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Discursos de identidad, Estado-naci6n y ciudadania en América Latina: Viejos problemas - nuevos enfoques y dimensiones" Hans-Joachim Kénig Resumen Este ensayo se refiere a los problemas de nacién, nacionalismo ¢ identi- dad nacional en una perspectiva comparada. Establece diferencias cua- litativas entre las modalidades en que fueron abordados los procesos de formacién de aquellas entidades en los sigos XVIII y XIX y las formas que se utilizan, cobran vigencia o cambian de sentido a la luz del proceso de globalizacién que vive el mundo en las viltimas décadas El ensayo esta formado por dos secciones y unas conclusiones. En la parte inicial se realiza un ejercicio de sintesis sobre los viejos problemas que enfrentaron las sociedades en la constitucién del Estado-Nacién: los criollos no lo hicieron basados en criterios étnicos 0 culturales como lengua, religién e historia sino a partir de la creacidn del Estado como hecho politico. Las identidades de la ¢poca de la Independencia no eran de tipo nacional sino mas bien locales y regionales, de tal manera que el principal criterio de adscripcién al Estado estaba dado por el ideal de libertad politica ¢ igualdad juridica; solo despues los paises emprendie- ron la lenta tarea de construir identidades nacionales, En la segunda parte del ensayo se hace un andlisis de las transformacio- nes que se han operado en la evolucién de los conceptos de nacién, nacionalismo e identidades, teniendo en cuenta Ja incidencia del de- rrumbe del campo socialista, cl auge del modelo neoliberal y el fuerte proceso de globalizacién que han puesto en cuestisn las viejas formas de elaboracién de las nociones de nacién, Estado, fronteras nacionales ¢ identidadies, de tal suerte que los paises latinoamericanos encaran un * Este articulo fue presentado por el Profesor visitante Hans-Joachim Konig en cl Auditorio Gerardo Molina de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellin, en el mes de marzo de 2003, dentro del programa del Doctorado de Historia. 10 Historia y Sociedad 11 momento de descomposicion y reinterpretacién de las mismas en un perioda en el que los Estados-naciones han dejado de ser los deposita- tios del orden mundial y los garantes de los derechos humanos y civiles. En este contexto sobresale un hecho singular: la ausencia de movimien- tos nacionalistas y cl surgimiento de movimientos particularistas (étnicos, feministas, ecologistas, de defensa de los derechos humanos, etc.). Con- comitante con estos fendmenos se produce en el campo cultural una redefinicién del concepto de cultura y han cobrado fuerza los estudios que reivindican las Ilamadas “realidades blandas”, lo que permite enten- der el Estado-nacién no como una realidad homogénea ni ho- ‘mogericizante, sino como un concepto que designa realidades diversas. Palabras clave: Nacion, nacionalismo, identidad nacional, ciudadania, Fstado-nacién, América Latina, modernizacion, independencia, globalizacién, identidades culturale: enfoques culturales, Introduccién: la problematica Hasta hace algunas décadas en Europa la problematica de nacién, nacionalismo c identidad nacional parecia ser una tematica obsoleta, interesante s6lo para historiadores. Tras los abusos cometidos por un nacionalismo extremo se percibi6 en Europa, y cn especial en Alemania, una actitud de rechazo hacia el na- cionalismo," y el proceso de la inte- Hiian cl nacionalis- ‘mo como una manifestacidn patol6 gica: Wal- ter Sulzbach, Japerialismus tind Natio nalbewussisein, Franefort, 1959; Boyd C. Shafer, Nationalism. Myth and Reality, Nue- va York, 1955; con respecto a Alemania véa- se: Karl O. Frh. v, Aretin, “Uber dic Notwen- digkeit kritiseher Distanzicrung vom Nationbegriff in Deutschland nach 1945", en: lation war Nationalismus, H. Bolewski (ed.), Stuttgart, 1967, pp. 26-45. Acerca del na- cionslismo extremo véase: Rainer M. Lepsius, Extremer Nationalismus. Strukturbe- dingungen der Nationalsozialistischen Machtergreifung, Stuttgart, 1966; Christian Graf v. Krockow, Nafionalismus als deutsches Problem, Munich, 1970. 1. Autores que identidades locales, imaginarios, gracion europea hizo pasar a scgun- do plano la antigua estructura politi- ca europea de un continente subdi- vidido en muchos Estados-naciones. Tanto la predileccién por el Estado- nacién como el empleo del concep- to de nacionalismo o nacionalidad parecian estar superados como fac- tores politicos. Ademas, el proceso de globalizacién ponia en duda no s6lo la importancia y necesidad de! Estado-nacién como la tinica insti- tucin adecuada para garantizar los derechos humanos y el ejercicio del estatus de la ciudadania en la socie- dad civil y social.’ Ponia en duda 2. David Held, Democracy and the Glo~ bal Order: from the Modern State to Cosmopolitan Governance, Cambridge, Polity Press, 1995; Yasemin Soysal, The Limits of Citizenship, Chicago, University of Chicago Press, 1994; Jean L. Cohen “Changing Paradigms of Citizenship and the Exelusiveness of the Demos”, en: inter: national Sociology 14, 3, 1999, pp. 245-268, La tematica de la ciudadania como elemento de la “nacidn civica” en [beroamérica se dis- cutira lo largo de este articulo. Hans-Joachim Kénig también la validez de la vieja con- cepcién de que la nacién formara un espacio unificado u homogéneo: en vez de una sola identidad nacional hoy en dia se subraya la pluralidad de identidades.* Ultimamente, sin embargo, pode- mos observar un cambio de opinio- nes en Europa, pues tanto las turbu- lencias del fin del siglo XX con la desintegracién sangrienta del bloque soviético respecto del bloque socia- lista en la Furopa oriental como las ampliaciones de la Union Europea, llaman nuevamente la atencién de historiadores y politdlogos sobre el rol de los nacionalismos y el rol de los Estados-naciones.* Debido a conflictos entre grupos nacionalistas, sobre todo en Europa oriental, 0 a movimientos nacionalistas xen6fo- bos en contra de una inmigracién creciente, por ejemplo en Alemania, oa lealtades regionales nacionalis- tas, como en Italia y Espafia, las palabras nacion, nacionalidad, na- cionalismo ¢ identidad nacional han vuelto a despertar temores antiguos. 3. Homi Bhabha, Zhe Location of Culture, Londres y Nueva York, 1994. 4. Véase PE. Robert J. Kaiser, The Geography of Nationalism in Russia and the USSR, Princeton, 1994; David D. Laitin, “Identity in Formation: The Russian- Speaking Nationality in the Post-Soviet Diaspora”, en: Archives Européennes de Socialogie (36), 1995, pp.281-316; Rogers Brubaker, Nationalism —Reframed. Nationhood and the National Question in the Nev Europe, Cambridge, 1996; Anne-Marie Le Gloannec (ed.), Entre Union et Nations: L Eta en Europe, Paris, 1998. ll Los acontecimientos en Europa motivaron nuevos estudios sobre nacién ynacionalismo. Pero extra- fia mucho que, con Ia excepcién del libro de Benedict Anderson, los re- cientes trabajos de carcter general no contienen ni reflexiones tedricas ni estudios especiales referidos a América Latina.’ Y eso a pesar de que tanto los problemas socioeco- némicos sufridos por los Estados de América Latina, las dictaduras 0 re- gimenes autoritarios y los procesos de redemocratizacién como nuevas concepciones de espacio y de inte- gracién suprarregional revelan cla- ramente la fragilidad de los Estados- naciones latinoamericanos y los defectos en el curso de su construc- cién. Esta ausencia, jesté relaciona- da con la peculiaridad del fendme- no de nacion y nacionalismo en el proceso histérico de este continen- te? 4O tiene que ver algo con las dudas sobre si se puede hablar de éxito o de fracaso en la construc- cién de lanacién modema en Amé- rica Latina? Pues a diferencia de Europa donde el proceso de inte- gracién supranacional estaen plena Benedict Anderson, Imagined Comnnmities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, edicién revisada, Londres, Verso, 1991. Por otto lado Cf. los estudios de Bric J. Hobsbawm, Nations and Nationalism since 1780. Programme, myth, reality, Cambridge, 1990; John Hutchinson & Anthony D. Smith (cds.), Nationatism, Oxford, 1994; Anthony D. Smith, Natio- nalism and Modernism. A critical survey of recent theories of nations and nationalism, Londres y Nueva York, 1998. 12 marcha, en América Latina el pro- ceso mismo de formacién o cons- truccion de Estados-naciones, em- pezado con la Independencia, toda- via no esta acabado como lo insi- nitan algunos trabajos pertinentes.° Laconstruccién inacabada de la nacién moderna en América es la problemitica que quiero tratar aqui, pues tengo la impresién que a los viejos problemas de la formacién o construccién de los Estados y na- ciones estén agreg4ndose nuevos problemas surgidos del contexto contemporaneo, es decir, tanto de los sistemas autoritarios y los pro- cesos de re-democratizaci6n como del proceso de globalizacién y sus impactos. Estos nuevos problemas, estos nuevos efectos sobre la estruc- tura misma del Estado-nacién o de las naciones proyectadas en el pre- sente, no sdlo nos obligan a repen- sar el caracter y la historicidad de los procesos de formacién 0 cons- truccion de los Estados-naciones, 6. Cft, Marco Palacios (comp.), La uni dad nacional en América Latina, Del regio~ nalismo a la nactonalidad, México, El Cole- io de México, 1983; Hans-Joachim Konig, Auf dem Wege zur Nation. Nationalisnius im Prozess der Staats- und Nationbildung Neu- Granadas {750 bis 1856, Stuttgart, 1988 {hay una traduecién en castellano: En el ca- mino hacia la nacién. Nacionalismo en el proceso de formacién del Estado yde la na- téin de fa Nueva-Granada, 1730-1856, Bo- ta, Banco de la Replica, 1994), Antonio Annino, Luis Castro Leiva y Frangois-Xavier Guerta (eds.), De los imperios a las nacio~ nes: Iberoamérica, Zaragoza, 1994, Historia y Sociedad 11 sino que también nos suministran nuevos enfoques de andlisis. Los viejos problemas de la construccién del Estado-nacién Entre los viejos problemas pode- mos contar las causas del surgimien- to de los Estados-naciones al prin- cipio del siglo XIX; los criterios que determinaron los fundamentos o la esencia de los nuevos Estados en el sentido de formar una identidad pro- pia y diferenciarse de otros Estados; y la competencia entre proyectos nacionales de diferentes grupos so- ciales en el transcurso del desarro- lonacional.’ Hasta ahora ya sabemos mucho del nexo entre modemizacién e inde- pendencia a finales del siglo XVII y principios del XIX,* pues para la Para una discusién mas amplia tan- tode estos problemas como de las definicio- nes de Estado, nacién y nacionalismo remi- to ami ensayo “Nacionalismo y nacidn en la historia de Iberoamériea”, en: Estado-naciin, conunidad indigena, industria. Tres deba tes al fina! del milenio, H.-J. Konig, Tristan Platt y Colin Lewis (eds.), Ridderkerk, 2000, Cuadernos de Historia Latinoamericanc (8), pp. 7-47. 8 Cfr. los ensayos en Inge Buisson, Gunter Kahle, Hans-Joachim Kénig y Horst Pictschmann (eds.), Problemas de la forma- cidn del Estado y de la nacién en Hispano- américa, Kiln, Viena, 1984; H.-L. Konig, En el camina hacic la nacién; Frangois-X Guerra, Modernidad e independencias, En- sayos sobre las revoluciones hispanicas, Madrid, 1992, Méxica, 1993; F-X. Guerra Hans-Joachim Kénig época en Europa del norte empeza- ban los procesos de industrializacién y modemizacién e importantes gru- pos de criollos se veian impedidos a participar en dichos procesos, de- bido a su estatus colonial. Este estatus colonial —o el nexo colonial que en tiempos pasados significaba no solo dominacién sino también. relaciones internas y extemas surgi- das tanto de los intereses coloniales de la sociedad metropolitana como de los propios intereses de las so- ciedades americanas— se rompid. porque se diferenciaban los intere- ses de la metropoli y los de los crio- ilos. El anhelo de mas autonomia y los movimientos independentistas eran respuestas al desafio de la mo- dernizacion, eran reacciones frente a cierto atraso econémico con el deseo de participar en los cambios sociales y econémicos. De alli resul- taban reclamaciones politicas que iniciaban un proceso que condujo a la formacién de Estados propics; sdlo en Cuba se reforzé el nexo co- lonial porque un grupo importante de la élite cubana, los azucareros, prefi- rid aprovechar la ayuda de Espafia.” y Ménica Quijada (eds.), Jmaginar la na- cidn, Minster, Hamburgo, 1994, Cuadernos de Historia Latinoamericana (2). En general véase Johann P. Arnason, “Nationalism, Globalization and Modernity”, en: Mike Featherstone (ed), Global Culture. Natio- nalism, Globalization and Modernity, Lon- dres, 1990, pp. 208-219. 9. Cir Josef Opatmy, Antecedentes his- ibricos de Ia formacin de la nacion cubana, Praga, Universidad Carolina, -1986; Hans- 13 Sabido es también que en Amé- rica Latina podemos hablar de uni- dades politicas con fronteras cultu- rales s6lo a partir de mediados del siglo XIX o mas tarde, es decir, a partir de laconsolidacién politica de los Estados.'° Con esto se rectifi- can opiniones anteriores que sefia- Jaban como causa de las revolucio- nes de independencia, de la for- macién de Estados, la previa toma, de conciencia “nacional” que se ba- saba en aspectos culturales y étnicos de la poblacion autéctona."' En aquel entonces no existian “nacio- nalidades” diferentes con identida- des étnicamente definidas, sino una sola—la espaiiola—, en gran parte comun a todos los actores america- nos y espaiioles; cuando mas dos: la espafiola y la americana.'? Pode- Joachim Konig, “La crisis de la sociedad co- lonial en el imperio espaiiol a fines del siglo XVIII principios del siglo XIX y las dife- rentes respuestas en el continente americano yen Cuba”, en: Karl Kohut, Marfa del Car- men Barcia Zequeira y Giinter Mertins (eds.), Cien arios de independencia de Cuba. Mesa Redonda, Neue Folge (14) v. I, Eichstétt, 1999, pp. 23-40. 10, Parael caso de Argentina, ver el tra- bajo de Oscar Ozlack, La formacién del Esta- do argentino, Buenos Aires, 1995; para el caso de Colombia, ver H.-J. KOnig, En el cami- no hacia la nacién; para México, ver Annino yottos (eds.), De las inperios a las naciones. IL. Vera opinién del historiador chile- no Gonzalo Vial Correa, “La formacién de Jas nacionalidades hispanoamericanas como causa de la independencia”, en Boletin de la Academia Chilena de Historia (75), 1966, pp. 110-144. 12. Cf R-X. Guerra dependeneias, cap. 1X; fodernidad e in- La desintegra- 14 mos constatar, sin embargo, que en. el proceso de la desintegracién del imperio espafiol ciertas identidades culturales de los antiguos reinos € identidades locales jugaron un rol importante, pues el imperio espaiiol nunca formé una unidad grande y fuerte. En el curso de la coloniza- cién el imperio se habia subdividido en diferentes 4reas, es decir, por causa de diferentes recursos ecol6- gicos y diferentes procesos demo- graficos, econdmicos y politicos, surgian diferentes entidades con cier- tas identidades culturales. Precisa- mente las identidades culturales de los reinos que a veces se remonta- ban a los primeros tiempos de la época colonial, yse basaban, en el caso de Chile, en la resistencia he- toica de los araucanos contra los espafioles, en el caso de México en la Virgen de Guadalupe, en el caso del Peri en el reino de los incas yen el caso de la Nueva Granada en el reino de los zipas, crearon a largo plazo un espacio propio.” Y en la cién de la Monarquia hispanica: revolucién e independencias”, en A. Annino, L. Castro Leiva y F.-X. Guerra (eds.), De fos imperios a las naciones, pp. 195-227; Id., “Identida- des ¢ independencia: La excepcidn america- na’, en F.-X. Guerra y M. Quijada (eds, Imaginar la nacion, pp. 93-134. Cfr. en cuan- toa situacién en Ja Nueva Granada la opi- nign parecida de Anthony McFarlane, “The Politics of Rebellion in New Granada, 1780- 1810”, en; H-I Kénig y Marianne Wiescbron {eds.), Nalionbuilding in nineteenth century Latin America, Leiden, 1998, pp. 201-217. 13. En cuanto ala formacién de identi- dades véase Simon Collier, Ideas and Polities Historia y Sociedad 11 época de la independencia existia una atencién bastante amplia pres- tada por parte de los criollos a la presencia étnica de los indios. De hecho, hasta en paises donde no habia un pasado glorioso indiano, como en la Nueva Granada, los li- deres de los movimientos indepen- dentistas, en su argumentacién en pro de la independencia de Espafia, po- nian su atencién en fa historia y la existencia de los indios, atencién que muchas veces acrecenté hasta el enaltecimiento del indio. Durante afios [lamaban a reflexionar sobre la historia precolonial, la conquista y sus consecuencias para los indios. of Chilean Independence 1808-183 Cambridge, 1967; David Brading, Lo orige- nes del nacionalismo mexicano, México, 1973; Id., The First America. The Spanish Monarchy. Creole Patriots and the Liberal State, 1492-1867, Cambridge, Cambridge University Press, 1991; Jacques Lafaye, Quetzalebail y Guadalupe: La formacién de la conciencia nacional en México, 1531-1813, México, F.C.E., 1977. Bernard Lavallé, Recherches sur apparition de la conscience ergole dans la Vice-Royauté du Pérou. L'antagonisme hispanocréole dans les ordres religieux (XVle-XV Ile sigcles), 2 Vols. Lille, 1982; Id., Las promesas ambiguas. Ensayos sobre ef criollismo colonial en fos Andes, Lima, 1993. Marie Danielle Demélas, L'vention politique. Bolivie, Equateur, Pérou au XiXe siécle, Paris, ERC, 1992, H- 1. Konig, En ef camino hacia fa nacion. 14, Cfi. el caso de México el estudio de Gloria Grajales, Nacionalismo incipiente en los historiadores coloniales. Estudio historiogrifieo, México, 1961; D. Brading, Losorigenes del nacionalismo mexicano; el caso de Colombia: H.-J. KGnig, Eel camino hacia la nacién; ¢l caso de Chile: 8. Collier, Ideas and Politics of Chilean Independence. Hans-Joachim KG. Sin embargo, la forma en que los criollos se incluyeron en la represién suftida por los indios durante tres- cientos afios y construyeron una his- toria comin entre conquistados y descendientes de los conquistado- tes, deja ver claramente que los crio- los utilizaban la existencia de los indios tnicamente para fines de pro- paganda y para legitimar ante Es- pafla sus propias pretensiones de dominio —como americanos— y para poder declarar la eliminacion dela falta de libertad como objetivo del movimiento. La mencién dela historia indigena no significaba la adopcion de contenidos indigenas en Japroyectada formacién de Estados. Elindigenismo criollo no sepresen- taba como un proyecto politico sino que era un instrumento politico. Los criollos no construyeron sus Estados basados en criterios étnicos 0 cultu- rales como lengua, cultura, religion ehistoria,"° Ahora, si no existian nacionalida- des cultural o étnicamente determi- nadas como fundamentos de las nuevos Estados, jen qué se basa- ban los “movimientos nacionales” y por qué surgian varios Estados so- beranos del imperio espafiol? ¢Cua- les factores servian denticleos de los nuevos Estados?, pues no podemos 15. Véanse mis reflexiones acerca de esta instrumentalizacién: Hans-Joachim Kénig, “EL indigenismo criollo. {Proyecto vital y politico realizable, o instrumento politico”, en: Historia Mexicana (4), 1996, pp. 745- 767. 15 asumir que los Estados nuevos eran una creaci6n de la nada o que eran algo natural. Ya mencioné el impor- tante rol que jugaron ciertas identi- dades regionales 0 locales. Pero atin mas importante fue la percepcién de un espacio propio con todas sus re- cursos naturales y sus posibilidades correspondientes, De algunos traba- jos por lo menos sobre México yla Nueva Granada resulta muy clara- mente que, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, una buena parte de las élites provenientes de diversas regiones de sus paises ya no pensaron en dimensiones locales 0 regiones pequefias, sino comen- zaron a hablar de limites “naciona- les” mas amplias.'° Aunque deno- minaron el objeto de la percepeién con términos a veces imprecisos, como por ejemplo este reino, esie pats, esta tierra, este suelo, esta sociabilidad, y sobre todo patria,” estos términos indican que los crio- llos se hacian ideas bastante preci sas de su propio territorio, Para el posterior proceso de la formacién 16, Jochen Meifner, Eine Eli Umbruch. Der Stadtrat von Mexiko zwischen kolonialer Ordnung und unabhdngigem Stat, Stuttgart, Steiner, 1993; H.-J. Konig, Enel camino hacia la nacién 17. Cit. Charles Minguet, “El concepto de nacién, pueblo Estado y patria en las ge- neraciones de la Independencia” en: Recher- ches sur fe monde Hispanique au dix-neuvie- me siécle. Lille, 1973, pp. 57-71; L. Monguio, Palabras e ideas’ “patria’ y ‘nacidn’ en el Virreinato del Peri”, en Revista Iberoameri- cana (104-105), 1978, pp. 45 1-470; of. Konig, En el camino hacia ia nacién e im 16 del Estado no debe subestimarse esta relacién con un espacio parti- cular, porque la organizacion del Estado corresponde al principio te- tritorial, es decir al gobierno eficaz- mente ejercido dentro de un territo- rio definido. Al comicnzo de este proceso vemos una definicién terri- torial por parte de una élite cada vez mas consciente de sus intereses. Su patriotismo representé una fuerza politica trascendente en cuanto a la relacion tanto entre los territorios americanos y Espafia come entre ellos mismos. Esto fue valido entodo caso donde el patriotismo abarcaba no sdlo el aprecio por el propio pais, sino también la exhortacion a tomar parte en el desarrollo de la patria. Las reformas borbénicas, una poli- tica centralista expresada en la prac- tica del nombramiento de funciona- tios espafioles en vez de americanos y la explotacién mas intensiva de las riquezas americanas en beneficio de Espafia, la percepcién de las pro- pias posibilidades econdmicas y de Jos recursos naturales de provincias oreinos ocurtida en el curso de las expediciones botinicas, la comuni- cacion mas y mas creciente por me- dio de los nuevos periddicos fomen- taron la adhesién cada vez mas fuerte con Ia propia regién, cs decir, el amor a la patria, en beneficio de los propios intereses de las élites. Por eso los criollos apelaban a un pa- triotismo como instrumento para poder construir un Estado propio que debia tener todos los rasgos Historia y Sociedad 11 inexistentes en el sistema espafiol: li- bertad, igualdad y posibilidad de desarollo."