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Cuarentena, dia 18

Hace unos días estuve en crisis. Comienzo a sentir el peso de los días aislado, con la única
socialización de la mujer de la ferretería, la gorda del mercadito, el cana que me pregunta por qué
voy a buscar el agua o las pechugas de pollo en bicicleta. Mis magros vecinos (socialmente
hablando) no me alientan a sentirme contenido.
Padezco las videoconferencias, sean políticas, de entretenimiento, o academicas. Que la conexión es
inestable, que los datos insuficientes, que la app no tiene espacio para descargarse y funcionar
correctamente, que mi Ubuntu no me permite descargar programas porque el mundo entero menos
yo y el que me convenció, usa Windows y todos el software que se te ocurre funciona con
Windows. Dar clases así es un padecimiento. Pero conservo la perseverancia de los perros de sulky,
de los Testigos de Jehová, que dicho sea de paso, deben vivir horas de sindrome de abstinencia
religiosa.

Los camiones continúan su desfile marcial, en el trocadero de los silos del puerto. Como obreras
que provienene de importantes hormigueros del interior del país, a donde va todo ese alimento? La
maquinaria al servcio del chacarero garca no se detiene.

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