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Manuel Cebrián
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El concepto actual de percepción es algo más amplio y rico que en los estu-
dios precedentes. Para Gibson significaba «ser consciente de las superficies del
entorno y de uno mismo en él» (J. Giboson, 1979, p. 57). Dentro de esta dilata-
ción conceptual de la percepción habría que diferenciar entre percibir e imaginar.
En el caso de ciertas edades (ej., etapa preoperatoria), separar ambas instan-
cias —percepción e imaginación— resulta laborioso y casi imposible. En estas
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etapas los sueños y la vida fantástica mantienen difíciles aduanas con la vida
real, con la percepción de los hechos cotidianos. Por tal razón, y dependiendo
de su estado evolutivo, la infancia posee ciertas limitaciones para construir la
realidad. Estas limitaciones no se van a superar cuando medie la TV entre ellos
y la realidad, sino más bien, éstos tendrán nuevos lenguajes de representación
que dominar. No obstante, y afortunadamente, algunos obstáculos epistemoló-
gicos dependen también de aspectos afectivos y emocionales (M. Donalson,
1984); por lo que es posible que estas limitaciones cognitivas puedan salvarse
por la fuerte atracción emocional de la imagen.
Utilizando los mismos términos de dos grandes científicos, J. Piaget, y L.
Vigotsky, los pequeños en la etapa preparatoria deberán salvar su estado ego-
céntrico en cuanto sus aspectos lógicos (problemas de interpretación de la gra-
mática AV.) y en cuanto a sus aspectos ontológicos (reconstrucción de la realidad
social a través de la TV). A este respecto, le será costoso desarrollar mecanismos
de crítica sobre lo que está viendo por TV, y de analizar los errores de cómo
él lo está percibiendo. Un ejercicio y un objetivo básico para el aprendizaje y
la enseñanza del lenguaje A.V. Sin duda, un ejercicio complicado para éstos, co-
mo dice Vigotsky, a estas edades le será difícil:
«... separar el campo del significado del campo visual, porque existe una íntima fu-
sión entre el significado y lo que percibe visualmente» (L., Vigotsky, 1979, p. 148).
«Hay, pues, egocentrismos: el lógico y el ontológico. Del mismo modo que el niño
hace su verdad, hace su realidad...» (J., Piaget, 1978, p. 149).
A tal efecto, merece la pena detenernos en algunos ejemplos sobre las opiniones
que los niños y las niñas —4 a 7 arios— ofrecen a los distintos mensajes y pro-
gramas que ven por la TV'.
(Niño de 7 años.)
E.: ¿Por qué te gusta el telediario?
N.: ... Porque hay unos gamberros en Francia tirando chinos a la policía.
(Se refiere a los disturbios de los estudiantes franceses por las reformas educati-
vas de su país.)
E.: ¿Esto te gusta?
N.: Sí, ¡es como una gerra!
(Niña de 6 años y 11 meses)
E.: ¿Dónde viven los animales que ves en la TV?
N.: Dentro de la TV..., el león no vive fuera, el tigre, el lince, el leopardo,
la jirafa, la cebra, la lagartija...
E.: ¿Sólo en la TV?, (se refiere a la lagartija) yo la he visto fuera.
N.: La «bicha» sí vive porque yo la ví muerta..., la lagartija, no.
E.: ¿La has visto alguna vez fuera? (se refiere a la lagartija).
N.: No.
(Niño de 4 años y 9 meses)
E.: ¿Los animales pueden salir en la tele?
N.: Po las jirafas no.
E.: Las jirafas no, ¿por qué?
N.: Porque son muy grandes.
E.: Son muy grandes y no caben en la TV.
N.: Si son chicas, sí
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Siguiendo en el campo de la percepción, y al igual que sucede en las interac-
ciones directas con el medio próximo, existen elementos del lenguaje televisivo
que plantean ciertas dificultades de comprensión para los más pequeños (campo-
contracampo, flash-back, secuencias paralelas, etc.), y que dependen de esque-
mas perceptivos previos. Trabajos como los que analizaremos a continuación
muestran el grado de competencia perceptiva que manifiestan los niños y las
niñas cuando se enfrentan a la pantalla.
Dentro de esta área de estudios, y ciñéndose a la percepción espacial, Tora
Tortosa demostró la relación estrecha que existe entre el desarrollo cognitivo
del individuo y la comprensión de los mensajes cinematográficos. En concreto,
este autor comprobó cómo las técnicas cinematográficas de campo y contracam-
po en un film no estaban siendo bien comprendidas por quienes no poseían
aún la descentración espacial. Su tesis se resume en el aserto siguiente:
«La comprensión de un espacio codificado por la técnica cinematográfica del campo
y contracampo, y su reconstrucción escenificada en un espacio real, sigue una ley
genética similar a la de los estadios sucesivos del desarrollo intelectual» (E. Tora Tor-
tosa, 1973, p. 57).
En consecuencia, los que no posean esta descentración espacial no compren-
derán con mucha claridad las posiciones de los objetos en un espacio televisivo;
sobre todo, cuando un realizador utilice con asiduidad la técnica de campo con-
tracampo, ya que todas las tomas están vistas desde la perspectiva infantil. En
la Figura 1, ambos individios creen que su contrario ve las montañas desde su
mismo punto de vista; cuando medie la cámara de TV entre ellos y una realidad
espacial, les será igualmente difícil comprender qué visión del campo poseen
los personajes de la secuencia, y hacerse mentalmente una distribución correcta
de los objetos y los personajes en el espacio representado por la cámara.
