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Expresa destrucción de la Capacidad Instalada de Policía (CIP)

Y en su fase final a partir del 2008, entregada al Baath

Rafael Rivero Muñ oz


Caracas, 27/03/12

La policía no ha sido, no es ni será corrupta, corrupto es el uso que de ella hace, el


criminal como manto tapadera y modus operandi para la extensió n, en el tiempo, de
los dividendos líquidos de sus lucrativas felonías.

Resumen 

Se unen en los objetivos, todas y cada una de las dictaduras y dictadores conocidos en
la historia occidental. Hugo Rafael Chá vez Frías como uno má s entre ellos, decidió
optar por el estilo y métodos de ese género de dictaduras propias a sociedades que
aunque en apariencia modernas, está n cimentadas aú n sobre ancestrales esquemas
tribales de relació n política.

Así emergen como sus má s conocidos y alabados socios en la política de la dictadura,


entre otros asociados, los del mundo del Corá n, Saddam Hussein, Irak; Muamar el
Gadafi, Libia; Mahmud Ahmadineyad, Irá n y Bashar Hafez al-Assad, Siria; a todos les
une el mismo objetivo, la permanencia en el poder por el resto de sus vidas y del
primero y del ú ltimo de los citados, han sido tomados los métodos que les
garantizarían a Hugo Rafael Chá vez Frías esa permanencia en el poder, las fuerza de
defensa y para el hostigamiento de la població n civil y que definen como las Shabeeha,
en castellano, los “Fantasmas”.

Y es así có mo en un proceso político sostenido, articulado, en ejecució n a partir del


añ o 1999 y haciendo uso expeditivo de la asentada deficiencias institucionales
derivadas de la conjunció n entre ese revolucionario constante y sostenido ataque
contra la política y la tesis de los tantos intelectuales y expertos que desde los
representantes de la electa o selecta dirigencia hasta los estamentos má s bajos de la
sociedad, juegan en el terreno del odio a la política y de la antipolítica y han admitido,
así, la toma del control total de los cuerpos y ó rganos de ejecució n material de la
operaciones y medidas de policía, para destruir desde sus cimientos toda referencia
técnica posible: tradició n, informació n y métodos.

En ese creado ambiente eminentemente político, emergen entonces los geniales y


genéticos expertos en seguridad pú blica, quienes sin mayor profundidad y sobre las
cifras acumuladas de asesinatos, plantean como la solució n, la despolitizació n del
tema de la seguridad, la policía y la justicia. Es decir, despolitizar la política.
Mientras y en paralelo, una operació n de gobierno eminentemente política ejecuta en
un sentido, el de la eliminació n de la Capacidad Instalada de Policía (CIP) y quienes
estarían llamados a contener o al menos hacer pú blico la gravedad del asunto,
prefieren no confrontar y evadir el conflicto en una extrañ a conducta que si bien
pareciera ser naif, en sus extremos se topa con el colaboracionismo desde el momento
en que, deja libre el terreno para que el gobierno imponga los dos principales
objetivos de esa particular decisió n política: a) conservar y mantener a Hugo Rafael
Chá vez Frías en las posiciones de poder político y b) en la eventualidad de una salida
del poder, fuere por elecciones o por incapacidad para mantenerse por los medios de
fuerza, impedir toda posibilidad para futuras investigaciones criminales, la
sustentació n probatoria, juicios y las condenas derivadas.

Ese es el tema de la siguiente extensa nota, que debe comenzar por identificar a qué se
refiere esa CIP y sobre qué se consolidó , pasando por el sin nú mero de decisiones  que
gobierno tras gobierno, ha tenido como resultado, deseado o no, severas
consecuencias en los desempeñ os y capacidades institucionales de los ó rganos de
policía en Venezuela.

Introducción

Trascendentes desempeñ os en el á mbito de la seguridad pú blica en Venezuela, han de


ser abordados para poder entender y hacer entender, la complejidad de este tema
eminentemente político pero que sin resistencia alguna, como en otras á reas, se ha
articulado en el tiempo sobre las tres determinantes características de la política
venezolana: la evasió n, el menor esfuerzo y la no rendició n de cuentas.

Hoy esa heredada diná mica de la seguridad pú blica ya a la deriva, de mano en mano
como veremos a continuació n, está en las de los representantes y operadores
políticos, que no técnicos, con definidos intereses absolutamente ajenos a Venezuela y
a los venezolanos.

De allí a la tolerada gravedad del asunto que, sin mayor profundidad, la expresan los
publicitados expertos con simples cifras, entre 60 y 100 muertos por cada 100.000
habitantes; pero que para el habitante fijo o itinerante del territorio, se expresa en el
má s drá stico y absoluto estado de indefensió n, física para las víctimas y psíquica, para
los aú n potenciales y a la involuntaria espera de su puesto y turno en la zafra semanal.
Triángulo

El primero de los á mbitos, los propios a la evasió n; la repetitiva propuesta para


despolitizar la seguridad pú blica, la policía y la justicia, determinado por esa
pretensió n de algunos afamados –ya “cotidianizados” por los medios– voceros y
expertos en distintas disciplinas académicas, que atiborrando con sus sesudas
disquisiciones en los medios escritos y audiovisuales, imponen una propuesta: la
despolitizació n.

Similar quizá s a la deshidratació n del agua o a la desalinizació n del mar; una


ingeniería química que si bien posible fuere con las tecnologías modernas, no lo es así
para la particular “química” de la política.

