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PROCESOS DE OCUPACIÓN CULTURAL Y MEDIO AMBIENTE


EN EL SITIO ‘LA QUERIDA’.
CORREGIMIENTO DE SANTA RITA. ANDES. ANTIOQUIA.

ALEJANDRA MARÍA AGUDELO A.


Antropóloga MsC.
CORANTIOQUIA
amagudelo@corantioquia.gov.co

Foto 1. Excavación en el Valle de “La Querida”. Corregimiento de Santa Rita – Municipio


de Andes – Antioquia.

Resumen: Este artículo presenta el estudio de un depósito arqueológico en el


corregimiento de Santa Rita. Andes. Antioquia, aportando información sobre los procesos
de formación de sitio a nivel natural y cultural que remiten a las prácticas agrícolas y el
manejo de ecosistemas, además se identifica una secuencia cultural que permite sugerir
grandes fases de ocupación que reflejan procesos de cambio cultural y apropiación del
territorio.
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Summary: This article presents the study of an archaeologic deposit in the Corregimiento
of Santa Rita. Andes. Antioquia, providing information on the processes of site training at
natural and cultural level, transmit us to the you practice agricultural and the managing of
ecosistems, in addition it is identified a cultural sequence that permits to suggest large
occupation phases that reflect cultural change processes and appropriation of the
territory.

1. PRESENTACIÓN

Este artículo hace parte de los resultados de la investigación “Poblamiento y desarrollo


alfarero temprano en el corregimiento de Santa Rita. Andes. Antioquia”, realizada en el
año 2000, enmarcada dentro del programa “Poblamiento, Impacto y dinámicas
territoriales”, llevado a cabo por la Corporación Autónoma regional del Centro de
Antioquia (CORANTIOQUIA) constituyendo la segunda fase del proyecto de prospección
arqueológica “Asentamientos prehispánicos en la cuenca media del río Santa Rita”
realizado en los años de 1997 y 1998 por los Antropólogos Alejandra María Agudelo,
Marco Fidel Hernández y Mauricio Obregón, en la cual se reportaron vestigios
arqueológicos de tres ocupaciones prehispánicas ubicadas cronológicamente entre el
sexto milenio a.C. y el siglo XVI d.C.

La aparición de este contexto arqueológico en la zona, plantea la necesidad de abordar


nuevamente el estudio de la secuencia estratigráfica, orientado a la solución de
numerosos interrogantes, entre ellos, la reafirmación temporal de tales evidencias; las
características culturales de los grupos humanos y de las fases de ocupación que estarían
representados en este registro arqueológico; las condiciones ambientales que permitieron
el asiento de grupos humanos tempranos en la región; la naturaleza de las interacciones
con el medio; las características tecnológicas y estilísticas de la alfarería relacionada con
estos grupos humanos; los procesos de formación de sitio a través de la identificación de
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los eventos culturales y naturales que en el tiempo fueron conformando el depósito


arqueológico, entre otros.

Para tal fin se caracterizaron estratigráfica y culturalmente los vestigios arqueológicos


recuperados y se establecieron los posibles manejos de ecosistemas, prácticas agrícolas y
transformaciones que en el pasado las poblaciones humanas causaron sobre el paisaje de
la zona, y en particular en el sitio la Querida, lo cual se realizó a partir de la investigación
“Estudio de polen fósil en sedimentos de la cuenca media del río Santa Rita, Suroeste
Antioqueño” (Lozano, 2000), quien mediante el estudio de los granos de polen de las
columnas estratigráficas de dos lugares contrastantes, entre ellos el depósito
arqueológico, acopió elementos para la identificación del contexto paleoambiental del
sitio en diferentes épocas.

2. ÁREA DE ESTUDIO.

El área de estudio se encuentra ubicada en el Suroeste de Antioquia en la vertiente


Oriental de la cordillera Occidental, estribaciones del sector conocido como Farallones del
Citará, con una temperatura entre 18°C y 24°C, y una precipitación media anual de 1.000 a
2.000 mm. Corresponde al depósito arqueológico denominado “La Querida”1 que se
encuentra entre las coordenadas X: 1.113.500 - 1.113.800 Norte y Y: 1.129.050 - 1.129.400
Este (IGAC, Plancha 286 I A 4), en la vereda San Pedro, Corregimiento de Santa Rita,
municipio de Andes, departamento de Antioquia, república de Colombia. (Plancha 1.)

El pequeño valle donde se ubica el depósito arqueológico se encuentra a 1600 msnm,


sobre un depósito coluvial proveniente de los cerros El Perdedero y El Gallinazo, y está
circundado por pequeñas acumulaciones de sedimentos aluviales de las quebradas, La
Esperanza al Norte y Oeste y las Animas al Sur, afluentes de la quebrada San Pedro al
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Noreste presentando un relieve aborregado, es decir, definiendo una micro topografía de


forma irregular con algunas áreas aplanadas.

Foto 2. Valle de “La Querida”. Área de estudio.

La geología de la zona esta constituida por rocas sedimentarias y volcánicas de la


formación sedimentaria Penderisco, caracterizada por la presencia de cuarzo, anfíboles,
feldespatos y fracción de arcillas (caolinitas y alófonas), materiales que por sus
características de consistencia y plasticidad, son apropiados para la elaboración de
artefactos en cerámica (INGEOMINAS 1984. Plancha 286 Riosucio. Escala 1:100.000).

Además cuenta con aportes de rocas metamórficas derivadas de los procesos de


formación del Batolito de los Farallones, el cual se encuentra en los alrededores, en la

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Durante la Investigación anterior, para efectos de localización de las áreas de estudio, se utilizó un sistema númerico. La
zona a intervenir en esta investigación, corresponde a la Unidad de Intervención 014, nombrada nuevamente como ‘La
Querida’, que corresponde al nombre de la finca donde se realizaron las excavaciones.
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cadena montañosa de los Farallones del Citará en las cimas altas de la cordillera
Occidental , y se caracteriza por la presencia de tonalitas y granodioritas de grano fino a
medio con depósitos de cenizas volcánicas en las áreas más elevadas y algunas
intercalaciones de rocas sedimentarias e ígneas. Este tipo de material se localiza en las
vertientes o laderas de las cordilleras en las cuales hay pequeños coluvios y afloramientos
rocosos (IGAC 1987).
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Foto 3.Uubicación Área de estudio


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2.1. Suelos

Los suelos de la zona, están conformados por depósitos cuaternarios tanto de cenizas
volcánicas, provenientes del complejo volcánico Ruiz – Tolima, localizado en la Cordillera
Central, como por capas de ceniza volcánica, dando al relieve un aspecto ligeramente
suavizado haciendo menos fuertes las pendientes.

En el depósito de “La Querida”, los suelos son profundos y moderados, de texturas finas
limoarcillosas a arcillolimosas, y de fertilidad natural moderada a media. Se caracterizan
por tener un material rico en ferromagnesianos, cuarzo bipiramidal, feldespato y escasez
de biotita, vidrio volcánico y fragmentos de matriz, preferencialmente.

Dentro de la columna levantada en el sitio, se identificaron suelos enterrados que se


caracterizaron como Andisoles con un régimen de humedad údico, con evidencias de
actividad antrópica representada en la existencia de fragmentos de cerámica, artefactos
de piedra y rasgos que eventualmente corresponderían a huellas de poste; otra
característica de estos suelos sepultados en el lugar, esta representada en la existencia de
abundantes bloques de roca hasta de 10 cm, de formas angulosas e irregulares, dispuestas
sin ningún ordenamiento provenientes de eventos de deslizamiento de material desde las
partes altas (Flórez, 2000:s.p.).

2.2. Vegetación y uso actual del suelo

El área de estudio pertenece a la zona de vida de Bosque Húmedo Premontano (bh-p),


que se extiende entre 900 y 2000 m.s.n.m. La vegetación original ha desaparecido o se ha
transformado debido a los fuertes niveles de intervención antrópica desde la época
prehispánica. Actualmente, presenta una cobertura de café (Coffea arabiga), plátano,
yuca (Manihot sculenta) y algunos árboles de guamos (Inga); igualmente, parte del
terreno esta destinado al cuidado de caballos, o al emplazamiento de algunas viviendas.
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3. EXCAVACIÓN DEL SITIO ‘LA QUERIDA’

Esta investigación se dirigió al conocimiento de los procesos histórico - culturales y su


relación con los mecanismos de origen natural que dieron lugar a la formación del
depósito arqueológico; estos fenómenos físicos se han denominado en la literatura
arqueológica y geológica, como “Procesos de formación de Sitio” (Schiffer 1987).

