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PARECE QUE VA A LLOVER

-Parece que va a llover-Dijo Mateo a su amigo el astronauta.


Él miró aquel cielo sin ninguna nube pensativo, luego de un rato le dijo a Mateo.-
No creo que llueva, ¡El cielo no tiene ni una sola nube!
Mateo miró de nuevo el cielo y decidido entró a una tienda a comprar dos
sombrillas.
-Sé que va a llover, lo siento en mi brazo- Le dijo a su amigo, señalando su brazo
cubierto con un guante.
-¡Estás loco, Mateo! ¿Cómo lo vas a sentir en tu brazo, si lo tienes cubierto?- El
astronauta se alejó dos pasos de él y lo miró mal- ¿Acaso te volviste a
emborrachar?
-¡Claro que no! Sabes que siempre lo que yo pronostico se cumple- Le respondió
su amigo muy seguro.
El astronauta miró de nuevo el cielo y pensó: Mateo está loco, yo soy un
astronauta por lo tanto se cuándo va a llover.
Después de media hora hablando juntos, al astronauta le cayó una gota de agua
que fue seguida por muchas más.
El astronauta miró sorprendido a Mateo y luego al cielo. Ahí fue cuando se dio
cuenta de que al lado de ellos, había una casa de dos pisos, en la cual se
encontraba una señora con una manguera regando las plantas que estaban al
lado de ellos, por lo que les alcanzaba a caer agua.
-Mira Mateo, tu pronostico se cumplió- Dijo el astronauta con burla, señalando el
agua que salía por la manguera.
-Ya verás que va a llover y que tú por incrédulo te vas a mojar- Dijo con enojo
Mateo.
El astronauta se empezó a reír y a burlar de su amigo; Mateo ya cansado cogió las
dos sombrillas y se fue.
-Adiós Mateo, talvez te contraten en las noticias para ser “el chico del clima”- Dijo
el astronauta mientras veía como se iba Mateo; cuando ya no lo vio más, se fue a
su trabajo.
Al llegar a la IEAP, Institución Especializada en Astronautas Pronosticadores, vio a
personas correr de un lugar a otro. El astronauta al darse cuenta de esto, se
acercó a su jefe Francisco y le pregunto con algo de burla: ¿qué está pasando
aquí? ¿Por qué todos están corriendo, si la maratón de astronautas fue la semana
pasada?
-¡No es tiempo para bromas!- Lo reprendió su jefe y le explicó lo que pasaba- Se
acerca una gran tormenta-
- Eso es imposible, no hay ni una sola nube en el cielo- Le respondió el astronauta
confundido y pensando en lo que le dijo su amigo Mateo.
- Puede que ahora no haya ninguna, pero eso no significa que después no puedan
aparecer- Le explicó con paciencia Francisco-
- Sí, eso lo entiendo, pero ninguna nube puede aparecer tan rápido en un cielo tan
despejado- Le reclamo el astronauta.
- En eso te equivocas, si hay una; la nuberaptor: es una nube que aprovecha días
soleados y despeja el cielo, alejando a todas las nubes, para que después ella
pueda aparecer de la nada y crear una gran tormenta. Desgraciadamente nuestros
equipos no la pueden detectar, pero si algunas personas que la pueden sentir en
sus brazos- Termino de explicar Francisco.
El astronauta lo miró sorprendido y pensó: “Entonces según esto Mateo tenía
razón, sin embargo hay algo que no me permite creer totalmente en eso de la
nuberaptor”
Después de que su jefe le terminara de explicar, ambos se quedaron observando
un rato a las personas trabajar y poco a poco él se empezó a sentir culpable por
no haberle creído a su amigo.
- Adiós, señor Francisco, hay algo que tengo que arreglar- Dijo el astronauta
saliendo rápidamente de la IEAP para luego ir a buscar a Mateo.
Sin embargo después de estarlo buscando media hora, le cayó una gota de agua,
al mirar hacia arriba se dio cuenta de que una espesa y grande nueve estaba
cubriendo aquel cielo azul que hasta ahora había sido solitario; rápidamente,
empezaron a caer más y más gotas hasta que se convirtieron en una fuerte lluvia.
Al astronauta no le quedo de otra que dejar de buscar a su amigo y encontrar un
refugio.
Lamentablemente lo que él no sabía era que esa tormenta duraría 14 meses y que
si le hubiera creído a su amigo esos meses los habría pasado a su lado, porque al
fin de cuentas Mateo tenía razón al decir: -Parece que va a llover-.
FIN
Valentina Malavera

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