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HUMANISTAS ESPAÑOLES

Raúl López & Eduardo Álvarez de Palacio (eds.)

EDICIONES CLÁSICAS
2016
Primera edición 2016

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y el tratamiento informático.
ÍNDICE

Introducción ...................................................................... 9
AMÉRICA
María del Carmen Martínez Martínez, Las fuentes
de Bernal Díaz del Castillo: Algunas consideraciones ....... 13
Jesús Paniagua Pérez, La influencia de Arias Montano
en el Libro Primero de la obra de Fernando de Montesinos,
Ophir de España ................................................................. 27
María Dolores Pérez Murillo, La América Colonial
a través del cine histórico de Tomás Gutiérrez Alea ........... 41
Antonio Reguera Feo, Los argumentos de Montesinos
para asimilar Ophir y Perú, basándose en lo que las flotas
de Salomón e Hiram traían de allí ..................................... 53
Germán Santana Henríquez, La tradición clásica
en las Crónicas de Indias: el caso del humanista
Andrés Pérez de Ribas ......................................................... 67
Dario Testi, La importancia de CamÕes para
la reconstrucción de los inicios del progreso colonial
portugués ............................................................................. 79
Mª Isabel Viforcos Marinas, Reflexiones e incertidumbres:
Libros del Nuevo Mundo en inventarios del quinientos ..... 93
ARTE
Mª Dolores Campos Sánchez-Bordona, Comercio e
intercambio de imágenes. Presencia y ausencia
de estampas en los inventarios de bienes de artistas
y de mercaderes de libros en el siglo XVI hispano ............ 131

5
José M. Floristán Imízcoz, Humanismo y Patronazgo
Regio: humanistas al servicio de la corona en tiempos
de Felipe II y Felipe III ...................................................... 157
Joaquín García Nistal, Virtus gloriam parit. Contenidos
y fórmulas propagandísticas en los libros de medallas
del siglo XVI ...................................................................... 175
LITERATURA
Abel Lobato Fernández, Cultura, poder y exaltación
del linaje: la librería del obispo Alonso Mesía de Tovar .... 191
María Celia Ropero Serrano, Traducción y comentarios
de Juan de Valdés a las cartas paulinas a los Romanos
y a los Corintios ................................................................. 201
María Sebastià, Jansenismo vs. Molinismo en las obras
neoclásicas de Manuel Lassala: Ifigenia in Aulide,
Didone abbandonata y Andromaca ................................... 215
CIENCIA
Juan Antonio López Férez, Sobre los ejercicios físicos
y otras recomendaciones dietéticas en el tratado Vergel
de Sanidad del médico renacentista Luis Lobera de Ávila
(¿1480?-¿1551?) ................................................................. 227
Jesús Luis Paradinas Fuentes, El Humanismo
y la ciencia moderna ......................................................... 267
EDUCACIÓN
Beatriz Fernández Díez y Eduardo Álvarez del Palacio,
Humanismo inglés y educación: orígenes y evolución ...... 283
Santiago García Morilla y Eduardo Álvarez del Palacio,
Sobre los datos biográficos inéditos del humanista Blas
Álvarez de Miraval ............................................................ 297
PEDRO DE VALENCIA
Jesús-Mª Nieto Ibáñez, Las fuentes del escrito bíblico
de Pedro de Valencia Sobre la tristeza. La traducción
de las citas ......................................................................... 309
Manuel Andrés Seoane Rodríguez, El uso de las citas
en un pequeño opúsculo de Pedro de Valencia: Sobre que
no se pongan cruces en lugares inmundos ....................... 317

