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Unidad 2 / Escenario 4

Lectura fundamental

Estado de bienestar, Estado


socialista y Estado regulador

Contenido

1 Introducción

2 La crisis del Estado liberal: fallos del mercado

3 El advenimiento del Estado de bienestar

4 El Estado socialista

5 El Estado neo regulador – neo liberal: condiciones iniciales

Palabras clave: Estado, mercado, bienestar, libertad, regulación, democracia.


1. Introducción
El Estado liberal supuso un salto cualitativo en términos de modernización de las instituciones
políticas. Despersonalizó el poder, reemplazó la noción de súbdito por la de ciudadano y subordinó el
funcionamiento del Estado al imperio de la ley, un hecho que permitió limitar las acciones arbitrarias
de los gobernantes. En razón de sus características, orientó los fines del ordenamiento político hacia
la defensa y garantía de las libertades individuales, un componente que redujo la acción estatal en el
ámbito social «libertades individuales políticas y civiles» y económico.

En relación con la economía, el Estado liberal adoptó una postura funcional con los preceptos del
laissez faire – laissez passer «el dejar hacer – dejar pasar », una doctrina de pensamiento que incitaba
a reducir al máximo la injerencia gubernamental en el desarrollo del sistema económico, limitando
su acción a la garantía de un entramado jurídico para el aseguramiento de la propiedad privada y las
relaciones comerciales (Domínguez Gonzalo, 2016).

Con relación al gasto estatal, los recursos percibidos a través de un esquema acotado de tributación
se orientaron principalmente a cuatro ámbitos:

1. El gasto en defensa de la sociedad que compone la base del Estado nacional, contra amenazas
externas a su núcleo por parte de sociedades independientes, lo cual supone destinar un rubro
presupuestal a la creación y mantenimiento de un ejército con vocación de permanencia en el
tiempo (Silva Ruiz, 2010).

2. Gasto para la administración de justicia, lo cual establece un régimen de protección a los


miembros de la sociedad frente a actos punitivos cometidos por cualquier individuo en contra
de otro. Este rubro se destinó a la financiación de un cuerpo de justicia capaz de administrar
su ejercicio de manera autónoma, siempre bajo el horizonte de la protección de la vida, la
individualidad y la propiedad, principalmente (Silva Ruiz, 2010).

3. Inversiones en obras públicas e instituciones ventajosas para toda la sociedad, relacionadas


esencialmente con la consolidación del mercado «infraestructura como carreteras, canales,
puentes, vías férreas, etc.…» y, hasta cierto punto, con la instrucción de los individuos (Caporaso
& Levine, 2004).

4. Gasto destinado al mantenimiento de los cuerpos administrativos que garantizan el


funcionamiento al Estado nacional (Silva Ruiz, 2010).

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Este marcado con énfasis en la defensa de la libertad económica, que constriñó la acción estatal a un
mínimo de funciones básicas, no solo trajo consecuencias negativas para el correcto funcionamiento
del mercado, sino además para la reproducción de condiciones de desigualdad e inequidad social en
múltiples latitudes.

2. La crisis del Estado liberal: fallos del mercado


La doctrina del liberalismo económico, presuponía que el mercado era un mecanismo que funcionaba
de manera autorregulada y perfecta, guiado como por una mano invisible. La perspectiva de que una
mano invisible orientaba el comportamiento del mercado hacia la consecución del bienestar general,
fracasó en tanto que el funcionamiento del mercado sin regulación produjo fallas (Stiglitz, Regulación
y fallas, 2010), con efectos devastadores en el funcionamiento mismo de la economía, primero,
y segundo, en la configuración de desigualdades emanadas del funcionamiento del orden liberal
(Geraldes Da Cunha Lopes, 2010).

