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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA

Año XXXV, No. 69. Lima-Hanover, 1° Semestre de 2009, pp. 167-192

LITERATURA, MERCADO Y NACIÓN:


LA LITERATURA LATINA EN LOS ESTADOS UNIDOS.

Juan Poblete
Universidad de California-Santa Cruz

Hacia ei año 2050, la mitad de ia pobiación de


los Estados Unidos será de minorías. El futuro
de la industria depende de averiguar quiénes
son y qué es io que quieren.^ Jim Powell

Introducción

En este trabajo intento explorar los agentes y los espacios cultu-


rales que determinan la forma particular de existencia de la literatura
latina en los Estados Unidos^. Esta literatura es el resultado tanto de
la labor de agentes específicos en el campo de lo literario como del
trabajo más amplio de aquellos productores que operan en espacios
sociales más vastos. De hecho sostengo que hay una relación relati-
vamente contradictoria entre las formas de producción social de lo
latino general en los Estados Unidos y las formas más específicas en
que esa identidad es producida en el campo de lo literario. De este
modo, mientras el mercado económico más general tiende a incluir y
a dirigirse específicamente al segmento latino fundamentalmente en
su relación de extranjería lingüística y cultural, el mercado literario
estadounidense dominante desconoce la pluralidad de sub-seg-
mentos de la producción literaria latina y sólo reconoce su versión
monolingue en inglés. Esta tensión es el resultado de procesos de
desterritorialización y reterritorialización tanto de la cultura nacional
norteamericana como de la latina y latinoamericana. La lengua, o las
lenguas (el inglés y el español), sus respectivos estatus sociales y su
conexión o desconexión con una esfei'a pública literaria juegan un
papel central en esta configuración de la literatura latina en los Esta-
dos Unidos. La ausencia casi total de una esfera pública literaria en
español dotada de formas de legitimación reconocidas por la cultura
dominante, unida al lugar socialmente secundario o subalternizado
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del español en la esfera pública norteamericana hacen que, aunque


muy presente en el creciente mercado económico de la compra y
venta de libros en español en el país, esta literatura en español no
tenga aún un impacto socio-cultural significativo sobre el imaginario
nacional estadounidense. Consciente de la vastedad del problema
que enfrento, y aún cuando intento mantener siempre en mente la
dialéctica entre literatura latina en inglés y el mercado de los libros
en español, he decidido concentrarme aquí en la literatura y el mer-
cado de los libros latinos en español en los Estados Unidos.

La cultura Latina en los Estados Unidos

Los Latinos -es decir el conjunto de poblaciones de origen lati-


noamericano (incluyendo a los pueblos amerindios) que residen en
los Estados Unidos como resultado de procesos históricos neocolo-
niales (México y Puerto Rico) o migratorios- son hoy la minoría étni-
ca más numerosa del país (que, dicho sea de paso, es el segundo en
número de "hispanos" en el mundo después de México). Con poco
más de 300 millones de personas, los Estados Unidos alberga a más
de 45 millones de latinos o el 15,1 % de la población (y esto no inclu-
ye los casi cuatro millones de puertorriqueños que viven en la isla).
Eso significa que los Latinos han desplazado a los afroamericanos
de ese sitial y complicado así la autocomprensión histórica de una
nación que siempre se ha visto a sí misma organizada centralmente
por el eje racial blanco/negro. A este eje, se suponía, se incorpora-
ban las otras minorías étnicas resultantes de las grandes migracio-
nes europeas del siglo XIX y del primer tercio del XX. Los mexicanos
del sudoeste del actual territorio estadounidense y los puertorrique-
ños, por supuesto, no calzaron nunca en esta historia y complicaron
siempre esos esquemas binarios. A estos latinos históricos se unen
ahora los masivos contingentes de inmigrantes latinos del último
cuarto del siglo XX y de lo que va del XXI, que continúan siendo ma-
yoritariamente mexicanos (64%) pero incluyen también millones de
caribeños, centro y sudamericanos (U.S. Census Bureau, Facts for
Features). De acuerdo con las proyecciones hechas por el U.S. Cen-
sus Bureau en 2008 a partir de los datos del último censo, los latinos
serán en 2050 132,8 millones o el 30% de la población del país. Este
crecimiento ha sido alimentado tanto por la entrada de inmigrantes
como por las mayores tasas de natalidad (un tercio mayores que las
de las mujeres blancas) y la edad promedio de la población (26,9 pa-
ra los latinos versus 40,1 para los blancos) (U.S. Census Bureau,
"The American Community"). Esta acumulación combinada, en un
momento histórico de alto desarrollo y aceleración de las comunica-
ciones y los medios de transporte, ha producido una mezcla ansiosa
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de reacciones que van desde la preocupación a la xenofobia, desde


el multiculturalismo a la queja nacionalista.
En efecto, la globalización económica, social y cultural del país
ha sido considerada en el ámbito de la esfera pública estadouniden-
se fundamentalmente dentro de un marco evaluativo nacional, cuan-
do en rigor se trata a menudo de comprender procesos que podría-
mos llamar postnacionales o transnacionales. Las minorías elitarias
norteamericanas que constituyen el corazón de las élites internacio-
nales que lideran los procesos de la globalización financiera y comu-
nicacional, han sido hasta aquí simplemente percibidas como élites
intranacionales. Las ingentes olas migratorias, por su parte, han sido
vistas como masas de inmigrantes embarcadas en el largo proceso
de asimilación a la nación. Así el proceso de multiculturalización de
la sociedad norteamericana -que es sin duda una de las formas na-
cionales en que se manifiesta en Estados Unidos el impacto globali-
zador-, ha sido fundamentalmente entendido como un desarrollo
autónomo e interno de los discursos constitutivos de la nación: los
derechos de los ciudadanos al nivel individual y los derechos de las
minorías producidas por las diferentes olas inmigratorias al nivel co-
lectivo. Sólo cuando se aplica una mirada postnacional se compren-
de que esas dos formas de minorías (élites de negocios e inmigran-
tes) son el resultado directo del impacto económico y social de los
procesos de transformación y movilidad del capital y las poblaciones
mundiales que llamamos globalización. Es decir se entiende que el
paradigma de la modernización nacional con el cual se explicó la in-
corporación de anteriores olas inmigratorias europeas (judíos, italia-
nos, irlandeses, etc.) resulta inadecuado, no sólo para dar cuenta de
la presencia neocolonizada de mexicanos, chicanas y puertorrique-
ños, sino también para comprender los nuevos flujos de la globaliza-
ción.

Hacia un estudio de la literatura latina


La llamada literatura latina en los Estados Unidos participa de la
misma naturaleza dual, lo que la hace un interesante caso de globa-
lización cultural. Al nivel nacional estadounidense se la suele conce-
bir como la literatura de una minoría étnica, escrita en inglés para un
público mayoritario que representa la experiencia histórica y social
de una población inmigrante minoritaria. El propio término "Latino"
establece, como vimos, una unidad mercantilizable a partir de lo que
es en realidad un grupo muy diverso de poblaciones: desde las po-
blaciones históricas del Sudoeste mexicano en los Estados Unidos a
los desplazados semi-ciudadanos puertorriqueños dentro y fuera de
la isla, incluyendo a los exilados económicos y políticos de Cuba, la
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República Dominicana, Centro y Sudamérica. Esta dudosa unidad