6
RETÓRICA
Concha Ferragut Domínguez y Josep L. Teodoro,
Ex natura o ex praeceptis? La presencia de la natura
en los Institutionum Rhetoricarum libri tres (1554)
de Fadrique Furió Ceriol .................................................. 325
Ferran Grau Codina y Luis Pomer Monferrer, La
Methodus oratoria (1568) de Andrés Sempere
en el contexto del Estudi General de Valencia .................. 337
María Asunción Sánchez Manzano, Jorge de Trebisonda
y Juan Luis Vives sobre la elocución retórica ................... 349
TRADICIÓN EGIPCIA Y ORIENTAL
Lucía Fernández Rabanal, Pedro Mártir de Anglería,
un viajero al Egipcio del siglo XVI ................................... 363
Elisabeth Garcia i Marrasé, El antiguo Egipto en la
fundación mítica de ciudades y en el ceremonial urbano
de la Monarquía hispánica de Felipe II ............................ 373
Raúl López López, La tradición egipcia en el pensa-
miento occidental. Una perspectiva sobre el Humanismo
renacentista ....................................................................... 389
Estefanía Santos García y Juan A. García Muelas, Amor
y Sexo en los Jeroglíficos y Emblemas Españoles
de los siglos XVI y XVII ..................................................... 407

7
8
JANSENISNO Y MOLINISMO EN LAS OBRAS NEO-
CLÁSICAS DE MANUEL LASSALA: IFIGENIA IN AU-
LIDE, DIDONE ABBANDONATA Y ANDROMACA

María SEBASTIÀ

Introducción
El objetivo de nuestra comunicación es presentar tres obras del
jesuita, humanista y dramaturgo neoclásico valenciano del set-
tecento, Manuel Lassala Sangermán (1738-1806), a saber, Ifige-
nia in Aulide, Didone abbandonata y Andromaca, desde el punto
de vista del enfrentamiento entre el determinismo y el indeter-
minismo, centrándonos específicamente en cómo sus protagonis-
tas se enfrentan a la muerte.
Para ello, seguiremos tres ejes, que son los que, en nuestra
opinión, determinan dichas piezas dramáticas: la influencia gre-
corromana, a través de Eurípides, Virgilio y Séneca; la influen-
cia trágica francesa matizada por el jansenismo, a través de Ra-
cine, y la jesuítica, molinismo, por su formación académica y
eclesiástica.
Las obras que trataremos no han sido reeditadas ni estudia-
das desde el s. XVIII, nos parece interesante trabajarlas para la
presente comunicación desde el punto de vista mencionado por
considerar sumamente sugerente que nuestro autor escoja mo-
delos tan dispares en cuanto a lo teológico y filosófico se refiere
y consiga aunarlos con considerable éxito, teniendo en cuenta,
además, que en muchos aspectos son contrarios a los cánones
que se le presumen como miembro de la Compañía de Jesús.

Raúl López & Eduardo Álvarez de Palacio (eds.), Humanistas españoles, Ma-
drid, Ediciones Clásicas, 2016.

215
MARÍA SEBASTIÀ

Jansenismo y molinismo (determinismo e indetermi-


nismo)
El determinismo o indeterminismo que rige la vida de los
mortales ha sido apasionante tema de controversia desde la An-
tigüedad hasta nuestros días aunque nuestro estudio se de-
tenga en el s. XVIII , tanto a nivel teológico-filosófico como li-
terario. Las acciones humanas se han visto analizadas desde la
fluctuación comprendida entre el fatum y el libre albedrío. Nos
gustaría dar unos breves apuntes al respecto, partiendo del jan-
senismo y la oposición al mismo que presenta el molinismo.
Definir el término jansenismo no es una tarea fácil, pues de-
pende de diversos factores como la época, el país en el que se
desarrolle y el propio autor que lo analice. Con todo, podemos
consensuar que puede ser estudiado desde tres perspectivas: la
política, que no resulta tan relevante para nuestro estudio y por
lo tanto no la trataremos en nuestra trabajo; la religiosa, que
afectaría directamente a las distintas órdenes y a sus pugnas y
confrontaciones y la teológica, que será la que más provechosa
nos resulte a la hora de abordar la configuración de las obras
clásicas que nos ocupan1 .
Desde el punto de vista más simple, el jansenismo se define
por ser el movimiento teológico que sigue los preceptos básicos
que se desprenden de la obra de Cornelio Jansenio, Augustinus2,
obra que desde sus orígenes fue considerada herética3 y no fue
aprobada desde Roma ya que no encajaba con la doctrina cató-
lica y las renovaciones extraídas del Concilio de Trento.
Si profundizamos en el trasfondo filosófico, partiendo de la
rama teológica, el jansenismo se caracteriza por defender que la
predestinación es un hecho ineludible y el hombre se ve arras-
trado irremediablemente por la voluntad divina4. Así, la salva-
ción del ser humano depende de la misericordia de dios y es éste
quien decide a quien le concede la gracia divina y por ende la

