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Función ejecutiva

Considerada por primera vez por Jacobsen en 1936, quien determino que las funciones
ejecutivas son un conjunto de habilidades cognoscitivas que permiten la captación,
anticipación del diseño de planes, programas y la autorregulación en diferentes contextos,
siendo así las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz,
creativa y aceptada socialmente.

Se presume que la función ejecutiva es una actividad propia de los lóbulos frontales más
específicamente de sus regiones más anteriores, las áreas pre frontales y sus conexiones
reciprocas con otras zonas de córtex cerebral, tales como los núcleos de base, el núcleo
amigdalino, el diencefalo y el cerebelo. El mayor periodo de desarrollo de las funciones
ejecutivas es de los 6-8 años donde los infantes adquieren la capacidad de autorregular
sus comportamientos y conductas.

Función Del Lóbulo Prefrontal: Función Ejecutiva

El término funciones ejecutivas hace referencia a las capacidades de la persona para


establecer nuevos patrones de conducta y reflexionar sobre ellos. Las funciones
ejecutivas se requieren, principalmente, en situaciones novedosas o no familiares, en
donde la persona no sabe exactamente qué es lo que tiene que hacer o cómo hacer algo.
Están íntimamente relacionadas con la búsqueda más adecuada de la conducta cuando
estas no son las más útiles o apropiadas. Así, estas funciones estarían haciendo referencia
a un amplio rango de capacidades adaptativas tales como la creatividad o el pensamiento
abstracto, la introspección y todos aquellos procesos que permiten al individuo analizar lo
que quiere, cómo puede conseguirlo y cómo puede establecer el plan de actuación más
adecuado para su consecuencia.

Probablemente, no exista ninguna actividad, excepto aquellas actividades rutinarias, en la


que no se encuentren implicadas las funciones ejecutivas.

Algunas de las principales funciones de la parte frontal son:

Comportamiento sexual, socialización y espontaneidad. Los lóbulos frontales asisten en la


planificación, coordinación, control y ejecución de las conductas.

-Programación de actividades motoras.

-Inhibición de respuestas inmediatas.

-Solución de problemas

-Regulación verbal del comportamiento.

-Adecuación de las conductas.


-Integridad de la personalidad.

Algunas manifestaciones de que la función ejecutiva tiene algún daño son:

-Impulsividad.

-Agresión.

-Dificultades de planificación.

-Euforia.

-Falta de interés.

-Desinhibición social

-Pobre pensamiento abstracto.

-Impulsividad

-Inatención.

-Dependencia ambiental.

-Alteraciones cognoscitivas.

-Falta de fluidez verbal.

-Dependencia léxica.

-Apatía.

-Exaltación.

Con esta sintomatología disejecutiva de ninguna manera se está queriendo decir que
presenta todos estos síntomas, sino algunos de ellos. La razón a este hecho obedece a que
las lesiones en diferentes regiones de la corteza prefrontal están asociadas a ciertos
grupos de síntomas, y también a la localización, extensión y profundidad de la lesión. Estás
asociaciones han conducido a la conceptualización de tres síndromes prefrontales,
relacionados con las funciones principales de las distintas áreas que componen la corteza
prefrontal: dorsolateral, orbital y medial.

CORTEZA PREFRONTAL

Consideraciones generales: La corteza prefrontal ocupa la mayor porción de los lóbulos


frontales. Se divide en tres regiones funcionalmente distintas: corteza prefrontal
dorsolateral, SISTEMA SOMATOMOTOR (Controla los movimientos de los miembros y el
cuerpo en el espacio) Área pre motora (área 6) Áreas de asociación somato sensoriales
parietales SISTEMA VISOMOTOR (Orienta la cabeza y los ojos hacia el ambiente) Campo
Ocular Frontal (área 8) Áreas de Asociación Auditiva (Temporal superior) Áreas de
Asociación Visual (Occipital / Parietal) corteza prefrontal medial o paralímbica y corteza
prefrontal orbital

Características Principales de las tres áreas funcionales de la Corteza Prefrontal


CORTEZA PREFRONTAL DORSOLATERAL: ORGANIZACIÓN TEMPORAL DE LA CONDUCTA

La corteza prefrontal dorsolateral propicia la interacción inicial entre la información


sensorial procesada y el input límbico-paralímbico, lo que explica:

- Que el humor y los impulsos modifiquen las impresiones sensoriales, así como que el
pensamiento y la experiencia influyan en el humor.

- Que su activación no dependa tanto de las cualidades sensoriales como de la


significación conductual del estímulo. Así, pueden presentar una respuesta intensa a un
elemento cuando es contingente a un refuerzo, dejando de activarse ante él cuando se
asocia a un resultado neutro o aversivo, siendo éste el principio del aprendizaje asociativo.