"étnica" es dirigida comercialmente hacia un público lector anglopar-
lante más amplio que la recibe frecuentemente con una disposición
favorable a través de la óptica de la asimilación o la celebración mul-
ticultural de la diferencia expresada no como crítica política o sisté-
mica sino como el sabor exótico de ciertas palabras, costumbres y
formas de vida. Al nivel macroregional latinoamericano, por otra par-
te, esa misma literatura latina es vista como un desafío a los límites
de la literatura latinoamericana como formación cultural, tanto por su
localización diaspórica "en las entrañas del monstruo", como por su
uso dominante del inglés.
En el mundo académico, por otro lado, ocurre algo parecido.
Aquí, al interior de diversas configuraciones disciplinarias, la literatu-
ra latina es considerada desde puntos de vistas parciales que distor-
sionan considerablemente su verdadera complejidad. En las institu-
ciones más tradicionales es vista -siempre y más allá de si está es-
crita en inglés, en español o en una combinación de ambos- como
parte de los llamados Estudios Étnicos o de American Studies. Estas
dos configuraciones institucionales emplean un paradigma nacional
y monolingue en inglés que resulta en la inmediata exclusión de los
textos escritos en español o significativamente bilingües^. Aunque se
halla en proceso de transformación, esta es también la situación en
los departamentos universitarios de Español donde, al revés, lo ex-
cluido ahora es la literatura latina escrita en inglés. En el ámbito uni-
versitario latinoamericano más conservador, finalmente, la literatura
latina es con frecuencia percibida negativamente como la manifesta-
ción bastardizada de una cultura iletrada y migrante en su encuentro
con la poderosa y dominante cultura anglo- norteamericana.
En este contexto general he propuesto en otro lugar (Poblete,
2006) dos hipótesis sobre la literatura latina en los Estados Unidos.
Mi primera hipótesis era que la mejor literatura latina obliga poten-
cialmente a la literatura nacional estadounidense (pero también a la
literatura latinoamericana) a enfrentar, en tiempos de globalización
cultural y de la cultura de la globalización, su carácter de formación
literaria heterogénea y por lo tanto, a aceptar la inevitabilidad de la
traducción cultural y lingüística como uno de sus elementos consti-
tutivos. Esta heterogeneidad constitutiva ingresa en la literatura na-
cional estadounidense en tanto ésta se esfuerza por asimilar, por la
vía de su incorporación a la tradición literaria nacional, a una literatu-
ra como la latina que, escrita en al menos dos lenguas y desde dos
imaginarios culturales, resiste activamente los términos de tal asimi-
lación.
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Mi segunda hipótesis sostenía que la mejor literatura latina se es-


fuerza por transformar la lectura multicultural monolingue y en rigor
monocultural norteamericana o nacional, en un verdadero encuentro
intercultural en donde los resultados no hayan sido limitados a la
traducción o asimilación uniformante de la diferencia o a su exotiza-
ción puramente comercial, sino que permanezcan abiertos al cambio
y a la verdadera experiencia de y en la otredad en un contexto glo-
balizado. Contrariamente a cierta literatura latina aun dominante en
los Estados Unidos, sus mejores exponentes quieren problematizar
activamente todo esfuerzo por reducir la complejidad de la experien-
cia latina a los clichés de una economía textual especializada en la
domesticación de la alteridad étnica. En este sentido, estos esfuer-
zos son parte de una nueva forma de literatura nacional que supone
el paso de las formas de homogenización cultural propias de los
procesos de modernización nacional, a los que las literaturas nacio-
nales tradicionales contribuyeron tan decisivamente en los siglos XIX
y XX, a múltiples (y a veces contradictorias) formas de heterogenei-
zación y reordenamiento de lo nacional en tiempos de globalización
neoliberal. El intento por explicar/referir/representar literariamente el
nuevo des/orden de lo nacional ocurre ahora, además, en condicio-
nes de alta globalización de la cultura y en el medio de la cultura de
la globalización. Mi segunda hipótesis proponía, entonces, que esos
textos latinos dan cuenta de una transformación posible del sentido
de lo nacional literario y de sus formas propias de territorialización
del espacio social y cultural nacional a la vez que evidencian una re-
novación del potencial cultural crítico de los textos literarios ficciona-
les y no-ficcionales nacionales en tiempos de globalización.

La Literatura Latina como campo culiural

Aquellas dos hipótesis se fundaban en una constatación básica


de la globalización cultural de la nación: su importante grado de des-
territorialización. Siguiendo a Néstor García Canclini la desterritoriali-
zación, en tanto experiencia cultural dominante de la globalización,
puede ser entendida como la pérdida de la relación natural o natura-
lizada de la cultura con los territorios geográficos y sociales (García
Canclini: 288). A partir de esta no-coincidencia entre los territorios
que la nación construyó secularmente para cartografiarse a sí misma
y las prácticas que en los mercados culturales específicos y sociales
generales realizan algunas de sus poblaciones, se puede intentar
describir el mercado de la literatura Latina en los Estados Unidos.
Para ello propongo considerar dicho mercado en su inserción en el
campo cultural norteamericano elaborando así una visión preliminar
y no exhaustiva de los actores/agentes y espacios culturales en que
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se define la identidad de lo que sea literatura latina en los Estados


Unidos.
Una segunda constatación es que en el espacio público esta-
dounidense hay varios agentes que muy activamente pero con gra-
dos desiguales de efectividad "producen" lo que sea "Latino identi-
ty", "Latino literature" o "Latino culture" en múltiples subespacios
culturales y sociales. Estos agentes incluyen al estado, el mercado,
los lectores en general, las comunidades étnicas mismas en sus muy
diversas formas de organización, instituciones sociales y culturales
tales como las escuelas y las universidades, las bibliotecas y muse-
os públicos y privados y las organizaciones no gubernamentales,
como las fundaciones y los thínk-tanks. La labor de estos agentes
aunque tiene en cada caso una dominante, no está exenta de con-
tradicciones internas. Algunas instituciones del estado como las es-
cuelas, por ejemplo, trabajan arduamente para producir y compatibi-
lizar al menos dos resultados. Por un lado, inculcan en sus alumnos
la versión domesticada del discurso de lo multicultural y la diversi-
dad y, por otro, generan formas de una cultura nacional homogénea
compartida o al menos aceptada o tolerada por sus ciudadanos.
Otras instituciones públicas por su parte, como las bibliotecas, están
por definición y por tradición institucional específica más abiertas a
la verdadera diversidad de necesidades culturales y sociales que sus
clientes presentan. De la misma forma, mientras que el mercado
económico más general tiende a incluir y a dirigirse específicamente
al segmento latino fundamentalmente en su relación de extranjería
lingüística y cultural ('monolingues en español', 'católicos' y 'orienta-
dos hacia la familia mucho más que a la individuación personal'
(Dávila)), el mercado literario estadounidense dominante desconoce
la pluralidad de sub-segmentos de la producción literaria latina y
sólo reconoce su versión monolingue en inglés. Tratar de cartografiar
el trabajo productivo que en el ámbito de la producción social de lo
Latino en los Estados Unidos realizan cada uno de estos actores en
profundidad, está más allá de las posibilidades de este artículo. Pa-
rece posible, sin embargo, acotando el análisis a la esfera de la lite-
ratura latina en español en los Estados Unidos pero situando a ésta
en relación con su par latino en inglés, indicar al menos algunas de
las formas que toma esta actividad en el caso de los mercados, los
públicos lectores y algunos agentes selectos en la esfera pública de
lo literario latino en dicho país como las bibliotecas y el discurso
crítico periodístico y universitario en general. Estos agentes y los es-
pacios institucionales o sociales en que realizan su gestión tienen en
común, dentro de la esfera de interés de este artículo, el generar o
influir sobre las formas de definición de productos culturales (obras
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literarias), de su valor, de sus agentes y de los espacios de circula-


ción y consumo de dichos productos. De esta manera trazan límites
y abren posibilidades a lo que pueda ser socialmente considerado
literatura latina en los Estados Unidos.