Con relación a los fallos del mercado, vale la pena resaltar algunos aspectos mencionados por
Stiglitz (2000) al respecto. El primero se encuentra relacionado con el funcionamiento imperfecto
de la competencia, lo que ocasiona en términos de posición económica estructuras monopólicas
u oligopólicas. El segundo se encuentra vinculado con las dificultades que tiene el mercado para
proveer bienes públicos, principalmente los bienes públicos puros. El tercero consiste en los fallos
relacionados con la información incompleta que circula en el mercado, fundamental para la toma de
decisiones racional en términos de productividad, demanda y consumo. Lo anterior reproduce en
cuarto lugar, fenómenos como la cesación de actividades, la inflación y el desequilibrio económico
generalizado, que afectan negativamente los niveles de eficiencia en el sistema de producción
(Stiglitz, Los fallos del mercado, 2000). Finalmente, el mercado fracasa en generar procesos
equitativos de redistribución de la renta, caldo de cultivo para la reproducción de condiciones de
marginalidad, pobreza e inequidad social.

En la medida en que el mercado en su versión autorregulada fracasó, el Estado liberal entró en crisis,
sentando las bases para el advenimiento del Estado de bienestar, también denominado como Estado
interventor benefactor, dada su doble dimensión funcional: intervenir en la economía para corregir
los fallos del mercado y garantizar condiciones mínimas de bienestar para sus pobladores, con el
propósito de asegurar relaciones de intercambio Estado-sociedad-mercado, concomitantes con la
superación de la crisis del modo de producción dominante: el capitalismo.

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3. El advenimiento del Estado de bienestar
El Estado de bienestar surge como consecuencia del agotamiento funcional del Estado liberal clásico.
Durante la primera mitad del siglo XX, específicamente, a lo largo del periodo de entreguerras, se
inician una serie de reformas al Estado liberal, dentro de las cuales destacan dos casos particulares: la
experiencia histórica conocida como la República de Weimar, en la Suecia de los años 30, y el New
Deal norteamericano ** (Geraldes Da Cunha Lopes, 2010).

¿Sabía qué...?

**La experiencia de los sistemas Bismarckianos de seguridad social en Alemania (1871-1890),


es citada por algunos autores como el antecedente más importante de configuración de
instituciones estatales en función del bienestar, previos a su introducción generalizada en Europa
y Norteamérica tras el fin de la segunda guerra mundial.
Este sistema de seguridad social incluía, entre otros: seguro de enfermedad, accidentes de trabajo
y un primer sistema obligatorio de jubilación para obreros.

En comparación con las funciones y fines del Estado liberal clásico, enmarcadas en la garantía de
derechos y libertades individuales «derechos civiles y políticos», las reformas al Estado promovidas
en el marco del bienestar, abocaron por la garantía de derechos sociales y económicos, los cuales se
habían desvanecido de la escena política estatal a lo largo de los siglos XVIII y XIX (Poggi, 2008).

Lo anterior no surge como una concesión injustificada del Estado, en tanto unidad política
benevolente y protectora de los derechos económicos y sociales de los más desvalidos. Por el
contrario, es más una consecuencia del triunfo de las reivindicaciones de los movimientos obreros
orientadas al mejoramiento de las condiciones laborales, en el marco de un periodo agitado por
elevados índices de paro productivo «consecuencia de los altos niveles de desempleo», tasas de
crecimiento económico decrecientes o estancadas y dinámico activismo de organizaciones sindicales
(Geraldes Da Cunha Lopes, 2010).

Así, algunos argumentan que el Estado de bienestar reprodujo una relación en la cual, las
organizaciones de trabajadores aceptaron adoptar los principios de la economía de mercado, ahora
regulado, a cambio de prerrogativas sociales (Geraldes Da Cunha Lopes, 2010). La realidad anterior,

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compone precisamente una de las críticas del marxismo a la configuración del Estado de bienestar:
desmovilizó a la clase obrera y la integró a un proyecto de economía de mercado de tipo capitalista
«sobre este asunto, reflexionaremos más adelante en el acápite de Estado socialista».

3.1. Fines del Estado interventor – benefactor: Crecimiento de la economía y el


bienestar

Encontrar una relación positiva entre «mayor nivel de bienestar de los agentes sociales = mayor
productividad y crecimiento económico», fue una consecuencia de la adscripción de los fines y
funciones del Estado a los postulados teóricos de John Maynard Keynes, economista inglés crítico
del liberalismo económico «de allí que el Estado de bienestar también sea conocido como Estado
keynesiano de bienestar».

