Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
PROYECTO EDITORIAL
TERAPIA OCUPACIONAL
Serie
GUÍA PRÁCTICA
Coordinador:
Pedro Moruno Miralles
3
GUÍA DE INTERVENCIÓN EN
TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO
ALIMENTARIO EN TERAPIA
OCUPACIONAL
Belén Cabañero Simarro
Verónica Escrivá Sáez
4
Consulte nuestra página web: www.sintesis.com
En ella encontrará el catálogo completo y comentado
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono: 91 593 20 98
www.sintesis.com
ISBN: 978-84-9077-437-3
Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resarcimiento civil previstos en las
leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación, íntegra o parcialmente, por cualquier sistema de
recuperación y por cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o
cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Editorial Síntesis, S. A.
5
Índice
PARTE I
TCA, RECURSOS ASISTENCIALES, MARCOS DE REFERENCIA TEÓRICOS Y
MODELOS DE PRÁCTICA
2. Recursos asistenciales
2.1. Recursos asistenciales de la sanidad pública
2.1.1. Nivel 1. Centro de atención primaria. Tratamiento
6
ambulatorio
2.1.2. Nivel 2. Atención especializada
2.2. Recursos asistenciales de entidades privadas
2.2.1. Asociaciones de familiares de personas con trastornos del
comportamiento alimentario
2.2.2. Clínicas privadas
2.3. Trabajo en equipo
2.3.1. Equipo terapéutico de las unidades de trastornos del
comportamiento alimentario. Rol del terapeuta
ocupacional
2.3.2. Trabajo en red
PARTE II
ASPECTOS METODOLÓGICOS
4. Evaluación ocupacional
4.1. Evaluación ocupacional
4.2. Variables durante la evaluación de personas con trastorno del
comportamiento alimentario
4.2.1. Áreas de ocupación
4.2.2. Características de la persona
4.2.3. Destrezas de ejecución
4.2.4. Patrones de ejecución
4.2.5. Contextos y entornos
4.3. Caso clínico
7
4.3.1. Datos generales
4.3.2. Evaluación ocupacional
5. Herramientas de evaluación
5.1. Herramientas de evaluación
5.1.1. Fuentes indirectas
5.1.2. Fuentes directas
5.2. Caso clínico. Cuestionarios de evaluación
5.2.1. Autoevaluación ocupacional OSA
5.2.2. Listado de intereses adaptado de Kielhofner y Neville
5.2.3. Listado de roles
5.2.4. Pie de vida
5.3. Caso clínico. Diagnóstico ocupacional
6. Planificación de la intervención
6.1. Planificación de la intervención
6.1.1. Establecimiento de las prioridades
6.1.2. Determinación de los objetivos de intervención
6.1.3. Diseño de programas de intervención
6.2. Diseño de intervención aplicando el modelo transteórico
6.3. Caso clínico. Planificación de la intervención
6.3.1. Determinación de objetivos
6.3.2. Plan de tratamiento de terapia ocupacional
PARTE III
PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN
8
7.2.3. Establecimiento y gestión del hogar
7.2.4. Cuidado de otros y de mascotas
7.2.5. Movilidad funcional y en la comunidad
9. Terapias creativas
9.1. Arteterapia
9.1.1. Revisión teórica sobre arteterapia y trastornos del
comportamiento alimentario
9.1.2. Aplicación de arteterapia en personas con trastornos del
comportamiento alimentario
9.2. Musicoterapia
9.2.1. Musicoterapia en personas con trastornos del
comportamiento alimentario
9.3. Psicodrama
9.3.1. Revisión teórica de psicodrama
9.3.2. Elementos de las sesiones de psicodrama
9.3.3. Psicodrama y trastornos del comportamiento alimentario
9.4. Danzaterapia
9.4.1. Encuadre de trabajo
9.4.2. Danzaterapia en trastornos del comportamiento
alimentario
9
10.1.3. Terapia asistida con perros
10.2. Estrategias de intervención de integración sensorial
10.3. Psicomotricidad y expresión corporal
10.3.1. Expresión corporal y trastornos del comportamiento
alimentario
Bibliografía
10
PARTE I
11
1
Definición y clasificación diagnóstica
Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) están teniendo una gran
repercusión en el ámbito sociosanitario debido al aumento de casos en la población
general, más concretamente, en mujeres adolescentes y jóvenes.
Su expansión social los sitúa como un problema de salud pública que debe ser
analizado y atendido de manera específica, y cada vez se hace más urgente enfrentarse a
ello.
Durante los últimos años se han producido importantes avances en la investigación
sobre los TCA, lo que ha permitido dar respuesta a algunas cuestiones, a la vez que ha
planteado otras nuevas.
En la actualidad se conocen en profundidad diversos aspectos fundamentales de los
TCA, como los factores biológicos, los psicopatológicos, los de riesgo, las complicaciones
médicas, las psicológicas, las sociofamiliares, etc., así como los diferentes abordajes
psicoterapéuticos y farmacológicos. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de su
abordaje desde la terapia ocupacional (TO). Aunque se avanza con cautela y existen
algunas publicaciones tanto en revistas profesionales como en capítulos de libros de
terapia ocupacional, todavía no existe en castellano un manual metodológico de terapia
ocupacional en TCA. El único libro que existe, escrito en lengua inglesa por el autor Joan
E. Martin y editado en 1998, es Eating Disorders, Food and Occupational Therapy.
Por ello, surge la necesidad de crear una guía de intervención de terapia ocupacional
específica para personas con trastornos del comportamiento alimentario, que esté dirigida
fundamentalmente a terapeutas ocupacionales que se encuentran en el ejercicio de su
profesión con este colectivo, a estudiantes en formación y a profesionales de la terapia
ocupacional y otras disciplinas, y cuya finalidad consista en conocer de manera
exhaustiva los aspectos clínicos, ocupacionales, sociales, culturales, familiares, etc. de la
persona con TCA para desarrollar mejores estrategias terapéuticas, ser fuente generadora
de interés para ampliar conocimientos a través de la investigación, divulgación y
búsqueda de una metodología sólida de intervención de terapia ocupacional en los TCA y
ofrecer conocimiento acerca de las diferentes herramientas de evaluación e intervención
con programas específicos que puedan servir de referencia para la práctica.
Como punto de partida se recoge la definición de los trastornos de la conducta
alimentaria del DSM-5, la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), en la cual
se considera el comportamiento alimentario y las consecuencias más significativas:
12
Los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingestión de alimentos se caracterizan por una
alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que
lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro
significativo en la salud física o del funcionamiento psicosocial. (DSM-5, 2014: 329)
las personas con TCA tienen una disfunción no sólo en sus actitudes y hábitos relacionados con
la comida y el control del peso, sino también en su búsqueda, elección, ajuste y compromiso con la
ocupación significativa, lo cual impacta de manera negativa en la construcción y desarrollo de su
identidad ocupacional y, por tanto, en su calidad de vida. (Citado por Berrueta, Bellido et al., 2009:
220)
13
mujeres de aproximadamente 1: 10.
Su definición establece como características principales la pérdida auto-inducida de
peso a través de la eliminación progresiva de alimentos en la dieta, el miedo intenso a
engordar y la alteración en la forma de percibir el peso y la propia imagen corporal. Estas
distorsiones de la imagen corporal afectan con mayor frecuencia a determinadas zonas
del cuerpo, como los muslos, el abdomen, las nalgas y las caderas.
El DSM-5 conserva los dos subtipos de AN que ya aparecían en el DSM-IV, pero
incluye la delimitación de un periodo de tiempo, tres meses, en el que se mantienen las
conductas, para determinar si se trata de:
– Leve: >17.
– Moderado: 16-6,99.
– Severo: 15-15,99.
– Extremo: <15.
14
En la CIE-10 se señala entre los criterios diagnósticos la presencia de amenorrea en
mujeres y la pérdida de interés y potencia sexual en varones, e incluye dos
clasificaciones: AN y AN atípica, esta última utilizada para los casos en los que faltan una
o más de las características principales de la AN.
En los varones se está produciendo un aumento considerable de casos de vigorexia o
anorexia inversa. Se trata de un trastorno dismórfico muscular por el que se sienten
delgados, débiles y muestran una actitud compulsiva de acudir al gimnasio para
desarrollar una musculatura que, además, fortifican con esteroides.
15
conductas compensatorias restrictivas (ayunos) o purgativas (uso de laxantes o diuréticos,
provocación de vómito); otros realizan la denominada “dieta del dolor” o “sadorexia”,
que consiste en autolesionarse el cuerpo mediante golpes, cortes o quemaduras. En
ocasiones, ciertas personas con AN y diabetes mellitus pueden llegar a manipular la dosis
pautada de insulina para perder peso.
16
– Complicaciones cutáneas: aparece vello corporal fino en diversas zonas del
cuerpo, que crece como aislante de la piel por ausencia de grasa, denominado
lanugo. Además, se produce una pérdida importante de cabello, que se vuelve
fino y sin brillo. El aspecto de la piel suele ser seco y quebradizo y puede
aparecer acné. En personas con AN purgativa, aparecen callosidades en el dorso
de la mano por el roce con los dientes del maxilar superior, al producirse el
vómito, que se conoce como signo de Russel.
– Complicaciones hematológicas: puede aparecer anemia, pancitopenia,
hipoplasia de la médula ósea e incluso necrosis medular.
– Complicaciones renales: aparece una perturbación del funcionamiento del riñón
que produce retención de líquidos, edemas periféricos y mayor concentración
de iones en la sangre. En los casos más graves, la poliuria inicial es sustituida
por una anuria, que pone en peligro el funcionamiento adecuado del riñón.
– Complicaciones auditivas: pueden aparecer trastornos auditivos (sensación de
eco) por la pérdida del tejido graso en áreas específicas del oído.
– Complicaciones orofaciales: las personas que vomitan con frecuencia durante
un tiempo prolongado pueden presentar dientes cariados por la erosión ácida y
contraen con mayor facilidad infecciones gingivales.
17
emociones de forma saludable.
– Estilo cognitivo extremadamente polarizado: suelen darse pensamientos
dicotómicos, polarización, magnificación y catastrofismo. También presentan
pensamientos irracionales y obsesivos, muestran constante preocupación por el
contenido calórico de los alimentos y por todo lo relacionado con la pérdida de
peso.
– Aislamiento social y familiar: más acentuado a medida que evoluciona el
trastorno.
– Rechazo del propio cuerpo: debido a que no cumple los requisitos de perfección
que se exigen. Frecuentemente presentan distorsión e insatisfacción de la imagen
corporal.
– Desinterés y rechazo sexual: “Rechazo de la sexualidad, la satisfacción es
autoerótica, no hay investidura erótica del cuerpo” (Blas Erkizia, 2005).
– Alexitimia sexual: algunos varones además de las anteriores pueden presentar
esta alteración, es decir, indiferencia hacia la sexualidad y dificultad para
expresar sus sentimientos en lo relacionado con el área sexual; además tienen
mayor estrés afectivo y más comorbilidad psiquiátrica, así como mayor
tendencia a la intelectualización, al perfeccionismo y a la rigidez que las
mujeres. El autor De la Serna de Pedro (2001: 120) hace una comparativa entre
las características psicológicas en mujeres y varones con AN, y concluye que
“los varones son más obsesivos, esquizoides y antisociales y las mujeres más
depresivas, filotímicas e inmaduras”.
Las personas con AN suelen ser consideradas personas modélicas en el seno familiar, por
los profesores del centro educativo al que asisten o por los compañeros de trabajo o
superiores; generalmente debido a su autodisciplina, fuerza de voluntad y perfección en
las tareas que desempeñan. El aumento del tiempo dedicado a sus actividades educativas
o laborales obstaculizan las salidas con amigos y compañeros, a la vez que disminuyen su
participación en actividades familiares; paralelamente suelen reducir la ingesta de
alimentos y aumentar la compulsividad en la realización de actividades físicas.
Las relaciones familiares que surgen en torno a esta enfermedad son muy duras y
dolorosas para todos los miembros de la unidad familiar, fundamentalmente para los
cuidadores principales; algo que se pone de manifiesto a través de discusiones durante las
comidas.
La persona con AN puede vivir de manera muy traumática la ayuda de sus
familiares, amigos y compañeros cuando le animan y estimulan para que cambie sus
hábitos hacia otros más saludables. Frecuentemente evitará estas situaciones aislándose
del entorno sociofamiliar, sobre todo en los momentos de las comidas.
18
1.1.5. Alteraciones del desempeño ocupacional
19
trastorno. Quizá el motivo de esta demora sea la relación que establecen los medios de
comunicación y las redes sociales entre los TCA y las mujeres, algo que puede influir en
que se sientan estigmatizados y no busquen ayuda. El peso de las personas con BN suele
estar dentro del rango normal o pueden tener sobrepeso; según el DSM-5, el IMC suele
estar comprendido entre 18,5 y 30.
A continuación, se recogen los cambios que se han producido en los criterios
diagnósticos de la BN a lo largo del tiempo y las características más significativas de este
trastorno.
En 1980 aparece por primera vez en el DSM-III como criterio diagnóstico con el
nombre de bulimia, sin hacer referencia a las conductas purgativas (American
Psychiatric Association, 1980). Es en 1979 cuando Russel lo describe con el término
bulimia nerviosa, cuyos criterios diagnósticos se recogen en el DSM-III-R de 1987,
donde se mencionan los atracones, se incluyen las conductas compensatorias y el miedo
a engordar.
El DSM-IV especifica, entre los criterios diagnósticos de la BN, la presencia de
atracones, el posterior sentimiento de culpa, la forma de purgarse y la insatisfacción
corporal; además, se establece la frecuencia con la que se produce el atracón en dos
veces a la semana durante tres meses. Se incluye la distinción entre bulimia nerviosa
purgativa y no purgativa y se define el término atracón como un episodio caracterizado
por la ingesta de gran cantidad de alimentos en un espacio de tiempo corto, acompañada
de la sensación de pérdida de control. Además, el DSM-IV distingue entre anorexia
nerviosa tipo purgativo y bulimia nerviosa tipo purgativo en función del IMC, que en las
personas con AN es inferior a 17,5 y las personas con BN presentan normopeso o
sobrepeso.
Es importante diferenciar los atracones de aquellos episodios en los que se ingiere
una cantidad pequeña de comida, pero se tiene la sensación subjetiva de haber comido
excesivamente. Fairburn y Cooper los denominan atracones subjetivos.
El DSM-5 hace referencia al tiempo de duración de los episodios de atracón y los
limita a no más de dos horas. En los criterios diagnósticos se especifica si el trastorno
está en remisión parcial o total y se indica la gravedad en función de la frecuencia del uso
de conductas purgativas y compensatorias a la semana, teniendo en cuenta:
20
Entre las características de los alimentos ingeridos durante el atracón se encuentra
que suelen ser de fácil adquisición y consumo y no requieren preparación, como, por
ejemplo, snacks, bollería, chocolate, bocadillos, embutido, etc. Generalmente se trata de
alimentos hipercalóricos, considerados “alimentos prohibidos”, que la persona evita
comer porque no forman parte de los alimentos que componen la dieta que siguen para
adelgazar o porque comerlos desencadenaría el atracón. En ocasiones, con la finalidad de
facilitar el vómito, pueden tomar bebidas con gas o grandes cantidades de agua.
La persona no siempre se da el atracón en el mismo lugar, puede iniciarlo en la mesa
ante su familia o amigos y seguir comiendo compulsivamente escondiéndose en otros
espacios, como la cocina, su dormitorio, el baño, etc.
Como se señala al inicio del apartado, una vez que se produce el atracón, la persona
tiene la necesidad de eliminar lo ingerido y utiliza para ello diferentes mecanismos de
purga. El vómito es la maniobra más usada, siendo diversos los métodos que utilizan,
desde el uso de los dedos hasta cualquier instrumento que les provoque el reflejo
nauseoso. También son habituales los laxantes, diuréticos y enemas, el ayuno durante
uno o más días y el ejercicio físico excesivo (entendido como el ejercicio al que se dedica
demasiado tiempo, se realiza aun estando contraindicado y altera la participación en otras
actividades). En el caso de pacientes con diabetes mellitus, es habitual la manipulación
de las dosis de insulina con la finalidad de reducir el metabolismo de los alimentos que
ingieren durante los atracones.
Las personas con BN presentan un deseo intenso de adelgazar y obtener logros de forma
inmediata, que suelen ser poco ajustados a sus circunstancias o características
personales. A la vez, pretenden alcanzarlos con un mínimo esfuerzo y escasa constancia.
Para ello, desarrollan una serie de comportamientos, especialmente los atracones, entre
los que realizan periodos de ayuno, toman comidas bajas en calorías y evitan alimentos
considerados prohibidos y que podrían desencadenar un atracón. Suelen comer a
escondidas durante el atracón y lo niegan si son descubiertas; ingieren cantidades
excesivas, de forma rápida, sin apenas masticar y sin saborear la comida, con una actitud
de voracidad y descontrol, y pueden levantarse varias veces al baño durante las comidas.
También es habitual que inicien regímenes estrictos que acaban abandonando, que
comprueben minuciosamente las etiquetas que informan sobre las calorías de los
productos alimentarios o que almacenen productos hipercalóricos para darse un atracón.
Pueden llegar incluso a robar dinero para poder comprarlos o a robar los alimentos, a
tener deudas en tiendas de comestibles o panaderías, etc.
Suelen pasar mucho tiempo en el baño vomitando y limpiando las pruebas que los
delatan y, si no pueden purgarse en el baño, lo hacen en otros lugares y esconden los
vómitos para no ser descubiertos.
Otros comportamientos típicos son el abuso de laxantes, diuréticos y fármacos para
adelgazar, el ejercicio físico intenso y de manera compulsiva e inconstante, varios
21
controles de peso diarios o consultar frecuentemente libros, revistas de moda y nutrición,
páginas de Internet, etc., para obtener información nutricional y comprar productos que
les ayuden a adelgazar de forma rápida y sin esfuerzo.
A diferencia de las personas con AN, que necesitan tener un control excesivo, las
personas con BN se caracterizan por el descontrol, el caos y la presencia de
comportamientos impulsivos. De hecho, algunas realizan prácticas de riesgo como sexo
indiscriminado y sin precaución, consumo de sustancias tóxicas como alcohol, drogas,
intentos de suicidio, etc. Pueden recurrir a las autolesiones como una forma de castigo,
una expresión de ira hacia su cuerpo o como una manera de canalizar el dolor emocional
que sienten a través del dolor físico.
Es más frecuente en los varones con BN la presencia de episodios de atracón
relacionados con el malestar físico y la insatisfacción y, generalmente utilizan como
método para eliminar la comida ingerida los laxantes, el ejercicio excesivo y el ayuno, y el
vómito es más infrecuente.
Las consecuencias físicas de las personas con BN no son tan evidentes como las que
presentan AN, razón por la cual pueden ocultar durante más tiempo el trastorno, aunque
no por ello dichas consecuencias son menos graves, ya que suelen aparecer de forma
abrupta y aguda tras varios años de evolución del trastorno. Las complicaciones médicas
son diversas y pueden variar en función de la causa que las origina.
22
1.2.3. Alteraciones psicológicas
Tal y como ocurre en el caso de las personas con AN, las alteraciones psicológicas que
experimentan las personas con BN se deben tener en consideración y abordarlas desde
un enfoque integral durante el proceso de intervención. Entre las alteraciones psicológicas
que pueden presentar se mencionan las siguientes:
Los varones con BN presentan menor distorsión de la imagen corporal que las
mujeres y mayores conflictos con respecto a su identidad sexual, aunque la mayoría son
heterosexuales. Con frecuencia presentan pensamientos rígidos, necesidad de control,
miedo intenso a volver a ser obesos y niveles altos de ansiedad y depresión.
23
Algunas familias presentan dificultades para expresar sus sentimientos, porque
imperan los estilos de comunicación deficitarios entre ellos y los valores centrados en el
dinero, la belleza y el éxito.
Las relaciones con familiares, amigos y compañeros de clase pueden deteriorarse
debido a los comportamientos agresivos e impulsivos de la persona con BN y a la no
participación en actividades que les producen malestar, lo que conlleva progresivamente
un aislamiento social. Al igual que les ocurre a las personas con AN, viven con tensión la
ayuda que les brinda la gente de su alrededor, por lo que evitan la interacción.
Existen otros TCA que provocan en la persona alteraciones a nivel biológico, psicológico,
social y familiar, y que, al igual que en la AN y la BN, requieren de una adecuada
valoración y tratamiento por parte de un equipo de profesionales expertos.
En esta guía no se aborda la intervención de estos trastornos, puesto que en la
práctica clínica del terapeuta ocupacional en unidades de trastornos del comportamiento
alimentario es infrecuente encontrarlos, y su tratamiento es más habitual en unidades de
salud mental infantil-juvenil o en centros de discapacidad intelectual. No obstante, se
considera importante mencionarlos.
Algunas de las modificaciones realizadas en el nuevo manual diagnóstico DSM-5 son
que la pica, el trastorno de rumiación y el trastorno de evitación y restricción de la ingesta
de alimentos se incluyen dentro de los trastornos de la conducta alimentaria y de la
24
ingesta de almentos; mientras que en el DSM-IV aparecían clasificados como trastornos
de la infancia y adolescencia. Además se produce una mejora en los criterios diagnósticos
de trastorno de atracón y los trastornos de la conducta alimentaria no especificada
(TCANE) del DSM-IV y los TCANE evolucionan a trastornos de la conducta alimentaria
o de la ingesta de alimentos especificados y no especificados.
1.3.1. Pica
Aparece como nuevo trastorno en el DSM-5, que sustituye y amplía el diagnóstico del
trastorno de la alimentación en la infancia y primera niñez del DSM-IV. Consiste en la
elusión de la ingesta de alimentos sin que se llegue a cubrir los requerimientos
nutricionales necesarios, por lo que se produce una importante pérdida de peso. Se
manifiesta más frecuentemente en niños que en adultos y se puede deber a la
disminución del interés en la comida, la presencia de alteraciones en el registro sensorial
con respecto a los alimentos o a la preocupación creciente hacia las diversas
consecuencias o desventajas de comer.
25
Entre las limitaciones funcionales y del desarrollo, se da retraso en el crecimiento,
deficiencias nutricionales, dependencia de suplementos nutricionales, nutrición enteral o
artificial mediante sonda y dificultades psicosociofamiliares.
Se trata de una categoría que incluye el DSM-5 para los casos que, aunque presentan
síntomas de un trastorno de la conducta alimentaria con importantes afectaciones en el
entorno social, laboral o personal, no cumplen todos los criterios diagnósticos de los
TCA. El facultativo debe indicar el motivo por el que no cumple los criterios para un
TCA específico.
Se utiliza cuando aun presentando síntomas de un TCA que alteran el desempeño social,
laboral y personal, no se cumplen todos los criterios en la categoría diagnóstica de los
TCA, por lo que se deben aplicar cuando no se especifica el motivo de incumplimiento
de dichos criterios.
Constituye una forma menos grave de los TCA, aunque, sin el tratamiento
adecuado, puede progresar hacia la AN o la BN.
26
1.4. Factores predisponentes, precipitantes y mantenedores
De acuerdo con los modelos de estrés y vulnerabilidad, los TCA son enfermedades de
origen multicausal y multifactorial, es por esto por lo que su aparición, desarrollo y
mantenimiento requieren de la combinación de diferentes factores denominados factores
predisponentes, factores precipitantes y factores de mantenimiento. En los siguientes
apartados se especifican con detalle.
Los factores predisponentes son aquellos que generan mayor vulnerabilidad en la persona
y que la hacen proclive al padecimiento del trastorno de la alimentación, actúan desde el
inicio de la vida y pueden ser personales, familiares y socioculturales.
27
– Factores familiares: los factores familiares se corresponden con los conflictos y
problemas que se producen en torno a los miembros de la familia, como puede
ser la presencia en los padres o familiares de problemas alimentarios o TCA;
trastornos afectivos u otra enfermedad mental; abuso de alcohol u otras
sustancias; negligencia física o afectiva, entendida como la permisibilidad y la
ausencia de límites en el ámbito familiar; interferencia en el proceso de
autonomía del hijo a través de la sobreprotección y la falta de reconocimiento
de la individualidad; excesivo valor a la imagen y a la apariencia externa en la
familia, etc. Algunos de los comportamientos que pueden aparecer en el núcleo
familiar son la realización frecuente de dietas, la preocupación excesiva por la
forma de alimentarse, la ausencia de hábitos alimentarios saludables, la
desorganización en las distintas comidas, etc.
– Factores socioculturales: los factores socioculturales se deben principalmente a
la influencia que ejerce en nuestra cultura la idea de la delgadez como garantía
de éxito social y a la estigmatización social de la obesidad.
Son aquellos factores que facilitan la permanencia del trastorno una vez instaurado,
28
prolongan la duración o interfieren en el proceso de recuperación.
Entre los más característicos se señalan el mantenimiento de una dieta restrictiva; la
presencia de atracones seguidos de la purga, que posibilita la eliminación de los alimentos
ingeridos; el refuerzo positivo que las personas con TCA reciben tras la pérdida de peso;
la consecución del objetivo marcado; la atención que reciben por parte de los demás y el
sentimiento de control sobre la comida; también los conflictos en las relaciones familiares
y la dificultad de su resolución, las frecuentes discusiones familiares en torno a la mesa,
la pérdida de roles de los padres, el fomento de comportamientos desadaptados y su
normalización, etc. Otros factores mantenedores son el aislamiento social, la realización
de actividad física excesiva y la yatrogenia.
29
2
Recursos asistenciales
30
atención y prevención, debido a que el proceso de tratamiento de las personas con TCA
es complejo y requiere de una coordinación y seguimiento interdisciplinares eficaces.
Según el Sistema Nacional de Salud de España (SNS) 2010, en la red sanitaria
pública existen dos niveles asistenciales: la atención primaria y la atención especializada.
La elección del régimen de tratamiento se realiza considerando la salud física, mental y el
apoyo sociofamiliar.
La detección precoz de los comportamientos psicopatológicos, el establecimiento del
diagnóstico y su tratamiento permiten, generalmente, una evolución y pronóstico
favorables. Para ello, es primordial que el personal sanitario de los servicios de atención
primaria disponga de una formación específica sobre los TCA.
Tras la derivación del caso por los profesionales de atención primaria, otras
especialidades o urgencias, los profesionales que intervienen en atención especializada
valorarán al paciente, intentado siempre que sea posible que la persona continúe en su
entorno, con el fin de que esta no asuma la enfermedad como única identidad. Por ello es
recomendable optar por aquellas alternativas terapéuticas, como consultas externas u
hospital de día, y considerar la hospitalización completa en caso de requerir una
intervención más intensiva.
Generalmente los centros de atención primaria (CAP) son el primer nivel de acceso a la
atención sanitaria. Las actuaciones de estos equipos se centran en la identificación de las
personas con riesgo de presentar un TCA y el establecimiento de un diagnóstico precoz.
Se considera la posibilidad del tratamiento desde el CAP o de la derivación del paciente a
un dispositivo especializado. Por último, se establece una coordinación con los
dispositivos de atención especializada.
La demanda para la asistencia médica suele ser solicitada principalmente por los
padres o la pareja de la persona con anorexia nerviosa; y es infrecuente que la persona
afectada solicite tratamiento debido a la escasa o nula consciencia de enfermedad.
Cuando se trata de personas con bulimia nerviosa suelen acudir al médico de atención
primaria por voluntad propia.
Los profesionales de atención primaria (médico o enfermera) evalúan el estado físico
y nutricional, las complicaciones orgánicas y las alteraciones psicopatológicas. Si el
tratamiento no resulta eficaz en un plazo relativamente corto de tiempo, lo más indicado
es remitir a la persona a un equipo especializado.
Los criterios de derivación de atención primaria al servicio de salud mental, descritos
en la Guía de práctica clínica (GPC) del sistema nacional de salud sobre los TCA,
2009, son los siguientes:
31
– Cuando se ocurren episodios de bulimia regulares, es decir, conductas de
sobreingesta alimentaria o conductas purgativas persistentes (vómitos
autoinducidos, abuso de laxantes y uso de diuréticos).
– Cuando se da la presencia de alteraciones psicopatológicas asociadas.
– Cuando hay una falta de consciencia de la enfermedad.
