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Temporada 1
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establecidas en las Leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
así como la distribución de copias ilegales.
Nota del autor:
Antes de empezar quiero aclarar que todos los personajes que están en actos sexuales tienen más de 18 años
y que no tienen ninguna relación familiar.
Libros
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Tácticas de venta
Asi que me senté sobre la mesa prácticamente frente a él, crucé las
piernas a pocos centímetros de su cara, hice mis movimientos super
sexys y le sonreí , pero ya os podéis imaginar : la postura de una joven
sexy en minifalda, sentada sobre su mesa al alcance de su mano, pudo
más que él, y tan acalorado como estaba, no se pudo resistir más y me
acarició una de las piernas desde la rodilla hasta el muslo. Le tenía en
el bote.
- Yo te haría un pedido, pero claro, tus precios son más elevados que
los de la competencia, si no me ofreces algun descuento o alguna
ventaja... - comentó con ironía.
- No hay nadie, se han ido todos a comer, estamos solos. Solo está el
vigilante y no nos molestará - contestó rotundo.
Ya no le hice esperar más y 100 filtros me parecía justo por verme solo
las bragas, asi que me levanté de la mesa, me solté los botones de la
falda, me la bajé lentamente y me la saqué por completo. Se quedó
boquiabierto al verme con mis braguitas de encaje negro que eran
bastante pequeñitas con un lacito en el centro y lanzó sus manos hacia
mis caderas.
- ¡ Las manos quietas ! - le increpé.
- Esta bien. Veo que me va a costar caro, ¿por 100 alfombrillas y 100
ratones nuevos podría ver tu sostén?
Hice un giro.
- Vamos, sabes que estoy en tus manos. Por favor, dime ¿Cual es el
pedido por quitarte yo mismo ese bonito conjunto negro?
- ¿Seguro? - pregunté
Toda desnudita me quedé frente a él. Con sus ojos recorría mi cuerpo
por entero y muy especialmente en mi sexo que estaba muy
recortadito con una linea de vello negro alrededor de la rajita.
- Me parece que estoy soñando. Toma nota y empieza ya. - dijo él muy
excitado.
- ¡ Que maravilla, que gusto me das !... Nunca me lo habían hecho así.
Seguí en mi labor de entrar y salir hasta la mitad de su miembro, pero
noté como estaba a punto de eyacular y decidí entrar y salir pero más
a fondo, como si fuera ganando terreno cada vez más. Yo notaba
como aquello le producía un gusto enorme, por fin metí todo aquel
trozo de su cuerpo en mi boca, notando el glande en mi paladar y fue
el momento en el que no pudo aguantar más y se corrió con fuerza en
mi boca. Noté chocar todo su semen en mi garganta, mis dientes y mi
lengua. Practicamente llenó mi boca con toda su leche. No pude
tragármelo todo porque se me desparramaba alguna gota por la
barbilla y el cuello. Me relamí los labios por si pudiera quedar algún
resquicio en ellos de ese mágico fluido. Después terminé de limpiarle
todo su miembro con mis labios. Me incorporé de pie y abrí las piernas
dejandole a la vista mi coño. Se quedó observando toda mi desnudez.
Le pregunté:
- ¿Te ha gustado?
- Gracias.
Siguió observándome.
Yo sabía que aquello no se iba a quedar así, pero quise ponerle aun
más cachondo y excitarle a tope.
Me agarró por las manos y las subió por encima de mi cabeza mientras
su boca comenzó a morderme las tetas, dándome mucho gusto y al
mismo tiempo algo de daño. Me sentó en una de las baldas de la
librería que casualmente situaba a la misma altura nuestros
chorreantes sexos. Me abrió las piernas. Yo seguía empujándole y
arañándole sin apretar demasiado, cosa que le hizo enloquecer aún
más, se agarró su duro pene por la base y colocó su punta en mi coño,
al hacer esto sentí un gusto increíble humedeciéndome a tope.
Entonces le agarré por el culo e hice que se metiera dentro de mí. Se
coló sin problemas y yo notaba como la largura de aquella preciosa
verga se introducía en mí. Los dos empezamos a gemir y a acariciar
nuestros cuerpos, yo su espalda, su cuello, su culo, sus muslos y él mis
caderas, mis tetas, mis piernas. Permaneció unos segundos con toda su
polla dentro de mi, tensando su musculatura. Comenzamos con un
ritmo acompasado, primero lentamente y luego acelerado, volvíamos a
frenar el "bamboleo" y luego volvíamos a acelerar. ¡Que gusto! ¡ Que
bien me estaba follando aquel tío! ¡ Que hermosa polla tenía dentro de
mí ! ¡Deseaba que aquello no acabara nunca!... Nuestros cuerpos
sudaban envueltos en un maravilloso polvo. Apreté los músculos para
apretar ese falo en mi interior.
Tú y yo
Esta vez no he tenido que esperar otra semana para verte y... no sé si
por azar, porque me has seguido o porque el destino asi lo ha querido,
pero nos hemos vuelto a encontrar.
Yo estaba mirando en el mercadillo artesanal alguna pieza de
porcelana para hacerle un regalo a una de mis mejores amigas, Esther,
que se casa dentro de unos días. De pronto noté como un pinchazo en
el pecho, podía detectar tu presencia sin nisiquiera haberte visto, pero
sabía que estabas cerca. Destilabas un olor o una electricidad que mi
cuerpo y mi mente capturaban. Me volví y alli estabas, cuatro o cinco
puestos más atras que yo. Disimulaste, pues no esperabas mi reacción,
aparté la vista de tí un momento y no pude evitar soltar una pequeña
carcajada, mezcla de los nervios y de la situación.
Seguí dándote la espalda, imaginando como seguías con tu vista mi
silueta: mi blusa blanca estampada, mi cintura al aire, mis pantalones
color marron, muy ceñidos y unos zapatos de plataforma con tacon.
Sin poder evitarlo nos perseguíamos entre los tenderetes, como esa
historia de amantes en Marruecos, que se encuentran entre los puestos
del zoco.
Tu llevabas un pantalon vaquero que te sentaba de maravilla,
marcando tu culo y una camisa de cuadros con las mangas
remangadas, dejando al descubierto tus fuertes brazos.
De nuevo, mi corazón parecía salirse de mi pecho, pues mis
pulsaciones se aceleraban continuamente, mis manos sudaban, mi
vello se erizaba y mi sexo se humedecía y palpitaba, deseoso de
sentirte.
Como me gustaría que las cosas fueran más fáciles y poder expresarte
cuanto te deseo, como estoy de loca por ti, cuanto quiero sentirte,
abrazarte, besarte, chuparte... pero algo nos frena a los dos, quizás el
miedo al rechazo del otro, quizás pudor, quizás al engaño a nuestras
respectivas parejas, aunque en ese momento todo se vuelva turbio,
todo es secundario, todo es borroso, menos tu y yo.
Te acercaste mucho más a mi, yo esperaba ansiosa tus palabras, queria
oirte decir cosas como: "nena, quiero poseerte", "quiero follarte",
"quiero que nuestros cuerpos se fundan"... pero tus palabras no
salieron de tu boca, aunque se que lo pensabas o asi quería yo que
fuera.
Preguntaste por el precio de algo al vendedor del puesto en el que yo
estaba y por primera vez oí tu voz, cálida, transparente, varonil y que
yo sentí sensual.
Otra vez me observaste, te miré y te sonreí como diciendo "¿que
hacemos aqui?", "vayamos a un hotel y hagámoslo"... Tampoco esas
palabras salieron de mi boca.
De nuevo nos perdimos entre la gente.
Llegué a casa muy excitada, tanto que me metí en la ducha con la
intención de rebajar mi acaloramiento, pero desnuda como estaba,
imaginaba tus manos recorriendo mi cuerpo y tu lengua saboreando
mi piel. Mientras mis dedos se introducían en mi ardiente sexo,
imaginaba que era tu polla la que lo hacía, imaginando como tu
glande se pasaba por mis labios vaginales y como me besabas y
mordías los pezones, tuve un orgasmo profundo que sentí maravilloso
y tu no te apartabas de mi mente.
Creo que soy víctima de una hipnosis o algo parecido, quiero quitarte
de mi cabeza, pero no puedo...
........................
Después de nuestro encuentro en el mercadillo, empezaba a ver claro
que aquello era más que casualidad. Cuando comenzaste a alejarte,
rodeé los puestos sin perderte de vista. No vivías muy lejos de allí.
Vi como entrabas al portal, y esperé hasta que vi luz en una ventana.
No iba a ser dificil saber cual era tu puerta.
Volví a casa, y tras intentar leer un libro sin éxito, me metí en la ducha,
tan excitado como el día anterior. Toda esa tarde, y el día siguiente, lo
pasé esperando que llegase el atardecer, imaginando tu cuerpo
desnudo, como podría ser acariciarte, besarte recorriendo todo tu
cuerpo hasta llegar a tu coñito, que imaginaba muy recortadito,
deslizar la lengua por sus labios, sintiendo su sabor ligéramente
salado.
Al atardecer, llegué a tu casa, y me colé en el portal. Si no había
calculado mal, en el segundo piso estaba tu casa,y como sólo había
una puerta, no podía equivocarme. Me senté en el rellano, en la parte
superior, a esperar. Sabía que era una chiquillada, y que podía estar
esperando durante días, que podías vivir con alguien, que me podía
meter en un lío... pero merecía la pena.
Después de dos horas que me parecieron dos días, pude escuchar
pasos en la escalera. Una sola persona. Efectivamente, eras tú. Metiste
la llave en la cerradura, mientras yo contemplaba tus piernas largas,
perfectas, y como la blusa blanca, atravesada por la luz de la ventana
de la escalera, transparentaba tu sujetador, y marcaba la cintura,
envolviendote al mismo tiempo en un halo dorado. Pensé que lo
último que podías ser era un ángel, eso seguro. Abriste la puerta
cuando te saludé.
-Hola...
Diste un pequeño respingo, pero volviste la cabeza despacio. Por la
forma en la que me mirabas, habías reconocido mi voz. No llevabas las
gafas de sol, y por primera vez podía contemplar tus ojos, verdes, que
me miraban intentando aparentar indiferencia o sorpresa, aunque un
brillo en el fondo te delataba.
-¿Qué haces ahí?
- Te esperaba.
- ¿Qué quieres?
- Contemplarte un poco más. El autobús y el mercadillo me han sabido
a poco.
Tal como estabas, apoyandote con un brazo en el marco de la puerta,
con las piernas cruzadas, y la luz dandote de medio perfil, resultabas
absolutamente irresistible. Por la forma en la que sonreías, vi que te
sentías halagada.
- Ah, muy bien. ¿Y qué esperas, que me quede aquí parada toda la
tarde para que tu me contemples? No soy una estatua de las del
parque. ¿Crees que soy como ellas?
- No puedo saberlo, las estatuas del parque están desnudas, no puedo
comparar en igualdad de condiciones.
Ibas a replicar, cuando bajaste la mirada al suelo durante un instante, y
después volviste a mirarme, con un brillo ambiguo.
- Qué estás insinuando... ¿Estás loco? Ni siquiera te conozco, ni siquiera
se como te llamas. Debería meterme en casa y cerrar la puerta de una
vez.
- Puedes hacerlo...o puedes....
- Estás loco, definitivamente...
Te giraste para entrar, abriendo la puerta del todo. Cuando ya estabas
dentro, te diste la vuelta lentamente. Vi que calculabas que en
cualquier momento podías cerrar la puerta antes de que yo llegase
hasta donde estabas. Y me miraste...no puedo olvidar esa mirada. A
veces me parece que era muy dulce, como si quisieras besarme, y al
mismo tiempo salvaje, de animal en celo. Lentamente, dejaste caer el
bolso al suelo. Muy despacio, te desabrochaste la minifalda, que cayo
al suelo sin hacer ruido. Te acariciabas las piernas, sonriendome con
complicidad, haciendo oscilar las caderas, moviendote despacio, como
al ritmo de una música que sólo escuchabas tú. Giraste hasta darme la
espalda, levantando los brazos por encima de la cabeza, y dejandome
ver unas braguitas negras que se adherían al culito más bonito que
había visto en mi vida. Sin darte la vuelta, giraste la cabeza, supongo
que para comprobar el efecto que estabas haciendo en mí.
Metiste la mano por debajo de la blusa, y sin quitartela, te
desprendiste del sujetador, que cayó al lado del bolso y la minifalda.Te
volviste hacia mí, poniendo las manos sobre el pecho, como
cubriendote las tetas, deslizandolas despacio hacia abajo. Cuando tus
manos estaban a la altura de la cintura, pude ver que tenías los
pezones muy duros, y que se marcaban bajo la blusa. Tiraste de ella
hacia arriba, y dejaste al descubierto tus tetas, redondas y hermosas
como las había imaginado en el autobús.
Las acariciabas suavemente, y en tú mirada me parecía ver que me
decías que me acercara y las acariciara yo. Tus manos bajaron hasta la
cintura, recorriendola primero, y después deteniendose sobre el sexo.
Dudaste durante un momento, y después deslizaste un dedo por
debajo de la braguita. Muy lentamente, y sin dejar de bailar, me
dejaste contemplar como te acariciabas. Yo creí que iba a explotar.
Tenía una erección tremenda, y me sentía como si mi polla fuera a
romper el pantalón vaquero.
Me pareció que ya no aguantaba más, estaba pensando en levantarme
e ir hacia ti, cuando de repente, oimos ruidos de pasos en la escalera.
Me asomé hacia abajo, y escuche detrás de mí como recogías a toda
prisa la ropa, y cerrabas la puerta de repente. Estaba claro que no
podía quedarme allí, e hice como que bajaba las escaleras,
cruzandome con dos personas que subían. Salí a la calle, y miré hacia
arriba.
Probablemente estarías mirando por la ventana, pero ya no me atrevía
a subir otra vez. Volví caminando hacia mi casa, intentando reconstruir
lo que había ocurrido, que todavíano terminaba de creer.
.........
Definitivamente creo que estoy loca, sin conocerte de nada, me he
quitado casi toda la ropa delante tuyo, he querido que me dedicaras
esas miradas de deseo y creo que han causado el efecto esperado, he
podido notar como tu polla quería salirse del pantalón. Justo cuando
iba a mostrarme desnudita por entero solo para ti, alguien nos
interrumpió y nos quedamos con las ganas.
Apenas cerré la puerta tras de mi, pude oir tus pasos acelerados
bajando la escalera. Yo estaba con un calentón tremendo y no quería
que aquello fuesa una historia interminable, a pesar de saber que
estaba cometiendo la locura más grande de mi vida.
Precipitadamente me puse la blusa y la falda y dejando el sostén, bajé
las escaleras aún más deprisa que tú, mientras mi cabeza no paraba de
decir : "no me vas a dejar así, quiero que me devores, quiero comerte
entero, quiero que me folles... ".
Llegué a la calle, fui hasta mi coche y arranqué sin saber donde
dirigirme. Estaba realmente excitada y nerviosa, necesitaba
encontrarte, necesitaba volver a verte...
Cada vez me desesperaba más, la calle estaba abarrotada de gente y
no te veía, no te distinguía entre el gentío, mientras conducía entre las
calles cercanas a mi casa buscandote. En mi desesperación paré en un
semáforo y dándome cuenta que no había nada que hacer, apoyé la
cabeza en el volante y lloré como una chiquilla, como esa niña a la que
se le ha roto una muñeca. ¿que me pasa? ¿estoy sufriendo un
encantamiento? ¿que le ocurre a mi mente y a mi cuerpo?
Todas esas preguntas martilleaban en mi cabeza, intentado buscar una
explicación a mi absurdo comportamiento infantil.
De pronto se produjo el milagro, cuando el semáforo se puso en verde,
alguien llamó a la ventanilla, cuando giré la cabeza, no pude más que
sonreirte y sentirme feliz, eras tu, si TU , pero esta vez no te ibas a
escapar...
- Anda sube - te dije mientras te abría la otra puerta .
Rapidamente subiste al coche y sonriendome con dulzura me dijiste :
- Hola otra vez.
A partir de ese momento, apenas dijimos nada ninguno de los dos, yo
conducía sin saber exactamente donde ir y tu no dejabas de
observarme. De vez en cuando yo te miraba de reojo y tu bulto bajo el
vaquero delataba tu excitación.
Me acordé de un aparcamiento subterráneo con tres plantas que
podría servirnos para estar juntos sin que nadie nos molestara. Al
llegar saqué la ficha de aparcamiento y bajamos hasta la tercera planta
en donde apenas había cuatro o cinco coches dispersados por el
enorme parking. Aparqué en el fondo y apagué el motor.
-¿ donde lo habíamos dejado ? - te pregunté toda insinuante
Sin dejar que me respondieras, me fui desabrochando la blusa
lentamente hasta quitármela por completo. Mis tetas salieron jubilosas
mientras tu ibas desabrochando tu camisa. Solté el botón de mi falda y
me despojé de ella. Recliné mi asiento y te ayudé a quitarte el vaquero.
Bajo tu calzoncillo podía verse algo que quería salirse de tu prenda y
jugar conmigo.
No podía esperar más, quería verte completamente desnudo, quería
ver tu enorme polla y comérmela. Te saqué el slip , dejándote desnudo.
Te observé detenidamente, me parecías aún más guapo, así desnudito
como estabas, tu cuerpo es aún más hermoso de lo que había
imaginado y tu polla preciosa, ni grande ni pequeña y aunque te
parezca una tontería me pareció muy bonita.
Te abalanzaste sobre mi tumbándome en mi reclinado asiento, me
bajaste lentamente las braguitas observando con detenimiento como
aparecía todo mi cuerpo desnudo frente a ti. Parecías estar
grabándome en tu cabeza, cuando te echaste sobre mi y me besaste
en los labios, despues nuestras lenguas jugaron dentro de nuestras
bocas y cerrando los ojos hicimos nuestro deseo realidad.
Volviste a incorporarte y a mirar mi cuerpo con detenimiento. Mi coño
bien recortadito y húmedo se te ofrecía apetitoso y abriéndome las
piernas comenzaste a besarme por el interior de mis muslos, yo
cerraba los ojos, pero los volvía a abrir, pues no quería dejar de
mirarte, no quería perderme tu cara metiéndose entre mis piernas, esa
visión es la que siempre había soñado. Tu lengua rozó los pelitos de mi
pubis y tus manos subiendo por mis muslos y mis caderas, acariciaron
mi ombligo llegando hasta mis tetas. tus dedos rozaban mis duros
pezones y un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. De pronto, con tu
lengua llegaste hasta mi clitoris y chupando mis labios vaginales,
lograste hacer correrme como una posesa, yo me agitaba mientras
agarraba tu cabeza y acariciaba tu pelo. No dejaste de besar ni de
chupar mi sexo, parecías disfrutar mucho haciéndome eso.
Pero yo quería comerte a ti . Me incorporé y empujándote sobre el
sillón cambié las posiciones colocándome yo sobre ti. Esta vez recorrí
yo tu cuerpo con mi mirada al tiempo que acariciaba con la palma de
mis manos tu torso y tu cintura, con mis afiladas uñas apretaba tus
tensados músculos. Me eché sobre ti y te besé. De nuevo nuestros
labios se mordieron y nuestras lenguas se mezclaron en un profundo
beso.
Podía notar bajo mi ombligo tu enorme polla deseosa de ser
destrozada y la cogí con mi mano y empecé a masturbarte. Me
arrodillé frente al sillón y la puse cerca de mi cara sin dejar de pajearte.
Nunca había sentido tantas ganas de meterme un pene en la boca y
sin dudarlo comencé a besarle agarrándote de la base con mi mano.
Rodeé tu glande con mi lengua con círculos concéntricos. Mi saliva se
mezclaba con tus jugos que yo lamía y saboreaba. Me introduje todo
tu miembro en la boca, hasta notar como rozaba casi mi garganta y así
permanecí unos segundos, con toda tu verga dentro de mi boca.
Entonces con suavidad fui sacandola hasta la punta y apretando mis
labios volví a bajar sobre ella. Con una de tus manos acariciabas mi
culo y yo seguía metiéndome tu polla lentamente en la boca,
sintiéndola, disfrutándola. Aceleré el ritmo, tu no querías cerrar los
ojos, pues querías tambien ver mi cara y mi boca devorando tu tiesa
daga. No pudiste aguantar más el orgasmo y justo cuando saque mi
boca y mi lengua de tu glande te corriste con fuerza, soltando chorros
de tu leche sobre mi lengua, mis labios, mi cara, mi pelo. Me pusiste
perdida y yo tenía un gusto tremendo de ver como te estabas
corriendo sobre mi cara. Con tu glande golpeé mi lengua y aún
soltaste algún chorro que se perdía en mi garganta.
Me agarraste por la cintura e incorporándote me besaste a modo de
agradecimiento. Yo te sonreí y casi sin hablar nos dijimos todo con
nuestras miradas.
Nos preparabamos para culminar nuestra deseada fiesta, cuando
oímos pasos acercándose desde el otro lado del parking. No era
cuestión de que nos pillaran en plena faena y vistiendonos
precipitadamente, sin podernos poner toda la ropa, arranqué el coche
y salimos de allí como si hubieramos cometido un terrible delito...
........
Mientras conducías, guardaba silencio, con el sabor de tu sexo aún en
mi boca. Te observaba, mientras girabas en los cruces, deshaciendo el
camino que habíamos hecho. Sí, íbamos hacia tu casa. Ibamos en
silencio, sabiendo que cualquier cosa que dijésemos iba a resultar
artificial, fuera de lugar. Subimos las escaleras, las mismas escaleras en
las que hacía solo un rato, había contemplado como te desnudabas
para mí. Apenas nos conocíamos, y sin embargo, nos conocíamos
desde siempre. Cerraste la puerta, y cogiéndome de la mano, me
dijiste simplemente,
-Ven.
Me llevaste hasta tu habitación. Aunque no había nadie más en la casa,
cerraste la puerta, y mirándome, te quitaste la blusa. Tus tetas,
redondas y pesadas, preciosas, hechas para ser acariciadas y besadas,
aparecieron ante mí, ahora sin prisas. Te cogí suavemente por la
cintura y te acerque hasta la cama, la misma cama en la que dormías
todas las noches, y te hice tumbarte. Te bese despacio, había esperado
mucho ese momento, y lo disfruté con calma, bajando después, sin
dejar de besarte, por tu cuello, hasta su base. Levante la cabeza para
preguntar,
- Sé que esto va a sonar extraño, pero, ¿Cómo te llamas?
Al responder, tu voz sonó mimosa, casi soñolienta.
- Lydia. Y tú?
- Miguel. Te adoro, Lydia.
Continué bajando, encontrando uno de los pezones, rosado,
ligeramente duro, irresistible, lo besé, lo lamí, rodeándolo con mi
lengua, sintiendo su forma, mientras te escuchaba respirar un poco
entrecortádamente. Seguí bajando, dejando un pequeño rastro de
saliva, hasta encontrar tu ombligo, pequeño y delicioso, como si fuera
un pequeño guardián del tesoro que me esperaba un poco más abajo.
Levanté la cabeza para contemplarte. Tenías los ojos cerrados, la piel
ligeramente cubierta de sudor, la boca algo entreabierta... estabas
irresistible. En aquel momento el mundo podía haberse hundido tras
de mí, porque yo no me habría enterado.
Continué bajando. Un mechón castaño, muy suave, que recorrí hasta
humedecer, guardaba tu chochito. Hundí mi cabeza entre tus piernas,
mezclando mi saliva con tus jugos vaginales, sintiendo los labios,
buscando tu clítoris con la lengua, emborrachándome con el olor y el
sabor, sintiendo como acariciabas mis hombros y mi pelo. - Todavía
tengo el sabor de tu semen en mis labios. Vamos, no puedo esperar
más, quiero tenerla dentro. Métemela.
Terminaste de desnudarme, y tomaste mi polla con la mano,
sintiéndola, acariciándola. Penetrar dentro de tí era lo que más
deseaba. Subí, dejando que tu mano me guiara, y te besé al mismo
tiempo que entraba dentro de ti. No sabía quien eras, no me
importaba, sólo sentía que me fundía dentro de ti, sintiendo mi polla
cada vez más dura, y a ti debajo, jadeando, mirándome, besándome.
Te abrazaste a mí,obligándome a que girásemos unidos, hasta quedar
debajo de ti. Colocando tus manos sobre mis hombros, te erguiste,
mostrándome tus tetas, que oscilaban mientras subías y bajabas sobre
mí polla. Sentí como los músculos de tu vagina me sujetaban,
exprimían, sentía que no iba a durar mucho, mientras el ritmo de tu
respiración aumentaba, poco a poco, hasta que sentí que te corrías
sentada sobre mí, te vi sobre mí, con los ojos cerrados, esos ojos
verdes que había perseguido, sudando, acariciándote tus pechos con
las dos manos, deshaciéndote sobre mí, al mismo tiempo que yo
explotaba, sin poderlo resistir más, sintiendo como chorros de semen
chocaban contra las paredes de tu vagina.
No sé cuanto tiempo estuvimos así, juntos, fundidos en sudor, el uno
sobre el otro, sin separarnos, contemplándote dormida sobre mí,
acariciando lentamente tu pelo húmedo, hasta que acepté que tenía
que marcharme. La última imagen que tengo de ti es dormida,
desnuda, en tu cama. No sé si volveremos a vernos, porque a los pocos
días tuve que marcharme y ahora vivimos en ciudades diferentes, pero
espero que algún día nos volvamos a encontrar.
Despedida de solteros
Hace un par de años mi amiga Rosa, gran amiga mía desde la niñez, se
trasladó a vivir a Barcelona por motivos de trabajo y allí conoció a un
chico estupendo con el que decidió casarse después de unos meses de
salir juntos. Debido a que todos sus amigos y amigas vivíamos lejos de
Barcelona, nos propuso hacer la despedida de soltera y soltero justo
un día antes de la boda para que casi todos pudiéramos acudir; total,
uno solo puede celebrar su despedida de soltero una vez en la vida.
Carlos que es mi novio y sus amigos no conocían mucho al novio, pero
se unieron a la fiesta de despedida de soltero de los hombres y yo
naturalmente a la de las chicas. La boda al día siguiente era por la
tarde, por lo que disponíamos de toda noche y la mañana posterior
para dormir.
Mi novio Carlos y yo llegamos pronto a Barcelona, fuimos
directamente a la casa nueva de Rosa y conocimos a su futuro marido
Sergio, que además de alto y guapo, era encantador. Rosa estaba
guapísima, con su pelo negro, largo y rizado, sus ojos castaños y una
cara tan dulce . Toda la mañana, hasta la hora de comer, la dedicamos
a ayudar a la novia a formalizar algunas cosas que quedaban
pendientes de la boda. A la hora de la comida se unió a la ayuda
nuestro amigo Tomás que llegó a esa hora. Y a eso de las 4 de la tarde,
mientras Carlos y Tomás se quedaban ayudando a Rosa a subir un
montón de cosas a su casa nueva, Sergio fue a preparar el banquete
del día siguiente y yo me fui a un salón de belleza y me hice un corte y
un peinado moderno con el pelo muy rubio cortito y con escalones,
también me hice la manicura, tomé unos rayos UVA, un tratamiento de
piel, depilado total de piernas, dejando el vello de mi pubis muy
recortadito, tal y como le gusta a mi hombre.
A las nueve llegue al hotel donde ya me estaba esperando Carlos.
Aquella noche se presentaba muy calurosa y húmeda por lo que
debíamos ponernos ropa ligera. Yo me quise poner sexy y me decidí
por un vestidito amarillo de gasa, muy vaporoso, con tirantes, gran
escote y muy cortito de muslo; a mi novio le encantaba y le ponía
como una moto.
- ¡ Como te queda ese vestido ! - me decía
- Ya sé que te gusta amor mío, luego te dejo que me lo quites. - le
respondí.
- No sé si voy a poder aguantar... - contestó excitado. - ¡Estas
buenísima!
A mí me encanta y me pone a tono que me diga esas cosas y él lo
sabe, pero es que además aquel vestido era realmente muy sexy y me
quedaba muy bien, las cosas como son.
Nos despedimos con unos ardientes besos y nos dirigimos cada uno a
nuestra fiesta, él con los chicos y yo con las chicas.
Al verme llegar mis amigas me saludaron.
- ¡ Joder chica, nos vas a quitar los pretendientes ! - comentó Carmen,
que por entonces estaba soltera y buscando novio.
- ¡ Que guapa y que sexy estás ! - dijo otra
- ¡ Vaya piernas ! - me piropeó mi amiga Rosa.
Cuantas más cosas oía, más me gustaba, más me recreaba y me
paseaba entre ellas y mi vestidito levantaba el vuelo vaporoso y dejaba
ver por entero mis muslos. El camarero que nos serviría la cena, no me
quitó ojo en toda la noche.
Toda la cena fue de cachondeo, risas, mucho vino y sobre todo
criticando a los hombres, yo no se que pasa pero siempre que nos
reunimos las mujeres acabamos hablando de los mismo, de hombres,
supongo que ellos hagan lo mismo hablando de mujeres. Luego , tras
el cava y los cafés, se hizo un reparto de cosas típicas de despedida,
regalos de sex-shop, como : condones de colores y de sabores, pollas
andantes, conjunto de lencería supersexy , un pequeño consolador
para la futura novia, etc...
Después nos fuimos a una discoteca donde casi todas seguimos
bebiendo bastante y estuvimos hasta las tres y pico de la madrugada
riendo, vacilando y bailando. Recuerdo que otras dos amigas y yo
estuvimos bailando encima de los altavoces de la discoteca con bailes
más que sensuales y poniendo cachondo al personal. Un camarero nos
tuvo que ayudar incluso a quitarnos de encima unos tipos que no
hacían mas que intentar meternos mano.
En aquella discoteca había un chico mulato que me gustaba mucho, le
hice unos gestos insinuantes, se acercó a mi y después estuve bailando
un buen rato frente a él acariciándome a través del vestido y a él
evidentemente le encantaba. Aquel chico tenía unos ojos negros muy
penetrantes y un cuerpo divino. Pasado un rato se arrimó mucho a mi
por detrás, llegando a notar como su paquete hermoso se endurecía
pegado a mi culo. Me pasaba una mano por la cintura que yo notaba a
través de la ligera tela de mi vestido y con la otra rozaba uno de mis
pechos y yo al mismo tiempo, acariciaba por detrás de mí su precioso
culo. La verdad es que le puse muy cachondo y él a mi, pero la cosa
quedó ahí, en unos simples magreos y unos roces ardientes y
sensuales. Él insistía en llevarme a su apartamento, pero aunque me
apetecía bastante retozar con aquel moreno, le dije :
- Hoy no, no puedo, ¿quizás otro día?...
No es que le convenciera demasiado, pero a pesar de todo, se
comportó educadamente y aceptó mi negativa. El chico tenía un
polvo...
A eso de las cuatro decidimos irnos cada una a su casa o a su hotel, ya
que al día siguiente teníamos una boda y debíamos descansar, sobre
todo Rosa que era la que se iba a casar. Nos despedimos, cogimos
varios taxis y nos fuimos a descansar.
Yo llegué a mi hotel, pedí la tarjeta en recepción y me fui a mi
habitación. Antes de abrir la puerta se oían ruidos y risas tras ella. Mi
sorpresa fue cuando nada más entrar encontré una escena curiosa:
Carlos, mi novio, totalmente borracho, tumbado en la cama en
calzoncillos roncando como loco, junto a él estaba Tomás, su amigo
inseparable, también en calzoncillos e igualmente borracho, Cesar que
es otro amigo de la pandilla, tirado en el suelo bebiendo a morro de
una botella de ron y junto a éste Lolo y Chema que eran amigos del
novio y Sergio que era el futuro novio, sentados en el suelo sobre la
moqueta azul contándose chistes verdes. Todos ellos tan solo con los
calzoncillos.
Me observaron cuando entré, menos Carlos y Tomás que estaban
profundamente dormidos y roncando el uno junto al otro. Se hizo un
silencio...
- ¿Que ha pasado? - pregunté sorprendida.
- Estos, que no saben beber - dijo Sergio.
Según me explicaron, el caso era que habían estado en una discoteca y
algunos no habían aguantado muy bien la mezcla de copas, como era
el caso de mi novio y Tomás, entonces habían decidido traerles a la
habitación del hotel , quitarles la ropa, tumbarles en la cama y esperar
a que se les pasara la mona.
- Y ¿que hacéis todos en calzoncillos? - pregunté de nuevo
La pregunta se contestaba sola, ya que hacía mucho calor ese día,
sobre todo en aquella habitación, ya que recuerdo que aquella noche
fue muy caliente en todos los aspectos. Lolo se disculpó diciendo que
hacía mucho calor y que se habían sofocado acostando a los chicos en
la cama y hasta que se les pasara la borrachera, no era cuestión de
dejarlos solos, por lo que continuaron su particular fiesta en nuestra
habitación del hotel y lo más frescos posible.
- ¡ Vale !. Esperaremos un rato hasta que se les pase un poco ¿no? -
comenté.
Me invitaron a sentarme en el suelo con ellos y accedí, me quité los
zapatos y me acomodé encima de una almohada en el suelo, me
sirvieron una copa y seguimos contando chistes , charlando, bebiendo
y fumando durante un buen rato.
Después de algún chiste con cierto picante, Sergio, el futuro novio, me
invitó a que me quitara el vestidito, para quedarme en ropa interior
como ellos.
- ¿Por que no te quitas ese vestido?, estarás más cómoda,...hace tanto
calor. -comentó.
Yo en principio me negué, no era cuestión de despelotarse delante de
seis tíos, aunque dos estuvieran k.o. en la cama.
- ¡ Vamos mujer, no te hagas la estrecha ! - insistió Sergio.
Parecía muy interesado en verme sin el vestido. Pero yo seguí
negándome. Lo cierto es que el calor invitaba a desnudarse.
- ¡ Venga bonita !, no nos asustaremos. - saltó Cesar para animarme.
César es un amigo que conozco desde niña y naturalmente él no se iba
a asustar de verme sin ropa ya que me ha visto desnuda varias veces e
incluso hemos hecho el amor cuando éramos más jóvenes, somos de
la misma panda desde que teníamos 18 años, pero al fin y al cabo Lolo,
Chema y Sergio eran desconocidos para mi.
La verdad es que yo estaba muy caliente y en el fondo deseaba
desnudarme delante de ellos, ya que me apetecía ponerles cachondos,
además que mi magreo con el chico de la discoteca me había dejado
muy excitada, pero aun así seguí en mis trece.
Fue después de unos cuantos chistes y unas cuantas copas, cuando
Sergio insistió tanto que al final accedí a quitarme el vestido, total,
tampoco tenía tanta importancia el hecho de quedarme en ropa
interior.
- De acuerdo, me quito el vestido. Pero sólo el vestido. - les aclaré.
Me puse en pie, y César me ayudó a bajarme la cremallera de la
espalda que se resistía un poco y mi vestido cayó al suelo lentamente.
Todos se quedaron contemplando mi figura en ropa interior,
mirándome de arriba a abajo fijamente, aproveché para hacer lentos
mis movimientos y haciendo posturas muy sexys para que disfrutaran
de las vistas. Para ser sincera me gusta lucirme y que los chicos
disfruten viéndome. Además sentía una sensación rara sabiendo que
mi novio estaba dormido en la cama y yo le estaba haciendo una
pequeña trampa con otros chicos, prácticamente a sus pies.
Mi sujetador, sin tirantes, de seda de color blanco con encajes cubría
casi justos mis pezones, que para entonces ya se notaban erectos a
través de la tela, al igual que mis braguitas de seda brillantes, que
tapaban lo mínimo por delante en forma de uve y con una tirilla por
detrás que se me metía por el canalillo del culo.
- ¡ Date la vuelta ! - me gritó Sergio que se iba excitando más y más
mientras bajo su slip se empezaba a notar un paquete mucho más
abultado, al igual que a los otros chicos.
Yo le obedecí y me giré lentamente. Mis muslos morenos les
encantaban a todos y así me lo hicieron saber con algún que otro
piropo, mi cintura y mis senos duros también les gustaron. Al final me
senté de nuevo apoyándome sobre una de mis caderas. Todos los
chicos apuntaban sus ojos hacia mi, incluido César que aunque me
conocía bien, le gustaba bastante mi cuerpo. Aquello de que cuatro
chicos cachondos me desnudaran con sus miradas me hacía sentir un
placer enorme.
El más lanzado era Sergio que no hacía más que comentarme:
- ¡ Que buena estas tía ! , ¡ tienes un cuerpo divino !, ¡ quien te pillara !,
¡ te follaría ahora mismo ! .
El tío no se cortaba un pelo, delante de todos y delante de mi novio
aunque éste estaba dormido sobre la cama. Yo le hacía entender que
él se iba a casar al día siguiente y que lo iba a hacer con mi amiga, que
se cortara un poco, que incluso estaba mi novio allí, pero él como si
nada. Lo cierto es que aquellas frases me ponían a tope y supongo que
al resto de los chicos también.
- ¡ que boca, que piernas, que tetas, que todo.... ! - comentó otra vez,
sin dejar de mirarme con descaro.
La cosa se animó cuando todos se unieron a las frases de admiración.
Lolo, César, Chema y Sergio no pararon de piropearme. Como me
gusta que me digan cosas bonitas y es que me pongo a cien.
- Perdónanos - dijo Chema en un arranque de disculpa- pero es que
justo nos hemos tenido que venir cuando íbamos a ir todos a un
streap-tease, y sobre todo este (refiriéndose a Sergio) anda muy salido,
ya sabes... se casa mañana y...
Sonreí. Sergio clavó sus ojos en los míos y me preguntó con descaro: -
¿podrías hacernos tú un strep-tease privado?
Le miré sorprendida.
- ¿ que dices ? - pregunté con un leve enfado.
- Si quieres nos desnudamos nosotros primero. - saltó Sergio.
- Oye no, mejor no. - conteste algo seca, aunque mi otro yo deseaba
verles desnudos.
- Nosotros tenemos calor y nos despelotamos, ¿verdad chicos? - volvió
a decir Sergio.
Después de estas palabras, en un visto y no visto, procedieron a
quitarse la única prenda que llevaban cada uno de ellos, sus
calzoncillos. Se pusieron en pie y lentamente se bajaron sus
calzoncillos al unísono, dejándome ver todos sus cuerpos desnudos y
sus pollas tiesas como robles. Parecía que se habían puesto de
acuerdo. Lo hicieron a la vez como si lo tuvieran ensayado.
La situación me parecía increíble, como si de un sueño se tratase.
Como me gustaba contemplar sus cuerpos desnudos y con aquellas
pollas a tope apuntando al techo. A Cesar ya le he visto otras veces
desnudo y esta bastante bien, ya que a pesar de no ser muy alto y
fornido, tiene un paquete hermoso. Lolo es normalito, aunque más de
una le quisiera y es aparentemente muy tímido, ya que no se le oyó
decir casi nada. Chema tiene un polvo, ya que está bastante cachas,
con unos brazos fuertes, espalda grande y fornida, unos ojos verdes
muy claros y unos labios gruesos muy bonitos. Y Sergio es muy guapo,
con una barba muy recortada, ojos canela, bastante alto y con una
buena polla, sin duda la más grande de todas.
Yo estaba alucinada viendo a esos cuatro hombres desnudos y
deseosos de sexo mientras mi novio estaba totalmente ebrio
durmiendo en la cama. Hay que reconocer que esta situación era el
doble de excitante, sobretodo porque yo estaba muy caliente, el
alcohol ayudaba a deshinibirse y el calor era sofocante.
- ¡ Venga preciosa ! - dijo Chema - ahora te toca a ti.
Los demás chicos le ayudaron a jalearme y animarme a desnudarme.
Tuve que resistirme lo justo, ya que aquellos chicos, el alcohol y el
calentamiento me animaron, entonces decidí complacer a aquellos
cuatro lobos en celo y hacerles un streap-tease completo:
- Me habéis pillado borracha que si no.... dije a modo de disculpa.
- ¡ Bien ! - gritó Chema bastante excitado.
- No me creo que vaya a hacer esto - insistí en las disculpas, cuando
era todo mi cuerpo el que me empujaba a desnudarme y lucirme
delante de esos cuatro hombres desnudos.
Me levanté, me situé en el centro de aquel corro de chicos sedientos
de sexo y fui girando sobre mi misma lentamente mientras me
contoneaba sensualmente. Ni yo misma me creía lo que estaba
haciendo. Me fui desabrochando los corchetes del sostén, haciéndoles
sufrir un rato sin desvestirme del todo. Sus ojos se clavaban en mi
cuerpo y deseaban ardientemente verme desnuda. Poco a poco retiré
el sujetador de mis pechos, dejando asomar mis pezones, siguiendo
con mis giros, para luego, poco a poco mostrar por entero mis tetas.
Ellos aplaudían. me silbaban y me piropeaban. A todo esto, los de la
cama ni se enteraban. Aquella situación me hacía sentirme muy
cachonda sabiendo que mi novio podía despertarse y pillarnos.
Después y siguiendo con mi baile giratorio, me humedecí los labios y
me sobé las tetas sin dejar de contonearme. Alguno de ellos se
agarraba su polla con la mano intentando contenerla como si fuera un
caballo desbocado ante aquella lujuriosa danza. Metí la punta de los
dedos por dentro de la braguita rozando ligeramente mi vello púbico.
Eso les gustaba, incluso alguno se masturbaba mientras me
contemplaba. Luego, de espaldas, metí mi mano también por la
braguita acariciando mi culo. Con la punta de mis pulgares, entre mis
caderas y los elásticos de las braguitas lentamente las bajé, dejándolas
un rato a la altura de mis ingles, dejándoles contemplar mi culo
redondo, girándome después y dejando entrever los pelitos recortados
de mi sexo, luego procedí a bajarlas por completo, haciendo una
parada en mis muslos, otra en mis rodillas, otra en mis tobillos y me las
saqué por completo, quedándome en pelotas rodeada de esas cuatro
pollas que me apuntaban como cuatro cañones dispuestos a disparar.
Mi cuerpo moreno y excitado, se contoneaba como si fuera el baile de
los siete velos, pero sin velos. Seguí por un rato con mi erótico baile, y
ellos continuaban observándome por todo lo largo de mi cachondo
cuerpo. Me sentía húmeda cada vez más. Ellos seguían gritándome
todo tipo de cosas, desde “guapa” hasta el “vaya polvo que tienes” y
otras cosas. Yo, sin dejar de girar sobre mi misma, recorría con mis
manos la silueta de mi cuerpo, apretaba mis manos contra mis caderas,
me giraba y me sobaba el culo, volvía a girar y me acariciaba la parte
interior de mis muslos, mi culo, mis tetas, mi pelo, me acariciaba el
coño, sacaba mi lengua y la pasaba por mis labios, les guiñaba un ojo...
parecía toda una profesional. Ellos naturalmente babeaban...
Sergio, el más excitado de todos, no se pudo resistir, se levantó de
pronto.
- ¡ Te voy a devorar ! - me gritó.
Y se lanzó sobre mí, metiéndose una de mis tetas en su boca,
agarrándome fuertemente el culo con sus manos. Tan fuerte fue su
embestida que caímos al suelo los dos, yo de espaldas y él sobre mí. La
verdad es que fue un golpe fuerte y me hizo daño. Como pude le di un
empujón, quitándomele de encima y él se quedó un poco sorprendido.
- ¿ Que haces ? , ¡ Estas loco ! - le grité
Pero aquel chico, estaba superexcitado, no estaba en sus casillas y
quería comerme entera sin miramientos y sin importarle lo que yo le
hiciera o le dijera. De nuevo volvió a las andadas, se tiró sobre mí, me
quedé tumbada en el suelo sin casi poderme mover y él volvió a
colocar sus labios y su lengua en mis tetas, inmovilizándome con sus
brazos; yo al principio intentaba separarle de mí empujándole sobre
sus hombros, pero al mismo tiempo sentía en mi interior un gusto
enorme. Al lamerme los pezones y acariciar mis pechos me hizo sentir
un gusto enorme y deje poco a poco de resistirme, empujándole cada
vez con menos fuerza. Mi punto débil son las tetas...
- ¡ Para ya, por favor ! - le repetía intentando guardar una invisible
distancia.
Estaba como un toro, se retorcía sobre mí y apoyando su cuerpo sobre
el mío, me sostenía los brazos con su cuerpo y mientras me besaba el
cuello, me lamía las orejas, me metía la lengua entre mis labios...
Yo apenas podía hablar y menos levantar la cabeza y ver como
reaccionaban los demás, que sin tardar mucho me rodearon y
empezaron a sobarme como si de un rito satánico se tratase. Notaba
sus manos por mis pies, por mis piernas, tocándome el coño, los
muslos, otros me besaban, me chupaban. ¡ que sensación !. Yo estaba
prácticamente inmóvil.
- ¡ Dejarme, no me hagáis esto ! - volvía a suplicarles, pero al mismo
tiempo estaba totalmente entregada a aquel maravilloso acto.
Es una sensación en la que sientes un miedo terrible y eso se suma a
un gran gusto interior que te hace captar mayores vibraciones...
Mis gemidos se hacían más y más fuertes, acompañados de algún grito
y alguna lágrima, no sé si de gusto, de dolor, de miedo ó de nervios.
Cuanto más oía mis gemidos y mis gritos notaba más y más placer.
Cuatro hombres estaban chupándome, besándome y tocándome por
todo el cuerpo. Yo me iba relajando cada vez más, cerraba los ojos y
me concentraba intentando darle a mi cuerpo todo el placer que
recibía de ellos. Notaba como se humedecían mis muslos,
seguramente por los flujos de aquellos ardientes penes, por mis
propios fluidos o por sus húmedas lenguas. Sergio recostado a mi
lado, me sostenía la cabeza con sus manos y me besaba mientras
nuestras lenguas se cruzaban, primero dentro de mi boca y luego
dentro de la suya.
