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REVISTA ICONO 14, 2011, Año 9 Vol. 1, pp. 21-38. ISSN 1697-8293.

Madrid (España)
María José Guerra Palmero: La (des)conexión mujeres y naturaleza
Recibido: 19/05/2010 – Aceptado: 08/12/2010

A9/V1 – REVISTA DE COMUNICACIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS – ISSN: 1697 - 8293

LA (DES)CONEXIÓN
MUJERES Y Palabras clave
Mujeres, naturaleza, cyborg, monstruo,
ecofeminismos, ciberfeminismos
NATURALEZA: Key Words
Women, nature, cyborg, monster,
PROPUESTAS ECO Y/O ecofeminisms, cyberfeminisms

CIBER-FEMINISTAS Abstract
The aim of this text is to vindicate the
role of theoretical and political
Dra. María José Guerra Palmero creativity to propose new social
imaginaries for liberation, for exam-
Directora del Instituto de Estudios de las Muje-
ple, the cyborg, a new icon. These
res de la Universidad de La Laguna y Profesora subversive strategies are today
Titular de Filosofía Moral common in cultural studies. In this
paper, we reflect on the mutations
Facultad de Filosofía de la Universidad de La Laguna. Campus de that technology operates on women in
Guajara. C/ Molinos de Agua s/n., 38207, La Laguna (España) – Email: the theoretical and practical intersec-
mjguerra@ull.es
tion between ecofeminism and
cyberfeminism. The reflection on the
hybridization and monstrosity is
Resumen connected with the works of different
authors as Donna Haraway and Sadie
Plant. We reach to a clear conclusion:
El objetivo de este texto es reivindicar el papel de la creatividad teó- the utopia of a post-gendered world
rica y política eco y ciber-feminista para ofrecer nuevos imaginarios has to be proposed linked to a use of
bio/cyber/technologies that do not
sociales liberadores como el del cyborg, un nuevo icono. Esto último renege on the ecology and culture of
responde a la subversión epistemológica y metodológica de los ecofe- life. We assess, in sum, the posthu-
minismos y los ciberfeminismos, opciones teórico-políticas que dislo- manist turn from equalitarism and
can y desafían los estériles tópicos de los discursos misóginos. Tales sustainability as normative criteria.
estrategias subversivas son hoy lugar común de los estudios culturales
feministas. La reflexión sobre la hibridación y la monstruosidad se
incardina en las obras de diferentes autoras de referencia como Donna
Haraway o Sadie Plant. La conclusión a la que llegamos es que la
utopía de un mundo postgenérico, propuesto desde un ímpetu libera-
dor ligado a las bio/ciber/tecnologías, no puede renegar de la eco-

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logía y de la cultura de la vida. Evaluamos, por lo tanto, el giro posthumanista desde criterios
normativos igualitaristas y sostenibles.

Introducción
Mary Shelley, hija de Mary Wollstonecraft, nido contra viento y marea la bandera de la
fue, como su madre, una mujer enfrentada solidaridad. Más allá de las semejanzas y de
a las convenciones sociales. Ambas exigie- las diferencias, la liberación de las mujeres
ron un lugar público en el mundo desde el se propone con dimensión universal. De las
que hablar y escribir, demandaron poder derivas teóricas feministas actuales, explo-
trabajar como escritoras para ganarse la ramos, en este texto, algunas de las pro-
vida y desafiaron el conformismo pacato puestas eco y ciberfeministas que lidian con
del matrimonio burgués. Todas las mujeres el tópico posthumano de la monstruosidad
que nos atrevemos a escribir y a hablar, a y con la dislocación de la ontología de
reclamar la palabra pública, somos sus manera que imaginan la posibilidad de un
herederas. El feminismo ha exigido libertad mundo postgenérico.
para las mujeres, ha desbrozado las impli-
caciones de la idea de igualdad y ha mante-

Objetivos
El objetivo de este texto es reivindicar el Nuevos iconos, como el cyborg, enfrentan
papel de la creatividad teórica y política los estigmas seculares asociados a la “mons-
ecofeminista y ciber-feminista para ofrecer truosidad” de las mujeres ligado a la desva-
nuevos imaginarios sociales liberadores. lorización y subordinación de las mujeres.

Metodología
La metodología que hemos utilizado es la vidades dominantes. El que el sujeto esté
reconstrucción teórica-crítica de tesis y siempre situado y localizado es un principio
argumentaciones usando como artificio del feminismo del punto de vista. Esto
literario “inapropiado” el motivo femenino último responde a la subversión epis-
del patchwork. Esto supone reivindicar temológica y metodológica de los ecofemi-
modos alternativos de pensar y presentar nismos y los ciberfeminismos, opciones
los referentes teóricos, desafiando el pseu- teórico-políticas que dislocan y desafían los
do-objetivismo que enmascara a las subjeti- estériles tópicos de los discursos misóginos.

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Tales estrategias subversivas son hoy lugar llegaron a tener la apariencia de uno; igual
común de los estudios culturales feminis- que si se injertan ramas en una corteza, se
tas. La reflexión sobre la hibridación y la las ve unirse al crecer y madurar juntas, así,
monstruosidad se incardina en las obras de cuando sus miembros se unieron en apretado
diferentes autoras de referencia como abrazo, no son dos sino una forma doble, y
Donna Haraway o Sadie Plant. no se podría decir si era hombre o mujer: las
“Hubo dioses que escucharon la súplica: pues dos cosas y ninguna parece.” Ovidio
los cuerpos mezclados de los dos se unieron y