El análisis de estos fenómenos en el sitio, se asume desde dos perspectivas: los procesos
naturales que generaron las condiciones actuales del depósito arqueológico, y los eventos
culturales que en diferentes momentos históricos permitieron la sedimentación de los
estratos arqueológicos. Se debe tener presente que la depositación, como un fenómeno
único e irrepetible, aporta información sobre el conocimiento de los procesos de
ocupación de las culturas que influyeron determinantemente en el subsuelo.

Dentro de los procesos naturales, se abordó la investigación bajo cuatro aspectos:

Topografía: se utilizó con el fin de localizar las áreas con mayor potencial para la
realización de las diferentes actividades: emplazamiento de viviendas, lugares de
captación de recursos, sitios propicios para cultivo, etc.

Pedoestratigráfía: A partir de la cual se buscó entender el proceso de conformación del


depósito, a través del análisis de las características físico químicas del suelo y sus
agregados, intentando explicaciones sobre el origen de los mismos, y el orden de su
deposición.

Bioestratigrafía: Parte de la estratigrafía que trata de la organización de los estratos en


unidades basadas en su contenido fósil, muy útil para tratar de entender el
comportamiento general de las condiciones ambientales que en el pasado tuvieron lugar
en el área de referencia, cambios climáticos a través del tiempo, procesos de
transformación del paisaje, la reconstrucción de los tipos de vegetación y usos del suelo,
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entre otros (Hedberg, 1980). Para el efecto se tuvieron en cuenta los resultados de los
análisis de palinología, sobre muestras de suelo obtenidas en el depósito.

Cronoestratigrafía: parte de la estratigrafía que trata de la organización de los horizontes


o de estratos en unidades basadas en sus relaciones de edad (Hedberg, 1980). El análisis
partió del principio de superposición y ordenación de los estratos que conforman un
yacimiento arqueológico (Harris, 1989). Para el efecto se realizaron análisis de Carbono 14
y de Termoluminiscencia2.

Para la comprensión de los procesos culturales involucrados, se abordó el análisis desde


los vestigios arqueológicos identificados en los diferentes horizontes (cerámica, líticos,
rasgos); para la cerámica se hizo hincapie en las características tecnológicas de las pastas,
como son color y consistencia, ordenamiento y proporción de desgrasantes,
características del núcleo, apoyados en la descripción propuesta por Orton et al (1993)

De la enorme cantidad de roca recuperada en el depósito, una muy baja proporción fue
considerada dentro de la categoría de artefactos, ellos fueron analizados de acuerdo a sus
características físicas, o por presentar huellas de utilización, y según criterios morfo
funcionales, de acuerdo a su contexto estratigráfico.

La información estratigráfica del lugar, junto con el análisis preliminar de los contenidos
culturales recuperados en 24 pozos de sondeo realizados en el lugar, en términos de
distribución espacial, densidad y variabilidad, permitieron definir dos áreas en La Querida
para ser intervenidas mediante dos pequeñas excavaciones en área, en dos planadas
naturales de 210 m2 y 728 m2 respectivamente: la primera (área 1) ubicada en el sector
Norte en predios de la finca “La Querida” y la segunda (área 2), a 94 m planos de la
anterior en dirección Sur, en predios de la finca “San Gabriel”.

2 Termoluminiscencia: consiste en la detección y medida de la radiación de un objeto en piedra o arcilla y se consigue gracias a las interacciones que la radiación sufre al
atravesar un medio, produciendo en este diversos efectos: ionizaciones, luminiscencia, ennegrecimiento. (Aitken, 1977)
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En el área 1 se efectuó una excavación de 3x3 m, a unos 3 m. de distancia de un pozo de


sondeo realizado durante la etapa de prospección, donde se habían reportado contextos
cerámicos con fechas de 6190±70, 5870±100 y 3590±70 años antes del presente, y en el
área 2, se realizó una trinchera de 2x1 m.

Como resultado de las excavaciones se obtuvo abundante material cultural estratificado,


representado por 1567 fragmentos de cerámica, 131 artefactos, entre ellos fragmentos de
artefactos pulidos, modificados por uso y tallados, pequeños trozos de barro cocido,
semillas (granos y raquis de maíz (Zea mays), posiblemente de fríjol (Phaseolus ?) y
posiblemente palma (Iriartea? y/o Aiphanes?)), 16 huellas que al parecer se corresponden
con negativos de postes de vivienda, restos carbonizados de madera y material óseo difícil
de identificar y 8932 rocas fracturadas.

A partir del análisis pedoestratigráfico, en el área 1 se describió una columna estratigráfica


integrada por 9 horizontes de suelo, identificados como Ap1, Ap2, Ap3, 2Ab1, 2Ab2,
3ABwb, 3Bw1b, 3Bw2b y 3Bw3b con vestigios culturales en los primeros seis y mayor
densidad en los intermedios; por su parte en el área 2, se identificó una estratigrafía
compuesta por 4 horizontes (Ap, 2Ab, 3ABwb y 3Bwb ), con material cultural en los tres
primeros (Flórez, 2000). A diferencia del área 1, se observó una baja densidad de roca
angular, algunos artefactos de piedra y buena concentración de fragmentos de cerámica,
dentro de la que se destacan fragmentos que permiten definir formas y estilos
decorativos, tratamiento de superficies, engobes, mostrando diferencias en relación a los
horizontes de suelo, siendo en general, más gruesa hacia los niveles superiores y más fina
hacia los inferiores, coincidiendo con lo observado en el área 1.

Según la correlación estratigráfica efectuada entre las áreas excavadas, se observan


diferencias y semejanzas en ambas columnas, dadas por la disposición, grosor y
contenidos culturales en cada horizonte, que evidencian procesos de formación
compartidos y/o diferenciados. Mientras que en el área 1 hacia la suave pendiente, se
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observa acumulación de material evidente en una columna con vestigios culturales,


mucho más profunda, las características y grosor de la columna observada en el corte 2, a
unos 5 m por encima de la anterior, muestra el fenómeno contrario, a lo que puede
sumarse un proceso de compactación más intenso (Figura 1).

Los horizontes 2Ab1 y 2Ab2, prácticamente se definen por la presencia de abundante


cantidad de bloques de roca subangular dispuestos dentro de estos horizontes enterrados
sin ningún ordenamiento; como ya se mencionó, los suelos típicos de La Querida,
presentan aportes de cenizas volcánicas, cuya fuente probable podría ser el Complejo
volcánico Ruiz – Tolima, localizado en la Cordillera Central (Flórez, 2000).

Figura 1. Perfiles 1 y 2 correspondientes a Corte 1 y Corte 2 (Tomado de Florez, 2000)


4. EVOLUCIÓN LOCAL DEL PAISAJE Y PROCESOS DE FORMACIÓN DE SITIO

La propuesta de análisis esta basada en los mecanismos de interacción entre los grupos
humanos del pasado y su ambiente natural; la dinámica de esta interacción hombre -
medio se hace manifiesta en las características de los paisajes actuales, modelados
mediante la acción de múltiples agentes naturales y procesos de origen antrópico, a través
del desarrollo y aplicación de diversas estrategias culturales adaptativas. Las
transformaciones en el medio ambiente repercuten en los sistemas culturales, y estos a su
vez generan los mecanismos que le permiten adaptarse a las diversas condiciones.

Con esta orientación se estudiaron los contenidos culturales de la columna estratigráfica,


junto con la integración al análisis, de los resultados de la investigación realizada en la
misma zona denominada “Estudio de Polen Fósil en Sedimentos de la Cuenca Media del
Río Santa Rita, Suroeste Antioqueño” (Lozano, 2000), y los resultados de la caracterización
pedoestratigráfica del sitio, “Descripción de suelos para un levantamiento Arqueológico
en la Zona de Santa Rita, Andes, Antioquia” (Flórez, 2000).