* Y precisamente por ser un instrumento para un Estado futu- ro veo este patriotismo como proto- nacionalismo 0 nacionalismo ge- nuino.”” Debido a las circunstancias los “movimientos nacionales” tenfan que construir sus Estados sobre criterios indicando la superacién del estatus colonial y crear por medio de un 18, Para la existencia de este patriotis- mo véanse Brading, Origenes det naciona: lismo mexicano; Xavier Tavera Vara, Elna ctonalismo en (a prensa mexicana del siglo XVII, México, 1963: Collier, Ideas and Politics; Ricardo Krebs, “Origenes de la con- ciencia nacional chilena”, en I, Buisson y otros (eds.), Problemas de la formacién., pp. 107-125; Kénig, En ef camino hacia la na- cfdu. Algunos autores le niegan un cardeter politico, como Brading, Origenes del nacio- nalismo mexicano; Ricardo Krebs, “Nat nale Staatenbildung und Wandlungen é nationalen Bewusstseins in Latcinamerika” en: Theodar Schieder (ed.), Skaar griinciungen und Nationalitalsprincip, Manchen, Wien, 1974, pp. 161-182, 176; parecidamente Brian Hamnett, “Las rebeliones y revolucio- nes iberoamericanas en la épaca de fa inde pendencia. Una tentativa de tipologia”, en: Frangois-Xavier Guerra (ed.), Las Rev clones Hispanicas: Indepondencias Amer canasy Liberalismo Espaiiol, Madrid, 1993, pp. 47-70, aqui 59. 19. Cf. J. Meifner, Eine Ele im Umbruch, cap. WV; Hl. Kénig, “Naciona- Jismo: un problema especifico de ta investi- gacién historiea de procesos de desarrollo”, en Victor Manuel Uribe Urin y Luis Javier Ontiz Mesa (eds.), Nacs tori, Medellin, 2000, pp. 323-369; pareci- damente lo califica Alan Knight, “Pueblo, politica y nacién, siglos XIX yXX", en shied, 370-406, esp. pp. 375, 390. Hans-Joachim Kénig imaginario adecuado en la poblacién un sentido de identificacién con y lealtad frente a las nuevas entidades. Por eso el proceso de la formacién, del Estado-nacién en América Lati- na comenzé con el concepto de la nacién civica o de la nacién de ciu- dadanos. Los criollos erigieron el postulado de libertad e igualdad como caracteristica distintiva de los nuevos Estados frente al antiguo es- tatus colonial, pues de esta manera podian sefialar un camino viable ha- cia Ja unidad y la integracion social. Endicha integracion también habrian de incluirse las otras etnias no-blan- cas, esto es la poblacién afroame- ricana y la autéctona, sin que por esto se intentara una adopoidn de las tradiciones indigenas, como por ejemplo la propiedad comin. La solidaridad con los indios que ha- bian sufrido el poder colonial espa- fol en la primera etapa de conquista bajo represién y esclavitud, esta so- lidaridad proclamada en el curso del movimiento nacional, sdlo sirvié para cimentar la justificacion del mo- vimiento y sus objetivos: lograr la li- bertad y la autonomia. De manera andloga, la idea de li- bertad politica influyé en la decisién 20. A titulo de ejemplos véan: ca Quijada nacién’) Dinamicas y dicotomias de la nacién en el imaginario his- penoamericano del siglo XIX", en: F-X. Guerra yM. Quijada (eds.), Imaginar fa na- , pp. 15-51; HJ. Konig, En ef camino hacia la nacién. En general Dominique Schnapper, La communauté des citoyens. Sur Jidée moderne de nation, Paris, 1994. 7 de los grupos dirigentes de que los derechos y deberes del ciudadano debian constituir el principal criterio de la afiliacién al Estado que habria de plasmarse dentro de las fronte- ras de la patria. De este modo, los nuevos Estados no sdlo se delimita- ban positivamente frente al antiguo poder colonial; también podian de- mostrar que la pertenencia étnica- cultural y regional no implicara una desigualdad, sino que precisamente la igualdad politica representara el rasgo caracteristico de los nuevos Estados. Se ve que los criollos no construyeron los Estados con base en rasgos culturales, sino en crite- tios politicos. El Estado aparecié definido politicamente. El titulo de ciudadano desempe- fié un papel preponderante en los esfuerzos de los grupos dirigentes por activar amplias esferas de la poblaci6n y atraerlas a los nuevos Estados. A él podian asociarse va- lores y cualidades como la igualdad, laparticipacién politica, la libertad y el progreso econdmico, ausentes en el sistema espafiol, pero prometidas por el nuevo sistema. Con el titulo de ciudadano se podia documentar que la transformacién politica, pre- tendida durante tanto tiempo, real- mente se habja Hevado a cabo; igual- mente, se podia acusar al sistema colonial de no haber Ievado a la practica el postulado de igualdad. Surtio grandes efectos el hecho de que los habitantes, listos para de- fender la independencia de los nue- 18 vos Estados como patriotas, se vie- ran tratados como ciudadanos por las élites politicas y fueran considera- dos ya no como stibditos bajo tute- la, sino como miembros igualcs del cuerpo del Estado donde gozaban de derechos y posibilidades de desarrollo hasta entonces vedados. Con esto se logré que los “movi- mientos nacionales” no quedaran re- ducidos a un pequeifio circulo de pattiotas. E] titulo de ciudadano, usa- do como simbolo de la libertad, esto es, la caracteristica principal en la que se apoyaba la nueva unidad na- cional y la identidad nacional, era considerado tan efectivo para iden- tificar a la poblacién con los nuevos Estados, que se seguia usando en las fases posteriores del proceso de for- macion del Estado y de lanacion.”* El hecho de que los criollos del antiguo imperio hispanico constru- yeran sus Estados como reptiblicas, basadas sobre el principio de igual- dad de los ciudadanos ante la ley, no significa que realmente se hubie- ran formado naciones de ciudada- nos.” El poder politico estaba en 21, Véasé en Colombia el proyecto modenizadorde los liberales a mediados del siglo XIX, H.-J. Konig, En ef camino hacia la naciéa, Quinta parte 22. Ver para un enfoque diferenciado Hilda Sabato (coord.), Ciuwladania politica y formacién del s. Perspectivas his. toricas de América Latina, México, 1999 “La ciudadania en el siglo XI estudio del poder politico en Amér on: Hal. Konig, etal (eds.), Estado-nacién, pp. 49-70. nae Historia y Sociedad 11 manos de las élites criollas, porque —-salvo las primeras décadas revo- lucionarias— el ejercicio de los de- rechos civicos, tal como el derecho de sufragio activo o pasivo, reque- rian determinadas condiciones so- ciales y cconémicas. Indios, negros ymestizos segnian excluidos de una participacién politica o socioeco- nomica. En las distintas regiones de Iberoamérica, solo muy lentamente se produjo un proceso gradual de ampliar la participacion electoral y crear una universal ciudadania poli- tica y democratica. Ese proceso se prolongé por todo cl siglo XIX, muchas veces hasta la mitad del si- glo XX. Alanalizar el proceso histérico de la formacion del Estado y de la na- cion en América Latina, los historia- doves latinoamericanistas estamos de acuerdo en queel Estado-nacion sur- gido a principios del siglo XIX no re- presenté una entidad preestablecida yprimordial sino que mas bien fue un proyecto politico de desarrollo per- seguido por ciertos grupos sociales y politicos, También hay consenso de que tanto en la fase de la Indepen- dencia como en posteriores fases de consolidacién politica a lo largo del siglo XIX hasta bien avanzado el XX cl Estado precedié ala nacién.» Esto Cfi. los ensayos en 1. Buisson et al. ), E! problema de Ia formacion del Es fo y dela naciéu, H.-F. Konig, En el camino hacia la nacién, FX. Guerra, Modernidad ¢ independencias. revoluciones; F =X. Guerra YM. Quijada (eds.), Imaginar ta nacién Hans-Joachim Konig implica, que partimos de la dualidad o complementariedad de Estado y nacién y tenemos por necesaria la transformacién del Estado territorial en un Estado-nacién para que este Estado sea mas que una institucién de coercién yreciba la aceptacion y lealtad de sus miembros. Porque de otra manera corre el riesgo de fra- casar. Asi la nacién es mas que el Estado. Pero un Estado puede 0 tie- neque llegar a convertirse en nacién, en Estado-naci6n, en virtud de una politica coherente de integraciéno participacién politica y social, y con una creciente lealtad, identificacion ysentimiento nacional del conjunto de sus habitantes, originada en esa. politica. Para que haya una movili- zacion politica de los habitantes hace falta una integracion cultural de la poblacién antes mezclada. Y es pre- cisamente la idea de la “naci6n” que cumple con ese desiderétum; con. ella los ciudadanos pueden desarro- llar una nueva forma de identidad colectiva que va mas alla dc Iealta- des tradicionales frente al pueblo, la familia y el territorio. El simbolismo cultural de un “pueblo”, seguro de su propio cardcter, genera una uni- dad imaginaria y hace conscientes a Jos habitantes del mismo temitorio de su unién, de la homogeneidad que antes era abstracta y transmitida solo Jjuridicamente. Solo la construccién simbdlica de un “pueblo” transfor- ma el Estado moderno en el Esta- do-nacional. 19 Hay que subrayar que las cons- trucciones de Estados en la fase de la Independencia pertenecen a los primetos esfierzos para establecer naciones, o Estados-naciones, y que eran paralelos y atin anteriores a los de Europa, como bien lo describe B. Anderson.*4 No lo lograron en aquel entonces, porque los nuevos Estados entraron a formar parte del conjunto intemacional de Estados con grave déficit, porque los proyec- tos de nacion que los criollos logra- ron imponer, no mencionaron carac- terfsticas 0 criterios que tuvieran en cuenta la situacion social y la estruc- tura étnica heterogénea, sino que se fundamentaron en primer lugar en razones y criterios politicos. Un gru- po econdmicamente privilegiado, es decir los criollos, habia formulado lo que no queria ser —dependiente de un poder colonial— pero muy va- gamente lo que queria ser en el futu- to. No quedo aclarado cémo iban a estructurarse las sociedades, como se iba a superar la desigualdad so- cial existente y cémo se ibaa respe- tar la heterogeneidad ¢tnico-cultu- ral. Ademas, los nuevos Estados carecian deuna comprensién mutua entre sus sociedades, es decir, del consenso entre las diferentes partes de la poblacion. Al lado de un ajus- tado arreglo institucional segtin la definicion politico-institucional del Estado, habia que crear una serie de 24, B. Anderson, Imagined Communi ties, pp. 47-60. 20 usos, habitos y valores que compo- nian la ciudadania, en el sentido de ética o moral civica.*> Habia que desarrollaro fomentar la integracion politica y social para obtener la leal- tad de los diferentes grupos: en el sentido politico, porque dentro de las fronteras de los Estados persis- tian intereses locales motivados por una topografia adversa o por rivali- dades antiguas, por la historicidad de diferentes sociedades locales y regionales*® o por diferentes pro- yectos nacionales.”’ En el sentido social, porque persistia la estructura jerarquica de la sociedad que se caracterizaba por una distribucién desigual e injusta de la riqueza, so- bre todo en lo referido a la disponi- bilidad de las tierras, y era necesa- rio trans formar la ciudadania exclu- 5. Con la finalidad de educar ala gente se publicaron los llamadas catecismos poli- tieas, véanse al respecto Javier Ocampo La- pez, Catecismos politicos en la mdenenden- cia de Hispanoamérica, Tunja, UPTC, 1988. Fernando Escalante Gonzalbo, Ciudadanos imaginarias. Memorial de los afanes y des venturas de la virtud y apologia del vieio triunfante en la Reptiblica Mexicana, Méxi- co, 1992. 26. Veéanse para Colombia los estudios de Catalina Reyes Cardenas, “Soberanias, te- rritorios y conflictos en el Caribe colombi no durante la primera republica, 1808-18 en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (30), 2003, pp. 149-198 Femando Botero Herrera, Estado, naciéa y provincia de Antioquia, Guerras civiles ein venciin de la regién, 1829-1863, Medellin 2003. 27. Ver mis abajo la descripcidn de este concepto, Historia y Sociedad 11 yente en una ciudadania incluyente por medio del sufragio universal. Después de la construccion de Es- tados, las sociedades latinoamerica- nas emprendieron el dificil camino de transformase en naciones, en Esta- dos-naciones, y de construir identi- dades nacionales por medio de ima- ginarios basados en otros simbolos que la sola ciudadania politica. Respecto de la competencia entre diferentes proyectos nacionales y construcciones nacionales sabemos. que fueron sobre todo las élites poli- ticas que lograron realizar o mejor dicho imponer su proyecto nacional yconstruir los imaginarios nacionales segtin sus visiones 0 sus necesida- des, es decir, construir la “nacién” simbélicamente. Ante la exigenciade que las poblaciones dispersas y heterogéneas, mal unidas por lealta- des locales o provinciales, se sintie- ran parte de las respectivas comuni- dades politicas, las ¢lites no solo se sirvieron de los simbolos civicos cla- sicos, como el himno y la bandera, sino también del aparato educative Fueron precisamente la literatura y lahistoriografia oficial, con Ja finali- dad de calmar conflictos internos y estimular identidades colectivas na- cionales, las encargadas de inventar tradiciones, memorias y mitos funda- cionales.* En muchos casos se refe- 28, Véanse en general pars aspectos te6- ricos Eric J. Hobsbawm and Terence Ranger (eds.), The Invention of Tradition, Cambridge, 1983. Para casos de América La tina véanse entre otras Josefina Vasquez. Hans-Joachim Kénig rian ala Independencia como punto de partida. En décadas posteriores, aveces también se usaron simbolos étnicos, como por ejemplo el india- nismo romantico en Brasil” o en Nacionalismo y educacién en México, Méxi- co, 1970. Tulio Halperin Donghi, Proyecto y construccién de una nacién (1846-1880) Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980, (Bue- nos Aires, Ariel, 1995). Germin Colmena- res, Las convenciones contra la eultura, Bo~ gota, Tercer Mundo, 1987. Nikita Harwich Valienilla, “La génesis de un imaginario co- lectivo: la ensefianza de la historia de Vene- zuela en el siglo XIX”, en: Structures et cultures des societés iberoaiméricaines, Pa- ris, CNRS, 1990, pp. 203-241: Id., “La his- toria patria’, en: A. Annino y otros (eds.), De los Imperios, pp. 427-437. Doris Som- mer, Foundational Fictions. The National Ro- mances of Latin America. Betkeley, Los An- geles, London: University of California Press 1991. Michael Riekenberg (comp.), Latino- amériea: Ensehanza dela historia, libros de textos y conciencia histérica, Buenos Aires, 1991. Josef Opatrny, “El papel de la histo- tia en la formacién de la conciencia de una identidad particular en la comunidad eriolla en Cuba”, en Idestidad Nacional y Cultural en las Antillas hispanoparlantes, Woero-Ame= ricana Pragensia, Supplementum 5, Praga 1991, pp. 51-61. Los articulos en las colecciénes editadas por F-X. Guerra y M. Quijada, Imaginar la nacién, Roberto Blancarte (comp.), Cultura e identidad na~ cional, México, 1994. Michael Riekenberg, Nationbildung. Sozialer Wandel und Geschichtsbewuftsein amt Rio de la Plata (1810-1916), Franefort Am Main, 1995. Id, “GroBe Transformationen des Geschichts- denkens in Lateinamerika seit 1550", en Jom Risen, Michael Gottlob, Achim Mittag (eds), Die Melfalt der Kulturen. Brinnerung, Geschichte, Identtsas 4, Prancfort am Main, Suhrkamp, 1998, pp. 247-268 29. Cf José Murillo de Carvalho, “Bra- sil. Naciones marginadas” en A. Annino et al. (eds.), De los Imperios a las Naciones, pp. 401-423. 21 México en las primeras décadas del siglo XX.” Nuevas coyunturas, nuevos enfoques Precisamente los conflictos inter- nos recibieron una nueva dimensién acausa de las dictaduras y sistemas autoritarios recientes en los afios 1960, 1970 y 1980. Tanto las tor- turas, las represalias, las violaciones de los derechos humanos durante las dictaduras como las intenciones de losmilitares o de los regimenes tran- sitorios de poner punto final al pa~ sado con leyes de autoamnistia y asi borrar las huellas del pasado recien- te, provocaron divisiones muy pro- fundas que afectaron todos los es- tratos sociales. Surgieron comisiones de la verdad. Los procesos de la redemocratizacion son acompafia- dos de dolorosos esfuerzos de re- conciliar los grupos traumatizados de la sociedad, para recuperar la iden- tidad colectiva y construir un nuevo consenso nacional. Estos deseos de reconciliacidn se dirigen al pasado y significan una descomposicién y reinterpretacin de la historia nacio- nal y de sus simbolos, de su imagi- nario, Muchos Estados de América Latina se ven ante la necesidad de ctear no sélo instituciones que pue- 30. Véase Ménica Quijada, “La nacién reformulada, México, Pent, Argentina (1900- 1930)", en: A. Annino ct al. (eds.), De fas Inperios a las Naciones, pp. 367-590. 22 dan incorporar los diferentes grupos, sectores y actores en una sociedad aceptada, sino también una nueva memoria social que cn el presente se ha constituido en un tépico recu- rrente de la conciencia social y poli- tica Acsto se suma lanueva situacién. en el proceso dela globalizacién en marcha, con los cambios que se han dado o se estan produciendo ahora respecto de la multiculturalidad o la heterogeneidad. En ese contexto, el perfil que habia definido hasta aho- racl sistema politico de los Estados- naciones comienza a desdibujarse: en Ja medida en que los procesos econdmicos, sociales y politicos se 31. Luis Roniger, “Human Rights Violations and the Reshaping of Collective Identities in the Redemocratized Southern Cone”, en: L. Roninger, Mario Sznajder (cds.), Constructing Collective Identities and Shaping Public Spheres: Latin American Paths, Brighton, 1998, pp. 168-195. Louis Bickford, “Human Rights Archives and Research on Historieal Memory: Argentina, Chile and Uruguay”, en: Latin American Research Review 35: 2 (2000), pp. 160-182. Brin Loveman, Elizabeth Lira, Las ardien- tes cenizas de! olvido: via chilena de recon- ctliactdn politica 1932-1994, Santiago 2000. Elizabeth Jclin, “Memorias en conflicto”, en Puentes: (1) 1, (2000), pp. 6-13. Elizabeth Jelin, “Historia, memoria social y testimo- nio, o la legitimidad de fa palabra”, en: Hbero- americana, Nueva época |: | (2001), pp. 87- 97; Hilda Sabato, “La cuestién de la culpa”, en Puentes (1), 1, 2000, pp. 14-17; Hugo Vezzetti, “El imperative de la memoria y la demanda de justicia”, en: Iberoamericana. Nueva época (1), 1, 2001, pp. 77-86; Maria Eugenia Horvitz, “La solidaridad perdida entre historiografia y sociedad”, en: Revista de Critica Cultural (22), 2001, pp. 28-29. Historia y Sociedad 11 globalizan, se debilita la relacién con los propios territorios nacionales, de los que éstos hasta entonces deri- vaban su sentido. Las fronteras geo- politicas entre los Estados pierden peso.” A escala global han ido apa- reciendo y surgen a cada momento nuevas estructuras econdémicas y politicas que ya no estan vinculadas en primer término a determinados Estados y espacios territoriales, como son las corporaciones multi- nacionales, los movimientos socia- les transnacionales y las organizacio- nes supranacionales como por ejemplo las Naciones Unidas 0 Iniernational Labour Organization (ILO). En la medida en que la in- fluencia y el peso politico se distri- buyen cada vez mas entre actores publicos y privados (como ONGs) en el 4mbito local, nacional, regio- nal y global, los Estados-naciones dejan de ser los niicleos determi- nantes del orden mundial. Conse- cuentemente, los Estados-naciones ya no son los grandes centros de poder einfluencia; ya no son los tini- 32. Véanse en general Jolin W. Meyer, “The World Polity and the Authority of Nation State”, en Albert Bergesen, (ed.): Studies of the Modern World System, Nueva York 1980, pp. 109-137. Id., “The Changing Cultural Content of the Nation-State: A World Socicty Perspective”, en: George Steinmetz, State/Culture. State Formation after the Cultural Turn, [thaca, 1999. pp. -143. Kenichi, Ohmae, The End of the Nation Siate, Nueva York, 1995; John W. Meyer et al. “World society and the nation state", en: American Journal of Sociology 103, (1997), pp. 144-181. Cf. nota 2. Hans-Joachim Kénig cos garantes de los derechos hu- manos y civiles, o de la seguridad. social. Este proceso de globalizacién, sin embargo, no redunda solamente en una homogeneizacién niveladora y una desterritorializacion, sino que ge- nera también formas reactivas de re- territorializacién, fortalece tradicio- nes y lazos religiosos y culturales a escala regional y local, y promueve larenovacién y diversificacién de expresiones culturales.** Las trans- formaciones sociales que vivimos resucitan discursos de identidad ét- nica, nacional, indigena yteligiosa, fenémenos que se dan en muchas partes del mundo, tanto en Europa como en América Latina. Grupos que de alguna manera fueron exclui- dos de la vida politica, los sectores cultural y émicamente diferenciados, ahora con la ayuda de las organiza- ciones internacionales de derechos humanos 0 de minorias y las respec- tivas declaraciones —como por ejemplo Convention 1969; Inter- national Labour Organization, 1989; Draft United Nations. Declaration on the Rights of Indigenous Peoples, 1994—, han conquistado un papel como actores en el debate sobre las 33. Martin Albrow, The Global Age State and Society Beyond Modernity, Cambridge, 1996. David Held ct al. Global Transformation. Polities, Economics and Culiure, Stanford, (999; Jan Nederveen Pieterse, “Globalization as Hybridization” en: Mike Featherstone / Scott Lash / Ronald Robertson, Global Modernities, London 1995, pp. 45-68. 23 politicas pablicas.* Procesos ma- crosociales de las ultimas décadas han facilitado larevitalizacion de los pueblos indigenas y de las culturas locales y regionales, han levantado una reivindicacion émica y cultural con una fuerza y un apoyo no cono- cidos. Todos estos procesos retinen condiciones para imponer nuevas identidades que incrementan la di- versidad. Empieza.asurgirtmacons- truccion cultural de la nacionalidad (Estado nacional) en vez de Ja cons- truccién politica basada en la ciuda- dania civico-politica, en la figura del ciudadano como portador (titular) de los derechos civicos, politicos y mas tarde también sociales, de derechos basados en un ideal universal.’> Enel marco de estos procesos el Estado-nacion tradicional parece haberse agotado como modelo en. algunas regiones del mundo. Es el 34. Cit, Néstor Garefa Conclini quien describe las oportunidades que estan sacan- do los indios del contacto con lz globalizacién, Néstor Garcia Canclini, Consumidores y ciu- dadanos. Conjlictos multiculturales de la globalizacién, México, (995. Véanse tam- bién los articulos en Hans-Joachim Kenig (ed), El indio como sujeio y objeto de la his- toria latinoamericana. Pasado y presente, Francfort, Madrid, 1998. Hans-Joachim Kanig, Stefan Rinke, “Multikulturalitat und Multiethnizivst: Chancen oder Hemmnisse fir lateinamerikanische Gesellschafien im neuen Globalisicrungsprozess?”, en: Wal- traud Schreiber (ed.), Yom Imperium Romanuin zum Global Village. “Glabali- siernagen” int Spiegel der Geschichte, Neuried 2000, pp. 231-300. 35, Cft. Schnapper: La communauté des citoyens. 24 caso de América Latina, donde una politica fucrtemente neoliberal ha contribuido aque el Estado-nacion perdiera una serie de recursos y fun- ciones y dejara de ser un instrumen- to de integracién social, funcién esta que habia sido prioritaria todavia durante los experimentos populistas de mediados del sigho XX. Otro ras- go claro de esta evolucién es la au- sencia casi total de movimientos na- cionalistas, y el surgimiento, en cambio, de movimientos particula- ristas de caracter étnico, paraestatal o del tipo de los “nuevos movimien- tos sociales” (feministas, ecologistas, de defensa de los derechos huma- nos, etc.) con sus respectivas identi- dades.