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Así, si las fuerzas que se resisten al flujo son menores que la fuerza erosiva de éste, las
partículas de suelo podrán ser arrastradas por el agua. Este fenómeno puede originar serios
problemas en diversas obras de ingeniería.
Desde un punto de vista teórico, es posible establecer las condiciones de equilibrio del
suelo frente a fuerzas de filtración. Para ello, conviene evaluar tres situaciones posibles de
flujo vertical en un permeámetro. Se trata de un recipiente en donde se encuentra una masa
de suelo de altura 𝐿, que se supondrá constituido por una arena fina confinado entre dos
rejillas. Por encima del suelo existe una lámina de agua libre cuya cota se mantiene en todo
momento (punto D). Por debajo del suelo el permeámetro se conecta a un conducto que
termina en otro recipiente anexo, siempre lleno de agua (hasta el punto A). Finalmente, desde
el interior de la masa de suelo se pueden disponer unos piezómetros abiertos (P1, P2 y P3).
Tomando como plano de referencia (z=0) la cota inferior de la masa de suelo resulta sencillo
controlar en todo momento las alturas piezométricas.
a) Condiciones hidrostáticas
La cota de agua del recipiente anexo (A) se hace coincidir con la cota de agua
en el permeámetro (D), de modo que las condiciones son hidrostáticas, sin flujo de
agua.
ℎ𝐴 = ℎ𝐵 = ℎ𝐶 = ℎ𝐷
b) Flujo ascendente
Con las relaciones anteriores se observa que en la situación de flujo ascendente las
presiones intersticiales en la masa de suelo son superiores a las de la condición
hidrostática. En el caso de los esfuerzos totales, éstos no han sufrido variación alguna
(se mantiene la misma altura de suelo saturado y la misma lámina de agua CD).
Entonces, el esfuerzo efectivo en el punto B disminuye.
𝜎𝐵′ = 𝜎𝐵 − 𝑢𝐵 = [𝛾𝑤 ∆𝐿 + 𝛾𝑠𝑎𝑡 𝐿] − [𝛾𝑤 𝐿 + 𝛾𝑤 ∆𝐿 + 𝛾𝑤 ∆ℎ] = 𝐿(𝛾𝑠𝑎𝑡 − 𝛾𝑤 ) − 𝛾𝑤 ∆ℎ