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CAPÍTULO 11: FUNCIONES COGNITIVAS DE LOS LÓBULOS FRONTALES

Joaquin M. Fuster
En: THE HUMAN FRONTAL LOBES (Miller y Cummings)

La neocorteza frontal es el estadio mas alto de una jerarquía de estructuras neurales dedicadas a la
representación y ejecución de las acciones del organismo. En la base de esa jerarquía están las motoneuronas y
las raíces anteriores de la médula espinal. Sobre éstas, en orden ascendente, están el núcleo motor del
mesencéfalo, el cerebelo, y partes del diencéfalo, incluyendo ciertos núcleos del hipotálamo, el tálamo, y los
ganglios de la base.
La organización jerárquica prevalece al interior de la corteza frontal. En la base de la jerarquía motora cortical,
está la corteza motora primaria, a cargo de la representación y ejecución de movimientos esqueléticos
elementales. Sobre ésta se encuentra la corteza premotora, al servicio de movimientos más complejos definidos
por la meta y trayectoria, incluyendo ciertas áreas premotoras involucradas en el habla. En la cima se encuentra
la corteza de asociación de los lóbulos frontales, la cual se designa comúnmente como corteza prefrontal. Esta
corteza representa el esquema amplio de acción en los dominios esquelético y de habla, y en suma está
críticamente involucrada en la puesta en marcha de esos esquemas y planes.
A cuenta de esas funciones representacionales y operantes, la corteza prefrontal es esencial para la organización
temporal del comportamiento y el lenguaje hablado. En el alcance funcional de la corteza prefrontal se
encuentra la acción organizada en el dominio mental del pensamiento racional. En suma, la corteza prefrontal
es corteza motora del mas alto orden, ya que soporta las funciones cognitivas que coordinan la ejecución de las
acciones mas elaboradas y nuevas del organismo. Por esta razón se ha llamado el ejecutivo del cerebro y el
órgano de la creatividad.
Este capítulo se dedica a las funciones cognitivas de la corteza prefrontal y a las consecuencias de sus
alteraciones. Antes de enfrentarnos con estos temas, sin embargo, me enfrentaré brevemente con hechos básicos
de desarrollo, anatomía y neuroquímica.
La corteza prefrontal es una de las últimas regiones de la neocorteza en desarrollarse, filogenéticamente así
como ontogenéticamente. Alcanza su crecimiento máximo relativo en el cerebro humano, donde constituye
cerca de un tercio de la totalidad de la neocorteza. En el desarrollo ontogenético, la corteza prefrontal es una de
las últimas regiones en llevar a cabo la mielinización de sus fibras aferentes, eferentes e intrínsecas. Tarda en
alcanzar su maduración total, también según otros criterios, como el número y volumen de células y el tamaño
y número de las espinas dendríticas de sus neuronas. En el individuo humano normal, la maduración prefrontal
total no se alcanza hasta la adolescencia tardía. Este largo proceso de desarrollo se relaciona probablemente con
la lenta maduración de las funciones cognitivas sustentadas por la corteza prefrontal, tomando en cuenta el
desarrollo lento de la actividad cognitiva más alta y más característicamente humana, que es el lenguaje
hablado. Estas actividades son organizadas principalmente por la corteza de la convexidad dorsolateral del
lóbulo frontal, el cual tanto en la filogenia como en la ontogenia crece relativamente mas que la corteza
prefrontal órbitomedial.
La región prefrontal de la corteza es la mas altamente interconectada de todas las regiones neocorticales. Recibe
fibras aferentes del tronco, el hipotálamo, el sistema límbico (amígdala e hipocampo), el tálamo (especialmente
núcleo anterior y mediodorsal), y otras áreas de la neocorteza, notablemente la corteza de asociación de
regiones postrolándicas. Los inputs del tronco, el hipotálamo y límbicos probablemente brindan información a
la corteza prefrontal acerca del medio interno, mientras que los inputs del hipocampo son probablemente
esenciales para la formación de la memoria motora. Los inputs de la corteza posterior, aparentemente están
involucrados en integraciones sensorio-motoras del mas alto nivel. La corteza prefrontal devuelve los inputs
aferentes de todas esas estructuras cerebrales con outputs eferentes hacia ellas.
Varios sistemas neurotransmisores convergen en la corteza prefrontal y están activos dentro de ella. Los más
prominentes entre ellos son los sistemas dopaminérgicos, un sistema de norepinefrina, el sistema colinérgico
que se origina en el núcleo basal de Meynert, y el sistema alfa- aminobutírico GABAérgico. Se ha postulado
que ciertos tipos de receptores dopamínicos de la corteza prefrontal funcionan mal en la esquizofrenia. El
sistema colinérgico parece deficiente en enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

EL SUSTENTO COGNITIVO DE LA ORGANIZACIÓN TEMPORAL


En los años recientes, como resultado de estudios neuropsicológicos y neurofisiológicos en humanos y monos,
la corteza prefrontal ha surgido como la estructura neural más importante a cargo de la organización del
comportamiento en el dominio temporal. Este rol de la corteza prefrontal se cree ahora que es esencial para la
secuenciación de comportamientos nuevos y complejos, incluyendo el habla y extendiéndose al razonamiento
lógico. Para comprender este rol de la corteza prefrontal en lo que se ha llamado función ejecutiva, es
importante considerar, sobre todo, que la corteza prefrontal tiene funciones tanto representacionales como
operantes. Permítannos ocuparnos brevemente de la primera antes que de la última.
La corteza prefrontal completa es el sustrato de la memoria motora. En esta región de la neocorteza,
especialmente en sus aspectos dorsolaterales (en la convexidad del lóbulo frontal), se forman y representan los
esquemas o planes mas altos del comportamiento. Estos son establecidos en la corteza prefrontal
presumiblemente bajo la influencia y control de inputs del sistema límbico, notablemente la amígdala y el
hipocampo, y de la corteza posterior (postrolándica), además de inputs del tronco que se cree que son
responsables de mantener el impulso y motivación del organismo. Los esquemas o planes están probablemente
constituidos por redes distribuidas de células prefrontales interconectadas formadas por coincidencia temporal
de esos inputs. Por coincidencia temporal, las sinapsis son moduladas, asimismo el efecto de facilitar su
conductancia y de este modo tramar la red (Fuster, 1995). La activación de una red dada sobre un cierto nivel
de excitación lleva a la ejecución del plan y la secuencia de comportamiento dirigida a conseguir ese propósito.
Para que el comportamiento se vuelva organizado temporalmente en la ejecución de los planes de acción, deben
entrar en juego funciones de integración temporal. La formación de estructuras de comportamiento o gestalts de
comportamiento necesitan, sobre todo, la capacidad del organismo de mediar contingencias trans-temporales,
en otras palabras, su capacidad de completar las siguientes operaciones lógicas: Si ahora esto, entonces mas
tarde aquello; y si más temprano aquello, entonces ahora esto. Debe enfatizarse que esto aplica para el
pensamiento y el habla asó como para comportamiento esquelético.
La mediación trans- temporal es llevada a cabo por medio de al menos tres subfunciones componentes
operacionales. Se cree que son las tres funciones cognitivas básicas, o funciones de procesamiento de
información, de la corteza prefrontal: 1) memoria motora de corto plazo o set de preparación para acciones
venideras, 2) memoria perceptual de corto plazo (memoria de trabajo) para la retención de información
sensorial en la que debe basarse esa acción, y 3) control inhibitorio de la interferencia, es decir, una función
para suprimir toda la información interna o externa que pueda interferir con la acción entre manos, esto es, con
la gestalt de comportamiento bajo proceso.
Estas tres funciones de la corteza prefrontal son sustentadas por neuropsicología y neurofisiología primarias
(Fuster, 1997).

