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UNIVERSIDAD CATÓLICA

LUMEN GENTIUM

ESCUELA DE TEOLOGÍA

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
MODALIDAD SEMIPRESENCIAL

«ACTIVIDAD 03»

Para evaluar la materia de


TEOLOGÍA DEL ORDEN
7° SEMESTRE

PRESENTADO POR:
EDGAR RANGEL ROJAS
DOCENTE:
MTRO. ALEJANDRO ALMAZÁN DEL CASTILLO

ENERO – JUNIO 2020.

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7. ¿Cómo define el Concilio de Trento la figura sacerdotal cristiana?

El enfrentamiento con los reformadores insta además a Trento a restringir al mínimo


toda alusión al ministerio de la palabra y a la misión pastoral, mientras que pone en
evidencia otros puntos objeto de discusión, como, por ejemplo, el carácter
permanente del ministro ordenado (DS 960). Toda la problemática del sacerdocio y
de su institución como la de su función es vista siempre de modo exclusivo en
relación con la cena del jueves santo y con la eucaristía.
los reformadores oponen dos cuestiones fundamentales: la superación de la
concepción sacerdotal del ministerio para impulsar el anuncio de la palabra; la
recuperación del sentido del sacerdocio común o bautismal. Las dos cuestiones van
estrechamente unidas y se basan, en un sentido, en la convicción del único
sacerdocio y sacrificio de Cristo, de manera que la eucaristía no tiene valor de
sacrificio, y por lo tanto no requiere de ningún sacerdote-sacrificador; en otro
sentido, en la convicción de que todo lo que corresponde a Cristo corresponde
también a todo cristiano. Las dos cuestiones cambian por completo el planteamiento
anterior sobre el ministerio del orden entendido como poder de celebrar el sacrificio
de la misa.
"Este modo de pensar será reforzado, de otra parte, por la tendencia historizante de
la liturgia (una tendencia que ya existía desde tiempo atrás), que corre el riesgo de
aislar la cena no solamente del resto de la vida de Cristo, sino también de los demás
aspectos del misterio pascual y de pentecostés. A esta investidura del jueves santo,
se unirá muy de cerca la consagración de las manos del sacerdote, hasta el punto de
que durante muchos siglos esta consagración pasó por ser el rito fundamental de la
ordenación de los sacerdotes. Esta concepción del origen del presbiterado
(identificado con el sacerdocio) ha tenido una resonancia considerable, no porque
sea criticable como tal, sino por el uso que se ha hecho de ella"" en Trento mismo y
después del concilio.

8. ¿Cuáles son las implicaciones sacramentales y eclesiológicas de la


práxis sacerdotal?

Implicación eclesiológica
Todo el mundo reconoce que el Vat. II consagra y establece un cambio en la
reflexión eclesiológica. El dato más importante en relación con nuestro tema es la
introducción de la participación de todos los bautizados en la construcción de la
Iglesia y la realización de su misión. Por la incorporación a Cristo, a través de los
sacramentos de iniciación cristiana, todos los creyentes reciben del mismo Cristo el
encargo de ser miembros activos y responsables del cuerpo eclesial. Para destacar
de forma esquemática el cambio realizado, se podría decir que en la visión anterior
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la relación entre Cristo y los creyentes estaba mediatizada por la jerarquía; los
ministros sagrados y, por lo tanto, los fieles podían eventualmente ser colaboradores
del apostolado jerárquico; en la visión actual hay una inmediatez en la relación entre
Cristo y los fieles; es el mismo Cristo quien delega en los fieles la función del
apostolado. Dentro de esta visión general toma un nuevo sentido el término
ministerio. Designa también el encargo-servicio que los fieles no ordenados ejercen
en la Iglesia para el bien de la Iglesia.

Implicación sacramental
La ordenación es reconocida como sacramento: "El acto de la ordenación... es al
mismo tiempo invocación del Espíritu Santo, signo sacramental, reconocimiento de
los dones y compromiso" El ministerio debe entenderse desde la Iglesia. Cada vez
más se ve como un servicio especial en el contexto de la Iglesia, pueblo sacerdotal.
En su función de anunciar la palabra, administrar los sacramentos y guiar a la
comunidad, el ministerio ordenado no está sólo en la Iglesia, pero se le pone al
frente con autoridad. Se realiza por mandato y en cuanto actualización de Jesucristo;
su autoridad no debe entenderse, pues, como una delegación de la comunidad. Los
ministros ordenados "pueden ser llamados sacerdotes de modo pertinente porque
realizan un servicio sacerdotal especial en cuanto que fortalecen y edifican el
sacerdocio real y profético de los fieles mediante su oración de intercesión y su guía
pastoral de la comunidad" (Documento de Lima, 17).

9. ¿Cómo se define el carácter sacerdotal?

El caracter, como realidad ontológica, relación objetiva del sacerdote con Dios y su
configuración objetiva con Cristo, debería interpretarse como un "ens physicum
absolutum" que serviría de fundamento a las nuevas relaciones que adquiere la
persona. Su objetividad ontológica queda subrayada en las tesis de su autonomía de
la gracia, de su indelebilidad incluso en la otra vida, de su permanencia
independiente del ejercicio de la función y de la coherencia o incoherencia moral de
la persona marcada por él.

El sacramento imprime un carácter, y el carácter es precisamente lo que


distingue. Lo mismo que el carácter bautismal distingue a los fieles de los
infieles, así el carácter del orden distingue a los sacerdotes de los demás fieles.

El Concilio de Trento decretó: "Si alguno dijere que el orden o la sagrada


ordenación no es real y verdaderamente un sacramento instituido por Cristo Nuestro
Señor. . .sea anatema". Aunque el sínodo definió únicamente la existencia del
Sacramento del Orden Sagrado, sin decidir si todos los demás órdenes, o sólo
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algunos, corresponden a esta definición, se admite que la ordenación sacerdotal
posee, aún con mayor certeza que las ordenaciones episcopal y diaconal, la dignidad
de un sacramento (cf. Benedicto XIV, "De syn. dioces.", VIII, ix, 2). Los tres
aspectos esenciales de un sacramento: los signos externos, la gracia interior y el
haber sido instituida por Cristo, son todas condiciones presentes en la ordenación
sacerdotal.
las facultades oficiales del sacerdote están estrechamente relacionadas con el
carácter sacramental, impreso indeleblemente en su alma. Junto con este carácter se
confiere no sólo la facultad de celebrar al Sacrificio de la Misa y la facultad (virtual)
de perdonar los pecados, sino también la autoridad para administrar la unción de los
enfermos y, como ministro regular, el solemne bautismo. Sólo por virtud de una
facultad extraordinaria, recibida del Papa, puede un sacerdote administrar el
Sacramento de la Confirmación. Si bien el conferir los tres órdenes sacramentales
del episcopado, el presbiterado y el diaconado corresponden exclusivamente al
obispo, el Papa puede delegar a un sacerdote la administración de los cuatro órdenes
menores, e inclusive del subdiaconado.

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