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Chaim Perelman El imperio retérico Re-érica y argumentacién 18 ex impsnio neronico Hay mas. Em los Estados Unides de América, la ense fianza dela retries, que estaba integeada a los cursos de inglés, se ha separado de ellos hace casi sesenta aos y se ha organizado en depsrtamtentos expeciales consagrados a la retdrica como tdeniea de Ia comunieacién y del discurso [petsuasivo, Miis de cinco msl profesores la ensefian actual tients. Han publicado miles de obras consagradas a esta materia. Hace nueve afios aparecié en Pensilvania una revista titulads Philosophy and Rhetoric, dirigida por fldsofos y retoricos, donde elestudio de las figuras no oew- ppasino un lugar my reducido, El renacimiento y rehbilitacién de Ja setéries en el ppensamiento contemporéneo, al cual asistimas hoy, na hha sido posible sino después de un reexamen ce ls relacio- tues entre la etGrica y la daléstica, tales come babian sido cstublecidas por Aristétles y profundamente modificadas en un sentido desfsvorable para la retécica por Petrus Ramus. is 9 tal reexaiaen al que vamos a proceder. El ex- plicerd las eausos de la decadencia de a retGicay dil ni las relaciones de la nueva retérica con la teoria de la sngumentacién, carituLo i Ligica, dialéctica, filosofia y retorica En su prontuario dedicado a la antigua retérica, Roland ‘Barthes observa -con razin— que “la retGrica debe ser siempre leida dentro del juego estructural de sus vecinas (Grama, légiea, postica, filosofia)™. Yo agregaria, por ‘mi part, que pars situar bien la retérica y definiria mejor, se necesita igualmente precisar sus relaciones con la dia eties ‘Aritételesdistinguis en su Omanon dos especies de re ‘ronan entos, razonamienios analiticas y rozonemientos iétcos. Bl estudio que eroprendis de aquellos en los Primers y Segundos analiticos, le valié se considerado en la histria de la flosofia como el padre dela Iigia formal. ero le Ioyicos modernos perdieron de vista, porque no Thabion dado cuenta de la importancia, que Aristdteles tambigs habia escudiedo los razonamientos dialéticos en los Tipics, La retrica y Las rfutaciones softens, lo gue hnace de dl, igualmente, el padre dela teoria de la argumen tacién, Ep sus Analiticas, Aristteles estudis la forma de infe- rencia valida, especialmente los silogismos que permiten, ddadas ciertas hipétesis,inferirnecesariamente de ellas una conclisin: si todas los A son B y si todos los B son C, re~ sult, secesariamente, que todos os A son C. La inferencia es valiia cualquiera que sea la verdad o faledad dle as premises; pero Is conclusion no es verdadera a menos que 1 Connie, 1, 1070 pie 10K 20 EL IMPERIO RETORICO las premisas sean verdaderas. Esta inferencia se caracteri- za a la vez por el hecho de ser puramente formal porque es valida cualquiera sea el contenido de los términos A, By G, (a condicién de tener cuidado de que cada letra sea re- emplazada por el mismo valor cada vez que ella se presen- te), y por el hecho de que ella establece una relacidn entre la verdad de las premisas y la verdad de la conclusién. Siendo la verdad una propiedad de las proposiciones, inde- pendiente de Ia opinién de los hombres, los razonamientos analiticos son demostrativos e impersonales, Pero esto no sucede con los razonamientos dialécticos. Un tazonamien- to es dialéctico ~nos dice Aristételes— si SUS premisas estan constituidas por opiniones Seneralmente aceptadas?: él de- fine asi las opiniones aceptadas por todos, por la mayor Parte o por los fildsofos; es decir, por todos, por la mayoria © por los mas notables e ilustres entre ellos’. En ciertos casos, lo que és generalmente aceptado es ve- rosimil, pero no se trata de confundir este verosimil con una probabilidad calculable. Al contrario, el sentido de la palabra Eulogos (Eulogos), que se traduce por “general- menie aceptado” o “aceptable”, tiene un aspecto cualitati- vo, lo que lo aproxima mas al término “tazonable” que al término “probable”. Observemos, por otra parte, que la probabilidad no se refiere sino a hechos 0 a acontecimien- tos pasados o futuros, mientras que las tesis que estdn en discusién pueden referirse a calificaciones intemporales, tales como: “gel mundo es finito o infinito?”, “la democra- cia es o no Ja mejor forma de Bohiern nt" Vemos immediatauenite que los Tazonamientos dialécticos parten de Jo que es aceptado, siendo su fin el hacer adm: it otras tesis que son, o pueden ser, controvertidas. Se propo-° nen, pués, persuadir o convencer: no consisten en inferen- cias validas y constrictivas, sino que presentan argumentos 2. Aristételes, Tépicos, 100 a, 30-31, 3. Ibid., 100 b, 22. Légica, diatéctica, 2 Filosofia y retérica mas o menos fuertes, mas o menos convincentes y que jamds son puramente formales. Un argumento persuasivo es el que persuade a aquel a quien se dirige’. Contraria- mente al razonamiento analitico, el razonamiento dialécti- co no es impersonal, pues él se aprecia por suaccién sobre un espiritu. Resulta de ello que es preciso distinguir neta- mente los razonamientos analiticos de los razonamientos dialécticos; los unos se refieren a la verdad y los otros a la opinién. Cada dominio exige otro tipo de discurso y és ri- diculo contentarse con argumentaciones tazonables por parte de un matemdtico, como exigir pruebas cientificas a un orador’, 7 Ahora bien, es con respecto a este punto donde se sitia Ja novedad, pero también el error de Petrus Ramus, error que debia ser fatal para la retdrica. Partiendo d ua las artes del discurso, artes disserendi, él define la gramati- ca como “el arte de bien hablar”, esto es, el arte de hablar correctamente, la dialéctica como el arte del bien razonar y la retérica como el arte del bien decir, del uso elocuente y ornado del lenguaje®. Considerando a la dialéctica como “el arte general para inventar y juzgar todas las cosas”’, pretende que “no hay sino un solo método, el de Platén y Aristdteles. Este méto- do se encuentra en Virgilio y Cicerdén, en Homero yen Deméstenes; preside a las matemidticas, a la filosoffa, a los juicios y a la conducta de los hombres”, oo Rechaza ruidosamente la distincién aristotélica entre Tazonamientos analiticos y dialécticos, justificando asi su actitud: “aunque Jas cosas conocidas sean unas, necesarias 4, Aristételes, Rerérica, 1356 b, 5. Aristoteles, Erica a Nicémaco, L. 1, 1094, 25.28. 6. CE. Pierre De La Ramée, Dialectique( 1555), edicién critica de M. Dassonville, Genave, Droz, 1964, Big o. 7, Thid., pag, 50 (pag. ut del prefacio), 8 iid! nie oo del prefacio de Sclolae in liberates artes, 22° et mento aeronico ¥y cientiicas, contingentes y opinables, las otras, asi como la vista es comtin para ver todos los colores, sean inmu- tables o mutables; también el arte de conocer, es decir, Aialétieay lgioa es una y la misma dactrina para conocer todas las cosas”, ‘Ls amplitud dada asia la dialéctica, que camporta tain- Dign el estudio de las inferencias validas coma el arte de encontrar y juegar argumentos, le quita a la retdriea de Aristteles sus dos partes esenciales, la jnvenciin y la dis Posicidu, para no dejerle sino la elocucisa, el estudio de las formu del lenguaje adornado. Es en este espiity, después de esta reducciéa flosdficamente justicada, como el ami- 48 de Petrus Ramus, Romer Talon, publica en Colonia, en 1372, la primera retdrica sistemticalimitada al estudio de las figuras, siendo la figura, seein Ia definicién de Talon “una expresién por la cual el aspocto del discurso difere dt habito recto y simple". De esta manera fue instaurada la retGricaclisica, esta retérica de las figuras, que condujo rogresivamente de ls degeneracién