Estudios actuales sobre neuropsicología y fisiología consideran que la corteza prefrontal es


la encargada de la organización de la conducta en el aspecto temporal, siendo esencial
para la secuenciación del comportamiento, incluido el habla y el razonamiento lógico En
esta región de la neocorteza, especialmente en la porción dorsolateral, es donde tiene
lugar la representación y formación de los planes de conducta bajo la influencia y control
de inputs procedentes del sistema límbico (especialmente amígdala e hipocampo), de la
neocorteza posterior y del tronco del encéfalo.
CORTEZA PREFRONTAL ORBITAL: INHIBICIÓN DE LA INTERFERENCIA

El síndrome orbitofrontal conlleva alteraciones de la inhibición, cambios en la conducta


social e irritabilidad. Las lesiones bilaterales del córtex orbitofrontal producen moria,
jocosidad, euforia, irritabilidad, intolerancia, depresión súbita y afectación del juicio social.
La jocosidad a menudo tiene un contenido sexual verbal, sin embargo los pacientes no
realizan los actos que dicen verbalmente, ni tampoco existe evidencia de que las
manifestaciones verbales les causen placer. No expresan placer ni alegría ante
recompensas sociales, estéticas o intelectuales. Existe una falta de apreciación de las
reglas sociales. No se aprecia auténtica depresión. Aunque los pacientes parecen
psicópatas, no se observa la organización de la clásica conducta psicopática. La mayoría de
casos descritos son tumorales, traumáticos, o causados por encefalitis herpética; en
muchos de ellos las lesiones van más allá del cortex orbital bilateral.

Los pacientes con daño prefrontal presentan una importante distractibilidad,


perseveraciones, y dificultad para controlar la impulsividad y la conducta instintiva. Esta
sintomatología es más frecuente cuando la lesión se circunscribe a la corteza orbitofrontal
que cuando se produce en otra región de la corteza prefrontal. Se considera que todos las
manifestaciones que son consecuencia del daño orbitofrontal derivan de la alteración de
una función común. Esta función se ha definido como la capacidad para proteger de la
interferencia las estructuras de conducta dirigidas a una meta.

CORTEZA PREFRONTAL MEDIAL/PARALÍMBICA: ATENCIÓN Y MOTIVACIÓN DIRIGIDA A


LA ACCIÓN

Otra función de la corteza prefrontal, especialmente relacionada con la región


medial/paralímbica es la de la atención y motivación dirigida a la acción. El síndrome del
cingulado anterior se acompaña de apatía o disminución de la motivación y la iniciativa.

El córtex cingulado anterior tiene importantes conexiones con la amígdala, hipocampo,


septum, hipotálamo anterior, caudado y putamen, núcleo dorsomedial del tálamo, lóbulo
parietal inferior y lóbulos frontales, por lo que la región paralímbica tiene una posición
intermedia entre el sistema límbico y el neocortex, por lo que integra la información
elaborada por el resto de la corteza prefrontal con los inputs procedentes del sistema
límbico, ejerciendo, probablemente, una función de conexión entre los aspectos, motores,
cognitivos Y emocionales; por lo que estas regiones son cruciales para canalizar la
motivación y la emoción apropiadas al medio, interviene además en los aspectos de
modulación de la voz (tristeza, felicidad).
Impacto de las disfunciones ejecutivas en las actividades de la vida diaria

A diferencia de la mayoría de las funciones neuropsicológicas, las disfunciones ejecutivas,


por muy leves que estas sean, tienen un gran impacto en las actividades de la vida diaria
de una persona y en la relación con los demás. Muchos síntomas disejecutivos son
versiones exageradas de la conducta que algunas veces se presenta en personas sanas y
que pueden ser fácilmente malinterpretadas. Lo que dificulta la convivencia con un
paciente con disfunciones ejecutivas son los cambios en las relaciones sociales, tales como
la falta de interés o el aumento de las reacciones agresivas ante situaciones
problemáticas. Los amigos o familiares suelen afirmar que el paciente ha experimentado
un cambio de personalidad, que ya no es la misma persona de antes. También pueden
producirse cambios en esferas distintas a la social. Así, por ejemplo, un paciente con
dificultades en realizar las diferentes tareas que componen su trabajo habitual, como
puede ser un enlentecimiento en el tiempo de ejecución o dificultades en organizarse,
conlleva importantes problemas para volver a realizar su trabajo con la misma efectividad
que lo hacía anteriormente. Las quejas más frecuentes que suelen referir sus jefes y
compañeros de trabajo están relacionadas con que el hecho de que el paciente suele
empezar muchas cosas pero no acaba ninguna y no tienen conciencia de las prioridades
en las diferentes tareas del trabajo. En estos casos, estas disfunciones ejecutivas son más
graves que una alteración del lenguaje o visual, ya que en estos últimos casos pueden
utilizarse estrategias compensatorias y la discapacidad es más fácilmente entendida por
los superiores y compañeros.

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