Está en la página 1de 7

1

MOVIMIENTO POBLACIONAL CHILENO


1. Panorama historico

Sus orígenes, y realidad durante la dictadura militar

Los primeros síntomas de organización se vienen constatando a partir de 1906, cuando para paliar la falta de
vivienda el Estado crea los Consejos de la habitación popular. Pero no es sino hasta fines de los años
cincuenta, y debido al éxodo rural, al crecimiento demográfico, a la acelerada dinámica de la sociedad, junto
con la dualidad social, que nace en Chile el fenómeno de los cordones de miseria urbana alrededor de las
ciudades. La gente que emigraba se hacinaba en los lindes de las ciudades construyendo chozas o mediaguas
de latas, plástico o madera, apareciendo de un día a otro como “callampas” (de ahí se origina el nombre de
las poblaciones marginales).

Esta situación creó verdaderos conflictos y se fueron agudizando las reivindicaciones, tomando un carácter
de Movimiento Social, desarrollando formas de organización y métodos de lucha que tendrían su origen
fundador en la primera toma de terrenos en 1959, la que pasaría a llamarse “Población la Victoria”. Con el
tiempo estas tomas de terrenos se expanderían rápidamente y ya en 1970 se realizarían 220 tomas.
Paralelamente se crean los “comités de pobladores sin casa”, los “comandos de pobladores” y, en algunos
lugares, “las juntas de vecinos”.

Durante el periodo de la Unidad Popular este movimiento logró una gran importancia no sólo porque en
abril de 1970 el Congreso de “Pobladores sin Casa” unificó a este sector social, sino que además, porque
comenzó a ser considerado como uno de los sectores más radicales de la sociedad chilena, convirtiéndose en
un actor principal para las organizaciones revolucionarias de izquierda.

No es de extrañar, entonces, que la dictadura haya lanzado una represión feroz contra este sector social en
1973, tratando de acallarlo. Sin embargo, a pesar de esto, el movimiento de pobladores volvería a tomar
forma, primero, con el apoyo de la iglesia católica y la multiplicación de organizaciones solidarias que nacen
en su seno (ollas comunes, comedores infantiles, talleres productivos, grupos culturales, etc.). Más tarde, con
las organizaciones de carácter reivindicativo (comités de allegados, comités de defensa de los D.D.H.H ) y
estructuras locales de coordinación. Junto con esto nacería y comenzaría a tomar cuerpo la idea de ocupar
terrenos. En 1980 se hicieron los primeros intentos en Pudahuel y la Bandera, pero sin éxito, debido a la
brutal represión. Sería al calor de las primeras protestas de 1983 y la movilización masiva de pobladores de
diferentes zonas de Santiago, que el 22 de septiembre de ese año se constituyen los campamentos “Cardenal
Raúl Silva Henríquez” y “Monseñor Juan Francisco Fresno”.

Debido al empobrecimiento económico social y la marginación geográfica de los sectores populares, este
movimiento se fue fortaleciendo cada vez más y, en 1983, en Santiago se podía contar aproximadamente
alrededor de 494 organizaciones económicas populares (talleres productivos, organizaciones de cesantes, de
autoayuda, de allegados, etc.), unas 702 en 1984 y 1.103 en 1985. En noviembre de 1985 unos 220 mil
pobladores y pobladoras jóvenes y adultos participaban en organizaciones de base de diferentes tipos y, de
ellos, unos 3 mil participaban en las coordinadoras zonales y sectoriales.

Es necesario destacar el hecho de que la crisis de las políticas económicas de la dictadura había provocado
una inmensa exasperación social que había transformado a la mayor parte de las capas sociales en opositoras
al régimen. Pero el desplazamiento del eje de las luchas populares desde los centros de producción hacia las
poblaciones periféricas permite que la mujer asuma un rol protagónico en el seno de las familias populares,
2

en las organizaciones sociales y en ciertas prácticas productivas, ampliando el universo social reivindicativo.
Otro fenómeno interesante fue la incorporación de los trabajadores industriales a la lucha poblacional, como
sustitución de la lucha en su fábrica, que era prácticamente imposible por el control represivo en éstas.