a la muerte de la etd Bs de conociniento publico que la ligica moderna, tal como se desorrollé desde mediados del sigo xx, bajo lain fluencia de Kant y de Tos Idgices matemsticos, identifi la légica no con la diléctica sino con Ia Logica Formal, es decir, con los razonamientos analiticos de Aristteles, y ol- vid6 completamente los razonamientos dialéticos, consi- erades como extrafios a la Iogica. En esto parece haber cometido in error simétrico al de Ramus pues, si es inne- ble que la lgica formal constituye una disciplna separa dla, que se presta como las matemticas a operaciones y al <éleulo, también es innegable que nosotros razanamos aun {cuando no caleulamos -par ejemplo en el momento de la isn tintin, 23 Hoof rcs Aeliberacisn fatima o de una disevsicn piiblica~ presen. tando argamentos en pro a en contra de una tesis, eri cando o refutando una erica, En todos estos casos no se enouestr, como en matemtices, sino que se arguments Ex pues eormal, i uno concibe la logiea como el estudio el raronamiento bajo tas sus formas, completar In teo- ia de la demostraciGn, éesarrollada por la Idgica formal, com una tori de la argumentacién, que estulia los raz0- namuentos dialéetcos de Aristdteles, Estos consisten en argumeniaciones que pretenden logit la sceptacién 0 el rechazo de una tesis debatida: 5 estudio, es{ como las oandiciones de su prosentacién, es ‘objeto dela nueva retérica que prolonga, ampliicando, la de Aristsreles. En efecto, Aristételes habia opuesto la retdrica ale dia- IWetice, tal coma la habfa examinado en los Tiplons, no viendo en ella sino la honidloga (axtstrafis) de In daléeti- call, Esta se intevesaba par los angumentos utiizados en una cont oversia, o en uns discusién con wn sola inteo-! ‘cutor, mantras gue le zetdrica se sefiere a las téenieas det torador que se dire a una masa rounida en una plaza pt Dlica queno pasee ningin saber especializado y es incapaz 4e seguir razonamiento wn poco elaborado™ Pero Ia nueva retrica, por opasiciéa a la antigua, con iorne a los discursos dirgidos a toda clase de aditarins, trétese de una masa rounida en Ja plaza pblica o de uns rounign de especialieas,tritese de un diseurso dirgido a un solo individuo 0 toda Ia humanicad, incluso, ella exe sminari los aryursentos que uno se dirge asi misao cuan> | do dolibera fntimamente. Considerando que su objeto de estudio es el discurso no demastativo, el aniisis de los ezonamientas que nose limitan a infereneias formalmen: hd, pe 62 (Dolo), ple SA. 10.0C porseso TA. a 227 Th Arai, Ree, TSH vi stats, 24 EL iMPERig RETORICO te correctas, a cdlculos mas o menos mecanizados, la teoria de Ja argumentacidn -concebida como una nueva retérica o una nueva dialéctica—, cubre todo el campo del discurso que busca persuadir 0 convencer, cualquiera sea el audito- rio al cual se diriye y cualyniera sea la materia sobre la cual versa. Se podrd completar, si eso parece itil, el estudio de la argumentacién, con metodologias especializadas, segiin el tipo de auditorio y el género de disciplina. Es asi como se podria eluborar una légica juridica" y uma légica filoséfica que no serian sino aplicaciones particulares de la nueva tetdrica al derecho y a la filosofia. Subordinando la légica filoséfica a la nueva retérica, tomo partido en el debate secular que ha opuesto la filosofia ala retdrica, y esto desde el gran poema de Parménides. Este y la gran tradicion dela. metafisica occidental, ilus- trada por los nombres de‘Platén, Descartes y Kant, ha opuesto sieripre la investigacién de la verdad, objeto pro- clamado de la filosofia, a las técnicas de los retéricos y de Jos sofistas, que se contentan con hacer admitir opiniones tan.variadas como engafiosas. Parménides prefiere el cami- no de la verdad al de la apariencia; Platén opone el saber a Ja opinidn comin; Descartes funda la ciencia sobre evi- dencias irrefutables y considera casi falso todo lo que no es mds que verosimil; por tiltimo, Kant se propone expulsar las opiniones de Ja filosofia elaborando su metafisica, que es esencialmente una epistemologia, inventario de todos los conocimientos que, “teniendo un fundamento a priori, deben ser aceptados por anticipado como absolutamente necesarios”, Para estar seguros de que las tesis propugnadas por los fildsofos no constituyen opiniones inciertas y falaces, sino verdades indiscutibles, seria preciso que se beneficiaran de 13. CE. mi Logique juridique, Paris, Dulloz, 1876, [Traducida al eas- tellane como Légica juridica y la nueva retsrica, Editorial Civitas, 1979. Ligiea, dialgetica, 25 filosufia y retirica un fundamento sdlido e indiscutible, de una intuicidn evi- dente que garantice la verdad de lo que es percibido como evidente. La evidencia asi concebida, no es un estado sub- jetivo que pueda variar de un momento a otro, de un indi- yiduo al otro; su papel, en efecto, consiste en establecer un puente entre lo que es percibido como evidente por el suje- to que conoce y Ia verdad de la proposicién evidente que debe imponerse de la misma manera a todo ser de razon". Una argumentacién jamds puede procurar la evidencia y no es posible argumentar contra lo que lo es. Quien pro- pone la evidencia estd seguro de que ella se impondra con la misma evidencia a todos sus interlocutores. La argu- mentacién no puede intervenir mds que si la evidencia es discutica; es lo que ya noté Aristételes, que reconoce indispensable recurrir a los razonamientos dialécticos cuando los primeros principios de una ciencia, que nor- malmente se imponen por si misnios, se ponen en tela de juicio'’. Lo mismo sucede cuando se discute una defini- cién. Si es gracias a la intuicién como normalmente uno aprehende las nociones simples y los primeros principios de una ciencia tedrica, Aristételes reconoce que es en las disciplinas practicas tales como la ¢tica y la politica, en las que las decisiones y las controversias son inevitables, don- de el recurso a la argumentacién se impone, tratese de una deliberacidn intima o de una discusién publica. Es por esto por lo cual su Organon comprende, al lado de los Anali- ticos, que estudian el razonamiento formal, los Tépicos, que examinan los razonamientos dialécticos que permiten justificar la mejor opinién, la opinién razonable (erlagas). 14. CE. “Evidence et preuve”, en Ch. Perelman, Justice er raison, op. cit, pigs, 140-154 y “De Liévidence en Métaphysique”, en Ch. Perelman, Le champ de Vargusmentation, op. cit., pigs. 235-248. 15, Aristdteles, Tépicos, 101 a yb. 26 ni mueeato Reronico ‘Todos los que creen poder despejar la verdad indepen- dientemente de Ia argumentaciss, sla tienen desprecio Bor la tetGrica que se ocupa de opiniones: ex rigor, podria servir para propagar verdaces garantizadss ex el orador or la intuicin o Ia evidencia, pero no para estableverlas. Fero sino se auimite que las verdadesfilossficas pueda es tar fundodas sobre intuiciones evidentes, send preciso re. currir a téenicas arpurmentativas pera hacerlasprevaler, La nueva retdries se convierte entonces en wn instrumenta indispensahle para la flosofia ‘Aquel que, como Ricoeur, admite en flosofia verdades imetaféricas que no pueden prevalerse de una evidencia constrictive puesto que ells proponen uma reestractata «idn de lo eal, no puede negar normalmente la importan. cia de las téenieasretricas que tienden a hacer prevalecer tal metifor sobre ta otra”: Al no podria olvidarias sino ‘cuando admite Ia cxistencia de une intaicion que impore ‘una sola visién de loreal yexclaye, por lo mismo, todas lag emés {a decadencia dela retdrica a partie de fnales del siglo ‘v1, 6 debe al ascenso del pensamiento burgués que ha ge. neralizado el papel de la