__________
1 Gres-gayer, J. M., Le Jansénisme en Sorbone: 1643- 1656, Paris, Klincksieck, 1996,
PP. 130-132
2 Janesio, Augustinus. Rothomagus, Ioam & Davidis Berthelin, 1640.
3 Tomisch, Mª G., El jansenismo en España. Estudio sobre ideas religiosas en la se-

gunda mitad del siglo XVII, Madrid, Siglo XXI de España editores, 1972, PP. 26-27.
4 Morales Peco, M., Edipo en la literatura francesa, Cuenca, Ediciones de la Universi-

dad de Castilla-La Mancha, 2002, p. 128.

216
Jansenisno y molinismo en las obras neoclásicas de Manuel Lassala

vida eterna y a quien aboca a la perdición5. Incluso los hombres


piadosos y justos necesitan estar tocados de esta gracia, pues sus
acciones terrenas no determinan su gloria in aeternum.
El jansenismo se concibió de distinta forma dependiendo de
los países donde se manifestara; así pues, en España las mani-
festaciones jansenistas se desligan en cierto modo de las de su
cuna francesa. En nuestro país el jansenismo, aunque algunos
autores lo consideren un movimiento independiente, se ha visto
vinculado al regalismo; es decir, el movimiento mediante el cual
se propugnaban medidas desamortizadoras para desproveer a la
Iglesia de la suma acumulación de tierras. Es más, los españoles
considerados jansenistas, no fueron percibidos como herejes ya
que se alejaban del Augustinus y no seguían sus preceptos.
Todo ello nos sirve de apoyo para comprender por qué Lassala
puede tomar como referente a Racine, en cuyas obras algunos
autores han podido interpretar rasgos jansenistas, a riesgo de
poder ir en contra de las corrientes jesuíticas partidarias del in-
determinismo.
La Compañía de Jesús, se distinguió por ser formalmente an-
tijansenista; el movimiento antijansenista actúo como contra-
punto al jansenismo desde sus inicios en la capital gala6, así
como también de referente para acotar el difuso concepto de jan-
senismo7. De este modo, el antijansenismo jesuítico, que tomó
forma específica en el molinismo ‒sistema teológico formulado
por Luis de Molina en su obra Concordia liberi arbitrii cum gra-
tiae donis8‒, se opone a la creencia jansenista de que alma hu-
mana esté irremediablemente predestinada a la perdición y al
mal en la mayoría de los casos.
Para los molinistas, la vida es una constante batalla entre los
deseos concupiscentes y la voluntad de seguir el amor de dios,
habiendo de merecer la gracia eficaz del mismo a través de la
virtud, la piedad y el constante perfeccionamiento espiritual9.
__________
5 Ibidem. p. 122.
6 Gres-gayer, J. M., Op. Cit., p. 14.
7 Contraconceptos asímétricos cf. Hernán Perrone, N., “Si no eres jesuita serás janse-

nista; y si no eres jansenista serás jesuita”. El problema del jansenismo en causas de la


revolución de Francia de Lorenzo Hervás y Panduro S. J. (1735- 1809)”, en Hispania
Sacra, LXV (julio-diciembre 2013), 203-230, p. 210.
8 De Molina, L., Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis Lisboa, Antonio Riberio,

1588.
9 Tomisch, Mª G., Op. Cit., p. 27-28.