En La Querida se identificó una secuencia estratigráfica representada por seis horizontes


de suelo sepultado, entre ellos tres horizontes (3Bwb) de color pardo amarillo sin
evidencias de actividad humana, un horizonte (3ABwb) de transición en el que se
registraron los primeros vestigios culturales del sitio y dos horizontes (2Ab) representados
por un grueso manto de rocas de formas variadas y fragmentos de cerámica. Sobre esta
secuencia se depositaron posteriormente tres nuevos horizontes (Ap) que constituyen el
suelo actual, dentro del cual se incluye la capa de suelo agrícola de formación más
reciente. (Figura 1)

Como se ha planteado, el perfil estratigráfico objeto de análisis está constituido


básicamente por aportes estratificados de origen natural y cultural con abundante
pedregosidad, situación que limita las posibilidades de interpretación en términos de las
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características de los granos de polen asociados a ellos; a diferencia de esta situación, las
mejores condiciones de depositación, están constituidas por la presencia de ambientes
acuáticos y de pantanos, por las condiciones de lenta sedimentación y de preservación
(Butzer, 1989).

Los primeros horizontes muestran una secuencia de cenizas volcánicas provenientes del
complejo volcánico de la cordillera Central en la zona del viejo Caldas, sobre saprolitos
provenientes de la meteorización de las rocas de la formación Penderisco; estos primeros
depósitos dan cuenta de los procesos de formación de suelos dentro de un ámbito
regional amplio, gracias a la fuerte dinámica de emisiones de cenizas de la cordillera
Central, que desde los primeros siglos del Holoceno temprano, se expandieron en un radio
de más de 170 Km de distancia (Monsalve, 1998).

En términos generales, el polen fósil identificado en la columna del sitio permite


reconstruir algunas condiciones ambientales que constituyen el preámbulo de las
primeras ocupaciones humanas; a juzgar por los granos de polen identificados dentro de
estos tres primeros horizontes de suelo, el final del horizonte 3Bwb, presenta
características de una zona cubierta por una vegetación de bosque bajo, conformado por
arbustos y lianas leñosas, al interior del cual existían helechos arborescentes y de tallo
rastrero y algunas hierbas; de acuerdo al grado de conservación de los granos de polen
observado en este horizonte, es posible que algunos palinomorfos correspondientes a
árboles de bosque los cuales son generalmente bajos productores de polen, hayan
desaparecido del registro fósil; hecho que ha sido reportado en diferentes estudios a
menos de 2000 msnm en Colombia (Lozano, 2000).

Los palinomorfos encontrados permitieron inferir la existencia de unas condiciones


ambientales mas cálidas y húmedas que las actuales correlacionándose con el contexto
ambiental típico de los comienzos del Holoceno, el cual está marcado por un
mejoramiento climático generalizado. Para esta época algunas regiones vecinas en la
cordillera Central en el viejo Caldas, constituían el escenario de ocupación de los primeros
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grupos humanos, con un modelo económico sustentado en prácticas hortícolas


incipientes, aprovechando las bondades de los suelos fértiles derivados de cenizas
volcánicas (Múnera y Monsalve, 1998; Inciva, 1998).

A partir de los depósitos de cenizas volcánicas, se desarrollaron en La Querida, los


andisoles que por sus características al parecer fueron aprovechados posteriormente para
la agricultura. El horizonte 3ABwb, se deposita sobre una superficie de topografía bastante
irregular, a la cual se integra formando un límite difuso; los palinomorfos identificados en
la parte basal de este horizonte, permiten inferir características ambientales como un
descenso de los cinturones de vegetación y una disminución de los taxa indicadores de
humedad, lo cual sugiere que la temperatura fue más baja y el ambiente más seco en
relación con las condiciones ambientales reportadas dentro del horizonte anterior
(3Bw1b) culturalmente estéril, observándose además un incremento en los taxa que
señalan predominio del bosque (Lozano, 2000).

Si bien en el horizonte de suelo 3ABwb se identificaron evidencias de ocupación humana,


no existen argumentos para afirmar que su antigüedad es anterior al contexto cultural del
estrato siguiente (2Ab2), para el cual se obtuvo una fecha de 5870±100 antes del presente
durante la etapa de prospección. Al respecto puede anotarse la existencia de una
topografía bastante irregular entre ambos horizontes, y la presencia de 5 rasgos
(¿negativos de postes de vivienda?) que penetran el horizonte 3ABwb. Esta alteración
significaría que buena parte del material cultural proveniente de niveles anteriores se
haya filtrado; por lo pronto esta hipótesis sólo tendría fundamento con una datación
absoluta, que ubique temporalmente los primeros momentos de la deposición del tal
horizonte de suelo, lo cual todavía no ha sido posible.

Por su parte el horizonte 2Ab2, representa un largo proceso de formación del suelo y de
ocupación cultural en el lugar, del cual como se ha dicho, durante la etapa de prospección
se obtuvo el reporte de una fecha de radiocarbono de 5870±100 a.p. Los primeros
momentos de formación de este horizonte de suelo correspondiente a la primera porción
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más baja de horizontes 2Ab, estuvieron marcados por la presencia de unas condiciones
ambientales secas y más frías que en el periodo anterior, lo que se infiere de la
disminución fuerte de los taxa indicadores de humedad y un descenso de los cinturones
de vegetación. El aumento de las poblaciones de los indicadores de zonas abiertas y la
disminución de los elementos de bosque, puede estar relacionado con la actividad
antrópica. (Lozano, 2000)

Si bien se han identificado algunas características ambientales generales para este periodo
de tiempo, de acuerdo con los resultados de palinología, existen dificultades de
interpretación debido a que el aporte de flujos con escombros de otros contextos de
depositación en las laderas, integró materiales “foráneos” y en este sentido, los
palinomorfos identificados, pueden ser representativos de diversos periodos de tiempo,
gracias a la alteración del principio de superposición estratigráfica (Harris, 1989).

Paralelamente con estas condiciones, la ocupación humana del lugar bajo un modelo de
vida de carácter sedentario, bien pudo ejercer cierta presión sobre las zonas de bosques,
con el objeto de adecuar tierras para su beneficio agrícola. En efecto, dentro de la
muestra de granos de polen fósil, resalta la presencia de palinomorfos de Maíz (Zea mays),
representando las primeras evidencias de agricultura en La Querida.

A lo largo de este lapso de tiempo, debieron efectuarse una suerte de transformaciones,


producto de eventos naturales y antrópicos que tuvieron su incidencia directa en el sitio;
al respecto los resultados de los análisis pedoestratigráficos señalan la existencia de
eventos de depositación provenientes de las vertientes del cerro El Perdedero, que
aportaron sedimentos que quedaron confinados a este sector del aterrazamiento, dentro
de los procesos de formación del sitio arqueológico. Estos aportes coluviales están
constituidos por una matriz de suelo con buena densidad de rocas angulares y
subangulares dispuestas en forma desordenada dentro del horizonte.

Si bien la estratigrafía del lugar señala que tales fenómenos tuvieron una incidencia
directa únicamente en el área seleccionada para la excavación, por el momento es difícil
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precisar su magnitud y su relación con los grupos humanos que habitaron el lugar; sin
embargo, a juzgar por la densidad de roca que caracteriza todo el horizonte y las
cronologías asociadas es probable suponer que los antiguos habitantes de La Querida,
pudieron convivir con esta situación.

Una expresión de la intervención antrópica que incidió dentro de los procesos de


formación de este horizonte de suelo, está representada en la existencia de cantos
rodados fragmentados, algunos de ellos con desgastes evidentes de utilización, algunos
fragmentos de cerámica, y 6 rasgos o estructuras verticales, algunos de los cuales podrían
corresponder a negativos de huellas de poste, los cuales aportaron en los procesos de
alteración del horizonte subyacente.

El hombre como uno de los principales agentes modeladores del paisaje, introduce
deliberadamente materiales orgánicos e inorgánicos para la construcción de viviendas y su
posterior asentamiento, los cuales están sujetos a una constante fragmentación y
degradación mecánica y bioquímica durante y después de la ocupación. Desde épocas
remotas se han excavado pozos para el emplazamiento de los postes para sostener la
estructura de las viviendas, para ser utilizadas como trampas para animales, como lugar
de almacenamiento de comidas o de basuras, como sepulturas, entre otros, por lo general
todos ellos cercanos a los sitios de vivienda, constituyendo esto una manera de alteración
del paisaje.