El segundo de los á mbitos, propio al menor esfuerzo, se concentra precisamente en el


hecho indiscutible de que la política descansa sobre dos elementos propios a su
prevista y natural diná mica, la polémica y la policía.

En términos grá ficos se puede exponer, política en la cú spide, polémica y policía en la


base de un triá ngulo equilá tero.

Desde el momento en que inevitablemente, cuando se impide, limita o desaparece la


polémica –heredad del sistema de conciliació n de élites– como expresió n de
intercambio de ideas, conceptos, de objetivos y formas entre gobierno y gobernados
tanto en la preparació n como en la toma de decisiones para la construcció n de la
política, ésta, la política, transita hacia senderos absolutamente errados.

Sin polémica no le resta ni le queda para lo político, la política y los políticos, má s que
la policía, ese otro camino para imponerse por los medios de fuerza; de la violencia
policial o criminal y su combinació n, sea en sus extremos con el terrorismo de Estado,
lo fuere de forma má s sutil, pero no por ello menos brutal, con la latente amenaza en
manos de su bazo ejecutor, la FGR y los jueces de la justicia administrada.

Es ese el terreno donde se ubica la principal y má s dú ctil pieza, la policía, de este juego
apolítico donde radicalmente está ausente la polémica.

Esos dos elementos, evasió n y menor esfuerzo, a su vez se dinamizan cuando su


derivado y soporte es la tercera de las características, la ausencia de rendició n de
cuentas.

En una Venezuela del ú ltimo siglo donde nadie pide cuentas, nadie rinde cuentas y
todo se deja sin registro ni memoria; donde las famosas presentaciones de cuentas no
pasan de ser esos tediosos cuentos a la espera y dentro de lo que algunos emulan
como la “dulce espera” de un voto castigo, puesto que los políticos como los bomberos
“no se pisan la manguera”.
Los políticos entrantes en gobierno, en nombre de la “conciliació n” y de la paz evitan
por todos los medios someter a los salientes al escrutinio de sus conductas por ante
tribunales, en el entendido que lo mismos será a la hora de su salida del gobierno.

La letra muerta

Venezuela registra un total de 36 instrumentos fundacionales o sus equivalentes entre


1811 y 1999: 24 Constituciones, 5 Decretos, 2 Enmiendas, 2 Actas, 1 Acuerdo, 1
Reforma y 1 régimen Provisional; tres o cinco poderes sobre el papel, pero como letra
muerta en los efectos; como expresió n material de la política y como derivado de ello,
el summun malum:

La inseguridad ha sido, es y será el efecto má s directo y palpable que ha tenido y tiene


para una sociedad y sus asociados –objetos, beneficiarios y víctimas–  la diná mica de
esa heredada política venezolana sin polémica; puesto que sea una u otra la élite en el
poder, el no asumir, respetar y hacer respetar compromisos y mantener su vigencia
con el esfuerzo sostenido en el tiempo y para poder rendir pormenorizada cuenta
perió dica.

Una seguridad que no ha podido, no puede ni podrá existir jamá s en el vacío; un vacío
que só lo sería  posible mantener en condiciones de laboratorio.

Despolitizar

En su comunicado del 24/06/2011 el Frente Nacional de Abogados de Venezuela bajo


la firma de 24 profesionales del derecho, introduciendo en su primer pá rrafo el asunto
de la Cá rcel de El Rodeo I y II y la crisis penitenciaria, propone en su aparte cuatro
como indispensable: “… Despolitizar, depurar y profesionalizar a la Guardia Nacional,
el CICPC, la Policía Nacional y todo el sistema judicial…”

Por su parte, en foros y reuniones técnicas resulta repetitivo el ambiguo término


despolitizar en boca de uno y otro reconocido experto que se pronuncia, sea desde la
bancada del gobierno, lo fuere desde la oposició n o de expresiones de la sociedad civil;
a tenor, titulares y noticias en los medios:

“… Expertos plantearon sus mejores ideas para solucionar temas críticos como la
seguridad ciudadana y la violació n de derechos humanos…
… Despolitizar el tema de la seguridad en Venezuela, disminuir los homicidios,
cambiar el actual sistema penitenciario, fortalecer la investigació n criminal y depurar
los cuerpos policiales son algunas de las sugerencias que hicieron los asesores de
seguridad de los candidatos a las primarias…” (El Nacional Thá bata Molina, Angélica
Lugo, 08/02/12, /8).
“… Despolitizaré a la Fuerza Armada como su nuevo Comandante en Jefe…” alegaría
uno de los candidatos en su discurso de campañ a en las primarias (El Universal
16/12/11)
Entonces

Si los titulados, estudiosos venezolanos y expertos en esos clá sicos de la cultura


occidental, que para reforzar sus planteamientos acuden con frecuencia a las citas de
Só crates, Plató n y Aristó teles y de allí en adelante a cuanto autor, texto y líder mundial
se nos pueda ocurrir, e insisten con vehemencia en el término despolitizar, tendremos
entonces que hurgar en el término, al menos, como orientació n para neó fitos y antes
de asumir el riesgo de desarrollar algunos determinantes pasajes de este tema de la
seguridad pú blica en Venezuela.

Pueda ser que estemos totalmente errados y aceptamos que la sola experiencia sobre
el terreno de las realidades y su acotació n perió dica como ayuda memoria, poca o
ninguna trascendencia tenga para los afanados intelectuales de la seguridad pú blica,
sin experiencia alguna de primera mano.

