o. Esta vez la cosa es más anti gua prác tica aban don adas en man os
se ~poya tam bien en un tern tori sin sacerdoce se hall aban en la ia cons erva ción de
!a iglesia. de las capi llas, nro, del cult o a las imá gen es, de
de los rem plos pa.ganos en e~ siglo
X\-'l, ta cons truc ción de enca rgab an de su mar nenl rnie
s más o men os bien do, ning una com unid ad, por
s fuer on prim ero imp osíc ione 1-as pita s baut isma les de las que,
por nad a del mun
las .c~Jces plan tada s en las ctma e fines del siglo del cris tian ísmo el
tado desh acer se. Mas hace r
10
desd
r~~~b1das. L_os .!}tu /01s pr:~oraiiles
mue stra n a qué grad o,
de u.ni igle sia se peq uefi a que fues e, hab rla acep a men ospr ecia r la
ono y la pose sión el de las capillas tam bién equi vale
x."" la asoc 1aoo n de, pue b,o con
un sant o patr
vida com unit aria En cult o de la iglesia parr oqu ial o a de los indí gena s. Cier -
para bles com o esenciales de la ste la exis tenc ia coti dian
viven com o elem ento s tan inse dad. Cua ndo los índl os man era en que en lo sucesivo invi o a los orat orio s preh ispá nico s
corr ient eme nte es pose sivi to es que los sanr uarí os dom éstic
os que han sust ituid
el siglo X\'JI:. la rom a de pose sión bia, a prop ósit o lt" cons erva ban en
a uno s 50 kiló met ros al sur de Pue d del siglo X"\-1, pero esos santocai
de Sar:ra ~·1arí~ ChicmecarirLí.n, da _en ello s'', apar ecen desd e la segund:i: rnita atría , com o
que "tod o es nuestro y 0..ingtmo man etid a aún a la influencia de la idol
de su iglesra y de su aei.i_o sosn enen dem pueblos. En
ás el siglo X\'Il una siru.ación -ambigua, som
expresan estenrórearnente un sentimiento que com part en los [ 1811 ]: ,A.Gi. Gob:erno Aib:ico.
Cn'mir:;i/, vc:. ))~ Ei (i.ir~ de S. Marfa Chic meca tidin
10 AGN. Cn-m inal. vol. 32( txp_ 2, AGN, Indios
de Tl:nd oko" ' [l 771 j: AGN,
S, vol. 1546 , 727, "Car ta de los govcrnadores. onales, kg. 1076, exp, 9; AGl. Au-
255-L exp. \O. vol 2540_ exp. J";i_rr:is, vol. 2)')} , exp. 3; Biene! ,Vaci
_;;'}, exp G, l'oi. 2616, exp. 4: vol. :li¡t1 Loera y Ch·.í.vez vol. 69, exp. 399, fo!_ 3 lOv. - AG'.\, , op. cit., pp )(Í-57. 72
ndes, kga,io 4l·L Marg Teatr o mexú :ario
n;:. :-J,v. JL 2'.l'i exp c..;, voL 2201, txp 6: B1?n o .\..;;úo A. d-t Veun cun.
dierici.a de Affxú-o. 26, ex¡:;. SO:\:
<>'/ J. pp. ()(;v)' ;/

125 de 162
2.)8 CULTURAS DlFERiDAS
CIJLTIJRAS DIFERIDAS
239
lo revelaron las encuesta s de los extirpad ores. Como hemos de ver,
esto O{urre mu- Caída, dos Vírgenes de los Dolores , tres Santiagos, un San l"\Jicolás,
cho menos en el siglo siguient e. una Virgen <lel
Todos esos espacios se hallan literalm ente saturado s de imágene s desde Carmen , una Virgen de tos Remedi os, un Ecce Homo, un San Gaetano
fines del , un viejo
grabado del Juicio Final, un retrato del rey, etc., sin contar unos 40
siglo XVI y aún más en el siglo XVll. Los inventarios de iglesia enumer an, hasta cuadríto s y una
en colección de orname ntos de toda especie, entre ellos dos estrellas
los pueblos más modesto s, cuadros y estatuas por decenas. En Patamb de madera ador-
an, una parro- nadas con imágene s de San Agustín y de San 1'.Jarcial. Entre las estatuas
quia franciscana de 2 000 fieles situada en el noroeste de Michoacán, un Jesús
se cuentan en con sus efectos (una camisa de Cambra i, una camísa de Bretaña y dos
la iglesia, en forma de lienzos o de estatuas , cinco San Franciscos, túnicas) colo-
un San Pedro y cado detrás de un marco de madera esculpida, a su vez coronado por
un San Pablo, un San Pedro de Alcánta ra, cinco San Antonio s, dos San un águila dorada
Buenav en- que porta un pequeñ o espejo. Otro espejo de cristal sirve de dosel
turas, un San Diego de Alcalá, dos San Juanes, un San Cristóba a la imagen. En
l, un Santo Do- otra parte, por otras habitaci ones se suceden un Níño Jesús, un San
mingo, un San 1-figuel, una Santa Verónica, una Nuestra Señora de José. una Vir-
la Asunción, una gen del Rosario con sus ornarne ntos. un San Antonio , un San Juan
más de los Siete Dolores , una Santa Clara, varias efigies de Jesucrist Bautista, un
o< Agregue mos San Miguel, un San Pedro, dos ángeles. l\1ás tr,odesto el recínto
algunos cuadros , una i\doraci ón de los Reyes Magos, un Nacimie de un principal
nto del Niño Je- de Chalco, al sureste del valle de f..-1éxico: don Francisco Ximene s,
sús, los Estigmas de San Francisco. Allí o en cualquie r otra parre quien no habla
la acumula ción español , posee poco antes de su muene ocurrida en 1706 un crucifijo
contradi ce la descripción que breveme nte despach a esos "retablo
s de pinturas de , cuatro esra-
tuas y otros tantos cuadros. El goberna dor de Xocotitl án, entre los
indios que no se pueden llamar altares" y esas "otras imágene s pequeña mazahu as del
s y varias, none del valle de Toluca, se halla en posesíón de unas 30 pinturas
hechas y deshech as de mano de los indios [. , J sin orden puestas , una docena de
y sin poder co- grabado s, un crucifijo y dos estatuas . Decenas de casos más dan
nocer sus vocaciones .. fe por donde-
quiera, en casa de los notables , de la existencia de un capital de imágene
Esta prol.iferacíón sugiere selvas de imágene s que se pierden en una s con fre-
explosió n de cuencía impresi onante. Es evidente que sólo una encuesta sistemát
formas y de colores a la que con frecuenci:i se ha designa do con ica apoyada en
el término vago los testame ntos podría permitir el descubr imiento de Yariantes regional
de ''barroc o indígen a''. Los ejemplo s más famosos procede n de es y un mejor
los santuari os de conoci.'niento de las domina ntes y de la evolución de esta iconografía.
las inmedia ciones de la ciudad de Puebla, en primer lugar de los No ignoramos
cuales está la mi~ que estos notables son los grandes proveedores de las iglesias y de
núscula iglesia de Tonantz inda, cuyo exubera nte interior poblado las capilkts de su
de un miríada pueblo. más que nadie ellos tienen medios para adquirir estatuas en
de ángeles indígen as da vértigo al visitante , arrastrado pronto en el la ciudad, para
torbellin o mul- ordenar las a los anistas, para mandar restaura r un cuadro, una escultur
ticolor y dorado que se eleva hasta la brillante linternil la de la cúpula. a.
Se tiene !a Pero ¿qué ocurre con los medios más modestos? Parece ser que
impresió n de estar en presencia de una copia indígen a de la famosa ellos ta.rnbién
capilla del Ro- poseen algunas imágene s, aun cuando su cantida d y la calídad de
sario, en el convent o de Santo Doming o de Puebla (1690), pero de su factura se ha~
una copia que llen lejos de alcanzar las de los precede ntes. Basta con volver a los
multípli caría el virtuosismo conteni do de los mistas españoles acentua testame ntos que
ndo a1 infi- hemos atisbado . Es frecuent e que los interesa dos leguen sus oratorio
nito la prolíferación de los motivos. Se podrían citar otros ejemplo s, incluso una
s de esta flora- o dos imágene s de santos debidam ente identificadas o con mayor frecuenc
ción de líneas y de imágenes que ma.teriaJiza la aprehensión indígen ia aún
a de un barroco designa das anónim amente con el término de los santos: ''A mi hijo
que, en las ciudade s, ya cede terreno ante el neoclasicismo naciente Antonio Nico-
de las últimas lás le dejo la casa y oratorio con todos los santos. " "Es mi hijo Gaspar
décadas del siglo xvn1. n Los santuari os se vencen bajo los estucos tviiguel, le
policromos, las dejo la casa y oratorio< . '' Al respecto podríam os también multipli
imágene s de renomb re bajo el oro, la plata y los diamant es. Pero car los ejem-
basta con pe- plos. La profusió n de las imágene s asegura el arr~go territorial de
netrar en los interiore s de Jos principa les notables de los pueblos para las representa-
enconu ar el ciones cristianas, al sembrar por doquier a referencias visibles que,
eco de la profusió n de los santuari os y seguir el reflejo temblor oso tanto como los
de las velas re- santuari os y las capillas, sirven de soporte material al cristianismo
verberad o en el oro de las estatuas y en los espejos de los marcos. indígen a. ii En
En su casa, don este aspecto, reveland o una situació n que en muchos lugares en
1figuel Roldán (en 1743 es el goberna dor indígen a de Cholula ) posee ocasiones parece
una Virgen frisar la saturaci ón, los inventarios de las iglesias y los testame ntos
de Ia Soledad , enmarca da en madera negra salpícada de oro, coronad indígena s <le-s-
a por un bal· cubren una omnipre sencia de la imagen cristiana. Pero es probabl
daquino de madera dorada sobre fondo encarna do, una Virgen e que la difusión
de Guadal upe, materia l del objeto no sea sino la dimensi ón más anodina .
dos Bautismos de SanJua n, tres San !Yfigueles, una Huida a Egipto,
unJesús de la Estas imágene s no son objetos. Sólo existen por medio de la carga
co!eniva e
¡¡ AGI. /tudiencú de ,\fé:uCo. 2713 [ 17)4};
Toussaint , Coioma/ Art in Jfr,\KO, Tbe Texas Pan Amcn- individu al que suscitan y que se confund e con el culto a los santos.
c:in Series, 1\usrin, Univcr5i1y uf Texas Prtss, 1967, pp. 203-205;
Los evangeliza-
Pedro Rojas, Tonan:zintf;;. México,
lSA\l, 1956; Constaml no Reyes Valcrio, Tep;;,/úngo, México, !:--i.\fi, 12 AGN, Tierras, voL 650. exp. 2; voL 1820. rxp. 1; voL 2169.
1960 exp. 1; vol. 1874, e"Xp. 2. 1·01. 2)5·l.
exp. 6; vol. 24)0. exp. S; vol. 2546, txp. 16

126 de 162
CULTCR:\S D!FERlO.A_S

la de los indi os prio s-


siglo xv; y pue stos bajo ia féru
sistían hospitales creados en el los regulJ..rcs un med io
capillas y a los hom bres
.• dores bau tiza ron los pue blos
abrcv-;:i.ndo en el repe rtor lo de
, los b:irr!os. las iglesias. l3.S
los nom bres de sanLos. Se pint
aron vidas de sant os
a. El cuh:o a la Vir~
tes. Sí algu nas herm and ade s
para financiar una part e de las
sólo con stitu ían en man os de
misa.s que cele brab an, otra
ida que la sociedad indí
s
gen
adq
a
uiri eron pO(o a poc o
se apo dera b2 de una
ndie ron en el mun do índí gen una auro nom ía relativa a n1ed
se con taro n en serm one s, se difu mir sd de! siglo xvt. Etap a un factor de esta bili dad , de dura
ción , de coh esió n y
a part ir de la scgu nd2 lnsr iruc ión en la que perc ibía
gen cob ró un imp ulso para lelo siglo x:v1 no es raro prov ocar cho que s con la
l de un sant o patr ono . En el por lo demás, no dejó de
irnp orta nte fue la ado pció n loca para ción entr e las de iden tida d colectiva, que , tida d cole ctiv a ~~nte los espa-
de rnul::iplicar los pun r0s de com and ad era asf una iden
que los indí gen as hay an trat ado gen en ocasiones auto rida d eclesiástica. La herm s que no pod ían ser
que era sólo un nom bre v una ima los negros y ante los n1ulato
divi nida des locales y aqu ello los sant os patr 0 • ñoles. ante los mestizos, ante func ione s de may or-
bio, en ei tran scur so de\ sigl o XVJI aun menos tene r entr ada a las
difí cilm ente desc ífra ble. En cam mie mbr os de la herm and ad y los bien es amasados
iden tida d del pue blo, ona ba una segu rida d basa da en
una dim ensi ón esencial de la dom os o de oficiales, y prop orci
nos fuer on perc íbid os com o her man dad imp orta da del sa.rn o. Pero no olvi dem os
su sup rarr cali dad . En fin, la siderados pro pied ad
tant o de su real idad com o de por la inst ituc ión y que eran. con a es un inst rum ento
sión del cult o a los ión. Desde luego y antes que nad
o pieza imp orta nte en ia difu la inserción social de la instituc
de Esp aña fue desd e el prin cipi ade s (con stitu cion es, libros en manos de los nota bles , de los
gob erna dore s, de
que dejaron las herm and de dom inac ión social y económica
santos. Pero !as hue llas escritas apa xen re, a vece s ficti cio, de la perc iben el pro duc to de la ven
ta de las cosechas o
desc ubre n el rostro los fiscales, de los alguaciles que
de con tabi lída d, pate ntes ) sólo eclesiástica y repr odu cía uele n y reco nstr uye n capi lla.s , corr ,pra n imá ge·
ente se cori Orm aba a la nor ma del gan ado . reca uda n cuocas, dem
inst ituc ión, el que sup ues tam a de los escándalos a las Íest ivid ades sin rend ir
o. En cua nto a la otra cara, fuer nes, orna men tos, ade lant an
las sumas necesarias par
con fide lida d el mod elo prop uest difi cult ad, esta es por tant una inst i-
o
se nos esca pa casi en su tota lida
d, Esla cura. La herm and ad "dá slca ''
o de los asun tos reso nan tes, aún más te· cue ntas ni al "co mú n" ni al les, De man era muy
la bcrm and :i.d. pero agu í tal vez sean se som eie a las reglas hab itua
discreción no son prop ias de tuci ón bast::!nte rígi da cua ndo lida d, hac er la lista
ado las órde nes men di- ivos, lievar sus libros de con tabi
de los prin cipi os ele su apo stol oficial deb e conservar sus arch
mib les que en otra parte_ Des vinc ub.b an ésras)_ Esas a la fach ada, a ia' ima gen que era con ven ient e
s u hospic1les (s. Ios cue se de sus mie mbr os. Eso en cuan ro
cant es fun daro n herm and ade ro de prof und ,iza r la es sino la cara apa ·
ido com o el med io ~is segu
ofrecer a la.s auto rida des eclesiást
icas. Pero , a den r verd ad, no
inst ituc ione s se hab ían con ceb a cris tian a'' - y de
que los cextos Uam::i.n la ''po licí ho más diversa_ u
cris tian izac ión de los fieles -lo rent e de una instin1ción muc inv; idid a por aso·
del cato licis mo. Se re· ciud ad de 1-1éxico se enc ontr aba
one s, los ritos v l1s dev ocio nes Des de fines del sigl o .X"\'1, la
familiariza.rlos con las obli gaci el Ord inar io, Una os muh ipli cab an fuer a del con trol de la Iglesia. El
dict 1da s po; los religiosos o por ciaciones piadosas que los indi
gían por con stitu cion es esCfitas, dán hub o de eleg ir en aba 300 hacia 1585. Al pare cer,
en el tran scur so de!
en de 13. Con cep ción de Coa III Concilio lvíexicano enu mer
herm and ad com o la de la Virg ía 1a obli gac ión de celebrar nces urba no en esencia se amp
lific ó y se prop agó a
tado s, un escriba.no. Ten siglo X\'í! el fenó men o hast a ento
15 7i dos may ordo mos , dos dipu pula ban también que en cada num eros os tom aron la inic iaüv a de crear fun da-
Las con stitu cion es esti los cam pos. Indi os cad a vez más
las fiestas de Nue stra Señ ora. ades que asis riera n con velas enc en· ituc ión edes lást ica, en este caso el Prov isorato de los
fiesta seria can tada una rnísa
por todo s los cofr ciones pías sin pasa r por la inst y cuya necesi-
ían enca rgar se de ayu · ites engorrosos, caro s, cuy o sent ido
nas. Tres o c:..:orro cofr ades deb Nat ural es. Se aho rrab an así trám
dida s, ado rnad as con tres coro ían a asisri..r a ias exe- n. Elu dían las hab itua les form
alid ade s escritas que
ir bien , · v todo s se com pro met dad con frecuencia no perc ibía
dar a los ago niza ntes ''a mor d, e! con cub inat o eran la herm and ad y fija ban sus con
dici one s de ingreso
La mal a con duc ta. la eb¡i eda prec edía n ía con stitu ción de
quia s del cofrade fallecido. deb ían dest inar se de man era acio nes que ado ptab an las form as más diversas.
os de b. herm and ad y de func iona mie nto. Nac ían fund
mot ivos de exp ulsi ón y los gast enro de difu sión del cia un gesto sencillo. El lega do piad .oso de un caci-
ade s de) cult o. Com o inst rum En su O[Ígen hab ía con frecuen
exclusiva a sufr agar las nec esid o resp uest a mat eria l a sim ple lndi o trib utar io que
ded ican un ped azo de
cris tian a, , pero tam bién com que , de un nota ble o de un
cult o mar iano y de la ''mu erte dad de Coa tlán se hall a· alqu iler y la exp lota ción de ese
terr eno pro duc en los
aqu el ento nce s, la her man tierra a uno o varios santos. El
las epid emi as que cun dían por n vigi laba de cerca su func iona · servación de la ima gen y la cele brac ión de la fies ta
cura secular_ quie recursos necesarios para la con
ba. ente ram ente en man os del . Ei cura pue de desi gna r a un may ord omo enca rga-
mie nto. anu al del dest inat ario celestial los here dero s dei
ad de Iviéxíco. Pero pero la may oría de las vece s son
num eros as cofradías en la ciud do de adm inis trar el don ativ o,
A fines del siglo xv1 ya hab ía n por rod a la Nue va Es·
x1/¡¡ para que se mul úpii cara
se tuvo que agu arda r el siglo a inst igac ión de los nota bles C5dia: fr:;nciscano (l9-H ), pp.
65·69; Josefin:i. .Mu riel. Hó1püafe1
variadas. con frec uen ¿ia ;3 Gibson ( i S'G' .L pp, l ;0-1 5-, Go;¡ ;r:;/( Coad in) [1577]; Banc
roú
pañ a en formas rela tiva men te y algu nos indicios !95( 7 \'o!s, ,J..GS, !11d1fereHte
ico se con taro n pron to por cent enas dt la .'\'ttt:FJ España, México,Jus. . op. or, passi m; ,;G:.<, Clero Regular y
locales. Sólo en el valle de 11éx pert ene cían a algu na Libr ar; {Berkeley), AJAf268·, A.
de Veurncur.. Tt'afro mexi cano
todos los indios, o casi todo s,
sugieren que en ciertos pue blos por muc ho tiem po sub · Seruf:1r. voi. 103, exp. 11
n hab ía en 1'v11choacán, don de
herm and ad. Idén tica situ ació

127 de 162
242 ClJlTURA S DIFERIDA S
CULTURAS DlfERJD,-\ S
243
legatario los que conservan y dirigen lo que se llama mayordomía, y están a
cargo pueblo otorrlÍ situado al norte de la ciudad de I>íéxico, sólo sostiene tres
de cumplir con las obligaciones que le son inherente s. Llega a suceder que algunas cofra-
días -dos de españoles y una sola de indios- pero acoge seis hermand ades.
familias desaparezcan o que por una u otra razón pierdan la mayordomía que en- Esta
desproporción, que sin salvedades se encuenu a en todos los pueblos, revela
tonces pasa a otras manos. También puede ocurrir que ciertos indios, instalado b_
s de influencia considerable de esas asociaciones en la vida cotidiana indígena. Esta
un modo más o menos subrepticio en las "tierras del santo", se dedique n espon- en·
cuentra en ellas un marco flexible y relativamente autónom o, puesto que algunos
táneame nte al manteni miento de su culto, tanto que entre ellos se termina por
es- indios no vacilan en pretende r que las hermandades escapan a la jurisdícción
coger al mayordo mo y a los diputado s encargados de administ rar los ingresos del
de 1a Ordinario. 14
explotación. Así ocurre con la ''herman dad'' de la Virgen de la Soledad de Acam-
Con recursos fijos o sin ellos, las cofradías, las hermandades y las mayordo
bay, al none del valle de Toluca. En las tierras donadas por un principal mías re-
del curren con frecuencia a la colecta para financias misas, sermones, lun1inarias,
pueblo "viven de quinze a dieciséis familias de las cuales se elije cada año un fies-
ma- tas, banquete s y fuegos artificiales o para reconstruir o restaura&
yordomo y un diputado ", a cuyo cargo está pagar las misas debidas a la Virgen. un santuario,
Atestiguadas ya en el siglo xvn, estas recaudaciones se pueden efectuar en el espacio
Pero existen formas todavía más rudimentarias, Basta con que cuatro o cinco
indios del pueblo, pero en ocasiones rebasan por amplio margen sus confines. ECT nombre
se reúnan y decidan festejar cada año al santo de su predilección. Elegido mayor·
de una cofradía, de una hermand ad o simplem ente de una imagen, algunos
domo por sus iguales, uno de los.indios se dedica entonces a recaudar fondos indios
tras recorren una y otra vez los caminos del centro de la Nueva España, yendo de pueblo
pedir autorización al cura de la parroquia, y lo que a ojos de la Iglesia no pasa
de en pueblo, Rodeados de algunos músicos, los recolectores ponan la imagen en
ser una simple colecta emprend ida de manera voluntaria por algunos individuo una
s en especie de relicario, a su paso los acogen multitud es, se organizan danzas en
realidad cobra una dimensió n muy distinta para los interesados: "los indios torno
lla· a la imagen que en cada etapa es ínstalada en el altar de algún particular. Los
man de cofradías las misas que se celebran cada mes". ~1 decir verdad, cuando reco·
la lectores venden grabados piadosos, rosarios, pequeñas alhajas de plata que
mayordo mía agrupa a un número de indios más imponan te, se constituye en repre·
her· sentan la iinagen. Cada vez las ventas y las limosnas redondea n el peculio amasado
mandad, en una confraternidad. El paso siguiente es el reconocimiento oficial y
la lentamen te. En teoría, los indios deben pedir una "licencía " al provisor
constitución de una cofradía, pero los indios rara vez lo dan, limitánd ose la de los
mayor Naturales y someterse en todo a los curas y a Jos jueces eclesiásticos de las comarcas
pane del tiempo a usurpar ese nombre.
que recorren. En realidad. libres en sus itinerarios, con frecuencia incontrolables
Los indios que panicipa n en esas fundaciones, las mayordomías o las hermandades, e
incontrolados, interesados en reunir sumas redondas de las que nadie les i1npide
no reciben ninguna patente, no pagan ningún derecho, no mandan decir ninguna
disponer a su antojo para cubrir supuestos gastos, hábiles par-a negociar con el
misa por los difuntos , sino que les basta eón vivir en el barrio o en el pueblo cura
para el precio de su paso, los recolectores encarnan de maravilla el dinamism o, la
considerarse "cofrade s" y contribu ir a la fiesta del santo. En cuanto a la imagen, 1novi·
lidad y la expansión del cristianismo indígena fuera de los l1mites acostumb
en vez de ser depositada en la iglesia parroquial, la mayoría de las veces se conser· rados
del barrio o del pueblo. Los contactos establecídos aquí y allá, la hospitaEdad
va en una pequeña capilla, en ocasiones incluso en un simple oratorio, sobre que
un al- encuentran en los pueblos visitados, las congregaciones y las celebraciones que n1arcan
tar doméstico. Para la Iglesia no hay en ello sino una ''devoció n piadosa' ', apenas
su paso, dibujan redes complementarias de aquellas de las peregrinacíoncs,
tolerada. En fin, como último caso, también es posible que, en el origen de la tan1·
fun· bién más elásticas, al parecer imprevistas e irnprovisadas, sometidas todavía menos
dación, se halle el culto privado de una imagen milagrosa. En 1698, el hijo del
ca- a la vigilancia de la Iglesia y del Estado."
cique de Ocotitlán aceptó depositar en la iglesia un Ecce Homo que se cubría
de Mucho más difícil es sondear los motivos intÍill9.>S de las devociones cuyas n1úl-
un sudor milagroso y al que él veneraba de manera muy especial. Sus descendi
en- tiples facetas hemos vísto. t\.cordes o no con las nÜrmas impuestas por !a Iglesia.
tes ofrecieron a Ia imagen un retablo, milpas y campos de magueyes y, sobre
todo, todas se cristalizaban en torno a una imagen. Ese punto parece esencial pues
lograron conservar la mayordomía hasta principios del siglo XIX. De modo un acla-
tanto ra de qué manera el cristianismo indígena encuentr a allí a la vez la expresión
más modesto , algunos indios tributarios adquirían imágenes a las que podía ocurrir de
una presencia física, la materia de una reflexión y el soporte de una ínvcrsión
que el vecindario atribuyera cierras virtudes. La casa del poseedor era entonces per-
sonal masiva v de una solidaridad local.
centro de una devoción más o menos efúnera, los fieles le llevaban cirios, flores
y "Ahora de}o un hijo inío que se llan1a Balthasar Antonio, !e dejo un rni padre
dejaban su óbolo. Sin embargo resulta singularm ente difícil estudiar estas formas
que se colocan a1 margen de las irutituciones oficiales y de lo escrito. Cuando l·l AGN, Titrr:JJ, vol. Hfi4, cxp. 2: Jndtfrro1te GoJt'r.;l "\"3rios oficios dd
virrey Rcnlbg!gcd u ¡ 1 '\]
mucho se observa que son en extremo numerosas y que tanto como las hermand
des reconocidas, si no es que más, expresan la piedad indfgena. Tepotzo
tlán,
a- con Informes de los curas de ;Lamb;,y. A.totoniko el Grande, Tcmascalte pec
[!777]: AGN. TitrT4f. vol. 2467, cxp. 2.
l\ AGS, BientJ ,\';;0Ó•1ales , kg. 732; Clero Reguúry Seu•/,;r,
del V:dle, Tcp;,z,· din·

n1L 22: Coff.;a'i-.;s, nJI ¡¡;_ /<J:S m


•.

128 de 162
:-1-1 Cl'.LTüRAS D;ITRiD/,S
2-iS

' y copal' y uores.


...; 1 rico Cristo P1::1 que le sirva, que le compre ve1as n . . "E n i-o
/ 5,
;crea de Ten~g':i del Valie. Nicolasa Anna se expresa aproximadam ente en los mis- ración con !os magros recursos de los que disponeo. No vacilan en dedicar una
rnos cérrrlÍnos: · '1\ rni hijo Antonio Nicolás le dejo la casa coa todos los santos y a buena parte de su haber a !a restauración de la irnagen, a la decoración del orato·
.:-.;·uestra Señora L1 \!irgen. Que les venere y sLn'a mi hijo An[onio Nicolás." El le- rio, a Li. compra de vestimenta, siri contar las ofrendas habituales o las más ricas de
las fiestas, tanto como acep(an muy difíciln1ente deshacerse de e Ha en beneficio de
gSdo puede se~ Je imágenes; puede ser de tier.r:is dedi;ad;i-s ai.:~rvic'.o de las im~­
una capilla o de una iglesia. En el seno de una familia, las imágenes pueden ser
genes -a la manera de las fundacíones que acabamos de _C1escno1r._ Un p~d~e deja
objero de robos, de conflictos violentos que más de una vez se zanj:in a cuchilladas
;si uno o varios cai:npos pidú::ndo a sus hijos que sirvan 'd ··1a S·.ir1tísnna Tnnidad. a
Jesús de Nazaret, a San Pedro, a la Virgen de Guadalupe. a 52.Il i\ntonio, a la Virgen y <Íue expresan de un modo muy negativo el valor extremo que se les atribuye. A
de los Remérlios. al Santísimo Redentor de la Columna, :tl Cristo en el Sepulcro ... '' decir verdad la intensidad del vínculo con la imagen sirve para cimentar como an-
taño tanto la solidaridad det grupo como su continuidad. Fomen[a una cadena de
.A. fa.ira de 1;erra, en ocasiones se legan así ínscrumentos, herramíentas, un hacha de
obligaciones, de cargos que los descendientes están obligados a asumir: ''mi Señor
carpintero, una yunta de buey;"t, cuyo trabajo se dedica a los sIDtos, a los que no se
de Chalma esrá aquí para que le sirvan todos los hermanos, los primos y los sobri·
debe dejar con ninguna carencia. Hasta en los estratos más modesros de la pobJa.
no~ ; '[Lego esto] para que mi sobrino les sirva a mis santos como yo les vine a
ción indígena se adivina entonces la inextricable asociación de los bíenes materiales
v del servicio de los santos, del instrumento y de la imagen. Entre tos más despo- serv\.r unos días aquí en la tierra.'' .t\.parece la misma constante en la asociación del
santo, primero con el oracorío, luego con la casa, en ocasiones con el instrumento
;eídos la obligación ritual incluso parece ser más importante que la transmísión de
de trabajo. ''Mi casa y mi santo'', esca fórmula Se repite con frecuencia en los tes·
bienes. De es-ta actitud se da ainplia fe entre los nahuas de fines del siglo XVll y du-
tan1enros, ¿No son acaso los sanros los "dueños de mí casa"? -
rante el siglo x\·1:í. No podernos dejar de con1pararla con los comportamien tos que
Pero así corno las ''pinturas'' o las iniciaciones chamánicas incorporan rasgos
denunciaban los exi::irpadores de idolatría de b_ primera mitad del siglo XV!!. En
nuevos que terminan por modificar profundamen te su contenído, así el culto a
aquel entonces era frecuente que en los oratorios de los indí~s de Morelos'. d~l valle
los santos es más cue una cristianización de las deidades del hogar, hlientras que los
de Toluca ~,de Guerrero se disimularan objetos sagrados. vinculados al hna;e que
ídolos domésticos.se guían las lineas de la filiación y no saJía.11 de la casa, los santos
habitaba~ había habitado la morada. Sa..'1tos y "pequeños ídolos" coexistían
con frecuencia se dispersan entre los hijos y son transmisibles a la esposa. La nueva
sobre el altar don1éstico, sin que por ello se les rodeara del mismo resper:o. Los in·
impo_n:ancia de la pareja, del vínculo conyugal, del carácter indisoluble de la alian-
dios demostraban a esos objetos un apego tan apasionado gue sU confiSéaCióh por
za, las costumbres de la herencia ligadas a la práctica testamentaría y a sus reglas
lo común era reatro de episodios en particular dramáticos. Escogidos por algún an·
no pueden dejar de pesar sobre la circulación de las imágenes san[as. Esta evolu-
repasado, aquellas figurillas, aquellos vasos de barro, aquellas plantas disecadas
ción es apreciable en la propia naturaleza de la relación que une al detentar con la
supuestament e escondían una fuerza de la que dependía la propiedad del hogar.
imagen. Trátase de una relación familiar, calcada del modelo de la familia cri.s·
La coexisrencia fisica de esas piezas y de las ín1ágenes cristianas fue produao de una
:lana. 1iás exactamente de una relación filial que hace de las imágenes los padres y
elección y de una in1posición. Los indios se mostraban al mismo tiempo interesa·
!as madres del indio: "Ellos [mis herederos] han de servir a mi querida madre Se-
dos en captar la influencia de potencias suplementaria s y de engañar a los curas o
ñora Santa Ana [. . Ja mi querida madre de Guadalupe y a mi querido padre San
a !os indios de ig-lesia que vísüaban su casa. Al paso de las décadas, de los desplaza·
Antonio de Padua." La posesividad ejercída sobre esas imágenes (''mis santos",
mientas de población, de las hecatombes demográficas, del infortunio de_ las me-
·'mi Señora de la Concepción''. ''mi Señora de Guadalupe'') al parecer es bastante
morias, del retroceso de la idolatría es posib!e imaginar que los santos susntuyer-an
similar a la que caracterizaba la posesión de los "idolillos". Mas la tonalidad es
física v símbóllcarnen te b.5 antiguas deidades. Ello gracias a una transición insen·
distinta. En lo sucesivo mezcla al mismo tiempo un vínculo personal y un senti·
sible, ,del todo opuesta a la imposición del santo patrono en lugar del dios cuy~s
rriiento de propiedad que antes que nada se experimenta como la de un individuo
templos y cu vas efigies se habían destruido. De yuxtaposición táctica a coexistenGa
antes de ser la del grupo, por lo demás al igual que el resto de bienes transmitidos.
aceptada, de, acercamieoto a sustitución, la imagen cristíana sucedió en el ah:ar el
Con toda evidencia hav en ello la huella de un concepto espafioL jurídico, de la
ídolo hecho aftlcos. No sin ciertos cambios en la naturaleza y la transmisión de los
objetos, tampoco sin cierras "permanenci as''.
propiedad que se ejerc~ de manera paralela a ia influencia del modelo cristiano de
la familia."
Respecto de es<lS , 'permanencias '' o, para ser mis precisos, de los pe:os, pues nada
Esta evolución del v1nculo con la divinidad es inseparable de otro concepto de la
resiste el tiempo. no podemos dejar de sefialar el arrebatado y exclusivo apego que
los indíos demostraban a esas imágenes, sea cual fuere su origen. Apego que se l6 AG~, TieTTJf. vol. 2616. exp. 7; vol. 2540. exp, 5: voL 2467, exp. 2; vol_ 25'17. exp. 7; vol. 2201,
manifiesta en una inversión rnaterial con frecuencia desproporcion ada en campa· exp_ 6; vol. 2551. exp. 8: vol. 2539. exp. 5: vol. 2533, exp. 5: Cn.mind, vo( 274. exp. 4: E/enes Na·
áonaln, leg, 446. exp 7