– Cuando, a pesar de seguir las pautas de atención primaria, no mejoran ni el peso
ni los episodios de bulimia.
La atención especializada para personas con TCA se presta a través de los siguientes
recursos: consultas ambulatorias especializadas, hospitalización completa (hospital de
salud mental y general), hospitales de día para hospitalización parcial (monográfico de
TCA y general de salud mental), servicio de urgencias psiquiátricas, servicios médicos de
hospitales generales (endocrinología, ginecología, odontología, medicina interna, etc.) y
unidades específicas (de TCA, de trastornos límite de la personalidad, de conductas
adictivas).
Está indicada como primera opción para el tratamiento de la persona con TCA si se
dan las siguientes condiciones: presencia de motivación para el cambio, un estado
nutricional adecuado y un soporte familiar apropiado. También es un recurso utilizado
por pacientes en seguimiento tras el alta hospitalaria, que se encuentran en proceso de
mantenimiento de los logros conseguidos.
Este tipo de tratamiento permite mantener a la persona con TCA en su comunidad,
lo que facilita la mejora y la conservación de sus áreas ocupacionales.
Los criterios de alta de la consulta ambulatoria especializada suponen que la persona
con TCA está preparada para participar en sus actividades cotidianas de forma
normalizada; según la Guía de práctica clínica sobre trastornos de la conducta
alimentaria, 2009, estos son:
32
– La ausencia de otras alteraciones psicopatológicas que requieran tratamiento.
B) Hospital de día
33
C) Hospitalización completa
34
Es importante que la persona con TCA abandone la creencia de controlar su vida a
través del peso, para lo que hay que acompañarle en la búsqueda y desarrollo de distintas
herramientas para que pueda manejar y aceptar aquellos aspectos de su vida que siente
descontrolados.
Según la Guía de práctica clínica (2009), los criterios de alta de hospitalización
completa son:
35
Los recursos asistenciales privados que mayoritariamente atienden a personas con
TCA en España se explican a continuación y se profundizará en las asociaciones de
familiares de personas con TCA y las clínicas privadas.
Se incluyen programas cuyo fin es facilitar información sobre los TCA, el uso
adecuado de las nuevas tecnologías, la nutrición, la autoestima, etc., para proteger a la
población general y, especialmente, a los adolescentes en riesgo de desarrollar un TCA.
Protégeles y la Fundación Imagen y Autoestima son dos buenos ejemplos.
Protégeles es una organización compuesta por profesionales de diferentes ámbitos
que tiene como objetivo garantizar la seguridad de los menores en la utilización de las
nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), y fomentar con ello su buen
uso.
Han realizado varias campañas de prevención de los TCA en la Red como, por
ejemplo, Anaymia.com. Fue la primera campaña (2004) de prevención de TCA y sirvió
para cerrar numerosas páginas pro-Ana y Mía, además de para detectar nuevos casos de
personas en riesgo que se refugian en la Red e intervenir para un uso responsable de las
nuevas tecnologías. “Tú eres más que una imagen” es la segunda campaña de la
36
organización Protégeles, en la que se da información de los TCA al entorno social
próximo de la persona afectada. Otra campaña es “Stop obsesión”, con la que se hace
una crítica a la moda, a su aspecto cíclico, a la obligatoriedad de cumplir con las
tendencias para pertenecer a un grupo y a la adaptación de las prendas a cada persona.
También se incide en los modelos más predominantes de los medios de comunicación, la
publicidad, los programas de televisión, el cine, las revistas, etc.
En la Fundación Imagen y Autoestima, unos profesionales realizaron por encargo del
FEACAB un análisis sobre el estado de las tallas en España y la insatisfacción corporal
que crea en la población y, especialmente, en las mujeres. Se realizó un estudio
antropométrico de las medidas reales de la española media, para diseñar un sistema de
patronaje homogéneo; aunque en la actualidad, el proceso de unificación de tallas sigue
sin implantarse. Además desarrollan distintas actividades de divulgación sobre cómo
promover una buena autoestima y una relación positiva con nuestra imagen corporal,
además de charlas preventivas dirigidas a la población adolescente, padres, educadores y
a profesionales sanitarios de atención primaria.
D) Otras actividades
Otras actividades importantes en este sentido son los campamentos de verano y los
pisos tutelados. Los campamentos están dirigidos a fomentar la participación social y en
ellos se trabajan aspectos relacionados con la comida, el ocio terapéutico, las habilidades
sociales, los valores, los intereses hacia la naturaleza, el seguimiento de rutinas, etc. Por
otra parte, el objetivo de los pisos tutelados es que la persona con TCA pueda poner en
práctica de manera gradual las distintas actividades de la vida cotidiana, y facilitar así la
adquisición de autonomía. Además, se trabaja la prevención de las recaídas y la
integración progresiva en la comunidad.
Además de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la
Anorexia y Bulimia Nerviosa existen otras asociaciones u organismos que trabajan en pro
37
de la prevención, promoción e intervención de los TCA desde distintos ámbitos de
actuación.
AEETCA es la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la
Conducta Alimentaria; fue creada en 1996 y la mayor parte de sus socios son
profesionales que llevan a cabo actividades de investigación y tratamientos de personas
con TCA.
Los gobiernos de las comunidades autónomas han elaborado guías de práctica
clínica, dirigidas principalmente a profesionales sanitarios, y manuales de actividades
preventivas para los centros educativos.
La Comunidad de Madrid ha publicado una guía sobre los recursos para el
tratamiento de los TCA; entre dichos recursos cabe destacar el teléfono gratuito del
Instituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios de la Comunidad de Madrid, atendido
por dos psicólogas formadas en TCA y por otros profesionales especialistas en salud
mental y nutrición.
La Federación de Mujeres Jóvenes de diversas comunidades autónomas ha lanzado
una campaña para proteger a las mujeres de la insatisfacción corporal y fomentar la
diversidad de apariencias y la belleza interior, el lema de esta campaña es “No seas presa
de la talla”.
Las clínicas privadas son recursos que ofrecen tratamiento integral a la persona con TCA
y a sus familiares según sus necesidades. La forma de acceso a estos centros puede ser
privada o concertada.
Las modalidades de tratamiento con las que cuentan son similares a los recursos
públicos anteriormente mencionados (tratamiento ambulatorio, hospitalización parcial y
hospitalización total). La utilización de uno u otro depende de diferentes factores, como
la gravedad del caso, la motivación al cambio, el soporte familiar con el que se cuenta,
etc. (véase apartado 2.1.2).
El equipo terapéutico suele estar compuesto por psiquiatras, endocrinos, psicólogos,
nutricionistas y personal de enfermería. En algunas clínicas incluyen las figuras del
terapeuta ocupacional y el trabajador social.
Las prestaciones de las clínicas privadas y las públicas son prácticamente similares,
excepto en la cobertura que pueden dar las privadas por contar con otros recursos y otra
forma de financiación. Algunos recursos son pisos tutelados, comedor terapéutico y
fundaciones donde se realizan actividades de prevención, formación a profesionales,
participación social para las personas afectadas, investigación para la mejora de los
tratamientos, etc.
38
Como se analizará con detalle en los próximos capítulos, cuando se trabaja con personas
con TCA, es fundamental que todos los profesionales que constituyen el equipo
terapéutico sigan la misma línea de trabajo durante la intervención, para evitar de esta
forma interferir o alterar la posible evolución del paciente. Para ello es crucial establecer
objetivos comunes claramente definidos y que la comunicación entre los miembros sea
fluida, e incluso puedan contar con un espacio en el que compartir las diferencias y
abordarlas, para posteriormente converger en un programa de tratamiento del que todos
los profesionales se sientan partícipes.
Existen diversos enfoques de trabajo en equipo, entre los que se destacan:
– Contagiar energía y fuerza para afrontar los desafíos con los que se encuentran.
– Promover la retroalimentación y el compromiso entre los distintos miembros,
creando oportunidades de actuación.
– Facilitar y valorar la participación de cada uno de los componentes.
– Escuchar e integrar activamente la información aportada por cada profesional.
– Coordinar el papel de cada miembro del equipo en el establecimiento de
objetivos comunes y en la evaluación, modificación, ajuste y reformulación de
estos.
– Clarificar los roles de los integrantes del equipo cuando exista confusión entre
ellos, para reducir de esta forma los conflictos interprofesionales.
39
comunicación y la toma de decisiones, resulta imprescindible construir espacios formales
como las reuniones de coordinación. Es conveniente la participación de todos los
miembros del equipo implicados en el tratamiento y es aconsejable realizar y tolerar
críticas constructivas, aprender de los errores cometidos y expresar opiniones.
El proceso de intervención será más eficiente cuando el equipo fomente la
colaboración y la confianza de la persona con TCA y de su familia, y es imprescindible la
implicación de las familias y los pacientes en el planteamiento de los objetivos.
Debe existir una buena comunicación entre todos los miembros del equipo, los
familiares y la persona con TCA mediante intervenciones directas y transparentes, dado
que a lo largo del tratamiento surgirán situaciones duras, tales como la omisión u
ocultación de información por parte de algún miembro de la familia, la tergiversación de
las indicaciones u oposición a estas, la resistencia al cambio, las dinámicas familiares
complejas, etc.
40
– La evaluación y el diagnóstico ocupacional, la planificación de la intervención y
su seguimiento.
– La información referente a las áreas de ocupación, las características de la
persona con TCA, las destrezas y patrones de ejecución, el entorno y las
demandas de la actividad y cómo la interacción entre estas influyen en su
participación ocupacional.
– El uso de la actividad para facilitar el cambio, centrado en la identidad
ocupacional de la persona con TCA, en su sentido de competencia y en la
ocupación con significado.
– Las incidencias y observaciones que el terapeuta ocupacional considere
relevantes y que han tenido lugar durante la realización de los programas que
coordina y aplica.
El tratamiento de las personas con TCA conlleva, en ocasiones, una trayectoria temporal
prolongada en la que participan diferentes recursos y servicios. Por ello, es importante
considerar que los dispositivos que los atienden forman parte de un engranaje
comunitario.
Los profesionales deben tener en cuenta los entornos físico y social en los que se
desenvuelven las personas con TCA, para lo que debe considerar a la familia y los
recursos de la comunidad tales como centros educativos, sanitarios y sociales, etc.
Como se ha explicado en el apartado anterior, desde el trabajo en equipo se realiza la
coordinación de los profesionales que componen un dispositivo. Cuando se trata del
trabajo en red, se requiere la coordinación de los equipos de los distintos dispositivos o
recursos que intervienen en el caso.
El trabajo en red establece un continuum entre los distintos contextos, es decir,
permite una mayor integración, conexión y complementariedad entre los profesionales y
recursos que atienden a la persona con TCA; el intercambio de conocimientos entre los
diferentes dispositivos mejora la funcionalidad entre ellos y ofrece un tratamiento
individualizado e integral adaptado a las necesidades de cada caso.
Para poder entender las diferencias entre coordinación y trabajo en red se atenderán
a las seis variables que considera José Ramón Ubieto (2009):
41
– Alcance de la intervención: el trabajo en red facilita una mirada amplia del caso
integrando diferentes aspectos y sin focalizar la atención únicamente en el
síntoma. La coordinación facilita crear una mirada fragmentada y centrada en el
síntoma.
– Procedimiento oral y escrito: el trabajo en red implica una comunicación verbal
y escrita. Comunicar se trata de un reparto, un intercambio, aceptar el
encuentro con el otro. En la coordinación se informa transmitiendo un mensaje.
– Referente del caso: el trabajo en red favorece la referencia colectiva y garantiza
el intercambio de información entre los puntos implicados en la red. En la
coordinación, cada profesional implicado es un referente.
– Modo de evaluación: en el trabajo en red la evaluación se centra en el proceso
como elemento decisivo para la mejora continua del abordaje de cada caso. En
la coordinación, la evaluación suele estar protocolizada, con indicadores poco
centrados en el proceso.
42
3
Marcos de referencia teóricos y modelos
de práctica
La teoría psicoanalítica fue desarrollada desde finales del siglo XIX hasta mediados del
siglo XX por Sigmund Freud, quien expuso sus teorías sobre los síntomas como
instrumentos inconscientes para la expresión de conflictos psíquicos. Otros autores
pertenecientes a esta línea de pensamiento son Adler, Jung, Klein, Winnicott, Erikson,
Bowbly y Lacan.
43
Como señalan Moruno y Talavera (2011: 66):
44
En la BN se compensa el abandono con la comida, se llena de comida porque siente
la falta de amor, subsanando la dificultad de la madre para sentirse completa con el bebé
(primer nivel).
Otros autores hacen referencia a la patología anoréxica o bulímica como una
reparación a la madre o padre, o a la historia familiar, o al trauma de lo familiar, o a la
pareja amorosa maltrecha de los padres, o a un exceso de amor y de posesión, etc.
El psicoanálisis destaca que en la anorexia y la bulimia pueden darse algunos
aspectos. En ocasiones revelan dificultades vinculadas fundamentalmente al esfuerzo
fallido por lograr el paso individuaciónseparación. Este paso es imprescindible para
desarrollar una identidad propia y distinta de la de sus progenitores. Se observa una
confusión, un problema de reconocimiento de las señales del cuerpo, vinculado a una
relación con una madre que “confunde”. También presentan dificultades de relación con
la figura materna o para determinar su orientación sexual. De alguna forma, manifiestan
el síntoma a través de su cuerpo, sin hacer uso de la palabra. En la historia de estas
pacientes aparecen frecuentes episodios abandónicos o experiencias de pérdida durante la
infancia.
Algunas intervenciones desde el marco psicoanalítico pretenden que la persona
evolucione desde la exhibición de un cuerpo esquelético y del discurso repetitivo a la
incorporación de la palabra.
Muchos autores coinciden en que la principal dificultad en el trabajo en personas con
AN es que viven la anorexia como una solución, no como un problema. En referencia
con el tratamiento de la persona con AN, Graciela Strada (2002: 229) señala que
realizar un viraje en su posición de sujeto, del hacer al decir. El hacer, el no comer como acto, como
única forma de decir no, detiene, fija, impide que algo de la subjetividad se manifieste, circule en el
encadenamiento de sus palabras.
45
Inicialmente, se consideraba que el comportamiento humano era el resultado del
aprendizaje producido tras la asociación entre variables externas y la reacción del
individuo ante estas; posteriormente, se incluyeron las variables intraorganísmicas.
Actualmente, desde este marco teórico se incluye la historia del paciente para
conocer el inicio de los comportamientos y los factores que los mantienen, y se prioriza
el presente en la intervención.
El objetivo principal de la intervención desde este marco es la identificación de los
pensamientos y creencias disfuncionales y las conductas y emociones derivadas de estos
que generan malestar, con el fin de favorecer la modificación de estos procesos
cognitivos y facilitar cambios emocionales y conductuales adaptativos. Se pretende que
los pacientes reestructuren estas creencias, “desaprendan” los comportamientos
disfuncionales y “aprendan” otros más saludables y generadores de bienestar.
En lo referente al tratamiento específico de TCA, en Fairburn et al. (1997) se toma
como referencia la terapia cognitivo-conductual (TCC) para la depresión propuesta por
Beck, y se desarrolla un tratamiento para la BN. Posteriormente, otros autores como
Garner, Vituosek y Pike (1997) adaptaron la TCC de Fairburn para la intervención en la
AN.
El marco de referencia cognitivo-conductual considera que las personas con TCA
presentan pensamientos disfuncionales que giran en torno al peso y a la forma corporal
como única manera de obtener valor y éxito personal y hacen uso de la comida como
forma de reducir su malestar y controlar su mundo interno y externo.
Como señalan Garner y Bemis (1982) (citados por Raich, 1999: 35), los
pensamientos o creencias irracionales que aparecen con mayor frecuencia en las personas
con TCA son los siguientes:
46
estoy gordo”.
– Pensamiento supersticioso: referido a la creencia de atribuir una explicación
mágica e irracional, externa a la persona, tras la realización de determinados
comportamientos. Por ejemplo: “Si adelgazo, esa chica se enamorará de mí”.
El modelo médico considera que los comportamientos patológicos que presentan las
personas con enfermedad mental son debidos a factores orgánicos que producen
alteraciones anatómicas o fisiológicas del sistema nervioso central (SNC) y que se
manifiestan mediante síntomas y signos.
El método utilizado para clasificar los síntomas y signos producidos por las
alteraciones orgánicas identificadas se denomina proceso diagnóstico. Este consiste en
detectar los síntomas y signos derivados de la alteración producida en el organismo,
establecer el diagnóstico y revelar la etiología que motiva la enfermedad.
La finalidad de la intervención es eliminar o modificar la causa que produce la
enfermedad y, en caso de no poder hacerlo, paliar o compensar los signos y síntomas
47
que presente el paciente. La intervención consiste principalmente en la administración de
tratamiento farmacológico.
Las críticas más importantes a este marco es su punto de vista reduccionista, ya que
se centra únicamente en la alteración orgánica para explicar problemas de salud mental.
Haciendo un breve recorrido histórico acerca de la AN desde el marco de referencia
médico, los datos más relevantes datan de principios del siglo XX, cuando diversos
autores se plantean como posible causa primaria de la AN una alteración biológica o
endocrina. En 1914, Simmonds señaló que la AN era un trastorno orgánico cuya
alteración se encontraba en la hipófisis. En 1961, con el descubrimiento del centro de
alimentación en el hipotálamo lateral por Anand y Broberd, se pretendió explicar los
mecanismos neuronales alterados, que daban lugar al desajuste en la regulación de los
mecanismos del hambre, la alteración en la regulación de la temperatura corporal y la
alteración en los ejes hipotálamo-hipofisario y gonadal. Estas hipótesis fueron refutadas al
descubrirse que son secundarias a la malnutrición prolongada.
Durante la década de los 90 los avances en los estudios genéticos, neurofisiológicos
y de neuroimagen confirmaban la base neurobiológica de los TCA. Entre las alteraciones
identificadas se destacan la atrofia cortical y el aumento de los ventrículos con pérdida de
sustancia gris y blanca, más pronunciado en pacientes con AN que con BN. Se observan
trastornos en la transmisión de dopamina, serotonina y otros neurotransmisores.
También, deficiencias en la actividad neuronal de diversas regiones cerebrales como la
ínsula anterior, encargada de la percepción de la imagen corporal; la región prefrontal,
dorsolateral y el cerebelo, ambos implicados en el procesamiento cognitivo, y las
circunvoluciones del parahipocampo y fusiforme, cuya función es el procesamiento de
las emociones.
En cuanto al tratamiento psicofarmacológico de los TCA no existe en la actualidad
ningún tratamiento específico para estos trastornos. Los fármacos que más
frecuentemente se administran a los pacientes con TCA son aquellos dirigidos a tratar
otros síntomas asociados o diagnósticos secundarios, como depresión, trastornos de
ansiedad, trastornos del sueño, etc.
48
analizadas y utilizadas para permitirnos entrar en contacto con nuestro ambiente y
responder adecuadamente.
La teoría de la integración sensorial se basa en el funcionamiento del SNC y en los
principios de desarrollo ontogenético y filogenético de dicho sistema, que consideran que
si se produce algún fallo en las estructuras anatómicas que se desarrollan y funcionan
más tempranamente (táctil, vestibular y propioceptivo), provocarán efectos perjudiciales
sobre las funciones superiores que maduran más tarde, como la representación corporal,
la percepción visual, el procesamiento del pensamiento, la habilidad para concentrarse,
organizar y el aprendizaje académico, autoestima, autocontrol, confianza en sí mismo,
etc.
La base de la teoría de la IS se centra en que existe una fuerte asociación entre los
input sensoriales que el SNC recibe del entorno, la forma en que dicho sistema organiza
las sensaciones y la respuesta motora adaptativa que el sujeto da en un momento
determinado.
Cuando este proceso está alterado da lugar a un trastorno del procesamiento
sensorial (TPS) o disfunción del procesamiento sensorial; para Lane et al. (2000), esta
disfunción le supone al individuo la incapacidad de modular, discriminar, coordinar u
organizar de forma adaptativa las sensaciones que recibe.
Ayres define la disfunción de la integración sensorial como un mal funcionamiento
de la organización de la información dentro del SNC, el cual no consigue organizar los
impulsos sensoriales para poder darle al individuo una información adecuada y precisa
sobre él mismo y su ambiente (citado por Beaudry, 2003: 35).
Para Miller, Cermak, Lane, Anzalone y Koomar (publicado en Sensational Kids de
L. J. Miller, 2006 y Beaudry, 2009: 26), los TPS se pueden clasificar en los tres
trastornos que se explican a continuación.
49
– Evita sensaciones: umbral sensorial bajo y estrategia de respuesta activa.
– Guimon (1997) señala que las personas con TCA tienen alterada la experiencia
subjetiva del cuerpo, lo que viene dado por la integración de las sensaciones
exteroceptivas, interoceptivas, propioceptivas y vestibulares o cinestésicas.
Dichos estímulos tienen un papel importante en la integración del esquema y de
los límites corporales. Se destacan las sensaciones procedentes de la presión
sobre la piel (tacto profundo), la integración de cómo se siente la persona y de
cómo se ve a sí misma. Este autor apunta que la persona con AN muestra cierta
sensibilidad a determinados estímulos para los que la mayoría de las personas
están habituados, como las sensaciones procedentes del aparato digestivo.
– Shafran y Robinson (2004) refieren que uno de los motivos por los cuales las
personas con AN utilizan ropa ancha es la dificultad en la habituación ante los
estímulos de input táctil procedentes del roce de la ropa con su cuerpo y su
evitación.
– Heller (2002) sugirió que el ejercicio compulsivo que muestran estas personas
puede deberse a la búsqueda de estimulación táctil profunda y propioceptiva
como forma de autorregularse. Respecto a la alimentación, algunas personas
con TCA suelen hacer comentarios acerca de la sensación de aversión hacia la
50
textura o el color de ciertos alimentos, pueden ser selectivas con determinadas
marcas y preferir alimentos suaves o blandos.
– Hell (2002) realizó una descripción acerca de las similitudes entre las personas
con AN y la defensa táctil, y destacó las siguientes características: inestabilidad
emocional, baja autoestima, rechazo a las relaciones íntimas, problemas de
imagen corporal y rasgos de personalidad compulsivos.
Las personas con BN suelen presentar un umbral sensorial alto a los input
procedentes del sistema vestibular, propioceptivo y táctil. A nivel orofacial, suelen
autorregularse con grandes cantidades de alimentos que necesiten ser masticados,
crujientes y de sabor fuerte (Heller, 2002).
Es frecuente observar en pacientes con BN conductas autolesivas como forma de
búsqueda sensorial y de autorregulación ante problemas emocionales o frustraciones.
En la práctica clínica se observa que los perfiles sensoriales que suelen presentar con
mayor frecuencia las personas con AN son los que tienen que ver con un umbral
sensorial bajo, como sensibilidad sensorial, y la evitación de sensaciones. Algunas pueden
incluso mostrar un perfil de búsqueda sensorial preferentemente a nivel propioceptivo.
En las personas con BN, se puede dar con mayor frecuencia un umbral sensorial
alto y los perfiles que suelen presentar son registros bajos y búsqueda de sensaciones.
Respecto a los problemas de discriminación sensorial, numerosos estudios
evidencian que las personas con AN sobreestiman la distancia entre las zonas de
estimulación en múltiples partes del cuerpo. Esta sobreestimación parece estar más
presente durante la fase aguda de la enfermedad, en la que el peso está por debajo de lo
normal.
El terapeuta ocupacional formado en IS es el profesional responsable de evaluar y de
proporcionar a la persona con TCA durante la intervención, la estimulación sensorial
adecuada para facilitar la producción de respuestas adaptadas en relación con sus
necesidades o dificultades sensoriales.
51
Por ello, el síntoma anoréxico-bulímico está delimitado por las tres dimensiones en
las que está influido el sujeto, que son la sociocultural, la individual y la familiar.
A) Sociocultural
La aparición del síntoma puede ser atribuido al nivel de exigencia social actual en las
mujeres y a la vulnerabilidad de las más susceptibles de presentar un TCA. Selvini et al.
(1999) lo describían de la siguiente forma:
Hoy […] se pide que la mujer sea bella, elegante y que esté en forma, que dedique mucho
tiempo al cuidado de su persona; pero eso no debe impedirle competir intelectualmente con los
hombres y con las demás mujeres, hacer carrera, y tampoco enamorarse románticamente de un
hombre, ser tierna y dulce con él, casarse y representar el tipo ideal de esposa-amante y de madre
oblativa, lista para renunciar a los diplomas fatigosamente obtenidos para ocuparse de panecillos y
faenas domésticas.
B) Individual
El síntoma funciona como un mensaje que revela una dificultad en relación con el
proceso de separación, referido este a la capacidad de autodiferenciarse del contexto en
que se vive.
C) Familiar
Algunos autores han identificado y descrito las características que predominan en las
familias de personas con TCA.
Minuchin, en 1978, menciona las singularidades encontradas en las familias con
hijos con anorexia restrictiva. Entre ellas señala la inexistencia de límites claramente
definidos y una relación fusional entre los miembros de la familia que no deja lugar a la
diferencia. También la presencia de actitudes que dificultan el desarrollo de habilidades
para la autonomía. Asimismo, tienen tendencia a minimizar los conflictos hasta hacerlos
desaparecer y destacan la necesidad de complacencia y cierta rigidez y esfuerzo por
mantener el statu quo, referido al esfuerzo que realizan para guardar una imagen positiva
de cara al exterior.
Minuchin, Schwarz et al. (1997) incorporan a las anteriores tres particularidades
cuando describen a las familias de pacientes con bulimia, que son el aislamiento social, la
preocupación por las apariencias y la excesiva importancia que se da a la comida y a la
alimentación en el núcleo familiar.
Por otra parte, numerosos estudios empíricos (Espina et al., 1995) muestran la
inexistencia de patrones familiares específicos en los TCA, aunque parece que las
familias de personas con bulimia suelen ser más hostiles, impulsivas, presentan déficit en
las funciones parentales, desligamiento y falta de empatía en los padres, aunque no se da
52
conflicto de pareja. En las familias de personas anoréxico-bulímicas se dan algunos de los
rasgos anteriormente mencionados, pero no existe un déficit nutricional y sí un conflicto
conyugal. En las familias de personas con anorexia restrictiva, los padres presentan
actitudes más positivas, son sobreprotectores y se da la existencia de un conflicto de
pareja negado.
Desde la terapia sistémica se realizan intervenciones dirigidas tanto al paciente como
a la familia. Se utilizan tres modelos de terapia según si la intervención va dirigida a la
función del síntoma (terapias centradas en la estructura), a los patrones de
mantenimiento (terapias centradas en los procesos) o a ambos aspectos (terapias
centradas en visiones del mundo).
53
Los TCA se consideran ajustes creativos, en la medida en que los comportamientos
que realizan (dietas estrictas, atracones, vómitos, contar calorías, etc.) actúan como una
barrera protectora que dificulta que la persona reflexione acerca de las cuestiones
subjetivas que se encuentran en la base del problema.
Grosso modo, se puede decir que en las personas con TCA ocurre lo siguiente: el
cuerpo hace una demanda de lo que necesita (afectos, sexualidad, crecimiento,
conflictos) y estas, por algún motivo no pueden escucharlo. De alguna manera creen que
si lo ignoran terminará desapareciendo, dejará de ser una necesidad y podrán controlarlo
todo. Evidentemente el cuerpo no funciona así, si habla y no le escuchamos, se
manifiesta en forma de síntoma.
La terapia Gestalt contribuye en el abordaje de la personas con TCA desde una
visión holística. Se trabaja el presente, el “aquí y ahora”, sin olvidar que existe una
historia pasada y una perspectiva de futuro, y se abordan los procesos que mantienen el
síntoma a través de la comprensión de la función o el sentido que este tiene en la vida de
la persona.
Durante el tratamiento de personas con TCA este enfoque incluye experiencias
emocionales que van conformando una verdadera identidad, dan un lugar al lenguaje
corporal y favorecen la integración de partes del self en conflicto.
en situaciones muy avanzadas, con deterioro físico importante, es trascendental realizar pruebas de
esfuerzo. Nos indicarán el esfuerzo que es capaz de tolerar el paciente en aerobiosis, siendo el
indicador que nunca se debe rebasar en la realización de actividades.