Luego de la crisis de 1929, en Norteamérica y otras latitudes, se produjo un redireccionamiento de


los fines del Estado con relación al complejo social: en la práctica, la organización política estatal debía
propender por la garantía y protección de los derechos sociales mínimos para la supervivencia de los
trabajadores (Piñar Mañas, 2012). Este redireccionamiento requería, por supuesto, de la intervención
activa del Estado en la economía.

Es precisamente allí que se consolida la ecuación optimista del Estado de bienestar, en la cual
se propone una correlación directa entre mayores niveles de bienestar y mejores niveles de
productividad y crecimiento económico. La adopción de esta fórmula por parte de los Estados, se
hizo masiva para la segunda mitad del siglo XX en Europa, con la proliferación de partidos social
demócratas en cabeza de gobierno. El conceso para la aceptación de la intervención estatal sobre
la economía, fue resultado del apoyo de grupos políticos de izquierda y de derecha frente a los
preceptos del Estado de bienestar, como mecanismo de prevención frente a la aparición de proyectos
políticos asociados al comunismo «prevención de la derecha» y al fascismo “prevención de la
izquierda» (Piñar Mañas, 2012).

Para Keynes, uno de los principales problemas del liberalismo económico estaba asociado a su
incapacidad para generar condiciones de pleno empleo. En la medida en que el mercado dejado a su
libre albedrío reproducía condiciones concomitantes con la generación de fallas de mercado «uno de
cuyos resultados era el desempleo», el cierre del ciclo de producción, no estaría garantizado (Piñar
Mañas, 2012).

De lo anterior, vale la pena aclarar que uno de los efectos más importantes del desempleo en
términos de desempeño económico, es su impacto sobre el cierre del ciclo productivo. Piense por

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un momento en un escenario “X” en el cual, usted produce mercancías para su intercambio en el
mercado. La producción, de acuerdo a leyes de oferta y demanda, requiere que, una vez puesta en
venta, alguien se encuentre no solo en disposición sino en capacidad de comprar este producto; una
capacidad dada por el poder adquisitivo de personas económicamente activas.

En términos simples, Keynes observó que el desempleo afectaba directamente la capacidad


adquisitiva de los agentes en el mercado y, con ello, la demanda agregada: al disminuir la capacidad
adquisitiva, disminuye el consumo, disminuye el intercambio económico y la productividad se detiene,
en tanto existe un exceso de mercancías que no pueden ser ofertadas en el mercado, dado que
habrá pocos individuos en capacidad de comprarlas «demandarlas». La reproducción sistemática y
generalizada de este estado de cosas, género que la economía liberal incurriera en un estado de crisis
sin precedentes (Antonio, 2006).

Frente a esto, la teoría económica de Keynes contribuyó a definir los objetivos instrumentales del
Estado de bienestar, con relación a la economía y el bienestar de los ciudadanos, bajo los siguientes
supuestos teóricos:

»» Se hace necesario un aumento generalizado de la capacidad de compra y consumo de los


agentes económicos que interactúan en el mercado, lo cual eleva la producción (Pérez Moreno,
2014).

»» Lo anterior, solo se garantiza pretendiendo niveles ideales de empleo con tendencia a la


búsqueda del pleno empleo de la población económicamente activa, apalancando una relación
positiva entre demanda agregada y oferta (Pérez Moreno, 2014).

»» Proveer bienes y servicios con horizonte universalista «que cobijen en lo posible a toda la
población» en materia de salud, vivienda, educación, entre otros, los cuales son percibidos como
derechos de la ciudadanía, contribuyen a dinamizar el papel de los individuos en la economía
(Pérez Moreno, 2014).

»» Para los casos de desviación en materia de empleo, se debe proveer una renta mínima básica
para personas que se ubican por fuera del sistema productivo, por discapacidad, desempleo
«seguros para el desempleo» o por edad «sistema pensional» (Pérez Moreno, 2014).