Este patrón de alteraciones del suelo son parte integral de las transformaciones culturales
y pueden tener diversas funciones, entre ellas almacenamiento de comida ya que con
ellos se preserva de los ataques de los animales, de las inclemencias del tiempo e incluso
de las mismas plantas (Schiffer, 1987). A menudo el análisis de las características de estas
alteraciones, pueden aportar información acerca de los tipos de vivienda y del tipo de
material empleado para su construcción (Butzer, 1989).

En este sentido, las evidencias de La Querida no son concluyentes para adelantar


explicaciones sobre la función real de tales estructuras; únicamente dicen de la existencia
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de procesos de indudable origen cultural, que transformaron desde épocas tempranas las
características del registro arqueológico desde su depositación inicial.

A medida que se va conformando el depósito, se va homogeneizando la topografía


original, hasta derivar en una superficie un poco más plana, en la que comienza el proceso
de acumulación de los materiales de origen natural y antrópico que derivan en
conformación del horizonte 2Ab1, el cual representa el final de la columna estratigráfica
de un suelo sepultado.

A grandes rasgos se pueden esbozar las características ambientales generales, sin


embargo, existen dificultades de interpretación, debido a la existencia de granos de polen
correspondientes a otros ambientes de formación, a juzgar por las características
particulares de este horizonte, donde al parecer prevalece la dinámica de depositación
cultural al lado de procesos de sedimentación de materiales de vertiente.

En relación con el horizonte anterior, el análisis de los taxa señala una alta proporción de
plantas típicas de ambientes por encima de los 2000 msnm, que se mantiene constante;
junto con estas condiciones se presenta un ligero incremento en las condiciones de
humedad. Este horizonte señala la existencia de una amplia cobertura de vegetación de
bosque, al lado de una tendencia a disminuir las áreas con vegetación de zonas abiertas.
(Lozano, 2000)

Al igual que el horizonte 2Ab2, el 2Ab1, registra características similares dado que ambos
participan del mismo proceso de formación que hasta el momento se ha estudiado.
Dentro del análisis correspondiente a este horizonte, se identificaron granos de polen de
Zea mays y de Ipomoea batatas; junto con estos procesos naturales que contribuyeron a
la conformación de un horizonte con abundante roca angulosa, al parecer se produjeron
nuevos eventos que aportaron a la formación de este suelo.

De igual manera que en el horizonte 2Ab2, se observan aquí evidencias de intervención


antrópica significativa; seis nuevos rasgos, en un área de 9 m 2 fueron identificados en los
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niveles intermedios del horizonte 2Ab1, dando cuenta del grado de alteración de los
estratos subyacentes. A modo de ejemplo puede decirse que únicamente los rasgos 9 y el
17 se extienden hasta el horizonte 3Bwb y 3ABwb respectivamente, cortando
completamente el horizonte 2Ab1.

Dentro de este horizonte se obtuvo igualmente abundante cerámica y en la estructura


vertical correspondiente al denominado rasgo 17, raquis, granos de maíz y probablemente
fríjol, asociados a cerámica y artefactos líticos, contenidos culturales que permitieron
ubicar sus orígenes dentro de los primeros siglos de la era cristiana, dada la obtención de
un fecha de 1550±60 años antes del presente (Beta 142342).

Con el horizonte Ap3, comienza la secuencia de suelo actual, reflejando la existencia de


unas condiciones más frías que las actuales y un crecimiento continuado de los
indicadores de zonas abiertas. Para este momento, es posible suponer una utilización
generalizada de recursos de bosque y productos cultivados, en razón de la existencia de
altos porcentajes de granos de polen relacionados con la producción agrícola de Zea mays,
al lado de otras especies cultivables como Ipomoea batatas y Passiflora. De igual manera
los antiguos pobladores del lugar pudieron tener acceso a ciertas especies maderables
como Podocarpus y Quercus que pueden ser utilizadas en la construcción de viviendas,
Dieffenbachia y Viburnum, que etnográficamente se han documentado, la primera para
facilitar la pesca, y la segunda para fabricar cerbatanas aprovechando su tallo hueco.

A diferencia de los horizontes subyacentes, el Ap3 registra unas mejores condiciones que
permitieron un proceso de formación relativamente estable, dado que no obstante los
niveles de alteración esperados por la realización de las prácticas agrícolas, mantiene una
depositación con tendencia horizontal, conservando una ordenación estratigráfica que
guarda el principio de la superposición.

Una fecha de radiocarbono de 1060±50 a.p. (Beta 142341) obtenida en los niveles iniciales
de este contexto estratigráfico permitió reconocer desarrollos agroalfareros tardíos en el
sitio, dentro de los que se destacan evidencias cerámicas similares a las encontradas en la
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región del Viejo Caldas, que al momento ocupaban también una amplia zona de la
cordillera Central entre las actuales ciudades de Manizales y Pereira.

Por su parte el horizonte Ap2 refleja unas condiciones ambientales que poco difieren de
las identificadas en el horizonte anterior. Los cinturones de vegetación permanecieron
constantes lo mismo que las condiciones de temperatura; igualmente se mantiene estable
la relación entre las especies de bosque y de zonas abiertas, situación que podría tener su
expresión en la existencia de la mayor riqueza de plantas cultivables las cuales incluían
Cucurbitaceae, Passiflora, Ipomoea batatas y Zea mays (Lozano, 2000).

Debe destacarse el impacto fuerte de la actividad agrícola actual en el sitio La Querida,


provocado por el proceso continuo de roturación del suelo para el cultivo de café (Coffea
arabiga), cuya acción en algunos casos ha alcanzado los niveles superficiales del horizonte
Ap3, dado que para la siembra de los arbustos se requiere la realización de hoyos de unos
25 cm. de diámetro por una profundidad similar.

En el caso que nos compete, las características del registro arqueológico, y la imposibilidad
para adelantar estudios especializados en el análisis de la industria lítica de La Querida, no
permiten avanzar en explicaciones orientadas a la comprensión de los cambios producidos
durante el proceso de formación del sitio. En efecto las bajas densidades de artefactos
líticos junto con sus características, no son suficientes para sugerir, la realización de
actividades económicas, que permitiera un cierto nivel de deterioro del paisaje
circundante y menos aún de las condiciones ambientales generales en la zona.

Debe suponerse finalmente que a través de este largo proceso de formación del sitio,
muchos otros factores de origen biológico debieron incidir en la transformación del
registro arqueológico, con mayor incidencia en los horizontes de suelo actuales, a juzgar
por la presencia de raíces abundantes, huellas de bioturbación, nidos de hormigas etc, que
en su conjunto aportan en el proceso de alteración del depósito arqueológico.
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5. PROCESO DE OCUPACIÓN EN LA QUERIDA

Una reconstrucción de los “cuando” es fundamental para entender la manera en que se


sucedieron los diferentes procesos sociales en el pasado (Renfrew y Bahn 1993). En este
sentido, durante la excavación se trató de mantener un estricto control para identificar la
secuencia cultural y las etapas o períodos históricos en La Querida, según el principio de
superposición estratigráfica (Harris, 1989), el cual señala, que los estratos más antiguos
deben hallarse más profundos que los recientes. La estratigrafía contiene elementos que
permiten la asociación espacio y tiempo, razón por la cual se constituye en herramienta
fundamental en la interpretación arqueológica, en cuanto permite relacionar los objetos y
darles temporalidad.

Como se ha expuesto en páginas anteriores, el proceso de poblamiento de esta región del


Suroeste antioqueño se remonta hasta hace más de seis mil años, escala dentro de la cual
se ha podido identificar en la Querida, una secuencia que permite sugerir de una manera
muy esquemática, grandes fases de ocupación que reflejan procesos de cambio cultural y
apropiación del territorio con profundos vacíos temporales que hacen mucho más
compleja la tarea de interpretación de los procesos ocurridos en el lugar.

En cuanto a los contenidos culturales dentro de la secuencia Inter- estratigráfica se


observó que se presentan de una forma continuada, sin vacíos que permitan inferir
abandono o identificar estratos culturales diferenciados, sin embargo, por los procesos de
formación del sitio, a partir de la información obtenida en este depósito, y los datos
cronológicos registrados en otros sitios aledaños durante la fase de prospección, se
podrían esbozar por lo menos tres grandes fases de desarrollo cultural.