Set de preparación
Memoria motora de corto plazo o set de preparación es atención motora. Puede ser construido como una forma
de atención dirigida a la acción en preparación. Esta forma de atención se enfoca en la representación del plan
y, al mismo tiempo, en componentes de memoria motora de largo plazo, establecida, la cual es activada
temporalmente para la ejecución de todas las piezas integrales de la secuencia de comportamiento en progreso,
desde su inicio hasta su logro.
No está claro aún porque mecanismos un esquema de comportamiento en una red motora activada de la corteza
frontal se convierte en agente de preparación para la acción. Parece, sin embargo, que un correlato eléctrico del
set de preparación es la también llamada variación negativa contingente, la cual es un potencial lento negativo
superficial sobre el lóbulo frontal en el tiempo intervalo entre un estímulo sensorial y una respuesta motora
contingente. Otro correlato eléctrico es el potencial Bereitschaft o potencial de preparación, otro potencial lento
superficial, más breve, que se desarrolla sobre la corteza motora justo antes del movimiento deseado.
A partir del registro desde células con microelectrodos, en monos despiertos, encontramos neuronas en la
corteza prefrontal dorsolateral que podrían realizar esta función de set de preparación. Mientras el mono
demora la acción y se prepara para ella, en el contexto de una tarea diferida (Ej. , apareamiento diferido con el
ejemplo, respuesta espacial diferida), hemos observado neuronas que por su presencia o descarga parecen
sintonizadas con la respuesta motora inminente. Esta descarga es mayor o menor de acuerdo con las
características de la acción deseada por el mono. Aún mas, la descarga de la célula se acelera al acercarse esa
acción, y el gradiente de aceleración varía proporcionalmente con la certeza con la cual el animal puede
predecir rasgos específicos de la respuesta. Se introduce un grado de incerteza en el test asociando diferentes
colores con diferentes probabilidades de respuesta requerida del brazo, tanto hacia un lado como hacia el otro.
Resumiendo, la presencia de neuronas que parecen predecir acciones futuras, aunque sea sólo a corto plazo,
indica que existen mecanismos en la corteza prefrontal dorsolateral no sólo para evocar ese futuro, la memoria
del futuro (Ingvar, 1985), sino también para preparar el aparato motor para la misma.
Esos mecanismos pueden resultar en la facilitación de estructuras en niveles más bajos de la jerarquía motora
para las acciones venideras (la corteza premotora, los ganglios basales, y el sistema piramidal). La relación es
aparente entre la descarga de esos set de células del mono y el bien conocido rol de la corteza prefrontal
humana en la ejecución y concepción de planes.
Memoria de trabajo
Además de las células set, pueden encontrarse células de memoria en la corteza prefrontal dorsolateral del
mono. Las neuronas de este segundo tipo parecen tener una función opuesta temporalmente a las del primero.
En lugar de mirar hacia adelante en el tiempo a la acción motora inminente, miran hacia atrás en el tiempo,
unos pocos segundos o minutos antes, a la información sensorial de la cual depende parcialmente esa acción.
Estas células reaccionan específicamente a claves sensoriales, y durante el período de retardo antes de la
respuesta motora se desacelera su descarga. Probablemente, los componentes neuronales de las redes activadas
son los que constituyen la fundación fisiológica para el rol ampliamente aceptado de la corteza frontal en la
memoria de trabajo.
La memoria de trabajo es también una función inicialmente sospechada por los estudios neuropsicológicos de
síndrome prefrontal en humanos y monos; este estudio aportó evidencia presuntiva de que los déficits de
memoria de corto plazo o reciente son componentes comunes de esos síndromes. La evidencia animal fue
especialmente persuasiva. Una larga tradición de investigación iniciada por Jacobsen (1935) demostró que los
monos con ablaciones de la corteza prefrontal dorsolateral tienen serias dificultades de aprendizaje y en la
realización de las también llamadas tareas diferidas (respuesta diferida y alternancia diferida). En estas tareas el
animal debe retener un ítem de información en la memoria para la subsecuente realización, luego de una
demora, de un acto motor. Puede producirse un déficit similar por inactivación bilateral reversible (criogénica)
de la corteza prefrontal. Los estudios con microelectrodos en el mono, con el descubrimiento resultante de las
células de memoria, establecen en forma concluyente que, en la corteza prefrontal dorsolateral de los primates,
existe un sustrato fisiológico de neuronas para la función de la memoria que falla en los monos y humanos
luego de un daño prefrontal.
Subsecuentemente, Baddeley (1986) introdujo el término “memoria de trabajo” para describir la memoria
temporaria, on line, que los humanos utilizan en ciertas tareas y parea resolver ciertos problemas. Con ese
término, Baddeley también una teoría de las operaciones cognitivas involucradas en esa forma de memoria
activa, la cual otros investigadores han denominado memoria provisoria o provisional, memoria operativa, o
simplemente memoria de corto plazo. Una de estas operaciones asumidas por Baddeley, el bucle articulatorio,
es un concepto difícil de aplicar al mono, pero con claras implicaciones para la construcción del lenguaje, el
cual es una forma de comportamiento secuencial definitivamente dependiente de la memoria de trabajo.
Por lo tanto, la función de la memoria reciente en humanos, la cual se altera frecuentemente en síndromes
prefrontales, y la función de la memoria de corto plazo en monos, la cual falla por lesiones prefrontales y tiene
un correlato obvio en la descarga de las células de memoria, son una misma función, la que se llama
comúnmente memoria de trabajo. Neuropsicológicamente, consiste en la activación transitoria de una amplia
red de neuronas neocorticales, que la corteza prefrontal mantiene activa mientras la información contenida en
esa red deba ser usada para acciones prospectivas. El rol de la corteza prefrontal en la memoria de trabajo es
crítico, pero debe enfatizarse, sobre la base de estudios recientes -investigación con microelectrodos y
neuroimagen (Swartz, 1995) – que ese rol se basa esencialmente en interconexiones córtico corticales, es decir,
interacciones entre la corteza prefrontal y áreas de la corteza postrolándica. La localización de la memoria de
trabajo en la corteza prefrontal es una concepción desafortunada.

Control inhibitorio
Los pacientes con daño prefrontal, son anormalmente distráctiles, perseverativos, y tienen dificultades para
controlar la impulsividad y comportamientos instintivos. La convergencia de la neuropsicología humana y
animal lleva a la conclusión de que esos síntomas se producen mas frecuentemente por lesiones de la corteza
órbitofrontal que por lesiones de cualquier otro sector de la corteza prefrontal. Dado que los síntomas
mencionados se producen juntos comúnmente, y dado que la anatomía y circuitos de la corteza prefrontal
orbital apuntan a una fisiopatología común, es cada vez mas obvio que todas las manifestaciones del daño
órbitofrontal derivan del déficit de una función común. Una función así puede ser definida apropiadamente
como la habilidad para proteger de la interferencia a estructuras de comportamiento dirigidas a una meta.
Existen muchos tipos de interferencia. La interferencia puede provenir de estímulos sensoriales que surgen en el
contexto de la estructura de comportamiento y que, si no es suprimida, puede producir que el comportamiento
se aleje de su meta. La interferencia puede darse también por tendencias internas, tanto innatas como producto
del aprendizaje. Por ejemplo, puede existir interferencia de impulsos instintivos que, bajo ciertas condiciones,
prevalecen sobre el comportamiento en curso y lo interrumpen. O también, por ejemplo, la interferencia puede
provenir de memorias bien establecidas o patrones de comportamiento apropiados en otras circunstancias pero
que son un impedimento para el comportamiento en curso y el alcance de su meta.
A diferencia de la evidencia fisiológica de las funciones de set y de memoria en la corteza prefrontal, el rol de
esta corteza en el control inhibitorio de interferencias no tiene correlatos electrofisiológicos reconocidos aún.
Probablemente, sin embargo, las funciones de control inhibitorio sean ejercidas selectivamente a través del
sistema GABAérgico cortical y las vías inhibitorias córtico hipotalámicas que se originan en la corteza
prefrontal orbital.