129 de 162
CULTI!RAS DlFERlDAS
CUTURAS DIFERIDAS
246 para la facción a cuyo
stig io tan to para quien la det ent a como
fuerza, ya no es, como las de pod er y de pre or puede verse incitado
es un nombre puesto a una one de medios, el feliz det ent
potencia divina. El santo no con frecuencia ínfOrmes, cuidado se encuentra. Si dlsp , con peligro de desenca+
o A'"\il, una colección de objetos del patrono de la comunidad
deidades de principios del sigl tante individuali- a imponer su santo en lugar una imagen que se pres~
El santo es una person lo bas
a modo más modesto, poseer
om orfo s y otro s no.
para que se le designen denar fuertes resistencias. De nad a despreciable.
algunos ant rop
ngan relaciones familiares, a la Cua resm a o par a una fiesta es un priv io
ileg
ella se ma nte ta a la igle sia par a que se manifiesta
zada.p ara que con ello carezca de precedentes eto de una investidura colectiv
que no estoy seguro de que Las imágenes también son obj blo tiene distintos barrios,
padrinos. Inversamente, aun persona a la que se castiga, tivo de la fiesta: ''Ca da pue
icaz será tratada como a una de manera brillante con mo Ésta la costean sólo los in-
prehispánicos, la i:nagen inef con clavijas de made- y cada santo su fiesta anual.
pasándole los pies y la cabeza cada barrio su santo titular por cumplir con
se enterrará un Niño Jesús tras 2 tod aví a trataban una estatua to, por su antojo, por su devoción y
í lejo s de aqu ello s indios que en 158 dios de aqu el bar rio por su gus
icación periódíca de to·
ra. Hen os aqu fuerza neu tra y sin rostro. ' La fiesta refleja una intensif
dios , es dec ir de teot/, como si fuera una la ins titu ció n de sus ma yor es,'
as las apropiaciones a las
de la Vir gen de estas consideraciones a la en torno a la imagen, de tod
se podrían hacer extensivas das las relaciones establecidas tam bié n se remonta al
Con bastante aproximación genes. Como hemos visto Bajo esta forma, el fenómeno
barrio) mantiene con sus imá que se entregan los indios. ove ndo la conjunción de
relación que el pueblo (o el de la comunidad. XV!ll se generaliza, apr
cha
san to pau ono es el dueño de las tierras, padre
el
siglo XY1l. Per o sólo en el sigl o
lante insistiremos/,
en los títu los , el
nexos igualmente intensos,
en ocasiones todavía nto de la infl uen cia eclesiástica (en el que ade
es cris tali zan un deb ilita mie cristianización de tos
Pero otra s imá gen
ejemplo, irradian una fuerza
que se ha hecho eviden- o y de los progresos de ia
and o, por del resurgimiento demográfic e a un lado al cura, re-
más pod ero sos . Cu capilla, de organizar una iten las mismas tramas: se hac
te mediante el n1iiagro cris
tiano. El gesto de elevar una indígenas. Por doquiera se rep se prescinde del todo de
de íde ntid ad y de poder ebrante, cuando no incluso
es entonces una afirmación ducido a sus funciones de cel ana Santa. Los fieles
fiesta en honor de la imagen una pesadez prehispánica es o para celebrar solos la Sem
ante. los pueblos vecínos men
os bien dotados. Au n así,
son personas. Las él para cantar vísperas solemn s el atri o y los cementerios
de la hierofanía. Los santos sia pes e a las pro test as del cura, mientra
en una cris tian izac íón
o personas y como sólo
invaden la igle en alegremente en me-dio
se disuelve
n, sudan, sangran, lloran com he y día de indígenas que beben y com
mu eve n, cam ina
en Tultitlán, en 1·1atelolco,
hor mig uea n noc s de pul que y de aguar-
imá gen es se
, 1\sí sucede en Ayotzingo, fuegos artificiales, de barrica
las personas pueden hacerlo de músicos, de cohetes, de ica son entonces ocasión
pero tam bié n en Tlalpu- entos y la intoxicación alcohól
dentro del valle de México, diente, El consumo de alim del pueblo o simplemente
en Tulantongo, en San José, tos cobran a veces formas identidad colectiva a escala
posesividad, el apego a los san para la rea fum adó n de una y de ruido se emparien+
jahua o T epetlazingo, etc. La a los conflictos domésticos y ent o, de alcohol, de mú sica
s en una escala del todo distint del bar rio. Este exc eso de alim
o Régimen, en parte a
viol~~ta que rec uer dan es. En 1621, a voz en fiestas campesinas del Antigu
la detentación de las imágen lo que sab em os de las
española sobre las cosas,
familiares que podía desatar Ixmiquilpan arrancaron de
ta con
res que proyectan una mirada
de flechas, los otomíes de causa de nuestros observado o una cortina, un;,1 ba-
cuello, armados de arcos y aban las autoridades de Mé~ ntos análogos. Pero levantand
cristo milagroso que reclam en parte por que reúne eleme demás, los intrusos, el
manos del alcalde mayor el o la dirección de todos comulga en el pulque y los
des pué s, en 178 6, los indios de Cuautitlá bajn,
rrera ent re el mu ndo ind íge na que
e constituyendo la into ·
xico. 1fu cho porque pre ten día retirar lidad y la borrachera, ¿no sigu
res, arra stra n a su cura ante los tribunales cur a que den unc ia la inm ora
actualización de lo divino,
sus gob ern ado n, La inmemorialidad, piamente indígena de una
de la Inmaculada Concepció xicación el instrumento pro ficado en gran parte en
de la parroquia una imagen to oficial, los milagros, la lidad que los indios han edi
dación pía, el reconocimien la entrada colectiva a otra rea en ocasión de las grandes
la sujeción a la imagen, la fun o en ellos expresa la inte- ido ya antes-de la Conquista
la capilla de la Virgen, tod torno a sus santos? Consum al santo, antes de que
sepultura de los cofrades en recubre una rela- siglo XV1 se ofrece el pul que
da de una rela ción con el santo que en realidad festivid ade s, ¿no des de fine s del
ora que las iinágenes po-
riorización pro fun
la mu erte , con lo sobrenatu
ral y con la sociedad. re los asis ten tes? Por lo demás, nadie ign
el tiem po, con se dist ribu ya ent ductoras de pul que Y
ción esp ecif ica con
en la fórmula perentoria: ''La
mencionada imagen las cofradías son grandes pro
Una asimilación que se expresa seen plantas de maguey, que scurso de I~ ceremo-
propia de los nat ura les ." se consume en parte en <'.l tran
no es de español alguno, sino que el brebaje que producen abr as, pulque, unagen Y
de las que una corres* org anizan. En otras pal
oponer dos esferas paralelas nias y de las fest ivid ade s que
uya una de las claves de la
Sin que por tanto haya que frec uente que una devo- , que probablemente constit
~l co y la ?tra a ~a com uni dad , es cof rad ía for ma n un tríp tico
ndtente. ~
1
P.~n~erí~ Colonia y del México indepe
gru po dom ésti se constituya en culto de
un milagro incluso modesto. sociabilidad indígena de la
c1on in~1v1dual, apoyada en ceso inaugurado a fines 19: vol. 1086, exp. 10: C/rrc
i Pr
:;\. de tod a una región. El pro kg. 420, exp.
un b'.'1'no, de un pueblo, hast and o a lugares remotos. l7 Gibson (196 i), p. 13');
AGN. Búm o f\.'<U·ion.;/n, . Tú:rr.;s. ¡.¡-¡,;.
o de todo el siglo xv1 n, lleg
\'.)!
ancú cano , caja 109, c-xp. 1494 ; .\GN
del s1gl~ X\1 pros1gue a lo larg te del gru po y la del indivi· gula"}' Secular, vol. 10}, exp.
11; BN, Fon dofr
ner a, a vec es es difícil distinguir la par e-xp. 10: AGN, Historú1, vol.
,-j)7; Taylor (\97 9). P- 59.
De la rrus ma ma La ímagen es una fuente
la posesión de las imágenes.
duo en las luchas que rodean

130 de 162
~-is
CULTUR.''LS D!FERlDAS

Ocuoa ndo un lugar princip al que con probab ilidad


aún no había adquir ido en cida a lo que se sabe de los cultos prehisp ánicos , La falta
rierno~s de Ruiz de Alarcó n y de Jacinto de la Serna, de dis[anc ia entn: el signi-
la imagen cristiana sirve de ficante y el referen te, !a Ínterpe netraci ón del signo y
·de unión enrrc los n1iembros del grupo domés tico, del sentido ren1iren a acciones
entre el grupo y la cornu. propia s ele la consideración que las sociedades de anres
entre la casa v las tierras, entre el pasado y el futuro de la Conqu ista parecen
. De la imagen se haber reservado de un modo sistem ático a su ··sacra
despre nde un haz de. nexos múltip les, a su vez centup lidad'' . Los paguet es-relí ca-
licados por el ~úmero de rios eran los dioses. La víctima del sacrificio era el dios,
im:íren es que conser van los individ uos. el grupo domés no lo represe ntaba. no se li-
tico y la comun idad. Estos
lazo~ materi2les y sociales, que abraza n y duplic an los circuito mitaba a manife star su presen cia; el sacerd ore que se
ponía la piel desolla da del
s de la alianza y de la "dios" sacrificado de ese rnodo se confun día con él;
filiación, se estable cen, se deshac en y se redistr ibuyen el hombr e-dios era a un
-en el curso de las genera - mis1no tiempo la fuerza divina y la corteza , la deidad
ciones. Telen una trama contin ua, una realida d cohere y su capara zón: las '"pintu-
1 nte en la que gran parte de r-as" no repres entaba n a los dioses, se identif icaban
Ja exlstenc ia india puede encont rar un ser11:ido y una razón con ellos-
de ser. La credib ilidad y la especificidad de la relación de idenríd ad entre la efigie
presencia de esta realida d no ob,o;.decen únicam ente a y lo divlno en el ícono
su cohere ncia ni a su textura. cristiano tal vez proceda de la doble priorid ad concedida
Deriva n más de la natura leza dél objeto al que por comod al Verbo y a la Escritura. El
idad llamar nos imagen , Verbo se opone a la Materi a en una dualid ad que descon
pero que los indios design an media n re el nombr e de ocen las cultura s prehisp á-
santo, el santo, los santos. En nicas. La escritura permit e conceb ir, expres ar y analiza r mejor
realida d, el santo no se oresen ta nunca como un objeto las dlstincas rela~
, como una estatua o una ciones posibles entre la "mate ria" sensibl e de la imagen
pintura , jamás se plante ; como la efigie de otra cosa y la "cosa repres entada ",
y por consig uiente jamás corno para retoma r los términ os de un franciscano del siglo
represe ntación en el sentid o en que nosotro s lo entend xvi. En cambio , el ídolo era
ernos. los índios nunca di.s- una presen cia que mostra r o que disimu lar. No tenía
üngue n entre e! santo y sus represe ntacion es. como si por qué hacers e explícita ni
este tipo de relación no revis- remitía más que a sí misma , como una unidad cerrada
tiern. pertine ncia alguna a sus ojos. La image n es el santo . y no a un referen te último ,
o, antes bien, el santo es lejano. inaccesible, que sería lo divino . El tonal!i que
el santo. ¿Es en estas condic iones un acto en esencia sarisfac encerr aba la irnagen era una
torio tratar al sariro como fuerza que se fundam entaba en ella. No era en absolu
objeto cuya funcíó n profiláctica o terapC utica se desear to lo que- la irnagen habría
a precisar o que ocultara evocado, design ado o record ado. En su finitud , e! ídolo
una fuerza? prehis pánico no buscaba
Parecería que, anres que tener un sentid o por descifr manife star ni n1ostrar rüngun a otra cosa. De ahí el aspecto
ar, una' 'lectur a'· pot ofre- con frecuen cia inform e,
cer o un emple o a! que se reduje ran, las irr:rágenes de no antrop omorfo , oculto, secreto -se los disimu laba
los santos son "instru mento s a la vista de los indio s- de
de evocac ión'', 18 ''punto s de arraigo '' de una realida los paquet es.relic arios tarno de antes de la Conqu ista
d recons truida, arregla da por como del siglo xv11. En cam·
los propio s indios. Corno soport es multip licado s profus blo, el santo se deja ver: pero sólo se deja ver a sí mismo
arnent e que sus.tiruyeran lo . Por este mocivo sigue
aleator io de la creenc ia vívida como irúciativa subjeti siendo -en parre - un ídolo. Omnip resent e, citado
va por la eviden cia de la pre· sin cesar (por los indios tanto
seocia o, sí así se desea, de la creencia con10 estado como por los curas) y, sin embar go, en realida d nadie habla
de hecho. ~inguna adhesi ón de él. De a.hí la exrre-
previa. nin_guna duda ni ningun a impug nación : 1a imagen rna dificu!rad de definirlo en nuesrra s fuente s y de disting
es el santo, .A.porta una uirlo -lo que es ya otra
Presencia ir;eo.Jsab!e al propio -corazón cid hogar corno empre sa- de las imágen es popula res del cristian ismo
e! S<UitO patrono se in1ponía medite rráneo .
al pueblo . Lograd a fundie ndo el signifi cante (el objeto ¿Hasta dónde puede extend erse el espacio autóno mo
) y el referen te (la entida d que se procura.r1 así lasco-
divina) . esta inmed iatez con roda probab ilidad constit munid ades indígenas? El siglo XV1l nos ha dado un princip
uye uno de los elemen tos io de respuesca ofreciendo
motore s que alimen tan la plauslb ilidad del con_iun el espectáculo de iníciativas reduci das a indivíd uos o a grupos
to y que dan una cohere ncia, estrech os. El cris·
una unidad a elemen tos tan disp;lres como los sacerdo rianismo indíge na de! siglo X\-111 está aníma do por una
tes españo les, los lugares de lógica de apropi ación aún
culto. las liturgia s y el calend ario cristian o, la tierra, más sistemática debido a que se basa en una experie
la casa, la muerte , etc. Parece· ncia colecti va. en una sedi-
ría que el cristian ismo indíge na se reprod ujera y oríenta mentac ión, en una interio rizació n sin propor ción común
ra la percep ción indíge na con lo que se observaba
del n1undo a partir de ese apoyo omnip resent e o, si se prefier en et siglo anterio r. De ahí los desbor damien tos, alguno
e, de esta aprehe n- s de los cuales son habi-
sión de lo divino (en el sentid o lato) que es la imagen tuales mienrr as que or:ros, más radicales pero tambié
del santo. Se trata a las claras n más atípico s, aclaran ciertas
de un cristían ismo indíge na pues si el santo concre tenden cias y determ inadas modal idades de ese proces
ta una relación personalizada, o genera l.
"famíiia.rizada diría yo, con la potencia divina (conforme a
11 Desde los primer os tiempo s de la evange lizació n alguno s indios
la tradición cristiana), la habían desem -
matriz --o sí así se prefier e la forma del conte nido- pei'..ado funcio nes eclesiásticas y garant izado la celebra
sigt1e siendo indíge na y pare- ción de cienos ritos cris·
tianos. De maner a entera mente lícita. alguno s allegad
18Rcrno Guidieri. "Scawe and Mask. Presencc and
os, un sacrist án o una co-
Repn:se ntauon in Bd!ef', Rff. ), H1rv1rd, madro na podían , en ausencia del cura, admini strar el bautizo
pp. lJ-22. a un recién nacido. De
un modo más clande stino, sin duda desde el siglo i{Vl,
los cantor es toman la res-

131 de 162
250 CULTURAS DlFERIDAS CL'LTUR1\S DIFERIDAS 25 i

ponsabilidad de celebrar exequias, mediante infracciones más o menos graves al pueblo vecino. Este trabajo literarío es también un trabajo de interpretacíón du-
derecho canónico. A falta de saberlos, se suprimen los responsos y, como antaño, rante el cual los indios se tornan libertades con la tradición católica. 1vfas, ¿quiénes
se colocan cerca del difunto ''la comida para el viaje y los instrumentos de su oficio son? Es probable que pertenezcan al estrato letrado que elaboró los Títulos pn'-
para que trabaje en la otra vida". Se da fe de esta práctica entre los nahuas, los mordt'a!es. También se sabe que en los pueblos importantes, por ejemplo en Hue-
otomíes y otras etnias en pleno siglo XVII!. Dado el caso, los cantores no vacilan en jotzingo, los "primeros papeles" -los de Jesucristo, la Virgen, ivfaría 1-fagdalena,
vestir los ornamentos sacerdotales. Vale decir que la muerte sigue siendo en gran los Apóstoles- son acaparados por los caciques locales y sus familías, que por lo
parte un monopolio indígena, marcado no sólo por rasgos de inspiración prehispá- general aprenden su texto de memoria. Tanto mujeres como hombres forman pane
nica sino tainbién por creencias de origen colonial. Por lo demás, la muerte figurada del elenco mientras que, al menos en el caso de Huejorzingo, los 1nacehuales se
mediante una calavera rodeada de rayos luminosos por lo regular ocupa un lugar contentan con encargarse de los papeles secundarios y con hacer de comparsas. Sea
en los oratorios domésticos a fines del siglo xvn y se le destinan ofrendas de cirios y cual fuere la i1nportancia de la panicipacíón de los notables, el teatro indígena no
de incienso para posponer su llegada. deja de ser un fenómeno colectivo, por no decir de masas. Los preparativos llevan
En otro terreno, en el del teatro, la población indígena se mueve más a sus an- un tiempo considerable, cerca de dos meses del año, y ocupan un número impor-
chas. Como la cofradía o el culto a los santos, el teatro tampoco resistió la influen- tante de indios, puesto que en las Pasiones se distribuyen no menos de 30 a 40 pa-
cia de los indios. No desconocemos el papel que el teatro misionero desempeñó en peles. Reina entonces una efervescencia comparable a la que r?dea la p.re,p.aración
la evangelización de los indios en el siglo XVJ. Algunos religiosos introdujeron la de las fiestas tradicionales. Los indios tienen así, a una fecha fiJa, la pos1b1ltdad de
costumbre de representar escenas de la historia santa, proporcionaron los temas, producír, bajo la direcci6n de los notables, su propia representación del cristianis-
las tramas, las puestas en escena e hicieron panicipar a los indígenas en aquellos mo y de interpretarlo en todos los sentidos de la palabra improvisando una parte
espectáculos edificantes que tomaron de las culturas autóctonas la lengua, ciertos de sus parlamentos e inventando sus trajes. ·
trajes y algunas danzas. Los fines de aquel teatro eran múltiples. Se trataba de Para los indios, la representación es más una presentación o más exactamente
mostrar los orígenes remotos y exótícos del cristianismo, de transmitir un mensaje una re-presentación. Reproduce idéntico un personaje o un rito que, en el caso de
moral, un "ejemplo" y, sobre todo, de presentar modelos de buena y mala con~ la Eucaristía, es monopolio exclusivo del sacerdote católico. Incluso es productora
ducta de una manera patente y accesible a la mayoría. La experiencia tuvo un de reliquias puesto que los asistentes se reparten el carmín que colorea las herída.s de
éxito sorprendente en relación con sus limitados medios. Pero, con la decadencia la imagen, recogiéndolo en pedazos de tela o de algodón. Conservados piadosa-
de las órdenes mendicantes, la empresa poco a poco dejó de ser un instrumento mente, estos objetos curan a los enfermos que recurren a ellos. Desde 1621 señala-
puesto de manera exclusiva al servicio de la Iglesia. En el siglo xvn se definió una ba un observador: "Es tan poco el talento de los indios que muchos de ellos no
práctica del teatro más específicamente indfgena, aunada a una explotación que sabrían hacer distinción y diferencia en que sólo era representación y?º mísa ver-
siguió sirviendo con fines misioneros, uno de cuyos ejemplos _es la difusión del dadera.'' En estas condiciones, ¿no constituye la representación dramáoca un modo
culto a la Virgen de Guadalupe. En h1éxico y hasta en los puntos más retirados, los más de llegar a lo divino, una aprehensión carnal, tan real corno la sangre que
indios habían tomado por su cuenta la costumbre de representar en los atrios de corre de las llagas de aquel que, con los rasgos de Cristo, es azotado co~ viol.enc.ia;
las iglesias, en las capillas o en los cementerios dramas que podían durar varías tan real como el pan de la hostia que poco antes ha consagrado ese mismo 1nd10 ·
horas. Las representaciones nahuas se basan en tramas escritas, más o menos elabo- Con toda evidencia es imposible e impensable establecer una filiación dire~ta d,e
radas, inspiradas sin duda en textos de los primeros evangelizadores y que circulan los ritos prehispánicos con el drama indígena de lavNueva España, lo que no 1mp1-
en vastas regiones, de Amecameca a Huejotzingo, del valle de México al de Puebla de observar sorprendentes correspondencias. El indio que, por espacio de ~O ~ías,
a uno y otro lado del Popcx:atépetl. Es probable que aquellos manuscritos ''de los era el dios Quetzalcóatl y repetía la muerte de éste bajo el cuchillo del sacnfi~10 se
que sacaban los personajes" no carezcan de relación con cierta literatura piadosa componaba y hablaba según un código preciso, "decía su. papel", "era s~r.·1do Y
en lengua indígena cuya influencia y cuya difusión en general se han subestimado. reverenciado como [el dios]''. Lo rnismo ocurría con la vfcuma que era e.l dios Te.z-
Cieno es que de ella sólo quedan títulos: el Testamento de J'.luestro Señor, las Re~ catlipoca y sin dificultad podríamos acumular los ejemplos de ese nexo singular del
velaciones de la Pasión, las Plegarias de Santiago, San Bartolomé, San Cosme y "actor ritual", del hombre con el dios. cuyos orígenes ha estudiado de manera ex-
San Damián. Estos textos -y muchos otros cuyo rastro sería necesario encontrar- traordinaria Alfredo López Austin. El ''actor'' colonial se prepara para la represen-
probablemente hayan guiado a los redactores de las piezas. Por lo demás, sabido es tación sometiéndose a la penitencia cristiana; se confiesa y comulga. En cuan.to a
que cantores, catequistas, escritores se encargan de copiar, de compilar, con frecuen- los personajes nefastos, luego del espectáculo sus intérpretes sienten la n~ces1dad
cia de reformar las tramas que se hallan a su cuidado o que ellos toman de algún de pedir la absolución. ¿No se interrumpen en Huejotzingo las represen[ac1ones de

132 de 162
CULTURAS DlFERlDAS

efigies cnsuanas y porque materializan una ruptura-supera ción que vivieron, sin
1:1 Pasión a mediados del siglo X-V!lL a partir del día en que el indio que '·actúa"
concebirla propiamente como tal, los indios herejes del siglo A'Yll. f;-ías se observará
de Judas muere de un modo accidental en un acceso de ebriedad? Nadie se atreve
que estos comportamien tos se producen en el aislamiento, como si la autonomía v
enronces a retomar el papd. por vivirse tao intensamente el vínculo entre la figura
la omnipotencia buscadas sólo pudíeran ejercerse en la clandestinidad y en escen;-
por represenca.1' y su tÍtulaJ.
rios estrechamente ci.rcunscritos.
No está de mi5 insistir en un proceder que nosotros sentimos corno una confu-
Es probable que el trato y la manipulación de las imágenes alcancen el paroxis-
slón pero que, a fin de cuencas, es sólo una manera distínta, tarnbién concebible.
mo en cierto movirrúento mesiánico que he esrudíado en otra parte. Con una am-
de imaginar la relación entre el significante y el referente, desde la perspectiva de la
plitud excepcionaL el fenón1eno contribuye a precisar nuescra interpretación de la
colisión, de la interpenetraci óo violenta de uno en otro, del encuentro. Por lo de.
imagen indígena y el modo en que participa en la evocación, en el surgimiento
niis, ¿no se basa en el 1niswo principio la percepción de la imagen del santo? Es
de otra realidad. El rriovimiento culmina en 1761 al sureste del valle de 1-iéxico y al
comprensible guc la re-presentació n (tanto como el santo o como ta visión) pueda
noresre de !v1orelos. El líder asegura que los grandes santuarios de la región son
ser una de las vías indígenas de J;;i, evocación (en el sentido más enérgico) de una
diablos y manda quemar los grabados de los santos afumando que están malditos.
realidad cristianizada. Como escenografía y presentación de su propia realidad, el
Ese índio y sus numerosos adeptos vuelven a descubrir en 1761 bs actüudes y los
teatro indígena presta en[onces su marco y su materialidad a una visión colectiva,
argumentos que los evangelizador es habían tenido dos siglos atrás contra las efi-
representada de manera períódica. Abre una entrada en masa y directa a aquello
gies indígenas. Con toda su ambigüedad puesto que estas imágenes caldas son consi-
cuyas llaves pre rende reservuse la Iglesia. 10
deradas demonios y al mismo tiempo tratadas como vulgares trozos de madera
En cierras condiciones, ls lógica de la apropiación puede desembocar en la supe-
buenos para leña, como "invenciones ", como "confecciones del mundo" en e!
ración y en b impugnación del cristianismo. Nuestros indios ''herejes'' del siglo
sentido de que son objetos fabricados por los hornbres.
}='>'ll rebasa.ba:1 l?s límites de la ortodoxía sin tracar por ello de romper con la Iglesia
El carácter iconoclasta de aquellos indios perdona las "imágenes buenas", aque-
o con el cnsuan1smo. Los a.rrebatos del siglo xvm indican que ese paso suplementa-
Uas que se les han ''aparecido", que han "venido del cielo" y que en realidad los
rio se ha dado. Han de recordasse las prácticas sacrílegas de los indios de Coatlán,
indios elaboran con sus propias manos. En un principio su santo es concebido como
1-1orelos, del encarnizamie nto de que hacen gala contra efigies a las que trataban
copia, como la ·'imitación" de una efigie informe que luego recibe un nombre,
como a personas en ritos nocturnos. En ello ha de verse una de las expresiones más
un "título" antes de ser el santo, la divinidad. Hay ~n-ello reconocimient o de la
exacerbadas de! nexo con la Lmagen y con el santo, En ello se reconocerá una pro-
intervención humana a! rr1ismo tiempo que negación de esa misma intervención.
longación de las escenas de flagelación tomadas del repertorio de las Pasiones, pero
Buen e_ieoplo de negación (''lo sé, pero de todos modos. . '')que permite conci-
rambién un estallido de agresividad del todo condicionada, esta vez por una realidad
liar dos proposiciones antitéticas, las que se ve intervenir en muchos otros proce-
cristianízada y con toda probabilidad inspirada en los excesos mestizos o españoles
sos de aculturación. De manera del todo excepcional, los testimonios muestran las
que perseguía la _Inquisición. Resulta revelador que lejos de disimular, como an-
modalidades materiales del procedimiento : "}1.ntonio le mandó abrir la imagen
tes, viejas "idolatrías", la frecuentación de las capillas, la corrupción de los ritos
de ta Palma. y habiéndole hecho un hueco en el pecho, le introdujo el mismo An-
cristianos eA'J)resen la influencia indígena sobre el cristianismo, el sometimiento de
tonio en él unos corazones de caña, granos de maís disciplinados, un pedazo de
ese capital si....'Tibólico. 1-fuy lejos de allí, entre Querétaro y San Luis Potosí, en el
mazorca y un-a \'i..ri.agrera de vidrio con sangre de doncella que sacó de la mano derecha
pueblo de Sar1 Luis de 1-a Paz. medio siglo después la Iglesia desenmascara conduc-
a su hija ~víaría Antonia; que en la cabeza le mandó hacer otro hueco y metió en él
tas bastante análogas. Son las cofradías reunidas en capillas que, esta vez. prestan
un corazón de paloma blanca; y que después le mandó cerrar los referidos huecos
s~ marco a otras reuniones nocrurnas en que los indios se embriagan con peyotl,
[. , ). En un hueco que le mandó abrir en el vientre le introdujo un pedazo de pie·
visten ornarnenros sagrados, azotan las cruces con cirios o las entierran con cabe-
dra azul de rayo, diciendo _,-\ntonio que aquello era el corazón del santo." En otra
zas de perro u osa.rnentas humanas cuando no arnenazan a una imagen de la Santa
parte he hablado de las relaciones que existen entre esta práctica y los usos prehis-
h1u~rte con dade latigazos si no les concede el milagro que exigen. Desviaciones
' ~ estas creencias
' ' bru¡ena, .. ·
' y estas practi- páriicos, aun cuando no pueda haber transmisión directa. A pesar de lo cual no deja
hacia la blasfemia
~ " l h.acta la
per"v tam'b'e'o
de subsistir una relación común con la efigie, no por medio del objeto sino en el
cas las hemos recordado rnenos por su frecuencia o por su representativi dad que
objeto, en la oquedad de la materia. Una relación que se expresa, no con palabras,
porque muestran, como en IYíorelos, las virtualidades ocultas en la relación con las
con discursos. ni en una teología ni tampoco exactamente en un rito sino, antes
19 AGN, Bienl!S ,Vsuou:;/es. ieg ¡¡, ), exp. 45: leg. 108~, exp. 2; Horcasita_s, EJ teatro nihuatl, o.b
bíen, en una práctica material, en un vaciamiento, Asimismo he indicado la posible
át_, PP· 2)-30. 36 S-:'-3S, l )), 42'.: [nquittción_ vol. 1072, foi 242r.; vol 10)7, fol. 288r.: Bienes reminiscencia de un concepto prehispánico de las energías vitales que sugiere ei
N:;.cionafu, ieg. 00, ex? l0. Jn,1 nsr ión. voi. 339, e-xv. 81, fo! 5i4r.