1. La mujer como monstruo


Consultemos un diccionario y enumeremos génico”, por ejemplo, el patentado y bio-
las distintas acepciones de la palabra mons- tecnológico oncoratón- o bien entre el
truo. El monstruo es aquel ser cuya forma animal y el hombre – los “humano-anima-
difiere de los demás de su especie o aquel les” de La Isla del Doctor Moreau, por no
que responde a una mezcla de especies hablar de la posibilidad del xenotrans-
(sirenas, minotauros, unicornios, es- plante- o bien entre el hombre y la máqui-
finges,...). La maldad y la fealdad se tilda na – el cyborg o simbionte (ROSNAY,
de monstruosa. El de monstruo es por 1996) -. El monstruo de Frankenstein
tanto, un término cargado semánticamente desafía, además, la nítida línea que separa la
de valor moral y estético negativo. Defor- vida de la muerte, pero lo esencial es que
midad y enormidad son también rasgos que el zurcido de las partes humanas muertas
lo acompañan. Es a la vez defectuoso y produce un ser, vigorizado eléctricamente
excesivo. No responde al canon de lo “na- por el rayo, que no es reconocido como
tural”, es un prodigio que suscita horror y humano.
espanto. Más allá de todas estas hibridaciones, la
El monstruo es un ser híbrido, mezcla de revolución informática nos ha traído otra
componentes no proporcionados ni afines. posibilidad: la máquina humanizada, por
La imagen cinematográfica del monstruo ejemplo, Hal, el autosuficiente ordenador
de Frankenstein que todos llevamos im- de 2001, una odisea del espacio, del recien-
presa en nuestra mente es la de un ser temente desaparecido Kubrick, es también
suturado y lleno de costurones. No está monstruoso y rebelde y osa desafiar las
hecho de una sola pieza. El monstruo es órdenes de sus amos. Philip Kerr en El
siempre una criatura fronteriza que se ins- infierno digital, nos inquieta al relatar como
tala o bien entre dos especies animales – lo un edificio inteligente, por error – debido
que ahora referimos con la palabra “trans- a su gran capacidad de autonomía-, copia

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unos juegos de ordenador de un hijo de los kenstein persigue, enmarcado en el frío


ingenieros y empieza a eliminar a todos los paisaje polar, a su alter ego defectuoso -. El
habitantes humanos que atrapa en su in- creador del monstruo debe cercenar su
terior volviendo a desplegar el drama de la existencia y así restituir la justicia de las
máquina contra el hombre. Otros ejem- cosas, la justa medida – el viejo ideal griego
plos, como los Blade Runner de Ridley Scott de la proporción armónica- que el exceso
se reconocen como humanos, demasiado defectuoso del monstruo desafía.
humanos, para ser sometidos a eliminación La otra respuesta, la que sugiere Mary
y reciclaje. Pero aún hay más, la conexión Shelley, madre literaria de Frankestein y de
en redes de las máquinas de la información su monstruo, es la compasión. El monstruo
crean un supraorganismo planetario cuyo es un ser abandonado y solitario, privado
tejido cerebral combina neuronas biológi- del calor de los otros seres humanos que
cas y neuronas de silicio, del que los que retroceden aterrorizados ante él. Su crea-
jugamos a cibernautas formamos parte. dor no le concede una Eva que lo acom-
La ciencia y la imaginación que primero se pañe y ante tanto frío despecho su vulnera-
dieron la mano en la literatura de ciencia- bilidad se troca en violencia asesina y bru-
ficción ahora tienen su campo de pruebas tal. No hay Bella que conjure con su sacri-
en el laboratorio biotecnológico o en la ficio la agresividad de la Bestia. Sin em-
simulación de la realidad virtual. Las fabu- bargo, ¿por qué atrevernos a hablar de la
ladas quimeras son ahora posibles. Sus mujer como monstruo?.
componentes serán moleculares o digitales. Sirenas, parcas, arpías, brujas, hadas, en
Pero, la producción en serie de monstruos clave mítica o suegras, cotillas, mujeres
es una posibilidad real. A nadie escapa la fatales, solteronas, feministas, histéricas,
naturaleza monstruosa de Dolly. Parece, lesbianas, en clave cotidiana, el caso es que
pues, un deber moral volver a pensar sobre lo monstruoso se declina en femenino.
los monstruos. Horror y prodigio conjugados nos obligan a
La respuesta habitual frente a los mons- volver a las sugerencias acotadas por el
truos ha sido el terror y el ansia extermina- diccionario. Las mujeres diferimos del
dora. Los monstruos violan el “orden natu- hombre, encarnación de la esencia de la
ral” y, por lo tanto, generan caos y desor- especie, modelo de la auténtica, apropiada
den. Inhabilitan las reglas y demandan y adecuada humanidad. La alteridad se
excepciones. Destruyen las certezas socia- niega al despreciarla. Hemos sido pensadas,
les tan difícilmente constituidas. Son un por el contrario, como humanidad dismi-
fallo a subsanar. Hay que perseguirlos ince- nuida, y esto, precisamente, por nuestra
santemente e intentar acabar con esa lacra supuesta cercanía a la naturaleza. La forma
de la humanidad - tal como el doctor Fran- fue asignada por Aristóteles al varón, la

