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R. WAGNER EL ANILLO DEL NIBELUNGO RELATADA ALAJUVENTUD POR. MANUEL VALLVE ‘CON TLUSTRACIONES DE DE MYRBACH EDITORIAL PORRUA. S.A. AV. REPUBLICA ARGENTINA, 15 ‘MEXICO, 1993 Primera edicién ‘Biblioteca Jucenil”, 1993 Coprright 1993 Las caracerstcas de esta edicdn son propiedad de ls EDITORIAL PORRUA, S.A. Av. Repiblica Argentina, 13, 06020, México, DE ‘Queda hecho el depésio que marca la ley Derechos reservados IMPRESO EN MEXICO PRINTED IN MEXIC! ELANILLO DEL NIBELUNGO Esta obra, que constituye la tetralogia de Wagner, se basa ‘en multitud de leyendas nérdicas, muchas de ellas pop lares en Islandia y en los paises escandinavos y germdini- 0s, pero que, por si mismas, no forman un cuerpo completo, como aparecen en ta obra del genial rformador musical. Todos los hechos aqui resemados preséntanse aisladas enelfolklore del nortede Europa aun son varios los personajes a quienes se atribuyen algunos de ellos. ¥ de al manera se entremezclan y relacionan estos hechos legendarios, que puede decirs, sin temor a exagerar, que constituyen un bosque frondaso cuyas ramas se confun- dendeun modoextraordinario, hastaimposibiitar, casi, elestudio razonado de estas fuentes legendarias. Pero Wagner, que no solamente fué uno de los miisicos inds famosos de todos los tiempos, sino que poseia un talento universal, supo extraer de todos estos hechos inconexos los rasgos més bellos'y mas poéticos, y escribié una serie de leyendas—porque también fué autor de la letra —que presentan notables ventajas artisticas sobre dos materiales en que estén basadas ¥, tantoes asi, y tan acertada es esta adaptacién y esta recopilacién que, quién conorca la. leyenda del El Anillo del Nibelungo, tal como la eseribio Wagner, fruede consi- derar que conoce él resumen, la quintaesencia y el arte popularmucho mejorque si hubiese dedicado largas horas al estudio de las antiguas tradiciones. Wagner, 10 repetimas, supo conseroar y acrecentar todas las primativias bellezas de esas antiquisimas leyen- s R. WAGNER das y también les atribuys una grandexay una profundi- dad filosifica de que antes carecian. Y, por otra parte, como autor, ala vez, dela letra la miisica, supo realizar una maravillosa obra maestra que perdurard por espacio de muchos siglos, mientras los hombres conserven vivo el sentimiento de la belleza. EL ORO DEL RHIN EN ELFONDO DEL RHIN En tiempos muy Iejanos, mucho, existian en la Tierra unos seres muy distintos de los hombres. Eran hijos de la niebla, enanos de estatura y de naturaleza diabélica. Los naturales de los paises nordicos creian que, como los gnomos o duendes de otras comarcas, aquellos nibelungos, pues tal nombre tenfan, moraban en elinterior dela tierra, dedicdndose a extraer sus tesoros, Pocas veces 0 ninguna daban muestras de sus buenos sentimien- tos y, por regla general, en cuantas ocasiones s encontraban con los hombres, mas bien procura- ban hacerles daiio que favorecerles. Eran legiGn, Nevaban una existencia s6rdida, triste y hurana; dominabalos la codicia, la envidia y la malignidad, pues, como ya se ha dicho, pertenecian a una raza diabjlica. No se parecian alos duendecillos travie~ sos, alegres y juguetones que, segiin las leyendas antiguas, jugaban entre siy también con los huma- nos, y aun, a veces, favorecian a éstos, correspon- diendo a cualquier atencién 0 acto de bondad de que se les hubiese hecho objeto; losnibelungos no cran asi, Hufan de todo contacto con loshombres, se apresuraban a guarecerse en las fisuras de la tierray en susgrutassubterrancas, cuando, acicrta ia, Sorprendian a uno, y no tenian mas objeto que el de arrancar a la gencrosa ralostesorosocultos,fundir cloro, convertirlo 12 WAGNER ‘en joyas y en armas, y tallar las piedras preciosas para adornarlas. Esta raza de geniecillos codiciosos y malignos conocia la existencia de un valioso tesoro, deposi tado en las profundidades del hermoso Rhin Vi rias veces habian rondado en torno de la peiia sumergida, junto la cual se hallaba aquél, pero las vigilantes ondinas impidieron su aproximaci6n. En efecto, éstas habfan sido