*° Podemos constatar una pluralidad de identidades en el espa- cio puiblico. En resumen: el Estado- nacion parece haber dejado de ser ese valor politico dominante y central en la esfera publica del que emanaba una fuerza social integradora amplia- mente legitimada a pesar de sus li- mitaciones. Ante las nuevas interre- laciones de lo global y lo local,” el 36. Cfr. Sonia E. Alvarez et al. (eds), Cultures of Politics, Politics of Cultures: Re- visioning Latin American Social Movements, Boulder, 1998; Cristobal Kay, Robert N Gwynne (eds.), Latin America Transformed: Globalization and Modernity, London, 1399; Peter Hengstenberg et al., Zivilgesellschafi in Lateinamerika: Interessenvertretung und Rogierbarkeit, Franefort am Main, 2000. 37. Cir Globale Vergesellschaftung und lokale Kuituren ed. por Volkmar Blum, Volker Luhr, Urs Muller-Plantenberg, Manfied Nitsch, Carlos Rinen y Renate Rott, Berlin, 1992. Historia y Sociedad 11 Estado-nacion y la ciudadania poli- tica parecen haber dejado de ofre- cer una base prioritaria para la co- hesién social y politica, para la construccién de una identidad nacio- nal y para la negociacién de identifi- caciones con perspectivas de futuro. Sintomaticamente en las dos ilti- mas décadas casi todos los Estados latinoamericanos han comenzado a validar esta nueva coyuntura me- diante reformas legalcs y constitu- cionales. Las constituciones como la colombiana de 1991 profesan una socicdad multiétnica y multicul- tural* Se observa una clara tenden- cia abandonar la ficcién hasta ahora vigente de un Estado-nacién culturalmente homogéneo ymas bien areconocer la heterogeneidad cul- tural y 6tnica de las sociedades en cuestion. Con esto se relativiza el modelo nacional de civilizacion y desarrollo hasta entonces vigente y serenuncia al objetivo de “integrar” alos diversos grupos ¢tnicos en una. sola cultura nacional.* Parece que 38. Véase Enrique Sinchez, Roldiin Ro- que y Maria Fernanda Sanchez, Derechos e identidad. Los pueblos indigenas y negros en la constitucidn politica de Colombia de 1991, Bogota, Editores Disloque, 1993. Cfr. Linda Helfrich-Bernal, “Multikulturelle Ge- selischaft in Kolumbien: Die Anerkennungs- frage ethnischer Minderheiten”, en: Hartmut Behr, Siegmar Schmidt (eds.}, Multikarluirelle Demokratien im Vergleich, Wiesbaden, Westdeutscher Verlag, 2001, pp. 309-327. 39. Cft. H.-J. Konig yS, Rinke: “Multi- kulturalivat und Multiethnizitét: ;Chaneen oder Hemmnisse fiir lateinamerikanische Gesellschaften im neuen Globalisierungs- prozess?”, Hans-Joachim Kénig el Estado, que por medio de una racionalizacion burocratica y otras formas o practicas de poder y las teorias de la ciudadania politica, se habia institucionalizado como Esta- do-naci6n, ahora esta transforman- dose en un Estado multiétnico o multicultural, es decir, en un Estado que se presenta como un marco para la articulacion publica de identida- des plurales y que se legitima preci- samente por eso.” Ahora, a dife- rencia de la situaci6n al principio de laconstruccion de los Estados-na- ciones, los gobiernos de los Esta- dos actuales, tanto en Europa por causa de las inmigraciones como en. América Latina por causa de la exis- tencia de diferentes culturas, se ven obligados no sélo a respetar los principios de igualdad y no-discri- minacién respecto de las minorias, sino también a proteger las identi- dades de minorias y fomentar las condiciones de su existencia. Seria muy interesante analizar si con su politica pluricultural los gobiemos de los Estados latinoamericanos querian prevenir conflictos con movimientos de protesta causados por el crecien- te desmontajc del Estado social, es decir si las nuevas constituciones constituyen “tratados de paz”. 40. Cf. Matthias Kinig, “Identitits- diskurse in der Weltgesclischaft. Soziologis- che Uiberlegungen”, on: M. Rickenberg, Stefan Rinke und Peer Schmidt (eds.), Kudtur- Diskurs: Kontinuitat und Wandel der Diskussion wm Identitiiven in Lateinamerika im £9. und 20. Jahrhundert, Stuttgart, 2001, pp. 467-496, 25 Un aspecto de la globalizacién que afecta fuertemente a las identi- dades nacionales de los Estados la- tinoamericanos tiene que ver con la relacion entre globalizacion y“wes- terization”, es decir, con la imposi- cién global de un modelo basica- mente europeo y norteamericano de definicién de los estandares de de- sarrollo y civilizacién, y con la im- plementacin, desde la época de los gobiernos dictatoriales en los afios setenta, de politicas de corte neoli- beral. La identificacién de las élites econémicas, politicas y culturales de América Latina con dichos mode- los y valores, para estar a la altura de los desarrollos centrales en el marco de la dinamica de la globa- lizacién ha contribuido también al debilitamiento de los viejos parame- tros de las identidades nacionales.*! Estos procesos de globalizacién y sus impactos estimularon o por lo menos apoyaron nuevos discursos y enfoques tedricos y metodolégicos que tienen mucho que ver con la in- fluencia del linguistic turn y la pers- pectiva posmoderna o poscolo- nial.” Surgieron reflexioncs criticas 41. Felipe Hugo Mansitla, “Lateina- merikanische Identitat im Zeitalter der Globa- lisierung”, en: Zeifschvift jr Politikwi- ssenschafi (1), 2000, pp. 101-121. 42, Para América Latina véase Walter Mignolo, “Colonial and Postcolonial Discourse: Cultural Critique or Academic Colonialism?", en: Latin American Research Review 28: 3, 1993, pp. 120-131. Birgit Scharlau (ed.), Lateinamerika denken Kulturtheoretische Grenzgiinge zwischen 26 que incluso reexaminaron concep- tos basicos como el de nacién y de identidad situandolos en una pers- pectiva histérica y luego actual. Lamodema “historia social” co- rrigi sin duda una serie de deficits de la historiografia de viejo cufio y promovis ladiversificacién de pers- pectivas de estudio de la historia, entre ellas la aproximacién “desde abajo”, desde la vida cotidiana, etc. Sin embargo creia, como la vieja historiografia, en la existencia de es- (ructuras y datos “‘duros” que habia ‘que comprender para poder dar una version “correcta” de los procesos estudiados. Desde hace algunas dé- cadas se observa un cambio de pa- radigma hacia cl concepto de cultu- ray consecuentemente una apertura epistemoldgica a los estudios cultu- rales ya la critica de la cultura. No s6lo se pregunta por las estructuras y las situaciones socio-econémicas, las supuestas “condiciones duras”, sino también se pregunta por los actores, las acciones y los aspectos que las determinan o condicionan y se manifiestan en las percepciones, los modelos de interpretacién, los valores, las autoidentificaciones y visiones del mundo de los actores individuales y colectivos, es decir, en lacultura simbdlica, las “condicio- nes blandas”. Este enfoque quiere comprender de qué manera indivi- Moderne und Postmoderne, Tubingen, 1994. Fernando y Alfonso de Toro (eds.), Borders and Margins Post-Colonialism and Post- Modernism, Francfort am Main, 1995. Historia y Sociedad 11 duos 0 grupos estén interpretando su mundo 0 estan definiendo el des- tino de sus sociedades. En este con- texto se entiende “cultura” como un conjunto de patrones de comporta- miento y de valores e interpretacio- nes, que se evidencian simbélica- mente. Es porel sistema comin de simbolos y rituales por el que se constituye la cultura de un grupo. Este concepto de cultura no es es- tatico. Las nuevas teorias culturales no solamente subrayan el caracter procesual de la cultura, sino quetam- bien problematizan el cardcter de la cultura como consenso.* Se conci- be la cultura como “‘tejido 0 entrama- do de significaciones que los seres humanos elaboramos constantemen- te”* 0 como “produccidn de signi- ficaciones e identidades, proceso, acontecer relacional y practica”."° 43. Estadefinicién de “cultura” se basa en Clifford Geertz, “Thick Description: Toward an Interpretive Theory of Cultur cn: Id., The Interpretation of Culture Selected Essays, Nueva York, 1973, pp. 3- 31. Pata el simbolismo cultural sigue siendo muy til Alfred North Whitehead, Symbolism. lis meaning and effect, Nueva York 1985, (first edition 1927) 44. Chi. Clifford Geertz, Welt in Stiicken. Kultur und Politik am Ende des 20. Jahrhunderts, Wien, Passagen, 1996. Roger Chartier, “New Cultural History”, en: Joachim Eibach, Gunther Lottes (eds.), Kompass der Geschichtswissenschaft. Ein Handbuch, Gottingen, 2002, pp. 193-206, Martin Dinges, “Neue Kulturgeschichte”, en: tbid., pp. 179-192. 45. Ct. C. Geertz, Thick Desciption 46. Christoph Conrad, Martina Kessel (eds.) (1998), Kudtur & Geschichte: Neue Hans-Joachim Kénig Laconcepcién del tejido cultural no como producto sino como proceso remite también a James Clifford, quien define Ja cultura como “un pro- ducto procesual de la interaccién entre sistemas cuyos limites [...] se definen en este intercambia mismo y son constantemente sometidos a revisién’’.“” También se comprende que la creacién de identidades co- lectivas es un producto cultural que como tal puede ser definido y redefinido transformandose a lo lar- go del tiempo durante el proceso de construccién del Estado-nacion. Dimensiones de sentido y signifi- cado simbélico podemos encontrar por todas partes: en textos, leyes, imagenes y edificios o monumentos, pero también en las fiestas patrias, creencias populares y usos y cos- tumbres. Por eso es evidente que un enfoque histérico-cultural trata de emplear para una investigacion no solamente las fuentes clasicas —los textos— sino también otro material. Precisamente cuando este enfoque no se limita a una interpretacién iconografica de un simbolo, sino que analiza al mismo tiempo como nacid un simbolo, cual fue su resultado y cémo fue instrumentalizado por di- ferentes grupos sociales en distintos contextos, entonces puede suminis- Einblicke in eine alte Bezielnmg, Stuttgart, Reclam, 14. 47. James Clifford, James (1988), The Predicament of Culture: Twentieth Century Ethnography, Literature and Art, Cambridge, MA, Harvard UP, 1988. 27 trar conocimientos sobre la realidad histérica que un enfoque histérico- social analizando las estructuras no puede ver y a veces no quiere ver. Vale la pena decir que semejantes enfoques no sélo preguntan por el porqué, es decir, por las causas y nexos causales en procesos histon- cos, sino que preguntan también por el como, es decir, por los contex- tos, y por el quién, es decir, por los diferentes actores de la historia. También el concepto del Estado- nacién con la idea de una cultura homogeneizadora es revisado des- de nuevas perspectivas por historia- dores, socidlogos y antropdlogos. Enestas nuevas aproximaciones se pone en cuestion la idea de cultura nacional como instrumento de inte- gracién y por consiguiente la con- cepcién tradicional de nacién como un espacio cultural homogéneo y uni- ficador tal como fue desarrollado en Europa. En su lugar se propone la idea de la diferencia, la aceptacién de la coexistencia de diferentes etnias y culturas dentro de un Esta- do. En el transcurso de las tiltimas 48. Paraladiscusién general ver Clifford Geertz, “Ideology asa Cultural System”, en C. Geertz, The Interpretation of Cultures, 1973, pp. 213-220: Id., “The Uses of Diversity”, ew Sterling M. McMucrin (ed.), The Tanner Lectures on Human 7, Salt Lake City, University of Nevada Press, 1986, po. 251-275; Id., Welt in Stiteken. Kultur und Politik am Ende des 20. Jahrhunderts. Cf. Martin Blobel “Differenz, Kultur und Politik bei Clifford Geertz”, en H. Behr, S, Schmidt (eds.), Multikelturelle Demokratien im Vergleich, ‘alues, Vol 28 décadas, se puede notar que en el discurso politico-filos6fico global se desmoroné el antiguo consenso so- bre las teorias liberales o republica- nas de la ciudadania nacional, y fue reemplazado por la discusién sobre la “ciudadania multicultural” como criterio del contenido de la idea de lanacién.” No es ninguna casuali- dad que en ese contexto resuciten las discusiones sobre el origen del nacionalismo, es decir si el naciona- lismo tiene su fuente en cl Estado o en lanacion, definidasegim Anthony Smith como cultura*? También, para poder subrayar que la “nacion” es una construccién, se proponen nuc- vas definiciones denacién como “‘co- munidad pensada” 0 “comunidad imaginada”, teniendo en cuenta el criterio dehibridez o heterogeneidad pp. 55-74. Para América Latina véase Angel Rama, La ciudad letrada, Hanover, NH 1984. Néstor Garefa Canelini, Culturas hibridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, 1990; 1d., La globalizacién imaginada, Buenos Aires, Ber- celona, México, 1990, Antonio Cornejo Po- lac, Escribiren el aire. Ensayo sobre la hete- rogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas, Lima, Editorial Horizonte, 1994. 49. Cftal defensor de este proceso Will Kymlicka, Multicultural Citizenship. A Libe- ral Theory of Minority Rights, Oxford, 1995: Id, (¢d.), The Rights of Minority Cultures Oxford, 1995; Will Kymlicka, Wayne Norman (eds.), Citizenship in Diverse Societies, Oxford, 2000. 50. Véase: Fernando Vizeuino, “Naci nalismo, Esiado y nacién", en: Revista C Jombiana de Sociologia (20), 2003, pp. 41+ 65; Anthony D. Smith, Nations and Nationalism in a Global Bra, Cornwall, 1995; Id., Nationalism and Modernisin. Historia y Sociedad 11 cultural, asi como un grado minimo de participacién social, politica y econémica.* Tanto la nueva coyuntura de la globalizacién como los nuevos as- pectos tedricos y metodolégicos nos brindan nuevos enfoques para acer- camos a la problematica de la na- cién, dela identidad nacional ya ciu- dadania. Hace muchas décadas que los estudiosos del proceso de for- macién del Estado y de lanacién en América Latina ya no definimos la “nacién” con criterios objetivos o empiricos extrapoliticos como idio- ma, historia, la ascendencia consan- guinea o la unidad territorial, sino que partimos del concepto de “proyec- tonacional”. Asi se puede compren- der mejor tanto el caracter procesual de la formacion del Estado-nacion como la evolucién conceptual en los procesos de la construccion nacio- nal yal mismo tiempo percibir los diferentes “proyectos nacionales” que rivalizaban entre ellos. Entende- mos que el viejo concepto de na- cién como una “comunidad homo- génea” es, en realidad, una ficcion que muchas veces ocultaba relacio- nes de dominacion y exclusion. Ade- mias este concepto formaba parte de ciertas identidades colectivas cons- truidas por ciertos grupos que logra- SI. Cfr. Ia terminologia del libro de Benedict Anderson. Para enfoques ya ante- riores véase H.-J. Kénig, “Nacionalismo y nacién en la historia de [beroamérica”, en HJ. Konig etal. (eds.), Estado-nacién, esp. pp. 26-29 Hans-Joachim Kénig ron imponerse con su proyecto na- cional.= El nuevo enfoque quiere romper con el viejo supuesto de que la creacién de un Estado-nacion es solamente un proceso realizado de la élite hacia el pueblo o del centro hacia la periferia.’ Pues el proceso de imaginar la nacion es multiple yla formacion de naciones modemas es también el resultado de intensos con- flictos en los cuales los grupos su- bordinados participaron con sus propios discursos.** Hay muchos ejemplos de que en el proceso de construccién del Estado-nacién tam- bién participaron activamente comu- nidades locales 0 las masas popula- res con el desco de formar la nacién segtin sus propias identidades ¢ in- tereses.*> Muchas veces no logra- 52. Cfi. los articulos mencionados de Ménica Quijada y mi articulo H.-J. Konig, “Nacionalismo y nacién”, Joc. cit., esp. pp. 24 y ss. 53. Un ejemplo de este enfoque centza- do en la élite liberal modernizadora es el lie bro de David Bushnell and Neill Macauly, The Emergence of Latin America in the Nineteenth Century, segunda edicion, Nueva York, 1994. Cfr. el estudio de Richard Graham, “Mecanismos de integracién en el Brasil del siglo XIX”, on: A. Anruno et al,, De Jos Imperios a las Naciones, pp. 525-544. $4. Cf. Mark Berger, “Specters of Colonialism: Building Postcolonial States and Making Moder Nations in the Americas en: Lalin American Research Review 35,1, 2000, pp. 151-171. 38. ParaMéxico ver Annick Lompériérc, “,Nacién moderna o repiblica barroca? México, 1823-1857" en: F-X. Guerra y M. Quijada (eds.), finaginar la nacién, pp. 135- 177. Antonio Annino, “Otras naciones: 29 ron realizar su “proyecto nacional”, su proyecto de participar en el pro- ceso de la modernizacién, porque no podian competir con el proyecto dominante de las élites.** Sincretismo politico en el México decimo- nénico™ en: Guerra y Quijada (eds.), Mmagi- nar la nacién, pp. 215-255. Peter F. Guardino, Peasants, Polities and the For: mation of Mexico's National State, 1800- 1857, Stanford, 1996. Cfr. Raymond Buve, “Political Patronage and Politics atthe Village Level in Central Mexico: Continuity and Change in Patterns from the Colonial Period tothe End of the French Intervention (1867)” en: Bulletin of Latin American Rescarch, vol 11, 1992, pp. 1-28. Cit. también algunos de los articulos en H.-J. Kénig yM. Wiesebron (eds.), Nattonbuilding in Nineteenth Century Latin America. Sobre México y Pera Floren- cia B. Mallon, Peasant and Nation. The Making of Postcolonial Mexico and Perw Berkeley, 1995; Cfr. Id., “The Promise and Dilemma of Subaltern Studies: Perspectives from Latin American History” en American Historical Review 99,5, 1994, pp. 1491-1515. David Nugent, Modernity at the Edge of Empire: State, Individual, and Nation in the Northern Peruvian Andes, 1885-1933, Stanford, 1997. Sobre los intentos de negros y mulatos cubanos de redefinir la nacién cu- bana on los inicios del siglo XIX informa Aline Helg, Our Right Share. The Afro- Cuban Struggle for Equality, 1886-1912, Chapel Hill, 1995. 36. Para el caso de Colombia véanse cl libro de Alfonso Mimera, £! fracaso de la nacién. Regién, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810), Bogota, 1997 Hans-Joachim Konig, “Artesanos y solda- dos contra cl proyecto modernizador liberal en Nueva Granada: El movimiento revolu- cionario del 17 de abril de 1854” en: Antonio Escobar Ohmstede, Romana Faledn, Raymond Buve (eds.). Pueblos, comunida- des » municipio frente a los proyectos modernizadores en América Latina, siglo XIN, San Luis Potosi, Amsterdam, 2002, pp. 207-223. 30 En general se analiza la construc- cién del Estado-nacién y la forma- cién de identidades nacionales a partir de lo politico-institucional y la practica social. La nueva teoria cul- tural posmoderna nos sugiere dar mas importancia al anilisis del peso que tenia la cultura o que tenian los ptocesos y proyectos culturales tan- to en la primera fase como en las fases siguientes de la construccién del Estado y la nacién, Es sabido que la construccién de la nacién no es un proceso acabado sino que a lo largo del proceso de modernizacién surge la necesidad de legitimar cada vez de nuevo el poder. Por lo tanto enla formacién de un Estado-nacién transcurre un largo proceso de re- petidas reconstrucciones con nuevos imaginarios. Ya hay trabajos que han estudiado los imaginarios cambian- tes. Valdria la pena intensificar tales investigaciones y preguntar otra vez por el peso que tenian aspectos cul- turales en el momento de la consti- tucion del Estado y después. Ade- més seria sumamente interesante analizar cuando, con la finalidad de complementar los criterios politico- institucionales, se intensificaban “proyectos culturales” de cohesion nacional, sea con base en factores étnicos naturales y etnohistéricos, sea con base en factores étnicos in- ventados. Eso significaria analizar cuando se notaba la ausencia de as- pectos culturales en el imaginario nacional, es decir, cuando se perci- biasu fuerza cohesiva, y cuando se Historia y Sociedad 11 percibia la necesidad de acepiar la diversidad cultural y étnica en vez de seguir la idea de homogeneidad cul- tural. Por otra parte surge la cuestion desi las naciones modemas en Amé- rica Latina son solamente proyec- tos, discursos o constructos simb6- licos como lo sugiere la teoria de la cultura posmoderna, 0 si son, por lo menos al mismo tiempo, datos geo- graficos y entidades con cierta di- mension objetiva, premoderna y prediscursiva.”’ En cierto sentido reaparece la vieja pregunta por el origen y la diversidad de los Esta- dos-naciones en América Latina. A manera de conclusién Vimos que los ambivalentes im- pactos de la globalizacidn estin apo- yando a las “minorfas” culturales, con el resultado de que con la revitalizacion de las culturas locales yregionales se acentiian las diversi- dades culturales e identidades dife- rentes dentro de los Estados-nacio- nes mismos. Sin duda alguna pode- mos calificar como progreso social que se percibieron y aceptaron la multiculturalidad y heterogeneidad de las sociedades latinoamericanas. 