Claro queda

Si aceptamos que el término despolitizar significa en el lenguaje comú n conocido,


restar o perder el contenido político y quitar o sacar del contexto político un asunto,
una reunió n, un tema, un grupo, una persona, la propuestas de los expertos en
seguridad nos revelaría en primer término, una pretensió n de apoliticismo cuando en
su realidad, otro de los clá sicos que tanto citan afirmó , ese despolitizar es la má s
política de todas las posiciones (Carl Schmitt); un vano y absurdo intento de
despolitizar lo que por esencia es un proceso de decisiones políticas fundamentales
(Eduardo Jorge Prats)

Así como la política no se hace con émulos de la madre Teresa de Calcuta, tampoco la
policía se ha hecho, se hace ni se hará jamá s con niñ os de pecho; el problema para una
y otra actividad, está en  asumir los riesgos, emplearse a fondo en el conocimiento y
tratamiento, en la rendició n de cuentas; pero por sobre ello, en la articulació n y en el
ejercicio pleno de los controles, antes que técnicos, eminentemente políticos.
Afirmaría en su momento Casamayor[i]: “… nadie está interesado en cambiar la
maquinaria de la cual se ha de servir una vez que llegue al poder…”.

En esos promotores del apoliticismo en la seguridad pú blica, el objetivo se orienta a


sacar y mantener fuera de la agenda pú blica, el problema de la seguridad y así, sin
debate, discusió n, resistencia u oposició n, se benefician directa y principalmente tanto
los detentores del poder de un particular momento, como se alimentan en las formas
de evadir, las posibilidades de impedir la controversia pú blica en el eventual caso del
ascenso personal a posiciones de poder político de uno u otro sea el experto.

Así se abandona lo político y el discurso es legalista, tanto para aislar así la ley del
ciudadano, como del gobierno y del Estado y en el irrefutable entendido de que quien
está capacitado, obligado y llamado a cumplir  y hacer cumplir la ley, es el gobierno
como detentador del poder del Estado y eso ha sido, es y será política. Comentaría a
tenor Stephen Mauzy otro de los estudiosos: “… Las instituciones má s fuertes, si se
ignoran y se niegan, finalmente se derrumban…”.

Queda en los hechos consolidado, la institució n policía –a la par de muchas otras–, si


alguna vez existió , está derrumbada como producto y efecto de una justicia
administrada y eso, también es política.

Allí está el derrumbe de la idea, del concepto y de la funció n de la policía en este


sistema de acció n perverso con el cual se inciviliza a la comunidad para que por esa
vía, acepten –y de hecho lo han aceptado– esa severa limitació n de opciones y
reducirlas a un simple y populachero :“… esto es lo que hay…”.

En esa propuesta de supuesto odio a la política, lo que se promueve es el desinterés, la


apatía, la anomia frente a los asuntos pú blicos y el inevitable derivado en el laissez
faire, laissez passer.

Despolitizació n, ambigü edad, imprecisió n en definitiva, viene a adquirir entonces un


tinte de acuerdo tá cito, de colaboracionismo oportunista y tiene a la larga como
objetivo, que no sea posible responsabilizar al gobierno; que si bien hoy sea la
propuesta desde la oposició n, mañ ana lo será desde las posiciones de poder; eso
también es política.

Y descontextualizar los hechos de un hacer y de un dejar de hacer criminal de


gobierno, con aval y apoyo de una oposició n, en definitiva, salvo prueba en contrario,
sería el objetivo de la despolitizació n recomendada y ejemplarizaremos có mo, por qué
y para qué y eso también es política.

La política como modus operandi

Quizá s el mejor ejemplo de un feló n y de la imposició n de las felonías como política,


sea precisamente esa conducta del ídolo má s conocido y citado en la izquierda
latinoamericana, Fidel Alejandro Castro Ruz, quien de pandillero en su época de
universitario (1945), pasó a empleado o contratista del Crimen Organizado
norteamericano (1945), luego a ser un “providencial” y delegado observador en el
asesinato de José Eliezer Gaitá n Ayala (09/04/1948) en Bogotá ; después a líder de
una pretendida revolució n ya con má s de cinco décadas de instalada en Cuba
(01/01/1959) y la que trataría de exportar como uno de los má s grandes gestores
genocidas e interventor en las políticas internas de varios países africanos (Angola,
Etiopía, Guinea, Guinea-Bissau, Mozambique, Zimbawe, Uganda) y
latinoamericanos, Venezuela en especial y en aquel momento y en paralelo, al
desempeñ o como el socio má s efectivo de los capos colombianos, Pablo Escobar
Gaviria en su consolidado boom del trá fico de cocaína.

A ese gran feló n y criminal, Fidel Castro Ruz, todavía la campañ a publicitaria lo
alimenta y existen quienes pretendan ocultar ese preciso á mbito de su acció n criminal
y asumirla y definirla como acció n política latinoamericana.
Desambiguación

Observando ese ejemplo de un feló n y de sus felonías, desde la década de los cuarenta
del siglo pasado hasta ser apartado del poder en Cuba en el 2006, queda
suficientemente deslindado el punto y claro desde esta perspectiva, que una cosa es la
política y otro lo es el uso de la política como manto o cubierta para imponer la
diná mica de un modus operandi criminal.

A muchos sino todos estos expertos –algunos geniales otros genéticos–, les une una
característica en comú n: no tiene la má s mínima idea de lo que es y para que es la
policía, la tarea de la policial y la razó n de ser de la policía.

Sus opiniones está n centradas exclusivamente en los efectos, jamá s en el á mbito


preciso de tan compleja tarea, que si bien son serias a nivel de ejecutorias
individualizadas, má s severas son las deficiencias cuando comenzamos a transitar por
la escalera de mando y conducció n, puesto que, es allí donde verdaderamente está lo
má s complejo del problema y lo que marca y determina esos “expertos” aná lisis de
resultados.