PATOLOGÍA FRONTAL DE LA COGNICIÓN


De la evidencia delineada previamente, es razonable inferir que aquellas tres funciones prefrontales, dos de
ellas principalmente basada en la corteza dorsolateral (set y memoria de trabajo) y la otra en la corteza orbital
(control inhibitorio), cooperan una con otra para asegurar la integridad y propósito de todas las secuencias
nuevas y complejas de comportamientos dirigidos a una meta. Esta cooperación funcional involucra otras
estructuras cerebrales conectadas con la corteza prefrontal. Es una cooperación funcional que se extiende al
lenguaje hablado y las secuencias mentales de pensamiento lógico.
Basados en estas inferencias funcionales, es apropiado reexaminar la sintomatología del daño prefrontal en
humanos. Lo que sigue no intenta ser una descripción clínica detallada de los síndromes prefrontales sino un
lineamiento de referencia para comprender las consecuencias de falla en los humanos de las funciones
fisiológicas de la corteza prefrontal recién consideradas.
Sobre todo debe quedar claro que no existe “el” síndrome del lóbulo frontal. La heterogeneidad anatómica y
funcional de la corteza prefrontal impide esta entidad nosológica. En su lugar, sin embargo, podemos identificar
tres grupos principales de síntomas o síndromes dependiendo de la topografía de la lesión que los origina
debido a enfermedad o trauma de la corteza prefrontal. Cada uno de los síndromes resulta del daño de uno de
los tres aspectos de la corteza prefrontal: dorsolateral, medial/cingulada y orbital. La figura 11.1 (pág. 192)
ilustra estas regiones y las áreas citoarquitectónicas que incluyen de acuerdo al mapa de Brodmann.
Los pacientes con daño de la corteza prefrontal dorsolateral pueden mostrar una variedad de síntomas
considerable. El síndrome resultante difiere dependiendo de la localización y extensión del daño en la región
dorsolateral. Sin embargo, es posible identificar un número de manifestaciones de patología dorsolateral mas
frecuentes; pueden darse juntas o separadas.
Las más frecuentes son las alteraciones del impulso, la atención y la motivación. Aún los pacientes con daño
prefrontal dorsolateral menor parecen desinteresados del mundo que los rodea y deprivados de espontaneidad, a
juzgar por su lenguaje así como por su comportamiento. Prestan menos atención de lo normal a los eventos y
personas de su ambiente y parecen perder la motivación a hacer cosas para si mismos o para otros. Su vida
ordinaria es dirigida por la rutina y cierta tendencia a la concretud temporal: esto significa que su
comportamiento se encuentra anclado en el aquí y ahora, sin perspectiva hacia atrás o hacia delante en el
tiempo. Esta memoria para hechos recientes se encuentra dañada y así también su capacidad para planear a
futuro.
La concretud temporal parece derivar directamente de la alteración de las dos funciones para la integración
temporal que hemos asignados a la corteza dorsolateral (memoria de trabajo y set de preparación). La alteración
de la memoria de trabajo puede reconocerse rápidamente al observar al paciente en la vida diaria y puede
sustanciarse con una evaluación formal. En algún grado, los déficits de memoria de corto plazo son una
consecuencia de los mencionados desórdenes de impulso y atención. El sujeto no recuerda lo que no está
interesado o motivado para recordar. En un grado mas alto, sin embargo, el déficit es primario, o sea, una
consecuencia de la falla de los mecanismos prefrontales básicos de la memoria de trabajo.
Mientras que el déficit de memoria de trabajo es una característica común del síndrome dorsolateral, el déficit
de planificación es también patognomónico de éste. Es el síntoma más consistente y típico del daño prefrontal
dorsolateral. El paciente no puede formular planes de acciones futuras que desvíen la rutina ordinaria. Su
capacidad para crear nuevos discursos o comportamientos está severamente restringida. Claramente, este déficit
está muy relacionado al déficit de memoria del futuro, mencionado previamente y por lo tanto un déficit en la
habilidad de representar esquemas de acción. Además existe la inhabilidad para ejecutarlos. En suma, nos
encontramos nuevamente con la pérdida de impulso, la incapacidad para tomar decisiones, y la falta de
preparación para acciones inminentes, en otras palabras, el defecto en el set de preparación motora. Estas
dificultades, constituyen lo que se ha denominado síndrome disejecutivo.
Las lesiones de la corteza prefrontal medial inducen un desorden de impulso y motivación con mas constancia y
saliencia aún que las lesiones de la corteza dorsolateral. Aquí todos los desórdenes de integración temporal son
completamente atribuibles a inatención y pérdida de interés. Por lo tanto, la apatía es el componente afectivo
dominante del síndrome medial/cingulado. De la apatía deriva la falta de espontaneidad en todos los aspectos
de la acción, incluida el habla. Generalmente el paciente es menos móvil que antes del daño, hipokinético
respecto a todo. En los casos extremos, debido a lesiones extensas de la corteza prefrontal medial, la
hipokinesia se convierte en akinesia. El mutismo akinético es un desorden característico del daño severo de la
corteza prefrontal medial.
El síndrome orbital, resultante de la lesión de la corteza prefrontal ventral, difiere agudamente de los otros dos,
en muchos aspectos. Nuevamente hay un desorden atencional en la base, pero éste es diferente del desorden
atencional de los síndromes medial y dorsolateral. El desorden orbital no yace tanto en los aspectos intensivos
de la atención, o sea, en fallas de foco y concentración, sino en su aspecto exclusivo. El paciente orbital es
inusualmente distractil, incapaz de inhibir interferencias de estímulos externos que son extraños al contexto
presente y no son parte de la acción en curso. Junto con esto, y probablemente en parte relacionado, los
pacientes muestran hiperactividad, incapacidad para inhibir acciones espontáneas y reaccionar a estímulos
extraños (hiperreactividad).
Los afectos del paciente orbital son lábiles e impredecibles. La euforia suele ser el afecto dominante, al menos
con mas frecuencia que en otros síndromes prefrontales. Junto con ésta, el paciente comúnmente muestra
humor inapropiado e infantil. Además, son incapaces de inhibir impulsos instintivos y tienden a hacer escenas
de beligerancia, hipersexualidad e hiperfagia. La desinhibición de los instintos, en ausencia de buen juicio
moral, suele llevar al paciente a comportamientos fuera de las reglas y a quebrar la ley. La sociopatía es casi un
marco del síndrome órbitofrontal.
Para concluir, el paciente con daño de la corteza prefrontal orbital muestra una cantidad de anormalidades de la
cognición y el afecto así como del comportamiento emocional y social. Muchas de estas anormalidades parecen
ser el resultado de un déficit en las funciones de control inhibitorio de la corteza orbital
De la descripción previa, surge que los desórdenes psicológicos y sociales de un tipo u otro son comunes en
pacientes con cualquier tipo de patología del lóbulo frontal. Muchos de estos desórdenes son fácilmente
atribuibles a la falla de las funciones básicas de la corteza prefrontal, explicadas antes, que definen su rol en la
organización temporal del comportamiento. En cualquier caso, muchas de las manifestaciones clínicas de la
patología frontal son reminiscencias de ciertos desórdenes psiquiátricos de etiología desconocida. Esto ha
llevado a la presunción de que estos desórdenes son resultado de disfunción frontal.
Un ejemplo de estos desórdenes es el desorden por déficit atencional (ADD) de la niñez. No tenemos evidencia
fuerte que demuestra que el ADD es causado por ningún desorden del lóbulo frontal. Sin embargo, las
similitudes entre el ADD y el síndrome prefrontal orbital son estrechas. Ambos se caracterizan por desorden
atencional, especialmente distractibilidad, hiperkinesia, y comportamiento fuera de las reglas. Por lo tanto, es
razonable concluir que el ADD tiene algo que ver con u desorden de la corteza órbitofrontal (Fuster, 1997).
Mas aún, dado que el ADD suele disminuir en la adolescencia tardía, también es razonable suponer que el ADD
es la manifestación clínica de un retraso en la maduración de la corteza prefrontal orbital.
En el tema de la esquizofrenia encontramos otro ejemplo de razonamiento extrapolado de participación de una
alteración del lóbulo frontal en enfermedades psiquiátricas. Este razonamiento, sin embargo, es mas sólido que
el correspondiente a ADD. La sospecha de patología frontal en la esquizofrenia se basa en la siguiente
evidencia: 1) evidencia en el paciente psicótico de desorden de la organización temporal del pensamiento, habla
y comportamiento; 2) evidencia en esos pacientes de desordenes en sistemas y receptores de dopamina; 3)
evidencia de pobre rendimiento de los esquizofrénicos en tests de funciones del lóbulo frontal (Torre de
Londres para planificación, WCST para memoria de trabajo y control de la interferencia), y 4) evidencia, en
pacientes esquizofrénicos, de déficit metabólico frontal (“hiperfrontalidad”) y ausencia de activación prefrontal
dorsolateral, como se determina por neuroimágenes durante la realización de tareas frontales (WCST).
Ciertamente, esta evidencia puede utilizarse para argumentar alguna participación de la corteza prefrontal en la
patogénesis de la esquizofrenia. Sin embargo, es razonable asumir que la enfermedad exclusivamente, o al
menos principalmente, afecta la corteza prefrontal. Esta posición debe contraponerse con la evidencia de que no
se conoce ninguna lesión de esta corteza que resulte en esquizofrenia. Es mas razonable concluir que la
esquizofrenia afecta a varios sistemas de neurotransmisión, principalmente dopaminérgico, que están altamente
distribuidos en la corteza prefrontal. Dado que un desorden de neurotransmisión como ese afecta la
conectividad de la corteza prefrontal con estructuras límbicas, los ganglios basales, y el resto de la neocorteza,
el desorden se manifiesta como una alteración de varias funciones emocionales y cognitivas que dependen de
esa conectividad. Así, la esquizofrenia podría ser un desorden prefrontal en tanto la corteza prefrontal es crítica
para esas funciones. Es mas apropiado, sin embargo, ver esta enfermedad, con todas sus numerosas
manifestaciones, como algún tipo de síndrome de desconexión en el que se afecta la corteza prefrontal, dado
que muchas otras estructuras cerebrales se conectan a ella.