217
MARÍA SEBASTIÀ

Lassala y sus obras


En este marco dieciochesco, de encarnizadas guerras teoló-
gico-políticas en el seno de la Iglesia, Lassala10, en el epicentro
de un fuego cruzado, escribe sus obras dramáticas tomando como
referentes la literatura grecorromana pagana y determi-
nista y las tragedias francesas con tintes jansenistas , a
la vez que introduce elementos cristianizantes pasados por el ta-
miz de su formación jesuítica, partidaria del indeterminismo y
lo consigue hacer con acierto y sin estridencias.
Lassala desarrolló numerosos géneros literarios, tales como
la tragedia, comedia, sátira, scena lirica, fábula, discurso, pará-
bola y letanía casi todo ello en verso . Nos ocuparemos a con-
tinuación de tres de sus obras dramáticas: Ifigenia in Aulide11,
la única de sus tragedias de corte neoclásico impresa12 y dos
scene liriche, una suerte de piezas operísticas menores compues-
tas para el deleite de la corte, Didone abbandonata y Andro-
maca.
La Ifigenia de Lassala es una reformulación del mito a partir
de la Ifigenia en Áulide de Eurípides13 y la Iphigénie de Racine14
como se señala en el prólogo de su propia obra15.
Racine, a su vez, se inspira en Eurípides, alejándose de éste
principalmente en la estructura de la obra y en la versión del
mito; aunque les sigue fielmente en lo que al tratamiento de las
pasiones se refiere: «Voilà, les principales choses en quoi je me
suis un peu éloigné de l’economie et de la fable d’Euripide. Pour
ce qui regarde les passions, je me suis attaché à le suivre
plus exactement»16 («He aquí las principales cosas en las que
me he alejado un poco del orden y el mito de Eurípides. En lo
__________
10 Para conocer algunos datos biográficos sobre la vida de Lassla cf. Sebastià, M., "La

Andromaca de Manuel Lassala: una scena lirica setecentista" en Tycho Revista de Ini-
ciación en la Investigación del teatro clásico grecolatino y su tradición, 2 (2014), pp. 97-
118.
11 Lassala Sangermán, M., Ifigenia in Aulide, Bologna, S. Tomaso d’Aquino, 1779.

13 E. IA
14 Racine, J., Iphigénie, Paris, Librarie Hachette, 1935.
15 «senza obbliare però gl’insegnamenti dell’Arte, e la non servile imitazione dell’altro

Euripide della Francia l’inmortale Racine» Cf. Lassala Sangermán, M. Op.Cit., p. 6


(«pero sin olvidar las enseñanzas del Arte, y la imitación no servil del griego Eurípides
y del otro Eurípides de Francia, el inmortal Racine»).
16 Racine, J., Op. Cit. 10, p. 27-28.

218
Jansenisno y molinismo en las obras neoclásicas de Manuel Lassala

que respecta a las pasiones me he atenido al él con más exacti-


tud.») y esto nos resulta relevante para plantearnos si Racine
esta verdaderamente influenciado por el jansenismo o si, sim-
plemente, está siguiendo a los clásicos en su concepción de la
predestinación y la fatalidad irremediable17.
Racine no se aleja del mito de Eurípides hasta la escena final,
la del sacrificio, en la que sustituye la cierva por Erifila, una
joven esclava acompañante de la hija de Agamenón, la cual re-
sulta ser hija de Helena de Troya y llamarse asimismo Ifigenia18.
Él mismo confiesa en el prólogo a su obra que no le gusta la so-
lución clásica deus ex machina para evitar el sacrificio de Ifige-
nia, por parecerle que resultaría poco plausible al público de la
época. Racine no quiere que Ifigenia muera; pero parte del punto
de que sí debe de haber una muerte que expíe la falta de Helena,
eso es algo ineluctable, algo que no se puede elegir; pero le pa-
rece más justo que sea una hija de a propia Helena la que muera,
en lugar de la sobrina de ésta.
No es de extrañar que tanto a Racine como a Lassala les pa-
reciera especialmente interesante el motivo del sacrificio de Ifi-
genia, por el trasfondo teológico del mismo, ya que ambos habían
recibido una fuerte formación religiosa. Los dos autores cristia-
nizan del mito clásico; pero con distintas resoluciones. El jesuita
decide cerrar la tragedia con un lieto fine19: nadie muere. En
cambio, en la tragedia de Racine se acaba produciendo el sacri-
ficio, pese a que no sea el de Ifigenia; se cumplen así finalmente
los designios, como si no hubiese otra opción posible.
Para Racine el designio de la divinidad debe cumplirse y todo
está prefijado de antemano, como se refleja en las predicciones
oraculares; para Lassala, el hecho de que se produzca el sacrifi-
cio no es algo inalterable. Lassala lo evita, no se produce nin-
guna muerte, ni humana ni animal, no se lleva a cabo ningún
sacrificio y en esto difiere tanto de Eurípides como de Racine. La
__________
17 Cf. Waterhouse, F., "Racine janséniste malgré lui" en The Sewanee Review, 36, 4