Zapatero a tus zapatos

Sobre ese á mbito de la administració n, mando y conducció n de la policía, jamá s en


má s cincuenta añ os de experiencia sobre el terreno, ha sido posible establecer un
diá logo o un intercambio de ideas con estos inexpertos peritos de la política, del
derecho constitucional y penal, de la sociología, de la psicología social, de la
criminología crítica o de cualquiera otra fuera el diploma o una de las disciplinas
universitarias.

Desempeñ os intelectuales donde la tarea y los hombres en la tarea no han sido jamá s
las verdaderas determinantes del problema y los términos en consideració n; antes
por el contrario, ha sido y son los criterios, ideas, especulaciones o lucubraciones de
cada modalidad de conocimiento diplomado o disciplina universitaria, la que en
definitiva alegran el oído político y al son de la publicidad, imponen supuestas
reformas, reestructuraciones o sus variantes  en el conocido “quítate tu para ponerme
yo”.

Desde el añ o 1936 con el primer decreto que crea la Escuela de Formació n para
Agentes de Seguridad Pú blica, con el ulterior decreto orgá nico que crea y organiza el
Sistema Nacional de Seguridad adscrito al Ministerio de Relaciones Interiores con sus
tres organismos: Oficina de Investigació n Nacional, Identificació n de Extranjeros y
Guardia Nacional, la Policía Nacional de aquel momento.

La presió n militar del Ministerio de Guerra y Marina se impone por sobre lo civil y la
Guardia Nacional es extraída del mundo civil y adscrita como un servicio de ese
ministerio y regida por la Ley Orgá nica del Ejército y el Có digo de Justicia Militar.
A partir de aquel momento en adelante, la policía como ó rgano del poder pú blico,
comienza a ser del interés de una cierta forma de hacer la política; luego del golpe de
1945, en el trienio, la policía de investigació n criminal entra en su primer cambio de
nombre que suelen denominar reforma, es denominada, Seguridad Nacional; en 1958,
entra a jugar en la política policial un apellido y distinguen la preventiva de la
represiva y es ese segundo término del cual lo político, la política y los políticos tratan
de deslindarse; en la ú ltima reforma un incompetente profesional del derecho concibe
la idea de que agregar la palabra científica en la denominació n del organismo, algú n
día la hará científica y así, la reforma policial del momento (20/02/2001), al mismo
equipo de hombres, edificaciones, métodos y desempeñ os, le atapuza el rimbombante
nombre de Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminales (CICPC), ya el
idiotizado profesional logró un objetivo, el título de fundador de algo.

Mas ese proceso de deslindamiento y ulterior acostumbramiento en la ambigü edad en


materia de seguridad pú blica, especialmente en policía, aunque muchos “expertos
modernos” ex profeso lo ignoren, tiene un origen también político.

Comenzó cuando la natural exigencia de responsabilidades se impuso y el Ejecutivo


tomó la decisió n con la destitució n, encarcelamiento, juicio y expropiació n de bienes
personales contra el gobernador Félix Galavís Figueroa y como derivado de las
ó rdenes emitidas por éste y que estuvieron al origen de la matanza de civiles
desarmados en la Plaza Bolívar de Caracas, el 14/02/1936.

Privilegio e impunidad

Ese es el ú nico caso que se registra en toda historia policial venezolana; ú nico, donde
un responsable político y comandante de la fuerza pú blica, fue llamado a responder
por los actos derivados de sus decisiones.

Nó tese la vital trascendencia de tal decisió n política de aquel momento y que


há bilmente el estamento político y los selectos e incondicionales jefes de policía en
adelante han sabido, con certeza, evadir en los subsiguientes setenta y seis añ os.

Trá tese del asesinato de Ramó n Carmona Vá squez (1978) –y si Manuel Molina Gá speri
fue a la cá rcel, no hubo sentencia condenatoria por el crimen y só lo fue una medida
extrema política, de limitados efectos, para silenciar a la activa viuda–; de los Pozos de
la Muerte (Zulia 1985); de los asesinatos en serie llamados masacres, Yumare,
Cantaura (1986), El Amparo y Los Amparitos (Apure 1988); trá tese del abandono del
comando de la Policía Metropolitana por el cuerpo de oficiales generales y superiores
de la Guardia Nacional en los inicios de los desó rdenes pú blicos y del ulterior impacto
mediá tico sobre la població n y los interesados en el alzamiento civil del momento,
cuando un ministro del Interior, en pantalla de TV y en cadena nacional inicia su
mensaje oficial sobre los hechos en curso en el 27F y se derrumba sobre el plató
(1989); trá tese del secuestro y asesinato de los  hermanos Faddoul (2006); del má s
reciente asesinato de Karen Vanessa Berendique Betancourt.
En todos esos pocos casos referidos, en la investigació n o lo que llaman los políticos
de turno la investigació n criminal, se cuidó bien de atender exclusivamente las
responsabilidades penales evitando su extensió n y dañ os colaterales y
manteniéndolas a toda costa y costo al má s bajo nivel de la línea jerá rquica de mando
y conducció n de una u otra fuere la policía, la administració n o el gobierno.

En uno u otro caso, jamá s ha habido investigaciones en el á mbito de los desempeñ os y


responsabilidades de una línea de mando y de conducció n de un cuerpo armado,
uniformado o no.

