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Sinopsis

Traducido por LizC

Corregido por Marce Doyle

¡L os dulces dieciséis de Kayla McHenry son una mierda! Su papá se


fue, sus calificaciones bajaron y su mejor amiga está saliendo con el
chico al que Kayla ha amado en secreto durante años. Al soplar las
velas, Kayla piensa: Me gustaría que mis deseos de cumpleaños en
realidad se hicieran realidad. Porque los condenados nunca lo hacen.

Kayla se despierta al día siguiente con un My Little Pony de tamaño


natural y de color rosa brillante fuera de su ventana. Luego, un año de
suministro de chicles llega. Un chico llamado Ken, con un parecido
inquietante con el muñeco del mismo nombre, la acecha. A medida que
los fantasmas de los deseos pasados de Kayla aparecen, la llevan en un
viaje salvaje... pero DEBEN DETENERSE. Porque, ¿cuándo tenía quince
años? Deseó que Ben Mackenzie la besara. Y Ben es el novio de su 2
mejor amiga.
Índice
Sinopsis Capítulo 21

Capítulo 1 Capítulo 22

Capítulo 2 Capítulo 23

Capítulo 3 Capítulo 24

Capítulo 4 Capítulo 25

Capítulo 5 Capítulo 26

Capítulo 6 Capítulo 27

Capítulo 7 Capítulo 28

Capítulo 8 Capítulo 29

Capítulo 9 Capítulo 30

Capítulo 10 Capítulo 31 3
Capítulo 11 Capítulo 32

Capítulo 12 Capítulo 33

Capítulo 13 Capítulo 34

Capítulo 14 Capítulo 35

Capítulo 15 Capítulo 36

Capítulo 16 Capítulo 37

Capítulo 17 Capítulo 38

Capítulo 18 Capítulo 39

Capítulo 19 Sobre el Autor

Capítulo 20 ¡Visítanos!
Capítulo 1
Traducido por LizC

Corregido por Marce Doyle*

L
a gente dice que soy el tipo de persona que ve el vaso medio vacío.
Supongo que tienen razón, porque nunca he entendido por qué
alguien puede ver un vaso medio lleno cuando claramente hay algo
que falta. Pero, de nuevo, tal vez sea porque me pasé el verano pasado
trabajando en un restaurante, y un vaso medio vacío significaba que me
estaba quedando atrás.

Así que tal vez es mi naturaleza pesimista, pero mientras me siento en


biología, dos filas detrás de mi mejor amiga, Nicole, no puedo dejar de
pensar en el secreto que tan obviamente me oculta. Estoy sosteniendo
mi lápiz cubierto de marcas de mordidas en un apretón de muerte
mientras la observo, cuando debería estar utilizándolo para copiar el
diagrama de células de la pizarra acrílica de enfrente. 4
Verás, Nicole, en toda su gloria de ser una persona que ve el vaso medio
lleno, no es buena guardando secretos. Por el momento, está evitando
por completo mis miradas, en lugar de tomar notas de biología como si
hacerlo estuviera pasado de moda, y la punta de su botín gris de
gamuza a la moda está dando golpecitos en el suelo de linóleo más
rápidamente que los latidos del corazón de un colibrí. Está jugando con
su largo cabello rubio, tirando de él delante de su cara de modo que no
puedo ver la expresión de sus ojos azules.

Aún no he decidido tampoco si voy a preguntarle de qué se trata.


Debido a que mi fiesta de cumpleaños es esta noche, y su secreto puede
ser algo increíblemente espectacular, lo que significa que sería mejor
como una sorpresa.

Aunque esto me lleva de nuevo al vaso medio vacío y el hecho de que


dudo mucho que sea algo espectacular. Nicole es una de esas personas
que se lee como un libro abierto. Y ahora mismo, ese libro está abierto
en la definición de nervioso. El resto de la clase se veía medio dormida,
inclinados sobre sus escritorios y portátiles. De hecho, estoy bastante
segura de que el sujeto de la sudadera con capucha de color azul
oscuro en la última fila en realidad estaba dormido.
Pero no Nicole. Nicole irradiaba más energía que una niña de dos años
en una borrachera de azúcar. Finalmente levantó la cabeza y miró hacia
mí, y esos ojos azules sorprendentes se abrieron de par en par cuando
me atraparon mirándola. Ella regresó a su cuaderno, garabateando
furiosamente. Ya sea que estuviera tomando algunas notas importantes
o escribiendo el próximo La Guerra y La Paz.

Suspiré y volví al Sr. Gordon, quien ahora estaba etiquetando los


componentes de su dibujo de la célula. Las desvanecidas palabras rojas
estaban revueltas, torcidas y a duras penas legibles. Su chaleco a
cuadros rojos y azules estaba un poco de lado, y ya estaba sudando,
periódicamente enjugándose su gruesa frente gris con el dorso de su
mano.

Dejé de escuchar en alguna parte alrededor de las mitocondrias, así que


ahora estaba perdida sin remedio alguno. Tener biología como clase de
primer periodo debería ser ilegal, porque no hay forma de que mi
cerebro esté a toda velocidad a las 7:50 am.

Ahogué un bostezo y miré por la ventana, dispuesta a que algo loco


pasara, como que el gran árbol, el sauce desnudo en el patio, se cayera.
O tal vez que un alumno de primer año corriendo a través del espacio se
resbalara con una de las hojas naranjas cubiertas de rocío y cayera, de 5
modo que tuviera que salir corriendo hasta allí y asegurarme de que
estuviera bien.

Cualquier cosa sería mejor que estar sentada aquí. Estábamos a sólo
un mes de nuestro segundo año, y cada día discurre más lentamente
que el anterior. Y la voz monótona del Sr. Gordon y los chirriantes
sonidos de los marcadores de pizarra no están ayudando en las cosas.

Me estiré y rasqué las medias de red que llevaba puestas. Tienen una
costura en el interior de mi rodilla y me estaban volviendo loca. Nunca
me había puesto estas cosas antes, y ya estaba lamentándolo. Creo que
podría quitármelas en el baño.

No es que esté tratando de ser toda una gótica o emo ni nada así,
tampoco. Simplemente disfruto de ser un poco menos como la oveja en
la parte superior de la escala social, si sabes a qué me refiero. La
primavera pasada, cuando Old Navy comenzó a transmitir aquellos
anuncios de vestidos de verano, lo presentaron por completo en un
alegre despliegue de feminidad. Puedo predecir sus ropas como si
llevara un tablero de la tendencia de ello. Todo lo que necesito es un
anuncio de Gap y un número de Seventeen, y tendré trazados todos sus
conjuntos para la próxima semana.
En ocasiones, cuando me siento particularmente valiente, incluso les
balo como una oveja, aunque ninguno de ellos parece entender lo que
estoy haciendo. Nicole por lo general se esconde detrás de un grupo de
casilleros o de la vitrina de trofeos y se ríe histéricamente, incitándome.

Así que me compré estas medias para usar con mí vestido Old Navy,
salvo que compré el vestido de marinero azul y blanco a rayas, aquel
que estuvo al 50 por ciento de descuento después de dos semanas
porque nadie lo estaba comprando. Y definitivamente hay una razón
para la que nadie lo estuviera comprando, porque cuando me lo pongo,
siento como si alguien va a gritarme: “¡limpia las cubiertas, marinero!”

Además, puesto que ahora es septiembre y no mayo, estamos a unos,


digamos, cuarenta y seis grados afuera. Probablemente debería haber
usado leggins, no redecillas, sobre todo no unas que pican y son
molestas.

Abrí mi carpeta y encontré mi pase para el pasillo. Casi termino todo un


mes sin usarlo, lo cual es un valor de diez puntos de crédito extra,
puntos que podría usar. Pero la comodidad vale la pena, al igual que
cincuenta millones de puntos, así que voy a utilizarlo.

Me acerqué a la puerta y deslicé mi pase en el buzón y luego fui en


dirección del cuarto de baño, mis zapatillas Converse negras
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rechinaban en silencio sobre el pasillo alfombrado. Mis pies son la
única parte de mí que estaban realmente cómodos, pero estoy a punto
de corregir ese pequeño problema. Sé que la gente dice que se supone
que hay que hacer sacrificios por la moda, pero estoy segura de que sólo
cuenta si en realidad estás tratando de estar a la moda.

Estaba llegando a la puerta de madera gruesa cuando se abrió hacia


afuera, hacia mí, conectando con mi espinilla. Se sintió como si toda mi
pierna acabara de ser destrozada.

—¡Ay! —Salté hacia atrás, segura de que sangre brotaría en cualquier


momento. Mi pantorrilla pulsaba de dolor mientras salté de arriba hacia
abajo, gritando un poco. Sé que soy propensa al melodrama, pero rayos,
esto realmente duele.

Janae Crawford, la reina de la camarilla de vestidos Old Navy y la


persona más malvada que he conocido, salió del baño y me dio una
mirada aburrida. Supongo que pasar por encima de todos sus
compañeros de clase ya no puede despertar más su interés.

Hoy estaba usando pantalones vaqueros, que son tan apretados que
pienso que debe haber utilizado un calzador para entrar en ellos —
¿existe tal cosa como un cuerno trasero? — y dos capas de camisetas
sin mangas de encaje con una chaqueta de color rosa encima. Además,
tiene un collar de perlas tan largo que llega hasta su ombligo. Como si
las perlas fueran a hacer parecer a su atuendo elegante o algo así.

Su cara de desprecio se transformó en una sonrisa divertida a medida


que sus ojos viajaban por mis piernas y se percataba de mis medias de
red.

Gruñí internamente, aunque me aseguré totalmente de no hacerle saber


que estoy preocupada por lo que va a decir a continuación. La clave de
ser una oveja negra está en actuar como si amaras cada minuto de ello,
incluso cuando la más blanca de las ovejas blancas está a punto de
romperte a pedazos.

—Lo siento, ¿ya estamos en Halloween? —Ella agitó nerviosamente la


cabeza de esta manera totalmente molesta mientras habla. Como si
estuviera en un talk show diurno diciendo: “Oh, no. No lo hiciste”.

—Ahoy1, insípida aspirante. —Hice un saludo burlón y caminé justo


más allá de ella hacia el lavabo.

Ella puso los ojos en blanco.


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—Eres tan rara.

Me llevo una mano sobre el corazón, tratando de parecer tan teatral


como sea posible.

—¡Ay, eso es ser vil! ―dije, crispando mi boca en lo alto en un lado y


arrugando una ceja tan bajo que deja mi ojo izquierdo casi cerrado.

Esa frase probablemente ni siquiera tiene sentido, y Jane hace un ruido


que suena como una combinación de un bufido y un borboteo, y luego
sigue más allá de mí, pegándome en el hombro y haciéndome rebotar en
la pared de bloques.

Grité tras ella

—¿Eso significa que la pelea de almohadas de esta noche se cancela?

Ni siquiera estoy segura de dónde salió eso, pero por la mirada que me
dio cuando la puerta se cerró, me imagino que es una victoria. Incluso
con la puerta cerrada, podía oír sus sandalias de cuña gruesa a medida

1 Ahoy: término que puede ser utilizado como un saludo, una advertencia o una
despedida.
que pisoteaba lejos, haciendo suficiente ruido como para despertar a los
muertos.

Me río de mí misma al entrar en una cabina del baño, pero ahora sé que
no puedo quitarme las medias. No hay manera de que le de la
satisfacción, incluso si el cambiarlas tuviera nada que ver con ella.
Maldita sea. Ahora he desperdiciado mis puntos de crédito extra y mis
piernas van a seguir picándome todo el día. Esto se perfila en la
perfección.

¿He mencionado que hoy es mi cumpleaños? Bueno, lo es. Tengo


oficialmente dieciséis años. ¿Dulces? No exactamente. Dejé de ser dulce
cuando dejé de comer una docena de chicles al día en la escuela
primaria. Cada cumpleaños parece ser peor que el anterior. Para el
momento que tenga diecisiete, probablemente voy a tener una crisis
existencial a los octavo.

Terminé en la cabina y me dirigí hacia el lavabo. No tenía ningún deseo


de volver a historia, por lo que me pasé lo que debe ser un total de cinco
minutos lavándome las manos. Unos pocos mechones de cabello ratonil
castaños se han escapado de mi todavía húmeda-de-la-ducha cola de
caballo. Estoy usando maquillaje Zilcho, porque incluso el rímel de
diseñador no haría que mis ojos marrones planos sean más atractivos, 8
y mis labios finos no van a ser más grande sin importar lo mucho que
gaste en rellenarlos con brillo de labios.

Mi vestido corto cuelga de mí, porque soy probablemente un poco


demasiado delgada y también extremadamente plana para llevarlo.

Antes de que pueda decidir que odio mis oídos, también, Nicole entra,
sus pequeños y lindos botines traquetean sobre los azulejos del baño
blanco.

—¡Ah, bien! —dice cuando me ve, como si no hubiera pasado toda la


clase de biología ignorándome.

—Hola —le dije, agarrando un par de toallas de papel rugoso—. ¿Qué


pasa?

Nicole se dirigió al lavabo y empezó a lavarse las manos, a pesar de que


no ha usado el baño todavía. Muy sospechoso. Luego se inclinó hacia
adelante lo suficiente para que su flequillo rubio cayera en sus ojos y no
tuviera que mirarme. Veo los brazaletes de plata agitarse en torno a sus
muñecas mientras pasa sus manos bajo el agua. Nicole se puso muy
alta durante el verano, por lo que tiene que inclinarse en cierto modo.
Aunque sigue abriéndose paso a través de su nuevo vestuario
gigantesco, y hoy sus pantalones vaqueros parecen como de doscientos
dólares de pura perfección.

—No mucho. —Ella comenzó a empujar el dispensador de jabón una y


otra vez, hasta que el jabón comenzó a gotear de sus manos.

Dejé de mirarla y pretendí arreglar mi cola de caballo.

—Estoy realmente, absolutamente sin ningunas ganas de continuar con


lo de esta noche. Me gustaría poder hacer que mi mamá lo cancele. Va a
ser tan patético.

Ella me miró en el espejo. Me doy cuenta que su piel se ve muy bien


hoy, casi brillante, con sólo unas pocas manchas en la barbilla y una en
la nariz.

Su madre probablemente la arrastró al dermatólogo una vez más, parte


de su búsqueda sin fin de arreglar el acné de Nicole.

—Acerca de eso —dice.

Me encontré con su mirada y esperé a que terminara.

—Como que olvidé tu fiesta de hoy. Quiero decir, sólo por, como, un
segundo. Ben y yo salimos el sábado pasado y me habló de esta gran 9
idea que tuvo para nuestro aniversario del tercer mes y como que
acordé ir antes de que me diera cuenta que era el mismo día de tu fiesta
—dice, todo en un apuro, y luego abrió por completo la llave, de modo
que el agua golpea sus manos y empieza a salpicar grandes gotas de
agua jabonosa por encima de todo el mostrador negro moteado.

Mi corazón se retorció y cayó a mi estómago. Justo antes de que la


escuela terminara la primavera pasada, Nicole tuvo su primer novio.
Durante un tiempo, las cosas fueron tan geniales como siempre, pero
luego golpeó agosto, y es como si ahora no hubiera suficiente espacio
para una mejor amiga y un novio. Esa chica tímida de la que he sido su
mejor amiga durante los últimos seis años ha seguido finalmente por su
cuenta, y estoy muy feliz por ella... pero no sé lo que eso significa para
mí, si me va a superar, seguir adelante, olvidarme. Porque soy la misma
persona que siempre he sido, y ella no lo es.

Y algo tiene que ceder.

Me agarré del borde del mostrador, a pesar de que estaba todo mojado.

—Estás bromeando, ¿verdad?

Ella niega con la cabeza.


—Pero sólo voy a llegar un poco tarde, te lo juro.

—¿Adónde vas?

Probablemente tenía una buena razón para esto. Como que acaba de
enterarse que ganó la lotería y tiene que estar allí esta noche para
reclamar el cheque en persona.

—Él pensó que podríamos ir a Anya, ese lugar en el paseo marítimo, ¿y


sabes lo genial que se supone que es ese lugar? Será mi primer
aniversario real jamás visto y va a ser súper romántico. Sin embargo,
estoy totalmente dispuesta a no ir si es un gran problema. ―Nicole está
hablando muy rápido, las palabras fluyen como si estuvieran cayendo
sobre el borde de las Cataratas del Niágara―. Pero ha estado en la pista
mucho últimamente y ahora que la escuela ha comenzado, no hemos
tenido mucho tiempo juntos, y tengo muchas ganas de ir. No quiero
defraudarlo.

Todo lo que puedo hacer es mirar. Simplemente parece tan mal que ella
me esté pidiendo permiso para zanjarme, como si hubiera alguna
manera de rechazarla sin ser toda una quejumbrosa.

Tomé una respiración larga, lenta, frotándome los ojos.


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—Sabes que estoy temiendo esta fiesta, Nicole. Quiero decir, sí, me
gustaría escabullirme de mi propia fiesta también, si pudiera. Pero,
¿cómo voy a sobrevivir a la tortura si no estás allí para burlarme de ella
conmigo?

Aquí está la cosa sobre mis dulces dieciséis: mi mamá es la persona que
la quiere, no yo. Incluso se gana la vida como planificadora de eventos,
y ha estado hablando de mi fiesta de dulce dieciséis por oh, sí, mil años.
Cuando era pequeña, eso sonaba como muy divertido, y nos
sentábamos por ahí hablando de lo genial que sería.

Pero las cosas cambian, y así mismo las personas, y la idea de una
fiesta con volantes girando en torno a esta servidora, es ahora mi peor
pesadilla. He estado diciéndole desde hace más de un año que no quiero
más esta fiesta, que prefiero una cena tranquila, pero no ha servido de
nada. Me va a dar una fiesta, me guste o no.

La peor parte es que Nicole es la única persona a la que invité. Me


imaginé divirtiéndome con ella, incluso un concierto de Miley Cyrus
podría ser soportable.

Mi mamá, por su parte, invitó a todos los familiares que tenemos,


además de algunos que no lo son, como a los vecinos y mi conductor
del autobús. En serio, invitó a mi conductor del autobús escolar. Así
que todo el lugar va a estar lleno de gente con la que no quiero estar
cerca.

Y habrá juegos. Oh, habrá juegos.

—No nos perderíamos de toda la cosa, te lo prometo. Sólo la primera


hora, como mucho. Pero sólo si estás bien con eso —dice Nicole.

Nos miramos la uno a la otra durante un largo momento, la llave seguía


corriendo en segundo plano, mi mano seguía agarrando el mostrador.
Mi noche comenzaba a extenderse a lo lejos delante de mí, como un
desierto sin fin.

Puedo sobrevivir una hora, ¿verdad? No hay problema. Nicole llegará


antes de que todo se vuelva insoportable, nos reiremos de las
decoraciones tontas, comeremos ridículos entremeses y será como si no
se hubiera perdido de nada.

—Está bien —le digo—. Puedo soportar una hora.

—¿Está bien? ¿En serio? —dice, levantando la voz una octava. Es casi
tan agudo que sólo las porristas podrían oírlo.

Asentí con la cabeza, mi estómago se hundía. Ella saltó hacia adelante y


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me abrazó, restregando sus enjabonadas manos por todo mi vestido de
verano marinero.

—Tú eres la mejor de las mejores amigas —dice ella—. Te lo prometo,


voy a estar allí a las siete.

Sólo asiento con la cabeza. Voy a tener que aguantar, sonreír y soportar
hasta que llegue. Mi cumpleaños es sólo una noche. El verdadero
problema es que sé que Nicole está pasando más y más tiempo con Ben,
y cada vez menos tiempo conmigo, y no hay nada que pueda hacer al
respecto.

Y esa ni siquiera es la peor parte.

¿La peor parte?

He estado total y absolutamente enamorada de Ben Mackenzie durante


tres años largos y agonizantes.

Y ella no tiene ni idea.


Capítulo 2
Traducido por LizC

Corregido por Marce Doyle*

P asé el resto de la clase de biología sin tener una explosión y luego


seguí en trigonometría y me deslicé en mi asiento junto al escritorio
vacío de Ben. Por un acto de Dios ―o tal vez del diablo, todavía no lo
he decidido― el arreglo de los asientos al azar terminó con nosotros uno
al lado del otro.

Hace tres meses y cuatro días antes ―el 19 de junio, para ser exactos―
me habría muerto de felicidad por estar sentada al lado de Ben. Quiero
decir, finalmente, tenía la oportunidad de hablar con él.

Por supuesto, él convirtiéndose en el novio de mi mejor amiga en cierto


modo cambió eso.

Nunca le hablé a ella de mi enamoramiento. Si tan sólo hubiera dicho 12


algo meses atrás, antes de que ella saliera con él, tal vez no estaría en
este lío. Pero no lo hice.

Oh, por supuesto, le dije lo caliente que él estaba, lo increíble que se


veía en pantalones vaqueros, cuán hermosos eras sus ojos azules. Pero
no había manera de que realmente podría estar enamorada de un chico
con el que apenas había hablado seis palabras, ¿verdad? ¿Qué más
podía decirle a ella? ¿Que habíamos tenido una conexión desde hace
mucho tiempo, sólo que él no lo sabía? ¿Que yo sabía, sin lugar a
dudas, que él era mi alma gemela?

Claro. Y los ponis vuelan. Así que, por supuesto, siempre hablábamos
de lo caliente que es Ben, y yo nunca revelé mis sentimientos más
profundos, y eso fue todo.

Hasta el 19 de junio.

Tal vez el 19 de junio fue el día en que Nicole decidió que ya no quería
ser tímida, el momento del cambio. Es más fácil ver ahora, en
retrospectiva, que hay una vieja Nicole y una nueva, y el 19 de junio es
el día justo en el medio de todo esto.
Conozco a Nicole mejor que nadie en el mundo, y por eso sé que a pesar
de que se muestra tímida, una vez que está cerca de alguien el tiempo
suficiente, se adapta enseguida. Y ella consiguió ser pareja de Ben en el
tenis de mesa y pasaron dos semanas jugando juntos.

Y todavía me resulta difícil imaginármelo, pero de alguna manera, sacó


el coraje de invitarlo a salir. Probablemente lo soltó balbuceando y se
puso toda roja, pero lo hizo.

Y él dijo que sí.

Estaba totalmente radiante cuando me lo dijo, rebotando como si


hubiera ganado la lotería.

No me atreví a decirle que yo estaba casi segura de que había estado


enamorada de él durante años. Y ahora que lo conozco mejor ―a través
de Nicole― ahora que Ben y yo hablamos, bromeamos en clase y me
cuenta todo acerca de sus citas con ella, sólo me he vuelto más segura.
Más segura de que él y yo encajamos entre sí.

Ben es el hombre indicado para mí, mi pareja perfecta.

Salvo que ya está emparejado, y ahora están celebrando su aniversario


del tercer mes. Tres meses es igual que una década en años de 13
secundaria. Pasé la mayor parte del verano en esa estúpida cafetería,
así que no me vi obligada a soportar pasar tanto tiempo de calidad con
los dos al mismo tiempo.

Gracias a Dios.

Durante los siguientes cincuenta y cinco minutos, aguantaré la


respiración, mi corazón latirá de forma errática y los vellos de mi brazo
se pondrán de punta. Esta es la vida dentro de la órbita de Ben, y es la
cumbre de todos los días de mi existencia que de lo contrario carece de
sentido.

Mi enamoramiento en Ben comenzó hace unos años, el verano después


de sexto grado. Nicole y yo fuimos al Flaming Geyser. Es un parque
estatal a las afueras de nuestra ciudad de Enumclaw, un pueblo
pequeño ganadero cerca de una hora al sureste de Seattle. El parque se
encuentra en el extremo norte del Valle del Río Verde, y tienes que
conducir largos caminos con mucho viento para llegar a él. Está
rodeado de abetos arduamente altos, donde el río es ancho, lento y
perfecto para nadar y remar en balsas. En un día caluroso, los autos se
alinean a ambos lados de la carretera durante casi tan lejos como se
puede ver.
Ese día, llevaba el último bikini que he tenido, una pequeñísima parte
superior triangular rosa con lunares blancos, el tipo de cosa en la que
nunca me atraparían ni muerta ahora.

Nicole se encontraba en una matrona de una sola pieza de un insípido


azul marino, el tipo de cosas que un equipo de natación del instituto
usaría. Para entonces, ella era por lo menos una copa C, y llevaba un
pareo blanco sobre su traje. No le dije que eso simplemente hacía ver su
pecho aún más grande, porque no quería empeorar su paranoia. Era
aún más tímida en ese entonces, temerosa de hablar con casi todo el
mundo excepto conmigo.

Nicole quería pasar la mayor parte del día en la orilla, tendida a lo largo,
comiendo Doritos y leyendo una de sus novelas románticas. En aquel
entonces estaba usando medicamento para el acné que hacía a su piel
muy sensible a la luz, por lo que estaba untada en la capa más gruesa
de protector solar 60 FPS que he visto alguna vez. Era realmente
paranoica acerca de nadar y dejar que se le quitara con el agua.
Supongo que la única cosa peor que una cara llena de acné es una cara
quemada por el sol llena de acné.

Yo, sin embargo, no podía tolerar quedarme quieta. Supongo que se


podría decir que soy un poco impaciente, siempre lista para la aventura. 14
De modo que crucé a nado el río y luego me subí a los bancos de arcilla
marrón rojizo, usando las raíces de los árboles como asideros, mis pies
poniéndose fangosos y resbaladizos. A pesar de que mi cabello todavía
goteaba del agua helada, la caminata me hizo sudar. Incluso en pleno
verano, Enumclaw no suele calentarse más de treinta dos grados, pero
ese fatídico día, hacia unos treinta y seis.

Hay un acantilado en ese lado del río, cerca de unos veinte metros de
altura. La gente salta allí arriba de él, pero tienes que apuntar por este
pequeño agujero para nadar perfecto, de lo contrario chocarás contra
las rocas a unos seis metro bajo la superficie del agua, probablemente
rompiéndote una pierna.

Se rumoreaba que una persona murió saltando, hace años. Escuché


que bebió demasiado y se tiró de cabeza. Eso asusta a muchas
personas y se las van a pasar diez minutos allá arriba, mirando hacia
abajo, sólo para acobardarse y descender de nuevo por el camino en
que llegaron.

A veces los espectadores, personas los suficientemente inteligentes para


no subir hasta allí en absoluto, ataban sus balsas a la costa y
simplemente flotaban allí, esperando a ver quién tiene las agallas para
saltar realmente, burlándose de aquellos que no lo hacen.

Ese día conocí a Ben, estaba allí con otros tres tipos, todos ellos
mirando hacia abajo en el agua con los ojos llenos de preocupación.
Supongo que él no era el temerario aún, no el que ahora es. No reconocí
a ninguno de ellos, ni siquiera a Ben, pero me enteré más tarde que
iban a Thunder Mountain, la otra escuela intermedia en la ciudad.

Una vez que me di cuenta de que eran un montón de gatos cobardes,


me moría de ganas de caminar simplemente hasta allá arriba y saltar,
sin dudarlo. Mostrándoles de lo que estaba hecha. Pero estaban tan
asustados, y eso se filtró en mí, hasta que las mariposas en mi
estómago fueron del tamaño de gaviotas. Me había estremecido un
poco, con agua de río goteando de mí, el sol bloqueado por los árboles.

Ben, cuando me vio, en cierta forma se bufó, y luego trató de


encubrirlo.

—¿Qué? —Yo había puesto mi mano en mi cadera vestida de un bikini


rosa. No tenía curvas. No en ese entonces, no ahora.

El cabello de Ben era aún más claro en ese entonces, rayado por el sol y
más largo de lo que lo lleva ahora. En una especie de corte en cuenco, 15
casi lo suficiente para meter detrás de la oreja. Llevaba pantalones
cortos azules y rojos, su cuerpo delgado, con solo una pizca de
músculos que más tarde desarrollaría.

—Nada. —Se cruzó de brazos y se apoyó contra un árbol cerca de la


orilla―. Nada en absoluto.

Mi corazón dio un vuelco cuando sus intensos ojos azules se clavaron


en mí, desafiándome, empujándome, dudando de mí.

—¿Me temo que voy a tener que demostrarte cómo se hace? Has estado
aquí una hora y media. —Levanté una ceja, decidida a no mostrar que
él me estaba poniendo más nerviosa que el salto.

Ben no dijo nada. Él sabía que yo tenía razón.

Mis labios se curvaron en una sonrisa enorme y me acerqué a la orilla.


Los chicos retrocedieron un poco, como si me los fuera a llevar conmigo.
Como si mi estigma de locura pudiera ser contagioso. Los latidos de mi
corazón parecen detenerse mientras me asomó por el borde, mirando
hacia abajo en ese diminuto agujero para nadar. De repente comprendí
por qué habían estado allí tanto tiempo. Me recordó a esos dibujos
animados donde los payasos suben por una escalera que se extiende
hacia las nubes y entonces saltan en un cubo pequeño de agua.

Podría haber dado la vuelta, decirles a los chicos que estaba tan
asustada como ellos estaban.

Pero no lo hice. Salté, surcando el aire, el Río Verde apresurándose


hacia mis pies. A medida que caía en el río, la superficie fría del agua se
cerró a mi alrededor, engulléndome, sabía que ya estaba cayendo por
Ben y esa arrogante sonrisa adorable. Había algo en la manera que él
me desafió, mirándome directamente, que torció su camino alrededor de
mi corazón.

Me pasé el resto del día viendo a él y a sus amigos nadar, salpicarse


agua, reírse y sí, finalmente se arrojaron del acantilado. Supongo que
tenían que hacerlo una vez que dancé hasta allá arriba y salté sin
dudarlo.

Un mes más tarde, él se mudó a la ciudad, y eso significaba que iba a la


SEM conmigo, en lugar de la STMM con todos sus amigos.
Compartimos una clase de Inglés. Pero no pareció recordarme, y
cuando me di cuenta de eso, fue como una puñalada dolorosa en el
pecho. Yo no me atreví a hablar con él cuando nos sentamos tan lejos, y
las otras chicas ya estaban enganchadas con él. Él se veía aún mejor en
16
su nueva ropa de otoño escolar que en sus pantalones cortos de
surfear.

Era como si ese momento en el río, cuando nos miramos directamente a


los ojos del otro, nunca hubiese sucedido en absoluto. A veces me
pregunto si es por eso que nunca le he dicho a Nicole sobre el
enamoramiento. Si, es vergonzoso por encima del hecho de que el
momento lo fue todo para mí y nada para él.

—Hola —dice él tres minutos más tarde cuando se desliza en su silla.


Su cabello rubio está alborotado con gel y su piel tiene un bronceado
oscuro natural. Incluso sus pantalones anchos y camisa suelta no
pueden ocultar su ya bien musculoso cuerpo, uno que se ha ganado a
través de una combinación de trabajar su trasero durante todo el
verano para el negocio de jardinería de su padre y corriendo el
motocross cada vez que puede.

Esa es la otra cosa sobre Ben. Practica el motocross. Es total,


completamente increíble, y podría verlo todo el día. Él tiene esta moto
de color amarillo brillante, y cada vez que se lanza en el aire, mi corazón
salta junto con él. Es fascinante de ver. Algún día probablemente será
profesional y consiga todos estos patrocinadores y esas cosas.
—Hola —le digo, no levantando la vista de los deberes de la noche
anterior.

En un día normal, intercambiaremos por lo menos setenta y tres


palabras, su brazo rozará el mío siete veces y su rodilla entrará en
contacto con la mía al menos en tres ocasiones. Me mirará a los ojos y
sonreirá al menos una vez, una sonrisa que me dice en medio segundo
que seríamos una pareja perfecta.

Si no fuera ya una parte de lo que probablemente es la pareja perfecta.

Suspiraré internamente por lo menos una vez por minuto y, sin querer,
suspiraré en voz alta por lo menos media docena de veces. Me
imaginaré la cara de Nicole más veces de lo necesario, tratando de
recordarme a mí misma por qué no puedo coquetear con él. Supongo
que debería resultarme irónico que la misma razón por la que no puedo
salir con él es casi la única razón por la que él sabe quien soy ahora. Si
él no estuviera saliendo con Nicole, no estoy segura de que incluso me
reconociera en la multitud.

Se inclina más cerca de mí.

—¿Por qué los vendedores de pescado son tan codiciosos?


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Me mordí el labio y miré hacia adelante, meditándolo.

—No tengo idea.

—Porque su negocio los hace vender —dice, golpeando su escritorio.

Ben y yo compartimos el mismo sentido del humor terrible. Nos gustan


los chistes. Mientras más patéticos, mejor. ¿Pero ese? Va más allá de lo
patético.

—Tengo uno mejor. ¿Por qué la naranja va al médico? —digo.

—¿Para hacer una donación de vitamina C?

Puse los ojos en blanco.

—Porque no se estaba pelando bien.

Él se ríe.

—Buena. Tú ganas.

Sonreí y me encontré con su mirada. Hizo que mi corazón se retorciera


un poco. Es demasiado hermoso para las palabras. Su piel
perfectamente bronceada, la forma en que su desvanecida camiseta
negra se pega de cierta forma a sus músculos que parecen estar
estirados sobre sus hombros, los ligeros callos en sus manos.

—Así que ustedes van a alguna cena de lujo esta noche, ¿eh?

—Sí. Se supone que la comida es increíble, y tiene una vista del mar. Se
supone que es un lugar muy divertido. Nicole estaba emocionada.

—Genial —le digo, volviendo a mi tarea.

—¿Lo es? ¿Genial? No sabía nada de tu cumpleaños hasta hoy…


siempre podemos cambiar la hora... —Se ajusta su reloj de plata en su
muñeca, y su brazo roza el mío por primera vez hoy.

Muevo mi mano en el aire, como si fuera para nada un gran problema,


a pesar de que algún lado irracional de mí quiere que Ben hubiera
sabido que era mi cumpleaños. El suyo es el 6 de marzo.

He sabido eso durante dos años, desde que oí a uno de sus amigos
desearle un feliz cumpleaños en el pasillo fuera del gimnasio.

—Nah, tengo un cumpleaños cada año. Ustedes sólo tendrán un


aniversario por el tercer mes.

Me agaché y me rasqué en la costura de mis medias de red de nuevo. 18


Me estaba volviendo loca. Prefiero tener un centenar de hormigas
caminando por mi pierna ahora a usar estas medias por un minuto
más. Me agaché y rasgué un agujero enorme en ellas de modo que la
costura no rozara con mi rodilla nunca más.

Cuando miré hacia Ben, él me estaba observando, con sus cejas


perfectas y oscuras elevadas, sus profundos ojos azules mirando a mis
medias.

Sonrío, mis mejillas calentándose.

—Lo siento. Estas cosas me están volviendo loca.

Se encogió de hombros y luego se deslizó hacia abajo un poco en su


silla y estiró sus piernas desgarbadas en frente de él. Su rodilla chocó
con la mía. Dos veces.

—Sin embargo, son algo sexys.

Oh, no, no lo hizo. Ben nunca me ha, ni en un millón de años, hecho


un cumplido. Él se reserva esos para Nicole.

De repente me gustaría que no hubiera rasgado un gran agujero en la


rodilla. Entonces sacudo mi cabeza.
No codiciarás al novio de tu mejor amiga.

—Así que, ¿ya tienes tu tarea hecha? ―le pregunté, obligándome a


regresar a temas más seguros.

Ben voló a abrir de un tirón su carpeta y da golpecitos en la tarea


dentro de la cubierta. Su brazo roza el mío de nuevo.

—Apenas. Terminé los dos últimos durante clases.

La Sra. Vickers finalmente se acerca a la parte delantera del salón, un


total de diez minutos después sonó la campana. Ella comienza el día
escribiendo nuestras tareas, y todos se quejan cuando vemos que nos
está dando otros treinta problemas.

Para mañana.

Ben se inclina hacia mí, tan cerca que puedo oler su colonia picosa. Se
abalanza sobre mí y tengo que esforzarme para mantener los ojos
abiertos en lugar de cerrarlos, y tomar respiraciones profundas y
entrecortadas.

—Esta mujer está tratando de matarnos ―dice. Su aliento es cálido


contra mi cuello y mentolado. Si volviera mi rostro, tan sólo media
vuelta, mis labios rozarían los suyos, y finalmente sabría lo que se
19
siente darle un beso.

En lugar de eso simplemente asiento con la cabeza y miro hacia


adelante a la maestra como si estuviera absolutamente para nada
afectada por estar más cerca de él de lo que jamás he estado.

Lo cual estoy. Para nada afectada, eso es.

Porque él es el novio de mi mejor amiga.


Capítulo 3
Traducido por Areli97

Corregido por Ilusi20

P
ara el momento en que mi hermano tocó por tercera vez en mi puerta
esa tarde, me había quedado sin tácticas. No tenía más opción que ir
abajo y enfrentar a la multitud de gente que se había reunido para
mis dulces dieciséis. He estado escuchando el zumbido de voces,
esperando que mi madre estuviera tan ocupada con la planeación de la
fiesta que ni siquiera recordará que mi presencia era un elemento
requerido.

No estoy usando el atuendo que ella escogió para mí. Era demasiado
femenino. Me conocía lo suficientemente bien para no comprarlo en
rosa, pero la falda azul tenía flores blancas de aspecto hawaiano y un
volante ligeramente asimétrico. Y me compró tacones.

O es el vestido o los tacones, pero no hay modo de que use los dos. No
20
estoy de humor para lidiar con una discusión de gran escala, así que
espero que se conforme con que no esté usando medias de red, y estos
estúpidos tacones blancos por lo menos combinan con mi vestido
veraniego de marinero. Morí un poco por dentro mientras los abrochaba
alrededor de mis tobillos.

Contemplé los resultados en el espejo. Los tacones arruinan el lado


rebelde e irónico de mi vestido marinero y me hacen ver como si
realmente me tomara a mi misma en serio. Me veo como si estuviera
canalizando un catálogo de Ralph Lauren. El tipo con ponis de polo y
yates. Saqué mi cabello de la coleta en la que había estado todo el día y
lo cepillé la marca que había dejado la banda elástica, por lo que ahora
colgaba sobre mis hombros en un estilo de grandes y feos mechones de
pelo marrón. Nunca uso mi cabello suelto porque lo odio. No tiene
forma, no tiene color, y no tiene rizos.

Muevo mis pestañas hacia mí en el espejo. En un horrible acento


sureño, digo:

—¡Oh, Kayla, declaro que ese es un vestido espantoso!

Luego, en un acento digno del cazador de cocodrilos, agrego:


—¡Caray, pero ese es un horrible par de tacones!

Aunque usualmente prefería burlarme de otras personas, las voces en


realidad me habían hecho sentir mejor. Suspiré y me di la vuelta
alejándome del espejo, y luego decidí que era ahora o nunca. Y como no
había posibilidad de que me castigaran impidiéndome salir de mi
cuarto, era hora de rendirse.

Abrí la puerta para ver a mi hermano parado en el vestíbulo, su celular


pegado a su oreja. Supongo que está hablando con su novia a larga
distancia. No estoy segura de porque no lo ha botado, viendo que es un
desertor de la universidad que ahora vive a varios cientos de kilómetros
de ella.

Además de que mi hermano no es lindo, si me preguntas. Tiene el


mismo cabello medio marrón como yo—como en, no es nada
excepcional. Mamá tiene ese hermoso cabello castaño oscuro, y
nosotros tenemos algo entre eso y rubio, lo que es completamente un
blah. El suyo esta cortado en una imitación de halcón. Su nariz solía
ser recta, como la mía, pero ahora tiene un pequeño bulto en ella, a la
Owen Wilson, porque lo golpeó un balón de soccer en la cara, o eso es lo
que clama. Todavía pienso que es una tapadera por haber sido golpeado
cuando había perseguido a la novia de otro chico. Ambos tenemos esos 21
delgados labios del tipo aburrido, e incluso si agrego una libra de brillo
labial, los míos todavía no lucen así de besables.

También ambos somos de pecho plano. Creo que tal vez tengo una
media pulgada más que él en ese departamento. Totalmente patético.

—Mamá dice que si bajas ahora, puedo usar la camioneta mañana.

—¿Y se supone que eso debe inspirarme?

Ladea la cabeza y me da ese tipo de mirada de “desearía haber sido hijo


único”.

—No es como si ella vaya a dejarte saltarte toda la fiesta, así que sólo
baja y ahórranos a todos un dolor de cabeza, ¿lo harás?

—Argh —rodé los ojos y pisoteé a un lado de mi hermano,


encaminándome por el corredor y las escaleras y a través del cuarto
familiar. Para el momento en que estaba parada en el patio trasero,
sentí como si hubiera salido de la casa y entrado a una película de
Selena Gomez. Ni siquiera reconocía el patio. En un día normal, nuestra
indescriptible casa se alza en medio de un lote en una esquina de un
gran medio acre, el césped perfectamente verde enmarcado con una
valla alta de cedro.

Sin embargo, ahora, en vez de la extensión de césped vacío, había una


gran carpa blanca en medio, largas cadenas de luces de color rosa y
blanco colgaban entre ella y la casa. Había flores rosas atadas a la línea
de la valla de cedro y alguna especie de fuente de ponche cerca a la
puerta, bombeando ya galones de líquido rosa. Confeti rosa y blanco
cubría las mesas.

Un DJ está tocando música pop realmente mala bajo la carpa, una luz
estroboscópica destellando y la bola de discoteca destellando en el piso
vacío. Las mesas redondas, flanqueadas con sillas blancas plegables, se
alzan por todo el lugar, cada una de ellas con un arreglo floral rosa de
centro de mesa.

Mi mamá es una de esas mujeres súper femeninas que adoran el rosa.


Una vez que mi padre se fue, ella redecoró completamente el dormitorio
principal en papel tapiz rosa, con un puñado de almohadas rosas y
blancas en su conjunto de cama de color rosa y amarillo a cuadros.

En otras palabras, no nos soportábamos en lo absoluto.

Me contó como cientos de veces cómo ella nunca tuvo una fiesta de 22
dulces dieciséis. Y ahora pienso que sé como hubiera lucido si ella
hubiera tenido una.

Me pregunté cuántos episodios de Sweet Sixteen2 había visto para sacar


esto adelante.

En serio. Esto es un poco… exagerado, incluso para mi mamá. Es como


algo salido de High School Musical3. La versión pre-empaquetada de
unos dulces dieciséis. Sólo agrega agua. Y, bueno, una cumpleañera
que pertenezca a Disney, no la que está parada en el patio justo ahora
mirando fijamente al DJ de mediana edad.

—¿Qué piensas, cariño? —dice mamá, apareciendo a mi lado como un


mago, excepto que sin el chorro de humo. Mi mamá normalmente hace
bar mitzvahs y organiza eventos. Es claro que este está un poco fuera
de su área de comodidad, y por la tensión en su voz, lo sabe.

2
Sweet Sixteen: es un reality show de MTV que narra la organización de fiestas de
dieciséis de alto nivel por parte de sus protagonistas.
3
High School Musical: es una película musical estadounidense estrenada el 20 de
enero del 2006 por el canal Disney Channel y ganadora de un Emmy.
—Bueno, sabes que nunca he hecho unos dulces dieciséis, así que
tendrás que tener paciencia conmigo si los detalles no son adecuados.
Sólo házmelo saber y arreglaré todo, puedo hacerlo, ¿de acuerdo?

Ugh. Mientras más lo intenta, más rara me siento. Parpadeé un par de


veces y me quedé contemplando el patio trasero. O lo que solía ser el
patio trasero. Había invitados pululando, sólo reconocía a unos
cuantos. Estoy empezando a pensar que mi mamá quizás puso algo
como Bonito en Rosa en las invitaciones, porque hay un absurdamente
alto porcentaje de ropas rosas en los invitados.

—Es, um, grandioso —Mordisqueé mi labio. Estoy segura de que no


conozco a algunas de estas personas—. ¿Quién es ese? —pregunté,
asintiendo hacia un chico alto en un traje con una corbata rosa
brillante y un pañuelo a juego pegado fuera de su bolsillo. Está usando
gafas de cristales gruesos y su cabello gris está peinado hacia atrás en
un modo sin sentido. Hacía ver de alguna manera los detalles rosas
más hilarantes. No se veía listo para la fiesta. Se veía como si fuera a
negociar una mejor tasa para su hipoteca.

—Oh, invite a un par de clientes. El mercado de los dulces dieciséis es


enorme, y pensé que puedo realmente sacar a relucir mi nombre ahí.
Esperaba que no te importara —dijo. Sus ojos precipitándose hacia mí 23
por aprobación—. Pensé que si estábamos dando está gran fiesta de
todas formas, sería matar a dos pájaros de un tiro.

Mi corazón se hundió. Todo es por su negocio.

Este último par de semanas he estado tratando de convencerla de


cancelar esta cosa y sólo ir a Red Robin, pero ella ha sido extrañamente
insistente. Y ahora tiene sentido. Porque ella necesita este evento. Es
acerca de ese estúpido planeador de día y el BlackBerry.

No solía molestarme que estuviera tan envuelta en eso. Si el teléfono


sonaba mientras estábamos cenando, ni siquiera ponía los ojos en
blanco cuando contestaba, incluso cuando no nos dejaba a mí o a mi
hermano contestar nuestros celulares en la mesa. Porque la cosa es,
hubo un tiempo en que mi papá estando MIA4 realmente la había
destrozado, y estuvo en automático por meses. Después se interesó en
crear un negocio para así poder regresar los cheques de pensión
alimenticia de mi padre con un gran rechazado garabateado sobre el
sobre. La primera vez que lo hizo, salimos todos a celebrar.

4
MIA: (Missing in Action) Perdido en combate, desaparecido.
Pero han pasado años desde que eso sucedió, y ahora nada es lo
suficientemente bueno. Si ella construye su nombre en un evento, tiene
que agregar otro y otro, hasta que cada día de la semana consiste en
ella corriendo alrededor en frenesí. El refrigerador esta lleno con restos
de pizza y comida china para llevar, y casi nunca duerme en su cama.
No creo que alguna vez se haya tranquilizado lo suficiente para usar ese
gran Jacuzzi que tiene instalado en su joya de dormitorio principal.

Me encogí de hombros, mordiendo las palabras que quería decir. No


tiene punto pelear con ella. Sólo tenía que pasar por esta noche y
pretender que esta ridícula fiesta nunca pasó. En una hora, Nicole
estaría aquí, y podríamos entretenernos nosotras mismas.

—Está bien.

O por lo menos… lo estaba. Hasta que vi a una esbelta y pequeña mujer


caminar hacia mí, una sonrisa cegadora en su cara. Está usando unos
suaves pantalones color caqui con un top de cachemira estampado
color rosa brillante, su cabello peinado en un estilo que debe haber
tomado al menos medio galón de Aqua-Net5. Todavía está a unos
buenos treinta pies de distancia, pero está estirando sus brazos para
darle a mi madre un abrazo.

No es esta mujer la que me preocupa, sin embargo. Es la chica


24
caminando detrás de ella, sus brazos cruzados y sus tacones de tiras
negros hundiéndose en el césped. Ella no está usando nada de rosa,
sólo un simple top negro sin mangas y un par de caros jeans bien
ajustados.

Trago, tratando de mantener la calma mientras la ruina de mi


existencia levanta la vista y se encuentra con mis ojos.

Le tomó un momento darse cuenta que soy yo parada en el patio, pero


cuando lo hace, su ceño fruncido se transforma en una mirada de
sorpresa… luego de deleite.

Estoy tan jodida.

Mi madre sonríe cuando ve a la mujer.

—¡Jean! Estoy tan contenta de que pudieras venir.

La mujer hace uno de esos raros besos en el aire, como si estuviera en


Francia o algo, y mi mamá no se pierde nada.

5
Aqua—Net: laca para el pelo.
—¡Por supuesto! Esto es hermoso, Linda. Simplemente hermoso.
Aunque necesitaremos más flores para la fiesta de Janae. Y justamente
estábamos diciendo que la fuente de ponche parece un poco…
¿anticuada?

Oh, Dios. Están criticando mi fiesta. Janae está parada a un lado de su


madre, sus labios temblando como si no pudiera creer lo suertuda que
es por estar aquí, viéndome en mi atuendo femenino, señalando a mi
anticuado tazón de ponche—er, fuente.

Mi madre está asintiendo como si estuviera totalmente de acuerdo en


que está anticuada. Pero sé que lo escogió ella misma, porque la oí en el
teléfono.

—Sí, Kayla quería la fuente. Tú sabes cómo pueden ser nuestras chicas,
¿verdad?

Mi mandíbula cayó, pero mi mamá ni siquiera lo notó porque ya estaba


alejándose de mi, su brazo entrelazado con el de Jean.

—Podemos hablar más específicamente esta noche. ¿Te vas a quedar un


poco? Me gustaría discutir el tipo de tema que deberíamos utilizar para
la fiesta de Janae. He escuchado que Crepúsculo es muy popular.
Podemos hacer vampiros.
25
Tragué. Tiene que esta bromeando.

Janae da un paso hacia mí.

—Oh, claro, vampiros. Suena caliente.

Mi mamá sonríe, perdiéndose totalmente el tono sarcástico en la voz de


Janae.

¿Dónde está Nicole? Le di un vistazo a mi reloj. Prometió que sólo


estaría una hora tarde, como máximo. Eso quería decir que
probablemente faltaban quince minutos más antes de que ella llegara.
Podía soportarlo, ¿cierto?

Debo ir directo a mi cuarto y ponerme los vaqueros. Justo en este


momento, para que al menos me pueda sentir normal. De pie aquí con
Janae es como estar parada en un muelle y ver una ola que viene
rugiendo hacia ti. Sabes que va a arruinar todo, pero no hay nada que
puedas hacer a menos que un helicóptero aparezca mágicamente y se
lance en picada a rescatarte. Y puesto que los helicópteros mágicos
están en el mismo rango de conseguir una A en bilogía y Ben
profesando su amor por mí, mi perspectiva parece bastante oscura.
—Dejemos a estas chicas para conversar, y te daré el tour para que así
podamos hablar sobre tus opciones —dijo mi mamá, lanzándome a los
lobos.

Las observé hacerse camino entre la multitud, preguntándome cuando


exactamente perdí la esperanza de disfrutar esta fiesta. Fue en algún
momento entre el tercer grado y hace cinco segundos.

—Bonita fiesta. Lástima que me perdí Ponle La Cola Al Burro —Janae


hace un movimiento hacia el tazón de ponche, er, fuente, y las rosas—.
Aunque esto explica mucho.

Apreté mis dientes. No ayudaría decirle que todo esto fue idea de mi
mamá, porque eso sólo me haría ver como una niña de doce años.

Lo extraño es, una vez quise ser amiga de Janae. De vuelta a la escuela
primaria, ella era una niña dulce y normal. La encontré en el patio de
recreos una vez, tratando de devolver a su nido a un bebé pájaro caído.
Combinamos fuerzas y ella distrajo al conserje mientras yo tomaba
prestado un taburete y corría de regreso al patio de recreo con él.
Sostuve el destartalado taburete mientras Janae trepaba y ponía al
pájaro de vuelta a su nido, y luego nos dimos una palmadita en la
espalda por nuestro compromiso con el bienestar de los animales. 26
Por un par de días, las cosas fueron un poco diferentes. Trabajamos
voluntariamente juntas en una tarea de deletreo, e incluso me ofreció
que me sentara con ella en el almuerzo un día. Pero un par de días
después, el año escolar terminó y nunca intercambiamos números
telefónicos, y ese fue el verano en que le crecieron senos y se volvió una
esnob. Creó que fue a Francia o algo, lo que explicaría la inclinación por
los saludos con besos en el aire de su madre.

Tomé un sorbo de la coca de dieta que prácticamente había estado


aplastado con mi puño. Sólo estábamos paradas ahí, lado a lado, yo
apenas respirando y Janae con una mano en su cadera, y fue entonces
cuando el maremoto me tragó entera oficialmente.

—Entonces qué, ¿tú única amiga no se pudo presentar? —Janae se giró


y me dio una larga y evaluadora mirada.

El borde de su boca tembló un poco mientras cruzaba sus brazos y se


apoyaba sobre un tacón, inclinó su cabeza a un lado.

Por una vez, estoy sin palabras. La sonrisa de Janae se amplia mientras
se da cuenta de que mi habitual réplica de tiro rápido no se ha
materializado.
—¿Por qué eres tan perra? —siseé. Puedo sentir mi cara arder, pero ni
siquiera me importa.

Janae sonríe hacia abajo en mi dirección desde su perfecta altura de


modelo de cinco coma diez pies. ¿Está usando unos tacones de siete
pulgadas o yo me encogí?

—Prefiero ser una perra que un Gran. Gordo. Cero.

Parpadeé un par de veces, pero mantuve la compostura. Por lo menos


en el exterior.

—Mi madre me arrastró aquí porque tu madre era su hermana de


hermandad. Es oficialmente tu culpa que me esté perdiendo la pelea
contra Victor Falls High —Janae se dio la vuelta sobre sus monstruosos
tacones y se alejó, sacudiendo su brillante cabello color caoba sobre su
hombro mientras caminaba hacia la multitud.

Bueno.

Si fuera del tipo del vaso medio lleno, quizás diría que la cosa buena
acerca de mi dieciseisavo cumpleaños es que cada futuro cumpleaños
estaba destinado a ser mejor.

Pero justo ahora, ni siquiera me estoy sintiendo como si el vaso


27
estuviera medio vacío, me estoy sintiendo como si quisiera romper el
maldito vaso. Sobre la pequeña perfecta cabeza de Janae.
Capítulo 4
Traducido por carmen170796

Corregido por Ilusi20

P
or las siguientes dos horas y media estoy de pie en el borde del patio,
mis brazos cruzados, intentando desesperadamente no mirar a todos
con el ceño fruncido, incluyendo a mi mamá. Ella me dio un visto
bueno y me mostró una sonrisa grande y deslumbrante mientras
pasaba, una pila de tarjetas de presentación en una mano.

Ella está lista y perfecta, como siempre, ningún cabello fuera de lugar,
ni una manchita de suciedad en su chaqueta roja hecha a la medida.

Entre Taylor Swift y Miley Cyrus, me he dado cuenta de que Janae


nunca dejará a mi mamá planear realmente sus dulces dieciséis, aún si
su mamá perteneciera a la misma hermandad que la mía. Janae se
consideraba muy a la vanguardia, y todo el asunto era muy 2007 para
su gusto.
28
Para los míos también. Y mi mamá debería saber eso. Ella se está
esforzando y obviamente ha investigado por horas.

Pero todo lo que necesitaba hacer era preguntarme. Preguntarme qué


tipo de decoración quería, preguntarme qué canciones debería tocar el
DJ.

Pero ella nunca haría eso. Porque nunca habla conmigo, solo me habla.

He perdido hasta la última pizca de paciencia. No quiero hablarle a otro


extraño al azar que ni siquiera sabe que soy la cumpleañera.

Estoy tan molesta con Nicole ahora mismo. Ella debería haber llegado
dos horas atrás, pero no hay señal de ella.

Abro mi celular y le envió otro mensaje, el cual debe ser el veinteavo


esta noche:

Por favor dime que Timmy se cayó a un pozo y estás ocupada


rescatándolo.
Cinco minutos atrás, le envié: ¿Las aves se comieron tu rastro de
migajas de pan y ahora estas perdida en los bosques?

Diez minutos antes de eso, le envié: Si te estás demorando porque Shia


LeBeouf6 decidió unírseles para cenar, espero pruebas gráficas.

He abierto mi celular aproximadamente novecientas veces, pero no he


perdido ninguna llamada y ella no ha respondido ninguno de mis
mensajes sarcásticos.

Me plantó por una cena elegante y me dejó padecer esta fiesta sola, y ni
siquiera tiene la cortesía de enviarme una disculpa. Si estuviera aquí,
podríamos poner los ojos en blanco por todas estas ridículas cosas, y
ella podría pretender no sentirse bien y yo podría actuar como si
necesitara pasar el rato adentro con ella. El DJ podría seguir adelante
tocando esa horrible música, y mi mamá podría seguir entreteniendo
clientes.

¿Qué cosa más importante podría estar haciendo ahora mismo como
para no venir? ¿Comiendo un suflé? ¿Mirando dentro de los
conmovedores ojos azules de Ben? ¿Pasando sus dedos con perfecta
manicura por su perfecto cabello rubio en punta?

Gracias a Dios, no he pasado mucho tiempo con ambos. Porque 29


apuesto que la realidad es peor que mi imaginación.

Ella juró que estaría aquí, y no está.

Además de eso, mi mamá acaba de pasar de largo y ni siquiera hizo


contacto visual porque estaba discutiendo formas para que un chico
uniera a sus empleados a través de ejercicios de crear equipos. Sí. Eso
pertenece tanto a mi fiesta.

Incluso mi hermano me ha ignorado: salió por aproximadamente


cuarenta y cinco segundos, lo suficiente para servirse un plato con
comida y volver a desaparecer. No es como si fuera a pasar el rato con
él, sino que al menos podría haber lanzado un “Feliz cumpleaños” en mi
dirección.

No quiero estar aquí, no quiero estar aquí, no quiero estar aquí.

Cada vez que alguien dobla la esquina de la casa, entrando al patio por
la verja lateral, mi corazón se acelera por un milisegundo y me animo,
esperando que sean Nicole y Ben

6
Shia LeBeouf: Es un actor estadounidense conocido por protagonizar la película
Transformers.
Pero nunca lo son.

Repentinamente escucho la voz de mi mamá, ampliada por un


micrófono

―¿Kayla?¿La verdadera cumpleañera se pondría de pie?