CAPÍTULO 12: NEUROIMAGINERÍA Y ACTIVACIÓN DE LOS LÓBULOS FRONTALES


Cheryl L. Grady
En: THE HUMAN FRONTAL LOBES (Miller y Cummings)

El propósito de este capítulo es revisar el rol de los lóbulos frontales en la cognición a la luz de la
neuroimaginería. Durante los últimos 5 a 10 años, se ha incrementado dramáticamente el número de
experimentos reportados en la literatura usando neuroimaginería para estudiar el cerebro y el comportamiento,
y muchos de ellos han encontrado activación en algunas partes de los lóbulos frontales. Para mantener
manejable esta revisión, sin embargo, he puesto algunas pocas limitaciones a los contenidos. Primero, la
discusión se limita a aquellos procesos que son “cognitivos” en el sentido de que no son puramente sensoriales
o motores sino que requieren alguna elaboración del estímulo y una toma de decisión acerca de algún aspecto
del estímulo. Segundo, consideré sólo aquellas áreas que son parte de la corteza prefrontal (áreas de Brodmann
8,9,10,11,45,46 y 47). La corteza premotora no está incluida, tampoco el área 44, la cual ha sido excluida
quizás arbitrariamente, en base a su rol tradicional en la salida motora del habla. Tercero, He considerado sólo
aquellos experimentos llevados a cabo en sujetos sanos, jóvenes, intentando enfocar en el funcionamiento
“normal” de la corteza prefrontal. Finalmente, he incluido sólo aquellos estudios que han utilizado tomografía
por emisión de positrones (PET) para medir el flujo sanguíneo regional cerebral (rCBF) y que han reportado los
resultados en términos de coordenadas de atlas. Estos experimentos han utilizado procedimientos matemáticos
que reejemplifican las imágenes del cerebro individual y las estandarizaron para aparearlas con un modelo del
cerebro que se conforma con el espacio estereotáctico del atlas. Este procedimiento permite la comparación
directa entre estudios por simple comparación de las coordenadas de cada región activada. La RM funcional
también parece ser cada vez mas la herramienta de elección para experimentos de activación cognitiva,
haciendo difícil comparar los resultados de esta técnica directamente con aquellos obtenidos con PET.

RESUMEN DE LA ANATOMÍA Y FUNCION DE LA CORTEZA PREFRONTAL


Se encuentra mas allá de la intención de este capítulo realizar un resumen exhaustivo de todos los estudios que
han examinado la estructura y función de la corteza prefrontal en monos y humanos. Por lo tanto, serán
suficientes unas pocas palabras que enfaticen las características específicas de las diferentes partes de la corteza
prefrontal. Para ayudar en esta tarea, me enfoqué en dos aspectos de los lóbulos frontales que han emergido
como características importantes de la función frontal – o sea, diferencias funcionales basadas en corteza
prefrontal dorsal versus ventral y asimetrías izquierda derecha. En esta sección y las que siguen, identifico las
subregiones de la corteza prefrontal por las áreas de Brodmann (BA) siempre que es posible, basado en un
análisis comparativo reciente de las regiones prefrontales en humanos y monos que ha resultado en una
reformulación de las BA para hacerlas comparables entre especies.
Es sabido hace tiempo que las lesiones de los lóbulos frontales en humanos pueden llevar a cambios de
personalidad y otros disturbios de comportamiento. Una de las mas tempranas demostraciones es el famoso
caso de Phineas Gage del siglo XIX, quien sobrevivió a un accidente que introdujo una barra de acero en su
cabeza, pero a la larga desarrolló cambios dramáticos en la personalidad y el juicio. Mas recientemente, las
investigaciones hallaron que este tipo de cambio de personalidad es mas probable que ocurra por lesiones de los
aspectos ventral y medial de los lóbulos frontales (BA 11 y porciones ventromediales de BA 10) que por
lesiones de la corteza prefrontal dorsolateral. En el caso de Phineas Gage, una reconstrucción reciente de su
lesión realizada por Damasio y col. (1994) mostró que primordialmente involucró los aspectos ventral y medial
de ambos lóbulos frontales, confirmando la importancia de estas regiones para los comportamientos sociales y
el juicio. Los pacientes con lesiones prefrontales ventromediales también han sido descriptos como padeciendo
un “síndrome de dependencia del ambiente” (Lhermite, 1986) en el cual su comportamiento es controlado
principalmente por estimulación externa, resultando esteriotipado y sujeto a estímulos. Por otro lado, las
lesiones dorsolaterales (BA 46, 9 y 8) se asocian mas con disfunción cognitiva, como pérdida de función
ejecutiva y flexibilidad mental. También se ha encontrado que las lesiones prefrontales resultan en alteraciones
de la recuperación de memoria episódica, particularmente cuando la memoria se evalúa por evocación, aunque
algunas veces es difícil saber si es el resultado de daño prefrontal dorsolateral o ventral. Las lesiones
prefrontales dorsomediales (porciones laterales y mediales de BA 8 y 9, y la cingulada anterior) alteran el
rendimiento en tareas atencionales, como el Test de Stroop y tareas que involucran detección de blancos. Por lo
tanto, los estudios de lesiones en humanos han mostrado una disociación dorsal-ventral en el tipo de problemas
de comportamiento que ocurren, pero las lesiones son generalmente grandes e incluyen múltiples áreas de la
corteza prefrontal, haciendo difícil determinar los roles de regiones específicas en la corteza prefrontal.
El tema de la lateralidad en lesiones del lóbulo frontal en humanos no ha sido prominente en este campo de
investigación; sin embargo, se han notado algunas diferencias en los efectos de lesiones frontales derechas
versus izquierdas. Las escisiones de los lóbulos frontales se han asociado con déficits en la memoria de trabajo,
causando las lesiones del lado derecho mayor alteración en tareas no verbales y las lesiones del lado izquierdo
mayor alteración de memoria de trabajo verbal. Una lateralidad similar se ha encontrado por el efecto de
lesiones frontales derechas e izquierdas en memoria reciente para material no verbal y verbal, así como un
mayor efecto de las lesiones frontales derechas en span de memoria para patrones presentados visualmente. El
lóbulo frontal derecho ha sido implicado también en la atención al espacio extrapersonal, particularmente
cuando se requieren movimientos motores exploratorios, y en la función olfativa. Por su parte, el lóbulo frontal
izquierdo puede estar mas involucrado que el derecho en la programación de movimientos de los ojos y en
fluencia verbal.
Los experimentos que involucran lesiones registros de célula aislada en monos pueden ser mas precisos que los
estudios en humanos en las áreas específicas de la corteza prefrontal que sean examinadas. Muchos de estos
experimentos se han enfocado en el sulcus principalis y las áreas de la corteza que lo rodean, que parecen ser
cruciales para el rendimiento en tareas de memoria de trabajo. La corteza del sulcus principalis (BA 46) media
tareas de memoria de trabajo espacial, como la respuesta óculo-motora diferida, mientras que la corteza que
rodea al sulcus (BA 46 y 9) está involucrada tanto en memoria de trabajo espacial como no espacial. En
contraste, las lesiones ventromediales (BA 11) en monos resultan en alteraciones de memoria de
reconocimiento pero no memoria de trabajo. Algunas evidencias sugieren que la parte dorsal de BA 8 (8B)se
activa durante las tareas de memoria de trabajo de manera similar que las áreas 46 y 9. Partes mas caudales de
la corteza prefrontal lateral, incluyendo las porciones ventrales de BA 8 (8A), y la corteza ventral a la porción
caudal del sulcus principalis, incluyendo BA 45, se supone que median la significación asociativa entre las
claves del estímulo y la respuesta comportamental o recompensa (aprendizaje condicionado). En tareas go/no
go condicionadas también muestra actividad incrementada una región adicional de la corteza prefrontal en la
convexidad inferior (BA 47). Tanto las lesiones prefrontales ventrales como dorsales en monos resultan en
inflexibilidad cognitiva y pérdida de la inhibición de respuestas. En suma, la evidencia sugiere que las lesiones
dorsales y ventrales son responsables de diferentes tipos de control inhibitorio (atencional vs emocional), de
manera similar a la distinción dorsal-ventral hecha en humanos. Otra distinción dorsal-ventral que se ha
observado en los lóbulos frontales de los monos se relaciona con el procesamiento visual en que las áreas
dorsales están mas involucradas en la localización espacial de los objetos mientras que las áreas frontales
ventrales median la identificación de objetos.
En una revisión reciente de la literatura animal, Petrides (1994) ha sugerido que la corteza prefrontal en el
mono puede particionarse en tres regiones con roles diferenciados en la memoria. En esta formulación, la
corteza prefrontal ventromedial (BA 11,13 y 14) es crítica para la memoria de reconocimiento en el mono,
mientras que la corteza prefrontal ventrolateral (BA 47/12, 45, y ventral 46) es crítica para funciones básicas de
memoria de trabajo. La corteza prefrontal dorsolateral (BA 9 y dorsal 46) se cree que es necesaria para tareas
dependen mucho del automonitoreo y la planificación del comportamiento. Este tipo de tareas en el mono
podrían ser primariamente tareas de memoria de trabajo, aunque en el humano otras tareas de memoria, como la
evocación de información, podrían involucrar también monitoreo estratégico. Se encuentra evidentemente
ausente de la literatura animal una evaluación del rol de BA 10, de la cual no se conoce casi nada excepto su
anatomía y conexiones con otras regiones prefrontales. En la discusión que sigue veremos cuanta homología
existe entre las funciones prefrontales del mono y las del hombre como se definen por neuroimaginería, así
como las correspondencias entre estudios de lesiones en humanos y los datos de neuroimaginería, con particular
interés en las distinciones dorsal-ventral y derecha-izquierda.