evidencia personal del protestan tismo, de la evidencia racional del cartesienismo 0 de la cevidencia sensible del empirisio” HE desprecio a laretrica, el olvida de lateoria dela as. gamentacién han conducido la negacién de la razdn Drictica, Los problemas de accién han sido reducides a 18 CE Gh, Pesinon, “Philosopia orga, Fe commun Buti de Wea nie late de Bepiae, Ce de lee deg ‘sienees mole et poitiaes, 1972 pope 16-136 27-CF Ch. Perso, Angle ot metaphor en sles poi et lilophie, en Leehmagumentton, page 1 18CE FRloous, Le tops rive pap, 1, 28, CE Ch Peminan y L. Obrecher Tyee, “Logigue et cht "gue", en Rtrign er pilose, Pesce Unenee de Pee, 1852, pg 20. Vee amin Ie Bort op et pd. Lge, teen, 27 wig rors problemas de conscimient, edi de veradoprobabi Ting o simplemente han sido consiserados como ile vant prs i an, " ero tals aqutlos que ceen ena exstenia de dec siones amnaespreetites de una delieracna ded Shsiones cond ie ciferentes socones we conontan Is tens con ery o odin posit i deen adh Tirana da contencla ce os tos intlestealen ui Zatos- de ona teoria dele anumentai, team Ta Pe cae Por parte n selmi al dominio préste, sing qe ianbign extrem el eaazin de oe problemas tetits pa aguel queen concent del papel ue eet ‘hea teria eengencia Ge defnsone,moselos Ye analogies de una manera més neal, a elabors Sion dou lenaj tera, apt a ono de Dues trv invsinlones sen etesentife como pods tiar ‘lpnel dele agimentacn aa ran prt, pape que teed indimental em odor los doninio en gue nd et en fet eat prt, um cuando re te de a soli de protien terior, Debo preci este puto pata ev tar todo matntenigeretrete al lcance dea agen. tional como ol canco™ ah. can expen o ete puoto B Wancht, Ee rien, Ras como ML Villy Neuve tf 0. is “apie Ava, 73, 197% i CAPITULO II La argumentacion, el orador y su auditorio @Qué es Io que distingue a la argumentacién de una de- mostracién formalmente correcta? En primer lugar, el hecho de que en una demostracién los signos utilizados deben estar desprovistos de toda ambigiiedad, contrario a lo que sucede en la argumenta- cién que se desarrolla en una lengua natural, en la que la ambigitedad no esta excluida por anticipado, En segundo lugar, porque la demostracién correcta es una demostra- cién conforme a reglas que son explicitadas en los sistemas formalizados. También ~y es en este punto en el que insis- tiremos- porque el status de los axiomas, de los principios de los que se parte, es diferente en la demosiracién y en la argumentacién. . En una demostracién matomética, los axiomas no estin en discusién; sea que los consideremos como evidentes, como verdaderos, o como simples hipdtesis, casi no nos preocupamos de saber si son o no aceptados por el audito- rio, Por otra parte, quien desee justificar la escogencia de axiomas deberd, como ya lo observé Aristételes en sus Té- picos', recurtir a la argumentacién. Como el fin de una argumentacién no es deducir Jas con- secuencias de ciertas premisas sino producir o acrecentar la adhesién de un auditorio a las tesis que se presentan a su asentimiento, ella no se desarrolla jamds en el vacio. La ar- gumentacién presupone, én efecto, un contacto de los espi- 1, Tépicos, 101 a-b. 30 ev impenco nevonico ritus entre el omdor y su auditoro; es preciso que un dis- ‘curso sea escuchado, que un libro sea leido; porque esto su accidn serd nul. Aun cuande se trate de une del Deracidn fatima, eusndo quien propone razones y el dest. ‘atari de as mismas son una misma persona, el contacto de 10s espirinus es indispensable. De alli eiertos consejos tales camo “No escuches at mal genio”, "No discutas mds el asunto” ‘Toda sociedad que reconoce la importancia de tales contactos, tata de onganizatlos y puede aun hacerlo abl ‘gatorios. La misa dominical permite el encuentro semanal del sacerdote con sus parroquianas; la ensefanza obligato- ria garantiza al maestro la presencia de alunos sometidos 4 su influencig; la convocatoria snual de las sesiones perlamentarias, prevista por Ia Constitucisn, pone al £o- bierno en una fecha fja~ delante de los elegidos de la ‘nacién; los procedimientos judiiales aseguren al demas dante el desarralo norasal del proceso, aun si le parte ad. versa es recaletrante, 1B stusl, los progremas de encefianzs ls tradiciones perlamentarias yas reglas de prucedimienta, fjan con ma- {Yor o menor precisiGn las materias que serfan objeto de ‘comunicaciones. El hecho de no seguirlas ser camsidera- do como ileal o inconveniente, una insolencia, objeto de rideuloo de escindalo, ‘Mle acuerdo, atin después de treintaafio, del efecto pe- ‘nose producide por un orador encargada de pronunciar dlelante de una multitud el elogio finebre de un amigo di unto: abusé de Ia palabra paca atacar @ una parte de los asistentes, Hay igualmente abuso ex el maostra al que se han confiado nifos para ser educados confarme a los valores de une comunidad, cuando se apravecha de esta situacion ‘para propagar ideas y valores que suscitan el esoddalo. Bl establecimiento o la nuptara de las relaciones diplo- ‘maticascoustituyen un elemento previo, significando con Ie arpumcwacin, 31 orate os eo que se et npn a sts som pari aver 0 Suet le cela coo ntesactor ante de pogutar {ogi dee oun en umn conver es inpornts ‘ie sno nen su ata arog dtvend a aves Se nels ds pore recurso in angen ci, oral euro ars. ome ls agunentacén propone ine sobre na auctor, mcdier tis envcuoner 9s apsisones tetas un drse gorse dngey one mea gona a ‘Msn deter open bar de opened or inconitno pret atest, yuna cid Te deopeibe deem persone ayes opiions amos agin vale Dele min tans, iprante overt lapalaba en ctr coustancias, sor voce Pode un gig dene atin eum ado ha : ee cut der nt qe pueden averse oped a tions nine plc Bet pena en el onopelis {line nthe de cmoncstnquccnmctia or aad thant yn oor oe md de grote opti Sant de os enna Herta de play de onan cnquiss ipo fel emer 0, Einn um seta lal no foo ol mundo ped no ington qué estan omar play Pore Clos Inc cl prs sn der Sl iogo rest dapueioa constr ura tesa con caagee ‘sabe cease toma ‘ties elo ata tara no sla ete no Soe ete oe Si itoe str cena nutes, Aquelos que, por ejemplo, se plantcan la custibn de erties recto oo Roane aloe doses y amar asus pode, 320 EL mvento RETORICO tienen necesidad de una buena correccién; ¥ aquellos que se preguntan si la nieve es blanca o no, silo tienen que mirar?, Algunas cuestiones no merecen discusién; otras no pueden ser discutidas, pues el hecho mismo de ponerlas en cuestion es o blasfemo o escandaloso. Es asi como un decreto ateniense habia Prohibido, bajo pena de muerte, introducir un proyecto de ley que modifi- cara la asignacién de los fondos de reserva de la ciudad’, y Pascal, antes de darnos las Tazones para creer en la exis- tencia de Dios y en la inmortalidad del alma, consagré lar- 0s desarrollos para persuadirnos de la importancia del problema, que seria insensato despreciar?. Observemos, para este prop6sito, que la argumentacién no tiene por‘fin unicamente la adhesi6n puramente inte- Jectual: ella busca muy a menudo, incitar ala accién, o, por lo menos, crear una disposicién a ia accién. Eg esencial que la disposicidn asf creada sea lo suficientemente fuerte para sobrepasar los eventuales obstdculos. Es lo que obser- va, con ‘mucha finura, San Agustin en el capitulo 13 del libro ty. de su escrito Sobre la doctrina cristiana: Si lus verdades ensefiadas son tales que basta creerlas ° conocerlas, dar su asentimiento no implica otra cosa que el reconocimiento de su verdad. Pero sila verdad ensefiada debe ser aplicada en la préctica y asf es enseiiada para esta pricti- ca, no sirve de nada estar persuadido de la verdad de lo que