///. Los Mercados

Según se trate del nivel masivo del consumo económico en el


más amplio sentido o del nivel más restringido del consumo de bie-
nes simbólicos en el campo de lo cultural, el mercado funciona de
maneras diferentes cuando se trata de los latinos y su cultura en los
Estados Unidos. En tanto espacio de elaboración de productos co-
mercializables y de los discursos que regulan y permiten la circula-
ción de esos productos y la identificación de los sujetos que los
consumen, el mercado funciona casi siempre con una sola lógica: la
de la optimización de las ganancias y es, por tanto, tendencialmente
democrático (al menos en relación con aquellos sujetos que identifi-
ca como posibles consumidores). Sin embargo, los diferentes sub-
espacios del mercado, sus circuitos más específicos, y en particular
el circuito literario, responden más directamente a las lógicas pro-
pias de ese campo más restringido. El mercado de la literatura Latina
presenta, de este modo, una inversión importante de los términos
que definen más generalmente a la población latina en los Estados
Unidos. Mientras que la esfera pública norteamericana y el mercado
de lo latino más amplios extranjerizan permanentemente a los latinos
y los identifican exclusivamente con el idioma español, con los inmi-
grantes recientes y con las formas de consumo que se derivan de
esta identificación (exclusión política e inclusión económica relati-
vas); la más restringida esfera pública-literaria reduce la diferencia y
la diversidad propias de esa literatura y las identifica casi completa-
mente con su versión dominante en inglés para un público monolin-
gue, clase media y fundamentalmente blanco (exclusión e inclusión
cultural relativas). En otras palabras: mientras la cultura latina en ge-
neral es presentada como foránea y basada en una lengua extranje-
ra, la "latino literature" es vista sólo desde el punto de vista de su
pertenencia étnica a la literatura en inglés de la nación monolingue.
Para explorar esta paradoja y entender mejor esa funcionalidad dife-
rencial de exclusión e incorporación relativas que respectivamente
tienen, por un lado, la población latina en su relación con las formas
sociales de producción de la unidad general del pueblo y la ciuda-
danía estadounidense y, por otro, la literatura latina socialmente re-
conocida por el mainstream (o la esfera pública dominante) en su re-
lación de incorporación étnica a la literatura nacional, me referiré
primero al libro Latinos Inc. The Marketing and Making of a People de
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Arlene Dávila y volveré luego a la descripción de aquel mercado lite-


rario más específico.
Dávila ha estudiado el proceso a través del cual los individuos
son transformados en consumidores y las poblaciones en mercados.
Si al nivel de la política la participación se traduce en poder, enton-
ces los latinos en los Estados Unidos continúan siendo las víctimas
de su invisibilidad. Su participación demográfica no tiene correlato o
equivalencia real en el ámbito del poder político. Si, por otro lado, se
considera al mercado como un espacio social en que la participación
se traduce en consumo y en reconocimiento público por parte de las
empresas comerciales, entonces los latinos han alcanzado grandes
cuotas de visibilidad. La tesis de Dávila es que esta relación de visi-
bilidad/invisibilidad se da en detrimento de la verdadera complejidad
de las poblaciones latinas en los Estados Unidos y significa un límite
a sus formas posibles de participación política. De este modo, los
latinos son definidos fundamentalmente desde una perspectiva cul-
tural y no política. Así, son presentados en sus influyentes identida-
des (representaciones) mediáticas como un pueblo culturalmente
homogéneo definido por una lengua única (el español), una serie de
valores tradicionales respecto a la familia y una religión (la católica).
La "verdad" de los Latinos es producida por una serie de discursos
especializados desarrollados por múltiples agentes que constituyen
una identidad mediada o negociada. Central a esta producción de
conocimiento es la labor que desarrollan las empresas de marketing
y publicidad. Su estrategia consiste en reclamar la figura de la auten-
ticidad y del saber étnico frente a las necesidades que las grandes
compañías norteamericanas tienen de alcanzar ese sector de sus
audiencias o públicos posibles. Una serie de estereotipos racistas y
reductores son movilizados para producir una serie de "valores" lati-
nos, un "look" latino y una imagen de lo hispano definida por su
permanente falta de aculturación en el ámbito de la sociedad y la
cultura estadounidense y su supuesta necesidad de constante re-
troalimentación respecto a América Latina (Dávila). Aunque la situa-
ción ha mejorado, existe aún una visión dominante que, de esta for-
ma, reduce a los latinos a una minoría permanentemente extranjera,
mientras que el censo demuestra que cerca del 72% de los latinos
en los Estados Unidos son ciudadanos, por nacimiento (61 %) o por
nacionalización (11%) (U.S. Census Bureau, American Community).
Aquello, a su vez, se corresponde con los prejuicios de la mayoría
blanca que logra así invisibilizar la existencia de millones de latinos o
chicanas bilingües o monolingues en inglés o en lenguas indígenas,
muchos nacidos en los Estados Unidos y descendientes de varias
generaciones que habitan los territorios neocolonizados del Sudoes-
LITERATURA, MEROADO Y NAOIÓN 175

te norteamericano. Aquella imagen de una nación latina homogénea


y permanentemente extranjera y en proceso de aculturación indefini-
da sirve bien los intereses de quienes quieren neutralizar el factor
latino y su emergencia posible como actor politico para continuar
imaginándose una nación blanca y protestante con minorías étnicas
(afroamericanas, asiáticas, latinas, etc.) que, en el mejor de los ca-
sos, deben ser reconocidas culturalmente en sus fiestas y celebra-
ciones, en sus comidas y en sus músicas pero no en su agencia y
demandas políticas.
Si pasamos ahora del discurso general de los publicistas en los
Estados Unidos y sus formas de conceptualización del público com-
prador latino a los mercados literarios más específicos, podemos
constatar la existencia, por una parte, de un nada despreciable mer-
cado para el libro y la literatura en español y, por otra, de otro mer-
cado más vasto e influyente que incluye a la literatura latina en inglés
como una más de las formas de diversidad multicultural en el espa-
cio de lo nacional unificado. Tanto el uno como el otro en cualquier
caso, son mercados poco estudiados, mal comprendidos y, aún asi,
en pleno proceso de consolidación y expansión. La dificultad provie-
ne de la complejidad de la llamada población latina (o Hispanic en
los términos del censo) en los Estados Unidos. En un país de inmi-
grantes, un esquema demográfico común es el que divide a la po-
blación entre los nacidos dentro del país y los extranjeros y, luego,
distingue entre la primera generación de inmigrantes (nacidos en el
extranjero), segunda generación (padres nacidos en el extranjero e
hijos nacidos en el país) y tercera generación (padres e hijos nacidos
en el país de abuelos extranjeros). En este paso de generación a ge-
neración, la tendencia histórica en los Estados Unidos ha sido la
transición desde diferentes grados de bilingüismo y aculturación (en
donde dos lenguas y dos culturas coexisten con diferentes grados
de compenetración al interior de la familia de inmigrantes) a un resul-
tado final de asimilación completa en que el inmigrante ha devenido
un sujeto estadounidense de origen étnico pero completamente mo-
nolingue en inglés e incorporado a las formas de identificación social
de la mayoría dominante. Aunque mucha de la información disponi-
ble hoy parece Indicar una relativa persistencia de esa configuración,
son las desviaciones de la tendencia y los cambios en el contexto
socio-cultural general los que han acaparado el mayor interés. De
este modo, los últimos datos disponibles (publicados en 2004 pero
basados en datos del censo del 2000 y de un estudio realizado en
2002) confirman que: en la primera generación de Latinos en los Es-
tados Unidos el 4% es Inglés dominante, el 24% bilingüe y el 72%
Español dominante; mientras que en la segunda generación esos
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porcentajes son 46% (Inglés dominante), 47% (bilingüe) y 7% (Espa-


ñol dominante). En la tercera generación, finalmente, el proceso pa-
rece haberse completado con: 78% (Inglés dominante), 22% (bilin-
güe) y 0%(Español dominante). (Pew Hispanic Center, 3)
Lo que definitivamente complica o enriquece (según sea la postu-
ra política y cultural del analista) la dinámica tradicional de la asimila-
ción étnica es, por un lado, la alta concentración relativa de inmi-
grantes latinos de primera y segunda generación en los últimos trein-
ta años, la nueva emergencia del multiculturalismo y los derechos de
las minorías como discurso socialmente dominante, la presencia de
una élite estadounidense liderando procesos económicos de natura-
leza transnacional; y, finalmente, la masificación de las nuevas tec-
nologías de comunicación y transporte. Así un conservador naciona-
lista como Samuel Huntington, pensando en el futuro de los Estados
Unidos, puede desechar lo que llama las variantes cosmopolitas (di-
luir los Estados Unidos en lo universal) e imperial (norteamericanizar
al resto del mundo), en favor de una tercera vía que llama nacional
(la defensa de un núcleo patrio anglo-protestante) que incluye de
manera muy importante "el desafío hispánico" y la necesidad de
erradicar o asimilar a estas poblaciones resistentes (Poblete, 2005).
Para otros analistas, entre los que me incluyo, el cosmopolitismo y el
transnacionalismo que la globalización de las poblaciones migrantes
y de las culturas han activado en el laboratorio de lo social (y que en
el caso de los Estados Unidos fueron siempre la parte reprimida de
su verdadera trayectoria nacional) son una de las fuentes de inspira-
ción de una potencial renovación democrática del estado-nación. En
el ámbito estadounidense esto se manifiesta de maneras importan-
tes en la no-coincidencia entre los múltiples territorios de la cultura y
aquellos que la geografía del estado-nación ha reconocido secular-
mente.