encargadas de la custodia de aquel tesoro, mucho masvalioso porla circunstancia de que quien pudiese apoderarse de €lograria, al mismo tiempo, el poder supremo en el mundo. Por esta razén las ninfas del rio no abandonaban jamds el penasco, junto al cual se hallaba cl oro'y cnyo resplandor era tal, que sus rayos bastaban para iluminar una considerable extensién de las movedizas aguas. Gierto dia estaban tres ondinas persiguiéndose mutuamente, porentre lasaguas,amodo de juego, cuando, inesperadamente, vieronacorta distancia al feo y malhumorado Alberich, rey de los nibelungos, que acudieraaaquel lugar atraido por eldeseo de apoderarse del oro magico, Como era imposible apoderarse de él sin haber renuneiado antes al amor, las ondinas estaban persuadidas de que nadie seria capar de arrebatar aquel tesoro, puesto que, tanto los hombres como losdiosesylos genios, estimaban principalmente la facultad de amar y ser amados y no querrfan renunciar a esta dicha niaun a cambio del oro encantado. Por esta razon, al divisar al feo nibelungo, empezaron a dirigirle toda suerte de burlasya ridiculizar su fea eatadura y su aspecto horrible. El, al verlas tan bellas, quiso lanzarse en si seguimiento, mas a ELORODELREIN 13, pesar de la rapide con que era capaz de moverse en cl agua, las ondinas, que nadaban con la agil- dad propia de los peces mas raudos, burlaban ficilmente sus acometidas, entre carcajadas y bur- Is. —Juega, juega con nosotras! —dijo una de cllas—. ;Agarranos, si puedes! Al mismo tiempo arque6 con gracia su brillante ‘cuerpo y pasé nadando rapidamente a corta di tancia del rey de los nibelungos. Este tendié las ‘manos para asirla, mas no encontr6 otra cosa que el agua del rio, Rabioso, empez6 a perseguir a la, ondina y ella le burlaba facilmente, evitando, sin dejar de reir, sus acometidas y dirigiéndole, al mismo tiempo, toda suerte de palabras burlonas. Dosdesushermanastomaron parte, asuver,en el juego de burlar al nibelungo. Este empez6 a perseguirlas, una tras otra, figurandose, a cada momento, ser capaz de apoderarse de alguna, yal fin, convencido de que le eraimposible, se detuvo. Entoncesunadelasondinas, llamadaFloshilda, queriendo acentuar la burla contra aquel engen- ro, fingié mirarlo con afecto y se acerc6 suave- mentea él, Alberich quedése, de momento, atoni toy, dejandose engafiar en seguida por la traviesa ‘ondina, permanecié inmévil. Luego le dijo: —iOh, qué hermosa eres! Encuentro feas a todas las demas ondinas, desde que te he visto. La ninfa rechaz6 con blandura al nibelungo cuando éste trataba de acercarse y le contest6; Mis ojos se gozan en Ja contemplacién de tus gracias, y tu dulce sonrisa me da la felicidad. ;Oh, sipudiera conseguir que me quisieras! WAGNER AUberich no dud6 ya mas. Crey6 de buena fe, las Palabras de la ondina, que le miraba carifiosa _—Siempre estaria junto a ti, contemplando tu mirada penetrante yt barba hirsuta —anadié la ondina—. Quisierarodearmi cuerpo con tumajes tuosa cabellera y admirar en silencio tu figura de Sapo yrecrearme en ths graznidos, Aloir tales palabras, las otras dos ondinas solta- ron una estrepitosa carcajada. —iOsreis demi, malvadas!—exclamé Alberich, enojado sobremanera, En aquel instante Floshilda huy6 repentina- mente de sulado, exclamando: Po eh aa me ha sido seducirle! —@También ti me has engaiiado? —gimis uiste Alberich— (Tan sincera como partes _ Avergiténzate, miserable —contestironle las ninfas— y cesa de murmurar. Mas, si quieres, Persiguenos, con lacertezade quesiteapoderasde alguna de nosotras, conquistaras su amor. Al mismo tiempo empezaron a nadar en todas direccionesy Alberich, apasionado, emprendié su persecuci6n, tropezando, cayendo ylevantandose, hasta que, al fin, perdida la paciencia y jadeando, Jas amenaz6 con el puiio cerrado, Pero en aquel instante se cletuvo asombrado, al observar un hecho extraordinario. Hasta el fondo de la corriente se deslizé um rayo de luz, cuya tensidad aumentaba por momentos, hasta con- vertirse en un ftego vivisimo cuando lego a tocar la roca central del fondo del rio. Entonces se esparci6 una iluminacién magica, debida