Ligeramente podía ver como Cesar, de rodillas a mis pies, acariciaba la
planta y los dedos, chupeteaba mis tobillos y mis pantorrillas, Chema
me acariciaba la cintura y el ombligo con una mano y con la otra me
acariciaba el vello de mi coño, mientras recorría con su lengua el
interior de mis muslos y Lolo me chupaba los pezones mientras
sostenía las tetas entre sus manos...
Aquello era increíble. Siempre había soñado con algo parecido, que
varios chicos ardientes me sobaran, me metieran mano por todos
lados y me chuparan me besaran e hicieran con mi cuerpo lo que
quisieran.
Me giraban poniéndome boca a abajo en el suelo, me chupaban los
glúteos, la espalda, la parte de atrás de mis muslos, la nuca, las piernas,
me volvían a girar otra vez boca arriba y yo me dejaba hacer como si
fuera una muñeca.
- ¡ Dios mío, que gusto ! - me salió un grito de repente.
Sergio levantó su cabeza y me sonrió. Se puso en pie. Me daba miedo.
Yo seguía tumbada boca arriba. Los demás continuaban en sus
chupeteos, tocamientos y besos por todo mi cuerpo. Sergio se sentó
sobre mis hombros aplastándome contra el suelo y colocando su polla
sobre mi barbilla. Comenzó a pasar su glande por la comisura de mis
labios. Yo notaba el dulce sabor de sus jugos pre-seminales. Saqué mi
lengua instintivamente y empecé a lamer aquella verga. El cerró los
ojos y lanzó un gemido. A pesar de estar aplastándome, el gusto que
me daban entre todos era muy superior al dolor que pudiera sentir por
el peso de Sergio sobre mi. Yo seguía metiendo y sacando de mi boca
su extraordinario miembro erecto.
Sentí de pronto como uno de ellos me separaba las piernas, no podía
ver quien era, puso su boca en mi pubis, comenzándome a besar
alrededor de mi recortadito vello, por mis ingles y pasando su lengua
por mis labios vaginales. ¡Que gusto!
Reconocí que era Chema cuando dijo:
- ¡ Que rica estás !
Un placer inmenso recorrió mi cuerpo, era tal el gusto que sentía que
parecía que me iba a desmayar. El chupeteador de Chema metió su
lengua en mi coño y lamía mi clítoris. Movía con estilo su lengua
dentro de mis labios y todo mi chochito se estremecía de gusto.
Chupaba, besaba, mordía y acariciaba mi coño. Le agarré de las orejas
para notarle más dentro de mí y enseguida tuve un orgasmo increíble ,
lanzando una especie de lamento. Él a continuación bajó a mi ano
chupando a su alrededor, mientras yo seguía corriéndome en un largo
orgasmo, sin dejar de degustar toda la polla de Sergio como si fuera
un rico caramelo.
Alguien recorría la parte interior de uno de mis muslos con su lengua,
pudiendo notar su ardiente aliento. Otro hacía lo mismo con la otra
pierna, dándome ligeros mordiscos y el último me sobaba las tetas y
con su capullo recorría mis curvas, por las caderas, el vientre, las
axilas...
Estaba siendo comida entera por cuatro lobos y estaba totalmente
entregada a aquel juego tan ardiente que no quería que acabara
nunca.
Con mis dientes dibujaba círculos en el duro falo de Sergio, haciéndole
sentir mayor placer. Él me acariciaba la cara, el cuello y el pelo. De
pronto Chema dijo:
- ¡ Que buenísima estas, te voy a follar !
Sergio sacó de repente la polla de mi boca que para entonces parecía
le iba a estallar y se levantó empujando a su amigo y a la vez
separando a todos los demás de mi cuerpo, yo no entendía lo que
pasaba.
- Yo debo ser el primero. - dijo como confirmando un turno prefijado.
Me asustaba todo aquello, pero al mismo tiempo quería que
continuase.
Tras separarse todos, Sergio se colocó enfrente de mi, mientras yo
continuaba tumbada en el suelo. Por un momento levanté la vista
hacia la cama, pero pude observar como mi chico continuaba
prácticamente inconsciente, yo le miraba como suplicándole: “me van
a follar estos locos y tú ahí sin enterarte de nada...”
- Preciosa... - me dijo Sergio, haciendo una pausa.
Se arrodilló a mis pies. Me separó aún más las piernas, me agarró por
las caderas y acercó mi coño hasta pegarlo a su sexo. Me cogió por los
tobillos y los colocó en cada uno de sus hombros. Nuestros cuerpos
parecían pegarse por el sudor. Él de rodillas, yo tumbada con mis
piernas a lo largo de su cuerpo y nuestros genitales en pleno contacto.
Colocó la punta de su polla en mi húmeda conchita y comenzó a
acariciar con el glande mis labios vaginales. Yo me moría de gusto, sin
poder reprimir algún gemido, pero aún tuve fuerzas para resistirme
diciendo:
- ¡ Por favor, no me la metas...!
Me sonrió de nuevo, sin hacer el menor caso de mis palabras, siguió
con su polla arriba y abajo de mi caliente rajita. Cerré los ojos...
- ¡ Que coño más lindo tienes ! - comentó mientras su polla crecía en
la entrada de mi sexo mojadito.
- ¡ No me la metas ! - insistí por si no me hubiera oído. Pero todo mi
cuerpo deseaba ser penetrada y penetrada hasta la extenuación.
- ¿ Sabes ? - me contó - Tu novio Carlos, el que ahora está ahí
totalmente grogui, ha estado follándose a mi futura mujer toda la
tarde.
Abrí los ojos. Su cara sonriente resplandecía.
- ¿ Que ? - contesté confusa y sorprendida.
- Lo que oyes,... - continuó Sergio, colocando su falo en la entrada de
mi cueva -...mientras tú estabas en la peluquería, él y Tomás han
estado follándose y comiéndose a Rosa de todas las formas posibles,
incluso metiéndosela los dos a la vez, uno por delante y otro por
detrás... ¿ que te parece?
- ¿Como lo sabes? - pregunté algo incrédula.
- Les he estado vigilando toda la tarde y lo he visto con mis propios
ojos.- me contestó.
Era increíble, me quedé un instante sorprendida, no sabía si era verdad
ó mentira, sentí algo de rabia y celos. El cachondeo que tenía era tan
grande que aquellas palabras provocaron que yo me vengara. De
pronto le agarré por el culo y le apreté contra mí, notando como toda
su polla entraba dentro de mí. Necesitaba ser penetrada y no podía
aguantar más. Poco a poco toda su verga se metió en mi coño.
Que sensación. El gusto era increíble, ya que todos me habían excitado
muchísimo, pero tras oir las palabras de Sergio el gusto era aun mayor
y sentía su polla contra las paredes de mi chochito, arrancándome
frases de gusto que no podía ni controlar:
- ¡ Que bien me follas, cabrón ! - le decía. - ¡ Así, así, así, hasta dentro !,
¡ Quiero notarla entera dentro de mi !, ¡ fóllame, fóllame !...
Estaba totalmente ida en aquel maravilloso polvo. Él empezó a
moverse dentro de mi coño con gran maestría, con un rítmico adentro
y afuera, haciendo una paradita casi al final y colando toda su polla de
golpe hasta el fondo en un intento por darme un trozo extra. La
verdad es que follaba muy bien.
Los demás se limitaban a observar a distancia y a pajearse mientras
observaban como Sergio y yo nos uníamos en un coito increíble.
El gusto me fue llegando más fuerte, incluso una vez, aún tuve tiempo
de asomarme a ver la cama donde estaban Carlos y Tomás, que
seguían igual, profundamente dormidos.
De pronto, en una de las fuertes embestidas, sentí como mi piel y mi
cabello se erizaban, como mi cuerpo sudoroso se convulsionaba, como
mi coñito se humedecía aún más, como de mi boca salían gritos y
gemidos de extremo placer y como un intenso orgasmo recorría mi
interior, mientras mordía mis labios y arañaba el culo y la espalda de
aquel hombre. Cerré los ojos e hice sentirme en aquel orgasmo por
más tiempo apretando mi coño contra sus huevos. Por mi cabeza
pasaban las imágenes de todos los chicos sobándome y besándome y
mi novio tirándose a Rosa.
Me corrí como pocas veces.
Sergio continuaba en el rítmico vaivén, haciendo su parada, y
metiéndola después hasta el fondo, mirándome y sin borrar la sonrisa
de su rostro. El ritmo se fue acelerando hasta que de pronto noté
como él cerraba los ojos y en una de sus fuertes metidas, su polla se
tensó y se corrió dentro de mi , notando su semen caliente y potente.
Por un momento se quedó inmóvil. Me abrió las piernas, las dejó caer
al suelo y se tiró sobre mí, besándome y juntando nuestras lenguas en
su boca.
Todos seguían observándonos y masturbándose gracias a aquel polvo.
Unos segundos después Sergio se separó de mi y se quedó
observándome, siempre con su bonita sonrisa y mirando mi cuerpo
tendido en el suelo.
- ¡ Estas que triscas ! - me dijo.
Siguió observándome y sonriendo. Yo me quedé pensativa mirándole y
algo me pasó por la cabeza:
- ¡ Ahora lo entiendo ! - salté de pronto - habéis organizado todo esto
con toda la intención, para vengaros de Carlos, joderle bien y de paso
joderme a mi.
Todos sonrieron y de alguna manera lo asintieron.
- Bueno, si tu le quieres llamar venganza - contestó Sergio - Carlos le
ha hecho una buena despedida de soltera a mi novia y tu me la estás
dando a mí. ¿no?
Me reí.
- ¡ Visto así ! - dije - . Yo lo he pasado muy bien. Espero que te haya
gustado a ti...
- ¿A mi? - preguntó - ¡ he disfrutado como nunca !, pero... pasa una
cosa.
- ¿Que ocurre?
- Pues... la fiesta no ha acabado. Tendrás que follar con todos. No se
van a quedar con esa empalmada...
Me quedé mirándole, y sus palabras me gustaron, seguí sus órdenes,
me sonrió y a partir de ahí continuó la fiesta-orgía de despedida de
soltero.
Me dejé hacer de todo como si fuera la mayor puta. Me pusieron a
cuatro patas. César colocó su polla junto a mi boca y sin tardar me la
metí hasta el fondo de mi garganta. Echó su cabeza hacia atrás y gozó
como loco. Chema se colocó tras de mi, deseoso de follarme, puso la
punta de su falo en mi chochito, al principio le costó algo colarla en mi
chochito y al fin , poco a poco me penetró. Lolo se puso bajo mi
vientre tocándome y besándome las tetas, gozando como loco y
dándome a mi mucho gusto también. Sergio me acariciaba la espalda
y el pelo, supongo que agradeciéndome el polvo que habíamos
echado minutos antes.
Las embestidas que me daba Chema por detrás eran bastante fuertes y
mi coño se adaptaba bastante bien a su polla. La postura no le gustaba
demasiado y decidió ponerse debajo mío porque según me dijo quería
verme las tetas bailar al ritmo de un buen polvo.
Sergio se fue excitando de nuevo y también quiso ser el primero en
encularme, y así como estaba, a cuatro patas, pasó su pene por mi
vagina, recogiendo mis flujos y luego poco a poco fue acercando su
polla a mi agujerito y mientras me acariciaba la espalda fue
metiéndomela por el culo, haciéndome daño al principio y luego más y
más gusto. Chema que ya se situó debajo, logró penetrarme por
delante, y casi al mismo ritmo empezaron a follarme uno por delante y
otro por el culo con mucha fuerza. Yo sentía algo de escozor y dolor,
pero también mucho placer. Lolo, bastante excitado, metió su polla en
mi boca y yo con mucha dulzura comencé a chuparle. Era todo un
enjambre de hombres comiéndose a una insaciable mujer.
Chema, sin dejar de decirme cosas bonitas y acelerando su ritmo, no
pudo aguantar mucho tiempo y fue el primero en detener el ritmo, se
corrió dentro de mi mientras me sobaba las tetas, lo que hizo que yo
también me corriera, que en cadena hizo tener un orgasmo a Sergio
soltando su leche dentro de mi culo y que a su vez llegando la
vibración a Lolo se corrió dentro de mi boca, tragándome su leche que
entraba en mi garganta a borbotones.
Sin apenas recuperarme César que estaba a la cola y deseoso de
follarme, me cogió en volandas se sentó en una silla y me puso encima
de su verga tiesa. Mi coñito escocido recibió con gusto a aquel tronco
y empecé a subir y a bajar por toda su longitud. César prefería follarme
él solo, además los otros estaban bastante cansados por el momento.
Me agarraba por el culo y hacía subir mi coño hasta la puntita de su
glande y luego me soltaba, lo que hacía que todo mi cuerpo cayera
sobre aquella dura polla. Una y otra vez me metía su pene, notando
como chocaban sus huevos en la entrada de mi rajita. Debido a la gran
excitación y a mis grititos de gusto y de mis frases de aliento, César no
tardó en correrse dentro de mi. Se quedo un rato con los ojos cerrados
y luego me besó con ganas.
Era increíble el gusto y la excitación que yo seguía sintiendo a pesar de
haberme corrido varias veces y de haber complacido a aquellos chicos,
que a pesar del alcohol, estaban en plena forma y parecía que querían
más.
Eché un nuevo vistazo a la cama, pero mi Carlos como si nada.
Luego sin tardar me colocaron en el aparador y me follaban, me
enculaban, me metían sus pollas en la boca, me sobaban, me
chupaban, me mordían. Se apartaban unos a otros diciendo “ahora me
toca a mi” e iban pasando por mi chochito una y otra polla sin parar. ¡
Que gusto ! Es una sensación alucinante. Cuando me intentaba
recuperar, volvían a follarme una y otra vez, haciéndome sentir
orgasmo tras orgasmo, sin dejar de chupetearme y besarme por todo
el cuerpo. No había un centímetro de mi sin tocar.
Nunca hasta entonces había sido devorada de aquella forma por esos
cuatro hombres, que se quedaron completamente satisfechos y me
hicieron sentir muchísimo placer.
Todo aquello duró varias horas, hasta el punto de que empezaba a
amanecer, nos duchamos, bueno mejor dicho, entre todos me
ducharon, me follaron alguna otra vez, aunque ya casi los pobres no
podían. Ellos se vistieron, lograron llevarse a Tomás a su habitación, yo
me puse un camisón y me metí en la cama junto a Carlos, pues la
noche había sido agotadora y me dolía todo el cuerpo.
A la mañana siguiente, Carlos y yo nos confesamos mutuamente
nuestras historias que incluso ahora recordamos de vez en cuando, sin
reproches, ya que respetamos que cada uno pueda hacer lo que quiera
en cuanto al sexo se refiere. Creo que eso nos ha hecho ser más felices
y estar más unidos.
Compartiendo habitación
Mejor amiga
Susy, una gran amiga mía, nos había invitado a mi marido y a mi a una
fiesta para celebrar la inauguración de su nueva casa junto a la playa.
Ella siempre ha sido una vivaracha y siempre le ha gustado preparar
fiestas y todo lo que sea diversión y placer, esta vez , como siempre,
era seguro que iba a ser una fiesta divertida, con gente joven y muy
alegre. Ella es lesbiana pero eso no quita para que seamos dos buenas
amigas.
A mi siempre me ha gustado competir con Susy, su belleza es fuera de
lo común y sé cuanto le gusta a Carlos (mi marido), sé que la observa
con los ojos embelesados y la desnuda con la mirada. Ella y yo somos
muy diferentes, yo soy rubia de pelo corto sobre los hombros y ella
tiene el pelo castaño algo más largo que yo, yo tengo los ojos verdes y
ella los tiene color avellana, muy bonitos y muy grandes, sus labios son
más gruesos que los míos, en cuanto a pecho las dos tenemos
bastante y siempre he admirado sus tetas grandes y firmes. Yo siempre
he presumido de piernas largas, pero ella, al ser más alta que yo, las
tiene más largas aún y aunque me pese, he de reconocer que más
bonitas. Ella está soltera y yo casada pero eso no quita para que
cuando salimos por la noche juntas intentemos competir a ver quién es
la que más provoca al personal, casi siempre me gana, ya que ella
aparte de bonita y sexy es mucho más lanzada y atrevida que yo.
Yo esa noche quería impresionar, sin duda que Susy iba a estar
guapísima y sexy, pero yo, como siempre quería ganarla (algo difícil).
Me estuve probando toda la tarde varios modelitos: vestidos largos,
cortos, faldas atrevidas, pantalones ceñidos, generosos escotes, pero al
final opté por un nuevo vestido que a Carlos le encantaba y supongo
que al resto de los invitados también. Era un vestido corto de gasa, sin
tirantes que se sostenía con refuerzos en el pecho con un gran escote
en forma de pico redondeado, color negro y con mucho vuelo, unas
medias con ligero y un conjunto de braguitas y sujetador de encaje
muy reducido y de color negro también. No sabía si la ropa interior se
iba a ver, pero por si acaso yo iba preparada.
Llegamos a la fiesta sobre las diez de la noche y nosotros aportamos
los postres y un par de botellas de vino. Susy salió a recibirnos y como
imaginaba, estaba más que seductora. Llevaba un vestido corto como
el mío, con tirantes, de una tela rojiza y brillante, con un escote en pico
y una abertura en un lateral que le llegaba por encima de las caderas
mostrando su morena piel y una de dos: o no llevaba braguitas o
llevaba un tanga muy subido para que no se le notara. Mi marido solo
dijo un "uffffff" al darle dos besos, suficiente para mí , lo que indicaba
que había perdido ante aquella belleza, me di por vencida en el primer
combate. Carlos siempre me comentaba: "es una pena que a Susy no
le gusten los tíos porque es un auténtico bombón..."
A pesar de todo esto no creais que ella y yo somos rivales en nuestra
amistad, todo lo contrario, somos grandes amigas que se cuentan todo
sin ningún secreto, yo sé cuanto le gustan a ella las chicas y a veces he
servido de celestina para conseguirle alguna nueva amiga, yo prefiero
los chicos y ella también me ha ayudado a mi a ligar con alguno, asi
que somos amigas y compañeras de fatigas aunque juguemos a
distintos deportes.
El caso es que Susy estaba impresionante, debo admitirlo, muy sexy,
simpática, guapa y muy agradable en todos los sentidos.
Al cabo de un rato fueron llegando todos los invitados, uno por uno,
pero ninguna de las mujeres superaba a Susy, siempre me ha gustado
parecerme a ella, comportarme como ella... siempre me ha gustado
tenerla por amiga y aparte de esa envidia sana, he sentido por ella en
alguna ocasión algo más que amistad, rozando el atractivo sexual, no
sé si por atracción física o por tenerla idolatrada como modelo de
belleza femenina.
Susy hizo todos los honores de anfitriona en la cena, siempre con su
seguridad, su belleza y su saber estar en cada momento, siendo la
envidia de unas y el deseo de otros.
Después de la cena, nos reunimos en el salón para celebrar con
champagne (cava) la celebración que nos había reunido allí . A partir
de ahí, las copas iban y venían hasta ponernos todos en un tono más
que subido, seguimos bailando, cambiando de pareja y divirtiéndonos
de lo lindo, el alcohol ayuda a deshinibirse y en una ocasión que subí a
las habitaciones de la planta superior me encontré con varias parejas
que hacían algo más que bailar encima de las camas.
Abajo continuaba la fiesta y cuando regresé me encontré a Carlos
bailando con Susy, estaba totalmente pegado a ella y la miraba
embobado mientras disfrutaba del baile y de su lindo cuerpo, no se lo
reprochaba y además era mi amiga, ni siquiera me importaba que él
intentara una y otra vez sobarle el culo, pero ella muy hábilmente sabía
zafarse de su acosador. Su vestido la favorecía aun más y aquella
abertura en uno de sus muslos que mostraba más de la cuenta la
hacían aún más atractiva y deseada.
En una ocasión ella me pidió que le acompañara al baño, allí
compartiríamos nuestros secretos y nuestras cosas, como siempre nos
gustaba hacer desde hace tiempo.
- Oye, como está tu marido ¿eh? - me dijo.
- ¿Si? ¿por qué?
- Porque le veo cachondísimo, se ha pegado a mí como una lapa y he
notado que la tenía dura como una roca, vamos, que estaba como una
moto, seguro que esta noche te hace un hijo.
- Hija mía, es que contigo no hay quien pueda, es que pones a todos a
cien.
- Vamos, no seas modesta, que tu también les pones cachondos a
todos.
- ¿YO?
- Si, antes cuando bailabas no te quitaban ojo, en ese baile medio
erótico y provocador que has hecho.
- ¿Si? Pues lo habré hecho inconscientemente. - contesté.
- Vamos, que sé cuanto te gusta calentar al personal, bonita, igual que
a mi.
- Si pero me ganas, como siempre, además con ese vestidito y esa
abertura, por cierto ¿no llevas bragas?
- Si llevo un tanga ¿quieres verlo?
Sin responder, se subió el vestido y me mostró una braguita minúscula
que tapaba lo imposible, ya que era tan reducida que apenas era un
tanga era una tirilla estrecha por delante y un hilo por detrás. Me
gustaba mirarla y admirarla y a ella le gustaba esa situación.
- A ver si te voy a poner cachonda a ti también - me dijo.
- Bueno si yo fuera un tío, seguro que ya nos habíamos liado...
- No hace falta que seas un tío para hacerlo.
Susy nunca me había propuesto nada con ella, pero veía que estaba
bastante cachonda, por lo que entendí que se me estaba insinuando,
en cambio no me importaba en absoluto, es más en ese momento
sentía una gran atracción hacia ella y parecía que se había producido
de repente.
- ¿Quieres que pongamos más cachondos a los invitados? - me
preguntó.
- ¿Más aún?
- Si, me encanta ser un poco perversa, vamos a montar un numerito
que les deje las pollas como postes ¿quieres?
- No sé, si, pero... ¿como?
- Tú sígueme el juego.... ¿vale?
No entendía muy bien de que iba todo aquello, pero a esas alturas de
la noche y con el alcohol que tenía encima ya no me importaban
muchas cosas y la vergüenza daba paso a la curiosidad, asi que me
dejé llevar...
Bajamos las escaleras de la mano, como dos buenas amigas que
éramos, nos plantamos en medio de la improvisada pista de baile y
muy abrazadas comenzamos a bailar juntas al ritmo de una canción
lenta. Todas el mundo nos observaban y aunque conocían las locuras
de Susy (incluída yo), no sabían hasta donde podían llegar...
Nuestros pechos se juntaban en aquel baile, pero no en un simple
roce, sino directamente chocando teta contra teta a modo de lucha.
Sus brazos recorrían mi espalda y las mías hacían lo propio en la suya.
Nuestras cabezas estaban pegadas pero solo se separaron cuando ella
me miró fijamente a los ojos, me sonrió y me plantó un beso en los
labios. Yo en un principio me separé, pero ella me recordó nuestro
plan.
- Sígueme el rollo, es solo un juego...
Susy seguía contoneándose y nuestras piernas se entrelazaban a cada
paso, sus manos pasaban de mi espalda a mi culo para sobarlo con
ganas y apretarlo para pegarme aún más a ella. Yo miraba de reojo a
Carlos que no sabía muy bien de que iba todo aquello, su cara era de
incredulidad pero al mismo tiempo nos miraba excitado, yo se lo
notaba.
Susy volvió a besarme, pero esta vez más entregada a mi papel en el
juego, se lo devolví. Luego ya no fue un ligero beso, fueron nuestros
labios los que empezaron a jugar en medio de las miradas de todos,
que por entonces habían incluso dejado de bailar, tan solo para mirar.
Unos reían, otros se escandalizaban y algunos estaban realmente
calientes, no había más que verlos...
Aquella situación no me incomodaba, todo lo contrario, me sentía muy
a gusto, en parte por lo medio borrachilla que ya estaba, en parte por
eso de poner calentorro al personal y en parte, aunque esta no
acababa de asimilar, porque Susy me gustaba mucho, tanto que en ese
momento la deseaba.
Ella sabía hasta donde podía llegar y hasta donde podía llevarme a mi,
sin duda manejaba la situación a su antojo y llegó a ponerme tan
caliente que no me hubiera importado nada despelotarme en medio
de aquel salón, sin embargo, despues de darnos un buen morreo,
juntando nuestras lenguas, sobando nuestras tetas y acariciando
nuestros culos, dimos por finalizada la erótica sesión cuando hubo
acabado la canción.
Después de la fiesta todavía andaba yo cachonda y al llegar a casa le
hice a mi maridito una sesión especial en la que disfrutamos
muchísimo, hicimos el amor como pocas veces...
Dos días después yo había quedado con Susy para ir juntas de
compras. Siempre lo solíamos hacer juntas, pero esa vez la cosa era
diferente, desde la noche anterior ya no miraba a Susy solo como una
amiga, sino que la miraba de otra manera, con un deseo que me hacía
estar muy confundida. Quedamos en una cafetería cercana a los
grandes almacenes. Como siempre era objetivo de las miradas de
todos los hombres y mujeres: Una blusa sin mangas color blanco
remarcaba su pecho y su piel morena, unos jeans ajustados le
proporcionaban unas piernas de modelo y un culo de bandera. Ella
hacía sus movimientos con naturalidad, sabiendo que era observada
por todo el mundo, se sentó frente a mi y tras dos besos charlamos
como dos buenas amigas.
A continuación empezamos nuestro recorrido de tiendas, las mujeres
ya se sabe, cuando nos ponemos, no paramos, una tienda aqui, un
modelito por allá, en fín que anduvimos lo suyo. Yo en la última tienda
tenía los pies destrozados y estaba sudando del calor que producen
los focos en los reducidos probadores.
- Creo que me voy a rendir Susy, tengo los pies molidos... - le dije
mientras entrábamos en la última tienda.
- Este es el último sitio, me pruebo unas braguitas y lo dejamos.
La cosa empezó por escoger unos 3 o 4 modelos de lencería de lo más
sexy para las dos, no es que los fuéramos a comprar todos, pero
aprovechamos para probarnos un poco de todo. Nos metimos en el
probador y Susy comenzó a quitarse la ropa con toda la naturalidad
del mundo, al fin y al cabo éramos dos mujeres. En pocos segundos se
quedó desnuda frente a mi. No pude evitar observarla de arriba a
abajo, como siempre fantástica, sus bien puestas tetas, su estrecha
cintura, sus adorables muslos y su coñito que por cierto estaba
completamente afeitado, lo que la hacía parecer mucho más niña y
mucho más sexy. Sentí un escalofrío y me di cuenta que me estaba
calentado con solo mirarla.
- ¿Tienes depilado todo el...?
- ¿...coño? - respondió sin dejarme acabar la frase.
- Si.
- ¿Te gusta?
- Si, yo nunca lo he hecho, me da no se qué, algunas veces me lo ha
pedido Carlos pero nunca lo he hecho, no sé...
- ¿Nunca te lo has afeitado?
- No, aparte que no sé si sabría hacerlo.
- Es muy fácil y no veas como vuelve de locos a los tíos, se lo quieren
comer nada más verlo así, es como un juguete para ellos, además está
más suave y más blandita toda esa zona, mira , tócalo.
Me tomó una mano y me invitó a acariciar su suave pubis como la piel
de un bebé. Sentí otro escalofrío y con mis dedos recorrí sus ingles y
su monte de venus. Era un acto de lo más ingenuo pero al mismo
tiempo yo me sentía muy atraída por mi amiga.
- No tienes ninguna marca de pelo, ni granitos, ni nada, ¿no se te
irrita? - pregunté.
- No, mira, acostumbro a usar una depiladora eléctrica que masajea la
zona y casi no duele nada, arranca el pelo de raíz y luego uso un aceite
especial que me deja la piel muy suave. ¿quieres que te ayude a tí a
hacerlo?
- No sé...
- Venga tonta, si casi no duele nada, es casi como afeitarlo con una
cuchilla.
Yo deseaba hacerlo, pero más que por depilarme porque ella me lo
hiciera, sentir sus manos tocándome lo más íntimo de mi ser. No lo
dudé por más tiempo y nos dirigimos a su casa, pues aprovechando
que no había nadie, ese era el mejor momento de hacerlo, además le
daría una buena sorpresa a mi marido. La idea me gustaba.
- Verás - me dijo - lo primero hay que darse un prolongado baño de
sales para que todos los poros queden bien abiertos y así será menos
doloroso. Nos bañaremos juntas y así aprovecho para depilarme un
poco las axilas.
- Pero si no tienes pelos.
- Si, son muy débiles, pero hay que quitárselos antes de que se hagan
fuertes.
Yo creo que aquello era una excusa para que nos bañáramos juntas,
estaba más que claro que yo también le gustaba a Susy y que quería
algo más que depilarme, pero también es verdad que yo estaba
dispuesta a todo.
Allí, en un momento nos desnudamos las dos, nos observamos
mutuamente y nos metimos en la bañera, una frente a la otra. Nuestras
piernas se rozaban bajo el agua y aquella sensación me producía
mucho gusto, me encontraba muy bien así frente a ella, estando tan
cerca.
Después del prolongado baño, salimos nos secamos y me invitó a
tumbarme en la cama de su habitación. Ella se despojó de la toalla e
hizo lo mismo con la mía.
- Así estaremos más cómodas. - dijo.
A continuación se extendió el aceite en sus pechos y me invitó a
tocarla de nuevo para ver la suavidad que producía aquel líquido en
sus tetas. Lo cierto es que estaban muy suaves, muy blanditos, era una
sensación muy placentera.
Yo me coloqué mi culo al borde de la cama, ella me abrió las piernas y
comenzó la tarea.
- Lo primero - dijo - es cortar con las tijeras todos los pelitos más
largos para que sea más fácil con la máquina.
Yo me tumbé por completo en la cama y me dejé hacer, ella lo hacía
con mucha suavidad y con mucha dulzura. Una vez acabó con las
tijeras, me extendió una especie de bálsamo blanquecino y lo dejó
actuar sobre mi pubis.
- Con esto, los pelos se debilitarán y ahora vas a sentir un poco de
dolor, pero solo un poquito.
La depiladora eléctrica se posó sobre mi sexo y comenzó el trabajo.
Los primeros tirones eran algo dolorosos, pero soportables, pero a
medida que aquella maravillosa máquina trabajaba iba haciendo unos
masajes en la zona el dolor se convirtió en una especie de cosquilleo.
Con sus dedos me tocaba las ingles, rozaba mi pubis, separaba mis
labios y seguía recorriendo todo mi sexo. Yo ya estaba supercaliente y
aquellos masajes me estaban volviendo loca. Cuando me quise dar
cuenta, estaba totalmente depilada, nunca había visto mi sexo así,
siempre acostumbro a recortármelo, depilarme las ingles, pero nunca
me había visto así sin ningún pelito, parecía el chochito de una niña.
- Ahora lo tienes un poco irritado y sonrojado, pero en cuanto te dé el
aceite notarás más alivio. - me comentó.
Así fue, aquel frío aceite producía una agradable sensación después de
haber estado toda la zona un poco sensible a la depilación.
- Te ha quedado perfecto - dijo - verás esta noche como Carlos quiere
comérselo...
Sus manos no dejaban de acariciar mi sexo y yo me dejaba hacer, me
encantaba, sentía un gusto increible. De repente, encontré su cabeza
entre mis piernas y sus labios empezaron a besar toda mi intimidad,
había conseguido calentarme increíblemente y yo estaba totalmente
entregada a todo lo que me hiciera. Después fue su lengua la que
empezó a rozar mis ingles, mi monte de venus y a continuación
recorrer mi depilada rajita, lo hacía con maestría y cuando rozó mi
clítoris emití un gemido intenso y cargado de placer, pues nunca me
habían hecho nada parecido, al menos con tanta dulzura, tanto placer.
Primero se retiraba, me miraba a los ojos, me sonreía y a continuación
seguía chupando, besando y lamiendo mis labios vaginales, su lengua
hacía maravillas y en pocos segundo me invadió un orgasmo como
pocas veces había tenido con un tío.
- Ahhhhh, ahhhhh, Susy, que bien.... - es lo único que alcancé a decir.
Me sonrió y siguió acariciando mi sexo con una mano mientras con la
otra rozaba mis duros pezones al mismo tiempo que con su boca
seguía el contorno de mis muslos. La muy cabrona sabía como dar
gusto y yo estaba en la gloria.
- ¿Te ha gustado? - me preguntó.
- ¿Que si me ha gustado?... me ha encantado.
Se colocó encima mío de tal forma que quedamos abrazadas, como
dos cuerpos fundidos, yo debajo y ella sobre mí, nos besamos, esta vez
nuestras lenguas jugaban, nuestros labios se mordían mutuamente. Al
mismo tiempo nuestros pechos se juntaban y nos acariciabamos todo
el cuerpo, yo rozaba su lindo trasero y ella abarcaba con sus manos
desde mi cintura a mis caderas para luego subir hasta mis tetas.
Anteriormente había tenido una experiencia de adolescente con una
amiga pero aquello solo fue un dulce magreo, esto era otra cosa y de
verdad que el placer que sentía era increíble, además Susy era una
experta y sabía proporcionar muchísimo placer.
Ella bajó un poco más mordiéndome en el cuello para luego chupar
mis tetas y mordisquear mis pezones, mis gemidos iban en aumento y
estaba llegando a mi segundo orgasmo. Se puso de costado y con su
mano fue bajando hasta tocar mi depilado coñito con sus dedos, metió
uno de ellos en mi rajita y comenzó a subir y a bajar hasta que me
volví a correr entre hipidos y un jadeo prolongado.
Permanecimos abrazadas durante un par de minutos para después
seguir besándonos, rozándonos, acariciándonos. Esta vez fue mi boca
la que fue recorriendo su cuerpo: mis labios se desplazaban por su
cuello, luego sus hombros, sus tetas, su cintura, hasta que quedó boca
arriba. Metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a lamerle las ingles
al tiempo que ella se agarraba fuertemente a mi cabeza, sus piernas
estaban totalmente abiertas recibiendo mis caricias, mis besos. Cuando
mi lengua tocó su sexo sentí un sabor extraño para mi, pero al mismo
tiempo muy agradable, le quise recompensar los dos orgasmos que
había tenido gracias a ella y empecé a comérselo de verdad, mis uñas
se clavaban en sus muslos, mis manos intentaban alcanzar sus tetas y
mi lengua y mis labios jugaban con su chochito y su clítoris, hasta que
llegó al orgasmo, su cuerpo se tensaba por momentos y luego se
relajaba con un profundo suspiro, para luego pasar a un grito más y
más fuerte que llegó a asustarme. No cabía duda de que había
conseguido darla muchísimo placer.
Otra sensación nueva para mi fue cuando nuestros cuerpos se
entrelazaron de tal manera que nuestras piernas hacían de tijeras las
unas con las otras hasta llegar a contactar sexo contra sexo, cuando
sentí su coño contra el mío un escalofrío me recorrió desde la nuca
hasta los pies, era como un chispazo, como una descarga eléctrica,
después ella se acercaba a mi y se alejaba para que nuestros sexos
limpitos de pelos volvieran a besarse en un acto alucinante, parecía
que nuestros labios se juntaban como dos bocas, como nuestros
líquidos bañaban nuestros muslos, de nuevo tuve un orgasmo intenso
y ella casi a continuación, esta vez llegué a perder un poco la noción
del tiempo, donde estaba, con quien estaba, era como un desmayo,
cerré los ojos y me dejé llevar a un mundo desconocido y lleno de
placer con otra mujer.
Volvimos a abrazarnos, a acariciarnos y así permanecimos un largo
tiempo, tocando nuestros desnudos y sudorosos cuerpos.
Luego nos duchamos juntas para seguir con nuestras caricias y
nuestros besos y acabar delante de un espejo riéndonos y viendo
como había quedado mi coñito igual que el suyo sin un solo pelo,
nunca me lo había visto así y me veía extraña, pero más extraña había
sido aquella sesión de sexo con mi amiga.
Hasta ahora no lo hemos repetido, ni siquiera hemos hecho un
comentario al respecto. Seguimos viéndonos, vamos juntas de
compras, tomamos un café, vamos juntas al solarium o al gimnasio,
pero no hablamos nunca de este tema, pero estoy segura que se
volverá a repetir de la manera más espontánea, como esa vez...
8 Historias Románticas y Eróticas
Infiel
Querido diario...
Lunes.
¡Casi un mes ya! Parece mentira, Joder, y como me gusta. ¡Es tan
guapo! Estoy deseando volver a clase para verlo otra vez. No sé cómo
he podido pasar tanto tiempo sin él. Estos días a su lado han sido
fantásticos me siento enamorada a mis 18 años. Pero hoy… De lo de
hoy no sé qué pensar.
Esta mañana me he despertado como todos los días, me he vestido y
he desayunado. Cuando estaba saliendo de casa me ha llamado. No
sabía que querría, pero al descolgar, me ha dicho que tenía una
sorpresa para mí. Que nervios. ¿Qué sería? He esperado en la parada
de metro con una especie de vértigo en el estomago y cuando he
llegado al campus me he ido casi corriendo a clase. Y allí estaba. De
pie, en la entrada del aulario, hablando con José. Cuando me ha visto
aparecer por la puerta de las escaleras me ha mirado, como sólo él
sabe, con esos ojazos, y me ha sonreído. ¡Me ha sonreído! Que sonrisa
tiene, es guapísimo. Me he acercado despacio, moviéndome
deliberadamente para atraer su atención. Y lo he conseguido, aunque
no solo la suya. La mitad de los tíos que estaban por allí se han
quedado mirándome. Cuando me he dado cuenta casi me muero de la
vergüenza. Pero me daba igual, porque el seguía mirándome
embobado. Al final he llegado a donde estaba, me he parado delante
de él y me ha cogido por la cintura, con esos brazos enormes que
tiene. Me ha preguntado que como estaba y me ha llamado gatita. Me
encanta cuando me llama así. Me gusta ser su gatita. Le he contestado
que mucho mejor desde que había llegado, porque estaba con él. Y
me ha besado. Me ha dado un beso genial. He notado como nuestros
labios se unían para formar un todo, como nuestras lenguas se
buscaban apasionadamente para reunirse finalmente en una explosión
de sensaciones sin igual. ¡Buf! Me tiene enamorada. Joder, y el cerdo
de José no ha parado de mirarme el culo mientras besaba a Sebas.
Seguro que se estaba muriendo de la envidia. Pero yo soy sólo de
Sebas, sólo suya.
Le he preguntado por la sorpresa. “Tendrás que esperar un poquito,
gatita” me ha dicho. ¡Jo! Yo me moría de impaciencia. El profesor ha
llegado enseguida y todos hemos entrado en la clase. Mientras el
hombre divagaba sobre las distintas muestras de la arquitectura clásica
mis manos buscaban las de Sebas por bajo de la mesa. Así si que se
hace mucho más agradable ir a la universidad. No recuerdo nunca
haber tenido tantas ganas de que el tiempo se detuviera en una clase.
Realmente no me he enterado mucho del rollo, tendré que pedirle los
apuntes a Paula mañana. Y tengo que centrarme más. ¡Si sigo así no
voy a aprobar nunca! Pero es que cuando estoy con él… Me encanta.
Después de las dos horas de clase que han volado, me ha pedido que
bajáramos a la cafetería. Como teníamos una hora libre, se ha pedido
un bocata enorme. Que envidia, yo solo me he tomado un café, pero
es lo que hay, una no está así de divina por nada.
Le he vuelto a preguntar. Me ha mirado, y me ha sonreído. Y luego
me ha dicho algo que me ha puesto nerviosa, me ha dicho que no
haríamos nada que yo no quisiera. No sabía de qué me hablaba, pero
no me ha gustado eso. Le he preguntado que quería decir, y me ha
contestado que quería hacerme el amor. Me he quedado callada. No
sabía que contestarle, porque en el fondo yo también quiero. ¡Pero no
estoy preparada! ¿O sí? No lo sé. Luego me ha dicho que tiene una
noche perfecta planeada para el viernes. Que me necesita, que me
quiere, y que quiere poseerme. Y sólo le he mirado, mientras hablaba.
Y me he excitado. Me he excitado mucho sólo de pensarlo.
Pero le he dicho que no. Que no estaba preparada. Que si me quería
debía respetarme. Que no debía presionarme. Y no parece haberle
sentado muy bien. Me ha dicho que me quería, que no pasaba nada.
Que podíamos pasar la noche juntos sin que hubiera nada de sexo.
Que no me preocupara. Que él me deseaba más que nada en el
mundo. Pero que sería paciente. Que me respetaría. Pero yo se lo he
notado en los ojos. En su mirada. No me miraba igual. Creo que le he
decepcionado. ¡Pero él lo sabía! Yo ya se lo he dicho otras veces. Mi
primera vez debe ser especial, debe ser con quien yo quiera y en el
momento que yo quiera. Y hoy se lo he vuelto a decir. Tal vez no debí
hacerlo. Se ha levantado de la mesa, y me ha dicho que había
preparado una noche especial, y que si no quería nada con él tal vez
era por que no le quería. Se lo he intentado explicar. Que sí. ¡Que sí le
quiero! Que es lo más importante para mí. Pero se ha ido. Le he
pedido que se quedara, pero me ha contestado que tenía cosas que
hacer. Y no ha vuelto por clase en toda la mañana.
He pasado el resto de la mañana de clase en clase, sin enterarme de
nada de lo que se iba diciendo. (Menos mal que Paula es buena
tomando apuntes). Solo hacía que pensar en él, en que le quería y en
que haría cualquier cosa por que estuviera feliz, por que estuviera
siempre a mi lado. No quiero que se marche. Pero no estoy segura. Le
quiero y me gustaría que fuera él el primero. Pero no así.
Y ahora acabo de llegar. Ya estoy en casa, me he encerrado en la
seguridad de mi habitación. Mi madre me está pidiendo que vaya a
comer. Pero no tengo hambre. No quiero comer nada, no me entra
bocado. ¡Sólo tengo ganas de llorar! ¿Por qué me está haciendo esto?
¡Le quiero tanto! Si es lo que quiere me dejaré, dejaré que me haga lo
que quiera, con tal de que no se vaya. Que se quede junto a mí. Voy a
llamarle, le diré que sí, que lo que quiera. No sé porque lloro tanto. No
puedo seguir escribiendo…
Ya estoy más calmada. Le he llamado. Le he llamado una y otra vez
durante toda la tarde. Pero no me coge el teléfono. ¿Por qué me trata
así? ¿Por qué me hace esto? Le quiero con toda mi alma, y el parece
que solo quiere sexo conmigo. Me lo he pensado, no pienso dejar que
sea así, así no. Si me quiere, deberá respetarme. Y si no…. Vaya, ya
estoy llorando otra vez. Menuda tardecita. ¿Por qué todo tiene que ser
tan difícil?
También he llamado a Sara. Le he contado todo entre sollozos. Me
reconforta hablar con alguien casi tanto como escribirlo todo aquí. Me
ha dado ánimos, me ha dicho que no me preocupara, y sobre todo que
estaba tonta. Que cuando lo probara me gustaría, que no querría
parar. Me ha dicho que una vez me la metan no me la querré sacar
nunca. ¡Que animal! Para ella es fácil. Ella perdió la virginidad hace
mucho tiempo. Ella nunca tuvo problemas con eso. Sin embargo yo…
Yo siempre lo he tenido claro. Pero ahora ya no lo tengo tanto.
Me voy a dormir. Mañana será otro día. No se que hacer. Le quiero
tanto.
Querido diario…
Martes.
No he dormido en toda la noche. Ha sido una noche horrible. La peor
noche de mi vida. He pasado la maldita noche pensando en él, y
llorando. Cuando me he levantado de la cama tenía una cara horrible.
A punto he estado de no ir a clase. Sólo tenía que decirle a mi madre
que no me encontraba bien. Pero no. Quería ir. No sabía si el vendría.
Pero si acudía a la universidad, yo tenía que estar ahí. Me he vestido
como todos los días y me he metido en el baño con el kit de
maquillaje. ¡En verdad estaba horrorosa! He intentado disimular un
poco la mala cara, no demasiado, solo lo justo para que no se me
notara la mala noche. Supongo que lo he conseguido, porque mi
madre no me ha dicho nada cuando he llegado a la cocina. No he
desayunado. No me apetecía nada, y además, como me había
entretenido maquillándome no me daba mucho tiempo. Le he dicho a
mi madre que no tenía tiempo, pero me ha obligado a llevarme unas
magdalenas para comérmelas por el camino. Nunca he sido de mucho
comer, pero que ayer ni comiera ni cenara y hoy no quisiera desayunar
no ha debido hacerle mucha gracia. Al salir a la calle he tirado las
magdalenas a la primera papelera que eh visto y me he dirigido a la
parada del metro.
La espera se me ha hecho eterna. No sabía si él estaría allí en clase.
No sabía si querría hablarme. No sabía si yo querría hablarle. No le
había hecho nada, y me estaba tratando muy mal. Casi he estado a
punto de ponerme a llorar de nuevo. Pero por suerte ha venido el tren
y me ha sacado de mis pensamientos. Cuando he llegado a la facultad
me he dirigido a clase despacio, de forma deliberadamente pausada.
No sabía si estaría allí o no. Y no sabía lo que hacer si finalmente
estaba.
Y sí que estaba. Cuando me ha visto aparecer me ha mirado, como
hace siempre, pero esta vez no me ha regalado una de sus inmensas
sonrisas. Sólo me ha mirado, con cara de tristeza. Le ha dicho algo a su
amigo José y ha venido hacia donde yo estaba. Yo no sabía que hacer.