54
3.2. Modelo de práctica: modelo de la ocupación humana
El modelo de la ocupación humana (MOHO) fue creado por Kielhofner a partir de las
teorías sobre el comportamiento ocupacional de Reilly y sus colaboradores, con el fin de
procurar y profundizar en los conocimientos sobre la naturaleza de la ocupación de los
seres humanos (Polonio, 2001: 99).
Sus inicios datan de los años 70 y se trata de las teorías en las que se sustenta la
ecología humana, la teoría general de los sistemas, la psicología cognitiva, el humanismo,
el existencialismo, etc.
El modelos de ocupación humana es un modelo integral, orientado a la práctica,
centrado en la persona y basado en la ocupación y en la evidencia. Además, está
diseñado para complementar a otros modelos y teorías. Es el modelo centrado en la
ocupación más utilizado por los terapeutas ocupacionales en todo el mundo, puesto que,
debido a su carácter global, permite su aplicación a cualquier persona que presente una
disfunción ocupacional.
Por ello, se considera que el MOHO es muy útil en la intervención con pacientes
con TCA. A continuación, se recogen las aportaciones realizadas por diferentes autores
que así lo ratifican:
Henderson (1999) llevó a cabo una revisión sobre la literatura referente a los marcos
de referencia y modelos más utilizados por los terapeutas ocupacionales que intervenían
con personas con TCA, y concluyó que el MOHO era el que se utilizaba con más
frecuencia.
Lim y Agnew (1994) aportaron como dato estadístico que el 66,7% de los
terapeutas ocupacionales en los principales centros australianos estaban usando el modelo
de la ocupación humana junto con la terapia cognitivo-conductual.
Otros autores que citan el MOHO como un modelo eficaz para que el terapeuta
ocupacional lo utilice en personas con TCA son Stoffel (1993), Martin (1998: 183),
Barris (1986), Giles (1985) y Lock (2000: 76-77).
Para poder adentrarnos en cómo se interviene desde el modelo de la ocupación
humana en los TCA, se partirá de la siguiente definición de Kielhofner (2011) (citado por
De las Heras, 2015: 36):
El MOHO conceptúa al ser humano como un sistema dinámico en el que destacan tres
componentes o factores personales ocupacionales –volición, habituación y capacidad de desempeño–
en interacción con los factores ambientales (4.º componente) constituyen parte de un todo que facilita
o restringe la emergencia del hacer.
Kielhofner (1985) sugiere que las personas con TCA son disfuncionales tanto en las
actitudes y hábitos alimentarios como en la búsqueda y participación de actividades
significativas.
La intervención desde la terapia ocupacional en las personas con TCA tiene como
objetivo fundamental abordar la disfunción ocupacional y facilitar un nuevo compromiso
en ocupaciones significativas, adaptativas y equilibradas (Abeydeera et al., 2006), a
55
través de la consecución de los roles, hábitos y habilidades de desempeño (Bridgett,
1993).
A nivel general, se recogen algunas de las disfunciones que pueden presentar las
personas con TCA explicadas desde los distintos componentes que constituyen el modelo
de la ocupación humana.
A) Volición
Se refiere a la motivación que tiene el ser humano por la ocupación. Los pacientes
con TCA tienen una motivación muy marcada en la realización de actividades que les
permitan perder peso y alcanzar el ideal de belleza que se han impuesto.
Este componente se divide en tres dimensiones:
56
B) Habituación
C) Capacidad de desempeño
57
distorsión de la imagen corporal.
Según Breden (1992), los déficits cognitivos secundarios a la inanición más
destacados son las preocupaciones por la dieta, el conteo de calorías, la compensación de
los alimentos ingeridos con ejercicio físico, el miedo a perder el control y aumentar de
peso y, por último, los problemas de atención, concentración y memoria.
Tolón (2003) hace referencia a la carencia de habilidades comunicativas y expresivas
que presentan las personas con TCA; les cuesta mantener una conducta asertiva y tienen
dificultades para la expresión no verbal.
Se define la capacidad de desempeño subjetiva o cuerpo vivido como “la
experiencia de ser y de conocer el mundo a través de un cuerpo particular” (Kielhofner,
2008: 70).
Las personas con TCA buscan, mediante sus comportamientos, alcanzar el ideal de
belleza que anhelan, y sienten una transformación desproporcionada de su cuerpo si
dejan de realizar las prácticas diarias rígidas que se han impuesto para adelgazar (“Me
siento gorda porque no he podido hacer 30 minutos de bici”). Suelen focalizar y tener
muy presente aquellas partes de su cuerpo que sienten con desagrado, las ocultan a
través de la ropa, no permiten que las toquen, las ejercitan hasta la extenuación y
pueden, incluso, llegar a autolesionarse. En ocasiones, el malestar hacia la
experimentación o visualización de determinadas partes de su cuerpo es tan elevado que
pueden encontrar dificultades en el desempeño de actividades como los estudios, la
higiene personal, vestirse, etc. Viven de forma excesiva aquellas sensaciones procedentes
del aparato digestivo, sobre todo después de alimentarse, algunas de estas sensaciones
son hinchazón, dolor abdominal, etc. La sensación de hambre suele estar negada (AN) o
desorganizada y aumentada (BN). La experimentación que tienen de su cuerpo está muy
relacionada con sus emociones, y sienten el cuerpo más ancho, gordo y desagradable
cuando están tristes o han tenido algún problema que no han podido resolver.
D) Ambiente
E) Hacer
58
Este componente se define como “explorar y practicar la propia capacidad de
experimentar, responder y resolver situaciones diarias” (De las Heras, 2015: 34).
El terapeuta ocupacional se encargará de evaluar las disfunciones ocupacionales
derivadas de la interacción entre los componentes personales y el ambiente, abordando
con la persona con TCA sus roles ocupacionales, las actividades, las tareas y las
habilidades propias de cada rol y los contextos ocupacionales en los que se desempeñan;
con el fin de que la participación ocupacional sea equilibrada, saludable y satisfactoria.
F) Adaptación ocupacional
Para que la persona con TCA tenga éxito en su adaptación ocupacional necesitará
construir una identidad ocupacional saludable, satisfactoria y significativa, manteniendo
en el tiempo el patrón de participación ocupacional que deriva de dicha identidad. Una
identidad saludable le permitirá adaptarse a las amenazas o dificultades que afecten a su
adaptación ocupacional a lo largo del tiempo.
El modelo transteórico fue creado por Prochaska y DiClemente en 1982, con el objetivo
de comprender cómo y por qué cambian las personas con ayuda de un terapeuta o por sí
mismas. Dentro de este enfoque, la motivación se entiende como el estado presente de
una persona o la etapa de preparación para el cambio; se trata de un estado interno
influido por varios factores externos. El autor Miller (1985), citado por Miller y Rollnick
59
(1999: 43), define la motivación como “la probabilidad de que una persona inicie,
continúe y se comprometa con una estrategia específica para cambiar”.
El modelo se creó para la intervención en personas adictas al consumo de sustancias.
En los TCA también se utiliza, dado que se han encontrado similitudes entre las personas
con TCA y las personas adictas fundamentalmente en la ambivalencia ante sus conductas
disfuncionales, las reacciones que producen en su entorno familiar, la carencia de
fármacos suficientemente eficaces, etc.
Autores como Beato y Rodríguez (2003: 52), en su artículo “Entrevista motivacional
y actitudes ante el cambio en pacientes con un trastorno del comportamiento
alimentario”, hacen mención a la existencia de investigaciones realizadas por el grupo de
la Unidad de Trastornos Alimentarios del hospital Maudsley, de Londres, y replicadas en
un trabajo del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Toronto, en las que se
concluye que el modelo transteórico de Prochaska y Di lemente es un enfoque útil en el
abordaje psicoterapéutico de personas con trastornos alimentarios.
El modelo no es específico de la TO, pero proporciona un modo de entender las
fases que transita la persona con TCA antes y durante la toma de conciencia de su
problemática y la motivación durante su proceso de cambio. Permitiendo al terapeuta
ocupacional la comprensión, adecuación y adaptación de la intervención en función de la
etapa en la que se encuentra el paciente. En el capítulo 6 se encuentra la aplicación de
este modelo en terapia ocupacional.
A partir de este modelo, el programa individualizado de intervención se negocia con
la persona, y se debe adecuar a la fase en la que se encuentre, así como a sus
necesidades y prioridades. Es importante considerar que el paso de una a otra fase no es
lineal, sino que el paciente puede oscilar entre las distintas fases contiguas. Las fases
descritas y adaptadas a los TCA son las que se explican a continuación.
A) Fase de precontemplación
B) Fase de contemplación
En esta fase la persona con TCA se siente ambivalente ante el cambio; oscila entre
las razones para cambiar y las razones para continuar de la misma manera.
Aunque dan importancia a la ganancia de peso, esta se ha debilitado debido a que la
60
persona toma conciencia de la relevancia del problema y del sufrimiento que le crea.
Además, presenta incertidumbre ante las indicaciones del equipo terapéutico y, aunque,
considera las implicaciones de realizar un cambio, todavía no hay deseo para la acción,
ya que se encuentra en duda y valorando los puntos positivos y negativos de cambiar o
de mantenerse.
La persona comienza a identificar dificultades en su desempeño ocupacional,
considerando que algo no va bien en su vida cotidiana, en sus relaciones interpersonales
o en la consecución de las metas que se propone, aunque percibe el problema alimentario
con menor intensidad que su entorno.
C) Fase de preparación/determinación
D) Fase de acción
En esta fase, la persona con TCA ha empezado a realizar cambios. Se produce una
recuperación del peso o disminución de la presencia de vómitos autoinducidos.
Persisten los sentimientos de ambivalencia, los temores y las dudas sobre seguir
aumentando el peso, entremezclados con sentimientos agradables y esperanzadores sobre
la posibilidad de salir de la enfermedad.
Se trata de un momento del proceso en el que el trabajo del equipo terapéutico se
intensifica como consecuencia del aumento de la implicación del paciente en el
tratamiento, quien asume mayor responsabilidad. Es momento de rediseñar la
intervención y priorizar aquellas áreas que más preocupan a la persona con TCA,
enfatizando las elecciones personales y la responsabilidad para decidir acerca de un
desempeño ocupacional satisfactorio y saludable.
E) Fase de mantenimiento
Para conservar el mantenimiento se requiere llegar a esta fase con un índice de masa
corporal saludable y en ausencia de vómitos u otras maniobras purgativas. Es crucial
considerar que debe existir una progresión paralela entre los cambios físicos y
psicológicos que se producen en la persona; de no ser así, continuarán las
preocupaciones por el peso, lo que aumentará considerablemente el riesgo de iniciar de
nuevo comportamientos que favorezcan el TCA.
Una vez conseguido un desempeño ocupacional saludable y satisfactorio, la persona
con TCA debe continuar trabajando para mantener los logros alcanzados a través de la
61
puesta en práctica en el medio normalizado, con una reducción progresiva del soporte
profesional a medida que afronta y maneja las dificultades que surgen en su vida
cotidiana.
F) Fase de recaída
La recaída se considera una fase dentro del proceso de cambio, son normales sobre
todo en personas que intentan el cambio de patrones de funcionamiento de larga
evolución.
Esta fase supone para el equipo terapéutico y el paciente rediseñar el programa de
tratamiento y desarrollar estrategias a diferentes niveles que sirvan para detectar modos
de funcionar que suponen un riesgo; para anticiparse a ellas, de forma que creen una
barrera protectora ante futuras recaídas.
62
PARTE II
ASPECTOS METODOLÓGICOS
63
4
Evaluación ocupacional
64
permite ajustar la intervención en todo momento. En los TCA, es crucial que el
terapeuta ocupacional realice reevaluaciones para ajustar la intervención, junto
con el paciente y su familia.
3. Valoración de resultados: consiste en considerar si nuestra intervención ha
mejorado, empeorado o paralizado el desempeño ocupacional de la persona con
TCA.
65
el juego o las actividades de ocio y trabajo o las habilidades laborales.
Bridges (1993) considera que son siete las áreas fundamentales de evaluación en
pacientes con TCA: el estado general, el estado físico, la imagen de sí mismo, la
estimación de la talla corporal, el manejo del tiempo, intereses y actividades y el
equilibrio entre control interno y externo.
Catana Brown hace referencia a las dificultades que impactan en el desempeño
ocupacional de las personas con TCA (véase figura 4.1), e incluye la alimentación, la
participación en actividades cotidianas, la volición, el manejo de las emociones y la
comunicación.
66
Figura 4.1. Dificultades en personas con TCA que impactan en el desempeño
ocupacional.
67
4.2. Variables durante la evaluación en personas con trastorno del
comportamiento alimentario
Las áreas de ocupación se definen como los diversos tipos de actividades de la vida en
las que participan personas, poblaciones u organizaciones, incluidas las actividades de la
vida diaria (AVD), actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), descanso y sueño,
educación, trabajo, juego, ocio y participación social (AOTA, 2008).
– El baño o ducha: tanto las personas con AN como con BN evitan mirarse el
68
cuerpo en el espejo o lo miran excesivamente, con el fin de buscar
“imperfecciones” y analizarlas con detalle. En ocasiones, rechazan lavarse el
cuerpo porque no les gusta tocarse.
Además en las personas con AN, es frecuente que realicen ejercicio físico
durante la actividad, que utilicen escasamente los productos de baño por la
creencia errónea de que la grasa de estos productos se va a incorporar a su
cuerpo y va a hacer que engorde y pueden llegar a ducharse con agua fría para
perder calorías.
Las personas con BN pueden hacer un mal uso de los útiles de baño. Por
ejemplo, utilizando grandes cantidades de gel, champú, cremas, etc.
– El manejo de intestinos y vejiga: suelen manipular su sistema gastrointestinal
con el uso y abuso de laxantes, enemas y diuréticos; el retrete lo utilizan de
forma constante para intentar defecar y orinar el mayor número de veces
posible y también pueden presentar estreñimientos o diarreas.
– El vestido: suelen presentar dificultades en cuanto a la aceptación de su talla y,
sobrevalorando lo que consideran que es la talla ideal, pueden dedicar
demasiado tiempo a seleccionar las prendas de vestir que van a usar. En
ocasiones, llegan a medir sus formas corporales con cinturones y otras prendas,
y lo utilizan como un referente para saber si han engordado o adelgazado.
En el caso de personas con AN se observa una tendencia a utilizar colores
apagados y ropa ancha para disimular sus curvas o para enmascarar su estado
demacrado. Además, para conseguir aumentar su temperatura corporal pueden
hacer uso de determinadas prendas como suéter, jersey, faldas largas o incluso,
varios pares de calcetines. A veces, se observa que durante la recuperación de
peso existe una resistencia a desprenderse de las prendas que utilizaban cuando
tenían bajo peso, guardándola con el fin de volvérsela a poner algún día.
A diferencia de las personas con anorexia, las personas con bulimia suelen
utilizar ropa muy ajustada y extravagante, llevándoles, en ocasiones, a
seleccionar ropa poco adecuada para la ocasión. Pueden utilizar prendas de ropa
y complementos sobre todo pulseras para disimular o tapar las cicatrices o
heridas originadas por las autolesiones.
– La alimentación: suelen eliminar de su dieta aquellos alimentos que consideran
calóricos y reducir la cantidad de comida que ingieren; con el tiempo, puede
aparecer dificultad para identificar lo que es una ración normal. A menudo,
realizan comportamientos disfuncionales con el fin de fingir la inexistencia del
trastorno alimenticio a sus familiares, amigos, etc., como, por ejemplo, esconder
la comida entre las peladuras de la fruta o en la ropa, extender los alimentos en
el plato, etc. Toman café y agua en exceso para mitigar la sensación de hambre.
Las personas con AN reducen la toma de comida a una o dos veces al día,
y en casos graves llegan a mostrar rechazo a comer y a beber e, incluso,
realizan ayunos prolongados. Presentan un control excesivo de la cantidad de
comida, ingiriéndola con un ritmo lento y troceándola en exceso. Con
frecuencia, manipulan los alimentos para esconderlos, lavarlos, desmenuzarlos,
69
retirar la grasa, etc.
Las personas con bulimia pueden mostrar un ritmo rápido al comer y
trocean escasamente los alimentos, suelen presentar unos hábitos alimenticios
desorganizados que se agravan conforme evoluciona el trastorno. Como se
explica en el capítulo 1, presentan un ciclo caracterizado por la presencia de
episodios de control-descontrol en la ingesta de alimentos; con frecuencia,
comen a escondidas y almacenan grandes cantidades de alimentos.
Según Martin (1998: 210), el momento más frecuente en que las personas
con BN suelen darse un atracón es por la tarde. La característica principal es
que una vez iniciado es imparable y solo finaliza por una causa externa, como
puede ser un dolor abdominal, el sueño, una interrupción social, el vómito
autoinducido o que hayan terminado con todas las provisiones.
Los atracones se acompañan de miedo a no poder parar. Algunas personas
lo utilizan como sedante para calmar la sensación de pérdida o vacío en torno a
sus vidas, otras lo hacen como medio para canalizar sus emociones. El comer
en sí puede servir para aliviar la ansiedad, ya que describen una sensación casi
de euforia experimentada a través del proceso de comer. Cuando el atracón ha
terminado, la mayoría de los pacientes reseñan sentirse despreciables, gordos,
sucios, culpables, enfermos, etc.
– Durante el acto de comer: ponen en marcha estrategias para evitar ingerir
alimentos. En el comportamiento de las personas con AN se hace evidente
mediante su resistencia a tragar el bolo alimenticio y los líquidos, o escupiendo
la comida. En personas con BN se observa voracidad en la forma. Martin
(1998: 209) afirma que “temen la sensación de hambre y la presencia de
comida”. Tragan grandes cantidades de alimentos poco masticados; se puede
afirmar que el proceso de morder, masticar y tragar tiene un efecto calmante y
alivia los pensamientos y emociones angustiantes.
– Movilidad funcional: generalmente, aparecen diferencias entre las personas con
AN y BN en la forma en la que la realizan. En las personas con anorexia se
observa una inquietud motora, hipercinesia, puesto que es un medio para gastar
calorías y perder peso; en ocasiones, transportan objetos pesados de un lugar a
otro con el mismo objetivo (algo que hay que tener en cuenta durante su
participación en una actividad). Se observa un marcado aumento de la
movilidad tras la ingesta de comidas. Este alto nivel de movilidad les requiere y
ocupa una parte importante del tiempo diario, tanto de forma física como
mental.
En las personas con BN es frecuente la presencia de comportamientos de
baja o nula actividad; aunque, en ocasiones, pueden realizar ejercicio o moverse
esporádicamente y compulsivamente.
– Higiene personal y el aseo: las personas con TCA más jóvenes pueden
presentar carencia de habilidades de higiene o descuido en la eliminación del
vello corporal; también, una ausencia o falta de adquisición de hábitos básicos
de higiene o la presencia de conductas compulsivas.
70
En la experiencia clínica, se observa que, en ocasiones, las personas con
AN presentan comportamientos en los que descuidan la piel; prácticamente no
utilizan crema hidratante. Además, según Martin (1998): “Pueden ser
metódicas, meticulosas y obsesivas con la higiene personal”.
Las personas con BN pueden descuidar la higiene bucal, y tienen alta
probabilidad de aparición de caries; se caracterizan por la tendencia a utilizar
maquillajes, peinados y colores de uñas muy llamativos, a veces poco acordes a
su edad y al contexto. Muestran cierto descuido en la higiene de la cara y el
cuello, frecuentemente, motivado por la actividad de desmaquillarse, por un mal
uso de los productos.
– Actividad sexual: con frecuencia viven con temor este momento, ya que
conlleva mostrar su cuerpo al otro y, en ocasiones, se tienen dificultades para
aceptar su identidad sexual.
Es habitual encontrar que las personas con AN rechazan el contacto físico y
pueden presentar, sobre todo cuando la enfermedad está avanzada, una
disminución de la libido. El autor Martin (1998) señala que algunos adolescentes
varones con anorexia pueden presentar problemas de identidad sexual.
Las personas con BN a veces realizan conductas de riesgo o tienen
relaciones promiscuas. Aunque con menos frecuencia, también puede
observarse una tendencia a evitar las relaciones sexuales o, como lo denomina
Martin (1998), presentan “temor a la intimidad”.
71
mascota, es fundamental considerar el uso que esta puede hacer de
determinadas actividades relacionadas con su cuidado, ya que se puede dar el
caso de personas con anorexia nerviosa que hacen uso de los perros como
justificación para salir a pasear, hacer ejercicio o dar la comida que no quiere o
evita ingerir. Es importante destacar que suelen asumir y desempeñar el cuidado
de sus mascotas con eficacia.
El funcionamiento de las personas con bulimia suele ser más caótico puesto
que, con frecuencia, carecen de unos horarios estructurados para sacar al perro,
darle la comida, cuidar su higiene y limpieza, y la zona donde este habita, etc.
– Crianza de niños: a veces, las personas con TCA que participan como madres
en este tipo de actividades refieren presentar dificultades para alimentar y cuidar
de forma adecuada a sus hijos.
– Gestión de la comunicación: es frecuente observar que realizan una
interpretación sesgada o selectiva de la información, con una clara tendencia a
buscar y escoger la información relacionada con la comida (con las calorías de
los alimentos y aquellos que se supone ayudan a adelgazar, queman grasas, son
diuréticos, etc.) y con el cuerpo (ejercicios para moldear ciertas zonas, deportes
que queman más calorías, cremas, etc.).
– Movilidad en la comunidad: es poco frecuente que las personas con anorexia
hagan uso de los medios de transporte públicos, más bien suelen evitarlos para
trasladarse caminando, en patines o en bicicleta (cuando es posible más rodeo
del necesario).
En ocasiones, las personas con bulimia manifiestan dificultad para el uso
adecuado de transporte público debido al desconocimiento de horarios, la
impuntualidad, la falta de planificación, los olvidos de los billetes de viaje o el
dinero para pagar, etc.
– Uso de finanzas: las personas con anorexia suelen caracterizarse por ser
austeras; generalmente, realizan una adecuada gestión del dinero. Con
frecuencia, las personas con bulimia presentan dificultad para priorizar gastos en
función de los ingresos y usar las finanzas a largo plazo, y pueden, en
ocasiones, llegar a tener gastos desproporcionados o deudas.
– Gestión y mantenimiento de la salud: es importante considerar que con bastante
frecuencia las personas con TCA presentan comportamientos de riesgo para su
salud, como realizar dietas estrictas, poco equilibradas y sin control médico, los
atracones y purgas, el control exhaustivo del peso, las autolesiones, el consumo
excesivo de tabaco, etc. En personas con anorexia es más característica la
realización de ejercicio físico excesivo sin hidratación y reposición, pueden tener
pérdida de la menstruación y presentar niveles graves de desnutrición. En
algunos casos, las personas con bulimia pueden consumir sustancias tóxicas o
hacer mal uso del tratamiento farmacológico; así como presentar conductas
impulsivas extremas.
– Establecimiento y gestión del hogar: las personas con AN tienen
comportamientos rígidos y obsesivos con respecto al mantenimiento del hogar;
72
se manifiesta sobre todo con la limpieza y el orden, comportamientos que se
intensifican tras la ingesta de alimentos; además, suelen planificar y preparar
cuidadosamente todas las actividades que realizarán durante el día. Las personas
con BN pueden carecer de constancia en la realización de tareas domésticas, y
les resulta en ocasiones complejo mantener en las condiciones adecuadas sus
posesiones personales.
– Preparación de comidas y limpieza: las personas con TCA suelen presentar
dificultades en la planificación y ejecución de estas; se observa rigidez en la
forma de preparar y cocinar los alimentos, y los menús que elaboran son poco
equilibrados.
Las personas con AN se caracterizan por elaborar platos suculentos y
laboriosos para su familia, aunque para el consumo propio cocinan otros bajos
en calorías, con escasa variedad de alimentos, y se aseguran de eliminar las
partes grasas de los alimentos.
Es frecuente encontrar que las personas con BN muestran
comportamientos desorganizados en la realización de la limpieza y el uso de los
utensilios de cocina y tienden a preparar comidas poco elaboradas.
Los autores Bailey (1986), Breden (1992), Stoffel (1993) y Abeydeera et
al. (2006) señalan que la preparación y planificación de comidas y las compras
de los alimentos, facilitan al terapeuta ocupacional la evaluación de los estilos de
pensamiento defectuosos, los rituales relacionados con la alimentación o la
eliminación u ocultación de los alimentos que no han sido ingeridos; así como la
planificación del menú, las tiendas a las que van a comprar, la estimación que
realizan de las cantidades de alimentos, las formas de cocinar y comer una
comida nutricionalmente equilibrada y las habilidades sociales en la mesa.
– Compras: las dificultades que se pueden encontrar las personas con TCA
relacionadas con la actividad de compras suelen ser la tendencia a evitar acudir
a tiendas de ropa y el método de elaboración de una lista para la compra de
alimentos.
Las personas con anorexia, durante la realización de la compra de
alimentos, dedican muchísimo tiempo a comprobar las etiquetas de los valores
nutricionales de los alimentos y, generalmente, tienden a comprar siempre los
mismos, atendiendo especialmente a los productos bajos en calorías, light,
integrales, etc.
Puede observarse en las personas con bulimia la realización de compras de
forma compulsiva y cierta dificultad en la preparación y planificación.
C) Descanso y sueño
73
impide el desempeño funcional y satisfactorio de las actividades significativas de su vida
diaria.
A continuación, se detallan las actividades que la AOTA (2008) incluye en esta área
de ocupación, los comportamientos disfuncionales y, por tanto, los que se deben
considerar durante el proceso de evaluación:
D) Educación
Son todas aquellas actividades y tareas que van dirigidas a que la persona participe
de forma adecuada en el contexto educativo formal o informal, ya sea para el aprendizaje
de la materia académica o para participar en actividades extraescolares o con los
compañeros.
Las personas con TCA suelen dar mucha importancia a esta área ocupacional, la
mayoría de ellas valora muy positivamente la inteligencia, pero existen a grandes rasgos
diferencias significativas, como:
74
deporte, la música, los idiomas, la danza, etc.
Sin embargo, las personas con BN tienden a abandonar los estudios, ya que
su nivel de exigencia no se corresponde con el esfuerzo y la constancia que se
necesita, suelen escoger actividades formativas poco ajustadas a sus
capacidades y destrezas, presentan cierta dificultad para planificar
adecuadamente los tiempos para estudiar los exámenes y entregar los trabajos.
En ocasiones, inician la participación en varias actividades curriculares o
extracurriculares que abandonan con prontitud. Pueden tener intereses
vocacionales poco desarrollados o dificultades para identificar sus intereses
formativos.
– Exploración de las necesidades educativas informales o de intereses
personales: generalmente, las personas con TCA presentan dificultad para
identificar nuevos intereses y ampliar información. Es frecuente que los
intereses de las personas con AN respondan a las exigencias y expectativas
generadas por sus padres u otros miembros de la familia.
Las personas con BN suelen mostrar muchos intereses pero no los
desarrollan; no mantienen en el tiempo su participación en una actividad,
participan en ellas de forma impulsiva, se aburren con facilidad y la abandonan
si no logran los objetivos que se marcan de acuerdo a sus expectativas.
– Participación en la educación personal informal: algunas personas con AN
tienden a abandonar otras actividades para dedicarse exclusivamente a estudiar
y realizar ejercicio físico y, a veces, personas con BN inician la participación en
muchas actividades que terminan abandonando.
E) Trabajo
El área ocupacional del trabajo hace referencia a todas las actividades que tienen
relación con la participación en el área laboral o de voluntariado. En el Marco de trabajo
de la AOTA, se subdivide en:
75
presentar solicitudes correctamente, no acudir a las entrevistas, etc.
– Rendimiento en el trabajo o empleo: las personas con TCA pueden tener
dificultades en la relaciones con compañeros y normalmente evitan comer en
público. Las personas con AN suelen dedicar mucho tiempo a la realización de
actividades laborales con baja productividad, debido a su tendencia al
perfeccionismo, sus altos niveles de exigencia y a la autoimposición de elevados
estándares de rendimiento.
Las personas con BN pueden tener un bajo rendimiento laboral, dificultad
para respetar horarios y normas laborales o frecuentes retiradas de su puesto de
trabajo para darse atracones. En ocasiones, pueden presentar altos niveles de
ansiedad si el trabajo está relacionado con la manipulación o presencia de
alimentos, como por ejemplo, panadero, empleado en un supermercado,
cocinero, camarero, pastelero, etc.