al res plandor del oro, que acababa de tocar aquel rayo juminoso, ; ELORODELREIN 15 Oro delRhin! —exclamaron lastresondinas, nadando en torno de la roca—. |Qué brillante resplandor se desprende de tu seno! =2Qué es eso que deshumbra con resplandor tan intenso? —pregunté Alberich fingiendoasom- bro. —aDe donde sales, que nunca ofste hablar del Oro del Rhin e ignoras que quien lograra conquis- tarlo y fabricars¢ con él un anillo, obtendria un poder incalculable y se harfa duefio del Universo? —exclamé una ondina. Tales noticias dejaron, al parecer, boquiabierto al rey de los nibelungos y mientras tanto otra ondina afiadié: —Asi nos lo dijo nuestro padre'y por eso vigila- mos en torno de la peita. Por lo demas —afadio volviéndose a Alberich—, es initil que intentes apoderarte de ese oro, porque solamente conse- guird hacerme duefio de él quien, previamente, haya renunciado al amor. —Por eso podemos estar descuidadas —dijo a su vez su compafiera —porque no existe nadie capaz de renunciar a eso, —Y mucho menos tii —dijo la otra, diri se al nibelungo —puesto que te pasas la vida buscando a quien amar. Alberich escuchaba las palabras de las ondinas ¥ por momentos quedabase mas ensimismado y con los ojos fijos en el oro resplandeciente. De pronto parecié haber tomado una resolucién y cual si aquel oro fuese capaz de comprenderle, murmuré: —Por tiseriaelduefiodel mundo, sirenunciase al amor. Pues bien, sea! Si no consigo amar y ser 16 WAGNER, amado, porlo menos conquistaré la alegria. Ahora burlaos tanto como querdis —afadié en vor alta y volviendose a las ninfas—. Fl nibelungo esta dis- puesto a hacer lo que no sospechabais siquicra. Enfurecido en extremo, se acercé a la roca central, trepando por ella con extraordinaria rapi- dez. Temiendo lasninfassu colera, emprendieron Ja fuga, cada cual por su lado, en tanto que el nibelungo llegaba a la cima del pefién y tendié la, mano al oro, exelamando al mismo tiempo: —jEn adelante permaneceréis a obscuras! Voy ‘aarrebataros esa luz, arrancando el oro de lapefia, para forjar el anillo vengacor. ¥ same testigo la corriente, de que maldigo al amor con toda mi alma. ‘Almismo tiempo arrancé, impetuoso, el oro de larocayse sumergi6, llevandoselo, en un agujero, por cl que desapareci6. Fn el acto reind intensa obscuridad en el fondo del rio y las ninfas quisic- ron intentarla persecucion del ladrén gritando, al mismo tiempo, lenas de pavor y de alarma. Pero no obtuvieron mas respuesta ni mejor resultado que una burlona carcajada del nibelungo, que se alejaba con su botin. ‘estaban tes ondinas persiguéndose... u EL WALHALLA Aorillas del Rhin levantabase un alto penn, alum: brado por la luz del naciente dia. En cuanto se hubo disipado la bruma del amanecer ylos prime- rosrayos del sol fueron a proyectarse sobre aquella eminencia, vidse que en Ia cima se alzaba un castillo espacioso, de fuertes muros, muy bien almenado y defendido, y, sobre todo, magnifico y bello cual nunca se viera en el mundo. Sus altas, capulas parecian querer atravesar las nubes y los, ristales de sus ventanas resplandecfan al recibir la, luz del sol, cual si fuesen laminas de terso y pulido oro. Su puerta estaba abierta y tendido su puente levadizo, mas, al parecer, se hallaba desierto, por que ningén guerrero hacia guardia junto a su entrada, ni el atalaya observaba desde lo alto de una torre. A poca distancia del castillo, en linea horizon- tal, ahondabase un anchuroso valle, por el que corrian las aguas claras y resplandecientes del sonoro Rhin. La pendiente estaba cubierta de hierbasy de florecillas silvestres, Henasalasazon de rocio y aun envueltas en la niebla matutina. La tierra parecia despertar del largo sueno noctumno yrespirar con delicia elaire fresco varomatico que a envolvia. Los pajatillos empezaban sus trinos para saludar la aparici6n del nuevo diay reinaba 7 18 R WAGNER por doquier aquella apacible calma propia del dia que empieza, cuando, de pronto, una mujer her- mosa y magnificamente ataviada, que dormia so- bre el césped val abrigo de unas matas, abrié los 003, se los frot6 para hacer desaparecer el