“El colmo de la miseria”

Y precisamente esa, la direcció n y el cuerpo de oficiales superiores donde radican las


responsabilidades políticas de los ó rganos de ejecució n material de las medidas y
operaciones de policía;  han sido, son y será n a todos los efectos, los responsables
directos por los desempeñ os de los subordinados, eso en administració n moderna de
cuerpos armados.

A menos que, estemos en presencia de una desconocida modalidad de administració n


pú blica donde ello no sea de esa forma; en cuyo caso, al romper con todos los cá nones
y normas vigentes, no podremos admitir se trata de una administració n sino de la
expresió n del hacer de cada funcionario sobre el terreno de los hechos y deja de ser la
ejecució n material de la voluntad administrativa, para mantener un cará cter de
voluntad privada en cuyo caso, se admite, la responsabilidad de todo orden está en
cabeza del ejecutor y de nadie má s; aú n cuando otros son los que aportan
oportunidades, capacidades y motivos para la comisió n de ilícitos.

Pero aú n así, el caso de las quejas y demandas de las víctimas y sus deudos, entraría,
por una parte en los supuestos determinados por el Estatuto de Roma en cuanto a las
responsabilidades penales de los jefes, por la otra en el terreno de tratamiento de las
responsabilidades extracontractuales.

Responsabilidad ineludible, desde el momento en que son esos administradores


quienes deciden dotació n, el equipamiento, las formas de proceder y, especialmente,
autorizan y entregan equipos letales, armas de alto poder y de elevada disponibilidad
y capacidad individual de fuego, fusiles incluidos, uniformes, chalecos, pasamontañ as,
comunicaciones, patrullas, camiones, camionetas, motos; todo, para su despliegue y
uso bélico, en zafarrancho de combate indiscriminado, sobre á reas pobladas y contra
civiles desarmados.

A tenor, jamá s en Venezuela ha podido ser llevado adelante un juicio por


resarcimiento de dañ os ocasionados por los desaguisados de los subalternos y
cuadros de mando de los cuerpos armados, sean civiles o militares; la misma citada
viuda de Carmona en el asesinato de su conyugue, fue directamente frenada y
severamente limitada en su pretensió n de resarcimiento de dañ os, justamente, por el
tribunal má s alto de la Repú blica, hoy TSJ.

Y ese es el verdadero objetivo que persiguen estos expertos en seguridad pú blica,


dejar y mantener las responsabilidades, exclusivamente a los má s bajos niveles de las
organizaciones policiales, en funció n de los intereses políticos y los propios; allí está el
secreto de su sabiduría, se venden como solució n pero no está n dispuestos a asumir
los riesgos, menos a aplicar el esfuerzo necesario y mucho menos rendir cuentas.

53 años de trascendentes decisiones en seguridad pública

Política, la decisió n del primer gobierno democrá tico electo, Ró mulo Betancourt,
quien visitado (1959) por Fidel Castro Ruz y rechazada la propuesta “revolucionaria”
de éste, fuera luego seriamente atacado su gobierno por mú ltiples flancos civiles y
militares  en los siguientes y luego extendidos 15.000 días de guerra no declarada.
Política la decisió n del Ministro de Relaciones Interiores de aquel momento, Carlos
Andrés Pérez, para mantener activo como funcionario y como su hombre de confianza,
asistente y jefe de seguridad, al natural de Cuba Orlando García Vá squez, sujeto que
posteriormente, es el inicio de la historia del hoy revolucionario, sería captado y
doblado como fuente y agente por el G2 de Cuba.

Política la decisió n del gobierno central, Carlos Andrés Pérez, para beneficiar a Cuba,
al silenciar el intríngulis del DC8, vuelo 455 de Cubana de Aviació n (06/10/76
Caracas, Trinidad, Barbados, La Habana); cuando quedó suficientemente establecido
que fue una operació n orquestada por el jefe de seguridad en Miraflores Orlando
García Vá squez, el agente infiltrado de Fidel Castro Ruz quien bajo instrucciones de
éste y para neutralizar a Orlando Bosh Á vila: traerlo a Venezuela, montar la operació n
con Luis Posada Carriles y sus dos empleados Herná n Ricardo Lozano y Freddy Lugo
para que la bomba sembrada en el DC8 estallara con la nave ya en tierra en el
aeropuerto de La Habana, pero, el retrazo de los 30 minutos en el despegue de
Trinidad, al detonar la espoleta de tiempo en un vuelo a altura de crucero produjo la
violenta despresurizació n de la nave y la muerte de los 76 pasajeros y tripulantes.

Política, la decisió n (1959) del primer gobierno de Rafael Caldera Rodríguez, quien
una vez ganador de las elecciones, lleva adelante el inicio de negociaciones con los
naturales cubanos, por ó rgano de Remberto Uzcá tegui Bruzual desde la Oficina de
Asuntos Especiales del MRI y que todos los cubanos que estaban en nó mina de los
cuerpos de seguridad –que le debían el favor del cargo y las prebendas a Orlando
García Vá squez–, se les mantuvieran los privilegios de sueldos, bases, armas,
comunicaciones y vehículos, a cambio de no ejecutar actos de ataque contra los
intereses venezolanos, dentro y fuera de sus fronteras; esa es la otra parte y el aporte
para la historia de esta guerra.