5.1. Fase Temprana

Esta representada por una muy baja densidad de material cultural recuperado en los
horizontes de suelo 3ABwb y 2Ab2 (33 fragmentos de cerámica, 38 líticos) y 11 estructuras
verticales o rasgos, que seguramente dan cuenta de la intensidad de la intervención
29

antrópica de este suelo, como se observa en la irregularidad en el límite entre estos


horizontes.

Durante la etapa de prospección en 1997, el horizonte 2Ab2 fue datado en 5870±100 años
antes del presente, y la transición con el horizonte 2Ab1 en 3590±70 antes del presente;
como una estrategia para corroborar estas dataciones, una muestra de cerámica
recolectada en la mitad del horizonte 2Ab2, fue enviada para su datación por el método
de Termoluminiscencia, obteniéndose resultados negativos. Al respecto, se anota que tal
muestra no arrojó resultados favorables por “un problema de tiempo”; la bibliografía
sobre problemas al datar con termoluminiscencia, Aitken (1977) comenta que dichos
problemas se deben a la saturación de electrones que se presentan porque la edad de
inicio de saturación es muy antigua, generando errores en la interpretación, pues ésta
depende de las características de termoluminiscencia del mineral y de la dosis – valor.

Ante esto es apresurado avanzar explicaciones sobre el momento de aparición de los


primeros pobladores en el lugar, máxime cuando se ha asumido que el primer horizonte
con evidencias de ocupación antrópica debió estar sujeto a una intensa actividad, natural
y antrópica, lo que podría suponerse por lo irregular de la superficie de contacto con el
horizonte posterior, y la posibilidad de continuidad de la ocupación del sitio en épocas
posteriores, cuya actividad debió afectar las capas subyacentes ocasionando posiblemente
la remoción parcial de algunos materiales o su intrusión en horizontes más antiguos.

El rango de variación temporal de un contexto tan pequeño, podría interpretarse en dos


sentidos; por un lado como producto de la alteración posdeposicional por actividad
humana, y por otro, eventos naturales como los flujos de escombros que no obstante la
posibilidad de hacer desocupar el sitio de manera eventual, su magnitud bien pudo
permitir que los grupos humanos que habitaron el lugar convivieran con esta situación, o
abandonarlo por cortos periodos de tiempo; al respecto, los procesos de depositación de
cenizas volcánicas que alcanzaron a influir en la región, bien pudieron generar
comportamientos culturales relacionados con desplazamientos o abandono temporal, lo
que se expresa en la existencia continuada de material cultural a lo largo del horizonte.
30

Dentro de las estrategias de subsistencia de los grupos humanos de esta época, podría
hablarse de manipulación de recursos vegetales del bosque que incluía posiblemente
palmas y cultivos como el maíz, no obstante las bajas densidades de artefactos líticos, que
permitieran inferir actividades económicas, se observa una tendencia tecnológica de
materiales productos de talla, como lascas, raspadores y núcleos agotados en materias
primas de grano medio a fino; resalta dentro de este contexto la aparición de
instrumentos relacionados con el procesamiento de semillas, entre ellos una mano de
moler y dos fragmentos de placas.

El material cerámico se encuentra representado por el sistema alfarero 3 Temprano,


caracterizado por la existencia de vasijas de tamaño mediano con formas típicas
globulares y subglobulares, decoración en líneas incisas finas en el cuerpo, y presencia de
hollín y ahumado características que permiten relacionarlas con actividades domésticas
culinarias; las pastas presentan inclusiones de feldespato, desgrasante de cuarzo y
partículas ferruginosas, consistencia compacta y poco porosa características dadas por el
cuarzo el cual debió ser previamente triturado, lo que se observa en sus ángulos. (Plancha
2)

Por su temporalidad, la caracterización del contexto arqueológico relacionado con esta


fase de ocupación cultural en La Querida, se inscribe dentro de un modelo de ocupación
que dentro de la literatura arqueológica colombiana se ha denominado Formativo
(Reichel-Dolmatoff, 1986); más de un centenar de fechas reportadas para contextos
arqueológicos relacionados con este tipo de sociedades en numerosas investigaciones a lo
largo y ancho del país, ubican cronológicamente estos desarrollos culturales; tal es el caso
de las llanuras del Caribe, Sierra Nevada de Santa Marta, cuencas bajas de los ríos Sinú y
San Jorge, costa Pacífica, altiplano Cundiboyacense, Magdalena medio, alto Magdalena,
macizo andino del Sur, tierras bajas orientales, valle alto del río Calima, valle alto y medio

3 El término ‘Sistema alfarero’ es una propuesta metodológica de Hector Llanos (1983) entendida como el resultado de un proceso o actividad humana en la que el
artífice articula los elementos formales y técnicos creando un código histórico que permite lograr una identidad cultural.
31

del río Cauca y cañón del río Porce, entre otras regiones, dando cuenta de un amplio
panorama de ocupación (Mora y Flórez, 1997).

Dentro de este contexto, las tierras bajas del litoral Atlántico significan para la arqueología
colombiana, el escenario donde se produjeron los primeros y más profundos cambios en
las estrategias adaptativas, y en la estructura social de los grupos humanos que ocupaban
la región hacia el quinto milenio antes de Cristo, dentro del tránsito de un estilo de vida
itinerante a un modo de vida sedentario.

Esta situación significó entre otros aspectos, mayor dependencia de recursos vegetales
con una dieta más diversificada y estable, establecimiento de una vida aldeana con el
emplazamiento de viviendas permanentes, incremento demográfico y adopción de la
alfarería; esta adquisición representó la posibilidad de transformación de las estrategias
alimenticias por la opción de cocción de alimentos, y la facilidad de transporte y
almacenamiento de otros recursos para la subsistencia (Reichel Domatoff, 1986,
Langebaek, 1992).

Las evidencias que constituyen la expresión cultural de estas sociedades, se conocen en


los sitios arqueológicos San Jacinto (3990 a.C.), Monsú (3350 a.C.), Puerto Chacho (3270
a.C.), y Puerto Hormiga (3090 a.C.), todos ellos localizados en el Departamento de Bolívar
(Mora y Flórez, 1997). En un ámbito más cercano, en la cuenca media del río Porce se han
obtenido evidencias de ocupaciones agroalfareras tempranas, que se han denominado
Complejo cerámico la Cancana con una cronología relativa ubicada entre los 2.500 y los
1500 antes de Cristo (Castillo, 1998).

El complejo cerámico la Cancana identifica pequeños grupos agroalfareros, al parecer no


mayores de una familia extensa. Sus asentamientos tenían una distribución espacial
restringida, ubicados cerca al río Porce o a las quebradas de curso mayor, donde pudieron
explotar los ambientes ribereños a través de la pesca, y los bosques circundantes como la
caza y la recolección de recursos vegetales (Ibid).
32

Dentro de esta misma dinámica de ocupación agroalfarera temprana hacia el interior de la


zona andina, podría inscribirse una fecha de 3480±70 años antes del presente, obtenida
en la cuenca montañosa del río Nechí, que estaría relacionada con un desarrollo local de la
alfarería de la que se desconocen sus antecedentes (Múnera, Monsalve y Botero, 1998);
se trata de una cerámica representada por vasijas globulares y subglobulares pequeñas a
medianas, con bordes evertidos a altamente evertidos, en las que únicamente se registró
incisión en líneas curvas como única técnica decorativa.

Dentro de este panorama podría entenderse el contexto cerámico temprano en Santa


Rita; sin embargo la comprensión de las características de estos desarrollos alfareros y de
las sociedades representadas en ellos, que para este periodo ya habrían empezado a
depender de la explotación y beneficio de plantas cultivadas, todavía están por
construirse; toda vez que únicamente se cuenta con tres fechas que ubican extremos
dentro de esta fase, que estarían representando el comienzo y el final de un largo periodo
de ocupación, confirmando de paso que efectivamente se trata de procesos de ocupación
continuada, muy a pesar de los eventuales flujos de escombros antes anotados;
concomitante con esta situación, vale la pena anotar, que debieron existir enormes
ventajas en la zona para que la ocupación registrada durante este periodo, se mantuviera
para un lapso de tiempo de larga duración en el lugar.