Oh, Dios. ¿Ella estaba imitando “Slim Shady”? Por favor, haz que ésta
no sea mi vida.

Ahora que todos se han volteado en mi dirección, me abro camino entre


la multitud, hacia el piso de parquet, bajo la bola de disco. Todo el
mundo se ha reunido alrededor, y el DJ, usando un chaleco con
lentejuelas verde azulado sobre una camisa de esmoquin, está de pie
junto a la torta más grande que he visto en mi vida

Es rosa. Con flores blancas glaseadas cayendo por los cuatro niveles.
Dieciséis velas—cuatro en cada nivel—están encendidas y brillando.
Creo que he visto este mismo pastel en un episodio de Made7 en MTV.

Mi mamá está de pie a mi lado, una sonrisa en su cara tan grande que
creo que su cara podría agrietarse.

—¿Te gusta? Es personalizada —dice ella—. Queso crema glaseado. 30


Trago y asiento, mirando la gigantesca confitería rosa de la perfección.
Sólo acertó con el queso crema glaseado en la torta.

El DJ empieza con la canción de Feliz Cumpleaños, y la multitud se


une. Da la impresión de que se están acercando y formando más ruido
mientras la canción continua, y quiero alejarme de todo eso. No soy una
persona a la que le guste la atención.

Cuando llegan a la parte de mi nombre, la multitud titubea, y escucho


al menos a unos cuantos llamarme Kelly, mientras que los demás no
dicen nada, y se me hace un nudo en la garganta, el cual amenaza con
ahogarme. Me siento tan tonta, parada aquí, rodeada de personas que
ni siquiera saben mi nombre.

La canción termina y aún estoy mirando el pastel, mis ojos empiezan a


arder un poco. Cuando finalmente levanto la mirada, un movimiento
atrapa mi atención.

7
Made: Es un show de MTV en el que las personas quieren mejorar en algún aspecto
sea físico o personal y un entrenador se encarga de ayudarlos en la categoría que
eligieron.
Nicole y Ben han llegado finalmente, tres horas después de que la fiesta
empezara. Están parados al final de la multitud, vestidos con
demasiada elegancia para mi cumpleaños, así que sé que vinieron
después de su cena elegante. Ben se ve un poco incómodo en una
camisa blanca y corbata roja, mientras que Nicole se ve cómoda en una
vestido rojo sin magas y tacones aguja plateados. Debe estar
congelándose, pero esta parada ahí como si fuera Agosto y no finales de
Septiembre.

Se inclina hacia él, su largo cabello rubio roza su camisa, y él envuelve


su brazo alrededor de ella, besando su frente

Se ven tan perfectos juntos: ambos altos, rubios, atractivos. Mientras


que yo estoy colocada aquí, viéndome totalmente rechoncha en un
defectuoso vestido Old Navy con un horrible peinado

―¡Pide un deseo, cariño!― dice mi mamá, completamente ignorante de


mi angustia

Sacudo mi cabeza, sin estar segura de poder manejar palabras


verdaderas.

—¡No seas una aguafiestas!


31
El enojo surge a través mío mientras me volteo para mirar sus grandes
y felices ojos. Casi no me ha hablado en toda la noche, y ni siquiera ha
notado que estoy odiando esto. La furia hierve en mis venas, brotando
de mi pecho hasta que le escupo la palabra:

―¡Bien!

Mamá retrocede un poco por el tono brusco de mi voz. Su gran sonrisa


se vuelve un poco falsa, y sus ojos se precipitan hacia las caras de sus
potenciales clientes.

Cierro mis ojos para calmar el enojo hirviendo en mi estómago y


también para bloquear a la multitud alrededor mío.

Desearía que mis deseos de cumpleaños realmente se hicieran realidad.


Porque extraordinariamente nunca lo hacen.

Después apago las velas con un soplo largo y a todo pulmón. Mientras
lo hago, siento como si el viento se estuviese llevando toda mi vida,
como una pila de hojas secas.
Capítulo 5
Traducido por Lore_Mejía

Corregido por Beatriix Extrange

C
uando mi alarma suena, es todo lo que puedo hacer para no
aplastarla con un martillo. De hecho, si tuviera un martillo a la
mano, tal vez lo haría.

Le doy un manotazo y me siento en la cama, restregándome los ojos.


Las sábanas están revueltas a mí alrededor porque me pasé toda la
noche dando vueltas y retorciéndome de rabia por el desastre que fue
mi fiesta.

Le tengo miedo al día de hoy. No quiero saber si Janae le dijo a todo el


mundo que mi fiesta fue como una mala película de los ochenta o que
estaba tratando de verme bonita en mi vestido de marinera. O si mi
madre está molesta porque soplé las velas y me retiré rápidamente a mi
habitación cerrando la puerta con cerrojo y poniendo a todo volumen
32
Blink 182 para no tener que escuchar a la multitud que estaba afuera.

Bostezo mientras estiro mis brazos sobre mi cabeza, refunfuñando por


el inicio de otro día en mi menos-que-estelar vida, cuando veo algo
brillante destellar a través del césped bajo mi ventana.

Rosa.

¿Aún hay trabajadores aquí? ¿Desmontando la decoración de la fiesta?

Envuelvo mi colcha de cuadros verdes y naranja neón alrededor de mi


cuerpo, aunque llevo puesto un pijama de franela que me cubre de pies
a cabeza, y me inclino por el marco de la ventana para ver mejor.
Debajo de mí, el jardín trasero se ve exactamente como se veía hacer
cuarenta y ocho horas: sencillo césped viejo. La valla de cedro ya no
está decorada con flores, la tienda desapareció, la taza de ponche —eh,
fuente— ha sido retirada. El piso del patio debajo de mí, solo tiene
sobre él el juego de patio de hierro negro, nada más.

¿Entonces qué ha sido el destello rosado?


Abro la ventana y pego mi cabeza a la pantalla para poder mirar a la
parte derecha e izquierda de la casa. Y es en ese momento cuando lo
veo: una explosión de rosa que da la vuelta a la esquina.

Hmm. Esto apesta a mi hermano. Probablemente tiene planeada una


emboscada de globos de agua y está intentando atraerme para que
salga. Probablemente la temperatura es de unos 12 grados. Le
encantaría empaparme.

No hay manera de que caiga. Él es una de esas personas que hacen la


misma broma una y otra vez, con tal de que funcione. E hizo
exactamente esto hace un mes. Armó un campamento y luego lanzó los
globos a mi ventana. Salí por la puerta trasera a gritarle y me atacó con
una explosión de agua.

Tal vez pueda salir por el frente de la casa y usar el elemento sorpresa
para apropiarme de sus armas y usarlas contra él. Años jugando a la
hermana menor me han enseñado que el cerebro es más poderoso que
la fuerza, especialmente si hablas de mi cerebro y su fuerza.

Me pongo una esponjosa bata azul que tiene nubecitas por todos lados.
Fue un regalo de navidad, que es por lo que no obtuve la que era negra
que tenía unas lindas calaveras color lima por todos lados. 33
Bajo las escaleras de dos en dos y estoy en la puerta frontal en
segundos. La abro tan silenciosamente como puedo, camino por la
entrada de baldosas de pizarra y bajo las escaleras. Camino a través del
césped, la hierba húmeda por el frio rocío bajo mis pies descalzos.
Camino de puntillas en el jardín. Mi hermano probablemente está al
otro lado del rododendro de arbustos, mirando a la esquina de la casa,
esperando que salga por la puerta de atrás.

Cuando me doy la vuelta a cerrar el portón tras de mí, lo siento: un


aliento caliente en mi cuello, unos bigotes haciéndome cosquillas en la
oreja. Qué asco, mi hermano tiene barba de tres días. Que
desagradable.

Me doy la vuelta para enfrentar a mi hermano, pero no veo nada más


que aire. Y es ahí cuando lo vuelvo a sentir: un aliento caliente en la
parte desnuda de mí estomago, entre el inicio y fin de mi pijama de
franela, donde la bata se abrió.

Y cuando finalmente miro hacia abajo, grito y retrocedo, estrellándome


contra el portón y golpeándome el hueso de la risa. El dolor recorre mi
brazo.
El poni, el poni rosa, con sus ojos abiertos, hace un estilo de brinco y
luego apoya sus cuatro patas, como si yo lo hubiera sorprendido. Sus
fosas nasales se ensanchan y tomo un gran y tembloroso respiro. No es
muy grande, probablemente me llegue a la cintura. Tal vez es un
caballo en miniatura y no un poni. ¿O son la misma cosa? De cualquier
forma, no se supone que sea rosa, y definitivamente no debería estar en
mi jardín.

Nos miramos aparentemente congelados, hasta que se da la vuelta y se


aleja trotando, con su cola de mechas azules revoloteando detrás. Deja
salir un largo y agudo relincho mientras desaparece en la esquina.

Alguien de verdad ha jodido a ese poni. Me imagino que era blanco en


un principio, porque es la única manera de que ese rosa tiña. Y la crin
es más que nada blanca exceptuando esos locos mechones azul
eléctrico.

Y les juro que tenía un cono de helado pintado en sus cuartos traseros.
Tres bolas. Cono de azúcar.

Me restriego los ojos unas cuantas veces. Esto no es real, ¿o sí? ¿Será
que el pequeño se escapó de una granja local? ¿Quién le hizo eso?

O esperad. Si es rosa probablemente es una chica. 34


Me voy pisando fuerte detrás de él, molesta por haber salido de la cama
por algo tan ridículo. ¿Quién pinta a un poni de rosa? ¿Eso no debería
ser crueldad animal o algo así?

Cuando doy vuelta por la esquina de la casa, obtengo una vista


completa del frente de la casa y la totalmente vacía expansión de
césped. Huh.

Paso por el cobertizo del jardín y miro dentro, pero el poni no está ahí
tampoco. El portón lateral está abierto por el otro lado, así que camino
hacia el frente de la casa y me paro en la acera. Miro en ambos
sentidos, bajando la calle, pero no lo veo.

Cierro mis ojos por un largo rato, casi esperando sentir el aliento
caliente y los bigotes otra vez, pero no pasa nada. El poni se ha ido.

Es oficial: estoy loca.

Regreso a la casa y camino por la entrada, donde mi mamá se está


poniendo un par de tacones negros, su cabello secado con secador y
rizado a la perfección.
—¿Qué haces afuera?

Me quedo ahí de pie tontamente.

—Hum, buscando el periódico. Para una tarea de eventos actuales.

—Está en la encimera —me dice, dirigiéndome una mirada rara.


Siempre está en la encimera.

—Oh.

Se levanta para irse.

—¿Mamá?

—Mm-hmm…

—¿Alquilaste un poni para mi fiesta?

Mi mamá se ríe.

—Por supuesto que no cariño. Eres muy mayor para un poni.

Y luego se va caminando hacia la puerta del garaje, donde la espera su


brillante Lexus. La veo irse, preguntándome si estoy loca o si la perfecta
coordinadora de eventos no sabe qué arregló para la fiesta de dulces 35
dieciséis de su hija.

Sacudiendo mi cabeza, regreso a la habitación. Claramente, mi cerebro


no funciona bien sin una ducha caliente de veinte minutos.

Y sólo me quedan diecinueve antes de que me retrase.


Capítulo 6
Traducido por LizC

Corregido por Beatriix Extrange

E
n el segundo que paso por las puertas dobles y a los anchos pasillos
alfombrados de la SE, Nicole me embosca.

—Lo siento mucho, muchísimo, lo lamento —dice ella.

Yo no digo nada, sólo sigo caminando, apretando un poco los dientes.

Camina hacia atrás enfrente de mí, su cabello rubio flotando en su


rostro un poco. Lo aparta hacia atrás con una mano de uñas recién
cuidadas y me mira a los ojos. Lleva un colgante de diamantes en una
fina cadena delicada de plata.

Me pregunto si se trata de un regalo de aniversario. Trato de recordar si


lo llevaba puesto la noche anterior, pero nunca estuve a menos de cien 36
metros de ella, así que no estoy segura.

—Totalmente, absolutamente perdí la noción del tiempo. Juro que me


asusté cuando finalmente miré mi reloj. Corrimos directamente a tu
casa, pero nos quedamos atrapados en el tráfico. Hubo un camión que
se volcó, y tuvimos que dar la vuelta y…

Parece darse cuenta de que no estoy escuchando realmente.

—Lo que sucedió no es importante. Lo juro, te lo compensaré de alguna


manera. —Deja de caminar y me veo obligada a parar también, para
evitar chocar contra ella.

Miro fijamente a sus ojos azules por un momento. Están levemente


entrecerrados con preocupación, como si en cualquier momento pudiera
decirle que está bien muerta para mí. Me cruzo de brazos.

—Te envié como un centenar de mensajes.

—Mi teléfono estaba muerto.

Retuerzo un mechón de mi cabello castaño húmedo, resistiendo la


tentación de simplemente gritarle allí mismo.
—Todo fue un desastre, sabes. Todo el asunto.

Frunce sus sensuales labios perfectamente glosados.

—¡Haré tu tarea de biología una semana! Te voy a prestar cualquier


cosa de mi armario. Voy a ir al concierto que tú elijas.

Levanto una ceja.

—¿Cualquier concierto?

—Cualquier concierto en el que no me vayan a lanzar en un mosh pit o


algo así.

Tuerzo mis labios arriba a un lado y le doy una mirada larga y dura. Tal
vez si tuviera noventa y nueve otros amigos, por lo menos podría darle
el tratamiento del silencio durante un día o dos, pero mi decisión ya se
está debilitando.

Cruzo los brazos.

—¿Lo juras? No estás perdonada hasta que realmente lo hagas, sabes.

Ella deja escapar un suspiro largo y lento de alivio.

—Te lo juro.
37
—Bien. —Descruzo los brazos. Es triste lo rápido que acababa de
rendirme. Pero, obviamente, no era su intención llegar tan tarde. Y
estoy más enojada por la estúpida fiesta de lo que estoy con ella—.
¿Cómo estuvo tu cena de aniversario?

Se ilumina.

—La comida fue tan increíble. Pedí esta cosa risotto y oh, Dios mío, se
me hace agua la boca sólo de pensar en ello. ¡Y la vista! Está justo en el
Puget Sound, cerca de Point Defiance. Tienen una terraza, pero estaba
cerrada por el invierno. Sin embargo, las ventanas miran directamente
por encima del agua, y puedes ver todos los ferris y barcos de vela y
esas cosas. Podría haberme quedado mirando toda la noche. ¡Y Ben dijo
la cosa más divertida sobre el camarero! Seguimos riéndonos de ello
todo el rato durante la cena y en un momento realmente escupí la sopa,
pero Ben fue tan bueno acerca de eso y fingió que no se dio cuenta. Fue
tan lindo. También hablamos de ti, sabes. Ben cree que eres una
rebelde. Es su palabra, no la mía.

¿Una rebelde? ¿Ben piensa en mí?


—Entonces —le digo, sintiendo un nuevo brote de cólera ya que
claramente se divirtieron mucho sin mí—. Valió la pena perderte mi
fiesta.

—Sí… no, no, no, por supuesto.

Argh.

—Lo que sea. Ya lo he superado. —Salvo que no—. Pero me debes,


como, un centenar de tus brownies con chispas de menta.

Su sonrisa resplandece.

—Voy a comenzar esta noche a hornear.

Empezamos a caminar de nuevo, rumbo a biología.

—Y también, puede que tengas que hacer mi tarea de bio durante el


resto del año. Ya estoy perdida.

Nicole se ríe.

—Mi mamá está haciendo que todos vayamos a visitar a mi abuela esta
noche, pero ¿qué tal si nos juntamos mañana? Podemos repasar los
diagramas celulares. 38
Asiento con la cabeza y entramos en clase, la pelea por mi fiesta casi
olvidada.

Si tan sólo fuese la fiesta en sí tan fácil de olvidar.

Mientras me siento en la clase de fotografía varias horas más tarde, no


puedo dejar de preocuparme por Nicole y el inevitable momento en que
se dé cuenta de que me supera por completo. Es posible que hayamos
resuelto nuestra disputa, pero ¿qué si es sólo la primera de muchas?

Si me abandonó en mi cumpleaños, cualquier cosa podría ser un juego


justo, ¿verdad?

Debería estar trabajando en la tarea que seguro que hunde el único A


que tengo, pero en cambio sigo echando vistazos hacia ella.

Ahora está de pie sobre una bandeja de revelador, un par de pinzas en


su mano mientras chasquea su papel alrededor en el fluido. Hoy ha
estado revelando un rollo completo de fotos de Ben, cosas que tomaron
mientras estaban en su cena de anoche.
Vi algunas de ellas. Fueron a caminar por el paseo marítimo después de
eso. Tomó fotos de él en un muelle, y el sol es tan solo una pequeña
rendija en el horizonte. El agua se extiende detrás de él, hermosa y
serena.

No estaba bromeando cuando dijo que perdió la noción del tiempo.


Porque cuando el sol se estaba poniendo, debería haber estado de pie
en el patio de mi casa, pero estaba a una hora de distancia, totalmente
inconsciente, feliz paseando por Ruston Way.

Todavía estoy un poco enfadada. ¡Nunca le haría eso a ella! Pero


también estoy una mezcla de otras cosas: preocupada, molesta,
inquieta, triste.

La cosa con Nicole es que ambas hemos cambiado mucho en los


últimos años. Nos hemos hecho, o bien más cercanas, o más lejanas, y
creo que sé en qué dirección van las cosas.

Veras, Nicole solía tener un verdaderamente lamentable aspecto. Nunca


me importó que su cara estuviera cubierta de acné, que tuviera por lo
menos veinte kilos de sobrepeso, o que fuera inusualmente baja.

Pero lo que sea que ella ha estado haciéndole a su cara está


funcionando, y en el último año o dos, ha crecido como veinte 39
centímetros, lo juro.

Lo cual, ya que no ha ganado ni un kilo, significa que está delgada


ahora, a pesar de que todavía tiene más en el departamento del pecho
que yo. Su cabello ha dejado atrás el corte de cabello verdaderamente
trágico que tuvo a lo largo de la secundaria también. Todavía tiene ese
borde de timidez de ella, pero está desapareciendo cada día más.

Ha descubierto que ya no es una geek. Así que ahora sólo tengo que
esperar a que se dé cuenta de que yo todavía lo soy, y entonces
probablemente me abandonará. Si lo de ayer era una indicación, las
cosas se están poniendo calientes y pesadas con Ben, mientras que
nuestra amistad está más distante que nunca.

Me inclino hacia el mostrador donde mi ampliadora está colocada,


tratando de concentrarme en mi proyecto y hacer que el negativo ajuste
de modo que no se vea borroso o que corte la cabeza de nadie. Teniendo
en cuenta que ya he tenido unos días para trabajar en este proyecto,
debería ir más adelantada.

Quiero decir, Nicole está tan adelantada que no está ni siquiera


preocupada por ello; está revelando fotos de su novio en su lugar.
El señor Edwards quiere que hagamos un “autorretrato.” Sin embargo,
su definición de autorretrato está claramente sesgada, porque no se nos
permite tomar imágenes de nosotros mismos. Tiene que ser algo
“representativo” de nosotros mismos. Y entonces tenemos que usar uno
de los efectos especiales que nos han enseñado para que sea más
creativa, como invertir a negativo, cambiar el foco o algo así.

Tomé esta asignatura ya que sonaba menos tortuosa que una de esas
clases de FFA agrícolas o teatro o, Dios no lo quiera, coro. Pero como
que resulta medio aburrida. Al parecer, no tengo ninguna visión.

El señor Edwards me ha dado notas razonables porque me las he


arreglado para mantener los aspectos técnicos simplemente perfectos,
pero no deja de insistir en que necesito usar mi “ojo interior” y “ver el
mundo a mí alrededor” y “bla, bla, bla.” Entonces nos asignó nuestro
primer gran proyecto, la mitad de la nota de nuestro primer semestre,
con un gran énfasis en la creatividad. Ouch.

La peor parte es que es uno de esos profesores que realmente te gustan,


del tipo que realmente se preocupa por sus alumnos y se pasa un
montón de tiempo fuera de clase hablando con ellos y ayudándolos.

Así que supongo que me siento un poco culpable, dando vueltas en el


trabajo totalmente aburrido, semana tras semana. Pero ¿qué otra cosa
40
se supone que debo hacer? Algunas de las personas de esta clase con
tan sólo mirar algo y hacer clic, se convierte en arte instantáneo. Yo
simplemente no tengo ese talento natural.

Así que ahora tengo menos de dos semanas para terminar este
proyecto, y a medida que esto ocurre, voy a tener un gran
sobrexposición de nada. ¿A qué otra cosa puedo tomarle fotos que me
represente? ¿Una habitación grande y vacía? ¿Un teléfono que nunca
suena? ¿Un día de la agenda de mi mamá que tiene exactamente cero
tiempo para mí en esto? ¿La parte posterior de la cabeza de Nicole
mientras se aleja o peor aún… besándose con Ben?

Nicole pone su foto en la secadora y luego empaca las cosas esparcidas


alrededor de su ampliadora. La clase termina en unos pocos minutos.

―¿A qué hora quieres reunirte mañana?

Nicole cierra la cremallera de su mochila. Se ve muy bien bajo la luz


roja del cuarto oscuro. Hace que su tez se vea más radiante, más
impecable, y su cabello rubio resplandece.
―Um, ¿cómo a las siete? Tengo cita con el médico después de la
escuela.

―Claro, eso sirve.

Nicole lanza unas cuantas fotos de Ben desechadas a la basura entre


los puestos de nuestras ampliadoras.

―Genial.

Suena la campana, por lo que gruño y comienzo a empacar mis cosas.


Otro período de clase… totalmente desperdiciado.

A medida que meto lo último de mis cosas en mi bolso y me doy la


vuelta para irme, arrojo una foto arruinada a la basura, salvo que fallo
y ésta flota hasta el suelo.

Me arrodillo y la recojo para ponerla en la basura, pero las fotos


desechadas de Nicole capturan mi mirada.

No están tan mal, en realidad. La primera de ellas está muy borrosa,


pero la segunda, de Ben en el muelle, tiene un enfoque suave y etéreo
en sí mismo, como si las nubes se hubieran separado para brillar sólo
en él. Hay algo malo con uno de los lados, como si Nicole hubiera
puesto el dedo en el marco, pero el centro, donde Ben está de pie,
41
mirando por encima del agua, es perfecto.

Echo un vistazo alrededor de la habitación. Nadie me está mirando.

Y entonces, sintiendo como si estuviera robando la Mona Lisa, meto la


foto en mi carpeta, mi corazón acelerándose.
Capítulo 7
Traducido por Maru Belikov

Corregido por clau12345

D
i vueltas y vueltas en la cama esa noche, soñando con Ben y Nicole
besándose, cámaras gigantes persiguiéndome alrededor con
brillantes destellos de luz y miles de fuentes con ponche rebosando
líquido rosa. Excepto que el líquido era lava y pasé todo el sueño
huyendo de ella. Para el momento en que abro mis ojos, estoy
completamente de mal humor. Lo que necesito es una IV8 de cafeína y
cerca de cien donas de Krispy Kreme9.

Mientras bostezo y me estiro, balanceo mis piernas fuera de la cama y


empiezo a ponerme de pie, pero algo se tambalea debajo de mi cama y
mis piernas se deslizan en direcciones opuestas, golpeando el suelo, con
mi cara rebotando en la alfombra. Mi diente choca contra mi lengua y
estoy bastante segura que me la mordí, porque el sabor metálico de 42
sangre llena mi boca.

Todo ocurre tan rápido que no habría sido capaz de salvarme en


circunstancias normales, mucho menos cuatro segundos después de
despertarme.

¿Qué demo…?

Entonces abro mis ojos y todo se enfoca.

Solo puedo mirar, mi boca colgando abierta y mis ojos sorprendidos.

Bolas de Chicle.

Millones de ellas.

Cubos gigantes, pequeños paquetes y enormes cubetas. Están apilados


a mi alrededor y rodando bajo mi cama. Estoy encima de por lo menos
cincuenta.

8
IV: vía intravenosa
9
Krispy Kreme: red de tiendas famosa por sus donas y café
Lo único que puedo hacer es mirar, mi mejilla todavía aplastada a la
alfombra tipo Berber. Todos estos chicles debieron costar cientos de
dólares. ¿Robó mi hermano un camión de caramelos?

Me siento un poco, haciendo una mueca de dolor dado que esa caída no
se sintió bien, y consigo una mejor vista de mi habitación.

Los chicles estaban en mi escritorio, en el alfeizar de la ventana, en la


silla, apilados contra la pared y… ninguna pulgada de mi habitación
está libre de chicles. Intento balancear mis piernas debajo de mí, y
estoy a mitad de camino de ponerme de pie, cuando unos cuantos
chicles se deslizan por debajo y me voy abajo dividiéndome. Entonces,
grito de dolor y me caigo otra vez, con mi muslo pulsando como si me lo
hubiese desgarrado. Unos chicles salen disparados fuera de la puerta y
golpean la pared del pasillo, luego rebotan fuera de vista.

Decido saltarme la parte de pararme y arrastrarme hasta mi armario,


rastrillando de atrás para adelante frente a mí para despejar el camino.
No funciona muy bien, porque ruedan frente a mí otra vez. Es como si
estuviera en una caja de arena, excepto que la arena son chicles. O
quizás es más como la gran piscina de pelotas de Chuk E. Cheese.

Lo que necesito es un cambio de ropa, y puedo ir al baño y alistarme.


Luego puedo ir a buscar a mi hermano y estrangularlo.
43
Logro llegar hasta la puerta y giro la perilla, entonces me doy cuenta
muy tarde de que cometí un gran error: he subestimado el tamaño de
este desastre natural. El huracán bolas de chicle es claramente uno de
categoría cinco.

La puerta se abre golpeándome en la mejilla y los chicles salen como


una avalancha de arcoíris de colores. Ruedo de espaldas, me encojo y
cubro mi cabeza mientras cae la lluvia, saltando sobre mis codos y
cabeza, agrupándose a mí alrededor. El sonido se intensifica mientras
se golpean entre ellos, saltando a través de la habitación. Esto está más
allá de ridículo. ¿Cómo hizo esto? ¿Coloco algún Benadryl10 anoche en
mi soda para dejarme realmente fuera de combate? También debe haber
tenido ayuda, porque tomaría a unas cuantas personas hacer todo esto
en unas pocas horas.

Él definitivamente va a caer.

Me conformo con los pantalones de ayer y una razonablemente limpia


camiseta de Pac Man y me arrastro hasta la salida, la cual realmente

10
Benadril: medicamento sedante
podría tener una luz intermitente de neón solo para señalarse en este
desastre. Espero que mi hermano se dé cuenta que es total y
completamente responsable de limpiar este lugar. Necesitará como
cientos de bolsas para basura y palas quita nieve.

Ruedo hasta la puerta dirigiéndome al baño, cerrando la puerta detrás


de mí. ¡Uf!. Si nunca veo otro chicle en mi vida, será muy pronto. No
puedo creer que incluso estuviese obsesionada con esas cosas. Mi
mamá solía decir que me iba a romper la mandíbula de tanto masticar.

Me miro en el espejo mientras me meto en la ducha. Tengo una gran


mancha rosa en mi mentón, en el lugar donde me golpeé con la puerta,
y unas rayas azules y amarillas sobre todo mi brazo. Muy elegante.

Tomo una larga ducha, ignorando totalmente el hecho de que llegaré


tarde a la escuela. Puedo culpar a mi hermano si mamá se da cuenta.
Después que estoy totalmente arrugada como una pasa y he borrado las
marcas de arcoíris por toda mi piel, me visto y voy a buscar a mi
hermano.

Él está tirado en el suelo de la sala, mirando al techo, escuchando su


iPod. Sus ojos apenas abiertos, como si apenas estuviera despierto y
vistiendo pantalones de camuflaje con una camiseta térmica raída. 44
Realmente es un vago.

No nota mi acercamiento. No digo una palabra, solo arranco los


audífonos de sus orejas. Sus ojos se abren de golpe y se sienta, frotando
su oreja.

—¡Ow! ¿Por qué es eso? —pregunta mirándome.

—No pretendas que no sabes. —En una buena medida, le doy una
pequeña patada con mi pie. Sus manos salen como flechas y agarra mi
tobillo. y antes de que pueda quitarlo, da un tirón y termino en el suelo
cerca de él.

—No lo sé —dice, moviéndose para ponerse sus audífonos de regreso—.


Ve a tomar una Midol.11

Extiendo la mano otra vez para alcanzar sus audífonos y me detiene.

—Está bien. Seguiré el juego. ¿Qué hice ahora? ¿Rayé tu DVD de


Superbad? ¿Escupí en tus Cheerios?

11
Midol: píldora para las molestias menstruales
Me cruzo de brazos y lo miro. ¿Por qué no tuve una hermana? ¿Una
sabia y útil? Apenas y puedo estar en la misma habitación con mi
hermano sin querer estrangularlo o al menos tomar unas pinzas para
su entrecejo.

—Tres palabras: bolas de chicle.

Su mirada es totalmente vacía, sin sonrisa satisfecha, sin risa, sin ojos
nerviosos mientras se da cuenta que lo he descubierto. Hmm. Esto no
tiene sentido.

—¡Argh! Bien, ven conmigo —dije, levantándome y tirando de su


camiseta tan fuerte que lo estrangula. Él frota su cuello y me da otra
mirada de muerte, luego suspira y se levanta del suelo. Él sabe tan bien
como mamá cuán obstinada soy, así que se rinde fácilmente.

Ascendemos las escaleras y nos dirigimos a mi habitación. Estoy justo a


mitad de camino cuando veo los primeros chicles en el pasillo. Me hago
a un lado y Chase camina pasándome y cuando llega a la puerta,
estalla en risas.

Me quedo de pie allí, mirando, mientras él continua riéndose,


finalmente doblándose y sosteniendo sus lados. Periódicamente, mira
de nuevo hacia arriba, escudriñando más a fondo la habitación para ver 45
los caramelos lo que lo hace destornillarse más de risa.

—La. Mejor. Broma. De todas —finalmente logra decir entre respiros.


Luego en realidad se cae, tendido en el sueño todavía riéndose.

—¡No lo es! ¡Es un desastre y necesitas limpiar todo esto!

Él para de reírse, aunque la sonrisa nunca deja su cara.

—Oye, yo no hice esto. No voy a limpiarlo.

—¡Si lo hiciste! Yo obviamente no lo hice.

Él se encoge de hombros.

—Alguien lo hizo y tanto como quiero llevarme el crédito por ello, no


puedo. No fui yo. Ni siquiera estoy seguro de donde alguien encontraría
tantos chicles.

Él se sienta y se inclina en la puerta otra vez para conseguir otra


mirada, luego asiente vigorosamente.

Tiene un punto. Y basada en su expresión, casi le creo.

Casi.
—Como sea. Voy a la escuela. Es mejor que esto se haya ido para la
hora que llegue a casa. Ya sé que probablemente estés realmente
ocupado con alimentar a personas sin hogar y rescatar gatitos en
problemas de los árboles, pero espero que lo recojas.

Se sienta y coloca una mano para detenerme.

—Compañera, no voy a tocar esto. Tengo mejores cosas que hacer.

—Bien. Solo le diré a mamá acerca de esas revistas escondidas bajo


tu…

—¡Okey! Okey, no digas más —dijo, moviendo sus manos para


detenerme antes de terminar mi oración. Dios, ¿piensas que mamá
tiene micrófonos escondidos en este lugar?

Sonrío y me doy vuelta triunfante mientras desciendo las escaleras y me


dirijo a la puerta. Es una caminata de veinte minutos a la escuela, y las
clases empiezan en diez. Normalmente encuentro el caminar relajante,
especialmente cuando el tiempo es agradable como hoy. Está lo
suficientemente cálido como para que no necesite una chaqueta, solo
una sudadera razonablemente gruesa. Los árboles de cerezos que
recubren Marrymor Lane, donde vivo, están medio desnudos, sus hojas
están esparcidas en las aceras, crujiendo bajo mis pies mientras me 46
dirijo a la escuela.

Pero en lugar de disfrutar la caminata, me siento distraída y molesta.


No puedo parar el persistente sentimiento de que algo extraño está
pasando.

Porque mi hermano nunca me preguntó qué pensaba de su poni


rosado. Además si los chicles fueran obra de él, ¿no estaría afuera de mi
puerta esperando por la recompensa? ¿Por qué haría esas bromas si ni
siquiera conseguía estar ahí para su momento de gloria?

Algo no está bien aquí.


Capítulo 8
Traducción SOS por Susanauribe

Corregido por clau12345

P
ara el momento en que termina la escuela, no me siento como si
quisiera ir a casa. Parece que toda la casa se está volviendo una zona
de desastre y si mi hermano todavía no ha terminado de limpiar las
bolas de chicle, seguro como el demonio que no quiero aparecer a
tiempo para ayudar. La evasión siempre ha sido mi mejor mecanismo
de sobrevivencia. ¿Por qué detenerme ahora?

Así que tomo una decisión precipitada: voy a ir al evento de motocross


de Ben esta noche. No es nada gigante, pero está lo suficientemente
cerca como para que pueda caminar hasta allí en media hora. Sé que si
voy, no pensaré en nada durante todo el tiempo que él esté montando, y
eso es exactamente lo que necesito.
47
Voy a hacer mi prueba de conducir el viernes. Con un poco de suerte,
esta será la última vez que tenga que caminar por la ciudad.
Especialmente si consigo usar la vieja Ford Ranger de mi hermano.
¿Entonces por qué no sacar lo mejor de esto y hacer una linda caminata
lenta esta noche?

Este evento se realizará en una pista privada, una llena de saltos


gigantes, rampas y cosas locas de las que ninguna persona en su sano
juicio se lanzaría, pero Ben las maneja con soltura. Hay una serie de
graderías que miden alrededor de 3 metros de altura y nueve o diez
metros de largo, así que sólo albergan a unos cien espectadores en su
mejor momento, y hoy será menos que la mitad. Las noches de los
miércoles son la noche de exposición semanal, un día para que los
motociclistas practiquen sin pagar enormes tarifas o estresar la
competencia. Básicamente, tontear y la gente viene a verlos.

Está cálido para ser otoño, así que me detengo en la estación de


gasolina en el camino y compro una Montain Dew. Irá bien con el
contenedor de Tuperware lleno con los famosos brownies con chispas
de menta de Nicole. Fiel a su palabra, horneó una tanda sólo para mí
para remediar haberse perdido la mitad de mi fiesta. Todavía estoy
bastante molesta con ella, pero los brownies derriten un poco de mi
rabia.

Camino por los sucios senderos de la carretera rural, bocadillo en


mano, sintiéndome relajada por primera vez en días. Es difícil estar
tensa cuando caminas por zanjas llenas de enea, rodeadas de enormes
campos de césped con caballos y vacas y el sol está brillando, caliente y
radiante, por lo que podría ser la última vez de este verano. Camino
bajo una fila de arces, las grandes hojas naranja yacen tan gruesas en
el suelo que alcanzan un tobillo de profundidad.

Esto es exactamente lo que necesitaba, una noche para escapar de


todos y dejar de preocuparme por las cosas.

Serpenteo mi camino entre carros en un campo con césped que sirve


como aparcadero, con mis Converse negras hundiéndose en el lodo. Los
camiones en el campo superan los autos en al menos uno a tres. No
debería encontrar esto asombroso, pero lo hago. En Enumclaw, los
camiones siempre reinarán como supremos.

Hago mi camino hacia las destartaladas gradas de madera, escogiendo


pasar entre una manada de extraños, y encuentro un lugar para
sentarme donde la pintura blanca no está pelándose. 48
Los inviernos en el Noreste del Pacífico no son amables con las
estructuras como ésta, pero en un soleado día de otoño como hoy,
nunca quisiera vivir en otro lugar.

Los motociclistas ya han empezado a tontear. Un chico en una moto de


dos tiempos color naranja brillante se lanza en un gran salto y despeja
a varios motociclistas que están sentados debajo, con sus cascos
puestos, charlando.

Ben es fácil de identificar: tiene una bicicleta amarillo brillante y casco


azul, además de un jersey con un diseño negro con azul rey. Su número
es el 9, el cual ha sido mi favorito desde que fui a una carrera con
Nicole.

Nicole dice que las noches de exposición y las careras de Ben son largas
y aburridas, ruidosas y sucias. A Ben no le importa si ella va, porque no
es como si pudieran hablar algo. Medio me mata saber que tienen tan
poco en común. He pasado tanto tiempo evitando estar alrededor de
ellos dos al mismo tiempo, que en verdad no entiendo su relación en
absoluto.
Ni siquiera sé si ella lo ama como yo. Y si lo ama, ¿por qué no está
aquí? Aunque reconozco a dos personas de la escuela sentadas en la
fila delantera, no me miran ni me hablan. Nicole nunca sabrá que
estuve aquí, porque nunca aparecerá, y Ben está usando un casco y
montando a un millón de kilómetros por hora.

Ben endereza su moto y la arranca de un golpe. Revoluciona a la vida,


un profundo rugido que revela todas las partes de segunda mano que
ha instalado laboriosamente. Lo sé, porque él habla sobre eso en clase
de matemáticas. Siento como si supiera de su moto tanto como él. Me
pregunto si Nicole sabe que pasó toda la semana pasada instalando un
brazo extendido que gira.

Sus botas son casi hasta la altura de la rodilla, con un patrón de color
que hace juego con su camisa y pantalones. Usa gafas sobre su gran
casco así que ni siquiera puedo ver su rostro.

No importa que nadie más lo reconozca. Sé cómo se ve debajo de todo


ese atuendo. Lo he memorizado.

Salta en una rueda por lo que deberían ser treinta metros, luego cae
sobre la rueda delantera y cambia a una marcha más alta mientras se
avecina el banco delante de él. Monta por alrededor de medio círculo,
subiendo más alto por la pared hasta que está cerca de los bordes y la
49
única cosa sosteniéndolo contra la suciedad es la velocidad y fuerza
centrípeta. Para el momento en el que sale de la curva, está poniendo la
tercera marcha y dirigiéndose a una serie de pequeño resaltos. Se lanza
del primero y navega por encima de los dos siguientes sin tocar el suelo,
luego aterriza y rápidamente ejerce presión en el motor. El salto frente a
él es agudo y anguloso y mientras llega a la cresta, la motocicleta vuela
en el aire. Ben saca ambas piernas de los soportes y las pone en el lado
derecho de la moto haciendo esa extraña caminata de tijeras. Se las
arregla para regresar su pierna izquierda al lado correcto quedando a
horcajadas sobre la moto de nuevo justo cuando aterriza.

Sus tonificadas piernas se inclinan con cada salto y resalto. Mi corazón


está volando con él. No puedo creer que hace todo esto y no muere de
miedo o del choque de adrenalina. Me pregunto si alguna vez me dejará
montar su moto, alguna vez me mostrará lo que se siente ser ligero por
esos preciosos segundos.

Ralentiza un poco mientras rodea otra esquina y se dirige a la siguiente


parte de la pista, tres largas colinas en fila. Golpea una tras otra,
navega en el aire, aterriza y monta otros seis o siete metros y se lanza
de nuevo.
Ocasionalmente hace un truco, girando la rueda o soltando ambas
manos en mitad del aire. No me doy cuenta de que estoy conteniendo el
aliento hasta que mis pulmones empiezan a gritar por oxígeno y tengo
que tomar una larga y entrecortada respiración.

No sé cómo Nicole puede aburrirse con esto. Ben hace otro salto y
voltea su moto hacia un lado por un minuto, a propósito, y luego la
endereza de nuevo justo a tiempo para aterrizar. La multitud grita y
aplaude. Me pongo de pie con ellos y gritó con todos mis pulmones,
aplaudiendo y silbando.

Ben es uno de los mejores motocrocistas del área. Dice que no quiere
meterse en circuitos verdaderamente intensos todavía, pero
definitivamente podría. El primer día de clase de matemáticas, vi todos
esos stickers en su carpeta y le pregunté sobre ellos. Dijo que la tienda
de motos local prácticamente le da todo lo que necesita a cambio de
poner sus stickers en su moto y un parche en su camisa. Le creí. Es
bueno en eso.

Mi celular suena, y lo abro sin pensar.

—¿Hola?

—Hey, Kayla —dice Nicole. 50


Mi corazón se encoge en mi pecho, aterrizando en alguna parte de mis
pies. Olvidé totalmente que íbamos a reunirnos esta noche para
trabajar en el diagrama de la célula. Si me voy ahora, podría llegar a
tiempo a casa para encontrarla allí. Tal vez.

—Hola —digo. Poniendo mi mano sobre el micrófono. ¿Puede escuchar


las motos en el fondo? Dios, esto es sospechoso.

—Mi cita con el odontólogo fue corta. ¿Todavía quieres venir?

—¿Dentista? Pensé que dijiste que era una cita con el doctor.

Hace una pausa.

—Claro. Pero un dentista es un doctor. Sólo que de diferente clase.

Frunzo mi ceño. Supongo que tiene sentido. Pero parece extraño.

—Oh. Bueno, yo, huh, estoy medio ocupada en este momento. ¿Qué te
parece mañana?

La culpa parece estar hinchándose y construyéndose en mi estómago.


Pongo mi mano de nuevo sobre el micrófono mientras se escuchan
motos rodeando la esquina y dirigiéndose en mi dirección. Parezco
contener el aliento mientras el conductor revoluciona el motor.

—¿Qué fue eso?

—La podadora de césped —digo rápidamente. Demasiado rápido.

—¿Estás podando el césped? ¿Tú mamá no le paga a alguien para que


lo haga?

Cierro mis ojos y tomo una profunda respiración.

—Sí, mi mamá dice que los chicos de paisajismo no están al día. Así
que… yo me quedé atrapada con esto. ¿Podemos trabajar en el
diagrama mañana? —pregunto de nuevo.

—No puedo. Tendremos que hacer esto el fin de semana o algo así.

Asiento, luego me doy cuenta de que ella no puede verme.

—Oh, claro. Te veo mañana en la escuela.

Y luego cierro el celular mientras otro grupo de motocrosistas está


volando por las graderías. Esto esta tan… no bien. Quiero decir, estoy
escondiendo el sonido de motos de Nicole, hay algo malo con esta 51
imagen. Si me siento culpable, es porque soy una gran mentirosa,
secretamente codiciando a su novio.

No debería estar aquí, mirando al único chico que nunca podré tener.
Quiero decir, ¿cuánto tiempo voy a verlo desde lejos y obsesionarme con
él, todo el rato escondiéndolo de mi mejor amiga?

No estoy de ánimo para estar aquí más tiempo. Tengo que detener esto.
Tengo que dejar de desear estar con él. Es estúpido pasar por esto. Tal
vez puedo hacer una clase de fuera-de-vista, fuera-de-mente. Tal vez
puedo simplemente aprender a superar mi enamoramiento y dejar que
Nicole esté con él y sólo olvidar que Ben Mackenzie siquiera existió.

Esto termina. Ahora.

Me paro de las graderías y empiezo a bajarlas, haciendo mi camino


cuidadosamente entre los espectadores. Sólo estoy a mitad de camino
hacia el final, cuando todos a mí alrededor se ponen de pie y un rugido
de risas se construye rodeándome.

Por un segundo, pienso que tengo algo mortificantemente pegado a mi


trasero y trato de quitarlo discretamente de mis jeans.

Pero luego me doy cuenta de que están mirando a la pista. Y señalando.


Miro hacia arriba y mi estómago se cae a mis rodillas.

Uh-oh.

Es el poni. El jodido poni rosa.

52
Capítulo 9
Traducido por Little Rose

Corregido por Majo

E
l poni está corriendo, saltando y divirtiéndose como nunca. Levanta
los cuartos traseros, se retuerce y da vueltas en el aire con las
piernas tan levantadas que podría haber hecho piruetas.

Se me seca la boca.

Va a uno de los saltos más largos, con sus pequeños cascos resonando,
y luego se yergue y relincha pareciendo orgulloso de sí mismo mientras
salta una y otra vez como si fuera el dueño de la montaña.

O reina quizás. Después de todo, es rosa. Sigue dando vueltas, con sus
piernitas sacudiéndose sin prestar atención a la destrucción que está
provocando en mi pobre corazoncito.
53
Una moto resuena, y dejo de mirar al poni. Un corredor, obviamente
que no vio que la pista está ocupada por un caballo en miniatura
tremendamente rosa, está acelerando en su dirección.

—¡Basta! —Me estiro, bajando de los asientos y corriendo hacia la meta.


Tropiezo con los carriles pintados de blanco, cayendo al suelo en un
charco de lodo. Inmediatamente se escurre entre mi pantalón y
zapatillas. Ugh.

Me pongo de pie, sintiendo mis Converse llenas y mojadas a través de


los calcetines. Corro hacia el salto, haciéndole señales y gritándole al
motociclista con todos mis pulmones. Probablemente no tenga sentido,
entre el gemido de su moto no me oirá y se chocará con el caballo.
Probablemente vea volando partes de cuerpos.

Para este momento, el corredor ya está en la base del salto. Cuando


creo que es momento de cerrar los ojos y esperar un milagro, su casco
se mueve, y sé que me ve, sólo un poco. Le da al freno y gira el
manubrio, enviándose a sí mismo a la pila de tierra afuera de la pista.
Vuela junto a su moto, justo hacia un grupo de corredores que están
sentados en el medio del circuito.
Los esquiva a casi todos pero se choca de lleno con la rueda de la moto
del fondo, la moto de Ben.

Toda la moto es golpeada, con Ben encima, y el otro corredor cae al


suelo ruidosamente.

Me quedo de pie allí en medio del circuito, engullida por el silencio


mientras miro. La multitud en las gradas sigue de pie, mirando todo el
increíblemente genial espectáculo.

Ups.

El poni vuelve a relinchar, como en una risita increíblemente ruidosa y


aguda. Y luego trota colina abajo y sigue por el camino, con su cola
esponjosa revoloteando detrás.

Viene directo hacia mí, como si fuera su mejor amiga. La mantequilla de


maní de su jalea.

No, no, no. No es bueno.

¡Aléjate! Intento canalizarle mis pensamientos, esperando, rezando para


que se vaya corriendo a donde sea de donde vino. Pero salta justo hacia
mí y se detiene, frotándome su hocico en el brazo.
54
Debe haber cien pares de ojos en mí ahora mismo.

Tengo miedo de levantar la mirada en cualquier dirección porque no sé


qué decir.

Realmente debería haber dejado el poni y que se las arreglará por sí


solo en lugar de gritar con todos mis pulmones y caer en barro. No es
como si fuera mi poni, aunque apareció en mi patio ayer.

—¿Esa cosa es tuya?

Quiero cerrar los ojos y bloquear esa voz —la voz de Ben— pero sé que
no lo haré desaparecer. Por lo que levanto la mirada. Se ha quitado el
casco, por lo que su cabello rubio está todo desordenado, y tiene una
ceja alzada mientras mira el poni. Sus ojos azules están brillando con
intensidad, como si hubiera cien bromas que quisiera contar. Tiene un
lado de su traje de corredor llenos de barro, gracias a que el otro chico
lo golpeó e hizo caer.

—Em… ¿no?

—¿Es eso una pregunta?

—¿No?
—Sonaba como una.

—Bueno, no es mío, pero le gusta ir a mi jardín trasero a veces. Una.


Sólo una vez.

—¿Te pasa muy seguido que aparezcan ponis rosados en tu jardín?

—No.

Sonríe. Mi corazón comienza a acelerarse. Ben parece realmente


complacido de estar viendo mi humillación pública. Normalmente, lo
molesto a él.

—¿Crees que quizás los Pitufos lo quieran de regreso?

Alzo una ceja y pongo una mano en mi cadera.

—¿Enserio? ¿Eso es lo mejor que tienes? ¿Me encuentras aquí de pie


con un poni color fucsia, y realmente eso es lo único que puedes decir?

Ben ríe y la tensión parece disolverse de mi cuerpo, y me descubro


sonriéndole en respuesta.

—Realmente me decepcionas Ben.

—¿Qué puedo decir? Mis Laffy Taffy12 me fallaron, no tienen ningún


55
chiste de caballos fucsia.

Alguien del otro lado de la pista enciende su moto, y comprendo que


estamos en medio de todo, y nadie se mueve.

—Oh, eh, supongo que ese es mi pie para irme. Quiero decir, tengo
tarea y esas cosas, y de todas formas es una caminata larga a casa así
que mejor…

—¿Viniste caminando?

Er. Probablemente no debería haber mencionado eso. Ahora parezco


una loca.

—Sí. ¿Pero cuánto es? ¿Sólo dos o tres millas? Menos de cuarenta y
cinco minutos. Y el clima está lindo. —Y quizás en algún lugar pueda
dejar tirado mi poni.

—De ninguna manera. Yo te llevo.

12 Laffy Taffy: golosina que dentro de su envoltorio trae chistes sencillos.


Mi estómago se hunde mientras mi corazón se siente más ligero. No
debería querer esto tanto.

Vamos a su gran camioneta Ford, y él baja una pequeña rampa. Debe


tener un ancho de veinte centímetros, apenas más ancha que su rueda.
Se monta en la moto y la sube por la rampa como si lo hiciera todos los
días. Lo que, ahora que lo pienso, debe ser posible.

Me quedo de pie mientras intenta bajar de la moto, con mi poni a mi


lado. Medio espero que diga algunas frases, como el señor Ed.

—Creo que puedo retroceder con la camioneta hasta allí —comenta Ben
señalando un montículo de tierra—. Y quizás podamos convencer al
poni de subirse.

—Pero realmente no es mi poni. Podríamos dejarlo aquí.

Ben me mira como diciendo, “sí, claro”.

—Probablemente viva cerca de tu casa y te siguió aquí. Lo mínimo que


puedes hacer es llevarlo de regreso. —Enumclaw en general es un área
bastante rural, por lo que esto es bastante posible. Me pregunto cuál de
mis vecinos psicópatas perdió su poni.

Suspiro y me froto los ojos. No sé cuándo mi jardín se convirtió en


56
posada de ponis, pero como sea.

—De acuerdo.

Si el poni se fuera galopando, el mundo volvería a estar bien. Pero no lo


hace. Espera pacientemente mientras Ben retrocede su camioneta hasta
la pila, y luego, maldita cosa estúpida que se sube como si hubiera
pasado toda su vida subiendo y bajando de camionetas.

Ben cierra la portezuela, y después, para mi sorpresa, va a la puerta del


pasajero y la abre para mí.

—Su carruaje espera —dice con una sonrisilla en sus labios perfectos.

Realmente dudo que el carruaje de Cenicienta incluyera una moto de


motocross y un poni fluorescente.

Voy a la puerta y me subo a menos de un centímetro de él. Quiero


inclinarme, apoyar mi pecho en su chaqueta y sentir su perfume.

Me pregunto cómo reaccionaría si hiciera eso.

Tengo que aferrarme a la manija del lado de adentro de la puerta e


impulsarme para subir, por la altura de la camioneta. Ben cierra la
puerta y rodea la camioneta por adelante para sentarse sin ayuda de la
manija.

Cuando lo enciende, el gran motor cobra vida.

Salimos a la ruta. Gracias al cielo son menos de tres millas a mi casa,


porque podría desmayarme y odiaría que él me viera en esa posición.

—Te veías increíble hoy —digo cuando ya no puedo soportar el


silencio—. Ya sabes, antes de que el equino interviniera.

—Gracias —dice—. ¿Me viste cuando casi me caigo en la grande? Me


puse nervioso y casi no logro pisar el acelerador.

Sonríe y me mira, me encuentro sonriéndole y mirándolo a los ojos. Oh,


no. No debo mirarlo a los ojos. Me vuelvo a la ventana.

—Dicen que un ego demasiado inflado es la principal causa de muerte


en chicos adolescentes.

Puedo sentirlo mirándome.

—¿Ah sí? ¿Y cuál es el tratamiento?

—Oí que la terapia con electrochoques funciona bastante bien. 57


Ben bufa.

—¿Cómo, nada de submarinos?

Sacudo la cabeza. Se me hace difícil mirar por la ventana cuando quiero


mirar a Ben. En cambio, finjo que una vaca blanca y negra que está
pastando cerca es la cosa más fascinante del mundo.

—No, demasiado complicado.

—Tiendo a pensar que una hora con la señorita Vickers y dos docenas
de problemas de trigonometría solucionarían el ego de cualquiera.

Olvido atenerme a la ventana y miro a Ben.

—Lo sé, y recién es el primer mes de escuela. Estamos condenados.

Sonríe, poniendo la luz de giro antes de volverá mirarme. Sus labios se


ven perfectos, curvados en una sonrisa. Vuelvo a la ventana.

—Deberíamos juntarnos alguna vez y trabajar en la reseña. —La


camioneta se sacude un poco cuando sube al segundo cambio.
Olvido respirar un segundo, hasta que los pulmones me arden e inspiro
tan hondo como puedo sin que él lo note.

—Sí, podríamos. En lo de Nicole. Ella tiene la misma clase de


matemáticas en el sexto período.

—Claro —dice asintiendo—. En lo de Nicole.

Para cuando estamos frente a mi casa, mi agarre mortal en la manija


hace que me duelan los dedos. Para la camioneta en la acera, y justo
cuando va a apagar el motor, abro la puerta y salgo.

—¡Gracias Ben, nos vemos mañana!

Entonces me voy hacia la puerta de casa. Estoy a mitad de camino


cuando oigo que apaga el motor y me grita desde la ventanilla abierta.

—¿Eh, Kayla?

Me detengo, apretando los dientes un segundo, aún de espaldas a él, y


luego me doy vuelta.

—¿El poni? —Hace un gesto hacia mi última pesadilla viviente. Al


parecer tengo muchas de esas últimamente. ¿Es posible tener múltiples
pesadillas vivientes? 58
—Oh. Cierto.

—¿Cómo crees que podamos bajarlo?

—Em, hay un paredón del otro lado de aquella cerca. Retrocede con tu
camioneta hacia allá y abriré la puerta.

Resisto la tentación de golpearme la frente con una mano mientras voy


al jardín. Dado que es un terreno que ocupa una esquina, tenemos otra
puerta atrás. El jardín solía tener un desnivel, por lo que mamá hizo
que construyeran un muro de contención para nivelarlo. Será perfecto
para bajar al poni.

Ben retrocede la camioneta y sale, yendo a la parte trasera a bajar la


portezuela. Es casi perfecto —sólo a unos centímetros de la pared. El
poni retrocede un poco y luego se da la vuelta y salta. Va al centro del
jardín, se pone de rodillas, luego cae de costado y comienza a rodar.

Ben ríe, y noto abruptamente lo cerca que está. Me alejo discretamente


un par de pasos.

Gira la cabeza y frunce el ceño mirándome.


—¿Acaso te pongo incómoda?

—¿Qué? No. ¿Qué? —Voy a ahogarme con mi saliva. Estoy segura.

Ben suspira y se encoge de hombros.

—No importa.

—De acuerdo, bueno, cerraré la puerta. Gracias por traerme.

Asiente, pero me mira un segundo más de lo necesario y luego se da


vuelta y vuelve a la camioneta.

Toca la bocina una vez mientras sale a la calle y cierro la puerta con
tanta fuerza y velocidad que cruje. Y luego inspiro muy hondo, y por
primera vez en media hora, no me falta el aire.

59
Capítulo 10
Traducido por Susanauribe

Corregido por Majo

C
uando me despierto a la mañana siguiente, abro sólo un ojo
lentamente y miro alrededor de la habitación. Después del poni… y
las bolas de chicles... me siento como si estuviera a punto de ser
emboscada. Pero las bolas de chicle no han aparecido. Gracias a la
estrella de la suerte por eso. No sé lo que él hizo con ellas, pero mi
hermano hizo algo por primera vez en su vida. Y una mirada por la
ventana revela que no hay un poni comiéndose nuestro césped
perfectamente verde.

La vida es felizmente normal.

Mientras me dirijo a la puerta de mi habitación, escucho un sonido.

Saliendo de mi armario. 60
¡En serio! Si mi hermano ha hecho algo más… una pequeñita ínfima
cosa adolescente, le voy a decir a mamá. La vida ha sido loca desde que
él regresó y todo es su culpa.

Marcho hacia mi armario y abro la puerta de un tirón.

Mi corazón se detiene mientras miro a un par de grandes ojos verdes


enmarcados por pestañas largas y curvas. Hay una chica que nunca
antes he visto sentada en mi armario. De verdad. Grito y salto hacia
atrás, corriendo hacia la silla de mi computadora y empujándola entre
nosotras, como si fuera a volverse un arma.

Muerta por una silla que rueda.

Me doy cuenta de que la silla va a hacer poco para protegerme, y


frenéticamente me estiro hacia mi escritorio para producir…

Una regla. Me quedó ahí con eso extendido como una espada, todavía
escondida detrás de la silla. Tal vez si soy bastante afortunada, puedo
hacer algunas estrellas arrojadizas de clips de papel.
La extraña chica sólo está relajada en el suelo, con las piernas
cruzadas, usando el atuendo más horrible que he visto: medias a rayas
rojas y blancas, un vestido de algodón azul y un delantal blanco. Su
cabello de color fresa es rizado y está suelto cayendo hasta la mitad de
su espalda en grandes rizos alborotados, trozos de ellos saliendo por
todas partes. Ella tiene una sombra de pecas oscuras por el puente de
su nariz, y labios tan llenos que no parecen naturales. Parece de mi
edad. Excepto que no parece preocupada en lo más mínimo por haber
sido atrapada en mi armario. Si ésta es la novia a larga distancia de mi
hermano, en verdad tiene muy mal gusto. De nuevo, ella está saliendo
con él, así que parece que tal vez ella es quien necesita ayuda.

