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KSB Ht-Ba TM PDF
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Moderadoras
Perpi27 Mary Daniela Agrafojo
aa.tesares Liillyana Mar Winston
Traductoras
Verito Nats Gabriela CamShaaw
Sandry Lorena VannessaFarro Miry GPE
Val_17 Valentine Rose w Perpi27
SofiaG Daniela Jasiel Odair Diana
ElyCasdel Agrafojo Adriana Tate Vani
Jeyly Carstairs aa.tesares Niki Anty
Mary florbarbero Mire★
3
Correctoras
Key Daniela Clara Markov Dannygonzal
ElyCasdel Agrafojo *Andreina F* SammyD
Verito MariaE. Miry GPE Mire
Julieyrr Lizzy Avett' Esperanza Alexa Colton
Niki LucindaMaddox Val_17 Victoria
Amélie. Jasiel Odair Pau!!
GusFuentes Sofía Belikov NnancyC
itxi Aimetz Volkov Laurita PI
Revisión Final
Mary Warner JenniG
Indra Daniela Agrafojo
Dydy
Diseño
Pilar.
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2
Capítulo 18
Capítulo 3
Capítulo 19
Capítulo 4
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7
Capítulo 22
Capítulo 8
Capítulo 9 Capítulo 23
Capítulo 10 Capítulo 24
Capítulo 11
Capítulo 25
4
Capítulo 12
Capítulo 26
Capítulo 13
Epílogo
Capítulo 14
Adelanto
Capítulo 15
Agradecimientos
Capítulo 16
Sobre las Autoras
Lexie Boggs necesita salir de su casa... alejarse de su alcohólica
madre y mucho más de la etiqueta de "basura blanca" que ha estado
pegada en su pecho. Ha guardado cada penique de sus múltiples
trabajos para poder escapar tan pronto como se gradúe. Pero hay algo
más que quiere tanto que está dispuesta a gastar hasta su último centavo.
Su viaje de último año y la oportunidad de seducir al caliente Sean Dixon.
Ryan Parker sabe cuánto significa la universidad para su mejor
amiga, Lexie. También sabe que Sean es un mujeriego intentando meter a
su cama tantas chicas como le sea posible. Así que, en lugar de dejar que
Lexie drene su alcancía, afloja la pasta para conseguir que ella vaya al
viaje de esquí de último año. No solo porque ella es su mejor amiga, sino
porque está completamente enamorado de ella.
Cuando Ryan y Lexie se encuentran atascados en la misma cabaña,
con una cama extra grande y un montón de historia, Ryan lucha por
mantener sus sentimientos ocultos mientras Lexie descubre algunos propios. 5
Beds Series, #1
Traducido por Verito
Corregido por Key
oído.
—Te he dado un paseo en coche hasta aquí —susurra Ryan en mi 10
Aprieto su brazo, y hace una flexión bajo mi tacto. Chico tonto. —Y lo
aprecio.
El otoño se está convirtiendo en invierno, y no tengo un abrigo. Ni
siquiera tengo mangas largas. Escalofríos cubren mis brazos, y froto mis
manos de arriba a abajo para calentar mi piel.
Ni siquiera necesito pedirlo. Ryan se inclina en su auto y me pasa su
sudadera con capucha. La envuelve alrededor de mis hombros y meto mis
brazos por las mangas. Tomo una profunda respiración y sonrío. —Vamos a
divertirnos.
—Te echo una carrera —dice justo antes de arrancar.
—¡No es justo! —Corro tras él. Alcanza la puerta antes que yo, y salto
en su espalda—. Tramposo. —Su perfume, enebro y sándalo, asalta mis
sentidos, y aseguro mis brazos alrededor de su cuello.
—Nunca. —Me da su sonrisa Ryan y abre la puerta—. Digamos que es
un empate.
Entramos, y salgo de su espalda. —Sólo si me compras una
hamburguesa de queso y tocino. —Arruga la nariz, pero hago pucheros.
No es mi culpa que el chico sea vegetariano—. ¿Por mí? —Saco aún más
mi labio.
—Tú y ese maldito labio. —Presiona mi labio hacia arriba con su dedo
antes de alejarse.
Me uno a Kaylee en la mesa, y Ryan se une a Nate en la fila. Los
grandes ojos de Kaylee se estrechan en mí.
—Lo hiciste comprarte una hamburguesa de queso y tocino de
nuevo, ¿verdad?
Trato de esconder mi sonrisa, pero mis labios tiran fuerte, y ambas
reímos a carcajadas. Unos momentos después la risa para, y Kaylee tira
una de sus trenzas rubias tras su hombro. —Él haría cualquier cosa por ti.
Hago un gesto con la mano. —Es algo de mejores amigos.
—Eres mi mejor amiga, y de ninguna manera te compraría una
hamburguesa si tan solo el aroma me mandara a vomitar al baño.
—No es como si le pidiera que se coma la maldita cosa.
—Sólo decía. —Alarga la última silaba y me muestra sus dientes
blancos dándome un guiño, luego agarra la bandeja de Nate.
Ryan se sienta frente a mí, dejando la bandeja en la mesa. Sale 11
vapor de la hamburguesa de queso y tocino, y su nariz se arruga otra vez, y
empuja el delicioso plato de grasa hacia mí. Levanto una ceja. —¿Fue tan
duro?
—De hecho, sí lo fue.
Con reflejos de gato, tomo un papa frita del plato de Nate y se la
lanzo a la cabeza. Ni siquiera trata de tenerla y golpea el puente de su
nariz.
—Lindo. ¿Terminaste? —Inclina su cabeza en ese gesto de
“continúa”. Mi mano se cierne sobre la bandeja. Esto podría ponerse feo.
Esperemos que no tan feo como la vez que derrame un batido en su
cabeza. Se vengó abrazándome y moviendo su cabeza por mi cuello y
cabello. Ah y no puedo omitir la cereza que robó del helado de Kaylee
para ponerla en la cima de mi cabeza.
No quito mis ojos de Ryan mientras tomo otra papa.
—Siento interrumpir, pero quiero comerme esas. —Nate saca la papa
de mi mano y las mete en su boca antes de girar hacia Kaylee.
Ryan sonríe con su usual media sonrisa, pero yo no me contengo.
Dejo que mi sonrisa se extienda por mi rostro. Un día de diversión de Lexie y
Ryan siempre cura mi mal ánimo.
La campana sobre la puerta suena cuando otro grupo de gente
entra. Tomo una mordida de mi hamburguesa de queso y tocino, Ketchup
goteando por mi barbilla, cuando mi corazón se desploma al suelo.
Sean y Sandy entran, con las manos tomadas. Qué importa si este es
el único lugar para pasar el rato en el pueblo, ¿por qué aquí? ¿Por qué
ahora? Justo cuando me olvidaba de sus labios presionados a los de él.
Quiero apartar la mirada, pero no puedo. Mis ojos están fijos en sus
manos y luego en sus caras. Mi estómago da un salto cuando ella se ríe
con esa ridícula risa que tiene de algo que él dice.
Sólo ayer en biología él saco el cabello de mi oreja y susurró una
broma. Casi no he lavado la hebra de cabello. Sean Dixon me tocó. Fue
entonces cuando me prometí hacerlo mío. Y ahora... bueno... está
tomado.
Mis ojos están pegados en ellos. Por la rendija del ojo puedo ver a
Ryan negando con la cabeza y frotar su nuca. Sandy se gira, su mirada
atrapa la mía. Una sonrisa engreída hecha solo para mí brilla en su cara,
mientras camina a nuestra mesa.
Un bulto seco se forma en mi garganta, y me preparo para el
impacto que es Sandy Nelson. —¿Qué estás mirando, perra?
El seco bulto en mi garganta se convierte en una roca, y no puedo
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decir ni una palabra.
—Consíguete una vida —dice Ryan por mí.
—Tengo una, gracias. Es tu amiga quien no tiene. —Pone su mano en
la mesa y se inclina hacia mí—. No creas que no sé de tu pequeño
enamoramiento. Veo la manera en que miras a Sean como un pequeño
cachorro patético. —Su voz se eleva y las conversaciones a nuestro
alrededor comienzan a disminuir—. Sólo acéptalo, Lexie. Eres nadie y
siempre lo serás.
Un susurro viene de mi izquierda, una risa de mi derecha y junto a mí
una mano se levanta, dedos indicándome. Más susurros hacen eco a
través del aire hasta que me golpean desde cada ángulo, flotando a mis
oídos y se convierte en todo lo que oigo.
Calor surge en mis venas, chocando en mis oídos y mejillas. Miro
hacia abajo a mi anillo rosado, muy asustada de mirar a alguien a la cara.
Llámame una glotona por el castigo o como sea el dicho, pero
levanto la mirada mientras miro a Sandy alejarse y meterse bajo el brazo
de Sean. Estúpidas lágrimas pican en mis ojos. Él se da vuelta, irises azules
atrapan las mías. El frío punto en mi corazón se calienta cuando veo la
disculpa en su rostro. La manera en que se encoge de hombros y me
ofrece una sincera sonrisa.
Quizás no soy lo suficientemente buena para Sean ahora, pero
puedo serlo. Y lo seré. Me amará. Un año más hasta que deje este pueblo
atrás. Un año más hasta que ya no sea definida por cosas que no puedo
controlar.
Un año más.
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Traducido por Sandry
Corregido por ElyCasdel
Hay dos cosas en la vida que no puedo soportar. El sonido del velcro,
que sólo de pensarlo me pone los pelos de punta y hace que los pelos de
mi brazo se disparen. Y lo segundo…
Ver a Lex llorar.
Sólo puedo ver la mitad de su cara, pero es suficiente. La conozco de
mucho tiempo para ignorar el rubor llenando su pecho y pasando por su
cuello, la forma en que está conteniendo la respiración, y ese maldito
anillo.
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Gira.
Gira.
Gira.
Si intenta darle una vuelta más, su dedo meñique se saldrá. Dudo que
siquiera se diera cuenta. Nate y Kaylee me miran con esos rostros que
dicen: "¡Uh, consuélala, idiota!"
Justo cuando me acerco a tirar de ella a mi lado, salta de su silla y
sale huyendo hacia la puerta, dejando su asquerosa hamburguesa y a sus
tres mejores amigos detrás.
—Ah diablos.
Ella siempre sale a la calle cuando se hace daño, cuando se
avergüenza o alguna cosa como esa, para poder respirar. Y abandonó mi
sudadera aquí, así que probablemente se estará congelando el trasero.
—Bueno, ve tras ella. —Kaylee me patea en la espinilla—. Tú siempre
sabes cómo hacer que se sienta mejor.
Resoplo. —Cuando escucha. —Pero azoto mi sudadera por encima
de mi hombro y me levanto de todos modos, porque todos sabemos que
iré tras Lex.
La puerta hace un chirriante sonido mientras salgo, y no toma mucho
tiempo averiguar exactamente hacia dónde corrió. Está sentada en el
asiento trasero del Lincoln de mis abuelos, agarrándose el estómago. Sus
brazos están cubiertos de piel de gallina mientras se sacude en escalofríos
ya que había bajado las ventanas. Para respirar, estoy suponiendo. Niego
con la cabeza.
¿Por qué se hace esto? ¿Por qué lo hace cualquier chica? Van tras
los idiotas que les dan falsas esperanzas, mientras que realmente están
pensando en otra chica.
Y yo estoy aquí para recoger los pedazos. No me importa, porque es
Lexie. Y voy a seguir haciéndome esto porque estoy enamorado de la
chica.
—¿Lex? —digo, subiendo junto a ella. Sé que ella no quiere escuchar
nada. Sólo necesita llorar o lo que sea. Tengo un hombro seco. Aun así, se
lo digo de todos modos, porque ese marica no vale la pena—. No llores.
No importa lo que yo le diga. Nunca lo hace. Cae sobre mi camisa
blanca y la empapa en cuestión de segundos. Tiro de la sudadera con
capucha sobre sus hombros y froto su espalda. Ella me agarra fuertemente,
enviando chispas a través de mi pecho, lo que es una cosa total de ser un
cabrón en este momento ya que no puedo excitarme mientras se pone 15
así. Sé lo que está pensando. Y no es lo bien que se siente al estar
abrazada a mí, porque nos abrazamos todo el tiempo. Está volviendo a
girar el anillo en su dedo meñique, lo que significa que no importa cuánto
tiempo la abrace, va a seguir pensando que no es lo suficientemente
buena para nadie.
Trato de bromear en su lugar.
—Creo que Sandy está resfriada o algo así.
Se tensa. —¿Qué?
—Grandes mocos colgando de su nariz. ¿No te diste cuenta?
Un gran zumbido de aire sale de su boca mientras se ríe contra mí. —
Ahora que lo mencionas, creo que ella siempre ha tenido un problema
nasal.
—Algo como una enfermedad, ¿no? Además de eso, creo que tiene
problemas de mal olor. Olía como a calcetines y a perros calientes donde
yo me senté.
Se ríe de nuevo, soltándose de su agarre en mí y secándose los ojos.
—Creo que eso era la comida, Ry.
—Soy vegetariano, ¿recuerdas? —Acaricio mi estómago y le guiño.
Ella me da un puñetazo en el hombro, pero es uno poco entusiasta “Sólo
estoy haciendo esto para que pienses que estoy bien, pero realmente no
lo estoy” golpe. Frotando la parte trasera de mi cuello, digo—: Lex, quiero
que hagas algo por mí.
Ladea una ceja. —¿Qué?
—Olvídate de él. No vale la pena.
No responde. Sólo mira hacia abajo hacia sus uñas negras y suspira.
Le envuelvo en mis brazos otra vez porque es lo único que se me ocurre
que hacer.
—Pero él... es perfecto.