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amorfa materia a las mujeres. Eva es una la acción pasan a ser las marcas de la ciuda-
copia imperfecta del varón, sólo una su- danía, pero les serán sustraídas una y otra
perflua costilla sirve para crear a tan du- vez a las mujeres. Silencio, pasividad y
doso ser. La carencia de alké es lo que ca- obediencia al amo será lo “apropiado” para
racteriza en los textos homéricos a las mu- una mujer cuyo morar corresponde estric-
jeres, siendo éste algo así como el “ardor tamente al oikos, alejada de la discusión
guerrero” (Madrid, 1999). Seres asusta- humanizadora del ágora.
dizos e inconstantes, las mujeres son defi- ¿Qué ocurre si la mujer osa trascender las
nidas como seres defectivos, carentes, prohibiciones patriarcales? Al defecto cons-
subhumanas, en suma, aunque necesarias titutivo e irremediable tendremos que
para la tarea de la reproducción. Este últi- sumar la asignación de la monstruosidad
mo “hecho” es lo que, además, refuerza su ética y estética. Todas las transgresoras nos
conexión con la naturaleza: los ciclos fe- aparecen como paradigmas del mal: Eva,
meninos parecen estar emparentados con por desobediente, Pandora, por curiosa,
los ciclos lunares y con los estacionales Hera, por celosa, Clitemnestra, por infiel,
regulando la fertilidad – el rapto violento Aspasia, por locuaz, Cleopatra, por ávida
de Hades interrumpe el incestuoso idilio de poder... Todas encarnan el mal que trae
entre Ceres y Perséfone-. Nuestro lugar el desorden y la destrucción. Son pues
natural nos conmina a la renovación y con- monstruos y contraejemplos para las bue-
servación de la vida. El objetivo número nas mujeres que deben estarse quietecitas y
uno de toda sociedad patriarcal es asegu- calladitas.
rarse del uso conveniente de esta capacidad La madre de Frankenstein, Mary Shelley, y
para ello las virtudes propias de las mujeres su madre, Mary Wollstonecraft fueron
serán –virginidad, castidad y fidelidad-. monstruos para su época. Mujeres enfren-
Hay que asegurar la propiedad privada de tadas a las convenciones sociales, exigiendo
los hijos por parte del Pater familias y des- un lugar público en el mundo desde el que
confiar de las mujeres en las que siempre hablar y escribir, demandando poder tra-
habita la semilla de la traición. El monstruo bajar como escritoras para ganarse la vida y
puede aparecerse como prodigio de belleza desafiando el conformismo pacato del ma-
y desatar, al modo de Helena de Troya, la trimonio burgués. Todas las mujeres que
más cruenta de las guerras. nos atrevemos a escribir y a hablar, a re-
Carentes, defectuosas, desproporcionadas clamar la palabra pública, somos sus here-
incluso frente a la belleza perfecta de la deras. La madre de Frankenstein es nuestra
mujer ideali, y, sin embargo, naturales, a madre. ¿No nos obligará esto a compade-
las mujeres se les ha negado, se les ha re- cernos, a aliarnos, a confraternizar con los
cortado la titularidad humana. La palabra y monstruos?

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El feminismo ha exigido libertad para las vaca y comparado su discurso con el par-
mujeres –de la civil a la sexual o a la repro- loteo del loro. Este aproximar a la bestiali-
ductiva- ha desbrozado las implicaciones de dad a las mujeres ha sido una vieja estrate-
la idea de igualdad – de la económica a la gia patriarcal para reafirmar la jerarquía del
polémica propuesta de la democracia pari- amo. La consideración o relevancia moral
taria pasando por la estrategia de la acción de los animales se pone sobre el tapete
afirmativa-, y ha mantenido contra viento y sobre todo en las culturas anglosajonas.
marea la bandera de la solidaridad. Más allá Nuestro retraso en este tema es considera-
de las semejanzas y de las diferencias, la ble: justo ahora contamos con la traducción
liberación de las mujeres se propone con del Animal Liberation de Peter Singer, es-
dimensión universal. La irrupción del mul- crito en el año 1975. Pero todavía más
ticulturalismo ha propiciado que los femi- extravagante nos pueda parecer la nueva
nismos hagan profesión de pluralismo y corriente de solidaridad que se proyecta
pongan las bases del diálogo intercultural. hacia lo maquínico. Nuestro hábitat, nues-
Las feministas del Norte no olvidan a sus tra morada aparece plagada de artefactos
“hermanas” del sur, ni a los hijos e hijas de con los que mantenemos relaciones sim-
estas, sometidas no sólo a la opresión pa- bióticas, los ordenadores nos conectan a
triarcal – las cifras de la violencia contra las una red neuronal de alcance global, la au-
mujeres son escalofriantes- sino al injusto tomatización irrumpe en todos los ámbitos
reparto del pastel de la economía global de la vida. Nuestra ecología doméstica y
que redunda en feminizar la pobreza. Po- cotidiana troca de natural a artificial. Nos
demos hablar de una comunidad discursiva fusionamos con distintos dispositivos en
feminista planetaria (Jaggar, 1998:7-31) de una máquina total, pluralizada y compleja
la que el foro alternativo de Bejing en 1995 que cuestiona nuestros fijos y unitarios
dio fe. modos de identidad. Las nuevas entidades
Pero hoy, también, las redes de la solidari- que se generan –cyborgs- no tienen historia
dad las extiende la teorización feminista familiar que contar, están más allá del
más allá de las fronteras de lo que podemos complejo de Edipo y su inconsciente se
denominar “humano”. En concreto, algunas mueve a golpe de impulsos eléctricos,
variantes ecofeministas las extienden hacia maquínicos, que navegan por el interior de
nuestro pasado evolutivo haciéndose cargo cables de fibra óptica.
de los lazos que nos unen a los animales y a Las reflexiones del eco y del ciberfemi-
la naturaleza. La mujer ha sido siempre nismo, a las que vamos a aludir en breve,
naturalizada y animalizada: asimilada a la nos producen vértigo moral, suponen
serpiente seductora y venenosa o a la co- adentrarse en un territorio desconocido y
neja reproductora, tildada de zorra o de presenciar como la racionalidad y la imagi-

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nación se enlazan proteicamente generando nuestros ancestros y acompañantes actua-


infinidad de formas fugaces que provocan les, las bestias, y de los quiméricos, ya sean
turbulencias infatigables. El mundo va de creación biotecnológica o hijos/as del
quedando despojado de las viejas certezas y silicio. El vértigo categorial acompaña al
se teje un laberíntico hilo que va desde el vértigo moral: a las mujeres, afirman algu-
caldo originario habitado por bacterias nas voces, forzadas a identificarnos con la
autorreplicantes a máquinas, asimismo, naturaleza y con el autómata al que se le
autorreplicantes que van cobrando auto- descuenta la conciencia, nos toca la tarea
nomía a pesar de sus confiados creadores. de conculcar la distinción entre lo animal,
El papel de los seres humanos en esta na- lo humano y lo artificial. La tarea es objetar
rrativa es dudoso. La apuesta ecofememista el mapa de las categorías y volver a carto-
y ciberfeminista es la de rehabilitar la metá- grafiarlo de nuevo desde nuevas coordena-
fora del tejer como nueva visión que nos das que desactiven los vectores de opre-
permita solidarizarnos y compadecernos de sión.