133 de 162
CULTURAS DIFERIDAS CULTURAS DIFERIDAS 25)

nexo introducido entre el pedernal y el corazón del santo. La impregnación delco· ceder que al contenído que le es dado. Esa forma se apoya en el papel que los in~
razón por el fuego celeste que sígnifica aquélla remite al concepto de tona/Ji y a la dios conceden a las imágenes, como acabarnos de ver, pero también retoma el tema
manera en que las sociedades prehispánicas concebían la investidura del ser humano de la mariofanía -la Virgen aparece en una gruta del volcán Popocatépetl- pro-
o de los objetos por la potencia divina. Mediante estos testimonios excepcionales longándola, aunque siga siendo la tradición mariana, mediante Ia confección de
ta1 vez se capte mejor el sentido del encierro del santo en él mismo, que contiene una imagen. La lista de adopciones no termina en la mariofanía, incluye la totali-
la fuerza y que por consiguiente sólo remite a sí mismo. Digo excepcionales, menos dad de los ritos y de los sacramentos cristianos, prosigue con la usurpación de las
por su carácter extraño que porque verbalizan un vínculo que por lo común los in· funciones sacerdotales. Antonio se vuelve sacerdote, arzobispo, pontífice, y, final·
dios no sienten necesidad de enunciar. Ellos adoran, piden, agradecen, recompen· mente, Dios. Allí se desboca la proyección acelerada de una historia ya atisbada en
san o amenazan al santo, no especulan respecto a los nexos del significailte y del re- el siglo xv11 gracias a episodios dispersos. La accesión a la divinidad era sólo un pri-
ferente como pueden hacerlo la Iglesia y, más rara vez, el historiador, salvo, desde mer paso, detrás de Antonio se precipitan por decenas indios que se transforman
luego, cuando las reglas del juego se trastornan y los santos oficiales son destrona· en los ángeles, en los Apóstoles, en la Virgen o, antes bien, en las Vírgenes, las
dos por otros que vienen a sucederlos. Dentro de ese movimiento, de las prácticas Tres Marías, los Tres Reyes, la Santísima Trinidad. Los hechos ocurren corno si lo
de que se rodea y de la representación del mundo y del más allá que suscita, las que sólo era adopción de papel pasajero en ocasión de una fiesta litúrgica se consti·
imágenes de nuevo hacen las veces de introductores y de evocadores de una reali- tuyera en realidad cotidiana. Llevado al extremo, este engranaje de la desviación y
dad distinta, concebida y vivida por algunos indios fuera de toda injerencia ecle· de la apropiación desemboca en el establecimiento de una aprehensión de lo real
siástica. apoyado no sólo en imágenes creadas por los indios, sino también en esas decenas
Otro efecto de rebasamiento, también excepcional pero igualmente revelador de hombres·dios que realizan en su persona la ósmosis viva del referente y del sig-
de potencialidades profundas, está ligado a la capacidad que tenfan algunos indios de no. Mientras que una uansn-1utación del espacio, del entorno descu:bre. en el volcán
identificarse con la divinidad. En ocasiones, la identificación rebasaba la escena Popocatépetl, la superposición del infierno, del purgatorio y del parai"io. En tanto
dramática para cobrar dimensiones del todo inauditas. Pensemos en aquellos hom- que se despliega un enfoque también transformado del tiempo, en que se conju-
bres·dios cristianos, los primeros de los cuales vernos aparecer en la segunda mitad gan Ias reminiscencias del viejo tie1npo divino (al que algunos de los fieles tienen un
del siglo xv11. Las fuentes revelan su aparición esporádica en el siglo xvnr. En San acceso privilegiado) con un tiempo humano que en esta ocasión deja de ser cíclico
Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende), un curandero indígena se hace llamar para orientarse hacia un fin del mundo cristianizado como Apocalipsis.
en 1770 Dios Padre, una india, que vive con él ejerciendo el mismo oficio, Dios Construida sobre estructuras espaciales y temporales, sobre soportes humanos y
Espíritu Santo y un mestizo que los acompaña, Dios Hijo. Un cuarto de siglo des- materiales, puesta sobre el papel en letras que difunden la mariofanía del Popoca-
pués, no lejos de ahí, en las reuniones nocturnas de San Luis de la Paz, el mayor· tépetl, esta realidad es, con toda evidencia, totalmente incompatible con el mundo
do1no del ''Señor Patrono San Luis'' se hace adorar como si fuera Dios, instalado colonial tal corno lo conciben los españoles, los mestizos, las ''gentes de razón''. In~
sobre el altar, vestido con los ornamentos sacerdotales, predicando y prometiendo compatibilidad esta que deriva, de manera paradójica, de elementos adoptados
conceder todo lo que los indios le pidan. Una india recibe los mismos honores. sin excepción de la Iglesia colonial: el imperativo de la creencia y de la conversión,
Pero volvamos al movímiento del Popocatéped (1761), Es ejemplar debido a que el exclusivismo religioso ("el verdadero Dios era el suyo"), la economía de la re-
constituye un resultado, una totalización y una síntesis de todas las empresas de dención y de la condenación eterna. Reunidos, estos rasgos imprimen al movi"
captura de Io sobrenatural cristiano que se producen y se multiplican desde princi· miento un radicalismo explosivo y una conciencia un}versalista que lo precipitan
pi os del siglo X\1L Hacia 175 7, en los confines del valle de México y de la región de hacia la ruprura y la repulsa inapelable de la dominatión de la Iglesia y del rey' la
Cuautla, Antonio Pérez, un pastor indígena, encuentra a un misterioso dominico credibilidad del edificio así construido exige la eliminación de los incrédulos en un
que le enseña el arte de curar. Es la trama banal (a fuerza de sernos ahora familiar) Apocalipsis que sólo perdonará a los fieles de la Virgen. La sobrepuja mesíánica,
de la iniciación sincrética con dominante cristiana donde flota, vago, el recuerdo de milenarista y apocalíptica es !a única salida ofrecida a esos indios que vuelven
!os venerables. Segunda trama que se encadena a la primera: Antonio adquiere contra los domina.dores (españoles, mestizos e indios aculrurados) el trato que por
una ímagen -la pintura de un Cristo- que despierta la devoción de los indios. mucho tiempo Ies estuvo reservado. Este "irrealismo" manifiesto, este and;uniaje
La piedad individual y la piedad colectiva se mezclan en este episodio que termina fabuloso desembocan en una ton1a de conciencia lúcida de la explotación colonial,
mal, puesto que la Iglesia proscribe la devoción. En ese momento es cuando, ante la en una impugnación radica.! y en un conjunto de propuestas de acción(' 'el mundo
hostilidad del clero, Antonio torna un camino que lo aparta de la Iglesia e incluso era una torta ql..le se había de repartir entre todos [. . ] Todas las riquezas les habían
del cristianismo indígena. Pero esta separación obedece menos a la forma del pro- de quedar a los naturales") donde por otra parte aún se trasluce la huella del cris-

134 de 162
257
>-;,

sigue siendo :iusorl o puesto


la c;-¿¿1,1::L: indiYidual como condic ión pa.ra la sueño de un don1ioio recobr2 do de la realida d que
:i:ini~;;1 0 En efecEo. éste para su realiza ción; pero es asimis mo
ienro v le abre una perspe ctiva unititrsal de la totalid ad que carece de los medios sociales y polític os
'"' incc·ión en el movirn ,áricas '', de un cristian ismo indíge na y de un
ir a la socied ad indíge na encuen tro de person alidade s '·carism
!J ::.-iueva España y del mundo Adcrnás perrnir e conceb lizado una expres ión ideoló-
, rnucho de etnias, sino co:no un sustrat o aurócr ono que confiere>:i. a ese malest ar genera 20
v;;_ r1c1 como Le; conglo merado ele ~uebl0s o cuai'1do a.
vincul: idos po:: uri;t fe CüiT1Ún en la Virgen del volcá.n. La gica, una proyección religio sa y una dimen sión políi:ic
'•"e"'" "· !os "nacur ales", o de tos sancos rienen en con1úri propon er
ia(risti-anización. Lo que im. La idolatr ía de las perifer ias y el servici
ide:l no es nueva, se remon ta a los primer os tien1pos de nes potenc iales de la realida d, que, como hemos visto,
indios v por indios que, en su rr12yoría, y operar dos estruct uracio
porta es que 2.qui es retoma da por los nexo específico con el entorn o
a una plebe rural cada vez más numer osa no son coincidences_ La idolatr ía estanc ada plante a un
perten ecen ,t_i n1undo de los m:iceh uales. aJ que confier e un sentido y
};, esos indios sio pasado les está prome tido un porvenir natura l, con las monta ñas, con las nubes, con el aire
;- más han1brienc-t de tíerras. ros se desarro lla de maner a dinám ica en
n cristia nizada del tiempo . un ser, mientr as que el servicio de los san
em:.<nCÍpado, asimis mo inspira do er; una intcrpr ecació cula el espacio habita do . .:le adapta a
no está tocaL--nente una red de irnágen es y de oraror!os que cuadri
Por excepc ional que sea. el movim iento de _Aoronio Pérez e instaur a una relació n person alizada con lo divino . La
ismo indíge na y descub re lo la histori a de las familia s
cisb.do . Actual iza tenden cias }1\Jndid;:;.s en el cristian pues a dos registros que
de un domlri io total de lo real. idolatr ía colonia l y el cristian ismo indíge na corresp onden
q~:e habría signific ado paci. los Lr:dios la reconq uista en el siglo xv1u son percibi dos a un mismo tiempo como
distint os y equiva lentes,
favorec idos por las fuentes ,
}-JJbrfa_ sido preciso extend erse a otros casos menos puesto que, por regla genera l, los mismo s individ uos recurre n a ellos según los mo-
del fenóm eno. Pienso . por ejempl o, en un mo-
pero revelad ores de la amplit ud n1enros y los contex tos. Si bien es cierto que la idolatr ía ha perdid o su monop olio,
escarpa das de la sierra i\-1adre Orient al en
vimier ito aparec ido en las rnonca fias
basta para demos trar que el cristian ismo, aunqu e esté revisado
y Pahua tlán en 1769. Entre su propia persistencia
torno a Tulanc ingo, Tutute pec Tenan go de Dorla y correg ido por los indíge nas. no puede preten der
regir a su vez la totalid ad de las
es menos sensibl e. el sustrat o
es res otomíe s de la Sierr<!., la acuhur :ición religiosa relaciones con la realida d. Entre ambos , o al marge n de ellos, existen temore s, cre-
sos rasgos de acercar este
de la idolatrfr~ n1ás manife sro. ~o po: ello dejan numero encias. adema_.r:ies, práctic as que e.:i verdad no derivan ni de los santos , n:i de los
protag onistas adopta n la identid ad de perso-
rno\·iln ieoto al de Anton io Pérez _ Los o del tonalli. Como si hubier a
"). la Virgen de Guada lu- antigu os dioses, ni de ningun a teoría de la manch a
divino s, son Dios C'Seño r del Cielo y de la Tierra la forma de la brujerí a co-
las, debe unirse con su Virgen luego quedad o una playa vacía que hubies e adopta do en parre
, los santos. Juan Diego , uno de los cabecil de la prolife ración de prácticas y
as tornad as de las iglesias se mezcla n con lonial. ¿Cómo no interro garse sobre el signifi cado
.::u resurrección. Las imágen es cristian de acusaciones donde quiera que la justicia (eclesiá stica y cada vez más civil) acepta
los indios_ Se constru yen febrilm ente alguno s tem·
OtLls imágen es que fabrica n conced er una mi.rada a lo que con demas iada frecuen cia despre cia? Cuand o la ido·
por doquie ra. La espera del En del mundo y del descenso nción del
plo5, se pl·a.ncar1 cruces latría no explica el acaeci mienro . cuand o no da cuenta de él la incerve
de aquello s indios un tinte
(o de la caída a tierra) de Dics dan a las predicc iones santo, en ronces intervi ene aquéll a. Esa brujerí a se disting
ue de la brujerí a prehis-
ón sistem ática de los papele s
apocal íptico que va acomp añado por una inversi pánica en que se ha despre ndido de la matriz de b.
idolarr ía que definía el fun·
den1ls como en los- adepro s de .A.ntonio
espirit uales y sociales. _.i\soma aquí. pcr lo cíona_,_rníento de la.s fuerzas y las reglas del juego. '{ello con tanta mayor facilid ad
españo les a recorio cer la suprem acía indíge na y a a in-
Pérez_ el deseo de obliga r a ios cuanto que se hari. intensi ficado los contac tos con los demás grupos . La brujerí
dívinid ad, las relacio nes so-
somete rse a la maner a en que esos indios concib en la dígena del siglo x:v111 -cuan do menos la del valle
de 1'1éxico, de Morelos, de la
hisrori a.
ciales y polfricas, el espacio 1,· el sentido c!.e la dores- no tiene espacio propio
o en las márgen es bos· región de Tlaxcala, de las ciudad es y de sus alrede
En la sierra oromí de Tutute pec, al pie del Popoc atépetl ni objeto s específicos, tampo co supon e un saber extenso , ha dejado de ser mono-
que el au1nen to en el númer o de seres human os incre~· brujerí a tiende a ser
cosas de 11icho acán es claro polio -real o imagi nario- de corpor acione s maléfic as. E.sa
lica los conflic tos que, en ,
menta de un modo consid erable las tt:>miones y multip - .~ un conglo mefad o de_ creencias que acoge __sin orden ni
concie rto adopci ones africa-
. Se sabe tjue, entre 1760-y-·:_-_
ocasiones, se expres an por boca de los hombr es.dios nas y europe as. Consti tuye un dispos itivo flexibl e}'
lig·ero-~- -i.In confl.irttcfde_:_claves
en el centro de h1éxico y en el obispa do'
1820, los sentim ientos campe sinos estalla n que indios, mestiz os, mulato s o inclu-
primet a mirad del siglo, Entonc es se esboza n cuyos orígen es son lo ba.stanre confus os para
de Oaxaca el doble de veces que rn la encon uar en él lo que buscan . Por lo demás , a
icas y n1ilena rist~ que basan en la apro- so españo les pueda n sin excepc ión
en ciertas condic iones respue stas mesián y· de la idolatr ía, con frecuen cia y de un modo ex-
radicalización dei cri.scianismo diferen cia del culto de los santos
piación sistemi tica de las Í!nágenes v de los sanros. en la la
indíge na y en la repulsa del ;risti-a~lsmo oficial, su conden
a de la domin ación colo- 4: ·'Contra v;uios indivs de San Luis
io .A.rchi,,-o Ca.sa Mordos (Morelia), Duc Jnq1tiúr:i611, kg
a de impon er un en- ión, vol. 14 l). fols. 85-87v ; Bien o X.uionales, leg. 663: Gruzi.osk.i (198'.ía),
nial. Corres ponden a la volunt ad sin preced ente y sin
1nañan Pu·' 1\.GN, Inquisic
ores. Es ésta una tentati va efímer a, pp. ¡¡¡.; .-\G'-i, Crimin::!, YO! 30S, exp. l
foque de la realida d que ya no es el de los venced

135 de 162
CL'LTLT.i\S DlfERlDA.S
CULTURAS DIFERI DAS
259
plícito funcio na según el modo de la negación: "Sé
muy b~en que no d:bo creer
en esas cosas, pero ... " Esta "pobr eza" y esta hetero bordin an al inquir idor a !as fuerzas que interro
geneid ad le permi ten ope- ga. En cambi o, el terren o de la
rar la unión entre la idolat ría y el cristianismo indíge brujería colonial da más libre curso a la in1provisació
na. La brujer ía aún manti ene n, a la iniciativa personal.
con la idolat ría nexos que se trasluc en en ritos terapé La interp retaci ón de lo occide ntal, la identi ficaci ón de
uticos y en creencias, en tanto un responsable, !a difusi ón
que e1 cristianismo indíge na a menu do le presta~~ de un rumor extrañ o ocupa n desde hace much o
_desviaciones sacr~e~as y blas· siglo AV1ll, lo que a1 parecer cambi a es la frecuencia
en él un lugar llnpor tante, En el
femas. Por consiguiente, la brujer ía ofrece la pos1b1hdad de la brujería o 1nás exactamente
de una rransic1on. de un la frecuencia de la acusación de brujer ía. El ataqu e por
acerca mient o basados en una red lo bastan te vaga brujeria ya no es imagi nado
para abrirse a interpretaciones como mono polio de brujos especializados o de grupo
múltip les. ¿No se reduce la mayoría de las veces la s maléficos cuyos aterradores
brujer ía a una expresión de los nomb res se repetí an las sociedades prehis pánica s
resortes afectivos (el temor , la ira, la envidi a) organ y a los que todaví a se temía en el
izada de acuerd o con un es· campo en el siglo :xv11. Bajo la proba ble influe ncia
quem a persecutorio lo bastan te símpl e y estere otipad de las creencias ibéricas, la acu-
o para funcio nar en culturas y sación de brujer ía al parece r se banali za en el siglo
contex tos distint os? En fin y sobre todo, !a brujer ía xvn1. Todo conflicto, todo -acci-
acapara un campo comú n a to~ dente, toda muert e no explíc ada son imput ables
dos los grupo s de la sociedad coloniaJ, el tratam iento
de la enfer:ne?~d Ydel infor- puede ser blanco potenc ial de un ataqu e. Por tanto
a la brujer ía y cualqu ier indio
tunio. A ese respecto, desde el siglo X\1I, en torno lo que se teme ya no es sólo la
a algunos pnnc1p1os constantes agresión de un brujo profes ional, social y cultur almen
acepta dos por todos los grupos étnicos -la extrac te marca do, sino !a del otro,
ción del mali conce ?ido bajo. la la del vecino, la del compa dre, la de un parien te
forma de un cuerpo extrañ o y con frecuencia inmun cuyo verdad ero rostro hay que
do, su transf erenci a a un obJe- saber desen masca rar bajo la aparie ncia inocen te.
to, un anima l u otra perso na- se orden a un conju No está descartado que, en la
nto de creencias que toman su brujer ía colonial, cieno deteri oro de la sociab ilidad
sentid o, su coherencia, de sus fines prácticos y de tradic ional (en la que inter-
su eficacia inmed iata. Gracias a vienen tanto las norma s cristianas del matrim onio
estas características se halla la brujer ía en posibi lidad y de la famili a, la defini ción v la
de ofrecer un terren o, un len· práctica españolas de la propie dad, 1as presio nes
guaje, un sentid o comunes a los indios y a los de~ás
, e:pañ~l~s, mestizos.° n;ulatos de la domin ación colonial co~o
que, cada vez en mayor númer o, atraviesan la existen el debili tamie nto de cierras presio nes domés ticas
cia ~otld1ana de los.m~genas. y comun itarias ) encue ntre así un
Los españoles no sólo se creen víctimas de hechiz campo de acción, una fuente y un exuto rio suplen
os y piden a alguno s 1nd1os des- 1entarios. A. este respecto, la
cubrir a los autore s, sino que ellos mismos son brujos violencia secreta o murm urada de la brujer ía al parece
bastan te bueno s, de creer a r con frecuencia hace eco a
cierto indio de Queré taro. No se debe olvidar que la violencia domés tica. ,Las tensio nes consta ntes,
en el siglo XVIII todaví a hay gen- los estallidos víolentos por los
te de iglesia que cree en la brujer ía indíge na e, invers que. en ciertas regiones, pasa la pareja indíge na
ament e, que es acusada por y la opone n a los suegros y la en-
los indios de prácticas diabólicas. La relativa auto?o frenta n contra los aliados, no sólo parece n 1nanif
m1a de la brujer ía :es~ect? ª~ l~s estar eJ difícíl surgím iento de \a
referentes culturales no hace sino reflejar una socied unida d conyugal sino asimismo expresar, a su maner
ad en que el mesuz a¡e b1olog1- a, una redefinición progresiva
co y cultur al ocupa un sitio avasallador. Así, cuand del vínculo del indivi duo con el grupo ,
o a~gu~os _indios co~sultan al A esta insistencia en el indivi duo, con frecue ncia
tlamatini o tepatiani, con frecuencia les impor ta poco a expensas de las solidaridades
s1 es indio o mestiz o, pardo comun itarias , familiares o espirit uales, se agreg an
o moren o. la debilí dad de los punto s de
La acusación de brujer ía puede involucrar grupo referencia, la superf icialid ad de las referencias cultur
s indeseables, a indios ajenos ales que rodean la brujerfa.
Esta conjun ción parece privilegiar lo subjet ivo, lo
al puebl o o a rebeldes al pago del tribut o, facciones fantas magór ico que hace crecer
rivales que quiere n separarse el rumor , la acusación y el miedo . Una parte de
de la comu nidad . En el aspecto colectivo permi te los chinan tecos de Oxitlá n, un
deshacerse de los supuestos des- puebl o perdid o en las monta ñas boscosas del n9rest
viacionistas o de tenerlos a merce d y en ocasiones e del obispa do de Oax:aca,
de hacerlo sin conoc imien to del denuncia en 1750 a brujos que se transf orman en c!·frvos
cura y de las autori dades españolas. De los otornícs , tienen reunio nes en las que
de la región de San Juan del Río beben la sangre de sus víctimas, celebr an misas
a los nahua s de Cuaut la o de Zacua lpan, en el oeste negras, chupa n la sangre de los
de Morelos, o alosch inante cos de niños que devor an. Una india inclus o se transf orma
Oaxaca, el proce dimie nto se repite , monó tono, en "en una person a que viaja
la segun da mitad del siglo X\11!. en carroza, como si fuera reina' '" Los denun ciante
Jvfas la origin alidad de la brujer ía del siglo XVlll sin s dan a rivalidades políticas -en
du~a no r~side ahf. S~ cesar que por lo demás están implic ados el cura y el alcald
toma cada vez más camin os indivi duales , singul e mayor de Teutil a·--, que-
ares, 1mprov1sados, se vierte en rellas intern as, disput as de vecind ario, e inclus o
estrategias interpersonales cuand o que el servicio a una tentati va de suicidio (cos~l
de los santos y la idol~trí~ r!gen rara en el medio indíge na) interp retaci ones tomad
dentro de marcos institu cional izados y preestableci as en parre de la demon ologíJ
dos las relaciones del 1nd1v1duo europ ea. No por ello deja el conju nto de config
o del grupo con lo divino. Los dos campo s posee urar un revoltijo heteró diro de
n sus esp~cios pro~i~s, sus litur-
gias, sus formu larios, sus objeto s de culto; impon
en prácticas resu1ct1vas que su«
creencias, de temor es, de delirios tributa rios de
amalg ama en que se mezcl an manif estaci ones de
la ímagi nación de cada cual, una
nahua lísrno , res·a.bios de sacrifi- •.

136 de 162
CLLTURAS DlFE R!D: \S conservan, el mar co
s, el prestigio y los bien es que
res. Las larguezas de los cacique imp orta nte en la vida
stnJ.os abo rtiv os que dan con stiru yen un elem ento
obse sion es de dev orac ión y mon que aseg uran y el ejem plo que a y por su med iaci ón, los
ciPs hur r1:1.r105, apar icio nes con E! rnie do pán ico borra de los pue blos o de las ciud ades
peq ueñ as. Por su pres enci
n del vien tre de sus mad res. Sem ana San ta o los auto s
con surn ;:n los fetos que arra nca v desco- caci que s enc arna n en las gran
de~ fiestas (Co rpus Chr isti,
os y satu ra un espacio sing ular as a la soci edad colo-
lus Je refe renc ía cult ural es ordi nari se cita al .i.ón de las com unid ade s indí gen
iden tal sin caer en e Ha -pu es nun ca de fe de la cap ital) 13. in[egrac de J-Cc ión de la Igtesi<J. por
que roza la dem ono logí a occ fi. r,;J.5 s.ctiva el c1m po
idol atrí a indí gen a que sólo apar
ece com o dist ante niaL Pero sosú ene n de man era :.tún de las fund acio nes
di:;blo~ y se apa rta de una sus ame nte: el dei sacerdocio y el
acusaciones de brujer"ia, la mul
tipl icac ión de dos cam inos vinc ulad os estr ech ñole s, se ded icar on
ligra.na. La prol ifer ació n de b.s de una prod ucci ón indigen;;s, como los ricos espa
inre rpre taci one s, el surg imie nto pías. Des de el siglo XY!, familias ión de las mis as en
blancos. la disp arid ad de las se desc ubre tant o ucto deb ía gara ntiz ar la cele brac
el delirio indi vidu al, y cuyo rasero a reun ir un capi ral cuy o prod la fund ació n obe dec e
f::tnt 35 mag óric a gue priv ileg ia
no sólo man i. ante s. En los siglos xv11 y XY1! !,
o entr e los chin ante cos de Oax aca, men1or.i.a de los gen eros os don r una part e del patr irno ·
entr e los nah uas de Morelos com eda d coiorúaL En cada vez rnás a estr ateg ias fanú
liare s dcsr inad as a prot ege
fiestan una mayor permeabilid
ad del mundo indígena -a ta soci de los mie mbr os de la fam ilia
a la carrera ecleslástica.
concrerar1 en el n.io y a gara ntiz ar la entr ada
ción de un nuevo campo que se cap ella nía con sagr a y
el con:o plazo, reve lan la instaura rrollo de una trama A ejem plo de los mod esto s lega
dos hech os a una ima gen , la
e todo, invitan a segu ir el desa 2ción piad osa y una fam ilia indí
gen a que en el largo
folklore indí gen a. En fin y sobr a los swt os, frágil, ines- perp etúa e 1nex o enrr e una don
s de ia idol atría y del cult o el gest o es -o pue de ser -
cult ural dist inta de las mat rice instirucio- efic iaria . En amb os casos
es de las creencia s, desp rovi sta de base plaz o perm ane ce com o su ben idad sepa ra amb as ac-
tabl e, efL.'Tlera, suje ta a ios azar ente el perc ibe e\ abis mo que en real
coh eren cia pro fun da, que pref
igur a leja nam fuen te de pres tigio . Pero se za de un ascenso social
naL de legi tím idad !ocal y de os. 2 t el capfral inve rtid o la esp eran
aten en la actu alid ad los mes üzo s y los indi ciones. Los cacíques bas;u1 en un obje to de uca
universo desa rraig ado en que se deb rdocio, los mac ehu ales invi sten
mie ntra s gue . excl uido s del sace f1na ncie ro aseg ura al dete ntar
trab ajo de un capir-;-cl
fuer za s:cgrada. Eo uoo s el e a las nece sida des de
el rrabajo del dete ntor sub vien
LTíEF.iOCL'TORES OBU GAD
OS un ingreso regu lar, en orros los mod elos espa -
se aprecia la asim ilac ión fiel de
la ima gen . En los prim eros sólo o cap ital social, es ins-
ismo indí gen a sólo con duc en
a cailejones sin sa.li· capira.1 sim bóií co tant o com
Si ios desb orda mie ntos del cristian ñoles: en los segu ndo s ei san ro. de una feor gan izac ión
colo nial es es por que los mac ehu ales ón del cristianismo y emb rión
da, si ta bruj ería no inqu ieta
a las autoridades tn1mer.to de una re inte rpre taci ella , más gen e·
inte grid ad de i-a.s r verd ad, esta dist anc ia exp resa aqu
rían repr esen tar por s1 solos la de la reai idad indi gen a. A. decí
y los peq ueñ os nota bles no pod dom inar los elem ento s de los
que indí gen a, acu ltur ada , en busc
a de inte grac ión, y
soci edad es indi as 7· por que se
hall an lejos de
de admi.ra· raL que se abre entr e la nob leza
que se hag a de él una apli caci ón el resto de las pob laci one s indí
gen as.
se com oon en sus cult uras . Por más tian ism o indí gen a no pod ría desc ubri r que la carrera eclesiás
tica con stitu ye para
y de ada ptac ión, el cris rend ente
bles m~canismos de defensa Tal vez resu lte sorp ente . Al pare cer.
edad es in· cab alm
es por igua l de las soci sociai cuyo valor apre cian
a<:ultar el peso de otros- com
pon ente s esencla.l
hace r abst rae· los caci que s una vía de ascenso eza ron de man era regu lar a
<J.d, en ocasiones se teng a tend enc
ia a ndo a.lgunos indi os emp
dias , aun cua ndo , por cornodid fue a fines del sígl o xv11 cua Esp aña cue nta con
iado s dei siglo A'Vlll, la Nue va
ción de ellos. deja n de expresar recibir el sacerdocio. Hac ia med con los apro xim ada -
ntos de la nob leza indí gen a no lo que es poco en com para ción
Des de el siglo xvi, ios test ame trw scu nid as a la uno s )0 sace rdot es indí gen as, las 573 parr oqu ias del
elan existenc ias aco mod ada s, que reún e la Com pañ ía o con
una pled ad ejem plar y pród iga. Rev men te 400 sace rdot es jesuitas os reciben de manera
cua dros y de estatuas se pien sa que esos sace rdot es indi
rad-as con una prof usió n de centro de] país. Pero es más si
som bra de vastas mor ada s deco don acio nes suntuosas. as en que se pue de sacar prov
echo de su dom inio de
nes fervíentes y oste ntos as. exc!usiva parr oqu ias indí gen
de. sant os.. Se.....adiv.inan devocio
s qüe liga n a e.sos nob les con ias hermand~de~·-~-~­ indi os caciq_ue~, aco mod ado s,
dota dos de una cap e·
Se reco nsti tuye n los e-~trechos lazo riab le se les con ced e en las ceremo-::=---:..·· la leng ua local. Eo gen eral son
al menos éll ·el'OfiiSpa:ct"'"o-= -cfe= Pue.b.la:;:.una.cendjción
conoce la pron llne ncia que de
un mod o inva liarJ a cóm oda que al parecer fue, uen tran los here-
ofre cen en las gran · n del sacerdocio. Ent re ello s se enc
cedérseles, los cirios que se les sú1e qua non para la obte nció
nias, la jera rquí a que deb e con mne s en pres enci a de el siglo X\'1, desc ubri eron la escr
itura y la liter atur a de
sti_ Ima gina mos fJne rale s sole deros de Ios i.ndlgenas que , en
des procesiones de Cor pus Chri estr épit o de los tam bo· bien es y en pod er, pero toda
vía bril lant es. A fines
s de armas y blasones entr e el Occ iden te, mis mod esto s er.
los nota bles indí gen as con reye del X\1l l, en la regi ón de Tlax
cala y Pue bla algu nos
· ., r.,p, del siglo xvn y a prin cipl os ndo obra s de teat ro e
Vela.seo, E! ayuda:1Jte a'e cura. lan en man ejar la plu ma, deja
21 AG¡-.;, Cédula; Reale!. vol. 86,
exp. 140, fol. 29St., Pére1 de sacerdotes indí gen as no vaci es un caso aisl ado . La
l lv., vol. 17), exp. ): I11,7uúiúOn, vol. res pub lica do en 1715. No
incluso ese lrianua! de con.feso
\'Ol. !47, exp. 19; vol. 155. fol.
át .. pp. 93, 9J; .'i.GN. Cn.mina!. 61. "Cau sa.ca ntra Antoruo Isidro.
vol 960. exp. l"'!;)udicid, vol
527 exp 9: vol. 1284. fol. 2C8r Ma. Paul a'" [18l. 8].
6<:}, "Cau sa cootr :i.
(1796}; Bi0111:1 I'lanónales, \eg

137 de 162
CULTURAS DIFERIDAS 263

CULTURAS DIFERIDAS
a se ha triplica-
262 cierto que .si la población indí gen
os al~ aris- indígen~. No ,.por ello deja de ser ja evolución.
plos de esos curas letrados, vinc~~ad se hall a leJOS de hab er segu ido pare
ciud ad de México brin da otros ejem y la idola- d~ o casi, _el num ero de sacerd?tes ca barroca que en
golp ean ' 'la ignorancia, la supe rsuc 1ón men te más imp orta nte en la épo
tocracia indi a de la capital y que estos, dos I?tgamos incluso que era rela tiva larizaciones, es
vez más, son dos proc eder es del todo opu agrega la incidencia de las secu
tría' ' de sus fieles indígenas. Una se basan tie~pos de las Luces. A lo cual.se as de man os de los regu·
el de los nob les que de las parr oqu ias indígen
relaciones con el cristianismo sin
prop orci ón com ún, dectr, la transferencia progresiva
de en ~lgu~os ceso de la influencia de los regu lare s, el fortaleci-
en la Iglesia española, el de los
macehuales cuya marginación pue
en el sacrilegio Y
la.~es a las de los secul~es. El retro de los decr etos trid enti nos, el
smo, a menos que dese mbo que aplicación esui cta
casos desembocar en el mesianí nue nto del pod er episcopal, la nces percibi-
cia' ' y ''sup erst ició n'' que flore cen baj.o la plum a una part e de los diezmos hasta ento
la blasfemia. las palabras ''ign oran a~1erto_entre deseo de la Co~ona de hacerse de idas de ''sec u-
brecha inco nme nsur able que se ha ntes fuer on el orig en de esas med
de aquellos curas consagran la . D1s~ anc1a esta dos en su tota lida d por los men dica o pros igui ó a un
y colo~üales de sus anti ~as c~lr u;as s del siglo xv1, el n1ovim ient
ellos y los avatares "po pula res" gei: ~s .no, .antes l~izac~ón". Esporádico desd e fine a un ritm o may or en
pob lacio nes. ind1 s1. del siglo xvn para reac tiva rse
que no implica el aba ndo no desp
ecuvo de las
rucc 1on solo tien en ntm o irregular en el transcurso secu lare s toda s las parr oqu ias regulares
indios que , "pri vad os de u1st dota r de
bien , una conmiseración por esos 1749, cua ndo la Cor ona decidió lar sólo adm i-
les infu nde ", si hemos de leer a un~ d: los port a·
de su titul ar. Tres años después el clero regu
de racional lo que la natu rale za bus · v~cantes a la mue rte
ico. A parcir de
ge.n as oquias del arzobispado de Méx
rustraba la cu~a ~~rte. de.~as p~r
todo s los cura s ind1
Dic ho lo cual, no
\'Oc es más activos de aqu el med io. e~ provienen de nue vo en 1770
pos de las Luces. Algunos sacerdot
acel erar se de
ritm o más lent o, para
can "dis ipar la igno ranc ia" en 17)7 la secular1zac1on s1gu10 un
lla, de fiscal~s nzana. En 1813, a uno s años de la Inde pendencia,
oscuros, híjos de maestros de capi con el impulso del arzobispo Lore
familias de provincia, nobles más diócesis de México, Puebla, Oaxaca
y Valladolid,
dores, descendientes de mayord
om~s de las cofradías. O_:ros se desli- de las 715 parroquias de las cuatro
ul~ de una era cosa acabada.
bra de una bisa bue la negra, la mac
gob erna
de los regulares. La secularización
sólo que dab an 23 en man os de
0
zan en la carrera y fracasan: la som un títu lo de c~c1que du- esa brut al transferencia? Difícilm
ente soportan
eguidos por la justicia, ¿Cómo reaccionan los indios ante
abu ela mul ata 0 bruj a, padres pers laca yo del. ~zob 1~po~ o por ojar las cofradías de sus orna men tos, despedir
un pad rino morisco, ver a los sacerdotes seculares desp
doso barr en con el apoyo dad o por sace rdot es y rehg ~osa s in~1ge?as a que servía a los religioso s, pros crib ir costumbres
la posesión de una capellanía.
Siendo esto así,
enci a sim- una part e del personal indí gen que se desa rrol laba n en los pa-
estrato dirigente que c.onserva u?a
influ , proh ibir fiestas
pert ene cen en su mayoría a un mode ~os i?tro duc idas por los men dica ntes sufrida, la inte-
edad indí gen a ..Mediante su ?1ed
ad, los iglesias y capillas. La innovación
bólica y social inne gab le en la soci uos de los conventos, dem oler res, !a pérd ida
que toda vía e;ercen, ellos 1nteg ;:a.i:; los med ios rial , la rupt ura con los fundado
que interiorizan y la dom inac ión que a rrupció?- ?~ la cost umb re inm emo , la libe rtad de acción y
o la bruJ erta , au? ibe sus querellas inte rnas
de cred1?1lidad d~l el.ero que exh
va España, un poco com
indígenas a la sociedad de la Nue mun dos . Cier to es n precipitaron el surg imie nto de un crist ianismo
vinc ula? do y mez :lan do lo_: do: la aud aaa que los indios se descubre
un plano ente ram ente dist into , ~le¡ ~ cad a ~ia mas de la m_:isa de las las tiansformaciones progresivas
de la geografía
que la asimilación a la que p':e den
aspu ar los
~ongeneres, su
in~í~ena, com o pro bab lem ente y corr esponden a la
len~a, la etni a ai:n. los liga n.ª sus e el últi mo cuarto del siglo x:v11
poblaciones indígenas y que si la religiosa. llitas se prep aran desd fico . Ya no es tíempo
s y al resurgimiento demográ
4

s colo nial es.