—¿Quién rayos eres tú? —pregunto, retrocediendo hacia la puerta como


si fuera un perro con rabia. Estoy llena de un miedo irracional de que
vaya a ponerse de pie y saltar encima de mí como una araña o algo
parecido.

—Ann —dice ella, su voz tentadora, apenas un susurro.

—Okey, Ann, ¿qué estás haciendo en mi armario?

—Sentarme —dice ella, como si debería ser obvio. Ella pestañea unas
cuantas veces y me mira de la manera más extraña, como si no debería
ser yo quien estuviera de pie en mi propia habitación.
61
—Sí, ¿pero por qué estás sentada en mi armario?

—Soy tu mejor amiga. ¡Vivo aquí! —dice, su voz se está fortificando,


volviéndose menos un susurro.

Tiene un sonido extraño y correcto en sus palabras. No es un acento


per se. Pero me recuerda a la forma en la que alguien pronuncia una
palabra que acaba de aprender hacer sólo cinco minutos. La cadencia
es un poco apagada.

—No, no vives aquí —digo, dando un paso hacia adelante. Ella necesita
salir de mi armario—. Ahora. ¿Qué cree que es esto, Narnia?

—Sí, si vivo aquí.

—No, no vives aquí.

—Sí, si vivo aquí.

Aprieto mi mandíbula. Ella en verdad es molesta.

—Claro. ¡¿Y quién eres tú?!


—Ann —dice ella de nuevo.

—¿Anna qué?

—Sólo Anna.

—No hay una sólo Anna.

Ella me mira. Pestañeo unas cuantas veces, esperando que


desaparezca. Hay algo extrañamente familiar en ella. Salgo de detrás de
mi silla para mirarla mejor, todavía estirando la regla. Si todo lo demás
falla, puedo medirla hasta la muerte.

—¿Te conozco de alguna parte? —Mi voz suena más temerosa de lo que
me gustaría, y aclaro mi garganta.

Ella se ríe un poco, y por alguna razón me molesta. ¿Quién es ella para
reírse cuando ella es la invasora?

—Por supuesto, Kayla. Nos hemos conocido por ocho años.

Ella sabe mi nombre. Mi estómago se retuerce. No entiendo esto. Me


está asustando. ¿Tal vez sólo debería correr e ir a buscar a mi
hermano? Tal vez ella es una persona loca que escapó. Tal vez me mira
por mi ventana. 62
Nota para mí: conseguir nuevas cortinas.

—Necesitas salir de mi armario —digo, mi voz todavía temblorosa. No


estoy equipada para lidiar con invasores antes de las siete a.m.

—No es mi culpa que me hayas lanzando a aquí.

¿Huh?

—Yo no te puse ahí. Eso es absurdo, no dirijo un hostal.

Tal vez una vara sería suficiente, pero esta regla se siente más delgada y
delgada en mis manos.

—He estado en esa caja por cinco años —dice, señalando la caja blanca
en la parte trasera de mi armario—. No es ni de cerca tan cómoda como
era tu cama.

Anna se arrastra hacia adelante, saliendo del armario, y desdobla sus


piernas. Mientras se pone de pie, ella medio se tropieza y se tambalea
hacia adelante, chocando contra mi silla rodante y enviándola a chocar
contra la pared. Hace un gigante brinco hacia atrás. La silla deja una
gran marca en mi perfecta pared color durazno.
Genial. Al menos mi hermano trabaja en una tienda de ferretería.

Ella se agarra del borde de mi cama y se arrastra a sus pies hasta que
está de pie en sus completa altura, lo cual parece bastante cerca de mi
metro sesenta. No suelta el poste de mi cama de cuatro postes. En
verdad, luce un poco temblorosa. Como esos caballos que ves en Animal
Planet justo momentos después de que aprenden a caminar.

Mientras está de pie frente a mí, una mano todavía agarrada en mi


cama, le doy una buena mirada. Toda la habitación da un giro lento e
inclinado. De repente, yo soy la que necesita agarrarse de un mueble.

Sé porque parece familiar.

Está vestida como mi viaje muñeca Raggedy Ann. ¿Es por eso que
estaba hablando sobre esa caja? ¿Ella escarbó entre mis cosas y vio mi
vieja muñeca?

Parece un gran desastre. Un atuendo que se ve lindo en una muñeca,


pero luce atroz en una adolescente. Y con su cabello saliendo por todas
partes y sus pecas pronunciadas, tiene que ser la persona más
perdedora que he visto en la vida real.

Cruzo mis brazos, molesta. ¿Cree que puede venir aquí y burlarse de mí 63
por mi obsesión de un tiempo con mi muñeca Raggedy Ann? ¿Es cómo
se supone que sea?

—Lindo disfraz. Un poco temprano para Halloween, ¿no crees? —


pregunto.

Ann mira su vestido, suavizado el delantal mientras frunce el ceño.

—Siempre te gustó.

—Sí, ¡cuando tenía siete años!

Ella se encoge y finalmente suelta mi cama para poder poner sus manos
en sus caderas. Se balancea un poco pero se queda de pie. Dios,
¿estaba bebiendo cerveza en mi armario?

—Me gustabas más en ese entonces.

Su voz ha sido cambiada durante nuestra conversación, volviéndose


más normal. Entre más habla, más suena a mí y más la angustia se
multiplica en mi estómago. Ella desde aprender locamente rápido. Todo
lo que tuve que hacer fue escucharme unas cuantas palabras, y se está
ajustando, cambiando a imitarme. ¿Por qué está actuando como si me
conociera? Recordaría a alguien que luciera así de tonto.
—No tienes que ir a casa, pero no puedes quedarte aquí —digo,
moviéndome hacia la puerta.

—Ya te lo dije. Ya estoy en casa.

—No estás en casa. Yo estoy en casa. Esta es mi habitación. —Mi voz se


alza una octava. Mi hermano me escucharía si yo gritara, ¿cierto?

¿Pero qué pasa si está escuchando su iPod?

—Nuestra habitación —dice ella.

Ella toma mi postura y luego me imita, cruzando sus brazos y de pie


con sus pies muy extendidos. Suficiente con esto. Estoy suficientemente
asustada. Doy un paso hacia atrás y extiendo la regla de nuevo.

—Mira, si no te vas en los próximos treinta segundos, voy a llamar a la


policía.

—¿Por qué? ¿Todavía tienes un enamoramiento con el Oficial Barrows?

Mis ojos se abren grandes. Nunca le dije a nadie sobre eso. Cuando
tenía diez, tenía un enamoramiento total de un policía de veinte años
que salía en el área de paso de peatones frente a la escuela. Cruzaría
una y otra vez sin otra razón, probablemente volviéndolo loca. Ni 64
siquiera nunca le he dicho a Nicole sobre él; era vergonzoso.

—¿Cómo sabes eso?

—Solías decir que ibas a casarte con él y vivir en una casa con una
cerca de estacas blancas. Y que él protegería…

—Sé lo que dije, ¿pero cómo tú sabes sobre eso?

Ella me frunce sus cejas y me da una mirada de “bueno, duh”. ¿Por qué
es que me siento como la estúpida cuando ella está vestida como una
muñeca gigante?

—Debes reconocerme. Fui tu mejor amiga por unos cuantos años. Lo sé


todo. ¿O te olvidaste de mí una vez que me metiste en esa caja?

Mientras las palabras entran, comienzo a reírme, girando la silla del


escritorio y dejándome caer en esta.

Esto es bueno. Me pregunto quién la puso a hacer esto.

—Crees que eres la Raggedy Ann, ¿verdad?


Ann intenta una risa, perfectamente imitando la mía. Hace que los
pelos de mi cuello se paren en las puntas. Es como escucharme riendo,
sonando en una grabadora.

—No estoy pretendiendo, Kayla. ¡Soy yo!

—No, ¡no lo eres! Ann es una muñeca, tontita.

Ann suspira.

—Además del Oficial Barrows, también tuviste un enamoramiento con


el cartero, al menos hasta que los reemplazaste por el chico de cabello
plateado con zapatos chirriantes. Y quisiste ser un payaso de rodeo por
alrededor de cinco minutos, hasta que viste un toro en verdad.
También, el segundo nombre de tu padre es Preston Lewis, lo cual
siempre encontraste ridículo porque son dos nombres, no uno, y ambos
suenan como apellido. Tu color favorito es el durazno a pesar que de
que odias los duraznos porque encuentras la parte velluda totalmente
poco apetitosa. En sexto grado, descubriste que empezaste la regla
porque…

—¡Suficiente! —digo, cubriéndome mis oídos. Sin sentirme aliviada por


ese recuerdo.
65
Con cada revelación que Ann dijo, mi ritmo cardíaco se incrementó, y
ahora está galopando en mi pecho como un animal enloquecido. Ella
sabe cosas que no le he contado a nadie, ni siquiera a Nicole. Y no soy
lo suficientemente estúpida como para tener un diario o algo así. Así
que o ha estado viviendo en ese armario o ha escuchado a hurtadillas
por los últimos seis años…

No. Eso es completa, totalmente imposible. Hay una explicación para


esto.

Una lógica.

—Mira, tengo que ir a la escuela. Así que puedes regresar y sentarte en


ese armario y yo iré a clase, y podemos discutir esto después.

Tal vez si puedo devolverla al armario y cerrar la puerta, puedo correr


lejos de mi habitación y hacer que mi hermano la eche. O tal vez en
verdad llamaré a la policía. Pero no tengo tiempo para descubrir cuál
opción es mejor.

Ann se encoge, se da la vuelta y vuelve al armario. Cuando la puerta


hace click cerrándose y sale de vista, casi me convenzo de que imaginé
todo. Pero luego camino a la puerta y miró un poco dentro, y está
sentada en el suelo entre mi ropa, trenzando su cabello.

Miro detrás de ella y veo la caja blanca donde mi muñeca había estado,
pero está vacía.

Trago y le doy una débil sonrisa y luego cierro de nuevo la puerta.

Si sólo hubiera como una caja de seguridad y pudiera girarlo y


encerrarla por siempre.

Algo me dice que no será tan fácil deshacerse de ella.

66
Capítulo 11
Traducido por PaulaMayfair

Corregido por ☽♏єl

N
i siquiera voy a mitad del camino a la escuela en el momento que
debería estar subiendo las escaleras del frente. No estoy caminando
tanto como estoy arrastrando los pies, aturdida, sumida en los
pensamientos sobre el extraño desarrollo de la mañana.

Desde mis dulces dieciséis, la vida ha sido puesta de cabeza. Es como


un claro antes y después.

Antes: normal.

Después: totalmente loco.

Quiero decir, ¿Raggedy Ann13? ¿Bolitas de chicle? ¿Un poni fucsia?


Quizás cuando yo era pequeña, habría amado esas cosas. Habría 67
saltado de alegría sobre el poni. Diablos, si yo hubiera sabido que los
ponis venían en color rosa, habría rogado por uno. Incluso tenía el cono
de helado en su trasero, como mi My Little Pony14 preferido.

Me detengo a medio paso entonces, mi mandíbula tan abierta que está


casi descansando en la punta de mis Converse. Es como si todos los
sonidos hubieran parado de golpe y el mundo entero se hubiera
quedado en silencio, excepto por el zumbido en mis oídos. No puedo ver
ni una sola cosa frente a mí porque todo se ha ido en este tipo de gris
borroso.

Deseo que mis deseos de cumpleaños realmente se hicieran realidad.


Porque los condenados nunca lo hacen.

No.

No, no, no.

13
Raggedy Ann: es un personaje de ficción creado por el escritor e ilustrador Johnny
Gruelle para una serie de libros para niños pequeños. Es una muñeca de trapo con
vestido blanco y con pelo rojo de lana.
14
My Little Pony: es una línea de coloridos ponis de juguete producidos por la
compañía Hasbro, dirigidos principalmente a niñas pequeñas. Los diferentes ponis se
identifican por sus cuerpos y sus crines de colores, así como por un símbolo en uno o
en ambos lados de sus cuartos traseros.
Imposible.

Estoy parada ahí, mis ojos todavía fuera de foco, mi respiración tan
fuerte que mi pecho comienza a agitarse, como si hubiera terminado de
correr un kilometro y medio en educación física.

Miro fijamente a la nada, tratando de rebobinar los últimos años y


recordar exactamente que podría haber deseado cuando tenía nueve
años, cuando yo estaba obsesionada con esa estúpida muñeca Raggedy
Ann. Ese fue el año que mi papá nos dejó. El año en que mi mamá
estaba prácticamente perdida en el mundo, mi hermano estaba lidiando
con el divorcio quedándose afuera hasta tarde con sus amigos, y ese fue
el año antes de que Nicole se mudara.

No tenía a nadie...

Desearía que tú fueras real Ann. Entonces tendría un verdadero amigo.

De pronto necesito sentarme y no hay bancos alrededor, así que


simplemente me dejo caer en medio de la acera, cruzo mis piernas y me
inclino hacia adelante, mi cabeza está entre mis manos, mis dedos en
mi sien, mi húmedo y oscuro cabello colgando frente a mí. El frío del
húmedo cemento inmediatamente se filtra a través de mis pantalones,
pero lo ignoro. 68
Esto es ridículo. Los deseos no se hacen realidad. Y las muñecas no
cobran vida.

Ann había estado actuando extraño, imitando mi postura y mi forma de


hablar. Era como si ella todavía no supiera como hablar o caminar y lo
estaba descubriendo mirándome.

No, no, no. Eso es estúpido. Ella es un ser humano, no una muñeca.

Parpadeo unas cuantas veces, aunque mi visión no se enfoca. Cuando


tenía siete, estaba obsesionada con hacer globos de chicle. ¿Habría
deseado un suministro de por vida de chicles? Me rompo la cabeza
tratando de recordar que hicimos para mi cumpleaños número siete.
Habría sido la última vez que mi papá y mi mamá estuvieran juntos y lo
celebráramos como una familia.

Probablemente habría querido algo tan insignificante como chicle.

El poni. Oh, Dios mío, el poni.

Yo definidamente deseé eso. Habría amado que mis My Little Pony


cobraran vida.
Cierro mis ojos por un largo y silencioso momento tratando de aclarar
los pensamientos confusos en mi cabeza. Ellos están girando tan rápido
que apenas puedo escucharlos.

Deseo que mis deseos de cumpleaños realmente se hicieran realidad.


Porque los condenados nunca lo hacen.

Esto no puede ser real.

Mi fiesta fue hace tres días. Cada día un nuevo deseo ha aparecido.
Primero el poni, luego el chicle, ahora Raggedy Ann cobra vida.

Esto es imposible. De ninguna manera.

Abro los ojos y bajo la mirada al concreto húmedo, inhalando profunda


y calmadamente. Hay una hormiga arrastrándose a través de la losa
frente a mí, pero estoy tan aturdida que no me alejo de ella mientras
comienza a subir en mi Converse, tengo las amarillas hoy, marcadas
con Sharpie15 en toda la punta, de cuando estaba aburrida en clase de
historia.

Podría haber una explicación lógica para esto, ¿cierto? Como alguien
que escuchó lo que dije en la fiesta y está jugándome una broma.
Quizás mi hermano y sus amigos se unieron porque tienen muy poco 69
que hacer, y esta broma es realmente extraña.

Pero espera... ¿dije mi deseo en voz alta?

No, sólo pensé en mi deseo.

Además, incluso si estoy equivocada y lo dije en voz alta ¿Cómo


conseguirían todo esto en tan poco tiempo? ¿Como podría alguien
encontrar un poni, teñirlo de rosa y meterlo en mi patio en menos de
doce horas? Por no hablar de tener suficiente pintura rosada para
cambiar su color... ¿Entonces cómo hace mi hermano, que tiene un
cerebro del tamaño de una arveja, para organizar algo así de loco?

Además, ¿cómo sabía Ann todas esas cosas sobre mí?

Y todavía está el hecho de que Chase no ha estado escondido en los


arbustos para ver sus trucos revelarse. ¿Cuál es el punto de una broma
si tú ni siquiera eres testigo de la recompensa?

¿Y por qué alguien gastaría tanto dinero en chicle?

15 Sharpie: es una línea de marcadores indelebles.


Por supuesto, el verdadero beso de la muerte en mi teoría de la broma
es que nunca le he contado a nadie mis deseos. Mi hermano, o
cualquier otro, de hecho, no podrían saber que deseé que Ann cobrara
vida y fuera mi mejor amiga.

Me levanto de la acera y regreso a casa.

Tengo que hablar con Ann.

70
Capítulo 12
Traducido por Vero

Corregido por ☽♏єl

C
uando tiro para abrir la puerta del armario, Ann está sentada en el
suelo mirando al techo con el pelo extendido a su alrededor. Tiene
una cuerda de varios colores que ha sido atada en un lazo y está
jugando cat's cradle16, o al menos intentándolo, ya que está hecho para
dos personas. En su lugar parece más bien una maraña de nudos
atados alrededor de sus dedos.

—¡Oh, bien! —Se incorpora y extiende sus manos—. He olvidado todas


las buenas jugadas. Vas a tener que mostrármelas.

Simplemente la miro fijamente, ignorando por completo sus manos


extendidas.

—¡Cómo si lo recordara! No he jugado eso desde cuarto grado.


71
Junta su boca en un puchero. Eso hace que se vea como de doce años.

—Necesito saber si estás mintiendo —le digo, todavía de pie en la


entrada. Me recuesto contra el marco de la puerta y le doy una buena,
larga y seria mirada. Está vestida exactamente como la recuerdo.
Incluso ha perdido su feo sombrero blanco, que arranqué de la muñeca
porque lo odiaba. Por lo menos no tiene un lugar calvo debajo, porque
la muñeca lo tenía.

—¿Acerca de qué? —Desenreda los dedos de la cuerda y luego comienza


de nuevo, tratando de crear un circuito de X sin fin que una vez me
mantuvo entretenida por horas.

—Acerca de ser Raggedy Ann.

—Por supuesto que no. ¿Por qué iba a mentir? —Me mira a través de
sus espesas pestañas, como si estuviera siendo la ridícula.

16Cat's cradle: es un juego. "juego de los hilos" en España, "Cunitas" o "Cunitas de


gato" en Chile, “cama de gato” o “cuna de gato” en Argentina.
—¡No lo sé! Por un millón de razones. Alguien te está pagando, eres
realmente una persona sin hogar, éste es algún tipo de estafa. No sé.
Sólo parece realmente increíble.

Se encoge de hombros.

—Quizás. Sólo estoy feliz de estar fuera de esa caja. Es súper oscuro
ahí, ya sabes. Podrías al menos haberla dejado entreabierta.

Suspiro y me hundo en el suelo junto a ella, empujando la puerta


abierta del armario todo el camino. Me recuesto contra la alfombra y me
quedo mirando al techo de palomitas de maíz.

—¿Por qué estás aquí?

Ann se da vuelta y se acuesta a mi lado, de modo que su cabellera color


frutilla está casi tocándome.

—No tengo la menor idea.

Eso hace que seamos dos.

Probablemente debería ir a la escuela, pero ya he perdido la mayor


parte del primer período, y no es como si pudiera concentrarme en la
fusión celular cuando hay una muñeca de tamaño natural pasando el 72
rato en mi armario. Voy a saltarme el primer período y llegar al segundo
una vez que consiga que algo de esto esté resuelto.

—Creo que eres uno de mis deseos —le digo, luego de un largo
momento de silencio—. Quería que fueras real cuando era pequeña.

—No lo entiendo. —Gira su rostro hacia mí, y realmente puedo sentir su


aliento en mi mejilla. Es tan extraño. No se supone que las muñecas
respiren.

—Hace unos días dije que quería que todos mis deseos de cumpleaños
se hicieran realidad. Y ahora lo hacen. Uno cada día.

—¿Cuáles eran los otros?

—Chicles. Y un poni. —De un tirón me puse de pie—. Oh, oh.

—¿Qué?

—Eso significa que tengo doce más que siguen.

—¿Deseos? —pregunta Ann. Parece un poco lenta. O tal vez esto no


tenga ningún sentido en absoluto.
—¡Sí!

Doy un salto y corro hacia mi escritorio y arranco una hoja de papel de


mi cuaderno magenta con una calavera y huesos cruzados.
Rápidamente garabateo quince números en la columna de la izquierda.
Pongo una gran X al lado de mi primer cumpleaños, porque dudo que
supiera lo que era un deseo para ese entonces.

Eso significa que hay catorce deseos de cumpleaños en total.

Completo con Raggedy Ann al lado de mi noveno cumpleaños, chicles al


lado del séptimo, y adivino que My Little Pony era un deseo de mi sexto
cumpleaños.

Eso parece correcto.

El resto de la lista queda patéticamente vacía. Once espacios en blanco.

Me quedo mirando cada número, tratando de recordar lo que me


hubiera gustado más cada año, pero tengo problemas para recordar
momentos tan lejanos. ¿De qué me podría haber preocupado cuando
tenía cuatro años? ¿O diez, de hecho?

Dejo en blanco cada año hasta que llego al número quince, mi


cumpleaños del año pasado.
73
Ese fue el año que Nicole y yo celebramos en el Red Robin y me trajeron
un gran helado sundae con una bengala en él.

Y Ben estaba allí, varias mesas más allá, almorzando con sus amigos.
Así que cerré los ojos, pedí el deseo y apagué la bengala.

Sé lo que deseé el año pasado.

Deseé que Ben me besara.


Capítulo 13
Traducido por Agus

Corregido por amiarivega

D
esde que ir a trigonometría significa sentarme junto a Ben, decidí
saltear esa también. Estoy segurísima que sólo un deseo se vuelve
realidad cada día. Pero no estoy dispuesta a probar esta teoría. No
todavía, de todos modos.

Durante gimnasia, fui golpeada en la cabeza por una pelota de vóley y el


profesor no me dejó participar en la clase. No es como si estuviera
haciendo otra cosa que estar parada mirando la red. Prefiero pensar en
esto como hacer muchas cosas a la vez, desde que estoy absorta en mis
pensamientos, intentando recordar algunos deseos de mi niñez y
jugando vóley a la vez, incluso si en realidad no estaba pegándole a
pelota excepto por mi cabeza.

En el momento en el que llegó el almuerzo estaba muriendo por hablar


74
con Nicole. Todo el asunto de los deseos parecía ridículamente increíble,
pero si había alguien que me ayudaría, sería ella. Si ella no me toma
enserio, la llevaré a mi casa así puede ver a Ann por sí misma. Además,
hemos sido amigas durante años, así que ella debe tener una idea de
los últimos deseos de la lista.

Cuando llego al comedor, ella está en la fila por una ensalada, hablando
con Breanna Mills, una de las porristas. Ugh. Siempre pensé que Nicole
odiaba a Breanna, pero ellas están riendo juntas sobre algo, y está
claramente lejos de arañarle los ojos a la chica.

Supongo que si puedo tener una Raggedy Ann17 de tamaño real,


significa que todo puede suceder.

Ella me atrapa mirándola y me da una mímica de “¡un segundo!” y yo


simplemente asiento y me siento en nuestra mesa habitual. Ella paga
su almuerzo, se despide de Breanna y se encamina hacia mí. Está un

17
Rageddy Ann: personaje de ficción creado por el escritor e ilustrador
estadounidense Johnny Gruelle, originario de Illinois (1880-1938), en una serie de
libros para niños pequeños. Es una muñeca de trapo.
poco más inquieta de lo normal, o quizás es sólo su cabello. Luce como
si se lo hubiera rizado hoy, lo que no creo que haya hecho nunca antes.
El cabello de Nicole es tan liso y recto que nunca tiene rizos.

Hoy, sin embargo, su cabello luce como si perteneciera a una caja


rizadora, demostrando cuan fabuloso puede lucir tu cabello si compras
su producto. Perfectos rulos espirales. Huh.

—Tu cabello se ve... lindo —digo. Lo hace, también. Pero es tan


diferente que no puedo dejar de mirarlo como si fuera raro, lo que
probablemente no era lo que Nicole esperaba.

—¡Gracias! Me tuve que levantar como a las cinco para rizarlo. Encontré
este genial y nuevo aerosol para el cabello.

Asentí y me quedé mirándola. Simplemente no es su cabello. Su piel


es...

Perfecta.

—Guau. Te ves...

Su sonrisa se ensanchó.

—Finalmente encontramos una medicación que funciona totalmente. 75


¿No es asombroso?

Asentí. Lucía radiante, positivamente radiante de felicidad.

—Sí... me refiero, guau... te ves maravillosa.

Su sonrisa se ensanchó y dio un pequeño giro, con sus rulos cayendo


sobre sus hombros.

Tengo la sensación de que hay algo más, porque Nicole no se sentó


luego de su giro. Se quedó allí, sosteniendo su ensalada, sonriendo por
su recién descubierta belleza.

Y luego finalmente tira la bomba.

—Breanna dice que podemos almorzar en su mesa.

Mi mandíbula cae y simplemente la miro. No puedo creer que ella


realmente quiera comer en la mesa de Breanna Mills. O que realmente
fuimos invitadas a sentarnos en la mesa de Breanna.

Le echo un vistazo a la mesa alfa, la cual está abarrotada de chistes y


porristas.
—No hay lugares vacíos —digo, exponiendo lo obvio. No me sentaría allí
incluso si hubiera bastantes asientos disponibles, fueran de oro,
estuvieran calefaccionados y además incluyeran un asistente personal
que limpiara mis labios entre bocado y bocado.

La expresión de Nicole no cambia mientras me mira de regreso, y ve que


estoy en lo cierto. Ella deposita su ensalada y se sienta frente a mí. Ella
abre la anilla de su coca dietética.

—Ella no es tan mala, sabes. Realmente es divertida.

Resisto la necesidad de decir “un aspecto divertido”, porque incluso yo


sé que esa frase envejeció en cuarto grado. En cambio digo:

—Hasta que estás en el mal final de sus bromas. Y sólo para


recordártelo, usualmente lo estamos.

Nicole simplemente se encoge de hombros, pero obviamente ella ve mi


punto, porque asiente también y luego les echa un vistazo otra vez. No
hace falta mucha imaginación para saber de lo que están hablando.
Probablemente planeando la toma de la cafetería al estilo Stalin18.

—Tengo una historia realmente loca para contarte —le digo, una vez
que se ha rendido a ser mejor amiga del dictador. 76
—¿Sí? —Nicole está masticando su ensalada y mirando fuera de la
ventana.

—Sí. Siento que apenas hablamos desde mi cumpleaños, entonces no


tienes idea de qué ha estado pasando.

—Sí, perdón, he estado bastante ocupada. —Su voz se desvanece y ella


deja de masticar mientras sigue mirando fuera de la ventana, la cual da
al jardín pequeño donde los adultos usualmente almuerzan—. ¿Estás
viendo esto?

Usó su tenedor para apuntar fuera de la ventana. Sigo su mirada y


cuando veo a lo que le estaba apuntando, mi boca se seca.

Uh.

Código rojo.

Raggedy Ann ha dejado mi armario. ¡Suena la alarma! ¡Abandonen el


barco!

18Stalin: hace referencia al líder de la Revolución Rusa (o Revolución Roja) de 1917,


que organizó todo el país y luego quedo como dictador allí.
Está afuera jugando a la rayuela. Todavía está vestida con ese vestido
azul impreso, el delantal blanco y las medias de neón brillantes. Para
empeorar las cosas, ella ha añadido mis botas de combate negras, así
que ahora parece Raggedy Ann en el Día D19.

Miro por un segundo, aturdida, mientras unos pocos de mis


compañeros se paraban afuera y le hablaban. Ella deja de jugar a la
rayuela y pone sus manos en sus labios y comienza una conversación
con ellos.

Oh, Dios, ¡probablemente les esté diciendo que vive conmigo! Éste es el
final de la vida como la conocía.

—Uh, creo que comí un burrito malo o algo —digo, levantándome de la


mesa—. ¿Nos ponemos al día luego?

Antes de que pueda responder, me deshago de mi almuerzo apenas


comido y corro fuera. Raggedy Ann no está en mi lista feliz.

77

19 Día D: es un término usado genéricamente por los militares para indicar el día en
que se debe iniciar un ataque o una operación de combate. Históricamente, se utiliza
el término día D para referirse al 6 de junio de 1944, día en el que comenzó a
ejecutarse la denominada Operación Overlord.
Capítulo 14
Traducido por Otravaga

Corregido por amiarivega

M
e toma el período completo del almuerzo para esconder a Raggedy
Ann de nuevo en mi casa, con un severo sermón sobre quedarse
donde está. Regreso a clases justo cuando el último timbre está
sonando, con mi estómago todavía vacío borboteando en señal de
protesta. Ann ha subido un nivel en la lista de personas que no me
agradan justo ahora.

Durante fotografía, Nicole y yo hacemos planes para ir a una tienda de


suministros de fiestas en la ciudad cercana de Puyallup, y la obligo a
detenerse en un Wendy’s en el camino por unas papas fritas y unos
frosties. Sólo después de devorar ambos, siento que el mundo parece
volver a la normalidad.

Cuando Nicole estaciona su Cavalier en un puesto vacío en el centro


78
comercial, mi teléfono suena.

Es mi mamá. Extraño.

—¿Hola? —respondo cuando me bajo del auto. Me pongo la capucha de


mi sudadera color lima con cremallera, metiendo mi revuelto cabello
castaño dentro cuando comienza a lloviznar.

—¿Kayla?

—Ajá.

—¿Faltaste a la escuela hoy?

Mis ojos se agrandan y miro a Nicole.

—¿Qué? —articula ella.

Sacudo la cabeza, deseando que ella no hable.

—Eh, no. Llegué un poco tarde, pero estuve ahí.

—Acabo de recibir una llamada de tu director y él lamenta tener que


discrepar.
—Lo juro, mamá, fui a la escuela hoy. Llegué tarde porque tropecé y caí
en un charco de lodo justo fuera de la escuela, y entonces corrí a casa y
me cambié. Me perdí un poco las clases, pero fui.

—Te doy rienda suelta porque confío en ti, Kayla.

Maldita sea, yo en realidad bufo, porque lo que ella dice es totalmente


absurdo. Me da rienda suelta porque ella prefiere trabajar que pasar el
rato conmigo o con Chase. Me doy cuenta demasiado tarde de lo que he
hecho, y no puedo deshacerlo.

—¿Eso fue por qué?

—¿Qué?

—¿Tienes algo que decir?

Pongo los ojos en blanco.

—Nada, mamá.

—Te doy todo, Kayla. Trabajo duro por nuestra familia. No olvides eso.

—Mamá, tengo que irme. Hablamos después —digo, cerrando de golpe


mi teléfono antes de que me meta en problemas. 79
Nicole está parada debajo del alero cerca de la entrada del centro
comercial, esperando por mí, y troto a través del estacionamiento para
alcanzarla.

—¿Qué fue todo eso?

—Se enteró de que falté a clases hoy y quería sermonearme por eso.

—Patético.

—Sí. Ella trata de actuar como si fuese la mamá del año. Tan fastidioso.
Yo podría llevar puesto un disfraz de pollo gigante a la escuela todos los
días y ella ni siquiera lo sabría a menos que alguien se lo dijera.

Nicole asiente.

—Envíale una foto a su BlackBerry. Entonces lo notará.

Yo sonrío. Nicole entiende totalmente la dinámica en mi familia y


siempre me hace sentir mejor acerca de cuán jodido está todo a pesar
de que la vida es perfecta en su casa, al frente. Ella me dejaría
despotricar por una hora si lo necesitara.
Pero hoy no quiero pensar en eso. La sigo dentro del centro comercial y
deambulamos más allá de todos los pequeños kioscos vendiendo
compras impulsivas con sobreprecio, y finalmente llegamos a la tienda
de disfraces, nuestro destino.

A pesar de que todavía falta un mes para Halloween, la tienda ya está


completamente equipada con opciones. Capuchas espeluznantes y
guadañas, máscaras presidenciales, opciones de prostituta drogadicta y
de bruja… las posibilidades son interminables.

—¿Y si hacemos de reinas zombis? —pregunto, agarrando algo de


pintura facial verde. Con mi otra mano, agarro unos dientes de goma,
unos que te hacen lucir como si toda tu boca se estuviese pudriendo.
Los sostengo a cada lado de mi rostro y le doy a Nicole una sonrisa de
hiena mientras modelo las opciones de disfraces.

Nicole da un vistazo y se encoge de hombros.

—Mmm. Supongo que podría funcionar.

Frunzo el ceño. Ese no es el entusiasmo que estoy buscando.

Hemos estado planeando desde el año pasado colarnos en la fiesta de


ex-alumnos vestidas como algo totalmente ridículo. Verás, fuimos por 80
primera vez el año pasado, como estudiantes del primer año, y
encontramos que todo ese despliegue de espíritu escolar era totalmente
ridículo. Comenzó con un rally de estudiantes antes del juego, donde
las porristas y los jugadores de fútbol americano desfilaron como reyes
y reinas. Y luego, en la fiesta de ex-alumnos, ellos realmente coronaron
reyes y reinas mientras los peones los adoraban.

El año pasado, apenas un mes de nuestra existencia como estudiantes


de la escuela secundaria, Nicole y yo todavía no habíamos sido
informadas del arcaico rito del paso. Pensamos que podíamos
presentarnos sin parejas, pasar un buen rato y conseguir algunas fotos
divertidas juntas.

Pero aparentemente nos perdimos el memorándum que exigía que nos


presentáramos en vestidos de alta costura del brazo de nuestras parejas
en esmóquines Calvin Klein alquilados. Se suponía que debíamos tener
ramilletes y peinados creados en un salón de belleza. Se suponía que
teníamos que pasear por ahí en limusinas y comer cenas de cien
dólares.

Esa noche juramos que sin importar lo que pasara, incluso si ambas
teníamos novios, regresaríamos este año en algún disfraz realmente
estúpido y nos burlaríamos de todo el asunto. Sabíamos que si
teníamos novios, ellos tenían que ser del tipo guay para seguir nuestras
travesuras tontas.

—Quiero decir, si usamos tiaras y todo, nos podríamos burlar tanto del
baile como de la reina de la fiesta de ex-alumnos. Doble propósito.

Nicole asiente y agarra una tiara y le da una inspección minuciosa.

—No lo sé. En realidad no estoy sintiéndolo. —La pone de regreso en el


gancho—. Deberíamos revisar ese lugar de disfraces calle abajo.

—Dudo que tengan una mejor selección. Este lugar es enorme. Estoy
segura que hay algo aquí. ¿Y si vamos como muñecas gigantes? —
pregunto, volteando para mirar a Nicole. Está mirando fijamente un
disfraz unisex de tocino y huevos.

—¿Ah?

—Como Raggedy Ann y Raggedy Andy20. Tengo el vestido perfecto. Tú


puedes ir como Andy.

Ella curva su labio y prácticamente gruñe.

—De ninguna manera. 81


—Bueno, bueno, puedes ser Ann, yo seré Andy.

—Me refiero a todo el asunto —dice ella. Su teléfono está vibrando, así
que lo abre. Le toma cerca de quince segundos mandar algo en un
mensaje de texto, y luego lo cierra de golpe.

Me imagino la clase de mensaje de texto que probablemente está


enviando: ¡Oh mi Benny, ha pasado toda una hora desde la última vez
que deslicé mis dedos a través de tu perfecto cabello rubio en picos
despeinados!

Me rio disimuladamente, feliz de haberme divertido a mí misma, porque


la tarde entera es un fracaso.

Nicole ya no está metida en la idea del disfraz. Puedo decirlo. Sólo estoy
parada aquí, esperando que admita que va a deshacerse de mí y de los
disfraces y va a ir al baile con Ben, usando un vestido brillante y
tacones.

20
Raggedy Andy: personaje de ficción creado por el estadounidense Johnny Gruelle
en 1920 para Raggedy Andy Stories, historia en la que se introdujo al hermano de
Raggedy Ann vestido con un traje de marinero y un sombrero.
—¿Todavía estás en esto o estás cambiando de idea?

Ella cierra su teléfono.

—Por supuesto que estoy en esto. Hemos hablado de esto por un año.
No hay forma de que vaya a abandonarte de nuevo, lo juro. Prometí que
iba a compensarte por perderme tu cumpleaños, ¿recuerdas? Es sólo
que no hay nada aquí. Vamos a conseguir batidos. Hay un salón al lado
de Orange Julius que vende este impresionante aerosol para rizar
activado por calor.

Toda esa última frase sólo me da ganas de poner los ojos en blanco,
pero no lo hago, simplemente la sigo fuera de la tienda, con mi corazón
hundiéndose a medida que dejamos atrás los disfraces.

Tal vez para mi autorretrato del proyecto de fotografía sólo tome una
foto de un gran agujero vacío, porque así es como me siento.

82
Capítulo 15
Traducción SOS por Jo y Zeth

Corregido por Marce Doyle*

C
reo que soñé que Ann y el poni huían a México, pero en su lugar, me
despierto temprano un viernes por la mañana con ella inclinada
sobre mi cama mirándome fijamente a los ojos, su nariz tocando la
mía.

Ella no se mueve cuando abro mis ojos, tampoco. Sólo sonríe de esta
manera que me crispa los nervios porque está a centímetros de mi cara.

—¡Creí que nunca despertarías! —dice, sus ojos verdes destellando más
amplios, por lo que sus gruesas pestañas rozaban sus cejas.

—Uh, sí, ¿puedes alejarte? —Estoy sorprendida de que no la haya


derribado todavía con mi aliento matutino.
83
—Oh. —Se enderezó y se alejó un paso.

—¿No necesitas dormir? —pregunto, sentándome en la cama y tirando


mi frazada alrededor de mí. Es ambos, espeluznante y raro, tener a un
extraño observándote dormir.

Aún si, dicho extraño era una vez una muñeca. O tal vez especialmente.
Ann se encoje de hombros y se deja caer en el suelo.

—He pasado los últimos seis años durmiendo, estoy lista para la
aventura.

Grandioso. Raggedy Ann quiere ponerse Lewis y Clark conmigo. De


alguna forma no creo que ella tome de buena manera que la vuelva a
guardar en el clóset.

Cruzo mis brazos y frunzo el ceño.

—Se supone que tú y el poni están en México.

—¿Ese poni? —pregunta Ann, apuntando la ventana.

Sostengo la respiración y luego me giro para mirar por mi ventana. Por


favor, que esté equivocada. No he visto el poni desde que Ben lo trajo de
vuelta a mi casa, y yo le daba el crédito a mi reja estratégicamente
abierta. En las últimas veinticuatro horas, me convencí de que se había
ido hace mucho.

Pero definitivamente no. Miré al poni rasguñar los arbustos de mi


mamá. ¿Qué se supone que haga ahora? ¿La Sociedad Humana acepta
ponis? ¿Qué tal los rosados?

Allí es cuando escuché la lavadora prendiéndose.

Mi mamá estaba en casa. Y también el poni. Eso no era bueno.

—¡Tienes que esconder esa cosa!

Salto a mis pies y corro hacia la puerta.

—Sal por mi ventana, usa el árbol de cerezas para llegar al suelo, y


luego ve y mete a ese poni en el cobertizo del jardín, ¿ok? Mantendré a
mi mamá distraída. Luego vuelve a subir por mi ventana y espera aquí.

Comencé a salir de mi habitación, pero me tropiezo con algo y vuelo al


suelo, arrastrándome un par de pies y completamente raspándome la
barbilla.

Una goma de mascar rebotó por la pared. 84


Estúpidas, ¡estúpidas gomas de mascar! Voy a…

Poni. El poni es la prioridad ahora. Me levanté, y estoy mitad afuera de


la puerta, cuando me giro y le doy otra mirada a Ann. Tiene una pierna
afuera de la ventana, en el techo, y la otra en el suelo alfombrado de mi
habitación.

—Repito, vuelve acá adentro. ¡Ella tampoco te puede ver o estoy


completamente arruinada!

Corro por las escaleras, bajándolas de dos en dos. Mi mamá esta en el


lavadero, el cual no tiene ventanas, pero en cualquier segundo entraría
a la cocina, probablemente tomando una taza de café en el camino.
Miraría hacia afuera de la ventana mientras se sirve y vería un poni
rosado claro.

Con un helado de cono en su trasero.

No puedo fingir como si no tuviera nada que ver con el poni, pero a
menos de que consiga que los deseos se detengan, cosas locas van a
continuar sucediendo, y mi mamá va a notar que hay sólo una cosa que
todas tienen en común: yo.
Me deslizo en la esquina en mis calcetines justo cuando mi mamá esta
saliendo del lavadero.

—¡Mamá! Qué bueno verte —digo, caminando hacia ella. Me pongo en la


posición en la que, para hablarme, tendrá su espalda hacia la ventana.

—Buenos días —dice ella, una ceja alzada. Creo que ya sabe que sucede
algo. ¿Cuándo una chica de dieciséis corre a la cocina para hablar con
su mamá?—. ¿Qué le pasó a tu barbilla?

—¿Huh? Oh, nada. —De pronto quemaba, como una gran letra
escarlata. Debo actuar casual. Pongo una mano en mi cadera y me
inclino en el mostrador—. Um, así que, estaba pensando en aplicar
para… —mi voz se desvanece. ¿Softbol? No hay forma en que lo crea.
¿La obra escolar? Probablemente no— capitana del equipo de debate.

Grandioso, eso tampoco tiene sentido.

Dejo mi mirada deslizarse sobre el hombro de mamá. Raggedy Ann está


corriendo hacia el poni, quién rápidamente gira en sus ancas y
comienza a trotar alrededor del terreno, un enorme pedazo de nuestros
arbustos colgando de su boca. El poni suelta un largo, estridente
relincho mientras desaparece de vista, y reviento en una tos para
cubrirlo. 85
Mi mamá entrecierra sus ojos y me da una mirada extraña.

—¿No tienes que estar en el equipo de debate para ser la capitana?

—Oh. Um, sí. Quiero decir, bueno, me refería a que iba a aplicar para el
equipo de debate con la capitana. La capitana… está encargada de las
pruebas.

Además, voy a prender mi cabello en fuego.

—Oh. No tenía idea de que estuvieras interesada en el debate —dice


ella. No creo que esté comprando mi historia. Pero no se ha dado cuenta
de lo que está mal tampoco, lo que es prácticamente igual de bueno.

–Sí. Voy a…

Entrecierro mis ojos. El poni pasa galopando con el delantal de Ann en


su boca. Ann pasa, sus brazos sacudiéndose sobre su cabeza, y los dos
desaparecen a la derecha.

—¿Tenemos zanahorias? —suelto.

—¿Zanahorias?
—Sí. Realmente me gustaría una buena zanahoria de desayuno. —Por
alguna razón, flexiono mis bíceps mientras lo digo, como si una
zanahoria fuera a darme enormes músculos. Genial.

Tal vez mi mamá quiera boletos para el show de armas mientras estoy
en eso.

Mi mamá inclina su cabeza a un lado.

—¿Te sientes bien? —Se estira y toca mi frente.

–¡Sí! Fabulosa. ¿La zanahoria?

Mi mamá asiente, todavía dándome una mirada extraña, y se dirige al


refrigerador. Mientras se inclina, la puerta me cubre de vista, me dirijo
a la ventana y le doy a Ann una seña de “decapitación,” como en “déjalo
ya y atrapa a ese estúpido poni”.

Ella prácticamente salta en el aire con mi mirada y sale disparada


detrás del poni. Tiene su delantal de vuelta, y esta sosteniéndolo como
imitando un lazo.

Whoo chico, tal vez debería haber sido yo la que persiguiera el poni
mientras Ann pretendía ser una compañera de clases. Pero parece
completamente no entender el arte de actuar calmada, y dudaba que
86
pudiera sacar siquiera treinta segundos de hablar con mi mamá. Esto
era evidenciado por el hecho de que está aleteando sus brazos como
una gallina en este mismo momento.

Casi estaba de vuelta con mi madre cuando ella, triunfantemente,


produjo una zanahoria. La sostuvo alto, pero entonces, su rostro se
arrugó un poco mientras la zanahoria como que se inclinaba a un lado.

—Luce un poco gomosa —digo, estirándome y tomándola de ella. Casi


puede doblarse en la mitad. Ugh. Apuesto que la última vez que mi
mamá fue de compras de comestibles y trajo algo más que cenas
congeladas fue en agosto. Del 2006.

—Asqueroso, déjame deshacerme de eso —dice, estirándose para


quítamela.

El cubo de basura estaba justo en la ventana, con una completa, des-


obstaculizada vista del patio trasero y el acto de circo que está siendo
interpretado por Ann y el MLP21.

21 My Little Pony.
—¡No! Está bien, ¿ves? —Tomé un gomoso mordisco y lo mastiqué con
una gran sonrisa y un sonoro y revuelto estómago. Esto es asqueroso,
como goma de mascar con sabor a zanahoria.

Mi mamá me da otra mirada extraña. Doy un vistazo a la izquierda y


estoy aliviada de ver que Ann tiene el delantal envuelto alrededor del
cuello del poni y lo está llevando al cobertizo del jardín. ¡Finalmente!

Mi mamá solo se encoge de hombros y luego se dirige a la cafetera justo


cuando la puerta del cobertizo del jardín se cierra. Ella se detiene por
un segundo y mira hacia afuera de la ventana. Me pregunto si alcanzó
ese último movimiento de la puerta.

No pudo haberlo hecho. Pero sostengo mi respiración de todas formas.

—¿Estás lista para tu examen de conducir esta mañana? —pregunta


ella, su espalda hacia mi mientras pone la cafetera de vuelta en el plato
caliente.

Asiento, mi boca todavía llena de zanahoria gomosa.

—Sip —digo, pedazos de naranjo cayendo de mi boca.

Es solo una pequeña extensión de la verdad. Si mi mamá me hubiera


llevado a manejar una vez en el último mes, tendría un poco más de
87
seguridad. Difícilmente he estado detrás del manubrio por un segundo
desde que terminaron las clases de manejo en el verano pasado.

—Bien. Tengo un rápido mandado que hacer y voy a dejar a Chase en el


trabajo, y luego vendré y te llevo. Deberíamos salir a las siete y media.
¿Suena bien?

Asentí. Parece que mi mamá ha estado hablando por siempre mientras


tenía arcadas con la zanahoria gomosa.

Claro.

Luego, corro fuera de la habitación, escupiendo la zanahoria en mi


mano tan pronto estuve fuera de vista. Eso estuvo muy cerca para mi
gusto.

Necesitaba un plan.

Tomo las escaleras a mi habitación de dos en dos, y estaba entrando


por mi puerta, justo cuando Ann cae por la ventana de mi cuarto.

La miro por un segundo, dándome cuenta de que mi vida está a punto


de ser lanzada por el inodoro si no arreglo esto.
—Bien. Así que, te tengo a ti… un poni… gomas de mascar…

Suspiro y me deslizo al suelo. Había un cuarto deseo esperándome.


Hoy. En algún lugar. Ni siquiera quería adivinar qué tipo de problemas
voy a encontrar. Se están poniendo peor cada día.

—Sólo vas a tener que quedarte aquí todo el día —digo, levantando la
mirada hacia Ann—. Con el poni.

Ann se sienta frente de mí, cuidadosamente ubicando sus piernas hasta


que imita mi manera de sentarme. En ella, parece una posición de yoga.
En cualquier momento va a cerrar sus ojos y comenzar a decir,
“Ooohhhhhmmmm.”

—No quiero. Tu escuela es más divertida.

—¡Ann! —digo, mi voz un poco demasiado alta. La bajo—. No lo


entiendes. La escuela solo permite que los estudiantes estén en el
campus. Los visitantes tienen que registrarse en la oficina y ser
escoltados alrededor. No puedes solo aparecerte.

Ella hace un mohín y cruza sus brazos.

—Y ese poni —digo, apuntando por la ventana— necesita ser vigilado.


88
—¿Pero por qué tengo que vigilarlo yo?

—¡Yo no puedo! Tengo que estar en la escuela o me meteré en


problemas.

—¡BIEN! —Se pone de pie y pisa fuerte—. Vigilaré al poni. ¡Pero me


debes!

Pft. No le debo nada a una muñeca y a un My Little Pony. Son ellos los
que arruinan mi vida. Pero no digo eso en voz alta.

Esperamos hasta que mi madre se fuera en su Lexus, mi hermano en el


asiento del acompañante, antes de bajar las escaleras y salir.

El granero es grande, probablemente una docena de pies de alto y


quince o más de largo. Pero sé a treinta pies de distancia que al poni no
le gusta. Está pisoteando con fuerza y pateando paredes.

Gracias a Dios mi madre no lo escuchó desde la cocina.


—¿Ves por qué no se le puede dejar solo? —pregunto, y disparo un
señalamiento en la dirección de Ann.

Ann simplemente pone sus ojos en blanco, y yo entrecierro los míos,


porque sé que tuvo que haber aprendido eso de mí, y trato de recordar
cuando puse mis ojos en blanco en frente suyo.

Abro la puerta del establo y el poni trata de pasar a la fuerza. Empujo


en el interior a Ann y cierro la puerta. Le toma un momento a mis ojos
ajustarse.

Acabo de encontrar las bolas de chicle. Están en bolsas para la basura,


apiladas por todas partes. Ni siquiera pude ver la cortadora de césped o
las palas en la parte de atrás del granero.

Una de las bolsas ha sido rasgada —o quizá pateada— y abierta, y las


bolas de chicle se habían regado por todas partes. No es de extrañar
que al poni no le guste estar aquí. Las bolas de chicle ocupan dos
tercios del espacio.

—Entonces, quédate aquí. Si eres cuidadosa, puedes entrar a la casa y


tomar bocadillos o algo. Pero no dejes que nadie te vea. Estaré de
regreso a las dos treinta, ¿de acuerdo?
89
Ann deja salir un gran suspiro de fastidio, y asiente.

—De acuerdo. Genial. Nos vemos más tarde.

Luego, salgo rápidamente antes de que pueda detenerme, y esperando


que no saliera antes de que mi madre viniera a recogerme.

Gracias a las ridículas payasadas de esta mañana, por poco fallo mi


examen de conducción. Empecé a pensar en las horrorosas vestiduras
de Ann mientras estaba aparcando en paralelo, y me restaron seis
puntos por chocar con uno de los conos. Luego, pude haber jurado que
vi a un poni rondando por la acera, pero era sólo una señora pasada de
peso en una blusa rosa brillante.

Sin embargo, al final recibí mi recién salida licencia. Mi foto era terrible,
y es simplemente un papel temporal hasta que la real llegue por correo,
pero tengo una licencia para conducir. Con toda la mierda que está
ocurriendo ahora, parece un poco decepcionante. Pero de cualquier
manera, tengo una licencia, y no puedo esperar para mostrársela a
Nicole. Eso tendrá que esperar hasta Fotografía porque me perdí
Biología. Mi madre me dejó en la escuela a tiempo para los últimos
veinte minutos de la clase de matemáticas.

Mientras voy entrando, la maestra estaba hablando monótonamente al


frente. Me detengo y le extiendo mi pequeño pedazo de papel. Ella lo
analiza y asiente, y luego me dirijo a mi silla.

Sólo a pocos pies de distancia, tengo una horrible realización: si no sé


cuál es el deseo del día de hoy, podría ser Ben. Podría besarme. Porque
hasta donde sé, los deseos se han ido cumpliendo en orden.

Así que, ¿quién dice que mi deseo de quince años no ocurra hoy?

Mi aliento se contrae en mi garganta, y mi mente parece ralentizarse y


casi parar su funcionamiento. Es como si cada idea coherente se
acabara de estancar en el lodo. Estoy a mitad de camino hasta mi lugar,
y siento mis pies bajar su velocidad, arrastrándose en la alfombra.

¿Ben no trataría de besarme en clase, cierto?

Finalmente, me dejo caer en mi asiento, rápidamente deslizándome


sobre el borde, tratando de no ser obvia, y apoyo mi codo izquierdo lejos
de él. Apenas estoy en balance sobre la silla, pero trato de lucir genial y 90
casual mientras anotaba las tareas del día de la clase de matemáticas.
Me muevo, esperando encontrar una manera de mantener esta
posición, y algo se cae del bolsillo de mi chaqueta.

Una bola de chicle amarillo brillante. Gira por todo el piso entre los
escritorios de mi fila, finalmente deteniéndose cuando choca con las
zapatillas Adidas negro opaco de un chico. Estoy tan enferma de estas
estúpidas cosas apareciendo por todas partes. Juro que no estaba en
mi bolsillo hace diez minutos.

Ben me mira por un largo rato, sus ojos un poco entrecerrados,


tomando una extraña postura.

Genial. He estado aquí por dos minutos, y él ya sabe que algo pasa.
Pretendo no notarlo, como si tomara cada onza de concentración el
escribir dos oraciones. Ben finalmente regresa su atención hacia la
maestra. Si pregunta por qué lo estoy tratando como si tuviera peste
bubónica, no estoy segura de que le diría. “Oh, lo siento, pero de
acuerdo a mi hada madrina, ¡definitivamente vas a besarme hoy!”

Mi pierna izquierda ya quemaba por sostener mi peso. No hay manera


de que pueda pasar toda la clase estando tan lejos de mi silla.
Pienso en Nicole y en cuán genial amiga es, y me fuerzo a mantenerme
sentada así, tratando de respirar con normalidad, y no como si mis
piernas estuvieran a punto de encenderse a través de mis vaqueros
azules.

Recuerdo todas las cosas geniales que Nicole ha hecho por mí a lo largo
de los años. Una vez, cuando estábamos en un tonto viaje al campo,
rompí por la mitad mis vaqueros porque pensé que sería genial tratar de
escalar la escultura de un soldado de metal. No lo fue. Para hacerme
sentir mejor, ella rasgó un gran hueco en los suyos, y de esta manera,
su ropa interior de lunares quedaba expuesta. Si supieran cuán tímida
Nicole era, cuán totalmente mortificada se ponía por las cosas más
simples, entenderían que ése fue un asunto muy, muy, grande.

También, estaba la vez que les dijo a sus padres que no iría a
Disneylandia a menos de que yo también fuera. Y esa vez que me ayudó
a pintar mi nuevo cuarto verde lima, y luego a repintarlo de morado
ciruela cuando decidí que ese verde lima nos daba dolores de cabeza.
Fuimos y volvimos en nuestras bicicletas hasta la ferretería como una
docena de veces, recogiendo pedacitos de pintura y comprobándolos
bajo la luz natural de mi cuarto.

En otras palabras, no podía dejar que su novio me besara por alguna 91


clase de deseo-maldición, aunque sonara totalmente como el paraíso.
No traicionabas a una amiga tan genial como Nicole. Incluso si se
perdió la mayor parte de mi terrible y fatídica fiesta de cumpleaños.

Mi pierna empieza a temblar, primero en pequeños temblores hasta que


empezaron a volverse más evidentes.

—¿Estás bien? —susurra Ben, mientras la señorita Vickers sigue


hablando de manera monótona en el frente.

Asiento y aguanto mi aliento hasta que se sienta de nuevo en su lugar.


No estaba funcionando. Voy a tener que sentarme un poco más cerca,
antes de que…

Y es entonces cuando mis músculos simplemente se rindieron y caigo al


piso, llevándome conmigo la silla. La clase había estado casi en silencio
hasta ese momento, y los sonidos de la estrepitosa silla hicieron eco por
todo el salón. Bolas de chicle salen de mis bolsillos, rebotando y
saltando sobre el suelo de baldosas sucias.

Es como si estuviesen apareciendo mágicamente. Mis bolsillos eran el


sombrero del mago y las bolas de chicle eran el conejo.
—Oh. —No sé qué decir, así que simplemente me pongo de pie de un
salto y acomodo mi silla y me siento tan rápido que las pequeñas patas
de la silla rechinan cuando me siento—. Estoy bien —añado, por si
acaso.

El sonido de las bolas de chicle rodando en el piso parece ser el único


sonido que puedo escuchar. Algunas personas las toman y las tiran a la
basura, otros simplemente las ignoran, como si no existieran. O quizás
todos esperan que corriera por todo el lugar y recogiera las dos docenas
que hay de ellas.

Ben estaba apretando sus labios, porque obviamente no quería reírse al


igual que el resto de la clase.

La señorita Vickers, en misericordia, reclama la atención y la clase


continua mientras mis mejillas arden casi al punto de encenderse.

No puedo vivir con esto. Tengo que buscar la forma de terminar con los
deseos.

Paso el resto de la clase garabateando notas matemáticas mientras me


mantengo alejada de Ben. Me siento realmente mal cuando
discretamente huele sus axilas, porque obviamente cree que siento
repulsión por él. 92
No puede enterarse de la verdad, la cual es completamente opuesta a la
repulsión.

Cuando llego a historia, siento como si tuviera que tomarme un


descanso para recuperarme de matemáticas. Estuve positivamente feliz
cuando descubrí que veríamos alguna clase de película sobre Europa,
porque eso significaba que podía dejar de prestar atención a ella y
buscar un plan.