Las organizaciones sociales poblacionales durante los gobiernos de la Concertación

Las características generales de marginalidad y pobreza no han variado en los sectores populares y, después
de 11 años de gobiernos concertacionistas, podemos hacer un catastro de la realidad en estos sectores a los
cuales se les han sumado algunas características no menos importantes, ya que dificultan sobremanera el
avance de cualquier organización social que intente ponerse en pie.

Durante el primer gobierno de la Concertación (Aylwin) y en un proceso de aparente triunfo político, muchos
dirigentes sociales que participaban en las poblaciones vinculados a las organizaciones sociales de base,
optaron por el “continuismo” y su “doble estándar”; más preocupados de repartirse los cargos políticos,
abandonaron el trabajo territorial que hasta ese momento había alcanzado un alto grado de organización.

La decepción por la cooptación de los dirigentes sociales por el sistema, transformándose en avales de las
políticas neoliberales del gobierno, facilitó el propósito de fondo del poder: la desarticulación del
movimiento social y en particular de los pobladores.

Pocas fueron las organizaciones sociales de base que sobrevivieron a esta avasalladora política de
desarticulación, lo que produjo un estancamiento general en las políticas de organización territorial. Fue sólo
a fines de 1995 y principios de 1996 que comenzó nuevamente a reconstruirse el tejido social en los
territorios, encontrando innumerables dificultades como por ejemplo, el tráfico y consumo de drogas, que ha
generado verdaderos carteles de delincuencia, manejado y dirigido hacia sectores que en el pasado se
destacaron en su lucha contra la dictadura. Esto abrió las puertas para que las políticas de seguridad
ciudadana fueran implementadas con el más absoluto rigor a través del poder local, municipios y juntas de
vecinos, sumándose, además, un clima de individualismo y apatía generado por los profundos problemas
socioeconómicos y la falta de participación en la búsqueda de soluciones colectivas.

Ante tan compleja realidad subsisten hoy diferentes organizaciones poblacionales, algunas directa o
indirectamente ligadas al poder local y otras autónomas y que por su carácter rupturista proponen alternativas
distintas, que más allá de algunas reivindicaciones puntuales proponen un cambio radical del sistema a través
de la organización y la lucha: centros culturales, bibliotecas populares, organizaciones de D.D.H.H, pre-
universitarios populares, tomas culturales, tomas de terrenos, ferias de trueques que ofrecen una alternativa
económica, etc.

2. Implementación de las políticas del Estado en los territorios

Las diferentes políticas de gobierno son implementadas en las poblaciones por medio de diferentes métodos y
organismos locales; haremos mención de por lo menos a dos de ellas, a nuestro parecer las más importantes:

a) Municipalidades o Poder local:

Los municipios son la expresión del Estado en los territorios (comunas), por lo tanto, estos reproducen las
políticas del gobierno central reforzando el sistema neoliberal y el control social en los territorios.

La estructura municipal contempla un alcalde, como máxima autoridad, un consejo compuesto por los
concejales, más un consejo económico social que asegura la “participación” de las organizaciones
3

comunitarias con personalidad jurídica de carácter territorial. Si bien es cierto dentro del CES participan
algunos dirigentes sociales, organizaciones juveniles, laborales, centros de padres, centros culturales y
deportivos, no tienen ningún poder de decisión, ya que su carácter es sólo consultivo.