Las anteriores directrices teóricas, orientaron progresivamente la transformación de los medios y


estrategias adoptadas por los Estados en el marco de su funcionamiento, veamos:

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3.2. Medios y estrategias de acción en el Estado de bienestar

La conformación del Estado de bienestar, en tanto modelo que propende por la intervención
activa y oportuna del Estado en la economía, así como en la mejora de las condiciones de vida de
los ciudadanos (Piñar Mañas, 2012), significó un reajuste a los medios utilizados por el Estado
para garantizar un entorno social y político estable, concomitante con niveles de productividad y
crecimiento económico incrementales.

En materia de medios, se deben subrayar los siguientes elementos:

»» Intervención del Estado en la economía: el Estado interviene en la economía en tanto


empresario. La creación de empresas públicas animaba la demanda de bienes y servicios,
siempre que las personas vinculadas con empresas estatales, tenían garantizadas condiciones
positivas para una participación activa en el mercado: alta capacidad adquisitiva y poder de
compra (Soleto Navalpotro, Hunamuno Hierro, Cáceres Ruiz, & Freire Rubio, 2003).

»» Protección a la industria nacional: mediante un sistema de aranceles e impuestos que impidan


el ingreso libre de mercancías foráneas, lo cual impide fortalecer el mercado y la producción
interna.

»» Organización de la economía bajo la dirección estatal: las metas en materia de crecimiento


económico, eran trazadas de acuerdo a objetivos incorporados en los documentos de planeación
nacional de los Estados. Esta planeación incluía, entre otros, instrumentos de apoyo a las
empresas «subsidios y créditos de fomento y tasas de interés cómodas».

»» Intervención en el mercado de trabajo: en orden de garantizar políticas tendientes a la


consolidación del pleno empleo, se utilizaron dos instrumentos: a) política fiscal: expansión del
gasto público en forma de inversión «Estado empresario» y, b) política monetaria, disminuyendo
tasas de interés con el propósito de incidir positivamente en el alza de los niveles de inversión
privada. A mayor inversión privada, mayores niveles de rentabilidad para las empresas,
mayores tasas de producción de mercancías y mayores niveles de empleo (Soleto Navalpotro,
Hunamuno Hierro, Cáceres Ruiz, & Freire Rubio, 2003).

»» Intervención en el sistema de precios: el Estado administraba los precios de productos


estratégicos para el bienestar de los ciudadanos, principalmente, los productos que componían
la canasta básica.

»» Estado como captador y redistribuidor de riqueza: el sistema tributario tendió a robustecerse,


en tanto la expansión del gasto público, en garantía de derechos económicos y sociales de los

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ciudadanos y del aumento de la inversión pública, requería una fuente de financiación. En la
medida en que el funcionamiento de la economía arrojaba balances positivos en términos de
rentabilidad, los impuestos crecían de manera paralela (Soleto Navalpotro, Hunamuno Hierro,
Cáceres Ruiz, & Freire Rubio, 2003), principalmente, los impuestos progresivos.

Con estos medios y hasta el término del Estado de bienestar, el Estado se convirtió en el principal
garante del proceso de producción y acumulación de capital, orientado por la ecuación optimista de
correlación entre mejores niveles de crecimiento económico y superiores niveles de bienestar de la
población.

En síntesis...
El Estado de bienestar es aquel que provee políticas - servicios sociales e interviene en la economía
y el mercado, con el propósito de limitar sus efectos indeseados y promover mayores niveles de
productividad y rendimientos económicos.

Finalmente, vale la pena subrayar que el advenimiento, constitución y fortalecimiento del Estado
de bienestar, fue la vía que tomó la transformación del Estado en Europa y Norteamérica como
consecuencia del ajuste entre las relaciones capital-trabajo, adscritas a un modelo de producción
específico, el capitalismo.

En otras latitudes, la recomposición de relaciones se orientó ya no bajo los preceptos teóricos


de la economía keynesiana, sino bajo los postulados críticos al sistema de producción capitalista
desarrollados por Marx, lo cual trajo como resultado una segunda vía de evolución del Estado en
términos del reajuste de las relaciones capital-trabajo: la vía comunista «Estados socialistas».

