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Apuntes hacia la construcción social del bien común

Madeleine John
Dario Ergas
José Rivadeneyra
Tiempos de cambio ¿Hacia dónde queremos ir?

Dibujos: Nicole Niego


Dagramación: Eric Ghiut
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú:
ISBN:
Parque de Estudio y Reflexión Ihuanco Perú y Punta de Vacas
Argentina, 2019
Son tiempos de cambio...

Dedicado a los voluntarios y activistas


que avivan la esperanza en nuestros
corazones.
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Tiempos de Cambio

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Convergencia de


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muchos, muchísimos
Ni

aportes particulares
Son tiempos de cambio...

Se ha producido un salto tecnológico que ha ampliado nuestras


posibilidades. Estamos comunicados al instante con todo el planeta
y tenemos acceso a información enciclopédica de cualquier materia.
Se ha ampliado nuestra conciencia de lo humano, del sistema ecoló-
gico que habitamos y del universo.
Esto ha puesto en jaque los modelos de producción y de consumo
para convivir con la naturaleza; ha puesto en jaque la distribución de
la riqueza para solidarizar con los desposeídos; ha puesto en jaque
la convivencia cotidiana al reconocer la diversidad de modos de vida.
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Las resistencias al cambio...

Son mayores los contextos en los que se evidencia como las insti-
tuciones se ponen cada vez más violentas y represivas en el intento
por frenar el desmoronamiento de sus sistemas basados en una
obsoleta definición de la propiedad, de la riqueza, de lo nacional, de
la familia y de la justicia.
Si bien las personas tenemos mayor conciencia, los moldes cultu-
rales y organizacionales corresponden a otra época y chocan con la
experiencia vital individual y social. Las instituciones se ponen cada
vez más violentas y represivas en el intento por frenar el desmoro-
namiento de lo nacional, de la familia, de la propiedad, de la riqueza,
de las iglesias y de la justicia.
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El “capitalismo financiero” ha logrado indexar en variables moneta-
rias todas las actividades humanas, no sólo la producción de bienes,
sino también la salud, la educación, la jubilación, la seguridad y el
ocio. El endeudamiento ha creado un nuevo tipo de pobreza que es la
“pobreza a futuro” y con ello una atmósfera psicosocial de angustia
que se manifiesta como stress, depresión, pánico, etc.
La mayor resistencia es el individualismo personal o grupal. Se
manifiesta en la creencia de que se puede salir solo de esta crisis
con su familia o grupo cercano.

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Necesitamos superar el individualismo (personal o grupal)
y crear una comunidad...

pero... la discriminación, el resentimiento, la venganza y


toda forma de violencia bloquean
el encuentro humano y la complementación y coope-
ración para construir un futuro común de bienestar.

Necesitamos volver al afecto, a la amistad, a la unidad interna y


a la cohesión de grupo. Necesitamos comunidad para afrontar
los tiempos revueltos que vivimos y construir los peldaños de los
tiempos venideros.
Necesitamos crear comunidad con la sensibilidad y las aspiraciones
de los nuevos tiempos. Comunidades horizontales e inclusivas en las
que como personas y conjunto nos abrimos a otras personas y otros
colectivos tendiendo a un destino común.
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Tiempos de cambio ¿Hacia dónde queremos ir?

¿Hacia una civilización humana global, de localidades y diversi-


dades que se coordinan?
Es una opción, lejos de los nacionalismos y localismos intransi-
gentes y confrontativos, que nos hace reflexionar sobre nuestro
activismo para aprender a superar fronteras geográficas, ideoló-
gicas, religiosas, de género, superar en la propia acción la violencia
y la discriminación.
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¿La violencia es una opción o es nuestra naturaleza
humana?

Durante mucho tiempo hemos creído que la posesión, la ambición,


el deseo de venganza eran naturales y sólo se podían reprimir o
domesticar.
Las creencias responden a una época, pero no son verdades
absolutas.
¿Llegó el momento de dejar de buscar culpables y construir un
cambio personal y social superando el resentimiento y la venganza?
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El ser humano está en cambio y evolución

No somos seres acabados, fijos, inmodificables.