se ha dicho, no sirve de nada encontrar placer en la manera como ha sido dicho, si ella no se aprende con el fin de ser Practicada, El sacerdote elocuente, cuando presenta una ver- Ai eles, Tépicos, 105: ip 3. CE Deméstenes, “Premitre olynthienne”, §19, en Harengues et Plaideyers politiques, Paris, Belles Lettres, 19241, 4. Pascal, “Pensées”, 315, en LOcuvre de Pascal, Pléiade, pags. 912- 918. Lu argemeniaciin, 33 etorador y su auditorio dad prictiea, no debe ensefiar s6lo para instruir y agradar ae manera que se pueda mantener la atencién, sino que debe lo- grar también la adhesién del espiriru, de manera que pueda someterlo a la voluntad’, El auditorio no estard persuadido verdaderamente —di- ra San Agustin- “sino cuando es movido por nuestras Pro. mesas y atemorizado por nuestras amenazas; si rechaza lo que vos condendis y abraza lo que vos recomenddis, si se lamenta delante de lo que presentdis como lamentable y se tegocija de lo que presentdis como regocijante, si se spied a delante de lo que presentdis como digno de piedad y se Ne ja de aquellos que le presentdis como hombres que se de- evitar”®, , tet Nelelosdoee a los fieles para que cesen sus suerras a testinas, San Agustin no se contenta con sus aplausos: a hablado para que ellos derramen lagrimas y testimonien con esto que estaban dispuestos a cambiar de actitud. a Estos ejemplos, atin si desaprobamos a ferminologie le San Agustin al hablar de “verdades prdcticas”, prueban que cuando se trata de tesis presentadas en un discurso argumentativo, ellas pretenden a veces obtener de los audi torios un efecto puramente intelectual, una disposicién a admitir la verdad de una tesis y a veces a producir una ac- cidn inmediata o eventual. Quien argumenta no se dirige a lo que se considera facultades tales como laraz6n, las emo. ciones, la voluntad; el orador se dirige al hombre compl on pero, segtin los casos, la argumentacién buscar efectos ‘ ferentes y utilizara cada vez métodos apropiados, tan 9 para el objeto de un discurso, como para el tipo de au to rio sobre el cual se quiere actuar. Es asi como un abogedo que alega en un asunto comercial o criminal, politico o de 5. San Agustin, Parrologie latine (Migne), t. xxsiv, Paris, 1887. 6. Bid., L.wv, cap. 12. 34 eLumpento xeromico Gerecho comin, de derecho privado 0 de derecho interna: conal piblico, y segin el ginero de tribunal que se trata 4 convencer, no utilizard ni el mismo estilo ni el niisme tipo de argumentos, El tnico conseja de orden yeneral que luna teorfa de a argumentacin puede dar en este caso, es 1 de exigir ol orador que se adapte a su auditor, eCudl es este auditorio alrededor del cual se centra la angumentacisn? A veces la respussta es evident: el abogado que liga delante de un tribunal debe convencer a los jueces que lo consttuyen. ero, zqué pasa con ur hombre de Estado que ‘ronupcia um discurso en el parlanento? z Est constitu, osu auditorio por todos los que lo eseuchan, aun cuando ‘8 iscurso es transmitido por la radio? gOué pasa con ‘quel que es entrevistado por un periodista: se dirige lo ste ltimo, a os lectores del periéico, ala opinign publ ‘ea nacional o internacional que poulré conocer sus devara. clones? Se ve inmediatamente que no hay que identifcar 1 auditorio del orador con todos aquellos que estén mate. slalmente en estado de escuchatlay, a fortiori, con todos ‘aquellos que tendrén alguna ocasién de leerlo. Por otea parte, se puede eoncebir que el oradar olvide una parte de ‘su auditorio, que se trata ya del polcia que asiste al ale 0,0 de algunos iniembros de la oposicién en in diseureo ‘ae trata de consolidar una mayorfa parlamentari, EL auditorio no esté constituide necesariemonte por ‘quello que interpela expresamente el orador. Enel Para. ‘mento Briténica el otador debe dirgire al presidente dela ‘Cémara mientras que, efectivamente, su diseurso puede di ‘igi a los miembros de su partido, a la opinién pablica pacional o internacional. Vi en un café dela ciudad una insoripeiOn: “Perrito, no subas sabre el asienta" Pero esto ‘no implicaba que todos los perros admitidos en el café sa. an leer y comprendian el espaol. Si se quiete defini al ‘uditorio de una manera stil para el desarrollo de una teo- Si ean Lnarpunenacisn, 35 orator pe ir ae ee eee re ao eee ee eet site eater ee cece ; ‘ Para algunos, a la vez los fs individualistas y los mds Se eee ee alae Sno naga ra etn nice er ee eee eee Se eer ciones los mismos pensamientos por medio de los cuales pea ee eee cee Sern ee ere oa ee eae ee ee aie ee 7. Beal Faas 10, Al epeni a BA, $8 aon STDs, Once ino, 82, Alu, Canin, © 358, B.ch Ta, pie St. 36 ku mpeRio RETORICO Persuasion es obra de otro, mientras que uno se convence Stempre por si mismo!, ha Esto sucedia antes del aporte del psicoanal sis, que nos is eons gue dn pumion secre ae Lu lai en ser solo racionalizaciones. (ldCa Se encuentra en germen ya en Schopenhauer, para Guien “el intelecto” camufla ios verdaderos motivos de Nuestros actos, que son completamente irracionales", tian auditorio constituido por el interlocutor tinico del ad ee parece Presentar una ventaja innegable, sobre el ono constituido por una multitud reunida en una plaza publica, Porque la idea que uno se forma de él en cuanto a Sus conviceiones y actitudes, puede ser puesta a Prueba gracias a Ja técnica de preguntas Y tespuestas. Poco 4 poco y a medida que el didlogo o la coniroversia se de- Sarroila, el orador vonoce mejor a su interlocutor, pues él jent todo el derecho de suponer que éste no trata de a a enel error. Ul fin del intercambio de las ideas es on lar a los participantes un mejor conocimiento de los n ny los ons El acuerdo manifestado en este caso fa- nn ne an lesarrollo mas apretado de la argumentacién: ‘Benen wha Ja cual Zenon comparaba la dialéctica, wetdthny i ogo, con un Pufio cerrado, mientras que la © parecia semejante a una mano abierta", ta ae sitineibn, que no carece de pertinencia, esta liga- del dit ablemente al mejor conocimiento del interlocutor 18080, por lo menos con relacién al objeto de debate, Pues Seria ridiculo para el orador, desarrollar su argumen- 410 preocuparse de las reacciones de su tinico inter- Tt que necesariamente deberd pasar del papel do locuto: CE. Quintiliano, De l'Tusrituti i or ui , De lustitution oratoire, vol. tL. u, cap. ¥3 ELA, §8, “Cargumentation devant un seul duditeue eS La argumentaciéa, 37 el orador y st auditorio auditorio pasivo a una participacién activa en el debate. Quien vaticina, sin preocuparse de las reacciones de quien lo escusha, rapidamente es considerado como un ilumina- do, poseido por demonios interiores, mds que como un hombre razonable que trata de hacer compartir sus convic- ciones. No sin razén la técnica socrdtica de preguntas y respuestas, se presentard én este caso como adaptada a la argumentacién delante de uno solo o de un pequefio nti- mero, mientras que la de los discursos largos se impone delante de un auditorio numeroso., Pero no hay que trans- formar en una diferencia de naturaleza 1a diferencia de técnica argumentativa, impuesta esencialmente por las cir- cunstancias y que no se refiere sino a la adhesién, mds 0 menos segura y explicita, a los argumentos desarrollados. Ademiis, cuando se trata de un discurse sobre un tema especializado, dirigido a un auditorio de especialistas -sean ellos fisicos, historiadores o juristas-, la técnica de pregun- tas y respuestas no es pertinente, pues en cada disciplina hay un conjunto de tesis y de métodos que cada especialis- ta debe admitir y que sélo en casos excepcionales se some- ten a discusién; no se les puede discutir arbitrariamente sin manifestar incompetencia, pues este iria contra la estabili dad de Jas creencias.cientificas". Mientras mas centrales sean éstas en una disciplina dada, mds grave es su abandono que conduce a una revolucién cientifica" y los partidarios de la disciplina serdn mds recalcitrantes, no se doblegardn alas razones de un pensador revolucionario sino después de un debate que a veces se prolonga durante toda una ge- neracién. Es asi como delante de un auditorio universal especiali- 13. CE M. Polanyi, Personal Knowledge, London, Routledge and Kegan Paul, 1958, pags. 292-294. 