inir ada se con fund e con la de la
Iglesia y la de las ehte vez al~ expansión de las hacienda
indí gen a en el siglo xvni tam bién
e~ produ~to de ruinosas en pue blos dese sper adam ente vacíos de
El desarroilo de un cris tian ism o de capillas desiertas, de iglesias an de emanci-
nial y, en p~icular, de la Igles1a.
A_ pnm era peq ueñ as. surg en aldeas que trat
1a evolución global de la sociedad colo hab itan tes. Se repu ebla n ciudades as de separación
ioso se hub iera ah~erado. La.Nueva
E;p ana cant a· cera. Las escisiones, las dem and
vista parecería que el 1narco relig a~ba parse de la tute la de la vieja cabe r de culto es en ton·
es hacia 1650; siglo y med io desp ues, al de XVIII. La ape rtur a*de un luga
bac on alrededor de 5 000 sacerdot drup hcad ~, proliferan en el transcurso del siglo ites, los pro-
lación que sin emb argo se ha? ía c.ua ía y los indios mul tipli can los trám
la Inde pen den cia, con una pob de~l f ces un signo prin cipa l de auto nom sten tant o may or impor-
a 6 000 . Se trata sólo de apro xim acio nes Y a
ceso~ para obte ner su reco noc
imiento, Estas creaciones revi
dab a cabida apro xim ada men te a las parr oqu ias al margen de los pue blos trad icio nale s y, en el caso
man era exclusiva datos tocantes tancia cu~to que se desarrollan
verdad hab ría que com para r de los indios a com part ir su exis tenc ía inat ería l v rcli-
l; vol. 2))'J , exp. 3; 1926 , exp.
l; Descripúó11 del anobÍJpad_o de !as haciendas, aco stum bran a mes tizo s o n1u' iatos.
22 AG:-1, T/::r7:tJ, vol. 2001 . exp. de la explotación, españoles,
iona/es, kg. 18), exp. 90; leg .. 167•Í
, exp. 2; \cg. 1)40dlC
f
, exp. t: A(·''·
:d gíosa con los dem ás trabajadores r, insta lado s de fijo -- se
7\ ,, ..,,.,..,. ,~" Bitne r ;'V,1c 71~ "In orme e onse)O .. e os o calpaneros -es deci
¡17') A esos indi os gañ anes , acasillad
,,,ctD . co"
1 '""'" '·'''-' ·· Audi encia de Mó:1 indi os de q11J ,
' " - ·•r'"
G:ibi;rno /,féxi co, 193 ¡, '"Real Acue rdo de \a
.o de Cast'.1\;;."'. ll,766]: ,~GN, l11d:o_.r,
de obra fluc tuan te, tem pora l (los
lndias"' \1758j y "El Cooscjo de
!odia s sobre carras de Juan Cyril agrega el apo ne de una man o cura del que Je~
as, fI11to n,1 de la lgfeS1 .1 en Me.>:no. }.{(xi -
inci erta que logran sustraerse al
es, kg. 375; Mariano Cuev
t., p. ;.16: Nicolás Stmeó~ de_ dril/a), uab ajad ores de posición
YoL 90, exp. 47; Bienes ,''.'.icionaf
'º' Patri a, \()46 , ]\I, pp. 108, _181; Horcasirns.,E/ teatr o nfihu atl, º~:ci
la, \ mda de 1',ig ud de Orte ga. l, ) ·
1 pen den sin estar vinculados prop
iam ente a la capilla de la haci end a.
tan·o de ron/esores . .. , Pueb
Sahz ar flores Citl;;.lpopoca. D1nx s.f., PP· 77 · 7 ).
a oó!igatont1?. México, SEP,
Sihío Zavala, ¿E/ CJJte/!.1r.o, lengu

138 de 162
CLLTLR.--'\S DIFE:ZID.-\S
165

L::- u:idición. la costumbre. cimentaban equilibrios frágiles entre las exigencias Si en ocasiones d cura recibía el apoyo de una parre de los notables, también es
Ce!;;_ lglcsla y !:15 pretensiones de los indios_ Cierro es que nadie pensab3. en verdad objeto de presiones, de chantajes desenfrenados que lo obligan a someterse o a re·
rxJner ~n :eh de juicio el p::;_pel Jel sacerdote en su dimensión sacramental, a excep- tirarse_ Más revetadoras aún son !as estrategias de evitación que saborean el poder
~iórL desde Juego, del caso de los m,)vLn1~cu.tos IT'n"'.siinicos que ya hemos aüsbado. del sacerdote. Para escapar a la obligación dominical, algunos prerenden que oyen
Pero Jos indios no vacilan en criticar su mala adnlinistració n, sus ausencias dem-a. nlisa en una parroquia vecina. cuyos fiscales complacientes les proporcionan, me-
siado repetidas. la no residencia, e! desorden de sus registros, su ignorancia de las diante dinero, el indispensable cerrificado de asistencia y de instrucción cristiana.
lenguas.indíge nas, el desenfado con el que tratan los objetos del culro, sus cos- Otros se hacen pasar por enfermos y los mismos fiscales presentan otras consrancias.
rumbres ligeras. ¿Celo de indios ferúentes? A veces. Pero tan1bién y con mayor Tambíén el matrimonio es objeto de fraudes y subterfugios. Es fácil encontrar
frecuenci-a ,.mJníobra indirecc1 para intimidar u obtener el traslado de un cura testigos dispuestos a jurar cualquier cosa a cambio de una invitación a la boda;
que sobrepasa los derechos que prescribe la costuinbre o que interviene demasiado fácil también, con ayuda del fiscal y del escribano, presentar informaciones falsifi-
en aquello que los indios cog2ideran ''cosa suya''. Querer 'abolir la antiquísi-
1
cadas para disímular fa condición de uno de los cónyuges y sobre todo la existen-
ma costumbre'' o inuoduci.r ''novedades'' bastan para alzar a la comunidad contra cia de algún lazo de parentesco, de unas primeras nupcias o de un impedimento
su cura. que hagan la unión ilícira e incestuosa: asimismo fácil obtener que la prometida
A decir verdad, los derechos parroquiales constituyen un terreno espinoso, En el sea '' deposítada'' antes del matrimonio bajo custodia de los futuros suegros y
siglo _\."\'l. los religiosos hicieron uso de elios a su antojo en sus doctrinas, sin tolerar maquillar así la cohabitación prenupciaL Para quien vive.en concubínato es posible
ninguna intervención del obispo. La reconquista operada por el clero secular mo· obtener un acta falsa de matrimonio o escoger casarse en una parroquia apartada
dificó las bases del juego. Las co1nplejas tarifas que no abolían la costumbre practi- -ante un vicario poco exigen re o poco escn.rpuioso. i\greguemos práctl"cas menos su-
cada en el plano local alirnentaban controversias infinitas, poniendo a prueba la tiles y más expeditas, como las de evitar comulgar, confesarse. casarse, las de de-
paciencia del lnvestigaclor deseoso de saber más acerca de ellas y de salvar esa barre- sertar de la misa, de no pedi.r el bautizo para los recién nacidos, de ocultar a los
~ª de argucías, de deposiciones y contradeposici ones. El aumento de !os derechos moribundos para enterrarlos a escondidas. Así logran escabullirse en lo esencial del
en especie o la introducción de nuevos derechos, el cosro de los entierros y de las pago de !os derechos parroquiales, pero eso es también signo de una indiferencia
misas- considerado exorbiranre, sobre todo en tiempos de hambre y de epidemia, opuesta a cierro cristianismo, el del cura y de sus vicarios, cuando que se está dis-
la obligación de pagar las primicias, el constrefumicn to de los servicios personales puesto a poner sumas importantes, muy superiores a los derechos de arancel, para
agítaron incans:;,b\err1ente b hisror\-a de numerosís~mos pueblos. Los indios se ponían honrar a los santos. El ausentismo impide efectu.ar el habitual conteo dominical
en huelga de mísa o, no sin cieno maquiavelism o, dejaban de celebrar sus fiestas, antes de la misa y por tanto conocer el número de fieles. Cuando las tensiones se
privando así a la parroquia de ingresos apreciables, en tanto que el cura se negaba intensifican. el mismo ausentismo es una fuga hacia parajes más aislados, hacia
a enterrar a los muertos míenrras no se liquidaran lus derechos. otro pueblo o hacia la ciudad. Entonces se deja crecer el cabeHo para perderse entre
Los indios disputaban al cura el derecho de escoger a los fiscales como lo hacían las multitudes mestizas y de ese modo escapar al tributo. Estos indicios recabados
en cuanto a sus gobernadores_ No ad midan ctue el cura desconociera los privilegios en los procesos, las uansformacion es dei mapa religioso corrobora,_'1 lo que sugiere
de una cabecera. Tampoco toleraban que el cura se permitiera regentea.r las cofra- la evolución global de los efectivos del clero. El auge del cristianisrno indígena pro-
días, cambiar los santos patronos, supen·isa:: las procesiones, tocar a los santos Y bablemente sea contemporáne o de un relajamiento de la influencia eclesiástica
las imágenes. Loo indios -prerendían adn:inísuar las cofradías, las hermandades a tanto como lo es del resurgimiento demográfico. Así se explicarían la vitalidad,
su antojo, sin inrervencióE del cura, s'.n remirU:se al juez eclesiástico de la jurisdic- la autonomía y la combatividad que se expresan a placer en las hermandades, en las
ción al que de un modo sisi:en1ático se descarraba de la elección del mayordomo, de la cofradías, en el culto a los santos y en las fiestas indias. 21
designación de los recolectores, de las rransacclones o petadas e incluso de la ce·
lebración de las fiestas, El silencio e incluso la clandestinidad estaban al día en ese
terreno. La nanualeza, la locdizaclón, et valor de los bienes, los ingresos que pro· Los PRr!>IJ:.RDS EMBATES o-¡; L\. MODE&"..¡1DAD
curaban, los libros de constituciones -cuando existían- con frecuencia se oculta·
banal cura, ¡quien a veces desconocí-a hasta la existencia de las hermandades que Pero el agirado statu quo que rige las relaciones de las poblaciones indígenas con
abrigaba su parroquia! Las contabilidades eran. ínexístenres o, en el mejor de los 23 Cuevas. HútorÚJ de f;: lgíe.fiJ ,, op, át., V, ¡op. 36- 37; AGt. Audiencia de Mfxico, 819. 2714,
casos, de manera ma.r1ifiesta estaban arregladas. alineando un activo y un pasivo 2712. 2716, 35, exp. 37,-\/D; .A.MSAH. Fondo franr:m::at10. lS.3-: Bienes Nacionaíes. !eg. 450; leg. 1182, exp
que imperturbable mcote se equilibraban. 28: leg. 153; sobre los conílicros que oponían los indios a los curas, véanse AGN. Ind/os, Indiferente
Cener.;Í. Bú:neJ ,\'acion.::!o. C/ao S1.•c11!J." y R1:g11/.;r. Cnmi.·1al

139 de 162
CULTL'R/\:::i DiFER ID,\S

266 CCL'nJRAS DlfER lDAS


s
siend o como son unos esclavos voluntario
otra cosa qu e a debíl itarse las fuerzas,
1

l en la segu nda mita d del siglo xvni. El dida , . '' Devo cione s fuera de lugar ,
el clero se vio impu gnad o de un modo bruta de la iglesia por una devoción mal enten
perve rtido los indios inqu ieta a la Igle- . Las socie dade s indíg enas descu bren
cristianismo tal como lo practican y lo han cultos "inco nside rado s". pied ad desviada.
Una Coro na aden trada , como es sabid o, por el que los golpe a en el corazón de su vitali
·
sía antes de preoc upar a la Coro na. un nuev o lengu aje y un nuev o Occi dente
sa de transformar a fond o el Impe rio
cami no del abso lutism o esclarecido y deseo s dad recob rada,
rca y a los intereses de la metr ópoli . Carlo te distin ta habrí a de toma rla contr a las
para some terlo mejo r al pode r del mona mica s Una ofensiva de enve rgad ura enter amen
mas políticas, instit ucion ales y econó auto nom ía fuero n objet o de constante
III y sus allegados multiplicaron las refor a las cofradías cuyo núm ero, cuyos gastos y cuya ia
sin preocuparse much o por las realidades
locales. No dejar on de toma rla contr enfre ntaro n las triqu iñuel as de la Igles
preoc upac ión. Una vez más, los indio s
contr a las culturas indíg enas, orqu estan do una parec er, el arzob ispo Lore nzan a fue el pri-
cultu ras popu lares y en parti cular antes de trope zar con las del Estado< Al
prece dente . Se toma ron medi das contr a las era sistemática todas la.s cofradías indíge-
segu nda acult uraci ón de alcances sin mero que prop uso "extí ngui r" de 1nan
la tutel a de un mayordomo de razón,
y las prete ndid as "reve lacio nes"; contr
a en
fiestas, las danzas, los "fals os mila gros" s indíg enas y mest izas, nas, ofrec íendo reun ir sus biene s bajo meno s la desap arició n
atrae n mult itude impl ica ni más ní
devociones que reún en un barrio o que otras palab ras, de un españ ol. El proyecto de
cioso s que dan ocasión a los líber tinos para fue apen as en 1794 cuan do el arzob íspo
tachadas de "cult os indeb idos y perni de una institución indíg ena esencial. Pero
rinaciones y las romerías a Chal ma y a la Corona que de las 951 cofradías de su
burlarse de los verdaderos milag ros". Las
pereg co infor ma de su acció n para anun cíar
Méxi in.·
; la ebrie dad y las taber nas abiertas a la rnita d. En esta diócesis las cofradías
Amecameca suscitan la mism a inqu ietud diócesis ha aboli do 500, o sea más de e que
dad, la obsc enida d, las muje res de mala tras que, por conse jo del inten dent
avanzadas horas de la noch e, la prom iscui dígen as resul taron las más afectadas, míen
entra n en aque l entonces obse siona n a
las
salier on mejo r libradas. Com o hemo s visto, la
vida y sobre todo las masas que se conc En pred icaba prud encia , las de Oaxa ca
autor idade s eclesiástícas y civiles. El teatro
indíg ena sufre los mism os emba tes. encia autón oma, funci onan fuera de toda
mayoría de las cofradías pose en una exíst
nescu itiles (o Pasiones indígenas), sino tamb ién bilidad, sin bienes ni fondos suficientes.
1756 y 1769 se proh íben no sólo las supervisión y de toda regla, sin libro de conta
con el prete xto de impe dir la profa...'1ación iones y con suma frecuencia nunc a las han
las representaciones de Pastores y Reyes, Son incapaces de prese ntar sus cons tituc
los indio s. En la segu nda mita d del siglo recibido la aprob ación del Ordi nario . Por
de los orna ment os del culto por parte de tenid o. En el mejo r de los casos sólo han
curas que por la noche les cierran la entra
da a la igle- subsistir, solicitar un real permiso, aun
X'"\'1H los indio s tropi ezan con cons iguie nte, en adela nte necesitan, para
na San ta- y que prete nden regen tear la ipios del siglo xv11. No nos atrevemos a
sia -sob re todo con ocasión de la Sema inde~ cuan do su fund ación se remo nte a princ
susti tuyen las imág enes "viej as e nistra tivas que enco ntrar on los mayor-
ocup ación de los ceme nteri os. Curas que imag inar las dific ultad es materiales y admi
ente cuan do desfilan en las proce siones, que tar plegarse a la nuev a legal idad. 1\ de-
cente s", que los obligan a vestir corre ctam
s domo s y los cofrades que hubi eron de inten a
y armas para representar a los centurione iones indíg enas. Se sabe que la perspectiv
quier en prohibirles alquilar y porta r trajes línea de las que ex~ cir verd ad, son poco conocidas las reacc oles provo ca male star
das se sitúa n en la dirigidas por españ
de la Sema na Santa, Estas últim as medi que se les ofrece de perte nece r a cofradías
el teatr o indíg ena. A parti r del dece nio de 1770 y sobre todo de fines del o. Cuan do los españ oles y la' 'gent e de razó n'' prete nden apoderarse de
cluyen y desco ntent
n para "mo dera r" los e.xcesos en las de restaurarlas y de hacerse cargo de !os
sigui ente, las autor idade s civiles inter viene las imág enes de las cofradías, so prete xto
que el obispo de Michoacán siinp le y sen- a el motí n y los indios persiguen a pedrad2s
procesíones de Sema na Sant a, en tanto a bienes de la instit ución . se incub a o estall
cillamente las prohíbe en un.1. parte de su
diócesis y el de Oa.xaca empr ende la guerr de ''perr os negr os''. Tam bién es prob able
a los intru sos españ oles a los que trata n ',
anim an las iglesias y sus alred edore s. Cier- recru decim iento de las formas ''salv ajes'
contra todas las festividades profanas que que la extin ción oficial haya traíd o un
iones con frecuencia qued aron sin efecto. La pru- influe 1;lcia ecles iástic a y civíL
tame nte, parec e ser que estas decis soluciones flexibles que escapan a toda
hay peligro de encrespar a los indio s en el decenio de 1790 cuan do las autori-
dencia orde na posp oner medi das con las
que Tam bién fue a fines de los años 17 SO v
desen cade na los desórdenes que se quier
en que se hace n en los pueb los a nomb re de
y, a decir verda d, su estric ta aplicación dades civiles dan en proh ibir las colectas,
frenar. La proh ibici ón de los arma dos (los
soldados de la Pasió n) en torno a la capi- ichad os recau dado res son encarcelados por
una cofra día o de una imag en. Los desd
se vana glori aba el cura de Azcapotzalco, hace gidores, se confiscan las estatuas, las li-
tal al parecer fue más efect íva. Com o los inten dent es, los subd elega dos y los corre
dese mpeñ an ei pape l de asist entes '', . Corno el recon ocim iento oficia-1 de las
de los indio s simples espectadores, ''sólo mosn as, se recha zan las nuevas peticiones
n de soldados y de centu rione s. Frust ra· consi go trám ites largos y complejos_ Es ne-
mien tras que españoles y n1estizos se viste cofradías, la obten ción del perm iso trae
parro quias dond e se ha logrado conservar las dotaciones y las rentas de la imag en,
de
dos, desposeídos, los indios afluyen a las cesario entre gar un infor me detallado de
nistr adore s ilustrados de fines de siglo vos de la solic itud, para que al fin se uo-
la práctica. Sea como fuere . much os admi la designación del mayo rdom o, de los moti
elega do ( 1794 ): "[Me escandalizo] al ver de aprob ación , pues "los sabidos abusos
comp arten la exasperación de este subd a piece con frecu encia con una nega tíva
gaste n tanto en fiestas que no cond ucen
que un tan corto núme ro de tribu tario s

140 de 162
CL_:LTUR \S DlfERID.'1.5

el uso de las lenguas indígenas'' para reducir a los indios a la' 'vida civil'', de favo-
que hiy en esc1s demandas son basc1nces causas que justifican su prohibición",
recer "la unión v la mezcla con l0s españoles" y, de manera más concreta, de es~
·Si p:ir:J. cad:c Lrnagen se hubiese de conceder una demanda, dentro de breve vo!-
tablecer escuetas' en que maesuos p'.lgados con los bienes comunales Yel e~cedenre
\erían a Henarse los pueblos de esta especie de vagamundos.
dejado por el pago del tributo ense~~an el catec~smo, la lecrura y 1~ e:cntura del
No podrL. exagera.rse el efecto de esas medidas que valen más por lo que hacen
castelia.i.'10. En 1768 v 1769, el arzobispo Antonio lorenzana y Bu1tron acomete
presagiar que por su aplícación inmediata. Pero esbozan ei nuevo n1arco en que
con mayor brío aún e't asunto. insistiendo en ia necesidad de romper el aislamiento
evolucior;;,r5.n en lo sucesivo las culruras indígenas. Algunos prelados iiustrados v
de las Poblaciones indígenas y en asociarlas a la vida económica y :ocial del país. E!
sobre rodo el Estado de la5 Luces por inedia de sus intendentes, sus subdelegados, s~
burocracia se empeñan en reorientar y en supervisar la existencia de los indios. Bajo marqués de Croi.x, virrey de }.,1éxico, y Ca~los III. ap~~ª? esta política, P?r n.~ poder
el despotismo ilustrado tolerar un pluralismo hngu1.suco.q~e obsta~ulice la per-
e! efecto conjugado del despotismo ele los Borbones y de la influencia de las Luces,
fecta subordinación al soberano''. Pero le dan un giro d1sunto haciendo de la es-
Jos imperativos de la civi!ización sustituyen poco a poco a los de la criscia.nizaclón.
cuela y del castellano un instrumento de consolidación del Estado en detrimento
El orden público, el bienestar n1at~¡íal, el interés por la rediruabilidad , la; 'decen-
de la Íglesia y de los súbditos , 'americanos". Las medidas se sucederán en los años
cia" de los individuos, de las imágenes, de las reuniones, de las fiestas, la estricta
1780 y se repetirán hasta el fin de la dominación españ~ia a pesar de numerosas
;;eparación de lo profano y lo sagrado son algunas de las nuevas limitaciones a que
ban de enfrentarse ios indios en lo sucesivo. A este respecto son ejempla.res las oposiciones. A principios de los años 1780 el país por pnmera vez se_cubre d~ es-
Reglas par.;¡ que los th1turales de estos reynos sean fa/ices en lo espin"tual y tempo- cuelas, sí hemos de creer en los informes de los alcaldes mayores: cas1 la totalidad
ral, que publica el a.r:zobispo Lorenzana en 1768. ¿No se refieren más a la disposi- de los jóvenes índígenas aprendería el castellano bajo el cuidado de sus maestros.
ción del hábitat, a la higiene_ al ves:ido, al matrimonio, que a las obligaciones es- Cuidémonos de creer que el paso de la escolarización obligato~_ia fue dado de
pirituales propiamente dichas 1 Tras haber velado mucho i::iempo por la salvación pronto. La crisis agrícola y d hambre de 1785-1786 d:an razón de l,a mayor parte de
de los indios_ Occidente intervenía por primera ocasión en su felicidad materíal. \as escuelas abieri:as durante esos años. En otras parres las escue1as se adaptan. al
1,-, ag'~~o!a ,,h..-i,,.nc1n so~!o ent~e "las siembras v la cosecha''. Sin embargo. es 1n-
El en1bate contra la religiosidad indígena no es una acción aislada. A decir ver·
,,_ ·.-\..lv , <>'-''-•- -'-'- ' J •
1 d>-

dad es inseparable de una doble empresa que, sin ser en verdad ignorada, conoce negable que a fines del siglo X\'HI y en los primeros años del siglo XIX se asiste por
en el siglo:"-\;¡¡ un desarrollo sin igual: la alfabetización y la casteilanizació n de los doquiera a una ofensiva sin precedentes de la escuela~ del_ castellano, aun cuan~
do las debilidades y las conuadiccíone s de la empresa unp1dan exagerar el efecto
indios. La difusión del castellano fue siempre un objetivo que obsesionó a la Coro-
na española. En e Ha veía el modo de extender su influencia sobre las poblaciones sobre las culturas i.ndígenas en el corto plazo.
indígenas y de consolidar su dominación. Desde el siglo xv1 se concibieron y se Resulta indiscutible que, a.nte las medidas de la Iglesia y luego las del Estad~,
promulgaren algunas medidas, pero sin mucho éxiro. El asunto no dejó de cobrar existe una demanda esco!ar real en ciertos sectores de la sociedad indígena. Inútil
nuevos impetus en e! transcurso de-1 siglo XVí!: Felipe I\/ en 1634, Carlos II en 1686 es subravar que en ello encontramos la separación señalada en repetidas ocasiones
promovieron un2 po!ítica de castellanizació n, pero las autoridades eclesiásticas les entre b_; élites urbar1as y el resto de las .Pº~lacion_e:- ,Cuando en 1 i28 (o unos año~
opusieron, no sin razón, la falra de fondos, la penuria de los maestros, la resisten- después) los portavoces de la nobleza 1nd1a de ~fexico reclaman !a reap~rtu;a de
cia de los indios_ /'...fines de siglo. en 1690, la Corona inrentó hacer del conoci- colegio de Tlatelolco. expresan -en vano- el deseo de confiar a manos 1n~1genas
miento del casteilano una condíción .indispensable para el acceso a los empleos y a la educación de las poblaciones autóctonas. Corno en el caso del sacerdocio, esos
los cargos en los pueblos. Sin embargo, las escuelas de !a Iglesia vegetaban, en las medios captan el alcance considerable de esa tajada p~líti::· ~n 1754, el sac:rd~te
parroquias secularizadas la enseñanza del catecismo ya sólo era h'Tiparrida por algún indígenaJuliá n Cirilo y Casülia se rebela contra la obhgac1on impuesta a los rnd1os
índio víeío mienuas que con frecuencia se habían abandonado la lectura v la escrí- de aprender el castellano, ínvocando las leyes que prohíben que se use con e~los la
rura. Fue apenas a mediados del siglo XYlll cuando la empresa conoció un ;epencino menor coerción, Pero es de los que exigen para sus congéneres los beneficios de
renuevo. En l 754. el arzobispado de México aloja ya 84 escuelas de castellano; la educación. Esta preocupación se manifiesta mediante accione: concretas, pun-
cuenta con 262 de ellas en 17)6, en 61 de las 202 parroquias que reúne la diócesis. tuales. emprendidas por gobernadores indígenas que deploran ta talta de es~~el::S ~
El arzobispo de 1\1éxico. Rubio y Sali.r1as, muestra entonces gran opUmísmo: "Creo la ruina de las que existen_ Al margen de es~ ?emandas se perfilan t~b1en m1-
que con el rrato y cornu;--iicación nuestra !legarán a olvidar sus lenguas y con la erec- ciativas más aisladas, Emanan de i..'1dios que dingen o que pretenden :abnr escuelas
ción de escuelas se aficionarán a leer y escribir con deseo de conseguir las ciencias y púbiicas. A media distancia entre el letrado marginal y el institutor: inrer:sados en
artes liberales_ ennobleciendo sus espíritus y saliendo de la pobreza, desnudez y mi- iristrui.r a los indígenas y, probablement e, no exentos de segundas intenoones po-
seria en que ,,¡ven ''Se trataba ni más ni menos de ''abatir sisi::emátlcamente líticas, algunos de ellos pretenden ser caciques y con ello tal vez ganen reforzar

141 de 162
271
CULTURAS DIFERIDAS
CULTURAS DIFERIDAS ncia
ras indígenas del siglo ;(\'l!L Si l;i. prese
270
lo que cons tituy e lo esencial de las cultu si de 1nuc ho tiem po atrás
ás, no son los únicos indios que incers- to de un statu qua,
del sacerdote con frecuencia es obje
su ínfluencÍa sobre el pueblo. Por lo dem
;; e\ :sigla xv1, fiscales, cantores
y sacristane tada 'i asim ilada por la com unid ad, el maestro y la escuela ( ra1 com
o la
v1enen en la educación de otros. Desd< ha sido acep duce n un ele~
o -en prin cipí o- el catecismo a los
niños. do ilustrado los conciben) intro
cum plen con esta función ense ñand Iglesia del siglo X\'11! y luego el Esta y sus hijos . .t\mb os
so enseñan tamb ién a leer y escri bir. En fin,
~ento pert urba dor que se desli
za entr e el pueb lo, los padres
Parece ser que. en ocasiones, inclu de un mod o pone en tela de juici o la ccon on1í a de la co-
desde muc ho tiem po atrás algunos doct
rineros indígenas dese mpe ñan imp onen una carga supl eme ntar ia que
hom bres a los que la Igles ia ida en que, a prin cípio s del siglo xix, la administración trata
aún menos a estos mun idad en la med
más discreto este emp leo. Se conoce iban a fondos com unit ario s de su uso festiY
o para
uyen todo s los defe ctos y que, en el transcurso del siglo X\1ll , por todos los rnedios de desviar los s partes
y el Estado atrib ían. El maestra. Suel do éste que casi en toda
tos a los níños de los indios que los recib cubr ir el suel do del maestro o de la
enseñar a domicilio algunos rudimen do un mist erio. causados oficialmenre por las fiesta s, La políti·
cont enid o de la ensefianza impa rtida
por los doctrineros sigue sien rebasa el mon to anua l de los gastos ras indíg enas , he·
a la Igles ia? ¿O frágil equi libri o de las cultu
¿No era más que una red de ''supersti
ciones y absurdos'' com o afrrm ca escolar de la Coro na ame naza el del mun do exte rior. En ello, la
a, anál oga a la apre hens ión
es preciso adivinar en ello la huel la
de una cultu ra letra da autó nom cha de repulsa. de compromiso y de dirig ídas cont ra el crist ianis ·
prov isor del ar- con las med idas
que se expresa en el teatro indí gena
o en los escritos que pers igue el ofensiva escolar y lingüística converge los regl.. llares
s ante lo que revela una vez más la plur
alida d secularización que liqu idab a a
Se pierd e uno en conj etura mo indí gena ; cons uma la política de estrecho
zobispad o? del siglo , tant o ífica un dom inio económico muc ho más
las sociedades indígenas hostiles a la castellanización; sign
xv111
de los niveles de cultura en el seno de tos dirig entes gest ión obli gato riam ente "tran spar ente " y
más cuanto que prob able men te resu
ltaría erróneo iden 'tific ar los estra de las com unid ades , al imp oner una tamb ién favor ece un in-
s indíg enas subdelegados . Pero
con la dem anda escolar. Cabe pregunta
rse si los escri bano s, los intér prete pues ta bajo la mira da cons tante de los de otra secu lariz; 1ción , esta
ta entr e el verá el prin cipio
monopolio de la com unic ació n escri tervencionismo cultural en el que se
-lo s nah uatl atos -que dete ntan el que so~ de la vida indí gena ; "Los bien es de 1:15 com u·
no contribuyeron a frenar una política vez en el sent ido de una laicización
lnun do indio y el mun do castellano su producto anual deben ser desti nado s prlin ero
cavaba sus posiciones. nidades de cada pueblo en función de con la~
v de sus alred e· ante s de subv enir a las fiestas. . " Pero ac:tb;u
XVl!l, fuer a de las ciudades a las escuelas primarias
Sea como fuere, a med iado s del siglo cast ell~ o, aun cuando y el culto de los santo s y, por cnrin 1a de ello,
dores inmedíatos, los indios refunfuñ
an o se niegan a habl ar fiestas signífica afectar las cofradías cio relat ivarn cnte autó nom o,
abru mad ora prácticas, el espa
lo dom inen . En materia religiosa, para
orar y para conf esars e, en su sacudir el edificio de creencias y de n1an era la·
del pueb lo, y la sociabilidad que los indios de
mayoría, s6!o emp lean su lengua.
Ante los nota bles y los anci anos los punt os de referencia existenciales punt o
los demás lugares y de man era gene ral, sólo toqu es sucesivos. Mas se uata apenas de!
nunc a se atreven a hablar español. En boriosa han cons truid o med iante una polít ica que cobr ó cucr,
unid ad o re· y superficial, de
apre nden ei mín imo exigido para el
ejercicio de los cargo s de la com de arra nque , con frecuencia efímero ales y lueg o tras la Revo lució n
Cier to es que lso de los liber
quer ido para los contactos comerciales
que trab an con los espa ñole s. po en el transcurso del siglo XIX al impu ficie nn;i
nega tiva pues to asiadas oposiciones, den1asíada io5u
los curas criollos que habl an su leng
ua los alien tan en esa actit ud Mexicana. Demasiados factores, dem c¡ut
os abriría la entr ada de las parroqui
as in· de las realidades locales se conjugaban p<tra
la caste llani zacíó n de los autó cton material y un gran desconocimiento ione s. Arra strad .a en ];i
que desc ono- verdaderas repercus
dígenas a sacerdotes llegados de la
metrópoli y que, por cons iguie nte, esas med idas tuvi eran en el siglo xvin cont ó ni con el tic1n po ni con
a vece s viru · los Borbones no
cen los idiomas locales. La oposición
a la escuela es por tanto gene ral, torm enta napoleónica, la España de
defic ienc ia o de la igno ranc ia del para "cív iliza r" a sus indio s. 24
ncia, de la los med ios
lenta. los padres se quej an de la viole el
ilme nte soportan tene r que cont ribu ir para an u
maestro que se les ha impu esto ; difíc dad no podr ían disimular caminos 1nis
menos ver a sus hijos perd er el tiem po en la Los primeros emb ates de la mod erni ajo'
salario del n1aestro de escuela y aún los vinculad os a la orga niza ción del trab
podr ían subvenir a las nece sidad es de la fami - guos y más brutales de aculturación, s cu I
escuela cuan do med iante su trabajo . Esos caminos supo nen otros des:. rrollo
enas con frecuencia pref ieren desv iar en be· de la prod ucci ón o a la urba niza ción dur~ uHe LH},:' ·
lia. Por su part e, las autoridades indíg med ida en que a pesar de todo
os dest inad os a los maestros, cuando no se opon en a
que los rurales que he pasa do por alto en la por eíem plo, Lt' .' nun;. 1~
n~ficio propio los fond Com o teatro tiene n,
pagar su suel do. tiem po sigu en siendo minoritarios. q' 1'
bienes de la com unid ad sirvan para s. Si los e se cons ume n gene raciones de indíos, al 1nis1no 1icr11po
recu bre escollos y móviles más prof undo esos mata dero s dond bs cu•
pare cer no privilegiado de concurrencia de
al 1,,,
. La nega tiva indí gena
ser sensibles al "bie n espi ritua l y a la cultu ra desde el siglo X\'1 constituyen un terre de 11 h 1 •
indios, "com o idio tas" , parecen no ue se occidental. Las minas atraen una n1;uF )

ecto tan útil para la juve ntud '', es porq y de integración a la econ omía
de sus hijo s'', sí ''no abra zan un proy bre de
gnan con desprecio med iante el nom aculruración '. véase Gn.1lirnki {l98S
h)
aferran a eso que las autoridades desi pala bras , a todo 14 Sobre las fuent es de esta "segu nda
y ciega barb aríe ", en otras
"sup ersti ción , irreligíosidad y odiosa