RESUMEN DE TAREAS Y FUNCIONES COGNITIVAS


Antes de revisar los datos, la Tabla 12.1 presenta un breve resumen de los procesos cognitivos que han sido
estudiados en relación con la función frontal y las tareas experimentales usadas para este propósito. Estas
funciones incluyen atención, percepción, y varios tipos de memoria, e involucran mas de una modalidad
sensorial así como formas múltiples de respuesta. Puede notarse que la lista de experimentos de la Tabla 12.1
no es una lista completa de experimentos de activación con PET en alguna de las áreas cognitivas, sólo aquellas
que reportaron activación en la corteza prefrontal. Además, la Tabla 12.1 incluye una descripción de la tarea de
control para cada experimento que sirve como tarea de comparación para determinar la activación del rCBF.

Percepción
Los experimentos que involucran algún tipo de discriminación perceptual que han reportado activación de la
corteza prefrontal son en general de modalidad visual, una predominancia que se refleja en toda la literatura
sobre PET. Estos estudios visuales incluyen percepción de objetos, rostros, incluyendo emoción facial, e
información espacial. Se incluye el estudio de Parsons et al en la categoría espacial, aunque la tarea era mirar
figuras de manos y decidir si eran derechas o izquierdas, porque las manos estaban dispuestas en varias
orientaciones, requiriendo rotación mental. Los experimentos de percepción auditiva involucran una dificultosa
discriminación de tonos y dos estudios de discriminación de “pitch”, uno que utiliza estímulos hablados y uno
que usa segmentos de canciones familiares. Además, una de las tareas de memoria de trabajo que utiliza rostros
también tiene una condición en la cual el componente de memoria era mínimo (1 segundo de demora), por lo
que esta tarea se ha clasificado como percepción y no como memoria. Estos experimentos perceptuales varían
en dificultad y complejidad de la discriminación requerida. Por ejemplo, un estudio de Kosslyn et al requiere
que los sujetos identifiquen figuras de objetos que son presentados en orientaciones inusuales o no canónicas,
mientras que otro varía la dificultad de una tarea de percepción de rostros, degradando el estímulo. Dos de los
experimentos también examinaron rCBF durante imaginería, tanto visual como auditiva.

Atención
Se ha reportado activación de los lóbulos frontales en experimentos que examinaron tres tipos diferentes de
procesamiento atencional. Estos experimentos incluyen un estudio de división de la atención entre varias
características de un estímulo visual, y dos estudios de atención sostenida, uno a estimulación táctil y uno a
estímulos auditivos. Además, se han incluido dos estudios de efecto Stroop como ejemplos de atención
selectiva a una característica particular del estímulo. El efecto Stroop se refiere al incremento en el tiempo de
respuesta que resulta cuando los sujetos deben nombrar el color de la tinta en que está impreso el nombre de un
color (ej. verde) e ignorar la palabra. Estos es, se requiere mas tiempo para atender selectivamente al color de la
tinta y suprimir el nombre del color incongruente que para denominar el color de una muestra. Un estudio
reciente de Rees, Frackowiak, y Frith (1997) examinó también la atención selectiva haciendo que los sujetos
atiendan tanto a una característica del estímulo (color u orientación) como a ambas características
simultáneamente (condición conjunta). Un estudio adicional examinó la atención selectiva bien a la identidad
del objeto como a la localización del objeto, pero dado que las activaciones fueron las mismas que durante la
simple percepción de estas características , se discute este estudio como una tarea perceptual.

Tareas de memoria motora y condicionamiento clásico


El aprendizaje de movimientos motores específicos es considerado un tipo de aprendizaje procedural o de
habilidades y se cree que es diferente de otras formas de memoria, como la memoria episódica y semántica.
Esta distinción yace, al menos en parte, en que la evocación de este tipo de movimientos puede ser implícita
(puede ocurrir sin conocimiento explícito o conciente). En esta categoría de memoria procedural hay cuatro
experimentos en los cuales los sujetos aprenden o evocan una secuencia de movimientos motores en conjunto
con pistas visuales, pistas auditivas o sin pistas. En los experimentos de Rauch et al (1995) y Deiber et al
(1991), se encontró activación prefrontal cuando los sujetos estaban realizando la tarea luego de haber sido
aprendida; en el caso del estudio de Jenkins et al (1994), se observó incremento de la activación prefrontal en la
condición sin práctica comparada con la condición con práctica.
En los experimentos de Grafton et al (1994) y Hazeltine et al (1997), la actividad prefrontal fue medida sobre
ensayos secuenciales de aprendizaje motor (a medida que los sujetos tenían mas práctica). Dos experimentos de
condicionamiento clásico también están incluidos en la categoría de aprendizaje procedural debido a la
naturaleza implícita de este tipo de procesos. Uno de estos experimentos condicionados involucró el
apareamiento de tonos y soplidos de aire para producir pestañeo, y uno apareó tonos con shocks. Se realizó
escaneo con PET durante la fase de condicionamiento en el estudio con pestañeo (cuando el estímulo
condicionado [EC] y el estímulo incondicionado [EI] eran apareados), y durante la fase de extinción en el
estudio con tonos y shocks, la cual siguió al condicionamiento e involucró la presentación de tonos solamente
(EC).

Memoria de trabajo
El concepto de memoria de trabajo ha evolucionado durante los últimos años. Se la considera usualmente como
una forma de memoria de corto plazo en la cual se requiere que los sujetos sostengan información en almacenes
de corto plazo mientras continúan procesando nueva información. Por lo tanto, las tareas de memoria de trabajo
son complejas, requiriendo tanto codificación como evocación de estímulos. Existen pocos estudios con PET
que utilicen paradigmas de memoria de trabajo durante los últimos años, y todos encontraron actividad en la
corteza frontal. Los estudios revisados aquí incluyen tanto experimentos de memoria de trabajo visual como
auditiva, incluyendo uno en el que los tonos eran utilizados como pistas para secuencias motoras dirigidas por
el sujeto. La mayoría de estos estudios utilizan estímulos no verbales (rostros, localizaciones), aunque dos
experimentos hacen uso de estímulos verbales, letras, y números tanto en la modalidad visual como auditiva.
Cuatro de los experimentos hacen uso de un paradigma conocido como apareamiento diferido con la muestra, el
cual es comúnmente utilizado para examinar memoria de trabajo en monos. Este paradigma involucra la
presentación de un estímulo o una serie de estímulos al sujeto (el estímulo muestra), un retardo de un tiempo
especificado, y la presentación de uno o mas estímulos (estímulos a elegir). La tarea del sujeto es indicar si
alguno de los estímulos a elegir es el mimo que el estímulo muestra. Otro paradigma común usado en
experimentos de memoria de trabajo es la tarea n-atrás en la que se presenta a los sujetos una serie de estímulos,
frecuentemente letras, y se requiere que respondan cuando un estímulo es repetido luego de un número
especificado de estímulos que intervienen.