Me he quedado quieta. A punto he estado de darme la vuelta y salir
corriendo. No sé por qué. Supongo que tenía miedo de lo que me
pudiera decir. Supongo que temía que me abandonara. ¡Que me dijera
que no me quería!
Cuando se ha parado junto a mí le iba a decir que me tomara. Que
me hiciera lo que deseara, que me poseyera allí mismo si quería, pero
que no me dejara. Que no me abandonara. Que lo necesitaba más que
a mi vida. Pero ha hablado el primero. Me ha pasado la mano por el
hombro y me ha dicho que lo sentía. Que se había comportado como
un niñato infantil y egoísta. ¡Que me amaba, que me deseaba! Que lo
sentía. “Perdóname, lo siento, gatita, lo siento” me ha dicho. Le he
tapado la boca con un dedo para que no siguiera hablando, y sólo el
he respondido una palabra. “Abrázame.” Entonces el me ha besado
con delicadeza el dedo y me ha dado un abrazo sensacional. Un
abrazo cargado de ternura, de amor, de arrepentimiento. Me ha
rodeado con sus brazos hasta casi hacerme desaparecer bajo él. Me
quiere. ¡De verdad me quiere!
Cuando me ha soltado, le he dicho que aceptaba su invitación. Que
iría a cenar con él y que pasaríamos la noche juntos. Si él aún quería.
Que no creía que fuera a pasar nada sexual. Que no me sentía
preparada todavía. Pero le he hecho una promesa. Le he prometido
que sea cuando sea que esté preparada será él quien me arrebatara la
virginidad. Le he dicho que no se preocupe, que tarde o temprano
podrá poseerme. Que llegará el momento en el que seré toda suya, en
alma, y en cuerpo. Y entonces me ha besado, me ha dado un beso que
me ha hecho ver las estrellas. Y mientras me besaba ha empezado a
acariciarme la espalda, a bajar su mano por mis caderas, por el culo. He
apretado mi cuerpo contra el suyo y entonces he notado un tremendo
bulto entre sus pantalones. ¡Joder, que cacharro! Y encima estaba todo
puesto, ahí, en el pasillo de la universidad, rodeados de gente. Me ha
dado una vergüenza terrible, pero no he dejado de besarle. Y me he
excitado muchísimo. Me he excitado tanto que poco ha faltado para
que le agarrara el miembro allí mismo. ¡Por Dios! No sé que me pasa
con Sebas. ¡No he tenido ningún tipo de relación sexual con nadie y
ahora estoy pensando en magrear a un chico delante de toda la
facultad! Gracias a Dios me he podido controlar.
Me ha dicho que nos fuéramos, que nos pelaremos las clases. Me he
negado en rotundo. No es que no me apeteciera. Pero tenía algo de
miedo. No por él. ¡Por mí! Me he acercado a su oído, y mientras aún
estábamos abrazados después de ese increíble beso, le he susurrado
que teníamos que entrar en clase. Que no podíamos permitirnos el lujo
de faltar, y que no se moviera, que me mantuviera entre sus brazos
hasta que se le relajara lo que tenia dentro de los pantalones.
Ligeramente azorado me ha preguntado que si lo había notado. ¡Cómo
para no notarlo! Le he dicho que sí, que claro que lo notaba. Se ha
disculpado y ha hecho amago de retirarse, pero yo le he apretado
fuertemente contra mí. No quería que se fuera. Le he dicho que no se
moviera, que me gustaba. ¡No sé qué me pasa! Sebas me hace perder
la cabeza.
Después de varios minutos abrazados, que me han parecido
segundos, Sebas me ha dicho que nos separáramos, que estábamos
dando el espectáculo. Y era verdad. Lo besos y abrazos son normales
entre las parejas que pueblan el campus, pero nosotros llevábamos lo
que parecía una eternidad sin soltarnos. Uno de los compañeros de
clase ha gritado que nos fuéramos a un motel y el resto de la gente
que había por allí se ha reído. Que capullo. Un poco avergonzada lo he
soltado y nos hemos ido al aulario. Vaya show.
Al poco rato ha llegado la profesora. Hemos entrado en clase y nos
hemos sentado juntos, en nuestros sitios habituales. Las cosas vuelven
a estar bien. Hemos pasado la clase entera haciendo manitas, y
mientras, yo me he dedicado a revivir lo que acababa de pasar. ¡Qué
fuerte! No sé bien como describir lo que he sentido cuando estábamos
abrazados y he notado todo su miembro. La verdad ha sido una
gozada. Tal vez Sara tenga razón. Tal vez debería lanzarme, pasar de
todo, de prejuicios, de historias, y dejarme hacer, dejar que me hagan
disfrutar. No sé, estoy confusa.
En fin, la mañana ha pasado como una exhalación y ahora estoy aquí,
poniéndote al día. Me voy a comer algo, ahora volveré.
Mi madre ya se ha quedado tranquila al verme comer, pobre, estaba
asustada. Además ya le he dicho que el viernes saldré de fiesta con mis
amigas y que me quedaré en casa de Sara. Es la primera vez que
miento a mi madre para estar con un chico. Lo he pasado fatal. Me
temblaban las piernas. Pensaba que me iba a decir que no, que no
podía, que la estaba engañando, que lo sabía todo. Pensaba que
notaría mi mentira, que me descubriría. Pero no. Nunca he mentido a
mi madre hasta ahora, y confía en mí. La verdad es que me sabe muy
mal. Pero no puedo contarle la verdad, no lo entendería. Sara siempre
me dice que mi madre es una mujer de otro tiempo, que parece del
siglo pasado, que por eso yo soy así con los chicos, que por su culpa
soy una reprimida. Puede ser que eso cambie. La verdad es que hoy
he sentido cosas que no había sentido nunca antes. Cuando Sebas se
ha empalmado mientras me abrazaba solo me apetecía cogérsela,
acariciársela, besársela. ¿Es eso malo? No lo sé. Siempre he pensado
que lo que hacen mis amigas con sus novios, o a veces ni siquiera con
sus novios, tan solo con sus amigos, está mal. Pero ahora ya no lo
tengo claro. La verdad es que me apetece que sea Sebas el primero, y
me estoy poniendo malísima solo de pensarlo. Tal vez si sea el
momento. Tal vez si esté preparada. No lo sé. Me llaman, luego
continúo escribiendo.
Buenas noches. Me voy a dormir. Hoy si dormiré bien, hoy
descansaré. Me ha llamado Sebas, Me ha dicho que mañana fuéramos
al cine por la tarde. ¡Le he dicho que sí! Lo estoy deseando. Buenas
noches.
Querido diario…
Miércoles.
¡Joder! Ha sido espectacular. No sé por dónde empezar. Hoy ha sido
un día genial. No he hecho nada sexual durante toda mi vida, hoy ha
sido mi primera experiencia, y creo que pronto probaré muchas más
cosas. Creo que ya estoy preparada. No entiendo como en tres días
Sebas ha conseguido que cambie tanto. Supongo que porque le
quiero. Pero joder. ¡No llevamos ni un mes saliendo!
No sé ni por dónde empezar. Esta mañana he ido a clase, como
siempre, con él, pero es que eso no es lo importante. Lo bueno ha sido
esta tarde. A ver si organizo mis pensamientos. ¡Si no ha sido nada! La
verdad, estoy deseando más. Venga, va, a ver…. ¿Cómo ha empezado
todo?
Al salir de clase me he venido a casa, he comido algo y me he
tumbado en el sofá. No te he escrito nada, lo siento. Pero me apetecía
descansar un poco. Llevo unos días muy agitados. Sebas ha pasado a
por mí a eso de las 7 de la tarde con el coche de su padre. Me he
subido a su lado y le he dado un beso. Creo que mi madre se ha
asomado al balcón, me da a mí que no le hace ninguna gracia que me
vaya al cine con un chico, y menos en coche. Supongo que se lo dirá a
papá cuando venga, pero eso no me importa. Hoy no hay nada que
pueda importarme.
Hemos ido al centro comercial, hemos dejado el coche en el parking
y luego nos hemos dirigido al interior del recinto. Sebas ha insistido
mucho en que yo eligiera la película. Me ha dicho que como él
invitaba, lo justo era que yo eligiera la película. Pero a mí me daba
igual. Yo solo quería estar a su lado, sentado junto a él, en una sala a
oscuras. Al final no ha conseguido nada de mí así que le ha tocado a el
decidir que película veríamos. No se como se titulaba, era una de
terror, de asesinos y cosas de esas. La verdad es que no he estado muy
pendiente… Sebas se ha acercado a la taquilla y ha comprado las
entradas, luego, una vez dentro del cine ha comprado palomitas y un
par de refrescos antes de dirigirnos a la sala.
Una vez dentro de la sala, nos hemos sentado al final, en una de las
esquinas. La sala estaba bastante vacía. Es normal, no mucha gente va
al cine un miércoles a las 8 de la tarde. Una vez acomodados en
nuestra butaca yo me he acercado mucho a Sebas, y le he agarrado
bien fuerte el brazo. Le he dicho que no se me iba a escapar, y que no
hacía falta traerme a ver una película de miedo para que le cogiera
fuerte. Sebas se ha reído con ganas. Menos mal que aún no había
empezado la sesión. Unos minutos más tarde se han apagado las luces
y ha empezado la película propiamente dicha.
A los pocos minutos de empezar la película ya estábamos
besándonos apasionadamente, sin importarnos nada más que la
compañía del otro. Sebas ha empezado a acariciarme lentamente la
espalda con la mano derecha mientras que iba deslizando poco a poco
su mano izquierda hacia mis pechos. Yo solo pensaba en que deseaba
que llegar a ellos. Que me los acariciara, que me los apretara entre sus
manos. Inconscientemente, sin saber muy bien cómo ni por qué he
cogido su mano y la he conducido directamente hacia mis tetas. ¡Joder
que gusto! No sabía que se pudiera sentir tanto simplemente con que
te acariciaran los pechos. Nunca había dejado a nadie que lo hiciera,
mis tetas no habían recibido más que algún roce casual y poco
inocente de algún novio de juventud que había acabado llevándose un
bofetón. Pero esto, ¡esto era totalmente distinto! He seguido
besándole mientras me acariciaba y el muy listo ha metido su mano
derecha bajo mi blusa, por detrás, y con un solo movimiento ha
desabrochado mi sujetador. ¡Que carbón! Y me ha pedido que me lo
quite. Le he dicho que no podía, que llevaba la blusa, pero me ha
respondido que sí podía, que todas las tías sabemos quitarnos el
sujetador por bajo de la camiseta. Yo a estas alturas ya estaba
realmente excitada, y me apetecía que siguiera con sus masajes, así
que he accedido, Conforme he empezado a quitarme el sujetador,
Sebas ha abalanzado sus dos manos sobre mis pechos. Le he dicho
que me dejara, que no me lo podía quitar si sólo hacía que
manosearme. Ha retirado sus manos y me ha dicho que en el
momento quisiera que parara, sólo tenía que decírselo. “No quiero que
pares, continua” le he contestado.
Me ha mirado mientras sonreía picadamente, lo cual me ha hecho
ruborizarme, y me ha dicho que me quería. Y se ha vuelto a lanzar a
acariciar mis pechos. Despacio, con ambas manos, deteniéndose en
cada detalle. Mientras, yo, sólo hacía que disfrutar. Incluso se me ha
escapado algún pequeño gemido. Mientras me acariciaba continuaba
besándome con pasión hasta que de repente ha dejado de besarme,
pero no de manosearme. Le he preguntado que porque no me besaba,
y me ha contestado diciéndome que necesitaba la boca para otra cosa,
que me iba a comer todas las tetas, que las iba a lamer de arriba abajo,
que esas tetas ahora eran suyas. ¡Menos mal que el cine estaba casi
vacío! Yo no he puesto resistencia ninguna y Sebas me ha levantado la
camiseta mientras se lanzaba a besar y lamer mis pechos. La sensación
era deliciosa. Me chupaba, me lamia, se entretenía mordisqueando mis
pezones. Una locura.
En ese momento me he dado cuenta de que él me estaba haciendo
disfrutar pero que yo no le estaba correspondiendo. Pobre. Pero eso se
iba a acabar. Yo quería corresponderle. Así que he bajado mi mano
despacio, la he pasado entre nuestros cuerpos hasta descansarla
encima de su pierna. Poco a poco la he ido moviendo hasta agarrarle
el miembro completamente. Sebas ha soltado un suspiro que creo que
todos los de la sala han podido oír. La notaba hinchada, la notaba
gorda y grande dentro de sus pantalones. Le susurré al oído que había
estado deseando agarrársela desde que noté ayer su erección en la
facultad. Él me contestó que lo de ayer no era nada comparado con lo
de hoy, y que si quería que se la agarrara, que la sacara de los
pantalones y que hiciera con ella lo que quisiera, que era toda mía.
Estaba súper excitada, nunca había estado tan excitada, y entonces
Sebas se ha bajado la cremallera del pantalón, y luego ha retirado
ligeramente el boxer para permitir que aquella cosa saliera fuera. La
verdad es que no tengo con que comparar, pero a mi me parece
enorme. En cuanto la he visto fuera la he rodeado con mi mano y he
empezado a acariciarla. Tengo las manitas pequeñas, pero es que casi
no podía rodearla. Y de largo, joder, harían falta tres o cuatro manos
mías para cubrirla de arriba abajo. No sé si es normal o no, pero sólo
de pensar que eso pueda penetrarme algún día me da un pánico.
¡Joder, si me mete eso me voy a romper!
No sabía muy bien que hacer con eso, así que he empezado a
acariciarla y a subir y bajar lentamente la mano, como me imagino que
funciona eso. La verdad es que soy súper inocente en todo esto. Sebas
derepente, ha bajado su mano a mi entrepierna y ha empezado a
acariciarme. Como llevaba unas mallas ajustadas notaba
absolutamente toda su mano, y me he empezado a mojar. A mojar
mucho. ¡Joder como lo he disfrutado, ahora entiendo lo que me decía
Sara! Sebas me ha pedido que le hiciera una buena paja. No sabía
cómo hacerlo bien, así que le he preguntado. Me ha contestado que
fuera subiendo y bajando el pellejo de la polla lentamente, simulando
el coño de una mujer. He hecho lo que me pedía y al cabo de un
momento él ha introducido su mano bajo mis mallas y bajo mis bragas
mientras ha empezado a acariciarme tiernamente. Me ha pedido que
me abriera de piernas y yo le he obedecido. Estaba tan caliente que
hubiera hecho cualquier cosa que me dijera. Si en ese momento me
hubiera dicho que me tumbara que me la iba a meter, no lo habría
dudado ni un momento. Creo que ya estoy preparada. El viernes voy a
dejarle que haga conmigo lo que quiera.
He continuando pajeándole mientras el acariciaba todo mi sexo. Era
increíble, he disfrutado como nunca. Al cabo de un rato Sebas me ha
dicho que se iba a corre. Le he preguntado que qué hacía, que no
sabía como actuar. “Chúpamela” me ha respondido. Le he dicho que
no sabía cómo, que no tenía idea. “Sólo continua pajeándome igual
mientras me la lames” Y dicho y hecho. Me he agachado sobre su
erecta polla y he empezado a acariciarla con la punta de la lengua
mientras continuaba con el movimiento de sube y baja manual. Poco a
poco he empezado a tener más confianza y a lamer toda la punta
como si fuera un chupa-chups. Sebas se ha ido tensando, notaba como
suspiraba cada vez más, hasta que al final ha empezado a correrse.
Joder, me ha llenado la cara de lefa, la cara y la boca. He saboreado
todos los chorretones que han acertado dentro de la boca, y me ha
encantado, estaba salado, pero a la vez era como miel. Sin saber muy
bien por qué, he bajado la cabeza y le he lamido todos los retos que le
quedaban en la polla. Después me he levantado, y el me ha limpiado la
cara con un pañuelo. Una vez relajado me ha dado un beso enorme y
me ha dado las gracias. Le he preguntado que qué tal lo había hecho.
“Muy bien, gatita, muy bien para ser la primera vez, me has hecho
disfrutar mucho, pero la próxima vez no te limitaras a lamer, te la
comerás toda.” Esas palabras suyas me han excitado. Le he dicho que
ya estaba preparada, que me follara cuando quisiera. Me ha
contestado que hoy no, que lo haría el viernes. Que estuviera
preparada para el viernes.
Después de eso me ha traído a casa y ahora lo escribo todo. Deseo
que llegue el viernes. Ya estoy preparada, quiero, no, necesito que me
introduzca esa polla dentro. A la próxima que le toca disfrutar es a mí,
ya estoy lista.
Querido diario…
Jueves.
Querido diario…
Sábado:
¡Ha sido la mejor noche de mi vida! ¡Dios mío! Ha sido
auténticamente increíble. Voy a escribirlo todo. No pienso dejarme un
sólo detalle. Así, cuando algún día quiera revivir toda la experiencia,
sólo tendré que volver a leerte. Aunque seguramente me bastará con
cerrar los ojos. ¡No creo que lo olvide nunca! Nunca.
Sebas me llamó anoche a eso de las ocho de la tarde; y me dijo que
pasaría a por mí en media hora. Le pedí que me esperara en la calle de
al lado, sólo hubiera faltado que mi madre me pillara subiéndome al
coche de un chico toda vestida, con la intención de no volver a casa a
dormir y después de decirle que me iría con las amigas. No le hizo
mucha gracia, pero le dije que no podía ser de otra forma.
Al final, me decidí por el vestidito negro y los zapatos blancos. Joder,
como me sentaba el vestido. El pecho me ha crecido bastante
últimamente y casi no cabía en el escote. Llevaba las tetas casi fuera. Y
también debo haber crecido algo, porque me estaba mucho más corto
que la última vez que me lo puse. Se ajustaba a mis caderas
remarcando mi figura y mi culo de una forma espectacular. Me miré al
espejo, así, ligeramente maquillada, con ese vestido y los zapatos casi
parecía una puta. Pero no una puta barata de esquina. No. Me sentía
como una de esas mujeres que se dedican a acompañar a gente
adinerada, esas mujeres elegantes y sensuales dispuestas a todo a
cambio de una buena suma de dinero. Una puta de lujo. Y aunque yo
no pensaba cobrar nada, sí me di cuenta en ese momento que estaba
dispuesta a todo. Anoche, mirándome al espejo fui consciente de
cuanto había cambiado en la última semana. Y ahora, mientras escribo,
soy consciente de cuanto he cambiado esta pasada noche.
Para completar el modelito, y sobre todo, para poder salir de mi casa
sin que mi madre me enganchara de los pelos, me vestí con una
chaqueta larga que ocultaba bastante bien lo provocativa que me
había vestido. No pensaba cogerla para ir a cenar, pero sólo así podría
superar la aduana que me esperaba en el salón de casa.
A las ocho y media en punto me despedí de mi madre diciéndole que
tenía mucha prisa, que iba a llegar tarde, que me esperaban. Mi madre
me preguntó por el abrigo, yo le di un par de largas y salí corriendo
antes de que pudiera indagar más. Lo primero que hice nada más
doblar la esquina de mi calle fue quitármelo e ir a la busca de mi amor.
Cuando Sebas me vio aparecer se quedó mirándome con la boca
abierta. Me parece que no daba crédito a lo que veía. Yo me acerqué
despacio, moviéndome de forma lo más sensual posible, disfrutando
de su mirada. Sebas también estaba guapísimo. Lo primero en lo que
me fijé mientras me acercaba a él fue en la corbata que se había
puesto, una corbata de color rojo intenso que le quedaba genial con la
camisa negra. Y luego el traje ya me deslumbró. Llevaba puesto un
traje de pantalón y chaqueta de corte muy moderno y totalmente
blanco. La verdad es que él se impresionó al verme, pero yo no me
quedé atrás. Que guapo estaba allí, de pie, al lado del coche,
mirándome, casi babeando por mí.
Cuando ya casi estaba a su lado, metió la mano por la ventanilla del
coche y sacó un enorme ramo de flores que me ofreció. Me dijo que
esta noche sería su princesa y me besó apasionadamente. Me dijo que
era la primera sorpresa de una noche perfecta, que iba a ser mi noche.
Le pedí que me abriera el maletero para dejar la chaqueta, y le
expliqué que había tenido que cogerla para que mi madre no me viera
así vestida. Subimos los dos al coche. Aunque le pregunté varias veces,
Sebas no me quiso decir a dónde nos dirigíamos. Al poco, yo misma
pude ver que íbamos hacia una zona de playa cercana a la ciudad.
Sebas condujo el coche hasta uno de los parkings cercanos al paseo
marítimo, aparcó y bajó. Se acercó rápidamente a mi puerta y la abrió
para franquearme el paso. Me dijo que bajara, que la noche empezaría
con un paseo por la playa a la puesta de sol. Que esta sería la segunda
sorpresa.
Bajamos del coche, atravesamos el paseo y nos acercamos a la orilla.
Yo me quité los zapatos, ¡porque joder!, es imposible caminar con
tacones por la playa. Al poco rato la brisa que soplaba desde el mar
me empezó a enfriar. En cuanto Sebas se percató se quitó su
americana y me la pasó sobre los hombros, dado que yo había dejado
el chaquetón en el coche. Me había vestido así para él y quería que lo
disfrutara. Continuamos nuestro paseo durante un rato por la playa,
hablando de nada en particular, sólo disfrutando del momento.
Disfrutando el uno del otro mientras el sol desaparecía lentamente por
el horizonte. Al cabo de un buen rato de paseo regresamos al coche y
montamos en él. Sebas condujo durante un corto trayecto hasta un
precioso restaurante situado un poco más adelante, en la misma playa.
Sebas había reservado una mesa pegada a un ventanal; desde el que
se veía el infinito del mar y el reflejo de la luna en su ondulante
superficie. Jamás habría podido imaginar un escenario más romántico
que aquél. Siempre había soñado con perder mi virginidad en un
escenario ideal, con el hombre ideal y en el momento ideal. Durante la
última semana solo había deseado perderla cuanto antes. Y anoche
ambos deseos se cumplieron. Era el día. Todo mi ser me lo decía. Sabía
que pasara lo que pasara no me iba a arrepentir. Y ahora sé que estaba
en lo cierto.
Sebas pidió nuestra cena, y una botella de vino para ambos. Y
después otra, y al terminar con el vino pidió champán. Yo ya estaba
bastante achispada y bromee con él, diciéndole que no era necesario
que me emborrachara, que iba a ser toda suya. El rió a gusto por mi
ocurrencia y me preguntó que como estaba yendo todo, que como
estaba yo. Y no pude más que contestarle la verdad, que estaba siendo
una noche fantástica, que lo estaba pasando mejor que nunca y que
estaba deseando estar a solas con él para agradecérselo. Pero Sebas
parecía seguir con intención de emborracharme y de no dejarse
convencer por mis insinuaciones. Llamó al camarero y pidió dos copas,
una para cada uno, y, eso sí, la cuenta. Nos tomamos las copas
tranquilamente, hablando, cogiéndonos las manos por encima de la
mesa, rozando nuestros pies por bajo de ella. Comiéndonos con los
ojos y desvistiéndonos con la mirada mientras mi excitación crecía a
marchas.
Cuando acabamos nuestras copas salimos del local y volvimos a viajar
en coche durante unos minutos hasta un pequeño hotel situado no
muy lejos del restaurante ni de la playa. Era un hotelito pequeño pero
lujoso, de los que se dedicaban a trabajar en la temporada de verano
con turistas adinerados que buscaban tranquilidad; pero a la vez
disfrutar de la playa. Sebas dio su nombre en recepción y el empleado
nos entregó las llaves. Sebas me condujo a la habitación y eso me hizo
sospechar. No había preguntado a al recepcionista el camino hasta
nuestra habitación, parecía saber exactamente a dónde se dirigía. ¿Con
cuantas más habría estado allí? Comprendía que seguramente yo no
era la primera mujer con la que él se acostaba, eso lo sé. Pero pensaba
que yo era especial, que todo lo que estaba haciendo era especial. No
quería ser una más. Sebas pareció notar mi incomodidad y me dijo que
ya estábamos. Me preguntó si me pasaba algo. Respondí que no. Que
estaba bien. Aunque no lo estaba. Pero en cuanto entramos en la
habitación comprendí lo tonta que había sido. Era evidente el porqué
Sebas sabía llegar a la habitación. Sí había estado allí. Pero no con otra.
Había estado allí preparando la habitación para nosotros. La cama
estaba llena de pétalos de rosa, y de las paredes colgaban algunas de
las fotos que nos habíamos hecho juntos durante el último mes de
pareja; y durante el tiempo anterior como amigos, además, habían
distribuidas velas sobre la mesa y el suelo de la habitación. A los pies
de la cama había una cubitera con champán y dos copas. Cuando vi
todo aquello mis temores desaparecieron y me di cuenta de lo necia
que había sido. Y me abalance sobre él.
De pie, con la puerta todavía abierta; me lance como una loca hasta
alcanzar sus labios para besarle acaloradamente. Mientras mi lengua
acariciaba la suya, mis manos hacían lo propio con su cuerpo. Pasaban
por su espalda, sus caderas, su culo, su cuello… Sebas me apartó con
delicadeza y me dijo que esperara un poco, que no fuera impaciente.
Que le permitiera por lo menos cerrar la puerta. Y esto último lo dijo
medio riéndose. Me avergoncé ligeramente por mi exceso de deseo,
pero enseguida pensé que no tenía de qué avergonzarme. Que había
ido allí para dar rienda suelta a mis deseos. Que no pensaba
reprimirme nunca más.
Sebas cerró la puerta de la habitación y, agarrándome por la cintura,
me acompañó al interior. Paseó por la habitación con el mechero
encendiendo las velas y después apagó la luz. El efecto de las
pequeñas llamas era precioso. Sirvió dos copas de champán y me
entregó una mientras brindaba por nosotros. Bebimos el contenido de
la copa y, tras dejarla junto a la cubitera, nos fundimos en un beso.
Mientras nos besamos le desabroché torpemente, en parte por el
alcohol, en parte por mi inexperiencia, la camisa, y deslicé mis manos
por su torso semidesnudo. Metiendo mis manos bajo sus brazos
comencé a quitarle lentamente la camisa junto a la chaqueta. Cuando
ya casi había dejado su parte superior desnuda paré de besarle para
evitar que su ropa se estropeara. Acabé de quitársela y dejé la
chaqueta bien colocada en una silla mientras el se desabrochaba la
corbata. Ahora le tocó a él. Se puso detrás de mí, agarrándome por la
cintura, restregándose contra mi culo y obligándome a girar el cuello
para besarme. Pasó sus manos despacio por mis caderas,
acariciándomelas, hasta coger mi vestido. Cuando lo tuvo bien cogido,
lo fue deslizando despacio por las caderas, por la cintura, por el pecho
y, finalmente, por mi cabeza, obligándome a detener nuestro beso
para desnudarme.
En cuanto liberé mi cabeza del vestido me di la vuelta y me arrodillé
enfrente de él. Le bajé la cremallera del pantalón lentamente con una
mano, mientras le masajeaba la entrepierna con la otra, más con
intención de notarlo que con la de darle placer. Metí mi mano por el
hueco que dejaba su bragueta y conseguí sacarle la polla. En cuanto la
vi, me la metí en la boca de un golpe y empecé a lamérsela. A los
pocos segundos paré y continué con mi idea original de desnudarle. Le
desabroché el pantalón y se lo hice bajar hasta los tobillos. Él levantó
un pie mientras yo le acababa de desnudar, y luego el otro. Ahora ya
estábamos los dos en igualdad de condiciones. Él, vestido solo con
unos boxers ajustados negros, y yo con un conjunto de tanga y
sujetador de encaje rojo muy sexi.
Me puse de pie, a su altura, para besarle mientras me restregaba
contra su miembro erecto; que sobresalía sobre los calzones justo
donde yo lo había dejado. Sebas comenzó a acariciarme la espalda,
acercándose cada vez más y más al enganche de mi sujetador, hasta
que derepente, sin previo aviso y de un solo golpe, lo soltó. Lo separó
de mis pechos, dejándolo colgado de mis brazos mientas,
rápidamente, se dirigía a masajear mis pechos con ambas manos. Yo
separé mis manos de su cuerpo durante unos instantes para permitir
que el sujetador cayera al suelo. Sebas ya no sólo acariciaba mis
pechos, mientras mantenía una de sus manos masajeando mis tetas la
otra la había puesto en mi culo magreándome. Yo puse la mía en su
polla que ya estaba totalmente erecta y empecé a pajearle lentamente.
Me pidió que fuéramos a la cama, que nos tumbáramos juntos. Y eso
hicimos. Él se tumbó boca arriba, entre las flores, mientras yo me puse
encima suya. Nos besábamos con pasión mientras yo me restregaba
contra su miembro. Sentía todo mi sexo súper mojado. Bajé una de mis
manos hasta su polla y, apartando mi tanga, la restregué contra mi
coño. Sebas cogió un condón de la mesita de noche y se lo puso
mientras me decía que ahora me iba a follar. Que había llegado mi
momento. Prácticamente sin moverme de la posición cogí su polla y la
encaré a mi coño. Una vez la noté en el sitio me deslicé hacia abajo,
haciéndola entrar toda, notando como me perforaba. Cuando ya
estaba casi la mitad dentro me deje caer y sentí un increíble placer
mezclado con un ligero dolor que casi ni sentí. Mi propia lubricación la
hizo entrar prácticamente sin problemas a pesar de su tamaño y de ser
mi primera vez.
Una vez la sentí toda dentro, empecé a subir y bajar, notándola entrar
y salir, notando como me golpeaba por dentro. Sintiéndola dentro una
y otra vez. El placer era infinito. A los pocos minutos de subir y bajar
empecé a notar como las piernas me flojeaban, como un intenso calor
invadía todo mi ser. Seguí con el movimiento cada vez más deprisa;
pero al mismo tiempo más irregular. Estaba alcanzando mi primer
orgasmo interno. Seguí y seguí con todas mis fuerzas hasta que llegó.
Cuando el orgasmo me inundó. mis espasmos me proporcionaron más
placer si cabe al frotarme contra Sebas. Sebas me miraba, disfrutando
de mi orgasmo y de mis convulsiones. Cuando me corrí totalmente, me
quedé parada encima de él. Le dije que lo sentía, que me hubiera
gustado verle disfrutar a él también. Y me contesto que ya estaba
disfrutando, pero que si pensaba que se había acabado estaba muy
equivocada.
Me enganchó con sus brazos apretándome contra él, y se dio la
vuelta haciéndome rodar a mí también, sin siquiera sacar su polla de
mi interior. Una vez en la misma posición pero a la inversa, el encima y
yo debajo, comenzó a follarme. Me bombeaba despacio, haciéndome
sentir un cúmulo de sensaciones placenteras en mi coño
hipersensibilizado por el primer orgasmo. No parecía tener prisa, no
parecía tener intención ni ganas de correrse, lo único que parecía era
querer hacerme disfrutar. A cada envestida sacaba y metía más polla
hasta que empezó a sacarla totalmente y a metérmela entera de un
golpe, y vuelta ha empezar. En uno de los envites se enganchó con mi
tanga que luchaba por volver al sitio. Sebas paró y me pidió que me lo
quitara, que me quedara totalmente desnuda para él. Yo me quité la
ropa interior mientras él se quitaba la suya. Y cuando me iba a volver a
tumbar para disfrutarle me dijo que no. Que me pusiera a cuatro patas,
que íbamos a cambiar de posición. Yo me asusté, pensé que me la
quería meter por el culo y me daba miedo. Pero no le dije nada. Si iba
a ser suya para lo que fuera, sería para lo que él quisiera. Estaba
dispuesta a dejarme hacer lo que quisiera.
Me puse a cuatro patas sobre el colchón rodeada de los pétalos de
rosas, aspirando su aroma con preocupación por lo que iba a pasar
mientras él se ponía tras de mí. Me cogió de las caderas y me elevó el
culo buscando mi coñito con sus dedos. Condujo su polla hacia mi
coño y empezó a bombear dentro de mí. Me invadió una sensación de
alivio y de pacer mientras me follaba; pero también cierta tristeza por
no poder disfrutar de una nueva experiencia que pensaba iba a sentir.
Sebas me follaba, primero despacio pero cada vez más deprisa. Una y
otra vez. Yo me iba mojando cada vez más, hasta volver a sentir de
nuevo un intenso calor por todo mi ser. Me estaba corriendo por
segunda vez, y mientras mi cuerpo se estremecía por los espasmos del
orgasmo, sólo pensaba en una cosa. Que me follara por el culo.
Cuando mi cuerpo exhausto por tantas sensaciones dejó de palpitar,
una vez concluido el orgasmo, y mientras Sebas continuaba a su faena,
se lo pedí. Le pedí que me diera por detrás, le rogué que me diera por
culo. Me pregunto que si estaba segura. Le dije que sí, que nunca
había estado tan segura de nada tanto como lo estaba en ese
momento.
Sebas continuó follándome a la vez que empezaba a dilatar mi
orificio anal con uno de sus dedos. Yo estaba extremadamente
excitada y disfrutando como una perra. Cuando ya podía meter y sacar
el dedo con facilidad comenzó a meter un segundo dedo. Yo no cabía
en mí de gozo. Me estaba follando por delante con su polla y por
detrás con sus dedos. La sensación, a diferencia de lo que pensaba, era
extremadamente placentera. Cuando llegué a mi tercer orgasmo de la
noche le pedí a gritos que me follara el culo, que necesitaba sentírsela
por detrás. Cuando Sebas notó que dejaba de estremecerme, me la
sacó, se quitó el condón y, de un solo enviste, me la metió por mi
dilatado culo. El dolor fue intenso, pero también lo fue la sensación de
placer. Sebas la dejó dentro durante un rato mientras se inclinaba
sobre mi espalda y me acariciaba el clítoris con sus manos. Poco a
poco empecé a acostumbrarme a tenerle dentro y, cuando mi culo se
relajó, Sebas empezó a follárselo. Me follaba el culo despacio, con
delicadeza, mientras con su mano derecha me acariciaba la
entrepierna. A los pocos segundos, estimulada por todas partes
empecé a sentir como me corría otra vez. Los espasmos de mi cuarto
orgasmo debieron de hacer que mi culo se contrajese porque Sebas
me dijo que se iba a correr, que no aguantaba más. Me pidió que le
dijera que donde quería que se corriese. Que si quería que se corriese
en mi culo o en mi boca. Yo no me lo pensé. Quería saborearlo. Así
que se lo dije. Le pedí que se corriera en mi boca, que quería tragarme
toda su leche. Que quería saborearle, que quería lamerle, que quería
chuparle, que quería todo su semen.
Sebas sacó su polla de mi culo y me hizo darme la vuelta, encarando
mi boca con su enorme miembro. En cuanto estuvo a mi altura me la
insertó de un sólo golpe y empezó a follarme la boca. No se la
chupaba yo. El me la metía con rítmicos movimientos. Mi lengua
intentaba lamer todo lo que sus movimientos me dejaban. Lo único
que podía hacer era saborear su miembro y los restos que en él
quedaban de mí. A los pocos segundos su espalda empezó a
encorvarse, sus caderas se movían espasmódicamente y llegó. Se
corrió en toda mi boca, su leche me inundó. Cada uno de sus disparos
sexuales me alcanzaba una parte distinta del paladar y de la garganta.
Yo sólo hacía que tragar y tragar. Pero no daba abasto. Su semen se
desparramaba por la comisura de mis labios llenándome la cara de
lefa. Cuando su polla dejó de estremecerse se la lamí, limpiando todos
los restos de semen que en ella quedaba.
Tanto Sebas como yo estábamos exhaustos. Caímos rendidos en la
cama uno al lado del otro. Sebas me abrazó y me dijo en un susurro
que me quería. Me beso, en parte disfrutando de mí y en parte
saboreando su propio sabor que aún quedaba en mi boca. Me
acurruqué a su lado escuchando su respiración. Así, abrazados los dos,
nos dormimos a los pocos minutos.
Esta mañana me han despertado los rayos de sol que bañaban
nuestros cuerpos desnudos atravesando el ventanal de la habitación.
He abierto los ojos y he estado un buen rato disfrutando de la
situación. Notando el cuerpo de Sebas junto al mío, sólo abrazándole,
sólo sintiéndole, sólo dejando pasar el rato, deseando que no se
despertara para poder alargar ese momento para siempre, pero a la
vez ansiosa por que se despertara.
Hemos pasado un buen rato así, él dormido y yo despierta, hasta que
al final Sebas ha abierto los ojos. Le he dado los buenos días y he
bromeado con él llamándole dormilón. Por toda respuesta he obtenido
un beso de sus labios. Después del beso de buenos días Sebas me ha
agarrado de las caderas y ha rodado sobre mí quedándose encima de
mí. He Empezado a pasar mis manos por su espalda mientras nos
besábamos. Sebas acariciaba mi cuerpo desnudo que comenzaba a
excitarse con el contacto de sus calidas manos. Notaba como la polla
de Sebas aumentaba poco a poco de tamaño mientras la frotaba con
mi entrepierna. Sebas se movía sobre mí pero sin penetrarme solo
haciendo rozar nuestros sexos, excitándolos. Me ha preguntado que si
quería que me follara otra vez, y le he dicho que sí, que me follara, que
quería sentirle dentro de mí. Poco a poco, con delicadeza, ha ido
colocando su polla en mi coñito, cuando estaba en posición ha ido
metiéndola poco a poco. Esta vez si me ha dolido, seguramente
porque no estaba tan excitada como anoche, pero aún así, como ha
ido metiéndola despacio, con cuidado, al final ha acabado toda dentro.
En esa posición hemos continuado besándonos como si no hubiera
mañana. Él con su miembro dentro de mí, quieto, y yo abrazándole el
torso con mis brazos, sus piernas con las mías y la polla con los labios
de mi coñito.
Notaba como cada vez me iba mojando más y más. He empezado a
mover mis caderas de forma circular para que su polla recorriera todo
mi interior. Cuando Sebas ha visto que ya estaba dispuesta, ha
empezado a subir y bajar. Mordisqueaba mis labios, mi cuello, lamía mi
boca y me follaba, todo al mismo tiempo. El placer era increíble. A no
mucho tardar he sentido como me llegaba al orgasmo. Le he chillado
que continuara, que no parara, que me diera más fuerte, que me diera
más y más. Me he corrido de forma explosiva mientras Sebas me
bombeaba con todas sus fuerzas. Después del primer orgasmo ha
continuado follándome con fuertes arremetidas y, a los pocos
segundos, he vuelto a sentir como todo mi ser se estremecía. He
llevado mis manos a mis pechos y los he apretado con fuerza mientras
me alcanzaba el segundo orgasmo de la mañana prácticamente
después del primero. Si durante toda esta semana creí que no había
ninguna sensación superior a un orgasmo, ahora sé que me he
equivocaba. La mejor sensación son varios orgasmos seguidos.
Ha sido absolutamente increíble. Cunado mi cuerpo ha dejado de
sufrir los espasmos del segundo orgasmo, he comenzado a arquear la
espalda y a subir las caderas de nuevo, mientras volvía a llegar al
clímax. Sebas continuaba follándome mientras disfrutaba de mis
orgasmos. Yo ya no podía más. Mi cuerpo estaba exhausto. Justo en el
momento culminante de mi tercer orgasmo, Sebas ha empezado a
jadear y a golpearme de forma irregular. Yo sólo hacía que gritarle que
me follara, que me diera. Me ha dicho alarmado que no se había
puesto el condón, que se le había olvidado, a lo que le he contestado
que me daba igual Que siguiera follando, que se corriera, que quería
su leche dentro, que no parara. Sebas ha descargado toda su leche en
mi interior, corriéndonos juntos, mezclando gritos y jadeos,
intercambiando fluidos.
Nos hemos quedado juntos, abrazados. Yo notaba como todo su
semen se escurría de mi interior. Me ha dicho que no debíamos
haberlo hecho sin condón, que lo sentía. Le he dicho que no se
preocupara, que podíamos pasar por una farmacia a buscar una
pastilla anticonceptiva de urgencia. Que había sido fruto del momento
y que me gustaba sentir su semilla dentro de mí.
Después del polvo mañanero, hemos recogido las fotos que Sebas
había colgado por la habitación y hemos ido a desayunar a la playa,
dejando los restos de las velas y las flores. Nos hemos sentado en una
terracita junto a la arena. Mientras tomábamos un café con leche y
unas tostadas bañados por el calido sol de primavera, y con el ruido de
las olas de fondo, me he sentido la mujer más afortunada del mundo.
He mirado a Sebas y le he dicho lo perfecto que había sido todo. Que
había conseguido arrebatarme mi virginidad tal y como siempre había
soñado. Que estoy enamorada de él y que es lo mejor que me ha
pasado nunca.
Camino a casa hemos parado en una farmacia de guardia a comprar
la llamada pastilla del día después. La dependienta nos ha mirado con
mala cara, pero nos la ha vendido sin muchos problemas, no sin antes
advertirnos de los riesgos que conlleva. Le hemos dicho que había sido
un accidente, y que se nos había roto el preservativo. Ha dicho que sí,
que como a todos los jóvenes que venían a buscarla un sábado por la
mañana, pero nos la ha dado.
Sebas me ha dejado en casa y me he tomado la primera píldora.
Espero no quedarme embarazada por una noche de desliz. También
sería mala suerte que me ocurriera la primera vez. Pero me daría igual.
Porque le quiero. Le quiero mucho. Es el amor de mi vida y ahora sé se
que siempre estaremos juntos.
Nueva
GIACOMO Y MI APUESTA
Mientras yo observaba y mi marido apostaba, a mi lado se instaló un
hombre mayor, moreno, alto, elegantemente vestido con un flux negro
perfectamente cortado, con cara de mafioso, italiano y llamado
Giacomo, según me dijo, sin que yo se lo preguntara.
Cuando mi marido se cambió para la mesa de la ruleta o del
veintiuno, no sé, el italiano como si solo esperara esto para comenzar a
cortejarme, empezó a pedirme, casi en cada apuesta, que le indicara a
qué número me parecía que debía envidar. Una excusa bien falta de
imaginación para buscarme conversación, pero, de todas maneras yo
accedí a indicarle un número cada vez y ¡siempre ganaba! Mi principal
interés seguía siendo examinar a la gente, si él ganaba o perdía no era
mi problema.
-¿Por qué no juega? Me preguntó con su particular acento, parece
una mujer de suerte, mire todo lo que he ganado con sus indicaciones
y sugerencias, me dijo mostrándome la pila de fichas con un gesto de
su boca.
Me sonreí, le respondí con un encogimiento de hombros y seguí
observando las jugadas y los jugadores.
-Apostemos nosotros en privado, me propuso.
Volví a mirarlo sonriente, como quien no quiere ser molestado pero
considera que debe aguantarse por educación:- ¿a qué se refiere? Le
respondí sosteniendo mi sonrisa, pero estaba haciendo que perdiera la
concentración en mi actividad de observación, que me tenía bien
divertida.
-Me refiero a un juego privado entre usted y yo, basado en las
jugadas ajenas. Por ejemplo, ahora podría apostarle a que el joven del
paltó amarillo, va a apostar cien dólares y no menos, o, que la señora
del collar verde, en la próxima jugada gana más de treinta dólares. Una
apuesta basada en la observación y el análisis de las personalidades
que nos rodean.
Lo miré asombrada. O, era muy observador y me había vigilado, o, era
un tipo muy astuto. Eso me llamó la atención. Las dos jugadas que
describió se dieron tal cual él las analizó. Eso picó mi curiosidad y mi
orgullo.
-¿Y qué apostaríamos? Yo, no tengo fichas ni dinero.
-Yo apuesto dinero, usted, se apuesta a usted. Lo dijo claramente sin
rodeos ni sonrojos. Al grano. ¿Qué le parece?
-Que mejor me voy a seguir a mi esposo.
-Espere, espere, no se vaya aún, me detuvo tocándome levemente el
codo, es una manera de ponerle interés a la apuesta.
-¿Por qué no va y se compra una puta profesional y sale de eso? Le
respondí.
No estaba brava ni ofendida, más bien confundida con la atípica
situación que se me presentaba, que requería un manejo especial y
que yo no había podido descifrar como para responder
terminantemente. Podría haberlo mandado al carajo y punto, pero
creía que el tipo lo que quería era otra cosa, no simplemente acostarse
conmigo. Me tentaba averiguarlo.
-¡No, no! No me he hecho comprender. En mi barco me sobran las
mujeres, pero no es divertido. En su actitud hay un reto que me
estimula. Además, me gustaría conocerla…más.
-¿Tiene usted un barco? Interrogué incrédula. Pensé: hay que ver lo
que inventan los hombres para…
-Si. Es un casino flotante: “El Águila marina”, me contestó
interrumpiendo mi análisis, está anclado en aguas internacionales a
unas seis millas del puerto. ¿Va a pensar lo que le dije? Si no lo acepta
no hay problema, aunque me hubiera gustado que aceptara, solo
como un método para que pudiéramos entrar en confianza ¿Eh?...
¡Trabajo!, finalizó enigmáticamente.
Su acento era italiano y su parla era medio enredada y lenta,
rebuscaba las palabras. Me simpatizó.
-Imagino, dije volviéndome a acodar en la mesa ya verdaderamente
interesada en el asunto, que en este tipo de apuesta usted exige “algo”
y yo pido “algo” en contrapartida. ¿Es así?
-E capito.
-Por ejemplo, ¿qué pediría para empezar?