Estamos en continuo cambio, construyendo la vida junto a otros...
Construyendo la historia junto a otros.
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El motor del cambio es la búsqueda de cada vez más
libertad

El ser humano es histórico, actúa para transformar su medio social,


pero también para mejorarse a sí mismo.
Todo intento de fijar una naturaleza humana, no funciona porque
nos rebelamos y tarde o temprano cambiamos lo que nos oprime o
hace sufrir.
Nuestro camino es romper lo que nos encadena al sufrimiento para
avanzar hacia cada vez más libertad.
¿La libertad es para mí sólo, para mi grupo o un proceso de libera-
ción para todos?
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¿Es posible un cambio más esencial en nosotros?

¿El bien común se construye desde el estado, desde la iglesia,


desde la empresa?
¿O desde nosotros mismos: en nuestras familias, comunidades y
colectivos?
Si fortalecemos la unidad entre nosotros, ¿podremos crear nuevas
organizaciones orientadas al bien común?
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¿Qué dirección tomamos?

Creemos que lo que nos desintegra como personas y como


conjuntos son la culpa, el resentimiento y las respuestas vengativas
y violentas.
Dos caminos se abren:
›› El del Resentimiento nos lleva a repetir la vida y la historia.
›› El de la Reconciliación a comprender errores propios y ajenos, a
reconocer la condición humana y la decisión de transformar los
factores que llevaron a la violencia.
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Reconciliación no es perdonar, no es olvidar, no es
resignarse

Reconciliación no es pedir perdón, tampoco olvidar lo que pasó...


Es reflexionar, comprender y actuar para cambiar las condiciones
que originaron la violencia...
Como personas y como colectivos.
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AMPLIEMOS LA CONCIENCIA Y LA EXPERIENCIA DE LO
HUMANO

Trabajemos no sólo para beneficio de nuestro


grupo. Colaboremos y “acuerpémonos” con
otros que buscan cambios comunes en
diferentes campos.
Reconciliar no es negociar, no es consensuar

Reconciliar es una actividad permanente a medida que se amplía


nuestra conciencia y comprensión de lo humano.
Reconciliar es la intención de comprender y el compromiso activo
de transformación.
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Los cambios están impulsados por el futuro

El tiempo más importante de la conciencia humana es el futuro.


Es la imagen de un futuro querido la que te hace un protagonista y
transformador del presente.
La fuerza que nutre y direcciona tu acción transformadora es la
imagen de futuro: tu sueño, tu ideal, tu aspiración.
Cómo es el futuro querido, ¿es posible?, ¿por qué no?
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Superar el pasado y no repetirlo

¿Cuáles momentos del pasado de unidad, comunicación y tolerancia


queremos que nos inspiren?
¿Qué del pasado queremos dejar en el pasado...?
Así como la violencia es una opción, la no-violencia y la reconci-
liación son opciones también, caminos a tomar para construir un
nuevo futuro.
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¿Cómo es el mundo al que aspiras?

Cuando el futuro al que aspiramos está claro y es algo muy querido


y compartido por muchos, muchos....
Se llama “fuerza de cambio indetenible”.
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Humanizar la Tierra

...“si crees que has sido arrojado al mundo para cumplir con la
misión de humanizarlo, agradecerás a los que te precedieron y
construyeron trabajosamente tu peldaño, para continuar en el
ascenso.

Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador


del mundo... tus padres y los padres de tus padres se continúan
en ti. No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que
vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando
aclaras tu sentido, iluminas la tierra. Cuando pierdes tu sentido,
la tierra se oscurece y el abismo se abre.

Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí: ¡humanizar la


tierra! ¿Qué es humanizar la tierra? Es superar el dolor y el
sufrimiento, es aprender sin límite, es amar la realidad que
construyes”.

Silo (xxxx). Humanizar la Tierra, Santiago: Virtual Ediciones


¿Cuál es el aporte que como colectivo queremos dar al
mundo?
La revisión del propio relato histórico y biográfico

Necesitamos revisar nuestros relatos históricos para que contri-


buyan al proceso de construcción del bien común.
Eso es posible, porque el relato histórico es siempre subjetivo. Se
hace desde una particular mirada que elige algunos hechos, omite
otros, prioriza y organiza los datos de una manera particular.
Modificar los relatos históricos es un proceso de ampliación de la
verdad, incorporando los elementos negados, ocultados, obviados o
disminuidos. Iluminando los hechos que hacen a la propia responsa-
bilidad que no queremos revisar por temor a relativizar la barbarie
sufrida.
También significa incorporar las voces de todos los actores sociales
y las distintas memorias.
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La Reconciliación como comprensión del pasado