– Exploración para el voluntariado: las personas con AN no suelen mostrar
interés en participar ni explorar oportunidades de voluntariado. Sin embargo, es
frecuente que las personas con BN exploren distintas actividades de
voluntariado, y escojan oportunidades poco ajustadas a sus intereses, aptitudes
y disponibilidad.
– Participación como voluntario: es poco frecuente encontrar que personas con
AN participen en actividades de este tipo, ya que lo consideran una pérdida de
tiempo y, cuando lo hacen, generalmente, ocurre en actividades que favorecen
la pérdida de peso. A veces, las personas con BN inician una participación en
actividades de voluntariado, aunque presentan dificultad para mantener el
compromiso.
F) Juego
– Exploración del juego: las personas con TCA suelen identificarse con las
actividades de juego relacionadas con el ejercicio físico.
– Participación en el juego: en general, no suelen incorporar el juego en su vida
cotidiana con la finalidad de disfrutar. Las personas con AN expresan
sentimientos de culpa por invertir tiempo para el juego y no dedicarlo a
actividades deportivas o formativas.
76
– Exploración del ocio: es usual encontrar que las personas con TCA presentan
dificultad para identificar intereses apropiados, ya que sus intereses quedan
restringidos a la consecución del ideal de belleza.
– Participación en el ocio: se caracteriza por un alto nivel de competitividad y
comparación con el resto de participantes. Las personas con AN, suelen escoger
actividades de ocio que requieren un gran consumo calórico y en su implicación
dedican gran cantidad de tiempo a realizar actividades relacionadas con el
ejercicio físico en solitario y en deportes de competición. Algunas personas con
BN tienden a identificar intereses poco ajustados a sus características. A
menudo se observa el comienzo de muchas actividades que terminan
abandonando, a la vez que muestran expectativas que no se ajustan a la
realidad.
H) Participación social
Según el Marco de trabajo de la AOTA (2008) “las características del paciente son
aquellas habilidades, características o creencias que residen en el cliente y que pueden
afectar a su rendimiento en el desempeño de una ocupación”.
En la evaluación ocupacional de los TCA es importante tener en cuenta las
creencias, valores y espiritualidad del paciente, así como las funciones corporales, ya que
condicionan la elección y participación de las actividades en las que se involucran y que
contribuyen a la creación de su identidad ocupacional.
En los cuadros 4.2 y 4.3, se recoge la información sintetizada de aquellas
alteraciones que pueden presentar las personas con TCA.
77
4.2.3. Destrezas de ejecución
78
79
Cuadro 4.4. Destrezas de ejecución
80
81
82
4.2.4. Patrones de ejecución
83
enfermedad. Como, por ejemplo, continuan con su ritual diario de ejercicios, a pesar de
las pautas de los profesionales, la realización de actividad física hasta consumir las
calorías que se han autoimpuesto, las comparaciones continuas con las demás personas y
con ellas mismas a través de la ropa, el uso frecuente de la báscula, etc.
Autores como Bermejo Saúl (2011) refieren que entre los rituales de las personas
con TCA se encuentra la utilización de iconos con imágenes de mariposas y libélulas que
simbolizan lo etéreo, vestidos vaporosos, mujeres escuálidas con coronas y diademas. La
belleza de aspecto frágil es el primer mandamiento de su iconografía.
Algunas pacientes con BN pueden autolesionarse como forma de afianzar su
identidad y pertenencia al grupo.
Las características del entorno físico y social que puede rodear a las personas con
TCA y en las que desempeñan sus ocupaciones son:
84
a) Físico: raramente existe alteración del espacio físico.
b) Social: en ocasiones, manifiestan haber tenido problemas con el grupo de
iguales, han podido ser criticadas, insultadas y excluidas del grupo por tener
exceso de peso u otros motivos. Tienden a reducir su grupo de amistades a una
o dos personas. Con los padres y la familia suelen tener problemas para
relacionarse; en la mayoría de las ocasiones, es la comida la responsable del
comienzo de las discusiones. A veces, el trastorno alimenticio puede ocultar un
conflicto familiar.
Con el fin de fusionar la práctica con la teoría desarrollada hasta el momento y, así,
aproximar al lector a la práctica clínica, seguidamente se expone un caso que se
continuará desgranando en los siguientes capítulos del libro. Con el fin de preservar la
intimidad de las personas con las que se trabaja, cabe mencionar que la información del
paciente que se relata es ficticia.
– Datos personales: Clara tiene 17 años. Vive en una zona rural junto a sus padres
y sus tres hermanos. Ella es la hermana mayor. Actualmente, estudia segundo
de bachillerato y asiste a clases de gimnasia rítmica tres días a la semana.
– Diagnóstico principal: anorexia nerviosa de tipo restrictivo (F50.01).
– Motivo de ingreso: acude a consultas externas de la unidad de trastornos del
comportamiento alimentario (UTCA), derivada por su médico de atención
primaria tras una pérdida ponderal de 20 kg, en un breve periodo de tiempo
(aproximadamente 6 meses).
– Anamnesis: Clara llega a la unidad con mínima conciencia de enfermedad. Tiene
un peso de 47,600 kg con una talla de 1,70 m y un IMC de 16,47 (la gravedad
según el DSM-5 es moderada). Presenta amenorrea desde hace tres meses. La
paciente considera innecesario su ingreso, aunque lo acepta por la insistencia de
sus padres.
Con la pretensión de relatar los hechos, Clara se remonta a ocho meses atrás,
momento en que sus familiares (abuela materna y madre) le hacen un comentario acerca
de su aspecto físico, coincidiendo en una etapa en que la profesora de gimnasia rítmica le
recomienda que pierda cinco kilos para participar en una competición.
Clara decide comenzar una dieta restrictiva basada en ensaladas y fruta, y realiza
dos comidas al día. Incorpora a su vida cotidiana maniobras para ocultar comida, tanto
en casa como en el instituto, y bebe dos litros de agua al día.
85
Presenta un cambio de peso de 67 kg a 47,600 kg. Refiere que quiere perder más
peso y tiene un intenso miedo a engordar. Niega maniobras purgativas y consumo de
laxantes y reconoce hacer ejercicio cuando se siente culpable tras haber comido.
Presenta conflictiva familiar en torno a la alimentación y a la pérdida de peso.
Durante la entrevista con la madre, se observa que esta da un valor excesivo a la comida
y que la ha utilizado como forma de premiar y castigar los comportamientos de Clara. Su
madre acude al gimnasio de lunes a viernes durante aproximadamente una hora y media.
La sintomatología actual consiste en distorsión e insatisfacción de la imagen corporal
(sobre todo en caderas y barriga), ánimo triste, poco comunicativa con tendencia al
aislamiento, escasa conciencia de enfermedad (minimiza las dificultades). Presenta
amenorrea.
En relación con el tratamiento farmacológico, en la actualidad, no precisa de él.
• Cuidado de los otros: cuida a sus hermanos dos horas por las tardes de
lunes a viernes, mientras su madre acude al gimnasio; expresa estar cansada
porque limita su tiempo para estudiar y salir con la bicicleta, pero se siente
en la obligación de hacerlo para no decepcionar a su madre.
• Gestión y mantenimiento de la salud: no percibe riesgo en las conductas de
86
restricción y ejercicio físico que realiza, ni por la pérdida de la
menstruación. Se pesa tres veces al día.
• Preparación de comidas y limpieza: le gustaba cocinar con su madre y
preparar postres para sus hermanos. En la actualidad, se dedica a realizar
actividades que tienen que ver con la limpieza y el orden. Refiere haber
abandonado la actividad de cocinar para evitar los conflictos que aparecen
con su madre debido a la forma de cocinar los alimentos, ya que Clara
exige que sea a la plancha.
• Limpieza de la casa: colabora con su madre y es muy organizada; refiere
sentir malestar si algún elemento de la casa no está en su sitio y siente la
necesidad de levantarse a colocarlo. Recoge la mesa y la cocina después de
las cenas, ordena su dormitorio todos los sábados.
• Compras: su madre se encarga de comprar los alimentos y su ropa, ella
teme enfrentarse a los espejos de los probadores de las tiendas y a la
realidad de la talla que utiliza. Su madre corta la etiqueta de las prendas de
vestir para evitar que Clara vea la talla y se enfade.
– Descanso y sueño:
– Educación:
– Ocio:
– Participación social:
87
con sus padres y hermanos y en el cuidado de estos. Ha dejado de salir al
campo con su familia y de participar en clases de pintura del centro cultural
de su pueblo.
88
5
Herramientas de evaluación
Las fuentes indirectas son aquellas que permiten al terapeuta ocupacional la obtención de
información sobre el paciente, sin necesidad de estar este presente. Suelen ser,
normalmente, datos recabados por otros profesionales que conforman el equipo
terapéutico u otros que forman parte de la red asistencial pública o privada. Nos permiten
89
obtener información de forma rápida y nos ayudan a evitar redundar en determinadas
áreas exploradas con anterioridad por otros profesionales, o profundizar en otras que el
terapeuta ocupacional considere necesarias.
Los datos que las fuentes indirectas aportan al terapeuta sobre la persona con TCA
son los siguientes:
A) Informes
B) Autoinformes
90
personas con TCA.
– Eating Disorder Inventory (EDI): evalúa áreas cognitivas y conductuales de las
personas con TCA.
– Bulimia Test of Edinburgh (BITE): ayuda a identificar a las personas con
síntomas bulímicos.
– Evaluación de la insatisfacción con la imagen: analiza la insatisfacción con la
imagen corporal a través de los tres componentes: insatisfacción cognitivo-
emocional, insatisfacción perceptiva e insatisfacción comportamental.
– Test de la silueta y Body Shape Questionnaire (BSQ): valora el grado de
distorsión de la imagen corporal que puede presentar la paciente.
– Escala de observación de conducta anoréxica (ABOS): para padres y pareja.
– Entre las distintas pruebas estandarizadas que valoran los aspectos de
personalidad se encuentran, entre otros, el inventario multifásico de
personalidad de Minnesota, el inventario de personalidad de Eysenck, el
inventario clínico multiaxial de Millon, Puede ser necesario el uso de otro tipo
de cuestionarios para valorar los posibles trastornos asociados al TCA como,
por ejemplo, el inventario de depresión de Beck.
C) Entrevistas familiares
D) Registros de huella
Aporta información que el paciente deja plasmada en los productos de sus acciones
(dibujos, fotografías, diarios, vídeos, etc.). Es una fuente de información que se deberá
aprovechar en caso de contar con ella; hace referencia al estado premórbido del paciente,
a sus formas de pensar y actuar durante los procesos agudos del trastorno, sus intereses,
91
relaciones sociales, etc.
A) Entrevista ocupacional
92
consideran como eje central de su tratamiento el establecimiento de una alianza
terapéutica sólida, que resulta de la construcción conjunta entre el paciente y el terapeuta.
La capacidad de escuchar, acoger y contener del terapeuta, les permite sentirse
comprendidos y apoyados en momentos de vulnerabilidad, lo que fomenta el desarrollo
de la cooperación y la participación de los pacientes en el camino hacia la mejoría (De la
Rie, Noordenbos, Donker y Van Furth, 2008).
Diversos autores refieren que en el establecimiento de la relación terapéutica es
importante considerar diversos elementos. Para Creek (1990), los elementos claves son
el respeto, la empatía y la honestidad. Según Bordin (1976), la configuración de la
alianza terapéutica debe incluir un vínculo positivo y el acuerdo en las tareas y en los
objetivos.
B) Observación
93
causalidad personal, valores y metas, intereses, roles, hábitos, habilidades,
experiencias previas, ambientes físico y social, participación y adaptación
ocupacional global. Puede ser utilizado para adolescentes y adultos jóvenes.
b) OPHI-II: es una entrevista histórica que recoge información sobre la adaptación
ocupacional de una persona en el tiempo; puede usarse con adolescentes y
adultos en distintos ambientes (Kielhofner et al., 1997). Está compuesta de tres
partes: una entrevista semiestructurada en relación con la historia de vida de la
persona, tres escalas de evaluación sobre la identidad y competencia
ocupacional y los contextos ocupacionales de la persona y, por último, la
narrativa de la historia ocupacional.
La evaluación mediante el OPHI-II en personas con TCA aporta
información sobre la forma en que el cliente desea retomar su vida. La
utilización de la propia narrativa es una gran oportunidad, tanto para el cliente
como para el terapeuta, de explorar la estructura volicional y comprender las
elecciones ocupacionales personales y las relativas al contexto.
La recogida de esta información facilita al terapeuta ocupacional la
comprensión de la clínica de estos trastornos multifactoriales tan complejos y
sus numerosos impactos en el funcionamiento ocupacional, además de facilitar
la identificación de aquellos comportamientos que pueden fomentar los síntomas
del TCA.
Los cuestionarios del MOHO que se pueden utilizar para valorar a las personas con
TCA son, entre otros, el MOHOST, que permite recoger la información sobre la
participación ocupacional del cliente en la evaluación inicial, es sensible a los cambios que
se dan a lo largo del tiempo y sirve para identificar aquellos aspectos del individuo que
son necesarios analizar con mayor profundidad mediante otros cuestionarios de este
modelo. Es útil tanto en adolescentes como en adultos con nula o escasa conciencia del
trastorno. Otros cuestionarios son el listado de intereses, que ofrece una lista de
diferentes actividades en las que la persona puede mostrar o no preferencias de
participación dentro de un continuo temporal. También, el listado de roles, que facilita
información acerca de cómo la persona identifica sus roles en pasado, presente y futuro y
el valor que tienen para esta. Así como la autoevaluación ocupacional OSA, que permite
que la persona evalúe su propia participación ocupacional, ofrece información sobre
cómo siente y valora su competencia ocupacional en aspectos relacionados con la
volición, la habituación, la capacidad de desempeño y el ambiente. Para Abeydeera,
Willis y Forsyth (2006), las escalas más eficaces para la evaluación de las personas con
TCA son OSA y OCAIRS.
Otra herramienta muy utilizada es el cuestionario ocupacional y pie de vida. En el
cuestionario ocupacional se registran las actividades que realiza la persona con TCA a lo
largo de un día y facilita información sobre cómo considera la persona cada actividad
(tarea de diario, vivir, trabajo, descanso y recreación), cómo cree que la realiza (su nivel
de satisfacción, etc.).
El pie de vida es un gráfico circular dividido en 24 porciones que representan las 24
94
horas del día, la persona las rellena con distintos colores elegidos para cada tarea de
diario (vivir, trabajo, descanso y recreación). Es muy útil, ya que facilita a la persona la
toma de conciencia de cómo es su organización diaria a través de la gráfica: el tiempo
dedicado al trabajo o a los estudios, la desorganización en las actividades, las horas de
realización de ejercicio físico, los tiempos que utilizan para el descanso, etc.
Existen otros cuestionarios que el terapeuta ocupacional podrá utilizar en función de
la persona con TCA y sus necesidades, tales como:
A) Volición
Clara muestra escasa confianza en las habilidades que posee y refiere que debe
dedicar más horas para mejorar su sentido de competencia. Expresa insatisfacción con el
trabajo que realiza, ya que no obtiene los resultados que necesita para estudiar medicina.
Presenta valores relacionados con la belleza, la inteligencia, la perfección, el éxito, el
esfuerzo y el trabajo. Identifica intereses significativos relacionados con la actividad física
y los estudios. En la actualidad, no muestra otros intereses.
B) Habituación
95
demandas y obligaciones sociales que requieren sus roles debido a su alto nivel de
exigencia y a su tendencia al perfeccionismo.
Respecto a su rutina presenta rigidez en la forma de organizar el tiempo. Identifica
horarios inadecuados de estudio (por exceso) y de comidas (por defecto), además, se
muestra ambivalente para cambiarlos. No presenta hábitos adecuados de sueño y
descanso, duerme aproximadamente cinco horas.
C) Capacidad de desempeño
Expresa dificultades para prestar atención y memorizar las tareas educativas, refiere
que no ha bajado su rendimiento porque dedica más tiempo que anteriormente.
Comienza a percibir falta de energía en la ejecución de actividades como gimnasia
rítmica, salir en bicicleta y cuando estudia. Carece de habilidades suficientes para
expresar sus deseos y necesidades a otras personas. Antepone las necesidades del otro a
las suyas y siente que sus ideas no tienen validez; muestra un ánimo triste.
Presenta alterada la percepción de su imagen corporal, especialmente, en los
miembros inferiores. Además, expresa sensación de malestar con respecto a su cuerpo,
especialmente, cuando realiza actividades grupales.
D) Ambiente
96
bici, hacer ejercicio, practicar gimnasia rítmica y estudiar. Las actividades que le gustaría
realizar en un futuro son ir de compras, viajar, estudiar idiomas, cocinar con su madre,
asistir a clases de dibujo y salir al campo con su familia.
Identifica los siguientes roles (todos ellos en pasado, presente, futuro y señalados como
muy importantes): estudiante, miembro de la familia, aficionada, proveedora de cuidados
y ama de casa.
Excepto el rol de amiga, que lo señala en pasado y futuro, ya que actualmente, no
realiza ninguna actividad con su grupo de iguales, aunque lo considera muy importante.
97
Figura 5.1. Pie de vida.
A través del pie de vida se observa que Clara, en tareas del vivir diario, dedica dos
horas al autocuidado: ducharse, vestirse, asearse y desayunar. Para cenar, asearse y
ponerse el pijama dedica 30 minutos. A lo largo del día, utiliza 12 horas en actividades
relacionadas con la educación; se incluyen el desplazamiento, la asistencia a clase, las
horas de estudio, y otras dos horas, para el cuidado de sus hermanos y la realización de
tareas de limpieza. Invierte tres horas en el ocio, sobre todo, en actividades como
gimnasia rítmica, salir en bicicleta y hacer series de ejercicios. Su tiempo para el
descanso o sueño es de cinco horas diarias.
98
5.3. Caso clínico. Diagnóstico ocupacional
99
• Compras: tiene dificultad para comprar su propia ropa, evita acudir a
tiendas por la distorsión e insatisfacción corporal al verse reflejada en los
espejos del probador.
– Descanso y sueño:
– Educación:
– Ocio:
• Las actividades que realiza están condicionadas por el gasto calórico que
requieren, por la presencia de creencias y valores en torno a la belleza y la
delgadez y como forma de liberarse del sentimiento de culpa tras la ingesta
de alimentos.
– Participación social:
100
6
Planificación de la intervención
101
desempeño ocupacional, y priorizando aquellas actividades que impliquen la promoción y
mantenimiento de la salud, la prevención de la enfermedad, las condiciones de
discapacidad y el manejo de conductas indeseables.
Para William y Spacmank (2005: 289),
estar centrado en la persona significa que sus prioridades deben ser las del profesional; sin embargo,
es importante reconocer otros factores que pueden gravitar en las recomendaciones del terapeuta.
102
siempre hay que considerar la singularidad de las personas con las que trabajamos.
• Favorecer el proceso de recuperación del peso con las pautas del personal
especializado en nutrición.
• Facilitar la adquisición de hábitos saludables de alimentación e ingesta de
agua junto con el personal de enfermería.
• Favorecer el entrenamiento en las distintas actividades de la vida diaria
disfuncionales, como comprar alimentos y ropa, cocinar, comer con
familiares, amigos y compañeros.
• Promover la elección de las formas de vestir y maquillarse apropiadas a su
edad, talla, gustos y acorde a las distintas situaciones.
• Facilitar la adaptación y aceptación gradual de las tallas de ropa saludables
según la recuperación ponderal.
• Aumentar la tolerancia a la frustración y disminuir el malestar que les genera
la utilización en público del traje de baño, de pantalones o camisetas de
manga corta, ajustadas, de determinados colores, etc.
• Planificar los horarios de sueño, descanso y reposo.
• Incorporar tareas que faciliten la preparación para el sueño.
• Facilitar formas más adecuadas de autorregulación de las sensaciones
corporales.
• Favorecer el desarrollo de la conciencia corporal para disminuir las
posiciones rígidas y la tensión muscular.
• Disminuir o eliminar la presencia de rituales, hábitos y rutinas mantenedores
de la AN, para prevenir las recaídas:
103
constantes, la observación en el espejo de forma obsesiva.
c) Disminuir la rigidez mental y el pensamiento concreto.
d) Facilitar la identificación y la modificación de las distintas creencias
irracionales y los valores e intereses que tienen que ver con la
perfección, la imagen y el cuerpo.
e) Rebajar la distorsión e insatisfacción de la imagen corporal.
f) Atenuar la necesidad de control.
104
• Potenciar las relaciones interpersonales para evitar el aislamiento social.
105
– Incrementar la autonomía en aquellas áreas ocupacionales disfuncionales:
106
• Explorar y ofrecer alternativas de actividades en la comunidad.
• Promover actividades grupales de participación en la comunidad de forma
gradual.
• Potenciar la seguridad es sí mismo y mejorar sus habilidades sociales.
107
Considerando lo anterior, el equipo terapéutico trabaja atendiendo las necesidades e
intereses de las personas a las que trata, realizando una continua adaptación a las
características propias de cada una, y no a la inversa. Los profesionales posibilitan que la
persona afectada y su familia adopten un papel activo durante el tratamiento y sean
acompañados por el equipo terapéutico durante todo el proceso, ofreciendo y facilitando
el desarrollo de las herramientas necesarias para alcanzar los objetivos que juntos se
marcan.
Según Moruno y Talavera (2011: 121):
establecer distintos abordajes para cada caso individual facilita la selección de aquellos tipos de
intervención más adecuados a los objetivos perseguidos. A su vez, delimitar los tipos de intervención
permite seleccionar de forma precisa las técnicas empleadas, vinculadas con los distintos marcos de
referencia teóricos y modelos de práctica.
108
exceptuando aquellos casos en los que la persona presenta un deterioro físico importante
que requiera una reposición nutricional inmediata o exista un riesgo vital por la presencia
de conductas purgativas y autolesivas. En este momento, la prioridad y los esfuerzos por
parte del equipo terapéutico irán dirigidos a la recuperación de peso y a la disminución
del ciclo atracón-vómito, así como de otras conductas de riesgo si existen.
Cuando por las situaciones anteriormente descritas se requiere proceder a una
hospitalización completa, la persona con TCA debe abandonar temporalmente su
contexto habitual, el área laboral o académica, la participación social, el ocio, etc. En
estos momentos, será el equipo terapéutico el que inicialmente asuma la responsabilidad
sobre la estructuración de las actividades básicas de la vida diaria como la alimentación,
el descanso y el sueño, el vestido (pijama hospitalario), el aseo personal y, también, de
las actividades instrumentales como la gestión de la salud (control del peso, medicación,
etc.) y la planificación adecuada de los tiempos del área laboral, educativa, del ocio y la
participación social.
En los casos de extrema gravedad, se eliminan estos tiempos temporalmente,
pautando descansos hasta el momento en que exista un margen de seguridad. Es crucial,
en cuanto sea posible, iniciar su participación en las distintas áreas ocupacionales, para
evitar crear una dependencia únicamente de los cuidados externos y fomentar la asunción
progresiva de los roles ocupacionales acordes con su edad.
En los casos en que la persona con TCA está en un hospital de día o en una consulta
ambulatoria (manteniéndose en su contexto habitual), el terapeuta ocupacional, en
coordinación con el equipo terapéutico, establecerá conexiones con su medio
comunitario, para evitar la desvinculación completa de las áreas ocupacionales que hasta
entonces habían sido significativas.
Es importante que el terapeuta mantenga una actitud de colaboración y escucha
activa, evitando la confrontación a pesar de que la persona se resista a reconocer sus
dificultades en la vida cotidiana.
Una persona que se sitúa en la fase de precontemplación necesita información y feedback, a fin
de que pueda aumentar su conciencia del problema y la posibilidad de cambiar. Dar un consejo basado
tan sólo en lo que debería hacer desde un punto de vista teórico puede ser contraproducente.
(Rollnick y MacEwan [1991]; citado por Miller y Rollnick, 1999: 39)
– Actividades creativas.
– Actividades expresivas.
109
– Dinámicas de grupo, cine fórum, debates, etc.
– Actividades recreativas y lúdicas.
– Actividades de relajación.
– Comidas familiares.
B) Fase de determinación-acción
– Actividades corporales.
– Actividades de relajación.
– Actividades creativas.
– Actividades expresivas.
– Planificación y organización de la rutina diaria.
– Comidas extrahospitalarias (en la comunidad) y familiares.
– Programa de actividades instrumentales de la vida diaria: planificación y
elaboración de menús, compras en el supermercado, programa de adaptación
gradual a prendas de ropa y salidas terapéuticas a tiendas.
– Programa de educación formal y no formal.
110
– Programa de deporte saludable, incluyendo la participación en la piscina.
– Ocio comunitario.
C) Etapa de mantenimiento
D) Fase recaída
Como se señala en el capítulo 3, la recaída forma parte del proceso de cambio. Por
ello es importante que el equipo terapéutico ayude a la persona para que la recaída no
suponga una paralización y desmotivación.
Desde la TO, se renegociará junto a la persona para continuar con el cambio en su
desempeño ocupacional inicialmente planteado y renovar el proceso de cambio. Se
trabajarán estrategias para identificar y afrontar situaciones de alto riesgo a través de la
planificación y el uso de técnicas que utilizan como medio la actividad. Por ejemplo, en
personas con BN, ante el riesgo inminente de atracón debido a situaciones de estrés, se
puede recurrir a actividades fácilmente accesibles, como escuchar música, leer, salir a
pasear, participar con alguien de confianza en alguna actividad, comunicarle lo que le está
ocurriendo y buscar alternativas juntos, etc.
Lo ideal es que la persona pueda anticiparse a las situaciones de riesgo y utilizar
111
estrategias como quedar con amigos, ir al cine, practicar un deporte, salir a pasear con su
mascota, etc.
Para finalizar el caso clínico expuesto en los capítulos 4 y 5, se recogen los objetivos
establecidos previo acuerdo con Clara y el plan de tratamiento específico que se llevará a
cabo desde terapia ocupacional.
112
hospitalario. Atendiendo a su evolución, los periodos en los que Clara
utilizará su ropa irán aumentando, de manera que antes de finalizar la fase
I, y como modo de trabajar la aceptación a su talla, se vestirá con su ropa
todos los días. Para facilitar la tarea de elección de las prendas que va a
utilizar, se planificará con ella la preparación de la ropa el día anterior. Con
lo anterior, se pretende la consecución de los siguientes objetivos: aceptar
los cambios en su forma corporal acorde con un peso saludable, disminuir
la atención hacia las sensaciones producidas por la ropa y el cuerpo y
normalizar los tiempos que dedica al vestido.
• Alimentación: Clara realizará las comidas con el resto de pacientes en el
comedor de la UTCA y comerá con su familia los fines de semana en el
medio hospitalario. Con el fin de:
113
• Disminuir el nivel de ansiedad que le generan las actividades de la
alimentación y de vestido.
• Generalizar el aprendizaje de las técnicas de relajación para que las aplique
en su vida cotidiana.
• Discriminar y reducir las distintas zonas donde la tensión muscular sea
elevada.
• Disminuir la hiperactividad.
• Identificar y disminuir la presencia de pensamientos irracionales.
• Mejorar la autoconciencia corporal y la aceptación de sí misma.
114
• Baño: Clara realizará la actividad de baño en su domicilio habitual; desde
terapia ocupacional se realizará el seguimiento de la actividad, de forma que
pueda generalizar los aspectos entrenados en la fase I y desarrollar las
habilidades necesarias para afrontar las dificultades que surjan.
• Vestido: Clara participará en el programa de salida terapéutica a tiendas de
ropa; se reforzarán los objetivos trabajados en la fase I y se proponen los
siguientes:
115
aquellas que se consideran prohibidas.
• Aceptar los distintos alimentos y conocer la variedad de contenido de
nutrientes y aporte energético.
• Participar con su madre en la preparación de la comida para fomentar a la
vez la comunicación entre ellas.
116
concienciación corporal; en esta fase se dará más protagonismo a ejercicios de
creatividad, espontaneidad, etc. Con los objetivos de poder experimentar su
cuerpo de una forma positiva, mejorar la relación consigo misma y con los
demás y descubrir y percibir las sensaciones placenteras procedentes de su
cuerpo y de las posibilidades de movimiento.