5.2. Fase intermedia

Esta representada por el contexto cultural identificado en el horizonte 2Ab1, compuesto


por 376 fragmentos de cerámica, 25 líticos y 6 rasgos o estructuras verticales que
desplantan de este horizonte; como se planteó anteriormente, durante la etapa de
prospección, para la transición con el horizonte de suelo 2Ab2 se obtuvo una fecha de
3590±70 antes del presente que podría marcar el comienzo de esta fase de ocupación.
Una datación de 1550±60 años antes del presente, obtenida en un contexto asociado a
raquis y granos de maíz, muestran la permanencia de esta fase de desarrollo hacia los
primeros siglos de la era cristiana, y que en otras regiones del departamento su expresión
material se relaciona con la tradición cerámica Marrón Inciso.
33

En Santa Rita, las evidencias apuntan a la existencia de una segunda fase de ocupación
que está asociada a una fecha de 1760±60 años antes del presente, es decir, 190 después
de Cristo, en la U.I.A. 0224, en la cuenca media del río Santa Rita, a unos 2 Km. de
distancia, en un paisaje de vertientes empinadas, con características similares a la zona de
referencia. El siguiente reporte cronológico más temprano, está ubicado hacia el año 400
de la era cristiana, marcando una continuidad en la ocupación, con una nueva fecha de
530±70 años dentro de la misma secuencia estratigráfica del pozo de sondeo excavado en
la U.I.A. 022.

Para este fase de ocupación se registra en La Querida una fuerte dinámica de intervención
antrópica del paisaje, que en conjunto con las transformaciones generadas por las causas
naturales comentadas (el flujo de escombros), debieron producir una alteración
significativa, como se observa en el registro arqueológico del sitio.

Evidencias de este fenómeno son más claras en los primeros momentos de este periodo,
situación que con el paso del tiempo se va estabilizando, como se observa en la
composición y ordenación de los vestigios que se corresponden con este lapso de tiempo;
mientras que los niveles más profundos registran características homologables al periodo
anterior, gracias a que se corresponden con la transición entre los horizontes 2Ab2 y
2Ab1, que participan del mismo proceso de formación, hacia los horizontes Ap de suelo
actual, el registro arqueológico y en general la horizontalidad de las evidencias señalan
procesos deposicionales que se corresponden con el principio de horizontalidad
estratigráfica (Harris, 1989).

En efecto, la existencia de 6 rasgos o estructuras verticales que se identifican en los


primeros niveles del horizonte 2Ab1, y atraviesan los horizontes subsiguientes, hacen
evidente un alto nivel de alteración del sitio por actividad antrópica. En este sentido, la
existencia de este tipo de rasgos, algunos de los cuales se podrían relacionar con negativos
de huellas de poste, dicen de la probable importancia que pudo tener el área plana del

4
Unidad de intervención arqueológica. Categoría de orden metodológico utilizada durante la fase de prospección y que
alude a una unidad de espacio dentro de un paisaje, donde se ejecuta una actividad arqueológica y donde no puede
afirmarse a priori, que corresponda a un sitio arqueológico (Obregón, Agudelo y Hernández, 1998).
34

aterrazamiento durante esta época; dado el tamaño considerable de la planada que


constituye La Querida, más ciertas condiciones generales de abundante oferta de recursos
agrícolas, de bosque y agua; hacia finales de este periodo, bien pudo existir un pequeño
centro de población con algunas pocas viviendas dispersas sobre las suaves laderas,
contexto dentro del cual podrían explicarse este tipo de alteraciones antrópicas
identificadas en el área de excavación.

Si bien se identificaron algunos granos de polen de Zea mays, estos forman parte
integrante de los flujos que contribuyeron a la conformación de un horizonte con
abundante roca angulosa, en sus niveles más profundos. No ocurre lo mismo con el
registro arqueológico de los niveles superficiales de este estrato, donde se registró la
estructura que corresponde al denominado rasgo 17 y en la que se obtuvo una buena
cantidad de raquis de maíz, granos de maíz, posiblemente granos de frijol, cerámica y
algunos artefactos líticos. (Foto 2,3,4,5,6)

A finales de la primera mitad del primer milenio de la era cristiana, las óptimas
condiciones ambientales en La Querida habrían permitido una pauta de ocupación de
carácter permanente, por parte de grupos humanos con una fuerte vocación agrícola y un
modelo de subsistencia que dependía en alto grado del cultivo del maíz; concomitante con
esta situación, este periodo expone la mayor representatividad en la muestra de cerámica,
que de paso podría constituir un indicador del volumen de población que estaría
ocupando el lugar.

Son típicas para este periodo, vasijas del sistema alfarero Intermedio caracterizado por
presentar formas globulares de borde ligeramente evertido y labio plano o redondeado,
vasijas globulares de borde ligeramente evertido engrosado con decoraciones de líneas
incisas en el cuerpo y en el borde, vasijas subglobulares de bordes ligeramente evertidos
engrosados, con líneas incisas o puntos impresos; vasijas de cuerpo cilíndrico de base
ligeramente ensanchada y profunda en relación con la boca, descrita como “urna
cilíndrica” o “Urna columnar bulbosa” y asociada a contextos funerarios (Bruhns, 1990;
Otero, 1992; Santos, 1995; Obregón et al, 1998); vasijas aquilladas, con bordes evertidos
35

reforzados de silueta triangular, y sobre estos, bandas de pintura crema sobre engobe
rojo. (Plancha 3)

Además del cultivo del maíz, la economía de subsistencia de estos grupos pudo incluir el
aprovechamiento de otros recursos vegetales y de proteínas animales, a juzgar por la
obtención de algunos productos de talla, entre ellos, 8 lascas, 2 raspadores, 2 núcleos
agotados y 6 desechos de talla. Al lado de este material se obtuvo también una pequeña
muestra de artefactos relacionados con actividades de manipulación de vegetales, entre
los que se destacan 2 maceradores y 1 placa fragmentada, lo mismo que algunos cantos
rodados pequeños que por su forma, y tamaño se han asumido como instrumentos para
definir el acabado de las superficies en las vasijas de cerámica.

Entre tanto el proceso de ocupación que para este periodo se presentaba en La Querida,
tenía su expresión simultánea en otras regiones del departamento y del país; en un
ámbito regional más amplio puede decirse, que desde los primeros siglos de la era
cristiana, la ocupación simultánea de diversos ecosistemas en varios pisos térmicos a lo
largo de las vertientes de las cordilleras Central y Occidental en el departamento de
Antioquia, en la cuenca media del río Cauca y el macizo central antioqueño, condujo a una
progresiva especialización en la explotación de los variados recursos de fauna, flora y
minerales, y en consecuencia, al establecimiento de patrones de asentamiento acordes
con cada una de las zonas ecológicas ocupadas.

Diversos autores5 señalan que para este periodo, las sociedades agroalfareras que
ocuparon la región se caracterizaron básicamente por un tipo de organización
sociopolítica denominado cacicazgo que tiene su expresión arqueológica en una forma de
hacer cerámica denominada Marrón Inciso (Bennett 1944; Bruhns 1990).

5 Castillo (1988, 1992), Otero (1992), Santos (1993, 1995, 1998), Integral S.A. (1997), Martínez (1999), Agudelo, et.al.
(1998 - 1999).
36

Fotos 3, 4, 5, 6, 7 y 8. Vestigios recuperados en Rasgo 17: Raquis de maíz (2); granos de


maíz (3); granos de frijol (4); fragmentos cerámicos (5y 6); artefacto lítico (7)

Foto 3
Foto 2
Foto 4

Foto 6
Foto 5

Foto 7
37

Esta amplia cobertura geográfica por pisos térmicos y áreas geográficas diversas, permitió
a las sociedades que dieron origen a la tradición cerámica Marrón Inciso, una de las
principales expresiones arqueológicas de este periodo, el acceso a un amplio espectro de
recursos entre los que se destacan el oro y la sal, elementos que además de dinamizar
enormemente la existencia de contactos culturales regionales de gran escala, señala la
existencia de sociedades complejas de vocación agrícola y minera, con una pauta de
asentamiento diversa, que para el siglo V después de Cristo, habían ocupado una parte
significativa del cañón del río Cauca incluyendo la cuenca montañosa del río San Juan.

Para la cerámica Marrón Inciso, referente al material que identifica a este modelo de
sociedades se reconocen elementos formales y decorativos de gran homogeneidad que se
mantienen en el tiempo y en el espacio, permitiendo el establecimiento de una tradición
alfarera bien particular, que estaría reflejando la existencia de pautas culturales
fuertemente arraigadas, dentro de grupos sociales que controlaban un extenso territorio
que sin precisar límites, podría incluir al norte, las estribaciones de la cordillera Central
hacia el bajo Cauca antioqueño, la región montañosa del Viejo Caldas al Sur, las vertientes
orientales de la cordillera Central al Este y ambas vertientes de las cordilleras central y
occidental al Oeste.

