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DON JUAN TENORIO

PRIMERA PARTE, ACTO SEGUNDO


(Exterior de noche en la calle, delante de la casa de doña Ana.)
ESCENA VI

Don Juan.- Buen lance, ¡viven los cielos!


Estos son los que dan fama:
mientras le soplo la dama,
él se arrancará los pelos.
Mas por allí un bulto negro
(Entra Brígida.)
se aproxima..., y a mi ver
es el bulto una mujer.
¿Otra aventura? Me alegro.
Brígida.- ¿Caballero?
Don Juan.- ¿Quién va allá?
Brígida.- ¿Sois don Juan?
Don Juan.- ¡Por vida de...!
¡Si es la beata! ¡Y a fe
que os había olvidado ya!
Llegaos; don Juan soy yo.
Brígida.- ¿Estáis solo?
Don Juan.- Con el diablo.
Brígida.- ¡Jesucristo!
Don Juan.- Por vos lo hablo.
Brígida.- ¿Soy yo el diablo?
Don Juan.- Creo lo.
BrígiDa.- ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos sí que sois un diablillo…
Don Juan.- Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
Brígida.- Lo veréis.
Don Juan.- Y ciutti, ¿no os ha entregado
un bolsillo y un papel?
Brígida.- Leyendo estará ahora en él
doña Inés.
Don Juan.- ¿La has preparado?
Brígida.- Vaya; y os la he convencido
con tal maña y de manera
que irá como una cordera
tras vos.
Don Juan.- ¡Tan fácil te ha sido!
Brígida.- ¡Bah! Pobre garza enjaulada,
dentro la jaula nacida,
¿qué sabe ella si hay más vida
ni más aire en que volar?
no cuenta la pobrecilla
diez y siete primaveras y,
aún virgen a las primeras
impresiones del amor,
nunca concibió la dicha
fuera de su pobre estancia,
tratada desde la infancia
con cauteloso rigor.
“Aquí está Dios”, la dijeron;
Y ella dijo: “Aquí le adoro”.
“Aquí está el claustro y el coro”.
Y pensó: “No hay más allá”.
Y sin otras ilusiones
Que sus sueños infantiles,
Pasó diez y siete abriles
sin conocerlo quizá.
Don Juan.- ¿Y está hermosa?
Brígida.- ¡Oh! como un ángel.
Don Juan.- ¿Y la has dicho...?
Brígida.- Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza, Don Juan.
la dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo; os he pintado
muerto por ella de amor,
desesperado por ella,
y por ella perseguido,
por ella decidido
a perder vida y honor.
En fin, mis dulces palabras,
al posarse en sus oídos,
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pos;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal, que ya os ama
y no piensa más que en vos.
Don Juan.- Tan incentiva pintura
los sentidos me enajena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasión.
Empezó por una apuesta,
siguió por un devaneo,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazón.
Poco es el centro de un claustro;
¡Al mismo infierno bajará,
y a estocadas la arrancará
de los brazos de satán!
Brígida.- Os estoy oyendo,
y me hacéis perder el tino;
yo os creía un libertino
sin alma y sin corazón.
Don Juan.- ¡Calla!, ¿a qué hora se recogen
las madres?
Brígida.- Ya recogidas estarán.
¿Vos prevenidas
todas las cosas tenéis?
Don Juan.- Todas.
Brígida.- Pues luego que doblen
a las ánimas, con tiento
saltando al huerto, al convento
fácilmente entrar podéis
con la llave que os he enviado:
de un claustro oscuro y estrecho
es, seguidle bien derecho,
y daréis con poco afán
en nuestra celda.
Don Juan.- Y si acierto
a robar tan gran tesoro,
te he de hacer pesar en oro.
Brígida.- Por mí no queda, don juan. (Sale.)
Don Juan.- Con oro nada hay que falle.
Ya queda claro mi intento:
a las nueve en el convento,
y a las diez en esta calle. (Se van.)

Nos encontramos ante un texto del siglo XIX, situado concretamente en el


movimiento del Romanticismo. Se caracteriza por el individualismo (los personajes
quieren complacer los deseos propios), el carácter rebelde y la relación con los
personajes sobrenaturales (se matan entre ellos, “resucitan” como fantasmas, etc.)
Se corresponde al género dramático, ya que estamos frente a un fragmento en
verso perteneciente al segundo acto de la primera parte de la obra “Don Juan
Tenorio”. Su autor es José Zorrilla, uno de los poetas y dramaturgos españoles más
conocido de la época.

El tema fundamental de esta escena es el amor a punto de concebirse.


