Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Libro Guzman Napuri Constitucion PDF
Libro Guzman Napuri Constitucion PDF
constitucional
G A C E TA
ISBN: 978-612-311-204-2
FUNCIONAL
FUNCIONAL
UN ANÁLISIS
enfoques novedosos –entre ellos las diversas formas de L
diversas instituciones constitucionales desde un conjunto de
a finalidad de esta obra se enfoca en el análisis de las
POLÍTICA:
UN ANÁLISIS CONSTITUCIÓN FUNCIONAL
LA UN ANÁLISIS
POLÍTICA: POLÍTICA:
CONSTITUCIÓN
CONSTITUCIÓN LA
LA
GUZMÁN NAPURÍ
CHRISTIAN GUZMÁN NAPURÍ CHRISTIAN
LA
LA CONSTITUCIÓN
CONSTITUCIÓN
POLÍTICA: POLÍTICA:
UN ANÁLISIS
FUNCIONAL
LA
CONSTITUCIÓN UN ANÁLISIS
L
a finalidad de esta obra se enfoca en el análisis de las
diversas instituciones constitucionales desde un conjunto de
POLÍTICA:
UN ANÁLISIS FUNCIONAL
enfoques novedosos –entre ellos las diversas formas de
análisis funcional, en particular el análisis económico del
FUNCIONAL
Derecho– que permiten entender con mayor amplitud la finalidad
que la Constitución y las instituciones que esta consagra cumplen
en el ordenamiento jurídico. El análisis funcional, como método
multidisciplinario que busca la comprensión de las instituciones
jurídicas desde el punto de vista de su aplicación práctica y el
efecto que genera en la sociedad, constituye una nueva forma de
entender la Constitución. El autor, además, complementa su
estudio con pertinentes referencias al precedente jurisprudencial
generado fundamentalmente por el Tribunal Constitucional y los
tribunales supranacionales en los más diversos aspectos.
ISBN: 978-612-311-204-2
G A C E TA
constitucional
9 786123 112042
AV. ANGAMOS OESTE 526 - MIRAFLORES
(01) 710-8950 / 710-8900 TELEFAX: (01) 241-2323
www.gacetaconstitucional.com.pe
LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA:
UN ANÁLISIS FUNCIONAL
PRIMERA EDICIÓN
ENERO 2015
2,910 ejemplares
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Luis Briones Ramírez
(1) TORRES LÓPEZ, Juan. Análisis económico del Derecho. Editorial Tecnos, Madrid, 1987,
pp. 30-31. PARKIN, Michael. Economía. Pearson, México, 2009, p. 11.
(2) BECKER, Gary. “El enfoque económico del comportamiento humano”. En: The Economic
Approach to Human Behaviour. University of Chicago Press, Chicago, 1976.
5
Christian Guzmán Napurí
(3) Para una eficaz explicación matemática: KAFKA, Folke. Teoría Económica. Universidad del
Pacífico, Lima, 1994, p. 740 y ss.
(4) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 35.
(5) Para un análisis más crítico: FISCHER, Stanley, DORNBUSCH, Rudiger y SCHMALENSEE,
Richard. Economía. Mc Graw-Hill, México, 1990, p. 222 y ss.
(6) TORRES LÓPEZ, Juan. Ob. cit., pp. 32-33.
6
La Constitución Política: un análisis funcional
concepto que es muy importante para la gestión pública(7). Ello supone la im-
portancia del análisis costo beneficio para determinar la pertinencia de las de-
cisiones estatales y que constituye un componente ineludible de la fundamen-
tación de las normas. Resulta imposible elaborar políticas públicas razonables
sin que pueda determinarse su nivel de eficiencia social.
7
Christian Guzmán Napurí
8
La Constitución Política: un análisis funcional
puesto que la demanda de un bien será sensible a las variaciones del precio.
Es preciso tener en cuenta que los servicios y bienes que el Estado provee
en muchos casos carecen de sustitutos, lo cual es clave para el análisis que
vamos a efectuar en varios casos en el presente libro. En cambio, cuando
no existen bienes sustitutos, la demanda será inelástica, al ser más bien in-
sensible a la variación de precios.
Pero además se señala que la elasticidad se relaciona de manera directa
con el nivel de necesidad de los bienes. La demanda de los bienes de lujo,
por ejemplo, será elástica, mientras que los bienes necesarios se encontra-
rán sometidos a una demanda inelástica. Esta distinción sin embargo está
sometida a controversia dada la necesidad de una definición técnica de lo
que se entiende por necesidad, siendo que ello está relacionado en realidad
con la existencia de bienes sustitutos(12).
Por otro lado, la Ley de la Oferta establece que, en un mercado deter-
minado, la cantidad ofertada es directamente proporcional al precio del bien;
mientras mayor sea este, evidentemente más disposición habrá entre los pro-
veedores para ofrecerlo en el mercado. Ambas leyes se representan gráfica-
mente a través de curvas en un eje de coordenadas cartesiano, en la cual uno
de los ejes representa las cantidades y el otro los precios.
Ahora bien, como todo mercado tiende naturalmente al equilibrio, las
curvas de oferta y de demanda se cruzan en un punto, denominado de equili-
brio, en el cual las cantidades ofertadas, las cantidades demandadas, así como
el precio del bien o servicio se mantienen en una ubicación determinada. Esta
situación la vemos representada en la siguiente figura, en el cual los ejes re-
presentan las cantidades y los precios, mientras que las líneas que se cortan
representan las curvas de oferta y de demanda.
P
D O
9
Christian Guzmán Napurí
(13) FISCHER, Stanley, DORNBUSCH, Rudiger y SCHMALENSEE, Richard. Ob. cit., p. 580.
(14) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 635 y ss.
10
La Constitución Política: un análisis funcional
4. EQUILIBRIO EN EL MERCADO
El equilibrio general se encuentra referido a la existencia de coinciden-
cia entre la demanda agregada y la oferta agregada, conforme la definición
de ellas que hemos realizado líneas arriba. Las principales teorías econó-
micas (como la Teoría Keynesiana o la Teoría Neoclásica) se enfocan en
determinar la obtención de dicho equilibrio general, evidentemente desde
puntos de vista distintos.
En realidad, la teoría de Keynes lleva a considerar que es posible la
existencia de bienes que no son susceptibles a reducir su precio, vale de-
cir, bienes inflexibles a la baja, sea por su naturaleza, sea por decisión es-
tatal(15). Un buen ejemplo es la mano de obra, que no baja su precio por la
existencia del sueldo o salario mínimo, determinado por decisión estatal.
Ahora bien, no obstante las múltiples consideraciones jurídicas respecto a
la existencia de controles alrededor del mercado de mano de obra, se con-
sidera que el salario mínimo genera distorsiones en dicho mercado, afec-
tando el excedente económico total(16).
Ahora, la teoría económica en general considera que no existen bie-
nes inflexibles a la baja, puesto que los mismos se encuentran determina-
dos por la oferta y la demanda. Un caso extremo se encuentra conformado
por los precios o tarifas de los servicios públicos, cuyos montos máximos
son fijados por el Estado, pero ello debe ocurrir, como veremos más ade-
lante, en supuestos de monopolios naturales y para simular la situación que
se daría de existir competencia.
Esto nos lleva a la necesidad de enunciar dos leyes fundamentales en
la noción de equilibrio. La primera es la Ley de Say –atribuida al econo-
mista francés Jean-Baptiste Say–, que implica que la oferta crea su propia
demanda; explicando el equilibrio general en los mercados. Muy ligada a
ella se encuentra la proposición que funda la Teoría Neoclásica, que es la
Ley de Walras, que nos dice que si se verifica la existencia de equilibrio en
todos los mercados de una economía menos en uno, necesariamente existe
equilibrio en el mercado que falta(17).
El equilibrio en el mercado es sumamente útil para explicar diversos
fenómenos jurídicos, entre ellos fenómenos constitucionales. De hecho, en
el mercado político los ofertantes, vale decir, los candidatos, ofertan bienes
(15) Sobre el particular: FIGUEROA, Adolfo. Teorías económicas del capitalismo. Fondo Editorial
PUCP, Lima, 1992, pp. 132-133.
(16) BERNANKE, Ben S. y FRANK, Robert H. Ob. cit., p. 439.
(17) KAFKA, Folke. Ob. cit., p. 730. FIGUEROA, Adolfo. Ob. cit., p. 110.
11
Christian Guzmán Napurí
(18) Sobre el particular: MONSALVE, Sergio. “Teoría de Juegos ¿Hacia dónde vamos?”. En: Revista
de economía institucional, Vol. 4, N° 7. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2002, p.
114 y ss.
(19) RASMUSEN, Eric. Juegos e Información. Fondo de Cultura Económica, México, 1996,
p. 38 y ss.
12
La Constitución Política: un análisis funcional
13
Christian Guzmán Napurí
14
LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA:
UN ANÁLISIS FUNCIONAL
Capítulo I
LA CONSTITUCIÓN:
REGULACIÓN EFICIENTE
DEL PODER POLÍTICO
Capítulo I
LA CONSTITUCIÓN: REGULACIÓN EFICIENTE
DEL PODER POLÍTICO
1. INTRODUCCIÓN
La Constitución es la norma básica del ordenamiento de un Estado, en-
cargada de establecer la regulación jurídica del poder político(20). En este
orden de ideas, definimos Estado como la entidad jurídica ubicada en un
ámbito físico determinado y que ejerce poder respecto de un conjunto de
personas. Dicho Estado, a su vez, posee un conjunto de deberes estableci-
dos constitucionalmente(21).
En la terminología de Jellynek(22), el espacio físico en mención se deno-
mina territorio(23), al conjunto de personas se le denomina pueblo o población
(20) LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel, Madrid, 1982, p. 149 y ss.
(21) Constitución de 1993:
Artículo 44.- Son deberes primordiales del Estado: defender la soberanía nacional; garantizar
la plena vigencia de los derechos humanos; proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo
integral y equilibrado de la Nación.
Asimismo, es deber del Estado establecer y ejecutar la política de fronteras y promover la
integración, particularmente latinoamericana, así como el desarrollo y la cohesión de las zonas
fronterizas, en concordancia con la política exterior.
(22) JELLINEK, Georg. Teoría general del Estado. Ed. Albatros, Buenos Aires, 1954, p. 295 y ss.
(23) Constitución de 1993:
Artículo 54.- El territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo, el subsuelo,
el dominio marítimo, y el espacio aéreo que los cubre.
El dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y
subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas marinas medidas desde las líneas de base que
establece la ley.
En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades
de comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados ratificados por el Estado.
El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo que cubre su territorio y el mar
19
Christian Guzmán Napurí
adyacente hasta el límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación
internacional, de conformidad con la ley y con los tratados ratificados por el Estado.
(24) PALOMINO MANCHEGO, José F. “Constitución, supremacía constitucional y teoría de las
fuentes del Derecho: Una visión desde el Perú”. En: Cuadernos Constitucionales de la Cátedra
Fadrique Furió, Ceriol Nº 58/59. Universidad de Valencia, Valencia, 2007, p. 230.
(25) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Título Preliminar del Código Procesal Constitucional”. En:
Estudios y jurisprudencia del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009,
pp. 12-13.
(26) ENTRENA CUESTA, Rafael. “Notas sobre el concepto y clases de Estado de derecho”. En:
Revista de Administración Pública N° 33. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1960,
p. 36.
20
La Constitución Política: un análisis funcional
(27) BELADIEZ ROJO, Margarita. “La vinculación de la Administración al Derecho”, En: Revista
de Administración Pública, N° 153. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 2000.
21
Christian Guzmán Napurí
(28) Sobre el particular: CUELLAR, María Mercedes. “La prueba de razonabilidad y la estabilidad
de las reglas de juego”. En: Revista de Economía Institucional, Vol. 7, N° 12. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 13 y ss.
(29) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional.
Civitas, Madrid, 1991, pp. 49-50.
22
La Constitución Política: un análisis funcional
(30) RUBIO LLORENTE, Francisco. La forma de poder (estudio sobre la Constitución). Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1993, p. 81.
(31) Sobre el particular: PALOMINO MANCHEGO, José F. Ob. cit., p. 231.
(32) JUÁREZ JURADO, Eder. “La interpretación Constitucional en los tiempos del neoconstitu-
cionalismo”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 74, Gaceta Jurídica,
Lima, 2014, p. 194 y ss.
23
Christian Guzmán Napurí
(33) Una sentencia de nuestro Tribunal Constitucional que resulta de particular importancia a este
nivel es la emitida en la Acción de Amparo seguida por Editora Sport S.A. contra la Munici-
palidad Distrital de Lince, la cual señala entre otras cuestiones:
(…)
5. Que, a este respecto, y aun cuando este Tribunal ya ha esbozado una primera aproxima-
ción en los fundamentos 9 y 10 de la Sentencia recaída en el Expediente N° 1211-99-AA/
TC, conviene recalcar aquí que cuando la Constitución deja abierta la posibilidad de que
se regulen o reglamenten los derechos fundamentales o los ámbitos dentro de los cuales
estos puedan ejercerse, tal opción no puede entenderse sino como la necesidad de que
el tratamiento regulativo a dispensar sea por principio igual en todas las circunstancias.
Para cumplir con dicho objetivo, es solo la ley (o en casos excepcionales, el decreto
legislativo) la única forma normativa que, como expresión de la voluntad general de
toda la colectividad, puede asegurar por sus alcances universales, el cumplimiento de
un principio tan elemental como el de igualdad. No ocurre lo mismo con la ordenanza
municipal o, en definitiva, con cualquier otra expresión normativa circunscrita sobre ám-
bitos territoriales más o menos amplios o reducidos, pues independientemente de que su
jerarquía o rango sea el mismo que el de una ley, es un hecho inobjetable que sus efectos
(los de la ordenanza u otras variables similares) no se aplican sobre todos los individuos
que conforman la colectividad de un Estado, sino tan solo sobre aquellos que integran la
respectiva repartición descentralizada.
(…)
(El resaltado es nuestro).
(34) CASSAGNE, Juan Carlos. Derecho Administrativo I. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997,
p. 127.
24
La Constitución Política: un análisis funcional
25
Christian Guzmán Napurí
(38) Para una visión un tanto distinta: SAGÜES, María Sofía. “El análisis económico del derecho
(AED) en la jurisdicción constitucional: ponderación de la Unidad de AED de la Corte Suprema
de Justicia de la nación Argentina”. En: Pensamiento Constitucional. Año XIV N° 14. Fondo
Editorial PUCP, Lima, 2010, p. 225 y ss.
(39) Sobre el particular: LAMPREA M., Everaldo. “Derechos fundamentales y consecuencias
económicas”. En: Revista de Economía Institucional. Vol. 8, N° 14. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2006, p. 77 y ss.
26
La Constitución Política: un análisis funcional
(40) “29. Que, luego, el mencionado decreto supremo deberá establecer un procedimiento destinado
a determinar la forma de pago de la deuda contenida en las resoluciones administrativas arriba
referidas, pudiendo establecer que los tenedores de bonos acuerden con el Estado otras fórmulas
de pago, conforme a la normativa vigente, y teniendo en cuenta los principios de equilibrio
presupuestal y sostenibilidad financiera, así como las reglas fiscales correspondientes y el marco
macroeconómico multianual. El procedimiento a instaurarse deberá concluir con una resolu-
ción donde se establecerá, luego de evaluar conjuntamente con los acreedores de la deuda las
posibles opciones, la forma de pago en cada caso. Este procedimiento se justifica, a criterio de
este Tribunal en que el pago mismo ha de realizarse de manera previsora, principalmente por
el tipo de consecuencias que en el plano económico ha de suponer. En efecto, este Colegiado
es plenamente consciente que cualquiera que sea la opción a utilizarse en el proceso de cuan-
tificación de la deuda agraria, esta ascenderá a un monto total bastante amplio que sin duda
generará un inevitable impacto fiscal, imposible de ser afrontado de inmediato, sin perjudicar
importantes ámbitos o sectores de nuestra economía.
Que, en dicha línea, si el Estado es consecuente con sus obligaciones, es evidente que no le
queda otro camino que honrar las mismas, pero si obra con sensatez y sentido común, es ab-
solutamente incuestionable que la única forma de cumplir con dicho cometido, sin perjudicar
sus propios objetivos en búsqueda del bienestar económico social, es planificando un sistema
coherente de pagos, progresivo y con tendencia al crecimiento, según las propias variables del
tiempo. En consecuencia, en el caso del pago de los bonos, una vez que se determine el monto
a pagar a cada acreedor de la deuda agraria, la previsión del pago debe realizarse teniendo en
cuenta los principios de equilibrio, sostenibilidad y progresividad presupuestaria, recogidos
en los artículos 77 y 78 de la Constitución, teniendo en cuenta que resulta financieramente
imposible realizar un pago de esta naturaleza y magnitud en una sola oportunidad sin afectar
la caja fiscal y consecuentemente los servicios básicos para la población más deprimida de
nuestro país”.
(41) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. El sistema constitucional español. Dykinson S. L., Madrid,
1992, pp. 79-80.
27
Christian Guzmán Napurí
5. EL PODER CONSTITUYENTE
El poder constituyente consiste en la facultad del pueblo de crear una
Constitución. Tradicionalmente se consideraba un poder ilimitado, sin en-
cuadramiento jurídico alguno, pero hoy en día se considera que se encuen-
tra sometido a dos limitaciones. La primera, el Estado de Derecho, puesto
que los tres principios que lo componen son concurrentes, y en especial, el
principio de preferencia por los derechos fundamentales.
La segunda limitación del poder constituyente es la existencia de di-
versos tratados internacionales que generan obligaciones específicas para
el Estado y que deben de cumplirse en aplicación del principio de obliga-
toriedad de los tratados, al margen del rango que tengan los mismos en un
ordenamiento determinado(42). Como señalaremos en el presente libro, los
Estados deben cumplir con los tratados aun cuando los mismos se opongan
a su normativa interna, incluso la norma constitucional.
En este orden de ideas, se reconocen tres manifestaciones del Poder
Constituyente. En primer lugar, el Poder Constituyente Originario, que le
corresponde al pueblo. Sin embargo, dados los elevados costos de transac-
ción, es imposible que el pueblo elabore una Constitución, con lo cual se
recurre al Poder Constituyente Derivado, el cual se asigna a una Asamblea
Constituyente o a un Congreso Constituyente.
La primera se caracteriza por estar encargada únicamente de elaborar
la Constitución, y luego se disuelve; el segundo no solo elabora la Cons-
titución, sino que además cumple las funciones de un congreso ordinario,
por lo cual una vez elaborada la Carta Magna continúa en ejercicio hasta
concluir su periodo.
Sin embargo, el Poder Constituyente Derivado puede combinarse con
la recurrencia al Poder Constituyente Originario a través del referéndum.
Podría ocurrir que se emplee el referéndum para validar un texto consti-
tucional elaborado por el Gobierno. Esta figura es propia en especial de
28
La Constitución Política: un análisis funcional
(43) LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel, Madrid, 1982, pp. 180-181.
(44) GONZALEZ ENCINAR, José Juan y otros. “El proceso constituyente. Deducciones de cuatro
casos recientes: España, Portugal, Brasil y Chile”. En: Revista de Estudios Políticos. N° 76.
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1992, p. 16.
(45) BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “El referéndum en la Constitución peruana”. En: Elec-
ciones N° 3. ONPE, Lima, 2004, pp. 200-201.
(46) VÁZQUEZ ALFARO, José Luis. “Viabilidad del referéndum constitucional en el ordenamiento
federal mexicano”. En: Democracia y representación en el umbral del Siglo XXI. UNAM,
México, 1999, pp. 355-356.
(47) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 329.
(48) Para una distinción entre supremacía y supralegalidad constitucional: ARAGÓN, Manuel.
“Sobre las nociones de supremacía y supralegalidad constitucional”. En: Revista de Estudios
políticos (nueva época) N° 50. Centro de Estudios Políticos Constitucionales, Madrid, 1986,
en especial: p. 23 y ss.
(49) BREWER-CARÍAS, Allan R. “El juez constitucional vs la supremacía constitucional”. En:
29
Christian Guzmán Napurí
30
La Constitución Política: un análisis funcional
ochocientos ocho no podrá hacerse ninguna enmienda que modifique en cualquier forma las
cláusulas primera y cuarta de la sección novena del artículo primero y de que a ningún Estado
se le privará, sin su consentimiento, de la igualdad de voto en el Senado.
(54) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 162 y ss.
(55) NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto. Ob. cit., p. 1268 y ss.
31
Christian Guzmán Napurí
conjunto(56), los cuales están signados además en las cláusulas pétreas, que
vamos a analizar más adelante.
Por otro lado, resulta bastante evidente que cada Constitución es sus-
tancialmente similar a la anterior, por lo menos si analizamos las sucesivas
constituciones peruanas. Basta comparar la Constitución peruana de 1979
con la del año 1993 para darnos cuenta que son sumamente similares, in-
cluso en su estructura. Pero ello también se observa en normas constitu-
cionales de otros países. Como resultado, reemplazar una Constitución por
otra que es sustancialmente similar a la anterior constituye en realidad una
reforma parcial y no una reforma total de la misma.
Asimismo, es preferible mantener el mismo texto constitucional y efec-
tuarle las sucesivas reformas que se requieran a reemplazar un texto cons-
titucional por otro. Ello, porque la Constitución tiene vocación de perma-
nencia(57). No es casualidad que los países que gozan de mayor estabilidad
en términos generales han sido aquellos que han tenido una menor canti-
dad de textos constitucionales, los mismos que deben de tener vocación de
permanencia. Esto se relaciona directamente con la necesidad de que la re-
gla de juego se mantenga estable en el tiempo, lo cual es evidentemente
más eficiente.
Por ejemplo, Estados Unidos posee una norma constitucional elaborada
en el siglo XVIII, que se encuentra aún en vigencia, sometida sí a un con-
junto de reformas denominadas enmiendas, las mismas que no han modi-
ficado en buena cuenta la sustancia de su texto. De hecho, las primeras en-
miendas conforman la parte dogmática de la Constitución, como lo cual no
deberían considerase propiamente como tales(58). Varias de dichas enmien-
das, incluso, constituyen reformas o derogaciones de enmiendas anteriores,
como por ejemplo, aquella que aprobó la llamada ley seca, así como aque-
lla que la dejó sin efecto.
Asimismo, el Reino Unido posee una Constitución no escrita, confor-
mada por algunas leyes, pero también por usos y convenciones, varias de
las cuales han sido reformadas o confirmadas a través de leyes, de mane-
ra progresiva. Asimismo, la mayor parte de los demás países desarrollados
(56) Sobre el particular: MIJANGOS BORJA, María de la Luz. “Estabilidad y límites a la reforma
constitucional”. En: Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie. Año XXXI,
N° 91. UNAM, México, 1998, p. 165 y ss.
(57) Sobre el particular: GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de
1993. Fondo de Desarrollo Editorial Universidad de Lima, Lima, 1998, Tomo II, pp. 563-564.
También: GARCÍA-COBÍAN CASTRO, Erika. “Reforma constitucional”. En: Gutiérrez, Walter
(Dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, Tomo II, pp. 1147-1148.
(58) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., pp. 174-175.
32
La Constitución Política: un análisis funcional
33
Christian Guzmán Napurí
(62) Sobre el particular: LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 189 y ss. MIJANGOS BORJA, María
de la Luz. Ob. cit., p. 168.
(63) Artículo 79.- Reforma de la Ley Fundamental
(…)
(3) No está permitida ninguna modificación de la presente Ley Fundamental que afecte la
organización de la Federación en Länder, o el principio de la participación de los Länder en la
legislación, o los principios enunciados en los artículos 1 y 20.
(64) Artículo 139.- No podrá ser objeto de revisión constitucional la forma republicana.
(65) Artículo 142.- No hay reelección presidencial inmediata. Esta prohibición no puede ser refor-
mada ni derogada. El autor o autores de la proposición reformatoria o derogatoria, y los que la
apoyen, directa o indirectamente, cesarán, de hecho, en el desempeño de sus respectivos cargos
y quedarán permanentemente inhabilitados para el ejercicio de toda función pública.
(66) Artículo 239.- El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá
ser Presidente o Designado.
El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen
directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y
quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública.
(67) STC Exp. N° 014-2002-AI/TC, fundamento 76.
(68) NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto. Ob. cit., p. 1302 y ss.
34
La Constitución Política: un análisis funcional
La mutación constitucional
No obstante lo antes señalado, existen situaciones en las cuales la inter-
pretación de la Constitución puede ser tal que genera que el precepto conte-
nido en ella sea aplicado de manera distinta al texto entendido literalmente,
situación en que la realidad fuerza dicho cambio sin que ello se actualice en
el texto(69). Estamos frente a lo que se denomina mutación constitucional,
que constituye en realidad una reforma informal de la norma constitucional.
En el caso peruano ello ha ocurrido varias veces. Un caso muy intere-
sante es la relectura por parte del Tribunal Constitucional del artículo 142
de la Constitución, que limita la impugnación judicial de las decisiones del
Jurado Nacional de Elecciones y el Consejo Nacional de la Magistratura,
que trataremos con amplitud en el capítulo II de este libro; o su interpre-
tación de los artículos 99 y 100 de la Constitución que regulan el antejui-
cio político(70).
Durante la vigencia de la Constitución de 1979 un caso interesante son
los llamados decretos supremos extraordinarios –antecedente directo de los
actuales decretos de urgencia– los mismos que carecían de rango de ley,
pero que sin embargo fueron empleados indebidamente para dejar en sus-
penso diversas leyes. Otro ejemplo es el silencio administrativo positivo, el
mismo que aparece durante la vigencia de la referida Constitución cuando
la misma, al regular el derecho de petición, de manera errónea, solamente
refiere el silencio administrativo negativo(71).
En el Derecho constitucional comparado uno de los casos más célebres
es el de la mutación generada por el Juez Marshall en el caso Marbury vs
Madison, instituyendo el control difuso. Asimismo, en Europa existen varios
casos de normas constitucionales que formalmente instituían inicialmente
un sistema de gobierno determinado, mientras en los hechos este sistema
era distinto, sin que ello se entienda opuesto a lo establecido por la Cons-
titución del país determinado. Finalmente, era común observar fenómenos
35
Christian Guzmán Napurí
36
La Constitución Política: un análisis funcional
(76) PARADA VÁZQUEZ, Ramón. Derecho administrativo. Tomo I, Marcial Pons, Madrid, 2002, p. 46.
(77) Artículo 138.- La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder
Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes.
En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal,
los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra norma de
rango inferior.
(78) FIGUEROA GUTARRA, Edwin. “El proceso de inconstitucionalidad. Desarrollo, límites y
retos”. En: Pensamiento Constitucional. N° 18. PUCP, Lima, 2013, p. 201.
(79) PESOLE, Luciana. “El acceso por vía incidental en la justicia constitucional italiana. En: Revista
de Derecho. Vol. 12, Nº 1. Universidad Austral de Chile, Valdivia, 2001, p. 261 y ss. PAREJO
ALFONSO, Luciano y otros. Manual de Derecho administrativo. Ariel, Barcelona, 1998, p. 203.
37
Christian Guzmán Napurí
(80) Sobre el particular: RAMÍREZ FIGUEROA, Jim L. “Objeciones democráticas al control judicial
de las leyes”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 73. Gaceta Jurídica,
Lima, 2014, p. 208 y ss.
(81) Para un importante análisis de este tema: GARGARELLA, Roberto. “La dificultad de defender
el control judicial de las leyes”. En: Isonomía. N° 6. ITAM, México, abril de 1997, p. 55 y ss.
(82) Sobre el particular: DOMÉNECH PASCUAL, Gabriel. “La inaplicación administrativa de
reglamentos ilegales y leyes inconstitucionales”. En: Revista de Administración Pública.
N° 155. Centros de Estudios Constitucionales, Madrid, 2001; DEL POZO GOICOCHEA,
Claudia Rosanna. Control difuso y procedimiento administrativo. Palestra, Lima, 2005;
BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “Control difuso y administración: ¿es viable que
la administración ejerza el control difuso de la constitucionalidad normativa?”. En: Revista
38
La Constitución Política: un análisis funcional
jurídica del Perú. N° 41. Normas, Legales, Trujillo, 2002. BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo.
“Kelsen de cabeza: verdades y falacias sobre el control difuso de las normas por las autoridades
administrativas”. En: Themis. N° 51. PUCP, Lima, 2005.
(83) STC Exp. N° 3741-2004-AA/TC, fundamento 50-A.
(84) Aclaración de la STC Exp. N° 3741-2004-AA/TC, fundamento 4.
(85) Se señala incluso que, en aquellos casos en los que se advierta que dichas solicitudes
responden a fines manifiestamente obstruccionistas o ilegítimos, pueden establecerse e
imponerse las sanciones que correspondan de acuerdo a ley.
39
Christian Guzmán Napurí
40
La Constitución Política: un análisis funcional
(89) Sobre el particular: CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Un precedente vinculante que fue norma
constitucional inconstitucional”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 77,
Gaceta Jurídica, Lima, mayo de 2014, p. 32 y ss.
(90) Constitución española:
Artículo 163
Cuando un órgano judicial considere, en algún proceso, que una norma con rango de ley, apli-
cable al caso, de cuya validez dependa el fallo, pueda ser contraria a la Constitución, planteará
la cuestión ante el Tribunal Constitucional en los supuestos, en la forma y con los efectos que
establezca la ley, que en ningún caso serán suspensivos.
(91) Para una posición favorable a esta postura del Tribunal Constitucional: OCHOA CARDICH,
41
Christian Guzmán Napurí
César. “El control difuso en sede administrativa. El fin de un precedente”. En: Gaceta Cons-
titucional & Procesal Constitucional Tomo 77. Gaceta Jurídica, Lima, mayo 2014, p. 37 y ss.
(92) Para una propuesta similar: BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Óp. cit., loc. cit.
(93) Sobre el particular: PÉREZ TREMPS, Pablo. “La cuestión de inconstitucionalidad en el Derecho
español”. En: Estudios Constitucionales. Año 3, N° 1. Centro de Estudios Constitucionales,
Talca, 2005, p. 133.
42
La Constitución Política: un análisis funcional
Las ventajas que genera esta figura son evidentes. Por un lado, permi-
te tutelar adecuadamente los derechos de los ciudadanos al consultar toda
inaplicación que la Administración quiera efectuar, sin tener que emplear
el proceso contencioso administrativo, que resulta ser más largo; pero, por
otro lado, dicho mecanismo permitiría la generalización del precedente, evi-
tando serias contradicciones entre los tribunales administrativos.
43
Christian Guzmán Napurí
Este voto singular nos otorga mayores argumentos para sustentar la im-
pertinencia de otorgar esa facultad a los tribunales administrativos, siendo
necesario, insistimos, generar un mecanismo a través del cual participe el
Tribunal Constitucional en la determinación de la constitucionalidad de la
norma a ser empleada por la Administración Pública.
44
La Constitución Política: un análisis funcional
(100) “34 Atendiendo a lo expuesto, el Tribunal Constitucional llega a la conclusión de que tal pre-
cedente desnaturaliza una competencia otorgada por la Constitución al extender su ejercicio
a quienes no están incursos en la función jurisdiccional y que, conforme a la Constitución,
carecen de competencia para ejercer el control difuso de constitucionalidad. En consecuencia,
en ningún caso, los tribunales administrativos tienen la competencia, facultad o potestad de
ejercer tal atribución, por lo que corresponde dejar sin efecto el precedente vinculante citado”.
(101) BLUME FORTINI, Ernesto. “Proceso de inconstitucionalidad”. En: Gutiérrez Walter (Dir.).
Ob. cit. (2013), p. 1034 y ss.
45
Christian Guzmán Napurí
46
La Constitución Política: un análisis funcional
normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional, se hayan dictado para
determinar la competencia o las atribuciones de los órganos del Estado o el ejercicio de los
derechos fundamentales de la persona” (Subrayado nuestro).
En estos casos, las infracciones directas a las normas que conforman el parámetro de constitu-
cionalidad determinarán, por consiguiente, afectaciones indirectas a la jerarquía normativa de
la Constitución, como lo prevé el artículo 75 del Código Procesal Constitucional.”
(105) FIGUEROA GUTARRA, Edwin. Ob. cit., p. 207.
(106) Código Procesal Constitucional:
Artículo 83.- Efectos de la irretroactividad
Las sentencias declaratorias de ilegalidad o inconstitucionalidad no conceden derecho a reabrir
procesos concluidos en los que se hayan aplicado las normas declaradas inconstitucionales, salvo
en las materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103 y último párrafo del artículo 74
de la Constitución.
Por la declaración de ilegalidad o inconstitucionalidad de una norma no recobran vigencia las
disposiciones legales que ella hubiera derogado.
(107) Constitución de 1993:
Artículo 74.- Los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece una exoneración, exclu-
sivamente por ley o decreto legislativo en caso de delegación de facultades, salvo los aranceles
y tasas, los cuales se regulan mediante decreto supremo.
Los Gobiernos Regionales y los Gobiernos Locales pueden crear, modificar y suprimir contri-
buciones y tasas, o exonerar de estas, dentro de su jurisdicción, y con los límites que señala la
ley. El Estado, al ejercer la potestad tributaria, debe respetar los principios de reserva de la ley,
y los de igualdad y respeto de los derechos fundamentales de la persona. Ningún tributo puede
tener carácter confiscatorio.
47
Christian Guzmán Napurí
Las leyes de presupuesto y los decretos de urgencia no pueden contener normas sobre materia
tributaria. Las leyes relativas a tributos de periodicidad anual rigen a partir del primero de enero
del año siguiente a su promulgación.
No surten efecto las normas tributarias dictadas en violación de lo que establece el presente
artículo.
(108) STC Exp. N° 004-2004-CC/TC, de fecha 31 de diciembre de 2004.
(109) GASCÓN ABELLÁN, Marina. “La Justicia Constitucional: entre legislación y jurisdicción”.
En: Revista Española de Derecho Constitucional, Año 14, N° 41. Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 1994, pp. 70-71.
(110) CARPIO MARCOS, Edgar. “Sentencias Manipulativas y Derecho comparado”. En: Actualidad
Jurídica. Tomo 146. Gaceta Jurídica, Lima, enero 2006, p. 270.
(111) “La operación ablativa o de exéresis consiste en reducir los alcances normativos de la ley
impugnada “eliminando” del proceso interpretativo alguna frase o hasta una norma cuya signi-
ficación colisiona con la Constitución. Para tal efecto, se declara la nulidad de las “expresiones
impertinentes”; lo que genera un cambio del contenido preceptivo de la ley.
48
La Constitución Política: un análisis funcional
49
Christian Guzmán Napurí
50
La Constitución Política: un análisis funcional
51
Christian Guzmán Napurí
El Tribunal, sin embargo, no deja claro cuál es la diferencia entre estas sen-
tencias y las sentencias interpretativas propiamente dichas.
(121) GIRIBALDI, Gianluca. “El proceso de acción popular y su incidencia en materia tributaria”.
En: Gestión Pública y Desarrollo. Caballero Bustamante, Lima, 2008, pp. A19-A20.
(122) SALINAS CRUZ, Sofía Liliana. “El proceso constitucional de acción popular”. En: Estudios
y Jurisprudencia del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 301
52
La Constitución Política: un análisis funcional
(123) TITO PUCA, Yolanda Soledad. “Proceso de acción popular”. En: Gutiérrez, Walter (Dir.).
Ob. cit. (2013), pp. 1044-1045.
(124) TITO PUCA, Yolanda Soledad. Ob. cit., pp. 1055-1056.
53
Christian Guzmán Napurí
(125) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “El régimen de los reglamentos en el ordenamiento jurídico
peruano”. En: Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio. UNAM, México, 2008, pp. 170-171.
(126) DROMI, José Roberto. Derecho administrativo. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2000, p. 309.
54
La Constitución Política: un análisis funcional
55
Christian Guzmán Napurí
(129) FRAGA, Gabino. Derecho administrativo. Porrúa, México, 2003, p. 106; CASSAGNE, Juan
Carlos. Ob. cit., p. 137.
(130) SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Ob. cit., p. 328.
(131) DROMI, José Roberto. Ob. cit., p. 323.
(132) CASSAGNE, Juan Carlos. Ob. cit., pp. 151 y ss
(133) GONZALES PÉREZ, Jesús. Manual de Procedimiento Administrativo. Civitas, Madrid, 2000,
p. 450.
(134) SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Ob. cit., pp. 320-321.
(135) GONZALES PÉREZ, Jesús. Ob. cit., pp. 115-116.
56
La Constitución Política: un análisis funcional
La inderogabilidad singular
Por otro lado, no existe la llamada derogatoria particular o singular de
los reglamentos, es decir, el fenómeno por el cual el funcionario público
inaplica un reglamento al emitir un acto administrativo(137) por el hecho de
que el propio funcionario, o uno de inferior jerarquía, emitió el reglamento
inaplicado(138). El funcionario público resulta obligado incluso por la nor-
ma reglamentaria que el mismo ha emitido(139).
En consecuencia, el acto administrativo, de conformidad con lo esta-
blecido por la ley, no puede infringir normas administrativas de carácter
general provenientes de autoridad de igual, inferior o superior jerarquía, e
incluso de la misma autoridad que dicte el acto(140). Las razones de este pre-
cepto tienen su origen, en primer lugar, en la construcción del principio de
(136) Es necesario recordar, por ejemplo, que el juez no puede pronunciarse respecto a la validez o
pertinencia de la declaración del estado de excepción, de conformidad con lo establecido en el
párrafo final del artículo 200 de la Constitución.
(137) Ley del Procedimiento Administrativo General:
Artículo 1. - Concepto de acto administrativo
1.1 Son actos administrativos, las declaraciones de las entidades que, en el marco de normas de
derecho público, están destinadas a producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones
o derechos de los administrados dentro de una situación concreta.
1.2 No son actos administrativos:
1.2.1 Los actos de administración interna de las entidades destinados a organizar o hacer funcio-
nar sus propias actividades o servicios. Estos actos son regulados por cada entidad, con sujeción
a las disposiciones del Título Preliminar de esta Ley, y de aquellas normas que expresamente
así lo establezcan.
1.2.2 Los comportamientos y actividades materiales de las entidades.
(138) COSCULLUELA MONTANER, Luis. Ob. cit., p. 124; GONZALES PÉREZ, Jesús. Ob. cit.,
p. 451.
(139) SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Ob. cit., p. 321; CASSAGNE, Juan Carlos. Ob. cit.,
p. 139.
(140) Artículo 5, inciso 5.3 de la Ley.
57
Christian Guzmán Napurí
Inaplicación de reglamentos
Finalmente, se discute en la doctrina si es posible que el funcionario
administrativo inaplique una norma reglamentaria cuando la misma viola
lo establecido en la ley o la Constitución, al amparo del principio de lega-
lidad y en mérito a la jerarquía de fuentes consagrada en el artículo 51 de
la norma fundamental. A ello hay que agregar el hecho de que el reglamen-
to necesariamente debe encontrarse de conformidad con la norma legal a
la que se refiere(144).
Sin embargo, la posibilidad de inaplicación de reglamentos por parte
del funcionario administrativo podría estar seriamente limitada por el he-
cho de que el funcionario público se obliga también al cumplimiento de
los reglamentos, aun si los mismos son emitidos por el órgano que el mis-
mo dirige. Aquí debemos tener en cuenta el principio de inderogabilidad
singular de los reglamentos, de particular importancia dentro de la Admi-
nistración Pública.
58
La Constitución Política: un análisis funcional
(147) “14. En efecto, durante el interregno del Estado de Derecho –como consecuencia de la impo-
sición de un gobierno de facto– surgen inevitablemente relaciones interpersonales reguladas
por Decreto Leyes. No aceptar la continuidad de la vigencia sui géneris de estos, sería abrir un
largo, oscuro e inestable “paréntesis jurídico” que dejaría en la orfandad al cúmulo de beneficios,
facultades, derechos o prerrogativas nacidos de dicha legislación, así como también quedarían
privados de exigencia las cargas públicas, deberes, responsabilidades, penalidades, etc., que el
Estado hubiese establecido en su relación con los ciudadanos. Desde ambas perspectivas –la
ciudadanía y la organización estatal–, se perpetraría un inmenso perjuicio para la vida coexis-
tencial y la normal marcha del cuerpo político”.
(148) Sobre el particular: CAMPOS BERNAL, Heber Joel. “Usurpación del gobierno y derecho de
insurgencia”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima,
2013, Tomo I, p. 968 y ss.
(149) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 3, p. 72.
(150) Artículo 137 de la Constitución de 1993.
59
Christian Guzmán Napurí
(151) DONAYRE MONTESINOS, Christian. “Estado de emergencia y estado de sitio”. En: Gutiérrez,
Walter (dir.). Ob. cit. (2013), Tomo II, p. 1036 y ss.
(152) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit. p. 284 y ss.
(153) Artículo 200 de la Constitución de 1993.
60
La Constitución Política: un análisis funcional
61
Christian Guzmán Napurí
62
Capítulo II
LA JUSTIFICACIÓN FUNCIONAL
DE LA DEMOCRACIA
Y EL ESTADO DE DERECHO
Capítulo II
LA JUSTIFICACIÓN FUNCIONAL
DE LA DEMOCRACIA
Y EL ESTADO DE DERECHO
1. INTRODUCCIÓN
El propósito del presente capítulo es pretender demostrar las amplias
posibilidades de la aplicación del análisis económico del Derecho a las más
relevantes instituciones políticas consagradas en los textos constituciona-
les, a fin de elaborar constituciones que permitan la conformación de Es-
tados equilibrados, estables y respetuosos de los derechos fundamentales.
Este segundo capítulo, que nos sirve en realidad como una segunda in-
troducción al presente libro, trata tópicos que conforman un hilo conductor
respecto al análisis funcional que queremos efectuar en torno a todas las ins-
tituciones que vamos a estudiar en lo sucesivo, contenidas en la Constitu-
ción Política del Estado, siendo necesario tomar en cuenta lo aquí señalado.
65
Christian Guzmán Napurí
(159) BECKER, Gary. “El enfoque económico del comportamiento humano”. En: The Economic
Approach to Human Behaviour. University of Chicago Press, Chicago, 1976.
(160) BUCHANAN, James. “From Private Preferences to Public Philosophy: The Development of
de Public Choice”. En: The Economics of Politics. IEA, Londres, 1978, pp. 1-20. Buchanan,
Premio Nobel de Economía, es muy claro al afirmar que “las personas deben ser tratadas como
maximizadoras racionales de la utilidad en todas sus posibilidades de comportamiento” (el
resaltado es nuestro).
(161) DOWNS, Anthony. “Lógica básica de la votación”. En: Teoría económica de la democracia.
Editorial Aguilar S.A., Primera Edición, Madrid, 1973, p. 39 y ss.
(162) PARKIN, Michael. Economía. Pearson, México, 2009, pp. 325-326.
66
La Constitución Política: un análisis funcional
(163) MARTINELLI, César. “Análisis económico de la conducta de los votantes”. En: El trimestre
económico Vol. 73, N° 290. Fondo de Cultura Económica, México, 2006, p. 211 y ss.
(164) CARRERA, Janeyri. “Aproximaciones al contenido esencial del derecho de participación
política”. En: Pensamiento constitucional. N° 13. PUCP, Lima, 2008.
67
Christian Guzmán Napurí
68
La Constitución Política: un análisis funcional
(167) Una justificación económica a la separación de poderes podemos encontrarla en: POSNER,
Richard A. El análisis económico del Derecho. Fondo de Cultura Económica, México, 1998,
p. 580.
69
Christian Guzmán Napurí
(168) Ver por ejemplo: FERNÁNDEZ-MIRANDA CAMPOAMOR, Alfonso. “El estado social”.
En: Revista española de Derecho Constitucional N° 69. Centro de Estudios Políticos y Cons-
titucionales, Madrid, 2003, p. 142.
(169) Para una posición un tanto distinta: LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel,
Madrid, 1982, p. 90.
(170) ROUSSEAU, Juan Jacobo. El contrato social. Taurus, Madrid, 1966, Libro VI, Cap. VI. Es
necesario señalar sin embargo, y a modo de adelanto, que tras un análisis profundo de los textos
de Rousseau, estos muestran ciertas discrepancias con algunos de los principios enunciados en el
presente trabajo. En particular, en relación con el axioma del hombre político. Y ello, por que el
contrato social supone la enajenación total de los derechos de cada “asociado” a la “comunidad”.
70
La Constitución Política: un análisis funcional
(171) Para una explicación de la diferencia entre reglas de inalienabilidad, responsabilidad y propiedad
ver: CALABRESI, Guido y MELAMED, Douglas. “Reglas de la propiedad, reglas de la respon-
sabilidad e inalienabilidad. Un vistazo a la Catedral”. En: Themis, N° 21. PUCP, Lima, 1992.
71
Christian Guzmán Napurí
(172) “Por supuesto, si las transacciones del mercado fueran gratuitas, todo lo que importaría (aparte
de las cuestiones de equidad) es que los derechos de las distintas partes debieran estar bien
definidos y los resultados de las acciones legales fáciles de pronosticar. Pero, como hemos visto,
la situación es muy diferente cuando las transacciones de mercado son tan costosas como para
hacer difícil cambiar el ordenamiento de los derechos establecidos por la ley. En tales casos, la
justicia influye directamente en la actividad económica.” COASE, Ronald. “El problema del
costo social”. En: La empresa, el mercado y la ley. Alianza Editorial. Madrid, 1994, pto. 7.
(173) “El Gobierno es, en cierto sentido, una superempresa (pero de una clase muy especial), ya que
es capaz de influir en el uso de los factores de producción mediante decisiones administrativas.
72
La Constitución Política: un análisis funcional
Pero la empresa ordinaria está sujeta a controles en sus operaciones debido a la competencia de
otras empresas que pueden administrar las mismas actividades a un costo más bajo, y también
porque siempre existen las transacciones de mercado como alternativa a la organización dentro
de la empresa si los costos administrativos se hacen demasiado grandes. El Gobierno puede, si
lo desea, evitar el mercado; lo que una empresa nunca puede hacer. La empresa debe realizar
acuerdos de mercado con los propietarios de los factores de producción que usa. Así como el
Gobierno puede reclutar o determinar el tamaño de la propiedad, también puede decretar que
los factores de producción deben usarse de tal y cual forma. Tal método autoritario evita muchos
problemas (para quienes realizan la organización). Además, el Gobierno tiene a su disposición
la policía y otros organismos para la observancia de la ley, de modo de asegurarse de que sus
medidas son llevadas a cabo”. COASE, Ronald. Ob. cit., pto. 6.
(174) En general, definimos deseconomía de escala como aquella situación productiva en la que el
incremento proporcional de todos los factores de producción genera incrementos menos que
proporcionales en la producción. En estos casos, el aumento de recursos deja de ser eficiente
y genera desperdicio de los mismos. PARKIN, Michael. Ob. cit., pp. 232-233.
73
Christian Guzmán Napurí
pueda hacer esa labor; o desaparecer del mercado. En la práctica, las empre-
sas están separando o eliminando secciones, reduciendo su tamaño(175) (pero
no sus ganancias) y celebrando con empresas diversos simples contratos de
prestación de servicios, y no costosos contratos laborales(176).
En nuestro país, sociedades como Telefónica del Perú, Alicorp,
Backus y Johnston han empezado a contratar empresas para que realicen
funciones que antes se encontraban asignadas a departamentos al interior
de las mismas. En general, para una empresa de envergadura, realizar con-
trataciones en términos de prestación de servicios resulta ser menos costo-
so que crear un departamento especial.
En una empresa, una deseconomía de escala ocurre cuando esta toma
inadecuadas decisiones empresariales que implican excesivos gastos orga-
nizativos, no obstante que la utilización del mercado podría resultar menos
costosa y por ende más eficiente. Al observar esta situación, el empresario
–hombre económico por definición– buscará maximizar su interés, procu-
rará el menor costo posible y utilizará el mercado ahí donde este es me-
nos oneroso.
Los trabajos de Ronald Coase ayudaron a comprender por qué los Es-
tados, en los cuales se apostaba por una lógica colectivista y una organiza-
ción centralizada y planificada, son económicamente ineficientes(177). Los
Estados que pretenden controlar todos los recursos existentes en la nación
son como la gran empresa que crece desmedidamente. Va a llegar enton-
ces un momento en el cual la decisión centralizada no podrá controlar ade-
cuadamente todos los recursos, generándose una deseconomía de escala, a
nivel nacional.
Ese momento es en el cual debe decidirse ceder al mercado la respon-
sabilidad de asignar los recursos. Las ideas de Coase, forjadas en la década
de los sesenta, fueron confirmadas en los años noventa a través particular-
mente de la caída del sistema socialista, en especial el de la Unión Soviética.
74
La Constitución Política: un análisis funcional
75
Christian Guzmán Napurí
(181) A ello hay que agregar que los costos de la toma de decisión serían demasiado grandes en
relación incluso con las posibles reducciones de los costos externos esperados de la acción
colectiva. Sobre el particular: BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. El cálculo del
consenso. Espasa Calpe, Madrid, 1980, p. 249.
(182) Sobre el particular: OLSON, Marcur. “La lógica de la acción colectiva”. En: Diez textos de
ciencia política. Ariel, Barcelona, 1992, pp. 215-216.
76
La Constitución Política: un análisis funcional
77
Christian Guzmán Napurí
(184) KAFKA, Folke. Teoría económica. Universidad del Pacífico, Lima, 1994, pp. 339-340.
(185) OLSON, Marcur. Ob. cit., p. 206.
(186) TULLOCK, Gordon. Ob. cit., p. 39 y ss.
78
La Constitución Política: un análisis funcional
79
Christian Guzmán Napurí
(188) Debe quedar claro que, el Teorema de Coase nos dice que cuando los costos de transacción son
muy reducidos, la asignación de derechos inicial no tiene importancia en términos de eficiencia.
Sin embargo, puede resultar medular en términos redistributivos. Si asumimos que redistribuir
no cuesta, notaremos que los Gobiernos emplean la asignación de derechos para favorecer a
determinados sectores de la sociedad, animados también por consideraciones de justicia o bien
social. En particular, para CALABRESI y MELAMED, estas consideraciones justificarían la
existencia de reglas de inalienabilidad, las mismas que no podrían ser justificadas mediante el
Teorema de Coase.
Sin embargo, en la práctica redistribuir sí cuesta, en especial si se redistribuye empleando
el sistema tributario o los subsidios. POLINSKY, Michell. Ob. cit. pp. 123 y 124. También:
PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 431.
80
La Constitución Política: un análisis funcional
81
Christian Guzmán Napurí
(189) Es que, como hemos señalado reiteradamente, una democracia diseñada adecuadamente es el
único sistema que permite conciliar el deseo de poder del político con el “bien común”. “De
forma parecida, la democracia funciona de tal modo que los políticos que simplemente quieren
detentar el poder público terminan haciendo lo que el pueblo quiere.” TULLOCK, Gordon. Ob.
cit. p. 39.
(190) Sobre el particular: PZERWORSKI, Adam y LIMONGI, Fernando. “Regímenes políticos y
crecimiento económico”. En: Desarrollo Económico. N° 134. Universidad de Chicago, Chicago,
1994, p. 11 y ss.
(191) La legitimidad de un gobierno posee componentes que no necesariamente tienen un contenido
jurídico. De hecho, una sociedad llega a definir un poder como legítimo cuando este se identifica
con la imagen de lo que para dicha sociedad es válido. En una sociedad cuya tradición tienda
a la democracia, la legitimidad se encuentra relacionada con el hecho de que el gobierno tenga
un origen avalado por la norma constitucional. Pero, si la tradición de la sociedad determinada
no resulta ser favorable a los sistemas democráticos, esta legitimidad se encuadra más bien
en consideraciones de otra índole, como por ejemplo la simpatía del gobernante, las políticas
populistas aplicadas, entre otras. Al respecto: DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 30.
82
La Constitución Política: un análisis funcional
83
Christian Guzmán Napurí
84
La Constitución Política: un análisis funcional
cómo los cambios institucionales son más relevantes que los cambios tec-
nológicos para explicar el desarrollo económico(195).
En consecuencia, mientras más eficiente sea el diseño institucional, los
resultados serán los mejores para la sociedad(196). Sobre esto vamos a vol-
ver más adelante en el presente libro a fin de explicar diversos fenómenos,
como por ejemplo la regulación de los recursos naturales o del régimen eco-
nómico en la Constitución, entre otros.
85
Christian Guzmán Napurí
(198) Sobre el particular: LEÓN MENDOZA, Juan. “Análisis económico de la corrupción”. En: Revista
de la Facultad de Ciencias Económicas. Año V, N° 18. UNMSM, Lima, 2000, p. 90 y ss.
(199) Cierto sector de la doctrina, que se está volviendo cada vez más importante, está postulando
tímidamente la legalización del tráfico ilícito de drogas. Las razones para justificar ello son
varias: en primer lugar, la actividad antes señalada dejaría de ser un negocio rentable, puesto que
los productores ya no podrían trasladar al consumidor el costo de la ilegalidad de la conducta.
En segundo lugar, se evitaría la comisión de múltiples delitos conexos vinculados con el tráfico
ilícito de drogas, en particular la corrupción necesaria para el mantenimiento de dichas opera-
ciones. Al no ser un negocio rentable dicha actividad, y al no ser necesaria la corrupción del
aparato estatal para la subsistencia de aquella, el flujo de capital ilegal se limitaría claramente.
Sin embargo, atendibles concepciones provenientes de conceptos como los de salud pública,
seguridad nacional y orden interno generan que dicha concepción sea discutible, excediendo
los fines de este libro. Sin embargo, no queremos dejar de anotar la referencia que se ha hecho
al tema en cuestión. Sobre el particular: BERNANKE, Ben S. y FRANK, Robert H. Principios
de Economía. McGraw-Hill, Madrid, 2007, pp. 412-413.
(200) Sobre el particular: SIMONETTI, José María. “Notas sobre la corrupción”. En: Pena y Estado,
revista latinoamericana de política criminal. N° 1, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1995,
p. 182. El autor también hace una importante referencia a la intervención del Estado en la vida
económica de la sociedad. En vez de prestar atención a los temas de real importancia, el Esta-
86
La Constitución Política: un análisis funcional
3. A MODO DE CONCLUSIÓN
El análisis económico del Derecho es un instrumento muy útil para ana-
lizar los fenómenos jurídicos. En el presente trabajo nos hemos aproximado
a tópicos de dicha aplicación en relación con ciertas instituciones de impor-
tancia en el Derecho Constitucional. Hemos dejado sentado, además, un con-
junto de principios que nos van a ser muy útiles más adelante, en el transcur-
so del presente trabajo.
Como resultado de ello, hemos podido demostrar en forma preliminar
que la democracia liberal es el sistema político más eficiente en términos del
análisis económico y que los sistemas dictatoriales, por el contrario, generan
costos que no pueden ser permanentemente afrontados por el sistema. Cuan-
do, en el corto o mediano plazo, estos costos generen una deseconomía de es-
cala, va a ser imposible la subsistencia del modelo.
Desde el punto de vista económico, toda dictadura debería conformar, en
el largo o mediano plazo, una democracia más o menos eficiente una vez que
el colapso de aquella obligue a trasladar a la ciudadanía la responsabilidad de
gobernar el país a través de sus representantes. La democracia genera menores
do está más bien utilizando su poder en beneficio de algunos cuantos, y a cambio de ventajas
económicas y políticas para quienes se encuentran en el poder.
(201) Sobre el particular, y para el caso chileno: REHREN, Alfredo. “Clientelismo político, corrupción
y reforma del estado en Chile”. En: Reforma del Estado. Vol. II. Centro de Estudios Públicos,
Santiago de Chile, 2000, p. 157.
87
Christian Guzmán Napurí
88
Capítulo III
EL PRINCIPIO DE PREFERENCIA
POR LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES
Capítulo III
EL PRINCIPIO DE PREFERENCIA
POR LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
1. INTRODUCCIÓN
Los derechos fundamentales son categorías básicas del ordenamiento
constitucional. En primer lugar, justifican dicho ordenamiento, puesto que
es necesario asegurar que el poder del Estado no se salga de cauce, vulne-
rando dichos derechos, lo cual solo ocurre en un Estado de Derecho(202).
Pero a su vez, dicho poder político es el que se encuentra destinado a
proteger dichos derechos, como resultado del pacto social, a cambio de la
cesión de una importante porción de libertad individual, la cual a su vez
permite la coerción del Estado necesaria para dicha protección. Esa es la
razón por la que resulta socialmente eficiente consagrar un principio por el
cual dichos derechos son preferidos respecto a cualquier otro enunciado ju-
rídico que no contenga derechos fundamentales.
(202) Sobre el particular: PRIETO SANCHÍS, Luis. “El Constitucionalismo de los derechos”. En:
Revista Española de Derecho Constitucional. Año 24. N° 71. Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2004, p. 47 y ss. SOLOZABAL ECHEVARRÍA, Juan José. “Algunas
cuestiones básicas de la teoría de los derechos fundamentales”. En: Revista de Estudios Políticos
(Nueva Época) N° 71. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1991, p. 87 y ss.
LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel, Madrid, 1982, p. 390 y ss.
91
Christian Guzmán Napurí
92
La Constitución Política: un análisis funcional
(208) Un tratamiento amplio del tema podemos encontrarlo en: SIEGAN, Bernard. Reforma consti-
tucional. CITEL, Lima, 1993, p. 53 y ss. Respecto a la aplicación del principio de preferencia
por los derechos fundamentales a la interpretación constitucional: GARCÍA BELAUNDE,
Domingo. “La interpretación constitucional como problema”. En: Pensamiento constitucional.
PUCP, Lima, 1994, p. 31-32. YESQUÉN LIHIM, Katherine Fiorella. “Principios de interpre-
tación pro homine, favor liberatis y pro actione y su aplicación por el Tribunal Constitucional
peruano”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 3. Gaceta Jurídica, Lima, 2008, p. 493 y ss.
93
Christian Guzmán Napurí
2.1. El contractualismo
Por un lado, las doctrinas pactistas o contractualistas justifican la exis-
tencia del Estado en la necesidad de proteger los derechos de las personas
de la vulneración que pueden sufrir, de los otros hombres y del propio Esta-
do en una situación de ausencia de orden social, denominada estado de na-
turaleza, en el cual todos los hombres son iguales y libres. El pacto social,
entonces, es el mecanismo que se emplea para superar el estado de natura-
leza y a la vez hacer aparecer al Estado como entidad colectiva.
Para Hobbes, el origen del Estado político es un pacto o convenio en
el que una multitud renuncia al derecho natural a todas las cosas que cada
uno posee y lo transfiere por mayoría a un solo hombre o a una asamblea
de hombres. De acuerdo a Hobbes, al realizar un contrato se hace uso de
un derecho, pero a la vez, para que eso sea efectivo, es necesario renunciar
a otros derechos.
La concepción hobbesiana puede considerarse liberal hasta el punto en
que notamos como las obligaciones sociales y políticas se ponen al servicio
del individuo. El Estado existe para proteger los derechos de los súbditos(210).
Sin embargo, la justificación traslada todos estos derechos al gobernante,
como resultado de la renuncia a la que hemos hecho alusión líneas arriba.
El pacto social implica en realidad la pérdida de dichos derechos. En con-
secuencia, no es posible controlar u oponerse al soberano. La concepción
94
La Constitución Política: un análisis funcional
(211) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph. Ob. cit., p. 452 y ss. Es necesario precisar que cuando
nos referimos a propiedad en la Locke estamos refiriendo en realidad a diversos derechos de
la persona humana necesarios para la vida en sociedad.
(212) TOUCHARD, James. Historia de las ideas políticas. Tecnos, Madrid, 1963, p. 295. Como
veremos más adelante en el capítulo de este libro dedicado a la separación de poderes, Locke
explicita la naturaleza de un pacto en el cual el Gobierno no es dueño de los derechos transfe-
ridos, sino más bien mero administrador de los mismos. Como evidente resultado, es posible
reconocer el derecho de los gobernados de sublevarse si es que el poder perjudica a los mismos.
Dicho derecho de insurgencia no estaba señalado de manera alguna, por ejemplo, en la literatura
hobbesiana.
95
Christian Guzmán Napurí
(213) La jurisprudencia peruana establece la dignidad humana como el origen de los derechos fun-
damentales. Ello, en la sentencia del proceso de amparo seguido por Manuel Anicama, Exp.
N° 1417-2005-AA/TC, fundamento 2:
(…)
Consecuentemente, si bien el reconocimiento positivo de los derechos fundamentales (común-
mente, en la norma fundamental de un ordenamiento) es presupuesto de su exigibilidad como
límite al accionar del Estado y de los propios particulares, también lo es su connotación ética
y axiológica, en tanto manifiestas concreciones positivas del principio-derecho de dignidad
humana, preexistente al orden estatal y proyectado en él como fin supremo de la sociedad y
del Estado (artículo 1 de la Constitución).
(…)
(214) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph. Ob. cit., p. 552 y ss.
(215) KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Porrúa, México, 1975,
p. 45 y ss.
96
La Constitución Política: un análisis funcional
97
Christian Guzmán Napurí
principio que venimos esbozando, deducción que fue de alguna forma obvia
en John Locke, cuyas ideas hemos referido anteriormente. A su vez, la nece-
sidad de justificar decisiones colectivas a través de la sumatoria de decisio-
nes individuales supedita el comportamiento de los entes sociales al acuer-
do de las personas y justifica la preeminencia de estas sobre el ente colectivo.
Ahora bien, si suponemos que es posible que un funcionario público –o
un conjunto de ellos– pueda determinar con mayor habilidad lo que es mejor
para otras personas, estamos presuponiendo paradójicamente que nadie pue-
de determinar, salvo él mismo, que es lo mejor para su propia persona. En
este orden de ideas es necesario precisar que las tesis voluntaristas y colec-
tivistas –por más modernas que estas sean– no han podido elaborar, hasta el
momento, una razón consistente que permita reconocer al funcionario públi-
co –o al soberano, en su momento– cualidades que el ser humano común y
corriente no tiene.
Y es que, como hemos señalado, el funcionario público se encuentra tam-
bién en búsqueda de su propio interés, en tanto buscador de rentas (rent-see-
king) razón por la cual su comportamiento no necesariamente se muestra con-
sistente con los requerimientos del interés general. Es preciso recordar que el
rol del Derecho constitucional, en este sentido, es armonizar el interés parti-
cular del funcionario con el interés general.
98
La Constitución Política: un análisis funcional
innecesaria, toda vez que los particulares actuarán en armonía sin interven-
ción alguna.
Lo antes precisado resulta ser un corolario del Teorema de Coase, al cual
hemos referido en los capítulos precedentes. Conforme a este enunciado, úni-
camente cuando los costos de transacción son muy elevados se justifica la
existencia de una solución legal –o constitucional– que permita la eficiencia
social. Por ello, la intervención estatal se restringiría únicamente a la asigna-
ción de derechos a través del ordenamiento jurídico.
Ahora bien, la existencia de una sociedad en la cual no existieran titulari-
dades generaría la necesidad de que las personas que componen la misma de-
ban ponerse de acuerdo para determinar cuáles serían las prestaciones de las
que gozarían cada una de dichas personas, a fin de asegurar su subsistencia y
por ende, la de la sociedad. Hasta aquí, la argumentación se asemeja a la que
hemos relacionado anteriormente con el pactismo.
Sin embargo, los costos que generaría que la sociedad en su conjunto pu-
diese ponerse de acuerdo resultan ser muy elevados. Como resultado, es ne-
cesario que el Estado, simulando la solución a la que llegarían los particulares
de poderse poner de acuerdo, determine las prestaciones que son necesarias en
una sociedad organizada. Dichas prestaciones, una vez que se han incorporado
al ordenamiento constitucional y se les ha dotado de protección jurídica, con-
figuran lo que el Derecho constitucional denomina derechos fundamentales.
Hasta el momento, la teoría de la titularidad y el Teorema de Coase pare-
cieran justificar la existencia y protección de los derechos fundamentales, mas
no la pertinencia del principio de preferencia por los mismos. Lo que ocurre
es que, dado que dichos derechos fundamentales permiten obtener eficiencia
social cuando la misma no puede ser generada por el mercado, los mismos
deben ser dotados de la mayor protección posible por el ordenamiento jurídi-
co constitucional. Dicha protección parte no solo de su consagración consti-
tucional, sino además de su inclusión en múltiples acuerdos internacionales,
denominados genéricamente Tratados de Derechos Humanos.
Es necesario señalar que desde la suscripción de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados –que fuera ratificado por el Perú
mediante Decreto Supremo N° 029-2000-RE–, los tratados internaciona-
les se incorporan automáticamente al derecho interno de las naciones que
intervienen en el mismo. Ello ocurre puesto que la Convención específica,
en su artículo 27, que ninguna parte (de un tratado) puede invocar las dis-
posiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de
99
Christian Guzmán Napurí
100
La Constitución Política: un análisis funcional
(224) Sobre el particular: LAPORTA, Francisco. “Sobre el concepto de derechos humanos”. En:
Doxa. N° 4. Universidad de Alicante, Alicante, 1987, p. 36 y ss. Ahora bien, tribunales cons-
titucionales europeos, en particular el español, aun mantienen la tendencia a considerar como
válidas las limitaciones a derechos fundamentales que se encuentren amparadas básicamente
en bienes constitucionalmente protegidos (orden público, seguridad nacional, bien común). En
puridad, la única limitación lícita que un derecho fundamental podría admitir es la que genera
otro derecho fundamental.
(225) RAWLS, John. Teoría de la justicia. Fondo de Cultura Económica, México, 1995, pp. 67-69.
(226) NINO, Carlos. Ética y Derechos Humanos. Un ensayo de fundamentación. Ariel, Barcelona,
1989, p. 239.
(227) Ibídem, pp. 204-205.
101
Christian Guzmán Napurí
intervenir aun cuando exista –en su opinión– algún beneficio a favor del
individuo, dado que partimos del supuesto lógico de que el dicho ente no
puede conocer mejor que el individuo que es lo que a este más le conviene.
Evidentemente, existen claras excepciones a esta consideración, deri-
vadas de evidentes limitaciones de la persona que no permiten una elección
totalmente racional. Ejemplo de ello son los incapaces. En estos casos es
obvio que el Estado establece mecanismos de compensación a fin de corregir
la incapacidad, como por ejemplo, la existencia de representantes legales.
102
La Constitución Política: un análisis funcional
(229) TULLOCK, Gordon. “El Voto como un medio de control colectivo”. En: Los Motivos del Voto.
Editorial Espasa Calpe S.A., Madrid, 1979, Cap. III, p. 39. En la misma línea: KAFKA, Folke.
Teoría económica. Universidad del Pacífico, Lima, 1981, p. 612 y ss.
(230) PARKIN, Michael. Economía. Pearson, México, 2009, p. 325.
(231) Sobre el particular: MARTÍNEZ, Juan José. “Entendiendo la reforma del Estado a través
del problema de agencia”. En: Revista de Derecho Administrativo. Nº 1. CDA, Lima, 2006,
pp. 385 y ss.
(232) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 367.
103
Christian Guzmán Napurí
104
La Constitución Política: un análisis funcional
Ello se encuentra referido con meridiana claridad por el artículo III del
Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General, el
mismo que preceptúa que la norma tiene por finalidad establecer el régi-
men jurídico aplicable para que la actuación de la Administración Públi-
ca sirva a la protección del interés general, pero garantizando a su vez los
derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento
constitucional y jurídico en general.
Como si ello fuera poco, el artículo 1 de la Ley N° 27584 prescribe
que el proceso contencioso administrativo tiene por finalidad el control ju-
rídico por el Poder Judicial de las actuaciones de la administración pública
sujetas al Derecho administrativo y la efectiva tutela de los derechos e in-
tereses de los administrados. Todo lo antes señalado significa que el papel
del Derecho administrativo hoy en día debe centrarse en la obtención de
un adecuado equilibrio entre los intereses de los administrados y el interés
general, debiendo ambos ser tutelados por la Administración Pública(235).
El utilitarismo
El segundo elemento a tener en cuenta en este aspecto es el llamado
utilitarismo social. Dicho concepto pretende justificar el sacrificio de cier-
tos individuos a fin de obtener el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Se genera como resultado de un aumento de la utilidad social ante dicho sa-
crificio, hecho que para los utilitaristas justificaría a las claras la afectación
de los derechos de las personas. El utilitarismo pretende demostrar que una
sociedad está ordenada cuando ésta obtiene el mayor equilibrio neto de sa-
tisfacción distribuido entre los individuos que la conforman(236).
Dicha mejora social implica entonces una sumatoria de la mejoría de
las personas individualmente consideradas, la misma que es más elevada
en su conjunto que el perjuicio de aquellas que resultarían sacrificadas. En
términos sociales, la disminución del beneficio de las personas afectadas
no reduce el incremento del bienestar de la sociedad en su conjunto. El re-
sultado es un incremento neto de la utilidad social(237).
(235) MORON URBINA, Juan Carlos. Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo
General. Gaceta Jurídica, Lima, 2008, pp. 58-59. También: MIR PUIG PELAT, Oriol. “El
concepto de derecho administrativo desde una perspectiva lingüística y constitucional”. En:
Revista de Administración Pública. N° 153. Centros de Estudios Constitucionales, Madrid, 2003,
p. 69 y ss.
(236) RAWLS, John. Ob. cit., p. 34 y ss.
(237) NINO, Carlos. Ob. cit., p. 241.
105
Christian Guzmán Napurí
(238) Sobre el particular: STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph (comp.). Ob. cit., p. 679 y ss.