4. El Estado socialista
No existe una teoría política o teoría del Estado en estricto orden marxista, siempre que, para Marx, el
objeto de análisis relevante no era el Estado en sí mismo, como sí la economía capitalista. Ahora bien,
vale la pena mencionar que sí se han realizado interpretaciones teóricas sobre el funcionamiento del
Estado por parte de teóricos de línea marxista.

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Una vez aclarado esto, presentaremos a continuación, primero, algunos aspectos teóricos generales
referidos a la interpretación marxista sobre el Estado y, segundo, una breve exposición de la forma
que adquirió la adscripción del pensamiento marxista en la configuración de ordenes políticos
estatales.

4.1. Marx y el problema del Estado

Norberto Bobbio (2010) realiza una descripción ilustrativa sobre las principales líneas de reflexión
teórica desarrolladas con ocasión al problema del Estado desde una perspectiva marxista. Al respecto,
es preciso subrayar los siguientes supuestos teóricos relevantes para la comprensión del Estado desde
esta perspectiva:

• En primera medida, Marx comprendía que la realidad social debía estudiarse a la luz de la forma
dominante en que se genera riqueza en una sociedad. Según este precepto, se entenderá que la
transformación de toda sociedad es un resultado de los cambios y ajustes producidos respecto
de las fuerzas productivas que interactúan en su seno (Blas Guerrero, 2013).

• Bajo el amparo del Estado liberal, segundo, la sociedad está dividida en clases. Esta división es
producto del advenimiento del sistema de producción capitalista en tanto forma dominante de
ordenación de las relaciones entre el capital y el trabajo. La noción relacionada con la división y
lucha de clases, supone una crítica a la teoría económica clásica <<liberal>>, siempre que en el
liberalismo ortodoxo no se acepta que la sociedad refleje una división de este tipo. La negación
sobre la división de clases, se encuentra relacionada con la formal “igualdad” de los individuos y
la sociedad de cara a la ley, bajo la cual se establece el Estado en su forma liberal (Blas Guerrero,
2013).

• Las distintas clases sociales tienen intereses contrapuestos, dado su rol en las relaciones
productivas. Estos intereses contrapuestos generan contradicciones insoslayables: para Marx,
la clase proletaria sufre en el marco del sistema de producción capitalista, de la expropiación
de su trabajo <<robo, si se quiere>>, en la cual la clase burguesa se apropia de una porción del
trabajo que no es remunerada <<para generar plusvalía y ganancias>>. Frente a esta dinámica, se
subraya que el sistema capitalista es un sistema alienante, dado que la clase proletaria se vuelve
inconsciente de estas contradicciones (Blas Guerrero, 2013).

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• La contraposición de diversos intereses, conllevan a una lucha de clases, motor de la revolución y
el cambio social orientado a sustituir el dominio de la clase burguesa, por el de la clase proletaria.
Al transformar la condición de dominación de una clase sobre otra, se transforma así mismo el
modo de producción hegemónico (Blas Guerrero, 2013).

En la medida en que se ubica el objeto de análisis sobre la forma que adquiere el modo de producción,
bajo estos supuestos se entiende que el Estado es un instrumento que garantiza la reproducción
de un orden de cosas concomitante con los intereses de la clase dominante: la clase burguesa. Así,
se puede inferir que, desde esta perspectiva, el Estado <<liberal clásico, de bienestar y el Estado
neoregulador / neoliberal>> son expresión y reflejo de los intereses de la clase dominante que subyace
al ordenamiento político, económico y social de determinada sociedad.

Basándose en los cinco postulados teóricos mencionados anteriormente, la visión estructuralista


tradicional referida al análisis de la composición del Estado en tanto forma de ordenamiento político,
desarrolla las siguientes ideas:

• Toda forma que adquiera el Estado, mediada por el dominio de la clase burguesa en el entramado
social, hace que el Estado sea una estructura de dominio capitalista. Así, todo Estado es, en
esencia, una forma de organización del poder político de tipo capitalista.

• En la medida en que todo Estado es capitalista, sus funciones, fines y medios estarán orientados
a garantizar la acumulación de capital y a defender los intereses de la clase burguesa dominante.

