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Marimba de chonta y

poscolonialidad
musical *
nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 56-69

Oscar Hernández Salgar**


Este artículo rastrea la manera en que los imaginarios coloniales de lo musical, entre los cuales se cuentan el
“blanqueamiento” sonoro y las visiones científicas de la música, sentaron las bases para la construcción de las diversas
formas en que los colombianos se relacionan hoy con la música. La cara poscolonial de estos imaginarios se encuentra
en discursos como el multiculturalismo y la world music que obligan a las músicas tradicionales a debatirse entre la
inclusión y la exclusión, el deseo y el rechazo.
Palabras clave: música en Colombia, blanqueamiento musical, poscolonialidad musical, world music, etnomusicología,
marimba de chonta.

Este artigo rastreia a maneira em que os imaginários coloniais do musical, entre os quais se incluem o “branqueamento”
sonoro e as visões científicas da música, assentaram as bases para a construção das diversas formas em que os colombia-
nos se relacionam hoje com a música. A cara pós-colonial destes imaginários se encontra em discursos como o
multiculturalismo e a world music que obrigam às músicas tradicionais a debater-se entre a inclusão e a exclusão, o
desejo e a rejeição.
Palavras-chaves: Música na Colômbia, Branqueamento musical, Pós-colonialidade musical, World Music,
Etnomusicologia, Marimba de chonta.

This article traces the way the colonial imaginaries of musical, among them the “whitening” of sound and the
scientific visions of the music, were the bases to the construction of the different ways in which Colombian people relate
with music today. The postcolonial face of these imaginaries is found in several discourses such as multiculturalism and
the world music that make traditional music to debate among inclusion and exclusion, desire and rejection.
Key words: Colombian music, musical whitening, musical postcoloniality, Word Music, ethnomusicology, marimba
of chonta.

ORIGINAL RECIBIDO: 20-X-2006 – ACEPTADO: 9-II-2007

* Este artículo es producto de la investigación “Material didáctico para abordar el estu-


dio de la música de las costas colombianas, Vol. 2. La música del conjunto de marimba
del sur del Pacífico colombiano”, financiada por la Universidad Javeriana y ejecutada
por el grupo de investigación de músicas autóctonas colombianas, Departamento de
Música, Facultad de Artes - Universidad Javeriana, Bogotá.
* * Maestro en Música, Especialista en Estudios Culturales. Profesor del Departamento de
Música de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. E-mail: oscar.hernandez@
javeriana.edu.co

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E n los últimos años se ha ve-
nido consolidando en Latinoamé-
90, momento en el cual se comen-
zó a vivir un retorno de lo reprimido
tal»” (Castro-Gómez, 2005a: 47).
Desde enfoques como el liberalismo
rica una red de estudiosos de las musical que ha marcado la rela- hobbesiano o el materialismo histó-
ciencias sociales conocida como ción de las músicas locales colom- rico, esta serie de cambios en las re-
teoría poscolonial latinoamericana. bianas con la dinámica de la world laciones de producción es el aspecto
Esta red, de la que hacen parte music y la industria discográfica más importante del proceso coloni-
autores como Walter Mignolo, En- global. Por último, intentaré mos- zador. Sin embargo, según Aníbal
rique Dussel, Aníbal Quijano y San- trar –a través del ejemplo de la Quijano, estos análisis cometen el
tiago Castro-Gómez, toma algunos música del conjunto de marimba error de asumir que los ámbitos de
referentes de la teoría poscolonial de chonta– cómo este cruce de existencia social diferentes al trabajo
desarrollada en la academia estado- discursos constituye lo que podría –como el sexo, la raza, las tradiciones
unidense por teóricos como Homi denominarse la poscolonialidad mu- culturales, etc.– son homogéneos y/
Bhabha, Gayatri Spivak y Edward sical colombiana. o se dan como resultado de la inter-
Said, pero se diferencia de ésta úl- vención de factores ahistóricos, es
tima en varios aspectos, especial- decir, se piensan como dados y na-
mente relacionados con la forma Algunas herramientas turales2. Para este autor es entonces
en que se entiende el inicio de la de la teoría poscolonial necesario buscar una instancia que
modernidad y su relación con la latinoamericana permita entender de qué manera un
expansión colonial europea (Castro- conjunto de elementos, que son his-
Gómez, 2005a). Uno de los principales aportes tóricamente heterogéneos, llegaron
de la red latinoamericana de estu- a comportarse como una totalidad
El primer objetivo de este dios poscoloniales está en la crítica social histórica en la experiencia de
artículo es describir, a la luz de los al mito según el cual la modernidad poder del mundo eurocentrado. La
principales aportes de la teoría sería un “fenómeno exclusivamen- respuesta está en el uso de la raza
poscolonial latinoamericana, la te europeo”, basado en las “cualida- como un medio para la clasificación
manera como operó la coloniali- des internas únicas” de la civilización social a partir del descubrimiento de
dad musical en Colombia. La tesis allí desarrollada (Castro-Gómez, América. En palabras de Aníbal
que trataré de defender en las pá- 2005a). Por el contrario, los rasgos Quijano:
ginas siguientes es que dicha colo- que caracterizan el proyecto moder-
nialidad, entendida en términos de no a nivel político, social y episté- La “racialización” de las relacio-
dominación racial y epistémica, mico tuvieron como condición de nes de poder entre las nuevas iden-
sentó las bases para las diversas y posibilidad la creación, adminis- tidades sociales y geo-culturales,
conflictivas maneras en que los tración y control de un otro consti- fue el sustento y la referencia
colombianos se relacionan actual- tutivo que le permitiera a Europa legitimatoria fundamental del ca-
mente con la música, sea esta tra- identificarse a sí misma1. Así, sólo a rácter eurocentrado del patrón de
dicional, popular o académica. partir del encuentro con América se poder, material e intersubjetivo.
Para ello, haré en primer lugar un hizo necesario que las potencias eu- Es decir, de su colonialidad. Se
breve recorrido por la teoría pos- ropeas empezaran a racionalizar el convirtió, así, en el más específi-
colonial latinoamericana y utiliza- manejo de los recursos humanos, co de los elementos del patrón
ré algunos de sus aportes más técnicos y financieros destinados al mundial de poder capitalista
importantes para identificar los proyecto colonizador, tanto como eurocentrado y colonial/moderno
imaginarios sobre lo musical que los provenientes de las colonias. Lo y pervadió cada una de las áreas
fueron incorporados por la elite anterior tuvo un gran impacto eco- de la existencia social del patrón
criolla ilustrada en la Colonia. En nómico pues “generó la apertura de de poder mundial, eurocentrado,
segundo lugar, explicaré cómo di- nuevos mercados, la incorporación colonial/moderno (Quijano,
chos imaginarios se perpetuaron de fuentes inéditas de materia pri- 2000: 374).
durante los siglos XIX y XX hasta ma y de fuerza de trabajo que
la aparición del discurso del multi- permitió lo que Marx denominó La colonialidad del poder es en-
culturalismo en la década de los «acumulación originaria de capi- tonces una noción que explica la