/(/. El mercado de los libros en español

Este mercado movilizaba en el 2004, 350 millones de dólares


anuales (Alonso: 52)* y ha seguido creciendo, alimentado (pero tam-
bién limitado) por lo que en 2008 el censo estimaba un ingreso men-
sual promedio por familia hispana de $38,679 (comparados con
$54,920 para las familias blancas) y un nivel de pobreza del 21,5%
(U.S. Census Bureau, Facts for Features). Colectivamente la capaci-
dad de compra de los latinos ha aumentado considerablemente en
los últimos diez años: si en 1997 alcanzaba los trescientos cincuenta
mil millones de dólares, en 2007 ya era de $860 mil millones y se es-
pera que alcance 1,2 billones para el año 2012 (Taylor, Rosen). El
número de negocios latinos creció tres veces más rápido que el
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promedio nacional entre 1997 y 2002. (U.S. Census Bureau, Growth


of Hispanic). De acuerdo a la oficina del censo, más del 75% de los
latinos habla en casa una lengua diferente al inglés (fundamental-
mente español y otras lenguas amerindias). El 39% de ellos se con-
sidera capaz de hablar inglés muy bien. De acuerdo a la Association
of American Publishers (Asociación de Editores de los Estados Uni-
dos, AAP) el crecimiento de este Mercado puede apreciarse si se
considera que en 1998 sólo había 5000 libros en español disponibles
en los Estados Unidos, mientras que en 2003 esa cantidad había
subido a 30,000 (Portada, Libros y más libros). Los actores relevan-
tes coinciden en que el mercado de los libros en español en los Es-
tados Unidos es fundamentalmente de libros relativamente baratos
(rústica entre $12,95 y $19,95 (Alonso: 64)) y que puede dividirse en
cuatro sectores (Kiser: 2006): el primer grupo incluye a las editoriales
internacionales que tienen oficinas de ventas en los Estados Unidos
(Santillana, Norma, Planeta, Urano). Aunando las funciones de editor,
importador y distribuidor estas casas eligen entre los títulos de sus
catálogos aquellos que más se prestan para su comercialización en
los Estados Unidos y desarrollan también sus líneas editoriales es-
pecíficas para el mercado norteamericano. La Editorial Santillana por
ejemplo, publica alrededor de sesenta títulos originales en español
en el país e importa unos doscientos diez. El mercado estadouni-
dense es, de acuerdo con Silvia Matute, directora general de Santi-
llana USA, el cuarto mercado nacional para esta trasnacional de la
edición española, detrás sólo de México, Argentina y España (Rodrí-
guez Marín). Ediciones Urano por otro lado, apostó originalmente
tanto en el mundo como en los Estados Unidos a los libros de auto-
ayuda y superación, dieta y medicina alternativa para luego expan-
dirse hacia la traducción al español de títulos norteamericanos de
gran éxito. De hecho, Urano cuenta entre sus títulos uno de los
grandes best sellers del área: Ei Código Da Vinci del cual hasta fines
del 2003 se habían vendido más de ciento cuarenta mil copias rústi-
cas (Danford).
Un segundo grupo es el de las editoriales internacionales que sin
tener una oficina local en los Estados Unidos establecen convenios
de distribución con distribuidores locales tales como Lectorum, Li-
bros sin fronteras o Latin American Book Source. Las españolas
Tusquets, Obelisco, Sirio y Roca son por ejemplo representadas en
los Estados Unidos por Urano, mientras que Lectorum distribuye las
líneas infantiles y juveniles de publicación del Fondo de Cultura
Económica.
Un tercer grupo, tal vez el más importante para este mercado, es
el de las grandes compañías norteamericanas tales como Random
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House, Simon and Schuster, HarperCollins y Scholastic que en los


últimos diez o quince años se han embarcado en ambiciosos pro-
yectos para crear ya sea convenios de distribución y comercializa-
ción con los sellos editoriales en español del extranjero (y que a me-
nudo pertenecen a los mismos conglomerados transnacionales que
dichas empresas norteamericanas) o sus propias líneas de desarrollo
de libros en español, para el mercado norteamericano. En este grupo
se encuentran algunos de los grandes best sellers y los sellos edito-
riales más conocidos. Entre los primeros se cuentan Isabel Allende
(Rayo de HarperCollins, sello sobre el cual volveré); Gabriel García
Márquez de cuya Memoria de mis putas tristes (Vintage Español de
Random House) se habían vendido hasta 2005 más de ciento veinte
mil ejemplares; Bill Clinton de cuyo Mi vida se lanzaron en 2004 cien
mil copias al mercado (el lanzamiento más grande en la historia de
este mercado) y del cual hasta el 2005 se habían vendido sesenta y
dos mil copias (Alonso: 56-58); y Sandra Cisneros de cuyo La Casa
en Mango Street se han vendido más de dos millones de ejemplares
fundamentalmente en inglés, pero incluyendo también miles de co-
pias en español (sandracisneros.com).
En cuarto lugar se pueden mencionar las editoriales más peque-
ñas e independientes que incluyen editoriales como Bilingual Press,
Arte Público Press, u Ocean Books y que mezclan con frecuencia las
lógicas comerciales con las culturales y políticas. Destacable es aquí
el caso de Arte Público Press. Creada en 1979 por Nicolás Kanellos,
a la sazón un joven profesor de literatura, la editorial se trasladó en
1980 a su ubicación actual en la University of Houston. Desde allí
Kanellos, bautizado por la revista Críticas "El Padrino" del mercado
de libros en español, ha desarrollado una inmensa labor por resca-
tar, investigar y publicar la herencia escrita (escondida) de los latinos
en los Estados Unidos. Parte ejemplar de este esfuerzo ha sido el
multimillonario proyecto Recovering the U.S. Hispanic Literary Heri-
tage creado en 1992 con el apoyo de la Fundación Ford.
Otro ejemplo algo anómalo pero muy importante en esta categor-
ía lo constituyen las editoriales que sirven el mercado religioso (fun-
damentalmente cristiano). De hecho el libro que en mi investigación
ha surgido como el ganador absoluto al título de máximo best seller
del mercado de libros en español en los Estados Unidos, pertenece
a esta categoría. Se trata de la traducción al español del original
inglés de A Purpose Driven Life (Una Vida con Propósito) de Rick
Warren que, hasta mayo del 2005 había vendido casi seiscientos mil
ejemplares entre rústicas y tapas duras (Clemens).
Entre los factores negativos que han complicado el crecimiento
del mercado de los libros latinos en español se ha mencionado con
LITERATURA, MERCADO Y NACIÓN 179