• Dado que el objetivo de la lucha de clases es generar un proceso revolucionario que transforme
la relación de dominio de una clase sobre otra, el Estado, en tanto reflejo de la otrora clase
dominante <<burguesa>>, es una estructura de ordenación del poder político que tiene por
destino su extinción.

Aun cuando el destino de la configuración estatal es su agotamiento y extinción, dado el


reacomodamiento de la relación de dominación entre trabajo y capital que conlleva el proceso
revolucionario, con el cual se sobreponen los intereses de la clase proletaria por sobre la burguesa,
con el fin último de eliminar toda diferencia de clase existente al interior de la sociedad, este proceso
necesita de un Estado de transición, previo al de extinción del Estado, en el cual el aparato político
esté orientado por una dictadura revolucionaria del proletariado (Bobbio, 1999).

Este estadio histórico en el que se instaura una dictadura revolucionaria del proletariado en
detrimento de los intereses de clase burguesa, conllevó a la formación de los denominados Estados
socialistas.

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4.2. Los Estados socialistas

De acuerdo a lo que se ha mencionado en este acápite, la aparición de los Estados socialistas como
configuración política específica, estuvo orientada por una serie de preceptos teóricos referidos a la
configuración y naturaleza de las relaciones de clase y el modo de producción de adscripción marxista.
El referente más significativo de Estado socialista, lo compone la emergencia de la Unión Soviética,
luego de la revolución rusa de 1917. A partir de allí, numerosos países del este de Europa, entre 1945-
1948, acogieron este modelo; su ampliación, se extendería por diversos países de África, Asia <<China
- Corea del Norte>> y América <<Cuba>>.

Sumada a su configuración de línea marxista, con relación a sus características se puede mencionar lo
siguiente:

• Sistema jurídico y tipo de régimen: los Estados socialistas, al igual que los Estados de derecho
liberal, están regidos por una constitución y, en general, por un marco jurídico dentro del cual se
suscribe la actividad estatal. Aun así, asumen la forma de régimen centralista sin separación de
poderes, siempre que el Estado, en su nivel supremo, concentra para sí tales potestades.

• Intercambio político: los Estados socialistas operan bajo un régimen de partido único, lo cual
limita las iniciativas y libertades de asociación política propias de las poliarquías occidentales; la
vida política y direccionamiento del Estado se tramitan a través del partido.

• Relación Estado - sociedad: tendencia a ampliar las prácticas de intervención del Estado en
todos los ámbitos de relación social, aparte del económico. La injerencia del Estado en la vida
privada de los individuos conlleva a la recurrente adopción de prácticas autoritarias.

• La propiedad social y el sistema económico: se procura que el Estado sea propietario de los
medios materiales de producción. Se adoptan procesos de nacionalización económica en los
cuales se imponen límites y restricciones a las iniciativas comerciales individuales.

• Libertades y derechos: como característica general, puede afirmarse que en el marco de los
Estados socialistas existe de facto una limitación de las libertades individuales, en favor de la
instauración de un orden de tipo igualitario, una aspiración que orienta funcionalmente a estos
regímenes políticos a la garantía de derechos económicos y sociales.

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Como realidad política, los Estados socialistas suponen una forma de ordenar el poder
político y económico que persiste en la actualidad en múltiples latitudes. En Latinoamérica,
particularmente, Venezuela, Bolivia y Ecuador han adoptado rasgos concomitantes con la
formación de un Estado socialista, en un proceso de redireccionamiento de la actividad estatal,
reconocido políticamente como el “socialismo del siglo XXI”.

Finalmente, es preciso mencionar que, en el ordenamiento político mundial, la formación de


Estados socialistas coexistió y coexiste aun con la adopción de otras formas de ordenar el poder
político: para el periodo comprendido entre los años 40's y 70's, con el Estado de bienestar y,
para el periodo posterior a la década de los 70's, con el Estado regulador o neo liberal.

5. El Estado regulador – neo liberal: condiciones iniciales


Para la década de los 70's, una nueva crisis afectaría el sistema económico mundial. Esta crisis,
significaría un reajuste de las funciones básicas del Estado, el agotamiento del Estado de bienestar y el
advenimiento del Estado neoregulador, también conocido como el Estado neoliberal.