Política la decisió n de forzar extremos y traer para Venezuela, la investigació n y juicio


en la voladura del vuelo 455 de Cubana de Aviació n, la ulterior fuga y el silencio de
Luis Clemente Faustino Posada Carriles; quien luego en Centro América, en la
operació n Cocaína/Armas de Oliver North, articularía recursos para la colocació n de
cá mara en el avió n de Hensefus, la foto del general Arnaldo Ochoa Sá nchez al lado de
la cocaína y le brindaría así a Fidel Castro Ruz, el soporte “técnico” para la parodia de
juicio y el ulterior fusilamiento de los seleccionados implicados; entre otros de quien
en ese momento ya le hacía sombra a su liderazgo, Arnoldo García Sá nchez.

Política la decisió n del gobierno central destinada a silenciar por completo la sociedad
y actividad comercial privada del terrorista Luis Clemente Faustino Posada Carriles
con el ex directivo de la policía de investigació n criminal y de seguridad de Estado,
José Gabriel Lugo Lugo; desde las mismas instalaciones físicas de sus oficinas y sus
canales de comunicació n en Las Palmas Caracas, se organizó todo el entramado caso
de la voladura del avió n de Cubana de Aviació n.

Política la decisió n (1985) del gobierno central, Jaime Lusinchi, por ó rgano del
gobernador del Zulia Omar Enrique Barboza Gutiérrez y en contubernio con el
expresamente seleccionado y nombrado juez de la causa Ivá n Rincó n Urdaneta, para
destruir todas las evidencias sobre desaparecidos y asesinados y para, primero vaciar
concreto en la boca y el tubo del aljibe en La Cañ ada, citado por los medios como
“Pozos de la Muerte”, de donde para el momento de esa particular ejecutoria, ya se
habían extraído varios cadá veres y partes de otros estaban en proceso de
recuperació n y luego, para pasar un tractor por toda el á rea física circundante,
derribando y reduciendo a polvo la pared que era usada por funcionarios adscritos a
cuerpos locales y nacionales, para los fusilamientos de civiles desarmados.

Política, la decisió n (1997) del gobierno central, Rafael Caldera Rodríguez, por ó rgano
del Ministerio de Relaciones Interiores en manos del constitucionalista José Guillermo
Andueza y de su jefe de Identificació n y Extranjería, la politó logo Delia Da Silva, para
la concepció n, preparació n, planificació n, toma de decisió n, licitació n e inicio de los
programas del plan para reformar todo el sistema centralizado para la  identificació n
ciudadana de los habitantes fijos y en trá nsito en el territorio venezolano y
transformarlo en un sú per Archivo Criminal; considerando de hecho y contra Derecho,
a todos y cada uno de los habitante, no como ciudadano sino como sospechosos.

Política, la decisió n (2000) del gobierno central, Hugo Rafael Chá vez Frías, por ó rgano
del Ministerio de Relaciones Interiores, en manos de Luís Alfonso Dá vila, para
reactivar el proyecto Andueza/Da Silva  y emitir una licitació n pú blica bajo el titulo
“Licitació n N° MIJ-00-09-01 ‘Sistema de Identificació n Nacional y Control Ciudadano”.
Nó tese “control ciudadano”

Política, la decisió n (2002) del gobierno central de invertir fondos pú blicos en el


acondicionamiento de las instalaciones físicas de la antigua base de espionaje
soviética en La Habana, para fundar un Centro de Control Ciudadano para Venezuela
en la Universidad de Ciencias Informá ticas (UCI) cuyo enlace directo y permanente, 
objeto de otra decisió n política y financiamiento pú blico, por el Cable Ó ptico
Venezuela/Cuba.
Política la decisió n (2002 en adelante) del gobierno central, Hugo Rafael Chá vez Frías,
de distribuir armas y municiones y permitir el equipamiento bélico autó nomo de los
grupos civiles organizados como defensores de la revolució n, entre otros, los má s
conocidos: FBL, Tupamaros, La Piedrita, Alexis Vive.

Política, la decisió n del Ejecutivo (2008) de poner en manos de representantes del


partido Baath en Venezuela[ii], la direcció n y manejo de toda la estructura de
seguridad pú blica que ya con la Conarepol había sido suficientemente escudriñ ada; así
los má s conocidos y publicitados personajes vinculados al Baath asumen el control.

Política la designació n como Ministro de Relaciones Interiores, del representante en


Venezuela de los intereses del partido Baath, Tarek Zaidan El Aissami Maddah y como
derivado, Director General de Servicios de Vigilancia y Seguridad Privada del
ministerio, Haitam Sabeck; de su hermano Feraz El Aissami vinculado a la red de
suministros de insumos a las cá rceles en todo el país; como rectora de la UNES a
Soraya El Ackar; como fiscal de Ministerio Pú blico, Haifa El Aissami Maddah.

Política la decisió n de asignar a Haifa El Aissami Maddah, la tarea y articular mediante


manipulació n de jueces, la publicitada condena de los comisarios (Forero, Vivas y
Simonovis); la acusadora una vez cumplida con precisió n la tarea, es rá pidamente
sacada del país, nombrada Embajadora en Holanda; por cierto, donde perió dicamente
recibe como valija diplomá tica, grandes maletas que, recogidas por los subalternos en
el aeropuerto internacional, son llevadas directamente a la casa de habitació n de Haifa
El Aissami Maddah y no a la sede de la Embajada de Venezuela.