Al lado de esta imprecisión debe decirse que de igual manera el ajuste cronológico de este
periodo de ocupación estaría por precisar; es de anotar que investigaciones recientes han
empezado a mostrar que el límite temporal podría extenderse hasta cerca de un milenio
antes de Cristo (Múnera, Monsalve y Botero, 1998).

Como una manera de dar sentido a la aparente homogeneidad representada en la


cerámica Marrón Inciso, Santos (1993), anota que se pueden identificar tendencias y
variantes en cuanto a las formas y la decoración, con mejor representatividad en algunas
áreas, lo que remitiría a la existencia de unidades sociales o políticas diferentes, o a
cambios sociales expresados en diferentes entornos geográficos a través del tiempo.

En este sentido se identifican dos variantes, una de ellas adscrita a la cuenca del Cauca,
con un área de influencia a través de las vertientes montañosas de las cordilleras central y
38

occidental del suroeste antioqueño en los municipios de Armenia Mantequilla, Heliconia,


Jericó, Andes, Jardín, Riosucio y Supía, los dos últimos en el departamento de Caldas. Las
evidencias que estarían relacionadas con esta variante se corresponden con el complejo
denominado la Sorga, caracterizado por la presencia de bandas de pintura crema en los
bordes, combinada con el engobe rojo oscuro y decoración incisa, asociadas a vasijas de
bordes evertidos y a vasijas aquilladas (Otero, 1992).

El hallazgo de cerámica con características similares en Santa Rita y en el municipio de


Támesis, hace extensivo en esta región del suroeste antioqueño, el territorio ocupado por
grupos humanos relacionados con este periodo de ocupación prehispánica de la región;
en efecto, las cronologías de algunos de estos contextos arqueológicos, con fechas de
200±50, 430±100, 480±30 y 570±40 después de Cristo, señalan una ocupación continua de
la zona entre los siglos II y VI de la era cristiana (Martínez, 1999), relacionándose ésta, con
la segunda fase de la ocupación dentro del modelo esquemático de periodización
propuesto para Santa Rita.

De todos modos, esta es apenas una propuesta en construcción, a la que poco a poco se
irán integrando nuevos datos de acuerdo con el avance de la investigaciones. Al respecto
resulta interesante la aparición de contextos cronológicos y culturales similares en la
región del viejo Caldas, en el municipio de Santa Rosa de Cabal (Siglo II d.C ). (Múnera y
Monsalve, 1997).

5.3. Fase Tardía

Los horizontes de suelo Ap1, Ap2 y Ap3 representan el contexto cultural que se
correspondería con una tercera fase de ocupación, cuyo límite temporal se extendería
aproximadamente entre el siglo IX y el siglo XVI de la era cristiana. Esta representada por
652 fragmentos cerámicos y 69 líticos; la base del horizonte Ap3 fue fechada en esta
investigación en 1060±50 antes del presente.

La transición entre este periodo de ocupación y el anterior, presenta como en otras


regiones del departamento, grandes vacíos de información. Si bien es relativamente clara
39

la adscripción de dos tradiciones cerámicas bien definidas a cada uno ellos, se desconoce
la naturaleza de las transformaciones culturales entre ambos; aunque a grandes rasgos la
información disponible, permite sugerir algunos elementos de continuidad relacionados
con algunos comportamientos culturales, como por ejemplo el patrón de asentamiento,
igual se identifican rasgos completamente diferenciados en los conjuntos alfareros, en el
aprovechamiento de diversos recursos, en las pautas funerarias y los sistemas de
organización social y política, situación que ha llevado a algunos autores a plantear la
existencia de modelos de sociedades con nuevos modelos de complejización social.

Este último periodo de la ocupación prehispánica en Santa Rita, se extiende entre los
siglos IX y XVI de la era cristiana, abarcando un lapso de tiempo de unos ocho siglos. En La
Querida, tal proceso se refleja en las evidencias culturales que integran los tres primeros
horizontes de suelo actual, identificándose hacia la base del horizonte Ap3, evidencias de
desarrollos agroalfareros tardíos que fueron ubicadas cronológicamente hacia el siglo IX
de la era cristiana (1060±50 a.p.) dentro de los que se destacan evidencias cerámicas
similares a las reportadas en la región del viejo Caldas, donde al momento sus pobladores
ocupaban una amplia zona de la cordillera Central entre las actuales ciudades de
Manizales y Pereira.

De acuerdo con los datos palinológicos, el comienzo de esta época estuvo marcado por
unas condiciones ambientales estables, leve descenso de los cinturones de vegetación
permitiendo inferir condiciones ambientales más frías que las actuales y un crecimiento
continuado de los indicadores de zonas abiertas, situación consecuente con una alta
representatividad de especies cultivables, a juzgar por las frecuencias de granos de polen
relacionados con la producción agrícola de Zea mays, Ipomoea batatas, Cucurbitaceae y
Passiflora.

A diferencia de otras épocas, en las que el registro arqueológico que representa cada fase
se observa menos ordenado, el periodo Tardío constituye una época de estabilidad
relativa en términos de las características del proceso de depositación del material
cultural, que de manera recurrente mantiene una posición horizontal, al parecer porque
40

este proceso tiene lugar en una superficie regular, que podría ser el resultado de un
pisoteo continuado, a diferencia de un contexto de acumulación de basuras, o
intervención por acción antrópica, donde el material arqueológico se encuentra en
diferentes posiciones.

Es posible que la intensidad en el ejercicio de las prácticas agrícolas en La Querida, en las


que al parecer el maíz tiene mayor protagonismo, se relacione con la necesidad de nuevas
áreas para el establecimiento de nuevos cultivos, en detrimento del deterioro de las áreas
de bosque, para el mantenimiento de una población creciente, supuesto que se apoya en
la obtención de dos fragmentos de hachas de mano, artefactos asociados con la tala de
árboles. El aumento demográfico es resaltado por algunos autores como un elemento
complementario que permite caracterizar a las sociedades que durante este periodo
habitaron diferentes regiones del departamento (Santos, 1993; Bermúdez, 1997).

De este momento de ocupación no se encontraron evidencias de rasgos producidos por


huellas de poste, áreas expuestas al fuego, concentraciones de carbón o piedras
quemadas que indicaran la presencia de hogares, lo que parece sugerir una utilización
diferencial del espacio con un área de trabajo separada del lugar de vivienda y de otras
actividades domésticas que debieron llevarse a cabo en otras zonas del aterrazamiento.

Debe destacarse que los horizontes de suelo relacionados con este periodo de ocupación,
registran las mayores frecuencias de artefactos líticos, alcanzando el 50.9% del total
obtenido, y de esta muestra, una buena proporción de productos de talla, como 12 lascas,
4 raspadores, 3 punzones, 6 núcleos agotados, y 28 elementos que podrían corresponder
a desechos del proceso de fabricación de éstos materiales, lo que indicaría la realización
de actividades económicas, complementarias de la agricultura, de la cual no obstante no
se registran herramientas, que bien pudieron ser abandonadas en otros lugares del
aterrazamiento.

Son típicas para este periodo de ocupación, vasijas del sistema alfarero Tardío,
representado en la vasijas subglobulares de bordes ligeramente evertidos y engrosados
41

con labios redondeados; vasijas globulares con bordes ligeramente evertidos adelgazados
de labio biselado o redondeado, vasijas aquilladas con bordes evertidos directos de labio
biselado y redondeado; cuencos aquillados de borde directo y labio biselado o
redondeado, con decoración incisa en diseños geométricos por encima de la quilla. Se
resalta el carácter culinario de buena parte de la muestra, lo que se infiere por el color de
las superficies y la presencia de costras de hollín (Plancha 4).

La categoría “Tardío” se ha utilizado de manera tradicional, para referirse por un lado al


periodo de ocupación prehispánico comprendido entre el siglo X de la era cristiana y el
momento de la llegada de los españoles, y de otro, para designar la aparición de nuevos
poblamientos con manifestaciones culturales distintas, que durante esta época habitaba
extensas regiones del macizo central antioqueño (Castillo, 1998).