La película empieza y las luces son apagadas, y escucho a medias a


medida que el narrador habla sobre la ilustre historia de Italia y sobre
como un montón de pintores y artistas habían salido de ahí. El chico a
mi izquierda, el que estaba usando un ridículo suéter esponjoso a pesar
de que estamos un clima fuera de estación de setenta y cinco grados,
alza su mano.

—Eh, ¿señor Martin? No hay subtítulos.

El maestro alza la mirada desde su escritorio y asiente.

—Lo siento, un momento.


El maestro busca en el menú del DVD y enciende los subtítulos, y luego
le da reproducir de nuevo. Mientras el narrador continúa su monólogo
sobre los invaluables trabajos de arte que aún se encontraban en
Venecia y Roma, me doy cuenta de un impactante descubrimiento: no
necesito subtítulos.

Entiendo italiano.

Nunca, ni siquiera una vez, he tomado alguna clase de italiano, a


menos que pronunciar mal el menú en el Olive Garden y escuchar a la
camarera corregirme cuente.

Increíble. Escucho algunas palabras más el cantarín acento del


narrador, empapándome en las palabras.

Elegante. Famoso. Rinomato22. Museo.

Cada palabra tiene sentido. Mientras mis compañeros miran fijamente a


los subtítulos, cierro mis ojos y escucho, y entiendo lo que se está
diciendo.

Mi padre nos dejo hace siete años. Cuando el divorcio fue definitivo, no
perdió tiempo y se mudó a Italia. Sus padres aún viven ahí, y él tiene
doble ciudadanía. Estudió en una universidad aquí en Estados Unidos, 93
que fue donde conoció a mi madre. Supongo que mudarse a otro lado
en la ciudad o a otro estado no era suficiente para él. Había puesto un
mar entre él y nosotros, la familia que aparentemente ya no quería.

Cuando tenía diez, un año después de que él se fue, recuerdo haber


deseado saber italiano, así podría visitarlo y probarle que podría vivir
con él en Italia. Pensé que si aprendía el idioma, él me dejaría
quedarme, y todo estaría bien. Podría tener doble ciudadanía como él.
Pedí prestado un directorio telefónico de la biblioteca, pero fue una
causa perdida y me rendí.

Recuerdo estar sollozando mientras ponía el libro en la ranura de


devolución. Me partió el corazón verlo desaparecer en el hueco, y mis
esperanzas desaparecieron junto a él.

Y fallar con el italiano selló mi destino.

Nunca lo volvería a ver. Simplemente lo supe.

—Éste no es el momento para una siesta, señorita McHenry. Espero que


vea la película como el resto de la clase.

22 Rinomato: renombrado.
—¡Oh! —digo, mis ojos abriéndose de golpe para encontrarse con la
mirada del Señor Martin—. Perdón, es, eh, simplemente es muy extraño
para mi escuchar, eh, con claridad el italiano. Estoy simplemente
escuchando.

—¿Habla italiano? —Me dirige una mirada escéptica. El señor Martin es


la clase de maestro que probablemente mantenga una lista negra
secreta de los estudiantes que no le gustan, añadiendo nombres a
diario. Me estaba mirando en este momento como si hubiese dejado la
llave abierta y hubiera inundado su casa.

Asiento y aclaro mi garganta. Creía que hablaba italiano o en realidad lo


hacía. Aquí va un poco:

—Posso parlare bene nell’italiano. Non oh bisogno dei sottotitoli per capire
il film.23

Su expresión cambió. Pude ver que no entiende italiano y que estaba


tratando de adivinar si mis palabras suenan reales o son invenciones.
Viendo que yo tampoco estaba segura, me tenso, esperando su
respuesta.

Él simplemente se encoje de hombros.


94
—Entiendo. Continúe entonces.

—Grazie24 —digo, mientras mis compañeros se giran para mirarme.


Simplemente sonrío, descanso mi cabeza sobre el escritorio y cierro mis
ojos.

Bueno, al menos Ben no va a besarme hoy. Aunque eso significara que


me humillé totalmente en la clase de matemáticas para nada.

23 Posso parlare bene nell’italiano. Non oh bisogno dei sottotitoli per capire il
film: También hablo italiano. No necesito de los subtítulos para entender la película.
24 Grazie: Gracias.
Capítulo 16
Traducido por dark heaven

Corregido por Ilusi20

P
ara el momento en que acabó el día, había pasado por todas mis
clases, aún no había visto a Nicole y Ben me había dado una extraña
mirada mientras pasaba por el pasillo. Todo lo que quiero es llegar a
casa y tirar mi colcha por encima de mi cabeza y fingir que nada existe
fuera de la puerta de mi dormitorio, incluso si eso significa bloquear a
Ann.

Sólo estoy a medio camino a través del campo de juego en la parte de


atrás de la escuela, cuando veo a Ann paseando por la acera. Debe
haber encontrado una cuerda en el cobertizo, porque hizo algún tipo de
cabestro improvisado y está llevando al poni con él, dejando que se
detenga para que muerda la hierba aquí y allá.

—Mannaggia25 —murmuro para mis adentros. Entonces, parpadeo


95
unas cuantas veces. Genial, ahora estoy incluso pensando en italiano.

Corro a través del resto del campo de béisbol, reuniéndome con ella
antes de que hiciera todo el camino hasta la escuela. Miro detrás de mí
y me doy cuenta de que varios estudiantes están parados en el
estacionamiento cercano, mirando.

Genial. Si no hubo suficiente gente que viera a Ann antes en la escuela,


ahora van a verla, y con un My Little Pony tamaño real. Ann está
destinada y determinada a arruinar mi vida.

—¡Te dije que te quedaras en el cobertizo!

—Estaba aburrida ahí. Y el poni tenía hambre de algo más que viejas
zanahorias. No iba a ir al campus, lo juro. Sólo alrededor.

Echo un vistazo por encima de mi hombro. La gente está señalando.

—Bien. Voy a averiguar con qué alimentar a esa cosa esta noche. Pero
tienes que volver al cobertizo.

25
Mannaggia: oalabra en Italiano que significa Maldición.
Ann hace pucheros.

—Todavía no entiendo por qué me estás castigando. No es mi culpa que


tuvieses un pastel de cumpleaños mágico.

—Oh, no seas ridícula. No lo era. —Las palabras mueren en mi


garganta, y parpadeo unas cuantas veces, mirando a Ann pero sin verla
en realidad. Su rizado cabello rojo parece una mancha borrosa de fuego.

¿Qué si fue el pastel?

He hecho un montón de deseos de cumpleaños. Cada año, pedí un


deseo. Pero ninguno de ellos jamás se hizo realidad.

Hasta ahora.

Y aunque mi manera de pedir los deseos era bastante consistente —


cerrar los ojos, desear, apagar las velas—, una cosa cambió: una
gigantesca masa rosa de azúcar.

Sabía que ese estúpido pastel era problemas. Con sus cuatro capas de
grandes remolinos helados, de flores rosas, velas de lujo...

—Ann, eres un genio —digo finalmente, cuando mi visión volvió a


enfocarse. 96
—¿Lo soy?

—Sí. Ven conmigo. Tengo una idea.

Caminamos de regreso a la casa, el poni trotando alegremente para ir a


la par con nuestros largos pasos. Su cabeza se menea felizmente
mientras su cola con rayos azules se arrastra por el suelo.

Un coche frena, el conductor se asoma por la ventana para echar un


buen vistazo a mi loco show andante. El poni es tan feliz como puede
ser corriendo a lo largo, pisando ocasionalmente trozos de hierba.

Miro hacia ella. Está bien, es en cierta forma muy tierna. Especialmente
cuando menea sus labios contra mi bolsillo, como si tuviese un regalo
allí y estuviera reteniéndolo.

—Déjalo —le digo con una sonrisa, empujando la nariz del poni lejos.
Parece que se molesta, y me pellizca.

—¡Ay! —Salto adelante unos metros, fuera del alcance de los dientes del
poni. La maldita cosa sólo me mordió.
—¿A dónde vamos? —pregunta Ann, acelerando sus pasos para ponerse
al día.

—Al Súper centro comercial. Bueno, no al centro comercial, pero a una


panadería cercana.

—Oh, ¿una panadería?

—Sí. Me imagino que podemos ir a la misma panadería donde mi mamá


consiguió el pastel de mis dulces dieciséis y tal vez pueda comprar una
réplica de la torta y pedir otro deseo para deshacer el de mi
cumpleaños.

Raggedy Ann me da un tirón para que pare, y el poni choca contra


nosotras.

—¿Vas a deshacerte de mí?

Su boca está entreabierta y se ve... horrorizada.

Me estremezco un poco. No había pensado en su reacción a este plan.


Para ser honesta, no había pensado en ella en absoluto.

—Ann, hay deseos que pedí que simplemente no pueden hacerse


realidad. Arruinarían mi vida y la vida de mi mejor amiga y... eso 97
simplemente no puede suceder. Así que tengo que deshacer esto.

—¡Pero voy a estar atrapada en la tonta caja para siempre!

—No voy a hacerte sentar en la caja. Puedes pasar el rato en mi cama


de nuevo —le digo, a pesar de que la idea misma es demasiado
espeluznante para hacerla realidad.

—¡De ninguna manera! ¡Estoy empezando a entender todo esto de


caminar! ¡No puedes volver a hacerme una muñeca!

Ann parece como si fuera a hiperventilar o a salir corriendo gritando por


la calle. Juro que incluso sus pecas están temblando.

—Está bien, está bien, cálmate. No voy a deshacer todo. Te voy a excluir
cuando pida mi deseo —le digo.

Excepto que no creo que realmente pueda hacer eso, porque no puedo
arriesgarme a estropear la disolución de mi deseo al tratar de excluirla.

Además, ¿dónde viviría? De alguna manera no creo que mi mamá


compraría que ella tiene que vivir en mi habitación porque realmente es
mi juguete que vino a la vida. Y creo que necesitas certificado de
nacimiento para ir a la escuela.
Mientras Ann me abraza en señal de gratitud, ahogo la culpa de vuelta
en mi garganta. Ella no pertenece aquí y no puede quedarse. Es
totalmente no malo de mí enviarla de vuelta, porque eso es lo que
cualquier ser humano racional haría. Obviamente.

Ella es una muñeca.

Cuando abro la puerta del cobertizo, descubro que está aún más
desordenado de lo que estaba esta mañana. El poni ha, ewww,
totalmente defecado aquí. Y las bolsas de chicle se encuentran en una
situación aún peor, derramadas por todas partes.

Apenas hay espacio para el poni. Pero no tenemos otra opción, así que
lo encerramos en el cobertizo con un cubo de agua y un montón de
hierba recogida a mano y cruzamos los dedos para que no coma nada
del chicle y se enferme, porque eso sería exactamente lo que necesito
para poner la cereza en la cima de todo este lío.

Luego saltamos en el auto de mi hermano y vamos al centro comercial.

Estoy un poco nerviosa sobre lo de manejar el mismo día que obtuve mi


licencia, pero no tengo que llegar a la autopista, así que me imagino que
puedo arreglármelas. Vamos a estar de vuelta antes de que mi mamá
llegue a casa, así que espero que nadie vaya a saber sobre nuestra 98
pequeña excursión.

Veinte minutos más tarde, estoy conduciendo alrededor de la playa de


estacionamiento cerca del centro comercial en dirección a Cassie’s
Confections, el lugar que mi mamá siempre usa. Lo sé porque he visto
las facturas que están sobre su escritorio. Cassie tiene un logo
realmente muy extraño: es un pez bailando. Si me preguntas,
probablemente no deberías asociar a un pez (y por tanto, al
desagradable olor a pescado) con una panadería, pero lo que sea. Por lo
menos es memorable. Una llamada rápida a 411 y sabes exactamente
dónde buscar.

Debería haber sabido, basada en el hecho de que mi pastel parecía


venir de El mago de Oz que iba a haber problemas. Quiero decir, los
cuatro niveles eran ridículos, por no hablar de todos esos remolinos
caprichosos y flores.

Me estaciono en la panadería y Ann salta tan pronto como está


estacionado. Tal vez ella quiere estar segura de que no corra, pida un
deseo en la primera torta que veo y garantice su desaparición.
Entramos en la panadería y soy inmediatamente asaltada por el olor de
los dulces. Una vitrina está llena a rebosar de galletas, donas,
magdalenas, y una docena de pasteles con representaciones de
personajes de dibujos animados, clubs de golf y campanas de boda.

Una mujer de baja estatura, corpulenta, está de pie junto a la vitrina,


rociándola con Windex y limpiando con fuerza su superficie, su vientre
se sacude, como un recipiente lleno de gelatina.

—Hola —le digo mientras me acerco a ella—. Mi mamá me consiguió un


pastel de dulces dieciséis hace unas semanas. ¿Cuatro capas, glaseado
rosa? Me preguntaba si podría conseguir otro. Tal vez más pequeño,
pero casi idéntico.

La mujer continuó puliendo el vidrio

—No he hecho uno de dulces dieciséis en un mes aproximadamente. Y


no hago capas.

Parpadeo. Eso no puede ser correcto.

—Pero mi mamá los usa todo el tiempo. ¿Está segura?

La mujer señala a las tortas en la vitrina y luego toma su botella de


Windex de nuevo y la rosea, de manera que los postres se ven borrosos
99
a través del limpiador que gotea hacia abajo en el vidrio.

—Pasteles de representaciones únicamente. Como esos.

—¿Tiene usted un trabajador aquí que podría haberlo hecho?

—No. —Agarra el trapo blanco y empieza a pulir de nuevo, grandes


movimientos circulares.

Si pudiera borrar mi deseo con tanta facilidad como la suciedad en el


cristal.

—Está bien —le digo, mi voz decayendo—. Gracias de todos modos.

Genial. Así que ahora tengo que averiguar dónde mi mamá consiguió mi
pastel. Y para el momento en que llegue a casa esta noche, será
demasiado tarde para salir en otra expedición. Voy a tener que pasar a
través de al menos otro deseo más.

Sólo tengo que rezar para que el deseo no sea Ben.

Para consolarme, nos dirigimos a Mama Tortini’s, un auténtico


restaurante italiano a pocas cuadras de distancia. Comer algo delicioso
con queso es la única cosa que se me ocurre que me pueda animar en
estos momentos. Los camareros aquí son verdaderos italianos, con
acentos gruesos y cabello oscuro. Bien podría probar mis nuevas
habilidades de lenguaje, ¿verdad?

Cuando la anfitriona nos da asientos, se queda mirando la ropa de


Raggedy Ann con una ceja levantada. Lo que sea. No es como si las
medias negras, la falda negra y la camisa estilo hombre blanca con la
corbata de la anfitriona fueran mejores.

Por lo menos la ropa de Ann tiene un poco de originalidad.

Aunque supongo que probablemente debería prestarle a Ann algo de mi


armario, ¿no? Entonces, al menos no sería tan embarazoso ser vista
con ella. Imagino que tendremos que elegir algo cuando lleguemos a
casa. Como que pensé que ella se iría antes de que tuviera que
preocuparme por eso.

Decido ir a por todas y pido bebidas elegantes preparadas para


nosotras, y todo vale la pena cuando los ojos de Ann prácticamente se
salen de su cabeza.

—¡Esto esta tan bueno! —succiona tan duro del sorbete, que parece que
estuviera haciendo cara de limón agrio y el vaso rápidamente baja a la
mitad. 100
Me olvidé de explicarle sobre el cerebro congelado, y pronto se hace
evidente que ella lo tiene porque arruga la cara y cierra los ojos. Lo que
me hace reír.

Así que tal vez es un poco molesta, pero al menos también es algo
divertida. Con Nicole siempre plantándome, he estado saliendo sola
todo el tiempo, lo que sólo hace demasiado deprimente salir a comer o
al cine. Prefiero arrancarme las uñas de los pies con un par de alicates
u organizar mi armario que ir al cine o al teatro sola.

La camarera regresa y saca su bloc de notas.

—¿Ya has decidido que vas a ordenar?

Le sonrío. Aquí tengo la esperanza de que mi italiano sea algo real y no


inventado.

—Ciao, cosa mi consiglierebbe26?

26
¿Ciao, cosa mi consiglierebbe?: (Italiano) Hola, ¿Qué me recomienda?
Puedo ver el ligero cambio en la camarera. Ella obviamente respeta mis
locas habilidades para hablar en italiano porque se para un poco más
erguida y su sonrisa se vuelve un toque más auténtica.

—Un piatto di gnochi con mozarela fresca è il risotto ai carciofi è ottimo 27.

Frunzo mis labios. Nicole había estado alardeando sobre su risotto


desde hace días. Bien, podría probarlos.

—Mi sembra fantastico, allora prendo il risotto e per lei invece, gli
gnocchi28.

Espero que a Ann le gusten los ñoquis.

—Qualunche l’antipasto?29

Ja. Aperitivos. Como si estuviese tratando de explotar cada dólar que he


hecho.

—Non grazie30.

Ella asiente, toma los menús de cuero negro y luego desaparece en


dirección a la cocina.

—¿Cuándo aprendiste italiano? —pregunta Ann. 101


—Siempre he sabido italiano —le digo, recogiendo mi tenedor y
dibujando círculos sobre el mantel de lino blanco.

—No, no lo hacías. Me acordaría.

Suspiro, resistiendo el impulso de apuñalarme a mí misma con mi


tenedor.

—Fue un deseo.

—¿Por qué desearías saber italiano?

—Mucha gente desea saber lenguas extranjeras.

—¿Por qué no desear ir a Italia?

27
Un piatto di gnochi con mozarela fresca è il risotto ai carciofi è ottimo:
(Italiano) Un plato de ñoquis con mozzarella fresca o un risotto con alcachofas, son
muy buenos.
28
Mi sembra fantastico, allora prendo il risotto e per lei invece, gli gnocchi:
(Italiano) Suena fantástico. Pediré el risotto y para ella los ñoquis.
29
Qualunche l’antipasto?: (Italiano) ¿Quiere algún aperitivo?
30
Non grazie: (Italiano) No, gracias.
Dejo caer el tenedor y agarro mi servilleta. Se dobló para parecer un
triángulo un poco extraño. Me concentro en ella y la desenvuelvo en mi
regazo, con cuidado de suavizar las arrugas.

—Mi padre se trasladó allí. Pensé que si sabía italiano, me dejaría ir a


visitarlo. No quería sólo ir allí, quería que él me quisiera allí.

—Oh —dice ella, su voz tranquila. Levanto mí vista hacia ella,


esperando ver una mirada de lástima, pero no hay ninguna—.
Realmente no lo recuerdo —dice ella.

—Se fue un año después de que mi mamá te regalara a mí. —Hago una
pausa—. Lo siento, eso suena raro.

Se encoge de hombros.

—No más raro que esto —dice, señalando a su cuerpo.

—Cierto.

—Entonces, ¿cómo era él?

Miro hacia abajo a la servilleta de nuevo. Tiene una pelusa pegada, y se


la saco. Aterriza en los azulejos de color amarillo mantequilla debajo de
mis zapatillas. 102
—Alto. Cabello oscuro. El aspecto típico italiano y un acento de patada.
Solía desear haber heredado su acento de alguna manera. A veces mi
hermano diría una o dos palabras y me recordaría a él. Es brillante, sin
embargo. Realmente bien educado, le encantaba leer. Se quedaba
dormido en el estudio con un libro apoyado en su pecho. A veces me
leía.

—¿Por qué se fue?

No tengo una buena respuesta, por lo que sólo giro la servilleta


alrededor de mi mano esperando a que algo venga a mi mente, pero
nada lo hace.

—No lo sé. Quiero decir, un minuto él está allí y al día siguiente solo no
lo esta. Apuesto a que nunca miró hacia atrás, tampoco. No tuvo
sentido entonces, y aún no lo tiene. No veo cómo él pudo solo dejarnos y
nunca volvernos a ver.

Ann no dice nada para llenar el silencio, así que yo lo hago.

—No creo que ninguno de nosotros haya descubierto la manera de


llenar el vacío. Es como si fuéramos una mesa y un día alguien nos
corto una de las patas, pero ninguno de nosotros se ha movido para
ayudar a sostener las cosas, ¿sabes? Como que estamos esperando a
que regrese y nivele todo otra vez. Y nadie nunca habla de él. No mi
mamá, y definitivamente no Chase. Siento como si yo fuera la única
persona que aún se acuerda de que existe.

Siento un nudo en la garganta, así que tomo un largo trago de agua


helada. La camarera se acerca y pone los palitos de pan y ensalada, y
Ann coge el pan caliente con mantequilla. Me siento un poco mal
cuando me doy cuenta que ni siquiera le ofrecí ningún alimento hasta
ahora. Ha estado viva durante, como, un día y medio. Me pregunto si
comió chicles mientras estaba sentada en el cobertizo del jardín.

Por otra parte, no estoy segura de que alguien hubiese pensado en darle
de comer tampoco, ¿verdad? Tal vez eso es porque se supone que ella es
una muñeca. No una chica viva sentada en la mesa frente a mí,
relamiéndose sonoramente los labios mientras que sus mejillas se inflan
como las de una ardilla.

Se da cuenta de que estoy mirando y se congela, la boca abierta, un


trozo de pan a medio camino de sus labios.

—Es de mala educación masticar con la boca abierta —le digo—. Y los
codos no deben estar sobre la mesa.
103
—¿Qué se supone que debo hacer con ellos? —pregunta, todavía
mostrando la comida a medio masticar mientras levanta los codos y los
pone en un ángulo extraño, como un pollo.

—Apoya los antebrazos sobre la mesa. Si no estás comiendo, pon tus


manos en tu regazo. Y además, no se mastica y se habla al mismo
tiempo.

Bueno, ¿acaso soy una nazi de la etiqueta?

Mastica con gusto y tan pronto como traga el bocado, dice:

—¡Gracias!

Como si acabara de ofrecerle escupir hasta hacerle brillar sus zapatos o


algo así.

Agarra las pinzas y pone una pila gigante de ensalada en su plato y


luego persigue a un crouton alrededor con el tenedor.

—Entonces, ¿por qué nunca lo llamas?

—¿A quién?
—A tu padre.

—Oh. Um, no gracias.

—¿Por qué no?

Llevo el tenedor con un gigante trozo de lechuga a mi boca para darme


un tiempo para pensar. Pero incluso después de haber tragado, no
tengo una buena excusa.

—No debería tener que hacerlo. Él es el que se fue.

—Sí, pero…

Un movimiento me llama la atención y me inclino un poco fuera de la


cabina para tener una mejor visión.

Oh, no.

Ben y Nicole están entrando y siendo guiados a una cabina en la


esquina. Nicole está usando un vestido que nunca he visto antes, es un
lindo cuello halter negro con una transparentosa cinta rosa alrededor
de la cintura estilo imperio, y un par de tacones a juego de color rosa.

¿Siempre hace esto? ¿Vestirse como una muy femenina princesa 104
cuando no estoy alrededor? ¿O sólo cuando está en citas?

¿Dónde van las Converse y los jeans? ¿Mama Tortini’s realmente


justifica conseguir vestirse así?

Ben, al parecer, no lo cree así. Él esta llevando sus habituales jeans


sueltos con sus zapatillas de deporte y una camisa de color rojo
brillante con algún tipo de gráfico azul salpicado a través del hombro.
Incluso desde treinta metros de distancia, puedo trazar la línea de sus
pectorales y hombros. El chico llena una camisa, eso seguro.

Me encojo en el asiento de cuero liso, así puedo ver sólo el borde de su


mesa, pero no puedo verlos, y ellos no me van a notar.

—¿Qué esta mal? —Ann se inclina fuera de nuestra cabina y estira el


cuello para ver lo que estoy mirando.

—¡Ann! ¡No hagas eso! —siseo.

Ella mueve la espalda tan rápido que la mesa salta, y su vaso de agua
se empieza a balancear hacia atrás y adelante. Su mano se dispara para
atraparlo, pero en cambio, ella lo derriba y se derrama sobre la mesa y
se desliza sobre mi regazo, empapando mis jeans.
Tomo medidas drásticas en mis labios para no gritar y arrebato las
servilletas de la mesa y empiezo a retirar los excesos de agua fuera de
mis jeans.

Ann está sentada allí, con los ojos abiertos, su rizado cabello rojo sale
en ángulos extraños y su horrible vestido azul arrugado y torcido.

La piel de gallina está surgiendo por mis piernas y brazos mientras el


agua helada se filtra a través de la tela vaquera. ¿Por qué pensé que
esto iba a funcionar?

Encuentro a la camarera y le pido que cambie nuestras cenas a comida


para llevar y luego pago la factura mientras espero. Cuando llega la
comida, me deslizo fuera de la cabina y me dirijo hacia la puerta de
atrás. Doy sólo unos pasos en la dirección correcta cuando me doy
cuenta que mi sombra ya no me sigue. Se dirige hacia la puerta
principal.

Cubro la distancia entre nosotras en segundos y la agarro de la muñeca


y después tiró tan fuerte que creo que pude dislocarle el hombro. Ella
grita y casi pierde el equilibrio, pero no la espero mientras sigo
impulsándola para salir por la puerta de atrás.

Nosotras logramos salir antes de que Ben y Nicole tengan oportunidad 105
de ver de lo que se trata el alboroto.

—Joder —dice Ann, frotándose la muñeca—. ¿Por qué fue eso?

—Nicole estaba allí con Ben.

Sólo me da una mirada en blanco, con sus lindos ojos verdes


mirándome directamente.

Sus ojos son en realidad su mejor característica. Tal vez con mejor ropa,
pelo no rizado y cerca de mil años de lecciones de etiqueta, ella sería
algo bonita.

—Nicole es mi mejor amiga.

Ann mira hacia atrás al restaurante.

—¿Esa es tu forma de actuar en torno a tu mejor amiga?

—¡Ella estaba con Ben!

—¿Y?

—¡Y Ben es su novio!


—¿Y?

Lanzo mis manos y quiero gritar.

—No lo entiendes. Ben es... él es... bueno, es Ben.

—No veo el problema.

—No puedo estar alrededor de ellos al mismo tiempo. Me da náuseas.

Ann se encoge de hombros.

—Seguro que eres rara.

—Como si tú no lo fueras. ¡Eres una muñeca!

—¿No fuiste una muñeca una vez?

Me burlo.

—¡Por supuesto que no!

—No una muñeca real. Pero si vestías como una. En el Cascanueces.

Mi memoria borrosa poco a poco se vuelve clara.

—Oh… quieres decir en ballet. No hago más. 106


—¿Por qué no? Lo amabas. Te pasabas horas y horas practicando.

—Pasaba. Tenía diez años. Por supuesto que lo amaba.

—¿El ballet no existe para los de dieciséis años? —Me mira con los ojos
muy abiertos, completamente seria—. ¡Eso es tan triste!

Me río. Es muy dramática.

—No, lo hace.

—Entonces, ¿por qué no practicas?

—¡No lo sé! ¡El ballet es estúpido!

Ann cacarea su lengua.

—Vaya, has cambiado.

—Espero que sí. ¡Cuando tenía diez años, mi deseo más ferviente eras
tú!

Ella me da una mirada que me dice que en un instante lastime sus


sentimientos.
Trago.

—Mira, no es que no me gustes. Es sólo que ya no soy esa chica. La


gente crece. Dejan de jugar con las Barbies y empiezan… —Mi voz se
apaga. No estoy segura de a donde tenía la intención de ir.

—¿A ocultarse de su mejor amiga?

Ella es realmente demasiado inteligente para ser una muñeca.

Caminamos hasta mi auto y Ann rodea el lado del pasajero. La miro por
encima del techo, protegiendo mis ojos del sol del otoño.

—Mira, no hay nada de que hablar aquí. No tengo diez años como
cuando me conociste. Y tú no eres una muñeca, tampoco. Así que
vamos a pretender que eso —señalo al restaurante— no sucedió. Y deja
de hacer tantas preguntas, ¿de acuerdo? Tal vez no viví en una caja
durante los últimos cinco años, pero eso no significa que yo sepa más
que tú.

Subo a mi asiento y me pongo el cinturón de seguridad, luego espero a


que Ann haga lo mismo. Ella lo encaja en su lugar y luego reclina su
asiento hasta que esta prácticamente llano, pone los pies en el
salpicadero y mira fijamente al techo. Trato de no hacer una mueca 107
ante la tierra que ella ha esparcido en el tablero de plástico.

—Así que si no estás más en ballet… ¿en que estás?

Me encojo de hombros y giro la llave, saliendo con cuidado fuera del


puesto del estacionamiento. ¿Cómo le explicas a una muñeca que a la
gente no le gustan las mismas cosas durante toda su vida? ¿Que crecen
fuera de Raggedy Ann y My Litte Pony?

—¿Blanca Nieves? —pregunta.

Niego con la cabeza.

—¿Qué pasa con los carteles de tullido terciopelo negro? Solías


conseguir uno de esos cada semana y la habitación estaba cubierta
en…

—No —le digo. Dios, me acuerdo de eso. Tenía todos los carteles que se
han hecho, los que no tenían color, y con esmero los pintaba con los
marcadores que suministraban. Mi habitación estaba prácticamente
empapelada con unicornios, perritos, escenas de béisbol, prados y
arcoíris.

—¿Karaoke?
Me río. Solía tener fiestas épicas de danza en mi habitación, arruinando
la ridícula música pop, cantando con mi cepillo para el cabello. Ann y
sus amigos de felpa servían como mi audiencia.

—Mis gustos musicales cambiaron. Ellos no son tan adecuados para…


cantarlos.

—¿Al menos te gusta el helado? —pregunta.

—Por supuesto. Algunas cosas no cambian.

—No veo por qué tantas cosas lo hacen.

—Ann, en serio. Era una niña entonces. Una realmente muy estúpida.
Soy mucho más sabia ahora.

—Pero sonreías más entonces.

—¡Argh! Esta conversación esta tan terminada. Tú totalmente no lo


entiendes.

Ann vuelve su atención hacia las nubes que pasan por encima.

—No, no lo hago.
108
Capítulo 17
Traducido por Susanauribe

Corregido por Beatriix Extrange

E
sa noche, aprendo que Ann es una persona que se toma toda la
cama. Pensé que sería buena y compartiría mi cama tamaño queen
con ella en vez de hacerla dormir en el Berber. He hecho eso una o
dos veces, y esa alfombra no es cómoda en absoluto. Así que tomé mi
saco de dormir del armario del pasillo para ella, y luego doblé mis
sábanas por la mitad para mí, y cuando me quedé dormida en la noche,
ella estaba cerca de la pared mientras yo estaba cómodamente
acurrucada con mi almohada. Todavía no es el amanecer, pero no
puedo dormir más. Estoy colgando del borde de la cama, mi almohada
ha sido lanzada al suelo sin piedad, mis sábanas robadas por Ann.

Ruedo fuera de la cama y me muevo hacia mi escritorio para rebuscar


en mi bolsa, sacando mi carpeta. 109
Le doy la vuelta, donde he puesto la foto de Ben. En la débil luz de la
luna saliendo de las cortinas abiertas, sólo puedo descifrar su rostro.

Me inclino hacia adelante, mi mentón descansando en mi puño, y miro


el contorno de su cuerpo y el contraste entre su sudadera negra y los
brillos saliendo del agua detrás de él.

Es dolorosamente perfecto.

No hay nadie en el mundo tan sorprendente como él.

Suspiro, queriendo a la vez lanzar la fotografía a la basura y


plastificarla por su bien. Luego la lanzo de nuevo en mi carpeta. Podía
pasar la siguiente hora mirándolo, pero nada va a cambiar los hechos.

Voy a la cama y le quito una de las sábanas a Ann, luego me hago una
bola en el suelo y miro al techo. Me dejó llevar por una hora o dos pero
no por mucho, porque me encuentro observando cuando la habitación
se vuelve más ligeramente iluminada. Cuando ya no lo puedo soportar
más, me siento y la miro.
Parece bastante cómoda, tendida diagonalmente en el colchón,
acurrucada dentro de un saco de dormir, mi colcha encima. Tiene dos
almohadas, una debajo de su brazo y otra debajo de su cabeza.

Una errante bola de chicle está debajo de mi pantorrilla, y resisto la


urgencia de lanzársela a Ann. En vez de eso, la lanzo a la basura.

Quito mi cabello de mi rostro y la miro, aunque ella no parece notarlo


porque está roncando fuertemente.

—Buon giorno —murmuro en voz baja.

Las palabras son lindas incluso si mi tono no lo es.

Me agacho y recojo la regla del armario junto a mí y la toco con eso. Sus
ronquidos se convierten en un extraño gorgoteo durante un minuto,
pero luego continúa el sonido de madera siendo serrada.

Lo que sea.

Pongo una mano en la cama y me paro, pero me siento extrañamente


sin equilibrio, como si estuviera parada en bolas de chicles.

Lo juro, si esas cosas vuelven a aparecer…


110
Una mirada rápida, sin embargo, me muestra que no hay nada entre
mis pies y la Berber café. Extraño. Es como si el suelo fuera inestable.
Sigo inclinándome hacia adelante y tengo que forzarme a estar derecha.

Camino hacia mi armario, pero me inclino de nuevo y tengo que


agarrarme al pomo. Cierro mis ojos por un minuto, tratando de
encontrar mi equilibrio.

Mi equilibrio está todo estropeado. Como esa sensación de cuando te


pones de pie muy rápido cuando estás vegetando en el sofá todo el día y
luego saltas. El mundo está un poco inclinado y mis piernas están
balanceándose debajo de mí para compensarlo. Sería una cosa si me
hubiera excedido con el azúcar, pero éste no es el caso esta mañana. A
menos de que cuentes la personalidad dulce y sacarosa de Ann.

Miro una vez en dirección a Ann en mi camino al baño. No se está


moviendo para nada. Supongo que solamente pensó que no necesitaba
dormir.

Justo antes de encender la ducha, me doy la vuelta y sucede que me


observo en el espejo.

Y dejó salir un grito espeluznante.


Oh. Mio. Dio.

Senos.

Tengo senos.

Pongo mi mano encima de mi boca y miro, mis ojos más abiertos de lo


que alguna vez han estado, mi pecho. Usé una camiseta sin mangas
para dormir, y tengo el suficiente escote para trabajar en Hooters. Ni
siquiera llevo puesto un sostén.

Er, no creo que ni siquiera tenga un sostén que sostengan estas cosas.

Trago y doy pasos hacia adelante hasta que estoy directamente frente al
espejo.

—¿Cariño? ¿Estás bien? —grita mi mama desde el otro lado de la


puerta. El pomo está girando.

Uh, oh.

—¡No entres! —grito—. Estoy, uh, desnuda. Estoy bien. Sólo… me


tropecé con mi pie. ¡Estoy bien!

Miro al pomo, animando a mi mamá a que lo suelte. Si entra en este 111


momento, no hay manera de que pueda explicar estos bebés.

El pomo gira de nuevo a su posición normal de descanso.

—Okey. Tengo un picnic corporativo hoy, así que no estaré aquí al


menos hasta las seis o siete de esta noche. Dejé un billete de veinte en
la encimera para que tú y tu hermano puedan comprar pizza.

Suspiro, sin mover mis ojos de mi reflejo. Una noche de pizza, por
supuesto. Me pregunto si alguna vez volverá a comer con nosotros.

—Está bien —digo, cuando me doy cuenta de que no he respondido.


Todavía estoy mirando mi reflejo en el espejo.

—Chao —dice ella, sus pasos retirándose en el pasillo.

Mi corazón está latiendo tan fuertemente que hace que mi pecho se


levante y baje, lo cual me hace pensar en horrible novela romántica.

Porque tengo pechos. ¿O es pecho?

Lo que sea.
Subo mis manos y se ciernen encima de mi pecho. No creo que pueda
tocarlas. Eso es tan… extraño. Porque en verdad no son realmente
mías, per se. Son…

Senos mágicos.

Perfecto.

Gruño y dejo caer mis manos hacia la encimera de nuevo. El vapor está
comenzando a llenar la habitación, y la parte superior del espejo ya está
empañándose. Me inclino en la encimera y me acerco tanto al espejo
como puedo, y luego observo mi propia camiseta.

Me siento como una pervertida en este momento. Esto es tan


escalofriante.

Apuesto que tenía doce años cuando deseé esto. Supongo que los chicos
y chicas de doce años piensan lo mismo, porque odiaba tener el pecho
plano. Nicole fue una que tuvo pecho rápido, y me sentía tan tonta
junto a ella. Todos los chicos miraban sus senos, ignorándome por
completo, su mejor amiga con cuerpo de hombre.

Ese fue el año en el que fuimos a patinar por mi cumpleaños. Mi mamá


alquiló una pequeña habitación en la pista de patinaje y llevó una tarta 112
y algunos de mis parientes, y Nicole y yo pasamos dos horas patinando.
Un grupo de chicos estaba allí. Hablamos sobre ellos toda la noche,
comiendo dulces y estando despiertas hasta tarde.

Finalmente, el vapor llena el espejo y ya no puedo ver más mi reflejo.


Soy sólo una silueta reluciente.

¿Cómo voy a ocultar esto? Todos van a pensar que me estoy rellenando.
Y ni siquiera de una forma sutil, tampoco. He pasado de una copa A, a
al menos una C. Tal vez D.

Ewww, ¡voy a tener que asaltar el cajón de sostenes de mamá! Al


menos, hasta que llegue a la tienda. Compraré sólo uno que me quede
bien hasta que esto de los deseos se deshaga.

Al menos es sábado. Ir a la escuela va a ser una pesadilla.

Tengo dos días para descubrir cómo esconder mi enorme atributo


nuevo.
Capítulo 18
Traducido por Little Rose

Corregido por Clau12345

T
ardo veinte minutos buscando en mi armario algo que le vaya bien a
Ann, sin mencionar algo que me cubra el pecho.

Tiendo a usar colores fluorescentes con diseños muy malos en ellos,


y los colores no le sientan bien a Ann, dado que es pelirroja. Aunque sí
se los prueba, arrojando ropa por todo mí cuarto con emoción.

Apuesto que hay un montón de chicas de diez años que pagarían


mucho para tener a una muñeca viva y de tamaño real que disfrute
vistiéndose. Quizás debería alquilar a Ann como niñera. Dos pájaros de
un tiro.

Ella termina con una camiseta celeste bebé que no uso desde el octavo
grado y un par de vaqueros desgastados. Parece ser más pequeña que 113
yo, por lo que tengo que encontrarle un cinturón para que no se le
caiga.

Incluso con los vaqueros súper anchos, se ve algo sexy.

La andrajosa Ann tiene un cuerpo de infarto. Quién lo habría


imaginado.

Mientras su cabello sigue húmedo por la ducha, se ve algo normal, casi


lindo, porque el agua ha calmado sus rizos. Los mechones son más
largos, más lisos y el rojo oscuro es mucho mejor que el anaranjado que
lleva siempre.

Pero para cuando llevamos diez minutos en el auto con las ventanillas
abajo, su cabello ha enloquecido, un poco como Bob Patiño en Los
Simpsons. Ann pasa todo el viaje riendo por la forma en que se vuela
alrededor de su cara, intentando sin éxito contenerlo desde el cuello.

Tengo los veinte de mamá en el bolsillo de mis pantalones cortos. No


van con mi sudadera, pero la llevo de todas formas. Tenía sentido en
casa, pero ahora me siento rara, como si no debería haber salido con
esta pinta.
Ann me sigue en Fred Meyer y tomo un pequeño carrito.

Estoy en una misión.

Estaba tan distraída por mis nuevos pechos que olvidé decirle a mi
mamá de la panadería. No quiero esperar otro día, por lo que iremos al
plan B: haré mi propio pastel, una mini réplica perfecta de mi
monstruosidad de dulces dieciséis. Le haré de cuatro pequeños niveles
y lo decoraré con flores de azúcar y pondré cuatro velas en cada piso. Si
tengo cuidado, seguramente podré hacer que se vea similar al pastel de
cumpleaños.

Luego haré que Ann me cante el “Feliz cumpleaños”, soplaré las velas y
cuando abra los ojos, ella se habrá ido, mi pecho se encogerá, no estaré
maldiciendo en italiano cuando esté molesta, el poni estará en su
granero imaginario de plástico y la goma de mascar ocupará las
máquinas expendedoras de todos lados.

Seamos realistas, si esos son los primeros deseos, ¿realmente quiero


saber cuáles son los otros?

Ann me sigue por la tienda mirando todo el lugar. Sigue deteniéndose


en varios estantes para recoger bolsas de papitas y dos latas de
gaseosa. Toquetea el pan francés recién horneado y se inclina sobre 114
cajas de galletitas.

Es un parque de diversiones para ella.

—¡Ann! ¡No tengo todo el día!

Técnicamente, supongo que sí lo tengo, pero estoy en una misión. Ella


gime y me sigue al pasillo de horneado, y durante un rato, miramos las
cajas de mezclas de pastel en silencio.

—Esta se ve deliciosa —dice, sosteniendo una caja de mezcla de


chocolate alemán.

—Tiene que ser blanca. Como ésta. —Sostengo una con una foto de una
torta blanca.

—¡Chispitas! —grita saltando.

Sólo mátenme ahora.

Arrojo dos cajas en el carrito y luego meto lo que estoy segura es mezcla
blanca. Podría haber sido amarilla.
Me inclino para tomar la mezcla amarilla del estante de abajo. Cuando
me apoyo, mi nuevo pecho golpea el estante y media docena de cajas de
mezcla para torta caen ruidosamente al suelo.

Las miro, considerando dejarlas ahí, luego suspiro, las levanto y las
pongo en su lugar. Cuando me pongo de pie, tengo que sujetarme al
carrito para no tropezar.

Luego tomamos una serie de glaseados, incluyendo una cosa rosada en


tubitos que debería servir para hacer las flores. Tomo una caja de velas
de cumpleaños y arrastro a Ann al pasillo de refrigerados para tomar
leche y huevos.

Me duele la espalda un poco. Siento que tengo dos montañas saliendo,


y me cuesta agarrar las cosas porque me las choco. Definitivamente no
es divertido.

¿Y también? Es tan raro usar el sostén de mamá. Tomé uno de la


secadora para asegurarme de que esté limpio y todo, pero me da
cosquillas de todas formas.

Llevo a Ann a la sección de vestimenta. Si estaba emocionada por la


comida, ha enloquecido con la ropa.
115
—¿Puedes comprar todo esto?

La miro. Está sosteniendo una camiseta cuello en V color rosada con un


montón de flores alrededor.

—Síp, y también te daré una soga para que te cuelgues. —Ann me da


una mirada escéptica y luego se encoge de hombros y deja la camiseta
en su percha. Me pregunto cuánto tardará en aprender a usar el
sarcasmo en mi contra. Le doy hasta mañana.

El sostén de mi mamá es de copa talla C. Creo que se supone que yo


sea una D ahora, porque pareciera que van a salirse por arriba, pero me
niego a comprar algo con una D. Compro el sostén de copa talla C más
grande que puedo encontrar y uno deportivo. Quizás si no tienen forma,
no se ven tan gigantescos.

Para hacer las cosas bien, encuentro los suplementos de primeros


auxilios y tomo unas vendas. Quizás pueda aplastarlos y hacerlos
menos…

Llamativos.
Para cuando nos vamos, he gastado cuarenta y cuatro dólares del
dinero de mi cumpleaños y los veinte que mamá dejó en la mesa. Allí va
la cena de pizza de mi hermano. Pobrecito, va a comer burritos de
nuevo.

Uso los últimos seis dólares que tengo para un par de hamburguesas de
queso, que Ann y yo devoramos camino a casa.

Será mejor que el asunto del pastel funcione.

Porque resulta que tener todo lo que siempre deseaste es bastante caro.

116
Capítulo 19
Traducido por Agus

Corregido por Majo

A
nn y yo sacamos las jarras de medir, las cucharas y unos pocos
cuencos gigantes. Pongo MTV, el cual, increíblemente, está pasando
videos musicales. Katy Perry justo está entrando en escena
presentando alguna otra estética y enérgica canción pop.
Probablemente tiene una coreografía con un cuenco de frutas más
tarde.

Ann está realmente emocionada por nuestro experimento de horneado.

—¡Nunca había horneado una torta antes! —dice, levantando los brazos
de golpe. Sus manos golpean una de las cajas de mezcla y esta cae
fuera de la encimera de granito y aterriza en el suelo de baldosas de
mármol travertinos con un fuerte tortazo. 117
Al menos aún no estaba abierto.

—Cálmate —le digo, agarrando la caja y arrancando la parte de arriba.

Sonríe y se encoge de hombros como si fuera un niño pequeño que ha


sido regañado.

—¡Pero esto es tan genial! Vi la torta de cumpleaños de cuando


cumpliste once, ¿sabes? Tú me pusiste en la encimera, justo al lado de
esta. Era una enorme cosa casera. Creo que era una tortuga.

Frunzo el ceño.

—¿Tuve una torta que lucía cómo una tortuga?

Asiente entusiasmadamente.

—Cobertura verde y llena de chispas. Se veía deliciosa.

—Oh. Um, bueno. —No estoy segura de qué decir. Ann tiene una
memoria espectacular. Cambio de tema—. Uh, bueno, necesitamos
poner la mezcla blanca en este cuenco y la amarilla en ese y sacar todos
los grumos, porque no sé dónde puso mi mamá el tamizador.
Mi mamá tenía esta cocina gourmet diseñada y equipada con aparatos
de lujo, porque hace un tiempo a ella realmente le gustaba cocinar. Yo
lo amaba también.

Nos habíamos pasado horas creando comidas gourmet, y luego


habíamos hecho que mi hermano y mi padre se sentaran en la mesa
con los ojos vendados y los hacíamos probar la comida.

Pretendían odiarla, gruñendo y protestando, pero siempre se sentaban,


se ponían las vendas y comían hasta que apenas podían moverse, y
nosotras casi teníamos que rodarlos hasta la sala de estar.

No les decíamos que comida era. Simplemente los hacíamos abrir las
bocas en el momento justo y aceptar la cuchara llena de lo que
hubiéramos hecho.

Nos habíamos reído tontamente cuando sus rostros se volvían agrios y


luego les decíamos todos los ingredientes.

Era maravilloso el resplandor de mi familia cuando éramos felices.


Como si fuéramos un grupo de Leave It To Beaver31.

Pero luego él se fue, y no es lo mismo solo con mi hermano, y después


mi mamá se volvió demasiado ocupada con su compañía y empezó a 118
dejarnos dinero para comida china para llevar o pizza, y las fiestas de
degustaciones gourmet se volvieron tan solo un recuerdo.

Le paso a Ann un tenedor y la caja de la mezcla amarrilla, y ella


empieza a trabajar vertiéndola en el cuenco y triturando los grumos con
el tenedor.

Luego se mete un tenedor lleno de polvo de torta en la boca. Este se


pega a sus labios.

—¡Ew! No hagas eso.

—¡Oh! Perdón. —Después pone el tenedor lamido devuelta dentro de la


mezcla.

—Oh, asquerosa. —Agarro el tenedor y lo lanzo al fregadero—. No estoy


tratando de contagiarme de tu RageddyAnniensidad.

Solo me gira los ojos. Nunca entiende mis chistes malos.

31 Leave It To Beaver: es una comedia de situación americana sobre un chico


inquisitivo pero a veces ingenuo, llamado Teodoro "El Castor" Cleaver y sus aventuras
en la casa, en la escuela y alrededor de su barrio residencial.
Rompo los huevos, ya que no soy lo suficientemente estúpida como
para pensar que Anna podría manejar eso, luego agregamos el aceite
vegetal y empezamos a revolver.

Ann agarra el cuenco en un brazo y la cuchara en el otro, comienza a


dar vueltas en círculos y canta con Katy Perry. Un poco de masa se sale
del cuenco, y entonces Ann pierde el equilibrio y se golpea contra el
mostrador. El movimiento hace que su brazo se sacuda, y ella de alguna
manera termina lanzando la masa hacia mí.

Este se esparce a través de mi delantal.

Me congelo, con mi gran cuchara de madera todavía en el cuenco y la


miro fijamente.

—En serio, Ann, cálmate.

Tanta energía burbujeante no debería ser legal.

Dejo mi cuenco y me agacho para agarrar los moldes enmantecados que


había sacado, y luego Ann pega una mano sobre su boca y empieza a
reírse tontamente.

—¿Qué? —digo, congelada, con mi mano todavía extendida.


119
Ella señala. Miro hacia abajo.

Oh, Dios, mis pechos están totalmente cubiertos de masa de torta.

Lentamente retrocedo y la masa medio que vuelve al cuenco, el resto


esparciéndose por mi delantal.

Suspiro y froto mis ojos. Dejo mi cuenco a un lado y agarro los moldes
para torta, después los cargamos con pasta para rebozar y los ponemos
en el horno.

—¿Ahora qué? —pregunta mientras se encorva y mira fijamente el


horno. Después de tan solo un momento, abre la puerta y mira para
examinar los resultados.

—No es instantáneo.

—Oh.

Ann se endereza de nuevo.

Estoy medio tentada a decirle que deberíamos intentar domar su


encrespado cabello rojo, pero luego recuerdo que como máximo se
habrá ido en una hora. Tan pronto como se cumpla ese deseo, ella se
irá y yo podré volver a mi vida como de costumbre.

Más vale que esto funcione.

Para el momento en el que el temporizador de cocina suena, Ann ha


bailado la mayoría de los videos en MTV, incluso aquellos hechos por
Shakira. Supongo que debería parecerme gracioso o al menos irónico
que la letra de la canción sea Hay una loba en el armario32,
considerando que ella vino de uno. En cambio, hay algo molesto sobre
esto. No puedo dejar de sentir celos de que ella haya dominado ese raro
meneo en la danza de vientre.

Me pregunto si con un profesor adecuado, Ann podría llegar ser una


pintora de primera categoría o una cantante o algo.

Me pregunto que sería tener ese tipo de posibilidad brillante, ese tipo de
extensión sin fin de los sueños. Simplemente elegir algo y ser bueno en
ello.

Como sea. Ahora sueno como si perteneciera a la parte inferior de una


tapa de Snapple33. 120
Ann retrocede mientras deslizo las tortas dentro de un estante del
refrigerador. Revolvemos el glaseado mientras las tortas se enfrían, y
luego saco un gran papel encerado y pongo las tortas dentro de este.
Uso mondadientes para intentar asegurarlos uno al lado del otro,
conteniendo la respiración como si estuviese jugando al Jenga34.
Parecen quedarse.

Ann está encima de mi hombro y mira, está tan cerca que puedo sentir
su respiración. Confié en ella con el glaseado, el cual créanme, es difícil
dejárselo hacer. No quiero que esto se arruine. Ella usa un cuchillo para
la mantequilla, y los resultados no son bonitos, pero este hace el

32 Hace referencia a la canción de Shakira “Loba”


33 Snapple: es una marca de bebidas de té y jugo. Esta marca logró una cierta
notoriedad debido a las varias referencias de la cultura pop, incluyendo programas de
televisión.
34 La jenga o yenga es un juego de habilidad física y mental, en el cual los

participantes (que pueden ser cualquier número de jugadores), deben retirar bloques
de una torre por turnos y colocarlos en su parte superior, hasta que ésta se caiga
trabajo. Quizás debería haber puesto algo de Martha Stewart35 en vez
de MTV.

Retrocede mientras doy lo mejor de mí para imitar las suaves flores de


glaseado rosa de mis dulces dieciséis. Podría haber sido útil haber
mirado como se hacían realmente por más que tan solo medio segundo,
pero no lo hice, así que con un poco de suerte, esto estará lo
suficientemente cerca.

Meto las velas dentro de la torta —cuatro en cada capa— y luego


retrocedo y admiro mi trabajo.

Eso tendrá que bastar.

—Bueno, ahora canta la canción de cumpleaños —le digo a Ann.

Me mira como si no comprendiera.

—Tú sabes: “Feliz Cumpleaños a ti...”

Continúa mirándome.

Me toma diez minutos enseñarle la canción. Uno pensaría que al ser tan
repetitiva como lo es, debería haber sido más rápido, pero ella está
realmente preocupada en hacerlo bien. Supongo que yo debería estarlo 121
también.

Finalmente está lista y me canta la canción mientras agarro el borde de


la mesada, mis nudillos volviéndose blancos.

Mientras canta el último “Feliz Cumpleaños a ti...” su voz se agudiza


más de lo necesario, cierro mis ojos.

Deseo que cada deseo que he hecho nunca se haya vuelto realidad.

Con una larga inhalación, abro mis ojos y apago cada vela en un solo
intento.

Luego cierro los ojos otra vez por un momento silencioso.

Deseando.

Esperando.

Quizás se supone que alguna especie de sentimiento mágico de paz


deba inundarme.

35Martha Stewart es una empresaria estadounidense, que formó un imperio con su


negocio de estilo de vida y cocina.
Tranquilidad. Serenidad. Algo.

Finalmente, abro mis ojos.

Ann está cortando la torta con el cuchillo para la mantequilla que usó
para el glaseado.

—¡Esto va a estar taaaan bueno!

Sólo gimo y me desplomo en el suelo.

Quizás va a desaparecer a la medianoche, como Cenicienta.

O tal vez esa es mi vida como la conozco.

122
Capítulo 20
Traducido por carmen170796

Corregido por ☽♏єl

P
asé la mayor parte de esa noche mirando el techo de mi cuarto,
escuchando a Ann roncar y tratando de pensar más deseos para
poner en la lista. Si no puedo detenerlos, sería lindo si al menos
supiera qué es lo que está por venir. Uno pensaría que si ya he gastado
un preciado deseo de cumpleaños —solamente tienes uno por año,
después de todo— al menos recordaría que pedí.

Pero no puedo. Tengo algunas ideas, por supuesto. Recuerdo ciertos


juguetes con los que estaba obsesionada. Recuerdo cuando quería ser
una de las voces en las películas de Shrek. Y cuando quise volar un
avión.

¿Pero quién sabe si realmente deseé esas cosas? 123


Así que, mientras se hace de día, salgo a hurtadillas de mi cuarto y me
pongo un suéter. Apenas son pasadas las nueve, y Ann sigue
durmiendo profundamente.

Me siento en el último peldaño al pie de las escaleras y me pongo mi par


de zapatillas Converse más gastadas y cómodas. Todavía estoy
atándolas, cuando escucho el crujido de las escaleras y me doy la
vuelta, esperando ver la despeinada melena roja de Ann. Pero es mi
mamá. Sorprendentemente, para ser las 9 a.m. Normalmente, ella ya se
habría ido. Los domingos usualmente son días de grandes eventos, la
mayoría de las veces una boda o un picnic por el retiro de un
compañero, así que tiende a irse a altas horas de la madrugada para
tranquilizar a la novia hecha polvo y con los nervios crispados o un
arrogante CEO36 o cualquier grupo de gente rica y consentida. Me
refiero a que si no puedes planear tu propia fiesta o preferirías pagarle a
alguien para que lo haga, probablemente tienes más dinero del
necesario. Y he visto algunas de las facturas de mamá. Sus clientes
definitivamente tienen más dinero del necesario.

36CEO: (Chief executive officer), director ejecutivo de una empresa, el cargo más alto
de una compañía.
—¿A dónde vas?

—A la biblioteca.

—Has salido muchísimo estos días —dice ella.

—¿Yo salgo muchísimo?

Seguramente escuché mal.

Ella asiente. Estrecho mis ojos y le doy una mirada escéptica.

—¿Por qué fue eso?

Me encojo de hombros y camino hacia la puerta para recoger mi


mochila. Debería haberme quedado callada.

—Estoy en casa mucho más que tú, eso es todo.

Mi mamá suspira.

—No te pongas insolente, Kayla.

Me quedo boquiabierta.

—¡No lo soy! ¿Cómo es que soy insolente si digo la verdad? 124


Mi mamá se cruza de brazos. Ella está usando una perfecta blusa de
almidón lavanda con inmaculados pantalones caqui. Su cabello marrón,
más oscuro y con mejor forma que el mío, está comprimido en una
redecilla perfecta para reuniones.

—¿Por qué tienes que ser tan desagradecida? Te doy todo lo que
quieres, y aun así insistes en usar la misma ropa vieja y andrajosa y
quejarte todo el tiempo.

Cierro mi boca y aprieto los dientes.

—Correcto, mamá. Me das todo lo que quiero. Lo entiendo.

—¡Kayla Louise! Te hice una hermosa fiesta hace menos de una


semana.

—¿De verdad, mamá? ¿Me hiciste una fiesta o le hiciste una fiesta a tu
compañía? Porque fue difícil notar la diferencia.

Mi mamá mira su reloj, y me esfuerzo por no poner mis ojos en blanco.


Nunca tendrá tiempo para mí.

—Tengo que hacer mi tarea de biología —digo, agarrando el picaporte.


—¿Quieres que te lleve? Estoy atrasada, pero…

—No, gracias, puedo caminar.

Y después me apresuro a salir por la puerta. No necesito esperar para


saber que dejará un billete de veinte en la barra con una nota acerca de
comida preparada, y que no la veré hasta mañana en algún momento.

Aunque, maldita sea. Tal vez antes de contestarle, debí haber


preguntado por la panadería. No puedo preguntarle ahora, después de
que me fui enojada. Esto nunca se va a arreglar si no me concentro en
resolver el problema.

La biblioteca pública está lo suficientemente cerca de mi casa para ir


caminando. Está abierta temprano los domingos, lo cual nunca tuvo
mucho sentido, pero no me estoy quejando ahora, porque me da un
lugar donde escapar.

Ann probablemente dormirá por una o dos horas más, y después se


preguntará adónde fui. Si tengo suerte, tratará de encontrarme y será
atropellada por un camión.