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centralidad de la raza y de la clasifi- punto de vista” (Castro-Gómez, ropeo, sólo se hizo posible como
cación social en el patrón de poder 2005b: 59). Al estar ubicados en un proyecto con el inicio de la coloni-
mundial. Según esta propuesta teó- punto cero epistemológico, los eu- zación española. Esto implicó el
rica, los diferentes ámbitos de la exis- ropeos veían a las sociedades nativas ejercicio de una serie de violencias
tencia social están permeados por la americanas ancladas en el pasado, sobre los nativos americanos, entre
racialización como eje articulador de en el punto más bajo de una escala las cuales las más importantes para
las relaciones de poder. Esto inclu- imaginaria en la que Europa estaría este artículo son la violencia racial
ye, por supuesto, las distintas formas en el punto más alto. Según Castro, y la violencia epistémica, pues son
de pensamiento, subjetividad y “Observadas desde el punto cero, las que ocupan un lugar central en
creación artística. La no- la noción de colonialidad
ción de colonialidad del del poder desarrollada por
poder explica además có- Quijano. Dicha colonia-
mo la dominación euro- lidad se construyó a partir
pea tuvo un componente de la situación privilegia-
epistemológico, consisten- da que permitió a los es-
te en “imponer una ima- pañoles ubicarse en un
gen mistificada de sus punto cero de observación
propios patrones de pro- e imponer a los domi-
ducción de conocimientos nados unas formas de
y significaciones” (Quija- pensamiento que éstos
no, citado por Castro- naturalizaron en sus cos-
Gómez, 2005b: 63). En tumbres, en las relaciones
este tipo de dominación se sociales y políticas y en la
hace evidente una forma producción de conoci-
de violencia epistémica mientos y formas artísticas
que el filósofo Santiago en general. Lo anterior
Castro-Gómez ha aborda- sirve también para recor-
do a través del concepto dar que la colonialidad –
del punto cero. Esta noción entendida aquí como una
hace referencia a la incor- compleja relación de po-
poración de la perspectiva der entre colonizadores y
geométrica en la carto- colonizados cuyo princi-
grafía. Antes de este fenó- pal sustento es la diferen-
meno que empezó a darse cia de razas y de saberes–
en el siglo XVI, en los ma- es un fenómeno constitu-
pas sistemáticamente co- tivo de la modernidad y
incidían el centro étnico y Edward Walhouse Mark, Campesino de Iza. 1845. Acuarela sobre papel,
no una consecuencia de
el centro geométrico. Es 17,5 x 13,2 cm (Reg. 0084). Colección Banco de la República ésta como se ha pensado
decir, el dominador se si- tradicionalmente. Esta
tuaba a sí mismo como centro de la estas dos sociedades coexisten en el última idea ha provocado que
representación visual. A partir de la espacio, pero no coexisten en el autores como Hardt y Negri con-
llegada de los españoles a América, tiempo, porque sus modos de pro- cluyan que el tránsito de la moder-
el uso del punto cero de la perspec- ducción económica y cognitiva di- nidad a la posmodernidad significa
tiva geométrica facilitó la postu- fieren en términos evolutivos” (Ibíd., el fin del colonialismo (2001), pues
lación de “una mirada soberana que 37). se asume que en la última etapa del
se encuentra fuera de la representa- capitalismo globalizado ya no exis-
ción” y permitió a los europeos En resumen, la modernidad, te un “afuera” del Imperio. Sin em-
“adoptar un punto de vista sobre el que ha sido caracterizada tradicio- bargo, Walter Mignolo critica esta
cual no es posible adoptar ningún nalmente como un fenómeno eu- postura señalando que “la posco-

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lonialidad es la cara oculta de la Primer punto cero: Una respuesta se puede encon-
posmodernidad” y que “lo que la la urgencia del trar en el papel que tuvo la músi-
poscolonialidad indica no es el fin blanqueamiento ca en la evangelización de los
de la colonialidad sino su reorgani- musical nativos americanos. Si bien en al-
zación” (Mignolo, 2002: 228). En gunas crónicas se deja entrever
este sentido, la poscolonialidad, más En el año de 1834, Antonio algo de admiración por el aspecto
allá de ser un aparato teórico, es un Margallo, quien había sido organis- rítmico de la música indígena, es
término que hace referencia a las ta y último maestro de capilla de la reiterativa la idea de que para los
nuevas y sofisticadas formas de Catedral de Bogotá antes de la In- religiosos españoles la música de
colonialidad que operan en el mun- dependencia, publicó un panfleto los indios no era más que un pre-
do posmoderno, legitimando repre- en el que calificaba de “herejes” y texto para “idolatrar”, consumir
sentaciones que tienen efectos “serpientes protestantes” a los res- bebidas como la chicha y adoptar
reales en la construcción de suje- ponsables de haber traído el piano comportamientos alejados de la
tos y permitiendo la perpetuación y otros instrumentos a la ciudad, moral cristiana 3 . Por ejemplo, el
de las relaciones de poder estable- “en contra de la cultura basada en padre Juan Rivero escribía:
cidas por el aparato de dominación la religión «pura e intacta» defendi-
colonial. da por el «pontífice romano»” (Ber- Son grandes borrachos estos Gi-
múdez, 2000: 54). Este episodio es raras; ocho días con sus noches
Lo anterior conduce a las dos un ejemplo del papel que jugaba la se llevan de una sentada en sus
preguntas que constituyen el cen- música polifónica católica en el borracheras, y en ellas usan tam-
tro de este artículo. En primer lu- panorama musical de Santa fe de bién de sus instrumentos músi-
gar: ¿qué imaginarios sobre lo Bogotá en el siglo XVIII y princi- cos, y señalan por horas a los
musical se construyeron en Co- pios del XIX. En la actualidad, cuan- ministriles que los han de tocar
lombia con base en las relaciones do se utiliza el término “música (...) y tocando con violencia
coloniales? Para este punto me colonial en Colombia”, a pesar de veinte ó treinta juntos, ya se deja
apoyaré en las nociones de punto la multiplicidad de prácticas musi- entender qué horrorosa confu-
cero y de colonialidad del poder, con cales que sin duda se dieron en esta sión causará, y cómo les queda-
el fin de mostrar que el ideal de época, la mayoría entiende “músi- rán las cabezas, y más cuando al
limpieza de sangre de la elite crio- ca religiosa de la capital durante el mismo tiempo les llevan el com-
lla letrada no se limitó a un asun- período colonial”. Una prueba de pás los atambores, tan horribles
to de color de piel, sino que, ello la constituye el texto La músi- en el estruendo, que se oyen sus
partiendo de la clasificación racial, ca colonial en Colombia de Robert ecos y porrazos á cuatro y seis
se ancló en una serie de manifes- Stevenson (1964), que se limita leguas de distancia (…) van des-
taciones culturales, incluida la mú- casi exclusivamente a hacer un re- cargando golpes, con cuyo es-
sica. En segundo lugar: ¿cómo se corrido por la historia de la música truendo se les sube más presto la
han sofisticado y reorganizado de la Catedral de Bogotá y de sus bebida a los cascos. El moderar
estos mismos imaginarios en la úl- maestros de capilla. Encontrar do- estas borracheras, el estorbar las
tima etapa del capitalismo globali- cumentación sobre otras prácticas riñas y pendencias que á ellas se
zado? En este punto discutiré las musicales, especialmente aquellas subsiguen cuesta infinito traba-
repercusiones que los discursos del de los indígenas o de los esclavos jo á los Padres (1956: 118).
multiculturalismo, la biodiversidad africanos, es algo virtualmente im-
y la world music han tenido sobre posible. La pregunta que surge en- En este comentario, al igual que
las prácticas musicales obligándo- tonces es, ¿por qué, incluso en en muchos otros escritos de la épo-
las a debatirse entre una pureza exó- medios académicos, la música ca, se puede observar que para los
tica y una flexibilidad de estilo que de catedral se volvió sinónimo de cronistas, lo negativo de la música
se acerque lo suficiente a los len- música colonial en Colombia, al de los indígenas radicaba más en el
guajes musicales occidentales punto de invisibilizar cualquier uso social de ésta que en alguna
como para producir resultados otra manifestación musical de ese característica sonora. Si la música
comerciales. período? estaba ligada a la “barbarie” de los