57. Cfr la opinién del antropdlogs Anthony D. Smith quien considera a las na- ciones como comunidades étnico-culturales politizadas, A. D. Smith, Nationalism and Modernism Hans-Joachim Kénig Pero, ,qué significan multicultu- ralidad y heterogeneidad para la cohesién social de las sociedades? Otra vez surge la pregunta como. administrar las diferencias? ;En qué manera puede funcionar una con- cepcién de nacién pluricultural? En el caso de los Estados latinoameri- canos, {sera posible y realizable re- emplazar la ciudadania politica por laciudadania multicultural como cri- terio del contenido de la idea de la nacién? Mucho induce a creer que no se puede abandonar por com- pleto Ja ciudadanja politica en el sen- tido deidentidad democratica. Para que la existencia de la ciudadania multicultural y de identidades multi- ples no conduzca a romper las so- 31 ciedades, hace falta una cohesién social y nacional que esté por enci- ma de las diferentes identidades. Creo que hoy como ayer esta co- hesion nacional tiene que ser la iden- tidad democratica, es decir un com- portamiento que, a pesar de las diversidades culturales, no sélo acepte y practique reglas y valores democraticos, sino que también apo- ye el proceso democratico. Identidad, Estado-nacién y ciuda- danfa en América Latina siguien sien- do temas de investigacién relevan- tes que no han perdido nada de su palpitante interes y actualidad. No existen enfoques estaticos, por el contrario, hoy como ayer hay mu- chas preguntas sin resolver. ¢Descolonizaci6n dela Historia? El caso de la novela histérica en la regién norteandina Brigitte Kinig Resumen Este articulo se refiere a las complejas relaciones entre literatura ¢ histo- tia en la regién norteandina de América Latina. Hace parte de un proyec- to de investigacién més amplio sobre los inicios de la poscolonialidad en América Latina con referencia al discurso historiografico en la novela histérica latinoamericana. Si bien entre los afios 1949 y 1992 se produje- ron numerosas novelas histéricas en Ja literatura latinoamericana, ello ha hecho pensar que con esta llamativa preocupacién de los eseritores por Ja historia se trataba de una especie de “enfermedad histérica”; sin embargo, los autores diagnosticaron otra “enfermedad historica”, una especie de distorsién de la vida por Iz historia que se manifestaba en una teflexién insuficiente de sucesos nacionales y sociales en la historiografia y las mitificaciones y glorificaciones de los héroes nacionales de la Inde- pendencia. De tal manera que la nueva novela historica responde a esta enfermedad y sefiala al mismo tiempo un desideratum de la sociedad 0 de algunos de sus grupos que estén hartos de los discursos conserva- dores de la historiografia oficial o tradicional. Asi, nuevas novelas his téricas latinoamericanas representan un conira-discurso ante la version oficial afirmadora de la historia y las mitificaciones histéricas. Por ello, el articulo se dedica a la percepcién del discurso imperante y del poder en América Latina y pone énfasis en la historiografia y su recepcidn en la literatura, Su autora hace una mirada critica de algunos textos historiograficos y ficcionales de Colombia —la Historia Doble de la Costa del sociéloge ¢ historiador colombiano Orlando Fals Borda y El general en su Jaberinto de Gabriel] Garcia Marquez—- antes de estudiar mas detenidamente dos novelas histéricas venezolanas que represen- tan paradigmaticamente diferentes modos de mirar la historiografia, Boves el urogallo de Francisco Herrera Luque y Dofta Inés contra el olvido de 34 Historia y Sociedad 11 Ana Teresa Torres. En Ja primera no se cuestiona el discurso historio- grifico oficial y, en la segunda, se ponen en tela de juicio tos discursos imperantes y se escenifica la simultaneidad conflictiva de mados de enun- ciacién en la sociedad, subvertiendo los discursos del poder. Palabras clave: literatura, historia, escritura de la historia, discurso historiogréfico, novela histérica, literatura latinoamericana, region norteandina, Colombia, Venezuela, América Latina, Reflexiones preliminares En los estudios poscoloniales al- rededor de sus grandes representan- tes como Edward Said, Homi Bhaba o Gayatri Chakravorty Spivak, en- tre otros, se habla mucho de los con- ceptos de “centro” y “periferia” para caracterizar la antigua relacién entre los paises colonizadotes y los colo- nizados. A estos conceptos de “‘cen- tro” y “periferia” equivalia en tiem- pos de la colonia un conjunto de ténninos metaforicos muy diferentes, que también en aquel entonces ha- bian sido desarrollados en el centro pero que después iban formando parte del discurso independentista y terminaban siendo provistos, con Foucault, de poder y, para ser mas exacta, de poder en la periferia. Es- pafia se comprendia como la “ma- dre patria” de sus provincias ameri- canas y los criollos se identificaron, durante dos siglos, como los “hijos” de aquélla, como parte de ese “cen- tro”. Cuando se dieron cuenta de su estatuto “periférico” estos hijos re- conocieron que ya eran adultos y que tenian que emanciparse (Vargas, 1799; citado en H.-J. Kénig, 1988, p. 68). En el discurso indepen- dentista la “madre patria” se convir- tié en “madrastra” que torturaba a Jos hijos descuidandolos, negando- les el amor materno y castigandolos injustamente, y por eso ya no mere- cia el amor de los hijos.! Los hijos desterraron a su madrastra: las co- lonias espaiiolas alcanzaron, entre 1810 y 1824, la Independencia. {Se puede hablar entonces de una situacién poscolonial en América Latina desde 1824, a mas tardar? ¢Empezaban en esemomento el cen- tro y la periferia a negociar sus rela- ciones en un didlogo cultural abier- to, pluralistae intemacionalista? (De Toro, 1996, p. 66).? La cualidad de 1. Compéirese el esbozo de la meta de la familia desde Platén hasta Locke, en: H.-J. Konig, Auf dem Wege zur Nation. Narionalisoms im Proze® der Staats- und Nationbildung Neu-Granadas 1750-1856, Wiesbaden, Steiner, 1988, pp. 123-139. 2. Concepciones, recepeién y rechazo del concepto de “poscalonialidad” y de sus derivaciones también, por ejemplo en: San- tiago Castro-Gémez y Eduardo Mendieta, Teorias sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalizacién en debate, México, University of San Francisco-Porrua, 1998, Brigitte Konig estas preguntas como mera retorica es evidente y puede ser ilustrada con base en la literatura de viajeros del siglo XTX: es verdad que los nuevos Estados y sus regiones atraian el in- terés no solamente de los poderes politicos hegeménicos, sino también de cientificos y viajeros del centro, pero sus miradas hacia los objetos de su interés estaban limitadas y su discurso era monoiégico y unilateral (De Toro, 1996, p. 65). Eso no sig- nificaba que sus percepciones hubie- ran sido pasadas por alto por parte de los latinoamericanos; més bien ejercian una considerable influencia sobre la manera en que se percibian estos Ultimos a si mismos (Pagni, 1999, p. 10). Por otro lado, las des- cripciones de viajeros latinoameri- canos de Europa no eran percibidas alla y tenian consecuencias nulas para la autopercepcién de los euro- peos. Es decir, la €poca poscolonial enel sentido cronoldgico-literal no lo eraculturalmente. Los Estados ia- tinoamericanos eran politicamente independientes, pero culturalmente se vieron dependientes del centro; laperiferia implicaba una conducta por la cual se periferizaba asi mis- ma (De Toro, 1996, p. 65). Dentro de los Estados reinaba una asimetria que también puede ser ca- lificada como centro y periferia. El centro y sus discursos escritos do- minaban a la periferia sin escritura (Rama, 1984; Mignolo, 1991), no integrada al estado y que, en tanto representaba a la mayoria sin pose- 35 sién ni participacién, era mantenida enel papel de una minoria margina- da. Se puede hablar de la conser- vacion de un estado colonial (Mig- nolo, 1991, p. 94; Pagni, 1999, p. 7) para una parte de la poblacién. La globalizacién y las comunicacio- nes electrénicas agudizan esta situa- cin, antes de atenuarla. Entonces, ,cuando empieza la poscolonialidad en América Latina yen qué campos existe? Esta cues- tion es el objeto de un extenso pro- yecto de investigacion del cual for- ma parte este trabajo, que la estudia con referencia al discurso historio- grafico en lanovela histérica latinoa- mericana. La gran cantidad de novelas his- toricas en la literatura latinoamerica- na de los pasados cincuenta afios (Menton, 1993; Kohut, 1997; Stec- kbauer, 1999) hace pensar si, con esta cuantitativamente llamativa preocupacién de los escritores por lahistoria, se trata de una “enferme- dad historica”, como la denominé Nietzsche —‘la figura filosofica miti- cade la posmodernidad” (Nietha- mmet, 1989, p. 31), quien la defi- nid como un “encubrimienio total de la vida por lo histérico” “Uberwu- cherung des Lebens durch das His- torische”; Nietzsche, 1977, pp. 281 y ss.). No fue ése el caso en la América Latina de la segunda mitad del siglo XX, ciertamente, sino que los autores diagnosticaban otra en- fermedad histérica: una especie de distorsion de la vida por la historia, 36 que se manifestaba en una reflexién insuficiente de sucesos nacionales y sociales en la historiografia y en las mnitificaciones y glorificaciones de los héroes nacionales de la Indepen- dencia? Lanueva novela historica respon- de a esta enfermedad y sefiala al mismo tiempo un desideratum en la sociedad o algunos de sus grupos, hartos de los discursos conservado- tes de la historiografia oficial o tra- dicional. Tres citas ejemplifican esta reaccidn literaria a los déficits suge- ridos: en 1977, Carlos Fuentes, al recibir el premio Romulo Gallegos por Terra Nostra, propuso: “La gi- gantesca tarea de la literatura lati- noamericana contemporanea ha con- sistido en darle voz a los silencios de nuestra historia, en contestar con la verdad a las mentiras de nuestra historia [...]” (Kadir, 1984, p. 300). El autor colombiano Gustavo Alva- rez Gardeazabal dijo en la Acla- racion necesaria que precede su novela histérica Céndores no entie- rran todos los dias (1979): “Puse para siempre en las letras de un li- 3. Otras proposiciones insindan la en- fermedad de lz amnesia: “En este pais de la desmemoria yo soy puro recuerdo”: Maria Teresa Torres, 1992, p. 238. De modo pare- cido se pronuncia Alvarez Gardeazibal, 1979 p. 8: “[...] en un pais (Colombia) poco habi- tuado a revisar su pasado [...]. También es notable una repugnancia contra la historia: “[...] a este pais no le interesa la histori odia la historia diria yo": Marfa Teresa To- rres, 1992, p. 191. Otro motivo, mas bien pragmatico, fue el quinto centenario de 1992 Historia y Sociedad 11 bro la historia que se Ie ha ido olvi- dando a la patria [...], la verdadera historia que sdlo nos dejan escribir a los perdedores” (pp. 7 y s.). Y Fernando Ainsa en “Nueva novela histérica y relativizacién del saber historiografico” Ilamé la atencién sobre lanueva transdisciplinariedad del discurso historiografico, sobre la “yerdadera ‘revuelta critica’ que ha empezado en Europa, pero cuyas repercusiones en la América Latina se comprueban en la polisemia del discurso ficcional contemporaneo” (1996, p. 12). Abstraccion hecha de algunos basicos rasgos comunes,* las nove- las historicas revelan grandes dife- rencias tanto en la forma como enel fondo; portal motivo, existen nume- rosas clasificaciones de muy diver- sa indole (Aust, 1994). Seymour Menton (1993) divide las novelas histéricas latinoamericanas en dos grupos: por un lado el grupo de la “nueva novela histérica de la Amé- rica Latina, 1979-1992” y por otro las “novelas histéricas latinoameri- 4, Para ser lo necesariamente breve, no se pueden referir las numerosas definiciones del género. Comparese por ejemplo: Luis Al- berto Sancher, Proceso y contenido de la no- vela hispana-americana, Madrid, Gredos, 1968; George Lukacs, Der historische Roman, Berlin, Aufbau Verlag, 1955; Hans- Vilmar Geppert, Der “andere” historische Roman. Theorie und Strukturen einer diskontinuierlichen Gattung, Tibingen, Niemeyer, 1976 y Hugo Aust, Der historische Roman, Stuttgart-Weimar, Metzler, 1994, entre otras. Brigitte Kénig canas mas tradicionales, 1949- 1992” (Menton, 1993, pp. 12-27), y postula seis criterios para la nueva novela histérica: 1. Subordinacion de lareproduccién mimética de cier- to periodo histdrico a la presenta- cién de algunas ideas filosdficas; 2. Distorsién consciente de Ia historia; 3. Ficcionalizacién de personajes histéricos; 4. Metaficcidn; 5. Inter- textualidad; 6. Dialogicidad.* Yo quisiera proponer un criterio més que caracteriza muchas obras del géne- ro “nueva novela histérica de Amé- rica Latina’: aunque es verdad que los autores adquieren los conoci- muentos fundamentales mediante ex- tensos estudios historicos, muestran cierta desconfianza respecto de la autoridad de fuentes histéricas ytex- tos historiograficos. Se trata, por lo tanto, de un cuestionamiento del dis- curso historiografico (también Menton, 1993, p. 49). A continua- cién cito algunas de las numerosas enunciaciones de figuras 0 narrado- res ficticios, que significan una relativizacion del discurso histérico: Por eso siempre he desconfia- do de lo “historico”, de ese dato “minucioso y preciso” (Reinaldo Arenas, El mundo alucinante, p. 15). Me pregunto si alguna vez se liega a saber la historia con ma- yasculas [...] 0 sien ella no hay 5. Menton afiade a estos criterios otra mas, que no ineluye en la enumeracién: e] corpus dela nueva novela histérica se desta- ca “por su mayor variedad” (p. 45) 37 tanta o mas invencién que en las novelas (Mario Vargas Llosa, Historia de Mayia, p. 77) Simplemente, no escribié lo que veia sino lo que crefa y sentia, lo que creian y sentian quienes lo rodeaban. {...] {Como se va a saber, entonces, la historia de Canudos? (Mario Vargas Llosa, La guerra del fin del mundo, p.423). [..] la gran méquina poliédrica de la historia [...] esa fabrica de sentido [...] fa gran construc- cidn (...] (Ricardo Piglia, Res- piracién artificial, p. 65; cur siva en el original) Las nuevas novelas historicas la- tinoamericanas representan algo asi como un contra-discurso ante la ver- sidn oficial afirmadora de la historia y las mitificaciones histéricas. Los primeros indicios se encuentran ya en lanovela de la revolucion mexi- cana (Rings, 1996). Este contra-dis- curso se da también en la nueva no- vela histérica venezolana: “[...] para no dejarse entrampar por los espe- jismos de la historia o las versiones de la historia escritas por otros”. En resumen, este trabajo no trata del didlogo entre centro yperiferia en el sentido de Europa o Estados Unidos, por un lado, y América La- tina, por el otro, sino de la percep- 6, “[..] para no dejarse entrampar por los espejismos de la historia o las versiones de la historia escritas por otros”. Gonzalez Stephan, 1999, p. 119. 38 cién del discurso imperante y del poder en América Latina, desde la perspectiva de una petiferia intema, poniendo énfasis en la historiografia y su recepcién en la literatura,” Pri- mero echamos una mirada a algu- nos textos historiogrAficos y ficcio- nales de laregiOnnorteandina,* antes de estudiar mas detenidamente dos novelas histéricas que representan paradigméticamente diferentes mo- dos de mirar la historiografia. Historias dobles y desmitificaciones Un texto notable aunque haya pasado un tanto inadvertido, es la Historia doble de la Costa, en cua- tro tomos, del sociélogo e historia- dor colombiano Orlando Fals Bor- da,’ conformada por los dos discursos en cuestién: el discurso historiografico-sociolégico y el ficcional. Los diferentes tomos des- criben determinadas épocas de la historia de las provincias de la costa 7. Bajo la misma perspeetiva, H.-J Kénig ha estudiado el discurso historiografico desde el angulo de su produccién. Cf su trabajo en este volumen. 8. Laseleccidn est hecha mis bien for- tuitamente 9. _L Mompox y Loba (1988; 1° edi- cién 1979), 11 Bl presidente Nieto (1986; 12 edicién 1981), III. Resistencia en el San Jor ge (1986; 1° edicién 1984), IV. Retomoa la tierra (1987; 1 edicién 1986), Bogotd, Cer- Jos Valencia Editores. Las citas estén hechas segiin las nuevas ediciones, Historia y Sociedad 11 colombiana desde el sigo XVI, re- latando algunas tradiciones desde la Madre Patria, e incluso desde el si- glo XII (por ejemplo, t. 1, p. 65B). Acadauna de las paginas con el tra- bajo sociolégico-historiografico (ca- nal B, pagina derecha) esta opuesta directamente otra pagina (canal A, pagina izquierda) en donde se ilus- tra el mismo momento histérico en textos narrativos, en parte ficcio- nales, en parte ensayisticos, en par- tc autobiograficos, pero en todo caso no historiograficos. E] autor denomina los dos cédigos como “dos estilos o canales diferentes de comunicacién’ (t. 1, Adveriencias). El lector puede leer seguidamente la totalidad de cada uno de los dos tex- tos, pasando por alto el otro, pero el autor recomienda explicitamente la lectura coordinada. Por eso a al- gunos patrafos en el canal B prece- den iniciales en paréntesis (p.e. [A]) yciertos hechos en el canal A estan marcados en el texto corriente con lainicial correspondiente. Discurso y contradiscurso se complementan reciprocamente. De tal manera, se fabrica una textura de diferentes dis- cursos y codigos que relacionan las diferentes categorias entre los dos textos, como trama y urdimbre, para decirlo de alguna manera. En adi- cién, los cuatro tomos estan provis- tos de numerosas ilustraciones, fo- tografias, diagramas, estadisticas, detalles cartograficos, etc., y el ca- nal B, naturalmente, con las necesa- Brigitte Kénig tias notas bibliograficas.”” Fals Bor- da persigue un fin didactico con este método de la mirada doble; desde un punto de partida marxista quiere fomentar la educacién politica y cul- tural requerida por los “movimien- tos populares contemporancos” (t. Tl, p. 55B) y completar los conoci- mientos aportados por la historio- grafia oficial, pero es consciente de sus propias limitaciones; Busco contar la historia en lo que ella no ha dicho por ocultar uolvidar aspectos no convenien- tes para las clases dominantes y opresoras [...]. Por eso esta técnica no produce una historia final o absoluta. Pero tampoco es final o absoluta la historia oficial, o la que producen los his- toriadores de las clases domi- nantes. Cada generacién de investigadores va fabricando su propia interpretacién de unos mismos hechos, segin su res- pectiva experiencia directa, esto es, segun la orientacién de la clase social o grupos a los cuales pertenecen. Por ello, la critica historica es una tarea sin fin y sin fronteras [...] (t. II, p. 56 B.) De todos modos, esta Historia doble de la Costa de Orlando Fals Borda culmina el juego con las dos categorias discursivas. 0. Elque los dos discursos se contami- nen cl uno al otro, no puede ser abjeto de esta répida mirada, pera mereceria un andli- sis filolégico detenido. 39 Simon Bolivar, la figura mas im- portante de la Independencia latinoa- mericana, es protagonista en la no- vela El general en su laberinto de Gabriel Garcia Marquez (1989). Con esta obra el autor desaté una violenta controversia; entre los criti- cos se encontraba también German Arciniegas, entonces presidente de Ja Academia Colombiana de Histo- ria (Christoph Strosetzki, 1992, p. 250).!" La novela fue un contra-dis- curso escandalizante para la histo- riografia heroica y el culto al Liber- tador que el estado practicaba, fomentaba o incluso ordenaba; pero segiin Garcia Marquez éste no fue el impulso decisivo para escribir la novela, sino ol fragmento deun pro- yecto novelistico de su compatriota ycolega Alvaro Mutis sobre el ilti- mo viaje de Bolivar por el Rio Mag- dalena, que se qued6, como cuento suelto, en el capitulo final. Garcia Marquez, menciona en su epilogo “Gratitudes” (pp. 271 y ss.) que es- tos tiltimos meses de Bolivar son el periodo menos documentado de su vida, y describe no sin cierta critica 11. Suindignacién no parece extenderse al género de la novela histérica en general. En El Tiempo del 1° de agosto de 1996, German Arviniegas confes6: “Cada vez que yo salia de trabajar en el archivo y tomaba el camino demi casa, amedida que caminaba, imagina- ba. Y al eseribir e! libro, aprovechaba tanto mis lo que imaginaba que lo que habia leido. {.J- Para ser exacto, cuando pienso en el pasado de Antioquia, me sirve mas la Mar- quesa de Yolombs de Tornas Carrasquilla que la historia de Julio César Gareia que se ense- fabaen ef Liceo” 40 como, no obstante, fre entrando en ja inmensa masa de fuentes y textos histonograficos: “Durante dos afios largos me fui hundiendo en las are- nas movedizas de una documenta- cion forrencial, contradictoria y mu- chas veces incierta [...]” (p. 272). Pero Garcia Marquez si sabe apreciar los trabajos de los historia- dores y les agradece sus obras es- critas, explicaciones y ayudas ora- Jes. Por otra parte guarda el ductus del cuento de Alvaro Mutis que des- eribe al Libertador y Padre de la Patria en el estado delicado de sa- Jud de la fase final de una tuberculo- sis. También Garcia Marquez, abs- teniéndose de toda glorificacién, dibuja la imagen de un hombre padeciente, “desmerecido” y mar- cado por “decrepitud prematura” (p. 12) yno ahorra al lector detalles re- pugnantes de debilidades corpora- Jes, trastornos, dolencias, excremen- tos y esputos. Con Strosetzki la funcién de esta desmitificacion pue- de verse en Ja igualacién simbolica del héroe de la Independencia con sus problemas futuros (Strosetzki, 1992, p. 247). Otro autor que ha contribuido considerablemente a la desmitifi- cacién del Libertador es el venezo- lano Denzil Romero. Fn su biografia erética La esposa del Dr. Thorne (1988) pone a Bolivar en un con- texto en que no solamente queda reducido a las dimensiones norma- les de un ser humano, sino que, gra- Historia y Sociedad 11 cias a la representacién pomografi- ca de Manuela Saenz, este ser hu- mano resulta ademas vulnerado y ridiculizado. Dos afios después, Denzil Romero publica su novelaLa Carujada, cuyo protagonista es Pedro Carujo, participe del atenta- do del 25 de septiembre de 1828 contre Bolivar. Como en el caso de la Historia doble de la Costa, tam- bién aesta novela la constituyen dos discursos diferentes aunque no si- multéneos como en aquella obra sino que responden el uno al otro en ca- pitulos alternantes. Los capitulos pares contienen la narracion de un Yo ymondlogos intemos de Carujo, en Jos que narra su vida, evocando suodio a Bolivar yrebelandose con- tra el discurso oficial. Por ejemplo, elcapitulo 2 hace un resumen de sus sentimientos cuando habla del Li- bertador como de un “tirano”, “ci- nico”, de“perfidia inaudita”, “como una puta relamida” (pp. 21 yss.), denunciando al “brutal, casi paranoi- co, culto a la personalidad” (p. 25). Constata después: El tiempo hizo después lo que a mi me hubiese gustado hacer con mis manos. Pobre y desva- lido, vietima de una tisis terri- bilisisima, echado del poder y con Colombia hecha trizas por su culpa, murié con una cami- sa prestada y en una casa aje- na (p. 28). Resume en pocas palabras lo que narran Mutis y Garcia Marquez pero renunciando a toda compasion con Brigitte Konig la criatura humana. En los capitulos impares un narrador auctorial rela- ta, desde una posicién simpatizante con Bolivar, la historia de sus ulti- mos afios y de sus esfuerzos por estabilizar el Fstado. Se citan nume- rosas proposiciones, declaraciones, proclamas, cartas y otras fuentes his- toricas, sefialandolas graficamente en cursiva. Llaman Ia atencién las secuencias de poesia concreta (por ejemplo, pp. 224-232, 262 y ss., 372 yss.). ‘No se pueden analizar aqui en deta- lle; tan solo se mencionaa este res- pecto una espiral de circulos concentricos, constituidos por ef nombre repetitivo de Bolivar: “no veia sino, puramente, en tomo mio, yalmodo de cocuyos, las letras del nombre bailoteando vibrantes en cir- culos concéntricos, cual si firesen una culebra enroliada que no alcanzaba a moderse [sic] la cola, 0 acaso un tonel sin fondo, un pozo sin fin” (. 295), lo que puede leerse como simbolizacion de la presencia del nombre de Bolivar en la vida publi- ca, como monumento, nombres de colegios, universidades, hospitales, etc., pero también en discursos po- liticos y demas discursos oficiales.'” 