frecuencia que el número de librerías dedicadas centralmente al ne-


gocio de los libros en español ha sido siempre muy limitado (Kiser,
1999; Rosen, 2008). Tanto o más importante parece el que este
mercado carezca de una esfera pública literaria suficientemente
desarrollada como para dotarlo de formas internas de legitimación.
El único medio especializado, la revista Críticas, se dirige no al públi-
co general como lo hace, por ejemplo, la revista de libros del New
Yorl< Times y sus abundantes reseñas y listas de best-sellers, sino al
público de bibliotecarios encargados de las adquisiciones de dicho
material. En ausencia de estas formas de reconocimiento y capitali-
zación internas, elaboradas dentro del campo y reconocidas por to-
dos los actores como válidas, el subcampo de la literatura latina en
español funciona sobre la base de dos formas externas de legitimi-
dad. En primer lugar, se trata fundamentalmente de los medios ma-
sivos de comunicación audiovisual en español o en inglés que pro-
ducen tanto una alta visibilidad como formas de relevancia y reco-
nocimiento de ciertas temáticas, ciertos autores y ciertos productos.
A través de estas formas heterónomas de validación, autores como
María Antonieta Collins y Jorge Ramos -para nombrar dos de los
más conocidos presentadores de noticias de Univisión, el canal lati-
no en español más popular de los Estados Unidos- pueden trans-
formarse en importantes best-sellers, trasladando así el capital cultu-
ral y simbólico acumulado en el campo del periodismo al de la litera-
tura escrita. Tanto Ramos como Collins han publicado una larga se-
rie de libros sobre la que volveré.
La otra forma de legitimación heterónoma le viene al campo de
los libros latinos en español de su par en inglés. En efecto, con mu-
cha frecuencia los grandes éxitos de la literatura latina dominante (en
inglés) son traducidos de inmediato para el goce no sólo de los
públicos lectores en América Latina sino también para su adquisi-
ción y disfrute por parte de públicos (radicados en los Estados Uni-
dos) minoritarios monolingues o que prefieren el español y que, ex-
puestos a la potencia de los criterios evaluativos de la esfera pública
literaria dominante de los grandes medios masivos escritos en inglés
(el New York Times, las revistas semanales como Time y Newsweek,
el Los Angeles Times, etc.), los aceptan como guías de su compor-
tamiento consumidor. De este modo se puede concluir que un sec-
tor importante del circuito productivo de la literatura latina en los Es-
tados Unidos, el de los libros en español, carece de una esfera
pública crítica suficientemente desarrollada que lo unifique y re-
flexione sobre él y sobre su discurso-objeto^.
Entre las dificultades de distribución de los libros en español se
hallan con frecuencia la falta de personal calificado tanto en las li-
180 JUANPOBLETE

brerías como, a veces, en las mismas distribuidoras. Otro impedi-


mento importante, sobre todo cuando se lo compara con el eficiente
mercado de los libros en inglés, es la falta de la garantía de retorno
para los libros no vendidos ya sea para libros importados por un dis-
tribuidor mayorista y adquiridos en los Estados Unidos o directa-
mente importados por una librería minorista. Ello obliga a los libreros
a ser extremadamente cautos en la selección de los títulos y en el
número de ejemplares pedidos y/o importados de cada titulo.
Además se ha señalado como un obstáculo a la adecuada distri-
bución el que una parte considerable de los latinos se haya acos-
tumbrado por nivel de educación y por tradición a puntos de venta
alternativos que las grandes distribuidoras no pueden ni saben cómo
alcanzar (Kiser, 1999: 37). Pero incluso allí la situación ha cambiado
radicalmente en los últimos quince años produciéndose la transición
de un mercado dominado por esos pequeños puntos alternativos de
venta (como las bodegas o almacenes de comida) a otro en donde
los actores son más conocidos: las grandes cadenas y clubes de
descuentos como Costco, las grandes cadenas del libro como Bor-
ders y Barnes and Noble (cuyas ventas en español se duplicaron en-
tre 2002 y 2007 (Rosen) y, por supuesto, las grandes empresas de
comercio digital como Amazon (Danford). En este sentido, tal vez la
historia de Reuben Martínez, el fundador de Librerías Martínez sea
una manera apropiada de concluir esta sección sobre los libros lati-
nos en español. Después de tres décadas ejerciendo como barbero
y peluquero en Santa Ana, una ciudad al sur de California con una de
las mayores tasas de población latina entre las urbes estadouniden-
ses, Martínez se transformó en un empresario del libro y en un acti-
vista en favor de campañas de alfabetización para beneficiar a los
niños latinos de escasos recursos (que tienen en general en los Es-
tados Unidos el doble de deserción escolar que sus pares blancos y
una de las tasas más bajas de graduación del sistema de educación
secundaria en el país). Martínez comenzó con unos pocos libros pa-
ra que leyeran sus clientes en la peluquería y al cabo de unos años
en que sus anaqueles de libros para prestar continuaron creciendo,
terminó dedicándose de tiempo completo al negocio de los libros,
mudándose en 1998 a su ubicación actual (Ricci). En el 2004 la Fun-
dación MacArthur le concedió una de sus becas para genios otor-
gándole medio millón de dólares en reconocimiento a su labor de
gestión cultural. De acuerdo a la fundación, que por primera vez
premió a un librero, Martínez: "elevó la venta de libros de un simple
negocio a una campaña para servir a poblaciones desfavorecidas.
La mezcla única de espiritu empresarial y trabajo solidario en Martí-
nez es un complemento importante a los esfuerzos institucionales y
LITERATURA, MEROADO Y NACIÓN 181

programáticos para enriquecer y apoyar las vidas de un segmento


importante y creciente de la población" (Macarturos)^. De este modo,
al empobrecido barrio de Santa Ana en donde se ubica su librería
peregrinaron autores de la talla de Sandra Cisneros, Carlos Fuentes,
Jorge Ramos, e Isabel Allende (quien al ver el modesto negocio ex-
clamó "¿Y esto es todo?") para luego, según Martínez, ser sorpren-
dida por cerca de tres mil personas que asistieron a su lectura)
(PBS). En su nuevo carácter de luchador por la difusión de la alfabe-
tización entre los latinos, Martínez co-fundó el Latino Book Festival,
una exposición itinerante de libros que ha recorrido los Estados Uni-
dos; se integró al directorio de la revista Críticas (que reseña los li-
bros en español que circulan en los Estados Unidos); se transformó
en un cotizado orador para bibliotecas y organizaciones culturales y
en el animador de un micro-programa televisivo sobre libros para ni-
ños en Univisión.
Lo que la historia de Martínez prometía era mucho más que la
trayectoria simpática de un peluquero energético transformado en
librero y empresario. Se trataba en rigor de la extraordinaria promesa
de mejorar la vida de los latinos pobres vendiéndoles libros en espa-
ñol, aumentando sus niveles de interés en la lectura y la educación
en general con una mezcla de plan de negocios y campaña de alfa-
betización en español y en inglés. Lo que la historia auguraba, en-
tonces, era una consideración más justa, y, por ello, más efectiva de
las necesidades culturales y sociales de estos latinos. En mayo del
2008, sin embargo, el Los Angeles Times señaló que de no mediar
un cambio significativo en sus ventas la Librería Martínez se vería
obligada a cerrar (como acababan de hacer dos de las más impor-
tantes librerías alternativas del sur de California) víctima del fin de su
contrato de arriendo, el impacto de las ventas por Internet y el dete-
rioro generalizado de la situación económica de su público compra-
dor (Los Angeles Times).

V. Otros adores claves

Para enfrentar el problema de la literatura latina en los Estados


Unidos desde el punto de vista de la industria del libro, la Associa-
tion of American Publishers (AAP) creó en 2002 el grupo de trabajo
"Publishing Latino Voices for America" que designó por primera vez
el mes de Junio del 2004 como Latino Books Month. (AAP, 2004) y
ha seguido eligiendo cada año un mes para (en las palabras de la
versión 2008):

Durante el mes de mayo, se invita a los libreros, bibliotecarios y otros en la


industria del libro a promover la lectura entre los Latinos en sus comuni-
182 JUAN POBLETE

dades, y a crear conciencia de la gran variedad de libros escritos por lati-


nos que se hallan disponibies tanto en inglés como en español.'

Las razones son simples y contundentes:

Promover la alfabetización y ios libros entre los Latinos es bueno tanto pa-
ra ios negocios como para las comunidades. Es fundamental servir a este
segmento de la pobiación pues es el de más rápido crecimiento en los Es-
tados Unidos. El Mes dei Libro Latino brinda un énfasis y una serie de re-
cursos a los libreros, bibliotecarios y otros que intentan promover los li-
bros y ia lectura en sus comunidades por la vía de organizar grupos de
lectura, iecturas bilingües de ciertos iibros favoritos, muestras en las librer-
ias u otros eventos^ (PLVA).