(239) SABINE, George H. Ob. cit., p. 508 y ss.
(240) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph (comp.). Ob. cit., p. 742.
(241) Vilfredo Pareto, como ya se ha señalado, fue el primero en elaborar un concepto de bienestar
social típicamente individualista, prescindiendo en consecuencia del utilitarismo clásico que
ya hemos descrito, que no resulta ser eficiente.
(242) KAFKA, Folke. Ob. cit., p. 730 y ss.
106
La Constitución Política: un análisis funcional
El colectivismo
Aún más pernicioso que el utilitarismo, para efectos del principio que
venimos estudiando, resulta ser el colectivismo. Este último asume que exis-
ten intereses, no de personas en particular, sino de entes colectivos, sean
el Estado, una clase social determinada o la sociedad en su conjunto, que
operan con obvia independencia de los sujetos individualmente considera-
dos(244). Como resultado, el ente colectivo goza de titularidad de derechos
propia, distinta y más importante que la titularidad de las personas que la
componen. El ente orgánico posee una existencia, un modelo de valores y
una motivación independiente de los seres humanos miembros del mismo(245).
El colectivismo es aún más radical que el utilitarismo, puesto que no
solo considera que es posible sacrificar el interés de algunos en beneficios
de otros, sino que además pretende que es posible limitar derechos funda-
mentales debido a intereses de una colectividad que pretende tener exis-
tencia propia. Ello adquiere un matiz evidente si notamos que, en general,
quien define el interés de dicho ente colectivo no es el propio ente a tra-
vés de la decisión unánime –o por lo menos mayoritaria– de sus miembros
sino más bien una persona o grupo de personas que supuestamente goza de
la representación de dichos intereses. En la mayoría de los supuestos, es el
Estado el que representa estos intereses. Pero, en ocasiones asociaciones
diversas o personas jurídicas de derecho público no propiamente estatales
pueden adjudicarse la titularidad de estos derechos.
(243) RAWLS, John. Ob. cit. p. 74 y ss. Es necesario precisar, sin embargo, que para Rawls el principio
de eficiencia no basta para el diseño de justicia que maneja el autor.
(244) NINO, Carlos. Ob. cit., p. 247.
(245) BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. Ob. cit., p. 37.
107
Christian Guzmán Napurí
(246) Para una aplicación clara de estas afirmaciones a los derechos fundamentales: FERRAJOLI,
Luigi. “Sobre los derechos fundamentales”. En: Cuestiones constitucionales. N° 15. UNAM,
México, julio-diciembre 2006, p. 127 y ss.
(247) Para un importante análisis sobre esta materia: POZZOLO, Susana. “Un constitucionalismo
ambiguo”. En: CARBONELL, Miguel (edit.). Neoconstitucionalismo. Trotta, Madrid, 2003,
p. 187 y ss. Para una crítica al llamado “imperialismo de la moral”: BARBIERIS, Mauro.
“Neoconstitucionalismo, democracia e imperialismo de la moral”. En: CARBONELL, Miguel
(edit.). Ob. cit., p. 259 y ss.
108
La Constitución Política: un análisis funcional
3.2.1. La expropiación
La expropiación implica el despojo de la propiedad a una persona por
consideraciones de necesidad pública o seguridad nacional debidamente
comprobada y contra el pago de la llamada indemnización justipreciada,
lo cual además debe de estar señalado en una ley del Congreso, conforme
lo dispuesto por el artículo 70 de la Constitución(249).
109
Christian Guzmán Napurí
(250) STC Exp. N° 0031-2004-AI/TC, Sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 23 de setiembre
de 2004:
(…)
3. Sin embargo, la privación de la propiedad, como consecuencia del ejercicio de la potestad
expropiatoria del Estado, no constituye un supuesto de limitación del derecho, sino de sacri-
ficio del mismo. La diferencia es muy importante, ya que, a diferencia de lo que es propio de
un supuesto de limitación o regulación del derecho de propiedad, que no es indemnizable, el
efecto inmediato del ejercicio de la potestad expropiatoria es afectar el núcleo dominical de la
propiedad, por lo que, de conformidad con el artículo 70 de la Constitución, su eficacia está
condicionada al pago previo, en efectivo, de la indemnización correspondiente.
(…)
5. La expropiación consiste en una potestad que se concretiza en un acto de derecho público por
el cual el Estado priva coactivamente a un particular, o a un grupo de ellos, de la titularidad de
un determinado bien. Para ello, es preciso que el Poder Legislativo lo declare, mediante ley, y
sobre la base de la existencia de una causa real y apremiante de seguridad nacional o necesidad
pública.
(251) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo 3, PUCP, Lima,
1999, p. 374.
110
La Constitución Política: un análisis funcional
(252) GONZALES BARRÓN, Günther Hernán. “Derecho de propiedad y expropiación”. En: Gutiérrez
Camacho, Walter (dir.) La Constitución comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, pp. 226-227.
(253) Sobre el particular: PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 175 y ss.
(254) Desde el punto de vista matemático se define pendiente a la tangente de la curva en un punto
determinado de la misma. Una curva con pendiente negativa se dirige de arriba abajo y de
izquierda a derecha, mostrando evidentemente una relación inversa entre las cantidades que
ella representa.
(255) KAFKA, Folke. Ob. cit. p. 54.
(256) Una asíntota es una línea recta a la cual se acerca una curva conforme ambas discurren en el
plano, sin llegar nunca a tocarse.
111
Christian Guzmán Napurí
B; pudiendo admitir una disminución importante del bien A, con un gran au-
mento del bien B. De hecho, la curva de indiferencia divide el plano en dos
grandes áreas, de tal manera que la persona se encuentra mejor en el área su-
perior derecha y peor en el área inferior izquierda.
(257) Para un análisis respecto de este punto, sin un empleo expreso de la curva de indiferencia:
POSNER, Richard. Ob. cit., p. 135 y ss.
(258) CUEVAS, Homero. “La teoría económica, el afecto y la familia”. En: Revista de Economía
Institucional, N° 2. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2000, p. 29 y ss.
112
La Constitución Política: un análisis funcional
(259) Se define costo de oportunidad como el valor de aquello que no se está haciendo al implementar
una decisión determinada, siendo lo eficiente que el mismo sea menor al rendimiento espera-
ble de la decisión tomada. Este concepto tan importante va a ser empleado varias veces en el
presente trabajo. PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 10.
113
Christian Guzmán Napurí
114
La Constitución Política: un análisis funcional
(262) Sobre el particular: PASQUEL, Enrique. “Tomando la propiedad en serio: Las expropiaciones
regulatorias o indirectas”. En: Ius et Veritas. N° 31. PUCP, Lima, 2006.
(263) STC Exp. N° 00239-2010-PA/TC:
“10. Por otro lado, la noción de expropiación indirecta o expropiación regulatoria se aplica
tanto en derecho internacional como en derecho interno. Siguiendo múltiples pronunciamien-
tos a través de resoluciones expedidas por tribunales internacionales se ha clasificado a las
expropiaciones en dos tipos: directas, es decir, aquellos actos legislativos o administrativos
que transfieren el título y la posición física de un bien, e indirectas, es decir, aquellos actos
estatales que en la práctica producen una pérdida de la administración, el uso o el control de
un recurso, o una significativa depreciación en el valor de los bienes. A su vez, se reconoce
que las expropiaciones indirectas se subdividen en expropiación progresiva, que son aquellas
donde se produce una lenta y paulatina privación de facultades del derecho de propiedad del
inversionista titular, lo que disminuye el valor del activo; y las expropiaciones regulatorias que
son aquellas donde la amenaza de vulneración al derecho de propiedad se produce a través de
regulación estatal.
(…)
12. Si bien la Constitución no hace mención expresa relativa a la proscripción de las expropiacio-
nes indirectas, lo que no significa que la Constitución las tolere, una interpretación constitucional
válida lleva a concluir que toda vez que la Constitución reconoce, respeta y protege el derecho
115
Christian Guzmán Napurí
de propiedad de los privados como parte del modelo de economía social de mercado al que se
adscribe y al establecer la exigencia de un adecuado procedimiento expropiatorio que incluya un
pago en efectivo de indemnización justipreciada para intervenir sobre la propiedad de privados,
las expropiaciones indirectas se encuentran proscritas. Al respecto, las bases constitucionales
que fundamentan la protección contra las expropiaciones regulatorias o indirectas se encuentran
en los artículos 70, 2, inciso 2, 63, 71 y 61 de la Constitución”.
(264) GONZALES BARRÓN, Günther Hernán. Ob. cit, p. 237 y ss.
(265) Artículo 37.- Los titulares de concesiones, gozan de los siguientes atributos:
(…)
3. A solicitar a la autoridad minera, autorización para establecer servidumbres en terrenos de
terceros que sean necesarios para la racional utilización de la concesión. La servidumbre se
establecerá previa indemnización justipreciada si fuere el caso.
De oficio o a petición del propietario afectado, la autoridad minera dispondrá la expropiación
si la servidumbre enerva el derecho de propiedad.
(…)
7. A solicitar la expropiación, previa indemnización justipreciada, de los inmuebles destinados
a otro fin económico, si el área fuera necesaria, a juicio de la autoridad minera, para la racional
utilización de la concesión y se acreditase la mayor importancia de la industria minera sobre
la actividad afectada.
En casos en que la expropiación comprenda inmuebles ubicados en zonas urbanas o de expan-
sión urbana, se solicitará la opinión del Ministerio de Transportes, Comunicaciones, Vivienda
y Construcción o del Organismo Regional correspondiente.
(…)
(266) DEL CASTILLO, Laureano. “La Ley de Tierras y los límites al derecho de propiedad”. En:
Debate agrario N° 23. Cepes, Lima, 1995, p. 34.
116
La Constitución Política: un análisis funcional
117
Christian Guzmán Napurí
(269) Sobre el particular: MEDINA QUIROGA, Cecilia. La Convención Americana. Vida, integridad
personal, libertad personal, debido proceso y recurso judicial. Universidad de Chile, Santiago
de Chile, 2003, p. 79 y ss.
(270) Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “La Pena de muerte en el Sistema Interame-
ricano de Derechos Humanos: De restricciones a abolición”. OEA, Washington, 2011, p. 15.
118
La Constitución Política: un análisis funcional
119
Christian Guzmán Napurí
120
La Constitución Política: un análisis funcional
121
Christian Guzmán Napurí
122
La Constitución Política: un análisis funcional
123
Christian Guzmán Napurí
(282) “31. El funcionamiento adecuado de todo órgano calificador y examinador es otro elemento
esencial para prevenir el abuso de poder por parte del Estado, y por ende, para proteger los
derechos de la persona. En efecto, el corolario fundamental de su existencia es la posibilidad
de acudir ante los órganos con el fin de asegurar la efectividad de los derechos. Es más, para
que un órgano con capacidad vigilante pueda servir de manera efectiva como órgano de control
–garantía y protección de los derechos– no solo se requiere su existencia formal sino, además,
su independencia e imparcialidad, pues, como bien se ha señalado para el caso judicial, debe
procurarse, según lo expresa el artículo 139, inciso 2), de la Constitución, la independencia en
el ejercicio de la función jurisdiccional.
Esta exigencia aplicada a los consejeros debe ser considerada como un requisito de idoneidad
para participar en la evaluación de un magistrado. Los miembros del Consejo no deben tener
una posición predeterminada respecto a los magistrados, a fin de que en su ámbito de actuación
según conciencia, deban ser lo más neutrales posible”.
(283) Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Genaro Espino Espino contra la resolución de
la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ica. STC Exp. N° 2366-2003-AA/TC, de fecha
6 de abril de 2004.
124
La Constitución Política: un análisis funcional
125
Christian Guzmán Napurí
126
La Constitución Política: un análisis funcional
5. CONCLUSIONES
Queda clara cuál es la naturaleza del principio de preferencia por los
derechos fundamentales. En primer término, se origina en el principio de
primacía de la persona humana, de base filosófica, el mismo que además
sirve de estándar interpretativo de las normas constitucionales y legales que
afectan los citados derechos.
Asimismo, el referido principio implica que dichos derechos funda-
mentales no pueden ser desplazados por conceptos que no gocen de tal ca-
racterización, como los fines colectivos o los intereses generales. Concep-
tos como el interés público o el bien común resultan poco plausibles para
generar una limitación admisible a los derechos de las personas.
Consideraciones como el utilitarismo o el colectivismo son ejemplos
de doctrinas que muchas veces se han empleado como justificaciones a la
limitación e incluso negación de derechos. Asimismo, el sistema jurídico
admite la posibilidad de limitar determinados derechos fundamentales, po-
testad del Estado que a su vez se encuentra sometida a determinados pará-
metros, a fin de que su ejercicio no devenga en arbitrario.
En general, las Constituciones peruanas han consagrado la primacía
de la persona humana y la preferencia por los derechos fundamentales. No
obstante ello, el resto del texto constitucional no ha sido consistente con
dichos principios, consagrando en general, más bien, regímenes restricti-
vos de las libertades personales, incorporando preceptos como la pena de
muerte o determinadas limitaciones al ejercicio del Derecho a la tutela ju-
risdiccional efectiva. En este último caso, la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional ha podido corregir la situación, estableciendo que no exis-
ten decisiones estatales exentas del control jurisdiccional.
127
Capítulo IV
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
EN GENERAL
INTRODUCCIÓN A UN ANÁLISIS
FUNCIONAL
Capítulo IV
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN GENERAL
INTRODUCCIÓN A UN ANÁLISIS FUNCIONAL
1. INTRODUCCIÓN
Como ya lo hemos señalado la preferencia por los derechos fundamen-
tales es clave para la subsistencia del Estado de Derecho. Ello implica ela-
borar una teoría general de los mismos, sobre la base del principio que he-
mos señalado en el capítulo anterior y teniendo en cuenta que los mismos
provienen no solo de la dignidad de la persona, sino también de su auto-
nomía como tal.
(289) CARPIO MARCOS, Edgar. “La interpretación de los derechos fundamentales”. En: Derecho
PUC. N° 56. PUCP, Lima, 2003, p. 491.
131
Christian Guzmán Napurí
132
La Constitución Política: un análisis funcional
(292) ABAD YUPANQUI, Samuel B. “Libertades de expresión e información”. En: Gutiérrez, Walter
(dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, Tomo I, p. 129.
(293) ABAD YUPANQUI, Samuel B. “El derecho de acceso a la información pública”. En: Gutiérrez,
Walter (dir.). Ob. cit., Tomo I, pp. 140-141.
(294) ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios de Derecho Público Económico. Comares, Granada, 1999,
p. 156.
(295) BIDART CAMPOS, Germán. Tratado elemental de Derecho Constitucional argentino. Ediar,
Buenos Aires, 2007, Tomo I, p. 480.
(296) Sobre el particular: BULLARD GONZÁLES, Alfredo. “Un mundo sin propiedad. Análisis del
sistema de transferencia de la propiedad inmueble”. En: Revista Derecho. N° 45. PUCP, Lima,
1991.
(297) POSNER, Richard. El análisis económico del Derecho. Fondo de Cultura Económica, México,
1998, p. 38.
133
Christian Guzmán Napurí
a todo otro particular. Ello significa además que no se admite otro derecho
de propiedad sobre el mismo bien(298), salvo que hablemos de copropiedad,
que es una situación más bien distinta, en la cual hay varios titulares exclu-
sivos, que pueden oponer su derecho a todos los demás. Es preciso recordar
que la copropiedad es una situación jurídica poco eficiente y que la norma
jurídica establece mecanismos para poder concluir con ella.
Hay que tener en cuenta además que la creación de derechos exclusi-
vos de propiedad no es suficiente para el uso eficiente de los recursos en
la economía, puesto que los derechos de propiedad (y en general, los dere-
chos reales) deben ser transferibles dado que la eficiencia requiere un me-
canismo que pueda precisamente inducir al titular a transferir su propiedad
en el caso en el que el uso que le dé no sea el más eficiente.
(298) AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. “El Derecho de propiedad en la Constitución”. En: Themis.
N° 30. PUCP, Lima, 1994, p. 117.
(299) Sobre el particular: PAREJO ALFONSO, Luciano. “Estado social administrativo: Algunas reflexio-
nes sobre la ‘crisis’ de las prestaciones y los servicios públicos”. En: Revista de Administración
Pública. N° 153. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, p. 217 y ss.
134
La Constitución Política: un análisis funcional
(300) FERNÁNDEZ-MIRANDA CAMPOAMOR, Alfonso. “El Estado Social”. En: Revista española
de Derecho Constitucional. N° 69. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,
2003, p. 143 y ss.
(301) STC Exp. N° 0048-2004-PI/TC, f. j. 4.
135
Christian Guzmán Napurí
lo cual la definición sería más inocua de lo que parece. Sin embargo, pos-
teriores sentencias han establecido más bien posiciones contradictorias so-
bre este particular, en especial respecto a los parámetros de la intervención
administrativa en la economía.
(302) GARCÍA COBIÁN, Ramón. “Una versión didáctica del teorema de la Imposibilidad de
Arrow”. En: Económica. Nº 15. Departamento de Economía PUCP, Lima, 1985, p. 115.
(303) ARROW, Keneth. Social Choice and Individual Values. Cowles Foundation, New York, 1966,
p. 59.
136
La Constitución Política: un análisis funcional
(304) Para una rigurosa y a la vez pedagógica demostración matemática del Teorema de Arrow:
GARCÍA COBIÁN, Ramón. Ob. cit., p. 120 y ss.
(305) BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. El cálculo del consenso, Espasa Calpe, Madrid,
1980, pp. 380-381.
137
Christian Guzmán Napurí
138
La Constitución Política: un análisis funcional
El derecho a la integridad
Un caso a analizar es el derecho a la integridad, moral, psíquica y fí-
sica como lo señala la Constitución. Es pertinente dilucidar si es que este
derecho admite límites o si más bien se encuentra conformado únicamen-
te de contenido esencial. Un elemento clave es la prohibición de la tortura
o tratos inhumanos o humillantes contenida en el numeral 24 del artículo 2
de la Constitución, la misma que debe entenderse absoluta.
Se dice entonces que la integridad física incluye la integridad estructu-
ral, así como la integridad funcional, en un contexto armónico(308). Sin em-
bargo se admiten ciertas afectaciones voluntarias a dicho derecho funda-
mental, como los procedimientos médicos o las actividades riesgosas(309).
Ahora bien, conforme lo señala el artículo 6 del Código Civil, los actos de
disposición del propio cuerpo están prohibidos cuando ocasionen una dis-
minución permanente de la integridad física o cuando de alguna manera
sean contrarios al orden público o a las buenas costumbres. La norma se-
ñala que son válidos si su exigencia corresponde a un estado de necesidad,
de orden médico o quirúrgico –como ya se ha señalado– o si están inspira-
dos por motivos humanitarios.
De la misma manera, la integridad psíquica se dirige al funcionamien-
to de la mente, el mismo que debe ser tutelado intensamente por el ordena-
miento y cuya afectación puede generar tanto daño a la dignidad humana
como la que podría ocurrir respecto a la integridad física.
Finalmente, la integridad moral hace referencia a los aspectos espiri-
tuales de la persona, que tienen relación con otros derechos fundamentales
como la libertad de conciencia o la libertad religiosa. El Tribunal Consti-
tucional ha señalado que la integridad moral defiende los fundamentos del
obrar de una persona en el plano de la existencia y coexistencia social(310).
El derecho a la identidad
El caso del derecho a la identidad es muy interesante. Para empe-
zar, va más allá que el simple derecho al nombre(311), el cual se encuentra
(308) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. PUCP, Lima, 1999,
Tomo I, pp. 131-132. SAENZ DÁVALOS, Luis R. “Derecho a la vida y a la integridad moral,
psíquica y física”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit. (2013), Tomo I, p. 67 y ss.
(309) CASTILLO TORRES, Percy. “Integridad moral, psíquica y física”. En: Gutiérrez, Walter (dir.).
Ob. cit. (2013), Tomo I, p. 305.
(310) STC Exp. N° 2333-2004-HC/TC.
(311) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 1, p. 127 y ss.
139
Christian Guzmán Napurí
140
La Constitución Política: un análisis funcional
El derecho a la nacionalidad
Otro caso interesante es el derecho a la nacionalidad. Este constituye
el vínculo jurídico que existe entre un Estado y la población que lo compo-
ne(320), que a su vez permite que las personas sean objeto y sujetos de dere-
cho respecto de dicho Estado, con las garantías que ello implica, en particu-
lar en el contexto de un Estado de derecho, en donde el orden democrático
implica una amplia participación del pueblo en las decisiones públicas.
Es por ello que nadie puede ser privado de su nacionalidad, lo cual se
encuentra corroborado por los tratados vigentes sobre derechos humanos
y reiterada jurisprudencia supranacional. En particular el artículo 20 de la
Convención Americana establece que toda persona tiene derecho a la na-
cionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no tiene derecho a otra y
que a nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a
cambiarla.
(317) Sobre el particular: RAMÍREZ SÁNCHEZ, Félix Enrique. “El TC y el derecho a la propia
identidad sexual”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 75. Gaceta
Jurídica, Lima, marzo 2014, p. 247 y ss.; SIVERINO BAVIO, Paula. “Diversidad sexual y
derechos humanos. El reconocimiento de las personas sexualmente diversas como sujetos
plenos de derecho”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional, Tomo 76. Gaceta
Jurídica, Lima, abril 2014, pp. 228-229.
(318) STC Exp. N° 00139 2013-PA/TC.
“(…)
30. Consecuentemente, mientras no haya certeza científica de que la cirugía transexual es el
tratamiento más eficaz para el transexualismo y que, realizada ella, debe prevalecer legalmente
el sexo psicológico sobre el biológico –como plantea el recurrente–, el Derecho no puede aban-
donar la realidad científica de que el sexo de la persona es su sexo biológico o cromosómico,
que –también según la ciencia– es indisponible y con el cual el ordenamiento constitucional
distingue los sexos en función de “la naturaleza de las cosas” (artículo 103 de la Constitución),
es decir, de lo biológico.
(…)”.
(319) RAMÍREZ HUAROTO, Beatriz y TÁSSARA ZEVALLOS, Vanessa. “Identidad negada. Una
decisión de la justicia constitucional que significa un menoscabo en la protección que merecen
las personas trans”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 79. Gaceta
Jurídica, Lima, julio 2014, p. 71 y ss.; OPORTO PATRONI, Gabriela. “Diversidad sexual y
Tribunal Constitucional”. Tres mitos y ninguna realidad. En: Gaceta Constitucional & Procesal
Constitucional. Tomo 78. Gaceta Jurídica, Lima, julio 2014, p. 103 y ss.
(320) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo I, p. 407.
141
Christian Guzmán Napurí
El derecho de petición
El derecho de petición administrativa resulta ser el equivalente admi-
nistrativo del derecho de acción propio del ámbito jurisdiccional: es un de-
recho público subjetivo que permite el acceso a la autoridad competente, así
como la excitación de la actividad administrativa a través de una solicitud,
sin perjuicio de que esta última otorgue o deniegue lo pedido(321). En con-
secuencia, la facultad que venimos describiendo no depende de la existen-
cia del derecho o interés sustantivo que podría sustentar la solicitud del ad-
ministrado. Entonces, el derecho de petición operaría siempre en abstracto.
Por otro lado, es preciso indicar que el derecho de petición se origina
en los albores del constitucionalismo moderno(322), dada la obligación de la
Administración de sujetarse a la legalidad en tanto y en cuanto representan-
te de los intereses de la colectividad. Ello surge de la aparición del princi-
pio de legalidad como componente del Estado de Derecho, de manera con-
junta con el principio de preferencia por los derechos fundamentales y el
principio de separación de poderes.
A su vez, en el ámbito internacional el derecho de petición se encuen-
tra consagrado en diversos instrumentos internacionales sobre derechos
humanos, y en forma expresa en la Declaración Americana de los Dere-
chos y Deberes del Hombre(323); no obstante que el mismo no se encuentra
explícitamente referido en la Convención Americana de Derechos Huma-
nos; situación que a su vez no impide su protección por parte de las instan-
cias internacionales.
Ahora bien, el derecho de petición no resulta ser ninguna novedad en
nuestro ordenamiento, pues se establece inclusive desde la Constitución
de 1828, definiéndose como el derecho de presentar peticiones al Congre-
so o al Poder Ejecutivo, pero únicamente si se suscribían individualmente,
(321) GONZALEZ PÉREZ, Jesús. Manual de procedimiento administrativo. Civitas, Madrid, 2000,
p. 287.
(322) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 1, p. 401.
(323) Artículo XXIV. Toda persona tiene derecho de presentar peticiones respetuosas a cualquiera
autoridad competente, ya sea por motivo de interés general, ya de interés particular, y el de
obtener pronta resolución.
142
La Constitución Política: un análisis funcional
(324) Sobre el particular: LUNA CERVANTES, Eduardo. “El derecho de petición”. En: Gutiérrez,
Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, Tomo 1, p. 194.
(325) STC Exp. N° 1042-2002-AA/TC.
(326) Constitución de 1993:
Artículo 2.- Derechos fundamentales de la persona
“Toda persona tiene derecho:
(…)
4. A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante
la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa
autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley.
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de comunicación social
se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
143
Christian Guzmán Napurí
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le impide circular
libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden los de fundar medios de comuni-
cación.
(…)”.
(327) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. La libertad de expresión e Información y el Derecho de la
Intimidad Personal. Palestra, Lima, 2004, p. 68 y ss.
(328) Constitución de 1993:
Artículo 2.- Derechos fundamentales de la persona
“Toda persona tiene derecho:
(…)
9. A la inviolabilidad del domicilio. Nadie puede ingresar en él ni efectuar investigaciones
o registros sin autorización de la persona que lo habita o sin mandato judicial, salvo flagrante
delito o muy grave peligro de su perpetración. Las excepciones por motivos de sanidad o de
grave riesgo son reguladas por la ley.
(…)”.
(329) MESÍA RAMÍREZ, Carlos. “Inviolabilidad de domicilio”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit
(2013), pp. 200-201.
144
La Constitución Política: un análisis funcional
145
Christian Guzmán Napurí
Contenido esencial
Asimismo, la doctrina y la jurisprudencia admiten que la limitación de
derechos fundamentales no puede vulnerar el contenido esencial de los de-
rechos, sin el cual el mismo deja de ser tal. El contenido esencial se mani-
fiesta como una garantía a la existencia y ejercicio de los derechos funda-
mentales, puesto que es un límite para el legislador, el mismo que no puede
ser transgredido(335).
Como lo hemos señalado de manera reiterada, el contenido esencial de
un derecho fundamental admite afectación únicamente frente a otro dere-
cho fundamental, siendo la expropiación la única excepción a este princi-
pio; excepción que por su naturaleza requiere causales taxativamente enu-
meradas, así como la aplicación de una indemnización justipreciada. Como
lo hemos señalado anteriormente, una clara afectación al contenido esen-
cial es el empleo de la expropiación regulatoria, la cual genera la pérdida
del derecho de propiedad no obstante que el bien formalmente sigue sien-
do de propiedad del afectado(336).
Razonabilidad y proporcionalidad
En tercer lugar, las limitaciones a derechos fundamentales deben de
basarse en criterios de razonabilidad y proporcionalidad. La razonabili-
dad, en sentido estricto, implica que los fines perseguidos por la limita-
ción sean válidos en un Estado de Derecho(337). Si los fines de la limitación
(335) PAREJO ALFONSO, Luciano. “El Contenido Esencial de los Derechos Fundamentales en la
Jurisprudencia Constitucional; a propósito de la Sentencia del Tribunal Constitucional de 08
de abril de 1981”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. N° 3. Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 1981, p. 170; HABERLE, Peter. La Libertad Fundamental
en el Estado Constitucional. PUCP, Lima, 1997, p. 116 y ss.; NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto.
Ob. cit., p. 465 y ss.; CARPIO MARCOS, Edgar. Ob. cit., p. 495 y ss.
(336) Para un análisis económico de este concepto: BARANDIARÁN, Edgardo. “La regulación de
los derechos fundamentales. Un análisis económico”. En: Revista Chilena de Derecho. Vol. 28,
N° 2. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2001, p. 370 y ss.
(337) RUBIO CORREA, Marcial. La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitu-
cional. PUCP, Lima, 2005, p. 239 y ss.; INDACOCHEA PREVOST, Úrsula. “¿Razonabilidad,
proporcionalidad o ambos? Una propuesta de delimitación de sus contenidos a partir del concepto
de ponderación”. En: Themis. N° 55. PUCP, Lima, 2008, p. 102 y ss.
146
La Constitución Política: un análisis funcional
147
Christian Guzmán Napurí
148
La Constitución Política: un análisis funcional
Zonificación
En este orden de ideas, la norma materia de análisis establece que las
tierras que son susceptibles de convertirse en urbanas solamente pueden des-
tinarse a los fines previstos en la zonificación aprobada por la municipali-
dad provincial, los planes reguladores y el Reglamento Nacional de Cons-
trucciones. La zonificación distribuye las zonas urbanas de tal forma que
las mismas sean empleadas conforme al uso que le corresponde, sea resi-
dencial o comercial.
Lo antes indicado proviene de las atribuciones de los gobiernos loca-
les en materia de ordenación del territorio, que propende a un uso eficiente
(344) Para una visión distinta: GONZALES BARRÓN, Günther Hernán. “Restricciones a la dispo-
sición, uso y disfrute de bienes por seguridad nacional”. En: Gutiérrez, Walter. Ob. cit. (2013),
Tomo II, p. 259.
149
Christian Guzmán Napurí
del suelo. Lo que ocurre es que los costos de transacción son muy altos para
que los diversos ocupantes del suelo se pongan de acuerdo respecto al uso
eficiente que del mismo deberá efectuarse, razón por la cual se hace nece-
saria la intervención estatal para regular dicho uso.
En consecuencia, la Ley Orgánica de Municipalidades establece que
todo proyecto de urbanización, transferencia o cesión de uso, para cual-
quier fin, de terrenos urbanos y suburbanos, se someterá necesariamente a
la aprobación municipal. Ello tiene por finalidad asegurar que dichos actos
no perjudiquen a los demás ciudadanos o al interés general.
La Ley Orgánica de Municipalidades establece la potestad de los go-
biernos locales de asegurar que la propiedad sea ejercida conforme al bien
común, a través de un conjunto de mecanismos que le faculta la Ley y que
permiten precisamente que la propiedad sea ejercida de tal manera que no
afecte los derechos fundamentales de otras personas. Estas limitaciones se
encuentran referidas fundamentalmente a conceptos de urbanismo y en es-
pecial, de ordenación del territorio.
Licencias
La norma antes citada, en su artículo 90, establece que la construcción,
reconstrucción, ampliación, modificación o reforma de cualquier inmueble,
se sujeta al cumplimiento de los requisitos que establezcan la Ley, el Re-
glamento Nacional de Construcciones y las ordenanzas o reglamentos so-
bre seguridad de Defensa Civil, y otros organismos que correspondan, para
garantizar la salubridad y estética de la edificación; asimismo deben tener-
se en cuenta los estudios de impacto ambiental, conforme a ley.
Esta limitación al derecho de propiedad, que se considera especialmen-
te intensa, tiene su justificación en la tutela no solo del derecho de propie-
dad de los vecinos, que verían afectado el valor de su predio, sino además la
seguridad de los transeúntes y ocupantes; así como el derecho al ambiente
sano y equilibrado, en un contexto de cumplimiento de las normas en ma-
teria de urbanismo. La finalidad, entonces, es reducir las externalidades que
produce el ejercicio del derecho de propiedad(345). Sin embargo, la construc-
ción es una actividad económica cuya regulación no es la que se encuen-
tra mejor percibida, siendo discutida la necesidad de generar mecanismos
de simplificación y desregulación. De hecho, la obtención de permisos de
150
La Constitución Política: un análisis funcional
Servidumbres administrativas
Las servidumbres administrativas son aquellas que afectan a un predio
determinado, por razones de interés general, lo que las distingue de la ser-
vidumbre civil, que opera para satisfacer intereses particulares. A diferencia
de la servidumbre civil propiamente dicha, la misma que más bien implica
la existencia de un predio dominante y un predio sirviente; la servidumbre
administrativa puede consistir en la afectación de un predio a favor de otro
derecho real –como la concesión minera– e incluso una actividad determi-
nada, como ocurre por ejemplo con las concesiones eléctricas(347).
El problema con las servidumbres administrativas estriba en que las
mismas en general poseen un carácter forzoso, lo cual evidentemente cons-
tituye una seria limitación a los derechos de propiedad. De hecho, las nor-
mas legales aun vigentes han establecido un régimen bastante discutible,
el mismo que por un lado dificulta la generación de las servidumbres, con
un procedimiento muy complicado(348); pero por otro lado genera una se-
ria afectación al derecho de propiedad, equiparando la servidumbre con
una expropiación decidida administrativamente, que incluye la respectiva
indemnización.
151
Christian Guzmán Napurí
El dominio público
Los bienes de dominio público se caracterizan por estar fuera del mer-
cado, no siendo susceptibles de ser transferidos, al haberse afectado a un
uso público o a un servicio público. Los referidos bienes, en consecuencia,
se encuentran fuera del comercio(349). Por eso, los bienes de dominio públi-
co son inalienables e imprescriptibles, conforme lo señalado por el artícu-
lo 73 de la norma constitucional.
Ello implica que los bienes de dominio público no pueden ser transfe-
ridos en propiedad ni a través de ningún título que transfiera dominio. En
segundo lugar, dichos bienes no pueden ser adquiridos por particulares por
(349) JIMÉNEZ MURILLO, Roberto. “Bienes de dominio público”. En: Gutiérrez, Walter. Ob. cit.
(2013), Tomo II, pp. 270-271.
152
La Constitución Política: un análisis funcional
153
Christian Guzmán Napurí
en el mar o en los ríos o en sus playas u orillas, se adquieren por la persona que las aprehenda,
salvo las previsiones de las leyes y reglamentos.
(353) PARKIN, Michael. Economía. Pearson, México, 2009, p. 362 y ss.
(354) Las externalidades constituyen una situación que distorsiona el funcionamiento del mercado,
que consiste en la existencia de efectos no contratados en las transacciones que ocurren en el
sistema. En consecuencia, el comportamiento racional de un agente afecta directamente el
bienestar de otros agentes en el mercado. CASES PALLARES, Luis. Ob. cit., p. 27; TORRES
LÓPEZ, Juan. Ob. cit., p. 60 y ss.; PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 344 y ss.; KAFKA, Folke. Ob.
cit., pp. 741-742. Existen en consecuencia externalidades negativas como los daños derivados
de responsabilidad civil extracontractual o externalidades positivas como los free riders, que
se benefician gratuitamente de las transacciones de otros.
154
La Constitución Política: un análisis funcional
(355) Sobre el particular, y en cuanto a la infraestructura vial: RUFIÁN LIZANA, Dolores María.
Políticas de concesión vial; análisis de las experiencias de Chile, Colombia y Perú. CEPAL,
Santiago de Chile, 2002, p. 11 y ss.
(356) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 690 y ss.
155
Christian Guzmán Napurí
(357) Sobre el particular: RODRÍGUEZ PIAZZE, Héctor R. “Las asociaciones público privadas
(APPs) y su importancia en el desarrollo del país. Beneficios de la participación de la inversión
privada”. En: Administración Pública & Control. N° 1. Gaceta Jurídica, Lima, enero 2014,
p. 71 y ss. Para una evaluación preliminar: ILLESCAS MUCHA, Javier. ¿Es realmente una
traba a la inversión privada el actual régimen de asociaciones público-privadas en el Perú?
Un análisis preliminar. En: Administración Pública & Control. N° 2. Gaceta Jurídica, Lima,
febrero, 2014, p. 72 y ss.
(358) Artículo 4 del Decreto Legislativo N° 1012.
156
La Constitución Política: un análisis funcional
público. Ello deja por completo en claro que los puertos constituyen domi-
nio público y que en consecuencia no pueden ser transferidos a particula-
res en propiedad.
A su vez, el artículo 10 de la citada norma establece que el Ministerio
de Transportes y Comunicaciones por Decreto Supremo, y los Gobiernos
Regionales por Ordenanza Regional, para el caso de puertos regionales, y
en relación con las competencias que la referida Ley otorga a la Autoridad
Portuaria Nacional y a las Autoridades Portuarias Regionales, respectiva-
mente, podrán otorgar temporalmente la administración de una infraestruc-
tura portuaria al sector privado mediante cualquier modalidad o instrumen-
to contractual reconocido en la Ley.
La posibilidad de otorgar en concesión infraestructura portuaria a la
actividad privada ha generado cierta controversia en algunos sectores, que
han considerado que ello puede afectar la soberanía del país, en especial si
dicha concesión se efectúa a favor de países limítrofes. Ello es evidente-
mente equivocado, no solo por la imposibilidad de que dicha concesión sea
perpetua, sino además por la urgente necesidad de invertir en infraestructu-
ra en nuestro país, que genera elevados sobrecostos(359). De hecho, ocupa-
mos uno de los últimos lugares en la región en materia de infraestructura
portuaria(360), superando únicamente a Bolivia, que es además un país me-
diterráneo; y ello no obstante la situación actual de nuestra balanza comer-
cial, que obliga a tener una infraestructura que facilite el comercio exterior.
(359) DU BOIS, Fritz y TORRES, Javier. “Déficit y sobrecostos de la economía peruana”. En: Revista
de Economía y Derecho. Vol. 3, Nº 11. UPC, Lima, 2006, p. 10 y ss.
(360) INSTITUTO PERUANO DE ECONOMÍA. Comentario Diario. IPE, Lima, 28 de abril de
2008.
157
Christian Guzmán Napurí
158
La Constitución Política: un análisis funcional
159
Christian Guzmán Napurí
Este precepto es uno de los que constituye una mayor limitación a los
derechos de propiedad sobre dichos bienes, puesto que establece limitacio-
nes a la transferencia de los bienes en un contexto en el cual esta es preci-
samente uno de los atributos del derecho de propiedad que aseguran que
el mismo sea usado de manera eficiente. La limitación del Estado no hace
sino hacer depender dicha transferencia de un ente administrativo que no
siempre decide en términos de eficiencia.
Limitaciones
Como resultado, la norma que venimos comentando establece un con-
junto de restricciones básicas al ejercicio de la propiedad de bienes mue-
bles e inmuebles integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación. Uno de
ellos es desmembrar partes integrantes de un bien mueble o inmueble in-
tegrante del Patrimonio Cultural de la Nación. Asimismo, la norma refiere
como limitación alterar, reconstruir, modificar o restaurar total o parcial-
mente el bien mueble o inmueble, sin autorización previa del Ministerio de
Cultura en cuya jurisdicción se ubique.
Asimismo, los propietarios particulares de bienes muebles e inmuebles
integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación tienen la obligación, en
primer lugar, de facilitar el acceso a los inspectores del Ministerio de Cul-
tura, previo aviso; o en cualquier momento cuando las condiciones de ur-
gencia así lo ameriten a juicio de dicha institución. En estos casos, el Mi-
nisterio de Cultura respeta el principio de la intimidad personal y familiar,
bajo responsabilidad por cualquier exceso que pudiere cometer.
Por otro lado, los propietarios de bienes que constituyen patrimonio
cultural deben permitir el acceso a los investigadores debidamente acredi-
tados, con las salvedades señaladas en el párrafo anterior. Dichos propie-
tarios deben además proporcionar la documentación histórica, titulación y
demás documentos que puedan requerirse en razón de investigaciones cien-
tíficas; debiendo respetarse la intimidad personal y familiar. Finalmente, el
propietario debe consentir la ejecución de obras de restauración, recons-
trucción o revalorización del bien mueble o inmueble, por parte del Minis-
terio de Cultura, cuando fueren indispensables para garantizar la preserva-
ción óptima del mismo.
Estas limitaciones discuten la eficiencia de la protección del derecho
de propiedad de los bienes que constituyen patrimonio cultural. De hecho,
resulta complicado establecer el adecuado equilibrio entre el interés ge-
neral que se encuentra detrás de la protección al patrimonio cultural y la
160
La Constitución Política: un análisis funcional
(366) Para una posición en contra de una visión patrimonialista del patrimonio cultural: ARISTA
ZERGA, Adriana. “Patrimonio Cultural de la Nación”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Cons-
titución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, Tomo 1, p. 504 y ss.
(367) INSTITUTO PERUANO DE ECONOMÍA. Comentario Diario. IPE, Lima, 31 de julio de
2013.
161
Christian Guzmán Napurí
162
La Constitución Política: un análisis funcional
163
Christian Guzmán Napurí
164
La Constitución Política: un análisis funcional
Limitaciones
Están exceptuadas del precepto constitucional que venimos refiriendo
las informaciones que afecten la intimidad personal –que configura tam-
bién un derecho constitucional– y las que se excluyan por ley o por razo-
nes de seguridad nacional. De hecho, la Ley de Transparencia y Acceso a
la Información establece claramente la existencia de tres supuestos que li-
mitan el derecho al acceso a la información: la información secreta, la in-
formación confidencial y la información reservada(376).
La información secreta es aquella que se sustenta en razones de segu-
ridad nacional, que además tenga como base fundamental garantizar la se-
guridad de las personas y cuya revelación originaría riesgo para la integri-
dad territorial y/o subsistencia del sistema democrático; así como respecto
a las actividades de inteligencia y contrainteligencia, en función de las si-
tuaciones expresamente contempladas en la Ley(377).
Por otro lado, la información considerada como reservada se dirige a
razones de seguridad nacional en el ámbito del orden interno cuya revela-
ción originaría un riesgo a la integridad territorial y/o la subsistencia del
sistema democrático; o toda aquella cuya revelación originaría un ries-
go a la seguridad e integridad territorial del Estado y la defensa nacional
en el ámbito externo; al curso de las negociaciones internacionales y/o la
subsistencia del sistema democrático en el ámbito de las relaciones inter-
nacionales del Estado(378).
Finalmente, la información considerada como confidencial incluye un
conjunto de limitaciones más o menos heterogéneas, que se refieren a la
toma de decisión del Estado, o en particular, de la Administración Pública;
a la intimidad personal o familiar, que incluye la referencia a la salud per-
sonal; así como el secreto bancario, tributario, comercial, industrial, tecno-
lógico y bursátil(379).
Es evidente que el listado de los supuestos que conforman la citada in-
formación es taxativo y debe ser interpretado restrictivamente(380). Se pre-
165
Christian Guzmán Napurí
restrictiva por tratarse de una limitación a un derecho fundamental. No se puede establecer por
una norma de menor jerarquía ninguna excepción a la presente Ley.
(...)”.
(381) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo I, p. 283.
(382) STC N° 04224-2009-PA/TC:
“(…)
16. Este Colegiado estima que es necesario recordar que si bien la fuente o el soporte de de-
terminadas comunicaciones y documentos le pertenecen a la empresa o entidad en la que un
trabajador labora, ello no significa que esta pueda arrogarse en forma exclusiva y excluyente
la titularidad de tales comunicaciones y documentos, pues con ello evidentemente se estaría
distorsionando el esquema de los atributos de la persona, como si estos pudiesen de alguna forma
verse enervados por mantenerse una relación de trabajo. En tal sentido, si bien el empleador goza
de las facultades de organizar, fiscalizar y sancionar, de ser el caso, si el trabajador incumple
sus obligaciones; esto no quiere decir que se vean limitados los derechos constitucionales de
los trabajadores, como lo establece el artículo 23, tercer párrafo, de la Constitución; y tampo-
co significa que tales atributos puedan anteponerse a las obligaciones de trabajo, de manera
tal que estas últimas terminen por desvirtuarse (STC 1058-2004-PA/TC). En tal sentido, en
el presente caso, si se trataba de determinar que el trabajador utilizó el correo electrónico en
forma desproporcionada en horas de trabajo para fines distintos a los que le imponían sus obli-
gaciones laborales, la única forma de acreditarlo era iniciar una investigación de tipo judicial,
166
La Constitución Política: un análisis funcional
habida cuenta de que tal configuración procedimental la imponía, para estos casos, la propia
Constitución, otorgándole las garantías del caso.
(…)”.
167
Christian Guzmán Napurí
168
La Constitución Política: un análisis funcional
La eutanasia
Un caso al que debe prestarse especial atención es el de la eutanasia(385).
Si bien es cierto pareciera que estamos frente a una antinomia al interior de
la persona, con lo cual la misma se resolvería empleando la libertad indivi-
dual, la eutanasia no es un supuesto propiamente de terminación de la vida
por propia mano, sino en el mejor de los casos, de suicidio asistido en don-
de la discusión estriba en definir si dicha libertad individual permite auto-
rizar a otro para ello.
Cuando se habla de asistencia al suicidio el razonamiento se muestra
más sencillo, tiendo en cuenta que la penalización de dicha conducta im-
plica una pena privativa de libertad cada vez más exigua(386), más aun si
existen supuestos de atenuación de la pena cuando la persona se encuentra
en grave estado de salud. Sin embargo, la eutanasia también se penaliza de
una manera cada vez más benigna(387), y en algunos casos el Poder Judicial
en determinados países ha eximido de pena al que comete homicidio por
piedad, dada la existencia de supuestos que atenúan la responsabilidad de
la persona que lo comete. Como resultado, en el análisis costo beneficio, el
agente va a decidir cometer el mismo, en especial si es un pariente cerca-
169
Christian Guzmán Napurí
no, puesto que el costo de la comisión del delito es menor que los benefi-
cios esperados del mismo. En la curva de indiferencia que hemos mostra-
do en el capítulo anterior puede reseñarse esto fácilmente.
De hecho, en algunos países como Bélgica u Holanda la eutanasia se
encuentra legalizada, con propuestas incluso de que la misma pueda ser
aplicada a menores de edad. Si bien el ordenamiento en muchos casos asu-
me que la persona no goza de la capacidad de autorizar su propia muerte,
también considera que dicho principio –que es por completo discutible– no
puede ser absoluto(388).
Ahora bien, el Consejo de Europa, en su Recomendación 1418 (1999)
se pronuncia al respecto, dejando clara la opción del mismo por la pros-
cripción de la eutanasia, al señalar la prohibición de culminar con la vida
de personas en fase terminal, que implica la inexistencia de un derecho a
autorizar a otro a cometer un homicidio aun cuando el mismo sea consi-
derado piadoso(389). Ello ha sido ratificado por Jurisprudencia del Tribunal
Europeo, el mismo que no admite la eutanasia en ninguna de sus formas.
Finalmente es preciso señalar que en el Perú la desconexión de una per-
sona con muerte cerebral no constituye eutanasia. El cese irreversible de la
función encefálica constituye muerte para todo efecto legal(390) y el manteni-
miento del cuerpo en funciones tiene justificación para efectos de poder em-
plear los órganos para trasplantes, conforme lo dispuesto por la Ley N° 28189,
Ley General de donación y transplante de órganos y/o tejidos humanos.
(388) Para una visión distinta: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 1, pp. 124-125.
(389) “C. By upholding the prohibition against intentionally taking the life of terminally ill or dying
persons, while:
i. Recognizing that the right to life, especially with regard to a terminally ill or dying person,
is guaranteed by the member states, in accordance with Article 2 of the European Convention
on Human Rights which states that “no one shall be deprived of his life intentionally”;
ii. Recognizing that a terminally ill or dying person’s wish to die never constitutes any legal
claim to die at the hand of another person;
iii. Recognizing that a terminally ill or dying person’s wish to die cannot of itself constitute a
legal justification to carry out actions intended to bring about death”.
(390) Ley Nº 25189.- Ley General de donación y trasplante de órganos y/o tejidos humanos:
Artículo 3.- Diagnóstico de muerte
El diagnóstico y certificación de la muerte de una persona se basa en el cese definitivo e irre-
versible de las funciones encefálicas de acuerdo a los protocolos que establezca el reglamento
y bajo responsabilidad del médico que lo certifica.
170
La Constitución Política: un análisis funcional
171
Christian Guzmán Napurí
Finalmente, hasta hace algún tiempo existía a nivel jurídico una impor-
tante controversia que ni siquiera la ciencia médica había podido dilucidar.
Ella se encuentra referida al momento en que ocurre la concepción, si es desde
que se produce la fecundación o si más bien ocurre con la anidación del óvulo
fecundado en las paredes del útero o endometrio. Determinar ello es medular,
puesto que permite determinar a partir de qué momento hablamos de aborto.
Sobre el particular, es preciso señalar que ya la Corte Interamericana
ha dilucidado esta situación –caso Artavia Murillo y otros (“fecundación
in vitro”) vs. Costa Rica–, al considerar que la concepción ocurre con la
anidación o implantación en el endometrio(395), a propósito de la declara-
ción de inconstitucionalidad de la fecundación in vitro en Costa Rica, se-
ñalando la afectación a un conjunto de derechos humanos consagrados en
la Convención, siendo la primera vez que la Corte se pronuncia respecto a
este delicado tema.
Las consecuencias de esta interpretación son varias, por ejemplo, en la
aplicación por parte del Estado de la anticoncepción de emergencia (“píl-
dora del día siguiente”) que generó una discutible sentencia emitida por
nuestro Tribunal Constitucional, en la STC Exp. N° 02005-2009-PA/TC,
en la cual se ordena al Ministerio de Salud se abstenga de desarrollar como
política pública la distribución gratuita a nivel nacional de la denomina-
da “Píldora del día siguiente”, debemos señalar que la interpretación de di-
cho Colegiado se inclinaba hacia la fecundación como inicio de la vida, in-
dicando el Tribunal que la anidación constituye un momento posterior(396).
(395) “264. La Corte ha utilizado los diversos métodos de interpretación, los cuales han llevado a
resultados coincidentes en el sentido de que el embrión no puede ser entendido como persona
para efectos del artículo 4.1 de la Convención Americana. Asimismo, luego de un análisis de
las bases científicas disponibles, la Corte concluyó que la ‘concepción’ en el sentido del artículo
4.1 tiene lugar desde el momento en que el embrión se implanta en el útero, razón por la cual
antes de este evento no habría lugar a la aplicación del artículo 4 de la Convención. Además, es
posible concluir de las palabras ‘en general’ que la protección del derecho a la vida con arreglo
a dicha disposición no es absoluta, sino es gradual e incremental según su desarrollo, debido a
que no constituye un deber absoluto e incondicional, sino que implica entender la procedencia
de excepciones a la regla general”.
(396) “38. Teniendo en cuenta todo lo expresado hasta aquí, y surgiendo la disyuntiva de tener que
optar por uno de los principios de interpretación constitucional desarrollados supra respecto a
la constitución del concebido; este Colegiado se decanta por considerar que la concepción de
un nuevo ser humano se produce con la fusión de las células materna y paterna con lo cual se
da origen a una nueva célula que, de acuerdo al estado actual de la ciencia, constituye el inicio
de la vida de un nuevo ser. Un ser único e irrepetible, con su configuración e individualidad
genética completa y que podrá, de no interrumpirse su proceso vital, seguir su curso hacia su
vida independiente. La anidación o implantación, en consecuencia, forma parte del desarrollo del
proceso vital, mas no constituye su inicio. Por lo demás, aun cuando hay un vínculo inescindible
entre concebido-madre y concepción-embarazo, se trata de individuos y situaciones diferentes,
respectivamente; pues es la concepción la que condiciona el embarazo y no el embarazo a la
172
La Constitución Política: un análisis funcional
173
Christian Guzmán Napurí
tradicional opera entre personas de distinto sexo(398). Son ya varios los paí-
ses que permiten esto, algunos incluso del área Latinoamericana, como
Uruguay y Argentina, con obvia oposición de sectores conservadores(399).
La cuestión a dilucidar entonces se dirige a determinar si el hecho de
que no se permitan dichas uniones en determinados países viola dichos de-
rechos y si la respuesta es afirmativa, si los mismos pueden ceder frente a
otros derechos y cuales serían estos. Para ello es preciso emplear una im-
portante sentencia emitida por la Corte Interamericana, en la cual se esta-
blece con meridiana claridad que no se pueden hacer distinciones en rela-
ción a la identidad o preferencias sexuales de las personas.
(398) Sobre el particular: VEGA MERE, Yuri. “¿Es posible sostener la constitucionalidad del matri-
monio entre personas del mismo sexo? Reflexiones sobre los eventuales argumentos a favor y
en contra de un posible constitucional support”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 32. Gaceta
Jurídica, Lima, agosto 2010, p. 41 y ss.
(399) SIVERINO BAVIO, Paula. “¿Matrimonio igualitario o unión civil? A propósito de las propuestas
de regulación de las uniones homoafectivas en el Perú”. En: Gaceta Constitucional, Tomo 32.
Gaceta Jurídica, Lima, agosto 2010, p. 53 y ss.
(400) “79. Sobre el principio de igualdad ante la ley y la no discriminación, la Corte ha señalado que
la noción de igualdad se desprende directamente de la unidad de naturaleza del género humano
y es inseparable de la dignidad esencial de la persona, frente a la cual es incompatible toda
situación que, por considerar superior a un determinado grupo, conduzca a tratarlo con privi-
legio; o que, a la inversa, por considerarlo inferior, lo trate con hostilidad o de cualquier forma
lo discrimine del goce de derechos que sí se reconocen a quienes no se consideran incursos
en tal situación. La jurisprudencia de la Corte también ha indicado que en la actual etapa de la
evolución del derecho internacional, el principio fundamental de igualdad y no discriminación
ha ingresado en el dominio del jus cogens. Sobre él descansa el andamiaje jurídico del orden
público nacional e internacional y permean todo el ordenamiento jurídico”.
(401) SIVERINO BAVIO, Paula. Ob. cit., pp. 238-239.
(402) “91. Teniendo en cuenta las obligaciones generales de respeto y garantía establecidas en el ar-
tículo 1.1 de la Convención Americana, los criterios de interpretación fijados en el artículo 29
de dicha Convención, lo estipulado en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
las Resoluciones de la Asamblea General de la OEA, los estándares establecidos por el Tribunal
174
La Constitución Política: un análisis funcional
Europeo y los organismos de Naciones Unidas (supra párrs. 83 a 90), la Corte Interamericana
deja establecido que la orientación sexual y la identidad de género de las personas son catego-
rías protegidas por la Convención. Por ello está proscrita por la Convención cualquier norma,
acto o práctica discriminatoria basada en la orientación sexual de la persona. En consecuencia,
ninguna norma, decisión o práctica de derecho interno, sea por parte de autoridades estatales
o por particulares, pueden disminuir o restringir, de modo alguno, los derechos de una persona
a partir de su orientación sexual”.
(403) Sobre el particular: VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique y CANALES TORRES, Claudia. “Pro-
tección del niño, de la madre, del anciano y de la familia. Promoción del matrimonio”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, Tomo I,
p. 511 y ss.
(404) “131. La Corte Interamericana concluye que la Corte Suprema de Justicia no cumplió con
los requisitos de un test estricto de análisis y sustentación de un daño concreto y específico
supuestamente sufrido por las tres niñas a causa de la convivencia de su madre con una pareja
del mismo sexo. Además, el Tribunal considera que, en el caso concreto, el hecho de vivir con
su madre y su pareja no privaba a las niñas del rol paterno, por cuanto el objeto del proceso de
tuición no implicaba que el padre hubiera perdido el contacto con ellas”.
(405) STC Exp. N° 2868-2004-AA/TC:
“(…)
14. Si no existe un derecho constitucional al matrimonio, ¿quiere ello decir que no tiene pro-
tección constitucional la decisión de un efectivo de la PNP de contraer libremente matrimonio?
O, planteado de otro modo, ¿qué es legítimo que un policía tenga que pedir autorización a la
PNP para hacerlo?
El Tribunal considera que el derecho de contraer libremente matrimonio, si bien no tiene la
autonomía propia de un derecho constitucional específico, como lo tienen la libertad contractual,
de empresa, tránsito, religión o cualquier otra que se reconozca en la Norma Fundamental, sí se
175
Christian Guzmán Napurí
176
La Constitución Política: un análisis funcional
177
Christian Guzmán Napurí
El ámbito interamericano
En el ámbito interamericano encontramos algunas importantes referen-
cias a estos derechos. Probablemente el más interesante es el de la “Última
(411) MORALES GODO, Juan. “Derecho al honor, buena reputación, intimidad personal y familiar,
voz e imagen”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima,
2005, Tomo 1, pp. 117-118.
(412) MARCIANI BURGOS, Betzabé. “Derecho al honor, buena reputación, intimidad personal
y familiar, voz e imagen”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta
Jurídica, Lima, 2013, Tomo 1, p. 184 y ss.
(413) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Ob. cit., p. 206 y ss.; MARCIANI BURGOS, Betzabé. Ob.
cit., 2004, p. 116 y ss.
178
La Constitución Política: un análisis funcional
La jurisprudencia nacional
En nuestro país, el Tribunal Constitucional se ha pronunciado de ma-
nera reiterada sobre este asunto. Un caso interesante es el de la Caja Rural
de Ahorro y Crédito de San Martín(416), en donde el Tribunal Constitucional
señaló que si como consecuencia del ejercicio de las libertades informati-
vas, se transgreden otros derechos constitucionales, como los derechos al
honor o a la buena reputación, la protección de los mismos no permite que
179
Christian Guzmán Napurí
180
La Constitución Política: un análisis funcional
181
Christian Guzmán Napurí
182
La Constitución Política: un análisis funcional
(425) LAPORTA, Francisco. “Sobre el concepto de derechos humanos”. En: Doxa. N° 4. Universidad
de Alicante, Alicante, 1987, p. 23 y ss.
183
Christian Guzmán Napurí
(426) Para un análisis sobre este punto: PRIETO SANCHÍS, Luis. “Los derechos sociales y el principio
de igualdad sustancial”. En: Revista del Centro de Estudios Constitucionales. N° 22. Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1995, p. 37 y ss.
(427) SÁENZ DÁVALOS, Luis. “La cláusula de derechos no enumerados y su aplicación en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. En: Revista Peruana de Jurisprudencia. N° 13,
Normas legales, Trujillo, 2002, p. xxi y ss.
184
La Constitución Política: un análisis funcional
(428) CARPIO MARCOS, Edgar. “Los derechos no enumerados”. En: Gutiérrez, Walter (dir.).
Ob. cit., (2005), pp. 324-325
(429) Código Procesal Constitucional:
Artículo 5.- Causales de improcedencia
“No proceden los procesos constitucionales cuando:
(…)
2. Existan vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del
derecho constitucional amenazado o vulnerado, salvo cuando se trate del proceso de hábeas
corpus;
(…)”.
185
Christian Guzmán Napurí
186
La Constitución Política: un análisis funcional
(433) Sobre el particular: STARCK, Christian. “Derechos fundamentales y derecho privado”. En:
Revista española de Derecho Constitucional. Año 22, N° 66. Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2002, p. 65 y ss.
(434) STC Exp. N° 6546-2006-PA/TC, de fecha 18 de agosto de 2006.
187
Christian Guzmán Napurí
cional interpuesto por don César Augusto Zúñiga López contra la sentencia
de la Sala Especializada de Derecho Constitucional de la Corte Superior de
Justicia de Lambayeque, que declaró improcedente la demanda.
Es el caso que, con fecha 8 de setiembre de 2005, el recurrente inter-
puso demanda de amparo contra la Empresa Prestadora de Servicios de Sa-
neamiento de Lambayeque (EPSEL S.A.) solicitando la restitución de sus
derechos constitucionales a la salud y a la propiedad, afectados indebida-
mente al habérsele privado del servicio de agua potable.
188
La Constitución Política: un análisis funcional
Es así que el Tribunal considera que existen una serie de razones que
justifican su consideración o reconocimiento en calidad de derecho funda-
mental; en tanto su reconocimiento se encontraría ligado directamente a va-
lores tan importantes como la dignidad del ser humano y el Estado Social
y Democrático de Derecho, consignados precisamente en el precepto cons-
titucional antes citado, con lo discutible que resulta ser dicho concepto(436).
El Tribunal Constitucional señala que el derecho al agua potable, a la
luz del contexto descrito, supondría, primariamente, un derecho de natura-
leza positiva o prestacional, cuya promoción correspondería fundamental-
mente al Estado. Su condición de recurso natural esencial lo convertiría en
un elemento básico para el mantenimiento y desarrollo no solo de la exis-
tencia y la calidad de vida del ser humano, sino de otros derechos tan ele-
mentales como la salud, el trabajo y el medio ambiente, resultando prácti-
camente imposible imaginar que sin la presencia del líquido elemento, el
individuo pueda ver satisfechas sus necesidades elementales y aun aque-
llas otras que, sin serlo, permiten la mejora y aprovechamiento de sus con-
diciones de existencia.
El Tribunal refiere, finalmente, que aun cuando no forma parte de la
materia controvertida, queda claro que la consideración del rol esencial
del agua en beneficio del individuo y de la sociedad en su conjunto, permi-
te considerar su estatus no solo al nivel de un derecho fundamental, sino
de un valor objetivo que al Estado Constitucional corresponde privilegiar.
Supuestos mínimos
En cuanto a la posición del individuo como beneficiario del derecho
fundamental al agua potable, el Tribunal Constitucional ha establecido que
el Estado se encuentra en la obligación de garantizarle cuando menos tres
elementos esenciales, que deberían entenderse como componentes de su
contenido esencial: El acceso, la calidad y la suficiencia. El acceso, desde
tal perspectiva, debe suponer que desde el Estado deben crearse, directa o
indirectamente –a través de concesionarios– condiciones de acercamiento
del recurso líquido a favor del destinatario, que no obstante ello genera un
costo que el particular tendría que cubrir.
La calidad, según el Tribunal Constitucional, constituye la obliga-
ción de garantizar condiciones plenas de salubridad en el agua, así como
(436) Para un análisis sobre esta materia, enfocado en la STC Exp. N° 06534-2006-PA/TC, que
también trata sobre este derecho: NUÑOVERO CISNEROS, Lucía. “Derecho fundamental
al agua: Debate pendiente sobre la política del agua”. En: Gaceta Constitucional & Procesal
Constitucional. Tomo 77. Gaceta Jurídica, Lima, mayo 2014, p. 202.
189
Christian Guzmán Napurí
La perspectiva internacional
Ahora bien, el derecho al agua potable ha sido tratado por instrumentos
internacionales, debiendo determinarse el nivel de obligatoriedad de cada
uno de ellos. En primer lugar tenemos la Resolución de la Asamblea Gene-
ral de las Naciones Unidas N° 64/292 de fecha 28 de julio de 2010 la cual
en su artículo 1 “Reconoce que el derecho al agua potable y el saneamien-
to es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de to-
dos los derechos humanos”(437).
Asimismo, la Observación general 15, Aplicación del Pacto Internacio-
nal de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, El derecho al agua;
emitida por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, refi-
riéndose fundamentalmente a los artículos 11(438) y 12(439) del referido pacto
en tanto “el derecho al agua se encuadra claramente en la categoría de las
garantías indispensables para asegurar un nivel de vida adecuado, en particu-
lar porque es una de las condiciones fundamentales para la supervivencia”.
(437) KU YANASUPO, Lily. “El derecho al agua y el debate sobre su posible constitucionalización”.
En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 75. Gaceta Jurídica, Lima, marzo
2014, p. 53.
(438) 1. “Los Estados Parte en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una
mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Parte tomarán medidas apropiadas
para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial
de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.
(…)”.
(439) 1. “Los Estados Parte en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental.
(…)”.
190
La Constitución Política: un análisis funcional
(440) Se dice que existe un monopolio natural cuando la provisión de determinadas cantidades de un
conjunto de bienes o servicios cuesta menos cuando estas son producidas por una sola empresa
que cuando las mismas son producidas por dos o más firmas, incluso considerando al Estado entre
ellas. Esta es una aplicación del concepto de subaditividad de costos y proviene en general de
consideraciones tecnológicas u operativas. Sobre el particular: GALLARDO, José. Disyuntivas
en la teoría normativa de la regulación: El caso de los monopolios naturales. PUCP, CISEPA,
Lima, 1999. Sobre este tema tan importante vamos a volver más adelante con mayor amplitud,
al tratar el régimen económico de la Constitución.
(441) Constitución de 1993:
Artículo 60.- El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta
en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa.
Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial,
directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional.
La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal.
(442) Sobre el particular: BARRA ZAMALLOA, Arturo. “El sector privado como aliado del Estado
para mejorar la prestación del servicio de agua y saneamiento en las EPS”. En: Administración
Pública & Control. N° 7. Gaceta Jurídica, Lima, julio 2014, p. 73 y ss.
191
Christian Guzmán Napurí
(443) Para una visión distinta: KU YANASUPO, Lily. Ob. cit., pp. 56-57.
(444) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit. Tomo 2, p. 106 y ss.
(445) PUNTRIANO ROSAS, César. “El libre acceso a las prestaciones de salud y pensiones”. En:
Gutiérrez, Walter (Dir.). Ob. cit. (2013), Tomo I, p. 596 y ss.
192
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, dicho artículo señala que la ley establece la entidad del
Gobierno Nacional que administra los regímenes de pensiones a cargo
del Estado, que es en este caso la Oficina de Normalización Previsional,
desaprovechando la oportunidad de cerrar definitivamente el sistema públi-
co, manteniendo al Estado como supervisor y garante de la seguridad so-
cial. Es preciso señalar que esta disposición es un agregado producto de la
Ley N° 28389, que como veremos más adelante reformó el sistema previ-
sional a cargo del Estado.
Ahora bien, en una economía con un elevado nivel de informalidad
como la nuestra, la base para generar pensiones contributivas es reducida.
Se intentó incorporar a los independientes en el sistema, pero ello fue de-
rogado posteriormente por el Congreso. En buena cuenta el sistema, sea
privado o público, genera la obligación de ahorrar solo para quien posee
empleo formal, dejando a muchas personas sin pensión, lo cual es clara-
mente ineficiente.
Lo antes indicado opera al margen de la preferencia por uno u otro sis-
tema, siendo sin embargo que el sistema privado resulta ser más rentable, al
generar mejores resultados respecto de los fondos administrados. A lo que
debe agregarse la controversia respecto a la rentabilidad de los referidos
sistemas, en relación con el empleo del sistema financiero o de seguros(446).
Una propuesta interesante, que se ha estado analizando, es que sea el
Estado el que costee el íntegro de la seguridad social a través de un siste-
ma al cual todos aporten en mayor o menor medida, de tal suerte que todas
sean pensiones no contributivas, de manera similar a como opera Pensión
65(447). Un ejemplo de ello es la aplicación de un porcentaje del Impuesto
General a las Ventas, la cual en mayor o menor medida aportamos todos.
Dicho mecanismo, sin embargo, tiene sus dificultades. En primer lu-
gar, determinar la pensión que a cada persona le correspondería resultaría
muy complicado. Luego es preciso determinar si este diseño incorporaría
a las administradoras privadas, teniendo en cuenta que una empresa priva-
da sería más eficiente en administrar el fondo que se genere.
Y se debe hilar fino, porque debe determinarse si el gasto público va a
verse debidamente compensado. Es decir, si el hecho de que a la gente no
(446) Esto ha generado un abierto debate, donde diversos especialistas han señalado sus puntos de
vista e diversos medios especializados. Para una visión crítica: WEBB, Richard. “Las AFP”.
En: El Comercio. Lunes 4 de agosto de 2014. Contestando a la misma: MORRIS, Felipe. “¿Han
fracasado las AFP?”. En: Gestión. 5 de agosto de 2014.
(447) Sobre el particular: AA.VV. Envejecimiento con dignidad. Pensiones no contributivas para
reducir la pobreza en el Perú. OIT y otros, Lima, 2009.
193
Christian Guzmán Napurí
(448) Sobre el particular: ABANTO REVILLA, César. “Nuevas Reglas en materia de pensiones
estatales”. En: Gutiérrez, Walter (Dir.). Ob. cit. (2013), Tomo III, p. 1153 y ss.
(449) Sobre el particular: TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. “Aplicación de la ley en el tiempo”. En:
Gutiérrez, Walter (Dir.). Ob. cit. (2013), Tomo II, p. 651 y ss.
194
La Constitución Política: un análisis funcional
195
Christian Guzmán Napurí
6. A MODO DE CONCLUSIÓN
Los derechos fundamentales muestran un conjunto de atributos, que
es necesario analizar para tener una perspectiva completa de ellos. Uno de
dichos atributos es las dimensiones de dichos derechos. Una de ellas es la
subjetiva, enfocada en el individuo; así como la objetiva, enfocada en la
sociedad en su conjunto, siendo por ello socialmente eficiente la tutela de
los derechos fundamentales.
En este orden de ideas, existen derechos fundamentales que son abso-
lutos, derechos que pueden ser limitados de manera restringida, así como
aquellos que son susceptibles de ser limitados por el Estado o la Adminis-
tración Pública; existiendo parámetros para que dichas limitaciones sean
legítimas, como son la reserva de ley, el contenido esencial, así como la ra-
zonabilidad y la proporcionalidad.
Además, es posible que nos encontremos ante antinomias entre dere-
chos fundamentales, los mismos que se resuelven empleando aquellas téc-
nicas que resulten ser más eficientes; teniendo en cuenta que un derecho
constitucional antes mencionada, más aún si no se contrapone con el criterio de reajuste perió-
dico de las pensiones que prevé la Segunda Disposición Final y Transitoria de la Constitución
de acuerdo con una distribución equitativa del monto de la misma.
Siendo ello así, el Estado asume la obligación de adoptar las medidas correspondientes a fin de
garantizar el derecho fundamental a la pensión en términos de justicia distributiva e igualdad.