El calor comienza a subir por mi cuello. Perfecto, y una mierda. Ese
tipo le da a cualquier cosa con tetas. Mi voz sale en un gruñido. —Lo sé,
me lo dijiste.
—Y-yo nunca me he sentido así con nadie.
Más calor. Me sorprende que no pueda sentir las llamas que salían de
mi cara. —Lex...
—¿Crees que tal vez es posible que demuestre que soy lo
suficientemente buena para él?
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¿De qué está hablando? Le doy la vuelta para estudiar sus ojos. Ella
va en serio. ¿Quiere tratar de ir tras el gilipollas, incluso después de que le
metiera la lengua a su enemiga mortal? — No tienes que demostrar nada.
—Sé que en cierto modo estoy gritando y eso no es lo que ella necesita en
este momento, pero ¿cómo podría incluso estar pensando en perseguir a
un tipo que le va a hacer eso una y otra vez? Jugar con ella y luego ir a por
otra chica—. Él no es lo suficientemente bueno para ti.
—¿En serio, Ry? —Se cruza de brazos y me da una mirada loca
estreñida—. Soy la hija de la borracha del pueblo y la razón de que mi
padre se fuera…
—Ya basta. —Sabe que no me gusta oír hablar del lío con sus padres.
Hemos tenido un pacto tácito de no hablar de la cantidad de basura que
recibimos en casa—. Vamos a... hablar de otra cosa.
Se ve como si quisiera gritar por un segundo, pero niega con la
cabeza y lo deja ir. —¿Quieres hablar más sobre la mocosa Sandy? Porque
ayudaba.
Me río. —Mocosa Sandy. ¿Crees que deberíamos darle una gran caja
de pañuelos antes de que se vaya al viaje de esquí de último año? ¿O
debemos simplemente ver congelarse a la parte superior de sus labios
mientras está ahí fuera?
No se ríe. Maldita sea, pensé que esa era bastante buena. Pero los
ojos de Lex se ponen realmente grandes, y su sonrisa se extiende por la
cara. —¡Eso es! Eres un genio, Ryan.
¿Eh? —Bueno, sí... pero ¿qué pasa ahora?
—Voy al viaje de último año con ustedes.
Eso me anima. En más de un sentido para ser honesto. —¿Sí? ¡Genial!
Te ayudaré a sacar de tu mente toda esta mier…
—Sean estará allí. Es la oportunidad perfecta. —Está hablando con la
ventana, arrojando la sudadera con capucha sobre su cabeza y
abrazándola.
—Espera, ¿de qué hablas?
—Todo lo que tengo que hacer es hacer que me vea cuando me lo
esté pasando bien. —Saca su pelo largo y castaño fuera del jersey—.
Como cuando no estoy lidiando con mi madre o viviendo en mi
apartamento en el sótano de mala muerte, o vagando alrededor de la
escuela. Él tiene que verme sin toda esa basura. Solo a mí. Voy a conseguir
que vea que soy la correcta para él —Estoy congelado mientras se inclina 17
sobre los asientos para besar mi mejilla—. Gracias. Sabes que eres increíble,
¿verdad? —Otro abrazo alrededor de mi cintura—. No podría haber
pedido un mejor amigo, aunque suene cursi.
Bala directa al estómago en la parte superior de todo lo demás.
Siempre el amigo.
Y ahora la razón por la que va al viaje es para hacer la Operación
Cita con el Imbécil.
Este viaje será un infierno de una semana.
Traducido por Val_17
Corregido por Verito
Para una chica que no tiene nada, seguro como el infierno que
tengo un montón de mierda. Lanzo otro par de pantalones de mi armario y
paso al siguiente. Una vez encontré un billete de veinte dólares en el
bolsillo de mis pantalones. Pensarías que me saqué la lotería por la manera
en que salté arriba y abajo y grité. Ryan, que esperaba en la sala de estar,
entró listo para ejercer sus funciones de exterminador de arañas, pero no
había ninguna araña. Sólo yo y los veinte dólares.
Ahora realmente me vendría bien encontrar otro. Varias docenas en 18
realidad. Necesito seguir adelante con ese viaje de egresados. El problema
es que todo el dinero que tengo es para mí boleto de salida de este
calabozo. Son los ahorros de mi vida. Cada centavo que he hecho ha ido
a la alcancía de cerámica púrpura escondida en el estante superior de mi
armario detrás de los cuadernos de mi antigua escuela, para que mamá
no lo encuentre.
Mil cien dólares es un infierno de montón de dinero. Pero estoy
dispuesta a gastarlo si eso me pone en el mismo centro de esquí que Sean.
—¡Alexis! —La voz de mamá se dispara a través de la habitación
como pedazos de vidrio.
Salgo de la pila de ropa rodeándome y asomo mi cabeza por la
puerta. Nuestro lugar no es grande. Todo lo que tengo que hacer es mirar
a la izquierda para ver el apartamento entero. Ella se encuentra fuera de
su habitación con sus uñas francesas, en su apretada y corta minifalda
negra. Aparte de la falda, la única cosa que está usando es un sujetador
amarillo fluorescente.
—¿Sí, mamá? —Por el hecho de que esté de pie en su sujetador, ya
sé lo que quiere.
—¿Me prestas tu camiseta roja con el cuello redondo?
—Esa camiseta me queda apretada a mí.
—¿Estás tratando de decir que estoy gorda? —Sus ojos delineados de
negro se entrecierran hacia mí y un mechón rubio se separa del resto de su
corto pelo negro.
No… estoy tratando de decir que queda ajustada alrededor de mis
pequeñas copas B, por lo que si tú te la pones, tus copas D seguramente
tendrán las costuras colgando por sus vidas.
No es que le diría eso en voz alta. Mamá siempre piensa que estoy
juzgándola cuando todo lo que realmente hago es tratar de evitar que sea
la chica del letrero para basura blanca.
—No, en absoluto. Eres perfecta. Iré a buscarla. —Con el fin de
sobrevivir otro año con ella, no tengo más opción que acariciar su ego. Y
ahora con el viaje en mi futuro tendré que hacerlo aún más.
Todo mi armario está en el piso, pero por suerte la camiseta roja está
encima de la pila. La sostengo y admiro por última vez. Nunca será la
misma. Cada camiseta que me pide prestada regresa ya sea manchada,
estirada o con una quemadura de cigarrillo. Ella ni siquiera fuma.
—Aquí. —Salgo al pasillo y se la entrego. La tira sobre su cabeza, y
juro que escucho una de las costuras desprenderse. 19
Mira sus pechos, hace esta cosa donde las mueve, y con una sonrisa
de satisfacción me mira de nuevo. —Tienes razón. Perfección.
Si ibas por el aspecto de “Rento una habitación por una hora”,
entonces sí… perfección. Suspiro por dentro, pero por fuera sonrío.
—Así que, ¿qué estás haciendo en casa? —Aire sale de su nariz como
un resoplido—. ¿Todavía no tienes novio? —Su cabeza se inclina, sus ojos
ladeados esperando que admita que soy tan patética como piensa.
Nunca le diría a mamá acerca de lo que pasó con Sandy y cómo
robó a Sean de mi agarre de uñas rojas. Incluso si técnicamente, nunca
tuve un agarre sobre él. Sólo serán más botellas para que mamá apile en
su bar de “Lexie lo jodió”.
Camino a la sala de estar y recojo mi esmalte de uñas color Cereza
ChaChing. Tal vez si la ignoro, solo se irá. Me siento y vuelvo a pintar la uña
de mi pulgar.
—Déjame adivinar. —Golpea un dedo en su barbilla—. ¿El chico que
te gusta no te quiere?
¿Dónde está Nate y su acto de desaparición cuando lo necesitas?
No respondo. Aplico otra capa a mi pulgar.
Y otra.
Y otra.
—Eso es lo que pensé —dice mientras se desliza en sus tacones
negros—. Acéptalo, Alexis. Los chicos sólo son una pérdida de tu tiempo.
Una pérdida de mi tiempo porque nadie nunca me amará. Soy
incapaz de ser amada. Dijo todo esto antes, y no quiero volver a
escucharlo. Giro la tapa de mi esmalte de uñas y lo dejo sobre la mesa de
café. Una lata vacía de cerveza se ladea y rueda hasta el borde.
Comenzó temprano hoy. Por suerte no lo olí.
—¡Oye! ¿Estás tratando de abollar la mesa?
—Como si te importara que lo hiciera. La mitad del tiempo estás
demasiado borracha para notarlo y la otra mitad… —me interrumpo. Mi
cuerpo se congela en estado de shock. Nunca dejo que mis pensamientos
se filtren por mi boca, y solo los saco como una bala de cañón.
La capa vidriosa en los ojos cafés de mamá me dice que fue un
golpe directo. Maldición.
Estoy a punto de disculparme cuando levanta una mano. —
Necesitas recordar algo. Eres la razón por la que tu padre se fue. Eres la
única que lo está jodiendo aquí. ¡No yo!
¿Cómo podría olvidarlo cuando la tengo constantemente 20
recordándomelo? Ni siquiera vale la pena. Agarro la lata de cerveza de la
mesa. Si no lo hago, nunca encontrará su camino a la basura.
Sin otra palabra a mi madre, agarro sus llaves del mostrador. —Oye,
¿a dónde vas con eso? —grita y tropieza mientras corre detrás de mí.
Es demasiado tarde. Cierro la puerta en su cara y la bloqueo.
Me pongo los audífonos y dejo que los Black Keys ahoguen los golpes
y patadas a mi puerta. Jodida o no, nunca la dejaría conducir borracha.
Pensarías que ella me daría puntos por eso.
El viaje podría vaciar los ahorros de mi vida, pero si puedo tener solo
una semana lejos de ella, vale la pena.
Después de veinte minutos me saco uno de los audífonos. Los golpes
se han detenido. Me saco el otro y entreabro mi puerta. Su bolso está en el
piso, hay páginas amarillas abiertas sobre la mesa, lo que significa que
llamó a un taxi para llegar al trabajo. Por lo menos ahora no me tendré que
preocupar por ella conduciendo a casa borracha.
No es que alguna vez lo haga. Por lo general a alguien le da lástima y
la deja en la acera. En algunas ocasiones la encontré durmiendo en el
césped, pero en su mayoría, lo hace dentro.
Recojo un par de pantalones que ya revisé. Por favor, Dios, solo dame
un respiro. Busco en todos los bolsillos de nuevo.
Nada.
Los lanzo en la pila y vuelvo a mi armario. Mi ropa de verano está en
una enorme caja hermética sobre la repisa superior. Mi último recurso. Me
estiro y la agarro. Al menos Dios me dio altura.
Bajo la caja con torpeza, perdiendo el equilibrio y cayendo en mis
suéteres de invierno. Suelto la caja, y golpea el suelo de lado, derramando
la ropa en el piso mientras agarro los suéteres engulléndome.
Mi abdomen se arquea, mi cuerpo apoyándose, y tiro los suéteres en
mis manos para impulsarme hacia arriba. Las perchas baratas que
conseguí en la tienda de un dólar se doblan con el peso y con un fuerte
chasquido me voy cayendo hacia atrás. Mi cabeza golpea la pared y un
suéter cae sobre mi cara.
Perfecto. Simplemente perfecto.
21
Traducido por SofiaG
Corregido por Julieyrr
—Vamos, señor Miller. Tiene que haber algún tipo de programa que
deje a los estudiantes ir cuando no pueden permitírselo.
Nuestro profesor de aula pasa la mano por su pequeña barba gris
mientras sacude la cabeza—. Lo había, Ryan. Pero la fecha límite ya pasó.
Lo siento, no sería justo para los otros estudiantes que hicieron sus
solicitudes a tiempo. —Coge su maletín y se dirige a la puerta.
—Ay, vamos. —Me quejo de nuevo—. Es Lexie. Ella no le dirá nada a
nadie, y tiene las calificaciones para eso. Solo... ¿puede darle un respiro?
22
—Parece que casi lo hago caer. Me lanza un destello de una sonrisa y
vacila, con la mano apoyada en el picaporte. Suspira.
—De verdad, ojala pudiera. Pero ella tuvo la misma oportunidad que
los demás. Si quiere ir, tendrá que pagar su parte. —Abre la puerta—. Lo
siento.
Suficiente del plan A. Salgo del salón, y él me sigue, cerrando la
puerta detrás de mí antes de irse hacia el pasillo vacío. He estado
discutiendo con el Sr. Miller por alrededor de una hora desde que sonó la
campana. Cualquier cosa por evitar que Lex use su alcancía para ir en el
viaje. Ella necesita ese dinero para conseguir un apartamento y ese tipo de
cosas cuando se gradúe. De ninguna manera voy a dejar que lo
desperdicie para que pueda perseguir algún imbécil.
—¿Entonces? —Kaylee se levanta del suelo, sacando el polvo de su
trasero y cargando su mochila. Niego con la cabeza, y su labio hace un
profundo puchero—. Demonios. Estaba segura de que el Sr. Miller era
nuestra mejor opción.
Sí, yo también.
Me encojo de hombros, y ella pone su brazo en el hueco del mío
mientras caminamos hacia mi carro.
—Tal vez todos podríamos juntar un poco de dinero. Entre los cuatro
podríamos llegar a mil cien.
—Ella no aceptaría eso y lo sabes. —Le doy la media sonrisa que
normalmente guardo para Lexie. Esa que uso cuando sé que tengo la
razón, pero desearía no tenerla—. Pensaremos en algo.
Asiento, y ya es suficiente de conversación. Bueno, al menos por mi
parte. Kaylee sigue hablando, pero sobre todo con ella misma y en voz
baja. Hace eso cuando está pensando demasiado. Todo el mundo trata
de sentarse junto a ella durante los exámenes.
Llevo a Kaylee a casa de Nate. Ella aún está hablando en voz baja
cuando se despide de mí. Nada de lo que está pensando funcionará.