Como ya se había mencionado, la adopción de las políticas keynesianas en el marco del Estado de
bienestar, aseguraron que la actividad estatal se reorientara a acompasar el crecimiento económico
con la instauración de un sistema de bienestar. Por supuesto, el mantenimiento de la política social,
de impacto significativo en el robustecimiento del gasto público gubernamental, requería de un
funcionamiento dinámico y estable de la economía.

Hacia finales de la década de los 60's, esta segunda condición estaría limitada por una profunda
crisis de acumulación de capital, con impacto negativo en las economías domésticas. Para los 70's,
una escena de estanflación generalizada <<el término estanflación se refiere a la situación en que se
combinan dos fenómenos: estancamiento económico e inflación de precios en el mercado>> provocó
una caída en los ingresos tributarios de los Estados de orden interventor, cuyo funcionamiento
requería de elevados niveles de capital que aseguraran el mantenimiento de la política social. Esta
situación provocó crisis fiscal generalizada, para cuya salida se propuso adoptar políticas de corte
neoliberal: un retorno matizado del liberalismo económico con límites a la intervención del Estado en
el mercado y la economía (Harvey, 2007).

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5.1. El Estado neoliberal: funciones y características

El Estado neoliberal se corresponde con la configuración que asumió el Estado nación moderno a
partir de la década de los 70's, y que persiste con ciertas variaciones hasta la actualidad. Su objetivo
principal es el de garantizar el funcionamiento libre y competitivo de los mercados, favoreciendo
fundamentalmente la garantía de derechos individuales: la propiedad privada y el imperio de la ley
<<reglas de juego claras>> para el correcto funcionamiento del mercado y el comercio (Harvey,
2007).
Respecto a la garantía de derechos sociales, se infiere que el dinámico funcionamiento de los
mercados y la economía promoverá niveles elevados de riqueza y bienestar social. Así, el papel
del Estado en tanto garante de derechos sociales, se ve limitado a la asistencia focalizada de aquel
segmento de la población que se encuentre en mayores condiciones de vulnerabilidad.
A razón de esta dinámica, el Estado asumió de manera progresiva una estructura funcional acotada
bajo las siguientes limitantes:

»» Retiro del Estado en la economía, retomando un papel de regulador del sistema económico en
el que se asegure un entorno institucional adecuado para el correcto funcionamiento de los
mercados y el comercio: liberalización comercial, estabilidad jurídica y defensa de la propiedad
privada.

»» Disciplina fiscal y disminución del gasto público: cuidado de los recursos fiscales del Estado y
focalización del gasto público a población vulnerable. Apertura de la prestación de servicios y
bienes: mercantilización de servicios sociales: salud, educación, sistemas pensionales, entre
otros.

»» Integración de los principios de funcionamiento del mercado a la operación estatal: principio


de eficiencia como criterio de valoración de la operación estatal, con rendimientos orientados
a la consecución de resultados. Privatización de activos públicos y reducción de los cuadros
administrativos estatales.

Cabe mencionar que los modelos de Estado neoliberal y bienestar aquí expuestos, suponen formas
típico ideales de los mismos. En la práctica, la delimitación de la actividad, funciones y características
de los Estados, adquirió dimensiones y grados distintos y variables según fuera la configuración
institucional, la tradición política y las formas de intercambio social propias de cada país. Así, en la
medida en que emergían doctrinas de pensamiento político y económico alineadas con una u otra
forma de configuración estatal, los Estados progresivamente ejecutaban reformas con el fin de
adoptar estas directrices en el marco de su funcionamiento.

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Referencias bibliográficas
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Stiglitz, J. (2010). Regulación y fallas. Revista de Economía Institucional, 13-28.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Organización del Estado


Unidad 2: Tipos de Estado
Escenario 4: Estado de bienestar, Estado socialista y Estado
regulador

Autor: Alejandro Juvenal Romero Torres

Asesor Pedagógico: Heidy Liliana Moncada Bernal


Diseñador Gráfico: Nicolás Jiménez Osorio
Asistente: Ginna Quiroga

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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