Tomando en cuenta esta realidad, asumimos que las formas de agrupación de los pobladores frente al poder
local, como las juntas de vecinos, y, por consiguiente, las uniones comunales, son organismos sin poder de
decisión, por lo tanto, se convierten en meras reproductoras de las políticas del municipio, facilitando la falta
de participación y el estancamiento de las organizaciones sociales.

b) Juntas de vecinos

A partir de las primeras luchas que realizaron los pobladores por el derecho a una vivienda digna a fines de
los cincuenta, el Estado tuvo que reconocer estas formas de organización y participación popular y canalizar
sus demandas, con el fin de que no se generaran desbordes. De esta manera el gobierno de Frei Montalva
decide en 1968 promulgar la Ley de juntas de vecinos. Como es de suponer, esta decisión fue una medida
más restrictiva que participativa, ya que al constituirse dentro de un marco legal, las organizaciones
existentes se vieron cada vez más restringidas en su capacidad resolutiva y defensora de las problemáticas de
los pobladores, siendo subordinados y controlado por la institucionalidad vigente.

Hoy en día las juntas de vecinos están muy lejos de la organización social que les dio origen y actualmente
cumplen una función meramente administrativa, gestionando la infraestructura y los medios que el gobierno
entrega a la comunidad. Su convocatoria y aporte social se ha reducido a reproducir las políticas de gobierno
y colaborar con sus iniciativas.

A través de las juntas de vecinos se implementan las políticas de desarticulación social en los territorios. Para
ello, utilizan formas de organización que fueron creadas para combatir a la dictadura. Bajo la apariencia de
crear un clima de participación y desarrollo comunitario, el municipio implementa las medidas de seguridad
ciudadana elaboradas por la Fundación Paz Ciudadana y amparadas por el poder político y económico del
Estado.

De esta manera se instala en las poblaciones un estricto control de todas y cada una de las organizaciones
sociales existentes en el territorio y se estanca el proceso de reconstrucción social de carácter reivindicativo o
claramente crítico al sistema.

c) Plan Cuadrante

Es un mecanismo particular del control estatal en los territorios, elaborado por Carabineros y en cuya
implementación se busca el concurso de las juntas de vecinos y en general de las organizaciones sociales del
sector en cuestión. Para sus propios autores, esta iniciativa “ procura fortalecer lazos de amistad entre
ustedes (pobladores) y Carabineros” para viabilizar un “... programa de vigilancia que no sólo garantice las
aspiraciones de seguridad y buena convivencia, sino que además permita reconocer y solucionar los
problemas que les aquejan”.

Para tal efecto, según este Plan, el territorio jurisdiccional de cada comisaría está subdividido en sectores
claramente delimitados y que cuenta con información precisa acerca del número y características de las
actividades económicas y sociales más importantes, así como la realidad del mismo.

A cada una de estas áreas de acción se le ha asignado el nombre de Cuadrante, cuyo patrullaje estará a cargo
de “personal especialmente seleccionado”. Un cuadrante está fijado por variables cuantitativas y cualitativas
4

de acuerdo a índices sociológicos y culturales que permiten según la policía “inferir la actividad delictual de
que es objeto”, y comprende desde el diseño urbano (características geográficas, densidad poblacional) hasta
índices de actividades económicas y sociales realizadas en dicha área.

De acuerdo a los resultados de esos estudios, la policía determina el nivel de vigilancia en el sector y sus
requerimientos operativos, e incluyen:

1 Furgón con 3 Carabineros


1 Radiopatrullas con 2 Carabineros
1 Moto todo terreno con 1 Carabinero
1 Carabinero Montado
1 Carabinero a pie.

El carácter de control político-social se lee entre líneas en la fundamentación que entrega la policía a este
plan:

“Los cambios sociales nos indican que sólo trabajando juntos, unidos para prevenir el aumento de la
delincuencia y, de esta forma, vivir en barrio. Pero este objetivo requiere de esfuerzos compartidos de
hombres, mujeres, niños y nosotros, los Carabineros, que mediante una estrecha comunión podamos conocer
las características del sector en que usted vive, elaborando proyectos y planes de prevención que posibiliten
un servicio más eficiente”

Esa es la meta. Permitir y facilitar la integración de nuestra institución con la comunidad. Convertirnos en
fieles colaboradores en la resolución de aquellos problemas que afecten su calidad de vida y, por sobre todo,
generar un sentimiento de tranquilidad pública que potencie su sensación de seguridad.