Tratando de juntar algo de caridad, preguntándole a mis abuelos, o
teniendo a Nate cobrando veinte dólares por cabeza para uno de sus
espectáculos de magia, en el que estoy seguro sólo Kaylee y yo
apareceríamos, sí, Lex no caerá con nada de eso.
Lo que significa que tengo que salir con algo que no la haga
sospechar. En términos simples, significa que tengo que mentir. Sólo pensar
en ello hace a mis manos sudar. No le miento a Lexie. Claro, omito cosas.
Como toda la cosa de "Estoy enamorado de ti, pero no te lo digo porque
haría las cosas raras", pero no le miento categóricamente. Ella sabe todo 23
de mí.
Hubo una vez cuando su perro favorito, Limbo, murió. Yo no tenía las
agallas para decírselo, así que me inventé algo sobre sus dueños
decidiendo ir con otro paseador de perros, porque necesitaban alguien
durante la mañana, cuando ella estaba en el colegio. Lo sé, una mentira
basura como mucho, y vio a través de ella. Me miró y dijo—: Ryan, ¿qué
pasa con tu cara? —Aparentemente la cicatriz a lo largo de mi ceja hizo
esta cosa de contraerse, y mi cara se puso morada. También descubrió
que mi voz se quiebra, mis oídos arden y dejo de respirar por unos buenos
veinte segundos más o menos. De ahí la cara morada.
Así que sí. No le miento a Lexie.
—Llegas tarde a casa —dice Pop-pop desde su sillón reclinable
cuando entro por la puerta—. ¿Necesito darte la charla otra vez? —Su
sonrisa sin dientes se ensancha con su broma, y me deslizo en el sofá junto
a él.
—Lo siento, trataba de cosas de la escuela.
—Ah —dice, devolviendo la atención a su libro de John Grisham—.
Pensé que tal vez tenías algo que hacer con esa Alexis. Estaba a punto de
decirle a tu abuela que tenga el cuarto de invitados listo.
Mis abuelos son tan geniales. Soy lo suficientemente hombre para
admitirlo. Y como Lex, mi mamá no es exactamente el mejor ejemplo para
madre del año, pero a diferencia de Lex, tengo personas que están
dispuestas a sacarme de esa situación. Juro que Pop-pop y la abuela
adoptarían a Lexie también, si pudieran. En cambio, ellos le dan una
habitación y se ocupan de ella cuando su alcohólica madre está teniendo
otro de sus "episodios".
—No esta noche. Al menos, no lo creo.
—Muy bien, entonces. Me voy a saltar la charla para después.
Echo la cabeza hacia atrás contra el cojín del sofá. La infame charla.
El "si te atreves a entrar a ese cuarto de invitados, atravesaré tus testículos y
los cocinaré para el desayuno la mañana siguiente". Al principio pensé que
era una gran broma, pero un vistazo de la abuela con un cuchillo de
carnicero en la mano, borró la sonrisa de mi cara.
Empiezo a dormitar, las páginas del libro de Pop-pop pasando como
un metrónomo. Todo en lo que puedo pensar, incluso dormido, es en cómo
se supone que consiga llevar a Lex a ese viaje, sin que sepa cómo lo hice.
—¡La cena!
Salgo disparado con un gran bufido, me limpio el sueño de los ojos y
la baba de la barbilla. Pop-pop ahoga su risa mientras deja el sofá y cojea
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hacia la cocina, frotándose las manos.
Puedo oler la pizza vegetariana, y empiezo a frotar mis manos
también. Nada como montículos de queso y aceitunas para apartar mi
mente de todo.
El lado de la pizza de mis abuelos tiene un montón de salchichas y
pepperoni, cosa que revuelve mi estómago. No me importa si otras
personas comen eso, quiero decir, Lexie es carnívora, pero sabe raro para
mí.
Como rápidamente mi mitad de pizza y me dirijo por el pasillo hacia
mi habitación. Es una casa de ancianos con seguridad, todo en un solo
piso. Pero es mejor que tratar con la alternativa, la cual es escuchar a mi
mamá tirarse a un tipo diferente cada noche.
Cayendo en la silla de mi escritorio, abro la portátil y luego inicio
sesión en mi cuenta bancaria. Arreglé el motor de un Honda Civic la
semana pasada y puse ese dinero en mis ahorros. Es mi fondo universitario,
pero puedo fijar algunos cambios de aceite. Pop-pop normalmente me
paga por ayudarlo a conseguir que el Lincoln pase las inspecciones de
seguridad. Tendré el dinero de vuelta antes de septiembre.
Hago clic en mi cuenta de ahorros y el número verde resuena a
través de la pantalla.
$1323.19.
Muy bien, bien. Mejor yo que ella. Abro Facebook y espero que Lex
esté en línea. Está trabajando en la cafetería esta tarde y ya casi es su
descanso. Por Internet es mejor de todas maneras. Ella no va a atrapar mi
trasero mintiendo.
No está ahí aún, pero Nate sí. Mejor primero me ocupo de él y
Kaylee, o voy a ser atrapado antes de que pueda echarme a dormir esta
noche.
Oye, hombre. Dile a Kaylee que tengo a Lex cubierta. El Sr. M está
dentro.
No les miento a ellos tampoco, pero vamos a probar el cebo.
¡De ninguna manera! Eso es genial. Los cuatro vamos a rockear esa
estación de esquí.
Algo cae en la boca de mi estómago. Esa maldita culpa que viene
con mentir a tus mejores amigos, pero lo atribuyo a ese dicho... Lo hago
por un bien mayor.
Le diré a Lex tan pronto como aparezca.
25
La cara sonriente que sigue me deja saber que es Kaylee quien está
respondiendo. Entonces un montón de corazones, pulgares levantados y
todo ese asunto de emoticones que aún no sé cómo usar. Me estoy riendo
mientras cierro la ventana del chat.
Me doy un rápido vistazo en el espejo. Sí, mi cara es una sombra
oscura morada, y mis oídos están de un rojo brillante. Esto es sólo por
mensajes de texto. Hombre, soy un mentiroso terrible. Realmente no quiero
hacerlo otra vez. Especialmente a...
¡Sálvame! ¡Estoy muriendo de aburrimiento!
Lexie. El lado de mi labio se detiene mientras escribo mi respuesta.
¿Ayudaría una buena noticia?
Todo bien, puedo hacer esto. Es mejor para ella no utilizar el único
dinero que tiene. Puedo mentir sólo esta vez.
¡Oooh! ¿Qué es?
Aún me arden los oídos, estoy conteniendo el aliento, y si lo estuviera
diciendo en voz alta, mi voz estaría resonando por todo el lugar.
Hablé con el Sr. M
Es todo lo que mis dedos escriben. Al menos esa parte es verdad.
¿¿¿¿Y...????
No puedo hacerlo. No quiero mentir otra vez, no a ella. Así que hago
lo que mejor sé hacer. Omisión.
Haz las maletas. Nos vamos a esquiar.
26
Traducido por ElyCasdel
Corregido por Niki
¡Mi nueva camiseta sin mangas negras y la parte doble del bikini
equivale a la mejor inversión! La única forma de que mis pechos lucieran
mejor sería si fueran falsos. Me miro en el espejo, asegurándome que mis
nalgas no sobresalgan demasiado y salgo del baño.
Ryan está tendido en la cama, con los pies colgando en el borde, y
observo como su pecho sube y baja. Se cambió a sus elegantes
pantalones cortos negros con rayas blancas en la parte superior. Un
ronquido se le escapa, y no puedo evitarlo. Corro con toda mi fuerza hacia 44
la cama y aterrizo con un pie a cada lado de él.
Desde el impresionante aterrizaje, caí con un ruido sordo y el cuerpo
de Ryan se incorporó.
—¿Que mie...? Oh, esto es guerra. —Me toma por la cintura y me
arroja a la cama. Sus dedos encuentran mis costados y mi punto más
delicado, como si supieran exactamente a dónde ir. Me sacudo y giro, y
cuando sus manos rozan la piel de mi espalda se detiene por un segundo,
mientras se agrandan sus ojos, y mira mis pechos. La somnolencia en su
mirada se ha desvanecido, y creo que acaba de darse cuenta que no
estoy en mis pantalones vaqueros y una camiseta. Ladeo mi ceja hacia él
y golpeo su frente.
—Aquí arriba, amigo.
—No estaba...yo..... —Agita su cabeza y sus dedos vuelven a mis
costados.
—¡Ahh! —grito mientras me hace cosquillas hasta que no puedo
manejar otro alarido. Mis brazos y piernas temblando mientras intento
liberarme, pero es inútil contra sus dedos cosquillosos y sus brazos
inusualmente fuertes—. ¡Piedad! ¡Piedad!
Sus dedos se detienen, sus manos alrededor de mis muñecas y me
inmoviliza. —Si te suelto, tienes que prometerme que estamos a mano.
Miro fijamente sus ojos oscuros y le dedico la sonrisa más inocente que
puedo reunir. —Prometido.
Me lanza una mirada, sus cejas fruncidas. Mi sonrisa inocente se
tuerce y se desliza una risita. —¡Mentirosa! —grita y sus dedos regresan a
mis costados. Doy patadas y mis brazos después realizan una demanda
similar hasta que hacen contacto con una masa sólida.
—¡Uhh! —Las manos de Ryan me sueltan, y se acurruca en una bola.
—Oh Dios mío, Ry, lo siento. —No estoy ni siquiera segura qué golpeé.
Se sintió como su cabeza, pero está sosteniendo su estómago—. ¿Estás
bien? —Alza su dedo, y me acerco. No soy médico ni nada parecido, pero
no me gusta sentirme inútil, especialmente cuando se trata de Ryan. Dirijo
mis dedos a su cabello y luego le froto la espalda.
—Me sacaste el aire —dice con una voz profunda y rara, por
segunda vez.
—Ups. —Le doy un leve encogimiento de hombros—. Lo siento, pero
no es por nada. Pudiste haber roto mi mano, Hulk. En serio, ¿cuándo tus
abdominales se volvieron fuertes? —Miro hacia su estómago para enfatizar
mi punto, pero mis ojos vagan por el vello allí. 45
Todavía recuerdo cuando creció. Él estaba tan emocionado que
podrías haber pensado que brotaba oro. En ese entonces se veía raro,
pero ahora...
—¿Disfrutando de la vista? —pregunta, alzo la cabeza.
—¡Desearías! —Lo golpeo en el costado y se calla.
—¿Tratando de causar daños corporales otra vez?
—Daño corporal, mi culo. ¡Sé hombre! Ahora vamos. Hay una bañera
de hidromasaje con nuestros nombres en él.
Me levanto lista para salir al frío cuando una sudadera se extiende
sobre mis hombros. Arrugo la nariz. —Ryan, ¿cómo voy a conquistar a Sean
en tu sudadera? No me malinterpretes, es bonita, pero no tan sexy como
mi bikini. —Me la quito y la dejo caer al suelo.
Sus ojos viajan hacia mis pechos, pero los desvía como si no estuviera
mirando. —La neumonía no es sexy.
—Sandy no llevaba una sudadera —protesto con las manos en las
caderas en mi postura de no-te-metas-conmigo.
Un hoyuelo aparece en la comisura de su boca. —¿En serio? ¿La
estás usando como argumento? Ponte la maldita sudadera.
Me cambio de un pie al otro y lo miro a través de largas pestañas. Él
no cede. Su hoyuelo se oculta, y no me parece divertido.
Cuanto más tarde lleguemos al jacuzzi, es más probable que
perdamos a Sean, o peor que se esté besando con Sandy. No gasté
sesenta dólares en un traje de baño para no ser visto.
—Bien.
Recoge la capucha del suelo y me la entrega. —De nada —dice y
sonríe en señal de triunfo.
Ruedo los ojos y empiezo a alejarme. —¿Lex? —Me giro. Ryan se está
abrochando su propia chaqueta, pero mantiene sus ojos en mí.
—¿Sí, Ry?
—Sudadera o no, si Sean no te nota... es un idiota.
—Y por eso eres mi mejor amigo. Ahora vamos. —Enredo mi brazo
con el suyo, sus músculos flexionándose ante mi contacto. Ruedo mis ojos
otra vez y lo saco por la puerta.
—¡Mierda, hace frío! —Lo atraigo más cerca de mí, abrazando su
bíceps como si fuera la única fuente de calor en el mundo.
—Pero querías salir con un parche en el ojo. —Envuelve un brazo 46
alrededor de mi cintura y me cerca hacia él. Calor irradia de sus lados, y
me acurruco más cerca. Mueve sus manos por las mangas, creando
fricción y un poco de calor.
—¿Parche en el ojo?
—Es casi igual de grande a lo que llevas puesto.
—Para tu información, este parche en el ojo me costó un día de
paga.
Su mano se detiene, igual que sus pies. Sus labios se presionan en una
línea delgada. —Estás mal de la cabeza.
—¿Qué? —pregunto confundida por su repentina ira.
—¡Un día de pago, Lex! ¿Para qué? Unos trozos de material. ¿En
serio?
—Lucir caliente es caro. —Lanzo mis manos en el aire—. ¿Qué
quieres de mí?
Corre sus manos por su cabello marrón dorado que cree que sólo
luce sucio. Como si no supiera que color quiere ser. Loco muchacho.
Mataría por sus reflejos naturales. No es que me quedarían bien. No tengo
su persistente resplandor de verano.
—Que te des cuenta que no necesitas un bikini muy caro para lucir
ardiente.
Voy a discutir con él, pero aquello me golpea como un globo de
agua en la cara. Estoy furiosa por su reacción. Es mi dinero. Lo puedo
gastar cuando yo quiera. Pero luego ya no estoy enojada. Siempre sabe
que decir. Y sólo puede ser porque me conoce mejor que nadie, pero a
pesar de todo una calma me rodea y mi boca se levanta en las esquinas.