12. En vista de estos y otros recursos estilisticos no me parece muy légico que esta novela figure entre las “novclas histéricas mds tradicionales” de las listas de Menton. Seymour Menton, La nueva novela histé- rica de la América Latina, 1979-1992, Mé- xico, Fondo de Cultura Econdmica, 1993, p. 26 41 Dos apreciaciones diferentes del discurso historiografico Despues de esta mirada mas bien superficial a algunos textos de la re- gién norteandina, y desde la pers- pectiva de este trabajo, quiero ana- lizar ahora mas detenidamente dos novelas histéricas de Venezuela; se trata de: Boves el urogallo, de Fran- cisco Herrera Luque," y Dofta Inés contra el olvido, de Ana Teresa Torres." La referencia extraliteraria es en el primer caso la época de las Gue- tras de Independencia, en el segun- do la historia de Venezuela desde 1715, que incluye también esta época. Afirmacion del discurso historiografico: Boves el urogallo El protagonista de esta novela es una figura histérica, José Tomas Rodriguez Boves, un emigrante es- pafiol de Asturias que a los quince afios llegé a Puerto Cabello. Fue condenado por contrabando a ocho afios de carcel, pero la sentencia fue transformada en destierro a un pue- blo apartado en los Llanos —Ia se- miéantica del nombre del pueblo, Ca- labozo, es bastante significativa— y 13. Caracas, Editorial Pomaire, Vene- 2uela, S.A., 1993 (1" ed, 1972). ila, 1992. 14. Caracas, Monte 42 alla Boves se hizo un prdéspero co- merciante y pulpero. Mas tarde fue un temible caudillo de las tropas rea- listas en las luchas contra Bolivar y el ejército patriota, y perecié en di- ciembre de 1814 en la batalla de Urica. Este escaso esbozo de la biogra- fia de Boves no deja entrever que éste alcanzé a ser un mito en la his- toriografia venezolana, demagnitud parecida a lade Simén Bolivar aun- que en el polo opuesto a esta gloria nacional: Boves entré a la historia de ‘Venezuela como la maldad, crueldad. einhumanidad personificadas, como el Enemigo sin mas ni mas. Esta imagen de Boves se encuen- tra también en Ja literatura. Arturo Uslar Pietri, por ejemplo, escribio en 1930 en Paris su novela histérica Las lanzas coloradas, que trata de las Guerras de Independencia en su fase mas violenta, 1813-1814. Los criticos estén de acuerdo con que ésta es la mas lograda de las cuatro novelas histéricas que escribié este autor venezolano (Frauke Gewecke, 1992).'5 La estilizacion ficcional de Boves, los sustantivos que lo carac- terizan como “Diablo”, “plaga apo- caliptica", “peste” (p. 83), sus titu- Jos “amo dela legion infernal”, “hijo del Diablo” (p. 168) confirman la 15, Arturo Uslar Pictri, Las fanzas co- loradas, \* ed., Madrid, 1931. En 1946 fue incorporada cn la serie Biblioteca Popular ‘Venezolana, Ediciones del Ministerio de Edu- cacién Nacional, yes la edicidn que se tiene en cuenta para este estudio Historia y Sociedad 41 imagen creada por la historiografia. oficial, mientras que Simon Bolivar aparece como figura luminosa (Ge- wecke, 1992, p. 178). Francisco Herrera Luque (1927- 1991), uno de tos numerosos médi- cos en la literatura —en su caso ci- rujano ypsiquiatra—'® que se hacen célebres en su segunda profesion de poetas 0 escritores, escribid toda una serie de novelas histéricas.!” Crono- légicamente aparecen en aquellos afios cuando la “nueva” novela his- totica en América Latina empezaba allegar asu auge, a saber, entre 1972 y 1991. Todas las novelas histéri- cas de Herrera Luque figuran—con razén—en la lista de Menton de las “novelas hist6ticas latinoamericanas més tradicionales” (Menton, 1993, pp. 15-27) ya que ninguna de ellas cumple con sus criterios desarrolla- dos para la nueva novela histérica.'* 16. Ver el esbozo biogrifico en Diceio- naria general dela literatura venezolana, t 1, 1987. También Arturo Uslar Pietri y Ana Teresa Torres pertenecen a este grupo de es- critores. 17. Boves ef urogallo (1972), En la casa del pez que escupe el agua (1973), Los amos del valle (1979), La luna de Fausto (1983), Piar, Caudillo de dos colores (1987), cuatro reyes de la baraja (1991). Antes de estas novelas, Herrera Luque habfa eserito algunos ensayos sobre los fundamentos an- tropolégicos del pueblo venezolano. 18. Como tinico criterio se encuentra el dela ficcionalizacién de una figura hist pero que por si s6lo no basta para constituir una “nueva” novela histérica, aunque para Menton no es necesario que se encuentren sus seis criterios en cada novela, Brigitte Konig Tampoco el séptimo criterio sugeri- do arriba (p. 3), el de cierta relati- vizacion del discurso historiografico, es valido para esta novela. Al contrario, Herrera Luque, le- jos de relativizar el discurso his- toriografico, lo confirma en varios elementos estructurales del libro, sobre todo en partes del Apéndice que sigue al texto de la novela y que consta de los capitulos Historicidad de los hechos, Notas marginates, Andlisis socio-psiquidtrico de la personalidad de José Tomis Bo- ves, Tabla cronolégica de José Tomds Boves, Glosario y Refra- nes y locuciones venezolanas. En el capitulo Historicidad de los he- chosnombraa las figuras ficcionales, explicando: “Salvo los personajes sefialados a continuacion, el resto de los nombres, por efimera que sea su mencion, corresponden a nombres de personas reales, ajustados en su quehacer a su tiempo, espacio y cit- cunstancia” (p. 295). Es decir que e] autor compara la historicidad de los personajes con Ja “historicidad de los hechos” —un primer indicio para su trato general de la historiografia. Las Notas marginales se tefic- Tena pasajes del texto marcados por cifras. En estas notas el autor identi- fica detalles de su novela biografica como “histdrico” (pp. 296-310, casi en cada pagina) o incluso “rigurosa- mente histérico” (ver pp. 296, 299, 305 yss., 309), sin explicar la dife- 43 rencia que hace entre “histérico” y “rgurosamente histérico”. Se en- cuentran también escalas como “ve- ridica” (p. 305), “me parece verosi- mil” (p. 298), y “no es inverosimil” (p. 298). Aunque, escribiendo una novela, dispone de toda licencia que le parezca util para su construccién literaria, Herrera Luque, evidente- mente, aspira a apoyar su version de la historia con toda una serie de tex- tos historiogréficos. Entre otros, menciona —aunque una sola vez (p. 306, nota margi- nal N° 83)-— al historiador German. Carrera Damas, quien en 1964 —es decir, ocho afios antes de la primera edicidn de la propia novela de He- trera Luque— habia publicado el andlisis Boves, Aspectos socioeco- nomicos de la Guerra de Inde- pendencia. Carrera Damas es pre- cisamente uno de los primeros historiadores que cuestionaron el discurso historiogratico vigente hasta la fecha (Carrera Damas, 1961). Enumeré una lista de doce caracte- Tisticas de la historiografia venezo- lana tradicional que casi puede ser- vir de catélogo negativo y muestra para los autores de la nueva novela histérica en América Latina.” Sin 19. “1) relativa pobreze tematica, 2) fuerte carga ancedstica, 3) muy escasa ela boracién conceptual ¢ inquietud filoséfica, 4) metodologia precaria y rudimentaria, 5) tenaz supervivencia de los ‘grandes nudes historiogréficos’, 6) releyacién de problemas basicos, 7) casi ninguna atencién presiada a cuestiones metodolégicas estructurales, 8) 44 embargo, la arriba mencionada nota marginal pone en evidencia que He- rrera Luque no entendié a Carrera Damas en su calidad de reformador, “descolonizador” del discurso impe- rante de la historiografia, sino que menciona la monografia citada arri- ba sin hacer explicito su discurso historiografico novedoso. El capitulo “Andlisis socio-psi- quidtrico de la personalidad de José Tomas Boves” contiene, bajo el ti- tulo de “Introduccion”, un claro ejemplo de la concepcién de fuen- tes histéricas y de textos historio- grdficos que tenia el autor: “El Ar- chivo General Militar de Segovia —como dice Bermudez de Cas- tro— ofrece material abundante y preciso para dibujar sin deformacio- nes la silueta moral de este hombre, y hasta reconstruir el diario de su vida” (p. 311). Nada parece indicar que Herrera Luque tome en consideracién fac- tores como el interés epistemoldgico del historiador, condiciones de pro- duccién de las fuentes u otras limita- ciones de la exploracin de la “ver- dad”. Por otra parte, se le puede atribuir el mérito de haber rela- lento y tortuoso desarrollo de la critica, 9) estrecha relacién con el poder publico, 10) desorbitado culto del héroe, 11) fuerte carga literaria, 12) excepcionales realizaciones ais- ladas”, en: Historia de la histaviografia ve nezolana (Textos para su estudio), German Carrera Damas (editor), Caracas; Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Ve- nezuela, 1961, p. XXII Historia y Sociedad 11 tivizado en cierto sentido el juicio imperante en la historiografia vene- zolana sobre Boves como personi- ficacion de crueldad y brutalidad: La Sociedad Bolivariana de Venezuela criticé indignada que Boves en el tra- tamiento que Herrera Luque le daal personaje “adquiere una aureolao atmésfera de simpatia irresistible o una sugerencia irradiante de admi- racién, con lo cual quedaria subver- tido el sentimiento patridtico de los venezolanos” (“Presentacién”, en: Herrera Luque, 1993, p. 12). Pero mucho tiempo antes de Herrera Luque, aunque en una argumenta- cién muy diferente, Carrera Damas, habia criticado la “burda concepcion seudo religiosa de un enfrentamien- todel bien y del mal en las personas de Bolivar y Boves” (Carrera Da- mas, 1972, p. 247), abogando por una nueva historiografia.” Carrera Damas atribuye el procedimiento brutal de Boves a condiciones es- tructurales del momento histérico. Herrera Luque, en cambio, ve dis- posiciones del caracter y las detalla 20. “No es el menor de fos resultados uno que se extiende por todo nuestro estudio y que condiciona su curso: una vez mas se pone al descubierta cuanto hay de artificio- 50, de torcido y de deleznable cn Ia histo- Fiografia venezolana sobre la emancipacién, ycuan necesario es impulsar al méximo inda- gaciones criticas que permitan poner al des- cubierto el fundamento firme necesitado por lanueva edificacién historiografica’, en: Ger- man Carrera Damas, Boves. Aspectos socio~ econdmicos de la guerra de indepeudencia, Caracas, Ediciones de la Biblioteca, Univer- sidad Central de Venezuela, 1972, p. 251 Brigitte Konig en el apéndice. El narrador de Boves el urogallo explica la conducta de Boves por humillaciones de parte de los mantuanos. Boves no habria lo- grado ser considerado por ellos como su igual (p. 30); en cambio, de parte de los indios y negros ha- bria experimentado amor y respeto (p. 87). A los mantuanos, por otra parte, el narrador los describe en su mayoria como individuos vanidosos, ridiculos, cobardes, soberbios 0 in- justos que maltratan a sus negros es- clavos. Esta cadena de argumentos demasiado simples esta presente en toda la novela y es la inica explica- cin de los sentimientos de odio y venganza de Boves y de sus accio- nes durante las Guerras de Indepen- dencia. Enel capitulo “Analisis socio-psi- quiatrico de la personalidad de José Tomas Boves” (pp. 311-323; Apéndice) Herrera Luque cita toda una serie de proposiciones de his- toriadores sobre detalles del carac- ter de Boves. Basa en estas citacio- nes sus Conclusiones diagnosticas (p. 317), segiin las cuales Boves fue- raparanoide.”' El objeto de este tra- bajo noes el de juzgara Boves como paranoide sanguinario (Herrera Luque, 1993, p. 317), por un lado, © producto de su tiempo (Carrera Damas, 1972, p. 248),” por el 21. Cit, Carrera Damas, quien censura la “carga psicologista de semejante vision de la historia”. Zbid., p. 247 22. “El andlisis histérico [...] pone en evidencia que las actitudes y dispasiciones 45 otro, sino el de estudiar el tratamien- to de fuentes historicas 0 textos his- toriograficos, y éste, en el caso de Herrera Luque, ha de ser calificado como positivista ¢ ingenuo. El texto mismo de la novela, es- crita en el estilo convencional de la escritura de la novela histérica “tr: dicional”, contiene, como ya quedé dicho, solamente uno de los crite- tios postulados por Menton para la nueva novela histérica de América Latina, a saber, la ficcionalizacién de una figura historica. Tampoco ofrece el criterio segin el cual Hans-Vilmar Geppert clasifi- ca aquellas novelas histéricas que se diferencian de los textos convencio- nales 0 triviales de este género: Geppert identifica en el analisis de numerosas novelas histéricas euro- peas —alemanas e inglesas en su mayoria— el llamado “hiato acen- tuado entre la ficcién y la historia” como caracteristica de la novela his- t6rica “otra” por el cual la diferencia, categorial entre los dos discursos es resaltada, haciendo al lector cons- ciente de esta discrepancia y sefia- lando asi el acceso hermenéutico al atribuidas a la personalidad de Boves apare- cen tan sélo como movimientos de adecua- cidn a condiciones objetivas que regian su accién y limitaban su libertad de determina- eign”. Carrera Damas, Zbid., p. 248. El narra- dor en Boves el urogallo —dicho sea de paso— en oposicidn a su creador se aproxi- ma por una vez a esta opinién: “El tiempo y la guerra lo han ido cambiando [a Boves] Ahora ni él mismo se reconoce. Se ha torna- do feral y despiadado”, (p. 145) 46 texto.” Herrera Luque, al contra- rio, no aspira a semejante lectura sino que trata de sumergir al lector en los sucesos historicos, aunque debido aciertos defectos estilisticos ydeficiencias técnicas de su narrati- va, no Io logra por completo. Aho- ra, se podria argllir que las cifras de Jas notas marginales en el texto in- vitan al lector a consultarlas, alejan- dolo asi de la ficcién y acercéndolo al discurso historiografico, con lo que el hiato entre los dos discursos quedaria acentuado. Sin embargo, esto seria mas o menos casual, pues segiin dice el autor en su “Adver- tencia” (p. 9), él queria mantener el discurso historiografico aparte del texto: “En un comienzo me asomé a &l [a Boves] con la metédica del sistematizador, pero me encontré de pronto impedido de hablar, por eso puse de lado lo que me ensefiaron y dejé que las ideas y las palabras, por ellas mismas, encontraran su for- ma” (la cursiva es mia). Es decir, que las referencias histo- riogr4ficas no estén concebidas como portadoras de la funcion es- tética de recepcién como la adseri- be Geppert al hiato acentuado entre la ficcién y Ia historia en la novela historica “otra”, sino que expresan el compromiso del autor con la fuen- te historica 0 el texto historiografico. Bien es verdad que Herrera Luque se refiere al discurso historiografico 23. Compérese el andlisis de algunas nuevas novelas histéricas com base en lacla- sificacion de Geppert en: B. Kénig, 1999 Historia y Sociedad 11 y ficcional cuando anunciaen la“Ad- vertencia”: “Esta es la historia veri- dica, fabulada y verosimil de José Tomas Boves [...]” (p. 9), pero al hacerlo no problematiza las diferen- cias categoriales entre los dos dis- cursos.” En resumen, hay que repetir que Herrera Luque ha relativizado el mito imperante de Boves en el sen- tido de que atribuye sus acciones a disposiciones psiquicas, es decir, que no confirma el mito en el sentido de una “plaga apocaliptica” (Uslar Pictri, p. 83); en cambio no cuestio- na el discurso historiografico ofi- cial,” no cuestiona el discurso del poder, del “centro”, en los términos de los estudios poscoloniales. Deconstruccién del discurso historiografico: Ana Teresa Torres, Doria Inés contra el olvido Laautora, psicoanalista profesio- nal como Herrera Luque, empezé a publicar textos literarios y ensayis- 24. Cfr, al contrario, Reinaldo Arenas: Esta es la vida de Fray Servando de Mier, tal como fue, tal como pudo haber sido, tal como a mi me hubiese gustado que hubiera sido”, en: El mundo alucinante, Caracas, Monte Avila, 1982, p. 11 25. En cambio, Juan Liscano no parece ver tal relativizacién: “[...J una leyenda dia- bélica cultivada por plumas vigorosas, des- de Juan Vicente Gonzdlez hasta Herrera Luque”, en: Panorama de la lireratura vene- zolana, Caracas, Alfadil Ediciones, p. 310. Brigitte Kénig ticos en 1990. Doria Inés contra el olvido, la segunda de sus novelas histéricas2* fue premiada varias ve- ces.’ La novela refiere sucesos his toricos entre 1715 y 1985. Un ana- lisis de la estructura textual revela varias secuencias narrativas desde diferentes perspectivas, por ejemplo: yo-narradora/perspectiva interior (p. 11), narrador auctorial/perspectiva. exterior (pp. 38 yss., 95-105, 117- 132, 134-139, 141-152, 155-164), narracién en segunda persona (pp. 133 yss.), figura reflectora/situacién personal (pp. 58-70).?8 Estas narra- ciones se introducen, estructuran 0 comentan por coloquios directos con diferentes personajes: “;Quic- res tu, Juan Rosario, saber de las tie- ras de Curiepe? [...] 6yeme bien porque tengo en los secretos de mi memoria toda su historia” (p. 77). “Volver a oir de él, Alejandro, pero por un tiempo me olvidaré de Joa- quin Crespo para seguir relatandote lahistoria de los vivos [...]” (p. 117). Esta dialogicidad es la caracteris- tica predominante de la novela. La narradora, una mantuana, sc expre- saenun discurso de fingida oralidad (Cir. Peter Koch y Wulf Oesterrei- 26. El exilio del tienspo (1990), Doita Inés contra el olvide (1992), Vagas desapa- riciones (1995). 27. También su primera novela obtuvo varios premios. Clr. detalle sobre su obraen Kohut, 1999, p. 415. 28. Chi. Franz K.Stanzel, Theorie des Erzithlens. Gittingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 1989. 47 cher, 1985, 1990; Ocsterreicher, 1996; Goetsch, 1985) sobre todo a su marido Alejandro y a Juan del Rosario, el hijo ilegitimo de su mari- do y de una esclava negra, al cual tenia que criar al lado de sus pro- pios hijos y le servia de paje. Igual- mente se dirige a otras personas, entre ellas reyes, dictadores y otras figuras histéricas, y esto con las mis- mas estrategias discursivas de inme- diatez que emplea en el coloquio imaginario con Alejandro y Juan del Rosario.” Esta contigiiidad inme- diata de los discursos relativiza e ironiza a personajes histéricos (Cf. Bors6, 1992). Inés habla desde el reino de los muertos, esta por encima de los tiempos y maneja espacios tempo- rales pasados también mas alla de sus propios 87 afios de vida. Lleva una especie de “coloquio espectral” de comunicaciones atemporales-si- multaneas, un “Geistergesprich”, pero no como lo concibio Friedrich Nietzsche entre singulares gigantes de la historia que comunican a tra- vés de los espacios y tiempos muy por encima del alboroto de los ena- nos que se mueven por debajo de ellos durante sus cortos periodos de vida (Cf. Nietzsche, 1977, p. 270), sino que los interlocutores pertene- 29. Para las estrategias discursivas de inmediatez, Cfi. Koch/Oesterreicher, Sprache der Nithe - Sprache der Distanz. Mandlichkeit und Schvifilichkeit im Spannungsfeld von Sprachtheorie und Sprachgeschichte, Roma- nisches Jahrbuch 36, 1985. 48 cen a estos mismos “enanos”, es decir, aquellos que la historiografia tradicional no toma en consideracion y por eso se encargan de la tarea de reconstruir su historia ellos mismos. Ademis, este coloquio espectral es unilateral ya que Dofia Inés no es- pera respuestas a sus numerosas preguntas e intervenciones. Ella asu- me el papel de sus interlocutores, tratando de recuperar su historia en este coloquio espectral unidimen- sional, como una “exploradora del pasado” (Pacheco, 1999, p. 128). Equipara su existencia y vida a la existencia y vida de su litigio. En este litigio lucha porterrenos y derechos: “{...]Ymicamente he podido seguir la cronologia de mi litigio, ypuesto que ha terminado, mi crénica llega tam- bién a su fin. Ahora soy un mucrto sin oficio y sin oidores y no me que- da otra compafiia que la de mis ca- daveres” (p. 239). La figura de Dojia Inés puede Ieerse como la alegorizacion de la historia: “tengo en los secretos de mi memoria toda su historia”, dice (p. 77), “la memoria, Dominguito, es mi baluarte” (p. 134), “yo soy puro re- cuerdo” (p. 238); podria decirse, entonces, no que la memoria es el baluarte de ella, sino que ella es el baluarte de la memoria y que ésta, sin ella, cesa, termina, se desvanece por “desmemoria” (p. 238), por fal- sificacién (p. 232) 0 por represién (p. 99) Historia y Sociedad 11 Esta memoria, sin embargo, para hacerse historia, ha de ser construi- da. Tarea genuina de la histoniografia es lade comprender la vida a partir de documentos, lo que significa practicamente, segin la narradora, una paralelizacién de vida y docu- mentos. Como Ia historia, la narra- dora quiere que se guarden los tes- timonios, “que mi voz, permanezca”, dice (p. 12). Repetidas veces califi- ca los documentos como garantia de lamemoria, del pasado, de la iden- tidad: “{...] yo los seguiré buscando [los titulos] porque tengo la volun- tad de que permanezcamos en la memoria” (p. 36). “[...] perdida en- tre los legajos que acreditan quién soy y cuanto posco [...]” (p. 58). Fundandose en los papeles que constituyen la cronologia de su liti- gio, Dofia Inés quiere llegar a una coherencia de sus memorias revuel- tas (p. 26). Sin embargo, estos pa- peles no estan cuidadosamente ar- chivados, catalogados y accesibles, sino que Dofia Inés tiene que bus- carlos en toda la casa, mirando in- cluso por debajo de camas y alfom- bras (pp. 12 yss., 17, 75, 111, 115 yss.), 0 los documentos estan tan bien guardados que estan perdidos para siempre (p. 16). Las fuentes, el fundamento de la historiografia, estan perdidas o dificilmente pueden encontrarse, Doiia Inés esta forza- daa buscar continuamente. Por otra parte, cuestiona el valor y la cantidad de los documentos. Brigitte Ktnig Corrige los testimonios en ellos ex- puestos: [.