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Trabajo práctico N4 grupos pequeños

1. Entre las causas que originan los conflictos fraternos o entre hermanos en la iglesia
tenemos:
- Orgullo: cuando alguien se considera superior a otro, se compara o compite con
los demás. En cambio cuando se actúa con humildad, se evita este tipo de
conflictos. (Mateo 18:1)
- Tropiezos: es inevitable que los haya, ya que somos pecadores y convivimos
con nuestra vieja naturaleza y somos todos tan diferentes en todo sentido, y el
enemigo busca sembrar discordias entre nosotros. Sin embargo, debemos de
enfocarnos en salir siempre aprobados, más cuando aún no hemos provocado el
conflicto.

2. Sobre la dinámica para resolver los conflictos en cada ambiente, aprendí que, muchas
veces tomamos la palabra de Dios textualmente pero no analizamos y meditanos en la
mejor manera de resolver el conflicto, siendo que es algo esencial ya que mediante el
podemos o ganar al hermano (que en ese caso, ganamos todos porque somos un
cuerpo y cuando uno está mal, a todo el cuerpo le duele) o bien, perderlo por no
arrepentirse o no entender su error o pecado.
Literalmente, es una gran responsabilidad, como hijos de Dios maduros que tomemos
los conflictos como hay q tomarlos, con compromiso que tenemos para con Dios y luego
para con la iglesia.
Creo que también, muchas veces nos dejamos cegar por ese "compartir el conflicto,
para que otro este orando" siendo que estamos pecando y dañando al mismo tiempo.
Nos falta mucho por crecer en este aspecto, pero también creo que es un tema para
repetirlo de vez en cuando para que no caigamos en error.
Finalmente, en el ambiente "ante la iglesia", creo que es algo que no se practica, sino
que nos vamos enterando de boca en boca porque se enteran los líderes primero, y
luego estos comentan lo sucedido. Si bien tiene su punto a favor, para que precise
enterarse un asistente nuevo de la iglesia por ejemplo, también puede generar
distoricion de lo sucedido por agregarse u omiritirse algún dato, lo cual nos podría hacer
pecar también.

3. Muchas veces murmuramos sin darnos cuenta, o nos damos cuenta cuando ya es
tarde. O lo hacemos sabiendo, porque pensamos que, de qué vamos a hablar sino.
Cosa totalmente errada a los ojos de Dios y debería de ser a nuestros ojos también, ya
que no produce nada bueno, sino todo lo contrario. Es un tema que nos tomamos con
liviandad, salvo que adoptemos otras medidas como lo específica el material.
Primeramente deberíamos de dejar de las habladurías terminen en nosotros y no las
sigamos divulgando. Quizá no podemos impedir a otros hablen mal de sus hermanos
cristianos, pero si podemos decidir que lo que digan terminará en nosotros. Por otro
lado, debemos rechazar el chisme oído, de manera tal que expresemos nuestro
descontento y desaprobación, no de la persona de quién se habla porque el pecado ya
se cometió, pero si de la persona que está hablando y amonestarla para que refrene su
lengua.
Y si sabemos que la persona nos está por contar algo de otra persona, interrumpirla y
preguntarle si eso va a edificar o no, caso contrario pedirle que no continúe hablando
del tema.
Sin embargo si queremos terminar las murmuraciones en la iglesia, esta es una tarea
de todos, de manera que debe ser un tema que se recuerde de vez en cuando pero
también exortar con la palabra de Dios sobre la responsabilidad que tenemos como sus
hijos, en no seguir pecando y cambiar de actitud para edificación de todos.

4.

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