14. CE. "Th. Kuhn, La estructura de las revoluciones cientificas, Méxi- co, F.C. B, 1971. 38 cLinreaio erroice tao stuns taxis y métodos son sconces po alos hast mien escapes pure eaetaaee slau por parte del auton. Al sonar, ee tusrci de un cura de verdadero es aconois oy Shantoeleurea a isticn de preguntas ts puede sere inlispossable Mienes que lepers, indse ound a sad sin yl snsroteprodicando en un esa, sban soir qué tes pooden hinds au expos sacs econ muna stein ifitasente msi pues St dacs so dnge en principio ole mands See tori nivel compuesto por ad agells gus et Sispuetn a entenderioy que son cpus de sof soa tiaomtacic.H Elna no dnpone coma eso ols Sat dou conjonto detest ses ate por ‘oslo micmbre deo aodtoio sla ot aed ‘sad wala de ae hecho, vera oes se ‘els us ana ls oi invocation ies de ‘asin expla por todos low nines el edo Siva cos geile de obtuney in embigca ‘Pinan, den monet a todo ear eau sufsent, Ientstado Pas eto Hoste apr al enitocn: ‘nin ols opnign comin, ai tien ln eidenca Foumiendo qu saa miembro dl auttoro nivel te pe dca nunc el rar has 1 Qe tiene ns misma intitonery compar ay mamas viens, No werd sufienee mater ou encode con una sinpleneaess, pos eel dsson de leas Die septal convincente ls general, debe st Scalia quien debe probr queen en ines Sto" quseopore al opinion contin, sn tue donne ‘i mbes pa sstner tapos porte mene ‘onic, aan em ate cre n'a dedi cit dro uno sooo un pegueo mer, no de ado» a ao es deta sri Learumennci, 39 sce la necesidad del didlogo, que deberd darse sobre todos Jos puntos controvertdos. Bs par esto que la diactica a téenica de a controversia es tan contr en la arguments ‘in fllosdEee, como testimonian los dialogos soerticos y los de los fldsofas que se han inspirado en estos madelos. ‘ia distiacidn entre los diseurtot que sa dirigen a alyu- nos ylos que serion vilidos para todos, permite acer com- prenider misjor lo que opore el discurso persuasivo al que pretende set convincente. En lugar de considerar que la pereuasién se divige a Is imaginacién, al sentimiento, en resumen al autémata, mientras que el discurso convincen- te hace un llamado ala rexén', en lugar de oponer uno a ‘otto, comola subjetiva ala abjetivo™, se los puede caracte- rizar de ura manera més téenica y también més exacta, di- ciendo qué el discurso dirigido a un auditorio perticular buses persucdir, ientras que el drigido al auditoriouni- versal busca cosvencer. Como hi disteién asf establecida no depende del ni- ‘mero de personas que escuchan a un orador, sino de las intenciones de est ittimo (quiere él obtener la adhesién fe algunos o de toda ser de raxén?), puede suceder que el orador coasidere a aquellos a quienes se dirge, aun si se tt de ine deliberacién intima, como encarnecién del auditorio universal”. Un discurso convincente es aquel ‘euyas premiaas y argumentos son universalizables, es de- t aceptebles, en principio, por todos los mieanbros del ‘auditorio universal. Se ve inmediatamente e6ino, en esta perspective la originalidad misma dela filosofi, asociada ‘radicionalmente con las nociones de verdad y de raz, serd mejor comprendida por su relaci6n eon el sucitorio 15, CE eceal,Poa, 70, ig HE Kan, Cig dela toa pre, ea. Teemesayguese Paco, 20 EL iMPERIO RETORICO universal y fildsofo. Aristételes, que centra su Retdrica, pero no los Tépicos, sobre Ja idea de auditorio, pues es seguin el cardcter del an. ditorie como examina las pasiones y orador puede suscitar con su discurso™, distinguié tres generos oratorios segiin las funciones qué en cada caso incumben a los auditores. Inspir: ; a Ie ‘dndose en la practica ateniense, distingue estos géneros segtin el papel reseryado al auditor: “Ahora bien, , €S preciso necesariamente que el auditor sea 0 espectador 0 juez, y que el juez se pronuncie sobre el pasado 0 sobre el Porvenir. Quien se pronuncia sobre el porvenir €s, por ejemplo, el miembro de la asam- blea; quien se pronuncia sobre el pasado, ei juez; quien se pronuncia sobre el talento del orador, es espectador, Hay pues, necesariamente, tres géneros de discurso en retéric: el deliberativo, el judicial, el epidicticu™, En el género deliberativo el orador aconseja o desacon- sejay SU opinion concluye en lo que parece mas Util; en el género judicial acusa o defiende para decidir lo justo; en el género epidictico alaba o critica y su discurso tiene que ver con Io bello y lo feo”, . Si para describir el género deliberativo, Aristételes se inspiré en las asambleas politicas, y en los tribunales para caracterizar el género judicial, son los discursos oratorios que se realizaban durante los juegos olimpicos los que le Sugirieron las particularidades del g€nero epidictico. En efecto, durante tales juegos los auditores se comportaban como espectadores y si, eventualmente, tenfan alguna mi- sion que cumplir era tinicamente la de designar el vence- dor, aquel cuyo discurso merecia Nevarse la palma. la manera como éste es concehido por el las emociones que el ee —— 18. Retérica u, 1389 a 13! 91. 19. Ibid., 1, 1358b 3-7, ). hid., 1358b-28, I La argumentacién, 41 el orador y su auditoria Se trataba los discursos a la martera de los espectaculos de teatro o de las justas atléticas, cuyo fin parecia ser el realce de los participants, Su cardcter particular habia hecho abando- nar su estudio a los gramdticos por los retéricos romanos, que ejercitaban a sus alumnos en los otros dos géneros, consi- derados como relevantes para 1a clocuencia prictica. El dis- curso epidictico presentaba para los teéricos una forma degenerada de elocuencia que no buscaba sino agradar para realzar, ornando, hechos ciertos 0, por lo menos, indiscuti- dos... Por eso el género epidictico parecia competer mds a la literatura que a la argumentacién”', Ahora bien, para nosotros el género epidictico es cen- tral, pues su papel es intensificar la adhesidn a valores, sin los cuales el discurso que pretende egar a la accidn no po- dria encontrar un punto de apoyo para conmover y mover a sus auditores. Sucede con frecuencia que una ceremonia funeral, convocada para llorar a la victima de un asesinato politico, degenera en revuelta exigiendo el castigo de los culpables. El andlisis del célebre discurso de Antonio en el Julio César de Shakespeare (acto u, escena 11), muestra cla- ramente cudn artificial es esta distincién de géneros, pues el orador que busca en el discurso epidictico, tal como en el elogio fiinebre, crear una comunién alrededor de ciertos valores, puede aprovecharse de la emocién suscitada para excitar a la accién y a la revuelta a aquellos que antes del discurso sélo habian pensado en comulgar alrededor de los despojos del difunto. E] discurso epidictico tiene que ver con el género edu- cativo, pues pretende menos que suscitar una accidén inmediata creat una disposicién a la accién, esperando el momento apropiado; no se comprende ni Ja naturaleza ni Ja importancia de él si se‘le asigna como fin la gloria del 21.T. A, pigs 63 a 64. i 42 ex mivenio nevonteo orador. sta puede, efectivamente,resultar de tal discurso;, pero no hay que confundir la consecuencia de an discurso {¥ su fin; éSte