Ahora bien, la aplicación del test de la razonabilidad a este caso concreto, en cuanto se refiere a
la supuesta reforma en sentido peyorativo del derecho fundamental a la pensión, permite llegar
a la conclusión de que la Ley N° 28389, que reforma la Primera Disposición Final y Transitoria
de la Constitución, no comporta una reformatio in peius.
La intervención del legislador ha sido objetiva, razonable y proporcional, puesto que con tal
reforma se consiguió un fin constitucionalmente legítimo, urgente, necesario y posible, cual es
otorgar la pensión de manera equitativa entre las personas.
De otro lado, aplicado el test de razonabilidad, a través de los principios de idoneidad, necesi-
dad y proporcionalidad strictu sensu, se concluye que la reforma constitucional no priva a las
personas del derecho a la pensión, y mucho menos les impide su acceso. Por el contrario, lo
que se busca es que el goce de ese derecho se realice mediante la materialización de valores
superiores como la justicia e igualdad.
(452) LANDA ARROYO, César. “Los precedentes constitucionales”. En: Justicia Constitucional.
Año III, N° 5. Palestra, Lima, 2007, p. 46 y ss.
(453) GARCÍA BELAÚNDE, Domingo. “Sobre el control de la reforma constitucional”. En: Revista
de Derecho Político. N° 66. UNED, Madrid, 2006, pp. 492-493.
196
La Constitución Política: un análisis funcional
fundamental solo puede ser desplazado por otro, como ya lo hemos seña-
lado anteriormente.
Por otro lado, el listado de derechos constitucionales no es taxativo, lo
cual implica que el supremo intérprete de la Constitución puede deducir la
existencia de otros derechos que se encuentran implícitos. Este mecanis-
mo, sin embargo, requiere de determinados parámetros puesto que no toda
situación activa del particular puede ser considerada un derecho y menos
aún un derecho fundamental.
Finalmente, es preciso tener en cuenta la existencia de derechos socia-
les, entre los que destacan los derechos pensionarios, los mismos que re-
quieren de tutela por parte del Estado, pero que muestran dificultades en
términos de la eficiencia de dicha protección, a lo que debemos agregar la
existencia de límites a los mismos, señalados por el Tribunal Constitucional.
197
Capítulo V
UN ANÁLISIS DE LA EFICIENCIA
EN EL USO DE LOS PROCESOS
CONSTITUCIONALES PARA TUTELAR
DERECHOS FUNDAMENTALES
Capítulo V
UN ANÁLISIS DE LA EFICIENCIA EN EL USO
DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES PARA
TUTELAR DERECHOS FUNDAMENTALES
1. GENERALIDADES
Dada la existencia de un principio sustantivo, en este caso el princi-
pio de preferencia por los derechos fundamentales, resulta indispensable
establecer los mecanismos adjetivos para proteger el mismo. Para ello se
han creado los procesos constitucionales de la libertad, vale decir, aque-
llos que se encuentran destinados a proteger derechos fundamentales(454),
protección cuya pertinencia se ha ido universalizando hasta convertirse en
una regla general(455).
Dichos procesos constitucionales, en el caso peruano, son el Proceso de
Amparo, el Hábeas Data y el Hábeas Corpus. El proceso de cumplimiento
se encuentra en la práctica a mitad de camino entre los procesos constitu-
cionales de la libertad y los llamados orgánicos, como la acción popular o
el proceso competencial, configurando también un mecanismo de control
directo del accionar administrativo.
Así, conforme lo dispuesto por el artículo 1 del Código Procesal Consti-
tucional, la finalidad de dichos procesos constitucionales es proteger los de-
rechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación
(454) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Título Preliminar del Código Procesal Constitucional”. En:
Estudios y Jurisprudencia del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009,
p. 12 y ss.
(455) BON, Pierre. “La protección constitucional de los derechos fundamentales: Aspectos de derecho
comparado europeo”. En: Revista del Centro de Estudios Constitucionales. N° 11. Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1992, p. 43 y ss.
201
Christian Guzmán Napurí
(456) Sobre el particular: MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Exégesis del Código Procesal Constitucional.
Gaceta Jurídica, Lima, 2013, Tomo I, pp. 168-169.
(457) ABAD YUPANQUI, Samuel. “El proceso de amparo”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Cons-
titución Comentada. Tomo III, Gaceta Jurídica, 2013, Lima, pp. 1001-1002.
(458) FIGUEROA GUTARRA, Edwin. “El Titulo Preliminar del Código Procesal Constitucional”.
En: Gaceta Constitucional. N° 43. Gaceta Jurídica, Lima, julio 2011, pp. 308-309; CASTILLO
CÓRDOVA, Luis. Ob. cit., p. 47 y ss.
202
La Constitución Política: un análisis funcional
2. EL PROCESO DE AMPARO
El primer proceso constitucional es aplicable a los derechos fundamen-
tales en general, exceptuando aquellos que son de competencia del hábeas
data, como veremos más adelante. El Código Procesal Constitucional enu-
mera una larga batería de derechos, de manera enunciativa, señalando sin
embargo que no procede en defensa de un derecho que carece de sustento
constitucional directo o que no está referido a los aspectos constitucional-
mente protegidos del mismo.
Un elemento clave es la necesidad del agotamiento de la vía previa.
Sin embargo, existen diversas excepciones a esta obligación, las cuales se
encuentran referidas a que una resolución, que no sea la última en la vía
administrativa, sea ejecutada antes de vencerse el plazo para que quede con-
sentida; por el agotamiento de la vía previa la agresión pudiera convertir-
se en irreparable; la vía previa no se encuentra regulada o ha sido iniciada
innecesariamente por el afectado; o no se resuelve la vía previa en los plazos
fijados para su resolución. Ello teniendo en cuenta que en caso de duda res-
pecto al agotamiento de la vía se prefiere seguir con el proceso de amparo.
Es importante señalar que el proceso de amparo procede contra resolu-
ciones judiciales, siempre que sean dictadas con manifiesto agravio a la tu-
tela procesal efectiva, que comprende el acceso a la justicia y el debido pro-
ceso. Se señala que es improcedente cuando el agraviado dejó consentir la
resolución que dice afectarlo. De hecho, la jurisprudencia del Tribunal Cons-
titucional ha ampliado dichos conceptos, señalando la procedencia del am-
paro ante vulneraciones a derechos fundamentales en general(459). A su vez,
el artículo 4 del Código Procesal Constitucional(460) define el concepto de
tutela procesal efectiva, estableciendo su contenido de manera enunciativa.
203
Christian Guzmán Napurí
(461) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El proceso constitucional de amparo”. En: Estudios y Juris-
prudencia del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, pp. 169-170.
(462) Código Procesal Constitucional:
Artículo 26.- Legitimación
La demanda puede ser interpuesta por la persona perjudicada o por cualquier otra en su favor,
sin necesidad de tener su representación. Tampoco requerirá firma del letrado, tasa o alguna
otra formalidad. También puede interponerla la Defensoría del Pueblo.
(463) Código Procesal Constitucional:
Artículo 27.- Demanda
La demanda puede presentarse por escrito o verbalmente, en forma directa o por correo, a través
de medios electrónicos de comunicación u otro idóneo. Cuando se trata de una demanda verbal,
se levanta acta ante el Juez o Secretario, sin otra exigencia que la de suministrar una sucinta
relación de los hechos.
204
La Constitución Política: un análisis funcional
205
Christian Guzmán Napurí
(471) ROJAS POMAR, Héctor. “Hábeas corpus correctivo: Protección frente a condiciones y tratos
inhumanos en prisión”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 80. Gaceta
Jurídica, Lima, agosto 2014, p. 45 y ss.
(472) STC Exp. N° 04743-2012-PHC/TC.
(473) DONAYRE MONTESINOS, Christian. Ob. cit., p. 182.
(474) PAZO PINEDA, Oscar Andrés. “El hábeas corpus preventivo: Ante amenaza cierta e inminente
de la privación de la libertad”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 80.
Gaceta Jurídica, Lima, agosto, 2014, p. 31.
(475) De voto singular del magistrado Mesía Ramírez:
“(…)
A mi juicio, la demanda de autos puede ser entendida y analizada como un hábeas corpus res-
tringido o como un hábeas corpus preventivo, por cuanto la denuncia fiscal sin citación previa
del denunciado conlleva la afectación del derecho de defensa y porque la reserva de la acción
penal en los términos propuestos por el fiscal emplazado genera una molestia o restricción en
el derecho a la integridad psíquica de don Pinkas José Flint Blanck.
(…)”.
206
La Constitución Política: un análisis funcional
(476) MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Ob. cit., pp. 975-976; DONAYRE MONTESINOS, Christian.
Ob. cit., p. 196 y ss.
(477) MELÉNDEZ SAENZ, Jorge M. “El hábeas corpus traslativo: Protección ante la demora en la
tramitación de los procesos judiciales”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional,
Tomo 80. Gaceta Jurídica, Lima, agosto, 2014, p. 39.
(478) DONAYRE MONTESINOS, Christian. Ob. cit., p. 244 y ss.
(479) “24. El hábeas corpus es un proceso constitucional reconocido en el artículo 200.1 de la Cons-
titución, que procede ante cualquier violación o amenaza de la libertad individual o derechos
conexos. Ello puede suceder tanto respecto de derechos directamente conexos con el de la
libertad, como respecto de derechos diferentes a la libertad, si su eventual lesión se genera,
precisamente, como consecuencia directa de una situación de privación o restricción del derecho
a la libertad individual. [Exp. Nº 1429-2002-HC/TC].
En el caso de autos, estamos ante lo que doctrinariamente se ha definido como hábeas corpus
instructivo, en el cual, el juez constitucional “a partir de sus indagaciones sobre el paradero
del detenido-desaparecido, busca identificar a los responsables de la violación constitucional,
para su posterior proceso y sanción penal en la vía ordinaria, en base al artículo 11 de la Ley
Nº 23506” [LANDA ARROYO, César. Teoría del Derecho Procesal Constitucional, p. 117].
Esa deberá ser la labor que realice el juez del hábeas corpus al llevar a cabo la investigación
sumaria que dispone la Ley Nº 23506, cuando se trate de un caso de desaparición forzada”.
(480) RIVERA PAZ, Carlos. “Jurisprudencia sobre el hábeas corpus instructivo. Caso Villegas
Namuche”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional, Tomo 80. Gaceta Jurídica,
Lima, agosto 2014, pp. 60-61.
207
Christian Guzmán Napurí
4. EL HÁBEAS DATA
Por otro lado, el hábeas data es empleado para proteger dos derechos
específicos, que son el acceso a la información pública y la autodetermina-
ción informativa. El primero implica que toda persona puede solicitar sin
expresión de causa la información que requiera y recibirla de cualquier en-
tidad pública, en el plazo legal(486). A este derecho nos hemos referido con
anterioridad en el capítulo anterior de este libro.
208
La Constitución Política: un análisis funcional
seguridad nacional. El secreto bancario y la reserva tributaria pueden levantarse a pedido del
juez, del Fiscal de la Nación, o de una comisión investigadora del Congreso con arreglo a ley
y siempre que se refieran al caso investigado.
(…)
(487) Numeral 6 del artículo 2 de la Constitución de 1993.
(488) CARRASCO GALLARDO, Milushca. “Privacidad de la intimidad personal y familiar”. En:
Gutiérrez, Walter. Ob. cit., Tomo I, p. 166.
(489) CASTRO CRUZATT, Karín. “El proceso de hábeas data”. En: Estudios y Jurisprudencia del
Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 218.
209
Christian Guzmán Napurí
y el principio de finalidad por el cual los datos personales deben ser reco-
pilados para una finalidad determinada, explícita y lícita(490). Dicho princi-
pio implica que el tratamiento de los datos personales no debe extenderse a
otra finalidad que no haya sido la establecida de manera inequívoca como
tal al momento de su recopilación, excluyendo los casos de actividades de
valor histórico, estadístico o científico, cuando se utilice un procedimiento
de disociación(491) o anonimización(492).
Ahora bien, la norma preceptúa que las limitaciones al ejercicio del de-
recho fundamental a la protección de datos personales solo pueden ser es-
tablecidas por ley, respetando su contenido esencial y estar justificadas en
razón del respeto de otros derechos fundamentales o bienes constitucional-
mente protegidos. Como ya lo hemos señalado, estos son los parámetros
aplicables para la limitación de derechos fundamentales que no son abso-
lutos, con lo cual la norma no está señalando nada nuevo.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que este derecho puede verse
enfrentado a otros, en particular el derecho al acceso a la información pú-
blica, con lo cual es necesario emplear las técnicas a las cuales nos hemos
referido en el capítulo anterior de este libro, para efectos de determinar si
cabe no solo su limitación, sino también su desplazamiento(493), teniendo en
cuenta además la dimensión objetiva de ambos derechos.
Un caso interesante es el del acceso de cualquier persona al registro
civil que es administrado por el Reniec, situación en la cual no resulta am-
parable un hábeas data a fin de evitar que dicha entidad proporcione el ac-
ceso solicitado, en particular teniendo en cuenta que dicho registro no po-
see datos sensibles. A ello debe agregarse que muchas entidades públicas,
a través de sendos convenios, acceden a dicho registro a fin de ejercer sus
competencias administrativas.
(490) ORREGO, César Augusto. “Una aproximación al contenido constitucional del derecho de
autodeterminación informativa en el ordenamiento jurídico peruano”. En: Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano. Año XIX. Universidad del Rosario, Bogotá, 2013, p. 326 y ss.;
CASTRO CRUZATT, Karín. Ob. cit., pp. 217-218.
(491) Procedimiento de disociación. Tratamiento de datos personales que impide la identificación o
que no hace identificable al titular de estos. El procedimiento es reversible.
(492) Procedimiento de anonimización. Tratamiento de datos personales que impide la identificación
o que no hace identificable al titular de estos. El procedimiento es irreversible.
(493) Respecto a la “relatividad” de este derecho: BAZÁN, Víctor. “Hábeas data y el derecho de
autodeterminación informativa en perspectiva de derecho comparado”. En: Estudios Constitu-
cionales. Año 3, N° 2. Universidad de Talca, Talca, 2005, p. 121 y ss.
210
La Constitución Política: un análisis funcional
(494) STC Exp. N° 06164-2007-HD/TC. Sobre el particular: SAGÜES, Néstor Pedro. “El hábeas
data en Argentina (orden nacional)”. En: Ius et Praxis. Vol. 3, N° 1. Universidad de Talca, Talca,
1997, p. 143 y ss. MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Ob. cit., Tomo II, p. 44 y ss.
(495) Ley de protección de datos personales:
Artículo 18.- Derecho de información del titular de datos personales
El titular de datos personales tiene derecho a ser informado en forma detallada, sencilla, ex-
presa, inequívoca y de manera previa a su recopilación, sobre la finalidad para la que sus datos
personales serán tratados; quiénes son o pueden ser sus destinatarios, la existencia del banco
de datos en que se almacenarán, así como la identidad y domicilio de su titular y, de ser el caso,
del encargado del tratamiento de sus datos personales; el carácter obligatorio o facultativo de
sus respuestas al cuestionario que se le proponga, en especial en cuanto a los datos sensibles;
la transferencia de los datos personales; las consecuencias de proporcionar sus datos personales
y de su negativa a hacerlo; el tiempo durante el cual se conserven sus datos personales; y la
posibilidad de ejercer los derechos que la ley le concede y los medios previstos para ello.
Si los datos personales son recogidos en línea a través de redes de comunicaciones electrónicas,
las obligaciones del presente artículo pueden satisfacerse mediante la publicación de políticas
de privacidad, las que deben ser fácilmente accesibles e identificables.
(496) SAGÜES, Nestor Pedro. Ob. cit., p. 144; PUCCINELLI, Oscar Raúl. “Evolución histórica
y análisis de las diversas especies, subespecies, tipos y subtipos de hábeas data en América
Latina”. En: Vniversitas N° 107. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2004, p. 490.
(497) Ley de protección de datos personales:
Artículo 20.- Derecho de actualización, inclusión, rectificación y supresión
El titular de datos personales tiene derecho a la actualización, inclusión, rectificación y supresión
de sus datos personales materia de tratamiento, cuando estos sean parcial o totalmente inexactos,
incompletos, cuando se hubiere advertido omisión, error o falsedad, cuando hayan dejado de
211
Christian Guzmán Napurí
ser necesarios o pertinentes a la finalidad para la cual hayan sido recopilados o cuando hubiera
vencido el plazo establecido para su tratamiento.
Si sus datos personales hubieran sido transferidos previamente, el encargado del banco de datos
personales debe comunicar la actualización, inclusión, rectificación o supresión a quienes se
hayan transferido, en el caso que se mantenga el tratamiento por este último, quien debe también
proceder a la actualización, inclusión, rectificación o supresión, según corresponda.
Durante el proceso de actualización, inclusión, rectificación o supresión de datos personales, el
encargado del banco de datos personales dispone su bloqueo, quedando impedido de permitir que
terceros accedan a ellos. Dicho bloqueo no es aplicable a las entidades públicas que requieren
de tal información para el adecuado ejercicio de sus competencias, según ley, las que deben
informar que se encuentra en trámite cualquiera de los mencionados procesos.
La supresión de datos personales contenidos en bancos de datos personales de administración
pública se sujeta a lo dispuesto en el artículo 21 del Texto Único Ordenado de la Ley 27806,
Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, o la que haga sus veces.
(498) SAGÜES, Néstor Pedro. Ob. cit., p. 145; PUCCINELLI, Oscar Raúl. Ob. cit., pp. 491-492.
(499) Ibídem, pp. 492-493.
(500) Ibídem, pp. 493-494.
212
La Constitución Política: un análisis funcional
de datos que por el paso del tiempo o por sentencia firme se impide su
comunicación a terceros.
Asimismo, el hábeas data desvinculador o disociador(501) sirve para im-
pedir que terceros conozcan la identificación de una o más personas cuyos
datos han sido almacenados en función de determinados aspectos genera-
les como la edad, raza, sexo, ubicación social, grado de instrucción, idioma,
profesión. Lo que se pretende es que el titular de la base de datos efectúe
un procedimiento de disociación, a lo cual nos hemos referido líneas arriba.
Asimismo, se señala la existencia del denominado hábeas data cifrador
o encriptador, el cual tiene como finalidad que el dato sea guardado bajo
un código que solo puede ser descifrado por quien está autorizado a hacer-
lo. Es necesario señalar que en la actualidad este tipo de hábeas data care-
ce de reconocimiento en los ordenamientos de Latinoamérica(502), sin per-
juicio del que efectúa la doctrina y la jurisprudencia.
Por otro lado, el hábeas data cautelar, según el Tribunal Constitucio-
nal, se dirige a impedir la manipulación o publicación del dato en el mar-
co de un proceso, a fin de asegurar la eficacia del derecho a protegerse. Sin
embargo, este mismo efecto podría obtenerse a través de una medida cau-
telar solicitada en el proceso que se está sustanciando, con lo cual esta mo-
dalidad resulta ser muy discutible.
Además, el hábeas data garantista busca el control técnico en el mane-
jo de los datos, a fin de determinar si el sistema informativo, computariza-
do o no, garantiza la confidencialidad y las condiciones mínimas de segu-
ridad de los datos y su utilización de acuerdo con la finalidad para la cual
han sido almacenados.
Una modalidad muy interesante es el hábeas data interpretativo, que
tiene como objeto impugnar las valoraciones o conclusiones a las que lle-
ga el que analiza la información personal almacenada. Sin embargo, sal-
vo un posterior desarrollo legislativo o jurisprudencial, este tipo de hábeas
corpus puede confundirse con el hábeas data aclaratorio, que es –a su vez–
una modalidad de hábeas data aditivo.
Finalmente el hábeas data indemnizatorio o resarcitorio consiste en so-
licitar la indemnización por el daño causado con la propalación de la infor-
mación(503). Es preciso señalar, sin embargo, que esta modalidad carece de
reconocimiento en nuestro ordenamiento. Ello, no obstante que la ley de
213
Christian Guzmán Napurí
5. EL PROCESO DE CUMPLIMIENTO
El Proceso de Cumplimiento no ha estado exento de polémica(505). La
doctrina lo ha considerado entre los procesos constitucionales que tute-
lan derechos fundamentales, pero también como un proceso constitucio-
nal destinado más bien a proteger principios constitucionales, cuya finali-
dad es corregir la inactividad de la Administración Pública, sea formal o
material(506). Sin embargo, el Tribunal Constitucional ha establecido que el
derecho que el proceso de cumplimiento tutela es el de defender la efica-
cia de las normas y de los actos administrativos(507), el cual goza de protec-
ción constitucional(508).
214
La Constitución Política: un análisis funcional
los criterios expuestos en la STC Exp. N° 0168-2005-PC/TC”. En: Actualidad Jurídica. Tomo
147. Gaceta Jurídica, Lima, febrero, 2006, p. 146.
(509) STC Exp. N° 0168-2005-PC/TC.
(510) SOSA SACIO, Juan Manuel. Ob. cit., p. 286.
215
Christian Guzmán Napurí
216
La Constitución Política: un análisis funcional
217
Christian Guzmán Napurí
(514) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El proceso constitucional de amparo”, Ob. cit., p. 158.
(515) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Amparo residual en el Perú”. En: Justicia Constitucional.
Revista de Jurisprudencia y Doctrina. Año I, N° 2. Palestra, Lima, 2005, p. 71 y ss. A su vez,
para una crítica de dicho trabajo: EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “El amparo como pro-
ceso ‘residual’, en el Código Procesal Constitucional peruano”. En: Revista Iberoamericana
de Derecho Procesal Constitucional. N° 8. Porrúa, México, 2007, p. 160 y ss.
218
La Constitución Política: un análisis funcional
219
Christian Guzmán Napurí
220
La Constitución Política: un análisis funcional
221
Christian Guzmán Napurí
8. A MODO DE CONCLUSIÓN
La Constitución consagra un conjunto de procesos destinados a tutelar
derechos fundamentales, los cuales muestran una clara eficiencia social, que
deriva a su vez de la que generan dichos derechos, sustentada en el princi-
pio de preferencia por los derechos fundamentales. Ello dado que muestran
que dichos procesos poseen ventajas que otras vías jurisdiccionales no os-
tentan y que se encuentran explicitadas en el Código Procesal Constitucio-
nal. Sin embargo es necesario efectuar algunos ajustes a su regulación le-
gal, a fin que esta sea más eficiente para la tutela de los derechos.
Dichos procesos no obstante se encuentran limitados por la existencia
del principio de subsidiaridad o residualidad contenido en el Código Pro-
cesal Constitucional, el mismo que es sumamente discutible y que afecta
dicha eficiencia. Finalmente, la protección de los derechos fundamentales
muestra dificultades derivadas de la falta de eficiencia del Poder Judicial
en la tramitación de los procesos.
222
Capítulo VI
EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
Y SU CONTENIDO ESENCIAL
SEGÚN EL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL PERUANO
Capítulo VI
EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y SU
CONTENIDO ESENCIAL SEGÚN EL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL PERUANO
1. INTRODUCCIÓN
Un derecho fundamental que resulta interesante analizar es el derecho
a la educación, considerando su naturaleza de derecho prestacional o de
segunda generación. Aquí es pertinente analizar precisamente como debe
definirse la obligación del Estado de tutelar este tipo de derechos funda-
mentales, los medios para mejorar la prestación del servicio, lo cual inclu-
ye incorporar mecanismos de mercado en la educación pública, prefiriendo
subvencionar la oferta a subvencionar la demanda, a fin de generar mayor
eficiencia social.
De hecho, el contenido esencial del derecho a la educación tiene va-
rios elementos. El artículo 13 de la Constitución establece en primer térmi-
no que la educación tiene por finalidad el desarrollo integral de la persona
humana, vinculándose inmediatamente con derechos como el libre desa-
rrollo de la personalidad, siendo esta su dimensión subjetiva(519). Además,
como veremos más adelante, el derecho a la educación posee un componen-
te objetivo que le otorga una importancia ineludible para el bienestar social.
Así, el derecho a la educación posee varios elementos. Por un lado, la
libertad de elección de la educación que el menor va a recibir. Asimismo,
el derecho a la educación incluye el derecho de los padres a participar del
225
Christian Guzmán Napurí
(520) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo 2, PUCP, Lima,
1999, p. 122. Como bien señala el autor, existe un tratamiento inorgánico de esta materia en
nuestra Constitución, que mezcla diversos ámbitos de los derechos relacionados con la educa-
ción, lo cual genera situaciones ineficientes en su regulación.
(521) Artículo 16 de la Constitución de 1993.
(522) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 2, p. 154.
(523) Artículo 14 de la Constitución de 1993.
(524) Artículo 15 de la Constitución de 1993.
(525) Artículo 17 de la Constitución de 1993.
(526) CAPCHA REYMUNDO, Olivia Blanca. Ob. cit., pp. 624-625.
226
La Constitución Política: un análisis funcional
límites los fines propios del proceso educativo(527), lo cual puede ser mate-
ria de debate respecto de la línea que separa uno de otro, para lo cual de-
beríamos emplear entonces los parámetros que hemos analizado en capítu-
los anteriores de este libro.
(527) SALAZAR GALLEGOS, Max. “Régimen universitario”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit.
(2013), p. 673; RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 2, pp. 173-174.
(528) STC Exp. N° 4646-2007-AA/TC, de fecha 18 de agosto de 2006.
(529) Fundamento 50.
(530) Fundamento 11, STC Exp. N° 4232-2004-AA/TC.
(531) Sobre el particular: SALAZAR GALLEGOS, Max. “Derecho a la educación. Libertad de
enseñanza”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima,
2005, p. 448.
(532) Constitución de 1979:
Artículo 21.- El derecho a la educación y a la cultura es inherente a la persona humana.
227
Christian Guzmán Napurí
La educación tiene como fin el desarrollo integral de la personalidad. Se inspira en los principios
de la democracia social. El Estado reconoce y garantiza la libertad de enseñanza.
(533) Para un análisis en ese sentido: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 2, p. 134 y ss.
(534) Constitución de 1993:
Artículo 3.- La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás
que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad
del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y
de la forma republicana de gobierno.
(535) CARPIO MARCOS, Edgar. “Los derechos no enumerados”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La
Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, pp. 324-325.
228
La Constitución Política: un análisis funcional
229
Christian Guzmán Napurí
(540) E/C.12/1999/10 de fecha 8 de diciembre de 1999, citada también por el Tribunal Constitucional
en las sentencias que venimos comentando.
230
La Constitución Política: un análisis funcional
(541) Sobre el particular: CAPCHA REYMUNDO, Olivia Blanca. “Derecho a la educación. Fines y
contenido. Promoción del desarrollo científico y tecnológico. Rol de los medios de comunicación
social”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit., Tomo I, 2013, pp. 635-636.
(542) Fundamento 18 de la sentencia materia de comentario.
231
Christian Guzmán Napurí
232
La Constitución Política: un análisis funcional
233
Christian Guzmán Napurí
234
La Constitución Política: un análisis funcional
235
Christian Guzmán Napurí
(554) GARMENDIA WILSON, Carlo Fabrizzio. “Educación: ¿Debemos dejar al gobierno una labor
tan importante para la competitividad?” En: Revista de Economía y Derecho. Vol. 10, N° 38.
UPC, Lima, 2013, p. 61 y ss.
(555) Constitución de 1993:
Artículo 17.- La educación inicial, primaria y secundaria son obligatorias. En las instituciones
del Estado, la educación es gratuita. En las universidades públicas el Estado garantiza el dere-
cho a educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan un rendimiento satisfactorio y no
cuenten con los recursos económicos necesarios para cubrir los costos de educación.
Con el fin de garantizar la mayor pluralidad de la oferta educativa, y en favor de quienes no
puedan sufragar su educación, la ley fija el modo de subvencionar la educación privada en
cualquiera de sus modalidades, incluyendo la comunal y la cooperativa.
El Estado promueve la creación de centros de educación donde la población los requiera.
El Estado garantiza la erradicación del analfabetismo. Asimismo fomenta la educación bilingüe
e intercultural, según las características de cada zona. Preserva las diversas manifestaciones
culturales y lingüísticas del país. Promueve la integración nacional.
(556) CROUCH, Luis. “Educación básica”. En: Perú: La oportunidad de un país diferente: próspero,
equitativo y gobernable. Banco Mundial, Lima, 2006, p. 636.
(557) BARBER, Michael, MOURSHED, Mona. Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor
desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos. McKinsey & Company, Washington, 2008,
p. 15 y ss.
236
La Constitución Política: un análisis funcional
(558) Sobre el particular: BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. Ob. cit. pp. 228-229.
(559) PARKIN, Michael. Ob. cit., pp. 351-353.
(560) BERNANKE, Ben S. y FRANK, Robert H. Principios de Economía. McGraw-Hill, Madrid,
2007, pp. 363-364.
237
Christian Guzmán Napurí
238
La Constitución Política: un análisis funcional
Las universidades son promovidas por entidades privadas o públicas. La ley fija las condiciones
para autorizar su funcionamiento.
La universidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados. Participan en ella los
representantes de los promotores, de acuerdo a ley.
Cada universidad es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administrativo
y económico. Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de la Constitución
y de las leyes.
(564) FRIEDMAN, Milton. Ob. cit., p. 255 y ss.
(565) THORN, Christian. “Educación Superior”. En: Perú: La oportunidad de un país diferente:
próspero, equitativo y gobernable. Banco Mundial, Lima, 2006, pp. 659-660.
239
Christian Guzmán Napurí
240
La Constitución Política: un análisis funcional
4. A MANERA DE CONCLUSIÓN
Es evidente que el derecho a la educación constituye un derecho fun-
damental, no solo a través de la deducción efectuada como resultado del
análisis de los diversos preceptos constitucionales sobre el particular, sino
además a través de la revisión de los diversos instrumentos internaciona-
les sobre el tema. El detalle es determinar sus alcances, así como su con-
tenido esencial.
En este orden de ideas, el acceso a la educación implica la posibili-
dad de que cualquier persona pueda recibir la misma, sin discriminación y
asegurando no solo su accesibilidad material sino también la económica,
sin perjuicio de la libertad de empresa o de comercio de los promotores de
centros educativos, en el caso que la prestación del servicio sea privado.
Finalmente, la calidad de la educación básica –que configura un servi-
cio público– obliga a emplear mecanismos adecuados para que la misma
sea efectiva. Ello pasa por establecer mecanismos de mercado de tal forma
que a través de la competencia los estándares de calidad se eleven debida-
mente, teniendo en cuenta que el problema de la educación en el Perú no
es uno de cobertura, sino de resultados educativos.
Para ello es necesario que el Estado pase de subvencionar la oferta a
subvencionar la demanda del servicio, asegurando su accesibilidad mate-
rial y económica, así como la aceptabilidad del mismo, ello a través de va-
les o cheques educativos, como se hace en diversos países donde se obtie-
nen resultados exitosos. El caso de Chile es importante en Latinoamérica.
Ello también resulta aplicable para la educación universitaria, en la cual
la creación de un organismo dependiente del Poder Ejecutivo no parece ser
la solución más eficiente, siendo necesario también el empleo de mecanis-
mos de mercado, con la finalidad de fortalecer la competencia y corregir
las distorsiones que muestra la educación universitaria.
241
Capítulo VII
LA UTILIZACIÓN
DE LOS PROCESOS LABORALES
Y SU JUSTIFICACIÓN ECONÓMICA
Capítulo VII
LA UTILIZACIÓN DE LOS PROCESOS
LABORALES Y SU JUSTIFICACIÓN
ECONÓMICA
1. INTRODUCCIÓN
Uno de los temas más interesantes en los últimos tiempos reside en el
nivel de protección de los derechos laborales por parte del ordenamiento,
que a su vez posee una relación directa con la existencia de rigideces apli-
cables a dichos derechos. A su vez, un elemento clave es el empleo del pro-
ceso de amparo para tutelarlos. Es decir, si es eficiente la regulación de es-
tos derechos, pero además la eficiencia de los mecanismos que se emplean
para tutelarlos
El problema radica, en primer lugar, en que dichos derechos tienden
a ser considerados por muchos como meros derechos programáticos, y en
segundo lugar, en el hecho de que su protección jurídica correspondería en
realidad a la norma laboral especial y cuya sustanciación legal debe estar
centralizada a nivel del denominado proceso ordinario laboral y la deno-
minada impugnación de despido.
En tal sentido, el análisis que haremos en las líneas siguientes preten-
de explicar la situación existente, su pertinencia y exponer la situación ini-
cial, en la cual el Tribunal Constitucional estaba permitiendo la reposición
de trabajadores despedidos arbitrariamente. Ello, a través del empleo de
diversos derechos fundamentales, algunos de naturaleza laboral; así como
otros que no tienen dicha etiología, como el derecho al debido proceso y
algunos de sus componentes, como el principio de tipicidad, el derecho de
defensa, la motivación debida y otros.
245
Christian Guzmán Napurí
2. ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL
El análisis a realizar parte de varias sentencias del Tribunal Constitu-
cional, en las cuales la citada entidad ha considerado que a partir de los de-
rechos fundamentales existentes en la Constitución puede reponerse a aque-
llos trabajadores que han sido despedidos de manera arbitraria, pertenezcan
al ámbito de la actividad privada o no, interpretación que es previa a la pro-
mulgación del Código Procesal Constitucional.
El Tribunal Constitucional, además, había establecido un esquema de
estabilidad laboral propio que no se encuentra instituido con claridad en el
texto constitucional o permitiendo que los despidos arbitrarios puedan im-
pugnarse a través del proceso de amparo. Lo antes señalado se enmarca en
la célebre sentencia emitida en contra de la empresa Telefónica del Perú, a
la cual haremos mención más adelante.
En este orden de ideas, recurriremos para el análisis a varias de las sen-
tencias emitidas sobre el particular por el Tribunal Constitucional, en la cual
se establece claramente la reposición en el cargo del demandante, como re-
sultado de un despido arbitrario, basándose en consideraciones distintas a
las establecidas en el proceso ordinario laboral y en cuanto al régimen de
la actividad privada(570), para concluir en las más recientes, que canalizan el
(569) Para una importante crítica a la posición del Tribunal Constitucional: CASTILLO CÓRDOVA,
Luis. “Algunas críticas al criterio del Tribunal Constitucional sobre la procedencia del amparo
en defensa del derecho al trabajo”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Año 11, N° 89. Gaceta
Jurídica, Lima, 2006, p. 39 y ss.
(570) STC Exp. N° 969-96-AA/TC. Chincha. Caso Luis Fernando Ochoa de la Cruz.
246
La Constitución Política: un análisis funcional
3. L O S D E R E C H O S L A B O R A L E S C O M O D E R E C H O S
FUNDAMENTALES
No es ya ninguna novedad que los derechos laborales, contenidos en
la Constitución peruana, deben ser considerados derechos fundamentales,
previsión que existe desde la Constitución mexicana de Querétaro de 1917
y la Constitución alemana de Weimar de 1919(571). La explicación de ello
surge de manera inmediata si consideramos la existencia de la denominada
cláusula de derechos implícitos, contenida en el artículo 3 de la Constitu-
ción, el mismo que permite incluir en el catálogo de derechos fundamenta-
les a aquellos que se encuentran diseminados por el resto de la Carta Mag-
na, así como aquellos que pueden deducirse de la dignidad del hombre, o
en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de dere-
cho y de la forma republicana de gobierno.
(571) Sin embargo ambos experimentos fueron fallidos. Ver: FERNÁNDEZ-MIRANDA CAMPOA-
MOR, Alfonso. “El Estado Social”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. N° 69.
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2003, pp. 151-152.
247
Christian Guzmán Napurí
(572) Como veremos más adelante, en términos de titularidad las reglas de inalienabilidad prohíben
expresamente la transferencia de la titularidad, y señalan que el Estado define la compensación
de la afectación de la titularidad, así como la sanción a hacerse efectiva contra la persona que
afectó la titularidad de otra
(573) Sobre el particular: TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge Luis. “Principios de la relación laboral”.
En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, Tomo
1, p. 797
(574) CASCAJO, José Luis. “La Tutela Constitucional de los Derechos Sociales”. En: Cuadernos y
Debates. N° 5. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1988, p. 449
(575) GARCÍA BELAUNDE, Domingo. “La Interpretación Constitucional como problema”.
En Pensamiento Constitucional. PUCP, Lima, 1994, p. 29.
248
La Constitución Política: un análisis funcional
249
Christian Guzmán Napurí
(580) Un análisis interesante de esto puede encontrarse en: POSNER, Richard A. El análisis económico
del Derecho. Fondo de Cultura Económica. México, 1998, p. 314.
250
La Constitución Política: un análisis funcional
251
Christian Guzmán Napurí
(582) Sobre el particular: ARCE, Elmer. La nulidad del despido lesivo de derechos constitucionales.
Fondo Editorial PUCP, Lima, 1999, p. 80 y ss.
(583) Ley 23506:
Artículo 25.- Derechos no protegidos. No dan lugar a la acción de Amparo los derechos a que
se refiere la Sexta de las Disposiciones Generales y Transitorias de la Constitución (de 1979).
(584) Constitución de 1993:
UNDÉCIMA.- Las disposiciones de la Constitución que exijan nuevos o mayores gastos públicos
se aplican progresivamente.
252
La Constitución Política: un análisis funcional
(585) STC Exp. N° 832-96-AA/TC-Arequipa, caso Bruno Pompeo Hilari Pacheco. Exp. Nº 835-
97-AA/TC-Chimbote. Sindicato Único de Trabajadores Municipales del Santa-Chimbote. Es
preciso señalar que en estos procesos el Tribunal Constitucional también sustentó la reposición
de los trabajadores en la vulneración al derecho al debido proceso de los trabajadores.
(586) Constitución de 1993:
Artículo 22.- El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de
realización de la persona.
(587) STC Exp. N° 469-99-AA/TC-Ica, caso Luz Edith Alarcón Gonzales.
(588) ARCE, Elmer. Ob. cit., p. 111.
(589) Incluso, el Tribunal Constitucional ha llegado a sostener alguna reposición en el artículo 22
de la Constitución, en cuanto a la dignidad y el respecto de los derechos fundamentales del
253
Christian Guzmán Napurí
254
La Constitución Política: un análisis funcional
255
Christian Guzmán Napurí
256
La Constitución Política: un análisis funcional
(594) Sobre el particular: EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios Constitucionales. ARA Edi-
tores, Lima, 2002, p. 223.
(595) GENEROSO HERMOSO, Flor; DE BERNARDO BUSTOS, María Teresa; GÓMEZ SOBRINO,
Esmeralda. Práctica del recurso de amparo constitucional. Dykinson, S.L. / Edigener, S.L.,
Madrid, 1998, p. 23
(596) STC Exp. N° 163-95-AA/TC-Lima, caso Lilian Angélica Guardia Ancasi y otros. En este caso,
el Tribunal declaró improcedente la demanda, en los siguientes términos:
Que, de autos se establece que los demandantes pretenden mediante la presente acción de garantía
su reposición en la entidad demandada, argumentando que han sufrido despido arbitrario. Para
el caso tratándose de una situación litigiosa, donde incluso la destitución de los demandantes es
consecuencia de un proceso administrativo, el mismo debe ventilarse en la vía procedimental
ordinaria, donde en la etapa probatoria se acredite sí hubo o no despido arbitrario, ya que el
257
Christian Guzmán Napurí
258
La Constitución Política: un análisis funcional
259
Christian Guzmán Napurí
260
La Constitución Política: un análisis funcional
(604) Exp. N° 00824-1999-AA/TC. Lima. Rosana del Carmen Laferte Tortorelli. En dicha sentencia,
el Tribunal Constitucional señaló vulneraciones al debido proceso formal en el despido de la
demandante, por parte de la empresa Telefónica del Perú S.A., en los siguientes términos:
4. Que, conforme al artículo 2, inciso 24), literal “d”, de la Constitución Política del Estado, el
principio de tipicidad impone que los hechos (actos u omisiones) tipificados como infracciones
punibles deben ser establecidos de forma expresa e inequívoca, lo cual no se ha cumplido en el
presente caso, pues conforme se advierte del texto de la carta de imputación de cargos del veintiuno
de agosto de mil novecientos noventa y ocho, se atribuye a la demandante la supuesta falta grave
consistente en que “(...) en el periodo comprendido entre los días uno de enero al treinta y uno de
julio de mil novecientos noventa y ocho se percibe una clara disminución de su rendimiento en
comparación con su propio rendimiento comprobado en el periodo comprendido entre los días
uno de agosto a treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y siete, lo que evidencia
la deficiencia de su rendimiento (...)”, y se limita simplemente a señalar que la demandante habría
incurrido en causa justa de despido relacionada con su conducta prescrita en el inciso b) del artículo
25 de la cita ley laboral. Sin embargo, en la carta de despido de fecha veintiocho del citado mes
y año, la empresa demandada precisa que se despide a la demandante “(...) al haber incurrido
en causa justa de despido relacionada con su conducta, la misma que se encuentra contemplada
en los literales a) y b) del artículo 25 del Texto Único Ordenado del Decreto Legislativo Nº 728
aprobado por el Decreto Supremo Nº 003-97-TR, relativa al incumplimiento injustificado de las
obligaciones laborales que quebrantan la buena fe laboral y a la disminución deliberada y reiterada
en el rendimiento de sus labores y en la calidad de su producción (...)”; es decir, sin preocuparle
en absoluto establecer la relación de causalidad idónea entre las características del tipo norma-
tivo con la conducta supuestamente infractora, toda vez que las mismas resultan evidentemente
disímiles; ello se ve agravado por el hecho de que la demandada no ha acreditado en autos que se
haya otorgado a la demandante el plazo de treinta días naturales para que demuestre su capacidad
o corrija su deficiencia, conforme lo exige el artículo 31 del citado Decreto Supremo.
(605) Sobre el particular: BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “Una aproximación a la vigencia
del debido proceso en los despidos laborales”. En: Ius Et Veritas. N° 21. PUCP, Lima, 2001,
pp. 308-309.
(606) Constitución de 1993:
Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:
(…)
261
Christian Guzmán Napurí
262
La Constitución Política: un análisis funcional
263
Christian Guzmán Napurí
(609) Sobre el particular: DONAYRE MONTESINOS, Christian. “Implicancias del Código Proce-
sal peruano: la consagración de un amparo residual y el nuevo escenario para la tutela de los
derechos constitucionales laborales”. En: Revista Derecho PUC. N° 58. PUCP, Lima, 2005,
pp. 351-353.
(610) El Tribunal señala una sentencia (Exp. N° 2526-2003-AA) tan escueta como poco clara en la
cual señala únicamente que se advierte la existencia de hechos controvertidos, relativos a la
declaración de responsabilidad del demandante en la causa de despido, cuya dilucidación no
es posible en el proceso de amparo.
(611) Para una crítica a esta posición del Tribunal: ARCE, Elmer. “La tutela laboral de los derechos
fundamentales del trabajador. Una asignatura pendiente en tiempos de reforma”. En: Derecho
Pucp. N° 68. PUCP, Lima, 2012, p. 439 y ss.
264
La Constitución Política: un análisis funcional
265
Christian Guzmán Napurí
266
La Constitución Política: un análisis funcional
267
Christian Guzmán Napurí
268
La Constitución Política: un análisis funcional
(620) Literal f. de la Tercera Disposición Transitoria de la Ley N° 28411, Ley General del Sistema
Nacional de Presupuesto.
(621) STC Exp. N° 719-2010-BE (S), fundamentos 23, 24, 25 y 26.
(622) STC Exp. N° 0002-2010-PI/TC, de fecha 30 de agosto de 2010.
(623) Fundamentos 19 y 20.
(624) Sobre el particular: HUAMÁN ORDÓÑEZ, Luis Alberto. CAS. El contrato administrativo-
laboral especial de servicios. Grijley, Lima, 2012, p. 463 y ss.
(625) Fundamento 38.
269
Christian Guzmán Napurí
(626) Sobre el particular: UGARTE GONZALES, Jenny. “Comentarios a la reciente sentencia del
Tribunal Constitucional sobre el Régimen de Contratación Administrativa de Servicios“. En:
Actualidad empresarial. N° 215. Instituto Pacífico, Lima, setiembre, 2010, p. vi-6 y ss.
(627) Artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
(628) Artículo 1. Objeto de la Ley
La presente Ley tiene por objeto establecer la eliminación del Régimen Especial de Contratación
270
La Constitución Política: un análisis funcional
271
Christian Guzmán Napurí
272
La Constitución Política: un análisis funcional
(634) Sobre el particular: ALVA LÓPEZ, Noelia. “Capacitación y evaluación de la ley del Servicio
Civil”. En: Administración Pública & Control N° 3. Gaceta Jurídica, Lima, marzo, 2014,
pp. 22-23.
(635) STC Exp. N° 00018-2013-PI/TC:
“(…)
45. Por tanto, debido a la importancia que reviste un adecuado servicio a la nación, es necesario
que los servidores civiles se encuentren sometidos a evaluación, en aras de garantizar la calidad
en la prestación de los servicios públicos, razón por la cual este extremo debe ser declarado
infundado, máxime si dicha evaluación busca contribuir al desarrollo de los servidores civi-
les. Aquel personal calificado como de “rendimiento sujeto a observación” (artículo 26 de la
ley impugnada) tendrá la oportunidad de ser capacitado para rendir una próxima evaluación,
luego de lo cual, y solo en caso de ser ubicado nuevamente en dicha categoría, se configurará
la causal de término del servicio civil establecida en el artículo 49.i, causal que no vulnera el
derecho a la estabilidad laboral, sino que configura una causa justificada de despido, dado que
el servidor retirado de la carrera del servicio civil estará demostrando con ello que no cuenta
con la capacidad e idoneidad para el ejercicio de su función.
(…)”.
(636) Sobre el particular: MORALES MORANTE, Carlos Guillermo. “La Ley del Servicio civil:
¿Quién le pone el cascabel al gato?”. En: Revista de Economía y Derecho. Vol. 10, N° 39. UPC,
Lima, 2013, p. 79 y ss.
273
Christian Guzmán Napurí
P
D O
C
Sin embargo, esta solución no es rigurosamente la más acertada. La eli-
minación de derechos laborales o su reducción no es socialmente deseable,
lo cual implica generar un frente de oposición que afecta la eficiencia de
cualquier política pública, la misma que generaría un gasto mayor. Asimis-
mo, no se sabe si ese mayor precio de mano de obra está compuesto única-
mente de derechos laborales más intensos.
En verdad, los derechos laborales no son los responsables de la infor-
malidad laboral, por lo menos no con la intensidad señalada por algunos
sectores doctrinarios. Finalmente, el riesgo de una política pública de esta
274
La Constitución Política: un análisis funcional
naturaleza es reducir el precio de la mano de obra aún por debajo del pun-
to de equilibro, generando otra distorsión en este mercado.
En este orden de ideas, un diagnóstico más acertado para la situación
que se muestra en el primer gráfico no es que el precio de la mano de obra
sea muy alta, sino más bien que la curva de demanda está muy a la izquier-
da en el eje de coordenadas. Una solución más adecuada, entonces, se di-
rige a mover la curva de demanda hacia la derecha, como lo mostramos en
el siguiente gráfico.
P
D
O
C
La referida medida, como podemos notar fácilmente, no afecta dere-
chos laborales y permite corregir la distorsión que muestra este mercado.
De hecho, muchos de los países que tienen niveles de protección laboral in-
feriores al Perú señalan tasas de desempleo más elevadas, así como la su-
puesta flexibilización de los derechos laborales en el Perú no ha generado
de manera plausible una mayor demanda de mano de obra(637).
De hecho, la afirmación de que los llamados sobrecostos laborales afec-
tan la formalidad laboral se encuentra sometida a discusión(638). Tal como
señala un sector de la doctrina, derechos laborales como las gratificaciones
o las vacaciones en la práctica constituyen el costo total del trabajador, el
que se define en base a su productividad, con lo cual el mismo es en reali-
dad absorbido por el mercado.
(637) Para un análisis sobre el particular: CHACALTANA J., Juan. “Reforma en la contratación y
despido en el Perú de los 90: lecciones y perspectivas”. En: Economía. Volumen XXIV. PUCP,
Lima, 2001, p. 133 y ss.
(638) TOSTES, Marta y VILLAVICENCIO, Alfredo. “Flexibilización del Derecho del Trabajo y
sus implicancias sobre las relaciones laborales en el Perú”. En: Derecho PUCP. N° 68. PUCP,
Lima, 2012, p. 355 y ss.
275
Christian Guzmán Napurí
276
La Constitución Política: un análisis funcional
(640) Sobre el particular: SAAVEDRA, Jaime. “La flexibilización del mercado laboral”. En: La reforma
incompleta: rescatando los noventa. ABUSADA, Roberto y otros (edit.). Centro de Investigación
de la Universidad del Pacífico; Instituto Peruano de Economía, Lima, 2000, p. 379 y ss.
(641) SAAVEDRA, Jaime. Ob. cit., p. 396 y ss.
277
Christian Guzmán Napurí
80 78 78 78
70 67
60 56
50 44 44 44 44
40
33 33 33 33 33
30 28
20
11 11 11 11 11 11
10
0
0
Panamá
Costa Rica
Brasil
Venezuela
Sudáfrica
Perú
Ecuador
Turquía
Argentina
México
Rusia
Chile
Uruguay
Tailandia
Túnez
Jordania
China
Irán
República Dominicana
Jamaica
Colombia
Malasia
278
La Constitución Política: un análisis funcional
...y despedir
Índice de dificultad de contratación en países de ingreso medio alto, (puntaje de 0 a 100)
120
100
100
80
80
70
60 60 60
60
50 50
40
40
30 30 30
20 20 20
20
0 0 0 0 0 0 0
0
Venezuela
Túnez
México
Jordania
Panamá
Perú
China
Irán
Rusia
Ecuador
Sudáfrica
Malasia
República
Dominicana
Turquía
Chile
Uruguay
Argentina
Jamaica
Colombia
Tailandia
Costa Rica
Brasil
6. CONCLUSIONES
Es evidente, del análisis antes realizado, que el Tribunal Constitucio-
nal, dentro de una interesante evolución de su perspectiva, ha ido modifi-
cando su jurisprudencia hasta el punto de establecer la reposición en el em-
pleo de aquellos trabajadores que hubieren sido despedidos injustamente.
Si bien inicialmente dicha jurisprudencia fue estableciendo estos linea-
mientos de manera más bien tímida, paulatinamente fueron siendo utiliza-
dos diversos derechos fundamentales a fin de justificar la decisión a tomar.
Y es que, una interpretación amplia de los derechos que hemos descrito en
el presente trabajo podría permitirle a la jurisprudencia peruana considerar
cualquier despido injustificado como lesivo a los derechos fundamentales,
y en consecuencia, susceptible de reposición.
En primer lugar, el Tribunal Constitucional, contrariamente a lo se-
ñalado por parte de la doctrina, considera que el derecho a la protección
contra el despido arbitrario (señalado en el artículo 27 de la norma cons-
titucional) es un derecho de preceptividad inmediata, y en consecuencia,
susceptible de ser protegido a través del proceso de amparo, en circunstan-
cias determinadas. Incluso, el Tribunal ha basado sus decisiones, de mane-
ra reiterada, en el nudo derecho al trabajo, contenido en el artículo 22 de la
norma constitucional.
279
Christian Guzmán Napurí
280
La Constitución Política: un análisis funcional
obra asociado con ello es menor del que se cree normalmente, siendo ne-
cesario más bien, a fin de corregir el desempleo, mover la curva de deman-
da a través del fomento a la inversión, acompañada de una mejor capaci-
tación. Ello generará, a su vez, un conjunto de efectos benéficos para los
trabajadores, los empresarios, así como el Estado. Sin embargo, existe un
conjunto de rigideces en la legislación laboral que valdría la pena corregir
para reducir la informalidad y mejorar la competitividad.
281
Capítulo VIII
ARGUMENTOS JURÍDICOS
Y ECONÓMICOS A FAVOR
DE LA INSTAURACIÓN
DEL VOTO VOLUNTARIO
Capítulo VIII
ARGUMENTOS JURÍDICOS Y ECONÓMICOS
A FAVOR DE LA INSTAURACIÓN DEL VOTO
VOLUNTARIO
1. INTRODUCCIÓN
Actualmente se está discutiendo mucho –incluso en el ámbito del Par-
lamento– respecto a la implementación del voto voluntario o facultativo,
en reemplazo del régimen que actualmente tenemos en el Perú, que es el
del voto obligatorio o compulsivo, conforme a lo dispuesto por nuestra
Constitución(644).
En este orden de ideas, existen múltiples argumentos que sustentan esta
posición, de los cuales hemos escogido los que poseen matices jurídicos
para referirlos a continuación. Varios de ellos se sustentan en la propia na-
turaleza del derecho al sufragio como tal, sin que pueda considerarse el mis-
mo como un deber sin el riesgo de incurrir en una abierta contradicción; así
como en la inviabilidad jurídica de dicha obligatoriedad, al existir eviden-
tes obstáculos desde el punto de vista constitucional a su implementación.
285
Christian Guzmán Napurí
(645) Sobre el particular puede verse nuestro trabajo: “El principio de preferencia por los derechos
fundamentales. Un intento de fundamentación lógica”. En: Revista jurídica del Perú. N° 27.
Normas Legales, Trujillo, octubre de 2001, pp. 1-11.
(646) Constitución de 1993:
Artículo 1.- La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado.
286
La Constitución Política: un análisis funcional
(647) Sobre el particular: LAPORTA, Francisco. “Sobre el concepto de derechos humanos”. En: Doxa.
N° 4. Universidad de Alicante, Alicante, 1987, p. 36 y ss. En puridad, la única limitación lícita
que un derecho fundamental podría admitir es la que genera otro derecho fundamental.
(648) RAWLS, John. Teoría de la Justicia. Fondo de Cultura Económica, México, 1995, pp. 67-69.
(649) NINO, Carlos. Ética y Derechos Humanos. Un ensayo de fundamentación. Ariel, Barcelona,
1989, p. 239.
(650) Evidentemente, existen claras excepciones a esta consideración, derivadas de evidentes limi-
taciones de la persona que no permiten una elección totalmente racional. Ejemplo de ello son
los incapaces. En estos casos es obvio que el Estado establece mecanismos de compensación
a fin de corregir la incapacidad, como por ejemplo, la existencia de representantes legales.
287
Christian Guzmán Napurí
(651) En la jurisprudencia norteamericana se conocen varios casos muy importantes en los cuales queda
clara la aplicación del principio enunciado. En la mayoría de los casos, el criterio empleado es
el de la prevalencia de los derechos constitucionalmente consagrados incluso sobre principios
aceptados por la colectividad, como pueden ser el orden público o las buenas costumbres.
(652) Un tratamiento amplio del tema podemos encontrarlo en: SIEGAN, Bernard. Reforma Consti-
tucional. CITEL, Lima, 1993, p. 53 y ss. Respecto a la aplicación del principio de preferencia
por los derechos fundamentales a la interpretación constitucional: GARCÍA BELAÚNDE,
Domingo. “La interpretación constitucional como problema”. En: Pensamiento constitucional.
PUCP, Lima, 1994, pp. 31-32.
(653) PAREJO ALFONSO, Luciano. “El contenido esencial de los Derechos Fundamentales en la
Jurisprudencia Constitucional; a propósito de la Sentencia del Tribunal Constitucional de 08
de abril de 1981”. En: Revista española de Derecho Constitucional. N° 3. Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, p. 170; HABERLE, Peter. La Libertad Fundamental en
el Estado Constitucional. PUCP, Lima, 1997, p. 116 y ss.
288
La Constitución Política: un análisis funcional
289
Christian Guzmán Napurí
(655) Sobre el particular: SIERRA, Lucas. “El voto como derecho: una cuestión de principios”. En:
Modernización del régimen electoral chileno. PNUD, Santiago, 2007, pp. 167-168.
(656) Interesante desarrollo de lo indicado puede encontrarse en TULLOCK, Gordon. “El Voto como
un medio de control colectivo”. En: GORDON TULLOCK, Los motivos del voto. Editorial
Espasa Calpe S.A., Madrid, 1979, Cap. III, p. 39. Asimismo en: BUCHANAN, James. “From
Private Preferences to Public Philosophy: The Development of the Public Choice”. En: The
Economics of Politics. IEA, Londres, 1978, p. 15.
(657) TULLOCK, Gordon. Ob. cit. A partir de ahora, definiremos electorado como aquella parte del
pueblo cuyos integrantes se encuentran en capacidad de elegir o participar en la elección de
autoridades públicas.
290
La Constitución Política: un análisis funcional
tácito generaría a su vez que las oportunidades del candidato a ser reele-
gido sean menores.
A su vez, los elevados costos de transacción que se generarían de pre-
tender esperar que los potenciales electores se pusiesen de acuerdo sobre
que gobernante desean, obligan a recurrir al sufragio y como consecuencia,
a la elección por mayoría en caso del Gobierno y a la elección proporcio-
nal en el caso del Parlamento (o Congreso). Las normas electorales reem-
plazarían a este mercado. A mayor abundamiento, nos atrevemos a afirmar
que los propios costos de transacción –que son los costos en los que se in-
curre para ponerse de acuerdo– justifican la necesidad de sistemas de de-
mocracia representativa.
El sistema de sufragio universal, la existencia de un Parlamento, los
sistemas de gobierno sean parlamentarios o presidenciales, y los mecanis-
mos legales de toma de decisiones estatales pretenden reducir tales costos
de transacción, con mayor o menor éxito. La solución constitucional y le-
gal implementada simula el acuerdo al que llegarían los electores si pudie-
sen ponerse de acuerdo entre ellos.
La cantidad de electores existentes en una sociedad impide que la
acción colectiva se efectúe si es que no es a través de representantes ele-
gidos por la propia sociedad(658). Siendo la obtención del bienestar un bien
colectivo, no es posible que todos negocien para obtener este bien si es que
la cantidad de personas es demasiado grande(659).
De hecho, en grupos sustancialmente más pequeños (como en un Parla-
mento) es necesario establecer mecanismos para disminuir el costo de la toma
de decisión sin afectar la representación proporcional, a través por ejemplo
del fortalecimiento de los debates en las comisiones de trabajo o el otorga-
miento de facultades legislativas a estamentos al interior del Parlamento.
Es aquí, creemos nosotros, donde se encuentra el punto de inicio de lo
que estamos tratando de demostrar. Desde un punto de vista funcional, las
normas legales que organizan el Estado, que generalmente parten de la nor-
ma constitucional de los mismos, pretenden que las decisiones estatales se
tomen de tal forma que asemejen lo más posible a la decisión que habrían
tomado los electores de haberse podido poner de acuerdo. Asimismo, los
(658) A ello hay que agregar que los costos de la toma de decisión serían demasiado grandes en
relación incluso con las posibles reducciones de los costos externos esperados de la acción
colectiva. Sobre el particular: BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. El cálculo del
consenso. Espasa Calpe, Madrid, 1980, p. 249.
(659) Sobre el particular: OLSON, Marcur. “La lógica de la acción colectiva”. En: Diez textos de
Ciencia Política. Ariel, Barcelona, 1992, pp. 215-216.
291
Christian Guzmán Napurí
(660) Aquí hay una aparente paradoja que debemos dilucidar. Los costos administrativos asumidos
por el Estado para “representar” al electorado, en gran parte resultan ser solventados por este,
a través de los tributos. Lo que ocurre, en primer lugar, es que mediante el sistema tributario
el Estado aprovecha para solventarse y a la vez para redistribuir la renta e incentivar o desin-
centivar determinadas actividades. En segundo lugar, el costo que el electorado tendría que
asumir –en tiempo, dinero y esfuerzo– para ponerse de acuerdo excedería abundantemente el
gasto realizado por el Estado.
292
La Constitución Política: un análisis funcional
(661) VILAJOSANA, Joseph M. “La justificación de la abstención”. En: Revista de Estudios Políticos.
N° 104. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1999, p. 166.
293
Christian Guzmán Napurí
P
D
294
La Constitución Política: un análisis funcional
(662) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Ob. cit., Tomo II, p. 177.
(663) Ley Orgánica del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil:
Artículo 29.- El Documento Nacional de Identidad (DNI), para surtir efectos legales, en los
casos que corresponda, debe contener o estar acompañado de la constancia de sufragio en las
últimas elecciones en las que se encuentra obligada a votar la persona o, en su defecto, la corres-
pondiente dispensa de no haber sufragado. En todo caso, queda a salvo el valor identificatorio
del Documento Nacional de Identidad (DNI).
295
Christian Guzmán Napurí
296
La Constitución Política: un análisis funcional
4.3. Razonabilidad
Como lo hemos señalado anteriormente, la razonabilidad implica defi-
nir la existencia de un fin constitucionalmente legítimo que justifique la me-
dida adoptada. En este orden de ideas, la muerte civil tiene su sustento en
un fin cuya legitimidad podría resultar bastante discutible, que es asegurar
que el electorado proceda a ejercer su derecho al sufragio. Y es que, como
lo hemos señalado en el acápite precedente, no es consustancial al sistema
democrático que todos los ciudadanos sufraguen, sino más bien que dicho
derecho se encuentre a su disposición.
Si bien se asume que, desde una perspectiva que se considera republi-
cana, los valores cívicos implican la recurrencia al sufragio, dichos valo-
res se inculcan, no se imponen. Puede resultar deseable que la totalidad del
electorado sufrague, para asegurar la legitimidad democrática de quienes
detentan el poder y reducir al mínimo el riesgo de controversia, pero ello
no asegura que la misma no exista. De hecho, muchos conflictos de legi-
timidad han surgido en países en los cuales existe voto obligatorio y vice-
versa siendo dicha relación por lo menos discutible.
A ello debemos agregar que el voto obligatorio distorsiona la elección
al elevar sustancialmente el margen del llamado “voto aleatorio”, genera-
do por las personas que deciden su voto en el último momento, sin haber-
lo meditado debidamente. En esto juega un rol fundamental las dificulta-
des para la obtención de información relevante para poder emitir un voto
instruido y responsable.
Por otro lado, si bien la Constitución establece la obligatoriedad del
sufragio, el mismo se encuentra en contravención con el resto de la norma
constitucional. No solo por la evidente contradicción que genera conside-
rarlo un derecho y a la vez un deber, como ya lo hemos explicitado, sino
además por el hecho de limitar el derecho a la libertad individual intrínse-
ca al ejercicio de todo derecho fundamental.
297
Christian Guzmán Napurí
(666) ALEXY, Robert. “Derechos, razonamiento jurídico y discurso racional” En: Derecho y razón
práctica. Distribuciones Fontamara, México, 1993, p. 10.
(667) MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Intensidad de la intervención o afectación de derechos
fundamentales y principio de proporcionalidad”. En: Revista Jurídica. Tomo 80. Gaceta Jurídica,
Lima, 2007, p. 17.
298
La Constitución Política: un análisis funcional
5. EL DERECHO COMPARADO
Es evidente que el voto facultativo es la opción mayoritaria en el De-
recho comparado. De hecho, los países más desarrollados lo emplean así
como muchos de los países que se encuentran en vías de desarrollo. Asi-
mismo, como lo hemos señalado líneas arriba, muchos de los países que es-
tablecen voto obligatorio no poseen sanción alguna, y si la poseen, esta es
inaplicable; siendo en estos casos el voto facultativo; no bastando con que
se establezca en la norma constitucional o legal obligatoriedad del voto.
En buena cuenta, se considera que solo doce países del mundo poseen
propiamente voto obligatorio, jurídicamente impuesto, y con sanciones
efectivas: Australia, Bélgica, Chile, Chipre, Ecuador, Fiyi, Luxemburgo,
Nauru, Perú, Singapur, Suiza (aplicable en solo un cantón) y Uruguay. En
(668) BOROWSKI, Martín. “La restricción de los derechos fundamentales”. En: Revista Española
de Derecho Constitucional. N° 59. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,
2000, p. 43.
299
Christian Guzmán Napurí
(669) Sobre el particular: JACKMAN, Simon. “Compulsory voting”. En: International Encyclopedia
of the Social and Behavioral Sciences. Elsevier, Amsterdam, 2001.
(670) BRENNAN, Geoffrey. “Globalización y diversas formas de democracia”. En: Isonomía.
N° 25. Universidad de Alicante, Alicante, 2006, p. 9.
300
La Constitución Política: un análisis funcional
6. CONCLUSIONES
Es preciso concluir en que, en primer lugar, el voto obligatorio es in-
consistente con el Estado de Derecho, toda vez que se opone al principio
de preferencia por los derechos fundamentales, al considerar la existencia
de derechos que a la vez puedan ser considerados deberes jurídicos.
(671) Para el caso uruguayo: URRUTY, Carlos Alberto. “La obligatoriedad del voto en Uruguay:
Sus fundamentos”. En: Modernización del régimen electoral chileno. PNUD, Santiago, 2007,
pp. 208-209.
301
Christian Guzmán Napurí
302
Capítulo IX
LOS DENOMINADOS MECANISMOS
DE DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
Y SU EFICIENCIA SOCIAL
Capítulo IX
LOS DENOMINADOS MECANISMOS DE
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
Y SU EFICIENCIA SOCIAL
1. INTRODUCCIÓN
Como lo hemos señalado con amplitud en el segundo capítulo de este
libro, la llamada democracia representativa(672) encuentra su justificación en
el hecho que las personas que fueron elegidas para gobernar deban, al to-
mar una decisión política, “simular” la determinación a la que habrían lle-
gado los particulares de haber podido ponerse de acuerdo. En consecuen-
cia, las normas legales que organizan el Estado, que generalmente parten
de la Norma Constitucional, deben asegurar que las decisiones estatales se
tomen de forma tal que asemejen lo más posible a la determinación a la que
hemos hecho referencia.
A su vez, hemos señalado no solo la identidad entre Estado de Derecho
y Estado Democrático sino además que este último es aquel en el cual se ga-
rantiza la participación del ciudadano en las decisiones políticas(673). En este
orden de ideas, por diversas circunstancias, la elección mediante sufragio
no basta en forma alguna para que la simulación antes señalada se cumpla
a cabalidad y la decisión de la autoridad política no se asemeja siquiera a la
postura que en su caso asumiría el electorado. Por ello, resulta indispensa-
ble el establecimiento de mecanismos que permitan corregir esa situación,
(672) Acerca de una definición de democracia representativa: HERNANDO NIETO, Eduardo. “Teorías
Democráticas hoy: ¿Cuál de ellas garantiza la igualdad, la libertad y la virtud?”. En: Revista de
Derecho PUCP. PUCP, Lima, 1998-1999, p. 316.
(673) BOYER CARRERA, Janeyri. “Aproximaciones al contenido esencial del derecho de partici-
pación política”. En: Pensamiento constitucional Nº 13. PUCP, Lima, 2008, p. 360.
305
Christian Guzmán Napurí
(674) Sobre el particular: ZEGARRA MULANOVICH, Gonzalo. “La democracia como fideicomiso.
Economía y filosofía políticas del contrato social y sus fallas”. En: Revista de Economía y
Derecho. Vol. 10, N° 40. UPC, Lima, 2013, p. 49 y ss.
(675) HERNANDO NIETO, Eduardo. Ob. cit., p. 328 y ss.
306
La Constitución Política: un análisis funcional
(676) Es interesante señalar que Habermas critica la racionalidad instrumental propia de la ilustración
y pretende reemplazarla por el concepto de racionalidad comunicativa, la misma que llevaría
a las naciones a un verdadero progreso. Sin embargo, la racionalidad comunicativa también
partía del presupuesto del ser humano como ente racional, en el sentido económico del término.
(677) RESTREPO BOTERO, Darío. “Mecanismos de democracia participativa”. Ponencia presentada
en el Taller de Expertos “Participación de la sociedad civil en programas sociales”, auspiciado
por CLAD y AECI. Caracas, 24 al 26 de abril de 1995.
307
Christian Guzmán Napurí
(678) Sobre el particular: JEGOUZO, Ives. “El derecho a la transparencia administrativa: el acceso
de los administrados a los documentos administrativos”. En: Documentación administrativa.
N° 239, Ministerio para las Administraciones Públicas/Instituto Nacional de Administración
Pública, Madrid, 1994, p. 11 y ss.
308
La Constitución Política: un análisis funcional
(679) LEÓN MANCO, Hugo. “El derecho a la participación ciudadana como componente de la ac-
tuación del Estado”. En: Castro, Alberto (editor). Buen gobierno y derechos humanos. PUCP,
Lima, 2014, pp. 239-240.
(680) Artículo IV, inciso 1, literal 1.12 del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Adminis-
trativo General.
(681) OCHOA CARDICH, César. “Los Principios Generales del Procedimiento Administrativo”. En:
Comentarios a la ley del procedimiento administrativo general. Ley Nº 27444. ARA, Lima,
2003, p. 56.
(682) USLENGHI, Alejandro J. “Audiencias públicas”. En: Procedimiento Administrativo, Jornadas
organizadas por la Universidad Austral. Facultad de Derecho. Buenos Aires: Editorial Cien-
cias de la Administración, 1998, pp. 296-297; DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge, “La participación
ciudadana en el ejercicio de funciones administrativas en el Perú”. En: Estudios en Homenaje
a don Jorge Fernández Ruiz. UNAM, México, 2005, pp. 147-148.
309
Christian Guzmán Napurí
3. LA INICIATIVA LEGISLATIVA
En primer lugar, debemos señalar que la llamada iniciativa legislati-
va es un mecanismo que permite a los particulares la participación en la
elaboración legislativa realizada por el Parlamento(684). La norma constitu-
cional permite a los electores, cumpliendo con ciertos requisitos estableci-
dos por la ley, la presentación de proyectos de ley, los mismos que podrán
ser discutidos por el Parlamento y luego, siguiendo el trámite establecido
para la aprobación de las leyes, podrían convertirse en una norma legal(685).