2. Ecofeminismos: de la naturalización
de las mujeres y de la feminización de
la naturaleza
Las modulaciones de la conexión mujer- do aquello que se destinaba a ser domi-
naturaleza dan lugar a las distintas varieda- nado, entre ellos los pueblos de las tie-
des de ecofeminismosii. K. Warren nos rras colonizados o las clases populares,
ofrece una tipología de estas conexiones al se naturalizaba –se entendía como pri-
abordar la complejidad de las interrelacio- mitivo y tosco- o se feminizaba. Natu-
nes entre los diferentes feminismosiii y los ralización y feminización, las dos caras
diferentes planteamientos ecologistasiv: de la misma moneda, servían de estra-
1. La conexión histórica la sitúa esta au- tegia ideológica para subordinar y justi-
tora en la denuncia de la génesis del ra- ficar la sumisión. María Mies (1997a:
cionalismo occidental ligado al patriar- p.70) piensa que el holocausto de las
cado capitalista en la que se justificó la brujas en la primera modernidad fue el
posesión y la utilización de la naturaleza cimiento para edificar el nuevo modelo
y de las mujeres debido a su inferiori- de patriarcado capitalista y su invención
dadv. El complejo histórico de la Mo- de una nueva “feminidad” sometida,
dernidad quedó sostenido por la sumi- débil y “romantizada” (Mies, 1997b:
sión de la naturaleza y las mujeres. To- 197-238) cuya elaboración más precisa

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debemos a Rousseau. Primero hubo familia hace visible que para subsistir
que acabar con los contraejemplos a la hace falta cuidar y regenerar los recur-
subordinación. Las mujeres no podían sos naturales. Aquí vemos como el Eco-
vivir solas, poseer conocimientos exclu- logismo de los Pobres se entrecruza con
sivos como curanderas o herboristas, ni la atención ecofeministavii. En los países
ser independientes ni autosuficientes. desarrollados y dado que los peligros
Demonización y hoguera fue el eficaz sobre la salud que genera la indus-
tratamiento. trialización afectan más a las poblacio-
2. La conexión conceptual denuncia el nes más desfavorecidas, las mujeres,
marco dualistavi y axiológicamente debido a su rol de cuidadoras, han pro-
asimétrico en el que se han situado a la tagonizado numerosas luchas contra la
mujer y a la naturaleza del lado de la instalación de focos contaminantes. Es-
irracionalidad, la emoción y el cuerpo tos “hechos” parecen documentar que
frente a la racionalidad, la mente y la dada la preocupación básica de las mu-
cultura. La dicotomía no es igualitaria jeres por atender a las necesidades de
sino que uno de sus términos ostenta el los otros su sensibilización ante el daño
valor y el correlativo el disvalor. Esto medioambiental es más inmediata y ra-
se traduce en términos jerárquicos co- dical. Las políticas del desarrollo son
mo justificación de la superioridad fren- acusadas aquí de irresponsabilidad fren-
te a la subordinación. Los marcos con- te a la salvaguarda de la satisfacción de
ceptuales de referencia sancionan la las necesidades básicas relacionadas con
dominación de las mujeres y la natura- la alimentación y la salud (Shiva, 1997).
leza. Algunas estrategias eco y ciberfe- 4. La conexión epistemológica (Gómez:
ministas plantean relativizar y alterar las 1998, 211-251) y metodológica pre-
categorías de lo animal, lo humano y lo tende reivindicar el conocimiento silen-
artificial con el fin de cercenar el mo- ciado en la gestión de la supervivencia y
tivo del dominio, con el fin de “curar en los trabajos agrícolas y ganaderos de
las heridas”. las mujeres. La desvalorización de lo
3. La conexión empírica nos habla de la que hacen o saben las mujeres como
situación presente de las mujeres en el campesinas y en su trabajo doméstico
mundo, en los países del Tercer mundo ha sido la coartada para introducir
las mujeres se enfrentan a la contradic- métodos “científicos” e “intensivos” que
ción entre deterioro medioambiental – en la mayoría de los casos resultan tan
contaminación y expolio- y subsisten- agresivos con la tierra que o la deterio-
cia. Su trabajo como proveedoras de ran o la envenenan, haciendo además
alimentos y necesidades básicas de la depender a los pequeños agricultores de

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la producción industrial de fertilizantes –mujeres o naturaleza- y exaltación


y de las multinacionales de las semillas posterior de lo degradado como ideal
modificadas. La denuncia del reduccio- mistificado ha sido desbrozado por C.
nismo cientificista que aísla unos ele- Amorós y A. Valcárcel al caracterizar la
mentos de otros sin dar cuenta de las misoginia romántica (Amorós, 1992).
interconexiones es el objetivo aquí, La coartada de la idealidad sirve a efec-
frente a una comprensión holista de lo tos de contrarrestar el efecto do-
orgánico en la naturaleza que repre- minante de la inferiorización que justi-
sentaría, en el terreno de la ciencia, la fica la subordinación e incluso la violen-
peculiar visión de la biología de la ge- cia. M. Mies opina que la “romantiza-
netista B. McClintock (Fox Keller, ción” de las mujeres, los salvajes y la na-
1991). turaleza corre en paralelo a su degra-
5. La asociación simbólica entre naturaleza dación. Esta operación actúa como
y mujer es tan extensa y polívoca en “nostalgia de plenitud” nunca alcanzable
nuestra cultura que difícilmente pode- de lo que el hombre “civilizado” ha per-
mos escapar a ella. Aislando algo de tal dido al cortar el cordón umbilical con la
complejidad, muchas autoras ponen el naturaleza.
énfasis en las similitudes en el lenguaje 6. La conexión política enlaza con la co-
para aludir a la conquista, dominio, vio- nexión empírica al poner de manifiesto
lación o penetración de la naturaleza el activismo local de base liderado por
y/o de la mujer. La fierecilla domada de mujeres que han visto como se conju-
Shakespeare nos puede dar la pauta de gaban sus exigencias feministas –por
la necesidad de un proceso de domesti- ejemplo, que se les asignara credibili-
cación de la naturaleza indómita que dad pública- con sus reivindicaciones
habita a la mujer. En palabras de Wa- ecologistas relativas a garantizar un en-
rren “Así el lenguaje que feminiza a los torno sano y apto para la supervivencia.
animales y a la naturaleza animaliza y Estos motivos conjugados han operado
naturaliza a las mujeres...” como estra- sobre la base de la idea de solidaridad
tegia ideológica de inferiorización. entre mujeres del Norte y del Sur y han
Todas estas conexiones hablan del des- servido de freno a los efectos fragmen-
crédito y sometimiento del par mu- tadores en la teoría feminista de algunos
jer/naturaleza, pero qué decir de las enfoques de la cuestión multiculturalviii.
connotaciones positivas de ideas casi sa- El protagonismo más que a la discusión
gradas como la de “Madre Tierra” o académica se le ha dado a las actividades
“Madre Naturaleza”. El tramposo juego de las comunidades locales. Luchas tan
ideológico de la degradación de lo real dispares como la de las alemanas contra

