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Antecedentes
A partir del siglo XV, en el continente europeo se reflejó un nuevo estilo de vida impulsado
por el ansia de libertad. Una libertad que no tenía un propósito material sino mental, ya que
se buscaba el conocimiento y la verdad; por esto surgió una pluralidad de planteamientos.
Este hecho generó la ruptura de la unidad que imperaba en la Edad Media.
Esta ruptura se llevó a cabo principalmente debido a la separación del dogma y la razón,
pues se rechazaban las hipótesis que solo se centraban en la fe porque no tenían bases
lógicas ni evidencias físicas. Esto no hubiese ocurrido si no se hubiese cambiado el método
universitario.
Ese cambio tuvo por objeto que el razonamiento fuese sistematizado, o dicho de otra forma,
que cada argumento se consignara en un ensayo o tratado, los cuales constituían el valor
científico de las ideas.
A la vez, esta técnica de estudio ocasionó que la obra Suma teológica (1265) de santo
Tomás de Aquino no se volviese a revisar como el texto que poseía todas las respuestas a
las preguntas de los aprendices.
Por otro lado, no solo los cleros enseñaban las materias, puesto que a partir del siglo XVII se
incorporaron en las universidades profesores que eran políticos, diplomáticos e incluso
laicos. Tal transformación en el ámbito estructural se asoció con el descubrimiento científico
y con los movimientos protestantes.
La crisis religiosa
La institución eclesiástica se encontraba en conflicto desde el cisma de 1378. Aun así, había
conseguido conservar la unidad, hasta que en el transcurso del siglo XVI emergió en
Alemania una ideología restauradora que recibió el nombre de reforma protestante.
Dicho movimiento, que inauguró Martín Lutero (1483-1546), tuvo como propósito transmitir
que la salvación del alma era posible si el ser se alejaba del espíritu mercantilista y de los
organismos centralizados. La aspiración de este fraile católico-agustino fue mostrarle al
hombre que su supuesta autosuficiencia era solo una ilusión.
Para Lutero, los seres eran mínimos ante la presencia de un ente superior. Con el fin de
demostrarlo tradujo la Biblia, para que así esta fuese accesible y todos los ciudadanos
pudiesen interpretarla siguiendo sus conciencias.
Por tanto, el albedrío de los individuos estaba limitado por la voluntad de Dios, ya que la
bondad divina sobrepasaba las fuerzas humanas.
Al igual que Lutero, Juan Calvino (1509-1564) manifestó que la salvación se conquistaba a
través de la fe y no de los actos. Sin embargo, para Calvino la libertad de conciencia no
existía porque el hombre ya se hallaba predestinado: su futuro ya estaba escrito más allá de
su elección.
De ese modo se puede apreciar que ambas doctrinas fueron fundamentales para el
desarrollo del pensamiento moderno, porque de cierta forma proclamaron el libre
conocimiento del individuo.
Otra visión
La filosofía moderna también se determinó por desdibujar el objeto de contemplación: la
naturaleza ya no era sinónimo de belleza y perfección, solo se apreciaba como el medio en
donde el hombre actuaba.
De igual modo, esta disciplina impulsó la creencia de que solo debía haber una ciencia que
abarcara todos los campos del saber humano, razón por la cual se constituyó un método.
Este último no tenía que funcionar como vía para alcanzar el conocimiento, sino como
herramienta que iba a descifrar la clave para revelar la estructura del pensamiento y la
realidad.
Finalmente, el ideal de este movimiento filosófico fue edificarse como la única ciencia que se
enfocaba en la razón y los sentidos, distanciándose de la autoridad y la tradición.
Etapas de la filosofía moderna
La historia de la filosofía moderna tiene estrecha relación con la exposición de una definición
distinta sobre la verdad, que se precisó como certeza. Esta era la compresión plena de los
contenidos que no debían originar ninguna duda.
Esos términos se entendieron de diversas maneras en los siglos XVII y XVIII, de acuerdo
con las etapas que configuraron a esta corriente. Fueron tres las aristas que recorrieron la
doctrina filosófica: racionalismo, empirismo e idealismo.
Racionalismo
Bajo la designación de racionalismo surgió una teoría epistemológica cuyo principio era el
conocimiento.
Esa teoría se refería solo al conocimiento que se desarrollaba mentalmente y no a través de
los sentidos, pues este último era de inferior categoría. Entre sus filósofos destacó René
Descartes.
Empirismo
Si para el racionalismo fueron primordiales las ideas, para el empirismo lo relevante era la
experiencia ya fuese sensible o fáctica— para obtener el verdadero conocimiento.
En el empirismo se consideró que la certeza se encontraba cuando el entendimiento se
limitaba a las impresiones. Uno de los representantes que más sobresalió fue Thomas
Hobbes.
Idealismo
En cambio, el idealismo fue la expresión en la que se manifestó que las ideas eran el
principio del conocer y el ser.
Además, se enfrentó al materialismo porque, según su teoría, los objetos no podían existir si
no eran imaginados por una mente que estuviese consciente de su tangibilidad. Entre sus
precursores en la modernidad estuvo Immanuel Kant.
Principales representantes
Algunos de los filósofos modernos más destacados son:
Racionalismo: René Descartes (Francia, 1596 – Suecia, 1650)