-Ío pido ver el suo, y a continuación hizo una mueca con su boca que
señalaba directamente y con claridad a mi cola…bueno, popa, ya que
se trataba de un hombre de mar.
No me arredré. Me esperaba algo así, -bueno, ya empezamos.
Sigamos- pensé.
-No sé cuánto pedir en contrapartida. Nunca me he vendido por
cuotas, le dije con una sonrisa.
-Digamos que doscientos dólares; por ver, no está mal para empezar.
-No soy experta en avalúos de esa especie, pero que sean
trescientos… y, con una mueca parecida a la suya, con mi boca señalé
sus fichas.
-Acepto. Apueste usted.
Nos callamos y seguimos mirando la escena que se desarrollaba ante
nuestros ojos. Sentía mi adrenalina fluir, la emoción me ponía en
estado de concentración total.
-Apuesto a que el tipo del sombrero panamá, se retira en no menos
tres jugadas, dije con seguridad.
-Acepto, respondió inmediatamente.
La esencia del juego consistía en mantener la atención en todo lo que
sucedía pues la apuesta podría referirse a cualquier tópico. El tipo era
buen contendor, no imaginaba que pudiera estar pendiente de un
jugador tan poco conspicuo, o, no le importaban trescientos dólares.
-¿Aumentamos la apuesta? Hay tiempo para hacerlo, me sorprendió
con su propuesta.
-¿Qué pide?
-Además de verlo, quiero tocarlo.
Me quedé pensativa un momento calibrando el lio en el que me
estaba metiendo. Total: El tipo era un extraño. -¿Qué querrá decir con
tocarlo?-pensé.
-Mil, riposté lentamente.
-Ochocientos y acepto.
-Mil, repetí, sin dejar de mirar concentradamente lo que pasaba
alrededor.
El tipo del sombrero panamá había perdido en la primera apuesta
que hizo. Sonreí complacida. Su fin estaba cerca. En la próxima, apostó
todo, pero ganó. Volví a sonreír. Una apuesta más de su parte y yo
ganaba. Pero, el tipo recogió sus ganancias, se levantó y se fue.
Miré a Giacomo y levanté mis hombros en una seña de “¿Qué se
puede hacer con estos idiotas?”
En ese momento preciso, mi marido apareció, me dijo
apresuradamente que iba a tomar una copa y se iba a dormir, estaba
cansado, dijo. A lo lejos, se veía a la aeromoza que nos observaba.
-No te acuestes muy tarde, me dijo alejándose. Quizá tenía la secreta
esperanza de que mi “espíritu de contrariedad” me impulsara a hacer
todo lo contrario.
-Buen provecho, dije para mis adentros.
-Apuesto a que su marido se va a acostar con la muchacha que lo
espera, dijo seriamente Giacomo.
-Eso, respondí en el mismo tono de seriedad, no está dentro del
ámbito de lo apostable. Además, yo hubiera apostado lo mismo.
Sus estruendosas carcajadas con las que respondió a mis palabras,
llamaron la atención de los que nos rodeaban. Para celebrar pidió
champaña. Yo le indiqué que tenía una apuesta que pagar.
-¿A dónde piensa efectuar el cobro? Inquirí.
-Así no es, me dijo mientras brindaba, ¡acumulemos, puede que usted
termine ganando!
Tranquilamente me volvía acodar en la mesa: Entonces, le toca a
usted decidir la apuesta, y a mí, apostar primero.
-Entendido, respondió.
-Resto, dije con seguridad.
-¿El resto de la noche? Trató de aclarar para estar seguro de mis
intenciones.
-No. Dos horas, dije mirando mi relojito barato.
-Acepto, me dijo. ¿Sabe cuánto tengo en fichas?
-No me interesa, quiero ganárselas. Sé que valgo mucho más que lo
que usted puede tener allí o “allá”.
Él se quedó mirándome profundamente como si hubiera descubierto
algo en mí que le interesara sobremanera.
Callados seguimos los movimientos que parecían desarrollarse en
cámara lenta.
-La vieja del moño, me dijo, apuesto a que las próximas cuatro
apuestas son de cien dólares o más cada una y serán consecutivas…
Yo, acepté.
LA PROPUESTA
Quince minutos después íbamos a bordo de una lujosa lancha,
rodeados de guardaespaldas que no supe de donde salieron, a toda
velocidad hacia un gran navío blanco profusamente iluminado que se
recortaba en el horizonte. Mi rabia no era porque me fueran a “coger”
(“otra vez”, como decía Forrest), sino, por haber perdido. El viento, el
agua salada que me salpicaba y la vista del bonito barco que se
acercaba a gran velocidad me fueron serenando.
-Espero que pueda volver a tierra, le dije sonriendo, se cuentan tantas
historias del Caribe.
-Tienes mucha imaginación. Si te quisiera raptar no me hubiera
tomado tanto trabajo…
-A mí me parece que quien no hace gala de la suya eres tú.
Demasiadas revueltas para acostarse con una mujer…
-¿Quién sabe cuándo el pez bebe agua? Fue su enigmática respuesta.
A la entrada de uno de los bellamente decorados salones me llamó la
atención un cartel que anunciaba que una tal Malena, hoy presentaría
su último show. Era una stripper y tenía un cuerpo muy parecido al
mío, me llamó la atención su rabo suntuoso y que tenía las mismas
comodidades que el que yo portaba (¡tengo rabo de stripper!, me dije
sarcásticamente.)
-¿Es muy famosa? Le pregunté para hablar de algo.
-Sí. Respondió secamente como si le doliera.
-¿Por qué se va? Pregunté con ingenuidad, que siempre me traiciona
y me impide dejar de meterme en lo que no me importa.
-Se va con un jeque que la compró.
Yo lo miré de reojo tratando de captar una sonrisa bromista o sorna
en sus palabras, pero lo que vi fue un rictus de impotencia.
-Mejor es no seguir averiguando lo que no me importa, me dije, pago
mi apuesta y ¡Ciao Giacomo!
El barco era un pequeño o mediano trasatlántico, no estaba en
capacidad de asegurarlo, era lujoso y rebosaba de vida y movimiento
de pasajeros-jugadores día y noche sin parar, muchos salones de
juego, varios casinos, salones con diversidad de distracciones hasta
para los más exigentes, tiendas… en una de ellas, una joyería,
entramos, Giacomo escogió un lujoso reloj de oro con brillantes, me
quitó con movimiento despectivo el mío y lo lanzó sobre la bandeja de
un camarero que pasaba, al tiempo que atrapaba al vuelo dos copas
de champaña.
-Salute dijo.
En su camarote lujoso y elegante, encendió todas las luces y se
recostó vestido sobre la cama.
-Observó su reloj y me dijo, “las dos horas comienzan”.
-Yo miré a mi lujoso reloj (que me tenía deslumbrada) y le respondí:
No, queda una hora y cuarenta minutos, porque quiero ir a ver el
último show de Malena.
-Pago. Por favor, desvístete lentamente, quiero que me deslumbres
poco a poco.
Nunca he sido buena en eso de desvestirme lentamente, con glamour
y elegancia natural, así que traté de hacerlo lo mejor posible, más
concentrada en la técnica y estética de los movimientos que en
complacer las exigencias eróticas de mi pareja. Cuando quedé en
cueros sucedió algo que no me esperaba.
-Vuélvete a vestir, me dijo, y hazlo de nuevo.
-¿Qué pasó? Interrogué mientras volvía a vestirme- pásame mi copa
que tengo sed.
-Hay gente rara, pensé un poco preocupada, con tal que no me vaya
a salir con alguna perversión…
Comencé a desnudarme “otra vez” con más esmero que en el anterior
espectáculo, corregí algunos detalles sobre la marcha, él apagó
algunas luces y graduó otras. Yo seguí concentrada en lo que hacía
para no volverme a equivocar- si es que me había equivocado, -¿qué
querrá con exactitud? Me preguntaba, -¿Qué busca?
Ahora también procuraba excitarlo con mi acto desnudista, a lo mejor
en eso era que había fallado, me pasaba mis manos lujuriosamente por
las partes de mi anatomía que sé que atraen más a los hombres, por
mi abultada y lujosa concha, mis senos bonitos y mi popa de madera.
Estaba empezando a sudar por el nerviosismo cuando finalicé. Me
quedé estática mirándole como el que espera el resultado de un
examen.
-Vístete, me dijo. ¡No, no te vistas!, rectificó. Espera así.
Descolgó el teléfono e hizo una llamada, hablando en italiano. Me
hizo señas de que me sentara en la cama y bebiera mientras terminaba
su negocio telefónico.
Desnudita y ya nada apenada por estarlo delante de un extraño, me
senté y crucé las piernas en gesto pudoroso inconsciente,
reminiscencias de un pasado legendario. Cuando terminó de hablar se
sentó a mi vera y pasó su brazo sobre mi hombro en un gesto
amistoso que buscaba protegerme del frio ambiente. Parecía estar a la
espera de algo: total, era su tiempo y podía utilizarlo como quisiera.
Llamaron a la puerta con leves golpes. El gritó algo en italiano, la
puerta fue abierta por uno de los guardaespaldas y la gran Malena
hizo su entrada.
Se dieron un leve beso. Ella en persona era mejor que en la foto, iba
vestida con un kimono transparente, llevaba su pelo rubio suelto y no
tenía maquillaje. Irradiaba sensualidad sin proponérselo.
Giacomo me levantó por la mano y me mostró.
-Se parece a mí, le dijo a Giacomo mientras se acercaba a saludarme.
Me dio un beso en la nariz y un leve apretón en mi pezón.
Luego, se acostó sobre la cama y se nos quedó mirando, como
diciendo ¿Y qué más hay?
Giacomo reaccionó. –Has una vez más tu acto, me ordenó. Yo lo miré
sorprendida: ¿Acto?
-“Por favor” dijo Malena dirigiéndose a Giacomo con sorna, y a mí,
con sonrisa amistosa: ¿Puedes empezar?
Revestí mi atavío por tercera o cuarta vez ya ni me acordaba.
Con más atención y esmero que antes, además de que la práctica me
había hecho más fluida en los movimientos, con el mismo espíritu de
sensualidad y lujuria que antes, hice “mi acto”, como lo llamaba
Giacomo. Finalizado el asunto me quedé parada mirándolos sin mucho
interés.
-Es mejor que yo, le dijo Malena mientras se levantaba. Habiendo
concluido su misión se iba.
Le dio otro beso frio a Giacomo y a mí otro beso en la nariz y un
apretón en mi seno.
-Te queda poco tiempo… Acepta… disfruta, me dijo al oído antes de
partir- tienes madera y te vas a divertir…
Ya en la puerta, se volteó a mirarnos y nos dijo: treinta minutos para
mi último show. Tocó levemente en la puerta, el guardia le abrió y salió
con su displicente caminar.
-Ven, me dijo Giacomo emocionado.
Lo primero que capté fue que su cosa era como una lata de cerveza:
gruesa y corta, pero caliente.
-Tienes que hacer algo por mí, le dije angustiada por la visión de
“eso” tan grueso, estoy fría después de tanta vestidera y desvestidera, y
no creo que tu aparato entre así como así.
Él sonrió comprensivo, me puso boca arriba y se concentró en lamer
tan profundamente mi aparato reproductor que en poco tiempo me
dejó lubricada, ensalivada y jugosa. Me le monté encima y me lo fui
encajando lentamente en la medida que mi entrada se expandía para
acoplarse a sus extraordinarias medidas.
Comencé a darle con ahínco al asunto que tenía enterrado
completamente, quería acabar con eso lo más rápido posible pues
temía que mis tripas se habituaran a sus medidas y a las características
del tronco que desaforadamente se movía dentro de ellas y pudiera
convertirme en una bocona sin elasticidad.
Pero a Giacomo no parecía tener en cuenta mis melindres y
presagios, parecía encantado con la cueva en la que había escondido
su coroto. Me atenazó con sus piernas, dio rienda suelta a sus caderas
y su gordo chichón se encastró completamente en mi canal; con toda
comodidad y sin cuidados extras comenzó rápidamente en su frenético
mete y saca.
Mi vagina, tan puta ella, parecía encantada y se lubricó por si misma
adecuadamente para el tolete que se estaba tragando de los más
complacida y sonriente.
Sin poder determinar mi tiempo de espera sin que mediara ningún
aviso y sin que supiera como había sucedido y de donde estaba
saliendo, sorpresivamente sentí que esas extraordinarias dimensiones
estaban causando un estrago en mis extrañas, un profundo ronquido
salió de mi garganta en el momento en el que un terrible orgasmo me
acometió inesperadamente. Chillaba, le mordía el hombro y espoleaba
la penetración mientras que un movimiento rotatorio se apoderaba de
mis caderas sin que pudiera ni quisiera controlarlo ni evitarlo ni
comprender esta nueva faceta desconocida de mi capacidad amatoria.
Me lamía el cuello, las orejas y la cara, se revolcaba dentro de mi boca
que solo emitía murmullos, gritos de placer e imprecaciones. Seguía
“dándome” sin misericordia, mientras, empecé a sentir otro orgasmo
rodando como una piedra desde mis riñones desde mi ombligo y
desde mi perineo. Sin pedir permiso y sin protestar, me erguí un poco
para mirarle la cara y que viera la mía en el momento en que el nuevo
orgasmo salía furioso de su prisión de carne y nos bañó. El me bañó de
leche las profundidades de mi cueva.
Al fin me desplomé sobre su pecho. Sus brazos me acogieron
amorosamente en un tierno abrazo.
-Eres también muy buena en esto, me dijo al oído, a la italiana.
-Creo que me estás reventando, le contesté.
-Tengo una proposición para ti.
-La imagino, pero dila tú mismo.
Sentía su taco latiendo aun dentro de mí y aun expulsando pequeños
chorritos de semen, o, quizá era mi imaginación que volvía a
concentrarse en los estragos que podría estarle causando a mi
elasticidad vaginal.
-Trabaja para mí. Ganarás muchísimo dinero y te harás famosa.
Tendrás tu futuro asegurado.
-No me interesa, el dinero ni la fama, y en el futuro no creo, porque él
está escrito en las estrellas desde antes de que yo naciera. Y además,
soy muy vieja para ponerme ahora con esas gracias. Y por favor
sácamelo, para ver cómo quedé.
Me obedeció. Mi vagina respiró aliviada, soltó un chorro de leche, un
suspiro y mi peso disminuyó como en un kilo.
Levantó mi cara y la acercó a la suya, para verme a los ojos.
-¿No te interesa la fama ni el dinero?
-No. No especialmente.
-¿Qué te interesa?
-Averígualo tú. El que lo averigüe buen averiguador, será le conteste
en broma, mi amor, le dije tomando su cara entre mis manos y
dándole un besito en la nariz como el que me había dado Malena: Ni
yo lo sé. ¿Lo averiguas tú?
-Cada mujer, insistió él, tiene su mercado, Malena tiene casi tu edad.
-¡Mentiroso!, ella debe tener como veintiocho, yo tengo casi cuarenta.
-Ella, tiene treinta y uno, y tu edad, tu estilo, tu elegancia son muy
parecidos a los suyos, además tu cuerpo tiene los mismos atractivos,
quizá más, que el de ella. Estas en el tiempo perfecto para la cosecha.
El mercado que tu atraerías es el más poderoso económicamente
hablando; gente de mi edad para los que tú eres una muchacha.
Además, los jóvenes se desviven por las maduras hermosas en su
esplendor. Te amaran si les das la oportunidad…
-No me interesa, dije tratando de mantener la firmeza de mis
convicciones pero un pequeño dolor se perfilo en mi pecho cuando
solté la respuesta.
El show iba por la mitad cuando llegamos. Ella era bella, elegante y la
adoraban. Estaban compungidos porque era su última vez.
Transmitía la sensación de estar concentrada en un acto sexual que
realizaba con cada cual, hasta yo me sentí en sus brazos víctima de sus
caricias. ¿Qué podría estar pasando por la mente de los hombres de
todas las edades que la miraban extasiados mientras copulaba con el
poste? Seguramente cada uno se sentía su víctima.
Era una reina. -Bueno, ahora tenía un jeque, de acuerdo a lo que
Giacomo me había asomado.
REFLECTIONS OF MY LIFE
Entré a mi habitación a eso de las cinco de la mañana, ya me había
desvestido cuando mi futuro ex se despertó y me vio desnuda ante el
espejo maquillándome.
-Buenos dias, le dije adelantándome a sus preguntas pues mi
almohada no presentaba signos de haber sido usada -después que me
bañe voy a ir a la playa. Anoche hablaste dormido. ¿Quieres que pida
tu café?
Él se restregó los ojos y bostezó antes de preguntar:-¿Qué dije?
-Hablaste de aviones, aeromozas, y te veías muy feliz, contesté
mientras me aplicaba mis cremas.
-Bueno, pide café, me respondió desviando el tema, nos vemos en la
playa más tarde.
Ninguno de mis dos compañeros pareció fijarse, o darle importancia
a mi nuevo reloj, aunque lo miraban de reojo. ¿Quién sabe qué
conclusiones estarían rondando por sus “suspicious minds”?
-¿Qué había querido decir Malena con aquello de “TE QUEDA POCO
TIEMPO”? Esa maldita pregunta taladró mi cerebro durante todo el
bendito día.
Estuve continuamente sacándoles el cuerpo a ambos cónyuges, uno,
quería hacérmelo otra vez, y el otro, quería homenajearme para que
quedara demostrado que lo de las palabras durante el sueño, solo
sueños habían sido.
No estaba en una disposición de ánimo para mimos ni arrumacos,
estaba, ensimismada en mis abstracciones e introspecciones. Como
dice el cantante de Kraken: “No me hables de amor” que no estoy para
esas cosas. Dormí una siesta de cuatro o cinco horas que me despejó.
A las nueve de la noche, después de haber pasado una velada
agradable juntos los tres, a pesar de un leve ensimismamiento que aún
me rondaba, nos fuimos a la mesa en la que jugaban dados y me
acodé en ella para volver a mi divertida actividad de observadora
mientras esperaba a que el destino se manifestara en la dirección que
fuera más propicia para sus proyectos <Si es que los hados tienen
proyectos>.
Ellos, me flanqueaban solícitos, preocupados por mi actitud rebelde;
me atendían pero yo me escabullía. Miles de ideas cruzaban por mi
mente como relámpagos en una obscura noche tormentosa.
A las once apareció Giacomo con su séquito.
-Les presento al “signore” Giacomo, uno de los socios del hotel. La
presentación corrió por cuenta de mi ex, quien le dio un trato
especialmente deferente al recién llegado.
Yo no me moví ni volteé a mirarlo.
Imagino, que a todos les extrañaría mi actitud irreverente ante el
extraño tan importante que había llegado, pero lo hice sin ninguna
actitud preconcebida. Sabía que el destino estaba allí, a mis espaldas,
esperando mi jugada. Ahora me tocaba a mí.
-¿Malena, tiene show hoy? Pregunté al vacío sin levantar la cabeza,
pero en voz alta para hacerme escuchar por encima del ruido. La
pregunta de la cual yo conocía anticipadamente la respuesta, no se
dirigió a nadie. Quizá se mirarían confusos.
-No. Ya se fue. Respondió el único que podía responder.
LA NUEVA.
TE QUEDA POCO TIEMPO, resonó en mi cabeza.
-Bueno, que hable el destino, se la voy a poner difícil para ver su
reacción…, me dije, ya estoy en una edad en la que es mejor quedarme
con la culpa que con las ganas…
Yo tenía frente a mí, algunas de las fichas que me había regalado mi
ex, las tomé todas y le hice señas al croupier de que iba a hacer una
apuesta.
-¡Siete, y voy! Dije. Anunciando mi apuesta con una fórmula no
prescrita pero que el empleado aceptó como buena, quizá ante la
expresión de sus jefes.
Me pasó los dados; yo, se los pasé a Giacomo; él, había entendido la
significación de mi conjuro.
Tomó los dados y sin pensar los lanzó con fuerza rebotando sobre el
tapete.-Que el destino se manifieste, me dije al verlos dando tumbos.
Cerré los ojos.
-¡Siete, apuntó el croupier, la señora gana!
Abrí los ojos espantados. El hado se había manifestado sin duda. Le
indiqué al empleado que le regalaba la ganancia, me moví lentamente
y me planté ante mi marido que me miraba desorientado:
-No me esperes despierto, le dije mirándolo directamente a los ojos.
Él, trató de aducir, pero mi ex, le rodeó protector con su brazo sobre
el hombro y lo arrastró fuera del círculo de escoltas, mientras le
hablaba al oído. Lo último que vi de él fue su cara sin expresión
cuando volteó a mirarme, la aeromoza acudió solícita, a instancias de
su jefe, a consolarlo.
Treinta minutos después estaba en manos de cuatro “reinas” que me
rodeaban afanosos.
-La signora, va en lugar del show de Malena. No le enseñen nada, que
sea natural; solo el vestuario y maquillaje. Para mañana todo el
vestuario nuevo. Ella sabe lo que hace, les ordenó personalmente
Giacomo a los atribulados coreógrafos que temblaban ante su
presencia.
-Bienvenida a bordo, me dijo besándome la mano con gesto
principesco, la nueva Reina de la Noche comienza su reinado: ¡La reina
ha muerto, viva la reina! Finalizó con un muy italiano aire teatral.
Al día siguiente cuando el barco zarpó, estaba profundamente
dormida en su opulento camarote rodeada de flores, había caído en un
profundo sueño, aturdida aun por el triunfal debut que ni ella misma
se creía aún. Fue maravilloso sentirse adorada y rodeada de aplausos y
atenciones; ¿Cuánto tiempo le restaba?: fuera el que fuera, estaba
dispuesta a paladearlo, sorbito a sorbito y sin reglas.
Última oportunidad
Era un día de instituto como otro cualquiera y me dirigí al cole como
todas las mañanas, seguramente los de mi generación reconocerán el
nombre del instituto etc… Los personajes evidentemente no responden
a sus nombres reales.
Vivía en Carabanchel (Madrid) en casa de mis padres, mi colegio era
Marianista y eran los primeros años en que se admitían niñas, hasta
hacia 4 años era un colegio solo para chicos y yo iba como la mayoría
de mis compañeras al Santo Angel, otras eran del Maria Inmaculada.
En primero de BUP nos juntábamos con los chicos por primera vez,
tanto para ellos como para nosotras suponía una experiencia
motivante, compartir clase con jóvenes del sexo contrario, guauuu¡¡¡
todo el verano esperando el inicio del curso escolar no paraba de
pensar en ello. Ya en COU teníamos muy vistos a los chicos, pero aún
así no dejábamos de pensar en ellos, la mayoría tenia experiencia en
toqueteos y besos, pero casi todas éramos vírgenes.
Centrándonos en aquel día, como decía me dirigía al colegio, por
suerte no llevábamos uniforme, a los chicos les ponían los uniformes,
pero a mi la verdad no me gustaba nada, aquella mañana llevaba un
"pichi" jajaja eran unos vestidos con tirantes, tipo peto pero con falda,
en este caso a la altura de la rodilla y de color gris, arriba una camisa
de manga corta blanca con cuello redondo y mangas abombachadas,
calcetines hasta la rodilla azules y zapatos bajos negros, debajo de la
ropa un conjunto de algodón con florecitas, la verdad si lo pienso era
ridículo, sobre todo si lo comparas con la vestimenta de las
quinceañeras de hoy en día.
Llegue a eso de las 9.30 y me senté en un banco de la entrada, eran
unos bancos de piedra, allí veías llegar al resto de alumnos, se
formaban los típicos grupitos… Lo pasaba mal, si llegabas la primera
de la pandi, tenias la sensación de ser observada por todos, menos mal
que apareció Laura, mi mejor amiga, era una chica preciosa o al menos
eso me parecía a mi por aquel entonces, seguramente por sus enormes
tetas, yo lucia un pecho pequeño con unos pezones grandes y
abultados propios de mi juventud. Las dos nos dirigimos al interior
charlando sobre los chicos que estaban a nuestro alrededor, en
concreto de Rafa, era un chico muy masculino y se dejaba barba, a
nosotras eso nos parecía lo más, pese a su juventud estaba musculado,
1,75 ancho de espalda, jugaba al fútbol y los domingos íbamos a verle
al campo, nosotras y medio instituto, bueno a el y a Cesar, un chico
rubio con el pelo larguito, 1,80 morenito de piel ojos color miel, la
verdad a mi me gustaba mas Cesar que Rafa.
El día transcurría como otro cualquiera, aburridas en clase intentando
pasarnos notitas y susurrando cuando el profe no hablaba, COU es un
curso aburrido ya que se trata de repasar, llego la hora del descanso y
salimos a por el bocadillo, todos íbamos a un bar cercano y nos
apelotonábamos en la barra a pedir nuestro bocata, era un buen
momento para los chicos, con aquello de cuantos somos, a mi
atiéndeme a mi… alguno que otro se arrimaba y te rozaba como quien
no quiere la cosa, yo en ocasiones notaba claramente una mano en el
culo, pero claro cuando te dabas la vuelta adivina de quien era la
mano.
Al ser las mayores del instituto, todos querían alardear por habernos
tocado el culo o rozado una teta.
Cogimos el bocadillo y regresamos a sentarnos en un banco,
normalmente siempre los grupos eran de chicos o de chicas, nunca
mixtos aun se mantenían viejas costumbres, enfrente nuestro teníamos
a los que llamábamos los pitufines, eran chicos que venían de un
colegio cercano y no se si era casualidad, pero todos eran empollones
y feitos.
Siempre estaban cerca en el descanso a ver lo que podían mirar,
cualquier cruce de piernas, si te agachabas a coger algo del suelo,
siempre tenias un pitufin cerca, eran feos si, pero estaban salidos, muy
salidos.
Cerca de nosotros estaban el grupo de Cesar y Rafa, eran unos 7, Javi,
Casti, Santi….parecía que comentaban algo sobre los pitufines y
nosotras, bueno aprovecho para presentar al resto, Maria, Eva y
Estefanía.
Ji ji Jaja, no se que comentaban, pero lo pasaban en grande, llego la
hora de regresar a clase, eran las 12 y teníamos gimnasia, nos fuimos a
los vestuarios a cambiar, yo llevaba una camiseta ajustada negra y
unos pantaloncitos azules con las deportivas, Laura una malla de licra
roja con una pantalón corto encima, la tía era una calienta de mucho
cuidado, Maria y Eva como yo y Estefanía una camiseta por encima del
ombligo sin sujetador y un pantalón cortito que dejaba ver el final de
su trasero, Estefanía era una chica delgada y alta, tenia un pecho
pequeño pero muy erguido y la encantaba provocar, en su caso no era
como el de Laura, ella calentaba al personal y luego se lo montaba en
el parque con su novio Juan, este era un chico 2 años mayor que
nosotras tiene 20 años y es universitario, muy guapo por cierto y que
estábamos seguras que se acostaban los fines de semana en casa de el
cuando los padres no estaban, o al menos eso creíamos, ya que ella
siempre sabia que decir cuando sacábamos el tema del sexo daba la
impresión de hablar por experiencia y no como nosotras que como
mucho nos habíamos besado con alguno, yo al menos 4 besos con un
chico en el verano y nada mas, me intento tocar las tetas y me negue,
así como iba a aprender jajaja.
Termino la clase de gimnasia y nos fuimos al vestuario algunas tenían
clase de diseño después, era una optativa, pero nosotras íbamos a
ética y aquella tarde la teníamos libre, pasada media hora nos
quedamos Maria, Laura y yo, las otras se fueron a casa, Maria era
gordita no muy alta, pero era muy simpática, después de Laura ella era
mi mejor amiga.
Estábamos las 3 charlando cuando llamaron a la puerta del vestuario,
nos acercamos a ver quien era y cual fue nuestra sorpresa, se trataba
de Cesar, Rafa, Casti y 3 pitufines, Casti era un chico alto y gordote que
hacia tiempo que estaba detrás de Maria, los pitufines eran Germán, un
chico altísimo y grandote, Carlos, 1,70 seguramente el único guapote
de ellos, muy moreno de piel, ojos azules y por último Guti, un canijo
con mucha cara, este se pasaba el día detrás de las tías bromeando y
tocando todo lo que podía, era un autentico pulpo.
Chicos - Podemos pasar??
Laura - Creo que no chico, si nos ve algún profe se nos cae el pelo
Chicos - Venga, no van a entrar sin llamar, en el peor de los casos nos
podemos esconder en el servicio.
Luna - Que no seguro que nos pillan, que queréis?
Cesar – Se trata de una apuesta, si nos dejáis ganamos y os
deberemos una muy gorda vale? Venga Luna no seáis tontas, haré por
ti lo que quieras.
Me dejo de piedra, me hablaba a mi y si les dejábamos pasar haría lo
que yo quisiera¡¡¡¡¡ era mi oportunidad, sin pensarlo abrí la puerta cogi
del brazo a Cesar y tire de el, el resto entraron rápidamente y cerramos
la puerta, el corazón me iba a mil, era como si cometiéramos un delito,
me quede recostada sobre la puerta intentando relajar la respiración.
- Laura - Bueno y ahora que?
Rafa - Pues podemos charlar, tenemos que estar al menos una hora
aquí.
Cesar - la verdad es que hemos dicho que habíamos quedado con
vosotras aquí para jugar un rato.
Chicas - Jugar?
Cesar - Si para montar una fiestecilla privada.
Aquello sonaba raro, Cesar me paso el brazo por encima del hombro
y me dijo que Guti le dijo que éramos "expertas", como?, si que ya
habéis estado con chicos en la cama y que seguro que nos podamos
iniciar con vosotras.
Madre mía, seria cerdo, cuanta gente pensaría esto, no quería ni
imaginar que mas habría dicho de nosotras, el problema era que si
decíamos que no quedaríamos como una crías, pero si decíamos que
si, ufff era un riesgo, a mi la verdad no me importaba que Cesar me
besara o incluso que me tocara un poco, pero acostarnos era
demasiado, cogi a Laura y Maria y nos fuimos al servicio a hablar.
Ahora regresamos chicos, tenemos que decidir que hacer con
vosotros, dije yo con mucha seguridad.
Luna – Jo tias son los dos chicos mas guapos del insti y quieren estar
con nosotras.
Laura – Si pero yo no quiero acostarme con ellos, como mucho me
dejaría tocar.
Maria – Yo creo que ni eso, a mi me gustaría besar a Casti, pero de
eso a algo mas…
Luna – Bueno se me ocurre que podíamos…………………………………
Pasados 10 minutos salimos del servicio y fuimos con los chicos.
Bien chicos, pensamos que para acostaros con nosotros tenéis que
madurar un poco y cumplir unos añitos, a nosotras nos gustan con
experiencia, Jajajaja.
Pero…. Aun asi hemos decidido dejar que nos toquéis un poco por
vuestro atrevimiento, pero nada mas que unos besos, si lo hacéis bien
es posible que otro día quedemos con vosotros y quien sabe si
entonces tendréis un premio mayor.
Todo era perfecto, nos enrollaríamos con ellos y luego tan contentas
a casita, era como un sueño.
Vamos a organizarnos, Rafa puede ir con Laura, Casti con Maria y
Cesar, tu conmigo, Guti y Carlos podéis mirar ok? Se resignaron y
aunque parecían descontentos se sentaron en frente nuestro sin
rechistar.
El vestuario era una habitación con bancos en las paredes y al fondo
las duchas y los servicios, allí estábamos Cesar y yo en el centro, Laura
y su acompañante a mi izquierda, y Casti y Maria a la derecha, los pitus
como ya dije estaban de frente de nosotros. Gire mi cabeza en
dirección a Cesar y sin moverme, acerque torpemente mi boca a la
suya, tome la iniciativa, ya que no quería parecer inexperta, algo que
en realidad era.
Cerré los ojos y note el contacto de mis labios con los suyos, era
delicioso, mi primer beso y con Cesar, sabia por otras chicas que debía
separar los labios y sacar la lengua y eso es justo lo que hice, note su
lengua y como nuestra saliva se mezclaba, fueron muchas las
sensaciones que recorrieron mi cuerpo, un calambre que me puso la
piel de gallina y una sensación de euforia y nerviosismo que me
provocaba ganas de gritar y reír, me retire, algo de saliva se deslizo por
la comisura de mis labios, me tape la boca con la mano y me limpie
disimuladamente tragando el resto que inundaba mi dulce y virgen
boquita.
No ha estado mal le dije, mire a los lados y Laura estaba sentada
junto a Carlos mirándome fijamente sin creer lo que había pasado, las
dos nos sonreímos y Laura me hizo un gesto de aprobación, lo cual me
dio a entender que ellos también se habían besado, después miramos
a Maria, esta estaba sentada en las rodillas de Casti, pegados como
dos lapas y la mano izquierda de el tocaba los pechos de nuestra
amiga, guau, joder con Maria, los dos estaban poseídos, se escuchaban
ruiditos, ummm ahh todo esto sin despegar los labios el uno del otro,
no podíamos quitar la vista de semejante espectáculo.
Como si lo hubiéramos ensayado las dos nos sentamos sobre
nuestros chicos y les besamos, ellos al igual que Casti, nos cogieron el
pecho, uff era demasiado, Cesar me sujeto el pecho con fuerza lo
apretaba como si se tratara de un globo, pero a mi me parecía genial,
llevábamos asi unos minutos y yo notaba como el se movía intentando
situar su pene en una zona mas cómoda, el no me decía nada pero yo
veía como cada vez estaba mas nervioso, me levante me puse de pie
frente a el, gire mi cabeza y vi como los pitus no quitaban la vista de
mi culo, con el movimiento se subió un poquito y marcaba mis firmes
cachetes.
Separé las piernas y me senté sobre Cesar, asi mejor verdad, el asintió
con la cabeza y puso sus manos sobre mi culo agarrándolo con fuerza,
nos besamos de nuevo, ahora podía sentir su bulto entre mis piernas,
la fina tela de mis pantaloncitos y mis braguitas, no eran suficiente
para impedir que notara el roce en mi coñito, instintivamente subía y
bajaba apoyada en mis rodillas, restregando mi coño con su pene
sobre nuestra ropa, el se dejaba llevar y acompasaba sus manos con
mis movimientos, empujaba su culo y lo apretaba contra su paquete
para aumentar el roce, por primera vez estaba cachonda de verdad y
cuando levante la cabeza vi que mis amigas estaban igual que yo,
aquello se estaba desmadrando demasiadas hormonas en tan poco
espacio.
Mire a Cesar y este tenia la cara desencajada, que bien lo haces me
dijo, sin darme cuenta introdujo sus manos hasta la altura de sus
muñecas por la cintura del pantalón y cojio mis glúteos con sus
enormes manos, el final de sus dedos rozaba los pelitos rizados de mi
coñito, me dio miedo, pero no podía evitar la excitación, me empujaba
de nuevo para que me moviera de nuevo y asi lo hice, me pegue todo
lo que puede a el, mis tetas rozaban su pecho y cada vez nuestros
movimientos eran mas violentos.
Pare un momento, me sentía fuera de mi como en una nube, el
continuo moviéndome bruscamente y coloco su cabeza sobre mis
pechos, los mordía como si quisiera devorarlos, yo aun llevaba el
sujetador y la camiseta puestos, pero a el le daba igual, mire alrededor
y pude observar a Maria sin camiseta sentada en el banco y Casti
arrodillado entre sus piernas besándole el estómago y tocando sus
pechos por encima del sujetador, al otro lado Laura con la malla subida
sobre sus enormes tetas y Rafa arrodillado chupando sus enormes
pezones rosados y erectos, los chupaba como si quisiera separarlos de
ella, Laura gemía y frotaba su chocho contra el pecho de el como si
estuviera poseída, me gire y Guti y Carlos tenían los pantalones y los
calzoncillos por los tobillos y se estaban pajeando, me quede helada,
además me di cuenta que estaba con el culito al aire, las manos de
Cesar fueron deslizándolo hasta dejar mas de medio culo al
descubierto. Nuestras miradas se cruzaron y Guti me lanzo un besito.
Me levante y me subí el pantalón, me dirigía hacia Laura para que nos
fuéramos de allí cuando Cesar me cogio de la mano, me llevo hacia el
y puso mi otra mano sobre su polla, comenzó a frotarse con ella, me
soltó y se levanto la camiseta, puso mi mano derecha en su vientre
contuvo la respiración y la deslizo dentro de su chándal, no había nada
entre su pene y mi mano, era grande, al menos mayor de lo que yo
había imaginado ya que nunca antes había tenido uno tan cerca,
estaba dura y caliente, bastante mojada, algo que yo no esperaba.
Comenzó de nuevo a frotar mi mano y me soltó, yo pare y el movió mi
mano de nuevo, continua tu sola me dijo, mientras yo pasaba mi mano
por su polla, el se quito la camiseta y bajo sus pantalones y su slip sin
dejar de mirarme a los ojos, puso su mano derecha en mi culo y me
sujeto, sigue asi, coge mi polla y pajeame, me quede inmóvil, no podía
reaccionar, con su mano izquierda coloco mi mano para que le pajeara
y comenzó a follarme la mano, yo no movía la mano, era el quien se
deslizaba podía notar como su polla estaba cada vez mas dura y su
expresión daba miedo.
Por unos segundos recupere la consciencia y vi como los pitus
estaban meneándosela y a Maria sin bragas con la cabeza de Casti
entre sus piernas lamiendo su rajita, Laura estaba sentada desnuda
sobre Rafa, de espaldas a el con sus tetas balanceándose al ritmo de su
cuerpo, pude ver como el pene de Rafa aparecía fugazmente tapado
por la mano y el brazo de Laura que le tocaba los huevos, ella subía y
bajaba y el pene de el rozaba con su coño, sus movimientos eran cada
vez mas rápidos me corro Laura no paresssss¡¡ Ahhh¡¡ y de repente la
leche de Rafa se disparo sobre el vientre de mi amiga, ella se movía
compulsivamente y cerro las piernas, se estaba corriendo como una
loca, ahh ummm ¡¡¡ parecía mucho mas intenso que cuando yo me
tocaba en el baño de casa con mis inocentes dedos, fue como un
sueño, note que mis pantalones se deslizaban e intente sujetarlos con
mi mano libre pero me fue imposible, Guti retiró mi mano y note algo
caliente detrás de mi, volví la cabeza y Carlos estaba rozando mi culo
con su polla, notaba un hilillo húmedo que recorría mi culo y de
pronto tenia otra polla en mi mano izquierda, sobre mi mano la de
Guti acompasando mis movimientos intentando besarme a lo cual yo
me negué.
Carlos se pego más a mi y notaba su pene deslizándose por la raja de
mi culo, Lugo se separo y lo metió entre mis piernas, con su mano
izquierda sujetaba mi cadera y con la derecha buscaba la punta de su
pene apareciendo al otro lado mientras tocaba mi coño, Cesar me
levanto la camiseta y el sujetados y liberó mis pechitos, exponiéndolos,
Guti no tardó en apropiarse de uno y lo apretaba y pellizcaba con
ansia, Cesar me chupaba el otro, estaba cachondisima y a la vez no
sabia que hacer, la situación me superaba, por un momento cerré los
ojos y sentí un gran placer, mi coño chorreaba y mis pezones estaban
sensibles como nunca, notaba como me acercaba al orgasmo y solo un
grito de Maria me despertó de aquel dulce momento se estaba
corriendo con la cabeza de Casti entre las piernas, casi lo ahoga,
cuando este se levanto parecía exhausto, joder¡¡¡¡ las 3 de la tarde dijo
Laura mi madre me mata, sin darme cuenta se vistieron y salieron
corriendo, Laura, Maria y Rafa, me dejaron allí sola con el resto, Carlos
me empujo con fuerza y note como su polla se hinchaba, ahhh me
corro Luna ahhh, derramo su leche en el suelo y sobre Cesar que se
retiro rápidamente, eres un cerdo tío, se fue al baño a limpiarse con los
pantalones por los tobillos, Carlos se vistió y salio corriendo una vez
que había quedado satisfecho y me quede momentáneamente con
Guti y Casti, me llevaron al banco y me sentaron me quitaron por
completo la camiseta y el sostén e hicieron igual con los pantalones y
las braguitas, Guti se coloco frente a mi comenzó a acercar su polla a
mi boca, me gire y entonces sujeto mi cabeza y rozo su glande con mis
labios.
Luna - Que haces cerdo déjame en paz le dije.
Guti - No iras ahora de estrecha Lunita
Luna – Ni estrecha ni nada, cerdo
Guti – si solo quiero una chupadita, no me digas que no sabes?
Lo cierto es que yo no quería, me daba asco por aquel entonces no
entendía el placer de chupar una polla, además la de Guti dios¡¡¡ pese a
ello no podía quedar como una niñita y tonta de mi saque mi lengua y
lamí su pene, que gusto asi sigue, yo no sabia muy bien como
proceder, lamía su polla como si fuera un cucurucho sin introducirla en
la boca.
Como me gusta nadie me la ha chupado asi nunca, nadie?? Pensé yo,
como si alguna vez hubiera estado con una ti ja¡ y tenia que ser yo la
primera.
En ese momento regreso Cesar, que tal la chupa tío?, impresionante
una gozada, dijo Guti.
Imagino que como le gustaba el hecho de que le lamiera la polla,
pero no debía sentir mucho, comenzó a meneársela en mi cara
mientras yo con la lengua fuera dejaba que el rozara su pene, joder
que bien Luna me encanta como la chupas, asi, de repente se corrió,
me retire tan pronto como puede, pero su semen estaba en mi cara,
mojaba mis labios, que asco aggg¡¡¡ Salí corriendo al baño a limpiarme,
lo siento Luna perdóname, eres un cerdo Guti que te den.
Cundo regrese me disponía a vestirme y Cesar y Casti me dijeron que
si les iba a dejar asi.
Luna – pues claro, yo ya no estoy ni cachonda
Casti – te puedo lamer el coñito a Maria le ha gustado?
Luna – pero ya no quiero me voy
Cesar – venga anda pro favor
El muy cabrón sabia que me tenia loca.
Luna – os hago una paja y adiós.
Cesar - vale vale,
Coji una polla con cada mano y comencé a menearlas, Guti apareció
gateando y me pidió permiso para chupar mi coñito, venga para que
me perdones por lo de ante, bueno vale, la verdad es que me puso
cachonda de nuevo que gusto me daba el cabrón, era mi primera vez y
no podía imaginar el placer de una lengua chupando mi coño.
Me corro Luna dijo Casti, gírate anda no me manches, se corrió
abundantemente manchando la pared y mi mano, pero no me
importo, el mismo me limpio y se despidió, me voy corriendo, gracias
Luna.
Continué con Cesar y note un valentón enorme, Guti se lo estaba
currando, ahhh¡¡¡ si asi me corro Guti, que gusto, fue un orgasmo
tremendo y quede satisfecha y relajada, estaba agotada no podía
moverme, Guti se fue y me quede sola con Cesar.
Luna – no puedo mas Cesar, dame un respiro y ahora continuo.
Cesar – no te preocupes, quédate sentada y yo termino, eso si como
recompensa por terminar solo, deja que me corra en tus tetas vale??
Luna – Que dices no seas guarro.
Cesar – Guti se corre en tu cara y yo no puedo en tus tetas??
Luna – no compares no es lo mismo el no me lo ha dicho ha sido un
cerdo, bueno venga hazlo
Estaba tan cansada que no quería discutir, además mi madre me iba a
matar por llegar tan tarde, el se masturbo mientras yo permanecía
sentada inmóvil, desnuda frente a el, me tocaba las tetas y el coño
mientras se la meneaba, ya Luna me corro, joder¡¡ ahhh me corroooo
disparó su leche sobre mi, la mayoría en mis tetas pero también en mi
cara, era muy líquida y caliente y se deslizaba por mis pechos hacia mi
vientre hasta llegar a mis piernas mojando los pelitos de mi coño, eres
fantástica, me cogio la cara con sus manos y lentamente acerco su
pene a mi boca, yo separe mis labios y el introdujo su pene, mojado
con los restos de la corrida me follo la boca suavemente mientras su
pene perdía vigor, luego me beso y me dejo, permanecí unos
momentos allí sentada saboreando su semen en mi boca pensando en
lo ocurrido y en como disfrute de mi primera experiencia.
Estaba completamente relajada, que sensación tan placentera, un
ruido me hizo regresar al mundo real, era el carro de la limpieza, huy¡¡
perdón, era Felix el señor de la limpieza, me tape como pude, un
momento enseguida salgo¡¡, que vergüenza desnuda y con semen por
todo mi cuerpo, me vestí y salí corriendo sin mirar a Felix, llegue a casa
y me encerré en el baño, cuando salí mis padres me castigaron un mes
sin paga y sin ir a las discoteca.
Alma gemela
Asesor matrimonial
Reto
¿Truco o trato?
¨Un regalo¨
¨El Hechizo¨
¨Incontrolado¨
Han pasado casi tres años pero recuerdo perfectamente cada detalle el
día que vino a nuestra casa un buen amigo de mi ex-novio Roberto
que se llamaba Miguel. Se presentó casi de repente, pues sin haber
avisado nos llamó desde el aeropuerto. Resulta que ambos habían
estudiado juntos en la universidad y hacía más de 3 años que no se
veían. Según me contó Roberto, eran dos grandes amigos que vivieron
muchas cosas juntos.
Fuimos a buscarle al aeropuerto y cuando Roberto me señaló quien
era cuando bajaba la escalerilla del avión, me quedé estupefacta. Era
un chico no muy alto, pero muy muy atractivo, moreno de piel, con
barba muy corta y cuidada, pelo arrubiado, con un cuerpo bien
formado y muy musculoso, unos ojos negros muy penetrantes y unos
labios que pedían ser devorados. Llevaba unas gafas de sol y vestía
una camiseta blanca y unos vaqueros ajustados que remarcaban un
hermoso "paquete".