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el tráfico de residuos nuclearesix o las de y mujeres. No habría ningún privilegio de


las mujeres Chipko en la India (Shiva, las mujeres para “conectar” antes con la
1995:99-149) expresan una conexión naturaleza y asumir su salvaguarda. No
ecopolítica feminista. obstante, esta opción, que suele coincidir
Pero el debate teórico, aún cuando no con feminismos ilustrados, liberales o so-
cuestiona la solidaridad, si nos ofrece dis- cialistas –de distinta manera la analiza, por
tintos modos de entender la conexión entre ejemplo, el ecosocialismo de M. Mellor
defensa de los derechos de las mujeres y (1997:11-22)-, si que se muestra dispuesta
defensa de la naturaleza. A grandes rasgos, a desmontar las conexiones que antes,
podemos decir que una línea de demarca- siguiendo a Warren hemos llamado histó-
ción se puede situar entre quienes acuden a rica, conceptual y simbólica-. La desco-
la premisa esencialista y biologicista – cuya nexión en todos los niveles de análisis del
tesis sería que dado que las mujeres somos vínculo mujer-naturaleza desactivaría el
generadoras y regeneradoras de vida mos- ecofeminismo como propuesta con perso-
tramos un lazo más fuerte con la naturaleza nalidad propia.
y con sus potencialidades de cuidado y ¿Qué implicaciones puede tener esto para
armonía- y quienes abundan en la premisa las diversas posiciones de la ética ecológica?
social constructivista – el hecho biológico Numerosas, sin duda. Los ecofeminismos
de la maternidad no es lo sustantivo, sino el esencialistas conjugaran bien con posiciones
rol impuesto por el patriarcado del cuidado bio y ecocentristas. Las connotaciones
y sus interpretaciones culturales-. El caso espiritualistas y místicas podrán sumarse a
es que desde esta última premisa puede este bloque rescatando, a veces, a nuestro
operar tanto la convicción ecofeminista, juicio, de forma no demasiado rigurosa con
asumiendo que el cuidado ha sido desvalo- las tradiciones invocadas, elementos de
rizado y que, por lo tanto, hay que rehabi- sabidurías orientalesx. En este sentido,
litando reconociendo social y económica- también es de reseñar la problematicidad
mente el trabajo de la mujer que ha sido de las relaciones mujeres-animales y la
invisibilizado al ser tachado de “natural”, consideración del status moral de éstos
como la propuesta de desconectar de una (Gaard, 1993; Donovan, 1993). No obs-
vez por todas mujer y naturaleza para optar tante, el contenido social que imprime el
a las atribuciones sociales valoradas que feminismo hace que, aún para las versiones
quedan del lado de la razón, la cultura y lo esencialistas, no podamos incluirlas como
masculino. La preocupación ecologista, a ejemplos puros de ecoéticas ambientalistas.
resultas de esta última opción, no tendría Los límites entre opciones son muy borro-
que ser ningún privilegio femenino sino sos. De hecho, el trabajo de autoras como
universalizable, esto es, de todos, hombres Mies y Shiva pueden ser consideradas sin

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asomo de sospecha como socio-eco-éticas cicio político y la realidad vital y social de


dado el peso que dan a la desigualdad mujer la mujer-; la exigencia de relacionar teóri-
y hombre en el patriarcado capitalista y camente todas las formas de represión
neocolonial haciendo protagonistas a las (sexismo, racismo, dominio de clase, ex-
mujeres pobres del tercer mundo de la plotación de la naturaleza, explotación del
lucha ecológica. Dejando de lado los pre- tercer mundo) y un consiguiente interna-
supuestos esencialistas nos encontramos cionalismo solidario, “una ética política de
con posiciones nítidamente ecosociales. democracia de bases y antiinstitucional, la
Para finalizar esta mera presentación po- idea de “sobrevivir” frente a unas circuns-
demos acordar que los puntos esenciales de tancias sociales patriarcales y hostiles para
convergencia ecofeminista, según el análisis la naturaleza, y una actitud positiva ante la
de B. Holland-Cunz son los siguientes: utopía.”(Holland-Cunz, 1996:54)
“...(i) hay importantes puntos en común en- Entenderemos, pues, por ecofeminismo un
tre la represión de la naturaleza y la re- espectro de enfoques que, desde la pers-
presión de la mujer; (ii) es necesario entender pectiva de género, se ocupan de la crisis
el carácter de esta relación para toda com- ecológica y correlacionan la dominación y
prensión cabal de la represión de la natura- la explotación de la naturaleza y de las
leza y de la represión de la mujer; (iii) la te- mujeres. La variabilidad de énfasis, que van
oría y la práctica feminista tienen que in- desde la filosofía natural hasta la sociología
cluir una perspectiva ecológica; y (iv) las so- pasando por la crítica de la ciencia y de la
luciones a los problemas ecológicos deben in- historia, hace de esta temática un territorio
cluir una perspectiva feminista.”xi abigarrado y diverso. No obstante, la vo-
Se señalan así una serie de elementos teóri- luntad de muchas de sus variantes de “ten-
cos típicamente ecofeministas: la crítica de der puentes” a los animales y a los ecosis-
las formas de pensamiento dicotómicas - temas nos plantea una nueva forma de
naturaleza/sociedad, mujer/hombre, cuer- vértigo moral al abogar por la relevancia
po/mente, una referencia enfática al ejer- moral de la misma naturaleza.