142 de 162
lar ~1 siglo XIX parJ. que ese mtcn-
comun idad indíge na para com- cu;;:ndo b cose-cha es mala Pero es prcuso agu:u<
que aband ona de maner a tempo ral o defini tiva la do pase a ocupa r un prtme r plano en e! escena
rio de lví¿.xico.
de los mulat os y de los mestiz os n1csrizajes s0c1J.ics, cultur ales r
partir la existencia de los negros libres y esclavos, La ciudad es por excelencia el teatro de [Odos loE
descu bren, con frecue ncia brutal inente , re lvféxico, anres de que se
en las cuadri íbs de minero s. Esos indios fís.lcos: la ciudad , es decir, en el siglo x':;, esenci aimen
fl"..odo escapa n a las oblíga c.iones comun itarias , al Los indios de !a es.piral viven
nuevos modos de vida. Si de ese desarrollen en ei XYl! Puebl a. Vallad olid, Queré taro.
si recibe n un salario en dinero y Santia go. Allf practi can ese
pago del tributo y al domin io de los princi pales, en princi pio en dos parcia lidade s, las ele San juan
y de
cambio de su trabaj o, en adelan te idad q~e en los campo s
en especie e incluso una parte de L produ cción a cristia nismo indíge na que he descri to. cvn mayor
precoc
de las minas , univer so iejano , stica descle princi píos de
queda n hundi dos en el mund o móvil. inesta ble, puesto que se ven enfrenrados a una fuerte presen cia eclesiá
del norte del país, de los desier tos de turan una cotidi anidad que
extraño cuand o se trata de los yacim ientos la evangelización. C2piil as, iglesias y cofraJí-cts estruc
1 500 f:icia 15 72. Una parte se adapt a a ese desa- indíge nas y la perme abilid ad
Zacarecas, donde ya son rnás de trata de conjug ar la conservación de L1s identi dades
pa.sar de un2 rnirL1 a otra al ritmo de ia explo( ación de los osos;<' de maner a más o me-
rraigo rotal y apren de a dti mund o exterio r. "\ias, ¿qué hay de ios que, numer
minas ''. Otros abraza n el comer - n en los patios de sus
veneros de plata, "confo rme a como andJ.n las nos sub.rept¡cia, habüa n los cuarte les españo les, se hacina
teros, albañi les indíge nas sa· y de las leyes que
cio, se hacen vende dores ambuf 1ntes. Pronto , carpin amos, se visten como mestizos o blanco s, burlán dose de !a Iglesía
an a varios miner os a ia vez, gastan su inund ación de l 629, la mezcl a
ben vende r sus servicios, cuand o no se a!quil stpara rt las poblac iones? Sensible ya teas h gran
dan de por vida. Cierto es que los menos aforru nados , nte del 1notín de 1692. Enton ces
paga en un día y se endeu de etnias preocu pa a las autori dades al día siguie
galerías sin aire donde beben el
la mayoría, se pudre n en las tiniebL1s húrneda.s de tratan en vano de impon er a los indios el uso de
su traje tradici·:Jnal, la segreg ación
no es posibl e olvida r que esos
aguard iente vendid o por el duef'ío de la rnina. l\1as y el retorn o a las parcia lidade s. Tamp oco logran devolv er a sus puebl os a los indios
acán o de Tlaxca la con frecue ncia llegan a las el anonirna[O relatív o que
indios del valle de l\1éxico, de 11icho e:<:traYagantes que deamb ulan por la ciudad . Ésca, por
rnlnas del norte del país por su propia volun tad. permi te, por la rnovíl idad que favorece, pc,r ld.S
divers iones que ofrece , ejerce una
a. Ese taller- prisíó n es
E! obraje constíruye otro espacio de desarr:ligo y de miseri auacc.ión en roda la poblac ión indíge na, vagab undos . indios que vi0lan el destie rro.
de la mano de obra que allí se ha·
uno de los pilares de la econo mía coloni al, pues esposas fugirivas, hijos de caciqu es de provin cia ''que se encapr ichs.n con la ciudad
de ropa, de sombr eros, de calzad o, de pan dos de oua
cina depen de la produ cción de te,iidos, y cobran horror por sus puebl os". El proble ma de esos ·indios "llega
las raz.25 y de ios sexos, el encier ro de trabaj ado- cofrad ía (1619 )
del virrein ato. La promi scuida d de deí siglo xv11. Una
conde na, la ausenc ia de toda ?arte' ' se plante ó con agude za desde princi pios
res volunt arios y de del.L.'1cuentes que purga n una y íuego, u.ua.p arroqu la (1677 -1678 ) fueron encarg
adas sucesi vamen te de reagru par
de contac tos con el exterio r, los tlán.
práctica religiosa y a veces incluso la prohib ición a aqueHos inmig rantes ;'zapo tecas, mi.xtecas, indios dé' la sierra de lvíezti
malos tratos, el endeu damie nto ih.:nitado a.larmar1
al III Concilio Mexicano en 1585 en 17)), el virrey decidi ó su
explot ación a menu do desata · Era un cuadro can relajado y ran insaüs factor io que,
Y a la Coron a por la misma época. Somet ido a una
la parroq uia sólo sú,:e para auaer a la capii:at a "indio s
la Iglesia ha podid o inculc arle supres ión, explic ando que
da, el indio olvida aUí lo poco de cristia nismo que oce. No rr..eD.os de 10 000 indios
sas. impid en a sus trabaja - vagab undos y ocioso s", cuya reside ncla se descon
en orra parte. Los dueño s no celebr ar; las fiestas religio que. 30 años despu és, se calcul aba
concu binato o a las relacio nes fu- compo nían en 1750 aquell a poblac ión, en ranro
dores establ ecer unione s estable s obligá ndolo s al que cada día en eraban en b. ciu<lad \"salía n de ella de 18 000 a 20 000 person as.
haber empeo rado. Los testim onios hacía malab ares con las idenú da-
gaces_ A fines dei siglo XY!il, la siruaciÓ::: pa.rece Desde el siglo XYil, aqueli a masa en rnovim íento
tráfico s de toda especie que se
pinta.n un univer so ya concer nracio nal. revel1 n los indios , como mestiz os e inclus o
conde nados al meíor postor . Las des érnicas, presen tándos e según ios casos como
desarr olian allí y las utilida des por la yen ta de los más du- co1no españoles.
se encue ntran entre ias
condic iones de trabaj o y de exiscenc1a en las minas u-a.xando de fundir se con la so·
la 1'lueva Españ a. Para aquell os gue rompe r: ios nexos comun itarios
ras que hayan tenido que soport ar los indios de a, y de desliza rse entre las filas de los blanco s
de la Iglesia y de la comun i- ciedad mestiz a. con la plebe urban
Hay otros lugares donde se desvanece la influe ncia comunes, para los que aprend en el casceilano y
multip lican los laz.os de compa -
de las region es calien tes en que indios y negros explo- submu ndos de la delinc uencia , de
dad indíg. :na. Los trapich es drazgo con los mulat os o los blancos se abren los
mano de obra tempo ral o fija
ran la caña de azúcar , las hacien das que atraen una la prosti tución y del alcoho lismo. Sin duda, en
el siglo xvu e inclus o a princi pios
es que los lazos con la comun i-
que se establ ece en sus tierras Sin embar go. fuerza dei XVlll la prepar ación del pulqu e {zumo ferrne
ntado del mague y) aún va acom·
aun cuand o ya se esboce n for-
dad de origen se ha~,'an roro de un modo defrní tivo. pañad a de prácticas rituaie s y de ofrend as al fi1ego,
y las bebid as que marca n la.s
o de festivi dad propia s de la gran s cristia nas hacen eco hasta
ma.s de sociab ilidad , de religio sidad e inclus fiestas de las cofradías, !os fuoera les v las solem nidade
. un patern alismo intere sado garant iza a ios antes de la Conqu ista. Ello
explot ación de hacien da. Por lo deínis en 12.s grande s ciudad es a las celebr acione s colecti vas de
da una seguri dad eleme ntal que ellos apreci an
gañan es afinca dos en la hacien

143 de 162
CULTURAS DlFERJD1\S 275
CULTI1RAS DIFERI DAS
274
tiempo complernen-
manifestaciones ~at~i~­ pulquería enseña a los índios otro Occidente que es al mismo
no impide que esta forma de consumo sea inseparable de to y conrrapié de aquel que la Iglesia y la Corona se empeñ
an en imponerle. Crisol
badas por la colon1zac1on sirve de fondea~
gicas ya presentes en las sociedades prehispánicas y e.xacer activo de aculturación y de sociabilidad interét nica, la pulque ría
es, su ve~ta por parte de a índistínta a
española. La comercialización del producto en las ciudad clero a una vasto registro de desviac iones que vincula n de inaner
d°:', la compet e~c1a en fin de,.ouos de las autori-
mestizos y españoles, su difusión en medios mezcla negros, mulatos, mestizos. indios y españo les. con gran conmo ción
senttd ? que a dec1: ver~ad esta ~m~ era las barreras v !osan-
brebajes alimentaron esa progresiva pérdid a de dades españolas, como si la embriaguez compartida disolvi
parentada con una "secularizació n" del alcoho l e~ el siglo xv11 y aun n1as e.n el siglo s las prisiones donde se
a
rompe con la mirada del tagonismos. Si las pulquerías conducen a fin de cuenta
ría, la tabern a colonia l, que los obrajes, donde el alcohol
xvin. El marco de la pulque
ión abrien la g~a .de
do traban otras complicidades y por el mismo camino a
grupo doméstico o de la comunidad, favorece esa evoluc , las taberna s tambié n son espacios de vida,
de beber. Pues s1 los .in- de nuevo sirve de compañero de la n1iseria
las bebidas consumidas y por consiguiente de las maner as distint a al hogar domés tico. l\.llí $e come, se duer·
cobran gusto p~r el vino !os únicos que ofrecen una opción
dios siguen consumiendo pulque o tepach e, muy pronto tabacos, !os gritos, en me-
el mezca l, aguardientes de me, allí se hacina a más de 50 seres entre el humo de los
de Castilla antes de descubrir alcoho les destila dos como la voz del sacerdote que
coco. Privados de conno- dio de un estrépito ensordecedor que en ocasiones cubre
mala calidad o incluso esos licores de granada, de capulín, de oficia la misa en la iglesia vecina, porque la pulque ría tambié n es un foco constan-
alcoho les introducidos por
taciones antiguas y de los diques tradicionales, aquellos te de anticlericalismo y tanto corno la idolatr ía, e incluso de n1aner a más duradera,
ual y solitar io, en qu: la bús- niendo un
los conquistadores estimularon un consumo individ pone en tela <le juicio la conqu ista espirit ual de los índígen as mante
referen te cultura l. De las pulque nas de los difíciln 1ente tiene
queda de la intoxicación barre con todo proceso de aculturación y de desculturación en el que la
Iglesia
dejan descrip ~iones negr~, :in exoti_smo, tabe~­
siglos x:v11 y x.v1H los observadores influencia. 2}
y las plazas , nñas y homic1 ,d1os, ~ando: que di- turación profunda,
nas sucias que obstru yen las calles Vale decir que si la pulquería es el resultado de una descul
s, imposible huida de la e! aprendizaje y la
lapidan los ingresos de la casa, rnujcres golpeadas, aborto de la búsqueda de una ''técnica de sobrev ivencia '', rambíé n señala
dicias y transformados en y los mestizajes
miseria y de la enfermedad, ''seres cubiertos de inmun interiorización de una cultura de la pobrez a en que el desarra igo
human as que se derrum ban sobre ndiente, Son éstas cultu-
troncos vivientes en medio de las calles' ', ruinas prefiguran las culturas "popu lares" del México indepe
hospita les sórdido s. Queda por saber si el fe- las práctic as, pero
niños azorados antes de ir a morir en ras basadas en los mestizajes de los cuerpos, de las creenci
as y de
propor ciones que le atribuy eron el clero y las autori- ación: las autorid ades colo-
nómeno cobró en realidad las tambié n culturas ambiguas, del margen y de la enajen
demas iado inclina dos a confun dir la ebried ad crónica Y la Nueva España saben aprecia r lo que la
dades del virreinato, niales y los medios criollos que domin an la
transcu rso del siglo X\11, e
expresión tradicional de conductas rituales y festivas. En el embriaguez crónica de los indíge nas y de los demás puede tener de trariqu ilízant
e el. consta nte ª1:1men to en el con- y de !a gananc ia ciñen
los contemporáneos denunciaron unánim ement para el orden establecido. Los burdos tejidos de la corrupción
verifica r la exactit ud de sus dichos . Pero se sabe escapa r de la máquina
sumo del pulque, sin que se pueda demasiado el mundo de las tabern as para que éste pueda
México , en las tierras dejada s en. barbe0 o,,,aba ndc:_nadas y al más insigni ficante corregidor, al
que en los alrededores de
yo ai ~a1z. En colonial: del agricultor (asentista) de mague
susntu ad indígena
por las poblaciones diezmadas, el maguey co? frecuenCia ínfuno alguacil de doctrina, todos saben de paso sacar partido a la ebried
ciudad es de Puebla y Quere taro, los por su laxismo. Hern1a na de
1692 numerosos testimonios revelan que las y a la menor desviación, vender su tolerancia y cobrar
remota s del obispa d? de Oaxa: a a ígual
cam~os de 1-íichoacán e incluso las comarc as más
la brujería que reúne los mundo s, la corrupción colonial
atropella de maner
mia". Si nos limitam os a la capaal . el feno- con1pr omisos más o menos du-
se veían azotados por la misma "epide o de clandestina las normas y los valores, esbozarrdo
se amplía al siglo X\1n: hacia 1784 la ciudad de .1Yféxic es contrad ictorio s que organi zan !a
meno es indiscutible y
reúnen fác1!1:'1ente rables enrre las fuerzas, los apetitos y los interes a
que
cuenta con 200 000 habitantes y con más de 600 pulquerías vida indígena, mestiza y blanca . Como la brujerí a, !a corrup ción es una práctic
un centen ar de consum idores en su interio r y en los alrededores inme- ia medid a que se empeñ a en respon der a una coti<lia ni·
cerca de ejemp larmen te colonial en
asalariado ··.El tr,;ha/o y los tr.;/;,;;adorrs
diatos. de la acultu.ración, 25 Ignacio dd Río, ''Sobre la ap<irición dd trabajo libn:
Sin embargo, evitemos hacer de la pulquería ei grado cero Colrgio ck Méxic0, 1979, PP- 02· 1 l l: las 'nitus: Durripn ón Jrl
de re~erenc1a en la en la histonJ d.: 1Héxico, México. El
callejón sín salida de los índios que han perdid o ya todo pun~o Fucn/eJ /vira /2 histona dd tr-ah:yo en/,;
arzobispado (1897), p.iJSún: Silvio Zavala y María Casido,
a, sem1tolerada, se- 241. fol. 93r.: losobraiCJ: AGL .Audlt'7IO•l
vida. Tambi én es una de las piezas clave de una cultura mestiz !'...'uevaEspaiia, l y ll, ~1éxico, CEHSMO, 1980; AG:-.1, CiuJ, voL
M. Tuúr10, "Provinc ial Sp;u-.i;irds
miclandestina, al margen de las normas invocadas por
ción. Una cu.lrura distinta de la fachada de leyes
clande
y de
stinos,
la
limitac
abrien
Iglesia
iones
do sus
y por la Inquisi-
de la que se rodea
reduct ?s ~scuros
de ,\léxico. 20, 21, 26: Israel
en ,\ltman y Lm-kh:ut ( 1976 ). pp.
( 197') ),
l
p.
77
20:
-19,L
ias hanC11a:i
sobre
.)2: AGl. Audienri(I de ,Wfxico, 2712 {1753] . .J.32 f1670],
la
_¡: John
ú:ul:id:
333
Gib>.on
[1692].
(196:' ). P- 40 l: .\GS, Jr.d105. v;>\
872. 16)6 [1746). 7) (16_)8], ~66 •.
el poder colonial. Abrigando amores ilícitos, la [165,¡;l: .~G~. Bicne_r Naciona leJ, leg. 223. exp. 86: Taylr;r (19"''!), pp. 35.5-
iendo tráfico s
a los concubinos, a las prostitutas, a los travestis, encubr

144 de 162
padr inos a sus hiíos, de testig os en oca-
esos negros y esos ;nestizos que sirveCT de
los apar:HOS, ::i. !os modelos, a los proyectos tiend en a mult iplic ar !os comporta.'Tlientos
J_cd que de un modo conti nuo escapa :1
sión de un maui mon io. Estos indio s
conso lida de mane ra insidiosa o brutal ción, al rnism o tiem po que abdic an a su
Je.: b kjana nv:rrópoli. AJ ff1isn 10 t.iernpo que originales en contextos en perp etua evolu
es o criollos sobre la Nuev a Espa ña, oblig
a ón se presta para eUo. El caos colonial -los
b doi11in;ición dt> los grup os penin sular ident ídad ind!g ena cada vez que la ocasi de
ficia con ella) a arreg lársel as al rn3rg en de es extre ma, trasposición torpe o utóp ica
;tl indígen:>. que la pade ce (o que se bene espacíos inmensos en que la movi lidad ''ape -
nidad . del grup o domé stico , de ias norrnas establecida.<;, antig uas y espa- rnodelos europ eos en tierra amer icana .
incap acida d de las autor idade s para
]J cornu sociai y de mane ra po-
f;(i\a5 . lv1edianre la habil idad rnost
rada por los indios para eludir la influencia garse " a realidades sociales parri cular menr
e móv iles- contr ibuyó
rando la complicidad de los fiscal es, de los
de actit: .tdes singu lares y de ruptu ras indiv idual es
rr:oral de la Iglesia o de b. Corona cornp derosa a favorecer el surgi mien to
modo s de vida más o rneno s cL1nd esti- roa.reos de sus sociedades sin caer por ello
alguaciles o de los corregidores, inven rando entre aquellos indios que escap aban a tos -
gresiva y acele rada) de la perso na que en el desd íbuja rnien ro de las referencias autóc
rios. se presiente una acuh uraci ón (_pro indio s en la anom ia, incluso en la muer re. Pues ró e!
insist ir en el desri no de esos decu ltura ción y del etiiis mo, prepa
tYiis de una ocasión he suge rido. tlabr ía
que [Onas no resultó sólo en el abismo de la
s apre nden una socie dad y una econ omía que n1uy pro oto apren de a orien tarse en la so-
nahoriás que en la ciuda d o en 1?-.S mina surgi mien to lento de un índiv iduo
os de cornp ortam iento , a conjugar la ini- marcos de refer encia ancestrales hubi ese
que los oblig an a asimilar nuev Of códig ciedad colonial. Corno si la pérd ida de !os
rer toda la gama de !a acu!turación des- entre los demá s y a forjarse itiner arios hasta
cíatíva y la movi lidad , en resum en, a recor forzado a algunos seres a singularizarse un
cuan tos años. He ahí algo para matiz ar
la comp ortam iento s aislados sigue siend o
de el siglo xv1 y en el espacio de unos indio s que entonces desconocidos. Si esta franja de deja de prefi -
stituir. Para una rnino ría de hecho mino ritari o en el seno de las socie
dades indíg enas , no por ello
evolución general que he trata do de recon s so-
con Occi dente pued e manifestarse en una la occid enral izaci ón y uno de los rasgo
no pertenece a la noble za, el conta cto gurar uno de los principales efectos de r
micas, acaso tan profu nda como la difusión se impo ne en el siglo xvm, alian do con mayo
rápida asúYiilación de las conductas econó bresalientes de la socie dad mesti za que
otros medios. Lo misn10 ocurre con las y la adap tació n. Mas, no hay que olvi-
de !a estética y de! alfab eto europ eos en o meno r fortu na el desarraigo, el deso rden o
e los años 1530, descu bren al n1ismo ción respe cto a referencias autóc tonas
prácticas sociales entre aquellos que, desd darlo, el distancia.Iniento. la singu lariza e-
ión al matr imon io cristiano. cor; todo era etapa , que no cond uce inelu ctabt
[iem po que inverHan la bigam ia como soluc cristianas sólo marc an en realid ad una prim
io de ident idad supo ne. Dobl e singu- desti no individua.L Com o tamp oco se igno ra
lo que de ment ira sobre el pasado y de camb ment e a la capac idad para asum ir un
prehi spáni cos y a los que difun de la Igle- s con frecuencia no es sino un prelu dio
larizacíón oper ada respecto a los valores que, ayer como hoy, el cambio de ident idade
1boca en el a.nonimai:o. En el cranscurso respe cro, los siglos xrx y :x:..: graviraton con un
sia. Peto tamb ién singularización que desen de la_pérdid_a de c9dai_denridad. },_este 6
incluso son tan cransparenles que. salvo de mane ra suma rb. acabo de esboz ar.l
del siglo >-Yll. los indios ladínos de la capita J peso derer mína nre sobre 1~ tendenc-ias qüe
hay orro signo para distin guir a nume ro-
por ia ropa; · por el corte del cabello, ·'no
ibilidad explica que los archivos casi no
sísirnos indios de los espafloles' Esta ürvís
homb res que circulan de un extremo a
:iyuden a desen traña r los móviles de esos
eocia é[nic1 a otr<.L Dura nte toda la época co-
orro de la Nuev a Espa ña, de una refer
ladin os y esj)aiio!.-idos que viven en la5
lonial el clero se inqui era por los indíg enas
encand~ en- contr a de e;ros indios "'no
ciudades y en las grand es pcblaciones_ alim
les'' una desco nfian za en todo ins::ante,
sólo racionales sino tamb ién basta nte hábi
de 1nan era progresiva de la depe nden cia de
con10 si su hispa nizac ión los susrra_iera
de sus comp adres españoles, sus '·herr na-
Ia Iglesia, como si gracias a Ja prorección
localización. La imag en es exagerada pero
nos de taber nas' lograran burla r toda i-
nte roda la époc a colonial. a título indi-v
lla1na la atenc ión hacia indios que, dura ban cond uctas
n (la lengu a, la ropa) , prue
dual aban dona n los signos de su oríge
as, impr ovisa n comp ortam iento s fuera de los caminos que les habrí an
desconocid
ena o la Iglesia. Desd e el siglo '.'<..""\'Len
prescrito la comu nidad , ia cosru mbre indíg sa
de }.1éxico se enfre ntare n aigunos indio
ning una parre mejor que en la ciuda d adict orias , com-
es, a fidel idade s contr o, op. c1t.,p assim .)
redes de relaó ones múlt iples , a obligacion .AGI. Au.dienria de Aíixico. 2320 (l7'.'8
]. 872, 559, 2333; Pérez, Farol indian
el cura de la parro quia, las autor idade s indíg enas de su barrio, los l&
cur:t ., op. r:it_, pp. 68. 87·, Taylor (l9"'9} . p 1).:J.
parti das entre Pércz cle Vebsc o, Ef a}üda nte de
en su dome sticid ad y las relaciones con
deseos de un afflO españ ol que !os acoge

145 de 162
CONCLUSIÓN

leza y !a amplitud de la
EsTOS tres siglos recorridos brevemente descubren la natura
Ocdde ntaliza clón más que
occidentalización que acomp añó la empresa colonial.
nas de México es inse·
acultur ación, pues la acultur ación de las poblaciones índíge
ablemente dicta el senti-
parable de una dominación colonial proteiforme que íncans
un proceso acarto nado. Reajusta
do del cambio . La occidentalización nada tiene de
ntal y no de las evolu-
de maner a contin ua sus objetiv os al ritmo de Europa occide
o, esas brecha s perpet uas que explican el
ciones locales. De ah1 ese dcsfas amient
s para un cristian ismo barroco de pronto sean conmina-
que indios recién ganado
el liberali sn10 o el jacobi~
dos a abraza r la "civili zación " de las Luces, antes de que
socied ad de consum o 1nr1de
nisn10 les propus ieran otros modelos, antes de que una los
sin que, desde luego, jamás se les díeran
in US.4 les mostrara sus escaparates la oc-
s esgrim idos uno tras otro ante sus ojos. tv1as
rnedios para alcanzar los paraíso
carecía de medio s para sus
cidenta lizació n puesta en march a a panir del siglo xv1
interes es y objetivos conua dic·
ambici ones, del mismo modo que estaba tejida con
r los proyec tos de integra ción a la
torios que obstac ulizab an de un modo singula
o permit ió a las poblac iones indíge nas un res·
socied ad colonial. Ese desfas amient
y de reacció n de las que en gran parte carecen en la ac-
píro, una liberta d de acción
r las "redes rotas" , de
tualida d. De ahí una cascada de compromisos para repara
s o co1no las épocJ.s
síntesis tan variables con10 las regiones, como los grupos sociale
iento contin uo de experiencias
en que se desarrollaron< De ahí tambié n el surgim
b. interpr etación con la improvisacíón y
individ uales y colectivas que mezclaron
indios de la Nueva España trataro n de confor-
con la copia fascinada, pues si los
ando adapta ciones , "com-
marse a tnodel os impue stos, siempre lo hicieron invent
tomaro n las formas más di-
binaci ones" (en todos los sentido s de la palabr a) que
o de un relato lineal que paraliza el
versas, No hay duda de que el curso estrech
cias explica mal la multip licidad , la irreductibili-
movirn iento y destruy e las diferen
d de las accione s. Sin embar go, es tarea del histori ador resti-
dad y la simult aneida
poblac iones indíge nas y las
tuir el enfren tamien to renovado sin descanso entrt; las
s caffibi antes de la domin ación colo-
exigencias, los vagabu ndeos y las consecuencia
hispan ización , pues aquéll a implic a código s, mo-
nial. Occide ntaliza ción más que
rebasa n los confine s de la peníns ula ibérica , trátese de
delos, técnicas y políticas que
empresas de !os n1lsion eros
las Luces del siglo XVlll, de la Contra rreform a o de las
V. la occide ntaliza ción no podría reducir se a los azares de la cristianiza-
de Carlos
anima proceso s más profun dos y lTJás
ción y a la imposición del sistema colonia!;
ntación de la person a y de las relaciones
determ inante s: la evolución de la represe
n de los códígo s figurat ivos y gráficos. de los rne-
entre los seres, la transfo rmació
ón de la ten1poralidad y de
dios de expresión y de transrrüsión del saber, la mutaci
ario y de lo real en que los indios
la creencia, en fin, ta redefinición de !o imagín

146 de 162
CO'.'-!CLUSIÓ?°'! 2S !

lo discontin u-o
-~-t m:irge'.1 de rición, la descoritexrua!ización de los rasgos, de una manera general
,_n ce'' "Jdos a exprcs::u s;·' :e s1_:os1sur. fnrz:1Jos u fascin:1dos. cierto límite- propicio s para la eclosión de nuevos ordenam ientos
dc1~nlnac ióc. coloniaL y ta! ve?. rrejor eran -hasta
r~nr:ifr::<2:..:ioce5 brucales o '.Lucu:-;rJsÍ:cs de la y sacudir hábitos de pensa-
:c --ele Jo e:::.:rico, del 1 bro, de b. ím:igen, de culturale s. l>'Íe habría gustado hurgar más en esta pista
'-1' :' ;-:ii-_c::_ l:~ f:i,sun:K-
ión de Occ1dcn y más cohe·
n1iento que nos inclinan a definir conjunt os más cerrados, más lógicos
'._;- ---·:t' '._::~-de~ los s-J.ncos v (iZ' i~:s ci'.1d¡;__;t~~- rarntlén Por lo dem:ís, ¿habré escapad o a ello cada vez
rentes de lo que en realidad fueron.
es prehispá nicas eran ciertam ente menos uniform es de
que olvidé que las sociedad
:':ll \-:;.e;;"-' un ef:'.ct0 cons!de·J.b'.e cr: l:ts men1orl:1s. bs socied~,des y
las cultucts, ins- de sus
ios
[recucr:c ia Ürem-':d iables. Con menos lo que permite n augurar los escritos de los cronistas españole s o los testimon
r:-:.ur:i.nd:..1 n¡;:¡_¡qu1srru111entos. ruptul-J.S c;)n raciones culturale s y en los
encer.di ó rePsÍone s que de nu~vo pu- informantes indígena s? Invito a descubrir en las configu
hn_ ta!icLu.1. el resurgin1ienro de\ --;-¡;:
s no codífica dos que dejan al indi.
dad: demasla dos hombre s para menos arreglos simbólicos, las zonas vagas, los márgene
s:~'ron en el de l:L c01nun.i iniciativa con
n _r a.r1te siruacioéles dia· viduo y al grupo, cuando éstos saben resistir el vértigo del vacío, una
ticrr:L L;;_, sc<iedad es indígen,i s l-:~1biero enr:oo.ces de rescciona_
los criterios consütu tivos de otr'lS
frecuenc ia apíeciab le. Invito también a explorar
destruir los
n1etraln1en;:e opuescas. Sin (m_bargo. esas inver.;;iones nunca lograron apoyan su verosim ilí-
a, ni en lo má:; intenso del estiaje de- realidad es distlnt-as de la nuestra y a sondear los factores que
resortes de la creatividad ind(¡2'.\·n idad al paso de los tiempos ,
..:\sí. -al~crand o las relacion es de fuerza y li· tud, que garantiz an su expresió n o alteran su credibil
y aun así los . midiend o el
líbre de los grupos y de ias culturas. Tal vez sea desbroz ando estos caminos
un renacim iento rnexicano tan prornete dor, la crisis deíó el campo relativo de nuestras categorí as (el tiempo, lo religioso ), devol·
haron de ella para produci r carácter en extrerno
~'- orros esrracos de Í:l població n indígen a que se ::tprovec nde (lo visual, lo
permane cieran destina- viendo a Otras formas de expresió n la parre esencial que les correspo
foríDaS igualme nre origin:d cs e innov2d or2s, aun cus.nd.J de coleccio nar los territorio s
afectivo ) como el historia dor y el antropó logo dejarán
das a ta rnarginaiidad :- a L1 clandestí.n.ldad sí otr-as miradas .
y las monografías a fin de inventa r para
Corres chros. Ín\·ersió n cic b_s tcr.denc ias, pre:;;lones y Jirnicaciones de toda espe·
cíe, dej;u hacer mezclad o COD indíÍerc nciJ e confieren a las culturas
tn'.1IQer:,llS de !a Nueva España las de (o híbíido y de lo inconclu so. ¿Habrá
''comod ín' y engaños a que uadició n (o rradicio-
a este respecto p3-labra más
de L1 que he abusJ.do y q~Je. corno se ve ine;or ahora. recubre una reconstiru·
instante s? Desprov~ stos de los prestigio s de lo arcai-
ción y ~102 pérdida de todos !os
privados de sus pirámid es y de S'-15 sacrificío s humano s, los indios de la Nueva
co,
Españs Ll sensación de escapar sin cesar;;_ las rnatrices del investig ador. Difícil.
con mavor
rnente se prestan a la sísterr1a tizaci6n, cuando sus predeces ores sirvieron
reorlas insplrad :u eo el m::nxlsn1 0, en el c¡¡ftural .;n.J.·
o rnenor f:ncuna para explícu
oGos esque:na s. Pe.ro invitan J. prosegu ir una
terialism y en quién s:ibe cuJíHOS
:cnuopoiogía ele lo . de !·?. rnezda v de la ~·1_1x~aposici6n a los que por lo
a_ ¿l\'o prefigur a
Gemis. querámo slo o r.o. no:; eEfrerna mos de manera cotidian
S ;s l:i h:s:o,;,,_ de las culturas indígena s y rr.esúzas de la Nueva
wu1:;~'.U coD.ceptc
en que se precipit an nuesuas culturas "sincré-
los LDterc:;_rnbios y los
a una cruza de las
_ __s_~c~". sin cs_rar en _a'.Jsoluto prep2ra dos para ellc ? Todo conduce
1

