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La filosofia moderna tiene la intención de llegar a los mismos términos de implicación

intelectual para resolver problemas que surgen por la revolución científica y abarca a
grandes pensadores desde la época del Renacimiento desde el siglo XIV hasta alrededor
del año 1800.

La filosofía moderna nace como un quiebre del pensamiento establecido en la Edad Media
con la aparición de los humanistas y de los movimientos renacentistas.

El racionalismo es una corriente filosófica que acentúa el papel de la razón en la adquisición


del conocimiento. Contrasta con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre
todo el sentido de la percepción.

El racionalismo se desarrolló en Europa continental durante los siglos XVII y XVIII.


Tradicionalmente, se considera que comienza con René Descartes y su expresión «pienso,
luego existo». Descartes decía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias
y también de la filosofía. Descartes aseguraba que solo por medio de la razón se podían
descubrir ciertas verdades universales, contrario en su totalidad a la idea que manejaba el
movimiento empirista.

El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia y la evidencia,


especialmente la percepción sensorial, en la formación de ideas y adquisición de
conocimiento, sobre la noción de ideas innatas o tradición.[1]​ Para el empirismo más
extremo, la experiencia es la base de todo conocimiento, no solo en cuanto a su origen sino
también en cuanto a su contenido. Se parte del mundo sensible para formar los conceptos y
estos encuentran en lo sensible su justificación y su limitación.

El empirismo, bajo ese nombre, surge en la Edad Moderna como fruto maduro de una
tendencia filosófica que se desarrolla sobre todo en el Reino Unido desde la Baja Edad
Media. En la Antigüedad clásica, lo empírico se refería al conocimiento que los médicos,
arquitectos, artistas y artesanos en general obtenían a través de su experiencia dirigida
hacia lo útil y técnico, en contraposición al conocimiento teórico concebido como
contemplación de la verdad al margen de cualquier utilidad.

Se suele considerar en contraposición al racionalismo, más característico de la filosofía


continental. Hoy en día la oposición empirismo-racionalismo, como la distinción
analítico-sintético, no se suele entender de un modo tajante, como lo fue en tiempos
anteriores, y más bien una u otra postura obedece a cuestiones metodológicas, heurísticas
o de actitudes vitales, más que a principios filosóficos fundamentales.

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