—He ahorrado hasta el último centavo que he hecho. Sólo quería
usarlo en algo que me haría sentir bien. Y este traje de baño... me hace
sentir bien.
Él da un suspiro. —¿No se puede discutir con eso, o sí? —Luego lanza
su brazo sobre mis hombros—. No quise...
—¿Ser tú?
Baja su mirada a mí. —Sí.
—Disculpa aceptada. ¿Ahora podemos dejar de discutir? Está
seriamente poniendo un freno a mis mini vacaciones en el paraíso.
—Tregua. —Extiende su mano en mi dirección, y la estrecho.
—Tregua. 47
Nos acercamos, el vapor es visible, saliendo de las tinas hacia el
brillante cielo azul. Mis pies irrumpen en un baile, pero paro antes de que
alguien más aparte de Ryan me vea.
—Tranquila, happy feet1.
—¿Lo ves? —Observo las tres tinas, buscando una mata de cabello
oscuro y rostro hermoso. Mi corazón se hunde cuando no lo encuentran.
Un golpe a mi lado me hace saltar. —Allí. —Ryan asiente con la
cabeza a una esquina lejana. Y en todo un esplendor refulgente está Sean.
No Sandy. ¡Anotación!
Abrigos cuelgas en la pared, y el sombrero de Nate está suspendido
cerca de un gancho vacío. Me pavoneo hacia Sean, mis caderas
balanceándose mientras me quito la sudadera de Ryan. Se la doy a Ry y su
rostro se tensa. Me río porque hicimos una tregua, no puede decir nada.
Sé cuán bien luce mi trasero, ahora si Sean sólo mirara hacia aquí y viera lo
que se está perdiendo.
—¡Amiga! ¡Por aquí! —Mi pavoneo se convierte a un tambaleo
cuando pierdo mi equilibrio. Antes de que pueda enderezarme, mi pie se
50
Traducido por Vani
Corregido por Itxi
2 Desaparecido en Acción.
Sonríe. Su sonrisa “más feliz”. Y las cosas comienzan a chispear a
través de mi piel. —¿Quieres decir que me tengo que quedar contigo?
Me río hacia el techo, y me acerco a la lámpara.
—Sí. ¿Y Lex?
—¿Si?
—Una advertencia sobre mis hábitos de sueño... —Le doy una sonrisa
seductora—. Me gusta abrazar.
Entrecierra los ojos. —Recuerda lo que dije acerca de la erección
mañanera.
—¿Cómo puedo hacerlo cuando estoy dormido? Y si estamos en
cuchara...
—Oh. —Me azota con una almohada, y luego la mete entre nuestros
cuerpos. Voy a cogerla pero agarra mi mano—. Ni siquiera pienses en ello.
—Está bien, tú ganas, pero sólo porque no quiero ninguna parte más
de mi cuerpo magullada.
Apago la luz y espero a que suelte mi mano, pero entrelaza sus
dedos con los míos, manteniendo nuestras manos entrelazadas en la
almohada que separa nuestros cuerpos. Me duermo, pasando mi pulgar 56
sobre el anillo en su dedo meñique.
Traducido por Mary
Corregido por Daniela Agrafojo
63
Traducido por Nats
Corregido por MariaE.
71
Traducido por Anty
Corregido por LizzyAvett’
***
—¡Demonios no! —dice Ryan, con las manos en los bolsillos, y sus ojos 73
oscuros con negación.
—Oh, vamos. —Parpadeo repetidamente, luego lo golpeo con mi
máxima arma secreta. Hago un puchero con los labios, dejo caer mi
cabeza con tristeza y bajo mis ojos hasta que las pestañas cubren la mitad
de mis ojos.
—No. —Hace todo lo que puede para evitar el contacto visual
conmigo.
Levanto la cabeza lentamente, y con tanto dramatismo como es
posible suspiro y dejo que mis hombros caigan. Sus ojos se encuentran con
los míos, oscuro a oscuro, y la cicatriz sobre su ojo se crispa. Un constante
recordatorio de algo que he tratado arduamente de empujar al fondo de
mi mente. Aparto mis ojos de la cicatriz, y me concentro en sus ojos.
—¡Bien!
Mis manos se juntan, y salto arriba y abajo, incapaz de controlar mi
emoción.
Ryan sacude la cabeza, sus ojos medio cerrados. —Detente.
—¿Por qué? —Mis dientes se deslizan sobre mi labio, pero ni ellos
pueden evitar la sonrisa que se forma.
Su cara de póquer no coincide con mi sonrisa. Deja salir una corta
risa, sacude su cabeza de nuevo y apunta a la esquina. —Solo ve. —Salto y
beso su mejilla antes de dirigirme a mi posición.
Es como Misión Imposible sin los trajes negros. Oh, deberíamos
habernos vestido de negro. ¿Cuán fantástico hubiera sido?
Ryan toma su posición, con el brazo colocado sobre el mostrador,
flexiona los músculos bajo su camiseta, y la sonrisa encantadora aparece
con toda su potencia. Empieza a hablar con la chica que está detrás del
mostrador del vestíbulo.
Es joven, de nuestra edad, tal vez un poco mayor. Probablemente
está de vacaciones de invierno como nosotros. Es rubia, ojos azules, alta y
desgarbada. Totalmente no el tipo de Ryan. No es que tenga mucho para
comparar. No ha salido con nadie en más de un año. Y Tiff la rígida3 no era
su tipo tampoco. En serio, la chica era tan estirada como una cirugía de
rostro.
Él recuesta su barbilla sobre la mano y la mira a través de sus largas
pestañas justo como lo hizo conmigo antes, pero esta vez tiene una sonrisa
de lado en su dirección. Sus ojos entrecerrados, causan que la piel sobre el
puente de su nariz se arrugue en esa forma que lo hace ver tan… tan
Ryan. 74
La chica pasa los dedos por su cabello, sus ojos revolotean como si
estuviera teniendo un ataque. Deja su mano caer del mechón y la arrastra
hacia abajo por la parte delantera de su camisa, llevando la atención
hacia sus agitadas tetas.
Oh no, ¡no acaba de hacer eso! Es el máximo movimiento de zorra.
Ryan mejor que no caigas en la trampa.
Su mano se desliza detrás de su espalda, y me hace señas para que
siga adelante. Buen chico. Demasiado malo que él solo este jugando, y
ella es una pieza que se mueve alrededor del tablero para que yo pueda
entrar y ganar. Incluso si solo lo hace por mí. Ry nunca jugaría con una
chica así. Pero nunca se puede resistir a los labios en puchero y la mirada
inocente.
Miro a mi alrededor, esperando que no haya moros en la costa, y
camino hacia las llaves que cuelgan detrás de la rubia. Pretendo mirar la
pila de folletos sobre todo lo que la ciudad tiene para ofrecer.
¡Oh, pesca en el hielo! Agarro el folleto y abro las páginas brillantes.
¡Qué divertido! Me dirijo hacia Ryan, sosteniéndolo y apuntando mientras
la rubia apoya la cabeza sobre sus manos y lo mira a los ojos.
79
Traducido por Lorena
Corregido por LucindaMaddox
Aun cerrados, sus ojos son los más sexy que he visto nunca. Él sólo se
ve tan tranquilo y... y... caliente. En serio, caliente para babear
dignamente. Características que podrían dar a cualquier modelo
masculino una carrera por dinero y cabello precioso, por lo que cuando
paso mis dedos no puedo dejar de pensar si ha estado usando mi
acondicionador.
Todos estos años en los que él siempre ha sido solo Ryan, mi mejor
amigo, y ahora él es Ryan mi hermoso mejor amigo. Su pecho sube y baja, 87
y yo descanso mi cabeza justo encima de su corazón. Me consuela el
sonido porque mientras su corazón esté latiendo, nunca estaré sola.
¡Espera! ¿Qué estoy diciendo? ¿Ryan hermoso? ¿Estoy loca? ¡Él es mi
mejor amigo! No puedo mirarlo de esa manera. No. No. Por supuesto que
no. Golpeo mi corazón hasta acabarlo. Si cruzo esa línea, sólo será
cuestión de tiempo antes de que se vaya.
Ellos siempre se van.
No lo puedo perder. No quiero. Y ahora mismo abrazada contra su
pecho como si fuera un gran perro de peluche es la peor cosa por hacer.
Quiero decir, ¿qué en el mundo estaba pensando? ¡Casi lo besé!
Mis labios se encontraban a centímetros de los suyos. ¡Centímetros!
Podría haber arruinado todo. Diez años de amistad tirados por el desagüe
sólo por esos malditos labios. Pero, Dios, son muy agradables...
¡NO!
Necesito salir de aquí. Necesito alejarme de él. Estar aquí, y así, es
jugar con mi cabeza. Tal vez sea la altitud. Estamos en lo alto de las
montañas. Todo este aire fresco y nieve es un veneno para mi mente.
Quito mi cabeza del pecho de Ryan y me deslizo por la cama, con
cuidado de no hacer ningún movimiento brusco. Dejo caer mi pie sobre el
borde, coloco mi pierna en el lado de la cama y coloco el resto de mi
cuerpo más cerca.
Casi. Sólo un poco más lejos. Ryan suelta un suspiro, lo que sea que
está soñando es como si se levantara un gran peso de encima de sus
hombros. Es muy tentador acurrucarse de nuevo en su pecho. Los últimos
días han sido los mejores sueños que he tenido desde antes de que papá
se fue.
Ningún chico te amará jamás.
Ella ni siquiera está aquí, pero sus palabras aún me rondan.
Cuando miro a Ryan, no puedo dejar de pensar en mi padre. Él me
amaba. A pesar de lo que dice mamá, sé que lo hizo. Pero ni siquiera eso
fue suficiente para mantenerme a su alrededor.
Tal vez soy defectuosa. Bueno sólo durante un tiempo y luego acabé
por convertirme en un inconveniente que ocupa espacio.
Prefiero no averiguarlo. Ryan se voltea, y dejo que el otro pie caiga
contra el suelo. Me siento y lo miro una vez más. Nunca me olvidaré de
estos últimos días, pero esos recuerdos necesitan ser guardados.
Empujados a la parte trasera de mi mente junto con el recuerdo de su
cicatriz, y sellado confidencialmente. 88
Sandy tiene razón. Soy basura, y Ryan se merece algo mejor que eso.
Tal vez él no piensa eso, pero con el tiempo se dará cuenta. Tú no puedes
esconderte de lo que eres. Al igual que las palabras de mi madre, eso me
persigue, deslizándose dentro y fuera de mis pensamientos.
Si fuéramos a casa, probablemente me despertaría en la habitación
de los abuelos de Ryan, escapando antes de que nadie se diera cuenta
de que me encontraba despierta. Iría a casa, treparía de nuevo por mi
ventana, revisaría a mamá y luego me ducharía.
Pero no estamos en casa. No tengo a donde correr. Estoy atascada.
Atascada con el Sr. Ojos sexy y su corazón latiente. No podía esperar
llegar al paraíso ahora, ¿o sí? Quien sabría que se hallaba allí todo el
tiempo, escondiéndose detrás de pantalones vaqueros y un botón más
abajo.
Me ducharía, me pondría mi ropa, y correría a la habitación de
Kaylee y Nate. Kaylee patearía a Nate completamente desnudo si le doy
una mirada de necesito-una-charla-de-chicas. Pero entonces ella querrá
una charla de chicas. No quiero hablar. Hablar me hará pensar, y pensaré
cosas malas. ¡Malas!
Doy un paso lejos de la cama, mi cuerpo se inclina, pero mi pie se
mantiene en su lugar. Mi otra pierna cae debajo de mí, y cae al suelo con
un ruido sordo. ¡Oh dios Santo! Dolor pincha en mi rodilla mientras patino
en la alfombra beige.
El dolor es la menor de mis preocupaciones. Me tumbo, esperando y
rezando para que mi golpe no despierte a Ryan. Después de lo que
parece ser los minutos más largos de mi vida, oigo otro suspiro, y estoy
despejada.
Caray, me levanto esquiando en mi primer intento, no cayendo otra
vez, pero no logro salir de la cama sin una caída. Si Ryan estuviera
despierto estaría disfrutando cada segundo de esto. Por suerte para ambos
no lo está. Me acerco de puntillas al cuarto de baño y la puerta se desliza
con facilidad. Cuando esta encaja en su lugar, respiro otra vez.
Si habría un récord mundial del más rápido en tomar una ducha,
tomaría totalmente el honor.
¿Canela fresca? Comprobado.
¿Toalla para secar el pelo y fijada con una banda? Comprobado.
¿Brillo para labios? Comprobado.
Ropa... ¿Ah? —Oh, Dios no.
Mi ropa está en mi maleta. Por el lado de Ryan de la cama. ¿Por qué
no lo estarían?
89
Estoy empezando a darme cuenta de todas esas personas que
hablan de batas de cortesía en los hoteles que están llenos de ellas. Todo
lo que hay en este cuarto de baño es una toalla lo suficientemente grande
para cubrir todas las partes femeninas. Salí de este mismo cuarto de baño
la otra mañana con Ryan allí mismo, en la cama, despierto.
Pero entonces no era más que Ryan. No el hermoso Ryan. Bueno, si
era salir de allí, o ser abandonada en el baño durante las próximas horas.
Es tentador. Me envuelvo en la toalla firmemente y la aseguro en su lugar.
Bailo alrededor, me muevo un poco y luego salto arriba y abajo varias
veces para asegurarme de que no va a ninguna parte. Soy buena.
Así sin problemas como el otro día, abro la puerta. Esta vez en lugar
de puntillas, voy a través del cuarto, patinando sobre la alfombra delante
de mi bolsa. ¡Auch! Me olvidé de mi caída de antes. Voy a tener
quemaduras en mi rodilla por la fea alfombra.