– Programa de terapias creativas.1 Continuará su participación en este programa.
1 Programa de terapias creativas: las técnicas específicas (véase capítulo 8) únicamente pueden ser llevadas
a cabo por terapeutas ocupacionales formados. Los programas se desarrollarán minuciosamente en los capítulos
7 y 8.
117
PARTE III
PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN
118
7
Actividades básicas e instrumentales de la
vida diaria
Este capítulo está dedicado al desarrollo exhaustivo de los programas de intervención que
se pueden llevar a cabo desde la terapia ocupacional, para abordar las disfunciones
ocupacionales que presentan las personas con TCA y que han sido detalladas en los
capítulos anteriores.
En los capítulos 7 y 8 se recoge la intervención del terapeuta ocupacional sobre los
programas generales centrados en las áreas de ocupación; estos suelen complementarse
con otros programas que se incluyen y desarrollan en los capítulos 9 y 10.
Los programas que se explican a continuación se pueden realizar en un dispositivo
de hospitalización completa o parcial, aunque resultan más difíciles en una intervención
ambulatoria. Como se mencionó en el capítulo 2, todos los profesionales trabajan en
coordinación para la consecución de objetivos, y tendrán más o menos presencia en cada
uno de estos programas según las características de la institución, los profesionales que
forman parte de ella, la dinámica de trabajo, el número de personal, etc.
Desde la TO se trabajará con la persona con TCA para que las áreas de ocupación
disfuncionales en las que participa según sus elecciones se realicen de forma equilibrada,
gestionando satisfactoriamente el tiempo y evitando la realización compulsiva o su
abandono absoluto.
Con estos programas se pretende que la persona alcance la máxima autonomía
personal, entendida esta como la realización de actividades de la vida diaria basadas en
las capacidades, las habilidades y los intereses de la persona de forma independiente y
autónoma. También la intención es potenciar la práctica regular de un estilo de vida
saludable fomentando el equilibrio en las áreas ocupacionales. Es por ello importante
ajustar las expectativas y prioridades de las metas estéticas, deportivas, académicas y
laborales a las características, destrezas y contextos de la persona.
Asimismo, se persigue aumentar e integrar valores fundamentales que propicien una
visión integral de la persona, a través de la potenciación de otras cualidades, actitudes y
comportamientos, más allá del aspecto físico, la belleza y la delgadez.
119
Las actividades de la vida diaria (AVD) son todas aquellas tareas y estrategias que
llevamos a cabo todos los días, que están encaminadas a favorecer la salud física,
psíquica, social y ocupacional que realizamos lo más autónomamente posible. Las
actividades que se pueden incluir dentro de este programa son las que se explican a
continuación.
7.1.1. Alimentación
La relación con la comida es el motivo principal por el que la persona con TCA y su
familia demandan atención sanitaria; es por ello por lo que todo el equipo terapéutico
interviene de forma coordinada en esta actividad.
El objetivo común es que las personas con TCA experimenten de forma gradual la
normalización en su alimentación, a través de la identificación y disminución de los
comportamientos disfuncionales que aparecen durante el acto de comer. La progresión y
la graduación de la actividad se realiza en función de la fase en la que se encuentre la
persona.
Este programa consta de tres actividades diferenciadas en función del contexto en el
que tienen lugar y del nivel de desafío que entrañan:
120
Es por esto por lo que la persona con TCA participa en las comidas que se realizan en el
comedor del hospital con el resto de pacientes. Inicialmente, el menú y la frecuencia de
alimentación la estipulan los especialistas. Durante la comida, se favorece la interacción
entre los pacientes a través de conversaciones con temáticas que nada tengan que ver
con la comida.
Algunos de los hábitos y rutinas disfuncionales que podemos encontrar en la
actividad están relacionados con el tipo de alimentos que comen, cuánta cantidad de
comida se sirven y en qué estancia de la casa lo hacen. También con qué frecuencia se
alimentan, quién participa en la tarea de la alimentación, duración de la comida, así como
qué otra actividad realizan mientras comen o qué relaciones se establecen durante la
comida.
La dificultad de la actividad aumentará progresivamente, a medida que se alcancen
los objetivos propuestos, que han de ser realistas. Por ejemplo, se mencionan:
Es frecuente encontrar en las familias de las personas con TCA que el momento de
la comida suele ser motivo de conflicto; y, a veces, llega a ser necesario intervenir. Para
ello, se hace referencia al programa de comida familiar que fue desarrollado por Gómez
Castillo y Calvo Martínez, 2004; en la Unidad de Trastornos del Comportamiento
Alimentario de Albacete. El lector interesado puede acceder a él visitando la página que
podrá encontrar en la bibliografía.
En el desarrollo y ejecución de esta actividad cada profesional del equipo participa
desde su disciplina trabajando junto con la familia y la persona con TCA las dificultades
que surgen en torno a la mesa y en la búsqueda de alternativas que posibiliten su
afrontamiento.
Para la actividad de comida familiar, es muy importante cuidar el espacio en el que
se va a llevar a cabo, con el fin de que los participantes valoren la actividad, se sientan
cómodos y puedan incorporarla en su hogar. Se recomienda que la sala sea acogedora e
íntima, para favorecer su participación sin factores distractores, como la televisión o los
móviles, y facilitar la comunicación entre los miembros de la familia.
Dado que el objetivo es la normalización de la actividad y la generalización de esta
121
práctica en su medio, todos los miembros de la familia que participan comerán el mismo
menú (salvo indicaciones médicas). Este es un factor para tener en cuenta pues, en
ocasiones, algún miembro de la familia puede negarse a participar por estar realizando
una dieta de adelgazamiento, porque son selectivos, porque comen sin pan, etc., lo que
puede repercutir negativamente en el tratamiento.
Una vez terminada la comida los participantes pueden recoger por escrito sus
experiencias, realizar un registro o tratar verbalmente con un profesional del equipo cómo
consideran que se ha desarrollado la actividad. Se profundizará en contenidos como qué
piensan de la comida servida, cómo se han relacionado durante la actividad y cómo se
han sentido, qué aspectos han podido afrontar y qué objetivos se marcan para continuar.
Finalmente, el equipo terapéutico valora la información aportada por los distintos
miembros de la familia y los profesionales que han participado en la actividad, y se
procede a renegociar junto a estos los objetivos de la intervención para continuar. Entre
los más importantes que se pretenden alcanzar se mencionan los siguientes: facilitar la
restauración de las relaciones familiares, reajustar los roles familiares y fomentar, adquirir
e integrar hábitos saludables durante la comida.
C) Comidas en la comunidad
122
– Kebab.
– Comidas típicas de otros países (china, mexicana, etc.).
– Cafetería de la institución.
– Cafetería o bar en el medio comunitario.
– Restaurante.
– Bocatería.
– Pizzería.
– Hamburguesería.
– Bufé libre.
A través de esta actividad se pretende que la persona con TCA aumente el abanico
de posibilidades para elegir distintos platos, introduciendo en su dieta, de forma
progresiva, alimentos de los que considera prohibidos y fomentando la variedad;
asimismo, que consigan flexibilizar la planificación estricta de sus comidas y afronten de
forma normalizada los imprevistos, dotando de estrategias para el manejo de la ansiedad
durante la comida y favoreciendo las habilidades de resolución de problemas. La
finalidad es conseguir que la alimentación sea un acto social y de convivencia.
7.1.2. Vestido
Como se señala en el capítulo 4, los problemas que suelen tener las personas con TCA
en el vestido están relacionados con su tendencia a la búsqueda de un ideal de belleza,
que frecuentemente se suele corresponder con el uso de las prendas de ropa de menor
talla, y para conseguirlo utilizan diferentes estrategias sin considerar lo perjudiciales que
pueden llegar a ser para su salud.
Para Harries (1992) y Martin (1998), la conciencia e imagen corporal se expresa a
menudo a través del vestido; por ejemplo, a través de prendas de ropa que revelan a la
persona la pérdida de peso: por el cambio de talla, porque la prenda que le quedaba
pequeña ahora le queda grande (siendo este hecho motivo de celebración, ya que supone
123
un logro).
Las pacientes con AN suelen interpretar cualquier curva y peso extra como
grotescamente gordo. A menudo recuerdan las experiencias vividas en el cambio corporal
durante la pubertad con una incomodidad extrema y desean negar que tienen los pechos
desarrollados o las nalgas redondeadas (Martin, 1998: 204).
La recuperación de un peso saludable en personas con AN y BN supone un cambio
de talla difícil de aceptar y generador de malestar. Es importante poder explorar los
temores y las dificultades que surgen a medida que se produce la recuperación, así como
las vivencias que experimentan a diario cuando tienen que hacer frente a lo que supone
para ellos la dura tarea de qué ropa vestir.
En ocasiones esta elección conlleva mucho tiempo, se prueban varias prendas hasta
decidir lo que llevarán, evitan mirarse en el espejo y dejan de participar en actividades
como ir a tiendas de ropa, quedar con sus amigos, asistir a clases, etc., lo que condiciona
su estado de ánimo y, por tanto, su participación en el desempeño de actividades a lo
largo del día.
La intervención será gradual y consensuada; el modo de proceder estará
condicionado por el nivel asistencial en el que se encuentra el paciente y la decisión
tomada en equipo acerca de si es o no el momento de comenzar en este programa.
Para trabajar la actividad de vestido se pueden utilizar dos fases. La primera se
realiza en el medio hospitalario y consiste en la aceptación y adaptación gradual a tallas
saludables. En función de la evolución, y de forma progresiva, los pacientes inician su
participación en la actividad de salidas terapéuticas a tiendas de ropa.
A continuación, se detallan ambas fases, aunque es importante señalar que los
pacientes pueden participar en las dos o solo en una, en función del momento del
proceso en que se encuentran.
Esta actividad está dirigida a personas que presentan dificultad para adaptarse al
cambio de talla que se produce durante el tratamiento.
Inicialmente, las personas que están ingresadas a tiempo completo visten el pijama
que ofrece la institución. Es necesario que durante este periodo y de forma gradual, la
persona se incorpore a la actividad del vestido y pueda comenzar a vestir su ropa durante
unas horas al día, días alternos o unos días a la semana, dependiendo del momento en
que se encuentre.
Previo a la realización de esta actividad, se consensuará con la persona los objetivos
que debe conseguir, facilitando siempre un espacio para la expresión y motivándole para
su participación.
A menudo, en la práctica clínica, encontramos que las personas con TCA colaboran
y participan en la actividad del vestido, pero guardan la ropa pequeña que ya no utilizan
en el armario “por si” en algún momento pierden peso y pueden volver a utilizar esa talla
de nuevo. Es fundamental asesorar a la persona y a la familia para que se deshagan
124
progresivamente de estas prendas de ropa.
Los objetivos en esta fase de la actividad pueden ser:
– Aceptar su nueva forma corporal, el peso saludable y la talla que van a utilizar.
– Mejorar la tolerancia y la habituación a las sensaciones producidas por la ropa y
el cuerpo.
– Normalizar la utilización de la ropa.
– Disminuir la ansiedad que provoca vestirse de nuevo.
Dirigido a personas con TCA cuya recuperación está siendo favorable y se sienten
motivadas para continuar trabajando las dificultades que supone aceptar su imagen
corporal y talla en el medio comunitario.
La actividad se desarrolla en seis bloques, cada uno de ellos implica un número
distinto de sesiones en función de la motivación y de la evolución del paciente. Se puede
realizar en grupos pequeños, en el que participen entre 4-6 personas.
Cada sesión implica un trabajo inicial y personal en el que se planifica la actividad
con la ayuda del terapeuta ocupacional; se autorregulan según el nivel de dificultad que
pueden asumir, se plantean objetivos, se especifican qué dificultades creen que surgirán y
las alternativas para afrontarlas. Tras la sesión se procederá al cierre del grupo a través de
la puesta en común, se comparte la experiencia y se marcan los objetivos para la próxima
sesión. El comienzo de cada nueva sesión conlleva la revisión de la anterior. Los
objetivos generales que se plantean son:
125
comprar, el deseo de superación que ha tenido, cómo ha repercutido en su vida
diaria, etc.
Cada participante elabora un listado de las diferentes prendas que utilizan
para vestir, en función del nivel de dificultad que les supone, valoradas en
términos de fácil/intermedio/difícil;,así como el nivel de ansiedad que les supone
probarse ropa y permanecer con ella puesta. La valoración abarca de 0 a 10,
siendo 0 ausencia de ansiedad y 10 máxima ansiedad.
En el cuadro 7.1 se muestra el ejemplo de un listado elaborado por una
persona con TCA en el que clasifica las diferentes prendas que usaba
habitualmente y las ordena en función del nivel de dificultad y malestar que le
generan.
126
tener clara la referencia de la talla que usa, tolerar la frustración si no le queda
bien una determinada prenda o si tiene que pedir una talla más, explorar la
situación en el probador, afrontar el miedo a verse en los espejos cuando se
desvisten o cuando se han probado la prenda, salir del probador con la ropa que
se ha probado y aceptar comentarios constructivos.
Con esta información y experimentada a través de su representación e
intercambio con los compañeros, cada participante responderá a las siguientes
preguntas: ¿cómo piensan que puede ser la experiencia?, ¿qué objetivos se
proponen?, ¿qué dificultades pueden encontrar y como las solucionarían?, ¿qué
capacidades tienen y cómo podrían utilizarlas durante la actividad?, etc.
– Bloque 3. Salida de tiendas a comparar tallas. En este bloque las sesiones
consisten en acudir a las tiendas de ropa que las personas con TCA escogen,
para comparar distintas prendas de ropa, de distintos modelos y formas.
Antes de cada salida se realiza una reflexión de las sesiones anteriores con
el fin de planificarla y, así, ayudar a la persona a centrarse en los objetivos
marcados a corto plazo. Dichos objetivos, en esta salida, tienen que ver con
concienciar de la existencia en el mercado de la variabilidad de tallas según el
comerciante y diseñador, además de disminuir el rechazo a salir a tiendas de
ropa mediante la aproximación gradual a estas y, a la vez, facilitar la flexibilidad
mental en torno a las tallas.
– Bloque 4. Salida a tiendas para probarse ropa: nivel fácil. Este bloque está
compuesto por distintas sesiones en función de cómo avanza la persona en la
consecución de los objetivos que se propone.
Consiste en la puesta en práctica in situ de las habilidades y herramientas
entrenadas en las sesiones anteriores. Se acude a las distintas tiendas de ropa de
moda que el grupo elige previamente. La persona se prueba la prenda que
considera de nivel fácil y, en principio, de menor nivel de ansiedad que se había
propuesto trabajar en el departamento de TO, para avanzar hacia prendas de
nivel fácil y mayor nivel de ansiedad, de manera simultánea a la adquisición de
habilidades.
Finalmente, para cerrar la actividad se realiza una reflexión sobre el trabajo
realizado en cada una de las sesiones acerca de los objetivos conseguidos hasta
el momento y de aquellos que necesitan reforzarse en la próxima sesión.
– Bloque 5. Salida a tiendas para probarse ropa: nivel intermedio. Cuando la
persona siente que ha mejorado en el afrontamiento de prendas fáciles se
procede a iniciar el entrenamiento con prendas de ropa de nivel intermedio.
El procedimiento es el mismo que en el bloque 4, se comienza con prendas
de ropa de nivel intermedio y que menor ansiedad le genere a la persona, para
progresar hacia las de mayor ansiedad. Finalmente, se realiza la revisión sobre el
trabajo realizado en cada una de las sesiones, especificando los logros
conseguidos y los aspectos que se considere importantes seguir trabajando y se
plantean nuevos objetivos para la próxima sesión.
– Bloque 6. Salida a tiendas para probarse ropa: nivel difícil. Se continúa con la
127
misma dinámica que en las sesiones pertenecientes a los bloques 4 y 5,
exceptuando el nivel de dificultad que se entrena.
En este momento, las personas con TCA han aumentado su sentimiento de
autoeficacia y se sienten más seguras, con más capacidad para hacer frente a lo
que supone para el grupo un nivel de mayor desafío.
El desarrollo de las sesiones correspondientes a los bloques 4, 5 y 6
consiste en realizar una revisión de la sesión anterior. También se seleccionará la
prenda de ropa de nivel fácil, intermedio, difícil (según el bloque por trabajar) e,
inicialmente, de menor nivel de ansiedad. Posteriormente, se plantearán las
dificultades que creen o temen que pueden aparecer y las estrategias de
afrontamiento. Finalmente, se establecerán los próximos objetivos que
conseguir.
Se mencionan los objetivos que se persiguen a través de los bloques 4, 5 y
6:
• Probarse ropa con normalidad, elegida dentro de los niveles establecidos por
cada uno, adaptados a sus características y destrezas.
• Aceptar con normalidad la utilización de una talla saludable. Tomar
consciencia sobre la variabilidad de tallas según el fabricante, tejidos,
tendencias o patrón de cada prenda.
• Tolerar la frustración que puede crear que una determinada prenda no
quede como a uno le gustaría.
• Aprender a aceptarse tal y como se es.
• Valorar positivamente los logros del trabajo realizado.
– Bloque 7: Valoración general del proceso. Fin del programa. Los participantes
en el programa realizarán un resumen detallado sobre sus experiencias en cada
uno de los bloques, las dificultades que han encontrado y las estrategias que han
utilizado para superarlas, así como su aplicación en la vida cotidiana, con
amigos, familia, etc.
Las personas con TCA suelen presentar comportamientos abandónicos con respecto a la
higiene y el arreglo personal por diversos motivos; en general, se resisten a usar cremas
hidratantes o descuidan la eliminación de vello corporal. En ocasiones, más habitualmene
en personas con BN, hacen un uso inadecuado de los productos de higiene o se
maquillan de forma exagerada y poco acorde al contexto.
Diversos autores afirman que los problemas relativos a la maduración de los
adolescentes tienen sus raíces en cuestiones como la identidad de género, la individuación
y los desafíos propios de la edad (Crisp, 1974; Bruch, 1974; Kalucy et al., 1977).
Por todo lo anterior, se considera importante realizar talleres de higiene y arreglo
128
personal, con la pretensión de mejorar la autoestima de las personas con TCA
preadolescentes y adolescentes. Asimismo, se intenta favorecer la construcción de una
apariencia personal acorde con la edad y gustos personales y otorgar la oportunidad de
experimentar sensaciones agradables en el cuidado de su cuerpo, además de facilitar e
intercambiar información acerca de la importancia de adquirir y desarrollar hábitos de
higiene saludables.
Las actividades se realizan con grupos heterogéneos de 6-8 personas. Las sesiones
pueden tener una frecuencia de una vez a la semana y una duración de 60 minutos. El
comienzo de todas las sesiones se lleva a cabo repasando la anterior: los pacientes
intercambian los aspectos trabajados, las sensaciones, las habilidades y los conocimientos
adquiridos.
De forma general, las actividades se pueden clasificar de menor a mayor
complejidad con respecto al grado de contacto físico que requiere su participación.
129
los participantes.
– Sesión 3. Lavado de cabello y uso de productos. Se facilita información o se
hace una búsqueda en Internet, revistas, libros, etc. sobre formas de lavar el
cabello, con masaje de cuero cabelludo y el uso adecuado de productos
(mascarilla, champú, acondicionador, etc.). Posteriormente, se puede realizar la
práctica de lo trabajado y una puesta en común sobre la experiencia, lo
aprendido, las sensaciones y cómo llevarlo a cabo en la vida cotidiana.
– Sesión 4. Identificación del estilo propio. La sesión comienza repasando lo
trabajado y compartiendo con el grupo lo que han puesto en práctica durante la
semana.
Para esta sesión se utilizan revistas de peinados que se reparten entre los
participantes y estos seleccionan los que más les gusten.
Por parejas practican creando diferentes peinados en el compañero y
comparten comentarios acerca de cuáles se asemejan a sus gustos, si los pueden
utilizar en su día a día y cuáles son más apropiados para momentos especiales.
Para finalizar, seleccionan dos formas distintas de peinado que les hayan
gustado y que practicarán de manera autónoma en la última sesión,
intercambiando con el grupo el motivo de la selección y cómo se han sentido
durante la actividad.
– Sesión 5. Mi peinado. Repaso de la sesión anterior y práctica de los peinados
seleccionados de manera autónoma.
Cierre de la sesión con una reflexión compartida sobre la actividad: los
pacientes hablan de sus sensaciones y de cómo han visto a los compañeros
durante el proceso. De esta forma se posibilita el reconocimiento de las
habilidades propias y las de los otros.
Finalmente, se les anima a continuar practicando las destrezas y
conocimientos adquiridos en su vida cotidiana.
130
puede ser útil hacer uso de materiales de apoyo, como revistas, Internet, etc.
Además, se profundizará en cómo afecta a la piel los comportamientos que
derivan de un trastorno alimentario.
– Sesión 3. Cuido mi rostro. Primero, se comparte información sobre los hábitos
de limpieza de la piel con los productos adecuados y el modo de realizarlo
teniendo en cuenta las particularidades de la piel de cada participante.
A continuación, se harán una limpieza de cutis básica en parejas,
masajeando las distintas zonas de la cara con leche limpiadora, tónico,
mascarilla y crema hidratante.
Al finalizar se intercambiarán sensaciones, vivencias y formas de ponerlo en
práctica en su vida cotidiana.
– Sesión 4. Maquillaje. Cada participante del grupo expone sus experiencias y
hábitos de maquillaje: cuándo se maquillan, qué productos utilizan, qué estilos,
con qué frecuencia, etc. La sesión continúa con la búsqueda de diferentes estilos
de maquillaje en revistas, Internet u otras fuentes.
Cada persona aporta su set de maquillaje y por parejas ponen en práctica
diferentes técnicas. Realizan una presentación al grupo de las técnicas utilizadas,
cómo se considera el resultado, cómo se ha encontrado, etc. La compañera
también aportará sus sensaciones y experiencia tras la actividad.
Para cerrar la sesión, el terapeuta ocupacional realiza una devolución de la
dinámica grupal.
– Sesión 5. Mi propio estilo. Cada participante busca el estilo de maquillaje que
más se acerque a sus gustos personales y a su edad. Pregunta dudas a las
compañeras e intercambian algunos trucos que faciliten la mejora de la técnica,
fomentando siempre un clima de cooperación grupal.
Se procede a la puesta en práctica de los estilos propios de cada participante
de forma autónoma y se finaliza con la presentación del estilo propio, la puesta
en común de la sesión y una reflexión sobre la experiencia del taller.
131
Posteriormente, se pone en práctica lo aprendido (si eligen hacerlo de forma
autónoma). Según la experiencia de cada participante, a veces, es necesario que
reciban la ayuda de otra compañera.
El cierre de la sesión consiste en el intercambio de los conocimientos
adquiridos, cómo se han sentido durante la experiencia y si es posible ponerlo en
práctica en su vida cotidiana o es necesario repetir el entrenamiento.
– Sesión 3. Masajes. Se lleva a cabo una explicación sobre los beneficios del
masaje y la forma de realizarlo en las distintas zonas corporales. Se realiza una
práctica por parejas secuenciada en distintas partes, según el nivel de comodidad
que les suponga, como por ejemplo, un masaje relajante en brazos y manos;
después, un masaje relajante en la espalda y, finalmente, otro en piernas y pies.
Posteriormente, se hace una puesta común acerca de cómo han visto a la
compañera “masajista”, en qué partes sentían más bienestar, cómo consideran
que ha sido la experiencia, cuáles han sido sus sensaciones, etc.
Tal y como se señala en el capítulo 4, las personas con TCA, especialmente con AN,
presentan hipercinesia, que canalizan a través del aprovechamiento de cualquier situación
que les ofrezca la posibilidad de moverse, por ejemplo, recoger la mesa después de
comer, realizando excesivos traslados, de forma que la actividad requiera más tiempo y
energía; colaborar con excesiva movilidad en la recogida de materiales; pasar de posición
de tumbado en la cama a sedestación como forma de ejercitar abdominales; moverse de
un lado a otro mientras hace un puzle o las tareas del instituto; levantarse y sentarse
varias veces cuando se dispone a realizar una tarea; tendencia constante a cambiar de
posición mientras descansan, etc.
Es importante que el equipo esté atento a estos momentos para ayudar a la persona
a identificar estos comportamientos y modificarlos.
El terapeuta utilizará la actividad física saludable (se desarrolla en el programa de
ocio, tiempo libre y participación social) y técnicas de integración sensorial (véase
capítulo 8) como medio para facilitar la autorregulación.
132
La realización de compras en supermercados, especialmente de los alimentos, como se
señala en el capítulo 4, supone para algunas personas con TCA una gran dificultad,
puesto que es una actividad que les genera altos niveles de ansiedad y desgaste
psicológico, físico y afectivo.
A la hora de intervenir en la planificación y realización de compras, se considerarán
las distintas opciones de compras que hoy en día se abren con las nuevas tecnologías,
valorando con la persona las formas que le resulten más cómodas. El terapeuta
ocupacional le acompañará para que su elección no fomente hábitos inadecuados propios
del trastorno.
Las personas con AN presentan rituales disfuncionales en la realización de compras
de alimentos; por ejemplo, permanecen mucho tiempo en el supermercado y finalmente
no compran nada, compran muy poco o directamente evitan acudir a estos, suelen
comprar siempre los mismos alimentos; miran, comprueban y comparan los valores
nutricionales y las calorías de las etiquetas, etc. Con frecuencia presentan ideas
irracionales con respecto a la manipulación de los alimentos (“Siento que las calorías de
los pasteles se introducen en mí, solo por tocarlos”).
Suelen destinar escasa cantidad de dinero para comida y planifican rigurosamente lo
que comprarán antes de ir al supermercado, donde seleccionan alimentos como frutas,
verduras y otros productos light o bajos en calorías; o por el contrario, compran
productos calóricos para preparar una comida exquisita que degustarán otras personas,
como familiares, amigos, etc. Suelen preferir los pasillos dedicados a productos naturales,
light e integrales y a los laxantes, cremas de adelgazar y anticelulíticas, productos
deportivos, etc.
Las dificultades que presentan las personas con BN están relacionadas con la falta
de control de impulsos y la ausencia en la planificación de la actividad; por ejemplo, para
los atracones realizan la compra de abundantes alimentos ricos en carbohidratos y
comidas precocinadas. A veces acumulan y esconden alimentos en armarios, debajo de la
cama, etc. Con frecuencia van a los supermercados solos para evitar que otros vean lo
que compran y destinan grandes cantidades de dinero a estas compras. En momentos de
restricción, limitan su compra a alimentos bajos en calorías.
El programa de planificación y realización de compras pretende alcanzar, entre otros,
los siguientes objetivos:
133
puede hacer tanto de forma individual como grupal, dependiendo de las características de
cada persona. A veces, la intervención individual puede servir como puente de acceso
hacia la grupal, ante la incorporación de la persona a su vida cotidiana de manera
autónoma.
A nivel grupal se puede trabajar mediante la actividad de cocina (véase apartado
7.1.2b) para planificar con detalle los alimentos necesarios y proceder a su adquisición en
el medio comunitario.
El afrontamiento de la compra de alimentos se realizará de manera gradual;
comenzando por tiendas de comestibles pequeñas, para avanzar hacia las grandes
superficies. Es recomendable, siempre que sea posible, entrenar la actividad en el
contexto en el que la persona la llevará a cabo.
A nivel individual, dado que las intervenciones en las compras de alimentos para
personas con AN y BN son diferentes, se explicarán ambos procesos por separado. La
presencia del terapeuta irá disminuyendo progresivamente, siempre que se observe una
evolución favorable.
La persona con BN planificará semanalmente los menús equilibrados, elaborando un
listado sobre los alimentos de los que dispone y aquellos que necesita comprar en el
supermercado. Inicialmente comprará únicamente los alimentos incluidos en la lista, y
ajustará el presupuesto en función de sus ingresos económicos. A medida que normalice
la actividad, sienta que su nivel de ansiedad disminuye y aumente su sensación de
autocontrol, se progresará hacia la compra de algún alimento que desee sin previa
planificación.
Calvo Sagardoy (2002) expone que determinados consejos relacionados con el
control de los estímulos y utilizados con personas obesas pueden ser utilizados por todas
las personas que comen en exceso. Algunos ejemplos para evitar las compras
compulsivas y los atracones para esta actividad son realizar la compra después de haber
comido, con la lista de alimentos necesarios, comprar alimentos que necesiten cocinarse,
etc.