El relato histórico es algo vivo que se reactualiza constantemente


no solamente porque aparecen nuevos datos, nuevos descubri-
mientos. También porque varía la mirada desde el presente y sobre
todo cuando se modifica el futuro al que aspiramos. 
Reactualizamos la representación que tenemos del pasado desde
los valores, creencias y aspiraciones que tenemos en el presente, y,
sobre todo, en base al futuro que queremos construir.
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La historia se repite una y otra vez...

Los más fuertes y poderosos avasallan a los más débiles para apro-
piarse de sus territorios, recursos, ideas, fuerza de trabajo...
Muchas veces los “débiles” se convierten en avasalladores frente a
otros más “débiles”, donde ellos son los poderosos.
Todos los colectivos tienen momentos horribles y otros de grandeza
humana que necesitamos rescatar.
Necesitamos cambiar esta forma de relación basada en el abuso
de poder y superar la violencia en nosotros y en el mundo que nos
rodea.
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Los relatos históricos no son verdad objetiva

Muchas veces el modo en que nos cuentan y contamos nuestras


historias es para justificar la violencia, el odio y la venganza.
El progreso y bienestar que solo es para unos pocos termina siendo
el progreso de nadie. Así no podremos acabar con la violencia.
Tenemos que dejar de jalar solo para el lado que nos tocó.
Una nueva sensibilidad está creciendo que aspira al bienestar de
todos los seres humanos.
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¿Es posible escuchar la narrativa del otro?

¿Por qué me altera un relato distinto?


¿Qué siento como amenaza?
¿Sólo lo mío es verdad?
¿Cuál es el relato del poder?
¿Qué exagera o disminuye el otro relato?
¿Qué exagera o disminuye el propio?
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La reconciliación como acción humanizadora

La violencia es física pero también la discriminación es violencia,


en su forma de racismo, explotación o marginación. La violencia en
la actualidad es principalmente económica ejercida por medio del
endeudamiento, la concentración del capital a través del interés del
dinero, la acumulación de la propiedad por medio de la privatización
de los recursos naturales y el bien común. 
La violencia es física pero también la discriminación es violencia, en
su forma de racismo, explotación o marginación.
No solamente hemos padecido diversas formas de violencia, sino
que también las hemos ejercido.
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¿Es posible hacer crecer una conciencia de sí no-violenta?

Necesitamos una nueva cultura basada en la paz, noviolencia, no


discriminación y reconciliación.
Ella debe interiorizarse y vivirse en cada uno de nosotros y nuestras
organizaciones y medios inmediatos.
Estamos en un momento de transición entre un mundo viejo que
declina y muere porque no da respuesta a las necesidades del ser
humano y un mundo nuevo al que aspiramos y que guía nuestra
acción humanizadora.
Necesitamos hacer un esfuerzo por superar en nosotros y en
nuestras organizaciones el viejo paisaje en que fuimos formados
haciendo visibles, resistiendo y creando conciencia sobre las formas
de violencia que estaban normalizadas y naturalizadas.
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¿Qué hacer?

¿Qué hacer cuando la violencia no quedó en el pasado?


¿Qué hacer cuando aún los poderosos ejercen violencia contra
mi colectivo? ¿Qué hacer cuando nos enfrenta oprimidos contra
oprimidos?
Sin duda, la prioridad es salir de la situación de violencia por medio
de la no-violencia activa.
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La acción humanizadora

La acción humanizadora reconoce la dignidad del otro, amigo o


enemigo.
La acción humanizadora transforma la condición de violencia que
vivo y la que ejerzo.
La acción humanizadora abre la comunicación al encuentro de la
diversidad, rescata los aportes presentes, pasados y futuros de los
diferentes grupos y culturas, busca la cooperación y el esfuerzo
conjunto para converger en un proyecto común. Su metodología es
la no-violencia activa.
La acción humanizadora es transferencial y se experimenta como
liberadora, es decir, como reconciliatoria con los seres humanos, su
proceso y con uno mismo.
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Reflexión sobre la acción