Político fue el discurso del jefe de esa pandilla del Baath (2009), Tarek Zaidan El
Aissami Maddah, tocado con la kukjah o kuffijeh a la usanza de fedai o fidai (en á rabe,
‫ فدائي‬pl. ‫ ; فدائيين‬fidā ’ī, pl. fidā ’iyyīn), anunciando pú blicamente sus objetivos en el
desempeñ o del cargo:

“… Más allá de mi misión como ministro, soy también hijo de árabe, soy palestino, soy
iraquí y somos hoy día la fuerza de resistencia… nuestra revolución también es una
revolución que lucha por una Palestina libre y aquí estamos dispuestos todos a ofrecer
nuestras vidas, si es necesario… hoy la dignidad que enarbola la revolución bolivariana
es la misma que se levanta en Palestina frente al genocidio israelí…” (RNV; 6 de Enero,
09:52 PM)

Política, la decisió n (2011) del gobierno central por ó rganos del Ministerio de
Relaciones Interiores para dar continuidad sobre lo ya avanzado en el Proyecto de
Control Ciudadano con la conversió n del sistema de identificació n venezolano y
relanzar el programa ya en las exclusivas y excluyentes manos de los cubanos y para
entregar en físico a la UCI de La Habana, el ulterior derivado total control de los
registros y del manejo de todas las Bases de Datos de Identificació n, Registro Pú blico,
Notarías, Impuestos, Movimientos Bancarios y Financieros de los venezolanos.
Política es, la expresa obra del Baath con la eliminació n de la tradició n, la informació n
y el método de la policía de investigació n criminal, sostenidamente llevado adelante,
entre otras, con las jubilaciones forzadas: “… Jubilaron a 200 comisarios generales y
jefes del Cicpc… La amenaza del ministro de Relaciones Interiores, Tareck el Aissami,
comenzó a concretarse: está sacudiendo la estructura del Cicpc. El jueves fueron
jubilados 200 funcionarios de la policía científica, entre comisarios generales y
comisarios jefes. De esta manera, el cuerpo de seguridad se quedó de un día para otro
sin el conocimiento y la experiencia del personal de má s trayectoria…”  (El Nacional
24/09/2011)

Política, la decisió n (2012) del gobierno central en materia de Seguridad Ciudadana e


Investigació n Criminal, de sustraer absolutamente del control físico de la Policía de
Investigació n Criminal, todos los sistemas de registro y de manejo de la informació n
policial, conocido como Archivo Criminal, para hacer entrega física del manejo diario
de entradas, salidas, asientos, actualizaciones y el control exclusivo de accesos a
personal de nacionalidad cubana y destacado a las tareas en misió n in situ, por la UCI
de La Habana.

Política la decisió n (2012) de entregar vehículos, camionetas, camiones y motos al


CICPC de Maracaibo, por instrucciones de Tarek Zaidan El Aissami Maddah y en viaje
expreso del vice ministro del Interior Néstor Luis Reverol Torres, instruir al personal
para la realizació n de operaciones que demuestren que está n trabajando y que
denominó “un día un detenido”; en una de esas primeras operaciones, precisamente,
es baleada la camioneta del consulado de Chile y muere Karen Vanessa Berendique
Betancourt.

Política es la decisió n de Tarek Zaidan El Aissami Maddah que culmina


definitivamente con la destrucció n absoluta del cuerpo de investigació n criminal: “…
El ministro de Interior, Tareck El Aissami, aseguró este viernes que el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas será sometido en las pró ximas
horas a un “proceso radical” de refundació n…”  (23/03/12 Unió n Radio)

Shabeeha[iii] en la política del día siguiente

Pero quizá s de las decisiones políticas en seguridad pú blica bajo la direcció n de Tarek
Zaidan El Aissami Maddah, como brazo ejecutor y de mayor trascendencia, son
aquellas que recibiendo el apoyo de la experiencia y la prá ctica sobre comunidades
tribales, son concebidas y adelantadas en funció n de mantener por cualquiera sea el
medio, a Hugo Rafael Chá vez Frías en la presidencia y como la indispensable “Cabeza
de Playa” del islá m en Latinoamérica.

Si bien como hemos suficientemente documentado en las referencias fechadas, los


ó rganos de policía en esta llamada revolució n, han sido paulatinamente eliminados en
cuanto a su capacidad instalada, falso que esa incapacidad inducida, haya desarmado
la capacidad de fuego del gobierno, antes por el contrario, anulando las capacidades
instaladas de la policía, se ha abierto a la acció n y se facilita, un desconocido campo de
acció n política en la Venezuela de hoy con la aplicació n de medios de fuerza
habilitados  como parte de una expeditiva garantía para la permanencia en el tiempo
del régimen.

Las recientes experiencias conocidas, en Irak donde la versió n de


las Shabeeha operaron a sus anchas contra la població n civil desarmada; en el Egipto
de Mubarak en su versió n conocida como Balataija, en la Libia de Gadaffi como las
Zenga; la Siria de Bashir al-Assad hijo del ex presidente Hafez Al-Assad,
las Shabeeha incluyen no só lo bandas de delincuentes de cada localidad, sino también
a los miembros de las fuerzas de seguridad e inteligencia sirias vestidos de civil,
informantes y los jó venes desempleados y empobrecidos.