Es preciso indicar que, en muchos casos, en el Derecho nacional y
comparado, la iniciativa legislativa ha sido facultad reservada únicamente
a los órganos u organismos del gobierno y en ciertos casos, únicamente a
los miembros del Parlamento. En el presidencialismo clásico únicamente
los congresistas pueden presentar proyectos de Ley. En los Estados Unidos,
por ejemplo, es necesario que el presidente, emplee a un congresista de su
partido o haga una recomendación al Congreso mediante el mensaje deno-
minado Estado de la Unión a fin de que haga efectiva la tramitación de un
proyecto de ley de su autoría. En Latinoamérica, sin embargo, la iniciati-
va legislativa se ha ido ampliando a otros órganos y organismos del Esta-
do. Asimismo, resulta relativamente reciente su ampliación a supuestos de
intervención del electorado.
Por otro lado es necesario señalar que un tema relacionado directamen-
te con la iniciativa legislativa es el tema de la iniciativa para la realización
(683) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Curso de Derecho ad-
ministrativo. Civitas, Madrid, 2000, p. 439.
(684) Ley N° 26300:
Artículo 11.- La iniciativa legislativa de uno o más proyectos de ley, acompañada por las fir-
mas comprobadas de no menos del cero punto tres por ciento (0.3 %) de la población electoral
nacional, recibe preferencia en el trámite del Congreso. El Congreso ordena su publicación en
el diario oficial.
(685) Sobre el particular: RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993.
Tomo 2, PUCP, Lima, 1999, p. 325 y ss.
310
La Constitución Política: un análisis funcional
311
Christian Guzmán Napurí
4. LA CONSULTA POPULAR
La consulta popular, o referéndum, es el típico mecanismo de democra-
cia participativa, el instrumento que permitiría trasladar del Estado al elec-
torado una disputa o la determinación respecto de una decisión política. El
referéndum permite al elector poder participar en la toma de decisiones que
de otra forma resultaría imposible siquiera controlar(691).
En este orden de ideas, es necesario diferenciar el concepto de referén-
dum del concepto de plebiscito. El primero resulta ser una consulta respec-
to a temas normativos señalados en la Constitución y la Ley(692). El plebis-
cito es, en cambio, una consulta sobre cuestiones más variadas, que pueden
implicar incluso la legitimidad del gobierno de turno, siendo empleado al-
gunas veces para perpetuar gobiernos de facto.
Conforme a la Ley, el resultado del referéndum determina la entrada
en vigencia de las normas aprobadas, o la derogación de las desaprobadas,
siempre que hayan votado en sentido favorable a la consulta la mitad más
uno de los votantes, sin tener en cuenta los votos nulos o en blanco, es de-
cir, sobre la base de los votos válidos. La consulta es válida solo si fuera
aprobada por no menos del 30 % del número total de votantes. Surte efec-
tos a partir del día siguiente de la publicación de los resultados oficiales por
el Jurado Nacional de Elecciones.
312
La Constitución Política: un análisis funcional
313
Christian Guzmán Napurí
(694) Opinión similar a la nuestra puede encontrarse en MARAVÍ SUMAR, Milagros. Ob. cit.,
p. 117. Opinión discrepante en RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 2, p. 347.
(695) KAFKA, Folke. Teoría Económica. Universidad del Pacífico, Lima, 1981, p. 662 y ss.
TORRES LÓPEZ, Juan. Análisis Económico del Derecho. Editorial Tecnos S.A., Madrid,
1987, pp. 32-33; CALABRESI, Guido y MELAMED, Douglas. “Reglas de la Propiedad,
Reglas de la responsabilidad e inalienabilidad. Un vistazo a la Catedral”. En: Themis. N° 21.
PUCP, Lima, p. 66.
Por otro lado, una interesante descripción de los principios paretianos aplicables a la elección
constitucional puede encontrarse en BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. El cálculo
del Consenso, Espasa Calpe, Madrid, 1980, p. 206 y ss.
(696) BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. Ob. cit. pp. 228-229.
314
La Constitución Política: un análisis funcional
315
Christian Guzmán Napurí
Es obvio que dicho aporte tampoco constituye una tasa, pues ella su-
pone el pago por la prestación de un servicio al contribuyente, de manera
individualizada, lo cual no ocurre en el marco del Decreto Ley N° 22591.
A ello también se refiere expresamente el Tribunal Constitucional en la sen-
tencia materia de comentario.
Finalmente, el Tribunal Constitucional precisa que la ley en examen
no cumple con el principio de legalidad, pues no contiene en forma expresa
la voluntad del legislador de crear un tributo. Este argumento es importan-
te, puesto que refuerza la tesis del Tribunal de que un aporte para un fon-
do no constituye necesariamente una contribución, sino cuando ello se se-
ñala expresamente.
Como resultado, luego de un conjunto de comunicaciones conmina-
torias por parte del Poder Judicial al amparo de lo dispuesto por el Có-
digo Procesal Constitucional, el Jurado Nacional de Elecciones optó por
acatar lo resuelto por el Tribunal Constitucional, convocando a referén-
dum, el mismo que se realizó el día 3 de octubre de 2010, con el resultado
obvio que se esperaba.
316
La Constitución Política: un análisis funcional
5. LA REVOCATORIA DE AUTORIDADES
Una institución como la revocatoria de autoridades –adecuadamente di-
señada, claro está– podría facilitar la corrección de situaciones en las cua-
les las autoridades elegidas democráticamente pierden representación polí-
tica en relación con el electorado(701). La revocatoria de autoridades permite
que los particulares, cumpliendo ciertos requisitos establecidos en la ley,
puedan poner fin al mandato de una autoridad pública elegida mediante el
voto popular directo(702).
En este punto es preciso tener en cuenta que el Perú ha empleado con
una gran amplitud la revocatoria de autoridades, siendo el país con mayor
cantidad de procesos; revocándose aproximadamente a la tercera parte de
las autoridades sometidas a consulta, lo cual abre el debate respecto a su
eficiencia como mecanismo para generar eficiencia social, y en consecuen-
cia, bienestar(703).
A través del correspondiente desarrollo legislativo, se ha determina-
do que el derecho de revocatoria de autoridades incluye también la remo-
ción, que consiste en el derecho de la ciudadanía de retirar de sus puestos
a las autoridades designadas por el gobierno(704). Ello, a diferencia del de-
recho de revocatoria propiamente dicho, aplicable más bien a las autorida-
des elegidas por el pueblo.
Asimismo, el derecho de revocatoria se encuentra relacionado con el
derecho de rendición de cuentas, que implica la posibilidad de interpelar a
aquellas autoridades que puedan estar sujetas a remoción o revocatoria(705).
317
Christian Guzmán Napurí
318
La Constitución Política: un análisis funcional
que permita revocar en forma directa el mandato de algún miembro del Go-
bierno Central. La posibilidad de revocatoria se restringe a las relaciones
entre organismos, en especial entre Gobierno y Parlamento. De hecho, son
raros los ejemplos de revocatoria del mandato presidencial o congresal. En
el ámbito latinoamericano tenemos a Ecuador, Bolivia y Venezuela.
Un caso interesante es el de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, la cual en su artículo 72 señala que todos los cargos y magis-
traturas de elección popular son revocables, que incluye evidentemente los
cargos de presidente de la República y de diputado de la Asamblea Nacio-
nal. Transcurrida la mitad del periodo para el cual fue elegido el funciona-
rio o funcionaria, un número no menor de veinte por ciento de los electores
o electoras inscritos en la correspondiente circunscripción podrá solicitar la
convocatoria de un referendo para revocar su mandato.
Cuando igual o mayor número de electores que eligieron al funciona-
rio votaron a favor de la revocatoria, siempre que haya concurrido al re-
ferendo un número de electores o electoras igual o superior al veinticinco
por ciento de los electores o electoras inscritos, se considerará revocado su
mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta conforme a
lo dispuesto en esta Constitución y la ley(709). La complejidad del procedi-
miento permitió que el presidente Hugo Chávez permaneciera en el poder
no obstante la fuerte oposición existente a su mandato.
Además, en el Derecho comparado, la revocatoria de autoridades está
diseñada, en principio, únicamente en función a gobiernos regionales y lo-
cales. Ahora bien, la lógica que anima a la revocatoria de autoridades mu-
nicipales, por ejemplo, se encuentra en la gran democratización que impli-
ca la relación directa entre el municipio y sus electores, respecto de la cual
es más factible (dados los menores costos de ponerse de acuerdo) que se
puedan emplear mecanismos de democracia directa(710).
Sin embargo, el problema aquí radica también en la necesidad de una
adecuada política de descentralización, que permita que las decisiones se
distribuyan adecuadamente entre los diversos niveles de decisión territo-
rial, sea regional o local, en la doble concepción de este último nivel, la
provincial y la distrital. Es necesario señalar que, dada la necesidad de la
(709) Ahora bien, cuando el jefe de Estado no llega al cargo mediante el voto popular (es el caso de
las monarquías europeas, por ejemplo) la posibilidad de revocatoria es evidentemente inviable,
puesto que además resulta reemplazada por los mecanismos de control político directo, como
la censura o el rechazo de la cuestión de confianza.
(710) Acerca de la relación entre las municipalidades y la democracia: KLEIN, Harald. “Gobiernos
Locales y Democracia”. En: Boletín. N° 12. Instituto del Ciudadano, Lima, 1995.
319
Christian Guzmán Napurí
320
La Constitución Política: un análisis funcional
321
Christian Guzmán Napurí
6. RENDICIÓN DE CUENTAS
Ya hemos señalado que las facultades otorgadas a favor de los particu-
lares para fiscalizar el funcionamiento del Estado son fundamentales para
que el mismo funcione de manera eficiente. En este orden de ideas, confor-
me a lo establecido por la Ley N° 26300, mediante la Rendición de Cuen-
tas el ciudadano tiene el derecho de interpelar a las autoridades respecto a
la ejecución presupuestal y el uso de recursos propios(714). La autoridad está
obligada a dar respuesta a dicha interpelación.
Asimismo, la norma establece que son susceptibles de esta demanda
quienes ocupan cargos sujetos a revocatoria y remoción, es decir, las auto-
ridades locales y regionales así como las autoridades designadas por el Go-
bierno Nacional o Regional en la jurisdicción regional, departamental, pro-
vincial y distrital; no siendo aplicable entonces, por ejemplo, a autoridades
del Gobierno Nacional en el ámbito central, lo cual puede ser una impor-
tante limitación a este mecanismo.
La norma establece, además, que los fondos destinados a satisfacer los
requerimientos logísticos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se
encuentran sometidos también a rendición de cuentas conforme a la ley de
la materia. Se señala que dichos fondos deben ser dedicados exclusivamente
a fines institucionales, bajo el control de la autoridad señalada por la ley(715).
Ahora bien, el pliego interpelatorio contiene preguntas relacionadas ex-
clusivamente con los temas anteriormente señalados(716), lo cual como he-
mos señalado puede implicar una limitación indebida para el ejercicio de
este mecanismo de control. Se señala que cada interrogante es planteada en
forma clara, precisa y sobre materia específica.
322
La Constitución Política: un análisis funcional
323
Christian Guzmán Napurí
(719) ADDINK, G.H. “Three legal dimensions of good governance. Some recent developments” En:
Castro, Alberto (editor). Buen gobierno y derechos humanos. PUCP, Lima, 2014, p.23 y ss.
(720) Constitución de 1993:
Artículo 41.- Declaración Jurada de bienes y rentas
Los funcionarios y servidores públicos que señala la ley o que administran o manejan fondos del
Estado o de organismos sostenidos por este deben hacer declaración jurada de bienes y rentas
al tomar posesión de sus cargos, durante su ejercicio y al cesar en los mismos. La respectiva
publicación se realiza en el diario oficial en la forma y condiciones que señala la ley.
Cuando se presume enriquecimiento ilícito, el Fiscal de la Nación, por denuncia de terceros o
de oficio, formula cargos ante el Poder Judicial.
La ley establece la responsabilidad de los funcionarios y servidores públicos, así como el plazo
de su inhabilitación para la función pública.
El plazo de prescripción se duplica en caso de delitos cometidos contra el patrimonio del Estado.
(721) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. El control de las administraciones públicas y sus problemas.
Espasa-Calpe, Madrid, 1991, p. 34 y ss.
324
La Constitución Política: un análisis funcional
externo, pero también puede ser previo, concurrente o posterior. A esto nos
vamos a referir con detalle en el capítulo final de este libro.
La respondabilidad gerencial, por otro lado, se refiere a las acciones de
informar que realizan los funcionarios y empleados sobre cómo gastaron los
fondos o manejaron los bienes públicos, si lograron los objetivos previstos
y, si estos, fueron cumplidos con eficiencia y economía, lo cual va más allá
de la simple honestidad que se acreditaría con una declaración jurada. Esta
forma de respondabilidad puede ser fortalecida por medio de una audito-
ría independiente o mediante la formulación y presentación de la memoria
de la gestión de cada entidad y es de particular importancia para definir la
actuación acorde con los objetivos de la Administración.
(722) SARDÓN, José Luis. “Democracia sin partidos”. En: Revista de Economía y Derecho. Vol. 9,
N° 35. UPC, Lima, 2012, p. 7 y ss.
(723) OROZCO HENRÍQUEZ, J. Jesús. “La democracia interna en los partidos políticos en Ibe-
roamérica y su garantía jurisdiccional”. En: Reforma Judicial. Revista Mexicana de Justicia.
UNAM, México, 2004, p. 220 y ss.
325
Christian Guzmán Napurí
(724) Sobre el particular: CÁRDENAS GARCÍA, Jaime F. Democracia y partidos políticos. Instituto
Federal Electoral, México, 2001, p. 37 y ss.
326
La Constitución Política: un análisis funcional
pasivo), lo cual conjura el riesgo de que los cargos y las candidaturas del
partido sean ocupados por un grupo determinado de miembros del mismo.
327
Christian Guzmán Napurí
(728) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 2, p. 371; OROZCO HENRÍQUEZ, J. Jesús.
pp. 227-228.
(729) Sobre el particular: FREIDENBERG, Flavia. “Democracia interna en los partidos políticos”.
En: NOHLEN, Dieter. Ob. cit., p. 661.
328
La Constitución Política: un análisis funcional
(730) Sobre el particular: KAVANAGH, Dennis. “Democracia partidaria y marketing político ¿sin lugar
para aficionados?”. En: Diálogo Político. Konrad Adenauer Stiftung, Buenos Aires, 2004, p. 37.
329
Christian Guzmán Napurí
(731) Si bien no es materia del presente trabajo, es necesario señalar que la concepción detrás
de la Ley de Partidos Políticos es la de permitir la existencia de partidos sólidos e
ideológicamente consistentes. Ello genera indudablemente que la oferta electoral sea
más bien limitada. Ahora bien, incluso en sociedades relativamente heterogéneas como la
peruana, es válido el llamado teorema del Votante Medio, al cual aludiremos más adelante,
y que impide que los partidos políticos se parten demasiado de lo que podría denominarse
“tendencias de centro”.
330
La Constitución Política: un análisis funcional
331
Christian Guzmán Napurí
332
La Constitución Política: un análisis funcional
333
Christian Guzmán Napurí
puede ser nulo. Se señala sin embargo que dicha potestad no puede ser apli-
cada para el caso de candidatos a Presidente y Vicepresidentes de la Repú-
blica, los cuales deberán ser necesariamente elegidos.
(738) NOHLEN, Dieter. “Sistemas electorales presidenciales y parlamentarios”. En: NOHLEN, Dieter.
Ob. cit., p. 300.
334
La Constitución Política: un análisis funcional
(739) BAREIRO, Line. Representación política de las mujeres. En: NOHLEN, Dieter. Ob. cit., p. 688.
(740) Artículo 26.- Participación de hombres y mujeres en elecciones del partido político
En las listas de candidatos para cargos de dirección del partido político así como para los can-
didatos a cargos de elección popular, el número de mujeres u hombres no puede ser inferior al
treinta por ciento del total de candidatos.
335
Christian Guzmán Napurí
336
La Constitución Política: un análisis funcional
ubicar a las mujeres en los primeras ubicaciones de la lista, que son en ge-
neral las que obtienen las mayores votaciones al margen de la existencia del
voto preferencial. El problema ya no es de incorporación sino de ubicación.
Es necesario entonces discutir la posibilidad de la incorporación del
controvertido mandato de posición, que consiste en la determinación pre-
via de la ubicación de hombres y mujeres a fin de que no se vulnere la cuo-
ta de género, lo cual puede ocurrir y tendría un efecto aun mayor si es que
las listas fueran cerradas y bloqueadas.
337
Christian Guzmán Napurí
Es evidente que, si notamos que los costos de transacción son muy re-
ducidos, la asignación de derechos inicial no tiene sentido alguno. Debe
quedar claro, por otro lado, que el Teorema de Coase nos dice que cuan-
do los costos de transacción son muy reducidos, la asignación de derechos
inicial no tiene importancia en términos de eficiencia. Sin embargo, puede
resultar medular en términos redistributivos(744).
Lo que hemos expuesto en los párrafos precedentes requiere una expli-
cación más amplia. Los actores políticos, una vez puestos a deliberar, debe-
rán poder llegar a acuerdos determinados. Si los costos de transacción son
muy altos, el acuerdo resultará imposible. Ahora bien, las normas constitu-
cionales que señalan la existencia de un esquema de democracia meramen-
te representativa no logran conformar por sí misma, en forma suficiente, la
solución legal a la que hemos referido cuando dijimos que la democracia
pretendía simular la decisión de los particulares dada la imposibilidad exis-
tente de que estos pudieran por sí mismos ponerse de acuerdo, ello porque
los costos de transacción son altísimos.
Es decir, los mecanismos de democracia participativa cumplen con la
función de facilitar que los actores políticos puedan ponerse de acuerdo,
reduciendo plausiblemente, como resultado de ello, costos de transacción.
Y, como si ello fuera poco, permiten a los actores políticos obtener infor-
mación valiosa a fin de obtener los resultados más eficientes. No obstante
lo antes señalado, existe un punto en el cual el traslado de los asuntos pú-
blicos al electorado a través de estos mecanismos puede encarecer la toma
de decisión, costo que finalmente es también asumido por los particulares
a través del sistema impositivo, como lo hemos señalado reiteradamente.
Finalmente, existe un tema conexo, que está directamente relaciona-
do con el costo administrativo que genera la ejecución y protección de los
derechos que se asignan, tema que es necesario tomar en cuenta. Cuando
(744) Ahora bien, la asignación de titularidades con fines redistributivos debe hacerse cuidadosamente.
El problema es que las doctrinas económicas derivadas del Keynesianismo tienden a asumir
que redistribuir no cuesta, de tal forma que los Gobiernos emplean la asignación de derechos
para favorecer a determinados sectores de la sociedad, animados también por consideraciones
de “justicia o “bien social”, sin observar costos.
Sin embargo, en la práctica redistribuir sí cuesta, en especial si se redistribuye empleando el
sistema tributario o los subsidios. En primer lugar, habíamos señalado que el sistema tributario
es admisible por el particular puesto que este lo asumía como la contraprestación a pagar por el
funcionamiento del Estado. Sin embargo, la idea en la mente de ciudadano de que el pago de
tributos es “equitativo” o “justo” tiene un límite evidente en la racionalidad del individuo, ello,
sin tener en cuenta el plausible costo administrativo. Los subsidios, por otro lado, generan un
costo administrativo que carece de un retorno aparente. Al respecto: POLINSKY, Michell. An
Introduction to Law and Economics. Little Brown and Company, Boston, 1983. pp. 123-124.
338
La Constitución Política: un análisis funcional
(745) TULLOCK, Gordon. “El Voto como un Medio de Control Colectivo”. En: Gordon Tullock,
Los Motivos del Voto. Editorial Espasa Calpe S.A., Cap. III, Madrid, 1979, p. 39. En la misma
línea: KAFKA, Folke. Ob. cit., p. 612 y ss.
(746) Para una visión más bien contraria: ZOVATTO, Daniel. “Las instituciones de democracia
directa”. En: NOHLEN, Dieter. Ob. cit., p. 156 y ss.
339
Christian Guzmán Napurí
(747) LINZ, Juan. “Los peligros del presidencialismo”. En: Formas de gobierno, relaciones ejecutivo
parlamento. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1993.
(748) BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “El referéndum en la Constitución peruana”. En: Elec-
ciones N° 3. ONPE, Lima, 2004.
340
La Constitución Política: un análisis funcional
9. EL PROBLEMA DE LA TITULARIDAD
Los mecanismos de participación política generan algunas cuestiones
respecto a la titularidad que debemos dilucidar. En primer lugar, el concep-
to de titularidad está muy relacionado con el Teorema de Coase, al cual he-
mos hecho referencia líneas arriba. La forma como el Derecho corrige los
problemas derivados de los altos costos de transacción radica en la asigna-
ción de titularidades.
En este orden de ideas, es necesario determinar que son realmente ti-
tularidades, que deben definirse como derechos asignados, o si en realidad
son simples mecanismos asegurados por la Constitución. La diferencia, apa-
rentemente irrelevante, es de capital importancia, toda vez que de ello de-
pende la posibilidad del empleo de los procesos constitucionales, para cau-
telar la existencia de los mecanismos antes citados. Por otro lado, debemos
definir quiénes son los titulares de los mecanismos materia de estudio. Fi-
nalmente, debemos determinar que regla de titularidad se encuentra ligada
a estos mecanismos de participación política.
341
Christian Guzmán Napurí
342
La Constitución Política: un análisis funcional
343
Christian Guzmán Napurí
344
La Constitución Política: un análisis funcional
10. CONCLUSIONES
La existencia de derechos de participación política tiene sentido al de-
terminarse que la democracia representativa como tal no basta para asegu-
rar el adecuado control del Gobierno por parte del electorado. Los objeti-
vos de los mecanismos materia de análisis son evidentemente plausibles,
tanto como para justificar su uso y diseño adecuado.
La iniciativa legislativa, la consulta popular y la revocatoria de auto-
ridades son indispensables desde el punto de vista de la necesidad social.
Ello incluye la participación de las elecciones que los partidos realizan a
fin de elegir tanto a sus candidatos como a sus autoridades, las mismas que
deben ser lo más abiertas posibles, para que sean socialmente eficientes.
No obstante ello, es claro que dichos instrumentos requieren un dise-
ño adecuado, a fin de reducir, en la medida de lo posible, las limitaciones
que presentan, resultado del diseño del sistema político o del diseño en la
norma de los propios mecanismos materia de análisis.
Desde el punto de vista del análisis económico, se justifica la existen-
cia de los mecanismos de participación política dado que el mercado polí-
tico, por sí mismo, no permite asegurar dicho control. De acuerdo al Teo-
rema de Coase, se requiere una solución legal que corrija dicha situación.
Asimismo, es indispensable el uso de los mecanismos de participa-
ción, a fin de incentivar adecuadamente a los actores políticos, en especial
345
Christian Guzmán Napurí
a los funcionarios públicos, seres racionales que como tales deben conci-
liar su búsqueda de resultados adecuados para sí, con el bienestar común.
Finalmente, los mecanismos de participación política conforman de-
rechos fundamentales, así como titularidades, implicando estas últimas la
existencia de titulares de las mismas, y en especial, de reglas determinadas
que las protegen. En particular, respecto a las llamadas reglas de inaliena-
bilidad, que en gran medida protegen los derechos de participación política.
346
Capítulo X
UNA INTRODUCCIÓN
A LAS JUSTIFICACIONES
ECONÓMICAS
DEL DERECHO AMBIENTAL
Capítulo X
UNA INTRODUCCIÓN A LAS JUSTIFICACIONES
ECONÓMICAS DEL DERECHO AMBIENTAL
1. INTRODUCCIÓN
Se ha escrito de manera abundante respecto de las justificaciones para
la existencia del Derecho Ambiental, desde el punto de vista de los derechos
fundamentales. Las justificaciones económicas de dicha disciplina, que ya
goza de suficiente sustento, han sido también tratadas con cierta fluidez. El
presente capítulo tiene por finalidad analizar los conceptos más importan-
tes dentro del análisis económico que permiten sustentar a dicha rama del
derecho y justificar su existencia.
Ahora bien, es preciso tener claro que no puede entenderse el Derecho
Ambiental sin tomar en cuenta a la economía como rama del saber huma-
no. Ello porque, en primer lugar, el Derecho Ambiental constituye un meca-
nismo de intervención administrativa en la economía, que opera de manera
autónoma respecto de otros, como la regulación económica o el derecho de
la competencia, al tener sus propias técnicas normativas y administrativas,
que incluye la tramitación de procedimientos administrativos sancionadores.
De hecho, durante mucho tiempo se le ha considerado al Derecho Am-
biental como una modalidad de regulación económica, por constituir un me-
canismo de limitación de libertades económicas para asegurar que el ejer-
cicio de las mismas no vulnere el interés general. Sin embargo, el Derecho
Ambiental es más específico que la regulación económica, puesto que en-
frenta las libertades económicas con un derecho fundamental. Además, el
Derecho Ambiental emplea un conjunto de mecanismos distintos a los que
emplea la regulación económica, entre los que se encuentran diversas téc-
nicas que podrían considerarse de fomento, como veremos más adelante.
349
Christian Guzmán Napurí
(755) GUZMÁN AGUILERA, Patricia. Introducción al análisis económico del derecho ambiental.
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006, p. 108 y ss.
(756) POSNER, Richard A. El análisis económico del Derecho. Fondo de Cultura Económica. México
D.F.,1998, p. 66.
(757) TORRES LÓPEZ, Juan. Análisis económico del Derecho. Editorial Tecnos, Madrid, 1987, pp.
32-33. Para una explicación matemática de la eficiencia conforme el criterio de Pareto ver:
KAFKA, Folke. Teoría económica. Universidad del Pacífico, Lima, 1994, p. 740 y ss.
350
La Constitución Política: un análisis funcional
351
Christian Guzmán Napurí
352
La Constitución Política: un análisis funcional
353
Christian Guzmán Napurí
354
La Constitución Política: un análisis funcional
355
Christian Guzmán Napurí
356
La Constitución Política: un análisis funcional
(769) PHILIPPON, Santiago Dávila. “¿Cómo establecer sanciones óptimas para la disuasión de in-
fracciones?” En: Revista de Economía y Derecho. Vol. 9, N° 35. UPC, Lima, 2012, p. 87 y ss.
(770) Sobre el particular: KAHATT NAVARRETE, Karim. “Los modelos de gobernanza ambiental
y su impacto en la industria extractiva: una evaluación del modelo cooperativo y las alianzas
multi-actores”. En: Themis. Nº 56. PUCP, Lima, p. 70 y ss.
357
Christian Guzmán Napurí
358
La Constitución Política: un análisis funcional
359
Christian Guzmán Napurí
(778) LASTRES BERNINZON, Enrique. “Los recursos naturales en la Constitución vigente”. En:
Ius et veritas. N° 9, año V. PUCP, Lima, 1994, p. 140.
(779) STC Exp. N° 0048-2004-PI/TC:
“(…)
100. El Estado no ostenta una situación subjetiva de propietario de los recursos naturales que le
otorgue una serie de potestades exclusivas sobre dichos bienes en concepto de dueño, pues tales
facultades se inspiran en una concepción patrimonialista del dominio privado. Al respecto, el
Tribunal Constitucional español, en la STC 227/1988, de fecha 29 de noviembre, (Fundamento
14) con criterio esclarecedor formula lo siguiente: “(...) en efecto, la incorporación de un bien al
dominio público supone no tanto una forma específica de apropiación por parte de los poderes
públicos, sino una técnica dirigida primordialmente a excluir el bien afectado del tráfico jurídico
privado, protegiéndolo de esta exclusión mediante una serie de reglas exorbitantes de las que
son comunes en dicho tráfico iure privato”.
101. El estatuto subjetivo constitucional del Estado –como personificación jurídica de la Admi-
nistración– frente a los bienes dominiales será el de un deber de garantía, protección y aprove-
chamiento del patrimonio de la Nación, consistente en asegurar la afectación íntegra de dichos
bienes para promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo
integral y equilibrado de la Nación, de conformidad con el artículo 44 de la Constitución.
(…)”.
360
La Constitución Política: un análisis funcional
(780) Sobre el particular: PERLA, Cecilia. ¿Cuál es el destino de los países abundantes en recursos
minerales? Documento de Trabajo Nº 242. PUCP, Lima, 2005.
361
Christian Guzmán Napurí
362
La Constitución Política: un análisis funcional
(783) Artículo 7.- La utilización de tierras para el ejercicio de actividades mineras o de hidrocarburos
requiere acuerdo previo con el propietario o la culminación del procedimiento de servidumbre
que se precisará en el Reglamento de la presente Ley.
En el caso de servidumbre minera o de hidrocarburos, el propietario de la tierra será previa-
mente indemnizado en efectivo por el titular de actividad minera o de hidrocarburos, según
valorización que incluya compensación por el eventual perjuicio, lo que se determinará por
Resolución Suprema refrendada por los Ministros de Agricultura y de Energía y Minas.
Mantiene vigencia el uso minero o de hidrocarburos sobre tierras eriazas cuyo dominio corres-
ponde al Estado y que a la fecha están ocupadas por infraestructura, instalaciones y servicios
para fines mineros y de hidrocarburos
(784) LASTRES BERNINZON, Enrique. “Normatividad sobre el acceso a la tierra y el proceso
de aprobación”. En: Revista de Derecho de Minería y Petróleo. N° 56. Instituto Nacional de
Derecho de Minería y Petróleo, Lima, 1998. pp. 15-16.
363
Christian Guzmán Napurí
6. CONCLUSIONES
Las justificaciones económicas del Derecho Ambiental se encuentran
dirigidas a dos conceptos fundamentales. En primer lugar, la existencia de
elevados costos de transacción justifica el establecimiento de un derecho
a un ambiente sano y equilibrado, costos provenientes no solo de la gran
cantidad de personas afectadas, sino también de la existencia de un mono-
polio en la negociación.
En segundo lugar, las diversas actividades generan costos que deben ser
asumidos por quienes los generan, y dentro de los mismos encontramos las
externalidades resultantes de la afectación a bienes ambientales. Un caso
interesante es el de la responsabilidad ambiental, que como lo hemos seña-
lado es de naturaleza objetiva.
Pero, además, es preciso que la intensidad de la protección ambiental
sea la adecuada, a fin de que la misma no afecte el bienestar social. En este
orden de ideas es necesario emplear mecanismos que permitan generar in-
centivos para que el mercado colabore con la Administración Pública en el
control y fiscalización ambiental, para lo cual se deben asignar titularida-
des a los particulares.
Finalmente, merece una mención la regulación de los recursos natura-
les establecidos en la Constitución. Si bien se señala que nuestro sistema
es dominalista, en la práctica puede señalarse que la titularidad sobre los
mismos no le corresponde en verdad a la Nación, como señala el artículo
66 de dicha norma, sino más bien al particular que obtiene el dominio so-
bre ellos, como por ejemplo, en el propietario del predio superficial cuan-
do se habla de los recursos ubicados en el subsuelo.
364
Capítulo XI
UN ANÁLISIS FUNCIONAL
DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
CONSAGRADO POR LA CONSTITUCIÓN
PERUANA DE 1993
Capítulo XI
UN ANÁLISIS FUNCIONAL DEL RÉGIMEN
ECONÓMICO CONSAGRADO POR LA
CONSTITUCIÓN PERUANA DE 1993
1. INTRODUCCIÓN
La Constitución de 1993, no obstante implicar un importante avance
respecto a lo prescrito por los principios más importantes de la economía
moderna –al establecer esquemas de alejamiento en relación con siste-
mas más bien intervencionistas como los que acompañaron a la Constitu-
ción de 1979 y a normas anteriores–, no establece principios por comple-
to claros respecto al rol que al Estado le toca desempeñar en la economía,
incurriendo en algunos casos en indebidas referencias o en problemáti-
cas omisiones.
Y es que, hoy en día se considera que las prescripciones sobre régi-
men económico en una Constitución, lejos de establecer esquemas permi-
sivos deben más bien señalar claras limitaciones al accionar del Estado en
temas económicos. Las economías modernas otorgan un papel preponde-
rante al mercado dentro del desarrollo económico y social de una Nación.
Ello se acompaña por el hecho de que en el ámbito de la participación en
la economía los particulares poseen derechos fundamentales cuyos límites
deben estar cuidadosamente delimitados.
Sobre el particular existen dos posiciones bien diferenciadas. La pri-
mera, que considera que especificar el régimen económico en una Consti-
tución resulta fundamental para establecer márgenes de acción del Estado
respecto de la intervención en la economía(785). Una posición más radical,
367
Christian Guzmán Napurí
En: Revista Española de Derecho Constitucional. N° 69. Centro de Estudios Políticos y Cons-
titucionales, Madrid, 2003, p. 171 y ss.
(786) FRIEDMAN, Milton. Libertad de Elegir. Grijalbo, Barcelona, 1980, p. 414.
368
La Constitución Política: un análisis funcional
369
Christian Guzmán Napurí
(789) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Fondo Editorial PUCP,
Lima, 1999, p. 203.
(790) Artículo 58. La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo
este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de
promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.
(791) Sobre el particular: GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. “Iniciativa privada y economía social de
mercado”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Tomo 1, Gaceta Jurídica,
Lima, 2005, p. 797.
(792) La jurisprudencia peruana no ha definido de manera tan clara este concepto, el cual se podría
prestar a interpretaciones colectivistas. Esto lo podemos encontrar, por ejemplo, en el proceso
de inconstitucionalidad interpuesta por don Roberto Nesta Brero, en representación de 5,728
ciudadanos, contra el artículo 4 del Decreto de Urgencia N° 140-2001, Exp. Nº 0008-2003-AI/
TC, sentencia de fecha 11 de noviembre de 2003, fundamento 13:
“(…)
La economía social de mercado es una condición importante del Estado social y democrático
de derecho. Por ello debe ser ejercida con responsabilidad social y bajo el presupuesto de los
valores constitucionales de la libertad y la justicia. A tal efecto está caracterizada, fundamen-
talmente, por los tres elementos siguientes:
a) Bienestar social; lo que debe traducirse en empleos productivos, trabajo digno y reparto justo
del ingreso.
b) Mercado libre; lo que supone, por un lado, el respeto a la propiedad, a la iniciativa privada
y a una libre competencia regida, prima facie, por la oferta y la demanda en el mercado; y, por
otro, el combate a los oligopolios y monopolios.
370
La Constitución Política: un análisis funcional
c) Un Estado subsidiario y solidario, de manera tal que las acciones estatales directas aparezcan
como auxiliares, complementarias y temporales.
En suma, se trata de una economía que busque garantizar que la productividad individual sea,
por contrapartida, sinónimo de progreso social.
(…)”.
(793) Este concepto se aplica, en sentido estricto, al modelo de ordenamiento económico, explícita-
mente elaborado, que le sirvió al primer gobierno de la República Federal de Alemania después
de la segunda guerra mundial como pauta para encauzar su política económica. Su configuración
teórica se relaciona ante todo con los nombres de Walter Eucken y Alfred Müller-Armack, y
su implementación política con el de Ludwig Erhard. Los lineamientos básicos esenciales del
modelo caracterizan la constitución económica de la mayoría de las naciones industrializadas
de occidente, aun cuando no necesariamente su reflexión teórico ideológica.
(794) KAFKA, Folke. Teoría Económica. Universidad del Pacífico, Lima, 1994, p. 339 y ss.
371
Christian Guzmán Napurí
(795) De hecho, una Constitución tan intervencionista como la española habla claramente de economía
de mercado, admitiendo la posibilidad de intervención de los poderes públicos a fin de garantizar
la competencia o para asegurar prestaciones que el mercado no puede hacer efectivas. Sobre el
particular. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián. Derecho administrativo económico.
La Ley, Madrid, 1991, pp. 88-89.
(796) Como ya lo hemos señalado de manera reiterada, los costos de transacción son responsables en
gran medida de las imperfecciones del funcionamiento del mercado. Sobre el particular: TORRES
LOPEZ, Juan. Análisis Económico del Derecho. Editorial Tecnos, Madrid, 1987, p. 51.
Ahora bien, Coase explicaba, a través del Teorema que lleva su nombre, que cuando los costos
de transacción son sustancialmente elevados es necesaria la intervención estatal a fin de hacer
posible la obtención de resultados eficientes en el empleo del mercado. Como resultado, la
solución eficiente no puede darse prescindiendo de la norma jurídica elegida. Revisar: ARIÑO
ORTIZ, Gaspar. Principios de Derecho Público Económico. Comares, Granada, 1999, p. 22 y ss.
También: TORRES LÓPEZ, Juan. Ob. cit., p. 53.
(797) Constitución de 1979:
Artículo 115.- La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. El
Estado estimula y reglamenta su ejercicio para armonizarlo con el interés social.
372
La Constitución Política: un análisis funcional
Regulación económica
La intervención estatal en la economía se puede dar, en primer lugar,
en términos de regulación económica. Esta última consiste en la orienta-
ción por parte del Estado en la cual se establece parámetros para la actua-
ción de los agentes económicos. La regulación económica pretende que las
decisiones privadas no perjudiquen el interés general(799) y se justifica en de-
terminadas consideraciones de naturaleza económica, como pueden ser los
elevados costos de transacción, la existencia de externalidades, la informa-
ción asimétrica o la existencia de monopolios naturales.
No obstante ello, las dificultades que entraña la regulación económi-
ca son bastante altas, dada la posibilidad de politización de la misma, así
como el riesgo de empleo de la regulación por parte de actores económicos
que buscan verse favorecidos por la misma. Por ello, la regulación econó-
mica debe estar debidamente limitada y circunscrita a supuestos específi-
cos; en especial considerando que la misma implica limitaciones a derechos
(798) SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Estado Orientador y Promotor”. En: Gutiérrez, Walter
(dir.). Ob. cit., p. 811.
(799) CASES PALLARES, Lluis. Derecho Administrativo de la defensa de la competencia. Marcial
Pons, Madrid, 1995, p. 25.
373
Christian Guzmán Napurí
Intervención directa
La intervención directa en la economía por parte del Estado implica,
primeramente, el fomento de determinadas actividades, y luego la creación
de empresas públicas o de organismos públicos a fin de participar en el mer-
cado como un operador más del mismo. En primer lugar, el fomento de ac-
tividades privadas pretende mecanismos a través de los cuales el Estado
incentiva ciertas actividades consideradas de interés público, sin participar
directamente de las mismas(800). El fomento se encuentra expresamente au-
torizado por la Constitución en determinados supuestos, en particular res-
pecto a las pequeñas empresas, no obstante su discutible empleo en térmi-
nos de igualdad jurídica en el mercado.
Por otro lado, cuando hablamos de la creación de empresas públicas nos
encontramos ante la denominada actividad empresarial del Estado. Esta úl-
tima situación se encuentra fuertemente limitada por el principio de subsi-
diaridad. La figura de la intervención directa por parte del Estado incorpora
cierto nivel de planificación económica, al establecerse metas determina-
das y los mecanismos a través de los cuales pretende obtenerse resultados.
En general, en esta instancia la planificación es concertada entre los acto-
res económicos, hecho que no obsta para considerar dicha planificación
como un elemento más bien limitativo respecto de la acción del mercado.
(800) ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Ob. cit., p. 287 y ss.; MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián.
Ob. cit., p. 437 y ss.
374
La Constitución Política: un análisis funcional
(801) Sobre el particular: DE VAL PARDO, Isabel. Administración de Entidades Públicas. Instituto
de Estudios Económicos, Madrid, 1999, pp. 49-51.
(802) KRESALJA, Baldo. “El Rol del Estado y la Gestión de los servicios públicos” En: Themis
N° 39. PUCP, Lima, 1999, p. 55.
375
Christian Guzmán Napurí
4. LA LIBERTAD DE EMPRESA
El artículo 59 de la Constitución(804) señala que el Estado estimula la
creación de riqueza, garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empre-
sa, comercio e industria. En gran medida, esta norma no es muy distinta
a esquemas como el de la Constitución de 1979, en los cuales el éxito del
desarrollo económico parecería estar más enfocado en la acción del Esta-
do que en la acción realizada por los particulares.
La promoción del desarrollo –y el estímulo de la riqueza– deben ser
efectuadas en principio por el mercado y no por el Estado, el cual debe li-
mitarse a corregir las imperfecciones en el mercado y eliminar las posibles
distorsiones que se produzcan, muchas de las cuales son de responsabilidad
376
La Constitución Política: un análisis funcional
4.1. Concepto
Las libertades empresariales, y en especial, la libertad de empresa, en
tanto son derechos constitucionales, resultan ser fundamentales en una eco-
nomía de mercado. Un sistema económico en el cual se limite indebida-
mente las mismas no es una economía de mercado sino una economía in-
tervenida. La libertad de empresa es el mecanismo a través del cual el ser
humano hace efectivo su deseo de procurar satisfacer necesidades de los
demás a través de la actividad empresarial y con un legítimo afán de lucro.
En tal sentido, debe diferenciarse claramente la libertad de empresa de
la libertad de trabajo, las mismas que se tratan de manera separada(805). La
libertad de trabajo, como su nombre lo indica, se vincula de manera direc-
ta con la prestación de servicios realizada por una persona, en especial la
que es realizada en relación de subordinación.
A su vez, dicha libertad de trabajo posee un componente negativo y otro
positivo, en tanto libertad de no ser obligado a desempeñar un trabajo o dejar
de desempeñarlo de manera indebida, y a la vez, la de elegir el trabajo que
uno prefiera y ejercerlo libremente dentro del marco establecido por el orde-
namiento jurídico, incluido el establecido por el empleador. Sin embargo, el
Tribunal Constitucional ha estado confundiendo ambos derechos en reiterada
jurisprudencia, señalando que uno implicaría al otro, sin tomar en cuenta la
naturaleza subordinada del trabajo al que alude la norma constitucional(806).
377
Christian Guzmán Napurí
Entonces, en el caso concreto, y esta lógica se aplica a muchos de los pedidos de supuestos
atentados contra el trabajo de los accionantes, se entiende que este es vulnerado si es que no
se les permite ejercer su derecho a la libertad de empresa. Es decir, si al demandante no se le
estaría permitiendo abrir su discoteca, tampoco se le estaría permitiendo trabajar. A pesar de
este planteamiento, ¿a eso se refiere la norma constitucional cuando reconoce el derecho a la
libertad de trabajo?
Por tanto, para este Colegiado (fundamento 4 de la Sentencia del Expediente 2633-2002-AA/
TC, caso Hilda Anaya Cárdenas),
“aunque es cierto que toda persona tiene derecho a trabajar libremente, con sujeción a ley, no
lo es menos que este derecho no es irrestricto y que debe estar sujeto al cumplimiento de las
disposiciones de cada municipio, como en el presente caso, en el que para el inicio de una
actividad comercial se deberá obtener previamente la licencia de funcionamiento respectiva;
caso contrario, la Municipalidad tiene la facultad de clausurar el local y de sancionar”.
(…)”.
(807) HUERTA DE SOTO, Jesús. “La Libertad de empresa como imperativo moral”. En: Anuario
de economía. Negocios Ediciones, Madrid, 1996, pp. 78 a 79.
378
La Constitución Política: un análisis funcional
sociales(808); razón por la cual carece de sentido preferir estos últimos fren-
te a aquel. No es posible generar distribución de la riqueza si la misma no
se ha creado antes.
A su vez, dicho crecimiento solo es posible cuando existen fuertes in-
centivos para la inversión privada, lo cual solo ocurre cuando la tutela de la
libertad de empresa es también muy fuerte. Si el inversionista observa que
la libertad de empresa es protegida debidamente por los poderes públicos
va a tener incentivos para invertir, caso contrario la inversión se verá ahu-
yentada y con ello también el crecimiento económico.
50
40
30
20
10
0
1 2 3 4 5
*El quintil 1 representa al 20% con menores ingresos de la población, el quintil 5, al 20% con mayores ingresos
Fuente: INEI
Elaboración: IPE
4.3. Contenido
Las libertades empresariales en general, y la libertad de empresa en
particular, se reconocen derechos complejos conformados por determina-
dos componentes que configuran su contenido esencial(809). En primer lu-
gar, la libertad de empresa implica la posibilidad de crear organizaciones
empresariales, dentro de los márgenes fijados por la ley, los cuales son su-
ficientemente amplios, así como la libertad para adquirir organizaciones
ya existentes(810).
379
Christian Guzmán Napurí
Ello implica la libertad que tienen todos los particulares –libertad que
no posee el Estado, dado el principio de subsidiaridad– para acceder al mer-
cado. La libertad de acceso genera respecto del Estado la obligación que el
mismo respete las reglas del mercado, y a la vez, que se comprometa a de-
fender la libre competencia.
Por otro lado, la libertad de empresa implica la posibilidad de configu-
ración interna de la empresa, en términos de organización interna, compo-
sición de los órganos de dirección, e incluso, denominación y ubicación.
Este concepto admite ciertas limitaciones por razones de interés general,
algunas de las cuales resultan ser sumamente discutibles.
Asimismo, debe indicarse que la libertad de empresa incluye la llamada
libertad de dirección, la misma que se encuentra referida a la producción,
inversión, política comercial, precios –elemento de particular importancia–
y contratación. Esto admite ciertas limitaciones, muchas de las cuales re-
sultan ser también muy controvertidas.
(811) Se considera, entonces, que ante la duda respecto a si una situación es moral o inmoral, la misma
deberá favorecer a la libertad. RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 230.
(812) MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián. Ob. cit., p. 157 y ss.
(813) Constitución de 1993:
Artículo 3.- La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás
que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad
del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y
de la forma republicana de gobierno.
380
La Constitución Política: un análisis funcional
381
Christian Guzmán Napurí
382
La Constitución Política: un análisis funcional
(819) Para una perspectiva distinta: INDACOCHEA PREVOST, Úrsula. “Calle de las pizzas y pon-
deración constitucional”. En: Revista de Derecho Administrativo. Nº 5. Círculo de Derecho
Administrativo, Lima, 2008, p. 291 y ss.
(820) ALEXY, Robert. Ob. cit., loc. cit.
383
Christian Guzmán Napurí
(821) 7.1 El transporte acuático comercial en tráfico nacional o cabotaje, queda reservado, exclusi-
vamente, a naves mercantes de bandera peruana de propiedad del Naviero Nacional o Empresa
Naviera Nacional o bajo las modalidades de Arrendamiento Financiero o Arrendamiento a Casco
Desnudo, con opción de compra obligatoria; salvo lo dispuesto en el numeral 7.4.
384
La Constitución Política: un análisis funcional
(822) 42. Así las cosas, la cuestión de si existe una relación de causalidad entre la exclusión de
los navieros extranjeros o empresas navieras extranjeras para operar con naves de bandera
extranjera en el transporte acuático comercial y la reactivación de la Marina Mercante Na-
cional, ha de responderse afirmativamente. El Tribunal observa que la prohibición para que
empresas navieras extranjeras puedan operar en el tráfico comercial acuático o de cabotaje, y
la necesidad de satisfacer demandas de esta naturaleza, incentivará y promoverá que empresas
nacionales se dediquen a esta actividad económica. Igualmente, aprecia que la restricción de
que estas empresas nacionales puedan operar buques de bandera extranjera, o solo lo puedan
hacer excepcionalmente por 6 meses, luego de los cuales deban hacerlo con buques de bandera
nacional, conseguirá, en un breve plazo, la adquisición de naves de bandera nacional. (…).
(823) “44. La cuestión de si existe un medio alterno que, siendo igualmente idóneo con la consecu-
ción de los objetivos perseguidos por el legislador, cuando menos cause una intervención de
menor intensidad al derecho-principio de igualdad, ha de ser resuelta negativamente. Y no es
que no existan otros medios, sino que los que se pudieron haber empleado alternativamente o
bien se presentan como inadecuados para alcanzar los objetivos perseguidos o, aun cuando se
encuentran orientados a ellos, sin embargo, generan una intervención de la misma intensidad
que la ocasionada al derecho-principio de igualdad con el medio empleado por el legislador”.
385
Christian Guzmán Napurí
386
La Constitución Política: un análisis funcional
ámbito objetivo, que se dirige a la importancia social del ejercicio del de-
recho en cuestión.
En el primer ámbito, la libertad de empresa proviene directamente del
concepto de autonomía, siendo una manifestación de su libertad indivi-
dual(825), puesto que permite que el particular ejerza su libertad individual
en el mercado, siempre que se haga de manera lícita y no perjudique a otros
de manera indebida, considerando que el daño generado por la competen-
cia leal es por completo lícito.
Asimismo, en el ámbito objetivo, las libertades económicas resultan
ser fundamentales en una economía de mercado. Un sistema económico
en el cual se limite indebidamente las mismas no es una economía de mer-
cado sino una economía intervenida, en la cual no existe verdadera crea-
ción de riqueza. Ello porque la libertad de empresa es el mecanismo a tra-
vés del cual el ser humano hace efectiva su deseo de procurar satisfacer
necesidades de los demás a través de la actividad empresarial y con un le-
gítimo afán de lucro.
Como resultado, a fin de determinar si la regulación de una actividad
económica determinada es pertinente desde el punto de vista jurídico resulta
indispensable que la misma sea sometido al test al cual nos hemos referido
de manera amplia; vale decir, determinar si dichas limitaciones se encuen-
tran conforme a la ley, si no vulneran el contenido esencial del derecho a
la libertad de empresa; y si son razonables y proporcionales respecto al fin
que se persigue. Lo antes señalado implica que, en efecto, existan situacio-
nes que justifiquen dicha intervención para poder definir si la misma es ra-
zonable y proporcional. Entre ellos encontramos la existencia de costos de
transacción, externalidades, así como los monopolios naturales
387
Christian Guzmán Napurí
porción, por más pequeña que sea, nos encontramos más bien ante una po-
sición de dominio en el mercado.
Ahora bien, la posición de dominio, o el monopolio por sí mismos no
son perjudiciales para la economía. En primer lugar, una posición de domi-
nio es en general el resultado de un adecuado manejo empresarial, el mis-
mo que no es correcto desincentivar. En segundo lugar, un monopolio ge-
nerado de manera espontánea es bastante raro, puesto que si dicho mercado
es tan rentable como para producir un proveedor con tanto poder, no tarda-
ría en aparecer otros que generen competencia, con lo cual lleva consigo
el germen de su desaparición(827). En todo caso, un monopolio generado en
un mercado sin distorsiones es también resultado de un manejo empresarial
eficiente. En tal sentido, y dentro de los terrenos del derecho de la compe-
tencia, el sistema no sanciona la posición de dominio, sino el abuso de ella.
Sin embargo, un monopolio natural es también un resultado del mer-
cado, generado cuando los costos fijos son muy altos respecto a la deman-
da del bien o servicio. Ello genera que sea más eficiente que una sola em-
presa provea toda la demanda a que lo hagan varias, lo cual lo convierte,
en este caso, como un resultado espontáneo. En consecuencia, el monopo-
lio resulta inevitable porque es el procedimiento más barato para organizar
una actividad económica(828).
Ahora bien, se ha considerado que la existencia de monopolios es poco
beneficiosa para una economía en la medida que estructuras monopólicas
causan ineficiencias en la asignación al disociar precios de costos. Este tipo
de ineficiencia en el monopolio causa los conocidos triángulos de pérdi-
da de eficiencia social frecuentemente hallados en los diversos textos de
microeconomía (triángulos de Dupuit o de Harberger)(829). En términos del
bienestar social el problema de este tipo de ineficiencia consiste en que el
consumidor marginal compra de tal manera que su valoración por el bien
o servicio excede al costo social de producirlo.
Así, se considera que el Estado debe regular su comportamiento en el
mercado, a fin de que el mismo no perjudique a los proveedores o a los con-
sumidores. La regulación económica entonces debe intervenir a fin de ge-
nerar los efectos que se producirían en el mercado de existir competencia
perfecta en el citado rubro, a través del control de dicha empresa(830), en es-
(827) BULLARD, Alfredo y FALLA, Alejandro. “El abogado del diablo. El abuso de procesos legales
o gubernamentales como práctica anticompetitiva”. En: Ius et Veritas N° 30. PUCP, Lima, 2005.
(828) POSNER, Richard A. Ob. cit., p. 326 y ss.
(829) KAFKA, Folke. Ob. cit., p. 409 y ss.
(830) CASES PALLARES, Lluis. Ob. cit., p. 26.
388
La Constitución Política: un análisis funcional
389
Christian Guzmán Napurí
390
La Constitución Política: un análisis funcional
391
Christian Guzmán Napurí
(839) OLSON, Marcur. “La lógica de la acción colectiva”. En: Diez Textos de Ciencia Política. Ariel,
Barcelona, 1992, pp. 215-216.
(840) CARBAJALES, Mariano. El Estado regulador. Editorial Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos
Aires, 2005, pp. 104-105; CASES PALLARES, Lluis. Ob. cit., p. 39.
(841) Artículo 60.- El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta
en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa.
Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial,
directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional.
La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal.
(842) OCHOA CARDICH, César. Ob. cit., p. 89.
392
La Constitución Política: un análisis funcional
Asimismo, dicho artículo señala que solo autorizado por ley expresa, el
Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, consagrando
el denominado principio de subsidiaridad. Esta actividad empresarial está
condicionada de manera plausible por la necesidad de emisión de una ley.
393
Christian Guzmán Napurí
394
La Constitución Política: un análisis funcional
395
Christian Guzmán Napurí
396
La Constitución Política: un análisis funcional
397
Christian Guzmán Napurí
(854) El spoils system no es ninguna novedad, puesto que ha sido aplicado en gran medida por los
gobiernos en todo el mundo, en especial, en los Estados Unidos incluso desde el gobierno del
presidente Jackson. Sobre el particular: HAURIOU, André. Derecho Constitucional e Institu-
ciones Políticas. Ariel, Barcelona, 1980, p. 539; DUVERGER, Maurice. Instituciones Políticas
y Derecho Constitucional. Ariel, Barcelona, 1962, p. 348.
(855) Esta empresa brasileña se encuentra sometida a investigación por diversas acusaciones de actos
de corrupción cometidas por sus funcionarios, situación en la cual estaría comprometida incluso
la presidenta de dicho país.
398
La Constitución Política: un análisis funcional
(856) DE VAL PARDO, Isabel. Ob. cit., p. 90 y ss. Sin embargo debemos señalar, al contrario de lo
que señala la autora, que no es posible que la Administración Pública, en términos de servicios
públicos, pueda funcionar adecuadamente sin privatizar los mismos. Tal como lo hemos pre-
cisado, la ineficiencia de las empresas públicas resulta ser, en principio, consustancial a ellas.
(857) ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios de Derecho Público económico. Comares, Granada, 1999,
pp. 440-441.
399
Christian Guzmán Napurí
6. LIBRE COMPETENCIA
El artículo 61 de la norma constitucional establece que el Estado favo-
rece y vigila la competencia, combatiendo las prácticas que la limiten(858).
Esta prescripción es la que consagra el denominado derecho de la defensa
de la competencia o simplemente derecho de la competencia. Esta rama del
Derecho, o derecho antitrust, que paulatinamente está adquiriendo caracte-
rísticas propias, se encarga de asegurar el cumplimiento de ciertos princi-
pios inherentes a la libre competencia, elemento fundamental de la econo-
mía de mercado(859). Sin libre competencia, el mercado deja de convertirse
en el mecanismo que asigna los recursos de manera más eficiente(860).
(858) Artículo 61.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la
limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede
autorizar ni establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y,
en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de
comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni
indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.
(859) Para un análisis económico de las leyes antimonopolio: POSNER, Richard A. El análisis eco-
nómico del Derecho. Fondo de Cultura Económica, México, 1998, p. 272 y ss.
(860) STC Exp. N° 0013-2012-PI/TC:
7. Las normas impugnadas encuentran su razón de ser en una necesidad de aumento de compe-
tencia por parte de las AFP. Según el artículo 61 de la Constitución, “El Estado facilita y vigila
la libre competencia (…)”, protegiendo el llamado proceso competitivo o instituto jurídico de la
competencia, en la búsqueda de un mayor bienestar de consumidor. Dentro del mercado permite
a los agentes económicos reducir sus costos (eficiencia productiva), incrementar la calidad y
diversidad de sus productos o servicios (eficiencia innovativa) y proveer a los consumidores
bienes y servicios con precios cercanos a sus costos (eficiencia asignativa). El derecho a la libre
competencia está definido como la potestad de coexistencia de una pluralidad de ofertas en el
campo de la producción, servicios o comercialización de productos de la misma especie por
parte de un número indeterminado de agentes económicos (STC Exp. Nº 0018-2003-PI/TC;
STC Exp. Nº 1405-2010-PA/TC). Se adscribe al cuadro más amplio de la libertad económica y
como tal supone tres aspectos esenciales: acceso al mercado por parte de los diversos agentes
económicos sin que se pueda impedir o restringir dicha participación; libre iniciativa dentro del
mercado para competir conforme a las propias condiciones y variables económicas; la igualdad
(no discriminación) de los competidores ante la ley (STC Exp. Nº 0018-2003-PI/TC; STC Exp.
Nº 3315-2004-AA/TC).
400
La Constitución Política: un análisis funcional
401
Christian Guzmán Napurí
cuales el mercado genere los incentivos adecuados para evitar dichas prác-
ticas anticompetitivas, siendo que en términos generales los mercados de-
ben funcionar libremente(864).
Ahora bien, la libre competencia es aquella que se efectúa sin que exis-
ta situación alguna, sea proveniente del Estado o de los proveedores, que
la restrinja o limite. Sin libre competencia, el mercado se encontraría dis-
torsionado, impidiendo la obtención de equilibrio. Lo que ocurre es que la
competencia en el mercado es justamente la que permite que el afán de lu-
cro del proveedor –que es un ser racional, como todo agente económico–
sea consistente con el funcionamiento adecuado del mercado. Para satis-
facer dicho afán de lucro, se requiere satisfacer a los consumidores(865). La
Ley de Say, que nos dice que la oferta crea su propia demanda, es satisfe-
cha únicamente en supuestos en los cuales dicha competencia es por com-
pleto libre, vale decir, sin distorsiones.
(864) COLOMA, Germán. Defensa de la Competencia. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2003, p. 14
(865) Sobre el particular: BAYLOS CORROSA, Hermenegildo. Ob. cit., pp. 262-263.
(866) Sobre el particular: BERNANKE, Ben S. y FRANK, Robert H. Principios de Economía.
McGraw-Hill, Madrid, 2007, pp. 342-343; KAFKA, Folke. Teoría Económica. Universidad
del Pacífico, Lima, 1994, pp. 423-425.
402
La Constitución Política: un análisis funcional
403
Christian Guzmán Napurí
(869) ROJAS LEO, Juan Francisco. “El abuso de la posición de dominio en el mercado en la legis-
lación nacional”. En: Revista de la Competencia y la Propiedad Intelectual, N° 1. Indecopi,
Lima, 2005, p. 88.
404
La Constitución Política: un análisis funcional
(870) KRESALJA R., Baldo. “Comentarios al Decreto Ley 26122 sobre Represión de la Competencia
Desleal”. En: Revista Derecho. N° 47. PUCP, Lima, 1993, pp. 22-23.
(871) BAYLOS CORROSA, Hermenegildo. Ob. cit., p. 257.
(872) Artículo 20 del Decreto Legislativo N° 1044.
405
Christian Guzmán Napurí
406
La Constitución Política: un análisis funcional
407
Christian Guzmán Napurí
(878) Sin embargo, algunos autores han señalado la necesidad de establecer la posibilidad de que
mediante un quórum calificado pueda establecerse modificaciones a términos contractuales, a
fin de no “congelar situaciones injustas”, previsión que nos parece errónea, toda vez que dichas
situaciones injustas, de existir, podrían ser corregidas mediante los mecanismos que el ordena-
miento civil prevé en el Código Civil. Sobre el particular: KRESALJA, Baldo y OCHOA, César.
“Propuesta para un nuevo régimen económico constitucional”. En: Pensamiento Constitucional
N° 6. PUCP, Lima, 1999, p. 740.
408
La Constitución Política: un análisis funcional
celebración, toda vez que las obligaciones que resultan del mismo se gene-
raron en dicho momento(879). El principio de los hechos cumplidos es pre-
cisamente el que impide una aplicación retroactiva de la norma que hubie-
se sido aprobada con posterioridad a la celebración del contrato.
Finalmente, la norma constitucional establece que los conflictos deri-
vados de los contratos y de los convenios de estabilidad jurídica solo se so-
lucionan en las vías de conciliación, arbitral y judicial, según los mecanis-
mos de protección previstos en el contrato, convenio o contemplados en la
ley. Normalmente, dichos mecanismos son la lesión y la denominada exce-
siva onerosidad de la prestación, los mismos que se encuentran consagra-
dos en nuestro Código Civil.
8. INVERSIÓN Y COMERCIO
El ordenamiento jurídico establece determinadas garantías para la in-
versión y el comercio, actividades que cuyo fomento resulta imprescindible.
(879) Para una opinión distinta, basada en la distinción entre la concepción de derechos adquiridos
y la de los hechos cumplidos: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., pp. 287-288.
(880) OCHOA CARDICH, César. Ob. cit., p. 94.
409
Christian Guzmán Napurí
410
La Constitución Política: un análisis funcional
411
Christian Guzmán Napurí
412
La Constitución Política: un análisis funcional
(888) ALEXY, Robert. “Derechos, razonamiento jurídico y discurso racional” En: Derecho y Razón
Práctica. Distribuciones Fontamara, México, 1993, p. 10.
(889) MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Intensidad de la intervención o afectación de derechos
fundamentales y principio de proporcionalidad”. En: Revista Jurídica, Tomo 80. Gaceta Jurídica,
Lima, 2007, p. 17.
(890) ÁVILA CABRERA, Víctor. “Igualdad de trato entre inversión extranjera y nacional. Solución
de controversias”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit., p. 885.
413
Christian Guzmán Napurí
414
La Constitución Política: un análisis funcional
en una economía libre, de tal forma que ningún Estado puede establecer ba-
rreras al ingreso o salida de mercancías o servicios respecto de sus fronte-
ras. El beneficio inmediato es para el consumidor, quien se encuentra en me-
jor capacidad para elegir, dentro de la mayor cantidad de opciones posibles.
Ahora bien, la norma establece que si otro país o países adoptan medi-
das proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés nacional,
el Estado puede, en defensa de este, adoptar medidas análogas. Las medi-
das proteccionistas más comunes en este sentido son el dumping y los sub-
sidios. Mediante dichos mecanismos, los bienes y servicios ingresan al país
con un precio inferior al que deberían tener incluso en su lugar de origen.
A fin de conjurar ello, los estados aplican las denominadas medidas
arancelarias, que pretenden equilibrar los precios de los productos impor-
tados a fin de evitar la supuesta competencia desleal. Estos mecanismos,
sin embargo, resultan ser sumamente discutibles en el contexto de la econo-
mía moderna, puesto que generan una protección artificial, la misma que no
favorece el crecimiento de la producción de un país determinado. Por otro
lado, puede ocurrir que se establezcan medidas discriminatorias cuando un
país aplica derechos a los productos de determinado país, sin que ello ocu-
rra con los productos de otro.
(891) Sobre el particular: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., pp. 313-314.
415
Christian Guzmán Napurí
416
La Constitución Política: un análisis funcional
(892) Con mayor razón consideramos que, ante la existencia del artículo 62, el artículo 72 bajo co-
mentario resultaría por completo inaplicable a la moneda extranjera. Para un análisis distinto:
RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 317.
(893) Sobre el control de precios: KAFKA, Folke. Ob. cit., p. 657 y ss.
(894) Para una análisis distinto: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., pp. 317-318.
(895) Constitución de 1993:
Artículo 65.- El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios. Para tal efecto garan-
tiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que se encuentran a su disposición
en el mercado. Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad de la población.
417
Christian Guzmán Napurí
418
La Constitución Política: un análisis funcional
419
Christian Guzmán Napurí
aquel que espera recibir información relevante, en tanto realiza una elec-
ción entre los diferentes productos que se le presenten(902).
Por otro lado, debe entenderse que se habla de información relevan-
te cuando la misma es la necesaria para que el producto adquirido resulte
idóneo para el fin ordinario para el que se suele emplear dicho producto.
Es evidente que si obligamos al proveedor del bien o servicio a proporcio-
nar más información que la necesaria, el costo del mismo terminaría sien-
do transferido al consumidor a través del precio, con el consiguiente per-
juicio para el mismo.
Ahora bien, un precedente posterior, emitido por el Tribunal de Indecopi
estableció que las personas naturales y jurídicas pertenecientes a la catego-
ría profesional de los pequeños empresarios se encuentran afectados por la
desigualdad informativa en la relación de consumo y, por tanto, son consi-
derados como consumidores cuando debido a las necesidades de su activi-
dad empresarial adquieran o utilicen productos, ya sean bienes o servicios,
para cuya adquisición o uso no fuera previsible que debieran contar con
conocimientos especializados equiparables a aquellos de los proveedores.
Este precedente, en primer lugar, amplía el concepto de consumidor pro-
tegido al cual hemos aludido líneas arriba, incorporando a aquellos que po-
drían no ser considerados consumidores como resultado de una lectura es-
trictamente literal de la Ley. En segundo lugar, pareciera entrar en contacto
con lo dispuesto por el artículo 59 de la norma constitucional, el mismo que,
como ya se ha señalado, establece la obligación del Estado de promover las
pequeñas empresas. Es preciso señalar que esta definición se encuentra con-
signada con claridad en la actual normativa de protección al consumidor(903).
(902) SEQUIERA MARTÍN, Adolfo. “Defensa del consumidor y derecho constitucional económico”.
En: Revista Española de Derecho Constitucional N° 10. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1984, p. 114.
(903) Código de protección y defensa del consumidor:
Artículo IV.- Definiciones
“Para los efectos del presente Código, se entiende por:
1. Consumidores o usuarios
1.1 Las personas naturales o jurídicas que adquieren, utilizan o disfrutan como destinatarios
finales productos o servicios materiales e inmateriales, en beneficio propio o de su grupo
familiar o social, actuando así en un ámbito ajeno a una actividad empresarial o profesional.
No se considera consumidor para efectos de este Código a quien adquiere, utiliza o disfruta de
un producto o servicio normalmente destinado para los fines de su actividad como proveedor.
1.2 Los microempresarios que evidencien una situación de asimetría informativa con el proveedor
respecto de aquellos productos o servicios que no formen parte del giro propio del negocio.
1.3 En caso de duda sobre el destino final de determinado producto o servicio, se califica como
consumidor a quien lo adquiere, usa o disfruta.
(…)”.
420
La Constitución Política: un análisis funcional
421
Christian Guzmán Napurí
422
La Constitución Política: un análisis funcional
423
Christian Guzmán Napurí
200
Tarifa eléctrica
Tarifa de agua
Tarifa telefónica
160
120
80
40
Ene-94
Jul
Ene-95
Jul
Ene-96
Jul
Ene-97
Jul
Ene-98
Jul
Ene-99
Jul
Ene-00
Jul
Ene-01
Jul
Ene-02
Jul
Ene-03
Jul
Ene-04
Jul
Ene-05
Jul
Ene-06
Jul
Ene-07
Jul
Ene-08
Jul
Ene-09
Jul
Ene-10
Jul
Ene-11
Jul
Fuente: BCRP
Elaboración: IPE
424
La Constitución Política: un análisis funcional
425
Capítulo XII
LOS SISTEMAS FINANCIEROS
Capítulo XII
LOS SISTEMAS FINANCIEROS
1. INTRODUCCIÓN
En general se entiende por sistema en el Derecho administrativo al con-
junto de órganos u organismos que actúan de manera coordinada con la fi-
nalidad de obtener un fin común(909). Un sistema constituye entonces una
suma organizada de normas, órganos y procesos destinados a proveer a la
administración de insumos para cumplir su labor de manera eficiente(910).
En este orden de ideas, conforme el artículo 43 de la Ley Orgánica del
Poder Ejecutivo (en adelante, la LOPE) los sistemas son los conjuntos de
principios, normas, procedimientos, técnicas e instrumentos mediante los
cuales se organizan las actividades de la Administración Pública que requie-
ren ser realizadas por todas o por varias entidades de los Poderes del Esta-
do, los Organismos Constitucionales y los niveles de Gobierno.
La norma establece que solo por ley se crea un Sistema. Esta reserva
de ley es fundamental a fin de evitar la creación arbitraria de sistemas, en
especial en el caso de los sistemas administrativos, que se caracterizan por
ser transversales y por establecer parámetros al margen de acción de las en-
tidades, aun en el caso de aquellas que son autónomas. Para la creación de
los sistemas se debe contar con la opinión favorable de la Presidencia del
(909) Es necesario efectuar esta salvedad porque en otras ramas del Derecho el concepto de sistema
puede significar otra cosa. Por ejemplo, en el ámbito del derecho electoral, un sistema electoral
se define como el conjunto de mecanismos que se emplea para convertir votos en representación.
En este sentido, se habla de sistemas electorales proporcionales, mayoritarios; concepto que no
es el que emplea el Derecho administrativo.
(910) RUBIO CORREA, Marcial. El Sistema Jurídico. Fondo Editorial PUCP, Lima, 2000, pp. 73-74.