Está bien, eso es malvado. Estiro el brazo y paso mis dedos por una
alambrada mientras camino, mi mente divagando mientras giro la 125
esquina, yendo directo a la ciudad. La cordillera de las Cascadas se alza
a la distancia. Aun cuando la mayoría de los árboles son de hoja
perenne, también hay de hoja caducas, y el resultado son salpicones de
rojo brillante y naranja tostado iluminando las cumbres. Más allá a la
distancia, la nevada cima del Monte Rainier sobresale en el horizonte.

Enumclaw es una gran meseta aproximadamente a doscientos cuarenta


metros sobre el nivel del mar, formada sobre un viejo flujo de lodo de
cuando Rainer hizo erupción por última vez, tropecientos años atrás. Es
realmente tranquilizador, cuando piensas en ello.

Pero no lo estoy. Pensando en ello, quiero decir. Estoy pensando en algo


mucho más urgente. Me pregunto cuál es el deseo de hoy. Me pregunto
si descubriré cómo parar toda esta locura antes de que Ben trate de
besarme. Todavía estoy enojada conmigo misma por pelear con mi
mamá cuando debí haber fingido una conversación agradable y
preguntarle por la panadería. Pero no, me tenía que enojar.

Me pregunto si es realmente posible que Ben trate de besarme.


Efectivamente, algo mágico está pasando aquí, pero él no es un chicle.
Tiene mente propia. Tal vez no tratará de besarme en lo absoluto. Tal
vez sólo le entrará esa idea en la cabeza pero la ignorara y en cambio
besara a Nicole, y habré sido tonta por preocuparme con eso.

Suspiro y pateo una roca por la acera. Pasa rozando el concreto y


después rebota en la calle.

Alguien me toca la bocina, como si acabara de lanzar un pedrusco en


frente de su carro y no una piedrecita, y los despacho con un gesto de
la mano y acomodo mi mochila más arriba en mis hombros. Es
demasiado temprano para que las personas estén tocando la bocina así
un domingo. Despertarán a la mitad del vecindario. El auto toca la
bocina de nuevo, y me volteo para mirar, pero después sólo camino a
tientas hacia una parada. Um, este auto tiene que ser la cosa más
extraña que jamás he visto en Enumclaw.

Es un chico en un convertible amarillo brillante, no importa el hecho


que afuera probablemente la temperatura sea de once grados y el rocío
en el pasto ni siquiera se haya evaporado. Si vives en el Pacifico
Noroeste, sólo llegas a utilizar el techo plegado por, algo así de, doce
días al año. Aun así, este chico no ha levantado el techo.

Pero el conductor es tan extraño como el auto: él probablemente tiene


entre 17 y 19 años, incluso tal vez 20 más o menos, lo que significa que
sus padres deben ser ricos si él tiene su propio auto deportivo y tiene
126
un bronceado tan oscuro que debe ir a las camas de bronceado todos
los días de la semana. Definitivamente no es natural, por lo menos no
para esta área. Lleva puesto una camiseta sin mangas que muestra
músculos enormes y una sonrisa tan grande y brillante que hace
parecer que está posando para sus fotos de actor, o tal vez para un
comercial de blanqueador de dientes. Creo que realmente puedo contar
sus dientes desde aquí en la acera. Él tiene ese estilo cliché, como si
estuviera vendiendo máquinas de ejercicio en un infomercial a las dos
de la madrugada.

Sus ojos azules están abiertos, brillando y mirándome directamente,


enmarcados por pestañas largas y rizadas, y su cabello rubio
totalmente lleno de gel parece un casco. Incluso sus cejas están
esculpidas.

Y parece que se da masajes con aceite, como en unas de esas


competencias de fisicoculturismo donde las personas parecen hechas
de plástico porque brillan demasiado.

—Nena, ¿en dónde has estado?


Creo que voy a vomitar. Miro sobre mi hombro y me doy cuenta que sí,
me está hablando a mí.

Ew.

Empiezo a caminar a paso rápido. Debería haberle dicho a alguien


adónde iba. Él es asqueroso, la manera en que me esta mirando con ese
enorme sonrisa artificial.

Me alegra que no tenga que caminar mucho. La biblioteca esta tal vez a
dos kilómetros de mi casa a través de una zona de bonitas residenciales
al otro lado de la calle Cole, la principal calle de la ciudad, con sus
pequeñas cafeterías y tiendas de antigüedades. Este chico mirándome
lascivamente me hace desear haber conducido, pero pensé que si
caminaba, me daría más tiempo lejos de casa, de Ann y todo lo demás
que está pasando.

Lo ignoro mientras pone el auto en marcha y empieza a andar, paralelo


a la acera.

—¿Cariño, dulzura, dónde está tu auto?

—Uh, no tengo —grito, esperando que deje de fastidiarme—. Creo que


me has confundido con alguien más. 127
—Claro que lo tienes, nena, es un convertible rosa. ¿Lo dejaste en tu
casa de playa?

A pesar de mis nervios, me rio.

—Ok, ahora sé que me has confundido con alguien más. No tengo una
casa en la playa.

Estoy caminando cada vez más rápido, y este rarito esta manteniendo el
ritmo, deslizándose en su convertible amarillo. Incluso marchando
lentamente, el motor es ruidoso, retumbando y vibrando en el aire
alrededor de nosotros.

—No seas tonta, Barb. No tienes que caminar. ¡Métete!

Me detengo y me giro hacia él.

—Mi nombre no es Barb. ¡Véte!

Él pone los ojos en blanco tan sólo un poco.

—Por supuesto. Lo siento, Barbie. Sé que odias cuando te llamo Barb.


Abro mi boca para responderle, pero las palabras mueren en mi
garganta. La cierro y retrocedo, lejos del borde de la acera.
Repentinamente el estruendo de ese horrible auto deportivo está
ensordeciéndome, sonando en mis oídos una y otra vez. Mis manos
tiemblan un poco mientras tapo mi boca abierta.

Las aparto así puedo hacerle una pregunta.

—¿Cuál es tu nombre?

Se ríe.

—¡Oh, vamos, pastelillo, sabes mi nombre!

—¡Dime tu nombre! —digo entre dientes.

—Ken.

Oh, cielos, mi vida acaba de tomar un serio giro hacia el sur.

Ken. Maldito Ken. Como Barbie y Ken.

Y piensa que soy su novia.

Piensa que soy Barbie.


128
Qué carajo, ¿cuándo deseé esto?

Me esfuerzo mucho para conseguir que Ken me deje sola, pero él sigue
deslizándose cerca de la acera, llamándome por varios nombres de
mascotas y tratando de convencerme de que, en realidad, soy Barbie.

Correcto.

Debe haber sido mi cabellera rubia que cae en cascada lo que lo


confundió. O mis arrugados shorts rosas y camiseta sin mangas… o el
hecho de que estoy caminando en puntillas. Al menos tengo estos
pechos geniales. Soy como una en cinco, en el mejor de los casos.

Apenas puedo lidiar con la Raggedy Ann de la vida real. ¿Qué voy a
hacer con Ken? Al menos no cree que vivimos juntos. Y él tiene un auto.

—¡Vamos, dulzura, súbete!

Me detengo, pongo una mano en mi cadera y lo fulmino con la mirada.


—Si te dejo conducirme a la biblioteca, ¿Al menos me dejarás sola para
estudiar e iras a… jugar vóley o lo que sea que haces?

Sus labios se tuercen en una sonrisa sobrecogedora y típicamente


americana que muestra sus hoyuelos y los dientes blanqueados
artificialmente. En serio, si estuviéramos en un cuarto oscuro, apuesto
que toda su boca brillaría.

Gruño y pongo mis ojos en blanco pero me doy por vencida. Si eso hace
que deje de fastidiarme por el resto del día, podré descubrir qué hacer
con todo esto. Ken salta fuera del auto, da la vuelta y me abre la puerta
del pasajero. Él se queda de pie cuando entro y luego cierra la puerta
mientras me abrocho el cinturón.

Entonces, Ken es un caballero. Qué raro. Pensé que sería más del tipo
de idiota futbolístico, del tipo que no nota si pasa toda una tarde
hablando de sí mismo y aplasta latas contra su cabeza.

—¿Has ido a algún lugar genial últimamente? —pregunta Ken,


inclinándose sobre la consola entre los asientos y levantando una ceja
presuntuosa.

—Uh, ¿no?
129
—Siempre dices eso. Creo que tomas tus turnos de azafata demasiado
en serio. Deberías divertirte más.

¿Turnos de azafata?

Me quebró la cabeza pensando. Debe haber habido una Barbie azafata.


Además, él no debe saber que “azafata” ya no es políticamente correcto,
se supone que las debes llamar “auxiliares de vuelo”.

Me volteo para ver la danza de los árboles con la brisa de otoño, y una
sonrisa empieza a jugar en las comisuras de mis labios, hasta que se
vuelve demasiado y sonrió para mí. No hay manera de que pueda
extrañar jugar con el Ken.

—¿Has visto a mi cebra últimamente? —pregunto, volteando hacia Ken


totalmente seria. Una de mis sets favoritos de Barbie había sido el de
safari, donde Barbie usa shorts caqui y botas de excursionismo y viene
con un motón de animales. Me imagino yendo a todo tipo de aventuras
en África—. Se ha perdido. Con mi… cachorro de león. Y mi oso panda.
—No sé si Barbie realmente tenía un oso panda, pero la cebra y el
cachorro de león me suenan—. Esos tres, lo juro…

Hago un gesto con mi dedo como una severa bibliotecaria o algo así.
Frunce el ceño.

—Eso es terrible. ¿Sabes dónde fueron?

Sacudo mi cabeza. Se está volviendo más difícil no reírse.

—Nop. Un minuto estaban en mi casa soñada y al siguiente… se habían


ido. Salí en el Jeep a buscarlos, pero no tuve suerte. Madge y yo
buscamos todo el día.

Madge. ¿Lo dije bien? ¿O era Midge? Hmmm. Mis días de Barbie fueron
hace mucho tiempo. Por si acaso, pestañeo, ensanchando mis ojos de
una manera inocente, y hago un puchero.

Ken frunce aún más el ceño, pareciendo tan compresivo con mi


situación que es muy difícil no empezar a reír en ese momento.

Decido seguir.

—Y desde que decidí ser veterinaria en lugar de pediatra, sabes,


después de que perdí mi propuesta para la presidencia y después que
mi carrera en la serie NASCAR fracasó, he renovado mi amor por los
animales. Especialmente desde que abrí la tienda de mascotas.

Agarro la mano de Ken y realmente dramatizo. 130


—Y pobre Skipper, ella ha estado muy disgustada. Realmente amaba al
tigre. Er, quiero decir, león. —Le hago ojitos—. Debo pasar todo el día
estudiando para… los exámenes finales de veterinaria. ¿Así que te
importaría buscarlos por mí?

Perfecto. Envíalo en una loca persecución inútil y se olvidara de salir


contigo. Si sólo fuera así de fácil con Ann.

—Claro que no, nena —dice mientras nos detenemos en la biblioteca.

Antes de que pueda salir del auto, se inclina hacia adelante y me besa,
sus enormes labios, perfectamente suaves y húmedos, lo cual me
parece asqueroso por alguna razón, presionando contra los míos.

—¡Gracias! —grito, a pesar de que está a dos centímetros de mi cara, y


después salto del auto. Cierro la puerta del convertible amarillo y estoy
a medio camino de la acera cuando lo veo.

Ben está de pie en la acera, cerca de las puertas de vidrio,


aparentemente inmóvil de fascinación mientras Ken sale del
estacionamiento y se dirige a la calle. Me imagino que para encontrar a
mi cebra, panda y cachorro de león perdidos.
—Ben —digo, sorprendida, mientras echo mi mochila sobre mi
hombro—. Uh, ¿cómo estás?

¿Por qué diablos está en la biblioteca a las nueve de la mañana un


domingo? Él no puede estar evitando a la muñeca de tamaño natural
que está pasando el rato en su cuarto.

—Bien. —Sus ojos están fijos, observando a Ken salir del terreno, el
tubo de escape de su auto deportivo acelerando al máximo mientras los
neumáticos chirrean sobre el asfalto—. ¿Quién es ese?

Ben se voltea para mirarme, y estudio sus ojos, tratando de evaluar sus
emociones. ¿Está celoso?

Aprieto los dientes. No se supone que quiera que Ben esté celoso.

—Um, K… —me detengo. No puedo admitir que su nombre es Ken o va


a ser súper obvio que el chico tiene algún complejo y se cree un
muñeco—. Carson.

Carson era su apellido, ¿cierto? Todos los detalles sobre Barbie son
bastantes confusos.

Me muevo hacia la biblioteca, y Ben se hace a un lado y extiende sus


manos a un costado, como si me estuviera escoltando adentro, aun
131
cuando las puertas son automáticas.

—Gracias —digo, mirando el piso mientras me apresuro más allá de él


para que no vea mis mejillas sonrojadas.

No puedo resistirme a la caballerosidad. Aun con mi naturaleza


pesimista, puedo admitir que hay algo encantador en un simple gesto.
Ben me sigue mientras entramos a la biblioteca, donde inhalo el olor de
papel y libros. Algo en este lugar me hace sentir como si el mundo
exterior no existiera.

—¿Están juntos?

Levanto la mirada, sorprendida por la pregunta y por el tenso tono de


su voz.

—¿Por qué? —pregunto, antes de que pueda evitar que la pregunta


salga de mis labios.

Me sigue más allá de los estantes con las novelas de romance, más allá
de la sección de niños, más allá de la docena de estantes de libros de
referencia, hacia un sofá en la esquina trasera de la librería, donde una
gran ventana ilumina el lugar. Nos sentamos en lados opuestos, un
cojín entre nosotros.

Se encoge de hombros.

—Mira, somos amigos, ¿verdad? Sólo pensé que el chico era un poco
extraño. Puedes tener algo mucho mejor.

Frunzo mis cejas y trato de pretender que toda mi atención está en


rebuscar entre mi mochila.

—¿Entonces, es tu novio?

—Sí, es mi novio ―digo, más molesta cada vez―. Él es totalmente


increíble. Muy… atlético. Increíble jugando vóley. Y por supuesto, tiene
su propio auto y todo eso, lo cual es increíble…

¿Por qué, por el amor a la pizza, sigo diciendo “increíble”?

Eso es algo que el Ken californiano probablemente diría.

Aun cuando las increíbles palabras salen, quiero poner reversa y


enrollarlas de regreso, pero no puedo detenerlo. Es como si necesitara
convencer a Ben de que tengo un novio para hacerme sentirme mejor
con todo este asunto. 132
—Lo siento, lo siento. Sé que no me incumbe —dice Ben—. Sólo estaba
sorprendido. Nunca mencionaste a un novio, eso es todo.

—Oh. —Me deprimo un poco—. ¿Cómo les vas a Nicole y a ti?

Él frota sus manos y respira profunda y lentamente. Parece… no sé qué


parece. Pero algo está fuera de lugar.

—¿No han roto, verdad?

—¿Qué? No. Por supuesto que no.

—Oh. Está bien.

—Es sólo que…

Paro de juguetear con mi mochila.

—¿Sólo qué?

—No importa.

—¿Seguro? Porque si quieres…

—No. Todo está bien —dice con convicción.


—Está bien. Bueno, de todas formas, necesito trabajar en mi tarea de
biología, así que…

Agarro mi libro de biología y lo agito en el aire, demasiado


entusiasmadamente.

—Oh, cierto. Lo siento.

Ben agarra su propio libro y lo abre. Unas cuantas hojas de papel salen
volando y caen al suelo. Una de ellas se desliza bajo mi pie. Me agacho
para recogerla, reconozco la letra de Nicole para cuando mis dedos
están rozando la página, pero Ben la agarra antes de que pueda ver que
dice.

—¡Auch! —El papel corta mi dedo índice mientras se desliza debajo de


mi mano, y una brillante y carmesí gota de sangre aterriza en la rodilla
de mis jeans.

—Oh, wow, lo siento. —Ben saca un pañuelo de su mochila y me lo


pasa, y lo sostengo en la yema de mi dedo.

—Gracias.

Lo sostengo en mi dedo mientras la pulsación disminuye.


133
Pero incluso cuando mi dedo para de sangrar, mi corazón duele.
Capítulo 21
Traducido por Suri

Corregido por Marce Doyle*

C
uando Nicole se acerca a mí al día siguiente en la escuela, todo lo
que pude hacer fue mirarla. Incluso desde una docena de pies de
distancia, pude decir que está usando un rímel más oscuro de lo
habitual, y que los bordes de sus ojos tienen una evidente mancha de
lápiz de ojos. Su cabello estaba rizado una vez más, y hoy llevaba una
—me atrevo a decir— minifalda vaquera desgastada, más una remera
negra de cuello V con una camisola de encaje azul por debajo. Llevaba
un par de botas, también, diferentes a las que usó la semana pasada.

Eran negras, con adorables pequeñas tiras que zigzagueaban por toda
la punta. El año pasado ella se vestía más como yo, con un montón de
sudaderas y vaqueros, y casi siempre usaba Converse37. Quiero decir,
no es como si yo esperara que ella me consultara antes de irse hacer 134
sus compras de regreso a clases, pero es sólo un poco... extraño. Ver su
transformación justo frente de mí, y ni siquiera dirigiéndome la palabra
o dándole mucha importancia a esto.

Está sentada en uno de los extraños de bancos tapizados en forma de


cubo en el pasillo, hojeando mi libro biología. Hay una prueba mañana,
y al parecer, no podía absorber nada de ese capítulo.

Eso probablemente tenía que ver con el hecho de que trataba de


encorvarme y ocultar mi gigantesco busto cruzando mis brazos hacia
fuera, lo que en realidad los hace parecer más grandes. Presionándolos
juntos. No es una buena idea.

Pasé quince minutos esa mañana con Ann, probando la idea del
vendaje. En realidad no funcionó. Quiero decir, eso básicamente le
añadía unas cuantas capas a mi gran busto, así que esencialmente solo
las hizo más grandes. Me rendí y fui con el sujetador deportivo.

Así que ahora sólo sigo sentada con las piernas cruzadas en una
postura inclinada sobre mi libro, con la esperanza de que nadie lo note.
Vi a Janae caminando por el pasillo, y me encorvé aún más. Soy

37 Converse: marca de zapatillas.


perfectamente consciente de todo el mundo a mi alrededor, totalmente
convencida de que cada uno de ellos han tomado nota de mis
cualidades mágicamente mejoradas.

—Oye —dice Nicole, sentándose a mi lado. Ella tenía una nueva cartera,
también. Es gigantescamente grande, de cuero color verdemar con un
puñado de hebillas extra. ¿Quién es esta chica y qué hizo con mi BFF38
totalmente antifashion?

—Hola —digo, suspirando mientras cierro de golpe el libro—. No puedo


entender esto.

—¿En serio? ¿Necesitas ayuda? —Nicole es asombrosamente


inteligente, probablemente porque pasó sus años de formación en casa
leyendo libros gracias a un grupo de medicamentos para el acné que
causaban sensibilidad a la luz del solar.

Amplié mis ojos y me tiré a sus pies.

—Sí. Sí. Si...

Me detengo cuando me doy cuenta de que le estoy respondiendo en


italiano.

—Quiero decir, sí. Sí. Sí. Sí, un millón de veces sí.


135
Nicole se ríe y me tira de nuevo en el banco junto a ella. Sus ojos se
mueven rápidamente por un segundo.

¿Está avergonzada de mí?

Ella nunca había hecho eso antes. Nunca se preocupó por mis
escandalosas payasadas, nunca le importaron mis estupideces. Duele
un poco, pero lo hago a un lado. Probablemente estoy siendo paranoica.

—Bien. ¿Cuándo quieres venir? —dice ella, hurgando en su cartera y


sacando un paquete de chicles.

Me entrega un chicle y lo meto en mi boca.

—¿Esta noche? ¿Después de la escuela?

—Oh, ¿esta noche?

Asentí con la cabeza.

—Sí. ¿Después de la escuela?

38 BFF: siglas Best Friend Forever, “Mejores Amigas por Siempre”.


Nicole se enoja, estoy segura de ello, pero luego vuelve a chasquear su
goma de mascar.

—Ben y yo tenemos planes. ¿Qué tal, digamos, a las siete?

Me encojo de hombros y metí mi libro en la mochila.

—De acuerdo. Eso está bien.

Nicole cruzó las piernas, su pie sacudiéndose como loco.

Miro fijamente a su dedo del pie, pensando en aquel día en que me


abandonó en mi cumpleaños, pensando en que ella tiene algo que no
me está diciendo. ¿Qué pasa con ella y todos los secretos últimamente?

—Así que. . . ¿qué hay? —digo, apoyándome hacia atrás en mis manos.
Muy tarde, me doy cuenta que esa posición no ayuda en nada a ocultar
a mis grandes senos. Hoy estoy usando pantalones a rayas y una
holgada camiseta descolorida retro. Una realmente retro, no un plagio
de American Eagle39 a la moda. La encontré en una tienda de segunda
mano a setenta y cinco centavos. Esperaba que el factor holgado
ocultara los senos, pero solo parece funcionar si me encorvaba hacia
adelante.

—No mucho —dice Nicole. Ni siquiera notó mi dilema. Ella parecía estar
136
embelesada observando a la multitud de estudiantes que pasaba por
allí, empujándose en el abarrotado pasillo. La primera campana sonaría
en cualquier momento.

Ella asiente con la cabeza a alguien, una leve sonrisa en sus labios,
pero no puedo ver quién es porque una Janae de gran tamaño está
bloqueando mi vista mientras se pavonea en el pasillo.

—¿Quién eres tú…? —soy cortada por el estridente timbre de la


campana. Argh.

—¡Te veo esta noche! —Nicole salta y se adentra entre la multitud.

Era como si hubiera olvidado que tenemos el primer período juntas, que
normalmente caminamos a la clase uno al lado de la otra. De que nos
veremos en el almuerzo, porque siempre comemos juntas. De que
nosotros tenemos Fotografía juntas esta tarde. Solamente un “te veré
esta noche”. ¿Qué pasa con eso?

Una vez que ha desaparecido entre la multitud, abro mi carpeta y


deslizo mi tarea en la parte posterior. Miro hacia arriba, sólo para estar

39American Eagle: marca de ropa.


segura de que ella había desaparecido realmente, y luego miro la foto
detrás de mi tarea.

La foto de Ben.

Lo miro durante un largo momento, el sonido de los estudiantes


debilitándose.

Él siempre será perfecto.

Y él siempre será de ella.

Para el momento en que regreso de la escuela, era un total y absoluto


desastre. No tenía ni idea de cuál era el deseo de hoy, así que me pasé
todo el tiempo esquivando a Ben. Él definitivamente creía que estaba
loca. En el algún momento durante Matemáticas, había dejado caer mi
lápiz y él se inclinó para dármelo, y salté de mi asiento como si
estuviera a punto de marcarme con un hierro caliente.

La mejor parte es que el profesor se levantó al frente de la clase y todo


el mundo estaba tomando notas, así que me veía totalmente extraña 137
saltando en el aire. Mi libro voló tan lejos que golpeó el pie de alguien
tres filas arriba.

Por lo menos estoy completamente arruinando cualquier futuro con


Ben, lo que hace que todo el asunto de “estoy enamorada de ti” sea una
cuestión polémica.

Todo lo que quería hacer era rellenar mi cara totalmente del condenado
pastel indeseado, lavarlo con Coca-Cola y ver lo más estúpido en la
televisión que pueda encontrar.

Ann está sentada en el porche delantero cuando llego a casa.

—No puedes simplemente sentarte allí —digo, sin ni siquiera


molestarme con un “hola”—. Mi mamá no puede verte.

Ann frunce los labios y me da una mirada de reojo de fastidio.

—¿Puedo simplemente decir que soy una amiga de la escuela? Estoy


aburrida del cobertizo y de tu dormitorio.

Cruzo mis brazos, considerando esto.

—Tal vez. Supongo.


—Bien. —Ella se levanta y sube las escaleras después de mí—.
¿Podemos hacer otro pastel? Eso fue divertido.

Solo suspiro y nos encuentro un par de Coca-Colas, y tomé unas


cuantas rebanadas de pastel en la sala de estar.

Ann se acostó en uno de los sofás, equilibrando su plato sobre su


estómago.

—¿Qué le pasó a ese tutú40 que tenías?

Arrugué mi frente.

—¿Qué tutú?

—El rosado con brillo. Lo usaste el día de la foto escolar.

Resoplo, y entonces se convierte en un divertido alarido de carcajadas.

—Oh, Dios, me había olvidado de eso. Probablemente está en una caja


en algún lugar. Mi mamá guarda todas esas cosas.

—Deberíamos tratar de encontrarlo —dice Ann.

—¿Por qué?
138
—No lo sé. Nunca llegué a relacionarme con ninguna de las cosas que
hiciste. Yo simplemente tenía que permanecer quieta y ver o escuchar
las historias.

—Sí, pero es mucho trabajo encontrarlo.

—Vamos a pintar tu habitación, entonces.

—Hace sólo un año que la pinté.

—Sí, pero otra vez, no llegué a participar en eso. Creo que disfrutaría
pintando.

—Entonces, ¿por qué no pintas sobre un lienzo?

—¿Por qué iba yo a pintar un lienzo?

—Eso es lo que los artistas utilizan. —Moví mi mano como meh41, pero
eso no la detuvo.

—Eso suena divertido. ¿Tiene lienzo?

40Tutú: falda de bailarina.


41Meh: es una expresión para demostrar indiferencia.
—Oh. Um, no.

—¿Entonces por qué lo ofreces?

—¡No lo sé!

—¿Tiene algún libro para colorear?

Me reí.

—¿Por qué tendría libros para colorear? ¡Tengo dieciséis!

—¡Ajá! Colorear parece divertido. —Ella hace pucheros luego, cruzando


sus brazos.

—¿Eso crees?

—Por supuesto. Quiero probarlo.

Me siento y suspiro.

—Está bien. Creo que puedo encontrar algunos viejos libros y lápices de
colores, o tal vez sólo marcadores. Te lo dije. Mi mamá guarda todo.

Ann saltó en posición vertical, con los ojos ardiendo por la excitación.

—¿En serio? ¡Yay!


139
Sonreí, divertida. ¿Alguna vez estuve tan entusiasmada por colorear?
Debí de estarlo, en algún momento. Parece una tontería entusiasmarse
por eso.

Excavo a través de algunos de los armarios donde mi mamá guarda los


juegos de mesa y varias chucherías, y saco un par de libros para
colorear y una caja de lápices de colores usada con la clase de
sacapuntas en la parte de atrás. Parecen que fueron comprados en
1993, pero van a tener que servir.

Ann y yo nos sentamos en el piso de la sala de estar, y le doy un libro,


uno de animales. El mío es un libro de Disney con varias princesas que
se mueven alrededor de las páginas.

Hojeé el libro. No podía recordar la última vez que vi alguna de estas


películas. Me olvidé que Aladino existía.

—¿Quieres ver La Sirenita? —pregunté, sorprendiéndome incluso a mí


misma.

—¡Sí! Nunca llegué a verla, tú siempre bloqueabas mi vista o me


tirabas.
Salto y busco a través de la vieja colección de películas. Por una vez, me
alegro de que mi mamá nunca haya tirado la videograbadora. Cargo la
cinta, y parece tomar una eternidad adelantar rápidamente el tráiler. No
puedo creer que la gente solía tener que esperar para adelantar o
rebobinar las cintas... me parece tan arcaico.

Una vez que la película comienza, tomo mi lugar al lado de Ann en la


mesa de centro, y abro el libro otra vez. Las páginas están medio llenas.
Meticulosamente, doy toques de color a través de las páginas. Me
encantaba delinear en colores oscuros el contorno de las imágenes,
para luego rellenarlas con más suavidad con colores pasteles.

Me decidí por una imagen de La Bella Durmiente con su caballo y


comencé por la hierba, seleccionando un crayón de un bonito verde y
sombreando las hojas a lo largo de los bordes.

Ann estaba atacando a sus páginas con entusiasmo, garabateando con


furia sobre el cuerpo de un perro cachorro. Es azul, pero a ella no
parece importarle.

—¿Qué más tienes?

—¿A qué te refieres?


140
—¿Tu hermano todavía tiene Legos?

—Hmm. Eso creo. Creo están en alguna parte de los grandes


contenedores de plástico. —Mi mamá nos hace guardar todas estas
cosas “para nuestros hijos algún día”, lo que es totalmente molesto. En
el momento en que tenga hijos, ellos probablemente estarán jugando
con mascotas holográficas.

Ann deja su crayón.

—¡Vamos a jugar con ellos!

No sé por qué, pero en realidad sonaba divertido. Entro al armario del


pasillo y miro triunfante al encontrar dos grandes contenedores llenos
de Legos. Los llevo a la sala de estar y muevo la mesa de centro fuera
del camino y vuelco uno de los contenedores directamente en la
alfombra. Los bloques llovieron hacia fuera en un torrente de colores
primarios.

El alboroto trajo a mi hermano fuera de su habitación.

—Esos son míos —dice él, como si tuviéramos diez años o algo así, y yo
solamente le hubiera robado su posesión más preciada.
Me encojo de hombros.

—No estás jugando con ellos.

Se quedó ahí durante un segundo, vistiendo solamente un par de


pantalones holgado y sin camisa. Sus ojos se posaron en Ann.

—¿Quién eres tú?

Pongo los ojos en blanco. Él está totalmente comprobándola.

—Ann, este es mi hermano, Chase. Chase, Ann.

—¿Quieres decir que el bicho raro tiene una nueva amiga?

Le gruño. Mi hermano ama llamarme bicho raro. Como si él fuera


normal o algo así.

—Cállate —digo, sin levantar mis ojos de los Legos. Voy a construir una
nave espacial. No tengo ni idea de por qué.

Se queda allí durante un largo rato, sin decir nada.

—¿De dónde sacaste el pastel?

—Hay esta cosa en la cocina. En forma de caja. Esta fría en el interior, 141
como un casquete polar42.

Mi hermano resopló y rodó los ojos.

—¿Puedo tener un trozo?

—Supongo. Pero si lo vas a comer aquí fuera, entonces ponte una


camisa.

Él me sorprende al no protestar. Solamente deambula a su cuarto,


poniéndose la misma camiseta que llevaba ayer, y regresa. Toma un
trozo de pastel y un refresco, y luego se sienta en el suelo cerca de
nosotras, un gigantesco trozo del pastel indeseado en su plato.

Esto pudo haber sido normal para nosotros una vez, antes de que él se
marchara al colegio, pero no he pasado más de diez minutos en la
misma habitación que mi hermano por, oh, nunca.

—¿Cómo va el trabajo? —le pregunto.

Se encoge de hombros.

—Las mismas cosas todos los días. Me está matando.

42Casquete Polar: masa de hielo que cubre terrenos e islas.


Lo miro a través de mis pestañas.

—Podrías ir a la Universidad Comunitaria, lo sabes.

Se encogió otra vez.

—Tal vez. Pero eso parece un paso hacia atrás. Se supone que debo
estar en WSU43.

Lo miro con una ceja levantada.

—Eso no tiene sentido. Por lo menos es un avance con respecto a


vender.

Hace una pausa, un gran trozo de pastel amarillo en su tenedor.


Parecía considerar esto.

—Supongo. Aún apesta, sin embargo.

—Ahora, GRCC44 tiene alojamiento dentro del campus, he oído.

Él me miró.

—¿En serio?

Asiento. 142
—Sí. La hermana de Nicole vive allá, y creo que es bastante barato.

—Oh. Quizá le eche un vistazo.

Asiento con la cabeza, notando la ligera elevación en su voz ante la


perspectiva. Volví a cavar a través de los Legos. Mi nave espacial
empezaba a tomar forma. No puedo decir que es lo que Ann estaba
construyendo. O es un castillo o un perro.

—¿Nunca has pensado en llamar a papá? —le pregunto.

La boca de mi hermano estaba llena de pastel, así que tuve que


sentarme allí durante un largo rato hasta que él tragó.

—Nop.

—¿En absoluto?

—¿Por qué debería? Él sabe dónde estamos.

—Eso es lo que yo digo. —Le disparé Ann una mirada mordaz.

43WSU: Washington State University/ Universidad Estatal de Washington.


44GRCC: Green River Community College in Washington.
—Entonces, ¿por qué me lo preguntas?

—No lo sé. Yo sólo... no lo sé. —Me concentro en cerrar los tres Legos
amarillos juntos.

—Se suponía que él me enseñaría a disparar —dijo Chase.

Levanto la vista hacia él.

—¿Huh?

—Lo prometió cuando cumplí los trece, que podría conseguir una
pistola BB45 y que él me iba a enseñar cómo disparar.

Trece.

Un mes después de que mi padre se fuera, Chase habría cumplido los


trece.

—Oh, Chase, yo…

Chase se levanta.

—Como ya he dicho. No voy a llamarlo.

Y luego, toma su plato vacío y lo pone en el fregadero, bebiendo lo 143


último de su refresco y lanzándolo a la basura.

Supongo que no soy la única que todavía está cabreada con mi papá.

Fulmino con la mirada a Ann por hacerme pensar en él en lo más


mínimo, y luego vuelvo a los Legos. Me pregunto si podría construir una
nave espacial lo bastante grande para despegar y sacarme de aquí.

45Pistola BB: tipo de pistola de aire diseñada para disparar proyectiles.


Capítulo 22
Traducción SOS por Dai y Vanehz

Corregido por Marce Doyle*

P
ongo mi plato en el fregadero arriba del de Chase. En la televisión
siguen emitiendo La sirenita. Está cantando sobre tenedores.

—Ya regreso —le digo a Ann.

No se me había ocurrido hasta ahora, pero tal vez había una factura o
una tarjeta de negocios o algo de la panadería. Si mi mamá no estaba
alrededor para preguntarle, lo mínimo que podía hacer es husmear
buscando respuestas.

Todavía no he recibido un deseo hoy. Tengo miedo de saber qué será.


En cualquier momento, Ben podría entrar tratando de besarme. O tal
vez el presidente me llamará y me pedirá que me convierta en su
asesora militar. 144
Tenía que detenerse. Nicole no merece ser traicionada, no importa lo
que haga, besar a Ben será visto como eso. No importa el que haré todo
lo posible por detenerlo. No importa que la única razón por la que lo
esté haciendo sea por algún ridículo deseo.

Subo por las escaleras alfombradas de dos en dos y entro a su oficina.


Está inmaculado: paredes blancas, alfombra beige y un gran escritorio
de arce marrón claro. Tiene una de esas alfombras de plástico duro
para su silla de cuero negro con ruedas y pequeñas bandejas y
organizadores para todos sus papeles alineadas a lo largo de la madera
de arce.

Lo único al lado de la pantalla de su computadora es un teléfono y una


taza con lápices, todos perfectamente afilados.

La estantería de libros está llena con material de referencia y carpetas.


Las carpetas, lo sé, las usa para eventos. Cada columna está
cuidadosamente etiquetada: “boda Smith-Greene”, “picnic La Hora
Feliz”, “retiro Rainier”. Si tuviera que voltearlos, vería seis separadores
marcados con diferentes elementos: ocio, comida, lugar de celebración...
De regreso en los días en que mi mamá estaba empezando la compañía,
mi hermano y yo la ayudamos a hacer un montón de carpetas vacías y
a pensar cómo sería cuando tuviera tantos eventos que estuvieran
llenas de papeles.

Haríamos helados con toda clase de dulces mezclados y ella nos diría de
sus planes mientras organizamos las carpetas y los folletos en sobres.
Era, posiblemente, la única actividad familiar feliz que hicimos desde
que mi papá se fue. Si la ayudábamos, ella nos dejaba tener nuestras
habitaciones desordenadas. Ella cedería en hacer las camas, lavar los
platos. Nos necesitaba para que las cosas funcionen.

No la ayudo más.

Me siento en la silla de su oficina y me quedo quieta por un momento,


escuchando el sonido de su auto en caso de que venga a casa
inusualmente temprano. No he estado en esta oficina por meses y no
quiero tener que explicar qué estoy haciendo aquí.

Abro el primer cajón y veo; está lleno de material de oficina


perfectamente organizado, cada elemento en su propio lugar. Los
próximos cajones no contienen nada mejor. Archivos, papeles en
blanco, cuadernos, un Rolodex.

Todavía estoy sentada en su silla golpeando con mis pies la alfombra de 145
plástico, cuando suena el timbre.

Salto de la silla y salgo de la oficina como si hubiera sido atrapada con


las manos en la masa en el medio de un robo de joyas, y bajo por las
escaleras.

Tal vez es Hansen viniendo a darme una serenata o UPS con una
entrega especial o Everlasting Gobstoppers. Esta maldición sería mejor
si hubiera deseado cosas buenas. Un auto nuevo y brillante, ¿nadie?

Ann está sosteniendo el pomo cuando llego al vestíbulo de azulejos y la


empujo a un lado antes de poder contestar. Lo último que quiero hacer
es explicar por qué este extraño virtual está contestando nuestra
puerta.

—¿Dónde está mi hermano? —le pregunto a Ann.

Ann señala al final del pasillo, a su habitación.

Me giro hacia la puerta, tratando de averiguar quién está del otro lado
del vidrio ovalado.
No puedo decir quién es, entonces la abro. Y en ese momento, los
pectorales de Ken están en mi cara. Había esperado que él no supiera
dónde vivía. El hecho de que lo sepa parece un poco escalofriante.
Luego, de nuevo, no hay reglas en esta tierra mágica. Si pueden llover
chicles y puedo hablar italiano, parece que nada está fuera de cuestión.

Está usando su habitual camiseta sin mangas negra, la que a duras


penas contiene sus brazos musculosos o sus abdominales ondulados.
La combina con un pantalón corto de balket color azul, que tiene tres
líneas en los costados, y un par de zapatillas deportivas blancas.
Básicamente, luce como si acabara de salir de la cancha de la NBA,
excepto que no está sudado.

El movimiento de aire cuando abro la puerta hace que su aroma flote


hacia mí, y huele bien, un poco como agujas de pino o cuero, algo
natural, al aire libre. Algo decididamente moderno pero todavía
masculino.

Esperaba que oliera a plástico.

Miro hacia arriba y veo sus dientes blancos deslumbrantes cuando sus
gruesos labios se tuercen en una sonrisa.

—Hey, cosita dulce —dice, inclinándose para besarme. Me inclino hacia 146
atrás y el termina como untando la línea de mi mandíbula con baba.

Impresionante.

—Uh, hola —digo. Mis ojos se mueven rápidamente hacia Ann. Está
positivamente radiante de alegría, como si este nuevo novio mío fuera la
mejor noticia que recibió desde el día en que cobró vida. Realmente,
luce más aliviada de lo que nunca ha estado. Sus ojos están brillantes
de emoción, y prácticamente está temblando mientras mira el brazo de
Ken deslizarse alrededor de mi cintura. Miro hacia abajo por el
vestíbulo. Si mi hermano saliera y viera a Ken, nunca oiría el final de
esto.

Me giro hacia los muñecos en frente de mí.

—Um, Ken, esta es Ann. Mi… amiga.

Ann irradió luminosidad de mil kilovatios cuando la llamé una amiga.

Algo raro se arremolinó dentro de mí. ¿Culpa? Lo empujé hacia abajo.

—Entonces… ¿qué pasa? —pregunto, deshaciéndome del abrazo de


Ken. Es una maniobra difícil de manejar mientras aún actúo casual,
porque Ken es como un sólido bloque de músculo y su brazo no se
desliza tan fácilmente como hubiera esperado. Termino con una especie
de maniobra de lucha libre mi camino de salida, y casi tropiezo con los
pies de Ann.

Por favor, deja que esté aquí por algo rápido.

—Los he buscado en lo alto y lo bajo, lindas, pero no pude encontrarlos.

—¿Y quiénes son ellos?

—El tigre, el panda y la cebra.

Me da otra buena mirada de “duh”.

Oh, cierto.

—Eso es terrible. —Miro hacia Ann y ella está sacudiendo su cabeza de


arriba abajo con entusiasmo de acuerdo conmigo, incluso aunque creo
que no tiene idea de lo que estamos hablando.

—Creo que es posible que alguien los recogiera. Quizás alguien los
acogió —dice él, dándome un ceño fruncido de simpatía—. Estoy seguro
de que están en buenas manos ahora.
147
Correcto, porque a quién conoces que no esté en el mercado por un
panda, una cebra y un cachorro de león.

—Bien, eso es realmente decepcionante, ¿no crees? —Hmm. Me


pregunto si es así como habla Barbie realmente. Siento como si debiera
hablar toda formal y seria cuando estoy pretendiendo ser ella. Porque,
ya sabes, ella ha sido presidenta y pediatra, y probablemente una reina
hospitalaria. “La chica para todo”46, esa chica. Ken asiente. Camino
hacia la puerta.

—Bien, ¡gracias por informar! —digo, tirando la puerta abierta.

Ken no se mueve, solo se queda parado ahí como una perfecta escultura
de hombre, mirándome fijamente. Está de espaldas a Ann, y la atrapo
mirando hacia abajo, estudiando su espalda y luego su trasero.

—¡Ann! —susurro, y sus ojos se levantan y se amplían, entonces sus


mejillas se vuelven rojas.

46En el original Jack-of-all-trades: hace referencia a una persona competente en


todos los campos.
OMG, está totalmente abrumada por Ken. Si solo hubiera una forma de
juntarlos y enviarlos cabalgando hacia la puesta de sol en su fiel My
Little Ponny47, lo habría hecho.

—Creo que podríamos salir esta noche —dice, sus ojos parpadeando
hacia la puerta. Él sabe qué le voy a dar calabazas.

—Oh, bien, ya sabes… —No, obviamente no sabe, porque yo tampoco.


Me apresuro a dar algún tipo de excusa—. Estaba esperando que fueras
a… reparar el techo de la casa en la playa —digo.

Levanta una ceja.

—Estuve justo ahí la semana pasada. El techo está bien.

Trago. Ken es más perceptivo que Ann, más… como humano. Ann no es
la bombilla más brillante48, pero Ken es difícil de engañar.

—Oh, ya sabes, estoy realmente ocupada con estos, um, grados de


enfermería finales.

—¿Creí que habías decidido convertirte en veterinaria?

—¡Oh! Sí, es lo que quise decir. Ya sabes, a veces es difícil mantenerlos


en orden. Tantas carreras, tan poco tiempo. —Ondeo mi mano 148
alrededor tratando de usar mi lenguaje corporal para hacerlo moverse
hacia la puerta.

—¡Iré! —dice Anne, saltando hacia adelante—. Tengo que salir de esta
casa. —Extiende sus brazos con una floriruta, y sus nudillos golpean la
puerta—. ¡Ow! —Sacude su mano y da una especie de saltitos de arriba
hacia abajo mientras chilla un poco.

—¿Pero no vendrás también? —pregunta Ken—. No he visto mucho de ti


últimamente. Y pensé que podía coger algunas camisetas sin mangas
nuevas…

Ann me pone sus ojos de cachorro.

—¿Por favor? Quiero salir.

Y yo quiero golpear mi frente.

Ken y Ann solo se quedan mirándome, esperando que ceda.

47My Little Ponny: es una línea de coloridos ponis de juguete producidos por la
compañía Hasbro dirigidos principalmente a niñas pequeñas. Se identifican por el
color de sus crines y un símbolo.
48One crayon short of a full box: frase usada para dar a entender que la persona a la

que se refiere no es la más inteligente.


Justo entonces, escucho a mi hermano abriendo la puerta de su
habitación. Me estiro y los empujo a los dos a través de la puerta
delantera delante de mí. Ann casi rebota contra Ken.

—Okay, ¡bien! Podemos ir todos al Mall. Una hora. Pero después de eso,
Ann tiene que ayudarme a estudiar.

—¡Sí! —dice Ann, saltando de arriba abajo.

Ken solo me da una sonrisa resplandeciente y pone un brazo alrededor


de mis hombros.

—¡Genial!

No puedo evitar el sentido de hundimiento de miedo.

—Voy al Mall, regreso más tarde —grito a mi hermano, quien ahora está
a medio camino hacia abajo del vestíbulo, yendo en mi dirección.

Cierro de golpe la puerta y me obligo a bajar las escaleras hacia Ken y


Ann.

Esto será problemático. Desde ahora lo sé.

149
Capítulo 23
Traducido por Jo

Corregido por Marce Doyle*

P
ara el momento en que nos detenemos en el Centro comercial de
South Hill, mi cabello es un titánico desastre y mi estómago se ha
enredado en como noventa y nueve dolorosos nudos. Ken maneja un
Jeep hoy —probablemente corresponde a mi teórico Jeep— y quitó la
parte de arriba. Ken realmente debería volver a California, donde los
autos como este tienen sentido. Es casi octubre, no realmente lo
suficiente cálido para este tipo de vehículos, y creo que ahora hay
algunas hojas naranjas en el suelo de algunos de los árboles que
pasamos.

La única cosa que me hace sentir mejor es que el cabello de Ken se ha


revuelto del casco que pareciera que tenía, así que por lo menos el estilo
volado por el viento funciona para uno de nosotros. 150
Tal vez sería un poco menos embarazoso ser vista con él ahora. Si solo
pusiera una camiseta de aspecto normal y dejara de sonreír tan a
menudo, parecería algo normal.

Ann, tristemente, luce un poco peor por el uso. Su cabello está


positivamente demente. Tal vez debería comprarle algo de productos
para el cabello o algo.

Me quito la banda elástica de mi muñeca mientras caminamos hacia la


entrada del patio de comidas, alisando los cabellos sueltos y enrollando
la banda alrededor de mi cabello. Mientras mis manos están ocupadas,
Ken aprovecha la oportunidad de envolver sus brazos alrededor de mi
cintura y presionarme contra su cuerpo duro como piedra. En serio, es
como ser empujada hacia una pared.

Fuerzo una pequeña sonrisa en su dirección y luego me escabullo de


sus brazos.

—¿A dónde quieren ir? —preguntó, a nadie en particular.

Cuando Anne no comienza a hablar, me giro a mi izquierda y luego a mi


derecha, y luego sobre mi hombro. ¿Qué?
Me detengo y giro alrededor. El centro comercial no está muy lleno, ya
que es una noche de lunes. No la veo.

Me devuelvo unos doce pies, y luego la encuentro: está de pie en frente


de Deb, su nariz empujada en el vidrio, así que está completamente
aplastada.

—¡Tan lindo! —exclama cuando me ve. Apunta con su dedo en el


vidrio—. Amo eso.

Está apuntando una camiseta rosa pálida con cuello ovalado. Alguien le
ha puesto un ancho cinturón blanco alrededor de la cintura y
emparejado con unos jeans y tacones.

En otras palabras, es algo que una porrista usaría.

—El rosa podría desentonar con tu cabello —digo.

—¡Pero la tienen en azul también! —Se mueve al siguiente maniquí y


golpea el vidrio.

Suspiro y estudio la exposición. Deb es una de las tiendas menos caras


de este lugar. La camiseta probablemente cuesta diez dólares.

—Si la compro para ti, tienes que cuidar al poni todo el día mañana de 151
nuevo. Sin quejas. —Su cabeza se inclina hacia arriba y abajo y
aplaude.

—¡Trato!

No lo puedo evitar. Sonrío solo un poco mientras salta dentro de la


tienda. Al menos… hasta que comienza a intentar sacar la camiseta del
maniquí.

Treinta minutos después, estoy ahogando mis penas en un Cinnabon,


una coca de dieta prácticamente sin fondo al lado de mí. He elegido una
mesita redonda en la esquina del bien iluminado patio de comida.
Puedo escuchar los chillidos y risas de los compradores alrededor de
mí, y mi lugar privilegiado es perfecto para la gente que observa. Hay un
montón de pegajosas servilletas al lado de mí, y la delicia está a medio
comer.

Ken dijo que necesitaba más Leche Muscular. Ew. Así que Ann fue con
él a recoger un botellón. Había estado escéptica de que pudiera pagar
algo, pero resulta que Ken viene equipado con sus propias tarjetas de
crédito. Qué sorpresa.

Estoy mirando la lista de deseos de cumpleaños, intentando pensar


fuera de la caja de cosas que podría haber deseado. Está mitad llena
ahora, gracias a los deseos que ya he recibido. Pero no estoy cerca de
llenar los demás espacios en blanco de lo que estaba hace unos días.

—¿Kayla?

Escucho la única voz que puede hacer a mi corazón contraerse en mi


pecho.

Ben.

—Tenemos que dejar de encontrarnos así —dice él, sonriéndome.

—Hola —digo, sonriéndole de vuelta, a pesar de que sé que mi sonrisa


es más tensa que encantada. Mis ojos recorren alrededor. No hay signos
de Ken o Ann.

—¿Te molesta si me siento?

Ben está sosteniendo una gran bandeja roja con un plato de comida
china rellena hasta arriba en el medio. Está usando unos jeans 152
descoloridos y una suelta, descolorida camiseta negra Kawasaki. Hace
que su cuerpo luzca ejercitado, muscular.

Me está mirando fijamente, y me doy cuenta de que no le he contestado.

—Oh, um, claro, adelante. —Recojo la lista de deseos y la meto en mi


bolsillo.

Tal vez debería meter el Cinnabon en mi boca tan rápido como pueda y
alejarme antes de que mi tropa de desquiciados muñecos aparezca. No
había planeado alejarlos de mi vista, pero mantenerme al ritmo de Ann
y alejarme de los brazos de Ken era muy difícil. Quería un descanso. Y
algo de azúcar.

—¿Viniste sola? —pregunta él.

Me encojo de hombros.

—No realmente. —Él solo me mira esperando que continúe, pero no lo


hago—. ¿Qué tal tú?

Asiente mientras termina de masticar la primera probada de su comida.


—Solo yo. Nicole dice que no tengo nada lo suficientemente elegante
para usar en la Filarmónica.

¿Huh?

—¿Filarmónica?

Él asiente.

—Sí, vamos con otras parejas en como dos semanas. Creo que está
convencida de que iré horriblemente mal vestido. Así que estoy
intentando encontrar algo que usar que no sea, como, físicamente
doloroso. ¿Crees que los jeans estarán alguna vez bien en un concierto?
¿Cómo si me compro nuevos o algo?

Parezco estar solo mirando el espacio, y tengo que pestañear algunas


veces para traerlo de vuelta a foco.

—Oh. Um, no. Nicole probablemente planea usar un vestido.

Su rostro cae.

—Lo pensaba. Tengo el abotonado que quería, pero estaba esperando


descartar los pantalones.
153
Trago incómoda y asiento. No puedo realmente imaginarme a Ben
arreglado. Él es más de un tipo tosco, de aire libre. Sería más fácil
imaginarme a ese tipo de Survivorman, el que bebe su propia orina para
sobrevivir, usando un traje que a Ben en pantalones.

—Es lindo de tu parte. Arreglarte para ella, eso.

Toma una gran mordida de su comida y mastica por un largo momento.

—¿Tú crees?

Asiento, pero no digo nada más. Me siento dejada afuera, solo


imaginarlos saliendo a Seattle por algo especial mientras yo estoy
sentada en mi habitación, sola.

Van a ir a un elegante concierto de orquestra con un montón de gente.

Y yo no estoy invitada.

Porque no soy una pareja.

Ni siquiera sabía que ellos eran amigos de otras parejas.

Uno mis cejas.


—Espera, ¿a quién van a…?

—¡Azúcar! —grita Ken mientras sube las escaleras del patio de comida y
se une a mí y a Ben en la mesa—. Siento que haya tardado tanto.

Se inclina y me besa en la sien, luego en la mejilla. Mi piel molesta


donde me babea. Pero no me limpio. Solo sonrío.

Debe ser falsa, mi sonrisa. Debe ser más allá de falsa, porque por
dentro estoy avergonzada y entrando en pánico mientras Ken tira una
silla a un lado mío y Ann toma la otra.

Hemos llegado al nivel de horror amarillo.

Ben me observa. Obviamente, está esperando presentaciones.

—Um, Ben. Este es… Carson —digo, moviendo mi mano en la dirección


de Ken—, y esta es mi amiga Ann.

Espero que Ken no me corrija, no le diga a Ben que su nombre es Ken.

Genial. Riman. Así de asombroso es esto. Gah, ¿cómo es que cada vez
que Ken está alrededor solo puedo pensar es en asombroso esto y
asombroso aquello?
154
Ann hace su sonrisa de cachorrito y estira su mano para sacudirla con
Ben, de alguna manera golpeando su tenedor de plástico y enviando por
el aire un trozo de pollo del General Tso. Ben lo esquiva a tiempo y
aterriza detrás de él en las baldosas blancas. Mitad espero un
exagerado efecto de sonido splat cuando cae, pero es casi silencioso.

Él no luce desconcertado, solo se estira y sacude la mano de Ann. Ella


lo sostiene y lo sacude con demasiado entusiasmo, así el brazo
completo de Ben es como una sacudida de una ola.

Ken sacude su mano también, mucho más reservado y bajo control. No


corrige a Ben cuando dice:

—Un placer conocerte, Carson.

Tal vez sus compañeros de pelota de playa lo llaman por su apellido


también.

Luego Ken se gira hacia mí.

—Tenían una venta matadora en la tienda de vitaminas. La Leche


Muscular estaba a solo dos por una —dice él, sosteniendo la bolsa de
compras más grande que he visto.
Mis ojos se giran hacia Ben. Sus ojos están brillantes con risa
reprimida, y observo cuando discretamente mira los protuberantes
músculos de Ken.

—Hay que mantener a estos bebés alimentados —dice Ken, bajando las
bolsas.

Y entonces, querido Dios, flexiona unas veces y en efecto besa sus


bíceps.

Nivel de horror: naranja.

—¿Qué es eso? —pregunta Ann, inclinándose hacia mí.

—Um, ¿un Cinnabon?

—¡Yo quiero! —Y luego saca todo el plato de mi bandeja y lo deja en


frente de ella. Se estira y toma el tenedor de mi mano y lo entierra en el
restante Cinnabon, levantándolo como un gran bocado y de alguna
manera doblándolo dentro de su boca.

Mientras ella mastica, sus mejillas están hinchadas y esponjosas, como


una ardilla con una boca llena de nueces.

Ken se recuesta y luce un poco aburrido, cruzando sus brazos en su 155


pecho, así los músculos de sus pectorales y bíceps se hinchen más
grandes. Ken parece notar sus protuberantes músculos y baja la
mirada a su pecho.

Y entonces se pone hasta mejor. Separa sus brazos y mira sus


pectorales y luego los hace bailar. Uno, luego el otro, empuja arriba y
abajo y arriba y abajo, mientras Ken luce excesivamente feliz.

Yo, por el otro lado, estoy mortificada.

Nivel de horror: rojo. Hemos alcanzado la fusión, aborten la misión.

Ben me mira fijamente, sus labios temblando un poco mientras toma


otro bocado de su comida china. Sus ojos se dirigen de vuelta a Ann,
cuya boca está atiborrada de Cinnabon, y luego de vuelta a Ken, quien
todavía está admirando su propio pecho. Quiero patearlo bajo la mesa.
Nos miramos directamente a los ojos por un largo rato.

Y luego sucede.

Es una pequeña risa contenida al principio. Él intenta esconderla con


su puño, volverla una tos. Pero no funciona. La risa crece y truena en
su pecho, y luego se pierde, y explota riendo.
Miro desde la expresión perpleja de Ann hasta la molesta de Ken, y
luego no puedo parar de reír yo misma… la risa burbujea fuera de mí
hasta que estoy consumida por ella, hasta que estoy doblándome,
riéndome histéricamente.

Ben levanta la mirada hacia mí, sus ojos asimilándome mientras


continúa riendo, como si no pudiera entender por qué yo estoy riendo
también.

Pero él no sabe la mitad de lo que me ha pasado lo que lleva de esta


semana. Es como si todo me hubiera sobrepasado en una gran ola y
algo se ha soltado y todo lo que puedo es reír de mi misma.

Nos toma unos pocos minutos recuperar el control de nosotros mismos.


Para el tiempo en que lo hacemos, hay lágrimas en los bordes de mis
ojos y mis lados están quemando. Ben toma un largo, lento sorbo de su
soda para calmarse.

Ken y Ann solo nos están observando, un poco desconcertados y


confundidos.

—Así que, Carson —pregunta Ben—. ¿Sabes dónde puedo hallar un


buen gimnasio?
156
Intento patear a Ben, pero mi pie solo conecta con la pata de la mesa.
Él escucha el fuerte sonido de golpe que mi pie hace al conectar con el
metal, y su sonrisa se ensancha.

Ben no es el tipo de chico de gimnasio. Sus músculos son por trabajar


en el negocio de paisajista de su papá y por andar en motos, nada más.
Son gruesos y bien definidos, pero no tienen el volumen artificial como
tiene Ken.

—Si necesitas sugerencias, amigo, estaría feliz de ayudar.

—Oh sí, eso sería completamente asombroso, amigo —dice Ben, con un
fuerte acento de surfista. Luego realmente flexiona bajo su camiseta,
apuntando sus brazos.

Quiero estar enojada con él o al menos molesta, pero todo lo que puedo
pensar es en todas las cosas tontas que le he dicho a Ken pretendiendo
que soy Barbie, y no puedo evitar pensar que tenemos el mismo sentido
del humor.

Eso no significa que quiero sentarme aquí y ver si esto va a algún lugar,
sin embargo.
—Um, creo que nos deberíamos ir —digo—. Cierto… ¿cariño?