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indios y servía para dar rienda suel- de sangre que se podían encontrar, tar de esta forma su posición en las
ta a su condición de “salvajes”, clasificándolos del más puro al más jerarquías de poder. Lo importante
entonces parte de la labor evange- impuro. Sin embargo, “ser «blan- es que esta clasificación no depen-
lizadora debía consistir en erradicar cos» no tenía que ver tanto con el día de la raza en un sentido fenotí-
este tipo de expresiones musicales color de la piel, como con la esce- pico, sino de la raza en un sentido
sustituyéndolas por otras que sirvie- nificación personal de un imaginario epistémico y social: “El capital sim-
ran para adorar al Dios “verdade- cultural tejido por creencias religio- bólico de la blancura se hacía patente
ro”, es decir, por la polifonía sas, tipos de vestimenta, certificados mediante la ostentación de signos
católica europea. En la Nueva Gra- de nobleza, modos de comporta- exteriores que debían ser exhibidos
nada, los primeros indios que apren- miento y (...) formas de producir y públicamente y que «demostraban»
dieron a leer por nota el públicamente la catego-
canto “llano y de órgano” ría social y étnica de
fueron los del pueblo de quien los llevaba” (Ibíd.,
Cajicá, provocando gran 84). De acuerdo con lo
admiración entre los vi- anterior, es probable que
sitantes europeos4. La ac- la sociedad en su con-
tividad musical de la junto, administrada por
Iglesia católica logró en- una elite criolla cuyo po-
tonces marcar a las músi- der estaba basado en la
cas tradicionales de los blancura, se preocupara
pueblos indígenas y ne- por esconder cualquier
gros como inmorales y sonido musical que se re-
“bárbaras” por estar rela- lacionara directamente
cionadas con contextos con las “malas razas” (in-
sociales totalmente dis- dios, negros, o lo que era
tintos de los que se con- peor, alguna mezcla entre
sideraban adecuados para ambos).
la enseñanza de la fe. Esta
valoración de las distin- Para los últimos años
tas manifestaciones musi- del período colonial, el
cales en los siglos XVI al paradigma de lo blanco
XVIII estaba basada en musical para los criollos
un aspecto eminente- de la Nueva Granada ya
mente religioso, pero en no era la polifonía católi-
el imaginario de la época ca ni la “música artística
debió servir como argu- urbana” europea. Los pri-
mento para legitimar y meros años de la época
reforzar la escala social que republicana se caracteri-
se construyó con base en zaron por un descenso en
Edward Walhouse Mark, Campesino de Sogamoso. 1845, acuarela sobre papel,
el ideal de pureza de san- 17,3 x 12,4 cm (Reg. 0087). Colección Banco de la República la producción de música
gre de los criollos. Cas- litúrgica y un aumento en
troGómez explica cómo, en la transmitir conocimientos” (Castro- el consumo de danzas como el vals,
sociedad neogranadina de la Colo- Gómez, 2005b: 64). Desde este la polka y la mazurca que se adap-
nia, la posesión de un certificado punto de vista, los argumentos re- taban fácilmente a los músicos e ins-
de limpieza de sangre (blancura) ligiosos en contra de las prácticas trumentos disponibles en ciudades
llegaba a ser mucho más importan- musicales negras e indígenas y sus como Santa fe de Bogotá y, a la vez,
te que la posesión de riquezas. En usos sociales, podían ser usados fá- permitían a los criollos exponer pú-
los “cuadros de castas” se estable- cilmente para marcar a alguien blicamente algún rasgo cultural de
cían claramente los dieciséis tipos como más o menos “blanco” y afec- origen europeo. Durante la prime-

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ra mitad del siglo XIX, el bambuco el proceso de búsqueda de una realmente conocido por nosotros
(una danza de origen triétnico), fue música nacional” (Bermúdez, 2000: sin la ayuda de las matemáticas”
el primer género en ser reconocido 170). La escogencia del bambuco (1971: xxxv; traducción libre).
específicamente como música na- como estandarte de la nación esta-
cional. Esto sucedió en parte gracias ba mediada entonces por la necesi- Esta legitimación de una músi-
al papel que varias fuentes le otor- dad de dotar al género de una ca europea ubicada en el punto
gan como un importante motivador sonoridad menos indígena o negra, cero de la observación científica,
para las tropas en la lucha inde- y más ligada a la tradición musical contribuye a la creación de una
pendentista que se dio entre 1810 europea, es decir, más blanca7. nueva escala valorativa para las
y 18305. Sin embargo, su proceden- otras músicas, que ya no depende
cia campesina y mestiza hizo que los de su uso social sino de las caracte-
bambucos siguieran siendo vistos Segundo punto cero: rísticas mismas del sonido. En este
como músicas marginales para la conocimientos expertos sentido, las músicas indígenas, ne-
elite letrada6. La preferencia de las y legitimación de los gras o mestizas ya no sólo son infe-
clases altas por algunas danzas de saberes musicales riores por estar relacionadas con
procedencia europea se puede ob- “malas razas”, “malos climas” o cos-
servar en la música que salía pu- Además de la escala valorativa tumbres “inmorales”, sino porque
blicada en los periódicos de las musical que se construyó como su producción no está mediada por
principales ciudades. El libro La correlato de la limpieza de sangre, un cuerpo de conocimientos cientí-
música en las publicaciones periódicas durante los siglos XVII y XVIII se ficos que las legitime. En su libro
colombianas del siglo XIX (1848- gestó en Europa un nuevo punto cero Vida de un músico colombiano, pu-
1860) de la investigadora Ellie basado en la influencia que tuvo el blicado en 1941, el compositor
Anne Duque, recoge piezas publi- racionalismo en los procesos de bogotano Guillermo Uribe Holguín
cadas en varios medios impresos producción musical. Uno de los declara que el lema del Conserva-
como El Neogranadino, El Mosai- personajes centrales de este movi- torio fundado por él sería el mismo
co y El Pasatiempo. En esta compi- miento es René Descartes, quien en que tenía la antigua Academia
lación se encuentran mazurcas, 1618 escribía en su Compendium Nacional de Música: “volver a lo
valses y polkas pero no hay un solo musicae: “La cualidad de cada nota antiguo”, pero aclara que la nueva
bambuco, pasillo o torbellino (Du- en sí misma (de qué cuerpo y por idea es “edificar sobre las bases de
que, 1998). Estos últimos géneros, qué medios ésta emana en la ma- lo viejo, mas de lo viejo bueno; to-
sin embargo, eran los únicos con el nera más placentera al oído) se en- mar el arte desde sus raíces, para re-
potencial para convertirse en la cuentra en el campo del físico” correr el camino completo hasta los
música representativa del país. (Descarte, citado por Weiss, 1984: descubrimientos del modernismo”
Pero, para cumplir ese papel era 189; traducción libre). Un siglo (Uribe, 1941: 89, cursivas añadi-
necesario reducir al mínimo sus ca- más tarde, Jean-Philippe Rameau das). En este comentario queda cla-
racterísticas indígenas y mestizas, escribió el primer tratado musical ro que la escala evolutiva de las
que probablemente se hacían evi- que recogía el racionalismo del ba- músicas es un imaginario que no
dentes en el uso de instrumentos rroco: Traité de l´harmonie, reduite a solamente es asimilado y adminis-
nativos como flautas de caña y tam- ses principes natureles. Su primer trado por las elites criollas desde el
bores. Una muestra de ello es la capítulo es una densa explicación siglo XVIII, sino que se incorpora,
publicación aislada en 1852 del físico-matemática de las consonan- en pleno siglo XX a las institucio-
“Bambuco – aire nacional neogra- cias y disonancias basadas en las nes de formación musical alcanzan-
nadino” para piano a cuatro manos, proporciones de la serie de armó- do una materialidad objetiva. El
de los compositores Francisco Boa- nicos. En el prefacio del libro, efecto concreto fue la exclusión
da y Manuel Rueda. Según Egberto Rameau escribe: “La música es una radical de cualquier tipo de música
Bermúdez, sólo a partir de este pun- ciencia que debería tener reglas que no fuera artística-urbana-euro-
to el bambuco “se desarrollaría definidas; estas reglas deberían ser pea, de los programas del Conser-
como género vocal e instrumental, deducidas de un principio eviden- vatorio Nacional de Música 8. El
y sería el principal componente en te y dicho principio no puede ser punto cero de lo científico musical