-] patrafias y mentiras todo lo que alegaste en tus escritos. (p.15). Este memorial te lo dirigi a ti, Felipe Ricardos, en 1752. Aqui leo en la tinta oscurecida: Los perjuicios y dafios irreparables que estén causando los dichos morenos, llegando el caso de impedir o contradecir las mis- mas labranzas que mis propios hijos pretenden hacer en las di- chas sus tierras. ;Pretendian ellos? Pretendia yo, yo era quien no les daba descanso para que continuaran en la lucha [...] (p. 31; cursiva en el original). Un facsimil del siglo XIX que nada prueba, un documento sin otro inte- rés que despertar Ia curiosidad de gente sin oficio [...] (p. 200; la cur- sivaes mia). Parodia o niega su valor: [...] y ade qué me sirve ahora el documento que atestigua la legitimi- dad de sus derechos en la propie- 30. Cf. De Toro: “La posteotonialidad no es excluyente, sino que incluye [...] lz interaccién de diversas series codificadas del conocimiento con la finalidad de desenmas- carar aquella que en el colonialismo y neocolonialismo habia sido insteurado como {a historia, como fa verdad irrefutable, como contradictorio e irregular”: “Postcolonialidad Y postmodemidad. Jorge Luis Borges o la periferia en el centro/la periferia como cen- trove! centro de la periferia”, en: iberoro- mania (44), 1996, p. 71. La “gente sin ofi= cio” son evidentemente los historiadores 49 dad de la hacienda? Mas papel para limpiarme la mierda, [...] (pp. 92 y ss.; Cfr. también p. 13). [...] gCrees ti que ahora servi- rian de algo las reales cédulas que esperabamos afio tras afio? Ahora es tierra de nadie [...] (p. 54). Ironiza la gran masa de corres- pondencia que Angel Rama traté bajo el lema de la ciudad letrada (Rama, 1984): Me voy a creer yo que ti te leis- te los escritos que cruzamos los negros y yo durante estos afios; con los que tengo aqui guarda- dos y los que reposan en el Con- sejo de Indias, debe haber sufi- cientes para empapelarte todo el palacio de Oriente (p. 42). Al final Dofia Inés constata que todos los papeles han sido intitiles y que la historia que dict al escriba- no, su historiografia de 270 afios, es igualmente en vano: [...] todo mi empefio ha sido crear una voz inutil, voz de ca- daver para oidos de cadaver, pero acaso la memoria sea la mas inutil de nuestras cualida- des [...] (p. 238). Esta historia la ha resumido el personaje Heliodoro Chuecos Rin- c6n, basandose en los documentos llegados asus manos (pp. 191-200). Ej es abogado, no un historiador profesional, solamente un “amante de la historia’, como se lo reprochan los historiadores profesionales (p. 50 192), de manera que su historiografia no se publica. Pero, en su tarjeta de visita, se denomina a si mismo “His- toriador-Abogado” (p. 189). Ha dedicado toda su vida a la historia de su pais (p. 193). Dofia Inés ironiza y cuestiona sus apuntes y el discurso historiografico en general: Uncronélogo vanilocuente con- setva los titulos de Dofia Inés y escribe la historia a su manera. Pues s6lo me faltaba eso, que tuviera que esperar la aproba- cién de Heliodoro Chuecos Rin- cén para estar segura de lo que vieron mis ojos. [Estuve] escu- chando a ese necio contar mi historia como Je da ia gana, y revolverme las tripas diciendo tentiras infames (pp. 201 y ss.). Dojia Inés critica también a his- toriadores ¢ historiografia profesio- nales y no encuentra en ellos ningu- na explicacion para los sucesos posteriores a 1846, que aellase le presentan como una sola “agitacion indescifrable” (p. 92), Igualmente se cuestiona la ensefianza de la historia que constaria de “fragmentos de la historia patria” (p. 209) sin ninguna relevancia para—en diccién pos- colonial— los “periféricos”. Al con- trario, los relatos histéricos narra- tivos, sobre todo orales, serian mas veridicos: Sin embargo, su admiracién no tenia limites al escucharlo recor- dar los sucesos que a su vez habia escuchado a otros; le pa- recfa que aquélla sf era Ja histo- Historia y Sociedad 11 ria verdadera, no la que habia recitado de nifio para su maes- tra, Ernestino narraba como si él en persona hubiera vivi- do los fragmentos que deseri- bia, como si él fuese protago- nista de tantos acontecimien- tos. (p. 210; la cursiva es mia.) Este es el discurso de la historia novelada que quiere revivir sucesos pasados con diferentes fines y acer- carlos tanto al lector que éste se sienta parte de ellos (Aust, 1994; Lukécs, 1955). Pero no solamente el discurso historiografico, las fuen- tes ysu ensefianza en la escuela que- dan ironizados, sino también la his- toria misma, sobre todo la historia patria: Los procesos de disolucién de la colonia y las aspiraciones de los criollos a la independencia que- dan resumidas en un juego de pala- bras: “[...] los mantuanos estamos de 1a Corona hasta la coronilla”. (p. 43) Otros temas de la historia venezola- nay europea se comentan acortan- dolos ironicamente: “Han ocurrido sucesos de mucho interés para los franceses, y hasta los negros préfu- gos de Haiti les han contado a los nuestros que en Paris se guillotinaa las reinas y que ahora se dice /i- bertad, igualdad y fraternidad”, (p. 45). Se inventa el liberalismo, asi como el legalismo, la dictadura, la democracia, negando o ironizando con la sola palabra todo desarrollo histérico: “Inventaron el liberalismo, Brigitte Konig Alejandro, lo invento un sefior que se llamo Antonio Leocadio Guzman” (p. 91). “No dio resultado el libera- lismo, Alejandro, y tuvieron que in- ventar la dictadura” (p. 107). “Tam- poco dieron resultado las dictaduras ytuvieron que inventar la democra- cia[...]. Lainventé un sefior que se Nam6 Romulo Betancourt” (p. 182). Dojia Inés se aprovecha del ver- bo inventar incluso para ironizar y cuestionar la Emancipacion, concep- to santo de la historiografia inde- pendentista: “Fue enestaaldea, Ale- jandro, donde América invento la emancipaci6n, y ahora puedo decirte que somos cadaveres emancipados” (p. 74). ¥ utiliza el verbo inventar también para introducir una metéfo- ra que parodia el estado de Vene- zuela: “[...] ese truco del legalismo que ha inventado [Antonio Leocadio Guzman] para ser duefio de esta gran hacienda que es Venezuela” (p. 108). Hasta los reyes y arzobispos, hé- roes y caudillos se ven reducidos, desmitificados 0 ridiculizados: con familiaridad irrespetuosa o burla des- defiosa Dofia Inés se dirige a Felipe V (pp. 21 yss.) ya Carlos Ill (pp. 40 yss.), ironizando asi los titulos de honor; la contigtiidad de tratos altos y bajos funciona como decons- truccion del mito del personaje his- t6rico. De manera sareastica, Dofia Inés cuestiona al arzobispo de Ca- racas, Narciso Coll y Prat, y sucon- ducta durante las guerras de inde- 51 pendencia, 1810-1814; predice al “gran tedlogo” (p. 54) que se le re- cordara para siempre como una de las causas de la pérdida de la pri- mera Republica, “Bienvenido a la historia” (p. 54), lo saluda Dofia Inés. Simén Bolivar no aparece como el héroe victorioso de grandes batallas y Libertador, no es el gran protago- nista de Ja historia venezolana y lati- noamericana, sino “enfermo y mas triste que un ciprés, porque no ha- bia manera de gobernar en este fan- dango” (p. 92). Esta breve descrip- cién del estado del luchador por la independencia puede pasar como resumen del argumento fundamen- tal de El general en su laberinto (Garcia Marquez, 1989). Bl tama- fio de un personaje “singular”, deun “gigante” de la historia mundial (Nietzsche, 1977, p. 270) queda re- ducido a normales dimensiones hu- manas. Parecida funcién ejerce la presentacion del autécrata Antonio Leocadio Guzman, quien domind durante dos décadas la politica ve- nezolana (H.-J. Kénig, 1992, p. 613): Dofia Inés se reficre a él como “ese sefior” (p. 91), caracteriza sus discursos politicos como “prédica necia yretorica del chupatintas de Antonio Leocadio” (p. 94), yal enu- merar sin comentario los titulos que Guzmén en parte se habia conferido asimismo: “autécrata civilizador”, “regenerador de Ia patria”, “ilustre americano” (p. 108; verH.-J. Kénig, 1992, p. 618), los ironiza sarcasti- camente. De la misma manera ob- $2 serva Dofia Inés, personificacién de la historia omnividente, a Joaquin Crespo y desdefiosamente le dala bienvenida a este “mulato barrigén” y “muerto triunfante” después de su muerte en una batalla contra José Manuel Hernandez. Describe con lujo de detalles el proceso de putre- faccion de su cuerpo, la preparacion del cadaver, las medidas decorati- vas ycosméticas para la exhibicion del héroe muerto (pp. 109 y ss.), distorsionando y reduciendo asi la figura del General. Contrastan con estos detalles repugnantes los nume- 1080s titulos oficiales que le fueron otorgados a Crespo: “Héroe del Deber Cumplido”, “el dos veces Presidente de la Republica” y otros (pp. 112 yss.). Juan Vicente Gé- mez, uno de los mas crueles dicta- dores de la historia de América La- tina (por ejemplo, Izard, 1996, p. 664), alos 26 afios de tirania murid de nefropatia. Dofia Inés se apro- vecha de esta muerte para ridiculi- zat a esta figura de terror. Relataa su marido Alejandro en el offde la historia que durante varios dias la poblacién venezolana contenia la respiracién a la espera del aconte- cimiento salvador, de la“meada tras- cendente” del Benemérito. Pero no sucedid; el dictador se murid, y la poblacién casi no lo podia creer: Pero se murid de verdad. Lo Ilo- raron sus ciento diecisiete hijos y sus veintitrés mujeres, lo Ho- raron sus diez mil caballos y sus cincuenta mil vacas, lo lloraron Historia y Sociedad 11 sus dieciocho haciendas y sus treinta y dos hatos, pero no lo lloré mas nadie, porque cuando todo el mundo estuvo seguro de que se habia muerto, lo decla- raron dictador y le quitaron el titulo de Benemérito [...] el pais se puso de fiesta. Abrieron las cArceles y parecia que habia mas gente adentro que afuera [--] @. 167). Se ironiza también a Marcos Pé- rez Jiménez (pp. 173, 178), Rafael Caldera (p. 191) y Romulo Betan- court (p. 205), se ironizan factores estructurales de la historia venezo- lana como la reforma agraria (p. 205), la construcci6n y ruina del fe- rrocarril (pp. 110, 198) yel petré- leo (pp. 139, 151). Mientras Ia historia privada de los “enanos” nietzscheanos es relatada desde una posicion simpatetica, practicamente Ja totalidad de la historia oficial de ‘Venezuela y la historiografia quedan enridiculo. El andlisis del texto Dojia Inés contra el olvido revela que Ana Teresa Torres escribe desde una posicin poscolonial, si se parte del criterio de la relativizacién del dis- curso historiografico, incluso de la rebelion contra el mismo y la histo- ria “oficial”. Sus textos —-en espe- cial el estudiado en este trabajo— cuestionan discursos imperantes (De ‘Toro, p. 68) y escenifican la simul- taneidad conflictiva de modos de enunciacion en la sociedad, subvir- tiendo los discursos del poder, y Brigitte Kénig esto, en las palabras de Joan-Elies Adell, “en rebeldia contra la com- prensién pasiva y la aceptacién re- signada de lo recibido como heren- cia”. Tal literatura puede otorgary ejercer poder “a través de la afir- maci6n de nuevos significados sub- versivos” (Adel 1998, pp. 34yss.). Ademias de sus estrategias de cri- tica discursiva, los autores posco- loniales se proponen dar la palabra alas voces marginales.*' Lo reali- zan en una constelacion donde ellos representan al centro, mientras se ocupan de Ja periferia. Sin embar- go, se esfuerzan por acercar la peri- feria al centro o, en otras palabras, de ponerse a su lado, dandole ala periferia voz y voto.* Un ejemplo en Doata Inés con- tra el olvido es la narraci6n de la Emigracion, la retirada de 20.000 personas de Caracas que huyen de las tropas de Boves bajo el mando 31. Hugo Achiigar ilustra e! problema con un dicho afticano: “Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las histo- rias de caceria seguirén glorificando al caza- dor”, en: Santiago Castro-Gémer y Eduardo Mendieta, Op. cit., p. 271 32. Achiigar ejemplifica esta posicién con una anéedota brasilera: Un hombre cuenta 4 su amigo su aventura con una onza, Repe- tidas veces, al amigo lo interrumpe. Al final pregunta, enojado: “Voce é amigo meu ou da onca?” Achigar comenta: “Lo que se agrega es la posicionalidad del intelectual que, sin pertenecer al ambito de los oprimidos leo- nes, sc ubica a sui lado y toma, si no una identidad prestada, al menos si una concien- cia de onza prestada”. /bid. 53 de Simon Bolivar (Torres 1992, pp. 58-70). La emigracién que sc puso en marcha el 7 de julio de 1814.con. direccion a Barcelona se trata con relativa brevedad en la historiografia, en comparacion con las descripcio- nes extensivas de las batallas (Cf. Baralt, 1939, t. 1, p. 279 yss., Vi- cente Lecuna, 1956, t. L, pp. 332 y ss., Mijares, 1969, pp. 268 y ss.), pero pertenece a los episodios que han llegado a formar parte del dis- curso independentista, Para dar un ejemplo, Lecuna la trata para dis- cutir su calidad estratégica como “re- tirada”, “fuga”, “emigracién” porun, lado, 0, por el otro, como marcha impuesta por Bolivar (Lecuna, pp. 331 yss. Herrera Luque la describe tam- bién desde una perspectiva exterior y la utiliza, entre otras cosas, para repetir el cliché del Bolivar heroico (Herrera Luque, 1993, pp. 211, 235, 248 y ss., 252; igualmente Mijares, p. 269), Ana Teresa To- rres relata el episodio desde su inte- rior y no enfoca a los soldados y héroes sino a dos mujeres, a la mantuana Isabel con sus hijos ya su esclava negra Daria. El poder discursivo y Ja simbolizacion de la historia nacional es transferida a mujeres; las mujeres abandonan la periferia y se posicionan en el cen- tro para corregir las versiones ofi- ciales (Gonzalez Stephan, 1999, p. 121). Las dos mujeres experimen- tan en la estrechez de la carreta una cercania nunca conocida entre ellas, 54 ladistancia social y la jerarqufa que- dan suspendidas (p. 59). Con fa dis- tancia creciente de Caracas las dos mujeres sufren una metamorfosis: Daria, la esclava negra, gana nue- vas fuerzas a medida que se acerca al clima familiar de Barlovento, mientras Isabel, la mantuana, con la pérdida de las condiciones de vida acostumbradas parece perderse asi misma (p. 62). Cuando hordas rea- listas atacan a los fugitivos y Cefe- rino, un negro a quien Daria conoce desde su infancia, quiere violar a Isa- bel, Daria se lo impide verbalmente. La mantuana depende del poder discursivo que la esclava ejerce so- bre el hombre. Esta inversién total de las relaciones del poder parece simbolizar la inversién del poder discursivo de la historiografia oficial. Tanto el episodio de la Emigracion como el texto entero de Doria Inés contra el olvido se rebelan también contra el canon masculino de lano- vela histérica. Beatriz Gonzalez Stephan constata que: [...] estas obras no incursionan en la historia de los grandes acontecimientos, sino en la his- toria cotidiana, menuda, intras- cendente: son asi pues novelas hist6ricas dentro de un nuevo concepto postestructuralista y deconstructivo de la escritura de la historia (p. 125). Los ejemplos analizados aqui pa- recen confirmar: que este nuevo con- cepto posestructuralista y decons- tructivo forma parte del discurso Historia y Socledad 11 descolonizador en la nueva novela histérica latinoamericana. Bibliografia Achiigar, Hugo (1998), “Leones, ca- zadores e historiadores. A prop: sito de Ja memoria y del conoci- miento”, en: Santiago Castro- Gomez y Eduardo Mendieta, eo- rias sin diseiplina. 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Madrid, 1931) Vargas Llosa, Mario (1984), Histo- ria de Mayta, Barcelona, Seix Barral La humanitas como universitas en el Mediceve Resumen Gonzalo Soto Posada Elarticulo intenta mostrar como en los origenes de fa universidad en el Medioevo, se configura un proyecto humanista como esencia del que- hacer universitario; no se trata Solo de dar cuenta del saber hacer, sino y ante todo, del saber pensar (contemplacién) y del saber vivir bien (ética y politica), Sin la humanitas de [a contemplacién y sin la ética como una estética de la existencia, la universitas cs mera racionalidad instrumental, mero uti-usar que no permite el frui-deleitarse como gozo de la verdad y deleite de la bondad. Este fiui-fruicién es el sentido de la vida académica que, por ello y sélo por ello, puede informar formando, instruix educando, usar gozando, buscar enseftando, investigando y sirviendo. Sin estas condiciones humanistas, la universidad medieval hubiera sido un mero instrumento del haces, sin él poder del pensar y del obrar. Palabras clave: Humanitas, contemplacién, cuidado de si, formacion, medioevo, universidad. 1. El nombre Parece haber sido tomado del Jenguaje juridico de losromanos. En- tre éstos, universitas significaba una comunidad o asociacién, un colegio cuerpo constituido con miras aun fin determinado, en el Medioevo si- gue teniendo este sentido de gremio corporacion, y se aplica a todo cuer- po asociativo dedicado a un oficio, por ejemplo, la universitas merca- torum © gremio de los mercaderes. Pero el nombre fie reservado pre- ferentemente a la corporacion que formaron desde fines del siglo XI los maestros y alumnos de las es- cuelas de Paris. Asi, hacia cl afio 60 1208, una deeretal de Inocencio II mandaba a todas los ‘“‘doctores en teologia, derecho y artes liberales”, que residian en Paris, volver a reci- bir en su universitas a cierto maes- tro que ellos habian excluido. En 1221, lacorporacion de maestros y estudiantes es reconocida como una persona moral yjuridica. Su nom- bre se hace ya clasico: wniversitas magistrorum et scholarium. Unido a este nombre aparece el de siudium o studium generale, que designaba el conjunto de los cursos, la universalidad geograficae intelectual de la corporacion. Por ello, uniendo ambos nombres, ame- diados del siglo XIII (en Oxford desde 1252; cn Paris, desde 1261), la palabra universitas significd, por un lado, el gremio de los dedicados al oficio de ensefiar y aprender, por elotro, el conjunto de las ciencias, launiversalidad de los conocimien- tos, una enciclopedia de los diver- sos ramos del saber. Estas precisiones semanticas tic- nen en Las Partidas de Alfonso X unas concreciones muy significati- vas, en especial el capitulo XXX] de la Partida 2. Alli se determina que “estudio es ayuntamiento de maes- tros o de escolares que es fecho en algun lugar con voluntad e entendi- 1 miento de aprender los saberes”. 1. Citado en Enciclopedia Universal Mustrada Europeo Americana, “Universi- dad”, t. 65, Madrid, Espasa-Calpe, 1929, p. 1158, Historia y Sociedad 11 Asimismo, se estatuye que “de buen ayre, ¢ de fermosas salidas debe ser la villa do quisieran establecer el es- tudio, porque los maestros que muestren los saberes ¢ los escola- res que los aprendan vivan sanos en él, o puedan folgar, ¢ recibir placer en la tarde cuando se levantaron cansados del estudio”.* Es que la actividad de los estudiantes no es otra que “e que finquen sosegada- mente en sus posadas, e que punen estudiar e de aprender, e de hacer vida honesta y buena”. Por otra parte, el maestro medie- val de las etimologias, Isidoro de Sevilla, ya les habia proporcionado a los maestros y alumnos de los si- glos XILy XIIL un bagaje lingiiisti- co para comprender desde la her- menéutica de la etimologia, surazén de ser. Magister (maestro) deriva de maior in statione; cs asi “el que es mayor en un lugar”, pues en grie- go steron significa lugar* Alumnus (alumno) to deriva el santo de alere (alimentar, nutrir); es asi el que es alimentado ynutrido por el que ali- menta y nutre, el magister, que como también es alimentado esa la vez alumno.° En relacién con estas etimologias aparece “Paedagogus: el que tiene a su cargo nifios. Se trata de un nombre griego y compuesto a Citado en Ibid. 3. Citado en Ibid. 4. Etimologias X, 170. 5. Etimologias X, 3. Gonzalo Soto Posada partir de las funciones que con ellos desempefia, a saber, orientarlos y refrenar las malas inclinaciones pro- pias de semejante edad”. Estas consideraciones nominales nos indican que la universitas es, en su mediacidn simbélica como sig- no que hay que interpretar, Auma- nitas, cuidado y cultivo de saberes on funcién ético-estética: hacer de Ja vida una obra de arte. Es que los medievales han leido a Séneca y de él han aprendido que la tarea de los maestros no es ensefiar a discutir, sino a vivir y la tarea de los discipu- Jos no es cultivar el ingenio sino el alma, de modo que en su mutuo con- tacto cada uno retome a su casa o mis sano o mas sanable.” De ahi lo del ya citado obispo scvillano para entender categorias como humanus, humanitas: “humano, que siente hacia los hombres amor y compa- sin. De aqui deriva humanitas por Ja que nos ayudamos unos a otros”.* Unalumno-profesor universitario del siglo XII, Tomas de Aquino, no es ajeno a estas consideraciones, En su Summa Theologiae, cuando se ocupa del Aomo-humanitas, entre muchas consideraciones, hay una que queremos traor a colacién y que tiene que ver con lo que estamos 6 Etimologias X, 206. 7. Cit. Cartas a Lucitio, 108. Etimologias X16. 9 1-2, 4.1, 8:4. 3.8 ad 2; 2-2, q 39,2 ad 2. 61 planteando. Homo-Hombre puede ser dicho de dos modos, el primero es el hombre como persona indivi- dual; el segundo, el hombre como miembro de alguna comunidad; en ambos casos le competen activida- des especificas; como persona indi- vidual sus actos brotan de él mismo yde supropio albedrio; como parte de una colegialidad, no brotan de si mismo y de su arbitrio, sino de la propia comunidad, ya tal punto que lo que hace Io ejecuta como parte de ese todo, es que la comunidad se considera, como un solo hombre, de modo que sus diversos miembros y sus diferentes oficios, son como los diversos miembros de un cuer- po natural. Esta doble connotacién del homo introduce un elemento de p6lemos-contrariedad en la univer- sidad misma: la tension entre las par- tes y el todo, el individuo y la cor- poracion, hasta tal punto que dicha tension se erige en sus comienzos medievales: huelgas, franquicias, ex- pulsiones, anatemas, enfrentamien- tos entre directivos y claustros. elec- cién de rector, fueros universitarios, relacion con los poderes civiles y eclesiasticos... son motivados por- que el maestro-alumno es individuo ycolegial. Esta oposicién es la ma- teria, la forma, la causa eficiente y la causa final de la wniversitas y su humanitas. Es que el hombre, en ese delicioso lenguaje teolégico me- dieval, esta untado de finitud desde el mito de la caida; este mito lo con- vierte en serpiente hermeneuta y sus 62 actos lingiiisticos producen vidao muerte, verdad y engafio, alegria y dolor, Babel y Pentecostés, paz y guerra, didlogo y monélogo... La universidad es la puesta en escena de esta condicion de la Aumanitas como serpiente hermeneuta: esta- mos tocados de labilidad y la con- dicién humana es la lucha entre los caballeros de Dios y los caballeros de Lucifer, tal como los medievales universitarios habian aprendido de la Ciudad de Dios del nacido en Tagaste. 