Ryan se voltea de nuevo. Su cabeza cuelga justo en el borde de la
cama, los labios empujados hacia arriba por el colchón como si estuvieran
esperando a que yo... Tengo que salir de aquí.
La cremallera es fastidiosa, por supuesto, y después de unos tirones
finalmente cede, pero no sin un rasgón ruidoso. Cada músculo de mi
cuerpo se tensa, mi brazo congelado en su lugar.
Por favor, por favor no despiertes. Por favor.
—Hmm.
Mi corazón se acelera mientras atrae su brazo a su cara, frota su nariz
antes de que caiga de nuevo al lado de la cama.
Oh, ¡gracias a Dios! Me vuelvo a la bolsa. Sólo tengo que conseguir
que la cremallera pase el estúpido velcro en las asas. Por supuesto que
está asegurado con tanta fuerza que apenas puedo poner mis manos
debajo para tirar rectamente de la cremallera.
A la mierda. Si no se despertó con aquel ruido, no se despertará si soy
muy lenta y silenciosa apretando la tela para abrirla.
Mis manos tiemblan cuando lo alcanzo. Dejo de respirar. Ryan suspira
y se forma una sonrisa en su rostro. Debe ser un buen sueño.
Tiro suavemente de la manija. O al menos yo pensaba que era
suavemente. Un rasgón resuena través de la habitación.
¡Oh, no! 90
Sus pies se balancean fuera de la cama y se sienta, las piernas
colgando justo al lado de mi cuerpo congelado. Sus manos vuelan a sus
oídos y su nariz se arruga de esa manera linda que hace. Estúpido velcro. El
único ruido que Ryan más odia en el mundo. ¡Ugh! ¿Por qué no pude
arrastrar la maleta al cuarto de baño?
—Lo siento —murmuro. Ya es demasiado tarde. Está despierto.
—¿Lex? —Se rasca la cabeza, oh hombre, no la sexy cabeza, y abre
un ojo somnoliento, sexy ojo—. ¿Qué estás haciendo?
Un bulto duro y seco en mi garganta hace que me sea imposible
hablar. O podría muy bien ser por su cabeza mañanera. Levanto la vista a
su ojo oscuro. Se los frota, entonces el otro se abre. Se levanta y pasa los
dedos por su pelo.
Sí, es su cabeza mañanera.
—¿Lex? —pregunta otra vez, y trato tan duro de empujar las
palabras, pero ahora mi cerebro no está cooperando—. ¿Estás bien? —
Con los ojos soñolientos y a su vez interesados, salta de la cama, su brazo
alcanzándome.
—¡Estoy bien! —grito y retrocedo, perdiendo el equilibrio y cayendo
contra la pared. Auch. Me enderezo, ajustando mi toalla para que no se
me salga un pecho.
—Mierda, Lex. ¿Qué estás haciendo? —Estira su brazo hacia mí y mi
cuerpo se retrocede de nuevo, golpeando mi cabeza contra la pared.
Doble auch.
—Estoy bien. Genial en realidad. Estaba tomando algunas ropas.
Madrugando el día de hoy. Kaylee y yo vamos a ver si podemos colarnos
en el spa y disfrutar de un masaje. Debe ser divertido. Tal vez pueda
conseguir una manicura también. Mis uñas podrían necesitarlo. ¿Ya sabes?
Por supuesto que sí. No quiero decir que tú notes esas cosas sobre mí,
porque, ¿por qué lo harías? No es como si deberías. No deberías. Yo... me
tengo que ir.
Salto lejos de la pared y lejos del Sr. Cabeza mañanera y agarro la
manija de la puerta. Si Kaylee quiere charla de chicas, voy a darle su
charla de chicas. Incluso si tengo que hacerlo en una habitación que, ¡está
albergando una araña vampiro chupa sangre! La puerta se cierra, y me
quedo envuelta en una toalla, rodeada de nieve.
¡Ups!
—¡Kaylee! —grito tan silenciosamente como puedo, golpeando la
puerta de ella y Nate. Lo último que necesito es que alguien mire fuera de
su ventana para ver a la despreciable Lexie de pie en una toalla en toda
su gloria en la madrugada. Si eso no dice caminata de la vergüenza, no sé 91
lo que es entonces.
La puerta cruje abriéndose, los ojos verdes de Kaylee más grandes de
lo habitual me saludan. Hebras de rubio se asoman de sus trenzas, y las
partes delanteras completamente alejadas del resto, vacilan en la parte
superior de su cabeza. Sin pronunciar ninguna palabra, me agarra del
brazo y me da un tirón metiéndome.
Nate está tumbado en la cama. Espero que esté usando ropa bajo
ese edredón. Kaylee agarra un par de vaqueros y una camisa, pisotea a su
novio, toma su brazo y tira de él hasta que se halla sentado.
—¿Eh? —Él mira a su alrededor con los ojos todavía cerrados
parcialmente mientras ella mete la ropa en sus brazos y besa su mejilla.
—Fuera. Charla de chicas.
—¿En serio? —Nate se frota los ojos, y cuando se levanta, suelto un
suspiro de alivio al ver que está usando los pantalones pijama.
—Ustedes chicas son raras —murmura mientras se desliza en sus
zapatos converse y se va.
—¡Escúpelo!
—¿Puedo tener algo de ropa? —Miro mi toalla y mis pies de color rojo
brillante. Los ojos de Kaylee siguen los míos. Ella salta, saca el edredón de la
cama lo envuelve a mi alrededor y luego me empuja en la misma.
Tan pronto como mi trasero golpea el colchón, salto fuera. —Oh
diablos no. Sé lo que ustedes dos han estado haciendo aquí.
—Bueno considerando que estás envuelta en nuestra colcha, yo diría
que ya perdiste ese argumento. Ahora siéntate, escúpelo y te daré algo
para ponerte.
¿Por dónde empiezo? Me estoy enamorando de mi mejor amigo. No
puedo decirlo en voz alta. Una vez que lo haga será real. No puede ser
real. Si es real, me arriesgaré a perderlo al igual que perdí a mi padre.
Mis ojos escanean la habitación y se detienen en el sombrero de
Nate. —¿Crees que alguna vez encontraré un conejo para mi sombrero?
Kaylee se acerca, suéter gris y pantalones negros en la mano. El
colchón se hunde mientras se sienta a mi lado y toma mi mano entre las
suyas.
—¿Qué te hace pensar que no lo has hecho ya?
¿Lo sabe? ¿Puede verlo en mi cara? Sólo Ryan puede leer mis
pensamientos. 92
—¿Cómo quién?
—Sean, por supuesto.
Ah, sí él.
—Resulta que él y Sandy ni siquiera estuvieron saliendo, más como
amigos con beneficios. Por supuesto, la codiciosa perra quería más, pero
Sean no quería. Porque... —Kaylee rebota arriba y abajo—, la palabra que
ronda por las cabañas es que está totalmente invitándote a salir.
Hace tres días esto me habría hecho saltar por el techo, lanzar un
puño hacia arriba en posición de bomba. Ahora sólo quiero volver
corriendo por la nieve hasta acurrucarme contra Ryan. No puedo, y tal vez
si me mantengo alejada más tiempo de Ryan y pasando más tiempo con
Sean, voy a ser capaz de volver a cómo eran las cosas.
—¿Tienes algo más sexy que pantalones? —pregunto y la cara de
Kaylee se ilumina como el árbol en el Centro de Rockefeller. Su ceja se
levanta, y ella me da su oh-sí asintiendo. Vamos allá.
Pantalones ajustados y botas de tacón no son exactamente el
atuendo ideal para llevar alrededor de una estación de esquí, pero los
tacones no sólo me dan un par de centímetros más, sino que le dan un
buen impulso alegre a mi culo, y los vaqueros sólo acentúan eso.
Sean no podía ser la combinación perfecta para mi sombrero, pero
los conejos vienen en todas las formas, tamaños y colores, y después de
todo, un conejo es un conejo.
Kaylee y yo pasamos al comedor. El bufé del desayuno está
configurado a lo largo de la pared trasera. Entre las mesas y bancos de
madera, Sean se sienta con los brazos descansando sobre la mesa,
rodeado de todos sus amigos. Sin Sandy a la vista.
Él alza su mano cuando sus ojos azules me encuentran. —Oye, Lexie,
te guardé un asiento —dice y le da un pequeño empujón a Kevin en el
hombro.
—Ve a hacer tus cosas, mejor amiga. —Kaylee me guiña el ojo,
palmea mi culo y me empuja hacia la mesa de Sean. Me detengo antes
de que tenga una repetición de esta mañana. Esta mañana, cuando me
caí de la cama king-size mía y de Ryan.
Le sonrío a Sean y lo saludo con la mano, pero mis ojos siguen a
Kaylee. Ella salta encima de Nate, envolviendo sus piernas alrededor de su
cintura y acaricia su cabeza en el hueco de su cuello.
Y allí, en su clásica camisa, está mi conejo. Los ojos de Ryan están
limpios de somnolencia, sus labios ya no forman un puchero y su cabeza
mañanera está domada. 93
No era la cabeza mañanera.
Era él.
Todo acerca de él.
¿Qué pasa si estar con él no significa perderlo? No tengo que salir
corriendo a encontrar mi final feliz porque lo encontré cuando tenía diez
años. El minuto en que confiamos el uno en el otro fue el minuto en que se
convirtió en la única persona en quien confiaba. La única persona que
sabía cada cosa acerca de mí.
Respiro hondo y alcanzo el anillo en mi mano para que me dé fuerza.
¡Mi anillo!
Se ha ido.
Traducido por Val_17
Corregido por Sofía Belikov
—Ugh.
—Oye, si te molesta, no mires. —Kaylee se aleja de Nate, pero
mantiene una mano ajustada en su bolsillo trasero. Por lo general,
son sus muestras de afecto lo que me hacen gemir, pero en este momento,
es Sean haciéndole señas a Lex para que se siente a su lado.
—Creo que no quiero lidiar con esto ahora mismo.
Nate asiente, porque lo entiende, pero las cejas de Kaylee se 94
arrugan. Sacudo la cabeza, y pasando una mano por mi cuello, agarro un
pastelito y mi abrigo, salgo corriendo de allí.
Estoy jodido. No hay otra manera de describirlo. Soy un imbécil que
está enamorado de su mejor amiga y no puede contarle sobre ello. Por
alguna razón pensé que las cosas iban al territorio de “más que…”. Todo lo
que dijo anoche, la forma en que lo decía, la forma en que me tocó.
Incluso esta mañana cuando lucía nerviosa y balbuceaba una tormenta
sobre sus malditas uñas, pensé que era por mí.
¿Cuán engreído es eso?
Todo se trataba de Sean. Porque la Operación Imbécil funcionó. Y
funcionó tan rápido que no tuve la oportunidad de decirle cómo me siento
al respecto. Cómo me siento realmente al respecto.
Meto las manos en los bolsillos de mi abrigo, olvidando que sostenía
un pastelito, y aplastándolo entre mis dedos. Sí, no me importa.
La nieve cruje bajo mis pies, haciendo eco a través del resort vacío.
Siempre será lo mismo entre nosotros. Aunque eso es lo que tenía que
pasar, ¿verdad? No quería arruinar nuestra amistad, por eso he mantenido
mi boca cerrada. Ahora podemos volver a la normalidad.
Incluso aunque no quiero lo normal.
Lo quiero diferente.
Más.
Me detengo en la nieve. Es por esto que soy tan idiota. Debería
decírselo. Todo. De cómo durante este último año he querido dar un paso
adelante. Para decirle que la amo. Y que ella es digna de ser amada.
Debería saberlo.
La nieve sigue crujiendo en mis oídos, a pesar de que no he movido
ni un músculo. Cosas están punzando en mi pecho, y estoy empezando a
sudar aunque hace mucho frío. ¿Cómo le dices a tu mejor amiga que la
amas?
El crujido se hace más fuerte. Y más rápido. Giro la cabeza sobre mi
hombro para mirar detrás de mí.
Lex.
Me siguió afuera en el frío esta vez. Le doy una media sonrisa por una
fracción de segundo, luego lo veo. Su rostro está tan destrozado, líneas de
preocupación van a través de su frente y cuando encontramos nuestras
miradas, coge velocidad desde una caminata a una carrera, estrellándose
contra mí.
¿Qué hizo ese marica ahora? 95
—¿Qué pasó?
Salió corriendo sin un abrigo de nuevo. Chica loca. La alejo por un
segundo para desabrochar el mío, entonces la envuelvo con él.
Lo diría ahora. Aquí mismo en la nieve compartiendo el mismo
abrigo, pero todavía no sé lo que pasó. De todos modos, no importa lo que
yo siento. No cuando ella se está sintiendo así.
—Vamos, Lex. —Beso la parte superior de su frente mientras su
respiración calienta mi pecho—. ¿Tengo que matar a alguien?
Ella sacude la cabeza y me aprieta firmemente. —Es… ha
desaparecido.
¿Eh?
—¿Qué ha desaparecido?
Retrocede, sus ojos empezando a humedecerse. Es increíble lo
mucho que ha llorado en este viaje, pero por otro lado, no la he visto tan
feliz como lo ha estado. Tal vez está teniendo una semana hormonal.
—Mi anillo. Y… no puedo encontrarlo.
Mis ojos se disparan a su mano. Mueve sus dedos alrededor del
meñique vacío.
—¿Cuándo fue la última vez que recuerdas haberlo tenido puesto?
—Debería saberlo, ya que me doy cuenta cada vez que lo gira, pero no
recuerdo que lo hiciera ni una vez desde que me habló de sus pesadillas.