Muy influyente en este esfuerzo ha sido René Alegría, el director


editorial del sello Rayo de HarperCollins. Alegría ha insistido en pu-
blicar sus libros casi simultáneamente en español y en inglés demos-
trando una comprensión sutil de las complejidades y especificidades
culturales de sus públicos potenciales. En vez de reducir su mercado
a una u otra lengua. Alegría apostó durante años y con bastante éxi-
to a que la disponibilidad de las dos versiones tendría un efecto mul-
tiplicador de la publicidad y del interés de los lectores. De este mo-
do, y con gran sentido comercial ha publicado una larga serie de li-
bros escritos por algunas de las figuras públicas más conocidas de
la esfera pública en español en los Estados Unidos. María Antonieta
Collins y especialmente Jorge Ramos han sido dos de sus autores
claves en el ámbito de la no-ficción. Collins ha publicado títulos co-
mo Cómo lidiar con ios ex. Dijiste que me querías (Cómo sobreiievar
io impensabie). En el Nombre de comprar, firmar... y no iiorar (Cómo
me iiberé de mi adicción a las tarjetas de crédito); y ahora anuncia
Porque quiero, porque puedo y porque me da ia gana. Ramos, por
su parte, ha sido el autor estrella de esta importante casa editorial
con éxitos de venta tanto en español como en inglés, entre los que
se incluyen: La Otra cara de América/The Other Face of America; Lo
que ví/What I Have Seen; Dying to Cross/Morir en el intento; Atrave-
sando fronteras/No Borders; La Ola Latina/ The Latino Wave.
En ambos casos, conviene repetir, el capital cultural acumulado
en otro campo (el periodismo escrito y televisivo) ha sido transferido
al campo de lo literario, como una manera de superar el obstáculo
creado por la ausencia de una esfera pública literaria en español en
los Estados Unidos.
Los bibliotecarios, cuyas instituciones se hallan muy directamen-
te ligados a la historia de la asimilación de las oleadas históricas de
inmigrantes en los Estados Unidos, son otro actor importante en es-
te ámbito. Ellos se han esforzado por responder a las demandas lee-
LITERATURA, MERCADO Y NACIÓN 183

toras y necesidades culturales de un público fuertemente acrecenta-


do por la inmigración de los últimos decenios. De hecho, un informe
reciente, el primero sistemático sobre los Latinos y sus percepción
de las bibliotecas públicas, recomienda por ejemplo que para incre-
mentar el ya importante número de Latinos que hacen uso de dichas
bibliotecas el bibliotecario debe -además de conocer bien la comu-
nidad latina local y promover la biblioteca como un excelente lugar
para aprender inglés con acceso a medios electrónicos- informar a
la comunidad, especialmente a la mitad de la población latina en los
Estados Unidos que ha nacido fuera del país, que la institución no
comparte sus registros con otras instituciones federales y que ellos
son estrictamente confidenciales. (Flores y Pachón: 2-3)
Una de las particularidades del mercado latino de libros en espa-
ñol es que su desarrollo industrial inicial más significativo provino no
de los puntos de venta directa sino del poder comprador y el interés
de los bibliotecarios públicos y universitarios. Con más de 16.000
bibliotecas públicas y más de 4000 bibliotecas universitarias este es
un mercado de considerables proporciones (Kiser, 1999: 35). En el
mercado general de libros en los Estados Unidos alrededor del 10%
de las ventas netas son a bibliotecas públicas o universitarias lo que
en 2004, de acuerdo con Book Industry Trends 2005 significó cerca
de $1.600 millones de dólares (Portada, Book Publishers, 2006). En
el caso específico del mercado de libros en español adquiridos por
bibliotecas, un artículo de 1997 señalaba que a este segmento le co-
rrespondía una participación de mercado del 24%. (Taylor: 547) El
presupuesto para adquisiciones promedio de estas 16 mil bibliote-
cas es 30.500 dólares al año. (Portada, Bookstores and Libraries,
2004). La mitad de estas veinte mil bibliotecas públicas o universita-
rias tiene una colección en español, mientras que más de 650.000
universitarios estudian clases de español cada año (Kiser, 2000: 48).
Además de su peso en el mercado de libros de referencia, los biblio-
tecarios son quizás el actor más relevante en el importante y multi-
millonario mercado de los libros para niños.

VI. Los Lectores


Como ya he señalado los datos empíricos sobre las dimensiones
y características del mercado literario latino en los Estados Unidos
son escasos, a veces incluso contradictorios y casi siempre impreci-
sos. La información sobre los lectores no es la excepción a la norma.
Paradojalmente, repito, se sabe más acerca de los lectores latinos
de libros en español que acerca de los lectores de libros latinos en
inglés. En lo que es quizás el esfuerzo más serio por cartografiar este
territorio (aunque restringiéndolo a su versión Chicana o Mexicano-
184 JUANPOBLETE

estadounidense) el crítico Manuel Martín-Rodríguez ha propuesto en


Lite in Search ot Readers. Reading (in) Chicano/a Literature algunas
hipótesis interesantes para empezar a ordenar este campo.
Martín-Rodríguez describe su obra en los siguientes términos:

La tesis fundamental de este libro es que, históricamente, la literatura chi-


cana ha sido definida en la misma proporción por sus lectores, autores y
textos. Expandiendo esta hipótesis, me interesé en Investigar cómo ios au-
tores y sus audiencias interactuaron durante diferentes períodos, desde
ios tiempos coloniales en adelante (...) La Literatura chicana ha presenta-
do diferentes características según quiénes sean sus iectores deseados,
cuáles sus condiciones materiales de pubiicación y distribución, las opcio-
nes lingüísticas disponibles para la comunicación literaria, y la movilidad
geográfica de los autores y lectores. Asimismo, otros factores iiterarlos y
no-literarios han tenido un papel en la conformación de la literatura chica-
na. Entre ellos cabe mencionar ei status de clase de sus lectores ideaies
(...) las diferencias de género en el acceso tanto a la lectura como a la es-
critura, y los gustos literarios adquiridos en México u otros países por los
lectores de la literatura chicana (Martín-Rodríguez: 2)'.

Como se aprecia se trata de un ambicioso y renovador programa


de investigación que quiere desplazar el eje de la producción del
sentido de la concentración exclusiva en el texto a su inclusión en
una cadena que involucra producción, texto, circulación y consumo.
Desde este punto de vista la significación del texto es aquí el resul-
tado de una práctica social compleja en la que participan múltiples
actores en varios momentos del proceso.
En su análisis de lo que llama la generación del Quinto Sol y la
creación de una lectoría chicana, Martín Rodríguez se concentra en
la fundación en los años sesenta del siglo XX de una serie de edito-
riales creadas y controladas por chicanos. Según el autor esto re-
presenta, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, la
posibilidad de concebir una lectoría chicana de alcance nacional.
Hasta ese momento, sostiene Martín-Rodríguez, sólo habrían existi-
do públicos lectores locales o a lo sumo regionales que eran servi-
dos por una comunicación literaria cara a cara en performances y
declamaciones o por pequeñas imprentas de radio muy limitado. En
este sentido los años sesenta ven también la emergencia de locali-
zaciones académicas en que el estudio de la experiencia chicana se
institucionaliza. Con la creación de departamentos de Estudios Chi-
canos y/o Étnicos se aseguraba a las editoriales una demanda conti-
nua y previsible de textos y comenzaba a expandirse una lectoría
chicana de alcance nacional. Refiriéndose al caso canónico de
Tomás Rivera que pasa de trabajador inmigrante a rector de la Uni-
versidad de California en Riverside, Martín-Rodríguez destaca cómo
esta emergente literatura chicana nacional quiere programáticamen-
LITERATURA, MEROADO Y NAOIÓN 185