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aparece entonces como un nuevo específicamente en las reglas de la las músicas locales, especialmente
argumento para la legitimación de armonía tonal, legitimada científi- en las ciudades. Un ejemplo bien
la actividad musical formal y para camente por tratadistas como estudiado de este tipo de proceso
la exclusión, al menos en los círcu- Rameau. Según este imaginario, un lo constituye la música de la Costa
los académicos, de cualquier tipo género musical podía alcanzar cier- Atlántica colombiana que, a fina-
de música que no estuviera basada to nivel de legitimidad si hacía uso les del siglo XIX y principios del XX,
en los parámetros teóricos de la mú- de progresiones armónicas comple- cumplía con todas las condiciones
sica urbana-artística-europea, espe- jas (ojalá modulantes) y se apega- para ser excluida por primitiva e
cialmente en lo referente al uso de ba a reglas básicas de conducción ininteligible. El baile de la cumbia,
la armonía9. Así como la limpieza de voces. Por el contrario, una mú- por ejemplo, se asociaba con la
de sangre determina la posibilidad sica que se basara enteramente en mezcla racial entre negros e indios.
de ascenso social, el cumplimiento la reiteración de uno o dos acordes Los instrumentos utilizados eran
de los cánones europeos en el ma- “mal construidos” y “mal conduci- por lo general una flauta de millo,
nejo de la armonía podía llegar a dos” no podía ser otra cosa que dos gaitas acompañadas por tam-
determinar el grado de evolución música primitiva. Otro elemento bores, guache y maracas, y su es-
de un género musical. musical que también estaba media- tructura melódica se basaba en la
do por la forma europea de enten- reiteración de una melodía simple
Resumiendo los argumentos der el discurso tonal era la relación (Wade, 2002: 80-81). Ante estas
anteriores, se puede decir que la entre ritmo y métrica. El uso de condiciones sociales y musicales es
colonialidad musical en Colombia síncopas y acentuaciones que “ame- evidente que la cumbia no podía
operó a través de dos imaginarios. nazaran” la claridad de una orga- gozar de una muy buena reputación
El primero está basado inicialmen- nización métrica uniforme era en el interior del país, al igual que
te en el punto de vista religioso que percibido como una particularidad el porro, el vallenato y otros géne-
marca a las otras músicas por estar excesivamente local que podía di- ros tradicionales de la Costa Atlán-
relacionadas con un uso social que ficultar la comprensión de la músi- tica. Sin embargo, durante las
se aparta de la moral cristiana. Este ca, y reforzaba la idea de que los primeras décadas del siglo XX tu-
imaginario se complementó con el géneros mestizos podían ser artesa- vieron lugar algunos eventos que
ideal de limpieza de sangre, que nales, pero no artísticos10. iban a modificar este esquema jerár-
poco a poco fue construyendo a las quico: la Primera Guerra Mundial
distintas prácticas musicales como Lo importante de los imagina- (que generó un claro desplaza-
índices de un determinado lugar, rios coloniales sobre lo musical ca- miento del lugar de lo blanco do-
una determinada raza o mezcla ra- racterizados arriba, es que fueron minante, de Europa hacia el norte
cial y unas costumbres inmorales y/ naturalizados por la elite criolla de de América), la invención del cré-
o abiertamente sexuales (particu- los centros urbanos durante los si- dito y la formación de la primera
larmente en el caso de la población glos XVIII al XX, quedando de esta sociedad de consumo (Bell, 1977)
negra). Esto llevó a un imperativo manera incorporados en la cultura y la invención del fonógrafo junto
de blanqueamiento en las músicas musical del país como verdades “no con la popularización de la radio en
que se puede observar en el uso de susceptibles de ser cuestionadas”, el mundo (a partir de la década del
instrumentos musicales europeos y ya que estaban determinadas por la 30), que contribuyeron a la difu-
la incorporación de recursos armó- naturaleza misma de la música y de sión de músicas que habían sido tra-
nicos y texturales similares a los de la gente que la hacía. Esto produjo dicionalmente locales. En medio de
las danzas europeas de salón que todo un sistema de condiciones de este panorama, durante la década
estuvieron de moda en Bogotá du- inteligibilidad musical, que está ba- del 20 la música cubana tuvo un
rante la segunda mitad del siglo sado en primera instancia en los gran auge internacional, influyen-
XIX. El segundo gran imaginario a parámetros de la música urbana ar- do notoriamente en Norteamérica
través del cual opera la colonialidad tística europea, y que aún hoy se y los países del Caribe. Todos estos
musical en Colombia es el que se hace presente en la forma como se acontecimientos hicieron que
desprende de la consolidación de determinan los grados de cercanía Barranquilla, una ciudad que para
una ciencia musical, encarnada y familiaridad con que se perciben entonces era más cosmopolita que