La persona con AN también planificará semanalmente los menús que elaborará. La
intervención del terapeuta irá dirigida a incorporar alimentos considerados prohibidos de
forma gradual en la compra y en sus menús.
Algunas recomendaciones generales son realizar la compra en el supermercado una
vez por semana y utilizar un tiempo prudente en la elección de los productos; eliminar el
comportamiento de analizar las etiquetas alimentarias o condicionar la elección al de
menor calorías, en su lugar, escoger el alimento valorando cualidades como la calidad, el
precio, la cantidad, etc.
134
Las personas con TCA presentan distintos patrones de funcionamiento en la
preparación de comidas: las personas con AN suelen dedicar mucho tiempo a preparar
platos suculentos para los demás y, para su consumo, cocinan platos poco equilibrados y
con escaso aporte calórico, además suelen evitar aceites, salsas, etc.; sin embargo, las
personas con BN, generalmente, dedican poco tiempo a cocinar y preparan comidas
poco elaboradas.
135
objetivos que pretenden alcanzar, las dificultades que creen que pueden encontrar y los
modos de afrontarlas. Posteriormente, se realiza la compra en el supermercado y se
elabora la comida. Los participantes cortan, pelan, amasan, mezclan, etc. los alimentos
en un ambiente distendido.
Es importante que observen y experimenten in situ la cantidad de alimentos que
contiene cada comida, para abordar de esta forma los pensamientos erróneos acerca de
las cantidades que creen que llevan algunos alimentos, como las magdalenas, el bizcocho,
las carnes en salsa, la paella, etc. Este momento puede aprovecharse para que junto con
el nutricionista o enfermero se aborden las propiedades de cada alimento.
Durante la actividad se observará y se realizarán las indicaciones necesarias para
favorecer la modificación y el cambio de ciertos comportamientos y rituales, como
intentar preparar la receta solo con ingredientes bajos en calorías. Con frecuencia
cambian la forma de cocinar los alimentos y en lugar de sofreír, cuecen o hacen todo a la
plancha, etc. Suelen derramar aceite o comida durante la preparación de alimentos o no
aprovechan bien los alimentos, dejando ingredientes en los envases o pelando patatas y
verduras más de lo normal (sobrepelar).
Una vez elaborado el menú, los participantes preparan la mesa donde junto con sus
compañeros y el personal del equipo que ha participado en la actividad como el
terapeuta, el personal de enfermería, el dietista, el psicólogo, etc., degustan los alimentos
que han preparado.
Finalmente, se realiza el cierre de la actividad con la puesta en común de la
experiencia; cómo se han sentido, qué habilidades identifican en el compañero, el
reconocimiento de las habilidades propias, qué aspectos se han afrontado y qué objetivos
se marcan para la próxima sesión.
El establecimiento y gestión del hogar conlleva, según la AOTA (2008), todas las
actividades relacionadas con el cuidado de la casa, el mantenimiento en estado óptimo de
las posesiones personales y las del hogar; repararlas y poder pedir ayuda en caso
necesario.
Existe escasa literatura acerca del desempeño ocupacional de esta actividad en
personas con TCA. Sin embargo, en nuestra práctica clínica se observa (véase capítulo
4) que pueden presentar diversas alteraciones.
Para algunas personas con AN limpiar la casa y hacer gestiones del hogar llega a ser
un medio para perder calorías, puesto que se mantienen activas de forma socialmente
normalizada y pasan desapercibidas para las personas con las que conviven.
Algunas personas con BN necesitan motivación para realizar estas actividades,
puesto que carecen de rutinas en las tareas de cuidado del hogar y presentan dificultad
para planificar cómo hacerlo.
Los objetivos que se pueden establecer en la realización de la actividad son:
136
– Identificar de qué tareas se compone la actividad y planificar la forma de
ejecutarlas con una distribución equilibrada del tiempo.
– Establecer una rutina saludable en la realización de las actividades y mantenerlas
en el tiempo.
– Disminuir los comportamientos obsesivos y compulsivos de perder peso, a través
de, la realización de la actividad.
– Reducir los comportamientos pasivos y fomentar la motivación.
Los participantes recogen por escrito las tareas que realizan en su hogar, cómo las
organizan, cuánto tiempo emplean, los productos que utilizan, la frecuencia de realización
de cada una de las actividades de limpieza, si lo hacen con otra persona o solos. Todas
estas desglosadas por estancias de la casa, como se detalla en el siguiente cuadro:
– Hacer la cama.
– Recoger el dormitorio.
– Colocar y mantener ordenado los materiales escolares en su escritorio.
– Limpiar polvo.
– Barrer/fregar suelo.
137
1. Adolescente que vive con padres:
En ocasiones, los adultos con AN que asumen el rol de cuidadores del hogar pueden
aumentar su actividad tras comer; se considerará este aspecto cuando trabajemos sobre
la planificación de las tareas del hogar. Es conveniente acompañarles en la toma de
conciencia de sus patrones de funcionamiento, a través de un registro diario de
actividades, ofreciendo alternativas que favorezcan el descanso tras las comidas y la
distribución saludable de las tareas del hogar y otras labores importantes.
En adultos con BN con tendencia al abandono del rol de cuidador del hogar, se
intervendrá mediante la planificación semanal de su participación en las tareas del hogar.
Un ejemplo de información por registrar puede ser en qué tareas participa, las
dificultades encontradas, el modo de afrontarlas, así como el nivel de satisfacción y los
objetivos que se marca para la próxima sesión.
En adolescentes con TCA la intervención es diferente, debido a que la asunción del
rol de cuidador del hogar no suele recaer en ellos. En la práctica clínica encontramos, con
frecuencia, que muchos adolescentes no colaboran en el cuidado del hogar o presentan
138
una participación excesiva en el desempeño de este rol, en ambos casos, poco ajustados
a su edad.
Es crucial realizar la intervención a nivel familiar, para contribuir y motivar para una
distribución de las tareas, de manera que se fomente la participación y la asunción de
responsabilidades por parte del adolescente o, en su caso, se ajuste el exceso de
participación en estas tareas.
Algunas de las tareas que de forma general pueden asumir los adolescentes
relacionadas con las responsabilidades de cuidado de lo propio son hacer la cama,
recoger su habitación, colocar y mantener ordenada la ropa del armario, llevar la ropa
sucia al cesto, colocar y mantener ordenados los materiales escolares en su escritorio,
recoger el baño tras la ducha. También es importante que participen en tareas
relacionadas con espacios comunes y que suponen compartir actividades con padres y
hermanos por un objetivo común: el cuidado del hogar; entre estas se mencionan sacar la
basura, poner y quitar la mesa, colaborar en la limpieza del salón, los baños y en la
realización de compras, etc.
A) Cuidado de otros
139
desarrollen el trastorno y otras se ven reflejadas en el sobrepeso de sus hijos y sienten
vergüenza de ellos.
B) Cuidado de mascotas
140
Las personas con TCA, especialmente con AN, suelen desplazarse caminando o en
bicicleta alargando las distancias siempre que les es posible; persiguen cumplir los
objetivos que se autoimponen y sienten malestar en caso de no llegar a alcanzarlos.
Las personas con BN, como ya se explicó en el capítulo 4, tienden a organizarse con
dificultad. A veces, les cueste planificar los horarios del transporte público y, como
consecuencia, llegan impuntuales a sus lugares de estudio o trabajo.
La intervención desde la TO consistirá en acompañarlos en la identificación de sus
rituales, hábitos y rutinas cuando necesitan moverse en la comunidad. Es fundamental
valorar qué medio de transporte utilizan, con qué frecuencia, si utilizan transporte público
o privado y en qué ocasiones, lugares a los que tienen que ir, rutas por las que van,
motivos por los que eligen unos medios de transporte u otros, nivel de satisfacción, etc.
En la intervención con las personas con AN se tratará de disminuir la exigencia que
se imponen, utilizando el traslado más conveniente a sus necesidades y no en función de
las calorías que consumen, y reducir la forma compulsiva de realizar la movilidad en la
comunidad.
En el tratamiento con personas con BN se estructurarán sus patrones de desempeño
a través de la planificación de tareas y horarios, de forma que se garantice la manera de
llegar puntual. Se valorarán las rutas de transporte público o privado o la posibilidad de
realizar el traslado a pie, en bicicleta, etc., el tipo de transporte que va a utilizar y el
tiempo que conlleva el uso de uno u otro. Es importante considerar los horarios que se
ajustan a sus necesidades, así como los gastos de transporte y en caso de utilizar bono,
que se aseguren de conservarlo en buen estado y guardarlo siempre en el mismo sitio, de
forma que puedan acceder a él con facilidad cuando lo necesiten.
A nivel grupal se puede intervenir a través de la planificación sobre las diversas rutas
por las que se puede llegar al lugar que necesitan, conocer los transportes públicos de la
comunidad donde se desenvuelven, establecer los tiempos de llegada con cada transporte
y cada ruta, realizar una lista sobre los costes y beneficios de utilizar unos u otros
transportes, con el fin de poder elegir el que más se ajusta a sus necesidades, entrenar el
uso de aplicaciones de móviles, etc.
En ocasiones, se encuentra en la práctica clínica que los adolescentes con TCA se
mueven en la comunidad acompañados de sus progenitores o familiares por diversos
motivos: temen que les ocurra algo, creen que son incapaces, desconfían o necesitan
controlar a su hijo, tienen una tendencia a sobreprotegerlo, etc., por lo que pueden
interferir en el proceso de individuación y autonomía del paciente. Se requerirá del apoyo
de otros profesionales del equipo para valorar junto con la familia qué está ocurriendo y
poder intervenir de forma que la persona alcance el mayor grado de autonomía posible.
141
8
Otras áreas ocupacionales
Como se vio en el capítulo 4, las personas con TCA presentan una disfunción en los
patrones del descanso y el sueño.
Según el Instituto de Medicina del Sueño, “la falta de horas de sueño tiene
consecuencias muy evidentes durante el día. Alguna de ellas son la tendencia a dormirse
a todas horas, los cambios repentinos de humor, tristeza, irritabilidad, actitud pesimista y
aumento del estrés y de la ansiedad”.
Algunas de las alteraciones del sueño de la persona con AN están relacionadas con la
dificultad para descansar, conciliar el sueño o con la necesidad de mantenerse activas y
evitar realizar actividades preparatorias para el sueño; otras personas duermen en exceso
como forma de evitar la comida y enfrentarse a las emociones que les producen las
situaciones cotidianas.
En personas con BN, la disfunción puede deberse a la desorganización de horarios,
la desmotivación, la apatía, los sentimientos de vacío y la falta de energía para
enfrentarse a sus tareas cotidianas. Pasan la mayor parte del tiempo en la cama y, como
consecuencia, presentan un sueño desestructurado.
Cuando intervenimos en los hábitos de sueño, es importante conocer de dónde se
parte, es decir, hay que realizar una previa y exhaustiva valoración de los hábitos que
presentan los pacientes tanto en el descanso como en el sueño. Posteriormente, se
intervendrá mediante el intercambio de información y abordando cuestiones como por
qué es necesario dormir, cuáles son los beneficios de la higiene del sueño, el tiempo que
es necesario dormir según el sexo y la edad, cómo repercute la medicación al ciclo vigilia-
sueño, etc. También se facilitarán recomendaciones para una buena higiene del sueño y
se ayudará a identificar aquellos hábitos nocivos que desestructuran el sueño, así como
los hábitos adecuados favorecedores para el descanso.
Se motivará para que los participantes incorporen algunas de las recomendaciones en
sus hábitos y rutinas diarias. Es importante informar de que los beneficios del sueño tras
los cambios que realicen en sus hábitos no se experimentan rápidamente, sino que
forman parte de un proceso que requiere de paciencia y constancia.
A continuación, se facilitan unas recomendaciones generales, tanto para personas
con AN como con BN, para mejorar las distintas actividades de las que consta esta área
142
ocupacional.
Para descansar satisfactoriamente, es necesario incorporar en la rutina diaria
actividades de relajación y descanso. Es útil el uso de técnicas de relajación eficientes
para la persona, tanto durante el periodo de conciliación del sueño como durante el día.
Con frecuencia, identificar aquellas actividades que exigen esfuerzo e ir
intercambiándolas por actividades que fomenten la calma y la relajación facilitan la
obtención de un descanso reparador.
Algunos comportamientos imprescindibles que facilitan el sueño son permanecer en
la cama dentro de los horarios establecidos para ello y evitar despertarse para realizar
ejercicio físico, comer o acudir frecuentemente al baño.
En la preparación para el sueño, es útil establecer unos hábitos realistas de sueño y
cumplirlos. También adecuar los horarios a los fines de semana y a las vacaciones, de
manera que no suponga un cambio brusco y se altere el ritmo circadiano. La realización
de actividades relajadas pueden facilitar la conciliación del sueño; algunas de estas
pueden ser un baño relajante, escuchar música tranquila, leer, meditar, etc.; de la misma
manera, está contraindicada realizar ejercicio físico vigoroso antes de dormir.
Es importante evitar el uso de aparatos electrónicos como el móvil (debe estar
apagado), la tableta, ordenadores, elementos todos que facilitan los estados de activación
e inhiben los de sueño. Se recomienda no beber demasiado líquido, ir al baño antes de
acostarse y no irse a la cama inmediatamente después de cenar, así como evitar grandes
cantidades de comida antes de dormir.
Acondicionar el lugar donde dormimos es fundamental, por ello, el dormitorio debe
estar ordenado, las sábanas limpias y estiradas, con la ropa de cama adecuada para no
pasar frío o calor y mantener una temperatura agradable en el dormitorio, con unos
niveles de luz, ruido y ventilación adecuados. Se recomienda utilizar un colchón,
almohada y pijama cómodos y evitar dormir con aire acondicionado.
Para la participación en el sueño, se recomienda evitar echarse la siesta y, si tiene el
hábito, que no exceda de los 30 minutos. Es importante no consumir bebidas u otros
estimulantes como cafeína, teína, alcohol o tabaco, sobre todo por la tarde-noche.
Si la persona comparte habitación con otro compañero o familiar es necesario
negociar unas normas para garantizar la calidad del sueño.
En ocasiones, encontramos que las personas utilizan la cama para realizar otras
actividades distintas de dormir o descansar, cambiar esto utilizando la cama únicamente
para dormir puede ayudar a mejorar la participación en el sueño.
En aquellos casos en los que la presencia de insomnio está relacionada con los
contenidos del sueño, es necesario valorarlo con otros profesionales para facilitar el
tratamiento adecuado.
143
Durante el tratamiento, y sobre todo al inicio de este, los niveles de estrés y ansiedad
suelen ser elevados debido a los cambios de peso, a la sensación de saciedad y a la falta
de control sobre su alimentación.
A nivel físico, se puede observar que al centrar gran parte de su atención en la
alimentación y evitar las sensaciones corporales o autorregularse con tensión (sensaciones
propioceptivas), podrían tener alterada la percepción subjetiva de la sensación de tensión
y distensión de su musculatura. Esto se evidencia en una dificultad para identificar los
diferentes grados de tensión de los músculos de su cuerpo y de las posturas que adoptan.
Las personas con TCA necesitan tomar conciencia de la sensación de tensión-distensión
en su cuerpo mediante la experimentación de contracción y distensión de los distintos
grupos musculares.
A nivel psicológico, suelen presentar pensamientos rumiativos, obsesivos y erróneos
que distorsionan las experiencias externas, viviéndolas como amenazantes, lo que crea un
intenso estado de alerta.
Por lo descrito anteriormente, es importante realizar técnicas de relajación dirigidas a
entrenar el autocontrol y la regulación de sus propios niveles de activación fisiológica.
Existen diversas técnicas, pero las más utilizadas en nuestra práctica clínica se exponen
en el siguiente cuadro:
– Disminuir el nivel de ansiedad que les puede generar las distintas situaciones de
estrés, especialmente, la comida, el vestido, ponerse el bañador, etc.,
incorporando progresivamente en su vida cotidiana distintas técnicas de
relajación con las que se sientan más cómodos y que les resulten eficaces.
– Discriminar y reducir la hiperactividad, las distintas zonas donde la tensión
144
muscular sea elevada y la presencia de pensamientos negativos, automáticos y
repetitivos.
– Mejorar la autoconciencia corporal y la aceptación de uno mismo.
– Facilitar formas saludables de reducir la tensión.
8.2.1. Educación
145
estudios. Se observa dificultad para identificar intereses formativos y, cuando los
presentan, están poco desarrollados.
El equipo terapéutico debe valorar con la persona el momento en que se encuentra,
la motivación y el interés por retomar los estudios o la posibilidad de plantear alternativas
educativas más ajustadas a sus características y destrezas.
Los profesores del aula hospitalaria establecen relaciones con su medio educativo
normalizado y facilitan la reiniciación del área educativa a través de la adaptación
curricular o de ofrecer una orientación educativa entre las alternativas que existen.
El terapeuta ocupacional realiza la evaluación inicial recabando información sobre su
historia formativa, que incluye experiencia pasada, relaciones con los compañeros, modo
en que organizaba las tareas, percepción y satisfacción con el rol de estudiante,
habilidades y dificultades percibidas para el desempeño del rol, motivación para reiniciar
su andadura en lo académico y expectativas propias y de la familia.
La intervención del terapeuta en el área de la educación, tanto formal como
informal, será distinta cuando se trate de personas con AN o BN, debido a las diferencias
que generalmente presentan en el desempeño ocupacional de dicha área.
En personas con AN la intervención se dirige a disminuir la autoexigencia a través de
la incorporación del ocio en su rutina diaria y la planificación de tareas de forma
saludable; para ello, es necesario ajustar las expectativas con la persona y su familia y, a
veces, se debe valorar la posibilidad de realizar un cambio formativo si este no se ajusta a
sus capacidades, necesidades e intereses.
Con frecuencia, la persona con AN requiere que desde la TO se realice una
exploración de intereses para contribuir en la orientación hacia las elecciones de su futuro
próximo: bachiller, módulo, accesos, etc. Asimismo, se debe motivar para la participación
en educación informal a través de actividades que requieran un nivel de desafío ajustado,
contribuyan a la distensión e interacción social y se adecúen a sus intereses.
Habitualmente la intervención en personas con BN incluye un proceso de
motivación para la reincorporación al sistema educativo ajustando, al igual que en las
personas con AN, las expectativas con la persona y su familia. Para ello, es necesario,
explorar los intereses formativos y vocacionales y orientar acerca de las alternativas que
se ajustan a sus necesidades y características. Es fundamental acompañar a través del
entrenamiento de la planificación y ejecución de tareas que favorezcan la consecución de
los objetivos educativos.
A menudo se requiere recuperar la motivación para participar en actividades de
educación informal. Un medio para conseguirlo puede ser temporalizando la actividad;
por ejemplo, comenzar por una actividad de su interés cuyo tiempo de duración sea bajo,
de forma que se garantice la permanencia en ella aumentar el tiempo de duración si se
mantiene el interés.
146
A) Trabajo
Como se señala en el capítulo 4, es frecuente que las personas con TCA presenten
dificultades para identificar intereses laborales, obtener un empleo, conservarlo o
desempeñarlo con buen rendimiento.
En escasas ocasiones, causan incapacidad laboral permanente, aunque en la
aparición y evolución del trastorno surgen dificultades que pueden abocarlas al abandono
temporal de las tareas.
Generalmente, las personas con TCA están motivadas para el desempeño del papel
de trabajador, incluso cuando este es perjudicial para su salud, puesto que, en ocasiones,
el trabajo es la forma de canalizar su necesidad de movimiento para perder peso o
controlarlo.
El área del trabajo, en general, ocupa un lugar importante en la vida de las personas
con TCA; es por esto por lo que se hace necesario intervenir.
El terapeuta ocupacional en coordinación con el equipo terapéutico considerarán la
situación clínica del paciente, sus características personales y el momento en que es
aconsejable comenzar la intervención en el área laboral y el modo de llevarla a cabo.
La evaluación ocupacional inicial debe incluir el historia laboral, el grado de
satisfacción con el rol de trabajador, los empleos desempeñados y duración de estos, las
bajas laborales que ha tenido y el motivo de estas, los despidos y los motivos por los que
se han producido. Es importante también recoger cómo son las relaciones con los
compañeros y con los superiores. Asimismo, se debe valorar si, en la actualidad, existe
motivación para participar en actividades laborales, si existen o no intereses laborales
claramente identificados, cómo se perciben sus capacidades y debilidades y cuáles son
sus expectativas laborales y psicosociales.
Jáuregui Lobera (2008) recomienda reflexionar sobre algunas cuestiones que pueden
ayudarnos a determinar la capacidad real de personas con TCA para un desempeño
laboral normalizado. A modo de guía, se exponen las siguientes:
– ¿El TCA ha impedido o retrasado la vida académica y laboral?
– ¿Cuánto tiempo ha trabajado, con normalidad, en los 2-3 últimos años?
– ¿Ha estado reiteradamente de baja?
– ¿Hay claro riesgo de recaída en su trabajo habitual? (Esfuerzo físico,
manipulación de alimentos, trabajo relacionado con imagen, etc.)
– ¿Hay deterioro biopsicosocial cuantificado? (Ansiedad social, habilidades
sociales, etc.)
– ¿Hay comorbilidad? (Trastorno de personalidad, trastorno depresivo, etc.)
147
• Explorar e identificar intereses laborales ajustados a sus características,
destrezas y contexto.
• En personas sin formación, orientar en función de los intereses sobre cursos
formativos o laborales, como certificados de profesionalidad, módulos de
grado medio o superior, etc.
• Valorar y entrenar las destrezas y características del cliente necesarias para
la búsqueda de empleo como: elaboración de currículum vitae,
conocimiento de recursos y manejo de herramientas para la búsqueda de
empleo, habilidades sociales.
– Personas con muchos años de evolución del TCA y dificultad para desempeñar
un puesto de trabajo normalizado:
B) Voluntariado
148
y, en la actualidad, es contraproducente desempeñarlo.
El terapeuta, en la evaluación ocupacional, recabará datos acerca de la historia en la
participación en actividades de voluntariado y su percepción del desempeño, la
motivación en la actividad pasada, presente y futura, la identificación de nuevos intereses
y las expectativas del rol.
Al igual que en el resto de programas, el equipo terapéutico junto con el paciente
valorarán si la situación clínica actual permite iniciar la participación en esta área.
La intervención de terapeuta ocupacional puede estar dirigida a explorar e identificar
intereses y valores y a asesorar sobre los recursos comunitarios existentes. Con
frecuencia, también es necesario ajustar las expectativas en función de las competencias
de la persona y las demandas del lugar donde se realizará el voluntariado, por lo que es
importante acompañar durante el proceso de adaptación.
Las actividades de ocio, tiempo libre y de participación social facilitan, junto con las
anteriores áreas, que la persona planifique su rutina de forma equilibrada.
Distinguir entre ocio y tiempo libre es una tarea compleja, ya que el ocio se enmarca
dentro de los espacios de tiempo libre de las personas, pero no todo el tiempo libre está
dedicado al ocio. Este es un factor que considerar en personas con TCA, puesto que
algunas personas pueden ocupar totalmente su tiempo y otras lo suelen tener vacío, sin
actividades significativas.
Las personas con AN suelen dedicar poco tiempo al ocio y centran la mayor parte
de su tiempo libre en sus pensamientos obsesivos sobre la forma de perder peso y
alcanzar su ideal de perfección, cómo ingerir menos calorías, participar en actividades
educativas y laborales y en el deporte compulsivo.
Las personas con BN suelen tener más tiempo libre, sin dedicarse a actividades de
disfrute. Suelen expresar continuamente que están aburridas y participan frecuentemente
en actividades pasivas como ver la televisión, conectarse a Internet, al móvil, jugar a
videojuegos, etc.
Según Bridgett (1993), “la administración del tiempo para incorporar actividades
recreativas y contacto social en las personas con TCA es otro de los objetivos de la
terapia ocupacional” (citado en Williard y Spackman, 2005: 851).
Teniendo en cuenta las características que presentan las personas tanto con AN
como con BN en las áreas ocupacionales de ocio, tiempo libre y participación social, se
sugieren dentro de este programa las actividades que se describen en los siguientes
apartados.
149
Desde la TO, se promueve el uso de actividades lúdicas y recreativas, para favorecer la
autonomía, la implicación y el disfrute de la persona en la participación.
El terapeuta, a través de los datos recogidos en la valoración, tendrá en cuenta los
siguientes factores: los valores e intereses en la realización de la actividad, la participación
en las actividades lúdicas en el pasado, presente y futuro, el sentido de competencia, la
competitividad, la motivación, el modo de interaccionar con los compañeros, etc.
Las actividades pueden realizarse de forma individual o grupal. A pesar de que se
exploren ambas modalidades, hay que tener en cuenta y transmitir que la participación en
el ocio a nivel individual puede fomentar la aparición de conductas propias del trastorno y
aislamiento social; con lo cual se recomienda, inicialmente, realizar actividades en grupo
y progresivamente, se trabajará en la planificación de actividades de manera autónoma,
tanto a nivel individual como grupal.
Para las actividades grupales, se realizará una exploración de los intereses y
motivaciones del grupo, tratando de que la actividad elegida sea del interés de la mayoría
y, tras su realización, los participantes puedan compartir cómo se han encontrado durante
ella, si les ha gustado, cómo se han organizado, cómo se han sentido con sus
compañeros, si la actividad era de su agrado, sus expectativas, etc.
Las actividades que se pueden plantear son muchas y variadas, como juegos de
mesa, dinámicas grupales, videojuegos, pasatiempos, puzles, construcciones, etc.
Los objetivos que se pretenden alcanzar mediante la puesta en práctica de las
actividades lúdicas y recreativas son:
En diversos estudios, se han demostrado los beneficios que genera para el cuerpo y la
mente la práctica regular de ejercicio físico, sobre todo, porque la población tiende a
adquirir unos hábitos de vida centrados en el consumismo, la inmediatez, en el uso de las
nuevas tecnologías, en el sedentarismo, etc.
La práctica regular de ejercicio físico aporta beneficios a distintos niveles. A nivel
corporal, produce la mejora de los aparatos locomotor, circulatorio, respiratorio,
metabólico, etc. A nivel psicológico, favorece el aumento de la autoestima, disminuye el
estrés, mejora la autoeficacia, mejora la imagen corporal y la aceptación de uno mismo,
150
mejora la calidad del sueño, disminuyen los sentimientos como la ira, la agresividad, la
tristeza, etc. En la esfera psicosocial favorece la integración e interacción social, también
facilita las habilidades sociales, del estilo de vida, previene la aparición de consumo de
tóxicos, alcohol, etc.
Las personas con AN tienden a la realización de ejercicio físico de forma
compulsiva, ya que se suelen encontrar “atrapadas” en los pensamientos obsesivos de
pérdida de peso. Por ello, habrá que tener en cuenta que, aunque el ejercicio físico es
fuente de efectos positivos en la salud, se debe ser cautelosos e incorporar la actividad
física de forma gradual, con el objetivo de no provocar efectos negativos que favorezcan
el mantenimiento del trastorno.
Jiménez Vaquerizo (2013) señala que los efectos psicológicos negativos del ejercicio
físico realizado de forma compulsiva en personas con TCA son la adicción a la actividad
física, la compulsividad, el deterioro de la relación con el trabajo, la familia, la pareja,
etc. En ocasiones, es un medio de evitación o huida ante los problemas. Con frecuencia
produce exacerbación de los síntomas de anorexia y bulimia nerviosa, síndrome de
abstinencia, fatiga, primacía del espíritu competitivo. Generalmente se acompaña de
hábitos alimentarios deficientes y excesiva preocupación por el ejercicio, la dieta y la
imagen corporal.
Durante el programa de actividad física saludable se tendrá en cuenta la historia
ocupacional del paciente y sus características personales, sobre todo las referentes a la
autoestima, autoeficacia, competitividad, etc. Si la valoración por parte del equipo
terapéutico del estado físico y psicopatológico de la persona con TCA y de su nivel de
motivación para el cambio es favorable, se comenzará con el programa de intervención
en actividad física.