Para ello, la policía pretende implementar este plan con la colaboración de los pobladores, juntas de vecinos,
centros juveniles, agrupaciones de padres y apoderados, de la tercera edad, directivas de colegios, etc.

Como vemos, este plan mira a largo plazo a partir de una constatación de las contradicciones sociales y sus
posibles efectos, y el concepto de delincuencia que hoy se aplica perfectamente puede extenderse, como ha
ocurrido antes, a toda expresión social y política contraria al orden establecido, que no sólo se le llamaría
delincuencia sino que también “terrorismo”. En fin, el concepto de “sensación de seguridad” puede pasar de
lo individual a lo político, es decir la seguridad del régimen, la que requiere vigilar, controlar y castigar, con
la ayuda de dirigentes poblacionales cooptados, a todos aquellos que podrían eventualmente afectarla.

d) Implementación de la política de Seguridad Ciudadana en los territorios

La creación de la Fundación Paz Ciudadana por Agustín Edwards obedece a la necesidad del sistema político
y económico de dar forma al concepto de seguridad ciudadana. Enmascara la política represiva del sistema
para enfrentar el peligro potencial que constituye la movilización social, que se genera por el descontento de
los sectores populares ante la aplicación de políticas económicas y sociales que fomentan el desempleo y la
pobreza.

Al triunfar la revolución cubana (1959), Estados Unidos, en su rol autoasignado de gendarme mundial, crea
un plan para enfrentar los futuros conflictos mundiales y procede a imponerlos en diversos países
latinoamericanos. Dicho plan divide los conflictos en tres categorías: 1. Conflictos de Alta Intensidad
(C.I.A.); 2. Conflictos de Mediana Intensidad (C.M.I) 3. Conflictos de Baja Intensidad (C.B.I).
5

En la década de los 70, proliferaron en el continente las dictaduras, quienes aplican las directrices de los
C.B.I. bajo la forma de Doctrina de seguridad nacional (D.S.N). En lo medular ésta concibe que el sistema
político y económico debe enfrentar a un enemigo interno que como producto de la aplicación de una política
económica brutalmente explotadora, puede derivar en una agitación social como consecuencia del
descontento de los sectores afectados por dichas medidas.

La aplicación de la doctrina de seguridad nacional por los gobiernos dictatoriales conlleva un modelo de
política represiva, cuyo resultado inmediato es la violación sistemática de los derechos humanos,
garantizando la impunidad a los agentes del Estado, dado que el régimen imperante carecía de organismos
fiscalizadores de su gestión por ser una dictadura.

La llegada de los gobiernos concertacionistas que pretende hacer creer al país que vive en proceso una
democracia real y participativa, imposibilita la aplicación descarada de la represión, por lo que se hace
imperioso crear otra forma de aplicación a esta doctrina, incorporando como apéndice de la D.S.N. el
concepto de seguridad ciudadana. Como pretexto de la lucha contra la delincuencia se aplica una política
represiva encubierta

La Fundación Paz Ciudadana propicia el endurecimiento de las penas, fomenta la creación de “policías
municipales” con vehículos que se desplazan por toda la comuna en un patrullar casi constante y cada cierto
tiempo entrega estadísticas en las que destacan el aumento de los delitos. Todo esto apunta falsamente a una
supuesta lucha contra la delincuencia, pero lo que realmente pretende esta organización y todas las medidas y
directrices, no es otra cosa que ejercer un férreo control sobre la población considerada como un potencial
enemigo que, como producto de movilizaciones reivindicativas, pudiera poner en peligro la estabilidad del
sistema.

Para poder lograr mejor su objetivo existen las Fiscalías Contra el Delito integradas por 24 municipios, que
trabajan de forma simultánea y coordinada en la implementación de esta política. Dichas fiscalías están
constituidas por un consejo directivo que es presidido por Fernando Castillo, Alcalde de la Reina (DC) ,
vicepresidente, Pedro Sabat, Alcalde de Ñuñoa, más un director ejecutivo que es Alberto Espina, ambos de
RN.