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Bogotá, se convirtiera en la puerta y Bogotá. Sin embargo, el hecho de cial, conseguir un manager, organi-
de entrada de la industria fono- que la música europea de salón per- zar giras y conciertos dirigiendo la
gráfica a Colombia. La elite coste- diera fuerza no significa que se atención al aspecto escénico y el
ña, “orgullosa de su blancura, en acabaran los imperativos de blan- vestuario, sonar en emisoras de ra-
contraste con la negritud y la india- queamiento o de mediación de dio y grabar.
nidad de los sectores populares”, conocimientos expertos en la produc-
propició entonces la rearticulación ción musical. Por el contrario, se
de elementos musicales y no musi- podría decir que la esencia misma La década de los 90:
cales para “resignificar a la música de la colonialidad musical (es de- multiculturalismo,
costeña como un producto autén- cir, su carácter racial y epistémico) biodiversidad
ticamente regional pero también fue reutilizada por un nuevo agen- y world music
moderno, como un ritmo
con raíces negras, sólo que Durante todo el siglo
ahora vestido de frac, es XX muchas músicas mes-
decir, respetable y blan- tizas, negras e indígenas
queado” (Wade, 2002: colombianas se mantu-
135-136). vieron al margen del apa-
rato industrial porque no
En el caso de la mú- atravesaron procesos de
sica de la Costa Atlán- blanqueamiento y me-
tica se puede apreciar diación experta. En mu-
que, a pesar de las pro- chos casos, esto se debió
fundas transformaciones al aislamiento geográfico,
de principios del siglo pero en otros se debió a
XX, los imaginarios co- la popularización de los
loniales de lo musical no discursos que oponían
desaparecieron, sino que tradición y modernidad,
se adaptaron a las nuevas y veían el folclor como
condiciones sociales, eco- una forma de resistencia
nómicas y políticas. A me- a los desbordamientos del
dida que los medios de progreso. La creación de
comunicación adoptaron unas tradiciones musicales
una dinámica global, las que sirvieran para repre-
músicas que se volvían sentar románticamente a
hegemónicas fueron las las clases populares cam-
que alcanzaron una mayor pesinas, llevó a establecer
exposición mediática en una conexión positiva
el país, como el tango, el con un pasado estático:
son y las rancheras. Estos “los portadores del fol-
sonidos desplazaron a las clore fueron reducidos a
viejas danzas europeas Edward Walhouse Mark, Campesina de Guaduas. 1846. Acuarela sobre papel, un tiempo sin historia”
17,3 x 12,4 cm (Reg. 0071). Colección Banco de la República
como referentes inmedia- (Ochoa, 2003: 95). Así,
tos de lo musical. Lo anterior, su- te colonizador: la industria musical autores como Guillermo Abadía
mado al auge de las orquestas de transnacional. En adelante, los pro- Morales (1973, 1977) o Delia
música caribeña con formato de big cesos de blanqueamiento estarían Zapata Olivella (2002, 2003) ayu-
band durante los años 40 y 50, ayu- acompañados por otro tipo de daron a consolidar un catálogo ima-
dó a facilitar el ingreso de algunos transformaciones musicales necesa- ginario de culturas regionales que
géneros musicales de la Costa At- rias para adaptarse a los parámetros debían ser defendidas contra el
lántica a ciudades como Medellín de la industria: tener olfato comer- avance amenazador de lo foráneo.

HERNÁNDEZ SALGAR, OSCAR: MARIMBA DE CHONTA Y POSCOLONIALIDAD MUSICAL N ÓMADAS 63


Esta postura reproduce el imagina- mercialización de músicas “no oc- de salvar el mundo (Ulloa, 2001).
rio colonial, según el cual, las cidentales” (y/o no anglófonas), en Sin embargo, es claro que a pesar
músicas folclóricas coexisten espa- medio del cual los músicos “tradi- de esta nueva valoración positiva,
cialmente, pero no temporalmente cionales” descubren que es posible la relación colonial se mantiene a
con las músicas hegemónicas11. Las acceder al mercado discográfico y, través de una modificación en el dis-
músicas regionales se siguen asu- al mismo tiempo, algunos músicos curso, es decir, se convierte en una
miendo como el pasado inferior de “blancos” inician una búsqueda in- forma poscolonial de construcción de
las músicas más “artísticas” y me- cesante de sonoridades nuevas y sujetos que ya no está basada en la
nos “artesanales”, pero se busca exóticas que puedan tener algún exclusión, sino en la inclusión/exal-
caracterizar ese pasado como posi- resultado comercial. Esta dinámi- tación de lo otro. En el caso de las
tivo en términos de identidad. Al ca ha hecho que las músicas tradi- músicas locales, esta relación inclu-
hacer esto se le niega cualquier cionales experimenten un estímulo yente se manifiesta, por ejemplo, en
posibilidad de cambio a las expre- para salir del purismo folclórico. la creación de una categoría esté-
siones locales que se convierten en Ahora pueden ser escuchadas en tica abierta (lo “étnico”) que re-
una pieza de museo condenada al cualquier momento y en cualquier sume un discurso globalizado y
más estricto purismo. En Colombia, ciudad del primer mundo, pero pacificado de la otredad musical
son los festivales como el Mono para ello deben estar dispuestas a promovido por la world music
Núñez, o el Festival de la Leyenda modificarse (blanquearse) y acce- (Hernández, 2004)13. Pero el pun-
Vallenata, entre otros, los que se der a unos rasgos musicales deter- to que quiero resaltar aquí es que
van a convertir en guardianes de la minados por la industria (a través esta relación de inclusión/exalta-
pureza de las expresiones musica- de una mediación experta) 12. ción se enfrenta con un conjunto
les regionales. de condicionamientos impuestos
Esta relación conflictiva mues- por varios siglos de colonialidad
Este panorama cambia en la tra un funcionamiento similar al musical. El hecho de que las músi-
década del 90, cuando la aparición que se produce con la red mundial cas excluidas sean repentinamente
del discurso global del multicul- de la biodiversidad. Según Arturo valoradas como un recurso de ex-
turalismo empieza a tener un fuer- Escobar, esta red está atravesada por plotación por parte de músicos
te impacto en la formulación e una permanente tensión entre inte- blancos del “centro” (Richard Blair,
implementación de políticas cul- reses “globalocéntricos”, y aquellos Peter Gabriel), no quiere decir que
turales. El reconocimiento positi- de los movimientos sociales y las también sean repentinamente com-
vo de las etnias minoritarias a nivel comunidades locales. Las multina- prendidas y apreciadas por un
político, coincide con el auge de cionales farmacéuticas intentan público de la periferia que ha na-
las músicas locales en el mercado acceder a los conocimientos tradi- turalizado su rechazo (habitantes
discográfico global que venía en cionales indígenas con el fin de aho- promedio de ciudades como Bogo-
ascenso desde la década anterior. rrar costos en investigación, pero al tá o Medellín).
Según Steven Feld, fue precisa- mismo tiempo hacen gala de una
mente en los años ochenta cuan- vocación conservacionista y de pro-
do el discurso sobre las “otras” tección del medio ambiente. Por La música de marimba
músicas dejó de ser exclusivo de otro lado, las comunidades locales de chonta
la etnomusicología y pasó a ser del intentan resignificar el imaginario
dominio de la industria (1995: de la biodiversidad con el fin de de- La música más tradicional del
101). De hecho, fueron los repre- fender “todo un proyecto de vida”, sur de la Costa Pacífica colombia-
sentantes de la industria los que y no solamente los “recursos” bio- na es la que se interpreta con el
crearon la categoría de world music lógicos (Escobar, 1999: 245). En conjunto de marimba de chonta,
en el verano de 1987 en Inglate- medio de esta dinámica, los indí- conformado por los siguientes ins-
rra (Ochoa, 2003: 30). A partir de genas y los negros dejan de ser trumentos: una marimba, dos cu-
este punto, empieza a darse a ni- vistos como “sujetos coloniales sal- nunos, dos bombos y uno o varios
vel global un movimiento sin vajes” y se convierten en “actores guasás. Además de estos instrumen-
precedentes en la grabación y co- políticos ecológicos”, responsables tos el conjunto cuenta con una voz