Los objetivos que se pretenden alcanzar con este programa son:
151
La intervención del terapeuta ocupacional puede ir dirigida a enseñar al paciente a
participar en niveles moderados y aceptables de ejercicio, a la vez que aumenta su
participación en actividades sociales, recreativas y de ocio de una manera no compulsiva.
La intervención del programa de actividad física saludable se dividirá en las
siguientes fases:
A) Ejercicios de propiocepción
A pesar de que las personas con TCA tienden al aislamiento social, en ocasiones, es
necesario trabajar la práctica de actividades de forma individual.
En esta fase, las actividades irán dirigidas a desarrollar los aspectos individuales de la
persona que tienen que ver con la competitividad, la obsesión por el deporte, la
consecución de metas rígidas y excesivas, el autoconcepto y las ideas de éxito basado en
la forma delgada del cuerpo.
Las actividades que se pueden realizar son senderismo, natación, aeróbic, tenis,
carrera, patinaje, etc.
152
actividades de ocio que la persona realizaba antes del trastorno, si las ha abandonado, si
le crean ansiedad o mayor obsesividad, si necesita realizarlas de forma perfeccionista, si
ha abandonado unas actividades para centrarse en exceso en otras, etc.
Se establecerán dentro del patrón de ejecución equilibrado aquellas actividades que
sean de su interés, fomentando la participación de la persona en su comunidad y con su
familia.
Para ello realizaremos junto con la persona una búsqueda exhaustiva de todos los
recursos de su comunidad y cuáles se adaptan a sus intereses, motivaciones, horarios,
etc.
En aquellos casos que se considere necesario y sea posible, se puede intervenir con
la familia con el fin de planificar actividades que permitan mejorar sus relaciones
interpersonales, compartir espacios, tiempos e intereses de forma distendida.
Dependiendo de la población en la que resida el paciente, podremos encontrar unos
recursos u otros, pero normalmente en los ayuntamientos, centros socioculturales,
centros de juventud, etc. existen multitud de actividades que pueden ser de su interés.
Las actividades de ocio en la comunidad en las que cualquier persona con TCA
puede participar son muy variadas y beneficiosas en la intervención, ya que van dirigidas
a la integración de la persona en su medio.
Se valorará cada actividad por separado, analizando aquellos aspectos en los que la
persona pueda tener dificultades, para graduarla de forma progresiva y que pueda
realizarla de manera exitosa.
Entre las actividades que la comunidad puede proporcionar se encuentran clases de
pintura, artesanía, grafiti, baile, tocar instrumentos musicales, cocina, yoga, aeróbic,
taichí, Pilates, zumba, piscina (invierno y verano), teatro, cine, conciertos, talleres de
realización de programas de radio, cortos cinematográficos, disfraces, maquillaje, torneos
de videojuegos, etc.
Los objetivos que se pretenden alcanzar con las actividades de ocio y participación
social son:
153
9
Terapias creativas
9.1. Arteterapia
154
ha enriquecido por la contribución de las nuevas significaciones sobre la creatividad y la
aparición de distintas corrientes psicológicas: humanista, cognitiva, conductual, etc.
Se han creado muchas definiciones acerca de AT; entre ellas se recogen las
siguientes:
Arteterapia es una profesión para el establecimiento de la salud mental, que usa el proceso
creativo artístico para mejorar y reforzar el bienestar físico, mental y emocional de individuos de
todas las edades. Está basado en la creencia de que el proceso creativo implicado en la autoexpresión
artística ayuda a que las personas resuelvan conflictos y problemas, desarrollen habilidades
interpersonales, manejen la conducta, reduzcan tensión, aumenten la autoestima, el conocimiento de sí
mismos y logren insight.
Una forma de psicoterapia que usa el medio artístico como su forma primaria de comunicación.
Los clientes que son derivados a Arteterapia no necesitan experiencia previa o formación en arte, el
arteterapeuta no está llevado a hacer diagnóstico o asesoría estética de la imagen del paciente. En
definitiva, se busca capacitar al cliente a efectuar cambios y crecimientos en un nivel personal a través
del uso de materiales artísticos en un entorno protegido y facilitador.
Arteterapia es una vía de trabajo específica que utiliza el proceso de creación a través del
lenguaje artístico para acompañar y facilitar procesos psicoterapéuticos y promover el bienestar
biopsicosocial, dentro de una relación terapéutica informada y asentida a aquellas personas o grupo de
personas que así lo requieran. Se fundamenta en el potencial terapéutico de la creación artística dentro
de un encuadre adecuado, con el objetivo de promover dinámicas de trasformación sobre la
capacitación personal y social, el desarrollo expresivo y creativo, el cambio de posición subjetiva y en
su caso, la elaboración sintomática.
Atendiendo a las revisiones de las corrientes teóricas que hace López Martínez
(2011) se recogen, a continuación, las diferentes miradas del arteterapeuta en función del
marco de referencia teórico con el que trabaja:
155
Como puede verse, existen diferencias en las definiciones y los MRT acerca de la
AT. Sin embargo, Rubin (2001) (citado por López Martínez, 2011); encuentra que
existen factores comunes entre las diversas corrientes arteterapéuticas; estos son:
Muchos autores identifican la AT como una modalidad eficaz para ayudar a las personas
con trastornos de la alimentación; entre ellos destacan Kaslow y Eicher (1988), Matto
156
(1997), Mitchell (1980), Naitove (1986), Schaverien (1995), Wolf, Willmuth y Watkins
(1986) y Zerbe (1993).
En la actualidad, las investigaciones acerca del trabajo arteterapéutico en pacientes
con trastornos alimentarios ofrecen resultados positivos. A continuación, se recogen
algunas de las aportaciones que, entre otros, realizó Gilroy (2012) (citado por Gutiérrez y
Peñalba, 2014) en la revisión de la literatura sobre AT y TCA.
Waller (1994) afirma que la producción arteterapéutica posibilita a las personas
acceder a constructos intrapsíquicos y expresar sus sentimientos, más allá de aspectos
relacionados con la alimentación.
Schaverien (1994) profundiza más en esta teoría y explica que lo que en un principio
son representaciones inconscientes a través de la alimentación, pueden convertirse en
representaciones conscientes a través del proceso creativo. Así, cuando esto ocurre, es
posible desarrollar la capacidad de simbolización y de relación con el otro, ya que la
elaboración plástica ofrece un medio con el que la relación puede asentarse, primero con
uno mismo y luego con el otro, lo que le permite a la persona distanciarse de la
preocupación por la comida y desarrollar recursos creativos.
Revia-Hanauer (2003) identifica seis conflictos que caracterizan el proceso creativo
de personas con TCA:
157
asimilable.
Burton (2003) entiende las obras plásticas como un registro de lo ocurrido a lo largo
de las sesiones y facilitan que sean las mismas pacientes las que puedan evidenciar su
progreso de una forma tangible y evitando así que el peso sea el único factor con el que
evaluar la evolución del tratamiento.
La AT es una herramienta de gran valor que, conjugada con otras terapias, produce un
efecto revelador. Se trata de una herramienta complementaria que facilita una forma de
expresión diferente mediante el uso de los materiales plásticos.
A) Escenario de trabajo
la intervención del terapeuta pasa por un acompañamiento no invasivo, sino sutil, discreto y sobrio
desde una presencia activa, ajustada e intuitiva, estando al lado de la persona, acompañándole en su
proceso de creación, sin prisas, interviniendo a veces más y otras menos, escogiendo las palabras,
respetando sus resistencias, estando atento a lo que manifiesta, a sus demandas, sentimientos de ira,
de vergüenza, de abandono, de pérdida, deseos, miedo, quejas, insatisfacciones […] El arteterapia es
un proyecto que se preocupa de la persona; no es un proyecto sobre ella, sino con y para ella en una
relación de ayuda.
158
el proceso creativo, sus vivencias durante la creación, sus pensamientos durante el
proceso, lo que pretenden transmitir con su obra, de modo que la belleza de la obra
creada queda relegada a otro plano.
Elaborar la obra implica un trabajo de la persona sobre sí misma y a la vez conlleva
la capacidad de mostrarse ante el otro, tanto desde las emociones expresadas en la
creación como desde la experiencia vivida durante su propio proceso.
La experiencia clínica muestra que los grupos de AT en personas con TCA deben
constar de un máximo de 6-8 participantes, con una duración de 90 minutos.
Las primeras sesiones es recomendable que sean semidirectivas, con propuestas que
faciliten la creación y que los participantes puedan mostrarse a su ritmo, lo que favorece
un clima de confianza, un ambiente seguro en el que poder explorar distintos materiales
que ofrecen diferentes posibilidades, siendo los mediadores para construirse.
Posteriormente, se puede avanzar hacia sesiones en las que la temática por trabajar y los
materiales que usar sean libres.
Las sesiones, atendiendo a su estructura y basándonos en las etapas de Nucho
(2004) (citado por López Martínez, 2011), constan de las siguientes fases:
159
transformar, modificar, etc. sus obras en cualquier momento del proceso.
160
compensado por la función de contención que desempeña la obra creada, ya que las
imágenes permiten la coexistencia de un pensamiento y el contrario y también de
múltiples emociones; tan característico, sobre todo, en las fases iniciales del tratamiento.
Coll Espinosa (2006: 156) explica que durante el proceso creativo se establece una
comunicación interna:
9.2. Musicoterapia
Los efectos de la música sobre el comportamiento humano han sido evidentes desde
comienzos de la humanidad. A lo largo de la historia, la vida del hombre ha estado
influenciada por la música, sin poner en duda las inmensas funciones y beneficios que
aporta.
Hablar de musicoterapia (MT) es hablar de comunicación. Argyle et al. (1970)
señalan que la comunicación entre las personas se da en una relación del 7% digital
(palabras y contenidos del discurso) y un 93% analógica (calidad de voz, intensidad,
tono, cadencia, volumen, velocidad, ritmo, respiración, movimientos de los ojos,
coloración de la piel, postura y movimientos).
Es en el campo analógico de la comunicación en el que se desarrolla la MT. Se trata
de un contexto de lo no verbal, donde se favorece el encuentro y la expresión con el
mundo interior.
Atendiendo a la definición de American Association for Music Therapy (AMTA),
1997,
una psicoterapia que utiliza el sonido, la música y los instrumentos corporo-sonoro-musicales para
161
establecer una relación entre musicoterapeuta y paciente o grupos de pacientes, permitiendo a través
de ella mejorar la calidad de vida y recuperar y rehabilitando al paciente para la sociedad. La
musicoterapia es el campo de la medicina que estudia el complejo sonido-ser humano-sonido, con el
objetivo de abrir canales de comunicación en el ser humano, producir efectos terapéuticos,
psicoprofilácticos y de rehabilitación en él mismo y en la sociedad.
162
del tratamiento porque puede ofrecer a la persona experiencias en las cuales tiene control,
puede experimentar nuevas formas de manejar sus emociones y de vincularse con los
otros.
En las fases avanzadas del tratamiento, la relajación reforzada con música facilita la
toma de conciencia de sus reacciones físicas y emocionales ante situaciones de estrés,
ofrece alternativas para lidiar con la ansiedad, cuando esta aparece, y mejorar el control
de impulsos.
Se recomienda un entrenamiento diario en técnicas de relajación reforzadas con
música para conseguir mejores resultados.
Se recogen algunas intervenciones específicas de musicoterapia en personas con
TCA, realizadas en un medio hospitalario y recopiladas por Justice (1994).
163
La respiración de las personas con TCA se centra fundamentalmente en el
tercer nivel, puesto que hacen uso de la parte superior de los pulmones y
provocan tensión en el estómago, la cintura y los músculos abdominales. Se
trata de una respiración rápida y superficial; el patrón respiratorio de la parte
superior del pecho está conectado con la ansiedad, el estrés y los ataques de
pánico.
A través de los tres niveles de respiración, se pretende que experimenten
patrones de respiración lentos y profundos, lo que permite la autoconciencia de
sus estados y funciones corporales.
Como se ha señalado con anterioridad, el musicoterapeuta debe ajustar las
instrucciones verbales al ritmo de la música. Justice en su artículo señala que
suelen ser eficaces en el entrenamiento de estas técnicas Pachelbel Canon y
Tidewater de Will Vukin ambas con sonidos de océano.
La musicoterapia grupal ofrece a las personas con TCA la posibilidad de tener una
experiencia exitosa sintiéndose cómodos consigo mismos, permite explorar habilidades
personales alejadas del peso y la forma corporal y facilita la interacción con los otros a
través de la música.
La experiencia de musicoterapia grupal estructurada incluye:
– Música y movimiento: esta técnica debe utilizarse con personas que presentan
un peso saludable. Puede ser una herramienta útil para combatir los estados
depresivos. Se trabaja con un amplio repertorio de movimientos corporales a
través de la música, que ofrecen una mejora de la conciencia corporal y las
posibilidades de cada parte del cuerpo en relación con otras personas.
– Coros de campanas y campanillas: el grupo toca campanas y campanillas en
función del conocimiento musical, se puede iniciar con canciones sencillas y
evolucionar hacia piezas más complejas. La autora señala que la técnica permite
164
cometer errores, sin la destrucción completa de la pieza musical, las personas
con TCA vivencian una experiencia grupal satisfactoria y la sensación de
pertenencia a un grupo, donde priman cualidades que nada tienen que ver con la
comida y el peso.
– Cantar en grupo: la persona con TCA experimenta, de manera inconsciente, el
canto o cantar como si algo de su ser interior saliese afuera, estando claramente
relacionado con aceptar o rechazar lo propio a través de aceptar o rechazar el
sonido de uno mismo. La particularidad de la expresión musical en grupo es que
se produce la expresión de uno mismo junto con otros, a través de una
experiencia de disfrute.
– Improvisación instrumental: se trata de una técnica que se caracteriza por la
falta de directrices; por ello, inicialmente no reconforta a las personas con TCA
debido a su necesidad de perfección. A través de la experiencia de
improvisación, se pretende que aumenten la confianza de autoexpresión en
grupo. Justice señala que la técnica de improvisación proporciona experiencias
de seguridad, para posteriormente participar en técnicas músicales-creativas y de
visualización dirigidas a la introspección.
– Música guiada a la introspección, arte-creativo y técnicas de visualización: en
personas con TCA la música se puede usar para superar las barreras defensivas
que impiden mostrarse, lo que les permite conectar con temas profundos a
través de imágenes y metáforas. Estas imágenes pueden consolidarse mediante
el uso de arte gráfico o escritura.
165
3. Fase del viaje musical: la música es un estímulo para evocar imágenes. El
musicoterapeuta adquiere el rol de guía del subconsciente del participante o del
grupo.
4. Fase de posludio: el participante o el grupo son guiados a un estado de
conciencia normalizado. La experiencia será traducida en otra modalidad, como
puede ser el arte o la escritura, etc.
9.3. Psicodrama
Moreno hacía referencia a que la intervención psicodramática del individuo tiene que
ver con el grupo, ya que la persona vive en una sociedad de intercambio, interacciones y
sus conflictos emocionales internos tienen que ver con los otros. Por tanto, las
intervenciones serán más eficaces si se aplican al individuo en contacto con su medio
natural, a través de sus actividades cotidianas inmersas en la interacción con un grupo de
personas.
El psicodrama pone al paciente sobre un escenario, donde puede resolver sus problemas con la
ayuda de unos pocos actores terapéuticos. Es tanto un método de diagnóstico como de tratamiento.
Los individuos que forman el grupo intervienen activamente mediante la representación dramática. El
psicodrama es una forma de psicoterapia que puede ser aplicada ampliamente. (Moreno 1946: 177)
166
individual, grupal (con grupos heterogéneos y homogéneos), a parejas, familias, etc., y en
distintos contextos, como social, laboral, clínico, educativo, comunitario, etc. Además, se
puede aplicar desde distintos marcos de referencia teóricos (sistémico, cognitivo,
psicoanalítico, etc.).
167
sienten y su opinión sobre la escena una vez acabada.
– Público: son las personas restantes del grupo que no participan activamente en la
escena y que pueden, en la fase de comentario, dar sus opiniones sobre los
momentos en los que se han sentido identificados durante la dramatización.
– Escenario: es el espacio creado por el grupo en el que se realizan las escenas. El
protagonista coloca a los yoes-auxiliares en la escena para hacerla lo más
parecida posible a cómo la recuerda. No se pueden realizar escenas fuera del
escenario.
– Director: es el terapeuta que facilita la dramatización.
– Observador: es el terapeuta que anota lo que ocurre durante la dramatización y
comparte, para cerrar la sesión, las palabras recogidas de su propia escucha;
planteando preguntas a los participantes para facilitar su proceso de
autoconocimiento.
A) Caldeamiento
168
En el caso de que la persona tenga resistencias a participar en la escena
psicodramática se puede recurrir al diálogo terapéutico y establecer una escena sin
levantarse de la silla.
Las personas con BN en la fase de caldeamiento suelen exponer sus sentimientos de
culpa, el miedo a perder el control, la vergüenza por sus comportamientos y
pensamientos, el malestar y odio que sienten hacia su cuerpo, etc. Se sienten motivadas a
deshacerse de las conductas compensatorias (atracones-purgas) que les produce tanta
vergüenza e incluso, repugnancia.
Las personas con AN que tienen conciencia de su problema suelen exponer sus
miedos a los alimentos, la necesidad de controlar el peso mediante el recuento de
calorías, la realización compulsiva de ejercicio, su necesidad de perfeccionismo, el miedo
a subir de talla o estar “gordos”. Frecuentemente sienten culpa y se avergüenzan de
determinados comportamientos como las mentiras, ocultamiento, etc.
Las exposiciones en común en ambos TCA tienen que ver con los conflictos
familiares, la relación madre-hijo, el miedo a engordar, la necesidad de controlar, el
miedo a determinados alimentos, el temor a la autonomía, etc.
B) Dramatización
169
protagonista a reducir resistencias y bloqueos.
– Espejo: el protagonista elige a un yo auxiliar para que represente su papel
durante la escena y que este pueda ver como observador el transcurso de su
propio comportamiento.
Esta técnica es eficaz en el proceso de liberación de los sentimientos de ira
reprimidos u otras emociones que una persona teme o no es consciente. “Ahora
me doy cuenta de que siempre estuve en medio de la relación de mis padres”.
– Silla vacía: se utiliza una silla vacía enfrente del protagonista que está sentado
en otra silla. Se puede representar a una persona, síntoma, órgano, alimentos
que se teman, etc., con el objetivo de dialogar con el aspecto o persona elegida
en la silla vacía y cambiar de lugar para que el protagonista dé voz y establezca
un diálogo con esa persona, síntoma, órgano, etc.
Esta técnica permite a las personas con TCA conocer sus sentimientos
inconscientes hacia estas partes del cuerpo e identificar los comportamientos
destructivos que realizan.
Por ejemplo, aspecto elegido: piernas:
— PROTAGONISTA: Me dais asco, sois unas gordas, hacéis que me avergüence, tengo que llevaros
tapadas toda la vida, por más esfuerzo que hago haciendo ejercicio siempre estáis igual de feas.
— PIERNAS: Nosotras somos así, no podemos hacer nada para cambiar físicamente, pero podíamos
llegar a un acuerdo, no nos gusta que te enfades tanto y nos castigues subiendo escaleras y haciendo
bici sin parar. Date cuenta que te ayudamos a vivir tu vida, piensa en la gente que no tiene piernas.
— PROTAGONISTA: Es verdad, pero me dais tanto asco, no sé cómo hacerlo, me gustaría aceptaros
como parte de mí, pero cada vez que os veo…
— YO AUXILIAR-MADRE: Toma, hija mía, come más, que estás muy delgada.
— PROTAGONISTA-HIJA: ¡Mamá, ya estas con lo mismo! ¡Estoy harta de que me pongas cosas
fritas! Y de que no me hagas caso a lo que te digo que tienes que cocinar. ¡No me lo voy a comer!
— PROTAGONISTA-PAPEL DE MADRE: Hija mía, solo quiero lo mejor para ti, me he pasado toda la
mañana cocinando, sé que te afecta el peso, pero es necesario comer de todo.
— PROTAGONISTA: Acabo de darme cuenta de que ella no lo hace para fastidiarme.
— COMENTARIOS DEL YO AUXILIAR (cuando acaba la escena): la madre pretende cuidar a su
hija, me he sentido mal al haber recibido las críticas después del trabajo que conlleva cocinar. Eso me
170
recuerda a cuando estudié un examen de matemáticas en el que me esforcé muchísimo y mi padre se
enfadó conmigo porque había sacado un cinco. Solo me felicita si saco diez y se lo cuenta a todos sus
compañeros de trabajo.
C) Comentario
Es la fase en la que los participantes del grupo comentan las escenas y las
representaciones de la dramatización realizada. El terapeuta facilitará la expresión verbal
de los miembros del grupo, ya que surgirán nuevas escenas a partir de los comentarios y
de las identificaciones que han tenido lugar en los yoes-auxiliares y en cada uno de los
miembros del público.
9.4. Danzaterapia
el uso psicoterapéutico del movimiento dentro de un proceso que persigue la integración psicofísica
171
(cuerpo-mente) del individuo y se caracteriza por el uso que hace del medio, de la danza y del
movimiento para ayudar a solventar los conflictos emocionales o psicológicos de las personas.
Las personas con TCA a través del cuerpo tratan de poner una distancia con sus
sentimientos, centrándose en las distorsiones corporales, pensamientos obsesivos,
172
dicotómicos, etc. Tienden a tener una relación despersonalizada con su propio cuerpo;
algunas lo describen como si se tratase de una relación con un enemigo o un extraño. “La
búsqueda de la distancia desde el cuerpo crea un cementerio interno en el que los
sentimientos se almacenan y se evitan a toda costa” (Kleinman y Hall, 2006).
Centran su vida en los alimentos, el peso y el cuerpo físico; el desafío de los
terapeutas de la DMT es ayudar a cambiar el enfoque hacia la forma más natural de
vivir. La intervención en DMT va dirigida a aumentar la conciencia sobre la importancia
de la comunicación auténtica entre el cuerpo y la mente. Proporciona una manera de ser
más consciente de los sentimientos que surgen de las sensaciones del cuerpo, y enseña a
las personas con TCA cómo escuchar las necesidades de este.
Los terapeutas de DMT entrelazan diálogos que enfatizan la comunicación no verbal
ayudando a las personas con TCA a experimentar sentimientos, expresarlos a través de
su lenguaje corporal e identificar la conexión entre lo que descubren y las relaciones con
su vida. Conseguir que se produzca la conexión entre el cuerpo y los sentimientos será
una premisa fundamental para su recuperación.
Para que se produzca dicha conexión la persona con TCA debe comenzar a sentirse
lo suficientemente seguro como para poder experimentar, expresar y comprender los
sentimientos y sensaciones como un aspecto integral de la vida.
Koch (2011) describe el desafío de las personas con TCA y el que enfrentan los
terapeutas que tratan de llegar a ellos: “la chispa de la vida comenzó con un movimiento
y los danza/movimiento terapeutas utilizan estas chispas para ayudar a encender
sentimientos en aquellos cuya luz se ha atenuado”.
En general, entre los beneficios que puede aportar la DMT en personas con TCA, se
encuentran:
173
10
Otras terapias complementarias
La terapia asistida con animales (TAA) es una intervención directa y con objetivos
prediseñados para situaciones de dependencia funcional, problemas de salud mental o
trastornos de conducta, donde participa un animal que reúne criterios específicos como
parte indispensable del tratamiento.
Se realiza en gran variedad de entornos de manera individual o en grupo, y se vale
para ello de diferentes animales. Requiere la presencia de un profesional que se encargue
del manejo del animal junto con un equipo de profesionales sanitarios. Por supuesto,
todo el proceso ha de ser previamente diseñado y posteriormente evaluado (Tucker,
2004).
Entre la bibliografía revisada sobre la intervención asistida con animales para el
tratamiento de personas con TCA se encuentran:
174
Cumella (2003) sugiere que la terapia equina puede producir una variedad de beneficios
psicoterapéuticos en personas con TCA. Entre ellos, se incluyen:
175
siempre en el respeto mutuo.
– Creatividad: los aspectos lúdicos de la equitación pueden ayudar a restaurar la
espontaneidad y la capacidad para el esparcimiento y el juego saludable en
personas emocionalmente inhibidas y que muestran un control excesivo.
– Crecimiento espiritual: cuando se experimentan los paseos en caballo al aire
libre aparecen sentimientos de alegría y una conexión espiritual, lo que
desarrolla afectos hacia el caballo como una creación única.
Las sesiones de equinoterapia se llevan a cabo por terapeutas formados, para ello
utilizan un protocolo que consiste en seleccionar los caballos en función de las
características que los hace aptos para el contacto con el paciente. Además, los caballos
reciben un entrenamiento que se mantiene con regularidad, para garantizar la
participación exitosa y segura durante el tratamiento. Asimismo, los pacientes tienen
asignados un caballo concreto en función de la evaluación realizada por los expertos, el
cual determina sus necesidades específicas y sus experiencias con la equitación.
Solo pueden participar aquellos pacientes que se considere puedan beneficiarse del
tratamiento, y se es muy rigurosos con aquellos que no pueden participar debido a
determinadas contraindicaciones. La seguridad está por encima de la intervención, los
expertos valoran en todo momento a los caballos, a los pacientes y los distintos cambios
que puedan surgir en el entorno; por lo que se ha de cancelar la sesión cuando dicha
valoración es negativa.
Durante las sesiones todos los pacientes participan en una serie de actividades, que
son preparación y cuidado del caballo, conducción de arnés, la actividad de lazo, la
formación en línea, paseos a caballo, paseos en arena, trote y galope, etc. Además se
utilizan diversas actividades específicas con el caballo para cada participante en función
de sus necesidades terapéuticas.
176
En España en 2012, se puso en marcha un estudio piloto con algunos perros de
refugio y jóvenes con TCA. Se trataba de un proyecto llevado a cabo por la Sociedad
Protectora de Animales Mataró (SPAM) junto con la Fundación Instituto de Trastornos
Alimentarios (FITA).
Un día a la semana, técnicos en terapias asistidas de la SPAM se desplazaban al
centro que FITA tiene en Cabrils (Barcelona), acompañados de cuatro perros y, durante
una hora y media, los pacientes aprendían técnicas de adiestramiento y realizaban
sesiones de entrenamiento con los perros.
Es un programa en el que el beneficio es mutuo. Los perros ofrecen un afecto
incondicional, ayudan a mejorar la autoestima y la autoconfianza de las personas con
TCA, mientras que pasan tiempo acompañados de humanos, aprendiendo conductas que
facilitarán su posterior adopción, ambos se divierten y reciben atención.
Silvia Navarro (responsable de proyectos sociales de FITA) destacó que entre los
beneficios de la actividad se encuentra que la interacción entre los pacientes y los perros
favorece la creación de vínculos y la mejora de algunas actitudes personales.
Por último, cabe mencionar que determinadas actividades realizadas con los
animales puede complementar las intervenciones de integración sensorial. Por ejemplo, la
intervención asistida con caballos proporciona principalmente input vestibular,
propioceptivo y táctil dependiendo del tipo de actividad que diseñe el terapeuta y en
función de los objetivos planificados con el paciente. La intervención con perros, delfines
u otros animales proporciona sobre todo input táctil.
177
Cuadro 10.1. Actividades de integración sensorial
Actividades vestibulares Patinar, montar en bicicleta, subir en atracciones, mecerse
en un columpio, una mecedora o una hamaca, saltar (en una
cama elástica), los bailes artísticos, la gimnasia rítmica, etc.
Escalada, senderismo, yudo, atletismo, taichí, estiramientos,
pelota antiestrés, natación, tirar de la soga, ejercicios
Actividades isométricos, abdominales y flexiones, transportar objetos
propioceptivas pesados, etc.
Actividades táctiles Masaje, vibración, contacto corporal en cualquier actividad
(rugby), enrollarse con una manta, presión profunda y suave
en distintas zonas del cuerpo, cepillado, explorar distintas
texturas, vestirse con distintas telas, realizar jardinería,
trabajos de artesanía, utilizar cremas, cocinar, etc.
Actividades auditivas Escuchar música relajante o música estimulante, utilizar
tapones para proteger de los sonidos, escuchar música que
guste, cantar, tararear, tocar un instrumento, etc.
Actividades para Explorar olores y sabores con distintos elementos, explorar
estimular olfato y gusto texturas, consumir comidas con diferente temperatura, etc.