1eah:dade~; -tlfta-Bru- st-a---p-ue sra----en.. . ___ _


etnias. de lÜs CóCi!gOS-~ u·na superpo sición de las
los element os rr:ás exóticos , una fusión profund a o un~·-----~-..,­
contacto o en armoní: i de
una descultura-
s_cercunienro superfici~d en el eXéfl\'ÍO de t:!1J \1nifon11.ación o de
ción en rnasa.
pide no sólo
Esre esrado de equilibrio Lnes~abk, de rr;uración iniLJterr11mpida
de la coheren cia que por lo
interrogarse acerca de la idea de uadlció o sino rambién
edificios culturale s que se descubr en
común concede mos a las sociedad es y a los
ls ccasione s tuve LL intuició n de que la indeterr r1inació n,
para nosotros . En reirerad:
flcia de los rasgos contradi ctori,Js. l:i ausencia de referenc ias o su desapa~
la coexiste

147 de 162
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

l,~S flJE?\'TES Y EL METODO

Octubre de 1973. la tibia luminosidad del ottobrate romano a lo largo de la orilla


del Tíber que conduce a la umbrosa vía del Penitenzieri y al Archhrum Historícum
Societatis Jesu. Casi 10 años después, el ascenso del campus de Berkeley, bajo un
cielo pulido por la brisa del Pacífico, hacia la Bancroft Library. Luego la helada me·
seta de i\.ustin en la soledad texana. Entretanto, Sevilla, Madrid, México. . Algu~
nas etapas de un largo itinerario a la medida de la extraordinaria dispersión de los
archívos sobre México. Nosotros nos hemos limitado a las colecciones y a los fondos
más considerables, en primer lugar de los cuales se encuentran los del Archivo Ge-
neral de !a Nación (AG;-.;) de México. Sobre la época colonial, los archivos nacionales
mexicanos conservan los documentos elaborados por las principales instituciones de
la Nueva España:
-los grandes tribunales civiles y penales de la Audiencia (Salas de Justicia y del
Crimen);
-la jurisdicción especial reservada a los indios, el Juzgado General de Indios (o
de los naturales);
-la Inquisición;
-el arzobispado de México y su tribunal encargado de manera exclusiva de los
asuntos indígenas, el Provisorato de Naturales, acerca del cual no ignoramos que
intervenía en segunda instancia en materia de concubinato, bigamia, superstición,
idolatría y hechicería;
-en fin, a partir del siglo X\'11! la Secretaría del Virreinato, que reagrupa los
servicios del virrey,

Varias familias de fuentes resultaron ser fecunda.s en particular:


-los procesos de la justicia eclesíástica ordinaria dispersos en los fondos de Bit>
nes Nacionales, Criminal, Indiferente General, Clero Secular y Regular;
-los de la justicia eclesiástica extraordina.ri8 (Inquisición) mientras los indios
estuvieron sometidos a la Inquisición n1onástit-a y luego episcopal. La excelente
conservación de los archivos de la Inquisición casi hace lamentar que los indios ha·
yan escapado a las persecuciones del tribunal a partir de 1570. Quedan los testimo-
nios a menudo irremplazables de sus cómplices o de sus clientes españoles, negros
o mestizos quienes, menos felices, tuvieron disputas con el tribunal;
-Jos casos presentados ante el Juzgado General de Indios (Indios, Clero Regu~
lar y Secular), que eíercía su jurisdicción sobre la población indígena en materia ci-
vil y criminal;
-los litigios de tierras, los títulos de propíedad, tos documentos indígenas y los
croquis que los acompañan;
283

148 de 162
FL:E>:TE:l Y BlBUOGR:\fL'\

·-los tesurncncos rec~J.clados en un número bas:t::H1te variado de asun" Guanajuaco en el siglo "\':iii). de expedientes espinosos (la condición de ia mano
tc;s civdes \ crírnin~iles (Tierras. Civil, Bienes N:icionales); de obra eo los obrajes, e! alcoholisrr,o. la secularización de las parroquias. etc.) o de
-bs ene u e, tas realizadas oor la admirúsnación del virreinato Y ia.s jurís- procesos n1ás o rnenos sonados somerldos a ia Corona y sus consejos. Han merecido
dicc¡o;:cs (~orregidores, a'icaldes 111a:·ores, intendentes._ subdelegados) nuescr:1 alcnción sobre rodo los fondos Justicia. Pa[ronato y Aud1encía de f..·!éxico
s~bre las cofracií:1s ~- L_,s bienes de Li.s cornl;nidJ.c!es (Cofr::rdí:v;. Ind1os, Clero Secu- El Archi,-c, c;eneral de Indias conserva ta_rnbién una parte de las Ro'dci.ones geográ-
quc hemos explorado profusamente
Lo5 fondos de lvíadrid resultan menos generosos desde la perspectiva que no··
Cierro es que los fondos del arzobispado de :\léxico, que ingresaro~ e~~el siglo XLX sotros hernos elegido. Entre otras piezas, citaremos las Relacionds geográficas del
::d .-\G'-:, son están dispersos y todavía sepultados en el indtterente Ge- siglo xv¡ (l\f'chivo 1-Iisrórico Nacional), las del siglo xv11: (Bibliotec:i Nacional) o al-
rv•rJ! 0 ~ 1 e- beC'.105 por espauo de dos años (l978-10"79). en ocasiones no gunos expedientes sobre la secularización de las parroquias regul:ires (Bíblioceca
si~ cie-¡·¡o éxito_ No hemos p~dido consultar los documentos que aún en la actuali- del Palacio Real).
dad obran en poder del a.:zobispado, todavla menos localizar y ,utihzar la :orali~ad Paradóiicamente, empezamos nuestro viaje en Roma. Paradójicamente, pues el
de ¡05 arch\\'OS de su oficialidad, el prov¡sorato, aunque de 1mporranc1a capnal priviiegio- del patronato de que gozaba la Corona española y que bacía del rey pa-
puesto que, con10 acaban1os de r:cordarlo, !o: indios. esca~aban a .la compe(enci~ nocinador de la Iglesia (y de su virrey mexicano un vicepatrocinador) abrió entre
de la lr:quisíci6n y que en cuestión de Íe y de matnmon10 eran ¡uzgados por ~1 Roma y el imperio español distancias que hubiéramos creído infranqueables. Una
provisor del ,uzobispado (o de las arras diócesis). Numeros~s restos re;·elan l~ n- feiiz n~minación nos hizo entonces descubrír archivos a menudo sin equivalente
cueza asornbrosa de un fondo que, de res.parecer en su tor-::d1dad, podra ser ob1ero en España y f;iéxico: los de los dominicos y de los agustínos. de la ex Congregación
de un aatJ.JTiíCnto rr;ecánico, análogo al que han hecho posible los J_rchivos de la de Propag.1t1da Fú/e' de\ Archivio Segreto "Vaticano (,-\SV). Las aecisiooes de la Con-
lncuislciór. (?Jbeno 1988) gregación de Propagandu Fide en maLeria de saccrdocío indígena. los informes que
QuedarL para consolarnos de estJ des:iparición o de est:a ioa.cces~bilidad, lo.s ar- ie enviaron algunos rrüsioneros a partir de 1622, los procesos de beatificación de la
chivos de dos ¡¿-r1ndes órdenes religiosas, los franciscanos y los ¡esu1tas. Los pnme- CongrerJción de los nfos (.\SV), las actas de los caoítuios de las pro·lincias domini-
ros se hallan r~-partidos enue la Biblioteca Nacional ele i\íéxico y el 0.-fuseo Nacional c1s v ai~stinas han ofrecido una abundante cose~ha de la que apenas darán una
de Antr0polog11i e Histor\2, los segundos se conservan de modo parcial eo la pro- lmagen b:i.stante parcial las páginas siguienLes. En fin. e\ Archivum Historicum
vincia mexicana de la C0mpañía de Jesús, que ha aceptado Jbrirnos sus puertas, Y Socieratis íesu y e! de los franciscanos han hecho apor[aciooes para uno de los in-
en parte en el .\C'., en ios fond•)S !\ils1ones v)esuitas. En lo esencial, hemos expio- formes de ~gran Precisión sobre la acÚ\'idad de los jesuitas en el mundo criollo e indíge-
tad.o infon!lcs redactados por los curas franciscanos o por los misioneros jesuitas na (en las famosas Cartas Ant1a!es o Cartas linu.zs). En cuanro a ta segunda de las
sobre las poblaciones que trataban de cristianizar. . relaciones. ma...1uscriros de crónicas y te:..-ros indígenas del mayor interés. Sin olvidar
t1abric1 sido explorar centenares de archivos locales y parroquiales (o el nume-rusas piezas redactadas o recabadas por los Colegios Apos[ó\icos de Propa-
microfi\a1e que han preparado los mormones y que conserva ei .--1.G:.;, y examinar los g2ndd Fide (Queréraro, Guatemala, Za ca tecas) a cuyo cargo se hallaban los francis-
de !as dióce;is de P~ebla, de Oaxaca y de 0.ficboacán. Nos faltó tiempo. Sin em-
canos.
hs colecci,Jnes de microfiimes de la Biblioleca deI ~viuseo Nacional de _A.nuo- Si la ~capa ron1arta resu!t'.l un (2.nto inhabituaL en cambio el americanista sabe
pologfa_ e I-Esrorla nos han permírido familiarizarnos con los de Puebla, Tlaxcala. que se irnPone el rodeo texano y californiano: para las Relaciones geográficas de!
Tehuacán ':,en cuanto a 2Aichoacán. el de la Casa de l\íorelos siglo x\·: (::-;etty Lee Benson Library de .-\us[in, Texas), para los C?ncilios me.xica-
--Dt----S.LLv.o- se.entlende_qu~_ , por_J:rÉ~__IiE_os que sean, los arc?ivos n1exicanos exigen [10S _(Bancrof_t Library, Berkeley). 1\1uchos otros fondos norteamericanos hubiesen
seí cornple;:aJos por los fondos españoles, en primer-lugar loSde~SevilTa-:-Comple=-·~---­ -·----·podido y d""ébido comp.Ierar Csta iiivesngaciOO,-·pero tamhférr-esra-vez-faharoo-!0S------------------
tados o ;:lstituid;s, sl pensamos que los archivos del Palacio del virrey ardieron d~· recursos y el tiempo
rante el motín de jl!nio de 1692 y que sólo pocas cosas subsisten de los fondos cn- AJgunas biblio[eca.s fueron hitos en este recorrido. También aquí prevalece la
minales a:iteriores al siglo xv11J_ Pero sobre todo, la historia de la Nueva España se dispersión. Ei esrudio de los fondos impresos de la Biblíoteca 0.'acional de México.
puede capci:: glob::dmente en ei Archivo General de Indias, por medio de l:as corres· de !a Biblioceca de la Ciudad de l\íéxico, de la del 1-1useo Nacional de Ancropolo-
pondcncias de \os v~rreyes, de los obispos, de la A. udiencia de 1-féxico, las ac[as (In- gía e Hlsroria, del Centro de Estudios t-Iistóricos Condurnex sería incompleta sin la
formes, Suinarias) redactadas sobre asuntos de importancia, trátese de trastornos consulta de las colecciones de la Bancroft Lbrary de Berkeley y sobre todo de la Nerry
alarmantes dos rTlOtÍnes de ia ciudad de J\·1éxico en el siglo x':li, los del Bajío Y de Lee Benson Library de Austin, una de las más ricas si no es que la colección más ric1

149 de 162
FUEl'.rrES Y BIBLIOGRAFfA 287
286 FUENTES Y B1BLIOGR:\FÍA

la Conquista y, nos atreveríamos a agregar, durante todo el siglo xv1 . Pues habrá
en el mundo dedicada a la .i\mérica Latina. Nos dedicamos en particular a recontar
y a analizar obras religiosas, catecismos, manuales de confesión, compilacione~ de
de lamentarse que, explotados profusamente por los arqueólogos y los hisroríadores
para describir las religiones, las sociedades, las economías antiguas, esos textos hayan
sermones, tratados para el uso de los curas publicados en la Nueva España del siglo
servido con menor frecuencia para arrojar luz sobre el mundo que los inspiró y que
xv1 al siglo xvm.
ya estaba cristianizado y aculturado cuando se les dio forma.
Habría sido preciso visitar la New York Public Library, el British tviuseum y, como
Quedan aún las fuentes indígenas. Por paradójico que sea, los indios del México
es evidente, la BibliothCque Nationale de París. Pero creímos que habja llegado el
colonial han dejado una cantidad impresiona nte de testimonios escritos. En ello se
rnomento de la recapitulación y que era preferible dejar para después estas nuevas
aprecia una pasión por la escritura ligada con frecuencia al deseo de sobrevivir, de
investigaciones.
salvar la memoria del linaje, de la comunidad , a la intención de conservar las iden-
A través del espejo tidades v los bienes. . Así ocurre con los historiadores y con los curas indígenas
que los trabajos de A. fvL Garibay contribuyer on a dar a conocer mejor pero acerca
Una documentación considerable permite entonces estudiar a los indios de la Nueva de los cuales quedan muchas cosas por hacer. Insistiremos en ello. Lo mismo sucede
España o más exactament e captar lo que representab an para las autoridades espa~ con una abundante bibliografía más oscura, en general anónima, surgida en el
ñolas. Una población de tributarios, de paganos por cristianizar y luego de neófitos seno de las comunidade s indígenas -los anales, los ITtulos pn·mordial es-, que
que vigilar y que denunciar, pueblos por crear, por desplazar, por concentrar, por revela en cantidad de regiones la existencia precoz de una práctica de la escritura y
separar de aquellos de los españoles. Sabido es que la mirada colonial se preocupa de un interés por la expresión enterament e original. A ello se agrega por doquiera,
poco de las variantes étnicas: la etiqueta de indio -que ha inventado - es a ese más estereotipad o, más sometido a las presiones del derecho español, el inmenso
respecto un término tan eficaz como nivelador, tan pertinente a ojos de la Corona fondo constituido por las notarías y las municipalidades indígenas, los testamen-
y de la Iglesia como extraño para el mundo que domin~ban. Cier~o es, a pes:ir .de tos, las actas de compra y venta, los donativos, las deliberaciones, las contabilidades
todo, que los conquistadores y los evangelizadores tuvieron el cuidado de distin· redactadas en lengua indígena y hacía los cuales J, Lockhart y algunos autores más
guir de las masas anónimas (los macehuales) los grupos dirigent~s merecedo~~s han llamado la atención de los investigadores. Cierto es que sólo los nobles y los
de cierras consideraciones y objeto de una atenta desconfianza. Mirada contabil1· notables escriben. Lo cual no obsta para que nos deshagamos del clisé de los ''pue·
zad0ra de los cuerpos, de los bienes y de las almas en la que perpetuame nte se leen bles sin escritura''. En numerosos pueblos de México se maneja la pluma con igual
el encuentro, el choque entre una voluntad ilimitada de empresa y unos grupos frecuencia y tal vez mejor que en algunas aldeas de Castilla o de Europa hacia la
que (por su voluntad o no) aceptan o no plegarse a ella, misma época.
Por lo demás, estos materiales han inspirado una historia institucional, de· Otros indios tuvieron que explícar en forma oral conductaS o creencias que repro·
mográfica, económica y social de los indios de_ la Colonia explicad.~ con éxito e baba la Iglesia. Cada vez aporta el documento su parte de informaciones, a candi·
incluso con brillantez por los trabajos de Ch. Gibson, S. F. Cook, W. Borah o D. ción de que se sepa ponderar lo que han podido agregar (o retirar) al testímonio
López Sarrelangue. original la técnica de la escritura, los propósitos del encuestador, la intervención
Para duplicar esa mirada disponernos de la obra excepcional de los cronistas del del notario y del escribano, los azares de la conservación. A condición, claro está,
siglo X\1, hiotolinía, Sahagún, Durán, f..{endieta y muchos otros interesados, para de distinguir el origen de los testimonios, de disti_i:guir entre el indio "idólatra"
acabar mejor con las idolatrías, en describir las sociedades indígenas antes del con· que hábilmente se esfuerza por confundir al juez 'étlesiástíco y el inculpado teme·
tacto, preocupados también de salvar lo mejor a sus ojos. Enfoque ~dmirable para roso que se lirnita a balbucear lo que la Iglesia pretende arrancarle, o de identificar
su tiempo, prefigurado r de la diligencia etnográfica, pero cuya densidad y cuyo ca- al delator mal intencionado que ajusta cuentas acerca de las cuales los archivos guar·
rácter al parecer exhaustivos con frecuencia corren el riesgo de ocultar las infle- dan silencio.
xíones sutiles o manifiestas que él mismo imprirne a la realidad indígena. Y, por La generalidad de esas fuentes resulta indisociable de las técnicas de expresión
otra parte, ¿cómo sorprenderse de que esos autores exploren el mundo amerindio europeas o de situaciones coloniales. Sólo la arqueología y el análisis de las picto~
utilizando casillas v vocabularios europeos (por ejemplo, el de A. mbrosio Calepi- grafías permiten en principio traspasar esa cortina. En principio pues, paradójica·
no )? A menudo su~ede además que el exotismo que sentimos al leer su testimonio 1nente, la falta del filtro occidental no resuelve gran cosa. Los indios que pintaron
en realidad emana más de la España del siglo X\71 que de las culturas indígenas. los códices alineando sobre las hojas de amate sus pictografías multicolores no deja·
11ás de una golondrina historiadora ardió en ello y nosotros no nos atreveríamos a ron ninguna guía de lectura. De suerte que la clave, e! sentido de ese modo de
afirmar que estamos a salvo, 1-1as no por ello dejan esas fuentes de trazar los marcos expresión, sin equivalente en nuestro mundo, se nos escapan en gran parte y tal
incomparables de una comprensió n global de los mundos indígenas en la hora de

150 de 162
FL'E>iTES Y BiBLiOGR.AFÍP. FUENTES Y BIBUOGRAFÍA 2:80

•;cz Je 111 ;1 nera irremediable, sea cual fuere el interés de los trabaíos realizados en eclesiástica más que a la de nuestros indios. Lo cual no mengua en nada el valor de
:,)5 Cdrlrnos años. . Con tanto rnayor r:i.zón cuanto que, en realidad, Inuchas piezas estas tentativas que, ampliadas a otros terrenos -los testamentos indígenas- y
··píthispánic-as" f<.ieron pintadas después de la Conquista, agregando al peligro de conducidas con prudencia en torno a los fondos considerables que se han conserva-
c~nstdera.r indígena una asimilación sutil, alguna primera interprt[ación apenas do, deberían dar cuerpo o invalidar algunas de nuestras hipótesis.
disceínibk. Soinbra próxirna o lejana de una occidentalizacíón que acompaña Esa prudencia o es[as impotencias obligan a un proceder con frecuencia impre-
de ui;u1cra inseparable ouesLros pasos. sionista, plagado de acumulaciones, de yuxtaposiciones, de coincidencias, que en
El paso sisternático J. la escritura (al estado qi..;e fuere) y por tanto la imposibili- última instancia sólo se apoya en la relación de ios datos recabados en las fuentes
dad de llegar a la oralidad, la inevivab!e relación con Occidente en forma del cura. más distintas. De ahí la constitución de un gigantesco embrollo donde en más de
del juez, de íos tribunales, de los administradores y del fisco rnarcan y precisan los una ocasión una pieza sevillana acaba por encajar entre un complemento mexicano
lúnires de nuestra ernpresa. No se deduzca de ello que esternos condenados, por y unos elementos romanos, Donde una referencia prehispánica adara una ínfor.
falta de algo mejor, a desentrañar el '' discurso-sobre-los·lndi os''. Ello equivaldría mación colonial de origen indígena y/o español. Donde et texto de un cronísta
a tener eo poco los testirnoníO~encontrados y las innumerables producciones del hace explícita la confesión de un indio. Deleite de ese largo giocho dipazienzia al
arte indígena en la época coloniaL Confesemos simple y sencillarnente que del mundo hilo del cual el descubrimiento de los documentos y a menudo el azar de las lectu-
lndígena sólo se captan reflejos a los que sin falta y de manera más o menos confusa ras desempeñan un papel esencia! por las orientaciones y las reorientaciones sucesi-
se añade ei nuestro. Pretender pasar a uavés del espejo, captar a los indios fuera de vas que no dejan de imprimir al proyecto iniciaL Como la conjunción de 1974 de
Occidente es un ejercicío peligroso, la mayoría de las veces impracticable, global- algunas fuentes jesuitas y de elementos de etnopsiquiarría abrevados en la obra
men~e ilusorio. A menos de hundirse en una maraña de hipótesis de las que fuerza de Georges Devereux y, más tarde, la revelación de una literatura indígena de una
es admitir que sin cesar pueden ponerse en duda_ riqueza insospechada en el momento en que recorríamos los-trabajos ya antiguos
Sin embargo queda un carnpo todavla consíderable, e! de las reacciones indíge- queJack Goody (1968, 1977) realizó en torno a la literacy en las sociedades tradi-
cas a los rnodelos de conducta y de pensamiento introducidos por los europeos, el cionales.
del s.nálisi.s de su percepción de! mundo nuevo que engendra en la violencia y con Frustrado en toda ponderación cuantitativa, el proceder incita a realizar estudios
frecuencia en el caos la dominación colonlal. Falra caprar e interpretar los reflejos de casos con todos los riesgos que implica esta opción, "aunque de eSa suerte tam-
que por sí solas siguen siendo testín1onios excepcionaies cJyo equivalente no siempre bién pennite reflexionar sobre las culturas indígenas por medio de los individuos y no
se tiene en la.s sociedades de Antiguo Régimen. Es iriútil agregar que la cJ.ntidad y la exclusivamente de esas entidades vagas (y en ocasiones vagamente míticas) que son
-c-~lTídad···ae 1os· documeruos que- poco-a-puco-hemos-rettntdo·-B-an--g.frt-V.i-ra.d-0 con--1li1 _______ _l()~ __'g~os", las comunidades, las "etnias", los indios. Estamos convencídos de
peso determinanre en la orientación de nuesuas gestiones. que el estUdio-Profi.i'.Odo de un·caso md1vid.uaiperrnite-~ta:rrro-romo·-l-a-·m-uh-ip!fEa-­
ción de las muestras, observar los engranes de una cultura, definir [as inflexiones
que le son propias, a condición de saber y de poder distinguir la dialéctica de la
E! fuego de paciencia idiosincrasia personal y de los reg.isuos culturales, registros que se habrán hecho
evidentes por otros medios y por otras fuentes.
Los lúnites rnarcados por las fuences y la.s perspecrivas abierras en la Introducción
explican el abandono de todo enfoque en serie. Contar los mauimon.ios, los bauti-
zos apon:a indicios de conformidad exterior a un modelo, pero no dice nada de su FtJENTES !~\PRESAS y PICTOGR,:\FICAS

interlorización. De igual Inodo campoco hemos seleccionado exploraciones efec-


Antes que ofrecer una Lista exhaustiva de las fuentes que hemos utilizado, preferi-
tuadas en series de gran interés (las cofradías y tas fiestas de frnes del siglo xvm).
mos indicar aquellas que fueron las más fecundas tanto como las que, en muchísimos
pues nos arrastraban a un terreno -la visión de la administración española- que
aspectos, podrían prolongar o enmendar nuestros trabajos. En las principal.es obras
no era el que nosotros habíamos seleccÍoriado. ¿No teníamos la impresión de que a
que señalamos aquí con asterisco (")se encontrarán posibles con1plementos.
medida que se acurnulaba.c1 los porcentajes éstos nos alejaban de la realidad indígena
que perseguían1os? Con los archivos de las oficialidades (o provisoratos) también
habríamos podido dedicarnos a cálculos análogos a los que se hicieron a partir de 1. Colecciones de docurnentos
los archivos inquisitoriales. Pero, como hemos dicho, de ellos sólo subsisten restos
cuyos tesoros no podrían constituir verdaderas series. Sea como fuere, habríamos Actas de Cabildo de fa ciudad de Mé:aCo, 54 vols., México, 1889-1916.
topado con el mismo escollo, arrastrados a la pista de la historia de la represión

151 de 162
2;;{) FUENTES Y BlBLIOGRAfiA FUENTES Y BlBLIOGRAFfl\. 291

(.'arrasco P. 1 Pedro y Jesús MonjOrás Ruiz, Colección de documentos sobre Coyoa- Velázquez, Primo Feiiciano (comp.), Colección rle documentos para la hútoria de
cán, Colección Científica, Fuentes (Historia Social): 39 y 65, 2 vols., México, San Luis Potosí, 4 vols., San Luis Potosí, 1897-1988.
JNAH, 1976-1978. * Zavala, Silvio, y f\1arfa Castelo, Fuentes para la historia del traba/o en Nueva Es-
Cartas de Indias . . _, Madrid, Ministerio de Fomento, 1877. paña, 8 vols., México, FCE, 1939wl946 (2ª edición: México, CEHSMO, 1980.
Colección de docu1nentos inéditos relativos al descubri1niento, conquista y organi-
zación de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía. . , 42 vols.,
Madrid, M. Bernaldo de Quirós, 1864-1884. 2. Fuentes eclesiásticas
Colección de documentos para la historia de Oaxaca, h1éxico, 1933.
Cuevas, Mariano (compilador), Docu1nentos inéditos del siglo xv1 para la histon"a En cuanto a la producción del síglo xv1, la Bibliografía 1nexicant1 del siglo XVI
de JYféxico, México, Talleres del 1'1useo Nacional de Arqueología, Historia y Etw (México, FCE, 1981) de Joaquín García Icazbalceta todavía constituye un precioso
nología, 1914 (2' edición: Editorial Porrúa, 1975). instrumento de trabajo.
Florescano, Enrique (compilador), Fuentes para la historia de la cn'sis agrícola de
Acosta, S. J., José de, Hútoria natural y moral de las Indias, edición preparada por
1785w1786, Documentos para la Historía: 1, 2 vols., México, Archivo General
Edmundo O'Gorman, México, rCE, 1940.
de la Nación, 1981.
Aguilar, Francisco de, Relación breve de la conquúta de la Nueva España, edición
García, Genaro, Documentos inédüos o muy raros para la húton'"a de i\:féxico, lvfé-
de Jorge Gurría Lacroix, México. 1977.
xico, Editorial Porrúa, 1974 (1~ edición: México, 1905-1911).
,'\legre S. J., Francisco J., Historia de fa Co1npali[a de jesús t.'n 1Vueva Espalia, 3
García Icazbalceta, Joaquín (comp.), Colección de documentos para la ht'ston'"a de
vals., México, 1941 y Roma, Instituturn Historícum S.J., 1956.
1ifé.x-ico, 2 vols., Editorial Porrúa, 1971 {lª edición: 1-1éxico, J. M. Andrade,
Anglería, Pedro Mártir de, Décadas riel Nuevo Aiundo, 2 vols., 1-1éxíco,José Porrúa
1858-1866).
e Hijos, 1964-1965.
- - - - , JVueva colección de documentos para la historia de México, Francisco
* Balsalobre, Gonzalo de, "Relación auténtica de las idolatrías. . " en Tratado
Dlaz de León, 1892.
de las idolatrías, supersticiones, ritos, hechicerías y otras costumbres gentílicas de
Hanke, Lewis, Cuerpo de docurnentos del siglo x:vr, 11éxico, fCE, 1943 (2ª edi-
fas razas aborígenes de Méxi"co, tomo XX, Ivféxico, Ediciones Fuente Cultural,
ción: 1977).
1952, pp. 339-390
Konetzke, Richard (comp.), Colección de documentos para la hútoria de la forma-
Basalenque, O. S./\., Diego, Húton"a de la provincia de San Nicolás To/entino de
ción social de Húpanoamérica, 1493-1810, 3 vols., Madrid, csic, 1952-1953.
Michoacán de la Orden de N. P. San Agustín, México, Barbedillo y Comp.,
f\-1artínez, Hildeberto, Colección de documentos colon1'"ales de Tepeaca, Colección
1886 y México, Editorial Jus, 1963.
Científica, Catálogos y Bibliografías: 134, México. JNAH, 1984.
Beaumont, Pablo de la Purísima Concepción, Crónica de Afichoacán, México,
• Paso y Troncoso, Francisco del (comp.), Epistolario de 1Vueva España, 1505~
Talleres Gráficos de la Nacíón, 1932.
1818 . .. , 16 vols., México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos, • Burgoa, Francisco de, Geográfica descn"pc16n, 2 vols., México, :\GN, 1934.
1939-1942, ---,Palestra historial, 2 vols., México, 1\GN, 1934,
- - - - , Papeles de IVueva España publicados de orden y con fondos del go~ ~cartas de religiosos de 1Vueva España, cf arriba García Icazbaketa, Nueva colec-
biemo mexicano por Francisco del Paso y Troncoso, 2& Serie, Geografía y Esta· ción de documentos para la ht'ston"a de Afé~;"co, y México, Salvador Chávez
dística, 7 volúmenes, 1-1adrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1905w 1906 (las Relaciones Hayhoe, 1941. ·t'
geográficas fueron objeto de una nueva edición de René Acuña, 11éxico, l'NAM, Ciudad Real, A.ntonio de, Tratado cunó.ro y docto de las grandezas de la J\lueva Es-
9 vals., 1982-1987). paña, edición de Josefina Quintana y Vlctor 1vf. Castillo Ferreras, Serie de His-
~ Procesos de ind-ios idólatras y hechiceros, Publicaciones del ~t\.rchivo General de
toriadores y Cronistas de Indias: 6, 2 vols., México, llH, 1976.
la Nación, III, México, Tip. Guerrero tinos., 1912. Clavijero, Francisco Javier, Histon'a antigua de lrfé:tico, prólogo de Mariano Cuevas,
• Proceso inquis1forial del cacique de Tetzcoco, Publicaciones de la Cornist6n Re- h1éxico. Editorial Porrúa, 1976.
organizadora del Archivo General y Público de la Nación, I, 11éxico, Eusebio * Códice franciscano, siglo .x.1/1, cf arriba García Icazbaketa, 1\Tueva colección.
Gómez de la Fuente, 1910. y México, Chávez Hayhoe, 1941.
Reyes García, luis, Documentos sobre tierras y señoríos en Cuauhtinchan, Colec- Córdova, Juan de, Arte en lengua zapoteca, México, Pedro Ocharte, 1578 (reedi·
ción Científica, Fuentes (Historia Social): 57, México, !NAH, 1978. ci6n: México, 1886).

