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inmensamente rico
Pero lo que yo señalo al afirmar que si usted no posee, literalmente, verdaderas minas de
diamantes, no sirve sino para ilustrar mi pensamiento, pues usted dispone de todo lo que
tiene valor para usted, en su caso. Luego de que la reina de Inglaterra haya hecho el mayor
cumplido que ningún americano haya realizado antes, al aparecer sin joya alguna en una
recepción en Gran Bretaña, el uso de los diamantes quedó prácticamente pasado de moda.
No hubo nunca lugar sobre la tierra más adaptado para esto que el lugar donde usted vive
hoy, y nunca en la historia del mundo un hombre desprovisto de capital dejó de tener
ocasión de enriquecerse honrada y rápidamente, más que aquí, ahora, y gracias
precisamente a las nuevas tecnologías.
Afirmo que esta es la verdad, y quiero que ustedes la acepten como tal, pues si usted piensa
que vine aquí solo para declamar, hará mejoren irse. No tengo tiempo para perder en tales
propósitos. Estoy aquí para decir lo que creo es la verdad y, a menos que algunos de entre
ustedes se vuelvan ricos gracias a lo que les digo esta tarde, habré perdido mi tiempo.
Declaro que usted debe enriquecerse, que es su deber hacerlo. Cuantos de mis feligreses me
dicen:
- ¿Cómo es que usted, pastor cristiano, pasa su tiempo recorriendo el país para aconsejar a
los jóvenes ser ricos y ganar dinero?
- Sí, claro.
Ellos insisten:
- ¡Pero es terrible! Por qué no predica usted el evangelio en lugar de hablar de
enriquecerse?
- Porque enriquecerse honestamente, es seguir el evangelio.
Esa es la razón. Los hombres que se enriquecen puede llegar a ser lo más honestos que se
encuentren en la comunidad.