2. Elmacimiento Como todo origen, el nacimiento de la universidad ha sido objeto de polémicas y de tesis encontradas. Para unos, su cuna se remontaa las escuelas egipcias, para otros, alas escuelas griegas y romanas; para otros, a Carlomagno y a su conse- jero espiritual Alcuino; para otros, a Jas artes liberales tal como las confi- guraron griegos y romanos; para otros, a las escuclas episcopales y monasticas del alto Medioevo; otros acuden a las escuelas arabes del Is- lam occidental... Sin embargo, hoy se ha impuesto una tesis: la Univer- sidad es una creacion del siglo XIL. Hay muchas razones para ello. Solo traemos a cuento dos. La primera esel surgimiento de los gremios de- bido al renacimiento urbano y co- mercial del siglo XII. Las ciudades dejan de lado Ja organizacién feudal Historia y Sociedad 11 en érdenes (oratores, bellatores, laboratores) y se da un modelo so- cial, econémico, politico y cultural con base en los oficios. Uno de es- tos oficios es el saber. Por eso, al surgir, la universidad es el tereer poder medieval frente al Sacer- dotium (el papado) y el Regnum (principes y emperadores). Su fun- cién vaa ser la proparacion de pro- fesionalcs sabios (tedlogos, aboga- dos, canonistas, médicos...) quecon su saber cumplan una funcion clave en la estructuracion de los saberes mismos y dela sociedad. La segun- darazon tiene que ver con la estruc- tura misma de la universidad. Esta se impone una disciplina comin y unos deberes reciprocos a estudian- tes y profesores. De ahi su organi- zacion, las facultades, los titulos, los examenes, la elaboracion y defensa de las tesis... Ello no existia antes en la Edad Media anterior. E] monje que ensefiaba en una escuela catedralicia o monacal no requeria ningiin titulo ni haber cursado nin- gin ewrriculo. Ahora se exige titulo yasistencia fijaa unos cursos. Todo este andamiaje tiene que ver con el hecho de ser un gremio 0 corpora- cion que desde esta instancia fija unas reglas de juego para pertene- cera él. Hemos entrado en el mun- do de lacompetencia y cualificacion, no de las herencias feudales ni nobiliarias. De ahi que en un princi- pio, la universidad sea un factor de movilidad social, no de élites, como en su evolucién posterior. Gonzalo Soto Posada Con base en estos factores, apa- recen dos paradigmas de universi- dad: Paris y Bolonia. La primera, que dirige el pensamiento especula- tivo y teolégico medievales, es una. corporacién de maestros. La segun- da, motora del pensamiento juridi- co, es un gremio de estudiantes. Es- tos paradigmas explican por qué siempre ha sido problemitico esta- blecer las relaciones de poder den- tro de la universidad, no sdlo en su nacimiento sino en su evolucion. De ahi los multiples estatutos ysucom- picja elaboracién desde sus ori- genes. De esta genealogia queremos re- saltar dos aspectos: el paso de los érdenes feudales (oratores, bella~ tores, laboratores) al de oficios, como nueva organizacidn politica y social y la formacion de sabios en los saberes que la primigenia univer- sidad sirve: artes, teologia, derecho ymedicina. Comencemos con los oficios. El mundo griego, romano y feudal siempre miré con malos ojos los oficios y el bios poietikos; son trabajo servil y feudal, no de hom- bres libres dedicados al bios theo- retikos, ala oracion y a la guerr: de ahi las relaciones de esclavitud y de servidumbre; cuando en el siglo XTi se produce el renacimiento ur- bano y comercial, la ciudad se or- ganiza en gremios, y en las nuevas relaciones citadinas cada gremio ejerce un oficio; uno de estos ofi- cios es el de ensefiar y aprender, tan noble como el de mercader, artes: 63 no, cantero, constructor de catedra- les, navegante, carnicero, panade- ro... Las relaciones serviles comien- zan a tambalearse y el oficio determina la estructura de la ciudad. Por eso, la universidad es un feno- meno urbano, no rural; comenzamos aasistir a la urbanizacién del cam- po, dejando de lado la ruralizacién de la ciudad propia del esclavismo y del feudalismo. Un argumento de autoridad para valorar los oficios lo tenia el gremio universitario en el Hispalense y sus Etimologias. Cuando aborda la etimotogia de faber nos dice: Lu] el faber (herrero) ostenta un nombre derivado de su tra- bajo sobre el hierro (ferrum). A partir del nombre faber comen- 26 aaplicarse la denominacién de fuber y fabrica a diferentes oficios manuales, aunque con la adicién de un determinante que especifique la clase concreta de oficio, por ejemplo, faber lig- narius (carpintero).!° Como se ve, no hay ningtin des- precio por los oficios, no sin anotar que Isidoro vive entre el siglo Vly VII, lo que canénicamente ha sido denominado como transicién del esclavismo al feudalismo, el homo sapiens es una manera de ser homo faber. Tan radical es esta valoracion isidoriana de los oficios que cuando se ocupa de la etimologia de officium acota sin ambages: “el tér- 10. Etimologias XIX, 6.1. 64 mino officium deriva de efficere (realizar), como si se dijera efficium, cambiando una letra para embelle- cer la palabra, o tal vez porque el que antes bien a todos aprovechz Eloficio de profesor-alumno es asi bello y provechoso. La segunda especificacion en es- tos origenes de la universidad es la formacién de sabios en diversos saberes. Expresiones como doctus, doctor, disertus, eruditus, sapiens, magister... son usadas por la cor- poracién universitaria para referirse asus tareas formativas. De nuevo el obispo de Sevilla ie sirve para darle colorido semantico a estas catego- rias. Disertus es el hombre docto, palabra derivada de Dissérere (di- Seriar), pues diserta siguiendo un orden.’ Doctus deriva de dicere y docere: dice ensefiando y ensciia diciendo."* Doctor, como si se dije- ra dictor, el que desde el decir en- sefiando se hace docuus. Eruditus, porque no es rudis (rudg) sino doctus (sabio)."* Sapiens, deriva de sapor (sabor); porque asi como el gusto es apropiado para discernir el sabor de los alimentos, asi el sabio se halla capacitado para apreciar las cosas y sus causas, conoce cada una de ellas y las enjuicia con criterio de verdad, a diferencia del insipiens (ignorante), que no tiene sabor por IL. Etimologias VI, 19, 1 12. Etimologias X, 65 13. Etimologias X, 65 14. Etimologias X,81 Historia y Sociedad 11 su falta de criterio y sentido.’ Muy bien sintetiza Lodos estos sentidos, quicn fuera alumno y profesor en Paris, Tomas de Aquino, cuando piensa la tarea del doctor la concre- ta en aliis tradere contemplata (en- tregar a los otros lo estudiado);'* para ello debe empadronarse de la doctrina a través del estudio de las disciplinas. Este empadronamiento conlleva para el Aquinatense una re- lacién entre scientia, disciplina, opinio. La scientia (ciencia), es la asimilacién del entendimiento a la cosa sabida (scire), gracias a los conceptos como formas inteligibles, que son una adecuacion con lacosa entendida;” esta operacién se hace principalmente por invencién o por contacto con la tradicién o con la doctrina, que nos permiten agarrar los conceptos de los saberes;'$ la invencion es la investigacién y la doctrina es el acto de aprender lo dado por la tradicion, contra ello se yerguen obstaculos epistemoldgicos, indisposicién, ocupaciones (nego- tium) y pereza;'° incluso, la ciencia se puede perder por cuatro razones: por pérdida de la razon, por corrup- cin del sabio y de lo sabido, en 15, Etimologias X, 240, 16. Summa Theologiae 1. Prol; 189, Lad 4 17. Summa Theologiae 1-2, q. 14,2 ad2 18, Summa Theologiae Iq. 117. le. lo; 3.q.9,4ad! 19. Summa Theologiae |-2. q. 61.5 ad 3:2-2.q. 2. de: q. 172. 3 ad 2. Gonzalo Soto Posada cuanto por una falsa argumentaci6n se es desviado de la verdad y por olvido de lamemoria.” La discipli- na es larecepcién del conocimiento por parte de otra persona, sin esta recepcién no es posible la ciencia;" esta acotaciGn tomista coincide con Jaetimologia isidoriana de disciplina y scientia: “El término disciplina iomé su nombre de discere (apren- der). De ahi que pueda también lla- marse scientia (ciencia), seire (sa- ber) deriva de discere (aprender) ya que nadie scit (sabe), sino el que discit (aprende)”.” Este saber- aprender puede darse por revelacion divina: las Sagradas Escrituras para la universidad medieval, por certe- Zas en tanto principios y demostra- ciones, es la ciencia como conoci- miento de las cosas por sus causas yprincipios en tanto fundamentos, y por las conjeturas de los signos como sefiales que dan qué pensar, es la opinién como verosimilitud y probabilidad,” prefiada de dudas y temores, con aires de saber lo que no sabe.”* Mas en medio de estos juegos etimolégicos, el Aquinatense opta, para efectos del saber-aprender- 20. Summa Theologiae 1, q. 89, Se 21. Summa Theologiae 1-2, 4.4, 1¢;2- 2,q. 189, Ladd. Eximologias I. 1 Summa Theologiae 1-2,q. 112, 5¢. 24, Summa Theologiae 1,q. 79,9 ad 4, 2-2,q.1,4e:q 2, leet Dad 2, q. 63, 3e . Btimologtas II. 24, Is 1, 1-3. 65 ensefiar, por el paradigma del Esta- gitita y su taxonomia de los saberes- sophia-sapientia, episteme-scien- tia, nous-intellectus, techne-ars, phronesis-prudentia. La sabiduria es el conocimiento de las cosas des- de sus causas primeras; la ciencia es la diversificacion de la unidad dela sabiduria, segiin los diversos géne- ros de cosas, diversificacion que crea diversos habitos cientificos; e] enten- dimiento es la intuicién de los pri- metos principios en tanto evidentes ypercibidos instanténeamente, ori- ginando el hdbito de los principios; el arte es la razon recta de algunas obras que deben hacerse (facere) convirtiéndose en un habito produc- tivo; la prudencia es el obrar ético (agere) en tanto pone en relacion medios y fines para que la obra sea virtuosa desde la rectitud de la vo- luntad- 3. Las facultades Estudiantes y profesores de de- terminada disciplina se reunieron para determinar las reglas de juego en su ensefianza y aprendizaje. Tal fie el origen de las facultades. En un principio fueron corporaciones en miniatura dentro de la gran corpo- racién universitaria. Asi se juntaron dos sentidos. Por una parte, el gre- mio de los consagrados a estudiar 26. Summa Theologiae 1 34 -2,.g. 37,2, 66 cierta disciplina; por otra, el objeto particular de la ensefianza, el saber especifico alli cultivado. Tomando como paradigma la uni- versidad de Paris, la que pronto se convierte en el punto de referencia dela nueva institucién, cuatro facul- tades la componian. La primera era la facultad de teologia, sacra theo- logiae facultas. Era la reina de los saberes y de la universidad misma. La segunda era la facultad de artes, artes liberales, donde se ensefiaba el rriviwm y el quatrivium, puerta de acceso a las demas facultades. De ahi su nombre: praeclara ar- tium facultas. La tercera era la fa- cultad de derecho o de decretos, constantissima juris canonici facultas. La cuarta era la facultad de medicina, jaculias saluberrima. Sin embargo, desde sus comien- zos, hay universidades que se con- vierten en el foco de determinado saber. Montpellier se erige en Ia escuela de medicina por excelencia. Bolonia y Orleans son célebres por el derecho. Paris lo es por la teolo- gia y la filosofia, que surge de la fa- cultad de artes. Tolosa, Oxford y Salamanca se distinguen por sus fa- cultades de teologia. Hay que observar que, ademas de este sentido corporativo y sapiencial, esta organizacién respondia también aconsideraciones epistemoldgicas. Con estas cuatro facultades se daba cuenta de los pilares de la cultura, el saber, el creer y el poder. Asi mis- Historia y Sociedad 11 mo, los objetos del conocimiento: Dios, hombre y mundo, venian abarcados como una totalidad en- volvente. Es el sentido enciclopédi- co que ya anotamos y que ctimolé- gicamente se encierra en la misma expresion universitas: unidad en la diversidad, una desplegada en mu- chos saberes. 4. Las naciones Desde un comienzo, sobre todo en la facultad de artes, la mas nu- merosa por ser la via de acceso a las demas, los estudiantes tomaron la costumbre de agruparse por re- giones 0 paises de origen. Estos agrupamientos tomaron el nombre de naciones, subdivididas a su vez en provincias. Los estudiantes fran- ceses formaron la nacién de Fran- cia, honoranda Gallorum natio, con sus cinco provincias: Paris, Sens, Reims, Tours, Bourges, esta ultima recibia en su seno a los estudiantes de Italia, Saboya, Espafia, Portugal yeloriente. La nacion de Picardia, la fidelissima, la constitufan cinco provincias: Beauvais, Amiens, No- yon, Laon y Thérouanne. Las otras dos naciones fueron la Normanda, Veneranda, y la de Inglaterra, que desde el siglo XV fue reemplazada por la de Alemania. Esta tenia dos provincias: las continentales (Alema- nia, Holanda y Dinamarca) y las in- sulares (Inglaterra y Escocia). Gonzalo Soto Posada Cada nacién era gobernada por un procurador elegido en su seno, era el encargado de defender sus intereses y de participar en la elec- cin del rector. En un principio las naciones no significaron ningtn po- der politico. Eran grupos de nacio- nalidades distintas que hablaban su lengua en un pais extranjero y cele- braban sus fiestas nacionales con alegria y pompa. Cuando habia dis- turbios el orden sdlo podia ser res- tablecido por sus autoridades. De esta manera, las naciones son el pri- mer asomo del diferir de las diferen- cias en tanto alli se habla la propia lengua, se respira la cultura de pro- cedencia, se conservan los signos de esta procedencia en el vestir, comer, jugar, festejar... Es el brillo de la Aumanitas como diversidad en me- dio de la unidad de la especie hu- mana como natura; es el individuo cultural que despliega esta individua- lidad en medio del latin, de la repu- blica cristiana y sus ideales de uni- versalidad y catolicidad desde el papado y la Iglesia. Ademis, la na- cidn protege a sus nacionales de los abusos a que pueden ser sometidos en un pais extranjero, combatiendo todo tipo de xenofobia. 5. Los maestros A la cabeza de cada una de las facultades se puso un decano. Des- de un comienzo su funcién es muy clara: encargarse de los destinos de 67 la facultad a su cargo, El cuerpo de profesores estuvo formado por los profesores titulares, es decir, los poseedores de los titulos de magis- ter, doctor, regens, professor. Este grupo se complementaba con los ptofesores extraordinarios 0 visitan- tes, encargados de dictar cierto nii- mero de conferencias. El nombra- miento de estos profesores dependia del modelo universitario elegido. Asi, por poner un ejemplo, en las univer- sidades de Lérida y Aragon, era el concejo municipal el que hacia el nombramiento. En otras universida- des se requeria el visto bueno del obispo, en otras sdlo de las faculta~ des o de los estudiantes. A la cabeza de la universidad es- taba el rector, amplissimus domi- nus rector, elegido en un principio cada ajio, y a partir de 1278 cada tres afios. Se Ie escogia de Ia facul- tad de artes. Su eleccién estaba re- servada a los procuradores de las cuatro naciones. En caso de no He- gar aun acuerdo se nombraban cua- tro delegados que debian reunirse en una especie de cénclave, sin posibi- lidad de comunicacién ni alimento hasta que no se pusieran de acuer- do. Sin embargo el poder del rector dependia del modelo universitario. En Paris, desde el siglo XIV, debia tener la aprobacion real; ello le con- feria un poder casi absoluto. En Bolonia, en cambio, su poder de- pendia de un gremio estudiantil. Por debajo del rector comienzaa florecer una flora, por no decir una 68 fauna, de funcionarios. Mencione- mos algunos. El procurador general o sindico, nombrado por el rector y las cuatro naciones por un afio, se encargaba de los negocios universi- tarios. Es hoy en dia el encargado de las finanzas. Luego venia cl es- cribano dejusticia, algo asi como el encargado de las leyes y reglamen- tos; el encargado de cobrar el dine- ro comin recibia el nombre de ofi- cial; venian luego los censores, priores, prebostes... ymuchos mas fincionarios. Entre éstos, hay que recordar el canciller, que, en los orf- genes de la universidad, por lo me- nos de la de Paris, estaba por enci- ma del rector. De ahi que Ja historia de la universidad de Paris no se en- tienda sin su lucha por lograr su au- tonomia frente al canciller, maximo cuando éste era el obispo de Paris. Sin seguir toda la historia de esta polémica, vale la pena recordar que en 1259, después de serios deba- tes, intervenciones papales, toma de posicién por parte del claustro de profesores, la universidad se libra de las garras del canciller. Sigue siendo unainstitucién eclesidstica, gracias a sus vinculos con el papado, pero no diocesana. E] rector es ¢l verdade- ro jefe de la universidad. De esta breve resefia del cuadro académico-administrativo de la uni- versidad originaria se desprenden varias notas esenciales. La primera es el caracter democratico de su organizacion. Todo se hace con base en elecciones participativas de los Historia y Sociedad 11 diversos estamentos, en especial profesores y estudiantes. El rector mismo tiene que ser un profesor. La segunda es su autonomia, ya frente al obispo, canciller, rey o ciudad, que, paradéjicamente, lograron con la intervencién del papado. La ter- cera es la libertad en Ia eleccién de los profesores. Si bien en un princi- pio en Paris, la dicentia docendi la concedia el canciller, viene la lucha para que sea la misma corporacién la que designe sus docentes. Ya nos podemos imaginar las luchas, agita- ciones, paros, revueltas... que esas notas y su practica conllevaron y pusieron en agitacion. Es que desde 1292 se determin6 que la universi- dad era el privilegio de conferir el Jus ubique docendi ¢| derecho de ensefiar, mas que el caracter gremial, su autonomia, su democracia, el meollo dela situacién fue la capaci- dad de otorgar el derecho de ense- fiar en cualquier centro, existente o por crear en toda Europa. Siesta facultad de ensefiar fue la quididad de la universidad, toca hacer una acotacién sobre la /ectio y la quaestio como caminos del en- sefiar. Sin ser exhaustivos acudamos al tantas veces recordado Isidorus Hispalensis, para saborear estas vias de ensefianza. La /ectio es el ejercicio de /egere que convierte al maestro en lector. Este lector no es el que lee delante de sus alumnos, pasando Ia vista por la pagina sino que es el collector, derivado del colligere: el que recoge en su espi- Gonzalo Soto Posada ritu lo que lee y se lo hace recogera quienes oyen su /ectio; este recoger exige reunir, comprender, adquirir, meditar, concentrarse en si mismo, reflexionar, ejercitarse, condensar, equiparse, disponerse, tomar parte, recobrar, escoger, entresacar, exa- minar, considerar..., que todo ello significa colligere” La quaestio deriva de quaerere que es buscar, tratar de obtener, procurar, adqui- tir, averiguar, indagar, preguntar, dis- putar, desear saber la verdad, dis- cutir, inventar, escrutar, postular, parir, inquirir si algo existe, qué es, como es...6 La quaestio deviene entonces in- dagacién, cuestién, disputa, pregun- ta, punto principal de una causa, examen, busqueda. Todo ello con- lleva argumentar desde el pro y el contra, como si se dijese guaestio, es decir, buscar dando razones.” Si se combinan Jectio y quaestio, la universitas es un dialogus, dialogus que el obispo de Sevilla habia ctimologizado como platica entre dos o més personas, traducien- do el vocablo griego didlogos por el latino sermo, que no es otra cosa que serere, sembrar entre unos y otros; este serere-sembrar ejercita el plantar, procrear, engendrar, pro- ducir, hacer nacer, excitar, crear, 27. Ettmologias X, 154 28. Etimologias VI, 8, 15. 29. Ibid. 30. Etimalogfas VI, 8, 2. 69 causar, fundar, esparcir, hacer cir- cular voces, inquietar, enlazar, entre- verar, encadenar... Si la lectio- quaestio es un dialogus-sermo- severe entonces la relacién maestro- alumno hay que entenderla desde la perspectiva de quien fuera dos ve- ces profesor en Paris, Tomas de Aquino, éste, siguiendo la propues- taagustiniana del De Magistro es- crito en el 389 d.C., precisa que del maestro al discipulo sdlo pasan sig- nos y desde estas sefiales es el alum- no el que halla Ja verdad; el maestro no comunica asi su ciencia al alum- no, solo le ayuda a formarse dentro de si un conocimiento andlogo al del docente, cuya accién es semejante aladel médico: actiia exteriormente como una ayuda para que la natura- leza obre interiormente y restablez- ca su salud, que para el discipulo es la salud de los saberes como totali- dad de significados inteligibles.' Oi- gamosio en palabras del mismo To- més: “un maestro lleva a alguien al conocimiento de lo que era desco- nocido de la misma manera que al- guien en el curso del descubrimien- tosellevaasi mismo al conocimiento de lo que era desconacido™.” Toda educacién es entonces autoedu- cacion; ésta fue la propuesta de la Summa Theologiae. 31. Cfi. Alfonso Borrero'C., Rearfas filosofias de la educacién. Sistemas pedago- gicos y diddcticos, Bogota, Universidad Javeriana, 2000. 32. Quaestiones Dispuae De Veritaie X11 70 6. Los colegios A launiversidad se unieron los Ila- mados colegios. Su origen es muy simple. Es un problema de aloja- miento y albergue. Dada la afluen- cia de estudiantes (Paris tenia en el siglo XIV 10.000 alumnos) se crea- ron casas para darles refugio, abri- go y pan. En un principio fueron hoteles amoblados donde los estu- dianies, en especial los pobres, eran recibidos en calidad de “becarios”. Los estudiantes pudientes pagaban su estadia. Pero inmediatamente, de mieros lugares residenciales, pasaron a ser parte de la universidad. Alli comenzaron a dictarse cursos intro- ductorios a los de la universidad, de tal modo que formaron parte de la misma. En Paris, el mas antiguo es el co- legio de los diez y ocho, fundado en 1180, por un rico comerciante londinense de nombre Josce, para dar alojamiento a 18 estudiantes pobres. En 1209 se funds el cole- gio de San Honorio para dar cal da a 13 estudiantes. En 1257, Robert de Sorbon, capellan de San Luis, crea un colegio para “16 po- bres maestros de artes aspirantes al doctorado en teologia”. De aqui sur- ge el Colegio de la Sorbona, que termina por dar su nombre a tres facultades parisinas medievales y si- gue siendo punto de referencia de la vida universitaria parisina. Es tal la profusién de estos colegios que en Paris, en sus avatares universitarios, Historia y Sociedad 11 se llegé a tener mas de sesenta. Muchos de ellos, a partir del siglo XV, se convierten y dan origen ala ensefianza secundaria. Todos estos establecimientos se situaron en la colina de Santa Genoveva. Como en ellos se habla- ba el latin, el barrio entero recibié el nombre de “barrio latino” nombre que conserva todavia hoy. De ellos practicamente no queda nada, pues larevolucion y la reforma napoleé- nica los destruyeron hasta en sus edificaciones. En Inglaterra, por el contrario, fa evolucién de los colegios fue muy distinta. Su findacién es casi parale- laa los de Paris. En Oxford, en el siglo XIII, se crean tres colegios. En Cambridge, en el siglo XTV, se fun- dan dos, Sélo que estos colegios se confinden con la universidad misma. A diferencia del continente, la uni- versidad inglesa se descentraliza en sus colegios, los que terminan por absorberla. En el continente es la universidad la que absorbe a los colegios. Esta breve anotacién nos mues- tra cémo lo que en un principio fue un mero lugar residencial, pasa con el tiempo aconvertirse en una insti- tucién académica fundamental en la historia de las universidades. 