Memoria episódica
La memoria episódica se define como memoria para eventos específicos que han ocurrido en la experiencia de
una persona, y por lo tanto está asociada con un tiempo, lugar y contexto particular. Esto la distingue de la
memoria semántica, la cual también involucra la recuperación de conocimiento pasado, pero la fuente de ese
conocimiento no es evocada. Un ejemplo de memoria episódica sería recordar haber almorzado en un
restaurante en particular en París en el cumpleaños número 30, mientras que un ejemplo de memoria semántica
sería el conocimiento de que París es la capital de Francia. En el primer caso, puede evocarse el contexto
específico del evento, en el segundo caso , la persona no puede evocar específicamente como aprendió este
hecho, sólo que este hecho es parte de su conocimiento general del mundo. Los experimentos en memoria
episódica pueden subdividirse en tareas que miden codificación, o el procesamiento de los estímulos que los
hace aptos para ser almacenados en la memoria, y aquellas que miden recuperación de ítems de los almacenes
de memoria. La recuperación puede luego dividirse en evocación, o recuperación en ausencia de los ítems
aprendidos, y reconocimiento, o recuperación cuando los ítems aprendidos son presentados nuevamente a los
sujetos junto con nuevos ítems. Cuatro experimentos han examinado la codificación en memoria episódica: dos
que usan material verbal, uno que examina codificación de rostros, y uno que mide la actividad cerebral durante
la codificación de dibujos de objetos. Muchos otros han medido la actividad cerebral durante la recuperación,
incluyendo algunos que han medido la memoria usando la evocación, y algunos que han usado paradigmas de
reconocimiento. Estos experimentos han examinado la memoria tanto para material verbal como no verbal,
incluyendo rostros, patrones y localizaciones espaciales, y han utilizado tanto modalidad visual como auditiva.

Recuperación de memoria semántica


Consistente con la definición dada previamente, los tests de procesamiento semántico o recuperación de
memoria semántica involucran la recuperación de conocimientos, usualmente acerca de un objeto o palabra,
que no se conecta con un episodio particular en la experiencia de un individuo. Estas tareas incluyen la
recuperación de información acerca de un objeto, como su color, diferenciar objetos según categorías
semánticas, decidir si una palabra representa una entidad viva, generar palabras desde una categoría, una letra
inicial o una palabra asociada, y detectar cuando un par sustantivo-adjetivo corresponde a una categoría
especificada.

Tareas de lenguaje
Las tareas de lenguaje consisten primariamente en el procesamiento de palabras aisladas (lectura silente de
palabras) o decidir si una cadena de letras es o no una palabra (decisión léxica). Un experimento involucró
sujetos bilingües y testeó varios aspectos del procesamiento de palabras (producción de rimas o sinónimos)
tanto en lengua primaria como secundaria. El experimento de Zatorre, Meyer, Gjedde y Evans (1996) se
incluyó en esta categoría porque el propósito primario era examinar cómo los sujetos procesan información
fonética contenida en el habla y utilizaba palabras como estímulos. Sólo un experimento involucró
procesamiento del lenguaje a nivel de oraciones y consistió en decidir si las oraciones eran semánticamente
correctas. Dado que todas estas tareas de lenguaje requieren recuperación de información de la memoria
semántica, al menos en algún punto, las máximas de estudios se han agrupado con las de los estudios de
memoria semántica en las tablas y figuras.

Teoría de la mente
Finalmente, dos experimentos exploran las áreas del cerebro que se activan durante las tareas de la llamada
teoría de la mente. La teoría de la mente se refiere a la habilidad de un individuo para inferir lo que otro
individuo podría pensar o cómo otro podría actuar en ciertas situaciones. Por ejemplo, en el estudio de Goel,
Grafman, Sadato y Hallett (1995), se pedía a los sujetos que miraran objetos no familiares y decidieran como
hubiera sido juzgada su función por alguien que vivió en la época de Cristóbal Colón. La tarea control pedía a
los sujetos que decidieran por si mismos cual podría ser la función del objeto. En el otro experimento, se
presentaban escenarios o historias a los sujetos y luego se les pedía que determinaran como y porque los
individuos en la historia actuaban de la manera en que lo hacían. La única manera de responder estas preguntas
correctamente era inferir que estaba pensando la persona de la historia.
ACTIVACIONES PREFRONTALES REPORTADAS EN LA LITERATURA SOBRE
NEUROIMÁGENES
Las activaciones en la corteza frontal revisadas aquí fueron derivadas utilizando el método mas común de
análisis de datos en experimentos con PET: sustrayendo imágenes obtenidas durante una condición control,
usualmente construida para controlar los aspectos sensoriales y motores de la tarea, de aquellas obtenidas
durante la tarea de interés. Estas comparaciones resultan en áreas de rCBF incrementado, o activación,
revelando aquellas áreas que participan en la realización de la tarea. Para comparar resultados entre estudios, he
enfocado en la “zona” reportada de activación en los trabajos elegidos (el voxel que muestra la magnitud mas
grande de aumento de rCBF dentro de un área mas grande de activación). Esta aproximación ignora
necesariamente por lo menos dos aspectos importantes del funcionamiento cerebral (ver sección “Limitaciones
de este análisis”) pero permite un examen preliminar de las similitudes y diferencias regionales de las
representaciones cognitivas entre las varias partes de la corteza prefrontal. Cada máxima de activación
reportada en la corteza prefrontal fue primero categorizada, usando las coordenadas reportadas, según el área de
Brodmann de acuerdo a la localización estimada para cada BA en el atlas de Talairach y Tournoux (1988).
Suele ser dificultoso asignar áreas de Brodmann utilizando este atlas, el cual en algunos casos es inconsistente
dependiendo de la orientación (coronal o axial). Para los propósitos de este análisis, se usó la orientación
coronal para la asignación de BA, pero si el área era ambigua en esta orientación, las coordenadas también se
chequeaban en las orientaciones sagital y axial. Por lo tanto, en algunos casos las áreas de Brodmann reportadas
aquí diferirán de las reportadas en la referencia original. Estas “zonas” individuales están listadas en las tablas
12.2-12.8 para cada área de Brodmann y están agrupadas por función cognitiva. Las figuras 12.1-12.7 muestran
las localizaciones generales de estas “zonas”, nuevamente agrupadas por función, aunque en algunos casos
“zonas” en la misma localización y que representan lo mismos procesos cognitivos se muestran como un mismo
locus en las figuras. Los lectores deberán estar atentos a que estas asignaciones de localizaciones de activación
a áreas de Brodmann son de alguna manera arbitrarias y deben ser consideradas aproximaciones de las
localizaciones actuales, dado que están basadas en datos de grupos sin conocimiento de donde están estas
regiones en los cerebros individuales.
El BA 11 yace completamente en la superficie ventral de los lóbulos frontales, y en el atlas de Talairach y
Tournoux (1988) incluye las áreas 13 y 14 de Pandya y Yeterian (1996). La función cognitiva representada mas
frecuentemente en esta área es la recuperación episódica, que involucra tanto el reconocimiento como la
evocación (Tabla 12.2). Todas las “zonas” para BA 11 aparecen en la figura 12.1, en la cual puede verse que la
recuperación episódica está principalmente representada en el hemisferio derecho. En contraste, la recuperación