178
corporal como una técnica de abordaje corporal que contribuye en el ser humano a:
– Conectarse con el propio cuerpo, tomar conciencia de él, del espacio y de los
objetos que lo rodean.
– Descargar y canalizar a través del cuerpo distintos tipos de energía.
– Conectarse con el otro utilizando el cuerpo como canal de comunicación.
– Desarrollar la espontaneidad, la imaginación, la creatividad y el placer del juego
por el juego, como actividades vitales frente al medio.
– Valorar el cuerpo como depositario y emisor de afectos, sentimientos y
emociones.
– Desarrollar en el ser humano la conciencia de que no solo tiene un cuerpo “hábil
para” sino, y fundamentalmente, de que es su cuerpo en cada uno de sus actos.
Así, hacen referencia a las posibilidades psicomotrices, catárticas,
comunicativas, liberadoras, creativas y lúdicas, valedoras de la rica afectividad
corporal y autoconcienciadora.
Cuando se habla de expresión corporal se hace referencia a la capacidad del cuerpo para
expresar o comunicar pensamientos o sentimientos sin la necesidad de utilizar palabras,
de forma intencionada o espontánea.
Las personas con TCA comunican mediante el síntoma su malestar, su sufrimiento;
les cuesta utilizar la palabra para expresar sus sentimientos. Sus tensiones se evidencian a
través del cuerpo; mantienen una relación con este basada en el sufrimiento, los castigos,
etc. y evitan todo aquello que tenga que ver con el disfrute.
Las pacientes parecen estar “desconectadas de todo cuanto acontece en su cuerpo”
(Jáuregui Lobera, 2013), así como de sus sentimientos y emociones.
La expresión corporal va dirigida a intervenir sobre los principales componentes
alterados en el trastorno, como son la insatisfacción y la distorsión de la imagen corporal,
la hiperactividad y el miedo a perder el control.
Respecto a la formación de la imagen corporal desde que el individuo es un niño
hasta que llega a ser un adulto pasa por distintas fases y, en cada una de ellas, adquieren
más relevancia unos aspectos que otros; por lo que es importante destacar que la imagen
corporal de las personas no es fija.
Para Raich (2000: 25) la imagen corporal es
un constructo complejo que incluye tanto la percepción que tenemos de todo el cuerpo y de cada una
de sus partes, como el movimiento y límites de éste, la experiencia subjetiva de actitudes,
pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos y el modo de comportarnos
derivado de las cogniciones y sentimientos que experimentamos. Con lo cual, tener una buena o mala
imagen corporal influirá en los pensamientos, sentimientos y comportamientos que tenga una persona
y en la manera en cómo le respondan los demás.
179
Entre los aspectos que se abordan desde la expresión corporal se destacan los
siguientes: conciencia e imagen corporal, patrón respiratorio, exploración y ocupación de
los distintos espacios; exploración y experimentación del movimiento corporal, ritmo,
tono muscular, relación social y comunicacional; reacciones y sentimientos negativos
hacia el propio cuerpo, etc.
A pesar de que existen numerosos artículos sobre trastornos de alimentación que
hacen referencia a la distorsión que sufren los pacientes de su imagen corporal y la
insatisfacción que experimentan, muy pocos son los que describen tratamientos basados
en técnicas de expresión corporal y los resultados positivos respecto a la aplicación de
estas técnicas. La mayoría de los estudios tienen que ver con técnicas de terapia
cognitivo-conductual: exposición del paciente en vídeos, comprobación de sus medidas
reales, etc.
El objetivo principal del programa de expresión corporal es que los participantes
puedan experimentar el cuerpo de una forma positiva mejorando la relación consigo
mismo, con los demás, con los objetos y con el espacio y el tiempo. Volviendo a
descubrir y a percibir las distintas sensaciones placenteras procedentes de su cuerpo y las
posibilidades de movimiento, se trabajará desde la actitud de posibilidad y aceptación.
Las sesiones de expresión corporal se estructuran de forma que faciliten la expresión
y espontaneidad de la persona, se pretende que exista un clima de confianza y que la
persona realice las distintas actividades propuestas adaptadas a la capacidad de cada
participante, con el fin de fomentar la sensación de eficacia y disminuir el control (y
motivar el “fluir del movimiento” y el “dejarse llevar”), y reforzar a la vez la mejora de la
autoestima.
180
Juego dramático – Caminar según unas indicaciones: dadas por el terapeuta,
dadas uno a uno por los participantes, refiriéndose a
distintos oficios, personajes, etc.
– Realización de una pequeña escena de teatro, etc.
Es importante que en cada sesión se combine una actividad individual, en parejas y
grupal.
Fuente: Motos y Aranda, 2005.
181
Bibliografía
American Psychiatric Association (2014). DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
Madrid: Panamericana.
American Occupational Therapy Association. “Occupational Therapy Practice Frame-Work: Domail and Process”
(2008). American Journal of Occupational Therapy 62, 625-683. (Traducción al español autorizada por la
AOTA, 2009).
Baker, S. (2012). Healthy Occupation in the Management of Eating Disorders: A Program Development Plan.
Toledo: University of Toledo Digital Repository; Master’s and Doctoral Projects.
Beaudry Bellefeuille, I. (2003). Problemas de aprendizaje en la infancia. Oviedo: Nobel, S. A.
— (2009). Tengo duendes en las piernas. Oviedo: Nobel, S. A.
Beato, L. y Rodríguez, T. (2003). “Entrevista motivacional y actitudes ante el cambio en pacientes con un
trastorno del comportamiento alimentario”. Adicciones 15 (1), 51-56.
— (1998). “Aplicación de la entrevista motivacional en el tratamiento de la anorexia nerviosa”. Psiquis 19 (6), 17-
28.
Belloso Ropero, J. J. (2013). “Terapia de grupo con trastornos de la conducta alimentaria”. Psicoterapia y
Psicodrama 2 (1), 9-31.
Bermejo, B.; Saúl, S. A. y Jenaro, C. (2001). “La anorexia y la bulimia en la red: Ana y Mía dos ‘malas
compañías’ para los jóvenes de hoy”. Acción psicológica 8 (1), 71-84.
Berrueta Maeztu, L. M.; Bellido Mainar, J. R., Sanz Valer, P. y Rubio Ortega C. (2009). “Terapia Ocupacional en
los Trastornos de la Conducta Alimentaria”. Revista de Terapia Ocupacional Galicia (A Coruña) 6 (5),
216-231. Disponible en http://www.revistatog.com/suple/num5/tca.pdf.
Betts, D. J. (2008). The Creative Therapies and Eating Disorders. Springfield (Illinois): Charles C Thomas-
publisher.
Blesedell Crepeau, E. et al. (2005). Terapia ocupacional (10.ª ed.). Madrid: Panamericana.
Breden, A. K. (1992). “Occupational Therapy and the Treatment of Eating Disorders”. Occupational Therapy In
HealthCare 8, 49-68.
Brown C. y Stoffel, V. (2011). Occupational therapy in mental health. A vision for participation. Philadelphia: F.
A. Davis Company.
Bundy, A.; Lane, S. y Murray, E. (2002). Sensory Integration. Theory and Practice. Philadelphia: F. A. Davis
Company.
Calvo Sagardoy, R. (2002). Anorexia y bulimia. Guía para padres, educadores y terapeutas. Barcelona: Planeta.
Callahan, M. L. (1989). “Psychodrama and the Treatment of Bulimia”. En L. Hornyak y E. Baker, Experiential
Therapies for Eating Disorders. New York: Guilford.
Case, L. K.; Wilson, R. C. y Ramachandran, V. S. (2012). “Diminished Size-Weight Illusion in Anorexia Nervosa:
Evidence for Visuo-Proprioceptive Integration Deficit”. Experimental Brain Research 217 (1), 79-87.
Celis Ekstrand, A. y Roca Villanueva, E. (2011). “Terapia cognitivo-conductual para los trastornos de la conducta
alimentaria según la visión transdiagnóstica”. Acción Psicológica 8 (1), 21-33.
Coll Espinosa, F. J. (2006). Arteterapia. Dinámicas entre creación y procesos terapéuticos. Murcia: Universidad
de Murcia.
Cumella Edward, J.; Boyd Lutter, C.; Smith Osborne, A., Kally, Z. (2014). “Equine Therapy in the Treatment of
Female Eating Disorder”. SOP Transactions on Psychology, 1 (1), 13-21.
Dokter, D. (1994). Arts Therapies and Clients With Eating Disorders: Fragile Board. London: Kingsley Jessica
Publishers.
Doyen, Cook-Darzens (2005). “Tratamiento de las alteraciones de la imagen corporal en la anorexia. Reflexiones
182
sobre algunos inventos innovadores”. Rrevista Tastornos de la Conducta Alimentaria 17, 1848-1862.
Sevilla.
Dunn, W. (2007). Living Sensationally. Philadelphia: Jessica Kingsley Publishers.
Encuentros con la expresión (2009). “Imágenes en arteterapia. Recorridos del inconsciente”. Revista de Arte-
Terapia y Artes. Murcia: Mancomunidad Valle de Ricote.
Espina Eizaguirre, A. (2008). Terapia familiar sistémica en los trastornos alimentarios: personalidad, desarrollo
humano y contexto familiar. Madrid: CCS.
Fernández, J., Touriño, R., Benítez, N. y Abelleira, C. (2010). Evaluación en rehabilitación psicosocial
(FEARP). Valladolid.
Fernández Aranda, F. y Turón Gil, V. (1998). Trastornos de la alimentación. Guía básica de tratamiento en
anorexia y bulimia. Barcelona: Masson.
Fischman, D. (2001). Danzaterapia: orígenes y fundamentos. Disponible en
http://brecha.com.ar/danzaterapia_origenes_fundamentos.pdf.
García-Camba, E. (2001). Avances en trastornos de la conducta alimentaria. Anorexia nerviosa, bulimia
nerviosa, obesidad. Barcelona: Masson.
Gardiner, C.; Brown, N. (2010). “Is There a Role for Occupational Therapy within a Specialist Child and
Adolescent Mental Health Eating Disorder Service?”. British Journal of Occupational Therapy, 71 (1), 38-
43.
Gómez, M.ª D. y Calvo, C. Programa comida familiar hospitalaria. Disponible en:
http://www.chopab.es/area_medica/saludmental/utca/comida familiar.pdf.
Gómez, M.ª D.; Tolesa, M. T.; Escrivá, V. (2015). Autolesiones en pacientes con trastorno del comportamiento
alimentario (TCA): el impacto en redes sociales. El componente de salud mental en el Hospital General.
Asociación Española de Neuropsquitría.
Gómez del Barrio, J. A.; García Gómez, M. C. y Corral Collantes, L. P. (2009). Convivir con los trastornos de la
conducta alimentaria. Madrid: Panamericana.
Gómez Jiménez, I. y Moya Albiol, L. (2010). Abordaje terapéutico grupal en salud mental. Experiencia en
hospital de día. Madrid: Pirámide.
Gómez Martínez, M. A. (2007). Bulimia. Madrid: Síntesis.
Gómez Muñoz, C. (2013). Intervención desde terapia ocupacional en salud mental. Madrid: Monsa editorial.
Gómez Tolón, J. y Salvanés Pérez, R. (2003). Terapia ocupacional en psiquiatría. Zaragoza: Mira Editores.
Ministerio de Sanidad y Consumo (2009). Guía de práctica clínica del Sistema Nacional de Salud sobre TCA.
Barcelon: Generalitat de Catalunya, Departament de Salut.
Heal, M. y O’Hara, J. (1993). “The Music Therapy of an Anorectic Mentally Handicapped Adult”. British Journal
of Medical Psychology 66, 33-41.
Heller, S. (2002). Too Loud, Too Bright, Too Fast, Too Tight: What to Do If You Are Sensory Defensive in an
Overstimulating World. New York: Harper Perennial.
Hinz, L. (2006). Drawing from Within: Using Art to Treat Eating Disorders. London, Philadelphia: Kingsley
Jessica Publishers.
Idini, E.; Márquez-Medina, D.; Pifarré, J., Buj-Álvarez, I. y Castán-Campanera, E. (2012). “¿Son las alteraciones
neuropsicológicas de los trastornos de la conducta alimentaria endofenotipos de la enfermedad? Revisión y
estado actual del tema”. Revista Neurología 55, 729-36.
Izydorczyk, B. Application of Psychodrama and Object Relations Psychotherapy – An Integrated Approach to
the Treatment of Bulimia Nervosa Based on Selected Elements of the Theory and the Author’s Own
Experience. New Insights into the Prevention and Treatment of Bulimia Nervosa. Disponible en:
http://www.intechopen.com/books/new-insightsinto-the-prevention-and-treatment-of-bulimia-
nervosa/application-of-psychodrama-and-object-relationspsychotherapy-an-integrated-approach-to-the-
treatmen.
Kaplan, H. y Sadock, J. B. (1995). Tratado de psiquiatría VI. Buenos Aires: Inter-médica.
Kleinman, S. “Dance/Movement Therapy in the Treatment of Eating Disorders: Re-claiming Authentic Connection
with the Self”. Disponible en: http://www.eatingdisorderhope.com/recovery/self-help-tools-skills-
tips/dancemovement-therapy-in-the-treatment-of-eating-disorders-re-claiming-authentic-connection-with-
the-self.
Kielhofner, G. (2008). Modelo de la ocupación humana. teoría y aplicación. Madrid: Panamericana.
183
Lahortiga Ramos, F. y Cano Prous, A. (2005). Trastornos de la conducta alimentaria. Anorexia y bulimia
nerviosa. Navarra: Everest.
Las Heras de Pablo, C. G. de (2015). Modelo de ocupación humana. Madrid: Síntesis.
Lechuga Navarro, L. y Gámiz Jiménez, N. (2005). “Tratamiento psicológico de los trastornos de la conducta
alimentaria”. Aproximación cognitivo-conductual. Trastornos de la conducta alimentaria 2, 142-157.
Leite Nunes, A. y Holanda, A. (2008). “Compreendendo os transtornos alimentares pelos caminhos da Gestalt-
terapia”. Revista da Abordagem Gestáltica 14 (2), 172-181.
Lynn E.; Rockwell, M. S. (1990). “Frames of Reference and Modalities Used by Occupational Therapists in the
Treatment of Patients with Eating Disorders”. Occupational Therapy in Mental Health 10, 47-63.
López Fernández-Cao, M. y Martínez Díez, N. (2012). Arteterapia: conocimiento interior a través de la
expresión artística. Madrid: Tutor.
López Madrid, J. M. y Sallés Tenas, N. (2005). “Prevención de la anorexia y la bulimia”. En Educación en
valores para la prevención de los trastornos del comportamiento alimentario. Valencia: NauLlibres.
López Martínez, M.ª D. (2011). Métodos aplicados en Arteterapia. Murcia: Diego Marín Librero-Editor.
Zucker, N. L.; Merwin, R. M., et al. (2013). “Subjective Experience of Sensation in Anorexia Nervosa.
Behaviour Research and Therapy 51, 256-265.
Martin, J. (1998). Eating Disorders, Food and Occupational Therapy. London: Whurr Publishers.
Miller, W. R. y Rollnick, S. (1999). La entrevista motivacional: preparar para el cambio de conductas adictivas.
Barcelona: Paidós.
Moore, D. y Jefferson, J. (2005). Manual de psiquiatría médica. Madrid: Elsevier.
Morais, L. V. (2006). “A assistência do terapeuta ocupacional para pessoas com anorexia nervosa: relato de
experiência”. Medicina, Ribeirão Preto 39 (3), 381-385.
Moral Orro, G. del, Pastor Montaño, MA, Sanz Valer, P. (2013). Del marco teórico de Integración Sensorial al
modelo clínico de intervención. Revista Terapia Ocupacional Galicia 10 (17), 1-25.
Moreno Fernández, A. (2014). Manual de terapia sistémica: principios y herramientas de evaluación. Madrid:
Desclée de Brouwer, S. A.
Moruno Miralles, P. y Romero Ayuso, D. (2005). Actividades de la vida diaria. Barcelona: Masson.
— (2003). Terapia ocupacional: teoría y técnicas. Barcelona: Masson.
Moruno Miralles, P. y Talavera Valverde, M. A. (2011). Terapia ocupacional en salud mental. Elsevier Masson.
Motos Teruel, T. y Aranda Leopoldo, G. (2005). Practica de la expresión corporal. Ciudad Real: Ñaque.
Orchard R. (2003). “With You, Not Against You: Applying Motivational Interviewing to Occupational Therapy in
Anorexia Nervosa”. British Journal of Occupational Therapy 66 (7).
Organización Panamericana de la salud (2003). Clasificación estadística internacional de enfermedades y
problemas relacionados con la salud (CIE-10) (10.ª revisión).
Ortega. B. (2007). “Taller de expresión dramática. Experiencia en TCA 2006-2007”. Trastornos de la Conducta
Alimentaria 5, 544-564.
Peñalba Acitores, A. y Gutiérrez Ajamil, E. (2014). “El proceso creativo como entrenamiento para el cambio:
arteterapia con personas en tratamiento por trastorno de la conducta alimentaria”. Arteterapia: papeles de
arteterapia y educación artística para la inclusión social 9, 25-38.
Polonio López, B. (2001). Conceptos fundamentales de terapia ocupacional. Madrid: Panamericana.
Portela de Santana, M. L.; Costa Ribeiro Junior, H. et al. (2012). “La epidemiología y los factores de riesgo de
los trastornos alimentarios en la adolescencia: una revisión”. Nutrición Hospitalaria 27 (2), 391-401.
Portellano Pérez, J. A. y García Alba, J. (2014). Neuropsicología de la atención, las funciones ejecutivas y la
memoria. España: Síntesis.
Reed, K. (1991). Quick reference to Occupational Theraphy. USA: Aspen.
Rebordosa Serras, J. (1999). Anorexia y bulimia. Barcelona: Editorial Sirpus.
Roca, E. y B. La bulimia nerviosa y su tratamiento: terapia cognitivo conductual de fairburn. Disponible en:
www.cop.es/colegiados/PV00520.
Rodríguez Cigaran, S. (2009). “Danza movimiento terapia: cuerpo, psique y terapia avances en salud mental
relacional”. Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal 8 (2), 1-19.
Rojas García, B. (2013). “Anorexia nerviosa y psicodrama: intervención a través de la silueta”. Apuntes de
psicología 31 (3), 379-384.
Rowers, A. y Andersen, A. (2001). “Tratamiento residencial de los trastornos alimentarios mediante terapia
184
cognitiva”. RET (revista de toxicomanías) 29, 18-43.
Romano, S.; Novoa, G. et al. (2007). “El trabajo en equipo: una mirada desde la experiencia de equipos
comunitarios en salud mental”. |Revista de Psiquiatría del Uruguay 71 (2), 135-152.
Romero Martínez, L. (2013). “El enfoque multi- o pluri-, inter- y transdisciplinario en la animación sociocultural.
Entrevista a los expertos”. Revista Quadernsanimacio 17.
Rubinstein Agunin, A. (2002). Perspectiva gestáltica de los trastornos alimentarios: un taller vivencial.
Sadock, B. J. y Sadock, V. J. (2008). Manual de bolsillo de psiquiatría clínica. Barcelona: Lippincott Williams &
Wilkins.
Saldaña, C. (2001). “Tratamientos psicológicos eficaces para trastornos del comportamiento alimentario”.
Psicothema 13(3), 381-392.
Saldaña, T. y Bachs (1997). Técnicas de intervención en los trastornos del comportamiento alimentario. Ansiedad
y estrés 3, 319-337.
Sanagua, N. (2007). “Cortex Isular y su rol putativo en la configuración de los trastornos alimenticios”. Revista
Chilena de Neuropsicología 2, 1-7.
Schenk, R. et al. (2009). Animal-Assisted Therapy with Dolphins in Eating Disorders. Disponible en:
https://epub.ub.unimuenchen.de/9507/1/Manuskript_pollatis_schan dry_schenk.18.02.Rainer.pdf.
Sobral, G. (2011). Madres, anorexia y feminidad. Barcelona: Editorial Paidós.
Strada, G. (2002). El desafío de la anorexia. Madrid: Síntesis.
Talarczyk, M. (2011). “Therapy of Patients Diagnosed with Anorexia Nervosa Treated at an Inpatient Ward -
Specificity, Rules and Dilemmas”. Archives of Psychiatry and Psychotherapy 1, 53-61.
Toro, J. (2004). Riesgo y causa de la anorexia nerviosa. Barcelona: Ariel.
Ubieto, J. R. (2009). El trabajo en Red. Barcelona: Gedisa.
Valé Madeo, S. (2001). “Danzaterapia”. Arte, individuo y sociedad 13, 37-44.
Vaquero Sánchez, M. y Solano Pinto, N. (2012). “Terapia ocupacional y unidades de la conducta alimentaria:
situación actual en España”. Revista de Terapia Ocupacional Galicia TOG 9(15), 1-21. Disponible en:
http://www.revistatog.com/num15/pdfs/original3.pdf.
Wigle Justice, R. (1994). “Music Therapy Interventions for People with Eating Disorders in an Inpatient Setting”.
Music Therapy Perspectives 12 (2), 104-110.
Zucker, M. et al. (2013). “Subjective Experience of Sensation in Anorexia Nervosa”. Behaviour Research and
Therapy, 256-265.
Enlaces de interés
www.feacab.org.
www.anaymia.com.
www.stop-obsesion.com.
www.itacat.com.
www.aepccc.es/blog/item/la-terapia-asistida-con-animales-una-nueva-dimension-en-la-
rehabilitacion-neuropsicologica.html.
www.itacat.com/fundacion/noticias-es/jovenes-con-trastornos-alimentarios-y-de-
conducta-trabajan-con-perros-para-mejorar-sus-relaciones-y-capacidades-es.html.
www.lavanguardia.com/salud/20120305/54264840877/perros-terapia-trastornos-
alimentacion-cabrils.html.
185
186
Índice
Portada 4
Página de derechos de autor 5
Índice 6
PARTE I TCA, RECURSOS ASISTENCIALES, MARCOS DE
11
REFERENCIA TEÓRICOS Y MODELOS DE PRÁCTICA
1. Definición y clasificación diagnóstica 12
1.1. Anorexia nerviosa 13
1.1.1. Comportamientos característicos 15
1.1.2. Complicaciones médicas 16
1.1.3. Alteraciones psicológicas 17
1.1.4. Alteraciones sociofamiliares 18
1.1.5. Alteraciones del desempeño ocupacional 19
1.2. Bulimia nerviosa 19
1.2.1. Comportamientos característicos 21
1.2.2. Complicaciones médicas 22
1.2.3. Alteraciones psicológicas 23
1.2.4. Alteraciones sociofamiliares 23
1.2.5. Alteraciones del desempeño ocupacional 24
1.3. Otros trastornos del comportamiento alimentario 24
1.3.1. Pica 25
1.3.2. Trastorno de rumiación 25
1.3.3. Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos 25
1.3.4. Trastorno de atracones 26
1.3.5. Trastorno de la conducta alimentaria especificado 26
1.3.6. Trastorno de la conducta alimentaria no especificado 26
1.4. Factores predisponentes, precipitantes y mantenedores 27
1.4.1. Factores predisponentes 27
1.4.2. Factores precipitantes 28
1.4.3. Factores mantenedores 28
2. Recursos asistenciales 30
2.1. Recursos asistenciales de la sanidad pública 30
2.1.1. Nivel 1. Centro de atención primaria. Tratamiento ambulatorio 31
2.1.2. Nivel 2. Atención especializada 32
187
2.2. Recursos asistenciales de entidades privadas 35
2.2.1. Asociaciones de familiares de personas con trastornos del
36
comportamiento alimentario
2.2.2. Clínicas privadas 38
2.3. Trabajo en equipo 38
2.3.1. Equipo terapéutico de las unidades de trastornos del
40
comportamiento alimentario. Rol del terapeuta ocupacional
2.3.2. Trabajo en red 41
3. Marcos de referencia teóricos y modelos de práctica 43
3.1. Marcos de referencia teóricos 43
3.1.1. Marco de referencia psicoanalítico 43
3.1.2. Marco de referencia cognitivo-conductual 45
3.1.3. Marco de referencia teórico-médico. Neurociencia 47
3.1.4. Teoría de la integración sensorial 48
3.1.5. Terapia sistémica 51
3.1.6. Marco de referencia humanista 53
3.1.7. Marco de referencia biomecánico o cinesiológico 54
3.2. Modelo de práctica: modelo de la ocupación humana 55
3.3. Modelo transteórico de Prochaska y DiClemente. Teoría motivacional 59
PARTE II ASPECTOS METODOLÓGICOS 63
4. Evaluación ocupacional 64
4.1. Evaluación ocupacional 64
4.2. Variables durante la evaluación de personas con trastorno del
68
comportamiento alimentario
4.2.1. Áreas de ocupación 68
4.2.2. Características de la persona 77
4.2.3. Destrezas de ejecución 78
4.2.4. Patrones de ejecución 83
4.2.5. Contextos y entornos 84
4.3. Caso clínico 85
4.3.1. Datos generales 85
4.3.2. Evaluación ocupacional 86
5. Herramientas de evaluación 89
5.1. Herramientas de evaluación 89
5.1.1. Fuentes indirectas 89
5.1.2. Fuentes directas 92
188
5.2. Caso clínico. Cuestionarios de evaluación 95
5.2.1. Autoevaluación ocupacional OSA 95
5.2.2. Listado de intereses adaptado de Kielhofner y Neville 96
5.2.3. Listado de roles 97
5.2.4. Pie de vida 97
5.3. Caso clínico. Diagnóstico ocupacional 99
6. Planificación de la intervención 101
6.1. Planificación de la intervención 101
6.1.1. Establecimiento de las prioridades 101
6.1.2. Determinación de los objetivos de intervención 102
6.1.3. Diseño de programas de intervención 107
6.2. Diseño de intervención aplicando el modelo transteórico 108
6.3. Caso clínico. Planificación de la intervención 112
6.3.1. Determinación de objetivos 112
6.3.2. Plan de tratamiento de terapia ocupacional 112
PARTE III PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN 118
7. Actividades básicas e instrumentales de la vida diaria 119
7.1. Programa de actividades de la vida diaria 119
7.1.1. Alimentación 120
7.1.2. Vestido 123
7.1.3. Higiene y arreglo personal 128
7.1.4. Movilidad funcional 132
7.2. Programa de actividades instrumentales de la vida diaria 132
7.2.1. Planificación y realización de compras 132
7.2.2. Preparación de la comida: actividad de cocina 134
7.2.3. Establecimiento y gestión del hogar 136
7.2.4. Cuidado de otros y de mascotas 139
7.2.5. Movilidad funcional y en la comunidad 140
8. Otras áreas ocupacionales 142
8.1. Programa de descanso y sueño 142
8.1.1. Técnicas de relajación 143
8.2. Programas de educación, trabajo y voluntariado 145
8.2.1. Educación 145
8.2.2. Trabajo y voluntariado 146
8.3. Programa de ocio, tiempo libre y participación social 149
8.3.1. Actividades lúdicas y recreativas 149
189
8.3.2. Actividad física saludable 150
8.3.3. Ocio y participación social 152
9. Terapias creativas 154
9.1. Arteterapia 154
9.1.1. Revisión teórica sobre arteterapia y trastornos del comportamiento
156
alimentario
9.1.2. Aplicación de arteterapia en personas con trastornos del
158
comportamiento alimentario
9.2. Musicoterapia 161
9.2.1. Musicoterapia en personas con trastornos del comportamiento
162
alimentario
9.3. Psicodrama 166
9.3.1. Revisión teórica de psicodrama 167
9.3.2. Elementos de las sesiones de psicodrama 167
9.3.3. Psicodrama y trastornos del comportamiento alimentario 168
9.4. Danzaterapia 171
9.4.1. Encuadre de trabajo 172
9.4.2. Danzaterapia en trastornos del comportamiento alimentario 172
10. Otras terapias complementarias 174
10.1. Terapia asistida con animales 174
10.1.1. Terapia asistida con delfines 174
10.1.2. Terapia asistida con caballos 174
10.1.3. Terapia asistida con perros 176
10.2. Estrategias de intervención de integración sensorial 177
10.3. Psicomotricidad y expresión corporal 178
10.3.1. Expresión corporal y trastornos del comportamiento alimentario 179
Bibliografía 182
190