buscar reforzar una comunién alrededor de Giertos valores que se tretan de hacer prevalecer y que de- Lenin orientar Is accisn en el porvenir. Ee asi como toda Ia flosotia prictica tiene que ver con el género epidictico, cariruzo mt Las premisas de la argumentacién 1 oredor, si quiere obar eficazmtente con su diseurso, debe adapase# su sucitori. Ba qué consiste esta adaptecén, que es una exigencia espectfien ie la argumentacién? Estacialmente en que el torador no auede escoger como punto de partida desu razo- ‘inet sino esis adidas por aquellos a quienes ree En cfewo el in dela argumentacién no escomo ede demostrci,prabar la verdad dela conclusignpariendo de la verdad de las premises, sino transferir a las cou siones la edhestn concedida alas premisas. Si no quiere corr el riesgo de racasaren su misién, el oradorno debe sé partis nunca sino de premisas que gocen del bene Scio dle una adhesin suficientes éta no fuesesufciente, la primera preocupacin de guien quire persuair, deberd scr lade veforatia por todos los metios de que dispone, pues Is trasferencia de le adhesin no se realiza sno esta Dleciendotina Solidaridad entre las premises la esis que tuno se esfucrua por hacer admit. Puede suceder que la conclusiénsea muy apuesta als convicrones del auditor, encestc eas éteprefirereounciar ens de las premises Y todo el esfuerza del erador permonece sin efecto. sta consecuercia es andloga al razonaasiento yor el absurd a legato una conelsién false, nos obliga arecharar como flss una de las premises, Fn la argumentacién, se teats igualmente del rechazo, pero del sechazo de una de 44 EL IMPERIO RETORICO las premisas no porque la conclusién que se saque sea fal- Sa, sino porque es inaceptable. | Quien en su argumentacién no se preocupa de la adhe- sin del auditorio a las premisas de su discurso, comete la falta mds grave: la peticién de principio; ésta, considerada tradicionalmente como un error Idgico no es un error de demostracién, pues ella no se refiere a la verdad o a Ja fal- sedad de las proposiciones que constituyen el razonamien- to. La afirmacidn: “si p, entonces bp”, que dice que una proposicidn se implica a si misma, es no solamente verda- dera sino que es una ley Idgica fundamental, es ¢l principio de identidad. Pero desde que se pasa al punto de vista argumentativo todo cambia, pues aqui se trata de obtener argumentando a favor de ella, la adhesién a la tesis p; por cousiguiente no puede Presentarse desde el comienzo como una tesis ya aceptada por los auditores, _ He aqui tn ejemplo caracteristico de peticién de princi- pio, tomado de un discurso de Antifén sobre el asesinato de Herodes: “Sabed bien que yo merezco vuestra piedad mucho mds que un castigo, porque el castigo es para los culpables y la piedad para aquellos que son objeto de una acusacion injusta”!, . La conclusién dada al principio se impondria si la pre- musa menor supuesta “yo soy inocente”, fuese admitida. En este caso el proceso estaria juzgado y el acusado estaria libre; el hecho mismo que el Proceso se desarrolle y que la sentencia no haya sido dada, nos prueba con toda eviden- Cla que se trata de una peticién de principio, Se ve en este ejemplo que hay que distinguir la verdad de una tesis y la adhesion a ella, y adin si la tesis fuera ver- dadera, suponerla admitida, mientras es controvertida, constituye una peticién de principio caracteristica, 1, CE. O. Navarre, Essai surla rhétorique gre. i . 7 ique grecque avant Aristote, Pa- is, 1900, pig. 141, n.1, citada en T! A., pig 152. woes Pa Las premisas 45 de ta argumentacién Notemos en relacién con este punto que Bentham, se- guido por Schopenhauer, califica de “peticion de principio escondida en una solu palabra” el recurso, para describir un fendmeno, a calificativos que lo valorizan o lo desvalo- tizan. Es asf que lo que un observador neutro considera como “fenémeno de culto”, sera calificado de “expresién de piedad” por aquel al que le es favorable y de “supersti- cidn” por aquel que lo combate®. El error de Bentham y de Schopenhauer consiste en ver en la apreciacién favorable o desfavorable un sofisma, una peticién de principio, como si toda toma de posicidn fuera en si criticable: de hecho no hay peticién de principio sino en la medida en que esta toma de posicién, presuntamente compartida por cl auditorio, es controvertida por él. Esta precisién permite poner en evidencia la relatividad de la peticion de principio, que involucra, como toda argumen- tacidn, la adhesién del auditorio, Adaptarse al auditorio es, ante todo, escoger como pre- misas de la argumentacién tesis admitidas por éste ultimo. Entre los objetos de acuerdo, donde el orador escogera el punto de partida de su discurso, hay que distinguir aquellos que se refieren a Jo real, a saber: los hechos, las verdades y las presunciones; y aquellos que se refieren a lo preferible, a saber: los valores, las jerarquias y los lugares comunes de lo preferible. Mientras que el lenguaje y el sentido comtin designan por hechos y verdades elementos objetivos que se imponen a todos, el andlisis comprendido desde 1m pumto de vista argumentativo no nos permite olvidar, so pena de peticién de principio, la actitud del auditorio con rélacidn a ellos. Si nosotros acordamas el status de hechos o de verdad a ‘un elemento objetivo, que segtin las palabras de H. Poin- caré, “es comtin a varios seres pensantes y podria ser co- 2.C8. TA., pag, 153. iin a todos™! es decir, que presuntamente es admitide por el auitorio universal, podremos partir de hechos y verdades como datos estables, sin que sea necesario forzar Ia adhesiGn del auditoria con relaciSn a ellos. “La adhesin a un hecho, no serd para el individuo sino wna ‘eacridn subjetiva a alguna cosa que se impore a todas" ‘ero desde el momento en que un hecho o una verdad som controvertidas por el auditorio, el orador ya no puede prevaletse de ellos, a menos que muestte que el oponente se engafia 0, por lo menos que-no debe tener en cuenta st ‘opinisn, es decir, lo descalifia quitineole la calidad de in- terlocutar competente y rszonable. eros asi que este status de hecho o de verdad no esté sseyurado indefinidamente, a menos que e adiita la exis- fencia de una antoridad infalible, de una divinidad cuyas sfirmaciones y revelaciones son indiscutibles, que gaat. ‘aria los hechos y las verdades; peo a falta > tal garantia absolute, de una evideneia, de una necesidad que se im- pondria a todo ser de razén, los hechos y las verdades que Son adiitidos como tales por la opinign comin o por la ‘oping de los especislistas, podrin ser cuestionades, Ob servemos, sin embargo, que si cl acuerdo en relacién con ellos es suficientemente general, nadie puede descastarlos sin caeren el ridiculo, a meres que dé razones capaces de juslificar su escepticismo a este respecte. Una dud gene: ralizada, tal como la preconizadla por Descartes, no sev ria de nada pera descalifcar un hecho particulay, pies no seria considerada como una duda razonable, Sobre este panto 1. Wittgenstein ha hecho reflexiones pertinent’. Cémo descalifcar un hecho a una verdad? La manera ‘mis efcas de impugnarlos es mostrar su incompatbiidad on otros hechos y otras verdades que se presentan mis Las promtee AT sequros, de preferencia semejante a un har de hechos 0 verdades que no estamos dispuestos a abandonar. Esta conttastcidn a veces puede limitarse al cuestionaminta el resulado de una experiencia eloborada con muy pocas precauciones, pero veees puede deseribocar en una reve- TuciGn intelectual de naruraleza cfentifca, Hloséfca 0 eli inet Al lado de los hechos y verdades, a veces partimos de presunciones que, aunque no se presentan