En la formación sistemática de todo Policía, los objetivos programáticos
de las diferentes escuelas no garantizará el perfil del futuro Líder, que enmarcado en sus principios, virtudes y/o defectos definirá la calidad y excelencia de su educación, actitudes, conductas frente a cualquier desafió.
A medida que se asciende en la escala jerárquica, se hace más
compleja la formación, preparación de aquellos hombres que comprometerán voluntades y actitudes de toda una organización en función al mando, comando y conducción de una organización.
Dentro de los fundamentos que definen la figura del Líder la concepción
estructural de su personalidad desarrollada en función a su vocación de servicio a la institución resultará ser un elemento decisivo para la formación del Líder.
La enseñanza teórica y practica de los Policías en el difícil ejercicio del
mando, permitirá fundamentos que definan comportamientos, motivaciones, estímulos, esfuerzos y voluntades, que complementen con la formación técnica en puestos de mayor expectativa en cuanto a necesidades y prioridades que estarán definidas en su enseñanza práctica ya en función de comando, donde su experiencia será primordial para la toma de decisiones en la solución de problemas. El triunfo del Líder no depende de cometer fallas, sino de estar prevenido para hacer frente a sus consecuencias negativas. Todo Policía debe sentir la aspiración profunda de aprender en función a sus intereses, estímulos, vocación, su propia responsabilidad, su experiencia y a su personalidad para infundir confianza absoluta en sus hombres, que le seguirán aún en las condiciones más extremas.
“EL COMANDANTE ES EL ÚNICO ELEMENTO CON CAPACIDAD
PARA ADOPTAR UNA DECISIÓN, DESARROLLARLA Y HACERLA CUMPLIR, OBTENIENDO DE SUS HOMBRES OBEDIENCIA VOLUNTARIA, CONFIANZA, RESPETO, LEALTAD Y COOPERACIÓN ACTIVA Y PERMANENTE”, con fundamentos profesionales de “LIDERAZGO POLICIAL”