7. Los estudios teolégicos Paris es el centro de los estudios teoldgicos. Desde la ensefianza de Gonzalo Soto Posada Pedro Abelardo en el siglo XII, a pesar de sus condenas, todo el que quiere hacerse tedlogo acude a su facultad de teologia. Tener este titu- lo leabre las puertas a su poseedor en todos los lugares europeos. Des- de el siglo XII, el contacto con Aris- tételes para hacer inteligible la fe, hace de Paris el punto de encuentro de todos los saberes, en especial el teoldgico. Alli ensefian Buenaventu- ra, Tomas de Aquino, Sigerio de Brabante, por mencionar algunos nombres. Los debates en tomo ala relacion Aristételes-cristianismo son arduos y candentes, con condena- ciones y hasta muertes. Las célebres Quaestiones-dispruationes analizi das antes comienzan a jugar un pa- pel clave en la inteleccién de la fe. Es el sentido de las Sumas. Lo que Anselmo habia planteado en el siglo XI para la teologia en su célebre “fides quaerens intellectum” (la fe en busca de comprensién) tiene su momento de lucidez en este sigio Xl en Paris. Era tal la importancia de la facul- tad de teologia que sus estudios se extienden demasiado tiempo: de ocho afios en 1215 se pasa a cator- ceen el siglo XTV, para terminar en diez en el siglo XVI. Ser Doctor In Sacra Pagina (doctor en Teologia) era un pasaporte para todo, desde oficios eclesidsticos con sus benefi- cios hasta profesor y rector. Tam- bién era el camino para agudizar el debate entre la ortodoxia y la hete- rodoxia en la hermenéutica dela fe. 71 Es tal esta incidencia de la teologia en Jos inicios de la universidad, que la expresion “reina de las ciencias”, no era retorica. En la taxonomia de los saberes universitarios, era el eje yel centro. La historia posterior de la universidad lo confirma, se trata de desmontar esta hegemonfa ycon ella la de la iglesia, para que la uni- versidad alcance su “mayoria de edad” en el sentido kantiano de la expresion. El problema de la rela- cién Fe y Razén fue el motor de la discusion universitaria medieval. La modemidad hace todo el esfuerzo para dejar de lado este problema. Descartes intenta hacer inteligibles las cogitationes del cogito, no las creencias de la fe. Un medieval in- tenta hacer inteligibles las creencias de la fe. Es lo que se hace en los estudios teolégicos. {Qué se estudia en esta facultad? ‘Yael Hispalense habia fijado una sis- tematizacién. ELAntiguo Testamen- to, el Nuevo Testamento, los es- critores biblicos y sus textos, los escritores eclesiasticos, la exégesis de textos, los canones de los Evan- gelios, los canones de los concilios, los tiempos littirgicos, las festivida- des y su sentido, los oficios litirgicos ysurazon de ser, Dios, Jesucristo, el Espiritu Santo, la Trinidad, los an- les, €l Demonio, los nombres di- vinos y sobrenaturales, los patriar- cas, los profetas, los apéstoles, los mirtires, los clérigos, los monjes, los laicos, la Iglesia, lareligion y las re- ligiones, las herejias y los cismas, la 72 relacion teologia y cultura, la magia, las virtudes teologales y cardinales.* Pero es el nacido en Aquino el que les da estatuto racional a estos estu- dios. Su ya citada Summa Theo- logiae es la sistematizacién medie- val de este saber ysu ensefianza, En el Prélogo nos dice que la teologia tiene como objeto la exposicién de las verdades de la religion cristiana haciendo de esta exposicién un logos, en el sentido griego del, didénai Ildgon (dar razones), so- bre Dios para este logos, se puede considerar a Dios en s{ mismo y como principio de todas las cosas 0 a Dios como fin ultimo de las cosas en tanto principio beatificante; oa Dios encarnado en Jesucristo, ca- mino para retornar a Dios, todo ello se ve “sub specie Dei”, en Dios y desde Dios, sintamos estas precisio- nes en las mismas palabras de nues- tro tedlogo “el sujeto de esta cien- cia es Dios... como en la doctrina sagrada todo se trata desde el pun- to de vista de Dios, bien porque es el mismo Dios o porque esta orde- nado a Dios como principio y fin siguese que el sujeto de esta ciencia es Dios”** {Qué humanitas persigue este Jogos? Si como saber especulativo se ocupa de Dios, como saber prac- tico su fin es la felicidad en Dios. Es la resemantizacion tomista de la 33. Etimotogias VI-VIIL 34. Summa Theologiae 1,4. 1.7. Historia y Sociedad 1 eudaimonia aristotélica: ser felices ya no es practicar la virtud (phronesis) sino dejamos poseer por Dios.** 8. Los estudios juridicos El derecho que se ensefiaba era el derecho canénico, es decir, el Decreto de Graciano y las Decre- tales. En un primer momento, en Paris, también se estudiaba el dere- cho romano. Pero el papa Honorio III prohibio su ensefianza desde 1219. No sirvid de nada la prohibi- cidn pues ¢l problema que se plan- ted fue que para ser buen canonista era necesario ser buen romanista, de modo que laprohibicién queds prac- ticamente nula y los estudios juridi- cos gitaron en tomo a leyes civiles y legislacin canénica. En Francia no fue Paris el centro juridico por excelencia. Lo fue Orleans. Aqui se cultivaron ambos. derechos, incluso por recomenda- cién papal, fo cual indica que la pro- hibicién parisina era intencional: que Paris se centrara en la teologia y la filosofia. Mas, la facultad mas afamada de derecho fue Bolonia. Era el paradig- ma de los estudios juridicos. Imerio, muerto en 1140 fue el iniciador de sus estudios juridicos civiles. Gra- ciano lo fue de los candnicos con su. Decreto. Sobre ellos se monta la 35. Summa Theologiae ¥,q. 1, 4cet Se Gonzalo Soto Posada facultad de jurisprudencia, la clave de béveda de la corporacion univer- sitaria bolofiesa, totalmente mane- jada por los estudiantes. No es de extrafiar esta preponderancia de Bo- lonia. La raz6n histérica salta a la vista. Italia, con Romaa la cabeza, ya imperialmente, ya papalmente, habia sido la generadora de ambos derechos. Por ello, es en suelo ita- liano donde se mantiene mas viva esta doble tradicién y Bolonia se aprovecha de esta situacién para recogerla, sistematizarla y discutir- Ja. Su localizacion geografica tam- bién explica esta preponderancia. El estar situada sobre la antigua Via Aemilia, en la encrucijada de los caminos de Roma, Pisa y Pavia, in- tensos focos de jurisprudencia, la convirtié en un centro de leyes con influencias romanas, bizantinas, lombardas y eclesiasticas. Por todas partes circulaban sus monedas con ladivisa Bononia docet. Hemos mencionado el nombre de Imerio. Sus interpretaciones del de- recho romano las consigné en sus dos clasicas obras: Summa Codicis y Quaestiones de luris Subtilita- tibus. Lo importante de estas obras es que combina el texto juridico con laexégesis, no convirtiéndose en un mero cédigo de mecdnica juridica sino hermenéutica. Ademas, sostie- ne la independencia de los gobier- nos civiles en su relacion con la au- toridad eclesiastica, gobiernos que no surgen de la voluntad divina sino de las exigencias de la vida social. 73 En cuanto a Graciano, era un monje camaldulense. Su obra fun- damental fire la Concordia discor- dantium canonum, mas conocida como el Decreto de Graciano. Son 3.700 canones, con un predominio de la Escritura y de los Padres dela Iglesia, a los que se les reconoce prioridad en la interpretacion de la Biblia. Su tesis fundamental, a dife- rencia de Imerio, era teocratica, el papa tiene la plenitudo potestatis, tanto el poder religioso como el po- der civil. Es la ya legendaria lucha de las Investiduras que recornié todo el mundo medieval, Bolonia fue su fundamento juridico. Estos jurisconsultos estudiaban, ademas de lo dicho y si nos atene- mos al autor de las Etimologias, lo siguiente: los autores de las leyes; las leyes divinas y humanas, la diferen- cia entre derecho, leyes y costum- bres; el derecho natural, el derecho civil, el derecho de gentes, el dere- cho militar, el derecho publico, el derecho quiritario; la definicion de la ley: plebiscito, senadoconsulto, constitucién, edicto, leyes consula- res y tribunicias, los testigos; los ins- trumentos legales: testamento, fidei- comiso, pacto; las cosas juridicas: herencia, alquiler, crédito, usura, depdsito, usufiicto, comercio; los crimenes: delito, dolo, calumnia, adulterio, parricidio, incesio; las pe- nas: multa, carcel, exilio, latigazos. &¥ la humanitas como aparece en el estudio de las Ieyes? Isidoro ya lo habia planteado al definir: “la 74 ley es laconstitucion del pueblo san- cionada por los mayores junto con la plebe”.° Mayores tiene que ver con las autoridades legitimas y ple- be con el pueblo en tanto sociedad civil: sin estas condiciones no hay ley. jComo debe ser la ley? La ley debe ser honesta, justa, posible, de acuer- do con Ja naturaleza, en consonan- cia con las costumbres del lugar, apropiada al tiempo yal espacio de las circunstancias, necesaria, util, cla- ra, no dictada para beneficio parti- cular sino en provecho del bien co- mitin de los ciudadanos.”” Enel siglo XIII, el llamado jocosamente “buey mudo de Sicilia” dira tajantemente para resaltar este caracter humanis- ta de la ley: “quaedam rationis ordinatio ad bonum commune ab 20 qui curam communitatis habet promulgata” (Cierta ordenacion de laraz6nal bien comin, promulgada por el que tiene el cuidado de la co- munidad).* 9. Los estudios médicos Aunque no se puede pasar por alto la influenciade Palermo respecto ala ensefianza de la medicina, so- bre todo por su Antidotarium y por 36. Etimologias 1, 10, V.10 37. Etimologias V,21 38, Summa Theologiae 1-2, q. 90, 42. Véase ademds: 1-2, q. 90,2. 3c; g. 91, Se et 6 ad 3; q. 92, fe; g. 93, lad I: g. 95. 3. de; q 96.1.3.4, 6e,q. 97. leg. 100, 2c et 1 ad 3 2-2,q. 58. Sc; 3,q. 70. 2ad 2 Historia y Sociedad 11 el hecho de ser reconocida como universidad en 1231, el hecho con- creto es que durante el siglo XII Montpellier la desplaza. El mérito de Palermo fue organizar el orden curricular de los estudios médicos y proporcionar a toda Europa textos auténticos de medicina. Montpellier tiene una situacién geografica privilegiada. Por ella re- cibe las influencias venidas del Me- diterréneo (Italia, Africa, Oriente, mundo greco-romano) y de la Es- pafia arabe yjudia. Otra circunstan- cia especial fue el nimero de hospi- tales existentes en ella, asi como ser lacuna de la orden hospitalaria del Santo Espiritu, fundada en 1172 por Guy de Montpellier y que en 1300 tenia cuatrocientas casas en toda Europa. Fue erigida en universidad por decreto papal, a través de su legado, el cardenal Conrado de Urach. Lo que hay que resaltar de su fa- cultad de medicina es que se separa paulatinamente de la facultad de ar- tes. Ello obedece a razones episte- molégicas. Se considera que la me- dicina no es un simple Ars sino una ciencia racional. Por lo mismo, goza de estatuio cientifico. Ademas, Montpellier establece que para ejer- cer la medicina se debe presentar y superar el examen respectivo, des- pués de haber asistido seis aiios ala facultad. Ya Europa no abandonara esta practica confirmada por la san- tasede en 1239. Gonzalo Soto Posada Ya en las Etimologias se habia establecido un horizonte para dar cuenta del saber médico: sus inven- tores, las distintas escuelas médicas, los humores del cuerpo, las dolen- cias agudas, las enfermedades cré- nicas, las enfermedades de la super- ficie del cuerpo, los remedios y medicinas, el diagnéstico y pronés- tico de las enfermedades, los instru- mentos médicos, los perfumes y un- giientos.* Alli mismo se determinaba su caracter de heemanitas como sa- ber que restaura o protege la salud, no sdlo las heridas y enfermedades sino en forma envolvente, comida, bebida, vestido, salvaguardia de ata- ques y peligros externos, con base en dos reglas de oro: la proporcién o moderacion en todo 0 aquello de “Jo semejante se cura por lo seme- jante, y lo contrario se cura por lo contrario”.*° Ademas, el saber mé- dico debe tener una causalidad so- cial. Es el nacido en el castillo Roccasecea el que nos sitve para determinarlo: ubica el ejercicio de la medicina desde el ambito de la jus- ticia, de modo que el médico debe atender gratuitamente a los necesi- tados, cuando éstos ni por si mis- mos ni por otros unidos a ellos, ni por aquellos que lo tienen todo, pue- den valerse para su curacion. 39. Etimologias IV. 40. Etimologias IV, 1-2; 1X 41. Summa Theologiae 75 10. Los estudios de artes Ya hemos dicho que en esta fa- cultad se ensefiaba el Trivium y el Quatrivium, lo que corresponde a nuestras facultades de humanidades yciencias. También hemos dicho que era la condicién para pasar a los estudios en las facultades ya rese- fiadas. Mientras éstas en sus comien- Zo cambiaron muy poco en su fun- cionamiento, la facultad de artes inmediatamente se convirtié en fa- cultad de Filosofia. La razén es una: la introduccion de la racionalidad aristotélica y sus comentarios dra- bes en occidente a partir del siglo XII. Aristoteles, excepcion hecha de-sus tratados logicos, era totalmen- teignorado en occidente hasta el si- glo XII. La discusién sobre su pen- samiento va.a ser uno de los grandes avatares de la historia universitaria en el siglo XIII. Las érdenes men- dicantes van a jugar un papel clave en esta discusion, pues su Aristote- les cristiano derrota al Aristételes averroista condenado en 1270. Es- tas discusiones en torno a Aristéte- les y su relacién con la fe revelada hacen que las artes del Trivium y del Quatrivium se hagan filosofia. Esta viene pensada en perspectiva aristotélica: conocimiento de las co- sas por sus primeras y ultimas cau- sas, es decir, metafisica como filo- sofia primera y teologia natural; agarrada a ésta se estudia la mate- mitica y la fisica como filosofia se- cunda en tanto cosmologia, sicologia 76 y filosofia natural; amén de la ética, la politica, la economia ya poistica La légica ya no es sino un instramen- to del saber. Sin embargo, las siete artes libe- tales 0 erudito in bonas artes si- guen rondando como un telén de fondo la discusién filosdfica. Lo plan- teado por Isidoro sigue vigente en la universitas: Las artes liberales constan de siete disciplinas. La primera es la gramatica, es decir, la habili- dad en el hablar. La segunda, la retérica, que, por la elegancia y los recursos propios de la elo- cuencia, se la considera suma- mente imprescindible en los asuntos civiles. Tercera, la dia- léctica también denominada 16- gica que con los més sutiles ar- gumentos, separa lo verdadero de lo faiso. Cuarta, la aritméti- ca, cuyo contenido son los fun- damentos y las divisiones de los numeros. La quinta es la musi- ca, que trata de los esquemas métricos y los cantos. La sexta, la geometria, que comprende las medidas y dimensiones terraqueas. Y la séptima, la as- tronomia, que aborda las leyes de los astros.*? Pero es el ya recordado Roberto de Sorbon, fundador de la Sorbona, el que nos permite descubrir la humanitas del Trivium y del Quatrivium: 42. Etimologias I, 2, 1-3. Historia y Sociedad 11 [...] la légica es buena porque nos dispone a discernir lo cierto de Jo falso; la gramética por ensefiamos a hablar y escribir correctamente y la ret6rica, por dictar las normas de la elegan- ciay la persuasion. Es buena la geometria por hacer posible la medicién de la tierra y enseviar- nos la proporcién de las formas: la aritmética o arte de contar también lo es por facilitarnos la reflexién sobre cuan corto es el numero de altos de nuestra exis- tencia y la musica por instruir- nos en la armonia y los dulces canticos de los santos. La bon- dad de la astronomia radica en la consideracién de los cuerpos celestes y la virtud de las estre- Has que brillan ante Dios. Pero mucho mejor es a teologia que por si sola merece llamarse arte liberal pues libera el alma hu- mana de los males que la aque- jan? 11. Los titulos Tres fueron los titulos universita- trios medievales: bachiller, licencia- do, doctor. Aunque cada facultad regulaba la edad y los requisitos, pongamos como modelo la facultad de artes, que abre el paso a las otras, como hemos dicho, se entraba con catorce afios cumplidos. 43. Citado por Alfonso Borrero C., Las artes liberales y e! curriculum, Bogor’, Uni- versidad Javeriana, 2000, p. 16 Gonzalo Soto Posada Para ser bachiller se debia estu- diar légica durante dos afios, cuan- do la facultad no era todavia de filo- sofia. Se presentaban pruebas y exdmenes orales en la naci6n res- pectiva, que no concedian ningin di- ploma sino que otorgaban un testi- monio del éxito obtenido. La licencia se obtenia presentando examenes ante dos cancilleres asistidos por examinadores elegidos por las na- ciones. Los candidatos debian tener 21 afios cumplidos, no estar casa- dos y haber estudiado en la facultad tres afios. Al examen se le afiadia una leccién publica. Para ser doctor se requeria la Jnceptio o defensa publica dela tesis. Si era exitosa se recibfa el bonete, simbolo de su doc- torado o maestria. Mas, el titulo no es un requisito formal o una autorizacion legal. Con- fiere las faculias en el sentido de la virtud para hacer lo aprendido, como fuerza, poder, propiedad, ser- vicio, oportunidad, talento, capaci- dad, posibilidad. Es la humanitas de los titulos. 12, Las relaciones de poder En sus inicios, la universidad no fue ajena a los problemas politicos de su entorno. El hecho mismo de ser un gremio, ya la involucrabaen, los asuntos de la ciudad. Este ca- racter gremial hace que entre en con- flicto o en ayuda de los poderes 17 citadinos, sean eclesiasticos, reales, burgueses o de otro tipo. Vamos a ejemplificar con varios aconteci- mientos. Uno de los grandes pro- blemas politicos del Medioevo fue el problema de la teocracia. Sus asuntos fueron las relaciones entre el poder civil y el poder religioso. Desde Gregorio VII en el siglo XT se sostenia que el papa estaba por encima de principes y sefiores, que su poder era absoluto, que todas las autoridades, tanto eclesiasticas como civiles dependian de él, que era amo y duefio del universo como. representante de Dios en la tierray vicario de Cristo, rey de reyes, se- fior de sefiores. No todos los reyes, principes y sefiores aceptaron esta tesis. Es la ya mencionada lucha de las Investiduras sobre todo entre el emperador del sacro imperio Roma- no-Germanico y el papado. Duran- te los siglos XII, XII y XIV este tema fue arduamente debatido por profesores universitarios. Asi en el siglo XIV, en la polémica entre Juan XXII 0 las tesis antiteocraticas de Luis de Baviera, son profesores uni- versitarios los que median para de- fender las tesis teocraticas, hablan a través de Agustin Trionfo 0 de Al- varo Pelayo. El papa es un dios en la tierra, todo le esta sometido, su voluntad es la voluntad divina. No obedecerle es causa de condena- cién. Sin el papa no hay historia, pues es el representante del bien contra el mal y los caballeros de Satan, encarmados en quienes des- 78 conocen su plenitudo potestatis. Quienes afirman que ello es tirania y despotismo tendrian que acusar a Dios de despotico y tiranico, cuan- do en realidad no es sino su volun- tad: “Tu eres Pedro y sobre esta pie- dra edificaré mi Iglesia”* Del mismo, modo que el alma esta por encima del cuerpo, el poder espiritual esta por encima del poder temporal y éste, como e] cuerpo en el hombre, debe ponerse al servicio del poder espiritual, alma del mundo y de la historia. O con una comparacion cosmoldgica: asi como la luna tiene luz, refleja del sol, asf el papa (el sol) es el que legitima el poder de los ci- viles (la luna). Luis de Baviera habla a través de Guillermo de Occam y Marsilio de Padua. La teocracia ha convertido cl papado en un nido de corrupcion. ‘Yano son sucesores de Cristo sino de Constantino. En vez de servir quieren ser servidos; todas sus ener- gias se van en busqueda de preben- das, privilegios y poderes, El Reino de Dios, en sus manos, se ha con- vertido en el Reino del Anticristo, es decir, en la negacién misma del Evangelio. A ello se deben las gue- tras de la Cristiandad. En vez de ser signo de paz, el papado es dimisién, guerras, privilegio de una familia, engafio, mentira y suciedad. ¥ todo hecho en nombre de Dios, quees lo peor. Por lo mismo, deben separar- se el poder espiritual y el poder tem- 44, Mt. 16, 18. Historia y Sociedad 11 poral, éste reside en la vohuntad de los asociados que, desde las asam- bleas, determinan su forma de go- biemo, sin tener que ver con el papa nicon la tesis de que el poder viene de Dios. El poder espiritual debe edicarse a sus tareas salvificas, sin pretender dominio temporal. Deben ser pastores, no constantinos, ni im- periales. Solo con esta sepatacion, las relaciones de poder pueden ad- quirir relativa serenidad y calma. Elotro [io en que interviene la uni- versidad cs cl debate en torno ala pobreza de la Iglesia. Todo se sus- cita con la aparicion de las érdenes mendicantes, en especial los frailes franciscanos. Estos, en su forma mds radical, los espirituales 0 fraticelli, proclamaban una iglesia pobre, rica sdlo por su espiritualidad y su servi- cio alos mas pobres. Era una critica radical a la riqueza de la Iglesia y de sus clérigos y monjes. Dos universi- tarios los respaldan: Miguel de Cesena y Guillermo de Occam, am- bos franciscanos. Estos proclaman que el ideal evangélico por excelen- ciaes la pobreza y la opcién por los “pequefiuelos”’, por los que ¢l po- der desprecia, por los “leprosos” de la sociedad en todo sentido. El papa Juan XX les responde y los condena. Sin riqueza la Iglesia no puede evangelizar, sin poder tern- poral no puede predicar, sin bienes temporales no puede servir a los mas pobres. Lo mas importante no es tener riquezas sino no estar apega- Gonzalo Sote Posada dos a ellas. Todo ello lo hace sir- viéndose de universitarios. Son sus consejeros para sostener estas te- sis. Cristo mismo tuvo bienes, pero no se apego a ellos. Es lo que hace su sucesor, Avifién, por lo mismo, no es la ramera ni la prostituta de que hablan los espirituales. Es la sede de Pedro, que reparte a manos lle- nas las riquezas que le han sido con- fiadas. Unlector contemporaneo puede no entender estas disputas medie- vales. Nuestro horizonte no es ecle- siolégico ni cristolégico. Sin embar- go, un medieval sdlo podia pensar el poder en clave eclesiolégica y cristolégica. Era su imaginario co- lectivo, su mentalidad, hacer politica, no podia desvincularse del Evange- lio, ni la universitas dela humanitas evangélica y sus retos culturales. Conelusiones Queremos terminar haciendo re- sonar, en primer lugar, dos ideas de un medievalista contemporaneo, Alain de Libera. La primera tiene que ver con lo que signifies y sigue sig- nificando la universidad. Triple fuey es su funcién. Lugar de produccién yreproduccién del saber. La instru- mentacién del poder. Lugar de pro- liferacién de utopias. La segunda es que los tres poderes medievales, sacerdotium, regnum y studium, es decir, el poder clerical, el poder 79 civil y el poder universitario, ya son poderes a Jos que la historia de Oc- cidente va a estar intimamente vin- culada. Sin ellos no podria entender- se nuestra historia. En segundo lugar, en definitiva, 7a qué apunta la humanitas de la universitas medieval? El Aquina- tense nos dard la respuesta: a la for- macidn demaestros-alumnos como personas. Pero hay que entender persona al modo tomista: “Persona est rationalis nature: individua substancia”® (persona es la subs- tancia individual de la naturaleza ra- cional). Como substancia es un ser que existe en si, sin ser accidente de otra cosa; como substancia indivi- dual es el individuo, tanto tinico e irrepetible. Lo que Tomas expresa con la categoria suppositum, en cuanto soporta como fundamento todos sus actos; como naturaleza. racional esta dotado de razén y vo- luntad desde las cuales impulsa sus actos y es duefio de ellos; el hecho de ser naturaleza racional le permite cuidar de si (ética), cuidar de los otros (politica), cuidar de las cosas (ciencia), Ambito en el que Tomas ubica la libertad, lo cual nos permite concluir estableciendo una inter- textualidad entre Tomas y Foucault. Para ambos, la ética es el cuidado de si como practica de Ia libertad en tanto subjetivacion del sujeto con- tra la sujeciOn de los juegos de ver- 45. Sunima Theologiae 1,q. 29, 1 et 4.

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