3. La reivindicación del monstruo


La ecología maquínica se nos ha impuesto conectarnos a la Red para beneficiarnos de
de manera amable, pero contundente. sus cruces y estaciones. Mantenemos el
Muchos de nosotros sin un ordenador no contacto con amigos y colegas a través del
somos nada, nuestra memoria se almacena correo electrónico abundando en una nue-
en sus archivos, nuestro trabajo queda va ecología social que nos permite des-
registrado hora a hora. Hemos tenido que pegarnos del aquí y ahora de un modo

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totalmente simultáneo. Los más entusiastas te en el que la distinción entre máquina y


se enganchan a las cibertertulias, grupos de humano se inhabilita –según el test de
charla, animados por los fines más varia- Turing, desde que la primera miente o
dos: desde aficiones comunes hasta el flir- simula, se impide saber quién es quién- y
teo. Cada vez hay más personas que traba- en el que la diferencia entre los sexos se
jan desde casa sin tener que desplazarse. disuelve bajo el juego de las iden-
Habitamos en Telépolis (Echevarría, 1994 tidades/máscaras virtuales.
Y 1996). Nuestra ecología mental y social, Pero el trabajo de Sadie Plant, que analiza
por utilizar la tripartición de Guattari la tecnocultura, viene precedido del de
(Guattari, 1996), se está transformando. Donna Haraway que remite a la situación
Aceleradamente, en los últimos años, la de las mujeres, como criaturas fronterizas,
tecnología informática está afectando a como monstruos, en las coordenadas de la
nuestra forma de vida. tecnociencia. Nacido en el tiempo de la
“El ciberespacio apareció como una zona in- pluralización y aceptando la inserción en un
corporal más salvaje que el salvaje Oeste, mundo tecnológico, se plantea tanto aten-
más vigoroso que la carrera del espacio, más der a parcialidades permanentes como no
sexy que el sexo, y mucho mejor que caminar perder de vista la búsqueda de vínculos
por la Luna. Era la última frontera de las poderosos. El gran acontecimiento al que
fronteras, la más pura de las islas vírgenes, asistimos es el nacimiento del cyborg. Pero,
el más nuevo de los territorios, una realidad ¿qué es un cyborg?
diseñada según las especificaciones humanas, “...una criatura híbrida, compuesta de or-
una zona artificial madura para un proceso ganismo y máquina... se trata de máquinas
de colonización infinito, capaz de satisfacer y organismos especiales, apropiados para este
cualquier deseo final, especialmente el de es- final de milenio. Los cyborgs son entes híbri-
capar a la “carne” (Plant, 1998:177-8). dos posteriores a la segunda guerra mundial
Desde el punto de vista de Sadie Plant, la compuestos, en primer término, de humanos
metáfora que ha ganado la partida histórica o de otras criaturas orgánicas tras el disfraz
al ser capaz de lidiar con la complejidad es -no escogido- de la alta tecnología, en tanto
la de la red y la red remite a la trama y a la que sistemas de información controlados er-
urdimbre, al telar, paradigma de la máqui- gonómicamente y capaces de trabajar, desear
na femenina, la que mezcla los hilos, y a y reproducirse. El segundo ingrediente esen-
cuya imagen y semejanza se articula la base cial en los cyborgs son las maquinas, asi-
tecnológica de la informática. Prefigura así, mismo aparatos diseñados ergonómicamente
poniéndonos bajo la invocación de otra como textos y como sistemas autónomos de
soñadora, Ada Byron Lovelace, inventora comunicación.” (Haraway, 1995:62)
de la Máquina Analítica, un futuro simbion-

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Haraway nos sitúa frente a “la construcción mente- como genuinamente sociales y
de la naturaleza como un proceso cultural activamente relacionales.” La utopía de
fundamental para gentes que necesitan y Haraway pasa por plantearnos qué tipos de
que desean vivir en un universo menos personas queremos ser: en su caso, ni amos
invadido por las dominaciones basadas en la ni sujetos alienados, sino “agentes humanos
raza, en el colonialismo, en la clase, en el múltiplemente heterogéneos, no homogé-
género y en la sexualidad” y aboga por el neos, responsables y conectados.” (Hara-
reconocimiento de aquellas way, 1995:66)
“..criaturas fronterizas -simios, cyborgs y Desde este enfoque, en el que lo humano
mujeres-, que han ocupado un lugar desesta- se congracia no sólo con las mujeres, sino
bilizador en las grandes narrativas biológi- con los animales y las máquinas - con los
cas, tecnológicas y evolucionistas occidenta- que nuestra civilización establece una ma-
les. Son literalmente monstruos,... Los mons- triz jerárquica y dominadora-, las metana-
truos poseen un significado... Las formas al- rrativas replican el relato canónico del viejo
tamente conflictivas e independientes que Sujeto del monoteísmo y de sus “herejías
adquiere el poder de estos monstruos pueden seculares” reacias a aceptar nuestra fragili-
ser signos de mundos posibles, de los cuales se dad, mortalidad y finitud. Objetar el orden
responsabilizan con toda seguridad.” sexo/genérico presente que es, también,
(Haraway, 1995:63) un orden moral normativo, implica apostar
Su teoría invoca a los “otros inadecuados”: por las criaturas fronterizas y bastardas, por
aquellos que rehusan adoptar tanto la los monstruos, por su inadecuación y rei-
máscara del “yo” como del “otro”, ofrecidas vindicar su presencia justo para desactivar
por las narrativas dominantes de la identi- las imposiciones identitarias que suelen
dad y de la política, aquellos que responden traer consigo exclusiones, opresiones y
a nuevas geometrías relacionales al margen jerarquía. Haraway exclama: “¡Cyborgs para
de la dominación, la inclusión o la oposi- la supervivencia de la tierra!” (Haraway,
ción, al margen del dualismo dicotómico 1995:67) señalando el fin de un paradigma
que eleva un término para denigrar al otro, binario y jerárquico que si se obstina en
tal y como propone Trinh T. Minh (Hara- persistir nos arrojará al desastre.
way, 1995:64-65). De lo que se trata, por tanto, es de re-
Su tesis actúa de antídoto contra las estra- construir las ciencias que asignan un papel a
tegias naturalizadoras de las opresiones la humanidad conforme a otros modelos
porque “las relaciones humanas histórica- narrativos. La naturaleza, ese multívoco
mente específicas con la “naturaleza” deben concepto es deudor de determinadas na-
ser imaginadas -lingüística, ética, científica, rrativas y nuestro objetivo es desmantelarla
política, tecnológica y epistemológica- para optar a reinventar otra naturaleza en la