—El lunes en la noche. —Se encoge de hombros—. S… supongo que
no necesité mirarlo entre entonces y… ahora.
Sus ojos van a los míos y se quedan allí. Deja de girar el anillo
imaginario, dejando caer sus manos a los lados. En vez de llorar, como lo
esperaba, sus ojos se iluminan. Su boca se curva en las esquinas, y la
escucho tragar saliva desde su garganta. Es una expresión que sólo he
visto un par de veces en ella. Por lo general es muy fácil con nosotros. Las
palabras simplemente salen. Pero a veces, como ahora, ella lucha por
decir lo que está en su mente.
Porque soy un poco tonto, limpio un copo de nieve falso de su
mejilla. Sólo necesito tocarla, tal vez hacerla sentir más, también.
—Ry, yo…
—Ahí estás. —Por supuesto, el imbécil tiene que interrumpir—.
Olvidaste tu abrigo. —Sean le pasa la chaqueta a Lex, la cual en realidad
es de Kaylee, y si él se tomara un segundo para conocer a Lexie de verdad
en vez de solo comprobar su trasero, sabría que no era suya.
—Gracias. —Ella lo toma, sus mejillas sonrojándose, ya sin mirarme.
96
Él me da una mirada que dice: “Amigo, vete de aquí”, pero me
quedo quieto. Esto ya no es sobre aprovechar la situación. Lex vino detrás
de mí porque me necesita. Así que él se puede ir.
Ella se encuentra parada incómodamente entre nosotros, aun sin
mirarme.
—Así que, Lexie —dice él, pasando un dedo sobre su mano.
Pinchazos calientes atraviesan mi cuello y mis manos se convierten en
puños—. Nuestro grupo irá a la sala de recreación en un par de horas.
¿Tienes ganas de jugar hockey de aire? Dijiste que era tu favorito,
¿verdad?
O bien le mintió acerca de eso, o la confundió con una chica
diferente. Porque el juego de mesa favorito de Lex es el ping-pong. No
puedo evitar la carcajada que sale de mi boca, pero ambos me ignoran.
—Eh, claro. —Le da una sonrisa, pero no como las que me da a mí.
Tal vez estoy malinterpretando lo que la hace más feliz—. Sólo necesito
buscar algo primero. ¿Nos vemos allí a las diez?
Sin ojos revoloteando. Sin voz seductora. Nada que me haga tener
arcadas como lo ha sido en los últimos dos días. Tal vez hay algo diferente.
Ah, hombre. Mejor lo dejo. Está molesta por su anillo. Estoy tratando
de encontrar algo que simplemente no está allí con ella. Por lo menos de
su lado.
—Perfecto. —Su estúpida sonrisa se detiene mientras se inclina y besa
el punto exacto que besé hace tres minutos. Como si de repente tuviera el
derecho a hacerlo—. Te guardaré una mesa.
Ella lo ve alejarse, de regreso al pasillo del vestíbulo. Hombre, este es
el por qué me fui del comedor en primer lugar. No quería ver esto. Soy un
idiota egoísta que no quiere verla con nadie más.
Me doy la vuelta y sigo caminando hacia la cabaña, dejando que
mis ojos busquen por el piso.
—¿A dónde vas? —Lex me alcanza, enganchando su brazo al mío.
Como siempre. Y como siempre, lo flexiono. Porque es parte de nuestra
amistad.
Me gustaría que el hacerlo no dejara un mal sabor en mi boca.
Debería estar feliz de que Lex sea mi amiga.
—Estoy buscando ese anillo, tonta. —Sacudiendo la cabeza, trato de
reírme—. Tal vez se te cayó cuando tratabas de escabullirte de la cama
esta mañana. 97
—Mierda, ¿viste eso?
Me río, flexionando más bajo su agarre. —Lo escuché. —Asiento
hacia su pierna—. ¿Cómo está tu rodilla?
Me da un puñetazo en el hombro y suelta mi brazo. —Una carrera. —
Y se va. Al menos esta vez no estoy llevando un millón de kilos.
Debería dejarla ganar. Perdió su anillo y todo, pero nah. Esto
mantiene su mente fuera de ello, y no es muy de mí, bueno, no ganar.
Pasándola, me doy la vuelta y corro en reversa, saludándola. En vez
de coger ritmo para adelantarse, salta sobre mí. Caemos al suelo, sus
piernas a horcajadas sobre mis caderas mientras, sin remordimiento, mete
un puñado de nieve bajo mis pantalones. Luego corre el resto del camino
a la cabaña, riéndose en voz alta.
Esa pequeña y sucia tramposa. Cree que va a ganar. Si mis bolas no
se congelan antes de que la alcance.
Alcanzándola, la agarro por la cintura y la sujeto contra mí. El
puñado de nieve en mi mano sube a su espalda, y sólo una parte de mí se
da cuenta que he entrado en territorio peligroso. Piel contra piel, y
dándome cuenta que no está usando un sujetador, si mi basura no
acabara de tener un baño frío, bueno…
Pero ella se está riendo y pegándome, saltando de arriba abajo. No
me importa empujarla. Podría estar acurrucada en una bola de llanto y
depresión, porque sé lo mucho que significa ese anillo para ella, pero no lo
está. Se está divirtiendo.
Conmigo.
—¡Me rindo! ¡Me rindo!
Me río mientras la dejo caer la nieve, pero por alguna tonta razón,
mantengo mi mano en la parte baja de su espalda. Estamos calmando
nuestras respiraciones, ambos sonriéndonos, y mi pecho está
enloqueciendo. Chispeando y haciendo esa mierda que siempre hace
cuando ella se halla cerca.
Su mano se mueve a la que tengo en su espalda. Curva sus dedos
entre los míos y la saca de su camiseta. Uh, sí, probablemente era
incómodo para ella. Ups.
—Eh… —Un sonrojo llena sus mejillas—. Creo que se me puede haber
caído en la ducha.
Asiento, rascando mi nuca antes de que piense en detenerme. Ella
medio sonríe por mi tic. —Bien. Tú busca ahí. Yo revisaré la cama.
98
***
100
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Aimetz Volkov
Sean pasa su brazo sobre mis hombros, su abrazo ni tan cálido como
el de Ryan, y vuelvo a mirar a mi mejor amigo, y sonrío. Solamente él sabe
lo que significa ese anillo para mí. Y pensar que iba a arruinar nuestra
amistad porque, de la nada, no puedo controlar mi deseo cuando miro
esos sensuales ojos.
Perder mi anillo apesta la mayor parte del tiempo, pero también me
detuvo a cometer el mayor error de mi vida. Nunca había sido una gran
creyente de “las cosas pasan por una razón”, ya que ¿por qué estaría 101
estancada con una madre borracha, y un papá que me había
abandonado? Pero tal vez en una retorcida y rara manera pasaba por
una razón.
No siempre puedes hacer lo que se siente correcto, a veces tienes
que hacer lo que es práctico. Y, a pesar que Ryan y yo se sentía bien, no es
práctico. No besas a tu mejor amigo y definitivamente, no sales con él.
Es una línea invisible, pero es una gruesa línea. Cruzarla sería como
cruzar el desierto sin agua. Consumiría todo lo bueno de nosotros hasta
que no seamos más que secas réplicas de lo que solíamos ser.
Me niego a dejar que aquello suceda. Sean es hermoso en su
manera de chico americano. Es divertido, y hasta la última semana estuve
enamorada de él, pero más importante, él es práctico. Si pierdo a Sean, sé
que puedo sobrevivir. Nunca sobreviviría sin Ryan. Por lo que dejo caer mi
cabeza al pecho de Sean, y nos alejamos. Y nunca miro atrás.
Sean me guía a un gran sofá afelpado rojo al final de las mesas de
pool. Kevin, Mike, Jill y Kiki —sí, ese es su verdadero nombre— están
sentados en el sofá frente a nosotros.
Estas son las mismas personas que susurraban entre sí cuando Sandy
me atacaba verbalmente en Skippy Lea.
El silencio se extiende entre los dos sofás mientras las chicas hacen
todo para evitar mi mirada.
Raro.
Bajo la mirada a mis uñas, Rosa Antes Que Saltes. Pensé que era
correcto cuando me encontraba en la habitación de Kaylee, opinando si
debería contarle sobre Ryan. Es gracioso que tuviera este color en su
mesita de noche.
Sean desliza su brazo sobre mi hombro y me acerca. Debería estar
arrojando arcoíris de felicidad por mis orejas ahora mismo, pero todo lo
que puedo pensar es en Ryan y en qué está haciendo.
Mi mano va a mi anillo, sólo para detenerme porque ya no está.
Perdido. Probablemente, nunca será encontrado otra vez. Muerdo el
interior de mi mejilla para alejar la actividad que están realizando mis
conductos lacrimales. Entonces encuentro el anillo que Ryan me dio, y el
hoyo comienzo a cerrarse.
—Vamos a volver a la montaña —dice Sean, completamente ajeno
al hecho que mi mejilla está sangrando ante mi desesperado intento de
esconder el vacio que llevo dentro. Ryan hubiera notado la manera que
mi rostro está contraído. Como mi mejilla frunce mis labios cuando la
muerdo. 102
Trago el sabor de la sangre, y fuerzo una sonrisa. —Suena divertido.
—Lo hiciste genial ayer. ¿Lista para hacerlo otra vez? —Su brazo se
tensa alrededor de mi hombro, y me jala a un raro abrazo. Mis hombros se
apiñan, y si no suelta su agarre mi cabeza estallará con un sonido.
—Sí, lo hiciste realmente bien. —Y ella habla. Creí que Kiki había
perdido su habilidad ya que no ha me dicho una sola palabra desde sexto
grado.
Estoy segura que fue suerte de principiante, y que terminaré con mi
cara enterrada en la nieve como Ryan, pero mi anillo puede que esté allí.
—Estoy dentro.
***
Todo el tiempo en el teleférico, Sean intenta besarme. Se inclina
incómodamente más cerca, y sólo hay pocas veces en que una chica
finge estornudar. Y, ¡vamos! ¿En serio cree que simplemente voy a besarlo
en la primera oportunidad? ¿No acababa de terminar su relación con
Sandy hace cuánto? ¿Un día? Probablemente, su saliva aún está
mezclada con la suya. Si lo beso, también podría caminar hasta terminar
frente a Sandy, y estrellar mis labios con los suyos.
Sin mencionar que hace tanto frío que puedo sentir mis mocos
congelándose. Si me besa, nuestros labios pueden que terminen pegados.
Salimos del teleférico, mis ojos inmediatamente se dirigen al suelo
para buscar mi anillo. Sean pronuncia algo, pero mi mente está con un
propósito, y Sean no está en ese propósito.
Su mano agarra mi brazo, e intenta jalarme a otra dirección. —
Vamos a intentar el otro camino.
Mi estómago cae, mi corazón se acelera, y estoy al borde de un
total ataque de pánico. Estoy aquí arriba, y quiere que vaya en la
dirección opuesta de donde sea que esté mi anillo.
—Me gusta este camino. —Pestañeo, fingiendo ternura—. Siempre
podemos volver a la otra ruta.
—Déjame hablar con el resto —dice, y me da un guiño intencional
como si mi pestañeo era una invitación para tener sexo.
No es tiempo para pensar en eso. Tengo que buscar mi anillo. Mis
ojos vuelan al suelo, y lentamente marcho atrás, buscando de un lado a
otro para asegurarme que no pierdo ni un centímetro de nieve. 103
Nieve. Otra capa de nieve cayó anoche. Mi anillo ahora sí que ya no
está. Mis conductos lacrimales están congelados —gracias a Dios—,
porque si no lo estuvieran, estaría en un pozo de lágrimas. Hago otro
movimiento, el reverso de mis esquís golpean una sólida masa, y me caigo,
mis brazos agitándose.
Aterrizo con un golpe. Me quedo sin respiración, y tomo otro
segundo para respirar otra vez. La masa se mueve hasta que se cierne
sobre mí. —Lex, ¿estás bien? —pregunta Ryan con una risa.
—¿Qué estás haciendo aquí arriba?
Toma mi manopla de mono en su guante, y me levanta.
Frotando el reverso de su cuello, sus ojos inspeccionan el suelo a
nuestro alrededor. Sexy iris café levantan la mirada, sus mejillas enrojecidas
por el frío. —Buscaba tu anillo.
Las palabras están perdidas en algún lugar en mi garganta. No
puedo dejar salir ningún sonido. Sólo hay una manera de bajar de la
montaña, y la última vez que lo intentó, terminó envuelto en sangre y
herido.
En vez de hablar, salto y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
A través de las capas de ropa, la calidez de su cuerpo me envuelve como
una cómoda manta, y se aprieta. Su reconfortante esencia de enebro
pasa a través de mis sentidos, y mi cuerpo se relaja contra el suyo.
—Eh, no lo encontré —dice, y una calidez sube por mi cuello donde
la respiración de sus labios me golpea.
Podría quedarme así por siempre. Presionada contra él, la nieve
cayendo a nuestro alrededor, pero quiero ver sus ojos. Me alejo, y levanto
la mirada. —Pero estás buscando —digo, y muerdo mi labio cuando largas
pestañas parpadean hacía mí.
—Por supuesto que lo hago. —Sus ojos se oscurecen, pero no como
cuando está enojado. Esto es diferente. Lo he visto antes. Es la misma
manera como cuando casi lo besé.
Los labios se abren, y que se joda la línea gruesa. Quiero esto. Más
de lo que he querido nada en mi vida.
Me muevo más cerca, empujada por esos magnéticos ojos cuando
me alejan. Esquís golpean mis esquís, y casi caigo, pero los firmes brazos de
Sean me sostienen.
—Hablé con el resto de esto. Este camino será —dice Sean, y me
besa en la mejilla—. ¿Estás lista?