Al acercarse, pude notar en un primer instante como me sentía atraída
por él. Cuando estuvo a nuestro lado, se quitó las gafas de sol y me
dedicó una linda sonrisa. No pude evitar un estremecimiento por todo
mi cuerpo y como los latidos de mi corazón se aceleraban. Que tonta,
nunca me había pasado nada parecido con solo mirar a un chico.
- "Hola tío, ¿como te va?" - le dijo Roberto mientras se daban un
abrazo.
- "Tirando" - contestó Miguel con una voz ronca que me resultó muy
varonil.
Despues Roberto nos presentó, nos dimos dos besos y mi piel se puso
de gallina, noté como un chispazo. Le sonreí y el me guiñó un ojo.
Yo llevaba un vestido corto que enseñaba mis piernas y mi escote y él
no dejó de observar toda mi anatomía. Llegamos a casa, nos pegamos
todos una ducha (por separado), pues el día era muy caluroso,
decidimos ponernos comodos y me vestí con una camiseta fina de
tirantes, sin sostén y un pantalón gris de algodón que utilizo para
hacer gimnasia muy ajustado, de esos que se adaptan al cuerpo.
Miguel bajó con una camiseta sin mangas y un pantalón de deporte
corto. Tenía un cuerpo magnífico muy musculoso y todo el cuerpo
lleno de vello rubio, estaba buenísimo. Cuando nos vimos nos
observamos de arriba a abajo, los dos nos gustábamos mutuamente y
lo notábamos, no sé si Roberto se dio cuenta pero no nos quitábamos
ojo de encima.
Durante toda la velada nuestras miradas se cruzaban y observábamos
nuestros cuerpos, los dos nos ibamos excitando más y más.
Los chicos empezaron a contarse aventuras durante un buen rato, pues
como decía no se veían desde hacía mucho tiempo, hablaron de todo
un poco, incluso de sus muchas aventuras con las chicas. Preparé unos
canapés y unas cervezas y charlamos hasta bien entrada la noche. Su
conversación era muy divertida, ya que era muy simpático, además no
se hacían aburridas sus historias de estudiantes tal y como él las
contaba. Preparé una cena sencilla y mientras Roberto ponía la mesa,
Miguel se acercó a la cocina para "ayudarme".
- ¿sabes que eres una rubia impresionante?. - me dijo al oído sin
cortarse un pelo.
Me quedé un poco extrañada por su descaro, pero tampoco le di
demasiada importancia, pues me gusta que me digan cosas bonitas,
sobretodo viniendo de un chico tan atractivo como aquel.
- Gracias - contesté con cierto rubor.
- En serio, eres una mujer preciosa, me encantas. - volvió a decirme
cuando me agarraba por la cintura.
Aquello se estaba convirtiendo en un problema y tuve que cortarlo de
inmediato.
- Anda, ayúdame a llevar estos platos al comedor. - le dije para evitar
problemas.
Cenamos los tres, entre bromas y charlas sobre sus aventuras en la
universidad. A las 12 de la noche nos fuimos a dormir. Recuerdo como
esa noche Roberto y yo echamos un polvo monumental, ya que yo me
había excitado mucho durante todo el día. Me sentía extraña, como si
me hubieran sorbido el seso, estaba totalmente "enganchada" de
Miguel.
El día siguiente era domingo y nos dedicamos a enseñar a Miguel toda
la ciudad y sus alrededores. Fuimos viendo la parte antigua y despues
las zonas más turísticas. Como Miguel es fotógrafo profesional y
trabaja para una agencia de publicidad no paró de hacer fotografías de
todo. Después nos fuimos a comer a un restaurente muy acogedor. La
tarde la dedicamos a visitar algún museo y a ver escaparates por la
ciudad. Por la noche, despues de cenar, salimos a tomar unas copas
por la zona de ambiente y llegamos a casa sobre las 2 de la
madrugada. No podía evitar mirar a Miguel cada dos por tres, me
encantaba todo de él, sus movimientos, su forma de hablar, su
expontaneidad y desde luego su impresionante físico. Esa noche
Roberto y yo volvimos a hacer el amor con ganas, pues Miguel me
encantaba y había conseguido que me pusiera algo mojadita en más
de una ocasión con sus miradas o sus gestos hacia mi.
A la mañana siguiente yo me estaba duchando, cuando noté que
alguien me espiaba detrás de la mampara de la ducha, cuando salí
toda confianda creyendo que se trataba de Roberto, me quedé de
piedra al ver a Miguel. Me vió desnuda durante un par de segundos,
hasta que me tapé con una toalla rapidamente, por lo que creo apenas
tuvo tiempo de verme bien.
- ¡ Miguel, por favor ! - le dije haciendole entender que saliera del
baño cubriéndome con la toalla.
- Perdona, no me dí cuenta. - dijo como respuesta poco creible,
mientras sonreía, al mismo tiempo que cerraba la puerta tras de si.
Él sabía de sobra que era yo la que estaba en la ducha, asi que no
podía disimular, y lo peor de todo es que Roberto estaba en el cuarto
contiguo, supongo que dormido y me imagino que se hubiera
mosqueado bastante si le hubiera pillado allí, pero Miguel era un tío
con mucha cara. Debo reconocer que yo me sentía muy atraída por él
a pesar de eso.
Cuando estaba en mi cuarto secándome y Roberto seguía dormido,
Miguel entró en el cuarto nuestro sin llamar a la puerta, asomando la
cabeza. Otra vez me pilló en pelotas, aunque me di la vuelta en
seguida :
- Oye no encuentro las toallas ¿Puedes darme una? - me dijo.
- Si claro, ahora voy. - dije tapándome otra vez con la toalla.
Me puse un albornoz y salí tras él en dirección al baño para decirle
donde estaban las toallas. Nada más salir de mi habitación, me volví a
quedar helada, ya que Miguel estaba completamente desnudo
esperandome en el pasillo.
- Oh, perdona, no sabía... - dije algo ruborizada.
- No te preocupes, no tengo nada raro ¿no?.
No contesté, no sé que me pasó, pero no le quité la vista de encima,
podía haber vuelto la cabeza, en cambio no lo hice. Miguel era un
chico perfecto, con una cara que me encantaba y un cuerpo muy
musculoso, se notaba que hacía deporte, tenía dos fuertes brazos,
unos muslos muy anchos, un torso bien marcado al igual que sus
abdominales, unas manos muy bonitas y una polla que aunque en
reposo, me pareció bastante grande y hermosa. Tenía el pecho
cubierto de pelo rubio, igual que sus brazos y piernas. Él se dió la
vuelta y caminó en dirección al baño y yo le seguí, sin perderme detalle
de su preciosa anatomía: grandes espaldas, un cuerpo muy bien
proporcionado y un culo duro y apetitoso que temblaba a cada paso
que daba delante mío. Me fuí excitando por momentos, pues no se
ven tios así todos los días.
Entré en el baño y allí estaba esperándome de nuevo de frente, a
pocos centímetros de mí tal y como su madre le trajo al mundo. Mi
corazón se iba acelerando y podía notar las gotas de sudor en mi
espalda, las piernas me flojeaban, mis mejillas ardían... Seguí
observándole medio atontada, sobretodo sus atributos, que me
parecieron muy bonitos. Un sonrosado glande sobresalía de la piel de
su pene, bastante grueso, a pesar de estar fláccido. Tenía su miembro
rodeado de un vello arrubiado casi rojizo, así como todo el vello de su
cuerpo. Las gotas de agua se resbalaban por su piel. Su pelo mojado,
su hombros brillantes y una gota se deslizaba desde su ombligo hasta
llegar a la punta de su glande, quedándose allí como invitándome a
que la secara con mi lengua. Pero ¿que me estaba pasando? ¿estaba
fuera de mi?, pero si mi chico estaba en el cuarto de al lado, ¿había
perdido la consciencia?, ¿estaba hipnotizada por ese chico?, desde
luego no era dueña de mis actos. El caso es que no cambié en mi
actitud de observarle con detenimiento, todo lo demás no parecía
importarme en ese momento.
- ¿Te has quedado un poco sorprendida? - me preguntó.
Volví a la realidad, tras oir su pregunta.
- Si, lo cierto es que no esperaba verte así...
- ¿desnudo?
- Si.
- Bueno es algo natural, al menos a mi me lo parece ¿no?
- Si, pero...
- ¿Acaso no te gusta verme así?
- No, pero es que...
- ¿No te gusto?
- Si, claro, osea, quiero decir no, perdona... mira, aqui están las toallas. -
le dije muy nerviosa.
Me puse colorada como un tomate, le di las toallas y salí como un
cohete de allí. Al llegar a mi cuarto, me apoyé en la puerta intentado
recuperar la respiración y mis pulsaciones que sin duda se habían
puesto a más de 100. Roberto seguía durmiendo. Me despojé del
albornoz y mis pezones estaban duros como piedras, al tocarme uno
de ellos noté un escalofrío por todo mi cuerpo. Al acariciar mi cintura,
notaba en mi sexo los latidos de mi corazón, me palpé la rajita y estaba
muy húmeda. Me había puesto cachonda de ver a Miguel desnudo y la
situación de haberse producido estando Roberto tan cerca, creo que
me excitó aún más. Introduje un dedo en mi chochito y comencé a
masturbarme de espaldas a Roberto. Mi respiración se aceleraba, pero
no quería hacer demasiado ruido para no despertarle. Me senté en el
borde de la cama y continué tocándome las tetas y metiéndo un dedo
en mi mojado sexo, hasta que pronto me vino un orgasmo
prolongado, lo que me hizó soltár algún gemido, aunque procuré
apagarlos tapando mi boca con el albornoz . Me había masturbado
pensando en Miguel y mis pensamientos me ofuscaban pensando en
hacer el amor con él, en sentirme atrapada entre sus potentes brazos,
en engañar a mi novio y dejarme arrastrar por el placer.
Despues de desayunar, salimos los tres a dar una vuelta y fuimos al
mercado a comprar las cosas para la comida, pues Roberto quería
obserquiar a su amigo con una buena paella (era su especialidad). Al
volver a casa, yo me puse un vestido estampado corto de verano sin
mangas , Roberto también se acomodó con unos pantalones cortos y
una camiseta y Miguel me sorprendió de nuevo al bajar al comedor
con tan solo su bañador, mostrándome su desnudo y atlético torso.
- ¡ Que sexy estás con ese vestido ! - me piropeó.
- Gracias. - contesté agradecida, aunque mi pulso comenzó de nuevo a
acelerarse.
Mientras Roberto preparaba la paella, Miguel y yo poníamos la mesa.
En un momento, cuando yo estaba estirada apoyada sobre la mesa
colocando los platos, Miguel se pegó a mí por detrás, juntando su
pelvis a mi culito, lo que hizo que todo mi cuerpo sintiera un escalofrío.
Asi permaneció unos segundos y yo no hice nada durante ese tiempo,
me estaba calentando por momentos y me gustaba sentir la dureza de
su miembro en mi culo. Como aquello no le pareció suficiente, sus
manos agarraron mi cintura y subiendolas lentamente acarició mis
pechos por los costados de mi vestido. Fué entonces cuando me
separé de él.
- ¿estas loco tío? - le dije con enfado.
- ¿acaso no te ha gustado? - prenguntó con ironía y con cara de vicio.
- Definitivamente, estas loco.
- Vamos preciosa, se que te gusto y que estas cachonda.
Vaya descaro y vaya morro que tenía el tío. Lo cierto es que lo que
decía era verdad, estaba muy encendida, casi fuera de mi y lo que más
deseaba era ver su polla a tope y sentir sus manos sobre mi piel,
meterme su aparato en la boca o sentirle entre mis piernas. Lo sabía el
muy cabrón. Pero no podía ser, mi novio estaba en la cocina con la
puerta abierta, no podía ser, era una locura.
- Miguel no insistas por favor, ¿quieres que se lo diga a Roberto? - le
dije de nuevo a modo de amenaza con la intención de que abandonara
su actitud.
- Venga, no seas tonta, es lo que te apetece, niégalo sino...
No lo negué, pero tampoco dije nada. Me apoyé semisentada en la
mesa esperando su nueva reacción . Se colocó frente a mi y me
preguntó:
- ¿Quieres verme desnudo otra vez?
- No Miguel, por favor, Roberto puede verte...
- Mejor aún, me encanta el morbo de poder ser descubiertos.
- Pero Roberto es mi novio y es tu amigo...
- Y tú eres una preciosidad y te deseo, lo demás no importa, además
noto como estás de caliente...¿ no te gustaría ver mi cuerpo otra vez ?
Como lo sabía el muy cabrón, yo estaba caliente, muy caliente. Miguel
cumplió sus palabras y se bajó el bañador quedándo nuevamente
desnudo frente a mi. Esta vez su polla se mostraba a pleno
rendimiento ( y que rendimiento ) , era un aparato más grande de lo
normal. Su capullo brillaba igual que mis ojos que no apartaban la vista
de él.
Me quedé inmovil, en la misma posición con mi culo apoyado en la
mesa del comedor.
- Miguel por favor... - le supliqué aunque en el fondo me maravillaba
verle así.
Se acercó hasta mi, me agarró por la cintura, me separó las piernas y se
apretujó contra mi, al principio yo me dejaba hacer, no sabía lo que me
pasaba, pero no era dueña de mí, la locura había llegado al máximo. ¿o
aún no? Se metió entre mis piernas y gracias a la altura de la mesa su
sexo quedó a la altura del mío, percibiendo su calor y la dureza de su
pene desnudo sobre mi chochito a traves de la tela de mi vestido y mis
ya mojadas braguitas. Le separé de nuevo empujándole por el pecho.
- Para ya por favor, Roberto esta ahí mismo...
Por un momento miré a la cocina, aunque mi novio parecía estar muy
ocupado con su paella, se le oía trastear con los cacharros. Miguel
volvió al ataque pegándose a mi de nuevo y me acariciaba las tetas por
encima del vestido y yo evidentemente me entregué a sus caricias, era
algo contra lo que no podía luchar y era lo que más deseaba. Comenzó
a besarme primero en cortos y suaves besos sobre mis labios y que
acabaron siendo apasionados, cuando nuestras lenguas se juntaron en
nuestras ardientes bocas. Yo estaba a tope, sin importarme nada, es
más, me excitaba mucho la idea de poder ser descubierta por mi
novio, y claro, lo que era inevitable es que mi novio tuviera un amigo
así, que una no es de piedra y eso Roberto debería saberlo.
Me fue quitando despacio los botones de mi vestido, hasta que mis
tetas saltaron fuera de él pues no llevaba sujetador y él siguió con el
chupeteo sobre mis tetas pellizcando mis pezones con sus dientes, a
mi me encantaba, estaba alucinando, un gusto tremendo me invadía.
Después me despojó por completo de mi vestido, quedándo solo con
las braguitas. Él parecía estar disfrutando igual que yo con la situación.
Se agachó frente a mí e intentó bajarme las bragas. Yo me resistí
agarrándolas fuertemente y tirando de ellas hacia arriba.
- No, no, por favor, me vas a desnudar... - le dije en voz baja, sintiendo
aquello como algo que no parecía tener remedio.
- Schsssssss - me hizo callar volviendo a bajarme las braguitas
lentamente por mis muslos observando detenidamente mi coño.
- Mmmmmm, está bien recortadito como a mi me gusta. Me encanta
ese hilillo de pelos alrededor de ese precioso coñito.
No se hizo esperar y metió su cara entre mis piernas devorando
literalmente mi sexo, mis ingles, mi clítoris. El gusto me fue en
aumento y yo estaba como una moto. Yo abría las piernas
inconscientemente para que pudiera llegar mejor a todos los rincones
de mi sexo.
Me estaba dando un gusto fuera de lo normal, sus labios jugaban con
mi coño y sus manos pellizcaban mis pezones. Se incorporó de nuevo
y colocando su polla frente a mi chochito y pasándola arriba y abajo
por mi rajita, intentaba ir metiéndomela, pero yo aún sentía cierta
culpabilidad a pesar de estar muy caliente y le agarraba por el tronco
de su pene separándole de mí.
- No, por favor, no hagas eso, Miguel.
Él insistía e intentaba por todos los medios introducirse en mi interior.
Yo seguía resistiéndome y volví a agarrarle de su precioso miembro y
empujándole por el pecho.
- No me la metas, por Dios, no, no. - dije nerviosa, aunque lo que más
deseaba era tenerla dentro de mi, partiéndome en dos.
Otra vez sus intentos para entrar en mi y otra vez mi resistencia
aunque cada vez con menos intensidad.
- No, no, no, Miguel... por favor...
Me insertó de golpe casi la mitad de su poderoso miembro. Yo me
moría de gusto.
- Ohhh, Dios, no, no, no.... ohhh, si, si, si.... - gemía yo
entrecortadamente.
Volvió hacia atrás sacando casi por entero su enorme polla, hasta
introducírmela por completo. Asi permanecimos unos segundos. Sentí
un gusto increíble cuando estaba completamente metida y eso que
parecía que no me iba a entrar. Miguel me sonrió y comenzó a
moverse alante y atrás metiéndomela con fuerza, hasta que sus huevos
chocaban contra mí culo. Su enorme miembro se adaptó a mi mejor de
lo que esperaba y el tío, además de estar como un tren, follaba de
miedo. Sabía mover las caderas como nadie, sabía buscar y
proporcionar el máximo placer. Estabamos allí contra la mesa del
comedor, sudando con nuestros desnudos cuerpos y mi chico a
apenas 5 metros de nosotros. Le agarraba del pelo y le susurré al oido.
- Sii, siiiiii, siiiiiiii, que bien, que bien, que gusto...
No tardé en notar la proximidad del orgasmo cuando volvimos a
besarnos y a mordernos los labios, fue entonces cuando el gusto
invadió mi cuerpo, llegándo desde mi clítoris hasta cada centímetro de
mi piel, viviendo un orgasmo increíble, aunque no podía expresar mis
gritos de gozo, ni mis jadeos, pero fue increíble. Al rato Miguel, tras
sonreírme otra vez, cerró los ojos, aceleró el ritmo, chocando contra mí
con mucha fuerza y de pronto paró en seco con toda su verga dentro
de mi, inundándome con su leche. Podía notar como a cada espasmo
de su pene, su semen bañaba mis entrañas. Tuvo que apretar su boca
contra una de mis tetas y apaciguar el ruido con ella, pues también
pareció tener un buen orgasmo.
Nos quedamos unidos un rato, sin saber muy bien lo que me había
pasado. Por un lado me sentí en la gloria, pero por otro no podía
remediar un sentimiento de culpabilidad y sentirme como una zorra.
- ¿Ya habeis puesto la mesa? -nos preguntó Roberto de pronto desde
la cocina.
Aquello me hizo volver a la realidad y precipitadamente contesté.
- Si cariño, ya casi está lista.
A toda prisa volví a ponerme las braguitas y el vestido, pero en cambio
Miguel se tomó su tiempo mientras me sonreía y me miraba
detenidamente, no parecía importarle nada ni nadie. Al fin se puso el
bañador.
Apenas dos minutos despues salió Roberto de la cocina con la paellera
entre sus manos. ¡Por los pelos !
Yo apenas pude hablar nada durante la comida, me encontraba mal,
me sentía angustiada, abochornada y sucia, en cambio Miguel como si
nada, es más, mirándome fíjamente a los ojos y a modo de broma le
decía a Roberto:
- Oye, está buenísima, hacía tiempo que no me comía algo tan rico...
Roberto entendió que lo decía por la paella, pero yo sabía que no era
eso exactamente a lo que se refería. Insistió con su ironía.
- Que rica está, mmmmmm, esta muy sabrosa,
- ¿Te gusta en serio?
- ¿Que si me gusta?, pero si está de vicio, como sabes cuidarme amigo.
Que sinvergüenza, yo me encontraba echa polvo y él como una rosa,
acababamos de hacer algo increíble tan cerca de Roberto, en cambio
Miguel estaba restregándoselo a su amigo, aunque éste no se diera
cuenta. Sentí odio por él y por mi misma. Me sentí fatal.
Preparé el café y aún me temblaban las piernas, no sé exactamente si
por el hecho de haber follado o de haber pecado.
Mientras servía los cafés, Miguel me miraba con descaro las piernas y
el escote y Roberto se daba perfecta cuenta, pero no parcecía prestar
demasiada importancia a ese hecho, sobretodo porque debía conocer
bien a su amigo ¿o quizás no?
Mis pensamientos me torturaban, pues a pesar de sentirme mal por lo
que había hecho, deseaba tener un nuevo encuentro con Miguel y que
me poseyera de nuevo. Mis sentimientos de culpabilidad se
debilitaban para convertirse en unos deseos irrefrenables de volver a
hacer el amor con Miguel, había perdido la cordura.
Por la tarde fuimos al cine y yo me senté entre los dos, algo que en
principio parecía una casualidad, aunque creo que el instinto me
traicionaba, pues sabía que algo iba a pasar y ya lo creo que pasó.
Cuando comenzó la película, de la cual no recuerdo ni el título,
Roberto me agarró de la mano y Miguel con cierto disimulo acariciaba
mi rodilla con la parte exterior de su mano, poco a poco siguió
subiendo su mano hasta la mitad de mi muslo, justo donde
comenzaba la tela de mi minifalda. Otra vez noté un escalofrío, mi
corazón palpitaba y mis pezones se endurecían. Estaba cometiendo de
nuevo un error que podía ser fatal, pero eso era muy excitante y tenía
un morbo increíble, era superior a mis fuerzas.
La mano de Miguel llegó a tocar mi teta derecha por encima de mi
camiseta y se recreaba con la dureza de mi pezón. Yo miraba de reojo
a Roberto pero estaba concentrado en la proyección. Miguel seguía
muy atareado con mi teta, pero no parecía tener bastante y su otra
mano, esta vez sin tanto disimulo y aprovechando la oscuridad, se coló
entre mis piernas que yo entreabrí para facilitarle la labor y continuó
subiendo por la parte interior de mis muslos hasta llegar a mis
braguitas y acariciar mi rajita, al rozarme el sexo, dí un pequeño
respingo, que alertó a Roberto, pero le dije que no me pasaba nada,
que me sentía algo mareada. Me levanté y me dirigí al baño con una
calentura de campeonato.
- ¿Te acompaño? - me preguntó mi novio.
- No cariño, no hace falta, enseguida vuelvo.
Al llegar a los servicios me miré al espejo, mis mejillas estaban
coloradas, me lavé con abudante agua fria para apagar mi calor. Todo
mi cuerpo ardía y no tenía agua suficiente para enfriarlo. Mientras
observaba mi cara en el espejo me repetía una y otra vez: "No esta
bien lo que haces, eres una niña mala", pero cuando Miguel me tocaba
no podía remediar entregarme a sus caricias y a todo lo que me
quisiera hacer... Una lágrima se deslizó por mi mejilla.
Cuando estaba secándome la cara con unas toallas de papel, alguien
me abrazó por la cintura tras de mí y pegó su cuerpo al mío
besándome en el cuello, cuando me volví bastante asustada,
comprobé que era de nuevo Miguel.
- Pero, ¿que haces aqui? - le pregunté con cara de susto.
- Quiero estar cerca de ti, ya ves que no te dejo sola ni un momento.
Mientras decía esto me acariciaba las tetas por encima de la camiseta y
me besaba en el cuello y me mordía el lóbulo de la oreja.
- No Miguel, por favor..., puede entrar alguien.
Sin contestar me agarró de un brazo y me llevó hasta una de las
puertas de los inodoros. Nos encerramos y allí volvió a abrazarme y a
hacerme sentir la dureza de su miembro entre mis piernas.
- ¿Y Roberto?, se puede mosquear estando los dos fuera del cine. - le
dije.
- No te preocupes, le dije que iba a por palomitas de maiz.
Siguió besando mi cuello, cosa que hizo que cerrara los ojos para
sentirle mejor, cuando quise darme cuenta me había despojado de la
camiseta al igual que la falda, en un visto y no visto me quitó las
braguitas quedándome completamente desnuda. En cuestión de
segundos el hizo lo mismo y nos quedamos ambos en pelotas en
aquel reducido espacio. No se como pudo hacer tan rápida aquella
operación, pero batió todos los records. Colocó la tapa del water y se
sentó, yo no pude resistir la tentación y ante la vista de su tiesa y
preciosa polla, me arrodillé entre sus piernas y en un acto inconsciente,
de un bocado me la metí casi entera en la boca como una posesa,
empezándo a succionarla primero despacio y luego a mayor velocidad
haciéndole una buena mamada a aquella enorme tranca, chupando y
rozando con mi lengua toda su longitud, haciendo girar mi boca sobre
ella y emitiendo ruidos como si estuviera comiendo un caramelo,
parecía una niña saboreándo una piruleta.
- Siii, sigue, sigue, sigue así - jadeaba él.
Seguí con mi labor de chuparle pero mi chochito pedía a gritos ser
perforado y levantándome me coloqué sobre sus piernas orientando
su polla a la entrada de mi cueva. Me senté lentamente sobre su erecto
pene, sintiendo su calor a cada centímetro que se iba colando con
alguna dificultad en mi interior. Mi estrecha vagina se adaptaba con
cierta dificultad al poderoso tamaño de su garrote. Sosteniéndome a
las paredes de los costados subía y bajaba sobre su tiesa daga y no
parabamos de gemir y jadear llenos de gusto. No tardó en llegarnos
un orgasmo increíble, primero él y yo unos segundos después.
Miguel sabía follar como nadie, nunca me habían dado tanto placer,
sintiendo un gusto fuera de lo normal y el añadido de ponerle los
cuernos a mi novio, tan cerca de nosotros, me había convertido en una
esclava de Miguel. Cada minuto que pasaba le deseaba más y más. Era
un chico guapísimo y que estaba más que bueno, algo a lo que
cualquier chica débil como yo no hubiera podido resistirse, sobretodo
por su gran habilidad para dar placer a una mujer. Él fue el primero en
volver a la sala con las palomitas y a decirle a Roberto que me había
visto, me había preguntado como estaba y que yo le había contestado
que mejor, que estaba lavándome la cara.
Cuando volví yo al patio de butacas, Roberto me preguntó
preocupado:
- ¿Estás mejor cariño?
- Si, ahora estoy mucho mejor - le contesté ( si el supiera....pensaba
para mi)
Al día siguiente aprovechamos para ir a la playa. Yo me había puesto
un bikini diminuto tipo tanga que tapaba lo justo y Roberto se
mosqueaba bastante pues se le notaba celoso y Miguel no se cortaba
un pelo observándome, cosa que a Roberto parecía irritarle aún más.
Yo además me insinuaba toda provocativa haciendo movimientos
sensuales, cosa que agradaba a Miguel y molestaba a Roberto. Cuanto
más enfurecido veía a Roberto más me excitaba y más deseaba follar
con Miguel. Por otro lado yo quería que no volviera a ocurrir nada,
pero mi deseo por Miguel iba creciendo más y más. Era una sensación
extraña, pero muy placentera.
Estuvimos bañándonos los tres durante un rato en el agua y Roberto
sintió frio y volvió a la arena, pero Miguel y yo continuamos en el mar,
lo que aprovechamos para acariciarnos bajo el agua, tocar nuestros
cuerpos, introducir nuestros dedos bajo la tela de nuestros bañadores
y darnos gusto mutuamente. Yo estaba loca por Miguel y cada cosa
que hacía me gustaba más sobretodo si era algo desorbitado. Roberto
nos observaba desde la orilla con cierto mosqueo, pero evidentemente
no podía ver lo que sucedía.
Al día siguiente, Miguel y yo seguíamos tan encendidos como el día
anterior y buscábamos como locos la ocasión para volver a follar como
lobos. Algún encuentro fortuíto en el pasillo nos servía, para meternos
mano, darnos un beso, una caricia... a todo esto, Roberto seguía en la
luna.
Aquella tarde decidimos hacer una excursión en bicicleta los tres por
un bosque cercano a la ciudad. Cada dos por tres Miguel se paraba
para hacer fotografías de todo. En un descuido en el que Roberto y yo
nos adelantamos con las bicis, Miguel se retrasó demasiado y
decidimos volver a buscarlo, pero no había manera de encontrarlo.
Temíamos que se perdiera, pues a pesar de ser un bosque no muy
grande, faltaban un par de horas para que anocheciera. Como Roberto
y yo conocíamos bien la zona, decidimos separarnos por diferentes
caminos para buscarle.
Miguel se lo había montado de miedo y lo que hacía era esperarme
para encontrarse de nuevo conmigo. Escondido tras un árbol me dió
un aviso desde lejos y yo me acerqué cuando Roberto seguía
llamándole y buscando desesperademente por otro lado. Nos
tumbamos en uno de los claros del bosque y volvió a despojarme de
mi chándal, haciendo él lo mismo con su ropa. Volvimos a abrazar
nuestros cuerpos desnudos, a acaricarnos, a besarnos, a llenar nuestros
lujuriosos cuerpos con besos y caricias. Miguel se tumbó y volví a
regalarle una nueva mamada, apretando mis labios con fuerza sobre su
glande y jugando con mi lengua alrededor de todo su miembro y
acariciándole los huevos con mis dedos, él hacía lo propio y rozaba mi
rajita con su mano y con la otra me acariciaba las tetas, luego volví a
sentarme sobre su dura y enorme polla y cabalgué de nuevo con
ganas. Tan concentrada estaba en el polvo, que una de las veces, mi
novio pasó a tan solo dos metros de nosotros y casi nos descubre, por
suerte unos árboles nos tapaban. Yo puse mi mano sobre la boca de
Miguel para que no hiciera ruido y cuando Roberto se alejó un poco,
seguimos con la cabalgadura, follando con pasión. Él acaricaba mis
tetas y no paraba de decirme lo que me deseaba, lo guapa que era y lo
bien que follaba. Eso me encantaba y tuve de nuevo un prolongado
orgasmo. Me salí de su tronco y volví a chuparlo con ahínco, el sabor
de su dura polla mezclada con mis propios fluidos me sabía delicioso,
hasta que pasados unos minutos descargó todo su semen dentro de
mi boca. No dejé escapar ninguna gota, tragándome toda su leche que
estaba riquísima. Nunca antes me había tragado el semen, pues sentía
cierto asco, con Miguel era diferente, estaba totalmente entregada a él,
digamos que le pertenecía. Volvimos a abrazar nuestros cuerpos
desnudos tumbados sobre la hierba. Después nos vestimos y por
diferentes caminos llegamos disimulando hasta donde se encontraba
Roberto.
- ¿Donde te habías metido tío? - le preguntó Roberto.
- Se me salió la cadena, pero con unos cuantos meneos ha vuelto a su
sitio. No te creas, pero he tenido que apretar fuerte para que no se me
volviera a salir - contestó con esa ironía que le caracterizaba.
Yo tuve que mirar a otro lado para que no se notara mi sonrisa. Al final
se nos hizo muy tarde y antes de llegar a casa paramos en una especie
de taberna de la carretera a cenar. Despues continuamos nuestro
camino hasta casa con nuestras bicicletas. Todos estabamos sudorosos
y nos pegamos una ducha (otra vez por separado). Quedamos en
vernos los tres en salón a tomar una copa antes de acostarnos.
Yo me puse una bata china muy cortita con unos dragones
estampados en la espalda que enseñaba todos mis muslos y con un
generoso escote que mostraba el canalillo de mis tetas, por cierto, no
llevaba nada debajo.
- ¿No vas muy descocada? - me preguntó Roberto al verme.
- ¿No te gusto así? - le dije sabiendo como le ponía esa bata.
- Claro que si, pero ¿no bajarás así al salón?
- ¿Por qué no? - le pregunté con inocencia.
- Porque Miguel se puede sentir incómodo.
- No creo tonto, además ¿no quieres que agrade a tu amigo? ¿acaso
no te gusta lucirme como tu dices?
- Si claro, pero no tanto.
Sus primeros indicios de celos me estaban poniendo a cien, sabiendo
que Miguel y yo habíamos hecho toda clase de cosas y era Roberto el
que ahora se escandalizaba por una bata más o menos cortita.
El caso es que bajé así al salón y evidentemente Miguel se quedó
encantado viéndome. Roberto se quedó con cara de mosqueo pero se
tuvo que aguantar, sabía como me gustaba provocar a los chicos
aunque a veces a él le sentara a cuerno quemado (nunca mejor dicho
lo del cuerno... ja ja ja ja).
Me senté en el sofá junto a Miguel, que llevaba unos vaqueros
cortados a tijeretazos por encima de su rodilla y sin camisa. Mirando
de reojo a Roberto, Miguel no quitaba ojo de mis piernas y de mi
escote. Roberto se colocó de espaldas a nosotros en la barra del salón
preparando los cubatas, cuando muy sensualmente le susurré al oido a
Miguel:
- ¿sabes que no llevo nada debajo de la bata?
Miguel me miró excitado, percatándome de su erección bajo el
vaquero.
- Yo tampoco llevo nada bajo el pantalón. - me contestó.
Mi cuerpo empezó a entrar en calor (¿o es que nunca me había
enfriado desde que llegó Miguel?). Una de sus manos comenzó a
acariciar mi muslo mientras me sonreía y se pasaba la lengua por los
labios. Yo quería morirme, pues tenía a Roberto de espaldas a
nosotros, pero estaba como una loba en celo, esperando con
nerviosismo como se desarrollarían los acontecimientos.
- No me creo que estes desnuda bajo esa bata - me dijo Miguel
desafiante.
Me levanté y sin dudarlo un momento, me puse frente a él, miré de
reojo por si Roberto se hubiera dado cuenta, pero seguía preparando
las copas. Tal y como estaba me solté el nudo del cinturón de la bata y
la abrí de par en par para que Miguel observara mi desnudez. Así
estuve unos segundos. La mano de Miguel se acercó hasta mi pubis y
lo acarició con delicadeza. De pronto me abroché la bata de nuevo
pues era muy peligroso y volví a sentarme junto a Miguel. Roberto
seguía de espaldas.
Miguel siguió acariciándo mis piernas hasta llegar incluso a tocar mi
sexo bajo la bata, ¡que locura!, Roberto podía darse la vuelta en
cualquier momento...
Al fin se dió la vuelta con el tiempo justo de que Miguel retirara su
mano de mis piernas. No pareció darse cuenta, pero cada vez
estábamos más cerca de ser pillados en plena faena. Tras una breve
charla nos subimos a las habitaciones para acostarnos a eso de la 1 de
la madrugada. Antes de irnos a la cama mientras subíamos por la
escalera y Roberto apagaba las luces del salón, tuve tiempo de
comentarle en voz baja a Miguel:
- Te espero en la cocina dentro de una hora. No te duermas.
- Ahí estaré - me contestó acariciando mi culo por encima de la tela de
la bata.
Mientras Roberto se acostaba, hice tiempo en el baño para que se
quedara dormido. Me llamó desde la cama.
- ¿vienes cariño?
- Voy a depilarme las piernas - le mentí para que se cansara de insistir
y se durmiera.
- ¿A estas horas?
- Si ¿que pasa? - le grité desde el baño de nuestro dormitorio.
El tiempo pasaba lentamente y Roberto no acababa de dormirse, le oía
pasar las hojas de una revista, por un momento pensé que mi plan se
iba a venir a abajo. Afortunadamente se durmió a la media hora. Me
cepillé los dientes, me pinté suavemente los ojos y los labios e
impregné todo mi cuerpo con un perfume muy agradable de olor a
vainilla. Me puse la bata china y bajé las escaleras sigilosamente hasta
la cocina. Allí estaba esperándome Miguel apoyado contra el frigorífico
con sus cortos vaqueros. Al llegar, pude notar como su cara cambiaba
convirtiendose en puro placer y vicio. Me agarró por las axilas con sus
fuertes brazos y me sentó sobre la encimera de la cocina como si no
pesara nada.
- Estas como un tren, preciosa. - me dijo observándome.
A continuación su lengua bordeó mis labios, mis mejillas, mi nariz, mi
cuello, el lóbulo de mis oreja, fue bajando por el canalillo que
formaban mis tetas mientras que con sus manos soltaba el cinturón de
la bata muy despacio, recreándose en como se deslizaba mi bata hasta
quedarme desnuda por completo.
- Vaya polvo tienes... - me dijo admirando todo mi cuerpo.
Después, también con parsimonia se fue soltando los botones de su
vaquero uno a uno con lentitud y con mucho erotismo. Colocó sus
manos en sus caderas y bajó su pantalón hasta sus tobillos en una
imagen que me llenó de placer, ver como su tieso miembro sobresalía
de su pantalón sin ropa interior. Una vez desnudos, continuó dandome
pequeños mordiscos en los labios mientras nuestros sexos se
apretujaban uno contra el otro. Le agarré su polla con una mano y
comencé a masturbarle.
- Como me gustas y como me gusta tu polla. - le dije con susurros.
Aquello le hizo sentir más placer y me sonrió diciendo:
- ¿quieres ver como esta espada se introduce en su funda?
- Si, por favor - le supliqué.
Agarrando la base de su dura estaca, la orienté hacia mi cueva, él hizo
un movimiento brusco con su pelvis y me penetró de golpe sintiendo
como ese gran trozo de carne se hundía dentro de mí. Sentí cierto
dolor por su fuerte embestida, pero el placer superó con creces al
dolor. Me volvió a follar como nadie, en un ritmo suave e intenso,
llegando a sacarla casi por completo y volviéndola a meter hasta el
fondo. Estabamos gozando como locos, en un ritmo lento al principio
y más frenético después. No tardó en correrse dentro de mi
llenándome de semen. Alguna vez podíamos oir los ronquidos de
Roberto desde mi dormitorio. Creo que fue eso lo que hizo que yo
también tuviera un orgasmo, algo apagado pero agradable, muy
agradable. Continuamos acariciándonos, besándonos, tocándonos
durante largo rato hasta que decidimos irnos a la cama.
Un nuevo día y yo me sentía resplandeciente, habían desaparecido de
mi mente toda clase de complejos y de culpas y estaba deseosa de que
llegara otro momento de intenso placer, lo buscaba con ahínco, estaba
deseosa de que llegara la hora de volver a hacer el amor con Miguel.
Esa mañana me encontraba en la terraza regando las plantas con un
minishort de lycra y una blusa amplia. Roberto al que veía
perfectamente desde la terraza, estaba lavando el coche en la calle y
Miguel teóricamente durmiendo. Pero en una de esas, al estar regando
mis rosas rojas, noté como alguien me despojaba del short y de mis
braguitas dejándo las dos prendas a la altura de mis tobillos. Ni
siquiera me volví, sabía que era Miguel al ataque y me dejé hacer, no
tarde en lubricarme, pues estaba supercachonda en esos días. Me eché
sobre la jardinera para que Miguel tuviera mejor linea de tiro mientras
Roberto me sonreía y me saludaba desde la calle. Miguel estaba
desnudo y me pasó su miembro por el culo, después inspeccionó mi
húmeda rajita y aprovechó para lubricar mi otro agujerito que aunque
debo decir no me gusta demasiado que me follen por detrás, esa vez
sentí un gusto mayor que nunca. Primero introdujo un dedo para irse
abriendo camino, luego dos... Sus manos se agarraron a mis tetas bajo
la blusa y su gran polla se abría paso en el reducido agujero de mi
culito. Lo hacía con suavidad, intentando adaptar la entrada de su
poderoso aparato y lentamente se fué adaptando a los músculos de mi
ano con suma facilidad, hasta notar como el glande había conseguido
pasar. De pronto entró la mitad de su tronco de golpe y lancé un
pequeño grito, pues me hizo bastante daño.
- Ahhhh.
Roberto miró hacia arriba extrañado:
- ¿Que te pasa? - me preguntó mi novio desde la calle mientras Miguel
tenía metida la mitad de su estaca en mi culito.
- Nada, nada, cariño, me he pinchado con una rosa. - disimulé.
Desde allí podía ver la cara de gilipollas de mi novio, mirandome con
extrañeza. Miguel no dejaba de follarme el culo con maestría
introduciéndo cada vez más adentro su potente pene. Todavía sentía
algo de dolor, pero intentaba controlar mis gemidos y mis gritos, el
placer era aún más intenso y la habilidad de Miguel hacía que aquello
fuera maravilloso, él giraba mis caderas con sus manos y entrando en
mi culo con delicadeza, saliendo despacio y volviendo a entrar con
lentitud en mi dolorido culo. Tuve mi primer orgasmo que apagué
cerrando los ojos y mordiéndome el labio inferior. Al rató fue Miguel el
que se vino dentro de mi acompañando el ritmo con una fuerte
respiración. Al sacar su polla de mi agujerito, me volví y le sonreí. Me
dejó allí con mis pantaloncitos y braguitas en los tobillos, las piernas
temblorosas y un escalofrío por todo mi cuerpo. Así permanecí un rato
captando en mi interior los espasmos del placer. Nunca había sentido
nada parecido al follarme por el culo y nunca nadie había conseguido
darme tanto gusto de esa forma. Roberto no podía imaginar lo que
había ocurrido.
Miguel y yo buscabamos por todos los medios posibles volver a tener
más y más agradables encuentros, intentando que Roberto estuviera
cerca, pues aquello era algo que nos daba un morbo terrible y nos
excitaba sobremanera.
Esa misma tarde fuimos a unos grandes almacenes ya que yo
necesitaba comprarme algo de ropa. Ya habíamos quedado Miguel y
yo en vernos en la sección de lencería y bañadores a una determinada
hora. La cosa la organizamos de tal manera que Miguel se quedó en la
sección de fotografía y mi novio me acompañó a la sección de lencería.
Me metí en el probador con dos bodys y unas cuantas braguitas y
sujetadores, que fui probándome mientras Roberto me esperaba al
otro lado de la cortina sujetando las prendas que ya me iba probando.
Llegó la hora señalada con mi cómplice y le dije a mi chico:
- Cariño, en las estanterías del fondo hay un conjunto negro muy sexy
que he visto antes, ¿podrías traérmelo mientras me pruebo estos?
Roberto sabía bien lo que me gustaba (y lo que a él le gustaba ) en
cuestión de ropa interior y obedeció mi solicitud yendo a buscar lo que
le había pedido. A los pocos segundos, Miguel, que estaba al acecho
se coló rapidamente dentro del probador conmigo intentando que
nadie le viera entrar. Se quedó observándome y me hizo un gesto a
modo de ok, ya que el conjunto de braguitas y sostén de color negro
parecieron gustarle bastante. Se puso detrás de mí y me abrazó
acariciando mi cintura, mis brazos, mis pechos por encima del sostén...
Al momento se oyó la voz de Roberto al otro lado:
- Cariño, ¿es este el conjunto que me pedías?
Agarré la cortina y asomé solo la cabeza. A todo esto Miguel
continuaba magreándo todo mi cuerpo.
- Si este es, gracias. - le respondí a mi novio, sacando una mano por la
cortina y cogiendo el nuevo conjunto.
- ¿Quieres que entre contigo? - me preguntó de pronto Roberto.
Tragué saliva, pues en ese momento la excitación y el peligro estaban
en su máximo explendor.
- No, mi amor, no entres. Prefiero sorprenderte luego en casa.
- Vale, como tu quieras.
- Además quiero que me vayas trayendo cosas ¿vale?.
Miguel había soltado el corchete de mi sujetador y éste cayó al suelo.
Me volvió a abrazar por detras acariciando mis tetas, pellizcando mis
pezones. Yo estiré los brazos por encima de mi cabeza y le acariciaba
su pelo arqueando mi espalda para que pudiera acariciarme sin
problemas desde detrás de mi. Su mano se introdujo dentro de las
braguitas y rozó mi vello púbico, intenté apagar un gemido como
pude. Roberto estaba a medio metro tan solo separados por una
cortina. Miguel me despojó de las braguitas, deslizandolas con lentitud
por mis piernas mientras su lengua recorría mi culo, mis muslos, mis
pantorrillas... El gusto que sentía era enorme y emití algún pequeño
gemido.
- ¿Que te pasa? - me preguntó intrigado mi novio desde el otro lado.
- Nada, nada... - disimulé como pude.
- ¿Quieres que te ayude? - preguntó de nuevo Roberto.
- No, no cariño, yo me arreglo sola.
Miguel se desvistió por completo y le susurré al oído:
- Estás loco, cabrón.
- Y tu estas gozando a tope ¿no? - me contestó en otro susurro.
No contesté aunque era evidente mi calentura. Puse una pierna sobre
el taburete y Miguel se agachó chupándo la parte interior de mis
muslos y acariciando mi culo. Su habilidosa lengua volvió a darme un
gusto increíble jugando con mis labios vaginales y mi clítoris. Como no
podía reprimir todos mis jadeos le pedí a Roberto que me trajese más
modelos, momentó que aprovechó Miguel para cambiar las posiciones
y sentarse en el taburete. Me metí en la boca su duro miembro y lo
succioné como si no hubiera comido en varios días, trabajando con mi
lengua por su capullo y saboreando sus dulces jugos. Tenía la polla
dura como una piedra y sin dudarlo me senté de espaldas a él sobre su
verga metiéndomela hasta lo más hondo de mi ser. Empecé a cabalgar
sobre el tieso falo de Miguel y mis tetas bailaban al compás. Él
respiraba con dificultad y apoyaba su boca en mi espalda para no
hacer ruido.
- Ya estoy aqui - dijo mi novio al otro lado del probador.
Por un momento nos quedamos parados por el susto de oir su voz,
pero a continuación seguimos follando con ganas.
- Espera un momento... - le dije a Roberto con la voz entrecortada
debido al bamboleo.
- ¿Que te ocurre? - preguntó con preocupación mi novio.