te colocarse a un nivel intermedio que la separa de esfuerzos litera-


rios anteriores. Aunque había habido una literatura chicana alta en
los textos decimonónicos de los californios como María Amparo Ruiz
de Burton y existía también una variable baja que había circulado
fundamentalmente en periódicos e impresos y también en forma
oral, la generación de Rivera (Y no se lo tragó la tierra) y de Rolando
Hinojosa (la serie de novelas de Klail City Death Trip) descubre o in-
venta un nivel medio en que las formas de la oralidad chicana popu-
lar y sus mecanismos discursivos son usados como estrategias es-
critúrales para lectores y no para auditores. Hay que destacar que la
mayoría de estos textos chicanos pioneros fueron escritos y publi-
cados en español para un público bilingüe o monolingue en español.
La inclusión del libro en inglés Bless Me Ultima (1972) de Rudolfo
Anaya, que Martín-Rodríguez llama "the first Chicano/a Bestseller"
(33) abre el corpus de Martín-Rodríguez a la interacción con un mer-
cado editorial mucho más amplio que el Chicano: el del público an-
glo o mayoritario. En este paso de las fórmulas de la oralidad popu-
lar en español y su uso en obras literarias para un público fundamen-
talmente homogéneo y latino a, en el caso extremo, las fórmulas y
topoi de la literatura étnica en los Estados Unidos exigidos por una
lectura monolingue externa, se juegan problemas que siguiendo a
Antonio Cornejo Polar he llamado la heterogeneidad constitutiva de
la literatura latina en los Estados Unidos. En esta línea, Manuel
Martín-Rodríguez aportará luego interesantes comentarios sobre la
diagramación y el marketing para un público anglo de las portadas
de varios de los libros posteriores de la literatura chicana (ahora
irremediable y crecientemente en inglés).
Martín-Rodríguez destaca también las estrategias literarias y cul-
turales utilizadas por los autores y autoras chicanas para enfrentar
tanto la audiencia intraétnica como la mayoritaria, los públicos bilin-
gües como los monolingues. Desde mi punto de vista este es el
capitulo central del libro en tanto mapea un terreno marcado por dos
mercados diferentes que son constitutivos de la complejidad de la
literatura chicana (y latina) en su versión contemporánea. Esos dos
mercados son los que Martín-Rodríguez llama "the market" (el mer-
cado literario dominante o anglo en inglés) y la "marketa" (que sería
el mercado intraétnico). Contrariamente a otras opiniones, Martín-
Rodríguez sostiene que no hay una verdadera reducción de la varie-
dad lingüística de la literatura chicana contemporánea, con una fuer-
te tendencia al monolingüismo en inglés, sino que más bien se trata
de un cambio en el valor o ei peso relativo de la literatura chicana
producida en inglés (ahora dominante y de alcance nacional) y aque-
lla que se elabora en caló, en español o en bilingüe (de alcance sólo
186 JUAN POBLETE

local O regional, concentrada en pequeñas editoriales no comercia-


les). La literatura chicana, apunta Martín-Rodríguez, goza hoy de va-
rias audiencias culturalmente heterogéneas.
Más allá del excelente y pionero trabajo de Martín-Rodríguez, va-
le la pena cerrar esta sección sobre los lectores como agentes cultu-
rales que colaboran en la producción de la literatura latina en los Es-
tados Unidos, destacando la variedad histórica y realmente existente
de discursos sociales, públicos heterogéneos y mercados en diverso
grado de desarrollo en este ámbito. Allí, la coexistencia de formas
orales y textuales de comunicación, las múltiples interrelaciones en-
tre diferentes medios de circulación de discursos (de la televisión al
periódico, de la radio al libro y de la Internet a todos ellos) hacen im-
posible cualquier espejismo desarrollista y teleológico que vea nece-
sariamente en unas formas el atraso o la tradición desplazada mien-
tras celebra en las otras, el acceso a una modernidad maniqueamen-
te concebida. Una vez admitida esta pluralidad de los públicos, los
formatos y los vehículos de lo literario y no fictivo latino en los Esta-
dos Unidos (escrito u oral/auditivo, alto, medio y bajo, elitista y po-
pular, comunicado en forma de libro o en folletos, periódicos, dia-
rios, radios o la Internet) es preciso concluir, sin embargo, que "el
market" de libros latinos en inglés goza de una esfera pública litera-
ria poderosa y muy influyente a la hora de determinar qué es la litera-
tura latina en los Estados Unidos, que no tiene contraparte organiza-
da en el ámbito de los libros latinos en español.

Conclusión

En una entrevista publicada en 2003 en Publishers Weekly, una


de las revistas más importante de las que se ocupan del mercado de
los libros norteamericanos, Adriana López, a la sazón editora en di-
cho medio, revelaba, por ejemplo, que incluso los expertos saben
aún poco sobre el tema de los libros latinos en inglés y su mercado:
"Adriana López [...] señaló que las ventas de libros en español en los Esta-
dos Unidos alcanzaron los 400 millones de dólares en 2001. Impresionan-
te, pero añadió que sólo puede especular acerca de las ventas de los li-
bros latinos escritos en inglés. 'Me muero de ganas, todo el mundo se
muere por saber esos números', señaló. [...] 'Ouando la industria (del libro)
nos presta (a los Latinos) atención espacial, nos ofrece secciones de libros
en español', apuntó López. 'Todavía hay confusión acerca de la iengua
que hablamos. Oreo que eso nos perjudica en el sentido de que divide
nuestro mercado. Si yo fuera gerente de una librería colocaría los libros la-
tinos en español y en inglés juntos, lomo a lomo, como en un plato de en-
chiladas. Esto suscita la pregunta: ¿qué es un libro latino?" (Rodríguez,
2003)10.
LiTERATURA, MERCADO Y NACIÓN 187

El problema al que refiere López es simple: parece muy difícil y


tal vez menos importante desde el punto de vista de las empresas
de publicidad y de las casas editoriales, saber cuántos libros de lite-
ratura latina en inglés en los Estados Unidos son comprados por un
público dominante (clase media y media alta, mayoritariamente blan-
co y monolingue en inglés) o por un público minoritario (que puede o
no ser bicultural y bilingüe). Desde el punto de vista de esos actores
en el mercado lo que más importa es que los libros se vendan o no
se vendan y en qué cantidades se vendan. Desde esta perspectiva
específica la pregunta "¿Qué es un libro latino?" ha parecido irrele-
vante o innecesaria. De este modo, tanto el análisis cualitativo como
el cuantitativo de la conformación del público y el mercado de la lite-
ratura latina en Estados Unidos persisten como tareas que no han
sido seriamente emprendidas hasta hoy. Lo poco que existe como
vimos se refiere al mercado de libros latinos en español y responde a
las necesidades de los marketeros y publicitarios de vender su co-
nocimiento cultural específico del "público latino" a las grandes
compañías norteamericanas, a las necesidades culturales de un
público dominante que prefiere identificar lo latino con lo extranjero y
lo inmigrante, y a la mayor especificidad de este segmento del mer-
cado. Por oposición a esta laguna o indiferencia del conocimiento
mercadotécnico, el discurso crítico periodístico y el más especializa-
do de las universidades han constituido influyentes formas de con-
formación de una esfera pública literaria nacional, homogénea y mo-
nolingue.
En su introducción a un libro pionero, American Babel, Marc Shell
señala:

"Muy pocos críticos norteamericanos trabajan sobre ia vasta literatura


muitiiingüe de los Estados Unidos. La mayoría simpiemente destaca las
obras en inglés escritas por miembros de ios varios grupos étnicos y racia-
les -a menudo en ei nombre de la diversidad- al mismo tiempo que sosla-
yan las obras literarias estadounidenses escritas en otras lenguas. De este
modo, estimuian la lectura de obras literarias en inglés escritas por nor-
teamericanos de origen chino pero ignoran ia literatura norteamericana es-
crita en ciiino" (Shell, 15)".