viltimo vestigio del sueiio y miré a su alrededor. La con- templaci6n de aquel castillo la lené de asombro y volvigndose hacia su marido, que ain dormiaasu Jado, lo zaranded exclamando —Wotan, esposo mio, despierta. Mira qué cosa tan extraordinaria, Aquel hombre, cuyo traje sencillo y vulgar, no hubiese dado a entender su condicién se incorpo- 6 lentamente y abrié el ‘inico ojo que poseia, volviéndose inmediatamente hacia su esposa. Lue 0 dirgi sus mirada en direcion al estilo que ella le sefialaba y, al verlo, exclamé: —Terminada esta la obra eterna, El castillo de Jos dioses se alza majestuoso, tal como soiié mi fantasia ylo edificé mivoluntad, hermoso y fuerte: Oh, edificio sublime, cudn erguido y bello me [ee mortales. El era el dios Wotan, sefior supremo de la mitologia, nordica, llamado Odin en otros pa ses, Era el dios de la sabidurfa, de Ia poesia y de la guerra, y en el Walhalla presidia los hanquetes de loshéroes muertos en laguerra. Era, también, dios delos muertosyse le consideraba gua y capitan de lacomitiva delos cazadoresfantasmas. [gualmente se le consideraba dios de la agricultura y, por esta raz6n, se le consagraba ¢l miércoles. Solamente tenfa un ojo, porque did el otro al gigante Mimir, a cambio de que éste le dejase beber un trago del agua de la sabiduria ELORO DEL REIN 19 Su compaiicra, la diosa del cielo, era su esposa. Presidfaalmatrimonioylavidadomésticay no solo gjerciasu dominio en el cielo, sino que también en lamorada de los muertos. Llamabase Frickayen su honor diése al viernes el nombre que hoy lleva en los lenguajes germdnicos. Volviéndose a su esposo y seiior, dijo al contestar a sus palabras: —Pesar me causa lo que a ti te alegra. Te complaces en esa obra maravillosa, pero yo me entristezco al pensar en mi encantadora hermana Freya. Hora es ya de que recuerdes la promesa que hicistea cambio dela construccion de este castillo, —Bien me acuerdo —contest6 Wotan—. Pero ‘como, desde ahora, domino ala orgullosa raza que lo hacrigido para mi augusta morada, no temo ya la recompensa ofrecida —Pues si yo hubiese sabido a tiempo lo que ocurria —contesté Fricka —te aseguro que lo cvi- tara, Mas vosotros, los hombres, alejasteis a las mujeres para entenderos, sin estorbo, con los gi- gantes. Por eso pudisteis cederles a mi hermosa y querida hermana Freya, a cambio de que ellos te constrnyeran ese castillo. Pero ti solo ambicionas el poder y no hay nada sagrado para ti —Recuerda —replies su marido —que tam- bien ti deseabas la construceién de ese castillo, claro esté —dijo Fricka—. Queria proporcio- narte una morada agradable, para que sintieses el deseo de permanecer més tiempo al lado de tu esposa —;Bah! No te apures —exclamé Wotan —por- que nunca pensé seriamente en entregar a Freya. —Siendo asi, protégela ahora, porque ya llega en busca de socorro —dijo Fricka. 20 R. WAGNER En efecto, lahermosaFreyallegabacorriendoy, almismo tiempo, proferfaagritosen direcciénasu hermano Wotan, rogandole que la amparase en el trance en que se hallaba. — Oh, hermano mio! exclamé al hallarse a su lado—. ;Salvame! Desde las rocas me amenazé Fasolt con venir a aprisionarme. —Deja que te amenace. :Has visto a Loge? — Pregunto Wotan— Siento que no esté aqui, por que con su astucia él salvaria la situacion. El: me aconsejé hacer ese trato, prometiéndome que sal- varfa a Freya. —Y luego te abandona —observ6 Fricka—, Mira, Ya legan los gigantes can rapido paso. :Don- de est ahora el auxilio del astuto Loge —iOh, desgraciada de mi! —exclamé Freya asustadisima, al ver cémo se acercaban los dos gigantes, descosos de apoderarse de ella. —:Dén- dc est mi hermano Donner? ;Ayidame, Frohi! En aquel momentoaparecieron en escenaFasolt yFafner, ambos de gigantescas proporciones; ban armados con unas clavas de desmesurado tamaino. Luego Fasolt, al legar frente a Wotan, hizo un ‘gesto para senalar el castillo le dijo: ntras el dulce suciio te habfa cerrado los ojos, nosotros, sin ahorrar fatiga alguna, amonto- namos as piedras unas sobre otras, hasta rematar los espléndidos muros y las esbeltas torres. Puertas y entradas, de diversa altura, protegen