Está en la página 1de 2

Temor de Dios

Podemos pensar en todas las cosas, personas, situaciones, experiencias a las que les tenemos
miedo, ¿cuál es mi mayor miedo? … muchas veces podemos decir tengo temor de un examen,
o de que mi servidor mi servidora me pida algo, o me corrija algo, la definición que se encuentra
de la palabra de temor hace alusión al miedo: Miedo que se siente al considerar que algo
perjudicial o negativo ocurra o haya ocurrido.
Y entonces pensamos, pero si Dios es bueno, es la misma bondad, es amor, es misericordia,
para nada es algo perjudicial, o negativo como para tener temor de Él, como si dijéramos para
tenerle miedo. Y esto es evidentemente lo que muchos piensan cuando escuchan el salmo 112
“Dichoso el hombre que teme al Señor”, ¿Por qué fomentar ese “miedo” a Dios?
Pensaba en aquellos años en mi casa en que mis papás salían a una cartilla y nos pedían a mis
hermanos y a mí que acomodáramos la cocina, y nos distraíamos jugando o mirando tele, creo
que todos pasamos por esa experiencia de correr a toda velocidad cuando escuchamos que
estaban llegando ya a la casa y aún no habíamos terminado la tarea encomendada.
Dios es Padre, podemos entonces tener conocimiento de esta experiencia de temor. Con este
regalo que no hico en el don del Temor de Dios, nos ofrece esta capacidad de sentir un gran
respeto por Él, por lo que es sagrado, esa sensación de hacer una genuflexión cuando vemos
aquella lucecita roja en una capilla, y aunque no hay lucecita, por las dudas igualmente nos
arrodillamos.
Qué es lo que tenemos que hacer con estos 7 dones que cada año reflexionamos, que sabemos
que Dios nos regala, porque un don es un regalo. Cuando alguien te quiere mucho te regala
cosas, muchas veces, en cuanto más te quieren más “caro” o “valioso” es el regalo, y además
siempre se tiene muy en cuenta la utilidad y el beneficio que tendrá el regalo, entonces si me
regalan una campera, es porque no quieren que pase frío. Y es natural que como me la han
regalado con mucho cariño, la voy a usar mucho, más aún voy a recordar el día que me hicieron
ese regalo cada vez que me la ponga, porque no sólo me abriga, sino que me recuerda el cariño
de aquella persona.
Esto debe ser con cada uno de los 7 dones que nos regala Dios por medio del Espíritu Santo y
que cada año, en esta fiesta de Pentecostés, nos recuerda que nos ha regalado, muchas veces
acentúa ese recordatorio en alguno de los 7 dones, porque quizá tenemos que gastarlo más o
quizá porque lo tenemos medio guardado.
Vivir el temor de Dios, es aumentar en el corazón ese deseo por hacer enseguida la misión que
nos encomienda, a través de nuestros servidores, es justamente vivir intensamente el
mandamiento del amor, “Dichoso el hombre que teme al Señor y cumple sus mandamientos”. Es
agrandar el corazón, y amar profunda e intensamente a Dios, y responderle en la entrega diaria
de nuestra vida, experimentando ese profundo respeto y seriedad ante su presencia, que se
manifiesta no sólo en la capilla, sino también en mi hermano de comunidad porque ahí también
está esa presencia de Dios, por esto responder bien a mi hermano, tratarlo con respeto y
caridad, por esto Cristo resume la ley en un solo mandamiento, el del amor, amor a Dios, al
prójimo, a uno mismo.
En la vida comunitaria se vive el temor de Dios, cuando deseo la santidad propia, y la de mis
hermanos, cuando los trato con un profundo respeto y cariad, cuando muero a mi yo y brindo la
ayuda necesaria, cuando me doy cuenta de que hay una tarea y una responsabilidad que se me
ha confiado y que debo realizar, no por mero cumplimiento, sino porque a limpiar el piso, por
ejemplo, es el piso que van a caminar mis hermanas, como si Dios mismo fuera a caminar por
ahí, quizá es más fácil pensar en esto si nos dijeran que el Papa nos va a venir a visitar,
entonces como va a caminar ahí, limpiamos a detalle… pero todos los días caminan por ahí mis
hermanas, temor de Dios, lo hago por reverencia y servicio a Él, que se manifiesta en cada una
de ellas.
El temor de Dios, nos ayuda además a experimentar un profundo y sincero arrepentimiento cada
vez que se ofende a Dios, no ayuda a tener un verdadero sentido de pecado, descubriendo qué
actitudes, qué acciones, qué pensamientos, qué palabras y qué cosas que no hago, desagradan
a Dios, y lo entristecen. Nos invita mirar la Cruz y sabernos profundamente amados por Él y
ponernos de rodillas, dándole gracias, porque el mayor regalo ya nos lo hizo, nos regaló su
propia vida.
Que el temor de Dios, nos impulse a entregarle profundamente nuestra vida, realizando todo con
alegría, con humildad, con mucho gusto y bien hecho… como dice el dicho “rapidito y de buen
modo” … Porque es a Dios a quien servimos, por que amo a Dios… temor de Dios para poder
decir:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el Cielo que me tienes prometido
ni me mueve el Infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor. Múeveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas, y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera Infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

También podría gustarte