¿Cómo pude olvidar que estaba aquí con Sean y sus amigos? Es sólo 104
que cada vez que veo a Ryan, todo a nuestro alrededor desaparece, y
somos sólo él y yo.
Es peligroso estar así de cerca con Ryan. Mi mente regresa de vuelta
al esmalte de uñas, y todo pensamiento racional se lanza colina abajo.
Vuelvo a mirar a Ryan, y asiente hacia el camino. Quiere que vaya
con Sean. Mis cejas se fruncen, listas para sacudir la cabeza y exigir que
venga con nosotros cuando dice—: Estaré detrás de ti. Te veo ahí abajo.
—Vamos. —Sean toma mi mano, y me aleja. Suertuda sea mi
increíble habilidad en el equilibrio, o estaría con mi culo en el suelo con mis
esquís en el aire. Sean no me mira. Sus hombros están rígidos, y parece
enojado por algo. No pregunto. No me interesa.
Nos posicionamos en la cima, y nos dejamos caer. El viento golpea
mi rostro. Sean se desliza, pasándome, su cuerpo inclinado como si
estuviera en el equipo Olímpico.
No tengo la concentración para mi perfecta postura esta vez. Mi
mente aún sigue en la cima de la montaña.
Kiki me pasa, y luego Jill, pero mantengo un ritmo constante y dejo
que mi ojos viajen a la cuesta. Incluso si no veo mi anillo, no tengo idea
cómo parar.
No me importa. No tengo que hacerlo. Ningún pedazo brillante de
plata me destella antes de llegar al final.
Demonios.
Dientes blancos destellan a través de mi mente, en su lugar. Sean se
pavonea, su cabeza en alto por lo que pensarías que tendría una medalla
colgando de su cuello. —¿Viste eso, nena?
¿Cuándo creyó que estaba bien diciéndome nena?
—Te vi pasar junto a mí. —Mis ojos se dirigieron a la cuesta, buscando
a Ryan.
—Sí, estaba arrasando. —Chocó las cinco con Kevin y Mike, y puso su
brazo en mi hombro para alejarme del grupo—. Lexie, he querido
preguntarte algo. —Deja ir mis hombros, y se pone frente a mí. Una bola de
ropa y esquís caen de la montaña. Un esquí vuela por el aire, y luego la
bola aterriza junto a Sean. Cae el suelo mientras la bola se detiene y se
endereza.
—¿Qué demo…? —grita Sean mientras se pone de pie, y limpia la
nieve de sus pantalones.
—Lo siento, amigo —dice Ryan, completamente cubierto de nieve
de pies a cabeza. 105
Una risita se escapa de mis labios, y cuando Ryan se voltea con sus
cejas levantadas, ya no lo hago. Un ataque de risa se me escapa con
toda mi energía, en mi risa caigo al suelo debajo de mí.
—Maldita sea —grita Sean, cuando hace un puchero y la sangre
mancha su dedo. Una gota cae en su blanco abrigo—. ¡Va a dejar una
mancha! —Se va enojado, y me río más fuerte.
Aprieto mi estómago para suprimir el dolor de la risa, y me arrastro
hasta Ryan. —¿Estás… —La risa me interrumpe— …bien?
—Estoy agradecido que mi casi muerte te divierta. —Intento detener
la risa, pero la acumulación se vuelve mucho, y sale en un fuerte resoplido.
Ryan sacude su cabeza, nieve cayendo de su gorro de lana.
Levanta su mano con guante, su largo dedo empujando un tramo
de pelo que cruza mi rostro, y lo deja detrás de mi oreja. Ante su toque, mi
risa muere. Mis ojos se enfocan en las fuertes líneas de su mandíbula, el
recto puente de su nariz y luego quedan estancados en su carnoso labio
inferior.
—¿Estás lista para volver? Mis bolas se están congelando aquí —
dice, y aleja su mano de mi oreja. Quiero levantar su mano, y dejarla
donde estaba. Sentir que su calidez se extiende a través de mi cuerpo.
Estoy harta de no cruzar la línea. Lo que Ryan y yo teníamos es nada
más que increíble, pero podría convertirse en algo más. Señales o no
señales, estoy harta de sobre analizar cada pequeño detalle. Es tiempo de
dejar que las cosas pasen naturalmente. Sin escaparse, y esconderse y sin
forzar las cosas. Simplemente esperar y ver qué pasa.
—Tengo la solución perfecta para bolas congeladas —digo, y luego
muerdo mi labio cuando me doy cuenta cuan sucio suena.
Con la cabeza en lo alto, su ceja levantada, sonríe. —¿Oh, sí? ¿Y
cuál es esa?
—Jacuzzi.
106
Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por Clara Markov
113
Traducido por Gabriela♡ & aa.tesares
Corregido por *Andreina F*
*** 127
—¡De ninguna manera! ¿Lo encontraste? —Kaylee salta arriba y
abajo mientras saca el anillo de mis dedos. Nate la hace callar ya que
Lexie encuentra de pie en la otra habitación. Ha hecho cuatro intentos de
hablar conmigo, pero Sean se mantiene flotando a su alrededor, y yo
permanezco alejado. En estos momentos, Nate, Kaylee, y yo nos
encontramos apretados en la cabina para minusválidos en el baño de
chicos del albergue.
—Sí. ¿Podrías dárselo? —Por la forma en la que me mira, es como si le
hubiera pedido una cosa obscena o algo parecido—. ¿Qué?
—Uh, no. —Kaylee empuja el anillo en mi mano—. Tú lo encontraste.
Tú se lo darás.
Le doy a Nate una mirada de por favor, ayúdame, pero niega con la
cabeza. —Ella tiene razón. Debes ser el que se lo entregue. Estaba en tú
bolsillo.
Hay otra razón más, y si la sabe, me alegro de que mantenga la
boca cerrada.
—Vamos, muchachos.
Kaylee niega con la cabeza tan fuerte que golpea el sombrero de
Nate con una de sus trenzas. El maestro de la magia lo atrapa con una
mano como si hubiera ocurrido tantas veces, que ni siquiera lo perturbara.
—Bien —me quejo y deslizo el anillo en mis pantalones—. Ahora,
tengo que ir al baño, que es por lo que vine aquí, así que...
—Está bien, está bien. —Kaylee agarra el brazo de Nate y lo saca
rápidamente por la puerta. Tan asquerosas como son sus demostraciones
públicas de afecto, estoy celoso.
Justo estoy secando mis manos cuando la puerta se abre y el imbécil
y algunos de sus amigos corren hacia los urinarios. Me dispongo a salir
rápidamente, pero ellos dan un paso atrás —me refiero a dar un paso atrás
para apoyarse contra la pared— y una fuente de pis bloquea mi salida.
—Uh...
Nadie me oye durante todos los gritos y el concurso de hacer pipí.
Me giro y me lavo las manos otra vez, sólo para no ver sus genitales.
Cuando Kevin grita—: ¡Hecho! —Y todo el mundo va a limpiarse, maniobro
hacia la puerta, teniendo cuidado de dónde piso.
—¡Oye, Ryan! —Sean asiente hacia sus amigos y ellos nos dejan solos.
Se limpia las manos y tira las toallas de papel a la basura—. Entonces, Lex
me contó sobre este anillo. ¿Te importa si salgo con ustedes a buscarlo?
128
Mi pecho se aprieta y el calor se dispara hasta mi cuello. ¿Le habló
de eso? Le tomó diez años decirme a mí, su mejor amigo. Y al segundo en
que va corriendo hacia el idiota, se lo dice.
Trago, tratando de mantener mi tono de voz. —No es necesario. Lo
encontré.
—¿En serio? Genial. —Extiende la mano, pero cruzo los brazos. No voy
a dárselo—. Vamos, hombre. Puedo dárselo. Realmente me ayudaría.
—¿Qué?
—Me gusta mucho, pero es un poco... no sé. No cree en mí o algo. En
realidad, amigo, hay algo entre nosotros. ¿Ayudarás a un hermano?
Ladeo mi cabeza, tratando de averiguar cuál es el enfoque de este
tipo. Pero no sé por qué me importa. Lex ya lo eligió. Pasó la noche anterior
con él. Ha pasado todo este tiempo tratando de conseguir que la note.
Incluso dijo que podría amarlo la primera noche que estuvimos aquí.
Y no quiero tener que darle el anillo. No quiero ni mirarla. Sé que todo
su plan para venir en este viaje de esquí era conseguir que Sean la notara,
pero una vez que llegamos, pensé que algo había cambiado. Las cosas
eran diferentes. Por primera vez desde que me enamoré de mi mejor
amiga, pensé que finalmente me correspondía. Y ahora... mierda, durmió
en la cama de otro hombre. He terminado. No puedo hacerlo más. Nunca
voy a ser el hombre que Lexie quiere. Voy a estar atrapado en la zona de
amigos hasta el fin de los tiempos, y no hay razón para tratar de salir de ella
nunca más. No me quiere. Quiere a Sean. Y merece su final feliz, incluso si
eso significa sacrificar el mío.
Suspirando —o más bien gruñendo— saco el anillo y se lo doy. —Ten
cuidado.
—Va a estar de nuevo en su dedo. —Sonríe y lo guarda en su puño—.
Gracias.
Asiento y agarro su brazo antes de que abra la puerta. —Lo digo en
serio, ten cuidado con eso. Con ella. Si metes la pata otra vez, es posible
que desees llevar un abrigo en el que no te importe tener sangre.
Sonríe, pero asiente. Luego se va, y lo sigo. Quiero asegurarme de
que Lex consiga ese anillo.
Ella está apoyada contra la salida de la recepción. Una parte muy
estúpida de mí piensa que es para atraparme y así podamos hablar, pero
cuando Sean la encuentra, me acuerdo de que probablemente no está
preocupada por mí. Querrá regresar a la cabaña con él.
Nate me detiene y comienza a ladrar por algo. Puedo estar
129
mirándolo, pero no oigo una palabra de lo que dice. Sé que ella me está
mirando, y antes de que pueda evitarlo, mis ojos encuentran los suyos por
un segundo.
No tiene su sonrisa más feliz. O lo que creo que es su sonrisa más feliz.
Se ve muy enojada en realidad. Tal vez la noche pasada no fue lo que
pensé que era. Sean dijo que necesitaba ayuda para convencerla.
Dos pasos. Eso es lo único que consigo antes de que el imbécil se
mueva, pasando un brazo por la cintura de Lex y colocando un beso en
sus labios.
Estoy demasiado congelado para moverme. Alguna parte estúpida
de mí está gritando en mi cabeza. Debería ser yo; el chico que la besa, el
chico que la abraza. Pero es él quién acuna su cabeza. Él es el que está
abrazándola. Él es el que mete la lengua en su boca. Ella está agarrando
su pecho, dejándolo.
Eso es lo que lo logra. Lo que me hace moverme. Me voy tan rápido
que no estoy seguro si ella siquiera me ve pasar a su lado. Saco la horquilla
que Sandy me entregó esta mañana, y me dirijo directamente al mini bar.
Sé que Lex me odiará por ello. Sé que si me atrapa, voy a escandalizarla
demasiado. Pero, a este punto, no me importa.
No me importa.
De todos modos, ella no me quiere.
130
Traducido por Gabriela♡
Corregido por Esperanza
134
Traducido por Vanessa Farrow
Corregido por Val_17
143
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Pau!!
***
159
Ryan Traducido por Mire
Corregido por Dannygonzal
***
Soy hostigado.
Soy hostigado y no me importa. Porque si ser hostigado significa
pasar todos los días con Lexie después de la escuela, entonces llevaré su
bolso de color rosa brillante que está lleno hasta el borde con el esmalte
de uñas, en mi polla si ella lo pide. Por suerte, solo tengo que llevarlo desde
el pasillo de la escuela a su coche, en mi brazo, no en mi pene.
—¿Estás seguro de que deseas estudiar en mi casa? —hace un
puchero cuando entramos. Siempre me deja conducir, no sé por qué.
180
Probablemente porque sabe que me gusta—. Fuimos allí ayer.
—Lo sé. —Sonrío, haciéndole cosquillas en las yemas de sus dedos
mientras los envuelve alrededor de los míos—. Pero Pop-pop todavía está
enfermo.
Incluso mientras lo digo, mis oídos se encienden en llamas y el calor
sube a través de mi cara.
—Eres un gran y gordo mentiroso. —Lex aprieta mi mano y apoya la
cabeza en mi hombro—. Voy a lograr que me digas un día de estos.
—¿Qué te diga qué? —pregunto, tratando de actuar inocente, lo
que nunca funciona para mí.
—Lo que me has estado escondiendo. ¿Y por qué eres tan raro?
Me río, soltando su mano para poder envolver mi brazo alrededor de
sus hombros.
—No puedo guardar un secreto de ti si mi vida dependiera de ello.
—Bueno, sí puedes —dice, pasando una mano sobre mi rodilla—.
Pero es mucho mejor para los dos cuando no lo haces. Ya sabes,
podríamos haber evitado toda la cosa de Sean, y la... mmm... cosa de la
bebida, si te hubieras puesto las bolas y me hubieras dicho como te sentías
en primer lugar.
Ella tiene esa sonrisa de dos hoyuelos, a pesar de que no puedo
verlos. Le hago cosquillas en el costado y ella me pega en el muslo,
haciéndome sacudir el volante.
—Paciencia, tonta. Te lo diré finalmente. Es solo que no quiero hablar
de eso ahora, ¿está bien?
Su labio sobresale y me niego a caer en la cara de perrito que utiliza
contra mí todo el maldito tiempo.
Nos detenemos a su casa —o debería decir su apartamento en el
sótano— y deja escapar un gran suspiro. Sé que no desea estar aquí, pero
si supiera lo que sucedía en mi casa, escogería a la alcohólica en
recuperación sobre la mierda con la que estoy lidiando todos los días.