64 N ÓMADAS NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


principal (glosador o glosadora) y plotación que podría traer benefi- marco de la balada-salsa, para
varias voces que alternan con ésta cios para la región, pero apelando renovar su repertorio, investigar
(respondedoras) (Arango 2006: 7). al mismo tiempo a un discurso de sus raíces y crear una nueva so-
Los géneros más comúnmente in- identidad. La ideología dominan- noridad más allá de la repro-
terpretados por este formato son te del festival Petronio Álvarez ducción folclórica (Valverde,
el currulao, la juga y el bunde. Du- contrasta claramente con el carác- 1997a: 3).
rante muchos años la música del ter conservacionista que tenían en
conjunto de marimba fue prác- sus inicios los otros festivales de Sin embargo, aunque el festival
ticamente desconocida para la músicas tradicionales del país: sí ha generado un efecto a nivel na-
mayoría de la población cional, éste ha sido más
colombiana. Todavía en de tipo académico que
Colombia, cuando se ha- comercial. Por ejemplo, el
bla de música de la cos- Departamento de Música
ta, por lo general se de la Universidad Jave-
piensa en algunos de los riana de Bogotá inició en
géneros populares de la el 2006 un proyecto de
Costa Atlántica (no Pa- investigación que busca
cífica) que ingresaron al elaborar un material di-
interior del país, como el dáctico para el estudio de
vallenato, el porro y la la marimba de chonta 14.
cumbia. Sin embargo, Adicionalmente, dentro
en el mes de agosto de del público que asiste al
1997, por iniciativa de festival, proveniente de
Germán Patiño, un fun- otras regiones del país di-
cionario de la Goberna- ferentes al sur del Pacífi-
ción del Departamento co, se cuenta una gran
del Valle, se convocó el cantidad de estudiantes
primer festival de músi- de música de nivel uni-
ca del Pacífico “Petronio versitario. A pesar de que
Álvarez”. Uno de los pro- ya se celebró la décima
pósitos del festival, se- versión, los medios masi-
gún se comentaba en una vos nacionales no han he-
revista universitaria de cho eco del impacto que
ese año, era “vincular el el festival tiene en las co-
[Departamento del] Va- munidades negras del
lle al Pacífico, no sólo en Pacífico. Al finalizar la
su infraestructura vial y primera versión, Umber-
económica, sino también to Valverde, uno de los
en el área cultural”. Pero jurados y director de la
también se buscaba, “lo- Edward Walhouse Mark, Campesino de la cordillera. 1845. Acuarela sobre papel, revista La Palabra de la
17,2 x 12,4 cm (Reg. 0086). Colección Banco de la República
grar que los músicos Universidad del Valle, se
consolidados en el país, quejaba así del comporta-
tomen la riqueza de esta música y El Pacífico, dicen los especialis- miento de los medios:
empiecen a trabajar y experimen- tas, es un mundo por descubrir.
tar con ella” (Marín, 1997: 5). De igual manera sucede con su Lamentable que otros medios,
Como se puede ver, se trataba de música. Es una alternativa para sobre todo los nacionales, man-
una iniciativa gubernamental las mismas orquestas del Valle del tengan este desprecio por las ma-
específicamente dirigida a utilizar Cauca y del País, que requieren nifestaciones culturales del
la música como un recurso de ex- de una propuesta para salir del Pacífico. Más que menosprecio,

HERNÁNDEZ SALGAR, OSCAR: MARIMBA DE CHONTA Y POSCOLONIALIDAD MUSICAL N ÓMADAS 65


esa discriminación. (...) Es la he- sa, la cual está influenciando dema- globalizado), y en un desplazamien-
gemonía de la costa norte [At- siado la interpretación de los ritmos to del punto cero epistémico (de las
lántica] en las manifestaciones tradicionales y arrasa con su senti- teorías científicas de la música a las
musicales que privilegian en la do musical” (Arango, 2006: 4). nuevas mediaciones tecnológicas,
televisión nacional y en las ca- económicas y sociales). Así, en el
sas disqueras. Es la explotación Ahora bien, si los músicos que nuevo universo creado por la in-
fácil del vallenato. Sin embar- hacen parte de las agrupaciones y dustria discográfica y los medios
go, la única vertiente musical que participan en los festivales tienen masivos, la escala valorativa de las
puede oponerse a la hegemonía de este tipo de dificultades con la com- músicas depende principalmente de
la música cubana dentro de la mú- prensión y asimilación de la orga- su nivel de mediación y de su capa-
sica latina bailable es la del Pacífi- nización métrica, es de esperar que cidad para interpelar a un público
co. Ahí está, intacta en sus raíces los oyentes potenciales en otras re- con suficiente poder adquisitivo15.
y sus instrumentos (Valverde, giones del país se resistan a sentir Por otro lado, en los medios masi-
1997b: 2, cursivas añadidas). como música bailable, géneros y vos generalmente se asocia lo baila-
sonoridades que han sido excluidos ble con géneros de la zona caribe
En este comentario se hace evi- y marcados durante siglos como como la salsa o el merengue. La
dente que la música del Pacífico, y locales, lejanos e incluso inferiores. música de marimba difícilmente
en particular la del conjunto de La música del sur del Pacífico ha aparecería en un comercial de tele-
marimba, mantiene una relación servido principalmente para apor- visión a menos que el mensaje tu-
conflictiva con la música de la tar elementos de fusión a algunos viera que ver específicamente con
Costa Atlántica colombiana que grupos que promueven una nueva una identidad étnica minoritaria.
pertenece a la zona de influencia música colombiana, más incluyente,
caribe. Esto se explica por el hecho en oposición al imaginario que ha Lo cierto es que, si bien la músi-
de que en Colombia, el término equiparado tradicionalmente el tér- ca de marimba empieza a ser reco-
música costeña se ha convertido en mino música colombiana con los gé- nocida entre los músicos jóvenes de
sinónimo de música de la Costa At- neros andinos “blanqueados” del las ciudades, sus posibilidades de
lántica. Pero además tiene que ver bambuco y el pasillo. Pero en los éxito en la cotidianidad de las emi-
con la influencia real que las músi- medios masivos de comunicación soras de radio y los sitios de baile
cas caribeñas han ejercido sobre la la música del Pacífico sigue siendo están enfrentadas a los imaginarios
cultura musical de los pueblos del prácticamente invisible. Aunque construidos de lo que en Colombia
Pacífico, especialmente en el De- críticos como Valverde se quejan se considera urbano, moderno y bai-
partamento del Chocó que, por de que esta exclusión obedece a lable, es decir, géneros como la sal-
cierto, está más conectado con el una actitud supuestamente cosmo- sa, el merengue, el vallenato y, más
mar Caribe (a través del río Atrato) polita, la invisibilidad de estas recientemente, el reggaeton. Y todos
que con los pueblos del sur del li- músicas también obedece a un estos géneros tienen en común as-
toral. Para los músicos de ciudades condicionamiento que tiene sus raí- pectos como la subdivisión binaria,
como Cali o Bogotá que se dedi- ces en el mundo colonial, y que si- la cercanía cultural a la zona de in-
can al repertorio de la Costa Pací- gue operando en medio de los fluencia del Caribe y la pertenencia
fica, es difícil interpretar esta música mecanismos posmodernos de la in- a circuitos específicos de la indus-
(especialmente los géneros de sub- dustria. La poscolonialidad consis- tria musical. Así, para poder vol-
división binaria) sin hacer sentir te en la reorganización de las marcas verse realmente masiva, como lo
alguna influencia de la salsa u otros raciales y epistémicas que constitu- quieren los organizadores del festi-
géneros caribeños. La antropóloga yeron la base de las relaciones de val Petronio Álvarez, la música de
Ana María Arango, quien realizó un poder coloniales. Tal reorganiza- marimba tiene que recorrer un lar-
trabajo de campo con el grupo Ba- ción consiste a su vez en un despla- go proceso de transformación que
hía, primer ganador del festival zamiento del punto cero racial (de puede implicar distintos tipos de
Petronio Álvarez, comenta que el la blancura europea a la blancura blanqueamiento, así como una
director de este grupo habla de la abstracta e invisible de quien con- mayor mediación tecnológica, so-
necesidad de “luchar contra la sal- sume la música en el mercado cial y económica. Esto con el fin de