de la memoria semántica está representada casi exclusivamente en el hemisferio izquierdo, mas allá de si la
información semántica recuperada es acerca de palabras u objetos. Las activaciones de la memoria de trabajo,
como aquellas de la recuperación episódica, se encuentran principalmente en el hemisferio derecho, mientras
que el condicionamiento clásico y la percepción de rostros y objetos está representada bilateralmente. Las tareas
de lenguaje, memoria motora, memoria de trabajo verbal y atención no produjeron activación en BA 11.
Dorsal y lateralmente a BA 11 está la región referida como BA 47 (47/12 en la terminología de Pandya y
Yeterian, 1996). La mayoría de las funciones cognitivas están representadas en BA 47 (Tabla 12.3 y figura
12.2), con las notables excepciones de la memoria de trabajo verbal y la percepción. Esta región de la corteza
prefrontal ventral tiene mas activaciones de los procesamientos semánticos y tareas de lenguaje que cualquier
otra región, de las cuales todas salvo una de las cuales se encuentran en el hemisferio izquierdo. Además, hay
un área de activación reportada también en BA 47 izquierda para tareas de codificación episódica. Está
representada principalmente en el hemisferio derecho, de manera similar al patrón visto en BA 11, para
recuperación episódica, que involucra tanto evocación como reconocimiento. Se encontraron activaciones sólo
en el hemisferio derecho en esta región de la corteza prefrontal, durante tareas atencionales y tareas motoras o
de condicionamiento. Hay dos clusters interesantes de activación en BA 47, uno en el hemisferio derecho que
consiste principalmente de recuperación episódica y memoria procedural (figura 12.2, sección coronal +20mm),
y uno en el hemisferio izquierdo que comprende la recuperación semántica y la codificación episódica (figura
12.2, sección coronal +28mm).
Las áreas de activación en BA 45 se muestran en la tabla 12.4 y en la figura 12.3. En esta área se representan
una variedad de funciones, tanto verbales como no verbales, pero no memoria de trabajo verbal. La
recuperación episódica y la percepción son particularmente prominentes en BA 45. Al igual que en las áreas 11
y 47, la codificación episódica y el procesamiento semántico están representados principalmente en el
hemisferio izquierdo, y la recuperación episódica se encuentra principalmente en el hemisferio derecho. A
diferencia de las áreas 11 y 47, en las cuales las activaciones de reconocimiento y evocación fueron halladas en
números casi iguales, las activaciones de recuperación episódica en BA 45 son principalmente de tareas de
reconocimiento. Lo mas intrigante acerca de la representación cognitiva en BA 45 es el gran número de
activaciones perceptuales, mas que en cualquier otra área de la corteza prefrontal. Estas incluyen modalidades
tanto auditiva como visual y se ven bilateralmente. Todas salvo una de las “zonas” reportadas de estudios de
percepción auditiva e imaginería caen en esta área general de la corteza prefrontal. Los clusters de actividad en
BA 45 se encuentran en el hemisferio derecho e involucran recuperación episódica y percepción (figura 12.3,
sección coronal +20mm), y en el hemisferio izquierdo involucrando codificación episódica y percepción (figura
12.3, sección coronal +35mm).
El área 46 (Tabla 12.5 y figura 12.4) es una de las regiones prefrontales donde está mas representada la
memoria de trabajo en términos de activaciones rCBF (la otra sería BA 9). Hay numerosas activaciones para
tareas de memoria de trabajo tanto verbal como no verbal en ambos hemisferios, aunque la memoria de trabajo
verbal se encuentra mas representada en el hemisferio izquierdo (4 de 6”zonas”) y las activaciones de memoria
de trabajo no verbal ocurren mas frecuentemente en el hemisferio derecho (4 “zonas” de 5). Así, BA 46 marca
el inicio de las activaciones de tareas de memoria de trabajo verbal (dirigiéndose ventralmente hacia arriba a
través de la corteza prefrontal). Además, el área 46 es una de las dos regiones que tienen activación de tareas de
procesamiento espacial, el cual se ve en el hemisferio derecho. Al igual que las otras regiones prefrontales ya
examinadas, el procesamiento semántico está representado en BA46 del hemisferio izquierdo, así como la
codificación episódica, mientras que las activaciones durante la recuperación episódica son principalmente del
hemisferio derecho y las “zonas” atencionales se encuentran sólo en el hemisferio derecho.
BA 10 es una gran región en la corteza prefrontal anterior que se extiende desde la superficie ventral del polo
frontal hasta justo dorsal a BA 46. La función con mas representación en BA 10 (Tabla 12.6 y figura 12.5) por
lejos es la recuperación episódica, particularmente la recuperación de información verbal e involucrando
principalmente evocación mas que reconocimiento. Un número de activaciones durante el condicionamiento
clásico, principalmente en el hemisferio derecho, también se encuent5ran en esta regió, de manera similar al
número visto en BA 11 y 47. Como las otras regiones de la corteza prefrontal, ya vistas, el procesamiento
semántico activa primariamente el hemisferio izquierdo, y los incrementos de rCBF durante la recuperación
episódica verbal se ven principalmente en el hemisferio derecho. Las activaciones de tareas de recuperación no
verbal son casi equivalentes en ambos hemisferios, aunque las del hemisferio derecho fueron todas de tareas de
reconocimiento. Hay varias “zonas” de experimentos de memoria de trabajo y de percepción en BA 10 pero no
de tareas atencionales o de codificación.
Las áreas activadas halladas en BA 9 (tabla 12.7 y figura 12.6) son primariamente de tests de recuperación
episódica, tareas motoras y memoria de trabajo. Como en BA 10 la mayoría de las activaciones de recuperación
episódica provienen de tests de evocación verbal, y la mayoría están en el hemisferio derecho. En el caso de las
activaciones de memoria de trabajo, hay un número relativamente igual en ambos hemisferios para tareas
verbales y no verbales, aunque hay algunas áreas mas de memoria de trabajo no verbal en el hemisferio
izquierdo que en el derecho. El procesamiento semántico está nuevamente representado en el hemisferio
izquierdo, aunque hay menos “zonas” para procesamiento semántico en BA 9 que en áreas mas ventrales de la
corteza prefrontal. Las áreas bilaterales de activación en un experimento de imaginería visual, en BA 9 se
encuentran un poco mas dorsales que las áreas que participan en imaginería auditiva (Tabla 12.4). Dos “zonas”,
ambas en el hemisferio izquierdo, provienen de estudios de procesamiento espacial, haciendo de BA 9, junto
con BA 46, una de las dos regiones de la corteza prefrontal con actividad incrementada durante la percepción
de información espacial.
La porción última y mas dorsal de la corteza prefrontal es BA 8. Los procesos cognitivos representados en BA
8 son principalmente recuperación episódica (predominantemente evocación), procesamiento de objetos, y
lenguaje (Tabla 12.8 y figura 12.7). El procesamiento semántico y el lenguaje proveen la mayoría de la “zona”
en el hemisferio izquierdo, mientras que la mayoría de las áreas activas del hemisferio derecho provienen de
tareas de recuperación episódica, con dos “zonas” cada una de experimentos de atención y percepción. Mas
notablemente, BA 8 fue la única área de la corteza prefrontal que mostró activaciones durante los dos
experimentos de teoría de la mente, y estas “zonas” se encontraban esencialmente en la misma localización en
la porción medial en BA 8. Esta región de la corteza no tiene activaciones de tareas de codificación episódica o
memoria procedural.