429
Christian Guzmán Napurí
430
La Constitución Política: un análisis funcional
Ello porque la manera como el Estado maneje los fondos públicos pue-
de tener una repercusión fundamental en los resultados macroeconómicos,
en especial en el crecimiento económico y en el índice de precios. En pri-
mer lugar es de especial importancia que el presupuesto se encuentre equi-
librado, reduciendo el déficit fiscal al mínimo(912). Contrariamente a lo se-
ñalado por el Keynesianismo, no es saludable que los gastos superen a los
ingresos, con lo cual es mejor operar con el menor déficit fiscal posible(913).
En segundo lugar, el gasto público –íntimamente relacionado con la
inversión pública– es un factor muy importante en la política económi-
ca. Tiene un efecto clave en el crecimiento económico, pero también en el
control de la inflación. Un mayor gasto público puede incrementar la pro-
ducción, pero también incrementa la cantidad de dinero en el mercado, pu-
diendo elevar los precios(914). Por ello, el empleo del gasto público debe ser
muy cuidadoso, siendo muchas veces preferible promover la inversión pri-
vada, así como las asociaciones público privadas, como ya lo hemos seña-
lado anteriormente.
Se señala además que cada uno de dichos sistemas posee su respectivo
órgano rector, y la norma legal que los regula, estableciendo las atribucio-
nes de cada uno de los componentes del sistema. Los mismos se correspon-
den con las respectivas direcciones del Viceministerio de Hacienda, aunque
la estructura consignada en la norma fue modificada por normas adminis-
trativas posteriores.
Asimismo, conforme a lo dispuesto por el artículo 3 de la Ley Marco,
la Administración Financiera del Sector Público comprende el conjunto de
normas, principios y procedimientos utilizados por los sistemas que lo con-
forman y, a través de ellos, por las entidades y organismos participantes en
el proceso de planeamiento, captación, asignación, utilización, custodia, re-
gistro, control y evaluación de los fondos públicos.
En cuanto al alcance, la normativa sobre la materia se dirige a los or-
ganismos y entidades representativos de los Poderes Legislativo, Ejecuti-
vo y Judicial, así como el Ministerio Público, los conformantes del Sistema
Nacional de Elecciones, el Consejo Nacional de la Magistratura, la Defen-
soría del Pueblo, el Tribunal Constitucional, la Contraloría General de la
(912) MUÑOZ CCURO, Felipa Elvira. “Perspectiva analítica del equilibrio financiero. Recursos
públicos que financian el gasto público para el año fiscal 2014”. En: Administración Pública
& Control. N° 4. Gaceta Jurídica, Lima, abril, 2014, p. 57 y ss.
(913) PARKIN, Michael. Economía. Pearson, México, 2009, p. 474 y ss.
(914) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 690 y ss.; CASE, Karl E. y FAIR, Ray C. Principios de Macro-
economía. Pearson, México, 2008, pp. 277-278.
431
Christian Guzmán Napurí
(915) Sobre el particular: MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Los fundamentos constitucionales de la
administración financiera peruana”. En: Themis N° 39. PUCP, Lima, 1999, p. 158.
432
La Constitución Política: un análisis funcional
(916) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., vol. 3, p. 440. ECHAIZ MORENO, Daniel. “Presupuesto
de Sector Público”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Tomo II, Gaceta
Jurídica, Lima, 2013, p. 350.
(917) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., vol. 3, p. 441.
(918) SHACK, Nelson. Presupuestar en Perú. Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2006, p. 18.
(919) ZAPATA GUTIÉRREZ, Luis I.- “El proceso de descentralización y la mejora del gasto público”.
En: Administración Pública & Control Nº 4. Gaceta Jurídica, Lima, abril de 2014, p. 52 y ss.
(920) MORÓN URBINA, Juan Carlos. Ob. cit., p. 175.
(921) ECHAÍZ MORENO, Daniel. Ob. cit., p. 345.
433
Christian Guzmán Napurí
434
La Constitución Política: un análisis funcional
público sin poseer un destino fijo, mientras que las contribuciones deben
imputarse a determinados fines cuando ello corresponde.
Por otro lado, los beneficios y exoneraciones –que funcionan como in-
centivos económicos a determinadas actividades o en determinados luga-
res– requieren previo informe del Ministerio de Economía y Finanzas. La
cuestión a dilucidar es la naturaleza de dicho informe, vale decir, si es vin-
culante o no. Es necesario señalar que, si el informe no fuera vinculante su
efecto sería nulo puesto que el Congreso podría aprobar dicho tratamiento
especial sin control alguno(925), máxime si la doctrina económica no es fa-
vorable a estos mecanismos, que generan resultados poco plausibles y un
elevado costo administrativo(926).
(925) Para una posición distinta: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., vol. 3, p. 450.
(926) PARKIN, Michael. Ob. cit., p. 724.
(927) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., vol. 3, p. 446; MORÓN URBINA, Juan Carlos. Ob. cit.,
p. 187.
(928) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., vol. 3, p. 447.
435
Christian Guzmán Napurí
interna, que actualmente es más elevada que la externa y que incluye, por
ejemplo, la deuda proveniente de la reforma agraria.
436
La Constitución Política: un análisis funcional
(933) SHACK, Nelson. Ob. cit., p. 41; CARRANZA, Luis; CHÁVEZ, Jorge F.; VALDERRAMA,
José. La economía política del proceso presupuestario: El caso peruano. Inter-American De-
velopment Bank, Washington D.C., 2006, p. 29 y ss.
437
Christian Guzmán Napurí
438
La Constitución Política: un análisis funcional
(936) ECHAÍZ MORENO, Daniel. Ob. cit., p. 346; MORÓN URBINA, Juan Carlos. Ob. cit., p. 163.
439
Christian Guzmán Napurí
440
La Constitución Política: un análisis funcional
(938) ZAPATA GUTIÉRREZ, Luis I. Ob. cit., pp. 53-54; SHACK, Nelson. Ob. cit., pp. 33-34.
(939) ECHAÍZ MORENO, Daniel. Ob. cit., p. 352 y ss.
441
Christian Guzmán Napurí
(940) CHÁVEZ GUTIÉRREZ, Isabel. “Una mirada a la caja negra del sector público. Los Sistemas
Nacionales de Tesorería y de Contabilidad”. En: Administración Pública & Control. N° 1.
Gaceta Jurídica, Lima, enero, 2014, p. 47.
442
La Constitución Política: un análisis funcional
443
Christian Guzmán Napurí
444
La Constitución Política: un análisis funcional
445
Christian Guzmán Napurí
446
La Constitución Política: un análisis funcional
447
Christian Guzmán Napurí
(947) MCKENZIE, Kenneth J. “Diseño institucional y política pública: Una perspectiva macroeco-
nómica”. En: Revista de Economía Institucional. N° 1. Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 1999, pp. 29-30.
448
La Constitución Política: un análisis funcional
449
Capítulo XIII
EL ORIGEN Y EVOLUCIÓN
DE LA SEPARACIÓN DE PODERES
Capítulo XIII
EL ORIGEN Y EVOLUCIÓN
DE LA SEPARACIÓN DE PODERES
1. INTRODUCCIÓN
A través del presente capítulo intentaremos definir el origen y evolu-
ción de uno de los principios de lo que se conoce actualmente como Es-
tado de Derecho: la denominada Separación de Poderes; aprovechando la
ocasión para definir debidamente dicho principio y emplearlo para distin-
guir los diversos sistemas de gobierno que imperan en el mundo, concep-
tos que nos serán muy útiles más adelante.
Los orígenes más remotos de la separación de poderes podemos encon-
trarlos incluso en Aristóteles. En la Ética Nicomaquea –no en La Política,
como se cree erróneamente–, Aristóteles distinguió tres direcciones del po-
der del Estado: la que legisla, el soberano y el juez; a los cuales correspon-
día la deliberación, el mando y la justicia, respectivamente(948).
Aristóteles hablaba de función deliberativa, magistrativa y judicial, con-
cibiendo la segunda como varias magistraturas independientes, concepto
que se hizo presente ampliamente en la República Romana. Sin embargo,
Aristóteles no definía una adecuada distribución de facultades, ni le daba a
la separación de las mismas una importancia fundamental en la conserva-
ción de la libertad de los pueblos.
(948) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph (comp.). Historia de la Filosofía Política. Fondo de
Cultura Económica, México, 1993, p. 135.
453
Christian Guzmán Napurí
454
La Constitución Política: un análisis funcional
(951) RUBIO CORREA, Marcial. El Sistema Jurídico. PUCP, Lima, 2000, pp. 72-73.
(952) Artículo 25 de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.
(953) COSCULLUELA MONTANER, Luis. Manual de derecho administrativo. Civitas, Madrid,
1993, p. 209.
455
Christian Guzmán Napurí
456
La Constitución Política: un análisis funcional
(956) MORRELL OCAÑA, Luis. Curso de Derecho Administrativo II. Aranzadi, Pamplona, 1998,
pp. 373-374.
(957) COSCULLUELA MONTANER, Luis. Ob. cit., p. 211.
(958) RODRÍGUEZ, Libardo. Ob. cit., p. 12.
(959) Artículo 24 de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.
(960) Organización que no resulta ser invención nuestra, sino que se encuentra en la organización
administrativa europea. Sobre el particular: COSCULLUELA MONTANER, Luis. Ob. cit.,
p. 212; MORRELL OCAÑA, Luis. Ob. cit., p. 372.
(961) Las únicas excepciones a esta afirmación se encuentran en el ámbito de los procedimientos
457
Christian Guzmán Napurí
tributarios, en los cuales la vía administrativa se agota en el Tribunal Fiscal; así como en
los procedimientos de selección, en los cuales la vía administrativa se agota en el Tribunal
de Contrataciones del Estado dependiendo de la cuantía, conforme el Decreto Legislativo
Nº 1017, dependiendo del tipo de proceso.
458
La Constitución Política: un análisis funcional
459
Christian Guzmán Napurí
460
La Constitución Política: un análisis funcional
461
Christian Guzmán Napurí
(969) CASTRO STAGNARO, Raúl. “Estatuto de los congresistas”. En: Gutiérrez, Walter (dir.).
La Constitución Comentada. Tomo II, Gaceta Jurídica, Lima, 2013, pp. 511-512.
462
La Constitución Política: un análisis funcional
(970) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit. (1999), Tomo 4, p. 81. Es preciso señalar que esta pre-
rrogativa es definida por algunos autores y ordenamientos como inmunidad, con los mismos
alcances.
(971) CASTRO STAGNARO, Raul. Ob. cit., p. 513.
463
Christian Guzmán Napurí
(972) LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel, Barcelona, 1979, p. 305 y ss.
(973) TÁVARA CORDOVA, Francisco. “Unidad y exclusividad de la función jurisdiccional”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit., p. 32 y ss.
(974) Constitución de 1993:
Artículo 149.- Ejercicio de la función jurisdiccional por las comunidades campesinas y nativas
Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de las Rondas
Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de
conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen los derechos fundamentales
de la persona. La ley establece las formas de coordinación de dicha jurisdicción especial con
los Juzgados de Paz y con las demás instancias del Poder Judicial.
464
La Constitución Política: un análisis funcional
465
Christian Guzmán Napurí
(977) El artículo I del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General señala
que se entenderá por entidades de la Administración Pública a:
- El Poder Ejecutivo, incluyendo Ministerios y Organismos Públicos Descentralizados;
- El Poder Legislativo;
- El Poder Judicial;
- Los Gobiernos Regionales;
- Los Gobiernos Locales;
- Los Organismos a los que la Constitución Política del Perú y las leyes confieren autonomía;
- Las demás entidades y organismos, proyectos y programas del Estado, cuyas actividades
se realizan en virtud de potestades administrativas y, por tanto se consideran sujetas a las
normas comunes de derecho público, salvo mandato expreso de ley que las refiera a otro
régimen; y,
- Las personas jurídicas bajo el régimen privado que prestan servicios públicos o ejercen fun-
ción administrativa, en virtud de concesión, delegación o autorización del Estado, conforme
a la normativa de la materia.
(978) RODRÍGUEZ, Libardo. Derecho Administrativo. Temis, Santa Fe de Bogotá, 1995, p. 70.
(979) COSCULLUELA MONTANER, Luis. Manual de derecho administrativo. Civitas, Madrid,
1993, p. 209.
466
La Constitución Política: un análisis funcional
467
Christian Guzmán Napurí
468
La Constitución Política: un análisis funcional
469
Christian Guzmán Napurí
470
La Constitución Política: un análisis funcional
(989) LOCKE, John. Ensayo sobre el Gobierno Civil. Ediciones Orbis, S.A., Barcelona, 1983, p. 90.
(990) HOBBES, Thomas. Leviatán. Sarpe, Madrid, 1984, p. 181 y ss.
(991) La idea de que los derechos de los particulares se transfieren no a un tercero, sino a la colec-
tividad en su conjunto no surge de las ideas de Locke, sino más bien de las de Spinoza, quien
señalaba que “se puede formar una sociedad y lograr que todo pacto sea siempre observado
con máxima fidelidad sin que ello contradiga al derecho natural, a condición de que cada
uno transfiera a la sociedad todo el derecho que él posee, de suerte que ella sola mantenga el
supremo derecho de la naturaleza a todo, es decir, la potestad suprema, a la que todo el mundo
tiene que obedecer, ya por propia iniciativa, ya por miedo al máximo suplicio”. SPINOZA,
Baruch. Tratado Teológico Político; traducción de A. Domínguez, Alianza Editorial, Madrid,
1986, p. 338.
La sociedad a la que hace referencia Spinoza equivale pues a la Sociedad Civil señalada por
Locke en su tratado. Sin embargo, Spinoza falleció antes de poder explicitar como esta Socie-
dad gozaría de mecanismos democráticos para la determinación de los gobernantes. Por ello
distintos intérpretes han señalado, quizás erróneamente, que las formulaciones de Spinoza hacen
pensar claramente más en Rousseau que en cualquier otro autor. Ello pues Locke explicita
claramente el origen popular y democrático del órgano legislativo.
471
Christian Guzmán Napurí
472
La Constitución Política: un análisis funcional
(994) “No solamente es el poder legislativo el poder máximo en aquellas manos en la comunidad lo
situó una vez. Ningún edicto u ordenanza, sea de quien sea, esté redactado en la forma en que
lo esté y cualquiera sea el poder que lo respalde, tienen la fuerza y el apremio de una ley, si no
ha sido aprobada por el Poder Legislativo elegido y nombrado por el pueblo”. Ibídem, p. 134.
(995) En 1685, Jacobo II sucede a Carlos II en el trono de Inglaterra, católico y absolutista, desafió a
la burguesía y a la clase política inglesa. La rebelión posterior lo obliga a dimitir. Seguidamente,
tras la revolución, Guillermo de Orange se convierte en Rey, pero sometido a la regulación del
Parlamento, en particular la proveniente del Bill of Rights. John Locke publicó Dos tratados
sobre el gobierno civil en 1689, un año después de la Revolución Gloriosa.
(996) Sobre el particular: HAMILTON, MADISON y JAY. El federalista. Fondo de Cultura Eco-
nómica, México, 1943, p. 208 y ss.
473
Christian Guzmán Napurí
474
La Constitución Política: un análisis funcional
475
Christian Guzmán Napurí
(1001) “Es probable que al llegar aquí se me plantee la cuestión habitual ¿Quién será el juez para
sentenciar si el monarca o el poder legislativo obran en contra de la misión que se les ha con-
ferido? Es posible que personas desafectas o facciosas hagan correr ese idea entre el pueblo
precisamente cuando el príncipe solo hace uso de su legítima prerrogativa. A lo cual contesto
que es el pueblo quien ha de juzgar (…) ”. Ibídem, p. 240.
476
La Constitución Política: un análisis funcional
3. EL APORTE DE MONTESQUIEU
En este sentido, Inglaterra constituye la representación gráfica de los
postulados de Montesquieu, quien a su vez se basa en postulados como los
de Harrington(1002), Bolingbroke y, en especial, de John Locke. Y es que,
para Montesquieu, la única nación que posee una Constitución que tiene
por objeto la libertad política era Inglaterra(1003).
Nótese que en Montesquieu el concepto de constitución se relaciona
más bien con la organización política de un país y no con la norma que la
regula. Esta diferencia entre los conceptos fácticos y normativos de cons-
titución es lo que se dio en llamar constitución material y constitución for-
mal, respectivamente, conforme lo hemos señalado en el primer capítulo
del presente trabajo, y cuya congruencia se requiere para que estemos ante
un Estado de Derecho.
Según Montesquieu, el reparto del poder del Estado es necesario para evi-
tar la acumulación en una sola mano que pueda ejercerlo de manera despótica.
477
Christian Guzmán Napurí
Para ello, debe dividirse en tres partes, cada una con una misión específi-
ca y diferente, que supongan un equilibrio y contrapesen la actuación de
las demás(1004).
La división de poderes en tres (legislativo, ejecutivo y judicial) y su ads-
cripción a instituciones diferentes es garantía, según Montesquieu, contra
un gobierno tiránico y despótico. “Todo estaría perdido si el mismo hombre,
el mismo cuerpo de personas principales de los nobles o del pueblo ejer-
ciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones
públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares”(1005).
Montesquieu pretende estatuir un esquema de equilibrio de poderes
–ausente en Locke– a partir del establecimiento de dos tipos de faculta-
des. Refiere en primer lugar a la facultad de estatuir, que consiste en el de-
recho de ordenar o de corregir lo ordenado por otro. Este derecho es más
bien propio del poder legislativo, en materia de elaboración de la ley. Por
otro lado, refiere también a la facultad de impedir, que implica en realidad
un poder de veto sobre los actos de otros órganos.
Montesquieu señala la necesidad de la existencia, a la usanza inglesa,
de un cuerpo legislativo formado por nobles (el equivalente a la Cámara de
los Lores) y de otro conformado por el pueblo. El primero sería el encar-
gado de controlar o atemperar a los otros cuerpos, a través de su facultad
de impedir. Dicho cuerpo, sin embargo, carecería de facultad de estatuir.
(1004) “Hay en cada Estado tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo de los
asuntos que dependen del derecho de gentes, y el poder ejecutivo de los que pertenecen del
derecho civil.
Por el poder legislativo, el príncipe o el magistrado promulga leyes para cierto tiempo o para
siempre, y enmienda o deroga las existentes. Por el segundo poder, dispone de la guerra o
de la paz, envía o recibe embajadores, establece la seguridad, previene las invasiones. Por el
tercero, castiga los delitos o juzga las diferencias entre particulares. Llamaremos a este poder
judicial; y al otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado”. Ibídem, p. 151.
(1005) Ibídem, loc. cit.
(1006) Ibídem, p. 155.
478
La Constitución Política: un análisis funcional
(1007) “El cuerpo legislativo no debe reunirse a instancia propia, pues se supone que un cuerpo no
tiene voluntad más que cuando está reunido en asamblea; si no se reuniera unánimemente, no
podría saberse que parte es verdaderamente el cuerpo legislativo, si la que está reunida o la
que no lo está. (...)”. Ibid. p. 155.
(1008) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph (comp.). Ob. cit., p. 495.
(1009) MONTESQUIEU. Ob. cit., pp. 154-155.
479
Christian Guzmán Napurí
(1010) “Como consecuencia de la naturaleza del poder despótico, el hombre que lo ejerce lo hace
ejercer igualmente a uno solo. Un hombre a quien sus cinco sentidos le dicen continuamente
que él es todo y que los demás no son nada es, naturalmente, perezoso, ignorante, sensual y,
por consiguiente, abandonará los negocios de Estado”. Ibídem, p. 62.
(1011) Ibídem, p. 61.
480
La Constitución Política: un análisis funcional
debe ser rígida, con puntos de contacto limitados entre los diversos deten-
tadores del poder(1012).
Es evidente, desde el punto de vista que estamos tratando, que el par-
lamentarismo clásico no encuentra su origen en las ideas de Montesquieu,
sino más bien en las de Locke. La clara tendencia de Europa Continental
a la república parlamentaria (tal como la definimos actualmente) mientras
que el Reino Unido se ha mantenido, desde la Glorious Revolution, adscri-
ta en forma clara a formas de Monarquía cada vez más limitada, son una
muestra clara de este fenómeno.
La separación de poderes rígida, propia del esquema de Montesquieu,
se presenta más bien en el presidencialismo de origen americano, mas no en
el parlamentarismo puro. De hecho, una revisión más exhaustiva del siste-
ma predominante en el Reino Unido podría mostrar una contradicción con
algunos de sus planteamientos, en especial en cuanto a la paulatina dismi-
nución de los poderes del monarca, a favor del Parlamento y del Gabine-
te ministerial(1013).
Lo antes señalado requiere una explicación adicional, de índole histó-
rica. Durante el reinado de Ana, en 1701, el Parlamento aprobó la llama-
da Acta de Establecimiento (Act of Settlement), que excluía a los católicos
de la posibilidad de acceder al trono británico. Dicha situación privaba del
derecho de sucesión a los miembros de la rama masculina de la dinastía de
los Estuardo. Como resultado directo aseguró la sucesión al trono inglés de
los miembros de la casa de Hannover, de religión protestante, a no ser que
la propia reina Ana, la última protestante de los Estuardo, tuviera un here-
dero. El rey Jorge I obtuvo el trono inglés en 1714 según los términos del
Acta de Establecimiento.
Ahora bien, conforme se daban cambios en las dinastías inglesas, el
Parlamento configuraba mayores limitaciones al poder monárquico, al es-
tablecer las condiciones para su ejercicio(1014). Fue Jorge III, miembro de
la dinastía antes señalada, quien acuñó la famosa frase “El Rey reina, pero
no gobierna”. La entronización de los Hannover consolidó el liderazgo del
Gabinete en el Poder Ejecutivo inglés, a tal punto que a partir de principios
481
Christian Guzmán Napurí
(1015) “Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo.
Si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería
arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador. Si va unido al poder ejecutivo, el juez
podría tener la fuerza de un opresor”. MONTESQUIEU. Ob. cit., p. 151.
482
La Constitución Política: un análisis funcional
(1016) Aunque Rousseau realizó una gran contribución al movimiento por la libertad individual y se
mostró contrario al absolutismo de la Iglesia y el Estado en Europa, su concepción del Estado
como personificación de la voluntad abstracta de los individuos, derivada de su concepción de
voluntad general, así como sus argumentos para el cumplimiento estricto de la conformidad
política y religiosa, son considerados por algunos historiadores y analistas como una fuente
de la ideología totalitaria. De hecho, los jacobinos franceses, al mando de Robespierre, eran
fervientes partidarios de las ideas de Jean-Jacques Rousseau. STRAUSS, Leo y CROPSEY,
Joseph (comp.). Ob. cit., p. 538 y ss.
(1017) SABINE, George H.. Ob. cit., pp. 427-428.
(1018) “He aquí, pues, la constitución fundamental del Gobierno al que nos referimos: el cuerpo
legislativo está compuesto por dos partes, cada una de las cuales tendrá sujeta a la otra por su
mutua facultad de impedir, y ambas estarán frenadas por el poder ejecutivo que lo estará a su
vez por el legislativo.
Los tres poderes permanecerán así en reposo o inacción, pero, como por el movimiento nece-
sario de las cosas, están obligados a moverse, se verán forzados a hacerlo de común acuerdo”.
MONTESQUIEU. Ob. cit. p. 157.
483
Christian Guzmán Napurí
484
La Constitución Política: un análisis funcional
matices y correcciones que impone la sociedad actual, sigue constituyendo, en su idea central,
una exigencia ineludible en todo Estado Democrático y Social de Derecho. La separación
de estas tres funciones básicas del Estado, limitándose de modo recíproco, sin entorpecerse
innecesariamente, constituye una garantía para los derechos constitucionalmente reconocidos
e, idénticamente, para limitar el poder frente al absolutismo y la dictadura.
6. Como tal, la Constitución de 1993 lo ha acogido como principio fundamental, consignán-
dolo expresamente en el artículo 43 del Título II: Del Estado y la Nación, al establecer que el
gobierno de la República del Perú “(...) se organiza según el principio de separación de poderes
(...)”.
(1021) GARCÍA ROCA, Javier. “Del principio de la división de poderes”. En: Revista de Estudios
Políticos (Nueva Época), N.º 108. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid,
2000, pp. 47-48.
485
Christian Guzmán Napurí
(1022) POSNER, Richard A. El análisis económico del Derecho. Fondo de Cultura Económica,
México, 1998, pp. 580-581.
(1023) STONER, James A. F., FREEMAN, R. Edward y GILBERT, Daniel R. Administración.
Prentice-Hall Hispanoamericana, México DF, 1996, p. 290 y ss.
(1024) Sobre el particular: REY TOVAR, Raphael. “El Sistema Nacional de Planeamiento - SINA-
PLAN. El proceso de planeamiento estratégico y la articulación de los planes estratégicos”.
En: Administración Pública & Control, N° 7. Gaceta Jurídica, Lima, julio, 2014, p. 59 y ss.
486
La Constitución Política: un análisis funcional
487
Christian Guzmán Napurí
(1027) Sobre el particular: SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Principios de Derecho Adminis-
trativo. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 2000, p. 412 y ss.
(1028) DE VAL PARDO, Isabel. Ob. cit., pp. 149-150.
(1029) STONER, James A. F., FREEMAN, R. Edward y GILBERT, Daniel R. Ob. cit., p. 346 y ss.
488
La Constitución Política: un análisis funcional
Segundo, la línea de mando tiene que ver con la estructura. Líneas muy
angostas crean las llamadas estructuras verticales, las cuales pueden entor-
pecer la toma de decisiones. Por otro lado, líneas de mando anchas crean
estructuras horizontales o planas con menos niveles y jerarquías. La ten-
dencia actual es a utilizar estructuras horizontales(1030). A ello algunos auto-
res llaman “reducción de tamaño”, que corrige la burocratización y permi-
te dar flexibilidad a las relaciones laborales.
Asimismo, y como resultado del establecimiento de unidades especia-
lizadas, se establecen mecanismos de integración al interior del organismo.
La citada integración de individuos, grupos y departamentos, facilita el lo-
gro de objetivos, no obstan que la misma puede ser más difícil conforme
la entidad aumenta de tamaño, dificultad que puede corregirse a través de
mecanismos de delegación y desconcentración.
Ahora bien, tal como existe una estructura en el ámbito interno en las
entidades públicas, también es necesario establecer una estructura especia-
lizada en el Estado en su conjunto. Ello implica asignar competencias co-
rrecta y eficientemente de tal forma que las mismas sean ejercidas por la
entidad que se encuentre más capacitada para ello, a la vez que se le otor-
guen los medios logísticos, financieros y humanos necesarios para reali-
zar dichas funciones. Como lo hemos señalado, la acumulación de poder
no solo vulnera derechos fundamentales, sino que además es ineficiente.
(1030) OLIAS DE LIMA GETE, Blanca (coor.). La Nueva Gestión Pública. Pearson Educación,
Madrid, 2001, pp. 13-14.
(1031) Sobre el particular: PANIAGUA CORAZAO, Valentín. “Sistema Electoral”. En: La Consti-
tución de 1993, análisis y comentarios. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1995, p. 231.
489
Christian Guzmán Napurí
(1032) Esquemas de control del poder político sobre los procesos electorales son corrientes en los
regímenes autocráticos y autoritarios, pero no son raros en las democracias. Sobre el particular:
LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., pp. 335-337.
(1033) SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “El modelo de administración electoral según la
Constitución de 1993: la reforma deformada”. En: La Administración Electoral en el Perú.
Funciones, competencias y organismos electorales. ONPE, Lima, 2004, p. 43 y ss.
490
La Constitución Política: un análisis funcional
(1034) Sobre el particular: JUAN JARAMILLO. “Los órganos electorales supremos”. En: NOHLEN,
Dieter y otros (comp.). Tratado de derecho electoral comparado de América Latina. Fondo
de Cultura Económica, México, 2007, p. 377 y ss.
491
Christian Guzmán Napurí
492
La Constitución Política: un análisis funcional
7. CONCLUSIONES
Las aportaciones de los autores que hemos venido estudiando nos per-
miten tener una idea clara del origen del principio de Separación de Pode-
res. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ninguno de las dos propues-
tas configura el principio de una manera exacta. En ambos planteamientos
es posible encontrar defectos de concepción que permitirían la existencia
de gobiernos no necesariamente virtuosos. Y es que ambas concepciones
mantienen el concepto que ya habíamos notado desde Hobbes, de que el
gobernante tiende a procurar el bien común.
Ninguno ha notado que el gobernante inicialmente formaba parte de
las personas que se encontraban en Estado de Naturaleza, en el cual cada
cual procura su propio beneficio. El gobernante, en consecuencia, es tam-
bién un ser racional, que maximiza beneficios y minimiza costos. Este aná-
lisis es propio del Public Choice, al cual hemos recurrido insistentemente.
Los mecanismos de control que crean los autores pretenden corregir
los posibles excesos del poder acumulado en pocas manos. Sin embargo,
omiten un elemento fundamental en lo que corresponde a la separación
de poderes: el equilibrio entre las facultades que corresponden a cada uno
de dichos poderes. Ello resulta de particular importancia, a fin de evitar la
indebida preponderancia de algún detentador de poder sobre el otro.
En el modelo de Locke, el Parlamento o Poder Legislativo goza de pre-
ponderancia, pero la facultad del Poder Ejecutivo de ejercer la prerroga-
tiva genera un poderoso contrapeso. En el modelo de Montesquieu se en-
cuentra un equilibrio relativo, pero como resultado de ello es posible que
los detentadores de poder puedan entramparse entre sí. Y este es quizás el
mayor peligro que podemos encontrar en las democracias modernas, en es-
pecial las latinoamericanas.
Asimismo, el principio que venimos reseñando se ha visto afectado por
una modificación en su concepción, puesto que hoy en día ya no se emplea
el término de poderes –puesto que el poder del Estado es único– sino más
bien de funciones, las mismas que deben estar distribuidas eficientemente
entre los diversos detentadores de poder, a fin de que el funcionamiento del
Estado de Derecho se encuentre debidamente asegurado.
Por otro lado, el Estado en general se gestiona de acuerdo a un conjun-
to de consideraciones que permiten hacer eficiente su labor. Ello implica
la realización de cuatro actividades fundamentales, que son planificar, or-
ganizar, dirigir y controlar. A su vez, la planificación y organización bien
diseñadas dan lugar a una distribución adecuada de las competencias al
interior del Estado.
493
Christian Guzmán Napurí
494
Capítulo XIV
¿ES ENTONCES EL
PARLAMENTARISMO
UN RÉGIMEN DE GOBIERNO
SOCIALMENTE EFICIENTE?
Capítulo XIV
¿ES ENTONCES EL PARLAMENTARISMO
UN RÉGIMEN DE GOBIERNO SOCIALMENTE
EFICIENTE?
1. INTRODUCCIÓN
En reiteradas oportunidades, diversos autores se han pronunciado res-
pecto a la inoperancia del sistema presidencial para asegurar, por un lado,
gobernabilidad y un gobierno eficiente, y por otro el respeto a los derechos
de la ciudadanía. En consecuencia, se han inclinado a afirmar que los sis-
temas parlamentarios o de tendencia parlamentaria podrían asegurar más
efectivamente dichos cometidos que se requieren.
Sin embargo, el denominado régimen parlamentario, o parlamentaris-
mo, en sus formas más puras, genera diversas ineficiencias, derivadas de
su propia naturaleza. En el presente trabajo, pretendemos establecer donde
residen dichas ineficiencias y encontrar la manera de corregirlas. Asimis-
mo, queremos dejar en claro desde ya nuestra posición respecto a la inefi-
ciencia del régimen presidencial tal como el mismo se encuentra defini-
do en la mayor parte de América y en los lugares donde dicho sistema de
gobierno existe.
1.1. Características
Doctrinariamente, se reconocen como características básicas de todo
régimen parlamentario, o con tendencia parlamentaria, la relativa flexibili-
dad del esquema de separación de poderes, lo que Karl Lowenstein llamaba
497
Christian Guzmán Napurí
(1035) LOEWENSTEIN, Karl. “Teoría de la Constitución”. Editorial Ariel, Barcelona, 1982, p. 106.
(1036) Esta importante regla para ciertos especialistas muestra algunas excepciones muy puntuales.
Un caso es el de Botswana, en donde el primer ministro es elegido por el Parlamento, some-
tido a su confianza y es jefe de Estado y jefe de Gobierno a la vez. Similar situación se da en
Sudáfrica, para el caso del Presidente, distanciándose del resto de países de la Commonwealth.
LIJPHART, Arend. Modelos de Democracia. Ariel, Barcelona, 2000, p. 126.
(1037) DUVERGER Maurice. Instituciones Políticas y Derecho Constitucional. Ariel, Barcelona,
1970, pp. 198 -199.
(1038) SARTORI, Giovanni. “Ni presidencialismo ni parlamentarismo”. En: Las crisis del presiden-
cialismo. Tomo I. Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 170. En opinión de Sartori, este sería el
denominador común a todos los regímenes parlamentarios.
498
La Constitución Política: un análisis funcional
1.2. Clasificación
El régimen parlamentario es el preferido en Europa, fundamentalmen-
te en el Reino Unido, arquetipo y prototipo de lo que se denomina régimen
parlamentario clásico o puro. Sin embargo, el sistema parlamentario que
venimos comentando admite matices interesantes de nación en nación, que
van desde esquemas puros o clásicos, como el inglés, hasta sistemas racio-
nalizados o hiperracionalizados, como el caso alemán o el español.
En este orden de ideas, los sistemas de Gobierno Parlamentario podría-
mos clasificarlos de la siguiente forma:
a) Parlamentarismo puro o clásico: De inspiración británica, en el
cual solo el Parlamento es elegido por voto popular. Las categorías
de Jefe de Estado y de Gobierno se encuentran separadas. Asimis-
mo, el Gobierno (Gabinete Ministerial) proviene necesariamente del
Parlamento. El jefe de Estado, normalmente Rey, Reina o un repre-
sentante de alguno de ellos, prácticamente carece de poder político
efectivo (Ejecutivo dual impropio). En el caso del Reino Unido, No-
ruega, Suecia, Nueva Zelanda, Australia, Dinamarca, Japón. En lo
(1039) La censura ministerial es el mecanismo a través del cual el Parlamento, o por lo menos
una de las cámaras, puede obligar a un ministro o un gabinete a renunciar a su cargo.
El Jefe de Estado debe aceptar la renuncia. La censura ministerial opera necesariamente
por iniciativa parlamentaria y es el resultado de una votación que requiere, en general,
mayorías calificadas. La intención obvia es la búsqueda de la modificación de la política
de gobierno por parte de la Cámara que censura. Ello, sin que descartemos el empleo de
la censura como represalia a ciertos comportamientos del Poder Ejecutivo.
(1040) Definimos como control político directo a los mecanismos empleados por el Parlamento a
fin de influir en forma directa en el comportamiento o la conformación del Gobierno. En
general, se consideran mecanismos de control político directo a aquellos que pretenden
hacer efectiva la responsabilidad política del Gobierno. Entre ellos, la interpelación, la
censura y la negación de confianza. Algunos incluyen en este rubro al voto de investidura,
como entidad propia.
499
Christian Guzmán Napurí
(1041) BUCHANAN, James y TULLOCK, Gordon. El cálculo del consenso. Espasa Calpe, Ma-
drid,1980, pp. 59-60.
500
La Constitución Política: un análisis funcional
(1042) LINZ, Juan. “Democracia presidencial o parlamentaria ¿Qué diferencia implica?”. En: Las
crisis del presidencialismo. Tomo I, Alianza Editorial, Madrid, 1997. También: SARTORI,
Giovanni. Ob. cit. p. 172.
(1043) SARTORI, Giovanni. Ingeniería constitucional comparada. Fondo de Cultura Económica,
México, 1996, p. 117.
(1044) LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 72.
501
Christian Guzmán Napurí
(1045) Para corroborar lo que acabamos de señalar, basta con anotar como en los Estados Unidos es muy
extraño que se realice un “Congreso Estatal” o “Nacional” del Partido Republicano, por ejemplo, si
no es por la cercanía de las Elecciones. En consecuencia no resulta tan sencillo que una iniciativa
surgida del Presidente de la Unión termine convirtiéndose en una ley, máxime si este formalmente
carece de iniciativa legislativa. Sobre el particular: BARTOLINI, Stefano. “Partidos y Sistemas
de Partidos”. En: Manual de Ciencia Política. Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 242.
502
La Constitución Política: un análisis funcional
La eficiencia estatal
En primer lugar, el bipartidismo permite al legislador atenuar el lla-
mado factor incertidumbre. Definimos este último como la situación gene-
rada en el legislador ante la dificultad de que pueda prever el resultado de
una votación en el Parlamento. Ello eleva de manera importante el costo
de la toma de decisión, lo cual genera situaciones a todas luces ineficientes.
En la generalidad de los casos, en un sistema multipartidista resulta muy
complicado que un parlamentario pueda definir como votarán los miembros
de otras bancadas. Normalmente, en los esquemas multipartidistas, el par-
tido en el Gobierno no posee mayoría absoluta, sino, en el mejor de los ca-
sos, tan solo relativa, máxime si es que el sistema electoral es proporcional
y no mayoritario como veremos más adelante. Y es que, la conformación del
Parlamento se configuraría en ese caso en forma más o menos proporcio-
nal a como los distintos partidos existentes se distribuyen en el electorado.
Cuando el obtener mayorías absolutas es indispensable para tomar
ciertas decisiones importantes, se vuelve necesario intentar alianzas o coa-
liciones, a cambio, por ejemplo, de participación en el Gobierno. Ahora
bien, en dichos términos hay que tomar en cuenta el costo de negociación,
que evidentemente se incrementa conforme aumenta el número de parti-
dos involucrados(1046).
A ello hay que agregar que el riesgo de las coaliciones partidarias resi-
de en su fragilidad. La posibilidad de la desintegración de dichas coalicio-
nes o alianzas, que se encuentra siempre presente, hace difícil establecer
políticas concertadas de mediano o largo plazo. Por otro lado, los sistemas
bipartidistas resultarían necesarios para la formación de gabinetes de un
solo partido que establecerán políticas estables, y por ello, efectivas(1047).
La dificultad de tomar decisiones tiende a hacerse más intensa cuando
el Parlamento está conformado por varias cámaras. Como veremos más ade-
lante, el bicameralismo, cuando este no se sustenta en la necesidad de una
doble representación, genera situaciones ineficientes, que se agravan cuan-
do el régimen tiende a la atomización electoral. Y es que, cuando no exis-
te una base de representación electoral que la justifique, la segunda cámara
tiende a generar costos innecesarios de toma de decisión(1048).
Si bien es cierto, y como veremos más adelante en el capítulo respec-
tivo, los costos de toma de decisión pueden no resultar prohibitivos, es
503
Christian Guzmán Napurí
El Gobierno
Por otro lado, la incertidumbre afecta también al Gobierno, puesto que
al carecer de mayoría absoluta, se encuentra siempre a merced de una po-
tencial censura o del rechazo de mociones de confianza, que generarán su
dimisión. En contraposición, en un sistema bipartidista, las posibilidades
de obtención de mayorías absolutas son mucho mayores, puesto que el par-
tido ganador conformará el Gabinete con miembros de su partido. Como
resultado, una censura ministerial es poco probable mientras el Gobierno
o el Primer Ministro posean la confianza de su propio partido. Si a esto le
sumamos disciplina partidaria, tendremos la casi imposibilidad de que se
pueda obligar a dimitir a un ministro.
En el multipartidismo ello no ocurre así, pues normalmente es ne-
cesario llegar a acuerdos entre diversas tiendas políticas para confor-
mar gobiernos. La dificultad de predicción en la formación del Gobierno
es bastante alta si es que el partido mayoritario no ha obtenido mayo-
ría absoluta. Elementos que juegan un rol muy importante en la forma-
ción de coaliciones son la cantidad de escaños de las que goza el parti-
do con mayoría relativa, el tamaño relativo del Gabinete, los programas
y preferencias de cada partido(1049). En primer lugar, el partido con ma-
yoría relativa normalmente será el que posea mayor cantidad de miem-
bros en el Gabinete y en consecuencia, a dicho partido pertenecerá el
Primer Ministro.
A continuación, los partidos que formen parte de la coalición serán los
mínimos indispensables para formar mayoría, pero a la vez los que tengan
(1049) Sobre las teorías de formación de Gabinetes en coalición: LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 96 y ss.
504
La Constitución Política: un análisis funcional
(1050) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 265. También: De VERGOTTINI, Giusseppe. Derecho
Constitucional Comparado. Espasa ‑ Calpe, Madrid, 1983, pp. 474‑475.
505
Christian Guzmán Napurí
La eficiencia en el electorado
Por otro lado el bipartidismo, prima facie, parece permitir al elector
mayor facilidad para tomar decisiones políticas. Ante la existencia de dos
posibilidades claramente definidas, el elector podrá tomar la decisión más
eficiente de entre un reducido grupo de propuestas(1051). Ello evidentemen-
te reduce el costo de la toma de decisión.
Por otro lado, los sistemas bipartidistas tienden a que sus programas y
políticas no sean muy distintos entre sí salvo por una dimensión u otra, en
especial el aspecto socioeconómico(1052). De hecho, en el Reino Unido, el
partido laborista tiende a la centroizquierda, mientras el partido conserva-
dor tiende a la centroderecha. Incluso a este nivel las diferencias no resul-
tan ser demasiado radicales, puesto que la tendencia es acercarse, depen-
diendo de la situación de la opinión pública, a las preferencias del votante
medio. Mientras, los liberales ocupan una posición de centro, pero en los
últimos cincuenta años no han podido conformar una opción suficientemen-
te orgánica como para acceder una mayoría siquiera relativa. Lo cual impi-
de propuestas aventuradas por parte de los partidos políticos y los fuerza a
una posición moderada, ventaja que no observamos en el multipartidismo.
Lo antes descrito es una de las consecuencias del denominado “teore-
ma del votante medio”. Dicho teorema señala que la satisfacción colectiva
–y en consecuencia, las posibilidades de obtener un triunfo electoral– es
mayor conforme las propuestas y decisiones políticas se acercan a las pre-
ferencias del votante mediano, es decir, de aquel que posee un mismo nú-
mero de ciudadanos a un lado y a otro(1053). En otras palabras, si un número
de votantes con diferentes posiciones sobre un tema eligen votar por ma-
yoría, el resultado será el óptimo del votante medio.
En primer lugar, el votante medio no necesariamente está en el me-
dio geométrico entre, por ejemplo, propuestas de izquierda o derecha. Es
506
La Constitución Política: un análisis funcional
(1054) DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit., p. 308; LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 126.
(1055) LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 72; BARTOLINI, Stefano. Ob. cit., p. 224 y ss.
(1056) ARROW, Keneth. Social Choice and Individual Values. Cowles Foundation. New York, 1966,
p. 59.
507
Christian Guzmán Napurí
(1057) Para una rigurosa y a la vez pedagógica demostración matemática: GARCÍA COBIÁN, Ramón.
Ob. cit., p. 120 y ss.
(1058) A esta afirmación Arrow la denomina Teorema de la posibilidad para dos alternativas (Possi-
bility Theorem for Two Alternatives), afirmando que el mismo es el sustento lógico del sistema
bipartidista angloamericano. ARROW, Keneth. Ob. cit., p. 48.
(1059) Debe tenerse mucho cuidado con generalizar esta afirmación a la elección del presidente en
los sistemas presidenciales. En algunos casos, como en el sistema de elección norteamericano,
el mecanismo que se emplee podría modificar el resultado de la elección, como veremos más
adelante.
508
La Constitución Política: un análisis funcional
(1060) COLOMER, Joseph y NEGRETTO, Gabriel. Ob. cit., p. 3. SHUGART, Matthew y CAREY,
John. Presidents and Assemblies. Cambridge University Press, New York, 1992, pp. 10-11.
(1061) OLSON, Marcur. “La lógica de la acción colectiva”. En: Diez Textos de Ciencia Política. Ariel,
Barcelona, 1992, p. 206.
509
Christian Guzmán Napurí
La segunda vuelta
Ahora bien, en los regímenes presidenciales multipartidistas, en los
cuales siempre el peso de las elecciones recae en los candidatos a jefe de
Estado, se ha ideado el mecanismo de la segunda vuelta, inspirado en mu-
chos casos en el ballotage francés, necesario para asegurar la legitimidad
del Jefe de Estado en el particular sistema semipresidencial de dicho país.
La idea de la segunda vuelta está en dotar de suficiente legitimidad a quien
va a ser presidente, de tal forma que se busque recomponer el espectro polí-
tico a nivel del electorado. Sin embargo, es muy rara la segunda vuelta para
efectos de las elecciones legislativas, dándose únicamente en Francia(1062).
La segunda vuelta, en general, opera respecto a los dos candidatos con
mayor votación, lo cual pretende expresar una tendencia hacia un biparti-
dismo por lo menos temporal. El problema aquí radica en el hecho de que,
a diferencia del caso francés, dicha segunda vuelta se da a nivel únicamen-
te del Poder Ejecutivo y no del Parlamento.
510
La Constitución Política: un análisis funcional
(1063) Al respecto, LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 129; DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 271
y ss. También: HAURIOU, Andre. Derecho Constitucional e Instituciones Políticas. Ariel,
Barcelona, 1980, p. 375.
(1064) El lobbying o simplemente lobby consiste en acciones determinadas realizadas por determina-
das personas o grupos de personas para obtener la instauración legal de determinado política
que a ellos les interesa por parte del Parlamento. En particular, el lobby incluye actividades
de presión sobre diversos representantes o sobre un grupo de ellos, así como la promesa de
prebendas de los favorecidos. Si bien el lobby es una actividad común en los Estados Unidos,
no debe perderse de vista su importancia en sistemas parlamentarios.
511
Christian Guzmán Napurí
La fórmula mayoritaria
El efecto político de la fórmula mayoritaria se enfoca en que cuenten
solo los votos del candidato ganador, y en consecuencia, que se confor-
men mayorías a fin de que pueda gobernarse eficientemente. La finalidad
(1065) Sobre el particular: LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 338 y ss; DUVERGER, Maurice.
Ob. cit., p. 157 y ss. LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 141 y ss.
512
La Constitución Política: un análisis funcional
(1066) NOHLEN, Dieter. Sistemas Electorales y Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica,
México, 1983, p. 93.
(1067) DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit., p. 434. LIJPHART, Arend. Ob. cit., pp. 26-27.
LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 126.
(1068) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 158.
(1069) LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 144; SARTORI, Giovanni. Ingeniería Constitucional Compa-
rada. Ob. cit., p. 18.
513
Christian Guzmán Napurí
514
La Constitución Política: un análisis funcional
La fórmula proporcional
Por otro lado, el efecto político de la fórmula proporcional se enfoca
en que el resultado electoral le otorgue a cada partido en el Parlamento un
peso proporcional al número de votos obtenidos(1074). Ello asegura una re-
presentación de las minorías en proporción más o menos exacta al número
de votos obtenidos(1075). La finalidad es reflejar, con la mayor exactitud po-
sible, las fuerzas sociales y grupos políticos en la población, lo cual redun-
da evidentemente en la representatividad del sistema.
Un elemento adicional a tomar en cuenta es que el sistema proporcio-
nal favorece la participación de los partidos políticos, a diferencia del sis-
tema mayoritario, que puede más bien desincentivar dicha participación,
por lo menos en determinadas circunscripciones electorales. Incluso, para
algunos autores, la representación proporcional crea mayorías legislati-
vas y gubernamentales apoyadas por una mayoría de votantes(1076), lo cual
corrige las distorsiones generadas por sistemas mayoritarios, los mismos
que generan mayorías artificiales y gobiernos de minorías.
(1073) Sobre las diversas críticas a las leyes de Duverger: SARTORI, Giovanni. Ingeniería Consti-
tucional Comparada. Ob. cit., p. 42 y ss.
(1074) NOHLEN, Dieter. Ob. cit., p, 106.
(1075) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 160.
(1076) COLOMER, Joseph y NEGRETTO, Gabriel. Ob. cit., p. 10.
515
Christian Guzmán Napurí
516
La Constitución Política: un análisis funcional
Otros esquemas
En otros casos se muestran diferencias de régimen electoral de una cá-
mara a otra, dada la diferencia en la representación territorial. En general,
la cámara alta representa circunscripciones territoriales y en consecuencia
el sistema de elección opera mayoritariamente al interior de cada una de di-
chas circunscripciones. La cámara baja, que representa a la nación como tal
puede implicar diversos mecanismos mixtos e incluso esquemas por com-
pleto proporcionales. Como veremos más adelante, esta doble representa-
ción se emplea incluso en países en los cuales no existe una forma de Es-
tado federal o regional.
Ahora bien, en la mayoría de los casos en los cuales se aplica el sistema
proporcional se establecen vallas electorales, de tal manera que el partido
que no obtenga por lo menos un número determinados de votos no acceda
al Parlamento. Un caso evidente es el de Alemania, donde la votación mí-
nima necesaria es el orden del 5% de los votos a fin que un partido determi-
nado alcance representación en el Parlamento. Este porcentaje es bastante
(1079) Con este nuevo sistema, el 75 % de los 630 escaños de la Cámara de los Diputados, y una
proporción equivalente de escaños, 315, del Senado, se eligen de forma directa, como es el
caso de los Estados Unidos. El 25 % de los escaños restantes son elegidos por los partidos
políticos y depende del éxito electoral de cada uno de ellos.
517
Christian Guzmán Napurí
518
La Constitución Política: un análisis funcional
La fuerza del Primer Ministro Británico está corroborada por una am-
plia estabilidad, que se ha hecho más patente en las últimas décadas. La úl-
tima moción de censura que generó la dimisión de un primer ministro fue
la presentada por los conservadores en 1979 contra el gobierno laborista-
liberal del Premier Callaghan, censura que se obtenía luego de más de cien
años que no se generaba dicho efecto y de más de cincuenta años que no se
obtenía la dimisión de un primer ministro. Para algunos, entonces, el Ga-
binete Británico resulta ser el Poder Ejecutivo más poderoso de Occidente
en términos de equilibrio de poderes.
A primera vista, pareciera que el Gobierno de Gabinete reduce al míni-
mo los efectos de la incertidumbre. Pero, a cambio de ello el sistema gene-
ra ciertos efectos negativos. En primer lugar, genera un efecto todo a gana-
dor similar al que encontramos en el Presidencialismo Puro, puesto que el
partido ganador en las elecciones se asegura el control del Parlamento, así
como el control del Gobierno(1083), mientras la oposición debe conformar-
se con el shadow cabinet. El régimen corre el riesgo de generar los efectos
de los juegos de suma cero. Queda claro, sin embargo, que la peculiar con-
formación del constitucionalismo inglés impide que la rigidez efectiva del
sistema genere graves problemas.
Por otro lado, existe un riesgo de autoritarismo o personalización del
Poder, pero que en el caso inglés está debidamente conjurado. Anterior-
mente precisamos que el Parlamento inglés es virtualmente todopoderoso
y, por lo menos en principio, podría legislar sobre lo que le dictara su vo-
luntad. En consecuencia, y dado que, tal como hemos concluido en párra-
fos anteriores, en la práctica el Gobierno predomina sobre el Parlamento,
podría también hacer toda su voluntad pues no existe una Constitución es-
crita que se lo impida y controle su accionar político. Sin embargo, en la
práctica no ocurre tal cosa.
El autocontrol político del Parlamento y el Gobierno se origina, en pri-
mer lugar, como resultado de la influencia de la opinión pública en las deci-
siones del Gabinete y del Parlamento, en particular a través de las acciones
del denominado shadow cabinet (gabinete en las sombras) que funcio-
na como un gabinete paralelo y que está conformado por los líderes de la
oposición.
Este gabinete paralelo controla las acciones del gobierno y canaliza los
cuestionamientos del electorado. La existencia del shadow cabinet funciona
también como un mecanismo de reducción del factor incertidumbre, dado
519
Christian Guzmán Napurí
520
La Constitución Política: un análisis funcional
las normas que emite el Ejecutivo o que deba existir un Gabinete como ór-
gano deliberativo colegiado. Una de las razones que explican el relativo
éxito de un sistema de esta naturaleza, es la obediencia a lo que Douglas
North, llama “reglas informales”: normas que todos “sienten” que se en-
cuentran obligados a cumplir(1086). El éxito de un sistema político depende
no solo de la existencia de adecuadas normas formales –de tipo legal– sino
también de la presencia de un conjunto de normas de carácter informal, so-
cialmente o políticamente consideradas como vinculantes.
En el caso inglés, el Gobierno y el Parlamento se controlan en su inte-
rior, respetando las normas informales existentes, realizando acciones de
acuerdo con el consenso popular. A mayor abundamiento, si esto no fuese
así, sería muy poco probable que el partido que no respetase las conven-
ciones existentes mantenga el poder luego de las elecciones. Precisamente,
el respeto de la norma informal por parte de la clase política y del propio
electorado reduce el costo que tiene que asumir este último para determinar
cuándo se está o no ante un gobierno eficiente, o por lo menos, respetuoso
de los derechos del electorado. En general, mientras este costo sea más re-
ducido, el Estado se encontrará en su accionar mucho más presionado por
los criterios asumidos por la opinión pública.
Es necesario señalar que en el caso británico (y el de Nueva Zelanda)
la existencia un fuerte consenso sobre las normas políticas básicas reduce el
costo de transacción que se generaría por la ausencia de Constitución escri-
ta. De hecho, debemos reiterar que la existencia de una Constitución redu-
ce los costos que tiene que asumir la clase política para ponerse de acuerdo
respecto de normas fundamentales, puesto que las mismas ya se encuen-
tran predeterminadas. En aplicación del Teorema de Coase, es eficiente te-
ner una Constitución escrita(1087), puesto que ante la existencia de costos de
transacción elevados, se hace indispensable establecer una solución jurídi-
ca que reemplace el acuerdo, de poderse dar el mismo.
521
Christian Guzmán Napurí
522
La Constitución Política: un análisis funcional
523
Christian Guzmán Napurí
Antecedentes
El primer antecedente moderno de gobierno de asamblea puede ser en-
contrado en el denominado Parlamento Largo (1640-1649) en Inglaterra,
donde dicho ente dominaba el poder de manera absoluta hasta ser someti-
do por Cromwell. Sin embargo, el arquetipo de régimen de asamblea inefi-
ciente, que se emplea mucho en el análisis de estos tópicos, es el de la Con-
vención Nacional Francesa, que se dio durante la Revolución, régimen tan
desbocado que recibió históricamente el apelativo de Terror. La Conven-
ción Francesa implicaba un sistema parlamentario unicameral, en el cual
técnicamente no existía Poder Ejecutivo(1093).
Dicha Convención estaba controlada, a su vez, por ente corporativo
menor, formado por miembros de la propia asamblea, denominado Comité
de Salvación Pública, cuyo mandato podía ser revocado en cualquier mo-
mento. Como resultado, la asamblea legislativa carecía de control alguno y
degeneró en un claro régimen dictatorial, basado en una concepción erró-
nea de la voluntad popular enraizada en una asamblea legislativa. La inter-
dependencia entre ambos órganos permitió que el claro líder del Comité,
Maximilien de Robespierre, se convirtiera también en líder de la Conven-
ción Francesa y principal gestor del Terror.
524
La Constitución Política: un análisis funcional
525
Christian Guzmán Napurí
526
La Constitución Política: un análisis funcional
527
Christian Guzmán Napurí
El caso italiano
En sí mismo, el Gobierno italiano es mucho menos estable que el Go-
bierno inglés o que la gran mayoría de sistemas parlamentarios propiamen-
te dichos. Clara muestra de ello es la constatación de que en los primeros
cincuenta años de vigencia de la Constitución italiana el sistema ha cono-
cido no menos de cincuenta y siete gabinetes, en promedio, poco más de
uno por año(1101). No obstante esta situación, el orden administrativo se ha
mantenido gracias al funcionamiento de una consolidada burocracia en la
que se apoya la gestión de los organismos públicos.
Por otro lado, reformas más o menos recientes del sistema de gobier-
no italiano –que incluyen un evidente movimiento hacia la forma de Esta-
do federal– ocurridas durante la década de los noventa tendrían por finali-
dad corregir dicha inestabilidad política. Los resultados de dichas reformas
aún se encuentran en debate.
528
La Constitución Política: un análisis funcional
529
Christian Guzmán Napurí
(1102) PÉREZ AYALA, Andoni. “Transición política y reformas institucionales en Italia” En: Revista
de Estudios Políticos (Nuevo Época), Nº 95. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 1997, p. 182 y ss.
(1103) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., pp. 291-292.
(1104) DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit. p. 466. DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 289.
(1105) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 249; DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit., pp. 468-469.
530
La Constitución Política: un análisis funcional
531
Christian Guzmán Napurí
(1108) Salvo la excepción del caso alemán, en el cual la elección del canciller se vota sin debate
alguno. Sobre el particular: LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 113.
532
La Constitución Política: un análisis funcional
(1109) Una excepción interesante está a nivel del sistema español, en el cual es posible disolver las
Cortes, no obstante que solo el Congreso de los Diputados ejerce control político directo,
entendido como las facultades de otorgar el voto de confianza o de censurar a los miembros
del Gobierno.
533
Christian Guzmán Napurí
534
La Constitución Política: un análisis funcional
Schmidt fue reemplazado por Helmut Kohl. Pero ello dio inicio al prolonga-
do gobierno del canciller Kohl, quien gobernara Alemania durante dieciséis
años (1982-1998), hasta perder las elecciones con Gerhard Schröder, cuyo
partido obtuviera luego un nuevo triunfo electoral, el mismo que le permitió
mantenerse en el cargo hasta perder la moción de confianza en 2005 y gene-
rar la disolución del Parlamento. En el proceso electoral consiguiente no le
fue posible a Schröder generar una mayoría a su favor en el Parlamento, situa-
ción en la cual es reemplazado por Angela Merkel, quien gobierna hasta hoy.
El resultado del sistema hiperracionalizado alemán ha sido, en la prác-
tica, un jefe de Gobierno demasiado fuerte, configurado para evitar la ines-
tabilidad política tan propia del régimen de Weimar(1113). En ciertos casos,
el Gobierno alemán tiende al autoritarismo, al mostrar claros ribetes de ré-
gimen de gabinete –e incluso, de “democracia de canciller”–, que a su vez
carece de los controles extrínsecos e intrínsecos de los que sí goza el sis-
tema británico, en particular, la efectiva influencia de la opinión pública.
Esta situación fue evidente durante el mandato de canciller Adenauer, no
obstante la eficacia de su gobierno.
El caso español
En España, el diseño constitucional, que combina una monarquía cons-
titucional, el voto de investidura, así como el voto de censura constructivo,
ha permitido una clara estabilidad política. Carlos Arias, el primer presi-
dente del gobierno de la etapa democrática, debió ser removido por el Rey
Juan Carlos I dada su incompatibilidad política con el régimen instaurado
luego de la muerte de Franco. Adolfo Suárez, su sucesor, y artífice de la re-
forma española que llevó a la Constitución de 1978, sufrió en 1981 un in-
tento de censura que no prosperó, pero poco después tuvo que renunciar.
Seguidamente, Felipe González, líder del Partido Socialista Obrero Es-
pañol (PSOE), ante la victoria de su partido en las elecciones parlamentarias,
ocupó el cargo de presidente del Gobierno desde 1982 hasta 1996, durante
tres periodos legislativos consecutivos, luego de los cuales fue reemplaza-
do en el gobierno por el entonces líder del Partido Popular José María Az-
nar, quien gobernó hasta el año 2004.
En dicho año, el Partido Popular perdió las elecciones frente al PSOE,
luego de los atentados del 11 de marzo (11-M), que el Gobierno inicialmente
(1113) La Ley Fundamental de Bonn, para un importante sector de la doctrina constitucional, establece
una muy clara prevalencia del gobierno respecto a los demás organismos del Estado. Sobre el
particular: DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit., p. 455 y ss; LOEWENSTEIN, Karl. Ob.
cit., p. 115.
535
Christian Guzmán Napurí
536
La Constitución Política: un análisis funcional
(1116) DE VERGOTTINI, Giusseppe. Ob. cit., p. 456; DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 321 y ss.
(1117) Como veremos más adelante, la casi totalidad de la doctrina moderna establece la responsa-
bilidad del régimen de Weimar en la asunción de Adolfo Hitler al poder y la entronización
consecuente del Partido Nazi.
537
Christian Guzmán Napurí
En, algunos casos, estas normas requieren de autorización previa del Par-
lamento a través de una ley autoritativa, la misma que se encuentra some-
tida a determinados requisitos, en particular derivados de las materias y el
plazo de emisión. En esos casos se habla de legislación delegada y las de-
nominaciones de los instrumentos normativos resultantes varían de acuer-
do al país, sean ordenanzas, decretos legislativos o decretos leyes.
En otros casos, no se requiere autorización previa del Parlamento para
la emisión de la norma respectiva, cuando existe una situación de urgen-
cia que amerite la emisión respectiva y bajo ciertas condiciones, entre las
cuales destacan la existencia de un plazo de caducidad y determinadas ma-
terias tasadas. A ello la doctrina denomina genéricamente decretos de ne-
cesidad o urgencia. Ahora bien, la legislación de urgencia resulta ser una
aplicación del polémico artículo 16 de la Constitución de la V República
Francesa, que permite la asunción de plenos poderes por parte del presi-
dente de la República en situaciones excepcionales(1118).
El régimen italiano toma parte de dicha figura, al igual que el régimen
español(1119), creando normas con rango de Ley –denominada decreto leyes–
que puede emitir el Poder Ejecutivo ante situaciones de excepción(1120). Pau-
latinamente, lo que en el Derecho comparado se debía dar en situaciones
de excepción, se fue volviendo cotidiano. Como resultado de las institu-
ciones antes descritas, el Parlamento ha perdido el monopolio legisferante.
Ahora bien, la existencia de facultades legisferantes a favor de los go-
biernos en regímenes parlamentarios tiene por finalidad equilibrar las facul-
tades de ambos organismos, permitiendo al Gobierno participar de manera
directa en la emisión de normas con rango de Ley. Sobre el particular, al-
gunos tratadistas han afirmado, en nuestra opinión de manera errónea, que
la asignación de las facultades que venimos comentando a favor del Go-
bierno se basa en la multiplicidad de funciones que han asumido los go-
biernos modernos.
Esta última afirmación carece de sustento, toda vez que las facultades
del Gobierno en un país determinado no pueden reemplazar a las que se han
asignado a los parlamentos de manera primigenia, y que le otorgan su razón
de ser. La ley es por antonomasia la norma abstracta y general que regula,
de manera obligatoria, el funcionamiento de toda la colectividad. En con-
secuencia, como lo hemos afirmado antes, la misma solo puede ser emiti-
da por el ente estatal que representa de manera más eficiente a la población
538
La Constitución Política: un análisis funcional
del país en cuestión(1121). Dicho ente no puede ser otro que el Parlamento,
en especial en sistemas parlamentarios donde el mismo es el único órgano
elegido a través del voto popular y directo.
En este orden de ideas, en una realidad de normativa adecuada que re-
gule el funcionamiento del Congreso, la legislación delegada debe restrin-
gir su operatividad a situaciones excepcionales, en las cuales exista verda-
deramente la necesidad inmediata de la existencia de legislación emitida
por el Poder Ejecutivo. Y es que existen múltiples instituciones que pue-
den reemplazarla con éxito a la legislación delegada.
En primer lugar, existe en el Derecho comparado la posibilidad de
delegar atribuciones legislativas en órganos al interior del Parlamento, como
ocurre en el caso italiano(1122) y en el caso español con las comisiones ordina-
rias, las mismas que pueden legislar en determinados supuestos(1123). Dicha
figura permite mayor representatividad puesto que una comisión del Con-
greso tiene una conformación partidaria con similar proporcionalidad que
la del Congreso entero. Además permite mayor rapidez en la elaboración
legislativa, virtud que supuestamente se imputa a la legislación delegada.
En segundo lugar, el gobierno parlamentario goza en general de ini-
ciativa legislativa, la misma que –inclusive– puede implicar la tramitación
preferente del proyecto de ley correspondiente por parte del Parlamento.
Ello proporciona, por un lado, el manejo del Gobierno de lo que pretende
se apruebe y además, que su aprobación se realice rápidamente, supuestas
virtudes de la legislación delegada. Ante tal situación, la existencia de fa-
cultades delegadas en forma irrestricta implica una duplicidad de prerroga-
tivas que resulta ser, por decir lo menos, peligrosa.
En tercer lugar, el Gobierno goza de atribuciones reglamentarias y
administrativas, que no requieren necesariamente de la emisión de normas
con rango de ley. La facultad reglamentaria es en buena cuenta un meca-
nismo de creación de normas jurídicas por decreto. Gran parte de la doc-
trina constitucional moderna discute si es que es posible la emisión de los
denominados reglamentos autónomos, es decir, aquellos que no requieren
de alguna ley a la que se deba reglamentar.
(1121) Como Locke señalaba, no es posible que el poder delegado –el Parlamento– a su vez pudiese
delegar sus facultades en otros órganos. Ello explica por qué técnicamente en el Reino Unido no
existen facultades legislativas asignables al Poder Ejecutivo. Sobre el particular: LOEWENS-
TEIN, Karl. Ob. cit., p. 276.
(1122) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., pp. 290-291.
(1123) RUIZ ROBLEDO, Agustín. “La delegación Legislativa en las Comisiones Parlamentarias”.
En: Revista Española de Derecho Constitucional. Nº 43. Centro de Estudios Políticos y Cons-
titucionales, Madrid, 1995, p. 75 y ss.
539
Christian Guzmán Napurí
5. CONCLUSIONES
El parlamentarismo o régimen parlamentario en sus formas más pu-
ras, genera diversas ineficiencias, derivadas de su propia naturaleza. El ré-
gimen parlamentario clásico, como hemos visto en el presente trabajo, re-
quiere además de ciertos matices que permitan corregir la ineficiencia que
muestra cuando no confluyen adecuadamente ciertos elementos que hemos
analizado de manera directa. Ello resulta de importancia medular, puesto
que tal como un sistema presidencial puro puede degenerar en autoritaris-
mo respecto al jefe de Estado, el sistema parlamentario puro puede dege-
nerar en el llamado gobierno de asamblea y ciertos regímenes denomina-
dos como mixtos oscilarían entre una situación u otra.
En primera instancia, la conformación de los partidos políticos resulta
ser un tema medular en la eficiencia de los sistemas parlamentarios. La ra-
zón de ello estriba en la conformación del Gobierno a partir del Parlamen-
to. El jefe de Estado, al nombrar al jefe de Gobierno, debe tomar en cuenta
el resultado de las elecciones parlamentarias y por ende, cual es el partido
que goza de mayoría en las cámaras. Tres elementos son fundamentales, en-
tonces, para analizar lo que estamos indicando: la existencia de un sistema
540
La Constitución Política: un análisis funcional
541
Capítulo XV
¿ES EL PRESIDENCIALISMO
UN RÉGIMEN DE GOBIERNO
SOCIALMENTE EFICIENTE?
Capítulo XV
¿ES EL PRESIDENCIALISMO UN RÉGIMEN
DE GOBIERNO SOCIALMENTE EFICIENTE?
545
Christian Guzmán Napurí
546
La Constitución Política: un análisis funcional
1. LA ACUMULACIÓN DE PODER
El primer problema que encontramos a nivel del denominado régimen
presidencial puro es que en una realidad de inadecuada institucionalización
de las instituciones públicas distintas al Gobierno –en especial el Parlamento–
este sistema puede generar la excesiva acumulación de poder en cabeza
del presidente de la República, en especial cuando el mismo goza de ma-
yoría parlamentaria. Dicha inadecuada institucionalización, común en los
países latinoamericanos, impide que los mecanismos propios de la separa-
ción de poderes puedan funcionar adecuadamente. La inadecuada institu-
cionalización del congreso latinoamericano se debe en particular a las si-
guientes razones:
a) La ausencia de adecuadas instituciones de carácter colectivo durante la
Colonia –como por ejemplo asambleas deliberativas– lo cual impidió
que una vez que las naciones hispanas se independizaran usaran dichas
instituciones de modelos para la conformación de sus parlamentos.
En la Colonia el control sobre el Virrey –sea político o administrativo–
tenía que ver más bien con instituciones aristocráticas, como el Conse-
jo de Indias o la propia monarquía, pero no con instituciones de base,
que estuviesen originadas en la representación popular.
Asimismo, la Colonia adolecía de una concepción muy centralizada y
estatista de la administración pública. Finalmente, la severa estratifi-
cación de la sociedad colonial y su heterogeneidad impedía la partici-
pación ciudadana en las decisiones públicas(1128).
b) El carácter personalista de los gobiernos latinoamericanos, derivado de
la necesidad inicial de un Poder Ejecutivo fuerte, el mismo que resulta-
ba necesario para conjurar el peligro del triunfo de España en la Gue-
rra de Independencia y para pacificar y organizar al país una vez ter-
minada la misma(1129). La situación referida se hizo patente en naciones
547
Christian Guzmán Napurí
548
La Constitución Política: un análisis funcional
(1134) ESPINOSA SALDAÑA BARRERA, Eloy. Ob. cit., p. 56. Es necesario señalar a este nivel
que actualmente el estado de bienestar, como fue concebido originalmente, adolece de una
seria crisis. Hoy en día, se considera que la acción privada debe tener más influencia en dicho
bienestar que la acción del Estado. Bajo estas consideraciones, entonces, el gigantesco poder
presidencial, y el de la Administración Pública que el mismo maneja, pierde gran parte de su
razón de ser.