sus salas majestuosas, Y ahora, mira, a la luz del dia, cl Tesultado de nuestro esfuerzo. Entra, pues, en tt morada, pero cumple antes lo que fue pactado. -Cuanto oshe de pagar? —pregunté Wotan— 2Guales son vuestras condiciones? EL ORO DEL RHIN 21 ‘an. poca memoria tienes? —replicé Fasolt— Bien sabes que nuestra tecompensa es la hermosa Frevay, por consiguiente, debesentregar- pos islocos! —exclam6 Wotan— Pedid otra cosa, porque vo no vendo a Freva. O = icoino? —esclamd Fasolt presa de rabia— ae ee ee ese eee trato que tiene tu lanza por fiador Noshan engaiiado, hermano —dijo Fafner a Fasolt— Bien ves que mis temores no eran vanos —Ore bien, hijo de la luz —dijo Fasolt a Wotan— Sé fiel a ms pactos. porque sélo a ellos debes cuanto eres. ;Asi no goces nunca mas de Ia paz ymaldito sca tu saber, sifaltasalo pactado! Te Joaconsejaun torpe gigante.apesar de que titeres Wotan quiso echar a broma la promesa que hicieraalos gigantesyacab6 insultandoles, dicien- do que no se habia criado para ellos, gente ruda y miserable. la mas hermosa de las diosas. Tales palabras, como se comprende, enojaron en gran manera a los dos gigantes, quienes, precisamente, deseaban apoderarse de Freva, porque ésta cuida- bade las manzanas de oro que crecian en el jardin de los dioses; yaquellos frutos daban la juyentud y la lozanfa etemas a quienes los gustaban Wotan, mientras tanto, se impacientaba al ob- servar a tardanza de Loge, para zafarse del com- promisoadquirido, Frickay Freya esperaban igual- mente, con lamayor ansiedad, la llegada del dios y, mientras tanto, los dos gigantes pugnaban por Hevarse consigo a la desgraciada 22 R. WAGNER. Apareci6, de pronto, Donner, el dios de la tempestad, el que revuelve las nubes, lanza rayos y hace retumbar el trucno, y al observar lo que ‘ocurtia, dispitsose a pelear contra los dos gigantes, Fesuelto a aniquilarlos, pero Wotan temio, con raz6n semejante conducta y, sobre todo, que se le pudicra acusar de haber faltado a su palabra. EI queria salir de aquel compromiso, valiéndose de un medio habil, que dejara satisfechos a los dos gigantesy no le obligase, en cambio, aentregar ala hermosa Freya, cuya existencia y companfa tan igadas estaban con la propia vida de los dioses. En tanto que continuaban las disputas, sin que lograsen ponerse de acuerdo, se present6 de im- proviso el csperado dios del fuego, siendo acogido con grande alegria por Wotan, que tanto esperaba de ély le excit6 a buscar la manera de no cumplir lo pactado, dejando satisfechosa los dos gigantesy recordandole su promesa de salvaralajoven diosa. Mas Loge, cuya astucia era extraordinaria, se hizo el sordo a tales palabras y aseguré que el tnico compromiso adquirido por él fué el de buscar el medio de salvar a la hermosa Freya, aunque, por desgracia, no lo habia conseguido. ‘Tales manifestaciones suscitaron extraordina: rio enojo en Fricka y la desesperacion de la infeliz Freya, pero Wotan, sin hacer caso de ellas, volviose a Loge y le pregunté por la razon de su tardanza —Siempre pagais mis favores con ingratitud — contest6 el dios del fuego —;por tiandaba buscan- do algo que dar a los gigantes en sustitucién de Freya, pero mi trabajoymi empefto han sidovanos, yaque me he convencido de que en el mundo no existe nada capaz de suplir ¢l valor y los atractivos EL ORO DEL RIN dela mujer. Donde existe la vida vla actividad, en clagua, ena tierrayen elaire, donde elmovimien- to ¥ la fuerza obran sus prodigios. nada hav que equivalga al amor de una mujer. En ningéin sitio halléauno solo capaz de renunciaraél;tansélo un. ser harenunciadoaesta dicha, porelbrillo del oro. Las hermosas hijas del Rhin me han referido sus pesares. Eltenebroso nibelungo Alberich, después dehabersolicitado, envano,clamordelasondinas, se enfureci6 por sus desdenes y acabé robandoles cloro que guardaba, Ahoracllaste dirigen, Wotan, sus quejas, pidiéndote que castiguesal ladrén yles demtclas el tesoro robado, Encargéronme decir~ telo asi y yo cumplo su deseo. —Muy torpe eres si no hablas con malicia —le contesté Wotan—.

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