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que la hegemonía masculina quede disuelta. de delfines qué incluso tienen variantes
La ciencia no es objetiva, ni pura, ni neu- dialectales? Aprender la lección de la bio-
tral, está cargada de valores, de valores logía evolucionista implica difuminar el
sociales que se corresponden con el sistema corte entre animales y humanos. Pero la
de dominación vigente. En palabras de la cosa no acaba aquí. El dualismo mecanicista
misma Haraway: encarnado en el fantasma en la máquina se
“...las historias científicas no son inocen- desvanece porque las máquinas postci-
tes...Es también verdad que ninguna historia bernéticas son autónomas.
es ajena a las reglas narrativas que prevale- Sin embargo, el afán disolvente de Hara-
cen dentro de un género específico, en este way no se contenta con aproximarnos a
caso, dentro del discurso de la biología. animales y máquinas. El nuevo mito es el
Desmitificar estas reglas es importante para del cyborg y nos remite tanto a fronteras
mí. La naturaleza es algo construido, cons- transgredidas como a fusiones poderosas.
tituido históricamente, no se descubre des- El caso es desactivar todos los dualismos -
nuda en un lecho de fósiles o en una selva animal-máquina, mente-cuerpo, idealismo-
tropical. Existe una competición por la na- materialismo, femenino-masculino-. No
turaleza y las mujeres han entrado a saco en hay que tener miedo a reconocer el paren-
ella. Algunas tienen la autoridad social para tesco, la común filiación, con animales y
escribir historias científicas. máquinasxii.
Esto es una novedad.” (Haraway, Se trata, por tanto, de defender lo mons-
1995:177) truoso y lo ilegítimo como mitos de resis-
tencia que nos hablan de afinidades nunca
Para descoyuntar las narrativas dominantes,
de identidades, de hecho, la debacle del
Haraway inspirándose tanto en el trabajo
dualismo cortocircuita la distinción gené-
de socavamiento crítico del postmoder-
rica entre lo masculino y femenino:
nismo como en la eclosión multicultura-
El cyborg es una criatura en un mundo post-
lista, plantea la ruptura de las fronteras
genérico. No tiene relaciones con la bisexua-
entre lo animal y lo humano.
lidad, ni con la simbiosis preedípica, ni con
“Ni el lenguaje, ni el uso de herramientas,
el trabajo no alienado u otras seducciones
ni el comportamiento social, ni los aconteci-
propias de la totalidad orgánica, mediante
mientos mentales logran establecer la sepa-
una apropiación final de todos los poderes de
ración entre lo humano y lo animal de ma-
las partes en favor de una unidad mayor. En
nera convincente.” (Haraway, 1995:257)
un sentido, no existe una historia del origen
Reniega así de la distinción cul- del cyborg según la concepción occidental:
tura/naturaleza. O ¿es qué acaso los etólo- una ironía final, puesto que el cyborg es
gos no hablan de culturas de diferentes también el terrible telos apocalíptico de las
grupos de primates o de grupos familiares

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crecientes dominaciones occidentales de la complejidad y pluralización, se articula


abstracta construcción de individuos; un como red en la que no hay centro ni perife-
último yo no atado finalmente a ninguna ria, todo está al alcance de la mano. Lazos,
dependencia, un hombre en el espacio. vínculos o hipervínculos y redes son las
(Haraway, 1995:255) palabras claves del vocabulario por venir
¿Cuál es la finalidad de sembrar este caos donde no hay privilegios de emisor y re-
categorial? ¿A qué vértigo intelectivo y ceptor. Vuelta al mundo de las apariencias,
moral se nos arroja? Haraway piensa que ¿dónde queda la distinción entre lo real y lo
actuar sobre nuestros modos de pensar es ficticio? Estamos más cerca del mundo de
necesario para encontrar una nueva estra- Homero que del de Platón, el inventor del
tegia liberadora, una estrategia al servicio abismo entre la imaginación y la razón, el
de la reconciliación, en la que la domina- detractor de los poetas. La caverna se troca
ción y la guerra no sigan siendo alimentadas en laberinto, en suma de laberintos entre-
por la coartada categorial de lo superior y cruzados donde encontramos, no uno, sino
lo inferior, de lo masculino y lo femenino, múltiples hilos de Ariadna para tejer y
de lo humano y lo animal, de lo humano y destejer conexiones. Las viejas categoriza-
lo maquínico. Su opción es una suerte de ciones, nuestros mapas conceptuales, de-
nivelación ontológica cuya consecuencia ben ser desechadas. Nuevas cartografías
ética es prestar relevancia a la pluralidad de efímeras aparecen y se desvanecen para
las formas de ser y a sus caprichosos aco- volver a cambiar la faz de las apariencias.
plamientos. Deleuze y Guattari, parecen Todo fugaz como el parpadeo en una pan-
estar detrás tanto de la propuesta de Hara- talla. Pero todo al servicio de desconectar
way como con la de Plant. Es la hora de las la cultura de la muerte que no es otra que
multiplicidades complejas que desafían la la del poder. Hagamos resonar de nuevo las
limitación dual y binaria. Edipo ha muerto. palabras que María Zambrano pone en boca
En suma, la dinámica expansiva de la soli- de Antígona cuando reprende duramente a
daridad una vez que se recusan las coorde- sus hermanos fratricidas:
nadas dualistas parece no tener límite. Se “Sí teníais que morir y que mataros. Los
solidariza con todo lo sufriente, con todo mortales tienen que matar, creen que no son
lo oprimido y sojuzgado, se compadece con hombres si no matan. Los inician así, pri-
y de los monstruos, de todos aquellos que mero con los animales y con el tiempo y con
no responden al modelo de lo apropiado y ese grado de pureza que llevan dentro. Y en-
adecuado, a las prescripciones de la perti- seguida con otros hombres. Siempre hay
nencia acotada culturalmente por los do- enemigos, patrias, pretextos.
minadores y por sus metanarrativas desle-
gitimadas. La máquina binaria produce