(1928), p. 441- 455; Sellier, Ph., "Le jansénisme des tragédies de Racine: réalités ou ilu-
sion? en Cahiers de l'Association internationale des études, 31 (1978) p. 135-148; Losada
Goya, J. M., "Fedra y los dioses (Eurípides, Racine, Unamuno)" en Thélème. Revista Com-
plutense de Estudios Franceses, 26 (2011) pp. 217-224.
18 Todos estos datos se conocen a través de un oráculo, del mismo modo que se sabrá a

través de éste que debe ser Erifila la sacrificada.


19 Mattioda, E., Teorie della tragedia nel settecento, Modena, Mucchi Editore, 1994, p.

199-248.

219
MARÍA SEBASTIÀ

fatalidad no es inherente a la naturaleza humana y no hay un


destino irrevocable que no pueda ser evitado, los justos reciben
la gracia divina, conforme a las bases molinistas:
CLITEMNESTRA: Ifigenia mori?
TIMANTE: No, vive, è salva:
la sua virtu placò l’ira dei numi. (Act, 5, Esc. 10)
‘CLITEMNESTRA: ¿Ifigenia ha muerto?
TIMANTE: No, vive, está a salvo:
su virtud aplacó la ira de los númenes20.’ (Act, 5, Esc. 10)
En cuanto las dos escenas líricas que nos ocupan, Didone ab-
bandonata y Andromaca, en ellas se trata la muerte y el destino
de modos distintos, ya no hablamos sacrificio en un principio
irrevocable en aras de un pueblo, el de los griegos, de un fin co-
mún y colectivo.
Por el contrario, tanto en la Didone abbandonata como en la
Andromaca, somos testigos de un dolor intimista y desgarrador,
el sufrimiento de la enamorada abandonada que se autoinmola
y de la madre doliente, al igual que Clitemnestra, que nada
puede hacer por evitar la muerte de su hijo.
La fuente principal para la Dido de Lassala es Virgilio21, aun-
que no debemos descartar que Lassala conociera y hubiera leído
la célebre Didone abbandonata22 del libretista barroco Metasta-
sio23, por la popularidad de la misma y por pertenecer ambos al
mismo círculo intelectual de la Accademia dell’Arcadia24.
Esta escena trata un tema muy recurrente a lo largo de la
historia literaria y dramática desde la Antigüedad25 la desespe-
ración y suicidio de la reina de Cartago tras el abandono por
parte de Eneas después de haber mantenido una relación amo-
rosa con ella. Está estructurada de forma unitaria, sin división

__________
20 Todas las traducciones ofrecidas del italiano al castellano de los diversos fragmentos

son propias.
21 Verg. Aen.
22 Metastasio., Didone abbandonata, Napoli,1724: <www.librettidopera.it> [24/4/2014],
23 Baldisera, A., "Metastasio en España entre traducciones y refundiciones" en Boletín

de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, LXXXIII (2007), 153-175, p. 154.


24 Ferri-Benedetti, Flavio, "“La tua Grecia, la quale a me non è Dio”: Martello y Me-

tastasio reinterpretando a Aristóteles" en Humanitas 65 (2013), 219-250, p. 225.