Es política

La versió n venezolana de las Shabeeha los “Fantasmas” tienen nombres oficiales,


aparte de las ya conocidas y publicitadas bandas armadas, como Tupamaros, La
Piedrita, Alexis Vives, las FBL bajo el control operacional de Ramó n Emilio Rodríguez
Chacín, la encontramos referida en la ú ltima Memoria y Cuenta del Ministerio de la
Defensa donde se destaca “… el Plan de Entrenamiento y Maniobras Militares, para
1.500 milicianos, en ideología y tá ctica, cuyo adiestramiento consistió en destrezas
que forme al individuo como combatiente… la formació n y organizació n de los
cuerpos de combatientes de varias dependencias: Corpoelec, Pdvsa, Cantv, CVG y
Automercado Bicentenario, y de los ministerios de Ambiente, Deporte, Alimentació n,
Comunicació n e Informació n, Energía y Petró leo, Relaciones Exteriores, Pueblos
Indígenas, Salud, Industrias Bá sicas y Minería, Agricultura y Tierra, Educació n y
Transporte y Comunicaciones…” (El Nacional 23/03/12)

Así, queda en los propios hechos oficialmente difundido en los medios; los objetivos
bélicos de los “Fantasmas”, es la població n civil disidente: “… 2011, se efectuaron 220
operaciones militares, a través de acciones de inteligencia y contrainteligencia, con las
cuales se evitaron situaciones de alteració n del orden pú blico que van en detrimento
del poder legalmente constituido…”

Conclusión

Mientras los que se dicen, publicitan y son cotidianizados por los medios como
expertos en seguridad pú blica elucubran sobre los detalles de temas que, al parecer y
como hemos sustentado ignoran; temas de los que prefieren mantenerse al margen y
no profundizar dado los riesgos profesionales y físicos inherentes; pero que,
adquieren un falso y operante sentido técnico dada la crasa ignorancia derivada de la
ausencia de polémica e interés en estos pedestres asuntos en sus asesorados políticos;
mientras ello ocurre, la verdadera política del poder por el poder, asienta y consolida
sus capacidades bélicas de acció n contra la població n civil desarmada.

Así hoy expeditiva e impunemente, el programa para la destrucció n de toda la


Capacidad Instalada Policial acumulada en setenta dos añ os de continuada
experiencia sobre el terreno, es lanzada por la borda, destruida, aniquilada y en su
fase final, ya a partir del 2008, en la obra del “muchachos de mandado” en la vieja
jerga, las simples marionetas de los intereses ajenos a Venezuela y puesta en manos
de herederos de las conocidas capacidades políticas de dictadores en Irak y Siria y del
partido socialista á rabe Baath, para culminar en una adaptada versió n venezolana de
las Shabeeha iraquíes o sirias, los “Fantasmas”.

Eso a pesar de la irresponsabilidad de uno u otro sean los continuos petitorios de


despolitizació n en boca de los intelectuales y expertos diplomados en Derecho, en
Sociología, en Sicología social o en cualquiera otra disciplina universitaria, es la
materialidad de la política del poder por el poder en el apuntalamiento y garantía de
continuidad; objetivo comú n a Sadam Hussein y El Assad y ello, en manos de esta
llamada revolució n o Socialismo del Siglo XXI de Hugo Rafael Chá vez Frías y sus
huestes.

Recordando al gallego  Ramó n María del Valle-Inclá n en la tertulia organizada en 1904


en el Nuevo Café de Levante, con la flor y nata de los intelectuales de la generació n de
1898 y con esos marcadores ancestros de la península, bien pudiésemos aceptar como
vá lida para las asesorías de hoy en materia de seguridad pú blica, la sorpresiva
aseveració n del vasco  Pío Baroja, para aplicarla en una Venezuela donde operan a su
libre albedrío en una y otra especialidad: 1) Los que no saben; 2) los que no quieren
saber; 3) los que odian el saber; 4) los que sufren por no saber; 5) los que aparentan
que saben; 6) los que triunfan sin saber, y 7) los que viven gracias a que los demá s no
saben.

Y es en esta ú ltima donde encontramos quienes se llaman a sí mismos “políticos” y a


veces “intelectuales”; con razó n tenemos ahora esos diplomados universitarios que
llaman “Médicos Integrales” y no estamos al cabo de saber si eso de integrales, aplica
para otros tantos diplomados o doctorados en disciplinas universitarias.

[i] Seudó nimo literario de Serge Fuster “Conseiller à la Cour d’appel de Paris” durante los eventos del
affaire Mehdi Ben Barka, en Paris, Francia,1965
[ii] Tarek Zaidan El Aissami Maddah, hijo de Carlos Aissami jefe de la secció n venezolana del partido
político Baath, Partido del Renacimiento Á rabe Socialista, Baaz también transcrito como Baath o Ba’ath 
renacimiento, en á rabe: ‫ حزب البعث العربي االشتراكي‬Hizb Al-Baath Al-Arabi Al-Ishtiraki, que fuera fundado
en 1947 en Irak por su tío abuelo Shibli el-Aissami, ideó logo reconocido asistente al Secretario General
del partido en Bagdad durante el régimen de Saddam Hussein.
[iii] Shabeeha, también deletreado Shabiha o Shabbiha ( á rabe : ‫ الشبيحة‬palabra de la raíz á rabe : ‫ شبح‬que
significa “fantasma”). En el caso sirio, el má s conocido, son grupos de fuerzas paramilitares de origen
alauí, agentes no oficiales del régimen de Al Assad en Siria; son hombres armados leales a Assad,
bandas de criminales integrada por matones y delincuentes afines al régimen dictatorial; fundado por
los sobrinos del difunto presidente sirio Hafez Assad (Fawaz, Numir, Munther, Sumar, Siwar, Munther)
sus operaciones se concentran en la regió n mediterrá nea de Siria alrededor de Latakia , Banias y
Tartous , como actividad econó mica el contrabando a través de los puertos de la zona; la policía siria se
hace la vista gorda con los altos sobornos y las Shabbiha operan como milicias en la sombra en caso de
cualquier necesidad; así las Shabiba se unieron a la Cuarta Divisió n del ejercito en los ataques contra la
població n civil en las ciudades de Banias , Jableh , y Latakia; ..

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