- Nada, que no este modelo me entra justo y me roza un poco - le
contesté imitando la ironía de Miguel, que intentaba aguantarse la risa.
Seguimos follando y emitiendo pequeños gemidos, pero gracias a la
musica ambiental no debía oirnos nadie.
Extendí mi mano por el hueco de la cortina recogiéndo el nuevo
conjunto que tenía Roberto y le pedí ir a por más. Miguel estaba a
punto de correrse y giré la cabeza para ver su cara, fui yo la que me
adelanté sintiendo un orgasmo maravilloso, a los pocos segundos
Miguel se corrió en mi interior sintiendo como la fuerza de sus chorros
de semen bañaban mi interior.
Asi permanecimos unidos durante un rato, hasta que su pene se había
quedado bastante flojo, pero yo no quería separarme de él, quería
permanecer unida a él, estaba en la gloria y quería que aquello no
acabase nunca. Al final nos separamos, él se vistió y yo hice lo mismo.
Le entregué a Roberto varios conjuntos por el hueco de la cortina y le
pedí que fuera a pagarlos a la caja momento que aprovechó Miguel
para desaparecer y yo me dirijí a la caja con Roberto. Cuando ambos
abandonamos el probador, unas chicas que estaban fuera nos miraron
con cara de asombro y cuchichearon algo entre ellas. Nosotros nos
sentíamos en la plenitud y deseosos de que llegara otro momento de
ardiente pasión para volver a unir nuestros cachondos cuerpos.
Miguel y yo aprovechábamos cualquier momento para tener algún
nuevo roce, por ejemplo una mañana cuando Roberto estaba en la
ducha, Miguel entró desnudo en mi habitación. En cuanto le ví, me
envolví en su juego y era presa de él. No dudé un momento en
despojarme de mi camisón y esperarle desnuda sobre la cama con mis
piernas abiertas. Se oía el agua caer en la ducha y Roberto silbaba una
canción , el pobre no era consciente de lo que ocurría en su propia
habitación.
Miguel practicamente se abalanzó entre mis piernas y me hizo una
comida de coño bestial, esta vez yo no reprimí mis jadeos y mis
gemidos pues sabía que Roberto no podía oirme. Miguel jugaba con
mi clítoris y me sobaba las tetas con fuerza. Después subió hasta
ponerse sobre mi. Con su mano sujetó su polla y la orientó de nuevo
sobre mi rajita con la intención de penetrarme, pero el ruido de la
ducha cesó y Miguel tuvo que salir por pies de mi habitación. Roberto
entro en el cuarto unos segundos después con una toalla rodeando su
cintura y me miró extrañado al verme desnuda sobre la cama todavía
con las piernas abiertas.
- ¿que pasa cariño? ¿me estabas esperando? - me preguntó Roberto
ignorante de lo que acababa de ocurrir.
- Si cariño, estoy muy cachonda. - contesté disimulando.
Se quitó la toalla y se abalanzó sobre mi. Me besó en el cuello, y
acariciaba mis tetas. Yo cerraba los ojos e imaginaba que era Miguel el
que tenía encima. Roberto colocó su polla entre mis piernas y de un
golpe me penetró. Sentí bastante gusto, pero sin apartar de mi mente
a Miguel, seguía imaginando que era él quien me follaba. En apenas
unos segundos me corrí con cortos gemidos. Abrí los ojos y Roberto
seguía moviendo su culo y follándome con fuerza, desde luego con
menos estilo que Miguel, aunque las comparaciones nunca sean
buenas. Cuando giré la cabeza hacia la puerta, allí estaba Miguel
desnudo observando como hacíamos el amor mi novio y yo y me lanzó
una picara sonrisa. Aquello hizo que involuntariamente tuviera otro
orgasmo, cosa que hizo a Roberto correrse enseguida y dejar caer
todo su peso sobre mi, bastante agotado. Miguel siguió desnudo en la
puerta acariciando su polla y sonriéndome. Después salió de nuestro
cuarto.
Asi fueron pasando los días, hasta la vispera del viaje de regreso de
Miguel. Habíamos hecho de todo, en todas las posiciones, en todos los
lugares, incluso en los más arriesgados y excitantes, practicamente con
Roberto al lado, pero Miguel quería probar algo más morboso y
excitante. Estabamos de nuevo solos viendo la tele y Roberto nos
preparaba la cena, la verdad es que la cocina se le daba muy bien, cosa
que aprovechabamos para desfogar nuestros instintos.
- ¿Que te parece si hacemos un trío? - me preguntó de repente
Miguel.
- ¿Queeee?
- Si, un trío, Roberto, tu y yo.
- Pero, ¿has perdido el juicio?
- No tonta, lo haremos sin que él se entere, como siempre.
Me quedé mirándole sorprendida, pues sus palabras me
desorientaban, ¿realmente había enloquecido ? ¿o es que ya era un
loco desde el principio ?
Intentó aclararmelo:
- Verás, esta noche es nuestra última noche y quiero hacer la mayor
locura. Cuando vayas a tu habitación con Roberto le dices que quieres
hacer algo nuevo y le atas al cabecero de la cama y le vendas los ojos,
después entraré yo y lo demás saldrá rodado.
Mis ojos se salían de las órbitas. Desde luego era la mayor locura, pero
me excitaba solo de pensarlo.
- No Miguel, creo que eso es demasiado.
- ¿No te atreves? - preguntó desafiante.
- Si, pero me parece muy arriesgado...
- ¿No ha sido todo arriesgado hasta ahora?
Era cierto, habíamos cometido las mayores locuras tan cerca de mi
novio y no había pasado nada, asi que aquello a pesar de ser una
bomba, podía ser el máximo del placer.
- No sé... - le dije con dudas.
- Quiero que seas la reina de la noche y disfrutes con dos hombres a la
vez, como tu te mereces, eres toda una mujer y quisiera darte ese
regalo, aunque nos juguemos el tipo...
Le besé en agradecimento y quedamos en cumplir ese tortuoso plan.
Después de cenar y tomar algunas copas, decidimos irnos todos a la
cama. Primero se fue Miguel, luego yo y el último Roberto.
Cuando entró en la habitación, yo le estaba esperando con un camisón
semitransparente que sabía que le encantaba, donde podían verse
claramente a través de la tela mis rosados pezones y la linea de vello
de mi pubis. Roberto, como yo esperaba, se quedó embobado
mirándome.
- Estas preciosa así tumbada en la cama con ese camisón... - me dijo.
- Soy toda tuya. Toda entera para ti. - le contesté.
Se acercó a mí y me acarició las caderas, la cintura y las tetas por
encima de la tela del camisón. Se quedó mirándome fijamente y me
preguntó:
- Miguel te pone cachonda ¿no?
Me quedé muda por un momento, pues no me esperaba eso.
- ¿que dices? - contesté como si no le entendiera.
- Vámos, se que te gusta, está bueno ¿no?. Siempre ha gustado mucho
a las mujeres. De hecho él ligaba siempre antes que yo, además tenía
mucha habilidad para conquistar a las chicas.
- Bueno, yo... si, me gusta, pero... - le dije un poco confundida
- Vamos cariño, estos días te he observado y he visto como le mirabas
y le devorabas con los ojos y él a ti. Si no hubiera estado yo cerca
seguro que la hubierais liado ¿a que si?
Aquello me sonó como una explosión, pero seguro que no sabía nada
de nada, tan solo había notado alguna mirada, alguna sonrisa y nada
más.
- Eres tonto Roberto... le contesté sonriendo.
Sus frases me habían dejado helada, pero al mismo tiempo me sentía
más excitada que nunca con la idea de que se iba a producir algo
increíble.
Tal y como habíamos planeado Miguel y yo, conseguí convencer a
Roberto para hacer algo más excitante la cosa. Le quité toda la ropa, le
situé boca arriba en la cama, le até ambas manos en los extremos del
cabecero de la cama con dos pañuelos y le tapé los ojos con otro
pañuelo.
Puse una música ambiental tranquila y relajante, pero con un volumen
bastante alto, para que no se oyera ningún ruido comprometido. Me
senté sobre el estómago de Roberto y a él le gustaba sentir el calor de
mi sexo sobre su tripita. El suave camisón rozaba su piel. Le besé en la
boca y dibujé con mis lengua su barbilla, su nariz y el contorno de sus
labios... Me gustaba la idea de tenerle bajo mi poder.
Al rato entró Miguel, tal y como habíamos quedado y se sentó al
borde de la cama vigilando mis movimientos y los de Roberto. Estaba
desnudo y acariciando su pene con su mano.
- ¿que habría pasado si me hubieras visto follando con Miguel? - le
pregunté de pronto a Roberto y mirando a mi cómplice.
Mi novio se quedó silencioso durante un rato.
- No sé, quizá os hubiera matado a los dos - me dijo riendo...
Miguel se aguantaba la risa.
- Pero, no decías que me notabas cachonda con él, quizás en el fondo
eso te excita a tí también ¿no?
Volvió a quedarse callado unos segundos.
- Si, pero una cosa son unas miradas más o menos lascivas y deseosas
de sexo y otras llegar a follar los dos delante mío. - contestó al fin.
Yo sonreí sabiendo que no se había percatado de nada de lo ocurrido.
- Pero, si hubiera sido al revés, osea, si una amiga mía, por ejemplo
Nuria, se hubiera presentado en casa y se te hubiera insinuado, seguro
que te la follarías...
- Si, pero eso es distinto...
- ¿distinto? ¿por qué?
- Pues... no sé, los hombres somos más débiles en ese sentido y Nuria
está muy buena, si se me insinuara, quien no hubiera caido en sus
redes...
Me quedé observándole e imaginandole follando con mi amiga.
- Eres un machista y un cabrón. - le dije con tono celoso.
A partir de ahí no dijimos nada más. Miguel se levantó sigilosamente
sin hacer ningún ruido y me quitó el camisón. Su mano derecha
acariciaba mi espalda y mi culo. Roberto seguía debajo de mi, sin
enterarse de nada. Yo besaba tiernamente en los labios a Roberto y
poniendo mi culo en alto para que Miguel no tuviera problema en
acariciarme. Sus juguetones dedos rozaban mi culito, me rodeaban con
suavidad el ano y pasaban por mi rajita que ya se había humedecido.
Era una sensación maravillosa.
Fui bajando con mis labios por el cuello de mi novio hasta morder sus
tetillas, para seguir bajando por su estómago hasta llegar a su sexo. Su
polla estaba durísima, la tomé por la base con mi mano y apoyé mis
labios en la punta dándole un besito. Después mi lengua fue
deslizándose por un costado de su miembro hasta llegar a sus huevos
que acariciaba con mi barbilla. Volví a subir por el tronco hasta llegar a
la punta de nuevo. Mis labios se apretaron en su glande y mi lengua
jugaba con el borde de piel que bordeaba su capullo. A continuación, y
muy lentamente fui introduciéndolo en mi boca. Comencé a subir y a
bajar con parsimonia haciéndole una mamada intensa. Yo permanecía
agachada sobre la polla de mi novio y mi culo sobresalía por el fondo
de la cama ofreciéndole por entero a Miguel que continuaba con sus
dulces caricias. Noté como su lengua empezó a jugar con mi chochito
y como ésta penetraba poco a poco entre mis labios vaginales.
Después sustituyó su lengua por su grandioso miembro y se coló
dentro de mí de repente. Emití un gemido prolongado con la polla de
mi novio en la boca. Éste se quedó algo extrañado.
- Te gusta mamármela ¿eh? - me dijo, sin saber que yo gemía por otro
motivo.
Miguel seguía bombeando tras de mi y yo colocaba mi culo con las
piernas bien abiertas para permitirle mejor sus embestidas. Follaba
como nadie. A Roberto parecían volverle loco mis gemidos en un
momento en el que yo había apartado mi boca de su miembro, se
corrió sobre mi cara, salpicándome con potentes chorros por la nariz,
la frente, el pelo, mi cuello... Miguel seguía follándome por detrás y yo
seguí lamiendo la verga de mi chico, algo más desinflada. Mis manos
acariciaban su pecho y Roberto estaba como ido recuperándose de su
orgasmo. Miguel me hizo una seña para darme la vuelta, pues quería
que se la chupara. En una postura más que complicada me coloqué
tumbada de lado en la cama, pasé una pierna por debajo de la de mi
novio y la otra sobre su cuerpo de tal manera que nuestros cuerpos se
enlazaron como dos tijeras y nuestros sexos quedaban en contacto. Yo
movía mis caderas para que pudiera notar el calor de mi sexo
intentando reanimar su fláccido miembro. Mi cabeza quedó a los pies
de la cama y Miguel acercó su miembro a mi boca, agarrándolo por la
base comencé a besarle y a darle suaves lenguetazos, mientras mi otra
mano acariciaba sus huevos que estaban tan duros como su polla. Con
mis dientes apliqué unos masajes por todo ese gran trozo de carne.
Miguel se mordía los labios reprimiendo sus gemidos. Quería hacerle
sufrir un poquito, aunque no demasiado, pues estaba como loca por
meterme su enorme falo en la boca. Así lo hice, muy lentamente,
abarcando con mis labios apretados su miembro e introduciéndolo
poco a poco hasta llegar a tocar mi paladar. Los movimientos de mis
caderas y mi pelvis sobre el sexo de mi novio, hicieron que su pene
reaccionara y lo tomé con mi mano y lo pasé arriba y abajo por mi
rajita húmeda. En unos de los movimientos conseguí que mi chico
colara su aparato en mi coño y seguí girando mis caderás sobre él para
que entrara y saliera en un polvo riquísimo. La postura de su polla
dentro de mi, la hacían estar más tensa de lo normal y podía notarla en
plenitud dentro de mi vagina. El pene de Miguel seguía entrando y
saliendo de mi boca y a éste parecía extasiarle la imagen de verme
follar con mi novio mientras yo le hacía una tierna mamada. Empecé a
notar como mi cara ardía, como estaba bañada en sudor, cuando de
pronto me llegó un orgasmo que me hizo gemir y gritar como si me
estuvieran matando. En alguno de mis espasmos de placer llegué a
morder el miembro de Miguel, pero eso parecía gustarle incluso más y
se corrió dentro de mi boca llenándomela con su caliente leche, me
tragué todo. A los pocos segundos fué Roberto el que me inundó las
entrañas con su nueva carga. Yo estaba en la gloria y tuve varios
orgasmos cortos o una prolongación del anterior.
Estuvimos los tres callados durante un buen rato, pero yo utilizaba mis
dos manos para masturbar las dos pollas que me habían
proporcionado tanto placer. La de Miguel se recuperó antes y llegó a
tomar un volumen más que considerable. Unos cuantos chupeteos de
mi parte sobre su glande, la hiceron estar al máximo de su erección.
Me di la vuelta y poniendo mi culo en pompa de nuevo, comencé a
mamarle el pene a mi novio que seguía inmovil sobre la cama.
También su miembro fue creciendo a medida que mis labios se
aferraban a él. Le hice un guiño a Miguel y señalándole mi ano, se lo
ofrecí para que me metiera su poderosa arma otra vez. No lo dudó, se
lubricó el pene con mis jugos vaginales y fue abriéndose paso por mi
culo que aún estaba algo dolorido de la última enculada de hacía unos
días. Su glande no tuvo problemas para entrar en mi agujerito, pero el
resto era más costoso, por eso Miguel salía de mi culo y entraba en mi
chochito y volvia otra vez al ano, así fueron adaptándose mis músculos
a su grandiosa polla. Era un follador increíble y sabía darme un gusto
fuera de lo normal. Casi nunca había tenido orgasmos cuando me
habían follado por el culo y esa vez volví a correrme con la maestría de
Miguel perforando mi estrecho agujero. Separé la boca de la verga de
mi chico y comencé a gritar como una loca, pues el dolor y el gusto
que sentía en mi culo me habían hecho gozar a tope. Roberto no se
extrañó de mis jadeos, seguramente imaginaba que yo me estaba
masturbando, y su propia imaginación hizo que se corriera sobre mi
cara disparando varios chorros, que caían sobre mis ojos, mi pelo, mi
boca y mi cuello. Miguel seguía dándome con fuerza por detrás, hasta
que sacando la polla me bañó con su leche todo el culo y la espalda.
Un potente disparo pasó por encima de mi cabeza y llegó hasta el
ombligo de Roberto, pero éste lejos de extrañarse parecía estar en la
gloria.
Quedamos todos exhaustos: Mi chico tumbado con la cabeza de lado
como si hubiera perdido la consciencia, yo sobre él, completamente
echa polvo, y Miguel con su pecho apoyado en mi culo. Fue una sesión
increíble de sexo, muy ardiente y excitante, con el añadido de haberlo
hecho con mi novio y con su amigo a la vez, aunque el primero no se
hubiera percatado.
Al día siguiente Miguel tuvo que marcharse y yo lo pasé muy mal, pues
estaba totalmente colada por él, por su gran atractivo, por su forma de
ser y por haberse portado como un gran amante, que me había dado
muchísimo placer, como nadie había conseguido darme nunca tantas
veces y en tan poco tiempo. Intenté disimular mi tristeza delante de
Roberto cuando le despedimos en el aeropuerto.
- Lo he pasado de miedo amigos, tendré que venir más a menudo por
aqui - dijo Miguel a modo de despedida.
Los dos chicos se dieron un fuerte abrazo con la promesa de verse
pronto y luego Miguel y yo nos abrazamos y nos dimos dos besos,
pero ambos no estabamos conformes con despedirnos así. De nuevo
el ingenio de Miguel afloró y dirijiéndose a mi me dijo:
- Oye no quisiera irme sin hacerte un regalo.
- No tienes por qué molestarte. - le contesté.
- Si, me has tratado como a un rey y eso merece una recompensa.
Acompañame a la tienda de regalos que hay a la entrada y escoge lo
que quieras mientras Roberto me hace el favor de facturarme el
equipaje. ¿vale?
Roberto asintió encantado a su petición y yo muy contenta le
acompañé hacia la tienda de regalos. Agarrados de la mano bajamos
corriendo las escaleras mecánicas como dos colegiales que han hecho
alguna fechoría. Llegamos a la tienda de prensa y regalos y allí sin
importarnos nada ni nadie, nos abrazamos y nos besamos
apasionadamente como sin con ello nos fuera la vida.
- ¿Sabes?, eres una chica muy especial y no te voy a olvidar nunca. -
me dijo.
- Yo tampoco a ti. - contesté mirándole a los ojos.
Sus manos acariciaban mi pelo y mi espalda.
- ¿Por qué no te vienes conmigo? - me preguntó.
- No Miguel, sabes que no puedo... - contesté, aunque en el fondo de
mi ser deseaba seguirle, acompañarle donde fuera, al fin del mundo.
Estaba totalmente sometida a él.
No volvimos a hablar, nos limitamos a mirarnos, a abrazarnos y a
besarnos. Su lengua buscó la mía por última vez y ésta respondio
juntándose en nuestras bocas devorándose mututamente. Su mano se
introdujo por debajo de mi falda y me sobaba el culo. Podía notar su
erección a traves de la tela de mi minifalda. Los clientes de la tienda,
nos miraban alucinados, pues nos estábamos dando una buena
despedida. Así estuvimos un buen rato. Tampoco fuimos más allá y
decidimos quedarnos con el gusto en los labios.
Miguel cumpliendo su promesa, me compró una pulsera muy bonita,
que aún hoy conservo y me sirve para recordarle. Volvimos con
Roberto sin pronunciar una sola palabra por el camino. Miguel se
mezcló entre la gente y embarcó en su avión.
Durante el trayecto de vuelta a casa me sentí muy triste, había perdido
algo que me había proporcionado mucha felicidad y placer. Todo se
había esfumado. Por otro lado me sentía muy mal por haber
traicionado a Roberto de esa manera, pues me remordía la conciencia.
Creía estar en la obligación de contarle todo con el riesgo que eso
suponía, en cambio no tuve el suficiente valor para decirle nada. Al
llegar a casa lloré sobre mi cama como una niña, con una mezcla de
sentimientos que se enmarañaban en mi cabeza.
Con el tiempo todo pasó y mi obsesión por Miguel también. Nunca se
lo conté a Roberto a pesar de que me lo planteé varias veces. Despues
de unos meses Roberto y yo rompimos, pero por otras razones. A
Miguel no le he vuelto a ver, pero le recuerdo a menudo. Quizás algún
día le llame por teléfono para rememorar aquellas vacaciones.
Sueño de dos
Viaje a chile
Trió Turístico
Mi alumno
La última llamada por los altavoces avisaba del retraso del avión en
casi dos horas. Y eso era lo último que me faltaba. Si no estaba
bastante cabreada por quedar fuera del nuevo proyecto de
investigación en el que estaba metida día y noche, mi jefe me había
hecho la simpática gracia de tener que cuidar de un niñato procedente
de México que se iba a tirar quince días en España a mi cargo asignado
como alumno de un proyecto de videotelefonía.
Desgraciadamente ya había pasado por eso de tener que aguantar a
un inexperto alumno, explicándole una y mil veces cada cosa
detalladamente, para que se llevase unos buenos apuntes de un
trabajo que a mí me había costado años de trabajo y para colmo
interfiriendo en mi día a día y mis otras muchas ocupaciones
personales.
Ahora, además, me tocaba esperar el retraso de aquel avión, algo que
me ponía a cien y luego tener que mostrarme simpática y amable con
ese mexicano, sobretodo para no deteriorar nuestras buenas relaciones
con las empresas de aquel país, involucradas en el proyecto con varios
millones de dólares de por medio.
Después de la tortuosa espera, acudí a la pasarela de llegadas
internacionales con un cartelito entre mis manos que rezaba: "Alumno
Félix Bolaños" y debajo el nombre de mi empresa. Fueron pasando
todos los pasajeros que me parecieron miles y cada cara de jovenzuelo
que iba pasando parecía ser mi "invitado", pero el tal Félix no aparecía.
Justo en el momento en que me disponía a darme la vuelta, más
irritada todavía de lo que estaba, al fondo del pasillo apareció la
imagen de un joven que corriendo se acercaba con una bolsa al
hombro. Al verle me quedé atontada, pues no podía creer lo que veían
mis ojos. A medida que aquel chico se aproximaba, más impresionada
me quedaba. Debía tener unos veinte años, moreno, peinado hacia
atrás y marcando una musculatura divina, bajo una ajustada camiseta y
unos vaqueros gastados. ¡Qué pedazo de tío! Se puso a mi altura
haciéndome olvidar de todos mis males y dejándome en mis
pensamientos una frase que se repetía en mi cabeza: "que bueno está
el chaval… ay… te hacía un favor que no veas…".
Pero mi sorpresa no quedó ahí, ya que se me acercó y leyendo mi
cartel sonriente me dijo:
Perdona… soy yo…
Me quedé con la boca abierta y sin poder articular palabra.
Hola… - repitió él, esta vez clavando sus ojos
negros en los míos – digo que… Félix soy yo…
supongo que tú eres Lydia, mi tutora.
Sí, esto… yo… esperaba….
Perdona mi retraso… bueno el del avión no ha
sido culpa mía… pero el mío es que perdí mi
pasaporte y al fin lo encontré… esto, bueno, te
estoy tuteando espero no molestarte…
No, claro… encantada – añadí dándole dos
besos y la mano cordialmente a la que él se
aferró con suavidad y firmeza al mismo
tiempo.
La verdad, Lydia, no te imaginaba así…
¿Así? ¿Cómo?
Perdona de nuevo, quiero decir que no pensé
que fueras tan joven y bonita, me imaginaba
una ingeniera de mediana edad, no sé me
había hecho otra idea...
No sabía que decir ante aquellas amables palabras pero lo cierto es
que a mí me había pasado exactamente lo mismo, no imaginaba que
aquel chico guapísimo pudiera ser mi alumno, pero es que además
parecía simpatiquísimo.
Yo tampoco imaginé que fueras así…
Oh vaya, ¿quizás más mayor?
No, al contrario, pensé que serías un
adolescente… hasta ahora todos los alumnos
que nos han enviado eran de quinto o sexto
semestre y tú… ¿tienes…?
22 años. Sí, antes enviaban a muchachos
inexpertos, pero me han elegido para
cooperar en una gran empresa, que supongo
es la tuya, por eso te habrás sorprendido.
Entiendo.
¿Y tú?... ¿Cuántos? Vaya, otra vez de
preguntón, perdona Lydia… si no es
indiscreción.
No, no me importa, tengo 35.
Que bien, la mejor edad para una mujer. –
añadió.
¿La mejor?
Sí, dicen que las treintañeras son las que
mejor disfrutan de la vida: de belleza, de
conocimientos y de todo… Es la edad ideal.
No podía evitar mirarle la boca mientras me hablaba, aquellos labios
que pedían a gritos ser devorados, aquellos dientes blancos y
perfectos… aderezados con aquel cuerpo, esos brazos musculosos que
con la tensión de su bolsa sobre su hombro parecían más robustos,
unos ojos impresionantes… es decir todo.
Antes que nada Lydia, quisiera darte un
regalo.
¿Cómo? ¿Un regalo?
Metió la mano en el bolsillo de sus jeans ajustados y al hacerlo mi
mirada se dirigió automáticamente a su paquete, algo que parecía ser
igualmente robusto. Sacó un pequeño colgante con un Halcón
plateado.
Verás, esta es la mascota de mi facultad, me
gustaría regalártelo.
Pero, no hacía falta…
Por las molestias ¿Ok?
Aquel detalle me encantó, bueno y todo él... A partir de ese momento
todos mis males y mis cabreos desaparecieron por completo,
sintiéndome contenta por la llegada de tan adorable alumno.
Félix, ¿Ya tienes alguna reserva de hotel? – le
pregunté.
Oh, no gracias Lydia, pero tengo unos amigos
aquí en Madrid, me quedaré en su casa.
De acuerdo, te llevo en mi coche.
Durante el trayecto seguimos conversando de muchas cosas y nos
metimos en pleno atasco de Madrid a una hora punta y casi me alegré
por ese hecho para poder estar más tiempo junto a ese chico
simpático, guapo y hablador que de vez en cuando me regalaba algún
piropo maravilloso.
Que suerte tengo de tener una profesora tan
linda. Además pareces muy inteligente, seguro
que voy a aprender mucho contigo.
Gracias, Félix, me vas a sonrojar.
Es la verdad. – sentenció.
¿Sabes? Tenía ciertas ideas preconcebidas
sobre los mexicanos.
¿Ah y como somos, según tú?
No, ya veo que muy distintos a como creía. No
sé, tu forma de hablar y de expresarte, casi sin
acento, digamos que pareces un mexicano
españolizado…jeje. Me había idealizado que
físicamente eras de otra manera y siempre
pensé que erais algo machistas… en fin muy
distinto a la realidad.
Bueno, lo del lenguaje que uso y el acento
puede que sea porque tengo muchos amigos
españoles y me resulta fácil expresarme como
ustedes. Lo del físico lo tomo como un halago,
supongo… y lo de machistas es cierto,
desgraciadamente lo somos mucho, pero
poco a poco vamos cambiando. Los más
jóvenes, desde luego pensamos muy diferente
a nuestros viejos.
El viaje era largo hasta llegar al chalet de sus amigos que estaba al otro
lado de la ciudad y sin embargo no me importó seguir a su lado tanto
tiempo, vamos, que en realidad se me hizo corto.
Hemos tardado un poco ¿no? – le dije cuando
se apeaba del coche.
Estoy acostumbrado a mi México, pero bueno,
yo me manejo mejor en moto.
Que bien, pero a mí me dan un poco de
miedo.
Eso porque no lo probaste conmigo.
Aquella invitación sonaba sugerente pensando que ojalá se pudiera
cumplir, pues abrazarme a aquel cuerpo debía ser delicioso. Nos
despedimos y quedamos para el día siguiente con el fin de recogerle
para visitar nuestra empresa y comenzar la enseñanza.
No pude quitarme de la cabeza en todo el día la imagen de aquel
chico tan guapo, caballeroso y simpático: Todo un diamante mexicano.
A la mañana siguiente pasé a recogerle a la hora que habíamos
convenido. Su camisa de manga corta mostraba de nuevo aquellos
brazos fornidos que deseaba me abrazaran continuamente. Llevaba
una carpeta y siempre su perfecta sonrisa. Después de saludarnos con
dos besos, momento que aproveché para acercarme algo más a su
cuerpo y sentir con el roce de mis tetas su pecho duro, nos dirigimos a
las oficinas de mi empresa.
Le estuve mostrando las instalaciones y algunos proyectos pendientes.
Él no dejaba de tomar nota de cada cosa que le iba enseñando y de
paso fijándose en el canalillo del escote de mi blusa que yo había
elegido bien ajustada precisamente pensando en él, lo mismo que la
minifalda, más corta de lo habitual, no pasándole por alto cada detalle,
ya que sus ojos se iban inconscientemente a mis piernas en más de
una ocasión, algo que me hizo mostrarme todavía más sensual que
nunca. Después de todos los aspectos técnicos y tras visitar el
laboratorio de investigación de nuestro nuevo videotelefóno, nos
dirigimos al comedor de la empresa para almorzar juntos e
intercambiar las primeras impresiones. La charla fue muy animada
durante la comida y creo que a partir de ese momento fuimos
tomando una confianza mutua, como si nos conociéramos de toda la
vida. Al final Félix me comentó:
¿Sabes Lydia? Estoy pensando en los pocos
días que me quedan y ya me estoy poniendo
triste.
¿Por qué Félix? Aun te quedan 14 días.
Por ti. Me siento tan a gusto contigo…
Gracias, yo también… es una pena que solo
puedas quedarte dos semanas, seguro que
nos conoceríamos mucho más.
Él se quedó un poco pensativo con aquella frase mía y yo misma
también por haberla pronunciado casi inconscientemente.
A lo largo de los siguientes días, la atracción que sentía por Félix se
acrecentó, porque ya no me limitaba a verle como a un chico guapo y
simpático, sino como a un deseo intenso al que mi cuerpo no podía
resistirse. Precisamente mi novio me había notado algo rara en esos
días y le dije que era por culpa del trabajo, ya que evidentemente no
podía comentarle lo tremendamente cautivada que me sentía por
aquel guapo mexicano y como me calentaba nada más verle.
Una mañana llegó Félix más pronto de lo normal a la empresa. Me
alegré de verle, pero más al ver su cara cuando quería darme una
sorpresa:
Ven Lydia, corre… - me decía tirando de mí
hacia la calle.
Pero… ¿Félix? ¿Dónde me llevas?
Ya verás… es tu sueño…
Al llegar a la puerta principal y bajar las escaleras me mostró frente a
nosotros, una moto de gran cilindrada en el aparcamiento.
¿Y esto? – pregunté intrigada.
¿No me habías dicho que nunca habías
montado en una moto a gran velocidad?
Pero ¿Es tuya?
No, me la prestaron mis amigos de acá.
¿Vamos? – dijo ofreciéndome un casco
integral y poniéndose él otro.
Pero… Félix…
¿Qué ocurre? ¿No te gusta la idea? ¿No
confías en mí?
Si, pero es que estoy con minifalda y…
Y preciosa además… eres un bombón.
Pero no podré…
Mira por eso no te preocupes: Con el casco
nadie podrá reconocerte y yo estaré más que
orgulloso de llevar a una bonita rubia en
minifalda para envidia de todos los que te
admiren… ¿qué más pedir?
Le hice caso, me enfundé el casco integral y me subí a la parte de atrás
de aquella enorme moto. Naturalmente al hacerlo la minifalda hizo
que mis piernas se mostraran aun más al subirse la prenda y tuve que
apretarlas contra el cuerpo de mi atractivo estudiante que agradeció
aquello con una pequeña palmadita en mi muslo. Eso me gustó mucho
y apoyando mi pecho en su espalda y mis manos en su cintura salimos
disparados de aquel aparcamiento recorriendo la ciudad en esa moto
en una sensación nueva para mí y muy agradable por cierto. Además
de vivir la velocidad y de sentirme segura con un buen piloto que la
manejaba, la sensación de estar apretada contra él, más que nunca, me
proporcionaba un placer especial… notaba como se endurecían mis
pezones a medida que esa unión se hacía más palpable.
Al llegar a uno de los cruces de la ciudad, un grupo de hombres que
estaba trabajando en el cuidado de un jardín dejaron sus labores, para
observarnos. Al principio pensé que era por la propia moto, pero me di
cuenta que mis piernas llamaban mucho más la atención y eso,
evidentemente, me ponía aun más cachonda.
En otro de los semáforos que hay junto a la zona de oficinas, había una
terraza de un bar donde sabía que iba frecuentemente a desayunar mi
novio. Al acercarnos mi corazón palpitaba muy deprisa, pensando que
cuando nos viera pudiera reconocerme y esperarme un disgusto con
sus enormes celos. ¡Allí estaba! Al verle me quedé paralizada, pero
justo al pasar a su lado, comprobé que no me había reconocido ya que
me lanzó un beso como si fuera dirigido a una chica rubia cualquiera
que se le quedaba mirando desde una moto y no que fuera su propia
novia la que se ocultaba bajo un casco integral. Eso era una sensación
super morbosa que añadía un calorcito que aumentaba en mi cuerpo
hasta notar como mi sexo se iba humedeciendo sin parar.
Bueno Lydia, dime ¿qué te ha parecido? – me
preguntó Felix cuando terminamos el viaje al
tiempo que ayudaba a bajarme de aquella
motocicleta.
Ha sido fantástico.
¿Ves? Nadie pudo reconocerte.
Ya lo creo, ni tan siquiera mi novio.
¿Tu novio?
Sí, era uno de los chicos que estaba en la
terraza de aquel bar.
Oh, vaya… ni te conoce el tipo. – contestó
riendo.
La verdad es que ha sido excitante.
¿Ah si?, pues no es nada comparado con
hacerlo desnudos.
¿Cómo? ¿Desnudos?
Si… acuérdate que nadie te reconoce. Yo lo
hice varias veces en mi facultad allá en México
y no hay nada comparado a eso, es tan
excitante que deseas repetirlo una y mil veces.
Pero Félix… ¿Sin nada de ropa?
Claro, es divertido, todo el mundo se te queda
observando ¿te das cuenta? Bueno nunca lo
hice acompañado de una preciosa rubia como
tú… si quisieras…
Félix estás loco. – contesté ruborizada, pero
pensando en el fondo de esa posibilidad, algo
que me ponía más caliente, imaginando lo
prohibido, lo alocado del tema.
Los siguientes días seguimos trabajando en el proyecto de telefonía
audiovisual y lo cierto es que Félix era un alumno muy aventajado,
porque no solo aprendía rápido, sino que además aportaba ideas muy
inteligentes a todo el trabajo y sugerencias muy a tener en cuenta. Sin
embargo, lo que a mi me rondaba la cabeza era imaginarme desnuda
en aquella moto, solo con el casco puesto y abrazada a Félix y
percibiendo el contacto de nuestros dos cuerpos sin ningún tipo de
ropa de por medio.
Una mañana me sentí muy lanzada y llevé al trabajo un pantalón
blanco muy ajustado y debajo un tanga. Tal y como esperaba Félix se
quedó impresionado al verme.
Guauuu Lydia, que pantalón, estás
increíblemente hermosa.
Gracias ¿Te gusta? ¿No se me nota el tanga? –
le hice la pregunta con toda la maldad del
mundo para que se fijara bien, pasando mis
manos por las caderas.
Sin responder me hizo girar sobre mi misma y a continuación se puso
a palpar mis caderas buscando esa costura que pudiera distinguirse
bajo el pantalón. Después, ni corto ni perezoso comenzó a sobarme el
culo, primero suavemente pero más fuerte después. Me tuve que
agarrar a una silla para no caerme del gusto que me estaba
suministrando. Cerré los ojos sintiendo como aquellas perversas manos
me sobaban el culo y de mi garganta salía un pequeño gemido. El
cuerpo de Félix se pegó detrás del mío notando como la dureza de su
polla se ubicaba entre mis glúteos de aquel ceñido pantalón.
Vaya culito Lydia, debe hacer maravillas a tu
novio.
Gracias. – respondí sonriente a su piropo
pensando si se refería a que hubiera tenido
relaciones anales con mi chico, algo que me
había rogado en innumerables ocasiones y a
lo que siempre me había negado
rotundamente.
Lydia, estoy desesperado… Llevo casi diez días
aquí y no puedo contenerme… - me decía
pegando su boca a mi oreja. Ese culo me tiene
trastornado…
Félix… no puede ser… tengo novio y…
mmmm….
¿Y que importa? Te deseo Lydia…
Félix no, por favor… - repetía yo cuando sus
dedos pasaron de mis caderas a la parte de
delante y comenzaron a acariciar mi chochito
por encima de la tela de mi pantalón. En ese
momento creí morirme de gusto.
Lydia como me gustas… te deseo más que a
nada en el mundo. – repetía en mi oído a
modo de susurro.
Aquello era superior a mí, no podía aguantar de sentir sus dedos
jugando entre mis muslos y haciéndolo con gran pericia. Sin embargo
intenté poner un poco de orden a todo aquello, pensando en mi novio,
separé la mano de mi entrepierna que tanto placer me estaba
aportando:
Félix, no por favor… perdóname…
Él me sonrió y entendió perfectamente por mi cara la situación tan
complicada en la que me encontraba.
No, la que debes perdonarme eres tú. Me dejé
llevar… creo que he sido muy desconsiderado
y no quise molestarte…
No le dejé acabar la frase.
¿Molestarme?... Félix, me ha encantado. Sentí
un placer tremendo y… me gustas mucho…
pero es que mi novio…
Vaya – contestó algo sorprendido - ¿Yo te
gusto?
Por supuesto Félix. Eres un encanto y además
estás buenísimo y…
¿Ah siii? Dime, dime…
Bueno, cuando noté en mi culo la dureza esa
de ahí, pues… sentí algo extraño y placentero.
Pero yo estoy comprometida y… comprende…
No tienes por qué disculparte preciosa, lo
entiendo perfectamente.
Además de ser tantas cosas, demostró ser un caballero muy sensato y
muy amable en una situación embarazosa para mi, a pesar de que lo
que más deseaba en ese momento era que me siguiera metiendo
mano y sentir esa polla alojada en otro lugar… follar con aquel
mexicano que me hechizaba con aquellos ojos debía ser increíble, con
solo imaginarlo me humedecía entera.
Eres un cielo Félix – le dije percibiendo el gran
bulto que se le había formado bajo el
pantalón… más grande de lo normal. Dios
como me ponía ese tío, estaba hecha un lío…
Gracias pero es que imaginé ese culito
precioso y… no pude resistirme a la
tentación…
¿Qué imaginaste?
Pues que tu novio tendrá todo un maravilloso
regalo con él, cuanto le envidio en todos los
aspectos. Es un tipo con suerte.
Entendí que Félix se refería nuevamente a que mi novio había
conseguido perforar mi agujerito posterior.
Bueno, Félix, ¿Te puedo contar un secreto?
Sí, claro.
Pues que yo no…
¿Tú no qué?
Ante mi silencio se me quedó mirando fijamente incrédulo de lo que le
contaba, para intentar aclararlo con una pregunta:
¿Quieres decir que aun no has probado…?
Pues no, el culito lo tengo virgen, sí.
Oh, vaya.
¿Te sorprende?
En cierto modo sí, pero no pasa nada.
Sospechaba que Félix debía ser todo un experto en el tema en el que
yo andaba pez y que yo lo consideraba un tema tabú, mientras él
hablaba con tanta naturalidad.
Félix, siento haberte provocado de alguna
manera y… no sé como compensarte, me
siento mal…
Para nada mujer, la culpa ha sido mía. ¿Qué tal
si cenamos juntos mañana y nos olvidamos de
todo?
¿Mañana por la noche..? Bueno claro, al fin y
al cabo te quedan dos días. ¿Dónde te
gustaría ir?
A tu casa, si me invitas, claro...
¿Pero…? – pregunté algo desorientada.
Sí, tengo ganas de conocer a tu novio, ese que
tiene la suerte de tenerte en exclusividad,
debe ser un tipo con mucha suerte. Le envidio,
sinceramente y tengo ganas de conocerle.
No pude negarme y entendí que tampoco tenía importancia que fuera
a cenar a casa para presentarle a mi chico a pesar de que este se
pudiera sentir algo celoso, pero incluso aquella idea también me atraía.
Si me hicieras otro regalo sería el hombre más
feliz del mundo – añadió a continuación aquel
mexicano tan atractivo y seductor.
Claro, si está en mi mano… lo que quieras. -
contesté segura.
Pues que me acompañes de nuevo en mi
moto.
Bueno, eso será un placer. Me encantó la otra
vez.
Pero ahora sería de una forma especial…
¡Desnuda!
¿Cómo? – pregunté alarmada abriendo mis
ojos como platos.
Sí Lydia… ¿Recuerdas lo excitante que te
resultó el otro viaje? Nadie te podrá conocer,
con el casco quedarás en el anonimato y en
cambio será muy divertido…
Pero Félix eso no puede ser… Yo no puedo…
Desnuda contigo…
Está bien, está bien… Hagamos una apuesta.
¿De qué tipo?
Si consigo terminar el proyecto que hemos
comenzado antes de mañana y reducir su
presupuesto en al menos un 40% ¿Lo harías?
¿Irías desnuda en mi moto?
Sabía que aquello era materialmente imposible. Primero porque el
proyecto conjunto estaba muy poco avanzado y a pesar de que él
fuera un alumno tan destacado, no tendría tiempo suficiente ni
conocimientos para cerrarlo en un solo día. Pero lo más absurdo era
acabar con un presupuesto más bajo, pues los costes estaban
ajustadísimos.
De acuerdo. Acepto la apuesta. – Contesté
sonriente y segura que aquello era más que
ilógico.
Entonces quedamos que si cumplo mi parte
irás desnuda conmigo en la moto…
No podía creérmelo, pero el solo hecho de pensarlo me excitaba
muchísimo, tanto, que deseaba que pudiera cumplir esa apuesta tan
complicada y poder ir desnuda junto con Félix en aquella moto a gran
velocidad. La idea era alocada, atrevida, morbosa y muy atrayente.
Bueno… y si no cumples tu parte ¿Qué gano
yo? – pregunté.
Lydia, estoy muy seguro de que voy a ganar
ese reto, pero si pierdo, el que paseará
desnudo en la moto seré yo.
La idea también me seducía, porque de todas, todas, la ganadora era
yo, porque aun perdiendo, podría desnudarme ante él, algo que
soñaba con poder hacer y ganando, poder verle desnudo sería como
un sueño para mi. Durante toda la tarde y la noche estuve observando
sus movimientos en la mesa de trabajo, en el laboratorio, en la
biblioteca, desesperado por terminar con aquel proyecto y desde
luego con su apuesta. Me divertía aquello y el final que se avecinaba
me ponía muy nerviosa. Me fui a casa y él se quedó toda la noche
trabajando. Me costó mucho conciliar el sueño, pues no dejaba de
preguntarme si Félix sería capaz o no de cumplir con su parte y de
saber qué pasaría finalmente con el envite.
A la mañana siguiente Félix me esperaba sonriente en mi despacho. Un
escalofrío recorrió mi cuerpo imaginando verme desnuda ante él,
pensando que hubiera conseguido el objetivo.
Hola preciosa. – me saludó sonriente.
Hola Félix… ¿Cómo te ha ido? – pregunté
nerviosa, excitada e intrigada.
Pues compruébalo tú misma.
Eché un vistazo a todo el informe que tenía sobre mi mesa y pude
contemplar todos los avances que había conseguido con el nuevo
proyecto y había logrado adelantarlo casi por completo, incluso en su
presupuesto, reduciendo considerablemente la parte más costosa… sin
embargo no llegó a los términos de la apuesta. Me quedé mirando
fijamente a aquellos ojos que tanto me irradiaban y le sonreí diciendo:
Creo que has perdido.
Sí, casi lo consigo, pero no he llegado… es una
lástima. De todos modos cumpliré mi apuesta
e iré desnudo como te había prometido.
En parte me sentí bien porque no era yo la que tenía que ir desnuda,
algo que en parte me daba muchísima vergüenza, pero por otro me
arrepentía, pues creo que ese hecho podía haber resultado morboso y
excitante… y posiblemente una oportunidad única en mi vida.
Llegamos al garaje donde tenía aparcada su moto y junto a ella
comenzó a despojarse de toda la ropa delante de mis narices, en un
sueño hecho realidad: mi guapísimo alumno haciéndome todo un
show, para mí solita. Aun viéndolo con mis propios ojos, no alcanzaba
a creérmelo.
Primero se quitó la camisa blanca, botón a botón, hasta mostrarme un
poderoso y musculoso torso. Después su pantalón dejando a la vista
unos boxer blancos ajustados. Por un momento dudé que se atreviera
a continuar, pero lo hizo y se los bajó, revelándome un cuerpo de
impresión, tal y como vino al mundo. No me lo podía creer… Miré a
sus ojos y le sonreí agradecida. A continuación mi vista se fue
moviendo lentamente por cada centímetro de su cuerpo, observando
sus fuertes hombros, sus potentes brazos y aquellos abdominales
marcados. Para rematar su miembro parecía llamarme a pesar de
encontrarse en reposo, pero me pareció grandioso… Que cuerpo más
bien formado, que excitación sentía todo mi cuerpo, desde mis duros
pezones hasta mi chochito que palpitaba jubiloso.
Bueno Lydia, ¿Qué tal? Cumplí mi apuesta…
¿No lo creías? ¿Qué te parece? – me preguntó
girando sobre sí, mostrándome sin pudor su
cuerpo desnudo y dejándome sin habla.
Yo… Creo… Me parece que tienes un cuerpo
precioso. – fue lo que salió por mi boca.