25 Álvarez, D., Dido: Historia de un abandono en Cuadernos de Filología Clásica. Es-

tudios latinos, 8 (1995), pp. 89-110; Cristobal, V., “Dido y Eneas en la literatura espa-
ñola”, Alazet, 14 (2002), PP. 41-76.

220
Jansenisno y molinismo en las obras neoclásicas de Manuel Lassala

de actos, algo común en las escenas líricas, además está comple-


tamente monologada, siendo Dido la protagonista absoluta.
El argumento parte desde la marcha de Eneas de Cartago, la
escena tiene lugar en un balcón de los aposentos de la reina,
quien está sola junto a los enseres de Eneas sobre un altar con
el fuego sagrado encendido. La reina se refiere a sí misma como
Elisa26, aunque todas sus intervenciones estén marcadas con el
nombre de “Dido”.
La protagonista da comienzo a la obra llena de cólera y ra-
yando el paroxismo, su angustia se va in crescendo en paralelo
al avance de la acción dramática, hasta que llega al momento en
el que no puede eludir su destino y se da muerte a sí misma.
Esta pieza resulta peculiar en lo que al tratamiento del mito
respecta, dentro del conjunto de obras neoclásicas de Lassala;
contrariamente a lo esperable, por un lado, elimina casi todo el
aparato divino clásico y por otro, no hay ningún rasgo notable de
cristianización del mito: Dido no puede huir del suicidio que le
acarrea su sufrimiento amoroso, no hay salvación para ella.
A Lassala no le importa contravenir los principios cristianos
que condenan el suicidio, ni busca ningún paliativo para el dolor
y las pasiones terrenas, no concibe ningún camino para evitar la
muerte de la reina: ésta debe morir y su destino está determi-
nado, el planteamiento de mito es completamente clásico.
Así pues, el rasgo más distintivo de esta pieza no tiene nada
que ver con cuestiones teológico-filosóficas, sino que más bien
obedece a una variatio escénica: frente a Virgilio e incluso Me-
tastasio, Dido no se arroja a ninguna pira, sino que se da muerte
a si misma únicamente hundiendo el hierro en su pecho27:
DIDONE: Misera Elisa.
Ingiusti numi.
Aimè.
Barbaro Enea. (p. 46)
‘DIDO: Desdichada Elisa.
Injustos númenes.
__________
26 Apelativo que sólo aparece tres veces en la Eneida, pero sí es usado en otras obras,

entre la que no se encuentra la de Metastasio. Cf. Ruiz de Elvira, A., "Dido y Eneas" en
Cuadernos de Filología Clásica, 24 (1990), 77-98, p.79.
27 LASSALA SANGERMÁN, Manuel. - Ormisinda Tragedia con alcune Scene Liriche: Il

Pimmalione, la Partenza d’Enea, Didone Abbandonata, Il Misantropo, Andromaca. Bo-


logna: S. Tomaso d’Aquino, 1783, 46 p.