Don Juan Tenorio tiene el deseo de conquistar a Doña Inés, a pesar de querer
hacerlo al principio por una simple apuesta con Don Luis Mejía. Para ello, tiene que
sacarla del convento y gracias a la ayuda de Brígida, que hace de “celestina”,
consigue quedar con ella a las nueve de la noche.

Por un lado, respecto a la estructura externa, este fragmento se presenta en forma


de diálogo. Además, se pueden encontrar acotaciones descriptivas como “(Sale.)” o
“(Se van.)”, que hacen referencia a los movimientos que hacen los personajes en el
escenario. Los versos son octosílabos, por consiguiente, son de arte menor y se
agrupan mayoritariamente formando redondillas con rima abba, cddc,...
Por otro lado, en cuanto a la estructura interna, se podría diferenciar la escena en 4
partes:
Versos 1-8: Don Juan habla sobre la capacidad de conquistar a una dama, en
concreto al noviazgo de Don Luis Mejía.
Versos 9-26: Aparece la alcahueta Brígida y se encuentra con Don Juan, haciéndole
unas preguntas.
Versos 27-101: Don Juan y Brígida hablan de lo enamorada que están Inés y él.
Versos 102-118: Don Juan queda con Doña Inés.
Por lo que concierne al estilo, en este fragmento se le da uso a un diálogo dramático,
ya que en él se puede observar una conversación entre dos personajes. Está en
tiempo presente (“¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis! Vos sí que sois un diablillo…”).
El estilo es grandilocuente y vehemente, con muchas oraciones exclamativas (“¡Al
mismo infierno bajará, y a estocadas la arrancará de los brazos de satán!”); además,
utiliza un lenguaje retórico, característica propia del Romanticismo.

Don juan Tenorio y Brígida son los protagonistas de esta escena; sin embargo,
Brígida no lo es en la obra en su totalidad. Don Juan es el personaje representativo
de cualquier obra de género Romántico porque es una persona libre, valiente, sin
prejuicios y provocador. Él es un héroe cristiano en el que al final su fe en dios se
acaba imponiendo. A Don Juan nada ni nadie se pone en su camino.
Brígida es la sirvienta de doña Inés, la cual ayuda a Tenorio a conquistarla. Este
personaje aparece en un modo secundario y en esta obra representa a la celestina.
Su función es hacer que Don Juan e Inés se citen.

Son mencionables la cantidad de figuras literarias que tiene esta obra, pues la mayor
parte de la obra está formada por estas.Se vale del polisíndeton (“y ella dijo, y ella
pensó, y sin otras ilusiones”) que consiste en utilizar más conjunciones de lo habitual,
de una comparación (o como un ángel), de metáforas (“diez y siete primaveras”,
“Pobre garza enjaulada”), de personificaciones (“¡viven los cielos!”, “y hoy me quema
el corazón”), de hipérboles (“muerto por ella de amor”, “y el alma ardiente me llena de
su inmensa pasión”, ) de una pregunta retórica (¿qué sabe ella si hay más vida ni
más aire en que volar) que se utiliza para apelar al espectador, del paralelismo
(“Empezó por una apuesta, siguió por un devaneo, engendró luego un deseo”), del
hipérbaton (“Ya recogidas estarán. ¿Vos prevenidas todas las cosas tenéis?”) y la
repetición (“muerto por ella de amor, desesperado por ella, y por ella perseguido, por
ella decidido”).
En la escena se emplea un lenguaje culto y elaborado (“Vaya; y os la he convencido
con tal maña y de manera que irá como una cordera tras vos.”), para ello, se vale de
los recursos retóricos mencionados.

En esta obra se hace una reflexión sobre la figura de Don Juan, un incansable
seductor que consigue conquistar el corazón de Doña Inés en la obra de Zorrilla.
Su caracterizada manera de expresar las ideas en versos con rima le dan en cierta
manera una ligereza que hace que la lectura o la visión del teatro sea amena para el
receptor. Las reglas se cumplen estrictamente; el planteamiento, el desarrollo y
desenlace. Sobre los personajes, podríamos decir que Don Juan es una persona
orgullosa de sus acciones, de las cuales al final se arrepiente. Este teatro se basa en
que Dios perdona o que nunca es tarde para arrepentirse.
Además, se emplea un estilo grandilocuente, esto es, exaltado, intenso, lleno de
exclamaciones en interrogaciones retóricas.
Por todo ello, se podría decir que estamos ante un texto literario de género dramático
en el que se ven claramente las características del Romanticismo: el yo, el
individualismo, la evasión, la rebeldía, etc.
Hoy en día, se le atribuye el término “donjuan” a un hombre que toma a la mujer como
una presa de caza y que tiene la necesidad de seducir compulsivamente.

Aray y Nerea

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