66 N ÓMADAS NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


desprenderse de las marcas de Para ello deben enfrentarse a la re- las celebraciones. Por otro lado, Phillip
Bohlman comenta el caso del misionero
otredad y localidad que los imagi- lación conflictiva que la sociedad francés Jean de Léry, quien narra en sus
narios coloniales han producido colombiana aún tiene con las razas, escritos cómo se fue acercando paulati-
sobre su sonido particular. Este pro- regiones y músicas que negó duran- namente a la música de los tupinamba
yecto ya ha sido emprendido por te gran parte de su historia. En esa (que eran conocidos por su canibalismo)
hasta lograr una verdadera afinidad emo-
grupos como Bahía, que utilizan dificultad, precisamente, reside la cional con ésta (Bohlman, 2002: 3). Este
elementos novedosos como el uso poscolonialidad musical. último caso, sin embargo, es una excep-
de la batería para sustituir el efecto ción dentro de una fuerte tendencia a
asociar las músicas nativas con un salva-
rítmico del bombo y los cununos, jismo alejado de la verdadera fe.
o la inclusión de instrumentos aje-
nos a la tradición musical del sur Citas 4 Según la crónica del jesuita Mercado,
un músico religioso que fue invitado a
del Pacífico como bajo y guitarra celebrar la misa en esta localidad comen-
eléctricos, piano y cobres. Lo que 1 Aunque esta noción ya había sido utili- taba: “Padre mío, yo voy muy consola-
ellos buscan con estos experimen- zada por Edward Said en Orientalismo, la do y he dado mil gracias a Nuestro Se-
diferencia radica en que, según los teóri- ñor habiendo oído a estos niños porque
tos es, según Arango, “proyectarse cos latinoamericanos, las Indias occiden- tengo por cosa de milagro el haber sali-
fuertemente en la industria disco- tales constituyen la primera gran diferen- do con esta empresa de que sepan los
gráfica y de entretenimiento” cia con la que se encuentra el pueblo indios cantar” (Mercado, citado por
europeo y, si bien fueron asimiladas rápi- Perdomo, 1945: 19).
(Arango, 2006: 4)16. Sin embargo, damente como una prolongación de Oc-
están enfrentándose a la misma cidente más que como su opuesto, el des- 5 Según refiere Ignacio Perdomo, el gene-
ral Manuel Antonio López en sus Re-
disyuntiva que experimenta cual- cubrimiento hizo posible que Europa se
cuerdos de la guerra de la Independencia,
definiera como una unidad geopolítica
quier música local cuando intenta comenta que en la batalla de Ayacucho,
antes de la expansión colonizadora del
acceder al mercado discográfico: el siglo XVIII. En palabras de Walter al oírse el famoso grito de Córdoba ¡Ar-
exceso de mediación musical pue- Mignolo, “sin occidentalismo, no hay mas a discreción, de frente!, ¡paso de ven-
orientalismo” (Mignolo, citado por Cas- cedores!, “se lanzaron las huestes al com-
de amenazar el sentido identitario bate y la banda del Voltígeros rompió el
tro-Gómez, 2005b: 58).
de la música, pero al mismo tiem- bambuco, aire nacional colombiano con
po, un exceso de identidad puede 2 Quijano dice específicamente que, según que hacemos fiesta de la misma muerte”
los principales enfoques de la tradición (Perdomo, 1945: 55).
dificultar su asimilación por parte académica europea (anteriores al postmo-
de un público masivo. dernismo), todos los ámbitos de existen- 6 En la novela Manuela, del escritor
cia social están determinados por algún Eugenio Díaz, el protagonista (Demós-
principio organizador de la totalidad. Para tenes) defiende danzas como el vals, la
Lo interesante es que los pro- el caso del liberalismo hobbesiano, dicho varsoviana y la polca mientras que “des-
cesos de transformación que serían principio es la autoridad. Para el materia- deña los bailes de acerbo colonial practi-
necesarios para tener una circula- lismo histórico en cambio, la totalidad está cados por los campesinos y habitantes
determinada por las relaciones de produc- del pueblo, como el torbellino, el bambuco,
ción masiva a nivel nacional, no ción. Sin embargo, esto niega la hetero- la caña de los mestizos y la manta de los
son un imperativo para acceder a geneidad histórica de los diferentes ámbi- indios los cuales considera «contrarios a
mercados internacionales. Al fin y tos (Quijano, 2000: 347-351). la civilización»” (Bermúdez, 2000: 57,
cursivas añadidas).
al cabo para eso están los circuitos 3 El padre Joseph Gumilla escribe: “Y fue
de world music, que se basan en el cosa para mí muy rara, ver que ninguno 7 En primera instancia, puede parecer con-
de los muchos tonos que varían, sale de tradictorio que la misma elite que recha-
valor que se otorga al “sabor local” los términos del más ajustado compás, zaba las danzas de origen mestizo, busca-
de las músicas, y en el apetito que así en el juego de las voces, como en los ra fórmulas para convertir a estas mismas
esta característica ha generado en golpes de los pies contra el suelo” danzas en música nacional. Sin embar-
públicos del primer mundo. Gru- (Gumilla, 1955:119). De la misma for- go, en las músicas nacionalistas europeas
ma, en una de sus crónicas, Fernández de finales del siglo XIX se pueden adver-
pos como Bahía tienen sin duda un de Piedrahita comenta: “son tan acom- tir procesos similares. Lo que buscaban
público asegurado (aunque no ne- pasados que no discrepan un solo punto los músicos de elite o profesionales, en
cesariamente masivo) en países de en los visajes y movimientos, y de ordi- uno y otro caso, era absorber el espíritu y
nario usan estos bailes en corro asidos de la esencia de lo popular pero al mismo
Europa, Asia o Norteamérica. Sin las manos y mezclados hombres y muje- tiempo adaptarlo a un lenguaje musical
embargo, su agenda parece estar res” (Fernández, citado por Perdomo, universal. Lo interesante es que en el caso
más dirigida a la transformación de 1945: 8). Estos comentarios elogiosos en de compositores como Smetana o
cuanto a la precisión rítmica, con fre- Dvorák, lo musical universal estaba rela-
las valoraciones y gustos musicales cuencia vienen acompañados de una cionado con las técnicas orquestales y
de los públicos urbanos del país. censura en cuanto a la moral relajada de compositivas características de la música