A penas puedo rechinar la última palabra. No estoy segura de que


debería estar llamando más a Ken mi novio. Tal vez debería actuar una
ruptura con él. Tal vez él se mantendría lejos entonces.

¿Por qué no pensé en eso antes? Si rompo con él, problema resuelto.

Él levanta la mirada.

—Claro, meloncito.

Los labios de Ben tiemblan de nuevo con risa apenas contenida.

—Vamos, Ann —digo, empujando su silla. Tiene Cinnabon y glaseado en


toda su barbilla y solo se las ha arreglado para en realidad tragar la
mitad de lo que se ha metido en la boca.

—Encantada de verte, Ben.

—Sip. Te veo en matemáticas —dice. No quita sus ojos de mí. Todavía


están brillantes, escarchados con entretenimiento.

—Bien, entonces —digo, alejándome de la mesa. Meto mis manos en los


bolsillos de mis jeans—. Encantada de verte —repito, y luego me encojo. 157
No puedo salir de allí lo suficientemente rápido.

Ken va totalmente a ser encerrado en el cobertizo con ese estúpido poni.

Estamos solo a mitad de salir del patio de comidas cuando finalmente


me doy cuenta de que Nicole me dijo que no podía estudiar justo
después del colegio porque estaría con Ben.

Pero Ben estaba en el centro comercial.

Así que Nicole estaba… ¿dónde?

Caminamos de vuelta a la entrada por la que llegamos, abajo por Sears.


El centro comercial ha sido sometido a renovaciones por un tiempo, con
nuevas baldosas y claraboyas y lindas entradas de piedra alrededor de
vigas de soporte. Ahora luce como si hubieran agregado una gran
fuente.

Huh. Tal vez debería intentar pedir un deseo en la fuente. Me refiero a


que, no puede herir en este punto. Me detengo y busco en mis bolsillos,
mirando las monedas de cobre y plata que brillan bajo la superficie del
agua. Saco un puñado lleno de cambio y decido usarlo todo en un tiro.
Me inclino en el borde de las piedras y cierro mis ojos.

Deseo que cada deseo…

Mi estómago cae a mis rodillas cuando siento el cuerpo de Ann contra el


mío, como si se hubiera resbalado directamente hacia mí, y mis ojos se
abren de golpe justo a tiempo para ver el agua acercándose a mi rostro.

Me hundo, el agua fría completamente cubriéndome, y lucho para


mantenerme a flote hasta que siento un fuerte brazo agarrando mi
hombro y levantándome. Toso, jadeando por aire, mi cabello dejándose
sobre mi cara mientras el agua cae en arroyos por mi piel.

Ken está inclinado sobre el borde, una mano sosteniendo mi brazo, sus
ojos anchos con preocupación.

—¿Estás bien, cariño?

Chisporroteo y escupo el agua que queda en mi boca. Mientras estoy


asintiendo, mis piernas comienzan a cosquillear, un poco al principio,
hasta que se multiplica y extiende. Es como si las dos piernas se
quedaran dormidas al mismo tiempo. Muevo mis dedos del pie,
intentando deshacerme del sentimiento, pero no se siente bien. Es como
si mis dedos estuvieran unidos juntos con pegamento fuerte. 158
Me sostengo del borde de la fuente y tiro de mi zapatilla para poder
sacar el agua, pero entonces mi corazón casi se detiene e intento volver
a ponérmela.

Oh. Mi. Dios.

Salgo de la fuente lo más rápido que puedo, pero es difícil y mis piernas
no están cooperando.

Porque no estoy completamente segura de que sean piernas ya.

Mi piel es azulada, un poco tornasolada. Y un poco escamosa.

Luce como escamas de pez.

Ewww, ¿qué diablos había en el agua?

El cosquilleo se convierte en un extraño picor, como cuando tu pie está


realmente dormido. Mis ojos miran alrededor. ¿Alguien está mirando
esto?

Mis pies se sienten como si estuvieran intentando unirse. Como si


estuvieran palmeados.
Como si en lugar de pies, tuviera aletas. Frenéticamente, aprieto el agua
fuera de mis calcetines y mi pierna e intento sacudirme el agua que
todavía está cayendo por mi espalda y extremidades. El cosquilleo se
vuelve peor, y no sé si eso es algo bueno o algo malo.

Pestañeo algunas veces y observo como mis dedos se vuelven dedos de


nuevo y la viscosidad en mi piel se disipa.

Y es entonces cuando me doy cuenta de lo que es esto.

Creo que me estoy convirtiendo en una sirena.

Esto ha ido demasiado. Muy. Lejos.

—Uh, me lastimé el tobillo, ¿puedes cargarme al auto? —digo. No puedo


estar aquí. No si me vuelvo toda pescadito.

—¡Por supuesto, muñeca! —Ken me levanta como si fuera más ligera


que el aire y nos dirigimos al auto. Le pido moverse más rápido, que me
saque de aquí mientras todavía soy normal.

Normal-pez.

Llegamos al Jeep, y ahora estoy algo agradecida que no haya parte de


arriba para que el viento pueda soplar mis pantalones mojados. Miro un 159
poco, y mi piel todavía luce un poco azul, pero está volviendo a la
normalidad.

Increíble. Aparentemente no me puedo mojar más, al menos no


mientras los deseos todavía estén alrededor.

Quiero matar a mi yo de siete años.

Porque aparentemente, había una vez en que deseé ser una sirena.

Y ahora soy una.


Capítulo 24
Traducido por Merlie

Corregido por Ilusi20

E
l martes gasté veinte minutos de mi tiempo alimentando con pasto al
estúpido poni. Pienso que debería dejar de alimentarlo, parecía a
punto de estallar.

Arranqué cuanta hierba me fue posible y vacié la pila en el cobertizo.


Nos habíamos quedado sin zanahorias de goma.

Ann había ayudado, pero seguía distraída parloteando acerca de un


nuevo episodio de The Real World.

Por el momento, me estaba deslizando en mi asiento en la clase de


Biología. Mis pantalones tenían manchas de hierba en las rodillas. La
campana había sonado y no tuve tiempo de hablarle a Nicole y
conseguir los detalles del día de ayer, y el hecho de que ella tratara de 160
evitarme a toda costa por razones desconocidas me enojaba.

Me había saltado la ducha de esa mañana ya que estaba tratando de


resolver el problema del agua y de mí, bueno, convirtiéndome en Ariel.
Por lo menos había lavado mi cara y usado la mitad del desodorante.
Pero mi cabello se veía horrible.

Para ponerlo peor, hoy tuvimos un examen sorpresa. Si un examen


sorpresa podía ser de cincuenta preguntas, este lo era. Tomó todo el
periodo de clase y estoy total y completamente segura de que lo perdí.

Nicole parecía no tener problemas, pensé, ya que se deslizo fuera de


clases al momento de sonar la campana, su examen estaba apretujado
junto con los de los otros en el escritorio del Sr. Gordon.

Dejé las últimas diez preguntas sin contestar y lo dejé a regañadientes


en el escritorio.

Cuando salía al receso estaba con un humor de perros. Había pasado


toda la clase de trigonometría evitando a Ben otra vez, y estaba segura
de que el definitivamente pensaba que lo odiaba. Y eso debería
aliviarme. Él tenía que mantenerse alejado. Pero en cambio eso hacía
que mi corazón diera vueltas alrededor de mi pecho.
Vacío mis bolsillos de gomas de mascar en el cubo de la basura y me
dirijo a la cafetería. Mientras pasaba a una pareja de compañeras, no
pude evitar darme cuenta de que una codeaba a la otra y asentía en mi
dirección.

La otra claramente musitó: Oh, mi Dios, y para ponerlo peor, la otra


sostuvo la parte superior de su playera imitando el tamaño de mi
pecho.

Camine más rápido hacia la cafetería sosteniendo mi carpeta frente a


mi pecho en un débil intento de ocultar que era del tamaño de la mitad
de Rhode Island.

En ese momento, no quería más que enterrar mis preocupaciones con


un burrito gigante de la cafetería y con tres latas de Mountain Dew49.

Mi mano estaba en la puerta a punto de abrirla, cuando vi a Nicole a


través del vidrio.

Sentada en su mesa.

La mesa de las porristas, eso era. Ella comía su ensalada y asentía a


algo que Breanna Mills decía.

Yo sólo estaba ahí, viéndola, mientras los otros estudiantes me


161
empujaban al pasar por las puertas. Ellos me arroyaban
conscientemente felices mientras sentía el malestar en mi estómago
vacío.

Retrocedí unos cuantos pasos sentándome en una banca afuera.

Ya ni siquiera sabía quién era ella. Se vestía diferente, salía, reía y


pasaba el momento de su vida.

Sin mí.

Hubo un tiempo en que tenía que esperar fuera de la cafetería porque


era demasiado tímida como para ir y exponerse a la sociedad sola. Ella
se habría sentado en esta banca hasta que yo llegara y entráramos
juntas.

Digo, en cierta forma me alegro por ella. Siempre supe que le agradaría
a las personas si les daba una oportunidad, hablara con ellos, saliera
de su caparazón. Pero ella estaba demasiado asustada para hacer eso,
siempre escondida detrás de su cabello, esperando que nadie la
escrutara porque sabía que su piel no era perfecta.

49
Moutain Dew: es una gaseosa.
Y ahora había cambiado 180°. Era la Señorita Popularidad.

Ni siquiera se había dado cuenta de que me había perdido. No había un


sólo asiento vacío a su lado. ¿Qué haría si pasaba delante de ella? ¿Se
movería a nuestra mesa y comería conmigo, o solo se encogería de
hombros y seguiría sentada ahí?

¿Terminaría comiendo sola, viéndola desde el otro lado de la


habitación? ¿Me haría eso a mí?

Mi estómago dio un vuelo y sentí como si lo ahuecaran.

Pensé que mi única preocupación sería que la perdiera por Ben.

Pero viéndolo así, tenía mucha más competencia que eso.

Esto era una porquería. ¿Por qué yo no puedo hacerlo? ¿Buscar nuevos
amigos? ¿Dejar de apoyarme sólo en Nicole?

Pero no era como Nicole, bueno, al menos no como esta versión de


Nicole. No le agrado a la gente, no alababan mi sentido del humor. Ellos
no quieren ser vistos conmigo, sería vergonzoso por mis ropas y mi
comportamiento.

Nicole era diferente. 162


Era, esa era la palabra clave.

En fotografía, mi retrato no ha cambiado. He tomado dos rollos de


fotografías de mis Converse, especialmente los amarillos que había
pintado. Pero me aburría foto tras foto. ¿Artístico? Definitivamente no.
Se ven como un par de zapatos dibujados en alguna carpeta, no como
arte.

Volteo hacia Nicole, que hablaba airadamente desde que entramos en el


cuarto oscuro. Pienso que está diciendo algo sobre el receso. Algo
acerca de que estaba con ella en biología y en fotografía pero no sentada
con ella en la cafetería.

Pero hasta ahora nada. La miro. Su cara se fruncía al trabajar en sus


fotos. Vestía unos pantalones de no sé qué diseñador y una blusa
floreada al estilo campesino.

—¿Por qué no estás haciendo tu trabajo? —pregunto.


Nicole alza su mirada hacia mí. Ella está trabajando en imágenes con
señales de autopista. No había manera de que esas señales a Yeild
fueran su fotografía personal.

—Ya lo hice. Pensaba que podría tomar unas cuantas fotos geniales
para mi habitación.

—¿Ya lo hiciste?

El trabajo era para el viernes. Yo aún no tenía ni idea de que iba a


hacer.

—¿De qué tomaste la foto?

Nicole se encogió de hombros e hizo un ademan con el brazo haciendo


tintinear los brazaletes alrededor de su muñeca.

—Oh, ya sabes, cosas al azar alrededor de mi casa.

Ella no me ve. Está mirando fijamente su cuadro, aumentándolo,


tratando de obtener un buen enfoque. Su punta del pie empieza a dar
golpecitos.

Está empezando a odiar las puntas de sus pies. Era difícil decirlo en el
cuarto oscuro, pero parecía que estaban pintados con un tono brillante 163
de color rosa. También usa tacones, nada extremo, pero aun así,
tacones con un orificio en la punta que permitía ver sus dedos.

Su cabello está rizado también, y peinado hacia atrás de manera


desarreglada, pero desarreglada con estilo, no del tipo desarreglada de:
“No me importa cómo me veo”. Y llevaba accesorios. Usaba brazaletes y
listones con perlas de plástico.

Todos cambiaban. Todo estaba cambiando. Todo fuera de control.

Quería tener nueve años de nuevo. Quería desear a Raggedy Ann,


gomas de mascar y cosas estúpidas, cosas que demostraban que no
tenía nada de qué preocuparme en mi vida.

No quería tener que preguntarme si tenía que hacer una llamada


transatlántica a mi papá.

No quería que mi mejor amiga siguiera ignorándome.

¿Cómo podía, si conseguía todo lo que quería con solo desearlo,


sentirme tan vacía y confundida?

—¿Por qué has estado actuando tan raro estos días? —pregunto,
incapaz de detenerme a mí misma.
Me mira, pero no con sorpresa, mas bien preocupada.

—¿De qué estás hablando?

—No lo sé, es como si súbitamente estuvieras tratando demasiado duro


de encajar. Ni siquiera puedo reconocerte. Estás cambiando. —Mi voz
estuvo tentativa al inicio, luego empezó ganar fuerza a medida que iba
revelando todas las preocupaciones que había tenido desde que la
escuela empezó.

Ella cruza sus brazos.

—¿Qué te hace pensar que soy la única que cambió?

Resoplo.

—Por supuesto que lo has hecho.

Sacude su cabeza.

—¿Qué hay de malo en vestirme mejor? ¿En ser hermosa, por una vez
en mi vida?

La miro fijamente mientras se vuelve hacia su ampliador, como si la


conversación hubiese terminado. Mi boca se tuerce ligeramente. Parecía 164
que no podía formar ninguna palabra, bueno, al menos no las
adecuadas, de cualquier manera.

—Tú no querías esto el año pasado —digo, mi voz baja.

Nicole empuja el ampliador.

—¿Estás bromeando? Por supuesto que lo quería. Pero ser popular está
fuera de cuestión si tu cara es un gran barro, ¿no crees?

Estaba sorprendida de lo enojada sonaba.

—Nicole, si querías ser popular el año pasado, lo habrías sido…

—Eso es una mentira, y lo sabes.

Su voz era afilada. No podía ayudarla. Retrocedo unos cuentos pasos


hacía la mesa del centro que estaba cubierta de cacerolas y químicos
para editar las fotos.

—¿Así que ahora eres hermosa y no soy lo suficientemente buena?

Nicole puso los ojos en blanco.

—Oh, vamos, eso no es lo que estoy diciendo…


—¿Estás segura?

Mi corazón martilleó rápidamente en mi pecho. Nicole y yo nunca nos


habíamos peleado. No así.

—Sí. Es sólo que era muy difícil agradarles cuando tú estabas alrededor
y…

—Ohh, ya entiendo. —Mi estomago dio un vuelco—. Soy una vergüenza,


¿cierto? ¿Tal vez pasarías el rato conmigo en casa pero no en la
escuela? —Me incliné hacia ella, entrecerré mis ojos—. ¿Me quieres
para ser tu amiga secreta?

Me muevo lejos de la mesa tomando mis cosas y metiéndolas en mi


mochila, esta no se puede abrir mientras yo intento meter mi carpeta, y
termino tirándolo todo. La carpeta se cae al suelo, desparramando un
manojo de papeles y por lo menos una docena de skitters y gomas de
mascar.

Nicole suspira y mira al piso.

—Kayla deja de actuar así, no estás entendiendo…

Su voz se detiene abruptamente al darse cuenta de lo que se cae entre


los papeles del piso frente a sus pies.
165
Y mi corazón se detiene al mismo tiempo.

La foto de Ben.

La foto que yo tengo de su novio cayó de mi mochila justo a sus pies.

Oh, Dios. Esto no era bueno.

Ella comienza a agacharse para recogerla.

—¿Qué estás haciendo…?

No, no, no, no. Algo tenía que pasar en la siguiente mitad de segundo.
Un terremoto, un incendio. Lo que sea.

Ella no podía saber, ella no debía ver esto, ella no…

Pero era demasiado tarde.

Sentí que nuestros largos años de amistad se rompían, rasgándose por


la mitad mientras ella se agachaba.
Se detiene a poca distancia antes de tocarla, y sólo se queda ahí.
Parpadea unas cuantas veces, luego mira hacia arriba, a mí, y parpadea
aún más rápido, como si en un parpadeo pudiera alejar la verdad.

—No es lo que parece —dije.

No estoy segura de porque dije eso, porque era exactamente lo que


parecía. Mis mejillas ardían. El sentimiento en mi estómago era
horrible. El miedo, la histeria, la vergüenza, todo construyéndose dentro
de mí.

Todo está arruinado. Acabado. Ahora ella me va a odiar.

Sé lo que está pensando, ahí parada, parpadeando, y parpadeando y


parpadeando, como si un mosquito hubiera golpeado su ojo. Sé lo que
esa imagen le recuerda. Estaba pensando en las miles de veces que le
pregunté por cada detalle de su cita, las tantas veces en las que estaba
o no de acuerdo en lo perfecto que era Ben.

Y yo sé que ella sabe. Tal vez la imagen sólo confirmaba mi secreto


interés por él, pero todo lo que había hecho hasta ahora, era bastante
vago para confirmarlo en teoría.

Siento como si mi interior se estuviera vaciando fuera mientras estaba 166


parada ahí, esperando que me dijera lo que yo ya sabía: no tenía amigos
en este mundo.

—Wow —dijo—. Wow. —Su voz era amarga, puro enojo. Y dirigido hacía
mí.

—Nicole, lo siento. Yo…

El filo en su mirada hace que mis palabras se evaporen.

Ella se inclina de nuevo abajo, sus ojos aun mirándome y tomando la


foto y arrugándola ligeramente en los pliegues con su mano, y no puedo
ver más su cara porque sé que está arruinada, y trato de no flaquear.

Ella ríe, el enojo y la amargura juntos en su voz baja.

—Bueno, apuesto que estarás encantada de oír que el rompió conmigo.


¿Eso es lo que esperabas?

Mi mandíbula cae.

—¿Rompieron? ¿Por qué?

Se ríe de mí mientras arruga la foto en una bola. Unos pocos


estudiantes del cuarto oscuro se volvieron a mirarnos.
—¿Cómo pudiste hacerme esto…?

—Yo no hice nada, lo juro.

—¿Qué? Deseabas a mi novio a mis espaldas. —Escupía las palabras


ahora, cada vez se oían más fuerte.

Parecía que no podía cerrar mi boca. Pesaba miles de toneladas.

—No puedo creerlo. —Desliza su mochila por su hombro, me da una


última mirada hastiada y sale del cuarto oscuro.

Creo que, simplemente, acabo de perder a mi mejor amiga.

167
Capítulo 25
Traducido por otravaga

Corregido por Ilusi20

P
ara el momento en que llego a casa esa tarde, me siento como si
hubiese sido girada en círculos alrededor y ya no supiera en qué
dirección es hacia arriba. No sé qué hacer respecto a Nicole, respecto
a los deseos, respecto a cualquier cosa.

Mi única condolencia es que no me tropiezo con Ann ni con el poni


cuando estoy caminando a casa. No estoy segura de si podría hacerles
frente si me los encuentro.

Reduzco la velocidad cuando mi casa está a la vista. El puesto de


estacionamiento derecho del garaje está abierto, y el Lexus de mi mamá
está estacionado dentro. Eso es raro. No puedo recordar la última vez
que llegué de la escuela y ella estaba allí. 168
Me detengo y sólo me quedo ahí, mirándolo fijamente. De alguna forma
sé que no es una buena cosa, que ella estando en casa sólo puede llevar
al desastre, por lo menos mientras que los deseos aún estén pasando el
rato por ahí. Mi mamá nunca está en casa, no a mitad del día.

Sacudo la cabeza y reinicio la caminata. Sea lo que sea, no es como si


yo pudiera quedarme parada en la acera durante todo el día.

Deslizo mi llave en la cerradura de la puerta, pero antes de que pueda


girarla, toda la cosa se balancea lejos de mí, con mis llaves todavía
tintineando en la cerradura.

Mi mamá está al otro lado, dándome una severa mirada.

Eso no es bueno. Después del estallido con Nicole, la última cosa que
quiero es otra confrontación.

—¿Hay algo que quieras decirme? —Ella no da un paso a un lado, no se


mueve, así que no puedo entrar en la casa.

Sea lo que sea, está realmente furiosa.

La miro fijamente, parpadeando.


No sé qué es lo que está preguntando. ¿Averiguó sobre mi novio Ken?
¿Descubrió que Ann, mi nueva mejor amiga, ha estado quedándose
noche tras noche la pasada semana? ¿O es el cobertizo del jardín lleno
de bolas de chicle y un poni rosa?

—Eh… ¿no?

Ella estrecha los ojos. No está impresionada por mi falta de honestidad.


Pero no es como si ella me fuese a creer sobre, oh, nada de lo que ha
sucedido en las últimas dos semanas. De ninguna manera.

De modo que mis labios están sellados.

—¿Nada… en el garaje?

Trago. Es difícil no inquietarse. Simplemente estoy parada en nuestro


porche delantero como si fuese un huésped no deseado. Pero mi mamá
está tan furiosa que no parece notar que no me ha dejado entrar.

No sé qué hay en el garaje. Pero sea lo que sea… no puede ser bueno.

—¿Qué hay en el garaje?

Mi mamá pone los ojos en blanco, lentamente, y luego sacude la cabeza.


Parece haber perdido la paciencia por completo. Pero no estoy jugando 169
con ella. No realmente.

—No te hagas la tonta.

—¡Pero lo soy! Quiero decir, no tonta, pero no sé de lo que estás


hablando.

—Ven. —Se hace a un lado y abre la puerta, y me doy cuenta de que no


está usando sus tacones. Ella nunca se quita los zapatos a menos que
vaya a quedarse en la casa por mucho tiempo.

Así que, o ella ha estado agobiada por algo durante horas o yo estoy
metida en un problema grande, realmente grande, y ella ha cancelado
todo lo que tenía que hacer en la noche. No estoy segura de cual
escenario es más favorable.

La sigo al garaje, con mis pies sintiéndose más pesados con cada paso,
hasta que es como si mis extremidades estuviesen llenas de arena.

En este punto, nada me sorprendería. Quizá hay un elefante con un


moño rojo en el garaje. Quizá el elenco completo de Crepúsculo está
sentado en algunas sillas de director, listos para mi entrevista única en
su estilo. Quizá mi hermano está disfrazado como un pepinillo gigante.
Mi mamá abre la pesada puerta que dirige al garaje y entra en el lugar.
Está oscuro por un momento mientras ella alcanza el interruptor y
enciende las luces fluorescentes en el techo.

Éstas parpadean y titilan hasta encenderse, revelando el Lexus plateado


de mi mamá.

Y una motocicleta de motocross color lima.

Sagrada mierda, hay una motocicleta de motocross verde fluorescente


en el garaje, yaciendo inocentemente al lado del brillante auto de mi
mamá.

Mi mamá voltea a verme, lanzándome una mirada que debería


marchitar a cualquiera que la dejara pagando sola la cuenta.

—Eso no es mío —digo, cruzando mis brazos, esperando que sea


verdad, y sabiendo que probablemente no lo es.

Sabía que en realidad yo había querido una motocicleta de motocross


durante algún tiempo. Supongo que si pienso en ello, todavía suena
como divertido.

Es sólo que no sé si alguna vez deseé una.


170
Durante casi dos años, pedí una motocicleta de motocross en cada
cumpleaños y en cada Navidad. Mi papá siempre decía que podía
tenerla una vez que me hiciera un poco mayor, y mi mamá siempre le
lanzaba miradas mortales cuando lo decía, pero supuse que él la
influenciaría al lado oscuro tarde o temprano.

Eso es parte de lo que selló el trato con Ben. Yo quería una motocicleta,
él tenía una.

Destino. Fortuna. De vuelta en séptimo grado, mis fantasías con él


tenían que ver conmigo soñando que él me enseñaba cómo manejar la
motocicleta. Él me sacaría a pasear, y yo me colgaría de su cintura y
apoyaría mi mejilla en su espalda, y la vida sería perfecta.

Mi mamá mete la mano en el bolsillo de sus pantalones caqui y saca un


llavero.

Un llavero con una gran llave recubierta en plástico negro y un collar de


cuentas.

Cuentas que deletreaban perfectamente Kayla.


—¿De dónde sacaste eso? —pregunto. Por alguna razón, me estiro para
agarrar las llaves, lo cual me hace parecer completamente culpable. Ella
las aparta de un tirón, aun bamboleándolas como si fuesen la pieza
clave de evidencia de ADN en un juicio por asesinato.

—De tu habitación. Olvidé un archivo y me detuve a recogerlo. Una vez


que vi la motocicleta, revisé tu habitación. Chase ha estado trabajando
durante todo el día, así que supe que no era suya. ¿Te importaría
explicarte?

Sólo me quedo mirándola, porque no es como si hubiese una


justificación para una motocicleta de motocross verde lima,
especialmente no una con un llavero personalizado.

—¿Te hago una enorme fiesta de dulces dieciséis y así es como me


pagas?

Pft. No puedo detener el escape de aire, que suena como una risa
amarga.

—¿Y eso es por qué?

Levanto la mirada hacia ella. Si ella no hubiese dado esa estúpida


fiesta, si no hubiese insistido en que pidiera un deseo, no estaría metida 171
en este lío en primer lugar. Es su culpa que haya una motocicleta en el
garaje.

—Yo no quería esa fiesta y lo sabes. Lo sabes porque te lo dije una y


otra vez. Tú querías la fiesta de modo que pudieras impresionar a tus
clientes.

Estrecha los ojos.

—¡No puedo creer que estés siendo tan desagradecida! ¡Cientos de


chicas matarían por una fiesta tan costosa y bonita!

—¡Tal vez! ¡Pero si tal vez me hubieses prestado aunque sea una pizca
de atención, te habrías dado cuenta que no soy una de esas chicas!

Se cruza de brazos.

—¿A qué te refieres con que si prestara atención? ¡Me rompo el trasero
trabajando por esta familia!

Me burlo, sacudiendo la cabeza.


—No pretendas que tu trabajo es por nosotros. Sé que es porque
quieres impresionar a papá. Noticias de última hora, él no se preocupa
por ti o por mí o por ninguno de nosotros.

—¡Kayla!

—¿Qué? Sabes que es la verdad. Estás obsesionada con tu estúpida


compañía. ¡Ya en esta familia nadie habla! No cenas con nosotros ni ves
la televisión con nosotros. ¡Papá bien pudo haberte llevado con él
cuando se fue a Italia!

Mi ira arde y la miro a los ojos, pero lo que veo se retuerce a través de
mí.

Porque veo algo ahí que no estoy segura de haber visto jamás.

Dolor. Ella lo enmascara bien, pero por una diminuta fracción de


segundo, lo veo.

Y entonces, con triste claridad, me doy cuenta: él también dejó a mi


mamá. Su esposo, el hombre que juró amarla hasta que la muerte los
separara, renegó de su promesa, al igual que hizo con todas las
demás… el rifle de aire comprimido, la motocicleta de motocross, todo.

Mi mamá rechina los dientes, con la máscara de vuelta.


172
—No tengo tiempo para esta conversación. Tengo un retiro en el Este de
Washington por el resto de la semana. Chase está a cargo. —Ella está
buscando sus zapatos y atascando los dedos de sus pies dentro de sus
tacones cerrados de cuero color crema—. Discutiremos esto cuando
regrese. Hasta entonces, estás castigada.

—Pero…

—Terminaremos esto después. —Me mira ferozmente, y la expresión en


su rostro hace que las palabras mueran en mi garganta. Puedo ver que
ser castigada es la menor de mis preocupaciones.

—Está bien —me las arreglo para decir.

Estoy congelada en la entrada mientras ella saca el auto en retroceso, y


sigo estando ahí de pie cuando la puerta del garaje se cierra, mirando
fijamente la motocicleta color lima en el segundo puesto de
estacionamiento.

¿Está mal si quiero agarrarla para dar una vuelta de prueba?


Capítulo 26
Traducido por Lore_Mejia

Corregido por Beatriix Extrange

V
oy de camino a mi habitación, echando humo por este estúpido y
completo desastre de día, cuando veo algo en la encimera.

La agenda de mi mamá.

Miro por la ventana para asegurarme de que no haya vuelto por él


inmediatamente, y corro a toda prisa por las baldosas y suelto el botón
que lo tiene agarrado.

Es perfecto, perfectamente organizado, nada fuera de lugar. Totalmente


opuesto a mi vida en este momento.

La parte de adelante es una serie de hojas plastificadas que tienen una


tarjeta de negocios detrás de la otra. Debe de tener cien tarjetas. 173
Examino las primeras páginas. Son DJ, banquetes, servicio de comidas.
Mis dedos se deslizan por la superficie mientras examino los nombres
de los negocios. Una panadería no está dentro de las primeras páginas.

Un zumbido de afuera llama mi atención. Me doy la vuelta y veo a mi


mamá aparcar en la entrada.

Se ha dado cuenta de que ha olvidado su agenda.

Empiezo a cambiar de páginas rápido, azotándolas. Tengo que


encontrar la tarjeta, debo encontrar la tarjeta.

Para deshacer los deseos, para deshacer este desastre en el que estoy
metida.

Más salones de eventos para alquilar, una compañía de inflables, un


par de floristerías. Mi corazón se siente en mi garganta cuando la oigo
abrir la puerta.

Si no la encuentro, jamás iré a la panadería. Después de hoy, mi mamá


no me va a hacer ningún favor, aunque solo esté buscando la dirección
de una panadería. Y definitivamente no me va a dejar salir de casa para
comprar una tarta.
Y luego, en la última página, la veo.

Un gran pastel azul, cuidadosamente diseñado e impreso en la tarjeta.


Se ve elegante, como de Dr. Seuss. Definitivamente el estilo de mi tarta.

Betty’s Bakery está gravado en la parte superior con una letra color
borgoña.

Mis dedos luchan por encontrar la apertura, averiguando por dónde se


mete la tarjeta para poder sacarla.

Escucho los tacones de mi madre resonar sobre la escalinata de pizarra.


Me va a atrapar hurgando en su agenda.

Mis dedos encuentran una apertura, saco la tarjeta, cierro la agenda y


me tiro detrás de la isla justo cuando la puerta se abre.

Cuento sus pasos mientras cruza el vestíbulo y camina sobre los


azulejos. Contengo la respiración y escucho cómo abotona la agenda.

Todo queda en silencio. No sé lo que está haciendo. Creo que está


buscándome. Preguntándose si estoy en mi habitación o en el garaje.
Por favor no me busques. No necesito El Gran Regaño: Parte II.

Cierro los ojos e intento no respirar fuerte cuando se da la vuelta y se 174


dirige a la puerta. No respiro hasta que no escucho que abre la puerta
de su coche y la siento retroceder.

La tarjeta de negocios está aplastada en mi mano, pero no está rota.

Si mi vida fuera un desastre natural, el presidente la declararía una


emergencia federal y buscaría ayuda. La Cruz Roja intentaría revivir mi
estatus social y trataría de reparar mis relaciones con mi mamá y mi
mejor amiga.

Como eso no va a pasar, es hora de llevar este plan a otro nivel. Ann y
yo vamos a ir a Betty’s Bakery, que resulta estar fuera de un centro
comercial completamente diferente al que habíamos ido la última vez. Al
menos ahora tengo la tarjeta en el bolsillo y sé a dónde voy.

Estoy poniendo todas mis esperanzas en deshacer todo.

Desafortunadamente, está lloviendo por toda la autopista, haciendo que


acelerar sea difícil, y en verdad quiero hacerlo. Mis dedos aprietan el
volante y miro el acelerador, deseando que marcara ciento sesenta
kilómetros por hora. Cuanto más rápido se acabe esto, mejor. Todo está
cambiando, desarmándose, y tengo miedo de desarmarme como el
resto.

Ann se aclara la garganta. Sabe que algo me preocupa.

—Ken y yo te compramos algo. Bueno, Ken te lo compró. Yo solo le di la


idea.

Miro por el rabillo del ojo a Ann. Casi tengo miedo de escuchar lo que va
a decir. Los limpiavidrios duramente pueden manejar el torrente de
agua. Pongo mi atención en el camino.

—¿Qué?

Ann rebusca en su bolsillo. Encontró un par de jeans de mi segundo


año, cuando era talla dos o menos. También lleva puesta una camisa de
Hello Kitty, la que compré para usar con unas botas de combate. Me
entrega algo, un pedazo de papel.

Cuando veo lo que es, sacudo mi cabeza y se lo devuelvo.

—No hay manera.

—¡Pero te gusta el ballet! 175


—Me gustaba el ballet. Pasado, ¿recuerdas?

—No tienes que bailarlo, boba. Vamos a ir a verlo.

—Estoy segura de que estoy castigada.

—¿Para siempre?

Me burlo.

—No, pero probablemente por lo menos durante dos semanas. Será más
tiempo si vuelvo a meterme en problemas.

Ella frunce el ceño.

—Pero el ballet es el sábado. Y compramos cuatro boletos en caso de


que quisieras llevar una cita.

Me doy la vuelta para mirarla.

—¿Qué quieres decir con que si llevo una cita? ¿Ken no es mi cita? ¿O
no piensa que es mi cita?

Ann me dirige esta mirada de No sé como decirte esto, pero…


Mis ojos se abren por la sorpresa.

—¡Oh, Dios mío! ¡Soy la sujetavelas!

Me doy un manotazo en la cara y luego abro los dedos para poder ver
entre ellos.

—Tu y Ken están enamorados, ¿cierto?

No tengo que mirarla para saber la verdad.

—Increíble. Primero Nicole y ahora tú… ¿por qué todo el mundo a mi


alrededor tiene novio?

Ann se encoge de hombros y arruga la nariz, porque sabe que es una


pregunta retórica. O tal vez no lo sea. No sé.

—¿No vendrás? ¡Será divertido!

Pongo los limpiaparabrisas a máxima velocidad cuando empieza a llover


más fuerte. Debí haberme puesto una chaqueta, y Ann también.

—Te lo dije, estoy castigada. Además, tal vez me esté metiendo agujas
calientes debajo de las uñas ese día. Tendré que verificar mi calendario
y avisarte. 176
—Oh, vamos, tienes que ir. Si no vas, Ken probablemente no vaya.

La miro de reojo.

—¿Qué quieres decir? Creía que le gustabas.

Ella se revuelve en el asiento.

—Bueno… esperaba eso. Porque a ti él no te gusta. Así que tal vez si


llevaras una cita, me daría su atención…

Tal vez si Ann me hubiera pedido esto ayer, lo hubiera considerado.


¿Pero hoy? ¿Con todo lo malo que ha pasado?

—¿Por favor? De verdad quiero ir, Ken me mostró unos vídeos en


Youtube, y…

—¿Viste videos de Youtube con Ken?

Ella asiente.

—¿Cómo? ¿Cuándo?

—Usamos tu ordenador hoy por la mañana.


—¿Ken estaba en mi habitación?

Ella asiente y luego mira por la ventana, como si lo que acababa de


decir no fuera la gran cosa.

—¡Ann! No puedes dejar entrar gente a mi habitación así. ¡Mi mamá


podría verte!

—Ni siquiera estaba ahí cuando tu mamá estaba en casa. Además, es


nuestra habitación —dice—. Era mi invitado. Y no tienes ni idea de
cuánto me aburro cuando no estás.

Mis manos aprietan el volante. Miro sin pestañear las gotas de lluvia
que caen en la autopista, haciendo que las luces rojas traseras se vean
borrosas. La dinámica entre Ann y yo se está volviendo cada vez mas
difícil. Es como si ella fuera Pinocho y estuviera lista para conseguir su
independencia. No sé cómo manejar eso, cómo mantenerla escondida.

—Él no, ya sabes, rebuscó entre mis cosas, ¿cierto?

Ella sacude la cabeza.

—Por supuesto que no.

El silencio cae entre nosotras. Solo quedan los sonidos mudos de la 177
radio y de la lluvia. Enciendo el direccional y tomo la próxima salida.
Un gran semicamión ruge al pasar por nuestro lado y Ann salta.

—¿Vas a ir? ¿Por favor?

Suspiro y me detengo frente a un semáforo justo después del acceso.


Me siento como una pequeña hormiga en línea con el resto de los
coches, lista para marchar de dos en dos para salir de la lluvia.

—Te lo dije, no puedo. Pero podemos arreglar que Ken vaya contigo.

Si tengo suerte, esto de la tarta funcionará y no habrá nada que


arreglar.

El semáforo cambia y doblo a la izquierda para unirme al tráfico


durante unas cuadras para llegar al centro comercial. Siento cosquillas
y nervios mientras aparco, mis ojos examinan los edificios cercanos en
busca de la panadería, también conocida como la razón de todo este
desastre. O por lo menos, lo que yo espero sea la razón.

Es lo único que tiene sentido. Porque he tenido un cumpleaños todos


los años durante dieciséis años, y mis deseos nunca se han vuelto
realidad. Entonces, mi mamá compra esta obra de arte cubierta de
glaseado y, ¡tadam!, magia. Tal vez la receta de esta panadería incluya
cabello de bruja y baba de sapo o algo así. No lo sé, pero es mi último
recurso, así que más le vale funcionar.

Doy la vuelta hacia la parte de atrás y mi estomago da un giro cuando


veo las letras cursivas deletrear Betty’s Bakery. Ann grita, señala el
anuncio y brinca en su asiento.

Aún no le he dicho que forma parte de los deseos que voy a deshacer.
¿Cómo empezaría? ¿Oh, por cierto, diviértete hoy porque puede que sea
tu último día? Eso iría bien.

No entiende que la vida real es ir a la escuela, trabajar y pagar cuentas,


no puede funcionar así. Así que tiene que regresar… a donde sea de
donde vino.

Aparco el coche y siento mariposas en mi estómago. Esta es mi única


oportunidad de arreglar todo. Tengo que hacer que funcione. Porque si
no funciona.

Bueno, no hay si. Solo hay cuando funcione, la vida volverá a ser
normal. Puedo pedirle perdón a Nicole y alejarme para siempre de Ben.

Ann y yo cruzamos el terreno pavimentado, mis tenis se sienten 178


pegajosos, como si me estuviera derritiendo sobre el pavimento, aunque
probablemente estemos a ocho grados, y sigue lloviendo. La lluvia
empieza a empapar mis jeans y mi piel empieza a cosquillear.

Me doy cuenta que debo salir de la lluvia y aumento la velocidad,


entrando bruscamente por la puerta de vidrio. Tomo un respiro
tranquilizador al entrar al bien iluminado lugar.

La vitrina de vidrio es paralela a la gran pared que está a mi derecha, y


está llena con una colorida selección de cupcakes, galletas y tartas. Hay
cuadros enormes en las paredes, enormes afiches de gigantescos
manjares glaseados: tartas de matrimonio, tartas de cumpleaños de
dibujos animados, galletas enormes apiladas en una torre de dulces
azucarados.

Sigo la línea de dulces color pastel hasta el mostrador, donde hay una
mujer pequeña de cabello grisáceo, tiene un teléfono entre el hombro y
el oído, y está escribiendo una orden.

—Uh-huh. Relleno de limón. ¿Relleno de fresa? Bueno supongo que


podemos hacer mitad y mitad. Correcto. Bueno, probablemente no va a
querer que se mezclen. Un lado de limón, un lado de fresa. Correcto.
Está bien. ¿Para el veinticinco? Sí, está cerca, pero podremos hacerlo.
Está bien. Yo le aviso cuando esté listo. Gracias.

Pone el teléfono en la base de la pared y se da la vuelta a mirar su


orden, escribiendo más indicaciones para el cliente con indecisión en el
relleno. Espero silenciosamente que se dé cuenta de que estoy ahí, pero
cuando no lo hace, me aclaro la garganta.

Se sobresalta y me mira, sus ojos se expanden hasta llegar al tamaño


de los cupcakes.

—Lo siento —digo haciendo una mueca. No tenía intención de


asustarla.

—Necesitamos una tarta —dice Ann, mirando la vitrina—. Ésa.

—No, no ésa. —Miro a Ann, preguntándome por qué intenta hacerse


cargo de esta expedición—. Creo que hicieron una tarta para mis dulces
dieciséis la semana pasada. Rosada, muchas flores, cuatro pisos.
Quiero otra. Idéntica.

La mujer se recuesta en el mostrador que está detrás de ella, cruzando


sus brazos sobre su delantal negro manchado de harina. Tiene una
mancha de glaseado en la barbilla, y juro que tiene grageas en su 179
ondulado cabello gris.

—Exijo dos semanas de anticipación para hacer tartas personalizadas.

Siento que mi corazón deja de latir.

—Esto es una emergencia. En serio, necesito esa tarta hoy.

Pone sus arrugadas manos en los bolsillos de su delantal.

—¿Sabes que esa tarta cuesta trescientos dólares?

Casi me ahogo con mi saliva. No puedo pagar eso, me faltaría mucho.


Gracias a todos los gastos relacionados con Ann, tengo como cuarenta
dólares en el bolsillo.

—¿Puede hacer una versión en miniatura? —digo débilmente. Ni


siquiera estoy segura de que una miniatura haga el trabajo. Aunque
puede que sean los ingrediente y no el tamaño.

—Aun así necesito un par de semanas de anticipación. Estoy copada


ahora, los siete días de la semana. No tengo tiempo de tomar un pedido
extra.
Me miro los pies, conteniendo las ganas de gritar. Esto no es bueno. No
es para nada bueno.

—Por favor, necesito esa tarta —digo metiéndome las manos en los
bolsillos, llevo puestos unos jeans que mi mamá me compró. Es un
poco extraño sentirme tan… normal. Se ajustan bien, sin huecos o
rasgaduras o tinta visible.

—Mira, lo único que vendo de inmediato son galletas —dice, señalando


el exhibidor—. O puedes hacer el pedido y venir por él en dos semanas.

Aprieto los dientes y miro la vitrina.

—¿Ni siquiera me puedo llevar un cupcake?

Al menos esos están hechos de mezcla de pudin, y tal vez si compro uno
blanco con rosado…

—Esos se venden por docenas. Sesenta dólares.

Dios bendito, esta mujer es una usurera. Excavo en mi bolso, todo lo


que tengo son treinta dólares y una tonelada de centavos.

—Está bien. Um, una galleta —digo, y mi estómago se hunde. Esto


probablemente no va funcionar. Estoy condenada a vivir una vida con 180
Ann y Ken y el resto de mi retorcido teatro.

La mujer mete una galleta en una bolsa de papel y luego me la da.

—Cortesía de la casa, parece que la necesitas.

Vale, ¿ahora de repente se está sintiendo generosa?

—Um, gracias.

Me dirijo a la puerta arrastrando los pies, mientras Ann salta detrás de


mí. La puerta está medio abierta cuando oigo a la anciana hablar otra
vez.

—Se acabará el lunes.

Me congelo. Mi agarre en la manija se aprieta hasta que mis nudillos se


vuelven blancos. Me doy la vuelta y la encaro.

—¿Qué quiere decir eso? ¿Todo desaparece después del último deseo?

La mujer levanta la vista de la tarta que esta decorando.

—¿Disculpa?
—Acaba de decir que se acabará el lunes. ¿Quiere decir que apenas
reciba el deseo número catorce se acabará? ¿Desaparecerán en el
olvido? —pregunto, dando un paso hacia ella.

Sus ojos miran de un lado a otro y retrocede. Como si estuviera


buscando una alarma silenciosa.

—No he dicho eso.

—¡Sí lo hizo! ¡Sé lo que está sucediendo! —Mi voz sube de volumen,
frenética. La mujer retrocede hasta que esta recostada contra el
mostrador detrás de ella—. ¡Dígame cómo arreglar esto!

Extiende sus manos, como si hubiera sido rodeada por una manada de
perros salvajes. Como si yo estuviera loca o algo así.

—Voy a tener que pedirte que te vayas.

Tomo un respiro entrecortado, tratando de calmarme. No puedo


asustarla.

—No, por favor, está bien. Solo necesito ayuda. Uno de esos deseos no
se puede cumplir o mi vida se acabará.

—Señorita, no tengo ni idea de lo que me está hablando. Tiene que irse 181
o haré que la saquen.

Así que así va a jugar. Fingiendo inocencia. Haciendo que me encargue


sola de esto. Estúpida señora y sus pudines mágicos. Creo que se le
fueron las chispas a la cabeza.

Me voy hacia la puerta y la empujo, Ann me sigue. Para cuando


llegamos al coche, estoy echando humo.

Tal vez debería estar feliz. Ahora sé que Ann, Ken y el poni no estarán
acechando mi vida para siempre. Pero lo único en lo que puedo pensar
es en besar a Ben y traicionar a mi mejor amiga.

La anciana es la responsable. No sé que pone en esas tartas…

¡No puedo creerlo! ¡Qué desastre! Si ella tiene razón, no hay manera de
deshacerlo. No hasta que reciba el último deseo.

No hasta que bese a Ben.

Odio mi vida.
Ann entra al coche y se abrocha el cinturón. Yo me quedo de pie junto a
la puerta del conductor, la lluvia me empapa la camiseta. Mis piernas
empiezan a cosquillear, pero aun así no me muevo.

Estoy jodida. Total y completamente jodida. Tengo que sobrevivir a seis


deseos más y no tengo ni idea de lo que son.

No, sé cual es el último. ¿Así que cuáles son los otros?

¿Pude haber deseado alguna cosa peor que las que ya han pasado?

182
Capítulo 27
Traducido por dark&rose

Corregido por Beatriix Extrange

P
ara el momento en que llego a casa de la panadería, estoy tan
frustrada por todo, que quiero gritar y arrancarme el pelo.

Le digo a Ann para compruebe el poni y luego entre. Pone mala cara,
pero estoy tan furiosa que ni siquiera me preocupa.

Subo las escaleras de dos en dos, tropezando con la última y


aterrizando con fuerza sobre mis rodillas. Me fuerzo en ponerme de pie
y luego hago mi recorrido hasta el final del pasillo y abro mi puerta de
golpe. Me dirijo directamente a mi armario. Quiero encontrar todo lo de
mi infancia. Cada estúpida y maldita cosa y destruirla, antes de que
vuelva a la vida también. Me pongo de puntillas para encontrar las
cajas que han estado ocupando un rincón de mi armario desde hace
años.
183
Tiro de ellas con tanta fuerza que la primera se cae y la tapa sale
volando y todo el interior de la caja se dispersa por el suelo.

Un par de docenas de My Little Pony aterrizan en el suelo


desperdigados, sus melenas de color rosa, azul, púrpura y blanco
enredándose entre sí. Atrapo el que está más cerca de mí, y luego
extiendo el brazo con ello en la mano hacia la próxima caja y la sacudo
fuertemente y se cae del estante.

Libros para niños. Si le das a un ratón una galleta. La pequeña


bailarina. Cenicienta. Todos esos libros estúpidos destinados a enseñar
a los niños que pueden ser cualquier cosa y creer en todo. Que la vida
es una galleta grande y feliz.

No hacen libros llamados Pronto, tu mejor amiga te abandonará. No


hacen uno llamado ¡Demasiado malo que crezcas y te conviertas en un
perdedor! Y definitivamente no hacen uno llamado No importa si hablas
italiano, porque a tu papá no le importa.

Me hago con otra caja y unas cuantas muñecas Barbie salen volando,
ensuciando el suelo del armario con sus cinturas perfectas y sus
piernas largas y su lustroso pelo rubio, pelo que no se parece en nada
al mío.

No me siento mejor. De hecho, me siento más como hecha un ovillo por


dentro, tal sólo tan furiosa como siempre. Me doy la vuelta y arranco de
las perchas un montón de camisetas y vestidos de color rosa. Esta
sección del armario está reservada para la ropa que mi mamá me
compra, las cosas que nunca voy a usar, ni en un millón de años. Las
perchas se balancean de un lado a otro mientras la ropa es arrancada y
dejada caer, aterrizando en el suelo en un gran montón.

En el momento en que la tromba está completa, mi armario es basura,


una enorme montaña de basura desbordada y desparramada por mi
habitación.

Me deslizo hacia el suelo y me quedo mirando fijamente el montón de


trastos, mientras los latidos de mi corazón se ralentizan, mientras la
rabia comienza a desaparecer, sustituida por desánimo triste, amarga.

Va a suceder. Voy a besar a Ben y nunca seré amiga de Nicole otra vez.

Alcanzo una Barbie solitaria y la arrojo a la pila de trastos junto a mí.


Dejo que mis ojos se pierdan en las cosas que no he visto en años.
Parece que nunca fueron ni siquiera míos, como si pertenecieran a otra 184
persona por completo.

Pero es mío. Tal vez soy otra persona ahora, pero una vez, todo esto fui
yo. Simplemente decidí no ser esa persona.

Y tal vez por eso no estoy manejando bien esto.

Porque por primera vez, por fin me he dado cuenta de algo: yo elegí
esto.

Elegí tener una sola amiga y bloquear a todos los demás.

Elegí vestirme como un bicho raro y burlarme de todo el mundo,


garantizando mi total estado social de leprosa.

Elegí dejar el ballet.

Elegí estar más enojada con mi mamá que con mi padre, cuando por lo
menos ella lo está intentando.

Elegí poner todas estas cosas en cajas y pretender que no eran nada
menos que lo que soy ahora mismo.

Elegí esto.
Bajo la mirada a mis Converse por un minuto, y luego de nuevo miro al
armario.

Es como un gran túnel del tiempo acumulado junto a mí. Una


representación visual de lo que yo alguna vez fui.

Parpadeo varias veces y miro más de cerca el montón de trastos.

De repente tengo una idea. Doy un salto y voy hacia mi escritorio,


donde mi cámara de 35 mm está colocada, y destapo la lente.

Puedo tomar una serie de imágenes: unos cuantos trajes que mi madre
me ha comprado, pero nunca he usado, un par de mis antiguas
zapatillas de ballet, algunas de mis libretas de calificaciones, un par de
estandartes de la escuela, y una serie de fotos de los regalos de
cumpleaños que otras personas me compraron.

No sé si algo saldrá con ello, si sólo va a parecer un gran caos sin


inspiración, pero tomo bastantes fotos ya que estoy esperanzada. Tal
vez mañana pueda desarrollar algo. El proyecto acaba pronto, así que
esta es mi única oportunidad.

185
Capítulo 28
Traducido por Areli97

Corregido por clau12345

E
l miércoles resulta ser un absoluto desastre. Nicole ni siquiera mira
en mi dirección, mucho menos habla conmigo. E inclusive no sé si
quiero hablar con ella. ¿Le debo una disculpa por nuestra pelea? ¿O
ella me la debe a mí?

Mi alegre y ridícula amistad con Ben se ha transformado en extraña e


incómodamente conocidos. No lo culpo por no saber cómo actuar. Yo
soy la que se sigue actuando como si él fuera un leproso altamente
contagioso. Todos los días, si aún no he recibido mi deseo, salgo de mi
camino para evitarlo. Algunas veces viene hacia mí por el pasillo y me
desvío abruptamente por una puerta lateral.

Quizás es estúpido y no seré capaz de evitar besarlo, pero lo seguiré


haciendo de todas formas. 186
Debe ser un completo idiota para no notarlo. Por encima de todo eso,
continúo quejándome una y otra vez acerca de Ken, esperando a que de
alguna manera eso sea suficiente para mantenerlo a distancia. Todavía
sigo pensando que es posible que Ben use su propio sentido común y
elija no besarme. Así que si recuerda que tengo novio, bueno, es algo
bueno.

Mi mamá sigue fuera de la ciudad y lo estará hasta el viernes. No


hemos hablado desde nuestra discusión.

Mi espalda duele todo el tiempo debido a mi enorme pecho, las gomas


de mascar están en todas partes, el poni se está poniendo más
malhumorado cada día y yo todavía estoy hablando en italiano.

Estoy muriendo totalmente por una larga y caliente ducha para


relajarme, pero durante el último par de días, he tenido que
conformarme con un baño de esponja y lavarme el pelo en el lavabo,
porque no hay forma de que quiera descubrir qué sucede si sumerjo
mis piernas por más de dos punto cinco segundos.

En el momento en que estoy subiendo las escaleras hacia mi cuarto,


estoy murmurando maldiciones en italiano en voz baja.
Cuando entro en mi habitación, Ann se ve sospechosamente feliz, el
polo opuesto a mi humor. Está girando y girando en mi silla rodante de
computadora, la misma silla que una vez puse entre nosotras para
mantenerla lejos de mí el día que apareció.

Lástima que no haya tenido éxito.

La miro y me tiro en la cama, descansando mi mejilla contra el edredón


a cuadros verde fresco y naranja.

Si yo no puedo ser feliz, ella tampoco debería serlo.

Deja de girar y casi cae de la silla. Sus ojos parecen un poco chiflados y
malhumorados, así que sé que está mareada y no ha notado mi ceño.

—¿Qué es lo que te tiene tan alegre? —digo, sin siquiera tratar de


ocultar mi hostilidad.

—¡Voy a ir a una fiesta! —dice, su voz tan animada que está


prácticamente llena de arcoíris y ponis. Si eso fuera posible.

Quiero aventarle cosas. Rocas, quizás.

Me incorporó sobre mis hombros y le doy una mirada más atenta.


—¿Quién te invitó a una fiesta?
187
—¡No lo sé! Una chica llamada Janae. Escribí la dirección —dice,
ondeándola en el aire.

Salté de la cama como un puma al ataque y le arrebaté el papel de la


mano.

3322 Weatherby Lane

La casa de Janae.

Increíble.

—¿De dónde sacaste esto?

—De tu cuaderno —dice, señalando donde arrancó la hoja de papel.

—¡No el papel! ¡La dirección!

—De Janae. Duh.

—¡Ann! —gritó, totalmente exasperada—. ¿Cómo conoces a Janae?

—No lo hago.
Mis ojos llamean y quiero estrangular a Ann. En cambio, tomo una
profunda y calmante respiración, relajando mis puños.

—Empieza por el principio. ¿Cómo sabes acerca de esta fiesta y por qué
te dio su dirección?

Ann se encoje de hombros y me da una mirada como, “Joder, ¿por qué


estás tan molesta?”
—Ella llamó. Hace media hora.

Ann apuntó a través de la habitación hacia donde se encuentra mi


teléfono celular todavía en la mesa de noche, donde lo puse anoche a
cargar y lo olvide cuando me fui a la escuela.

—Tienes que estar bromeando —digo, corriendo a mi teléfono. Lo abro y


encuentro el historial de llamadas. Efectivamente, Ann contestó una
llamada hace treinta y seis minutos. Presiono el botón de llamada y
escuchó mientras timbra.

—¿Hola?

Parpadeó y alejó el teléfono y lo cierro rápidamente.

Esa era definitivamente Janae. 188


—¡Eso fue grosero! —dice Ann—. Ella es muy agradable.

—Janae no es agradable. Está muy lejos de serlo.

—Dijo que no sería una fiesta sin mí.

Estoy sosteniendo el teléfono tan apretadamente en mi mano que hace


que duelan mis dedos.
—¿Sabía ella que eras tú?

—¿Qué quieres decir?

—¿Dijiste, “no soy Kayla”, o quizás, “Hola, habla Ann”?

Ann parpadea algunas veces e inclina su cabeza a un lado mientras


mira fijamente al techo.
—Supongo que no.

—¿Así que ahora Janae piensa que voy a ir a su fiesta?

Ann retuerce un mechón de pelo alrededor de su dedo.


—Sí. Supongo. Pero todavía puedo ir, ¿cierto?

—¡No, no puedes ir!


Ann pone mala cara y cruza sus brazos.
—Seguro estás de muy malhumor. ¿Qué te he hecho?

No tengo tiempo para esto.

—¿No lo entiendes? ¡Estos estúpidos deseos están destruyendo mi vida!

El puchero juguetón se convierte en uno real.


—Todo es acerca de ti siempre.

Me tiró a mi cama, exasperada.


—¿Qué quieres que diga, Ann? Todo es una mierda.

Ann gira la silla hacia la pared.


—Escuché a esa señora en la pastelería, ¿sabes?

—¿Qué?

—No soy estúpida. Me quedan algunos días, cuando mucho. Así que, te
guste o no, voy a ir a esta fiesta.

Hay una extraña presión dentro de mí, como si un elefante se hubiera


sentado en mi pecho. No sé si me siento culpable sobre Ann o presa del
pánico acerca de mi vida, pero es como si el mundo entero estuviera 189
sentado en mí.

—¿Por qué Janae me invitaría a una fiesta? —pregunto, aunque no


espero que Ann tenga la respuesta.

—No sé. Quizás desea secretamente que ustedes dos fueran mejores
amigas.

Bufo y le doy una mirada escéptica, pero mi mirada se derrite mientras


la declaración de Ann suena en mis oídos. La comprensión llega, lenta y
clara.

—No lo hizo —digo tranquilamente—. Yo lo hice.

Observo el techo de mi habitación, intentando encontrar formas en la


textura de palomitas de maíz. Es tan silencioso excepto por la lluvia
golpeteando afuera.
—No ser mejores amigas. Pero si que ella me invitara a sus cumpleaños
y piscinadas.

