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El difícil lugar de la seducción.

Por Eduardo Marostica


El lugar de casi acoso permanente al que hemos sido programados tantísimos varones, sumado a
que una mujer decente debe decir “no” la primera vez, entre muchos otros axiomas del cortejo, con
el agregado de algunas teorías que alimentan estas verdades sobre los buenos modales, la insistencia
masculina y sobre el no histérico de las mujeres.
Pero algo cambió. Y cuando las cosas cambian generan incomodidad. Los chistes que se hacían ya
no causan más gracia, sino que ofenden. Algunas supuestas prácticas necesarias para el acto de
seducción quedaron develadas y pasaron a inscribirse en una lista negra, rotuladas como
“hostigadoras” y por supuesto machistas.
Es conocida la absurda vanagloriación de “San Barreda”, seudo secta neandertalista que cultiva el
disciplinamiento ejemplificador de la mujer. Machos que no están dispuestos a ceder un ápice en
sus privilegios de poder patriarcal. Hablan de natural, de que siempre fue así, que ¿Qué mierda les
pasa a estas minas? ¿Sabes lo que les hace falta? Y los comentarios recurrentes que terminan, si no
quieren esto tendrán esto.
No es gratuito el nombre que se le dio al movimiento feminista en sus primeras etapas. Liberación
femenina. Toda una definición en sí misma. ¡Pero si yo no la obligo! se excusan muchos varones,
desde la inercia de las costumbres, ubicando a uno y a otro en diferentes lugares y accesos a los
bienes sociales y por supuesto, a vivir una sexualidad potencial y efectivamente valorada y
condicionada para unos y otras.
Volviendo a la seducción, si antes las chicas esperaban a que “las saquen a bailar” hoy ya no. ¿Las
chicas sacan a bailar? La tercera opción es que ni uno ni otro, ya no se sacan.
Si la masculinización es el proceso que hacen las mujeres para empoderarse, qué lugar les queda a
los varones? Los polos de igual signo se repelen. Entonces muchos varones jóvenes no se hallan en
la forma de seducir frente a estas mujeres potentes, masculinizadas, que no aceptan la pasividad.
La galantería es la antesala del machista, me dijo una mujer cuando le cedi el paso, al salir del
ascensor. Mi gentileza adquiría un nuevo significado. Antes los crímenes eran pasionales, y
“Monzón y Cordera también matan por amor” en la argentinidad al palo. Ahora son femicidios y
cada vez hay más, o cada vez más los medios de difusión se hacen eco de estas atrocidades
cometidas por varones incapaces de revisar sus prácticas de macho e intentar cambiar. Y la letra de
la canción fue modificada por la Bersuit. ¿El grupo registró el cambio o sólo porque Cordera no
estás más? Esperemos sea por lo primero.
Y entonces nos sigue quedando la seducción como algo que lo que hacíamos ya no sirve. Porque
seducir es jugar, es usar el ingenio para atrapar la atención del otro. Es utilizar las neuronas del
cerebro y pareciera que muchos varones pretenden perpetuar el sometimiento con el puño y con su
sexo olvidándose que si no es divertido para los dos, no es un juego. Por eso muchos varones nos
debemos la tarea de reconstruir la seducción en este nuevo paradigma de derrumbe del patriarcado.

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