La literatura latina en los Estados Unidos^^, determinada casi ex-


clusivamente hasta ahora por las formas de legitimación elaboradas
en el campo más amplio pero monolingue y tendencialmente mono-
cultural de la esfera pública literaria dominante, no ha logrado tam-
poco escapar a esta dinámica. De esta forma, ha sido poderosamen-
te reducida a su manifestación en inglés y ha recibido de esta de-
terminación estructural algunas de sus características temáticas y
lingüísticas más salientes.
188 JUAN POBLETE

Así la respuesta cuasi-automática a la pregunta ¿qué es un libro


latino? ha sido de facto con mucha frecuencia: un libro de literatura
latina es aquel que expresa en inglés la experiencia de una minoría
étnica para beneficio, ilustración y deleite de un público mayoritario
blanco y monolingue en inglés. Ello ha ocurrido a partir de al menos
dos máquinas de lectura operantes en el control de la textualidad
latina en los Estados Unidos, y aunque no puedo desarrollar aquí es-
tas hipótesis, me gustaría siquiera señalarlas. Dos de los mecanis-
mos centrales encargados de reducir la complejidad de la experien-
cia latina a los clichés de una economía textual en inglés especiali-
zada en la domesticación de la alteridad étnica (y no sólo la latina)
han sido el realismo mágico, convertido en una categoría genérica y
del mercado, y la categoría de experiencia misma, que funciona co-
mo una demanda de representatividad no mediada que se impone
sobre el texto para hacerlo hablar en el lenguaje de las diferencias
étnicas reconocibles por la cultura dominante. Estas dos categorías
han estado al servicio de un amplio público mayoritario monolingue
en inglés que, alimentado por la hegemonía del discurso igualmente
monolingue de la multiculturalidad, ha encontrado en ellas dos cla-
ves poderosas para reconocer y controlar dicha alteridad.
Para concluir cabe notar que el reclamo utópico de Adriana
López citado más arriba (los libros latinos en inglés y en español jun-
tos, lomo a lomo) estaba fundado en una comprensión más refinada
de lo que era o pudiese ser la literatura latina. Para ella era importan-
te identificar un público bilingüe y bicultural, un conjunto de lectores
que, en su opinión, debería ser el que determinara centralmente lo
que esa literatura sea o pudiese ser. Aunque el mercado continúa
identificando mayoritariamente la literatura latina con aquella produ-
cida en inglés para un público amplio, es posible destacar que se
han producido progresos importantes en esta área. En la declaración
sobre el mes del libro latino de la Comisión Especial sobre Libros La-
tinos de la Asociación de Editores Estadounidenses (PLVA) citada
más arriba, se constata que los libros relevantes son definidos como
"libros escritos por latinos que se encuentran disponibles tanto en
español como en inglés"". Si se observa ahora la lista de títulos re-
comendados para el verano del 2008 se aprecia que efectivamente
muchos de los títulos de las grandes empresas nacionales y trans-
nacionales allí incluidos están efectivamente disponibles en versión
inglesa y española (lo que denota una comprensión diferente de la
composición del mercado y de las necesidades y variedades de sus
públicos lectores); que algunos pocos, cuya traducción al inglés se
anuncia, han aparecido y han sido distribuidos masivamente primero
en español; y que, por supuesto otros varios best sellers de original
LITERATURA, MERCADO Y NACIÓN 189

inglés se pueden leer ahora en español. Todo ello nos habla de las
diversas formas a través de las cuales ese público latino más com-
plejo con el que soñaba López hace sentir su capacidad de influir
sobre la oferta cultural.
Tal vez la trayectoria que va de un Osear a otro -de Osear Hijue-
los que ganó el primer premio Pulitzer obtenido por un escritor latino
en 1990 con una novela estereotipante llamada The Mambo Kings
Play Songs of Love, al Oscar Wao cuya vida entre la República Do-
minicana y New Jersey nos cuenta Junot Díaz, ganador del Pulitzer
en 2008 con su magnífica novela The Brief and Wondrous Lite ofCs-
car Wao- sea una buena medida de las posibilidades y limitaciones
de aquel progreso. Lo que está en juego es si el texto latino va a en-
cajar con las categorías etno-raciales y literarias nacionales que el
mercado dominante monolingue en inglés le ha reservado o si, por el
contrario, dentro de un universo transnacional, bilingüe y pluricultural
se va a atrever a expandirlas o a hacerlas explotar.

NOTAS:

1. "By 2050, half of America's popuiation will be minorities. The future of this
industry lies in finding out who they are and what they wanf'Jim Powell,
experto internacional de marketing en ia Christian Booksellers Association"
(citado en Clemens)
2. Ouiero agradecer a mis colegas de la Universidad de Caiifornia en Santa Cruz
(Norma Kiahn, Lourdes Martínez-Echazábai, Catherine Ramirez y Kirsten Silva-
Gruesz) la lectura crítica dei manuscrito de este ensayo. Para nuestro trabaio
coiectivo véase: http://clrc.ucsc.edu/lit/conference.htmi
3. Para una excelente crítica de este paradigma nacionalista y monolingue, véase
Shell.
4. Karin Kiser, citando ai Departamento (Ministerio) de Comercio de los Estados
Unidos reportaba un valor de 368 miilones para este Mercado en 2000 (Kiser,
2000: 47).
5. Lo que existe de dicha esfera pública literaria es precario: Ei Andar fue una de
ias publicaciones que sin éxito comercial se propusieron ilenar este vacío. Re-
cientemente ha aparecido ia Primera Revista Latinoamericana de Libros (PRL)
que, a la manera del New York Review of Books, reseña en español libros lite-
rarios y académicos publicados en ingles y español. Una alternativa emergente
la constituyen sitios electrónicos como La bloga que ofrece "Chicana, Chica-
no, Latina, Latino, & more. Literature, Writers, Children's Literature, News,
Views & Reviews", http://labloga.blogspot.com/
6. "elevated bookseiling from a business to a campaign in support of underser-
ved populations. Martinez' unique brand of entrepreneurship and advocacy is
an important complement to institutional and program efforts to enrich and an-
chor the lives of a iarge and growing population in America."
190 JUAN POBLETE

7. "Throughout the month of May, booksellers, librarians, and others in the book
industry are encouraged to promote reading among Latinos in their communi-
ties, and to raise awareness of the rich variety of books authored by Latinos
that are available, in both English and Spanish" (PLVA Task Force)
8. "Promoting books and literacy among Latinos is good for business and good
for communities. Serving this segment of the population is critical, as the Lati-
no population is the fastest growing in the United States. Latino Books Month
provides a focus and resources for booksellers, librarians, and others who
wish to promote books and reading in their communities by hosting reading
groups, bilingual readings of favorite books, in-store displays, and other
events."
9. "The main claim of this book is that historically, Ohicano/a literature has been
defined as much by its readers as by its texts and authors. Expanding the main
hypothesis, I was interested in researching how writers and audiences interac-
ted in different periods, from colonial times onward. (...) Chicano/a literature
has manifested different characteristics based on who its intended readers we-
re, what the material conditions of publication and distribution were like, the
linguistic choices available for literary communication, and the geographical
mobility of writers and readers. Others factors, both literary and extra-literary,
have played a role in shaping Ohicano/a literature as well, including class sta-
tus of its ¡deal readers (...) gender differences in access to both reading and
writing, and literary tastes acquired in Mexico or in other countries by readers
of Chicano/a literature."
10. "Adriana López [...] placed Spanish-language book sales in the United States
at $400 million in 2001. Impressive, but she can only guess about sales of La-
tino books written in English. "I am dying, everybody's dying for those num-
bers" she said. [...] "When the (book) industry gives us [Latinos] special atten-
tion, they tend to give us Spanish language sections" Lopez said. "There is still
confusion over what language we speak. I think that hurts us in that it divides
our market. If I ran a book store, I'd line up the Latino books in English or Spa-
nish side by side like a platter of enchiladas. That brings up the question: What
is a Latino book?"
11. "Few American literary critics work on the vast multilingual literature of the Uni-
ted States. Most simply raise up English-language works writen by members
of America's various ethnic and racial groups -often in the name of multicultu-
ral diversity—even as they dismiss American literary works writen in languages
other than English. Thus they encourage reading English-language literature by
Americans of Chinese ethnicity but ignore Chinese-language American literatu-
re."
12. Alberto Sandoval y Frances Aparicio, por un lado, y Frauke Gewecke, por el
otro, proporcionan excelentes y amplios panoramas sobre la literatura Latina
en los Estados Unidos.
13. "books authored by Latinos that are available, in both English and Spanish."

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