549
Christian Guzmán Napurí
550
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, el caso argentino, aparte del régimen peruano, es el úni-
co que incluye en su esquema constitucional la figura de un jefe de gabine-
te o primer ministro, como órgano coordinador de la acción de los demás
ministros. En el caso de Venezuela existe un vicepresidente ejecutivo, ór-
gano directo y colaborador inmediato del presidente de la República en su
condición de jefe del Ejecutivo nacional, respecto del cual podemos discu-
tir que sea un jefe de gabinete, entendido este como un primus inter pares.
Por otra parte, algunas naciones han incluido mecanismos como la cen-
sura o la negación de confianza ministeriales, como los casos de las consti-
tuciones de Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Paraguay,
Perú, Uruguay y Venezuela, en cuanto a los ministros en general(1140); así
como en el caso de Argentina respecto del denominado jefe de Gabinete.
En general, se establece que dicha censura o negación de confianza gene-
ra la renuncia o remoción del ministro o ministros que hubiesen sido afec-
tados por dichos mecanismos de control político, pero no en todos los ca-
sos se establece la obligación del jefe de Estado de aceptar la renuncia, en
caso que esta se establezca.
Finalmente, unos pocos países de Latinoamérica, como Uruguay, Perú
y, más recientemente, Venezuela, han incorporado la disolución parlamen-
taria en sus Constituciones, con distintos mecanismos habilitantes en cada
caso concreto. En el caso de Uruguay, la disolución se encuentra habilitada
en el supuesto en el cual la Asamblea General mantiene su voto de desapro-
bación ministerial por una mayoría inferior a los tres quintos, manteniendo
a quienes se hubiese censurado. En el caso de Venezuela, el supuesto habi-
litante es la remoción del vicepresidente ejecutivo o vicepresidenta ejecuti-
va en tres oportunidades dentro de un mismo periodo constitucional, como
consecuencia de la aprobación de mociones de censura.
Debemos notar que entre los tres países existen matices de diferencia
respecto a la disolución parlamentaria. En el caso peruano, el Congreso es
Unicameral, y puede ser disuelto por completo, quedando a salvo la Co-
misión Permanente, la cual permanece en funciones hasta la instalación de
un nuevo Congreso. Ello, a diferencia de lo estipulado en la Constitución
de 1979, en la cual existían dos cámaras legislativas, y únicamente podía
ser disuelta la Cámara de Diputados, quedando incólume el Senado. En el
caso de Uruguay, siendo bicameral su Parlamento (denominado Asamblea
General), y dado que ambas cámaras poseen atribuciones de control políti-
co directo, existe la evidente posibilidad de disolución de ambas cámaras.
551
Christian Guzmán Napurí
(1141) BUCHANAN, James. “From Private Preferences to Public Philosophy: The Development of
the Public Choice”. En: The Economics of Politics. IEA, Londres, 1978, pp. 1-20.
552
La Constitución Política: un análisis funcional
(1142) GUZMÁN NAPURÍ, Christian. “Propuestas base para un adecuado equilibrio de poderes”.
En: Revista Jurídica del Perú. Nº 28. Editorial Normas Legales, Trujillo, 2001.
(1143) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., p. 29.
(1144) LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Editorial Ariel, Barcelona, 1976, p. 132 y ss.
553
Christian Guzmán Napurí
554
La Constitución Política: un análisis funcional
(1147) Al respecto: VALLE RIESTRA, Javier. La responsabilidad Constitucional del Jefe de Estado.
Labrusa, Lima, 1988, p. 127.
(1148) Al respecto: DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 351.
(1149) BADIA, Juan Fernando. Ob. cit., p. 570.
555
Christian Guzmán Napurí
(1150) LINZ, Juan. “Democracia Presidencial o Parlamentaria ¿Qué diferencia implica?” En: Las
crisis del presidencialismo. Alianza Editorial, Madrid, 1977, p. 39; MAINWARING, Scott y
SHUGART, Carey (comp.). Ob. cit., p. 36-37.
556
La Constitución Política: un análisis funcional
557
Christian Guzmán Napurí
558
La Constitución Política: un análisis funcional
559
Christian Guzmán Napurí
3. LA LEGITIMIDAD DUAL
Por otro lado, en el Régimen Presidencial –sea en el modelo puro o en
aquel que se encuentra modificado por la incorporación de elementos prove-
nientes del régimen parlamentario– se generan serios inconvenientes como
resultado de la llamada legitimidad dual, fenómeno por el cual, en las na-
ciones con un sistema de gobierno de corte presidencial, tanto el Congreso
como el presidente de la República tienen la misma legitimidad democráti-
ca, derivada de ser ambos órganos elegidos directamente por el Pueblo(1156).
En consecuencia, ambos organismos esgrimen reivindicaciones rivales, en
especial ante una lógica de gobierno dividido, es decir, en la cual el presi-
dente carece de mayoría en el Parlamento.
(1154) La preocupación por la necesidad de encontrar mecanismos para facilitar la mutua revocatoria
de mandatos respecto al presidente y el Congreso se ha hecho patente incluso en los Estados
Unidos, donde el Comité sobre el Sistema Constitucional propuso la posibilidad de que el di-
seño permitiera la generación de nuevas elecciones en caso de la existencia de puntos muertos,
en especial respecto del Poder Ejecutivo. Sobre el particular: LIJPHART, Arend. Modelos de
Democracia. Ariel, Barcelona, 2000, p. 123.
(1155) MAINWARING, Scott y SHUGART, Matthew. Ob. cit., pp. 46-47.
(1156) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., p. 32 y ss; LINZ, Juan. Ob. cit., p. 13. MAIN-
WARING, Scott y SHUGART, Matthew. Ob. cit., pp. 38-39.
560
La Constitución Política: un análisis funcional
561
Christian Guzmán Napurí
562
La Constitución Política: un análisis funcional
(1162) Sobre el particular: PÉREZ SERRANO, Nicolás. Escritos de Derecho Político. Instituto de
Estudios de Administración Local, Madrid, 1984, p. 162 y ss.
(1163) LINZ, Juan. “Democracia Presidencial o Parlamentaria ¿Qué diferencia implica?”. Ob. cit., p. 46.
(1164) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., p. 30 y ss.
(1165) Sobre el particular: RIKER, William H. “Teoría de los juegos y de las coaliciones políticas”.
En: Diez Textos de Ciencia Política. Ariel, Barcelona, 1992, p. 151 y ss.
563
Christian Guzmán Napurí
(1166) LINZ, Juan. “Los Peligros del Presidencialismo”, Ob. cit., p. 17. Una posición que conside-
ramos matiza esto la podemos encontrar en: MAINWARING, Scott y SHUGART, Matthew.
Ob. cit., pp. 47-48.
Y es que no es enteramente cierto que únicamente el presidencialismo genere resultados de
juegos de suma cero. De hecho, el modelo Westminster de parlamentarismo, propio de Gran
Bretaña, puede generar también dicho efecto, como lo hemos señalado en el capítulo anterior.
(1167) Sobre el particular: RASMUSEN, Eric. Juegos e información. Fondo de Cultura Económica,
México, 1996, pp. 32-33.
(1168) El Premio Nobel de Economía de 1994, John Forbes Nash, estableció la idea del equilibrio en
el ámbito de los juegos no cooperativos en los cuales fuera necesario llegar a acuerdos mínimos
para que los resultados sean más eficientes.
564
La Constitución Política: un análisis funcional
565
Christian Guzmán Napurí
(1171) En los sistemas presidenciales, en cambio, el líder de la oposición, dado que en general pos-
tula a la presidencia en representación de su partido, no pertenece al Parlamento, hecho que
complica la posibilidad de obtención de consensos así como el uso de mecanismos de control.
566
La Constitución Política: un análisis funcional
(1172) BARTOLINI, Stefano. “Partidos y sistemas de partidos”. En: Manual de Ciencia Política.
Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 230.
(1173) Al respecto: LINZ, Juan. “Los peligros del presidencialismo”, Ob. cit., loc. cit. Asimismo:
BUCHANAN Y WAGNER. “La economía Keynesiana en la política democrática” En: Déficit
del Sector Público y Democracia. Ediciones Rialp S.A., Madrid, 1983.
(1174) LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 155.
567
Christian Guzmán Napurí
568
La Constitución Política: un análisis funcional
que, sin embargo, obtuvo suficiente votación como para asegurar su parti-
cipación en la misma. Este es el caso, en el Perú, de la segunda vuelta en-
tre Alejandro Toledo y el expresidente Alan García. Un caso similar pudo
observarse en las recientes elecciones argentinas. En muchos de estos ca-
sos, dado que el candidato que obtiene el triunfo no resulta ser necesaria-
mente el más idóneo, el mismo rápidamente pierde representatividad, como
lo hemos señalado anteriormente.
Incluso, si existe un amplio sector de la población que tampoco vota-
ría por el candidato que posee mayoría relativa, resulta probable que el can-
didato que obtuvo la menor mayoría relativa triunfe en la segunda vuelta.
Ello incluso puede generar serios inconvenientes en el ámbito de la eficien-
cia del régimen, puesto que el mismo carecería de mayoría, incluso relati-
va, en el Parlamento. Un caso patente de lo que venimos describiendo es el
de las elecciones de 1990 en el Perú, donde más bien el candidato minori-
tario en la segunda vuelta es el que se alza con el triunfo, con los resulta-
dos que todos conocemos.
De hecho, en primera vuelta, el Fredemo obtiene el 27.6 % de los vo-
tos mientras que Cambio 90 obtiene el 24.6 % de los mismos. En segun-
da vuelta, el Fredemo obtiene el 33.9 % de los votos mientras que Cambio
90 obtiene el 56.5 %, que le otorgan el triunfo. Es interesante notar, ade-
más, que dicho porcentaje se obtuvo además mediante el endose de vo-
tos efectuado por el APRA, que había alcanzado un porcentaje de 19.2 %
en primera vuelta.
De hecho, a partir del año 2000, además, se está mostrando una inte-
resante tendencia. En la elección de dicho año, Alberto Fujimori obtiene
la presidencia por tercera vez consecutiva, ganándole en segunda vuelta a
Alejandro Toledo. En el año 2001, Alejandro Toledo logra vencer a Alan
García. En el año 2006, Alan García vence a Ollanta Humala. Finalmente,
en el año 2011, Ollanta Humala es elegido presidente del Perú.
Esta interesante tendencia no es casualidad, sino que puede justificar-
se conforme a lo que venimos señalando, e incluso, a través de la teoría de
juegos, como ya lo hemos descrito. El conocimiento de la regla del juego,
así como el conocimiento de la tendencia del candidato por el electorado,
otorga a quien perdió en la segunda vuelta precedente una clara ventaja que
hasta el momento ha sido aprovechada.
No obstante, los efectos perniciosos de estas paradojas no pueden ser
eliminados por completo, considerando además que el resultado depende
demasiado del mecanismo electoral que se emplee. El hecho de preferir, por
ejemplo, la elección directa a la elección indirecta en el caso norteamericano
569
Christian Guzmán Napurí
(1179) FLORES, Imer B.. “Gobernabilidad y representatitividad: Hacia un sistema democrático elec-
toral mayoritario y proporcional”. En: Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho
Constitucional. UNAM, México, 2002, p. 223.
(1180) Para un análisis en este punto: NOHLEN, Dieter. “Sistemas electorales presidenciales y par-
lamentarios”. En: NOHLEN, Dieter. Tratado de Derecho Electoral comparado de América
Latina. Fondo de Cultura Económica, México, 2007, p. 330 y ss.
570
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, hay esquemas de elección con mayoría absoluta y rela-
tiva . A fin de asegurar la representación se establece que el presiden-
(1181)
te deberá contar con cierta cantidad de votos, en general más del cincuen-
ta por ciento. Cuando ello no ocurre se han establecido dos soluciones. La
primera, la realización de una segunda vuelta electoral, en la cual partici-
pen los más votados. Esta es la fórmula mayoritaria en el presidencialismo.
La segunda le otorga la responsabilidad de la elección al Congreso, solu-
ción que actualmente se aplica únicamente en Bolivia, pero que se emplea-
ba en Chile hasta 1973 y en Perú hasta 1980.
571
Christian Guzmán Napurí
(1184) NOHLEN, Dieter. “La reelección”. En: NOHLEN, Dieter. Ob. cit., p. 287 y ss.
(1185) OSTERLING, Felipe. Ob. cit., p. 34.
572
La Constitución Política: un análisis funcional
(1186) “Artículo 112.‑ El Mandato Presidencial es de cinco años. El Presidente puede ser reelegido de
inmediato para un periodo adicional. Transcurrido otro periodo constitucional, como mínimo,
el expresidente puede volver a postular, sujeto a las mismas condiciones”.
(1187) “Artículo 110.‑ El Presidente de la República es el Jefe de Estado y personifica a la Nación
(...)”.
573
Christian Guzmán Napurí
(1188) LAGO CARBALLO, Antonio. “Presidencialismo vs. Parlamentarismo: Una cuestión dispu-
tada”. En: Ius Et Veritas, año V, N° 10, 1995, pp. 27‑28.
574
La Constitución Política: un análisis funcional
(1189) CASTILLO FREYRE, Mario. “Periodo del mandato presidencial y reelección”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, Tomo II,
p. 834 y ss.
(1190) Cftar: DUVERGER, Maurice. Ob. cit. p. 201.
(1191) Entrevista a Néstor Pedro Sagües. En: Themis. Segunda Época, Nº 26, p. 39.
575
Christian Guzmán Napurí
576
La Constitución Política: un análisis funcional
577
Christian Guzmán Napurí
La responsabilidad política
Asimismo, este esquema resuelve el problema de la falta de responsa-
bilidad política del jefe de Estado‑jefe de Gobierno. El entregar atribucio-
nes de gobierno al Primer Ministro y al Gabinete posibilita al congreso la
realización de un control efectivo, pues el ejercicio de las labores fiscaliza-
doras a su cargo puede generar un verdadero cambio de rumbo de la políti-
ca gubernamental frente a un determinado sector de la administración pú-
blica o incluso en toda su orientación en forma integral.
A este nivel es necesario resaltar que en Latinoamérica, el uso de me-
canismos como el voto de censura o de falta de confianza son mecanismos
que hacen efectiva la responsabilidad política del Gobierno de manera solo
aparente(1198). El presidente de la República en el sistema presidencial, como
lo hemos señalado anteriormente, dirige la Política General del Gobierno,
prácticamente sin interferencia plausible de algún otro órgano constitucional.
Esta situación se encuentra exacerbada por el hecho de que en el sistema
presidencial el nombramiento de los ministros –o secretarios de despacho–
578
La Constitución Política: un análisis funcional
(1199) Sobre el particular: GUZMÁN NAPURÍ, Christian. “Propuestas base para un adecuado Equi-
librio de Poderes”. En: Revista Jurídica del Perú. Nº 28. Editorial Normas Legales, Trujillo,
2001, pp. 21-36.
579
Christian Guzmán Napurí
(1200) LINZ, Juan. “Democracia presidencial o parlamentaria ¿Qué diferencia implica?”. Ob. cit.,
pp. 64-65.
580
La Constitución Política: un análisis funcional
El multipartidismo latinoamericano
Adicionalmente, creemos que un jefe de Gabinete que actúe como jefe
de Gobierno permitiría expresarmejor el multipartidismo latinoamericano,
al lograr que, en una situación en la cual el partido de Gobierno carece de
mayoría absoluta en el Congreso, se propicien las condiciones necesarias
para la configuración de gabinetes plurales(1201). Ello limita claramente los
poderes presidenciales así como los poderes que resulten aplicables al Ga-
binete en su conjunto, y permite, a la vez, corregir el inmovilismo que ge-
nera la existencia de gobiernos divididos, como veremos en el próximo ca-
pítulo del presente trabajo.
El régimen presidencial es fundamentalmente multipartidista, y ello ge-
nera múltiples problemas(1202). De hecho, el presidencialismo puro funcio-
na mejor en esquemas bipartidistas, puesto que resulta menos probable que
el presidente se encuentre con mayorías adversas(1203). Cuando ello ocurre,
el Presidente encuentra difícil conformar un gabinete plural, puesto que no
existe incorporación efectiva de los líderes de los partidos en el gabinete,
puesto que este no gobierna. Las posibilidades de que el Presidente delegue
su poder en este contexto son mínimas. En el particular esquema de pre-
sidencialismo racionalizado que proponemos es posible que el Presidente
–o el Primer Ministro– negocie otorgando cuotas de poder efectivas pues-
to que los miembros del Gabinete poseen una importante cuota de poder.
Sin embargo, y como lo hemos señalado, en un modelo como el pro-
puesto no puede esperarse que un gabinete esté conformado por todas las
fuerzas políticas presentes en el Parlamento. De hecho, lo que puede ocu-
rrir es que se conforme un gabinete de coalición conformada por los parti-
dos más cercanos ideológicamente y los suficientes para conformar mayoría
581
Christian Guzmán Napurí
y constituir el Gabinete. Claro está, los partidos que conformen dicha coa-
lición deberían ser los más cercanos a las preferencias del votante medio,
dentro de los cuales podría estar o no el partido al cual pertenece el presi-
dente de la República.
A fin de asegurar este resultado, es indispensable mantener el sistema
de elección proporcional en distrito electoral múltiple, como se emplea en
la mayoría de los países presidenciales(1204). Sin embargo, es necesario te-
ner en cuenta las dificultades que entraña el sistema de lista abierta o de
voto preferencial. Por otro lado, el sistema mayoritario –propuesto por al-
gunos juristas– conforma mayorías más bien artificiales e impide la repre-
sentación de las minorías. En un sistema presidencial dicho esquema, lejos
de ayudar, complica puesto que permite la polarización a favor del partido
que llevó al presidente al poder, con el consecuente riesgo de personaliza-
ción del poder político.
582
La Constitución Política: un análisis funcional
(1207) GUZMÁN NAPURÍ, Christian. Las relaciones de gobierno entre el Poder Ejecutivo y el
Parlamento. Ob. cit., p. 234.
583
Christian Guzmán Napurí
(1208) PÉREZ GUILHOU, Dardo. “Presidente y Jefe de Gabinete en la Reforma”. En: La Reforma
Constitucional Argentina. Asociación Argentina de Derecho Constitucional, Buenos Aires,
1994, p. 75.
(1209) Sobre el particular régimen boliviano. MAYORGA, René Antonio. “Presidencialismo par-
lamentarizado y gobiernos de coalición en Bolivia”. En: Lanzaro, Jorge (comp.). Ob. cit.,
p. 104 y ss
584
La Constitución Política: un análisis funcional
Mecanismos correctivos
En primer término, en países como Francia e Italia, el porcentaje para
la presentación de la moción de censura es del orden del diez por ciento,
teniendo en cuenta que ambos países poseen regímenes distintos(1210) y que
dicho porcentaje implica una racionalización del régimen parlamentario.
Similar situación, en el ámbito latinoamericano, se da en el caso de Co-
lombia, donde la moción de censura requiere ser presentada por la décima
parte de los miembros de la cámara. Es posible que este último sea un por-
centaje adecuado, dado el sistema de partidos existente en las naciones la-
tinoamericanas, en sociedades múltiples y polarizadas, estableciéndose el
voto de la mayoría absoluta del número legal de parlamentarios como el
requisito ineludible para censurar a los ministros, y de esa manera obligar-
los a renunciar.
Lo que ocurre es que se ha entendido tradicionalmente que si es un de-
recho de la oposición proponer la dimisión de losmiembros del Gabinete,
es un derecho de la mayoría gobernante poderlos mantener en el gobier-
no. El Parlamento, fundamentalmente cuando el Gobierno goza demayo-
ría, se ha comportado siempre como caja de resonancia de este. Porque es
claro que cuando hay una mayoría parlamentaria adicta al régimen, es im-
probable que esta censure a los ministros de estado.
Además, es necesario independizar la presentación de la moción de
censura y el voto subsecuente de la utilización de interpelaciones o inves-
tigaciones. Los mecanismos de control directo –sean censura o negativa de
confianza– tienen por finalidad hacer efectiva la responsabilidad política
de los ministros y no sancionar a los mismos por la comisión de infraccio-
nes, pues para ello existe el juicio político o cualquiera de las variantes de
dicha institución que se hayan implantado.
Asimismo, resulta indispensable otorgarle verdadera virtualidad jurídica
a la censura ministerial. La misma carece de sentido si su efecto no impli-
ca la renuncia del ministro censurado y, sobre todo, la obligación del Presi-
dente de aceptar la renuncia de manera inmediata(1211), sin que exista meca-
nismo alguno a través del cual el Presidente pueda observar la decisión del
Parlamento. Esta virtualidad jurídica debe ir acompañada, como lo hemos
indicado líneas arriba, de una efectiva transferencia de prerrogativas de go-
bierno a los ministros, y en especial, al Primer Ministro o Jefe de Gabinete.
585
Christian Guzmán Napurí
586
La Constitución Política: un análisis funcional
política, así como las crisis de legitimidad de la que adolecen los entes po-
líticos en determinados momentos.
Como consecuencia, y de conformidad con lo antes señalado, si el elec-
torado considera que el Gobierno (o la mayoría parlamentaria) tienen la ra-
zón en la disputa, elegirá un Parlamento conformado en forma mayoritaria
por miembros del partido gobernante. Si no es así, la mayoría estará con-
formada por la oposición, con lo cual, el Gobierno deberá llegar a un acuer-
do a través de alianzas concertadas, o en el peor de los casos, renunciar.
Sin embargo, a fin de hacer posible que la disolución parlamentaria real-
mente funcione, deberán existir, en primer lugar, mecanismos que permitan
que el Parlamento pueda revocar el mandato de ciertos miembros del go-
bierno, a fin de generar el contrapeso adecuado, contrapeso que debe de te-
ner un correlato efectivo en los hechos. Tales mecanismos, como lo hemos
señalado antes, podrían estar referidos a la censura ministerial o el rechazo
de la cuestión de confianza y las diversas variantes de ambos que existen
en el Derecho comparado. Es necesario precisar que para que lo señalado
tenga un resultado eficiente, es menester, necesariamente, que las catego-
rías de jefe de Estado y de gobierno se encuentran separadas en la medida
de lo posible(1213).
El análisis precedente se debe fundamentalmente al hecho de que mu-
chos autores se han pronunciado en el sentido que el sistema presidencial,
de inspiración norteamericana, no conjura de manera alguna las crisis po-
líticas sean estas derivadas de la pérdida de representatividad del gobierno
o de la controversia entre poderes. Ello, puesto que el sistema presidencial
en general coloca las citadas categorías sobre una sola persona, el presiden-
te de la República, tal como lo hemos señalado reiteradamente.
En el supuesto de la existencia de una institución como la disolución
parlamentaria, los políticos se encontrarán en todo momento al pendien-
te de sus acciones, puesto que al darse esta disolución se volverá a realizar
elecciones. Asimismo, el Gobierno, temeroso de enfrentarse con la posi-
ble competencia en el supuesto de que un parlamento adverso fuese elegi-
do, también mejorará la calidad de su gestión. En este sentido, los sistemas
parlamentarios europeos parecerían, en su diseño, ser funcionalmente más
consistentes (y por ende, socialmente más eficientes) que los sistemas pre-
sidenciales propios del Continente Americano.
Sin embargo, y como lo hemos establecido en el capítulo anterior de
este trabajo, en los esquemas parlamentarios más puros, la estabilidad del
587
Christian Guzmán Napurí
régimen depende demasiado del control que posee el líder del partido que
tiene mayoría en el Parlamento sobre este mismo, así como de la discipli-
na de voto de los partidos existentes. En naciones en las cuales no funcio-
nan los modelos más o menos puros, es necesaria la puesta en práctica de
esquemas más bien híbridos o mixtos, diseñados en función de cada reali-
dad concreta.
Asimismo, la disolución parlamentaria permitiría, corregir las crisis
de representatividad que muestra el sistema en determinadas circunstan-
cias. Tal como lo hemos señalado anteriormente, los gobiernos y las repre-
sentaciones parlamentarias tienden a perder representatividad con el trans-
curso del tiempo, lo que no puede corregirse en forma alguna en el sistema
presidencial(1214).
588
La Constitución Política: un análisis funcional
Una de ellas implica que los miembros del Parlamento gozan de un tiempo
menor para informarse de las cuestiones de Estado, lo cual podría compli-
car la toma de decisiones. Ello ocasionaría una dependencia mayor de los
congresistas –dependencia que ya es bastante alta– respecto de la adminis-
tración pública y los lobbies.
Otro elemento a tener en cuenta es la permanente cercanía de las elec-
ciones, que acentuaría la tendencia observada, –absolutamente coherente
con el comportamiento racional del funcionario público al que ya hemos he-
cho referencia– de que los parlamentarios trabajen en función a la siguien-
te elección(1216). Para ello resulta indispensable, como lo hemos indicado lí-
neas arriba, la creación de mecanismos que permitan conciliar la necesidad
de obtención de utilidad personal, por parte del parlamentario, con la efi-
ciencia social que todo régimen político debe procurar.
589
Christian Guzmán Napurí
590
La Constitución Política: un análisis funcional
(1220) Sobre el particular: BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “La revocación de las autoridades
regionales y municipales”. En: Elecciones. Nº 13. ONPE, Lima, 2013, p. 79 y ss.
(1221) Acerca de la relación entre las municipalidades y la democracia: KLEIN, Harald. “Gobiernos
Locales y Democracia”. En: Boletín N° 12. Instituto del Ciudadano, Lima, 1995.
591
Christian Guzmán Napurí
592
La Constitución Política: un análisis funcional
593
Christian Guzmán Napurí
594
La Constitución Política: un análisis funcional
9. A MODO DE COROLARIO
Finalmente, y desde el punto de vista político, el sistema de gobierno
presidencial, o presidencialismo, resulta ser inadecuado para la realidad lati-
noamericana. Los problemas que se manifiestan son múltiples. Por un lado,
la posibilidad de la acumulación excesiva de poder sobre el Presidente. Por
(1228) Un somero análisis de la situación de Latinoamérica basta para justificar esta afirmación. Tan
solo cuatro gobiernos latinoamericanos se encuentran a un nivel de aprobación popular supe-
rior al 50%, de los cuales solo dos se encuentran sustancialmente por encima de ese límite.
Los citados niveles de aprobación en países parlamentarios serían suficientes para generar la
dimisión del gobierno.
595
Christian Guzmán Napurí
596
Capítulo XVI
LOS REGÍMENES POLÍTICOS MIXTOS
Y SUS DIFICULTADES.
OTRAS ALTERNATIVAS APLICABLES
Capítulo XVI
LOS REGÍMENES POLÍTICOS MIXTOS
Y SUS DIFICULTADES.
OTRAS ALTERNATIVAS APLICABLES
1. INTRODUCCIÓN
Algunos países de Europa han creado una especie de mixtura entre el
presidencialismo y parlamentarismo denominada, por propios y extraños,
semipresidencialismo. Casos de lo antes indicado los podemos encontrar
en Francia (prototipo y arquetipo del régimen del cual estamos hablando),
Finlandia, Portugal, la Rusia actual y el sistema que consagraba la Consti-
tución alemana de Weimar de 1919.
En menor medida, dicho sistema de gobierno puede encontrarse en las
constituciones de Austria, Irlanda e Islandia, no obstante que el poder pre-
sidencial en estos últimos casos es sustancialmente menor, sea en el papel
o en la práctica, lo cual puede generar que no participen de la clasificación
que venimos reseñando, pudiéndoseles considerar como casos particulares
de régimen parlamentario.
En los regímenes típicamente mixtos, si bien el Poder Ejecutivo sigue
siendo dual, el jefe de Estado tiene atribuciones efectivas, provenientes de
la representatividad de la que goza, a la vez, derivada de su elección popu-
lar. En realidad, el régimen semipresidencial es un sistema mixto, ni parla-
mentario ni presidencial, que recoge elementos que en principio son carac-
terísticos de los dos regímenes típicos que hemos señalado(1229).
599
Christian Guzmán Napurí
600
La Constitución Política: un análisis funcional
601
Christian Guzmán Napurí
2. EL CASO FRANCÉS
Un ejemplo claro de lo que venimos señalando en los párrafos prece-
dentes es el de la Constitución francesa de la Quinta República, resultado
de la crisis política desatada en 1954 y que generó un plausible fortaleci-
miento de las atribuciones del Presidente de la República. Es claro que la
Constitución Francesa de 1958 fue diseñada con la intención de conjurar
la inestabilidad política propias de la Tercera y Cuarta Repúblicas, agrava-
da por la incompetencia de los poderes ejecutivos débiles para corregir las
crisis que se generaban en la nación.
Lo que ocurre es que la Primera Constitución francesa, que data de
1787, crea un régimen monárquico‑parlamentario parecido formalmente al
sistema político inglés. Sin embargo, esta propuesta fracasa y concluye con
el destronamiento y posterior ejecución de Luis XVI (1793), decisión mo-
tivada en su falta de habilidad para dirigir el país(1235), en plena Revolución
Francesa. Francia pasa entonces a un Gobierno de Parlamento o Asamblea
(La Convención), el cual degeneró en un régimen tan salvaje que fue bau-
tizado con el apelativo de “Terror”.
Como lo hemos señalado anteriormente, la Convención Francesa impli-
caba un sistema parlamentario unicameral en el cual técnicamente no exis-
tía Poder Ejecutivo(1236). Dicha Convención estaba controlada, a su vez, por
ente corporativo menor, formado por miembros de la propia asamblea, de-
nominado Comité de Salvación Pública(1237), cuyo mandato podía ser revo-
cado en cualquier momento. Como resultado, la asamblea legislativa ca-
recía de control alguno y degeneró en un claro régimen dictatorial, basado
en una concepción errónea de la voluntad popular enraizada en una asam-
blea legislativa.
Los jacobinos franceses, al mando de Robespierre, eran fervientes par-
tidarios de las ideas de Jean-Jacques Rousseau. Y es que, aunque Rousseau
realizó una gran contribución al movimiento por la libertad individual y
se mostró contrario al absolutismo de la Iglesia y el Estado en Europa, su
concepción del Estado como personificación de la voluntad abstracta de los
(1235) AA.VV. Historia Universal. Tomo II, El Ateneo, Buenos Aires, 1984, p. 422.
(1236) Es esta experiencia la que ha obligado a los franceses a relacionar unicameralidad con dictadura
parlamentaria. Los franceses creen firmemente que la existencia de dos cámaras asegura la
estabilidad del régimen, puesto que las dos cámaras pueden controlarse mutuamente. Sin em-
bargo, la bicameralidad no evitó la inestabilidad consustancial a la Tercera y Cuarta repúblicas
francesas.
(1237) La interdependencia entre ambos órganos permitió que el claro líder del Comité, Maximilien
de Robespierre, se convirtiera también en líder de la Convención Francesa y principal gestor
del Terror.
602
La Constitución Política: un análisis funcional
603
Christian Guzmán Napurí
604
La Constitución Política: un análisis funcional
605
Christian Guzmán Napurí
(1247) SULEIMAN, Ezra N. “Presidencialismo y estabilidad política en Francia”. En: Las crisis del
Presidencialismo. Tomo I, Alianza Editorial S.A., Madrid, 1997, p. 218.
(1248) PIZZORUSSO, Alessandro. Ob. cit. p. 35. LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 110. Varios
Autores ‑ Historia Universal, p. 622.
(1249) Es necesario señalar que una interpretación incorrecta de este artículo generó la aparición en la
Constitución italiana, y de ahí, en todo el mundo, de facultades legislativas a favor del Poder
Ejecutivo, que este puede ejercer sin autorización previa del Parlamento. Semejante atribu-
ción, que se justifica en forma muy tenue en sistemas parlamentarios, carece de justificación
en regímenes presidenciales, donde sin embargo también se emplea la llamada legislación de
urgencia. Sobre el particular: GUZMÁN NAPURI, Christian. “¿Es realmente necesario que
el Gobierno legisle?”. En: Revista Jurídica del Perú. Editorial Normas Legales, Lima, 2001.
606
La Constitución Política: un análisis funcional
607
Christian Guzmán Napurí
608
La Constitución Política: un análisis funcional
609
Christian Guzmán Napurí
(1253) El régimen de la Segunda República Española era un parlamentarismo que mostraba algunas
atribuciones a favor del Presidente, de manera similar a lo que ocurre con la Italia actual. La
confusa atribución de competencias de dicha Constitución, así como el personalismo de Alcalá-
Zamora, primero de sus presidentes, han llevado a pensar a algunos que este era también un
régimen semipresidencial, lo cual consideramos incorrecto. Sobre el particular: VILLARRO-
YA, Joaquin Tomas. “Presidente de la República y gobierno: sus relaciones”. En: Revista de
Estudios Políticos N° 31-32. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1983,
p. 71 y ss.
(1254) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p, 112.
(1255) SARTORI, Giovani. Ob. cit., p. 144.
610
La Constitución Política: un análisis funcional
hizo cargo del gobierno el canciller Heinrich Brüning, apoyado por los po-
deres extraordinarios con que contaba el presidente Hindenburg. Brüning
hizo disminuir el gasto público y firmó en la Conferencia de Lausana (Sui-
za) un acuerdo que redujo de forma extraordinaria el pago alemán de las
reparaciones de guerra.
Sin embargo, la política deflacionista del canciller fue muy impopular
–dada la falta de apoyo del presidente y del Parlamento(1256)– y se vio obli-
gado a dimitir en mayo de 1932. El desorden provocado por el caos econó-
mico y político fue entonces aprovechado tanto por el Partido Comunista
Alemán como por el Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo de Adolf
Hitler (el partido nazi), de tendencias nacionalistas y antisemitas extremas.
Las elecciones al Reichstag, celebradas en septiembre de 1930, habían
convertido al partido nazi en la segunda fuerza política del país y su popu-
laridad aumentó a medida que empeoraba la situación económica. Los na-
zis obtuvieron la mayoría en el Reichstag en los comicios de julio de 1932,
que fueron resultado de una disolución parlamentaria. Los políticos conser-
vadores –aliados de los nazis– persuadieron a Hindenburg para que situara
a Hitler al frente del gobierno, creyendo que podrían tenerle bajo control
dentro de un gabinete de coalición.
El presidente Hindenburg nombró canciller a Hitler el 30 de enero de
1933. Este último, una vez que gozó de mayoría parlamentaria, no tardó
en abolir el cargo de presidente y autoproclamarse Führer (conductor) del
Tercer Reich, poniendo así fin a la República de Weimar y al régimen por
ella creado. Los resultados posteriores son bien conocidos. Hitler llevó al
desastre a la nación alemana, como resultado de la derrota en la Segunda
Guerra Mundial.
(1256) LINZ, Juan. “Democracia presidencial o parlamentaria ¿Qué diferencia implica?”. En: Las
crisis del presidencialismo. Tomo I, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 108.
(1257) SARTORI, Giovani. Ob. cit., p. 151.
611
Christian Guzmán Napurí
612
La Constitución Política: un análisis funcional
por parte de dicho presidente y el hecho de que dicho primer ministro se en-
cuentra encargado de la dirección de la Administración Pública.
Portugal, hoy en día es –entonces– un caso de semipresidencialismo
más bien débil(1263), en el cual, sin embargo, el presidente goza de un impor-
tante prestigio y de ciertas facultades constitucionales que le permite con-
vertirse en un verdadero árbitro(1264); pero que fue necesario controlar por
las dificultades que originaban sus facultades en la estabilidad del sistema
político portugués; varias de ellas provenientes de la transición democráti-
ca a la que se sometió dicho país como rezagos del autoritarismo existen-
te previamente.
El país se ha estado debatiendo, como gran parte de Europa, en una se-
ria crisis financiera. Esta generó en su momento una crisis política, al origi-
nar la dimisión del primer ministro José Sócrates en marzo de 2011 como
resultado del rechazo en el Parlamento de sus medidas a fin de solucionar la
crisis. Ello a su vez generó la disolución del Parlamento y la convocatoria a
elecciones, siendo sucedido por Pedro Passos Coelho, quien ocupa el car-
go hasta hoy, aplicando un programa más liberal que el de sus antecesores.
(1263) Para algunos, a partir de 1982, el régimen de Portugal dejó de ser semipresidencial para con-
vertirse en un régimen parlamentario con presidente electo, como es el caso de Irlanda. Sobre
el particular: SARTORI, Giovanni - Ob. cit., p. 151.
(1264) COLLIARD, Jean-Claude. Ob. cit. pp. 100-101
(1265) DUVERGER, Maurice. Ob. cit.,, p. 448 y ss.
(1266) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p, 100.
613
Christian Guzmán Napurí
614
La Constitución Política: un análisis funcional
El caso de Austria
Si bien es cierto, Austria muestra en el papel un diseño semipresiden-
cial, dada la elección popular del presidente en un esquema muy parla-
mentario lo que podría mostrar dualidad en el Poder Ejecutivo; en la prác-
tica, sin embargo, los partidos políticos le han dado al jefe de Estado un
(1268) PIZARRO MARÍN, José Antonio. “Las ambigüedades del régimen semipresidencial: La
Experiencia de la Federación de Rusia”. En: Revista de Derecho UNED, N° 5. UNED,
Madrid, 2009, p. 427.
615
Christian Guzmán Napurí
rol más bien decorativo, no obstante los poderes que la norma constitucio-
nal le reconoce(1269).
Curiosamente, la práctica política ha transformado el régimen en un
parlamentarismo similar al esquema alemán actual, en el cual el grueso de
los poderes le corresponden al primer ministro, puesto que el rol mediador
del presidente ha sido reducido a su mínima expresión dada la existencia
de partidos que pueden enfrentar cualquier interferencia del presidente(1270),
lo cual se manifestó en particular en 1999 cuando el presidente Klesti in-
tentó evitar una coalición, la cual se generó de todas maneras(1271). Nos en-
contramos entonces ante un interesante caso de mutación constitucional, a
la cual nos hemos referido en el primer capítulo de este libro.
El caso de Bulgaria
Habíamos señalado que la mayoría de los países de Europa del Este
tienden, en los hechos y normativamente, a un presidencialismo parlamen-
tario. En buena cuenta, la norma en estos países es la existencia de un pre-
sidente muy fuerte, que coexiste con un primer ministro, que si bien es cier-
to debe gozar de confianza parlamentaria, en la práctica no gobierna(1272).
De entre los países del Este de Europa, Bulgaria posee rasgos tan par-
lamentarios que a algunos los ha llevado a pensar que es en realidad un sis-
tema semipresidencial. Sin embargo, a Bulgaria le sigue faltando uno de
los elementos fundamentales del semipresidencialismo, que es la dualidad
del Poder Ejecutivo. El Presidente de la República sigue siendo jefe de Es-
tado y jefe de Gobierno a la vez.
El caso de Irlanda
El caso irlandés es muy curioso. Si bien es cierto la Constitución esta-
blece que el presidente es elegido por sufragio universal, no establece ningún
poder especial en su favor(1273). Según la Constitución irlandesa, un gabine-
te de gobierno de unos quince miembros tiene el Poder Ejecutivo, siendo
responsable ante la Cámara de Representantes (en gaélico, Dáil Éireann).
(1269) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 314. SARTORI, Giovani, Ob. cit., pp. 143-144.
(1270) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., pp. 71-72.
(1271) COLLIARD, Jean-Claude. Ob. cit. p. 89.
(1272) STEPAN, Alfred y SKACH, Cindy. “Presidencialismo y parlamentarismo en perspectiva
comparada”. En: Las crisis del presidencialismo. Tomo I, Alianza Editorial S.A., Madrid,
1997, p. 189.
(1273) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., p. 71.
616
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, un primer ministro es el jefe del gobierno, nombrado por
el presidente tras su nominación en la Cámara. En el papel, y en la práctica,
entonces, Irlanda es un sistema enteramente parlamentario en el cual el presi-
dente cumple un rol meramente decorativo(1274), similar al de un monarca eu-
ropeo o al de presidentes de sistemas parlamentarios, como el de Italia o Ale-
mania(1275). Es preciso señalar que ello proviene principalmente del hecho de
que el Presidente de Irlanda ha heredado los poderes del Monarca del Reino
Unido luego de su independencia, no obstante que dicho país formalmente
constituye una república.
El caso de Islandia
Asimismo, Islandia muestra una situación similar a la de Austria. El pre-
sidente es elegido por el pueblo y posee poderes importantes, pero los mismos
no se ejercen debidamente. El jefe del Estado de Islandia es el presidente,
que se elige cada cuatro años por sufragio universal por los habitantes ma-
yores de 18 años. La Constitución confiere el Poder Ejecutivo al presiden-
te y a un Consejo de Ministros, aunque en la práctica es solo este último el
que ejerce el poder ejecutivo. El primer ministro dirige el gabinete, que es
responsable ante el Parlamento.
Por añadidura, la Constitución de Islandia es bastante flexible, pues
puede modificarse mediante una mayoría simple, hecho que permite que
el sistema de partidos pueda modificar fácilmente el esquema de equilibrio
de poderes(1276) y que exista un esquema de revisión judicial débil. Como
resultado, en la práctica el sistema islandés funciona como un parlamenta-
rismo puro(1277).
617
Christian Guzmán Napurí
(1278) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Ob. cit., pp. 65-66. SARTORI, Giovanni.
Ob. cit., p. 146.
(1279) SARTORI, Giovanni. Ob. cit., p. 153 y ss. LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 117 y ss.
618
La Constitución Política: un análisis funcional
619
Christian Guzmán Napurí
620
La Constitución Política: un análisis funcional
El manejo del conflicto palestino provocó una grave crisis política en 1998
ante la incapacidad del primer ministro para alcanzar un acuerdo de paz defi-
nitivo con los palestinos. La Kneset decidió su autodisolución y la convoca-
toria a elecciones para el mes de mayo de 1999, en las que se elegiría, por se-
parado, al nuevo primer ministro y a los componentes de la nueva legislatura.
Sin embargo, el triunfo correspondió al candidato laborista, Ehud Barak,
un general retirado que prometió una paz estable. El nuevo primer ministro
formó un gobierno de coalición que contó con el respaldo de un Parlamen-
to de izquierda, en el que los pequeños partidos se constituyeron en árbitros
de la situación frente a la evidente pérdida de votos de las grandes formacio-
nes, en particular del Likud. Las elecciones de febrero de 2001, sin embargo,
mostraron el fracaso de la gestión de Barak, que no había podido cumplir sus
promesas de 1999, no había firmado ningún acuerdo de paz y, más aún, deja-
ba al país en serios problemas con sus vecinos.
Posteriormente, Ariel Sharon asumió el mando de Israel, en una compli-
cada crisis que no es capaz de resolver si no es a través de la presión interna-
cional. Su mandato fue ratificado en las elecciones del año 2003, careciendo
de mayoría parlamentaria, debiendo conformar las acostumbradas coalicio-
nes. En 2005 disolvió el Parlamento, lo cual a la larga generó que terminase
apartándose de su partido. Poco después, a principios de 2006, sufrió una gra-
ve hemorragia cerebral, falleciendo a principios de 2014.
Fue sucedido por Ehud Olmert, el mismo que se mantuvo en el poder has-
ta 2009, rodeado de acusaciones de corrupción, encontrándose actualmente
incurso en varias investigaciones, las mismas que lo obligaron a renunciar.
Fue reemplazado de manera interina por Tzipi Livni, quien no consiguió con-
formar un gabinete, debiéndose convocar nuevamente a elecciones, tan solo
cinco meses después de las anteriores. El Likud obtiene mayor apoyo en el
Gobierno, a través de coaliciones, que el Kadima de Livni, no obstante haber
ganado las elecciones, lo cual abre las puertas al retorno al poder de Benjamín
Netanyahu, siendo designado por el presidente Shimon Peres.
Como podemos observar, el problema con el régimen israelí es la evi-
dente falta de coherencia del sistema, que mezcla instituciones sin mayor
sustento(1286). El primer ministro puede disolver el Kneset, pero ello acarrea
(1286) Curiosamente, algunos partidarios del presidencialismo clásico utilizan el régimen israelí como
un ejemplo de mecanismo que pueda corregir los problemas que genera la rigidez de dicho
sistema de gobierno, sin notar que el régimen israelí es en realidad un híbrido difícilmente
clasificable como una modalidad de régimen presidencial. MAINWARING, Scott y SHUGART,
Carey (comp.). Presidencialismo y democracia en América Latina. Paidós, Buenos Aires, 2002,
p. 47.
621
Christian Guzmán Napurí
6. EL PRESIDENCIALISMO ALTERNATIVO
El destacado constitucionalista y politólogo Giovanni Sartori ha pro-
puesto una figura sumamente interesante que cabría analizar en el presen-
te trabajo a fin de favorecer la formación de gobiernos estables y eficientes
en el contexto que estamos trabajando. Este esquema es denominado por
su autor presidencialismo alternativo, dentro de una concepción más bien
mixta de los sistemas de gobierno(1288).
El sistema propuesto por Sartori se caracteriza por funcionar de ma-
nera alternada o intermitente, donde la idea básica es tener un sistema par-
lamentario estimulado o castigado, de manera alternativa, por el despla-
zamiento del presidente o por el reemplazo por este. Es decir, mientras el
sistema parlamentario funcione, se le deja en paz; si no funciona, el siste-
ma deviene en presidencial.
Y es que, según Sartori, el parlamentarismo y el presidencialismo fun-
cionan impulsados por un solo motor(1289). Los sistemas mixtos, a su vez,
funcionan con dos motores, pero de manera simultánea, de tal suerte que
no siempre podrían funcionar de manera coordinada. Sartori propone en-
tonces que puedan funcionar ambos motores, pero de manera alternada.
622
La Constitución Política: un análisis funcional
Ahora bien, Sartori señala que si bien es cierto la base del esquema que
propone es el parlamentarismo, nada obsta para que el mismo pueda apli-
carse a sistemas presidenciales que no funcionan no obstante los correcti-
vos que se hayan aplicado. El autor señala que los sistemas presidenciales
tienen dos opciones: el semipresidencialismo de tipo francés, que no fun-
ciona en escenarios multipartidistas, o un sistema parlamentario que se co-
rrija a sí mismo, a través de un esquema de alternancia.
La propuesta de Sartori implica que legislatura y presidente sean elegi-
dos por el pueblo, de manera simultánea. El presidente, no obstante su le-
gitimidad democrática, sería el típico presidente parlamentario, a la usanza
del esquema austriaco, puesto que el Parlamento podría nombrar al gobier-
no. Hasta aquí, el sistema es propiamente parlamentario. Sin embargo, si
el esquema parlamentario no funciona, se transforma en uno presidencial,
en donde el presidente elegido por el pueblo se transforma en el presiden-
te monista de un sistema presidencial, jefe de Estado y jefe de Gobierno a
la vez, con el poder de nombrar y remover a discreción a los miembros del
gabinete(1290).
623
Christian Guzmán Napurí
Por otro lado, Sartori pretende limitar de inicio los poderes presi-
denciales de un presidente elegido democráticamente. Los ejemplos de
Austria, Irlanda o Islandia –a los cuales ya nos hemos referido– son tan
peculiares en el Derecho Constitucional comparado que se nos antojan
irrepetibles. Solo uno de ellos, que es el caso de Irlanda, incorpora cons-
titucionalmente un presidente típicamente parlamentario, que es elegido
por el pueblo. En los otros dos casos, la práctica política, y no la norma
constitucional, son los que han relegado al presidente a un rol decorativo.
Ahora bien, en el resto de los países –sean americanos, europeos o asiá-
ticos– en donde el presidente es elegido por el pueblo, este goza de am-
plios poderes para gobernar.
En los regímenes presidenciales latinoamericanos la situación que ve-
nimos describiendo se agrava sustancialmente. Si bien la aplicación del di-
seño que propone Sartori resulta difícil en contextos como el europeo, re-
sulta aún más difícil en contextos como el latinoamericano, en el cual los
poderes presidenciales no provienen únicamente del texto constitucional,
sino de la práctica política concreta(1292).
En otras palabras, un presidente latinoamericano, que es elegido por el
pueblo, y que a su vez no goce de poderes constitucionales, gozará de di-
chos poderes en la práctica. Ello ocurre dada la situación existente, oscilan-
te entre dictaduras y regímenes presidenciales con predominancia del Go-
bierno(1293). Como resultado, el sistema seguirá siendo presidencial.
(1292) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional peruano y la Constitución de 1979.
Ital Perú S.A., Lima, 1980, p. 253 y ss. Es necesario señalar que este último autor resulta ser
un ferviente defensor del presidencialismo.
(1293) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 213.
(1294) LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 21 y ss.
624
La Constitución Política: un análisis funcional
625
Christian Guzmán Napurí
8. CONCLUSIONES
La puesta en práctica de regímenes de tipo mixto podría, a primera vista,
conjurar muchas de las dificultades que encontramos en el presidencialis-
mo y en el parlamentarismo. Ahora bien, como se ha visto en el presente
capítulo, el primer problema que genera el semipresidencialismo –régimen
mixto por excelencia– es la posibilidad de que en el Poder Ejecutivo coe-
xistan dos magistraturas de origen partidario distinto, pues la elección se-
parada del presidente y el Parlamento permitiría que el Presidente de la Re-
pública pertenezca a un partido distinto de aquel al que pertenece el primer
ministro, pues este debe gozar de la confianza de una Cámara que no ne-
cesariamente posee mayoría presidencial. De hecho, en Francia, por ejem-
plo, ha sido muy común observar el fenómeno al que hacemos referencia,
denominado genéricamente cohabitación.
Un segundo problema radica en el hecho de que el semipresidencia-
lismo pretende conjurar el riesgo de una dictadura parlamentaria (de-
nominada genéricamente asambleísmo) a través de un fortalecimiento,
a veces excesivo, de los poderes del Poder Ejecutivo en general y del
presidente en particular. Es evidente, entonces, que el semipresidencia-
lismo, lejos de convertirse en un adecuado paliativo, puede más bien
oscilar entre gobiernos típicamente parlamentarios, cuando existe un
gabinete de mayoría parlamentaria y autoritarismos presidenciales que
se dan cuando el presidente goza de mayoría en las Cámaras. En con-
secuencia, los regímenes mixtos tienden a combinar las deficiencias de
ambos sistemas de gobierno.
Un caso muy particular es el de Israel, que algunos autores han consi-
derado como una propuesta atendible. Sin embargo, es un esquema que no
ha mostrado eficiencia y que no permite verdadera estabilidad. Finalmente,
626
La Constitución Política: un análisis funcional
627
Capítulo XVII
LAS PECULIARIDADES
DEL RÉGIMEN POLÍTICO PERUANO
Capítulo XVII
LAS PECULIARIDADES
DEL RÉGIMEN POLÍTICO PERUANO
631
Christian Guzmán Napurí
632
La Constitución Política: un análisis funcional
(1300) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional peruano. Ediciones Librería Studium,
Lima, 1960, p. 6.
(1301) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Ob. cit., p. 7; GARCÍA BELAÚNDE, Domingo. “El constituciona-
lismo peruano en la presente centuria”. En: Derecho PUCP, N° 43‑44, Lima. 1989‑1990, p. 60.
633
Christian Guzmán Napurí
(1302) “Discurso con que la Comisión de Constitución presentó el proyecto de ella al Congreso Cons-
tituyente”. En: Pensamiento Constitucional, Revista de la Maestría en Derecho con Mención
en Derecho Constitucional, PUCP, 1994, p. 204 y ss. Es interesante observar cómo la opción
por una separación rígida de poderes, acompañada del desprestigio de la monarquía a los ojos
de los primeros constitucionalistas de toda América generaban en estos un poderoso rechazo
hacía el parlamentarismo y una clara tendencia al presidencialismo.
(1303) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Ob. cit., pp. 61 y 285.
(1304) Aquí es necesario hacer algunas precisiones conceptuales. Cuando se habla de forma de Estado,
nos referimos a la relación entre el propio Estado y el territorio en el cual se asienta. En este
orden de ideas, un Estado puede ser federal o unitario, y ciertos constitucionalistas incluyen
el Estado regional y el descentralizado como categorías adicionales. Cuando hablamos de
forma de gobierno, en cambio, nos referimos a las diferencias generadas respecto al titular
de la jefatura de Estado: monarquía, República o imperio. Finalmente, forma de gobierno en
sentido amplio o sistema de gobierno –que es el término más usado, y en nuestra opinión, el
correcto– hace referencia a la tendencia parlamentaria o presidencial del mismo. En este orden
de ideas, es preciso señalar que la Carta de 1823 cierra el debate respecto a la forma de estado.
Por otra parte, la Carta de 1828 configura en forma definitiva –y desafortunada– la tendencia
presidencial del sistema de gobierno peruano.
(1305) GARCÍA BELAUNDE, Domingo. Ob. cit., p. 64.
634
La Constitución Política: un análisis funcional
por una distinta basa electoral: los senadores por las juntas departamen-
tales y los diputados por las provincias, en proporción a la población
de las mismas–. Ambas cámaras llevan a cabo una función legislativa
de colaboración, es decir, la función legislativa es realizada por ambas
cámaras sin especial preponderancia de alguna de ellas. Esta función
se encontraba acompañada de atribuciones de control de tipo indirec-
to o alterno similares a las contempladas en los Estados Unidos. De
acuerdo a los comentarios políticos de aquella época se llegó a consi-
derar que la Constitución creaba mecanismos para la obtención de un
poder muy grande por parte del Congreso(1306).
3) Se determinó una amplia responsabilidad funcional del jefe de Esta-
do, pero esta responsabilidad es compartida con los ministros, lo cual
implicaba necesariamente la existencia del refrendo ministerial para la
validez de los actos presidenciales. Esta fue la definitiva aparición de
un sistema que implicaba la atenuación del régimen presidencial nor-
teamericano, cuyo modelo era el tomado por dicha Constitución(1307).
La razón de dicha limitación la encontramos particularmente en la ne-
cesidad de limitar el poder del Presidente de la República(1308) y de co-
rregir la excesiva rigidez del sistema norteamericano que no prevé nin-
gún mecanismo de solución de conflictos entre los órganos de Gobierno.
4) Se consagró la existencia del Consejo de Estado, como una especie de
Comisión Permanente ligada al Congreso de la República. Esta institu-
ción estaría presente en las constituciones peruanas, con variable éxi-
to, hasta 1920.
La cuarta Constitución, de 1834, fue resultado del Gobierno de Orbe-
goso y estuvo basada, en realidad, en la modificación de la Constitución de
1828. En consecuencia, estuvo compuesta por un texto casi igual al de esta
última y duró solo hasta 1839, tras el abortado proceso de Confederación
Perú‑boliviana(1309). Las puntuales diferencias con su antecesora estribaban
en una cierta reducción del poder presidencial que incluía la eliminación de
la reelección presidencial inmediata, el fortalecimiento de las atribuciones
del Consejo de Estado –que empezaba a parecerse a una tercera cámara– y la
635
Christian Guzmán Napurí
(1310) Historia General de los peruanos. Tomo III, Iberia, Lima, pp. 131-134.
(1311) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Ob. cit., pp. 84‑85.
(1312) Ibídem, pp. 96‑97 y GARCÍA BELAÚNDE, Domingo - “Forma de Gobierno en la Constitu-
ción peruana”. En: Revista de Estudios Políticos, N° 74. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, octubre-diciembre 1991, p. 623.
(1313) Quizá, atreviéndonos a equivocarnos, podríamos decir que se asemejaba a la Constitución
francesa de la Tercera República: un régimen muy parlamentario con tendencia al asambleísmo.
A esto habría que incorporar también la creación de un peculiar régimen unicameral que, en
principio, parecía elevar el poder del Parlamento. Ver al respecto: PAREJA PAZ SOLDÁN,
Ob. cit., p. 14 y ss.
636
La Constitución Política: un análisis funcional
(1314) PAREJA PAZ SOLDÁN, José Ob. cit., p. 265. GARCÍA BELAÚNDE, Domingo. “Forma de
Gobierno en la Constitución peruana”, Ob. cit., p. 621.
(1315) Ibídem, loc. cit.
637
Christian Guzmán Napurí
638
La Constitución Política: un análisis funcional
La Constitución de 1933
El sistema que sancionó la Constitución de 1933 seguía siendo de tipo
presidencial, pero con fuertes incrustaciones parlamentarias. Podemos afir-
mar que entre los modelos que se han seguido en el Perú es el que más se
ha acercado a los modelos típicamente parlamentarios(1321), en particular
respecto de las atribuciones de control del Parlamento, pero con un Presi-
dente de la República que tiene poderes no solo de jefe de Estado sino tam-
bién de jefe de Gobierno, y que es elegido por sufragio popular, universal
y, sobre todo, directo.
Sin embargo, la adopción del modelo híbrido del cual estamos hablan-
do se realizó en forma sesgada, errática y sus efectos a la larga resultaron
ser contraproducentes. El modelo resultaba ser muy amplio y dejaba mu-
chos vacíos. Su eficacia dependía tan solo del comportamiento de los par-
tidos políticos, de la existencia de mayorías parlamentarias y de la relación
existente entre los órganos del Estado.
La norma traía varias novedades. En primer lugar, la incorporación del
gabinete o Consejo de Ministros como órgano colegiado y como parte del
Poder Ejecutivo, elevando a la categoría de preceptos constitucionales mu-
chas de las normas contenidas en las leyes de ministros emitidas en los años
1862 y 1863. Sin embargo, el presidente todavía podía nombrar y separar
a los ministros de Estado, sin requerir del voto de investidura parlamenta-
rio previo. Por esto, el presidente aún conservaba sustancialmente su poder.
Asimismo, se incorporaron los mecanismos directos de control y fisca-
lización entre el Parlamento y el Gobierno, de carácter parlamentario. Así,
la Constitución de 1933 incluye entre sus instituciones a la interpelación
ministerial, la moción de confianza y la censura. La interpelación ministe-
rial, técnicamente hablando, se podía emplear, como efectivamente se em-
pleaba, antes de la vigencia de la Constitución materia de análisis, de acuer-
do a la amplia normativa de la Constitución de 1856. Fue entonces cuando,
en diciembre del año 1859, se expide una ley mediante la cual se reconoce
(1321) Ver, por ejemplo, PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Ob. cit., p. 173 y ss.; GARCÍA BELAUNDE,
Domingo. “El Constitucionalismo peruano en la presente centuria”. Ob. cit., p. 88; GARCÍA
BELAÚNDE, Domingo. “Forma de Gobierno en la Constitución peruana”. Ob. cit., p. 629.
Además, CHIRINOS SOTO, Enrique. “Naturaleza de nuestro sistema de gobierno”. Editorial
San Agustín, Arequipa, 1968, p. 76.
639
Christian Guzmán Napurí
640
La Constitución Política: un análisis funcional
La Constitución de 1979
La tendencia del sistema constitucional recogido por la Constitución de
1979 era menos parlamentaria que el régimen plasmado en el texto de 1933 y
configura un matiz que podíamos llamar de tipo presidencial atenuado, de un
cariz mucho más presidencial que los sistemas de tipo mixto, pero sin llegar a
ser como regímenes similares al norteamericano, al mexicano o al argentino
antes de la reforma de 1994. Es decir, un sistema de origen presidencial, con
gran poder del Presidente de la República, pero que incluye instituciones pro-
pias del parlamentarismo, como son el Consejo de Ministros, la censura, la in-
terpelación, la responsabilidad ministerial y, por primera vez, la disolución par-
lamentaria, aunque únicamente de la Cámara de Diputados.
La diferencia fundamental entre lo recogido por la Constitución de 1979
y lo plasmado en otros regímenes de tipo parlamentario o semipresiden-
cial radica en la evidente ausencia del ejecutivo dual. El Presidente de la
República en el Perú es claramente jefe de Estado y de Gobierno a la vez,
con el amplio bagaje de prerrogativas, formales y reales, que ello implica.
Lo que buscaron los constituyentes fue resolver los problemas políticos
originados por el sesgo parlamentario de la Constitución de 1933. Como
resultado de esto, se redujeron sustancialmente los poderes del Parlamento
641
Christian Guzmán Napurí
(1324) DUVERGER, Ob. cit., p. 208; CHIRINOS SOTO, Ob. cit., loc. cit.
642
La Constitución Política: un análisis funcional
(1325) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “El nuevo ordenamiento Constitucional del Perú”. En: La
Constitución de 1993. Análisis y Comentario. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994, p. 14.
(1326) OCHOA CARDICH, César. “Tipología y análisis del régimen político de la Constitución
peruana de 1993”. En: Derecho y Sociedad, Nº 8‑9. PUCP, Lima, 1994, p. 36.
(1327) VALEGA GARCÍA, César. “La responsabilidad política del Gobierno en la Constitución de
1993”. En: La Constitución de 1993. Análisis y Comentarios. Comisión Andina de Juristas,
Lima, 1994, p. 199. Además: PAREJA PFLUCKER, Piedad. Atribuciones Constitucionales
del Presidente de la República. Rikchay Perú, Lima, 1987, p. 105.
643
Christian Guzmán Napurí
parte de Latinoamérica. Los ministros peruanos tan solo dirigen los ser-
vicios públicos, ejecutan órdenes del Presidente de la República(1328) y se
comportan en los hechos más como los secretarios de despacho del esque-
ma norteamericano que como los ministros de un gabinete europeo, siendo
prácticamente nula su influencia en el comportamiento del Gobierno. Asi-
mismo, el Gabinete en nuestro país no tiene siquiera el poder que tienen los
ministros en los sistemas semipresidenciales, como es el caso de la Cons-
titución de la Quinta República Francesa(1329).
En otras palabras, en el Perú el hecho de que un Congreso censure a
un ministro o a todo un gabinete no va a cambiar sustancialmente la forma
como se dirige la política general de Gobierno. Las razones para ello –las
mismas que se han mantenido en varios de nuestros textos constituciona-
les– derivan de las facultades completamente discrecionales del jefe de Es-
tado de nombrar y remover a los ministros libremente así como del otorga-
miento de las facultades de manejo directo del gobierno al jefe de Estado.
A mayor abundamiento, el uso de la censura en forma reiterada, en un
contexto constitucional como el existente en el Perú, puede generar una
concentración de poderes aún mayor sobre el jefe de Estado; esto porque
el presidente se encontrará obligado a invadir facultades ministeriales de
tipo administrativo dada la imposibilidad de delegar funciones sin que es-
tas sean abandonadas por ministros censurados y dada la inoperancia de los
ministerios para responder a políticas concertadas.
El sistema peruano, no obstante la incorporación de elementos pro-
pios de los sistemas parlamentarios, conserva la rigidez del presidencialis-
mo puro, pues mantiene la imposibilidad de que el Congreso pueda hacer
dimitir a quien desempeña las tareas de jefe de Gobierno. Remover al pre-
sidente es entonces extremadamente difícil pues, como lo hemos señalado
antes, el recurso de intentar un juicio político es muy incierto por sus efec-
tos y además consume demasiado tiempo(1330). Ante una crisis política de-
rivada de las acciones del Ejecutivo no cabe sino la presión sobre este. La
censura individual a los ministros de Estado o al gabinete no va a afectar al
presidente ni a su legitimidad democrática, obtenida a través del voto po-
pular directo.
644
La Constitución Política: un análisis funcional
645
Christian Guzmán Napurí
646
La Constitución Política: un análisis funcional
(1334) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. PUCP, Tomo 6,
Lima, 1999, p. 214 y ss.
(1335) Es decir, derogar el tercer inciso del artículo 118 de la Constitución de 1993. El inciso pasaría
entonces a engrosar las atribuciones del Presidente del Consejo de Ministros, contenidas en el
artículo 123 de la Carta de 1993.
(1336) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 213.
(1337) LOEWENSTEIN, Karl. Ob. cit., p. 132 y ss.
647
Christian Guzmán Napurí
(1338) OCHOA CARDICH, César. “Tipología y análisis del régimen político de la Constitución
peruana de 1993”. En: Derecho y Sociedad, Nº 8‑9. PUCP, Lima,1994, p. 36
(1339) VALEGA GARCÍA, César. “La responsabilidad política del Gobierno en la Constitución de
1993”. En: La Constitución de 1993. Análisis y Comentarios. Comisión Andina de Juristas,
Lima, 1994, p. 199. Además: PAREJA PFLUCKER, Piedad. Atribuciones Constitucionales
del Presidente de la República. Rikchay Perú, Lima, 1987, p. 105.
648
La Constitución Política: un análisis funcional
649
Christian Guzmán Napurí
650
La Constitución Política: un análisis funcional
(1344) Ibídem, loc. cit. También: VALEGA GARCÍA, César. Ob. cit., p. 200.
(1345) RUBIO CORREA, Marcial y BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Ob. cit., p. 392; OCHOA
CARDICH, César. Ob. cit., p. 39.
651
Christian Guzmán Napurí
A este nivel solo cabría, por parte del Presidente de la República, el pro-
ceder a la elección de un gabinete representativo de la pluralidad de fuer-
zas parlamentarias existentes, única manera de asegurar que sus miembros
gocen de la confianza suficiente. Por otro lado, si el pueblo considerase que
el Congreso es quien generó la crisis, premiará al Gobierno entregándole
un Parlamento con una conformación partidaria más favorable, la cual lo
dejara trabajar a sus anchas.
En el supuesto de la existencia de una institución como la disolución
parlamentaria, los políticos se encontrarán en todo momento al pendien-
te de sus acciones, puesto que al darse esta disolución se volverá a realizar
elecciones. Asimismo, el Gobierno, temeroso de enfrentarse con la posible
competencia en el supuesto de que un Parlamento adverso fuese elegido,
también mejorará la calidad de su gestión.
Por otro lado, como lo hemos señalado en el capítulo respectivo, la di-
solución parlamentaria permite corregir la crisis de representatividad que
muestra el sistema en determinadas circunstancias. En todo el planeta, la
experiencia ha demostrado que muchas veces la representatividad de la que
goza un Parlamento o un gobierno determinado se agota antes que el perio-
do constitucional correspondiente concluya.
Si asumimos que la razón de la existencia de los sistemas de repre-
sentación política consiste en simular la decisión a la que habría llegado
el electorado en su conjunto, si se pudiese poner de acuerdo, esa justifica-
ción estaría comprometida si es que el Estado no puede ya simular la deci-
sión respectiva, como lo hemos señalado de manera reiterada en este libro.
Como resultado, tendría pues que recomponerse la representación a fin de
que se pueda cumplir con el presupuesto antes indicado.
Finalmente, y a diferencia de los sistemas típicamente semipresiden-
ciales, la disolución parlamentaria, en la práctica, resultaría ser una facultad
compartida entre el Presidente de la República y el presidente del Consejo
de Ministros, quien refrendaría el decreto de disolución(1346). Dadas las fa-
cultades de gobierno del primer ministro en el modelo que proponemos, y
el mantenimiento de la obligación del refrendo para la validez de los actos
presidenciales, la disolución parlamentaria implicará el acuerdo de ambos.
Ahora bien, el temor del presidente del Consejo de Ministros de perder la
confianza parlamentaria una vez instalado el nuevo Congreso lo obligará a
utilizar su facultad de refrendo con mucho cuidado.
(1346) Para una opción distinta: RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., Tomo 6, pp. 217-218.
652
La Constitución Política: un análisis funcional
653
Christian Guzmán Napurí
654
La Constitución Política: un análisis funcional
(1350) LAGO CARBALLO, Antonio. “Presidencialismo vs. Parlamentarismo: una cuestión dispu-
tada”. En: Revista Ius Et Veritas Año V. N° 10. PUCP, Lima, 1995, pp. 28‑29; EGUIGUREN
PRAELI, Francisco. Ob. cit., pp. 145‑146.
655
Christian Guzmán Napurí
656
La Constitución Política: un análisis funcional
657
Christian Guzmán Napurí
importancia como vamos a ver más adelante en este libro, cuando tratemos
el control de la Administración Pública.
La Contraloría, a través de su acción directa, a través de los llamados
órganos de control institucional o a través de las sociedades de auditoría
–que conforman el Sistema Nacional de Control– supervisa la legalidad de
la ejecución del presupuesto, las operaciones de la deuda pública y de los
actos de las entidades sujetas a dicho control, conforme lo establece el ar-
tículo 82 de nuestra Constitución.
658
La Constitución Política: un análisis funcional
El Banco informa al país, exacta y periódicamente, sobre el estado de las finanzas nacionales,
bajo responsabilidad de su Directorio.
El Banco está prohibido de conceder financiamiento al erario, salvo la compra, en el mercado
secundario, de valores emitidos por el Tesoro Público, dentro del límite que señala su Ley
Orgánica.
(1355) CASTELLARES AGUILAR, Rolando. “Banco Central de Reserva”. En: Gutiérrez, Walter
(dir.) La Constitución Comentada. Tomo II, Gaceta Jurídica. Lima, 2013, p. 417 y ss.
659
Christian Guzmán Napurí
(1356) Sobre el particular: BIZJAK, Iván. “Características especiales del papel del Defensor del
Pueblo en países en transición”. En: Debate Defensorial. Nº 3. Defensoría del Pueblo, Lima,
2001, p. 31 y ss.
(1357) ALBAN PERALTA, Walter. “El Ombudsman como canal de acceso a la justicia”. En: Debate
Defensorial. Nº 3. Defensoría del Pueblo, Lima, 2001, p. 47 y ss.
(1358) Sobre el particular: PANIAGUA CORAZAO, Valentín. “Sistema Electoral”. En: La Consti-
tución de 1993, análisis y comentarios. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1995, p. 231.
660
La Constitución Política: un análisis funcional
4.1. El estatismo
El estatismo postula que es el Estado, en representación de la colecti-
vidad, el ente que se encuentra en mejor capacidad de satisfacer las nece-
sidades de las personas de manera directa, por encima de los propios indi-
viduos considerados de manera individual. El estatismo vulnera, en primer
término, conceptos como el principio de autonomía, el cual implica que el
Estado no debe intervenir en la libre elección del individuo(1359).