seguras como squélos, sin embargo, suministran bases suficientes parc forjar uta conviccidn razonable. Las presunciones se 2s0- cian freazenterente con Io que se produce notmalmente y con lo que es razonable tomar como punto de partida, ‘Si ests presunciones, ligadas a Is experiencia comin, al sentido comin, permiten orientarse en la vida, ellas pueden sin embargo set contradiches por os hechs, pues To inssperade no debe excluirse. He acu algunas presunciones de orden general: "la pre- suncidn de que la calidad de un acto manifesta Ia calidad de la peusona que lo realiza la presuncidn dela exedalidad ‘natural, que hace que nuestzo primer movimiento sea el de ‘acoger com verdadero lo que se nos dice; a presuncién de interés, sega Ia cual concluimos que todo enunciada que ‘sen0s comunica presumiblemente nos intetesa; la presun- ‘ign refsrente al cardcter sensato de toda accién. hums: Las presumeiones se fundan sobre ta idea de que nnorinal 0 que se produce; pero la nocién de normal, sien- do susceptible de interpretaciones variadas, puede condu- ‘unt discusn para saber sila presuncisn es aplicable en una éeterminada situacin, dados los hechos dela cau- sa. Se ttarfa ya, em est caso, de una tenativa por inver- lo ‘HE Feincarg, Lala dela, Give, 146, pg STAC gie ab S.C Wittgenstein, ieee, Ga, Pareeona CEE Pang Feoval Reales, ts pares “The jae ‘ot pesomal Knowles" hCET A, web 38. 48° BLIMPERIO RETGRICO tir una presuncién que favorece la tesis del adversario. Es éste el efecto mds inmediato de una presunci6n: ella im- pone la carga de la prueba a quien quiere oponerse a su aplicacidn. La carga de la prueba -nocién esencial en el procedi- miento juridico-, nos remite al derecho, donde se distin- guen varias especies de presunciones: las presunciones del hombre, pueden ser tanto el punto de partida como de Ile- gada de un razonamiento; al contrario, las presunciones le- gales establecidas por la ley o la jurisprudencia, sea que admitan una prueba contraria (presunciones juris tantum) © que sean irrecusables (presunciones juris et dejure), su- ministran excelentes ejemplos de tesis sobre las cuales se puede fundar un razonamiento juridico, pues en todos los casos ellas dispensan de toda prueba a aquellos que gozan de la presuncidn’, A los juicios que presumiblemente expresan lo real co- nocido o presumido, se pueden oponer aquellos que expre- san una preferencia (Ios valores y las jerarquias) o indican Jo que:es preferible (los lugares de lo preferible). Pata retomar una definicién de Louis Lavelle, se puede decir que la palabra valor se aplica en todas partes donde hay “una ruptura de la indiferencia o de la igualdad entre las cosas, en todas partes donde una de ellas debe ser pues- ta antes que otra, 0 por encima de otra; en todas partes donde es juzgadd superior y merece que sea preferida”®. Esta definicién del valor vale sobre todo para las je- rarquias, donde los elementos jerarquizados se indican ex- présauicnte. A menudo, los valores positivos o negativos marcan una actitud favorable o desfavorable con relacién a lo que ellos aprecian o desprecian sin compararlos con otros objetos: lo que se calificard con los términos bueno, 8. Cf. Les présumptions et les fictions en droit, estudios publicados por Ch, Perelman, Bruxelles, Bruylant, 1974, pigs, 340-341. 9. L. Lavelle, Traité de Valeurs, Paris, ULE, 1951, t.1, pag, 13, Las premisas 49 de ta argumentaciin justo, bello, verdadero o real es valorizado, lo que es cali- ficado de malo, injusto, feo, falso o aparente es desvalori- zado. Observemos en relacidn con esto, la ambigiiedad de la expresién “realidad” o “real”. Lo real en tanto que objeto de una investigaci6n cientifica no admite grados. Todas las realidades estan en el mismo plano y, en tanto que elemen- tos de un mismo universo, son todas compatibles unas con otras. Al contrario, la ontologia 0 estudio filosdfico de lo teal no duda en establecer grados en el seno mismo de lo real y en jerarquizar aspectos, mezclando juicios de valor con la descripcién de lo dado, Los juicios de valor en la medida en que son controver- tidos, han sido considerados por los fildsofos positivistas como desprovistos de toda objetividad, contrariamente a los juicios de realidad sobre los cuales, gracias a la expe- tiencia y a la verificacidn, el acuerdo de todos seria posible, Al contrario, los juicios de valor no servirdn de centro de unificacién sino de grupos particulares; por esta razdn, di- ficilmente se podra argiiir, sin peticién de principio, sobre la objetividad de los valores. Pero, gexisten valores universales admitidos por todos, tales como: lo verdadero, el bien, lo bello, lo juste? 4En este caso no habria una contradiccién con lo anteriormente di- cho, puesto que estos valores son objeto de un acuerdo del auditorio universal? . De hecho, estos valores son objeto de un acuerdo uni- versal en la medida en que permanecen indeterminados; desde el momento en que uno trata de precisarlos, aplican- dolos a una situacién, o a una accién concreta, los desa- cuerdos y las oposiciones de grupos particulares no tardan en manifestarse, a Para E. Dupréel, los valores universales no son sino ins- trumentos de persuasion, “una especie de titiles espirituales totalmente separables de la materia que permiten modelar, 50 EL murexio nerénico ‘sterors al momento de servie de ellos y qu pean: Gen intacts despues de que hen sido tzacos, apn ‘ee como antes pus ota ccasiones”® Loe ales unversals sgn wn ppe imports ea lsargumentacia, pues cln permit presenta lore res parulres, aquellos sb os cules se eta severdo de grupos prt come un ayer mt de terminada de os valores universal Est eri doa Valores patculres en snout guelos super, testi, ‘in que se desea trszender le acsios partie gon = reconoce i porta dea universe dele, ‘ey de valor gues le atiuye al acuerdo tl nite caer, El dls de la agumentacia sobre ls valores abe scbrayar la importa deine dstncin, «monde moy slvias, ente los valores strats ils come alles 4 In justcia, yo valves conerson, sles como Frac 9 tain, "EL valor concrete el gue se da aun ser partly, « ‘objet aumgrip eau iatincign cocaine ‘nied. Sayan used de wn set spor ete ioe becho valorizari. Tao lo ee ant, treba = poreste mismo moviniento deealcnae, "Lo esr ‘es romitiay al revelareos cl eardtr inc de cet s2ts, de cits grup, de certontmomentas histo han provocedo inelao onl pensomiont Slsdfen wesc, sesién conta raconlista abstract, rencein fe acentin pore lier eminent aeordae as pero he ton, lor concrete pr ensenca™ Algsnoe comportamiestos gunn vires, no den dsc ycompredera sno con telacin' Yates eneteos, les come fii a ela aura, Epa Sli nie Par, FUE, 1, pgs 1D TE Da Sc ae 8, i LT Laryrvins 51 1 honor. Al contrario, et racionalismo y el elasicismo ad- hieren a virtudes abstractas, a melas validas para todos y toda circunstancia, tales como lajustici la veracida, clamor é la humanidad, el imperative categérieo de Kant ‘donate lo moral se define por lo universalizabl, el princi pio del wilitarisio de Bentham, que define el bien por lo que es mis til para el mayor nimero. En ls ergumentacién, no podemos preseindir ni de va- lores abstracts, ni de valores concretos, pero segiin el ‘azo, sukordinames los wns a los otros, Es asi como pera ‘Aistéteks el amora la verdad, valor abstracto, es superior ‘la amistad debida a Plan, valor conereto. Pera Erasmo, ‘una pazinjusta, valor concreto, es preferible a la justicia, valor abstract + ‘Los rezonamientos relatives a Dios manifiestan este:> -vavén de perspectivas. Tos los valores derivan del valor Dios, supreme valor concreto, o {Dios es el Ser perfecto, porque es la encarnacién de lo verdadero, del bien y de lo justo? 