152 de 162
FUENTES Y BlBU OGRA fÍA
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
costu mbre s gentílicas de fas razaJ
trías, superstz'ciones, ntos, hechicerías y otras
ción y discurso de la provincia de San. ones Fuen te Cultu ral. 1952 , pp.
D:íviJJ. Padilla, ~A..gustín, Flistoria de la funda aborígenes de ~4féxico, tomo X, México, Edici
ti:Jgo de Aiéxico de la Orden de predi cado res por las vidas de sus varones insig~
Bruselas, 1625 (reedic.ión: Ivíéxico, La 41-368.
n¿s )' casos notables de l\fueva España, 'a su1naria, edici ón prepa rada por Ed.
• la.s Casas, Barto lomé de, Apologética histon l, 2 vols., Méxi-
Acad emia Llteraria, 1955). res y Cronistas de Indias:
a España e Islas de tti!rra firme, edi. mun do O' Gorm an, Serie de Histo riado
Durir1, Dieg o, Histon4 de las Indias de Nuev co, UNA~-J, UH, 1967.
México, Edito rial Portú a, 1967. a mexú:ana con todos los requisitos ru:-
ciór. prepa rada por Ange l Marta Garibay, 2 vols., León, Mart ín de, Cam ino al cielo en lengu
hech a en 1570 y otros docu ment os, edición
Descnpción de/ arzobispado de Mé.>."1Co - cessartos. . , lYiéxico, Dieg o López Dáva
los, 1611 .
aquín Terra zas, 1897 (reed ición : Méxi de la administración de fas santos
de Luis Garc ía Pime ntel, Méx ico,J oséJo Lorra Baqu io, Franc isco, lvian ual mexi cano
1634 .
co, 1976). . sacramentos, 1-iéxico, Dieg o Gutié rrez,
aida, Ivféxico, In1p renta Vícto ría, 1924 r los santos sacra111entos en el
Escobar. Fray hlatía s de, Arnericana Theb da Pide de la IVueva Marr ínez de Arau ja, Juan , Manu al de admi nútra
Coleg ios de Prop agan Bena vides , 1690 .
:Espinosa, Isidro Fé-lí..x de, Crótilta de los idiom a de ltft.choacán, lviéxico. Marí a de
1746 (2" edici ón: Wash ingto n, Aca- ástica india na, 4 vo\s., í'vl.éxíco, Edito rial
Espaiia, lv1éxico,José Bern ardo de Hoga l. • Mend iera, Geró nimo de, Histoná eclesi
demy of Franciscan Histo ry, 1964). Salva dor Chávez Hayhoe', 194) ,
apóstoles San Pedro )' San lengua me::i.:icana en que pued en verse Jos
, Crónica de la provincia franciscana de los 1vl.ijangos, Joan de, EspejO divino en
Pablo de Michoaáín, México, Edito rial Santi ago, 1945 . doctn'nar bien a sus hijos y aficiona/los
la Com pañía de jesús de Nuet'fi padr es y tom.ar docu ment o para acertar a
de fa provincia de los, 1607.
Florencia, Francisco de, 1-Iútoria a las virtudes, Méxíco, Dieg o López Dáva
aria, 1955 (2" edici ón). s o Libro ele las cosas a'e Ja Nuet a
1

España, f.i1éxico, Edito rial Acad emia Liter f.1otolinía, Torib io de Bena vente , },iem
ontile
cnSti ana en lengu a mexicana, edici ón facsi mllar de la arada por Edm undo O'Go rman .
Gan[ e, Pedro de_. Doct n'na
ricos Fray Bern ardin o de Saha gún,
España y .de los naturales de ella, edici ón prep 197L
de 1553 , México, Cent ro de Estud ios Histó s: 2, México, UNAM, UH,
Serie de Histo riado res y Cronistas de india
1981. ando , Catál ogo de !os curatos y misiones que tiene la N ue-
Nava rro y Norie ga, Fern
García Pime nrel, Luis (com p.), Relación
de los obúp ados de Tlaxcala, Michoacán. sea la división eclesiástica de este
1904. va España en cada una de sus diócesú o
Oa.vaca y otros lugar es en el siglo )(Vf. México, París, t>tadrid,
occi- rey no. . , 1v1éxico, 1813.
__.__ G()nz ález Dávi la, Gil, Teatro ecles
iástico de Ja pn'mt'tiva iglesia de las Indias del indio, &1adrid, Impren_ta de ht de ios
Jble~__~J!!!.!..~_des.
--co-J-aJ:-111iJJt0L( Palaf ox y Mend oza, Juan de, Virt11des
-- dfnta les, Viaas ae sus arzobi:rJ;os,--o-bisp-e-s--y --·-·---·------- --
---- --·ruos;-1~~~··----
no y g11ía de curas d~ ¡.;dtos.------- ~-~exico,
t.1adrid, Porrú a, 1959). ·Fra:rn:isco-de- --
2 vo1s., J:.i.adrid. i649- 1655 (2 edici ón,
1

de la • Pérez , Manu el, Farol india


de N. P. S. Augustín en las proi't'ncias
Grija lva, Juan de, Crónica de la orden el de 1592 , :\iéxi co, Rivera Cald erón, 1713.
J\1ueva Esparia en quatro edades desde
el año de 1533 hasta ayud ante de cura instrui.do. .. Pueb la.
• Pérez de Velasco, Andr és t.1iguel, El
1624 (2~ edici ón: l\{éxico. 1924). Cole gio Real de San Ignic io, 1766.
Joan Bapt ista, ConfessionanO en lengu
a rne>.icana J castellana, :&léxico, Melchior l pretendiente de curato instruido, Pueb la. Cole
gio Real de San lgn:l-
---,E
Ocha rte, 1599. cio, 1768.
, Advertencúzs para los confessore s de Íos naturales. . , ?viéxico, Melc hior de los dioses y ritos de la genti lidad .
• Ponc e de león , Pedro , "Breve relac ión
ritos, hechicerías y otras costumbres
Ocha rte, 1600.
muy cumplida a donde se contiene la en Tratado de las idolatrías, supersticiones,
la .Wun ciaci ón, Juan de, Doctn.na ChnStiana tomo X, México, Ediciones Fuente
gent{fú;as de las razas aborígenes de ldéxico,
.
exposición. ., ~iéxico, Pedro Balli, 1575 Cultural, 1952, pp. 371-380.
de Ja santa y apostólica provincia de Santiago de ción y gobierno de los indi'os de la pro"
La Cruz y Moy a,Jua n de, Historia • Relación de las ceremonias y ritos y pobla
2 vols. , t..iéxico, 1954 -195 5. Tude la y José Coro na Núñe z, 1"1o-
predicadores de México en la Nuev a España, vincia de Michoacán (1541), edici ón de José
para párrocos de t'ndios. . , híadr id,
· La Peña h-iontenegro, Alonso de, Itinerario relia, Blasal Editores, 1977.
Pedr o 1·1arín. 1771. Relación de los obispados de Tlaxcaia,
Michocu;án, Oaxaca y otros lugares en el
La Rea, Alon so de, Crónica de la orden
de !Y'. J/:ráfico P. S. Francisco. . , ~iéxicv, Pime nteL México, París, Mad rld,
siglo X'v'I, edici ón prepa rada por Luis Garc ía
1882).
1643 (2' edición: J R. Barbedillo y Cia .. 1904.
de mini stro de indio s. ., en Tratado de las ido/a. de las super sticio nes. ., , en Tratado de
·La Sern a,Jac inro, ''l\1a nual • Ruiz de Alarc ón, Hern ando , "Tra tado

153 de 162
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
294
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
las Españas J
gentfiiCas de las occiden tales al muy católico, piadoso y poderos o señor Rey de
las idolatrías, supersticiones, ritos, hechice1ias y otras costumbres Nuevo Mundo, D. Felipe IV ., Madrid, 1646 (México , 1932).
de México, tomo XX, México, Edicion es Fuente Cultura l,
razas aborígenes Dorante s de Carranz a, Baltasar, Sumaria relaci6n de las cosas de la
Nueva EspJl},1
y Gordon
1952, pp. 17·180 (ediciones inglesas: Albany, 1982, Michael D. Coe con noticia indtVidu al de los descend ientes legítimo s de los conquis tadores y
Norman , 1984,J. Richard
\X'hittaker, comps.: y University of Oklaho ma Press, pn<meros poblado res español es, 1-1éxico, Impren ta del Museo Naciona l, 1902
Andrew s y Ross Hassig, comps. ). (reimpr esión: t1éxico, Jesús Medina , ed., 1970) .
.. Sahagú n, Bernard ino de, Historia general de las cosas de Nueva
España, edición Indies, 1648,
Editoria l Porrúa, 1977 (1' edición: Gage, Thomas , The English AmenCan.· A New Survey of the West
de Ángel María Garibay K., 4 vols., México, , 1928.
1.1\. P. Newton , Londres
México, 1956). Espana en
Joseph Ber~ Górnez de Cervantes, Gonzalo , La vida económ ica y social de la Nueva
Serra, Ángel, lrfanual de adminis trar los santos sacramentos, México, el siglo XVI, Bíblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas: 19,
México, Edito-
nardo de Hogal, 1697. rial Porrúa, 1944.
~ Torque mada, Juan de, Monarq uía indiana , edición
prepara da bajo la coordina~ l Porrúa, 195.~­
Historia dores y Cronistas de Indias: ), 7 Guijo, Gregari o NL de. Dianó 1648-16 64, 2 vols., México, Editoria
ción de Miguel León Portilla, Serie de Vt~¡C a Nuev{t España, México, UN.\M, un.
Gemelli Carreri, Giovanni Francesco, la
vols., México, UNAM, nH, 1975~1983. 1976.
en el siglo
Vázque z de Espinosa, Fray Antonio , Descnpción de la Nueva España Herrera, Antonio de, Histona genera! de los hechos de los castellan
os en fas ú!tr-s y
Editoria l Patria, 1944.
;.,.-vu. _ . y otros docutne ntos del siglo xvn. Méxíco, Tierra Firme de el rnar Océano , Asunción, Editoria l Guaraní a, 1945.
y régimen del
Velázqu ez de Cárdenas y León, Carlos Celedonio, Breve práctica sobre el reino de la Nueva España, Iv1l;·
. , México, Impren ta de la Bibliote ca Mexicana, Humbo ldt, Alejand ro de, Ensayo político
confessi onario de indt'os.
xico, Editorial Porrúa, 1966.
1761.
El libro de /.1s tasaciones de pueblos de la ll./ueva Espaiia. Siglo
xv1, prólogo de
Vetancu rt, Agustín de, Teatro mexican o, Descrip ción breve de los
sucesos exetn-
s y religioso s del nuevo mundo occiden tal Francisco Gonzále z efe Cossío, México, AGN, 1952.
plares, históricos, político s, militare recoptl.u/;n
1697-16 98. López de Velasco, Juan. Geografía y descripción universa l de las indias
de las Indias, 2 vol., México, López de Velasco desde el afio de 1571 al tlr:
confessar idólatras. por el cosmóg rafo cronista juan
~ Villavicencio, Diego Jaímes Ricardo, Luz y método de de la Socieda d de Geograf ía, 1894.
1692. 1574. . , Madrid, Bolerín
Puebla, Diego Fernánd ez de Léon, Puebla, -"'lY1éxi·
pertene cen a López de Villaseñor, Pedro, Cartilla vieja de la nobilísi ma ciudad de
Zumárr aga, Juan de, Doctrin a breve muy provech osa de las cosas que co, HE, Impren ta Universitaria, 1961.
la fe católú:a, Tenuch titlán-M éxico, Juan Crombe rger, 1544. de l"apú1<
Relación de ménfos y servú:i'os del conquis tador Bernard:"no Vázquez
estudio y notas de Jorge Gurría Lacroix, 1.1éxico, lJ-;\i\M, 1972,
1\1fxico, Edi
3. Fuentes civzles Robles, Antonio de, Dian·o de suceJos notable s (1665-1 703), 2 vols.,
torial Porrúa, 1946.
Emecé, 19--ii\
la compila ción de Beristáin y Souza sigue siendo una introduc ción útil
a pesar de Solís, Antonio , Historia de la Conquis ta de .ifé¡ico, Buenos Aires,
america no. Descrip ción general de Íof
sus lagunas y de sus errores; Villaseñor y Sánchez, José Antonio , Theatro
de lil l\fueva España y sus i%'?.Sdic ciones. , , 2 vols., Méx vo.
rey nos y provz'ncias
ional, Ame- Hogal, 1746-l7 48 y Editoria l Naciona l, 19')2
Beristáin y Souza,J osé J\íariano, Bibliote ca hispanoamen.'cana septentr Viuda de don José Bernard o de
Ediciones en 1755), \\1éxi
cameca, Oficina de don Alejand ro Valdés, 1883 (3~ edición: México, , Sup!e111-ento al Theatro america no (L:z ciudad de México
Fuenre Cultura l, 1947). CO, l;-;\AM, 1980.
y ~1enet, 1914 México, C!1;i
Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, Madrid , Hauser Zorita, Alonso de, Breve re/,1-eión de Jos señores de la ¡\Jueva Espaiúl-,
y México, 1936. vez Hayhoe , s. f., y L'N1\M. 1942.
ez Sánchez
Cortés, Hernán , Cartas y docume ntos, Introducción de Mario Hernánd
Barba, México, Editoria l Porrúa, 1963.
Nueva España 4. Fuentes .furí(iicas
Díaz del Castillo, Bernal, Histon"a verdade ra de la conquis ta de
1944 con la introduc ción y notas de Joaquín Ramírez
(edición conform e a la de leyes, ~1fxH 1 '
Aguiar y 1\cuña, Rodrigo, Sumario de la recopilación general de !as
Cabañas), 2 tomos, lvíéxico, 1968.
de las Indias 1677.
Díez de la Calle, Juan, lvfemonOI y noticias sacras y reales del impen'o

154 de 162
FUE;-.;TES Y BIBLlOGRAFÍA
FUEi\TE S Y BlBLJOG Ri\FfA

y de Indias, Estudio Y la bibliog rafía recopila da por:


Álv::uez. José Iviaría, Instituc iones de derecho real de C'asttila Ascens ión H. de León Portilla en Estudios de Cultura t\:áhua
tl, /\f exico, t::'""'-~1, X,
García Laguar dia y María del Refugio Gonzál ez. Se~
prelimi nar de Jorge ['viario
1972, pp, 409-441
rie A, Fuentes, 2 tomos, 1'1éxico, UNAM, !IJ, 1982 (l~ edición
: 1818-1 820). , 0.-iéxico, Pedro BaHi,
s de fa 1\fueva E.spall.a, 11éxi- Alvarad o, Francisco de, Vocabulan·a en lengua misteca
Barrio Lorenzot, Francisco deL Ordena nzas de gre111io l 593,
co, Secreta.ría de Gobern ación, 1920. na)' mex1iana. ,, "t>1é-
los autos acordados de fa Arenas , Pedro, Vocabulario manua l de las lenguas castella
Belcfia, Eusebio Ventur a, Recoptfación su111aria tle todos xíco, Henrlco lvíartínez, 1611.
Real Audien cúi ji Sala de! Crt"nzen de esta Nttev:i España , 2 tomos, lviéxico, Fe\[. de L. Z\ianrique C.,
un prólogo de ~1aría Basalen que, Diego, ~A~rte de la lengua matfalt ziftca, edición
pe de Zúñiga y Ontive ros, 1787 ( l ~edición facsimi lar con 1-1éxico, Bibliote ca Encíclopédica del Estado de México, 1975.
del Refugío Gonzál ez, lviéxico, UNAM, !l.J, 1981). , Arte de la lengua tarasca, lvíéxico, Francisco Rivera Calderó
n, 1714.
. 1'íéxico, Edicion es
Carreña , Alberto 0-iaría, Cedulan'o de los siglos XV! y XV!f. Córdov a, Juan de, Arte en lengua zapotec a, r..1éxico , Pedro Balli, 1578.
Victoria, 1947. ·~· y confesi'onan·o
de 1585, publica do Cortés y Zedeño , Geróni mo Thomá s de Aquino , Arte, vocabulan·o
Concilio !JI Provincia! lviexicano celebrado en ~1féxico el año en eÍ idioma me::aCa no según se habla en el obispad o de Guada! ajara, Puebla ,
err y Compa ñía, 1859.
por 1-iariano Galván Rivera, h1éxico, Eugeni o lv1aillef
, Cultura l-Iispán ica, 1946. Colegio Real de San Ignacio , 1765.
Encinas , Diego de, Cedulario indiano , Madrid Gilbert i, ~faturino, Arte de la lengut1- de Michuaciin, 1-1éxico
, Juan Pablos, 1558.
de esta maten"a, 1-1éxi-
Ordenanzas de minería y colección de las órdene s)' decretos Vocabu!an·o en la lengua de Michua cán, Méxíco ,Juan Pablos, 1559.
co .J de Rosa, 1846,
La Barreda . Nícolás de, Doctn.n a chn'stia na en lengua chinant eca, 1'1éxico, 1730.
Palacios, Pruden cio A..'1tonio de, Notas a !a recopilación
de leyes de Indias, estu- en lengua de Michoa ·
, 11éxico , u~-..:A:..t, 1979. Laguna s.Juan Baptista de, A.rte y diCcionanO con otras obrcis
dio, edición e í.ndíces de Beatriz Bernal de Bugeda cán, México, Pedro Balli, 1574.
iones de su ,/Hages tad. . , 11éxi-
Puga, Vasco de, Provútónes, Cédulas, Instrucc ~ 11olina , Alonso de, Vocabu lanó en lengua mexiCa
na y 'caste/!,zna. . . lv1éxico.
Americ anos, vol. 3, 1-iadríd . Cultura Hispá-
co, 1563, Colecci ón de Incuna bles l\ntoni o de Espín osa, 15 71.
nica, 194). , Pedro Ocha.rte, l 57 L
1774, - - - , Arte de la lengua ntexicana y castellana, México
Recopt'l act6n de leyes de los reyr,os de las Indias, lviadrid, Bartho lomé Ulloa, Nágera y Anguas , Diego de, Doctn'n ay enseña nza de la lengua
mazahu a. ., lvfé-
1791, 3 vols., :tv1adrid, 1943.
:anas, con una intro- xico, Juan Ruyz, 1637.
Rodrígu ez de San Miguel , Juan N., Pandectas húpano -amerú Olmos, Andrés de, Arte para aprender la lengua n1exicana,
publica do por'Rém i Si-
Gonzál ez, Seríe A, Fuente s, 3 vols. México, L'NA:.~.
ducción de l\1aría del Refugio m¿on, París. 1875.
1u, 1980 (1~ edición : México , 1839). me::a'cana ., México .
y Cornel io \ 1erdusse n, Paredes , Ignacio de, Compe ndio del arte de fa lengua
Solórza no Pereira . Juan, Política indiana, Amber es, Eruico Impren ta de la Bibliote ca J\:l:exicana, 1759.
1703 (reedici ón: México, S?P, 2 vols,). -
Quinta na, ~'\.gustín de, Arte de Ja lengua mixe. ., Puebla
, 1729.
Colecci 'ón de docume ntos eclesi'ás tico1 a'e Aféxico, o sed de 1-ííguel de Orre-
Vera Fortuno , Hipó!ít o, , Confessionan·a en lengua mixe. . , Puebla , \Tiuda
meca, 1887.
antigua y modern a legúiac ión de !a iglesia mexica na, Ameca ga, 1733,
. , México, Impren ta de
Tapia Zenten o, Carlos de, Noticia de la lengua huasteca.
5 Fuentes lingüfsticas ,.. ~ la Bibliot eca Mexicana, 1i67.
, Diego Ferni..11dez
Vázque z Ga.stelu, Antoni o, Arte de la lengua me::a·cana, Puebla
Una introdu cción general en: de León, 1689,
Vetanc un, Agustín de, Arte de la lengua me::a'cana. . , h1éxico, Francisco Rodríguez
El volume n 5 del Handboo.k o/ Middfe AmenC an Jndians
. Linguistics, Norma n A.
1967. Luperc io, 1673.
NfcQuown, editor general , 1\ustin, Univers ity of Texas Press,
o aún:
En cuanto al náhuat i, un instrum ento de trabajo no superad
mexica ine, París, lmprím erie 6. Fuentes indígen as y 1nestizas manusc ntas
R~n:ii S_iméon, Diction naire de la langue nahuat l ou
_,..J.$6. ).~.-trad uc.c.1ón: :ilesp_~J\.íéx:ico;-Slg!O-
NatiQt.l;lle ~J.88 5.{f.eimpr:~iQ,i;;t_:._Graz. --~ ,_
XXI, 1977), Un panora ma general de estas fuentes en:

155 de 162
299
fl.TENTIS Y BIBLIOGRAFÍA
FUENTES Y BlBLlOGR,A.FÍA
298
7. Fuentes indígenas jJt.ntadas
¡ s del Handbook of Mtddle
Amencan Indians. Gutde to Ethnohúyto- lugar:
El volu men , ..1\ustin, Universit of s" y de los trab ajos a que han dado
F. Clin e ed. del volu men Una guía recie nte de las "pin tura
nCal Sources. Part Four, How ard affa de códi ces, map as y üen-
cader M., Bt"bliogr
Texas Press, 197), Guz mán , Virg inia y Yol anda ivier ccíó n Cien tífic a, Fuen tes para
2 vols ., Cole
or- zos del Aiéxico prehispánico y colonial,
s histón'cas, edición de Edmundo O'G
Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de, Obra
.
ico, UNAM, nH, la Hist oria : 79, 1v1éxico, l?'-lAH, 1979
2 vals ., Méx
oria dore s y Cron istas de Indi as: 4,
man , Serie de Hist
Una orie ntac ión glob al en: Part
1977.
Crónica rnexicáyotl, traducción del
náhuatl e ans, Guide to Ethnohistorical Sources.
i\lva rado Tezozómoc, Fernando, , 1949.
' Handbook of Middle American Indi ersit y ofTe xas
de Hist oria e INAH del volu men , Aus tin, Univ
intro ducc ión de Adr ián León, 11éx
ico, lJ1''<'/\M, Inst ituto Three, vol. 14, HoVt'ar<l Clin e, edit or
Orozco y Berra, Méxíco, Editorial
, Crónica mexicana, notas de Man uel Press. 1975.
edición de 1878).
Leyenda, 1944 (reimpresión de la pre-
Antonio Peñafiel, México, 1903 (reim Algu nos inst rum ento s de trab ajo:
Anales de Tecamachalco, edición de Mac J\fee , Dicctónario de ele1nent
os fonéticos en
sión de Editorial Innovación, 1981
). Barlow, Rob ert Hay ward y Byron Inst ituto de Hist oria ,
tom o II, glífica (Códice rnendoct'no), México,
,
icum Amen'canoru1n lliedii Aevi,
UNAM
Ana les de Tlatelo!co, en Corp us Cod escritura jero
redo , 1948
Cop enh agu e, 1945, y 1-1éxico, Rob 1949. , \Xla shin gton , .·'
edic ión de Eina r 11un ksga ard, l\1esoamerican \'{'d ting Systen1s
1980 ). Ben son, Eliz abet h P. (com p.) ·
(ree dici ón: México, Rafael Porr úa, ica- ary, 1973.
tos de la obra general sobre Historia de los 111ex Dum bart on Oak s Research Libr tl, Méx i-
Cast illo, Cris tóba l del, Fragmen coso , itura indígena tradicional azteca-náhua
Gala rza, Joaq uín, Estudios de escr
Fran cisco del Paso y Tron
edic ión de
nos escn't,i en lengua náhuatl. . ,
ico, Edit oria l Eran di, 1966). co, AGN, 1979. Nac iona l de
Flor enci a, 1908 (reim pres ión: Méx Die Relationen colección de códices, México, 1·1useo
Francisco de San Ant ón Muñ ón, Glass, Joh n B., Catálogo de la
Chi mal pah in Cua uhtl ehu anit zin, n,
t'co 's, edlc íón de Gün ter Zim mer man Antropología, 1N.<H, 1964. guo ", Suple-
Chimalpahin 's zur Gesch1Chte ,\fex códices indí gena s del México anti
-1965. Mat os Higu eras , "Ca tálo go de los
Hamburgo, Cran de Gruyter, 1963 introduc~ la Secretaria de Hacienda, México,
195 7.
s de Chalco-Amequa1necan, pale ogra fía, ntento del Boletín bibliográfico de Penad,
, Relaciones on'ginale usctipts Painting of the Early Colonial
ico, FCE, 1965. • Robertson, Donald, Mexican Man orta n-
ción y glos a de Silvia Ren dón , Méx Hav en, Yale University Press, 19)9 . Imp
cast ellan a de José Rub én Rom ero 1be Met ropo litan Schools, New
, Octava relación, edic ión y vers ión 1983. bién una reflexión sobr e los prin
la
cipio s de
, Fuen tes: 8, México, L'NA \{, IJH, te inuo duc ción histó rica que es tam
Galv án, Serie de Cult ura Náh uatl cano. .,
B1blioteca de Berlín. Anales en mexi colo niza ción . logue raúon-
Códice Aubin. 1Uanuscn"to azteca de la l Innova- r servir a /'hútoi"re du Mexique, Cata
ar pub lica da en México, Edit oria
imil Bob an, Eug ene, Docu1nents pou ux, 1891.
11éxico, 1902 (una edic ión facs Gou pzl ., 2 vols ., París, F. Lero
né de la collectión de i\1. E. EugCne nda part e, Méxi~
ción, 1980 ). s, trad ucci ón Pin tu.ras jeroglíficas. Segu
Cua uhti tlán y Leyenda de los Sole Codex Chavero, en Cha vero , A.lfredo,
Códice Chimalpopoca, .linales de , 1945. J. E. Barb ero, .190 1.
xico, UNAM, Inst ituto de Hist oria co, Imp rent a del Com ercio de
de Prim o Fcliciano Velá zque z, f...1é eo Nac iona l de Cíen~ Barl ow, Rob ert H., "El t'ódice de los alfareros
de Cua uti-
de Tlaxcala, 1-1éxico, Aten Cod ex Cuautitlán, en
XII, 1941 (195 pp. )-8.
Muñ oz Cam argo , Dieg o, Hútona Antropológicos, 2),
tlán ", Revista Mexú:ana de Estudios
cias y Artes de México, 1947. .
de Tlaxcala de las Indias y del mar Codex Florentino, véase adelante Sah agún
, Descripción de la ciudad y provincia nos pue blos del Marquesado del valle de Oaxaca.
Océano. ., edic ión de Ren é Acu ña,
México, UN.-\M, llF, 1981. Códices indígenas de algu
balceta, ¡. ./ueva la Nac íón, 1933.
de Tex coco '', en Joaq uín García Icaz México, AGN, Tall eres Gráficos de Cemrale di
Pom ar, Juan Bautista, ';Relación (B.R .232 ) Bibtioreca Nazionale
ria de 1\féxico, 111, Méx ico, 1891. Codex Magliabecchúmo, CL. Xlll .3
colección de docttmentos para la histo d'' en Angel Ferdinad Anders, Akademische Dru
ch-u
ión de los dioses y ritos de la gent ilida Firenze, Codices Selecti, XXI!l, Ed.
Pon ce de Leó n, Pedr o, ''Bre ve relac l Po-
ria de los me.'f:icanos, México, Edit oria Verlagsanstalt, Graz, 1970.
1-1aría Gari bay K., 1'eogonfa e histo doza, Antigüedades de Aiéxico basa
das en la
rrúa, 1965< Codex ltfendocino o Colección Men 11éxico, Secr etarí a de Hac iend a y
, voL 1,
reco pilac ión de Lord King sbor ough
Crédito Público, 1964, pp. 1-150.

156 de 162
ft:E~TES Y BIBLIOGR.\FÍi\

----.jJJnes Cooper C!ark. ed_ 3 vols., Londres, Waterloo & Sons, 19_)8. · Jf~'i~!J__}lnde, Colon,..:/ Rule Ti (- ,
(o{/¿x Jf¡;x/c:¡nus 23-24, l\.1engin, Ernst (cornp.), "Commenraire du [. .] de la ceton, 1984 .________ -- -- < _, '·'·' "''
Bibliod-12que N:nionale de Paris", }ournal de la Société eles ,4mén.canisteJ,
La~D-ih_líüifáfia ela_borada por John Glas.~ (,, ,-\r:n'J\-<.:eJ 1_ ,,~,:·~,
París, XLL 1952, pp 387-498
Codex Os!itJ:J, l\1éxico, Instituto lndígenisra Interan1ericano, 1947.
:·k o¡ hI'.dd!e Amencan lnd1ans, vol. 1). ¡ 'J°7), t\u.;¡¡n · _.:,".• ,
1
Codex Ra11;ircz. Relación de los indios que habitan esta 1Vueva España segiín sus
)3 7-!24) ofrece un resumen exhaustivo h:i.sta prinopi<>>. ~_¡;; , ~·-.­ _· 1
el mrsmo volumen, un panorama de las fuentes m ... : " .,
ht'ston:1,. estudío y apéndice por f\1anuel Orozco y Berra, 1-1éxico, Editorial Le- toca a las ''pinturas'', utilícese e! vol. 14 de !a rn''rn;;in.., , .,_ 11 • ,,__, _1 n·J _'É'·: • ; '
yenda, 1944 (edíción Editorial Innovación, 1979). (Véase arriba Al varado T ezo-
. "· 1
J(D('."t;\'~"n -. 0 ,,.,,

sienes, só!,'o hemos tom, ado en cuenta obras disponibles en el rn<J,.,:·r-·.


zómoc Crónica mex;:cana. .) este estudio (en 1984-1985). · _,_ '_-;,J_,.,,-_, ;-
Codex S:'erni, fragmento de una nómina de gastos del pueblo de Santa Catarina
R. Texupan, 'tvfixteca Baja, baj_p ¡a dlrccción de Nicolás León, ;\1éxiéo, Museo Aguirre Beluán, Gonzalo, La población negra de iHéxico, 1,'.i¡ ,'i ¡,¡
9 1
Nacional, 1906 y !vféxico. Mu~~o Nacional de Arquitectura, Historia y Etno- 1972 (l' edición: 1946).
grafía, 1933 , Form_a~ de gobie.mo indígena, Méxic?, Im?renta Urúvcr;i:,u\,~. !'}~i;
Codex Tellen'ano-Remensis, Antigüedades de AJéxico basadas en la recopdación - - - - , lvie,dr_ctna y magia. El proceso de acutturactón en Ja estru;;ti;rJ .-o/i_,~;·-"''
de Lord Kingsborough, vol. 1, tvíéxico, Secretaría de Hacienda y Crédito Públi- SEP:!.\'I, Meneo, 1973.
co, 1964. pp. 15Hl8 , El proceso de aculturación en A.Jé.x·ico, t.1éxico, Universldad ¡¡,.. .
Codex de Tlatelolco, en Bariow, Robert H. y Heinrich Bedin, /ina!es de Tlatelo!- cana, 1970. ,,J~foarnct:.
co. Unos anales histón.cos de la nación mexicana. . , ~1éxico, 1948. (Véase Al berro, Solange, Inquisition et soczfté au Me>.:-ique, 1571-1700, Centro de [q 11 .
arriba Anales de Tlatelolco.) dios Mexicanos y Centroamericanos, vol. 15. México, 1988. » , •

Codex Vaticano Latino 3738 o Codex Vaticano-Ríos o Codex Ríos, en Antigüeda- Alpers, Sve~lana, "L' oei_! de l 'histoire. L 'eff~t cartographique dans b peinturc
des de iHéxtCo basadas en la recopilacÍón de Lord Kingsborough, voL 3, 1-iéxico, hollanda1se au :XVI!' s1ecle", Actes de la Recherche en Sciences Sociales: 49.
Secretaría de Hacienda y Crédüo Público, 1964, pp. 7-314. 1983, pp, 71-99
Codex Xólotl. edición de Ch. E. Dibble, Publicaciones del Instituto de Historia. Altman, Ida y James Lockhan (comps.). Provinces of Early jHe:aCo. i/ariants of Sp~i·
l'-serie: 22, lvíéxico, u~.-1.M, 1951 nish American Regional Evolution. Los Angeles, UCL\, 1976.
Tlistorúz tolteca-chichimeca, con estudios de Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes .t\nderson, i\.rthur, Frances Berdan y James Lockhart, Beyond the Codices. 7be
v Luis Reves García, México, 1:-<.-1.H, 1976. 1Vahua View oj-Co!oniaJ Afexico, Berkeley y Los Angeles, Universín· of Califor-
Lie,nzo de TÍa:xcala (El), textos de Josefina García Quíntana y Carlos Martínez 11a- nia Press, 1976. .
rín. f.1éxico, Cartón y Papel de !vféxico, 1983. Atrom, Silvia 1'1arina, The ft'on1en oj.iHe>..;Co City, 1790·1857, Stanford, 1985.
:\lanín de ia Cruz, Libellus de 1?Jedicinalibus Indorum herbú, Afanuscrito azteca Afróniz, Othón, Teatro de evangelización en lYueva España, 11éxico, t.:~ ..-\M, 1979.
de 1552. !v1éxico, Instítuto i\íexicano del Seguro Social, 1964. Bakewell, Peter. Stiver lvlining and Society in Colonial Afexico, Zacateca; 1546-
Sahagún, Fray Bernardino de. Florentine Codex, General History o/ the Things oj 1700, Cambridge, 1971.
1\'ew Spa:·n, 12 vols. traducido del nábuatl a! inglés con notas de Charles E. Baudot, Georges, Utopie et Histoire au fofe>-.·--ique. Les premien· chroniqueurs de la
Dibble y ..A..rthurJ. O. i\nderson, J\Jonographs ofthe Schoo! of American Rese- civtlisation mexicaine (1520-1569), Tolosa, Privar, 19i7. -
arch, Santa Fe, Universiry of Urah, 1950-1969. Bonfil Batalla, Guillermo, Cho/u/a, la ciudad sagrada en la era industrial, 1'iéxico.
UNA.M, 1973,

Borah, Woodrow, New Spain 's Century ofDepression, Ibero-l\.rnericana: 35, Ber~
BrnuoGRAFL-\ keley y Los Ángeles, 194 3
Los trabajos de G. i\guirre Beltrán y de Ch. Gibson dominan la historiografía de , El juzgado general de indios en la Nueva España, México, FCE. 1985.
las sociedades indias de la Nueva España. Más próxímo a nosotros, W. B. Taylor - - - y S. F. Cook, The Abon"gina/ Popufation ofCentr.-i! Me>.:.co on the Eve
ha ampliado el campo de sus curiosidades pero se debe a Nancy !vi. Farris el haber ofthe Spanish Conquest, Ibero-Americana: 45, Berkeley y Los Ángeles, 1963.
sabido hacer un enfoque fino, coherente y oríginal de los interrogantes planteados . The Population oj.the Mixteca Alta, 1520-1960, Ibero-Americana: )0,
por las sociedades indígenas posteriores a la Conquista en: Berkeley y Los Ángeles, 1968.