Tomo su bolso y su mochila, y me lleva directamente a su habitación.
Su madre todavía no está en casa, pero su reunión de AA termina en una
hora más o menos, así que si tiene un buen día, estará aquí pronto.
Dejándose caer en la cama, saca su libro de física mientras yo saco
el de historia. Ya está tomando notas, su lápiz volando a través del papel.
Yo todavía estoy sentado esperando abrir una grieta en la situación. 181
Una hora es todo lo que tengo, si tengo suerte. Y no quiero pasarla
estudiando.
Mi mano alcanza la de ella y la detengo a media frase en sus notas.
Le doy esa sonrisa que sé que sabe que es una de las que dice: bésame
ahora, o lo haré yo.
—Ry... —se queja—. Tenemos finales la próxima semana.
—Ajá —digo, besando la parte interior de su muñeca.
—Por lo tanto, sabes, que tengo que estudiar.
—Mmmhmm. —Hago mi camino por su brazo, haciendo una pausa
en el hueco de su codo.
—¡Entonces deja de distraerme! —Se suelta de mi agarre y protege
su cara con su pelo. Como si eso me fuera a detener.
—No estoy haciendo nada. —Me río mientras muevo su pelo largo y
castaño de nuevo hacia atrás, besándola detrás de su oreja.
Gruñe cuando mis labios tocan su piel, y sonrío, sabiendo que estoy
molestándola y volviéndola loca a la vez.
Lanzando el lápiz en su libro, gira su cara a la mía, grandes ojos
castaño-dorados me dan una mirada de: estás en problemas, pero no
realmente.
Entonces, mientras envuelvo mi brazo alrededor de su cintura,
halándola hacia las almohadas, ella deja escapar un suspiro de derrota.
—A veces te odio.
Sonrío. —Te amo, también.
Mis labios se presionan en los suyos para el primero de los que sé que
serán un millón de besos. Una vez que empezamos, por lo general no nos
detenemos por un tiempo. Oigo los libros caer al suelo mientras su pierna se
engancha alrededor de mi cadera. La boca de Lex y su cuerpo son tan
adictivos. ¿Cómo puede no esperar que la desee en cada momento que
estoy con ella?
Aunque, me siento un poco culpable, porque en este momento, no
me encuentro en el mejor de los lugares mentalmente. Ella es la única que
me hace sentir mejor. Siempre lo ha sido. Y besarla hace que toda la
mierda se vaya. No quiero que parezca que la estoy utilizando para
escapar, a pesar de que puede ser un poco cierto.
La beso así, porque la amo. Esa es toda la verdad. 182
Se aparta de mis labios para recuperar el aliento, y viajo por su
cuello. Su pecho está sonrojado y se mueve arriba y abajo con cada
respiración que deja escapar, y no puedo controlar lo que hacen mis
manos cuando me excita de esta manera.
Cuando desabrocho el botón de sus vaqueros, ella enreda sus dedos
alrededor de mi muñeca.
—Lo siento —jadeo en su cara. Porque lo siento. Maldita sea, tengo
que calmarme.
Ella me da esa hermosa sonrisa con dos hoyuelos. —No es eso. —Su
risa sacude su cuerpo mientras afloja el agarre en mi muñeca—. Me
pareció oír que alguien tocaba.
Me siento en seguida, listo para esconderme debajo de la cama.
—¿Lo oíste?
Se ríe de nuevo, halándome a su lado. —No. Creo que fue mi
corazón o algo así.
—Oh. —Porque esa es la palabra que sale. Debería decir: “O el mío”,
o algo igual de bueno que eso, pero ella me calla con más besos.
Me doy crédito por ir directo a sus pantalones. Porque sé que ese
momento fue arruinado, pero no puedo evitarlo. Quiero tocar y sentir más
de ella, ser parte de ella, y estoy tan encendido que realmente no creo
saber lo que estoy haciendo.
La cremallera baja y su mano solo se encuentra descansando en mi
antebrazo, sin detenerme. Y sus labios hacen milagros en los míos.
Cuando mi mano pasa debajo de sus bragas, su aliento se detiene y
sus dedos agarran mi brazo, pero no me alejan, me halan más cerca.
He estado con Lex durante cuatro meses. Nuestra relación tropezó
de mejores amigos a amantes tan rápido que no estoy seguro de si
sabíamos cómo manejar la transición. Parecía que todavía había reglas
que seguir, pasos que dar a pesar de que nos conocemos de adentro
hacia afuera. Pero por un tiempo, fue como: ¿Está bien si te toco aquí? O
¡Diablos! ¡Estoy besando a mi mejor amiga!, y nunca profundizamos en
todas las cosas físicas, además de besar —de acuerdo, besos pesados— y
sostenernos de la mano, y sí, he agarrado esas tetas impresionantes de ella
probablemente más veces de las que he asistido al taller este año.
Pero esto... es nuevo para nosotros.
—Ryan —respira contra mis labios. Ni siquiera puedo besarla porque
mi propia respiración es demasiado fuerte y rápida para cerrar la boca por
un segundo. Dice mi nombre otra vez, y me meto contra el hueco de su
cuello, colocando besos cuando puedo, pero concentrándome más en 183
ella. En cómo respira, cómo se mueve contra mi mano, lo caliente que su
cuerpo se siente contra el mío. Cuán bien se siente contra el mío.
Encajamos juntos. Siempre lo he sabido —y lo he esperado— y
tenerla de esta manera parece un paso importante. Uno que no sabía si
estábamos listos para dar, pero lo di de todos modos.
Ese pinchazo de culpa aparece en mi cabeza otra vez, sobre usarla,
pero lo alejo cuando ella jadea mi nombre otra vez.
¿Sabe lo hermosa que es en este momento? ¿Cuán malditamente
sexy?
Esta vez, hay un golpe en la puerta.
—¿Lex? ¿Estás en casa?
Ella me empuja, mi mano se desliza fuera de sus pantalones, y
aterrizo con un ruido sordo. Con habilidad practicada, ruedo a mi lugar
bajo su cama; el que tiene líneas de ropa, zapatos y cajas con la forma de
mi cuerpo.
—¡Uh, sí, mamá! —grita Lex, y oigo subir la cremallera y veo su mano
buscar su libro de física—. ¡Entra!
Su puerta cruje cuando entra la Sra. Boggs. El olor a alcohol —del
que se usa para limpieza— llega a mi escondite debajo de la cama.
—Solo quería que supieras que voy a tomar un turno de noche.
—¿Segura de que estás bien con eso? —La voz de Lex suena pesada
todavía, pero si su mamá lo nota, no dice nada.
—Sí. Mi patrocinante pensó que sería buena idea para mantenerme
ocupada.
—¿Roger?
—Um, sí. Roger.
Todo queda en silencio por un rato, y me pongo más inquieto con
cada respiración que tomo. Lex y su mamá tienen relaciones que la otra
no aprueba. Su mamá no ha dicho exactamente que siente algo por su
patrocinador, pero por la forma en que dice el nombre de Roger, voy a
concordar con Lex en este caso.
—Está bien, bueno, no te quedes hasta tarde.
La puerta se cierra justo cuando Lex dice—: Nunca lo hago.
Saco mi cabeza debajo de la cama, justo cuando Lex asoma la suya
desde arriba. Ambos nos sonreímos. 184
—Será mejor que corras. Puedo llevarte a casa.
—Nah, caminar es saludable. —Y ella no puede ver quién está en mi
casa.
Pone mala cara. —Está bien. —Luego coloca una mano a cada
lado de mi cabeza y se inclina para besarme.
Me gustaría poder quedarme aquí para siempre, tan tonto como
suena, es verdad. No quiero ir a casa. Seríamos Lex y yo y nadie más. Sin
exámenes finales, sin la recuperación de una madre alcohólica, sin mierda.
Me gustaría que estuviéramos de nuevo en ese albergue de esquí, y
haberle dicho lo que sentía el primer día. No el sexto.
Ella se aleja, y empaco mis cosas. Antes de salir por la ventana, la
acerco para darle otro beso.
—Oye —susurra hacia mi espalda una vez que me agacho en el
suelo fuera de su habitación—. Gracias por la distracción. Me gustó. —
Pone su gran sonrisa, y sus mejillas se sonrojan.
Sonrío. —A mí también.
Lanzo mi mochila sobre mi hombro, cruzo su patio y llego a la calle
sin que nadie me vea.
Cada paso se siente como un cuchillo gigante clavándose más
profundamente en mis entrañas a medida que me acerco a casa.
A él.
Mi hermano.
185
Gracias lector, por llegar a esta página, por comprar este libro, y por
disfrutar de una historia que fue muy divertida de escribir.
Gracias, Tessa, por no salir corriendo cuando me pidieron que
escribiera este libro contigo, por el paseo en coche de veinte horas
cuando llegamos a leer este libro en voz alta la una a la otra, por no reírte
de mi voz de “Ryan” y por encima de todo, ser mi “¡Mejor Amiga!” y tomar
este viaje editorial conmigo.
Gracias, Suzi, por editar esta mierda. Tu brillo es increíble. Nunca me
decepcionas.
Gracias, Jolene, ¡por nuestra impresionante portada! La observo
todo el tiempo y mi corazón estalla por cuánto amor siento por ella.
Gracias, cuarto de máquinas, por darme mi primer anillo de
compromiso a los diez años.
Gracias, Kelley Vitolo, Kelley Lynn, Jenny Morris, Rachel Schieffelbein,
Abby Fowers, Lizzy Charles, Jessica Salyer, Jennie Bennett, Esperanza 186
Roberson, Angie Cothran, Mandy Miller y Jade Hart por borrar todos
nuestros ecos, por ayudarme a darle cuerpo a esa parte estúpida en
medio de esta cosa que no podía hacer como quería, y por ser súper
sexys.
Gracias a mis Nerds impresionantes, por aumentar mi ego, por la
promoción que hicieron por mis libros, y dejarme publicar muchas, muchas
fotos de chicos guapos en nuestra página.
Gracias, camas de tamaño King, por tener todo ese espacio debajo.
Gracias, Senderos Felices, ¡por existir!
Gracias, mamá, por ser mi roca constante en este mundo de la
edición.
Gracias, Jenny, Becki y Shellie, por leer y amar todas las palabras que
he puesto abajo y enseñárselas a sus conocidos y amigos.
Gracias, niños, por el gusto de las comidas sencillas, tales como
perros calientes-fríos y puré de papas instantáneo.
Y por último, gracias a mi esposo, por estar siempre en primer lugar,
mi mejor amigo.
187
Ídem.
Pero también me gustaría decir, gracias Cassie Mae por invitarme a
escribir este libro contigo. Nunca olvidaré ese día y el shock absoluto que
sentí cuando Cassie Mae quería escribir un libro conmigo. Este libro significa
mucho para mí y no sólo porque me he enamorado de los personajes, y de
una manera extraña se sienten como en familia, sino también, porque en
algún momento a lo largo de este viaje, se convirtió en mi mejor amiga en
este loco mundo de la escritura. No sé qué haría sin ti. Santa vaca que cursi
fue. Mal aire.
Mamá, gracias por la lectura de uno de los primeros borradores. Por
apoyarme incondicionalmente, y por hacerme avanzar incluso cuando
quiero renunciar.
Papá, gracias por decirme que anote todo lo divertido que tú y yo
decimos.
Cassie ya dio las gracias a toda nuestra corporación productiva, 188
pero ustedes se merecen todo el agradecimiento del mundo.
Eric, gracias por simplemente ser tú.
Y gracias, esmalte de uñas OPI, por tener los mejores nombres y un
gran sitio web.
Becca Ann (seudónimo de Cassie Mae) es una nerd en el núcleo de
Utah, a quien le gusta escribir sobre otros nerds que encuentran el amor. Es
la autora de los libros más vendidos de Amazon: REASONS I FELL FOR THE
FUNNY FAT FRIEND y HOW TO DATE A NERD, es la autora de debut para la
línea de Random House FLIRT con sus nuevas novelas para adultos FRIDAY
NIGHT ALIBI y SWITCHED. Pasa tiempo con su hijo Ángel y su perfecto
marido que es su fan y le da de comer uvas mientras ella repiquetea sobre
el teclado. Luego se despierta de ese mundo de sueños y consigue unas
pocas palabras en el ordenador mientras las casa explota a su
alrededor. Cuando no está escribiendo, pasa tiempo con los jóvenes en su
comunidad como entrenadora de voleibol y baloncesto, o buscando en la
casa desesperadamente por chocolate.
Encuéntrala en Facebook en:
https://www.facebook.com/beccaannauthor.
189
Tessa Marie (seudónimo de Theresa Paolo) vive en la misma ciudad
que se crio, en Long Island, Nueva York con su novio y Milton, su gran pez
de colores. Tiene dificultades para aceptar el hecho de que está por
cumplir treinta, por lo que escribe libros New Adult y Young Adult,
reviviendo los mejores y los peores años de su vida a través de sus
personajes. Puso su amor por la escritura en espera mientras recibía su
licenciatura en Marketing de Dowling College. El 11 de noviembre de 2011
a las 11:11 pidió un deseo. Dos horas más tarde fue despedida. Sin trabajo
por primera vez desde que tenía dieciséis años se sentía decidida a hacer
su sueño realidad. Escribir se convirtió en su vida de nuevo y después de
muchas noches de ignorar a su novio por pasar tiempo con sus personajes,
finalmente recibió la llamada de todo su trabajo duro, cruzó los dedos y los
ojos dando sus frutos. Firmó con Berkley (Penguin) y su primera novela,
(NEVER) AGAIN, un romance NA, lanzado en el otoño de 2013.
Cuando no está escribiendo, está detrás de una cámara o se puede
encontrar en la blogosfera o en Twitter, Pinterest y Facebook.