Lo anteriormente expuesto deja de manifiesto que las medidas adoptadas no han logrado controlar ni menos
reducir los índices de delincuencia, ya que ninguna de las iniciativas gubernamentales y de esta organización
atacan en definitiva el origen del problema. La Fundación Paz Ciudadana es un organismo para aplicar la
política represiva del sistema implementada por los gobiernos de turno para la desarticulación del
movimiento social.

3) Las O.N.G s (organismos no gubernamentales)

a) Antecedentes de las O.N.Gs durante la dictadura

En el período dictatorial (1973-1989), enmarcado en un contexto de duras condiciones económicas, políticas


y sociales y sumado a la grave represión contra las organizaciones de base y los partidos políticos de
oposición, surgen las ONGs que se expandieron con fuerza en la realidad chilena como instituciones de
carácter socio-político. Contribuyó a ello el fuerte apoyo económico y político de la cooperación
internacional, como una manifestación concreta del compromiso de buena parte del mundo con la
recuperación de la democracia y con la defensa de los derechos humanos en Chile, en su sentido más amplio.

Como es sabido, la política represiva del gobierno militar produjo una fuerte desarticulación de las
6

organizaciones sociales, la que se revirtió muy lentamente con el surgimiento de una multiplicidad de
organizaciones de base preocupadas de enfrentar numerosas necesidades no satisfechas por el Estado, junto
con constituir espacios alternativos al autoritarismo, la represión y la marginación, especialmente de aquellos
con menores recursos.

En este contexto, las diversas ONGs asumieron un carácter de apoyo, comprometidas y articuladas con las
organizaciones de base, siendo su principal objetivo el de impulsar el desarrollo de los incipientes
movimientos sociales.

Paradojalmente, no se dio entre las mismas ONGs un proceso de asociatividad. Si bien existieron relaciones
entre algunas, la mayoría de ellas tendieron a la dispersión e, incluso, a la competencia, lo que sin duda
afectó las posibilidades de apuntar hacia un proyecto colectivo a desarrollar con la llegada de la
“democracia”.

b) Antecedentes de las ONGs en la década de los 90:

Como lo mencionamos anteriormente, las ONGs participaron activamente en la lucha contra la dictadura y,
en ese sentido, a fines de 1989, con la instauración del primer gobierno de la Concertación, se generó en ellas
la sensación de que “se había ganado un lugar importante en la democracia” que se estaba iniciando. Esto se
sustentaba no sólo por la participación en procesos sociales y políticos para la conquista de la democracia,
sino también debido a que numerosas ONGs o algunos de sus miembros participaron activamente en la
elaboración de los Programas de la Concertación

Sin embargo, a muy corto plazo surgió el desencanto. La “democracia”, fuertemente condicionada por la
institucionalidad heredada de la dictadura, no cumplió con las expectativas que se habían generado, entre
otras, en lo que se refiere a la participación social. En estas condiciones, se produjo una evidente reducción
del espacio, tanto de las organizaciones de base como de las ONGs, con la consecuente desarticulación,
debilitamiento y desaparición de una parte importante del tejido social que había caracterizado y dado fuerza
al período anterior.

La cooperación internacional. a su vez, cambió radicalmente. Una parte se reorientó hacia el fortalecimiento
del nuevo”Estado Democrático” y una gran parte comenzó a retirarse. Ante este contexto, el financiamiento
de las ONGs empezó a depender cada vez más del Estado chileno, quien definió una política de asignación
de fondos que las ubicó como meras ejecutoras de proyectos y programas de corto plazo, definidos desde el
aparato estatal y manejados con criterios rígidos y burocráticos.

Los grandes cambios producidos en el escenario nacional, de orden económico y sociocultural, junto con la
escasa o nula respuesta del Estado y los problemas generados por las crisis económicas llevó a la gran
mayoría de las ONGs a un creciente proceso de pérdida de identidad y perfil.