157 de 162
303
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
302
FUENTES Y BIBUOGRAFLA.
n-o, 11éxico, UNAM, 1973.
, Los mext"cas: pn?neros pasos haci"a el ilnj;e
3 vols., Berkeley, 1971-1979. 1973 ,
- - - - , Essays in Popu latio n History, - - - , The Aztec s: a 1-iistory, Londres,
, Edítions de Minuit, 1980. From the Fa/! o/Tu /a to the Rise ofTe noch titlan ,
Bour dieu, Pierre, Le sens prati que, París , The Tolte c Henl age.
Brad en, Charles S., Religtóus Aspects of
the Conquest of Mexico, Durh am, 1930. Norm an, 1980.
Bour bon Aiexico 1763-1810, Cam brid- tas tnexicanos dura nte ta época colonial,
Brad ing, Davi d, Miners and Merchants
in Deco rme, Gérard, La obra de los jesui
ge, 1971. 1572-1767, México, 1941.
, México, Sepsetentas: 82, 197~. tn"e généra!e, París, Galli mard , 1971_
, Los orígenes del nacionalismo mexicano Devereux, Georges, Essais d'ethnopsychia
Me:dcan Bajío, León 1700-1860, Cam - , Ethnopsychanalyse compléme ntan" ste, París, Flam mari oo, 1972.
---, Ha cie nda s and Ranchos in the
!~s. _¡j_zfJques •. París -la. l-Iava ,__197 8.
bridg e, 1978. Qµy_~rg~-'-· .C:h_r.i?tÍ~[1_!.__ L_' es/J,,nf d_u__f!~u c~_e_~-
della scrittura, Turín , Loescher Edito - ej_u sacríf ice_ azteque, P~rís, $,uil , 1979.{edi-
Card ona, Giorgio Raim ondo , Antr opol ogia , LaJl:eurlétale._Econ o17lÍ
re, 1981. ción eñ español: México, FCE, 1983).
Cultura e historia prehiSpdnicas de !os Eco~~DErtO-, Li iSirúclUiil (iuSCiilf. Barcelona
, Lu1nen, 1978.
Carrasco Pizan a, Pedr o, Los otom fes,
i"ana, México, UN1\M, 1950. Everett Boyer, Rich ard, La gran Inundación
. Vtda y socú:dad en la ciudad de Méxi·
pueb los mesoamericanos de habla otom
arnerícan Communities: Pre- .
, "The Civil-Relígious Híerarchy in Meso ca (1629-1638), México, Sepsetent<JS: 218, 1975
lopm ent", American Antr opol ogist , Colo nial Mexi co 17.59-1821: The CnSú aj
Span ish Back grou nd and Colo nial Deve Farris, Nancy M., Crotvn and C!erg y in
one Press, 1968.
LXll l, 1961. pp 483-497 Ecclesiastical Pn.vilege, Londres, The Athl
, "Fam ily Struc ture of SLxteenth Cent ury
Tepo ztlán ", en Robe rt Man- chez les J.fayas du A1e:x:ique, París, Anth ro-
Favre, Henri, Chan geme nt et continuité
re: Essay s in J-Ionor o/Ju! ian H. Ste- 1973).
ners (com p.), Process and Patern in Cultu pos, 1971 (edición en español: Siglo XXI,
Cacic azgos y nobi/ian."o indíg ena de !a Nueva
ward, Chicago, 1964. pp. 185-210. Fern ánde z de Recas, Guill ermo S.,
ena dura nte la colon ia'', Húto n'a .
, ''La trans form ación de la cultu ra indíg España, 1-1éxico, Biblioteca Nacional, 1961
de los /Jroble111as agranOs de México. A·1é-
Mexicana, XXV , 1975. pp. 175-202. Florescano, Enriq ue, Orig en y desarrollo
The Case of 1-iolotla", tn Hug o
, "The Joint Family in Anci ent Mexico: xico, Era, 1976.
(com ps.), Essays on lv!exican Kin- a en la hútor ia de México. De la
G. Nuti ni, Pedro Carrasco y Jame s M. Tagg
art e Isabel Gonz ález Sánchez, La clase obrer
.
shíp, Pimb urgh , 1976, pp. 45-64. Colonia al Imperio, México, Siglo XXI, 1980
ci6n social en la Aiesoamén"ca prehispá- uest: Amen Ca's Spanish Hen"tage, Nueva
- - - - , Joha nna Brod a et. al., Estratifica Foster, George "'NI. ,Cult ure and Conq
nica, México, lNAH , 1976. York, 1960.
a de la sociedad 1nexica, 1-1éxico, tJN,.\M, Chan ging Worl d, Boston, 1967.
Castillo F., Víctor M., Estructura económic , Tzúz tzunt zan. Me::aCan Peasants in a
París , Dono el-G onth ier, 1970.
1972. Francastel, Pierre, La figur e et le lieu,
nial Oaxaca, Stanford. 1978. r et al., El traba jo y los trabajadores en la his··
Chan ce, John K., Race and Class in Colo Frost, Elsa Cecilía, Michae! C. 11eye
des gran ds domaines au flr'Iex-ique, Yerre et sa- toria de Aiéxico, México, El Colegio de
1vféxico, 1979.
Chevalier, Fransois, La for1nation
d'Eth nolo gie, 1952. teca serrana, I"víéxico, 1:-:1, 1977.
ciété aux xvv-xv11;e st'éc!es, París, Insti tut Fuen te, Julío de, Yalaf ag. Una vtlla zapo
in Sixte enth Century Spat11, Princ eton, is. Hiif¡,arch1"e soci"ale et tradition dans
Chris tian, Will iam A., Jr., Local Reli"gion Galin ier, Jacqu es, N'yu hu. Les lndi.es Ototn
on Arch éolog ique et Ethnologique Fran~aise
1980. le sud de la Huasteca, t.1éxico, Missi
, )\1aya and Spanúirds 1:n Yuca tan 1517-
Clen dinn en, Inga, A111bivalent Conquests au Mexi que, 1979.
Feste l:1nghe di Sardegna. Bari, Laterza,
1570, Cam bridg e, 1987. Galli ni, Clara, JI cons utno del sacro,
ofth e Indians in New Spain, 1598 -160 6",
Cline, How ard F., "Civ il Congregations 1971.
w, X.XIX, 1949, pp. 349-369- de Zumárraga, pn1n er obispo y arzo-
The Húpa nic Atnerican Húto n·ral Revie García Icazbalceta, Joaq uín, Don Fray Juan
co, 5 vols., 1-1éxico, Editorial Patria, Porrúa, 1947.
Cuevas, Mariano, Húto ria de la Igle.ria en Aféxi búpo de Méx1co, 4 vols., México. Editorial
o del Valle. Tres siglos de régim en serlo·
1945-1947 ()'ed ición ). - García Mart ínez, Bern ardo, FJ i\iarq uesad
Su cultura e hiStoria prehispánicas, Méxi niJI en l'Yueva Espa11a, México, El Cole
gio de México, 1969.
Dahl gren de Jord án, BarbrO, La ltlixteca.
tura náhu at!, 2 vols., l\1éxíco, Editorial Po-
co, Impr enta Uníversitaria, 1954. G::uibay, A.ngel 1'1., Histon·a tle la litera
ntes del irnpen'o mexica. 1-1éxico, lN,\H
,
Davies, Nige l, Los sefiorios indep endie rrúa. 1953.
1968.

158 de 162
FUE}-.;TES Y BiBLlOGRAFL'\ )O'i
FUENTES Y BlBLJOGR."i.FlA

---~passs:ur_suscepti~le. Approche s ethnohisto rique de ta Conquere


í'ol'JÍa náhuat/, 3 vo\s., México, L:\\JAM, 1964·1968 ,
«id lord, The lnterpreta tion o/Culture s, Nueva York. Basic Books, 19i3. spiriruelle- du 1iexique" , Mélanges de la e-asa de i/efázquez , XlI. 1976, pp.
¡if -195~217____ --- ..
,\ ,l, jic¡cr, /1. Cuide to the Histon>.:al Geograph y of1Vew Spat'n, Cambridg e,
,,

"La n1ere dévorante : akoolisme , sexuaiité et déculturat íon chez les Me·
1 1

, "Congrega ciones de Indios de la Nueva España antes de 1570", Húto- xi_cas (f'S(f0::.f550)", Cahí""Crs des Atnérique s latt'nes, XX, 1979, pp. )-36 .
. ,, ,,, ""/!M, XXVI. 1977. pp. 247-295 - - - , "La conquista de los cuerpos. Cristianism o, alianza y sexualidad en el
,-i:icl .. J.il'i.jllt'S, Chine et christianisrne. Action et réaction,
París, Gallimard , altiplano mexicano: Siglo XVi' ', Farndia y Sexualida d en l\fueva España, tvtéxi.
co, Sepi80. 1982. pp. 177-206.
q (-li-,1rles, Tlaxcala ú1 the Sixteenth Cent11ry, New Haven,
1952 (reeditado , Les Hommes-D i'eux du Mexique. Pouvoir indú:n et soc1fté colon/ale,
xvr.xiyn0!:_'?~!:__~_, ___f!_arís_,__!\_rchives ConrempOfain~s, ·-¡:9-85a · (e.díZlón en inglés:
-.'
· ":,~','l' ;, .inford, 1967) (edición_ en español en prensa, México, FCE),
· --. "Tbe Aztec Aristocftti::y in Colonial 1\-íexico", Comparat ive Studies in Stanford. 1989).
<.,,u'!\' ,11ul Hútoty, vol. II, 2, La Haya, enero de 1960. , El po!fer s_in fí'!!!_ites, .~!!:1-.~~- res¡;uestas indígenas a la dominació n espa-
JI.gi_a, México, lN.A.H, 1989. ·--- -- -·-- --- -------- ---.. ~
, The Aztecs Under Spanish Rule. A History of the lndians o/ the Va/ley
.. \l"''°º· 1519-1810, Stanfotd, 1964 (edición en español: Siglo XXl. 1967). , "Confesión, alianza y sexualidad enrre los indios de Nueva España. In-
, C:i.r!o, 1/.formaggio e i vermi, Turín, Einaudi, 1976. troducción a1 estudio de los confesiona rios en lenguas indígenas '', en El afán de
, \':i ,-: 1. ,\nedo, Lino, C~vangeíizacú5n y conquista . Expenf:ncia franciscar..
a en His- normar y el placer de pecar, ~léxico, Joaquín Mortíz, 1988, pp. 169-215.
México, Editorial Porrúa, 1977 _ , "La Segunda Aculturaci ón: el estado ilustrado y la religiosidad indígena
, L.t educación de los marginados durante la época colonial Escuelas y co- en Nueva España (1775-180 0)'', Estudios de Histon'a lYovohisp ana", lJNAM,
<,:1,1_, /\JJ'J indios y 1nestizos en la l\lueva Espana, México, Edítorial Porrúa, 1982, vrn. 1985b, pp. 175-201
en la 1\lueva Esbaña en el - - - , "La memoria mutilada: construccíón y mecanismos de la memorla en
,. 1)"' "-Jrpzco, Federico, El mobdian·o y la decoración
..._., .'.\"' \i'I, /\léxico. CNA!>l. 1983.
. un grupo otomí de la mitad del siglo A"VU' ', ponencia, JI Simposio de Historia
indígenas y precursore s de fa Independe ncia de las Mentalidades: la Memoria y el Olvido, México, lNAH, 1985c, pp. 33-46.
,.,._ ..... Obregón, Luis, Rebelz'ones
los siglos xvr, y 1-1éxico, Ediciones Fuente Cultural, 1952. - - - , "Colonial Indian maps in XVIIth Century 1iexico: An Essay in Mlxed
,,;,'\'i·,·,111.i en XV!! XV!!f,
.:---Cano gtaphy", Res, 13. primavera de 1987, Cambridge, pp. 46-61.
,~J\,·: S,inchez, Isabel, Haciendas y ranchos de Tlaxcala en 1712, México,
l.0:AH,
Guidieri, Remo, L 'abondant;L.d~r /1 au11rei--,--Pa:rís~eu-i-t;-1-984·.
'. '\'''
Harike, Lewis. El prejuicio racial en el Nuevo fefundo, f.1éxico, Sepsetenta s núm
,'-..,-.,'\, _Lck, The Domestica tion o/ the Savage ,#ind, Cambridge, 1977.
156. 1976
--- ~comp.), Literacy in Traditiona! Societies, Cambridg e, 1963.
Heyden, Dorís, Mitología y simbolismo de ia jlora en el Jlféxico prehispán ico, Mé·
""'"''""'·.James B., Santiago 's Sword. Chatino Peasant Religion and Econo-
xico, UNAM, 1983.
"',1,·_;. l!niversity of California Press, Berkeley y Los Ángeles, 198 L
Histoná de fa lectura en México (Seminario de historia de la educación en México
·--.'"'''"·R ichard E., Zumá17aga andthe MextC:an lnquúitio n, 1536-1543, /\ca-
de El Colegio de México). México, El Colegio de México,EI Ermitaño, 1988.
,"::\''-' ,~f American Franciscan History, W'ashingt on, 1962.
tlobsbawm , Eric y Terence Ranger (cornps.), The lnvention ofTraditi on, Cam-
"The InguisitÍo n and the Indians of New Spain: ,.A,. Srudy in Jurisdic-
~- ••-:;;:,r ,--xcxn.
Confilsion '"':"TfJe 'A mericas -t%r,-pp~H8,_l66~ ------ bridge. 1983.
o/ the Sixteenth Century, Albuquerque, 1969 -- -Huert3.-Preciad~?Vfifía 1 eres:ryParrichcP-a1-aci-o~-R-e-belion-e5-tf..2-díge-na-s de../a ép_o_"
- - , The Mexican Inquisitio n
ca colonial, 1-íéxico, !0.'AH, 1976.
(\.L....-; . .:.n en español: México, FCE, 1981).
Ichon, AJain, La reiigion des Totonaque s de la Sierra, París. G'fiZS, 1969 (edición en
' · 'Religion in the Mexicar1 Renaissance Colon y'', en The Roman Catho-
español: México, fr;'L 1973).
;( ._, ~óurch /n Coloniil Latt'1 AmenCa, bajo la dirección de R. E. Greenleaf
Israel, J. L, C!ass and Po!itics in Co!oma! Mexico, 1610-1670, Oxford Historical
:.....::,:·vi l'ork, Aifred Knopf, 1971.
Monograp hs, Londres, 1975.
- , "The Mexican Inguisitio n and the Indians: Sources for the Ethnohisto -
Ivins,Jr., W. M., Imagen impresa y conocimie nto de la irnagen fotográfic a, Barce-
"' "' '. The Americas, XXXIV. 1978, pp. 315-344 lona, Gustavo Gili, 1975.
· i~'.U .. ~~~~-~~Q_é_lir.~s--~.t__ y.isiqp.s ch~_? les l~diens du Mexique' ', lriélanges de Jiménez Moreno, Wigberto, Estudios de historia colonial, 11éxíco, 1958.
FrJnraúe de Rome, LXXX\1, 2. 1974. p"P:--445"480 --~--- ----

159 de 162
FUENTES Y BIBL10GR1\FIA 307

FUENTES Y BiBL10GRAFÍA
o/ Sú:tee nth Centu ry ,1-fe_\7.co: AtJios ,
MacA ndrew . John, The Open Air Churches
Jimén ez Rued a, Julio, Herejías y supersticion
es en la Nueva España, 1viéxico, l'.NAM,
rídgc , 1965.
Posas, Open Chape!s and Other Studie s, Camb
1'n an Aztec Village Today. Urban a,
1946. Mads en, Willi am, The Vir_r.;in 's Cht!dren. Ltfe
in the iYf.idd!e Years: Language Con-
Kartr unen Frances v James Lockha.rt, tYahuatl 1951.
ial Pen.o d, Publi cation s in Lingu istics: 85, ious Syncr etism ", en Na-
tact Ph;no mena ,in Texts of the Colon , "Chri sto-p agani sm, a Srudy in 11exican Relig
1976. , e Unive rsity, 1960, pp. 105-1 79.
Berke ley, Unive rsity of Califo rnia Press, stglos XV y tivism and Syncretis111, Nuev a Orleá ns, Tulan
y econó mica de los azteca s duran te los Nueva España, Iv1éxico, Edito rial Jus,
Katz, Fried rich, Situac ión social 1-1artin, Norm a F., Los vagab undos en la
XVI México, UNi\M , 1966.
rn Thou ght, ~ew ~runswick, .197 L
1957.
Keen ,' Benja min, The Aztec Image in Weste Marti na, Ernes to de, Sud et magia , Milán ,
Feltri nelli, 1972.
i\ccom moda non in New Spa1n: To- prúne ra biblio teca acthiémica de las
Klor de Alva, J. Jorge , "Spir itual confli ct and Mathe s, Migue l, Santa Cruz de 11atel ofco, La
to Chris tianit y", en The Inca and Azt~c ores, 1982.
ward a Typol ogy of Aztec Responses Amén ·cas, México, Secre taría de Relac iones Exteri
Anthr opofo gy. Nuev a York, Londr es, Acade mK agríco la en Puebl a 1540-1795,
States 1400·1800. History and Medi na Rubio , Arísti des, La Iglesia y la produ
cción
. ,
Press, 1982, pp. 345-3 66. esa franczscana en l1.Je- México. El Coleg io de México, 1983.
La educa ción como conqu ista. Empr Espana duran te el siglo xv1, Méxi-
Koba yashi , José María , Miran da, José, El tn.buto indíge na en la fv'ueva
1952).
xico, México, El Coleg io de 11éxico, 1974. co, El Coleg io de México, 1980 (l' edició n:
Sixtee nth Centu ry, 2 vols., New Ha- ro en los albores del régim en colo-
Kuble r, Georg e, /'.fexican Archi tectur e of the , La funci ón econó vzica de! enco1 nende
(edici ón en españ ol: f...1éxico, FCE, 1983) . , 1965.
ven, Yale Unive rsity Press, 1948 nial (1Vueva EspatJa 1525-1531), Iv1éxíco, lJNAM
a e di salvezza deipo po!i oppre s-
Lante rnari, Vittor io, ?11ovi111enti re/igt'osi di libert Monja rás Ruiz, Jesús , la noble za 1next"c a, Méxic o, Edico l, 1980.
. n políti ca .Y social de los aztecas, l\-1éxico, J)'·L\H,
si, Milán , Feltri nel!i, 1974. More no, Manu el M., La organ izació
en l'luev a Espa ña, Méxi co. FCE,
La Peña .José F. de, Oliga rquía y propi edad 1971.
de), Ciuda d de i\-féxú:o, Ensayo de
1983. More no Tosca no, l'i.lejandra (bajo la direcc ión
ge in Colon ial Latin l1men'ca, l.in-
Lavrín , Asun ción (comp .), Sexuality and i'HamO construcción de una histon'a, México, INAH, 1978.
coln y Londr es, Unive rsity of Nebra ska Press,
1989. elco (1646 -1812 ), Contr ibució n a la de1nografía
lviorin, Claud e, Santa Inés Zacat
La filoso fía náhua tl estudi ada en sus fuent es, México, UNAM,
León Portil la, 11igue1, histón'ca colonial, tvíéxico, lN1\H, 1973-
11éxico, FCE, 1979.
1974. , Michoacán en la 1Vueva Espatta del siglo xvrn,
za Edito rial, 1976. 1'1éxico, LN,\M y Jus, 1956-
---, Cul tura s en peligr o, México, Alian Murie l, Josefi na. Hospitales tle Nueva Es/1al
ia, 2 vols.,
---, Toltecáyotl. Aspectos de la cultura náhuatl, México, FCF, 1980.
1960.
'co, Ann Arbor, 1959. , Las indias caciques de Corpus Chn:rti, Jviéxic
o, lJNA!>l, 1963.
Leona rd, Irving , Baroq ue Tilne.r in Old 1Yfe>:i
r11nie nto y oligar quía en Puebla 1787-1810, 2 vais., México, novoh ispan a, Méxic o, UNAM , 1982.
Uehr, Reinh ard. Ayunt - - - . Cultu ra femen ina
. . ina novoh ispan a, Méxic o, UNAM , 1982.
Sepse tentas : 242-2 43, 1976. _ _ _ , Cultu ra femen
vúuel !e, París, Khnc ksteck , 1976. 'age and f'amt!y Struc ture i'n a Tl1xca-
Linde kens, René, Essai de sémio tique Nutin i, Hugo . San Berna rdino Cont!a. 1Yfarn
Llagu no, José A., La perso nalid ad jurídi ca
del indio y el 111 Concilio Provincial ~~
!an Muni cipio, Pittsb urgh, 1968.
ure and H.úton·ca! Deve lopm ent of the Co1n-
Aiexicano, 1-1éxico, Edito rial Porrú a, 1963. , Ri.tual Kinsh1p. The Struct
a."alco. Ten1ncia y tras~isión ,,h~re­ padra zgo Syste m in Rural Tlaxcala, 2 vols.,
Princ eton, 1980- 1984 .
Loera y Cháve z, Marga rita, Calimaya y Tepem
nas, Epoca co!onzal, lv1exico, la región de 11axcal.:; y
ditaria de la tierra en dos comu nidad es indíge . y Barry L. Isaac, Los puebl os de habla náh11at! de
lNAH, 1977. Puebl a, SEPliNI, 1974.
López Austi n, 1\lfre do, Homb re-Di os. Religi
ón y políti ca en el mund o náhua tl, .for111aciones sociales y los modo s de
Olive ra, :1\1ercedes, Pzl/ú y 11u1cehuales, L1s
l\1éxico, Casa Chata , CISl><,'IH, 1978.
México, L'N:\.\I , 1973. produ cción de Tecaíi del siglo .Ja al siglo >;11,
- - - , Textos de m-edicina náhua tl, Méxic
o, UNAM, 1975.
Padde n, R, C., The l-lu1n11zingbird and the
Hau1k. Conq ues! and Sovereignity t'n
conce pciOnes de los antig uos nahua s, 2 r Torch books , 1970.
- - - , Cuerp o huma no e ideología. Las the Vaffey of Mexico 1503-1541, Nuev a York, Harpe
and Other Zapot eco-s peaki ng Pue·
vols., México, LN,'\M, 1980. Parso ns, Elsie Clei;vs, }~íitla, Town of the 5011/s
López Sarrel angue , Delfi na Esme ralda, La
noble za indíg ena de Pátzcuaro en la
bias of Oaxaca, Mex1co, Chica go, 1936.
época Firreinal, México, lí:t\AM, llH, 1965.

-
160 de 162
FUENTES Y BlBUOGRA fÍi\ 3()~)
Fl'E><TIS Y BIB!JOGR.A.FIA

Super, John C., La vi.da de Querétaro tiurante l.i colonia 1531 181 O, [>.léxico, FCE,
_. ____ .:. Jet al., F/uctu.1cior:t:J económica s en Oax.1ca durante el siglo XVllf, 1983.
---·- __ Colegío de México, 1979.
Inés de la c:ruz o las trampas tÚ! lafe, ?viéx!co, FCE, 1982. Tanck Estrada, Dororhy, La educación ilustra~ia 1786-1836, 1-1éxíco, El Colegio de
la época 0,1éxico, 1977.
~--:.-~ -:_. -__:-__:__ !:mm a, La t/erra .Y el hombr·e en la villa de I!Jcuba durante
Taylor, William B., Landford and Peasant in Colon/al Oaxaca, Sranford, Scinford
[NAH' 1982.
' - ~::..;_, \it:cico'
University Press, 1972.
---- '.:::: I-eddy, The 1111/len:'af Kingdom of the Franciscans in the l'v'ew íí/'orld,
, Drinking, Homicide and Rebelfion in Colonia! 1W.exican Vtllages, Sran-
~=---- Cníversity of California , 1956 (edición en español: 1'1éxíco,
lJNA_.1,,1,
ford, Stanford University Press, 1979. ,
Toussaint. 11anuel, lirte colonial en i\iéxico, Ivíéxico, L'NA_..\1, 1948.
-- - L:i seculanZación de las parroquia s en la tVueva España y su repercu·
, Pintura colonial en México, 1-féxico, UNAM, 1965 .
. . ~" .7Jtt lindrés Ca/pan, lvfé~co, fNAH, 1981.
Tra~fo, Luigi, Vúh y magia en un pueblo oto mí del itfezquital , SEPi!NI, 1974.
::;---;·::::__'._, ~-::_:___;.o Wavne, Soldiers, ItJ.dians and Si/ver. The 1\forthw,'lrd Advance o/
Tunno, John lvL, Creofe b1exico. Spanish Elites, Hact'end>Js and Indian Towns
_ __ . 1.5i0-1600, Berkeley y Los _,2\.ngeles, University of California Press,
1750-1810, Universiry ofTexas, 1976 (mee.).
·-= ::-.::.:ción en español: f.,1éxico, FCE, 1977). Ulloa, Da_:ii_el, Los pred1~adores divididos. Los dominicos en Nueva España, Siglo
-=-:-::::=_ ~z_s J , Afilpa y hacienda: ténencia de la tierra indígena y española en fa
XYJ', r.1ex1co, El Colegio de México, 1977,
_--;_º--,,:..:;/¿/alto Atoyac, Puebla, México, 1520-1650, \Xlíesbaden, Franz Sreiner
Vargas Lugo. Elisa, Las portadas re/;.'giosas d'"e i'rfé>.-·ico, 1-féxico, Lf'.\!A__\f, 1969 .
. ::::-_:;.___;_ ~078 .
Warman, i\.rturo, út danza de moros y cristianos, México, SepSetentas: 46, 1972.
.?.2:nírez, Noemí, Los matlatzinu zs. Época prehispán ica)' época colonia/
\Varren, J. Benedict, ÚJ conquista de 1\iichoacdn 1521-1530, hiorelia, Fimax Pu-
·:50, tvíéxico, INAH, 1972.
blicistas, 1977 .
.J-mor y vida amorosa entre los aztecas, 1-1éxico, ~AM, 1960,
, Vasco de Quiroga and his Pueb!o--Hospitales of Santa Fe, Washingt on,
Consranri no, Tepalci"ngo, Méxíco, INAH, 1960.
1977.
J,rre indocn'stiano. Escultura del st'g!o .\"¡/]en México, 1-1éxico, IN:\H, 1978.
Weckman n, Luls, La herencia medieval de lvféxico, 2 vals., 1'.1éxico, El Colegio de
:::::...==-. ~,::.Cerr, La ''Conquét e spiritue/le '' du lrfe:áque. Essai sur !'apostolat et les México, 1984.
'"'":i:.>:<.:'es missionnaires eles ordres 7nendiant s en Nouvel/e-E spagne de 1523-
Whirecotr on, Joseph \Y/., The Zapotecs: Princes, Priests and Peasants, Norm-an.
~---:- _; :572, París, lnstitut d'Ethnolo gíe, 1933.
Universiry of Oklahoma Press, 1977.
":":.::::=ce_ Donald, frfexican lvianuscnft Pai'ntings of the Earíy Colonial PenGd,
Zantwijk, Rudolf A. Ivi. Van, Los servidores de los santos. La t'dentidad socia! y cul-
,~ :-::<:re:"J, Yale Universiry Press, 1959.
tura! de una comunida d tarasca en foféxz'co, SEPi!NI, 1974.
_ Iwlo, Padn'ni e compadn; un'ana!isi antropologica delia parentela spi-
Zavala, Silvia, La encomien da -indiana, México, Editorial Porrúa, 1973.
--::::..;;·~::. Turín, Loescher Editare, 1981-
Etizabeth, Picture WritingfTom Ancient Southern l~.fe.xico, Norrnan,
, ¿El castellano lengua obligatoria? 1-iéxlco, SEP, sin fecha.
--
- - - y 11aría Castelo, Fuentes para la hútoria del trabajo en la 1Vueva España,
-::::...,"3ctv of Oklahoma Press, 1973
8 vals., México, CEMs:-10, 1980.
:=-::_:-::::;-"".: f~rnández,José Luis, Los tribunales de /\lueva España. Antología , 1-1é-
~=--~:.,»~í,_J_2.?i0_:__ -------·
.:-:--=:::::'.~, Jacques, L¡,_famille · otonif'-pame 'CIU_lrfeXt'qué""Utttral, -Pañs,-lns citut
-- --
-·. ::-=:-.r..;;:rfogfe;~·1~37·.--·-·------~----~-----------------
- - - L 'univers des A__z!.§.que_~, _P_~is, Herman, 1979 (edición en español: Mé- A Ruiz de Alarcón
= or,;.. 1982). AGI .A_rchivo General de Indias (Sevilla)
:--;..'. .:::'.:'.: s,::;nald, The )ifb:tec- Kings and their Peop!t, Norman, L'niversity of Okla· AGN Archivo General de la Nación (México)
.-:-:::::_-__¿ ?ress, 1967. Af..íNAH ~chivo del 1-fuseo Nacional de Antropolo gía e Historía (México)
~ ::--i::cis Borgia, FJ pn'-mer colegio de América, Santa Cruz de Tlatefolco, Mé- ARSI Archivum Romanum Societatis Jesu
=.:_--: "::entro de Estudios Franciscan os, 1944. BN México, Biblioteca Nacional (México)
=--~.:_,-_.c.. Robert, 1\Jusic in liztec and inca Tem'tory, Berkeley, Universitv of Ca- exp. expediente
.:=::::--.'.2. Press, 1976. ,
FCE Fondo de Cultura Económica

161 de 162
-~ l i¡ F'"LEr\TES Y Bll\UCGR.-\FL\

INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia


LS La Serna ÍNDICE
P Ponce de León
Pl'.'E Papeles de Nueva España
RGM Relaciones geográficas de Michoacán (edición de José Corona Núñez, 1958) Advertencia a la primera edición en español 7
SEP Secretaría de Educación Pública
Agradecimientos
tJNAM Universidad Nacional Autónoma de !\-léxico 7
Introducción
9
Abreviaturas
14
1. La pintura y la escritura 15
La red desgarrada
23
Una nueva mirada 29
Las transformaciones de la expresión pictográfica 41
El último Renacimiento
59
II. Memorias por encargo .. 77
III, Los ''Títulos primordiales'' o la pasión por la escritura 104
IV. La idolatría colonial 149
La idolatría impugnada 174

V" La cristianización de lo imaginario 186

VL La captura de lo sobrenatural cristiano 203


VII. Culturas diferidas
229
Culturas compuestas 230
Interlocutores obligados 260
Los primeros embates de la modernidad 265
Conclusión
279
Fuentes y bibliografía 283
Las fuentes y el método 283
Fuentes impresas y pictográficas 289
Biblíografía .................. . 300
Abreviaturas 309

311

162 de 162

También podría gustarte