¿Qué respuesta damos o podemos dar frente a las distintas formas


de violencia que vivimos? (violencia física, económica, religiosa,
psicológica, racial, sexual, etc.)
¿Estas respuestas nos permiten salir del círculo de la violencia y
resentimiento para avanzar hacia la paz y la convergencia?
¿Cómo podemos resistir la violencia en nosotros y el mundo que
nos rodea?
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“Trata a los demás como quieres que te traten”

Esta “regla de oro” ha estado presente en distintas culturas y épocas


como guía de la conducta humana.
Toda acción que se orienta por este principio universal es reconci-
liadora, reparadora y liberadora.
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La solidaridad

Aun cuando nuestra acción sea local y/o temática, rechazaremos


toda forma de violencia y nos sentiremos hermanados con todos
los que trabajan por superar la discriminación y la violencia en
cualquier rincón de la Tierra. Eso nos permitirá aunar esfuerzos y
reforzar colaboraciones.
Por ello es importante la reflexión permanente sobre nuestra
acción. ¿Ayuda a destrabar y avanzar? ¿Fortalece la unidad y la paz?
Cada cual, desde su situación particular, puede aportar a esta
correntada creciente de cambio humanizador desde la coherencia
personal y la acción transformadora en su ámbito inmediato.
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Apuntes hacia la construcción social del bien común

Reflexión personal y colectiva

S on tiempos de cambio y de transición entre un mundo en crisis,


signado por la violencia, pero que se resiste, y otro que se
vislumbra en el horizonte como clamor creciente de las comuni-
dades y de los pueblos.
No podremos salir de la crisis solos, y mucho menos construir la
sociedad anhelada como colectivos aislados.
La violencia económica ejercida por el poder financiero, utilizando
el interés bancario y la especulación, como armas de concentración
de la riqueza, es el factor de violencia principal en la que tendrá
que converger la lucha de todos los discriminados del mundo.
Rechacemos y superemos la violencia racial, sexual, psicológica,
moral y todas las formas de violencia, pero comprendamos que es
la concentración del dinero lo que está esclavizando al ser humano
a través de la deuda, la especulación, la posesión de los medios de
producción y la privatización de los recursos naturales y científicos
que pertenecen a todos.
El bien común ha sido secuestrado por el poder financiero y el poder
político ha sido comprado para darle un marco legal a la usurpación
de lo que es de todos. Esto es lo mismo en Estados Unidos, Rusia,
China o India y en nuestra localidad. El poder financiero global es
transversal y ajeno al progreso de la humanidad en la que todos y
cada uno somos parte.
Pero la violencia del sistema está no sólo afuera, en las instituciones
políticas, estatales y financieras, sino en nuestra propia conciencia
y en el trato que nos damos entre nosotros al interior de nuestras
familias y agrupaciones que formamos para combatir al sistema.
Aceptar la violencia al interior de nuestras organizaciones sea como
desequilibrio psíquico personal, sea en el trato que nos damos, sea
como modo de lucha para combatir una violencia mayor, puede
producir exactamente lo contrario de lo que quisiéramos lograr. Es
el esfuerzo e intención de superar la violencia en nosotros y nues-
tras organizaciones lo que fortalecerá nuestro sentido de vida,
unidad interna y cohesión, conciencia de lo humano y de lo común.
Si nuestro colectivo avanza hacia una forma de organización hori-
zontal, participativa e inclusiva, de buen trato, capaz de converger
con otros y con claridad en el futuro al cual quiere aportar, entonces
tenderá a convertirse en un efecto demostración.
Tendremos que intentar ir a la lucha social simultáneamente que
intentamos una transformación personal, del medio y de la agru-
pación de la que somos parte. Es desde nuestras agrupaciones en
que vivimos y construimos, desde donde podemos colaborar en este
cambio mundial que está ocurriendo.
La acción transformadora no puede ser reactiva a la violencia, sino
que exige una reflexión para elegir aquellas respuestas que amplíen
la unidad, el afecto y la conciencia de la paridad entre nosotros.
Caminamos hacia un nuevo mundo, pero este puede ser construido
ya en nuestro medio más inmediato y en los puentes que tendemos
hacia las otras familias, agrupaciones y colectividades.
Este apunte “hacia la construcción del bien común” puede ser un
punto de partida.

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