661
Christian Guzmán Napurí
662
La Constitución Política: un análisis funcional
663
Christian Guzmán Napurí
(1364) Sobre el particular: LOAYZA, Norman V. y otros. Informality in Latin American and the
Caribbean. The World Bank, Washington D.C., 2009.
(1365) FLEURY, Sonia. Reforma del Estado. Banco Interamericano de desarrollo, Washington D.C.
2000.
664
La Constitución Política: un análisis funcional
665
Christian Guzmán Napurí
666
La Constitución Política: un análisis funcional
(1369) ARROW, Keneth. Social Choice and Individual Values. Cowles Foundation, New York, 1966,
p. 46 y ss.
667
Christian Guzmán Napurí
668
Capítulo XVIII
LA DISCUSIÓN RESPECTO
A LA UNICAMERALIDAD
O BICAMERALIDAD DEL PARLAMENTO.
EL CASO PERUANO
Capítulo XVIII
LA DISCUSIÓN RESPECTO A LA
UNICAMERALIDAD O BICAMERALIDAD
DEL PARLAMENTO. EL CASO PERUANO
1. INTRODUCCIÓN
En el Perú la discusión respecto a la unicameralidad o bicameralidad
del Parlamento alcanzó importancia a propósito de la dación de la Consti-
tución de 1993, la misma que transformó el tradicional bicameralismo pro-
pio del sistema de gobierno peruano en un esquema de unicameralismo im-
perfecto, volviendo a tomar gran importancia durante el intento de reforma
constitucional a fin de restaurar el Senado en el Perú.
Las razones para lo antes señalado se encontraron en la lentitud del
Congreso para legislar adecuadamente por tener que emplear ambas cáma-
ras. Además, se consideró que la necesidad de una instancia intermedia de
discusión legislativa podría centrarse en comisiones de trabajo encargadas
de emitir dictámenes, más que en una segunda cámara.
671
Christian Guzmán Napurí
2. ANTECEDENTES
Tradicionalmente, durante su historia constitucional el Perú ha mostra-
do una clara tendencia al bicameralismo. La inmensa mayoría de las cons-
tituciones que ha tenido el Perú sancionaron Congresos bicamerales, no
672
La Constitución Política: un análisis funcional
obstante los diversos matices que pudiesen existir en las funciones que des-
empeñaban ambas cámaras.
Es importante anotar, sin embargo, algunas diferencias entre las diver-
sas constituciones del Perú. Por un lado, la Constitución de 1823, que se
configura como nuestra primera verdadera Constitución, creaba un Congre-
so formado por representantes o diputados que en realidad parecía cons-
tar de una sola cámara(1370). Asimismo, existía la figura de un Senado con-
servador, encargado fundamentalmente de velar por el cumplimiento de la
Constitución y las leyes.
Este Senado conservador se asemejaba mucho a lo que posteriormen-
te serían la cámara de los Censores de la Constitución Bolivariana o Vita-
licia, el Consejo de Estado o la Comisión Permanente sancionada por la
Carta de 1860(1371). La Carta de 1823 prácticamente no tuvo vigencia, con
lo cual desconocemos como en la práctica se desenvolverían ambos órga-
nos. Técnicamente, sin embargo, nos encontraríamos ante un unicamera-
lismo imperfecto dada la presencia del Senado Conservador antes citado.
Por otro lado, la Carta de 1826, o Constitución Vitalicia, creaba un Con-
greso de tres cámaras, la de los Tribunos (equivalente a una moderna Cá-
mara de Diputados), la de Senadores y la llamada Cámara de los Censores.
Esta última poseía funciones similares al del Senado Funcional de la Carta
de 1823(1372), y se encontraba encargada de velar por el cumplimiento de la
Constitución y la Leyes, así como de la declaración de suspensión del Vi-
cepresidente y los Secretarios de Estado, quienes eran finalmente los en-
cargados de la Administración Pública.
La Constitución de 1828, la que algunos consideran nuestra constitu-
ción prototipo(1373), consagra, por primera vez, un bicameralismo real. Como
(1370) UGARTE DEL PINO, Juan Vicente. Historia de las Constituciones del Perú. Editorial Andina,
Lima, 1978, p. 161.
(1371) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional peruano. Ediciones Librería Studium,
Lima, 1960, pp. 7, 61 y 285.
(1372) De la Carta de 1826:
“Artículo 51.- Las atribuciones de la Cámara de Censores son:
1.- Velar si el Gobierno cumple y hace cumplir la Constitución, las leyes y los Tratados Públicos.
2.- Acusar ante el Senado, las infracciones que el Ejército haga de la Constitución, las leyes,
y los Tratados Públicos.
3.- Pedir al Senado la suspensión del Vicepresidente y Secretarios de Estado, si la salud de la
República la demandare con urgencia.”
Todas las citas de constituciones peruanas que existen en el presente trabajo han sido extraídas
de: GARCÍA BELAUNDE, Domingo. Las Constituciones del Perú. Edición Oficial, Ministerio
de Justicia, Lima, 1993. Además ver: PAREJA PAZ SOLDÁN. Ob. cit., p. 285.
(1373) En esa línea se encontraban, fundamentalmente, Manuel Vicente Villarán y José Pareja Paz
Soldán. Además, la Constitución de 1928 fue la primera en inspirarse directamente en el
673
Christian Guzmán Napurí
674
La Constitución Política: un análisis funcional
(1379) Artículo 45.- El Poder Legislativo se ejerce por el Congreso en una sola Cámara y en la forma
que esta Constitución establece.
(1380) Artículo 134.- Habrá un Consejo de Estado compuesto de siete miembros nombrados con el
voto del Consejo de Ministros y con aprobación del Senado. La ley fijará los casos en que el
Gobierno deba oír su opinión y aquellos en que no puedan proceder contra ella.
675
Christian Guzmán Napurí
676
La Constitución Política: un análisis funcional
677
Christian Guzmán Napurí
(1388) Hablamos de seudobicameralismo en el caso inglés puesto que desde 1911 la Cámara de los
Lores carece de verdaderos poderes parlamentarios, sean estos legislativos o de control.
(1389) VALLE RIESTRA, Javier. “El fracaso de la Constitución”, pp. 13‑14. En el mismo orden de
ideas se encuentra también: DELGADO GUEMBES, César. “La reforma del Parlamento”, p.
44. Ambos textos están en: Lecturas Sobre Temas Constitucionales. Nº 8, Comisión Andina
de Juristas, Lima, junio 1992.
(1390) De la Constitución de 1933:
Artículo 169.- Es obligatoria la concurrencia del Consejo de Ministros, o de cualquiera de los
Ministres, siempre que el Congreso o cualquiera de las Cámaras los llame para interpelarlos.
Artículo 172.- El voto de censura contra el Consejo de Ministros o contra cualquiera de los
Ministros, puede ser presentado por solo un diputado o senador y se votará en la misma sesión.
678
La Constitución Política: un análisis funcional
(1391) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional Peruano y la Constitución de 1979.
Ital Perú, Lima, 1980, p. 319.
(1392) Artículo 165.El Senado es elegido por las regiones, de conformidad con la ley.
679
Christian Guzmán Napurí
(1393) Artículo 222.- El Consejo de Ministros en Pleno o los Ministros separadamente, pueden
concurrir a las sesiones del Congreso o de las Cámaras y participar en sus debates. Concurren
también cuando son invitados para informar.
(1394) Ver al respecto: VALLE RIESTRA, Javier. Ob. cit., pp. 14‑15; BERNALES BALLESTEROS,
Enrique. Parlamento y democracia. Hipatia, Lima, 1990, p. 170. También: MELO VEGA,
Jorge. “Control parlamentario en la Constitución peruana”. En: Eguiguren Francisco (dir.) La
Constitución peruana de 1979. Cusco, Lima, 1986, p. 526.
(1395) De la Carta de 1993:
Artículo 90.‑ El Poder Legislativo reside en el Congreso, el cual consta de Cámara Única. (...)
(1396) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., p. 192.
(1397) Salvo, obviamente, el ejemplo italiano, el cual se caracteriza por su bicameralismo perfecto,
en el cual ambas cámaras tienen funciones muy similares, en particular en cuanto al control
680
La Constitución Política: un análisis funcional
681
Christian Guzmán Napurí
682
La Constitución Política: un análisis funcional
683
Christian Guzmán Napurí
Antecedentes
El antecedente más remoto de la Comisión Permanente era el Consejo
de Estado, el mismo que funcionaba durante el receso del Congreso y que
fuera creado por la Carta de 1828. La Carta de 1939, como lo hemos seña-
lado, fortaleció intensamente las atribuciones del Consejo de Estado, trans-
formándola casi en una tercera cámara. El Consejo de Estado estaría pre-
sente, con diferente suerte, incluso hasta la Constitución de 1920, tras lo
cual desaparece definitivamente.
Por otro lado, la primera mención a la Comisión Permanente la po-
demos encontrar en la Constitución de 1860, en la cual se crea un órgano
con ciertas atribuciones específicas(1409) y que recordaba a las que tenía el
684
La Constitución Política: un análisis funcional
685
Christian Guzmán Napurí
el abuso del que ha sido objeto las facultades legislativas del Poder Ejecu-
tivo durante la vigencia de las mismas, es decir, desde que entró en plena
vigencia la Carta de 1979.
Finalmente, y como ya lo hemos indicado, la delegación de facultades
a órganos infraparlamentarios no resulta ser ninguna novedad en el Dere-
cho Constitucional comparado. Preceptos semejantes los encontramos, por
ejemplo, en el artículo 72 de la Constitución italiana(1412), en el cual se se-
ñala la posibilidad de otorgarle facultades legisferantes a las comisiones de
trabajo del parlamento.
686
La Constitución Política: un análisis funcional
(1414) Un interesante desarrollo del tema se puede encontrar en: BUCHANAN, James y TULLOCK,
Gordon. Ob. cit., p. 270 y ss.
687
Christian Guzmán Napurí
(1415) Estamos asumiendo de antemano que los miembros de una asamblea nunca podrían ser parte
de la otra. Asimismo, el razonamiento que estamos empleando explica, por ejemplo, porque
entidades corporativas privadas (sociedades, asociaciones civiles), o entes gubernativos de
menor alcance territorial relativo (estados federados, gobiernos regionales, municipalidades)
poseen sistemas de toma de decisión colectiva formadas por una sola asamblea.
688
La Constitución Política: un análisis funcional
de producción de la ley, sin importar quien inició este. Ello máxime si la ley
proviene de sectores opositores. El comportamiento racional del parlamen-
tario lo llevará a la reducción de su producción legislativa, y peor aún, a la
disminución de su interés en el tema a debatir. Si a esto le agregamos perio-
dos fijos de gobierno, el incentivo resulta poco menos que nulo a este nivel.
En contraposición, cuando las bases de representación son distintas
(por ejemplo, en los estados federales), resulta más eficiente el sistema bi-
cameral(1416). La razón es muy sencilla: las distintas bases de representación
implican cierta autonomía de las entidades representadas en la cámara fe-
deral (es el caso del Senado norteamericano). El peso específico de las en-
tidades antes mencionadas –sean estados, provincias o comunidades– y la
existencia de mecanismos de toma de decisiones en su interior reduce los
costos de la toma de decisiones en el Congreso de la nación. Esta reduc-
ción de costos operativos justifica plenamente la utilización de la doble cá-
mara para conjurar los costos que generaría la falta de representación fe-
deral. En los estados unitarios evidentemente no se dan las circunstancias
que estamos reseñando.
689
Christian Guzmán Napurí
El problema de la representación
Posiblemente, el costo externo más importante sea el referido a la re-
presentatividad de la cámara. En sociedades heterogéneas, con gran electo-
rado y territorio medianamente grande parece necesario tener una segunda
cámara que equilibre la representación proporcional con la representación
territorial de ciertas zonas o regiones de una nación determinada. Sin em-
bargo, en países con un electorado relativamente grande, cuya forma de
Estado es la unitaria, en general, la segunda cámara, o no existe o su exis-
tencia se justifica en razones de tradición –como la Cámara de los Lores
Británica–, o en justificaciones meramente políticas, como el caso de la se-
gunda cámara francesa.
Ahora bien, los mecanismos de compensación que puede corregir este
aparente desequilibrio estriban, en primer término, en los sistemas de elec-
ción por distrito múltiple, en los cuales cada circunscripción electoral goza
de representación en el Parlamento. Ahora bien, el esquema que señalamos
tiende a generar distorsiones que terminan favoreciendo a los partidos ma-
yoritarios, situación que empeora conforme más partidos y/o movimientos
políticos existan.
Por ello, y en segundo término, los mecanismos de elección por distri-
to múltiple deben ir acompañados, necesariamente, por una adecuada pro-
porción entre la población electoral y la cantidad de representantes a ele-
girse. Dicha situación no se da en el Perú. Ello obligaría a un aumento del
número de representantes hasta el nivel en el cual la potencial distorsión
se reduzca lo suficiente, sin elevar prohibitivamente el costo de la toma de
decisiones; tema este último, que, como hemos visto líneas arriba, no pue-
de soslayarse.
690
La Constitución Política: un análisis funcional
6. CONCLUSIONES
Tradicionalmente, el sistema peruano ha sido de predominancia bica-
meral. Algunas de nuestras primeras constituciones, inclusive, mostraron
cierta tendencia hacia la existencia de una tercera cámara. El unicameralis-
mo más bien ha sido raro en nuestro país.
Ahora bien, el bicameralismo inicial se debatía entre el bicameralismo
perfecto y el imperfecto, es decir, entre la similitud de funciones entre am-
bas cámaras y la clara diferenciación de las mismas. Cuando el Congreso
peruano empezó a emplear mecanismos de control directo hacia el Poder
Ejecutivo, ambas cámaras hacían uso del mismo. Ello se dio hasta la en-
trada en vigencia de la Carta de 1979, momento en el cual se diferenciaron
claramente las funciones de una cámara y otra, en especial en cuanto a las
atribuciones de ejercer el control político directo.
La Carta de 1993 crea un sistema unicameral imperfecto. Sanciona
la existencia de una sola cámara, la cual desempeña las funciones de todo
Parlamento, incluso las atribuciones cuasi jurisdiccionales y las de control
político directo. Sin embargo, incluye una Comisión Permanente, a la cual
dota de ciertos poderes que la Constitución de 1979 no señalaba a su favor.
La más novedosa dentro de nuestro sistema probablemente sea la facultad
de ejercer atribuciones legislativas delegadas.
En nuestra opinión, y en cuento al sistema peruano, la unicamerali-
dad resulta más eficiente que la existencia de dos o más cámaras. En pri-
mer lugar, reduce los pasos a seguir para la emisión de una Ley, lo cual su
vez justifica que sea el Parlamento el primer llamado a emitirla. En segun-
do lugar, permite una mayor rapidez en el trabajo parlamentario en general.
Finalmente, la existencia de una sola cámara resulta más eficiente so-
cialmente que cualquier otra conformación del Congreso peruano. Sin em-
bargo, ello pasa por el diseño de mecanismos que permitan una represen-
tación adecuada de todas las circunscripciones electorales pertinentes,
mediante la consagración definitiva del distrito múltiple y la adecuada pro-
porcionalidad entre la cantidad de votantes y la cantidad de representantes
existentes en el Congreso.
691
Capítulo XIX
¿ES REALMENTE NECESARIO
QUE EL GOBIERNO TAMBIÉN LEGISLE?
Capítulo XIX
¿ES REALMENTE NECESARIO QUE EL GOBIERNO
TAMBIÉN LEGISLE?
1. INTRODUCCIÓN
La tendencia permanente en nuestros, los más recientes, textos consti-
tucionales del Perú y de Latinoamérica en general, ha sido el sucesivo for-
talecimiento de las atribuciones del Gobierno y el Presidente de la Repú-
blica. En consecuencia, el Poder Ejecutivo, personificado en la figura del
Presidente, ha sido el que salió mejor parado de los sucesivos cambios cons-
titucionales que han ocurrido.
En el caso peruano, una vez en vigencia la Constitución de 1979 y la de
1993, después, el jefe de Estado vio incrementado su poder en forma plau-
sible, fundamentalmente porque ya no requería aprobación del Congreso
para determinados actos y porque era él quien, en última instancia, mane-
jaría el presupuesto y nombraría a los funcionarios públicos. En síntesis, la
intervención del Congreso, en los asuntos de Estado, se había reducido, lo
cual resultaba enormemente favorable para el Gobierno.
Una de las consecuencias del aumento de facultades presidenciales se
remonta a la Constitución de 1979, la misma que elevó sustancialmente la
posibilidad de control y de intervención presidencial en la actividad legis-
ferante a través fundamentalmente de las dos instituciones que desarrolla-
mos a continuación. Dichas instituciones existen también en el Derecho
Constitucional comparado, e incluso en Constituciones latinoamericanas.
695
Christian Guzmán Napurí
2. LA LEGISLACIÓN DELEGADA
La institución de la legislación delegada en el Perú es muy similar en
su construcción a la creada en las Constituciones francesa(1417) e italiana, a
través de la cual, previa autorización del Congreso, el Presidente de la Re-
pública puede promulgar normas con rango de ley, conforme lo dispues-
to primero por el artículo 188 de la Constitución de 1979(1418) y ahora el ar-
tículo 104 de la Constitución de 1993, sometido a determinadas condiciones.
696
La Constitución Política: un análisis funcional
(1421) Ver al respecto: FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “Las relaciones entre los órganos del
Gobierno en la Constitución del Perú: En: DERECHO Nº 43‑44. PUCP, Lima, 1989-1990,
pp. 180‑181; EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “Facultades Legislativas del Poder Ejecu-
tivo”. Ob. cit., p. 408 y ss.
(1422) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “Facultades legislativas del Poder Ejecutivo”. Ob. cit.,
p. 411.
(1423) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. Ob. cit., p. 181.
697
Christian Guzmán Napurí
que buscaba controlar la utilización, por parte del presidente, de sus atri-
buciones legisferantes. Entre otras cosas, dicha norma buscaba regular con
mayor eficacia la figura de los decretos legislativos, estableciendo la nece-
sidad de su control por parte del Congreso. La razón se dirige al hecho de
la emisión de múltiples decretos legislativos que no solo excedían la mate-
ria delegada, sino que además, en varios casos, resultaban ser abiertamen-
te inconstitucionales(1424).
(1424) El régimen fujimorista acusó a dicha ley de ser uno de los elementos desencadenantes de la
crisis política que dio lugar al Autogolpe del 5 de abril de 1992. Sobre el particular: JIMÉNEZ
MAYOR, Juan F. “Las relaciones entre el Poder Ejecutivo y Legislativo”. En: Pensamiento
Constitucional. Revista de la Maestría en Derecho con Mención en Derecho Constitucional.
PUCP, Lima, 1994, p. 156 y ss.
(1425) De la Constitución de 1993:
Artículo 104.- El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar, mediante
decretos legislativos, sobre la materia específica y por el plazo determinado establecidos en la
ley autoritativa.
No pueden delegarse las materias que son indelegables a la Comisión Permanente.
Los decretos legislativos están sometidos, en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia
y efectos, a las mismas normas que rigen para la ley.
El Presidente de la República da cuenta al Congreso o a la Comisión Permanente de cada
decreto legislativo.
(1426) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “La legislación delegada y los Decretos de Urgencia”.
En: La Constitución de 1993, Análisis y comentario. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994,
p. 182.
(1427) De la Constitución de 1993:
“Artículo 101.- Son atribuciones de la Comisión Permanente:...
(…)
4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que el Congreso le otorgue.
No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional,
698
La Constitución Política: un análisis funcional
699
Christian Guzmán Napurí
700
La Constitución Política: un análisis funcional
(1431) Sobre el particular: CARPIO MARCOS, Edgar y VELEZMORO PINTO, Fernando. “Facultad
Legislativa Delegada”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Tomo II,
Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 178.
701
Christian Guzmán Napurí
702
La Constitución Política: un análisis funcional
No obstante ello, es claro que para esto se requiere una ley orgánica,
en estricta aplicación de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo(1433), la cual
no puede aprobarse a través de un decreto legislativo, como hemos señala-
do antes(1434). Un análisis similar podríamos efectuar en el caso del Decreto
Legislativo N° 997, que aprueba la Ley de Organización y Funciones del
Ministerio de Agricultura; así como el Decreto Legislativo N° 1047, que
aprueba la Ley de Organización y Funciones del Ministerio de la Producción.
Por otro lado, un asunto que generó mucha controversia es la reforma
de la normativa que regula las mayorías requeridas para que las comunida-
des nativas puedan decidir la disposición de las tierras comunales, en par-
ticular los decretos legislativos N° 1015 y 1073, que incluso generó el blo-
queo de una carretera. Al margen de las consideraciones de la conveniencia
de la determinación de dicha mayoría por parte del Estado, resulta discuti-
ble que dicha decisión pueda ser establecida a partir de un decreto legisla-
tivo. Como resultado, dichos decretos fueron derogados por el Congreso.
Se ha señalado, además, que los decretos legislativos en materia edu-
cativa no poseen una relación directa con la implementación del acuerdo
comercial antes señalado. Se ha indicado, a su vez, que la mejora de la ca-
lidad y el desarrollo de capacidades se refieren de manera directa a la emi-
sión de dispositivos en esta materia, pero esta precisión se nos muestra un
tanto forzada.
En el caso de los recursos naturales el resultado es más bien mixto. Exis-
ten decretos legislativos, como los relativos a la actividad minera, que bien
pueden caber dentro de la implementación del acuerdo comercial, no obs-
tante no existir referencia directa al mismo en el texto de dichos decretos.
Lo mismo podríamos decir de los decretos emitidos en materia de recursos
hídricos. Sin embargo, en el caso de la actividad pesquera –los Decretos Le-
gislativos N° 1027 y N° 1084– la relación con el tratado es en verdad forza-
da, debiéndose considerar que el mecanismo para ello debió ser una ley y no
un decreto legislativo; no obstante la pertinencia técnica de su regulación.
En materia de modernización del Estado vamos a encontrar tam-
bién resultados mixtos. Si bien las reformas en materia de procedimiento
703
Christian Guzmán Napurí
3. LA LEGISLACIÓN DE URGENCIA
La legislación de urgencia implica la posibilidad que tiene el Gobierno
de emitir normas con rango de ley, sin necesidad de autorización alguna, y
ante situaciones excepcionales. Ahora bien, esta alternativa aparecía imper-
fectamente plasmada por el inciso 20 del artículo 211 de la Constitución de
1979, norma en la cual se admitía la posibilidad de emitir medidas extraor-
dinarias en materia económica y financiera. Si bien es cierto que no se les
regulaba expresamente, pronto los diferentes gobiernos que se dieron duran-
te la vigencia de la Carta de 1979 entendieron que aquí estábamos frente a
los llamados decretos de urgencia o decretos supremos extraordinarios(1436).
704
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, el cada vez más constante surgimiento de situaciones ex-
cepcionales o de urgencia ha propiciado un uso cada vez más frecuente de
esta institución en los últimos años(1437), llegando incluso a ser expresamente
regulada, aun con otras denominaciones, en ordenamientos jurídicos como
los de Italia, Francia, España y en ciertas constituciones latinoamericanas.
En los últimos tiempos ha sido usada en el Perú de manera muy continua, en
supuestos en los cuales su urgencia puede ser considerada muy discutible.
3.1. Antecedentes
Ahora bien, la legislación de urgencia –en nuestra opinión, una facul-
tad cuya plasmación, en el caso peruano, es aún más desacertada que la co-
mentada respecto a la legislación delegada– resulta ser una indebida aplica-
ción del polémico artículo 16 de la Constitución de la V República Francesa,
que permite la asunción de plenos poderes por parte del Presidente de la
República en situaciones excepcionales, y que implica más bien una mo-
dalidad de régimen de excepción, más que el empleo de facultades legisfe-
rantes sin autorización previa.
Sin embargo, ya existía un antecedente en la Constitución de Weimar,
como facultad del presidente, que a la larga permitió la entronización de ré-
gimen nacional socialista en Alemania, en el régimen semipresidencial tan
particular que ahí existía, que le otorgaba un conjunto de facultades de go-
bierno al presidente, que hoy en día no posee.
La Constitución de Italia toma parte de dicha figura(1438), al igual que el
ordenamiento jurídico español(1439), creando normas con rango de Ley que
puede emitir el Poder Ejecutivo ante situaciones de excepción. De ahí se
trasladó la figura a otros países de Europa e incluso de Latinoamérica. Pau-
latinamente, lo que en el Derecho Comparado se debía dar en situaciones
de excepción, se fue volviendo cotidiano.
Ahora bien, en el caso peruano, un recuento de lo ocurrido entre 1982
y 1992 nos demuestra un uso evidentemente abusivo de esta institución(1440),
la cual inclusive es aplicada en situaciones que no han sido exactamente
(1437) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “Facultades legislativas del Poder Ejecutivo”. Ob. cit.,
p. 433.
(1438) CHELI, Enzo y CARETTI, Paolo. “El proceso legislativo en Italia”. En: Revista Española
de Derecho Constitucional. Año 6, Nº 16, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 1986, p. 213.
(1439) SALAS, Javier. “Los decretos-leyes en el ordenamiento jurídico español. En torno a la urgen-
cia”. En: Revista de Administración Pública. Volúmen 16, Nº 51. Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 1966, p. 41 y ss.
(1440) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. Ob. cit., pp. 180-181.
705
Christian Guzmán Napurí
706
La Constitución Política: un análisis funcional
Por otro lado, resulta bien claro que la Ley N° 25397, la llamada Ley
de Control Parlamentario, buscaba la utilización adecuada de la figura de
los decretos de urgencia(1444), cuya aplicación hasta dicho momento había
sido más bien de facto que de iure. Dicha finalidad de la Ley antes precisa-
da tenía su origen en el hecho que mediante decretos de urgencia se legis-
laron temas tan polémicos como el control de precios, la prórroga de con-
tratos de arrendamientos, o la prohibición de repatriar utilidades, y además,
porque a través de tales normas el Ejecutivo se había constituido en un le-
gislador ordinario en nuestro país.
En realidad, la Ley N° 25397 tenía la finalidad genérica de controlar
los actos normativos del Ejecutivo, en materia de legislación delegada, le-
gislación de urgencia, convenios internacionales y estados de excepción.
En lo estrictamente vinculado a la legislación de urgencia, la norma en co-
mentario convalidaba esta facultad que se había irrogado el Ejecutivo pero
buscaba ponerla dentro de un marco que permitiese su fiscalización(1445).
Esta actitud, que incluso podríamos calificar como pragmática, no re-
solvía interrogantes como la dirigida a determinar si una ley de desarrollo
constitucional podía crear instituciones que formalmente no se encontraban
previstas en la Carta Fundamental. Instituciones que en realidad habrían re-
querido una reforma constitucional.
(1444) Dicha Ley prescribía que el ejercicio de la facultad presidencial a que se refería el inciso 20)
del artículo 211 de la Constitución se realizaba a través de “decretos supremos extraordinarios”,
de carácter temporal y con la facultad de poder dejar en suspenso una norma legal durante su
vigencia.
(1445) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “La legislación delegada y los decretos de urgencia”. Ob.
cit., p. 187; BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “Los Poderes Ejecutivo y Legislativo en
la Constitución peruana de 1993”. En: División de Poderes. CIEDLA, Buenos Aires, 1993,
p. 146.
(1446) Artículo 118 inciso 19) de la Constitución de 1993:
“(…)
19. Dictar medidas extraordinarias, mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, en materia
económica y financiera, cuando así lo requiera el interés nacional y con cargo de dar cuenta
al Congreso. El Congreso puede modificar o derogar los referidos decretos de urgencia.
(…)”.
707
Christian Guzmán Napurí
(1447) El artículo 132 de la Constitución de 1979 facultaba al Ejecutivo a tomar medidas de interven-
ción en la economía, medidas de carácter extraordinario y transitorio, lo cual era consistente
con el sesgo de mayor intervención económica de dicha norma.
(1448) Norma contenida en el Segundo Párrafo del artículo 60 de la Constitución de 1993. Esta es
quizá una de las mayores incongruencias de la Carta de 1993: La coexistencia de un aparente
régimen de libre mercado y una amplia enumeración de derechos, con un sobredimensionado
bagaje de atribuciones a favor del Estado en general y del Gobierno en particular.
(1449) La única referencia sería la contenida en el Reglamento del Congreso norma que, como ex-
plicamos líneas abajo, no resuelve en absoluto el problema de la posibilidad del abuso de la
institución materia de estudio.
(1450) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “La legislación delegada y los decretos de urgencia”.
Ob. cit., p. 190.
708
La Constitución Política: un análisis funcional
(1451) ZOLEZZI MOLLER, Armando. “El régimen tributario en la nueva constitución”. En: La
Constitución de 1993. Análisis y comentario. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994,
p. 148.
(1452) BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “La Comisión Permanente en la Constitución de
1993”. En: La Constitución de 1993. Análisis y comentario. Comisión andina de Juristas,
Lima, 1994, pp. 162‑163.
709
Christian Guzmán Napurí
(1453) CAIRO ROLDÁN, Omar. “Atribuciones y obligaciones del Presidente de la República”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Tomo II, Gaceta Jurídica, Lima, 2005,
p. 310.
(1454) STC Exp. Nº 00008-2003-AI/TC, f. j. 59.
(1455) Ídem.
710
La Constitución Política: un análisis funcional
711
Christian Guzmán Napurí
(1456) Como Locke señalaba, no es posible que el poder delegado, el Parlamento, a su vez pudiese
delegar sus facultades en otros órganos. Ello explica porque técnicamente en el Reino Unido no
existen facultades legislativas asignables al Poder Ejecutivo. Sobre el particular: LOEWENS-
TEIN, Karl. Ob. cit., p. 276.
(1457) DUVERGER, Maurice. Ob. cit., pp. 290-291.
(1458) RUIZ ROBLEDO, Agustín. “La delegación legislativa en las comisiones parlamentarias”. En:
Revista Española de Derecho Constitucional. N° 43. Centro de Estudios Políticos y Consti-
tucionales, Madrid, 1995, p. 75 y ss.
712
La Constitución Política: un análisis funcional
713
Christian Guzmán Napurí
(1459) Los casos de Argentina, Brasil y México son patentes. Sobre el particular: SERNA DE LA
GARZA, José. “Consolidación democrática y nueva institucionalidad en América Latina”. En:
Valades, Diego (coord.). El gobierno en América Latina ¿Presidencialismo o parlamentarismo?
UNAM, México, 2000, pp. 60-61.
(1460) MIDON, Mario A. R.. “Sobre la dimensión adquirida por los decretos de necesidad y urgencia
en el derecho Argentino”. En: Anuario de Derecho Constitucional latinoamericano. Universidad
del Rosario, Bogotá, 2001, p. 37 y ss.
714
La Constitución Política: un análisis funcional
pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la dele-
gación que el Congreso establezca.
De hecho, la legislación de urgencia en Argentina ha permitido la pues-
ta en práctica de decisiones estatales tan perniciosas como el denominado
“corralito financiero”, que consistía en la severa limitación del uso de los
fondos depositados en instituciones financieras por parte de los ahorristas,
medida evidentemente inconstitucional por afectar directamente el derecho
de propiedad. Por ello es pertinente señalar que en dicho país dicha atribu-
ción presidencial se encuentra sumamente controvertida.
Brasil es uno de los pioneros en la incorporación de estas instituciones,
en especial la legislación de urgencia, puesto que la incluye formalmente en
la Constitución de 1967, que se emitió en el contexto de un gobierno mili-
tar. Por un lado, el Presidente de la República podrá adoptar medidas provi-
sionales, con fuerza de ley, debiendo someterlas de inmediato al Congreso
nacional, las cuales están sujetas a determinadas limitaciones, en especial
la regla de aprobación explícita por parte del Congreso. Por otro lado, las
leyes delegadas serán elaboradas por el Presidente de la República que de-
berá solicitar la delegación al Congreso nacional, con las limitaciones es-
tablecidas en la norma constitucional.
El uso inadecuado de la legislación de urgencia por parte de los presi-
dentes brasileños ha sido evidente desde la vigencia de la Constitución de
1988, en especial en el caso de los presidentes Sarney, Collor de Mello(1461)
y especialmente en el de Franco(1462). Ello obligó a posteriores modificacio-
nes a la Constitución de Brasil, destinadas, entre otras cosas, a dotar de ma-
yores parámetros a la facultad que venimos describiendo.
En Chile, el presidente puede dictar, previa delegación de facultades
del Congreso, decretos con fuerza de ley sobre las materias que señala la
Constitución. Esta autorización no puede extenderse a la nacionalidad, la
ciudadanía, las elecciones ni al plebiscito; como tampoco a materias com-
prendidas en las garantías constitucionales, o destinadas a leyes orgánicas
constitucionales o de quórum calificado. La autorización no podrá compren-
der tampoco facultades que afecten a la organización, atribuciones y régi-
men de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso nacional, del Tri-
bunal Constitucional ni de la Contraloría General de la República. La ley
715
Christian Guzmán Napurí
que otorgue la referida autorización señalará las materias sobre las que re-
caerá la delegación y podrá establecer o determinar las limitaciones, restric-
ciones y formalidades que se estimen convenientes. Todo indica, finalmen-
te, que no existe legislación de necesidad y urgencia en el sistema chileno,
salvo para cuestiones presupuestarias.
En Colombia existen ambas figuras un tanto mezcladas. El Congreso
puede revestir, hasta por seis meses, al Presidente de la República de preci-
sas facultades extraordinarias, para expedir normas con fuerza de ley cuan-
do la necesidad lo exija o la conveniencia pública lo aconseje(1463). Tales
facultades deberán ser solicitadas expresamente por el Gobierno y su apro-
bación requerirá la mayoría absoluta de los miembros de una y otra Cáma-
ra. El Congreso podrá, en todo tiempo y por iniciativa propia, modificar
los decretos leyes dictados por el Gobierno en uso de facultades extraordi-
narias. Esta figura existe desde la Constitución colombiana de 1991, pues-
to que antes de la vigencia de la misma el presidente podía declarar el de-
nominado estado de emergencia económica, pudiendo emitir normas con
rango de ley(1464).
En Ecuador existe una figura híbrida entre el trámite de urgencia de un
proyecto de ley y la legislación de urgencia. El Presidente de la República
podrá enviar al Congreso proyectos de ley calificados de urgencia en ma-
teria económica. En este caso, el Congreso deberá aprobarlos, modificarlos
o negarlos, dentro de un plazo máximo de treinta días, contado a partir de
su recepción. Si el Congreso no aprobare, modificare o negare el proyec-
to en el plazo señalado el Presidente de la República lo promulgará como
decreto-ley. Cabe indicar que dicho concepto no vuelve a mencionarse en
ningún otro lugar de la Constitución ecuatoriana.
En Venezuela el presidente puede dictar, previa autorización por una
ley habilitante, decretos con fuerza de ley. Venezuela ha tenido una impor-
tante historia de uso indebido de la legislación habilitada a favor del Presi-
dente de la República en aplicación de la Constitución de 1961 y en espe-
cial durante el gobierno de Carlos Andrés Perez, puesto que dicha norma
permitía dictar medidas extraordinarias en materia económica o financie-
ra cuando así lo requería el interés público y haya sido autorizado para ello
(1463) Estas facultades han convertido al presidente colombiano en uno de los principales legisladores,
en desmedro del Parlamento. Sobre el particular: ARCHER, Ronald P. y SHUGART, Matthew.
“El potencial desaprovechado del predominio presidencial en Colombia”. En: Mainwaring,
Scott y Shugart, Carey (comp.). Ob cit., p. 133.
(1464) SHUGART, Matthew y CAREY, John. Presidents and Assemblies. Cambridge University
Press, New York, 1992, p. 141.
716
La Constitución Política: un análisis funcional
717
Christian Guzmán Napurí
5. CONCLUSIONES
Las atribuciones legisferantes del Gobierno en el Perú han estado signa-
das por un uso abusivo, guiado más por conveniencia política que por ver-
dadera necesidad pública. Las sucesivas cartas políticas en nuestro país no
han hecho sin fortalecer las atribuciones legisferantes del Presidente de la
República, sin crear eficientes mecanismos de control de dichas atribuciones.
Por otro lado, es necesario revisar la real necesidad de la existencia de
facultades como las que venimos comentando. Existen instituciones, cons-
titucionalmente consagradas, que pueden suplir adecuadamente dichas pre-
rrogativas, debiéndose limitar estas a supuestos muy excepcionales siguien-
do lineamientos que sobre el particular existen en el Derecho Comparado.
Finalmente, debe tenerse en cuenta que la existencia de facultades de
intervención legislativa debe morigerarse a la luz de erróneas considera-
ciones sobre el papel que le concierne actualmente a los Parlamentos. No
existe principio constitucional alguno que justifique el traslado al Gobier-
no de la prerrogativa de emitir leyes. Esta corresponde, fundamentalmen-
te, al Parlamento. La razón es muy clara: Es la representación parlamenta-
ria la que representa a la Nación.
718
Capítulo XX
EL VOTO DE INVESTIDURA IMPROPIO
EN EL CASO PERUANO
Capítulo XX
EL VOTO DE INVESTIDURA IMPROPIO
EN EL CASO PERUANO
1. INTRODUCCIÓN
Denominamos “voto de investidura” a aquella institución que consiste
en la ratificación de la designación que realiza el jefe de Estado –sea este
presidente o rey– del jefe de Gobierno –llámese primer ministro, presidente
del Gobierno, canciller o jefe de Gabinete– por parte del Parlamento, sin la
cual el jefe de Gobierno no puede válidamente asumir funciones. En con-
secuencia, es necesario señalar que el voto de investidura es una institu-
ción típica del régimen parlamentario(1471), en el cual las categorías de jefe
de Estado y jefe de Gobierno se encuentran separadas y este último, para
poder mantenerse en el cargo, debe gozar de la confianza de las cámaras.
El jefe de Estado es el que designa al correspondiente jefe de Gobierno.
Seguidamente, esta designación es sometida a las cámaras –o a la Cáma-
ra política, dependiendo del caso– a fin de que estas la ratifiquen. En oca-
siones el jefe de Gobierno se presenta ante las cámaras –solo o en compa-
ñía del resto del Gabinete– a fin de presentar su plan de gobierno. Una vez
ocurrido se somete a la ratificación de las cámaras. Si las cámaras no rati-
fican la designación del jefe de Estado o emiten un voto en contra del jefe
de Gobierno designado, este no asume el cargo.
Sin embargo, es preciso señalar que no existe necesariamente voto de
investidura en todos los sistemas de gobierno que podríamos considerar
(1471) HAKANSSON NIETO, Omar. “Exposición de la política general del gobierno y cuestión de
confianza”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución comentada. Gaceta Jurídica, Tomo II,
Lima, 2005, p. 429.
721
Christian Guzmán Napurí
(1472) Ver sobre el particular: SARTORI, Giovanni. Ob. cit., pp. 98-99; BADIA, Juan Fernando.
Regímenes políticos actuales. Tecnos, Madrid, 2001, p. 549 y ss.
722
La Constitución Política: un análisis funcional
(1473) Sobre el particular: SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Atribuciones del presidente del
Consejo de Ministros”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución comentada. Tomo II,
Gaceta Jurídica, Lima, 2005, pp. 340-341.
723
Christian Guzmán Napurí
724
La Constitución Política: un análisis funcional
(1477) La norma señalaba que el Congreso usará el voto de censura para desaprobar la conducta de un
ministro por las faltas que cometa en el ejercicio de sus funciones y que no merezca acusación.
(1478) VILLARÁN, Manuel Vicente. “La posición constitucional de los Ministros en el Perú”. En:
VILLARÁN, Manuel Vicente. Páginas escogidas. Talleres Gráficos F.L. Villanueva S.A.,
Lima, 1962, p. 168.
(1479) Ibídem, pp. 115-116.
725
Christian Guzmán Napurí
726
La Constitución Política: un análisis funcional
727
Christian Guzmán Napurí
de Gobierno ante las dos cámaras, en forma separada, al asumir sus funcio-
nes. A todas luces, dicho precepto era también una novedad en nuestro orde-
namiento constitucional, puesto que dicha obligación no existía en absoluto
en nuestros anteriores textos constitucionales. Asimismo, ningún gabinete
previo había sido obligado por ninguna de las cámaras a debatir su programa
de Gobierno, sino más bien, a lo sumo, a explicitar el manejo de su sector.
Ahora bien, en el debate en el Congreso Constituyente de 1931 se se-
ñaló que la desaprobación del programa de Gobierno debía generar la caída
del gabinete. De ahí debería deducirse que la norma generaba en realidad un
voto de investidura a aplicarse a partir de entonces. Sin embargo, la inexis-
tencia de norma alguna que especificara debidamente bajo qué parámetros
se realizaba esa exposición permitía varias lecturas de dicho artículo(1485).
Lo señalado en el párrafo anterior requiere una explicación un tanto
más amplia. De hecho, el voto de investidura tal y como ha sido diseña-
do en Europa implica la ratificación de las cámaras como un requisito in-
dispensable para asumir el mando. En cambio, en el Perú el presidente del
Consejo debía presentarse una vez que ha asumido sus funciones. De he-
cho, el gabinete, al momento de presentarse ante las cámaras, ya había rea-
lizado actos de administración.
La disyuntiva precisada en el párrafo anterior permite a algunos consi-
derar que la situación generada durante la vigencia de la Carta de 1933 no
era un voto de investidura sino más bien un voto de confianza de especial
naturaleza. Para otros estudiosos, sin embargo, nos encontramos ante una
figura atípica o impropia de voto de investidura puesto que en el supues-
to de que el presidente del gabinete no fuese ratificado, este debía abando-
nar el cargo.
728
La Constitución Política: un análisis funcional
(1486) El Gobierno emitió dos decretos leyes –los Nº 8875 y 8929– para someter a reforma ciertos
puntos de la Constitución de 1933, mecanismo que no estaba previsto por la norma. Mediante
dichos decretos, se convocaba a un plebiscito para modificar la Constitución –lo cual también
resultaba ser inconstitucional– de tal forma que pudiesen aumentar las atribuciones presiden-
ciales. El Decreto Ley Nº 8929 introdujo, entre otras cosas, la legislación delegada y el veto
presidencial a las leyes. Ver al respecto: PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional
peruano. Ediciones Librería Studium, Lima, 1960, p. 184 y ss.
729
Christian Guzmán Napurí
730
La Constitución Política: un análisis funcional
731
Christian Guzmán Napurí
732
La Constitución Política: un análisis funcional
733
Christian Guzmán Napurí
(1499) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “El nuevo ordenamiento constitucional del Perú”. En:
La Constitución de 1993, Análisis y comentarios. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994,
pp. 41 y 46.
(1500) Gran parte del debate respecto de dicho artículo se centro en la supuesta elevación del protago-
nismo del Presidente del Consejo de Ministros respecto al presidente y a la Cámara. DIARIO
DE DEBATES. Congreso Constituyente Democrático. Edición oficial, 1998, pp. 1658 y 1664.
La propuesta fue aprobada ampliamente por el pleno. Ibídem, p. 1674.
734
La Constitución Política: un análisis funcional
735
Christian Guzmán Napurí
6. CONCLUSIÓN
El voto de investidura en el Perú no ha aparecido claramente sino has-
ta la vigencia de la Carta de 1993. Durante las primeras constituciones del
Perú no existían ninguno de los llamados mecanismos de control político
directo y estos eran empleados sin que exista norma constitucional que los
especifique.
Así, la Carta de 1920 fue la primera Constitución con verdadera vigen-
cia en explicitar la existencia y los efectos de uno de dichos mecanismos
de control político directo, denominado “voto de falta de confianza” que,
sin embargo, nunca fue empleado dada la conformación de las cámaras du-
rante el Gobierno de Leguía, en las que el mismo poseía cómoda mayoría.
Así también, la Carta de 1933, como resultado de la amplia gama de
interpretaciones que permitía su articulado, hacía posible que el presidente
del Consejo de Ministros, al exponer la política general de Gobierno, pre-
sentara la respectiva moción de confianza, la que nunca le fue rechazada.
Por otro lado, la Carta de 1979 eliminaba la posibilidad de voto algu-
no tras la presentación del Gabinete, en su afán racionalizador del sesgo
parlamentario de la Carta de 1933. Ello, no obstante que dicha norma esta-
blecía claramente en su articulado la existencia de mecanismos de control
político directo. El precepto se cumplió en todos los casos, sin que hubiese
intento alguno de presentación de moción en tal sentido.
Finalmente, el texto de 1993 explicita claramente la obligación del pre-
sidente del Consejo de Ministros de presentarse ante el Congreso, unica-
meral en este caso, debatir el programa de Gobierno y presentar la respec-
tiva cuestión de confianza. En este caso nos encontramos ante un voto de
investidura atípico o impropio, el que solo posee consistencia en escena-
rios parlamentaristas, en los cuales el primer ministro y el gabinete posean
de manera efectiva atribuciones de Gobierno.
736
Capítulo XXI
FORMAS DE ESTADO.
LA ORGANIZACIÓN DESCENTRALIZADA
Capítulo XXI
FORMAS DE ESTADO. LA ORGANIZACIÓN
DESCENTRALIZADA
1. INTRODUCCIÓN
La organización descentralizada implica transferir cuotas de poder po-
lítico a organismos públicos determinados, de tal manera que se les confiera
determinadas competencias sobre la base de determinado nivel de autono-
mía(1503). Esta descentralización puede elaborarse con un criterio funcional
o, más bien, con un criterio de distribución territorial. De hecho, la organi-
zación descentralizada, adecuadamente implementada, puede generar de-
terminados beneficios al funcionamiento administrativo.
La autonomía se define como la capacidad del gobierno en sus tres ni-
veles, de normar, regular y administrar los asuntos públicos de su compe-
tencia(1504). Dicha autonomía posee diversas dimensiones(1505). Se habla de
autonomía política que es la facultad de adoptar y concordar las políticas,
planes y normas en los asuntos de su competencia, aprobar y expedir sus
normas, decidir a través de sus órganos de gobierno y desarrollar las fun-
ciones que le son inherentes por sí mismo.
Lo antes señalado implica que los gobiernos locales y regionales ejer-
cen parte de la función gubernativa o política asignada al Estado. Esta au-
tonomía se encuentra asegurada por la norma constitucional, así como por
(1503) BREWER CARIAS, Allan. Principios del régimen jurídico de la organización administrativa
Venezolana. Editorial jurídica venezolana, Caracas, 1994, p. 68.
(1504) Artículo 8 de la Ley N° 27783, Ley de Bases de la Descentralización.
(1505) Artículo 9 de la Ley N° 27783, Ley de Bases de la Descentralización.
739
Christian Guzmán Napurí
(1506) FRAGA, Gabino. Derecho Administrativo. Porrúa, México 2003, pp. 222-223.
(1507) SEIJAS VILLADANGOS, Esther. “Un nuevo estadio en el discurso federal: el federalismo
asimétrico”. En: Pensamiento constitucional. N° 7, PUCP, Lima, 2000, p. 345.
(1508) Constitución de Argentina:
Artículo 1.- La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana,
federal, según la establece la presente Constitución.
(1509) Para un estudio comparado: PEGORARO, Lucio. “Federalismo, regionalismo, descentrali-
zación: una aproximación semántica a las definiciones constitucionales y doctrinales”. En:
Pensamiento constitucional. N° 8, PUCP, Lima, 2002, p. 383 y ss.
740
La Constitución Política: un análisis funcional
(1510) LOEWENSTEIN, Karl. Teoría de la Constitución. Ariel, Barcelona, 1979, p. 353 y ss.
(1511) LIJPHART, Arend. Modelos de democracia. Ariel, Barcelona, 2000, p. 178.
741
Christian Guzmán Napurí
(1512) STONER, James A. F., FREEMAN, R. Edward y GILBERT, Daniel R. Administración. D.F.
Prentice-Hall Hispanoamericana. México, pp. 394-395.
(1513) Un ejemplo interesante, nuevamente, es el modelo suizo, en el cual se complementan una
organización muy descentralizada con el recurrente empleo de mecanismos de democracia
directa como el referéndum. Sobre el particular: LIJPHART, Arend. Ob. cit., p. 216.
(1514) Ibídem, p. 49.
742
La Constitución Política: un análisis funcional
(1515) Sobre los costos de la descentralización: POSNER, Richard A. El análisis económico del
Derecho. Fondo de Cultura Económica, México, 1998, p. 594.
743
Christian Guzmán Napurí
local o municipal. Estos tres niveles se relacionan entre sí a través del princi-
pio de subsidiaridad, por el cual el gobierno que se encuentre más cerca a la
población debe gozar de las respectivas competencias estatales. En el caso pe-
ruano, sin embargo, existen más bien cuatro niveles, puesto que en el ámbito
local existen municipios provinciales y distritales. Este diseño, muy raro en
el Derecho comparado, genera no pocos problemas de distribución de com-
petencia y altos costos en la toma de decisiones.
(1516) Sobre el particular: ZAS FRIZ BRUGA, Johnny. “La autonomía política y sus elementos. Una
introducción conceptual para el estudio de los gobiernos subnacionales”. En: Derecho. N° 52,
PUCP, Lima, 1999, p. 478.
(1517) Ley Orgánica de Gobiernos Regionales:
Artículo 36.- Generalidades
Las normas y disposiciones del Gobierno Regional se adecuan al ordenamiento jurídico
nacional, no pueden invalidar ni dejar sin efecto normas de otro Gobierno Regional ni de los
otros niveles de gobierno.
Las normas y disposiciones de los gobiernos regionales se rigen por los principios de exclu-
sividad, territorialidad, legalidad y simplificación administrativa.
(1518) Ley Orgánica de Municipalidades:
Artículo 38.- Ordenamiento jurídico municipal
El ordenamiento jurídico de las municipalidades está constituido por las normas emitidas por
los órganos de gobierno y administración municipal, de acuerdo al ordenamiento jurídico
nacional.
744
La Constitución Política: un análisis funcional
Las normas y disposiciones municipales se rigen por los principios de exclusividad, territoria-
lidad, legalidad y simplificación administrativa, sin perjuicio de la vigencia de otros principios
generales del derecho administrativo.
Ninguna autoridad puede avocarse a conocer o normar las materias que la presente ley orgánica
establece como competencia exclusiva de las municipalidades.
Las autoridades políticas, administrativas y policiales, ajenas al gobierno local, tienen la
obligación de reconocer y respetar la preeminencia de la autoridad municipal en los asuntos
de su competencia y en todo acto o ceremonia oficial realizada dentro de su circunscripción.
Dichas autoridades no pueden interferir en el cumplimiento de las normas y disposiciones
municipales que se expidan con arreglo al presente subcapítulo, bajo responsabilidad.
(1519) Para un análisis sobre el particular: CÉSPEDES ZAVALETA, Adolfo. “Cuando el nivel regional
del Estado regio-local olvida cuál es su marco legal de competencias normativas”. En: Revista
Jurídica del Perú N° 132. Gaceta Jurídica, Lima, 2012, p. 17 y ss.
(1520) Artículo I, inciso 4 del Título Preliminar de la Ley N° 27444.
745
Christian Guzmán Napurí
(1521) ZAS FRIZ BURGA, Johnny. “Autonomía y organización de los gobiernos regionales”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución comentada. Tomo III, Gaceta Jurídica, Lima, 2013,
p. 804 y ss.
(1522) Artículo 4 de la Ley N° 28059, Ley Marco de Promoción de la Inversión Descentralizada.
746
La Constitución Política: un análisis funcional
(1523) Sobre el particular: ADRIANZÉN CABRERA, Carlos M. “Mucho ruido y pocas nueces:
Reflexiones sobre el crecimiento, reducción de la pobreza y convergencia de las regiones del
Perú de 2001 a 2012”. En: Revista de Economía y Derecho, vol. 10, N° 40, UPC, Lima, 2013,
p. 7 y ss.
(1524) Artículo 6 de la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
(1525) Artículo 36 de la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
(1526) PARADA VÁSQUEZ, Ramón. Derecho Administrativo. Tomo I, Marcial Pons, Madrid, 2002,
p. 402 y ss.
747
Christian Guzmán Napurí
Bienes y rentas
Además, los gobiernos regionales administran sus bienes y rentas. Estas
están compuestas(1527) por los bienes muebles e inmuebles de su propiedad;
las transferencias específicas que les asigne la Ley Anual de Presupuesto;
los tributos creados por ley a su favor; así como los derechos económicos
que generen por las privatizaciones, concesiones y servicios que otorguen,
conforme a ley.
A su vez, los gobiernos regionales reciben los recursos asignados del
Fondo de Compensación Regional, que tiene carácter redistributivo, con-
forme a ley(1528). El Fondo de Compensación Regional (Foncor), según la
Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, se constituye inicialmente con el
30% de los recursos generados por la privatización y concesiones. Los fon-
dos son íntegramente utilizados para financiar proyectos de inversión re-
gional que hayan cumplido con las normas establecidas por el Sistema Na-
cional de Inversión Pública(1529).
Igualmente, corresponde a los gobiernos regionales los recursos asig-
nados por concepto de canon, que se encuentra constituido por parte de los
fondos obtenidos por el Estado, resultantes de la explotación de los recur-
sos naturales(1530); administran los recursos provenientes de sus operaciones
748
La Constitución Política: un análisis funcional
financieras, incluyendo aquellas que realicen con el aval del Estado, con-
forme a ley(1531); así como todos aquellos que determine la ley.
749
Christian Guzmán Napurí
4.3. Organización
Los gobiernos regionales se organizan a través de un diseño bipolar. Cada
uno de dichos organismos es competente para emitir determinadas normas ju-
rídicas, así como para generar los actos administrativos que sean necesarios,
de acuerdo con sus facultades. Sin embargo, dichos entes no pueden desem-
peñar atribuciones que son privativas del Gobierno nacional.
En particular, en el ámbito regional no existen competencias jurisdiccio-
nales, siendo que el Poder Judicial es uno solo en todo el país; lo cual es una
característica de los estados unitarios, como el Perú. En los Estados Unidos,
por ejemplo, existe un diseño paralelo de órganos jurisdiccionales, en el ám-
bito de los Estados y en todo el territorio de la Unión, siendo muchas veces
un asunto complejo el determinar a qué ordenamiento jurisdiccional le co-
rresponde la competencia para resolver respecto de un asunto determinado.
En consecuencia, en los gobiernos regionales existe un órgano ejecuti-
vo denominado presidente regional, quien es la máxima autoridad de su ju-
risdicción, representante legal y titular del Pliego Presupuestal del Gobierno
regional(1534); encargado fundamentalmente de dirigir y supervisar la marcha
del Gobierno regional y de sus órganos ejecutivos, administrativos y técnicos,
además de otras múltiples funciones administrativas y gubernativas. Ahora
bien, el presidente regional ejecuta sus actos de gobierno mediante decretos
regionales, los que poseen rango secundario respecto de las normas con ran-
go de ley, y en especial, de las ordenanzas.
Asimismo, existe un organismo deliberativo, denominado consejo regio-
nal y que desempeña funciones normativas y fiscalizadoras, elegido también
750
La Constitución Política: un análisis funcional
Estructura administrativa
El elemento clave de la estructura administrativa son los gerentes regio-
nales que son designados por el presidente regional. Aquí tenemos el gerente
general regional, que es el responsable administrativo del Gobierno regional,
quien además coordina la acción de los diferentes gerentes regionales, fun-
cionando como un equivalente al presidente del Consejo de Ministros. Así,
conforme al artículo 28 de la Ley Orgánica, los Gerentes Regionales sesio-
nan bajo la presidencia del presidente regional. Así, el gerente general regio-
nal y los gerentes regionales son responsables de los acuerdos que adopten y,
en cuanto corresponda, de su ejecución.
Ahora bien, se establecen cinco gerencias regionales, conforme lo se-
ñalado por el artículo 29-A de la Ley Orgánica. En primer lugar, la Geren-
cia de Desarrollo Económico a la cual le corresponde ejercer las funciones
específicas regionales en los sectores industria, comercio, turismo, artesa-
nía, pesquería, minería, energía e hidrocarburos y agricultura; que equiva-
le a cuatro ministerios si la comparamos con el gobierno nacional, los cua-
les corresponden a los sectores productivos.
En segundo lugar, tenemos la Gerencia de Desarrollo Social a la cual
le compete ejercer las funciones específicas regionales de educación, cultu-
ra, ciencia y tecnología, recreación, deportes, salud, vivienda, trabajo, pro-
moción del empleo, pequeña y microempresa, población, saneamiento, de-
sarrollo social e igualdad de oportunidades. Esta gerencia es equivalente
751
Christian Guzmán Napurí
752
La Constitución Política: un análisis funcional
(1537) Sobre el particular: POLASTRI, Rossana y ROJAS, Fernando. “Descentralización”. En: Perú:
La oportunidad de un país diferente: próspero, equitativo y gobernable. Banco Mundial, Lima,
2006, p. 760 y ss.
(1538) FINOT, Iván. “Descentralización, transferencias territoriales y desarrollo local”. En: Revista
de la Cepal N° 86. Cepal, Santiago de Chile, 2006, p. 31.
753
Christian Guzmán Napurí
754
La Constitución Política: un análisis funcional
4.6. La intervención
En las normas peruanas sobre descentralización no se encuentra esta-
blecida la existencia de algún mecanismo de intervención en los gobiernos
regionales si es que estos perturbaran el ejercicio de las funciones del Esta-
do o pongan en peligro la continuidad del Estado de Derecho. La existencia
de un mecanismo de intervención, debidamente regulado, podría constituir
un mecanismo eficiente para corregir situaciones en las cuales los gobier-
nos regionales generan situaciones conflictivas, en el contexto de un esta-
do como el nuestro, que aún sigue siendo unitario. De hecho, el funciona-
miento de los gobiernos regionales y los procesos penales iniciados contra
diversas autoridades regionales nos muestran la necesidad de implementar
más eficientes mecanismos de control.
De hecho, el mecanismo de la intervención existe en estados federa-
les, donde el nivel de descentralización es más elevado. Por ejemplo, en el
caso de Argentina(1539) se permite la intervención en las provincias ante si-
tuaciones serias, para garantizar la forma republicana de gobierno, defender
la soberanía nacional y para tutelar a sus autoridades; lo cual puede admitir
una amplia interpretación. De hecho el mecanismo se ha empleado mucho
en dicho país, en especial durante la primera mitad del siglo pasado(1540).
En México existe una figura muy interesante que es la intervención del
Senado cuando hayan desaparecido los poderes constitucionales de un esta-
do(1541). A su vez una ley establece los supuestos aplicables, los que incluyen
755
Christian Guzmán Napurí
(1542) Sobre el particular: CARPIZO, Jorge. “Sistema federal mexicano”. En: Gaceta mexicana de
Administración Pública estatal y municipal. UNAM, México, 1972, p. 108 y ss.
(1543) Sobre el particular: RODRÍGUEZ CAMPOS, Rafael. “Gobiernos regionales y reformas consti-
tucionales. Las propuestas políticamente correctas de los populistas”. En: Gaceta Constitucional
& Procesal Constitucional, Tomo 79. Gaceta Jurídica, Lima, julio de 2014, p. 237 y ss.
756
La Constitución Política: un análisis funcional
(1544) Acerca de la relación entre las municipalidades y la democracia: KLEIN, Harald. “Gobiernos
locales y democracia”. En: Boletín N° 12, Instituto del Ciudadano, Lima, 1995.
(1545) Artículo I, inciso 5 del Título Preliminar de la Ley N° 27444.
(1546) CASTRO-POZO DÍAZ, Hildebrando. “Fines y competencias de los gobiernos locales”.
En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit., Tomo III, p. 897 y ss.
757
Christian Guzmán Napurí
758
La Constitución Política: un análisis funcional
759
Christian Guzmán Napurí
Bienes y rentas
Corresponde a las municipalidades, como parte del ejercicio de su auto-
nomía, administrar sus bienes y rentas(1552). Entre ellos encontramos(1553) los
bienes muebles e inmuebles de su propiedad; así como los tributos creados
por ley a su favor, señalados en la norma aplicable. Estos son el impuesto
Predial, el Impuesto de Alcabala, el Impuesto al Patrimonio Vehicular, el
Impuesto a las Apuestas, el Impuesto a los Juegos, así como el Impuesto a
los Espectáculos Públicos no Deportivos.
Asimismo, constituyen bienes y rentas de las municipalidades las con-
tribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos creados por Ordenanzas
Municipales, como veremos más adelante; así como los derechos económi-
cos que generen por las privatizaciones, concesiones y servicios que otor-
guen, conforme a ley. En consecuencia, son rentas municipales el íntegro
de los recursos provenientes de la privatización de sus empresas.
También corresponde a los gobiernos locales los recursos asignados
del fondo de compensación municipal, que tiene carácter redistributivo,
conforme a ley. Este se distribuye entre todas las municipalidades distrita-
les y provinciales del país con criterios de equidad y compensación y tiene
por finalidad asegurar el funcionamiento de todas las municipalidades(1554).
Dicho fondo se constituye con el rendimiento del Impuesto de Promoción
Municipal, del Impuesto al Rodaje y con el Impuesto a las Embarcaciones
de Recreo.
Por otro lado, corresponde a las municipalidades las transferencias es-
pecíficas que les asigne la Ley Anual de Presupuesto; así como los recur-
sos asignados por concepto de canon, a lo cual ya nos hemos referido cuan-
do hemos tratado los gobiernos regionales. Finalmente, corresponde a los
gobiernos locales los recursos provenientes de sus operaciones financieras,
incluyendo aquellas que requieran el aval del Estado, conforme a ley. Asi-
mismo, en cumplimiento de los principios aplicables al Sistema Nacional
de Endeudamiento, la normativa establece que los recursos obtenidos a tra-
vés de operaciones de endeudamiento externo o interno se destinarán úni-
ca y exclusivamente, a financiar proyectos de inversión pública que debe-
rán ser aprobados, previamente, dentro del marco del Sistema Nacional de
Inversión Pública y su reglamento(1555).
(1552) Sobre el particular: D’AZEVEDO GARCÍA, Martín. “Régimen económico de las municipa-
lidades”. En: Gutiérrez, Walter (dir.). Ob. cit., Tomo III, p. 902 y ss.
(1553) Artículo 196 de la Constitución de 1993.
(1554) Artículo 87 del Texto Único Ordenado de la Ley de Tributación Municipal.
(1555) Artículo 25 del Decreto Legislativo N° 955, que regula la Descentralización Fiscal.
760
La Constitución Política: un análisis funcional
Administración tributaria
Como lo hemos señalado líneas arriba, los gobiernos municipales pue-
den crear, modificar y suprimir contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y
derechos municipales, conforme a ley. Sin embargo, las municipalidades
no podrán imponer ningún tipo de tasa o contribución que grave la entrada,
salida o tránsito de personas, bienes, mercadería, productos y animales en
el territorio nacional o que limiten el libre acceso al mercado(1556).
Por otro lado, las tasas municipales son los tributos creados por los con-
cejos municipales cuya obligación tiene como hecho generador la presta-
ción efectiva por la municipalidad de un servicio público o administrativo,
reservado a las Municipalidades; no siendo tasa el pago que se recibe por
un servicio de índole contractual(1557). Las tasas no deben exceder el costo
de prestación del servicio.
5.2. Organización
Los gobiernos locales se organizan también a través de un esquema bi-
polar. Cada uno de dichos organismos es también competente para emitir
determinadas normas jurídicas, así como determinados actos administrati-
vos, de acuerdo con sus facultades. Ello no implica que las municipalidades
puedan oponerse al Gobierno nacional, puesto que nuestra forma de estado
es unitaria. Las normas legales establecen una distribución de competen-
cias que los gobiernos locales evidentemente deben acatar.
Tenemos entonces un órgano ejecutivo denominado alcalde, encargado
de la función administrativa y gubernativa en el gobierno local. Las atribu-
ciones de un alcalde son de las más variadas(1558), puesto que incluyen des-
de defender y cautelar los derechos e intereses de la municipalidad y los
vecinos, ejecutar los acuerdos del concejo municipal, proponer al concejo
municipal la creación, modificación, supresión o exoneración de contribu-
ciones, tasas, arbitrios, derechos y licencias; hasta celebrar los matrimonios
civiles de los vecinos, conforme lo dispuesto por el Código Civil. Asimis-
mo, el alcalde dicta decretos y resoluciones de alcaldía, con sujeción a las
leyes y ordenanzas
Asimismo, los gobiernos locales poseen un órgano deliberativo, deno-
minado concejo municipal y que desempeña funciones normativas y fisca-
lizadoras. El concejo municipal, sea provincial o distrital, está conformado
761
Christian Guzmán Napurí
762
La Constitución Política: un análisis funcional
763
Christian Guzmán Napurí
6. CONCLUSIONES
La importancia de la descentralización es clara, porque la misma tiene
por finalidad generar polos de desarrollo, otorgando autonomía a los go-
biernos descentralizados, en nuestro caso los gobiernos regionales y locales.
Ahora bien, la descentralización debe diseñarse de una manera adecuada,
a fin de que los resultados sean eficientes, teniendo en cuenta que existen
atribuciones estatales que no es posible descentralizar.
Para ello se les ha otorgado determinadas atribuciones y una organiza-
ción bipolar, consagradas en la Constitución y la ley. Como resultado se les
están transfiriendo determinadas atribuciones sectoriales, desde el Gobierno
contratar, rematar obras o servicios públicos municipales ni adquirir directamente o por in-
terpósita persona sus bienes. Se exceptúa de la presente disposición el respectivo contrato de
trabajo, que se formaliza conforme a la ley de la materia.
Los contratos, escrituras o resoluciones que contravengan lo dispuesto en este artículo son
nulos, sin perjuicio de las responsabilidades administrativas, civiles y penales a que hubiese
lugar, inclusive la vacancia en el cargo municipal y la destitución en la función pública.
764
La Constitución Política: un análisis funcional
nacional, a fin de las mismas se ejerzan más cerca del administrado. Así, la
norma constitucional y las respectivas leyes orgánicas han establecido una
organización, así como un conjunto de atribuciones necesarias para ello.
Sin embargo, el proceso de descentralización ha mostrado un conjun-
to de falencias. En primer lugar, en varios casos no ha logrado generar el
crecimiento requerido, no obstante la existencia de recursos financieros, lo
cual se relaciona directamente con la calidad del gasto público en términos
de inversión. En segundo lugar, se han generado discrepancias en el ejerci-
cio de las competencias, en especial en el ámbito regional. Finalmente, te-
nemos diversas autoridades regionales y municipales incursas en procesos
penales, en especial por actos de corrupción. En este orden de ideas es pre-
ciso revisar el diseño del proceso, incorporando mecanismo de corrección,
como puede ser la intervención y ajustando competencias a fin de que las
decisiones que se tomen generen el efecto deseado.
765
Capítulo XXII
LA TEORÍA DEL PUBLIC CHOICE Y
UNA INTRODUCCIÓN A SU APLICACIÓN
AL CONTROL DE LOS ACTOS ESTATALES
Capítulo XXII
LA TEORÍA DEL PUBLIC CHOICE Y
UNA INTRODUCCIÓN A SU APLICACIÓN
AL CONTROL DE LOS ACTOS ESTATALES
1. INTRODUCCIÓN
Como lo hemos señalado de manera reiterada, James Buchanan des-
cubrió que era posible la aplicación y la extensión de la teoría económica
a las opciones políticas y gubernamentales; encontrando, además, que era
posible extender dicha teoría a las decisiones de los ciudadanos para efec-
tos de hacer posible la elección entre las diversas opciones existentes en el
mercado político(1562).
Además, y como resultado del análisis antes precisado, Buchanan rea-
lizó un descubrimiento que también parece una verdad de Perogrullo: Las
decisiones políticas, que son las realizadas por los estamentos del Estado
encargados del manejo estatal, necesariamente generan costos a los parti-
culares y a la sociedad en su conjunto. Asimismo, las decisiones políticas
no le cuestan al Estado como tal, sino a todos los que se encuentran bajo el
dominio de dicho estado(1563). El costo de la toma de decisión se convertía
(1562) La posibilidad de aplicación del análisis económico a hechos distintos a los meramente patri-
moniales no resulta ser novedad. Ya Gary Becker, como lo hemos señalado de manera reiterada,
había señalado la posibilidad de aplicar el método de estudio de la economía para entender
prácticamente cualquier comportamiento humano. Sobre el particular: BECKER, Gary. “El
enfoque económico del comportamiento humano”. En: The Economic Approach to Human
Behaviour. University of Chicago Press, Chicago, 1976.
(1563) El artículo de Buchanan que expresa más claramente esta teoría es: BUCHANAN, James.
“From Private Preferences to Public Philosophy: The Development of de Public Choice”.
En: The Economics of Politics. IEA, Londres, 1978, pp. 1-20.
769
Christian Guzmán Napurí
(1564) Cuando hablemos de funcionario público, para los efectos del presente trabajo, nos referiremos
necesariamente a toda persona que labore para el Estado, sin importar la función específica
que desempeña.
770
La Constitución Política: un análisis funcional
(1565) Ver al respecto: BUCHANAN, James. Ob. cit., pp. 18-19. TULLOCK, Gordon. “El voto como
un medio de control colectivo”. En: TULLOCK, Gordon. Los motivos del voto. Editorial Espasa
Calpe, Madrid, 1979, Cap. III, p. 39. En la misma línea: KAFKA, Folke. Teoría Económica.
Universidad del Pacífico, Lima, 1981, p. 612 y ss.