HERNÁNDEZ SALGAR, OSCAR: MARIMBA DE CHONTA Y POSCOLONIALIDAD MUSICAL N ÓMADAS 67


artística urbana europea desde el clasicis- saber, para poderlo tocar bien” (Davidson, académico entre los miembros del grupo
mo vienés, mientras que, en el caso de citado por Bernal, 2004: 3). Sin embar- de investigación.
los compositores criollos colombianos, lo go, es precisamente esa particularidad rít-
mica la que va a convertirse en un valor 15 Es evidente que en el caso de la música
universal estaba más claramente repre-
musical a finales del siglo XX. de marimba, los patrones tímbricos, rít-
sentado por su referencia más inmediata
micos y armónicos de géneros como el
a lo europeo, es decir, las pequeñas dan-
11 Las músicas que aquí llamo hegemónicas currulao o la juga, hacen parte de un con-
zas de salón como el vals y la polka. son las que han sido consumidas prefe- junto semiótico que se podría caracteri-
8 En un ejemplo similar, en 1894 el Direc- rencialmente por las elites en cada mo- zar a través de palabras como: negritud,
tor de la Academia de Música de Ibagué, mento histórico, y que han servido para aislamiento y atraso, pero también raí-
don Temístocles Vargas, escribía así al crear efectos de distinción racial y ces, magia y tradición ancestral. Esta re-
Gobernador del Departamento del epistémica. Esto incluye tanto a las dan- lación semántica es el resultado de un
Tolima: “Debemos convencernos de que zas europeas de salón en el siglo XIX y largo proceso de incorporación de imagi-
estudiar la música, es como estudiar una principios del XX, como a las múltiples narios coloniales, pero también de la cir-
ciencia cualquiera. Hoy debido a don Jorge músicas populares del siglo XX que han culación de discursos que intentaron
W. Price, Director de la Academia Musi- tenido un mayor nivel de mediación y de contestar esos mismos imaginarios, como
cal Nacional de Bogotá se ha generaliza- exposición mediática en el país (tango, el folclorismo
do la verdadera enseñanza de la música bolero, salsa, rock, etc.). En esta lista tam-
16 En la página electrónica de la Biblioteca
entre nosotros; es decir, hoy se estudia bién se puede incluir la música académi-
Luis Ángel Arango es posible acceder a
verdaderamente la música como debe es- ca o clásica ligada a la tradición artística
algunos fragmentos de canciones del gru-
tudiarse; en esta ciencia, como en mu- europea, que empezó a tener un crecien-
po Bahía en formato mp3. La dirección
chas otras, reina mucho el empirismo, y te público entre las clases altas colombia-
específica es: http://www.lablaa.org/
llevamos la pretensión hasta querer ocu- nas durante el siglo XX y que en círculos
blaavirtual/musica/blaaaudio2/cdm/
par puestos sin los conocimientos nece- académicos todavía funciona como el
bahia/indice.htm
sarios; es decir, sin haber siquiera hojea- paradigma de lo musical.
do un libro elemental de Teoría y mucho
menos tener nociones primarias de la 12 Incluso en aquellos casos en que el soni-
Escuela de Alta Composición” (Citado por do musical no es alterado sustancialmente
Villegas, 1962: 28, cursivas añadidas). para su inclusión en un producto

9 Esto incluye desde la técnica de compo-


discográfico, el hecho de sacar a la músi-
ca de su contexto funcional tradicional,
Bibliografía
sición hasta la construcción de los ins- constituye una modificación importan-
trumentos. En una conferencia sobre la te. Lo anterior está relacionado con el ABADÍA, Guillermo, 1973, La música
música nacional pronunciada el 3 de agos- uso que Steven Feld hace del término folclórica colombiana, Bogotá, Universi-
to de 1923, Uribe Holguín señalaba que esquizofonía refiriéndose al “rompimien- dad Nacional de Colombia.
“el tiple es rudimentario y deficiente” to entre un sonido original y su repro-
pues, “para poder dar la función de tóni- ducción o transmisión electroacústica” , 1977, Compendio general de
ca en do, por ejemplo, se hace la combi- (1995: 97, traducción libre). folkclore colombiano, Bogotá, Instituto
nación de dedeo que hace mi, sol, do, Caro y Cuervo.
mi, fatal realización, por estar la tercera 13 Con esto no quiero decir que la world
music tenga como agenda explícita ofre- ARANGO, Ana María, 2006, “La música de
del acorde, nota modal, duplicada, cosa la Costa Caribe como un paradigma de
reprobada como lo sabe el estudiante de cer una visión pacificada de la diferencia
musical. Sin embargo, es inevitable que modernidad y globalización: el caso de la
armonía en su primera lección” (Uribe, música de fusión del Pacífico colombia-
1941: 138). discursos como el multiculturalismo, la
biodiversidad o la misma “música del no”, en: Laboratorio cultural. Revista vir-
En este comentario se advierte que lo mundo” conlleven una invisibilización tual de música colombiana. <www.
científico musical, utilizado como un de las tensiones que normalmente se pre- laboratoriocultural.org/revista/academia/
punto cero epistemológico, funciona sentan en cualquier situación de diferen- recursos/ponencia/colombianistas.htm>.
como argumento válido para sancionar cia étnica. En otras palabras, el hecho de Consultado el 10 de diciembre de 2006
la ilegitimidad de las músicas mestizas. que este fenómeno no sea necesariamen- BELL, Daniel, 1977, Las contradicciones cul-
En este caso, la crítica a las limitaciones te el proyecto político de mentes perver- turales del capitalismo, Madrid, Alianza.
de un instrumento musical como el ti- sas, no quiere decir que no esté relacio-
ple pasa por la imposibilidad de ejecutar nado con intereses económicos y políti- BERMÚDEZ, Egberto, 2000, La historia de la
en éste, música que obedezca las reglas cos a escala global que se benefician di- música en Santa fe y Bogotá (1538-1938),
de la armonía legitimada científicamen- rectamente de esta celebración de la di- Bogotá, Fvndación de Mvsica.
te. Y sin duda, a partir de este imagina- versidad. Precisamente en esto radica la
rio, el aspecto armónico es el que se va a necesidad de abordar el problema desde BERNAL, Manuel, 2004, “De el bambuco a
volver más importante a la hora de cla- el punto de vista de la teoría poscolonial. los bambucos”, en: Ana María Ochoa
sificar cualquier música en algún estadio (ed.), Anais do V Congresso IASPM, Rio
evolutivo. 14 No deja de ser diciente, en términos de de Janeiro, <http://www.hist.puc.cl/his-
colonialidad musical, que en la formula- toria/iaspmla.html>. Consultado el 5 de
10 Esto se puede apreciar en las polémicas ción inicial de este proyecto se señalara septiembre de 2006.
que se han generado alrededor de la trans- como uno de los objetivos el de “cualifi-
cripción del bambuco y que aún hoy sue- car” la música tradicional del Pacífico para BOHLMAN, Philip, 2002, World Music. A
len conducir a la conclusión de que este su ingreso al mercado. Esta postura se Very Short Introduction, Nueva York,
género “a más de poderlo leer se debe rectificó después de un acalorado debate Oxford University Press.

68 N ÓMADAS NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


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