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Creen que matando van a ser los Señores de ¿Qué vínculo más poderoso hay que buscar
la Muerte. El Rey no lo es si no ha matado, que el oponerse a la cultura de la muerte?
si no mata, si no sigue matando.... La afirmación masculina a través de la
Y no basta. Hay que matarse por el poder, muerte - el hegeliano arriesgar la vida para
por el amor. Hay que matarse entre herma- ganarla o la autenticidad del ser-para-la-
nos por amor, por el bien de todos. Por todo. muerte heideggeriano- debe ser aniquilada
Hay que matar, matarse en uno mismo y en para dar paso a la celebración de los lazos:
otro. Suicidarse en otro y en sí con la espe- la solidaridad celebra la afinidad y el víncu-
ranza de ser perdonado por tanto crimen, lo, lo crea y lo recrea y desactiva las fronte-
por tanta muerte expandida. ras y los litigios que se coagulaban frente a
ellas. Esta es, al menos, la pretensión de las
El Señor de la Muerte tiene que matarse al
propuestas eco y ciberfeministas con las
fin, si algo tiene dentro vivo en la experien-
que nos hemos entretenido.
cia del perdón.
Para eso hay tiempo, todo el que haga falta.
Para vivir no hay tiempo.” (Zambrano,
1989: 72)

Conclusiones
La conclusión a la que llegamos es que la Sirva este texto como homenaje a aquella
utopía de un mundo postgenérico, pro- tejedora de sueños y de razones que fue
puesto desde un ímpetu liberador ligado a Mary Shelley –la madre de Frankenstein-.
las bio/ciber/tecnologías, no puede rene- Este artículo, como el monstruo de Fran-
gar de la ecología y de la cultura de la vida. kenstein, ha sido realizado cosiendo peda-
Evaluamos, por lo tanto, el giro posthuma- zos de texto, retales, al modo de una col-
nista desde criterios normativos igualita- cha de patchwork.
ristas y sostenibles.

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Referencias
Este trabajo se inserta en el proyecto I+D “Diferencias genérico-culturales y desigualdades económicas”
(HUM2007-650099/FISO) del Ministerio de Educación y Ciencia de España.

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http://www.icono14.net

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NOTAS
i
La anorexia reinante hoy parece la consecuencia de saberse defectuosa al no entrar en el lecho de Procusto de la
talla 38.
ii
Cf. las siguientes compilaciones, monográfico, Mientras tanto, nº 65, pp. 17-138. Otras interesantes
compilaciones son G. GAARD (ed.), Ecofeminism. Women, Animals, Nature. Philadelphia, Temple University
Press, 1993, e I. DIAMOND; G.F. ORENSTEIN (eds.), Reweaving the World. The Emergence of Ecofeminism, Sierra
Club Books, 1990.
iii
Un esquema de las diferentes opciones a partir de la opción política de los feminismos lo ofrece Carolyn. Mer-
chant en “Ecofeminism and Feminist Theory” en I. DIAMOND; G.F. ORENSTEIN (eds.), Reweaving the World.
The Emergence of Ecofeminism, ed. cit., pp. 100-105.Cf., también, B. HOLLAND-CUNZ, Ecofeminismos, Madrid,
Cátedra, 1996.
iv
Hemos alterado su orden para adecuar su descripción a nuestro objetivo expositivo.
v
Cf. MERCHANT, C. (1980): The Death of Nature: Women, Ecology and Scientific Revolution. New York, Harper &
Row
vi
Cf. KING, Y. “Healing the Wounds: Feminism, Ecology and the Nature/Culture Dualism.” en I. DIAMOND;
G.F. ORENSTEIN (eds.), Reweaving the World. The Emergence of Ecofeminism, ed. cit., pp. 106-121
vii
Los textos de Vadana Shiva y Maria Mies dan cuenta de esta convergencia. Cf. de ambas autoras Ecofeminismo.
Teoría, crítica y perspectivas. Y La praxis del ecofeminismo. Biotecnología, consumo y reproducción. Barcelona, Icaria, 1997
y 98, respectivamente.
viii
Cf. LUGONES, M. C.; SPELMAN, E. V. (1995): Have We Got a Theory for You! Feminist Theory, Cultur-
al Imperialism, and the Demand for “The Woman´s Voice” en TUANA, N.; TONG, R. (eds.): Feminism & Phi-
losophy. Essential Readings in Theory, Reinterpretation, and Application. Westview Press, pp. 494-507.
ix
Cf. la narración de la experiencia de las madres de niños y niñas pequeñas post-Chernobil en MIES, M. “¿Quién
ha hecho de la naturaleza nuestro enemigo?” en MIES, M.: SHIVA, V. op. cit., pp. 137-145.
x
Ejemplo de la problematización de este cruce lo ofrece SLICER, D. (1995): “Is There an Ecofeminism-Deep
Ecology “Debate”?” en Environmental Ethics, vol. 17, 2, Summer, pp. 151-69.
xi
WARREN, K J. (1986): “Feminism and Ecology: Making Connections” en Environmental Ethics, vol. 9, n. 1,
primavera de 1987. Citado en B. Holland Cunz, Ecofeminismos, Madrid, Cátedra, 1996, p. 53.Cf. también B.
Agarwal, “The Gender and the Environment Debate: Lessons from India.” Feminist Studies, vol. 18, n. 1,
primavera de 1992.
xii
Una reconstrucción del debate entre posturas eco y ciber feministas la ofrecía hace más de una
década ALAIMO, S. (1994): “Cyborg and Ecofeminist Interventions: Challenges for an
Environmental Feminism” en Feminist Studies, Vol. 20, nº 1, Spring, pp. 133-152

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