Suspiró, largo y prolongado. Al menos es otro deseo menos, ¿no?


Pellizco el puente de mi nariz y cierro los ojos, tratando de adivinar qué
debo hacer a continuación.
—Si rento películas y hago sundaes y cosas, ¿te saltarías la fiesta y te
quedarías conmigo?

—No —dice Ann—. No voy a gastar más tiempo sentada dentro de estas
cuatro paredes. Me voy a volver loca.

Lo suficientemente justo. Creo, pero no lo digo en voz alta. Siento como


yo misma me resigno a la idea de aparecerme donde Janae, siendo
completamente humillada y regresando a casa. No es que mi vida pueda
ser todavía peor y al menos Ann está tratando de ser un buen deporte.

¿Puedo realmente seguirlo negando? ¿Importará si lo hago? No es como


que pueda arrojarla al piso, amarrarla y esconderla en el closet.
Probablemente ya sabe de memoria la dirección e irá sea que yo vaya
con ella o no. Si la acompaño, al menos puedo hacer control de daños.

—Como sea. Si estamos de regreso a las diez, cuando Chase llegue a


casa, mi mamá nunca notará la diferencia

Toda la cara de Ann se transformó en una brillante sonrisa y a pesar de


la creciente preocupación en la boca de mi estómago, me encontré
incapaz de no devolverle la sonrisa.

Mejor era que valiera la pena 190


Porque si mis instintos estaban en lo correcto, esta noche sería un
completo desastre.
Capítulo 29
Traducido por Maru Belikov

Corregido por Clau12345

E
sto es una locura. Sólo vayamos a casa —digo, agarrando la mano de
Ann y tratando de empujarla lejos de la majestuosa terraza delantera
de Janae. Casi golpeo uno de los grandes pilares blancos.

—De ninguna manera, —dice Ann, soltando su mano de mi agarre.

Antes de que la pudiera detener, toca el timbre y escucho las elegantes


campanadas sonando por el pasillo detrás de las grandes puertas
dobles del frente, con su elegante cristal con plomo y pomos
excesivamente pulidos. Mi corazón salta a mi garganta y, brevemente,
considero correr a través del verde césped perfectamente cuidado y
saltar a los arbustos.

Pero antes de que lograra conseguir que mis pies llegasen fuera de la 191
terraza, la puerta se abre. Janae, esta vistiendo pantalones rojos
ajustados y botas de cuero hasta las rodillas, junto con un jersey de
cuello alto color crema, y nos sonríe.
—¡Ey, chicas! ¡Pasen!

Es una sonrisa extraña. Ligeramente vacía, un poco plástica. Todavía


no se le ha ocurrido que no soy una de ellas, que no pertenezco aquí. Y
eso no es bueno porque desecha mi teoría sobre Ben optando por no
besarme a través de la ventana. Si Janae me invita a una fiesta y ni
siquiera se da cuenta que no pertenezco aquí, Ben va a besarme.

Ben va a besarme.

Y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Ni siquiera me doy cuenta de que estoy de pie allí, totalmente en


silencio, hasta que Ann me da un pequeño empujón hacia la puerta.
Miro hacia ella. Nos llevó casi una hora, pero descubrimos como usar
un rizador para soltar sus perversos rizos. Ella utilizó unas horquillas
para alejarlos de su cara y el resto de ellos caen por la espalda. Intentó
seis diferentes sombras de ojos, decidiéndose finalmente por una azul
glacial que complementa sus ojos verdes y hace a sus pecas lucir
exóticas.

Está vistiendo el top azul de cuello alto que le compré en el centro


comercial cuando estábamos con Ken y un par de pantalones que ni
siquiera sabía que tenía. Ambos le quedan y ajustan como un sueño.
Los zapatos en realidad no le van del todo bien, son unos suecos
básicos negros de secundaria, pero se los quita en la puerta, por lo que
no importa de todos modos.

Ann se rehusó a dejarme vestir mi ropa normal. Ella absolutamente


insistió en que no podía “arruinar esto para ella”.

Aparentemente, se dio cuenta de que mi estilo no es exactamente un,


bueno, estilo. Ella está tan ansiosa de tener una experiencia
adolescente real que me metió en su vestir de muñeca y lucir… linda.

Los de los pantalones puedo manejarlo, pero el jersey carmesí con


cuello en V me aterra. Porque tengo demasiado escote como para llevar
un jersey con cuello en V. Ann jura que luzco estupenda, pero ahora
que no puedo cambiar de opinión, está empezando a sentirse como la
peor decisión del mundo.

Sigo a Janae a través de la parte trasera de la casa, donde los sonidos 192
pesados de un ritmo se intensifican y empiezan a mezclarse con los
murmullos de conversaciones.

El pasillo se abre en un enorme espacio cavernoso con veinte pies de


alto y la pantalla plana más grande que haya visto. Un grupo de
personas vestidas estilo Old Navy se alzan sobre los muebles. Cabellos
brillantes, sonrisas perladas, manos bien cuidadas y brillantes joyas ni
siquiera empiezan a describir cuan perfectos lucen todos ellos.

Aunque la música continua sonando, las conversaciones se detienen.


Quizás Janae no se haya dado cuenta todavía, pero el resto de estas
personas saben que no pertenezco aquí.

—La comida y las bebidas están allí —dice Janae, moviendo su mano
vagamente en dirección hacia la cocina—. Y el baño está en el segundo
piso a la derecha.

—Okey.

Trato de ser discreta mientras tomo un profundo y tranquilizante


respiro y me dirijo a la cocina para ocuparme en algo mientras todos
miran. Estoy vertiendo algo de cerveza de raíz en un vaso, sabiendo que
no es lo mismo que los otros probablemente están bebiendo, cuando me
doy cuenta que Ann no está a mi lado.

Ella está de pie cerca de dos chicos en la sala. Uno de ellos esta
deslizando una banda sobre su muñeca para que ella pueda jugar con
el Nintendo Wii. Otro está totalmente mirando su trasero.

Las conversaciones lentamente continúan otra vez, aunque todavía


atrapo a varias personas mirándome y susurrando. Janae es la reina y
ellos lo saben. No hay ninguna manera de que estén diciendo algo sobre
ella, o de mí. ¿O sí?

—Kayla —llama Ann, haciéndome señas—. Necesitamos un jugador


más.

—Oh. Uh, no gracias.

Ann coloca una mano en su cadera y enarca una ceja.


—No es aceptable. Trae tu trasero aquí.

Ella no acaba de decir “trasero”. Arrastro los pies a través de la sala


porque Ann gritándome a través de la habitación está llamando la
atención y esa es la última cosa que quiero.
193
—Él es tu compañero —dijo, asintiendo a un estudiante de tercer año
que reconocí de la escuela. Me da la menor de las sonrisas. Me
pregunto si se da cuenta de que acaba de mostrar su potencial.

Le extiendo mi mano y él desliza la banda sobre mi muñeca, sus dedos


cepillando a lo largo de mi piel. Lo miro, incapaz de resistir sonreír
mientras nuestros ojos se encuentran. Maldición. Es lindo. Cabello
negro, ojos oscuros.

Por supuesto, esos ojos están completamente mirando abajo a mi escote


en este momento.

Resisto la urgencia de inhalar profundamente, ya que va a hacer que mi


pecho se levante, me giro hacia Ann.
—¿Qué jugamos?

—Tenis. Dobles por supuesto —dice el compañero de Ann. Su cabello es


desordenado y rubio y me recuerda a, bueno, Shaggy de Scooby Doo.
Creo que va por el estilo artístico y profundo. Y tiene esos ojos color
avellana que matan, cuando los puedes ver más allá de su cabello
flotando en su frente. Estoy bastante segura que tiene un nombre que
rima con Molino50. Phil… Bill… Will.

Creo que lo conocí en primer año de educación física.

Ann personaliza su propio personaje, uno con un cabello rojo enrulado.


No puedo evitar reírme de su entusiasmo. Escojo uno llamado Tim, que
me parece es el nombre del hermano de Janae, en lugar de hacer uno
que luzca como yo.

El partido de tenis empieza y fallo en el primer servicio. Me río


nerviosamente e intento otra vez, esta vez golpeándola tan rápido que
Ann no esta lista y lo golpea pero falla.

—¡OH! —grito triunfante, lanzando mis manos en el aire. Mi compañero


choca los cinco. Me siento como si tuviera cinco años, chocando los
cinco, pero igual estoy sonriendo.

—Miren a la audiencia —dice Will o Bill o Frill, señalando a los


personajes de caricaturas saltando como maniáticos cada vez que
hacemos una buena jugada. Estoy tan distraída por ellos, que pierdo la
pelota volando a través de mi personaje y mi compañero saltando en el
aire, su mano y control volando peligrosamente cerca de mi cara, pero
él maneja golpear la pelota. 194
Ann chilla y trata de golpear de regreso, pero no estaba lista y la pelota
navega justo por encima de su imagen digital.

—Buena salvada —digo a mi compañero—. Uh, mi nombre es Kayla, por


cierto.

—Todd —dice él, con otro de esos asentimientos. Su oscuro cabello está
un poco con exceso de gel. No del estilo de Ken sobre-gelificado, pero
como si pudiera hacerlo sin esa cantidad de producto de cabello—.
Gusto en conocerte —dice él, lanzando la pelota en la pantalla al otro
lado de la red.

Thrill, Pill, o Grill golpeó al otro lado directamente a mi personaje, yo


apenas maneje regresarla a tiempo. Las caricaturas de personas
animaron con entusiasmo cuando Ann golpeó de vuelta rozando a
través de la red, finalmente aterrizando en los límites y ni Todd ni yo
logramos devolver el golpe.

—Apestamos en esto —digo, sonriendo a Todd.

50Molino: en el texto original esta Mill (que significa molino), es como un juego de
palabras y por eso dice que rima, al traducirlo pierde un poco el sentido.
—Tendré que estar de acuerdo —dice, perdiendo otra pelota.

Jugamos por otros veinte minutos y estoy sorprendida al darme cuenta


que estoy disfrutando. Incluso cuando es estúpido, siento un pequeño
rubor de emoción cada vez que Todd me mira. No es Ben, pero aun así
es halagador.

Alguien en el sofá me pregunta acerca de la asignación de historia que


entregamos hoy, y mientras empiezo a dar rienda suelta sobre la Guerra
Revolucionaria y todas las fechas y batallas, pierdo la pelota dos veces
más.

Quizás estaba equivocada al evadir a estas personas. Quiero decir, no


tengo que ser su mejor amiga, pero no me va a matar dejar caer mí
guardia y tener un poco de diversión. No es como si todo el universo
implosionó. Quiero decir, nadie está saltando a mi garganta o algo.
Dado que no siempre soy amable con ellos, es bastante genial que no
estén siendo rudos.

Escucho el timbre sonar otra vez, y Janae se levanta del sofá donde
estaba siendo acortejada y va a abrir la puerta.

Todd y yo estamos perdiendo miserablemente. Una vez más, Ann está


aprendiendo curvas sorprendentemente cortas y ella es excelente en el 195
tenis del Wii.

Todd y yo extendemos los controles a las siguientes personas en línea y


me estoy dirigiendo a encontrar mí descartada cerveza de raíz cuando
estoy cara a cara con el recién llegado.

—¿Qué estás haciendo aquí?— pregunto, mirando a Nicole, esperando


que mi sorpresa no sea evidente. Ella luce igual de perfecta que siempre
en un jersey de punto rosado y un par de relajados pantalones tipo
cargo. Su rubio cabello está arreglado en esa nueva apariencia de ella,
grandes rizos sueltos se balancean cuando camina. Ella encaja con la
multitud de Janae.

Supongo que ella es una de la multitud de Janae.

—Iba a hacerte la misma pregunta. —Ladea su cabeza a un lado y me


da una arrogante y molesta mirada.

No le di una respuesta y ella no me dio una. Va a sentarse cerca de


Janae, justo al lado de ella, y me retiro a un banco en la cocina. Me
siento como si la habitación estuviese llena con electricidad, estallando
y echando chispas. Las personas están susurrando otra vez. Es difícil
mantenerme pretendiendo que no me doy cuenta, difícil de mantenerme
mirando mi gaseosa como si contuviera el secreto de la vida o al menos
las respuestas de los SAT51. Ese sentimiento de incomodidad tan
familiar empieza a subir otra vez.

Alguien cruza el suelo de baldosas, que a este punto se siente como si


fuera la frontera entre dos ciudades: Ciudad Perfecta y Villa Perdedor.
La chica, Kelsey, creo que es su nombre, levanta un plato y saca
algunos nachos fuera del cuenco en medio de la isla de la cocina.

—Las personas dicen que obtuviste unos implantes, sabes.

Parpadeo varias veces. No me está mirando, pero no es como si


estuviera hablando con nadie más. Muerdo mi labio y resisto la
urgencia de mirar a mi pecho.
—No lo hice.

—Lo sé, eso es lo que dije.

Alzo la vista sorprendida.

—Quiero decir, es bastante estúpido pensar eso, ¿sabes? —dice ella.

Asiento.
—Definitivamente. 196
No esperaba que esta chica, alguien quien apenas conozco, fuera una
aliada.

—Quiero decir, duh. Tendrías que faltar a la escuela por varios días, al
menos, para recuperarte. He querido hacer las cosas con suplementos
por un tiempo, pero no se cual funciona. ¿Cuál usas tú?

Oh.

Definitivamente no es de donde pensé que se dirigía.


—Esteroides.

Ella se endereza. Creo que en realidad está contemplando los méritos de


mi respuesta.
—¿En serio?

Asiento, mis ojos serios y genuinos.


—Oh sí, quiero decir, el bigote es una total molestia y arranqué
accidentalmente la puerta del refrigerador justo fuera de las asas, pero
oye, ¿no valen estos retoños la pena?

51SAT: exámenes de suficiencia Es una prueba estandarizada frecuentemente usada


para seleccionar el ingreso a la educación superior en EE.UU.
Uso ambas manos para enfatizar mi escote y la chica pone una mirada
horrorizada es su cara y se aleja lentamente, como si estuviera cerca de
lanzar un ataque. Ella mantiene una mirada cautelosa en mí mientras
regresa a la sala de estar.

Miro mientras ella susurra al oído de una chica cerca de ella y asiente
en mi dirección. Me cambio de banco mientras miro a Ann reír y Bill o
Will o Phil desliza un brazo alrededor de ella. No sé de donde vienen,
pero bolas de chicles empiezan a caer, golpeando el suelo con fuertes
crujidos. Deben ser una docena, rodando en diferentes direcciones.

El timbre suena y Janae se levanta.


—Mejor recoges esas —dice, flotando fuera de la habitación. Se detiene
por un segundo retrocediendo a mirarme, sus ojos se estrechan. Los
engranajes están encajando y puedo decir que está empezando a darse
cuenta de que no pertenezco aquí. Ella parpadea varias veces y luego
sacude su cabeza y continúa hacia la entrada.

Me pongo de pie persiguiendo las bolas de chicle y escucho a unas


chicas soltando una risita cuando me inclino para atrapar una debajo
de una planta. En algún momento en los últimos veinte minutos, las
cosas han cambiado y me estoy poniendo progresivamente más
incómoda. 197
El sonido de las botas de Janae haciendo clic a lo largo del lugar me
hace alzar la vista. Ella está de pie en frente de mí, sus brazos
cruzados, mirando hacia abajo con una mirada de desprecio.

Oh, mierda. Ella descubrió que no soy una de ellos.

—Un tipo en la puerta dice que anda contigo. ¿Sabes que esta fiesta no
es una cosa de invitación abierta, cierto?

—Uh, ¿quién?

Ella se encoge de hombros.


—Un fenómeno con muy mal cabello.

Cierro mis ojos y tomo un profundo, estabilizante respiro.

Ken.

—No sé qué te hizo pensar que perteneces aquí, pero no. Así que entre
más pronto tú y tu bizarro novio salgan fuera de mi vista, mejor.

Okey, bueno, mi casi momento de vínculo con Janae está oficialmente


terminado y es tiempo de salir en libertad.
Me pongo de pie, deseando tener los perfectos cinco pies de altura de
Janae y mirar directo a sus ojos.
—No hagas que esa ropa de seda de diseñador que llamas ropa interior
caiga en un montón —digo.

—Solo vete —dice ella.

—Baaaaah —digo, mirando sus ojos muertos. El sonido de una cabra es


mi último recurso, el viejo respaldo si no puedo llegar a algo mejor.

Esa misma expresión confusa cruza su cara.

Regreso a la sala de estar.


—Ann, nos vamos.

Ella se gira.
—No.

Parpadeo varias veces.


—Um, sí, nos vamos.

—Entonces vete. Yo me quedo. —Ella se gira de regreso a la pantalla


justo a tiempo para golpear una pelota de regreso a través de la red.
198
—¿Cariño? —la voz de Ken llega a través del pasillo.

Y ahí es cuando lo escucho.

El estruendo de las pezuñas en el caro mármol italiano. El agudo,


pequeño feliz relincho. Los chicles una vez más, saltando fuera de mis
bolsillos.

El sonido de la última parte de mi reputación aplastada.

El poni trota a la cocina. Por cerca de un segundo y medio albergo la


fantasía de que el poni no me note, pero nunca he sido tan afortunada.
Deja salir otro relincho y corre directo a mí, empuja su nariz en mí con
tanta fuerza que caigo hacia atrás golpeando la encimera de granito. Mi
codo golpea la botella de dos litros de cerveza de raíz que había estado
vertiendo anteriormente y vuela fuera del mostrador, rodando hacia el
fregadero.

Trago, viendo mi vida en llamas mientras la soda se riega en una


hermosa, inmaculada y blanca alfombra, una que probablemente vino
de Europa y costó tanto como una isla exótica.
—¡Si alguien no saca esa cosa fuera de la casa en el siguiente segundo,
cabezas van a rodar! —grita Janae, y a pesar de que dijo como si
quisiera que cualquiera se ocupara, estaba mirando directamente hacia
mí.

—Ann, nos vamos —digo, con absoluta convicción.

La escena con el poni y Janae gritando parece haber hecho cambiar de


opinión a Ann, quien arroja el control a su compañero y se aleja detrás
de mí. Empujo al poni que alegremente corre detrás de ella, como si no
hubiese esculpido sin ayuda de nadie mi nombre en piedra en la lista
de personas indeseadas.

La última cosa que veo mientras miro atrás hacia la sala es a Nicole,
mirando sorprendida, rodeada por las caras de burlas del resto de la
lista de los más populares.

199
Capítulo 30
Traducido por Kathesweet

Corregido por Majo

A
nn y yo nos deshacemos de Ken y caminamos a la casa del poni.
Cuando ella se dirige al patio trasero para encerrar al poni, no le digo
nada. Voy directo al garaje y abro la gran puerta y saco la moto.

Ella regresa al frente mientras empujo mi moto a través de la calzada.

―¿Adónde vas?

La miro por un momento con los ojos entrecerrados y luego me giro. Si


hablo, siquiera una palabra, voy a reventar.

Empujo la moto hacia el patio trasero, cerca al muro de contención, y


luego avanzo hasta el interior y saco las llaves de la camioneta de mi
hermano del mostrador. 200
Diez minutos después, estoy aparcando en el campo cerca de la pista de
motocross. Son casi las nueve y el cielo nocturno está lleno con nubes,
lo que significa que fuera está totalmente oscuro, pero todo el lugar está
iluminado con el brillo amarillo de docenas de enormes luces de
estadio.

Hay alguien en la pista. Quito mi pie del acelerador y la camioneta


rueda hasta una parada.

Ben.

Mi respiración se engancha en mi garganta y simplemente me quedo allí


sentada, observándolo volar en el aire, una y otra vez. Observándolo
hacer un caballito que se extiende durante unos treinta metros.

Observándolo hacer un giro hacia atrás perfecto.

Mi mandíbula cae y simplemente miro fijamente.

¿Cuánto tiempo ha estado haciendo giros hacia atrás?

Suspiro. Creí que quizás podía colarme aquí y montar un rato, pero no
puedo, no en frente de Ben. Quedaría como una tonta.
Estoy a punto de cambiar a reversa cuando Ben detiene su moto y se
gira para mirar hacia mí.

Oh, rayos. Mis luces están encendidas, pero en este ángulo, difícilmente
puede reconocer la camioneta.

Cierro mis ojos y pongo mi frente sobre el volante. Contemplo la


posibilidad de irme de todas maneras, fingir que nunca lo vi, esperar
que el finja que nunca me vio.

Pero no quiero hacer. Y ya obtuve mi deseo hoy, así que sé que no me


besará. Al menos no esta noche. Y quizás se merezca una disculpa por
la manera extraña en la que he estado actuando.

Doy marcha hacia delante y doy sacudidas a lo largo de la hierba llena


de baches, hasta apagar el motor cuando aparco al lado de su
camioneta. Ben inclina su moto contra la valla, luego se quita sus gafas
y desliza su casco sobre su cabeza. Se quita los guantes y los deja sobre
el asiento y recorre sus dedos a través de su cabello rubio en puntas.

Mi corazón parece estar latiendo en cada dirección, golpeteando contra


mi caja torácica. Me pregunto si él puede oírlo.

Ben se sube sobre la barandilla y salta hacia el suelo, las hebillas de 201
sus botas traqueteando. Salgo de la camioneta y trato de alisar las
arrugas de mi suéter de cuello V.

Olvidé cambiarme.

Rayos.

Ben camina hacia mí, y noto la manera sutil en que sus ojos bajan un
poco, sólo por un latido del corazón, antes de encontrar mis ojos. Está
echándome un vistazo completamente. Trato de no sonreír o sonrojarme
o dar señal de que lo noté.

—Te ves b… ―Sus ojos se mueven sobre el platón de la camioneta, y


una mirada de sorpresa aparece en sus rasgos—. Tienes una moto.

Trato de no estar decepcionada de que no terminara su oración. La


siguiente palabra empezaba con b. Me veo… ¿bien? ¿Bonita? ¿Boba?
¿Bastante horrible?

Asiento.

—Sí, por mi cumpleaños —digo. Es medio verdad.

—Vaya. Eso es increíble.


Asiento.

—¿Vas a montar?

—Oh, um, no. En realidad, no sé cómo montar.

En realidad debería haber ideado esta excusa un poco mejor.


Obviamente Ben iba a notar la motocicleta.

—¿Entonces viniste a la pista con una moto y estabas planeando pasar


el rato? ¿Y qué? ¿Quedarte al lado de ella?

Doy un bufido y me siento relajada ante el tono juguetón en la voz de


Ben.

—Um, bueno, no, pero entonces te vi y no quiero interrumpir.

—No seas tonta. Voy a tomar mi rampa, y puedo enseñarte unas cosas.

Y entonces, antes de que pueda protestar, está deshaciendo las cuerdas


que usé para asegurar la moto y la descarga.

Parece un poco pequeña a su lado. La suya definitivamente es más


grande.

Lo sigo hasta la puerta, mis nervios multiplicándose e intensificándose.


202
No hay manera de que pueda hacer esto sin hacerme ver como una
completa tonta.

—¿Tienes un casco? —pregunta.

Sacudo mi cabeza.

—No. Supongo que no puedo montar. Simplemente lo olvidaré e iré a


casa —digo, agarrando el manubrio de él.

—Puedes ponerte el mío.

—Oh.

Camina hasta su moto y agarra su equipo mientras estoy parada allí,


sosteniendo la moto, preguntándome si es totalmente loco en realidad
intentar hacer algo.

Quizás sólo un poquito. Dos minutos. Unos treinta metros. La moto va


a desaparecer en unos días, así que puede que nunca tenga otra
oportunidad. Y en realidad he querido intentar montar una moto de
estas. Cada vez que veía a Ben, me imaginaba como él, elevándome por
el aire.
¿Cuál es el daño?

—Súbete y siéntate —dice—, y luego puedes ponerte el casco.

Está parado tan cerca de mí, sacando el manubrio de mi agarre. Parece


extra alto ahora. Enfrento la moto, y trago, lentamente, resistiendo la
urgencia de simplemente reclinarme contra él. Me siento extraña y
temblorosa, estando tan cerca. Me digo que estoy nerviosa por montar
la moto.

Levanto una pierna y me siento sobre la moto, un pie usando Converse


firmemente plantado en la tierra a cada lado. Ben me entrega su casco,
y sacos las gafas y guantes de ésta. Empiezo a deslizar mis dedos en los
guantes, pero Ben pone su mano sobre la mía.

Mi corazón cede de nuevo.

—Es difícil apuntar el casco si tienes los guantes puestos. Guárdalos


para el final.

Todo lo que puedo sentir es su palma sobre mis nudillos, caliente,


suave, perfecta. Asiento y saco mis dedos del guante mientras él suelta
mi mano.

Ondeo mi cabello sobre mis hombros y pongo unas hebras detrás de mi


203
oreja, luego deslizo el casco sobre mi cabeza.

Estoy llevando el casco de Ben Mackenzie. No puedo dominarlo. Es un


poco demasiado grande para mí, pero quiero mantenerlo para siempre
de cualquier manera.

Lucho con la correa, pero no puedo descubrir cómo funciona.

—Ven, déjame ayudarte —dice, inclinándose más cerca de mí.

Sus dedos rozan contra mi barbilla mientras desliza la correa de nylon a


través del cierre plateado. Cada vez que su piel toca la mía, mis nervios
saltan y se retuercen. ¿Cuántas veces me ha tocado hoy?

Por primera vez, he perdido la cuenta.

Mi estómago tiene una línea completa de bailarinas de cancán en él.

Una vez que la correa está asegurada, él se aleja, así puede verme a los
ojos. La visera sobresale, así que está al menos a treinta centímetros,
pero parece tan cerca. Pone una mano sobre cada lado del casco y lo
inclina hacia atrás un poco para obtener una mejor vista de mis ojos.
No puedo respirar.
Recoge las gafas y las desliza sobre el casco y aprieta la correa elástica.

Luego retrocede, y lucho con los guantes. Cuando están sobre mis
manos, asiento, como si estuviera lista para ir por ello.

—¿Sabes cómo encenderla?

Levanto la mirada.

—Uh, ¿darle vuelta a la llave?

Me siento ahogada dentro de este casco, a kilómetros de la realidad.

Ben ríe.

—Seguro, pero luego tienes que ponerla en marcha.

—Oh. Eso suena difícil.

Giro la llave, pero por supuesto nada pasa, porque Ben sabe de qué
está hablando. Ben saca la barra de metal que yo ni siquiera había
notado, y trato de ponerla en marcha cuatro veces, pero la cuarta vez
mi pie se desliza y la gran palanca de metal golpea mi espinilla. Duele.

—Ven, déjame hacerlo por ti.


204
Me bajo de la moto, y Ben se roza contra mí mientras se supe. ¿Es esta
la décima vez que me ha tocado? ¿La quinceava?

La moto parece tan pequeña cuando él está sentado sobre ella. Se


enciende en el segundo intento, y entonces sostiene el embrague por mí
y se baja de la moto. Me siento y agarro las manijas con un agarre muy
apretado.

—Muy bien. Este es el freno delantero, y este es el trasero. Este es el


embrague, y este el acelerador. Funciona como la transmisión en tu
camioneta. Suelta el embrague lentamente y aprieta el acelerador. No
con demasiada fuerza.

Asiento, el casco demasiado grande se balancea un poco hacia mis ojos.


No le digo a Ben que la camioneta de mi hermano no es de palanca, es
automática.

Me concentro en las instrucciones de Ben, esperando no hacerme


quedar como tonta

Y entonces todo va terriblemente mal. El embrague se libera de mis


dedos y la moto da un tirón hacia adelante, y pierdo mi agarre sobre el
manubrio derecho mientras la moto acelera, y de repente el mundo está
girando tan rápido que los colores se unen y no puedo ver nada.

Siento unos brazos alrededor de mi cintura, y la moto desaparece de


debajo de mí y estoy estrellándome contra el suelo.

No, no contra el suelo.

Estoy cayendo sobre Ben.

Caemos sobre la tierra, y siento la manera en que está abrazándose,


absorbiendo el impacto con sus hombros y brazos, haciéndolo así es
casi como si yo estuviera cayendo en una almohada. Sí, eso es, las
almohadas estuvieran envueltas en kilos de músculo perfectamente
esculpido.

Vagamente, escucho la moto chocar en el fondo, tomo unas


respiraciones profundas para calmar mi corazón palpitante. Está
acelerando más que la moto hace solo unos segundos.

Nuestras piernas están medio enredadas, una de las mías puesta entre
las suyas, y puedo sentir la hebilla de su bota hundiéndose en mi
pantorrilla. Mis caderas deben estar a sólo unos centímetros debajo de
las suyas, presionando hacia él. Uno de sus brazos está envuelto a mí 205
alrededor, así que puedo sentir el peso de su mano sobre mi espalda
baja.

Empujo el casco, tratando de sacarlo de mi campo de visión. Las gafas


tienen una capa delgada y fina de tierra en ellas, haciendo que todo se
vea un poco brumoso.

Sin embargo, incluso a través de la tinta de suciedad, puedo ver los ojos
de Ben, azul cristal, mirando directamente hacia mí.

Ninguno de los dos dice algo, simplemente seguimos parpadeando y


mirando.

Todo lo puedo pensar es: Me pregunto si él me besaría si no estuviera


llevando este estúpido casco.

Me odio por maldecir el casco, con su enorme visera de plástico y esa


cosa de plástico enorme que sobresale en frente de mi mandíbula,
manteniendo a Ben a la distancia. Sería imposible besar llevando esto.

Debería estar agradecida con las estrellas de estar llevándolo, porque es


lo único que me detiene de saltar la brecha y terminar para siempre mi
amistad con Nicole.
—¿Estás… bien? —dice finalmente, después de que nos hemos mirado
demasiado tiempo. Estoy sorprendida de que incluso puedo escucharlo
sobre el latido de mi corazón.

Asiento, y el casco se balancea flojamente sobre mi cabeza.

Sus labios llenos, hermosos y completamente besables se curvan en


una sonrisa.

—¿No te dije que no soltaras el embrague?

—Ni siquiera sé lo que eso significa —digo, mi voz ronca. Aclaro mi


garganta.

Sé que debería levantarme, poner algo de distancia, algo de aire entre


nosotros, pero no puedo hacerme mover.

Nunca estaré así de cerca de él de nuevo y no quiero que termine.

Él se mueve debajo de mí, y me doy cuenta que necesito levantarme.


Mientras me alejo de él, siento como si estuviera perdiendo algo,
renunciando a algo que nunca tendré de nuevo aun cuando sólo he
acabado de descubrir lo que podría ser.

Estoy feliz de que Ben no pueda ver mi cara cuando me giro un poco, 206
usando el casco para oscurecer mi expresión. Ni siquiera sé cuál es mi
expresión, porque hay demasiadas emociones rugiendo en mi interior:
anhelo, dolor, miedo, y amor ciego completo y totalmente.

Se pone de pie y sacude la tierra de sus pantalones de montar. Sus


hombros y pecho parecen estar elevándose más rápido de lo normal.
¿Está respirando tan duro como yo? ¿Su corazón está latiendo tan
rápido como el mío?

Desabotono la correa y luego deslizo las gafas y el casco sobre mi


cabeza, esperando mientras recorro mis dedos a través de mi cabello
para que no me vea como un desastre.

—Quizás dejaré las lecciones de motocross para otro día ―digo,


sonriéndole, tratando de oscurecer los sentimientos rugiendo en mi
interior—. Y quizás la próxima vez vestiré con relleno en todo el cuerpo.

Río y trato de no preguntarme si Ben está verdaderamente inclinándose


más cerca de mí como estoy imaginando. Mi moto está a cerca de ocho
metros, volcada. Aun sabiendo que va a desvanecerse en unos días no
me detiene de encogerme ante el vistazo de ésta en un motón.
—¿Por qué tú y Nicole rompieron? —pregunto abruptamente, mirando a
la moto en lugar de a Ben.

Ben deja escapar un largo suspiro y recorre sus dedos a través de su


cabello.

—¿Honestamente? No fue una sola cosa. Quiero decir, hicimos todo lo


que se suponía que teníamos que hacer. Fuimos a cenar y al cine, y
celebramos nuestro aniversario, y presentamos al otro a nuestros
padres. Pero no fue sólo eso.

—¿Entonces la dejaste?

El estallido de risa es suficiente para hacer que me gire y lo mire. Se ve


hermoso e irresistible en las sombras de la iluminación estilo estadio.

—No. Ella me dejó. Quiero decir, me agarró fuera de guardia, pero tenía
razón. No había nada real entre nosotros.

—Oh —digo, preguntándome si habría algo real entre nosotros. ¿Alguna


vez ha sentido lo que siento? ¿Cuenta las veces que nos tocamos?

—Debería irme —digo, caminando hasta mi moto—. Estoy castigada y


mi mamá me matará si llama a la casa y se da cuenta de que no estoy
allí.
207
Camino hasta la moto, pero antes de que pueda recogerla, Ben está
corriendo hacia mí. Agarra mi brazo.

—¿Qué pasa contigo estos días? Estás por todas partes.

Sigo mirando el lugar donde sus dedos tocan el suéter de color carmesí.
Él lo nota y lentamente suelta mi brazo.

Aun cuando perdí la cuenta, estoy segura que nos hemos tocado
demasiado. Nunca olvidaré esta noche. La repetiré una y otra vez en mi
mente esta noche.

—Siento si te he hecho sentir mal —digo, todavía sin mirarlo—. Pero


eres el novio de Nicole, o ex novio, o lo que sea, y eso es todo.

Ben no dice nada, y de alguna manera dudo que lo que acabo de decir
tenga algún sentido para él.

—No te entiendo —dice.

—Y no lo harás. Tengo novio. Un novio increíble —digo. Estoy haciendo


un intento inútil aquí. Me alejo de él y recojo la moto—. Me tengo que ir.
Me siento más que baja ahora mismo mientras saco la moto de la pista.
Un segundo estoy riendo y mirándolo como si quisiera besarlo y al
siguiente estoy alejándolo y huyendo.

Tengo que arreglar todo con Nicole antes de que pueda hablar con Ben
sobre cualquier cosa. Y los deseos tienen que salir del camino.

Todo es demasiado complicado para arrojar este… asunto con Ben en


medio de todo.

Ben carga la moto por mí, y me paro a un lado mientras la ata, rápida y
fácilmente, sus manos hábiles trabajan mucho más rápido que las mías
lo hicieron cuando la cargué.

Cuando cierra el portón, el silencio se establece alrededor de nosotros


como un velo.

—Gracias por la lección —digo, dando un paso atrás, lejos de él.

—Seguro. —Da unos pasos hacia la pista, luego se detiene y levanta su


mirada hacia mí—. ¿Las cosas alguna vez volverán a ser normales entre
nosotros?

—No sé qué es normal —digo, abriendo la puerta de la camioneta de


tirón—. De verdad no sé.
208
Y entonces antes de que pueda decir algo mal, me subo, la enciendo y
conduzco fuera de la pista, parpadeando duro contra las lágrimas que
parecen venir de ninguna parte.
Capítulo 31
Traducido por Aldebarán

Corregido por Majo

D
urante todo el siguiente día en la escuela, Nicole parecía no
hablarme. Me pasé el almuerzo en el cuarto oscuro, intentando
revelar las fotos para el proyecto, pero estaba tan distraída que no
llegué a nada bueno. Cuando la campana sonó, me dirigí al gran baño
bajo el pasillo, mi mochila repleta de mis cosas, la eché sobre mi
hombro.

Empujo la puerta abierta, duro, y cuando rebota en la pared, la chica


cerca del fregadero salta en el aire y gira para mirarme.

Me detengo.

Eso es Janae.
209
Pero eso… no es.

Su rostro esta… completamente roto. Como, cubierto totalmente de


acné. Un lecho de espinillas en su frente, van hacia debajo de su nariz,
salpicando su mentón y mejillas. ¿Qué hace ella cubre su cara con
chocolate y luego duerme con eso?

Me ve mirando y sus ojos se estrechan en unas enojadas pequeñas


aberturas, pero el efecto es arruinado porque hay lágrimas rodando por
su cara, así que sé que su ira es atenuada.

Es tan extraño verla… bueno… fea. Nunca he visto una espinilla en su


rostro, nunca. Quiero decir, Nicole ha luchado con el acné por años,
¿pero Janae? O.M.D.52

Me congelo a medio camino del baño y le doy otra larga mirada.

¡Este es un deseo! Finalmente, un maldito frío deseo.

Sigo el conjunto de espinillas cubriendo su cara, ocultando su perfecta


belleza, y una parte de mi quiere saltar de alegría mientras que la otra

52 O.M.D.: Oh mi Dios, en ingles las siglas son O.M.G. (oh my god)


parte se siente desgarrado y triste, lo cual no puedo entender. Porque
Janea, es decir, merece todo lo que ha venido a ella.

Recuerdo que deseé por este momento. Cuando tuve doce años, el acné
de Nicole realmente se puso en marcha. Supongo que si ella consiguió
busto prematuramente, obtuvo el acné que iba con eso. Janae estaba
perfeccionando sus tácticas de chica mala para entonces, y para los
próximos años, había hecho a Nicole estallar en lágrimas por un
tiempo.

Y Janae se había realmente burlado en uno de mis cumpleaños, porque


para el momento en que Nicole llego a mi casa a comer pastel y salir
con mi familia, sus ojos estaban rojos e hinchados. Janae había
rasgado en Nicole tan fuerte, que Nicole consumió la primera hora de mi
cumpleaños lloriqueando.

Por tanto, deseé que Janae supiera que era estar sufriendo de algo que
ella no tendría control, para hacer que todo el mundo lo viera y la
juzgaran y se rieran de ella.

—Oh —dije. La palabra parecía tan grande, haciendo eco en las paredes
del baño—. Um, disculpa.

Ella no puede saber por qué lo lamento, por qué me estoy disculpando, 210
pero no puedo detener la palabra de todos modos. Porque en alguna
parte de mi realmente lo lamento. El dolor en sus ojos es tan real como
el dolor de Nicole había sido. Ha sido por años.

—Sí, claro —dijo Janae mientras giraba de regreso a su reflejo.

—No, en serio, quiero decir, que realmente apesta.

Okey, cierra la boca.

Janae parpadeó unas cuantas veces para limpiar las lagrimas de sus
ojos.

—Gracias, fenómeno. Es esta horrible nueva loción, creo. —Ella


lloriqueó y se paró derecha, como si quisiera recobrarse. Pasó un dedo
bajo sus lagrimosos ojos, pero esto embadurnó su máscara de ojos
incluso peor, dejando manchas negras alrededor de los bordes.

—Como sea. Tu histeria melodramática esta un poco en la parte


superior —dije.
Ella gira para mirarme, realmente mirarme. Quiero alejarme, porque
incluso bañada en lagrimas, mocosa, cubierta de acné, ella es todavía la
misma persona.

—Estas solo diciendo eso porque si tú te veías como esto,


probablemente obtuviste un Marcador Mágico y uniste los puntos y
dijiste a todos que eran constelaciones.

¿Es un cumplido o un insulto?

Me encojo de hombros.

—Tu cara regresara a su normalidad para el lunes. Relájate. —Sé que


regresara a la normalidad para el lunes porque los deseos terminan
entonces.

Janae giró hacia mí y cruzó sus brazos.

—¿Has sacrificado una oveja o algo? ¿Otra parte del cuerpo para
mejorar, tal vez?

Oh. Está bien, bueno, que responder a eso. Ella estaba definitivamente
tratando de insultarme.

Supongo que algunas personas sólo nunca cambian, incluso con la 211
intervención de deseos.

Me dirigí a la cabina del baño y escuchó mientras Janae apaga el


fregadero y sale, la puerta oscila adelante y atrás varias veces. Antes de
que todavía, sin embargo, un nuevo grupo de chicas entre.

—No sabía que los esteroides hicieran eso, sin embargo. ¿Estás segura?
—La voz es nasal, molesta. No la reconozco.

—No sé, pero Miranda la vio cambiando en EF53, y dijo que sus pechos
eran realmente grandes, no se veían como si ella tuviera relleno. ¿De
qué otra forma consigues eso grande durante la noche? Eso es
totalmente anormal.

—Como si esa chica fuera siempre normal.

Me paralicé. De repente quiero levantar mis pies de la tierra para que


ellas no me vean, pero estoy atemorizada para moverme, asustada de
alertarlas de mi presencia.

—En realidad, ella estaba totalmente diferente en secundaria. Estaba


en mi clase de ciencias de la computación.
53 EF: Educación Física, en inglés PF (Physic Education)
—¿De verdad? Porque estos días ella es totalmente diferente. Oí que
tiene una cabra morada en casa.

—¿Por qué?

—No lo sé, ella probablemente la ordeña y hace queso de cabra.

Las risas de las chicas, llenaban el cuarto. Estoy furiosa. Quiero salir de
la cabina, pero cada momento que espero hacer que parezca mas difícil
delatarme.

Hay cerca de miles de cosas que podría decirles justo ahora. Podría
ofrecerles algo de queso de cabra, menearles mis pechos, decir algo
sarcástico.

Pero en lugar de eso me siento en silencio y escucho hasta que ellas


salen del cuarto, y luego me levanté y voy a lavarme las manos.

Hago mi camino a mi casillero para deshacerme de algunos de mis


libros. Estoy balanceando la puerta cerrada cuando alguien golpea mi
hombro y salto.

Uh, oh.

Es Ken. 212
—Hola cariño —dice—. Quiero disculparme por la noche anterior. No
me di cuenta de que era una especie de cosa de la escuela.

Miro alrededor. Hasta el momento nadie lo ha notado.

—Um, sí, eso es demasiado. Una cosa de la escuela. Esta es la escuela,


en realidad.

—Lo sé, pero Ann dijo que ella había estado aquí antes, así que pensé
que tal vez no sería un gran problema si sólo pasaba.

—¿Oh? —Voy a matarla. ¿No fui lo suficiente clara acerca de la política


de visitas aquí?

Mi corazón se detiene por completo cuando él planta una mano a cada


lado de mis hombros, así que estoy atrapada entre él y el casillero.

¡Alerta PDA! ¡Alerta PDA!

Intento darle la espalda, pero no funciona, porque Ken justo se inclina


un poco a la derecha, y antes de que yo pueda tomar otro respiro, sus
labios presionan en los míos. Mis dedos aprietan alrededor de las
correas de mi mochila.
Ken se aleja lo suficiente para que pueda hablar.

—Creo que debemos ver a otras personas —dejo escapar.

Él no se mueve. Apoyándose cerca, como si pudiera besarme otra vez en


cualquier momento.

—¿Qué? —Puedo sentir su aliento en mi mejilla, cálido. Olía a Canela o


Red Hots54 o algo.

—Mira, eres, um, asombroso, pero no siento chispas. Creo que


necesitamos terminar.

Sus ojos buscan los míos mientras su cara permanecía inexpresiva.

—¿Es esto lo que realmente quieres?

—Sí. Lo es.

Él asiente con la cabeza, pero no se aleja de mí. Siento como él esta


mirando a mis labios, como si quiere besarme de nuevo para
convencerme de que cambie de idea.

—No puedo decir que estoy sorprendido. Has estado actuando extraña
estos días. 213
Aclaro mi garganta, porque es como si no se da cuenta de que esta
todavía acercándose a mí.

—Y también, Ann… le gustas. Debes darle una oportunidad.

Sube una ceja. Es difícil de ver porque su rosto esta tan cerca del mío.

—¿Ann? ¿De verdad?

Asiento. Deseo que él hubiera retrocedido.

—Tal vez.

Huh. Esto era demasiado simple. Él se para, y siento como puedo


respirar por primera vez en 10 minutos.

—Supongo que te atraparé más tarde —dice, y luego camina lejos.

Lo veo irse, sintiéndome un poco mal, pero también, de repente,


gloriosamente libre, y luego me doy la vuelta.

54 Red Hots: Marca de dulces con sabor a canela de Ferrara Pan


http://www.ferrarapan.com/html/redhot.html
Ben esta de pie allí, en medio del pasillo, observándome. Su expresión
hace unas lágrimas de culpa.

Él luce traicionado, sus ojos azules clavando la vista en mí,


acusándome. Sus hombros, detrás de ese perfecto, jersey azul marino,
se hunden.

No lo entiendo, pero él luce lastimado. Como que lo herí. Clavarle un


cuchillo y retorcerlo.

Y ahora lo sé.

Sé que durante el momento en la pista, cuando le miré y él me miro de


regreso, quería besarme tanto como yo quería besarlo a él. Maldijo la
escafandra como lo hice yo.

Que tal vez él cuenta cada vez que nos tocamos.

Él sacude su cabeza, lentamente, y gira y camina por otra vía.

Y mientras lo veo desaparecer alrededor de la esquina, no puedo


evitarlo, pero me pregunto si este es el momento exacto donde
oficialmente pierdo todo.
214
Capítulo 32
Traducido por Jo

Corregido por ☽♏єl

N
o duermo nada en toda la noche. Ni un simple, solitario momento.
Escucho la lluvia afuera de mi ventana abierta, escucho los
ronquidos que provienen de Ann, e intento no agitarme y dar
vueltas, porque sé que nunca estaré cómoda sin importar cómo yazca.

Tan pronto como el sol se levanta por la cima de las montañas Cascade,
bajo de mi cama y me pongo unos jeans, una vieja camiseta con un
unicornio de aspecto rabioso y una sudadera sencilla negra. Peino mi
aburrido cabello castaño hacia atrás en una cola de caballo mientras
salgo hacia el patio trasero para buscar al poni.

Se irá en un par de días, y he pasado todo este tiempo deseando que


desapareciera. Así que bien podría darle una mañana agradable. Lo 215
llevaré al parque bajando la calle y lo dejaré comer todo el césped que
pueda por una hora, o hasta que tenga que arrastrar mi cansado
trasero al colegio.

Abro la puerta del cobertizo y el poni sale volando.

Arrugo mi nariz mientras entro al cobertizo para encontrar el cabestro


de cuerda que Ann hizo para el.

Claramente espero que la caca desaparezca mágicamente al mismo


tiempo que el poni. Es tan asqueroso.

Deslizo la cuerda en el poni y lucho con el hasta que vagamente se


asemeja a algo que evitará que salga corriendo. Supongo que es irónico,
ya que he pasado todo este tiempo deseando que huyera.

Lo dejo tomar pequeños pedazos y mordiscos de pasto mientras nos


dirigimos al portón y cruzamos al frente de la casa.

No llegamos a ningún lugar cerca del parque, sin embargo, porque hay
un auto en la entrada.

Una voz llega hasta mí. Alguien está de pie en la galería de la entrada.
—Kayla.

Aún después de todos estos años, todo este tiempo, sé exactamente de


quién es. No necesito girarme para ver.

Me paro allí, una mano tomando la cuerda, girándola, mientras miro


fijamente el césped cubierto de rocío.

Tomo lentas y tranquilizantes respiraciones y luego me giro para


enfrentarlo. Su cabello oscuro ha comenzado a ponerse gris, así que es
como sal y pimienta, lo que me atrapa tan fuera de guardia que no
puedo dejar de mirarlo fijamente, pensando que está viejo ahora, que ha
envejecido. Han pasado siete años, y aun así, se ve mucho más viejo.

Está usando unos jeans azules oscuros y nuevos, con un suéter claro y
una chaqueta de deportes y algún tipo de mocasines de cuero con
borlas. Luce como un completo yuppie55.

—Hola, cariño —dice, su acento italiano más pronunciado que nunca.


Me sonríe. Eso hace que unas patas de gallo aparezcan alrededor de
sus ojos. Arrugas producidas por reír. Quiero saber con quién se ha
estado riendo.

—Papá —digo, mi voz temblorosa, insegura. Odio eso. Quiero parecer 216
indiferente, segura, natural con el hecho de él estando aquí. En su
lugar siento que estoy girando por dentro por todas partes. ¿Estoy feliz
de que esté aquí? ¿Emocionada por verlo? ¿O quiero que se vaya? ¿Y
por qué es tan difícil para mí saber cuál de las opciones quiero?

Estudio sus ojos grises como el acero. No sé qué quiero ver allí.
Respuestas, tal vez. Sí, quiero respuestas. Pero no estoy segura de que
haya una respuesta en el mundo en el que estaría bien lo que él hizo.

—Me di cuenta de que me perdí tu cumpleaños dieciséis.

Asentí.

—Y sé que siempre dije que te daría un auto cuando tuvieras tu


licencia.

Supongo que él dijo eso. Tal vez. Pero no me gusta la manera en que
dice “siempre dije”, como si estuviera siempre alrededor para decir algo
siquiera, menos que me daría mi propio auto. Sólo hablo con él en
ocasiones especiales, y la última fue hace casi un año.

55Yuppie: es el término usado en Estados Unidos para referirse a un miembro de la


clase media alta entre 20 y 40 años de edad.
Siento la rabia alzándose un poco, en algún lugar profundo dentro de
mí.

—¿Por qué estás aquí?

Cambia su peso, luciendo un poco incómodo. Me sentí extrañamente


triunfante.

—Te lo dije. Para darte un auto.

—No.

—¿Qué?

—No. No quiero tu estúpido auto.

—Oh —dice él, encogiéndose de hombros, luciendo un poco confundido


y perdido.

¿Eso es todo? ¿“Oh”?

Esperaba algo más. Esperaba perdones, culpa, algún tipo de discurso.

Y a pesar de que ya lo había esperado, su falta de verdadera y profunda


emoción es la confirmación de que él es un deseo, de que no está aquí
por su completa voluntad. Porque si pasas por todo ese esfuerzo porque
217
tienes la idea de hacer algún gesto grandioso, ¿no tendrías una cosa o
dos que decir sobre eso?

Me pregunto cuánto le tomó llegar aquí, cuánto tiempo pasó manejando


por algo que no entendía. Horas sentado en aviones, cientos de dólares,
miles de kilómetros.

Y aquí está, mirándome fijamente, la única cosa que he querido más


que nada, y sólo me hace sentir vacía.

Recuerdo todos esos cumpleaños que observaba atentamente el


teléfono, todas esas veces que estuve inquieta por abrir la carta de
Navidad, porque estaba asustada de que dijera simplemente “Papá”,
cuando quería tanto que dijera “Con amor, Papá”.

Pienso en todas esas estúpidas veces en que observé a los papás de otra
gente. Todas esas veces en que Nicole rodó sus ojos por su papá, y yo
secretamente deseaba poder hacer eso, pero no tenía motivos para
hacerlo. Para que mi papá sea molestoso tenía que estar por aquí, y no
lo estaba.

Su ausencia parecía mucho más grande que la presencia de cualquier


otro. Él se perdió todo. Nunca le compró a Chase la pistola BB que le
prometió, nunca me enseñó a andar en motocicleta, nunca me ayudó a
estudiar para una prueba o me observó arreglarme para un baile
escolar. No es que haya ido a muchos.

Pero el punto es que nunca llegó a ser parte de nada, y ni siquiera le


interesa.

Creo que supe que debí haber deseado esto en algún momento. Debí
haber cerrado mis ojos tan fuerte como podía y deseado que volviera,
luego soplado las velas, esperando que realmente pasara. Debí haber
creído que si lo quería lo suficiente, él simplemente aparecería, justo
como en mis sueños y fantasías.

Y aquí está él y aun así no significa nada. Porque no quería que


estuviera aquí físicamente, quería que estuviera aquí emocionalmente, y
esa es una cosa que nunca tendré. Nunca será ese tipo de papá.

Y no necesito ser ese tipo de hija.

Ya no más.

—¿Querías algo? —Tiro la cuerda de la cabeza del poni, y el avanza.

—Um, no —se detiene, muerde sus labios—. Te amo —dice, las


palabras sonando como una pregunta.
218
Ese momento es incómodo. Respiro lentamente, escuchando el silencio
cuando las palabras mueren a mí alrededor.

Y luego levanto la mirada hacia él y sacudo mi cabeza.

—No.

Tiro más fuerte de la cuerda y comienzo a cruzar el jardín, el poni


siguiéndome. Me detengo al borde y le doy otra mirada. Puede parecerse
a lástima. Tal vez indignación. No sé cómo luzco porque no puedo poner
el dedo en cómo me siento. Pero no es remordimiento, y no es dolor, y
no puedo pedir nada más que eso.

—No, no lo haces. Si me amas… si amaste a alguno de nosotros, lo


habrías mostrado para ahora. —Él sólo se queda de pie allí en la
galería, mirándome fijamente—. ¿Y sabes qué? Ya no importa más. No
te necesito.

—Kayla…

—No. No mereces mi tiempo, y no dejaré que lo compres con un auto.


Me subo a la vereda y camino bajando por la calle, el poni trotando
felizmente detrás de mí.

Comienza a lloviznar mientras la casa desaparece de mi vista. Tal vez


no deseé que apareciera y dijera “Te amo”. Tal vez deseé que yo no lo
necesitara, que no me importara más. No puedo estar segura, no puedo
volver en el tiempo y escucharme pedir el deseo, pero la verdad es que
no importa.

Porque no necesitarlo es la mejor cosa que salió de esto, la mejor


realización de todas. No importa si Ann, el poni, Ken y todo lo demás
desaparece el lunes luego de que reciba el último deseo.

Porque este sentimiento de independencia, de completa libertad, no se


irá. De eso estoy segura.

Mi felicidad no depende de la otra gente. No depende de ellos


necesitándome, queriéndome, aprobándome.

Está dentro de mí, justo donde estaba cuando era pequeña y My Little
Pony reinaba supremamente, antes de que la vida se diera vuelta de
arriba abajo, antes de que todos avanzaran y me dejaran atrás. De
alguna manera perdí el poder de ser feliz, pero lo estoy recuperando.
219
Empezando desde hoy. Hoy, me elijo a mí.
Capítulo 33
Traducido por Paaau

Corregido por ☽♏єl

E
n fotografía, más tarde ese día, paso la hora intentando convertir mi
aluvión de fotografías en un autorretrato. Ajusto más arriba la
ampliadora y expongo uno de los negativos ante el papel fotográfico
sólo por unos segundos. No lo suficiente para obtener una imagen
clara… eso tomaría varios segundos más. Luego, cambio el negativo por
otro nuevo y lo expongo por unos pocos segundos. Encuentro una de
las mejores fotografías de mis Converse, y expongo esa también.

Luego de pasar lo que deben ser una docena de negativos por la


ampliadora, me muevo hacia la mesa y pongo el papel en las sustancias
químicas para revelar, una serie de recipientes que convertirán el papel
en una imagen.
220
He sobrexpuesto la fotografía, así que lo intento de nuevo, esta vez
pasando los negativos la mitad del tiempo.

Y es ahí cuando obtengo el efecto deseado: la fotografía se ve como una


mancha a primera vista. Pero al mirarla de cerca, los detalles
comienzan a resaltar; los cordones de las Converse forman un borde
ondulado en la parte inferior de la fotografía. Los extremos desgastados
de un brazalete de amistad se ven en ambos lados. Directamente en el
centro de la fotografía, está el rostro de la muñeca Barbie, parcialmente
oscurecida por la esquina de una camiseta que nunca he usado.

Pero en medio de todo eso, está una masa de negro sobre expuesto. Se
ve un poco desastroso, que es lo que esperaba. Al exponer tantas
fotografías una encima de la otra, el papel fotográfico ha tenido
demasiada luz en él, volviéndose negro.

Miro la fotografía por un tiempo. Me pregunto si al señor Edwards le


gustará o pensará que sólo es un gran desastre.

Porque la verdad es que sí me representa. Dejé que las opiniones que


tenían los demás sobre mí me transformaran en algo más. Me convertí
en alguien oscura, negativa, cínica. La gran mancha en el papel me
mira, sin una identidad.
Esta fotografía soy yo, en toda su gloria horrible y desordenada. Si al
señor Edwards no le gusta, bueno, no hay mucho que pueda hacer
sobre eso.

Saco una hoja de papel fotográfico, pero no expongo nada en él. Quiero
que sea una hoja satinada y normal de color blanco.

Mi pizarra limpia. Porque estoy comenzando de nuevo.

Arranco una hoja de un cuaderno y garabateo una rápida explicación,


luego la sujeto a mi fotografía y a la página en blanco y las dejo caer en
la caja.

Y ahora, mi pizarra limpia comienza.

221
Capítulo 34
Traducido por PaulaMayfair

Corregido por amiarivega

D
espués de fotografía, camino penosamente hasta las gradas de
madera pulida en el gimnasio. Hay un obligatorio show de porristas
pre-bienvenida. Yo realmente odio estas cosas y todo lo que
representan, pero estoy esforzándome por permanecer neutral.

Borrón y cuenta nueva, borrón y cuenta nueva, borrón y cuenta nueva.

Kayla McHenry no va a sentarse en las gradas y balar a las porristas.


Hoy no. Hoy, me voy a sentar aquí como cualquier otro estudiante en
EHS, feliz de que no estoy atascada en clase, disfrutando de una
agradable tarde de viernes. No importa cuántas ovaciones de “¡Vamos,
equipo!” tengo que gritar, yo sólo voy a ser como todo el mundo.

Tal vez debería haber guardado mi borrón y cuenta nueva para el lunes, 222
hacer la totalidad de los pequeños pasos. Esto es más que un gran salto
para la humanidad. Esto es épico.

Además, el lunes, todos los deseos se habrán terminado.

No, no, me niego a postergarlo.

Borrón y cuenta nueva se inicia ahora. Lo juro.