Gracias, la lástima es que no haya sido yo el
ganador de la apuesta, jeje… Me hubiera
encantado estar en tu situación.
No sé de donde saqué fuerzas y donde metí mi timidez, pero de algún
modo necesitaba hacerlo:
Félix, no te quedarás con las ganas… tu
apuesta ha estado muy cerca, en cierto modo
yo también estoy en deuda contigo.
A continuación ante su asombro y el mío propio, fui yo la que se fue
despojando de la ropa. Primero la camiseta, sacándola por mi cabeza y
exponiéndole un sujetador negro de encaje. Luego mis vaqueros
lentamente a lo largo de mis piernas. Por un momento miré a los ojos
de Félix que brillaban sin duda por la emoción y la sorpresa. Me saqué
el sostén, dejando a la vista mis tetas para su disfrute y el mío también
pues el hecho de hacerlo me calentaba un montón. A continuación fue
mi tanga el que fue bajando por mis piernas hasta quedarme en
pelotas ante mi atractivo alumno mexicano. Aun no sé como me atreví
a hacerlo.
Cuando alcé la vista sus ojos no solo brillaban sino que deslumbraban,
pero aun más su polla que se había levantado instintivamente ante mi
improvisado streaptease.
Ya estamos igual. – dije con mis manos en mis
caderas de modo desafiante.
¡Que preciosa eres! – me dijo.
Me sentía en parte algo avergonzada y sorprendida de mi
atrevimiento, sin embargo la excitación era tan grande que no me
incomodaba para nada mostrarme así, sin pudor alguno delante de
Félix.
Veo que te he puesto algo nervioso – le
comenté sonriente y señalando la erección
que parecía no detenerse, prácticamente
apuntando al techo.
Cualquiera no se pone nervioso contigo.
Bueno, ¿Vámos? Añadí decidida y cogiendo
uno de los cascos en disposición de recorrer
algunas calles de aquella manera tan inusual.
¿Estas segura de hacerlo, Lydia?
Completamente.
Félix me hizo un recorrido por todo el cuerpo con su mirada, lo mismo
que yo al suyo. Seguidamente se subió a la moto llevando como única
prenda su casco obligatorio. Me apoyé en su hombro y me subí tras él.
Inevitablemente nuestros cuerpos quedaron pegados y mil
sensaciones me asaltaron. Todas ellas convertían el ambiente en
enormemente morboso. Mis tetas se pegaron a su espalda y el hecho
de sentirla así directamente rozándome provocó que mis pezones se
endurecieran. Mi ombligo quedaba a la altura del comienzo de sus
posaderas y notaba el calor que desprendían sobre mi sexo que
también estaba al rojo vivo. Para colmo me agarré a su cintura para
sentir aun más ese contacto de nuestros cuerpos desnudos. Los dos
suspiramos a la vez ante esa sensación. Era todo increíble.
En cuanto la moto arrancó mi cuerpo se pegó aun más al de Félix.
Estábamos piel contra piel en una sensación tan extraña como
asombrosamente excitante. Me encantaba sentirle adherido a mi
cuerpo. Notar su espalda contra mis tetas y que estas le rozaran con el
movimiento. Saber además que estaba con su polla completamente
erecta provocaba que mis pezones también lo estuvieran. Coloqué mis
manos sobre su pubis, sabiendo que su hermosa verga estaba cerca de
mí.
La moto recorrió algunas calles cercanas a la zona de mi trabajo y
evidentemente nadie podía reconocerme, pues el casco ocultaba mi
rostro, aunque mi pelo saliera ligeramente por debajo. Saberme
anónima con mi desnudez y que la gente se quedara boquiabierta me
ponía como una moto, nunca mejor dicho...
¿Que tal vas Lydia? – Me preguntó Félix.
Muy bien, muy bien… Esto es tan morboso…
¿A que si?
Todos se paraban a vernos pasar. Desde luego la imagen de una moto
con una pareja desnuda es algo insólito y eso les asombraba e imagino
que también les excitaba. La mezcla de exhibicionismo que estábamos
dando, el miedo, el morbo, la locura… todo junto era superdivertido.
Solo dimos unas vueltas, pues no queríamos que la policía nos
detuviera por escándalo público, pero fue el tiempo suficiente para
sentir tantas cosas que es una experiencia inolvidable. Al bajarnos de la
moto nos volvimos a observar el uno al otro, como queriendo captar
esa última imagen, desnudos uno frente al otro. Nos quitamos los
cascos y permanecimos así, mirándonos en silencio durante unos
segundos. Me invitó a que me girara sobre mi misma, quería verme
desde todas las posiciones.
- Me encantas – dijo sonriendo.
Después se abrazó a mí, percibiendo de nuevo su calor y su polla dura
pegándose contra mi abdomen.
Gracias Lydia. Ha sido maravilloso. – me dijo
dándome un pequeño beso en los labios.
Gracias a ti – le contesté devolviéndoselo.
Nos vestimos en silencio, soltándonos alguna sonrisa cómplice de vez
en cuando, sabiendo que estábamos completamente locos, pero eso
nos había divertido tanto… y sobretodo: nos había provocado un
placer mutuo sin igual…
Ninguno avanzamos más allá que aquellos roces, aquel abrazo y aquel
beso, pero estaba segura que los dos hubiéramos deseado llegar más
lejos y convertirlo en algo mucho más intenso y duradero. Todas esas
sensaciones, aun siendo deliciosas, se quedaban a las puertas de lo
que los dos anhelábamos, terminar lo que habíamos empezado, pero
ninguno dábamos el paso. Mi freno era sin duda mi novio y hubiera
deseado que Félix no tuviera tantos reparos como yo para que se
lanzase sobre mí, sin embargo el hecho de que fuera tan correcto y
educado, yo creo que aun me ponía más fogosa.
Por mi cabeza pasaba la idea de olvidarme de mi novio y de todo…
sentir la preciosa polla de Félix entre mis dedos, tenerla en mi boca y
follar con ese chico… Era más que una obsesión desde que había
llegado. Lamentablemente la imagen de mi novio volvía a aparecer en
mi mente cada vez que lo pensaba.
Bueno Lydia, todavía no me creo que hayamos
hecho esto. – me dijo.
Yo tampoco Félix, es una locura, pero no me
arrepiento.
Entonces, ¿quedamos para una cena tu novio,
tú y yo?
Claro, te quedan dos días y hay que darte una
buena despedida. – le decía yo pensando en
el buen repaso que le daría yo pero de otra
manera.
Yo llevo el vino. – añadió despidiéndose con
dos besos, una vez que nos vestimos, sin darle
ninguna importancia como si nada hubiera
pasado.
Al día siguiente como estaba previsto, Félix acudió a casa y yo le conté
a Carlos, mi novio, que se trataba de mi alumno y que se marchaba al
día siguiente, sin saber todavía si se sentiría celoso, pero al fin y al
cabo sabía que me complacería y tendría el buen detalle de atenderle
como anfitrión. Me puse un vestido negro de tirantes finos que es algo
escotado y por encima de la rodilla con algo de vuelo y ceñido a la
cintura. Sin duda quería estar elegante y sorprender a nuestro invitado.
Mi novio y él se saludaron cortésmente cuando les presenté:
- Carlos, él es Félix, mi alumno que ha venido de México.
No sé por qué razón, pero creo que congeniaron desde el principio,
mejor incluso de lo que yo misma imaginaba. Félix estaba arrebatador:
Una camisa larga azul marino con el cuello ligeramente abierto y unos
pantalones de lino le hacían elegante y más deseable todavía, pero mi
mente no se apartaba ni un momento de lo vivido el día anterior,
cuando ambos fuimos desnudos sobre la moto a gran velocidad.
Todas esas sensaciones me habían transformado y alucinado.
Lydia, estás hermosa – comentó Félix
dándome primero un beso en mi mano
galantemente y después otro en mi mejilla
ante la atenta mirada de mi novio que pareció
fruncir el ceño en un gesto de celos de los
suyos.
Aquella situación a la añadida de mis recuerdos sobre dos ruedas,
provocó que de mi coño emanaran de nuevo fluidos y que mis
pezones se endurecieran considerablemente.
En la cena los chicos volvieron a compenetrarse en temas en los que
ambos parecían coincidir bastante, como el fútbol y las motos, ni
siquiera sabía que mi novio conociera tanto de eso y las ganas que
tenía de comprarse una. Pobrecito, si hubiera sabido que su novia ya lo
había probado, pero además completamente desnuda y con aquel
hombretón mexicano que tanto me excitaba. De vez en cuando, Félix
parecía darse cuenta de mis pensamientos y me sonreía o me dedicaba
algún cumplido guiño cuando mi novio estaba algo más despistado. El
morbo se palpaba por todos lados.
Creo que bebimos bastante del vino con el que nos agasajó Félix,
concretamente cayeron las dos botellas y los licores que
acompañamos al final charlando los tres alegremente sentados en el
sofá, algo que nos hizo desinhibirnos y hablar de cosas mucho más
ardientes.
Bueno Félix, ¿Qué tal de mujeres en tu país?
¿Tienes novia? – le preguntó mi novio.
Ahora mismo no tengo ninguna chica
esperándome, pero no me quejo, he tenido y
tengo buenas amigas.
Realmente las mexicanas son preciosas. –
añadió Carlos.
Sí, pero las españolas no tienen por qué
envidiarlas. –intervino Félix mirando de reojo
hacia mí.
Oh, vaya, ¿Te ha gustado alguna?
Ya lo creo. La belleza de las españolas te
hechiza.
Yo no sabía donde meterme pero cuando los ojos de Félix se dirigían a
mí de esa forma conseguía además de sacarme los colores, excitarme
aun más de lo que estaba con el aliciente de que mi novio pudiera
mosquearse, eso añadía más morbo a la situación.
Bueno y en la cama, ¿Quiénes son mejores? –
le preguntaba Carlos, sin enterarse de nada de
nuestros secretos vividos y además, con tanto
alcohol encima, le costaba coordinar las frases.
No puedo comparar, ya que solo lo hice con
mexicanas. – sentenció Félix mirándome
fijamente a los ojos, provocando mi deseo
aumentado. El alcohol, el morbo y la propia
situación provocaban en mí, un gusto fuera de
lo normal.
Bueno, cuenta, cuenta, no te cortes, ¿Cómo se
lo hacen las mexicanas?
Yo le di un codazo en el hombro a mi novio en señal de que estaba
muy bebido y preguntado cosas demasiado directas y que le ponían
en un compromiso a nuestro invitado. Sin embargo Félix, contestó con
naturalidad.
Muy bien, las mexicanas son muy buenas
amantes, al menos las que he tenido el gusto
de conocer.
¿Y como la chupan? ¿Hacen buenas
mamadas? – añadió mi chico lanzado con
aquella embriaguez.
¿Eres idiota? – le dije yo empujándole para
que dejara aquellas preguntas, aunque en el
fondo estaba deseosa de saber todas las
respuestas salidas de los labios de aquel
hombre tan interesante… y que además,
siendo tan joven, tuviera tanta experiencia con
mujeres.
Bueno cariño, déjale que nos cuente, vamos si
no le importa. – amplió mi novio.
No Lydia, no te apures, no me importa
contestar en absoluto. Estamos entre amigos…
Como digo, mis compatriotas además de
bellas saben satisfacer la sed de sus hombres,
si bien son muy fieles a sus parejas.
Entonces, como las de aquí, también todas
muy fieles y estrechitas, jajaja… – añadió
Carlos.
No podía creer lo que decía mi novio, primero por atreverse a hacerle
a Félix ese tipo de preguntas y segundo porque no entendía si esa
"estrechez" a la que hacía referencia era por mi o por las españolas en
general. Me daban ganas de decirle: "pues tu novia la estrechita ha
estado ayer con este chico en pelotas recorriendo las calles de la
ciudad sobre una moto", pero a pesar de estar algo bebida, no cometí
ese error y me quedé sin pronunciar palabra.
Sigue Félix, ¿Cómo haces para llevarte a una
chica de tu país a la cama? – insistió mi chico.
Carlos, por favor. – le decía yo agarrándole
por el brazo.
Calla mujer, déjale. Me interesa saberlo…
Bueno, para conquistar a una mujer hay que
ser muy delicado con ella, creo que tanto aquí
como en México. – añadió Félix.
Mis pensamientos me llevaban a querer darle un abrazo a Félix por
haber estado tan caballeroso y oportuno, en contra de las
impertinentes preguntas de Carlos, siempre tan fuera de lugar,
eternamente tan cerdo y obseso.
Una pregunta Félix ¿Se dejan dar por el culo?
– preguntó de pronto Carlos.
¡Ya basta! – dije levantándome del sofá
airadamente.
No te mosquees mujer, estamos en confianza,
es solo una curiosidad que tengo. Lo digo
porque las españolas son muy cortadas en eso
y quería saber si las mexicanas…
¡Carlos! – le repetí de nuevo indignada,
primero por airear nuestras intimidades y por
ser tan descarado y maleducado.
Nena, si no quieres escuchar te vas, ya se que
a ti eso no te gusta, pero a mi me interesa… -
añadió Carlos
Nunca había dejado a mi chico que tuviéramos sexo anal, pues me
daba un pánico terrible, pero tampoco era cuestión que lo contara a
los cuatro vientos. Sin embargo, yo también estaba intrigada por saber
lo que contaba nuestro invitado y me senté de nuevo, afirmando mi
interés. Félix rió al verme tan atenta, pues él sabía de mi virginidad
anal.
Creo que si vas muy directo, ninguna mujer va
a dejar que le hagas determinadas cosas, que
a priori le atemorizan, es lógico. Es cuestión
de tacto. – nos explicó.
Hubo un largo silencio, por un lado la contundente frase de Félix me
dejó pensativa y a mi novio haciendo quinielas de cómo conseguirlo,
pero nadie añadió nada más y la conversación quedó ahí. Tras las
copas y la charla que tan interesante tema, Carlos estaba rendido o
más bien bebido y en poco tiempo se quedó profundamente dormido
en el sofá. Lo cierto es que había ingerido más alcohol de la cuenta,
aunque eso tampoco era nada fuera de lo normal. Me levanté y ocupé
el asiento al otro lado junto a mi guapo invitado, tomándole de las
manos.
Félix tienes que perdonar a Carlos por esas
impertinentes preguntas… Es muy
desconsiderado y bastante grosero.
No te preocupes, preciosa, no pasa nada.
Sí, pero no quería que te importunase. –
añadí.
Me ha gustado mucho hablar de ello… ¿Y tú?
¿Qué opinas? – me preguntó mirándome a los
ojos.
Bueno, yo… me he quedado cortada y
también algo intrigada.
¿Ah si?
Sí, sentía curiosidad…
Entonces ¿Te serví de ayuda?
Pues creo que sí, no parece tan horrible como
yo creía… La verdad es que él no ha tenido
mucho tacto precisamente, como tú decías…
siempre ha ido "a lo bruto" y yo tengo mucho
miedo a eso, Félix… siempre pensé que me iba
a doler mucho… algo que no me hace
relajarme.
No tienes por qué temer nada si él lo hace
con cuidado. El sexo anal es algo muy natural
y cuando lo descubres no dejas de practicarlo.
Es fantástico.
Pero duele un poco… reconócelo.
No Lydia, eso es un tópico, no duele nada si
estás preparada y créeme el día que lo
experimentes, dejarás esos miedos para
aventurarte en un mundo muy placentero y
gozoso.
Aquella frase me gustó en un momento en el que yo estaba además
de algo bebida, muy cachonda. Sin poder resistirme le planté un beso
en la boca en señal de mi agradecimiento y de su galantería, además
de sentir un deseo cada vez mayor hacia él. Como me ponía mi
alumno mexicano…
Lydia, eres una mujer estupenda. Ojalá algún
día tu novio pueda mostrar ese cuidado para
llevarte al séptimo cielo, como tú mereces. Y
sino, aquí me tienes a tu disposición – señaló
Félix sonriendo.
¿Lo harías por mí? – le contesté con la mejor
de mis sonrisas y con una calentura de
campeonato.
¿Bromeas? Nada me complacería más. Hacer
el amor contigo debe ser como un regalo de
dioses. Algo así como un sueño.
Hay que ver las cosas tan bonitas que sabía decir aquel alumno mío…
A cada momento me ponía más y más caliente. No pude remediar
darle otro beso pero esta vez mi lengua quiso explorar la suya y darnos
un morreo intenso mientras mi novio dormía como un tronco sobre el
sofá a pocos centímetros de nosotros. Félix acariciaba mi cabeza y yo
me agarraba a su cuello como queriendo que no se fuera nunca y que
nuestras bocas se fundieran en ese beso inolvidable.
¡Hagámoslo! – dije de pronto mirándole
fijamente a los ojos.
Pero… ¿Cómo?
Quiero follar contigo Félix y… que estrenes mi
culito. Necesito un experto para iniciarme en
esa locura del placer.
Lydia… ¿Ahora?
Sí, ahora o nunca, sino no me atreveré…
Pero ¿Estas completamente segura? ¿Quieres
que follemos…? ¿Y tu novio…?
Félix, hazlo antes de que me arrepienta…
Además Carlos está como un tronco…
Vayamos al dormitorio.
Pero… podría despertarse. – añadió con
temor.
Félix, quiero follar contigo ahora, estoy muy
cachonda y quiero hacerlo en mi cama…
Carlos cuando está así, se queda muerto… no
se entera y además… ¿No te parece super
morboso saber que nos pueda descubrir? –
sentenciaba yo, sin creer lo que salía por mi
boca, comportándome de una forma inusual,
como una auténtica zorra caliente.
Pero Lydia… es una locura, si él despertase…
Ah vaya, ¿Tienes miedo? Recuerda que yo me
atreví con el asunto de la moto.
Nada de miedo, preciosa, si tú estás segura,
no hay objeción. Por ti, merece la pena
arriesgarse a eso y más.
Le tomé de la mano tirando de él y para evitar que yo misma pudiera
arrepentirme, nos dirigimos a mi dormitorio. Félix se sentó en la cama
y yo a horcajadas sobre él. Me agarré con mis manos a su cuello y nos
quedamos mirando unos segundos fijamente. Nuestros pechos
estaban unidos, podíamos percibir la respiración del otro y los
respectivos sexos en contacto a través de la ropa. La erección de Félix
era evidente y palpable en mi coño que ya estaba hinchado y
palpitante. Le saqué la camisa como una desesperada, acariciando ese
torso desnudo que tanto me embelesaba… seguía besándole en el
cuello, en la boca, mientras él acariciaba mi espalda por encima del
vestido y la otra mano se introducía entre mis muslos buscando el
lugar más caliente de mi cuerpo.
Dios que gusto Félix… - dije entre suspiros al
notar como sus dedos habían llegado hasta
mi tanga empapado.
La lengua de Félix se movía con tremenda pericia, pasaba por mis
labios, jugueteaba con mi lengua y yo quería que aquello no terminase
nunca. Buscaba con mis labios atrapar esa lengua juguetona. Estaba
cachondísima. Le deseaba… le necesitaba. Me sacó el vestido por
encima de la cabeza y observó mis pechos desnudos de nuevo, pero
esta vez no se conformó solo con mirarlos, sino que los atrapó con
esas divinas manos que me hicieron estremecer…
Félix, que delicia… - repetía yo mirando hacia
atrás, pensando que mi novio pudiera
espabilarse, pero nada, con semejante
borrachera estaría fuera de juego por bastante
rato.
Lydia, cuanto he deseado este momento –
repetía mi alumno.
Nuestras caricias eran continuas y nuestra lucha por despojarnos de la
poca ropa que nos quedaba era desesperada, hasta que, como dos
locos, nos pusimos en pie y mutuamente nos quitamos las últimas
prendas, hasta quedarnos completamente desnudos. Del mismo modo
que en la aventura de la moto, volvimos a observar nuestra desnudez,
pero ahora ya no hubo ningún impedimento, ninguna timidez para
tocarnos, para acariciarnos, para besarnos incesantemente. La polla de
Félix se veía esplendorosa y creo que vigorosamente grande. Al
sostenerla entre mis dedos él no pudo evitar emitir un pequeño
gemido que aun me encendía más. Ya no había marcha atrás, ahora
iba por fin, a follar con ese hombre… y me iba a iniciar en ese
prohibido mundo del estreno de mi culito.
Eché una última mirada a mi espalda en busca de mi novio. Esa
sensación de saberle allí, tan cerca, completamente ebrio y sin
percatarse de nada, me producía un gusto inaudito.
Félix me encanta esta polla, cuanto he soñado
con acariciarla – le decía yo sin dejar de
juguetear con ella entre mis dedos.
Lydia, es una maravilla, tus caricias me
enloquecen…
Pues vas a ver como trabaja mi boca. –
Sentencié.
Tras decir eso, le empujé sobre la cama, quedándose tumbado y con
su preciosa daga apuntando al techo. Me arrodillé sobre la cama a su
lado y frente a la palpitante verga de mi mexicano adorado. La tomé
de nuevo entre mis dedos, como un trofeo anhelado y con mi lengua
recorrí toda su longitud, desde su base hasta la punta mientras de
reojo observaba como él se estiraba y cerraba los ojos en síntoma
claro de lo bien que lo estaba disfrutando. Lo siguiente fue chuparle
los huevos, con la lengua, con los labios, incluso mordisqueándolos
con mis dientes. Esas bolas divinas y bien afeitaditas tenían un sabor
extraordinario, cuantas veces las había soñado y ahora las devoraba
con empeño. Luego me metí todo ese enorme tronco en la boca,
lentamente pero hasta casi llegar a mi garganta y comencé a mamarlo
con todas las ganas. Solo se oía el ruido de mi aliento y mi boca que
lubricaba aquel impresionante pene. Mis manos se agarraban a sus
caderas y mi velocidad iba en aumento como si aquella mamada fuera
lo último por hacer en mi vida. Me pidió que me tumbara en la cama
pues veía que no podría resistir por más tiempo las caricias que mi
lengua y mis labios estaban proporcionando a su delicado miembro.
Era su turno para arrancarme todo el placer.
Al tumbarme y recibir de inmediato la lengua de Félix en el interior de
mis muslos creí entrar en el paraíso del placer. Recorrió mis piernas
incesantemente hasta que llegó a mi vulva, allí se desbordó,
trabajando afanosamente con sus labios y su lengua. Lo hacía
maravillosamente y mi cuerpo sentía todo el placer del mundo. Tenía
que sostenerme a su cabeza y solo repetía su nombre en señal del
gusto que me estaba suministrando. Que placer tan grande.
Ven Lydia, quiero follarte. – me dijo
incorporándose. Se sentó al borde de la cama
y volvió a mirarme con esos ojos que me
traspasaban, que me encendían más y más.
No había nada más excitante que aquello, era
superior a mí. Por fin iba a sentir la polla de mi
aventajado alumno dentro de mí, esa
anhelada ilusión se iba a hacer realidad y con
el morbo añadido de tener a mi novio tan
cerca.
Dios, que sensación Félix, esto es tan
excitante… - le decía yo en pie agarrada a su
mano dispuesta a montar como una loca
sobre su poderosa daga.
Ven, preciosa. – me repetía Félix sentado
sosteniendo con fuerza una verga que me
pareció gigantesca.
Que polla… es enorme…
Es toda tuya, nena. Súbete y cabalga, mi vida…
Así lo hice. Abrí mis piernas y me senté sobre mi deseado alumno.
Agarré aquel violáceo capullo y lo orienté entre mis muslos hasta que
su punta se ubicó en la entrada de mi coño. Tuve que cerrar los ojos,
porque casi me mareo de esa sensación… más aun cuando la cabeza
de esa preciosa polla se hizo paso en mi interior, para después
centímetro a centímetro dejarme caer sobre ella y quedar empalada.
Dios, que gusto era sentirla tan adentro, pensé que me iba a partir en
dos, sin embargo se adaptaba perfectamente, creo que ambos
estábamos hechos para follar como si fuéramos el engranaje perfecto.
Abrí mi boca para que la lengua de ese hombre se introdujera a jugar
con la mía, quería tener todo lo máximo de él... sentirle plenamente.
Que polla más rica… Félix… que delicia -
repetía yo, olvidándome de mi novio
dormido…
Es toda tuya preciosa, disfrútala.
Empecé a subir y bajar continuamente por esa larga tranca que me
arrancaba gusto tras gusto logrando hacerme estremecer de placer
con cada embestida. Salía hasta casi la punta para volver a dejarme
caer y sentirla completamente. Era increíble el gusto que me estaba
proporcionando aquel mexicano tan habilidoso, creo que mereció la
pena toda la locura, de otro modo no hubiera apreciado que esa polla
ahora me pertenecía, estaba dentro de mí y no quería que ese
momento se acabase nunca. Follábamos con desesperación, nos
besábamos, nos acariciábamos y gemíamos sin importarnos que Carlos
se pudiera despertar, solo éramos Félix y yo. El chapoteo de nuestros
sexos lubricados era un sonido celestial y yo me apoyaba en el cuello
de mi venerado alumno y me dejaba caer intentando hacer más
intensas cada una de las acometidas.
Nuestros cuerpos desnudos sudaban y se unían en un polvo
maravilloso, ese que nunca mi novio me había regalado en condiciones
y que me hacía sentirme nueva, diferente, excitada… y muy feliz. Podría
haber pensado en el engaño que estaba cometiendo, la gran locura de
serle infiel y tan cerca, sin embargo, follar con el guapísimo de Félix y
tenerle dentro de mí era lo único que merecía la pena.
¿Estás preparada Lydia? – me dijo de pronto.
Sí, lo estoy. – contesté decidida mirándole
fijamente a los ojos y con esa polla que
llegaba a lo más hondo de mi ser sabiendo
que en ese momento se abriría paso en mi
virginal culito.
Félix comenzó a acariciar mi esfínter con sus dedos sin dejar de
introducir su miembro en mi sexo ni de besarme tiernamente,
consiguiendo que mi cuerpo se dejara llevar relajadamente. Un dedo
se abrió paso sin dificultad en mi agujero posterior, de forma increíble
y con él fue haciendo las veces de un pequeño folleteo en mi culo.
Lydia ¿tienes algún aceite corporal? – me
preguntó sin dejar de hurgar con su dedo mi
orificio.
Sí, tengo.
Tráelo, preciosa.
Me costó separarme de Félix durante los pocos segundos que tardé en
dirigirme al baño en busca del aceite que utilizo para después de la
ducha.
Este ¿Puede valer? – le pregunté a mi nuevo
amante que permanecía con una enorme
erección al borde la cama cuando regresé
rauda.
Sí, es… perfecto. Date la vuelta, quiero ver ese
precioso trasero en pompa, Lydia. Vas a ver
como lo vivido hasta ahora es solo el
comienzo, ahora voy a romperte el culo y vas
a ver las estrellas.
Sus palabras me enloquecían, a pesar de que en muchas ocasiones el
solo hecho de pensarlo me producía pavor, ahora me sentía con
tremendas ganas de probarlo. Iba a ser Félix, ese que fuera mi becario,
ahora mi profesor en esta nueva enseñanza. Coloqué mi culo frente a
su cara que sentado desde la cama lo toqueteaba, lo mimaba
lentamente y lo lamía con su lengua mientras separaba los cachetes y
provocaba que mi agujero se abriera ante aquellas caricias y
chupeteos. Yo creía morirme. Miraba mi cara reflejada en el espejo del
armario que se encuentra justo frente a mi cama y comprobaba que
era de puro vicio, estaba más cachonda que nunca en mi vida. Mis ojos
brillaban a más no poder, mis carrillos enrojecidos indicaban el nivel de
calentura y lo remataban mis pechos inflamados con los pezones
puntiagudos…
De pronto sentí un dedo entrar por completo en mi culo, pero no me
dolió en absoluto, porque sin verlo imaginaba que Félix lo había
lubricado a base de bien con el aceite.
¿Qué tal preciosa?
Muy bien, Félix, es cierto. No duele nada.
Claro mujer, verás como poco a poco se va
dilatando.
No sé de donde sacaba esas habilidades, ese chico tan joven era un
auténtico experto en dar placer, ignoro si tenía mucha experiencia en
el tema, pero desde luego nadie me había mimado tanto y me había
regalado tanto gozo. Sus dedos pasaban de mi sexo a mi culo varias
veces, mientras que con la otra mano lo hacía entre mis tetas y mi
ombligo, aquellas caricias me hacían aflojarme muchísimo. Un nuevo
dedo entró en mi culo y esta vez bien adentro. Pero lo mejor de todo
es cuando lograron entrar dos a la vez. A los pocos segundos sí que
sentí cierta molestia, pues era algo tan grande que nunca antes se
había alojado en mi parte trasera. Pegué un pequeño gritito al notar
esa rara presión en mi ano.
¿Todo bien? ¿Algún problema?– preguntó con
preocupación.
No, no, Félix, es algo raro, pero me da mucho
gusto. – le dije para que no se detuviera,
sabiendo que la cosa no se podía quedar ahí.
Bien Lydia, estás muy bien para recibir mi
miembro. ¿Quieres que te la meta por ese
precioso culo?
Félix… te lo suplico.
Notarás resistencia y un pequeño ardor que
parecerá molesto, pero no creo que te duela.
Si así ocurre preciosa, dímelo y paro de
inmediato.
Vale cariño, dámelo ya, quiero sentirlo en mi
culo, no puedo más… - le decía yo
rematadamente excitada.
Félix cuidaba cada detalle al máximo y creo que eso era lo que me
daba la sensación de tranquilidad y al tiempo de relajación para recibir
su miembro en mi agujero inexplorado. Supongo que en otras
ocasiones, el miedo y la falta de relajación no permitían aflojar mis
músculos y en ese momento estaba más dispuesta que nunca.
Con sus manos me abría completamente los cachetes del culo y
agarrado a su verga la orientaba primero a mi coñito caliente que
seguía lubricando sin cesar y luego tras embadurnarme de aceite lo
intentaba colar por detrás. Miré al espejo de nuevo y la escena me
trasladó a un mundo nuevo, me sentía extraña al verme allí reflejada
en esa postura semi doblada con mis carrillos encendidos y por debajo
una polla que hacía esfuerzos por abrirse paso. La imagen era la más
impactante del mundo. Pero precisamente esa imagen me ayudaba a
pensar que no era yo sino otra Lydia la que iba a ser empalada por
aquel guapo mexicano. Su cara también se veía en el espejo,
concentrada en preparar mi parte posterior, afanándose en darme más
placer que dolor, pero incluso en ese momento no importaba otra
cosa que no fuera su polla dentro de mi culo y que me desvirgara de
una maldita vez.
Lydia, voy a follarte ese culito divino que
tienes, eso que tanto soñé. – me decía con la
voz temblorosa.
Su capullo se abrió paso sin problema, con menos resistencia de la que
esperaba y al verme en el espejo medio levantada y dispuesta a ser
sodomizada por primera vez quise grabar esa imagen para siempre.
Oh Félix que caliente se nota, que gustito,
métela… métela por Dios…
Mis súplicas no se hicieron esperar, lentamente se fue abriendo paso,
como a cámara lenta y toda la verga de ese hombre me abría en canal
sintiendo una sensación nueva y extraña. No se podía considerar como
dolor, ni escozor, ni posiblemente la mezcla de las dos cosas, pero
sabiendo que Félix lo iba a conseguir, con su habilidad, con su
paciencia y su fabuloso tacto. Hubo un momento en que esa especie
de dolor y placer mezclados me llevaban a perder el aire, creo que
estaba entrando en una dimensión nueva y sorprendente, porque en
un instante justo cuando Félix logró introducir unos centímetros más,
ese pinchazo agudo era acompañado de más placer y mi postura me
llevó a dejarme caer con el propio peso de mi cuerpo. Toda la polla de
mi alumno se introdujo en mi culo, hasta notar sus huevos pegados a
mi sexo hinchado.
Sé que grité, no se cuanto ni a que volumen, pero noté como mi
garganta explotaba soltando una especie de alarido que debió oírse
por toda la casa. Nos detuvimos por un instante, abrazados y quietos,
pensando que Carlos hubiera podido escuchar mi aullido. Aguanté ese
nuevo pinchazo en mis entrañas y poco a poco fue desapareciendo
para convertirse en un placer inusitado. Los dos cuerpos estaban
unidos y así se veían reflejados en el espejo, su cabeza pegada a la mía,
su cuerpo en mi cuerpo, su verga en lo más adentro de mi culo. Le
sonreí y tras asegurarnos que nada ni nadie podrían enturbiar ese
momento, ni mi propio novio que seguía dormido como un tronco,
comenzamos a follar con todas las ganas. Mi cuerpo subía y a bajaba
sobre su verga que estaba ensartada hasta lo más hondo.
Félix, que gusto, Dios, no sabía que esto era
tan maravilloso… - le repetía una y otra vez
jadeante.
Ese culito es una delicia princesa. Nunca había
sentido nada igual.
No sé si eran ciertas sus palabras pero de la manera en como gemía y
como se aceleraba su respiración cada vez que dejaba caer mi cuerpo
sobre él, no parecía que estuviera fingiendo precisamente. Notarle
gozando al igual que yo, era algo tremendamente cachondo y
placentero. Félix me agarraba por las caderas y observaba como la
lubricación se hacía perfecta y yo en el espejo como nuestros cuerpos
se unían continuamente, arrancándonos más y más placer.
El resto del dolor desapareció por completo o al menos, si lo había, era
cubierto completamente por oleadas de placer. Me sentía tan a gusto
así, follando con Félix que me hubiera tirado horas. Y verme allí
reflejada era lo más apasionante que había vivido. Seguía dejándome
caer sobre la preciosa verga de Félix que se abría paso en mi culo que
la recibía gustoso. Que gozada. Cuantas veces pensé en este momento
y que tonta fui de no haberlo probado antes.
Que gusto princesa, creo que no voy a
aguantar más, me voy a correr. – eran las
palabras entrecortadas de mi hombre, ese que
me arrancaba el placer en lo más profundo de
mi culo.
Córrete Félix le decía yo, mientras arqueaba
mi espalda intentando que aquella verga
deliciosa entrase aun más adentro.
De pronto Félix se agarró a mis tetas y mantuvo su polla bien adentro,
cuando de pronto, los primeros chorros de su leche bañaron mi
agujerito posterior. Varias embestidas más y varios espasmos daban
lugar a una corrida monumental por su parte. Y yo me sentía dichosa y
así continué cabalgando sobre su estaca intentando sacar todo su
jugo. Poco después sus dedos empezaron a jugar con mi clítoris y su
polla que aun no había reducido su dureza dieron el espaldarazo
definitivo al orgasmo que salió de mi interior entremezclado entre
jadeos y gritos, pronunciando su nombre:
Félix, Félix, Félix…
Él me abrazaba por detrás y seguí apretando su pelvis contra mi culo
para que todos esos calambres de placer llegaran a lo más profundo
de mi ser y vaya si llegaron, por un momento sentí una especie de
mareo y ese orgasmo fue muy distinto a otros muchos que había
tenido otras veces. Fue una maravilla.
Exhaustos, terminamos separándonos y yo me giré colocándome
nuevamente sobre él, cara a cara para besarle, sosteniendo su rostro
entre mis manos, mi lengua exploraba dentro de su boca, quería seguir
atrapando la suya, darle todo ese placer que acababa de regalarme.
Una última mirada a sus ojos que brillaban vivaces para decirle:
Gracias.
Gracias a ti, preciosa. Nunca podré olvidar
esto. – contestó sonriente.
Mi novio seguía sin enterarse de nada y aun aprovechamos para seguir
acariciándonos y besándonos durante un buen rato, queriendo vivir a
tope ese momento que sería uno de los más felices de nuestra vida, al
menos lo fue para mí. Sabía que Félix al día siguiente desaparecería, sin
embargo su presencia estaba junto a mí y el recuerdo de haberme
dado el mayor de los placeres estrenando mi culo, eso fue inolvidable...
Nunca podré estar lo suficientemente agradecida de cuantas cosas me
ha regalado mi "mexicano españolizado"… ese que pasó de ser un
alumno aventajado a mi mejor profesor particular.
¨Sauna¨
Tango
Brazil
Fantasma
Hace tres años que estoy casada, y quizás vaya uno a saber, por
consecuencia de la rutina me sentía en una etapa de aburrimiento que
no sé como comenzó, pero que ya se notaba en nuestra relación, había
conversado con Manuel mi marido acerca de esto no hacía mucho, yo
lo quiero muchísimo, todo estaba muy bien en lo espiritual con él, pero
no sentía mayores deseos sexuales, quizás fue por el impulso que
pusimos en el sexo desde el principio, y pensé casi jocosa "tal vez nos
hallamos "empalagados"", pues recuerdo que él me comento."Pero
Marta!..si apenas puedo verte vestida sexy como acostumbrabas, tienes
un cuerpo despampanante y tus formas vuelven loco a cualquier
hombre, pero tú te obstinas a pasearte por la casa en esos pijamas
grandes, y ni siquiera usas maquillaje".....
Y si, era cierto pero, es que era todo tan predecible que terminaba
por ser monótono y aburrido, el estaba quizás pasando por lo mismo
dado que había observado en los últimos tiempos que recorría la web
en la computadora en todos los sitios porno y aun mas descargaba
todas las fotos de tríos especialmente las de dos tíos con una chica.
Un día, cuando salió por un rato, fui a la computadora para ver que es
lo que había guardado en files, era una colección de fotos nítidas de
dos follando con una, dándosela por atrás y por delante, tenía todas
las poses imaginables, que debo reconocer eran bien calientes, cuando
sentí la puerta me apresure a cambiar de pagina.
Estaba pensando en aquellas fotos cuando me llamo, "..Marta ven
siéntate que debemos hablar.."me dijo en un tono formal, .." al tomar
asiento junto a él me dijo .."yo creo que ambos estamos perdiendo la
magia, tu sabes que te quiero muchísimo, y me gustaría que trataras
de volver a ser como no hace mucho, te acuerdas ¿..con esos vestidos
cortos y esos tacones altos..en fin cuando te veía dispuesta a volverme
loco con tu sexualidad"..
"Si, yo se que llevas razón" le dije, "debemos hacer algo para superar
esto"...sin dejarme terminar me dijo "bien, creo que lo mejor será que
hoy salgamos a cenar a algún lugar tomar unas copas y charlar como
lo hacíamos, te parece bien?" me pregunto excitado.
Después de darnos un beso, le dije" ahora mismo voy a darme una
ducha y ponerme linda para ti ".
Salí de la habitación vestida con mis mejores ropas sexy, el ya estaba
listo esperándome, al verme dijo "mírate al espejo y dime si no harías
parar más de una polla por ahí, estas guapísima", "bueno uno hace lo
que se puede "le dije riéndome.
El restaurant que elegimos era bien "cosí", y romántico hablamos de
todo un poco y nos tiramos varias bromas, hasta que, el vino, y la
charla nos llevo al tema de las fotos que yo había visto esa tarde en la
computadora, le confesé que había visto esas fotos y le pregunte
porque le interesaban tanto, especialmente las de un trió, "bien..pues
porque me ponen súper cachondo, ..y por alguna razón siempre te
imagino conmigo en algo así!", me dijo acariciándome las piernas por
debajo del mantel, "no me digas que no te han gustado", me pregunto
mirándome fijo, "Bueno si, ..son unas buenas fotos, pero yo follando
otro tío en tu presencia, no sé, creo que no..."le conteste confundida.
“bueno, pero si la situación se presentara, y tú te sintieras cómoda con
la otra persona, y estuvieses bien caliente, lo harías?", "y, no sé, creo
que si es como lo detallas, quizás sí!" le conteste con inseguridad.
"Bien, es una fantasía que tengo, un deseo fuerte que debo
confesarte me ha hecho hacerme una "puñeta", mas de una vez, me
decía mientras su mano se metía entre mis piernas.
Cuando llegamos a casa, influenciados por el vino, y aquella charla,
me desnudo en el salón de estar y sin que yo pusiera más resistencia
me hizo agacharme, y bajándome el bikini me refregó su polla en mi
vulva mojada buscando el agujero con la cabeza de su pija, me la
metió fuerte diciéndome morbosamente, "imagínate que estas
chupando una verga enorme mientras te la meto..", me decía
jadeando. “si..si, " le conteste totalmente perdida de placer recordando
las fotos que había visto, y me acabe como hacía mucho no lo hacía.
Al otro día y después que Manuel salió para su trabajo, me quede
pensando en todo lo que habíamos hablado y hecho y me sorprendió,
como, una charla, me había despertado el sexo nuevamente, y me
pregunte a mi misma curiosa, como yo me sentiría? si algún día
hiciéramos algo así, después que el placer del sexo se apaciguara, cual
serian las ramificaciones de todo aquello en nuestra relación y sentí
miedo, miedo de dejar de querer a Manuel de perder nuestro
matrimonio.
Por la tarde llego Manuel a casa con ánimo alegre me dijo, "sabes?,
he pensado que este Sábado, podríamos invitar mis compañeros de
trabajo, y nuestros amigos y hacer un party en casa, que te parece?",
"Si, creo que es una buena idea!" le conteste entusiasmada.
El Sábado por la mañana, y después de hacer las compras, Manuel
salió de la habitación con un paquete, y me dijo "Mira lo que he
comprado, para mi reina ", dándome un beso y el paquete, y con una
seña me pidió que lo abriera, di un gritito de sorpresa, mientras
sostenía unas mini faldas de tela escocesa, plisadas, y un "top" que era
súper ajustado con un generoso escote, además de unas sandalias de
tacón alto de color bordo haciendo juego con los colores de la falda,
"es monísima" le dije mientras sostenía la mini, "pero, no te parece
muy corta?", le comente con duda, "no, no mucho más cortas de las
que tienes en el guardarropa"..me contesto sonriendo.
Antes que llegaran nuestros invitados, salí de la habitación usando el
nuevo conjunto que me había regalado Manuel, pero antes me había
mirado en el espejo y había quedado, muy conforme con lo que había
visto, era un conjunto súper sexy y provocador, el ruedo de la mini
apenas me cubría las nalgas, y el "top" era tan ajustado que no me
permitía usar sostenes, con un escote pronunciado que marcaba la
redondez de mis senos, los tacones altos y un maquillaje perfecto, al
verme Manuel exclamo "Hay!! Virgen Santa, que estas como para
comerte entera ¡!!", mientras se agarraba la polla y me sonreía, "pero
no crees que es provocar mucho?" le pregunte con preocupación, "No!
Que va! Niña, estas de muerte!", me contesto súper excitado mientras
hacíamos los últimos preparativos, veía que Manuel no me sacaba la
vista de mi culo, y eso me hacía sentir bien.
Los invitados comenzaron a llegar, de los que venían conocía a la
mayoría, pero habían algunos que eran nuevas caras para mi, entre
sonreír y soportar todos los comentarios que se hacían respecto a mi
conjunto que llenaba de envidia a las mujeres y los hombres se
insinuaban cachondos, una de esas caras nuevas era un tipo que jamás
había visto, pero que por la familiaridad que Manuel demostraba con
él, vi que eran buenos amigos, casi de inmediato Manuel me llamo, y le
dijo.."Sergio, te presento a mi señora, ..y Marta este es Sergio, un
compañero de trabajo", "Encantado Marta, ...veo que Manuel no me
exagero ni una pizca cuando me hablaba de ti", me dijo sosteniendo
mi mano por unos segundos y mirándome con una sonrisa picara,
"Gracias " le conteste "Y se puede saber que te dijo el adulón de mi
marido?", le pregunte coqueta "huyyy, esto me pondrá en un lio..mejor
cambiemos de tema..", me contesto jocoso.
La fiesta marchaba a las mil maravillas, yo me repartía en atender lo
mas que podía con tragos y canapés a los invitados, pero no deje de
notar que Manuel siempre acompañado de Sergio "cuchicheaban “y se
riean, Sergio no ocultaba en lo mas minimo sus miradas cada vez mas
descaradas a mi culo, la musica y los tragos que se vaciaban más
frecuentes me mantenían ocupada, pero eso no lo desanimo a Sergio
que me invito a bailar, era una música de salsa pero me tenía tomada
de la cintura, y sentía sus manos y también su cuerpo pegarse al mío,
yo coquetee con el al máximo y observe la mirada de Manuel que
parecía estar disfrutando de la situación, la verdad era que Sergio era
muy bien parecido y además muy simpático, en un momento, y
mientras estábamos bailando con Sergio, Manuel se acerco y nos dijo,
" que les parece si se hacen cargo del bar, y yo me arreglo con la
comida..?", "no, " proteste, como te vas a quedar solo para servir?", "no
te hagas problemas, tu y Sergio asegúrense que los tragos fluyan", me
dijo Manuel, Sergio me miro y me dijo "Vamos?", y nos dirigimos al bar
al final del salón es un bar en forma de semicírculo, que es además el
orgullo de Manuel, nos colocamos con Sergio detrás del bar,
cachondeando con todos los que venían por tragos, Manuel puso las
luces mas tenias a lo que Sergio comento con una sonrisa "esto se está
poniendo mejor!!", "Si? y porque "
le pregunte, coqueta, "déjame decirte que eres encantadora, y
además muy sexy!", me contesto mirándome de arriba a abajo, en ese
momento un invitado vino por tragos y al limpiar el bar tuve que
extenderme para pasar un trapo, eso dejaba que mis nalgas quedaran
a la vista, Sergio se agacho para coger hielo de la nevera, y quedo a
centímetros de mis piernas desnudas y en total vista de mi G string
que se me metía entre las nalgas, yo haciendo bromas con uno y otro,
pretendí no notarlo, en un momento quedamos aislados ya que todos
estaban bailando, y sentí las manos de Sergio posarse en mis nalgas
acariciándolas, me dio un pellizco suave, di un pequeño salto y
mirándolo le dije, "me parece que hace mucho calor detrás de esta
barra, no te parece?", "Si eso creo"..me contesto, mientras se pasaba la
mano por su bulto insinuado, Manuel apareció de repente como si
hubiese estado viendo todo, y se coloco entre Sergio y yo y poniendo
su mano sobre el hombro de Sergio, con la otra mano me levanto el
ruedo y tomándome el culo le dijo “De verdad tiene el culo más
hermoso del mundo, no te parece Sergio?", Yo quitándole la mano le
dije "Manuel!!, que nos pueden ver ¡".