2Bs preciso, tomando a Dias como modalo, decidir ‘que un conducta es sabia y justa porque es divina, o al contrara, en la medida en Que un comportamiento es va- lorizado.atribuirle@ Dios que no puede obrar mal? Es asi ‘como Descartes no duda em afirmar que: “para conocer la naturaleza de Dios, tanto como la mia la permite, slo ten- 0 que considera, de todas las cosas de las que tengo una idea, si cs 0 no una perfeccin poseerlas y estaba seguro que ninguna de aquellas que marcaban alguna impertec- ign se encuentran en él, pero que todas las dems en él se encuentran” Los rauonamientos fundados sobre valores coneretos ‘parecen caracteristcos de sociedades conservadoris, Al ‘constraro, los valores que sirven mus fdcilmente a la exiti- a, estarian ligados ala justifcacién del cambio, al espiritu zevolucioneri. TE fund Desai, Disord la apart i ne 520 ELIMPERIO RETORICO ; Al lado de ios valores, la argumentacion se apoya sobre Jerarquias tanto concretas como abstractas, homogéneas 0 heterogéneas. “ Muchos razonamientos Parten de Ja idea de que los hombres son superiores a los animales, y los dioses a los hombres. Para Scheler, los valores pueden jevarquizarse, segdin sus soportes: los valores relativos a las personas son superiores a los relativos a las cosas", Al lado de las jerarquias concretas, como los ejemplos que acabo de dar, otras se refieren a valores abstractos. como por ejemplo: la superioridad de lo justo sobre lo til, Un principio abstracto, tal como Ja superioridad de la cau- sa sobre el efecto, puede establecer una Jerarquia entre un gran ntimero de realidades concretas. La superioridad de lo uno sobre lo miiltiple subtiende toda la ontologia de Plotino. Mientras que las jerarquias heterogéneas ponen en telacién valores diferentes (“el respeto de la verdad es superior a la amistad de Platén”), las jerarquias homogé- neas 500 aquellas que se basan sobre la cantidad: tendra preferencia Ja cantidad més grande de un valor Positivo y, simétricamente, una cantidad mas pequefia de un valor negativo (un dolor ms débil, debe ser preferido cuando se le compara con un dolor o un mal mds grandes). Mientras que lo que se opone a lo real ya lo verdadero, no puede ser sino apariencia, ilusién o error, el conflicto de valores no conlleva necesariamente a la descalificacién del valor sacrificado. Al contra Tio, 8s porque uno quiere lo que sacrifica, por lo que el sacrificia es doloroso; un menor. vaior Siempre petuuizes un valor, a pesar de todo. Por uiltimo, yendo hasta lo que itay de mds general, se llega al dominio de los valores, a los lugares de lo preferi- ble, que juegan un papel andlogo al de Jas presunciones. 15. Of Max & i 3, chelet, Le formulisme en fthique, ta dillac, Paris, Gallimard, ‘oe 1 mNe Bad. de M. Gane eon neem in whine ean da jouesenencenengm een seniegemrnnrcenta [ i L | i i i I ! Las premisas 53 de la argumentacion Podemos distinguir en este punto, lo que los antiguos y, es- pecialmente Aristoteles, calificaban de lugares comunes y de lugares especificos (topoi)*. Sin embargo, para el estudio de los lugares nos limitare- mos a los lugares de Jo preferible que Aristételes examina entre los lugares del accidente'®. Los lugares comunes son. afirmaciones muy generales referentes a lo que presumi- blemente vale mds en algdn dominio, mientras que los lugares especificos se refieren a lo que es preferible en do- minios particulares, Cuando se dice: que lo que aprovecha al mayor muimero, lo que es mas durable y titil en las situaciones mds variadas es preferible a lo que no aprovecha sino a un pequefio ni- mero, es mds fragil o no sirve sino en situaciones particu- lares, se ertuncia un lugar de Ja cantidad. Se enunciard un lugar de la cualidad si se da como razon de preferir alguna cosa, el hecho de que es tinica, rara, irremplazable, que es una ocasidn que no se producira mds: carpe diem. Es un lugar que favorece !a elite mds que la masa, lo excepcional mas que lo normal, que aprecia lo que es dificil, lo que hay que hacer en el momento preciso, la urgencia. Los lugares de la cantidad caracterizan el espiritu clasico, los de la cua- lidad el espiritu romdntico™, Al lado de los lugares de la cantidad y de la cualidad, que son Jos mds usuales, encontramos en nuestra cultura el recurso a los lugares del orden (la superioridad de lo an- terior sobre lo posterior, de la causa sobre la consecuen- cia), lugares de lo existente (que afirman la superioridad de lo que es sobre lo que es simplemente posible), lugares de la esencia, que conceden una superioridad a los indivi- duos que representan mejor la esencia del género, lugares 14, Aristoteles, Ret 15, Aristateles, Retérica, 1362a-1365b, Tépicos, 1160-1192. 16. Cf, nuestro ensayo “Classicisme et romantisme dans l'argu- mentation” en Le champ de Varguncentation, pigs, 397-408, 5 reno RETORtEO dela persona que fnpisn a superior def ue et Tigao ala dja yale autonome porn Morro lugar del tec com do Seaton. Se ‘conot eta vers de Meets Srancacoe Rey mis que Marte de honor roeed, Rey el mis ey, que algone ver fe corona, Proust uta el mismo proces Sdimient pare valoricara Ya dugues de Gueramnts: "a duguese de Gucronaten ira ecirla verdad, a fers ser Guermantes oss Ngo as y algo ae fradable™” En cutntoal ar den astocomia ese que permite ‘Fascal condenar la diversién: ° aerate ‘Acoso no se felix euando se oes vione de ora parte y de avers. ela diversian? No, Fara torminar este capitulo, debemos atin Uamar la atencin sobre acuerdos propios a ciertas argumentacio. ‘hes que se deben, ora al tipo de auditors a los cuates so Jirige, ora al desarrolfo mismo de la discusién, Cuando uno se dirige a grupos que presuntamente ad- hieren por su profes o su profes de fa ciertas tsi, ‘autor tiene derecho de contar con la adesicn a étas;o¢ asi como el abogado puede contar con el hecho de que el Juez presumiblemente respeta la legislacién del pais, 0 ‘ualquier otra norma legal, cualquiera sea su origem, dase ‘que ella se econoce por la jurisprudencia. Un sabio al dirk frse a cus colegas, puede suponer que ellos adhieren a lo "que have parte del cuerpo recanocido de su discipline; de improves 35 la misma manera el sacerdote predicanda en el seno de la iglesia, puede admitir que los fcles reeonocerin Ia aurori dda de Sas Sagradas Escrituras. En un didlogo, quien argumenta puede asegurarse, a medida que avanza, de la adhesin de su interlocutor a los ceslabones el razonamiento; es esta teenie la que hace alusidn Séerates en sus discusiones eon Calicles: ‘He squ una cuestin regal; cala vex que estamos de ocuerde sobre an punta, este punto seréconsiderado como sufliantsmenteaeetado por una y ova parts, sin que haya Inga de seesarinero, TU no puedes aceptirmela por fit de ienci, ni por exces de timid, yt no posal hacer 1 querer engairme, pest ers i mig, dices 5. Vemos emo Séertes, asegurdnvose del euerda ex- plicito de au interlocutor, puede avanzar en su didlogo y poner a a: adversario en una situaciéa embarazosa, le vndolo acontradecirse; es esa la carneteristice de a ironia soerities. ero SSerates no se contenta con la edhesin, él quiere ans, pues coneluye su propésito diciendo a Calicles: Nuestro acverdo, por consguiente,probaré reaente qe hemos slesnzado la verdad Secanto, del hecho de que los dos estin de acuerdo sobre une tesis esta conchasién un poco répda de que la tesis es verdadera, Socrates trata de mostrar que él no se contenta con la adhesin a la que aspira el retérico, sino (que quieve alcanzar la verdad, ambicién del fldsofo. Pero esto e daal precio de una gencralizacién, sujeta acaucién,

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