Bajo estos antecedentes podemos definir que la función actual de las ONGs no va más allá de la influencia
sobre reducidas áreas de la vida social que disponen de recursos limitados por las condiciones permitidas por
el Estado neoliberal y la macro economía. Las ONGs y sus contingentes de profesionales (abogados,
profesores, sociólogos, etc.) compiten directamente con los movimientos socio-políticos por la influencia
sobre los sectores marginados (mujeres jefas de hogar, jóvenes en riesgo social, etc). Su ideología y práctica
desvía la atención desde la fuentes y las soluciones de pobreza. El efecto concreto es la fragmentación de las
comunidades pobres sectoriales incapaces de ver el contexto social que los aflige y, mucho menos, de unirse
para luchar contra el sistema.
7

La estructura y naturaleza de las ONGs con su postura “apolítica” y su preocupación por la autoayuda
despolitiza y desmoviliza a los sectores que pretenden organizarse. Refuerza los procesos electorales
impulsados por los partidos neoliberales y los medios de comunicación de masas. Se elude la educación
política acerca de la naturaleza del imperialismo, las bases de clase del neoliberalismo, las luchas de clase de
los trabajadores; en vez de eso las ONGs hablan de los “excluidos”, de “los sin voz”, de la “extrema
pobreza”, de “la discriminación de género” sin ir más allá de los síntomas, comprometiéndose así con el
sistema social que produce estas condiciones. Al incorporar a los pobres a la economía neoliberal, a través de
la creación de micro empresas, las ONGs crean un mundo político en el que la apariencia de solidaridad y
acción oculta una conformidad conservadora con la estructura de poder nacional e internacional.

Muchos de los antiguos dirigentes sociales, sindicatos y organizaciones de mujeres han sido cooptados por
las ONGs. La oferta es tentadora, remuneraciones elevadas, prestigio y reconocimiento por parte de los
donantes internacionales, viajes y acceso a redes de trabajo, equipamiento en infraestructura, seguridad
relativa ante la represión Las ONGs y sus financistas internacionales (Banco Interamericano de Desarrollo,
Banco Mundial) publican informes y boletines sobre experiencias exitosas de micro empresarios y otros
proyectos de ayuda, sin mencionar los altos promedios de quiebras y fracasos que se producen a medida que
baja el consumo popular o que las importaciones de bajo precio inundan el mercado y suben las tasas de
interés

Por último las ONGs nutren un nuevo tipo de colonialismo cultural y económico, y una nueva dependencia.
Los proyectos se crean o al menos se aprueban dentro de las “pautas” de prioridades de los centros imperiales
o sus instituciones. Ellos son administrados y “vendidos” a las comunidades. Las evaluaciones son hechas
por y para las instituciones imperialistas.

Sin embargo, y mientras las mayorías de las ONGs son instrumentos del neoliberalismo, hay una minoría de
ellas que logra desarrollar una estrategia alternativa que apoya políticas de clase y antiimperialista. Ninguna
de estas recibe fondos del Banco Mundial o de agencias gubernamentales europeas o norteamericanas. Ellas
mismas sostienen los esfuerzos de vincular a las organizaciones de poder local con las luchas contra el poder
del Estado.

Vinculan los proyectos locales con los movimientos socio-políticos nacionales que impulsan la ocupación de
tierras, que defienden la propiedad pública y el dominio nacional frente a las multinacionales. Entregan
apoyo político a los movimientos sociales involucrados en luchas para conseguir la expropiación de la tierra.
Solidarizan con las luchas de las mujeres con perspectivas de clase. Reconocen la importancia de la política
en la orientación de las luchas locales y creen que las organizaciones populares deben también luchar en el
ámbito nacional, y, que los dirigentes nacionales deben ser responsables ante los activistas locales. En una
palabra, estas ONGs no han perdido su identidad ni el norte para el cual nacieron y se han transformado en
un enemigo para el sistema.

También podría gustarte