En la mism.a línea de este trabajo, pero cruzando otro tipo de variables y
recursos técnicos, Lois Baron y Robert M. Bernard demostraron que el entedi-
miento en la infancia de los productos televisivos donde se manipula el tiempo
incrementa gradualmente dentro de la adolescencia temprana —operaciones for-
males según Piaget (L. Baron, y R. M. Bernard, 1982).
En consecuencia con este estudio general, Del Valle (en M. A. Santos Gue-
FIGURA 1
Cámara de TV
CAMPO
Cámara de TV
CONTRACAMPO
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rra, 1984) comprobó lo realmente difícil que les resultaba a los niños y las niñas
en la etapa preoperatoria comprender totalmente el mensaje donde el tiempo
era trastocado con una técnica como el flash-back. Este tipo de trabajos sería
extensible a otros recursos técnicos, aún no muy estudiados (flash forward, dila-
tación y concentración temporal, elipsis, etc.), en donde se requiere un dominio
previo de esquemas temporales.
Si todas estas técnicas y esquemas previos son obstáculos perceptivos y epis-
temológicos para la reconstrucción de una realidad representada en TV, mayor
problema tendrán los pequeños telespectadores cuando se necesiten previamen-
te varios esquemas relacionados. Este es el caso del concepto de velocidad, cuando
se representa en las diversas formas expresivas del lenguaje televisivo ocasiona
lecturas diversamente equivocadas. Por ejemplo, S. R. Acker, (1983) comparó
dos trenes a la misma velocidad pero con ángulos y lentes de cámaras distintos.
Tanto pequeños como adultos interpretaron la introducción de lentes focales co-
mo diferencia de distancia y velocidad entre los trenes.
Estos trabajos anteriores son claros ejemplos de los errores perceptuales, a
los que podemos estar sujetos todos, especialmente los más pequeños. Habría
que decir también que tales errores pueden ser más o menos potenciados por
otras variables, que no son sólo los esquemas perceptivos o una interpretación
errónea de los recursos técnicos; nos referimos, en especial, a variables como
las experiencias previas sobre lo que se percibe, el nivel social, la emoción que
suscita el mensaje, el interés y las motivaciones, la procedencia de diferentes
grupos étnicos y culturales, los contextos de recepción del mensaje, etc., y que,
paradójicamente, aún no están muy estudiadas.
En este doble ejercicio de disquisición, cuando los niños y las niñas tienen
que separar el mensaje publicitario de otros programas —tan solapados y opor-
tunos a veces—, o cuando tienen que plantearse la credibilidad de lo que están
viendo, utilizan elementos y claves de los géneros de distinta forma que los adul-
tos. Veamos la credibilidad que éstos otorgan a los géneros en dos experiencias
distintas:
a) En una primera, unos se confundieron de género al identificar unas cla-
ves propias del telediario. b) En una segunda, otros ofrecieron mayor credibili-
dad a lo que estaban viendo por estar narrado en las claves típias del telediario.
Es decir, utilizan el género telediario como referente de credibilidad; sin em-
bargo, el conocimiento de estos géneros no les sitúa en mejor disposición que
los adultos, para tener una posición crítica sobre la realidad que observan por
TV. Es decir, como en el lenguaje hablado, manejan e identifican correctamente
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las dimensiones sintácticas de las palabras, pero no todo el campo semántico
de las mismas.
a) En la primera prueba se proyecta una secuencia de la película «Super-
man 1», a los pocos minutos, antes de que aparezca el personaje de Superman,
se congelan las imágenes y se pregunta qué tipo de género estamos viendo. Este
ejercicio nos proporcionó abundantes claves por las que éstos se guían para in-
terpretar los mensajes. Observemos dos ejemplos:
Hay cosas que comprendemos, como la célula, sin haber conocido directa-
mente una a través de un microscopio, o países lejanos que conocemos sin haber
estado allí. Sin embargo, tenemos conocimientos y opiniones sobre ellos, todo
gracias a procedimientos y formas de representación medial como la TV. Hoy,
los más pequeños realizan —a diferencia de otras épocas— gran parte de sus
experiencias de forma medial e ilustrada, no directa o enactivamente. Por esta
razón —entre otras muchas— creemos necesario indagar en un contexto tan
poderoso y cautivador, tan generoso y prolífico en experiencias mediales como
es la TV. Sólo nos falta conocer con claridad qué formas y qué efectos producen
esas experiencias vicariales en los niños y las niñas.
El presente trabajo ha pretendido llamar la atención sobre cómo los recur-
sos técnicos —en particular— y el lenguaje audiovisual —en general— pueden
facilitar u obstaculizar la percepción y la comprensión de los mensajes televisi-
vos en los pequeños telespectadores; en la esperanza de que esto ofrezca algunas
sugerencias de interés para aquellos dedicados a la formación crítica de los te-
lespectadores, para aquellos que producen mensajes televisivos dirigidos a los
más pequeños de la casa; o anime a otros a profundizar en este vasto y dilatado
campo de estudio.
Notas
Ejemplos extraídos de una investigación del autor sobre la credibilidad que otorgan los ni-
ños y las niñas de 4 a 7 años a los distintos mensajes y géneros de la TV. Tesis doctoral presentada
en la Universidad de Málaga, 1989.
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