El resto de la fiesta fue un juego sexual erótico, peligroso pues la
bebida ya estaba haciendo efecto en la mayoría de los invitados como
así también en mi y en Manuel, Sergio no perdía oportunidad de
meterme mano cuando estaba descuidada, y la verdad que al final no
me disgustaba, aun mas cuando Manuel propuso que pusiéramos un
disco de "Lambada", y dijo "es un poco fuera de moda, pero el ritmo es
genial", a lo que yo y Sergio asentimos, mientras Manuel nos decía
"Porque no lo bailan?...después de todo tienes las faldas justas para
ello Marta!", sin dejarlo terminar Sergio me cogió de la mano y salimos
al ritmo de la música, se pego junto a mí y metió su pierna entre las
mías, podía sentir todo su cuerpo pero más aun la erección total de su
polla que se refregaba contra mi coñito, y aun mas pues la sentía
tocarme los muslos, la tenia enorme, Manuel desde un rincón nos
miraba como poseído.
Riéndome, y pretendiendo no haber notado nada, le dije tomándolo
de la mano, "dame un descanso...pues quisiera un trago, ....creo que lo
necesito" le dije casi al oído, nos alejamos hacia la cocina, y cuando
entramos, me dijo "la estoy pasando de puta madres!!", Manuel nos
siguió, y abrazándolo le di un beso y le dije "Creo que la fiesta es un
éxito, mi amor", "bueno, en hora buena....me alegro que lo estéis
disfrutando.." me dijo abrazándome y con las faldas levantadas por el
abrazo, me quedaron a nivel de la cintura, mientras Sergio se acercaba
por detrás mío y apoyándome todo su miembro sobre mis nalgas, nos
abrazo quedando yo en el medio en un "sándwich", sintiendo la polla
de Manuel endurecida contra mi coñito, y la de Sergio, enorme, sobre
los cachetes de mi culo.
Me sentía realmente mareada y cachonda, la tela de mi bikini mojada
por mi coño ardiente.
Todo siguió así, tocarnos y refregarnos sin que nada, mas sucediera
un juego erótico entre Manuel, Sergio y yo, los invitados siendo ya
muy tarde comenzaron a marcharse.
La ultima pareja se despidió, y quedamos solos con Sergio que
tendido en un sillón, estaba terminando su café, haciéndole una seña
desapercibida lo llame a Manuel para que me siguiera a la cocina,
cuando estábamos solos le dije "Bueno y ahora que?, le has invitado a
Sergio a quedarse por la noche?", a lo que me respondió "Bueno, no le
vamos a dejar conducir así, ha tomado mucho!!, si no te parece mal, ",
"no, no! para mí me da igual, pues le armaremos una cama en el
living", al decir esto sabía que había dicho una “mentira piadosa", pues
en mi interior esperaba que Sergio no se fuera.
Salí de la cocina seguida de Manuel y con una sonrisa le dije a Sergio,
"Como te sientes?
Mientras me desplomaba en el sillón opuesto y con las piernas
abiertas le daba perfecta vista de mis bragas y mis piernas desnudas,
"peor que cuando estábamos bailando", me contesto con mirada de
cómplice, tomándose el bulto de sus pantalones con las manos,
pretendiendo no haberlo escuchado les dije "Yo estoy rendida, voy a
darme una ducha, y me voy a la cama, si se quedan platicando...en el
guardarropas hay sabanas y mantas para armarle la cama a Sergio
“dije, mirándolo a Manuel, cuando caminaba hacia el baño, Manuel me
dijo " Bien, no creo que quedes sola por mucho tiempo “Ahh, Si?..pues
veremos" le conteste con una sonrisa, mientras levantándome las
faldas les mostré el culo cuando salía de la habitación.
Desnuda en la ducha, dejaba que el agua tibia corriera por mi cuerpo,
me acaricie los labios de mi coño, me sentía realmente excitada, por lo
que había pasado y estaba pasando en esa noche inolvidable.
Lo que sucedió después, fue inexplicable y rápido, al salir de la ducha
me tendí desnuda en la cama, sentía la ducha correr en el baño de
huéspedes, cerré los ojos, y me quede así unos minutos, me acaricie
inconsciente los senos, tenia los pezones duros, podía ver reflejada en
la luz difusa del cuarto mi cuerpo desnudo en la cama, se abrió la
puerta y seguido de Manuel, entro Sergio, los dos totalmente
desnudos, ni siquiera me moví, sin decir palabra se pusieron uno a
cada lado mío, dejándome en el medio, mientras Manuel con su verga
endurecida me rozaba los muslos, Sergio se incorporo y pude ver la
magnitud de su pija pulsante, con la cabeza enorme, se la tome con la
mano y abrí mi boca para chupársela tenía un miembro descomunal,
grueso y largo, su cabeza me lleno la boca, y se la comencé a chupar
tratando de meterla lo más hondo que podía, le puse mas saliva y sentí
el gusto salado de su cabeza que echaba una babita con sabor a
semen.
Manuel me chupaba los pezones y refregaba la cabeza de su pija en
mi coño, acariciándome el clítoris en cada movimiento, mis manos
acariciaban los huevos duros y grandes de Sergio que gemía de placer,
lo hice poner a Sergio de espaldas y tomándole el miembro se lo
chupaba y besaba desde la punta de su cabeza al final, me metí esos
huevos en la boca, mientras sentía como Manuel tomándome de las
caderas, me hacia levantar el culo y me la metía en el coño saturado de
mi propia leche, me la enterraba toda y la sacaba por completo para
investirme de nuevo con fuerza pero con cuidado, ninguno decía
palabra solo gemidos de placer de los tres, Manuel me dijo en un
susurro" Mírate al espejo, mira como te estamos follando...", "Si..Sí, mi
amor así dámela toda así ¡", le gritaba mientras sentía su leche caliente
derramarse en mi coño, Manuel se movió a un lado casi de inmediato,
para darle lugar a Sergio, quien me puso de espaldas, y levantándome
las piernas a la altura de sus hombros, me hizo apoyar una en cada
lado y tomándome de las caderas me apoyo la cabeza enorme y
palpitante de su verga a la entrada de mi coño que ya estaba hinchado
mientras Manuel me metía toda su pija en la boca, tuve que dejar de
atender a Manuel por unos segundos pues sentía como ese enorme
falo de Sergio me partía los labios de mi coño, me agrandaba el
agujero y me follaba haciéndome gritar de placer, me la metía y sacaba
con movimientos ligeros tenía un orgasmo detrás del otro.
Manuel me volcó toda su leche en la cara, y Sergio dando un grito de
placer enorme me vaciaba la carga de leche de esos huevos enormes
en mi coño, extendí las piernas exhausta, mientras Sergio seguía
moviéndose la sentía metida toda adentro, Manuel ya estaba
acariciándosela y mirándonos mientras Sergio seguía follandome, y sin
sacarla se vino por segunda vez, con otra carga de leche, rendido
quedo encima mío, Manuel se hizo lugar al lado nuestro y los tres
estábamos jadeantes, me limpie la cara con un paño, y los dos me
besaron en la boca, quedamos tendidos de espaldas mirando el
cielorraso, "Te gusto?"me pregunto Manuel, "Que si me gusto?", le
respondí riéndome, "me encanto!!...nunca me vine tantas veces", los
tres nos reímos mientras le tenía agarrada a los dos la polla con ambas
manos, "Yo no creo que haga falta hacerle la cama en el living a Sergio
...no te parece?" me pregunto sarcástico, "No, yo creo que no lo vamos
a dejar ir mas de esta casa "le conteste riéndome, acariciándome los
senos y mi vulva hinchada, nos quedamos dormidos.
Estaba ya amaneciendo, cuando me despertaron los labios de Sergio
besándome, Manuel estaba totalmente dormido, y dado vuelta hacia el
otro lado, sentí la morbosidad de verlo así y yo con Sergio tocándonos,
me metió la lengua en la boca y sus manos me acariciaban el coño, le
tome esa enorme pija con mis manos y comencé a masturbarlo hasta
que note que la tenia totalmente dura de nuevo, me hizo darle la
espalda y me busco la entrada de el coño, me metió la cabeza
despacio y comenzó a moverse, se la sentía palpitar, me mordí para no
gritar el orgasmo que tuve cuando lo sentí acabarse dentro mío por
tercera vez en aquella noche, me la dejo metida adentro y aun dura
sentía como me llenaba toda la cavidad de mi concha con ese falo, nos
dormitamos de nuevo, así como estábamos, cuando se despertó
Manuel, Sergio y yo dormíamos pero la pija de Sergio seguía metida
en mi coño, todo esto lo supimos después porque Manuel nos tomo
unas fotos con la cámara digital.
Al mediodía nos levantamos, después de darnos una ducha, primero
yo y después Sergio fuimos a la cocina, mi miedo era como me sentiría
ahora que todo había pasado, Manuel me miraba como esperando
alguna reacción negativa pues lo habíamos hablado antes, pero no, me
sentía más que feliz con la compañía de Sergio y además miraba a
Manuel con rostro feliz, por supuesto que conversábamos de la gran
experiencia sexual que habíamos tenido los tres, y los tres estábamos
felices de cómo nos sentíamos, las caricias de los dos a mi pobre
coñito, no paraban, hasta que Manuel fue a darse su ducha nos
quedamos con Sergio en la cocina, vino detrás mío y me besaba el
cuello mientras yo lavaba los platos, "no me busques, pues me vas a
encontrar", le dije riendo, estábamos desnudos como habíamos salido
de la ducha, me tomo las nalgas y me recorrió la raja hasta llegar al
coñito, me lo acariciaba de tal forma que comencé a mojarme de
nuevo
Me dio vueltas y me beso, sentí esa pija endurecerse, la tenía tan
grande que me encantaba.
Me hizo dar vueltas y poner una pierna sobre la mesada, mi coño le
quedo a su disposición así por detrás se agacho hasta tener su pija en
la entrada y me la fue metiendo de a poco sentí esa cabeza
atravesarme y comenzó a moverse cada vez mas rápido, me apretaba
los senos con sus dos manos mientras su pija entraba y salía cada vez
más de prisa arqueando su cuerpo dejo escapar un grito me estaba
haciendo acabar de nuevo, los dos gemíamos, cuando me descargo la
leche, unos segundos después entro Manuel a la cocina Sergio estaba
apoyado jadeando en la mesada y yo así como me había dejado, con
una pierna apoyada en la mesada y el semen corriéndome entre las
piernas, " Ahh!!, lo que me perdí ¡!", comento Manuel abrazándome y
chupándome los senos, nos reíamos de el comentario de Manuel y le
dije "no te preocupes mi amor, que si me dejan descansar les daré mas
trabajo, poco más tarde", "sálvese quien pueda ¡!"dijo Sergio,
cubriéndose con la mano, esa hermosa polla.
Mis miedos fueron infundados desde ese día fui muy feliz
sexualmente, lo mismo que Manuel.
Después que Sergio se fue, nos quedamos con Manuel en la cocina,
me miro y me dijo.....
"Como te sientes?....la pasaste bien? ..quiero decir....te gusto?, todo lo
que hicimos?"..
Lo mire, mientras casi al mismo tiempo me hacía, la misma pregunta,
pero sin dejarle notar mi inseguridad le conteste, lo más natural
posible “Si ..claro que la pase genial!.., pero debo confesarte que tengo
el coñito súper dolorido, creo que no podre sentarme por unos días
¡!!", le conteste con una sonrisa., Manuel me miro con cara de alivio, y
me contesto entusiasmado, "No te puedo culpar .., ese tío tiene una
verga enorme, si hay algo por lo que le envidio es por eso, ..en un
momento pensé que te la rajaría."..."Si, la tiene bien gruesa, pero igual
goce mucho.., me gusta porque es delicado y además lo hace muy
bien!!, ...pero tú no tendrías que envidiarle puesto que también sabes
cómo usarla " le dije abrazándolo y dándole un beso, "Bien, mi fantasía
se vio cumplida, y además debo darte las gracias Marta, pues has
estado genial en la fiesta como así también entre los tres", me dijo,
devolviendo mi abrazo, "Ahora ya sabemos a quién llamar cuando nos
pongamos cachondos, verdad?", me dijo mirándome, "Si, claro "le
conteste como tratando de cambiar de tema.
Mientras estaba en la ducha, mi cabeza giraba a mil por hora y lo que
más me preocupaba, era que justamente no sentía remordimientos, ni
depresiones, solo una fiebre de deseo que me resultaba difícil
controlar, todavía estaba patente en mi mente, como Sergio me había
follado en la cocina, y a pesar de todo el sexo tenido no pude evitar
acariciarme la concha.
Sabía que algo había cambiado en mi, pues en los días siguientes y
cuando todo retorno a la rutina, Manuel me follaba casi todos los días,
pero no lograba satisfacerme, muchas veces pretendí tener un
orgasmo para aplacar su ego, pero en mi mente me imaginaba los tres
de nuevo y aun mas muchas de esas veces otros hombres, me dio
temor el descubrir esas sensaciones en mi.
Cuando Manuel retornaba del trabajo siempre me daba los recados
que enviaba Sergio, como queriendo anunciarme que pronto tratarían
de repetir aquel fin de semana, yo no le contestaba ni hacia
comentarios por miedo a dejarle ver que era justo lo que estaba
esperando, y comencé a sentirme culpable, pues Manuel si bien había
sido el responsable de todo aquel episodio ahora le notaba con ciertos
celos cuando hablábamos de Sergio.
Mis sentimientos hacia Manuel no habían cambiado en lo que a
espiritual se refiere pero mi deseo sexual había tomado un rumbo
imprevisto, yo quería que si cualquier cosa volvía a suceder Manuel
debía estar conmigo.
Lo que sucedió días después, me dejo por primera vez con una gran
depresión, Manuel había ido a la casa de sus padres para una visita
rápida, mientras yo terminaba de ordenar la casa, sonó el llamador y
en la puerta estaba Sergio, sorprendida le salude y le hice pasar.
"Como estas guapa?..y donde está el pallete de tu marido?", me
pregunto riéndose, le dije que había ido a la casa de sus padres, y sin
saber cómo reaccionar ante ese inesperado encuentro le pregunte
confundida "Te apetece un trago..o un café?.", mientras me
acomodaba el cabello, y me dirigía a la cocina, siguiéndome me dijo
"esas nalgas me vuelven loco..." "Ahh, Si..?" le conteste mirándolo
coqueta, y sin hacer demás comentarios me puse a servirle un trago, el,
sentado a la mesa me miraba con sonrisa de pícaro y cuando me
acerque a darle su trago, me tomo de la cintura, y quedando entre sus
piernas metió sus manos por debajo de la falda, tomándome las nalgas
con las dos manos.
Quise reaccionar y no pude, me quede ahí dejándolo tocarme, hasta
que sentí su mano correrme el bikini a un lado y su dedo me lo metía
en la concha que aunque no quería ya estaba mojada, jadeando saco
su verga enorme, mientras se incorporaba haciéndomela sentir bien
entre mis piernas, "Sergio!...."alcance a susurrar, pero él me tapo los
labios con un beso metiendo su lengua profundamente en mi boca,
"me vuelves loco .".me dijo, mientras me hacia sentar en la silla y me
ponía esa enorme verga en la boca, "chúpamela, así..toda ", decía
jadeando de placer mientras yo como una autómata y poseída le
chupaba su polla descomunal, no paso mucho tiempo para lanzarme
su leche que tuve que tragarme un poco y el resto me lo volcó en la
cara, me levante apresurada, y fui al baño para limpiarme, cuando
retorne le mire desde el dental de la puerta y le dije .."Sergio..eres
terrible!, ..tu sabes que me gustas mucho y también como lo
haces....pero no quiero que sigamos, me hice la promesa de que
cualquier cosa que pasara después de aquella fiesta, seria siempre y
cuando Manuel estuviese presente", "pero ..no creo que Manuel se
enojaría después de lo que paso, si nos encuentra haciéndolo..
verdad?"Me contesto, como no entendiendo mi razón, "No!!, no quiero
ni que le menciones que has estado aquí, ni menos que le digas lo que
paso", le dije, en tono serio. después de echarse la culpa y pedirme
disculpas, me abrazo y me dijo "Bien, ...creo entender, y nuevamente
discúlpame ...pero debes prometerme que organizaremos algo bien
pronto..", me dijo como implorando, "Si ..Si..algo organizaremos
cuando hable con Manuel, pero de esto nada! Entiendes?", le dije con
cierto temor, mientras le acompañaba a la puerta, diciéndole que se
diera prisa pues Manuel podía retornar de un momento a otro.
Cuando cerré la puerta detrás del, me quede unos segundos apoyada
en el diván, y sentí una gran tristeza, era la primera vez que tenía algo
con alguien a las espaldas de Manuel si le comentaba que Sergio había
estado en casa y además le decía, lo que no había sido capaz de evitar,
le harían aumentar esos recelos que había notado en los últimos días.
Lo que más me sorprendió fue mi propia actitud, era un deseo que
no podía controlar algo más fuerte que yo.
Cuando escuche la puerta, casi corrí a recibirlo, y echándole los
brazos al cuello le di un beso largo en los labios, "Vaya ..Vaya
recibimiento!!, o me estás por pedir dinero para tus compras...?, o es
que realmente me quieres ", me dijo dándome una sonrisa de cariño,
"Bueno que te quiero tú lo sabes, pero además quiero pedirte algo…
ven siéntate que tenemos que hablar", le dije llevándole de la mano al
Diván."Bien ..tu dirás " me contesto con cara de curiosidad, "Bien
Manuel, .. quiero que no me interrumpas y escuches lo que voy a
pedirte, yo sé como tú eres en tu sexualidad y lo caliente que eres,
pues yo también lo soy, jamás imagine que podría haberme calentado
tanto lo que hicimos con Sergio, se además que quizás estés
planeando volver a repetirlo, pero quiero que sepas que no importa
con quien ni cómo pero debes prometerme que estaremos siempre
juntos en lo que hagamos, alguien dijo que la mujer no puede separar
amor de sexo y eso es mentira yo se que se pueden separar, muy bien
y a su debido tiempo, lo que me propongas y cuando lo propongas
quiero que sea de mutuo acuerdo, me lo prometes?", le dije mirándolo,
como suplicando en mi interior que me entendiera y me ayudara a
combatir ese monstruo sexual que se había despertado en mi, "Pues
claro que te lo prometo, no seas tonta, me gusta que me hables así, y
además sabiendo que cuando lo hagamos nuevamente será porque
los dos lo deseamos", me contesto dándome un beso.
Después de aquella charla me sentía más confidente y menos
culpable, mi sexualidad en ciertos momentos era imparable le di miedo
a Manuel la forma que me transformaba cuando hacíamos el amor, y
además, lo note también cuando sentía un hombre a mis espaldas
rozándome como me sucedió varias veces en el autobús.
Una tarde Manuel me dijo con cara picara si quería que invitara a
Sergio por una partida de cartas, sonriéndome sin que lo notara le dije
casi como al descuido que sí, que no me importaba, anticipando en mi
mente lo que me esperaba, me puse cachonda al segundo.
Esa noche llego Sergio que pretendió no haberme visto desde la
fiesta, y dándome un ramo de flores, me dio un beso haciendo bromas
con Manuel, mientras yo en la cocina preparaba los tragos, después de
cachondear un poco nos sentamos a la mesa para jugar a las cartas,
por supuesto que me había puesto las faldas más cortas que se
pudieran usar dándoles a entender a lo que estaba dispuesta a hacer
aquella noche, teníamos una mesa redonda de vidrio que dejaba ver
las piernas de los que se sentaban, entre juegos y risas las manos de
Manuel se me posaron sobre los muslos acariciándolos a total vista de
Sergio, acercando las sillas más hacia mí, me dejaron al medio mientras
Sergio, bajaba su mano y me tomaba la otra pierna uniéndose a las
caricias de Manuel, yo seguía jugando y haciéndoles bromas mientras
observaba por el vidrio como Manuel y Sergio se sacaban las pollas
totalmente duras y se tiraban la piel para atrás mostrándome las
cabezas enrojecidas, mis piernas estaban totalmente separadas, y
miraba como las dos manos me corrían el bikini para tocarme mi vulva
ya por más de mojada.
Porque no nos vamos al Diván, les dije con voz gatuna, y riéndome,
me siguieron como dos perritos obedientes, camino al diván me saque
la bikini mientras ellos aullaban como lobos, nos sentamos riéndonos y
dejándome en el medio puse una pierna sobre las piernas de Manuel y
la otra sobre las de Sergio, les tome las pollas una en cada mano, y
comencé a masturbarlos, sintiendo el grosor de esas pijas en mis
manos, mientras ellos se disputaban mi coñito, acariciándomelo, y
metiendo sus dedos en mi agujero que ya se estaba dilatando.
Estábamos en el medio de ese frenesí, cuando dimos un salto, al
escuchar el llamador de la puerta, nos miramos sorprendidos, mientras
el timbre sonaba nuevamente insistente, yo me baje las faldas y corrí a
recoger mis bikinis que estaban en el suelo, mientras ellos se
componían la ropa, y Manuel decía .."SI..un momento por favor"..no
pude evitar la risa cuando le vi al cara de desilusión a Sergio, y me fui a
la cocina mientras Manuel atendía la puerta.
Escuche una voz que decía "Espero no incomodar a esta hora"...,
"Hola! Billy! Pero que sorpresa!, que haces por aquí?", le saludaba
Manuel, "Es que andaba por el barrio y me acorde de vuestra dirección
y pensé pasar a saludaros y tener unas palabras con Uds....y si me
perdonas Manuel, con Marta, ..tuve la intención de venir después de
aquella hermosa fiesta que organizaron, pero siempre por una cosa o
por otra!"..le contesto Billy quien sin dejar interrumpirse, dijo "quise
siempre comentarte algo pero...", y se cayó cuando vio a Sergio
sentado en el diván y con cara de no muy buenos amigos, la situación
se me ocurrió comiquísima, y salí de la cocina a saludarlo, mientras
Manuel le presentaba a Sergio, diciéndole "te acuerdas, ?.el también
estuvo en la fiesta", extendiendo la mano le salude con una sonrisa, se
hizo un silencio embarazoso, y le ofrecí algo de tomar.
A pesar de haber pasado una buena media hora de charlas
informales, no decía el porqué había venido, Sergio me hizo una seña,
y le seguí a la cocina "quien diablos es este Tío?", me pregunto,
obviamente ofuscado, por habernos cortado los planes, "Le conozco
pero no se que hace aquí", le conteste en un susurro, al segundo entro
Manuel a la cocina y viéndonos se hecho a reír y abrazándonos nos
dijo en voz baja "quédense aquí que yo tratare de despacharlo
pronto", "Tu sabes lo que eso significa?..quiero decir el de quedarme
solo con Marta en la cocina?"le pregunto Sergio con un guiño, ¨"Creo
que sí, pero tu tranquilo que ya hemos hablado con Marta “le contesto
Manuel con una sonrisa ante mi cara de sorpresa, "Que dice? "......, le
comencé a decir a Sergio mientras me arrinconaba contra la mesada
levantándome las faldas y tomándome por el culo con ambas manos,
en un segundo tenía su polla afuera yo ya tenía los labios de mi
concha súper mojados y sentí su cabeza caliente apoyarse en mis
bellos, se la bajo con una mano y la cabeza se metió entre los labios de
mi concha, mientras yo protestaba, que parara! porque Billy podía oír
algo., sin escucharme me seguía besando el cuello y los labios, me hizo
poner en la posición que me había follado la ultima vez y con mi
pierna sobre la mesada y la otra en el suelo, la di todo el culo
ofreciéndole los labios hinchados y mojados de mi vulva que ya ardía,
me la refregó y la metió despacio, para no lastimarme, sentí como me
penetraba esa cabeza enorme, me puso una mano en la boca para
ahogar los gemidos, que ya no podía contener, y me la metió lo más
hondo que entraba, la sentía en la garganta, partiéndome la concha ¡,
cuando me lanzo un torrente de leche contenida llenando mi conchita
de semen, me mordí para no gritar, mientras escuchábamos a Manuel
y Billy conversar en el living, tratando de tomar compostura me alise el
cabello y salí de la cocina hacia el baño, dejando a Sergio apoyado en
la mesada recuperando el aliento y sobándose la polla.
Cuando Salí del baño, vi que Billy estaba todavía sentado pero solo, y
en la cocina Manuel conversaba con Sergio, haciendo una sonrisa a
Billy le dije "perdona pero estoy contigo en un minuto", y entre a la
cocina cuando escuchaba que Manuel le decía a Sergio, "Esto parece
ser que será para un rato mas, pues quiere hablar conmigo de un
negocio...perdona chaval, yo no sabia ...pero de todos modos como la
pasaron en los minutos de ausencia?".
"Súper bien después te cuento ", le dije con cara picara a Manuel,
mientras Sergio nos decía" bueno... será para la próxima la
continuación, yo los dejo solos para que habléis de vuestros negocios",
y dándonos un beso en la mejilla a ambos se despidió, aliviado quizás
por el polvo que nos habíamos echado pero yo no tan satisfecha.
Saludamos a Sergio en la puerta y nos reunimos con Billy quien
pacientemente tomaba un trago, Manuel sin perder tiempo me
comenzó a decir lo que habían hablado, cuando les dejamos solos, lo
mire haciendo un esfuerzo por prestar atención, dado que me parecía
sentir todavía la pija de Sergio atravesarme, "Mira Marta, me dice Billy
que quedo impresionado por tu cuerpo el día de la fiesta y que un
amigo que vino con el aquella noche, no sé si te lo recuerdas?, es el
imprimador de una revista y necesita modelos para su revista, y me
propone ...bueno....perdón, te propone, que si atuvieses de acuerdo
podría tener un contrato listo para hacer una sesión de fotos...además
me dice que el dinero es bastante bueno..tú que opinas..?, me
pregunto, mirándome, note la mirada de Billy que estaba fija entre mis
piernas y las cerré mas pues sabía que no me había puesto las bragas.
"bueno ..si, sería interesante pero que tipo de fotos requieres?" le
pregunte a Billy, mirándolo, "Mira no quiero que te ofendas Marta, por
eso hable con Manuel primero..y.." me estaba contestando Billy cuando
Manuel le interrumpió, "quieren fotos de cachondeo .., algo entre
parejas haciendo poses..y nos propone si quisiéramos hacerlo..", "Para
mi ...no sé, Manuel..tu sabrás ..., son fotos posando?"le pregunte, con
las mejillas encendidas y un tono pícaro, mientras observaba como se
relajaba ante mi primera reacción, "Si algo que sea teniendo o
pretendiendo tener sexo..pienso que no tendrás problemas con el
desnudo ya que tu cuerpo es muy hermoso", me contesto con
galantería Billy, "Si gracias siempre me han dicho que soy un poco
exhibicionista..., y quien tomaría las fotos?"la pregunta fue dirigida a
ambos, "Bien, como le explicaba a Manuel, Uds. deberían hacerse
cargo de ello ya que la revista les compraría el C.D. de fotos por un
precio total, y si bien yo conozco fotógrafos, pienso que lo mejor sería
si Uds., organizan eso por su cuenta, dado lo intimo de la situación,
creo que es lo mejor y Uds., especialmente tu Marta te sentirías mas
cómoda "me explico Billy, "Si claro, pienso que si" le conteste,
pensando para mi(si supieras lo que paso en la cocina hace unos
minutos, te mueres!), y tuve que contener la risa.
Al final quedamos de acuerdo en precio y que definitivamente lo
haríamos, en las próximas dos semanas, cuando se fue me quedo la
impresión que Billy pensaba definitivamente, que las fotos serian entre
Manuel y yo, y le dije a Manuel que desde ese momento debería
cuidar su dieta, pues lo quería en forma para las fotos, a lo que me
miro y me dijo “Que dices..?, yo no quiero aparecer en esas fotos, no
creo que tenga el físico apropiado para ello", mirándolo con sorpresa
le dije "Y con quien quieres que haga ese tipo de fotos?", "Bueno, no
se Marta!, tenemos que buscar a alguien que se preste y no creo que
eso será difícil, yo me encargo de tomar las fotos", me contesto
brillándole los ojos, "tal vez le podríamos preguntar a Sergio si él
estuviera dispuesto, no te parece?, se te haría mas fácil a ti también,
pues ya le conocemos y mas que bien!"continuo sarcástico.
"No, no creo que sea buena idea preguntarle a Sergio por algo así,
además no quiero que la situación con Sergio se convierta en la de un
segundo marido, lo que paso, paso, tuvimos nuestros encuentros y
pienso que es hora de poner cosas claras aun con él, el sexo que
hemos tenido fue genial, pero pienso que es tiempo de tomar cierta
distancia, a mí, quien me interesa eres tú, y también debemos tener
nuestra privacidad en lo que hagamos, no te parece?", le conteste aun
no creyendo lo que le había dicho de golpe, me salió del alma.
Manuel me miraba embelezado"Y pensar que yo creí que Sergio se
estaba transformando en mi rival", me dijo abrazándome, "Pero eso no
contesta mi pregunta, quien posara conmigo en esas fotos?..además,
como serán, con penetración o solo pretendiendo?"........
"Deja por mi cuenta que yo me encargare de buscar a alguien, y eso
de la penetración o de pretenderlo es algo que creo deberíamos dejar
hasta último momento para saber cómo tú te sientes al respecto,
después de conocer a quien sea el candidato, no te parece?"me
pregunto con entusiasmo, el mismo que sentí yo cuando él me dijo
que sería alguien extraño que no conocíamos, sintiendo hormiguillas
en el estomago de excitación por la propuesta, pero sin dejarlo que lo
notara, le dije "me parece genial ", abrazándome por detrás y
apretándome los senos con ambas manos me llevaba a nuestra
habitación, cuando estábamos en cama los dos desnudos me pregunto
"Bueno pero no me has contado lo que paso en la cocina con Sergio",
"Y tú que crees?" le dije entrelazando mis piernas desnudas con las de
él, mientras le tomaba la polla con mis manos, se puso cachondo de
inmediato y dándome vuelta se me coloco a la espalda y me dijo
"cuéntame"..mientras me metía su pija endurecida entre los cachetes
del culo, me refregó su cabeza mojada abriéndome el coñito, mientras
yo le contestaba las preguntas morbosas de cómo me la había metido
Sergio y cuanto la sentí adentro, cuantas veces me había hecho venir y
le mentí para mantenerlo cachondísimo, como se ponía a cada
respuesta, su verga parecía hincharse cada vez mas, metiéndome la
cabeza en la almohada me hizo parar el culo y me follaba con gemidos
de placer mientras yo le decía como me había follado Sergio.
En esa posición la cabeza de su pija al entrar y salir me tocaba el
punto de mayor sensibilidad en mi coñito, ya no le hablaba a él, sino a
mi misma imaginándome ser follada por tres o cuatro hombres a la
vez, mi excitación y calentura eran máximas.
Me hizo tener un orgasmo espectacular y después me volcó su leche
gritando.
Quedamos rendidos, hacia varios días que no tenía un orgasmo así
con Manuel, y en cierta forma se lo debíamos a Sergio, y a los que
había imaginado.
Pasaron tres o cuatro días después de aquello, y mi mente seguía
como obsesionada por el sexo, parecía que nada podía saciarme, cada
día la necesidad de sentir una pija era mayor le pregunte
discretamente, por supuesto, a una amiga mía en una conversación
telefónica quien me dijo "bueno Maja... si me dices que conoces
alguien con esos síntomas yo te diría que es ninfómana, o la llamada
fiebre uterina, y que debería tratarse con un médico especialista en
problemas sexuales, a mi me gusta follar, pero lo que tú me describes
que siente tu amiga, es obsesión por la polla, joder!!", me contesto, a
tono de broma, una broma que yo trate de disimular con una risita
nerviosa, pues eso era exactamente lo que yo sentía.
Manuel no podía seguirme el ritmo y veía, como con excusas, evitaba
la cama a mi misma hora, era así, o yo lo estaba imaginando?, ya no
sabía que pensar .
Un día había tenido toda la tentación de llamar a Sergio, y me costo
controlarme. Esa tarde llego Manuel de su trabajo y me dijo" Bueno, yo
pienso que ya encontré el candidato para las fotos"..., Ahh, Si?" le dije,
con pretendida indiferencia, "Si, Si... míralo me dijo sacando una foto,
de su portafolio de un chaval, de pelo cortísimo, con un físico de atleta,
de facciones muy guapas, con una verga que le llegaba hasta la mitad
de la pierna, mire la foto con sorpresa y le pregunte "De dónde has
conseguido este tío?""Bien después de buscar por todas partes para
ver quien podía ser, uno de la oficina me recomendó una agencia de
modelos, al ir a verlos me dijo, el que atendía que este era un chaval
nuevo, que venía de el campo y quizás le interesara la propuesta, ya
que no tenía trabajo y andaba falto de dinero pues le contacte y
tuvimos una charla, le mostré algunas de tus fotos y le intereso de
inmediato, y está esperando ansioso que le demos una respuesta, se
llama Marcos, pienso que tiene una polla de las que te gustan ver y
sentir, Verdad?"me contesto con cara de morbo, "todos estos de
buena polla son mariquitas en su mayoría, .deberías asegurarte, pues
no quiero que me infecten con alguna cosa", le dé con recelo, "No!
puedo asegurarte que este tío es de los chavales bien derechos, por la
conversación que tuvimos no hay dudas!", me dijo, reafirmándose a el
mismo su propia opinión.
"Y cuando lo haríamos?, "le pregunte curiosa, "pienso... que el fin de
semana sería ideal, pues quiero que vayamos a algún buen hotel en las
afueras, así tenemos oportunidad de pasar un par de días y hacer las
cosas sin apuro o presión de tiempo", "Hey, Hey ., Espera un momento,
yo lo hare pero solo pretendiendo, y si se queda con nosotros quiero
que le organices su propia habitación, no quiero imponerme algo que
quizás no me agrade, para mí esto es solo trabajo, una vez terminada
las fotos no lo quiero al lado nuestro “le conteste de mal humor, "Pero
que pasa contigo?!!..no habíamos dicho que todo se haría si los dos
estuviéramos de acuerdo?.., si no te cae bien este tipo, bien
buscaremos otro!, pero solo tienes que decirlo, es ese el
problema?"me pregunto preocupado, pero no, no era el problema, yo
sabía que el problema, era la gran lucha que tenia dentro mío, pues al
verlo por supuesto que un chico así, me gustaba!, pero por alguna
extraña razón no quería que nadie lo notara y menos, Manuel, "No, no!
perdóname es que todo esto me pone algo nerviosa, si a ti te parece
bien, trataremos y si algo no me gusta te lo diré de inmediato", le
conteste sonriéndole, "así me gusta que me hables!!, entonces
quedamos para el fin de semana?, yo le llamare a este chico para darle
las instrucciones y dirección de donde hagamos las reservaciones", me
contesto Manuel entusiasmado.
Después de haber hecho todos los arreglos pertinentes, Manuel
conducía mientras yo, disfrutaba del paisaje, habíamos hecho una
reservación en un "Resort", cercano a la costa y Manuel me contaba,
las características mas importantes que había notado en Marcos, como
si estuviese preocupado de mi reacción al verlo, era como si quería
asegurarse de mi curiosidad y mis deseos de realmente pasar un buen
rato, mientras él me hablaba, yo eche mano a el portafolio y buscando
la foto de Marcos la tenía entre mis manos, "Y como llegara hasta
aquí?, tiene coche?", le pregunte mientras admiraba ese cuerpo
atlético en la foto, y además esa polla que era de no creer, pensé, que
quizás fuese más gruesa que la de Sergio, y eso era decir mucho, "No,
no tiene coche pero llegara aquí
en moto, tiene una"Duccati", que da miedo, ....sabes, ?Y pensé que lo
de la moto nos puede dar ideas para un par de tomas.."me dijo
mirándome entusiasmado, "Si, no es mala idea " le dije, mientras
seguia mirando la foto.
Cuando llegamos, el lugar era ‘idilico", súper lujoso, además de tener
todas las facilidades,
Al llegar a la Recepcion me di cuenta que Manuel no había hecho
reservaciones de dos habitaciones separadas pero de un apartamento,
con dos habitaciones, con su "Spa" y bar etc., debo confesar que un
lugar así, siempre fue una atraccion sexual para mi, me ponia en un
estado de fiesta y buen tiempo.
Cuando estabamos en el departamento, Manuel me interrumpio,
cuando estaba desempacando mi ropa, y tomandome de la cintura me
dijo, "Ahora que estamos aquí, quiero que sepas que todo lo que
hagas debe ser porque lo sientes, no quiero que se apresuren
situaciones, si piensas que no es el momento.., Marcos me dijo que él
pensaba lo mismo, y que si por algún motivo no te sentías cómoda
con él, solo me pediría el costo del combustible y se largaría, pero de
la misma forma quiere que le entendamos a Él, si El siente lo mismo,
por lo que no me pediría ni siquiera el gasto de su viaje", mirándolo
sorprendida le conteste “Te dijo..eso..?, es muy bueno que opine así, si
es verdad lo que me dices ..creo que me está empezando a gustar ", le
conteste con una sonrisa, sintiéndome mas relajada.
Nos encontramos con Marcos en la Recepción, después de los
nerviosos saludos y de estudiarnos mutuamente sin que el otro lo
notara, nos sentamos en el bar, para tener una charla y relajarnos con
un trago, la charla fue informal, acerca del viaje y demás, yo me había
dispuesto a lucir en la forma más sexy posible, me había puesto un
"top “atado con un nudo debajo de los senos, con la tela apenas
cubriéndolos, y un par de ‘shorts", que se montaban sobre los cachetes
de mi culo, con unas sandalias de tacón alto, que enaltecían mis
piernas desnudas, había notado la mirada de asombro y excitación en
los ojos de Marcos al verme, El tenia puestos unos" Jeans’, con una
camisa abierta que me dejaba ver un torso bien torneado, y
bronceado, sus facciones eran agradables.
Manuel, jugaba el papel de anfitrión, y me sorprendió cuando le
pregunto a’ bocajarro’ a Marcos, "dime ..Te gusta Marta?", yo le mire
sonriendo cuando vi su rostro enrojecerse al contestarle "...Mucho",
dando vuelta su rostro, Manuel me miro fijo a los ojos, y me dijo "bien,
es tu turno que opinas de Marco?, ..te gusta?..", yo le mire con descaro
al decirle "Si, ..es muy guapo, ..creo que esas fotos saldrán muy bien!!",
a lo que, los tres nos reímos.
"Bien... vayamos al departamento a ver lo que pasa...."dijo Manuel con
mirada morbosa, mientras se levantaba para ir al elevador, seguido por
mi y Marcos, al caminar de mis caderas cadenciosas, cuando
estábamos en el elevador, nos sonreíamos mutuamente sin decir
palabra, solo un detalle que Marcos me acariciaba las nalgas, sin que
Manuel lo notara, y yo le deje hacer, sintiendo un cosquilleo en mi
estomago.
Cuando estábamos en el departamento, Manuel, mucho más
confidente, se puso a hacer unos tragos mientras me decía "Marta, ..Ve
y ponte algún conjunto de lencería que sea sexy y veremos cómo salen
esas fotos", a lo que yo le obedecí casi de inmediato diciendole"Bien....
denme un poco de tiempo y estaré con Uds., en unos minutos,
mientras escuchaba a Manuel decirle a Marcos, "Tu sácate los "Jeans",
y quédate solo con tus calzoncillos".., eso me excito como una
chiquilla.
Elegí un conjunto de "G-strings", blanco, con sostenes y portaligas
haciendo juego, el "G-string", tenia partida la parte del medio, dándole
vista a los labios de mi coñito, después de calzarme las medias, me ate
el portaligas y me puse mis tacones altos, mirándome al espejo antes
de salir del cuarto.
Cuando entre en la sala donde estaban Marcos y Manuel, escuche a
Marcos hacer una exclamación de placer, me sonreí diciéndoles "Que
les parece?", mientras miraba a Marcos con sus "calzoncillos?"!, eran
unos "G-strings"tan diminuto como los míos! pero que remarcaban
una polla descomunal!!, haciéndole un bulto de dimensiones enormes!
Manuel, se sentía como un "Spielberger", dirigiendo nuestros
movimientos, y con una cámara digital y una de lentes de "Close-ups"
colgada de su hombro.
La primer toma fue.., Marcos tomándome de la cintura, acercando su
cuerpo casi desnudo al mío, mientras yo le apoyaba mi mano sobre
ese bulto enorme mirándonos a los ojos....-, click, click, click, sentía la
cámara dispararse, mientras Marcos y yo, cambiábamos de posiciones.
Cada movimiento era más atrevido, Manuel le pedía a marcos que
corriera mi bikini a un lado..que me metiera la mano sobre mi vulva,
...que yo le tocara el bulto a Marcos, cada pose que nos pedía me daba
la sensación, de que mi "Manolito", estaba gozando tanto como
nosotros al vernos jugar, yo pude notar que ya era imposible para
Marcos mantener
esa enorme polla bajo el "G-string", y la verdad era, que ya quería
sentirla en mis manos .
En un movimiento rápido, Marcos se quito el "G-string", y dejo a la
vista, su maravillosa polla!, era gruesa como la muñeca de mi mano, sin
exagerar!, con gruesas venas marcadas, y una cabeza, enrojecida de
bordes bien marcados, no pude más que lanzar un gemido al vérsela,
me quite las bragas y mi coñito mojado quedo a su disposición y vista.
Manuel, dio un suspiro de placer, y nos pidió que nos acomodáramos
para la próxima posición, me pidió que me sentara con las piernas
abiertas al borde de la mesa, abriéndolas lo mas que pudiera,
apoyando mis pies en dos sillas que había puesto a cada lado, seguí
sus instrucciones, esta vez dominada por el deseo y el placer, marcos
se metió en el medio y Manuel le pidió que simulara metérmela, sentí
la cabeza caliente y enorme de esa pija tocar los labios de mi concha,
me la apoyo haciéndome sentir su grosor, mientras yo le sonreía a la
cámara, Manuel, no podía evitar su excitación, y le dijo a Marcos,
"empújala adentro unos centímetros", Marcos mirándome me susurro
“quieres que la meta un poco?"
Tratando de sonreír mirando la cámara y le dije "Si...., métela..., pero
despacio", y cerré los ojos..sintiendo como me entraba esa cabeza
enorme, me separo los labios de mi vulva y tomándosela con la mano
la dirigía de arriba a abajo entre los labios, me la coloco a la entrada
del agujero, volvió a empujar, atravesándome, mi agujerito se extendió
al máximo ante el empuje de semejante verga, y el liquido blanco de
mi leche se le derramo por la pija, ya no quería escuchar mas a Manuel
o sus direcciones, ahora la sentía hasta los huevos adentro mío, en el
delirio vi que Manuel se estaba desnudando, mientras Marcos
tomándome de las nalgas me alzo al aire y con su verga enterrada
dentro mío me llevaba a la cama, me tiro de espaldas metiendo y
sacando de mi concha ese enorme falo, me follaba con desesperación,
yo gemía de placer, aun con su verga adentro, se dio vueltas y
quedando de espaldas en la cama me senté sobre su pija enorme, esta
vez controlando su penetración se la tome con la mano, acariciándole
los huevos, Manuel ya estaba desnudo detrás mío y me metía el dedo
de su mano dentro del agujero de mi culo, se coloco parado en la
cama y flexionando las rodillas me refregó la cabeza de su verga en el
agujero del culo, yo jamás lo había hecho por detrás, pero no trate de
evitarlo, estaba tan caliente que ya no podía pensar, la pija de Marcos
estaba metida hasta lo último en mi concha me levante apenas y sentí
como Manuel me la metía por el culo, sentí esas dos pijas moverse al
unisonó en mi culo y concha, los dos bufaban de placer como así
también yo gritaba al tener mis orgasmos, sentía el semen correrme
por las piernas, mientras Marcos, me mordía levemente los pezones de
mis pechos erguidos, me recosté sobre el pecho de Marcos, mientras
dejaba que Manuel me lanzara la leche en mis entrañas, quedaron
como muertos tendidos en la cama, uno al lado del otro mientras yo,
le tomaba sus vergas por turno y me las metía en la boca, chupando la
última gota de sus leches.
"Eres insaciable y hermosa”. escuche que Marcos me decía, mientras
Manuel me besaba.
Cualquier mujer podría sentirse más que satisfecha por todo aquello
pero no yo!, sentía en mi coño, una fiebre de placer y deseaba mas, los
deje descansar y tan pronto vi que la verga de Marcos volvía a ponerse
dura, me puse de costado implorándole que me la metiera, me la
volvió a meter con fuerza ante la mirada atónita de Manuel, que veía
como esa verga me partía la concha, volcándome mas semen, y yo
gimiendo de placer.
Me quede dormida y exhausta, cuando me desperté los vi a Marcos y
Manuel, hablando y tomando unos tragos, me uní a ellos, y desnudos
como estábamos hicimos bromas y comentarios de aquel polvazo que
nos habíamos echado.
Fin.
Espero te haya gustado y te haya dejado con ganas de más, espero
me sigas leyendo.
Gracias.