En un contexto regional, estas sociedades estarían representadas en las producciones


alfareras “Inciso con borde doblado” identificada a lo largo del cañón del río Cauca
(Castillo, 1988; Botero, Monsalve y Múnera, 1998); “La Picardía”, en el valle medio del río
Porce (Castillo, 1998); “La Aguada” (Otero, 1992; Bermúdez, 1995), y otras simplemente
denominadas “estilo Tardío” en regiones del departamento como Valle del Aburrá
(Santos, 1995), municipio de Concordia (Bermúdez, 1997), y Abejorral (Monsalve, 1998).

Debe anotarse igualmente la importancia de la existencia de algunas producciones


alfareras, con centro de origen en la región del viejo Caldas, al sur del valle medio del
Cauca, relacionadas con grupos humanos que desde el siglo IX habían desarrollado
estrategias adaptativas, aprovechando las zonas templadas y frías de la cordillera Central
con suelos fértiles derivados de cenizas volcánicas. En La Querida, esta cerámica tiene su
expresión en la presencia de los complejos Cauca Medio y Aplicado Inciso,
contemporáneos entre sí, pero adscritos a zonas bien diferenciadas, cuya coexistencia
dentro del mismo contexto de excavación, o en espacios geográficos compartidos, podrían
estar señalando la existencia de contactos culturales, e intercambios dentro del territorio
en el seno de los grupos humanos.
42

Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta las zonas de mayor popularidad de las
producciones alfareras relacionadas con este periodo, se podría sugerir, una confluencia
de tradiciones culturales en La Querida, de grupos humanos en un proceso de expansión
desde el macizo central antioqueño, y desde el valle medio del río Cauca en la región
central del viejo Caldas, dando como resultado una diversidad de sociedades con
diferentes niveles de organización sociopolítico.
Tabla 4. Periodos de ocupación en el Suroeste antioqueño

Fase cultural Cronologías Santa Rita a.P. Otras cronologías a.C – d,C Fuente Contexto Evidencias Asociadas
6190 ± 70 4240 a.C. Agudelo, Santa Rita Cerámica con forma y decoración sin identificar
(Beta 114040) et. al. U.I.A – 014
1999
Temprano 5870 ± 100 3920 a.C. Agudelo, Santa Rita Cerámica con forma y decoración sin identificar
(Beta 116594) et. al. U.I.A – 014
1999
1640 a.C. Agudelo, Santa Rita Vasijas de bordes evertidos; superficies pulidas con
3590±70 et. al. U.I.A – 014 engobe rojo y Marrón, decoración incisa fina,
(Beta 116593) 1999 dentada estampada; bordes de silueta triangular
190 d.C. Agudelo, Santa Rita Vasijas de bordes evertidos; superficies pulidas con
1760 ± 60
et. al. U.I.A 022 engobe rojo y Marrón, decoración incisa fina,
(Beta 114043)
1999 dentada estampada; bordes de silueta triangular
1750 ± 50 200 d.C. Martínez, Támesis, Vasijas de bordes evertidos y vasijas aquilladas;
(Beta 122030) 1999 Sitio 9, E:III bandas de pintura crema en los bordes, combinada
con el engobe rojo; decoración incisa.
1570 ± 60 380 d.C. Otero, Jericó, Vasijas de bordes evertidos y vasijas aquilladas;
(Beta 70370) 1992 Abrigo 1 bandas de pintura crema en los bordes, combinada
con el engobe rojo; decoración incisa.
1550 ± 50 400 d.C. Agudelo, LQ C1-2Ab1, Final del horizonte (transicion)
(Beta 142342) et. al. R17
2000
Medio 1520 ± 100 430 d.C. Martínez, Támesis, Sitio Vasijas de bordes evertidos y vasijas aquilladas;
(Beta 122066) 1999 4, Rasgo bandas de pintura crema en los bordes, combinada
con el engobe rojo; decoración incisa.
1470 ± 30 480 d.C. Martínez, Támesis, Sitio Vasijas de bordes evertidos y vasijas aquilladas;
(Beta 122065) 1999 4, E:III bandas de pintura crema en los bordes, combinada
con el engobe rojo; decoración incisa.
1420 ± 70 530 d.C. Agudelo, U.I.A 022 Fragmentos cerámicos de superficies pulidas con
(Beta 114042) et. al. engobe rojo y Marrón, decoración incisa fina,
1998 dentada estampada; bordes de silueta triangular
1380 ± 40 570 d.C. Martínez, Támesis, Sitio Vasijas de bordes evertidos y vasijas aquilladas;
(Beta 122067) 1999 9, Entierro bandas de pintura crema en los bordes, combinada
44

Fase cultural Cronologías Santa Rita a.P. Otras cronologías a.C – d,C Fuente Contexto Evidencias Asociadas
secundario con el engobe rojo; decoración incisa.
1060 ± 50 890 d.C. Agudelo, LQ C1-Ap3 Comienzos de Ap3
(Beta 142341) et. al.
2000
990 ± 70 960 d.C. Agudelo, U.I.A 022 Cerámica con decoración
(Beta 114041) et. al.
1998
Tardío 980 ± 60 970 d.C. Agudelo, U.I.A 002 Vasija con características antropomorfas
(Beta 114038) et. al.
1998
320±60 1630 d.C. Agudelo, U.I.A 011 Bases con impresión de cestería, bordes con
(Beta 114039) et. al. decoración triangular impresión
1998
6. CONSIDERACIONES

La comprensión de los procesos culturales en el ámbito de las ocupaciones humanas


tempranas en la América tropical, está sujeta invariablemente a la interpretación del
contexto paleoambiental que hizo posible la presencia de grupos humanos; en cualquier
época, las condiciones climáticas han condicionado o favorecido el establecimiento de
estrategias de adaptación a cada entorno, de acuerdo a las condiciones generales para el
emplazamiento de los asentamientos y la oferta de recursos. Ante situaciones cambiantes,
los grupos humanos desarrollaron cada vez sistemas adaptativos, estrategias de orden
simbólico, tecno - económico y social para enfrentar las nuevas condiciones.

La diversidad ambiental de la cordillera Occidental con variaciones altitudinales que


permitieron una diversidad de ecosistemas y por tanto posibilidad de recursos variados,
junto con la presencia de suelos enriquecidos con la emisión de cenizas de los volcanes de
la cordillera Central, seguramente hicieron propicia la región para su desarrollo agrícola
desde épocas tempranas, a la vez que constituyeron un singular atractivo para el
asentamiento de diversos grupos humanos, en términos del establecimiento de nuevas
estrategias de adaptación a los diferentes ecosistemas; la disponibilidad de recursos en
hábitats diferentes (pequeños mamíferos, pesca, vegetales, materias primas para la
fabricación de herramientas), derivó no sólo en la adopción de nuevas dietas alimenticias,
sino también en el establecimiento de patrones de asentamiento acordes con estas
condiciones.

Todavía no es claro como se sucedieron las transformaciones, que derivaron en sistemas


de producción cada vez más dependientes del uso de recursos vegetales, que terminaron
con el establecimiento definitivo de un modo de vida sedentario; respecto de este largo
proceso, Langebaek (1992) anota que en parte esta situación se debía a que estos
recursos, menos eficientes en términos de energía permitían sin embargo una explotación
más predecible. Bajo este nuevo modelo económico, se desarrollaron las prácticas
alfareras, la expansión demográfica y un patrón de asentamiento más sedentario. Debe
anotarse que pese a todo, no hay una constante al respecto, ya que las respuestas en
46

regiones geográficas diversas no siempre fueron las mismas o no tuvieron la misma


magnitud.

Como se ha planteado, existen dificultades obvias para avanzar en interpretaciones


generales desde una escala de sitio; en este sentido, las inferencias de orden cultural se
desprenden exclusivamente de la información disponible para el efecto. Dentro del
esquema general propuesto, los datos permiten sugerir la existencia de sociedades
agroalfareras tempranas en la región, con un modelo de ocupación de carácter
sedentario; por las condiciones anotadas, el registro arqueológico sólo permite un
acercamiento a la existencia de niveles de complejidad social y política de los antiguos
pobladores del lugar, y a la comprensión de los elementos de continuidad y de cambio a lo
largo del proceso histórico social que estaría representado dentro de la columna
estratigráfica de La Querida.

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