Me alegro de que los dos últimos deseos pasaran este fin de semana.
Con un poco de suerte van a ser discretos y sólo podré esconderme en
mi habitación, esperando a que todo termine. Una vez que se hayan ido,
voy a tener que pensar seriamente cómo hacer que mi vida vuelva a
encarrilarse y deshacer el daño que han hecho a todo el mundo a mí
alrededor.

Las gradas de madera crujen bajo mis pies. Algunos de mis compañeros
están claramente evitando mirarme a los ojos, porque no quieren que
me siente cerca de ellos. Probablemente están esperando que yo no les
hablara. Supongo que no son conscientes de mi borrón y cuenta nueva.

Nunca he estado tan consciente de cómo la gente me ve. Por el hecho de


que creé esta imagen. Es como una pintura de payaso en sus caras.
Excepto que un payaso puede borrarlo de inmediato, y la gente puede
ver la diferencia. Para mí, bueno, voy a tener que probarlo.

Si yo no quiero ser un espectador en mi propia vida, entonces tengo que


cambiar las cosas. Y tan pronto como la escuela haya terminado, voy a
tener que encontrar a Nicole y tal vez vamos a reparar lo que nos queda
de amistad. O tal vez descubriremos que vamos en diferentes caminos.
Pero no puedo no hablar con ella. Tengo que saber lo que está pasando
con ella, por qué se ha convertido en otra persona en tan poco tiempo. Y
si al final no somos capaces de estar de acuerdo, entonces perfecto.
Pero al menos tengo que limpiar el aire.

Encuentro un asiento en el medio en algún lugar, lo suficientemente


arriba para que tenga una vista decente del piso del gimnasio de
madera brillante, de las banderas deportivas de campeonato que
ondean junto a las paredes altas y de bloques de hormigón. La mayor
parte de la escuela está aquí ahora, los sonidos de sus risas y
conversaciones construyéndose y aumentando, llenando la habitación.
Los profesores revolotean, manteniendo el orden, sonriendo
amablemente a los estudiantes.

Mi boca se seca cuando veo a Ben subir las gradas. Él está tan ocupado
buscando su camino entre los puestos atestados que no me ve, así que 223
me encorvo y como que me apoyo en mi codo con una mano sobre el
lado de mi cara, mi pelo barriendo hacia adelante y enmascarándome.
Mi respiración se vuelve un poco superficial mientras se acerca.

No sé qué mas decir y no puedo manejar otra conversación que no


resuelve nada.

Por desgracia, yo sólo soy casi suertuda. Se sienta detrás de mí. No creo
que se haya dado cuenta de que estoy delante de él, así que me quedo
quieta, rogando que este sea el tipo de asamblea realizada con las luces
apagadas, aunque parece bastante fuera de lugar, ya que esto es un
show de porristas pre-bienvenida.

Al otro lado del gimnasio, los atletas se están reuniendo en un grupo


más pequeño de gradas. Las camisetas de color granate y oro en los
jugadores de fútbol de anchos hombros llenan rápidamente un extremo
de las gradas. El equipo de natación menos molesto y equipos
femeninos de baloncesto conforman la otra mitad.

Por último, el director, un hombre alto de cabello gris que se ve


completamente elegante en un par pantalones gris pizarra, camisa
blanca de botones y una sombría corbata, camina hacia el centro del
gimnasio, sosteniendo un micrófono inalámbrico.
Le pide al gimnasio calmarse, con su voz monótona amplificada por los
altavoces montados en las esquinas del gimnasio, y luego se aparta a
un lado de las gradas justo cuando un golpe largo y bajo retumba en el
gimnasio. Los estudiantes a mí alrededor reconocen su señal y
comienzan pisoteando las gradas de madera, hasta que toda la sala es
un eco de ruidos, refunfuñando bajo.

De mala gana, sigo adelante, pisoteando los pies, sintiendo el ruido bajo
a través de mí. Me siento tonta, pero sigo de todos modos, decidida a
salir de mi norma.

Los sonidos de una guitarra sintetizada y el teclado, una especie de


genérica canción de pop, explota a través de los altavoces y las porristas
saltan a través de las puertas dobles en el extremo opuesto del
gimnasio. Las chicas del frente lanzan unas pocas volteretas mientras el
resto del equipo se dispersa alrededor de ellas, agitando sus pompones
de oro metálico.

Estoy mirando, totalmente con una sobredosis de cómo de empalagosas


ellas son y reprimiendo la necesidad de hacer una mueca, cuando una
cara en particular aparece en el enfoque.

Y entonces no puedo ver nada más. 224


Nicole. Ella está sonriendo tan ampliamente que me pregunto cuántos
Crest Whitestrips56 tuvo que usar para conseguir una sonrisa así de
brillante.

Me giro para mirar a Ben.

—¿Ella es una animadora?

Pero Ben se ve tan sorprendido como yo. Mira hacia abajo, a mí por un
segundo, obviamente no tenía idea de qué tan cerca de mí se sentó, y
luego de regreso a Nicole de nuevo. Su boca está floja, todo su cuerpo
está quieto, inmóvil. Él ni siquiera parpadea.

Me vuelvo a mirarla otra vez.

Ella realmente es una maldita animadora. Mi mejor amiga, Nicole, la


animadora. Esa zona crepuscular del portal de pie en el cuarto de baño
con Janae se ha expandido para tragarse a toda la escuela. Ella incluso
se parece a ellas: su cintura delgada y piernas largas lucen muy bien en
el uniforme marrón y dorado.

56 Crest Whitestrips: marca de blanqueador de dientes.


—¿Siquiera sabías que estaba haciendo las pruebas? —pregunta Ben,
inclinándose hacia adelante y gritándome al oído para hacerse oír sobre
la canción.

Niego con la cabeza. Mi cola de caballo debe cepillar su mejilla.

—Todo tiene tanto sentido ahora —dice, su voz un poco más baja.

—¿Qué tiene sentido? —pregunto, sin dejar de mirar a Nicole. Estoy


hipnotizada por la chica en el suelo, exudando felicidad y confianza. Es
como ver a alguien con el cuerpo de Nicole y una personalidad
completamente diferente.

—Por qué me dejó.

—¿Qué quieres decir? —pregunto.

La música detrás de nosotros se extingue mientras las animadoras


comienzan en algún tipo de yupi-equipo-griterío, saltando de arriba a
abajo y saludando con entusiasmo.

Nicole está pateando tan alto que es una maravilla que su pierna
completa no se disloque en la cadera y salga volando a la multitud.

Él suelta un bufido. 225


—Bueno, quiero decir, yo soy. . . yo. —Gesticula a sus gastados
pantalones de jeans, sus zapatillas, su cabello rubio en punta—. Y ella
es… eso.

Echo un vistazo a las porristas de nuevo. Nicole sigue saltando arriba y


abajo, aplaudiendo a sus pompones juntos mientras su cinta para la
cola de caballo rebota. Es difícil de creer que es ella. El año pasado se
estaba escondiendo de todo el mundo, avergonzada por su acné. Ahora
parece que ha puesto reflejos en el pelo, puesto maquillaje… Y ella está
de pie allí, la chica más confiada en la habitación.

A pesar de que me duele, me siento un poco orgulloso de ella.

—No puedo creer que ella no nos dijo —digo.

Ben asiente con la cabeza.

Me vuelvo a ver otra vez a Nicole. Es difícil ver cualquier otra cosa, verla
ahí abajo es increíble.

Las animadoras toman un montón de tarjetas con letras, deletreando


Enumclaw, y dan un paso adelante a la vez para conseguir que la
multitud deletree con ellas. Nicole tiene la M y cuando ella da un paso
adelante, su linda y pequeña falda plisada revolotea alrededor de sus
piernas perfectamente bronceadas.

Cuando termina, aplauden y rebotan hacia el frente de las gradas de los


atletas, donde se alinean a lo largo del suelo, sentándose en posiciones
idénticas, como si han practicado incluso eso.

Miro de nuevo a Ben.

—Ella siempre estaba ocupada después de la escuela, ¿cierto? ¿Como el


día que me topé contigo en el centro comercial?

Él asiente con la cabeza.

—Ella estaba practicando. Y las audiciones eran las dos últimas


semanas de agosto. No me estaba abandonando por ti, era por las
animadoras.

Se encoge de hombros.

Me río, aunque sólo la mitad es diversión y la otra mitad es porque


quiero golpearme con un palo.

Todo este tiempo no era Ben robándosela lejos en todo, eran las
animadoras. No puedo creer que ella haya hecho esto y ni siquiera me 226
digiera, o a él, sobre eso.

No sé si estoy enfurecida o aliviada, así que en su lugar sólo sigo riendo,


frotándome la cara, tratando de ocultar mis risas del calmado gimnasio.
Estoy delirando, confundida, perdida.

Ni siquiera sé qué sucede con el resto de la asamblea, porque todo lo


que puedo ver es a Nicole, sentada entre las demás animadoras,
susurrando y riendo. Del otro lado del gimnasio, yo todavía se puedo
ver que ella está brillando, feliz, más viva de lo que la he visto en meses.
Ella se inclina para escuchar algo que otra animadora dijo, asintiendo
con la cabeza.

Me pregunto qué tipo de secretos le está diciendo, secretos que


obviamente nunca va a compartir conmigo.

Ellas son sus amigas ahora.

Y yo no lo soy.

¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué habría de salir para el equipo y luego
unirse y sin siquiera decir una palabra? No es algo que se mantenga en
secreto… llevan su equipo a la escuela los días de partido. Ellas están
en el anuario.

¿Acaso siquiera le importa en absoluto lo que yo diga? ¿Se molesta,


manteniendo este secreto, o no podría importarle menos?

Porque por el aspecto de su gran sonrisa blanca perla, estoy apostando


a este último.

227
Capítulo 35
Traducido por Suri

Corregido por amiarivega

D
espués de que los aplausos por el espectáculo de las porristas ha
disminuido, y la mayoría de los niños se han dirigido a casa, me
siento sobre el capó del auto de Nicole por lo que parece una
eternidad. Y ni siquiera sé por qué. No sé si quiero regañarla o pedirle
perdón. Todo lo que sé es que quiero respuestas.

Los días de octubre oficialmente se han fundido en otoño y hay una


fresca sensación en el aire. Hoy debería haber llevado una chaqueta.
Algo más que mis jeans y chaqueta con capucha habituales. Incluso
mis dedos dentro de mis Converse rojas están hormigueando y
congelándose. Pero no es como si hubiera comenzado este día
planeando sentarme sobre el frío capó del Cavalier rojo de Nicole.

Las porristas deben de estar teniendo alguna reunión súper secreta


228
para discutir la limpieza en seco de su ropa interior spandex o tal vez
ellas quieren coordinar el color de las cintas en sus colas de caballo. No
sé de qué hablan las porristas como tampoco sé quién es mi mejor
amiga.

Nicole finalmente sale de las puertas del gimnasio, con un bolso de lona
negra colgado sobre su hombro uniformado. Una gran E granate está
estampada a través del pequeño escote en V del suéter manga larga. Su
falda blanca plisada, del tipo que se balancea y ondea mientras camina,
y sus impecables medias blancas combinan con sus zapatillas blancas y
granate. Sus piernas lucen bronceadas, bastante bronceadas, creo que
ella fue al salón con el resto de la cuadrilla.

Está a mitad de camino a su auto antes de que me note y su paso


vacile. Entonces retoma nuevamente su paso ligero y llega al auto antes
de que haya descubierto qué exactamente iba a decir. Todo este tiempo
sentada en el capó de su auto y todavía no lo sé.

—Tengo que ir a cenar con todas las otras chicas —dice ella, caminando
directamente a la puerta del lado del conductor.
No me bajo del capó. Solamente balanceo mis piernas alrededor, así que
la afronto y mis pies caen abajo por el neumático.

Siento como si fuéramos los niños del póster de Popular e Impopular.


No podríamos lucir más diferentes si lo intentáramos. Su cola de
caballo es perfecta, alegre, con largos rizos rubios. La mía es baja,
aburrida, mi liso cabello castaño solamente cae colgando allí. No tengo
maquillaje puesto. El de ella parece como si hubiera sido aplicado
profesionalmente.

—¿Cómo pudiste no decírmelo? —Creo que lo digo con ira, porque mis
palabras salen como una mezcla entre furiosa y resentida—. ¿Cómo
pudiste sólo abandonarme por ellas y ni siquiera decirme? ¡He estado
caminando alrededor de la escuela durante semanas y apuesto a que
todos sabían menos yo!

Ella mira sus manos, gira las llaves entre sus dedos. Muerde su labio
inferior y mira hacia mí a través de sus pestañas, y luego hacia abajo a
sus manos.

Se ve nerviosa y tímida, como la Nicole que conozco. Eso disminuye mi


ira.

—No pensé que ni en un millón de años lo lograría. 229


Cuando me mira, es ella misma otra vez, tranquila, afligida, mi mejor
amiga. Esto derrite el hielo que se congelaba alrededor de mí,
haciéndome odiarla o al menos a la extraña en la que se había
convertido.

Cruzo mis brazos, tratando de aferrarme a algo de la ira. Porque la ira


es más fácil que el dolor.

—Aun así podrías haberme dicho que estabas probando.

Ella se ríe, una risa breve y sardónica.

—¿Y qué habrías dicho, Kayla?

Abro la boca para hablar, pero no puedo decir las palabras. Yo sé lo que
habría dicho.

—Exactamente. ¿Siquiera sabes lo difícil que puede ser hablar contigo


algunas veces? Te burlas de todo. De todos y cada uno. ¿Si te hubiera
dicho que quería ser… esto —dice ella, señalando su uniforme— puedes
decirme sinceramente que habrías sido de apoyo?
El discurso no tiene sentido. No seré capaz de convencerla de lo
contrario porque no puedo negar la verdad. Me habría reído. Le hubiera
recordado cómo de sosa e insulsa son las porristas. Le habría dicho que
no la aceptarían, nunca la dejarían en el escuadrón.

Y me habría equivocado.

—Solo pensé que lo intentaría y me rechazarían, y luego sabría que lo


había intentado y me sentiría bien sobre ello, y tú nunca sabrías la
diferencia. Pero entonces lo logré, y luego me di cuenta que te
enfadarías si no te decía que lo había intentado… y seguí diciéndome
que te lo diría al día siguiente y luego al día siguiente, y simplemente
fue creciendo. Mientras más esperaba, más difícil era decirte.

Ella está retorciendo las llaves con tanta fuerza en sus manos que creo
que el llavero puede romperse.

—No sé, todavía estoy aquí, de pie, esperando a que empieces a burlarte
de mí por esto.

Y luego me mira y veo que es verdadera, y mucha de la culpa y del dolor


se desliza de mí y se lleva lo último de mi ira.

Porque ella realmente cree eso, verdaderamente está esperando a que 230
me empiece a reír de ella.

Y duele. No sé si es porque mi mejor amiga piensa que me reiría de ella


o si es porque hace dos semanas, que muy bien lo podría haber hecho.

Antes de Ann, antes del poni, antes de que todo quedara al revés, tal
vez realmente lo hubiera hecho. Sólo reírme de ella, decirle que era tan
estúpido.

Pero de alguna manera todo ha cambiado. Por alguna razón ya no soy


más esa persona.

Pero Nicole no sabe eso. Supongo que hay muchas cosas que no le he
contado tampoco.

Cierra los ojos por un segundo y toma una respiración profunda, para
relajarse.

—No es como si fuera una persona diferente, Kayla. Es que siempre he


querido esto. Las dos lo hicimos, en la secundaria básica. ¿Recuerdas
como casi destruimos la fiesta de pijamas de Janae pero perdimos los
nervios? ¿Recuerdas cómo solíamos anotar todo lo que ellas usaban en
ese Look Book que hicimos y luego pasar todo el fin de semana en mi
casa criticando sus atuendos?

Los recuerdos parecen chocar contra mí todos a la vez y de repente sé


perfectamente cómo se siente, exactamente lo mucho que quiere esto.

Porque yo lo quise una vez también. Pero lo enterré, me forcé a olvidarlo


cuando pareció demasiado doloroso el soñar con eso. Me di por vencida
en todo porque parecía más fácil de esa manera.

Ella sacude su cabeza y su cola de caballo se balancea.

—Pero nunca funcionó. Éramos muy diferentes, siempre mirando desde


afuera. Y luego en algún momento del último año o dos, decidiste que
querías ser todo lo que ellos no eran. Ni siquiera te diste cuenta que yo
todavía quería ser todo lo que ellos eran. Antes de este verano… era
imposible. Pero ya no lo es. Y no quiero ser la tímida bajo tu sombra
para siempre. Soy bonita ahora. Puedo ser la persona que quiero ser. Y
tal vez sea superficial, pero estoy harta de sentarme al lado tuyo y
burlarme de todo lo que secretamente quiero.

Trago la piedra en mi garganta.

—Nicole, yo… Dios, nunca quise ser esa clase de amiga. 231
Sólo encoge un hombro y sigue girando sus llaves.

—Ya lo sé. Pero lo eres. Solamente asumes que siempre estoy de


acuerdo en todo lo que quieres, y cuando saco algún tema… como
sentarme con Breanna en el almuerzo… ni siquiera se te ocurrió que
hablaba en serio, realmente quería sentarme allí. Estabas muy ocupada
burlándote de su coeficiente intelectual.

Trago, odiando cuánta razón tiene en todo esto. Odiando que esto
quiera decir que ella ha pasado días, semanas, meses agonizando sobre
ello y nunca me he dado cuenta. Me quedé atrapada en esta caja y
luego esperé a que Nicole subiera directamente conmigo.

—Lo sé… lo sé. Y tienes razón. Sobre todo.

Ella se calla entonces. Tal vez está sorprendida de que esté de acuerdo
con tanta facilidad. Tal vez si las últimas dos semanas con Ann y Ken y
los juguetes idiotas esto no hubiera ocurrido, yo no estaría tan abierta a
esto.
—Porque la cosa es que he estado saliendo con alguien nuevo por las
últimas semanas. Alguien… de fuera de la ciudad. Y ella ha abierto mis
ojos a un montón de cosas.

—¿La chica de la casa de Janae?

Asiento con la cabeza.

—Sí.

Tomo una respiración profunda, lenta, y miro hacia abajo a la punta de


mis Converse. Son viejas, sucias, todo lo contrario de las alegres
zapatillas blancas de Nicole.

—Y puede que funcione a la inversa, también. Tal vez el ser amigo de


alguien puede alejarte de las cosas de las que quieres formar parte.

Ella no habla, sólo cambia su peso hacia atrás y hacia adelante varias
veces.

Miro a Nicole y le doy lo que espero sea mi mirada más sincera, porque
ella tiene que saber que le estoy diciendo la verdad.

—Nunca tuve la intención de convertirte en alguien que no querías ser.


No me importa lo que haces. Si quieres ser una porrista, entonces 232
genial. Puedes ser una monja o una bailarina de apoyo para los Jonas
Brothers. No me importa. Simplemente no quiero que pienses que no
puedes ser mi amiga por las cosas que quieres ser.

Nicole pone una mano en su cadera vestida por la falda. Su otro puño
apretado en su bolso de lona, sus nudillos tornándose pálidos.
Entonces sonríe con la sonrisa brillante de una porrista y lanza sus
brazos alrededor de mí. Su bolso de lona azota alrededor y golpea al
auto.

—Lo siento. Debería haberte dicho antes acerca de todo. Simplemente


no sabía cómo y entonces comenzaste a actuar raro…

Sonrío.

—Sí. Sobre eso. ¿Tengo algunas historias que contarte…

Ella me sonríe.

—¿Quieres ir al baile conmigo mañana? Compré dos entradas, de


cuando iba a ir con Ben. No hay disfraces de zombies, por supuesto,
pero podría ser divertido.

Mi sonrisa vacila.
—Oh, um, creo que estoy castigada.

—¿En serio? Nunca has estado castigada.

Medio sonrío, casi encogiéndome.

—Lo sé, te dije que las últimas dos semanas han sido una locura.

—No es broma.

Me deslizo fuera de su auto y aterrizo en la gravilla.

—Creo que mejor me pongo en marcha. Podemos salir tan pronto como
me levanten el castigo.

Doy algunos pasos, con mis zapatillas crujiendo en la gravilla.

—Él está disponible.

Me detengo, luego me doy la vuelta, lentamente, para enfrentarla. Sus


palabras resuenan en mis oídos, pero me da miedo pensar en lo que
podría significar.

—¿Ah?

—Ben. Él está disponible. 233


Sólo parpadeo y la miro.

—¿Ah? —vuelvo a decir.

Suspira y se queda mirando las rocas.

—No sé. —Sacude la cabeza y luego mira hacia el cielo. Pone su bolso
en el suelo y se aleja de mí por un minuto—. Te gusta, ¿verdad?
¿Realmente te gusta?

Mi boca se siente como si la hubiera limpiado con mil bolas de algodón


y luego las hubiera tragado todas.

—Nicole, yo nunca…

—¿Te gusta? —pregunta, volviéndose hacia mí.

Abro la boca para decir algo, pero no sé lo que quiero decir. Puedo ver a
Nicole luchar con esto. Solamente cabeceo.

Toma una respiración irregular y muerde su labio por un minuto,


mirándome fijamente, con la cabeza inclinada hacia un lado y su
perfecta cola de caballo rubia cepillando su hombro.
—Apuesto a que ustedes serían mejor de lo que nosotros fuimos. Ben y
yo, somos totalmente diferentes.

—Pero, ¿cómo puedes estar bien con eso?

Levanta el brazo y juega con el pequeño colgante de diamante. Supongo


que si todavía lo lleva puesto, no fue un obsequio de Ben.

Un auto con un tubo de escape roto manejaba por la escuela, parecía


que el momento se extendería hasta el infinito mientras avanzaba.

—No sé. Quiero decir, nunca fue realmente sobre él. Creo que sabía
desde el principio que me gustaba la idea de tener un novio más de lo
que él me gustaba. Es sólo que me tomó hasta ahora admitirlo.

Nicole da un suspiro dramático y me da una mirada severa, una mirada


que me dice que deje de discutir.

—Kayla, desearía poder decirte en todas las maneras en que él es como


tú. Todas sus estúpidas bromas, la forma en que él odia disfrazarse, la
música fuerte que odio y que tú amas.

Puedo sentir todo alrededor de mí, con agudeza. Las irregulares rocas
por debajo de mis zapatillas, la suave brisa a través de mi rostro, el
punto que sigue sanando en mi barbilla en donde la puerta del armario
234
se me había enterrado durante el día de gumball.

—Pero hay, como, un código, un código de chicas…

—A la mierda con ese estúpido código. Estoy aquí de pie diciéndote que
te lo mereces.

—¿Lo juras?

—Ve —dice ella, mirándome—. Si estás realmente castigada, entonces


para de perder el tiempo discutiendo conmigo y ve a verlo antes de que
tu mamá se dé cuenta de que no estás en casa.

Corro hacia ella, la envuelvo en el abrazo más grande que se pueda


imaginar y luego doy vueltas y corro a mi auto.

—¡De nada! —Ella grita detrás de mí.

Sonrío al cerrar la puerta.

Mi mamá va a estar en casa en hora y media. Tengo tiempo suficiente.


Capítulo 36
Traducido por Kathesweet

Corregido por Ilusi20

M
ientras conduzco por los caminos rurales tranquilos, la radio
apagada mientras miro hacia el parabrisas, no puedo evitar desear
que la pista estuviera a más de tres kilómetros, así tendría tiempo
de idear un plan de juego.

Pero supongo que necesito dejar de desear cosas y simplemente


enfrentar la realidad como venga.

Cuando aparco la camioneta en la pista, mi cabeza está girando, y


progresivamente se está volviendo más difícil respirar.

Ben y los otros parecen haber terminado de montar, porque están


sentados en el gran campo de hierba. Su camioneta ha sido aparcada
hacia atrás frente a otra, así que las partes traseras están una frente a 235
la otra, y hay dos chicos en cada lado, balanceando sus piernas,
tomando Red Bull, comiendo Fritos. Todavía están llevando su equipo:
suéteres, pantalones de montar, botas que habían sido desabotonadas
a la altura de los tobillos.

Me observan mientras avanzo dando tumbos en el pequeño Ranger,


golpeando algunos baches en el campo porque estoy muy ocupada
mirando fijamente a Ben y bajándome la moral. Para el momento en
que estoy saliendo del asiento del conductor, apenas puedo sentir mis
dedos de manos y pies porque estoy muy nerviosa.

No sé de qué están hablando porque se quedan callados mientras cierro


la puerta y miro hacia Ben. Él les dice algo a los otros chicos y salta de
la parte trasera, aterrizando en una topera mientras una nube de polvo
se levanta alrededor de sus pies. Se inclina y abotona sus botas de
nuevo y luego se dirige en mi dirección.

Le doy la mejor sonrisa que puedo lograr.

—¿Quieres dar un paseo? —pregunta él, asintiendo hacia la camioneta.

No contesto, simplemente me giro en la dirección que indicó,


caminamos despacio hacia la camioneta.
—Entonces, ¿qué pasa? —dice, después de un momento de silencio.

—Oh. Um, entonces, yo, bueno…

Cierro mis ojos y trago. Esta no es la forma en que se suponía que debía
salir.

Se detiene a mi lado. Puedo sentir su mano tocar mi brazo. Los vellos


en la parte posterior de mi cuello se erizan.

Dejo que mis ojos se cierren para la siguiente parte, porque la idea de
verlo rechazarme es simplemente demasiado.

—Me gustas. Y quiero saber si te gustaría salir alguna vez.

Nada más que silencio sigue. Arrugo mi nariz y luego abro un ojo para
verlo. Él parece divertido.

—¿Qué estás haciendo? ¿Tomando una siesta?

Lo golpeo en el hombro.

—¡No te burles de mí!

Cruza sus brazos, dándome una sonrisa maliciosa.


236
—Pero es que lo haces tan fácil.

Levanto mi mano como si fuera a golpearlo otra vez, y él levanta sus


manos, una pose clásica de rendición.

—De acuerdo, de acuerdo. Ya está.

—¿De acuerdo dejarás de burlarte de mí, o de acuerdo saldrás


conmigo?

—Bueeeeeeeno —dice, estirándolo hasta que parecen como al menos


diecisiete sílabas.

—¡Ben!

Se ríe y se inclina hacia mí, hasta que parece tan cerca que creo que
puede besarme.

—Sí. Bueno, quiero decir. —Se levanta otra vez, parece tener dudas—.
No quiero herir a Nicole. Ella podría creer…

—Ya hablé con ella.

Se para derecho.
—¿De verdad?

—Sí. Está bien.

—¿Así como así?

Asiento.

—Lo sé, es un poco extraño para mí también. Pero ella jura que está
bien.

Su sonrisa se vuelve más brillante.

—Así que ustedes chicas se sentaron y hablaron de mí, ¿eh?

Lo golpeo en el brazo otra vez.

—¡Ben!

Se ríe.

—De acuerdo, de acuerdo. ¿Cuándo y dónde? Porque si dices el baile de


bienvenida…

Río.

—No, no en el baile de bienvenida. Y tampoco en el Filarmónico. Estoy


237
castigada por dos semanas. Estaba pensando que podríamos hacer todo
eso de cena y película. Si eso es lo que quieres hacer.

—¿Puedo escoger la película?

—Dios, eres un hueso duro de roer —digo—. ¿Será de terror?

—No, pero tampoco será una comedia romántica.

—Hecho.

Hemos alcanzado el final de la pista, y sigo a Ben hacia la puerta. Hoy


está tranquilo, sin exposición o evento.

Ben se sube sobre uno de los saltadores, luego se gira y extiende su


mano hacia mí. Mis nervios saltan, vibran y se estiran mientras pongo
mi mano en la suya. Él agarra mis dedos y me ayuda a subir sobre la
colina de tierra. Es la primera vez que nuestra piel se ha tocado desde el
intento fallido de montar una motocicleta hace un par de días.

Trepo la pendiente, y cuando llego a la cima, terminamos parados cara


a cara, más cerca de lo usual. Me pregunto si Ben nota la manera en
que mi pecho parece elevarse y caer más rápido de lo normal mientras
trato de recuperar el aliento.

Estoy invadiendo su espacio, pero no quiero moverme. Simplemente nos


miramos, a centímetros de estar nariz a nariz. En todo lo que sigo
pensando es en que, finalmente, ese estúpido casco no está en mi
camino.

Y por una vez, estos ojos azules penetrantes están mirando


directamente hacia los míos, expectante, y sé, sin duda, que está
sintiendo lo que yo estoy sintiendo.

Este es Ben. El chico que he visto desde lejos, el chico que me ha


gustado, el chico del que me he enamorado. Está parado a centímetros
de mí, y ya no hay nada entre nosotros, nada que nos detenga.

Quiero ser esa chica que fui el día que lo conocí, de pie al borde del
acantilado.

Quiero saltar.

Tengo una oleada de adrenalina, de coraje, de pura locura mientras


temblorosamente levanto mis brazos y los envuelvo alrededor de sus
hombros. Ya no hay aire entre nosotros, su suéter está tocando mi 238
sudadera.

Parpadeo y mi coraje desfallece por un segundo, y me pregunto en qué


estoy pensando.

Pero quiero hacer esto.

Porque cuando finalmente bese a Ben, no quiero que sea a causa del
deseo. No quiero que Ben esté bajo alguna clase de hechizo, no quiero
que sea conducido a besarme porque tiene que hacerlo. Quiero que sea
real y quiero saber qué hará, cuando su cabeza está despejada y está
sólo en mí, no en los deseos.

Presiono mis labios sobre los suyos, mi corazón martilleando fuera de


control, y aprieto mis brazos alrededor de sus hombros. Sólo por un
segundo, creo que he cometido un error, pero él parece tan sorprendido
que no se mueve. Mi pecho parece apretarse porque estoy sosteniendo
mi respiración, esperando por él.

Esperando por su respuesta.


Pero entonces, sus manos se envuelven alrededor de la parte baja de mi
espalda, acercándome más. Inclino mi cabeza mientras sus labios se
separan, sólo un poco, y el mundo se escapa.

No estoy segura de cuánto tiempo nos besamos, pero los sonidos de


silbidos son lo suficiente para separarnos. Me giro para ver a sus
amigos parados en las partes traseras de sus autos, gritando y silbando
hacia nosotros.

Me alejo de él y miro hacia mis pies, el calor elevándose hacia mis


mejillas.

No puedo creer que acabé de hacer eso.

—Hmmm —sonríe—. Entonces quizás te dejaré elegir la película.

239
Capítulo 37
Traducido por Vero

Corregido por Beatriix Extrange

A
nn está roncando otra vez. Eso es lo primero que noto.

Lo segundo, es la caja grande asentada en mi escritorio. Es simple,


solo de cartón marrón, con un pequeño arco de color rojo en la
parte superior. Los deseos no son de este tamaño tan pequeño, esta
figura, y sonrío de alivio mientras miro fijamente el cartón.

Por otra parte, un montón de cosas podrían estar dentro de esa caja.
Hasta donde sé, los duendes Keebler se esconden allí.

Me deslizo fuera de la cama, con cuidado de no tirar las mantas, y me


arrodillo en el suelo delante de mi escritorio, para tener la caja a la
altura de mis ojos.
240
Descanso mis manos en la tapa, buscando cualquier vibración. Tal vez
alguna vez deseé una serpiente de cascabel. Para molestar a mí
hermano, por supuesto.

Pero nada parece estar en movimiento, así que empujo la tapa abierta y
miro dentro.

Zapatillas. Zapatillas de ballet. Son preciosas: de satén rosa con lazos


delicados a los lados y suelas blandas y flexibles que harían felices a los
pies de cualquier chica. Sé sin mirar que no voy a encontrar un nombre
comercial en ningún lugar, y también que van a encajar perfectamente.

Fueron hechas a medida para mí.

Paso mis dedos sobre el arco, sonriendo un poco para mí misma.

No sé si hay algún ritmo o razón en estos deseos, pero parece que han
ido llegando en el orden correcto. Hace una semana hubiera visto éste y
hubiera puesto los ojos en blanco y las hubiera metido debajo de la
cama.

Pero hoy, mis dedos están deseando que se deslicen en mis pies, para
bailar sobre el suelo, para saltar en el aire.
Me siento en el suelo y meto la tapa debajo de la caja y saco las
zapatillas. Me retiro las medias sueltas y grandes que he estado usando
durante toda la noche y deslizo mis pies en las zapatillas de color rosa.

Calzan como un sueño. No aprietan, se ajustan, son suaves, la


flexibilidad perfecta.

Me paro en ellas apuntando un dedo del pie y luego el otro. Miro a Ann
durante un largo momento para estar segura de que todavía está
durmiendo, y luego levanto un dedo del suelo y sostengo mis brazos con
tanta gracia como puedo manejar, y entonces giro en un pequeño
círculo, la pirueta más desorganizada que el mundo haya visto jamás.

Pero la sonrisa no abandona mi rostro.

Tal vez podía hacer esto. Tal vez podía hacer un intento.

Nicole probó para animadora. Y sabía que no era precisamente la


animadora ideal. Todavía tenía un loco acné entonces, seguía mirando a
sus pies. Pero funcionó. Estaba exultante por esos momentos en el piso
del gimnasio, su sonrisa de oreja a oreja mientras saltaba y aplaudía y
animaba con los rah-rah su camino a la felicidad.

Si ella puede hacer eso, ¿por qué no puedo inscribirme para ballet de 241
nuevo?

Doy vueltas alrededor otra vez, y luego otra vez y otra vez, hasta que
estoy tan mareada que no puedo estar más de pie y termino
estrellándome contra la cama y luego rebotando y cayendo al suelo.

Me echo a reír, con vértigo por la enloquecida felicidad. Porque nada


más me está deteniendo.

Ann se da la vuelta y mira hacia abajo a mí desde la cama.

—¿Qué diablos estás haciendo? —Se frota los ojos y trata de empujar a
algunos pocos mechones rizados de su rostro.

—No lo sé. ¿Nada? ¿Todo? No estoy segura.

—Bueno, al menos te ves feliz haciéndolo —dice, y luego gime y se


recuesta en la cama otra vez.

Y entonces me sonrío a mí misma, porque por primera vez en mucho


tiempo, lo soy. Feliz.
Capítulo 38
Traducido por Aldebarán

Corregido por Clau12345

C
uando la campana de la puerta suena al mediodía, giro para abrirla y
veo a Nicole parada en el pórtico con una gran caja gris de leche en
sus brazos. Sonrío y la tomo mientras ella me sigue a mi habitación.

Al abrir la puerta, veo a Ann saltando alrededor en grandes círculos


locos, con sus brazos en el aire y la mitad de su perfectamente delgado
estómago expuesto mientras baila al ritmo de Kiss 106.1, la estación
local de radio pop. Creo que la canción que en ese momento golpea los
parlantes es la última de Britney.

Cruzo el cuarto y presiono el botón de apagado del estéreo.

—Ann, esta es Nicole. Nicole, Ann.


242
Ann deja de saltar arriba y abajo y da un paso hacia adelante, su brazo
sobresale.

—Mucho gusto en conocerte.

Nicole sonríe.

—Igualmente. He oído que tienes una cita caliente esta noche.

Los ojos de Ann se agrandan y asiente vigorosamente. Puedo ver por el


golpeteo de sus pies que está lista para comenzar de nuevo a rebotar
alrededor del cuarto.

—Instalémonos en el baño para arreglarte.

Llevo la gran caja, que juro pesa cuarenta libras, hasta el baño del
pasillo. Bajo la tapa del inodoro y la coloco encima, fisgoneando el
contenido. Secador de cabello, un set de rizadores calientes, cepillos
redondos, tenacillas de rizar, laca para el pelo y montones y montones
de maquillaje.

—Pondremos algunos rizadores calientes en tu cabello y luego podemos


ir a escoger tu ropa —dice ella, haciéndose cargo—. Tardan un rato en
prepararse. Estoy pensando en un moño parcial, con un montón de
rizos. Y simplemente debes vestir algo verde.

Sonrío mientras observo a Nicole en su elemento.

Sé que está cambiado y que nunca será la chica que era hace un año,
pero no puedo evitar pensar en que tal vez no sea algo malo, tal vez es
una mejora importante. Ella está feliz ahora, lista para tomar el mundo,
y me siento un poco inspirada.

Nicole enchufa los rizadores calientes y luego regresa a mi cuarto y


agarra mi silla de la computadora, rodándola hacia el baño para que
Ann se siente. Me poso en el borde de la bañera, con un tobillo apoyado
en mi rodilla, y observo cómo sus expertos dedos se ponen a trabajar,
cepillando el cabello de Ann y luego dividiéndolo en secciones y
girándolas en rizos. Periódicamente, rocía suficiente producto en el
cabello para matar por lo menos un pie completo de la capa de ozono.

—Entonces, ¿Qué es lo que desea Breanna Mills, realmente? —


pregunto, observando el bonito, perfecto reflejo de Nicole en el espejo.
Su mirada es una de completa concentración. Me pregunto si ella
quiere ser estilista algún día.

—¿Realmente quieres saberlo? —Mira hacia mi reflejo. Asiento—. Ella 243


es realmente dulce. Definitivamente la mejor en la pandilla de vestidos
Old Navy.

Sonrío, y Nicole se da cuenta de que se le salió referirse a ellas como la


pandilla de vestidos Old Navy. Ella sonríe y se encoje de hombros.

—Lo es. Su casa es, como de un cuarto del tamaño de la tuya, sabes. Te
sorprenderías de la cantidad de rebajas y cosas que consigue. Su
guardarropa completo probablemente cuesta unos cientos de dólares y
ella sigue siendo una de las mejor vestidas en la escuela.

—Tal vez todas podamos pasar el rato a veces.

Nicole gira y me mira.

—Sí. Creo que sería genial. Ella no es tan mala como piensas. En
realidad podría agradarte.

Asiento y me doy cuenta de que podría ser verdad.

Diez minutos más tarde, la cabeza de Ann es una masa de rizadores


calientes, así que nos levantamos y vamos a mi dormitorio. Pateo toda
la basura en el suelo de mi armario hacia la parte posterior para que
podamos encontrar mi ropa. Nicole se precipita a través de él como
paloma mensajera, reduciéndose justo a los vestidos del color adecuado
para la complexión de Ann. Ella escoge al menos cuatro opciones para
Ann.

Luego levanta un suéter fucsia con escote cuadrado y cintura plegada-


estilo-imperio. Y cuando me doy cuenta, está sosteniéndola para mí, me
estremezco, poniendo mis manos en alto para detenerla.

Nicole pone una mano sobre su cadera y me da una mirada tipo Ni


siquiera los intentes.

—En serio, Kayla. Dale una oportunidad. Apuesto a que luce


estupendo.

Suspiro y lo tomo de sus manos. Borrón y cuenta nueva. Me recuerdo a


mí misma.

Ann extiende sus opciones de ropa sobre la cama, y Nicole y Ann van de
regreso al baño. Mientras están quejándose sobre su cabello, me saco
mi camiseta y tiro del top fucsia sobre mi cabeza.

Cuando camino hacia el baño para ver cómo luzco, el rostro de Nicole se
ilumina. 244
—Te dije que se vería muy bien.

Cuando me veo a mí misma en el espejo, no puedo evitarlo, pero


también sonrío. Porque ella tiene razón. El matiz de la camisa se las
arregla para llevar un poco de color a mis mejillas.

Tal vez mañana, después de la gran cita de Ann y de regreso a casa y


cualquier otra cosa que Nicole tenga en su ocupado calendario social,
ella pueda venir y cavar a través de mi armario.

De alguna manera sé que Nicole no le importa eso ni un poco.

Unas pocas horas más tarde, Ann y yo estamos sentadas en el


mostrador, cada una en un taburete del bar, esperando a que el timbre
suene. Mi pie se asemeja al de Nicole ese día en biología, porque está
golpeando contra el reposapiés. No sé por qué estoy nerviosa por Ann,
pero lo estoy. Ella es Cenicienta y esta es su noche. Pero en Cenicienta,
es el carruaje quien se convierte en algo más a media noche.
Mañana es el último deseo. Mañana, todo habrá terminado.

Puede que no sea un hada madrina, pero si tengo un lindo vestido para
Ann esperando en mi armario. Ella luce perfecta, más hermosa que lo
que podría haber imaginado. Es un elegante vestido esmeralda, con
delicados tirantes y ligeramente acampanado, la falda fluye hasta
detenerse justo antes de las rodillas de Ann. Tiene una especie de gasa
superpuesta que le da a la pálida piel de Ann un tipo de calidad etérea.

Nicole estaba en lo correcto. El verde es definitivamente el color de Ann.

Gracias a los rizadores calientes y lo que debe ser un millón de


pequeños pasadores, su cabello ha sido completamente transformado
de su limpio y crespo aspecto a suaves y brillantes rizos. Los rizos son
largos, sueltos con estilo. Ella luce hermosa y si Ken no cae
completamente enamorado de ella, entonces es un tonto total.

Creo que Ann también está realmente nerviosa, porque por una vez en
su vida, no está rebotando alrededor como una niña. Está sentada
aún, un poco pálida pero serena, alcanzando y tocando ocasionalmente
su cabello.

El timbre suena y ambas saltamos y cerramos los ojos y reímos. Risas


nerviosas. Sus ojos verdes brillan con ella. 245
Me deslizo de mi banquillo y parece que chilla a través del azulejo.

Puedo ver la silueta en el otro lado del vidrio cromado insertado en la


puerta.

—¿Estas lista? —le pregunto a Ann.

Sus ojos llamean un poco, traicionando sus nervios, pero asiente con la
cabeza.

Tiro de la puerta y doy un paso al costado para que Ann sea la primera
cosa que Ken vea.

Sus labios se curvan en una cálida, feliz sonrisa, mostrando esos


perfectos dientes. Hoy, la sonrisa parecía extrañamente natural,
genuina, mucho menos plástica que lo que lucía hace una semana. Él
da un paso adelante y le da a Ann un abrazo, sus grandes y muy
musculosos brazos se envuelven alrededor de ella mientras ella se para
en las puntas de sus pies para abrazarlo. Me siento un poco como un
padre orgulloso mientras estoy parada allí en el vestíbulo,
observándolos.
Ken me mira sobre el hombro de Ann, dándome la más leve sonrisa. No
puedo evitarlo, pero me pregunto si es un gracias, porque hay algún
tipo de gratitud en sus ojos.

Él desenvuelve sus brazos del cuerpo de ella y la mira, cabeceando


hacia su Jeep en el camino de entrada.

—¿Nos vamos?

—No la traigas de regreso muy temprano —bromeo. Ann estalla con otra
sonrisa nerviosa. Creo que podría derretirse en una piscina de ellas en
cualquier segundo.

Con una mano en la puerta, observo mientras se encaminan a su Jeep,


que, afortunadamente, hoy tiene la capota puesta. Tendría serios
problemas con él por echar a perder el adorable cabello de ella.

Ken abre la puerta para ella y sube, cuidando de arreglar su vestido,


así como de no mostrar nada, suavizando nerviosamente las arrugas
inexistentes. Ken camina alrededor hacia su lado y sube y enciende el
auto.

Justo antes de salir de la vista, me muestra un pulgar hacia arriba, sus


brillantes labios curvándose en una sonrisa abarca-todo. 246
Voy a extrañar a esa estúpida muñeca.
Capítulo 39
Traducido por Paaau

Corregido por Majo

C
uando despierto la mañana siguiente, mi cuarto está demasiado
brillante, incluso a través de las gruesas cortinas verdes. Parpadeo
unas pocas veces, preguntándome si he dormido pasado el mediodía,
pero el mundo está silencioso. Demasiado silencio para que sea
mediodía.

Me siento en la cama y miro detrás de la cortina, y lo que veo hace que


mis ojos se abran mucho.

Nieve.

Grandes y suaves copos de nieve están cayendo silenciosamente desde


el cielo aterciopelado. Apenas puedo ver el cobertizo en nuestro patio
trasero entre los millones de copos que caen desde las nubes. 247
Apenas es Octubre.

Si nieva en Noviembre, es extraño. Una extraña tormenta de nieve.

Apuesto a que nunca antes ha nevado en Octubre. Parpadeo, mirando


los copos de nieve, preguntándome cuando deseé esto. No puedo
apartar mis ojos de esta imagen. Nuestro césped ya no es verde, ahora
es simplemente una hermosa alfombra de polvo blanco inmaculado.

—¡Ann! —susurro, levantándome para así poder apoyar mi frente en el


vidrio.

Está frío al tacto. Deben haber hecho menos de 30 grados bajo cero
anoche. Me siento tonta y mareada, como un niño levantándose en la
mañana del día de Navidad.

—¡Ann! ¡Está nevando!

Me giro para despertarla, tal vez golpeándola con una almohada, pero
mi estómago cae y la sonrisa se derrite de mi rostro cuando me doy
cuenta de que ella ya no está en mi cama.
La cama está vacía. Completamente carente de la extraña pelirroja que
he llegado a conocer y a querer.

Ann no es una persona a la que le guste la mañana. Nunca se ha


levantado antes que yo. Podría dormir durante el hundimiento del
Titanic.

Camino hacia el armario, como si por alguna razón ella fuera a estar
sentada en el piso allí. Pero no está. El gran montón de juguetes y
basura que saqué de los estantes hace un par de días, seguían
amontonados en la alfombra Berber.

Saco mi bata mullida desde la percha, meto mis pies en un par de


pantuflas gruesas y rojas y me precipito fuera de mi habitación,
bajando tan rápido por las escaleras que casi caigo antes de llegar
abajo, por lo que tengo que sujetar la barandilla para no caer. Camino
hacia la puerta trasera, la abro, y es recién cuando estoy de pie en el
patio trasero que me doy cuenta de que realmente está nevando y estoy
usando una bata y pantuflas.

Levanto la mirada hacia el cielo y los copos de nieve adornan mis


mejillas y mi frente y aterrizan en mis ojos. Parpadeo unas cuantas
veces, y luego saco mi lengua y atrapo algunos. 248
Son reales. Está nevando en Enumclaw en Octubre. Me giro y miro las
colinas a nuestro alrededor, pero apenas puedo distinguir sus cumbres
nevadas a través de la nieve que cae.

Este tiene que ser una especie de récord.

Quiero maravillarme un momento más, pero está helando, por lo que


camino a través del césped cubierto de blanco. La nieve, glacial y
húmeda, se mete a través de mis medias hasta que siento como si mis
tobillos pudieran romperse de inmediato.

Llego hasta el cobertizo, en donde saco el pestillo y abro la puerta.

Ann no está aquí. Tampoco el poni. No debería asustarme, porque


pueden haber ido a dar un paseo, pero algo más falta: las bolsas y
bolsas de goma de mascar. Se han ido y el cobertizo está casi vacío,
prístino, sin marcas de pezuñas, mierda de caballo o alguna evidencia
de los deseos.

Sólo hay una cortadora de césped en la esquina. Puedo correr hacia la


cochera y buscar la sucia motocicleta, pero sé que también se ha ido.
Trago el nudo que está creciendo en mi garganta. Me giro y miro el
jardín, mirando la nieve, el silencio pesado en mis oídos. ¿Por qué la
nieve parece tan… silenciosa?

Ann realmente se ha ido. Todos se han ido. Esta nevada es mi último


deseo y ahora que ha llegado, de alguna forma, la maldición está rota.

Esto era lo que quería, al menos, había sido lo que quería. Pero me
siento un poco vacía mientras camino de regreso a la casa, la nieve
crujiendo bajo mis pantuflas.

Voy a extrañarla. Y a Ken. Y al estúpido poni.

Miro hacia abajo. Bueno, no extrañaré mis senos gigantes de todas


formas. Estoy bien con mi pecho casi inexistente. No puedo creer que
solía odiar lo que tenía, pero estoy totalmente feliz de que esas
golpeadoras gigantes hayan desparecido.

Intento pensar en una palabra en italiano, cualquier cosa, pero no


puedo.

Realmente ha terminado. Dos semanas de locura interminable y


entonces, simplemente termina.

Camino hacia el medio del jardín, la nieve calando mis pantuflas y


249
llegando directo a mis pies ahora y luego miro hacia el cielo gris,
quedando casi ciega por los copos mientras rozan mis mejillas y
aterrizan en mi nariz. No hay automóviles, no hay pájaros graznando,
sólo el silencio completo y hermoso.

Y entonces, la pacífica tranquilidad se desvanece cuando algo choca


contra mi pantorrilla.

Me doy la vuelta, justo a tiempo para ver a mi hermano, sus ojos más
brillantes de lo que he visto en semanas, formando otra bola de nieve en
su mano. La tira, como un lanzador, y explota en mi bata antes de
poder procesar lo que está haciendo.

—¡Oye! —Echo a correr, rodeando el cobertizo, justo cuando otra bola


de nieve explota en la superficie de madera. Gritando, recojo un puñado
de nieve con mis manos desnudas, formando una bola. Miro
sigilosamente hacia la esquina del cobertizo, pero mi hermano ya no
está cerca de la casa.

Mis ojos siguen sus huellas en la nieve, y me doy cuenta demasiado


tarde, de que se dirigen hacia el otro lado del cobertizo.
Me doy la vuelta justo a tiempo para que él me lance una bola de nieve
directo al pecho. Sin perder un segundo, me tambaleo y suelto la nieve
en mi mano.

Golpea el hombro de Chase y explota sobre él y sé, por la forma en que


dobla su espalda, que ha entrado en su camisa. En un par de
pantalones de pijama, una camiseta y un par de zapatillas sin medias,
puedo ver que está igual de poco preparado para la nieve como yo.

Mis dedos están rojos por el frío, y el cinturón de mi bata se ha abierto


para revelar la vieja camiseta verde y pantalones cortos del mismo color,
pero no me importa. Recojo más nieve y comienzo a correr, girándome
para lanzársela a mi hermano.

No le doy, pero él sí. Trato de agacharme y recoger más nieve mientras


sigo corriendo hacia la puerta trasera, pero mis pantuflas llegan a un
trozo irregular de tierra y mi pie se desliza y, antes de darme cuenta,
estoy rodando por la nieve.

Y a pesar del hecho de que todo mi cuerpo se siente como si hubiese


estado dentro de un congelador, rompo a reír.

Mi hermano camina hacia mí, sus manos vacías, su pecho baja y sube,
nuestros ojos se encuentran y sonríe. 250
Luego extiende su mano y me levanta.

—Esto es loco, ¿verdad? —dice él, sus manos barriendo el césped.

Asiento con la cabeza, aunque no le explico que es una de las cosas


menos locas que me han pasado en las dos últimas semanas.

—¿Quieres ir a pasear en trineo? Creo que el nuestro aún está en la


cochera.

Sonrío, asintiendo entusiasta porque pasear en trineo suena como la


mejor idea que mi hermano ha tenido alguna vez.

—Genial. Vamos en una hora o algo así.

Sigo a mi hermano de regreso a la casa y cuando me doy cuenta de que


no está mirando, no puedo resistir recoger un último puñado de nieve y
lanzárselo.

—¡Oye!

—Ese es por el tiro de antes.


Mi hermano reflexiona sobre esto por un momento, sus oscuras cejas
alzadas, pero luego se encoge de hombros.

—Es justo.

Lo sigo dentro, y él va hacia su habitación mientras yo me dejo caer en


el mostrador de la cocina. Me quito mi bata y mis pantuflas, y todas mis
manos están rojas, justo como pies.

Hay un montón de bagels en una canasta, así que tomo uno, saco un
gran pedazo y lo meto a mi boca. Probablemente me vea como una
ardilla, como Ann y ese Cinnabon, pero aún me siento un poco
deprimida por todos esos deseos acabándose, y quiero llenar ese vacío,
y la comida en la única cosa en la que puedo pensar.

Anoche, Ann y Ken decidieron sacar al poni del cobertizo y dar una
caminata. Ella se quedó fuera por otra hora y media más y cuando
volvió, hablamos por otra hora o algo así, pasadas las dos de la
mañana. Nos recostamos en mi casa y miramos el techo, y ella habló
sobre su cita y de lo romántico que es Ken.

Ellos realmente parecen haber congeniado, lo que es genial. Él le


compró una rosa de algún vendedor callejero y ella apenas la dejó en
toda la noche. 251
Su sonrisa era más genuina y real que cualquier sonrisa que hubiera
visto

No sé en donde están ellos ahora. Probablemente nunca lo sepa. Pero


espero, de alguna forma, que estén juntos.

Mi mamá entra mientras meto otro trozo de bagel en mi boca, incluso


aunque nada más cabe. Probablemente me veo ridícula, pero me está
haciendo sentirme mejor.

Ella no me está mirando, simplemente mete unas carpetas en su


maletín. Su cabello está tomado en su común y apretado moño y está
usando un lindo suéter purpura con unos pantalones negros. Me doy
cuenta —mi corazón se hunde—, de que ella aún está molesta conmigo.
Quizás los deseos se han acabado, pero ella recuerda nuestra pelea,
porque ni siquiera está mirando hacia donde estoy.

Ella ordena las carpetas en el maletín mientras lee un mensaje en su


Blackberry, frunciendo el ceño a lo que sea que dice.

—Tengo algunas reuniones hoy, así que tengo que volar —dice ella, aún
sin mirarme.
Me pregunto si ha mirado afuera ya, si sabe que están cayendo los
copos de nieve más grande que he visto.

Asiento, pero mi boca está tan llena que no puedo hablar. Ella no se da
cuenta. Está frunciendo el ceño ahora, pasando las hojas de su agenda.
La imagen, una de total concentración, es una que he visto millones de
veces antes.

—¿Has visto esa tarjera de la panadería en donde obtuve tu pastel? —


Hace una pausa, mirando su agenda—. ¿Te entregué una? Tenía
algunas otras y ahora…

Mis ojos se agrandan e intento no ahogarme con el bagel en mi boca,


pero he tomado un trozo demasiado grande.

—Oh, no importa, la encontré. Me encontraré con Jean más tarde para


hablar de los dulces dieciséis de su hija y pensé que le encantaría una
torta de ese lugar. —Mamá hace una pausa, mirándome—. Creo que su
hija va contigo a la escuela. ¿Janae? Una dulce chica.

Mi mandíbula se abre y probablemente muestra el bagel en mi boca. Mi


mamá no lo nota, porque está demasiado ocupada caminando hacia la
puerta. Pongo una mano sobre mi boca para ahogar la risa mientras
lucho para tragar la comida en mi boca. 252
Esperemos que Janae no sea del tipo que pide deseos de cumpleaños.

Deseos realmente estúpidos y abrumadores.

Trago el bagel y me ayudo con un poco de jugo de naranja, tratando de


tragar lo suficiente como para poder hablar.

—¡Mamá! —grito, levantándome del taburete.

Su cabeza aparece.

—¿Sí?

Suspiro y vuelvo a hundirme en el taburete, sin estar segura de cómo


empezar. Presiono mis dedos contra el frío granito, viendo como dejan
pequeñas y cálidas huellas que desaparecen un momento después.

—Lo siento. Por lo… que dije. Sé que estás haciendo lo mejor que
puedes y que me das todo.

La miro, medio esperando que esté revisando correos en su Blackberry,


pero no lo está haciendo. Ella me está mirando.

Mi mamá apoya su cadera contra el mostrador y frunce los labios.


—Gracias. Y yo también. Siento forzarte a hacer la fiesta. Sabía que no
la querías, pero pensé que una vez empezara, te divertirían tanto que no
importaría. Debería haber escuchado.

Asiento y nos miramos fijamente la una a la otra por un largo momento


y no puedo evitar pensar que un nuevo entendimiento se está
formando.

—Realmente se me está haciendo tarde, así que debo irme. —Comienza


a darse la vuelta pero se detiene—. Oh, y dejé veinte dólares en la mesa
junto a la puerta.

Mi mandíbula se abre. Incluso después de todo, ¿volvemos a eso?


Veinte dólares para una pizza, llegar tarde a casa, no te quedes
despierta hasta tarde, bla, bla, bla.

Pero entonces me mira de nuevo.

—Estaba pesando que quizás podías elegir una película. Algo que Chase
pueda tolerar. Tomaré un poco de pan de ajo y podemos comer
espaguetis. Estaré en casa a las siete.

Sus labios se levantan un poco mientras nos miramos.

Y después desaparece tras la puerta.


253
Así que, quizás los deseos se han ido.

Pero tengo la sensación de que la vida nunca será igual.


Sobre la Autora

M
andy Hubbard, también conocida como Amanda Grace, se crio en
una granja a las afueras de Seattle donde se negó a usar tacones
hasta su fiesta de fin de curso. Los odió tanto, que no volvió usar
un par en cinco años. Vaquera de corazón, le gusta montar a caballo y
quad, además de cantar los éxitos más recientes de la música country.
Prada y Prejuicio es su primera novela. Continuando su labor con You 254
Wish, Drive y Ripple.

Además de escritora, es agente literaria y representa fundamentalmente


a escritores de literatura juvenil.

Vive con su marido y su hija en Tacoma, Washington.


You Wish
Moderadora
LizC

Staff de Traducción
carmen170796 Paaau Susanauribe

Agus Suri Merlie

areli97 dark heaven dark&rose

PaulaMayfair LizC Vero


Aldebarán
Maru Belikov otravaga

Kathesweet Lore_Mejia

Jo Little Rose
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staff de Corrección
Marce Doyle* ☽♏єl Clau12345

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Ilusi20 Majo

Recopilación y revisión
Marce Doyle*

Diseño
Agus
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