(1566) Algunos analistas han acuñado esta frase para referirse al desmedido crecimiento de la Admi-
nistración Pública norteamericana, crecimiento que no tiene control alguno que no provenga
del propio Estado. Si bien esto es cierto, también es cierto que el Estado norteamericano no
degenera en el autoritarismo dado la existencia de un eficiente mecanismo de checks and
balances (frenos y contrapesos).
Sin embargo, justo es reconocer que todo lo expuesto hace que los costos de mantenimiento del
sistema resulten ser muy altos. El temor de ciertos analistas entonces estriba en la posibilidad
de un colapso, generado en especial por problemas presupuestarios derivados de la falta de
equilibrio financiero. BUCHANAN, James. Ob. cit., p. 18.
771
Christian Guzmán Napurí
772
La Constitución Política: un análisis funcional
773
Christian Guzmán Napurí
los que pueden emplearse para controlar la emisión normativa del Gobierno
y del Parlamento, y que constituyen los mecanismos de control de la lega-
lidad y la constitucionalidad de las normas. Asimismo, los procesos cons-
titucionales de la libertad, como son el proceso de amparo, el hábeas cor-
pus, el hábeas data y el proceso de cumplimiento, puede dirigirse hacia la
autoridad política a fin de tutelar derechos fundamentales.
Finalmente, el control administrativo de la autoridad política es de par-
ticular importancia, pues es ejercido por la propia administración, a través
de organismos estatales que tienen por finalidad verificar el ejercicio ade-
cuado de las funciones públicas. Dichos organismos están constituidos por
la Contraloría General de la República y, en general, por el Sistema Nacio-
nal de Control, así como la Defensoría del Pueblo(1569), entre otros organis-
mos públicos.
(1569) Para algún sector de la doctrina, la Defensoría del Pueblo genera un tipo especial de control
que es el control defensorial, caracterizado por no generar efectos jurídicos directos, siendo
más bien una magistratura de la persuasión. Sobre el particular: BORJA, Rodrigo. Enciclope-
dia de la Política. México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 735. Ver también: LUQUE
MOGROVEJO, Rolando. “El ombusdman y la defensa propositiva”. En: Debate Defensorial.
N° 5. Defensoría del Pueblo, Lima, 2003, p. 103 y ss.
Sin embargo, nosotros consideramos que nos encontramos ante control administrativo en tanto
la Defensoría del Pueblo constituye una entidad pública que forma parte de la Administración
Pública.
774
La Constitución Política: un análisis funcional
La iniciativa legislativa
La llamada iniciativa legislativa es un mecanismo que permite a los
particulares la participación en la elaboración legislativa realizada por el
Parlamento. La norma constitucional permitiría a los electores, cumpliendo
con ciertos requisitos establecidos por la ley, la presentación de proyectos
de ley, los que podrán ser discutidos por el Parlamento y luego, siguiendo
el trámite establecido para la aprobación de las leyes, podrían convertirse
en una norma legal.
La consulta popular
La consulta popular, o referéndum, es el típico mecanismo de democra-
cia participativa, el instrumento que permitiría trasladar del Estado al elec-
torado una disputa o la determinación respecto de una decisión política(1570).
El referéndum permite al elector poder participar en la toma de decisiones
que de otra forma resultaría imposible siquiera controlar. En este orden de
(1570) BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “El referéndum en la Constitución peruana”. En: Elec-
ciones N° 3, ONPE, Lima, 2004, p. 193 y ss.
775
Christian Guzmán Napurí
La revocatoria de autoridades
Por otro lado, una institución como la revocatoria de autoridades –ade-
cuadamente diseñada, claro está– podría facilitar la corrección de situacio-
nes en las cuales los miembros del gobierno pierden representación. La re-
vocatoria de autoridades permite que los particulares, cumpliendo ciertos
requisitos establecidos en la ley, puedan poner fin al mandato de una auto-
ridad pública elegida mediante el voto popular directo.
Es necesario precisar que, en principio, en prácticamente ninguna cons-
titución del planeta existe mecanismo alguno de participación del electora-
do que permita revocar en forma directa el mandato de algún miembro del
Gobierno Central. La posibilidad de revocatoria se restringe a las relacio-
nes entre órganos, en especial entre Gobierno y Parlamento.
Como lo hemos señalado de manera reiterada en el presente trabajo, la
pérdida de representatividad del Gobierno de turno echa por tierra la justi-
ficación de la existencia de la democracia representativa, que es la necesi-
dad de simular la decisión del electorado en un momento político dado. En
un escenario como el descrito, un mecanismo como la revocatoria de auto-
ridades permitiría recomponer la conformación de las instituciones políti-
cas que hayan perdido representatividad.
776
La Constitución Política: un análisis funcional
del Estado deba recurrir al electorado a fin de que este actúe como árbi-
tro ante situaciones que el propio Estado no pueda corregir eficientemen-
te en su seno.
El típico mecanismo para ello es el de la Disolución Parlamentaria,
que consiste en la revocatoria del mandato de los miembros del Parlamen-
to por parte, en general, del Jefe de Estado. La institución reseñada existe
en prácticamente todas las naciones que poseen un régimen parlamentario
de gobierno, pero se encuentra ausente en la mayoría de constituciones de
naciones de régimen presidencial, sea este puro o atenuado(1571). Es preciso
recordar que a este mecanismo nos hemos referido con amplitud en capí-
tulos anteriores de este libro, siendo necesario referirnos nuevamente a él
para analizarlo desde el punto de vista del control dentro del Estado.
Ahora bien, la disolución parlamentaria resultaría ser útil en los escena-
rios en los cuales no existen mecanismos adecuados de corrección de con-
flictos al interior del propio Estado. Estos conflictos son generados en oca-
siones porque el presidencialismo puro –propio de la gran mayoría de las
naciones americanas–, por su excesiva rigidez, impide la solución pacífica
y democrática de las crisis de poder que se den al interior del régimen(1572).
Por otro lado, como lo hemos señalado en capítulos anteriores, exis-
te el problema de la llamada legitimidad dual, fenómeno por el cual en las
naciones con un sistema de gobierno de corte presidencial tanto el Con-
greso y Presidente de la República tienen la misma legitimidad democráti-
ca derivada de ser ambos órganos elegidos directamente por el pueblo. En
consecuencia, en términos de democracia representativa, no existe princi-
pio constitucional alguno que resuelva un eventual conflicto(1573). De hecho,
ambos poderes se creerían depositarios de la voluntad popular.
(1571) La excepción más cercana la regla señalada es el régimen peruano, el mismo que desde la
Constitución de 1979 incluye la disolución parlamentaria en su articulado, no obstante que
la tradición de nuestro modelo es eminentemente presidencial. Otras excepciones están con-
formadas por los regímenes uruguayo y venezolano, que incluyen igualmente instituciones
equivalentes.
(1572) Debemos precisar que la salida a las crisis en Latinoamérica ha sido, en la generalidad de los
casos, el golpe de Estado, y como resultado de este, una dictadura, sea civil o militar. Acto
seguido, la necesaria vuelta a la institucionalidad democrática producto de la imposibilidad de
seguir manteniendo el gobierno de facto genera, normalmente, una Reforma Constitucional
o la promulgación de una nueva Carta Política. El problema a este nivel radica en que dicha
acción política, lejos de crear mecanismos que eviten una crisis como la anterior, busca tan
solo dar una razón de ser al régimen precedente.
(1573) LINZ, Juan. “Los peligros del presidencialismo”. En: Formas de Gobierno, Relaciones
Ejecutivo-Parlamento. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1993, pp. 13-14.
777
Christian Guzmán Napurí
(1574) Al respecto: LINZ, Juan. Ob. cit., p. 17. Asimismo: BUCHANAM Y WAGNER. “La economía
keynesiana en la política democrática”. En: Déficit del Sector Público y democracia. Ediciones
Rialp, Madrid, 1983.
(1575) Esto explica, por ejemplo, el hecho que el presidente Franklin D, Roosevelt haya sido elegido
cuatro veces, y como resultado de ello, que la XXII Enmienda a la Constitución Norteamericana
limitara la posibilidad de reelección a únicamente un periodo de gobierno adicional.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la rigidez del sistema presidencial norteamericano
y lo relativamente corto que resulta ser el periodo de gobierno del jefe de Estado en términos
del Derecho Comparado podría ayudar a corregir de alguna forma la falta de competencia
política en términos de mercado y permitiría aminorar el efecto todo o nada al que hemos
hecho referencia.
778
La Constitución Política: un análisis funcional
(1576) Conforme aumenta la cantidad de ciudadanos, los costos que genera ponerse de acuerdo respecto
a cuestiones de gobierno hacen inviable el modelo de democracia, pues se requerirían reuniones
779
Christian Guzmán Napurí
780
La Constitución Política: un análisis funcional
781
Christian Guzmán Napurí
Los modelos
Se han establecido en un principio tres modelos para definir las poli-
tical questions. La teoría clásica, por la cual la jurisdicción constitucional
puede excusarse si es que la decisión fue encomendada a otro órgano cons-
titucional. La teoría prudencial, que implica que la jurisdicción constitu-
cional emplea los actos políticos para evitar pronunciarse sobre determina-
dos temas; y finalmente, la teoría funcional, que más bien hace referencia
a la imposibilidad técnica del pronunciamiento(1580).
Los tres modelos antes referidos se encontraban contenidos en la cé-
lebre sentencia Baker v. Carr, la cual intenta sentar las bases de lo que de-
bería ser considerado como acto político. Posteriormente, se han efectuado
desarrollos de la teoría prudencial y de la teoría funcional; en el primer caso
haciendo referencia a preceptos constitucionales que no pueden ser imple-
mentados por los jueces; y en el segundo citando casos en los cuales la so-
lución a la situación acaecida no pasa por una decisión judicial.
Es necesario señalar que en los Estados Unidos, que es donde se elabo-
ró la acotada teoría, existen corrientes recientes que permiten cierto matiz
en la doctrina antes reseñada. Dicho matiz permite que las materias que tie-
nen que ver directamente con el contenido de los actos políticos no puedan
ser controlados, sino más bien las cuestiones de procedimiento relaciona-
das con dichos actos. La doctrina admitiría entonces la posibilidad de esta-
blecer controles adjetivos a la decisión política en cuestión, que incluye la
posibilidad de violación del debido proceso adjetivo o procesal.
(1580) Sobre el particular: GARCÍA, Enrique Alonso. “El Tribunal Burger y la doctrina de las ‘po-
litical questions’ en los Estados Unidos”. En: Revista Española de Derecho Constitucional
N° 1, CEC, Madrid, 1981, p. 2 y ss.
782
La Constitución Política: un análisis funcional
El estado de la cuestión
Ahora bien, la doctrina de la supuesta existencia de actos del Estado
que no son susceptibles de control judicial se encuentra en franca retirada.
Ello no quiere decir que no existan ciertos ordenamientos jurídicos que aún
mantengan actos que no son susceptibles de análisis jurídico alguno, como
se ha pretendido por ejemplo en el caso peruano. Sin embargo, la necesi-
dad de control del Estado por parte de los particulares, justifica plenamen-
te la existencia del control judicial del Estado aun cuando el mismo haga
uso de facultades supuestamente discrecionales.
En primer lugar, muchos autores señalan que cuando el Estado actúa en
uso de su función administrativa no cabe la existencia de actos políticos o
que se consideren intrínsecamente discrecionales, siendo incluso las reso-
luciones y normas respecto de los cuales hay un margen amplio de acción,
actos susceptibles de ser impugnados judicialmente a fin de evitar un per-
juicio a los derechos fundamentales de los particulares(1581); dado que, como
ha señalado el propio Tribunal en reiterada jurisprudencia, la existencia de
área de actuación estatal liberadas de control permite comportamientos ar-
bitrarios y violatorios de derechos fundamentales. Los actos políticos en-
tonces son posibles únicamente ante el uso de la función política o guber-
nativa, propia del Poder Ejecutivo o Gobierno; a través de la cual se toman
decisiones respecto a la política interna del país(1582).
783
Christian Guzmán Napurí
784
La Constitución Política: un análisis funcional
La audiencia pública
Las normas administrativas prevén, como un importante mecanismo de
participación, la convocatoria a la denominada audiencia pública, como for-
malidad esencial para la participación efectiva de terceros, cuando el acto al
que conduzca el procedimiento administrativo sea susceptible de afectar de-
rechos o intereses cuya titularidad corresponda a personas indeterminadas,
tales como en materia medio ambiental –de especial importancia, en especial
en el contexto de conflictos con la actividad minera–, ahorro público, valores
culturales, históricos, derechos del consumidor, planeamiento urbano y zoni-
ficación; o cuando el pronunciamiento sobre autorizaciones, licencias o per-
misos que el acto habilite incida directamente sobre servicios públicos(1585).
La audiencia pública tiene por finalidad permitir la participación del
administrado en la toma de decisiones por parte de la Administración, así
como mejorar la calidad de los elementos de juicio a los que puede acce-
der la autoridad encargada de resolver. Evidentemente, la existencia de au-
diencias públicas permite además que se hagan efectivos mecanismos de
transparencia de la función pública y que se les permita a los particulares
en general conocer los mecanismos de toma de decisión respecto a los te-
mas que les atañen.
Se señala que las audiencias públicas conforman un mecanismo parti-
cipativo de suma relevancia, particularmente en Estados Unidos donde la
mayoría de las Public Utility Commissions (PUCs), que son las agencias
de regulación de los servicios, y que tienen regulaciones complejas respec-
to de la institución que venimos comentando. De hecho, en muchos países
del mundo, siguiendo esta lógica, se emplean las audiencias públicas para
regular servicios públicos, e incluso, para determinar la eficacia del com-
portamiento del organismo regulador(1586).
785
Christian Guzmán Napurí
786
La Constitución Política: un análisis funcional
Críticas a la institución
Sin embargo, existen algunas discrepancias con la institución que ve-
nimos reseñando, derivadas de su naturaleza no vinculante y de las dificul-
tades existentes para su implementación. Y es que, en primer término, se
ha señalado que la audiencia pública evidencia las diferencias existentes
entre los ciudadanos, a lo cual hay que agregar las dificultades existentes
para las convocatorias, las que no aseguran la participación de todos los
ciudadanos que puedan estar interesados o a los que pueda afectar la deci-
sión a tomarse(1596).
Por otro lado, la audiencia pública es, en efecto, un mecanismo de rela-
tivamente poca efectividad real, puesto que en general no determina la de-
cisión final a ser tomada por la autoridad administrativa. A su lado, existen
formas de participación ciudadana mucho más eficientes, como puede ser
los presupuestos participativos, los comités de coordinación, los pedidos de
rendición de cuentas, e incluso, los procesos de revocatoria.
(1592) MORÓN URBINA, Juan Carlos. Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo
General. Gaceta Jurídica S.A., Lima, 2005, p. 476.
(1593) Artículo 184, inciso 184.2 de la Ley.
(1594) Artículo 184, inciso 184.3 de la Ley.
(1595) Artículo 184, inciso 184.4 de la Ley.
(1596) MORÓN URBINA, Juan Carlos. Ob. cit., p. 473.
787
Christian Guzmán Napurí
788
La Constitución Política: un análisis funcional
3.1. Generalidades
Siguiendo este orden, la Administración Pública, al gozar de atribu-
ciones derivadas del poder del Estado (denominadas genéricamente ius
imperium), puede al actuar afectar el interés del particular, el cual debería
gozar de mecanismos adecuados para protegerse. La justificación la en-
contramos en el hecho ineludible que si bien es cierto el Derecho Admi-
nistrativo implica la obligación de la administración de actuar bajo con-
sideraciones de interés general(1602), también es cierto que quien toma las
decisiones, llámese funcionario público, es un ser racional, que decide
no necesariamente en términos de interés público sino más bien, buscan-
do maximizar el beneficio de su cargo. La principal función del Derecho
Administrativo debería ser entonces el canalizar adecuadamente el com-
portamiento interesado del funcionario público a fin que coincida con el
interés común.
Así, la Administración Pública se encuentra sometida a similar abanico
de mecanismos de control a los que podemos someter a la autoridad políti-
ca(1603). De manera análoga, el control político es desempeñado por el Par-
lamento, empleando los mecanismos de control para los cuales les faculta
la Constitución y Ley, sea control directo o indirecto. El control adminis-
trativo es desempeñado por entidades públicas como la Contraloría General
de la República – organismo de control por excelencia(1604)–, la Defensoría
789
Christian Guzmán Napurí
Control. Supervisa la legalidad de la ejecución del presupuesto del Estado, de las operaciones
de la deuda pública y de los actos de las instituciones sujetas a control.
El Contralor General es designado por el Congreso, a propuesta del Poder Ejecutivo, por siete
años. Puede ser removido por el Congreso por falta grave.
(1605) Código Procesal Constitucional:
Artículo 67.- Legitimación y representación
Cualquier persona podrá iniciar el proceso de cumplimiento frente a normas con rango de
ley y reglamentos. Si el proceso tiene por objeto hacer efectivo el cumplimiento de un acto
790
La Constitución Política: un análisis funcional
administrativo, solo podrá ser interpuesto por la persona a cuyo favor se expidió el acto o quien
invoque interés para el cumplimiento del deber omitido.
Tratándose de la defensa de derechos con intereses difusos o colectivos, la legitimación co-
rresponderá a cualquier persona. Asimismo, la Defensoría del Pueblo puede iniciar procesos
de cumplimiento.
(1606) Sobre el particular: HUAPAYA TAPIA, Ramón. Tratado del proceso contencioso-administra-
tivo. Jurista, Lima, 2006, p. 871 y ss.
(1607) Numeral 2) del artículo 5 del Código Procesal Constitucional.
(1608) Es necesario señalar, sin embargo, que el funcionamiento de estos mecanismos de control
depende en gran medida de la independencia que en el texto constitucional y en los hechos se
garantiza al Organismo Judicial en cada nación en concreto.
791
Christian Guzmán Napurí
792
La Constitución Política: un análisis funcional
Sociedades de auditoría
Asimismo, el tercer componente del sistema son las sociedades de au-
ditoría, típico ejemplo de entidad privada que desempeña función adminis-
trativa por mandato de la Ley. Conforme a la Ley N° 27785 las sociedades
de auditoría, a efectos de la norma, son las personas jurídicas calificadas e
independientes en la realización de labores de control posterior externo, que
son designadas por la Contraloría General, previo concurso público de mé-
ritos, y contratadas por las entidades para examinar las actividades y opera-
ciones de las mismas, opinar sobre la razonabilidad de sus estados financie-
ros, así como evaluar la gestión, captación y uso de los recursos asignados.
En muchos casos esta resulta ser el mecanismo más eficiente, puesto que
la designación por Contraloría permite que las sociedades realicen una la-
bor de control adecuada.
793
Christian Guzmán Napurí
Control interno
Sin embargo, no debemos descuidar el control interno. Conforme el
artículo 7 de la norma, el control interno comprende las acciones de caute-
la previa, simultánea y de verificación posterior que realiza la entidad su-
jeta a control, con la finalidad que la gestión de sus recursos, bienes y ope-
raciones se efectúe correcta y eficientemente. Entonces, dicho control es
efectuado por diversas unidades orgánicas al interior de la entidad. Se se-
ñala, además, que su ejercicio es previo, simultáneo y posterior, categorías
que se definen respecto a la actuación administrativa sometida a control.
Asimismo, conforme al artículo 3 de la Ley N° 28716, Ley de Control
Interno de las entidades del Estado, se denomina sistema de control inter-
no al conjunto de acciones, actividades, planes, políticas, normas, registros,
organización, procedimientos y métodos, incluyendo la actitud de las auto-
ridades y el personal, organizados e instituidos en cada entidad del Estado,
para la consecución de los objetivos de su implantación, los cuales se en-
cuentran indicados en el artículo 4 de la referida norma(1612).
794
La Constitución Política: un análisis funcional
795
Christian Guzmán Napurí
(1614) Para el caso de los reglamentos: PONCE SOLÉ, Juli. “La calidad en el desarrollo de la dis-
crecionalidad reglamentaria: Teorías sobre la regulación y adopción de buenas decisiones
normativas por los gobiernos y las administraciones”. En: Revista de Administración Pública,
N° 162. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2003, p. 89 y ss.
796
La Constitución Política: un análisis funcional
(1615) Artículo IV, inciso 1, literal 1.1 del Título Preliminar de la Ley N° 27444.
(1616) Sobre el particular es pertinente ver: BELADIEZ ROJO, Margarita. “La vinculación de la
Administración al Derecho”. En: Revista de Administración Pública. N° 153. Centros de
Estudios Constitucionales, Madrid, 2000.
(1617) OCHOA CARDICH, César. “Los Principios Generales del Procedimiento Administrativo”.
En: Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo General. Ley N° 27444. ARA,
Lima, 2003, p. 53.
(1618) COSCULLUELA MONTANER, Luis. Manual de Derecho Administrativo. Civitas, Madrid,
1993, p. 31.
797
Christian Guzmán Napurí
(1619) LOCKE, John. Ensayo sobre el gobierno civil. Ediciones Orbis, Barcelona, 1983, p. 90.
(1620) HOBBES, Thomas. Leviatán. Sarpe, Madrid, 1984, p. 181 y ss.
(1621) La idea de que los derechos de los particulares se transfieren no a un tercero, sino a la colec-
tividad en su conjunto no surge de las ideas de Locke, sino más bien de las de Spinoza; quien
señalaba que “se puede formar una sociedad y lograr que todo pacto sea siempre observado
con máxima fidelidad sin que ello contradiga al derecho natural, a condición de que cada
uno transfiera a la sociedad todo el derecho que él posee, de suerte que ella sola mantenga el
supremo derecho de la naturaleza a todo, es decir, la potestad suprema, a la que todo el mundo
tiene que obedecer, ya por propia iniciativa, ya por miedo al máximo suplicio”. SPINOZA,
Baruch. Tratado teológico político. Alianza Editorial, Madrid, 1986, p. 338.
(1622) LOCKE, John. Ob. cit., p. 91.
798
La Constitución Política: un análisis funcional
799
Christian Guzmán Napurí
800
La Constitución Política: un análisis funcional
directivas y los instrumentos de gestión, las mismas que tiene en común que
no están dirigidas a los administrados (como ocurre con los reglamentos),
sino más bien a la propia Administración Pública. Mientras que las directi-
vas regulan un aspecto determinado la organización administrativa, los ins-
trumentos de gestión se dirigen a la integridad de dicha organización. Son
ejemplos de instrumentos de gestión el manual de organización y funcio-
nes (MOF) o el Cuadro para Asignación de Personal (CAP).
801
Christian Guzmán Napurí
802
La Constitución Política: un análisis funcional
(1633) Sobre el particular: SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “¿Qué es materia electoral? A
propósito del control jurisdiccional de las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones”.
En: Actualidad Jurídica N° 143. Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 146 y ss.
(1634) Artículo 36, párrafo final, de la Ley de Partidos Políticos.
803
Christian Guzmán Napurí
(1635) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Resoluciones no revisables por el Poder Judicial”. En:
Gutiérrez, Walter (dir.). La Constitución Comentada. Gaceta Jurídica, Tomo II, Lima, 2005,
pp. 662-663.
(1636) Sobre el particular: HUAPAYA TAPIA, Ramón. Ob. cit., p. 883 y ss,
(1637) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Curso de Derecho
Administrativo. Civitas, Madrid, 2000, p. 355.
804
La Constitución Política: un análisis funcional
El proceso civil no posee las condiciones requeridas para tramitar una pre-
tensión de esta naturaleza.
La sentencia Blanco permitió definir el derecho que debía aplicarse
en un problema de responsabilidad estatal en la prestación de un servicio
público(1638). Agnes Blanco fue una joven que sufrió un accidente produci-
do por una vagoneta que circulaba entre dos edificios en la ciudad de Bur-
deos. En primer lugar, se determinó que por ser la vagoneta un bien que
cumplía un servicio público debía someterse la controversia a la compe-
tencia administrativa.
En segundo término, y lo que es más importante, se determinó la direc-
ta responsabilidad del Estado en tanto Administración Pública en los daños
causados a la joven en mención. El Tribunal de Conflictos determinó que la
responsabilidad estatal no se rige por las normas del Código Civil sino por
las normas administrativas, lo cual en el caso de nuestra regulación queda
claro una vez revisado el artículo 238 de la Ley Nº 27444.
La reforma producida
Ahora bien, el Decreto Legislativo N° 1067 resuelve el problema, pero
a medias. Modifica el artículo 5 de la norma, incorporando como preten-
sión la indemnización por el daño causado con alguna actuación impug-
nable, conforme al artículo 238 de la Ley Nº 27444, siempre y cuando se
plantee acumulativamente a alguna de las pretensiones señaladas en dicho
artículo, vale decir, que el daño sea resultado de una actuación administra-
tiva impugnable.
Y decimos que esta es una solución a medias puesto que no resuel-
ve el problema en el caso de la pretensión indemnizatoria planteada como
pretensión principal, llegando al absurdo de asumir que dicha pretensión
se tramita a través del proceso civil. En este caso consideramos que debe-
mos recurrir al contencioso-administrativo también, así como a las normas
administrativas sustantivas aplicables, encontrándose esto último fuera de
toda discusión.
La pretensión indemnizatoria en vía principal, tramitada a través de pro-
ceso contencioso-administrativo, permite proteger el interés del administrado
(1638) VIDAL PERDOMO, Jaime. Derecho Administrativo. Temis, Bogotá, 1997, p. 229. Y es que
la concepción francesa a este nivel implicó la determinación de la responsabilidad adminis-
trativa sobre bases distintas a las del Derecho Civil, incorporando en dicha responsabilidad la
noción de servicio público en forma directa. ORTEGA, Luis. “La responsabilidad civil de la
Administración Pública”. En: Themis Segunda Época, N° 32. Themis, Lima, 1995, p. 18.
805
Christian Guzmán Napurí
La vía administrativa
Los recursos administrativos se basan en el derecho de contradicción
administrativa, para algunos un componente del derecho de petición, para
otros un componente del derecho al debido proceso en sede administrativa.
Y es que, conforme a lo señalado en el artículo 108 de la Ley de Procedi-
miento Administrativo General, frente a un acto administrativo que se su-
pone viola, desconoce o lesiona un derecho o interés legítimo, procede su
contradicción en la vía administrativa mediante los recursos administrati-
vos que regula la ley(1641).
Para la doctrina administrativa tradicional, la posibilidad de la interpo-
sición de recursos administrativos es una garantía que se proporciona a los
806
La Constitución Política: un análisis funcional
807
Christian Guzmán Napurí
(1645) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Ob. cit., p. 512.
(1646) Ejemplos interesantes los podemos encontrar en el Derecho Administrativo francés o italiano,
bastante más avanzados que el español –muy influido aun por principios monárquicos– o los
esquemas latinoamericanos. DIEZ SÁNCHEZ, Juan José. Ob. cit., p. 349.
(1647) SANTA MARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Ob. cit., p. 601.
(1648) Sobre el particular: FIGUEROA GUTARRA, Edwin. “El proceso de inconstitucionalidad.
Desarrollo, límites y retos”. En: Pensamiento Constitucional N° 18. PUCP, Lima, 2013, p. 201.
(1649) PARADA VÁZQUEZ, Ramón. Derecho Administrativo. Tomo I, Marcial Pons, Madrid, 2002,
p. 46.
808
La Constitución Política: un análisis funcional
809
Christian Guzmán Napurí
810
La Constitución Política: un análisis funcional
811
Christian Guzmán Napurí
812
La Constitución Política: un análisis funcional
La carga de la prueba
En el ámbito administrativo es evidente que la Administración Pública
en general se encuentra en mejor aptitud para probar y ello se ha entendido
en el contexto del proceso contencioso-administrativo(1659). En el derecho
procesal tradicional se entendía como una regla general que quien afirma-
ba un hecho era quien se encontraba en la obligación de probarlo, salvo de-
terminadas excepciones establecidas por la ley.
Sin embargo, esta concepción está cambiando radicalmente. De hecho,
la supuesta regla general del derecho procesal muestra tantas excepciones,
que la doctrina está empezando a dudar que realmente constituya una re-
gla, siendo reemplazada más bien por un principio más completo, que es
la que asigna la carga de la prueba a quien se encuentra en mejor aptitud
para probar.
Este principio es el que justifica las variadas situaciones en las cuales
la carga de la prueba se asigna a quien contestaría la demanda, como por
ejemplo en el caso de la prueba del pago(1660) donde la misma correspon-
de al demandado, o la responsabilidad civil extracontractual subjetiva(1661)
donde el afectado no requiere probar la existencia de dolo o culpa, ambos
en el ámbito del derecho civil; o de la prueba del despido injustificado en
(1658) SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “La reforma legal del régimen sobre el proceso
contencioso-administrativo”. En: Actualidad Jurídica, Tomo 179. Gaceta Jurídica, Lima,
octubre de 2008, pp. 102-103.
(1659) Texto Único Ordenado de la Ley Nº 27584:
Artículo 33.- Carga de la prueba
Salvo disposición legal diferente, la carga de la prueba corresponde a quien afirma los hechos
que sustentan su pretensión.
Sin embargo, si la actuación administrativa impugnada establece una sanción o medidas
correctivas, o cuando por razón de su función o especialidad la entidad administrativa está en
mejores condiciones de acreditar los hechos, la carga de probar corresponde a esta.
(1660) Código Civil:
Artículo 1229.- Prueba del pago
La prueba del pago incumbe a quien pretende haberlo efectuado.
(1661) Código Civil:
Artículo 1969.- Indemnización por daño moroso y culposo
Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo. El descargo
por falta de dolo o culpa corresponde a su autor.
813
Christian Guzmán Napurí
814
La Constitución Política: un análisis funcional
El presupuesto público
Uno de los argumentos que se esgrimen se encuentra referido al presu-
puesto público. Este argumento es falaz por dos razones. La primera, que
el presupuesto público puede admitir fácilmente el pago de los gastos en
los que puede haber incurrido el demandante, máxime si es responsabili-
dad de la entidad administrativa el inicio del proceso, el mismo que pudo
haberse evitado, dado que existe una vulneración a los derechos e intere-
ses de los administrados, caso contrario la demanda no se habría estimado.
Resulta evidente que establecer pago de costas y costos en contra de la
Administración Pública genera incentivos positivos para que la misma se
allane ante demandas contencioso administrativo que van a declararse fun-
dadas. De hecho, el segundo párrafo del artículo 17 de la norma estable-
ce que todo representante judicial de las entidades administrativas, dentro
del término para contestar la demanda, deberá poner en conocimiento del
titular de la entidad su opinión profesional motivada sobre la legalidad del
acto impugnado, recomendándole las acciones necesarias en caso de que
considere procedente la pretensión.
Ello además es evidente en los arbitrajes en los que participa el Es-
tado, donde los árbitros nos tienen ninguna limitación para condenar al
pago de costas y costos y en donde se está abandonando la costumbre
de distribuir los gastos del arbitraje. No existe razón alguna para permi-
tir condena de costas y costos en el arbitraje y no autorizarlo en el proceso
contencioso-administrativo.
Por otro lado, la Administración Pública no solo está compuesta por
entidades estatales. De hecho existen entes no estatales dentro de ella pero
que desempeñan función administrativa. En este caso no existe considera-
ción alguna respecto al presupuesto público que pueda tomarse en cuenta.
Es el caso de los colegios profesionales, por ejemplo(1666), los cuales no se
encuentran sustentados por el presupuesto público. En este supuesto es cla-
ro que carece de sentido limitar la condena de costas y costos en el caso de
815
Christian Guzmán Napurí
816
La Constitución Política: un análisis funcional
817
Christian Guzmán Napurí
6. CONCLUSIONES
Como resultado del análisis precedente, debemos concluir que el aná-
lisis económico es consistente con la existencia de los mecanismos de con-
trol estatal por parte de los particulares. Como resultado de ello, se conclu-
ye que no basta el principio de separación de poderes (o el de control entre
órganos del Estado) para asegurar la libertad política.
818
La Constitución Política: un análisis funcional
819
BIBLIOGRAFÍA
I. LIBROS Y ESTUDIOS:
1. ARAGÓN, Manuel. Constitución y control del poder. Ciudad Argen-
tina, Buenos Aires, 1995.
2. ARCE, Elmer. La nulidad del despido lesivo de derechos constitucio-
nales. Fondo Editorial PUCP, Lima, 1999.
3. ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios de Derecho Público económico.
Comares, Granada, 1999.
4. ARIÑO, Gaspar; DE LA CUÉTARA, Juan Miguel; MARTÍNEZ, J.L.
El nuevo servicio público. Marcial Pons, Madrid, 1997.
5. ARISTÓTELES. Política. Espasa - Calpe, Madrid, 1980.
6. ARROW, Keneth. Social Choice and Individual Values. Cowles Foun-
dation, New York, 1966.
7. AA.VV. Envejecimiento con dignidad. Pensiones no contributivas para
reducir la pobreza en el Perú. OIT y otros, Lima, 2009.
8. BADIA, Juan Fernando. Regímenes políticos actuales. Tecnos,
Madrid, 2001.
9. BAYLOS CORROSA, Hermenegildo. Tratado de Derecho Industrial.
Civitas, Madrid, 1993.
10. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. El Parlamento en el Perú.
Análisis político jurídico. PUCP, Lima, 1971.
11. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Parlamento y democracia.
Hípatia, Lima, 1990.
12. BERNANKE, Ben S. y FRANK, Robert H. Principios de economía.
McGraw-Hill, Madrid, 2007.
821
Christian Guzmán Napurí
822
La Constitución Política: un análisis funcional
823
Christian Guzmán Napurí
824
La Constitución Política: un análisis funcional
825
Christian Guzmán Napurí
826
La Constitución Política: un análisis funcional
827
Christian Guzmán Napurí
828
La Constitución Política: un análisis funcional
829
Christian Guzmán Napurí
830
La Constitución Política: un análisis funcional
16. BARRA ZAMALLOA, Arturo. “El sector privado como aliado del Es-
tado para mejorar la prestación del servicio de agua y saneamiento en
las EPS”. En: Administración Pública & Control N° 7. Gaceta Jurídi-
ca, Lima, julio de 2014.
17. BAZÁN, Víctor. “Hábeas data y el derecho de autodeterminación in-
formativa en perspectiva de Derecho comparado”. En: Estudios Cons-
titucionales, Año 3, N° 2. Universidad de Talca, Talca, 2005.
18. BECERRA FERRER, Guillermo. “La intervención federal en las pro-
vincias en el derecho constitucional argentino”. En: Revista de Estu-
dios Políticos. N° 144. Centro de Estudios Políticos y Constituciona-
les, Madrid, 1965.
19. BECKER, Gary. “El enfoque económico del comportamiento huma-
no”. En: The Economic Approach to Human Behaviour. University of
Chicago Press, Chicago, 1976.
20. BECERRA FERRER, Guillermo. “La intervención federal en las pro-
vincias en el Derecho Constitucional argentino”. En: Revista de Estu-
dios Políticos. N° 144, Centro de Estudios Políticos y Constituciona-
les, Madrid, 1965.
21. BELADIEZ ROJO, Margarita. “La vinculación de la Administración
al Derecho”. En: Revista de Administración Pública, N° 153. Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid, 2000.
22. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “El Funcionamiento del sis-
tema político de la Constitución de 1979”. En: La Constitución diez
años después. Fundación Friedrich Naumann, Lima, 1989.
23. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “Los Poderes Ejecutivo y Le-
gislativo en la Constitución peruana de 1993”. En: División de Pode-
res. Ciedla, Buenos Aires, 1993.
24. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “La Comisión Permanente
en la Constitución de 1993”. En: La Constitución de 1993. Análisis y
comentario. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994.
25. BEYER, Harald. “Ronald H. Coase y su contribución a la teoría de la
economía y el derecho”. En: Estudios Públicos 45. Centro de Estudios
Públicos, Santiago de Chile, 1992.
26. BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “El referéndum en la Constitu-
ción peruana”. En: Elecciones, N° 3. ONPE, Lima, 2004.
831
Christian Guzmán Napurí
832
La Constitución Política: un análisis funcional
833
Christian Guzmán Napurí
834
La Constitución Política: un análisis funcional
62. CHÁVEZ GUTIÉRREZ, Isabel. “Una mirada a la caja negra del Sec-
tor Público. Los sistemas nacionales de tesorería y de contabilidad”.
En: Administración Pública & Control N° 1, Gaceta Jurídica, Lima,
enero de 2014.
63. CHELI, Enzo y CARETTI, Paolo. “El proceso legislativo en Italia”.
En: Revista Española de Derecho Constitucional. Año 6, N° 16, Cen-
tro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1986.
64. D’MEDINA, Eugenio. “Regionalización y concesiones PPP: constru-
yendo la descentralización sustentable”. En: Revista de Economía y
Derecho. Vol. 2, N° 8, UPC, Lima, 2005.
65. DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “El régimen de los reglamentos en el or-
denamiento jurídico peruano”. En: Estudios en homenaje a Héctor Fix-
Zamudio. UNAM, México, 2008.
66. DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “La participación ciudadana en el ejerci-
cio de funciones administrativas en el Perú”. En: Estudios en Home-
naje a Don Jorge Fernández Ruiz. UNAM, México, 2005
67. DE ASÍS ROIG, Agustín. “Los recursos administrativos de reposición
y alzada”. En. Documentación Administrativa N° 254-255. Ministerio
para la Administraciones Públicas. Instituto Nacional de Administra-
ción Pública, Madrid, 1999.
68. DELGADO GUEMBES, César. “La reforma del Parlamento”. En:
Lecturas sobre temas constitucionales. Nº 8. Comisión Andina de Ju-
ristas, Lima, junio de 1992.
69. DELGADO GUEMBES, César. “La investidura: ¿Confianza en la
política de gobierno o en el presidente de la república”. En: Desafíos
Constitucionales Contemporáneos. Fondo Editorial PUCP, Lima.
70. DEL CASTILLO, Laureano. “La Ley de Tierras y los límites al dere-
cho de propiedad”. En: Debate agrario. N° 23. Cepes, Lima, 1995.
71. DIEZ SÁNCHEZ, Juan José. “Comentarios en torno a la ley del pro-
cedimiento contencioso-administrativo del Perú”. En: Revista de Ad-
ministración Pública. N° 165. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 2004.
72. DOMÉNECH PASCUAL, Gabriel. “La inaplicación administrativa de
reglamentos ilegales y leyes inconstitucionales”. En: Revista de Ad-
ministración Pública, N° 155, Centros de Estudios Constitucionales,
Madrid, 2001.
835
Christian Guzmán Napurí
836
La Constitución Política: un análisis funcional
837
Christian Guzmán Napurí
838
La Constitución Política: un análisis funcional
839
Christian Guzmán Napurí
840
La Constitución Política: un análisis funcional
841
Christian Guzmán Napurí
842
La Constitución Política: un análisis funcional
843
Christian Guzmán Napurí
844
La Constitución Política: un análisis funcional
845
Christian Guzmán Napurí
846
La Constitución Política: un análisis funcional
847
Christian Guzmán Napurí
209. PAZO PINEDA, Óscar Andrés. “El hábeas corpus preventivo: Ante
amenaza cierta e inminente de la privación de la libertad”. En: Gace-
ta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 80. Gaceta Jurí-
dica, Lima, agosto de 2014.
210. PEGORARO, Lucio. “Federalismo, regionalismo, descentralización:
una aproximación semántica a las definiciones constitucionales y doc-
trinales”. En: Pensamiento Constitucional. N° 8, PUCP, Lima, 2002.
211. PEREIRA CHUMBE, Roberto Carlos. “El hábeas corpus para la defen-
sa de los derechos constitucionales conexos a la libertad personal”. En:
Actualidad Jurídica. Tomo 138, Gaceta Jurídica, Lima, mayo de 2005.
212. PÉREZ AYALA, Andoni. “Transición política y reformas institucio-
nales en Italia”. En: Revista de Estudios Políticos (Nuevo Época).
Nº 95, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1997.
213. PÉREZ GUILHOU, Dardo. “Presidente y jefe de gabinete en la refor-
ma”. En: La Reforma Constitucional Argentina. Asociación Argentina
de Derecho Constitucional, Buenos Aires, 1994.
214. PÉREZ TREMPS, Pablo. “La cuestión de inconstitucionalidad en el
derecho español”. En: Estudios Constitucionales. Año 3, N° 1, Cen-
tro de Estudios Constitucionales, Talca, 2005.
215. PESOLE, Luciana. “El acceso por vía incidental en la justicia consti-
tucional italiana. En: Revista de Derecho. Vol. 12, N° 1, Universidad
Austral de Chile, Valdivia, 2001.
216. PHILIPPON, Santiago Dávila. “¿Cómo establecer sanciones óptimas
para la disuasión de infracciones?”. En: Revista de Economía y Dere-
cho. Vol. 9, N° 35, UPC, Lima, 2012.
217. PIZARRO MARÍN, José Antonio. “Las ambigüedades del régimen
semipresidencial: La Experiencia de la Federación de Rusia”. En: Re-
vista de Derecho UNED. N° 5, UNED, Madrid, 2009.
218. POLASTRI, Rossana y ROJAS, Fernando. “Descentralización”. En:
Perú: La oportunidad de un país diferente: prospero, equitativo y go-
bernable. Banco Mundial, Lima, 2006.
219. POZZOLO, Susana. “Un constitucionalismo ambiguo”. En: CARBO-
NELL, Miguel (edit.). Neoconstitucionalismo. Trotta, Madrid, 2003.
220. PRIETO SANCHIS, Luis. “Los derechos sociales y el principio de
igualdad sustancial”. En: Revista del Centro de Estudios Constitucio-
nales Nº 22. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,
1995.
848
La Constitución Política: un análisis funcional
849
Christian Guzmán Napurí
850
La Constitución Política: un análisis funcional
242. SAGÜÉS, Néstor Pedro. “El hábeas data en Argentina (orden nacional)”.
En: Ius et Praxis. Vol. 3, N° 1. Universidad de Talca, Talca, 1997.
243. SAGÜÉS, Néstor Pedro. “Las sentencias constitucionales exhortati-
vas”. En: Estudios Constitucionales. Año 4, N° 2. Centro de Estudios
Constitucionales, Talca, 2006.
244. SALAS, Javier. “Los decretos-leyes en el ordenamiento jurídico espa-
ñol. En torno a la urgencia”. En: Revista de Administración Pública.
Vol. 16, N° 51. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Ma-
drid, 1966.
245. SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “El modelo de administración
electoral según la Constitución de 1993: la reforma deformada”. En:
La Administración Electoral en el Perú. Funciones, competencias y
organismos electorales. ONPE, Lima, 2004.
246. SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “¿Qué es materia electoral? A
propósito del control jurisdiccional de las resoluciones del Jurado Na-
cional de Elecciones”. En: Actualidad Jurídica. N° 143. Gaceta Jurí-
dica, Lima, 2005.
247. SALCEDO CUADROS, Carlo Magno. “¿El Tribunal Constitucional
legisla a través de sentencias normativas?”. En: Cuadernos Jurispru-
denciales N° 72. Gaceta Jurídica, Lima, junio de 2007.
248. SALINAS CRUZ, Sofía Liliana. “El proceso constitucional de acción
popular”. En: Estudios y Jurisprudencia del Código Procesal Consti-
tucional. Lima: Gaceta Jurídica, 2009.
249. SÁNCHEZ NAVARRO, Angel J. “Actualidad Política y Constitucio-
nal Francesa (2007-2008): ¿Hacia la Quinta República Bis?”. En: Teo-
ría y Realidad Constitucional. N° 22, UNED, Madrid, 2008.
250. SÁNCHEZ URRUTIA, Ana Victoria. “Mutación constitucional y
fuerza normativa de la Constitución. Una aproximación al origen del
concepto”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. Año 20,
N° 58, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000.
251. SARDÓN, José Luis. “Democracia sin Partidos”. En: Revista de Eco-
nomía y Derecho. Vol. 9, N° 35, UPC, Lima, 2012.
252. SARTORI, Giovanni. “Ni presidencialismo ni parlamentarismo”. En:
Las crisis del presidencialismo. Tomo II, Alianza Editorial, Madrid,
1997.
253. SEQUIERA MARTÍN, Adolfo. “Defensa del consumidor y Dere-
cho Constitucional económico”. En: Revista Española de Derecho
851
Christian Guzmán Napurí
852
La Constitución Política: un análisis funcional
853
Christian Guzmán Napurí
854
Índice general
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
LA CONSTITUCIÓN: REGULACIÓN EFICIENTE
DEL PODER POLÍTICO
1. Introducción........................................................................................ 19
1.1. Las reglas de juego.................................................................... 21
2. La Constitución como fuente de Derecho........................................... 22
3. Función articuladora de la Constitución............................................. 23
4. Interpretación constitucional e interpretación conforme a la Constitu-
ción...................................................................................................... 25
4.1. El problema de la previsión de consecuencias.......................... 26
4.2. Interpretación conforme a la Constitución................................ 27
5. El poder constituyente......................................................................... 28
6. La supremacía constitucional y el control de constitucionalidad.......... 29
6.1. La reforma constitucional.......................................................... 30
6.2. El control de constitucionalidad................................................ 36
6.3. El proceso de inconstitucionalidad............................................ 45
6.4. El proceso de acción popular..................................................... 52
6.5. Otros mecanismos para sustentar la supremacía de la Constitu-
ción............................................................................................ 58
855
Christian Guzmán Napurí
CAPÍTULO II
LA JUSTIFICACIÓN FUNCIONAL DE LA DEMOCRACIA
Y EL ESTADO DE DERECHO
1. Introducción........................................................................................ 65
1.1. El axioma del “hombre económico” y el axioma del “hombre
político”..................................................................................... 65
1.2. El sustento de la democracia..................................................... 67
1.3. El papel del Derecho Constitucional......................................... 68
2. La justificación económica de la democracia...................................... 70
2.1. Costos de organización.............................................................. 71
2.2. La justificación económica de la democracia representativa.... 75
2.3. La justificación desde el punto de vista del comportamiento
racional...................................................................................... 77
2.4. La inconsistencia de las dictaduras............................................ 79
2.5. La ineficiencia de las dictaduras................................................ 80
2.6. Democracia y crecimiento económico...................................... 84
2.7. La intervención del Estado en el manejo y asignación de recur-
sos frente a la corrupción estatal............................................... 85
3. A modo de conclusión......................................................................... 87
CA PÍTULO III
EL PRINCIPIO DE PREFERENCIA POR LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES
1. Introducción........................................................................................ 91
1.1. Situaciones activas de los particulares...................................... 91
1.2. El principio de preferencia por los derechos fundamentales..... 93
2. Origen del principio............................................................................ 93
2.1. El contractualismo..................................................................... 94
2.2. El imperativo kantiano.............................................................. 95
2.3. El individualismo liberal........................................................... 97
2.4. La teoría de las titularidades...................................................... 98
3. Naturaleza del principio materia de análisis....................................... 101
3.1. Conceptos que se imputan susceptibles de desplazar derechos
fundamentales............................................................................ 102
856
La Constitución Política: un análisis funcional
CA PÍTULO IV
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN GENERAL
INTRODUCCIÓN A UN ANÁLISIS FUNCIONAL
1. Introducción........................................................................................ 131
1.1. Atributos de los derechos fundamentales.................................. 131
1.2. Las dimensiones de los derechos fundamentales...................... 132
2. Límites a los derechos fundamentales................................................. 134
2.1. El Estado Social y sus problemas.............................................. 134
2.2. Lo señalado por el Tribunal Constitucional............................... 135
2.3. El Teorema de la Imposibilidad de Arrow................................. 136
2.4. Derechos absolutos y aquellos que no lo son............................ 137
2.5. La limitación de derechos fundamentales por parte de la Admi-
nistración Pública...................................................................... 145
2.6. Limitaciones al derecho de propiedad. El dominio público. El
caso de los bienes que constituyen patrimonio cultural............ 149
2.7. El acceso a la información pública............................................ 162
2.8. Secreto de las comunicaciones.................................................. 166
3. El caso del desplazamiento de los derechos fundamentales............... 167
3.1. El derecho a la vida y cuándo el mismo puede ser desplazado.
La eutanasia. El aborto.............................................................. 168
3.2. La igualdad ante la ley y el mandato de no discriminación...... 173
3.3. El caso de las libertades informativas....................................... 177
3.4. El caso de la libertad de conciencia........................................... 181
4. ¿Son infinitos los derechos fundamentales?........................................ 182
4.1. Los derechos no enumerados..................................................... 184
4.2. La perspectiva funcional............................................................ 185
4.3. El efecto de los derechos fundamentales en el comportamiento
de los particulares...................................................................... 187
4.4. El caso del derecho al agua potable........................................... 187
5. Derechos sociales y sus problemas. El caso de la seguridad social....... 192
6. A modo de conclusión......................................................................... 196
857
Christian Guzmán Napurí
CAP ÍTULO V
UN ANÁLISIS DE LA EFICIENCIA EN EL USO DE LOS
PROCESOS CONSTITUCIONALES PARA TUTELAR
DERECHOS FUNDAMENTALES
1. Generalidades...................................................................................... 201
2. El proceso de amparo.......................................................................... 203
3. El proceso de hábeas corpus............................................................... 204
3.1. Las modalidades de hábeas corpus............................................ 205
4. El hábeas data...................................................................................... 208
4.1. El derecho a la protección de datos personales......................... 209
4.2. Tipos de hábeas data.................................................................. 211
5. El proceso de cumplimiento................................................................ 214
5.1. Los parámetros aplicables al proceso de cumplimiento............ 215
6. El principio de subsidiaridad y sus dificultades.................................. 217
6.1. Una importante distinción......................................................... 217
6.2. Su aplicación en materia pensionaria........................................ 219
6.3. La carga procesal....................................................................... 220
7. Las dificultades de la tutela jurisdiccional de los derechos fundamen-
tales..................................................................................................... 221
8. A modo de conclusión......................................................................... 222
CA PÍTULO VI
EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y SU CONTENIDO ESENCIAL
SEGÚN EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PERUANO
1. Introducción........................................................................................ 225
2. El derecho a la educación y su contenido........................................... 227
2.1. La sentencia del caso Ormeño Cabrera..................................... 227
2.2. Lo dispuesto por los instrumentos internacionales.................... 229
2.3. Los principios establecidos por el Tribunal en ambas sentencias. 230
2.4. El acceso a la educación en sentido estricto.............................. 231
2.5. Calidad de la educación............................................................. 232
2.6. El fundamento del Tribunal Constitucional en la sentencia Feli-
ciano Contreras.......................................................................... 233
2.7. La aclaración del Tribunal y el acceso a la educación............... 234
3. La educación básica como servicio público y la necesidad de asegu-
rar su calidad....................................................................................... 234
3.1. La necesidad de privatizar la educación pública....................... 235
3.2. La necesidad de la inversión estatal.......................................... 236
3.3. El problema de la educación universitaria................................. 238
4. A manera de conclusión...................................................................... 241
858
La Constitución Política: un análisis funcional
CA PÍTULO VII
LA UTILIZACIÓN DE LOS PROCESOS LABORALES
Y SU JUSTIFICACIÓN ECONÓMICA
1. Introducción........................................................................................ 245
2. Análisis jurisprudencial....................................................................... 246
3. Los derechos laborales como derechos fundamentales....................... 247
3.1. La naturaleza de los derechos laborales.................................... 247
3.2. La consistencia económica de los derechos laborales. En espe-
cial la estabilidad laboral........................................................... 250
3.3. Protección de los derechos laborales por vía constitucional.
El ejemplo de la doctrina comparada........................................ 251
4. El uso de la acción de amparo como mecanismo de protección de
derechos laborales y sus limitaciones en el ámbito peruano............... 252
4.1. Uso del proceso de amparo para la protección de la estabilidad
laboral y el derecho al trabajo................................................... 252
4.2. Las sentencias emitidas contra Telefónica del Perú.................. 254
4.3. Existencia de la vía ordinaria idónea. La vía ordinaria laboral. 257
4.4. El recurso al debido proceso como supuesto alterno para la
protección de derechos laborales. En especial, el caso de la
estabilidad laboral...................................................................... 258
4.5. El debido proceso formal........................................................... 260
4.6. El recurso al derecho a la libertad de trabajo............................ 262
5. El estado actual de la jurisprudencia y de la protección de los dere-
chos laborales en el Perú..................................................................... 263
5.1. La residualidad del proceso de amparo..................................... 263
5.2. El interesante caso del régimen laboral público........................ 265
5.3. El criterio del Tribunal Constitucional sobre el particular.
La estabilidad laboral de los servidores públicos...................... 266
5.4. El caso del Contrato Administrativo de Servicios. La errónea
perspectiva jurisprudencial........................................................ 268
5.5. La pertinencia de este régimen. Lo señalado por el Poder Judicial. 268
5.6. Lo establecido por el Tribunal Constitucional........................... 269
5.7. La Ley del Servicio Civil.......................................................... 271
5.8. Lo señalado por el Tribunal Constitucional en este punto........ 272
5.9. La relación entre la protección constitucional a los derechos
laborales y el desempleo............................................................ 274
5.10. Desempleo y oferta de la mano de obra..................................... 274
5.11. La rigidez del mercado laboral................................................... 277
6. Conclusiones....................................................................................... 279
859
Christian Guzmán Napurí
CA PÍTULO VIII
ARGUMENTOS JURÍDICOS Y ECONÓMICOS A FAVOR
DE LA INSTAURACIÓN DEL VOTO VOLUNTARIO
1. Introducción........................................................................................ 285
2. La consistencia con el sistema democrático y el Estado de Derecho.
Los derechos que son a la vez deberes jurídicos................................. 286
2.1. La inexistencia de derechos que a la vez constituyen deberes
jurídicos y el principio de preferencia por los derechos funda-
mentales..................................................................................... 286
2.2. ¿Existen derechos jurídicamente obligatorios?......................... 288
3. La naturaleza facultativa del derecho al voto y la justificación de la
abstención............................................................................................ 290
3.1. Los costos de transacción y la democracia representativa........... 290
3.2. ¿Es la obligatoriedad del voto un mecanismo para asegurar
esta representación?................................................................... 292
3.3. La justificación de la abstención................................................ 292
4. La viabilidad jurídica de la implementación del voto obligatorio a
través de la imposición de sanciones.................................................. 294
4.1. Limitación a los derechos fundamentales.................................. 295
4.2. Contenido esencial de los derechos fundamentales afectados
por la muerte civil...................................................................... 296
4.3. Razonabilidad............................................................................ 297
4.4. Proporcionalidad y los criterios que conforman la misma.......... 298
4.5. El criterio de necesidad............................................................. 298
4.6. El criterio de ponderación......................................................... 298
5. El Derecho comparado........................................................................ 299
5.1. En América Latina..................................................................... 300
6. Conclusiones....................................................................................... 301
C APÍTULO IX
L OS DENOMINADOS MECANISMOS DE DEMOCRACIA
PARTICIPATIVA Y SU EFICIENCIA SOCIAL
1. Introducción........................................................................................ 305
2. Los objetivos de la participación política directa................................ 307
2.1. El principio de participación administrativa.............................. 309
3. La iniciativa legislativa....................................................................... 310
3.1. Limitaciones del mecanismo..................................................... 311
4. La consulta popular............................................................................. 312
4.1. Limitaciones del mecanismo, generadas por su propia naturaleza. 313
4.2. Limitaciones al mecanismo, generadas por la Constitución y
las leyes.................................................................................. 313
860
La Constitución Política: un análisis funcional
C APÍTULO X
UNA INTRODUCCIÓN A LAS JUSTIFICACIONES
ECONÓMICAS DEL DERECHO AMBIENTAL
1. Introducción........................................................................................ 349
2. Derechos fundamentales y costos de transacción............................... 350
2.1. Teorema de Coase...................................................................... 350
2.2. Derechos fundamentales, eficiencia económica y Derecho
ambiental................................................................................... 351
861
Christian Guzmán Napurí
C APÍTULO XI
U N ANÁLISIS FUNCIONAL DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
CONSAGRADO POR LA CONSTITUCIÓN PERUANA DE 1993
1. Introducción........................................................................................ 367
2. El tema de las reglas de juego............................................................. 368
3. El problema de la economía social de mercado.................................. 370
3.1. La utilidad del término en cuestión........................................... 371
3.2. Las áreas de actuación del Estado............................................. 372
3.3. La crisis del Estado de Bienestar............................................... 375
4. La libertad de empresa........................................................................ 376
4.1. Concepto.................................................................................... 377
4.2. Razón de ser de la libertad de empresa..................................... 378
4.3. Contenido.................................................................................. 379
4.4. Los límites a las libertades empresariales................................. 380
4.5. El caso de la Calle de las Pizzas................................................ 382
4.6. El caso del cabotaje................................................................... 383
4.7. En general, la regulación económica y la libertad de empresa.... 386
4.8. Los monopolios naturales.......................................................... 387
4.9. El exceso de competencia y la regulación de los servicios
públicos...................................................................................... 389
4.10. La existencia de sobreganancias................................................ 390
4.11. Las dificultades de la regulación económica............................. 391
4.12. La captura del regulador............................................................ 391
4.13. La alternativa existente.............................................................. 392
5. Pluralismo y subsidiaridad empresarial.............................................. 392
5.1. El Principio de subsidiaridad..................................................... 393
5.2. ¿Existe algún mecanismo de control?....................................... 394
5.3. ¿Por qué debe limitarse la existencia de empresas públicas?.... 395
5.4. Privatización de empresas públicas........................................... 398
6. Libre competencia............................................................................... 400
862
La Constitución Política: un análisis funcional
6.1.
El Derecho de la competencia................................................... 400
6.2.
Represión de las prácticas anticompetitivas.............................. 401
6.3.
Las prácticas colusorias............................................................. 402
6.4.
Prácticas abusivas...................................................................... 403
6.5.
Represión de la competencia desleal......................................... 404
6.6.
Libertad de expresión empresarial............................................. 405
6.7.
Los límites................................................................................. 406
6.8.
La protección a la libertad de expresión en el ámbito de los
medios de comunicación........................................................... 406
7. Las libertades contractuales................................................................ 407
7.1. El problema de la modificación de contratos por parte del Estado. 408
7.2. Los contratos-ley....................................................................... 409
8. Inversión y comercio........................................................................... 409
8.1. Igualdad jurídica........................................................................ 410
8.2. Discriminación y medidas temporales. El caso de las bonifica-
ciones en la contratación administrativa.................................... 411
8.3. La proporcionalidad de la medida adoptada.............................. 412
8.4. La transitoriedad de la medida.................................................. 414
8.5. La referencia expresa al artículo 63 de la Constitución............ 414
8.6. Libertad de producción y comercio........................................... 414
8.7. El tratamiento de la contratación con empresas extranjeras...... 415
9. Libre tenencia y disposición de moneda extranjera............................ 416
10. Defensa de consumidores y usuarios.................................................. 417
10.1. La información asimétrica......................................................... 418
10.2. El problema del servicio universal............................................ 421
10.3. El concepto de servicio público................................................. 422
10.4. La necesidad de la regulación.................................................... 424
CA PÍTULO XII
LOS SISTEMAS FINANCIEROS
1. Introducción........................................................................................ 429
1.1. Los sistemas financieros............................................................ 430
2. Las disposiciones en materia presupuestal.......................................... 432
2.1. Equilibrio presupuestal.............................................................. 433
2.2. Controles tributarios.................................................................. 434
2.3. Deuda pública............................................................................ 435
2.4. La dinámica operativa de la aprobación del presupuesto.......... 436
2.5. El Sistema Nacional de Presupuesto......................................... 438
2.6. Presupuesto por resultados........................................................ 440
3. El Sistema Nacional de Tesorería........................................................ 441
4. El Sistema Nacional de Contabilidad.................................................. 443
863
Christian Guzmán Napurí
CA PÍTULO XIII
EL ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SEPARACIÓN DE PODERES
1. Introducción........................................................................................ 453
1.1. Los tres poderes del Estado....................................................... 454
1.2. Poder Ejecutivo......................................................................... 454
1.3. Los ministros............................................................................. 455
1.4. Estructura general de los ministerios......................................... 456
1.5. Los organismos públicos........................................................... 457
1.6. Programas y proyectos.............................................................. 458
1.7. El Poder Legislativo.................................................................. 458
1.8. Las funciones del Parlamento.................................................... 459
1.9. Los parlamentarios.................................................................... 462
1.10. El Poder Judicial........................................................................ 463
1.11. Las tres funciones y la función administrativa.......................... 464
1.12. El punto de vista orgánico o estructural.................................... 466
1.13. El punto de vista material o sustancial...................................... 467
1.14. Características diferenciales de la función administrativa desde
el punto de vista funcional......................................................... 468
1.15. El ámbito de la función administrativa...................................... 469
1.16. El principio de legalidad............................................................ 469
1.17. El control administrativo........................................................... 470
2. El razonamiento de John Locke.......................................................... 470
2.1. El pacto social............................................................................ 471
2.2. La división entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo................ 472
2.3. El Poder Legislativo como máximo poder................................ 472
2.4. El problema del Poder Ejecutivo delegado............................... 474
2.5. El contrapeso a nivel del Poder Ejecutivo................................. 475
2.6. Los límites del Poder Legislativo.............................................. 476
2.7. El Poder Judicial........................................................................ 477
3. El aporte de Montesquieu.................................................................... 477
3.1. El Poder Legislativo.................................................................. 478
3.2. El Poder Ejecutivo..................................................................... 479
3.3. Las distancias con el parlamentarismo puro.............................. 480
3.4. El Poder Judicial........................................................................ 482
4. El liberalismo político en ambos autores............................................ 482
5. Las concepciones modernas respecto al principio de separación o
división de poderes.............................................................................. 484
5.1. Separación de funciones............................................................ 485
864
La Constitución Política: un análisis funcional
CAPÍTULO XIV
¿ES ENTONCES EL PARLAMENTARISMO UN RÉGIMEN
DE GOBIERNO SOCIALMENTE EFICIENTE?
1. Introducción........................................................................................ 497
1.1. Características............................................................................ 497
1.2. Clasificación.............................................................................. 499
1.3. El criterio de eficiencia.............................................................. 500
2. Los partidos políticos.......................................................................... 501
2.1. Bipartidismo versus multipartidismo........................................ 501
2.2. La disciplina partidaria.............................................................. 510
2.3. Sistema electoral proporcional versus sistema electoral mayori-
tario............................................................................................ 512
3. Teoría de las legitimidades parciales................................................... 518
3.1. Regímenes de Gabinete............................................................. 518
3.2. Los regímenes de asamblea....................................................... 523
4. Los mecanismos de corrección del parlamentarismo o régimen parla-
mentario............................................................................................... 526
4.1. Los requerimientos mínimos del funcionamiento del régimen
parlamentario............................................................................. 527
4.2. El caso italiano.......................................................................... 528
4.2. La racionalización de los mecanismos de control político directo. 531
4.3. El voto de investidura................................................................ 531
4.4. El voto de censura constructivo................................................. 533
4.5. La atribución de ciertas facultades efectivas al jefe de Estado. 536
4.6. Las facultades legislativas del Poder Ejecutivo......................... 537
5. Conclusiones....................................................................................... 540
CAPÍTULO XV
¿ES EL PRESIDENCIALISMO UN RÉGIMEN DE GOBIERNO
SOCIALMENTE EFICIENTE?
1. La acumulación de poder.................................................................... 547
1.2. El punto de vista racional.......................................................... 549
2. La rigidez del régimen presidencial.................................................... 552
865
Christian Guzmán Napurí
CAPÍTULO XVI
LOS REGÍMENES POLÍTICOS MIXTOS Y SUS DIFICULTADES.
OTRAS ALTERNATIVAS APLICABLES
1. Introducción........................................................................................ 599
2. El caso francés..................................................................................... 602
2.1. El asambleísmo francés............................................................. 604
2.2. La Constitución de la Quinta República Francesa.................... 606
3. El caso de los demás regímenes semipresidenciales........................... 609
3.1. La República de Weimar........................................................... 610
3.2. El caso de Finlandia................................................................... 611
3.3. El caso de Portugal.................................................................... 612
3.4. El peculiar sistema ruso y el semipresidencialismo ambiguo... 613
3.5. Los semipresidencialismos aparentes........................................ 615
4. La funcionalidad del semipresidencialismo........................................ 618
866
La Constitución Política: un análisis funcional
CAPÍTULO XVII
LAS PECULIARIDADES
DEL RÉGIMEN POLÍTICO PERUANO
1. El peculiar sistema político peruano................................................... 631
1.1. La evolución constitucional peruana......................................... 632
1.2. La Constitución de 1993............................................................ 642
1.3. Las incongruencias del sistema peruano................................... 643
2. Los necesarios ajustes al régimen político peruano............................ 645
2.1. Un Poder Ejecutivo dual............................................................ 647
2.2. El control político directo.......................................................... 648
2.3. El tema de la disolución parlamentaria en el contexto del régi-
men político peruano................................................................. 649
2.4. Posibles problemas de aplicación del modelo propuesto en el
caso peruano.............................................................................. 653
3. El papel del poder judicial y de los organismos constitucionales
autónomos........................................................................................... 655
3.1. Los organismos constitucionales............................................... 656
3.2. El Ministerio Público................................................................. 657
3.3. La Contraloría General de la República.................................... 657
3.4. Los organismos que intervienen en el mercado........................ 658
3.5. Banco Central de Reserva......................................................... 658
3.6. La Defensoría del Pueblo.......................................................... 660
3.7. La organización electoral.......................................................... 660
4. La necesaria reducción del aparato estatal.......................................... 661
4.1. El estatismo............................................................................... 661
4.2. Los diseños desconcentrados y descentralizados...................... 663
4.3. Criterios para el diseño y estructura de la Administración
Pública....................................................................................... 663
5. El presidencialismo y la tendencia autoritaria en el Perú................... 665
CAPÍTULO XVIII
LA DISCUSIÓN RESPECTO A LA UNICAMERALIDAD O
BICAMERALIDAD DEL PARLAMENTO. EL CASO PERUANO
1. Introducción........................................................................................ 671
2. Antecedentes....................................................................................... 672
867
Christian Guzmán Napurí
CAPÍTULO XIX
¿ES REALMENTE NECESARIO QUE EL GOBIERNO
TAMBIÉN LEGISLE?
1. Introducción........................................................................................ 695
2. La legislación delegada....................................................................... 696
2.1. Los antecedentes........................................................................ 696
2.2. La Constitución de 1979............................................................ 697
2.3. La Constitución de 1993............................................................ 698
2.4. Análisis de la validez de la institución...................................... 700
2.5. El caso de los decretos legislativos emitidos al amparo de la
Ley N° 29157............................................................................ 702
3. La legislación de urgencia................................................................... 704
3.1. Antecedentes.............................................................................. 705
3.2. La Constitución de 1993............................................................ 707
3.3. La eficiencia de los decretos de urgencia.................................. 711
4. Las facultades legislativas y los sistemas de gobierno........................ 712
5. Conclusiones....................................................................................... 718
CAPÍTULO XX
EL VOTO DE INVESTIDURA IMPROPIO
EN EL CASO PERUANO
1. Introducción........................................................................................ 721
1.1. El rol del presidente del Consejo de Ministros.......................... 722
2. Antecedentes del voto de investidura impropio.................................. 724
2.1. La Carta de 1860....................................................................... 724
2.2. La Constitución de 1920............................................................ 726
3. El llamado voto de investidura con la Constitución de 1933.............. 726
3.1. La moción de confianza............................................................. 727
3.2. La presentación del programa del Gabinete.............................. 727
3.3. La aplicación durante la vigencia de la norma.......................... 729
4. El caso de la Constitución de 1979..................................................... 731
4.1. La presentación del presidente del Consejo de Ministros......... 732
868
La Constitución Política: un análisis funcional
CAPÍTULO XXI
FORMAS DE ESTADO. LA ORGANIZACIÓN
DESCENTRALIZADA
1. Introducción........................................................................................ 739
2. Ventajas y desventajas de la descentralización................................... 741
3. Las normas regionales y locales de alcance general........................... 744
4. Los gobiernos regionales..................................................................... 745
4.1. Competencias constitucionales.................................................. 746
4.2. Conformación de regiones......................................................... 749
4.3. Organización.............................................................................. 750
4.4. Transferencia de competencias.................................................. 752
4.5. Revocatoria y vacancia.............................................................. 753
4.6. La intervención.......................................................................... 755
4.7. Algunas propuestas.................................................................... 756
5. Los gobiernos locales.......................................................................... 757
5.1. Competencias constitucionales.................................................. 757
5.2. Organización.............................................................................. 761
5.3. Revocatoria y vacancia.............................................................. 763
6. Conclusiones....................................................................................... 764
CAPÍTULO XXII
LA TEORÍA DEL PUBLIC CHOICE Y UNA INTRODUCCIÓN A
SU APLICACIÓN AL CONTROL DE LOS ACTOS ESTATALES
1. Introducción........................................................................................ 769
2. Mecanismos de control elector-Estado en las constituciones modernas. 771
2.1. El control de la autoridad y sus diversas formas....................... 772
2.2. La recurrencia a mecanismos de arbitraje electoral y el control
político directo........................................................................... 776
2.3. El control jurisdiccional de los llamados “actos políticos”......... 781
2.4. Participación administrativa...................................................... 783
3. El control de la Administración Pública.............................................. 788
3.1. Generalidades............................................................................ 789
3.2. El Sistema Nacional de Control................................................ 791
3.3. El control de la actividad discrecional de la Administración
Pública....................................................................................... 795
869
Christian Guzmán Napurí
Bibliografía
I. Libros y estudios................................................................................. 821
II. Artículos y trabajos en libros.............................................................. 829
870