RESUMEN DE ACTIVACIONES PREFRONTALES


La Tabla 12.9 provee un resumen de la localización y lateralización de cada uno de los procesos cognitivos en
la corteza prefrontal. Algunas conclusiones interesantes pueden surgir de este análisis actualizado de la
literatura sobre neuroimágenes. El primer ítem de interés es que aunque la mayoría de las funciones cognitivas
discutidas aquí están ampliamente representadas a lo largo de la corteza prefrontal, hay regiones donde
funciones específicas parecen mas concentradas. Por ejemplo, todas las regiones prefrontales tienen por lo
menos una “zona” reportada para experimentos que involucran la recuperación episódica. Sin embargo, la
actividad durante la recuperación episódica ocurre mas frecuentemente en BA 10 (25 “zonas”), seguida por las
áreas 9 y 8. La recuperación episódica puede además ser separada según si la información fue recuperada vía
evocación, representada principalmente en BA 10 y las áreas dorsales 9 y 8, o recuperada vía reconocimiento,
principalmente en BA 11, 45, y 47. Esta distribución sugiere que la evocación activa preferentemente las
porciones dorsal y anterior de la corteza prefrontal, mientras que el reconocimiento es mediado preferentemente
por las cortezas prefrontales ventromedial y ventrolateral. Este hallazgo es consistente con la literatura sobre
monos, la cual ha indicado un rol prominente de la corteza prefrontal ventral en la memoria de reconocimiento.
El hecho de que se involucre al prefrontal dorsal puede deberse a una mayor necesidad de monitoreo y
búsqueda de estrategias durante la evocación, las cuales son funciones atribuidas a la corteza frontal dorsal.
Otros tipos de memoria tienen también distribución diferencial en la corteza prefrontal. La memoria de trabajo
activa preferentemente BA 46 y 9 en la corteza prefrontal dorsolateral media. Esto es particularmente real para
la memoria de trabajo verbal, la cual, excepto por un área de activación en BA 10, está representada
enteramente en estas dos áreas de la corteza prefrontal. De manera similar a la relación entre reconocimiento y
corteza prefrontal ventral, esto indica un grado considerable de homologación con los resultados de estudios de
primates no humanos, los cuales implican las áreas 46 y 9 en memoria de trabajo. En contraste, la recuperación
de la memoria semántica lleva a un incremento de la actividad mas frecuentemente en la corteza ventrolateral y
ventromedial. Así las diferentes distribuciones de actividad entre las regiones prefrontales vistas para las
distintas funciones mnésicas dan soporte a la noción prevaleciente de que estos tipos de memoria son realmente
diferentes uno de otro.
Otros procesos además de la memoria también parecen estar distribuidos irregularmente a lo largo de la corteza
prefrontal. Al igual que la recuperación semántica, el lenguaje está representado principalmente en la corteza
prefrontal ventrolateral, aunque también se ve alguna actividad durante las tareas de lenguaje en BA 8. Tanto la
percepción de objetos como el procesamiento auditivo están representados primariamente en BA 45, lo cual
quizás no es sorprendente dado que la corteza prefrontal ventrolateral recibe proyecciones de las cortezas de
asociación tanto visual como auditiva en el mono. La gran representación de tanto la percepción como la
memoria de reconocimiento en BA 45 indica una relación cercana entre estas dos funciones y puede sugerir que
este área trabajan en conjunto con áreas perceptuales en la corteza posterior para facilitar la asociación entre el
estímulo que ingresa y las representaciones almacenadas. Además, hay una tendencia del procesamiento
visuoespacial a involucrar mas áreas dorsales de la corteza prefrontal que la percepción de rostros. Esto es
consistente con los experimentos en monos que muestran conexiones anatómicas y funcionales entre regiones
ventrales de procesamiento de objetos en la corteza occipito temporal y la corteza frontal ventral y entre áreas
dorsales de procesamiento espacial en la corteza parietal y porciones mas dorsales de la corteza frontal. La
representación mas amplia de percepción de objetos no rostros probablemente se debe al procesamiento mas
elaborado requerido durante estas tareas particulares de percepción de objetos, las cuales muy probablemente
involucran algún grado de procesamiento semántico. Los otros procesamientos cognitivos tienen muy pocas
áreas de activación para especular con la localización, aunque es interesante que la “zona” derivada de los dos
experimentos independientes de teoría de la mente fueron localizados esencialmente en la misma parte medial
de BA 8.
Otra característica interesante de activación prefrontal revelada por neuroimágenes es que muchos de los
procesos cognitivos muestran una lateralidad inusual. Tulving, Kapur, Craik, Moscovitch, y Houle (1994) han
notado previamente que la recuperación episódica se acompaña de activación principalmente en el lóbulo
frontal derecho y la recuperación semántica y la codificación están asociadas con actividad prefrontal izquierda.
Ellos denominaron HERA (hemispheric encoding/retrieval asymmetry / asimetría hemisférica codificación /
recuperación) a este fenómeno, y otros han acumulado mas evidencia de esta asimetría. Este supuesto también
confirma el concepto de HERA mostrando que la recuperación semántica y la codificación están fuertemente
lateralizadas a la corteza prefrontal izquierda, mientras que la recuperación episódica está lateralizada a la
corteza prefrontal derecha, aunque la lateralización no es tan fuerte para recuperación no verbal. La Tabla
12.9B muestra que en todas las áreas donde están representadas la recuperación semántica y la codificación
episódica, las activaciones ocurren mas ampliamente, o exclusivamente en el hemisferio izquierdo. La
recuperación episódica para información verbal está representada principalmente en la corteza prefrontal
derecha por sobre las otras áreas, mientras que la recuperación no verbal está predominantemente en el
hemisferio derecho en áreas mas ventrales como BA 45 y 11 pero en la corteza prefrontal dorsolateral parece
estar representada bilateralmente. Sin embargo, existen muchos mas experimentos de recuperación verbal que
no verbal, por lo que esta aparente discrepancia puede ser producto de pocos datos de tareas no verbales. Así, el
modelo HERA describe con precisión la naturaleza asimétrica de la intervención prefrontal en la función
memoria, pero, como se mencionó previamente, ahora podemos movernos alrededor de este concepto para
examinar los roles de regiones prefrontales específicas. También es interesante notar que aunque los estudios
con lesiones humanas indican alguna lateralidad en la función del lóbulo frontal, esta disociación izquierda –
derecha durante el procesamiento mnésico no fue rápidamente aparente en la literatura lesional.
Otros procesos además de la memoria episódica y semántica también parecen estar lateralizados en la corteza
prefrontal (Tabla 12.9B). La activación durante el condicionamiento clásico ocurre principalmente en el HD, a
diferencia de la activación de memoria motora, la cual es bilateral. Esta diferencia en la activación cerebral
sugiere que estos dos tipos de memoria procedural, aunque similares en algunos aspectos, pueden ser distintos
en la forma en que están representados en el cerebro. La función atencional también parece estar lateralizada
principalmente a la corteza PF D, aunque el número de “zonas” reportados es relativamente pequeño. De
cualquier modo, esta asimetría es consistente con otros estudios que muestran un rol predominante para la
corteza posterior D y F en la función atencional y negligencia, y sugiere una tedencia general del HD para la
función atencional. Por otro lado, la percepción, incluyendo el procesamiento auditivo, que no se resume en la
Tabla 12.9, y la memoria de trabajo no muestran lateralización clara o consistente en la corteza prefrontal.

LIMITACIONES DEL ANALISIS


Este meta análisis tiene al menos tres limitaciones para tener en cuenta al considerar la activación prefrontal. La
primera de estas es el hecho de que hay una variabilidad considerable en las estructuras neuroanatómicas de un
cerebro humano a otro. Estudiar las imágenes del cerebro de cada individuo en el sistema de atlas coordinado
estándar de Talairach y Tournoux, aunque nos permite comparar directamente entre cerebros, necesariamente
introduce algún grado de error. Las localizaciones presentadas aquí, y los reportes originales, por lo tanto deben
considerarse aproximados. Sin embargo el resumen presentado aquí está basado en la metodología de estado de
arte y es un comienzo adecuado para comprender está representada la cognición en la corteza prefrontal.
Una segunda limitación de la presente revisión, y que puede ser aplicada a la mayoría de los estudios con
neuroimágenes de la literatura, es que se consideran sólo los incrementos de rCBF. Cada condición de tarea
puede resultar también en decrementos significativos de rCBF, pero suelen ser ignorados. Por ejemplo, se ha
encontrado flujo sanguíneo reducido en la corteza auditiva en experimentos de percepción visual, y se ha
notado flujo sanguíneo reducido en áreas visuales en un experimento auditivo, lo cual puede reflejar supresión
de la actividad en modalidades no atendidas, sirviendo esto para focalizar la atención a la modalidad atendida.
Además, el fenómeno de priming, un tipo de memoria implícita para estímulos presentados previamente, se
acompaña de reducción del rCBF en las áreas perceptuales de la corteza que procesan el estímulo.
Recientemente, varios investigadores han sugerido que el decremento de rCBF puede ser tan importante como
el incremento para comprender los mecanismos cerebrales que subyacen a la cognición. Por lo tanto, está claro
que una imagen completa de estos mecanismos cerebrales, tanto en la corteza prefrontal como en otras áreas
corticales, deberá incluir exámenes tanto de incrementos como decrementos en la actividad cerebral.
Finalmente, quizás la limitación mas importante de este análisis es que ignora las interacciones de las regiones
prefrontales con otras partes del cerebro, interacciones críticas para el rendimiento cognitivo. Recientemente
algunos investigadores en el campo de las neuroimágenes se han abocado, usando una aproximación a nivel de
sistemas, que focaliza en las redes funcionales de las regiones cerebrales, bajo la asunción de que estas redes
variarán de acuerdo al tipo de procesamiento cognitivo requerido. Los experimentos que usan esta
aproximación analítica han mostrado que las interacciones funcionales en un set dado de regiones cerebrales se
modificarán cuando la tarea demande un cambio, y que estas interacciones pueden explicar tanto los
incrementos como los decrementos en la actividad que se han visto en diferentes condiciones experimentales.
Un buen ejemplo de la complejidad de la participación prefrontal durante la cognición puede el estudio de
Nyberg y col (1996) en el cual un análisis de redes muestra que la corteza PF D no sólo tiene incremento de
actividad durante la recuperación episódica visual, sino también, junto con otras áreas cerebrales, inhibe la
actividad en la corteza extraestriada. Este tipo de exámenes a nivel de sistemas de la actividad cerebral es
necesario para elucidar completamente el rol de la corteza PF en la cognición.

CONCLUSIONES
Esta revisión de la activación de rCBF en la corteza PF demuestra un grado considerable de evidencias
convergentes entre múltiples experimentos independientes con PET para diferentes roles de regiones
específicas de la corteza PF en la cognición, particularmente la memoria. De hecho, es admirable cuan cercana
es la correspondencia entre algunas áreas de activación en diferentes estudios. También es notable el grado en
el que las representaciones PF de la función cognitiva humana, definidas por neuroimágenes, son homólogas
con aquellas descriptas en la literatura de monos. Esta homologación es evidente a pesar de la poca certeza en la
localización de estas funciones con la tecnología de imágenes y análisis actuales. Este hallazgo es alentador
porque confirma la utilidad de utilizar modelos animales y extrapolar los resultados de esos estudios a
humanos. También es claro que con estas técnicas podemos sobrepasar las limitaciones de los modelos
animales y comenzar a definir el rol de la corteza PF en comportamientos únicamente humanos, como la
evocación verbal. A pesar de haber focalizado en las funciones regionales en los LF en esta revisión, los
lectores no deberían concluir que se haya sugerido una aproximación de localizacionismo estricto. Esta revisión
intenta ser un examen inicial de participan diferentes partes de la corteza PF en la cognición, comprendiendo
que esta participación varía de acuerdo al contexto de demandas cognitivas específicas e inputs de otras partes
del cerebro. La tarea ahora debe ser la de integrar la actividad cognitiva en la corteza PF con la actividad en el
resto del cerebro, brindándonos un paso mas hacia la comprensión de cómo trabaja el cerebro.

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