221
MARÍA SEBASTIÀ

Mísera de mí.
Bárbaro Eneas.’ (p. 46)
Por último, trataremos la Andromaca, cuyos principales refe-
rentes son las Troyanas de Eurípides28 y de Séneca29 además de
la obra de Metastasio, Le cinesi30, concretamente en uno de los
pasajes metaliterarios de esta festa teatrale, y , en menor me-
dida, la Andrómaca de Eurípides31.
El motivo principal de esta obra es reflejar a Andrómaca como
viuda rota por el dolor causado por la muerte de su esposo Héc-
tor, así como su desmedida angustia como madre por el hijo que
va ser sacrificado.
Pese a que el sacrificio del hijo de Andrómaca no se realice
por mor del bien colectivo, sí que lleva a cabo por cuestiones bé-
licas y militares; en esto podemos encontrar paralelismos con el
sufrimiento de Clitemnestra frente a la inminente e inevitable
muerte de su hija.
De hecho, como innovación frente a todas sus fuentes, Lassala
hace clara alusión al sacrificio de Ifigenia, de quién se habla di-
rectamente, por parte de Agamenón y se busca un paralelismo
entre el sacrificio de aquella y del que va a ser víctima Astiana-
cte.
Transcurre la acción dramática en el campamento de los grie-
gos, a un lado, en primer plano, se encuentra la tienda de Aga-
menón y en el otro, en la lejanía, la tumba de Héctor, las ruinas
de Troya se vislumbran al fondo. En lo tocante a los personajes,
Andrómaca es el principal, con varios monólogos y aparece tam-
bién Taltibio, como mensajero.
Da comienzo la obra con un parlamento de Andrómaca, que
se va dirigiendo mientras habla hacia la tumba de su esposo
muerto (p. 69), Héctor; en ella se lamenta por todos los infortu-
nios que la acucian y del mismo modo que sucede en la obra me-
tastasiana, repudia a su captor, Neoptólemo, quien es llamado
Pirro.
Aquí, como en la escena lírica anterior, no se produce una cris-
tianización del mito a través de un cambio inesperado del fatum
__________
28 E., Tr.
29 Sen., Tro.
30 Metastasio, Le cinesi, Viena, 1754: <www.librettidopera.it> [10/4/2014].
31 E., Andr. En este caso parece no haberse inspirado claramente en la Andrómaca de

Racine; aunque es algo que tendremos en cuenta para estudios más exhaustivos.

222
Jansenisno y molinismo en las obras neoclásicas de Manuel Lassala

como sucediera en Ifigenia; sino que se hace través de la presen-


tación de la protagonista, única y exclusivamente, como viuda
fiel de Héctor y madre doliente, nunca llega a unirse a Pirro ni
a engendrar ningún hijo de éste:
ANDROMACA: […] Ma ciel!, che sorte
e’questa? Sposa e madre il cor io sento
diviso lacerarmi. Oh sposo!, Oh figlio! (p. 68)
‘ANDRÓMACA: ¡Pero, cielo!, ¿qué suerte
es esta? Esposa y madre, yo siento el corazón
dividido lacerándome. ¡Oh, esposo! ¡Oh, hijo!’ (p. 68)
Cuando Andrómaca termina su monólogo, que ocupa prácti-
camente la totalidad de la obra, aparece el heraldo Taltibio (p.
74) para llevarse a Astianacte con él y conducirlo hasta su fu-
nesto destino. El mensajero se muestra clemente y lleno de con-
miseración; pero nada puede hacerse por evitar el sacrificio del
pequeño Astianacte. Una vez más, Lassala decide que la volun-
tad de los dioses es irrevocable y que un inocente, sin motivos
para haber ofendido a la divinidad, debe morir.

Conclusiones
Tras una primera aproximación, en la que profundizaremos
en posteriores trabajos, al estudio desde un punto de vista teoló-
gico y filosófico de estas tres piezas, podemos ver dos soluciones
diametralmente distintas a la resolución de los finales trágicos
y por consiguiente cómo enfrentar la muerte; una, la que se da
en la tragedia de Ifigenia, es decir, adaptar el mito clásico y sus
interpretaciones posteriores para acomodarlo a una visión cris-
tiana católica y molinista, resolverlo felizmente y no contravenir
las normas las creencias jesuíticas; otra, la que se da en las dos
escenas líricas, es decir, seguir por completo la visión clásica y
determinista sin variar consustancialmente la visión del mito
que se tiene desde la antigüedad, introduciendo cambios que no
afectan directamente a dulcificar el destino de sus protagonistas
aunque no merezcan lo aciago de éste.
Creemos pues, que pese a que es inevitable la influencia que
su educación y formación religiosa ejerce sobre el autor, y que
pese a que además evidentemente el cristianismo tenga una in-
fluencia innegable sobre sus obras a través de la literatura fran-
cesa e italiana inmediatamente anterior y contemporánea en la

223
MARÍA SEBASTIÀ

que se inspira, lo que prima para él en sus obras literarias neo-


clásicas es el ars per artis y que, en consecuencia, su pretensión
primera no es llevar a cabo una voluntad aleccionadora ni adoc-
trinante que las domeñe.

224

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