Así como Platón imaginaba que todo conocimiento no es más que remembranza, así Salomón expresó su sentencia de que toda novedad no es más que olvido.
Francis Bacon, Essays, LVIII
A través de la historia la capacidad del ser humano para utilizar
nuevas fuentes de energía ha definido el nivel de progreso alcanzado por la sociedad. Un vistazo a la historia revela la interminable cadena de eventos que, puestos en marcha por una innovación energética, permiten al hombre alcanzar nuevos hitos.
La incapacidad de las primeras sociedades para crear economías
avanzadas se debió en parte a su estricta dependencia en la fuerza humana. El apego total a la fuerza humano como energía limitó la capacidad productiva de la sociedad a la fuerza física humana.
La domesticación de los animales marcó un hito en la historia. El
valor del ser humano ya no estaría limitado a su fuerza: ampliar el horizonte energético permitió a la humanidad ensanchar límite de su progreso. El avance fue enorme: la fuerza animal permitió a la sociedad ampliar su capacidad productiva. Al ampliarse el horizonte energético se creó un suelo fértil para sociedades complejas, las grandes civilizaciones nacieron, el crecimiento humano no conoció fronteras: las pirámides en Egipto y el Coloso en Rodas, la rueda en China y la filosofía en Grecia.
La Edad Media no fue como su nombre parece indicar, un período
caótico y atrasado. Por lo contrario, el aporte del feudalismo medieval a la sociedad fue inmenso: la producción en exceso de los feudos hizo posible el comercio. Los centros comerciales de la Europa Medieval se convertirían en importantes ciudades como Estocolmo y Florencia. Alrededor de las ciudades medievales se desarrollaron las primeras universidades. Los importantes conocimientos desarrollados en las universidades medievales asentaron las bases para el renacimiento.
Las campanas del Humanismo Renacentista bastaron para iniciar la
cadena de eventos que reinventarían al ser humano y al mundo: la sociedad contemporánea sería creada. Montaigne, Bacon y Voltaire aportarían el motor ideológico; sin embargo, se necesitaría más que ideas para llevar a cabo la revolución: se necesitaría energía. Desde ese entonces, la evolución energética no ha conocido límites, la energía del viento dio a conocer América, la ingeniería y el cálculo de Newton aportaron al mundo la energía mecánica, el vapor permitió la revolución industrial; el petróleo transportó al mundo por tierra, agua y aire, los electrones "energizaron" al mundo, a un nuevo mundo.
El enfoque en la objetividad y la experimentación dio grandes
resultados jamás en la historia había en la humanidad conocido un período de tanta innovación tecnológica. La innovación energética tuvo un certero efecto: progreso. La humanidad se concentró en las ciudades, la industria moderna nació. El crecimiento económico derivado de la revolución industrial tuvo como eje central la energía: la energía de los barcos a vapor que permitió el comercio a gran escala; la energía mecánica que creó la industria, la energía del carbón que se utilizó para producir hierro; la energía que creó por que sin ella no hubiera existido la sociedad y la economía moderna.
El sistema de transporte desarrollado en los dos últimos siglos ha
permitido el transporte de mercadería de manera rápida, segura y económica; como consecuencia el comercio ha crecido en los últimos años con vertiginosa rapidez. Sin embargo, el esfuerzo realizado pora la humanidad para construir un sistema de transporte, no hubiera tenido sentido sí no hubiera existido la energía para impulsarlo.
El crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial fue
sorprendente, el mundo que emergió fue más fuerte que el de la preguerra. El progreso social y económico se dio en países ricos y pobres por igual, la accesibilidad y economía del pertróleo en el período de posguerra energizó al mundo, el progreso sería la consecuencia certera. Sin embargo, el mundo olvidó la importancia de la innovación energética. Las fuentes energéticas de la llamada Segunda Revolución Industrial mantuvieron su posición central en el sistema energético del siglo XX: los hidrocarburos no perdieron la corona. El mundo no aprovechó el período de prosperidad para crear nuevas fuentes de energía. La dependencia de los hidrocarburos probó ser dañina; cuando la OPEP en los setentas manipuló monopolísticamente el precio del petróleo, la humanidad se tropezó.
Más preocupante es aún la dirección que la cabeza del mundo
capitalista parece tomar cuando en su último plan energético promueve al carbón, como fuente energética "alternativa" y pone en duda la importancia del hidrógeno en su estrategia energética. Adicionalmente, "en pos de su economía", EEUU renunció al acuerdo multilateral firmado por las naciones desarrolladas para reducir las emisiones contaminantes.
La crisis energética que EEUU atraviesa es preocupante, los altos
precios de la gasolina han dañado su economía y la crisis energética en California interrumpe continuamente las actividades económicas del centro tecnológico y manufacturero de la nación. Es irónico entonces pensar que Intel esté sufriendo en sus oficinas centrales en California penurias más graves que las derivadas del sistema energético "subdesarrollado" del ICE La prosperidad de la última decada no ha sido aprovechada en el frente energéticio: la sobreinversión en "tecnología de punta" ha causado una subinversión inclusive en las viejas fuentes energéticas ; el crecimiento de la oferta del petróleo ha sido menor que el crecimiento en la demanda. Tres décadas después de la crisis de los setenta seguimos dependiendo del petróleo.
La alta dependencia de los hidrocarburos no parece disminuir en
EEUU la contribución hidroeléctrica al sistema eléctrico ha pasado de 1920 a 1990 del 40 al 10%. La construcción de nuevas plantas de fisión ha entrado en pausa desde el accidente de Chernobyll. Además, las prometedoras plantas de fuisión seguirán siendo un asunto de ciencia-ficción por al menos una década. Las más nuevas fuentes de energía, como la energía solar, la energía eólica y la energía geotérmica, todavía representan un porcentaje mínimo de la generación eléctrica mundial.
Sin embargo, los prospectos son mejores que lo que la situación
energética presente indica. Se cuenta ya con tecnologías poderosas, como las células de combustible que por medio de procesos electroquímicos producen energía al unir hidrógeno con oxígeno para formar agua; de esta manera prometen abastecer al mundo de energía ilimitada sin contaminación. Sin embargo, la barrera prinicipal para la innovación energética continúa siendo el alto costo de las nuevas tecnologías. Pero se el pasado da indicios acerca del futuro, los precios de las alternativas energéticas bajarán a precios competitivos y con el tiempo proveerán al mundo de energía producida con fuentes inagotables y sin producir contaminación.
La importancia de la renovación energética no puede ser exagerada:
la historia ha demostrado que importantes innovaciones energéticas traen consigo períodos de progreso humano y económico. Sin embargo, el efecto positivo de una innovación energética es limitado; esto obliga al hombre a continuamente buscar nuevas fuentes de energía para continuar ensanchando el límite de su progreso.
Puede concluirse de esta forma que el progreso económico de una
sociedad está íntimamente relacionado con el acceso que ésta tenga a nuevas formas de energía. Las nuevas tecnologías energéticas desarrolladas en los últimos cincuenta años no han sido ampliamente aceptadas; sin embargo, se espera en los próximos años, que una baja en el costo de las nuevas alternativas energéticas, cause una mayor aceptación. Con la historia como guía se puede esperar de los próximos años una época de progreso social y económico, como consecuencia de la aceptación de innovaciones energéticas.